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Clínica y fundamentos
Les confieso que este par de lunes feriados que hemos tenido, uno a
continuación del otro, me ha dejado un poco desconectado de la mar-
cha de este seminario, como “fuera de ritmo”, como se dice en estos
tiempos del Campeonato Mundial de Fútbol. No sé qué les pasará a us-
tedes. ¿Lo mismo? En fin... Me temo que algo semejante nos va a vol-
ver a ocurrir pronto, porque luego de la reunión que tendremos dentro
de quince días volveremos a tener una nueva interrupción de casi un
mes, esta vez debida al receso en la Escuela por las vacaciones de in-
vierno.
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1) Freud
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Escritos 2, p. 809.
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“Porque si la originalidad del método está hecha de los medios de que se priva, es
que los medios que se reserva bastan para constituir un dominio cuyos límites de-
finen la relatividad de sus operaciones. Sus medios son los de la palabra en cuanto
que confiere a las funciones del individuo un sentido; su dominio es el del discurso
concreto en cuanto campo de la realidad transindividual del sujeto; sus operaciones
son las de la historia en cuanto que constituye la emergencia de la verdad en lo
real” — cf. Escritos 1, p. 247.
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1) Freud
2) los post-freudianos
2’) Lacan
¿Por qué le damos un lugar especial a Lacan? ¿Porque Lacan era espe-
cial? Entrar en eso es entrar en un pantano, y la mejor manera de cortar
es decir que es especial para nosotros, en la medida en que nosotros ar-
mamos la historia a partir de acá:
3) Nosotros
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“¿Qué es entonces interpretar la transferencia? No otra cosa que llenar con un en-
gaño el vacío de ese punto muerto. Pero este engaño es útil, pues aunque falaz,
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cir, entendida la marcha del análisis como un diálogo, como una expe-
riencia dialéctica donde la verdad se alumbra por desarrollos e inver-
siones, esa interpretación de la transferencia —Freud sustituyendo al
señor K...— no era muy correcta, y no era por completo ajena a los
prejuicios de Freud, a su contratransferencia, pero no obstante podría
haber tenido ese beneficio de relanzar el diálogo en el momento mismo
en el que éste amenaza interrumpirse.
vuelve a lanzar el proceso. La negación con que Dora habría acogido la observa-
ción por parte de Freud de que ella le imputaba las mismas intenciones que había
manifestado el señor K..., no hubiese cambiado nada al alcance de sus efectos. La
oposición misma que habría engendrado habría orientado probablemente a Dora, a
pesar de Freud, en la dirección favorable: la que la habría conducido al objeto de
su interés real” — cf. Escritos 1, p. 214.
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Con lo cual, uno se pregunta para qué diablos Freud introdujo esta idea
de la repetición, si termina reduciéndola a lo ya sabido. Vamos a ver
que, de todas maneras, algo se puede sacar de ahí. Pero en principio, a
nivel definición, parece que las cosas no están muy claras, para Freud.
op. cit., en Sigmund FREUD, Obras Completas, Volumen 12, Amorrortu editores,
Buenos Aires, 1980, pp. 152-153.
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En el curso de ese mismo año, por una lectura más atenta del Seminario 8 de La-
can, alcancé a rectificar una opinión tan sin matices. Cf. Jacques LACAN, Semina-
rio 8, La transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación, sus ex-
cursiones técnicas, corregido en todas sus erratas, Versión Crítica ―para circula-
ción interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires― de Ricardo E. Rodríguez
Ponte. Cf., igualmente: Ricardo E. RODRÍGUEZ PONTE, «La transferencia en el
presente», intervención en el plenario sobre «Lo real, lo simbólico y lo imaginario
en la transferencia», en el marco de las Jornadas de la Práctica Psicoanalítica Lo
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ambos conceptos estaban muy pegados entre sí, y Lacan precisó pasar
por otros para establecer una distinción entre ellos. Cuando Lacan con-
sideraba la transferencia como estancamiento en un proceso dialéctico
— esto de los clisés que vamos a encontrar en el texto que decidimos
considerar hoy, «Sobre la dinámica de la transferencia», es la manera
freudiana de decir lo que Lacan dice, de una manera un poco más com-
plicada, cuando habla, en «Intervención sobre la transferencia», de “la
aparición, en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica,
de los modos permanentes según los cuales [el sujeto] constituye sus
objetos”.37 Pero “los modos permanentes según los cuales el sujeto
constituye sus objetos”, ¿en qué se diferencian de los “clisés” de los
que nos va a hablar Freud en este texto de hoy?
Escritos 1, p. 214.
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es así, es porque no les recito una lección ya aprendida, sino que la in-
terlocución que mantengo con ustedes me hace trabajar. No creo que
ustedes pierdan, si les hablo en caliente.
Esas son las dos cuestiones a las que apunta con este término de
dinámica, dinámica de la transferencia: ¿cuál es el mecanismo de pro-
ducción de la transferencia? ¿cuál es la función de la transferencia en la
cura? Bien, en cuanto a esto, lo que va a decir es que el mecanismo de
producción de la transferencia, en la cura, depende de lo que, en este
texto, él llama las condiciones de amor. Esto quiere decir que, para
Freud, la transferencia es un fenómeno absolutamente general, y no de-
pendiente de las condiciones de la experiencia analítica. ¿Se entiende
lo que digo? Es decir, si la transferencia consiste en la actualización de
las condiciones de amor, esto se da cada vez que aparece un nuevo
amor, un nuevo objeto que, por cumplir con ciertas condiciones que va-
rían con cada individuo, se muestre entonces apto para captar esa libi-
do flotante, resto de viejas y nuevas frustraciones. Esto quiere decir
que se trata de algo absolutamente general, no específico de la cura
analítica. En todo caso, la especificidad de la transferencia en la cura
va a estar dada, no por su mecanismo de producción, sino por su fun-
ción en la cura, es decir, cuando interviene en la cura, según este texto,
a título de resistencia. No es que la resistencia cree la transferencia —
cosa que Freud va a subrayar en un texto posterior—,39 pero la irrup-
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ces, el señor tiene cincuenta y cinco años y ante cada hombre que en-
cuentra se sigue peleando con el papá, o de cada mujer que encuentra
quiere hacer su maestra de primer grado, para decirlo de un modo un
poco banal y burdo, discúlpenme, pero no esencialmente falso, desde el
punto de vista freudiano.
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Bien, van a ver que, en Freud, él tira todo el tiempo para el lado
de que lo que no se puede decir es sin embargo del orden de lo decible,
y por eso se dice, aunque sea de otra manera. De ahí que tiene sentido,
para Freud, llegado el caso, interpretar la transferencia. Porque esta
emergencia del “médico”, este pasaje del “médico” al primer plano de
la escena, es una manera de decir —disfrazada, resistencial, incómoda,
lo que sea— lo que se podría decir de otra manera: bajo la forma de un
recuerdo, por ejemplo.
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—me parece que esto responde a una de las preguntas que se hicieron
aquí: este hacer conciente la transferencia para cancelarla es interpre-
tar la transferencia: cuando recuperamos los componentes inconscien-
tes e infantiles no ligados a la “realidad objetiva” de las “condiciones
de amor”, podríamos decir en un lenguaje freudiano—
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Tener una posición ante el conjunto de los textos del psicoanálisis co-
mo la que les propuse al comienzo, en cuanto a distinguir un “tiempo
1”, un “tiempo 2” y un “tiempo 3”, tiene efectos a nivel de la lectura de
cada texto, de Freud o de Lacan. Vale decir, leeremos cada texto sa-
biendo la fecha en que fue redactado o pronunciado, porque poner esa
fecha forma parte de la lectura. Salvo que querramos divertirnos ha-
ciendo un “Lacan contra Lacan”, como hace Miller, o “Freud contra
Freud”, como hace no sé quién, o incluso “Freud contra Lacan”, y en-
tonces nos tiramos con aforismos sin llegar a ninguna parte. Esto para
decirte que esa fórmula freudiana que acabás de evocar viene de Más
allá del principio de placer, un texto de 1920, es decir, de un texto
que, incluso dentro mismo de la doctrina freudiana, comporta una revo-
lución de las posiciones que Freud tiene en el texto que consideramos
hoy, que es de 1912. De todas maneras, no sé si fue mi manera de de-
cirlo, que a lo mejor se prestó a cierto malentendido, pero por las dudas
lo preciso: la transferencia surge como resistencia, pero no es creada
por la resistencia; surge en ocasión de la resistencia, como Freud lo di-
ce claramente en un texto ligeramente posterior pero suficientemente
cercano a éste, el de «Puntualizaciones sobre el amor de transferencia»,
que es de 1914.
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Hasta la próxima.
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