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Visitar a los enfermos.

ORACIÓN PARA ANTES DE LA VISITA AL ENFERMO


Señor Jesús, durante tu vida terrenal encarnaste la ternura de Dios entre los hombres.
Ahora, que eres invisible, nos corresponde a nosotros, tus discípulos, hacer visible tu
rostro luminoso.
A la hora de visitar a los enfermos, te dirijo esta oración: habítame, Señor Jesús, hazme
transparente a tu presencia y enséñame a ser la sonrisa de tu bondad; porque, en el
fondo, es a ti al que quieren encontrar a través de mí.
Inspírame constantemente la actitud que tengo que tomar, las palabras que tengo que
decir y los silencios que tengo que guardar.
Entonces seré para ellos un camino que les conduce hacia el Padre, nuestro Dios.
Amén.

Dice Marco Valerio Marcial que “el verdadero dolor es el que se sufre sin
amigos”. Es evidente que los enfermos tienen constantes molestias físicas. Aun así,
existe un dolor más profundo y más desgarrador que el físico. Es el dolor de la soledad
y de la indiferencia, debemos saber que quien está enfermo, muchas veces está
desmoralizado y es muy sensible al amor o a la indiferencia de los hombres. Porque
quien ha caído enfermo, a veces se siente castigado por Dios y el demonio le susurra
pensamientos de desesperación y tristeza.
La Iglesia consciente de esto ha querido manifestar su cercanía a todas aquellas
personas que de alguna u otra manera están enfermas, siguiendo el ejemplo del mismo
Jesucristo, que a lo largo de su vida pública mostró una especial predilección hacia
quienes sufren: Ciegos, cojos, paralíticos, leprosos… a todos los recibe y los cura, quien
ha caído enfermo, a veces se siente castigado por Dios, y el demonio le susurra
pensamientos de desesperación y tristeza. Es bueno, entonces, que vayamos a visitarlo y
a llevarle esperanza, a que le transmitamos que Dios lo ama y que no es un castigo de
Dios su enfermedad, sino que, más bien, es un hacerse corredentor con Cristo, llevando
una partecita de la Cruz de Cristo, para colaborar con la obra redentora del Señor. Todos
contemplan en Él, el rostro amable de un Dios, que al hacerse hombre, nos comprende
mejor y se compadece de nuestras debilidades físicas. Este acto es, más bien, un
impulso del alma que nos lleva a salir de nosotros mismos, de nuestro pequeño mundo,
para dedicar unos minutos a los demás. A veces basta una llamada, una simple palabra
para hacer más ligero el peso de quien sufre.
Además del acto solidario, a los católicos que visitan un enfermo les mueve algo
mucho más profundo: La conciencia de servir a Cristo que se manifiesta en el rostro
turbado, pálido y quizá desesperado de un enfermo en alguna habitación de un hospital.
Qué hermosa ocasión se nos presenta en esta cuaresma para buscar a Cristo en los
enfermos, allí donde hay sufrimiento, allí está Cristo. Y en los enfermos está el Señor,
esperándonos a que vayamos a visitarlo y a consolarlo, es una gran voz que se levanta
en el mundo de hoy, para decirle que no somos indiferentes, que sí nos importan los
demás. El dolor ajeno nos hace más humanos, más sensibles y nos enseña a valorar el
precioso don de la salud y de la vida que Dios cada día nos regala.
LA VISITA AL ENFERMO

1. Buscar la hora más oportuna. 2. No ir a la visita con el tiempo prefijado. 3. No


hacer visitas protocolarias, ni tomarse confianzas excesivas. 4. El enfermo tiene una
sensibilidad especial para captar quién se le acerca por "cumplir", por "compasión", con
aires de superioridad, ya que "él está sano", o con plena disponibilidad y con afán de
compartir. 5. Darle la oportunidad de hablar de su enfermedad, de sus dolores, de sus
preocupaciones y temores, mostrando interés en la escucha, con sinceridad y delicadeza.
6. Dejarle explicar y decir todo lo que le plazca, sin obligarle ni presionarle para que
diga más de lo que él quiera. 7. No imponer temas de conversación. 8. No debemos
compadecemos de él en su presencia, ni tampoco mostrar lástima de su situación.
9. Hemos de velar para que siga viviendo los problemas de la sociedad
entera.10. Interesarlo por los problemas de la vida "normal". 11. No le debemos
mentirle en lo referente a su situación y estado, debemos animarle y darle esperanza,
pero nunca engañarle. 12. La cama es propiedad del enfermo y de su uso exclusivo.
Debemos respetarlo, cuando muestre alguna necesidad fisiológica. 13. Lo que se ve, lo
que se oye y lo que se dice en la habitación de un enfermo es secreto. No podemos
luego hacer comentarios. 14. Hay que hacer la visita con espíritu de colaboración, con
espíritu de disponibilidad, no con afán de dominio ni de imposición. 15. la visita ha de
hacerse por amor al prójimo "con el amor de Dios". 16. Independiente de la fe que
profese, nuestra visita es al hermano que sufre, puesto que todos somos Hijos de Dios.

Enseñar al que no sabe.


"Nadie nació instruido"
Todos y cada uno de nosotros tuvimos necesidad de otros que nos enseñaran
hasta las cosas más elementales como caminar, hablar, escribir, contar y leer, etc…. De
aquí parte la escala: Padres, hermanos, amigos, profesores, jefes, compañeros,
etc….esta experiencia es suficiente para lanzarnos a enseñar a los demás, como
compensación a aquellos que algún día nos compartieron su saber.
Debemos recordar al Maestro que vino a este mundo a enseñarnos cómo vivir
para ser felices en esta vida y en la otra (Jn. 3, 2). Aquel Jesús que traía fascinados con
sus enseñanzas a los judíos que le escuchaban, "porque les enseñaba como quien tiene
autoridad y no como sus escribas" (cf. Mt 7,29; Mc 1,22).
Podemos instruir de múltiples maneras. ¡Incluso sin palabras! Con un buen ejemplo,
haciendo en familia otra obra de misericordia corporal y hasta con una sonrisa sincera,
enseñando a otro una virtud como la alegría.
La vida siempre nos dará ¡Muchas oportunidades para enseñar algo!

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