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Título: Imágenes y Representaciones Sociales de la Enfermedad Mental

en los Medios de Comunicación.

Resumen

El área de Psicología Comunitaria de la Universidad de Valencia


ha venido desarrollando una serie de investigaciones sobre la imagen en
los Medios de Comunicación de aquellos colectivos que se encuentran
en riesgo de exclusión social.
Dentro de este contexto, se han abordado enfermedades como el
SIDA desde una perspectiva transcultural, y a partir de 1999, el objeto
de estudio de dichas investigaciones ha sido entre otros, las
Representaciones Sociales de los Trastornos Mentales.
Este artículo enumera algunos de los resultados más
significativos de dicha investigación, haciendo especial referencia a la
imagen que la prensa difunde sobre estos trastornos desde una
perspectiva ecológica, casi dos décadas después de iniciada la Reforma
Psiquiátrica.

Palabras Clave

Medios de Comunicación, Intervención Comunitaria, Integración Social,


Representaciones Sociales, Enfermedades Mentales.

Imágenes y Representaciones Sociales de la Enfermedad Mental en


los Medios de Comunicación

Introducción

Los avances tecnológicos en el procesamiento y distribución de la


información Medial, van más deprisa que la investigación sobre la
dimensión social y naturaleza de sus efectos sobre la población. De
hecho, todavía es objeto de debate si los Media crean o reflejan la
realidad social; si existe una intencionalidad detectable cercana a la
manipulación o más bien se trata de elementos ideológicos y culturales
que operan en toda organización y que son trasladados de manera
latente al contenido de las noticias.
Así mismo, la investigación realizada hasta la fecha (Wolf, 1996;
McQuail y Windal, 1997) no consigue delimitar nítidamente cuales son
los mecanismos por los que opera el efecto a largo plazo, indirecto y
acumulativo de los Medios, su relación entre conductas y actitudes
individuales y el marco social en el que operan los Media.

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Por otro lado, los efectos acumulativos se desarrollan en una
dimensión social, que se aleja de un esquema estimulo/respuesta y
requiere al menos dos elementos que caracterizan la investigación en
este campo. En primer lugar, se constata la necesidad de utilizar una
metodología cuantitativa y cualitativa (Bueno Abad, 1996a),
absolutamente insustituible en la búsqueda de significados, so pena de
realizar un análisis superficial sobre las características formales del
mensaje.
En segundo lugar, el análisis de los procesos y objetos simbólicos
que existen entre opiniones, creencias y actitudes individuales, Medio
social y Medios de Comunicación, hacen inevitable el dialogo y la
utilización de teorías psicológicas, informacionales y sociológicas, con
todo lo que ello conlleva de problemático en cuanto a la
conceptualización teórica y su aplicación metodológica (Noelle-
Neumann, 1995). De hecho, difícilmente puede realizarse una
intervención consecuente en el contexto macrosocial, si antes no se
determina cual es la relación entre los sistemas sociales y simbólicos,
sus consecuencias sobre las conductas y los fenómenos sociales objeto
de estudio de la Intervención Comunitaria que inciden en este ámbito
sobre la potenciación, apoyo social y percepción de estrés de los sujetos
(Musitu, 1996).
Por último, los trastornos mentales en este momento, no son ya
una cuestión exclusivamente clínica y hospitalaria, ya que desde 1985,
año en que se inició en nuestro país la Reforma Psiquiátrica, hasta la
fecha, se ha desarrollado la desinstitucionalización de los enfermos
mentales, que hace recaer parte de los dispositivos asistenciales en
recursos intermedios con objetivos de rehabilitación e integración social
para este colectivo, así como la apertura de este campo, a la práctica de
los profesionales de la intervención social más allá de las puertas de la
sala de agudos del Hospital (Rodríguez,1997).
En este contexto, es necesario analizar aquellas variables del
contexto social como los Media, capaces de crear una representación
positiva o excluyente de las personas con enfermedad mental y describir
como dichos efectos están afectando las conductas de la población, de
los propios enfermos y no menos importante, del entorno familiar de las
personas con enfermedades mentales crónicas (Moscovici, 1976;
Sanders,1982; Jodelet, 1986, 1989; Rouquette, 1986; Lin y Ensel
1989).

El marco social de las enfermedades mentales

Las enfermedades mentales no son visibles a la mirada de la


opinión pública si no es de acuerdo con una serie de representaciones
que provienen del pensamiento científico así como del marco cultural y
socio-histórico. No es un objeto social con el que los seres humanos
tengan que enfrentarse persistentemente en la realidad cotidiana y que
por tanto, tenga un valor y significación que obligué a la inferencia o
siquiera a la conformidad de la mayoría. De hecho, los trastornos

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mentales asumen su encarnadura, su materialidad, a partir de las
teorías científicas que explican una nosología establecida y unas
consecuencias clínicas determinadas (Ayestarán, 1985; Paez, 1983,
1986; Cabruja, 1988).
A la vez, la interacción social, supone un vivero rico en
experiencias compartidas, en la que el sujeto deduce un trastorno
determinado, a partir del etiquetaje clínico y de la existencia de
conductas inusuales e imprevisibles. Es así como las personas definen
los trastornos mentales, de acuerdo con sus características visibles
junto con las teorizaciones de la ciencia respecto a la división entre
salud y enfermedad, psíquico o físico, locura o normalidad. De hecho,
algunos de los trabajos realizados sobre las opiniones, actitudes y
comportamientos en torno a los trastornos mentales, señalan que
dichas afecciones son entendidas a partir de tres modelos básicos de
representación social (Paez 1983; Ayestarán, 1985).
Uno de ellos, está basado en un pensamiento mágico y
sobrenatural, propio de comunidades en desarrollo o no incorporadas
plenamente a la concepción médica y tecnológica de la sociedad actual.
El segundo modelo asume las características de la medicina y la
biología y determina un carácter clínico y hospitalario que llena de
contenido palabras como cronicidad, incurabilidad, paciente, fármacos
o internamiento.
Una tercera representación de carácter menos estructurado, hace
especial mención de causas psicológicas y sociales en el inicio y
desarrollo de los trastornos mentales y posibilita la percepción de estas
enfermedades como una patología psicosocial.
Cada uno de estos modelos es compartido por diferentes grupos
sociales dependiendo de variables sociodemográficas y profesionales,
pero lo que resulta atrayente es que cada uno de dichos modelos
conlleva aparejadas una serie de conductas y actitudes respecto al
tratamiento y comprensión de las enfermedades mentales.
De este modo, el modelo biomédico, orienta las terapias al trato
tecnificado y episódico de los profesionales de la salud; a la
farmacología y al tratamiento en recursos asilares u hospitalarios,
donde la cronicidad, sintomatología e incurabilidad se convierten en
núcleos dominantes de las conductas interventivas.
El enfermo es un paciente, un ser dependiente de las
instituciones sanitarias o jurídicas, y la familia actúa, siente y enjuicia
marcada por la resignación ante lo inevitable, en espera de nuevos
descubrimientos científicos y biológicos, o bien de la información y
tutela del saber profesionalizado.
El modelo psicosocial sin embargo, no posee una opción definida
respecto a lo positivo o negativo de la génesis social de los trastornos
mentales. Es la sociedad y sus sistemas institucionalizados la que con
sus tensiones y estrés, quiebra la “sensibilidad especial” que tienen
algunos seres humanos. Pero también, significa que los grupos sociales
en los que se ha desarrollado la individualidad del enfermo, como la
familia o los grupos de referencia, pueden estar involucrados en las
causas del trastorno. Por otro lado, si los problemas mentales pueden

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tener un origen social, toda la sociedad sería el objeto de intervención y
por tanto estaría involucrada en la recuperación y tratamiento de las
personas con enfermedades mentales, por lo que en esta representación
psicosocial, la reclusión hospitalaria pasa a convertirse en un elemento
más de la rehabilitación, pero no el único, ya que otras variables
psicosociales como el apoyo social, la autoestima o la percepción de
estrés, se vuelven así, objeto de curiosidad para los agentes sociales
más allá de los dispensarios de risperidona.
En este contexto, resulta atrayente mencionar que al inicio de la
Reforma Psiquiátrica y mientras las investigaciones desarrolladas en el
País Vasco a través de cuestionarios y entrevistas, confirmaban esta
“agenda” de actitudes y valoraciones en profesionales, familiares y
enfermos; el Instituto Andaluz de Salud Mental (I.A.S.A.M) en 1987,
elaboraba un excelente informe titulado “Enfermedad Mental y Prensa”,
donde describía la “opinión publicada” al respecto, es decir, los
contenidos de la “agenda periodística” que reflejan las actitudes de los
profesionales de la prensa.
Algunas de las conclusiones de dicha investigación, resaltaban el
hecho de que las noticias periodísticas se hacían eco de los trastornos
mentales, con una especificidad caracterizada por lo anormal, lo
espectacular y las conductas delictivas. De hecho, el delito y la
enfermedad mental aparecían relacionadas como las dos caras de un
mismo fenómeno. Estos trastornos se inscribían mayoritariamente en la
sección de Sucesos y más que delimitados en un continuo científico de
salud y enfermedad, se observaba una acentuación sobre lo morboso y
negativo de estas enfermedades.
Otra de las características de la información medial que difundía
la prensa en ese momento, provenía de las declaraciones de
profesionales de la salud mental que exteriorizaban lo negativo del
estigma de la enfermedad psíquica como elemento reforzador del
rechazo social a este colectivo. Por otro lado, se evidenciaba también,
como las declaraciones de personajes públicos o actuaciones sociales,
se deslegitimaban intencionalmente aplicándoles peyorativamente
adjetivos o clasificaciones propias de la patología mental, extendiendo
de este modo, el estigma de estos trastornos hacia cualquier hecho
social digno de crítica por grupos enfrentados.
El estudio del I.A.S.A.M confirmó que en prensa, se representaba
a las enfermedades mentales como originadas a partir de un enfoque
tripartito que incluía lo biológico, lo psicológico y lo social, adivinándose
una interrelación de los mismos para algunas formulaciones de la
bipolaridad salud-enfermedad. De igual modo, se detectó que cuando se
realizaban propuestas de intervención, como la apertura de recursos
intermedios o por el contrario, de tipo residencial, o un retorno a la
práctica asilar, dichas propuestas se relacionaban con los marcos
teóricos y representaciones científicas mencionadas hasta aquí,
demostrando con ello, la existencia de grupos sociales activos en la
definición de las enfermedades mentales, a partir de sus intereses y
conocimientos.

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Por último, este estudio constató la utilización por parte de los
periodistas de la terminología científica, a través de un tecnicismo
formal, que no obedece a un conocimiento concreto del significado
patológico de los términos utilizados.

De este modo, se evidencia como las valoraciones y actitudes de la


población se correspondían con los contenidos de la prensa escrita,
durante aquel periodo. La agenda de los Medios, que proponen un
orden de importancia concreta, respecto a los términos en que se deben
hablar los asuntos sociales, suministra el marco conceptual, las
categorías, los aspectos de los hechos que deben ser resaltados o
ignorados, reconstruyen la imagen de un fenómeno (McCombs y Shaw,
1972; Shaw, 1979; Bourdieu, 1997), en este caso la locura, que no es
perceptible para la población más allá de la imagen que suministran los
propios Medios y la limitada experiencia de los individuos, sin olvidar,
que dicha experiencia es el resultado de la información social y medial
disponible para afrontar las enfermedades mentales y sus
consecuencias.

Iconología de los trastornos mentales en la Post Reforma


Psiquiátrica.

En este contexto, el área de Psicología Comunitaria de la


Universidad de Valencia, interesada en los aspectos relacionados con la
salud, la enfermedad y la exclusión social ha desarrollado una línea de
investigación sobre las Representaciones Sociales de los Trastornos
Mentales, que ha supuesto el rastreo y análisis durante dos años (1997
y 1998), de cuatro periódicos de tirada nacional y autonómica ( ABC, El
País, El Levante y Las Provincias). El numero total de ejemplares ha
sido de 2920, lo que supone la totalidad de todos los periódicos
comprendidos en dicho espacio temporal. Las noticias analizadas
ascienden a 1115, utilizando para el análisis cuantitativo de las
mismas, el cuestionario CATMEPES (Bueno Abad; Mestre, 2002),
basado en el CASPESS adaptado a los objetivos de la investigación
(Bueno Abad, 1996b).
Dicha adaptación ha supuesto la elaboración de 52 variables
expresadas a través de 492 ítems definitorios de los trastornos
mentales, recogiendo en su estructura las orientaciones que se
desprenden de los trabajos de Leventhal y cols. (1980,1982 y 1984) y
Hofstat (1996), por los que las conductas de enfermedad están influidas
por la información disponible y predominante sobre la etiología, curso,
pronostico, duración y curación de estos trastornos. Así mismo, el
cuestionario de seguimiento de la prensa escrita, recoge la información
desde un enfoque ecológico, en el que los enfermos, las familias, los
profesionales y las Instituciones, pueden adoptar un discurso diferente
de acuerdo con su posición social respecto a la enfermedad, lo que
permite una integración posterior del amplio espectro iconológico de la
locura distribuido mediaticamente a los grupos sociales.

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-La ubicación y características formales de las noticias:

Existe una parte de la información aparecida en prensa sobre las


enfermedades mentales, que es compartida sin diferencias por todos los
periódicos de la muestra. En primer lugar, los artículos referentes a
esta temática se encuentran distribuidos con homogeneidad a lo largo
de todo el año de modo persistente y uniforme, por lo que no se
observan diferencias para el día de la semana en el que aparecen estas
noticias, a la vez que no se ha constatado un aumento significativo de
volumen informativo en lo que respecta al año 1998 en comparación
con el año anterior.
La ubicación del artículo, en lo que respecta a su posición en la
página periodística, tampoco a supuesto diferencias apreciables. Lo que
implica que no existe una ubicación específica en su confección y lugar,
ocupando por tanto un espacio azaroso no relacionado con una mayor
visibilidad o perceptibilidad intencionada. Así mismo, no aparecen entre
los periódicos de la muestra ninguna diferencia sobre la ubicación del
soporte gráfico.

Sin embargo, después de realizadas las pruebas de


correspondencias simples y de x2, observamos que existe un aumento
significativo de estas noticias durante los meses de invierno, sobre todo
en el mes de diciembre, y que tal hecho se relaciona significativamente
con el ámbito de la tirada de los periódicos de la muestra. Así, en este
periodo, se generan más noticias que en el resto de año a la vez que los
periódicos de ámbito autonómico, presentan un mayor numero de
noticias relacionadas con la enfermedad mental durante estas fechas,
que la prensa de tirada nacional. En este caso, solo podemos apuntar
como causas de dicha circunstancia, las condiciones climáticas o bien
las condiciones sociales y culturales de dichas fechas, como momentos
en que se producen un mayor numero de contactos sociales domésticos
o bien que dichos contactos, se producen durante el periodo de invierno
en espacios privados, aumentando las oportunidades de relaciones
estresantes para los enfermos mentales.

Así mismo, las pruebas estadísticas han determinado una fuerte


relación entre la extensión del artículo en líneas y columnas y el
carácter ideológico de la línea editorial de la prensa analizada.
Los periódicos conservadores, presentan una menor extensión de
estas noticias frente a los periódicos de carácter progresista. También
hemos podido observar como estos últimos periódicos, muestran un
mayor numero de columnas en la presentación de la información y una
mayor extensión en columnas del soporte gráfico, lo que denota un
enfoque horizontal y menos fragmentado que en la prensa de tendencia
conservadora.

-Enfermedad Mental

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En la imagen de los trastornos mentales, existen cuatro aspectos
concretos en los que no existen diferencias significativas.
En primer lugar, las variables que pueden generar información
clínica sobre las características de los trastornos tienen una presencia
escasa. El diagnóstico, las causas etiológicas o la duración de estas
enfermedades no son diferentes sobre la base de cada periódico
analizado, sino que todos ellos presentan estas enfermedades como
graves (6%) o muy graves (2%), con una duración crónica o de por vida
(7%) cuya etiología obedece a causas genéticas (6%) y orgánicas (5%),
pero también sociales (6%), aunque con una menor presencia de esta
ultima, respecto al conjunto de los ítems que prefiguran una causación
de carácter biomédica.
El otro de los grandes bloques en el que no aparecen diferencias
significativas, es el que se refiere a las consecuencias legales de estos
trastornos. En este sentido, las que con mayor persistencia y
homogeneidad aparecen en prensa, son el procesamiento judicial (14%) y
la detención policial (10%).

Sin embargo, al igual que con las variables de ubicación, algunas


de las características del contenido informativo han presentado
diferencias relacionadas significativamente con el ámbito de la tirada.
Así, los Temas en los que aparecen inscritas las noticias, la variabilidad
y expresión de cada tipo de enfermedad, la distintividad de los mismos y
la situación social que se describe en dichas informaciones, han
presentado una mayor relación con la tirada del Medio que con
cualquier otro rasgo muestral.
Los Temas que han aparecido más frecuentemente son los de
carácter legal (26%), los referentes a la agresión (24%) y los
relacionados con la Psiquiatría y el dispositivo de atención sanitaria
(15%). También es necesario añadir, que las noticias relacionadas con
los Servicios Sociales alcanzan el 10% de la muestra, mientras que la
investigación médica y biológica lo hace en un 12%. A este respecto la
prensa nacional se relaciona con la investigación psiquiátrica y la
sanidad, mientras que la prensa autonómica lo hace en relación con la
judicialización de la agresión y los servicios sociales.
Por tanto, constatamos una Tríada Temática que caracteriza la
representación de los trastornos mentales, configurada por la
Judicialización-Agresión-Psiquiatría, ocupando el 50% de todas las
noticias referidas a estos trastornos, los dos primeros elementos del
conjunto mencionado.
El tipo de enfermedad que más aparece en la prensa autonómica y
por tanto conectados en mayor medida con la judicialización de la
agresión, son la esquizofrenia y los trastornos de personalidad. Mientras
que en la prensa nacional, aparecen característicamente la depresión y
los trastornos de ansiedad, conectados por tanto en mayor medida, con
la atención y la investigación sanitaria. Es oportuno destacar sin
embargo, que significativamente todas las enfermedades mentales en la
prensa nacional asumen la distintividad de enfermedades neurológicas
en un contexto biomédico, mientras que en la prensa autonómica,

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independientemente de su sintomatología, aparecen de modo
generalista, etiquetadas como psiquiátricas, psicológicas y mentales.
Por último, la situación descrita en las noticias, hace referencia
significativamente en la prensa autonómica, a situaciones ligadas a la
agresión a familiares, agresión recibida y delitos cometidos por el
enfermo, a diferencia de la prensa nacional caracterizada por los
accidentes y las conductas de incumplimiento terapéutico. Evidenciando
de nuevo la relación entre agresión, judicialización y ámbito autonómico
de la tirada periodística.

Por otro lado, el posicionamiento ideológico editorial, ha resultado


relacionado con las variables anteriores, pero lo ha hecho de modo más
acusado que el ámbito de distribución, en las variables que explican el
hecho causal de la noticia, la objetivación de los trastornos mentales, la
terapia y curación, las consecuencias sociales y las circunstancias que
anteceden y se asocian a estas enfermedades. De este modo la causa
que justifica la información es para la prensa conservadora la agresión
producida por el enfermo, mientras que la falta de Recursos Sanitarios,
lo es para la prensa progresista.
Las enfermedades mentales, en la prensa conservadora se sitúan
cercanas a enfermedad, discapacidad y locura, mientras que las
noticias de la prensa progresista lo hacen respecto a tratamiento,
psicopatología y salud, lo que permite describir que la política editorial
incide sobre el posicionamiento de la representación social de manera
diferencial para el continuo salud /enfermedad, al mismo tiempo que se
configura la cercanía a la asistencia social y a la discapacidad por parte
de la prensa conservadora y a un modelo fuertemente biomédico de
asistencia en salud mental respecto a la prensa progresista, ambas
relacionadas con las diferentes orientaciones del pensamiento científico
y la tradición asistencial en las Intervenciones Sociales.
La terapia relacionada en mayor medida con la prensa
conservadora es la referente a la Integración Social, en este sentido es
necesario destacar que el colectivo a quien va dirigido dicha integración,
es bastante heterogéneo y abarca de modo indiferenciado a todos los
discapacitados mentales, sean personas con deficiencias psíquicas o
personas con enfermedad mental. La prensa progresista, añade un
aspecto más que acaba por configurar su adhesión al modelo biomédico
tradicional, al relacionarse significativamente con la farmacología, el
internamiento y la hospitalización psiquiátrica.
Por otro lado, la curación de estos trastornos, resulta posible en la
prensa progresista e incurables en la conservadora. Por último, las
circunstancias precedentes y asociadas a las situaciones descritas en
estas noticias hacen referencia a la alarma social causada por las
personas con enfermedad mental, característica de los periódicos
conservadores en oposición al rechazo social relacionado con la prensa
progresista. Esta alarma está provocada en la prensa conservadora por
la agresión a terceros y familiares y el rechazo social por las crisis y el
internamiento hospitalario, dos de los elementos más indicativos de las
crisis psicóticas, en particular de la esquizofrenia. En cualquier caso,

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podemos observar que las consecuencias a que se enfrentan los
enfermos mentales están comprendidas en ese espacio de la exclusión y
la alarma social, en mayor medida que en la normalización e
integración en las redes sociales.

-Enfermo Mental

La mayoría de las variables que hacen referencia al perfil de las


personas con enfermedad mental han resultado ser compartidas sin
diferencias significativas. Así el “enfermo mental” que aparece en prensa
en un hombre de entre 25 y 50 años, con hijos y familia propia,
autónomo e integrado que ha sido identificado con anterioridad como
enfermo mental (60%) o se encuentra en situación de ansiedad y estrés
(23%). Es necesario reseñar que el ámbito de la tirada no influye en este
perfil aunque si lo hace el componente ideológico editorial, que se
relaciona con el tipo de contacto social de las personas con este
trastorno, su Residencia y sobre todo, con el rol que se asocia a los
mismos.
En este sentido, el enfermo mental “periodístico” es referido por la
prensa progresista como una persona institucionalizada, evocando de
nuevo a los sistemas de asistencia sanitaria, mientras que la prensa
conservadora se caracteriza por su identificación como una persona
integrada o bien en la marginalidad. En cuanto a la Residencia, la
prensa conservadora se hace eco de los hechos “urbanos”, producidos
en las ciudades, mientras que la progresista lo hace respecto a las áreas
metropolitanas y rurales. Esto hecho, nos impide sustraernos a la
reflexión sobre la mayor presencia de la representación biomédica en
los entornos agrícolas, circunstancia mencionada por algunos
investigadores ya mencionados, sin que podamos sin embargo, aportar
alguna hipótesis consecuente al respecto, dada la naturaleza de nuestra
investigación, más allá de señalar esta coincidencia entre entorno
periférico y mayor presencia de contenidos biomédicos y noticias
metropolitanas en la prensa progresista.

Por último, el enfermo mental es visto como agresor, psicópata,


delincuente, discapacitado y peligroso en las noticias de la prensa
conservadora y como paciente, enfermo y violento por la prensa
progresista. Ambas tendencias se hacen eco del rol asociado a la
agresión, peligrosidad y a la violencia, sin embargo, el perfil conservador
resulta más acusado en su categorización negativa, a la vez que resulta
cercano a la discapacidad, en una especie de imagen judicializada,
paternalista y asistencial, mientras que la prensa progresista, propugna
una imagen cientifista, donde un enfermo dependiente y violento debe
tratarse desde un marco biomédico, asilar y de contención.

-Instituciones

Las Instituciones Públicas y la familia como estructura social,


han sido recogidas en esta investigación a través de diferentes variables

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que en su mayoría son coincidentes en sus contenidos a lo largo de
todas las noticias analizadas. De este modo, apenas existe información
sobre el nivel de ingresos familiares o algún tipo de antecedentes
clínicos que aparezcan en los hechos relatados. La reacción familiar es
reflejada sin diferencias por los periódicos de la muestra, donde en su
totalidad coinciden en exponer las demandas de ayuda a la
Administración por parte de las familias con enfermos mentales y las
denuncias policiales que en su mayor parte se realizan desde el propio
entorno familiar, evidenciando las relaciones convulsas y
emocionalmente contradictorias de estas familias.
Sin embargo, es necesario destacar que el ámbito de la tirada si
influye sobre la presencia del movimiento asociativo, en lo que a sus
demandas se refiere. De hecho, la prensa autonómica recoge en mayor
medida la necesidad de Centros Especiales de Empleo y Recursos
Residenciales, así como Salas de Psiquiatría en Hospitales, mientras
que la prensa nacional se caracteriza por la aparición en sus páginas de
recursos intermedios de carácter social como las viviendas protegidas.

En lo que respecta a las Instituciones Públicas el sector más


representado en la prensa es la Administración de Justicia y los
representantes de dichas Instituciones abarcan, tanto a la
administración autonómica como a la local, aunque el espacio
periodístico, porcentualmente es ocupado mayoritariamente, por
responsables de la administración autonómica de Servicios Sociales.
Esto resulta indicativo de que la “agenda institucional”, está
marcada por las consecuencias sociales de la Reforma Psiquiátrica, al
mismo tiempo que llama la atención la escasa presencia en su
desarrollo, de los representantes de la administración sanitaria.
Una sola variable a la que denominamos “carácter de las noticias
institucionales”, ha resultado significativa en relación con el
posicionamiento editorial. La prensa de tendencia conservadora se
caracteriza por las noticias donde se recogen los cierres de los Recursos
Sociales y Sanitarios, mientras que los periódicos progresistas recogen
en mayor medida los informes y declaraciones que se relacionan con la
epidemiología y la investigación de estos trastornos.

-Profesionales

Las noticias sobre enfermedades mentales han mostrado la


existencia de informaciones que se relacionan con el pensamiento
científico y la práctica jurídica profesional. Es consecuente pensar que
detrás de estas formulaciones se encuentran grupos profesionales que a
partir de sus conocimientos y experiencia, informan, dotan de
significado y prestan soporte a dicha representación, no solo como una
consecuencia de su presencia social sino más bien, como parte
integrante de los contenidos y categorías con que la prensa explica al
lector y a la opinión pública, los hechos relacionados con estas
dolencias. En este sentido, podemos decir que el sector que caracteriza
a la prensa autonómica son los profesionales que operan dentro de la

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Psiquiatría, la Medicina y la Abogacía, mientras que el sector más
peculiar de la prensa nacional, consecuentemente con los datos
anteriores de la investigación, se relaciona con los profesionales que
actúan dentro de la Neurología.
Las profesionales que más contribuyen a la confección de la
información sobre los trastornos mentales son los psiquiatras (19%),
abogados (17%) jueces (10%) y médicos (10%). Sin embargo, su presencia
resulta diferencial en relación con el ámbito de la tirada. De este modo,
los médicos en la prensa autonómica, aparecen como una
denominación generalista e inclusiva, respecto a los periódicos de tirada
nacional, donde se diferencia la aportación de neurólogos, psiquiatras y
jueces.
En este apartado la única variable que ha demostrado una mayor
relación con el posicionamiento editorial que con el ámbito de la tirada
ha sido la referida al sector profesional, donde la prensa conservadora
obtiene la información profesional de institutos privados y del sector
sanitario, mientras que la prensa progresista se diferencia en este
sentido, mostrando un contenido más amplio de profesionales libres y
pertenecientes al mundo legal.
También es importante mencionar la expectativa que
guardábamos sobre el papel de los profesionales de la comunicación,
ver si realmente podían ejercer una función de “guardianes”
(gatekeeping), de los textos informativos (Noelle-Newmann 1995, White,
1950; Lippman, 1922), permitiendo el paso de unos contenidos y
eliminando otros según sus esquemas, percepciones y valores, lo cual
hubiera proporcionado una determinada relación entre la variabilidad
observada y el contenido de las noticias.
Sin embargo, los datos de la investigación apuntan a que la
contribución individual del periodista no resulta relevante y que este se
atiene a una agenda determinada por la organización a la que pertenece
(Bourdieu, 1997; Golding, 1981), al menos en el tema de los trastornos
mentales. Así, el 69% de los artículos están firmados con el nombre
genérico de “La Redacción”, apareciendo en el resto de noticias una
ingente nómina de periodistas. En Las Provincias, aparecen 42
periodistas que escribieron artículos relacionados con la enfermedad
mental durante los años del seguimiento de la investigación, la mayoría
de ellos, no pasan de una o dos referencias a excepción en este caso, de
la sección “Tribunales”.
El ABC, presenta una relación de 59 periodistas con un numero
similar de referencias por profesional (1 ó 2), a excepción de la sección
de Sucesos y Sociedad, donde puntualmente algún profesional
concreto, alcanza la cifra de cuatro artículos firmados.
Por su parte, El Levante presenta un numero mayor de
profesionales (69), también con una o dos referencias, siendo las
secciones de “Sucesos” y “Salud”, donde algunos periodistas alcanzan
una continuidad similar a la del periódico anterior.
Por último, El País, presenta una nómina de 68 profesionales con
las mismas características que el resto, dándose la mayor continuidad
en las firmas correspondientes a la sección de “Autonómicas”.

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Por lo que nos encontramos con una abundante variabilidad en la
presencia de periodistas que no se refleja como cabía esperar, en una
profusa variabilidad de la agenda y contenido de los Medios, ya que
entre otras cosas, dichos periodistas no continúan estables durante
mucho tiempo en una área temática que les permita lograr algún
conocimiento especializado sobre el tema del cual escriben.
Por lo que podemos concluir que estos profesionales reproducen
en gran parte, más allá de sus opiniones personales, una
representación de los hechos, trasladada por los agentes sociales y ya
existente en la organización Medial a la que pertenecen.

Conclusiones y Perspectivas:

De los resultados expuestos hasta aquí podemos enumerar


algunas conclusiones finales sobre la representación en prensa de los
trastornos mentales:

-La imagen periodística de las enfermedades mentales se produce


en un espacio semántico influido por los contenidos del pensamiento
científico, el ámbito de la tirada del Medio y el posicionamiento
ideológico de su línea editorial. Estas variables estructurales de los
Media, determinan los contenidos y representaciones de las noticias.

-Los modelos científicos que influencian dicha representación


son, con carácter dominante, las categorías relacionadas con un
contexto biomédico y con un perfil menos estructurado, aparece un
modelo identificable con la intervención social, que aunque recoge
elementos y agentes sociales nuevos, no alcanza todavía una dimensión
comunitaria, característica de programas y actividades de potenciación
de las habilidades y capacidades de los enfermos mentales.

-La representación de los enfermos mentales sigue siendo


negativa y relacionada con la agresión y la dependencia. De he hecho,
podemos afirmar que esta categorización negativa permanece estable,
independientemente de las acciones sociales desarrolladas como
consecuencia de la Reforma Psiquiátrica. Sin embargo y
paradójicamente, el “enfermo mental periodístico”, profusamente
relacionado en la prensa con la agresión, muestra un perfil de
integración y normalidad impropio de la población psicótica y más
cercano a otros agentes sociales causantes de agresiones violentas y
conductas disfuncionales .

-El núcleo estructurante de la representación esta determinado


por la judicialización de la agresión, lo que significa que, al menos en
prensa, la atención en lo que respecta a estos trastornos, no se ha
trasladado del hospital a las redes sociales sino más bien, hacia el
aparato judicial y policial.

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-Por ultimo, la representación mediática estigmatizante, aparece
relacionada con la alarma y la exclusión social, en mayor medida que
con la rehabilitación e integración social de este colectivo.

La representación en prensa de los trastornos mentales supone


de este modo, un factor de información que genera marcos simbólicos
de referencia y que en continua tensión con las agendas de las
Instituciones y de la “audiencia”, permiten una negociación cuyas
consecuencias sociales son la aparición o reforzamiento de opiniones,
actitudes y conductas capaces de modificar el tratamiento de los
trastornos psicóticos. Elementos que se consolidad como
representaciones sociales que orientan nuestras conductas y actitudes.
La continuidad en este campo de la investigación sobre la relación
entre representaciones sociales, influencia de los Medios y conductas de
enfermedad, se convierte en este contexto en una necesidad perentoria,
a no ser que reduzcamos las posibilidades de integración social de este
colectivo, a la consecuencia automática y pretendidamente inevitable,
subsiguiente a la creación de Recursos intermedios y sociales, que
aunque absolutamente necesarios, no garantizarán por el simple hecho
de su existencia, el cambio de una política asilar y de contención
postpsiquiátrica, hacia la potenciación de las habilidades individuales e
integración social de los enfermos mentales y de la innovación
científica, desde una perspectiva del cambio social de orientación crítica
y comunitaria que elimine realmente, más allá de postulados
formalistas, la segregación pro insanitas que de hecho padece gran
parte de la población psicótica y sus familias.

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Nombre de autor o autores y su afiliación:

ENTIDAD: Universidad de Valencia. Facultad de Psicología. Área de


Investigación de Psicología Comunitaria. Facultad de Ciencias Sociales. Campus
del Tarongers
AV de los Naranjos S/N. 46022. Valencia

AUTOR: José Ramón Bueno Abad, Catedrático de UE del área de Psicología Social
de la Universidad de Valencia.

Datos a efectos de Comunicaciones:


José Ramón Bueno Abad
Facultad de Ciencias Sociales. Campus del Tarongers
AV de los Naranjos S/N. 46022. Valencia
Teléfono: 963828523
E mail: Jose.R.Bueno@uv.es

AUTOR: Francisco José Mestre Luján, Doctor en Psicología por la Universidad de


Valencia.

Datos a efectos de Comunicaciones:


Fco José Mestre Luján
C/ Buenos Aires 30. P 2. 46006 Valencia
Teléfono: 963 80 85 18. E mail: pacomestre@ono.com

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