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Arcos de Guadalajara
Los Arcos fueron construidos por el Arq. Aurelio Aceves en 1942 a solicitud expresa del
gobierno encabezado por Silvano Barba González para celebrar los 400 años de la
fundación de la ciudad. Por aquellos días el lugar en donde se ubica el monumento era
llano, se consideraba que iba a ser la entrada a la ciudad, por tal motivo en el lado oriente
del monumento se lee la frase "Una estancia agradable, es garantía de regreso" y en
el poniente "Guadalajara, ciudad hospitalaria". El Arq. Aceves realizó el diseño basándose
en los típicos arcos europeos, sin embargo añadió en la decoración final azulejos
artesanales representativos de Tlaquepaque. Además, en medio de cada arco, se grabó
el escudo de armas de la ciudad.
En 1959 se instaló en la parte superior la Sala de Banderas, donde se rendía los respetos
a los lábaros patrios de los distintos países del Continente Americano. Además se usaba
como mirador, ya que proporcionaba una excelente vista de la ciudad. En 1981, dada su
importancia, se cerró la Sala de Banderas y se instaló en el lugar la Secretaría de
Turismo del Estado de Jalisco y se mantiene ahí hasta el día de hoy.
A la muerte del pater Díaz se nombró como director del ya (desde 1947) Instituto de
Astronomía y Meteorología al licenciado Jesús Arias Villegas, quien se incorporó al
Observatorio en 1945 como ayudante a propuesta de Díaz Galindo. Arias permaneció en
el puesto hasta su renuncia en 1963, año en que asumió la dirección el químico
farmacéutico Pablo Gonzalo Franco, quien se especializaría en cuestiones de sismología
y vulcanología.
Otras actividades de divulgación en aquellos días, eran las visitas de grupos escolares,
destacamos de ellas las realizadas por cadetes del Colegio del Aire que continúan a la
fecha.
En 1973 asumió la dirección del IAM el ingeniero civil Enrique Flores Tritschler, quien es
mejor recordado por sus programas humorísticos transmitidos por una radioemisora local
especializada en noticias; por cierto, las cápsulas de dichos programas eran grabadas con
las voces de personal del instituto en el sótano de la torre del telescopio. A pesar del
aparente abandono manifiesto hacia trabajos académicos (la cúpula del telescopio se
transformó en bodega) hubo cierta interacción con astrónomos profesionales, y se
realizaron pláticas de difusión en el Paraninfo de la UdeG a cargo de los doctores Manuel
Peimbert y Silvia Torres, del Instituto de Astronomía de la UNAM el 19 y 20 de julio de
1979.
Con la jubilación en 1992 del ingeniero Enrique Flores Tritschler de la UdeG, y por
consiguiente, su separación del cargo de director del IAM, siguió un periodo de transición
hacia la etapa en la que se comenzó a desarrollar mayor actividad en los ámbitos
científicos, fue nombrado director del IAM el doctor Francisco Villalpando Ibarra: aunque
ingeniero agrónomo de profesión, su posgrado fue en la disciplina de agrometeorología.
Sin embargo duró poco menos de cuatro meses en el cargo, ya que recibió una invitación
para colaborar en la sede en Suiza de la Organización Meteorológica Mundial. A su
renuncia, Rogelio García Castro quedó como secretario encargado del despacho de
dirección; durante la gestión de éste último llegaron, enviados por el Departamento de
Investigación Científica y Superación Académica (DICSA) de la UdeG, los tres primeros
prestadores de servicio social de la carrera de física de la propia Universidad. Hasta
entonces, ningún futuro físico había sido aceptado en el IAM, a pesar de que, en tiempos
anteriores no mostraban inconveniente alguno en admitir para tal servicio a estudiantes de
carreras tan escasamente relacionadas con las disciplinas ahí cultivadas, tales como
arquitectura y químico a nivel técnico.
En mayo de 1993 finalmente se nombró director del IAM, que sería directora, a la maestra
en ciencias Valentina Daydova Belitskaya, quien se desempeñaba como profesora
investigadora de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la misma UdeG. De su
período en la dirección podemos mencionar el logro de la participación de personal del
instituto en congresos científicos especializados, no como meros espectadores, sino como
ponentes. Se estableció el 22 de junio de 1994 un convenio general de cooperación
científica y académica entre la UdeG y el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y
Electrónica (INAOE), siendo uno de sus frutos concretos la publicación de reportes
técnicos relativos a las condiciones meteorológicas de los posibles sitios para emplazar el
Gran Telescopio Milimétrico, quizá el proyecto científico más importante en el país.
El cambio sustancial en las actividades principales del IAM, además de apreciarse en los
trabajos publicados por el personal del instituto a partir de la administración de la maestra
Davydova, se materializó con la adquisición una estación meteorológica automática, sin
por ello descuidar la extensión y enseñanza.
El primero de junio de 2001 fue nombrado director del IAM al doctor en ciencias
meteorológicas Ángel R. Meulenert Peña, durante su gestión mantuvo y procuró mejorar
lo relativo a su especialidad, uno de sus más grandes logros fue implementar
eficazmente el Sistema de Alerta Temprana y la adquisición del Radar Meteorológico
como herramientas de apoyo.
A partir de junio de 2010, asumió el Dr. Hermes Ulises Ramírez Sánchez el cargo como
director del Instituto de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Guadalajara.
Caja de agua
En 1850 Guadalajara era una pequeña ciudad que apenas alcanzaba los 5.500 habitantes
y se abastecía de manantiales yarroyos cercanos.
Hacia 1870 el agua potable en la ciudad comenzó a escasear, ya que la población había
llegado a alcanzar los 8.000 habitantes. Los manantiales que tradicionalmente habían
abastecido a la ciudad, el manantial del Sotillo y el arroyo del Alamín, no tenían suficiente
agua en determinadas épocas para surtir a una población en crecimiento. Estas
circunstancias de escasez explican que el Ayuntamiento se planteara la necesidad de
acometer obras hidráulicas para solventar los problemas de abastecimiento.
Se realizaron estudios por parte del ingeniero municipal Antonio Sanz para buscar el lugar
idóneo desde donde abastecer de agua potable a la ciudad, y se eligieron las fuentes de
Torija, situadas entre los términos de Torija y Valdegrudas, tanto por la calidad de su
agua, como por la cantidad y por su localización elevada, que posibilitaba la traída de
aguas por gravedad.
El depósito se llenó por vez primera en 1880, tras la inauguración de la traída de aguas
desde las fuentes de Torija. Todavía forma parte de parte de las infraestructuras
hidráulicas de la ciudad y se mantienen en uso las mismas válvulas que se instalaron
durante su construcción.