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CURSO
DERECHO PERUANO
POR
TERCERA EDICIÓN.
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IV
legislación iba encontrando, y de lo penoso que seria
para la juventud el estudio literal del Código. Con •
tal objeto, salió á luz el presente curso afines del
citado año, y me lisonjeo de haber conseguido mi
propósito, facilitando el estudio de nuestra legisla-
ción, y contribuido de este modo á consolidar su im-
perio. Este curso sirve en efecto de texto en casi to-
dos los colegios de la República, y se han agotado su-
cesivamente dos no escasas ediciones.
Después dé publicada la segunda, se adoptó en el
Instituto de San Carlos el método alemán, siguien-
do con bastante fidelidad á Mackeldey en su Ma-
nual de Derecho Romano. Sin desconocer el carác-
ter filosófico de tal método, persisto en el analítico,
bien que razonado, de mi curso, porque de este modo
se facilita mas la inteligencia del Código. Cuando
se le comprenda mejor, cuando su estudio se haya
generalizado lo bastante para emprender sin riesgo
una reforma, entonces vendrá bien el procedimiento
sintético.
Para corroborar mi opinión voy á copiar las mis-
mas palabras de Savigny, al introducir esta mejo-
ra en el estudio del Derecho Romano: "No debo
sin embargo dejar de advertir que con frecuencia
se dá una exqjerada importancia á las formas de
la exposición científica, que aun cuando no sean in-
diferentes, no deben alucinarnos sobre su verdadero
mérito. Cuando la exposición dogmática del Dere-
cho destruye la unidad real de las instituciones, reú-
ne elementos diversos, trastorna la armonia de las
instituciones y altera por esta confusión su valor res-
pectivo, el método es esencialmente vicioso, porque
oscurece en vez de esclarecer, y se convierte en un
obstáculo para su inteligencia. Pero si el autor lo-
gra evitar este peligro, se debe juzgar con indulgen-
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V
cía el plan de su obra, aunque adolezca de algunas
imperfecciones."
Creo, pues, que por lo menos al presente subsis-
te el peligro indicado por Savigny, y que el método
sintético dificultaria, en vez de obviar, la inteligen-
cia de nuestra legislación.
Habría deseado también consultar la obra del Sr.
Pacheco; pero se me ha rehusado manifestar hasta
los pliegos ya impresos; de suerte que, las reflexio-
nes que sobre ella pudiera hacer, tengo de aplazar-
las para otra edición, por no serme posible demo-
rar mas tiempo la presente, atenta la urgente de-
manda de los colegios.
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8 • INTRODUCCIÓN.
relaciones mas íntimas con la civilización actual.
Rómulo, á la vez que fundador, fué también le-
gislador de Roma; y Nuraa puede considerarse como
el Solón Romano. No enriquecieron menos por su
parte la legislación los demás reyes, y es-
pecialmente Servio Tulio; de suerte que, durante la
monarquía, pudo presentarse ya la colección ó ley
papiria, compuesta en tiempo de Tarquino el ,
Soberbio por el Sumo Pontífice Publio Papirio.
Cuando la expulsión de los Tarquiños, deseando
los patricios aprovecharse de una revuelta
efectuada en nombre de la justicia, se apoderaron
de su administración y del secreto de las leyes. Mas
tarde, en medio de la lucha obstinada de ambas
clases, lograron los plebeyos el nombramiento de
magistrados que velasen por su suerte; y co-
nociendo el tribuno Terentilo cuan funesta era pa-
ra el pueblo una administración de justicia ejerci-
da por los nobles, sin mas regla que su capricho,
exijió la promulgación de leyes claras y fijas. La
aristocracia vencida tuvo que nombrar entonces la
comisión legislativa de los decenviros, á cuyos
esfuerzos se debe el código de las Doce Tablas,
una de las mas preciosas fuentes del Derecho Ro-
mano.
Este código, las leyes populares, los plebiscitos
y los edictos que cada Pretor, magistrado judicial,
publicaba al iniciar su administración, aumentaron
tan considerablemente el número de las leyes, que
en los últimos tiempos déla República era general-
mente sentida la necesidad de una colección refor-.
mada, en armonía con las costumbres y las exi-
jencias de la época. Cesar pensaba en adquirirse
esta gloria, mas grande é inmarcesible que la de
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INTRODUCCIÓN. 9
ftüs victorias; pero la muerte vino á sorprenderle,
como á Alejandro, en medio de sus vastos pro-
yectos.
Con el establecimiento del Imperio, la legisla-
ción se complicó mas todavía, contando, como nue-
vos elementos, los Senado-Consultos y las Cons-
tituciones Imperiales. Eran estas tan numerosas,
que Constantino el Grande se vio precisado á ha-
cerlas compilar por los jurisconsultos Gregorio y
Hermógenes; y las que con posterioridad á su épo-
ca se expidieron, fueron igualmente colectadas por
orden de Teodosio el Joven. Tales son los códigos
gregoriano, hermogeniano y teodosiano.
Mas, era Justiniano á quien estaba reservada
realizar todos los proyectos y completar todos
los ensayos. Elevado desde una cuna humilde
hasta el trono de Oriente, desplegó un espíritu
de reforma legislativa, mas propio á inmortalizar^
le que el brillo de sus armas, conducidas en triunfo
por Belisario y Narsés, sobre el África y la Italia.
Las ftientes del Derecho Romano eran entonces, á
mas de las ya indicadas colecciones: las leyes, es-
tablecidas por el pueblo en centurias ó curias á
propuesta de un magistrado senador; los plebisci-
tos, sancionados por los plebeyos en tribus, á pro-
puesta de un tribuno: al principio obligaban tan
solo á los plebeyos, pero no muy tarde se hicieron
extensivos á los patricios, adquiriendo tanta gene-
ralidad como la ley, de la cual no se distinguieron
sino en la forma; los senado-consultos ó decisiones
del Senado, sin participación ni consentimiento
expreso del pueblo, los cuales llegaron á tener fuer-
za de ley en el Imperio; los rescriptos y decretos
del Emperador, cuyo origen legal pudiera hacerse
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10 ÍNTRODtJCCÍON.
remontar hasta la dictadura de Sila, pero lo traen
mas claro desde Adriano; los edictos delpretorfáe los
que Salvio Juliano formó el edictoperpetuo,yla&res-
puestas de los pmdentes,ú opiniones de los Juriscon-
sultos, elemento indispensable en toda legislación,
como que el texto de la ley necesita ser embelleci-
do y fecundado por los trabajos de la inteligencia.
Una comisión en que tanta celebridad alcanzó el
distinguido Triboníano, fué encargada de compilar
en un cuerpo llamado Código, todas las leyes que
en las fuentes anteriores halló dignas de conservar-
se; y del derecho consuetudinario, consignado en las
obras de los jurisconsultos mas célebres, nacieron
las Pandectas ó Digesto, de donde se formó un
compendio apropiado á la enseñanza, que lleva el
nombre de Instituta. Correjido y mejorado el pri-
mer Código Justinianeo, fué abrogado por el que
se denomina Repetiice Prcelectionis, al cual debe
agregarse como complemento las Novelas, ó nue-
vas constituciones expedidas por el Emperador. Tal
es el ultimo y el mas rico grado de la legislación *
romana.
La España, largo tiempo sujeta á Roma, recibió
de ella sus leyes, que sobrevivieron á la invasión
de los bárbaros. Aunque un rey godo, Euríco,
mandó redactar el Código de Tolosa para imponerlo
á los vencidos, Alárico salvó las costumbres es-
pañolas y su legislación, sancionando el Breriarmm
Alárici; y de este modo, subsistieron en la legisla-
ción de España los dos elementos, gótico y roma-
no, que poco á poco fueron amalgamándose hasta
confundirse en la promulgación del Fuero Juzgo,
como se habían confundido también las costumbres
y la vida de godos y españoles.
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INTRODUCCIÓN. II
Aun cuando la traición del Conde D. Julián abrió
las puertas de su patria al sarraceno, la legislación
filé respetada. Mas tarde, en la Restauración de la
Monarquía, un príncipe sabio y valiente, D. Alfon*
so da Castilla, publicó, después del Fuero Real,
sus Siete Partidas, código el mas grande de cuan*
tos ha tenido jamas la España, admirable en su
fondo, brillante en su forma; colección de princi-
pios eternos de justicia, vestidos con las galas dé
una literatura regenerada. En ese código, como en
las diferentes Recopilaciones publicadas con pos-
terioridad, el elemento romano se ha conservada
vivo.
He aquí la historia de la legislación que nos ha
regido hasta la promulgación de nuestro Código,
también monumento de justicia y de literatura,
como el de D. Alfonso, y que presenta todas las
vewtajíts que puede ofrecer á un pueblo culto un
código filosófico, sencillo y progresista. Veamos
ahora el nacimiento y marcha de la ciencia.
EL conocimiento de las leyes y de los juicios era
en tiempo de Roma, como lo hemos dicho ya, el
privilegio y el secreto de la raza patricia; y aun
cuando Cneo Flavio, secretario del ciego Appio
Claudio, se atrevió á rasgar el velo de este miste*
rio,nuevas fórmulas al efecto escojitadas,lo hicieron
cada dia mas impenetrable. No fué, pues, sino en
la igualdad política de las clases, cuando los pro-
cedimientos judiciales llegaron á ser públicos y tuto
origen la ciencia. Tiberio Coruncanio, primer
pontífice plebeyo, descubre al pueblo los misterios
en que por tanto tiempo envolvieran los nobles la
administración de justicia, y dá lecciones públicas»
sotare las leyes. De entonces mas, la ciencia pro*
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12 INTRODUCCIÓN.
gresa; y al terminar la República, puede ofrecer
una serie de jurisconsultos distinguidos, Porcio Ca*
ton, Scipion Nascica, los Mucio-Scevola y otros
nombres ilustres.
Distínguense en tiempo de Augusto, Labeo y Car-
pito, jefes de dos sectas rivales. Labeo, filósofo y
progresista, aspira á la reforma; Capito, favorito
del príncipe y hombre de práctica, representa el
elemento conservador. Ambas escuelas subsisten
siempre en lucha durante el largo período de los
Cesares: los parciales de la primera se llamaron
proculeyanos y después pegasianos, por Proculo y
Pegaso, sus mas distinguindos representantes; y á
los discípulos de Capito dieron sucesivamente su
nombre Cosió y Sabino.
Con la familia Severo brilló la edad de oro de
la jurisprudencia de Roma, como habia brillado en
el siglo de Augusto la de su literatura: allí está
Papiniano, director de los trabajos legislativos de
Séptimo, y que mas digno que Séneca prefirió mo-
rir á manos del feroz Caracalla, antes que man-
charse con la apología de su fratricidio; allí se le-
vantan las figuras imponentes de Gayo, Paulo, UU
piano y Moaestino, tan distinguidos todos, que sus
escritos merecieron citarse como leyes, y pasaron
cual un perenne tribunal de justicia, hasta, con-
vertirse en el Digesto.
' La época de Justiniano no es menos fecunda en
profesores, y la enseñanza del Derecho se facilita
admirablemente con su Instiiuta. La universidad
de Bolonia, fanal brillante levantado en Europa du-
rante las tinieblas de la edad media, consagra tam-
bién empeñosamente sus tareas á la enseñanza de
lin ramo de tan alta importancia; y de ella salen
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INTRODUCCIÓN. 1-3
los mas famosos jurisconsultos de España, cuya
ciencia es la primera que fué trasportada á nuestra
patria.
Delineado ya este bosquejo histórico, pasemos
á ocuparnos de la ciencia misma, y ante todo juz-
guemos y precisemos su denominación.
La palabra DERECHO tiene dos principales acep-
ciones: en un sentido objetivo se toma por la co-
lección ó conjunto de leyes que los hombres de-
ben observar en sus relaciones mutuas; y en un sen-
tido subjetivo, significa la facultad de hacer alguna
cosa ó exijir que otro la haga en provecho nuestro.
También se llama Derecho la ciencia que se ocupa
del estudio de las leyes. Cuando estas leyes
«manan inmediatamente de la naturaleza humana
con independencia de toda prescripción externa, el
Derecho se llama Natural; cuando tienen por ob-
jeto arreglar la organización interior de un Estado
y las relaciones entre gobernantes y gobernados,
Co.nstiiucional; cuando se ocupa de fijar las mu-
tuas relaciones de los pueblos, considerados como
entidades jurídicas, Internacional; últimamente,
cuando trata de las reglas á que deben sujetarse las
relaciones que tienen entre sí los miembros de
cada Nación, considerados como hombres, se
llama Civil.
El Derecho Civil es, pues, la ciencia de las leyes
peculiares que cada Nación establece para sus pro-
pios miembros; pero necesitamos dar una idea mas
clara de estas leyes, é investigar de cuales de ellas
ha de ocuparse con especialidad, y la manera co-
mo debe considerarlas.
Acostumbrábase en Roma leer al pueblo los
proyectos del Senado para ser sancionados como
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14 INTRODUCCIÓN.
reglas de conducta, y de esta lectura tomó su
nombre la ley; la cual no es sino una disposi*
don del Poder Legislativo, á la cual deten suje-
tarse en sus relaciones mutuas las personas de cada
Estado. (*)
Esta como se vé, no es mas que una definición
formal, la esencial corresponde á la filosofía del
derecho.
El Señor Mora define la ley como un precepto
general y obligatorio, emanado de una autoridad
suprema y cuya infracción trae consigo una pena.
Aun salvando la redundancia de precepto y obli-
gatorio, esta definición no es ni puede ser buena:
excluyense de ella las leyes particulares, que no
por falta de generalidad dejan de ser tales, y otras
que sin mandar ni prohibir expresamente, no ha-
cen mas que permitir; tiende ademas á bautizar con
el nombre de ley hasta los decretos que emanan
del Poder Ejecutivo, que también es autoridad su-
prema; y proclama la pena como la sanción única
y necesaria, error tan grave, que no podemos pa^
sar sin refutarlo.
Establecida la ley como regla dé conducta para
seres racionales, se concibe que no es de todo pun*
to indispensable para su cumplimiento el señalar
un castigo á los violadores; si por no tener todos
los hombres tina concepción racional del deber, ó
no estar aun las sociedades en el grado de cultura
y moralidad -que les espera, se hace necesario las
mas veces emplear un castigo para garantir el cum-
(*) El Código Chileno, promulgado en 1855, define la lej
como "una declaración de la voluutad soberana...." Pura
éoetrtoa dé Rousseau: la voluntad es soberana; Qué iifapor-
twfrla razón ni la justicia!
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INTRODUCCIÓN. . 15
püraiento de la ley, eso prueba tan solo nuestro -
estado de imperfección, no la incompatibilidad
entre el cumplimiento de la ley, y la falta de pena;
lo cual es tan cierto, que aun entre las leyes
positivas se encuentran muchas cuya violación no
tiene designada pena alguna. Esta sirve con
frecuencia en manos de la sociedad, como un resorte
poderoso para la ejecución de la ley, mas no es
esencial á su naturaleza. Por otra parte, aun tomada
la sanción en su carácter de auxiliar y supletoria, no
debe reducirse únicamente á la pena, supuesto que
hay muchas leyes cuya realización exi-je esfuerzos
positivos, gastos y sacrificios, á que nadie está
individualmente obligado; y seria una cruel-• dad
inútil amenazar con castigo á los que no las
cumpliesen; así, observa muy juiciosamente Ben-
tham, que si en algunos casos conviene emplear la
pena, en otros, ha de echarse mano del premio.
Las leyes, con relación al objeto que se propo-
nen, son: prohibitivas, imperativas, permisivas ó
penales; según que veden, manden hacer, permi-
tan ó castiguen; donde se vé igualmente, que la
sanción no es parte constitutiva de cada ley, sino
objeto de una ley especial. Según el género de
relaciones que arreglan, se dividen en civiles y po-
Uticas: civiles, cuando consideran á los individuos
como hombres; y políticas, cuajido los consideran
¿orno ciudadanos ó miembros del Estado: estas úl-
timas son el objeto del Derecho Público; aquellas,
del Civil.
Atendiendo ahora ni número de individuos qu«
deben quedar sujetos á vlas leyes, se dividen estas
e& generales y particulares, §egun que ¿se refieran £
45ua¿itos pisen ^1 territorio del país, ó solamente á
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Í6 INTRODUCCIÓN.
algunas clases ó individuos: estas últimas se Da--
man privilegios, cuyt> nombre nos ha sido presen-
tado como odioso y funesto, y los exaltados de-
mócratas quisieran no verle figurar en una legisla-
ción republicana. Cierto que en las monarquías se
ha abusado escandalosamente de los privilegios:
mientras el pueblo gemia abatido bajo la mano
de hierro de los déspotas, el orgulloso noble os-
tentaba con humillante ufanía injustas esencioñes
y odiosas prerogativas, que hacian resaltar mas de
lleno la opresión de los pecheros y excitaban su ra-
bia; esos privilegios facticios, injustos y tiránicos,
eran, y deben ser dignos de execración entre tos ciu-
dadanos libres; pero desnudando el privilegio de
cuanto tenga de artificial y ominoso, no puede me-
nos de existir en toda buena legislación, porque
los individuos y las clases tienen relaciones y fines
especiales que reclaman leyes especiales también.
Para que sean cumplidas y llenen su objeto las
leyes, es indispensable que lleguen al conocimien-
to de todos aquellos á quienes se refieran, y por
eso no pueden obligar nunca sino después de su
promulgación; pero no hay necesidad de hacerlas
saber individualmente á todos y á cada cual: basta
publicarlas y ponerlas de este modo al alcance de
todas las inteligencias, pues todos los ciudadanos
capaces tienen la obligación de conocerlas. Otra
idea que se halla envuelta en la de ley es, la de un
cumplimiento futuro: las leyes no "pueden
obligar sino después de conocidas, esto es, con
Sosterioridad á la época de su promulgación; y no
eben por consiguiente producir ningún efecto re-
troactivo. Así, los contratos anteriores á nuestro
Código, deben cumplirse cual se estipularon, y ser
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ÍNTRÓDUCCiOÑ.' \1
jjuzgados teniendo en cuenta la legislación espa-
ñola.
Una vez promulgada la ley, obliga en todo el
territorio de la Nación, dentro de cuyos límites to-
dos los individuos 6 clases á que se refiera quedan
sometidos a ella, sin mas excepciones que las ex-
presamente designadas; y rige mientras no se la
¿erogue claramente, sin que su cumplimiento de-
penda de la voluntad del pueblo, ó de los majistra-
dos que hayan de aplicarla y realizarla, sino que ha
de observarse necesariamente su tenor expresor
solo en caso de un vacío en su letra pueden fallar
1&8 jueces interpretando su espíritu, ó según las
disposiciones sobre casos análogos, que es lo que
constituye la costumbre legal, ó con sujeción á los
principios generales de derecho; últimamente, la
ley promulgada es la única y exclusiva regla de
Conducta, por lo cual nadie puede ser obligado
á hacer lo que la ley no manda, ni á abstenerse de
la que no prohibe; si bien en algunos casos pode-
mos renunciar el beneficio que nos concede, siem-
pre que con esto nó ataquemos los derechos de
otros. En lo inmediatamente expuesto consisten:
la igualdad ante la ley, su perpetuidad, indepen-
dencia, tuerza obligatoria como única regla de con-
ducta, y la libertad civil.:
Después de este ligero análisis y clasificación de
Das leyes, se advierte fácilmente que, aquellas son éf
objeto del Derecho Civil que arreglan las relacio-
- nes privadas de los individuos, ora sean positivas
como las que propiamente se llaman civiles, ora
negativas como las que toman el nombre de pena-
tes; por lo cual presentará también la ciencia este
«feble aspecto.*
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18 INTRODUCCIÓN;
Pero aun no hemos conseguido nuestro objete, falta
saber lo que nos proponemos estudiar en esas leyes.
¿Vamos á examinar acaso los principios eternos de
justicia que deben revelarse en la ley, ó el ideal de las
relaciones jurídicas entre los individuos? Eso toca á las
elevadas regiones del Derecho Natural. ¿Estudiaremos
los principios generales á que deben sujetarse en su
realización las leyes? Esa es tarea de un curso de
Legislación. ¿Aprenderemos una á una todas las
disposiciones establecidas, sin / examen, ni
discernimiento? Ese trabajo, sobre inmenso y fastidioso,
nos convertiría en pobres leguleyos. Por desgracia se
cree generalmente que un curso de Derecho Civil ha de
reducirse al mero análisis de la legislación existente, y no
podemos dejar de refutar semejante opinión, por las
deletéreas influencias que ejerce.
Este género de estudio* ingrato y penoso por el
hacinamientro de leyes y pormenores, cuyo espíri-
tu no se conoce, cuya conexión no se busca> yela
en el corazón de los jóvenes el mas ardiente deseo
de saber, los arredra y desalienta. Hay, por consi-
guiente, necesidad de una voluntad muy firme, de
una resolución inflexible, tan rara en la juventud,
de suyo veleidosa, para seguir sin desmayo un es-
tudio en que cada paso es una conquista debida
mas á los prodigiosos esfuerzos de la rtiemoria, que
á la profundidad del talento; y sucede con frecuen-
cia, que al fin de su carrera se encuentra el estu-
diante abrumado por el peso de tantas ideas aisla-
das, y lleno de vicios radicales: incapaz de altas
concepciones, no sabe mas que arrastrarse por el
estrecho sendero de la rutina, cualquiera idea de
reforma le asusta, y su inteligencia pierde todo et
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INTRODUCCIÓN. 10 .
brio y elevación que en los estudios filosóficos se
adquiere.
Para no. extraviarnos,pues,en insignificantes me-
nudencias, para dominar la ciencia y maréhar con
pié firme en el camino de las reformas que la socie-
dad reclame, para que el estudio na sea lánguido,
monótono y árido; es necesario que la antorcha de la
filosofía nos alumbré, que no perdamos de vista los
{
rincipios jurídicos, que busquemos la razón de las
jyes, su encadenamiento recíproco, su influencia
social. Si el Derecho Civil no se ocupa inmediata-
mente de los principios absolutos de justicia y de
legislación, no prescinde tampoco de ellos, los con»
sidera en su aplicación á las necesidades y á las
costumbres de una determinada sociedad: es el Der
Techo Natural realizándose, tomando formas, en-
carnando en la vida de un. pueblo.
Así procederemos, así debemos proceder noso*
tr9s: compararemos atentamente nuestras institu-
ciones con los principios generales del derecho:
examinaremos cuando convenga, historia en mano,
su oiígen y trasformaciones; y observaremos su re-
lación con las necesidades actuales. La Escuela
Histórica querría circunscribir todos los estudios
jurídicos al Derecho Romano, fuente inagotable de
justicia: cierto es que su enseñanza merece un h>
gar preferente en nuestros colegios, y sirve para es*
plicar muchas instituciones que de otro modo no
podrían comprenderse fácilmente; cierto,que arroja
torrentes de luz sobre el estudio de nuestro dere-
cho patrio, como que para comprende* bien el pre-
sente es necesario leer en su pasado; pero es una
sensible aberración juzgar que pueda bastarnos
por sí solo el Derecho Romano: cada pueblo tiene
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20 INTRODUCCIÓN,
$us caracteres saltantes, su modo de vivir propia,
su genio especial, y ese genio, esa vida, ese carácter,
se traducen mas ó menos fielmente en su legisla*
don: así, aun cuando la nuestra emanara inme-
diatamente de Roma, no por eso dejaría de revés*
itir un carácter peculiar.
Y si bien observamos, las diferencias entré núes*
tro Derecho y el Romano y el Español, no son su>
perficiales y de poco momento, sino por el contrario,
fundamentales y graves. El soberbio romano, que
decia con jactancia altanera civis romanas sum, nó
6e creia, sin embargo, obligado á cumplir unapa*
labra empeñada, si no hábian prece dido
fórmula*, aparato,, insinuación judicial; mientras
que ahora, xsin desatender las ritualidades, damos
mas importancia» al fondo, a la verdad de las
cosas; y es, par que en el Derecho Romano
predominaba la forma, y lareaíidad en nuestros
tieínpos, en que uno que* ida obligado á todo lo
que ha querido libremente, obligarse.
Tanto el Derecho Romano cuanto el Español
hacen girar sus disposiciones en torno de estos ttéé
axiomas, establecidos por Ulpiano con el nombré
de preceptos—vivir honestamente, no hacer mal A
nadie, dar a cada uno lo que es suyo. No se ha
menester de un ojo muy perspicaz para descubrir
la notable confusión de Moral y Derecho que el
primer axioma envuelve. ¿Es acaso el Derecho 4
quien toca prescribir reglas para garantir la hones-
tidad? ¿Puede la autoridad pública hollar el San*
tuario de la vida doméstica? ¿Puede traer á su do-
minio las acciones de un individuo que no dañen
k los derechos de otros? No, que la honestidad él
un precepto puramente moral, y el terreno dé lá
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INTRODUCCIÓN. 21
Moral no es el terreno del Derecho; aunque ambas
á dos ciencias tengan la mas íntima afinidad,ne-
cesario es no desnudar al Derecho de su carácter
exterior y condicional, dejando á la Moral el do-
minio de la conciencia. Felizmente nuestro Código
sostiene bien este carácter.
En el examen comparativo de algunas disposi-
ciones legales que en nuestro curso hagamos, ad-
vertiremos también, cómo en el Derecho Romano
y Español se subordina la justicia á la ley, en vez
de hacer á esta dependiente de aquella: cómo pre-
domina la idea de que los derechos emanan de la
ley, ó son puramente concesiones suyas, y no prin-
cipios anteriores que la ley debe expresar y deter-
minar; y esta diferencia es de la trascendencia mas
grave para las reformas legislativas y la marcha
progresiva de los pueblos.
Conecemos ya el origen y objeto preciso de
nuéfctro estudio; réstanos indicar la manera de efec-
tuarlo y el plan del curso. Consagrada por los si-
glos está la división que nuestro Código establece
en personas, cosas y obligaciones; y aun cuando á
juzgar con rigor filosófico hubiéramos de reíutar-
Ia, porque no es posible ocuparse del sujeto de un
derecho, sino con relación al derecho mismo y al
objeto en que recae, no podemos menos de reco-
nocer sus importancia en la práctica: la aceptamos
por tanto, dividiendo el estudio en tres partes, en
las cuales nos ocuparemos sucesivamente de los ob-
jetos indicados. El aspecto penal requiere por su
importancia un tratado especial»
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PRIMERA PARTE.
PERSONAS-
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ESTADO KATURAt. 25
El catalogo de los estados, ya lo hemos dicho, na
puede determinarse con rigorosa exactitud, tiene
que cambiar según las circunstancias de la época,
En Roma,los estados fundamentales eran tres: el de
libertad, para gozar los derechos civiles generales;-
el de ciudad, para los políticos; el de familia, para
los gentilicios. Entre nosotros, los diferentes estados
se reducen á dos grandes clases, natural y civil, se-
gún que provengan inmediatamente, de la natu-
raleza ó de la determinación legal; y decimos in-
mediatamente, porque ambas a dos clases tienen
su fundamento en la naturaleza, y su expresión en
la ley.
No se crea por esto que aceptamos la fabulosa
existencia de ese llamado estado de naturaleza,
como sin fundamento alguno lo indica el texto Ca-
rolino. La clasificación importa solo, que las dife-
rencias que en medio de la sociedad, no en el ais-
lamiento, observamos entre las diferentes perso-^
ñas, emanan, uñas inmediatamente de la natura-
leza, como las diferencias entre un varón y una
muger, y otras inmediatamente de alguna prescrip-
ción social, desde luego conforme á la naturaleza,
como las que se advierten entre nacionales y ex-
tranjeros» No es, pues, como tan sin razón se pre-^
tende, absurda la clasificación general de loa es-
tados.
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23 PERS0NA5,
CAPÍTULO I.
tk los derechos que corresponden á las personas
según el estado natural.
ARTÍCULO» l.o —27.
í. NACIDOS» Y
POR NACER.
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ESTADO NATURAL. 27
«ion, porque entre estos términos fluctúa el perío-
do ordinario de la gestación. Cuando ocurra algún
caso excepcional, queda expedita la prueba de filia-
ción; y si importase el reconocimiento de la preñez,
pueden pedirlo: la muger embarazada, en los casos
de separación, ausencia ó muerte de su marido; y
los herederos de este, tan solo en el de muerte.
En el Derecho Español y el Romano Nuevo, ée
requiere, ademas de las ya indicadas condiciones,
el bautismo del nacido. Tal exijencia es mas grave
de lo que á primera vista parece, pues no se trata
de una de esas condiciones secundarias que e$
dado al legislador modificar. Católicos de corazón,
querríamos que todos los hombres profesasen re-
ligión tan santa y augusta; no creemos, sin embar-
go, que en un legislador haya facultad de desnu-
dar de sus derechos primitivos á un hombre, por
que no tiene la dicha de ser cristiano. La sociedad
puede apartar de su seno á un individuo y negarle
sus derechos políticos; pero, los civiles son inhe-
rentes á la calidad de hombre, y la ley no es arbi-
tra para reconocerlos y arancarlos: lo que está en
la naturaleza es independiente de la ley, y nuestros
legisladores han comprendido bien su misión no
dejándose arrastrar por su celo religioso á exigir
tal requisito.
Si aconteciere que dos ó mas naciesen de un
mismo parto, se considerarían iguales para los de-
rechos que dependan de la edad. El Derecho Es-
pañol daba, en caso de duda y siendo los nacidos
de diverso sexo, la preferencia al varón, aunque sin
razón plausible.
Al individuo que está por nacer se le reputa
na-«ido para todo lo que le favorece.
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m PERSONAS,
II. VARONES Y
MÜGERES.
III,
MAYORES Y MENORES.
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ESTADO NATURAL. 29
las á otros; tan solo cuando la razón se despeja y ,
se fortifica el juicio, puede el individuo sostener la
reciprocidad del derecho, y ser el director de sus
relaciones sociales. Es por consiguiente un punto
de la mayor importancia el determinar cuando co-
mienza esta capacidad, y se hace el hombre dueño
de sus actos
Entre los medios con tal fin escojitados, el mas
general, fácil y conspicuo, es la edad: no precisa-
mente porque haya una exacta y necesaria corres-
pondencia entre los períodos de la vida y el desar-
rollo mental, sino porque, á mas de indicar la edad
tal desenvolvimiento con bastante aproximación,
es el signo mas exterior, mas fijo y susceptible de
apreciación social.
Pero Jbien se nota, que la relación entre el desar-
rollo y la edad tiene de variar según las latitudes:
el habitante de las regiones glaciales no puede ser
tan precoz como el que respira la atmósfera tem-
plada de los trópicos, ó recibe los ardientes rayos
del sol en el centro de la zona tórrida. Tiene tam-
bién que modificarse en conformidad á la cultura
del país y á otras circunstancias locales. El le-
gislador debe por consiguiente examinar con ma-
durez las especialidades de su nación, y escojer el
tiempo en que sea mas general la robustez de la '
inteligencia: entre nosotros está señalada la edad de
veintiún años. Puede ser que antes de cumplir es-^
ta edad,. haya personas muy capaces; pero no es lo
general.
Basta una ligera reflexión para conocer que esta
capacidad no se adquiere de lleno en mi instante
determinado; los cambios de la edad son sucesivos
y gradual todo desarrollo; así, la capacidad vá ad*
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30 PERSONAS.
quiriendose poco á poco; y si bien antes de llegar a
su complemento no debe el hombre ejercer por sí
todos sus actos, nadie le negará sin embargo el que
pueda tomar parte activa en algunos: por eso,
nuestra legislación determina en varios casos los
actos de menores-que reconoce como válidos. El
Derecho Romano establecía la siguiente clasifi-
cación dé las edades: hasta los 7 años se llamaban
los hombres infantes; de 7 á 10 y \ próximos á la
infancia; y próximos á la pubertad desde los 10 y J
hasta 14 los varones, y hasta los 12 las nmgeres, en
cuya edad tomaban el nombre de púberes, salían
de la tutela, podian casarse y eran capaces de otros
actos. Tal clasificación ha perdido ya su interés,# y
no se halla en armonía con nuestras instituciones.
IV.
CAPACES É INCAPACES.
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ESTADO NATURAL. 31
En cuanto á las primeras, no necesitamos de-
tenernos mucho para manifestar que sus desgra-
ciadas víctimas no pueden, hi cuidar de sus pro-
pios derechos, ni servir con provecho á la huma-
nidad; y aunque no presenten en general caracte-
res bien definidos y marcados, no parece muy di-
fícil señalar en determinados casos si exista la men-
tecatez ó la trasformacion cerebral: estos tales in-
dividuos no salen de la patria potestad; muertos sus
5adres necesitan la acción benéfica de un guarda-
or; y los actos que hubiesen practicado aun antes
de estar declarada la interdicción judicial, pueden
anularse, en caso de haber existido notoriamente,
al tiempo de practicarlos, la fatuidad ó la locura.
La interdicción puede ser pedida por los parientes,
ó por el ministerio fiscal, ó por cualquiera del pue-
blo, como que tan desgraciadas gentes inspiran un
público interés, y reclaman la asistencia del Es-
tado.
La prodigalidad es un signo claro y elocuente
de la falta de juicio: el que disipa su fortuna sin
acordarse del día de macana, es un consumidor es-
téril álos ojos de la Economía, y ante la sociedad,
un pobre loco con el tema de arruinarse. Tal vez
sea una criatura inocente, incapaz de dañada in-
tención en sus derroches; pero la sociedad encar-
gada de vigilar por los derechos individuales de to-
dos sus miembros, no puede permitir una desgra-
cia que ataca ajenos derechos. Debe por consi-
guiente poner en guarda é interdicción los intere-
ses del pródigo; ya sea privándole totalmente de
su administración, ya concediéndosela bajo la di-
rección inmediata de una persona nombrada por
el consejo de familia, sin cuyo consentimiento no
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32 PERSONAS.
x
^*A%\ *¿<4#f P^da dar ni prestar^otorgar cartas de pago, ena^
v genar, ni hipotecar.
Para evitar toda arbitrariedad en cuanto á la ca
lificación del pródigo, establece la ley caracteres
bastante marcados y precisos: es necesario que la
dilapidación sea por lo menos de una tercia^parte
de los bienes raices ó capitales; y que consista: en
pérdidas al juego, gastos de saraos, convites, paseos
y mugeres públicas, obsequios ó pagos indebidos,,
compras por mas del doble del valor, ventas por
* menos de la mitad, ó gastos habituales para satisfa-
cer vicios.
La interdicción del pródigo puede ser pedida por
su cónyuge, sus descendientes ó ascendientes; tam
bién tienen derecho de hacerlo, para favorecer á
estos, los tíos y hermanos del pródiga Pero, los
actos de esteno se reputan nulos, como» en los ca
sos de fatuidad y locura, desde que existe la prodi
galidad, sino desde que se declara legalmente, pues
no es fácil ni lícito averiguar si los gastos que hace
un individuo, supuesto que sean superfinos, afec
tan al capital, ó solamente á sus rentas.
v 1 Los que no sean menores, locos, fatuos ó prodir»
., J1 v< %, g<fe, se reputan capaces ante la ley-
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, DEPENDENCIA. 33
I.
DEPENDIENTES É INDEPENDIENTES.
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34 PERSONAS.
ciones naturales entre los individuos, de suerte
que forman, por decirlo así, un solo cuerpo moral,
ó cuando no pueden atender personalmente á sus
intereses, conviene que en sus relaciones sociales
se hallen representados por una sola cabeza; así,
la muger aunqtie bastante capaz de gobernar su
familia á falta del marido, debe cederle la repre-
sentación de esta mientras viva él, y estarle sujeta;
los h\jos menores han de depender de sus padres;
ios esclavos de sus amos; (*) los huérfanos, locos
y pródigos, de sus respectivos guardadores. Las
demás personas son independientes, y ejercen li-
bremente sus derechos, salvas las restricciones que
emanan de profesión religiosa, ó del Código Penal.
II.
PERUANOS T EXTRANJEROS.
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NACIONALIDAD. 35
puede sin injusticia conceder la ciudadanía con
mas ó menos amplitud; pero la buena política exi-
je ¡que se extienda cuanto sea posible.
En tres órdenes se hallan colocados los indivi-
duos con respecto á su capacidad para el goce de
derechos políticos: unos, y son los extranjeros, es-
tan totalmente privados dé ellos; otros, llamados
peruanos por naturalización, pueden ejercer algu-
nos; y solamente los peruanos de nacimiento tienen
la capacidad en su plenitud. Hé aquí los caracte-
res para distinguir estos tres órdenes..
Son peruanos por nacimiento: los individuos na-
cidos en el Perú; ó en otro país, de padres perua-
nos, que estén al servicio de la Nación; y los hijos
de padre y madre peruanos que aun cuando hu-
biesen nacido en el extranjero, se hagan inscribir
en el registro cívico de Lima.
Son peruanos por naturalización: los extranje-
ros mayores de edad, que siendo profesores de al-
guna ciencia, arte ó industria útil, se inscriben en
el registro cívico. (*) Llámanse generalmente ex-
tranjero* los que han nacido fuera del territorio pe-
ruano.
♦ Pero si bien hay establecida semejante grada-
} cion para los destinos públicos y demás derechos
políticos, no sucede lo mismo en cuanto álos civi-
les, los cuales son y deben ser independientes
de la calidad de ciudadano. Los extranjeros gozan
de la mas amplia seguridad en cuanto á sus per-
sonas y bienes; pueden administrarlos libremente,
y disponer de ellos hasta por testamento, en los
términos que indicaremos al tratar de esta mate-
Qigitized by
36x PERSONAS. *
. .. rr ^ # J -fia; pueden también contratar, compeler y ser com* ^
vlt^
VECINOS Y TRANSEÚNTES.
* l
U
7--
VECINDAD. 37
para su desempeño, todo el interés que la comuna
dad de vida y la vecindad inspiran. Por eso, ta&
solo pueden ejercer los oficios municipales y sub-
venir á sus pensiones, los vecinos de un lugar, y no
los transeúntes, esto es, los que no tienen ánimo
de permanecer en el distrito.
±ntes se considerábala vecindad en sentido lato
y estricto: en este último era considerado como
vecino el que fijaba su residencia en un punto con
ánifno de permanecer en él; mas en el sentido la-
to, lo eran todos aquellos que de cualquier modo
habitaban en un pueblo: así se consideraba como
tales á los empleados, aunque no fuesen vitalicios,
los cursantes de ciencias ú oficios, y aun los mozos
de soldada ó sirvientes á renta; distinción que entre
nosotros no tiene fimdamento.
Según nuestro Código, es vecino todo individuo,
peruano ó extranjero, que vive en un país con áni-
mo de permanecer en él; el cual animus manendi
se comprueba, por expresa declaración ante la au-
toridad civil, por el trascurso de dos años de resi-
dencia voluntaria, la compra de bienes raices, edi-
ficación de casa, ó cualquier otro acto que no se
practicaría sin la intención de avecindarse.
Al empleado de por vida se le considera vecino;
mas no al en comisión, si no lo declara expresa-
mente. Todas las personas que la ley llama de-
pendientes tienen por domicilio el de aquellos bajo
cuya dependencia viven; y los sirvientes, el de sus
patronos.
Como que seria tiránico el obligar á un individuo
á vivir contra su voluntad en un punto determina-
do, es libre la variación de domicilio; pero cuenta,
que nadie puede ser á la vez vecino de dos pueblos^
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38 PERSONAS.
PRESENTES Y AUSENTES.
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AUSENCIA. 39
con licencia judicial, y capitalizando su valor y el
de las rentas sin poder retener nunca bajo ningún
pretexto los bienes, ni exijir mas que un 8 por 100
sobre las rentas que capitalicen y el 6 sobre las
demás que recauden. Su cargo termina: por re-
nuncia ó remoción, regreso del ausente, nombra-
miento de apoderado, ó posesión provisional con-
ferida á los herederos.
Esta pasmón provisional se concede á los here-
deros del ausente, si durante diez años no se ha
tenido noticia de él. Tal posesión, justa y con-
veniente, disuelve la sociedad conyugal y íavore-
ce á los herederos que la obtienen; mas no perjtfc-
dica á los derechos del ausente, porque el poseedor
provisional es un verdadero guardador, que en vez
del tanto por ciento aquiere derecho á la mitad de
los frutos industriales % civiles.^-^^^*^^.
. Si se tuviese prueba de la muerte del ausente, 6
hubiese trascurrido, sin haber noticia suya, el tiem-
po suficiente para que cumpliera la edad de ochen-
ta años, puede darse a sus heredero^ la posesión
definitiva de los bienes; la cual pone expedita la
acción de los legatarios y demás que tuvieren de-
recho contra la masa hereditaria. Sin embargo, es-
ta posesión queda sin efecto desde el momento en
que se tenga noticia del ausente, ó se exhiba po-
der suyo ó nuevo testamento.
El ausente conserva durante su vida la posesión
legal de sus bienes, y se le reputa vivo y con dé^-
recho de adquirir, mientras no se dé la posesión de-
finitiva. El guardador y el poseedor provisional
adquieren para el ausente; y en los casos de suce-
sión ii otro título gratuito deben dgr fianza de de-
volver los bienes adquiridos, si no prueban, dentro
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40 PERSONAS.
de cuatro años, que vivia el ausente al tiempo dp
la adquisición.
En cuanto á los pleitos, hay necesidad de citar
en persona al ausente cuando se sepa el lugar de
su residencia; y cuando no, le defenderá su apode-
rado, su cónyuge, sus hijos ó guardador, y en de-
fecto de todos, ha de nombrarle el consejo de famt-
lia un defensor especial (curador ad litem).
Por lo que toca á sus hijos, quedarán estos en
poder de la madre, si viviese, ó del guardador de
tos bienes que se nombre; y si hubiese hijos de
matrimonio anterior, se les nombrará guardador
especial (ad bona), teniendo el cónyuge la obliga-
ción de proveer á sus alimentos, si no bastaren sus
bienes propios. Esta obligación de prestar alimen-
tos reside en todos los que administran bienes de
ausentes. Todos los que tienen facultad legal de
pedir el nombramiento de guardador para los me-
nores en caso de muerte del padre, tienen igual
derecho en el de ausencia.
V.
CLÉRIGOS Y LEGOS.
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! &ÉLÍOÍOÑ.
4Í
Grandes han sido las regalías y
esenciales §^t-» fcedidas ál clero desde el
triunfo dé lá Iglesia; p&¿ ro la Reforma
y la filosofía del siglo XVIII lásháfo
reducido á muy estrechos límites^ Al
presente, á mas de los privilegios del
canon y fuero, (*) defl* nidos por los
Concilios, se les declara esefctés áé los
cargos consegiles; y para gozar de estos
derechos los ordenados de menores,
necesitan tener corona abierta, vestir
hábito talar y hallarse sirviendo en
alguna Iglesia, ó estudiando en algún
colegio.
En cuanto á los regulares, corría el
solemne compromiso de un voto, que ha
de ligarlos fatalmente ¡por toda su vida,
requiere mucha madurez de juicio, no
podrá verificarse la profesión antes de
los 25 años de edad; y á fin de que las
renuncias, qué de sus fortunas suelen
hacer los novicios, no se atribuyan á
exaltación de momento, ó á reprobados
manejos, serán inválidas cuantas se
verifiquen antes del bimestre precedente
á su profesión; y quedarán sin efecto
siempre que estaño llegue á realizarse.
Ademas, para que la renuncia sea
válida, debe efectuarse conforme á las
leyes sobre testamentos. La profesión de
Votos es una renuncia tácita en que se
observarán las reglas de la sucesión
intestada.
Los regulares no pueden vivir fuera
de sus conventos sin licencia de sus
prelados y conocimiento de la
autoridad civil; riero desde el dia de su
secularización, quedan expeditos para
ejerc Cuando se quiera obtener del Sumo
er Pontífice
to*
dos (*) La Constitución actual ha suprimido los
los fueros personales [Art. 6. ° ]
dere
chos
civil
es de
las
pers
onas Di
giti
capa ze
d
ces. by
42 , PERSONAS.
dispensas, indultos ú otras gracias, es necesario
ocurrir por medio del Diocesano al Supremo Go
bierno, para que dé alas preces la dirección con
veniente, ó faculte al interesado; *excepto en los
casos de penitenciaría, en que se puede ocurrir di
rectamente* ^
MATRIMONIO. 43
¡gitize/d by
MATRIMONIÓ. 45
vamente: del matrimonio en sí mismo y su celebra-
eian~*~de las personas que deban contraerlo+—de las
relaciones y derechos de los cónyuges—de la dura*
don del matrimonio y—de los esponsales. Los dé-
mas efectos que produce, como medio de adquirir
dominio, corresponden al tratado de las cosas,
II.
Digitized by
46 PERSONAS.
haber cumplido la edad: el orden social, la civili-
zación y los principios de religión y moral que de-
ben ser respetados por el Derecho, exijen ademas,
que los contrayentes se hallen limpios de ciertos
impedimentos que los teólogos llaman dirimentes,
á saber, parentesco, vínculo, voto, orden, crimen,
impotencia é incapacidad mental.
III.
IMPEDIMENTOS.
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MATRIMONIO* 47
tronco, ó ascendiente común, y luego se baja hasta
el otro pariente; en este, no hay mas que subir des-
de el pariente mas remoto, si distan desigualmente
del tronco; ó desde cualquiera de ellos, si están
equidistantes.
Toca al Derecho Natural examinar el funda-
mento filosófico en que se apoye la prohibición del
matrimonio entre parientes inmediatos; mas al
Civil le corresponde conservar nuestras buenas
costumbres y evitar la corrupción. Por esto, prq-
hibe el matrimonio entre los parientes de la línea
recta sin limitación de grado, sean consanguineos ó
afines, legítimos ó ilegítimos. Tampoco pueden ca-
sarse los hermanos entre sí; ni el adoptante con la
persona adoptada. Igualmente es prohibido el ma-
trimonio entre el adoptante y la viuda del adopta-
do, y entre éste y la viuda de aquel.
Como la poligamia simultánea es repugnante á
la naturaleza del matrimonio, la persona casada no
podrá contraerlo de.nuevo mientras viva su con-
sorte; y para evitar todo atentado que la pasión
inspire contra alguno de los cónyuges, la persona
que dé muerte á uno de ellos ó sea cómplice en el
homicidio, no podrá tampoco casarse con el sobre-
viviente.
El loco y las demás personas de incapacidad
mental que no pueden comprender la gravedad del
matrimonio, ni hacer la felicidad de una familia, se
hallan por esta razón impedidas de casarse; como y
también lo está el que, por incapacidad Jisica, no (
puede prestarse á la consumación del acto. Pero
no se confunda la impotencia con la esterilidad: en
aquella, todo acceso es imposible: en ésta, la eya-
culacion no es prolífica.
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48 PERSONAS-
Tampoco es permitido el matrimonio á los qu#
hubiesen recibido ordenes sagradas, ó profesado en
alguna religión monástica,- á menos que estuvieren
relajados ó anulados sus votos.
Estos impedimentos son de tal naturaleza que
anulan el matrimonio contraído. Hay otros que so-
lo estorban el matrimonio futuro, tales son: los es-
ponsales; y el que, para evitar todo fraude en la
guarda de un pupilo, se ha establecido entre el guar-
dador ó sus hijos con el menor ó la pupila, mien*
tras no esté definitivamente chanctelado él cargos
IV.
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MATRIMONIO. 51
tando los años, no ya por el número de cónsules,
sino por el de cónyuges.
Pero si la perpetuidad del vínculo se halla sos-
tenida por la razón y consagrada por la religión, es
también incuestionable (fue surgen con harta fre-
cuencia entre los cónyuges motivos profundos, que
reclaman su separación, so pena de quedar uno de
ellos sacrificado á los rencores del otro, y ofrecer á
los hijos perniciosos ejemplos. En estos casos, la
separación es indispensable; mas para yie pueda
verificarse, ha de ocurrir alguna de estas causales:
adulterio de la muger, concubinato ó incontinencia
pública del hombre, sevicia ó trato cruel, atenta-
< do contra la vida, odio capital, vicios incorregibles,
negación de alimentos, resistencia de la muger á
seguir al marido sin graves y justas causas, abando-
no de la casa común ó resistencia obstinada al de-
sempeño de las obligaciones conyugales, ausencia
por mas de*cinco años sin justa causa, locura per-
manente, enfermedad crónica contajiosa ó conde-
nación á pena infamante,
No podrá, sin embargo, el marido intentar di-
vorcio por causa de adulterio, si consintió en él, ó
á sabiendas cohabitó con su muger: esta cohabita-
ción impide también continuar el juicio comenza-
do; v ya reconciliados los cónyuges, solo es intenta-
ble la acción por nuevas y sobrevivientes causas.
Si se pretendiese el divorcio por motivo de al-
guna acusación criminal, se sustanciará esta de pre-
ferencia, á menos que mese intentada ó prosegui-
da por el ministerio fiscal. La sentencia condena-
toria es bastante para declarar el divorcio; mas la
absolutoria no impide proseguir el juicio. También
será declarado el divorcio sin mas examen, cuando
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52 PERSONAS,
se presente la sentencia ejecutoriada que condene
á pena infamante,
Una vez declarado el divorcio, se disuelve la so-
ciedad conyugal y cesan )os deberes de ambos á
dos cónyuges en cuanto al lecho y cohabitación;
g e;ro los derechos y obligaciones de los hijos no su*
en alteración ninguna. Estos serán confiados al
esposo que obtuvo el divorcio, á no ser que el
¿uez, con conocimiento de causa, determine lo con»
trario. Si se declara el divorcio por culpa del ma-
rido, y la muger no tiene de qué subsistir, podrá
asignarle el juez una pensión alimenticia, que no
exceda de la cuarta parte de las rentas del marido;
y lo mismo sucede respecto de este, cuando la mu-<
ger es rica,
VII,
VIL
' ESPONSALES.
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MATRIMONIO. ;. 5&
deformidad ó defecto grave, físico ó moral, ó algu-
na causa infamatoria; y últimamente, por las mis-
mas causales que dan lugar al divorcio.
El que sin justa causa se niega á cumplir los es-
ponsales, á mas de su responsabilidad por daños y
perjuicios, pierde en favor del otro contrayente las
donaciones que le hubiese hecho, y está obligado
á devolver las recibidas; pero el derecho de exijir
esta indemnización no dura mas que un año, con-
tado desde el dia de la negativa.
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S6 PERSONAS.
CAPÍTULO IV.
De la Paternidad.
ARTÍCULOS 218—305.
L
CLASIFICACIÓN—HIJOS LEGÍTIMOS*
El derecho de sucesión y los demás oficios que
recíprocamente deben prestarse los individuos de
una familia, exijen que la ley determine todas las
relaciones convenientes a la paternidad; no basta
que un individuo tenga naturalmente con otro re-
laciones de familia; para gozar los derechos que
por ello le corresponden, necesita estar reconocido
ante la ley. Por eso, los hijos, irnos son legítimos,
esto es, reputados como tales ante la ley; y otro»
naturales solamente ó ilegítimos.
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iviÁtitiiMONio. 57
Establecido el matrimonio conictóiente legal de
generación, por una consecuencia lógica, reconoce
la ley como hijos legítimos del marido a todos
los Que dé á luz su muger durante el matrimañio,
y &un diez meses después de disueltó. Y no obsta
que el matrimonio sea nulo, con tai que no haya
precedido declaración judicial, 6 se ignórela ca-
usa de nulidad, al menos por uno de los cónyuge
Como puede súdeder que el hijo ño sea real-
mente del marido, tendrá derecho de negarlo en
IQS jcasos siguientes: si el nacimiento ha ocumdD
antes de 183 dias de celebrado el matrimonio; si
por ausencia, enfermedad ú otra causa no ha po-
dido unirse a su muger durante los cinco meses
primeros de los diez anteriores al nacimiento, ó si
esta separación ha sido judicial y durado mas de
305 dias, á contar desde el del nacimiento para
atrás; últimamente, la ocultación del parto por la
muger será un indicio claro de que no cree á su
marido padre cLel hijo.
El marido podrá intentar su adcion dentro óje
60 dias después del parto, ó de su regreso si hu-
biese estado ausente, ó de descubierto el fraude jen
C9£o de engaño; y solo muriendo entre el término,
trasmite su derecho á sus herederos, IQS cuales
pueden hacerlo valer hasta dos meses después que
el tal hijo haya entrado á poseer judicialmente la
herencia. Mas no le será dado interponer reclama-
ción fundándose en impotencia natural, si no hu-
biese intentado, por esta causa, la nulidad del ma-
trimonio; ni tampoco por nacimiento intempestivo*
si antes del matrimonio tuvo conocimiento de la
preñez, ó firmó ó hizo firmar la partida en el re--
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58 PERSONAS^
gistro de nacMos; en este caso nunca pasa la ac-
ción á los herederos.
El hijo puede en todo tiempo pedir su filiación;
derecho que jamas prescribe, pero que es personal,
y solo puede trasmitirlo á sus herederos, si muere
antes de cumplir 25 años, ó deja abierto el juicio.
La filiación de los hijos .legítimos se prueba con
la correspondiente partida de bautismo; 6 bien,
por la posesión constante, la cual consiste princi-
palmente, en que el individuo haya llevado siem-
pre el apellido del presunto padre, que haya sido
tratado y educado como tal por este, y tenido en
igual reputación .por los parientes y la sociedad.
Cuando se reúnan ambas pruebas* la filiación
quedará del todo incuestionable.
IL
RIJOS ILEGÍTIMOS.
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MATRIMONIO. 59
declare la paternidad, excepto cuando tal declara-
ción recae sobre un juicio de rapto ó estupro. Si el
reconocimiento se verificare sin noticia y confesión
de la madre, solo surtiría efecto en cuanto á la pa-
ternidad. En todo caso, el reconocimiento de la
filiación natural puede ser disputado por el padre,
la madre, ó el mismo hijo; y cuando se trate délos
derechos que corresponden á un ilegítimo por línea
materna, no hay necesidad de indagación alguna
sobre la paternidad.
Los hijos naturales pueden ser legitimados por
subsiguiente matrimonio de sus padres, desde cu*
ya celebración se reputan legítimos; y aun cuan-
do hubiesen muerto antes de tal matrimonio, sus
hijos se reputarán descendientes de hijo legitima-
do. La legitimación, desconocida de los antiguos
romanos, la formuló é introdujo en la legislación
Constantino Magno, y en adelante filaron varias las
maneras de legitimar: el Derecho Canónico lleva
aun la del rescripto pontificio; mas, para cerrar la
puerta á los abusos, conviene no reconocer mas le-
gitimación que la del subsiguiente matrimonio.
III. .
ADOPCIÓN.
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60 . PERSONAS,
ser el qbjeto de todas las aspiraciones: veíase en4
tónces 4 los mas orgullosos patricios mendigando
la adopción de ün plebeyo, pata abrirse pá£6 ál
eminente puesto que les hacia jugar el riiás bridan-
te papel en su política. Entre nosotros, la institu-
ción ha* perdido su interés, y mtiy rara vez sé efec-
túa en nuestros tiempos un acto semejante,
Sin embargo, como aun suelen presentarse aU
gunos casos, y no es posible extirpar en uri mo^
mentó una institución de tal antigüedad, la coííser^
ya nuestro Código bajo las condiciones siguientes:
que el adoptante sea mayor dé 50 años y lleve
cuando inenos 15 al adoptado: que no haya hecha
voto solemne de castidad, ni tenga hijos legítimos,
ni naturales reconocidos, ni otros descendientes con
derecho de heredarle; que si es casado obtenga el
consentimiento de su cónyuge, # menos dé estar
legabnente separados; y que consientan los padres
del adoptado si está bajo la patria potestad, ó úe
oiga al guardador si es menor de 1$ años; y en to«
do caso, si ftiese mayor de 14, preste su consenti-
miento el adoptado. Advirtiendose, que ninguno
puede ser adoptado por mas de una persona, á no
ser cónyuges, y que el mero consentimiento de uno
de estos no le constituye adoptante. Para poner
en salvo los intereses del pupilo, se prohibe que el
guardador le adopte hasta después de concluido
y chaheelado definitivamente el cargo.
Por la adopción, lleva el adoptado, después del
apellido de su padre natural, el del adoptante; y es
heredero dé sus bienes, aunque el adoptante no
puede sucederle sino por testamento. Si muriese el
adoptado sin descendencia legitimarse devolverán
al adoptante ó su familia los bienes existentes que
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MATRIMONIO. 61
•pQt este respecto hubiese adquirido; y eii caso de
morir antes que el adoptante, pierden los hijos de
éftíé él derecho á la herencia, poique las relaciones
entte el adoptante y adoptado son personales. La
adopción no extingue los derechos de sucesión recí-
proca entre el adoptado y su familia natural; y ce-
san sus efectos, si el adoptante llega á tener hijos
legítimos, ó á reconocer sus naturales.
Muy valida ha sido la distinción antigua entre
la adopción in especie y la arrogación: aquella se
verificaba al adoptarse á una persona qué no había
salido de la patria potestad; ésta, cuando el indivi
duo se hallaba fuera de ella, y se requerían nías so
lemnidades y aparato. Tal distinción ha desapare
v
cido entre nosotros, •
IV.
OBLIGACIONES DE PADRES É HIJOS,
PATRIA POTESTAD.
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64 PERSONAS*
dres un fondo inagotable de ternura, que les iiSLCe
consagrarse con la mayor abnegación al cuidado
de sus hijos, y sobrellevar con gusto todas las mo-
lestias que ocasiónala primera edad; y seria rebe-
larse contra los principios de justicia, no confiar á
los padres la misión sagrada de cuidar de sus pro*
pios hijos> sostenerlos y educarlos. Hé aquí funda-
da en la naturaleza del hombre y en la misión del
Estado la facultad que los padres tienen sobre los
hijos; y se conocerá desde luego, que las disposi*
ciones romanas y españolas, en cuanto estrictamen-
te derivadas del principio quiritario, son injustas é
inadaptables á nuestra situación presente.
La patria potestad corresponde tanto aí padre?
como á la madre, quien puede ejercerla, no solo*
sobre los hijos legítimos, sino también sobre los ile-
gítimos; y la razón fundanjental consiste en que á
mita del padre queda la madre á cargo áe la fami-
lia, se constituye jefe de ella, tiene obligación de
alimentar y educar á sus hijos y es responsable de
su conducta ante la sociedad. Para cujnplir, este
importante fin social, para llenar tan sagrado
deber, es indispensable concederle el derecho cor-
relativo de gobernar y dirijir á sus hijos, eyijirles
respeto y obediencia, y aprovecharse de los fictos
que produzcan sus bienes; todo lo cual constituye
la patria potestad. Si la madre no tiene derecho de
gobernar la familia, ni ser obedecida y respetada
por sus hijos, no puede tampoco ser responsable de
su educación, que requiere como elementos indis\
pensables la dirección del padre y la obediencia del
hijo; si la madre «está obligada a alimentar á JSUS
hijos y subvenir á los gastos de su educación, nada
mas justo que concederle el derecho de usufructo
•
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MATRIMONIO. 65
éíeihpre que los hijos tengan bienes propios, ya pa¿
ra ayuda de las expensas, ya también comió un pe-
queño compensativo por sus cuidados y desvelos,
ya finalmente como una prenda de afecto y respe-
to. En esta disposición del Código vetaos, pues,
xm acto de reparación debido á las madres y su re-
habilitación social.
Ésto no obstante, se han fiñmiriado contra ella
las riías fuertes acusaciones, no solo por la gente
vulgar, sino lo que es mas grave0, por los provectos
magistrados del primer tribunal de la República;
alegando que ks mugeres son demasiado propen-
sas á dilapidar los bienes de sus hijos, por su inep-
titud para la administración, y por las seducciones
y asechanzas de que sé hallan rodeadas. Triste y
doloroso, dicen, es para un padre moribundo tener
que abandonar á la debilidad ó? ineptitud de su
consorte la fortuna de sus hijos, que acaso se disi-
pará con ignominia y vergüenza de su nombre. : «
Aunque este defecto? no' puede imputarse á todas
las madres, y antes bien se concibe que nadie mas
cfue una madre debe tener interés en la suerte de
$us hijos y la mejora de suis bienes, aceptamos de
Heno la observación; pero, como se vé, ella no se
dirije contra lia plenitud <íel poder paternal, sino'
únicamente contra una de sus manifestaciones, la
administración de los bienes; y esto no arguye la
necesidad de abolir la nueva institución, sino tan
solo la de modificarla, adoptándose cuantas pre-
cauciones fueren conducentes á garantir el buen
manejo de los bienes.
Pero aun á este respecto no anda tan omiso y
descuidado, como se cree, el Código; pues si la
madre se casa ó dilapida de cualquier manera los
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66 reiesoKAs.
bienes, pierde el derecho de administrarlos, y eí
de aprovecharse de sus frutos, (art. 292 y 293)
Pudiera emplearse también como remedio preven-
tivo el que establece el Código Francés, (art. 391)
facultando al padre para nombrar un consejo es*
pecial, que ejerza de mancomún con la madre la
tutela de sus hijos, absolutamente ó en determina-
dos actos,
Por lo demas> los derechos especiales que cor-
responden al padre, ó á la madre en su caso, están
circunscriptos á sujetar, corregir y castigar mode-
radamente al hijo; aprovechare de su servicio;
mantenerlo en su poder, reeojiéndolo del lugar
donde estuviese por sí ó con el auxilio de la auto-
ridad^ y administrar sus bienes, haciendo suyos los
frutos, con la responsabilidad del usufructuario; no
extendiéndose este derecho á lo que el hijo ad-
quiere por su trabajo, profesión ó ejercicio. (*)
Estos bienes que el hijo gana constituyen lo que
desde el tiempo de Roma se llama peculio. Como
era una injusticia que los hijos no pudiesen gozar
de ninguna clase de bienes, la ley filé introducien-
do poco á poco los peculios profecticio, adventicio,
cástreme y cuasi-castrense. El profecticio consta de
los bienes que adquiere el hijo por su padre ó un
pariente paterno; en el adventicio, emanan los bie^
nes de la madre ó parientes maternos, de los extra-
ños, ó-industria propia; en el castrense, provienen
del servicio militar; y en el cuasi-castrense, de la
(*) El Código Chileno no se ha atrevido á introducir esta
reforma. Deniega expresamente á la madre [art. 240] la pa-
tria potestad, sin embargo de imponerle con palpable incon-
secuencia [art. 222] la obligación-de mantener y educar á sus'
hijos.
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MÁTálMÓNIO. 67
ptofesióñ literaria. En el peculio profecticio, la pro-
piedad es del padre/ el hija no tiene mas que la ád-
fmftigtf&ción> y en algutioá casos preferencia al do-
foinió; én el adventicio, lá propiedad toca al hijo,
feto él usufructo ál padre, quien puede retener una'
mitad en üaso de emancipación; últimamente,, ejx el
castrense y cuasi*castrense tiene el hijo plena do-
minio. Nosotros no necesitamos ya de semejante
clasificación, en que no deja de haber alguna arbi-
trariedad: todo lo que gana el hijo es suyo, sin
corresponder al padre masque el usufructo de lot
bienes que en nombre de aquel administre.
La patria potestad se adquiere: por nacimiento
tlel hijo legítimo ó reconocimiento del natural y por
k adopción; y se acaba: por muerte de quien la
ejerce; por exponer el padre al hijo; por matrimonio
de éste, tomada razón en el registro correspondien-
te; por emancipación; y por cumplir el hijo veintiún
años de edad, á menos que sea incapaz. Cuando
iin mayor de edad cae en incapacidad y no tiene
cónyuge, vuelve á la patria potestad. Los padres
pierden su derecho a ejercerla, si son crueles con
ios hijos ó tratan de prostituirlos; 6 bien cuando
sean condenados á penas que produzcan la pérdida
de este derecho. Si el que ejerce la patria potestad
dilapida los bienes, pierde el derecho de ad--
ministrarlos y percibir sus frutos; lo mismo sucede á
la madre si contrae nupcias, á menos que la fecul-te
el consejo de familia para continuar administrando;
pero los hijos quedarán en su poder, salvo que el
juez con justa causa los confie á un guardador. En
los casos de prostitución, crueldad ó dilapidación
de bienes, el consejo de familia, requerirá de
enmienda al culpable, y si ftiese necesario entablar
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68 PERSONAS.
juicio, proveerá de defensor al hijo, lo cual debe
hacer también el juez si el consejo ñiere omiso.
Todas estas providencias conspiran á cuidar de la
persona y de los derechos del menor, y son mjvy
saludables y oportunas.
EMANCIPACIÓN.
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íiUARDApOBES. 69
¡CAPÍTULO V. De los
Guardadores, ARTÍCULOS
306—360.
GUARDADORES.
I.
IDEA DE LA TUTELA Y CURADURÍA—NOCIÓN Y DI-
VISIÓN DE LA GUARDA.
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70 PERSOÑAá.
cias, aunque parecen fundamentales, son dé poca
importancia y provienen, en nuestra opinión, efe un
falso concepto sobre el fundamento de la tutela,
La patria potestad apoyada en el dominio qui«
ritario servia a su vez de título á la tutela testa-
mentaria, Tal principio, adoptado por el Derecho
Español, cuando las costumbres y las ideas habían
cambiando, le ha hecho incurrir en una palpable
contradicción, al conceder á la madre facultad de
nombrar tutor en su testamento al hijo que cons-
tituya heredero, En verdad, que exije k aproba-
ción del juez; pero, si la autoridad judicial legitima
él cargo, la tutela no merece el nombre de testa*
mentaría; y si lo es, la confirmación del juez está
demás.
Tal contradicion nace de ser inexacto el que la
tutela emane exclusiva y primariamente de la pa-
tria potestad: ambas á dos instituciones tienen su
origen en una misma fuente, la naturaleza huma-
na y la misión del Estado. A este corresponde ve-
lar sobre la vida y los derechos de todos y cada
uno de los miembros asociados: cuando ellos pue-
den atenderlos personalmente, el Estado ha de de-
jarles su libre dirección; pero cuando no, está en
el deber de cuidarlos diligentemente, confiando su
custodia ya sea á los mismos padres, ya, por fid-
ta de ellos, á otras personas que estén animadas
de un interés mas ó menos vivo en favor del huér-
fano, y que por su moralidad y prudencia, hagan
esperar que guardarán fielmente tan sagrado de-
pósito. Por eso, los padres no son arbitros de la
suerte de sus hijos, y la autoridad pública tiene de-
recho de contenerlos y refrenarlos si, ultrajando á
la naturaleza, quieren abusar del poder que les
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GUARDADORES. 71
Confió. Por eso, la tutela se estima como un car-
go público, y el Estado puede escojer á las perso-
nas que mas merezcan su confianza, y exigirles
que le presten este servicio, como que todos esta-
mos obligados al cumplimiento de los fines socia-
ies.
De los principios que dejamos sentados vamos
á deducir ahora las leyes especiales relativas á la
guarda, en que están refundidas la tutela y cura-
duría, Es la sociedad á quien corresponde origina-
riamente el nombramiento de los guardadores; mas,
puede conceder esta facultad á ciertas y determi-
nadas personas, sin perjuicio de indicar con antici-
pación quienes hayan de desempeñar el cargo en
caso de no verificarse ningún nombramiento espe-
cial; así, la guarda de los menores puede dividirse
en testamentaria, legítima y dativa, según que pro-
venga de testamento, del ministerio de la ley, ó de
un acto de jurisdicción.
Por testamento. Tiene facultad el padre para
nonibrar guardador á sus hijos legítimos huérfa-
nos de madre, y á los naturales reconocidos aun-
que la tengan, si no están en poder de ella. Com-
pete el mismo derecho á la madre respecto de los
hijos que se hallen bajo su patria potestad; á los
abuelos paternos, y por falta suya, á los maternos,
en cuanto á sus nietos huérfanos que no tengan
guardadores nombrados por sus padres; y á cual-
quier otro testador respecto del menor que insti-
tuya heredera; mas esta guarda recaerá solamente
sobre la herencia, si el menor se halla bajo la
patria potestad, ó en guarda legítima, ó eri poder
de un guardador especial de bienes de igual ó ma-
yor valor qué la nueva herencia. Si un individua
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72 PERSONAS.
nombra guardador para su hijo adoptado por ótrb^
la guarda se entenderá solo respecto á los bienes,
continuando el menor en poder del adoptante; y af '
contrario: solo el superviviente podrá nombrar
guardador para la persona.
A falta de guardadores testamentarios, entrarán
los legítimos, ó señalados por la ley, que son: los
abuelos y-demás ascendientes, prefiriendo él mas
próximo al mas remoto, el paterno al materno si
ambos están en igual grado, y el varón á la mu-
ger en igualdad de grado y línea. Pero si k abuela
estuviere casada ó se basare, cuidará únicamente
de la persona del nieto y no de los bienes, a meaos
que el consejo de familia.:1a faculte para admi-
nistrarlos, quedando entonces solidariametite res-*
ponsable con su marido. Si estando ya casada fue-
se nombrada en testamento, bastará el consenti-
miento de su cónyuge para administrar los bienes.
También séh guardadores legítiihos: los súperio-^
res del hospicio donde se expone un niño, día per-
sona qute lo ampara, si filé expuesto en casa parti-
cular; el cótayuge, de su cónyuge incapaz, y á falta
suya* los padres ó los hijos mayores, prefiriendo
entre estos, si fuesen varios, aquel á quien designen
el consejo de familia ó el juez.
Enno*habiendóguardador testamentario ni le-
gítimo, ejercen el cargo los dativos, esto es, los que
nombre el consejo de familia. Se debe nombrar
guardador: al huérfano ihenor de edad, al incapaz
y ásu hijo si no tiene madre ú otros ascendientes.
Si dos ó mas individuos fueseii nombrados guarda-
dores de un menor, será desempeñado el cargo
por el primei1 nombrado; á falta de este, por el se-
gundo, y así sucesivamente. Y si el sruardador fue-
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GUARDADORES. 73
se especial para determinados bienes, quedará re-
ducido su cargo a la administración de estos.
II.
CUALIDADES DE LOS GUARDADORES.
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74 PERSONAS,
infernante; los que desempeñaron maí otra guaráat
6 hubiesen sido condenados por mala administra-'
cíon de bienes ajenos; los que por su culpa per-
dieron la patria potestad.
La deuda ó acreencia, el empleo de hacienda, el
servicio militar, el interés contrario en litis y la
enemistad anterior, no se consideran como impe-
dimentos respecto de los ascendientes y descendien-
tes del menor.
Hallándose un individuo libre de las causales
que dejamos indicadas, puede ser compelido á
aceptar la guarda, como que es un cargo conse-
gil; mas todavía, los guardadores legítimos están
obligados á jHkpedir el discernimiento correspon-
diente. Si no lo hicieren, el. juez lo ordenará de
oficio, ó á petición de un pariente, 6 del ministe-
rio fiscal, 6 de cualquiera del pueblo, quienes tie-
nen también derecho de pedir la reunión del con-
sejo de familia para el nombramienta de guardado-
res dativos.
HL
CAUSAS DR ESCUSA Y REMOCIÓN*
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GUARDADORES. 75
ó.majistrado en actual ejercicio; el guardador de
otro pupilo; el pobre de solemnidad; el que no sa-
be leer ni escribir; él mayor de 60 años; el que por
razón de su jiro no tiene residencia fija; el que ten-
ga que demandar al menor ó sea su deudor, ó bien
haya tenido pleito con él 6 con sus padres; el que
ha desempeñado tres veces la guarda. *
El guardador de un incapaz que no sea su pa-
riente, puede igualmente escusarse después de cinco
años de haberlo cuidado; y la abuela casada si x
hubiese oposición de parte de su marido; pero la
madre solo puede, por falta de consentimiento del
marido, escusarse de administrar los bienes del menor,
mas no de cuidar su persona. El juez puede, sin
embargo, con justa causa autorizar al hijo para vivir
separado de la madre. Cuando la madre ó la abuela
retengan el cuidado de la persona, pero no la
administración de los bienes, debe encomendarse esta
al que estuviere expedito para ser guardador
legítimo, y á falta de tales, se nombrará por el juez
un guardador especial.
Para que surta efecto la exoneración del cargo, es
necesario que se proponga la escusa dentro del tér-
mino de quince dias, contados desde que supo su
nombramiento el guardador,si está presente; y agre-
gándose el término de la distancia sise halla ausente.
El guardador será removido del cargo: si se des-
cubre en él ó le sobreviene alguna de las causales
que le habrían impedido obtenerlo; ó no hace in-
ventario de los bienes; ó afirma falsamente ante el
juez que no tietie con qué alimentar al menor; ó
no le defiende; ó vende ó empeña sus bienes sin
los requisitos legales; ó le causa cualquier otro da-
ño en su persona, educación 6 intereses; ó-trata de
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76 PERSONAS.
prostituirle; ó bien, si de rico viene á pobre, ó es
cruel con el menor, 6 se le condena á pena que
produzca la pérdida de la patria potestad.
Deben pedir la remoción del guardador: los pa-
rientes del menor hasta el 4. ° grado; el ministe-
rio fiscal y los síndicos procuradores. El menor
que ha cumplido 14 años puede pedirla también;
y lo mismo cualquiera del pueblo, por acusación,
bien por denuncia. El juez puede igualmente pro-
ceder de oficio, convocando el consejo de familia,
y poniendo desde luego en salvóla persona y los
bienes del menor.
IV.
OBLIGACIONES DE LOS GUARDADORES Y TERMINO DE
LA GUARDA.
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GUARDADORES. 77
blica subasta, los bienes raices ni los muebles pre^-
ciosos, los que no podrán comprar por sí, ni por
ínterpósita mano; guardar y cumplir, en los con-
tratos que celebren por el menor, todos los requi-
sitos y solemnidades legales, demandando y defen-
diendo en juicio sus intereses, sin poder adquirir
para sí ninguna de sus acciones ó derechos; instruir
anualmente al consejo de familia del estado en que
so hallen los intereses del menor¿ y dar cuenta for-
mal cuando fenezca el cargo.
Los guardadores de una parte de los bienes, de-
ben dar, de los frutos, lo que se necesite para com-
pletar los alimentos del menor, según lo regule el
juez, con audiencia del consejo de familia y guar-
dadores de la persona,
Verificada la liquidación final de cuentas, pagará
el guardador no solo el alcance que resulte
adeudar, sino también un 6 por 100 de intereses,
que comenzarán á correr á los dos meses de termi-
nado el cargo. Pero tiene derecho á que se le abo-
nen sus gastos legales, y ademas, en recompensa de
su trabajo, el 6 por 100 sobre los finitos consumidos,
y el 8 por los capitalizados. Todo contrato celebra-
do entre el guardador y la persona guardada, antes
de aprobadas las cuentas y entregados todos los
papeles, es ipsojnre nulo.
Los guardadores de incapaces, así como los es-
peciales de bienes, y cualquiera otra persona que
graciosamente se encargue de los negocios de un
menor, (protutor, id est quipro tutore negotia ge-
rit) tienen la misma responsabilidad que los guar-
dadores de menores.
El cargo de guardador fenece: de parte del guar-
dador, por muerte, destierro, renuncia admitida ó
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7^ PERSONAS.
remoción; de parte del menor, por muerte, eman-
cipación, ó mayor edad; y en cuanto á la naturale-
za misma del acto, por cumplirse el tiempo, ó fal-
tar la condición bajo la cual se hizo el mombra-
miento, ó haber terminado su objeto, como si el
incapaz deja de serlo. La adopción del menor hace
fenecer el cairgo en cuanto á su persona, mas no en
cuanto á los bienes.
CONSEJO DE FAMIMA* Í9
361—453.
SUMARIO—Destino del Consejo de familia—Cuando debe for-
marse—*Su organización según se refiera á hijos legítimos
ó ilegítimos, á los incapaces ó ausentes—Miembros natos y
sus derechos—Modo de llenar los vacíos—Funciones—Épo-
cas en que debo instalarse y funcionar—Requisitos para la
validez de sus resoluciones—Atribuciones que le competen
y modo de ejercerlas.
REGISTRO CÍVICO—Su necesidad—Disposiciones genera-
les acercado ellos—Disposiciones peculiares al registro de
nacidos, al xle matrimonios, al de defunciones.
L
NOCIÓN V DESTINO DEL CONSEJO*
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80 PERSONAS,
Hé aquí el título con que nace el consejo de fami-
lia, institución que aunque á la vista superficial de
algunos parezca exótica, está destinada á ser la
escuela civilizadora de nuestras masas y el guar-
dián de los mas venerandos derechos. Ella debe
contener á los padres que quieran abusar de su?
potestad, vijilar sobre la conducta de los guardado-
res y poner en salvo los intereses del menor: así, ha i
de organizarse y aparecer como un ángel tutelar:
en amparo del huérfano; ó cuando abuse de su
poder el que ejerza la patria patestad, ó cuando
contraiga matrimonio la madre para deliberar si
debe proseguir administrando los bienes. Aparecerá
también en socorro del incapaz y del ausente; y
para el nombramiento de guardadores é inspección
de su conducta.
II.
SU ORGANIZACÍON.
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éONSEJÓ DE FAMILIA. .81
Completará el consejo, con los parientes consan-
guíneos, prefiriéndolos mas próximos y demás
representación; y á falta de parientes, con vecinos
honrados y notables; mas en presentándose alguno
de los miembros natos será incorporado excluyen-
do primero á los extraños y luego á los otros parien-
tes remotos, y mientras se decida-sobre su derecho
dejará de funcionar el consejo si aun nó se hubiese
instalado* ó la necesidad no fílese urjente;-
Paara< uavhijb legítimo> serán;llamados solamente
los parientes legítimos; para una natural reconocí-*
2 do, los legítimos y naturales reconocidos también,
" & á falta de estos los mjaternos, quienes serán los
únicos considerados páralos demás ilegítimos.
Los nombrados no podrán escusárse-, salvo los
medies hermanos del menor; y si dejasen de asistir
sin justa causa se les castigará con una multa de 10
á 50 pesos, á menos que fuesen pobres ó indígenas»
para quienes nunca excederá de cinco pesos.
Cuando se forme consejo para un mayor incapaz,
serán considerados también como miembros. 4 natos,
su cónyuge y sus hijos mayores de edad que no sean
sus guardadores. Por lo demás, este consejo y el que
se organizé para los ausentes seguí-? rán las mismas
reglas que el del menor.
. HI.
SUS FUNCIONES.i
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*
82 MftSONAS.
ú pasan ocho ifias sin que lo verifiquen, ó es ur-
gente el caso, procederá el juez de oficio, ó por
pedimento-dé cualquiera del pueblo. El consejo se
instalará con los miembros presentes, previa cita-
ción de los ausentes; y puede acordar inmediata-
mente de un modo provisional las disposiciones ur-
gentes que las circunstancias exijan. Vencido el
término señalado á los ausentes para su compares-
cencia, los presentes- pueden proceder definitiva-
mente. En los casos ordinarios, no debe comenzar á
ejercer sus fondones sino pasados diez días desde
la publicación de los miembro» que lo compo--«
nen; y para que sean válidas sus resoluciones, se
requiere: la convocatoria de todos los miembros*
la presidencia de un juez de paz, que decidirá en
caso de empate, y una mayoría absoluta de votos*. .
Son atnbucwim del consejo de familia: nombrar
guardadores, generales ó especiales, y defensores
para el menor; inspeccionar su administración, cui-
dando q¡ue el menor sea bien tratado y alimen-
tado; admitir k escusa 6 renuncia de los guarda-
dores dativos, ó removerlos á su juicio* pudiendo
pedir por razones fundadas la remoción judicial de
los testamentarios y legítimos; ejercer las demás
funciones que los Códigos le encarguen expresa-
mente. El guardador asistirá al consejo siempre que
sea llamado; mas no debe hallarse presente á las
deliberaciones, de las cuales se extenderán actas
por duplicado, en un libro de familia que guardará
el pariente mas próximo y en otro que conservará
el juez.
REGISTROS. 85
IV.
REGISTROS.
'
' •/ /. \ ■'-•■. '
S~4 TORS0NAS.
tros, & fin de evitar las alteraciones y los asientos
hechos fuera de los libros, lo cual se castigará cor
amo delito de falsedad, sin perjuicio de la responr
sabilidad civil. Los gobernadores participaran car
da mes el movimiento de la población al Sub-pre-
fecto, este al Prefecto cada seis meses, y los Pre-
fectos al Gobierno, cada año. El 31 de Diciem-
bre han de cerrarse los libros á presencia de los
síndicos y de cuatro testigos vecinos; y remitirse
un ejemplar de cada registro al Sub-prefecto para
que se archive en el juzgado de primera instancia,
quedando otro en poder del gobernador.
De nacimiento. El dueño de la casa donde nazr
ca un niño, ó los parientes de éste, ó cualquiera
de las personas que hayan asistido al parto, tienen
la obligación de noticiarlo al gobernador, para que
se extienda la correspondiente partida, la cual, si el
hijo fuese legítimo,debe estar precisamente firmada
por el padre ú otra persona á su ruego. Si el nack
miento se verificare en un viage de mar, habrá ne-
cesidad de avisarlo al gobernador del primer puerto
donde toque el buque; sin que en itíngun caso ob»»
te la circunstancia de haber muerto el niño. ¡Si este
fué expuesto en una casa particular, recae la
obligación en quien le ampare; y en los hospicios
públicos, tienen los jefes respectivos el deber de 11er
var un libro especial, dando cuenta al gobernador,
«1 1. ° de cada mes, con una copia fiel.
De matrimonio, ¿os cónyuges tienen la obliga-
ción de dar aviso de su matrimonib al gobernador
del distrito dentro de los primeros ocho dias de
contraído, para que se extiéndala acta respectiva;
y si se hubiesen casado fuera de la República, de-
berán hacerlo dentro de tres meses de su regreso.
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«EGISTUOS. S5
Be defunéiones. Luego que faüediere un indivi-
duo, ó cuando mas & las .24 horas, ej dueño de la
tcasa, sus parientes, los del muerto, los vecinos, ó
•cualquiera que vea ehcadáver fuera de habitación
.ó en casa sin vecindad, lo avisarán al gobernador
para que se asiente Ja correspondiente partida, sin
íCuya copia uo podran los párrocos proceded á la ift-
humacioi*: si*el fallecimiento sobreviniere en algún
convento, cuarteLó cárcel, recaerá la (Aligación
en el superior ó jefe; y en caso de verificarse abor-
do, se extenderá por duplicado una acta firmada
por el capitán, piloto, dos oficiales de mar y dos
pasajeros silos hubiere, siendo obligación del capir
tan entregar una de estas actas a la autoridad del
primer puerto en que toque. Los administradores
de hospitales llevarán un libro especial, cuyas paiv
itidas deben firmar con su médico;^ darán cuenta
mensual al gobernador, pudiendo otorgar por sí el
certificado necesario para la sepultura del cadáver
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SEGUNDA PARTE.
CAPÍTULO L
ARTÍCULOS 454—47&
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88 £OSÁST
gajr á otro sin recibir daño alguno, ni ellas, ni las to*
sasáque están unidas; inmuebles, las que no pue--
den trasladarse sin estos detrimentos. Así, se repu-
tan inmuebles no solamente los campos, sino tam-
bién los estanques,edificios y demás construcciones
adherentes al suelo, los frutos pendientes, las made-
ras en pié, los capitales de una finca, los paramen-
tos de agricultura, tes materiales separados de un
edificio á causa de reparación, y todo lo que sé co-
loca en un fundo para que permanezca en él per-
petuamente.
Las cosas se dividen también" en ftingibles y no
fungióles, según que se consuman ó no con el pri-
mer uso; (*) Aunque este sentido de la voz no está
muy acorde con su etimología, se halla consa-
grada por el tiempo tal división, y es muy impor-
tante en la practica. Regularmente se llaman fun-
gibles las cosas que pudiéndose contar, pesar ó me-
dir, cumple el que las recibe con devolver otras de
la misma espede y calidad
Llámanse res nullius las cosas que no tienen un
dueño determinado: y las que lo tienen-, 6 pertene-
cen á la Nación, ó- á una corporación, 6 á personas
individualmente consideradas, ó al servicio de la
religión; así se llaman públicas, comunes, de partí-»
miares, ó destinadas al culto.
Las cosas no se consideran en derecho sino en
cuanto pueden aplicarse á satisfacer las necesidades
del hombre; y la facultad que este tiene de gozar-
(*) Mackeldey dice: "según se atienda mas al género ó á
1A especie: con efecto, una cosa es fundible cuando se atiende
4 su género, y estamos obligados á devolverla en la misma
cantidad y calidad; y no fungible, cuando ae atiende á la es-
pecie, y estamos obligados é devolver la misma cosa."
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DOMINIO Y POSESIÓN. 89
las exclusivamente constituye lo que se llama do-
minio. El dominio en toda su plenitud, en toda su
pureza, solo podian obtenerlo en Roma los caba-
lleros quintes; de aquí, la distinción entre el domi-
nio quintado y otro, menos perfecto y pleno, que
con el nombre de bonitario, concedió el pretor á los
ciudadanos de las provincias.
El dominio envuelve la facultad de gozar de la
cosa y sus frutos, revindicarla, disponer libremente
de ella y excluir á otros de su posesión. Cuando
estos efectos se consideran en la practica *
distribuidos entre dos dueños, el que puede dispo-
ner de la cosa se llama Señor directo; y del que go-
za de ella pagando un canon por el señorío directo,
se dice que tiene dominio útil,
El dominio está garantido por la Constitución, y
solo en caso de utilidad pública puede obligarse al
individuo á vender su propiedad. Los modos de
adquirirlo son originarios 6 derivativos; originarios,
cuando la cosa no tiene dueño, ó es reputada nu-
llius, tales se consideran la ocupación, invención y
accesión; derivativos, cuando ha sido poseida por
conocida persona, y son: la prescripción, enagena-
cion, donación, herencia, matrimonio, servidumbres y
fundaciones.
El dominio bonitario no es otro sino el derecho
de posesión, ó la tenencia de un objeto con ánimo
de conservarlo para sí. En Derecho Natural carece
de sentido la diferencia entre posesión y propiedad;
el poseedor y el propietario se estiman como con-
dominos de la cosa bajo diferentes aspectos; mas
en la práctica es muy importante la distinción, y
no podemos dejar de considerarla.
La posesión es natural, cuando se aprehende cor-
12
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90 COSAS.
poralmente la cosa; y civil, cuando se presume por
ministerio de la ley. También es de buena ó mala
fé, según que el poseedor crea tenerla bien ó mal
adquirida; pero, mientras no se pruebe lo contra-
rio, la buena fé se presume.
El poseedor es reputado dueño de la cosa; no
está obligado a responder acerca de ella sino enjui-
cio ordinario, cuando ha poseida por mas de un
año; en ningún caso puede ser desposeído si no es
vencido legalmente; debe ser preferido á cualquier
otro que tenga igual derecho, excepto en caso de
posesión indivisa; y hace suyos los frutos mientra»
posee de buena fé.
Pero, devolverá los que produzca la cosa desde
que fuere citada en juicio, caso de perderlo, deduc-
ción hecha de las expensas necesarias y útiles, es-
to es, los gastos impendidos para conservar la co-
sa y aumentar su renta. Sí posee de mala fé, debe
restituir todos los frutos percibidos, deduciendo»
solamente las expensas necesarias, y resarciendo»
ademas los daños que eausare por su culpa; y si
hubiese alcanzado la posesión por fuerza, la resti-
tución se hará sin deducir expensa alguna.
La posesión puede tomarse personalmente, ó
bien por medio de otros; adquierenla así: los pa-
dres, para sus hijos; el marido, para su muger; el
guardador, para el guardado; el procurador, para
el mandante; el arrendatario para el dueño; y pa-
ra los pueblos, corporaciones y fisco, sus represen-
tantes respectivos. Si cualquiera de estos encarga-
dos comete fraude en daño de un tercero, queda
responsable personalmente; ó bien de mancomún^
con la persona representada, si procedió conforme
á sus instrucciones* exceptuándose de tal manco-*
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DOMINIO Y POSESIÓN. 91
munidad, únicamente á los menores no emancipa-
dos y a los incapaces.
Piérdese la posesión, por destrucción de la cosa
ó abandono durante el tiempo necesario para pres-
cribirla. El derecho que tenemos á una cosa deter-
minada, toma el nombre de derecho á la cosaos
ad rem*
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92 COSAS.
CAPÍTULO II.
ARTÍCULOS 479r—525.
I,
OCUPACIÓN,
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OCUPACIÓN. 93
materialmente con el ánimo de apropiárnoslas. En
faltando cualquiera de estos requisitos, la ocupa^
cion es ineficaz.
Entre nosotros, no se puede adquirir por ocupa-
ción el dominio de un territorio, sino pidiendo am-
paro en forma, como que todos los terrenos val-
dios pertenecen al Estado; solo las cosas muebles
son susceptibles dé semejante apropiación. La ocu-
pación de los semovientes origina la caza y la jt?e$-'
ca; la de los otros muebles, el hallazgo.
Si viviéramos en aquellos tiempos en que la ca-
za formaba el mas brillante de los ejercicios de re-
yes y magnates, en que Felipe Augusto pagó á
Saladino un pingüe rescate por su halcón prisic-^
ñero sobre las almenas de San Juan de Acre; si en
vez de campos áridos y escarpadas montañas, tu^
viéramos bosques frondosos, abundantes en toda
clase de animales,, sin duda que seria forzoso pro*
mulgar un extenso reglamento sobre la caza; pero
á nosotros nos bastan las mas sencillas disposicio-
nes. Helas aquí,
Todos tienen el derecho de cazar los animales
salvajes, terrestres ó volátiles, que vagan por el
campo; mas, para evitar cualquiera desgracia y
garantir la propiedad ajena, es prohibido cazar con
armas de fuego, y con redes, en los caminos públi-
cos, y en los de cualquier otro tránsito en que pu-
dieran sufrir algún mal los pasajeros, y también en
finido ajeno, si no lo permite su dueño; una vez
herido ó preso el animal, pertenece al cazador que
lo hirió ó apresó, mientras lo persiga, aunque entre
á terreno de otro. Pero no se puede adquirir de-
recho sobre un animal domesticado aun cuan*-
do nos hubiese inferido perjuicios; su dueño po-
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94 COSAS.
drá recobrarlo, previa indemnización del daño cau-
sado.
El derecho de pezca es exclusivo de los naturales
del país; mas, solo puede ejercerse sobre peces que
se crian en el mar, en ríos, 6 lagos; y hallándose
estos últimos en propiedad privada, se requiere
permiso del dueño. Si un pez de estanque particu-
lar pasa á otro, sin culpa del dueño de este, que-
dará en él, si no fuere notablemente conocido. Es-
ta disposición tendrá de seguro poquísima aplica-
ción, porque nadie se toma el trabajo de tener es*-
tanques.
Por el hallazgo, ó INVENCIÓN, se adquiere el do-
minio de una cosa oculta ó perdida, cuyo dueño
no puede ser conocido; y para conseguirlo, se re-
quiere: que el hallador dé publicidad al hecho^
por carteles ó periódicos, y lo avise al juez del lu-
gar. Si se presenta el dueño dentro de seis meses
y comprueba su derecho, recobra la cosa, pagan-
do los gastos hechos en su conservación y en la
averiguación del dueño; pasado el dicho término*
queda el inventor constituido propietario,
Con los objetos encontrados á la orilla del mar,
y que regularmente provienen de un contrabando
ó de un naufragio, es necesario proceder con ma-
yor circunspección: los objetos se depositan y se
dá luego parte á la autoridad política del departa-
mento, para que haga pública la noticia en los pe-
riódicos. Por lo demás, sucede lo mismo que en
la invención ordinaria, agregando solo, que en pa-
reciendo el dueño, tendrá que pagar á mas de los
gastos,, el premio de un 15 por 100 sobre el valor
de las cosas halladas.
El tesoro y las cosas enterradas, cuyo dueño no
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ACCESIÓN. 95
puede ser conocido, corresponden íntegramente al
inventor, si el hallazgo se verifica en terreno pú-
blico; y si en propiedad particular, se divide entre
el inventor y el dueño. Para evitar todo deseo de
perjudicar a otro, se prohibe buscar tesoro en ter-
reno labrado 6 edificado, sin consentimiento del
dueño; y aun cuando se obtenga, debe dejarse el
rundo en tal estado que no cause perjuicio.
II.
ACCESIÓN.
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96 COSAS.
principales géneros: el parto de los animales, éí
aluvión, la fuerza de rio, mutación de cauce y for-
mación de isla. Corresponden las crias al propie-
tario de la hembra, por la seguridad que podemos
tener de que son hijos suyos; y los aumentos de
aluvión que los ríos ó arroyos añaden insensible y
paulatinamente á las fincas, tocan al propietario de
estas, porque no es fácil demarcar el límite primi-
tivo y son regularmente de poca monta.
En la fuerza dé rio, ett que la corriente arrán^ ca
de una heredad alguna parte de terreno íacil de
distinguirse, conserva su dominio el dueño pri-
mitivo y puede seguir cultivándolo; mas, si se ad-
hiere al nuevo fundo dé suerte que lá demarcación
sea difícil, el dueño de la finca aumentada podrá
hacer suya la accesión, pagando su'valora-Si muda
de cauce el rio, se divide el antiguo entre las
fincas ribereñas á proporción del terreno que
perdieron; pero si solo hay inundación, no por eso
pierde su derecho el dueño de la parte inundada.
Las islas que se forman en los ríos navegables
son, como las marítimas, pertenecientes al Estado;
en los no navegables, tocan á la finca de cuya ori-
lla distan menos, y no siendo muy notable la proxi-
midad se dividen entre los fundos ribereños por
una línea que se supone trazada por la mitad del
cauce.
Aunque las accesiones industriales son muchas,
pueden reducirse á ía unión, mezcla, modificación
y edificación. Por la unión se juntan dos objetos
formando un solo todo: si pueden separarse las
cosas unidas sin grave detrimento suyo, ni del to-
do, no hay mas sino hacerlo así, á costa del autor
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ACCESIÓN* ?' .
de la unión; quien pagará ademas los perjuicios,
encaso de haber procedido de mala .fié. Si no es
posible la separación sin detrimento, pertenece el
todo al dueño del objeto principal, indemnizándose
el valor de lo accesorio en caso de buena fe; pero
en habiéndola mala, pagará el doble, si fué él quien
mandó hacer 1$ unión, ó la mitad, si la verificó el
dueño de lo accesorio.
Este ultimo principio rige en la modificación,
mezcla y cualquier género de adherencia en que
no es fácil separar los objetos; y para saber quien
tiene derecho de quedarse con el todo, se reputa
como principal la cosa a que se une otra para uso,
comodidad, ornato ó complemento; y en los casos
en que no pueda conocerse tal carácter, se atiende
al valor de cada cosa, ó bien á su volumen, sí los
valores son sobre poco mas ó menos iguales.
Cuando el todo resulta de una acción casual se
divide entre los dueños de las cosas unidas á pro*
porción del valor de cada una; y si la cosa no es
susceptible de división, se hará con su precio, ven-
diéndola en pública subasta, en la cual gozan los
condueños la prelacion respecto de un estraño; y
entre ellos, el mayor porcionista, <
Los edificios, oficinas, fábricas, máquinas, y en
general todas las obras construidas en terreno
ajeno con adherencia al suelo, ó apropiadas exclu-
sivamente á él, pertenecen al dueño de este, pa-
Ífando al fabricante, si procedió de buena fé, el va-
or actual de la obra, ó el de los materiales y jorna-
les; y si la hubo mala, podrá hacerlas demoler á
costa del mismo fabricante, demandándole ademas
daños y perjuicios; si prefiere apropiarse la obra,
pagará su valor como en el caso de buena fé. El
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98 COSAS.
que edifica con materiales ajenos queda obligado
á pagar su valor sencillo á doble, según proceda de
buena 6 mala fé; y en dinero ó las mismas espe-
cies, á elección del dueño..
La accesión mixta está constituida por la agri-
cultura, y presenta los ramos de siembra y planta-
ción. Cuando estas se hacen de mala fé, corres-
ponden al dueño, del fundo sin ninguna responsa-
bilidad por su parte; mas en habiendo- buena fé,
debe pagar, según elija, ó el valor actual de los ár-
boles y sementeras, 6 los gastos hechos; si se ne-
gase á este pago, puede el agricultor reeojer la co-
secha abonando el arrendamiento correspondiente.
Estas reglas son para el caso de no haber pre-
cedido convenio de partes..
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PRESCRIPCIÓN. 99
MODOS CIVILES.
CAPÍTULO III.
De los modos de adquirir por prescripción,
enagena-cion y donación,
ARTÍCULOS 526—629»
I.
PRESCRIPCIÓN.
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100 COSAS.
sidad, puede ser mañana inútil. Si, pues, las nece-
sidades provenientes de nuestra naturaleza son el
título de los derechos determinados, como ellas
aparezcan y desaparezcan, varíen y se modifiquen,
así sucederá también con los derechos. Por eso,
no hayjncompatibidad cuando decimos én prin-
cipios, que todo derecho es imprescriptible é ina-
lienable, y sin embargo hablamos de diferente mo-
do en el campo de lo civil: porque la filosofía exa-
mina los derechos en sí mismos, en su concepción
racional; y en la práctica se consideran, por decirlo
así, representados y envueltos en los objetos sobre
que recaen.
Por lo espuesto, la prescripción tiene un fun-
damento tan legítimo y natural como cualquier
género de cambio: si cuando no necesitamos un
objeto nos es permitido deshacernos de él trocan-
dolo por otro ¿por qué ha de estarnos vedado el
abandonarlo en ajeno provecho? Pero supuesto
que el advenimiento de una necesidad es el título
para adquirir un derecho, y su desaparición nos
conduce á perderlo, la sociedad tiene el deber de
examinar atentamente los signos que le revelen la
existencia ó falta de esta necesidad. El mas ex-
presivo que se ofrece, á no dudarlo, es el uso y no
uso: no, porque todos los que usan un objeto ten-
gan precisamente necesidad de él, ni todos los que
dejan de usarlo, ó lo abandonan, estén esentos de
aquella, sino porque lo natural y corriente es usar
un objeto cuando hay necesidad. El uso.está, pues,
llamado á ser en práctica el fundamento para ga-
nar la cosa por prescripción, y el no uso para per-
derla.
Aun pudiéramos alegar fuertes razones de con-
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PRESCRIPCIÓN. 101
veniencia: todos los objetos tienen un destino
que llenar en el mundo, todos deben servir á las
necesidades humanas, y la sociedad debe cuidar
de que esto se realize: cuando la mano inteligente
del hombre no imprime el sello del trabajo en un
objeto, y lo abandona, vase deteriorando este
progresivamente hasta ser incapaz de servir á su
antiguo señor, ni á otro ninguno, y la humanidad
sale perdiendo. Para que tal no suceda, es indis-
pensable estimular al trabajo, protegiendo la acti-
vidad del hombre laborioso, y castigando la desa-
brida apatía del perezoso inútil. Hay por consi-
guiente un fondo de justicia cuando la ley ampara
al individuo que consagra su inteligencia, sus ca-
pitales y su vida, á la mejora de una cosa que po-
see; y desatiende las tardías quejas del indolente
y remiso. Procedamos ahora á exponer las disposi-
ciones de nuestro Código.
Llamábase antes usucapión, la adquisición de
una cosa por el uso; y prescripción, la pérdida
de un derecho por el no uso. Los modernos em-
plean solo esta última palabra en ambos casos: ha-
blaremos de ellos separadamente, indicando antes
algunas reglas generales. La prescripción es un de-
recho irrenunciable, que puede hacerse valer en
cualquiera estación del juicio, ya por el mismo in-
teresado, ya por sus acreedores; pero que necesita
alegarse expresamente para que el juez la consi-
dere en su fallo. Sin embargo, la misma prescrip-
ción adquirida es susceptible de renuncia, esto es,
se puede renuncir la prescripción ya ganada, mas
no el derecho que tenemos á ganarla.
La prescripción puede ser ganada 6 perdida por
todó^el que tiene derecho de adquirir; pero no cor-
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10$ COSAS.
re contra el menor durante su minoría; ni contra
¿1 ausente en servicio del Estado, mientras la au-
sencia; ni contra el prisionero, el tiempo de su pri-
sión; ni entre las personas que forman una familia,
como los esposos, padres é hijos, guardadores y
pupilos. Ademas, cuando intervienen el Estado, la
Iglesia, ó cualquiera otra persona moral ó jurídica,
se requiere que no corra el termina á favor de los
responsables á dar cuentas, sino desde que las
hayan rendido y cesado en el cargo; que el Estado
se considere como persona presente en cuanto á
las cosas que estén en la República, y las iglesias,
corporaciones, establecimientos y comunidades,
respecto de las que se hallen en el departamento;
que las acciones por sueldos, rentas y res-
ponsabilidades civiles en favor ó en contra de los
empleados, comisionados y administradores, se su-
jeten á las reglas sobre prescripción de acciones
personales, salvo el caso de hipoteca; y última-
mente, que la cosa pueda ser prescripta, es decir,
capaz de apropiación privada, pues las públicas,
las destinadas al culto, y en general, las que no es-
tán en el comercio de los hombres, son impres-
criptibles.
Prescripción de dominio.
Para adquirir el dominio de una cosa por pres-
cripción, se requiere: buena fé, justo título y po-
sesión continua por el tiempo legal. Justo título es
cualquiera de los medios establecidos por la ley
para trasferir el dominio; y la buena fé consiste en
creer dueño de la cosa al que la trasfirió, de don-
de proviene que también el actual propietario se
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PRESCRIPCIÓN. 103
tenga por dueño legítimo. Siempre que haya justo
título, la buena fé se presume. En los bienes mue-
bles, la posesión hace presumir por sí sola el justo
título; y cuando dura 40 años en cualquier clase de
bienes, no está obligado el poseedor á presentar
título, ni responder sobre su buena fé.
El tiempo legal es coma sigue: tres años para las
eosas muebles; y para las inmuebles, diez entre
presentes, y veinte entre ausentes. Si el propieta-
rio estuviese parte del tiempo presente y parte au-
sente, se contará por mitad el periodo de ausencia;
El término comienza á. contarse desde que princi-
pió la posesión, y lo ganado por el primer posee-
dor aprovecha á los que le suceden.
En cuanto alas cosas muebles, robadas ó perdi-
das, el tercer poseedor las prescribirá por seis años
si1 las adquirió, con justo título, en feria, mercado ó
venta pública, de persona que comerciaba con ob-
jetos de la misma clase; y por doce anos, si las hu-
biese adquirido también con justo título, pero en
otros lugares, ó de otras personas diferentes de las
ya indicadas.
El término de la prescripción seinterrumpe: si
el poseedor abandona ó pierde la cosa; si es priva-
do de ella, por mas de un año, sin recobrarla des-
pués; si es legalmente demandado, á menos que se
repela la demanda, ó medien desistimiento ó aban-
dono; y últimamente, si reconoce el dominio del
propietario.
Los que administran bienes de otro no pueden
adquirirlos por prescripción sin© para este. Tam-
poco la £anan los coherederos, consocios, deposi^
tarios, ni conductores, en los bienes correspondien-
tes á la herencia indivisa, compañía^ depósito ó
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104 COSAS,
arrendamiento; pero los herederos de estos sí pue-
den prescribir, en adquiriendo las cosas por título
de sucesión, con buena fé, y poseyéndolas 20 años
entre presentes y 30 entre ausentes.
Prescripción de acciones.
Para hablar de esta materia, sería oportuno co-
nocer antes la naturaleza y diferentes especies de
las acciones; no correspondiendo á este lugar,
haremos solo lijeras indicaciones que faciliten la
inteligencia del tratado. Todo el que tiene un
derecho reconocido puede exigir el amparo de la
justicia para realizarlo; mas no en todos los casos
se emplea el mismo procedimiento, ni de la misma
manera; unas veces, hay necesidad de proseguir
las calmosas'. formalidades del que se llama juicio
ordinario; otras, se puede echar mano de procedi-
mientos ejecutivos; ciertas acciones, llamadas per-
sonales, se intentan directamente contra determi-
nadas personas; hácense valer otras contra el po-
seedor de la cosa quien quiera que sea, y toman
el nombre de reales; cuando puede emplearse in-
distintamente cualquiera de estas dos, se llama la
acción mixta; y cuando hay una cosa expresamente
obligada, hipotecaria.
Esto supuesto, para quedar prescripta una ac-
ción es necesario que hayamos dejado de entablar-
la, ó proseguirla, sin interrupción por determinado
tiempo. Este empieza á contarse desde el dia de
contraída la obligación, otorgado el documento,
cumplido el plazo, ó abandonado el juicio; y los
períodos son como sigue: la acción de los aboga-
dos, médicos, maestros, mayordomos, dependien-
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PRESCÜfrCION. , 105
íes, jornaleros y sirvientes, por ío que se
le¿ deba en razón de su trabajo, profesión ó in-
dustria, se prescribe á los 3 años; el derecho de
ejecutar á los 10; la acción personal, á los 15; la
real, mixta, hipotecaria, ó proveniente de
ejecutoria, á los 20; y toda acción de un menor
contra su guardador por la administración dfe
bienes á los 10, contados desde que entra en la
mayor edad.
Sise deja de cobrar el canon de un censo ó
cualquiera otra renta perpetua, por 30 años 6 ma$>
queda prescrita la acción, no solo en cuanto á los
réditos, sino también al capital; antes de cumplirse
los 30 años, puede cobrarse ejecutivamente el s
canon de los nueve últimos, y por via ordinaria los 10
inmediatamente anteriores, quedando prescritos los
demás. Disposición benéfica que recibirán jostrados
de rodillas y con trasportes de gratitud todos los
propietarios, pues corta de á raiz un sin ttámero de
pleitos ruinosos.
Como hay diferencia entre algunos términos
que señala nuestra ley y otros que regían antes, éñ
las prescripciones pendientes de plazo mayor al
ahora designado, si faltasen 4 años ó mas, se redu-
cirá esteliempo á 4 años perentorios. (*)
Interrúmpesela prescripción: si dentro del tér-
mino, es el deudor legaiménte citado, pide plazo,
renueva la obligación, paga parte de la deuda, &
recibe orden de retener el canon correspondiente
á los censos. La citación judicial hecha á uno dfe
los obligados solidariamente, interrumpe la prfesv
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106 COSAS^
cripcion de los demás, así como la qué se hace al\
deudor perjudica á su fiador.
II*
ENAGENACION*
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DONACIÓN. 107
valor, si se perdiere, resarciendo ademas daños y
perjuicios, y subsanando los vicios ocultos que se
le descubran. Esta misma responsabilidad hay en
las hijuelas de partición; de bienes comunes, y en
les * legados genéricos.
III.
DONACIÓN.
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J08 COSAS.
Pueden dpnar todas las personas capaces, y auu
el menor, si #ene bienes propios y ha cumplir
do 18 años de edad. Pueden adquirir por donar
cion hasta los que están por nacer; así, los padres
aceptan para sus hijos, los guardadores para sus
pupilos &a.; y cuando resulta daño aun menor
por haber sido rehusada una donación, tiene dere-
cho de reclamar cpntra el que le perjudicó; pero no
ha lugar al privilegio de restitución, por Jos trastor-
nos que esto podría ocasionar.
Ademas de la capacidad legal de donante y dor
natario, se requiere para la validez del acta, que el
primero se halle en actual posesión de la cosa dona?
4a, pues solo saboreando el objeto puede decirse
que se obsequia con pleno conocimiento. Se ha
menester igualmente que la cosa sea de libre disr
posición y en cantidad limitada: el que tiene de&r
cendientés puede donar hasta la 6.a parte de sus
bienes: quien tenga solo ascendientes, la 4.a y el
$ue carezca de unos y otros, la 3.a
Las donaciones de bienes ó derechos futuros, son
por lo tanto nulas; de igual modo que las exr pesivas,
en cuanto á la parte excedente; las que se verifican
entre cónyuges durante el matrimonio, pues que la
pasión puede ejercer una coacción mo^ ral; las de
inmuebles á favor de manos muertas, como
incapaces de cuidarlos prolijamente y hacer* « los
productivos; las que se hagan á los confesores 6 sus
consanguíneos dentro del 6,° grado, ó afines dentro
del 2.°, á menos que sean consanguíneos del donante
en 4,° grado, ó afijes en 2.°, porque se sa? be cuan
poderoso influjo suele ejercer en nombre de la
religión el director de la conciencia; ultimar fnente,
las hechas en fraude de IQS descendientes
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DONACIÓN. 10$
vó acreedores, porque entonces los bienes donados
no sonpropiamente del donante, sino de sus here-
deros ó acreedores, y para ser lícito un acto, es
necesario que no perjudique ajenos derechos. En
la donación de bienes muebles, se requiere ademas
para su validez la especificación y tasación, para
ver si cabe ó no en la parte <Je que puede disponer
legalmente el donante.
La donación se 'perfecciona con la entrega de la
cosa¡, ó bien con la aceptación del donatario, la
tcual se presume durante el primer año, si no filé
expresa. Muerto el donante dentro de este año, ha
«de cumplirse su testamento sobre si deba ó no re-
vocarse la donación si trascurriese tal plazo sin
aceptarse; mas no habiendo disposición expresa,po-
drá el donatario aceptar la donación en los térmi-
nos respectivos á la adición de herencia*. Si es el
donatario quien muere, trasmite a sus herederos
forzosos la» facultad de aceptar la donación, en los
ya dichos plazos de la herencia, En muriendo cual*
quiera de ellos, donante o donatario, después del
primer año, sin estar aceptada la donación, qued$
sin efecto.
Una ve? admitida es irrevocable, y puede exijir-
la judicialmente el donatario, sin que sea dado al
donante retener mas de lo necesario para sus ali-
mentos, caso de haber padecido grave quebranto
en su fortuna. Hay, sin embargo, algunos casos en
que puede invalidarse por voluntad del donante, y
otros en que se anula por ministerio de la ley. Tie-
ne aquel la facultad de revocar por las causas si-
guientes: atentar el donatario contra la vida del do-
nante; acusarle ó denunciarle de algún delito, ex-
cepto en causa propia, de su cónyuge ó sus aseen*
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110 COSAS.
'dientes ó descendientes; causarle la pérdida de to-
dos ó parte considerable de sus bienes; seducir á su
muger, hija ó nieta; infamar ó injuriar gravemente
al donante, sus padres, cónyuge ó hijos.
Aunque irrenunciable este derecho de revocar,
dura un año perentorio, es personal é intrasmisi-
ble, y compete únicamente en las donaciones gra-
tuitas. Ademas, si la renovación no se hace saber
al donatario, ó, por muerte suya, á sus heredero»,
dentro de 60 días, queda sin efecto; y en todo caso,
puede ser judicialmente contradicha por el donata-
rio dentro del mismo término de 60 días.
La donación caduca ipsojure: si el donatario
causa la muerte al donante; si le sobrevienen á es-
te hijos legítimos, ó legitima los naturales, ó resul-
ta vivo el que se creia muerto; mas para la caduci-
dad en este caso, ha de exceder la donación ala
décima parte de los bienes,
Invalidada de cualquier modo la donación, pue-
den el donante ó sus herederos, exijir la cosa do-
nada y los ñutos producidos desde el día en que
se hizo saber la rovocacion, ú ocurrió el hecho anu-
lativo, aunque sea á un tercer poseedor, si la hu-
biese obtenido por título gratuito; mas si pasó á su
poder de un modo oneroso, hay tan solo derecho
jjs§ra exigir al donatario el valor de la cosa.
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HERENCIA. MV
CAPÍTULO IV.
De la Herencia.
ARTÍCULOS 479—525..
SUMARIO—Fundamento de la testamentifáccion—Carácter de
la institución en Roma y entre -nosotros. Varias clases de
herencia
TESTAMENTO, SUS varías clases—Nuncupativo solemne—
Simple—Verbal—Cerrado ó in scriptis—Testamentos pri-
vilegiados—Codicilos— Testigos testamentarios.
TESTADORES, su3 facultades y prohibiciones—Fundamen-
to de la prohibición del poder para testar y, de Ja institu-
ción fiduciaria.
HEREDEROS, sus especies—Sucesión por estirpe y por ca-
beza—Herederos testamentarios—Quienes y en que forma
deben ser instituidos—Efectos de la institución simple y de
la condicional—Otras reglas que deben observarse, en la
institución de herederos^Doctrina sobre la sustitución y
juicio de la clasificación generalmente adoptada.
MEJORAS, como deben establecerse—Requisitos que han
de cumplirse—Efectos que-producen..
ADICIÓN de herencia-—Idea del derecho de deliberar y
del beneficio de inventario—Diferentes modos de aceptar la
herencia y sus condiciones peculiares—Libertad en la adU
cion—Plazos para verificarla.
DOCTRINA sobre los ligados—Consideraciones especiáis
según sus diferentes clases—Idea de la cuarta falsidia.
ALBACEAS, fundamento de la institución—Doctrina del
Código sobre los testamentarios—los dativos*--los legítimos
—Reforma importante
DESHEREDACIÓN, SU fundamento y requisitos para verifi-
carla—Derecho de reclamar del desheredado ó preterido—
Revocación y caducidad de los testamentos.
SUCESIÓN LEGAL—de los legítimos—de los naturales re-
conocidos—de los demás ilegítimos.
CUARTA CONYUGAL—Masahereditaria y colación de biencA.
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Í12 COSA*'.
I.
IDEA DE LA TESTAMÉNTIFACCION.
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HERENCIA. 119
desde en táda del padre tos miembros de la fami-
lia son condominos de su fortuna; y seria una sin-
razón despojarlos en su muerte de este preexisten-
te derecho.
Mas todavía insistiéramos en justificar te insti-
tución hereditaria, especialmente cuando el fantas-
ma socialista conmueve la Europa con su terrible
jgrito, que ha encontrado un lánguido eco en nues-
tro Continente; £i no tuvieran los peruanos la pro-
funda convicción de que la propiedad es en todas
sus faces un dogma para 1& ciencia, y el cimiento
en que descansan el orden social y la felicidad pú-
blica y privada. No olvidemos, sin embargó, que
el título de la sucesión está ett la sociedad. Pbr eso'
los testamentos se hacían primitivamente en Roma
ante los comicios calados, ski cuya aquiescencia
previa no tenían fuerza legal; por eso, vio tiene el
individuo en su disposición testamentaria tan am-
plia libertad cofno en los contratos que celebra du-
rante su vida.
Pero, si en cuanto' al título íundanientál es una;
misma la institución en nuestros tiempos que ló*
era en Roma, hay diferencia profunda en su ca-
rácter respectivo; el orgulloso romano pretendía
ílenar completamente el vacío que por su muerte
dejaba en la sociedad; así, el principio de represen-
tación personal dominaba en la herencia, el here-
dero era uh aher-égo qífe substituía al testador cotí
lodos sus derechos y obligaciones; al presente esa
representación conijpleta y personal ha desapareci-
do, el hijo' adquiere' desdé luego ciertos derechos
que por respecta deípadre lé concede la ley; pera*
ningún heredero queda obligado en ihas de lo que
knporte la Herencia, la cual no es otra cosa singla1
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114 COSAS.
sucesión universal en los bienes y acciones que
tenia el heredado al tiempo de su muerte.
Las herencias son testamentarias ó legales, se-
gún provengan inmediatamente de disposición ex^
presa del instituyente, ó del ministerio de la ley.
Cuando para fijar la sucesión importe saber cual de
dos personas falleció antes en un naufragio ú otra
calamidad, no siendo posible conocerlo, se les re»-
putará muertas á un misma tiempo.
II.
TESTAMENTOS.
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•
HERENCIA. 115
bre, patria, edad, estado y domicilio del testador; y el lugar, dia y hora en
que se verifica el otorgamiento, el cual ha de quedar perfectamente con-
cluido, pues el testamento inconcluso se reputa no hecho; y si se otorgare por
peruano en país extranjero, se observarán las formalidades establecidas en
aquél país, ó se verificará ante un agente consular ó diplomático del Perú,
con sujeción á las que vamos á exponer detalladamente.
El testamento solemne de escritura pública, se otorga: expresando el
testador su voluntad ante el escribano y tres ó mas testigos vecinos, ó dos
vecinos y tres ó mas transeúntes; todos los cuales deben estar reunidos en un
solo acto, y en caso de interrupción por causa urgente, se advierte esta, cir-
cunstancia en cláusula especial, firmada cuando menos por los testigos y
escribano. Este redactará de su puño el testamento, que luego ha de leer en
alta voz otra persona distinta, declarando el testador después de todas y cada
una de las cláusulas, si lo contenido en ellas es su voluntad. El testamento
debe estar firmado por el testador ú otra persona á su ruego, y por los
testigos, de los cuales han de saber hacerlo siquiera dos, y por los que no
supieren, firmarán otros testigos diversos de los testamentarios; viene al fin de
todo la autorización del escribano. (*) Si el testador fuere ciego, intervendrá
un testigo mas que firme por él.
(*) Muy laudable es el celo de nuestros legisladores eto favor de la verdad y exactitud de los
testamentos; pero, no habiendo escribanos públicos sino en las capitales de provincia, es claro
que se priva de otorgar testamento muncupativo solemne á la mayoría de peruanos que viven
fuera de dichas capitales, y aun á los que habitan en ellas, porque es diñcil que
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L
i 16, COSAS.
El testamento de escritura privada se otorga an*
te cinco testigos, siendo yecinos pQr lo menos dos,
£ ante seis, si solo \mq de ellos \Q fuere; debien-
do en tpdo caso saber escribir cuando menos tres.
Después de cada cláusula ratifica el testa<}or su vo*
luntad; y firma con los testigos, 6 bien ]q hacen
otras personas por los que no sepan, todo en un
solo acto. Muerto el testador, se procede a elevar
su meinoria siinple 4 escritura pública, dentro de
ocho dias perentorios, salvo el término de la dis-r
fcancia.
Para el testamento verbal, que po4rá hacerse úni*
camente en caso muy extremo, se requiere? que el
individuo exprese su Voluntad en un solo acto y an-
te el mismo humero de testigps, que en el de escri-
tura priyada; Juegq, se pide la legalización corres*
pondiente dentro c|e ocho dias perentorios, salvo el
férmino de lq, distancia. Se repintan como testamen-
to verba} los otorgados por escritura, si no tienen
<el número de firmas necesario.
El testamento cerradQ, llamado también in scripr
lis, consiste en redactar un individuo sus disposi-
ciones, y entregarlas en pliego cerrado y sellado al
escribano, delante 4e siete testigos, dos por lo me-
nos yecinos, declarando en el mismo acto que esa
es su última voluntad; declaración que otorgará
el mudo, por escrito. EJn seguida firman el tésta-
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HERENCIA. 117*
dor y los testigos, ú otras personas á su ruego, sal-
vo él mudo que debe hacerlo personalmente; pero
de modo que haya cuando menos cinco firmas dis-
tintas. Autoriza después el escribano; y cuando
muere el testador se procede á la protocolización.
No pueden hacer testamento cerrado ni el ciego,
ni el que no sabe leer. (*)
Testamentos privilegiados son aquellos en que
no se exijen tantas formalidades como en los so-
lemnes. Los militares en campaña, y los prisione-
ros de guerra, podrán testar ante un jefe ó capi-
tán y dos testigos; los navegantes, ante el coman-
dante del buque y dosN testigos, siendo nula toda
(disposición en favor de cualquiera que ejerza au-
toridad á bordo, á menos de ser pariente del tes-
tador dentro del 6.° grado; y los que se hallen en
un lugar incomunicado por la epidemia, pueden
hacerlo ante el juez local y 2 testigos. En todos
estos casos, es válido el testamento, si el testador
muere durante la situación en que lo otorgó, ó den*
tro de los 30 dias posteriores á la cesación de ella,
Igualmente es permitido al preso testar ante el
jefe de la prisión y 2 testigos, aunque fueren tan*»
bien presos; siendo nula cualquiera disposición en
favor de los que ejercen autoridad en la car*
cel, si no son parientes del testador dentro del
4.° grado. En todo caso, deberá estar firmado
el testamento por el testador y los testigos ú otras
personas á su ruego, y por aquel ante quien se
otorga.
—«___ "t
(*) La prohibición debe extenderse también, aunque no
lo dice el Código, á lo* que no sepan escribir, supuesto que
el articulo 073 exije que el testador escriba en U cubierta
del pliego que allí se encierra su testamento.
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U8 €OSAS.
Codicilos,
Si el testador tuviese algo /nie añadir á su testa-
mento, ó modificar alguna cláusula, ó revocarla,
puede hacerlo en un instrumento posterior que se
llama Codicilo, el cual se otorga con las mismas
solemnidades que los testamentos; pero son prohi-
bidas en él la institución de heredero y la deshere-
(Jacion. (art. 855 y 856,)
Testigos,
Testigos testamentarios son las personas fidedig*
ñas que asisten a la celebración de un testamento
y pueden manifestar su verdad ó falsedad. Deben
ser varones y mayores de 18 años.
Están vedados, aun siendo hábiles por su edad y
sexo, los siguientes: los herederos y sus consanguí-
neos dentro del 4.° grado, ó afines dentro del 2.°; el
loco, fatuo ó pródigo declarado; el condenado á pe-
na infatuante, salvo el caso de otorgamiento en pri-
sión; el mendigo; el albacea y legatario; los acree-
dores, cuyo crédito se reconoce en el testamento,
si no tienen otra prueba distinta; y los amanuenses
del escribano que autorize el testamento. La razón
de todo esto es demasiado obvia parh que nos de*
tengamos en exponerla.
III.
TESTADORES.
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120- ¿JOSAS.
el que se otorgue después, ó exigir para este pos-
terior ciertas condiciones que la ley no requiere,
es y debe ser igualmente prohibido: las cláusula»
que tal contengan se tienen por no puestas.
Se prohibe así mismo, dar poder para testar; y
la razón es bien sencilla: si se especifican una auna
todas las instrucciones á que debe sujetarse el apo-
derada ó comisario, es claro que ha podido otor-
garse un testamento detallado; si solo se confieren
algunas instrucciones principales, se aventura el
moribundo ala buena té de su encargado, el $tfol¿
puede muy bien establecer cláusulas enteramente
á su arbitrio, y suplantar al testador. Solo la ne-
cesidad podia autorizar una institución semejante,
que entre nosotros seria injustificable, desde que
para los casos extremos se establece el testamen^
to verbal, mucho mas expeditivo que el poder.
Es prohibido, por último, nombrar herederos
fideicomisarios. Esta institución romana fiié prin-
cipalmente hija del principio de representación y
de la mezquindad' con que estaba concedido el de-*
recho de heredar; pero, entre nosotros carece de*
fundamento; si hay herederos forzosos, no puede
el testador disponer directa ni indirectamente de
la herencia; si no los hay, le es permitida una dis~
posición Ubre y recta; así, la institución oblicua es*
tá demás. No nos detendremos, por tanto, en ha-
blar del derecho que correspondía al heredero di-
recto para, retener la cuarta parte de la herencia,
llamada cuarta trébelianica, aunque con mas pro-
piedad, se denominaría pegasiánica, por haber si-
do el Cónsul Pegaso, y no Trebelio, su verdadero*
autor-
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HERENCIA. 121
IV.
HEREDEROS.
Herederos testamentarios.
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HERENCIA. 123
dita la imposibilidad de que ocurra el hecho áque
se refiere; pero si es positiva y depende de un acto
que debe practicar el heredero, pierde enteramen-
te su derecho y no puede trasmitirlo.
•Si la condición es resolutoria, á cuya especie
pertenecen ?las de hasta cierto dia ó tiempo deter-
minado, en llegando el dia ó tiempo, ó realizándo-
se el acontecimiento si es positiva, cesan los dere*
chos del heredero; mas no, si fuese negativa y se
^comprobase la imposibilidad de practicarse el he-
leno materia de la condición.
La institución de heredero no es indispensable
para la validez del testamento; pero sí un objeto de
suma importancia; y cuando se verifique el non>
bramiento es necesario que se haga con distinción
y claridad, y con pleno conocimiento y libertad,
para evitar equivocaciones, errores y fraudes.
Cuando un testador nombra dos ó mas herede*
ros, debe asignarles su porción respectiva, cuidan-
do que la suma de asignaciones no exceda á lo de
libre disposición: que entonces, ha de reducirse ei
exceso á prorota; y si no les determina porciones,
la división se hace por igual.
La parte de que no dispone el testador, y la he-
rencia que por cualquier motivo no entra á ma-
nos del heredero voluntario, ó sale de ellas, perte-
necen á los herederos legales, salva siempre la ve¿-
luntad del testador.
Sustitución.
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124 COSAS.
disponer de ella. Ha tomado los nombres de vul-
gar, pupilar, ejemplar, compendiosa, recíproca y
jidei-comisaria. Tal clasificación carece de lógica,
supuesto que, la compendiosa no es distinta de la
vulgar y pupilar, sino un conjunto de ambas; y la
reciproca y fidei-comisaria, son únicamente modos
de sustituir, según que se establezca á unos cohe-
rederos sustitutos de los otros, ó que el primer
heredero haya de restituir la herencia á otro, des-
pués de algún tiempo.
No quedan por consiguiente mas que tres miem-*
bros opuestos: vulgar, pupilar y ejemplar; ^aquella
se refiere á las sustituciones puras y comunes; esa,
á la del hijo impúber; y esta, á la del hijo que mue-
re loco ó fatuo, y se llamó ejemplar, porque fué in-
troducida á ejemplo de la del pupilo. Pero estas
tres clases pueden reducirse á dos, a saber: una que
se refiere á los herederos que mueran antes del tes-
tador, ó no acepten, ó renuncien la herencia; y
otra, para cuando el heredero muera sin poder ha-
cer testamento por falta de edad, por fatuidad ó
locura; en el primer caso, no goza de la herencia el
primer nombrado; en el segundo, sí.
El heredero voluntario puede ser sostituido á
arbitrio del testador; y respecto del sostituto, se
observarán las mismas reglas y condiciones que si
fuera el heredero inmediato.
Caduca la sustitución ipso-jure: cuando cesa la
causa que la motivó, como si el menor cumple 18
años, y el fatuo ó loco recobran su razón; y cuan-
do el que no puede hacer testamento es heredero
forzoso y deja descendientes ó ascendientes que
tengan este mismo carácter, ó legales de la clase
de hermanos ó sobrinos.
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HERENCIA. 125
V.
MEJORAS.
VI.
ADICIÓN DE HERENCIA.
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HERENCIA. 1^7
La aceptación puede hacerse: expresamente an-
te el juez, ó usando el heredero el título ó calidad
de tal, en instrumento ó acto público, ó pidiendo
la posesión judicial de los bienes; y de un modo
tácito, cuando el heredero entra por sí á poseer la
herencia, ó practica actos que solo podría hacer
uti heredero.
Nadie puede ser obligado a admitir la heren-
cia, ni inenos a que lo practiqué simplemente, ó bajo
dte inventario; pero sí la aceptación debe ser total,
lo mismo que la renuncia; y cuando se acepte pa-
ra otro, sea persona física ó moral, se hará a be-
neficio de inventario. Cómo puede suceder que un
individuo renuncie, ó no acepte la herencia, per-
judicando con ello á sus acreedores, tienen estos el
derecho? de pedir de aquella la parte que baste á cu-
brir sus créditos.
El término para aceptar es: 3 meses, si el he-
redero existe dentro de la provincia en que mu-
rió el heredado; % si esta en cualquiera otra pro-
vincia del departamento; 6^ cuando en otro depar-
tamento de la República; y un año para los ausen-
tes del Perú. Si pasan dos anos sin que nadie se
presente á reclamar la herencia, ni hay herede-
ros á quienes manifiestamente pertenezca, ó ha si-
do renunciada, se declarará vacante; aun en este
caso, podrán los herederos perjudicados reclamar
la herencia, pero antes de que se cumpla el térmi-
no de prescripción, y sin poder exijir los frutos que
haya percibido un tercer poseedor de buena fe y
eon justo título. Esto se funda en que, según nues-
tra ley, la renuncia no se presume sino que debe
ser expresa.
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128 COSAS.
VIL
LEGADOS.
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HERENCIA. 129
bien se advierte que en tal caso podría pagarse un
erecto de ciento con un legado de diez.
En los legados simpleb, corresponde al legatario*
desde la muerte del testador el dominio de la cosa
en el estado en que se halle, y por consiguiente los
frutos; y si consiste en dinero cuya entrega se de-
mora por alguna causa, tiene derecho á los inte-
reses legales desde el dia en que se cumpla un año
del fenecimiento, salva disposición expresa del tes-
tador. En general, la posesión puede ser pedida
vencidos lofe términos de la aceptación de heren-
cia; ó antes, si el heredero entra á poseerla.
En los legados de condición suspensiva, no co-
rhienzan los derechos de\ legatario sino cuando es-
ta se verifica; y si el testador no dispuso de los fru-^
ios que hasta entonces produjere la cosa, corres-
ponden al heredero' universal, y por falta suya á
los legales;iá quienes tocan igualmente en el orden
prenotado; los legados que de cualquier martera
caduquen, y la diferencia entre la-parte de libre dis-
posición y la suma de los legados, salva determina-
cion expresa.
El derecho de acrecencia entre los legatarios, que
sostienen las legislaciones Romana y Española, no;
subsiste entre nosotros, sino mediante voluntad
expresa del testador; por consiguiente, ha desapa-
recido la insípida doctrina dé los legados conjun-^
tos.
El testador no puede distribuir en legados, cuan-
do tiene herederos forzosos, sino la parte de que le
permite disponer la ley sin perjuicio de estos; cual-
quier exceso se reputa nulo, y los legado^ sufren
una deducción a prorata. Cuando solo hay here-
dero voluntario, y no se le asigna cosa alguna en el-
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130 tOSAS.
testamento, no es permitido distribuir mas que las
tres cuartas partes de la herencia; el heredero ins-
tituido tiene derecho á la cuarta restante, que se
llama falsidia, por haber sido su autor el tribuno
Falsidio. Este derecho se hizo extensivo, á instan-
cia de Pegaso en tiempo del Emperador Vespasia-
no, al heredero fiduciario.
VIII.
ALBACEAS.
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HERENCIA. 131
persona que ejecute y realice la voluntad del testa-
dor. Hé aquí los títulos del albacea. Desde luego
tan sagrada misión debe encomendar la ley á los
herederos mismos; mas, si ellos están en incapaci-
dad de cumplirla, ó bien, no inspiran al institu-
yente toda la confianza que merece un mandato de
que él no tomará ya cuenta, debe permitírsele li-
bertad de escojer un cabezalero á su satisfacción.
Por lo demás, parece indispensable tomar cuantas
precauciones aconseje la prudencia para evitar nue-
vos escándalos y abusos.
Hay tres clases de albaceas: testamentarios, ó
elegidos en testamento; dativos, ó nombrados por
el juez en los casos de renuncia, remoción ó falta
del testamentario; y legítimos, esto es, indicados
por la ley, tales son los. herederos sobre quienes
recae de lleno el cumplimiento de las disposiciones
del testador. El cargo de albacea es de libre acep-
tación, pero irrenunciable cuando ya admitido;
personal ademas, y que no trasmite á los sucesores
sino las responsabilidades contraidas. Puede con-
ferirse á una sola persona ó á varias, sea para que
lo ejerzan sucesivamente, ó de mancomún, en cu-
yo caso su responsabilidad es solidaria. Requiere
para su ejercicio, mayor edad y capacidad de ad-
ministrar bienes y de adquirirlos por título de he-
rencia.
Los albaceas cuidarán de los funerales del testa-
dor, la inmediata seguridad de los bienes, la facción
de inventarios con presencia de los herederos ó in-
teresados, y el pago de los legados, debiendo otor-
gar fianzas tanto por estos, cuanto por las porcio-
nes hereditarias de condición suspensiva que ha-
yan de quedar en su poder,
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132 COSAS.
Caduca el albaceazgc?: si no quedan hechos los
inventarios dentro de un mes después de la muerte
del testador, salvo el término de la distancia; si los
herederos comprueban estar cumplidos ya los
cargos de la testamentaria; y por el trascurso de
un año desde la muerte del testador. Si hubiese al-
gunos herederos incapaces de obtener sgu herencia,
& tuviese el albacea encargps especiales del testa*
<lor, continuará como guardador, ó como manda*
iario, y no como aftacea; los interesados en estos
.encargos y los herederos pueden vigilar sobre que
?el albaceá cumpla su mandato especial, y muy par-
ticularmente los últimos,* si la falta de cumplimien-
to perjudica de -cualquier modo vá la testamen*
£aria.
El albacea está obligado también á dar cuenta*
documentada á los herederos al terminar su car*
go, y presentarla ,al juez siempre que sea requerí*
do. Jsío puede adquirir nada de la testamentaria
por sí ni por medio de otro; pero tiene en cambio,
el premio de If'lOO sobre los bienes que inventar
ríe, el J por cuidar los que no producen renta, y ¿el
4 por las rentas que recaude; así como derecho al
reembolso de los gastos ocasionados por el alba*
ceazgo, y á las costas en los juicios que gane k los
herederos, tocante á la testamentaria. Ademas, en
habiendo chancelado buenamente su cargo, puede
vigilar a su vez, sobre que el heredero cumpla la
voluntad del testador, salyo el caso de haber algún
interesado especial legalmente hábil.
Muy notable es la disposición que quita a los
albaceas testamentarios y dativos, la personería le*
gal en los juicios de la testamentaria, excepto en
los asuntos de que estuvieren expresamente encar*
Digitiz^d by
HERENCIA. 133
gados. Quizá jsea este el mejor freno para conte-
ner sus abusos.
IX.
DESHEREDACIÓN.
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HERENCÍA. 135
tituido, si el heredero no puede ó no quiere pedir
la herencia; y últimamente, resciso, cuando envuel-
ve cláusulas inoficiosas.
Semejante clasificación no puede ni debe con-
servarse al presente, en que ha cambiado la doc-
trina. Para proceder con lógica, dividiremos el
testamento en válido ó nulo, según que se hayan
observado ó no los requisitos esenciales que Jo
constituyen. Ahora, el válido puede perder su tuer-
za, 6 por voluntad del testador, ó por ministerio de
la ley; en el primer caso se dice que es revocado;
en el segundo que caduca.
El testador tiene en cualquier tiefnpo facultad
de revocar su testamento, sin que nadie pueda im-
pedírselo; y esta revocación es expresa, si se hace
por escrito ó de palabra, con las mismas solemni-
dades que el testamento verbal; ó tácita, si el tes-
tador rompe 6 inutiliza inteticionalmente su testa-
mento, ó enagena el todo de la herencia testada.
También puede hacerse revocación parcial, ya sea
de un modo expreso; ya tácito, como si el testador
dispone de una parte de la herencia, ó de las cosas
legadas, ó cobra un crédito de que habia hecho
donación. Igualmente los herederos pueden pedir
que se revoque una disposición testamentaria
cuando lá persona en «lia favorecida injuria gra-
vemente la memoria del testador. Esta última ac-
ción dura un año desde el dk de la injuria.
Caduca un testamento: por el otorgamiento de
otro posterior válido, salvo que este se hubiese he-
cho dando expresamente por causa la muerte de
un heredero que después resulta vivo. Cuando no
se sabe cual de varios testamentos es el último, se
supone como subsistente cuanto en ellos hayaxle
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156 COSAS.
conforme, desechando lo contrario. (*) Caduca
también el testamento en cuanto á la institución
de heredero, si resulta legalmente incapaz el nom-
brado, ó sobrevienen al testador herederos for¿o-~
sos de quienes no hizo mención, ó para hablar en
lenguaje forense, á quienes pretirió;" mas, cuando
los excluye indebidamente, solo caduca el testa-
mento en cuanto daña á los derechos del olvidado
ó excluido.
Caduca la disposición testamentaria condicio--
nal, si el heredero ó legatario a que se refiere, mué-'
ren antes de verificarse la condición;, excepto el
caso en que se compruebe que la mentedel testa--
dor solo era suspender la entrega déla herencia ó
legado, y cuando la condición es desde dia cierto
ó tiempo determinado, cuyo cumplimiento no de-
pende, déla voluntad del instituido. Caduca así
mismo Indisposición testamentaria de una cosa
especifica, si esta se destruye.
Los autores ó cómplices de la muerte violen-
ta de un individuo, y los herederos que no si-
guen la causa para el esclarecimiento del cri-
men y castigo del reo, pierden todos sus dere-
chos á la herencia y legados. Lo mismo sucede,
cuando el heredero ó legatario contradicen en
juicio la validez del testamento en que fueron
instituidos, si pierden la causa. Siempre que ca-
duque la institución de heredero, pasará la heren-
cia a los legales.
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HERENCIA. 1S7
XI-
SÜCESÍON LEGAL.
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138 COSAS.
condición que los legítimos. No es del caso exami-
nar hasta qué punto pueda semejante disposición
enfrenar la inmoralidad, basta indicar que tal dis-
posición envuelve una injusticia atroz, castigando
en el inocente hijo, la liviandad de sus padres. El
Cardenal Gousset, comentador del Código Francés,
cree que el conceder á los hijos naturales derecho
de suceder, es autorizar el libertinaje de sus
padres; y por consiguiente,talfacultad debe ser pro-
hibida como inmoral. No coincidimos con lar opi-
nión de S. Em., antes bien, pensamos que una vez
declarados herederos forzosos los hijos naturales,
serán menos libertinos los padres porque sabrán que
no pueden disponer arbitrariamente de s,us bienes>
los cuales habrán de pasar á manos de tales hijos;.
la consideración de ser estos sus herederos forzosos
les haría acaso ser menos descuidados de su educa-
ción, y mas recatados en su propia conducta-
Creemos por tanto que nuestro Código no soto ha
introducido una mejora en la legislación, sino que
ha sancionado la reparación de una injusticia
tradicional. Por lo demás, la sucesión de los ilegí-
timos es muy parecida á la de los legítimos; y para
mayor claridad, consideraremos primero á los na-
turales reconocidos, luego después á los demás-
ilegítimos.—1.° Los hijos naturales reconocidos
son herederos forzosos de sus padres: en el todo
de los bienes, si no hay ascendientes ni descen-
dientes legítimos* ni madre partícipe en la heren-
cia; en la mitad, cuando solo hay ascendientes
legítimos; y en la quinta parte, cuando concurr
ren con descendientes legítimos; pero en este caso,
la porción del hijo natural no puede ser mayor que
los cuatro quintos de la que corresponde al legíti-
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HERENCIA. 139
mo, castí||bidose por consiguiente el exceso, el
cual acreced la masa. Para ello, se resta del núme-
ro total de hijos el quinto del de ilegítimos, por el re-
siduo se divide la masa hereditaria, y el cuociente
será el haber de cada hijo legítimo, cuyos cuatro
quintos corresponden al natural. Si el hijo natural
reconocido muere antes que su padre, trasmite su
derecho á sus herederos forzosos; en cuyo caso,
sea que el hijo premuerto hubiese sido natural y
legítima su descendencia, 6 al contrario, el derecho
que se trasmite es el de hijo natural reconocido*—
2.° El padre natural y sus ascendientes con dere-
cho de heredarle suceden al hijo natural recono-
cido que no deja descendientes herederos forzosos;
y por reciprocidad, hereda el hijo á estos ascen-
dientes, después de sus parientes legítimos en 6.°
grado.—^3.° A falta de descendientes y ascendien-
tes, heredan al hijo natural reconocido sus herma-
nos de ambas líneas, siendo preferidos los legíti-
mos de cada una, en los bienes que por ese res-
pecto hubiese adquirido el intestado; y en los bie-
nes propios, los uterinos, por la seguridad del pa-
rentesco.—4.° En no habiendo hermanos, entra el
cónyuge, y luego los demás parientes hasta el 6.°
grado, excluyendo los mas próximos á los mas re-
motos; y después la beneficencia ó el fisco.
Los demás hijos naturales no suceden ab-intes-
tuto al padre, sino solamente á lajnadre, y con pre-
ferencia aun á los ascendientes legítimos; pero
cuando concurren con descendientes de esta clase,
solo tienen derecho al quinto, sujeto á la deduc-
ción de que antes hablamos. Por lo demás, esta
sucesión se arregla á la de los naturales reconoci-
dos, pero únicamente respecto de los parientes ma-
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140 COSAS.
temos. En cuanto al padre, solo puedgkpedir alimentos,
los que se extraerán del quinto^révia re* giración
judicial; y lo mismo sucede con los adulte--iUt^<; rios-por
parte de madre en los bienes de esta. Cuando concurren
herederos del quinto y alimentarios, la porción de estqs
debe ser menor que la de oque-*
XII,
CUARTA CONYUGAL,
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HERENCIA. 141
ne derecho á la cuarta el cónyuge que dio lugar al
divorcio, ni el que se casa en artículo de muerte, ni
el que tiene gananciales ó legados iguales á dicha
cuarta, ó mayores que ella; mas si sumados ganan-,
ciales y legados, fueren menores, que la cuarta, ha-
brá derecho á la diferencia. Aun obtenida legal-
mente la cuarta conyugal, se pierde si el viudo ó la
viuda viven escandalosamente,
XIII.
MASA HEREDITARIA Y COLACIÓN.
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142 COSAS.
CAPÍTULO V.
De la sociedad conyugal
ARTÍCULOS 955—1876.
I. SOCIEDAD
N
CONYUGAL.
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144 COSAS.
común el valor que tengan ks plantas al disolver-
se la sociedad.
Esta es responsable á las obligaciones y deudas
contraidas mientras existía; al pago. de los bienes
propios de cada cónyuge, siendo preferidos los de
la muger; y á los gastos de funeral y lutos que cau-
se el cónyuge muerto: pero no tiene responsabili-
dad por los actos de la muger en que no hubiese
intervenido consentimiento del marido, á no ser
contratos relativos á la industria que ella ejercía
públicamente; tampoco gravita sobre la sociedad
la responsabilidad civil por delito de uno de los
cónyuges;
A falta de bienes comunes, responde el capital
del marido por todo lo que falte de la dote, arras
y bienes parafernales> cuya enagenacion hizo ó
consintió; por las deudas del tiempo del matrimo-
nio é hipotecas que hubiese permitido expresa-
mente sobre bienes administrados por la muger."
Las deudas anteriores al matrimonio deben pagar-
se con el capital de quien las contrajo.
Fenece la sociedad conyugal; por muerte de uno
de los consortes; por la mayor pena de presidio 6
destierro, impuesta á alguno de ellos, por delitos
comunes; por divorcio y por declaración de nuli-
dad del matrimonio*
IL
DOTÉ.
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SOCIEDAD CONYUGAL. 145
cías asiáticas, de que aun al presente nos dan una
muestra los chinos y los indios, estableció que fue-
se el marido quien dotara á su muger; Solón creia
manchar con cualquier pacto dotal la pureza del'
afecto en que debe estribar el matrimonio; y los
romanos, de quienes han aprendido los pueblos
tmltos de la moderna Europa, imponían al padre
la obligación de suministrar una dote á su hija.
Las disposiciones mosaycas no pueden apreciarse
bien, ano como una precaución local, empleada tal
vez para enfrenar la afición del pueblo judío á la-
poligamia; en la legislación de Atenas, brilla la no-
bleza de sentimientos; y un principio de utilidad
ú orgullo en la romana.
¿Por cual optaremos nosotros? Sin duda que el
sentimiento debe preferirse en actos que del afec-
to emanan; mas no lo encontramos incompatible
con la utilidad, siempre que esta le esté racional-
mente subordinada. ¿Por qué la riqueza de una
novia ha de empañar precisamente el cariño de sti
esposo? Por otra parte, aunque el amor puro sea
el fundamento del matrimonio, no siempre basta
para contraerlo, porque sus cargas indispensables
requieren necesarios desembolsos; y si esto suce-
de en el mayor número de casos, no hay razón pa-
ra que debiendo nosotros fomentar el matrimonio,
sin curarnos del terrible pronóstico de Malthus,
pueslque siempre los nacidos hallarán cubierto en
el banquete de América, se deje de aliviar la suerte
del marido con una anticipación que su industria
puede convertir en patrimonio de la familia.
Ademas, los hijos tienen, como lo hemos manifes-
tado antes, cierta participación en los bienes de sus
padres; y es bueno y conveniente que al consti--
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146 COSAS.
tuirse jefes de una nueva familia, lleven algo de su
haber.
La dote que proviene del padre ó deudos pater-
nos, se dice prqfecticia; y adventicia, la que confu-
ye la esposa misma, su madre, sus parientes mater-
nos, ó los extraños. La distinción que entre ambas
existia sobre devolverse, aquella al padre, y esta ge-
neralmente á la cónyuge, ha desaparecido ya; lo
mismo que la otra entre estimada é inestimada,
pues entre nosotros toda dote debe estimarse, ó lo
que es lo misino, tasarse, sin pasar por esto á la pro-
piedad del marido, excepto en las cosas fungibles.
También se divide la dote en necesaria y volmtaria,
según que su constitución sea forzosa ó libre. Hase
llamado igualmente inoficiosa la que excede á la le-
gítima; la cual está prohibida por la ley.
Hallanse obligados á dotar: el ascendiente pa-
terno, á la descendiente legitima; las personas que
administran bienes de la novia; y el que ofreció
dote para determinado matrimonio; y pierden su
derecho: las hijas menores casadas contra la vo-
luntad de su ascendiente, y aun siendo mayores
si prueba el ascendiente alguna de las causales
para negar su consentimiento, excepto la falta de
medios para subsistir; las dotadas por otras perso-
nas; y las que tienen bienes propios, siempre que
estos bienes, ó esa dote, sean por lo menos iguales
ala mitad de la legítima, única cantidad que pue-
de exijirse enjuicio; en caso de ser menores que di-
cha mitad los bienes propios, habrá derecho al
déficit.
La dote debe constar de escritura pública; ó á
lo menos, por acta celebrada ¿inte un juez de paz
y dos testigos, si 9 pasa de 500 pesos; en la cart<$
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SOCIEDAD CONYUGAL. 147
dotal debe expresarse claramente si ambos padres
constituyen la dote; pues de lo contrario, se enten-
derá concedida por quien otorgó la escritura. Si
dota el padre con bienes que maneja de su con-
sorte, queda obligado á devolver el valor total,
ó parcial de la dote, según estubiese constituida
por él solo, ó por ambos á dos; y cuando el padre
tiene bienes de la hija, se entiende, á falta de decla-
ración expresa, que la dote ha recaido sobre ellos;
y lo mismo sucede con los guardadores, y demás
que administran bienes de la persona dotada.
Los que constituyen dote quedan obligados á la
eviccion y saneamiento, salvo que consista en bie-
nes propios de la persona dotada." Por lo general,
produce la dote frutos para la sociedad desde el
dia del matrimonio, aunque solo esté prometida.
Todos los aumentos que reciba y deterioros que su-
fra por solo la acción de la naturaleza, le aprove
chan ó dañan; mas los aumentos provenientes de
la industria de cualquiera de los cónyuges, perte-
necen á ambos; y en los deterioros por culpa deh
marido, queda este responsable.
Puede constituirse la dote sobre toda clase de
oienes, no incluyéndose el menaje ordinario de ca-
sa, ni la ropa de uso. Sobre los inmuebles y alba-
jas de valor conserva su dominio la muger; mas no-
sobre los fungióles, que pasan al del marido, bajo
la responsabilidad de devolver su valor íntegro.
Los bienes del marido quedan legalmente hipote-
cados en seguridad de la dote; y si la disipa, ó mal-
versa sus bienes propios, puede recobrarla la mu-
ger, ó exigirle .fianza.
El mando no debe enagenar, hipotecar, ni em-
peñar los bienes dótales, cuyo dominio conserva la
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148 COSAS.
rouger, sin consentimiento de'esta; la cual puede
recobrar del tercer poseedor los inmuebles, sip peiv
juicio de proceda: contra el marido; pero si la ena-
jenación se hizo con su consentimiento, solo tiene
derecho de cobrar al marido. La falta de firma de
l» touger en -el documento de enagenacion es prue**
ha incontestable de que no consintió.
Hay, sin embargo, algunos casos en que el n*a*
rido puede enagenar los bienes dótales con autori-
zación judicial: tales son, para alimentar a los h>
jos y establecerlos; dotará las hijas; hacer reparos
absolutamente indispensables para la conservación
de los dótales inmuebles; dividir los bienes poseí-
dos en común, si en ellos está constituida la dote;
convertir su valor en capital de industria, si no bas-
tan los productos de dichos bienes para los gastos
de la familia; y últimamente, por hallarse situados
los inmuebles en lugares muy distantes y ser con-
veniente emplear su valor en otros fundos próxi*
«ios.
No teniendo el marido bienes propios ó ganan-
ciales con qué indemnizar á su muger, se requiere,
á mas de la licencia judicial, el consentimiento ex-
preso de aquella, cuando se trata de enagenacion
para dotar á las hijas ó establecer á los hijos; y en
todo caso, es indispensable oh* á la muger, y pro-
bar la necesidad y utilidad de la enagenacion. (*)
Concluida la sociedad conyugal, el marido ó sus
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SOCIEDAD CONYUGAL. 149
herederos están obligados i devolver á la nrmgeiy
ó los suyos, los bienes dótales, ó su valor en caso
de no existir aquellos: los bienes que correspon*
dian al dominio de la muger, serán devueltos áios
30 días después de la disolución del matrimonio;
y el valor de los íungibles, a los 6 meses. Si tuvie*
re el marido que restituir dos ó mas dotes, se paga-
rá de preferencia la anterior, pero solo con bienes
propios del marido, ó la parte de sus gananciales;
en caso de quiebra, pufren las dotes á prorata.
La dote meramente, confesada, ó en que no hay
constancia de su constitución; no goza de la pre-,
lacion dotal; y por lo general, se sujeta á reglas so-
bre arras, donaciones, ó legados, según que se hu-
biese hecho la confesión antes del matrimonio, du-
rante él, ó por causa de muerte.
La prescripción de inmuebles dótales no corre
contra la muger durante el matrimonio, á menos
que hubiese empezado el término antes de su ce-
lebración; siendo responsable el marido de las pres-
cripciones y deterioros que hubiesen sobrevenido
por su negligencia.
III.
OTROS BIENES,
Parafernales,
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150 COSAS.
genarlos ni hipotecarlos, ni parecer en juicio por
ellos, sin consentimiento del marido ó autorización
judicial. En queriendo, puede la muger entregar
á su marido todos los parafernales, ó solamente al-
gunos, para que los administre, pudiendo exigir su
devolución siempre que guste, y gozando los bie-
nes todos los privilegios de la dote, excepto el de
prelacion. Cuando no hay dote, queda constituida
por ministerio de la ley en la mitad de los parafer-
nales. .
Arras.
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SOCIEDAD CONYUGAL. 151
La muger qué sin justa causa no quiere habitar
en casa del marido, ó la abandona, no participa
de los gananciales por todo el tiempo de su sepa-
ración; y si cayó en adulterio pierde enteramen-
te su derecho. Algo mas, si se prostituye la viuda,
pierde á favor de los herederos del marido la par-
te que le corresponda por gananciales. Los ali-
mentos que se le den antes de hecha la división de
bienes se imputarán á sus gananciales; y lo que
producen los bienes pro-indiviso es común al cón-
yuge superste y los herederos del otro.
Reservas.
Cuando el padre 6 madre tienen descendencia
de diferentes matrimonios, y suceden a algún hijo
legítimo, están obligados á reservar la propiedad
de esta herencia para los hermanos enteros del hi-
jo heredado y sus sobrinos legítimos. Los demás
ascendientes tienen la misma obligación, cuando
los prenotados hermanos ó sobrinos, y aun los tíos,'
en este caso, no desciendan de ellos, ó no sean sus
únicos herederos forzosos. Idéntico deber tienen
el padre, la madre y los ascendientes que suceden
aun hijo ilegítimo, siempre que este deje herma-
nos que, á falta de padres, fueran sus herederos le-
gales.
Cuando el padre y la madre suceden juntos á
un hiio, legítimo, muerto cualquiera de ellos, go-
zará de esta parte el superviviente; mas no, si el
hijo fué ilegítimo; que entonces, á la muerte de
cada uno de ellos, se devuelven los bienes reserva-
dos. A la devolución tienen únicamente derecho
los parientes que viven y son legalmente capaces
al tiempo de morir la persona que devuelve.
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152 COSAS.
Los ascendientes gozan en los bienes reservables
el usufructo; pero este se consolida con la propie-
dad, si dicho ascendiente filé expresamente dis-
pensado en testamento, ó durante el tiempo del
usufructo mueren ó caen en incapacidad de here-
dar todas la6 personas para quienes se reservó la
propiedad» No hay, por consiguiente, obligación
de reservar, si al tiempo de suceder el ascendiente
no existe persona alguna de las que causan la re-
serva; menos son reservables lo» bienes que adqui-
rió el descendiente de su ascendiente por título
gratuito, ni los que se dejan en calidad de legado
sobre el tercio de libre disposición.
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SERVIDUMBRES. 153
CAPÍTULO VI. De
ARTÍCULOS 1077—1218.
SUUIRIO—Fundamento de las servidumbres—Clasificación.
PERSONALES—üsufrueto^Sxx constitución—Objetos
sobre que se constituye—Derechos y deberes del
usufructuario y del propietario—Necesidad del
inventario y la fianza— . Uso y habitación—su
doctrina peculiar.
SERVIDUMBRES REALES—Clasificación y doctrina de
las legales—Clasificación y doctrina de las
convencionales—»
Mono DE ADQUIRIR T PERDER las servidumbres.
CAPELLANÍAS—Disposiciones en cuanto á las
capellanías legas y eclesiásticas—Laicalización—
Patronato.
i.
;' . IDEA DE LA{5 SERVIDUMBRES Y SUS CLASES.
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SERVIDUMBRES. 155
constante el usufructo, y parte antes ó después, le
corresponden tan solo en proporción al tiempo
corrido.
Si el usufructo comprende cosas que se deterio-
ran con el uso, el usufructuario cumplirá con de-
volverlas en el estado en que se hallaren; si com-
prende un bosque, ha de hacer solamente el uso
de costumbre; y si en canteras ó minas de cal ó
sal, puede explotarlas, pero sin abrir bocas nuevas.
Corresponden también al usufructuario las servi-
dumbres de la cosa y los aumentos que recibe por
aluvión.
No puede reclamar indemnización alguna por
las mejoras que haga; pero tampoco es respon-
sable de los deterioros, salvo que provengan de
culpa ó dolo de su parte. £1 propietario debe ha-
cer las reparaciones sustanciales de la cosa, en
que no haya culpa del usufructuario; á quien le
corresponden las que fueren necesarias para con-
servar la cosa fructuaria, así como el pago de laq
contribuciones y gravámenes ordinarios, y las COÉK
tas ocasionadas en pleitos relativos al usufructo.
Ni el propietario ni el usufructuario están obli-
gados á levantar un edificio arruinado por vejez Q
accidente; y si lo hace el primero, debe abonarle
el usufructuario los intereses del capital invertido
en la reconstrucción, si quiere que continué el usu-
fructo. Cuando el usufructuario redime la finca de
alguna deuda con que estaba expresamente gra*
vada adquiere los derechos del acreedor.
El usufructuario toma las cosas en el estado en
que se hallan; mas antes de entrar en su goce, ha
de afianzar su administración é inventariar los bie-
nes muebles. Si no presta la fianza, se arriendan
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156 «os>As.
los inmuebles y se venden las mercaderías, y aun
los demás muebles, y su valor se coloca á interés;
r
estos réditos y aquellos arrendamientos se entre-
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158 COSAS.
de campos. La finca que goza de la servidumbre,
se llama predio dominante; y la que sufre el grava-
men, sirviente. La servidumbre es inherente á los
predios, con los cuales se trasfiere; y se debe á to-
dos y á cada uno' de los dueños del predio domi-
nante, por todos y cada uno de los del sirviente.
La división mas importante que conviene hacer
de las servidumbres prediales, es'-en legales y con-
vencionales: las primeras se establecen por ministe-
rio de la ley, en beneficio público, aun sin expresa
voluntad del dueño; en las segundas, se tiene mas
en cuéntala utilidad privada, y debe preceder ne-
cesariamente el beneplácito de los individuos.
Legales.
• Por solo su situación están sujetas las tierras mas
bajas á recibir las aguas que les vienen natural-
mente de otras mas altas. £1 que tiene manantial
en su heredad puede usar de él a su arbitrio* sin
perjudicar el derecho que otro propietario de he*
redad mas baja haya adquirido; y si beben de sus
aguas los habitantes de un pueblo, no debe mudar
su curso, aun cuando estos no hubiesen consegui-
do el uso del agua por ninguno de los medios co¿
mo se adquiere la servidumbre, en cuyo caso po»
drá exigir una indemnización. Cuando las a^paa
atraviesan diferentes heredades han de distribuirse
conforme á sus respectivos títulos, y reglamentos
especiales.
Todo propietario puede en cualquiertiempo obli»
gar á deslinde á sus vecinos; así como á demoler 6
apuntalar los edificios ruinosos; ó bien, pedir au-
torización para hacerlo él, quedándole responsable
por los gasto» el propietario.
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SERVI0UMBUES. 169
Toda pared» zanja 6 cerco, situados entte dos
fundos; se presumen comunes4, y á su reparación
deben contribuir á prorata los propietarios colin-
dantes. Si los edificios son de diversa altura, la pre-
sunción de medianería en la pared está solo hasta
donde llega el menos elevado. En este caso, cual-
quiera de los dos puede levantarla mas, siendo de
su cargo los gastos de reparación; y si el vecino qué
no hacontribuido quiere adquirir la medianería,pan-
gará la mitad de su valor. Todo propietario puede
edificar contra una pared medianera* ó colocar en
día tirantes y vigas hasta la mitad de su grueso, con
tal de no perjudicar la pared; y si no contribuyójk'
su construcción, debe antes pagar la mitad del va-
lor hasta la altura que necesita.
Todo propietario tiene derecho de pedir que se
corten las ramas de los árboles del vecino que se ex-
tiendan sobre su fundo, y hacerio él mismo con las
raices que tfe hallen en este caso. El que abre zanja
ó acequia, ó construye chimenea, horno ó cualquie-
ra obra que perjudique una pared medianera ó del
vecino, está obhgago&tomar todas las precaucio-
nes necesarias para evitar el daño. Ningún vecino
puede, sm concesión-previa del dueño de la casa
contigua, abrirvsentanas en pared divisoria, mito-
ce? que corran las aguas Ae su casa á la propiedad
del vecino.
Los pozos, algibes, desagües, amáñales y demás
objetos semejantes, comunes á dos ó mas hereda-
des vecinas, deben conservarse á expensas de los
propietarios de estas; y el dueño de campos que
no pueden ser regados sino atravesando acueduo
to por heredad ajena, tiene derecho á ello, pagan-
do el valor del terreno que ocupe y los perjuicios
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%
Í60 COSAS.
que cause; y afianzando ademas la indemnización
de los futuros, cuando haya razón de temerlos.
El propietario de una finca que no tiene salida
alguna al camino público, puede reclamar un pasaje
por la finca del vecino, indemnizándole el valor de
esta servidumbre y los perjuicios que resultaren, los
cuales procurará que sean los menores posibles; y
quedándole al propietario la facultad de variar el
camino, siempre que este nuevo ofrez-. ca al del
predio dominante la misma facilidad para el
tránsito. Cesa este derecho, desde que el propietario
adquiere otro terreno por donde pueda dar .salida a
su finca.
Convencionales.
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SERVIDUMBRES. . 161
ó pozo del vecino; introducir bestias ó ganados en
su heredad para darles de beber ó apacentarlos; ha-
cer ó cocer cal, ladrillos, ó cosas semejantes, en
finca ajena; ó sacar de ella tierra, arena ó piedras.
La extensión y demás condiciones de estas ser-
vidumbres deben especificarse en sus respectivas
fundaciones, teniendo ademaos presente la costum-
bre del país. A falta de determinación expresa, la
senda debe tener una vara de ancho, la carrera dos,
y tres el camino, salvas las curvaturas necesarias
por la sinuosidad del terreno. En el acueducto, el
dueño del predio dominante conserva- el cauce ó
canal, sin perjudicar al fundo sirviente. Y en gene-.
ral, el dueño de aquel, sea cual fuere la servidum-
bre, debe hacer los gastos necesarios para usarla;
que el del sirviente solo está obligado á no entor-
pecer el uso de la servidumbre, de cuyo gravamen
puede libertarse abandonando la heredad.
IV.
MODOS DE ADQUIRIR Y PERDER.
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162 COSAS.
mente lo requieren. Establecida una servidumbre,.
se entiende concedido todo cuanto es necesaria
parausarla-Las mugeres casadas, los menores,
tutores, propietarios pro-indkiso y usufructuarios,
no pueden constituir servidumbres reales-, pero sí
adquirirlas para el propietario del predio
dominante; y el costanero las gana en favor de la
finca indivisa aun-r5 lo ignoren ios demás
condueños. Es permití-al propietario establecer
servidumbres prediales sobre finca gravada con
usufructo, siempre que esto no perjudique al
usufructuario.
Extíhguense las servidumbres personales: por
muerte, renuncia o remisión de quien las goza; *
consolidación de derechos; prescripción por el no
uso; pérdida ó destrucción tota! de las cosas gra-
vadas; y conclusión del tiempo, ó cumplimiento de
condición. El usufructo otorgado á una persona ju-
rídica, ó corporación, sin designar tiempo, acaba á.
los 30 años; y el establecido hasta que una persona
determinada llegue á una edad fija, acaba el dia en
que la tal cumpla, ó hubiera cumplidb esa edad. Ni la
destrucción parcial de la cosa, ni su venta, extinguen
la servidumbre; aquella no haría mas
3ue reducirla. La renuncia con perjuicio de acree-
ores, puede ser anulada por pedimento de estos.
Las prediales se pierden: por confusión ó conso-
lidación de dominios; remisión ó condonación ex-
presa ó tácita; y no uso de 10 años entre presentes
y 20 entre ausentes, las continuas; y 15 entre pre-
sentes y 30 entre ausentes las descontinuas; cuyo
término comienza en aquellas, desde que dejó de
hacerse el uso; y en estas desde que se practicó
alguna cosa contraria á la servidumbre. Cesan, sfc
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CAPELLANÍAS. 163
los predios llegan al estado de no poder servir; pero
reviven cuando se restablecen estos, á no ser que
entre tanto se hubiesen perdido por prescripción.
Si cualquiera de los predios, dominante ó
sirviente, .se destruye en parte, continuará la
servidumbre en cuanto sea posibla
Si el predio dominante pertenece á muchos due-
ños pro-indiviso, el uso que cualquiera de ellos ha-
ga de la servidumbre impide la prescripción; co-
mo y también sucede cuando usa una persona ex-
traña, con tal que lo haga por consideración #1 pre-
dio dominante. Si entre los comuneros de este hay
alguno contra quien no puede correr la prescrip-
ción, su privilegio ampara á los demás, pjientras
dure la comunidad, por el principio general de res-
trinjir lo odioso y ampliar lo favorable,
IV.
CAPELLANÍAS.
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CAPELLANÍAS. 165
quier caso de vacante por muerte, incompatibili-
dad, ú otra causa, entra á gozar el inmediato su-
cesor, previa adjudicación legal; y le corresponden
los frutos desde que ocurrió la vacante.
Patronato.
Patronato es el derecho de presentar alguna per-
sona para que se le confiera beneficio, y cuidar de
los bienes de este. Puede ser nacional ó privado: el
primero se ejerce por el Gobierno, y sus deberes,
atribuciones y regalias se determinan por leyes es-
peciales: el segundo corresponde á algún individuo
ó corporación, y para su ejercicio se requiere ma-
yor edad; mientras la cumplan los patronos llama-
dos, funcionan por ellos sus padres ó guardadores.
El patrono debe hacer la presentación dentro de
4 meses después de sabida la vacante, término que
en los casos litigiosos empieza a correr desde que se
ejecutoríe la sentencia; y mientras tanto el patro-
no que administra rentas, debe cumplir con los car-
gos del beneficio reservando el sobrante. Por lo
demás, el patrono ha de sujetarse estrictamente al
instrumento de fundación, pero nunca presentarse
á sí mismo.
Cuando los patronos sean dos ó mas y deban fun-
cionar juntos, se procederá á votación por mayoría,
y en caso de empate decidirá la suerte; En faltan-
do las personas llamadas por el fundador, cuya vo-
luntad rije para la sucesión, recae el patronato en
el Gobierno; mas, las presentaciones que se hacen
en razón de dignidad eclesiástica, son inherentes al
cargo y no á la persona.
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TERCERA PARTE.
OBLIGACIONES.
CAPÍTULO I.
PRINCIPIOS GENERALES.
ARTÍCULOS 1219—1304.
SUMARIO—Idea dé acción—excepción—obligación—contrato
—cuasi-contrato—promesa—delito y cuasi-delito—En que
sentido son los contratos fuente de las obligaciones—Di ver-
sas clasificaciones de los contratos-—Idea de su perfección—
Requisitos esenciales, consentimiento libre, capacidad legal,
cosa cierta, causa justa—Requisitos naturales y accidenta-
les—Efectos de los contratos—Prestación de doloy culpa—
Obligación de entrega alternativa—Mancomunidad en de-
rechos y obligaciones—Pena convencional—Condiciones,
positivas y negativas, posibles é imposibles, licitas é ilíci-
tas, morales é inmorales, suspensivas y resolutorias.
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168 OBLIGACIONES.
ma el nombre de excepción. Ambas á dos tienen
de variar y modificarse conforme al objeto sobre
que recaen, al fin que se proponen, y á los trami-
tes que deben seguirse; así, hay acciones persona-
les, reales, mixtas, hipotecarias, petitorias, poseso-
rias, civiles, penales, fya. La clasificación comple-
ta de ellas y el modo especial de entablarlas y pro-
' seguirlas, corresponden a un curso de práctica: al
derecho civil le atañe únicamente estudiarlas en
su fuente, en el principio de donde emanan, en lo
que constituye su título fundamental.
£1 fundamento de las acciones está en la obliga-
ción* que nace de la ley .misma, ó de un acto del
hombre: cuando este es lícito, dá origen al contra-
to, al cuasicontrato y a la promesa; cuando ilícito,
al delito y cuasi-delito. Contrato es el acto permi-
. tido por la ley en que una persona se compromete
expresamente y con libertad á dar, hacer, ó no ha-
cer alguna cosa en favor de otra; en el cuasi-con-
trato, este compromiso ó convenio es tácito; y en la
promesa ó estipulación, no hay mas que la declara-
ción de querer conceder á otro alguna cosa ó al-
gún derecho: es un compromiso de futuro, pero
si se acepta produce la misma obligación que el
contrato. El delito es un acto prohibido por la ley,
con el cual se viola intencionalmente el derecho de
otro; en el cuasi-delito no falta mas que la inten-
ción deliberada de dañar.
Pero no se piense que cuando hablamos de los
contratos como fuente ole las obligaciones, preten-
demos sostener que producen ó crian por sí los
derechos. Tal doctrina es manifiestamente absur-
da, porque entonces no habría contratos injustos,
supuesto que ellos eran de suyo el origen de toda
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PRINCIPIOS GENERALES; 169
justicia. En el contrato no se hace masqué reconocer
derechos preexistentes, que una vez determinados no
está al arbitrio délos contratantes negar-" te á
satisfacer y cumplir. Hé aquí el principio de la fuerza
obligatoria en los contratos, los cuales para merecer el
nombre de actos humanos deben ce- v lebrarse con
pleno conocimiento y amplia libertad1.
Los contratos se dividen en unilaterales y bila-
terales, según que la obligación recaiga sobre una
sola de las partes, ó sobre ambas á dos; condiciona-"
les & absolutos, según que su cumplimiento depen-
da ó' ño de alguna condición; y consensúales, rea-
les, aleatorios y dé confianza, conformé se perfec-
ciotien por el simple consentimiento, entrega de
la cófea, un acontecimiento incierto, fría confian-
za. í/lámañse accesorios cuando' dependen de otros
que subsisten por sí solos, denominados pHncipa-'
tes, y cuyo cumplimiento aseguran.
Los que tienen un nombre determinado en el
derecho, se dicen nominados/' ¿innominados lo?
que no lo tienen, los cuales pueden reducirse á es-r
tas grandes clases: doy para qué des, doy para que
hagas, hago para des, hago para qué hagas, si bien
en casos determinados, los contratos innolhina-
dos pueden reducirse a alguna, dé las especies
nominadas^- y tal parece ser la tendencia del Códi-
go. Todos estos diferentes contratos pueden cons-
tar de un documento escrito qué suele llamarse
título, el cual no debe confundirse con aquellos,
ni con su título filosófico. La, perfección áe un con-
trato consiste en la cualidad ó circunstancia en vir-
tud de la cual se puede pedir su cumplimiento á
la autoridad pública.
En todo contrato hay que considerar tres clases
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170 OBLIGACIONES.
de requisitos: esenciales, naturales y accidentales;
y los efectos que producen.
Requisitos.
Para la validez de un contrato son estos los re-
quisitos esenciales: consentimiento libre, capacidad
legal de las partes, cosa cierta y causa justa. Es
nulo, por consiguiente, el contrato efectuado por
error que recae sobre la sustancia ó circunstancia
principal de la cosa; ó por dolo, que es toda espe^
cié de artificio ó astucia, intencionalmente emplea-
da, cuando sin él no se hubiera celebrado tal con-'
trato; ó por violencia, llamada fuerza de varón
constante, que debe consistir en una impresión
proñinda en el ánimo del que la sufra, amenazán-
dosele con un mal grave en su persona, la de su
cónyuge, ascendientes 6 descendientes, ó con la
pérdida de todos ó parte considerable de sus bie-
nes, y no estimándose como violencia el temor re-
verencial á los padres, ni los medios legales de
coacción empleados por la autoridad. Pero estas
causales no se presumen; es necesario probarlas,
diciendo de nulidad del contrato. El consentimien-
to puede expresarse: directamente, ó por medio de
persona autorizada, ó por un gestor de negocios
bajo su responsabilidad.
Son legalmente capaces para contratar todas las
personas; excepto las siguientes: los menores no
emancipados; las mugeres casadas, si no están su-
ficientemente autorizadas; los locos, ó fatuos, y los
pródigos declarados; por todos los cuales contra-
tan las personas bajo cuyo poder se hallan. Tam-
bién son incapaces los religiosos profesos. No quié-
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PRINCIPIOS GENERALES. 171
re decir, que estos hombres sean ineptos para dirijir
sus relaciones, ni que la sociedad los desnude de
este derecho; ellos se han despojado voluntaria-
mente, y la ley no hace mas que reconocer un he-
cho consumado.
Pueden ser objeto de contrato todas las cosas
que están en el comercio de los hombres, sean cor-
porales é incorporales, presentes ó futuras, y aun
el simple uso o posesión; con tal que se determi-
nen al menos en especie, y no se refieran a la su-
cesión de una persona que no ha fallecido, ó cuyo
fallecimiento se ignore,
Últimamente, es necesario que haya una causa
motiva del contrato, y causa verdadera y lícita, es-
to es, conforme á las leyes y buenas costumbres,
Esta, como el consentimiento libre, se presume
mientras no se pruebe lo contrario.
A mas délas circunstancias esenciales,sin las cua-
les no podría existir uncontrato,hay otras naturales.
cuya omisión no invalida el acto, y que se presu-
men aun cuando no se hallen estipuladas; y final-
mente otras accidentales que pueden pactarse ó no,
pero que no se presumen si no están expresamente
determinadas; así, en la compra-venta, el con-
sentimiento es una circunstancia esencial; la evic-
cion, natural; y accidental, el pago en oro ú otra
moneda.
Efectos de los contratos.
Una vez realizado el contrato, cada parte con-
tratante puede exigir su cumplimiento y ser €om-
pelida á él: á lo primero se reserva en el campo
de lo civil el nombre de derecho; y el de obli-
gación á lo segundo; y no solo quedan obligados á
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472 OBLIGACIONES.
lo que hayan pactado expresamente, lo cual se Hac-
ina de estricto derecho, mas también a lo que sea
de equidad ó de ley; por sí y sus herederos, á no
ser que lo repugne la naturaleza del convenio, 6 se
les excluya expresamente. Loa que contratan sin
representación especial de otros, aunque lo hagan
á nombre de estos, quedan personalmente obligar
dos; sin embargo, se puede prometer el hecho de
un tercero con cargo de indemnización si no lo
cumple, y aun contratar en favpr suyo sin su con-
sentimiento; en aceptando queda obligado el tal,
sin que pueda deshacer el contrato los que lo cer
lebraron.
Los acreedores de una persona que tiene dere-
chos reconocidos en un contrato, pueden ser auto-
rizados para reclamarlos, si no lo hiciere oportuna-
mente el deudor, á fin de evitar así toda desenten-
dencia de este en fraude de sus acreedores.
A la obligación de entregar una cosa vá unida la
dé cuidarla entre tanto; y los riesgos pasan al otro
contratante desde el dia en que haya debido recir
birla, aun cuando no se hubiese verificado la entrer
ga, salvo el caso de haber sido moroso el que tenia
la cosa, esto es, no haberla entregado en el dia y
sitio convenidos, ó después de requerimiento legal.
Los contratantes no solo quedan obligados 4
.cumplir lo pactado, mas también á resarcir los da?
ños y perjuicios emanados directamente de la ineje-
cución ó contravención, siempre que haya dolo 6
culpa de su parte. Rejamos indicado ya lo que es
dolo; la culpa consiste en una acción ú omisión
perjudicial á otro, pero sin intención de dañarle;
llamase lata, cuando se omite una diligencia ó pre-
caución que está al alcance aun de los hombre^
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PRINCIPIOS GENERALES. 173
fñenos cautos; leve, si la pmision consiste en una
<Je aquellas precauciones que suele tomar un pa-
dre de familia, ó una persona de regular tino; y le-
vísima, cuando la omisión solo podría haber sido
repiediada por upa persona muy suspicaz y diligen-
te. Como se vé, estos signos característicos son
bástante vagos, y no pueden determinarse á prio-
ri9 ni constituir una clasificación lógica; sin embar-
go, la que acabamos de indicar es importante en
la práctica, y se suele determinar aproximadamen-
te el género de culpa cuando ocurre el caso.
Esto supuesto, los contratantes deben en todo
caso prestar el dolo y la culpa lata, esto es, resar-
cir los daños ocasionados con tal motivo, los cua-
les consisten en menoscabos sufridos, ó ganancias
dejadas de obtener; la culpa leve se presta por am-
bos cQntratantes cuando la utilidad es recíproca
entre ellos; y cuando cede en favor de uno solo,
en los contratos unilaterales, este es el único obli-
gado á prestar hasta la levísima.
En las obligaciones de pagar cierta suma, á falta
de pacto expreso, se reparan los daños con A
interés legal de 6 qp 100 al año, ó con el que se hu-
biese estipulado, y que los juristas llaman interés
punitorio ó moratorio; cuando hay algo expresa-
mente convenido sobre daños, debe cumplirse cual
se pactó.
Cada contratante tiene derecho á pedir que se
le autorize para obligar al que hubiese faltado al
cumplimiento de lo convenido, ó destruir lo que
se hizo en contravención; todo á costa del culpa-
ble. En las cláusulas dudosas de un contrato, debe
investigarse lógicamente la intención de las partes,
teniendo en cuente él sentido de las demás
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174 OBLIGACIONES.
cláusulas, ó el de otros contratos semejantes cele*
brados por la misma persona, las costumbres del
lugar y las demás circunstancias peculiares.
Otras obligaciones.
Entrega alternativa.—Cuando el contrato tie-»
ne por objeto la entrega de una de varias cosas, ak
ternativamente, puede la parte obligada entregar
á su beneplácito cualquiera de ellas, ó bien su va-»
lor, caso de haber perecido todas; mas, si la elec*
cion se reservó al acreedor, será este quien escoja.
cualquiera de las cosas existentes, 6 su precio,
Mancomunidad.
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PRINCIPIOS GENÉRALES. 171
recíproca, si alguno de los codeudores fiíese insol
vente, la falta que resulte será cubierta por todos
los demás. . % '
Si uno de los deudores solidarios llega á ser he-
redero del acreedor, ó al contrario, la confusión no
extingue la mancomunidad de los ciernas, sino en
la parte correspondiente al dicho acreedor ó al deu-
dor. La mancomunidad se extingue solo por vo-
luntad expresa del acreedor. Si dos ó mas se obli-
gan juntamente, sin mancomunidad expresa ni de-
signación de la parte por que cada cual haya de
responder, quedan obligados por igual*
Pena convencional*
Para asegurar el cumplimiento de ün contrato
puede estipularse como envía de sanción, una cláu-
sula penal, que regularmente consiste en el pago
de cierta cantidad. Esta puede referirse ó á la de-
mora tan solo, ó á la falta de cumplimiento: en el
primer caso, se exije aun cuando llegue k cumplir-
se el Contrato, si hubo tal demora; en el segundo,
solamente cuando no se cumple. Si el contrato es
nulo, queda sin efecto la cláusula penal; mas la
nulidad peculiar de esta no envuelve la de aquel.
En caso de enagenacion, puede el acreedor pedir,
6 el cumplimiento del contrato, ó la aplicación de
la pena; pero no una y otra, á menos que la pena
se hubiese estipulado por el simple retardo.
Condiciones.
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176 OBLIGACIONES.
Las condiciones se dividen en positivas y negativas
según consistan en que se verifique ó no el aconte-
cimiento; posibles é imposibles, conforme puedan ó
no cumplirse naturalmente; lícitas é ilícitas, según
estén ó no permitidas por la ley; morales é' inmo-
rales, según que sean ó no conformes á las buenas
costumbres; suspensivas, cuando aplazan hasta su
realización el cumplimiento del contrato; y resolu-
torias, cuando al ocurrir extinguen la obligación.
En general, las condiciones inmorales, ilícitas é
imposibles positivas, vician el contrato; las impo-
sibles negativas se suponen no puestas. La con-
dición de substraer una materia profana del co-
nocimiento de los juzgados ordinarios para some-
terla á la jurisdicción eclesiástica, se reputa ilícita;
y pe* consiguiente cuando es esencial, anula el
contrato; y en siendo accidental, se supone no
puesta. Igualmente es ilícito y produce nulidad, el
abandonar el cumplimiento de un contrato á la vo-
luntad de la paite obligada, porque esto tiende á
desnaturalizar el derecho despojándolo de su fuer-
za obligatoria y su carácter coactivo.
En toda condición suspensiva, es necesario aguar-
dar á que se realize ó no el acontecimiento, según
fuere positiva ó negativa, para exigir el cumpli-
miento del contrato; cuando es positiva y pasa el
término sin verificarse el hecho, ó se conoce desde
antes que es imposible de ocurrir, caduca el con-
trato, y viceversa; tales circunstancias en la negati-
va importan el cumplimiento de la condición. Los
contratos á plazo están verificados bajo condición
suspensiva y no puede exigirse su cumplimiento
antes de que se venza aquel; salvo que el deudor
caiga en quiebra, ó disminuya por su cúlpalas ga-~
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PRINCIPIOS GENERALES: 177
rantias debidas al acreedor. Si por error paga al-
guno antes de tiempo, puede pedir la devolución,
a menos que se tema con fundamento su insol-
vencia;
La condición resolutoria extingue la obligación^
y repone las cosas al estado que tenían antes de ce-
lebrarse el contrato; En todo contrato bilateral, la
falta de uno de los contratantes se estima como
una condición de este género. Por lo demás, es
necesario atenerse fielmente á las condiciones pac-
tadas; y cuando se realizan, es considerado eficaz
el contrato desde el dia en qué se celebró;
*~m
23
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173 OBLIGACIONES.
CAPÍTULO ir:
De la Compraventa y de la Permuta'.
AfeTÍcüLOs 1305—1539;
SüHAiuo-^^íocion del contrato—Diferentes clases de venta, j
modos de celebrarla—Requisitos indispensables—Caduev
dad—Promesa de venta—Arras—Cosas vendibles—Perao-
ñas que pueden comprar y vender—Prohibiciones absolu-
tas y parciales—Derechos y obligaciones del vendedor-»-
Idea de la evrociony del saneamiento*—Derechos y obliga-
ciones del comprador—Idea de la acción redkibituria y de
la quanti »»nor&<—Pactos de adición en dia y de ley comi-
soria—Retróbenla—Lesión—Retracto y sus diferentes cla-
ses—Orden de su prelacion—Traslación de créditos y de-
rechos—Ventas públicas—PERMUTA.
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COMPRA-VENTA. 179
que ni este ni aquella se entreguen; y puede cele-
brarse por escritura pública ó privada; de palabra,
ó por medio de cartas; personalmente, ó por apo-
derado especial; mas, si £ versa sobre bienes in-
muebles, y acciones ó servidumbres^ ellos inhe-
rentes, debe otorgarse escritura pública, bien que,
su falta ó dilación no invalidan el contrato. Solo
cuando se estipula el otorgamiento de escritura pú-
blica como requisito de la venta, no hay contrato
mientras no esté otorgada, por ser esta una condi-
ción suspensiva.
La venta puede ser pura ó condicional: en esta,
la propiedad, como los demás efectos, se arreglan
á los principios generales sobre condición; en aque»
Ha, la propiedad de la eosa pasa inmediatamente
al comprador. Cuando las cosas vendidas son de
aquellas que se pesan, miden ó cuentan, no pasa
el riesgo al comprador mientras no se hayan pe*
sado, medido ó contado; salvo que se hubiesen
vendido en conjunto, ó á bulto, ó que el compra-
dor no concurriese á verlas pesar, medir ó con-
tar el dia señalado en el contrato, ó cuando le em-
plazare el vendedor. La venta a prueba se reputa
hecha bajo condición suspensiva; y la de cosas que
se examinan al gusto antes de comprarlas, no se
supone perfeccionada mientras no las haya cata-
do el comprador por sí ó por medio de otro,
Por la simple promesa de venta, quedan obligar
das las partes á celebrarla dentro del plazo que se
fije, y en su defecto, del término legal de 3 años
páralos inmuebles, y 1 páralos muebles, que es el
máximum de los que pueden estipularse. Cuando
la promesa vá garantida por cierta cantidad que
,se dá en señal, denominada arras, puede cual-
186 , OBLIGACIONES.
Quiera de los contratantes revocar su consentimiett*
tb dentro del término, perdiendo las arras el que
las dio, ó devolviendo el doble quien las hubiese
recibido, según fueren, aquel 6 este, los que desis-
tiesen; pero trascurrido el plazo sin que ninguno
tie los pactantes hubiese demandado el cumplí-*
atiento de la promesa, quedan libres de la obliga-*
tíon, y recobra las arras el que las constituyó. Esfc
te es un mutuo disenso tácito.
Si se hubiese pactado alternativamente, ó cum^,
plir el convenio, ó pagar una multa determinada,
Hitísfecha esta, cesa la obligación principal; mas si
el pacto no fué alternativo, hay el deber de cum-
plir el contrato y pagar ademas la multa, y las cos-
tas del juicio: eñ renunciando á la multa, se pue-
de pedir indemnización de daños y perjuicios.
En la venta hay que considerar el precio, la tó-
m y las personas que contratan,
El precio debe ser cierto, verdadero y justo: vier-
to, ó lo que es lq mismo, determinado expresamente
6 de un modo relativo, ya fijando la cantidad, ya re-
firiéndose al precio corriente, al que tenga la cosa
en cierto lugar y tiempo, al mayor que se ofrezca en
remate, al que resulte ele la tasación íntegra ó con
rebaja, ó al que fije una tercera persona; pero en
este caso, sj no llega á fijarse el precio, caduca la
venta; y en el de tasación deben sujetarse los con-r
tratantes á decisión judicial si no se conforman
con el avaluó. Verdadero, pues de lo contrario se^
ria donación; y por eso las ventas simuladas, que
regularmente suelen hacerse en fraude de ajenos
derechos, son nulas; últimamente, debe ser jtis^
¿^quiere decir, corresponder próximamente al va-*
IpT real de la cosa, por lo cual pueden rescindirse
COMPRA-VENTA. 181
aquellas en que hay una desproporción muy nota*
ble, ¿orno cuando lo que damos vale menos de la mi-
tadde loque recibimos, Ademas, el precio debe fijar-
se en dinero, ó bien en dinero y especies,siempre qúp
la cantidad de dinero exceda á lá mitad del valor de
Jacosa,que de lo contrario seria permuta y no venta;
En cuanto á la cosa, puede venderse todo lo que
está en el comercio de los hombres, con tal que no
se refiera á la herencia de una persona que vive, ni
haya otra prohibición especial; las corporales y tan>
bien las llamadas incorporales, créditos, herencias
Ír servidumbres; no solo las presentes, mas también
as futuras, con tal que se determinen aunque sea
en especie; y hasta una esperanza incierta, como la
redada que puede sacar un pescador. Son vendi-r
bles también las cosas litigiosas, siempre que ten-
ga conocimiento de ello el comprador; sin ser par-r
te la venta á desnaturalizar el juicio, porque con
ella no se hace otra cosa sino sustituir un litigante
en lugar de otro. Pero en toda venta, la cosa debe
ser cierta y conocida del comprador, bastando para
ello los informes que tome privadamente, aun»-que
no haya reconocimiento personal; y si recae sobre
posas alternativas, es indispensable fijar e\ precio
de cada una de ellas,
Si cuando se hizo la ventó habia perecido to*
talmente la cosa vendida, caduca la venta; si solo
estaba menoscabada, puede pedir el comprador la
rescisión ó una rebaja. No hay venta de lo ajeno, ni
compra de lo propio: si se vende una cosa de otro,
el comprador no adquiere dominio, sino mera po-
sesión; si uno compra lo suyo por haberlo creído
del vendedor, tiene derecho á conservar la cosa y
que se le restituya el precio.
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182 OBLIGACIONES.
Por lo que hace á las personas pueden comprar
y vender todas las personas capaces* que no ten-
gan prohibición especial. Ninguno de los conyu-
ges puede comprar nada al otro; pero sí adjudi-
carle lo que baste para el pago de sus derechos en
«aso. de divorcio declarado, ó de separación judi-
cial ó convencional de bienes. Tampoco pueden
comprar por sí ni por medio de otros: el guarda-
dor, los bienes que estén á su cuidado; el admi-
nistrador, los de beneficencia, establecimientos, y
en general de cualquier comunidad, que estén á su
«cargo; mas el de bienes de particulares, puede
comprarlos de su dueño propio.
Igualmente es prohibido al mandatario corri»
prar los bienes de que está encargado, sin permiso
expreso del mandante; al albacea, los de la tes-
tamentaria que administra; y al juez, los que se
venden por su orden. Menos pueden el escribano
ni los peritos que intervienen en un juicio, com-
prar los bienes que se vendan judicialmente por
sentencia expedida en dicha causa; ni el abogado,
ni el procurador, los del reo que hubiesen defendi-
do; ni los acreedores, las mercaderías ó cosas mue-
bles cuya *venta corre a su cargo.
PÍSÍ mismo, está vedado al Presidente de la Re-
pública y sus Ministros comprar los bienes na-
cionales, de beneficencia, instrucción pública, y
demás de cuya conservación deben cuidar direc-*
ta 6 indirectamente; ni los inmuebles de particu-
lares que se vendan en subasta. Esta misma pro-
hibición afecta á los Prefectos, Subprefectos y Go-
bernadores, siempre que los referidos bienes se ha-
llen en territorio de su mando.
$i alguna de las personas prohibidas compra una
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COMPRA-VENTA.' Í83
cósa¿ se deélara nula la venta; á petición del due-
ño del objeto ó sus representantes; y el compra-
dor pierde á favor de la beneficencia el precio.que
hubiese dado, el cual, na pudiendá ser Jnmediata-
menjfce devuelta, prpducirá interés-legal; pero si el
dueño de la cosa hubiese sufrido perjuicio, se le
resarcirá de preferencia, y no Bastando el pre-
cio, quedará el culpable obligado á pagar la difer
rencia. Si aun no hubiese dado el precio el com-
prador, en todo ó en parte, se le impondrá tina multa
igual á lo que se hallare por pagar; y en toda
¿aso, los contraventores quedan obligados á ías
♦Cíostas.
No pueden vender las personas incapaces; ni
menos, sino conforme á. las disposiciones especia-
les, el marido, los bienes de su muger; la muger
casada, los suyos propios; el alk^acea, los de su tes-
tamentaría; el guardador, los de la persona guar-
dada; y el administrador, las bienes públicos ó co-
munes de que está encargado. El administrador
de bienes particulares y el mandatario, necesita»
poder especial del dueño ó del mandante; y los
administradores de establecimientos públicos, li-
cencia del Gobierno previo informe del Prefecto
en cuyo territorio' se halle el establecimiento, de-
biendo efectuarse la venta en5 pública subasta. Las
iglesias y comunidades religiosas necesitan así mis-
mo permiso del Gobierno, previo informe del Or-
dinario respectivo. (*)
(*) El Código no requiere en estos casos público remate;
pero el Gobierno ¡debe exijirlo al conceder la licencia, pues
respecto de las Iglesias y comunidades militan las mismas
circunstancias de Tos administradores de establecimiento* pá-
bHcósr
Digitizéd by
^484 OBLIGACIONES.
El vendedor.
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COMPRA-VENTA. 185
de el vendedor demorar la entrega, hasta %te sé
remueva el obstáculo.
Está obligado el vendedor á \á evicciony sanea-
miento de la cosa vendida, esto es, á defenderla
enjuicio, si se promueve por causa anterior á. la
venta; y á pagar las costas del que en su defensa
hubiese seguido el comprador^ así como lo que es^
te perdiere en pleito, y el menor valor que tuviere
la cosa por vicios ocultos que no se hubiesen con-
siderado al tiempo de la énagenaeion. La eviccion
y el saneamiento se sobreentienden á falta de cláu-
sula expresa; mas, pueden ampliarse ó restrinjirse
á voluntad de los contratantes, y aun quedar libré
el vendedor; bien que tal facultad no se extiende
á los hechos dañosos que intencionalménté prac-
ticare. Él que de mala fé vende una cdsa ajena, en
caso de saneamiento, debe pagar todas las mejo-
ras que hubiese hecho el comprador, sin exceptuar
ni aun las de recreo.
Pasando ahora á ocuparnos de los derechos del
vendedor, diremos: que tiene facultad de exigir el
precio de la eosa en los términos pactados; y si no
se le paga, 6 no sé otorga la fianza estipulada, den-
tro de 2 meses por los bienes raices, ó de S dias
por los muebles, puede rescindir el contrato, y
disponer de las cosas que no hubiese entregado al
comprador; á quien puede exijir ademas, la resti-
tución de frutos, ó el pago de intereses por el pre-
cio no satisfecho, costas y perjuicios;
Cuando se ha pagado parte del precio, y no hay
estipulado plazo para la otra parte, se declara la
rescisión que pida el vendedor, si el comprador no
obla el precio debido, ó no otorga la fianza que fce
le exija, dentro de ocho dias de notificado. Si
• 24
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1S6 OBLIGACIONES.
los bienes* son muebles, y se hallan en poder de*
un tercero, la restitución no perjudica á los dere-
chos de este; bien que, no habiéndolos pagado, pue-
de el primer vendedor pedir la retención del pre-
cio. Si este es menor que el de la primera venta,
debe el segundo vendedor pagar la diferencia al
primero; así como se aprovecha del exceso, cuan-'
do es mayor.
En la venta de inmuebles, cuyo precio deba pa-
garse por partes en diferentes plazos, tiene también
derecho el vendedor á pedir la rescisión del con-
trato, si deja de hacer dos pagos consecutivos el
comprador; pero si solo se debiesen tres octavas
partes, ó menos, podrá únicamente cobrar la deu*
da con sus intereses, y las costas. Todo lo cual;
así como los daños causados por-la falta de pago,
será satisfecho por el comprador en el caso de res-
cisión; siendo obligación del vendedor devolver la
parte del precio recibido, y pagar los reparos nece-
sarios hechos en la cosa, y las mejoras insepara-
bles que aumenten su valor y renta, bien sea á ta-
sación, bien por el valor de los materiales y jor-
nales.
Si después de la venta se descubre en el inmue¿
ble vendido alguna responsabilidad cuyo valor ex-
ceda de la tercera paite del precio Ubre que per-
tenece al vendedor, puede este rescindir la venta,
abonando costas á mas del precio recibido. En los
casos de saneamiento tiene así mismo derecho el
vendedor á exigir rebaja, si él la hubiese hecho en
la venta.
El Comprador.
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:
COMPRA-VENTA. . itfl
el precio al recibir lá.cosa, ó bien en el dia y lugar ,
determinados. Si rehusa ó descuida recibir la cosa <
vendida, queda después de un requerimiento obli-
gado a pagar los daños y costas que causare al
vendedor; si no paga oportunamente, debe ademas
intereses por el precio, desde que recibió la cosa, si
produce frutos ó renta y no le libertó de dicho pago
GÍ vendedor, ó si aun no siendo fructífera la cosa, se
estipuló el interés en el contrato; y cuando es
requerido judicialmente, fuera de los casos
anteriores, está obligado á los intereses desde el dia
de la citación.
En la venta de bienes muebles que se rescinde
por falta de pago, es responsable el comprador por
la baja del precio que puedan sufrir aquellos y por
las costas; y si desmejora de fortuna antes de ha-
ber pagado, puede ser compelido a afianzar el pa-
go, ó á devolver la cosa.
Si una cosa se vende con arreglo a su estensiou
ó cabida, tomando alguna unidad de medida, como
á tanto por fanegada, el comprador está obligado
á pagar lo que resulte de mas, así como*puede exi-
gir devolución por lo que aparezca de menos, cuan-
do el exceso ó la falta no pasen de la décima parte
del todo; si fuesen mayores, puede á su elección,
bien pagar el exceso, ó cobrar en su caso el déficit,
bien rescindir el contrato y devolver la cosa al ven-,
dedor. Cuando no pueda pagar inmediatamente el
precio del exceso le concederá un plazo el ven-
dedor, ó por su negativa, el juez.
Tiene derecho de retener el precio hasta que
se le entregue la cosa, y aun demandar al vende-
dor por los perjuicios y costas; y sin perjuicio,
pe<-«dir la posesión judicial. Puede también
retener é}
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188 OBLIGACIONES.
precio parcial ó total que debiere, en la venta de bies
oes inmuebles y derechos áellos anexos,hasta que le
otorgue el vendedor la correspondiente escritura.
Si la venta se otorgó á plazos, no corren estos
contra el comprador antes de entregada la cosa; y
si fuese perturbado en la posesión, ó tuviese justo
motivo para temer que lo será por una acción hi-
potecaria ó revindicatoria, puede retener lo que
baste á cubrir esta responsabilidad, mientras el ven-.
dedor no haga cesar aquella perturbación, ó le dé
fianza de saneamiento, salvo, el caso de estipulación
contraria. En las ventas á plazos, esta retención
se verificará únicamente sobre el precio correspon-
diente á los últimos.
Tiene así mismo derecho á exigir del vendedor
la eviccion y el saneamiento, comprendiéndose en
este, la restitución del precio, los gastos hechos
tanto en el juicio en que filé vencido cuanto en el
de saneamiento, los daños y costas del contrato,
y los frutos de la cosa si hubiese sido condenado
£ devolverlos con esta al que le ganó el pleito. Mas
necesita hacer citar al vendedor en tiempo en que
pueda oportunamente defender el pleito, quiere
decir, antes de la publicación de probanzas; por
consiguiente, pierde su derecho, si no pidió tal
citación, ó bien dio lugar á que el juicio se sen-
tenciara en rebeldía; ó no lo defendió con inte-
rés, empleando los documentos recibidos del ven-
dedor; ó no opuso, á sabiendas, la excepción de I
descripción, ni se aprovechó de los remedios lega-
es de la apelación ó, súplica (*); ó cometió dolo en
(*) La súplica está abolida por el decreto dictatorial de 31
de Marzo de 1855; así, en vez de este receso debe enten-
derse el de nulidad, que le ha subrogado, en muchos casos.
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COMPRA-VENTA. 189
el juicio; ó lo sometió á decisión de arbitros, sin
consentimiento del vendedor; ó bien perdió por su
culpa la posesión de la cosa; ó supo que era roba-
da; ó la compró de su cuenta y riesgo; y última-
mente, si la venta se hizo para pagar pérdidas de
juego en que el comprador ganó.
Acciones redlúbitoria y cufinii minorit,
A mas del saneamiento por pérdida de la cosa
en pleito, puede pedirlo también el comprador, por
vicios ocultos de la cosa que la inutilicen para el
uso a que se destina, ó sean de tal naturaleza que
á saberlo no habría comprado la tal cosa; pero de-
be probar que el vicio existia antes de la venta. Si
por los vicios ocultos perece la cosa, sufre la pér-
dida el vendedor; salvo que en ello hubiese culpa
ó descuido del comprador.
Si no le conviene el saneamiento, puede pedfr
en vez de este remedio, la rescisión del contra-
to; y en tal caso, si el vendedor sabia los vicios
de la cosa, no solo restituye el precio, sino que pa-
ga daños é intereses; cuando lo ignoraba, debe so-
lamente los gastos de la venta. En este último ca-
so, puede el vendedor, pedir la rescisión, aunque el
comprador prefiera el saneamiento; lo mismo que
sucede cuando el saneamiento vale mas de la mi-
tad del precio recibido, pero entonces paga el pre-
cio que tenga la cosa al tiempo de la rescisión, con
mas, las costas y perjuicios.
Cuando la ocultación recayó sobre servidumbres
tales que el comprador no habría tomado la cosa
conociéndolas, puede pedir también saneamiento
ó rescisión. Otro tanto sucede siempre que el ven-
cedor asegura que la cosa tiene una cualidad es-
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490 OBLIGACIONES.
timada como principal en el contrato, y cuya falta
se advierte después.
En todos estos diferentes casos de vicios ó gra-
vámenes ocultos, puede el comprador elegir, como
lo hemos indicado ya, ó la devolución de la cosa,
o la rebaja del precio; la primera acción se llama
redhibitoria, la segunda quanti minoris; pero cual-
quiera de ellas que se elija hace fenece]; la ,otra;
ademas, aquella no se entabla en las y.entas judi-
ciales, y para las privadas dura solamente seis mea-
ses y esta un año.
Pacto de Retr&vendendo.
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192 OBLIGACIONES.
Lesión.
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COMPRA-VENTA. 1$5
:
II.
HETRACTO.
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194 OBLIGACIONES.
ve días fatales, que empiezan á contarse: en las
judiciales, desde el dia siguiente á la aprobación
del remate; en las convencionales, desde el siguiente
á su celebración, ó al cumplimiento de la con-
dición, ó al otorgamiento de la fianza, según fue-
sen puras, condicionales, ú otorgadas bajo de fian-
za: se cuenta el término incluyendo el dia en que
empieza á correr, y aquel en que acaba, el cual
es útil hasta las seis de la tarde; pero no corre
mientras se mantenga oculta la venta entre el com-
prador y vendedor. El término correspondiente al
retracto entre el propietario del dominio útil y el
del directo, así como entre el de un fundo y el de
los capitales ó pensiones radicadas en él, dura dos
meses, que se cuentan desde el dia siguiente al de
la notificación de la venta.
Para retraer una cosa es necesario ocurrir al juez
dentro del término legal, jurando el retrayente que
la quiere para sí y no para otro, pues que el dere-
cho es'personal é intrasmisible, y oblando el precio
estipulado: cuando ignore el precio fijo, oblará el
que creyere justo, ofreciendo y afianzando la en-
trega de lo que faltare; y si la venta fuese á pla-
zos, constituirá fianza; últimamente, debe pagar
al comprador los gastos del contrato, y los que hu-
biese hecho en conservar la cosa.
Una vez rescindida la venta, corresponden al re-
trayente los frutos producidos desde que interpuso
su acción; así como el aumento ó menoscabo de la
cosa, salvo que este hubiese provenido de culpa 6
dolo defendedor ó comprador, quienes serán
por ello responsables. Por lo mismo, intentada ju-
dicialmente lá acción no puede desistir el retra-
yente porque la cosa hubiese perecido 6 menosca-
Digitized by
COMPRA-VENTA. 195
badose sin culpa ni dolorde comprador ni vende-
dor.
Si el comprador es descendiente ó ascendiente,
hermano ó cónyuge del vendedor, solo pueden re-
traer la cosa el hijo ó nieto de este; y en los bie-
nes muebles, sea quien fuere el comprador, podrán
únicamente retraer el deudor á quien se le rema-
tan de un modo judicial, y el copropietario de la
cosa indivisa. Si las cosas vendidas fuesen dos ó
mas, deben retraerse todas juntas y no por sepa-
rado, á menos que cada una se hubiese enagenado
por su respectivo precio,
El vendedor no responde por los resultados del
retracto ni por las costas al comprador, el cual es
el único que tiene derecho a oponerse al retracto.
El vendedor puede, sin embargo, exijir las seguri-
dades de pago en las ventas en que no se dá todo
el precio al contado, aun cuando no haya tal cir-
cunstancia en la escritura de venta, porque puede
no tener en el retrayente la misma confianza que
en el comprador.
Como, según lo hemos indicado, no está conce-
dido únicamente el retracto de sangre ó abolengo,
sino otros varios, vamos á exponerlos según el or-
den de prelacion que gozan, cuando con diverso
título concurren dos ó mas á retraer una misma
cosa. Tienen, pues, derecho de retracto: el deudor,
su cónyuge é hijos, en la venta judicial de sus bie-
nes para pagar deudas; el comunero, en la de co-
sas comunes; el socio, en las de la sociedad; el due-
ño del dominio directo, en la del útü; el propieta-
rio, en la del usufructo; el poseedor de un fondo,
en la de los capitales ó pensiones radicadas en él;
el consanguíneo dentro del 4.° grado, en la de có*
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196 OBLIGACIONES.
sas de familia; el dueño del dominio útil, en la del
directo; el de los capitales y pensiones, en la del
fundo gravado; y últimamente, el usufructuario,
en la venta de la propiedad.
Para el retracto de abolengo se necesita, que la
cosa haya pertenecido á un ascendiente común de
vendedor y retrayente, sin haber salido jamas de
la familia; y que haya venido a poder del vendedor
por herencia ú otro título gratuito. Si dos ó mas
parientes laterales intentan la acción, es preferido
el mas próximo; en igualdad de grado, el qué ten-
ga doble vínculo; en igualdad de grado y vínculo,
la muger en los bienes urbanos, y el varón en los
rústicos y fabricas. En identidad de circunstancias
retraen todos juntos; y si la cosa no fuese divisible,
ó no quisiesen poseerla en común los retrayentes,
decidirá la suerte.
Gozan del derecho de retracto los parientes aun-
que hubiesen renunciado á la herencia; como y tam-
bién los hijos desheredados, cuando no concurren
al retracto con hijos herederos; y los naturales re-
conocidos, no concurriendo legítimos. Para el ejer-
cicio de este derecho, los hijos ó descendientes re-
presentan al padre ó ascendiente premuerto, se-
gún lo dijimos en la herencia.
El retracto en bienes comunes, indivisos y de
propiedad, solo pued© intentarse cuando la venta
se hubiese hecho en favor de algún extraño; y cuan-
do reclaman varios socios ó comuneros, adquieren
la cosa retraída en proporción á su haber en la co-
sa retraída, ó de su acción en la sociedad.
Por lo demás, el retracto no solo se entabla so-
bre la propiedad ó usufructo, sirio también sobre
las acciones, servidumbres y derechoá radicados
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/ %
era, aunque dirija
COMPRA- su acción contra el
último comprador.
VENTA.
197
en el III.
inmu
eble; TRASLACIÓN DE CRÉDITOS Y DERECHOS.
y
pued La Venta de derechos y acciones se llama
e traslación; y se verifica, 6 bien con la
hacer entrega del título primitivo, ó con el
se otorgamiento de otro nuevo admitido por el
valer cesionario; quien para proceder contra el
dentr deudor necesita la aceptación de este, ó que
o del se le haga una notificación judicial; lo cual,
térmi efectuado, goza de todos los accesorios,
no como fianza, privilegio é hipoteca. El cedente
legal, queda obligado á sanear la existencia del
aun crédito y la solvencia del deudor en el
cuan tiempo de la enagenacion. El que vende un
do se derecho hereditario, solo está obligado á sa-
hubie near la calidad de heredero, si no especificó
sen el por menor de la herencia; y si se
verifi aprovechó de alguna cosa de ella, debe
cado pagarla al compradora menos qtie se hubiese
much reservado en la traslación ese derecho;
as también puede exigir el reembolso de las
venta deudas y cargas que hubiese satisfecho.
s, en Pero en la venta de una herencia no se
cuyo comprende el crédito particular del heredero
easo si no hubiese estipulación expresa. En
el general, el deudor queda libre, si paga al
retra cedente, antes de hecha saber la traslación
yenté y no ha lugar á rescicion de contrato por
paga causa de lesión en la venta de cosas
rá los litigiosas, ni en la de esperanzas inciertas, ni
gasto en la de herencias, á menos que en estas úl-
s y el
preci
o de
la
prim
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198 OBLIGACIONES.
timas hubiese mediado especificación de objetos y
designación de valor:
IV.
VENTAS PUBLICAS.
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COMPRA-VENTA. 199
otorgamientor de fianza de personas hábiles y abo-
nadas, pero que no pueden afianzar por mas de
2,000 pesos cada una. Todos los fiadores respon-
den á prorata de la cantidad que afianzaron, en ca-
so de quebrar el comprador.
Aun efectuada la venta de bienes ó rentas na-
cionales, y de beneficencia ó menores, se rescinde
si dentro de los primeros quince días después de
aprob&do el remate, hay quien ofrezca la puja de
una cuarta parte sobre el precio en que se hizo el
remate; y aun dentro de 30 dias, si se ofrece una
tercia parte ú otra mayor. En estos nuevos rema-
tes goza la preferencia por el tanto, el primer li-
diador
V.
PERMUTA.
1
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200 OBLIGACIONES.
trega, queda obligado á devolver la cosa recibida,
ó satisfacer el valor de la que debía entregar, res-
pondiendo por los perjuicios y costas; si resultare
que una de las cosas permutadas no era del con-
tratante que la dio, no quedará obligado el otro á
recibirla ni entregar la que hubiese ofrecido; y si
este esclarecimiento ocurre después de la entrega
mutua, puede exigir la devolución de su cosa, y el
pago de costas y perjuicios. En general, siempre
que sobrevenga algún caso de rescisión puede el
permutante exijir, ó la devolución de la cosa que
dio, ó el valor de la que pierde ó deja de recibir.
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ARRENDAMIENTO. 201
arrendamiento, ARTÍCULOS
1540—1651* N
(SUIIAMO—Idea del contrato—Requisitos de su legalidad-
Clasificación—Preferencia en concurso de arrendatarios—
Materias sobre que puede recaer—Renta ó merced cotí-
ductiva—Consideraciones en cuanto al término, y so máxi-
mum y mínimum legal—Necesidad del aviso previo para
el desaucio—Personéis del contrato—Derecho» y obligacio-
nes del locador—Derechos y obligaciones del conductor—-
Modos de rescindirse la locación y particularidades que de-
ben observarse—Doctrina acerca de las mejoras necesarias,
útiles y de recreo—'Novaciones del Código—Locación Jk
servicios—Domésticos—Portadores—Operarios.
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202 OBLIGACIONES.
que concede el uso toma el nombre de locad¿ró¿
arrendador; y el que lo recibe, el de conductor o
arrendatario; el conductor de una casa se llama
inquilino.
Puede celebrarse el contrato entre presentes ó
* -^<■' ausentes; de palabra//por escritura pública ó pri-
vada; personalmente, ó por medio de mandatario;
jrde un modo simple, ó bajo de condición, enten-
diéndose por tal, suspensiva, el otorgamiento de
; * j - fianza en caso de pactarse. 0
*' En caso de arrendar una misma cosa á dos ó
mas, será preferido el que hubiese comenzado á
usarla: sí ninguno la usa, goza de preferencia el
conductor que tenga escritura publica; y si hubie-
se varios, el que tenga la mas antigua; y el que
pactó la /enta mas baja, si las escrituras son de un
mismo dia, ó el contrato consta de documentos
I jrfvadós, ó hay igualdad de circunstancias entre
ds concurrentes, y en general siempre que haya
duda sobre las causas de preferencia.
En el arrendamiento hay que considerar la cosa,
la renta, el término* y las personas.
Son materia de este contrato- todos los bienes
. muebles é inmuebles que se hallen en el comercio
^t c »^de los hombres^determinadolos aunque sea en es-
;,, ; pecieí y'los servicios que puedan prestarse; pero
si los bienes fuesen nacionales se observarán las
mismas formalidades que para su venta.
La renta ó merced conductiva puede consistir
en dinero, ó en los frutos que produzca la cosa.
Guando la renta haya de satisfacerse'en frutos, si
no se datermina su precio, se entregará la canti-
dad estipulada, sea cual fuere su valor actual; pe-
ro si fuesen avaluados, ó á precio corriente, puede
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f
ARRENDAMIENTO. 20$
^pagarse^en^dinero ó en especies, respondiendo el ar-
rendatario en caso de demora por el precio mas al-
to que hubiesen llegado á tener, si prefiere pagar
en dinero; 6 sufriendo la baja, cuando lo iace en
especies. Si el arrendamiento de una cosa sé veri-
fica por conjunto ó ad corpas, no se altera la renta
aun cuando resulte diferente la extensión de la
heredad; pero sí, cuando se hubiese arrendado con
designación de precio por .-cada..medida.
El término que se. fije no debe pasar de 10 años, siendo nulo en
cuanto al exceso;«»ffiedc conce-'*+* ¿*M ÍA^< p*¿» dsrocal
arrendatario K> jeáÉjjÉÉHÉWH» el rlcrrrho
r
, h-^de^prefereftoi^fiarala-leeaeien siguiente. "Étánm^^ *
r niiii tu wimiKjiinüj¡fiDne ^Hp este contrato s^u
mínimum legal,.á falta de «convenio: cuando se re*-;* * .'.-,*
refiere á heredades dura,por lo menos lo necesario *-,; f '
para recojer la cosecha; y en haciendasde caña > ,
dulce, el término menor es de<3 años. Pero en es- > •«, j,:
to&basos es necesario para el desauck>que se avise
con anticipación de 6 meses ^el deseo de terminar . <* «•■■
el contrato; que de no.hacerio, sé entiende prorO- '
gado por xin año para las heredades en general, y^"":
hasta por dos para las haciendas de caña, si niq-^». «
guno de Jos interesados pidcque se reduzca á unp - -
£*M*,¿~ «-.n/solo/* Otro tantosuced&cuando en el contrato.hay
:, e^u^tk K años forzosos y voluntarios, .pues en omitiéndose;. **.-
■' <¿&~"*el aviso 6 meses antes de terminarlos forzosos,*n«i«-,,
^. *Tt+p~- continua el arrendamiento por todo el tiempo de./, ,„.. *
A'los voluntarios.. „., >:'
Cuando la omisión de término es en alquiler de^;. casa, se reputa
^^.¿vV, «X
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ARRENDAMIENTO. 205
el inquilino en la casa, las mercaderías en los al-» %
macenes, los frutos en los graneros, y demás cosas semejantes;
pero los que resulten ajenos ó dente* ció no pagado, solo
serán responsables á los alquileres que cause su retención en
la casa, almacén ó granero, si el locador creyó que
pertenecían al arrendatario; mas si supo que no, quedan ente*
ramente libres. Los capitales destinados al trabajo solo pueden
embargarse y rematarse después de terminado el
arrendamiento. Tiene también derecho, aunque no esté
vencido el plazo en que der ba pagarse la renta, á que se
deposite con tal fin una parte de los frutos, si antes puniese
sido moroso el conductor. Este depositóle ordena á pedi-" •'/" i»»,
'.'.-, mentó del fiador, aunque lo entable solo por precaverse
de tal peligro.
Conductor.
El conductor está obligado á cuidar de la cosa
arrendada como si ñiera suya propia, y usarla con
el destino para el cual se le concedió; pagar la ren-
ta en los plazos estipulados, ó á falta de convenio,
en cada semestre; avisar al locador siempre que
se trate de usurparle algo ó poner servidumbre
en la finca; devolverla, vencido el término de la
locación, en el estado en que la recibió, sin mas de-
terioro que el del uso ordinario; no abusar de la co-
sa, y hacer en ella los reparos que le correspondan
por costumbre ó pacto; siendo en todo caso res»
ponsable por los perjuicios que el no cumplimien-
to de su parte originare. Pero no puede ser des-
poseído sin previo aviso; y si fuese inquilino, ten-
drá derecho á un plazo para desocupar la casa: toda
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206 OBLIGACIONES. v
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ARRENDAMIENTO. 207
tahte á responder por lo quede plazo cumplido¿/'w
deba el conductor.
Tiene igualmente derecho este á los daños y
perjuicios que resulten por la inejecución ó'demo-
ra del contrato, si en ello ha tenido culpa el loca-
dor; y á ser mantenido en el uso de la cosa que
posea por escritura púhlica, aunque cambien de
dominio, y aunque sea una casa y la necesite pa-
ra sí ó para sus hijos el dueño, salvo pacto contra-
rio. Cuando por reparar Ideosa se le impida el uso
expedito de alguna partejerebe rebajársele una can-
tidad proporcionada de la rentar
Rescisión y acabamiento.
Puede rescindirse la locación: si el arrendatario
de una heredad no introduce capitales para la la-
branza, ó abandona el cultivo, ó no lo hace con di-
ligencia; si el inqüilino no introduce en la casa
muebles suficientes y se niega á afianza* la renta;
si abusa de Bicosa arrendada, en menoscabo de
ella, ó de las* ley es', ó de la moral pública; si es pre-
ciso que dejé la cosa para repararla; si no pagó la
renta anterior y ha dejado correr otro plazo y 15
dias mas, ó bien necesitó de sentencia judicial pa-
ra el pago total ó parcial, y se vence con exceso
de 15 días el plazo siguiente; y por último¿ si el
conductor ó locador dejan de cumplir sus respec-
tivas obligaciones. En este caso, puede el contra-
tante que cumplió, pedir que el otro cumpla tam-
bién, ó que se rescinda el contrato.
Puede así mismo en caso de vicio oculto pedir
el conductor la rescisión del contrato, ó la reba-
jadel tanto, conforme á los principios de la com-
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208 OBLIGACIONES,
pra-venta. Este derecho corresponde igualmente al
locador, cuando ignoraba el vicio de la cosa al
tiempo del contrató; y si no estuviesen conformes
locador y conductor en elegir la rebaja del precio,
á la rescisión del contrato, prevalecerá esta última.
Por lo demás, en todo caso de rescisión, la parte
culpable pagará costas y perjuicios.
Caduca ipsojure la locación; por concluirse el
término fijado; perderse ó destruirse la cosa; ser
vencido enjuicio el locador por tercero que tenga ,
derecho á ella; enagenár la cosa, ó necesitarla el
dueño ó sus hijos, si se pactó que en tales casos
acabaría; por muerte del arrendatario, si sus here-
deros avisan al locador que no pueden continuar en
el contrato; por subarriendo contra pacto expreso, ó
sin tener facultad concedida en los arrendamientos
al partir de ñutos; por entrar en el ejercicio de sus
derechos civiles el menor, cuyos bienes arrendó su
guardador; ó fenecer la sociedad conyugal, en la
locación hecha por el marido sobre bienes de la
muger sin su consentimiento; ó ter-» minar el
albaceázgo, en caso que un albacea hubiese
arrendado sin consentimiento expreso de los
herederos. En estos tres últimos casos, y en el de
enagenacion, se necesita el aviso anticipado de que
hemos hablado ya.
Concluida la locación por vencimiento de tér-
mino, si pasan ocho dias sin que. disponga de la
cosa el locador, ó la devuelva el conductor, conti-
nua el contrato, como los de duración indetermi-
nada, sobre las mismas bases que el anterior, ex-»
cepto las fianzas y seguridades que seria menester
Otorgarlas de nuevo. No caduca el arrendamiento
á causa de destrucción de la cosa, si fuese parcial y
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ARRENDAMIENTO. 20Ó
fortuita á la vez; que en tal caso, podrá escojer el
arrendatario la rebaja ó la rescisión; siendo prefe-
rible esta si opta por ella el locador.
Por muerte del arrendatario no se extingue tam
poco el contrato, si se pacto que fuese obligatorio
a sus herederos; mas si no hubo tal pacto, sola
mente puede obligárseles á continuar por -seis me
ses en las heredades y tres en los predios urbanos,
contados desde el dia en que ellos dieren aviso de
no querer seguir. En esté último caso, si fuesen
muchos los herederos y no estuviesen conformes eri
proseguir el contrato p rescindirlo^ se estará á lo
que resuelva la mayoría, sin responsabilidad de los ,
otros, ni subsistencia de fianzas y demás accesorio^ i>-1* c '**
En los casog de caducidad por Vencimiento en jui- ¡^
ció del locador, ó arrendamientp hecho por el guar- /, t v; t,
dador, marido ó alf>acea,que dejamos indicados, co- .
,
mo y también cuando se rescinde ó acaba el con-. trato
por culpa del conductor, pierde este el dere-¿ J ' cho de
preferencia que se le hubiese concedido para la locación
inmediata. Sea cual fuere el motivo por que finalice el
contrato, nunca puede ser obligada el locador de una
heredad á recibirla antes que concluya el año rural, el
cital se cuenta ségun la costumbre de cada país; ni el
de predio urbano, antes del último mes, semestre 6
año, según fueren los plazos del alquilen
Mejoras.
Uno de los objetos mas importantes en materia
de arrendamientos, son las mejoras hechas en el
fundo locado, que no vienen á ser otra cosa sino
tina diferencia favorable al conductor entre lo reci*
27
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210 OBLIGACIONES.
Indo y entregado por él, y que han servido de apa-*
yo á muchos hombres sin conciencia, para apro-
piarse fundos ajenos. Las mejoras pueden ser ne-
Císarias, útiles 6 de recreo, según tengan por obje-
to, impedir la destrucción 6 deterioro de la cosa,
aumentar su valor y renta, ó servir tan solo de co-
modidad^ ornato ó lucimiento,
En general, ninguna mejora es abonable sin convenio por escrito;
excepto los reparos necesarios que siendo de obligación del
locador los hubiere hecho el arrendatario, después de
manifestarle á :*. ,v *.« jaquel esta necesidad privada y
judicialmente, Eft . r //-: .habiendo convenio, debe cyftpHrse
Cfcal se ésíipu- ¿¿j t; .»v • w<¿- 16, con tal que no pfefe el vjflpr de
1» mejoras* de ,,*, ^/. y\0 quc importe la renta líquida de t/es
años/así, " "^ :\ 7 aun cuando elfarrenctóario £uede retener
Ideosa -.•'*""" mejorada ha#a que J6e le ahfcne eTprecio de las
mejoras, a loé tres artos cuando mas^rasan ftylos sus «trechos
se¿kn cuales fueren los caraps queíeri-ga, y los títulos án que/se
apote. DjTsegura que con disposición t/ín sabia, se omitirán
ráuchos\plei-tos ruinaos, y quedará cerrada la puerta á ía vil
usurpación.
Cuando el arrendatario pone mejoras para apro-
vecharse de ellas durante el tiempo de la locación,.
si se interrumpe esta antes por causa ó culpa del
dueño, puede cobrar las mejoras necesarias y úti-
les; en todo su valor, si no las hubiese disfrutado
todavía; ó solo con proporción al tiempo que falta-
ba del contrato, si ya hubiese empezado a gozar-
las. En cuanto á las mejoras no abonables, puede
en todo caso sacarlas el conductor, si es posible
separarlas sin que se destruyan.
Cuando se estipula una renta menor de la que'
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AKRENDAÍMIENTO. 211
produce la cosa, ó se entrega, ó deja al arrenda
tario alguna cantidad para mejoras, y e&e no las
plantifica en el tiempo convenido, puede pedir el
locador la rescisión del contrato, con mas, la devo*
lucion de las cantidades que se rebajaron ó dieron,
y sus respectivos intereses é indemnización de per^ , ¿ v
juicios.^ f* ]""
"¡
Para que sean abonables las mejoras y produz-*iW* / ' '*"
can el derecho de retención, es necesario que es-''0*4 v f v ''
ten tasadas, y deducidos de su valor los desmejorad ~* ^ •*'
mientas sufridos por la cosa; si el conductor se re- ,> » ' ' •
¿ste al justiprecio 6 lo elude, se deposita entre tan- ■?¿-to la
cosa mejoraba, y el tiempo del depósito se ,r,: * ' • ' cuenta
-* v -T
en el de retención. La tasación debe hacerse conforme al
convenio de las partes, á la costum-V< v * • -hre del lugar, á lo
gastado en ponerlas y conservar- **>.*'■»" V / las, ó al precio
de venta si.este fuere menor; y no^^ j+ habiendo acuerdo
sobre el modo de verificarse el.*..* A ■/> pago, se hará con la
parte que baste de la renta de v <Vr >v ^ los últimos años de
locación.
Observaciones,
Las modificaciones mas notables que ha introducido el
Código en este contrato, son: la. Que el termino no puede
exceder de 10 años:72a. Que"7'** .-/••-en los
arrendamientos escriturarios subsiste la lo- ,'. ,*. cacion a
pesar de la venta, ó de necesitar el dueño la cosa para sí
ó su familia, salvo pacto expreso: 3a. Que los
arrendamientos hechos por los guardadores, maridos y
albaceas caducan luego que los menores llegan a la
mayoría, se disuelve la sociedad conyugal, ó 'se cháncela
la testamentaria: 4a. Qué en ningún caso puede retenerse
la cosa ar-
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•
212 OBLIGACIONES.
rendada mas de tres años por razón de mejoras. Lq
1.° está fondado en la variación de valor que pue*
de sufrir la cosa en largos plazos, j» es una conseT
cuencia de la necesidad de ser justo el precio, esto
es, de la proporción que la renta debe guardar con
los productos y la utilidad de la cosa arrendada,
Lo segundo es una garantía que se dá á los conduc-
tores para que puedan vivir sin inquietud y hacer
en la cosa las mejoras que gusten, bien seguros de
gozarlas, sin temor de perturbación por una venta
fraudulenta, ni de verse precisados á entablar plei-
tos ruinosos de indemnización contra el locador.
En cuanto á lo tercero, la legislación española dá
subsistencia á tales contritos, fundándose en que
los guardadores, maridos y albaceas, no arriendan
en nombre propio, cuando de este principio se de-
duce lo contrario, pues en e] arrendamiento de cor-
sas ajenas hay necesidad de que el dueño preste su
consentimiento para que le sea obligatorio. Últi-
mamente, por lo que hace á las mejoras, nada mas
justo que poner coto á los arrendatarios cavilosos
que aprovechándose de la inexperiencia de los pro-
pietarios, intentan apropiarse la cosa arrendada, SQ
pretestQ de mejoras,.
; ,, t> .^
( Locación de servicios.'
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»
Operarios.
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<214 OBLIGACIONES.
zar. Si muere el empresario, se disuelve el contrato, á menos que
se hubiese estipulado que seria obligatorio á los herederos, sin
que ni esto obste para que el dueño pueda rescindir el contrato
indemnizando á los herederos.' "" N v"Jr' "r Hay también otros
operarios que trabajan á jornal ó por salario: se entienden con el
empresario, v y no tienen acción contra el dueño de la obra,
sino hasta la cantidad que estuviere debiendo al «mpreáario.
Las convenciones de doy para que des^^^ son una verdadera
u >MC t,
locación de servicios á cuyos principios deben sujetarse,
*j — .
'/■U^lí ?**
"f/
,- • l<< A¿ ' w V * ' Í^A\AÍ'UV\ -' >•
> t\ "v*,'Vv-,,l',"Vv$''v"* * »
* » * *
Or
ÍA WTM^
♦VA *.
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COMPAÑÍA* 2l&
■ CAPÍTULO IV. ,
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216 OBLIGACIONES.
to mas, que parece haber fijado sus miras úni¿
camente en la asociación industrial, que denomina
sociedad 6 compañía; y consiste en que dos ó mas
personas pongan en común alguna cosa ó industria,
con el fin de dividirse entre sí las ganancias.
Este contrato es puramente cpnsensual y nece-
sita la determinación de un fin lícito y la concur-
rencia de los esfuerzos combinados de los socios
para conseguirlo, por ¿medio de su industria ó de
#su capital. De esa igualdad que se procura soste-
ner en la compañía se deduce naturalmente, que
son contra derecho tanto los contratos leoninos en
qúéLiirió dé los sdcios lleva la ganancia y los de-
mas la piérdida, cuanto los que exceptúan dé esta
ó aquella, determinados capitales;^
La compañía puede celebrarse de palabra ó por
escrito, directa ó indirectamente; pero seránecesa-
. ría la escritura siempre que el valor del capital ex*
cedade20Ó pesos; y en todo caso, es conveniente
expresar el tiempo de su duración, IQS nombres de
los socios con sus capitales ó industria, y el modo
como se distribuirán las ganancias y pérdidas. A
falta de convenio sobre la duración, comienza á cor-
rer la sociedad desde que se celebra el contrato, y
se supone formada para toda la vida de los socios
en siendo general, ó bien para el negocio de que se
trata si es singular. Todos los socios deben entre-
gar y sanear á la sociedad la cosa que prometieron,
siendo responsables en caso de mora, no solo por los
perjuicios irrogados, mas también por los intere-
ses de la cantidad que debieron oblar; y pudiendo
ser separados de la compañía. Los que ponen su
industria deben dar cuenta á la sociedad de las uÜ-*
lidades que obtienen.
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COMPAÑÍA. 417
Aquella sociedad es universal, que comprende
todos los bienes presentes y futuros, por cualquier
título" que se obtengan; general, cuando abraza to-
dos los bienes presentes y futuros provenientes He
trabajo ó industria; y singular, laque se Umita á
objetos determinados. En las dos primeras, la
Comunidad de bienes se establece sin necesidad de.
tradición* y cada socio puede demandar en juicio x
por razón de los bienes comunes: aunque para co-
brar los créditos particulares se necesita poder ó
cesión del consocio acreedor. Los que tienen ca-
pacidad de contratar pueden celebrar cualquiera de
estos géneros de compañía; mas, por los menores y
mugeres casadas, no es permitido á los que
administran sus bienes, comprometerlos^ sino en la
singular.
Una vez realizada la sociedad, pertenecen á su
dominio los bienes fungibles, los que se deterioran
guardándolos, los que están destinados á venderse,
y,los que exprofeso se colocan en ella, previa
tasación; mas aun cuando se prometa el usufructo,
queda de cuenta del propietario el dominio de las
cosas ciertas y terminadas que no se consumen fcon
el uso. Cualquier daño causado á la compañía por
dolo, abuso de facultades, ó negligencia ipave de ün
socio, lé constituye responsable, si sus actos no han
sido tácita ó expresamente aprobados. También es
responsable el socio que distrae 4> segrega para
gastos particulares uña cantidad mayor que la
designada con talán en el contrato; ^ En cambio, la
sociedad abona á los socios,que ocu- -* jpa lo que
hagan, y íes indemniza los perjuicios que por ello
reciban, si no provienen gan de culpa si£ ya 6 caso
fortuito;
26
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218 OBLIGACIONES.
Una de las cláusulas mas importantes en éstos
contratos, es, como lo hemos indicado antes, la
distribución de ganancias y pérdidas; que á falta
de convenio expreso se dividen en proporción al
capital de cada socio; y cuando hay algo determi-
nado sobre ganancias y no sobre pérdidas, se re-
parten estas de un modo análogo al de aquellas. Al
socio que pone solo su industria le corresponde
una ganancia igual á la del capital menor, ó bien a
la de cualquiera de ellos cuando todos son igua-/
les; sufre también pérdida, cuando esta excede á
la suma de los capitales, pero solo entra á la parte
en el exceso. Hecha la distribución, no puede re-
clamar contra ella el que empezó á cumplirla, ni el
que dejó pasar tres meses sin recamar.
La administración de los negocios de la compa-
ñía debe sujetarse á lo estipulado en el contrato.
Si está encargada á socios determinados, no pue-
den oponerse los otros, ni revocarle la administra-
ción sino en caso de fraude; pero sí tienen derecho
de examinar su estado, y hacer las reclamaciones
convenientes; y cuantos intervengan en la admi-
nistración deben rendir cuentas, cuyo resultado
afecta á sus herederos.
Cuando no haya convenios especiales sobre la
administración, cada socio es un administrador y
puede obrar á nombre de la sociedad, teniendo fa-
cultad los demás de oponerse á sus actos antes de
que se perfeccionen; puede así mismo, sin perjudi-
car el igual derecho de los otros, emplear los bie-
nes comunes en su destino natural, y aun exijir de
los consocios que concurran á los gastos que re-
quiere su conservación; mas, no le es permitido ha*
ew innovación alguna en los inmuebles, sin conseno
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COMPAÑÍA. 21$
tlmiento de todos. Por una razón análoga, no pue-
de contraerse ninguna obligación nueva, si lo con-
tradice expresamente cualquiera de los socios ad-
ministradores; si á pesar de esto se contrajese, que-
dará responsable el socio por los perjuicios que
cause á la sociedad.
Las obligaciones contraidas por socios adminis-
tradores ó suficientemente autorizados afectan ala
sociedad; mas no, si el socio carecía de autoriza-
ción, ó no era administrador, salvo que la sociedad
se hubiese aprovechado del contrato, porque esto
importa prestarle su aprobación.
Los socios quedan obligados solidariamente á fa-
vor de un tercero tan solo a prorata de sus capita-
tales; pero cuando contratan directamente sin ex-
presar la porción en que se obliga cada uno, son
responsables por igual, sin perjuicio de restablecer
entre sí la proporción, indemnizándose mutua-*
mente según sus capitales respectivos. Si la deuda
fué contraída por un socio sin autorización, la so-
ciedad no responde sino por lo que importe el ca-»
pital de este socio.
El pago hecho á un socio por un deudor suyo
que lo sea también de la sociedad, se imputará pro-
porcionalmente á ambos créditos, aunque el socio
lo hubiese aplicado íntegramente al suyo propio;
pero si lo aplicare al crédito de la sociedad, se cum-
plirá tal disposición, como que es una prueba ine-
quívoca de que el pago fué hecho con este obje-
to, cuando ni el interés personal ha podido alte-
rarlo.
En las sociedades que no son anónimas, entran
por mucho las dotes personales del socio, y por lo
mismo, aun cuando puede ir á la parte con un ter-
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920 OBLIGACION&S.
zffto, no le es permitido sustituirlo en su lugar ni
trasmitirle el interés que tenga en la sociedad, $$.
consentimiento de los demás consocios.
La sociedad puede rescindirse parcialmente, ó ex-
tinguirse del todo, según los casos: sucede lo prime*
ro si un socio usa del nombre, garantías ó capitales
de la sociedad para sus negocios propios; si se ocu?
pa de ellos cuando está obligado á emplearse en pro*
yecho de la compañía; 6 le irroga á esta perjuicios;
p incurre en mora; si estando pbligado á prestar ser>
vicios personales, se ausenta ó niega á regresar, sin
justa causa, después de requerido; ó bien, si s}en4o
administrador comete fraude en la aaministrasion
ó cuenta; ó sin serlo, ejerce funciones de tal, La
resci*on parcial excluye tan splo al socio culpable;
pero continua la sociedad respecto de los otros.
Se disuelvetoXalment^la compañía; por concluir^
se el tiempo ó negocio convenidos; quiebra de la
sociedad ó de malquiera de los socios; interdicción
judicial ú otra causa que prive á alguno de ellos d§
la libre administración de sus bienes; pérdida total
de los capitales comunes y voluntad de uno de los
socios, siempre que en las compañías de plazo
determinado haya algún motivo grave como enfer-
medad habitual, no cumplimiento de otro socio, y
así otras; y en las de tiempo ilimitado, no proceda
$e mala fé, ni intempestivamente: hay mala fé cuan-
do á mérito de la disolucipn pretende hacer el so-
cio un lucro particular que no tendría efecto sub~
sistiendo la sociedad; y procede intempestivamen-
te, cuando renuncia en circunstancias de no haber-
se concluido una negociación, y de convenir que
continué la sociedad por un tiempo mas, para evii
tar el daño que de disolverse le resultarían
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COMPAÑÍA. , 12*
Si uno de los socios promete la propiedad de una
cosa y esta se pierde antes de la entrega, queda
disuelta la compañía* En el caso de morir un socio
habiéndose establecido en el contrato que
continuará con sus herederos, los demás consocios '
quedan obligados á recibirlos; bien que, los herederos
son libres para continuar ó no: si prefieren esto último
y continua la sociedad, solo tienen derecho á la parte
que correspondía al heredado al tiempo de su muerte.
Hemos dicho que, si continua la sociedad, porque en
efecto, así en el caso de muerte de uno de los socios,
como en los de interdicción judicial, quiebra y
separación voluntaria, sigue la compañía entre los
socias hábiles, en estan-t do asi pactado.
Cuando teniendo alguno de los socios en guari-
da los bienes de la sociedad diese á otro consocio
parte de ellos sin mandato de lop demás, y no pu-
diese después á causa de pobreza hacer el reintegro
correspondiente, se restituirá á la sociedad aquello
mismo que se dio, para distribuirlo entre los socios
que no hubiesen sido negligentes en pedir su parte
respectiva.
Los socios gozan entre sí del beneficio de compe-
lencia,que consiste enno poder ser ejecutadosal pa«
go total de deudas procedentes de la compañía, sino
reservándose lo necesario para subsistir, y aplazan-
do su obligación por lo que quedaren debiendo, pa-
ra cuando mejoren de fortuna; a menos que tengan
arte ú oficio de qué vivir. Por lo demás, las reglas
sobre partición de herencia se aplican á las particio*
nes entre socios; bien así como las que acabamos de
exponer á las compañías de comercio, en todo lo
que no se oponga á las leyes y usos comerciales,
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£22 OBLIGACIÓN KS,
II.
TRANSACCIÓN.
. '.X^,~v^y
O.
TRAESACCIÓN. 223
ron en virtud de documento nulo, cuya nulidad no
se salvó, ó que teniendo las apariencias de legali*
dad resulta falso; ó si recayó el contrato sobre un
pleito en que.habia sentencia ejecutoriada, que una
de las partes, ó ambas á dos, ignoraban.
También es nula la transacción hecha sobre co-
sas prohibidas, es á saber: lo que se deja en testa-
mento, antes de muerto el testador, y verificada la
apertura de aquel si fuere cerrado; la responsabi-
lidad civil de los delitos futuros; la pena impuesta
en causa criminal; y las causas matrimoniales, ex-
cepto si se refieren á esponsales. Mas puede tran-
sigirse sobre todas las cosas que se hallan bajo el
donjinio del hombre, y aun sobre la responsabili-
dad civil de un delito ya cometido, sin que esto
sea parte á estorbar la imposición de la pena.
Están vedados de transigir: los administradores
de rentas nacionales y los depositarios, sobre bie- ,
nes de que se hallan encargados; y los guardadores
con sus pupilos, antes de aprobadas sus cuentas y
>*
chanceladas sus fianzas. Las formalidades que se
v
exijen en ciertos casos, podemos estimarlas tam-
bien como otras tantas restricciones: cuando por,
utilidad manifiesta haya de tranrijirse sobre bienefe
pertenecientes á establecimientos de beneficencia,
instrucción pública, comunidades religiosas ó igle-
sias, se observarán las mismas formalidades que
para su venta; si los bienes fuesen de menores ú
otras personas puestas en guarda, debe preceder
la aprobación del juez con audiencia del consejo
de familia, y dictamen del ministerio fiscal y tres
letrados, ó á falta de ellos, personas de inteligencia
y probidad;3en c.iaito á los bienes de ausentes, sev
observará esto mismo, exceptó la audiencia
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224 OBLIGACIONES.
del consejo, sino estuviese de ante mano formado.
Las personas que transijen quedan obligadas á la
eviccitfn y saneamiento de la cíósa cierta que. dan
para arreglar la dudosa ó litigiosa; y si resulta
ajena la tal cosa, se pierde para todos los que
transijieron en proporción del interés que hubiese
correspondido á cada uno; y aquel en cuyo poder
estaba, puede exijir de los otros que le saneen y
devuelvan lo que dio por su parte. Cuando la tran-
sacción es válida produce la excepción de cosa
juzgada, y puede interponerse en cualquier estado
de la causa.
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fcONTRATOS ALEATORIOS; 225
CAPÍTULO IV.
ARTÍCULOS 1729—1799*
JUEGO.
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/
CONTRATOS ALEATORIOS. 227
RENTA VITALICIA.
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228 • OBLIGACIONES.
nes necesarias deben especificarse en la escrk
tura.
Como puede suceder que un individuo preten^
da asegurar su fortuna en fraude de sus acreedores,
constituyendo una renta vitalicia; se prohibe en las
de título oneroso, pactar la condición de no ser
embargada la renta.
El acreedor de la renta tiene derecho de exigirla
mientras dure la vida de aquel en cuya cabeza se
constituyó; y cuando el que paga,causa la muerte
de la persona, se debe restituir el capital recibi-
do; lo mismo que sucede si estando la renta cons-
tituida en su propia cabeza, pierde la vida por
sicidio ó condenación judicial, pero en este caso
se devuelve el capital con el interés legal, dedu-
cidas las cantidades satisfechas por via de renta.
Si el que recibe un capital para renta no presta
las seguridades ofrecidas, puede la persona en cu-
yo favpr se estableció pedir la rescisión del con-
trato, con mas los intereses del capital desde que
dejó de propagársele la renta; pero la simple falta
de pago no produce rescisión sino solamente el de-
recho de proceder por la via ejecutiva.
El que se obligó á pagar una renta vitalicia debe
satisfacerla cual se comprometió, sin ser parte á
eximirle de tal obligación, por gravosa que sea, el
ofrecimiento de devolver el capital aun renun-
ciando el cobro de lo pagado; en cambio, finali-
zado el tiempo de la renta, aunque hubiesen sido
muy cortas la vida ó vidas designadas, hace suyo. r
el capital ó precio recibido. Por mutuo disenso
puede rescindirse en cualquier tiempo este COIK
trato.
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CONTRATOS ALEATORIOS. 229
IV.
SEGURO.
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MUTUO. 231
CAPÍTULO VI. De
los contratos reales.
ARTÍCULOS 1800—1920.
I.
• MUTUO.
£1 mutuo es un préstamo de cosas fiitigibles,
con cargo de que se devuelya otro tantos y por con-
siguiente trasfíere dominio al mutuatario á quien
corresponden los aumentos y deterioros de la cosa.
Puede recaer sobre todos los objetos fiingibles que
prestan utilidad; pero no se debe prestar una canti-,
dad de dinero en mercaderías; que tal contrató se-
ria nulo,.
El mutuo por su naturaleza es gratuito; mas
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232 OBLIGACIONES.
puede estipularse también un interés. Ésto es íd ,
v que con propiedad constituye lá usura, tan gene-
* raímente denigrada. Los usureros han sido pre-
sentados como viles estafadores sobre quienes debía
estallar el rayo de los anatemas para que ni Sus
despojos mortales reposaran en lugar sagrado; y
los gobiernos han pretendido por mucho tiempo
fijar un ntaximun al interés del dinero, sin
comprender que es un absurdo económico el de-
terminar una medida á los valores, ni advertir que
ellos mismos infringian los primeros sus propias le-
yes, recurriendo en circunstancias de apuro á las
arcas de los prestamistas usureros.
Que en la edad media hayan la iglesia y el pue-
blo condenado la usura, no es difícil de compren-
derse, atendiendo por una parte al atraso de la
economía política, y por otra, á que era uña indus-
tria envilecida por los judíos, que la ejercían con
opresión de la humanidad; y cuanto trata de ex-
plotar la necesidad del indigente no puede menos
de ser aborrecible y funesto. Desnudando empero
la usura de la odiosidad impregnada por las manos
deicidas, y de los abusos cometidos, nada mas na-
tural que exigir interés por uft capital prestado:
parece contrasentido permitir el arrendamiento de
bienes raices y muebles no füngibles, y condenar
la usura, siendo así que, ambos casos no se hace
otra cosa sino exigir una recompensa por el prés-
tamo, y no hay producción posible sin capital.
Alegase no obstante en contra—1.° La esterili-
dad del dinero: 2.° La igualdad de valores que de-
be haber en todo contrato bilateral; y 3.° Que la
propiedad del dinero prestado pasa al deudor; y
por consiguiente, los riesgos y aumentos no perte-
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MUTUO. 233
hecen ya aí prestador, puesto que la cosa producé
únicamente para su dueño. Vamos á examinar
aunque sea de lijero tales objeciones.
Ciertamente que el dinero es estéril, porque
una cantidad guardada no aumenta; pero tampoco
una casa produce otra, y sin embargo se justifica su
alquiler. Se dirá que la casa ofrece habitación y sa-
tisface una necesidad imperiosa, 6 lo que es lo mis-
mo, que no debe atenderse solo a su Valor intrín-
seco, sino también á la utilidad que presta, & co-
mo algunos economistas llaman, valor en cambio;
mas entonces habremos de considerar igualmente
al dinero bajo tal aspecto; y ¿qué cosa mas fe-
cunda que la plata? Ella sirve para satisfacer las
necesidades mas urgentes de la vida, para aumen-
tar los goces y comodidades, y para aplicarse á la
producción. No olvidemos que la moneda, á mas
de su valor como metal precioso, es un signo que
representa otros valores; y por consiguiente,- la es-
terilidad de que se le acusa, no es mas que una hv*
geniosa sutileza.
Otra sutileza semejante es la igualdad de valo-
res que en un contrato deben ofrecerse recíproca-
mente los intratantes. Si recibo mil pesos no de-
bo pagar s:no mil; y cualquier interés 'que se me
exija es una cantidad de mas, que se pide con in-
justicia, De la misma manera podiamos redargüir;
si recibo una casa y la devuelvo en el mismo esta-
do, ó mejorada, no debo arrendamiento ninguno,
porque esto rompería la igualdad. De suerte que,
si nos apoyamos en ella para combatir el interés en
el mutuo, debemos aducirla también contra el ar-
rendamiento; y si no tiene fuerza contra este, tam-
poco la tendrá contra aquel. Por otra parte, la
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234 OBLIGACIONES.
ecuación de valores no es mas que un sueño pcfOií
que puede alucinarse el vulgo, no los que conoz^
can siquiera medianamente la economía política;
dos cosas idénticas, dos cantidades iguales de dine-
ro, no tienen el mismo valor para distintas perso-
nas, ni en diversos tiempos ó lugares.
Mas visos jurídicos tiene la tercera observación,
porque en efecto, el dueño de una cosa es por la
accesión dueño de sus frutos. Observemos ahora el
mutuo, y veamos qué clase de derecho adquiere,
rigorosamente hablando, el mutuario. Se dice que
el mutuo trasfiere el dominio, pero no es de un
modo absoluto: en derecho civil no se dan dos pro-
pietarios completos de una misma cosa, porque-
uno de sus primordiales efectos es la exclusión;
y claro es que si el mutuatario adquiriera el domi-'
nio pleno, podría excluir ai mutuante y dejarle sin
acción á revindicar el préstamo. Esto sucede en la
donación, no en el mutuo, en que el prestamista
conserva su derecho de revindicacion, y lo dedu-
ce muchas veces aun antes de vencido el plazo del
empréstito; si puede, pues, revindicar, tiene do-
minio. De suerte que, bien analizado el contrato,
lo que se concede al mutuatario es el uso, no lá
propiedad del dinero; uso que puede realizarse, ó
conservando específicamente la cantidad, ó consi-
derándola como representante de otros valores y
aplicándola por tanto á la producqion ó al consu-
mo; por eso, unas veces ha de devolverse la misma
cantidad en las mismas monedas; y otras, una can-
tidad equivalente aunque sea de moneda diversa.
Así, pues, el suponer al mutuatario dueño de la
cantidad prestada, no es mas que una abstracción,
Algunos civilistas, no» pudiendo negar el dere-
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MUTUO. 285
cho de revindieacion del mutuante, sello de la
propiedad, sostienen que el mutuo trasfiere condi-
cionalmente el dominio, sin advertir que si es lícita
la condición de devolver, también debe serlo la de
pagar un interés, esto es, devolver algo mas de lo
que se recibe.
En fuerza de estas razones, y no pudiendo pres-
cindir de la realidad, han establecido los juristas la
legitimidad del ínteres, á causa del daño emergen-
te 6 lucro cesante, quiere decir, las pérdidas sufri-
das ó ganancias dejadas de obtener por el presta-
mista, de resultas del préstamo. Pera nótese que
estas circunstancias no alteran la esencia del con-
trato, y que solo por un esfuerzo de abstracción
se le puede desnudar de ellas.
En suma, créenlos que para constituir el mutuo,
no hay necesidad de estipular interés alguno, esto
es, que se puede prestar por gracia, y así decimos
que el mutuo es gratuito por su naturaleza, y esen-
cia; mas el pacto de intereses no lo desnaturaliza,
ni es opuesto á los principios de justicia. Noble,
grande, humanitario, es suministrar dinero obse-
quiado, 6 en via de préstamo sin interés, máxima
moral recomendada en los consejos evangélicos
"dad en mutuo sin esperar recompensa;" pero esto
debe practicarse espontáneamente, la ley no puede
obligarnos a ello, porque no sabe si con el préstamo
sufrimos pérdidas, ó dejamos de hacer alguna ga-
nancia, ó corremos riesgo de perder nuestros capi-
tales, cuyos abusos no pueden ser castigados sino
por la religión y la moral. Prohiba la ley estipular
intereses, y de seguro que no habrá Tnas emprés-
titos.
Pretender ahora determinar un máximum al ih-
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256 OBLIGACIONES,
/ teres, es desconocer que el valor del capital tiene
/ ¿e variar conforme á las leyes económicas, con m*
dependencia de las_civilesv Estas pueden señaJáar
jan intereslégaTtan solo para el caso en qué no ha-r
ra. alguno establecido convencionalmente. Hé allí o
Í que ha hecho nuestro Código: determinar el 6
• f-°0 al ano de que es responsable el deudor moro*
so, cuando no hay otro estipulado. Los intereses
pueden capitalizarse después de dos anos de atrar
\ so mediante enverno escrito. )
EÍ mutuo puede celebrarse directa ó indirecta^
mente, de palabra ó por escrito; mgs si pasa de
200 pesos y se estipula interés, debe reducirse á
(escritura. En todo caso se exije la capacidad de
disponer libremente de sus bienes, así en el mu-
tuante como en el mutuatario; y por eso, no hay
^ccion civil para demandar el pago de lo que se
prestó a una persona incapaz, Los guardadores y
administradores que contratan como tales, han de
sujetarse a las formalidades que para trjansijir ne-;
cesitan.
Está obligado el mutuante á indemnizar los da-:
ños que resujten por defectos ocultos de la cosa, si
á sabiendas no dá aviso; cuando los ignora, sufre
solo la reducción proporcional de su valora Y tie-
• ' ne derecho á la devolución de la cosa, vencido (pie
'/ : sea el término convencional, ó en su defecto, el le-
, ,u; gal de 6 meses; y aun antes, si el deudor malversa
sus bienes y no otorga la fianza que se le exija. Si ';
se estipuló que el mutuatario pagaría cuando tuvie-: se
como hacerlo sin designación de plazo, ha de fijarlo
el juez á petición del mutuante.
El mutuatario puede aprovecharse de la cosa
pomo suya propia; está obligado £ devolverla en
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COMODATO. 237
¡él sitio del contrato, ó en el que se hubiese de-
signado, luego de vencido el plazo, ó de ser legal-
mente requerido; mas, puede hacerlo antes en gus-
tando, sin que valga pacto en contrario: si la cosa
fué justipreciada al tiempo del contrato, puede sa-
tisfacer su valor, pues se entiende que sobre él re-
cayó el mutuo; lo mismo que sucede cuando se
presta moneda de oro ó plata con la obligación de
que se haga el pago en la misma especie y calidad,
pues entonces el mutuatario está obligado á devol-
ver en moneda corriente el valor que las mone-
das recibidas tenían al tiempo del mutuo, siempre
que no circulen, ó que hayan sufrido alteración.
No es parte á escusarle de la obligación de pagar
el decir que firmó su documento sin haber recibi-
do antes ni después la cosa prestada, á menos que
lo pruebe legalmente; ha desaparecido por lo mis-
mo el fundamento de los contratos literales, en que
duraba por dos años la presunción de no haber re-
cibido el deudor la materia del crédito; siendo así
que lo mas natural es suponer que cuando uno se
confiesa deudor bajo su firma, lo es en realidad.
II.
COMODATO.
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238 OBLIGACIONES.
bos ó pérdidas que sufra sin culpa del comodata-
rio, corresponden al comodante, salvo pacto ex-
preso; pero si la cosa fué tasada, la pérdida será de
cuenta del comodatario. Cuando se presta solo en
consideración de la persona de este, no pasa á sus
herederos el comodato. Para celebrarlo se requie-
re libre disposición de los bienes, y que los obje*
tos sobre que recaiga no se consuman con el pri*
mer uso.
Las obligaciones generales del comodante son:
avisar como el mutuante, y bajo la misma respon-
sabilidad, si la cosa tiene algún vicio oculto; pa-
gar los gastos extraordinarios y urgentes que en
conservarla hiciere el comodatario; y no pedirla
antes del tiempo estipulado; ó á falta de con-
vención, antes de haber servido en el uso para que
fué prestada; á menos oue la necesite con urgen-
cia imprevista, ó no se hubiese determinado ni la
duración ni el uso.
El comodatario está obligado por su parte á
cuidar la cosa, haciendo mientras se sirva de ella
los gastos ordinarios y precisos para su conserva-
ción; emplearla en el uso señalado por su natura-
leza ó por el pacto, quedando por consiguiente res-
ponsable de todo menoscabo proveniente del abu-
so, mas no del que sin culpa suya provenga del
uso legítimo; y devolver la cosa en el término le-
gal, respondiendo en caso de mora aun por el
daño y pérdida que provengan de caso fortuito.
El comodatario presta en general el dolo y la cul-
pa con sujeción á los principios comunes de los
contratos. Si la cosa perece por caso fortuito del
cual pudo salvarla, debe pagar su valor al como-
dante; como y también, si en necesidad de perder
DEPOSITÓ; 2¡30
una cosa suya ó la prestada, prefirió que se per-
diera esta. Guando no pueda devolver la propia
cosa pagará otra de la misma especie y calidad, Ó
su valor, según elija el comodante.
Si después de pagada una cosa que se suponia
perdida la halla el comodante, puede retenerla res-
tituyendo el precio que hubiese recibido; y si la en-
cuentra un tercero, tiene derecho á recobrarla co-
mo suya el comodatario, sin poder obligar al co-
modante á recibirla. Tampoco puede retener la
cosa en seguridad ni compensación de lo que de-
ba aquel. Si hay dos ó mas comodatarios que usen
de la cosa al mismo tiempo, quedan solidariamen-»
te responsables.
• , III.
JbÉPÓsiTd;
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JJ40 OBLIGACIONES.
cosa de un peligro inminente, como incendio; y
judicial, si está ordenado por el juez^ el cual par-
ticipa del carácter de uno de los dos anteriores* se-
gún las circunstancias en que faere constituido*
Aunque el depósito es de libre aceptación, se hace
obligatorio en los casos de conflicto, á ráenos que
la persona escogida para depositario tenga im-
r
í V . Este contrato requiere capacidad legal en am-^ K) a \^0j
kos contratantes; y por lo mismo, no dá acción ci-•/Hvwf^. ,, vil
contra el depositario incapaz sino para recobrar lo que existe ó
lo que ha consumido en su provea cho: si solo el depositador
fuese incapaz, quedará sujeto el depositario á todas las
obligaciones del contrato. Por los depósitos hechos en iglesia,
convento ó monasterio, queda responsable el párroco, prelado ó
persona encargada de estos lugares. Si el valor de la cosa
depositada pasa de 200 pesos, (*) debe hacerse precisamente
por escrito, salvo el caso de depósito necesario.
El depositador debe satisfacer al depositario los
gastos necesarios para la custodia y conservación de
la cosa, y resarcirle los danos y perjuicios que
Sufriere. Por su parte está obligado el depositario: á
cuidar la cosa, obsteniendose de usarla sin
consentimiento expreso del duego, bajo de respoa-•
sabilidad; devolverla can sus frutos y rentas Cuando
le friere legalmente pedida, aunque el deposita
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242 OBLIGACIONES*
nio donde filé recibida la cosa, eii no habiéndose
designado sitio.
Los depositarios que sin causa legal rehusan en-
tregar el depósito, serán condenados á devolver la
posa, ó su estimación, pagando ademas intereses,
costas, daños y perjuicios, y sufriendo, pena en ca-
so de negarlo; la cual siendo miserable el depósito,
consiste en devolverla cosa y otro tanto de-su va-
lor, ó el doble de este, caso de no existir aquella.
Cesan las obligaciones del depositario si se de-
clara judicialmente que la cosa pertenece á su pro-
Siedad; en no precediendo tal declaratoria no pue-
e negarse á su devolución, ni retenerla, aun cuan-
do se halle entablado ya el juicio respectivo. La
justicia de esta disposición salta á la vista, pues
bien se advierte que nunca faltarían pretextos al de-
positario para promover pleitos y usurpar el de-
pósito. Cuando no puede el depositario guardar
con seguridad la cosa, ó sin perjuicio suyo, le es
permitido pedir que se le exonere del cargo; mas
si recibe precio, solo es admisible la renuncia por
un cambio imprevisto y grave de circunstancias.
Los posaderos y hosteleros son responsables, co-
mo los depositarios, de las pérdidas ó daños que
sufran los viajeros hospedados en sus casas, aun
cuando las cosas se entreguen solo á sus domésti-
cos; á menos que se haga el robo 6 daño con gente
armada ó fuerza mayor.
El depósito judicial, llamado generalmente se-
cuestro, se constituye por el juez, á cuya disposi-
ción debe tener el depositario la cosa depositada;
si esta es de tal naturaleza que necesite adminis-
trarla y hacerla producir, v.g. una finca, degene-
ra, á nuestro modo de ver, el depósito en una ver->
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CENSO. 243
dadera guarda de bienes. Por esto se acostumbra
exijir fianza á tales depositarios, y asignarles un
tanto por ciento de salario. Cuando las cosas liti*
giosas se ponen en depósito por consentimiento de
las partes, pueden también hacerlo terminar esta»
de común acuerdo.
El depósito suele recaer también sobre la* per*
sonas, y cuando es un esclavo, de cuyo trabajo se
aprovecha el depositario, queda responsable por el
valor de sus servicios. (*)
IV.
CENSOS.
'
Entre tanto subsistan en el Perú, producen los ^
censos las mismas responsabilidades que la hipóte- y*
ca, y de un modo solidario respecto de los poseedo-
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MANDATO. 247
de confianza y accesorios.
ARTÍCULOS 1921—2109.
SUMARIO—MANDATO—Su naturaleza y especies—Modos de
celebrarlo—Mandatos especiales—Requ i si tos para su vali-
dez—Obligaciones de mandatario y mandante—Modos de
acabarse el mandato.
LIBRANZAS—Diferentes clases de libranzas y modo de gi-
rarlas—Capacidad legal de los contratantes—Obligaciones del
tenedor—del librador y de los endosantes—Letras de #
cambio.
PRENDA—Su naturaleza y modo de constituirla—Obliga-
ciones del acreedor—Sus derechos—Obligaciones del dueño
. ANTICRESIS—Su naturaleza especial—Obligaciones de los
contratantes.
HIPOTECA—Noción del contrato—Capacidad de los con-
tratantes—Clasificación—Hipoteca legal y quienes Ja gozan
—Hipoteca./W*c¿a¿—Hipoteca convencional^-Formalidades
que deben observarse en la constitución de la hipoteca, en
su modificación y extinción—Derechos del acreedor—
Derechos del tercer poseedor.
FUÑÍA —SU noción—Quienes pueden afianzar—Fiadores
simples—Beneficios de orden, excusión y división—Fiadores
mancomunados entre sí—Mancomunados con el deudor—
Derechos y deberes del fiador—Extinción de la fianza—
Modo de estimar la capacidad del fiador—CONTRATO TRINO.
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343 OBLIGACIONES.
Aunque el fundamento del mandato es la Con-* fianza
que una persotía tiene en otra, no queda *
perfeccionado sino con la aceptación expresa ó tá-iCj(
'cita del mandatario? Puede celebrarse entre pre-' • '
sentes ó ausentes, por escritura pública ó privada, ; ' y
auil de palabra", mas en caso de enagenacion, 1 r
hipoteca, fianza, donación, transacción, y en general
cuando vá á disponerse en alguna manera de k
propiedad del mandante, se necesita poder especial,
otorgado con todas las formalidades de escritura
páblida;
Para la validez del contrato no se exije precisa--
mente la estipulación de un precio, que es dé Ubre*
convenio; pero sí la capacidad legal de los con-
tratantes< No debe por consiguiente ser mandatario
el que no puede obligarse; y si lo fuesen el menor
emancipado y la muger casada, se entenderá que
su obligación está sujeta á las reglas establecidas
sobre la validez de sus actos*
El mandatafio^estÁ obligado a desempeñar el
mandato, respondiendo por los daños que proven-
gan de la inejecución; concluir el negocio empeza-
do á la muerte del mandante, si la suspensión pue-<
de perjudicar á los intereses de este; responder por
las pérdidas y perjuicios emanados de dolo 6 cul-
pa lata; y aun de la leve, cuando recibe salario;
sujetarse á las instrucciones del mandante; y dar-'
le cuenta de su administración, sin poder emplear
en su utilidad propia lo que reciba para el manda-
toXDebe ademas desempeñar personalmente el en-
cargo, a menos que tenga facultad de sustituir su
poder. En tal caso, si lo sustituye en una persona
determinada por el mandante, cesa su responsabili-
dad; sino estáseñalado el sustituto,es responsable
MANDATO* 249
cuando elije una persona notoriamente incapaz 6
insolvente; y si sustituye sin facultad, responde por
todas las faltas del sustituto, '
El maridante debe por su parte indemnizar al mandatario
las pérdidas sufridas por causa del mandato, satisfacerle los
salarios estipulados y las anticipaciones que hubiese hecho,
aun cuando no surta buen efecto el negocio; y cumplir
extricta-mente todas las obligaciones contraidas con arreglo á
su poder é instrucciones, á menos que le hubiese perjudicado
el mandatario excediéndose de sus facultades é instrucciones,
ó cometiendo abuso de confianza, si ya no ratificase él
mismo ta-• les actos^ siendo varios los mandantes de un ne-ív
c l <i-. •-• ' gocio común, todos quedan solidariamente res-^t
ponsables.
Acábase el mandato: por revocación del man
dante, que puede hacerla siempre que guste ya sea
directamente ya de un modo indirecto, como nom-.
brando un nuevo apoderado; pero noticiando la . , ^ ;i .
revocación así al antiguo mandatario, como á las ", ,f .•, . K
personas con quienes debía negociar, pues que -
>
mientras no se verifique tal anuncio se considera
subsistente el mandato. Caduca también; por re-
nuncia del mandatario desde que llega á noticia del
mandante y le reemplaza; por muerte, interdicción
ó quiebra de mandante ó mandatario, debiendo,
caso de morir éste, dar sus herederos aviso al man-
dante, en cuyo beneficio harán entre tanto lo que
las circunstancias exijan; y últimamente, por con-
cluirse el objeto para que se confirió el poder sien-
do especial.^
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250 OBLIGACIONES*
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II.
LIBRANZAS.
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252 OBLIGACIONES.
da ó no pagada, se constituye en actual tenedor;
bien que, deberá hacer en su caso la rebaja que á
él le hubiesen hecho, si es que la hubo.
Las letras de cambio deben arreglarse á las leyes
de comercio y a las disposiciones que dejamos in-
dicadas,
III,
PRENDA.
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PRENDA----ANTICltESIS. 253
apropiarse la prenda el acreedor, ni aun habiendo
pacto expreso, el cual es nulo.
Mas, puede pedir el remate judicial en pública ,
subasta, caso de no estar pagada la deuda; empeñar
bajo su responsabilidad la prenda, si no le estuviere
prohibido; exigir que se mejore ó complete, caso
de ser insuficiente á responder por el crédito, ó pe-
dir otra nueva si la primitiva resultare ajena; de-
mandar el cumplimiento de la obligación principal,
si el deudor se niega á constituir oportunamente la
prenda, renovarla, ó mejorarla; y pedir el re-
sarcimiento de los gastos hechos en su conserva-
ción. Cuando ántés de chancelado el primer crédito
se abre otro nuevo entre las mismas personas, goza
el acreedor el privilegio de que esta segunda deuda
se halle garantida por la prenda, salvo pae-to en
contrario.
El dueño por su parte está obligado á mantener '
la prenda en poder del acreedor ó del encargado
de guardarla, y no empeñarla entre tanto á otra
persona; pero conserva su dominio, y puede en
caso de necesidad cambiar la prenda con otra de
igual ó mayor valor, ya sea una sola la cosa, ya
-
«
sean muchas: pedir su depósito si el 0&&Á abusa d fWfirf-*"
de 1$ prenda; y exigir á su vez las obligaciones que \
respecto de él, hemos indicado, tiene el acreedor.,
IV.
ANTICRESIS.
HIPOTECA.
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HIPOTECA, 25fc
to* ó dominio directo ó útil de la cosa enfiteu-
tica; pero nunca sobre objetos consagrados al cul-
to, ú otros que estén fuera del comercio de los hom-
bres. Y son personas capaces para celebrar el con-
trato, los propietarios que pueden enagenar libre-
mente sus bienes, el mandatario con poder espe-
cial, y los guardadores y administradores en caso
de necesidad, con licencia del juez.
La hipoteca puede ser legal, judicial a convencio-
nal, según que se constituya, por ministerio de la
ley, sentencia doijuez, ó convenio de partes: en la
primera, recae el gravamen sobre todos los bienes
de la persona responsable, á menos que la misma
ley hubiese determinado algunos especiales: en las
otras dos, quedan gravados los bienes que se desig-
nen expresamente.
Gozan de hipoteca legal: los acreedores, por gas-?
tos, contribuciones y demás que según el Código,
de Enjuiciamientos (*) forman la primera clase en
el juicio de concurso; los dueños de heredades,
fincas ó edificios, en los.frutos, mejoras y existen-
cias propias del arrendatario, según dijimos hablan-
do de la locación; los acreedores refaccionarios> en
la cosa refaccionada; el Estado, la Iglesia, los pue-
blos y establecimientos públicos, sobre los bienes
de sus deudores y fiadores para seguridad de las
contribuciones, arrendamientos, ó rentas que ad-
ministren ó recauden; la muger en los inmuebles
del marido, por razón de la dote y bienes pa#ajfer-
nales; los hijos en los bienes de sus padres, yajín 4d
padrastro, por los que estos administren délos per-
tenecientes á aquellos; tos menores, incapaces^ au-
(?) Art. 1009.
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356 OBLIGACIONES.
sentes, en los bienes comprados con dinero suyo,
así como en los de sus guardadores y fiadores; y
el prestamista sobre el inmueble comprado con su
dinero, si se expresa la procedencia de este precio
en el contrato.
La hipoteca judicial se manda establecer por el
juez, ó para afianzar una obligación válida, ó cuan-
do se litiga si es ó no hipotecaria una acción, ó
cuando por alguna otra circunstancia grave lo re*
suelve á pedimento de parte: si el deudor se niega
á designar bienes, hace la designación el juez, y
aquellos quedan gravados desde que se registra la
hipoteca.
La hipoteca convencional se establece por escri-
tura pública; y tanto en esta cuanto en la judicial,
se requiere para su validez que se designe distinta
y determinadamente la finca y el gravamen, y se
tome razón en el oficio de hipotecas, dentro del
término legal
Formalidades*
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. HIPOTECA. 257
cion ó se expidió la sentencia correspondiente, corí
los nombres de juez y escribano, y demás circuns-
tancias peculiares, expresando si está ó no grava-
da la finca con otra hipoteca; y últimamente, él lu-
gar y fecha en que se toma razón, porque en igual-
dad de circunstancias merece preferencia la hipo-
teca mas antigua» Si esto puede tacharse de mo-
roso y lento, dá en cambio seguridad a los acreedo-
res, y extirpa las colusiones fraudulentas.
El rejistro ha de otorgarse dentro de 8 dias de
la celebración del contrato principal ó de man-
dada ejecutar la sentencia, salvo el término de la
distancia; y cuando por algún evento se dejare
trascurrir este plazo, pedirán los interesados al juez
que ordene expresamente la toma de razón, pues
de lo contrario se entiende no haber hipoteca.
Por tanto, los escribanos públicos darán á los de
hipotecas el aviso correspondiente, por medio de
un certificado, en el mismo dia en que otorguen
la escritura principal; y los de actuación, por una
nota, dentro de tres dias de mandada cumplir la
sentencia ejecutoriada ó consentida. Si estuviesen
en país ó lugar distinto del oficio de hipotecas,
deben dar al acreedor los certificados necesarios y
hacer las demás anotaciones convenientes, siendo
respensables por cualquiera omisión ó demora.
El escribano de hipotecas procederá luego al
otorgamiento de la escritura especial, devolviendo
los certificados ó notas con la respectiva constancia;
y es responsable caso de omitir cualquier registro,
ó dejar vacios en los libros, ú otorgar sus certifica-
ciones con defectos que induzcan á error ó causen
daños; así corno, por las costas, daños y perjuicios
que ocasione negándose á dar razón sobre si una
33 •
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258 OBLIGACIONES.
finca está 6 ño gravada con hipoteca. Una junta
compuesta del juez de primera instancia mas anti-
guo, el Agente Fiscal y primer Síndico, vigilará
el libro de hipotecas, examinándolo cada trimes-
tre, y concurriendo á cerrarlo cuando esté lle-
no: las actas de visitas contendrán el resumen de
los registros practicados, con expresión de su le-
galidad ó defectos, y las providencias que dicte la
junta.
Cuando por convenio de partes se quiera subro-
gar la hipoteca, se hará con las formalidades an-
tes indicadas, y la anotación correspondiente á la
escritura antigua; lo cual se practica también en
los casos de extinción, que están reducidos al cum-
plimiento ó caducidad de la obligación principal^
destrucción total de la cosa, y prescripción.
Verificada la hipoteca, el acreedor adquiere un
derecho real sobre los bienes gravados; y cuando
se deterioran por fraude ó culpa del deudor, de
modo que no basten á cubrir la responsabilidad,
puede pedir sucesivamente, el complemento de la
hipoteca, el depósito de la cosa, y el cumplimien-
to de la obligación principal aunque no esté ven-
cido el plazo. Puede también entablar su acción,
ó contra el deudor, ó contra el tenedor de la cosa,
en habiendo pasado esta á otro poder, sin que
una acción perjudique á otra; y últimamente, pe-
dir el remate de los bienes; mas, es prohibido esti-
pular que el acreedor haya de hacerse dueño de
ellos por solo la cantidad de la deuda, si no se pa-
ga. Por lo demás, deben cumplirse las otras con-
diciones legales que se'hubiesen pactado; y en to-
do caso, la hipoteca se extiende í toda la cosa y
sus accesorios, responde por el capital é intereses,
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HIPOTECA----FIANZA. 259
y subsiste íntegra aunque se haya pagado parte de
la deuda, ó se divida el crédito ó el dominio de la
finca.
El tercer poseedor de la cosa tiene derecho 4, li-
bertarla de la responsabilidad, pagando el crédito
exequible; pedir el saneamiento, conforme á los
principios de la compra-venta, ó la rescisión del
contrato si el vendedor no liberta la cosa del gra-
vamen; y cobrarle por último los finitos, costas y
perjuicios.
VI.
FIANZA.
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260 OBLIGACIONES.
der; y este, en que el pago se comparta entre to-
dos los fiadores. Tales beneficios no se emplean
en los casos del deudor alzado ó insolvente.
!¿>s mancomunados entre sí gozan los beneficios
de orden y excusión; mas puede ser cualquiera de
ellos ejecutado por toda la deuda, perjudicando por
consiguiente á los cofiadores, y no al acreedor, la
insolvencia de cualquiera de ellos; Los mancorna^
nados con.el deudor son solidariamente responsa-
bles con él, y no gozan ningún beneficio. A falta
de convención expresa, se entiende que los fiado^
res son simples.
Cualquier fiador puede pedir que su fiado le exo-
nere de la fianza: si uno de los dos, fiador ó fiado,
están para ausentarse de la República; ó han su-
frido pérdida notoria equivalente por lo menos á
la sexta parte de sus bienes; 6 el fiado entra en
negocios peligrosos; 6 no paga oportunamente y
el acreedor le concede nuevos plazos; ó bien, si la
fianza dura ya mas de 10 años. En todos estos ca-
sos, puede el fiador exijir del deudor que le otor-
gue fianza de resultas; como y también cuando
fuere demandado judicialmente por el acreedor, ó
permaneciere insoluta la obligación después de
vencido el plazo.
Si el fiador paga la deuda se subroga en lugar
del acreedor contra el fiado; y si fueren varios los
fiadores, tiene en su caso derecho para cobrarles la
obligación satisfecha, con rebaja de la parte que á
él correspondiere pagar. La solvencia de un fiador
se regula generalmente por el valor de sus bienes
de fácil ejecución.
Extínguese la fianza del mismo modo que cual-
quier otro contrato, y ademas por acabarse la obli-
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FIANZA. , 261
gacion principal; pero, si esta se declara nula por
incapacidad personal del otorgante subsiste la fian-
za. Cuando el deudor principal quiere pagar la
deuda antes del plazo y el acreedor lo rehusa, ter-
mina igualmente la obligación del fiador. Por lo
demafc los derechos y obligaciones de este pasan á
sus herederos.
Siempre que sea necesario presentar fiador ha
de escojerse una persona que tenga capacidad de
obligarse, bienes raices suficientes y domicilio en
la provincia; en defecto de fiador, la persona obli-
gada cumple con dar una prenda ó constituir una
hipoteca, que baste á responder por la obligación.
Al terminar el tratado de los contratos podíamos
ocuparnos del que se llama trino; pero este no es
distinto de los que dejamos explicados, sino sobó-
rnente un contrato compuesto, en que hay compa-
ñía con aseguración de capital y ganancias: del
mismo modo podían combinarse cualesquiera otras
convenciones ampies.
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262 OBLIGACIONES.
CAPÍTULO VIII.
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CÜASI-CONTRATOS. Í6$
promete á desempeñar negocios ó á admmistrar
bienes ajenos sin autorización del dueño: está obli-
gado á continuar la gestión del asunto principal y
sus accesorios hasta concluirla, sin ser parte á exi-
mirle de este deber ni aun la muerte del dueño;
pero debe hacer suelta de la administración luego
que lo reclatnen aquel, su heredero, ó su repre-
sentante.
Debe así mismo dar cuenta de la gestión, y res-
ponder de sus actos como si fuera mandatario;
prestando la culpa lata si se encargó solo por nece-
sidad de salvar de un peligro próximo los asuntos
ajenos; aun levísima, si se encarga contraía volun-
tad del dueño, ó por causa de su intervención de-
jó de hacerlo alguna persona mas hábil, ó bien no
tiene él los conocimientos especiales necesarios;
si dá á los negocios un giro que el dueño repugna-
ba dar, es responsable hasta de los casos fortuitos;
mas, fuera de los puntos indicados presta solamen-
te la culpa leve. El dueño por su parte, aunque
sea menor, postumo 6 incapaz, debe cumplir ks
obügaciones contraidas por el gestor, y abonarle
los gastos necesarios y útiles que hubiese hecho.
Pago indebido.
Pago indebido es el que hace un individuo cre-
yendo equivocadamente ser deudor de otro. Para
que surta efecto ante la ley, es necesario que el pa-
gador no haya tenido obligación civil ni natuiral de
hacerlo; ni dado la cosa para alimentos, ó por cau-
sa de piedad, ó por efecto de entusiasmo, á menos
que en tales casos proteste legalmente por docu-
mento público exijir el pago.
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264 OBLIGACIONES s
El que pagó indebidamente tiene derecho de re-
clamar lo que dio, ó su valor, caso de haberse ena-
genado ó perdido; pero satisface los gastos de me-
ra conservación, pudiendo entre tanto lo verifique
ser depositada la cosa. Si el que recibe una cosa
no debida lo hace de buena fé, solo está obligado
á devojver la cosa, ó el precio en que la hubiese
vendido, ó satisfacer el valor de la pérdida si en
ello tuvo culpa; mas en habiendo mala fé, debe res-
tituir la cosa con sus frutos ó intereses legales; ó
bien abonar su valor intrínseco si estuviese enage-
tiada ó perdida, resarciendo en todo caso los per-
juicios.
Los derechos y obligaciones de este cuasicon-
trato pasan á los herederos; mas, la acción del re-
cobro se prescribe en el mismo tiempo que corres-
pondería á las acciones de las personas pagadas, si
hubiera sido cierto su derecho; y se cuenta desde
el dia del pago indebido. A las reglas de este que-
da sujeto el que se hace de una obligación depen-
diente de condición que puede realizarse ó no.
Adición y partición de herencia.
Por el mero hecho de admitir una herencia que-
dan los herederos obligados al pago de las deudas
del heredado en proporción de su haber respectivo;
como y también al del censo ó hipoteca con que
resultare gravada la finca que les hubiese corres-
pondido. Por eso, cada coheredero tiene derecho
de pedir que se liquiden y satisfagan los créditos
pasivos antes de la partición, que también pueden »
estorbarla á su vez los acreedores; y si á pesar de
esto se verifica, se reputará indivisa la herencia en
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CÜASI-CONTRATOS. 26S
cuanto á la responsabilidad del crédito. Pasado el
término legal de la aceptación» pueden los acreedo-
res demandar á los herederos presentes húbiérese
verificado ó no la partición, con tal que en este úl-
timo caso se cite previamente a los ausentes; y la
sentencia perjudicará á todos si fuese adversa. Los
coherederos que se manifiesten llanos al pago ab
serán responsables á los gastos y costas en que fae*
re condenada la testamentaria; pero sí costearán los
que hiciere en su defensa, Caso dé ser favorable la
resolución.
Si hay bienes hipotecados, el heredero á quién
hubiesen correspondido y fuese Condenado al pa^
go, tendrá derecho de exigir indemnifcacion> y aun
pedir desde antes del pagó fianza de resultas: si
ñiesen Varios herederos los dueños de la finca gra-
vada, cada uno podrá exigir del compartícipe lia
prueba de haber satisfecho las cargas que le cor-
respondieren. En caso de indemnización, la in-
solvencia de uno ó mas Coherederos perjudica
á todos los otros, incluso el que pagó; pero si es*
té se sustituya en la deuda al difunto por no-
vación de contrato, pierde su derecho á recia*
mar, porque hizo exclusivamente suyalarespon*
sabilidad.
Cuando hay Varios coherederos, todos ellos se
consideran antes de la partición como comuneros
de la cosa ó propietarios proindiviso; y así, todos
pueden poseer y gozar los bienes; y las mejoras he*
chas les corresponden cotí obligación de pagar los
gastos al compartícipé que las hubiese puesto. Pue*
den también enagenar su herencia pero del modo
indeterminado con que la gozan, y teniendo loa
demás coherederos el derecho de prelacion. Son
34
»
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266 OBLIGACIONES
mutuamente responsables por la culpa leve, y es-
tán obligados á rendirse cuentas.
Cualquier coheredero tiene derecho de pedir la
partición de la herencia, aun cuando su institución
misma lo prohiba; á menos que la/division faese
indispensable para gozar la cosa, rueden sin em-
bargo pactar el suspender la partición hasta por
cuatro años, el cual pacto puede renovarse después.
No está obligado á hacer división el coheredero
que ha ganado la prescripción de 40 años; ni el
que posee la cosa, por otra partición auténtica ú
otro título especial, durante todo el tiempo de la
prescripción ordinaria; ni el sucesor del coherede-
ro que la hubiese ganado legalmente.
Cuando el heredado deja hecha la partición, so^-
lo puede pedirse que se rectifique en la parte que
huí riese dispuesto, á mas de lo que le permite la
ley; •y si en la división que se haga dejan de
considerarse algunos bienes, ó aparecen después,
el derecho se limita á pedir que estos se repartan á
prorata.
Si entre los herederos hay algún menor, ausente
ó incapaz, los bienes deben inventariarse y tasarse
formalmente, cuando menos dos años antes de la
participación; y si trascurren estos, cualquier
heredero puede pedir que se renueve el justiprecio;
como y también tiene derecho á exigir la coloca-
ción de bienes. La partición puede hacerse extra-
judicialmente si todos los herederos son capaces y
están presentes; si no, ha de verificarse de un modo
judicial: también puede en este caso hacerse par-
tición privada, ó por medio de arbitros con las for-
malidades que exige el Código de Enjuiciamientos,
pero no será válida sino desde que la apruebe el
juez.
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CüASI-CONTKATOS. 267
Para evitar toda preferencia odiosa concede la
ley al coheredero la facultad de pedir que se le ad-
judique su legítima en toda clase de bienes, los que
se le entregarán con sus respectivas escrituras de
propiedad. Si alguna escritura 6 documento original
interesa á dos ó mas herederos, debe archivarse en
una escribanía pública; y si los bienes no son ma-
terialmente partibles, ó no se prestan á una cómo-
da división, ni hay avenimiento de partes, se ven-
denen público remate, gozando los herederos dere-
cho de retracto respecto de un extraño. Cualquie-
ra de ellos puede evitar la venta y adquirir la pro-
piedad exclusiva, entregando en dinero y por justa"
tasación la parte que corresponda á los demás. (*)
Si desde que se intenta la partición pasa un año
sin verificarse, ó se manifiestan al juez los inconve-
nientes que la indivisión produce, mandará deposi-
tarlos bienes para evitar así cualquiera usurpación
que alguno de los herederos medite á fuer de arti-
mañas y embolismos, de que tan dolorosos ejemplos
nos presenta la historia del foro; y para que ningu-
no de los interesados sufra, han de distribuirse en-
tre ellos los frutos, en proporción del haber que
pueda corresponderás en la herencia.
La partición es una verdadera permuta en que
cada heredero cede á los demás el derecho que tie-
ne en las cosas que se les adjudican, á cambio del
que estos le trasfieren en las que él recibe; y por
consiguiente,quedan recíprocamente obligados ala
(*) ¿Y si hay dos ó mas heredero3 que intenten la misma
acción? Nada dice el Código; mas entendemos que debe darse
la preferencia al que la interpuso el primero, ó bienal mayor
porcionista, en caso de simultaneidad; y en identidad de
circunstancias debería decidir la suerte.
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$68 OBLIGACIONES.
eviccion y saneamiento, en proporción á su haber;;
¿menos que se promoviere el juicio por ujia e^
sa expresamente excluida en la partición, ó* por
otra posterior á„ este acto, ó bien por culpa del he^
federo que fuere vencido. El derecho de pedir sa^
neaniiento se prescribe como las acciones ordina-
rias, contándose el término desde que el heredero
sufre la pérdida.
Las particiones son rescindióles por las causas
que producen 1# rescisión de los contratos, y poif la
lesión que importe mas de una tercia, parte; pero
no podrá intentarse la acción reseisoria siempre que
$1 tiempo de la partición se hubiese controvertido
y expedido resolución judicial sobre el punto qu#
inotivaja lesión, ó hubiesen transigido los herede-r
ros después de verificada aquella; el que vende up
derecho hereditario á un coheredero de su cuenta
y riesgo, no puede tampoco pedir que se rescinda
el contrato á causa de lesión, á menos de acredw
tar que solo el comprador podía saber a cuanto as*
cencha la herencia y que se lo habia ocultado..
Puede evitarse la rescisión indemnizando al perju-
dicado; y aun cuando se verifique no daña á los>
derechos de. un tercero. La partición caduca, si
aparece algún heredero que no filé considerado d
debidamente representado en ella,.
ACTOS ILÍCITOS^
Digitized by L»ooQle
270 OBLIGACIONES.
casa responde de los daños que causen las cosas
arrojadas de ella; si bien puede repetir contra el
autor del daño.
Son igualmente responsables: el que tiene algu-
na cosa puesta ó suspendida de modo que su caída
pueda causar mal á las personas que pasan ó se
reúnen por allí; el que corre por las calles á bestia
ó en carruaje, ú ordena la carrera; el que arrea pre-
cipitadamente bestias por las calles ó pone tram-
pas en el camino, ó caza en él con arma de fuego.
Cuando el daño consiste en la muerte de una
persona se debe costear su funeral, y dar á sus huér-
fanos una cantidad para alimentos; si en heridas,
su curación é indemnización de los daños causa-
dos; si en injurias, la indemnización proporciona-
da que pida el agraviado. El que origina una pri-
sión injusta, responde por los daños que cause, de
mancomún con el juez que la ordena; mancomuni-
dad que se observa siempre que hay muchas per-
sonas culpables, á no ser que pueda determinarse
la parte de daño causado por cada una: aunque el
mismo dueño hubiese ocasionado parte del daño,
no impedirá esto su acción contra los otros.
La acción civil en cualquier clase de delito es
independiente de la criminal; se gradúa tanto por
los daños causados cuanto por las circunstancias
del hecho; y puede intentarse aun contra los here-
deros; bien que prescribe á los tres años. Si el daño
se causa sin culpa, no hay responsabilidad, salvo
que el individuo se hubiese privado intencionalmen-
te del uso de su razón. Tampoco hay responsabili-
dad por daños causados en el ejercicio de un dere-
cho, á no ser que voluntariamente se escojiere un
modo perjudicial.
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MODOS DE ACABARSE. 271
CAPÍTULO IX.
0
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2?2 OBLIGACIONES.
buena fe recibe cosas fungióles de uria persona in-
capaz, que no podía pagar, solo queda obligado á
devolver lo que no hub iese consumido; (*) pudien-
do el dueño y el acreedor exigir del deudor el rein-
tegro de lo que á cada uno falte, con intereses y da-
ños. Requiérese ademas, que se haga el pago al
acreedor ó su apoderado, 6 á persona determina-
da por el juez, ó la ley, ó que esté en posesión de
cobrar, aunque después se le quite ó declare que
nó la tuvo; que en caso contrario, seria necesaria
la ratificación del acreedor, 6 que se hubiese apro^
vechado de la cosa 6 dinero dado en pago.
Si este se hace á menores ó incapaces, es nece-
sario que sea con anuencia de sus guardadores, es^
tando presentes, ó sirva para alimentar ó medici-
nar á aquellos; de otro modo, no se extingue la
obligación. Tampoco se extingue cuando el deu-
dor paga a sü acreedor después de habérsele notifi-
cado judicialmente que no lo haga; y si consiste en
especie determinada y hace la entrega, responde
ademas poAos daños que sufra la cosa. Por lo de-
mas, el pago debe hacerse en el lugar donde resi-
de el deudor, ó en el sitio, modo y forma que se
hubiese determinado. Al acreedor no se puede
obligar á recibir una cosa distinta de la que se le
debe aunque sea de mas valor, salvo el caso de
imposibilidad, en que se observan las reglas del
mutuo; pero sí á que admita el pago por partes
(*) El Código dice, arfe. 2219: "devolver lo que ha consu-
mido.'* Creémoslo equivocado, pues no habría mas razón pa-
ra devolver lo consumido que lo existente, cuanto mas, que
lo consumido no se devuelve, sino se resarze ó paga; y por*
oto» parte, seria no nada justo exigir el pago de lo que se Uso
y consumió de buena fé.
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MODOS DE ACABARSE. Í1Í
con tal que no bajen de la cuarta, excepto el caso
de estipulación expresa. Si el acreedor se niega in-
c justamente á recibir su crédito, puede consignarlo
{ judicialmente el deudor con citación de aquel; y
desde entonces, todos los riesgos de la cosa perte-
necen al acreedor.
Si un individuo ha contraído diferentes obliga-
ciones con una misma persona, siempre que haga
un pago, debe arreglar con el acreedor la obligación
á que ha de aplicarse; si no hay declaratoria, se apli-
ca á la deuda que gane mas interés entre las de pla-
zo cumplido; á la que esté garantida con fianza ó
hipoteca, si ninguna lo gana; á la mas antigua, si
las deudas fuesen de plazo cumplido y de igual na-
turaleza. En identidad de circunstancias se aplica
á todas proporcionalmente; pero nunca al capital
antes que á los intereses, salvo convenio expreso.
Cuando la obligación consiste en hacer algo, y
no es indiferente la calidad del ejecutor, no puede
cumplirse por un tercero sin previa aquiescencia
de la persona en cuyo favor ha de verificarse.
Cesión.
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274 OBLIGACIONES.
mientras no mejoré de fortuna; y se acumulan tú*
dos tos juicios seguidos contra él. El beneficio de
cesión es irrenunciable; pero na lo gozan: el denu-
dar que oculte ó enagena sus bienes en fraude dé
sus acreedores; el mercader ó cambiante, ÓJSÚS fac-
tores, que se ocultan ó alzan con sus propiedades
ó libros; el que quiebra por disipación; el ^ue ha
gozado el remedio de esperas ú otra cesión; (*) y el
que es deudor |K>r arrendamiento 6 administración
de rentad públicas, de beneficencia ó corporacio-
nes literarias,
La cesión judicial nú trasñere la propiedad dé
los bienes á los acreedores sino el derecha de po-
derlos vender, percibiendo entre tanto los frutos;
y en ningún caso queda libre el deudor sino hasta
dónde alcance á cubrir las deudas con sus bienes,
ni el fiador se exime por aquellas de que se hu-
biese constituido responsable á ialta del deudor,
Los bienes de menores no pueden cederse ano con
acuerdo del consejo de familia y aprobación ju-
dicial.
v
Condonación.
La remisión ó el perdón voluntario qjie hagft de
la deuda un acreedor dsu mandatario con especial
poder, extínguala obligación; y cuando se ha#e
á favor de uno de Varios deudores maíioorann^
dos, y el acreedor se reserva c4 derecho de cobfcar
á los otros, la obligación no caduca sino en k* p(M>
te del deudor expresamente perdonado; Qtro tan-
(*) Él art. 2240 ineiso,4. °- dice; "El acreedoi-;" pew ad-
viértase que la cesión y las esperas no se establecen en bene-
ficio del acreedor sino del áetraor.
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MODOS X>E ACABARSE. 275
to sucede en las condonaciones hechas á uno de
varios fiadores, cuando ellos deban pagar la deuda
Eor insolvencia del deudor. En general, el perdón
echo a un fiador no liberta al deudor principal,
pero sí al contrario, porque la fianza es accesoria,
y sigue la suerte de lo principal. La devolución de
prenda no prueba por sí sola el perdón de la deuda,
Consolidación,
i Compensación* >¿
La compensación consiste enel descuento deuna
deuda por otra, siendo ambas líquidas y exequibles,
entre dos sqjetos recíprocamente acreedores: para
la compensación de especies se necesita que estén
valorizadas. No puede haber compensación en la
demanda sobre la restitución de despojo ó depositó,
en los cargos por mala administracion,ni en las deu-
das provenientesdealijnentos. Todas las demás deu-
das son compensables; y desde que coexisten se
presupone la compensación por ministerio de la ley.
El deudor no puede reclamar compensación por
lo que se deba a un codeudor, ó a un fiador; pero
sí este por lo que el acreedor deba á aquel. Si con-
viene el deudor en que el acreedor ceda su derecho
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276 OBLIGACIONES.
fr un tercero, no podrá emplear contra este la com-
pensación que hubiera podido aducir contra el ce-
dente, por el fraude que esto envuelve; y si las
«leudas deben ser pagadas en diversos lugares, es
necesario tener en cuenta los gastos del trasporte.
Cuando hay muchas deudas, se observa lo que he-
mos dicho hablando del pago; pero en ningún caso
puede la compensación perjudicarlos derechos de
un tercero.
Novación.
, En la novación se extingue una obligación exis-
tente creando otra nueva, lo cual se verifica de dos
modos, 6 variando las personas, ó cambiando la
obligación. Pero se necesita que todas las personas
que intervengan sean capaces de contratar, y que
la novación se otorgue por escrito. Cuando se sus-
tituye el acreedor, subsisten todos los gravámenes
é hipotecas; mas no si el sustituido es el deudor, á
menos que la novación se hubiese hecho estando
ya fallido el nuevo deudor é ignorándolo el acree-
dor; en cuyo caso podrá cobrar este al deudor pri-
jmitivo ó á sus fiadores.
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278 OBLIGACIONES.
tirito, ora sea aquella enorme, ora enormísima. Si
la parte á quien aprovecha la lesión tuvo buena fe,
quedaresponsahle por los frutosóinteresesdelo que
importe la cesión; y la parte perjudicada puede ele-
gir ademas la rescisión ó subsistencia del contrato.
En los casos de lesión enormísima puede pedir tam-
bién la parte perjudicada, dentro de dos años, que
se repongan las posas al estado que tenian pntes de
celebrarse el contrato; \Q cual constituye el privi-
legio de la restitución.
Los menores aunque estéu emancipados, los lo*
eos, fatuos y pródigos declarados, gozan de este
mismo beneficio por todos sus actos, y los de sus
guardadores en que hubiesen sufrido lesión en mas
de la sexta parte; y en msts de la tercia, cuando
proviene de enajenación, traslación ó partición en
que se llenaron todas las formalidades legales,
Gozan igualmente Jos menores de este beneficio
por los daños provenientes de autos ó sentencias
judiciales, expedidas durante su minoría; excepto
en las que se declare 1$ libertad de un esclavo, (*)
p se pronuncien concluida la menor edad aunque
hubiese comenzado .la causa durante ella, y en los
términos de retracto* apelación Q súplica (**) de
quitos interlocutorios que no sean relativos á prue-
ba, y el señalado para los recusos de nulidad.
El beneficio de un menor subsiste aun cuando
sean también menores las personas con quienes
litiga ó contrató; y pueden intentarlo, tanto él mis-
(*) Tal excepción, contenida en el art. 2290 inciso 2. °
está derogada por el tantas veces acotado decreto de manumi-
sión.
(**) También derogada por el decreto de 31 de Mar?o d$
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MODOS D¿ ACABARSE. 279
frío hasta cumplir 25 años, cuanto sus guardado-
res durante la guarda, y sus herederos, dentro de 4
años, si muere antes de cumplir 21; y si después,
solo gozarán del tiempo que le faltaba al heredado
para llegar á los 25. Pero no ha lugar al ^privile-
gio en las obligaciones provenientes de delito ó
cuasi-delito; y en ningún caso embaraza este bene-
ficio la aecion que contratos guardadores corres-
ponde por los daños que ellos hubiesen causado.
La acción para rescindir cualquier otro contrato
que fiíere nulo ante la ley, dura dos años; pero la
excepción para libertarse de su cumplimiento es
perpetua. Por lo demás, los términos que acaba-
mos de señalar para deducá* la nulidad ó rescisión,
rigen en todos los casos en que la ley no designa
expresamente otros¿
¥lÑ.
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▲P8ITDXC8.
i.
BSOLAVITUD.
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• , 282 APÉNDICE:,
ticia, de su conformidad con la naturaleza y cotí
los designios del Creador? No, mil veces no: si el
genio sublime de Aristóteles pudo extraviarse has-
ta suponer la naturaleza del amo distinta y supe-
rior ala del siervo; la voz del cristianismo ha he-
cho resonar por todoi los ámbitos del inundo la
igualdad fundamental de nuestra especie, que la
sana filosofía venera como un dogma.
Donde quiera que fijemos nuestra vista, encon-
traremos el origen de la esclavitud en el predomi-
nio de la fuerza ó de la astucia, quiere decir, en una
violación de los principios absolutos de justicia uni-
versal. Para no divagar sin objeto, preguntemos
' ¿quienes fueron los ilotas? Un pueblo desgraciado
que vencido por Esparta, quedó reducido a la con-
dición mas dura, y condenado á todos los rigores
de una esclavitud perpetua. Y los esclavos de Ro-
itíá, ¿qué otra cosa fueron al principio sino los mi-
serables á quienes lograba subyugar? Quien quie-
ra contradecirnos, ha de desmentir antes la historia
para no ver el origen primitivo'de toda esclavitud
en el terrible abuso, por sarcasmo llamado derecho
de la fuerza.
Este modo de constituir la servidumbre huma-
na por medio de la fuerza ó de la guerra, lo lla-
maban dé derecho de gentes los romanos; y creían-
lo justo, por cuanto los guerreros de entonces SQ
juzgaban con derecho á la vida de los enemigos
vencidos, para arrancársela 6 emplearla en su* fa-
vor. Principio absurdo que la civilización rechaza
indignada.
Había ademas en Roma otros modos de consti-
tuir la esclavitud, llamados civiles: tales eran prin-
cipalmente: el nacimiento, por el cuál los hijos de
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ESCLAVITUD- - 283
esclava seguian la miserable condición de la ma-
dre, considerándose como apéndices suyos, como
Ja accesión que los brutos ofrecen con sus crias;
la tienta, que de sus hijos podia hacer ei padre, ó
de sí mismo el mayor de 20 años, ó del deudor
fallido su acreedor; y la condenación judicialá cau-
sa de algún delito, y estos tales se denominaban
siervos de la pena.
Notase bien que, siendo la libertad un derecho
primitivo, no puede despojarse de ella el individuo,
ñi ser despojado por la sociedad. Esta tendrá fa-
cultad de evitar los abusos de la libertad que pu?
diera cometer el individuo en perjuicio de ajenos
derechos; pero la destitución es una flagrante in-
justicia, cométala el padre, la autoridad pública ó
el individuo mismo. A pesar de esto^ casi todos los
modos de constituir la esclavitud subsistieron en la
legislación de un pueblo cristiano y que merece el
cognomento de Católico: ahí están reconocidos en
las Partidas como siervos, los cauttvos en guerra
contra infieles, los hijos de esclavas, los mayo-
res de veinte años que se hacen vender, los cristia-
nos que prestan, suministros de guerra á los enemi-
gos de la fé, y los hijos de clérigos beneficiados,
los cuales quedan adscritos á la iglesia»
Cuando el descubrimiento de América, la opre-
sión ejercida sobre los indígenas produjo una des-
población espantosa en la Española: (*) de un mi-
llón de habitantes no quedaban ya al cabo de po-
cos años mas de sesenta mil. Este sorprendente fe-
nómeno que arrastraba á su ruina las colonias, alar»
mó todos los ánimos: era necesario, para no ver
(*) Hoy Santo Domingo de Haití.
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284 APÉNDICE.
sucumbir los establecimientos españoles, poblar el
inundo descubierto con hombres fuertes, capaces
de resistir los rigores del trabajo bajo el ardiente
soldé las Antillas; y los hijos del África fueron es*
cogidos con tal fin. (*) Entonces concedió Car^
los V á un favorito flamenco el privilegio no nada
cristiano de comerciar con carne humana, y las
.islas y el continente nuevo vieron en adelante lle-
gar á sus puertos buques cargados de la raza ne-
gra, que trasmitía á sus hijos, como en Roma, el
triste legado de su esclavitud. Tal es su origen en
América, donde los modos de constituirla han es-
tado reducidos propiamente á dos; la importación
ye\ nacimiento.
Si, pues, la esclavitud es y ha sido siempre una
injusticia atrpz, ¿por qué no la han estírpado de un
golpe nitros legisladores? Hé aquí la preguntad
que los genios turbulentos responderán lanzando
acusaciones contra nuestra ley, sin fijarse en las
circunstancias actuales: no es lo mismo la situa-
ción del que vá a crear una institución, que la del
que vá á combatirla: cuando se trata de establecer,
sobra con examinar si la institución es buena ó
mala, conveniente ó inconveniente; mas, en punto
á combatir y extirpar, no basta el conocimiento de
la injusticia; es necesario proceder con tino para
no herir de muerte los derechps establecidos, pai»
no provocar un cataclismo político, y arrancar la
vida del enfermp ppr arrancar el cáncer.
Muy humano y cristiano fuera ciertamente res-*
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ESCLAVITUD. 285
títuír con un rasgo de pluma á los esclavos el don
precioso de su libertad, como lo deseamos én lo
íntimo de nuestro corazón; pero la economía y la
política se levantarían para condenar un paso im-
prudente que dejara yermos nuestros campos y
amenazada la tranquilidad pública, La libertad no
es mas que un medio de acción, de que se puede
abusar muy fácilmente; necesita para ser ejercida
en bien propio y de la humanidad, estar ilumina-
da por la razón; el hombre que sin educación de
ningún género, sin la menor preparación, se halla
en completa libertad, es como una bestia sin fre-
no, que atropella á los demás, y acaba por pre-
cipitarse ella misma. Y si á esto se agrega que
nuestra agricultura languidecería por falta de bra-
zos, lastimando el bien-estar público y privado, se
vendrá en conocimiento de que, aun cuando la filo-
sofía y la religión proclaman y sostienen en prin-
cipios la libertad, la política y la economía se opo*
nen á una transición violenta, que vendría á ser
tal vez un don funesto para los mismos agracia-
dos. (*)
No es, pues, de un salto como debemos atrave-
sar la inmensa distancia que hay de la esclavitud
á la libertad, sino con paso firme y sostenido para
no esponemos á caer. Endulcemos por de pronto
la condición del esclavo, y vayamos gradualmente
(*) Merced á la natural bondad del carácter peruano, ta-
mos cruzando sin recios estragos la crisis producida por la
manumisión violenta, debida á la revolución popular de 1854;
bien que, no sin sufrir mal servicio doméstico, excesivo enca-
recimiento en las subsistencias y otros resultados no menos
nocivos. Los propietarios nada han perdido, sin embargo, pues
el erario ha pagado y continua pagando la suma de 800 # por
cada manumiso;
Ir
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288 AP£ NDICE.
preparándole para que pueda hacer buen uso de su
libertad. Esto es lo que se ha propuesto nuestro
Código, y según sus disposiciones no habrá dentro,
de poco tiempo un solo esclavo en el Perú, sin que
la reforma comprometa la tranquilidad pública, ni
los derechos del propietario.
Pai^a no pronunciarnos por un cambio repentina
de la esclavitud, tenemos aderpas en cuenta la enor-s
me diferencia que hay entre la antigua suerte del
esclavo y su condición actual. Si los jóvenes de
Esparta podían ensayar sus ejercicios de cacería
sobre los ilotas, como sobre bestias salvajes, tam-
bién el quirite gozaba la plenitud de dominio so-t
bre. su esclavo, y ejercia sobre él derecho de vida
y muerte; el enclavo no era sino una cosa con
mo cualqujer otro mueble, no tenia ningún géne^
ro de derechos, y ni siquiera la unión de sus sexos
merecía el nombre de matrimonio sjno el de con~
tyfarnio: sofocábanse por centenares en esas lóbre^
g3& y pestilentes cárceles privadas llamadas ergas-
itffci, iban á divertir al pueblo en el circo, luchan-
do, gladiQ en mano, hasta matarse, y culpables é
inocentes eran todos condenados á muerte cuando.
su segor la habia recibido de un modo violento.
Los emperadores mitigaron algo el antiguo ri-
gor de las leyes; pero continua siempre el esclavo
jugando el rol de cosa. Mas benéfica filé la influei*-.
cia de esa apellidada edad de hierro, que trans-
formó al esclavo en sieyvq d$ lagleb$. y fluctúan-.
do el Derecho Español enire }os principios roma-*
nos y las instituciones del feudalismo y sus propias
doctrinas, ofrece la anomalía de considerar al es*
clavo como cosa para los efectos civiles, y coma
persona para los canónicos.
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ÜSCLAVITUD. 287
Hoy en dia, no es ya arbitro el amo de la suerte
de su esclavo, ya no puede, como el romano;
abandonarlo á morir en un islote del Tiber, sino
que ha de cuidarlo y asistirlo, tiene respecto de él
obligaciones; no debe sin su consentimiento 6 cau-
sa justa llevarlo de un lugar á otro, ni mucho me-
nos separarlo de su cónyuge ni de sus hijos meno-
res; ha de protegerlo y aumentarlo, sin poder au-
mentar nunca el precio ínfimo que alguna vez hu-
biese tenido; limitándose propiamente sus derechos
á aprovecharse de sus servicios. Él esclavo tiene
ademas capacidad para adquirir bienes, y puede
cambiar de amo, ya por causa de sevicia ó trato
cruel, ya por obligarse el nuevo comprador á dar-
le la libertad después de algún tiempo de servicio
que no pase de diez afíos.
Vease> puesi cuaii enorme es la diferencia entre
condición y condición; y si á esto &e añade, que
solo se considera como esclavo al que lo filé antes
de la Independencia/ y nadie nace esclavo en el
Perú ni puede Venir de fuera* advertiremos qué
nuestros legisladores han hecho cuanto podiañ ra-
cionalmente hacer por de pronto, aliviar la suerte
de los esclavos existentes, y secar para en adelante
nuestras fuentes de esclavitud.
Los hijos de esclava, nacidos después áe jurada
la Independencia/ son ya libertos) como igualmen-*
te los que han dejado de ser esclavos pw oblación
de su precio, declaración judicial, ó gracia de los
amos, ó por haberse inutilizado en su servicio. Es-
tos libertos gozan de todos los derechos que favo-
recen á los esclavos, como y también de íes crviles
que corresponden á los hombres librearen tiento qué
no perjudiquen á los servicio* que deben prestar k
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288 APÉNDICE.
sus patronos durante cierto tiempo, qúeünáley de
Huancayo amplió hasta los cincuenta años de edad,
término á la verdad excesivo. Por lo demás, la re-*
lacion entre el patrono y su liberto no es en rigor
sino una loe&cion de servicios legal, y puede per-
derse por aquel si durante un año abandona de
cualquier modo al liberto. Hay, pues, esta notable
diferencia entre liberto y esclavo; y otra de mdy
grave trascendencia, á saber: la esclava hace
liberto á su hijo, mientras que la liberta lo hace in-
genua. Y esta no es una novedad de nuestra le-
gislación, pues que aun en el Derecho Romano
bastaba que la madre hubiese vivido un dia libre
para que no naciera esclavo su hijo.
¿Pero cUal es la relación que hay entre' un hijo
de liberto y su patrono? ¿Quien ha de cuidar de
los gastos y atenciones que reclaman su vida y edu-
cación? Nuestro Código presenta un vacío en esta
parte: contando sin duda con los nobles senti-
mientos que distinguen al eorazon peruano, aban-
dona á la clemencia y caridad de los patronos la
suerte de aquellas criaturas; seria de desear que, en
vez de este llamamiento caritativo, hubiera relacio-
nes fijas y precisas.
Llámanse en derecho civil Vibres las persóhas
que pueden hacer lo que la ley general no prohibe,
quienes recibían en Roma el nombre de ingenuos^
esto es, engendrados en libertad.
Manumisión,
Él pobre ilota tenia herméticamente cerradas
las puertas de su cautiverio; no así el esclavo ró->,
mano, que podía endulzar su amarga situación coi*
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ESCLAVITUD. SíS
la esperanza de conseguir un dia su libertad. £sé
acto de otorgarla al siervo toiiié el nombré dé fflfr
ñumision, aunque no muy propiamente, como <jué
el esclavo salia de la potestad dominica y no dé la
que se lia vn aba mahus.
Habia diferentes clases de manumisiones más é
menos solemnes, de que indicaremos las prínon
paleSi Una de las mas antiguas era la é[ue aré fe^
cia con cierto aparató ante el magistrado, y qué
tomó el nombre de vindkiu, en honor según Sé
creé al esclavo Vindex manumitido de éste n%o¿
do cuando sjalvó la República, denunciando á
Bruto la conjuración de sus hijos. Otra era la del
tenso, qué consistía en hacer inscribir el amo el
hombre de su esclavo en los catastros lústrales*
para que fuese libre desde que comenzaran á regir;
el cual modo fué transformado por Constantino^
después de abolido el censó, en el de las safflrosafa
tas iglesias, y consistía en concederse la libertad
fcn un templo á presencia de los Obispos y denla*
cristianos; La tercera manumisión solemne era la
de testamento, sea que se concediese expresamen-
te la libertad al siervo, sea que se le instituyele
heredero ó tutor, cargos que nó podia obteneí
sino ün ciudadano libre. Entre los modos tóenos
solehines se cuentan los que sé hacian por caHh,
entre amigos, por eónvite á la mesa, por el ¿r#/#-
miento de hijo y otros.
Guando en el engrandecimiento de Roma afluían
6 millares esclavos de los paises conquistados, fué
¿ala en los magnates legarles con profusión su li-
bertad para aumentar su pompa fúnebre. Unabe-
héficencia tal, hija del orgullo y JIO de sentimien-
tos humanitarios, ejerció maléfico influjo fen las
37
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290 APÉNDICE*
costumbres: esas gentes envilecidas y degradadas
derramábanse con furor inoculando la corrupción
asiática en la capital del mundo; y en vista de sus
terribles estragos hubo necesidad urgente de po-
her en salvo los destinos públicos, y restringir á los
amos su facultad manumisora: la ley EUa Sencia,
negaba la ciudadanía á ciertos manumisos infama-
dos; y la Fusia-Caninia estableció una gradación
en el número de siervos que podían ser manumiti-
dos fijando su maximun en ciento; sobre lo cual no
insistiremos por haber sid<* una disposición transi-
toria.
Las leyes españolas tienden á favorecer la ma-
numisión, y mas todavía nuestro Código: según él
un esclavo consigue su libertad por voluntad del
amo, ó por solo ministerio de la ley. £1 amo puede
manumitir al esclavo: graciosamente, ó recibiendo
cf>n tal fin su valor; en el primer caso, tiene facul-
tad de hacerlo por escritura pública, testamento,
declaración judicial, ó de palabra ante dos testigos;
quedando obligado el manumiso á corresponderá
su liberalidad asistiéndole en su vejez y enfermeda-
des, y prestándole alimentos en caso de necesidad,
si tuviere recursos; en el segundo, debe otorgar la
manumisión por escritura pública, declaración ju-
dicial ó testamento, sin ninguna obligación poste-
rior del liberto.
Los actos que producen ipsojure la libertad del
esclavo, son los siguientes: abandonar el amo a su .
esclavo durante el término de tres años; casarse el
amo con su esclava, ó la ama con su esclavo; sal-
var el esclavo á su amo de un riesgo en que peli-
graba su vida; y últimamente, ser instituido here-
dero por su amo. Mas, esto no es porque haya in-
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ESCLAVITÜD. 291
compatibilidad entre la esclavitud y la herencia,
sino por privilegio de la ley; así, puede hoy un es-
clavo, contra lo que sucedia en .Roma, heredar á
una persona distinta del amo, en cuyo caso si bien
consigue su libertad es pagando su valor, que tie-
ne derecho de deducir de preferencia de la masa
mortuoria.
i
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$92 APÜVDICK.
II.
MAYORAZGOS.
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MAYORAZGOS. %9$
remonta siquiera mas allá de la edad iqedia: el orr
gujlo feudal que adscribió }o$ siervos ^1 terruño, y
sembró de castillos la Europa, hizo también escor
gitar el medio de mantener el lustre y opulencia de
una familia, concentrando los bienes territoriales
en el representante de la ca*$, en el heredero del
preclaro nombre castellano.
Pero los ftinestos resultados de tal vani$&& no
se hicieron esperar mucho, fin tomo 4el lujo y mag*
nificencia del primogénito, venían k* horfeadad y
miseria de lps ptyos hermanos y de $u descenden-
cia y los que no querían trasmitir £ sus hijos tan
triste legadp, buscaban un remedio en el celibato
y en los claustros. Algo m^s, los enlaces <le fami-
lili fueron aglomerando suqesiví^eatp en pocas;
pianos las mas valiosas é ipipprtaptes vinculación
nes del reino, lp pu$l produpift el doble efectp dé
hacer bwbolear el trono* y que cada vez flaese
mas enorme y depresiva la desprpporcion de las rir
quezas, aun entre los miembros de una wispw e&:
twpe.
Para detener los progresos del mal, coniejizaron
los gobiernos ppr restringir 1$ libertad en el estar
blecimiento de mayorazgos; creaxqn luego incom-
patibilidad entre algunas clase^ perdieron no po-
pgfi veces á la whleza focult^d de en&gew, y cpU
huieron adoptando ptrfis prpviclenpias np Dueños
efipaeefc tpsto.qqp por tytrrqo U¿gwn> a abolidos.
Entre n'osptjros, constituida la forma rep^hhca-
na, vino como consecuencia lógica la e^tijiqon eje
J#§ mayorazgos y de todo género de vinculaciones,
(Boo^ absoluta prohibjpion de e$^\&eü$$ én lp fii-r
turo. Esto no obstante, coiqp &un quedan algunas
Isquias de la institución, y P°T la prez que esta
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294 APÉNDICE;
ha alzanzado no carece de ínteres su estudio, cree*
mos que no será inútil consagrarle algunas lí-
neas.
Los mayorazgos eran regulares, cuando pasaban
de primogénito en primogénito; y cuando no, irre-
gulares: estos se subdividian en nueve clases: la.
de agnación verdadera: 2a. de agnacionjingida: 3a.
de nuda masculinidad: 4a. dé femineidad: 5a. elec-
tivos: 6a. alternativos: 7a. saltuarios: 8a. de segun-
da genitura y 9a. incompatibles,
1.° En la agnación verdadera eran llamados los
descendientes de varón en varón, aunque no fue-
sen primogénitos.
2.° En la agnación fingida, llamaba el fundador
á un cognado suyo, un extraño y tal vez una mu-
Í;er, previniendo que al primer llamado sucedieran
os descendientes varones de varones. De este mo-
do se creaba una agnación el fundador que no la
tenia.
S.° El de masculinidad llamaba á su goce á los
descendientes varones, ya viniesen de varón, ya
de muger.
4.° En el de femineidad, al contrario, eran pre-
feridas las hembras.
5.° TSfL el electivo, cada poseedor tenia facultad
de designar su sucesor, prefiriendo los parientes
del fundador, cuando los habia.
6.° En el alternativo, pasaba la sucesión del des-
cendiente de una línea al de otra, y de esta volvía
ala primera.
7.° En el saltuario, se atendía únicamente á la
mayor edad entre los descendientes del fundador,
sin distinción de líneas.
8,° En los de segunda genitura, eran llamados
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MAYORAZGOS. 29S
los segundo-genitos por orden sucesivo. Ésta com-
binación ha sido bien rara.
9.° Últimamente, los incompatibles, eran aque-
llos que no podian estar juntos con otros en una
misma persona.
Esta incompatibilidad puede provenir de la ley,
ó de la voluntad del fundador, ya sea de un modo
expreso, ya tácitamente, como cuando se infiere
de las condiciones puestas por la ley ó el fundador.
Puede referirse a una persona determinada ó a to-
da su línea, y ser absoluta 6 respectiva, según ex-
cluya toda otra clase de mayorazgos ó solamente
algunos. Últimamente, puede prohibir la adquisi-
ción de otros mayorazgos, ó solamente su reten-
ción, en cuyo caso es permitido optar dentro de
dos meses por cualquiera de ellos, y dejar el otro
para el inmediato sucesor.
Las reglas generalmente observadas en materia
de mayorazgos, son las 12 siguientes, á los cuales
se acomodan en lo posible los irregulares, y las ca-
pellanías gentilicias.
la. El orden de sucesión en los mayorazgos es
el mismo prescrito parala corona por la ley 2a.
Tit. 15, Part. 2a.
2a. Los mayorazgos son por su naturaleza indi-
visibles, y solo pueden dividirse cuando nacen de
un parto dos varones, sin poder determinarse su
primogenitura.
. 3a. La sucesión en los mayorazgos es perpetua
en la familia, aunque el fundador omita hacer los
llamamientos.
4a. En los mayorazgos debe atenderse á cuatro
codas: línea, grado, sexo y edad. Lo primero es la
línea, porque son preferidos los de la línea del úl-
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296 ÁitéftbicÉ.
titno poseedor; en una husma línea, el párierfté
mas próximo: á igualdad de línea y grado, el des-
cendiente varón; y á igualdad de lírtea, grado y
Sexo, él mayor én edad.
, 5a* Acabada la línea del primogénito, se pasa á
la del segundo genito, y así sucesivamente.
6a. El,hijo legitimado no se considera legítimo
Sino desde el dia en que ocurre el matrimonio de
^ sus padres, de suerte que puede ser pospuesto á
un hermano de menor edad, pero dé matrimonio
anterior.
7a. ¿a proximidad del parentesco se Computa
fespécto del último poseedofc, que no del fundador.
8a. En los mayorazgos no se sucede al últiftio
poseedor por derecho hereditario, sino de sangré;
por manera que, puecíe entrar en su goce aun el
hijo desheredado, y no pasan á este los graváme-
nes que hubiese iúipuesto aquel en los bienes vin-
culados.
9&. Muerto él actual poseedor pasa ía posefctón
civil y natural de los bienes al inmediato sucesor,
por ministerio dé lá ley.
10a. Todas las tíiejoras hechas en los bienes ce-
den en beneficio del mayorazgo.
llá; Él ttiayoruzgo se puede probar: por lá es-
toítttfá de ¿ü anidación: por testigfcis, y por éüfr
iúmbté inmemorial.
Últimamente 12a. El fundador tiene facultad
dé modificar éstas reglas, estableciendo á su arbi-
trio feóháitíónes posibles y hohestas.
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INDICE
PERSONAS.
COSAS.
ídea de cosa—Dominio—-^Posesión..................................... 87
MODOS ORIGINARIOS de adquirir el dominio, ocupación,
accesión...........'................................................................ ■ 92
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MODOS CIVILES—§ Prescripción..,...,,...,,....,,. 09
§ Enagenacion..................................,.......................... 106
§ Donación...,...................................,,........................ 107
SUCESIÓN HEREDITARIA—Fundamento de la testamenti-
faccion, Testamentos, Testadores, Herederos, Mejo
ras, Adición de herencia, Legados, Albaceas, Deshe
redación, Sucesión legal, Cuarta conyugal......................... 111
SOCIEDAD CONYUGAL—Origen y carácter, Dote, Bienes pa
rafernales, Arras, Gananciales, Reservas........................... 142
SERVIDUMBRES—Fundamento y clasificación, Usufructo,
Uso, Habitación, Servidumbres reales, Modos de ad
quirir y perder..............,.......................................................153
CAPELLANÍAS......................................................................... 163
OBLIGACIONES.
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A 8 Hipoteca
....................................................................................
254
§ Fianza................................,...,.'
................................................. 259
CüASI-pONTRATOS—Gestión d^ nr?< C!. r»: -_;o '1, !u ih(k'.-
bi«l-.», \«ÍK'i01l o. . ¡ .",:, ^■¡:... . -.-.i nir • ! :.<•>
................................................................................................................
262
Oü'.IC-AClOMt-S PK< VhN, . í i.ti i)U L<>S AO'I", ni- 1T<»6................
260
JEXTJNCION DE LAS < >'.LIGACIÓN ES Pilgl-,
ColidoUUCioil,
Consolidación, Corn pe ilación, Novación de
contrato,
Mutuo disenso, Destrucción de la cosa, Nulidad ó
res
cisión .,...............................,,,.............................,,... ,.
271
APÉNDICE.
ESCLAVITUD................................;.........................................
281
§ Manumisión............>......................... 9.K
.......................................288
MAYORAZOOS..................................«...,..,,,.'.,........................
29$
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