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​Cuidar una experiencia

​Impronta de lo transicional

A partir de observaciones sobre los usos espontáneos, no formales, que hacen


pacientes y profesionales de los tiempos, espacios, objetos materiales y profesionales del
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ámbito hospitalario , comenzamos a pensar, hipotetizar esos modos como fenómenos
transicionales. Es decir, fenómenos de tramitación y de elaboración que se producían al
encontrar zonas de no exigencia, que posibilitaron otros modos de elaboración y de
experiencia. A lo largo de este artículo iremos intentando especificar a qué nos referimos con
“zonas de no exigencia”.

Interrogando la dimensión del “uso”

Tomando en cuenta estas observaciones, nos preguntamos cuáles podrían ser en


diferentes situaciones las condiciones que faciliten y posibiliten el “hacer uso”, el encuentro de
un modo “propio” de habitar un espacio, el jugar como paradigma de todo fenómeno
transicional. Es importante considerar que la práctica del psicoanálisis se encuentra
fuertemente marcada por la relación que estableció Freud entre el ideal de elaboración
psíquica y la suspensión del polo motor y que cuando hablamos de transicionalidad hablamos
de algo que Winnicott designó como un hacer, que no es exclusivamente ni actuar, ni una
actividad mental, se trata de una experiencia no disociada, una experiencia de integración
entre lo psíquico y lo somático.
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En el Prólogo de "Realidad y Juego" , escrito por J. B. Pontalis leemos: “lo que
constituye el mérito del descubrimiento de Winnicott es el área intermedia, área que el
psicoanálisis no sólo ha descuidado, sino que en cierto sentido, sus instrumentos
conceptuales -teóricos y técnicos- le impiden percibir, y a resultas de esto, hacer advenir". Si
articulamos esta fuerte observación, con la deuda que Winnicott señala que el psicoanálisis

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tiene con el jugar , podemos preguntarnos si el rechazo de los fenómenos intermedios,
transicionales, potenciales y transferenciales, podrían ser considerados como modos de
rechazo del inconsciente por parte del analista.
Lo que buscamos es facilitar la creación y el encuentro de zonas de experiencia
intermedia, es decir de espacios transicionales.

Dispositivos Transicionales

Desde hace años, venimos recreando estos dispositivos transicionales con grupos de
niños y adolescentes, residentes de salud mental, psicoterapeutas, psicólogos, psiquiatras,
trabajadores sociales, terapistas ocupacionales, trabajadores de la salud y de instituciones
públicas.
Advertimos que estas zonas a veces se producen de manera espontánea y pueden
funcionar muy bien para sus integrantes. También reconocemos que las condiciones mínimas
para la generación de estos espacios no es sencilla, a veces se complica y la primera
dificultad se da en el poder percibirlas, registrarlas, reconocerlas. Prestarle atención a lo
transicional de los dispositivos implica no dar por supuestas, por conformadas y operantes,
varias cuestiones: el espacio, el tiempo, el cuerpo, el yo, lo edípico y, por lo tanto, los espacios
de conexión y transición entre el mundo interno y la realidad. Lo transicional incluye la
pregunta por lo vivo. No da por sentado que se esté vivo, psíquicamente vivo, por tener un
cuerpo que cumple con ciertas funciones biológicas, ni por el cumplimiento de mandatos
superyoicos. Tampoco da por sentado que el otro esté vivo
Tomaremos como referencia para pensar estas cuestiones, los encuentros periódicos
que venimos realizando con equipos de trabajadores de la salud de distintas especialidades y
en diversas instituciones públicas, a partir de algunas inquietudes por las que nos convocan.
Inquietudes que tienen que ver con la práctica clínica - también comunitaria - en su
entrecruzamiento con lo institucional, con las dificultades en habitar el espacio de trabajo
ligadas a las características de la institución donde desempeñan su labor. Notamos que

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incluso cuando aparentemente se trata solo de dificultades técnicas solemos constatar que las
mismas derivan de un padecimiento que impide pensar la situación, concebirla dentro de una
trama ficcional.

Interrogando una experiencia


Nos preguntamos sobre el trabajo que venimos realizando, en qué consiste y cuáles
son sus implicancias.
Primero algunas consideraciones sobre lo que no es. No se trata de una intervención
institucional que intenta detectar los "fantasmas" y obstáculos inconscientes que operan en el
devenir institucional. Este modo de análisis tiene su eficacia pero hay ocasiones donde
plantea problemas, sobre todo cuando rápidamente despierta resistencias y entonces puede
llegar a ser vivido de manera persecutoria. Tampoco es un trabajo que apunte
exclusivamente a lo expresivo.
Cómo trabajamos principalmente con grupos de profesionales dedicados a algún tipo
de cuidado de las personas, nos preguntamos de qué sufren los que cuidan y a su vez, cómo
propiciar el cuidado de una experiencia donde  ​podamos apropiarnos del malestar que dicha
praxis conlleva, en la búsqueda de posibilitar ​algo sutil y mínimo como reanudar la posibilidad
de participar, de sentirse activos ante obstáculos y dificultades que pasivizan o desesperan.
La posibilidad de ir creando estos espacios y experiencias de cuidado produce, en cierta
medida, fenómenos de subjetivación en los trabajadores de la salud, oficiando a su vez como
redes de sostén y apuntalamiento de la práctica que desempeñan. Redes intersticiales que se
abren paso de modo singular en cada caso. El intentar propiciar estas experiencias a su vez
nos convoca como un modo de pensar el cuidado que también nosotros necesitamos.

​Algunos modos de presentación

Pensando en los sucesivos encuentros con distintos grupos de trabajo, hemos


encontrado algunas recurrencias por donde entendemos pasa el malestar y padecimiento:

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- Quedar esperando: el servicio, hospital o centro de salud que debiera ser, el paciente que
debiera ser, el trabajo que como profesional se debiera hacer (ideal de identidad profesional)

- Quedar con respecto al “problema” que presenta la tarea: demasiado implicado, pegado,
teniendo que salvar al paciente o demasiado “quemado”, desimplicado, pensando en otra
cosa, desconectado, porque hay algo que ya no se tolera. La disociación opera como una
modalidad defensiva, que permite estar en apariencia, pero no en términos de lo que
transforma y afecta.

- Dificultades en sostener en el grupo de trabajo un posicionamiento que intente abordar la


tarea desde lo que hay y desde lo que pasa. No nos es fácil vivir en el presente ni “estar”
donde estamos.

​Crónica de una experiencia entre tantas

El relato de esta situación apunta a mostrar su desarrollo singular, alejando este


episodio de cualquier técnica aplicada sistemáticamente.
El espacio es el de un hospital general provincial de niños y adolescentes donde somos
convocados por la residencia en salud mental que está conformada por psicólogos y
psiquiatras de los cuatros años de formación. Este equipo nos convoca a este trabajo conjunto
desde hace varios años, y cada año nos encontramos dos o tres veces como máximo. El
hecho de que nuestro equipo se traslade al hospital y sostengamos esa frecuencia a pedido,
la consideramos significativa porque se fue armando con ellos y además es un equipo con
muchos espacios de formación.
En este marco nos convocan con una cierta urgencia. De algún modo y a pesar del recambio
anual de los nuevos residentes “ya nos conocemos” y eso supone una cierta confianza.
También es notable el compañerismo que existe entre los residentes más allá de sus
diferencias, de profesión, de año, de género y teóricas.

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Nos hablan del caso de un adolescente de 16 años, que está internado por manifestar
tendencias suicidas y que es atendido por un psicólogo y por una psiquiatra. Ha pasado un
tiempo de internación y está en juego la posibilidad de salidas de fin de semana. Es
importante remarcar que para esta institución y los jefes, es tan importante el tratamiento de
los pacientes como el quedar cubiertos de cualquier riesgo legal que pudiera presentarse.
Decimos esto, porque por momentos la presión para estar a resguardo de cualquier demanda
de mala praxis se vuelve contraria a la posibilidad de confiar en el vínculo transferencial y de
la posibilidad de correr riesgos “razonables” en función de una evolución favorable. En este
contexto es que supervisan el caso con una psiquiatra y psicoanalista que conocen hace
tiempo y está muy ligada a la residencia. Relatan que la notan algo impaciente y molesta, y
que después de escucharlos brevemente los increpa con vehemencia, interrogándolos
inquisitoriálmente sobre de qué año son, donde estudiaron y cómo podían hacer las cosas tan
mal. Incluso los cuestionaba sobre qué le dirían al juez en el caso, para ella muy probable que
el paciente se hiciera daño.
Los residentes se sentían angustiados, sorprendidos y básicamente vapuleados. Sobretodo
sentían una enorme impotencia por no haber podido decir lo que pensaban sobre cómo
venían trabajando con la paciente. Se sentían infantilizados. Por otra parte, también era
interesante y contrastante, que esta misma supervisora en otros casos había resultado de
gran ayuda.
Es interesante en este sentido y más allá de cualquier división entre buenos y malos, advertir
eso que F. Ulloa nombra como cultura de la mortificación, eso que en las instituciones se
manifiesta como un malestar tan intenso y del que se cree que se puede escapar corriendo,
defendiendose o incluso que es capaz de transformar a un espacio de reflexión y creatividad
en una actividad de control disciplinario. Cómo si el portarnos “bien” nos protegiera de algo.
Es este el modo de presentación de un malestar que está atravesado por lo clínico, lo
institucional e incluso por instancias de elaboración que terminan reduplicando el malestar.
Tenemos en claro que nuestra función no es la interpretación en el sentido clásico
psicoanalítico, tampoco el “bajar línea" sobre cómo debieran funcionar las instituciones o
quien trabaja bien o mal.

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Retomamos todo lo relatado por los protagonistas directos más los aportes del resto del
grupo y en este caso les proponemos un jugar, recrear la situación acontecida para posibilitar
un pasaje de la pasividad que estaba en primer plano, a una actividad jugadora. Se arma la
escena de la supervisora enojada con los terapeutas díscolos. Se les propone que cambien
roles y que ellos mismos hagan de la supervisora. Es interesante el advertir que después de
jugar varias veces la situación, y decimos jugar porque tienen la libertad de recrearla como
vaya resultando, encarnando esos personajes que son ellos mismos pero que al mismo
tiempo les permite ir tomando alguna perspectiva, alguna distancia ficcional. Lo sorprendente
es que a pesar del enojo de los jóvenes protagonistas, es mínimo lo que pueden apartarse del
silencio al que los lleva la escena de reprimenda, aún cuando el lugar de la supervisora va
rotando. Siempre el que actúa ese papel se encuentra en una posición “privilegiada” para
asustar, para advertir y para hacer callar. Esto nos parece y le parece al grupo valioso, porque
advierte que no solo es la voluntad la que les puede permitir el transformar una situación.
Lo que nos interesa en nuestro trabajo, no son los resultados, ni los grandes esclarecimientos.
Es la posibilidad de que el grupo participante pueda salir de la pasividad, que pueda ampliar
su capacidad de pensar y de actuar y de que lo que está inmovilizado, coagulado pueda
comenzar a descongelarse, pueda ponerse en movimiento. Confiamos en la posibilidad de
pensar, jugando, en donde el jugar de diversos modos una situación que se padece, es un
modo de transitarla, de aprehenderla y de hacer una transición que es condición previa y
necesaria a cualquier modo de elaboración simbólica.

Finalizando
Intentamos crear condiciones para que el padecimiento, o los obstáculos que traen los
participantes puedan ser transferidos, es decir encontrar/crear maneras de recibirlo. ​Posibilitar
lo intermedio, como aquello que nos permite estar en contacto y separados al mismo tiempo,
que permite salir del aislamiento sin perdernos ni desintegrarnos en el otro, propiciando el
advenimiento de un clima de confianza que no será atacado y que progresivamente irá

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trazando una zona en común, desde donde vivir una experiencia de cierto vacío de exigencias
(como las mencionadas arriba), relanzando la posibilidad de un pensar creativo con otros.

Lo transferido, podrá serlo en la medida en que encontremos el modo de propiciarlo,


de crear el hueco donde eso pueda ser ubicado. Al mismo tiempo el no ataque, la no
exigencia apunta a no requerir, por lo menos no de un modo directo ni en un primer momento,
ni una implicación subjetiva, ni una elaboración simbólica. Permitir que lo que se va
transfiriendo vaya ocupando "su" lugar y que vayamos encontrando los modos de interactuar
con eso, aunque nos sorprenda o incluso nos incomode el lugar y la función que nos toca.
Es en la medida en que no rechazamos lo que espontáneamente sucede con la
transferencia que damos y nos damos una oportunidad a lo que pudiera advenir. Existen
modos sutiles y sofisticados de rechazo transferencial, ya que la transferencia ataca nuestros
saberes, convicciones e identidad. Solo teniendo alguna disposición a que dichas cuestiones
se vean afectadas es que puede ser posible ordenar la técnica alrededor de lo espontáneo y
no a la inversa. Es un intento de entrar en conexión con los otros desdibujando nuestras
propias fronteras existenciales, lo que puede producir efectos de diferenciación, pero también
asusta. ​Ese es el espacio transicional donde se revela el valor del pensamiento paradojal.
La paradoja puede existir mientras no sea atacada, mientras no se le exija una
definición. Freud explicó que la neurosis es no tolerar la ambigüedad. Ambigüedad y paradoja
son modos de despegar del principio de identidad. La identidad como tal se constituye y se
construye también en todo el movimiento transicional, en el jugar. Podemos pensar así, que la
identidad no es solo un fenómeno exclusivamente imaginario, producto de una precipitación
alienante. Puede ser también un interminable proceso en donde nos creamos-encontramos,
en donde nos reconocemos y desconocemos y en donde nos buscamos y perdemos a lo largo
de nuestras vidas.

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1) Se trata de experiencias realizadas en hospitales públicos donde se busca “intervenir”, las salas
de espera y los espacios comunes de la institución creando estaciones de juego con objetos
reciclados, bibliotecas, construcción de juegos. Todo esto constituye un buen ejemplo de “hacer
uso”, esta vez enfocando la mirada no solo en los pacientes, sino también en los profesionales de
la institución.
2) Donald W. Winnicott, “Realidad y Juego”. Editorial Gedisa, España, 1971

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​Cuidar una experiencia
​Impronta de lo transicional
Abstract
En el año 2000 comenzó este trabajo de investigación y asistencia sobre la importancia de los
fenómenos transicionales y el concepto de “uso” en las instituciones, tanto para los usuarios como
para los trabajadores. Esto ha permitido ir pensando diferentes dispositivos de elaboración que se
vienen poniendo a prueba y que se van transformando a partir de la experiencia. Se vienen
desarrollando espacios de tramitación, en encuentros periódicos, con equipos de trabajadores de la
salud de distintas especialidades y en diversas instituciones públicas a partir de las inquietudes,
problemas y el malestar que presentan. Estas últimas siempre están relacionadas con la práctica
clínica y comunitaria en su entrecruzamiento con lo institucional. Nuestras referencias teóricas remiten
a Kaes, Loureau, Pichón Riviere, Blejer, Liberman, Ulloa, Deleuze, Winnicott, Balint, etc

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Palabras Clave
Transicional, Uso, Elaboración, Institución, Malestar

​ uide de uma experiência


C
​Impressão do período transitório
Resumo
Em 2000, este trabalho de pesquisa e assistência começou com a importância dos fenômenos
transicionais e do conceito de "uso" nas instituições, tanto para os usuários quanto para os
trabalhadores. Isso permitiu pensar em diferentes dispositivos de fabricação que estão sendo testados
e que estão sendo transformados a partir da experiência. Espaços de processamento estão sendo
desenvolvidos, em reuniões periódicas, com equipes de profissionais de saúde de diferentes
especialidades e em várias instituições públicas, com base nas preocupações, problemas e
desconforto que apresentam. Estes últimos estão sempre relacionados à prática clínica e comunitária
em sua intersecção com o institucional. Nossas referências teóricas referem-se a Kaes, Loureau,
Pichon Rivière, Blejer, Liberman, Ulloa, Deleuze, Winnicott, Balint, etc.

Palavras chave
Transicional, Uso, Elaboração, Instituição, Upset

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​ Prenez soin d'une expérience
​ Impression de la transition
Résumé
En 2000, ce travail de recherche et d'assistance a commencé sur l'importance des phénomènes de
transition et du concept d '«utilisation» dans les institutions, à la fois pour les utilisateurs et pour les
travailleurs. Cela a permis de penser différents dispositifs de fabrication qui sont en train d'être testés et
qui sont en train d'être transformés à partir de l'expérience. Des espaces de traitement sont en cours
de développement, dans des réunions périodiques, avec des équipes de travailleurs de la santé de
différentes spécialités et dans diverses institutions publiques, en fonction des préoccupations, des
problèmes et de l'inconfort qu'ils présentent. Ces derniers sont toujours liés à la pratique clinique et
communautaire dans leur intersection avec l'institutionnel. Nos références théoriques se réfèrent à
Kaes, Loureau, Pigeon Rivière, Blejer, Liberman, Ulloa, Deleuze, Winnicott, Balint, etc.

Mots-clés
Transitionnel, Utilisation, Elaboration, Institution, Bouleversé

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​Take care of an experience
​ Imprint of the transitional
Abstract
In 2000, this research and assistance work began on the importance of transitional phenomena and the
concept of "use" in institutions, both for users and for workers. This has allowed thinking different
manufacturing devices that are being tested and that are being transformed from the experience.
Processing spaces are being developed, in periodic meetings, with teams of health workers from
different specialties and in various public institutions based on the concerns, problems and discomfort
they present. The latter are always related to clinical and community practice in their intersection with
the institutional. Our theoretical references refer to Kaes, Loureau, Pichon Riviere, Blejer, Liberman,
Ulloa, Deleuze, Winnicott, Balint, etc.

Keywords
Transitional, Use, Elaboration, Institution, Upset

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