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Misa de Pascua

1-Entrada:

El relato de Emaús está cargado de emotividad, de intimidad, de amor y de deseo. Es un encuentro


coloreado por la ternura, donde la luz del Resucitado poco a poco va disipando las tinieblas del dolor
y de la tristeza. Los dos discípulos caminaban tristes, afligidos, desilusionados. Sentían que el final
de Jesús era su propio fracaso, porque ellos habían soñado que él se ría el liberador de Israel.

Pero todo el relato nos invita a descubrir a Jesús resucitado que se hace presente en nuestro propio
camino, para llenarnos de fe y esperanza, para que comencemos con él una nueva etapa.

Comencemos nuestra celebración de pie, y con un corazón dispuesto a encontrarse con Jesús. Lo
hacemos cantando…

2- Liturgia de la Palabra:

En la Primera Lectura el Apóstol San Pablo nos invita a la alegría. Condición natural del Cristiano que
se ha encontrado con Jesús Resucitado.

Al Salmo Respondemos Juntos: “Señor, enséñanos el camino de la vida”. Repetimos


Juntos

Dos discípulos de camino a una ciudad llamada Emaús se encuentran, sin saberlo,
con Jesús… al terminar el Evangelio escucharemos esta pregunta que se hicieron
mutuamente:"¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino
y nos explicaba las Escrituras?". Nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio y
Cantamos el Aleluya

3- Oración de los fieles:


A cada intención respondemos: Jesús Resucitado, aumenta nuestra Fe.

Por el Papa, obispos y sacerdotes, para que sean ejemplo de Fe al reconocer a Cristo vivo y presente
en el misterio de la eucaristía. Te pedimos…

Por tu Iglesia, para que siga tus huellas y guíe al mundo por tus caminos de paz, amor y
misericordia, a la luz de la FE. Te pedimos…

Señor, protege y fortalece a todos los jóvenes, para que no dejen apagar su fe, su ímpetu y su
fuerza, y que sean el motor que mantenga el mundo en movimiento y marchando hacia Dios. Te
pedimos…

A los jóvenes de esta comunidad ayúdanos a ser testigos de tu amor e instrumentos de tu paz,
afrontando toda adversidad, rompiendo toda barrera, y llevando a Cristo a todas las personas. Te
pedimos…

4- Ofendas:

Llevemos al altar el pan y el vino, y junto con ellos ofrezcamos nuestros miedos y dudas
para que el Señor las transforme en virtudes y talentos que pongamos en servicio a los
demás.
5- Comunión:

La Eucaristía es signo presente de Jesús resucitado. La misa, la cena, son signos presentes de una
Nueva Alianza sellada con la Sangre de Jesús y anunciada con su resurrección.

Animados por un espíritu de encuentro y alegría acerquémonos a recibir al Dios de la Vida.

6- Despedida:

Somos testigos por la fe. Anunciemos al mundo que Cristo es el Dios vivo y verdadero. Permitamos
que Jesús se siga manifestando a otros a través de Nuestra Vida

Que María, Madre de Misericordia, nos ayude a ser testigos del Amor Misericordioso de Dios.
Primera Lectura - Carta a los Filipenses (4,4-9)

Lectura de la Carta a los Filipenses

Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense.


Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca.
No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica,
acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado
los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo
que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza,
debe ser el objeto de sus pensamientos.
Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios
de la paz estará con ustedes.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 15

“Señor, enséñanos el camino de la vida”

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio.


Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia:
mi vida está en sus manos.

R. Señor, enséñanos el camino de la vida

Bendeciré al Señor que me aconseja;


hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi lado jamás tropezaré.

R. Señor, enséñanos el camino de la vida.

Por eso se me alegran el corazón y el alma


y mi cuerpo vive tranquilo:
porque tú no me abandonarás a la muerte,
ni dejarás que sufra la corrupción.

R. Señor, enséñanos el camino de la vida.


Lectura del EVANGELIO Lc 24, 13-35

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

El primer día de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado
Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo
que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y
siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les
dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante
triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en
Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!". "¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos
respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en
obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos
sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo
crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo
esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres
que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al
sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían
aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros
fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no
lo vieron". Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer
todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos
sufrimientos para entrar en su gloria?". Y comenzando por Moisés y continuando
con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir
adelante. Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el
día se acaba". Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y
pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los
discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se
decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras?". En ese mismo momento, se pusieron en camino y
regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que
estaban con ellos, y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se
apareció a Simón!". Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el
camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

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