You are on page 1of 111

"¿QUIÉN COMO DIOS?

"

Se lo representa con el traje de Guerrero o de Soldado Centurión como Príncipe de Milicia Celestial que es.

¿Quién es San Miguel Arcángel?

San Miguel es uno de los siete arcángeles y está entre los tres cuyos nombres aparecen en la Biblia. Los
otros dos son Gabriel y Rafael. La Santa Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles y le
llama "Príncipe de los espíritus celestiales", "jefe o cabeza de la milicia celestial". Ya desde el Antiguo
Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa
continúa en el Nuevo Testamento.
Muy apropiadamente, es representado en el arte como el ángel guerrero, el conquistador de Lucifer,
poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo infernal, amenazándole con su espada, traspasándolo con
su lanza, o presto para encadenarlo para siempre en el abismo del infierno.

La cristiandad desde la Iglesia primitiva venera a San Miguel como el ángel que derrotó a Satanás y sus
seguidores y los echó del cielo con su espada de fuego.

Es tradicionalmente reconocido como el guardián de los ejércitos cristianos contra los enemigos de la
Iglesia y como protector de los cristianos contra los poderes diabólicos, especialmente a la hora de la
muerte.

La Fidelidad de San Miguel para con Dios:

El mismo nombre de Miguel, nos invita a darle honor, ya que es un clamor de entusiasmo y fidelidad.
Significa "Quién como Dios".

Satanás tiembla al escuchar su nombre, ya que le recuerda el grito de noble protesta que este arcángel
manifestó cuando se rebelaron los ángeles. San Miguel manifestó su fortaleza y poder cuando peleó la gran
batalla en el cielo. Por su celo y fidelidad para con Dios gran parte de la corte celestial se mantuvo en
fidelidad y obediencia. Su fortaleza inspiró valentía en los demás ángeles quienes se unieron a su grito de
nobleza: "¡¿Quién como Dios?!." Desde ese momento se le conoce como el capitán de la milicia de Dios, el
primer príncipe de la ciudad santa a quien los demás ángeles obedecen.

San Miguel en las Sagradas Escrituras


En el Antiguo Testamento

San Miguel aparece como el guardián de la nación hebrea.

En el libro de Daniel, Dios envía a San Miguel para asegurarle a Daniel su protección.

"Y ahora volveré a luchar con el príncipe de Persia...Nadie me presta ayuda para esto, excepto Miguel,
vuestro príncipe, mi apoyo para darme ayuda y sostenerme." -Daniel 10:13.

"En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo" -Daniel 12:1

El pueblo del profeta eran los judíos. Por lo tanto, es aceptado que el ángel que el Señor había asignado a
los Israelitas en los días de Moisés, para guiarles a través del desierto y llevarlos por las naciones idólatras
que destruiría por medio de ellos, es el mismo San Miguel.

En el libro del Exodo el Señor dijo a los Israelitas:


He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar
que te tengo preparado. Pórtate bien en su presencia y escucha su voz: no le seas rebelde, que no
perdonara vuestras transgresiones, pues en el esta mi Nombre. si escuchas atentamente su voz y haces
todo lo que yo diga, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios mis adversarios. Mi ángel caminara
delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, de los hititas, de los perizitas, de los cananeos, de
los jivitas y de los jebuseos; y yo los exterminaré. No te postrarás ante sus dioses, ni les darás culto, ni
imitaras su conducta; al contrario, los destruirás por completo y romperás sus estelas. Vosotros daréis culto
a Yahveh, vuestro Dios". -Ex 23:20.

Después de la muerte de Moisés, según la tradición judía (referida en Judas 9) San Miguel altercaba con el
diablo disputándose el cuerpo de Moisés. En obediencia al mandato de Dios, San. Miguel escondió la tumba
de Moisés, ya que la gente y también Satanás querían exponerla para llevar a los Israelitas al pecado de
idolatría.

San Miguel recibió de Dios el encargo de llevar a término sus designios de misericordia y justicia para su
pueblo escogido. Vemos como Judas Macabeos antes de iniciar cualquier batalla en defensa de la ley y del
Templo clamaba la ayuda de San Miguel y le confiaban su defensa:

En cuanto los hombres de Macabeos supieron que Lisias estaba sitiando las fortalezas, comenzaron a
implorar al Señor con gemidos y lagrimas, junto con la multitud, que enviase un ángel bueno para salvar a
Israel.... Cuando estaban cerca de Jerusalén apareció poniéndose al frente de ellos un jinete vestido de
blanco, blandiendo armas de oro. Todos a una bendijeron entonces a Dios misericordioso y sintieron
enardecerse sus ánimos -2 Mac 11:6

Tu, soberano, enviaste tu ángel a Exequías, rey de Juda, que dio muerte a cerca de ciento ochenta y cinco
mil hombres del ejercito de Senaquerib. Ahora también, Señor de los cielos, envía un ángel bueno delante
de nosotros para infundir el temor y el espanto. ¡Que el poder de tu brazo hiera a los que han venido
blasfemando a atacar a tu pueblo santo! -2 Mac 15:22.

En la actualidad, los judíos invocan al Arcángel Miguel como el principal defensor de la sinagoga y como
protector contra sus enemigos. En la fiesta de la expiación concluyen sus oraciones diciendo: "Miguel,
príncipe de misericordia, ora por Israel".

En la Nueva Alianza
La posición de San Miguel es también muy importante en el N.T. donde continúa su poderosa defensa. Con
sus ángeles, el libra la batalla victoriosa contra Satanás y los ángeles rebeldes, los cuales son arrojados del
infierno. Es por eso venerado como guardián de la Iglesia.

"Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón. También el
dragón y sus ángeles combatieron pero no prevalecieron y no hubo ya en cielo lugar para ellos. Y fue
arrojado el gran Dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero" -
Apocalipsis 12,7-9

La carta de Judas se refiere a San Miguel en batalla contra Satanás.

El honor y la veneración a San Miguel, como testifican los padres de la Iglesia, ha sido parte esencial de la
vida de la Iglesia desde sus inicios. Se le han atribuido un sin numero de beneficios espirituales y
temporales. El emperador Constantino, atribuyó a este arcángel, las victorias sobre sus enemigos y por ello
le construyo cerca de Constantinopla una magnifica iglesia en su honor. Esta se convirtió en lugar de
peregrinación y muchos enfermos recibieron sanación gracias a la intercesión de San Miguel.

San Miguel y la Eucaristía

Se nos enseña en la Tradición que San Miguel preside el culto de adoración que se rinde al Altísimo y ofrece
a Dios las oraciones de los fieles simbolizadas por el incienso que se eleva ante el altar. La liturgia nos
presenta a San Miguel como el que lleva el incienso y esta de pie ante el altar como nuestro intercesor y el
portador de las oraciones de la Iglesia ante el Trono de Dios. En el Canon #1 de la Misa: "que tu ángel
presente ante Ti las oraciones de tu Iglesia"

Es muy interesante notar en las apariciones marianas que han incluido manifestaciones de San Miguel, que
su relación con la Eucaristía, y a la adoración debida a Jesús Eucarístico y a la Santísima Trinidad:

Fátima: En 1916 se les aparece el ángel por primera vez. Se arrodilla en tierra inclina la frente hasta el suelo
y pidió que oraran con el: "Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
no adoran, no esperan y no Te aman".
Segunda aparición: "¡Rezad, rezad mucho. Los corazones de Jesús y María tienen sobre vosotros designios
de misericordia. Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!"

Tercera aparición: Se aparece con un cáliz en sus manos sobre el cual esta suspendida una Hostia, de la cual
caían gotas de sangre al cáliz. Dejando el cáliz y la hostia suspensos en el aire, se postró en tierra y repitió
tres veces: "Santísima Trinidad, Padre , Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el
Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios
del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por
los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María te pido la conversión de los
pobres pecadores".

Después se levantó y dio la Hostia a Lucia, y el contenido del Cáliz a Jacinta y Francisco, diciendo al mismo
tiempo: "Tomad el Cuerpo y bebed la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres
ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.

San Miguel, defensor de los moribundos:

San Miguel continua su ministerio angélico en relación a los hombres hasta que nos lleva a través de las
puertas celestiales. No solo durante la vida terrenal, San Miguel defiende y protege nuestras almas, el nos
asiste de manera especial a la hora de la muerte ya que su oficio es recibir las almas de los elegidos al
momento de separarse de su cuerpo.

En la liturgia la Iglesia nos enseña que este arcángel esta puesto para custodiar el paraíso y llevar a el a
aquellos que podrán ser recibidos ahí. A la hora de la muerte, se libra una gran batalla, ya que el demonio
tiene muy poco tiempo para hacernos caer en tentación, o desesperación, o en falta de reconciliación con
Dios. Por eso es que en estos momentos se libra una gran batalla espiritual por nuestras almas. San Miguel,
esta al lado del moribundo defendiéndole de las asechanzas del enemigo.

Anécdota: San Anselmo cuenta de un religioso piadoso que a punto de morir recibía grandes asaltos de
demonio. El demonio se le apareció acusándole de todos los pecados que había cometido antes de su
bautismo (tardío). San Miguel se aparece y le responde que todos esos pecados quedaron borrados con el
Bautismo. Entonces Satanás le acusa de los pecados cometidos después del Bautismo. San Miguel le
contesta que estos fueron perdonados en la confesión general que hizo antes de profesar. Satanás,
entonces, le acusa de las ofensas y negligencias de su vida religiosa. San Miguel declara que esos han sido
perdonados por sus confesiones y por todos los buenos actos que hizo durante su vida religiosa, en especial
la obediencia a su superior, y que lo que le quedaba por expiar lo había hecho a través del sufrimiento de
su enfermedad vividos con resignación y paz.

En los escritos de San Alfonso de Ligorio encontramos: "Había un hombre polaco de la nobleza que había
vivido muchos años en pecado mortal y lejos de la vida de Dios. Se encontraba moribundo y estaba lleno de
terror, torturado por los remordimientos, lleno de desesperación. Este hombre había sido devoto de San
Miguel Arcángel y Dios en su misericordia permitió que este arcángel se le apareciera. San Miguel le
alentó al arrepentimiento, diciéndole que había orado por el y le había obtenido mas tiempo de vida para
que lograra la salvación. Al poco rato, llegan a la casa de este hombre 2 sacerdotes dominicos, que dijeron
se les había aparecido un extraño joven pidiéndoles que fueran a ver a este hombre moribundo. El hombre
se confesó con lágrimas de arrepentimiento, recibió la Santa Comunión y en brazos de estos dos sacerdotes
murió reconciliado con Dios.

ORACIONES A SAN MIGUEL

La oración a San Miguel del Papa León XIII

En Octubre 13, 1884, el Papa León XIII, experimento una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía,
estaba consultando sobre ciertos temas con sus cardenales en la capilla privada del Vaticano cuando de
pronto se detuvo al pie del altar y quedo sumido en una realidad que solo el veía. Su rostro tenia expresión
de horror y de impacto. Se fue palideciendo. Algo muy duro había visto. De repente, se incorporo, levanto
su mano como saludando y se fue a su estudio privado. Lo siguieron y le preguntaron: ¿Que le sucede su
Santidad? ¿Se siente mal?

El respondió: "¡Oh, que imágenes tan terribles se me han permitido ver y escuchar!", y se encerró en su
oficina.

¿Qué vio León XIII? "Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de
Satanás desafiando a Dios, diciendo que el podía destruir la Iglesia y llevar todo el mundo al infierno si se le
daba suficiente tiempo y poder. Satanás pidió permiso a Dios de tener 100 años para poder influenciar al
mundo como nunca antes había podido hacerlo." También León XIII pudo comprender que si el demonio no
lograba cumplir su propósito en el tiempo permitido, sufriría una derrota humillante. Vio a San Miguel
Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con sus legiones en el abismo del infierno.
Después de media hora, llamo al Secretario para la Congregación de Ritos. Le entrego una hoja de papel y
le ordeno que la enviara a todos los obispos del mundo indicando que bajo mandato tenia que ser recitada
después de cada misa, la oración que ahí el había escrito.

Oración:

"San Miguel Arcángel,

defiéndenos en la batalla.

Sé nuestro amparo

contra la perversidad y asechanzas

del demonio.

Reprímale Dios, pedimos suplicantes,

y tú Príncipe de la Milicia Celestial,

arroja al infierno con el divino poder

a Satanás y a los otros espíritus malignos

que andan dispersos por el mundo

para la perdición de las almas.

Amén."

(Aunque no es obligación, se puede continuar con gran provecho la práctica de rezar esta oración después
de la Santa Misa como se hacía antes del Conc. Vat. II.)

Coronilla de San Miguel:

Un día San Miguel Arcángel apareció a la devota Sierva de Dios Antonia De Astónac. El arcángel le dijo a la
religiosa que deseaba ser honrado mediante la recitación de nueve salutaciones. Estas nueve plegarias
corresponden a los nueve coros de ángeles. La corona consiste de un Padrenuestro y tres Ave Marías en
honor de cada coro angelical.
Promesas: A los que practican esta devoción en su honor, San Miguel promete grandes bendiciones: Enviar
un ángel de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la hora de la Santa Comunión. Además, a
los que recitasen estas nueve salutaciones todos los días, les asegura que disfrutarán de su asistencia
continua. Es decir, durante esta vida y también después de la muerte. Aun mas, serán acompañados de
todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

En esta coronilla invocaremos a los nueve coros de ángeles. Después de cada invocación rezaremos 1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías. Ofreceremos esta coronilla por la Iglesia, para que sea defendida de todas las
asechanzas del demonio, y por los que están mas alejados de Dios.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando en la medalla, la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre....

Dios mío, ven en mi auxilio.

Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, etc.

I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios Nuestro Señor prepare
nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. Amén.

1 Padre Nuestro

3 Avemarías
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que Dios Nuestro Señor nos
conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y seguir el camino de la Perfección Cristiana.
Amén.

1 Padre Nuestro

3 Avemarías

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios Nuestro Señor derrame en
nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de humildad. Amén.

1 Padre Nuestro

3 Avemarías

IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios Nuestro Señor nos conceda
la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar nuestras pasiones. Amén.

1 Padre Nuestro

3 Avemarías

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que Dios Nuestro Señor proteja
nuestras almas contra las asechanzas del demonio. Amén.

1 Padre Nuestro

3 Avemarías

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios Nuestro Señor nos conserve
de todo mal y no nos deje caer en la tentación. Amén.
1 Padre Nuestro

3 Avemarías

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que Dios Nuestro Señor se digne
llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de obediencia. Amén.

1 Padre Nuestro

3 Avemarías

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que Dios Nuestro Señor nos
conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del
Paraíso. Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios Nuestro Señor nos conceda
la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. Amén.

1 Padre Nuestro

3 Avemarías

Se reza un Padre Nuestro en honor de cada uno de los siguientes ángeles:

*En honor a San Miguel ...... 1 Padre Nuestro

*En honor a San Gabriel...... 1Padre Nuestro

*En honor a San Rafael........ 1 Padre Nuestro

*En honor a nuestro ángel de la Guarda..... 1 Padre Nuestro


O Glorioso Príncipe San Miguel, Jefe Principal de la Milicia Celestial, Guardián fidelísimo de las almas,
Vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel Servidor en el Palacio del Rey Divino,...Sois nuestro admirable
Guía y Conductor.

Vos brilláis con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, libradnos de todo mal. Con plena confianza
recurrimos a vos. Asistidnos con vuestra afable protección para que seamos mas y mas fieles al servicio de
Dios todos los días de nuestra vida.

V. Rogad por nosotros, O Glorioso San Miguel,

Príncipe de la Iglesia de Jesucristo....

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, os adoramos y bendecimos. En vuestra maravillosa bondad, y con el


misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, habéis escogido al Glorioso Arcángel, San
Miguel, como Príncipe de Vuestra Iglesia.

Humildemente os suplicamos, Padre Celestial, que nos libréis de nuestros enemigos. En la hora de la
muerte, no permitáis que ningún espíritu maligno se nos acerque, para perjudicar nuestras almas. Oh Dios
y Señor Nuestro, guiadnos por medio de este mismo Arcángel. Enviadle que nos conduzca a la Presencia de
Vuestra Excelsa y divina Majestad. Os lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Novena a San Miguel Arcángel

¿Por qué necesitamos a San. Miguel en estos tiempos?


Como remedio contra los espíritus infernales que se han desencadenado en el mundo moderno, somos
llamados a invocar y buscar la ayuda de San. Miguel Arcángel. Dice el Cardinal Mermillod: "En estos
tiempos, cuando la misma base de la sociedad esta tambaleándose como consecuencia de haber negado
los derechos de Dios, debemos revivir la devoción a San Miguel y con el gritar: "¡¿Quién como Dios?!"

San Francisco de Sales: "La veneración a San Miguel es el mas grande remedio en contra de la rebeldía y la
desobediencia a los mandamientos de Dios, en contra del ateísmo, escepticismo y de la infidelidad."

Precisamente, estos vicios son muy evidentes en nuestros tiempos. Mas que nunca en nuestra era actual
necesitamos la ayuda de San. Miguel en orden a mantenernos fieles en la Fe. El ateísmo y la falta de fe han
infiltrado todos los sectores de la sociedad humana. Es nuestra misión como fieles católicos confesar
nuestra fe con valentía y gozo, y demostrar con celo nuestro amor por Jesucristo.

Como individuos, como naciones, como Iglesia, estamos en gran batalla espiritual. Es nuestro deber de
amor usar todas las armas espirituales para batallar con amor, fortaleza y astucia. La Virgen dijo a la
Venerable María Agreda: "Mi hija, no hay palabras humanas que puedan describir el horror del mal que hay
en Lucifer y en sus secuaces; y como sus dardos están dirigidos a la destrucción del hombre. Su gran
malicia, su astucia, sus mentiras, sugerencias, sus insinuaciones y tormentos se dirigen a la mente y al
corazón humano. El trata de aplastar toda obra buena, de destruirla, de esconderla. Toda la malicia que su
mente es capaz de poseer quiere inyectarla en las almas. Contra estos ataques, Dios da su admirable
protección, si el hombre tan solo cooperara y correspondiera.

En 1994, antes de la Conferencia en el Cairo, donde se libraba una gran batalla entre la luz y la oscuridad;
donde se determinaban temas de gran impacto para el futuro moral y social de la humanidad, su SS Juan
Pablo II, pidió a todos los fieles católicos, que rezáramos la oración de San Miguel por la intención de esa
conferencia.

Si en tiempo de tentación, tenemos el coraje de reprender al maligno y clamar la asistencia de San Miguel,
el príncipe de la milicia celestial, el enemigo por seguro saldría huyendo. Si deseamos tener su protección,
debemos imitar sus virtudes, especialmente su humildad y su celo por la gloria de Dios.

APARICIONES DE SAN MIGUEL


San Miguel ha aparecido en muchas ocasiones a aquellos que invocaron su ayuda. He aquí algunas:

ESPAÑA

Garabandal

FRANCIA:

Juana de Arco, Santa.

Un caso muy conocido y autentico es la asistencia que este arcángel dio en la extraordinaria misión que el
Señor le había encomendado de ayudar al rey francés a restaurar la paz y prosperidad en su reino y
expulsar a los enemigos de sus costas.

Monte de San Miguel.

En Francia, también se apareció en el Monte San Miguel, donde hay un famoso santuario consagrado a este
Arcángel. Tiene la característica de que 2 veces al mes, las olas cubren la carretera de acceso y el lugar se
convierte temporalmente en isla.

ITALIA

Roma, Santa María la Mayor

Gargano

KOREA

Naju

Donde una estatua de la Virgen ha estado llorando sangre y dando mensajes a Julia Kim, han habido ya
siete milagros Eucarísticos. Entre ellos en presencia de Obispos y Cardenales, Julia recibió la Eucaristía de
parte de San Miguel Arcángel.

MEXICO

San Miguel del Milagro, Tlaxcala


PORTUGAL

Fátima

Ver San Miguel y la Eucaristía, arriba

Estas son solo unas pocas de las conocidas apariciones de San Miguel. Aparte de las extraordinarias
apariciones visibles, el arcángel San Miguel está invisiblemente activo para ayudarnos, ya que el Señor le
dio un amor compasivo por los hombres y no hay alma que escape su atención.

San Miguel Arcángel, ruega por nosotros.

Su fiesta, junto con los arcángeles Miguel y Rafael


se celebra el 29 de septiembre

Ver: Ángeles y Arcángeles


Uno de los siete arcángeles, usado en innumerables ocasiones por Dios como mensajero (Deuteronomio
8:15-27). El se le apareció a Daniel y le explicó una visión de eventos futuros, diciéndole, "Tú eres un
hombre elegido especialmente" (Deuteronomio 9:20-27). En el Nuevo Testamento se le apareció a Zacarías
para avisarle que Isabel, su mujer, tendría un hijo al que llamaría Juan (Lucas 1:11-20). De igual manera,
fue Gabriel quién se le apareció a María diciéndole que concebiría y daría a luz a un Hijo, a quién pondría
por nombre Jesús (Lucas 1:26-38).

A San Gabriel se lo representa con una vara de perfumada azucena, la que obsequió a María Santísima en
la Anunciación que representa la Sublime Pureza Inmaculada de la Madre Virgen.

Su fiesta, junto con los arcángeles Miguel y Gabriel


se celebra el 29 de septiembre

Ver también: Ángeles y Arcángeles

Rafael: "el que cura o sana".


Es el arcángel cercano a los hombres para aliviarlos en su dolor y sufrimiento.
Es uno de los tres arcángeles cuyo nombre aparece en la Biblia (Tobit 12:6, 15). Los otros son San
Miguel y San Gabriel.

A San Rafael se lo representa con un atuendo de caminante o peregrino, con bastón y cantimplora, y el pez
del que se obtuvo la hiel para curar al padre de Tobías;
Oración a San Rafael Arcángel.

Gloriosísimo príncipe San Rafael antorcha dulcísima de los palacios eternos, caudillo de los ejércitos del
todopoderoso, emisario de la divinidad, órgano de sus providencias ejecutor de sus ordenes secretario de
sus arcanos, recurso universal de todos los hijos de Adán, amigo de tus devotos compañero de los
caminantes maestro de la virtud protector de la castidad socorro de los afligidos medico de los enfermos
auxilio de los perseguidos, azote de los demonios, tesoro riquísimo de los caudales de Dios. Tu eres ángel
santo, uno de aquellos siete nobilísimos espíritus que rodean al trono del altísimo.

Confiados en el grande amor que has manifestado a los hombres te suplicamos humildes nos defiendas de
las asechanzas y tentaciones del demonio en todos los pasos y estaciones de nuestra vida, que alejes de
nosotros los peligros del alma y cuerpo poniendo freno a nuestras pasiones delincuentes y a los enemigos
que nos tiranizan, que derribes en todas partes y principalmente en el mundo católico el cruel monstruo de
las herejías y la incredulidad que intenta devorarnos.

Te pedimos también con todo el fervor de nuestro espíritu, hagas se dilate y extienda mas el santo
evangelio, con la práctica de la moral. Que asistas al romano pontífice y a los demás pastores y concedas
unidad en la verdad a las autoridades y magistrados cristianos.

Por ultimo te suplicamos nos alcances del trono de Dios a Quién tan inmediato asistes, el inestimable don
de la gracia, para que por medio de ella seamos un día vuestros perpetuos compañeros en la gloria. Amen

MARÍA EN LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL DE LA IGLESIA


Audiencia General, S.S. Juan Pablo II
Miércoles 17 de noviembre de 1995

1. Después de haber comentado en las catequesis anteriores la


consolidación de la reflexión de la comunidad cristiana desde sus
orígenes sobre la figura y el papel de la Virgen en la historia de la
salvación, nos detenemos hoy a meditar en laexperiencia mariana de la
Iglesia.

El desarrollo de la reflexión mariológica y del culto a la Virgen en el


decurso de los siglos ha contribuido a poner cada vez más de relieve la
dimensión mariana de la Iglesia. Ciertamente, la Virgen santísima está
totalmente referida a Cristo, fundamento de la fe y de la experiencia
eclesial, y a él conduce. Por eso, obedeciendo a Jesús, que reservó a su
Madre un papel completamente especial en la economía de la salvación,
los cristianos han venerado, amado y orado a María de manera
particularísima e intensa. Le han atribuido un posición de relieve en la fe
y en la piedad, reconociéndola como camino privilegiado hacia Cristo,
mediador supremo.

La dimensión mariana de la Iglesia constituye así un elemento innegable


en la experiencia del pueblo cristiano. Esa dimensión se revela en
numerosas manifestaciones de la vida de los creyentes, testimoniando el lugar que ha asumido María en su
corazón. No se trata de un sentimiento superficial, sino de un vinculo afectivo profundo y consciente
arraigado en la fe, que impulsa a los cristianos de ayer y de hoy a recurrir habitualmente a María, para
entrar en una comunión mas intima con Cristo.

2. Después de la plegaria más antigua, formulada en Egipto por las comunidades cristianas del siglo III para
suplicar a laMadre de Dios protección en el peligro, se multiplicaron las invocaciones dirigidas a Aquélla que
los bautizados consideran muy poderosa en su intercesión ante el Señor.

Hoy, la plegaria más común es el Ave María, cuya primera parte consta de palabras tomadas del Evangelio
(cf. Lc. 1,28,42). Los cristianos aprenden a rezarla en el hogar, ya desde su infancia recibiéndola como un
don precioso que es preciso conservar durante toda la vida. Esta misma plegaria, repetida decenas de
veces en el rosario, ayuda a muchos fieles a entrar en la contemplación orante de los misterios evangélicos
y a permanecer a veces durante mucho tiempo en contacto íntimo con la Madre de Jesús. Ya desde la Edad
Media, el Ave María es la oración más común de todos los creyentes, que piden a la santa Madre del Señor
que nos acompañe y nos proteja en el camino de su existencia diaria (cf. Marialis cultus, 42-55).

El pueblo cristiano, además , ha manifestado su amor a María multiplicando las expresiones de su devoción:
himnos, plegarias y composiciones poéticas sencillas, o a veces de gran valor impregnadas del mismo amor
a aquélla que el Crucificado entregó a los hombres como Madre. Entre éstas algunas como el
himno Akáthistos y la Salve, Regina, han marcado profundamente la vida de fe del pueblo creyente.

La piedad mariana ha dado origen también, a una riquísima producción artística, tanto en Oriente como en
Occidente, que ha hecho apreciar a enteras generaciones la belleza espiritual de María. Pintores,
escultores, músicos y poetas han dejado obras maestras que, poniendo de relieve los diversos aspectos de
la grandeza de la Virgen, ayudan a comprender mejor el sentido y el valor de su elevada contribución a la
obra de la redención.

El arte cristiano ha encontrado en María la realización de una humanidad nueva, que responde al proyecto
de Dios y, por ello, constituye un signo sublime de esperanza para la humanidad entera.

3. Ese mensaje no podía menos de ser captado por los cristianos llamados a una vocación de consagración
especial. En efecto, en las órdenes y congregaciones religiosas, en los institutos o asociaciones de vida
consagrada, María es venerada de un modo especial. Numerosos institutos pero no sólo femeninos llevan
en su título el nombre de María. Ahora bien, más allá de las manifestaciones externas, la espiritualidad de
las familias religiosas, así como de muchos movimientos eclesiales, alguno de ellos específicamente
marianos, pone de manifiesto su vínculo especial con María, como garantía de un carisma vivido con
autenticidad y plenitud.

Esa referencia mariana en la vida de personas particularmente favorecidas por el Espíritu Santo ha
desarrollado también la dimensión mística, que muestra como el pueblo cristiano puede experimentar en lo
más íntimo de su ser la intervención de María.

La referencia a María aún no sólo a los cristianos comprometidos, sino también a los creyentes de fe
sencilla, e incluso a los alejados, para los cuales, a menudo, constituye tal vez el único vínculo con la vida
eclesial. Signo de este sentimiento común del pueblo cristiano hacia la Madre del Señor son las
peregrinaciones a los santuarios marianos, que atraen durante todo el año, a numerosas multitudes de
fieles. Algunos de estos baluartes de la piedad mariana son muy conocidas, como Lourdes, Fátima, Loréto,
Pompeya, Guadalupe o Czestochowa. Otros son conocidos sólo a nivel nacional o local. En todos el
recuerdo de acontecimientos vinculados al recurso a María transmite el mensaje de su ternura materna,
abriendo el corazón a la gracia divina.
Esos lugares de oración mariana son testimonio magnifico de la misericordia de Dios, que llega al hombre
por intercesión de María. Milagros de curación corporal, de rescate espiritual y de conversión, son el signo
evidente de que María continua, con Cristo y en el Espíritu, su obra de auxiliadora y de Madre.

4. A menudo los santuarios marianos se transforman en centros de evangelización. En efecto, también en la


iglesia de hoy, como en la comunidad que esperaba Pentecostés, la oración en compañía de María impulsa
a muchos cristianos al apostolado y al servicio a los hermanos. Deseo recordar aquí de modo especial el
gran influjo de la piedad mariana sobre el ejercicio de la caridad de las obras de misericordia. Estimulado
por la presencia de María, los creyentes con frecuencia han sentido la necesidad de dedicarse a los pobres,
a los desheredados y a los enfermos, a fin de ser para los últimos de la tierra el signo de la protección
materna de la Virgen, icono vivo de la misericordia del Padre.

Todo ello pone claramente de manifiesto que la dimensión mariana penetra toda la vida de la Iglesia. El
anuncio de la Palabra, la liturgia las diversas expresiones caritativas y culturales encuentran en la referencia
a María una ocasión de enriquecimiento y renovación.

El pueblo de Dios, bajo la guía de sus pastores, está llamado a discernir en este hecho la acción del Espíritu
Santo que ha impulsado la fe cristiana por el camino del descubrimiento del rostro de María. Es él quien
obra maravillas en los lugares de piedad mariana. Es él quien estimula el conocimiento y el amor a María,
conduce a los fieles a la escuela de la Virgen del Magníficat para aprender a leer los signos de Dios en la
historia y a adquirir la sabiduría que convierte a todo hombre y a toda mujer en constructores de una nueva
humanidad.

Catequesis de Juan Pablo II sobre ángeles y demonios

Catequesis sobre el Credo (5.XII.84 - 7.XII.86)


VII Los ángeles

INDICE

La existencia de los Ángeles


La caída de los Ángeles malos
La misión de los Ángeles
La naturaleza de los Ángeles
El pecado y la acción de Sataná
La acción de Satanás y la victoria de Cristo
La existencia de los ángeles revelada por Dios (9.VII.86)

1. Nuestras catequesis sobre Dios, Creador del mundo, no podían concluirse sin
dedicar una atención adecuada a un contenido concreto de la revelación divina: la
creación de los seres puramente espirituales, que la Sagrada Escritura llama
'ángeles'. Tal creación aparece claramente en los Símbolos de la Fe,
especialmente en el Símbolo niceno-constantinopolitano: Creo en un solo Dios,
Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas (esto es,
entes o seres) 'visibles e invisibles'. Sabemos que el hombre goza, dentro de la
creación, de una posición singular: gracias a su cuerpo pertenece al mundo visible,
mientras que, por el alma espiritual, que vivifica el cuerpo, se halla casi en el confín
entre la creación visible y la invisible. A esta última, según el Credo que la Iglesia
profesa a la luz de la Revelación, pertenecen otros seres, puramente espirituales,
por consiguiente no propios del mundo visible, aunque están presentes y actuantes
en él. Ellos constituyen un mundo específico.

2. Hoy, igual que en tiempos pasados, se discute con mayor o menor sabiduría
acerca de estos seres espirituales. Es preciso reconocer que, a veces, la confusión
es grande, con el consiguiente riesgo de hacer pasar como fe de la Iglesia
respecto a los ángeles cosas que no pertenecen a la fe o, viceversa, de dejar de
lado algún aspecto importante de la verdad revelada.La existencia de los seres
espirituales que la Sagrada Escritura, habitualmente, llama 'ángeles', era negada
ya en tiempos de Cristo por los saduceos (Cfr. Hech 23, 8). La niegan también los
materialistas y racionalistas de todos los tiempos. Y sin embargo, como
agudamente observa un teólogo moderno, 'si quisiéramos desembarazarnos de los
ángeles, se debería revisar radicalmente la misma Sagrada Escritura y con ella
toda la historia de la salvación' (.). Toda la Tradición es unánime sobre esta
cuestión. El Credo de la Iglesia, en el fondo, es un eco de cuanto Pablo escribe a
los Colosenses: 'Porque en El (Cristo) fueron creadas todas las cosas del cielo y
de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los
principados, las potestades; todo fue creado por El y para El' (Col 1, 16). O sea,
Cristo que, como Hijo-Verbo eterno y consubstancial al Padre, es 'primogénito de
toda criatura' (Col 1, 15), está en el centro del universo como razón y quicio de
toda la creación, como ya hemos visto en las catequesis precedentes y como
todavía veremos cuando hablemos más directamente de El.

3. La referencia al primado de Cristo nos ayuda a comprender que la verdad


acerca de la existencia y acción de los ángeles (buenos y malos) no constituyen el
contenido central de la Palabra de Dios.En la Revelación, Dios habla en primer
lugar 'a los hombres. y pasa con ellos el tiempo para invitarlos y admitirlos a la
comunión con El', según leemos en la Cons. 'Dei Verbum' del Conc. Vaticano II
(n.2). De este modo 'las profunda verdad, tanto de Dios como de la salvación de
los hombres', es el contenido central de la Revelación que 'resplandece ' más
plenamente en la persona de Cristo (Cfr. Dei Verbum 2).La verdad sobre los
ángeles es, en cierto sentido, 'colateral', y, no obstante, inseparable de la
Revelación central que es la existencia, la majestad y la gloria del Creador que
brillan en toda la creación ('visible' e 'invisible') y en la acción salvífica de Dios en la
historia del hombre. Los ángeles no son, criaturas de primer plano en la realidad de
la Revelación, y, sin embargo, pertenecen a ella plenamente, tanto que en algunos
momentos les vemos cumplir misiones fundamentales en nombre del mismo Dios.

4. Todo esto que pertenece a la creación entra, según la Revelación, en el misterio


de la Providencia Divina. Lo afirma de modo ejemplarmente conciso el Vaticano I,
que hemos citado ya muchas veces: 'Todo lo creado Dios lo conserva y lo dirige
con su Providencia extendiéndose de un confín al otro con fuerza y gobernando
con bondad todas las cosas. "Todas las cosas están desnudas y manifiestas a sus
ojos", hasta aquello que tendrá lugar por libre iniciativa de las criaturas'. La
Providencia abraza, por tanto, también el mundo de los espíritus puros, que aun
más plenamente que los hombres son seres racionales y libres. En la Sagrada
Escritura encontramos preciosas indicaciones que les conciernen.Hay la revelación
de un drama misterioso, pero real, que afectó a estas criaturas angélicas, sin que
nada escapase a la eterna Sabiduría, la cual con fuerza (fortiter) y al mismo tiempo
con bondad (suaviter) todo lo lleva al cumplimiento en el reino del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo.

5. Reconozcamos ante todo que la Providencia, como amorosa Sabiduría de Dios,


se ha manifestado precisamente al crear seres puramente espirituales, por los
cuales se expresa mejor la semejanza de Dios en ellos, que supera en mucho todo
lo que ha sido creado en el mundo visible junto con el hombre, también él,
imborrable imagen de Dios. Dios, que es Espíritu absolutamente perfecto, se
refleja sobre todo en los seres espirituales que, por naturaleza, esto es, a causa de
su espiritualidad, están mucho más cerca de El que las criaturas materiales y que
constituyen casi el 'ambiente' más cercano al Creador.La Sagrada Escritura ofrece
un testimonio bastante explícito de esta máxima cercanía a Dios de los ángeles, de
los cuales habla, con lenguaje figurado, como del 'trono' de Dios, de sus 'ejércitos',
de su 'cielo'. Ella ha inspirado la poesía y el arte de los siglos cristianos que nos
presentan a los ángeles como la 'corte de Dios'.

La caída de los ángeles malos (23.VII.86)

1. Proseguimos hoy nuestra catequesis sobre los ángeles, cuya existencia, querida
por un acto del amor eterno de Dios, profesamos (.).En la perfección de su
naturaleza espiritual, los ángeles están llamados desde el principio, en razón de su
inteligencia, a conocer la verdad y a amar el bien que conocen en la verdad de
modo mucho más pleno y perfecto que cuanto es posible al hombre. Este amor es
el acto de una voluntad libre, por lo cual también para los ángeles la libertad
significa posibilidad de hacer una elección en favor o en contra del Bien que ellos
conocen, esto es, Dios mismo.Hay que repetir aquí lo que ya hemos recordado a
su debido tiempo a propósito del hombre: creando a los seres libres, Dios quiere
que en el mundo se realice aquel amor verdadero que sólo es posible sobre la
base de la libertad. El quiso, pues, que la criatura, constituida a imagen y
semejanza de su Creador, pudiera de la forma más plena posible, volverse
semejante a El: Dios, que 'es amor'. Creando a los espíritus puros, como seres
libres, Dios, en su Providencia, no podía no prever también la posibilidad del
pecado de los ángeles. Pero precisamente porque la Providencia es eterna
sabiduría que ama, Dios supo sacar de la historia de este pecado,
incomparablemente más radical, en cuanto pecado de un espíritu puro, el definitivo
bien de todo el cosmos creado.

2. De hecho, como dice claramente la Revelación, el mundo de los espíritus puros


aparece dividido en buenos y malos. Pues bien, esta división no se obró por la
creación de Dios, sino en base a la propia libertad de la naturaleza espiritual de
cada uno de ellos. Se realizó mediante la elección que para los seres puramente
espirituales posee un carácter incomparablemente más radical que la del hombre y
es irreversible, dado el grado de intuición y de penetración del bien, del que está
dotada su inteligencia.A este respecto se debe decir también que los espíritus
puros han sido sometidos a una prueba de Carácter moral. Fue una opción
decisiva, concerniente ante todo a Dios mismo, un Dios conocido de modo más
esencial y directo que lo que es posible al hombre, un Dios que había hecho a
estos seres espirituales el don, antes que al hombre, de participar en su naturaleza
divina.

3. En el caso de los espíritus puros la elección decisiva concernía ante todo a Dios
mismo, primero y sumo Bien, aceptado y rechazado de un modo más esencial y
directo del que pueda acontecer en el radio de acción de la libre voluntad del
hombre. Los espíritus puros tienen un conocimiento de Dios incomparablemente
más perfecto que el hombre, porque con el poder de su inteligencia, no
condicionada ni limitada por la mediación del conocimiento sensible, ven hasta el
fondo la grandeza del Ser infinito, de la primera Verdad, del sumo Bien. A esta
sublime capacidad de conocimiento de los espíritus puros Dios ofreció el misterio
de su divinidad haciéndoles participes, mediante la gracia, de su infinita
gloria.Precisamente en su condición de seres de naturaliza espiritual, había en su
inteligencia la capacidad, el deseo de esta elevación sobrenatural a la que Dios les
había llamado, para hacer de ellos, mucho antes que del hombre, 'partícipes de la
naturaleza divina', partícipes de la vida íntima de Aquel que es Padre, Hijo y
Espíritu Santo, de Aquel que, en la comunión de las tres Divinas Personas, 'es
Amor'.Dios había admitido a todos los espíritus puros, antes y en mayor grado que
al hombre, a la eterna comunión de Amor.

4. La opción realizada sobre la base de la verdad de Dios, conocida deforma


superior dada la lucidez de sus inteligencias, ha dividido también el mundo de los
espíritus puros en buenos y malos.Los buenos han elegido a Dios como Bien
supremo y definitivo, conocido a la luz de la inteligencia iluminada por la
Revelación. Haber escogido a Dios significa que se han vuelto a El con toda la
fuerza interior de su libertad, fuerza que es amor. Dios se ha convertido en el
objetivo total y definitivo de su existencia espiritual.Los otros, en cambio, han
vuelto la espalda a Dios contra la verdad del conocimiento que señalaba en Él el
Bien total y definitivo. Han hecho una elección contra la revelación del misterio de
Dios, contra su gracia, que los hacía partícipes de la Trinidad y de la eterna
amistad con Dios, en la comunión con El mediante el amor. Basándose en su
libertad creada, han realizado una opción radical e irreversible, al igual que la de
los ángeles buenos, pero diametralmente opuesta: en lugar de una aceptación de
Dios, plena de amor, le han opuesto un rechazo inspirado por un falso sentido de
autosuficiencia, de aversión y hasta de odio, que se ha convertido en rebelión.

5. Cómo comprender esta oposición y rebelión a Dios en seres dotados de una


inteligencia tan viva y enriquecidos con tanta luz? ¿Cuál puede ser el motivo de
esta radical e irreversible opción contra Dios, de un odio tan profundo que puede
aparecer como fruto de la locura?.Los Padres de la Iglesia y los teólogos no dudan
en hablar de 'ceguera', producida por la supervaloración de la perfección del propio
ser, impulsada hasta el punto develar la supremacía de Dios que exigía, en
cambio, un acto de dócil y obediente sumisión. Todo esto parece expresado de
modo conciso en las palabras '"No te servir !2, 20), que manifiestan el radical e
irreversible rechazo de tomar parte en la edificación del reino de Dios en el mundo
creado. 'Satanás', el espíritu rebelde, quiere su propio reino, no el de Dios, y se
yergue como el primer 'adversario' del Creador, como opositor de la providencia,
como antagonista de la amorosa sabiduría de Dios.De la rebelión y del pecado de
Satanás, como también del pecado del hombre, debemos concluir acogiendo la
sabia experiencia de la Escritura, que afirma: 'En el orgullo está la perdición' (Tob
4, 14).

La misión de los ángeles (30.VII.86)

1. Según la Sagrada Escritura, los ángeles, en cuanto criaturas puramente


espirituales, se presentan a la reflexión de nuestra mente como una especial
realización de la 'imagen de Dios', Espíritu perfectísimo, como Jesús recuerda a la
mujer samaritana con las palabras; 'Dios es espíritu' (Jn 4, 24).Los ángeles son,
desde este punto de vista, las criaturas más cercanas al modelo divino. El nombre
que la Sagrada Escritura les atribuye indica que lo que más cuenta en la
Revelación es la verdad sobre las tareas de los ángeles respecto a los hombres:
ángel (angelus) quiere decir, en efecto, 'mensajero'. El término hebreo 'malak' -
mélk-, usado en el Antiguo Testamento, significa más propiamente 'delegado' o
'embajador'.Los ángeles, criaturas espirituales, tienen función de mediación y de
ministerio en las relaciones entre Dios y los hombres. Bajo este aspecto la Carta a
los Hebreos dirá que a Cristo se le ha dado un 'nombre', y por tanto un ministerio
de mediación, muy superior al de los ángeles (Cfr. Heb 1, 4).

2. El Antiguo Testamento subraya sobre todo la especial participación de los


ángeles en la celebración de la gloria que el Creador recibe como tributo de
alabanza por parte del mundo creado.Los Salmos de modo especial se hacen
intérpretes de esa voz cuando proclaman, p.e.: 'Alabad al Señor en el cielo, alabad
al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles.' (Sal 148, 1-2).De modo
semejante en el Salmo 102: 'Bendecid a Yahvéh vosotros sus ángeles, que sois
poderosos y cumplís sus órdenes, prontos a la voz de su palabra' (Sal 102, 20).
Este último versículo del Salmo 102 indica que los ángeles toman parte, a su
manera, en el gobierno de Dios sobre la creación, como 'poderosos ejecutores de
sus órdenes' según el plan establecido por la Divina Providencia.A los ángeles está
confiado en particular un cuidado y solicitud especiales por los hombres, en favor
de los cuales presentan a Dios sus peticiones y oraciones, como nos recuerda,
p.e., el Libro de Tobías (Cfr. especialmente Tob 3, 17 y 12, 12), mientras el Salmo
90 proclama: 'a sus ángeles ha dado órdenes. te llevarán en sus palmas, para que
tu pie no tropiece en la piedra'(Cfr. Sal 90, 1-12). Siguiendo el libro de Daniel, se
puede afirmar que las funciones de los ángeles como embajadores del Dios vivo se
extienden no sólo a cada uno de los hombres y a aquellos que tienen funciones
especiales, sino también a enteras naciones (Dan 10, 13-21).

3. El Nuevo Testamento puso de relieve las tareas de los ángeles respecto a la


misión de Cristo como Mesías y, ante todo, con relación al misterio de la
encarnación del Hijo de Dios, como constatamos en la narración de la anunciación
del nacimiento de Juan Bautista (Cfr. Lc 1, 11), de Cristo mismo (Cfr. Lc 1, 26), en
las explicaciones y disposiciones dadas a María y José (Cfr. Lc 1, 30-37; Mt 1, 20-
21), en las indicaciones dadas a los pastores la noche del nacimiento del Señor
(Cfr. Lc 2, 9-15), en la protección del recién nacido ante el peligro de la
persecución de Herodes (Cfr. Mt 2, 13).Más adelante los Evangelios hablan de la
presencia de los ángeles durante el ayuno de Jesús en el desierto a lo largo de 40
días (Cfr. Mt 4, 11) y durante la oración en Getsemaní (Cfr. Lc 22, 43). Después de
la resurrección de Cristo será también un ángel, que se aparece en forma de un
joven, quien dirá a las mujeres que habían acudido al sepulcro y estaban
sorprendidas por el hecho de encontrarlo vacío: 'No os asustéis. Buscáis a Jesús
Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí. Pero id a decir a sus
discípulos. '(Mc 16, 6-7). María Magdalena, que se ve privilegiada por una
aparición personal de Jesús, ve también a dos ángeles (Jn 20, 12-17; cfr. también
Lc 24, 4). Los ángeles 'se presentan' a los Apóstoles después de la desaparición
de Cristo para decirles: 'Hombres de Galilea, ¿qué estáis mirando al cielo?. Ese
Jesús que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo, vendrá como le habéis
visto ir al cielo' (Hech 1, 11).Son los ángeles de la vida, de la pasión y de la gloria
de Cristo. Los ángeles de Aquel que, como escribe San Pedro, 'está a la diestra de
Dios, después de haber ido al cielo, una vez sometidos a El ángeles, potestades y
poderes' (1 Pe 3, 22).
4. Si pasamos a la nueva venida de Cristo, es decir, a la 'parusía', hallamos que
todos los sinópticos hacen notar que 'el Hijo del hombre. vendrá en la gloria de su
Padre con los santos ángeles' (así Mc 8, 38, Mt 16, 27 y 25, 31, en la descripción
del juicio final; y Lc 9, 26; cfr. también San Pablo, 2 Tes 1, 7).Se puede, por tanto,
decir que los ángeles, como espíritus puros, no sólo participan en el modo que les
es propio de la santidad del mismo Dios, sino que en los momentos clave, rodean
a Cristo y lo acompañan en el cumplimiento de su misión salvífica respecto a los
hombres. De igual modo también toda la Tradición y el Magisterio ordinario de la
Iglesia ha atribuido a lo largo de los siglos a los ángeles este carácter particular y
esta función de ministerio mesiánico.

Naturaleza de los ángeles (6.VIII.8)

1. En las últimas catequesis hemos visto cómo la Iglesia, iluminada por la luz que
proviene de la Sagrada Escritura, ha profesado a lo largo de los siglos la verdad
sobre la existencia de los ángeles como seres puramente espirituales, creados por
Dios. Lo ha hecho desde el comienzo con el Símbolo niceno-constantinopolitano y
lo ha confirmado en el Conc. Lateranense IV (1215), cuya formulación ha tomado
el Conc. Vaticano I en el contexto de la doctrina sobre la creación: Dios 'creó de la
nada juntamente al principio del tiempo, ambas clases de criaturas: las espirituales
y las corporales, es decir, el mundo angélico y el mundo terrestre; y después, la
criatura humana que, compuesta de espíritu y cuerpo, los abraza, en cierto modo,
a los dos' (Cons. Dei Filius).O sea: Dios creó desde el principio ambas realidades:
la espiritual y la corporal, el mundo terreno y el angélico. Todo lo que El creó
juntamente('simuél') en orden a la creación del hombre, constituido de espíritu y de
materia y colocado según la narración bíblica en el cuadro de un mundo ya
establecido según sus leyes y ya medido por el tiempo ('deinde').

2. Juntamente con la existencia, le fe de la Iglesia reconoce ciertos rasgos


distintivos de la naturaleza de los ángeles. Su realidad puramente espiritual implica
ante todo su no materialidad y su inmortalidad. los ángeles no tienen 'cuerpo' (si
bien en determinadas circunstancias se manifiestan bajo formas visibles a causa
de su misión en favor de los hombres), y por tanto no están sometidos a la ley de
la corruptibilidad que une todo el mundo material. Jesús mismo, refiriéndose a la
condición angélica, dirá que en la vida futura los resucitados '(no) pueden morir y
son semejantes a los ángeles' (Lc 20, 36).

3. En cuanto criaturas de naturaleza espiritual los ángeles están dotados de


inteligencia y de libre voluntad, como el hombre pero en grado superior a él, si bien
siempre finito, por el límite que es inherente a todas las criaturas. Los ángeles son
también seres personales y, en cuanto tales, son también ellos, 'imagen y
semejanza' de Dios.La sagrada Escritura se refiere a los ángeles utilizando
también apelativos no sólo personales (como los nombre propios de Rafael,
Gabriel, Miguel), sino también 'colectivos' (como las calificaciones de: Serafines,
Querubines, Tronos, Potestades, Dominaciones, Principados), así como realiza
una distinción entre Ángeles y Arcángeles. Aun teniendo en cuenta el lenguaje
analógico y representativo del texto sacro, podemos deducir que estos seres-
personas, casi agrupados en sociedad, se subdividen en órdenes y grados,
correspondientes a la medida de su perfección y a las tareas que se les confía. Los
autores antiguos y la misma liturgia hablan de los coros angélicos (nueve, según
Dionisio el Aeropagita).La teología, especialmente la patrística y medieval, no ha
rechazado estas representaciones tratando en cambio de darles una explicación
doctrinal y mística, pero sin atribuirles un valor absoluto. Santo Tomás ha preferido
profundizar las investigaciones sobre la condición ontológica, sobre la actividad
cognoscitiva y volitiva y sobre la elevación espiritual de estas criaturas puramente
espirituales, tanto por su dignidad en la escala de los seres, como porque en ellos
podía profundizar mejor las capacidades y actividades propias del espíritu en grado
puro, sacando de ello no poca luz para iluminar los problemas de fondo que desde
siempre agitan y estimulan el pensamiento humano: el conocimiento, el amor, la
libertad, la docilidad a Dios, la consecución de su reino.

4. El tema a que hemos aludido podrá parecer 'lejano' o 'menos vital' a la


mentalidad del hombre moderno. Y sin embargo la Iglesia, proponiendo con
franqueza toda la verdad sobre Dios creador incluso de los ángeles, cree prestar
un gran servicio al hombre.El hombre tiene la convicción de que en Cristo,
Hombre-Dios, en él (y no en los ángeles) es en quien se halla el centro de la Divina
Revelación. Pues bien, el encuentro religioso con el mundo de los seres puramente
espirituales se convierte en preciosa revelación de su ser no sólo como cuerpo,
sino también espíritu, y de su pertenencia a un proyecto de salvación
verdaderamente grande y eficaz dentro de una comunidad de seres personales
que para el hombre y con el hombre sirven al designio providencial de Dios.

5. Notamos que la Sagrada Escritura y la Tradición llaman propiamente ángeles a


aquellos espíritus puros que en la prueba fundamental de libertad han elegido a
Dios, su gloria y su reino. Ellos están unidos a Dios mediante el amor consumado
que brota de la visión beatificante, cara a cara, de la Santísima Trinidad. Lo dice
Jesús mismo: 'Sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está
en los cielos' (Mt 18, 10). Ese 'ver de continuo la faz del Padre' es la manifestación
más alta de la adoración de Dios.Se puede decir que constituye esa 'liturgia
celeste', realizada en nombre de todo el universo, a la cual se asocia
incesantemente la liturgia terrena de la Iglesia, especialmente en sus momentos
culminantes. Baste recordar aquí el acto con el que la Iglesia, cada día y cada
hora, en el mundo entero, antes de dar comienzo a la plegaria eucarística en el
corazón de la Santa Misa, se apela 'a los Ángeles y a los Arcángeles' para cantar
la gloria de Dios tres veces santo, uniéndose así a aquellos primeros adoradores
de Dios, en su culto y en el amoroso conocimiento del misterio inefable de su
santidad.

6. También según la Revelación, los ángeles, que participan en la vida de la


Trinidad en la luz de la gloria, están también llamados a tener su parte en la
historia de la salvación de los hombres, en los momentos establecidos por el
designio de la Providencia Divina. 'No son todos ellos espíritus administradores,
enviados para servicio a favor de los que han de heredar la salud?', pregunta el
autor de la Carta a los Hebreos (1, 14). Y esto cree y enseña la Iglesia, basándose
en la Sagrada Escritura por la cual sabemos que la tarea de los ángeles buenos es
la protección de los hombres y la solicitud por su salvación.Hallamos estas
expresiones en diversos pasajes de la Sagrada Escritura, como por ejemplo en el
Salmo 90, citado ya repetidas veces: 'Pues te encomendará a sus ángeles para
que te guarde en todos tus caminos, y ellos te levantarán en sus palmas para que
tus pies no tropiecen en las piedras' (90, 11-12). Jesús mismo, hablando de los
niños y amonestando a no escandalizarlos, se apela a 'sus ángeles' (Mt 18, 10).
Además, atribuye a los ángeles la función de testigos en el supremo juicio divino
sobre la suerte del quien ha reconocido o renegado a Cristo: 'A quien me confesare
delante de los hombres, el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de
Dios. El que me negare delante de los hombres, será negado ante los ángeles de
Dios' (Lc 12, 8-9; cfr. Ap. 3,5). Estas palabras son significativas porque si los
ángeles toman parte en el juicio de Dios, están interesados en la vida del hombre.
Interés y participación que parecen recibir una acentuación en el discurso
escatológico, en el que Jesús hace intervenir a los ángeles en la parusía, o sea, en
la venida definitiva de Cristo al final de la historia (Cfr. Mt 24, 31; 25, 31. 41).

7. Entre los libros del Nuevo Testamento, los Hechos de los Apóstoles nos hacen
conocer especialmente algunos episodios que testimonian la solicitud de los
ángeles por el hombre y su salvación. Así, cuando el ángel de Dios libera a los
Apóstoles de la prisión (Cfr. Hech 5, 18-20), y ante todo a Pedro, que estaba
amenazado de muerte por la mano de Herodes (Cfr. Hech 12, 5-10). O cuando
guía la actividad de Pedro respecto al centurión Cornelio, el primer pagano
convertido (Cfr. Hech 10, 3-8; 11, 12©13), y análogamente la actividad del diácono
Felipe en el camino de Jerusalén a Gaza (Hech 8, 26-29).De estos pocos hechos
citados a título de ejemplo, se comprende cómo en la conciencia de la Iglesia se ha
podido formar la persuasión sobre el ministerio confiado a los ángeles en favor de
los hombres. Por ello, la Iglesia confiesa su fe en los ángeles custodios,
venerándolos en la liturgia con una fiesta especial, y recomendando el recurso a su
protección con una oración frecuente, como en la invocación del 'Ángel de Dios'.
Esta oración parece atesorar las bellas palabras de San Basilio: 'Todo fiel tiene
junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida' (Cfr. San Basilio,
Adv. Eunomium, III, 1; véase también Santo Tomás, S.Th. I, q.11, a.3).

8. Finalmente es oportuno notar que la Iglesia honra con culto litúrgico a tres
figuras de ángeles, que en la Sagrada Escritura se les llama con un nombre.El
primero es Miguel Arcángel (Cfr. Dan 10, 13.20; Ap 12, 7; Jdt. 9). Su nombre
expresa sintéticamente la actitud esencial de los espíritus buenos: 'Mica-El'
significa, en efecto: '¿quien como Dios?'. En este nombre se halla expresada,
pues, la elección salvífica gracias a la cual los ángeles 'ven la faz del Padre' que
está en los cielos.El segundo es Gabriel: figura vinculada sobre todo al misterio de
la Encarnación del Hijo de Dios (Cfr. Lc 1, 19. 26). Su nombre significa: 'Mi poder
es Dios' o 'Poder de Dios', como para decir que en el culmen de la creación, la
Encarnación es el signo supremo del Padre omnipotente.Finalmente el tercer
arcángel se llama Rafael. "Rafa-El' significa: 'Dios cura', El se ha hecho conocer
por la historia de Tobías en el antiguo Testamento (Cfr. Tob 12, 50. 20, etc.), tan
significativa en el hecho de confiar a los ángeles los pequeños hijos de Dios,
siempre necesitados de Custodia, cuidado y protección.Reflexionando bien se ve
que cada una de estas tres figuras: Mica-El, Gabri-El, Rafa-El reflejan de modo
particular la verdad contenida en la pregunta planteada por el autor de la Carta a
los Hebreos: '¿No son todos ellos espíritus administradores, enviados para servicio
en favor de los que han de heredar la salvación?' (1, 14).

El pecado y la acción de Satanás (13.VIII.86)

1. Continuando el tema de las precedentes catequesis dedicadas al artículo de fe


referente a los ángeles, criaturas de Dios, vamos a explorar el misterio de la
libertad que algunos de ellos utilizaron contra Dios y contra su plan de salvación
respecto a los hombres.Como testimonia el Evangelista Lucas en el momento, en
el que los discípulos se reunían de nuevo con el Maestro llenos de alegría por los
frutos recogidos en sus primeras tareas misioneras, Jesús pronuncia una frase que
hace pensar: 'veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo' (Lc 10, 18).Con estas
palabras el Señor afirma que el anuncio del reino de Dios es siempre una victoria
sobre el diablo, pero al mismo tiempo revela también que la edificación del reino
está continuamente expuesta a las insidias del espíritu del mal. Interesarse por
esto, como tratamos de hacer con nuestra catequesis de hoy, quiere decir
prepararse al estado de lucha que es propio de la vida de la Iglesia en este tiempo
final de la historia de la salvación (como afirma el libro del Apocalipsis. Cfr. 12, 7).
Por otra parte, esto ayuda a aclarar la recta fe de la Iglesia frente a aquellos que la
alteran exagerando la importancia del diablo o de quienes niegan o minimizan su
poder maligno.Las precedentes catequesis sobre los ángeles nos han preparado
para comprender la verdad, que la Iglesia ha transmitido, sobre Satanás, es decir,
sobre el ángel caído, el espíritu maligno, llamado también diablo o demonio.

2. Esta 'caída', que presenta la forma de rechazo de Dios con el consiguiente


estado de 'condena', consiste en la libre elección hecha por aquellos espíritus
creados, los cuales radical y irrevocablemente han rechazado a Dios y su reino,
usurpando sus derechos soberanos y tratando de trastornarla economía de la
salvación y el ordenamiento mismo de toda la creación.Un reflejo de esta actitud se
encuentra en las palabras del tentador a los progenitores: 'Seréis como Dios' o
'como dioses' (Cfr. Gen 3, 5). Así el espíritu maligno trata de transplantar en el
hombre la actitud de rivalidad, de insubordinación a Dios y su oposición a Dios que
ha venido a convertirse en la motivación de toda su existencia.

3. En el Antiguo Testamento, la narración de la caída del hombre, recogida en el


libro del Génesis, contiene una referencia a la actitud de antagonismo que Satanás
quiere comunicar al hombre para inducirlo a la transgresión (Cfr. Gen 3, 5).
También en el libro de Job (Cfr. Job 1, 11; 2,5.7), vemos que satanás trata de
provocar la rebelión en el hombre que sufre. En el libro de la Sabiduría (Cfr. Sab 2,
24), satanás es presentado como el artífice de la muerte que entra en la historia
del hombre juntamente con el pecado.

4. La Iglesia, en el Conc. Lateranense IV (1215), enseña que el diablo (satanás) y


los otros demonios 'han sido creados buenos por Dios pero se han hecho malos
por su propia voluntad'. Efectivamente, leemos en la Carta de San Judas: . a los
ángeles que no guardaron su principado y abandonaron su propio domicilio los
reservó con vínculos eternos bajo las tinieblas para el juicio del gran día' (Jds 6).
Así también en la segunda Carta de San Pedro se habla de 'ángeles que pecaron'
y que Dios 'no perdonó. sino que, precipitados en el tártaro, los entregó a las
cavernas tenebrosas, reservándolos para el juicio' (2, 4).Está claro que si Dios 'no
perdonó' el pecado de los ángeles, lo hace para que ellos permanezcan en su
pecado, porque están eternamente 'en las cadenas' de esa opción que han hecho
al comienzo, rechazando a Dios, contra la verdad del bien supremo y definitivo que
es Dios mismo. En este sentido escribe San Juan que: 'el diablo desde el principio
peca' (1 Jn 3, 3). Y ' él es homicida desde el principio y no se mantuvo en la
verdad, porque la verdad no estaba en él' (Jn 8, 44).

5. Estos textos nos ayudan a comprender la naturaleza y la dimensión del pecado


de satanás, consistente en el rechazo de la verdad sobre Dios, conocido a la luz de
la inteligencia y de la revelación como Bien infinito, amor, y santidad subsistente.El
pecado ha sido tanto más grande cuanto mayor era la perfección espiritual y la
perspicacia cognoscitiva del entendimiento angélico, cuanto mayor era su libertad y
su cercanía a Dios. Rechazando la verdad conocida sobre Dios con un acto de la
libre voluntad, satanás se convierte en 'mentiroso cósmico' y 'padre de la mentira'
(Jn 8, 44). Por esto vive la radical e irreversible negación de Dios y trata de
imponer a la creación, a los otros seres creados a imagen de Dios, y en particular a
los hombres, su trágica 'mentira sobre el Bien' que es Dios. En el libro del Génesis
encontramos una descripción precisa de esa mentira y falsificación de la verdad
sobre Dios, que satanás (bajo la forma de serpiente) intenta transmitir a los
primeros representantes del género humano: Dios sería celoso de sus
prerrogativas e impondría por ello limitaciones al hombre (Cfr. Gen 3, 5). Satanás
invita al hombre a liberarse de la imposición de este juego, haciéndose 'como Dios'.

6. En esta condición de mentira existencial satanás se convierte -según San Juan-


también en homicida, es decir, destructor de la vida sobrenatural que Dios había
injertado desde el comienzo en él y en las criaturas 'hechas a imagen de Dios': los
otros espíritus puros y los hombres; satanás quiere destruir la vida según la
verdad, la vida en la plenitud del bien, la vida sobrenatural de gracia y de amor. El
autor del libro de la Sabiduría escribe:. por envidia del diablo entró la muerte en el
mundo, y la experimentan los que le pertenecen' (Sab 2, 24). En el Evangelio
Jesucristo amonesta: . temed más bien a aquel que puede perder el alma y el
cuerpo en la gehena' (Mt 10,28).

7. Como efecto del pecado de los progenitores, este ángel caído ha conquistado
en cierta medida el dominio sobre el hombre.Esta es la doctrina constantemente
confesada y anunciada por la Iglesia, y que el Concilio de Trento ha confirmado en
el tratado sobre el pecado original (.): Dicha doctrina encuentra dramática
expresión en la liturgia del bautismo, cuando se pide al catecúmeno que renuncie
al demonio y a sus seducciones.Sobre este influjo en el hombre y en las
disposiciones de su espíritu (y del cuerpo) encontramos varias indicaciones en la
Sagrada Escritura, en las cuales satanás es llamado 'el príncipe de este mundo'
(Cfr. Jn 12, 31; 14, 30;16, 11) e incluso 'el Dios del siglo' (2 Cor 4, 4). Encontramos
muchos otros nombres que describen sus nefastas relaciones con el hombre:
'Belcebú' o 'Belial', 'espíritu inmundo', 'tentador', 'maligno' y finalmente 'anticristo' (1
Jn 4, 3). Se le compara a un 'león' (1 Pe 5, 8), a un 'dragón' (en el Apocalipsis) ya
una 'serpiente' (Gen 3). Muy frecuentemente para nombrarlo se ha usado el
nombre de 'diablo' del griego 'diaballein' -diaballein- (del cual 'diabolos'),que quiere
decir: causar la destrucción, dividir, calumniar, engañar. Y a decir verdad, todo esto
sucede desde el comienzo por obra del espíritu maligno que es presentado en la
Sagrada Escritura como una persona, aunque se afirma que no está solo: 'somos
muchos', gritaban los diablos a Jesús en la región de las gerasenos (Mc 5, 9); 'el
diablo y sus ángeles', dice Jesús en la descripción del juicio final (Cfr. Mt 25, 41).

8. Según la Sagrada Escritura, y especialmente el Nuevo Testamento, el dominio y


el influjo de Satanás y de los demás espíritus malignos se extiende al mundo
entero. Pensemos en la parábola de Cristo sobre el campo (que es el mundo),
sobre la buena semilla y sobre la mala semilla que el diablo siembra en medio del
grano tratando de arrancar de los corazones el bien que ha sido 'sembrado' en
ellos (Cfr. Mt 13, 38-39). Pensemos en las numerosas exhortaciones a la vigilancia
(Cfr. Mt 26, 41; 1 Pe 5, 8), a la oración y al ayuno (Cfr. Mt 17, 21). Pensemos en
esta fuerte invitación del Señor: 'Esta especie (de demonios) no puede ser
expulsada por ningún medio sino es por la oración' (Mc 9, 29).La acción de
Satanás consiste ante todo en tentar a los hombres para el mal, influyendo sobre
su imaginación y sobre las facultades superiores para poder situarlos en dirección
contraria a la ley de Dios. Satanás pone a prueba incluso a Jesús (Cfr. Lc 4, 3-13)
en la tentativa extrema de C contrastar las exigencias de la economía de la
salvación tal como Dios le ha preordenado.No se excluye que en ciertos casos el
espíritu maligno llegue incluso a ejercitar su influjo no sólo sobre las cosas
materiales, sino también sobre el cuerpo del hombre, por lo que se habla de
'posesiones diabólicas' (Cfr. Mc 5,2-9). No resulta siempre fácil discernir lo que hay
de preternatural en estos casos, ni la Iglesia condesciende o secunda fácilmente la
tendencia a atribuir muchos hechos e intervenciones directas al demonio; pero en
línea de principio no se puede negar que, en su afán de dañar y conducir al mal,
Satanás pueda llegar a esta extrema manifestación de su superioridad.

9. Debemos finalmente añadir que las impresionantes palabras del Apóstol Juan:
'El mundo todo está bajo el maligno' (1 Jn 5, 19), aluden también a la presencia de
Satanás en la historia de la humanidad, una presencia que se hace más fuerte a
medida que el hombre y la sociedad se alejan de Dios. El influjo del espíritu
maligno puede 'ocultarse' de forma más profunda y eficaz: pasar inadvertido
corresponde a sus 'intereses': La habilidad de Satanás en el mundo es la de inducir
a los hombres a negar su existencia en nombre del racionalismo y de cualquier
otro sistema de pensamiento que busca todas las escapatorias con tal de no
admitir la obra del diablo.Sin embargo, no presupone la eliminación de la libre
voluntad y de la responsabilidad del hombre y menos aún la frustración de la
acción salvífica de Cristo. Se trata más bien de un conflicto entre las fuerzas
oscuras del mal y las de la redención. Resultan elocuentes a este propósito las
palabras que Jesús dirigió a Pedro al comienzo de la pasión: . Simón, Satanás os
busca para ahecharos como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca
tu fe' (Lc 22,31).Comprendemos así por que Jesús en la plegaria que nos ha
enseñado, el 'Padrenuestro', que es la plegaria del reino de Dios, termina casi
bruscamente, a diferencia de tantas otras oraciones de su tiempo, recordándonos
nuestra condición de expuestos a las insidias del Maligno.El cristiano, dirigiéndose
al Padre con el espíritu de Jesús e invocando su reino, grita con la fuerza de la fe:
no nos dejes caer en la tentación, líbranos del Mal, del Maligno. Haz, oh Señor,
que no cedamos ante la infidelidad a la cual nos seduce aquel que ha sido infiel
desde el principio.

La acción de Satanás y la victoria de Cristo (20.VIII.86)

1. Nuestras catequesis sobre Dios, Creador de las cosas 'visibles e invisibles', nos
ha llevado a iluminar y vigorizar nuestra fe por lo que respecta a la verdad sobre el
maligno o Satanás, no ciertamente querido por Dios, sumo Amor y Santidad, cuya
Providencia sapiente y fuerte sabe conducir nuestra existencia a la victoria sobre el
príncipe de las tinieblas.Efectivamente, la fe de la Iglesia nos enseña que la
potencia de Satanás no es infinita. El sólo es una criatura, potente en cuanto
espíritu puro, pero siempre una criatura, con los límites de la criatura, subordinada
al querer y al dominio de Dios. Si Satanás obra en el mundo por su odio a Dios y
su reino, ello es permitido por la Divina Providencia que con potencia y bondad
('fortiter et suaviter') dirige la historia del hombre y del mundo. Si la acción de
Satanás ciertamente causa muchos daños -de naturaleza espiritual- e
indirectamente de naturaleza también física a los individuos y a la sociedad, él no
puede, sin embargo, anular la finalidad definitiva a la que tienden el hombre y toda
la creación, el bien. El no puede obstaculizar la edificación del reino de Dios en el
cual se tendrá, al final, la plena actuación de la justicia y del amor del Padre hacia
las criaturas eternamente 'predestinadas' en el Hijo-Verbo, Jesucristo. Más aún,
podemos decir con San Pablo que la obra del maligno concurre para el bien y sirve
para edificar la gloria de los 'elegidos' (Cfr. 2 Tim 2, 10).
2. Así toda la historia de la humanidad se puede considerar en función de la
salvación total, en la cual está inscrita la victoria de Cristo sobre 'el príncipe de este
mundo' (Jn 12, 31; 14, 30; 16, 11). 'Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo servirás'
(Lc 4, 8), dice terminantemente Cristo a Satanás.En un momento dramático de su
ministerio, a quienes lo acusaban de manera descarada de expulsar los demonios
porque estaba aliado de Belcebú, jefe de los demonios, Jesús responde aquellas
palabras severas y confortantes a la vez :'Todo reino en sí dividido será desolado y
toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás, está
dividido contra sí: ¿cómo, pues, subsistirá su reino?. Mas si yo arrojo a los
demonios con el poder del espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros
el reino de Dios' (Mt 12, 25-26. 28). 'Cuando un hombre fuerte bien armado guarda
su palacio, seguros están sus bienes; pero si llega uno más fuerte que él, le
vencerá, le quitará las armas en que confiaba y repartirá sus despojos' (Lc 11, 21-
22). Las palabras pronunciadas por Cristo a propósito del tentador encuentran su
cumplimiento histórico en la cruz y en la resurrección del Redentor. Como leemos
en la Carta a los Hebreos, Cristo se ha hecho partícipe de la humanidad hasta la
cruz 'para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, y librar a aquellos que estaban toda la vida sujetos a servidumbre' (Heb 2,
14-15). Esta es la gran certeza de la fe cristiana: 'El príncipe de este mundo ya
está juzgado' (Jn 16, 11); 'Y para esto apareció el Hijo de Dios, para destruir las
obras del diablo' (1 Jn 3, 8), como nos atestigua San Juan. Así, pues, Cristo
crucificado y resucitado se ha revelado como el 'más fuerte' que ha vencido 'al
hombre fuerte', el diablo, y lo ha destronado.De la victoria de Cristo sobre el diablo
participa la Iglesia: Cristo, en efecto, ha dado a sus discípulos el poder de arrojar
los demonios (Cfr. Mt 10,1, y paral.; Mc 16, 17). La Iglesia ejercita tal poder
victorioso mediante la fe en Cristo y la oración (Cfr. Mc 9, 29; Mt 17, 19 ss.), que en
casos específicos puede asumir la forma de exorcismo.

3. En esta fase histórica de la victoria de Cristo se inscribe el anuncio y el inicio de


la victoria final, la parusía, la segunda y definitiva venida de Cristo al final de la
historia, venida hacia la cual está proyectada la vida del cristiano. También si es
verdad que la historia terrena continúa desarrollándose bajo el influjo de 'aquel
espíritu que -como dice San Pablo- ahora actúa en los que son rebeldes' (Ef 2, 2),
los creyentes saben que están llamados a luchar para el definitivo triunfo del bien:
'No es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra
las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los
espíritus malos de los aires' (Ef 6, 12).

4. La lucha, a medida que se avecina el final, se hace en cierto sentido siempre


más violenta, como pone de relieve especialmente el Apocalipsis, el último libro del
Nuevo Testamento (Cfr. Ap 12, 7-9). Pero precisamente este libro acentúa la
certeza que nos es dada por toda la Revelación divina: es decir, que la lucha se
concluirá con la definitiva victoria del bien. En aquella victoria, precontenida en el
misterio pascual de Cristo, se cumplirá definitivamente el primer anuncio del
Génesis, que con un término significativo es llamado proto-Evangelio, con el que
Dios amonesta a la serpiente: 'Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer' (Gen
3, 15). En aquella fase definitiva, completando el misterio de su paterna
Providencia, 'liberará del poder de las tinieblas' a aquellos que eternamente ha
'predestinado en Cristo' y les 'transferirá al reino de su Hijo predilecto' (Cfr. Col 1,
13-14). Entonces el Hijo someterá al Padre también el universo, para que 'sea Dios
en todas las cosas' (1 Cor 15, 28).

5. Con ésta se concluyen las catequesis sobre Dios Creador de las 'cosas visibles
e invisibles', unidas en nuestro planteamiento con la verdad sobre la Divina
Providencia. Aparece claro a los ojos del creyente que el misterio del comienzo del
mundo y de la historia se une indisolublemente con el misterio del final, en el cual
la finalidad de todo lo creado llega a su cumplimiento. El Credo, que une así
orgánicamente tantas verdades, es verdaderamente la catedral armoniosa de la
fe.De manera progresiva y orgánica hemos podido admirar estupefactos el gran
misterio de la inteligencia y del amor de Dios, en su acción creadora, hacia el
cosmos, hacia el hombre, hacia el mundo de los espíritus puros. De tal acción
hemos considerado la matriz trinitaria, su sapiente finalidad relacionada con la vida
del hombre, verdadera 'imagen de Dios', a su vez llamado a volver a encontrar
plenamente su dignidad en la contemplación de la gloria de Dios. Hemos recibido
luz sobre uno de los máximos problemas que inquietan al hombre e invaden su
búsqueda de la verdad: el problema del sufrimiento y del mal. En la raíz no está
una decisión errada o mala de Dios, sino su opción, y en cierto modo su riesgo, de
crearnos libres para tenernos como amigos. De la libertad ha nacido también el
mal. Pero Dios no se rinde, y con su sabiduría transcendente, predestinándonos a
ser sus hijos en Cristo, todo lo dirige con fortaleza y suavidad, para que el bien no
sea vencido por el mal.

Cortesía de: José Gálvez Krüger


Director de la Revista de Humanidades
“Studia Limensia”

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la existencia de seres espirituales,


no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una
verdad de fe.

Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Como criaturas
puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e
inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de
su gloria da testimonio de ello. Cristo "con todos sus ángeles"
Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen y más aún
porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación.

Desde la creación y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos,


anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su
realización. Es el ángel Gabriel quien anuncia el nacimiento del Precursor y el de
Jesús.

Los Ángeles
 ¿Quiénes son los ángeles?

Los Arcángeles:

 Fiesta de San Miguel, San Rafael y San Gabriel


 San Miguel Arcángel
 San Rafael Arcángel
 San Gabriel Arcángel

Los Ángeles Custodios o Ángeles de la Guarda

 Los Ángeles Custodios o Guardianes


 Fiesta de los Ángeles Custodios

Imágenes:

 Imágenes de San Miguel Arcángel


 Imágenes de San Gabriel Arcángel
 Imágenes de San Rafael Arcángel
 Banco de imágenes

Oraciones:

 Oración al Santo Ángel de nuestra guarda


 Oración al ángel de la guarda
 Novena del Santo Ángel de la Guarda
 Conjuración a los Santos Angeles
 Himno de Laudes al Santo Ángel de la Guarda
 Invocaciones al Santo Ángel de la Guarda
 Letanía de los ángeles guardianes
 Oración a San Gabriel
 Oración a San Miguel Arcángel
 Oración a San Miguel Arcángel (2)
 El Rosario de San Miguel o Corona Angélica
 Corona Angélica del Arcángel San Miguel
 Gozos a San Miguel
 Oraciones de León XIII a San Miguel Arcángel
 Oración a San Rafael Arcángel

Reflexiones y recursos:

 Historia del Mundo Angélico del Padre José Antonio Fortea


 Catequesis de Juan Pablo II sobre ángeles y demonios
 La angelología en Daniel
 La Jerarquía celeste
 Tratado sobre los ángeles - Tomás de Aquino - Suma Teológica
 Los ángeles en los relatos bíblicos
 Comulgar con los ángeles
 Himno de los querubines (Rachmaninov)
 Cantos Gregorianos de la Misa en la Fiesta de los Santos Miguel, Rafael y
Gabriel, Arcángeles. (29 de septiembre)

¿Quiénes son los Ángeles?

La etimología de la palabra "ángel" procede del latín angelus, y este a su vez del
griego ágguelos o mal'akj en hebreo, que quiere decir "mensajero" o "servidor" de
Dios (Hebreos 1,7). El Papa San Pío X decía que "los ángeles son las criaturas
más nobles creadas por Dios"; son inmortales, tienen voluntad propia, poseen
conocimientos más amplios y su poder es muy superior a los hombres (Salmo
103,20; 2Pedro 2,11). Su apariencia puede ser como un relámpago, y sus
vestiduras blancas como la nieve (Mateo 28,3); además están siempre en la
presencia del Padre Eterno(Mateo 18,10), y constituyen su ejército celestial (Salmo
148,2). Sobre su número las Escrituras aclaran que son "millones de millones"
(Daniel 7,10; Apocalipsis 5,11). Santo Tomás de Aquino enseñaba que los ángeles
fueron creados antes que el hombre, porque un ángel rebelde a Dios, fue el
culpable de la caída de nuestros primeros padres. Se admite entonces que el
Padre del cielo los creó en un principio, cuando sacó de la nada el universo
(Concilio de Letrán, 1215). Hay en estos seres espirituales tres instantes: su
creación, la prueba de obediencia a que fueron sometidos por Dios, y el premio en
el cielo para los ángeles buenos, y el castigo en el infierno para los ángeles malos.

San Gregorio Magno afirmaba que "casi todas las páginas de la revelación escrita,
dan testimonio de los ángeles". En la Biblia se registran cerca de 400 veces; tanto
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En la vida del Hijo de Dios, se
encuentran desde su nacimiento en el portal de Belén, hasta su triunfante
resurrección en Jerusalén, y regreso al cielo. Por eso, Cristo Jesús es superior a
todos ellos (Hebreos 1,4), creados por él ( Colosenses 1,16); y sometidos bajo su
autoridad y poder (1Pedro 3,22).

San Miguel, San Rafael y San Gabriel


29 de Setiembre

SAN MIGUEL ARCÁNGEL

La fiesta a la que nos referimos hoy, se ha celebrado con gran


solemnidad a fines de setiembre, desde el siglo sexto por lo
menos. El Martirologio Romano afirma que la festividad se
celebra la dedicación de una Basílica en honor de San Miguel, a
unos 10 kilómetros al norte de Roma. En el oriente, donde antaño se tenia al
arcángel como protector de los enfermos (actualmente se le considera como
Capitán de las legiones celestiales y Patrón de los soldados), la veneración a San
Miguel es todavía mas antigua.

Aunque solamente a San Miguel se le menciona como titular de la festividad, en


las oraciones que pronuncia los fieles en la misa también están comprendidos
todos los ángeles y buenos y el glorioso ángel tutelar de la Iglesia.. En esas
oraciones se pide que demos gracias a Dios por la gloria de que gozan los ángeles
y que nos alegremos de felicidad, así como también, se nos invita a honrar a los
ángeles y a implorar su intercesión y ayuda.

SAN GABRIEL ARCANGEL

Por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, se ordenó que


la fiesta de San Gabriel Arcángel fuera considerada en el futuro
como doble de primera clase, a partir del 24 de marzo, para toda
la Iglesia occidental. Según el profeta Daniel (IX, 21) fue Gabriel
el que anunció le anunció el tiempo de la venida del Mesías; que
fue él, de nuevo, quien se apareció a Zacarías "estando de pie a
la derecha del altar del incienso" (Lucas 1, 10-19), para darle a conocer el futuro
nacimiento del Precursor y finalmente, que el arcángel como embajador de Dios,
fue enviado a María, en Nazaret para proclamar el misterio de la Encarnación. Es
por lo tanto apropiado que Gabriel sea honrado en este día que precede a la fiesta
de la Anunciación de la Santísima Virgen. Por otro lado, existe evidencia
arqueológica que el culto de San Gabriel no es en ningún sentido una innovación;
hay muchas representaciones del ángel en el arte primitivo cristiano, tanto de
oriente como de occidente. Este mensajero del cielo es también el santo patrón de
los que trabajan en los servicios postales, de telégrafos y teléfonos.

SAN RAFAEL ARCANGEL

La Biblia sólo menciona por su nombre a tres de los siete


Arcángeles que, según la tradición judío cristiana, se hallan más
cerca del trono de Dios: Miguel, Gabriel y Rafael.

En el Libro de Tobías se cuenta que Dios envió a San Rafael a


ayudar al anciano Tobías, quien estaba ciego y se hallaba en una
gran aflicción, y a Sarah, la hija de Raquel, cuyos siete maridos habían muerto la
noche del día bodas. San Rafael tomó la forma humana y se hizo llamar Azarías.
Éste, acompañó a Tobías en su viaje, le ayudó en sus dificultades y le explicó
cómo podía casarse con Sarah sin peligro alguno. En el libro de Tobías él mismo
Arcángel se describe como "uno de los siete que están en la presencia del Señor".

Arcángel, San Miguel


Icono de San Miguel Arcángel

(Hebreo “¿Quién como Dios?”)


San Miguel es uno de los principalesángeles; su nombre era el grito de guerra de los
ángeles buenos en la batalla librada en el cielo en contra del enemigo y sus seguidores.
Su nombre se encuentra cuatro veces en la Escritura:

(1) Daniel 10,13-21:Gabriel le dice a Daniel, cuando él le pide a Dios que le permita a
losjudíos volver a Jerusalén: "El Ángel (B.D., príncipe) del Reino de Persiame ha hecho
resistencia… pero Miguel, uno de los Primeros Príncipes, ha venido en mi ayuda… Nadie
me presta ayuda para esto, excepto Miguel, vuestro Príncipe.”
(2) Daniel 12: el Ángel, hablando del fin del mundo y del Anticristo dice: “En
aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo."

(3) En la epístola católicade San Judas 1,9: “En cambio el arcángel Miguel, cuando
altercaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés, etc.” San Judas alude a la
antigua tradición judía de una disputa entre San Miguel y Satanás sobre el cuerpo de
Moisés, un relato de lo cual también se puede encontrar en el libro apócrifo de la asunción
de Moisés (Orígenes, "De principiis", III.2.2). San Miguel escondió la tumba de Moisés; sin
embargo Satanás al destaparla, trató de seducir al pueblo judío al pecado del culto a los
héroes. San Miguel también custodia el cuerpo de Eva, de acuerdo a la “Revelación de
Moisés” (“Evangelios Apócrifos”, etc., ed. A. Walker, Edimburgo, p.647).
(4) Apocalipsis 12,7: “Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles
combatieron con el Dragón.”San Juan habla del gran conflicto al final de los tiempos, que
refleja también la batalla en el cielo al principio de los tiempos. De acuerdo a los Padres a
menudo hay controversia sobre San Miguel en la Escritura donde no se menciona su
nombre. Dicen que él era el querubín que estuvo en la puerta del paraíso, “para guardar el
camino del árbol de la vida” (Gén. 3,24), el ángel a través de quien Dios publicó
el Decálogopara su pueblo escogido, el ángel que se puso en el camino para estorbarle
a Balaam (Núm. 22,22 ss.), el ángel que puso en fuga al ejército de Senaquerib
(2 Ry. 19,35).
Según estos pasajes bíblicos, latradición cristiana le da a San Miguel cuatro oficios:

• Pelear contra Satanás.

• Rescatar las almas de los fieles del poder del enemigo, especialmente a la hora de la
muerte.

• Ser el campeón del pueblo de Dios: los judíos en la antigua Ley, los cristianos en
el Nuevo Testamento; por lo tanto él era el patrón de la Iglesia, y de la orden de
caballeros durante la Edad Media.

• Llamar de la tierra y traer las almas de los hombres a juicio (signifer S. Michael
repraesentet eas in lucam sanctam, Offert. Miss Defunct. "Constituit eum principem super
animas suscipiendas", Antiph. off. Cf. El Pastor de Hermas, III, Simil. 7, 3).
Las opiniones varían en cuanto a su rango en la jerarquía celestial. San Basilio (Hom. de
angelis) y otros Padres Griegos, también Salmeron,Bellarmine, etc., ubican a San Miguel
sobre todos los ángeles; dicen que se le llama “arcángel” porque es el príncipe de los
demás ángeles. Otros (cf. P. Buenaventura, op. cit.) creen que es el príncipe de
los serafines, el primero de los nueve órdenes angélicos. Pero, de acuerdo a Santo
Tomás (Summa, Ia:113:3) él es el príncipe del último y más bajo coro, los ángeles.
La liturgia romana parece seguir a los Padres Griegos; lo llama Princeps militiae coelestis
quem honorificant angelorum cives. Elhimno del Breviario Mozárabe ubica a San Miguel
incluso sobre los veinticuatro ancianos. La liturgia griega lo llama Archistrategos, "general
altísimo" (cf. Menaea, 8 nov. y 6 sept.).

VENERACION
Habría sido natural para San Miguel, defensor del pueblo judío, ser el defensor de
los cristianos, dándoles la victoria en la guerra contra sus enemigos. Sin embargo, los
primeros cristianos reconocieron a algunosmártires como sus patrones militares: San
Jorge, San Teodoro, San Demetrio, San Sergio, San Procopio, San Mercurio, etc; pero a
San Miguel le dieron el cuidado de sus enfermos. En Frygia, el lugar donde
fue venerado por primera vez, su prestigio como sanador angelical obscureció su
interposición en asuntos militares. Él fue desde los primeros tiempos el centro
del verdadero culto a los santos ángeles. Latradición relata que en los primeros tiempos
San Miguel hizo surgir un manantial medicinal en Chairotopa, cerca de Colosas, donde
todos los enfermos que se bañaban allí, invocando a la Santísima Trinidad y a San
Miguel, se curaban.
Más famosos aún son los manantiales que se dice San Miguel hizo surgir de la roca
en Colosas (Chonae, la actual Khonas, en el Lico). Los paganos dirigieron un arroyo
contra el santuario de San Miguel para destruirlo, pero el arcángel dividió la roca con un
trueno, para darle un nuevo lecho a la corriente, y santificó para siempre las aguas que
venían de la quebrada. Los griegos afirman que esta aparición tuvo lugar a mediados del
siglo I, y celebran una fiesta en conmemoración de esto el 6 de septiembre (Analecta
Bolland., VIII, 285-328). También en Pitia en Bitinia y en todas partes de Asia, los
manantiales termales eran dedicados a San Miguel.

De la misma manera en Constantinopla, san Miguel era considerado el gran médico


celestial. Su santuario principal, el Michaelion, estaba en Sosthenion, casi 50 millas al sur
de Constantinopla; ahí se dice que el arcángel se le apareció al EmperadorConstantino.
Los enfermos dormían en esa iglesia de noche, esperando una manifestación de San
Miguel; allí su fiesta se celebraba el 9 de junio. Otra famosa iglesia estaba dentro de los
muros de la ciudad, en los baños termales del Emperador Arcadio; ahí la sinaxis del
arcángel se celebraba el 8 de noviembre. Esta fiesta se propagó por toda la Iglesia
Griega, y las Iglesias de Siria, Armenia y Alejandría también la adoptaron; ahora es la
principal fiesta de San Miguel en el Oriente. Se pudo haber originado en Frigia, pero su
estación en Constantinopla fue las Termas de Arcadio (Martinov, “Annus Graeco-
slavicus”, 8 nov.). Otras fiestas de San Miguel en Constantinopla eran: 27 de octubre, en
la iglesia “Promotu”; 18 de junio, en la iglesia de San Julián, en el Foro; y el 10 de
diciembre en Athae.

Los cristianos de Egipto, pusieron al río que les daba la vida, el Nilo, bajo la protección de
San Miguel; adoptaron la fiesta griega y la celebraban el 12 de noviembre; el día 12 de
cada mes, celebraban una conmemoración especial al arcángel, pero el 12 de junio,
cuando el río comenzaba a crecer, guardaban como feriado de obligación de la fiesta de
San Miguel “por la crecida del Nilo”, euche eis ten symmetron anabasin ton potamion
hydaton.

En Roma, el Sacramentario Leonino (siglo VI) tiene el "Natale Basilicae Angeli via
Salaria", 30 de septiembre; de las cinco Misas para la celebración, tres mencionan a San
Miguel. El Sacramentario Gelasiano (siglo VII) da la fiesta S. Michaelis Archangeli, y el
Sacramentario Gregoriano (siglo VIII), Dedicatio Basilionis S. Angeli Michaelis, 29 de
septiembre. Un manuscrito también añade aquí “via salaria” (Ebner, "Miss. Rom. Iter
Italicum", 127). Esta iglesia de la Via Salaria estaba a seis millas al norte de la ciudad; en
el siglo IX fue llamada Basilica Archangeli in Septimo (Armellini, "Chiese di Roma", p. 85),
la cual desapareció hace doscientos años. En Roma también se le dio a San Miguel el rol
de médico celestial. De acuerdo a una leyenda (¿apócrifa?) del siglo X, él se apareció
sobre los Moles Hadriani (Castel di S. Angelo), en el 650, durante la procesión que
realizó San Gregorio en contra de la pestilencia, lo cual hizo cesar la plaga. El Papa San
Bonifacio IV (608-15) construyó en los Moles Hadriani una iglesia en honor a él, a la que
llamó St. Michaelis inter nubes (in summitate circi).

Bien conocida es la aparición de San Miguel (c. 494 o 530-40), como se relata en
el Brevario Romano, el 8 de mayo, en su famoso santuario en el Monte Gárgano, donde le
fue restaurada su gloria original como patronode la guerra. Los lombardos de Sipontum
(Manfredonia) le atribuyen su victoria sobre los griegos napolitanos, el 8 de mayo de 663,
a suintercesión. En conmemoración de esta victoria la iglesia de Sipontuminstituyó una
fiesta especial en honor del arcángel, el 8 de mayo, que se ha esparcido por toda
la Iglesia Latina, y ahora es llamada (desde el tiempo de Pío V) "Apparitio S. Michaelis",
aunque originalmente no conmemoraba la aparición, sino la victoria.

En Normandía San Miguel es el patrón de los marineros en su famoso santuario de Mont-


Saint-Michel, en la diócesis de Coutances. Se dice que apareció ahí en el año 708, a San
Auberto, obispo de Avranches. En Normandía su festividad "S. Michaelis en periculo
maris" o "en Monte Tumba", se celebraba universalmente el 18 de octubre, el aniversario
de la dedicación de la primera iglesia, 16 de octubre del 710; la fiesta luego se confinó a
la Diócesis de Coutances. En Alemania, luego de su evangelización, San Miguel
reemplazó para los cristianos al dios paganoWotan, a quien se consagraron muchas
montañas, por ende las numerosas capillas de San Miguel en toda Alemania.

Se dice que los himnos del Oficio Romano fueron compuestos porRábanus
Mauro de Fulda (m. 856). En el arte San Miguel es representado como guerrero angélico,
armado con un casco, espada y escudo (frecuentemente la armadura presenta la
inscripción en latín: Quis ut deus), parado sobre el dragón, a quien a veces clava con una
lanza. También sostiene un par de balanzas en donde pesa las almas de los difuntos (cf.
Rock, “The Church of Our Fathers”, III, 160), o el libro de la vida, para demostrar que él
toma parte en el juicio. Su fiesta (29 de septiembre), en la Edad Media era celebrada
como un feriado de precepto, pero junto con otras fiestas fue gradualmente abolida desde
el siglo XVIII (ver fiestas eclesiásticas). El Día de San Miguel, en Inglaterray otros países,
es uno de los días trimestrales regulares para el ajustamiento de rentas y cuentas; pero
ya no es notable por la hospitalidad con que se celebraba antes. En
algunas parroquias (Isle de Skye) tenían una procesión en este día y preparaban un
pastel, llamado la hogaza de San Miguel.

Fuente: Holweck, Frederick. "St. Michael the Archangel." The Catholic Encyclopedia. Vol.
10. New York: Robert Appleton Company, 1911.
<http://www.newadvent.org/cathen/10275b.htm>.

Traducido por Armando Teullet Llaza. L H M

Arcángel, San Rafael


Arcángel San Rafael. Iglesia de San Pedro. Lima, Perú

El nombre de este arcángel (Raphael = “Medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”) no


aparece en las Escrituras Hebreas ni en el Septuagenario; solamente en el Libro de
Tobías. Aquí aparece primero disfrazado en forma humana, como el viajero acompañante
del hijo de Tobías, llamándose a si mismo “Azarías el hijo del gran Ananías”. La historia
de esta travesía esta llena de aventuras, y en ella es visible la influencia protectora del
ángel que se muestra de diferentes maneras, incluyendo la atadura “en el desierto del alto
Egipto” del demonio quien previamente había matado a siete esposos de Sara, hija de
Raquel, y que es pintorescamente relatada en Tobías 5-11.
Luego del retorno y la curación de la ceguera de Tobías, Azarías se hace llamar “el ángel
Rafael, uno de los siete que se paran ante el Señor” (Tob., xii, 15. Cf. Apoc., viii, 2). De
estos siete “arcángeles” que aparecen en la angelología del Judaísmo post-exilio, solo
tres, Gabriel, Miguel y Rafael son mencionados en las Escrituras canónicas. Los otros, de
acuerdo al Libro de Enoc (cf. xxi) son Uriel, Raguel, Sariel y Jerahmeel, mientras que de
otras fuentes apócrifas obtenemos los nombres de Izidkiel, Hanael y Kepharel, en vez de
los últimos tres en la lista anterior.

En cuanto a las funciones atribuidas a Rafael, tenemos un poco más que su declaración a
Tobías, que cuando el último estuvo ocupado en su trabajo de misericordia y caridad, él
(Rafael) ofreció sus plegarias al Señor, ya que él fue enviado por el Señor para curar a
Tobías de su ceguera y para sacar a Sara, la esposa de su hijo, de las garras del
demonio. La categoría judía de los arcángeles es reconocida en el Nuevo Testamento (I
Thess., iv, 15; Judit, 9), pero solo Gabriel y Miguel son mencionados en nombre. Sin
embargo, muchos comentadores identifican a Rafael con el “ángel del Señor” mencionado
en Juan 5. Esta conjetura se basa en la importancia del nombre y en el rol de curación
atribuido a Rafael en el Libro de Tobías. La Iglesia asigna la fiesta de San Rafael el 24 de
octubre. Los himnos del Oficio llaman a su poder de curación y a su victoria sobre el
demonio. Las enseñanzas del primer Nocturno y de las Antífonas del Oficio completo son
tomadas del Libro de Tobías, y las enseñanzas del segundo y tercer Nocturno de los
trabajos de San Agustín, viz. para el segundo Nocturno un sermón de Tobías (sermón I en
el quinceavo domingo), y para el tercer, una homilía del verso de apertura de Juan, v. La
lectura bíblica en la Misa es tomada del capítulo 12 de Tobías, y el Evangelio de Juan 5:1-
4, refiriéndose a la piscina llamada probática, donde la multitud de enfermos yacía
esperando la agitación del agua, ya que el “ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a
la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua,
quedaba curado de cualquier mal que tuviera”. Así las conjeturas hechas antes por los
comentadores son confirmadas por la Liturgia oficial de la Iglesia.

Vigouroux, Dict. de la Biblia, s. V. Rafael

JAMES F. DRISCOLL Transcrito por Sean Hyland Traducido por Alonso Teullet
Arcángel, San Gabriel

"Fortitudo Dei" (Fortaleza de Dios), uno de los tres arcángeles mencionados en la Biblia.
Sólo se registran cuatro apariciones de Gabriel:
En Dn VIII, explica la visión del carnero y del macho cabrío como presagiando la
destrucción del Imperio Persa por el Macedonio Alejandro Magno, y que posterior a su
muerte el reino sería divido entre sus generales. De uno de ellos nacería Antioco Epifanio.

En el capítulo IX, luego de que Daniel había rezado por Israel , leemos que "aquél varón
Gabriel. se me acercó en rápido vuelo" y le comunicó la misteriosa profecía de las
"setenta semanas" de años que deben pasar antes de la venida de Cristo. En el capítulo
x, no queda claro si es que el ángel es Gabriel o no, pero de cualquier manera podemos
atribuirle la maravillosa descripción de los versículos 5 y 6. En N.T. predice a Zacarías el
nacimiento del Precursor, y a María la Madre de Nuestro Salvador.

Es el ángel de la Encarnación y del Consuelo, y en la tradición cristiana Gabriel es


siempre el ángel de la misericordia mientras que Miguel es más bien el del juicio. Al el
tiempo del mismo, la de en de incluso Biblia, es de Gabriel, del acuerdo contra el nombre
del su, el poder de del de ángel de Dios, y es importante notar la frecuencia con la que
tales palabras como: "grande", "pueda", "poder", y "fuerza" aparecen en los pasajes
referidos anteriormente. Los judíos parecen haber insistido particularmente en este rasgo
del carácter de Gabriel, y es recordado por ellos como el ángel del juicio, mientras que
Miguel es llamado el ángel de la misericordia. Así, atribuyen a Gabriel la destrucción de
Sodoma y de las huestes Senaquerib, sin embargo también lo recuerdan como el ángel
que enterró a Moisés, y como el enviado a marcar la figura Tau en la frente del elegido
(Ez, 4). En literatura judía posterior se consideraba que los nombres de los ángeles tenían
una eficacia peculiar, y el Museo Británico posee unos recipientes con inscripciones de
sortilegios en Hebreo, Arameo y Sirio en las que aparecen los nombres de Miguel, Rafael
y Gabriel. Estos recipientes fueron encontrados en Hillah, lugar de Babilonia, y constituye
una interesante reliquia de la obsesión judía. En literatura apócrifa cristiana los mismos
nombres aparecen, cf. Enoc, IX, y el Apocalipsis de la Virgen María.

Como ha sido recalcado, Gabriel es mencionado sólo en dos oportunidades en el Nuevo


Testamento, pero no es razonable suponer con la tradición cristiana que es él quien se
apareció a San José y a los pastores, y también que fue él quien "fortaleció" a nuestro
Señor en el jardín (cf. El himno para Laudes del 24 de Marzo). Gabriel es generalmente
llamado sólo arcángel, pero la expresión usada por San Rafael, "yo soy el ángel Rafael,
uno de los siete que asistimos delante del Señor" (Tob XII, 15) y las propias palabras de
San Gabriel, "Yo soy Gabriel que asisto a la vista de Dios" (Lc, 1, 19), han llevado a
algunos a pensar que estos ángeles deben pertenecer al mayor rango; pero esto se
explica generalmente refiriéndose a su rango como el mayor de los mensajeros de Dios, y
no ubicándolos entre los Serafines y Querubines (cf. St. Tomás, I, Q. CXII, a.3; III, Q.
XXX, a.2, ad 4um).
Adicionalmente a la literatura contenida en ÁNGEL in en los diccionarios bíblicos, vea
PUSEY, El Profeta Daniel (Londres, 1868); EDERSHEIM, Jesús el Mesías (Londres y
Nueva York, 1890), Apéndice. XIII; H. CROSBY, Miguel y Gabriel en Revisión Homilética
(1890), XIX, 160-162; BARDENHEWER, Mariä-Verkündigung en Bibl. Studien, X, 496
sqq.
HUGH POPE

Transcrito por Sean Hyland Traducido por Armando Llaza Corrales


Los Ángeles Guardianes

El Papa Juan XXIII dice que nuestra fe nos enseña que ninguno de nosotros está
solo, porque desde el mismo instante en que un alma es creada por Dios para un
nuevo ser humano - especialmente desde que la gracia de los sacramentos lo
envuelve con su luz inefable - un Ángel perteneciente a las santas falanges de los
espíritus celestes, es llamado para permanecer a su lado durante todo su
peregrinaje terrestre.

No debemos olvidar nunca la presencia de nuestro Ángel Guardián, de ese


príncipe celeste, que jamás debe enrojecer por causa nuestra. El respeto por su
presencia supone una continencia siempre respetuosa y deferente, un homenaje
conforme a la dignidad del cristiano, Templo del Espíritu Santo, amigo de
Jesucristo, admitido a la comunión del Cuerpo y Sangre divinos, después de haber
sido regenerados por el agua del bautismo.

El Ángel Guardián no esta solamente presente, sino que su compañía desborda de


ternura y de amor, lo que requiere de parte nuestra, frente a ellos, un amor pleno
de ternura; es decir, de devoción. La devoción agrega un elemento más a la piedad
filial, incluso en aquella que practicamos y mostramos para con Dios. Una piedad
devota quiere decir, una piedad delicada que conlleva la donación de toda el alma,
de todo el corazón.

El Ángel de Dios está siempre con nosotros, con su solicitud y su afecto


excepcional. Es necesario, por tanto serle devoto. La devoción se actualiza en la
práctica de la oración cotidiana, en la invocación al iniciar y al terminar la jornada,
pero también a todo lo largo del día; especialmente cuando las cosas son un poco
complicadas y difíciles.
Compilado por: José Gálvez Krüger
Director de la Revista de Humanidades
“Studia Limensia”

Fiesta de los Ángeles Custodios


2 de Octubre

En la Biblia la palabra Ángel significa "Mensajero", un espíritu


purísimo que está cerca de Dios para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus
mensajes a los seres humanos.
En el siglo II el gran sabio Orígenes señalaba que "los cristianos creemos que a
cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja".

En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno tiene un ángel
custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega a llamar a la
puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, ellos creen al
principio, que no es Pedro en persona y exclaman: "Será su ángel" (Hechos 12,
15).

En el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los Ángeles de la Guarda y


desde el año 1111 existe una oración muy famosa al Ángel de la Guarda. Dice así:
"Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián,
custodiame en este día (o en esta noche) ilumina mi entendimiento, dirige mis
afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás ofenda a Dios Señor. Amen.

Y en el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a toda la Iglesia universal la fiesta de


los Ángeles Custodios y la colocó el día 2 de octubre.

La angelología en Daniel
13

Bertrand de Margerie S.J.

Traducido del francés


por José Gálvez Krüger (Studia Limensia) para ACI Prensa

Las apariciones de los Ángeles en el libro de Daniel no son, en el universo bíblico,


una novedad. Se les encontraba ya en Gn 18-19, Zacarías y Tobías (12, 15:
Rafael).

En Daniel, es su multitud lo que sorprende, lo mismo que dos ángeles individuales:


Gabriel y Miguel. Volvemos a encontrar a ambos en el Nuevo testamento. A
Gabriel como mensajero de las Revelaciones divinas (en Lucas), Miguel como
defensor del pueblo de Dios (en el Apocalipsis).

En los escritos bíblicos anteriores (como Pentateuco, Profeta, Escritos), se ve ya a


Yahvé presidir un consejo de seres celestes, sus servidores y mensajeros
potenciales. Gabriel es, a la vez, un revelador y u ángel intérprete.
Se puede pensar que la angelología “exuberante” de Daniel, influenciando la del
Apocalipsis joánica, jugó un rol en la evolución de la doctrina de la Iglesia sobre los
Ángeles guardianes al servicio de cada bautizado y de su salvación eterna.
Recordemos, en particular, el numeral 336 del Catecismo de la Iglesia Católica:
Desde el comienzo hasta el tránsito, la vida humana esta rodeada de su
intercesión. Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para
conducirlo a la vida. Desde aquí abajo, la vida cristiana participa, en la fe, en la
sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios”.

El libro de Daniel presupone, también, que las naciones terrestres tienen en el cielo
Ángeles guardianes. Entre los innumerables Ángeles que circundan a Yahvé, está
el del reino Persa (10, 13). Este ángel, según la Biblia de Osty, trató de
obstaculizar la ruta al hombre vestido de lino para impedir la transmisión de un
mensaje de muerte para el país que protege (cf. Dt 32, 8 texto griego; y sobre todo
Si 17, 17: “A cada nación le presentó un jefe”)

En la continuidad de la tradición israelita (Jue 5, 20; Job 38, 7) y aun de la


mitología cananea (para los textos ugaríticos las estrellas aparecían como
miembros del consejo divino) las estrellas se identifican con las fuerzas angélicas.
Brillar como estrellas significa unir esas fuerzas angélicas. En el judaísmo inter-
testamentario, los justos están frecuentemente considerados como compañeros de
los Ángeles después de la muerte, los justos son considerados, frecuentemente,
como compañeros de los Ángeles después de la muerte (cf Dn 12).

La formulación de la resurrección con referencia a las estrellas sugiere incluso una


relación con la convicción helenística, muy extendida, de la inmortalidad astral.
Daniel adaptó el pensamiento helenístico a las concepciones israelitas
tradicionales. Los judíos no pensaban que las estrellas fuesen dioses pero veían
en ellas a los miembros del respetadísimo consejo angélico de Yahvé: los justos.

El libro de Daniel en sus relaciones con los libros de los Macabeos y los
Sabios
Los libros de los Macabeos se sitúan en el clima y las tradiciones de la guerra
santa.

El primero supone una sinergia entre el Señor y sus ejércitos, por un lado, la
libertad y las fuerzas humanas de los Macabeos, por el otro. Dios se bate con las
espadas de los Macabeos. Por consecuencia, el libro concede una gran
importancia a su acción militar. Encontramos en ese libro los valores esenciales
que inspiraron a los zelotes, comprendidos en las revueltas judías contra Roma.
Los héroes de la revuelta son guerreros poderosos. Se acentúa la sujeción a la ley.

En Macabeos II el acento se pone en el Templo. El rol humano en la guerra santa


no está limitado a la acción militar. Ese segundo libro habla extensamente de la
muerte de los mártires (caps. 6 y 7). Los guerreros no sólo están para contribuir a
la victoria. Los que sufren cumplen un rol.

Daniel se sitúa al interior de las tradiciones de la guerra santa. La situación política


de la guerra santa. La situación política, como es vista por Daniel, implica, no sólo,
los conflictos de los poderes humanos, sino además a los ángeles protectores de
las naciones. Los “sabios instructores” con mucho sufren persecución haciendo
comprender el plan divino (11,33) y facilitando el acceso a una condición
evangélica; ningún fin puede ser alcanzado a través de una revuelta violencia. La
victoria debe ser obra de Dios y del ejército angélico. Uno se prepara, mediante el
sufrimiento purificador y mediante la instrucción relativa a los misterios
escatológicos. Por la sabiduría.

Esta sabiduría, que permite sobrepasar persecución y muerte, nos recuerda la


contemporánea Sabiduría de Salomón. La presentación del justo en la “Sabiduría”
manifiesta paralelos sorprendentes con Daniel. Conocimiento de Dios, prueba,
sufrimiento, purificación luminosa en ambos casos. En Daniel “los inteligentes”
resplandecerán como estrellas, mientras que, en la Sabiduría, los justos brillarán
como chispas y dominarán sobre los pueblos (3,7). La continuidad entre los dos
libros es notable. A pesar de la ausencia de connotaciones políticas en la
“Sabiduría”, el justo, en los dos libros, puede resistir la persecución porque
comprende el misterio del Fin y puede trascender la muerte gracias a la sabiduría.

Conclusión: La Resurrección, consolación ofrecida a los mártires por el Hijo


del Hombre

El Libro de Daniel debió haber aparecido en un medio piados. Muchas veces se le


ha presentado, erróneamente, como uno de los promotores de la insurrección de
los Macabeos. Si contribuyó a ese resultado, fue contra su voluntad, observa M.
Melchor.

En efecto, la actitud que Daniel aconseja no es la lucha armada, sino la espera


(12,12) hasta la muerte, si fuese necesario. La sublevación no constituía, a los ojos
de Daniel, sino un “pequeño auxilio” (cf 11, 32-35).

El libro de Daniel nos hace comprender que la persecución de Antíoco Epifanes


fue la última prueba sufrida antes de la venida del Mesías, una prefiguración de la
última prueba que el pueblo de la Nueva Alianza podrá sufrir antes de su Regreso.
Las pruebas anteriores sufridas por Israel eran más colectivas que individuales y
no ponían tanto énfasis en la perseverancia individual en la fe y en la esperanza.
Su horizonte era menos personal. La nueva Alianza, anunciada por Jeremías y el
sacrificio del servidor sufriente están cercanos a la presencia anticipada del Hijo
del Hombre.

Antes de la primera venida de Cristo, la Iglesia de la Primera Alianza pasó por una
prueba final estremeció a muchos creyentes. La persecución que acompaña su
peregrinaje sobre la tierra santa develó un “misterio de iniquidad” bajo la forma de
una impostura religiosa; solución aparente a los problemas de los Judíos de ese
tiempo al precio de una apostasía en el curso de la cual (como ocurrirá en la
segunda venida) el hombre se glorificaba a sí mismo en lugar de Dios y de su
Mesías prometido y anunciado.
Daniel ayudaba a los Judíos de su tiempo y los cristianos de nuestro tiempo a
afrontar la muerte y el sacrificio de la vida a causa del Justo.

Tomado de
Bertrand de Margerie S.J.
Les Saints Prophètes du Christ Prophète
F.X. de Guibert (O.E.I.L), París, 2002

La Jerarquía celeste
8

(Selección, I a VI)
De: Obras completas del Pseudo Dionisio Areopagita.
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1990. Edición preparada por
Teodoro H. Martin-Lunas. págs. 119-144

CAPITULO I

El presbítero Dionisio a su copresbítero Timoteo. Aun cuando la iluminación


procede por amor de múltiples maneras hacia los objetos que están bajo su
providencia, no obstante permanece en su misma simplicidad y unifica a cuanto
ilumina

1. "Todo buen don y toda dádiva perfecta viene de arriba, desciende del Padre de
las luces". Más aún, la Luz procede del Padre, se difunde copiosamente sobre
nosotros y con su poder unificante nos atrae y lleva a lo alto. Nos hace retornar a la
unidad y deificante simplicidad del Padre, congregados en El. "Porque de El y para
El son todas las cosas", como dice la Escritura.
2. Invoquemos, pues, a Jesús, la Luz del Padre, "la luz verdadera que viniendo a
este mundo, ilumina a todo hombre", "por quien hemos obtenido acceso" al Padre,
la luz que es fuente de toda luz. Fijemos la mirada lo mejor que podamos en las
luces que los Padres nos transmiten por las Sagradas Escrituras. En cuanto nos
sea posible estudiemos las jerarquías de los espíritus celestes conforme la
Sagrada Escritura nos lo ha revelado de modo simbólico y anagógico. Centremos
fijamente la mirada inmaterial del entendimiento en la Luz desbordante más que
fundamental, que se origina en el Padre, fuente de la Divinidad. Por medio de
figuras simbólicas, nos ilustra sobre las bienaventuradas jerarquías de los ángeles.
Pero elevémonos sobre esta profusión luminosa hasta el puro Rayo de Luz en sí
mismo.

Por supuesto, este Rayo de Luz no pierde nada de su propia naturaleza ni de su


íntima unidad. Aun cuando actúa y se multiplica exteriormente, como es propio de
su bondad, para ennoblecer y unificar los seres que están bajo su providencia, sin
embargo permanece interiormente estable en sí mismo, absolutamente firme en
identidad inmóvil. Da a todos, en la medida de sus fuerzas, poder para elevarse y
unirse a El según su propia simplicidad.

Pero este Rayo divino no podrá iluminamos si no está espiritualmente velado en la


variedad de sagradas figuras, acomodadas a nuestro modo natural y propio, según
la paternal providencia de Dios.

3. Por lo cual, nuestra sagrada jerarquía quedó establecida por disposición divina a
imitación de las jerarquías celestes, que no son de este mundo. Mas las jerarquías
inmateriales se han revestido de múltiples figuras y formas materiales a fin de que,
conforme a nuestra manera de ser, nos elevemos analógicamente desde estos
signos sagrados a la comprensión de las realidades espirituales, simples,
inefables. Nosotros, los hombres, no podríamos en modo alguno elevamos por vía
puramente espiritual a imitar y contemplar las jerarquías celestes sin ayuda de
medios materiales que nos guíen como requiere nuestra naturaleza. Cualquier
persona reflexionando se da cuenta de que la hermosura aparente es signo de
misterios sublimes. El buen olor que sentimos manifiesta la iluminación intelectual.
Las luces materiales son imagen de la copiosa efusión de luz inmaterial. Las
diferentes disciplinas sagradas corresponden a la inmensa capacidad
contemplativa de la mente. Los órdenes y grados de aquí abajo simbolizan las
armoniosas relaciones del Reino de Dios. La recepción de la Sagrada Eucaristía es
signo de la participación en Jesús, y lo mismo sucede con los seres del Cielo, que
de modo trascendente reciben los dones, dados a nosotros simbólicamente.

La fuente de perfección espiritual nos ha provisto de imágenes sensibles que


corresponden a las realidades inmateriales del Cielo, pues cuida de nosotros y
quiere hacernos a semejanza suya. Nos dio a conocer las Jerarquías celestes:
instituyó el colegio ministerial de nuestra propia jerarquía a imitación de la celeste,
en cuanto humanamente es posible, en su divino sacerdocio. Nos reveló todo esto
por medio de santas alegorías contenidas en las Sagradas Escrituras, para
elevarnos espiritualmente desde lo sensible y conceptual a través de los símbolos
sagrados hasta la cima simplicísima de aquellas jerarquías celestes.

CAPITULO II

En que las cosas celestiales y divinas nos son reveladas convenientemente, aun
cuando sea por medio de símbolos desemejantes

1. Ante todo, creo que debo exponer cuál es el principal objeto de toda jerarquía y
en qué sentido sea provechosa a sus miembros. Luego ensalzaré las jerarquías
celestes, según lo que nos ha revelado la Sagrada Escritura. Por último, hay que
describir bajo qué formas sagradas la Escritura representa los órdenes celestes,
pues a través de esas figuras debemos elevarnos a perfecta simplicidad.

No podemos imaginar, como hace el vulgo, aquellas inteligencias celestes con


muchos pies y rostros, de forma parecida a bueyes o como leones salvajes. No
tienen corvos picos de águilas ni alas o plumas de pájaros. No los imaginemos
como ruedas flamígeras por el cielo, tronos materiales, cómodos, donde se sienta
la Divinidad, caballos variopintos, capitanes blandiendo espadas o cualquier otra
forma en que las Santas Escrituras nos lo han representado en variedad de
símbolos. La teología se vale de imágenes poéticas al estudiar estas inteligencias
que carecen de figuras. Pero, como queda dicho, lo hace en atención a nuestra
propia manera de entender, se sirve de pasajes bíblicos puestos a nuestro alcance
en forma anagógica para elevarnos más fácilmente a lo espiritual.

2. Estas figuras hacen referencia a seres tan espirituales que no podemos


conocerlos ni contemplarlos. Figuras y nombres de que se valen las Escrituras son
inadecuados para representar tan santas inteligencias. Efectivamente, podría
objetarse que si los teólogos hubieran querido dar forma corporal a lo que es
absolutamente incorpóreo, deberían haber comenzado con los seres tenidos por
más nobles, inmateriales y trascendentes, en vez de acudir a múltiples formas
terrenas, ínfimas, para aplicarlas a realidades divinas, que son totalmente simples
y celestes. Quizás lo haga con intención de elevarnos y no de rebajar lo celeste
con imágenes inadecuadas. En realidad, es una ofensa indigna a los poderes
divinos e induce a error nuestra inteligencia confundiéndola con esas
composiciones profanas. Uno se imaginaría fácilmente que sobre los cielos hay
multitud de leones y caballos, que las alabanzas son mugidos, que vuelan
bandadas de pájaros o que los cielos están llenos de otra clase de animales,
materias viles y semejantes desatinos que describen, hasta el absurdo, la
corrupción y pasiones.

Pero si uno investiga la verdad, pone en evidencia la sabiduría de las Escrituras.


Hay en ellas providencial cuidado de no ofender a los poderes divinos cuando
representan con figuras las inteligencias celestes. Con la misma solicitud evitan
que nos aficionemos desordenadamente a símbolos que contengan algo de bajeza
y vulgaridad. Por lo demás, dos son las razones para representar con imágenes lo
que no tiene figura, y dar cuerpo a lo incorpóreo. Ante todo, porque somos
incapaces de elevarnos directamente a la contemplación mental. Necesitamos algo
que nos sea connatural, metáforas sugerentes de las maravillas que escapan a
nuestro conocimiento. En segundo lugar, es muy conveniente que para el vulgo
permanezcan veladas con enigmas sagrados las verdades que contienen acerca
de las inteligencias celestes. No todos son santos y la Sagrada Escritura advierte
que no conviene a todos conocer estas cosas.

Con respecto a la inconveniencia de las imágenes bíblicas o al uso de


comparaciones, tan bajas para significar jerarquías tan dignas y santas, es
objeción a la que se responde diciendo que la revelación divina se presenta de dos
maneras.

3. Una procede naturalmente por medio de imágenes semejantes a lo que


significan. La otra emplea figuras desemejantes hasta la total desigualdad y el
absurdo. Sucede a veces que las Escrituras en sus enseñanzas misteriosas
representan la adorable santidad de Dios "Verbo", "Inteligencia" y "Esencia". Hacen
ver que la racionalidad y sabiduría son atributos convenientes a Dios, a quien
debemos considerar real subsistencia y causa verdadera de la subsistencia de
todos los seres. Más aún, le representan como Luz y le llaman Vida.

Estas formas sagradas ciertamente muestran más reverencia y parecen superiores


a las representaciones materiales. No son, sin embargo, menos deficientes que las
otras con respecto a la Deidad, que está más allá de cualquier manifestación del
ser y de la vida. No puede expresarla ninguna luz y toda razón o inteligencia no
llega ni a tener parecido.

Ocurre, por eso, que las mismas Escrituras ensalzan la Deidad con expresiones
totalmente desemejantes. La llaman invisible, infinita, incomprensible y otras cosas
que dan a entender no lo que es, sino lo que no es. Esta segunda manera, a mi
entender, es mucho más propia hablando de Dios, pues, como la secreta y
sagrada tradición nos enseña, nada de cuanto ha existido se parece a Dios y
desconocernos su supraesencia invisible, inefable, incomprensible.
Puesto que la negación parece ser más propia para hablar de Dios, y la afirmación
positiva resulta siempre inadecuada al misterio inexpresable, conviene mejor
referirse a lo invisible por medio de figuras desemejantes. Por lo cual, las Sagradas
Escrituras, lejos de menospreciar las jerarquías celestes, las ensalzan con figuras
totalmente desemejantes. De ese modo realmente nos damos cuenta de que
aquellas jerarquías, tan distantes de nosotros, trascienden toda materialidad.

Por lo demás, no creo que ninguna persona sensata deje de reconocer que las
desemejanzas sirven mejor que las semejanzas para elevar nuestra mente al reino
del espíritu. Figuras muy nobles podrían inducir a algunos al error de pensar que
los seres celestes son hombres de oro, luminosos, radiantes de hermosura,
suntuosamente vestidos, inofensivamente llameantes, o bajo otras formas por el
estilo con que la teología ha representado las inteligencias celestes.

Para evitar esos malentendidos entre gentes incapaces de elevarse por encima de
la hermosura que perciben los sentidos, piadosos teólogos, sabia y
espiritualmente, han condescendido con el uso de símbolos desemejantes.
Obrando así, ellos han frenado nuestra natural tendencia a lo material y el deseo
de satisfacernos perezosamente con imágenes de baja calidad. A la vez, han
favorecido la elevación de la parte superior del alma, que siempre anhela las cosas
de arriba. En efecto, la tosquedad de esos símbolos sirve de estímulo para que
incluso los aficionados a las cosas terrenas no puedan juzgar verosímil ni posible
la semejanza de estas cosas triviales con las celestes. Por lo demás, en todas las
cosas hay algo de belleza , como dice rectamente la Escritura: "Todo es muy
bueno".

4. Todas las cosas pueden favorecer la contemplación. Como antes decía, las
desemejanzas con el mundo pueden aplicarse a esos seres que son a la vez
inteligibles e inteligentes. Pero téngase siempre en cuenta la diferencia enorme
que hay entre lo que cae bajo el dominio de los sentidos y lo propio del
entendimiento. Así, en las criaturas irracionales la cólera nace de un impulso
apasionado de movimiento irascible, mas hay que entenderlo de diferente modo
cuando se trata de quienes disfrutan de razón. En este caso, la cólera es, yo creo,
la firme actuación de la razón y capacidad de perseverar con tenacidad en
principios santos e inmutables.

De modo parecido la concupiscencia. En los irracionales es una búsqueda ilimitada


de bienes materiales a impulsos del instinto o costumbre de aficionarse a lo
perecedero, apetito irracional dominante que induce a los vivientes a poseer
cualquier cosa placentera a los sentidos. Pero cuando lo aplicamos al ser
inteligente hay que entenderlo de diferente manera. Decimos que sienten deseos,
pero significa el anhelo divino de la Realidad inmaterial, que está más allá de toda
razón y de toda inteligencia. Es firme y constante deseo de contemplar pura e
impasiblemente la Supraesencia. Hambre espiritual insaciable y verdadera
comunión con la luz inmaculada y sublime, de espléndida e inefable hermosura.
Intemperancia que será el ardor perfecto, inquebrantable, manifiesto en el anhelo
constante de la divina hermosura, la total entrega al verdadero objeto de todo
deseo.

Decimos que son irracionales los animales y objetos, porque les falta razón; a los
objetos, además, sensación. Pero cuando lo decimos de los seres inmateriales,
intelectuales, se entiende bajo el aspecto de santidad. Son criaturas que
trascienden con mucho nuestra razón corporal discursiva, como la inteligencia
sobrepasa las sensaciones materiales. Por tanto, podemos servirnos rectamente
de figuras, tomadas incluso de la materia vil, con referencia a los seres celestes.
Después de todo, las cosas terrenas subsisten gracias a la Hermosura absoluta,
que contienen dentro de su condición material. Por la materia podemos elevarnos
hasta los arquetipos inmateriales. Pero hay que tener especial cuidado para usar
debidamente las semejanzas y desemejanzas. No puede establecerse una relación
de identidad, sino que, teniendo en cuenta la distancia entre los sentidos y el
entendimiento, se acomodarán según corresponda a cada cual.
5. Hallaremos que los teólogos místicos se sirven de esto para hablar de las
jerarquías celestes y también para explicar los misterios de la Deidad. A veces la
celebran con imágenes muy llamativas; por ejemplo, cuando dicen Sol de Justicia,
Estrella de la mañana que se levanta hasta la inteligencia, Luz de fulgor intelectua.
En otros casos se valen de expresiones más terrenas. Comparan a Dios con fuego
que arde sin quemar, agua que comunica plenitud de vida, que metafóricamente
llega a las entrañas y forma ríos inagotables. Usan también semejanzas de cosas
ordinarias, como ungüento suave, piedra angular. Llegan hasta comparaciones de
animales. Atribuyen a Dios propiedades del león, la pantera, el leopardo y el oso
devorador. Añádase lo que parece más abyecto e impropio de todo, la forma de
gusano con que han representado a Dios admirables intérpretes de los misterios
divinos.

Así los que saben de Dios, intérpretes bajo la inspiración misteriosa, no mezclan
con las cosas perfectas y profanas al "Santo de los santos". Utilizan aquella
desemejante figura a fin de que las realidades divinas no se confundan con las
inmundas ni los fervientes admiradores de los símbolos divinos se adhieran a tales
figuras como si tuvieran existencia real. Así, con verdaderas negaciones y con
desemejanzas, últimos reflejos divinos, honran a Dios como es debido.

Nada, pues, tiene de indigno representar los seres celestes, como queda dicho,
por medio de semejanzas o desemejanzas inadecuadas al objeto.

En mi ordinaria investigación, esta dificultad no me habría estimulado hasta llegar a


una explicación precisa de las virtudes sagradas si yo no hubiese tenido problema
con imágenes de la Escritura, disformes con respecto a los ángeles. No podía mi
mente satisfacerse con esa imaginería inadecuada. Tal inquietud me indujo a ir
más allá de la representación material, a pasar santamente las apariencias y a
través de ellas elevarme a realidades que no son de este mundo.

Pero baste ya lo dicho sobre las imágenes materiales e impropias con que las
Escrituras Sagradas se refieren a los ángeles. Debo precisar ahora lo que entiendo
por jerarquía y qué ventajas ofrece a quienes participan de ella. Que mi guía en
esta exposición sea Cristo, mi Cristo, si es lícito hablar así, el inspirador de cuanto
podemos conocer sobre la Jerarquía, y tú, hijo mío, debes seguir las
recomendaciones de nuestra tradición jerárquica. Escucha devotamente estos
razonamientos sagrados e inspirados y te servirá de iluminación esta doctrina.
Guarda las santas verdades en lo recóndito de tu alma. Preserva su unidad frente
a la multiplicidad de lo profano, pues, como dice la Escritura, no es lícito echar a
los cerdos la pura, brillante y espléndida armonía de perlas espirituales.

CAPITULO III

Qué se entiende por jerarquía y cuál sea su provecho

1. A mi juicio, jerarquía es un orden sagrado, un saber y actuar lo más próximo


posible de la Deidad. Se elevan a imitar a Dios en proporción de las luces que de
El reciben, la Hermosura de Dios tan simple, tan buena, el origen de toda
perfección no admite en sí la menor desemejanza. Dispensa a todos, según el
mérito de cada cual, su luz y los perfecciona revistiéndolos misteriosa y
establemente de su propia forma.

2. La jerarquía, pues, tiene por fin lograr en las criaturas, en cuanto sea posible, la
semejanza y unión con Dios. Una jerarquía tiene a Dios como maestro de todo
saber y acción . No deja de contemplar su divinísima hermosura. Lleva en sí la
marca de Dios. Hace que sus miembros sean imágenes de El bajo todos los
aspectos, espejos transparentes y sin mancillas, que reflejan el brillo de la luz
primera y de Dios mismo. Luego que sus miembros han recibido la plenitud de su
divino esplendor, transmiten generosamente la luz, conforme al plan de Dios, a
aquellos que les siguen en la escala.

Sería grave error para los santos guías, y asimismo para los que de ellos
aprenden, hacer algo contra las disposiciones sagradas de aquel que, después de
todo, es la fuente de perfección. Sería un error la desobediencia, en especial si es
que anhelan el divino resplandor de Dios, y han fijado para siempre la mirada en
aquel fulgor. Es lo que conviene a su carácter sagrado. Y más si están
configurados, en la medida de sus fuerzas, con aquella Luz.

Así es que el nombre de jerarquía designa una disposición sagrada, imagen de la


hermosura de Dios, que representa los misterios de la propia iluminación, gracias
al orden sagrado de su rango y de sus saberes. Se asemeja a la propia fuente y,
en cuanto es posible, se configura con su propio origen. Porque la perfección de
cada uno de cuantos están en este sagrado orden consiste principalmente en que,
según la propia capacidad, tiende a la imitación de Dios. Más admirable aún: llega
a ser, como dice la Escritura, "cooperador de Dios" y reflejo de la actividad divina
en cuanto es posible.

Por eso, cuando el orden sagrado dispone que unos sean purificados y otros
purifiquen; unos sean iluminados y otros iluminen; unos sean perfeccionados y
otros perfeccionen, cada cual imitará a Dios de hecho según el modo que
convenga a su función propia. Lo que nosotros llamamos bienaventuranza de Dios
está libre de toda desemejanza. Es plena luz, sempiterna, perfecta, sin que le falte
nada. Ella es la que purifica, ilumina y perfecciona. 0 mejor, es la santa
purificación, iluminación, perfección. Está por encima de toda purificación, sobre
toda iluminación; es la verdadera fuente de perfección, más que perfecta. Causa
de toda jerarquía, sobrepasa con mucho todo lo sagrado.

3. A mi parecer, los ya purificados están perfectamente limpios de toda mancha y


libres de la menor desemejanza. Creo que cuantos reciben la iluminación sagrada
están llenos de luz divina y levantan los santos ojos de la mente hasta alcanzar
plena capacidad de contemplación. Finalmente, pienso que los perfectos, lejos ya
de toda imperfección, deben unirse a quienes contemplan los santos misterios con
ciencia perfeccionante. Justo es que quienes purifican hagan a otros participar de
su abundante pureza. Justo asimismo que quienes iluminan mentes más
transparentes que las otras, gozosamente llenos de sagrado fulgor y capaces tanto
de recibir como de transmitir la luz, la desborden doquier y difundan entre los que
sean dignos de ella.

Por último, que quienes tienen el oficio de crear perfección, muy entendidos en la
doctrina perfeccionante, deben hacer que los perfectos lleguen a ser como ellos,
instruyéndolos en la doctrina sagrada de lo que ya contemplan devotamente.

Resulta, pues, que cada orden de la jerarquía sagrada, según a cada cual
corresponde, se eleva hasta la cooperación con Dios. Con la gracia y poder que
Dios da hace cosas que natural y sobrenaturalmente son propias de la Deidad.
Algo que El lleva a cabo supraesencialmente y luego lo revela por la jerarquía a las
inteligencias que aman a Dios para que éstas las imiten dentro de lo posible.

CAPITULO IV

Lo que significa el nombre "ángel"

1. Creo que he explicado ya lo que entiendo por jerarquía y debo, según eso,
entonar un himno de alabanza a las jerarquías angélicas. Con ojos que miren más
allá del mundo he de contemplar las figuras sagradas que les atribuyen las
Escrituras para que, a través de esas místicas representaciones, podamos
elevamos hasta la simplicidad de Dios. Entonces, con la debida adoración y acción
de gracias, glorificaremos a la Deidad, fuente de cuanto podamos conocer de las
jerarquías.

Ante todo, debemos afirmar esta verdad: la Deidad supraesencial ha establecido la


esencia de todas las cosas y les ha dado la existencia. Es propio de la Causa
universal, Bondad suprema, llamar a comunión consigo todas las cosas en cuanto
a éstas les es posible. Por eso, todo ser participa en cierto modo de la Providencia
que viene de la Deidad supraesencial, Causa de todo. En realidad, nada puede
existir sin que dependa en modo alguno de aquel que es fuente de todo ser. De El
participan las cosas inanimadas por el mero hecho de existir, pues todo ser debe la
propia existencia a la Deidad trascendente . Los vivientes, a su vez, participan del
poder que da la vida y sobrepasa toda vida. Los seres dotados de razón e
inteligencia participan de la Sabiduría, perfección absoluta, primordial, que
sobrepasa toda razón e inteligencia. Queda claro, pues, que estos últimos seres
están más próximos a Dios porque de muchas maneras comparten con El.

2. Comparados con las cosas que se limitan a existir, con los seres de vida
irracional, e incluso con nuestra naturaleza racional, los santos órdenes de seres
celestes son evidentemente superiores por cuanto han recibido de la divina
largueza. En el modo de conocer se parecen a Dios. Con El conforman sus
inteligencias. Por eso, entran naturalmente en mayor comunión con la Deidad:
porque están siempre en marcha a las alturas; porque, en cuanto es posible,
tienden a concentrarse en el indeficiente amor de Dios; porque de modo inmaterial
y en toda pureza reciben la luz directamente de su origen; porque su vida, guiada
por tal luz, es plenamente inteligente.

Estas inteligencias son las que más íntima y ricamente participan de Dios, y a su
vez son las primeras y más abundantes en transmitir a los demás los misterios
escondidos de la Deidad. Por lo cual, a ellos les corresponde por excelencia antes
que a nadie el título de ángel o mensajero. Son los primeros en recibir la
iluminación de Dios y por medio de ellos se nos transmiten las revelaciones que
exceden sobremanera nuestros alcances; como dice la Escritura, la Ley que nos
fue dada por ángeles. En tiempos anteriores y después de la Ley fueron ángeles
los que guiaron hasta Dios a nuestros ilustres antepasados. Lo hacían
manifestándoles lo que debían hacer o apartándolos del error y vida de pecado
para traerlos al camino recto de la verdad. También les revelaban las sagradas
jerarquías visiones de misterios escondidos a este mundo, o divinas profecías.
3. Quizás alguien diga que Dios ha aparecido sin intermediarios a algunos santos.
Debe saber que las Santas Escrituras afirman claramente que "a Dios nadie le vio
jamás" y nunca verá nadie lo más recóndito de la Deidad. Cierto que Dios se ha
aparecido a personas santas. Así era conveniente a la Deidad acomodarse a la
manera de ser de los videntes. La sagrada teología llama con razón teofanía a las
visiones en que Dios, que no tiene figura, se manifiesta en semejanza y forma
determinada. Dispone a los videntes para un plano divino. Reciben iluminación de
Dios y de algún modo quedan instruidos sobré los misterios divinos. Fue el poder
de Dios quien dispuso a nuestros antepasados para verle de esta manera.

¿No afirma la Escritura que Moisés recibió directamente de Dios las sagradas
ordenanzas de la Ley? Así podía enseñarnos con verdad que aquella legislación
era copia exacta de lo divino y sacrosanto. Pero la teología nos muestra
claramente que estas divinas ordenanzas nos fueron dadas por medio de los
ángeles a fin de que aprendamos el mismo orden establecido por Dios: que
mediante las jerarquías superiores los seres inferiores se elevan a la Deidad.
Ahora bien: en la Ley dada por el que es principio supraesencial de todo orden hay
disposiciones que afectan no sólo a los grados superiores y a los inferiores de
aquellas inteligencias. Establece, además, que dentro de cada jerarquía los
órdenes y potencias se distribuyen en tres grados: primero, medio y último, y que
los más próximos a la Deidad deben instruir a los menos cercanos guiándolos
hasta la presencia de Dios, su iluminación y comunión.

4. Observo también que el divino misterio del amor de Jesús a los hombres fue
primeramente manifiesto a los ángeles y por medio de ellos llegó a nosotros la
gracia de su conocimiento. Fue el santísimo Gabriel quien declaró al sacerdote
Zacarías el misterio de que, contra toda esperanza y por gracia de Dios, tendría un
hijo que sería el profeta de la obra divino-humana de Jesús, quien iba a
manifestarse para bien y salvación del mundo. Gabriel comunicó a María cómo se
cumpliría en ella el misterio divino de la inefable deiformación. Otro ángel explicó a
José que verdaderamente se habían cumplido las promesas hechas a su
antepasado David. Otro asimismo llevó la buena nueva a los pastores que por su
vida tranquila y separada de las gentes estaban ya de algún modo purificados. Se
juntó al ángel "una multitud del ejército celestial" para transmitir a todos los
habitantes del orbe el célebre himno de alabanza.

Levantemos ahora la mirada a las más altas revelaciones de las Escrituras.


Observo, efectivamente, que Jesús, Causa supraesencial de todos los seres que
viven más allá del universo, vino a tomar forma humana sin cambiar su propia
naturaleza. Después nunca abandonó la forma humana que El había dispuesto y
escogido. Obediente la sometió a los deseos de Dios Padre, que los ángeles
hicieron manifiestos. Angeles fueron los que instruyeron a José sobre los planes
del Padre para la huida a Egipto y el retorno a Judea. Jesús mismo recibió órdenes
del Padre por medio de los ángeles. No tengo necesidad de recordaros la sagrada
tradición del ángel que confortó a Jesús o del hecho que Jesús mismo, por la
sobreabundante bondad con que llevó a cabo nuestra salvación, es contado entre
los ángeles de la revelación con el nombre de "Angel del consejo". ¿No fue El en
verdad un ángel por habernos anunciado lo que conoció del Padre?

CAPITULO V

¿Por qué llaman indistintamente ángeles a todos los del Cielo?

Esta es, en cuanto yo alcanzo a conocer, la razón del nombre "ángel" en las
Escrituras. Pero ahora creo que debo preguntarme por qué los teólogos llaman
indistintamente ángeles a todos los del Cielo, a la vez que, al tratar de las
jerarquías celestes, reservan el nombre de "ángeles" para el último orden
jerárquico, el que está subordinado a los grados de los arcángeles, principados,
autoridades y poderes que las Escrituras reconocen superiores.

En todas las jerarquías sagradas el grado superior de cada orden posee las
Iluminaciones y poderes de los que le están subordinados, pero éstos no tienen las
propias de los superiores. Los teólogos dan el nombre de "ángel" también a los
órdenes más altos y santos de entre los seres celestes por el hecho de que
manifiestan las iluminaciones, procedentes de la Deidad. Pero hablando
concretamente del último orden de los seres celestes no hay razón para llamar
ángeles a los miembros de los principados, tronos o serafines, porque los ángeles
no participan de los supremos poderes de éstos. Sin embargo, así como este
orden superior eleva a nuestros inspirados jerarcas hasta donde ellos conocen de
la luz de Dios, los órdenes del grado superior elevan a sus subordinados los
ángeles hacia la Deidad.

Si la Escritura emplea el mismo nombre para todos los ángeles es porque los
poderes celestes tienen en común una capacidad, inferior o superior, para
identificarse con Dios y entrar, más o menos, en comunión con la luz que viene de
EL.

Mas, para aclarar todo esto, contemplemos con mirada pura las santas
propiedades de cada orden celeste tal como la Escritura lo ha revelado.

CAPITULO VI

Cuáles sean la primera clase, media e inferior del orden celeste

1. ¿Cuántos son y cómo se clasifican los órdenes celestes? ¿Cómo cada una de
las jerarquías logra la perfección? Sólo el que es Fuente de toda perfección podría
responder con exactitud a estas preguntas, pero, al menos, ellos conocen las
iluminaciones y poderes propios de cada orden y su puesto en este orden sagrado
y trascendente. Por lo que a nosotros toca, no es posible conocer el misterio de las
mentes celestes ni entender cómo alcanzan la más alta perfección. Podemos tan
sólo conocer lo que la Deidad nos ha manifestado misteriosamente por medio de
ellos, ya que conocen bien sus propiedades. Nada, por tanto, tengo que decir por
mí mismo de todo esto y me contento meramente con explicar como mejor pueda
lo que aprendí de los santos teólogos sobre los ángeles tal como ellos nos lo
transmite.

2. La Escritura ha cifrado en nueve los nombres de todos los seres celestes, y mi


glorioso maestro los ha clasificado en tres jerarquías de tres órdenes cada una.
Según él, el primer grupo está siempre en torno a Dios, constantemente unido a El,
antes que todos los otros y sin intermediarios. Comprende los santos tronos y los
órdenes dotados de muchas alas y muchos ojos que en hebreo llaman querubines
y serafines. Conforme a la tradición de las Santas Escrituras están colocados
inmediatamente junto a Dios y a su alrededor, más cerca que ninguno de los otros.
Este triple grupo, dice mi célebre maestro, forma una sola jerarquía que es
verdaderamente la primera. Sus miembros disfrutan de igual estado. Son los más
divinizados y los que reciben primero y más directamente las iluminaciones de la
Deidad.

El segundo grupo, dice, lo componen potestades, dominaciones y virtudes. El


tercero, al final de las jerarquías celestes, es el orden de los ángeles, arcángeles y
principados.

Compilado por: José Gálvez Krüger


Director de la Revista de Humanidades
“Studia Limensia”

Los ángeles en los relatos bíblicos


64

Ángel Peña O.A.R.


Traducidos del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

El ángel de desierto

En la historia de Agar, esclava de Sara, la esposa de Abrahán, se nos dice que Agar huyó al desierto,
porque Sara la maltrataba. Un ángel de Dios se le presentó junto a una fuente de agua. Y el ángel le
aconsejó que volviera a casa de su señora . Pero cuando nació su hijo Ismael, hijo de Abrahán, Sara
se sitió celosa y mandó que se fuera de la casa. Ella estuvo vagando por el desierto, desesperada,
buscando agua, porque el niño moría de sed y lloraba mucho. Entonces, el ángel se le vuelve a
aparecer de nuevo y le dice: “no tengas miedo porque Dios ha escuchado la voz del niño”. Y le abrió
los ojos y vio un pozo de agua. Fue y llenó el odre de agua y dio de beber al niño.

Los ángeles pueden presentarse de parte de Dios para salvarnos del desierto de la soledad o de la
incomprensión. Otras veces los ángeles pueden inspirar a alguien que se presente a ayudarnos y sea
como un ángel que soluciones nuestro problema. Los ángeles nos levantan el ;animo y nos ayudan a
sobreponernos a las dificultades para cumplir nuestra misión.

El ángel de nuestros sueños

A veces Dios permite que un ángel nos comunique mensajes por medio del sueno, como lo hizo con
José, a quien dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo
engendrado en ella es obra del Espíritu Santo [...] Despertado José del sueno, hizo como el ángel del
Señor le había mandado” . En otra oportunidad, el ángel le dijo en sueños: levántate, toma al niño y a
su madre y huye a Egipto y estáte hasta que yo te diga . Levántate, toma al niño y a su madre y ponte
en camino a la tierra de Israel .

También Jacob, mientras dormía, tuvo un sueno. Soñó con una escalera, apoyada en tierra, y cuya
cima tocaba los cielos y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. [...] Y vio que Dios
estaba sobre ella. Y asustado dijo !Qué temible es este lugar. Esto no es otra cosa sino la casa de Dios
y la puerta del cielo” . Los ángeles velan nuestros sueños, suben al cielo y bajan a la tierra, si se puede
hablar así, para presentar ante Dios nuestras obras y oraciones. Mientras dormimos, los ángeles oran
por nosotros y nos ofrecen a Dios. ¡Cuánto ora nuestro ángel por nosotros! ¿Hemos pensado en
agradecérselo? ¿Pedimos oraciones a los ángeles de nuestros familiares y amigos?, ¿Y a los que
están adorando a Jesús en los sagrarios? Pidamos oraciones por nosotros a los ángeles. Ellos velan
nuestros sueños.

El ángel de la bendición

Los ángeles también nos bendicen frecuentemente en nombre de Dios. Por eso, es hermoso lo que
dice Jacob, cuando bendice a su hijo José y sus nietos Efraín y Manases: “El ángel que me ha librado
de todo mal, bendiga a estos pequeños” . Pidamos la bendición del ;ángel antes de acostarnos, y
cuando vayamos a realizar algo importante, como se la pedimos también a nuestros padres, cuando
vamos de viaje, o como los niños cuando van a dormir.

El ángel de la oración

Un ángel de Dios se le aparece a la que será madre de Sansón, que era estéril. Le dice que va a
concebir un hijo, el cual debe ser nazareo, consagrado a Dios desde el nacimiento. Él no deberá beber
vino ni bebida fermentada. No debe comer nada impuro ni dejarse cortar el cabello. En una segunda
oportunidad, se le aparece también al padre, llamado Manóaj, quien le pregunta su nombre. El ángel le
contesta: ¿por qué me preguntas mi nombre, si es maravilloso? [...] Si quieres preparar un holocausto,
ofréceselo a Dios [...]. Y Manóaj tomó el cabrito y la oblación y lo ofreció a Dios sobre la roca. Manóaj y
su mujer estaban mirando. Cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel subía en la llama.

El ángel comunica a los padres de Sansón la noticia que tendrían un hijo y que, según los planes de
Dios debe ser consagrado a Dios desde el nacimiento. Y cuando ofrecen un sacrificio, el ángel sube
con la llama hacia Dios, para significar que los ángeles ofrecen nuestros sacrificios y oraciones a Dios.

El arcángel san Rafael es uno de los que presentan nuestras oraciones a Dios. Dice:” Yo soy Rafael,
uno de los siete ángeles que presentamos las oraciones de los justos y tienen entrada a la Gloria de
Señor. Cuando orabais tú y tu nuera Sara, yo presentaba ante Dios sus oraciones”.

El ángel de la curación

Todos conocemos la hermosa historia del arcángel san Rafael, descrita en el libro de Tobías. Tobías
buscó un compañero para que lo acompañara en su largo viaje a Media, pues, en aquellos tiempos, los
caminos eran muy peligrosos. “Y encontró a Rafael el ángel; pero no sabía que era un ángel . Antes
del viaje, el padre bendice a su hijo Tobías: “Que el Señor los proteja y su ángel los acompañe con su
protección” . Y cuando la madre se pone a llorar desconsolada, porque se va su hijo y no sabe si
regresará con vida, el padre le dice: “un buen ángel lo acompaña y le dará un viaje feliz y lo traerá
sano” .

Cuando Tobías se baña en el río Tigris, un pez grande saló como para devorarlo y el ángel le dijo:
“Agarra el pez, ábrelo, sácale la hiel, el corazón y su hígado y guárdatelo; tira los intestinos, porque su
hiel, su corazón y su hígado son remedios útiles. [...] La hiel sirve para untar los ojos de un hombre con
cataratas para que quede sano.

Cuando regresaron del largo viaje, después de que Tobías se casara con Sara, Rafael le dijo a Tobías:
“Tengo por seguro que se abrirán los ojos de tu padre. Úntale los ojos con la hiel del pez y el remedio
hará que las manchas blancas se contraigan y se le caerán como escamas de los ojos. Y así tu padre
podrá mirar y ver la luz . [...] Y Tobías le aplicó el remedio a su padre y con ambas manos le quitó las
escamas de la comisura de los ojos: Ahora te veo, hijo, luz de mis ojos . San Rafael arcángel es
considerado como “Medicina de Dios”, como si fuera un médico especialista en todas las
enfermedades. Haríamos bien en invocarlo en todas las enfermedades para que podamos obtener la
curación con su intercesión.

El ángel del fuego

Cuando los tres jóvenes hebreos Misaj, Sidraj y Abed-Nego, fueron echados al horno de fuego en
Babilonia por el rey Nabucodonosor, el fuego no los quemó y se paseaban entre el fuego cantando y
alabando a Dios, pero se veían cuatro en vez de tres. Por eso el rey preguntó a sus consejeros: ¿No
hemos echado al fuego a estos tres hombres atados? Pero yo estoy viendo cuatro hombres que se
pasean libremente por el fuego sin sufrir daño alguno y el cuarto tiene el aspecto de un hijo de los
dioses . [...] Y Nabucodonosor excalmó: Bendito sea el Dios de Sidraj, Misaj y Abed-Nego que ha
enviado a su ángel a librar a sus siervos que confiando en Él quebrantaron la ley y entregaron su
cuerpo antes de servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios .

El ángel los libró del fuego y se paseaba con ellos, cantando y alabando a Dios. En caso de catástrofes
naturales, incendios o desgracias de cualquier tipo, Dios nos puede ayudar y salvar por medio de
nuestro ángel. Incluso, nos puede salvar de animales peligrosos como salvó a Daniel del foso de los
leones .

El ángel proveedor

En una oportunidad, el profeta Elías estaba en pleno desierto, después de haber huido a Jezabel y
estaba hambriento y sediento y quería morirse. Deseó la muerte, se acostó y se durmió bajo una
retama, pero un ángel lo tocó y dijo: “levántate y come”. Miró y vio a su cabecera una torta cocida
sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió y bebió y se volvió a acostar. Volvió por segunda vez
el ;ángel de Dios, le tocó y le dijo: “levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti”. Se
levantó, comió, bebió y con la fuerza de aquella bebida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta
el monte de Dios, el Horeb.

Así como el ángel le dio de comer y beber a Elías, también Dios nos puede dar de comer y beber por
medio de nuestro ángel, cuando estamos en momentos angustiosos. Puede hacerlo con un milagro o
por medio de otras personas que compartan su pan y su comida con nosotros. Por eso, Jesús nos dice
en el Evangelio: Dadles vosotros de comer . Nosotros también somos como ángeles proveedores para
otros que están en necesidad.

El ángel protector
Dios nos dice en el salmo 91: “Aunque a tu lado caigan mil y a tu derecha diez miel, a ti no te
alcanzará. No ha de alcanzarte el mal ni la plaga llegará hasta tu tienda. Porque ha dado órdenes a
sus ángeles para que te guarde en todos tus caminos. Te llevarán en sus palmas para que tu pie no
tropiece en la piedra. Pisotearás leones y dragones. A ti no te alcanzará”. En medio de las dificultades
más extremas, aun en plena guerra, cuando las balas silben a nuestro alrededor o la peste se extienda
por la vecindad, Dios puede salvarnos por medio de sus ángeles. “En lo más duro de la pelea, se les
aparecieron en el cielo a los adversarios cinco varones resplandecientes, montados en caballos con
frenos de oro, que poniéndose a la cabeza de los judíos y tomando en medio de ellos al Macabeo, lo
protegían con sus armas, le guardaban incólume y lanzaban flechas y rayos contra el enemigo, que
herido de ceguera y espanto caía”.

El ángel del nacimiento

Gabriel es el mensajero de Dios por excelencia, pues fue el encargado de comunicarle a María la gran
noticia de que iba a ser la madre de Jesús . Algunos autores han considerado a Gabriel como el ángel
de los nacimientos, como si tuviera un poder especial para que las mamás den a luz sin dificultad. No
estará demás invocarlo a él junto al ángel del niño por nacer y al ángel de la madre y del padre, para
que haya un parto feliz.

El ángel de la alegría

Aquella noche de Navidad, un ángel se apareció a los pastores y les comunicó la gran noticia del
nacimiento del Salvador. El ángel estaba tan contento que se puso a cantar y a alabar a Dios con “una
multitud del ejército celestial, diciendo: Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena
voluntad” . Cuando estemos especialmente alegres, unámonos a los ángeles para cantar y alabar a
Dios con ellos y agradecerle por todos los beneficios recibidos. No olvidemos que los ángeles
anunciaron a María Magdalena y a las buenas mujeres la alegría de la resurrección de Jesús .
Recordemos lo que dice Jesús: “En el cielo hay mucha alegría entre los ángeles de Dios por un solo
pecador que se convierte” . Por eso, procuremos mejorar nuestra vida y amar cada día más a Dios y
digamos con el salmo: “En presencia de los ángeles cantaré para ti, Señor” .

Los ángeles servidores

Los ángeles nos ayudan y están puestos por Dios para servirnos y ayudarnos en todas nuestras
necesidades. Así lo hicieron con Jesús: “Permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por
Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían” ¿Cuántas veces nuestro ángel
nos habrá servido en las mínimas cosas de la vida o habrá hecho que alguien nos sirviera para
hacernos felices? ¿Le pedimos ayuda frecuentemente? Si no los invocamos, podemos perdernos
muchas bendiciones que Dios sólo nos dará a través del ángel, a quien ha puesto a nuestro lado, no
para que tome nota de lo que hacemos o dejamos de hacer, sino para ayudarnos en nuestro camino
por la vida.

El ángel liberador

“Metieron a los apóstoles en la cárcel pública. Pero el ángel del Señor les abrió de noche las puertas
de la prisión” . También san Pedro estaba en la cárcel y se le presentó el ángel del Señor. La celda se
llenó de luz y el ángel despertó a Pedro, a quien dijo: “Cíñete y cálzate las sandalias. Así lo izo.
Añadió: Ponte el manto y sígueme. Y salió siguiéndole... Salieron (de la cárcel) y anduvieron hasta el
fin de una calle. Y de pronto, el ángel lo dejó” . El ángel lo libró de las cadenas y también nos puede
librar a nosotros de la cadena de la droga, del alcohol, de la pornografía o de cualquier otro vicio.
Pidamos ayuda a Dios y a nuestro ángel, sin olvidar a María, que es nuestra Madre.

El ángel que nos lleva al cielo

Dice Jesús en la parábola del rico epulón y del pobre Lázaro (Lc 16, 19-31) que, cuando murió el pobre
Lázaro fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Nuestro ángel custodio nos acompañará
después de la muerte, incluso durante, y no nos dejará solos hasta el momento en que nos presente
totalmente limpios ante Dios y nos haga entrar en el cielo. Agradezcamos a nuestro ángel por todo lo
que nos requiere y nos ayuda.

El ángel de la predicación

El profeta Isaías tiene una experiencia que cambia su vida. El la relata así: “El año de la muerte del rey
Ozías, vi al Señor, sentado sobre su trono alto y sublime. Había ante Él serafines... Uno de los
serafines voló hacia mí, teniendo en sus manos un carbón y tocando con él mi boca, dijo: Mira, Esto ha
tocado tus labios; tu culpa ha sido quitada y borrado tu pecado. Y oí la voz del Señor, que me decía:
¿A quién enviaré y quién irá de nuestra parte?” Y Yo le dije: “Aquí estoy yo, envíame a mí”. Un serafín
de los que estaban adorando ante el trono de Dios le tocó con los labios con fuego divino para que sus
palabras fueran puras, purificándolas de todos sus pecados anteriores. Y entonces, Dios mismo, le
pregunta si está dispuesto a ir de su parte a evangelizar. Isaías se pone a su disposición y es
bendecido por Dios como profeta y evangelizador. Nosotros también necesitamos purificar nuestra
boca de todas las malas palabras por la confesión y pedir a Dios que el fuego del Espíritu Santo nos
purifique para que todas nuestras palabras sean puras y puedan llegar al corazón de nuestros
hermanos. Todos estamos llamados a ser misioneros y predicar la palabra de Dios. ¿Estás tu
dispuesto a ponerte al servicio de Dios para esta gran misión? Dios quiere purificarte. Tú eres más que
el carbón de Isaías y tú puedes ser instrumento de Dios para purificar y santificar la vida de los demás.
Comulgar con los ángeles
51

Ángel Peña O.A.R

Transcrito por José Gálvez Krüger para Aci Prensa

Cuando vamos a recibir a Jesús en la comunión, debemos hacerlo con la máxima


preparación y pureza posible. Por eso, sería bueno hacer lo que hacía santa
Teresita del Niño Jesús. “Me imagino a mi alma como un terreno libre y pido a la
Santísima Virgen que quite de él los escombros que pudieran impedirle ser libre.
Luego le suplico que levante ella misma una amplia tienda digna del cielo, que la
adorne con sus propios aderezos. Después invito a todos los santos y ángeles a
que vengan a dar un magnífico concierto. Creo que, cuando Jesús baja a mi
corazón, está contento al verse tan bien recibido y yo también estoy contenta”.

Es, pues, importante invocar a María y a los santos, pero no olvidarnos de nuestro
ángel y de los ángeles de todos los que nos rodean para que nos ayuden en esos
momentos tan sublimes al unirnos con Jesús en la comunión. Santa Ángela de la
Cruz decía: “Me esforcé cuanto pude por hacer la comunión con fervor. Le pedí a
la Santísima Virgen que me cubriese con su manto para comulgar. Renové los
votos. Le pedí al santo patriarca (san José) que me llevara de la mano a comulgar,
y a mi padre san Francisco de la izquierda; al ángel de mi guarda, que viniera a mi
lado y a los demás santos protectores que me acompañasen. Y con esta comitiva
fui a comulgar .

San Juan Crisóstomo decía: los que comulgan de esta sangre de Cristo están con
los ángeles y con los arcángeles y con las potencias del cielo, envueltos en el
mismo manto real de Cristo .
Por eso, comulguemos con la máxima devoción posible en unión con María y todos
los santos ángeles.

Santoral
45

Catequesis de Juan Pablo II sobre ángeles y demonios

Catequesis sobre el Credo (5.XII.84 - 7.XII.86)


VII Los ángeles

INDICE
La existencia de los Ángeles
La caída de los Ángeles malos
La misión de los Ángeles
La naturaleza de los Ángeles
El pecado y la acción de Sataná
La acción de Satanás y la victoria de Cristo

La existencia de los ángeles revelada por Dios (9.VII.86)

1. Nuestras catequesis sobre Dios, Creador del mundo, no podían concluirse sin
dedicar una atención adecuada a un contenido concreto de la revelación divina: la
creación de los seres puramente espirituales, que la Sagrada Escritura llama
'ángeles'. Tal creación aparece claramente en los Símbolos de la Fe,
especialmente en el Símbolo niceno-constantinopolitano: Creo en un solo Dios,
Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas (esto es,
entes o seres) 'visibles e invisibles'. Sabemos que el hombre goza, dentro de la
creación, de una posición singular: gracias a su cuerpo pertenece al mundo visible,
mientras que, por el alma espiritual, que vivifica el cuerpo, se halla casi en el confín
entre la creación visible y la invisible. A esta última, según el Credo que la Iglesia
profesa a la luz de la Revelación, pertenecen otros seres, puramente espirituales,
por consiguiente no propios del mundo visible, aunque están presentes y actuantes
en él. Ellos constituyen un mundo específico.

2. Hoy, igual que en tiempos pasados, se discute con mayor o menor sabiduría
acerca de estos seres espirituales. Es preciso reconocer que, a veces, la confusión
es grande, con el consiguiente riesgo de hacer pasar como fe de la Iglesia
respecto a los ángeles cosas que no pertenecen a la fe o, viceversa, de dejar de
lado algún aspecto importante de la verdad revelada.La existencia de los seres
espirituales que la Sagrada Escritura, habitualmente, llama 'ángeles', era negada
ya en tiempos de Cristo por los saduceos (Cfr. Hech 23, 8). La niegan también los
materialistas y racionalistas de todos los tiempos. Y sin embargo, como
agudamente observa un teólogo moderno, 'si quisiéramos desembarazarnos de los
ángeles, se debería revisar radicalmente la misma Sagrada Escritura y con ella
toda la historia de la salvación' (.). Toda la Tradición es unánime sobre esta
cuestión. El Credo de la Iglesia, en el fondo, es un eco de cuanto Pablo escribe a
los Colosenses: 'Porque en El (Cristo) fueron creadas todas las cosas del cielo y
de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los
principados, las potestades; todo fue creado por El y para El' (Col 1, 16). O sea,
Cristo que, como Hijo-Verbo eterno y consubstancial al Padre, es 'primogénito de
toda criatura' (Col 1, 15), está en el centro del universo como razón y quicio de
toda la creación, como ya hemos visto en las catequesis precedentes y como
todavía veremos cuando hablemos más directamente de El.

3. La referencia al primado de Cristo nos ayuda a comprender que la verdad


acerca de la existencia y acción de los ángeles (buenos y malos) no constituyen el
contenido central de la Palabra de Dios.En la Revelación, Dios habla en primer
lugar 'a los hombres. y pasa con ellos el tiempo para invitarlos y admitirlos a la
comunión con El', según leemos en la Cons. 'Dei Verbum' del Conc. Vaticano II
(n.2). De este modo 'las profunda verdad, tanto de Dios como de la salvación de
los hombres', es el contenido central de la Revelación que 'resplandece ' más
plenamente en la persona de Cristo (Cfr. Dei Verbum 2).La verdad sobre los
ángeles es, en cierto sentido, 'colateral', y, no obstante, inseparable de la
Revelación central que es la existencia, la majestad y la gloria del Creador que
brillan en toda la creación ('visible' e 'invisible') y en la acción salvífica de Dios en la
historia del hombre. Los ángeles no son, criaturas de primer plano en la realidad de
la Revelación, y, sin embargo, pertenecen a ella plenamente, tanto que en algunos
momentos les vemos cumplir misiones fundamentales en nombre del mismo Dios.

4. Todo esto que pertenece a la creación entra, según la Revelación, en el misterio


de la Providencia Divina. Lo afirma de modo ejemplarmente conciso el Vaticano I,
que hemos citado ya muchas veces: 'Todo lo creado Dios lo conserva y lo dirige
con su Providencia extendiéndose de un confín al otro con fuerza y gobernando
con bondad todas las cosas. "Todas las cosas están desnudas y manifiestas a sus
ojos", hasta aquello que tendrá lugar por libre iniciativa de las criaturas'. La
Providencia abraza, por tanto, también el mundo de los espíritus puros, que aun
más plenamente que los hombres son seres racionales y libres. En la Sagrada
Escritura encontramos preciosas indicaciones que les conciernen.Hay la revelación
de un drama misterioso, pero real, que afectó a estas criaturas angélicas, sin que
nada escapase a la eterna Sabiduría, la cual con fuerza (fortiter) y al mismo tiempo
con bondad (suaviter) todo lo lleva al cumplimiento en el reino del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo.

5. Reconozcamos ante todo que la Providencia, como amorosa Sabiduría de Dios,


se ha manifestado precisamente al crear seres puramente espirituales, por los
cuales se expresa mejor la semejanza de Dios en ellos, que supera en mucho todo
lo que ha sido creado en el mundo visible junto con el hombre, también él,
imborrable imagen de Dios. Dios, que es Espíritu absolutamente perfecto, se
refleja sobre todo en los seres espirituales que, por naturaleza, esto es, a causa de
su espiritualidad, están mucho más cerca de El que las criaturas materiales y que
constituyen casi el 'ambiente' más cercano al Creador.La Sagrada Escritura ofrece
un testimonio bastante explícito de esta máxima cercanía a Dios de los ángeles, de
los cuales habla, con lenguaje figurado, como del 'trono' de Dios, de sus 'ejércitos',
de su 'cielo'. Ella ha inspirado la poesía y el arte de los siglos cristianos que nos
presentan a los ángeles como la 'corte de Dios'.

La caída de los ángeles malos (23.VII.86)

1. Proseguimos hoy nuestra catequesis sobre los ángeles, cuya existencia, querida
por un acto del amor eterno de Dios, profesamos (.).En la perfección de su
naturaleza espiritual, los ángeles están llamados desde el principio, en razón de su
inteligencia, a conocer la verdad y a amar el bien que conocen en la verdad de
modo mucho más pleno y perfecto que cuanto es posible al hombre. Este amor es
el acto de una voluntad libre, por lo cual también para los ángeles la libertad
significa posibilidad de hacer una elección en favor o en contra del Bien que ellos
conocen, esto es, Dios mismo.Hay que repetir aquí lo que ya hemos recordado a
su debido tiempo a propósito del hombre: creando a los seres libres, Dios quiere
que en el mundo se realice aquel amor verdadero que sólo es posible sobre la
base de la libertad. El quiso, pues, que la criatura, constituida a imagen y
semejanza de su Creador, pudiera de la forma más plena posible, volverse
semejante a El: Dios, que 'es amor'. Creando a los espíritus puros, como seres
libres, Dios, en su Providencia, no podía no prever también la posibilidad del
pecado de los ángeles. Pero precisamente porque la Providencia es eterna
sabiduría que ama, Dios supo sacar de la historia de este pecado,
incomparablemente más radical, en cuanto pecado de un espíritu puro, el definitivo
bien de todo el cosmos creado.

2. De hecho, como dice claramente la Revelación, el mundo de los espíritus puros


aparece dividido en buenos y malos. Pues bien, esta división no se obró por la
creación de Dios, sino en base a la propia libertad de la naturaleza espiritual de
cada uno de ellos. Se realizó mediante la elección que para los seres puramente
espirituales posee un carácter incomparablemente más radical que la del hombre y
es irreversible, dado el grado de intuición y de penetración del bien, del que está
dotada su inteligencia.A este respecto se debe decir también que los espíritus
puros han sido sometidos a una prueba de Carácter moral. Fue una opción
decisiva, concerniente ante todo a Dios mismo, un Dios conocido de modo más
esencial y directo que lo que es posible al hombre, un Dios que había hecho a
estos seres espirituales el don, antes que al hombre, de participar en su naturaleza
divina.

3. En el caso de los espíritus puros la elección decisiva concernía ante todo a Dios
mismo, primero y sumo Bien, aceptado y rechazado de un modo más esencial y
directo del que pueda acontecer en el radio de acción de la libre voluntad del
hombre. Los espíritus puros tienen un conocimiento de Dios incomparablemente
más perfecto que el hombre, porque con el poder de su inteligencia, no
condicionada ni limitada por la mediación del conocimiento sensible, ven hasta el
fondo la grandeza del Ser infinito, de la primera Verdad, del sumo Bien. A esta
sublime capacidad de conocimiento de los espíritus puros Dios ofreció el misterio
de su divinidad haciéndoles participes, mediante la gracia, de su infinita
gloria.Precisamente en su condición de seres de naturaliza espiritual, había en su
inteligencia la capacidad, el deseo de esta elevación sobrenatural a la que Dios les
había llamado, para hacer de ellos, mucho antes que del hombre, 'partícipes de la
naturaleza divina', partícipes de la vida íntima de Aquel que es Padre, Hijo y
Espíritu Santo, de Aquel que, en la comunión de las tres Divinas Personas, 'es
Amor'.Dios había admitido a todos los espíritus puros, antes y en mayor grado que
al hombre, a la eterna comunión de Amor.

4. La opción realizada sobre la base de la verdad de Dios, conocida deforma


superior dada la lucidez de sus inteligencias, ha dividido también el mundo de los
espíritus puros en buenos y malos.Los buenos han elegido a Dios como Bien
supremo y definitivo, conocido a la luz de la inteligencia iluminada por la
Revelación. Haber escogido a Dios significa que se han vuelto a El con toda la
fuerza interior de su libertad, fuerza que es amor. Dios se ha convertido en el
objetivo total y definitivo de su existencia espiritual.Los otros, en cambio, han
vuelto la espalda a Dios contra la verdad del conocimiento que señalaba en Él el
Bien total y definitivo. Han hecho una elección contra la revelación del misterio de
Dios, contra su gracia, que los hacía partícipes de la Trinidad y de la eterna
amistad con Dios, en la comunión con El mediante el amor. Basándose en su
libertad creada, han realizado una opción radical e irreversible, al igual que la de
los ángeles buenos, pero diametralmente opuesta: en lugar de una aceptación de
Dios, plena de amor, le han opuesto un rechazo inspirado por un falso sentido de
autosuficiencia, de aversión y hasta de odio, que se ha convertido en rebelión.

5. Cómo comprender esta oposición y rebelión a Dios en seres dotados de una


inteligencia tan viva y enriquecidos con tanta luz? ¿Cuál puede ser el motivo de
esta radical e irreversible opción contra Dios, de un odio tan profundo que puede
aparecer como fruto de la locura?.Los Padres de la Iglesia y los teólogos no dudan
en hablar de 'ceguera', producida por la supervaloración de la perfección del propio
ser, impulsada hasta el punto develar la supremacía de Dios que exigía, en
cambio, un acto de dócil y obediente sumisión. Todo esto parece expresado de
modo conciso en las palabras '"No te servir !2, 20), que manifiestan el radical e
irreversible rechazo de tomar parte en la edificación del reino de Dios en el mundo
creado. 'Satanás', el espíritu rebelde, quiere su propio reino, no el de Dios, y se
yergue como el primer 'adversario' del Creador, como opositor de la providencia,
como antagonista de la amorosa sabiduría de Dios.De la rebelión y del pecado de
Satanás, como también del pecado del hombre, debemos concluir acogiendo la
sabia experiencia de la Escritura, que afirma: 'En el orgullo está la perdición' (Tob
4, 14).

La misión de los ángeles (30.VII.86)

1. Según la Sagrada Escritura, los ángeles, en cuanto criaturas puramente


espirituales, se presentan a la reflexión de nuestra mente como una especial
realización de la 'imagen de Dios', Espíritu perfectísimo, como Jesús recuerda a la
mujer samaritana con las palabras; 'Dios es espíritu' (Jn 4, 24).Los ángeles son,
desde este punto de vista, las criaturas más cercanas al modelo divino. El nombre
que la Sagrada Escritura les atribuye indica que lo que más cuenta en la
Revelación es la verdad sobre las tareas de los ángeles respecto a los hombres:
ángel (angelus) quiere decir, en efecto, 'mensajero'. El término hebreo 'malak' -
mélk-, usado en el Antiguo Testamento, significa más propiamente 'delegado' o
'embajador'.Los ángeles, criaturas espirituales, tienen función de mediación y de
ministerio en las relaciones entre Dios y los hombres. Bajo este aspecto la Carta a
los Hebreos dirá que a Cristo se le ha dado un 'nombre', y por tanto un ministerio
de mediación, muy superior al de los ángeles (Cfr. Heb 1, 4).

2. El Antiguo Testamento subraya sobre todo la especial participación de los


ángeles en la celebración de la gloria que el Creador recibe como tributo de
alabanza por parte del mundo creado.Los Salmos de modo especial se hacen
intérpretes de esa voz cuando proclaman, p.e.: 'Alabad al Señor en el cielo, alabad
al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles.' (Sal 148, 1-2).De modo
semejante en el Salmo 102: 'Bendecid a Yahvéh vosotros sus ángeles, que sois
poderosos y cumplís sus órdenes, prontos a la voz de su palabra' (Sal 102, 20).
Este último versículo del Salmo 102 indica que los ángeles toman parte, a su
manera, en el gobierno de Dios sobre la creación, como 'poderosos ejecutores de
sus órdenes' según el plan establecido por la Divina Providencia.A los ángeles está
confiado en particular un cuidado y solicitud especiales por los hombres, en favor
de los cuales presentan a Dios sus peticiones y oraciones, como nos recuerda,
p.e., el Libro de Tobías (Cfr. especialmente Tob 3, 17 y 12, 12), mientras el Salmo
90 proclama: 'a sus ángeles ha dado órdenes. te llevarán en sus palmas, para que
tu pie no tropiece en la piedra'(Cfr. Sal 90, 1-12). Siguiendo el libro de Daniel, se
puede afirmar que las funciones de los ángeles como embajadores del Dios vivo se
extienden no sólo a cada uno de los hombres y a aquellos que tienen funciones
especiales, sino también a enteras naciones (Dan 10, 13-21).

3. El Nuevo Testamento puso de relieve las tareas de los ángeles respecto a la


misión de Cristo como Mesías y, ante todo, con relación al misterio de la
encarnación del Hijo de Dios, como constatamos en la narración de la anunciación
del nacimiento de Juan Bautista (Cfr. Lc 1, 11), de Cristo mismo (Cfr. Lc 1, 26), en
las explicaciones y disposiciones dadas a María y José (Cfr. Lc 1, 30-37; Mt 1, 20-
21), en las indicaciones dadas a los pastores la noche del nacimiento del Señor
(Cfr. Lc 2, 9-15), en la protección del recién nacido ante el peligro de la
persecución de Herodes (Cfr. Mt 2, 13).Más adelante los Evangelios hablan de la
presencia de los ángeles durante el ayuno de Jesús en el desierto a lo largo de 40
días (Cfr. Mt 4, 11) y durante la oración en Getsemaní (Cfr. Lc 22, 43). Después de
la resurrección de Cristo será también un ángel, que se aparece en forma de un
joven, quien dirá a las mujeres que habían acudido al sepulcro y estaban
sorprendidas por el hecho de encontrarlo vacío: 'No os asustéis. Buscáis a Jesús
Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí. Pero id a decir a sus
discípulos. '(Mc 16, 6-7). María Magdalena, que se ve privilegiada por una
aparición personal de Jesús, ve también a dos ángeles (Jn 20, 12-17; cfr. también
Lc 24, 4). Los ángeles 'se presentan' a los Apóstoles después de la desaparición
de Cristo para decirles: 'Hombres de Galilea, ¿qué estáis mirando al cielo?. Ese
Jesús que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo, vendrá como le habéis
visto ir al cielo' (Hech 1, 11).Son los ángeles de la vida, de la pasión y de la gloria
de Cristo. Los ángeles de Aquel que, como escribe San Pedro, 'está a la diestra de
Dios, después de haber ido al cielo, una vez sometidos a El ángeles, potestades y
poderes' (1 Pe 3, 22).

4. Si pasamos a la nueva venida de Cristo, es decir, a la 'parusía', hallamos que


todos los sinópticos hacen notar que 'el Hijo del hombre. vendrá en la gloria de su
Padre con los santos ángeles' (así Mc 8, 38, Mt 16, 27 y 25, 31, en la descripción
del juicio final; y Lc 9, 26; cfr. también San Pablo, 2 Tes 1, 7).Se puede, por tanto,
decir que los ángeles, como espíritus puros, no sólo participan en el modo que les
es propio de la santidad del mismo Dios, sino que en los momentos clave, rodean
a Cristo y lo acompañan en el cumplimiento de su misión salvífica respecto a los
hombres. De igual modo también toda la Tradición y el Magisterio ordinario de la
Iglesia ha atribuido a lo largo de los siglos a los ángeles este carácter particular y
esta función de ministerio mesiánico.

Naturaleza de los ángeles (6.VIII.8)

1. En las últimas catequesis hemos visto cómo la Iglesia, iluminada por la luz que
proviene de la Sagrada Escritura, ha profesado a lo largo de los siglos la verdad
sobre la existencia de los ángeles como seres puramente espirituales, creados por
Dios. Lo ha hecho desde el comienzo con el Símbolo niceno-constantinopolitano y
lo ha confirmado en el Conc. Lateranense IV (1215), cuya formulación ha tomado
el Conc. Vaticano I en el contexto de la doctrina sobre la creación: Dios 'creó de la
nada juntamente al principio del tiempo, ambas clases de criaturas: las espirituales
y las corporales, es decir, el mundo angélico y el mundo terrestre; y después, la
criatura humana que, compuesta de espíritu y cuerpo, los abraza, en cierto modo,
a los dos' (Cons. Dei Filius).O sea: Dios creó desde el principio ambas realidades:
la espiritual y la corporal, el mundo terreno y el angélico. Todo lo que El creó
juntamente('simuél') en orden a la creación del hombre, constituido de espíritu y de
materia y colocado según la narración bíblica en el cuadro de un mundo ya
establecido según sus leyes y ya medido por el tiempo ('deinde').

2. Juntamente con la existencia, le fe de la Iglesia reconoce ciertos rasgos


distintivos de la naturaleza de los ángeles. Su realidad puramente espiritual implica
ante todo su no materialidad y su inmortalidad. los ángeles no tienen 'cuerpo' (si
bien en determinadas circunstancias se manifiestan bajo formas visibles a causa
de su misión en favor de los hombres), y por tanto no están sometidos a la ley de
la corruptibilidad que une todo el mundo material. Jesús mismo, refiriéndose a la
condición angélica, dirá que en la vida futura los resucitados '(no) pueden morir y
son semejantes a los ángeles' (Lc 20, 36).

3. En cuanto criaturas de naturaleza espiritual los ángeles están dotados de


inteligencia y de libre voluntad, como el hombre pero en grado superior a él, si bien
siempre finito, por el límite que es inherente a todas las criaturas. Los ángeles son
también seres personales y, en cuanto tales, son también ellos, 'imagen y
semejanza' de Dios.La sagrada Escritura se refiere a los ángeles utilizando
también apelativos no sólo personales (como los nombre propios de Rafael,
Gabriel, Miguel), sino también 'colectivos' (como las calificaciones de: Serafines,
Querubines, Tronos, Potestades, Dominaciones, Principados), así como realiza
una distinción entre Ángeles y Arcángeles. Aun teniendo en cuenta el lenguaje
analógico y representativo del texto sacro, podemos deducir que estos seres-
personas, casi agrupados en sociedad, se subdividen en órdenes y grados,
correspondientes a la medida de su perfección y a las tareas que se les confía. Los
autores antiguos y la misma liturgia hablan de los coros angélicos (nueve, según
Dionisio el Aeropagita).La teología, especialmente la patrística y medieval, no ha
rechazado estas representaciones tratando en cambio de darles una explicación
doctrinal y mística, pero sin atribuirles un valor absoluto. Santo Tomás ha preferido
profundizar las investigaciones sobre la condición ontológica, sobre la actividad
cognoscitiva y volitiva y sobre la elevación espiritual de estas criaturas puramente
espirituales, tanto por su dignidad en la escala de los seres, como porque en ellos
podía profundizar mejor las capacidades y actividades propias del espíritu en grado
puro, sacando de ello no poca luz para iluminar los problemas de fondo que desde
siempre agitan y estimulan el pensamiento humano: el conocimiento, el amor, la
libertad, la docilidad a Dios, la consecución de su reino.

4. El tema a que hemos aludido podrá parecer 'lejano' o 'menos vital' a la


mentalidad del hombre moderno. Y sin embargo la Iglesia, proponiendo con
franqueza toda la verdad sobre Dios creador incluso de los ángeles, cree prestar
un gran servicio al hombre.El hombre tiene la convicción de que en Cristo,
Hombre-Dios, en él (y no en los ángeles) es en quien se halla el centro de la Divina
Revelación. Pues bien, el encuentro religioso con el mundo de los seres puramente
espirituales se convierte en preciosa revelación de su ser no sólo como cuerpo,
sino también espíritu, y de su pertenencia a un proyecto de salvación
verdaderamente grande y eficaz dentro de una comunidad de seres personales
que para el hombre y con el hombre sirven al designio providencial de Dios.

5. Notamos que la Sagrada Escritura y la Tradición llaman propiamente ángeles a


aquellos espíritus puros que en la prueba fundamental de libertad han elegido a
Dios, su gloria y su reino. Ellos están unidos a Dios mediante el amor consumado
que brota de la visión beatificante, cara a cara, de la Santísima Trinidad. Lo dice
Jesús mismo: 'Sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está
en los cielos' (Mt 18, 10). Ese 'ver de continuo la faz del Padre' es la manifestación
más alta de la adoración de Dios.Se puede decir que constituye esa 'liturgia
celeste', realizada en nombre de todo el universo, a la cual se asocia
incesantemente la liturgia terrena de la Iglesia, especialmente en sus momentos
culminantes. Baste recordar aquí el acto con el que la Iglesia, cada día y cada
hora, en el mundo entero, antes de dar comienzo a la plegaria eucarística en el
corazón de la Santa Misa, se apela 'a los Ángeles y a los Arcángeles' para cantar
la gloria de Dios tres veces santo, uniéndose así a aquellos primeros adoradores
de Dios, en su culto y en el amoroso conocimiento del misterio inefable de su
santidad.

6. También según la Revelación, los ángeles, que participan en la vida de la


Trinidad en la luz de la gloria, están también llamados a tener su parte en la
historia de la salvación de los hombres, en los momentos establecidos por el
designio de la Providencia Divina. 'No son todos ellos espíritus administradores,
enviados para servicio a favor de los que han de heredar la salud?', pregunta el
autor de la Carta a los Hebreos (1, 14). Y esto cree y enseña la Iglesia, basándose
en la Sagrada Escritura por la cual sabemos que la tarea de los ángeles buenos es
la protección de los hombres y la solicitud por su salvación.Hallamos estas
expresiones en diversos pasajes de la Sagrada Escritura, como por ejemplo en el
Salmo 90, citado ya repetidas veces: 'Pues te encomendará a sus ángeles para
que te guarde en todos tus caminos, y ellos te levantarán en sus palmas para que
tus pies no tropiecen en las piedras' (90, 11-12). Jesús mismo, hablando de los
niños y amonestando a no escandalizarlos, se apela a 'sus ángeles' (Mt 18, 10).
Además, atribuye a los ángeles la función de testigos en el supremo juicio divino
sobre la suerte del quien ha reconocido o renegado a Cristo: 'A quien me confesare
delante de los hombres, el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de
Dios. El que me negare delante de los hombres, será negado ante los ángeles de
Dios' (Lc 12, 8-9; cfr. Ap. 3,5). Estas palabras son significativas porque si los
ángeles toman parte en el juicio de Dios, están interesados en la vida del hombre.
Interés y participación que parecen recibir una acentuación en el discurso
escatológico, en el que Jesús hace intervenir a los ángeles en la parusía, o sea, en
la venida definitiva de Cristo al final de la historia (Cfr. Mt 24, 31; 25, 31. 41).

7. Entre los libros del Nuevo Testamento, los Hechos de los Apóstoles nos hacen
conocer especialmente algunos episodios que testimonian la solicitud de los
ángeles por el hombre y su salvación. Así, cuando el ángel de Dios libera a los
Apóstoles de la prisión (Cfr. Hech 5, 18-20), y ante todo a Pedro, que estaba
amenazado de muerte por la mano de Herodes (Cfr. Hech 12, 5-10). O cuando
guía la actividad de Pedro respecto al centurión Cornelio, el primer pagano
convertido (Cfr. Hech 10, 3-8; 11, 12©13), y análogamente la actividad del diácono
Felipe en el camino de Jerusalén a Gaza (Hech 8, 26-29).De estos pocos hechos
citados a título de ejemplo, se comprende cómo en la conciencia de la Iglesia se ha
podido formar la persuasión sobre el ministerio confiado a los ángeles en favor de
los hombres. Por ello, la Iglesia confiesa su fe en los ángeles custodios,
venerándolos en la liturgia con una fiesta especial, y recomendando el recurso a su
protección con una oración frecuente, como en la invocación del 'Ángel de Dios'.
Esta oración parece atesorar las bellas palabras de San Basilio: 'Todo fiel tiene
junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida' (Cfr. San Basilio,
Adv. Eunomium, III, 1; véase también Santo Tomás, S.Th. I, q.11, a.3).

8. Finalmente es oportuno notar que la Iglesia honra con culto litúrgico a tres
figuras de ángeles, que en la Sagrada Escritura se les llama con un nombre.El
primero es Miguel Arcángel (Cfr. Dan 10, 13.20; Ap 12, 7; Jdt. 9). Su nombre
expresa sintéticamente la actitud esencial de los espíritus buenos: 'Mica-El'
significa, en efecto: '¿quien como Dios?'. En este nombre se halla expresada,
pues, la elección salvífica gracias a la cual los ángeles 'ven la faz del Padre' que
está en los cielos.El segundo es Gabriel: figura vinculada sobre todo al misterio de
la Encarnación del Hijo de Dios (Cfr. Lc 1, 19. 26). Su nombre significa: 'Mi poder
es Dios' o 'Poder de Dios', como para decir que en el culmen de la creación, la
Encarnación es el signo supremo del Padre omnipotente.Finalmente el tercer
arcángel se llama Rafael. "Rafa-El' significa: 'Dios cura', El se ha hecho conocer
por la historia de Tobías en el antiguo Testamento (Cfr. Tob 12, 50. 20, etc.), tan
significativa en el hecho de confiar a los ángeles los pequeños hijos de Dios,
siempre necesitados de Custodia, cuidado y protección.Reflexionando bien se ve
que cada una de estas tres figuras: Mica-El, Gabri-El, Rafa-El reflejan de modo
particular la verdad contenida en la pregunta planteada por el autor de la Carta a
los Hebreos: '¿No son todos ellos espíritus administradores, enviados para servicio
en favor de los que han de heredar la salvación?' (1, 14).
El pecado y la acción de Satanás (13.VIII.86)

1. Continuando el tema de las precedentes catequesis dedicadas al artículo de fe


referente a los ángeles, criaturas de Dios, vamos a explorar el misterio de la
libertad que algunos de ellos utilizaron contra Dios y contra su plan de salvación
respecto a los hombres.Como testimonia el Evangelista Lucas en el momento, en
el que los discípulos se reunían de nuevo con el Maestro llenos de alegría por los
frutos recogidos en sus primeras tareas misioneras, Jesús pronuncia una frase que
hace pensar: 'veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo' (Lc 10, 18).Con estas
palabras el Señor afirma que el anuncio del reino de Dios es siempre una victoria
sobre el diablo, pero al mismo tiempo revela también que la edificación del reino
está continuamente expuesta a las insidias del espíritu del mal. Interesarse por
esto, como tratamos de hacer con nuestra catequesis de hoy, quiere decir
prepararse al estado de lucha que es propio de la vida de la Iglesia en este tiempo
final de la historia de la salvación (como afirma el libro del Apocalipsis. Cfr. 12, 7).
Por otra parte, esto ayuda a aclarar la recta fe de la Iglesia frente a aquellos que la
alteran exagerando la importancia del diablo o de quienes niegan o minimizan su
poder maligno.Las precedentes catequesis sobre los ángeles nos han preparado
para comprender la verdad, que la Iglesia ha transmitido, sobre Satanás, es decir,
sobre el ángel caído, el espíritu maligno, llamado también diablo o demonio.

2. Esta 'caída', que presenta la forma de rechazo de Dios con el consiguiente


estado de 'condena', consiste en la libre elección hecha por aquellos espíritus
creados, los cuales radical y irrevocablemente han rechazado a Dios y su reino,
usurpando sus derechos soberanos y tratando de trastornarla economía de la
salvación y el ordenamiento mismo de toda la creación.Un reflejo de esta actitud se
encuentra en las palabras del tentador a los progenitores: 'Seréis como Dios' o
'como dioses' (Cfr. Gen 3, 5). Así el espíritu maligno trata de transplantar en el
hombre la actitud de rivalidad, de insubordinación a Dios y su oposición a Dios que
ha venido a convertirse en la motivación de toda su existencia.
3. En el Antiguo Testamento, la narración de la caída del hombre, recogida en el
libro del Génesis, contiene una referencia a la actitud de antagonismo que Satanás
quiere comunicar al hombre para inducirlo a la transgresión (Cfr. Gen 3, 5).
También en el libro de Job (Cfr. Job 1, 11; 2,5.7), vemos que satanás trata de
provocar la rebelión en el hombre que sufre. En el libro de la Sabiduría (Cfr. Sab 2,
24), satanás es presentado como el artífice de la muerte que entra en la historia
del hombre juntamente con el pecado.

4. La Iglesia, en el Conc. Lateranense IV (1215), enseña que el diablo (satanás) y


los otros demonios 'han sido creados buenos por Dios pero se han hecho malos
por su propia voluntad'. Efectivamente, leemos en la Carta de San Judas: . a los
ángeles que no guardaron su principado y abandonaron su propio domicilio los
reservó con vínculos eternos bajo las tinieblas para el juicio del gran día' (Jds 6).
Así también en la segunda Carta de San Pedro se habla de 'ángeles que pecaron'
y que Dios 'no perdonó. sino que, precipitados en el tártaro, los entregó a las
cavernas tenebrosas, reservándolos para el juicio' (2, 4).Está claro que si Dios 'no
perdonó' el pecado de los ángeles, lo hace para que ellos permanezcan en su
pecado, porque están eternamente 'en las cadenas' de esa opción que han hecho
al comienzo, rechazando a Dios, contra la verdad del bien supremo y definitivo que
es Dios mismo. En este sentido escribe San Juan que: 'el diablo desde el principio
peca' (1 Jn 3, 3). Y ' él es homicida desde el principio y no se mantuvo en la
verdad, porque la verdad no estaba en él' (Jn 8, 44).

5. Estos textos nos ayudan a comprender la naturaleza y la dimensión del pecado


de satanás, consistente en el rechazo de la verdad sobre Dios, conocido a la luz de
la inteligencia y de la revelación como Bien infinito, amor, y santidad subsistente.El
pecado ha sido tanto más grande cuanto mayor era la perfección espiritual y la
perspicacia cognoscitiva del entendimiento angélico, cuanto mayor era su libertad y
su cercanía a Dios. Rechazando la verdad conocida sobre Dios con un acto de la
libre voluntad, satanás se convierte en 'mentiroso cósmico' y 'padre de la mentira'
(Jn 8, 44). Por esto vive la radical e irreversible negación de Dios y trata de
imponer a la creación, a los otros seres creados a imagen de Dios, y en particular a
los hombres, su trágica 'mentira sobre el Bien' que es Dios. En el libro del Génesis
encontramos una descripción precisa de esa mentira y falsificación de la verdad
sobre Dios, que satanás (bajo la forma de serpiente) intenta transmitir a los
primeros representantes del género humano: Dios sería celoso de sus
prerrogativas e impondría por ello limitaciones al hombre (Cfr. Gen 3, 5). Satanás
invita al hombre a liberarse de la imposición de este juego, haciéndose 'como Dios'.

6. En esta condición de mentira existencial satanás se convierte -según San Juan-


también en homicida, es decir, destructor de la vida sobrenatural que Dios había
injertado desde el comienzo en él y en las criaturas 'hechas a imagen de Dios': los
otros espíritus puros y los hombres; satanás quiere destruir la vida según la
verdad, la vida en la plenitud del bien, la vida sobrenatural de gracia y de amor. El
autor del libro de la Sabiduría escribe:. por envidia del diablo entró la muerte en el
mundo, y la experimentan los que le pertenecen' (Sab 2, 24). En el Evangelio
Jesucristo amonesta: . temed más bien a aquel que puede perder el alma y el
cuerpo en la gehena' (Mt 10,28).

7. Como efecto del pecado de los progenitores, este ángel caído ha conquistado
en cierta medida el dominio sobre el hombre.Esta es la doctrina constantemente
confesada y anunciada por la Iglesia, y que el Concilio de Trento ha confirmado en
el tratado sobre el pecado original (.): Dicha doctrina encuentra dramática
expresión en la liturgia del bautismo, cuando se pide al catecúmeno que renuncie
al demonio y a sus seducciones.Sobre este influjo en el hombre y en las
disposiciones de su espíritu (y del cuerpo) encontramos varias indicaciones en la
Sagrada Escritura, en las cuales satanás es llamado 'el príncipe de este mundo'
(Cfr. Jn 12, 31; 14, 30;16, 11) e incluso 'el Dios del siglo' (2 Cor 4, 4). Encontramos
muchos otros nombres que describen sus nefastas relaciones con el hombre:
'Belcebú' o 'Belial', 'espíritu inmundo', 'tentador', 'maligno' y finalmente 'anticristo' (1
Jn 4, 3). Se le compara a un 'león' (1 Pe 5, 8), a un 'dragón' (en el Apocalipsis) ya
una 'serpiente' (Gen 3). Muy frecuentemente para nombrarlo se ha usado el
nombre de 'diablo' del griego 'diaballein' -diaballein- (del cual 'diabolos'),que quiere
decir: causar la destrucción, dividir, calumniar, engañar. Y a decir verdad, todo esto
sucede desde el comienzo por obra del espíritu maligno que es presentado en la
Sagrada Escritura como una persona, aunque se afirma que no está solo: 'somos
muchos', gritaban los diablos a Jesús en la región de las gerasenos (Mc 5, 9); 'el
diablo y sus ángeles', dice Jesús en la descripción del juicio final (Cfr. Mt 25, 41).

8. Según la Sagrada Escritura, y especialmente el Nuevo Testamento, el dominio y


el influjo de Satanás y de los demás espíritus malignos se extiende al mundo
entero. Pensemos en la parábola de Cristo sobre el campo (que es el mundo),
sobre la buena semilla y sobre la mala semilla que el diablo siembra en medio del
grano tratando de arrancar de los corazones el bien que ha sido 'sembrado' en
ellos (Cfr. Mt 13, 38-39). Pensemos en las numerosas exhortaciones a la vigilancia
(Cfr. Mt 26, 41; 1 Pe 5, 8), a la oración y al ayuno (Cfr. Mt 17, 21). Pensemos en
esta fuerte invitación del Señor: 'Esta especie (de demonios) no puede ser
expulsada por ningún medio sino es por la oración' (Mc 9, 29).La acción de
Satanás consiste ante todo en tentar a los hombres para el mal, influyendo sobre
su imaginación y sobre las facultades superiores para poder situarlos en dirección
contraria a la ley de Dios. Satanás pone a prueba incluso a Jesús (Cfr. Lc 4, 3-13)
en la tentativa extrema de C contrastar las exigencias de la economía de la
salvación tal como Dios le ha preordenado.No se excluye que en ciertos casos el
espíritu maligno llegue incluso a ejercitar su influjo no sólo sobre las cosas
materiales, sino también sobre el cuerpo del hombre, por lo que se habla de
'posesiones diabólicas' (Cfr. Mc 5,2-9). No resulta siempre fácil discernir lo que hay
de preternatural en estos casos, ni la Iglesia condesciende o secunda fácilmente la
tendencia a atribuir muchos hechos e intervenciones directas al demonio; pero en
línea de principio no se puede negar que, en su afán de dañar y conducir al mal,
Satanás pueda llegar a esta extrema manifestación de su superioridad.

9. Debemos finalmente añadir que las impresionantes palabras del Apóstol Juan:
'El mundo todo está bajo el maligno' (1 Jn 5, 19), aluden también a la presencia de
Satanás en la historia de la humanidad, una presencia que se hace más fuerte a
medida que el hombre y la sociedad se alejan de Dios. El influjo del espíritu
maligno puede 'ocultarse' de forma más profunda y eficaz: pasar inadvertido
corresponde a sus 'intereses': La habilidad de Satanás en el mundo es la de inducir
a los hombres a negar su existencia en nombre del racionalismo y de cualquier
otro sistema de pensamiento que busca todas las escapatorias con tal de no
admitir la obra del diablo.Sin embargo, no presupone la eliminación de la libre
voluntad y de la responsabilidad del hombre y menos aún la frustración de la
acción salvífica de Cristo. Se trata más bien de un conflicto entre las fuerzas
oscuras del mal y las de la redención. Resultan elocuentes a este propósito las
palabras que Jesús dirigió a Pedro al comienzo de la pasión: . Simón, Satanás os
busca para ahecharos como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca
tu fe' (Lc 22,31).Comprendemos así por que Jesús en la plegaria que nos ha
enseñado, el 'Padrenuestro', que es la plegaria del reino de Dios, termina casi
bruscamente, a diferencia de tantas otras oraciones de su tiempo, recordándonos
nuestra condición de expuestos a las insidias del Maligno.El cristiano, dirigiéndose
al Padre con el espíritu de Jesús e invocando su reino, grita con la fuerza de la fe:
no nos dejes caer en la tentación, líbranos del Mal, del Maligno. Haz, oh Señor,
que no cedamos ante la infidelidad a la cual nos seduce aquel que ha sido infiel
desde el principio.

La acción de Satanás y la victoria de Cristo (20.VIII.86)

1. Nuestras catequesis sobre Dios, Creador de las cosas 'visibles e invisibles', nos
ha llevado a iluminar y vigorizar nuestra fe por lo que respecta a la verdad sobre el
maligno o Satanás, no ciertamente querido por Dios, sumo Amor y Santidad, cuya
Providencia sapiente y fuerte sabe conducir nuestra existencia a la victoria sobre el
príncipe de las tinieblas.Efectivamente, la fe de la Iglesia nos enseña que la
potencia de Satanás no es infinita. El sólo es una criatura, potente en cuanto
espíritu puro, pero siempre una criatura, con los límites de la criatura, subordinada
al querer y al dominio de Dios. Si Satanás obra en el mundo por su odio a Dios y
su reino, ello es permitido por la Divina Providencia que con potencia y bondad
('fortiter et suaviter') dirige la historia del hombre y del mundo. Si la acción de
Satanás ciertamente causa muchos daños -de naturaleza espiritual- e
indirectamente de naturaleza también física a los individuos y a la sociedad, él no
puede, sin embargo, anular la finalidad definitiva a la que tienden el hombre y toda
la creación, el bien. El no puede obstaculizar la edificación del reino de Dios en el
cual se tendrá, al final, la plena actuación de la justicia y del amor del Padre hacia
las criaturas eternamente 'predestinadas' en el Hijo-Verbo, Jesucristo. Más aún,
podemos decir con San Pablo que la obra del maligno concurre para el bien y sirve
para edificar la gloria de los 'elegidos' (Cfr. 2 Tim 2, 10).

2. Así toda la historia de la humanidad se puede considerar en función de la


salvación total, en la cual está inscrita la victoria de Cristo sobre 'el príncipe de este
mundo' (Jn 12, 31; 14, 30; 16, 11). 'Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo servirás'
(Lc 4, 8), dice terminantemente Cristo a Satanás.En un momento dramático de su
ministerio, a quienes lo acusaban de manera descarada de expulsar los demonios
porque estaba aliado de Belcebú, jefe de los demonios, Jesús responde aquellas
palabras severas y confortantes a la vez :'Todo reino en sí dividido será desolado y
toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás, está
dividido contra sí: ¿cómo, pues, subsistirá su reino?. Mas si yo arrojo a los
demonios con el poder del espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros
el reino de Dios' (Mt 12, 25-26. 28). 'Cuando un hombre fuerte bien armado guarda
su palacio, seguros están sus bienes; pero si llega uno más fuerte que él, le
vencerá, le quitará las armas en que confiaba y repartirá sus despojos' (Lc 11, 21-
22). Las palabras pronunciadas por Cristo a propósito del tentador encuentran su
cumplimiento histórico en la cruz y en la resurrección del Redentor. Como leemos
en la Carta a los Hebreos, Cristo se ha hecho partícipe de la humanidad hasta la
cruz 'para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, y librar a aquellos que estaban toda la vida sujetos a servidumbre' (Heb 2,
14-15). Esta es la gran certeza de la fe cristiana: 'El príncipe de este mundo ya
está juzgado' (Jn 16, 11); 'Y para esto apareció el Hijo de Dios, para destruir las
obras del diablo' (1 Jn 3, 8), como nos atestigua San Juan. Así, pues, Cristo
crucificado y resucitado se ha revelado como el 'más fuerte' que ha vencido 'al
hombre fuerte', el diablo, y lo ha destronado.De la victoria de Cristo sobre el diablo
participa la Iglesia: Cristo, en efecto, ha dado a sus discípulos el poder de arrojar
los demonios (Cfr. Mt 10,1, y paral.; Mc 16, 17). La Iglesia ejercita tal poder
victorioso mediante la fe en Cristo y la oración (Cfr. Mc 9, 29; Mt 17, 19 ss.), que en
casos específicos puede asumir la forma de exorcismo.

3. En esta fase histórica de la victoria de Cristo se inscribe el anuncio y el inicio de


la victoria final, la parusía, la segunda y definitiva venida de Cristo al final de la
historia, venida hacia la cual está proyectada la vida del cristiano. También si es
verdad que la historia terrena continúa desarrollándose bajo el influjo de 'aquel
espíritu que -como dice San Pablo- ahora actúa en los que son rebeldes' (Ef 2, 2),
los creyentes saben que están llamados a luchar para el definitivo triunfo del bien:
'No es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra
las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los
espíritus malos de los aires' (Ef 6, 12).

4. La lucha, a medida que se avecina el final, se hace en cierto sentido siempre


más violenta, como pone de relieve especialmente el Apocalipsis, el último libro del
Nuevo Testamento (Cfr. Ap 12, 7-9). Pero precisamente este libro acentúa la
certeza que nos es dada por toda la Revelación divina: es decir, que la lucha se
concluirá con la definitiva victoria del bien. En aquella victoria, precontenida en el
misterio pascual de Cristo, se cumplirá definitivamente el primer anuncio del
Génesis, que con un término significativo es llamado proto-Evangelio, con el que
Dios amonesta a la serpiente: 'Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer' (Gen
3, 15). En aquella fase definitiva, completando el misterio de su paterna
Providencia, 'liberará del poder de las tinieblas' a aquellos que eternamente ha
'predestinado en Cristo' y les 'transferirá al reino de su Hijo predilecto' (Cfr. Col 1,
13-14). Entonces el Hijo someterá al Padre también el universo, para que 'sea Dios
en todas las cosas' (1 Cor 15, 28).
5. Con ésta se concluyen las catequesis sobre Dios Creador de las 'cosas visibles
e invisibles', unidas en nuestro planteamiento con la verdad sobre la Divina
Providencia. Aparece claro a los ojos del creyente que el misterio del comienzo del
mundo y de la historia se une indisolublemente con el misterio del final, en el cual
la finalidad de todo lo creado llega a su cumplimiento. El Credo, que une así
orgánicamente tantas verdades, es verdaderamente la catedral armoniosa de la
fe.De manera progresiva y orgánica hemos podido admirar estupefactos el gran
misterio de la inteligencia y del amor de Dios, en su acción creadora, hacia el
cosmos, hacia el hombre, hacia el mundo de los espíritus puros. De tal acción
hemos considerado la matriz trinitaria, su sapiente finalidad relacionada con la vida
del hombre, verdadera 'imagen de Dios', a su vez llamado a volver a encontrar
plenamente su dignidad en la contemplación de la gloria de Dios. Hemos recibido
luz sobre uno de los máximos problemas que inquietan al hombre e invaden su
búsqueda de la verdad: el problema del sufrimiento y del mal. En la raíz no está
una decisión errada o mala de Dios, sino su opción, y en cierto modo su riesgo, de
crearnos libres para tenernos como amigos. De la libertad ha nacido también el
mal. Pero Dios no se rinde, y con su sabiduría transcendente, predestinándonos a
ser sus hijos en Cristo, todo lo dirige con fortaleza y suavidad, para que el bien no
sea vencido por el mal.

Cortesía de: José Gálvez Krüger


Director de la Revista de Humanidades
“Studia Limensia”

You might also like