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La selección de la mosca por el novel

¿Qué mosca pongo? Es la invariable pregunta que siempre hacen los noveles nada más llegar
al río

Y es que uno de los mayores problemas que plantea la pesca con sedal pesado es saber qué
artificial servirá para engañar a las truchas en un momento determinado.

Vamos a dar unas normas generales para que puedas seleccionar con cierto conocimiento la
mosca que vas poner.

Lo primero que deberíamos hacer es observar lo que está ocurriendo en el río, si se


observan peces apostados, si están alimentándose, si hay insectos sobrevolando el agua o
posados en la vegetación de la orilla, …

En principio podríamos poner una mosca “probable”, parecida a alguna de la s que vuelen.
Como norma general, las moscas de principio de temporada serán en general oscuras y más
grandes, para hacerse más pequeñas y claras.

El hábitat es determinante: río con fondo de piedras, arenoso, con vegetación acuática, …
Cada especie de mosca tiene su hábitat y su nicho, de forma que no encontraremos por
ejemplo dragas en un río arenoso. Si no vemos moscas volando en el río siempre tenemos
el recurso de emplear moscas de conjunto: Wickham’s Fancy, French Tricolor, Red-Tag , …
y otras sobradamente conocidas.

Pero no te duermas con estas imitaciones si no dan resultado. Se trata de pescar un rato
con ellas, muchas veces sólo para calmar un poco la impaciencia, el ansia de pescar. Después
de esto debes tratar de poner todo tu poder de observación para saber qué pasa en el
río.

Veamos algunos casos que se nos pueden presentar:

1. Las truchas están cebándose a la única mosca que vuela en ese momento.

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2. Las truchas sólo comen una de las muchas moscas que vuelan.
3. Las truchas se ceban en varias de las moscas que vuelan
4. Las truchas se ceban en algo que no logramos distinguir.

Ahora intentaremos aclarar estos casos:

Primer caso

Si la trucha se ceba a la única mosca que existe en aquel momento el caso es sencillo. Se
trata de capturar una de esas moscas para observarla desde distintos ángulos y sobre
distintos fondos (contra el agua, contra un fondo oscuro, contra el sol, …). Posiblemente
presente diferentes tonos en cada una de las formas observadas, pero tampoco el color es
lo más importante. Por orden de im portancia debemos fijarnos muy bien en el tamaño,
tipo de insecto, postura en el agua y, por último, en el color.

Segundo caso

Ahora se complica la elección, dado que vuelan distintas moscas y te es prácticamente


imposible saber cuál es la escogida por las truchas. ¿Qué puedes hacer?

Puedes aproximarte lo más que puedas a uno de los peces que están comiendo e intentar
averiguar lo que come. Unos pequeños prismáticos pueden ayudarte, pero es más económico
armarse de paciencia e intentar acercarse más a la tr ucha. Desde unos pocos metros no
nos será difícil ver lo que come.

Cuando hemos conseguido ver qué es lo que come la trucha, no tenemos más que buscar
en nuestra caja y poner una mosca parecida en tamaño y apariencia a ese insecto, si es
que tenemos algo parecido en la caja. La frustración de no encontrar la artificial adecuada
a menudo es lo que va haciendo la caja de moscas del pescador.

Supongamos que hemos encontrado en nuestra caja una mosca muy parecida a la que vuela,
la ponemos, la lanzamos al pez , y éste sube, parece que la va a coger … pero en el último
momento se da la vuelta y la rechaza. Tendremos que probar más veces para asegurarnos
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que la deriva ha sido natural, etc. Si la trucha sigue sin responder, está claro que la
presentación falla, seguramente la posición de nuestra artificial en el agua sea distinta que
la de la mosca natural.

Podemos estar pescando con una mosca seca posada sobre los cercos y el hackle cuando la
trucha en realidad come esa mosca placada en la superficie o incluso uno s centímetros por
debajo de la misma. O, por el contrario, puede ser que la trucha esté comiendo subimagos
posados sobre sus patas y cercos y desdeñen nuestra imitación que flota con el cuerpo
posado en el agua. Quizá pescamos con una mosca ahogada convenc ional y la trucha come
adultos moribundos en “spent”.

A veces sólo se trata de impermeabilizar la mosca (nunca echéis impermeabilizante sobre


una mosca mojada) o de posarla con más suavidad; otras veces habrá que cambiarla. La
postura de la mosca en el agu a siempre es fundamental.

En cualquier caso, una correcta presentación de la mosca siempre se basa en el seguimiento


y control de la misma en la corriente, lo cual muchas veces implica lanzar y pescar bastante
cerca en un radio de 6m.

Tercer caso

Se trata normalmente de días de fortuna, cuando los pescadores mediocres presumen de


pescar mucho. Son días en que cualquier mosca que anudemos al bajo va a producir capturas,
lo que supone una excelente oportunidad de aprender a presentar la mosca, clavar y cobrar

Cuarto y último caso

Días que, produciendo los clásicos “bolos” o “roscos”, al mismo tiempo son apasionantes.
No se ve nada en el río, pero las truchas se ceban como si fueran bogas. Puede ser por
ejemplo que estén comiendo moscas muy pequeñas en la pelíc ula superficial, en cuyo caso
podemos poner una ahogada, una seca que flote poco o una ninfa, y manejarla cerca de la
superficie. Los fanáticos de la mosca seca en estos casos a menudo se sirven de moscas sin
hackles, ya que suelen dan buenos resultados.

Si los peces comen en la misma superficie, podría tratarse de pequeñas hormigas, o quizá
de algún diminuto coleóptero.

En este caso te recomendamos una Red -Tag, una Altière, una doble collera, o simplemente
una “cosa” negra sin hackle, preferentemente con e l cuerpo de pluma de pavo real y bien
impermeabilizada. Habrás de pescar muy cerca, ya que estas moscas, montadas en anzuelos
del 18 o 20, son generalmente poco visibles

Ahora fuera de todo esto, y para que veas que en esto de la pesca a mosca no existen
reglas absolutas, vamos a hablar de dos moscas que se han de emplear haciéndolas “dragar”,
es decir, provocando una pequeña estela, con una deriva dirigida, más rápida que la deriva
“muerta” o natural, lo cual se contrapone a lo que hay que hacer con todas las otras
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imitaciones, que han de derivar de forma natural, como si no estuvieran sujetas a ningún
sedal. Estas artificiales son las moscas de las piedras o dragas, los pérlidos o plecópteros,
así como, ocasionalmente, los tricópteros.

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