Fue un día, la tarde era perfecta, nunca vio algo igual.
De repente ella se tropezó con un chico muy elegante y de buena familia él sonrió y le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Ella respondió; Carolina Gómez, y usted? El entre sonrisas le contesto; Carlos Aguilar. Fueron haciéndose grandes amigos, se veían todos los días en un parque de la ciudad y se sentaban cerca a la fuente de agua para conversar y conocerse cada uno. A medida que el tiempo fue pasando y cada día se conocían mucho más empezaron a quererse. Analizando cómo sucedieron las cosas entre los dos tomaron la decisión de ser novios y así el tiempo pasó su amor fue creciendo cada vez más, era algo que no se podía creer, era un amor tan mágico, puro y verdadero que parecía un sueño. Meses después, ella decidió realizar un viaje a Portugal para hacer una especialización en gerencia tributaria. Aun en la distancia su relación se volvió más fuerte, él era su apoyo en esos momentos y sentían que ambos estaban hechos a la medida, el uno para el otro. Pasaron 6 meses y el esperando su regreso, con muchas ansias de verla, de abrazarla y de sentirla. El día que ella regresaba por fin llegó él. La esperó, pero nunca llegó. Al otro día, en las noticias salió que un avión se había accidentado y que todos los pasajeros habían muerto. Cuando el vio que esa noticia era la de la muerte de su novia lloró amargamente, se sentía tan solo, perdido sin razón de vivir, ya nada tenía sentido. Decidió ir al parque en la fuente donde siempre se encontraban; de repente, sintió que le tocaron la mano. Se quedó mudo y frio. En ese instante cerro sus ojos y cuando tiempo después oyó un susurro que decía SIEMPRE TE AMARE, el suspiro sabía que era su niña, su amada, su mujer. En ese momento no se resistió y lloró porque era la mujer que amaba tanto y nunca encontraría otra igual, ese sentimiento que era amor…El, entre lágrimas respondió: “Mi amor por ti es puro y verdadero, y en ese momento su corazón dejo de latir y cayó al suelo en un sueño eterno y diciendo “Espérame”