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a causa de una vibración intensa y rápida que rompe su estructura granular al reducir su presión
intergranular. Al iniciarse la vibración el material se expande y las partículas sólidas adoptan un
estado muy suelto; cuando el movimiento cesa, el material tiende a compactarse bruscamente
produciendo las presiones intersticiales que causan la licuación, Durante el fenómeno, el
decremento de la presión intersticial se traduce en un incremento equivalente de la presión del
fluido (liquido o aire) contenido en los poros.
Los materiales más vulnerables a la licuación son las arenas limpias, no consolidadas y saturadas.
El incremento de la presión de poro provocado por la licuación, puede generar “chorros” de agua y
aire mezclados con sedimentos finos y gas a presión que, cuando son expulsados sobre la superficie
del terreno forman acumulaciones de material, como los “volcanes de lodo” (sand boils) y los diques
clásticos. Estas son manifestaciones que, por ser claramente visibles en la superficie del terreno,
pueden constituir indicadores de las áreas vulnerables a la licuación y de la presencia de fallas
activas.
Cuando la licuación se produce en un estrato que está confinado por otro no vulnerable a ese
fenómeno, no hay manifestación en la superficie; pero el material licuado puede intrusionar al
sobreyacente introduciéndose en sus zonas de debilidad (fisuras) o generando en éste un domo de
material licuado.
Factores que influyen en este fenómeno: las características de los materiales no consolidados
(principalmente, granulometría y compacidad de los sedimentos superficiales), el espesor de los
mismos, la profundidad a los niveles freáticos, la topografía, las características del sismo (intensidad,
frecuencia y aceleración) y la presión efectiva vertical en la profundidad considerada
Tales investigaciones concluyeron que los factores determinantes para que se presente la licuación
son: la ocurrencia de una vibración repentina, la presencia de niveles freáticos someros y/o una
reducida compacidad de los materiales granulares. Específicamente, han concluido que las zonas
más vulnerables a la licuación son aquéllas con niveles freáticos a profundidades menores que 3 m
y relativamente cercanas a fallas activas, cuando éstas provocan sismos de magnitud igual o superior
a 5.5 grados en la escala de Richter.
Los riesgos pueden ser prevenidos o reducidos mediante la aplicación de métodos, tales como:
compactación dinámica, columnas de grava, inyección, vibrocompactación o abatimiento de niveles
freáticos. Adicionalmente, deben aplicarse criterios de diseño y especificaciones adecuados,
conforme a lo dispuesto en los reglamentos de construcción y en los permisos respectivos.
Conclusiones
El fenómeno denominado licuación consiste en la pérdida de la resistencia al esfuerzo cortante de
un material no consolidado que, al comportarse como un líquido, provoca daños en el terreno y en
la infraestructura sobreyacente. Los sedimentos más vulnerables a la licuación son las arenas, más
o menos limpias, no consolidadas y saturadas.
Factores adicionales que determinan la ocurrencia del fenómeno son: la presencia de niveles
freáticos someros y la existencia de fallas activas cercanas por ser focos de movimiento o vibraciones
bruscas y repentinas. En general, las zonas más vulnerables a la licuación son aquéllas con niveles
freáticos a profundidades menores que 3 m y relativamente cercanas a fallas activas, cuando éstas
provocan sismos de magnitud igual o superior a 5.5 grados en la escala de Richter. Los volcanes de
lodo (sand boils) son manifestaciones comúnmente generadas por la licuación que, por ser
claramente visibles en la superficie del terreno, pueden constituir indicadores de las áreas
vulnerables a la licuación y de la presencia de fallas activas.
Donde se conjugan estas condiciones, es indispensable realizar estudios geotécnicos de los factores
enumerados y determinar la susceptibilidad del terreno a la licuación, como parte de un análisis de
riesgo sísmico, con los objetivos principales: i) seleccionar el emplazamiento y características de
nuevas obras, y ii) definir medidas para la prevención y mitigación del fenómeno.
Este principio, conocido como principio de esfuerzo efectivo, fue desarrollado por Terzaghi y se
cumple para suelos saturados. En él se propone que en cualquier punto de una masa de suelo
saturado el esfuerzo total en cualquier dirección es igual a la suma algebraica del esfuerzo efectivo
en esa dirección y la presión intersticial.
Al observar un suelo granular a escala microscópica, se comprobaría que las fuerzas existentes,
debidas básicamente a la gravedad, se transmiten a través de los contactos entre los granos. Para
un suelo fino arcilloso, estas fuerzas de gravedad pierden relevancia frente a las físico-químicas. Por
estas razones, el estudio del comportamiento del suelo se efectúa desde un punto de vista
macroscópico y se trata al suelo como un medio continuo.
En general, se puede decir que los problemas en mecánica de suelo se dividen en dos grupos. El
primero lo constituyen los problemas de estabilidad, los cuales se analizan considerando el
equilibrio límite de una masa de suelo que está en estado de falla por corte a lo largo de una
superficie de deslizamiento potencial. Se supone que el suelo en la zona de falla se encuentra en
un estado de equilibrio plástico, y en el análisis el comportamiento del suelo se define con un valor
de resistencia a la condición de falla a lo largo de la superficie de deslizamiento. Comparando los
esfuerzos reales sobre la superficie de deslizamiento potencial con aquellos necesarios para generar
la falla, se obtiene un factor de seguridad con respecto a la inestabilidad.
El segundo grupo lo constituyen los problemas de distribución de esfuerzos y de deformaciones,
en los que interesa conocer lo que sucede en la masa de suelo cuando los niveles de esfuerzos se
restringen a un rango de trabajo por debajo del valor de falla y, especialmente, en el rango lineal de
la curva esfuerzo deformación. Para estas condiciones se supone que el suelo se encuentra en un
estado de equilibrio elástico y las distribuciones de esfuerzos y las deformaciones se determinan
bajo el supuesto de que el suelo se comporta como un material homogéneo, isótropo y linealmente
elástico, cuyas propiedades se definen con el módulo de elasticidad E y la relación de Poisson .
Las soluciones antes presentadas se emplean para obtener las líneas de igual incremento de
esfuerzo en una masa de suelo producido por una carga aplicada en su superficie. Estas líneas
forman lo que se denomina bulbos de esfuerzo del área cargada, y dan una representación visual
útil de la manera como el incremento de esfuerzo se distribuye a través de la masa de suelo. La
profundidad hasta la cual el incremento de esfuerzo es significativo se denomina zona de influencia
y puede tomarse como aproximadamente 10 veces el ancho en el caso de una franja infinitamente
larga y aproximadamente 3 veces el ancho en el caso de un área cuadrada cargada. De manera
similar, la zona de influencia de un área circular cargada se extiende hasta una profundidad de más
o menos 3 veces su diámetro.
Una vez que se ha determinado el incremento de esfuerzos en el terreno producto de una carga
aplicada en su superficie, es esperable que se produzcan deformaciones en la masa de suelo. De
este modo, es muy importante conocer las deformaciones verticales, o asentamientos. Las
soluciones basadas en la teoría de la elasticidad utilizan el módulo de elasticidad E y la relación de
Poisson . Sin embargo, una masa de suelo no tiene valores únicos de E y , por lo tanto existe una
dificultad para determinar los valores apropiados de estos parámetros.
Debido a que en arenas el módulo de deformación no sólo varía con la profundidad, sino además
con el ancho del área cargada, y en el rango elástico inicial de deformación el valor de la relación de
Poisson varía con la deformación, la predicción del valor de los asentamientos, en términos
prácticos, se basa en métodos empíricos como se describirá en capítulos más adelante. Sin embargo,
los métodos basados en la teoría de la elasticidad, las ecuaciones constitutivas aplicadas a
elementos finitos o matemáticos y otros métodos, permiten determinar los asentamientos que se
producirán en el terreno.
En cambio, para arcillas saturadas los asentamientos que se producen inmediatamente durante la
construcción, se producen sin disipación de las presiones intersticiales (condiciones no drenadas) y
con coeficiente de Poisson constante igual a 0,5. Con esto, se puede asumir como hipótesis
razonable que el suelo posee un módulo de elasticidad en condiciones no drenadas constante. En
términos prácticos, las formulaciones que se presentan a continuación basadas en la teoría de
Boussinesq son aplicables a este tipo de suelos para determinar los asentamientos instantáneos,
también llamados asentamientos elásticos.
Asumiendo que el suelo es elástico, isótropo, homogéneo e infinito, los asentamientos se pueden
obtener de acuerdo a la geometría del área cargada, sea ésta rectangular o circular.
Teoría de la consolidación
Cuando un suelo cohesivo y saturado es sometido a un incremento de carga, como la construcción
de un edificio o un terraplén por ejemplo, se produce un exceso de presiones intersticiales debido
a que el drenaje no es instantáneo. Una vez aplicada la carga, el agua comienza a fluir debido al
gradiente hidráulico producido por el exceso de presiones intersticiales, induciendo a una
deformación plástica que conlleva a una reducción del índice de vacíos inicial de la masa de suelo, y
por lo tanto, a un cambio de su volumen total
Cuando el exceso de presiones intersticiales es positivo de forma tal que se produzca una
disminución del volumen, el proceso se llama consolidación. Por el contrario, cuando el exceso de
presiones intersticiales es negativo de forma tal que se produzca un aumento del volumen, el
proceso se llama expansión.
En conclusión, la consolidación se define como el asentamiento producido en suelos compresibles
y saturados, debido a las deformaciones volumétricas a lo largo del tiempo, ante la disipación por
drenaje de las presiones transmitidas al agua intersticial por una carga aplicada y por la reducción
de los poros del suelo.
En suelos granulares, como arenas, la permeabilidad es relativamente alta y por ello el exceso de
presión intersticial puede disiparse al instante. En consecuencia, el asentamiento de la estructura
por lo general se termina al final de la construcción. En contraste, los depósitos de arcilla a menudo
tienen una DH Hf Hi Vs Vw Vs Variación Volumétrica en el Tiempo S = 100% 101 permeabilidad muy
baja y por ello la disipación del exceso de presión intersticial es un proceso muy lento. Como
resultado, una estructura puede continuar asentándose durante varios años después de terminada
la construcción. De este modo, es importante poder predecir el asentamiento total de la estructura
y la velocidad a la cual se produce dicho asentamiento.
Los factores que influyen en el proceso de consolidación de un suelo son: el grado de saturación,
el coeficiente de permeabilidad, las propiedades del fluido de los poros, la longitud de trayectoria
que debe recorrer el fluido expulsado, las condiciones de drenaje y la magnitud de la sobrecarga.