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La comunicación no verbal

En nuestro tiempo cada vez tienen más importancia los


sistemas de comunicación no verbal.
Cuando hablamos con alguien, sólo una pequeña parte de la información que obtenemos de esa
persona procede de sus palabras. Los investigadores han estimado que entre el sesenta y el
setenta por ciento de lo que comunicamos lo hacemos mediante el lenguaje no verbal; es decir,
gestos, apariencia, postura, mirada y expresión.
La comunicación no verbal se realiza a través de multitud de signos de gran variedad: Imágenes
sensoriales (visuales, auditivas, olfativas...), sonidos, gestos, movimientos corporales, etc.

Características de la comunicación no verbal:

• Mantiene una relación con la comunicación verbal, pues suelen emplearse juntas.

• En muchas ocasiones actúa como reguladora del proceso de comunicación, contribuyendo a


ampliar o reducir el significado del mensaje.
• Los sistemas de comunicación no verbal varían según las culturas.
• Generalmente, cumple mayor número de funciones que el verbal, pues lo acompaña, completa,
modifica o sustituye en ocasiones.

Entre los sistemas de comunicación no verbal tenemos:


El lenguaje corporal. Nuestros gestos, movimientos, el tono de voz, nuestra ropa e incluso nuestro olor
corporal también forman parte de los mensajes cuando nos comunicamos con los demás.
El lenguaje icónico

En él se engloban muchas formas de comunicación no verbal:


código Morse, códigos universales (sirenas, Morse, Braylle,
lenguaje de los sordomudos), códigos semiuniversales (el beso,
signos de luto o duelo), códigos particulares o secretos (señales
de los árbitros deportivos).
El lenguaje, sobre todas las otras diferencias, es lo que separa
al hombre del resto de los animales. Sin él, la cultura, la historia
serían imposibles. En la conversación cara a cara, sin embargo,
el lenguaje se desarrolla en un marco de comunicación no
verbal que es parte indispensable del mensaje.

A menudo las personas olvidan que lo que hacen es un medio


de comunicación en la medida en que otros lo interpretan
(consciente o inconscientemente).

Los directivos inteligentes estudian a conciencia aquellos con


quienes tratan para familiarizarse con sus posturas,
movimientos y gestos e intentar así determinar su significado.
Sabemos que el lenguaje corpóreo no es un reflejo perfecto
de los pensamientos, actitudes y emociones; sin embargo,
se pueden obtener importantes pistas.
Normalmente se descuidan dos puntos importantes referentes a la acción.

1. No actuar es una forma importante de comunicación. El gerente que no elogia al empleado por un
trabajo bien hecho o que no proporciona los recursos prometidos está enviándole un mensaje. Puesto
que enviamos mensajes mediante la acción o la falta de acción, en el trabajo nos comunicamos casi en
todo momento sin importar nuestras intenciones.

2. A la larga, la acción es más elocuente que las palabras. Los gerentes y directores que dicen una
cosa pero hacen otra muy pronto se darán cuenta de que sus subordinados "escuchan"
sobre todo lo que hacen. Cuando hay discrepancias entre lo que alguien dice y lo que hace, a eso se
llama brecha de credibilidad de comunicación.

Una parte importante de la comunicación no verbal, es el lenguaje corporal por medio del cual
nos comunicamos con otros mediante el cuerpo en una interacción personal.

La cara y las manos son fuentes especialmente importantes del lenguaje corporal en las
situaciones laborales. Ejemplo de ello son el contacto ocular, el movimiento de los ojos, las
sonrisas y los ceños, el contacto físico y el fruncir la ceja.

Otros tipos de lenguaje corporal son la cercanía, el movimiento de caderas y la frecuencia de la


respiración.

En cierta ocasión un administrador frunció la ceja cuando un empleado le hizo una sugerencia y
éste interpretó el gesto como un rechazo, cuando en realidad el administrador tenía un dolor de
cabeza. En otra ocasión, una sonrisa en un momento inoportuno fue interpretada como un
ademán despectivo y se produjo una discusión.

Cognición social
Cuando algún desconocido se acerca a nosotros, ocurren los siguientes procesos y fenómenos
que constituyen el área de estudio de la cognición social:

1. Nuestra reacción ante quien se acerca dependerá del reconocimiento de emociones que realicemos; es
decir, del diagnóstico acerca de su estado de ánimo. Este diagnóstico se elabora a partir de la observación de
su rostro y de otras señales no verbales.

2. De manera inevitable, nos formamos una impresión sobre ella, una imagen relativamente coherente, para la
cual uniremos diversos elementos informativos que hemos podido ir recogiendo en esos primeros instantes de
interacción: su aspectos físico, vestimenta, forma de hablar, atractivo, etc.

3. Realizaremos atribuciones causales, esto es, buscaremos una causa para explicar la conducta de dicha
persona. Nuestros sentimientos, pensamientos y conductas respecto a tal persona estarán mediatizados por el
tipo de causa a que atribuyamos su conducta.

4. Utilizaremos esquemas (conjuntos organizados de conocimientos) que nos ayudarán a procesar


rápidamente la información que vamos recibiendo y a tomar una decisión los más adecuada posible.

5. Nuestra reacción estará mediatizada por los procesos de inferencia social, es decir, por la forma según la
cual procesamos la información que estamos recibiendo, la almacenamos en nuestra memoria, la ponemos en
relación con otra información de la que ya disponíamos, la recuperamos y la aplicamos al caso en cuestión.
De todas y cada una de estas partes depende nuestro éxito o fracaso al comunicarnos.
Nuestro interlocutor va contrastando sus expectativas, nuestro despliegue informativo y
el contexto concreto.

La primera impresión
"Nunca se tiene una segunda oportunidad de dar una primera impresión"

Como ya he dicho anteriormente, es imposible no comunicarse. La primera impresión es un


proceso de percepción de una persona por otra que transcurre en muy poco tiempo.
Habitualmente no somos del todo conscientes ni de la emisión ni de la recepción de las
informaciones que la configuran.
El tiempo en que fragua la primera impresión varia entre dos y cuatro minutos en el encuentro
cara a cara, y escasos segundos en el telefónico. Abarca tres campos, con muy distinto peso en
el conjunto final de la impresión:

A estos hay que añadir un cuarto: Cómo escucho, que completa el círculo de la comunicación.

Esos tres campos, tres canales, se perciben y analizan de un modo sucesivo, y el conjunto ha de
ser coherente en su mensaje. La incoherencia entre canales causa distorsión o ruptura de la
comunicación. Por el contrario, la armonía concentra la atención hacia las palabras y da
confianza. Cuanta más congruencia haya entre lo que decimos y la forma en que lo decimos,
más favorable será la primera impresión que causemos.

Cuanto más sepamos de:

Nosotros, mayores serán nuestras probabilidades de transmitir de forma unívoca nuestra imagen.

Los demás, con más exactitud podremos predecir las expectativas que ellos tienen respecto de nosotros, y
mejor podremos conformar nuestras expresiones para que nos comprendan.

Componentes de la primera impresión

1. Qué aspecto tengo (lo que ven, comunicación visual)

Color de la piel, estrato social.

Sexo

Edad

Apariencia (biotipo, postura, pelo, vestido, accesorios, olores, colores)

Expresiones faciales

Contacto ocular

Movimientos

Espacio personal (corpulencia, altura, peso; posturas; distancias; objetos)


Tacto (piel, tejidos, posibles contactos)
2. Cómo hablo

La voz. En el caso del contacto telefónico se convierte en casi única fuente de información, con la que tratarán
de cubrir las lagunas que aportaría lo visual, la teórica primera fase.

Rapidez

Volumen. Tono o Altura.


Calidad o Timbre

Articulación o dicción

3. Qué digo

Las palabras. Cómo enfoco los asuntos. Qué pienso y cómo lo expongo.

Lo negativo: términos de relleno, expresiones restrictivas, términos exclusivos

Lo positivo: estilo directo y afirmativo; no restrictivo, salvo que lo entendamos idóneo; sin disculpas ni
evasivas; más simple en su sintaxis que por escrito, organizado; coloquial, conciso, animado; breve y puntual;
incluso "participativo".
4. Cómo escucho

No interrumpir (si nos interrumpen debemos hacernos respetar)

Dar señal de retorno, oímos y entendemos su mensaje

Utilizar los términos del interlocutor. Responderle.

Demostrar interés pidiendo aclaración a lo que oímos.

Como síntesis, nos interesa conocer los mecanismos de la primera impresión para utilizar eficazmente esa
fuente de información. Saber todo lo que estamos "diciendo" a los demás, para que actúe en
nuestro favor. Y conocer qué impactos recibimos, por qué reaccionamos de una manera determinada.

Todo ello sin forzar la realidad propia o ajena, con naturalidad expresiva y receptiva. Las
"interpretaciones", en los dos sentidos de la palabra, sólo son buenas para los actores y para los
obligados a juzgar.

La naturalidad
¿Posturas aprendidas o naturalidad? El desenfado y la informalidad. ¿Cómo llegar a la corrección
natural?

Conocer el significado de los gestos nunca nos hará daño. Existe un lenguaje natural de hondas raíces
antropológicas, con el que hablamos constantemente, aunque no esté controlado en el plano
consciente.

Si la vista ha robado agudeza a los demás sentidos, sólo desarrollados en los que carecen de visión,
en el terreno de la comunicación la palabra acorta la plena conciencia de otros códigos. Pero, aun de
forma menos consciente, seguimos influyendo y afectándonos por el lenguaje de los gestos.

Toda actitud que pueda signifcar ataque o defensa debe desaparecer entre los que hablan y escuchan.
El miedo impide la comunicación.

Hablar de pie. La verticalidad


Somos bípedos pero de un solo punto de apoyo. El otro sirve para guardar el equilibrio, para girar
rápidos, para caminar. Nos sentimos tan a gusto, tan seguros sobre un pie, que exagerar la postura
(arqueando el otro) resulta desafiante, petulante, "mal educado".
El eje único nos permite girar el tronco a unos y otros, inclinarnos levemente, cimbrearnos. Los brazos
se mueven con soltura. Estar de pie supone una actitud de servicio, de disponibilidad propia del
dinamismo del líder. El mantenerse agarrado a la mesa, al bolígrafo, al atril o al pie del micrófono
denota necesidad de protección.

No es bueno ofrecer el perfil o la espalda mientras se habla. Dirigirse a nuestros interlocutores supone
mirarles y dejarse mirar de frente. Girar hacia unos y otros, con suavidad, es normal. Estar torcidos,
mirar de lado, se interpreta como rigidez timorata, reserva o amenaza.

El profesor o presentador que avanza en la sala para estar próximo a los más lejanos, termina
dándoles la espalda a los de las primeras filas. Cambiar de posición en la clase, en puntos hacia los
que todos puedan volverse, es un medio de equidistar de todos. Pero convendrá no dar continuos
paseos que causan mareos o incomunicación.

El sentimiento de dominancia-dependencia está muy relacionado con la posición arriba-abajo. El que


habla de pie asume cierto liderazgo. Su relación con los que escuchan sentados tiene otras
connotaciones. La postura sedente se considera una ocupación más estabilizada del lugar: ellos son
los señores y el que está de pie les sirve.

Para hablar en una sala grande a mucha gente se hace preciso hablar de pie. Te ven mejor, tienes una
mayor amplitud expresiva y la respiración diafragmática se hace plena. Obsérvese que en el cine el
encuadre más comunicativo es el de 3/4 o plano americano.

Las piernas no deben separarse mucho. Evitemos dar pasitos adelante y atrás (efecto de cierto
nerviosismo) o el balanceo continuo que produce apoyarse alternativamente en una y otra pierna.

Cuando se habla desde un plano más elevado, se evitará levantar la barbilla. Es preferible una pequeña
inclinación hacia adelante para que los rostros queden en paralelo.
Hablar sentado. Las mesas
La mesa redonda, asientos de la misma altura, refuerza el sentido de igualdad. La falta de estrados en
la sala de conferencias o el aula imprime un aire democrático y participativo.

Cuando hablamos en una reunión de trabajo de pocos asistentes parece obligado sentarse con ellos
en un mismo plano. Hay que justificar el estar de pie por escribir en la pizarra o algo parecido.

Las mesas representan un obstáculo para la comunicación en cuanto son barrera y defensa para
todos. Estar sentados en corro, sin mesas, produce un grato ambiente de amistad. Sin embargo, se
hacen muchas veces necesarias para examinar papeles y tomar notas.

La mesa de una reunión de trabajo y la mesa del presentador deberán ser más bajas que las de
despacho (o las sillas más altas). De esta manera dejan ver algo más que bustos parlantes. Los
hombros y brazos pueden bajar, relajarse, sin que las manos desaparezcan bajo la mesa.

Al presentador, cuando pone y señala transparencias en el retroproyector, se le recomienda que esté


sentado, de cara al grupo. Necesitará una mesa baja.

Cuando nos sentamos sobre la columna seguimos verticales, humanos y seguros. Damos la impresión
de estar vivos, descansados, lúcidos, dispuestos a atender y trabajar. Recomendamos comenzar en
posición cómoda (llenar el asiento) pero no echados sobre la mesa ni sobre el respaldo: bien sentados
en el asiento.

El interés por lo que dice o le dicen le llevará en los momentos más cálidos a inclinarse hacia adelante,
apoyado en el filo de la silla. Los sillines de los cantantes, el taburete alto de un bar, nos mantienen
sentados sobre un solo punto, que es no perder la verticalidad de hombres despiertos.

No conviene, cuando tomamos la palabra, cruzar las piernas ni los pies, señal de tensión (no de
trabajo) o de aislamiento relajado. Los pies recogidos bajo el asiento, sobre las puntas o cruzados,
denotan y mantienen un nerviosismo reprimido. Si estamos bien sentados, ni las piernas ni los brazos
estarán tensos.
Los gestos de descarga
Los animales, el hombre incluido, realizan unas cortas acciones, tics o gestos consabidos, que les
sirven de válvula de escape o descanso a la tensión comunicativa. Se interrumpe la actividad principal
para introducir actos estereotipados, bien conocidos, de aseo, arreglo personal, ingestión de
alimentos y otras habilidades motoras.

Nos arreglamos el pañuelo o corbata, los puños de la camisa, etc. Nos restregamos y limpiamos los
ojos, las gafas; llevamos las manos a la nariz y los oídos; satisfacemos ciertos picores; enjugamos el
sudor, repasamos el aseo de nuestras unas. Acudimos una y otra vez al vaso de agua, al rito de
encender y chupar un cigarrillo, a limpiarle concienzudamente la ceniza. Arreglamos por centésima vez
unos papeles, limpiamos una mota de polvo, abrirnos y cerramos un cajón, nos enfrascamos en un
dibujo, trazamos flechas, etc.

Deben censurarse y omitirse aquellas que puedan molestar a los presentes, por repetidas o de mal
gusto. Pero no debe suprimirse toda demostración de duda o debilidad. Una actitud excesivamente
atildada nos restaría humanidad.

Qué hacer con las manos

Basta que estén presentes, habría que responder. Es una preocupación injustificada. Porque en
realidad no hacen nada propio: sólo acompañan como testigos. El oficio de las manos es trabajar,
defenderse o atacar. Y cuando nos comunicamos no tienen que hacer nada de esto. Quizás demostrar
que están en lo que se dice, sin asumir protagonismo.

Cuando esperamos una orden las colocamos sobre la parte anterior de las caderas, listas para
ocuparse en algo. Cuando empezamos a hablar pueden estar delante de nosotros, los codos
flexionados. Juntas, apoyadas en la cintura (no en jarras) o simplemente abiertas, sin rigidez, en
escorzo que muestre algo las palmas.

No estarán quietas, aunque podrían estarlo en algunos momentos. Las palabras, el sentido de lo que
decimos, las moverán sin que lo advirtamos, sin que tengamos que pensar en el gesto. Los
meridionales movemos las manos algo más que los nórdicos. Corresponde a una cultura al aire libre,
en la que nos comunicamos a mayor distancia. Sin complejos.

Cruzar las manos ante la región pélvica es postura inocente, timorata, que no debe prolongarse. Llevar
la misma posición a la espalda nos mutila: si una mano aprieta fuertemente la muñeca de la otra,
delante o a la espalda, nos revestimos de la autoridad del sargento.

Las manos en los bolsillos ocultan algo más que las manos. Si dejamos el pulgar tuera o sólo
ocultamos este dedo en el chaleco o bajo el cinturón, la actitud se vuelve clara: "todo está bajo
control". En el pulgar y en las yemas de los dedos reside la precisión del homofaber, en el círculo
y la esfera que forman los dedos en arco, la clarividencia del sapievis, seguro de sí.

Mostrar las palmas de la mano es decir que digo la verdad, que no oculto nada, como en un juicio ante
el oyente. La palma, blanca también en el hombre negro, tiene algo de entraña. La sobriedad del varón
teme caer en el amaneramiento (blandura femenina) si muestra mucho las palmas. Pero la credibilidad
está en las manos, tarjeta blanca de bienvenida y amistad. Para pedir y para dar (para comunicarse) se
enseñan las palmas.

Blandir el hacha, esgrimir argumentos, golpear la tierra, acuchillar enemigos en el aire, mover todo el
brazo, pertenece a una oratoria de otros contextos. Como dirigir el tráfico y señalar la puerta, actos
supremos de dominio, que se realizan sin necesidad de que medien las palabras.

Manejar, manipular, management: en la empresa el poder está en las palabras a media voz y en cierto
juego de manos. Disecar un tejido vivo, unir ideas, pasar de una a otra estrategia, cercar la
oportunidad, acotar el antes y el después, lo de arriba y lo de abajo; abrir caminos, dentro y filera,
ganar dinero: para manejar estos conceptos, los propios de una presentación, nos basta colocar las
manos delante del pecho y accionar con las yemas de los dedos.

El lenguaje del rostro[/b]


Qué debamos hacer con el rostro no nos preocupa porque al hablar no lo vemos. Su expresividad
procede de actos reflejos congénitos: el recién nacido hace las muecas de los sabores ácidos, dulces
y amargos. Ríe, sonríe, llora y bosteza con la perfección de un adulto.
La importancia de los gestos
Muchos gestos utilizados son comunes en la mayoría de los países, aunque otros pueden significar
cosas distintas dependiendo de donde estemos.
Aunque el hombre lleva más de un millón de años utilizando este tipo de comunicación, ésta no se ha
empezado a estudiar nada más que hace sólo unas décadas. El investigador Albert Mehrabian
descompuso en porcentajes el impacto de un mensaje: 7% es verbal, 38% vocal (tono, matices y otras
características) y un 55% señales y gestos. El componente verbal se utiliza para comunicar
información y el no verbal para comunicar estados y actitudes personales. Este investigador, Albert
Mehrabian, afirma que en una conversación cara a cara el componente verbal es un 35% y más del 65%
es comunicación no verbal.

Muchos gestos utilizados son comunes en la mayoría de los países, aunque otros pueden significar
cosas distintas dependiendo de donde estemos.

Los gestos básicos suelen ser los más universalizados: mover la cabeza para afirmar o negar algo,
fruncir el ceño en señal de enfado, encogerse de hombros que indica que no entendemos o
comprendemos algo, etc. Otras veces, hay gestos que vienen heredados del reino animal, como puede
ser enseñar los dientes en señal de enfado (agresividad).

Por regla general, cuando estamos mintiendo o forzando una situación, el cuerpo nos delata.

Aunque sepa que puede significar un determinado gesto, no caiga en el error de interpretarlo de forma
aislada; es fácil que pudiera equivocarse. Los gestos se pueden fingir, pero no todo el cuerpo actúa de
la misma manera. Las cejas, la risa, la pupila de los ojos y otros pequeños detalles seguramente nos
delaten. Por regla general, cuando estamos mintiendo o forzando una situación, el cuerpo nos delata.
Por eso las situaciones personales, se resuelven mejor cara a cara, que por teléfono y otro medio
donde se puede esconder el cuerpo y perder una importante parte del mensaje (la parte no verbal).
La mayoría de los gestos y movimientos que utilizamos habitualmente, nos vienen condicionados por
el entorno en el que nos hayamos criado. Los matices culturales, son de gran importancia en el
lenguaje corporal. También el entorno familiar, tiene una clara influencia en nuestro comportamiento y
en nuestra manera de "hablar con el cuerpo".

Hay algunos gestos que se utilizan de forma universal (con sus excepciones) para significar lo mismo.

El signo de "OK", OKEY con varias teorías sobre su origen, aunque la más aceptada según
nos informa uno de nuestros amables visitantes es una deformación de la expresión "all
correct" en "oll korrect" que apareció en algunos periódicos estadounidenses y
canadienses durante el siglo XIX. Otra teoría es que procede de la oposición al significado de
"KO" (Knock Out). Significa que todo está correcto, aunque en determinados países se
hace referencia a la homosexualidad por similitud del círculo formado con los dedos, y en otros países
se utiliza para indicar algo nulo, inválido, cero o nada de nada. Otros autores afirman que el símbolo de
OK, viene de 0 Kill, sin muertos en el frente, que era utilizado en la Guerra de Secesión Americana.

El conocido signo de la "V", como símbolo de la victoria o el triunfo, popularizado por


Winston Churchill, en la Segunda Guerra Mundial, no significa lo mismo, si se hace con la palma de la
mano hacia afuera, que significa victoria, que con la palma de la mano hacia adentro que significa un
insulto obsceno.
Los Gestos Obscenos son tan frecuentes como los gestos positivos y forman también parte del
Lenguaje No Verbal

Otro conocido gesto, el dedo pulgar hacia arriba o hacia abajo, que indica el acuerdo o desacuerdo.
Pero en algunos países se utiliza para insultar, como en Grecia, y en otros solamente significa el
número uno , como en muchos países de habla Inglesa (USA, Nueva Zelanda, Australia, etc). Hay
muchas variantes de gestos con este dedo, como la conocida forma de la mano para hacer "auto-
stop", pero no alargaremos más el tema.
Espacio personal.
Sabemos realmente hasta donde acercarnos a una persona para charlar, para presentarla, etc. Todas
las personas, según estudios recientes y según Allan Pease, tenemos nuestros territorios muy bien
delimitados: la zona íntima, de hasta 50 cms. de distancia, donde se acercan las personas más
allegadas (familia, amigos íntimos, etc). La zona personal hasta 125 cms. aproximadamente, distancia
utilizada en reuniones, entorno laboral y social. La zona social, hasta los 2 ó 3 mts. más o menos, que
es utilizada con personas ajenas a nuestro entorno (el cartero, un electricista, etc. y gente en la vía
pública).

El tema de las distancias es de gran importancia a la hora de entablar un contacto o conversación con
otra persona. Hay muchas personas que no les agrada que otros "invadan" su territorio o
zona personal. Nunca le ha ocurrido que una persona se echa hacia atrás para mantener una distancia
cómoda para ella. Este tipo de situaciones son muy variables en función del entorno (rural o urbano) y
en función de la situación. Los que han crecido en zonas poco pobladas (núcleos rurales), suelen tener
unas distancias más amplias en sus zonas (tanto íntimas, personales y sociales) que aquellas
personas que han nacido en entornos con mayor densidad de población (generalmente núcleos
urbanos).
El lenguaje no verbal aporta a la forma de comunicarnos una serie de matices muy importantes.

Hablar con las manos.


Quien no ha oído la expresión "hablar con las manos". Son fundamentales en la
comunicación no verbal. Generalmente: palmas hacia arriba y abiertas, indican sinceridad, honestidad.
Palmas hacia abajo, abiertas, significan una posición dominante y en ocasiones, poca honestidad
(cuando se quiere mentir). Si cerramos la mano y apuntamos con un dedo, suele indicar una posición
dominante y algo agresiva. En cuanto a los apretones de manos: cuando las manos están verticales,
significa igualdad. Si nuestra mano está por encima, significa dominio, control, y si está debajo,
sumisión, recato. Si se hace con fuerza significa seguridad.

El apretón de manos puede ir acompañado de otras acciones, como poner la otra mano encima
haciendo un bocadillo a la mano de la persona saludada. Si se utiliza con gente conocida demuestra
confianza; con gente desconocida el efecto es el contrario. Dar la mano y agarrar la muñeca o agarrar
el codo, solo se debe hacer con personas conocidas o del entorno cercano. Dar la mano y agarrar el
brazo o el hombro, solo debería hacerse en casos de gran amistad o relaciones muy personales, al
tener que invadir la zona íntima de una persona. Estos gestos son interpretados como símbolo de
honestidad y sinceridad en personas cercanas y el efecto contrario en personas desconocidas o recién
presentadas.

Entrelazar las manos: puede ser a la altura de la cara, apoyados en la mesa, o de pié en la parte baja de
la cintura. Según algunos estudios, parece ser que existe relación entre la altura de las manos
entrelazadas y la actitud negativa. A mayor altura, mayor negatividad. Frotarse las manos: tiene un
significado positivo, se espera algo bueno, una expectativa positiva, un buen entendimiento entre las
partes. Juntar las yemas de los dedos de ambas manos, significa un alto grado de confianza en uno
mismo, y una seguridad. Hacia arriba se utiliza cuando se opina sobre algo; hacia abajo se suele
utilizar cuando se está escuchando.

Cuando cruzamos y agarramos nuestras manos por detrás de la espalda, denota un alto grado de
seguridad en nosotros mismos y una clara posición dominante. En cambio, si lo que cogemos por la
parte trasera son nuestras muñecas es signo de intranquilidad e inseguridad. Dicen que los pulgares
representan la fuerza del carácter, por eso son utilizados para destacar ciertos gestos. Meterse las
manos en los bolsillos dejando los pulgares fuera es signo de poderío , de dominación, de seguridad.
Lo mismo pero más disimulado, si se meten en los bolsillos traseros. También cruzar los brazos
dejando los pulgares fuera, es signo de actitud dominante.

Se dice, que la cara es el espejo del alma. Pero es mucho más que eso. Cuando la mano tapa la boca,
es señal de mentira. Tocarse la nariz de múltiples formas es indicativo de que se está contando algo
falso, así como frotarse los ojos, indica lo mismo. Otros gestos que denotan mentira, o al menos que
no se está siendo sincero son: rascarse el cuello, tirarse del cuello de la camisa, apretar los dientes,
reirse con la boca muy cerrada y los dientes apretados, etc. No obstante, como se ha dicho
anteriormente, los gestos no se pueden interpretar por separado para no obtener conclusiones
erróneas.

Si se muerde las uñas, chasquea los dedos, o repica con ellos sobre la mesa, está dando muestras de
inseguridad y de nerviosismo. Si apoya su barbilla sobre su mano, significa aburrimiento. Pero si
apoya su mano con un dedo sobre la sien denota interés por el tema que se está tratando. También si
pone su dedo sobre la mejilla denota un alto interés por el tema. Acariciarse la barbilla o apoyar el
pulgar e índice en la barbilla, denota pensamiento, evaluación de la situación, toma de decisiones.
Frotarse la cabeza o darse palmadas en ella denota enojo, enfado y otras veces un simple olvido.

Cruzar los brazos, es un signo inequívoco de actitud defensiva. Pero si lo hacemos con los puños
cerrados, significa además una actitud hostil. Si los cruzamos dejando los pulgares fuera, entonces
queremos demostrar superioridad. Si solo nos agarramos un brazo, es signo de estar pendientes,
expectantes. Duda entre cruzar los brazos y crear una barrera o soltar el brazo cogido demostrando
confianza en nuestro interlocutor. Otras maneras de formar una "barrera", es sujetando
algún objeto contra nuestro pecho (un bolso, un libro, una carpeta, etc).
El cruce de piernas, al igual que los brazos, denota una actitud defensiva o de cierta desconfianza. Si
los brazos, además, sujetan la pierna, significa una actitud cerrada, de terquedad, de inmovilismo. El
cruce de piernas estando de pie denota actitud a la defensiva, pero si las mantenemos ligeramente
abiertas denota actitud cordial, talante negociador y abierto. Si cruzamos los tobillos la actitud
intermedia entre pasar a la defensiva (cruzar las piernas) y actitud de confianza (separar las piernas).
Lo mismo puede significar colocar el pie en una varilla de la silla o en algún lugar semielevado (una
actitud intermedia).

Los ojos muy abiertos, denotan sorpresa, admiración, mientras que los ojos más cerrados o
forzadamente cerrados denotan desconfianza, seriedad, desaprobación. Las personas que miran a los
ojos suelen inspirar más confianza y ser más sinceras que las que rehuyen la mirada. Según Allan P.,
la mirada puede ser: de negocios, la franja comprendida entre los ojos y la frente. Mirada social, que
comprende la franja entre los ojos y la boca. Y la mirada íntima que comprende la franja situada entre
los ojos y el pecho, pudiendo llegar a recorrer prácticamente todo el cuerpo. Las miradas de reojo
suelen demostrar complicidad o una duda, en espera de analizar otro gesto o actitud.

Cuando fumamos, también se envían señales a nuestros interlocutores. Cuando se echa el humo hacia
arriba, está demostrando un alto grado de seguridad y una actitud positiva. Cuando se echa al frente
denota una actitud de entendimiento, de acuerdo con nuestro interlocutor. Y cuando se echa hacia
abajo, denota una actitud negativa, de rechazo. Si se golpea muchas veces el cigarrillo contra el
cenicero, es signo de inseguridad, de falta de confianza. También si se enciende un cigarrillo, y se
apaga muy pronto a las pocas caladas, significa un deseo de terminar la conversación. Los fumadores
de pipa, según algunos estudios, son más cautelosos y reposados para tomar las decisiones, que los
fumadores de cigarrillos.

En determinadas ocasiones podemos observar que en algunas reuniones se imitan gestos


seguramente de forma involuntaria. Esto significa que pensamos de la misma manera que la persona a
la que estamos imitando algunos gestos. Es un signo de concordancia con las posturas, o también
puede significar un paso de acercamiento a las posturas de su interlocutor. Es una manera de tratar de
ganarnos la confianza de nuestro interlocutor. Hay que procurar no imitar de forma voluntaria todos
los gestos, ya que podría volverse contra nosotros, y entrar en actitudes más desafiantes y negativas,
lo que no sería nada bueno.

Aunque sería tema para cientos de páginas, los gestos son tan variados como las personas, y como
las situaciones en las que nos encontremos. Por ejemplo, apoyar la patilla de las gafas en la boca,
significa que estamos pensando o evaluando una determinada propuesta, o que necesitamos más
tiempo para evaluarla. Mirar por encima de las gafas, puede interpretarse como una actitud de
incertidumbre o desconfianza, como si deseáramos un análisis más profundo de la situación. Las
actitudes no verbales, como hemos visto pueden darnos unas buenas pistas a la hora de saber que
actitud tienen nuestros interlocutores en muchas conversaciones y reuniones.

GESTOS VARIADOS DE LENGUAJE CORPORAL Y SU


SIGNIFICADO
Gesto de Acariciarse la mandíbula
Toma de decisiones

Gesto de Entrelazar los dedos


Autoridad

Gesto de Dar un tirón al oído


Inseguridad

Gesto de Mirar hacia abajo


No creer en lo que se escucha

Gesto de Frotarse las manos


Impaciencia

Gesto de Apretarse la nariz


Evaluación negativa

Gesto de Gesto de Golpear ligeramente los dedos


Impaciencia

Gesto de Sentarse con las manos agarrando la cabeza por detrás


Seguridad en sí mismo y superioridad

Gesto de Inclinar la cabeza


Interés

Gesto de Palma de la mano abierta


Sinceridad, franqueza e inocencia

Gesto de Caminar erguido


Confianza y seguridad en sí mismo

Gesto de Pararse con las manos en las caderas


Buena disposición para hacer algo

Gesto de Jugar con el cabello


Falta de confianza en sí mismo e inseguridad

Gesto de Comerse las uñas


Inseguridad o nervios

Gesto de la cabeza descansando sobre las manos o mirar hacia el suelo


Aburrimiento

Gesto de Unir los tobillos


Aprensión
Gesto de Manos agarradas hacia la espalda
Furia, ira, frustración y aprensión

Gesto de Cruzar las piernas, balanceando ligeramente el pie


Aburrimiento

Gesto de Brazos cruzados a la altura del pecho


Actitud a la defensiva

Gesto de Caminar con las manos en los bolsillos o con los hombros encorvados
Abatimiento

Gesto de Manos en las mejillas


Evaluación

Gesto de Frotarse un ojo


Dudas

Gesto de Tocarse ligeramente la nariz


Mentir, dudar o rechazar algo

Gesto de Mirar el reloj mientras se habla


Denota prisa e intranquilidad.

Gesto de Mirar el reloj mientras otra persona habla


Es un gesto rudo que revela impaciencia.

Gesto de Tamborilear los dedos sobre una superficie


Denota intranquilidad impaciencia

Silbar mientras se camina por un lugar solitario


No estamos llamando la atención; estamos haciendo simplemente haciendo un ajuste psicológico por
el temor de recibir cualquier tipo de agresión inesperada

Gesto de Pisadas repetidas en el suelo mientras se está estático


Sugiere nerviosismo, impaciencia, intranquilidad. Se está acumulando tensión y es posible que ésta
estalle en cualquier momento.

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