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¿Quiénes son los mapuche?

Por Andrea Szulc

Frente a los crecientes conflictos territoriales en la Patagonia, y a cómo raudamente se multiplican en


distintos medios de comunicación viejos e infundados prejuicios contra los mapuche y otros pueblos originarios,
agradezco como antropóloga dedicada a esta temática la oportunidad de clarificar algunos puntos.

1) Los mapuche son un pueblo originario preexistente a los estados de Argentina y Chile. Esto significa que la
existencia de este pueblo es históricamente anterior a que se trazara la frontera internacional en la cordillera
de los Andes. Esto está confirmado por las investigaciones antropológicas y etnohistóricas. La preexistencia
étnica y cultural de los pueblos originarios también está reconocida en la propia Constitución Nacional. En la
actualidad habitan principalmente en las provincias de La Pampa, Buenos Aires, Neuquén, Río Negro, Chubut
y Santa Cruz –en la Argentina– y en Arauco, Bío-Bío, Malleco, Cautín, Valdivia, Osorno y Chiloé, en Chile. La
población mapuche actual en la Argentina ha sido estimada entre 100.000 y 300.000 personas, dependiendo
de la fuente. En la región patagónica reside cerca del 70% de las 113.680 personas mapuche estimadas por el
Instituto Nacional de Estadística y Censos (ECPI 2004-2005). Son muchos los pueblos originarios que en
distintas regiones de América Latina han quedado divididos, como el Pueblo Mapuche, por una frontera
internacional.

2) Los mapuche no se extinguieron ni exterminaron a los tehuelche. Es sabido que la conquista militar de los
territorios indígenas de Pampa-Patagonia se concretó recién a fines del siglo XIX, a ambos lados de los Andes,
mediante campañas militares –a las cuales los flamantes Estados nacionales de Chile y Argentina
eufemísticamente denominaron “pacificación de la Araucanía” y “conquista del desierto”– que produjeron la
eliminación de gran parte de la población originaria, la expropiación de su territorio, la esclavización y el
“reparto” de mujeres y niños como sirvientes de las elites de los centros urbanos y el confinamiento de la
población sobreviviente a zonas marginales e improductivas. Este genocidio en aquella época se legitimó
mediante una falaz hipótesis que definió a los mapuche como chilenos, a la vez culpándolos del supuesto
exterminio de los tehuelche, quienes en realidad tampoco se han extinguido, sino que sus identidades han
pasado por dinámicos procesos que, por ejemplo, llevan a que hoy en día existan comunidades que se definen
como mapuche-tehuelche.

3) La compleja cuestión de la tierra. Durante el siglo XX, a través de largos derroteros, algunas familias y
comunidades mapuche fueron obteniendo permisos de ocupación precaria, de esas zonas marginales para el
modelo agroexportador (que no interesaban, por su aridez), y en algunos casos incluso algún reconocimiento
de tierras en carácter de reservas permanentes. Sin embargo, por un lado, una importante proporción de
población mapuche está asentada en ámbitos rurales no reconocidos por el Estado como comunidad
mapuche, aunque muchos hayan presentado hace años la documentación necesaria. Por otro lado, las tierras
reconocidas resultan insuficientes, y como consecuencia del pronunciado avance de la propiedad privada, se
ha registrado desde hace generaciones una importante migración de las jóvenes generaciones a las ciudades.

4) Las comunidades rurales mayormente viven de la ganadería trashumante. Los pobladores rurales -
reconocidos o no por el Estado como comunidad- trabajan principalmente en la cría de ganado menor -por su
cuenta o como peones rurales en estancias privadas vecinas- y en la producción artesanal. Las comunidades
se dedican también dinámicamente al desarrollo de su espiritualidad, a través de prácticas cotidianas y
también del sostenimiento de ceremonias comunitarias cuya denominación varía regionalmente, ceremonias
que se reeditan tanto en zonas rurales como urbanas, que sin embargo en algunos casos no se realizan por
los procesos de colonización y evangelización.

5) Hay mucha población mapuche en las ciudades. Más allá de la supuesta idea de que los indígenas sólo viven
en zonas rurales, en las grandes ciudades habita la gran mayoría de quienes se reconocen como
pertenecientes a un Pueblo originario. En los centros urbanos, algunos se incorporan como empleados de
modo informal e intermitente y/ o reciben subsidios; en general pasan a engrosar los barrios marginales. En
ese contexto, a partir de mediados de los ’80, el Pueblo Mapuche ha ido recreando lógicas comunitarias y
conformando organizaciones que dan curso a sus reclamos y brindan contención cotidiana en un entorno
muchas veces hostil. Tal hostilidad refiere no sólo a la dura vida cotidiana en las ciudades, sino también a la
invisibilización de su identidad. Es de destacar también cómo estas comunidades urbanas vienen trabajando
en el fortalecimiento de su lengua –el mapuzugun-, de sus propias formas de educar, y de definir y tratar las
enfermedades, brindando acceso a toda persona que lo requiera

6) Los mapuche están sufriendo nuevos despojos. Pues en las últimas décadas, estas zonas que a nadie
interesaban, comenzaron a cobrar relevancia a partir de la creciente explotación hidrocarburífera, minera y
turística, y de un proceso de traspaso y concentración de la tierra en manos de grandes empresarios, algunos
extranjeros, conformando así extensos latifundios (en uno de los cuales por ej, se ha privatizado el acceso a
un lago), lo que viene acrecentando la conflictividad territorial de numerosas comunidades mapuche. Desde
el 2006 está vigente en la Argentina la ley 26160 de emergencia territorial, que reconociendo la complejidad
de estas situaciones, ordenó suspender por tres años los desalojos y realizar el relevamiento de las tierras de
las comunidades indígenas. El avance de tales relevamientos viene siendo muy complejo y lento, por los
poderes fácticos e intereses en juego, por lo cual la ley ya fue prorrogada dos veces, en 2009 y 2013. El
congreso debería tratar una nueva prórroga, pero viene retrasando injustificadamente la discusión, y esto en
parte explica qué hay detrás de la demonización del pueblo mapuche.

7) Los mapuche no son criminales ni terroristas. No hay evidencia que permite sostener esta generalización que
se viene intentando instalar mediáticamente. El escenario actual resulta aún más complejo por la forma en
que crecientemente el gobierno nacional está respondiendo represivamente a las demandas indígenas, con
criminalización y encarcelamiento de dirigentes indígenas, tildando a los mapuche de chilenos y
reprimiéndolos violentamente, como sucedió el pasado 1 de agosto, en Pu Lof en Resistencia Cushamen de
Chubut, donde el violento accionar de la Gendarmería Nacional incluyó la desaparición forzada del joven
artesano Santiago Maldonado, que se encontraba apoyando el reclamo.

Con vida se lo llevaron, con vida lo queremos.


Basta de criminalizar al pueblo mapuche.

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