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Definición

La amputación es el procedimiento por medio del cual se extirpa una parte del cuerpo, de un
miembro o parte de él a través de uno o más huesos. Se debe distinguir del término
desarticulación, que separa una parte a través de una articulación, si bien la mayoría de la
bibliografía utiliza el término amputación para referirse a ambos procedimientos. También se
puede encontrar dicho concepto aplicado a defectos congénitos de las extremidades

CLASIFICACIÓN
 Amputaciones traumáticas.- Correspondería a la amputación que se
produce como consecuencia de un traumatismo. Puede ser completa, con separación
total del segmento amputado, o parcial, donde el segmento amputado queda
conectado a través de alguna conexión de tejido a la extremidad.

En muchas ocasiones se puede intentar reimplantar el segmento amputado, cuando


ambos extremos de la extremidad lesionada han sido tratados adecuadamente. Sin
embargo, en otras ocasiones la contaminación y graves lesiones tisulares tanto de la
zona del muñón como del segmento amputado desaconsejan la reimplantación.

Suelen denominarse amputaciones primarias cuando la amputación del miembro se


produce a consecuencia del mismo trauma o de forma quirúrgica por las lesiones
ocasionadas por éste el mismo día de la lesión. En caso de que se intente conservar el
miembro y la viabilidad del mismo no sea favorable, puede producirse con posterioridad
una amputación del mismo, considerándose en este caso amputación secundaria.

 Amputaciones congénitas.- Incluye la ausencia parcial o completa de un


miembro o parte corporal en el momento del nacimiento y se considera un trastorno
de la formación del mismo. Este tipo de amputaciones se pueden subdividir en
detención transversal y detención longitudinal del crecimiento, estando incluidas en las
primeras las malformaciones congénitas del tipo de la amputación, en las que todos los
elementos distales suelen estar ausentes, extendiéndose desde la afalangia (ausencia
de una o más falanges de los dedos) hasta la amelia (ausencia de uno o más miembros).
Las de detención transversal son las que suelen denominarse amputaciones congénitas,
las cuales no deben confundirse con las amputaciones intrauterinas causadas por bridas
uterinas.
 Amputaciones quirúrgicas.- Consisten en la extirpación quirúrgica de una
parte del cuerpo, de un miembro o parte de él, tras un proceso de planificación de la
cirugía. Dentro de éstas se pueden incluir las amputaciones cerradas, donde el extremo
del hueso se cubre con un colgajo de tejido muscular y cutáneo modelado para tal fin,
y las amputaciones abiertas, en las que la piel no se cierra sobre el extremo del muñón
(Ver Imagen 5). Se suelen realizar cuando existe infección, riesgo de la misma o cuando
ha recidivado, así como en heridas traumáticas graves con destrucción extensa del
tejido y gran contaminación. El objetivo de esta intervención es poder proceder al cierre
quirúrgico del muñón cuando haya cedido la infección y no exista compromiso para la
herida, tras la administración de tratamiento antibiótico.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS: SIGNOS Y SÍNTOMAS
Las manifestaciones clínicas que pueden indicar una amputación de extremidad son diversas y
varían dependiendo de si es una amputación tras un trauma o la decisión sea realizar una
amputación quirúrgica.

En el primer caso puede surgir la duda de hacer una amputación primaria el mismo día de la
lesión; la intención de salvar el miembro puede conllevar que si es ineficaz podría dar lugar a
una amputación secundaria. Por tanto, el cirujano ha de valorar detenidamente el porcentaje
de viabilidad que puede presentar el miembro, con el fin de evitar poner en peligro la vida del
paciente preservando un miembro inservible, sin considerar en estos casos la amputación como
un fracaso terapéutico sino parte de un proceso de reconstrucción y rehabilitación alternativo a
una prolongada y costosa reconstrucción cuyos resultados pueden tener muchas probabilidades
de fracaso y pérdida de la funcionalidad. Existe una escala denominada escala de gravedad de
la extremidad mutilada donde se emplean criterios objetivos de evaluación para decidir el
estado de la extremidad y la posible viabilidad de la misma. En ella se evalúa la lesión esquelética
y de partes blandas, la isquemia del miembro, el shock y la edad del paciente

En general, los criterios que indicarían una amputación tras una lesión incluirían:

En miembros inferiores:
• Avulsión completa: tegumentaria, nerviosa y vascular. • Pérdida neurológica. • Pérdida masiva
de partes blandas.

• Pérdida masiva ósea.

• Isquemia caliente mayor a seis horas.

• Frialdad del miembro, ausencia de pulso y sensibilidad.

• Imposibilidad para restaurar la circulación.

• Gangrena gaseosa.

En miembros superiores:
• Avulsión completa: tegumentaria, nerviosa y vascular.

• Pérdida severa de partes blandas. • Lesión completa de plexo braquial asociado.

• Pérdida ósea severa.

• Isquemia caliente superior a seis horas.

• Imposibilidad para restaurar la circulación.

• Gangrena gaseosa.

La evaluación de los tejidos tiene que llevarse a cabo de manera individual comenzando por
la piel, para seguir por el músculo, el hueso, los vasos y los nervios:

 Piel: las grandes superficies de pérdida cutánea con pérdida muscular asociada pueden
comprometer la posterior función de la extremidad, precisando finalmente una
amputación.
 Músculo: la lesión muscular con necrosis o pérdida de músculo, junto a otras lesiones
tisulares, afecta el resultado funcional haciendo necesaria la amputación de la
extremidad.
 Hueso: la pérdida ósea segmentaria unida a la lesión masiva de partes blandas suele
conllevar la amputación, ya que la reconstrucción puede dar lugar a periodos
prolongados de hospitalización, múltiples cirugías, dolor crónico y poca funcionalidad.
 Vascular: esta lesión puede ser de las venas, arterias o de ambas. Si la reparación se
realiza en las seis primeras horas tras la lesión (tiempo de isquemia caliente), la
viabilidad vascular y tisular puede ser satisfactoria. Si la reparación supera las seis
primeras horas, la isquemia tisular puede ser importante, pudiendo producirse un fallo
renal debido a los productos de degradación muscular.
 Nervios: las lesiones nerviosas importantes conllevan una pérdida permanente de la
función.

Indicación para la amputación


La indicación de una amputación quirúrgica viene determinada por diferentes signos y síntomas
como:

 Falta de riego sanguíneo: La pérdida del aporte sanguíneo de un miembro enfermo o


lesionado es una de las principales indicaciones para decidir la amputación del mismo.
La falta de riego conlleva que el miembro se vuelva inútil y sea una amenaza para la vida
de la persona al diseminarse de forma sistémica productos tóxicos por la destrucción
tisular. Debe observarse los cambios de temperatura (presencia de frialdad en la zona
afectada), el color (aparece pálido o azulado) y la ausencia de pulsos. Esta exploración
ha de realizarse en ambas extremidades. Cuando se agudiza el problema la extremidad
se enfría, entumece y aparece dolor intenso
 Infección: La infección aguda o crónica que no responde a tratamiento médico o
quirúrgico puede ser una indicación para realizar la amputación. Dentro de éstas la más
peligrosa es la gangrena gaseosa, donde la amputación debe efectuarse
inmediatamente ya que puede aparecer shock, insuficiencia renal, delirio y el desenlace
puede ser fatal para el paciente. En este caso los síntomas que pueden aparecer son:
cambios en el color de la piel, pasando de pálido a rojo, color bronce hasta adquirir un
tono verdoso. Puede aparecer inflamación y calor en la extremidad. En ocasiones,
cuando se disemina la infección por el tejido subcutáneo se pueden producir grandes
flictenas llenas de líquido marrón y maloliente y debido al gas causado por las bacterias
la piel crepita. Otro tipo de infección sería la osteomielitis crónica o las fracturas no
consolidadas infectadas que han deteriorado considerablemente la función de la
extremidad. En estos casos la infección puede cursar inadvertida durante mucho
tiempo, ya que no produce síntomas durante meses e incluso años. Es frecuente la
presencia de dolor en el hueso, provocando infección en los tejidos blandos que se
encuentran sobre él y una supuración constante o intermitente de la piel. Este drenaje
se ocasiona cuando el pus del hueso infectado forma un trayecto fistuloso desde éste
hasta la piel.
 Úlceras tróficas.- La aparición de una úlcera trófica en un miembro sin sensibilidad,
tras una lesión nerviosa donde se produce una gran destrucción tisular y deterioro o
incluso pérdida de la funcionalidad, es habitual indicar la amputación quirúrgica del
mismo. Sobre todo en aquellos casos donde la infección de úlceras más profundas
puede constituir una amenaza mortal. Por regla general éstas causan dolor y picor, así
como enrojecimiento de la zona, apareciendo la piel, en estadios más precoces,
inflamada, con flictenas y con destrucción de las capas más externas de la misma. En los
más avanzados la úlcera se puede extender hasta el hueso, a través de la piel, grasa y
músculo.
 Malformación congénita En presencia de una malformación congénita, se tiene la
experiencia de que tras la realización de una amputación quirúrgica de toda o parte de
la extremidad durante el periodo de lactancia o al principio de la infancia como
tratamiento primario, da mejores resultados para el uso de una pró- tesis y
funcionalidad de la extremidad.

PRUEBAS DIAGNÓSTICAS
Las pruebas diagnósticas vendrán determinadas por el tipo de lesión que presente el paciente,
el estado general del mismo o la complicación que se ha podido producir. En general, las pruebas
diagnósticas más habituales a llevar a cabo, y que ayudan en la decisión de realizar o no la
amputación, son:

 Radiología: fundamentalmente utilizada para conocer el estado de las estructuras


óseas y el grado de lesión o deterioro de las mismas. Generalmente se efectúan
distintas proyecciones que facilitan la visualización de las estructuras desde distintas
perspectivas, con el fin de que el cirujano pueda valorar adecuadamente los daños
causados y decidir el nivel de amputación más apropiado durante la planificación
quirúrgica.
 Tomografía axial computarizada (TAC): por medio de ésta se puede tener una
información más completa del estado de las estructuras que con una radiografía simple.
Esta técnica requiere que el paciente se mantenga completamente inmóvil.
 Resonancia magnética nuclear (RMN): permite observar pequeñas alteraciones que
podrían pasar inadvertidas con la TAC.
 Arteriografía o angiografía: método de visualización radiológica de las arterias u otro
vaso sanguíneo. Se realiza inyectando un medio de contraste radiopaco en la corriente
sanguínea a través de un catéter. Permite observar el estado interno y las estructuras
vasculares, así como los daños u oclusión que puedan presentar. Durante la realización
de la misma se hace preciso vigilar al paciente por si presentara signos de
hipersensibilidad al medio radiopaco (si es posible, se deberían hacer previamente
pruebas de sensibilidad) como escalofríos, temblor o disnea. Tras la técnica se extrae el
catéter y se presiona el punto de punción durante unos minutos. Durante al menos dos
horas se hace preciso vigilar la presión arterial por si el paciente presentara signos de
hemorragia.
 Oscilometría: técnica utilizada, al igual que la anterior, para detectar el estado de la
circulación de la extremidad afectada.
 Ecografía con técnica Doppler: se emplea para registrar materias o líquidos en
movimiento, pudiendo detectar flujos sanguíneos y pulsos. Por medio de ésta se puede
conocer la presencia de riego y pulsos en la extremidad dañada, incluso en situaciones
extremas, que sería muy difícil localizar con otros métodos.
 Termografía: utilizada para la captación y registro en una placa de las zonas frías y
calientes del organismo, por medio de un detector de rayos infrarrojos. Mediante esta
prueba también se puede conocer a qué zonas llega el aporte sanguíneo.
 Estudios de laboratorio: no suelen ser efectivos en la toma de decisiones en
situaciones agudas pero sí pueden orientar en situaciones posteriores. La
monitorización seriada de las enzimas musculares, como la creatin fosfoquinasa, puede
determinar un daño muscular en proceso.

TRATAMIENTO
Tratamiento en el lugar del accidente
En este caso hay que tener en cuenta que el paciente ha sufrido un traumatismo y, aparte de la
amputación, puede presentar alguna otra lesión con la que incluso pueda peligrar su vida. Para
ello se pueden seguir los siguientes pasos:

Se realizará una valoración general del paciente, aplicando el ABC. En primer lugar se
examinarán la vías respiratorias por si hubiera algún objeto obstruyéndolas; se
comprobará si el sujeto respira y, si no es así, se realizará respiración boca a boca o con
ambú y a continuación se comprobará la presencia de latido cardiaco. Si no presenta,
se hará RCP (reanimación cardiopulmonar).
Si el estado general del paciente está controlado se le dará seguridad y se le intentará
calmar.
Se procederá a controlar la hemorragia, aplicando presión directa sobre la herida. Para
ello se utilizarán gasas o compresas estériles o un paño lo más limpio posible, elevando
la zona lesionada o usando puntos de presión. En caso de que la hemorragia sea
potencialmente mortal se aplicará un torniquete (pero sólo en estos casos),
cambiándolo de lugar cada 20-30 minutos.
Si la amputación es incompleta, se puede colocar una férula de escayola u otro tipo de
inmovilización que se tenga a mano para alinear el miembro, teniendo sumo cuidado
de no lesionar vasos sanguíneos ni producir torsión de los mismos.
Si el segmento amputado está totalmente separado se debe envolver en gasa o
compresas esté- riles o lo más limpias posibles. Éste, a su vez, se coloca dentro de una
bolsa de plástico estanca y a su vez en un recipiente con hielo, evitando el contacto del
hielo y del agua que éste produce con el segmento amputado. Existen unos maletines
preparados para este tipo de contingencias, manteniendo así el segmento amputado a
temperatura baja, aproximadamente 4 ºC.
Se evacúa al paciente rápidamente hacia el centro hospitalario más próximo,
insistiendo en la necesidad de no tomar nada sólido ni líquido durante el traslado, para
no interferir en la anestesia por posible cirugía.
Es importante, mientras tanto, llamar al centro hospitalario y comunicar la llegada de
este paciente, comentando el nivel y mecanismo de amputación, ya que con ello puede
conocerse el pronóstico de la cirugía. Asimismo, se informará sobre la edad, el sexo y
cualquier otro dato importante del paciente.

Tratamiento preoperatorio
Los cirujanos decidirán la necesidad de efectuar una amputación tras realizar un estudio
exhaustivo del estado de la extremidad, el estado general del paciente y el grado de
funcionalidad de la extremidad. La intervención quirúrgica debe ser llevada a cabo por cirujanos
expertos y su objetivo será conseguir una restauración funcional óptima para que el paciente
amputado obtenga el máximo beneficio de una ortesis adecuada. La planificación de la cirugía
incluye la decisión del nivel de amputación, la realización de colgajos cutáneos, el tratamiento
que se le dará a las estructuras óseas, músculos, nervios, vasos sanguíneos, etc. Se hará con el
mismo cuidado que si se tratara de intervenciones de cirugía plástica o reconstructiva.

Se efectuarán todas las pruebas preoperatorias estándar para cualquier cirugía: analítica de
sangre completa, incluyendo pruebas cruzadas y petición de concentrados de hematíes, Rx de
tórax, electrocardiograma, consulta con el anestesiólogo, etc. Se le proporcionará al paciente
información verbal y por escrito de las alternativas a la cirugía, los pros y contras de la misma y
de no llevarla a la práctica, firmando las conformidades tanto de la cirugía como de la anestesia.

Tratamiento postoperatorio
El tratamiento postoperatorio es muy importante si se quiere obtener un muñón de amputación
resistente y funcional capaz de utilizar una prótesis al máximo. Para poder conseguirlo se precisa
la actuación en conjunto de un equipo multidisciplinar que incluye a cirujanos, rehabilitadores,
protésicos, psicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, trabajadoras sociales y
personal de enfermería. En este tratamiento postoperatorio se tiende a utilizar dos tipos de
vendajes: el vendaje blando o tratamiento convencional, o la aplicación de un vendaje rígido con
el que se ha demostrado grandes beneficios, lo que ha dado lugar a que sea una técnica cada
vez más empleada. El vendaje rígido consiste en la colocación en el quirófano de una escayola
al concluir la cirugía. El uso de este tipo de vendajes conlleva diversas ventajas: evita el edema
desde el propio quirófano, favoreciendo la cicatrización de la herida y la rápida maduración del
muñón. Reducen el dolor postoperatorio y en las amputaciones de miembro inferior permiten
reanudar la postura erecta y la deambulación con apoyo. Además, permite ajustar antes la
prótesis definitiva, obteniendo una rehabilitación positiva en un mayor número de casos. Estos
vendajes pueden emplearse satisfactoriamente en todos los niveles de amputación del miembro
superior e inferior, siendo aplicable en todos los grupos de edad.

VALORACIÓN, PLANIFICACIÓN DE CUIDADOS Y EVALUACIÓN


Durante el primer contacto con el paciente amputado, o con pronóstico de amputación, en el
ingreso en la unidad de hospitalización, la enfermera realiza la valoración informándole sobre el
procedimiento de la misma y haciéndole unas preguntas relacionadas con su salud, creencias,
movilidad, aseo, nutrición, eliminación y otros datos personales de relevancia para así identificar
sus necesidades. Estas preguntas vienen establecidas en la hoja de valoración y se corresponden
con las catorce necesidades del modelo Henderson. Del mismo modo se le hará una exploración
física. Todos estos datos objetivos serán anotados y a partir de ellos se identificarán los
problemas que presenta, o puede presentar, y se definirán sus necesidades. Como ejemplo, un
paciente con una enfermedad ateroesclerótica oclusiva avanzada puede presentar gangrena,
úlcera crónica o una herida de evolución tórpida y que puede acabar en amputación del
miembro.

Preoperatorio
Esta fase comenzaría desde el momento que se decide la cirugía y se extiende hasta que el
paciente es anestesiado. En esta fase los diagnósticos de enfermería, objetivos, intervenciones.
Postoperatorio inmediato
En el postoperatorio más inmediato el objetivo de la enfermera es controlar y reducir las
complicaciones vasculares. Esto quiere decir que pueden aparecer los siguientes problemas
añadidos:
 Edema en el muñón: vigilar la incisión en busca de edema en la línea de sutura, las zonas
de compresión, hemorragia, etc. La justificación a esto es que el tejido responde con
linfedema. Por ello, si se detecta el edema lo antes posible se evitará la tensión sobre
la línea de sutura y no comprometerá la circulación
 Hematoma en la zona:
 Buscar signos de hematoma, como falta de aproximación de la línea de sutura,
cambios de color de la piel, exudado hemorrágico oscuro en la línea de sutura o
sensibilidad en el punto de palpación. Esto se justifica ya que en el cierre de los
colgajos se crean espacios que se pueden ocupar con sangre y producir hematoma,
que puede comprometer la cicatrización y retrasar la rehabilitación.

• No poner almohadas debajo del muñón; ello produciría flexión en la articulación y


fomentaría las contracturas.

• En el caso de miembro inferior debe mantenerse en posición horizontal.

Postoperatorio
Una vez que el paciente llega a la unidad de enfermería y después de realizar la valoración
oportuna, identificando la parte amputada, el tipo de vendaje del muñón, las vías venosas, la
medicación pautada y su estado general, se formulan los diagnósticos de enfermería y se toman
en cuenta los resultados e intervenciones

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