You are on page 1of 3

El Acero Barato

Las innovaciones tecnológicas más notables que afectaron a la industria


siderúrgica tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo, en relación con la
fabricación del acero. El acero es en realidad una variedad especial del hierro;
contiene menos carbono que el arrabio o hierro colado, pero más que el hierro
forjado. En consecuencia, es menos frágil que el primero, pero más resistente y
duradero que el último. Se fabricaba desde hacía ya varios siglos, pero en
pequeñas cantidades a un alto coste, de forma que su uso estaba limitado a
productos de alta calidad como limas, muelles de reloj, instrumental quirúrgico,
hojas de cuchillo y cubertería fina. En 1856, Henry Bessemer, un inventor inglés,
patentó un nuevo método para producir acero directamente del hierro fundido,
eliminando el proceso de pudelación y ofreciendo un producto superior

El convertidor Bessemer. Producía acero «sin combustible» inyectando aire a


través del hierro fundido para quemar el exceso de carbono: La producción del
acero de Bessemer aumentó rápidamente y desplazó pronto al hierro ordinario en
gran variedad de usos. Sin embargo, el proceso Bessemer no siempre producía
un acero de alto grado homogéneo y no podía ser utilizado con minerales de
hierro fosfóricos.

Para remediar este defecto inicial, en el decenio de 1860 un equipo de


metalúrgicos franceses formado por Pierre Martin y su hijo Émile, y los hermanos
Siemens, Friedrich en Alemania y William en Inglaterra, desarrollaron el horno de
solera abierta u horno de Siemens-Martin. Era más lento y algo más costoso que
el proceso Bessemer, pero ofrecía un producto de mayor calidad.

En 1878, dos primos ingleses, Sidney G. Thomas y Percy C. Gilchrist, plantearon


el proceso «básico» (así llamado porque utilizaba piedra caliza y otras materias
básicas para revestir el convertidor de Bessemer o el horno de solera abierta y
neutralizar el fósforo ácido del mineral), lo que permitió el uso de las abundantes
menas de hierro que contenían fósforo.
Como resultado de estas y otras innovaciones, la producción mundial anual de
acero aumentó de menos de medio millón de toneladas en 1865 a más de 50
millones de toneladas en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

El acero no tardó en reemplazar al hierro y a la madera en herramientas, juguetes


y cientos de productos que iban desde las máquinas de vapor hasta las horquillas.

El transporte y las comunicaciones

La locomotora de vapor y sus inseparables compañeras, las vías de hierro (o


acero), se convirtieron más que cualquier otra innovación tecnológica del siglo
XIX, en el paradigma del proceso de desarrollo económico. Eran a la vez los
símbolos y los instrumentos de la industrialización. Antes del ferrocarril la
insuficiente infraestructura del transporte constituía el principal obstáculo para la
industrialización tanto en Europa continental como en Estados Unidos.

A finales del siglo XVIII las cuencas carboníferas británicas tenían muchos
kilómetros de vías por las cuales circulaban las vagonetas, impulsadas por la
fuerza de la gravedad, por caballos o por seres humanos.

Francia, Austria y Estados Unidos tenían ferrocarriles cortos tirados por caballos
hacia 1830 (Francia contaba incluso con unos pocos kilómetros de ferrocarril de
vapor), pero Estados Unidos no tardó en aventajar incluso a Gran Bretaña y
rivalizar con toda Europa en su construcción.

El barco de vapor

El barco de vapor, aunque se desarrolló antes que la locomotora, desempeñó un


papel menos vital en la expansión del comercio y la industria hasta bien avanzado
el siglo. En realidad, para el comercio oceánico el barco de vela de madera
alcanzó su desarrollo máximo, técnicamente y en tonelaje de mercancías
transportadas, a partir de 1850.

La verdadera era del vapor oceánico no llegó hasta el desarrollo de la hélice


(década de 1840), el motor compuesto (1850-1860), los cascos de acero (1860-
1870) y la apertura del canal de Suez en 1869.
A partir de entonces su progreso fue rápido, y los barcos de vapor desempeñaron
un importante papel en la globalización de la economía mundial.

La invención de la litografía en 1819 y el desarrollo de la fotografía a partir de 1827


hicieron posible la reproducción a bajo coste y la amplia difusión de imágenes
visuales. Gran Bretaña introdujo el franqueo barato en 1840.

Más importante todavía fue la invención en 1832 del telégrafo eléctrico por el
americano Samuel Morse. En 1850, la mayoría de las principales ciudades de
Europa y América estaban unidas por cables de telégrafo, y en 1851 se tendió el
primer cable submarino a través del canal de la Mancha.

Las aplicaciones de la ciencia

Todos estos avances se apoyaban mucho más que las innovaciones técnicas
anteriores en la aplicación de la ciencia a los procesos industriales. La industria
eléctrica, en particular, requería un alto grado de conocimiento y experiencia
científicos. En otras industrias, el avance científico se convirtió cada vez más en
requisito del progreso tecnológico. Esto no significaba, sin embargo, que los
científicos abandonaran sus laboratorios por las salas de juntas o, a la inversa,
que los hombres de negocios se convirtieran en científicos.

You might also like