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Durante el S XIX ese prejuicio dio origen a una doctrina: el racismo. 2 franceses fueron
quienes establecieron sus bases teóricas. Era una doctrina de blancos y para blancos.
Originariamente se trataba de una doctrina aristocrática destinada a racionalizar prejuicios de
clase más que prejuicios de raza. Inicialmente la meta de esta doctrina consistía en dar un
justificativo a la separación de las clases sociales dentro de Europa. Pero el racismo siempre
procura justificar la separación y la explotación. Por eso, con toda naturalidad, pudo ser
utilizado después para justificar la esclavitud, y más tarde la colonización.
El prejuicio, pues, se presenta siempre como el acto de defensa de un grupo dominante frente
al grupo dominado, o como justificativo de la explotación.
Siempre hay relación ente el factor económico (la lucha por cierto statu social o económico) y
el prejuicio racial.
Otras teorías sobre el origen del prejuicio racial:
1) teoría según la cual el prejuicio proviene de la ignorancia. Es evidente que nuestros
conceptos comprenden un cierto número de estereotipos. La ignorancia interviene en el
nacimiento del prejuicio, pero no es un factor decisivo, porque los estereotipos varían de
acuerdo con las situaciones económicas.
2) Adorno vincula el prejuicio con cierto tipo constitucional. 2 temperamentos: tipo autoritario
y tipo democrático. El tipo autoritario es el hombre de los prejuicios. Pero el ejemplo de EEUU
se opone a esta teoría: el prejuicio es obra de grupos y no de hombres. Esta teoría podría
sostenerse quizá en un país como Brasil, donde el prejuicio no está institucionalizado y la ley,
lejos de estimularlo, lo combate.
3) Explicación del origen del prejuicio por el horror a las diferencias. En materia de prejuicios,
el color de los cabellos y el de los ojos carecen por completo de importancia. ¿Por qué la tiene
entonces el color de la piel? Algo habrá pues, detrás de estas diferencias, y algo, seguramente,
más importante que ellas. El prejuicio es ajeno a las diferencias de color: la cause de que
siempre le hallemos algo criticable está en que sentimos hostilidad hacia ellos.
4) Teoría psicoanalítica de la frustración-agresión (”chivo emisario”). Pesa en nuestra cuenta la
sensación de haber sufrido fracasos o experimentado desencantos en la vida = frustraciones.
Esta frustración se traduce en voluntad de agresión: queremos luchar contra los obstáculos
que se nos oponen, pero evitamos confesarnos que la verdadera causa de los fracasos reside
en nosotros mismos, autores de nuestra propia miseria e impotencia. Es entonces cuando
buscamos fuera de nosotros un chivo emisario. La culpa es de los otros.
Puede ser de interés reunir 2 teorías: la económica y la psicoanalítica. Esta última explica el
carácter violento que puede alcanzar el odio racial, pero no explica por qué ese odio va dirigido
contra determinada raza antes que contra cualquier otra. La teoría económica, en cambio,
explica por qué la raza judía o africana, se convierte en destinataria de ese odio: se trata de
una raza competidora capaz de invadir el mercado de trabajo y apoderarse de los puestos
directivos del país, de manera que es preciso combatirla, sin realmente los blancos desean
conservar su propio estatus económico y social.
Funciones del prejuicio: ayudar a una clase para que domine a otra, ayudar a un grupo acial
para que conserve su status social y económico.
Consecuencia del racismo: efecto de la bola de nieve. El racismo blanco genera un racismo
negro o asiático. Este racismo de los hombres de color contribuye, a su vez, a acrecentar el
racismo blanco, y así nos vemos arrastrados, como una bola de nieve que se agranda, por un
movimiento infernal en que el odio acaba por imponerse en toda buena voluntad.
Actualmente, el racismo aparece en todas partes. Por eso, el problema principal es el de la
integración, el de la coexistencia entre razas diferentes. La biología ha demostrado que
integración física es posible y no produce inconvenientes. Por fortuna la integración biológica
no es la única posible. Hay otra clase de integración, e todos los casos practicable, y es la
integración social. Con la gente que pertenece a otras razas o a otras etnias es preciso
observar exactamente la misma conducta que se adoptaría frente a un hombre de la propia
raza o la propia etnia. No se deben tratar a esas personas como si necesitaran indulgencia, son
como a iguales, como a seres adultos, según sus méritos individuales y no en función del color
de su piel. Pero el inconveniente está en que el racismo ya ha creado un clima desfavorable.
El resentimiento llega a tales extremos que se hace difícil actuar con naturalidad en las
relaciones interraciales. En cada extremo nos aguarda un peligro, y nosotros estamos en el
medio: o tratamos en completo pie de igualdad, corriendo el riesgo de herirlos, o bien les
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dispensamos una actitud de especial amistad, entonces les da una sensación de paternalismo
que hace surgir sentimiento de inferioridad. Pienso que es posible hallar una solución si se
procura el conocimiento mutuo.