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“Año del Diálogo y la Reconciliación

Nacional”

UNIVERSIDAD NACIONAL
“SAN LUIS GONZAGA”
DE ICA

FACULTAD DE INGENIERIA CIVIL


TEMA: LA AXIOLOGIA
CURSO: FILOSOFÍA , ÉTICA Y DEONTOLOGÍA

DOCENTE: LIC.CRISTIAN PEREZ HUACHUA

HUARCAYA LOPEZ, JUAN CARLOS


FLORES PASACHE, KATERIN BRIGITH
QUISPE VENTURA ,ANSELMO ALEJANDRO
MEZA TIPIAN ,ALEJANDRO AUGUSTO
ALUMNOS: CORDOVA ONTON ,JUAN ANDRES
NEGRETE TASAYCO, CRISTHIAN JESÚS
INTIMAYTA JUNCHAYA ,FREDDY ALEJANDRO
ARONI VENTURA ,SUJEY NAYELI
CICLO: II-A
ICA - PERU
2018
LA AXIOLOGIA

Introducción:
Este presente trabajo merece una investigación debido que los
valores nos sirven para identificarnos con otras personas
conduciéndonos a formar comunidades donde las acciones de
estas nos benefician y viceversa. La principal motivación del grupo
a desarrollar el tema ya mencionado es su importancia a lo largo de
nuestras vidas y como su conocimiento nos permite
interrelacionarnos en un espacio compartido.
Varias son las cuestiones que se pudiesen tratar sobre el tema de
los valores, inagotable como la vida misma. No obstante, nos
limitaremos a aspectos relevantes: Uno de los aportes seria en
primera instancia dar a conocer un concepto de axiología y de
alguna forma lo expuesto pueda ser aplicado por los oyentes y claro
está por los miembros del grupo. El interés en torno a los valores,
que motiva y legitima su abordaje en contextos educativos, la
conceptualización, que permite una aproximación analítico-
epistemológica a la redefinición de los espacios propios de la
axiología y la génesis de los valores en el sujeto humano, mediante
la cual se pretende incidir en los procesos humanos de desarrollo
axiológico, y su correlación en el proceso de estudiar.
También se hace una breve reseña de investigación empírica sobre
las características de los profesionales expertos en la competencia
ética, la forma de ejercerla y el impacto que tiene en la institución en
que laboran. El tema involucra la educación superior, el
ejercicio profesional y la formación continua, la cual mostró ser
una conjunción de conocimientos, habilidades, actitudes y valores
que caracterizan al profesional competente y marcan su estilo de
vida. Se evidencia la necesidad de formación permanente de los
profesionales para fortalecer esta competencia, mediante
experiencias de reflexión y trabajo participativo.
No existe una investigación específica sistematizada en este
sentido, sin embargo, hay trabajos valiosos que han servido de
base a esta investigación. En nuestro medio cultural y académico,
tampoco resulta un tópico sobre el cual se haya escrito mucho; de
ahí su importancia científica social.
Definición:
La axiología, es una rama de la filosofía que va enfocada al estudio
de los valores y de su utilidad para el hombre. La palabra axiología
deriva del griego “axio” que se puede traducir en valioso y “logo”
que se traduce en tratado o estudio. Los inicios de esta rama
filosófica se encuentran en los inicios del siglo XX, en autores como:
PAUL LAPIE (Primero en usar el término axiología), HAITMAN
(Tomó el concepto para fundamentar su estudio) . El objetivo de
esta rama da la filosofía es el estudio de los valores en sí mismos
desde el punto de vista conceptual, material y moral. Estudiando el
valor intrínseco o extrínseco.

Historia:
Es una disciplina filosófica colocada por unos en la metafísica,
porque los valores son referidos al ser; por otros en la ética, porque
se ocupan exclusivamente de los valores éticos, en la estética por
la belleza; en la antropología cultural a veces, porque los valores
están vinculados al lego cultural de cada sociedad.
La axiología o estudio de los valores nació en Alemania, a finales
del siglo XIX, comprendiendo también la actual Austria.
Su introducción se produjo a principios del siglo XX. No obstante,
los antiguos griegos dedicaban una parte de la reflexión filosófica a
los llamados problemas de valor, tratándolos dentro de la llamada
“filosofía práctica” o “conciencia práctica”. Ellos comenzaron por
constatar intuitivamente la existencia de los valores, y sólo después
se ocuparon de su análisis filosófico.
En la vida real, el hombre aprende primero a estimar y a
desestimar, a evaluar y a devaluar, en fin, a valorar, antes de tomar
conciencia plena de qué es en sí el valor o determinado tipo de
valor, e indagar acerca del camino de su conocimiento o
aprehensión espiritual y exposición teórica. De la misma manera
procedieron los griegos, con la especificidad de que la moral fue el
objeto por excelencia de sus meditaciones axiológicas.
Entre 1930 y 1973, el matemático y filósofo Dr. Robert S. Hartman,
se dedicó a entender cómo piensan las personas, por lo que definió
a la Axiología como la ciencia que estudia la manera de pensar.
En específico, la Axiología estudia como las personas determinan el
valor de las cosas. El valuar es asignar prioridades; escoger algo en
lugar de otra cosa. Es pensar en las cosas en relación a las demás
y decidir cuál es mejor. La gente asigna valor de acuerdo a patrones
consistentes individuales y únicos que componen su estructura de
valores.
Max Scheller, consideraba que los valores no eran
propiedades, sino objetos en sí, aunque diferenciados de los
objetos reales y de los ideales. Dentro de esta concepción el valor
se halla fuera del espacio y del tiempo. Es por lo tanto,
indestructible.
Pero la obra fundamental sobre la materia, según Martínez Huerta
(2001, pág. 70), apareció en el siglo XX, Ética de Max Scheler
(1874-1928) en dos volúmenes, el primero denominado El
formalismo en la ética y, el segundo, La ética material de los
valores, publicados entre 1913 y 1916, obras en la que aplica la
fenomenología a la ética y elabora una teoría de los valores. A esta
obra, le siguieron los libros de Lessing, Müller, Freienfels, Stern y
Johannes Erich Heyde. En el año de 1926 fue publicada la Ética de
Nicolai Hartmann (para algunos el mejor tratado de cuestiones
axiológicas escrito en este siglo.

Tipos de Axiologías:
Axiología Educativa
La axiología, siendo una disciplina de la Filosofía, define el valor
como una cualidad que permite otorgarle significancia al valor
ético y estético de las cosas; por lo que es una cualidad especial
que hace que las cosas sean estimadas en sentido positivo y
negativo, de modo que los valores son agregados a las
características físicas del objeto, por medio de un individuo o grupo
social, lo cual se modifica el comportamiento y las actitudes de los
individuos hacia el objeto a partir de esa atribución. Los valores
morales son los parámetros que permiten juzgar si un acto es
moralmente bueno o malo, de acuerdo a las características
comunes que ha denotado una sociedad.
Temáticas;
La Axiología Educativa, como disciplina de las ciencias de la
educación o como parte de un tratado monográfico, comprende
varios temas encuadrados, con mayor o menor acierto, en los
manuales de Filosofía y teoría de la educación.

 Bienes educativos: faceta objetiva de los valores. Se deben


estudiar a un nivel filosófico y científico.
 Fines educativos: Los valores educativos son el núcleo de la
Axiología Educativa, y suelen reducirse a valores culturales.

1 Axiología Jurídica
La Axiología Jurídica es la rama de la filosofía del Derecho que trata
el problema de los valores jurídicos, es decir, dilucida sobre cuales
sean los valores que harán correcto un modelo de Derecho o que
primarán a la hora de elaborar o aplicar el Derecho.
De todos los valores del Derecho, el más importante es el de
"justicia". Tiene tanta importancia que algunos autores designan a la
Axiología Jurídica como "teoría de la justicia".
La Axiología Jurídica trata el problema de los valores jurídicos, es
decir, dilucida cuáles son los valores que harán correcto un modelo
de Derecho o que primarán a la hora de elaborar o aplicar el
Derecho.

Ramas de la axiología:
1.- La Ética:
La ética está unida a otra disciplina denominada "Axiología"
(Teoría delos valores) , A la ética le interesa analizar "los
valores morales" y para ello encuentra sustento teórico en la
axiología tratando de llegar a su sentido o esencia.
A).Origen de la noción del valor:
El inicio de lo que ahora se puede entender por valor se halla
relacionado con la perspectiva económica de Adam Smith
(1723-1790), considerado además de economista un filósofo
moral.
Las primeras teorías sobre el valor son de tipo económico y
surgen en el s. XVIII, cuando comienzan a elaborarse en
Inglaterra las primeras teorías económicas, se sustituye el
concepto tradicional de bien común por el de «interés general»
y A. Smith (Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de
la riqueza de las naciones, 1776) sostiene que la causa de la
riqueza de los pueblos es el trabajo; el valor de las cosas se
mide entonces por la cantidad de trabajo, y se distingue entre
el valor de uso y el valor de cambio o valor propiamente dicho.
El valor de uso de una mercancía (aquello para lo que sirve) lo
determina su utilidad en la sociedad; mientras que el valor de
cambio, propiamente el valor, según la teoría del valor trabajo,
que comienza en A. Smith y prosigue con David Ricardo
(Principios de la economía política, 1817) hasta Karl Marx (El
capital, 1867), se mide por el tiempo de trabajo socialmente
necesario para producir el objeto que se intercambia.
(Diccionario de filosofía Herder, 1998)
Desde la economía el concepto de valor se trasvasa a otros
campos del saber, con variadas acepciones pero siempre
referidas a la proposición anterior, como dice Etxebarria
(2003,p.48) “el termino valor va entrar en el campo moral
precedido de su uso en el campo económico”. Uno de los
primeros en hacerlo fue Rudolph Hermann Lotze, médico y
filósofo alemán, afirmando que “los valores no son, sino que
valen”. No obstante, esta perspectiva de origen que totalmente
incompleta si se asume como absoluta, ésta se robustece con
la perspectiva kantiana en la tercera definición de imperativo
categórico cuando afirma: “obra de tal modo que te relaciones
con la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier
otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio” (Kant,
1994). Este imperativo lo explica muy bien Etxeberria (2003,
pág. 49) cuando dice: En el reino de los fines, dirá, hay cosas
que tienen un precio y otras que tienen una dignidad. Lo que
tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente,
puede ser medio para usos cualesquiera de esta o aquella
voluntad; lo que tiene dignidad está por encima de todo
precio y merece respeto, existe como fin en sí y como tal
debe ser considerado, no pudiendo ser instrumentalizado.
Es decir, Kant viene a distinguir entre el ámbito del valor
mercantil y el ámbito del “valor absoluto” integrado
precisamente por los seres humanos en su condición de tales.
Lo que es valor en sentido moral es esto último. Como afirman
Sierra y Bedoya (1996) los valores se consideran como los
principios y los fines que fundamentan y guían el
comportamiento humano, social e individual.
A todo lo anterior hay que sumarle la connotación social que
tiene el valor, el mejor exponente de tal proposición sin duda
resulta ser Sánchez Vásquez (1998), él afirma que: “El valor no
lo poseen los objetos por sí, sino que éstos lo adquieren
gracias a su relación con el hombre como ser social” . Agrega
además que: “El valor de cambio como el de uso- sólo lo posee
el objeto en su relación con el hombre, como una propiedad
humana o social suya”.
B).Problemas de la Axiología
Según Martínez Huerta (2001) “La axiología como disciplina
sintética fundamental de la filosofía tiene ante sí, seis
problemas capitales” (p.70). Si estos se combinan con los que
Escobar Valenzuela (2001) propone como problemas de la
Axiología, se pueden formular los siguientes, como los más
relevantes que debe abordar la axiología:

1) El problema de la existencia del valor. ¿Existen los valores?


¿Qué tipo de existencia tienen? ¿Cuál es su naturaleza?

2) El problema de la esencia del valor. ¿Qué son los valores


en general?

3) El problema del método. ¿Qué método debe


emplearse para dilucidar la naturaleza del valor?

4) El problema del conocimiento de los valores. ¿Cómo se


conocen los valores?

5) El problema de la clasificación de los valores. ¿Cuántas


clases de valores hay?
6) El problema de la valoración. ¿En qué radica la
positividad y en qué la negatividad de un valor?

7) El problema de la jerarquía de los valores. ¿Qué valores


valen más?

8) El problema de la realización de los valores.


¿Qué relaciones internas existen entre los valores y bienes?

Los apartados siguientes, sin buscar dar una respuesta a


cada uno de los problemas anteriormente citados, pretenderá
abordarlos para iluminar una reflexión sobre los mismos.

Problemas sobre la existencia del valor:


Uno de los primeros problemas con los que la axiología se
enfrenta es el relacionado con la existencia de los valores, en
este plano las posturas parecerán irreconciliables unas con
otras. Dado, como dice (Escobar V .2001) que: “Los valores
pertenecen a una región independiente, no son cosas, no
pertenecen a la realidad, sino a un mundo aparentemente
autónomo, quienes han ahondado en su naturaleza lo hacen
desde perspectivas diferentes. Es que, como afirman Payá,
Prats y Torguet (2001)
Los valores son un instrumento de conocimiento, pero no
pueden quedar reducidos meramente a la actividad intelectual
o cognitiva de la persona. Así, cabe destacar su dimensión
afectiva y, juntamente con ella, el componente volitivo y la
función de guía del comportamiento que realizan. De la misma
manera, se debe subrayar la doble dimensión, personal y
social, de los valores, que son, a la vez, posibilitadores de la
realización personal y configuradores de la misma.
Históricamente pueden distinguirse las posturas de los
subjetivistas versus la objetivista. La primera se cuestiona
sobre si los objetos tienen valor porque los deseamos y, la
segunda, si los deseamos porque tienen valor. Ante estas
posturas, que a simple vista parecen irreconciliables, se abre
la posibilidad de que la naturaleza de los valores sea doble, es
decir, subjetiva y objetiva al mismo tiempo, ésta es la tercera
postura, acuñada por Risieri Frondizi, ya en la década del 60’
del siglo pasado y que se reconoce como cualidad estructural
del valor.

Corriente subjetivista de los valores:


Afirma que los valores son el resultado de las reacciones,
individuales y colectivas. El subjetivista se pregunta ¿Puede
algo tener valor si nadie lo ha percibido ni puede
percibirlo? Según el subjetivismo, los valores no existen en si
y por si, sino que son creaciones de la mente, existe
solamente para mi; lo que hace a una cosa valiosa es el
deseo o el interés individual.

El subjetivismo es la condición que supone que algo sólo es


verdadero para el sujeto que lo concibe, aplicado a los
valores, llega a afirmar, como escribe Escobar V. (2001) que
los valores no existen en sí y por sí, sino que son meras
creaciones de la mente, existen solamente para mí; lo que
hace a una cosa valiosa es el deseo o el interés individual.
Sánchez V. (1998) se pregunta: las cosas ¿valen porque yo
como sujeto empírico, individual- las deseo, y en ese caso,
sería mi deseo o interés lo que confiere su valor? Esta postura
es presentada primeramente por Alexius von Meinong cuando
afirma que “tiene valor lo que nos agrada y en la medida en
que nos agrada”. Su discípulo Ehrenfels introdujo una
variante: tiene valor lo que se desea y en la medida en que se
desea. Es el deseo lo que confiere valor a un objeto. Sánchez
V. (1998) al respecto escribe que:
“No deseamos el objeto porque vale es decir, porque satisface
una necesidad nuestra, sino que vale porque lo deseamos o lo
necesitamos. En pocas palabras, lo que deseo o necesito , o
también, lo que me agrada o gusta, es lo que vale; a su vez, lo
que prefiero, de acuerdo con estas vivencias personales, es lo
mejor”.
Payá, et al. (2001,) afirman: “Perry sitúa el origen del valor en
la persona que realiza el acto de valoración y relaciona interés
y valor. No reduce el concepto «interés» a la curiosidad
intelectual simplemente, sino que lo concibe desde los
componentes afectivo motor”.
En torno a esta postura se puede decir que es cierto que el
componente individual un factor importante en el proceso de
valoración, pero no es el único, ni está tampoco aislado. Al no
tomar en cuenta ese objeto, toman una parte por del todo y
sus conclusiones necesariamente deben ser erróneas. Como
afirman los autores arriba citados.
Las diversas tendencias subjetivistas conducen a la persona
ante un callejón sin salida: el del relativismo. Si los valores
dependen de la persona que valora y no se pueden afirmar
unos valores por encima de otros, estamos muy cerca, si no
dentro, del «todo vale». Y todo el mundo conoce en su piel,
con mayor o menor intensidad, las terribles consecuencias del
«todo vale». Pero es que, además, si el subjetivismo tuviera
razón que la tiene, sólo que parcialmente-, cabe preguntarse
entonces: ¿por qué educamos?, ¿por qué entablamos
conversaciones y disputas sobre situaciones de conflicto de
valor? Quizá la respuesta sea: porque el ser humano
reconoce en lo más hondo de su dignidad que no todo vale lo
mismo.

Corriente objetivista de los valores:

Esta corriente se opone terminantemente al subjetivismo;


sostienen que los valores dependen del objeto y no del
sujeto; lo único que hace el sujeto es captar el valor. El
objetivismo reconoce que la valoración es subjetiva, pero ella
no implica que el valor lo sea. El objetivismo descansa en dos
tesis fundamentales:

a). Incurrir en la separación radical entre el valor y realidad.


b). Afirmar que los valores son absolutos, que existen en sí y
no para mi.

Posición intermedia entre el objetivismo y el subjetivismo


El filósofo argentino Risieri Frondizi piensa que tanto el
objetivismo como el subjetivismo son unilaterales. Considera
que el valor surge de la relación entre el sujeto y el objeto y
que esa relación origina una casualidad estructural empírica;
esta casualidad no se da en el vacío, sino en una situación
humana. Según el, los valores sirven de fundamento a las
normas éticas y estas, lo mismo que las normas jurídicas, son
situacionales. Sostiene que su interpretación estructural del
valor abre la posibilidad de superar el tradicional abismo entre
el ser y el deber ser.

Según del Diccionario Filosófico Herder (1998) el objetivismo


es la tesis que defiende la existencia de valores éticos
plenamente objetivos , ya que no se reducen meramente al
sentimiento de agrado, interés ni deseo, ni se reducen
tampoco a un mero proceso psicológico de valoración, razón
por la cual, el estudio de estos valores es objeto de la
ontología. De esta manera, el objetivismo ético sustenta que
los mencionados valores son válidos y objetivos para todos
los individuos y todos los tiempos, ya que no son ni subjetivos,
ni relativos ni convencionales.

Esta postura se caracteriza, en palabras de Sánchez Vásquez


(1998), por los siguientes rasgos fundamentales:

a. Los valores constituyen un reino propio, subsistente por


sí mismo.
b. Son absolutos, inmutables e incondicionados.

c. Los valores se hayan en relación peculiar con las cosas


reales valiosas que llamamos bienes. En los bienes se
encarna determinado valor: en las cosas útiles, la utilidad; en
las cosas bellas, la belleza, y en los actos buenos de los
hombres, la bondad.

d. Los valores son independientes de los bienes en los


que se encarnan. Es decir, no necesitan para existir que se
encarnen en las cosas reales. Los bienes dependen del valor
que encarnan. Sólo son valiosos en la medida en que
soportan o plasman un valor.

e. . Los valores son inmutables; no cambian con el


tiempo ni de una sociedad a otra. Los bienes en que los
valores se realizan cambian de una época a otra; son objetos
reales, y como tales, condicionados, variables y relativos
f. Los valores no tienen una existencia real; su modo de
existir es a la manera de las ideas platónicas- ideal. Esta tesis
ha sido defendida, entre otros, por Sócrates y Platón en el
mundo antiguo y, de manera más reciente, por aquellos
autores que, como George Moore, Max Scheler (máximo
exponente de esta postura) y Nicolai Hartmann, tienden a
considerar los valores como objetos ideales.

Por ejemplo Etxeberria (2003.) afirma:

“Hartmann refuerza el carácter objetivo de los valores,


afirmando un ser en sí intemporal de los mismos, que se
contrapone a lo real temporal aunque arraigue en él, y que es
independiente de su ser aprehendidos por el sujeto”.

El problema del método.

Primeramente ha de definirse que es el método. Su


etimología proviene del griego, métodos, búsqueda,
investigación, de meta hacia, y odós, vía, camino, por tanto,
camino que debe ser recorrido para llegar a un punto o
resultado, o modo de hacer una cosa.

En general, es de la mejor manera de proceder racional para


lograr un fin determinado, no sólo escogiendo los medios
convenientes, sino también poniéndolos en práctica según
un orden razonado, adecuado y consecuente, que se
expresa mediante reglas o normas (Herder,1998).
Problema de la jerarquía de los valores.
¿Qué es una jerarquía de valores?

Una jerarquía es el establecimiento de un orden, una


graduación de valores, que generalmente se conforman a
partir de una escala. Como puede observarse, este apartado
se encuentra íntimamente relacionado con el tema de las
clasificaciones de los valores. Esto implica que, una persona o
grupo de personas, puedan determinar cuáles son para ella o
ellas los valores superiores, intermedios e inferiores en una
escala particular. Y es que, como escriben Payá, Prats y
Torguet, (2001).Las jerarquías, clasificaciones o tablas de
valores son, asimismo, fluctuantes, cambiantes y están
sujetas a influencias del contexto social, cultural, político. De
la misma manera, también pueden variar en el curso de la
vida de una persona.

Los mismos autores agregan que:

No se es indiferente hacia los valores: tendemos a


aceptar unos y a rechazar otros. Enfrentados ante una
situación de conflicto de valores, por regla general escogemos
el superior, aunque a veces no lo hagamos debido a otras
circunstancias. Al menos estaríamos de acuerdo en que
deberíamos escoger y aplicar el superior. Todo esto da cuenta
de la veracidad de la afirmación de la polaridad de los valores
y de su naturaleza jerárquica. (Sierra y Bedoya, 1996, p.14)

Una síntesis básica de lo anteriormente escrito cuando dicen


que es conveniente analizar algunas características
especiales que acompañan a los valores, y enumeran las
siguientes:

1. Cada grupo social establece su propia escala de valores.

2. En cada grupo social se va dando un sinnúmero de


relaciones: de aprecio, de aceptación y admiración.

3. Los valores de cada grupo social se constituyen en una


vida, en una filosofía.

4. En los grupos sociales, así como se dan y se presentan los


valores positivos, también se expresan los valores negativos.

Preferibilidad de los valores:


Al respecto, Gutiérrez S. (1996) para facilitar la conformación
de las diversas escalas jerárquicas retoma el principio de
preferibilidad planteado anteriormente por otros autores, para
él, “la preferibilidad es la propiedad por la cual los valores
atraen o inclinan hacia sí mismo la atención, las facultades y,
en especial, la voluntad del hombre que los capta”.

Al respecto Etxeberria (2003) afirma: “Cuando consideramos


que cierto objeto en el sentido más amplio cubre nuestras
necesidades de sobrevivencia y desarrollo, lo consideramos
valioso y aspiramos a alcanzarlo” (p.47).

Esta característica de atracción, como dice Dueñas Rodríguez


(s.f.), surge ante la imperfección que muestra el ser humano y
la necesidad que tiene éste de eliminarla, complementándose
con otros objetos, otros entes que de alguna manera llenan o
satisfacen su hambre de desarrollo y de plenitud. A partir de
esta polarización: el atractivo de los valores por un lado y la
precariedad humana por el otro, el valor se ha convertido en el
satisfactor normal de la naturaleza humana imperfecta y
necesitada. El valor es el alimento del ser humano como tal,
es el ente que se adecua a la naturaleza humana dada su
calidad de ente en desarrollo y evolución. Captar los valores
es lo mismo que reconocer el alimento adecuado la propia
naturaleza, a las propias facultades necesitadas de algún
complemento que las satisfaga.

Criterios de la preferibilidad de los valores:


El problema de la jerarquía se acrecienta cuando se
profundiza en la manera en que han de construirse las
escalas de valores, para ello, muchos han propuestos
diversos criterios que permiten su estratificación, por ejemplo
Max Scheler propuso los siguientes:

1. Durabilidad del valor: un valor es tanto más alto o


importante cuanto más duradero, en el sentido de
permanente. En este sentido, los valores más fugaces son
inferiores y los eternos son superiores.

2. Divisibilidad del valor: una cosa es valiosa cuanto menos


divisible sea. En este aspecto se contempla que los valores
inferiores son divisibles, los superiores no son divisibles. Los
valores más divisibles separan a las personas, mientras que
los superiores las unen.
3. Fundación del valor: acá se toma en cuenta el hecho de
quien sustenta a quien, así por ejemplo, si el valor A funda el
valor B, entonces el valor A es superior al B.

4. Profundidad de la satisfacción: un valor es tanto más alto


cuanto mayor es la satisfacción que produce. Los que
producen mayor satisfacción, en calidad y cantidad, son los
superiores.

5. Relatividad: Un valor es tanto más alto cuanto menos


relativo es, es decir, en cuanto dependa menos de las
condiciones concretas del individuo. No implica subjetividad,
sino a lo que hace referencia el valor. Así hay valores relativos
a la persona, al grupo y al contexto.

Un autor posterior, Reiner (como se citó en Exteberria, 2003),


amplía la propuesta de criterios o principios de preferibilidad
de los valores hasta diez, estos son:

1. Altura (Scheler).

2. Fuerza o urgencia axiológica (Hartmann).

3. Urgencia temporal, que remite a lo perentorio.

4. Cantidad de la realización axiológica.

5. Mayor probabilidad de éxito.

6. Probabilidad de eliminar un defecto o una determinada


necesidad.

7. Exigencia de no lesionar los valores existentes.

8. Posibilidad de la colaboración, mediante la preferencia, en


determinadas tareas sociales.
9. Capacidades personales y medios efectivos de que dispone
quien efectúa la preferencia con respecto a un valor que, en
determinada situación, interesa a todos.

10. Capacidades personales y medios efectivos con respecto


a un valor distinto del que interesa inmediatamente en la
situación y que conviene entonces reservar para ese otro
valor.

Existe una gran cantidad de valores, pero pueden ser


ordenados dentro de una jerarquía que muestra la mayor o
menor calidad de dichos valores comparados entre sí. Es
claro que no es igual lo material que lo espiritual, lo animal o
lo intelectual, lo humano o lo divino, lo estético o lo moral. Por
lo tanto para dicha estratificación utilizaremos el criterio de
que el valor será más importante y ocupará una categoría más
elevada en cuanto perfeccione al hombre en un estrato cada
vez más íntimamente humano Estos son solo algunos
ejemplos de la conjunción de criterios que concuerdan al
momento de jerarquizar los valores, la práctica misma
demostrará como decía Frondizi (1958) que “Es más fácil
afirmar la existencia de un orden jerárquico que señalar
concretamente cuál es ese orden o indicar criterios válidos
que nos permitan establecerlo” (p.20).
Problema de la realización de los valores:

Etxeberria (2003) introduce el tema de la realización de los


valores planteando su relación con la preferibilidad y la
jerarquía, al respecto escribe:

“Nuestra relación con los valores no se agota por supuesto en


la dinámica de preferibilidad. Se culmina en el esfuerzo por su
realización. Realización que, a su vez, debe tener encuentra
contextos y consecuencias” (p.54). Es decir, la realización de
los valores nos pide una creatividad encarnada. Esto debe
tenerse en cuenta tanto en la perspectiva personal como la
social. En la perspectiva social hay que resaltar los valores
más pertinentes, para cultivarlos a través del compromiso
individual e institucional: dichos valores son los de la tríada de
la revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad; o si se
quiere: tolerancia, justicia y solidaridad. En cuanto a la
perspectiva personal es interesante tener presentes a los
valores como aquellos objetivos que alcanzados realizan
nuestra plenitud, nuestro proyecto de felicidad: debe,
evidentemente, tratarse de los valores superiores, preferidos
con todas las matizaciones que se han ido introduciendo.

En este sentido, los valores desempeñan específicas


funciones en la comunidad, contribuyendo a dar importancia a
las cosas y a las actividades de las personas, por ello su
realización y efectivización resulta ser necesaria. Entre dichas
funciones destacan, según Sierra y Bedoya (1996):
1. Los valores proporcionan medios fáciles para juzgar la
sociabilidad de las personas y las colectividades. Los valores
hacen posible todo el sistema de estratificación que existe en
toda cultura. Ayudan al individuo mismo a saber en qué
puesto se halla a los ojos de los semejantes.

2. Los valores centran la atención de las personas en objetos


culturales y materiales que se consideran como deseables,
útiles y esenciales. El objeto así valorado puede no ser
siempre lo mejor para el individuo o el grupo, pero el hecho de
ser un objeto valorado socialmente lo hace digno de ser
perseguido.

3. Los modos ideales de pensar y de comportarse en una


sociedad vienen indicados por los valores. Los valores van
formando un esquema de conductas aceptadas socialmente,
de modo que las gentes pueden casi siempre distinguir los
mejores modos de pensar y de obrar.

4. Los valores actúan como medios de control y de presión


social. Inciden en las personas para que se acomoden con las
normas vigentes o establecidas; las anima y estimula a hacer
cosas cada vez mejores. Por otra parte, censuran
comportamientos prohibidos o mal vistos por la comunidad.

5. Los valores funcionan como medios de solidaridad. Las


personas se agrupan de acuerdo a los valores comunes. Esto
favorece en muchos casos la consecución de mayores y
mejores lazos de amistad, de compañerismo y de solidaridad.
Son elementos que mantienen vivo al grupo. El reto más
grande que se enfrenta en términos del valor, no radica en su
clasificación o estratificación en una escala de valores,
tampoco en el delinear su naturaleza o modos de captación, el
verdadero reto se encuentra en el esfuerzo que ha de
empeñar el hombre por realizarlo, por luchar día a día para
hacer efectivo aquello que declara o aspira, aquí es donde la
mayoría de los sueños terminan y comienza la realidad.

Clasificación de los valores:


Clasificación de los Valores según Llopis (2009), con
agregados de Ortega, Gasset y Shwartz (2008), con respecto
a:

1. La salud: El respeto por la vida, el cuerpo, la energía, el


cuidado, la prevención, etc. La Persona: La identidad, el
optimismo, la seguridad, la gratitud, la realización, la ambición,
el auto concepto positivo, la capacidad, la congruencia, la
autonomía personal, el éxito, la inteligencia, la confianza en sí
mismo, la humildad, la responsabilidad, la integridad, la
dignidad, la empatía, la intuición, la aceptación, la fortaleza, el
elegir las propias metas, la alegría existencial, la felicidad, la
aceptación de lo que la vida nos da, etc.

2. El Intelecto: La cultura, el conocimiento, las creencias y


las tradiciones, el amor a la verdad, la curiosidad, la
capacidad de comprensión, el sentido crítico, el desarrollo
intelectual, lo exacto, lo evidente, el método, la demostración,
etc.
3. La Socialización: La dignidad de la persona, la
sinceridad, el diálogo y la comunicación, la confianza, la
libertad de expresión, la igualdad, la colaboración, el
agradecimiento, la convivencia democrática, la generosidad,
el amor maduro, la tolerancia, la amistad, la comprensión, la
familia, la simpatía, el servicio mutuo, etc.
4. La Política: La participación política, la imagen pública,
la identificación política, la autoridad, la pluralidad, la
democracia, el poder social, etc.
5. La Economía: El trabajo, la capacidad, la productividad,
la riqueza, la rentabilidad, la austeridad, lo barato, la ganancia,
el liderazgo, la competitividad, el dinero, la mercancía, etc.
6. La Ética: La bondad, la honestidad, la benevolencia, la
sinceridad, la justicia, el perdón, la igualdad, la lealtad, la
amistad sincera, la solidaridad, el compromiso, la paz, la
concordia, etc.
7. La Religión: Las creencias religiosas, lo santo o sagrado,
lo divino, lo supremo, lo milagroso, lo virtuoso, lo puro, la
espiritualidad, el sentido religioso de la vida, el sentimiento de
unidad con el todo, las cosmovisiones salvadoras, la fe, la
devoción, etc.
8. El Hedonismo: El placer, el disfrute de la vida, la
diversión, el gozo, el riesgo, etc.
9. La Seguridad: La seguridad personal, y familiar, la
seguridad nacional, el sentido de pertenencia, la devolución
de favores, la higiene, la salud, etc. La Conformidad: La
obediencia, la moderación, la autodisciplina, la esperanza, el
respeto a la tradición, etc.
10. La Universalidad: La paz mundial, la convivencia
pacífica, la justicia social, la fraternidad, la sabiduría, la
belleza, la tolerancia, la armonía interna, la protección del
medio ambiente, la igualdad, la preservación del equilibrio, la
unidad con la naturaleza, la amplitud de criterios, etc.

Los valores por consecuencia, pueden ser ubicados de


manera diferente según el punto de vista de quien los estudie.
Importancia de los valores en la educación:

En un mundo interdependiente en el que las culturas y las


economías se interrelacionan, buscando cada cual su propia
ventaja, grandes problemáticas como la pobreza, el hambre,
la mortalidad infantil, las desigualdades entre géneros, la
sostenibilidad del medio ambiente, entre otros aspectos,
inquietan al mundo. (ONU, 2000)
Esas y otras problemáticas y los avances de la ciencia,
plantean interrogantes éticos que llevan a reflexionar sobre el
papel de los profesionales de las distintas ramas del saber y
su competencia en ejercer principios éticos: ¿Qué caracteriza
a un profesional éticamente competente? A partir de qué
fundamentos puede un profesional actuar moralmente y
resolver dilemas éticos planteados por los avances de la
ciencia y la tecnología y la evolución de las empresas, del
mercado, de la industria y que, en ocasiones, parecerían
poner en riesgo la supervivencia humana y planetaria.
La competencia profesional en ética En la formación integral
de los profesionales del siglo XXI se ha ido imponiendo un
modelo de educación basado en competencias, entendidas
como confluencia de habilidades, conocimientos, experiencias
y capacidades, afectividad y voluntad para realizar en este
caso la profesión con calidad y excelencia. En dicho enfoque
se han privilegiado las competencias básicas, que posibilitan
el desarrollo personal. (Casares, Carmona & Martínez R.
2010; Ruiz, 2010; Aneca, 2005; Sladogna, 2009)
El compromiso ético se ha incluido en las listas de
competencias como un requerimiento para que todas las
tareas que realicen las personas sean bien hechas y no se
reduzcan a fines egoístas ni pongan en riesgo el bienestar
común (Lozano & Herrera, 2013), respondiendo al séptimo de
los saberes necesarios en la educación del futuro: la ética del
género humano, enfocada a la formación mental de las
personas en lo relativo a ellas mismas, a la sociedad en
general y a la especie humana (Morin, 1998). Esta
competencia profesional se basa en la capacidad moral innata
de la persona de discernir, decidir y actuar autónomamente,
según su conciencia, con responsabilidad moral, lo cual le
imprime carácter y le hace llevar una vida virtuosa (Aristóteles,
1985)
La competencia ética se rige por tres principios:
beneficio de la profesión, autonomía del profesional y de
aquellos a quienes sirve, y justicia, en su sentido social
(López, Royo, Armenta, Barradas, Guajardo & Huesca, 2009).
La competencia transversal para ejercer principios éticos
constituye un valor apreciado en gerentes, líderes y en los
profesionales en general: reflejada en la honestidad, la
integridad y la honradez, que principalmente genera
credibilidad y confianza. Por otra parte, en el ámbito educativo
se constata la necesidad de ofrecer formación en el saber y
saber hacer ético profesional en todas las profesiones, no sólo
como ética aplicada al ámbito específico profesional, sino
como conjunto de valores y principios que estructuran
moralmente a la persona para tener una conducta recta, más
allá del cumplimiento de la ley. (Casares, Carmona &
Martínez-Rodríguez, 2010)

Responsabilidad y ejercicio profesional:

Una persona éticamente competente es responsable: tiene


compromiso consigo mismo y con los otros; ejerce su
profesión y sus funciones con idoneidad, cumple lo que se
espera de ella y se actualiza permanentemente en su campo
disciplinar; responde por lo que hace y por lo que piensa; hace
las cosas con propósito, busca producir buenos resultados y
responder a la confianza que la institución ha depositado en
ella. Por otra parte, en el ejercicio de la responsabilidad, una
persona competente en ética conoce y valora la institución a
la cual está vinculada, así como la misión, la filosofía y las
normas de la misma, y las aplica con criterio, buscando lo
mejor; considera que su trabajo es un aporte al objetivo
común. Reconocer con humildad las propias fortalezas y
debilidades en el desempeño de su labor es parte de la
competencia ética, porque permite al equipo de trabajo tener
complementariedad y eficiencia. También se halló que un fruto
de la responsabilidad y, al mismo tiempo, un elemento de la
competencia ética es la confianza: confianza recibida, basada
en la correcta actuación, con valores como la lealtad y el sigilo
profesional; y confianza dada, empoderando a otras personas.
En el estudio bibliográfico se había constatado que la
responsabilidad forma parte de la esencia ética antropológica.
(Savater, 2012; Morin, 2006)

Relación con la institución:

Otro ámbito de la competencia profesional en ejercer


principios éticos lo conforman los valores, actitudes y
comportamientos hacia la institución en la que se labora
o de la cual es parte: conocerla y conocer su filosofía,
sus principios, su misión, su estructura normativa y
alinear con ello los propios objetivos para actuar con
pertinencia y poner a funcionar la propia disciplina de la
mejor manera, en la conciencia de estar dando el propio
aporte al logro de un objetivo común y de contribuir a la
conformación de un ethos de humanización, de respeto,
de transparencia, de reflexión sobre el actuar, de
responsabilidad y cumplimiento. Alles (2002) y
Badaracco J. (2003) afirman:
“Ejercer principios éticos es ejercer un conjunto de
valores o buenas costumbres identificados por la
sociedad o por la empresa, que orientan las prácticas
institucionales”.
Ciudadanía responsable
Por otra parte, que la competencia ética se refiere
también al ejercicio de una ciudadanía socialmente
responsable: personas auténticas, con capacidad crítica y
propositiva que, como ciudadanos activos, construyen
democracia, promueven el respeto a los demás, a la
naturaleza y al ambiente, trabajando por un cambio social
que mejore la condición de vida de las personas. Cabe
destacar los planteamientos éticos en función de la
supervivencia de la humanidad y del planeta (Morin,
2006).

Influencia en el ambiente:

Se es vulnerable a relegar los principios por influencia


de compañeros de trabajo; uno de ellos reconoció que sí
hay compañeros que proponen cosas que no están de
acuerdo con el ejercicio de principios éticos, pero la
reflexión ética y el carácter llevan a rechazar las
propuestas. Todos concordaron en afirmar que en su
entorno hay personas éticamente competentes, cuyo
ejemplo motiva y estimula.

2.- La Estética:
a) La teoría estética es objeto de múltiples enfoques en, esta,
una época de difusión y dispersión conceptual, que parece
haber superado las estructuras formales en las que
tradicionalmente se expresaran los diversos niveles o esferas
del conocimiento humano. Desdibujados los contornos de
cualquier definición cerrada para designar, como un todo o
una parte, una relación humana de alto contenido valorativo
como es la estética; que se legitima e identifica en la
tradición con la existencia de lo bello y del arte, se hace
necesario partir, insisto en esto, de una definición
aproximada de que se entiende por el contenido y la forma
de la estética misma. Permítaseme, dada la intención del
tema, utilizar la más universal de las relaciones axiológicas:
La relación entre el ser y el deber ser de las cosas.

b) De la existencia del ser (en tanto refiere Aristóteles y sus


seguidores) y de su objetividad no debe caber, para la
mayoría, ni la más mínima duda. Sin embargo el deber ser
se ajusta a la capacidad del sujeto para entender y modificar
las características y propiedades del objeto. En este caso es
necesario entender que la estética describe no un deber ser
como tal, sino una forma peculiar de sentir, percibir, ver, o
para ser más exacta puede referir un deber ser suficiente,
que colme en mayor o menor medida las más elevadas
necesidades del espíritu humano, siguiendo la tendencia a la
autotrascendencia del hombre, no tanto como fin sino como
medio de autosuperación, capaz de propiciar un goce
espiritual.

c) La vivencia o experiencia que proporciona esa necesidad


de autotrascendencia humana se extiende más allá de los
límites objetivos y subjetivos de la utilidad. Sí no fuera así la
estética desde el punto de vista axiológico sería incapaz de
desbordar el campo de la relación valorativa desde el punto
de vista ético. Sucedería por ejemplo que un agricultor
buscaría en una cosecha sólo un resultado inmediato, que
podría ser catalogado como bueno o malo. Del mismo modo
que un matemático o un físico se conformaría simplemente
con el hecho de manejar una ecuación exacta. Sabemos que
además, ellos despliegan cada ecuación para obtener un
resultado que supere los anteriores, en busca de soluciones
prácticas y para su satisfacción personal. De lo contrario, el
contenido y la forma de la estética y de las categorías que
expresan sus valores quedarían entonces reservados para
aquellos a los que la diferenciación de la actividad humana
situaría como monopolizadores de una de las cualidades
estimativas más universales del hombre. Con esto el hombre
mismo, socialmente considerado, perdería también su
verdadera universalidad.

d) Cierto es que no nos podemos desprender del mundo


diferenciado que las condiciones socio-históricas
determinaran, esas de las que el hombre mismo es el
máximo responsable. Mundo en el cual lo útil y lo necesario
para la supervivencia humana dejan un espacio muy
reducido al ejercicio estético. Este se reconoce la mayoría de
las veces, sólo, como uno de los privilegios de que disfrutan
un pequeño número de personas que, como
bienaventurados de la fortuna tienen la posibilidad de
experienciarlos (los artistas), o los que tocados por una
inspiración espontánea logran transitar por los sueños y las
utopías.
e) Se impone entrar en un análisis más detallado del
problema.

f) La aceptación de la existencia de una axiología estética


supone admitir que los conocimientos por significación,
también existen en este campo. Desde este punto de vista al
hombre no sólo le interesa conocer las cualidades y
propiedades de un objeto, ni sólo su significación utilitaria,
sino que también reclama de una valoración estética. La
indagación en la historia del pensamiento teórico- filosófico
no culmina siempre con el éxito esperado, no sólo por las
limitaciones propias del lenguaje sino por la anticipación de
conceptos con respecto a la realidad existente. Desde
cuando, por ejemplo, se habla de arte sin que este existiera
como tal, así como lo concebimos ahora. Sabemos que el
arte en sus etapas iniciales sólo se manifiesta como la
simulación de una necesidad indispensable y vital. Esto nos
previene contra la presunción ilegitima de atribuirle a una
práctica su verdadera significación conceptual, puesto que
para que un conocimiento exista como conocimiento, es
necesario que exista un lenguaje intencional que revele la
existencia de una conciencia intencional.

g) Es indudable que una investigación histórica que descubra


la génesis de la práctica y la reflexión estética y artística no
puede entrar, por razones obvias en los objetivos de este
trabajo. Baste, en principio, con reconocer la independencia
conquistada por la estética con relación a la filosofía, aún
cuando asuma las relaciones universales que esta disciplina
estudia. En este sentido, afirmamos que los conceptos
estéticos poseen, o deben poseer, un profundo contenido
filosófico y entonces sus categorías no son tales por una
similar significación.

h) Lo bello por ejemplo no debe considerarse un atributo del


mismo orden que lo feo, que lo trágico o lo cómico, tal como
no son del mismo orden las categorías en que se expresan
las leyes universales de la filosofía. Lo que si es cierto es
que estas últimas ejercen una influencia rectora sobre las
primeras. Siguiendo esta lógica, lo bello y lo feo no sólo se
excluyen sino que se presuponen. Aún cuando algunos
consideran a lo feo como una de las gradaciones de la
belleza, influenciados por ciertos paradigmas occidentales.
En el seno de esta contradicción sería sensato preguntarse,
si entre lo bello y lo feo la influencia rectora es la exclusión o
la presuposición? Si la respuesta se inclina a favor del primer
polo enunciado o le confiriera una influencia similar; entonces
lo bello perdería la connotación decisiva que posee, incluso
hoy, dentro de todas las categorías de la estética. Los que
respondan que lo bello y lo feo tiene una connotación del
mismo orden pueden estar influidos por ciertas corrientes
que le niegan a los valores en general la posibilidad de
poseer una cualidad definida. Criterio que se justifica por la
concepción individualista de que lo que es bello para unos,
es feo para otros. Posición reduccionista que no trasciende
los límites singulares de lo bello o lo feo según la apreciación
del consumidor como sujeto individual. Estos criterios niegan
la posibilidad de toda universalidad a la valoración estética.
Tal como los positivistas niegan la validez científica de toda
generalización.
i) Pero lo bello no sólo tiene una relación horizontal con lo
feo, sino también un vínculo vertical con lo sublime. Es obvio
que no todo lo bello es sublime, pero en todo lo sublime
existe al menos una partícula esencial de lo bello y lo mismo
podríamos decir de lo trágico y lo cómico y de lo bajo o lo
trivial como intrascendente o como sentimiento innoble. En
este último caso, evidentemente el más difícil de explicar,
dado que todas las cosas incluyendo los valores existen en
movimiento en un espacio y tiempo determinado. Lo que hoy
se considera intrascendente o sentimiento innoble, un
cambio en las circunstancias puede determinar un
desdoblamiento en su contrario. Es importante señalar que lo
bajo o lo trivial al igual que lo feo, aparecen como referentes
obligados de lo sublime y lo bello.

j) En la etapa actual la mayoría de las incursiones teóricas


sobre la estética y sus categorías valorativas es fuente de
constantes e interminables polémicas. Centremos nuestra
atención en la polémica que se despliega sobre los aspectos
comunes y las diferencias entre lo estético y lo artístico. Para
ello cabe preguntarnos razonablemente; si lo estético como
categoría puede subsumirse o reducirse al arte como
concepto, y lo inverso también pudiera considerarse
legítimo? Los criterios reduccionistas referidos en la tradición
tanto a lo estético como a lo artístico, en la
contemporaneidad, conducen, incluso, a que muchos
culturólogos afirmen la autotrascendencia de la estética
como disciplina teórica. Cuestión que tampoco analizaremos,
por razones de espacio, en esta ocasión.
k) Convencidos del carácter determinante que posee el valor
estético en el proceso del conocimiento y la actividad
humana en general, entenderemos con mayor claridad su
esencialidad para la práctica artística, por el carácter
selectivo de su percepción, interpretación, organización y
sentido. Para intentar explicar esta posición, resulta
imprescindible partir de las observaciones hechas por Carlos
Marx en sus Manuscritos Económicos y Filosóficos, 1848, en
relación con el modo en que los procesos socio históricos
dan paso a una forma de relación del hombre con el mundo
que lo afirma humanamente. Marx sustenta su análisis en la
teoría del trabajo considerado como proceso de
“humanización de la naturaleza” consustancial al proceso de
humanización del hombre.

l) “El hombre se apropia de su esencia total de una manera


total, es decir como hombre total. Cada una de sus
relaciones humanas con el mundo –ver. oír, olfatear, gustar,
sentir, pensar, juzgar, percibir, desear, actuar, amar- en
resumen, todos los órganos de su ser individual, como
aquellos órganos que son directamente sociales en su forma,
están en su orientación objetiva o en su orientación hacia el
objeto, la apropiación de ese objeto, la apropiación del
mundo humano; su orientación hacia el objeto es la
manifestación del mundo; su orientación hacia el objeto es la
manifestación del mundo humano, es su eficacia humana y
el sufrimiento humano, porque el sufrimiento, aprehendido
humanamente, es un goce íntimo en el hombre”.
Conclusión:
los valores son objetivos y subjetivos, subjetivo por que no está
presente como una materia, sino dentro de la mente humana pero
eso no quiere decir que no sea objetivo, también es objetivo. la
axiología es importante dentro de una sociedad, como dijo Sócrates
, el hombre debe alcanzar la perfección en su labor , si eres un
carpintero debes de ser el mejor carpintero , si eres un soldado
también debes de ser el mejor , en nuestros país se tomando la
importancia de la ética profesional debido a los ineptos
profesionales que no tienen principio y no piensan en el bienestar
de la sociedad solo buscan su propio beneficio .y la ética científica
está revolucionando el método en que los científicos hacen sus
experimentos . Para vivir en armonía dentro de una sociedad es
importante tener en cuenta los valores que nos han dejado nuestros
antepasados.
Bibliografía :

1.1.1 METAFÍSICA Y AXIOLOGÍA, EN PARTICULAR, ÉTICA/


Max Scheler/(https://books.google.com.pe/books?isbn=8490552371)

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