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CÉSAR MONTÚFAR La falacia autoritaria 1823 0 VALORE Indignado 34 Triste 2 Indiferente 9 Sorprendido 16 Contento 1

Lunes 27 de octubre 2014

Muchos piensan que el Ecuador cerrará el período político que abrió el correísmo, cuando
aparezca un líder con similares características a Correa; no importa si de derecha o de
izquierda, pero igual o parecido a él. La idea se basa en la premisa de que el país solo es
gobernable mediante un liderazgo fuerte con capacidad de imponer un solo punto de vista, una
sola manera de hacer las cosas. El propio Simón Bolívar fue siempre partidario de un gobierno
fuerte y en la tradición política ecuatoriana Velasco Ibarra preconizó un presidencialismo
exacerbado como fórmula ideal de gobierno. Aquello lo encarnó García Moreno en el siglo XIX
y Alfaro a principios del XX; y quiso ensayarlo Febres Cordero en los años ochenta y ahora lo
simboliza Correa. La idea también se asienta en el entendido de que los principales cambios
sociales y económicos del siglo pasado, en los años treinta, sesenta y setenta, ocurrieron en
dictaduras militares, es decir, cuando se suspendió el curso de la política democrática y
prevaleció el poder de los sables por sobre la voz de la sociedad. A nuestro país se le ha
vendido la idea de que buen Gobierno es igual a mano fuerte y buen gobernante es aquel con
rasgos autoritarios. Esta falacia autoritaria es solo parcialmente cierta. La historia ecuatoriana
y, de igual modo, la latinoamericana, está plagada de ejemplos que demuestran que muchos
cambios significativos, que cambiaron el rumbo de nuestra historia, se hicieron en un clima de
pluralismo político y a través del funcionamiento de instituciones democráticas. Dos momentos
en la historia reciente del Ecuador lo demuestran plenamente. El período de estabilidad
democrática que se abrió a fines de los años cuarenta y que se extendió por toda la década
siguiente, en que el país vivió una de las fases de mayor transformación económica, social y
demográfica de su historia; y el período de grandes cambios políticos, con la inclusión de
importantes sectores de la sociedad como el movimiento indígena, en circunstancias de una
grave crisis económica y deterioro estatal. Entonces, lo que debemos sacar como conclusión
no es que solo con líderes autoritarios o manos duras nuestro país ha cambiado, sino que
cuando se ejercitan mecanismos democráticos los ecuatorianos podemos generar períodos de
crecimiento económico, cambio social e inclusión política mucho más profundos y perdurables
que al calor de la demagogia autoritaria y la suspensión de las libertades y garantías
ciudadanas. La eficacia de los autoritarismos es más producto de la propaganda de los
poderosos, que de resultados reales. Los líderes autoritarios adoran el adulo e invierten mucho
para que la historia les dé la razón. Su método publicitario es personificar sus logros para así
asegurarse un lugar en la historia. Los triunfos democráticos, en cambio, son logros de la
sociedad o de colectivos sociales y pocos los reclaman. No se bañan de culto a la personalidad
y por ello pueden pasar desapercibidos. Huelen más al esfuerzo y a la lucha cotidiana que a los
óleos de la historia oficial. @cmontufarm

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FALACIAS LÓGICAS DE CORREA EN LA EXPLOTACIÓN
DEL YASUNÍ
Las falacias parecen argumentos lógicos y verdaderos pero no lo son. Muchas pueden ser
cometidas sin intención, por ignorancia. Pero otras son cometidas intencionalmente, con el ánimo
y la voluntad de convencer, persuadir, a través de engaños y mentiras al público.
Falacia Ad Populum: Esta es una falacia o sofisma populista que pretende que una situación es
verdadera porque “la mayoría” o “el pueblo” lo quiere así, sin consultarle a dicha mayoría lo que
realmente quiere, ni si realmente el argumento es verdadero o falso.
Ejemplo 1: Correa dice que la explotación del Yasuní sacaría al “pueblo” de la pobreza. El
argumento quedaría de la siguiente forma: Si se explota el Yasuní sacaremos a la mayoría de la
pobreza, y como la mayoría quiere salir de la pobreza y la mayoría eligió a Correa, luego, hay que
explotar el Yasuní.
Similar argumento lo utilizó Guillermo Rodríguez Lara en 1972, hace más de 40 años, cuando se
masificó la explotación del petróleo, y el Ecuador no ha salido de la pobreza.
Ejemplo 2: Cuando alguna organización, colectivo o individuo cuestiona a Correa, este siempre
les dice que él gano las elecciones por mayoría y ellos perdieron, lo que equivale a decir que como
él gano por la mayoría, haga lo que haga, así este mal, el siempre tendrá la razón, y no se refiere
al argumento de fondo del hecho cuestionado.
Falacia Ad Hominem: Esta falacia es de las peores y es utilizada a diario por Correa y su séquito
propagandístico. Consiste en atacar a la persona o al grupo que propone el argumento, pero no al
argumento mismo. La lógica de la Falacia es la siguiente:
A afirma B
A es cuestionable, luego B es falso.
(A) afirma que para no explotar el Yasuní se puede (B) nacionalizar la telefonía celular, pero
como (A) es feo, gritón, indígena, etc., (B) es falso.

Ejemplo 1: En los spots televisivos se critica, utilizando verdades o mentiras, a personas como
Lourdes Tiban, Pepe Acacho, Luis Villacís, Klever Jiménez, Carlos Pérez y otros, esto es, se
critica y se lincha mediáticamente a estas personas, pero no se dice nada de sus argumentos de
porque no explotar el Yasuní y las posibles soluciones que exponen estas personas.
Ejemplo 2: El mismo argumento se utiliza cuestionando a las organizaciones, a los “tirapiedras”,
a los “violentistas”, pero no se dice una sola palabra de los argumentos de porque no explotar el
Yasuní. A esta falacia también se le conoce como Falacia de Asociación: porque Juanito pertenece
al “grupo de izquierda”, las cosas que Juanito dice son falsas.

Falacia de Apelación al Temor: Esta falacia es simple, trata de convencer utilizando amenazas.
Ejemplo 1: Correa dijo en la sabatina 337 que los estudiantes que salgan a protestar en contra de
la explotación del Yasuní perderán los cupos. No se refirió a lo legal y justo de la protesta, sino a
la amenaza, a la sanción.
Ejemplo 2: Correa dice que los grupos que están protestando lo que realmente quieren es un
muerto, no se refiere a los argumentos de los discursos, sino que instiga al miedo.
¿Quién se anima a criticar sin falacias las siguientes propuestas?
Propuestas para mantener el petróleo del Yasuní en tierra:
a) Nacionalización de la Telefonía Celular y de la Telefonía fija: por derechos de concesión Claro
pagaría en el período 2008-2023 (15 años) 480 millones de dólares y Movistar 206 millones de
dólares, en total 686 millones de dólares. Entre los años 2008 y 2012 las telefónicas facturaron
alrededor de 7.150 millones de dólares y declararon 390 millones de dólares por Impuesto a la
Renta, y sabemos que estas empresas nunca facturan todo ni pagan todo el impuesto a la renta.
Con la nacionalización de estas empresas, sin contar el capital constante, se tendría 1500 millones
de dólares al año.
b) Nacionalización de la Banca: Los activos en el sistema bancario son de alrededor de
US$27.910 millones y los pasivos de US$25.140 millones. Los beneficios o ganancias en el 2011
fueron de 385 millones y en el 2012 de 312 millones de dólares. Sólo estatizando los beneficios
el país recibiría un promedio de 350 millones de dólares anuales.
c) Nacionalización del Petróleo: Según datos del año 2010 las transnacionales petroleras sacaron
en utilidades 1083 millones de dólares, de los cuáles 163 (15%) se queda en el país y 920 millones
(85%) se llevan las transnacionales petroleras. Con la nacionalización el Ecuador se beneficiaría
con 920 millones de dólares, sin contar el valor de medios de producción nacionalizados.
d) Las funciones del Estado gastan 395 millones de dólares en propaganda, si se reduciría el monto
a 95 millones, 300 millones se podrían invertir en resolver los problemas de la miseria.

Sólo con estas cuatro propuestas el país se beneficiaría con 3070 millones de dólares anuales. En
6 años se obtendrían 18 mil millones de dólares, lo que con la explotación del Yasuní se lograría
en 30 años.

ÓSCAR VELA DESCALZO Falacias del Yasuní 4311 0 VALORE Indignado 6 Triste 2
Indiferente 2 Sorprendido 6 Contento 9 Jueves 29 de agosto 2013 29 de August de 2013 00:02
El tratadista de la lógica, Irving Copi, dice que una falacia es un tipo de argumentación
realizada en base a uno o más razonamientos erróneos. En ocasiones tales argumentos son
de tal naturaleza equívocos que no engañan a nadie, pero otras resultan psicológicamente
persuasivos. El tema Yasuní, desde su origen, ha estado plagado de falacias. La llamada
iniciativa Yasuní nació como una variante de lo que la teoría denomina la "apelación a la
fuerza", esto es un sui géneris razonamiento bajo el cual el Ecuador solicitaba a la comunidad
internacional importantes sumas de dinero a cambio de no explotar sus campos petroleros del
ITT. Para este propósito se utilizó el argumento falaz de la conservación contra el riesgo
evidente de su destrucción. Posteriormente, tras el fracaso previsible de la iniciativa referida, y
enterados de que "el mundo nos había fallado", se anunció la explotación petrolera en el área
protegida para que los ingresos económicos obtenidos sean destinados a la inversión social de
los sectores más vulnerables del país. Pero ¿es esta la causa real de la decisión? O, quizá
estamos escuchando la falacia de la causa falsa, es decir aquella que nace del error de tomar
como causa de un efecto algo que no es real o, al menos, no del todo. Tras las múltiples voces
en contra de la explotación petrolera en el Yasuní, se utiliza a diario la falacia ofensiva, aquella
que se comete cuando, en lugar de refutar la verdad de lo que se afirma, se ataca a quien hace
la afirmación. Así se dice que ahora defienden al Yasuní los noveleros, neoliberales, vencidos,
corruptos y varios aprovechadores circunstanciales que no distinguirían un bosque primario de
una majestuosa torre petrolera. Y las falacias continúan pues, invocando al pueblo con la
falacia emocional, se amenaza desde distintos sectores con una consulta para decidir el
destino del Yasuní. Aparece entonces la falacia de la pregunta compleja. Se oyen rumores de
que tal pregunta sería algo como: ¿estaría usted de acuerdo con la explotación responsable y
sustentable del Yasuní para que los ingresos económicos de esta explotación sean destinados
a los más vulnerables y erradicar de este modo la miseria en el Ecuador? Las premisas de la
falacia que seguirá, la de la audacia, ya flotan en el ambiente: la primera asegura que si los
asambleístas toman valor y, obsecuentes, levantan la mano aprobando la explotación en contra
de lo dispuesto por el artículo 57 de la Constitución, serían responsables del eventual delito de
etnocidio. La segunda, en cambio, se inclinaría por convocar a consulta popular para blindarse
de algún modo ante el reclamo y juzgamiento de las generaciones futuras, esas que, como
conclusión, no verán al Yasuní ni tampoco un centavo del dinero de ese petróleo.
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