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Existe voluntad jurídica cuando concurren los requisitos internos: discernimiento, intención y
libertad, y externos: la declaración. Como el acto o negocio jurídico es manifestación de voluntad,
ésta debe estar sanamente formada, libre de error o dolo que afecte la intención, o de violencia o
intimidación que afecta la libertad.
El acto jurídico anulable por estos vicios es provisionalmente eficaz, mientras no se declare
judicialmente su nulidad.
VIOLENCIA O INTIMIDACION
1.Concepto:
Estaremos ante este vicio cuando por medio de la coerción, ya sea mediante apremios físico, ya
sea mediante intimidaciones o amenazas, se obligue al afectado a celebrar o ejecutar un acto que,
en otras condiciones, no lo haría.
Nuestro Código Civil se refiere al clásico vicio de la violencia, o falta de libertad, como FUERZA Y
TEMOR. En otras disposiciones, sin embargo, emplea, genéricamente, la palabra violencia.
2. FUERZA.
Condiciones para que el acto sea anulable. Las condiciones para que la intimidación torne
anulable al acto son que:
Violencia de un tercero: Al igual que en el supuesto del dolo, la violencia de tercero vicia el acto.
6.4. Efectos de acto viciado de violencia. Idem Dolo
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
Cuando el administrador fuerza un asentimiento expreso o implícito al acto, en los casos en que tal
asentimiento es condición de la validez del mismo. En este caso, como se advierte, el vicio de la
voluntad no está específicamente en el acto administrativo sino en el acto del particular, pero dado
que éste es condición de validez del primero —en el caso que analizamos— resulta también viciado
el acto administrativo. Obermayer considera que el acto es nulo, criterio al que ahora adherimos.
La violencia o intimidación son causas de anulación del acto jurídico, aunque hayan sido empleadas
por un tercero que no intervenga en él.
Hay intimidación cuando e inspira al agente el fundado temor de sufrir un mal inminente y grave en
su persona, su cónyuge, o sus parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de
afinidad o en los bienes de unos otros.
Tratándose de otras personas o bienes, corresponderá al juez decidir sobre la anulación, según las
circunstancias.
La amenaza del ejercicio regular de un derecho y el simple temor reverencial no anulan el acto.
Es nula a la renuncia anticipada a la acción que se funde en error, dolo, violencia o intimidación.
La violencia sobre el agente cometida por el propio individuo a quien el acto va dirigido, o por
terceros, hace que el acto sea nulo, aunque para algunos autores es anulable.
En las ediciones aparecidas hasta el año 1969 dudamos si tal vez cupiera pronunciarse simplemente
por la anulabilidad, pero creemos ahora que no, que la nulidad absoluta sigue siendo la solución
correcta. Es que se trata de un país que todavía no se ha repuesto plenamente de la tremenda ola
de intimidación pública que lo asoló en forma directa e inmediata hasta 1983 y que de algún modo
todavía persiste en el Estado democrático, aunque bajo formas morigerada. Es que algo del clima
de temor subsiste y no son mera fantasías. Paranoicas, no solamente por el pasado sino también
por el presente inmediato que nos toca vivir.
Observaciones comunes.-
La violencia o intimidación vicia la voluntad tanto si se ejerce sobre la persona o sobre los bienes,
sea del mismo individuo o de su cónyuge, ascendientes o descendientes. En todos los casos debe
atenderse a la edad, sexo y condición de las personas, a fin de evaluar el temor que la amenaza haya
podido producir en ellas.