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Prólogo
Esta columna la escribí con mucha dificultad. Uso
lentes de contacto, sin ellos mi visión es
paupérrima. A mediados de la semana pasada
perdí uno. Odio cuando pasa eso, generalmente
una vez cada un año y medio. Sin embargo, debía
escribir sobre esto. Era una deuda pendiente. Así
que, con ayuda del zoom, con dolor de hombros y
lectura en voz alta de un tercero, les entrego esta
columna. Espero contribuir a saciar la necesidad
de información y entendimiento frente a este
serio episodio de la contingencia política y
económica nacional.
El Caso Penta es uno de los escándalos mediáticos más importantes que se recuerden en los últimos
20 años. Yo no recuerdo un caso donde fuera más visible la delicada relación existente entre la
política y los negocios, entendido esto último como la actividad empresarial del sector privado. Ni
siquiera cuando Sebastián Piñera, reconocido hombre de negocios, asumió la Presidencia de la
República, se vio una indagatoria tan incipiente de los oscuros lazos entre lo empresarial y lo
político. Y es que la relación entre el sector público y privado pudiese ser concebida análogamente
como un cristal óptico: a simple vista luce bien, pero observado en detalle, pueden apreciarse un
sin número de imperfecciones, que al final, alteran la visión.
El propósito de esta columna es explicar el Caso Penta con manzanitas. En una primera parte les
contaré la tragicómica historia que enmarca los orígenes del caso. En una segunda parte intentaré
explicar los delitos que, se presumen, se cometieron en torno a este caso. En una tercera parte y
final, una reflexión sobre las graves implicancias socioeconómicas que este caso plantea para Chile.
El Caso Penta es una comedia trágica. Su historia perfectamente da para un guión entretenido, que
con una correcta fotografía y dirección puede convertirse en la primera película ganadora de un
premio Oscar. Y es que, los más cinefilos, podrán distinguir la enorme similitud entre la historia que
les contaré y el cine de Alejandro González Iñárritu (“Amores Perros”, “21 Gramos”, “Babel” y
“Birdman”) director mexicano reciente ganador del Oscar por Mejor Película y Mejor Director. O tal
1
Rescatado de https://conmanzanitas.com/2015/03/05/el-caso-penta-explicado-con-manzanitas/; el 26 de
septiembre de 2018; 16:50 hrs.
vez a Guy Ritchie (“Snatch: Cerdos y Diamantes”, “RocknRolla”, “Sherlock Holmes”) director inglés.
En fin. La historia comienza así.
Había una vez un funcionario público llamado Iván Álvarez. Iván, Ingeniero Comercial (nefasto
colega) trabajaba en el Servicio de Impuestos Internos (SII). Resulta que Álvarez un día, por
casualidades de la vida, descubrió un error en el sistema electrónico del SII. Iván se dio cuenta que
podía modificar las declaraciones de renta de las empresas en Chile, las que actualmente pagan el
impuesto único de primera categoría. A primera vista una anécdota, hasta que su escasa ética y su
espíritu emprendedor se pondrían de acuerdo para llegar a una nefasta conclusión: “puedo ganar
dinero con esto”.
Iván montó un negocio. El negocio consistía en alterar estas declaraciones de renta, con el fin de
garantizar devoluciones de impuestos más altas de las que les corresponderían a las empresas
contribuyentes. Sin embargo, nada es gratis, por lo que el servicio se prestaría a cambio de un pago:
un porcentaje de la devolución. Para ilustrar, imagine que usted tiene una empresa, hizo su
declaración de renta y el Estado le debe devolver $100. Con los servicios de Iván, esa devolución
podría ser superior a $100. Por esta mayor devolución Iván cobraba una comisión. Todos ganaban.
Excepto, claro, el Estado.
Manos a la obra. Iván necesitaba agentes de venta efectivos y clientes discretos. Y es que, por
ejemplo, un narcotraficante no vende drogas de forma directa, sino que a través de intermediarios.
En este sentido Iván demostró también ser un estratega. Los clientes debían ser empresas. ¿Cómo
Iván podía ofrecer sus servicios a empresas interesadas? Muy simple, debía asociarse con
contadores. Los contadores suelen trabajar para muchas empresas, haciendo cosas que ni los
dueños de las empresas entienden. De esta forma Iván fue promocionando sus servicios. Asados,
tertulias, almuerzos en Providencia, así Iván fue generando su red empresarial. Muchos contadores
se entusiasmaron y comenzaron a colaborar con Iván. Los contadores captaban clientes y ganaban
comisiones. Finalmente, el negocio prosperó. De a poco llegarían automóviles nuevos, vacaciones
soñadas, las regalías materiales de un buen vivir.
En pleno auge del negocio, Iván cometería un error garrafal. En un asado conoció a un martillero
llamado Jorge Valdivia, alias “El Guatón”. Cercanos describen al “Guatón” como una persona muy
simpática, elocuente y locuaz, comensal de aquéllos, imperdible en un asado. Señalan que el
“Guatón” a menudo solía hacer sátira de su nombre, señalando que era el padre del famoso jugador
de fútbol, Jorge Valdivia. Aquellos mismos cercanos destacan que, a pesar de lo que profesaba
Valdivia, el no era martillero, sino una persona que se dedicaba a comprar y vender autos chocados,
entre otras cosas. ¿Cuáles otras cosas? El “Guatón”, además de comprar y vender autos chocados,
trabajaba esporádicamente para Hugo Bravo, Gerente General de Empresas Penta. El “Guatón” las
hacía todas. Pagaba multas, hacía trámites bancarios, iba a dejar y a buscar a quién fuera, etc. El
“Guatón” era servicial.
El “Guatón” entró al negocio. Maravillado por los resultados, comenzó a buscar interesados para
además ostentar comisiones. Aquí es donde queda la grande. Valdivia logró reclutar a su
empleador, Hugo Bravo, Gerente General de Empresas Penta. Y es que el negocio era muy bueno.
La avaricia pudo más.
El Efecto Dominó
Un día Iván Álvarez llegó a su escritorio del Servicio de Impuesto Internos, sin embargo, las cosas
no eran como antes. En pocos minutos se percató que el error del sistema electrónico había sido
corregido. El negocio llegaría a su fin. Como era de esperar, Iván optó por el silencio. Poco a poco
los partícipes del negocio notaron que Iván ya no prestaba sus eficientes servicios. En la otra
vereda, personal del SII comenzaba la investigación, dada la gravedad del error en el sistema que
habían detectado. Muchos optaron por no encender el fuego. En Chile eso pasa. En otros países
también. En la jerga chilena se conoce como “hacerse el huevón”. Sin embargo, existe una minoría
que no comulga con tal idea.
Las investigaciones se comenzaron a desarrollar. Iván, los contadores, poco a poco se fueron
estableciendo los nexos. Citaciones a declarar, ordenes de incautación de información, etc. Se
sembró el pánico. Todos apuntaban a Iván. Iván se defendía inculpando a sus ex agentes de venta.
Con todo, las investigaciones dieron con Jorge Valdivia, alias El “Guatón”. Empresas Penta se
enteró y ordenaron desvincular inmediatamente a Valdivia. El segundo error garrafal. Valdivia
padecía de una enfermedad vital. En su desahucio rompió el silencio. Señaló a Hugo Bravo, Gerente
General de Empresas Penta, como participe de la red.
Lavín y Délano eran amigos de Hugo Bravo y confiaron la Gerencia General de sus empresas a éste.
Después del desaire de sus amigos por décadas y ex empleadores, Hugo Bravo intentó hacer un
trato con la Fiscalía. La Fiscalía aceptó, a medias. Tanto Bravo como la Fiscalía sabían que Bravo
tenía información de incalculable valor. Además de esta información, Bravo no tenía nada más que
le otorgara inmunidad legal. Hugo Bravo, abrumado por su situación legal, contó los secretos que
acumuló gracias a su holgada carrera como Gerente General de Empresas Penta. Bravo contó, con
lujo y detalle, los secretos de Empresas Penta.
Hugo Bravo señaló que Empresas Penta falsificaba boletas de honorarios para reducir su renta
imponible. Hugo Bravo señaló que esta conducta era reiterada, y que involucraba el ámbito
político. Hugo Bravo señaló que Empresas Penta realizaba aportes irregulares a destacados
políticos de Chile. Hugo Bravo señaló que Empresas Penta financió, directamente y de forma
irregular, las campañas políticas de Laurence Golborne, Pablo Zalaquett, Ena Von Baer, Ernesto
Silva Mendez, Iván Moreira, y en general realizaba aportes a una mayoría de políticos del
partido Unión Demócrata Independiente, a través de aportes a Jovino Novoa. Prueba de estos
hechos, Bravo poseía registro detallado de boletas de honorarios, correos electrónicos,
anotaciones de fechas, siglas y grabaciones de audios, como respaldo de estas operaciones. Esta
documentación se la facilitaría a la Fiscalía a cambio de inmunidad. La Fiscalía seguramente quedó
pálida.
Empresas y Partidos Políticos: “El raspado de la olla”
En Chile las empresas pagan un impuesto único de Primera Categoría por sus utilidades. Las
utilidades se denominan “renta imponible”. Las boletas de honorarios reducen la “renta
imponible” de las empresas. Para ilustrar, recurriremos una vez más a Charlie Brown y Snoopy.
Imagine que Charlie Brown y Snoopy poseen una empresa llamada “Penta Peanuts”. “Penta
Peanuts” se dedica a varios negocios, y obtiene ingresos, o ventas. Hay costos asociados a estas
ventas: materiales, arriendos, salarios de profesionales, etc. Supongamos que “Penta Peanuts” sólo
paga salarios. Imaginemos que “Penta Peanuts” obtiene ingresos de $100. Los salarios que debe
pagar constituyen boletas de honorarios que ascienden a $50. En la suma y resta, ingresos de $100
y sueldos de $50 dan un saldo a favor de $50. Por tanto, el impuesto que debe pagar “Penta
Peanuts” es del 20% de esa renta imponible, de esa utilidad, es decir, de los $50 restantes de pagar
los salarios. El impuesto es de $10. Ahora este impuesto subirá paulatinamente, por la Reforma
Tributaria, pero esa es harina de otro costal. Para más detalle lea mi anterior columna.
Ahora, la pregunta que surgió es: ¿Qué pasó con esos impuestos no pagados? Esto es lo más
grave. Parte de esos dineros financiaron campañas políticas. Esto constituye lo más grave del
asunto: la política se financia con recursos del Servicio de Impuestos Internos, es decir, de todos
los chilenos.
En segundo lugar: la propiedad privada. Hay leyes y no se cumplen. Esto da para pensar si las
sanciones son ejemplificadoras o si los que están a cargo de aplicarlas, son efectivos. Acá hay
presuntos robos, acá hay presuntos fraudes, acá hay presuntos sobornos. Acá se vulnera la ley. Y
va contadores, el “Guatón”, Hugo Bravo, los “Carlos”, Empresas Penta, gente de la UDI, Wagner,
etc. Falsificación de información tributaria. A secas.
Finalmente, el tercer punto: la igualdad. La igualdad suele ser buena, pero no siempre. Yo en el
colegio tenía un compañero que una vez fue sorprendido lanzando papeles. La profesora lo increpó,
y él, asustado, tartamudeando, respondió: “todos fuimos”. Efectivamente, todos estábamos tirando
papeles. ¿Y qué? Sanciones para todos los involucrados. ¿De qué otra forma se puede prevenir la
ocurrencia de estos hechos? Meritocracia. No puede ser que un Gerente General, de una empresa
tan grande, caiga en ilícitos de esta magnitud. Me abruma pensar en los miles y miles de
profesionales que no lo harían y que hoy, ostentan sueldos bajos, a régimen de honorarios; mismo
régimen que origina este tipo de hechos delictuales, gracias a la escasa meritocracia y equidad de
las oportunidades que hoy caracteriza a nuestro país. Ésos mismos, que podrían también ser
políticos mucho más transparentes.
Hoy se procedió a formalizar a 10 imputados en el caso por lavado de activos, cohecho y fraude al
Fisco. Mañana se conocerán las impresiones de la defensa. Se solicita prisión preventiva para
Délano, Lavín y Bravo. Álvarez ya está en prisión preventiva por presunto fraude al FUT. Valdivia
falleció. Finalizo con un mea culpa social necesario. Nosotros votamos por campañas
magnánimas. Nosotros aplicamos la ley. Nosotros hacemos operaciones bancarias para las
empresas. Nosotros vendemos los productos de estas empresas. Nosotros consumimos esos
productos. Ya basta. Economía para todos, no para algunos.
*Matías Godoy Mercado. Tengo 24 años, soy Ingeniero Comercial y Magister en Finanzas. Oriundo
de Hualpén, VIII Región del Biobío.