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Para el tercer objetivo, una vez superado los dos anteriores, comenzar a
trabajar con ofertas comunicativas. (verbales o no verbales)
a) Cuando se está, jugando, quedarse quieta, sin participar, ni hablar,
para que el niño/a llame la atención para que se reanude la actividad.
b) Cuando le ha sucedido algo inesperado, graficar lo que le paso (si se
cayó, se ensucio, le regalaron algo etc), y luego hacerle preguntas sobre
lo ocurrido.
c) Al narrarles un cuento, ya conocido por el/la niña, cambiarle enfoques,
ya de personajes, ya de acciones, (empleando lo contrario) para que lo
identifique.
d) Realizar ejercicios de mano y brazos, con modelaje simultaneo y
órdenes verbales, sentados frente a frente
*Levantar los bazos al ¡Arriba!!!! Y bajarlos al ¡Abajo!!!!, varias veces.
*En posición frente a frente, se enfrentan las manos, del niño/a con las
del adulto, luego enfrentan cada uno sus manos, luego se enfrentan
otra vez con las del otro, y así sucesivamente, 4 o 5 veces.
Señalar:
Esconder juguetes:
También puedes crear situaciones en las que suceda algo inesperado. Utiliza la
imaginación para hacerlo. Por ejemplo, si tiene un juguete a control remoto,
puedes activarlo cuando el niño no esté pendiente de él. De nuevo, creando este
tipo de situaciones, ofrece oportunidades para practicar la atención conjunta, antes
que esperar que esas circunstancias aparezcan de forma natural.
Para ello se utilizan dos objetos (un coche y un camión, por ejemplo). Le das el
coche al niño para que empiece a jugar, en un momento tú coges el camión, y
empiezas a jugar con el camión de forma divertidísima, exagerando los gestos y
las palabras: “Run-run, uau, este camión es genial”, etc. El objetivo es que el niño
deje su coche y comience a interesarse por tu camión, te pregunte y se ponga a
jugar contigo.
Después de haber realizado un actividad en mesa con el niño, te levantas sin decir
nada, sacas un cordel de uno de tus bolsillos, lo examinas con gran interés, tomas
una hoja de papel, un lapicero, algo que te sirva de apoyo (una carpeta, por
ejemplo) y te sientas en el suelo. Durante este proceso, harás cada paso muy
despacio, observando si el niño mira qué estás haciendo. En el caso de que el
niño no mire, dices verbalmente lo que estás haciendo: “Oh, me caso un cordel del
bolsillo del pantalón”, etc.
Una vez sentada en el suelo, miras el cordel, lo tocas, haces un lazo, sueltas el
lazo… y otras figuras. Al final, dibujas una de las formas del cordel en la hoja de
papel.
El objetivo es que el niño muestre interés por lo que estás haciendo y manifieste
también sus ganas por hacer lo mismo:
- el niño pide un cordel para él (tendrás otro preparado en el bolsillo)
- el niño te pide tu cordel
- el niño pregunta ¿qué haces?
- el niño te pide que hagas otras figuras con el cordel
O puedes provocar también cambios en un juego: el niño está jugando con los
Lego, y te sientas con él y propones una nueva construcción (faltará alguna pieza
importante, que estará a la vista del niño pero no puede alcanzarla; así te pedirá
ayuda).
Una vez que has despertado el interés del niño con el cordel y lo tienes sentado a
tu lado jugando contigo, dejas tú de jugar, de participar y de hablar durante un
minuto. El niño debe darse cuenta de tu actitud y pedirte que continúes. En el caso
de que pasado un tiempo prudencial el niño no haya reaccionado, tendrás que
ingeniártelas para mostrar que no estás participando (un estornudo, levantarte,
tumbarte en el suelo, etc.).
Otra actividad que se puede realizar, es proponerle al niño que pegue sobre el
papel cuatro cordeles formando un cuadrado. El niño deberá pedirte tres cordeles
más y pegamento. Una vez pegado el cuadrado, puedes proponer seguir hasta
formar una casa: “mira, podemos hacer una casa. Qué nos falta? – el tejado –
claro, falta el tejado. Y juntos continuáis con la actividad: ventanas, puerta, etc.
siempre mano a mano con el niño.
Podemos provocar alguna situación: por ejemplo, le pedimos al niño que nos
traiga algo de una habitación, previamente en esa habitación habremos dejado
algo fuera de lugar de forma muy visible.
Por ejemplo: colgamos unos cazos de un árbol del jardín o colocamos dos sillas
encima de la cama o sentamos un peluche enorme en el inodoro o ponemos un
lazo al grifo del lavabo, o todo lo que se os ocurra y no sea peligroso.
El objetivo es que el niño venga y nos cuente: “están las sillas encima de la cama”
o que nos pida que vayamos con él para verlo.
Avanzando en este aspecto sería que el niño nos muestra los dibujos que ha
hecho: tanto que nos llame para verlos o que venga con el papel a enseñarlo, o la
construcción con los lego, o su manualidad en el cole, o lo que sea.
Para ello, tanto mi marido como yo comenzamos también a enseñarle y mostrarle
cosas que habíamos hecho: “mira, acabo de colgar el cuadro en el pasillo, ven”, o
“mira, tengo el pollo en el horno”, etc. cualquier situación es buena.
Por otro lado, cuando Erik estaba, por ejemplo, dibujando. Ir varias veces a verlo:
“jo, qué bonito, este dibujo lo quiero colgar. Avísame cuando termines”. Más
adelante pedirle: “tráeme el dibujo cuando termines”. En ambos casos, colgar
luego el dibujo con él en un sitio visible y exagerar: “qué bien, me lo has traído y
hemos podido colgarlo”, etc. Siempre de forma muy motivadora.
Un juego que también practicamos para provocar que Erik enseñara lo que acaba
de hacer, era sentarnos espalda con espalda en el suelo. Cada uno de nosotros
tenía lo mismo delante: una hoja para pintar o unas piezas de lego o plastilina, etc.
Utilizábamos un despertador para marcar el tiempo; al sonar, la idea era que cada
uno mostrara –dándose la vuelta- lo que había hecho. Poco a poco, a base de
turnarnos y de tiempo, logramos que Erik mostrara primero qué había hecho y
pidiera a la otra persona que le mostrara lo que había hecho.
Durante las cenas en común, teníamos siempre un juego: cada uno de nosotros
contaba algo que hubiera hecho durante el día, y después preguntarnos detalles
unos a otros.
En el apartado Lenguaje del Blog hay más información sobre el tema (lenguaje
comunicativo y narración de vivencias, contestar y hacer preguntas, las primeras
conversaciones):
TODO
Bien con escenas sociales de creación propia, o con ayuda de cuentos infantiles o
con figuritas de lego o tarjetas de secuencias temporales o representando o
dibujando conjuntamente, se trabajan diferentes conceptos:
- comprensión de la historia
- ¿cómo te sientes tú?, ¿cómo me siento yo?, ¿cómo se siente xxxx?
- continuar la historia: ¿qué pasa después?
- elegir entre dos finales
- inventar conjuntamente una historia
Hablar con los niños sobre los objetos y eventos que generan su interés es
especialmente relevante para el desarrollo del lenguaje. Es importante que
esperes los momentos en que el niño expresa una preferencia con tal de
potenciarla, y que comentes con gestos o palabras lo que le interesa en ese
momento. Esta forma de interactuar refuerza las motivaciones del niño, le ayuda a
asociar la palabra que dices a lo que le interesa, y favorece el desarrollo del
lenguaje. Con este comportamiento reforzador del interés del niño, también
llamado “comunicación contingente”, estarás favoreciendo la comunicación
afectiva y su aprendizaje lingüístico posterior.
El bebé se interesa por las caras de sus cuidadores y disfruta del contacto visual.
Durante la actividad de observar cara a cara, el bebé suele iniciar respuestas
emotivas, con sonidos como “aaaa” o “ga-ga-ga”, añadiendo expresiones faciales
y gestuales. Puedes realizar esta actividad de observación cara a cara, agradable
y relajante, mientras tienes al bebé en brazos o mientras juega en el suelo.
Durante esos momentos, puedes observar hacia donde mira, lo que le interesa de
vuestro alrededor, la reacción hacia un sonido inesperado o hacia otra persona de
su alrededor. Sabemos que interactuar cara a cara con el niño favorece el
desarrollo de las primeras interacciones comunicativas. Estas pequeñas
interacciones nos permiten conocer sus intereses, compartir afecto y sentar las
bases del aprendizaje de la lengua, a la vez que favorecemos la práctica de los
turnos de palabra comunicativos.
Cántale canciones
Las canciones permiten conocer los patrones rítmicos característicos de la lengua
materna. A los niños no les importa si somos cantantes profesionales o si
desafinamos, ellos disfrutan de esta actividad placentera y divertida. Es fácil.
Muévete al ritmo de la canción, abre la boca, y haz sonidos con una intención
amorosa para compartir un momento relajante de interacción con tu bebé.
También puedes utilizar canciones más activas, poniendo énfasis sobre las
palabras importantes y añadiendo gestos y movimientos que acompañen el ritmo
de la canción. Detén la canción antes de una palabra importante y espera con
expectación su reacción. Cuando cantamos creamos un fuerte vínculo de
interacción con el niño y favorecemos el desarrollo del lenguaje.
Repite y comprueba
Cuando el bebé produce sonidos similares a los de la lengua del entorno, una
buena estrategia consiste en continuar con la comunicación aunque no te quede
claro a qué se está refiriendo concretamente. Tendremos más facilidad para
interpretar aquellas cosas que estén presentes. Si no te queda claro cuál es el
referente, puedes imitar los sonidos que ha hecho con una intención de
expectación y detenerte para esperar otros indicios. Si tienes dudas entre un par
de opciones, puedes decirlas para aclarar el mensaje, por ejemplo, “Ahí están el
cuento y el coche, ¿qué quieres?, ¿el cuento o el coche?” Una vez que tienes
claro lo que quiere, puedes volver a decirlo para reforzar la comunicación
mediante palabras, “El coche, ¿verdad? ¡Es esto! ¡El coche! ¿Jugamos con el
coche un rato?”. En este estadio es importante responder cuando usan formas
similares a palabras. Incluso podemos mantener grandes conversaciones sin
entender lo que el bebé dice. Fomentar este tipo de interacciones proporciona
experiencias comunicativas placenteras y reforzadoras del lenguaje infantil.