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Profesor: Gabriel Rafart

Estudiantes: Emilio Cáceres- Nicolás Kucharuk

Punto Cuatro:

Con los triunfos electorales de Luis Ignacio Da Silva en Brasil en 2002 y Néstor
Kirchner en 2003 en Argentina, se inicia un nuevo ciclo de gobiernos populares en los
respectivos países en los cuales ambos resultaron triunfantes. Pese a las particularidades
y especificidades de cada elección, una cosa fue clara desde el inicio: ambos
gobernantes tuvieron que comenzar a cimentar su legitimación de poder una vez
obtenido el triunfo.
Néstor Kirchner obtuvo el triunfo con un caudal de votos bastante magro para un
presidente elegido en democracia (alrededor del 22%), en medio de una situación de
constante convulsión social y deslegitimación de las instituciones (se habían sucedido
cinco presidentes en once días). De esta manera el entonces presidente Kirchner se vio a
la tarea de construir un liderazgo tanto popular como gubernamental, el cual pudiera
traccionar a los restantes poderes a colaborar con el ejecutivo, en aras de un proyecto en
común, en lo que se podía denotar como un cambio de rumbo en las políticas
neoliberales que habían imperado en todas la década de 1990.
La heterogeneidad de partidos en el espectro político argentino en ese momento, en las
cámaras del Congreso Nacional, así como las tendencias dentro del propio partido del
cual provenía Kirchner (el Partido Justicialista) , nos dan cuenta de la envergadura de la
tarea que se tenía por delante; al mismo tiempo que se necesitaban medidas sociales
urgentes frente a la desigualdad, el desempleo y el hambre que había en la sociedad
porque; como quedo evidenciado en el gobierno de la Alianza una mayoría
parlamentaria no bastaba para garantizar la gobernabilidad.
En el marco de su quinta elección, Lula Da Silva triunfo el 2002 en segunda vuelta con
el 61% de los votos en esa oportunidad, heredero de una de las mayores deudas sociales
del mundo, antiguo obrero metalúrgico de 57 años, así como fundador del primer
sindicato moderno del país y del mayor partido de izquierda de América Latina: el
Partido de los Trabajadores. En un país, que combinaba altos niveles económico de
desarrollo en ciertos sectores, con índices de pobreza y desigualdad extremos en otros,
la tarea de generar consenso a la hora de gobernar no era menos ardua que la de Néstor
Kirchner, sobre todo teniendo en cuenta que los principales partidos opositores aun
controlaban ciudades y provincias importantes, así como el poder económico y
mediático del Brasil.
Tras décadas de corrupción endémica, así como de un marcado desequilibrio en la
redistribución de la riqueza, Lula se vería a la tarea de forzar un cambio radical en las
políticas públicas de su país, así como de lograr el apoyo de un parlamento que pese a
contar con mayoría, podía mostrarse hostil de afectar los intereses de grupos que
intervente en el mismo.
El kirchnerismo de por si es ya un hito dentro de nuestra historia política, al mismo
tiempo que lo es en plano de las instituciones de la democracia. No solo por sortear una
recuperación, luego de una de las crisis más profundas en la historia de un país como
Argentina, sino por la forma en que construyo su base de poder, así como su “mística
kirchnerista”.
Desde la asunción presidencial, el 25 de mayo de 2003, su discurso al ser embestido con
el bastón y la banda presidencial para con el Congreso, así como a la ciudadanía en
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general, marco la apertura de un nuevo rumbo no solo económico sino político, donde la
presidencia pasaría a ser una institución fuerte, con dominio sobre los demás poderes
del estado.
En términos de construcción política, el kirchnerismo se constituye en un espacio de
oposición a las políticas implementadas durante la década del noventa del siglo XX, es
decir, en plena confrontación con políticas neo-conservadoras. El estilo político
argentino ha sido siempre de confrontación, dividiendo dicotómicamente el espacio
político gracias a la constante construcción de “enemigos”. Esto, que fue y es algo
propio de la política nacional, no siempre funciona del mismo modo en distintos lugares
y momentos, así como también presenta un comportamiento diferencial, de acuerdo al
tamaño del actor político en cuestión.
Aquí es donde podemos ver la fortaleza organizativa, que posee el peronismo y como la
misma comienza a dar sus frutos, ya que de la mano de una oportunidad única tras la
crisis de 2001 de reformular la democracia argentina. Más allá de la vieja guardia de las
cúpulas sindicales que se consideraban peronistas, los liderazgos estatales, legislativos y
de las gobernaciones cobran un mayor peso a la hora de articular un gobierno, y al ser
Néstor Kirchner un gobernador de la provincia de Santa Cruz, se vio a la tarea de
articular estos complejos actores-muchas veces con intereses enfrentados- para lograr
consolidar el poder político de su presidencia, “reflejándose ello en cuestiones diversas
tales como la relación entre el gobierno nacional y las provincias, la construcción del
discurso y de la estrategia de comunicación, o bien, la gestión de la política externa”1.
Es menester aclarar, que un “presidente del siglo XXI” como Néstor Kirchner llevo a
cabo trasformaciones instituciones, aun sin una mayoría dominante en el Legislativo en
los primeros dos años de su mandato. Lo cual no es un punto menor a ser marcado, ya
que debemos tener en cuenta que “el Congreso es una de las instituciones de la
democracia que mejor ha funcionado”2 desde el retorno en 1983, lo cual le dio Kirchner
la tarea de utilizar el rol de su persona política a fin de conseguir una fuerte base
popular con la cual poder conquistar la necesaria mayoría, es que la recuperación de la
política como instrumento de transformación de la realidad, no como un mero accesorio
a la economía de mercado y la inversión extranjera fue lo que poco a poco le permitió
consolidar su base de poder. Desde la acción de llevar a juicio a los militares de la
última dictadura militar argentina (1976-1983), a la renovación de la Corte Suprema de
Justicia, con jueces no afines al menemismo; sus medidas tenían un necesario acento de
buscar una manera efectiva de dar respuesta a las demandas de un pueblos que se había
mantenido en segundo plano por décadas, y que luego de 2001 había vuelto no solo a
ganar las calles, sino fuerza política a la hora de hacer oír sus pedidos, como quedo en
claro en la cumbre del ALCA en Mar del Plata donde planto bandera en contra del plan
de libre comercio que Estados Unidos esperaba consolidar.
A lo largo de 12 años de gobierno del matrimonio Kirchner, la relación gobierno-
oposición se dio “contando con un Congreso en sintonía con el Ejecutivo, o al menos la
no existencia de una oposición que obstruya la tarea de gobierno”3, en gran parte por la
ambigüedad de esta oposición (sumamente fragmentada) de formar un bloque común
que obstaculizara la gobernabilidad desde el parlamento.

1
Malamud, Andrés y De Luca, Miguel (coordinadores) La Política en tiempos de los Kirchner Eudeba,
Buenos Aires, 2011 p133
2
Calvo, Ernesto (2013) El Congreso de la democracia: mayorías y consensos. Saap. Buenos Aires. Revistas
y bibliotecas a consultar: Revista Latinoamericana de Política Comparada. (Celeap), Instituto de Estudios
Peruanos, CLACSO, Revista de la SAAP, Nueva Sociedad. P3
3
Serrafero, Mario Daniel: Coaliciones de gobierno: entre la ingeniería institucional y la civilización
política (2006) p24
Profesor: Gabriel Rafart
Estudiantes: Emilio Cáceres- Nicolás Kucharuk

El kirchnerismo se manejó en la particularidad de tener la mayoría en Congreso en


algunos momentos de su mandato, pero pese a esa mayoría no desconoció al Congreso,
a la hora de dictar sus leyes, ya que a diferencia de los congresos de la mayoría de los
países democráticos (Brasil, Venezuela o Estados Unidos sin ir más lejos), las cámaras
del mismo revisaban constantemente las leyes, modificando al menos un punto antes de
su promulgación. Es necesario añadir que el Congreso Nacional, presenta un índice
cuantitativamente alto de leyes elevadas no por el Ejecutivo, sino por los parlamentarios
en sí.
Esta imagen positiva dio como resultado un mayor caudal de votos en las elecciones
legislativas de 2005, teniendo ahora si una mayoría en las cámaras tanto de senadores
como diputados. En 2006, las facciones del PJ se realinean y permiten a Kirchner
obtener la mayoría en diputados: primero, incorporando otros bloques menores al PJ-
FPV; segundo, reabsorbiendo a la mayoría de los diputados bonaerenses agrupados en
el bloque peronismo federal. La contracara del proceso de fortalecimiento del presidente
la configura el debilitamiento de la oposición que se atomiza y fragmenta en este
recinto. En el Senado, el presidente conserva la orden del peronismo con
41 de las 72 bancas que componen el órgano, es decir, mayoría absoluta, sin llegar a
dividirse. Con particularidades mínimas, vemos así que el justicialismo se mantiene
unido con el nombre de PJ- Frente para la Victoria.
De la mano de la reactivación económica que vio al país con superávits gemelos durante
este periodo, en un país federal como la República Argentina, Kirchner podía ahora
tener bajo su ala a un amplio espectro de gobernadores oficialistas de la mano del
régimen de coparticipación (es decir el retorno de partidas presupuestarias proveniente
de los impuestos para las provincias en sí) lo cual le daba una fuente paralela de poder
con el cual gobernar sin mayores sobresaltos. En términos gramchianos “el
kirchnerismo expresa un caso de Revolución Pasiva, categoría que sirve para leer la
tensión entre transformación y restauración en épocas de transición, que desemboca
finalmente en la reconstitución de las relaciones sociales en un orden de dominación
jerárquico”4.
Bajo este prerrogativa puede avanzar notablemente en materia de derechos,
incorporando una nueva generación de los mismos a la vida política argentina. Sin
embargo, durante el primer mandato de su esposa, electa en 2007 con el 45% de los
votos, que esta comunión con el legislativo tanto a nivel nacional como provincial, asi
como con las gobernaciones pasa etapas de un consenso variable en tanto a
conflictividad, dando asi medidas como la re estatización de Aerolíneas Argentinas o la
creación de ARSAT, al mismo tiempo que continuaba con las políticas implementadas
por su marido en materias de derechos humanos y asistencia social. Es con el conflicto
del campo en 2008 y su “rebelión de 4x4” que el Legislativo queda divido casi a una
mitad técnica por el si/no a la resolución 125 sobre retenciones a la soja, la cual el
gobierno perdería por el voto decisivo de el que hasta el momento era una figura
relativamente menor: el vicepresidente de la nación y presidente del Senado Julio
Cobos; sin embargo, igualmente se lograron avances parciales en esto, sublimando las
retenciones a la soja a las legislaturas provinciales, una vez fracasada la ley en el
Congreso de la Nacion.
Es en este momento donde el rol de los medios masivos de comunicación, quedo
evidenciado en sintonía con los intereses económicos de la burguesía sojera argentina, y
cuando el ejecutivo en manos de Cristina Kirchner eleva una Ley para la Regulación de
los Medios Audiovisuales, poniendo en jaque a monopolios multimedios como Grupo
4
Svampa, Maristella: La década kirchnerista: Populismo, clases medias y revolución pasiva.
Debates en lasaforum (2013) volume XLIV : ISSUE 4 pag16
Profesor: Gabriel Rafart
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Clarín y La Nación, evidenciando que legisladores estaban a favor y quienes contrarios


al gobierno, potenciándose tiempo después cuando se da la batalla en el Congreso de la
Nación por el Matrimonio entre parejas del mismo sexo.
Pese a tener a los medios en contra, a una oposición fragmentada pero superior en
número y una opinión publica polarizada, es en este escenario donde el kirchnerismo
logra recomponerse y sentar base de poder, con una primer mandataria que se repone a
los golpes de un Congreso poco favorable, así como a la muerte de un estadista Néstor
Kirchner, con el agravante de que además era el esposo de la entonces presidenta.
El ejecutivo pasa a ser el más dominante, así como el más articulado con el Congreso
y las gobernaciones en el kirchnerismo post muerte de Néstor Kirchner tras la
reelección de Cristina Fernández de Kirchner en 2011, pese a los traspiés que llegaron a
tener en sus 8 años previos, como la baja en la ley 125 sobre las retenciones a la soja, la
escisión de una parte del peronismo tras la figura de Sergio Massa en su Frente
Renovador, el kirchnerismo supo readaptarse al ambivalente rol de minoría-mayoría-
primera minoría y mayoría con un 54% de los votos, con una diferencia de 20% de su
opositor más cercano( el santafesino socialista Binner).
Es en este contexto donde vemos un kirchnerismo con la posibilidad de un fin de ciclo,
debido a la posibilidad de una nueva reelección, donde se utiliza hábilmente factor de
“nostalgia popular” para impulsar leyes como la re estatización parcial de YPF, de los
Ferrocarriles Argentinos para con el Congreso de la Nación, a instancias de ser
repudiados por la opinión publica en caso de ser contrario tanto sus diputados como
senadores con el mismo. Al mismo tiempo se debe aclarar que “el presidente debe
sostener en equilibrio sus recursos, pues estos son inestables, como se puede deducir
que ha ocurrido bajo el gobierno de Cristina Kirchner”5 y para 2013 parte del caudal
político del kirchnerismo se fue filtrando a la oposición, la cual dinamizo las cosas en
las cámaras y provincias, pensando en el recambio presidencial que venia en 2015
Es necesario remarcar que uno de los mayores atributos que tiene el presidente de una
nación como la República Argentina es el DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia), los
cuales permiten emitir leyes a manera legislativa de manera unilateral, salvando las
barreras de los demás poderes por el mismo. Sin embargo, también es menester aclarar
que este fue un recurso poco utilizado por los Kirchner, para la cantidad de años que
estuvieron en el poder, y la oposición que se encontraron, permitiendo así mostrar una
fuerte figura presidencial que respetaba las demás instituciones, al mismo tiempo que se
llevo a un fortalecimiento de las mismas, y su relación con el ejecutivo nacional.
Analizando el caso de Brasil, nos encontramos ante un panorama igualmente complejo
en cuanto a materia de gobernabilidad y construcción de poder. De la mano de un
candidato con mas similitudes que diferencias con Néstor Kirchner como ser Lula Da
Silva podemos ver el rol de su partido y su figura en el nuevo siglo político de la
Federación de Brasil.

5
Ollier, María Matilde Presidencia dominante y oposición fragmentada: una construcción
política. Néstor y Cristina Kirchner (2003-2011) p59
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En este sentido, Brasil presenta similaridades con respecto a Argentina al asumir con
poco consenso en el congreso nacional. Los problemas de gobernabilidad para el PT
puede ser visializados en la composición del Congreso Nacional (Senado Federal y
Cámara de los Diputados) donde se verifica un significativo progreso del PT, pero
insuficiente para desplazar del poder legislativo a los partidos que apoyaron la política
de Cardoso. De los 54 escaños en disputa en el Senado, el Partido del Frente Liberal
(PFL) consiguió 14, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD) nueve
y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) ocho. Por su parte, el PT logro
10 escaños y otros partidos de la oposición 13 senadores. En la Cámara de los
Diputados (se elegían dos terceras partes de un total de 513 escaños), el índice de
renovación ha sido bajo (47%), manteniendo los partidos de la coalición de Cardoso su
amplio dominio, a pesar de perder 54 representantes. Totalizando la distribución de
escaños, la antigua base política de Cardoso mantuvo en el inicio del periodo el 54,1%
de los asientos, frente al 25% del PT y sus aliados, el 11% de otros partidos
oposicionistas y el 10% de partidos heterogéneos. El aumento del número de escaños
conseguidos por el PT fue, no obstante, insuficiente para garantizar las mayorías
necesarias que permitan el respaldo legislativo a los proyectos de Lula.
Frente a este panorama, Brasil estableció una política de alianzas pensada y elaborada
con la gobernabilidad como objetivo. No sólo la base oficialista parlamentaria inicial
era débil, sino que era la primera vez que un candidato del Partido de los Trabajadores
(PT) estaba en el gobierno; y prevalecía en el partido, por encima de muchos otros
criterios, la noción de que era necesario lograr mayorías consolidadas en ambas
cámaras. La gobernabilidad se presentaba así como una fuerza de impulso a la
ampliación del conjunto oficialista. En Argentina, en cambio, la gobernabilidad,
indirectamente, imponía, a través de su pretendido garante, el Partido Justicialista (PJ),
un límite a la amplitud de la composición oficialista. La lógica de esa relación en el caso
brasilero, y la necesidad de asegurar la gobernabilidad fue un factor fundamental a la
hora de ampliar la base oficialista de Lula. El PT no garantizaba la gobernabilidad
En el caso argentino, en cambio, más allá de un interés inicial de Kirchner, cuando llega
al poder casi en soledad, de ampliar su base de sustentación a actores por fuera del
Partido Justicialista, se considera que el actor por excelencia que funcionaba como un
garante de la gobernabilidad (o una amenaza a la misma, en caso de ser opositor) era el
PJ.
Aun así, en el caso de Brasil, el gobierno de Lula tuvo un periodo de crisis en 2005 ,
cuya superación aseguro su liderazgo presidencial. Esta crisis fue el resultado de una
ofensiva opositora, notablemente sobredimensionada en los medios de comunicación
por medio de una exitosa operación de marketing centrada en denuncias políticas. Las
consecuencias de la compleja crisis de 2005 fueron determinantes para el futuro del
Gobierno de Lula. La oposición centró su eje discursivo en las denuncias de corrupción
del PT y del Gobierno de Lula. Los sectores disidentes del PT, que habían abandonado
el partido, lejos de centrar sus críticas en la política económica, se sumaron a las
denuncias de corrupción y fracasaron en la construcción de una alternativa a la
izquierda del PT. Ante la posibilidad de que Lula activara una gran movilización en
defensa del gobierno y de la gestión de su mandato, la oposición retrocedió y centró
todas sus posibilidades en erosionarlo a través del Congreso y lograr de esa forma
derrotarlo en las elecciones de 2006. Sin embargo, los apoyos surgidos al hilo de las
políticas sociales permitieron a Lula ser reelegido, consolidando de esa forma un nuevo
tipo de apoyo popular al gobierno que caminaba paralela a la recuperación del
crecimiento económico. Esta tendencia, estuvo directamente relacionada con el cambio
del equipo económico del gobierno y de sus prioridades generales, que supuso el
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abandono de la orientación conservadora de la política económica y su sustitución por


un modelo de desarrollo que articulaba estructuralmente crecimiento económico con
políticas de redistribución de la renta. El campo político se polarizó. En un extremo
estaba el gobierno y su modelo económico-social, con políticas de integración regional
y un Estado impulsor del crecimiento económico y garantista en materia de derechos
sociales. En el extremo contrario, la oposición dirigida por los grandes medios de
comunicación privados y refugiada en las denuncias de corrupción contra el gobierno.
La polarización se mostró extremadamente favorable a este, que se benefició de las
grandes transformaciones sociales promovidas y alcanzó índices inéditos de aprobación
popular. La construcción de la hegemonía posneoliberal, por lo tanto, se dio como
consecuencia de esta polarización concentrando el poder decisional en la figura de Lula.
La consiguiente superioridad en la cámara legislativa producto de la resolución positiva
de la crisis genero un fenómeno de retroalimentación de la soberanía que intervenía
directamente a los votantes. De esta forma autores como Mettenheim establecen que la
progresiva concentración de poder en el ejecutivo tuvo como resultado una apelación
directa a la ciudadanía por parte del poder presidencial. Este ha sido uno de los
fenómenos más importantes de la representación electoral en Brasil en un contexto
donde la legitimidad deja de reposar en los partidos políticos. En este sentido, los
mismos no gozaban del dominio casi monopólico del gobierno de igual forma que la
identificación popular con los partidos ya no proporcionaba fuertes vínculos que solían
tener. De esta manera en el caso brasilero vemos la existencia de un llamamiento
“desde arriba”. Esto implica la existencia de mecanismos de retroalimentación que dan
popularidad a los que están en el poder así como la presencia de otros patrones de
reciprocidad entre los votantes.
Este tipo de poder desde arriba es apuntalado por lo que los estudiosos llaman la
influencia del liderazgo elitista. El mismo se refiere a procesos psicológicos irracionales
por parte de los votantes o a la manipulación de la opinión pública a través de técnicas
de marketing, relaciones públicas y sondeos de opinión. El autor afirma que si bien se
dan este tipo de procesos en el caso brasileño, resultan insuficientes para explicar las
implicancias de las concepciones personalistas e inmediatas de la política entre los
votantes brasileños así como en lo que respecta a los llamamientos directos y a la
maquinaria del clientelismo en las estrategias electorales de los partidos. Las opciones
de los votantes, para Mettenheim, se organizan en base a precepciones de desempeño y
posicionamiento del poder ejecutivo respecto de asuntos nacionales que están a la orden
del día, y se fundan en conceptos de justicia sustantiva más que en determinaciones de
largo plazo tales como la socialización política, la identidad de clase o la identificación
partidaria. De esta manera, la centralidad de la toma de decisiones del ejecutivo
favoreció y retroalimento su propia gobernabilidad al mismo tiempo que fue creando
una nueva percepción de representatividad sobre los votantes. La representación
conducida por el ejecutivo intenta dar cuenta del hecho de que las percepciones y
preferencias de los votantes brasileños son directas, no mediadas, complejas,
cambiantes populistas y personalistas. En palabras del autor “En Brasil, las
percepciones a corto plazo de los votantes juzgan directamente a los partidos , los
asuntos nacionales y el comportamiento del ejecutivo, sin la influencia moderadora de
la cultura civica , la socialización política al largo plazo, profundas identidades de
clase, ideologías políticas tradicionales o identificación partidaria” (Mettenheim,
2006, pg 170).
De esta manera, el sistema federal y presidencial brasileño, centrado en el ejecutivo,
facilitó la designación directa de profesionales de partidos en puestos ejecutivos y
cargos administrativos durante la presidencia de Lula, y así produjo una rápida y
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extensa organización de partidos de masas. Este fenómeno tiene precedentes en la


experiencia de Estados Unidos donde el ascenso de una nueva presidencia imperial fue
posible gracias a la transformación del Partido Republicano en una estructura bien
organizada, capaz de controlar la mayoría en el Congreso, sostenido por un electorado
homogéneo ideológicamente y, por último, dirigido con mano férrea por el presidente y
sus colaboradores más cercanos.
Sin embargo, son tres aspectos del desarrollo partidario en los Estados Unidos los que
proporcionan una perspectiva totalmente nueva sobre la política electoral de los partidos
en Brasil: la importancia de las convocatorias populares directas y del populismo en los
sistemas presidenciales; la capacidad de los presidentes y otros ejecutivos para designar
directamente a sus partidarios en puestos administrativos; y la autonomía de la
maquinaria local y regional del clientelismo dentro de la estructura federal. En palabras
del autor “…la representación electoral en Brasil es más directa, no mediada, fluida y
vinculada a personalidades políticas y conceptos subyacentes de justicia sustantiva. La
tradición populista hizo que las relación brasileñas entre el estado y la sociedad
tuvieran mayor transparencia e inmediatez” (Mettenheim, 2006, pg 173)
El concepto abierto y pluralista de la gobernabilidad implica que las mejores prácticas
surgen no de las oficinas de planeamiento sino del trabajo cotidiano de políticos
profesionales, ciudadanos movilizados y organizaciones activas de la sociedad civil.
En conclusión, Pero para aprovechar esta oportunidad los académicos deben
evitar la idealización de imágenes de la experiencia del noroeste europeo cuando
se trata de medir los cambios políticos en otras regiones. Por el contrario, los
politólogos
deben realizar investigaciones empíricas y acuñar conceptos que den
cuenta de los nuevos desarrollos en la amplia variedad de contextos de la postransición.
En el pasado, el análisis empírico de Brasil ha desempeñado un papel fundamental
en los adelantos conceptuales, con términos como “autoritarismo burocrático”,
“desarrollo dependiente”, “refuerzo de los poderes de la sociedad civil”
y “transiciones del gobierno autoritario”. La coyuntura de estos años es propicia
y plantea un desafío para los politólogos, a fin de crear nuevos conceptos y teorías
con fundamentos empíricos que capten los actuales patrones de la democracia
y de la política económica en Brasil. Se requiere urgentemente de innovación
conceptual para evitar el eurocentrismo
y el reformismo liberal que con frecuencia nutren a los análisis corrientes39.
Los llamados para la adopción de un gobierno parlamentario o para la reforma
de la política partidaria y electoral se hacen eco de iniciativas anteriores de

A menos que los politólogos clasifiquen


cuidadosamente las similitudes y diferencias a través de naciones y regiones, las
teorías y los conceptos corren el riesgo de elevar la experiencia europea o
estadounidense
al status de un paradigma universal. La ciencia política y las ciencias
sociales necesitan desarrollar conceptos con fundamento empírico que den cuenta
de la variedad de nuevas experiencias que actualmente redefinan los riesgos y
las oportunidades que se asocian a la gobernabilidad, basada en la inclusión popular
Profesor: Gabriel Rafart
Estudiantes: Emilio Cáceres- Nicolás Kucharuk

Bibliografía:

 Calvo, Ernesto (2013) El Congreso de la democracia: mayorías y consensos.


Saap. Buenos Aires. Revistas y bibliotecas a consultar: Revista Latinoamericana
de Política Comparada. (Celeap), Instituto de Estudios Peruanos, CLACSO,
Revista de la SAAP, Nueva Sociedad.

 Malamud, Andrés y De Luca, Miguel (coordinadores): La Política en tiempos


de los Kirchner; Eudeba, Buenos Aires, (2011) p133

 Ollier, María Matilde Presidencia dominante y


oposición fragmentada: una construcción política.
Néstor y Cristina Kirchner (2003-2011) pp1-66

 Serrafero, Mario Daniel: Coaliciones de gobierno: entre la ingeniería


institucional y la civilización política (2006) pp 1-40
Profesor: Gabriel Rafart
Estudiantes: Emilio Cáceres- Nicolás Kucharuk

 Svampa, Maristella: La década kirchnerista: Populismo, clases medias y


revolución pasiva. Debates en LASAFORUM (2013) volumen XLIV : ISSUE 4
pp14-17

 Von Mettenheim, Kurt E: Presidencialismo, democracia y gobernabilidad en


Brasil(2001), Jorge Lanzaro y otros Tipos de presidencialismo y modos de
gobierno en América Latina. Clacso. Buenos Aires.

 Natanson, Jose: La nueva izquierda(2008). Debate, Buenos Aires.

 Dolores Rocca Rivarola: Sustentar al presidente: Movilización y


gobernabilidad en los actores oficialistas en los gobiernos de Lula y Kirchner
(2013). VII Jornadas de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata
“Argentina en el escenario latinoamericano actual: debates desde las ciencias
sociales”

 Sader, Emir: Lula y Dilma, diez años de gobiernos posneoliberales en Brasil


(2013). IAEN-Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador Traficantes de
Sueños Quito, Ecuador.

 Fabbrini, Sergio: El ascenso del Príncipe democrático (2009). FCE. Pp. 111-
136. Buenos Aires.

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