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La amputación es el procedimiento por medio del cual se extirpa una parte del cuerpo, de un
miembro o parte de él a través de uno o más huesos. Se debe distinguir del término
desarticulación, que separa una parte a través de una articulación, si bien la mayoría de la
bibliografía utiliza el término amputación para referirse a ambos procedimientos. También se
puede encontrar dicho concepto aplicado a defectos congénitos de las extremidades
CLASIFICACIÓN
Amputaciones traumáticas.- Correspondería a la amputación que se
produce como consecuencia de un traumatismo. Puede ser completa, con separación
total del segmento amputado, o parcial, donde el segmento amputado queda
conectado a través de alguna conexión de tejido a la extremidad.
En el primer caso puede surgir la duda de hacer una amputación primaria el mismo día de la
lesión; la intención de salvar el miembro puede conllevar que si es ineficaz podría dar lugar a
una amputación secundaria. Por tanto, el cirujano ha de valorar detenidamente el porcentaje
de viabilidad que puede presentar el miembro, con el fin de evitar poner en peligro la vida del
paciente preservando un miembro inservible, sin considerar en estos casos la amputación como
un fracaso terapéutico sino parte de un proceso de reconstrucción y rehabilitación alternativo a
una prolongada y costosa reconstrucción cuyos resultados pueden tener muchas probabilidades
de fracaso y pérdida de la funcionalidad. Existe una escala denominada escala de gravedad de
la extremidad mutilada donde se emplean criterios objetivos de evaluación para decidir el
estado de la extremidad y la posible viabilidad de la misma. En ella se evalúa la lesión esquelética
y de partes blandas, la isquemia del miembro, el shock y la edad del paciente
En general, los criterios que indicarían una amputación tras una lesión incluirían:
En miembros inferiores:
• Avulsión completa: tegumentaria, nerviosa y vascular. • Pérdida neurológica. • Pérdida masiva
de partes blandas.
• Gangrena gaseosa.
En miembros superiores:
• Avulsión completa: tegumentaria, nerviosa y vascular.
• Gangrena gaseosa.
La evaluación de los tejidos tiene que llevarse a cabo de manera individual comenzando por
la piel, para seguir por el músculo, el hueso, los vasos y los nervios:
Piel: las grandes superficies de pérdida cutánea con pérdida muscular asociada pueden
comprometer la posterior función de la extremidad, precisando finalmente una
amputación.
Músculo: la lesión muscular con necrosis o pérdida de músculo, junto a otras lesiones
tisulares, afecta el resultado funcional haciendo necesaria la amputación de la
extremidad.
Hueso: la pérdida ósea segmentaria unida a la lesión masiva de partes blandas suele
conllevar la amputación, ya que la reconstrucción puede dar lugar a periodos
prolongados de hospitalización, múltiples cirugías, dolor crónico y poca funcionalidad.
Vascular: esta lesión puede ser de las venas, arterias o de ambas. Si la reparación se
realiza en las seis primeras horas tras la lesión (tiempo de isquemia caliente), la
viabilidad vascular y tisular puede ser satisfactoria. Si la reparación supera las seis
primeras horas, la isquemia tisular puede ser importante, pudiendo producirse un fallo
renal debido a los productos de degradación muscular.
Nervios: las lesiones nerviosas importantes conllevan una pérdida permanente de la
función.
PRUEBAS DIAGNÓSTICAS
Las pruebas diagnósticas vendrán determinadas por el tipo de lesión que presente el paciente,
el estado general del mismo o la complicación que se ha podido producir. En general, las pruebas
diagnósticas más habituales a llevar a cabo, y que ayudan en la decisión de realizar o no la
amputación, son:
TRATAMIENTO
Tratamiento en el lugar del accidente
En este caso hay que tener en cuenta que el paciente ha sufrido un traumatismo y, aparte de la
amputación, puede presentar alguna otra lesión con la que incluso pueda peligrar su vida. Para
ello se pueden seguir los siguientes pasos:
Se realizará una valoración general del paciente, aplicando el ABC. En primer lugar se
examinarán la vías respiratorias por si hubiera algún objeto obstruyéndolas; se
comprobará si el sujeto respira y, si no es así, se realizará respiración boca a boca o con
ambú y a continuación se comprobará la presencia de latido cardiaco. Si no presenta,
se hará RCP (reanimación cardiopulmonar).
Si el estado general del paciente está controlado se le dará seguridad y se le intentará
calmar.
Se procederá a controlar la hemorragia, aplicando presión directa sobre la herida. Para
ello se utilizarán gasas o compresas estériles o un paño lo más limpio posible, elevando
la zona lesionada o usando puntos de presión. En caso de que la hemorragia sea
potencialmente mortal se aplicará un torniquete (pero sólo en estos casos),
cambiándolo de lugar cada 20-30 minutos.
Si la amputación es incompleta, se puede colocar una férula de escayola u otro tipo de
inmovilización que se tenga a mano para alinear el miembro, teniendo sumo cuidado
de no lesionar vasos sanguíneos ni producir torsión de los mismos.
Si el segmento amputado está totalmente separado se debe envolver en gasa o
compresas esté- riles o lo más limpias posibles. Éste, a su vez, se coloca dentro de una
bolsa de plástico estanca y a su vez en un recipiente con hielo, evitando el contacto del
hielo y del agua que éste produce con el segmento amputado. Existen unos maletines
preparados para este tipo de contingencias, manteniendo así el segmento amputado a
temperatura baja, aproximadamente 4 ºC.
Se evacúa al paciente rápidamente hacia el centro hospitalario más próximo,
insistiendo en la necesidad de no tomar nada sólido ni líquido durante el traslado, para
no interferir en la anestesia por posible cirugía.
Es importante, mientras tanto, llamar al centro hospitalario y comunicar la llegada de
este paciente, comentando el nivel y mecanismo de amputación, ya que con ello puede
conocerse el pronóstico de la cirugía. Asimismo, se informará sobre la edad, el sexo y
cualquier otro dato importante del paciente.
Tratamiento preoperatorio
Los cirujanos decidirán la necesidad de efectuar una amputación tras realizar un estudio
exhaustivo del estado de la extremidad, el estado general del paciente y el grado de
funcionalidad de la extremidad. La intervención quirúrgica debe ser llevada a cabo por cirujanos
expertos y su objetivo será conseguir una restauración funcional óptima para que el paciente
amputado obtenga el máximo beneficio de una ortesis adecuada. La planificación de la cirugía
incluye la decisión del nivel de amputación, la realización de colgajos cutáneos, el tratamiento
que se le dará a las estructuras óseas, músculos, nervios, vasos sanguíneos, etc. Se hará con el
mismo cuidado que si se tratara de intervenciones de cirugía plástica o reconstructiva.
Se efectuarán todas las pruebas preoperatorias estándar para cualquier cirugía: analítica de
sangre completa, incluyendo pruebas cruzadas y petición de concentrados de hematíes, Rx de
tórax, electrocardiograma, consulta con el anestesiólogo, etc. Se le proporcionará al paciente
información verbal y por escrito de las alternativas a la cirugía, los pros y contras de la misma y
de no llevarla a la práctica, firmando las conformidades tanto de la cirugía como de la anestesia.
Tratamiento postoperatorio
El tratamiento postoperatorio es muy importante si se quiere obtener un muñón de amputación
resistente y funcional capaz de utilizar una prótesis al máximo. Para poder conseguirlo se precisa
la actuación en conjunto de un equipo multidisciplinar que incluye a cirujanos, rehabilitadores,
protésicos, psicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, trabajadoras sociales y
personal de enfermería. En este tratamiento postoperatorio se tiende a utilizar dos tipos de
vendajes: el vendaje blando o tratamiento convencional, o la aplicación de un vendaje rígido con
el que se ha demostrado grandes beneficios, lo que ha dado lugar a que sea una técnica cada
vez más empleada. El vendaje rígido consiste en la colocación en el quirófano de una escayola
al concluir la cirugía. El uso de este tipo de vendajes conlleva diversas ventajas: evita el edema
desde el propio quirófano, favoreciendo la cicatrización de la herida y la rápida maduración del
muñón. Reducen el dolor postoperatorio y en las amputaciones de miembro inferior permiten
reanudar la postura erecta y la deambulación con apoyo. Además, permite ajustar antes la
prótesis definitiva, obteniendo una rehabilitación positiva en un mayor número de casos. Estos
vendajes pueden emplearse satisfactoriamente en todos los niveles de amputación del miembro
superior e inferior, siendo aplicable en todos los grupos de edad.
Preoperatorio
Esta fase comenzaría desde el momento que se decide la cirugía y se extiende hasta que el
paciente es anestesiado. En esta fase los diagnósticos de enfermería, objetivos, intervenciones.
Postoperatorio inmediato
En el postoperatorio más inmediato el objetivo de la enfermera es controlar y reducir las
complicaciones vasculares. Esto quiere decir que pueden aparecer los siguientes problemas
añadidos:
Edema en el muñón: vigilar la incisión en busca de edema en la línea de sutura, las zonas
de compresión, hemorragia, etc. La justificación a esto es que el tejido responde con
linfedema. Por ello, si se detecta el edema lo antes posible se evitará la tensión sobre
la línea de sutura y no comprometerá la circulación
Hematoma en la zona:
Buscar signos de hematoma, como falta de aproximación de la línea de sutura,
cambios de color de la piel, exudado hemorrágico oscuro en la línea de sutura o
sensibilidad en el punto de palpación. Esto se justifica ya que en el cierre de los
colgajos se crean espacios que se pueden ocupar con sangre y producir hematoma,
que puede comprometer la cicatrización y retrasar la rehabilitación.
Postoperatorio
Una vez que el paciente llega a la unidad de enfermería y después de realizar la valoración
oportuna, identificando la parte amputada, el tipo de vendaje del muñón, las vías venosas, la
medicación pautada y su estado general, se formulan los diagnósticos de enfermería y se toman
en cuenta los resultados e intervenciones