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UNIVERSIDAD DE CHILE

1111w~,wl~Hl~II
El tilósotO y s,u ¡ pobres
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Jacques
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Ranciere

194
Rl85
C.1

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Universidad
Nacional de
General
•1na
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,
Instituto Nacionol
contra la Discrlmln 111 11 ,
la Xenofobia y el R 1 1 mn
Sarmiento
Jacques Ranciere

El filósofo y sus pobres

..
UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE fllDSOFIA YHUMANIDADES
BIBLIOTECA EUGENIO PEREIRA SALAS

Universidad
inadi
f/) Nacional de
General
Sarmiento
!nstitulo Nacional
conl.r.11 la Olscrimin•d6n.
l,a X.nofo.bla y ,1 R1cl1mo
" Le Philosophe er $CS pauvres'' de Monsicur J:icqucs Ranci~re
\~ord copyrig.1n @ Librairie AuhCn1c l~ayard 2002.

Ranci~rt'.', J:acqucs Índice


El filósofo y sus pobres. - Ja cd. - Los Polvorines: Univtrsidad Kacion.11
de General Sarmiento; BuerlOS Aires: fNADI, 2013.
224 p.; 2lxl5cm . . (Humanidadc.s. Nos-otros; 1)

Traducido por: M>rie Bardcc y Nathalie Goldw:i.scr


ISBN 978-987-630-1 54-I l'rcfucio ....... .................. .......... ...... .. .... ..................................................... 11
1., mentira de Platón ... ... ...... ... ... ... ... ... ... .................................................. 21
l. Filosofla. l. Bardcr, Mari<, trad. 11. Goldwa,cr, Nath>lie, trad.
CDO 190 El orden de la ciudad ......... ... ...... ...... ..... ............................... .............. 21

Fecha de catalogación: I5104/2013 El orden del discurso ......... ... .................. ... ............... ............. ............. 47
l 'l 1r:1bajo de Marx .... .. .......... ................................................... ................. 71
El i apacero y el caballero ......... ......................... ................. ................. 71
© Uni\'crsidad Nacional de Cencr,1l Sarn1ienlo, 2013 Ln producción del proletario .................. ......... .......... ......... ... ............. 84
J. M. Guciérrcz 1150. Los Pol"orin.,. (B161 3GSX) Ln revo lución escamoteada ......... .............. ................ ......... .... ........... 103
Prov. de Buenos Ai.res. Argentina
Tel.: (54 11) 4469-7578 El riesgo del arce ............................................................................... 117
edicioncs@ung.s.edu.-ar
,,.,vw.ungs.edu.ar/edicioncs 11 filósofo y d sociólogo ....... ...... ... ... ...... ...... ... ............................ ...... ..... 137
F.I horizonce marxista ....... ............... ......... ......... ....... ........ ... ....... ... .. 137
© Instituto !\'acional CC>rnr:i la Oisc.rinlinación, b Xenofobia y el Racisn10 {fNADI).
Minis1crio de Justicia y Ocrc,hos Humanos F.1 muro dd filósofo .. ...... ... ... ... .. .... ........ .... ............................ ...... ..... 145
Moren<) 750 1°pisoC109IAAP Ciudad Autónon1a de Buenos Aires ,\rgentina
''''\','\v.inndi.gob.ar msociólogo rey .............. ................................................ .................. 173
11.,r:1 quienes quieren más .... ...... ............ .... ............... ........................ 210
Discfio gr:í.hco de cole<:<ión: Andrés Espinos;i. - Departa1nenro de Publicaciones - UNGS
Diseño de rapa: Daniel Vidahle - Dcpanantenco de Public:1ciones . UNGS
l) ingramación: Andrés Espinosa - Departan1e,uo de Publicaciones . UNCS
li-Jducci6n: Maric Barde, y Nachalie Gold"':.lscr
CorrecciC>n: Cabricla Lásttr

Mecho el d<pósiro que m,rc• la Ley 11.723


Prohibida .su reproducción coral o parcial
J)ercchos reservados

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· 1)1, k Rcmbmnsz era un cunpesino de Holanda, oriundo del pueblo de Niérop
, , h ,, ,le lns extremidades del norte holandés que mira a Frisia. El ejercicio del
1111, 1,, de ,_.¡mero que llevaba en el lugar de su nacimiento solo le proveía muy
11111r, hn1nente lo necesario para su supervivencia. Pero había encontrado los
111• 1111)'\ para vencer la fortuna con un conocimiento exquisito dela matemática,
'I"'' 111) p0<1ía evitar cultivar, a menudo en perjuicio de su trabajo manual. El
1111,11c 11ombrc del señor Descartes, añadido a la poca satisfucción que había
11, 11,1,lo de los libros de m,Hem,írica que había leído en idioma vulgar, lo hizo
• ,11, ,le su pueblo para ir a consultarlo. Por su fama, se lo había rcuarado como
, 1111,onbrc de más fácil acceso del mundo)' la idea que se hacía de un filósofo
11111,llln no lo persuadía deque la entrada a su soledad tuviera que ser vigilada
11111 ,111,,0S. Sin embargo, fue rebotado por gente del seí1or Descartes como un
1,11111wsl110 remeratio y solo se le informó al amo de c-..sa después de haberlo
tJt h1Hlo. llc rnbrantsz volvió dos o tres n1e,scs más tarde: con e l mjsmo equipaje
1111~ l., primera vez)' pidió hablar con el señor Descarres con la resolución de
0'1 l10111hre que parecía querer conversar con él de asuntos importantes. Su
011,11 lrncin no conrribuyó a procurarle mejor recibimiento que antes; y cuando
l1ui 11111 u llevarle sus pal,tbras al señor Descartes. se lo retrató como un 111endigo

lthll"'"""º que pedía hablarle de filosofía y de astrología para tener alguna


tftH' 1H 1~, li111osn:1. El señor Descartes se guio por la observación de .su genre
y Ir 1111111<16 dinero y le hizo decir que lo dispensaba del esfuerzo de hablarle.
llr1ul11 .111is1,, a quien la pobreza no había quitado el corazón, le hizo responder
1111r, rcdrnza11do la liberalidad de nuestro filósofo y dado que su tiempo no
loolofa llc¡tado. se volvía por un tiempo, pero que esperaba que un tercer viaje
Ir hll'r,, fructífero. Llevaron la respuesta al sefior Descartes, quien se arrepintió
,Ir "" h.,hcr visto al campesino y dio orden a su gente de notificarlo si volvía.

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J,,CQtJES RANc1ERe

Rc~brantsz volvi~ unos me.ores ntás tarde; y al hacerse reconocer como aquel
camp_esino_ que la pas1~n . ~r ver al señor Descartes habla llevado a hacer ya
dos v1a¡es s11) frutos, rec1b10 por fin la satisfacción que había buscado con tamo
ardor Y perseverancia. El señor Descartes, al reconocer enseguida su habWclad
Ysu mérito, quiso pagarle por sus csfuenos con inrercscs. No se con rentó co
instruir!~ de 1oda.s las difi~ulrades y comunicarle su mérodo para rectificar su: Prefacio
razo~~tcncos. L.o. rec1b10, ade1nás, encre sus amigos sin que la bajC7.a de su
cond1c'.on se lo h,c,era ver por debajo de los que estaban en primera fila; y le
aseguro que su casa y su corazón estaban abiertos para él a toda hor-J .
. . Rembrantsz,_quien no ~oraba a más de cinco o seis leguas de Egmonc,
v,s116 desde ese nempo muy frecuememenre al señor Descanes y se hizo en su
escuela uno de los primeros astrónomos de su siglo". 1 111• llhrt, fue publ.icado por primera vez en 1983. Los años que pasaron no
h,h 1 11 que sus propuestas sean ni ntás ni menos válidas, y no quiero usar la
11111,111~1., pa ra jusrificarlas o corregirlas. Solo quiero reinscribir el gesro teórico
Baillec, Vida del mior Descartes
1111JII" ,le este texto deniro del desarrollo de un tr:1bajo personal y de la con-
1 ,,.lón con las apuestas teóricas y políricas propias de un ricmpo del cual
111111
11111 el nuestro depende.
l'uhllqué en 198 1 ÚI noche de los proletarios, - resultado de largos años de
1111111•, ,Ión en los archivos de la emancipación obrera. Ese viaje me había igual-
1111 lllr nlcjado de dos tierras firmes en las que se definen los modos usu;1les de
• eu11p1cudcr el pensamiento obrero. Había roto con la tradición marxista para
1, , 111,I In conciencia obrera solo podía desarrollarse con la ayuda de una ciencia
~•nhl.1 ,le afuera. Pero también habfa tenido que repudiar el contradiscurso,
H111r, lrntc por aquel entonces, que veía esa conciencia nacer de las tradiciones
11, 1ulicio o de las formas de la cultura y de la sociabilidad populares. En los
llllou·, de la ciencia n1arxista, tanto como en los colores de la cukura popular,
h•l•I~uprendido a ver la clausura de un mismo círculo, la complemenrariedad
,Ir 1111 Imposible y de una prohibición que se podía resumir así: primero, los
',111111111:odos" no putdm salir por sí mismos del modo de ser y de pensar que el
1hu•11111 de dominación les asigna; segundo, no deben perder su identidad y su
t uhurn buscando apropiarse de la culrura y del pensam iento de los onos. La
,l,111v1tlorización de una experiencia necesariamente mitificada o la exaltación
,Ir 11, ,1u1cn1 icidad popular obligaban igualmente a los obreros a no tener otro
ki11•11111icnto que el propio, aquel cuyo modo de vida impondría. Tanto r n

, l11111 p1 c11ues.1s de la ciencia liberadora como en la exaltación de las culturas del

111whlo. se podía reconocer un mandato mucho más antiguo cu¡•a fórmula había
'N;j li lncqucs Ranc.i~rf:, La nuit dn prq/irairts. Arthiors du ,iw ouvrirr, Paris: l'ayard, l 98 1 ([~ris:
1,,.1 111 u r Pluriel. l 997) [La nnchr dr los prulrtaril)J. Ex.is.te traJuoción al castellano!.

10
JI
PREFACIO
El filósofo y sus pobres

sido acuóada por la Repúblic11 de Platón: que cada uno haga su propio negocio tl,,11, 111hcr y de cierta voz. La posibilidad de una palabra propia por parre de la
y desarrolle la virtud propia de su condición. Imposible, en efecto, no reconocer .,,,,111olil11,I obrera pasaba por la desidemificación de un cuerpo, de una culrura
como una evidencia d hecho de que d obrero no tiene tie.mpo para estar en t ,1, 111111 ldcn1idad obreros dados: los que se adaptaban al círculo normal del
otra parce que en su rarea, pues el trabajo no espera. Prohibido romper el orden llflllJ''' )' de In creencia, al reparto [partage]' que reserva para unos las rareas
simbólico de una ciudad que la divinidad ha ordenado, según la jus1icia, en la 11,j I'' 11 w ,1lc1110 y [>ara ocros, el u abajo de la producción. La emancipación,
que coloca hierro en el alma de los trabajadores, los que proveen las necesidades ?el
..,,,,111, ,111e consis!Ía ante todo en com_ar - dentro .lugar donde se.rraba¡a
de la comunidad y oro en la de los guardianes que la dirigen hacia sus fines. 1 1o, 111u ,te otro- el tiempo de una mirada para si mismo que se ale¡e de la
Platón admite que e.sa hisroria del oro y del hierro es una fabula. Pero a una tlh", l,\11 lmpuesra al brazo y se apropie del "desposeído" espacio de trabajo; a
fábula le basta que le crean para ser eficaz. Y para creerle, solo hace fu.Ita estar ....... ,.,l,rc In noche destinada a reproducir la fuerza de rrnbajo, el , iempo ~e
en la posición que ella legitima: la posición del que no tiene tiempo y tampoco lt,1, 1"ilhlr o hablar; escribir o hablar no como obrero, smo como cualqmer
otra opción que creer en la fabula de su interioridad. l llt1 1 "" olircros que, en la década de 1830, creaban diarios o asociaciones,
Solo hace falta creer en la inferioridad, nadie tiene tiempo para no creer ... ,ll 111111 poemas o se unían a grupos mópicos, rcivincücaban la cualidad de
<n ella, nadie tiene tiempo para estar en otra parte que en el lugar en el que "'" l"'hlil111cs y pensantes de cabo a rabo. Primero, querían apropiarse del
se escl forzado a creer. Esa es la demomación directa de la tesis. Pero, como si lall1111 111 y de In culrura del orro, la "noche" de los poetas y de los pensadores.
sintiera la fragilidad de esa delgada película de "tiempo" que tiene que separar a,.o, 1111, 111 ismos esa población de seres a116bios denunciada por Platón o por
el irabajo del hierro del pensamiento del oro, la tesL, siempre se redobló con M•• • 111111 población de viajeros entre los mundos y las culcuras, que borraban
una dcmosrración indirecta: los que denen tiempo sin tener el meca) que ga· ll ••1•,11111 ,le identidades, las fronteras de clases y de saberes. Y fue por eso que
ramiza su buen uso escln condenados a usarlo mal. No pueden sino remedar 19!'ill, 11111 d.or a .luz la fue";a colectiva lla"'.ada movimieoto obrero: la fuer-,a de
.con artificios de artesanos el oro del pensamiento: a eso se resume para Platón lh1•111, ,¡uc s"l,cron del circulo del traba¡o que no espera y del espacio al cual
la ciencia de Jos sofistas. No pueden sino diluir en sus ensueños inoonsccuenccs 11t111 hO dr11e ticrnpo de ir. La emancipación obrera era. ant~ codo, una revolu·
las realidades sólidas del mundo del trabajo, de la dominación y de la lucha: en tllln, " ~1lc11: un• brecha en relación con un universo sensible que se "impone"
eso mismo consiste para Marx el trnbajo de los ideólogos pequeñoburgueses. As{ '-8' 111111 ,()11Jici611. Aquella no era la a~quisición de u~~ ciencia de las razones
es cómo se completa la tesis que los modernos pensamientos de la revolución ilf l• ,lu111hrnci6n. Se vinculaba mas b,en a la suspenSLon de esas razones que
piden prestada a los antiguos pensam lentos del orden: no solo los despose/dos 11,nt 1,111,ln descripto como propias del juicio estético "desinteresado" y con la
no pueden salir por si mismos de la desposesión, sino que los que llegan a ...1111 ~· lt\11 c>1é1"ici' so fiada por SchiUer, más propias que la revolución violenta
salirse no serán nunca otra cosa que una clase de seres anfibios, incapaces de .. l ,1,11!" ¡1ara form:1r un pueblo igual y Ubre.
producir otra cosa que la falsa moneda en el país del pensamiento y encantos 1 ,11,l•,1 ,un., o 1ncnos a esa aJcura de mi viaje}' de mis reAe.xioncs cuando me
engañosos en el país del trabajo. •r,I r111 ir 1,,. 111,1110s un libro, publicado hada ya algún tiempo, La diJrindón de
A esto se resumen las razones de la ciencia que nos describen los despo- Plf11~ lh111rdleu,"' subrin,lado Crítíc11 social d~Jjuicio. El "desinterés" del juicio
seídos, incapaces de reconocer su desposesión. La cosa es simple de enunciar. ..fth II k11nd:rno era, según enseñaba este libro, la quintaesencia de la ilusión
Pero para acceder a esta simplicidad, habla tenido que seguir los caminos
retorcidos de Ja en'lancipación. Caminos retorcidos en comparación con los ~ 1_. pAl,1b1,1 p.,t1a.r:t )' $U infinirh,·o par1ager renticen en Ít;tncés a \'arios sentidos. En c:s1a
que prescribía el círculo de lo imposible y de lo prohibido. En los folleros y los llttt t u1h 1u11plín,ncn(t c:n 1odod pcns:unicnto de R.1.nciCre:, esca noción ilnplic:a conju.ntamenre
diarios de los obreros, en los poemas y las carras -que algunos hablan dejado-,
liN tntt1 1ih1~ "t.vn1p:1rtir", "'rep:atcir" y "'p.ln ir" ("di\'id.ir·). En tstos casos,)' si la narrariva lo
i

,..,,do·, 11 1,1lodu:1nos por "com-¡>:tnir''. En los OltOS, recibit:3 d 1érn1ino cotrnpondientc-al


en los informes de los apóstoles sansimonianos o de la dirección de la colonia 1111011,, ,l, l 11&11-...fo, <1ue puede ser "partir", "di\lidir". "rcpanir" )' sus rdpecth-'0$ suscanrivos
icariana1 parecía claro que no se trataba ni de adquirir un saber fa.lrante ni de lltth h\11 1 111~1..lliu. rc11anid6n o reparto.
afirmar la voz propia del cuerpo obrero. Se trataba más bien de despojarse de 11 Ntl I l'h 111• ll1111rdicu, ú1 diS1htc1ion. li-iti91u• ,oriale d11 juge1ne111 de goút, Parh: tditions de
t.ltthlll I '~/ •, 11,1 dJ11l1tri<J11: Criurio, y basa del gusto. Exfatc rr:cducción al castellanol.

12 13
fllUiFACIO
El filósofo y sus pobres

filosófica que recubre la brural realidad de la diferencia que opone dos tipos de 11, 111,1,, 1-01110 el cs1ilo del libro. Primero, quise seguir allí las metamorfosis
gusto: el gusto de la necesidad, la de la gente del pueblo que prefiere las comidas ~" '" fil,.,ór,co que separa a los que csrán dedicados al trabajo de los que
que "pegan al cuerpo", sac:in forograflas para el álbum de la familia e ignoran 11 ,1, <1 l11:1<i<>< al pensamiento. Es por C$0 que el libro se interesó menos en
la "gran música''; y d gusto distinguido, el de la genre que tiene medios para •11,lll,I, 11rnr<io110 del prOCC$O de trabajo que en la postura misma del sabio
convenir su capital financiero en capital cultural y de llevar sobre las obras de 11•, 11 1,, 111l111cra en la cual el juego del saber y de la verdad redistribuye en
arte una mirada estétka que asegura ante todo su diferencia. Las clases sociale,o ,..m,1111lc111 0 los vínculos enrre las ~guras del trabajador, del proletario y dd
tienen los gustos que corresponden a sus maneras de ser. Y los espejismos de la 111111111... l" e propósito también dio a la escritura su andar. La frase de La
libertad estética participan de la violencia simbólica que ubic:i a los dominados 1/r /111 prolt"tarios se había extendido de manera desmesurada y cargado
en su lugar: participan de esos juegos culturales que, como los rituales de la 11i~,.,,lo11cs para dar cuenta de la complejidad que habiraba la percepción
escuela, excluyen a los dominados proponiéndoles un erhos al que no logran ti ,11 ,, ""'' de quienes se supone simples. El filósofo y sus pobres, en cambio,
adaptarse culpando a la incapacidad personal de esa inadaptación estructural. tttlll 11•' ,le buena gana a la frase corta, a la parataxis y a la fórmula lapidaria
1
Esa crítica ' social" de la ilusión estética me pareció inscribirse en oposición 111111 , .11· la brutalidad de los reparros en curso en h1 sofisticación de los
exacta con Ja experiencia "estética" por Ja cual los obreros emancipados se ha• 1111, .,,blos.
bfan apropiado de una mfrada, un lenguaje o gusros que no eran "suyos", en \, w1111111c 111e ya no escribiría así. Sin embargo, el problema que me puede
la exacta continuidad, por el contrario, de la gran preocupación de las elites: Hh u , <1c libro es menos su estilo que su relación con el clima de época. Mi
preservar a los hombres del pueblo de C'Sa atracción por el lenguaje y la cultura 0111 11 ,e encontraba entonces con una disputa más amplia que ocupaba c:l
de los otros, atracción que los conducía a los impases de la "desclasificación". , 111,, ,le In escena pública. Elfilósofo y sus pobrer fue escrito en el momento
Pretendiendo denunciar la ingenuidad filosófica del Ubre juicio estético y de I• 111,•vr euforia que siguió a la llegada de los socialisras al poder en Francia.
la libre elección de los des1iJlos, la sociología naruralizaba, transformaba en ~I""·'
I• de los grandes proyectos que buscaban, en los alcances de las cien-
necesidad del cuerpo social aquello que el filósofo Pla1ón había presentado ••11 lulr~. las herranlicnras para una transformación igualitaria de la sociedad
como la "mentira" necesaria para fundar una inferioridad de derecho, cuy-J 1111 ,.,, E,rnban, en primera Ünca de esos planes, la reforma y la reducción de
realidad empírica aseguraba, por orra pane, la reproducción. La sociología, ll,,i~11,1ld<1d en la escuela; y, en el centro del debate sobre esa reforma, csraban
que se proponía desmitificar las astucias de la dominación, clausuraba así el ,,.1, ,le flourdieu sobre la "reproducción". Los reformador<:$ habían sacado
círculo de lo prohibido y de lo imposible. Presraba la carne de la experiencia •1111111., idc.1 que el maestro se cuidó de no avalar pero que no dejó de parecer
real al gesto arbitrario por el cual la filoso6a había anraño decidido quién podla fl•• "' ,,plicación de la crítica sociológica a la reforma política: para aplacar esa
y quién no podía pensar. Hada de csre reparto la verdad última del discurso ,l,111 1,. slrnbólica" que infravaloraba a los hijos de los pobres, hacía fulra reducir,
que decía conducir de la crítica de las ilusiones de los dominados, a su reverso, 11111 ,le• la escuela, la parte de la gran cultura leghima, hacer de su contenido
la de la dominación. , 111euos sabio y sus formas de fiicil accC$o, mejor adaptadas a la sociabil.idad
Entonces en El filósofo y sus pobres se propuso moscrar de qu~ modo las 11/rlo• de clases pobres -que por entonces provenían cada vt:L más de la in-
formas de la ciencia soci.al1 que pretende desenmascarar la dominación, consa.. 1•••1 1,111- . Así formulada, así puesca en práctica en la reforma de los colegios
gran de hecho su más antiguo axioma: el que encomienda a los dominados a uu,l•rlo,. la resis "sociológica" se vio acusada inmediatamente por haber avalado
quedarse en su lugar ya que es el único que corresponde a su manera de ser, y a d,,l~u11ldad que pretendía reducir. ¿AdaprM la escuela a los más necesitados no
seguir siendo fieles a esca manera de ser, pues es la única adecuada para el lugar 1 l,m.1r de hecho su inferioridad imelecrual? ¿No era reforzar el reparto que
que ocupan. Era preciso para eso mostrar cómo incluso la inversi6n ma_rxista ...,•,111 los elegidos las alturas del pensamiento¡• los refinamientos del lenguaje.
del cielo platónico de las ideas habla confirmado su lógica más profunda inscri- p 1tlM"" 11 los dominados los valores devaluados ~e una culrur~ "auróctonl'? Al
biendo la verdad sobre el cuerpo mismo de los proletarios para que quede mejor ilf111111l<1110 socialisra y a sus fundamentos soc1olog1cos se opoma el pensamiento
reservado a los sabios el privilegio de descifrarla. Ese proyecto definió tanto el . .¡,111,11,.1110" proclamando el universalismo ciudadano y la promoción de los

14 15
PRl!FACIO
El filósofo y sus pobre,

hijos del pueblo por la ciencia y la instrucción prodigadas a codos de manc11 1¡.J , ,11,lllc10.' Sociólogos y republicanos se debatían para saber cuák,
similar. Esa tensión cnrre las dos igualdades se prolongaba cómodamente en un lu, 1, wl111 c.< medios para que la escuela haga iguales a quienes el orden
conJlicro de las discipünas: al imperio teórico y polírico de las ciencias social.., 1h,1,1,, ht d,o desiguales. Era eso, decía Jacocot, mirar las cosas al revés.
que era la versión "roS'J" del pensamiemo marxista de ayer y del fervor apaciguado 11•l1l,11l 11n e, unn meca que los gobernantes y las sociedades tendrían que
del 68, se oponfa la idea de una vuelta a los conc.epros de la filosofla política que ••• 1lhh ,ir b igualdad como una meta que hay que atender a partir de
definían las condiciones del "vivir juntos" y del "bien común". A las promcsa1 lau 11hl1HI e, insricuir una distancia que la operación misma de su "reduv
de la ciencia social se oponían las promesas filosóficas de la república ciudadan•. 1•1•1•11h11·e i11definidamenre. Quien parte de la desigualdad está seguro
fara pelea en plaza pública le daba cierta actualidad a mi polémica. Pero le 111111,10,c con ella al llegar. Hay que partir de la igualdad, de ese mínimo
imponía, aJ 1njsmo tiempo, un constreñimiento. Me había parecido esencial !ólol.1<1 ,In el cual ningún saber se transmite, ningún mando se acara, y
denunciar la complicidad entre fas desmitificaciones sociológicas de la "distin• 1-. J' 11,111 111¡,Ji:irl:t indefinidame11te. El conocimiento de las razones de la
ción" escérica y la vieja filosofía del "cada uno en su lugar". Pero la denuncia d. 111••l,\11 110 oicnc poder para subvenir la dominación; siempre hace falta
la "sociocracia" implicaba a su vez una relación de proxin1idad equívoca con el •IIIJ'i llldo a subverrirla; hace falta haber empezado por la decisión de
conrramovimienro ideológico que le opon/a, por su lado, las virtudes reencon• ,u 1~1 1Ir 111, hi,ccrlc ca.so. La igualdad es una presuposición, un axioma de
eradas del elitismo republicano y de la filosofía politica. El capitulo dedicado • •, 11 1111r, nnda. De allí, el pesimismo de Jacotot tomaba la idea de que
Bourdieu y la conclusión dd libro atestiguan mi ruficulcad a la hora de situarme 11111 l1t>111brc podía emancipar cualquiera de sus semblantes, pero que la
en ese contexto en el que las razones de la emancipación se reenconcraban con ,l 1111 11,., .1 obedecer jamás a otra cosa que a la lógica de la desigualdad .
las de la restauración republicana. El tiempo, es cierto, no iba a tardar mucho en ""' ¡1111 mi p:arte, pensar la potencia política de esa presuposición de la
disipar la confusión. Pronto, la crírica a las ciencias sociales, la rehabilicación de lol,.J ,J,·, 11,1lquicm de encontrar en ella el sentido de una democracia que
la filosofía política y el himno a la escuela republicana se iban a ir perdiendo en lol1111 Uic.1 simplemente con las formas de gobierno y los modos de vida
la gran corricnce reactiva que denunciaba el "pensamiento del 68". El retorno a l hl(\4"11 rlt..O'I .
la política se confesaría como una simple manera de encaminarse con el orden • 11 , ~4, 1. 11tul110. n1e tenía que copar con una sorpresa. Durante las huel-
del Estado existente, la denuncia de lo social y la exaltación del bien común ti. 1•1•1•1, 111icnrr.1s los apóstoles del bien común y de la república pura y
político, dándole su punco de honor a la empresa del Estado para desmantelar h•• (,111 , oro con el gobierno de Juppé para denunciar la acción de los
los logros de las luchas sociales y el alineamiento con la supuesta necesidad ll•Ml,ul,,,' Incapaces de pensar en el futuro y en el interés gener.u, Pierre
económka mundial. Y la bella ideología republicana se transformaría, ano rra, 111J, 11 ao111nbn p:mido de manera espectacular a fuvoc de esos huelguistas que
año, en una ,•ersión inrelectual de izquierda de la defensa de Occidente concra ni,1111· 1•c1asaban tener algo que decir sobre los intereses de la comun idad y
los salvajes islám icos. 111 l11turo. El sociólogo que can brutalmente había descrito el círculo de
Hubiera hecho falca ser extremadamente perspicaz para entender entonces 11, I• ,J,uhólica que daba su cierre a la obra de dominación económica y
la estupenda corrien.ce de restauración intelectual a la cual la novedad socialista l ,i11 ,1hr,,1b;a la resistencia a la "necesidad" cconómirn munrual y llamaba a
e.scaba irónicamente abriendo camino. Al menos, la oporrunidad de posicionar• 111lh111 1611, Junco con los represental\tes de los trabajadores en lucha, de un
me a igual distancia de los "sociólogos" y de los "republicanos" me fue dada por , "l111i•lcc1unl colectivo". Muchos me preguntaron si la 3cción del último
otro recomo al pasado. Mis investigaciones me habían llevado a encontrar la 1111,11 "" 111c forz.1ba a reconsiderar mi juicio. Pero Elfilósofo y sus pobres no
singular figura de Joseph Jacocot quien, en la década de 1830, habla levantado 1,,, • 1111.1 persona o sus compromisos. Analizaba la lógica del discurso. La
la bandera de la emancipación intelectual y proclamado, frente a los académicos 11111 ol1•l u1.11lor de 1995 ofrecía. sin duda, la ocasión de juzgar de manera
y educadores progresistas, que cada uno podía aprender por sí mismo y sin
maestro, e incluso ense1íar a orro lo que él mismo ignoraba. Algún tiempo de 1.. •tll•~ r e, lr n1ttífn' ig1u1r,11tt. Citu¡ lerrnu s-ur l'l111ancipation inrellecrutlle. P:aris:
inmersión en sus ~criros 1ne permitió resa.lta.r lo que tc.nían en común las dos 1'11' 1 (,l~llhlon 10/1 8_.2004) !El ,natsrm (ftwranlt: rinco l«cio111s f(Jb1r la ,-n,1111,ipnri,J,i
,,.,.¡ 1 ~h1t 11 t1':lduocione:<. al c:utellano}.
16
17
PREFACIO
El filósofo y sus pobres

distinta las motivaciones que soStenían los análisis de La 1·eprod11cció11 y de k1,¡11, v..¡•" ,lcd r. Podrían pensar que es lo mismo que dijo Ranciere.
distinción. No cambiaban esos análisis en sí. No cambiaba el modelo cicntl l!s cx:1cran1cnrc lo contrario.
1 • 41 l11 1111.'11110 .
cista que interpretaba la desigualdad como sufrimiento y el sufrimiento com ,1111\ 11u ,d1• l,1 111uy sernejanre podía ser lo absolutamente contrario., el
ignorancia de sus propias causas. Pero iluminaba la tensión secreta que habl 1111 l1o, , plk lo ó ni ese día ni ningún otro. Pero tal vez sea que la 1ens16n
ese modelo tan bien aceitado. La miseria del mundo da el mejor testimonio sob lit 11111¡ 111,h lmo )' lo muy contrario esté en el imerior de su propio pens.,-
eso. La obra concluye con un postscriprum que reafirma el col meclici11al 1j,¡, , 111111" u.lo el doble estilo de su militantismo: por un lado, la postura
la ciencia que revela ''el origen social, colectivamente ocultado, de la desdich hi i hil t ,1(l i, en denu nciar sin cesar a los f.1lsos sabios, a los sem isabios
bajo todas sus formas".' Peco las novecientas páginas de entrevistas prevl 111111, , ""'' l111cr111t-diario maléfico que impidiera la ciencia de curar la
permiten al lector sacar una conclusión muy disti.nra: el prin1er sufrimicn 11, l•1¡1o11 <'I 0 11'0, la actitud dd hombre sencillamente intolerante frente
es precisamente el de ser tracado co1no alguien que su&e. Y si un sociólo .. 111 qur l.,brica a los ignorantes y que confia en el inrelecrnal colectivo
algo puede hacer para aliviar al que tiene senrado freme a sí, no es aelarándol 11•• l111 lr1>11'(1ulns de la ciencia y las demostraciones de la necesidad. El
las causas de su sufrimiemo, sino escuchando sus razones y dándoselas a 1111 1 •~, d111 p.1r.1 In prin,era edición de este libro ya intentaba decirlo: un
como razones y no como la expresión de una desdicha.\.El primer remedio a 1!•111,1 ,, lucn e porlo que Jo divide, fuerte también por lo que le reSiste.
"miseria del mundo" es sacar a la luz la riqueza que conlleva. Porque el prim 1111111 ¡11!'i,1do 1crrninaba con la afirmación de la regla de conducta a la
mal intelectual no es la ignorancia, sino el desprecio. El desprecio hace al ÍII• 111111,1 h,,hla c¡ucrido obedecer: "no tomar Po< imbéciles a aquellos a
norante y no la falta de ciencia. Yel desprecio no se cura con ninguna ciencia, 1, l111h!.1h11, s,.,n colocadorcs de parquet o profesores de universidad".
sino comando el partido de su opuesto, la consideración.l ~· u 1t.1cl.1 p.1r:1:1f1adir.
Eso es algo que Bourclieu, de alguna maneta, nunca dejó de decir. En 198S
comentaba un informe que había sido pedido a los profesores del Coll~gc d1 París, diciembre de 2006
France sobre los medios para reformar la educación. Pues bien, sus comentario,
remitían a las diversas posiciones detalladas en el informe en relación con dOI
puntos esenciales. Lo que había que combatir, esto es - según él- "el efecto da
scmencia", y "el efecto de jerarqui:r.aci6n". La "pedagogía racional" basada sob11
la ciencia de la repcoducción se resumía de hecno en dos principios: nunca
declarar la incapacidad de un alumno y multiplicar las "formas de excelencia
cultural" para dar a la mayor parre la oportunidad de ser excelente en algo.•
Difícilmente se puede ser más cercano de las fórmulas de la emancipación in•
telectual jacotista. Peco sin duda le hubiera sido diflcil a Bourdieu admitir CH
parentesco como lo atestigua nuestro ún.ico encuemro. La casualidad hizo qu,
hablara después de mí en un coloquio dedicado a la publicación de la Hístor/4
áe las n1ujeres, en la Sorbonne. Pensó entonces necesario avisar a Jos oyente,
sobre una posible confusión. No quisiera, dijo en sustancia, que se equivoquen

: Pierre BourdiC"u (dir.), La 111isiredu nun,d(', P:i.ris: tditionlí du Scuit. J993, p. 944 (út miJl:rl,
del nu111do. Existe traducción al c:isrellano).
J Pierre.Bourdieu, /11trr1,,v:11tfr)JI/, J!}6J-2()(JJ, Srie'1cr J.()(Í11l"rt11dio11 pcliHq11e, tcx{os sdeccion•

por Franck Pouptau y 'lbicrry Discepolo., Agone, 2002, pp. l 99-21 O[!t1t<Tttt'nriones J961-2001.
Citnda Joria/ y ll(t'i,ft1 política. Existé rr:1ducción al (a\tdlanoJ.

18 19
La mentira de Platón
Entonces Cririas prosiguió: a quienes tendrás que abandonar,
Sócrates, es a los ·¿ap.1teros, los carpinteros y los herreros. Ya que creo
que los desgasiasre por completo de tanto perforarles los tímpanos.
Enronccs, dice Sócrates, ¿será que rengo también que
.1bandonar lo que les sigue: la jusrici.1, fa piedad y todos los otros
remas del mismo género~
Xfoofon, Memorable,, J, II, 37

El orden de la ciudad
1\1 principio, habría cuatro personas. Cinco rnl vC'L. Más o menos tantas como
necesidades del cuerpo. Un cultivador para la comida. Un albañil para el alo-
jarnienco. Un tejedor para la ropa. Añadamos también a la lista un zapatero y
:1lgún trabajador más para proveer Jas necesidades materiales.
Así se anuncia la república de Platón. Sin divinidad ni leyenda fundadora.
Con individuos, necesidades y medios para satisfucerlas. Una obra maestra de
t:conon1ía: con cuatro o cinco trabajadores, Platón no solo funda una cludad,
sino que inventa también una ciencia dc-1porvenir, la sociología. Nuestro siglo
XIX le reconocerá e l favor.
Su propio siglo lo juzga de otro modo. Su discípulo y critico Aristóteles
lo expresa con pocas palabras: una ciudad no solo es concentración de necesi-
dades y reparto de medios de producción. Hace fulrn, desde el principio, algo
111:ls: la justicia, el poder de lo que es mejor sobre lo que es menos buenoJ Hay
rareas más o menos nobles, trabajos más o menos degradantes, naturalezas que
convienen a algunos y a otros. Hace fulra disringuirlos. Aun en una república
de cuatro o cinc.o ciudadanos, u no tiene que represencar y hacer respetar aquel
bien común que define el fin de la ciudad más allá de la satisfucción de las
ncct'Sidadcs. Ahora bien, ¿cómo tal justicia podrá alguna ve2 salir de la sirnplc
reun ión de trabajadores igualmente indispensables?'
• Aris1ó1des, /JQ//riq11e. 1v, 129 1 2 IP()/írica. ExiStc:n ,r:1ducciones :iJ casrcllanol.

21
El ~ló,.,fo )' sus pobre,

Tiene que haber un malentendido en alguna parre. O una astucia. Porque Sin ernbargo, ese zaparcro y sus compadres están aquí para enseñarnos un
la justicia, precisamente, es el cema del diálogo de Platón. Y en pos de definirla principio fundamemal: se puede hacer can solo una cosa .ª la ve:,,. Sería incó-
construye la sociedad con,o lente de aumento. Es necesario, entonces, que ya. modo que el cultivador dejase la labor del campo para dedicarse las eres cu:ircas
esté presente en esa reunión iguaJicaria de obreros si no, no advendría jamás. partes de su tiempo a arreglat su techo, tejer su ropa~ corcar sus zapac~s .. La
Es nuestra tarea buscarla. división del trabajo se encargará de ello. Asignará exclus1vamence un espec,ali.sta
para cada actividad. Y así codo será para mejor. "Se hace: más y mejor y más
córnodal'nente cuando cnda uno hace solamenre una cosa, según su nacurnlez.1,
El quinto hombre en el momento oportuno y siendo dispensado de lo dem:ls".6
Muchas cosas en pocas palabras. Y ante rodo una pregunta: se hará más,
Tal VC'I. h:,ya un primer indicio: una leve vacilación en cuanto al número de
sin ninguna duda, pero ¡por qué hacer tanto? Aparenrememe, es~os .hombres
los iguales. Cuarro o cinco, no se sabe bien. Par o impar, eso debería tener,
ya viven bajo economía mercanril. Pero el mercado está muy ~s.t'.'?g,do. Y no
sin embargo. alguna consecuencia para un filósofo amante de la ciencia de los
hace falca haber leído a Adam Smirh para encender que cal d1v1S1on de ta.reas
números. A este mismo filósofo lo veremos más adelante someter los acopla•
llevará rápidamente a cxcedenres imposibles de intercambiar. Y en primer
n,icnros de sus guerreros al número áureo. Pero por ahora parc:ce indiferente
lugar, naturalmente, los 1.aparos. Con una población y unas n~~esid,~des ta~
a la minuciosidad del censo. En la ciudad de la necesidad, deja vacilando la
restringidas, la división del trabajo es un absurdo. Tal VC'l. no se.1 can comodo
posibilidad de que haya uno de más.
q uc el zapatero culrive al mismo tiempo su pedazo de tierra. Pero es sin duda
Tal ve-, sea una primera respuesra a nuestra pregunta y a la objeción que
1ná~ seguro.
le hace Arist6rcles. No hay uno superior entre los iguales. Pero hay uno que
!Así razona la economía de Adam Smich. La de Platón es distinta en esto:
podría ser menos imprescindible que los o iros. ¡El quinto hombre cuya función
las necesidades de los primeros societarios no se cncuenrran rc.'itringidas. Son,
esencial no es demasiado precisa? ¿O ese zapatero? ¡Hace falca realmente un
de entrada. infiniras.f!'los lo dijo al principio: esos hombres necesitan muchas
especialista del zapato cuando un solo obrc~o basca para rodas.las panes de un
cosa;) Nos lo dir.l más adelante: esos obreros necesitan mucbas herramientas.
edificio? No es gran coS3 calzar a un campesino del Arico. El nusmo Platón nos
Desd~ el comienzo, hace fulra hacer más. Y para eso, el riempo falta. No es que
lo dice más addance: durante el verano trabajarán "casi desnudos y descalzos".'
el obrero tenga que trabajar codo el tiempo. Sino que siempre ha de estar dis-
¡Hace falca realmente asignar a csre oficio una cuarta parte de la fuer1.a de rrabajo
ponible para hacer la labor en d momento oportuno. Es por eso que debe tener
primitiva? ¿O bien hace fulra pensar que esczaparero est.l también allí para otra
ran solo un oficio. Gracias al cielo, una observación llega a tiempo al espíritu
cosa?De hecho. en todos los puntos cscracégicos del diálogo, cuando se crace de
de S6crares. Un hecho de la experiencia: la naruraleza justamente proveyó esa
razonar sobre la división del trabajo, establecer la diferencia de naturalezas y
necesidad discribuyendo entre los distintos individuosaprirudes diversas. Esras
aptirudcs, definir la justicia misma, el zapatero aparecerá en la primera lí11ea de
se adaprarán a las funciones y codo andará a la perfección.
la argumenr-,ción. Como si hiciera, por lo bajo, un doble trabajo. Como si ese
Sin embargo, no será de manera can elata. El argumento del tiempo no es
obrero, que no debe juzgar por encima del zapato, tuviera para el filósofo una
1:m simple. Por cierto, la labor no espera al obrero. Pero lo inverso tampoco. L,
urilidad que excede ampliamente los productos de su oficio. Unidad marginal
naruralcza tal vez haya dado aJ campesino disposiciones cxactaJnente adaptadas
y a primera vista paradójica: la de dejar sobrevolar una duda sobre la utilidad
para el trabajo en el campo. Pero también dio sus ciclos a los vegetales. También
de los rrabajadores útiles.
hizo estaciones que rigen de manera desigual el ejercicio de las disposiciones
' Platón, Rlpublit¡ur 11, 372 a. Par:1 1.":Stc <.-xtracto, contó para todos los textos citados. usé el texto I :igrícolas. , El campesino re;ilmente tiene que pasarse t0da la mala estación y los
bilingílc de Editióru les Bi:lles Lt.'fn-..·s. Re1on1é a \'OC(S 1~ u:1ducción. Más a menudo la, 1no<.Ufiqué, días de mal tiempo esperando el momento oportuno pam cultivar su campo?
Mi deuda para COR los uuducton":s sigue igu.,J. P.1.~ 1~ ,ranscripdón de fas p:tlabrn.~ gricg.a.s, usé las ¿No hay un momcnro oportuno para cultivar su can,po y orro igualn1cn1c
grn.fbli más«rcanasa l:LS lenguas escritas moderna~ en VC'tde lasque están en U50<'ntrc los hclcni$1.áS:
así technf y Jr/mlkc:n lug;¡r de rechnt )' 1kl,o/i (&públita. í;.x-isrcn nadu«iorlo al castcllanoJ. • lbíd .. "· 370 c.

22 23
LA MP.NTIRA OP. Pt.ATÓN El filósc,ÍQ y $115 pobres

oportuno para tejer su ropa y la de los orros? Es el razonamiento que hará gran icmifilosó6ca, sernivulgar, seminarural, semisocial, que define la posibilidad
parte de los campesinos aun en plena época de la revolución industrial sin que p:H-:l una tarea o el momento oportuno para que la oferra se encuentre con la
ni la agricultura ni h1 industria tengan por qué quejarse de ello. Únicameme dcmanda./Ño el tiempo necesario para cumplir la obra (trgon), sino el tiempo
los salarios. Pero ese es orro asunro. 1111c autoriz.a o defiende un pasaciempo {par,rgon) -es decir, el hecho de estar
El filósofo, ran hábil para describir las operaciones de los anesanos en pos 11//11do de la necesidad de !a obra-. No el tiempo que miden los clepsidras. sino
de sus comparaciones, ¿ser.í ran ignorante de las condiciones de su ejercicio? Es el c¡ue astriñe unos a la inedida y dispensa a los otros de ella: el ocio• (sebo/e)
poco probable. Si finge ignorar que la naturaleza le deja al <-ampesino, como o su ausencia (ascl1olia). J
al albañil, suficientes ratos de ocio y que la sociedad hace lo mismo con sus El factor de exclusión es la ausencia de tiempo --o ausencia de ocio: la
compadres, es porque decidió que aquellos no tenían que tener ese tiempo que 11srholia-. La noción no es propia de Plar6n. Es un lugar común del raw-
las circunstancias les conceden a veces demasiado generosamente. El principio 11,uniemo sobre las relaciones entre el orden laboral y el orden político. De
misn10 de una naturaleza social, que adecua los ce1nperan1encos a las funciones, Plnt6n a Jenofonte, de Jcnofonrc a Arist6teles, la ausencia de ocio se presta a
podría ser a costa de este olvido. Detrás de las aparentes paradojas de esa eco- li,s 1nás contradictorias y desconcectantes argumentaciones.~ imposible, para
nomía, se escá jugando otro juego, levemente desfasado. Una armonía se regula Jcnofonre, que los artesanos participen de la vida política de la ciudad: trabajan
según cuatro términos: las necesidades innumerables, el tiempo que fulca, los siempre en la sombra, sentados cerca del hogar, vida adentro, vida afeminada
obreros más o menos indispensables y esas aptitudes de las cuales ignoramos que no les deja ratos de ocio para otra cosa que para el trabajo y la familia, para
cómo se reconocen. Porque esramos de acuerdo en admitir que la naturaleza da los amigos y para la cuidad. Al contrario, los campesinos, de pie, al aire libre
a los individuos aptitudes y gustos distintos, que conforma cuerpos apropiados y bajo el sol, son los mejores defensores de la ciudad porque tienen - fórmula
para el trabajo al aire libre y orros para la sombra de los talleres. Pero ;cómo extrníia- no el mayor ocio, sino In IJttnor 11ust11c-ia. de ocio. 7]
reconocer una nacuraleza de tejedor de una de zapatero si no es por esa ausencia El mismo criterio en Aristóteles produce la misma elección. Pero el argu-
de tiempo que, combinada con la urgencia de los trabajos, no permite jam:l.s a 1nenro es exac..-ramente el inverso. Los artesanos son efec.tivamente Ja ruina de la
uno enconrrarse en el lugar del otro? democracia. Pero por tener demasiado ocio. Se pasan el tiempo merodeando por
Así es como avanza el razonamiento erguido sobre sus dos pies rcngos. las calles o en el ágora. Pueden así asistir a rodas las asambleas y mererse en codo,
La diferencia de las naturalezas viene al socorro de la imposibilidad, mal a t0mas y a locas. En cambio, la democrJcia de los campesinos será la mejor
demostrada, de cumplir con dos funciones. Y esa imposibilidad elude a su - la menos mala-. Los campesinos esrán rerenidos en sus campos, la asamblea
vcr las preguntas planteadas por esa enigmácica diferencia de nacuraleza que queda demasiado lejos. No tendrán el ocio necesario para ir y ejercer su poder.
preformaría la división del trabajo. Si esa división, imposible de demoscra.r en Y las cosas serán mucho n)ejor así.\I'orque si pudiesen acudir, se comportarían
el plano económico, se puede enunciar en la evidencia natural de la utilidad como hombres que carecen del único ocio que vale: el del pensamiemo. Hacen
social, es que lo arbitrario de la nammleza y la convención del orden social la menos peor de las democracias: aquella en la que los demócratas no tienen
intercambian aquí sus poderes. El agente. de c.~ce intercan,bio es una noción ricmpo para ejercer su poder. Pe!O en un Estado bien gobernado, no tendrán,
demasiado trivial para llamar la atención: la noción del tiempo. por esa. 1nisn1a raz.ón, su lugar.8 ]
Así es como el ocio y su ausencia operan en z.igzag para llegar en ambos
e.sos al mismo resulmdo: el artesano no puede ser un buen ciudadano. En este
Cuestiones de tiempo sentido, la originalidad de la República de Platón es la de no hacer la pregunta.
Í.EJ ricmpo, dirá Feuerbach, es la categoría favorica del dialéctico porque excluye · Kd'f: El tém,ino *'Joi$ir'" en francñ tiene 3 (a vád sentido de otló y de licencia. A los fi nci ele
y subordina allí donde el espacio tolera y coordina. Pero es necesario precisa~ la txprcsión narrativa u1ili1.ar(mos de.111anera :tlccrnath•a un concepto u otro srgún c:l oonlt)IIO,
pero h.:1r.ín retC'rencia a la pal:Lbra .. loisir,. en arnbos casos.
El tiempo del cual Platón nos habla no es el de la necesidad física, el tiempo'
de la generación, del desrurollo y de la muerte. Es esa entidad más ambigua, • AriStótcles, P•lltirn, v,, 1319 • · ¡
1 XC:nophon, Eco110,niqt#', 1v. 2-3 y vr, 9 (Jenofoncc, E,onó,ni,o. Exisre traducción :ll c:,s1dl:u10).

UNIVERSIDAD DE CHILE
24 1 fACUlTAO DE fllOSOFIA YHUMANIDADES 25
1 P.IUllO TECA EUGENIO PEREIRA SALAS
LA Mf.NTIRA oe (>LATÓN El fil6i;oro y Mi ó; pohrt,¡

Aristótdcs o Jenofonte, el mismo Platón en las Lqes, plant(an d problema de 11urnlidad según sus recursos. Sociedad apolítica de la salud trab.1jador:1, cuyo
forma alternariva: ¿se puede ser ciudadano ejerciendo un oficio? ¿Cuáles son ,,,¡10 rcAorccerá e,n tiempos de anarquismo y neomald,usianismo.
las ocupaciones que califican o descalífican, dan o sacan tiempo para partici- La salud, vale. ¿Pero la justicia? ¿El ajuste de lo igual y de lo desigu:il?
par de la vida política? En la República en cambio, la ciudadanía no es ni un ~;\cr:lles y su interlocutor lo buscan y ya presentimos dónde se jugaría: en la
o6cio, ni una cualidad; es un estado de cosas: uno perrenecc a la com,midad. Y lrvc desigualdad en si de csra sociedad del trabajo dividido de manera exacm.
esta comunidad solo conoce ocupacianf1 distintas. Aristóteles distingue cuatro l . 1 nbundancia de necesidades, la vacilación [flotte111e11tl del número, la policía
tipos de trabajos manuales. Apenas al pasar, Sócrates señala el caso de esa gente ,lel tiempo que falta igualmente a todos, pero que podría no faltar a algunos.
que tiene el cuerpo sólido, pero el espíritu decididamente demasiado lenro. A En este momento interviene Glaucón, el interlocutor de Sócrates. el
pesar de todo, se los admitirá en la comunidad: serán los hombres de carga, los hermano de Platón. A sus ojos, esta república de los rrabajadores no es sino
asalariados sin cualificación. Hay naturalezas distinras, pero aparentemente no 1111 Estado de cerdos. Desea, para esos banquetes, otros faustos y ornamentos
hay diferencias de 11aturale:w. Los trabajos equivalen entre sí. No hay esclavos. nuevos: camas y mesas, aliños y golosinas. perfumes y cortesanas .. .
Un solo principio de exclusión, entonces. La Reptíblica no decreta la im- La función de elevar el nivel de exigencia es una función convenida en los
posibilidad de ser zapatero y ciudadano a la ve-,. Constata solamenre que no (liálogos de Platón: recha-,ar los adagios del sentido común, los consejos de
se puede ser al mismo tiempo zapatero y tejedor. No excluye a !'•die por la prudencia, las dietas de vida saludable que propone Sócrates. Un papel que
bajeta de su empleo. Solo establece la imposibilidad de acumular./!,a República µcncralmcnrc asume gente de calidad: Calicles el ambicioso, o los familiares de
conoce solamente un mal, pero es el mal absoluto: que dos cosas estén en una, !'latón. El primo Critias, el tira110; los hermanos Adimanre y Glaucón.
dos funciones en d mismo lugar, dos cualidades en el mismo ser. Una S-Ol.a ca- l A fin de complacer a este último., Sócrates se despedirá con nosralgia de la
tegoría se encuentra defacto sin ser empleada: la gente c!9'a ocupación consiste ciudad sana. Entramos en la ciudad de los humores y del arre de vivir. La inrer-
propiamente en hacer dos cosas a la vez. Ws i111itttdores. { vcnción de Glauc6n hace visible la lógica subterránea del momento anterior. La
" Justicia solo exisre por desajuste de la salud. Ya, entre líneas, esraba operando el
Ju<-go de las carencias, de los excesos y de las vacilaciones que desequilibraban
El orden del banquete
lcvemenre el equilibrio perfecto de la ciudad sana. La justicia es el hecho de
ubicar en su lugar a los sanos y útiles rrabajadoresJ
No hay razón alguna para que los imitadores vengan a trascornar el orden de
la primera ciudad4 No necesita más que tres o cuacro categorías suplementarias ft,a ciudad nueva, donde la injusticia y la justicia son posibles y pensables,
empieza con los ali11os y el protocolo del banquete. ¿Es decir que allí se encuentra
para desarrollarse más allá de sus cuatro o cinco pioneros: carpinteros y herreros
el origen de la política: los modos de la mesa del etnólogo, la distinción del
para confc:ccionar las herramientas del trab,tjo; asalariados para los trabajos
sociólogo?íTal vez, pero el banquete es ranto confusi6n como discinción. En el
grandes y, para el intercambio, comercianres de los dos tipos: pequeños co-
n,erciantes para el mercado interno¡ negociantts para c.l comercio exterior. Ya
b:rnquete del poeta Agarón, la embriaguez del hedonista Alcibíades se puede
cnconrrar con d entusiasmo del filósofo S6crates.~ n otra parre, los semblan-
que estos necesitan n,erC'lderfas para intcrcambiaJ con las que son necesarias
tes del discurso conspiran con la realidad de las necesidades, las aspiraciones
para satisfacer las necesidades de la comunidad, se acrecentará la cantidad de
dcmocciticas con el fausto aristocrático, hasta llegar a ser, en el c~azón mismo
productores. Con d io se podrá considerar la sociedad como completa y perfecta.
ele la edad moderna, una de las figuras de la subversión polícica-J
Se vivirá felizmente en ella, en plena concordia y piedad. Coronados de mjno
y recostados sobre lechos de hojas, los ciudadanos saborearán fottemalmenre
vlno y pasteles de trigo, servidos sobre pajas u hojas bien limpias. Imitadores, cazadores y artesanos
No es un comunismo. Sino más bien una república igualitaria del trabajo.
Vegetariana )' pacifista, que ajusta su producción según sus necesidades y su El orden instaurado por el banquete es el orden de la mezcolanza. Si la ciudad
cmpez.aba con la clara disiribución de los trabajadores Útiles, la política empici:1

26 27
LA Ml3NTJRA OR PtA'róN El fil6soro y SIi~ pohrctt

con la muchedumbre abigarrada de inútiles que se mezclan en ella. Toda una vt , ," L:unentablemente, las nuevas rnáquinas del teatro se encucnrrnn p:,r~,
masa de "trabajadores" que satisfucen necesidades nuevas: desde los pintores ,lr\111cmir ese optimismo bello. En el escenario, frente a un público que yn no
y músicos hasta los pedagogos y las mucamas; desde los actores y rhapsotks· , , rl de los guerreros, sino el de los arcesanos, esas máquinas despedazan d bello
basta los peluqueros y cocineros; desde los fabricantes de artículos de lujo hasta p,l11cipio, la funcionalidad del trabajo dividido. Producen la creación enrer:1.
los criadores de cerdos y carniceros. ¿No será acaso ne«sario reconocer en esa 1 •,eso mucho más peligroso aún que el del lujo: el de añadir a la división del
muchedumbre mezclada con parásitos, por poco que acepten hacer una sola 11,ol,:,jo las especialidades novedosas. Ysolo corrompe a aquellos que tienen los
cosa a Ja vez, trabajadores can (íciles como Jos otros? Alin más en la medida en lí'u1rsos. El arte del imitador total, en cambio, se ofrece a codos los miembros
que los primeros se ven obligados, por los manjares, las mesas y las parafernolias ,Ir l<o sociedad para cuestionar su simplicidad, es decir, su adhesión a su función.
del banquete, a ,ue-,dar ellos mismos lo superfluo con lo n=sario. Juego cruzado: a través de la relación del cazador supremo con el imitador,
:sin en1bargo, exiscc, ene.re estos recién llegados, una división no subrayada, l,l 'iin1plicidad del arresano va a adquirir nuevas significaciones. Frente al imi-
pero fácil de reconocer. lo superfluo se divide entre dos géneros que pueden i.,dor, en primer luga.r se .le atribuiría, de buena gana, el papel positivo de un
llegar a superponerse sin por eso dejar de ser distintos: la simple producción del , ,1111 racjemplo. El artesano muestra lo que tiene que hacer el simple hombre de
lujo y la ptoducción de imágenes. Dos tipos de artes que, por orra parte, Platón a11 c para ubicarse en su lugar. Él es quien hace hacer los objetos de los cuales
demlla: artes de adquisición y artes de imüación. Los nuevos trabajadores de la ¡,( pintor produce una copia inconsistente. Herrero o talabartero, se pone al
ciudad se dividen en dos gtupos: los hombre.s de la adquisición, los cazadores ,~rvicio del caballero para hacer el bocado y la rienda de su caballo. Somete
que proveen a las necesidades de lo Sup<'rlluo en tanto superfluo; los imitadores .,, saber récnico a la ciencia guerrera de los fines. Carpintero, fubrica camas
que introducen en d reino de lo superfluo una producción de un género muy ,0111'111do como modelo una idea de cama. No la Idea de la cama, o la Cama
panicular: la que reproduce y fulsilica la imagen de lo necesario. J 1c:il de la cual solo Dios es el amor. Los usuarios no exigen ranro. Basta con
Estamos ahora en condiciones de ver Uegar la injusticia. No del lado del que su saber hacer sea guiado por una idea ordenada según el fin del objeto.
que se la esperaba. No es el lujo lo que corrompe la ciudad. Bastante poco El pincor no sabe nada de todo esto: ni equitación, ni talabartería, ni car-
importa que los carpinteros ornamenten las camas del banquete en lugar de plmcría. De la técnica del artesano solo saca lo que le es necesario para imitar
tallar herramientas o que el herrero haga de cincelador. Es cierto que el gusto li, npariencia de sus objetos. Hará camas, sillas y bocados sin conocer nada de
por el lujo, junco con Ja escaSC?., lleva a la invasión y Ja guerra. Pero juscamentc d io. Y con su envión, cruzará la barrera que separa la obra de arre de la obra
la blandura encuentra ahí su antídoto. La guerra es un oficio. Solo hará falta ,le b naturaleza. Hará caballos, caballeros e incluso -solo Dios sabe para qu6-
formar a los guerreros para que bagan una y solo una cosa: para que, en cuanto 1:,p:neros y carpinteros. Jn1it.ará a Dios. Pintará tanto plantas como anima.les,
buenos perros guardianes, muerdan al enemigo y solo a él. la gimnasia y la mú- l:1 ricrra como d cielo, el Olimpo como el Hades. Y arriba del escenario de
sica les servirán para ello: ser duros con el adversario y apacibles con la ciudad. 1c::nro, el imitador mezclará todo en una cal-ofonía: la obra de la naturaleza y
Pero ahí irrumpen los intitadorc.s. Jusmmente, en.tienden de n1úsica. Con la de los arces.1nos; trueno. vienro y grnni1.o; ejes, polca.~. Aauras y tromperas;
la lira de los poetas, ablandan d corazón de los futuros guerreros, con sus fá. perros, ovejas y pájaros. 10
bulas sobre dioses violentos y engai\osos, introducen desmesura. Y por detrás Frente a este fulseador, se podrá, desde más de un punto de visra, proponer
de Ja invitación a imi tar fas malas acciones. está el principio mismo del mal: ol guerrero la imagen del artesano: el hombre que tiene un saber hacer dedic;1do
la invimción a imicar en general; el poder de lo doble, del que represenra cual- n los otros. Pero también el hombre dctentor de la virtud propia de la ciudt1d
quier cosa. cualquier persona. Es en vano que Sócrates finja proregerse de esto primera: la salud. Le ense1íará al guerrero a prescindir de las enfermedades y
queriendo ver ahí una ve-, más la división del rrabajo: la narnraleza del hombre ele las medicinas del ocio. Ya que en un Esrado bien constituido, cada uno
"'cociza en tan pequeña moneda'' que no se puede imitar más de una cosa a la liene una tarea que nadie puede cumplir en su lugar. Nadie tiene el '·ocio ele

· NdT: Se refiere 21 intérprete profesional de la pot.".\Í:l épica. ' 1-.1:.uón, /(r¡,ública, 111, 395 b.
>0 lbíd., 111, 397 ;a. Sobre codo I•) anterior. \'Cr &ptiblica, x. 59S e· 602 b.

28 29
LA Ml;N1'lRA DE PLATÓN El fill>wfo )' sus ¡,ohres

pasarse la vida enfermo y que se ocupen de curarlo". Pero, e11 nuestra ciudad , ión: "aquella para la cual la nacuraleza lo hizo y sobre la cual tiene que trnb:ijnr
mal hecha, solo el artesano puede ocorgar verificación de este principio. Cua11do toda su vida, excluyendo orras, sin dejar pasar ningún momento oportuno,
un carpintero se enfern1a, pide al médico duna poción que lo haga vo,nirar o p:1ra hacer una artesanía bella". 1.}J¿Cómo, una zapatería tan ex.igcntc, le d:,rín
evacuar su 1nal por abajo, o sino una cauterización o una incisión que lo libere respiro suficiente para aprender las armas ••cuando no se puede siquiera llega r
de ello". Porque "no ciene tiempo (schoü) de estar enfermo)' no saca ningún "ser un buen jugador de chaquete (trie-trae} o de cabas si uno no lo prác,ica
provecho de vivir así, el espíritu preocupado por su enfermedad, descuidando c:<clusivamente desde la infancia, sino solo como un pasatiempo?". u
el trabajo que tiene que hacer". 11 De esa virtud de la necesidad, los guerreros LEl argumento se modifica. Si d zapatero no puede ser un buen guerrero,
podrán aprender la necesidad de la virtud, del pleno empleo del tiempo. es anre codo porque no puede ser un buen jugador de rabas. El argumento no
Obrero, maestro de una virtud que no le esrá permitido (/oisible]' elegir. csti t'Jll desplazado como parecería. Porque el jugador de rabas comparte con
Lejos esr;\ aquella lección de ser olvidada. Ornamenta todavía hoy en d/a d el guerrero un mismo privilegio, negado por igual a.l carpincero y al zapatero:
froncispicio de codas nuestras capillas . Sin embargo, los artesanos también ,er un hijo de lo superffuo. Nos recuerda que el guerrero llegó a ser necesario
tienen virtudes no can limitadas para ofrecerles a los defensores de la ciudad. solo por el gusto del lujo y de la caza. Nos muestra, al mismo tiem po, la lógica
En efecto, p-Jra formarlos en d arte del combace, un modelo se impone: el del desarrollo. Fue necesaria esta caza de lo superfluo, esta transgresión del
aprendizaje sobre la marcha de los oficios, la anticipación de los gesros y de las principio de solo ocuparse de su propio asunco para que na-.c.can en la ciudad
disciplinas del oficio. Así es como los hijos de los alfareros aprenden su oficio, ":1sumos" más importantes que otros: para que la justicia llegue a ser posible
así es también como los guerreros de elice aprendetán el suyo. 11 Y los cmdidatos
-~
en cuanto jerarquía de las funciones y de las virtudes1La supcrficialidad del
a magistrados políticos - Alcibíades, por ejemplo, o Calicles- h.,rían bien en jugador responde a la equívoca necesidad del quinto hombre y a darle sentido
seguir los mismos pasos. "su pleno empico de zapatero. Ahora, el zapacero es ante todo el que no puede
,cr guerrero. El gesto del jugador de tabas dio vuelta la baraja. La di,•isión del
, rabajo ya no puede ser la clara relación de la utilidad respec,o a la profesiona-
La cualificación profesional: jugadores de tabas y buscarroñas lidad. La necesidad iguali,aria de que cada uno haga "su propio asunto" viró
hacia una jerarquía que no puede ser sino la de las naturalezas. Es lo que el
Si bien los guerreros tienen que ejercitarse de la manera en que lo hacen los jugador de chaquctc viene a recordar aquí, como también lo hace en el Polltico:
artesanos, queda excluido, en ca111bio, que los artesanos tengan que buscar I:, repartición funcional de las aptitudes es también una distribución de tafmtos
modelo alguno del lado de los guerreros. El zapare ro no puede ser guerrero. En con valores desiguales. ¿Cómo la masa podría gobernar los asuntos comunes si
algún sentido, ni siquiera hace fulra demostrarlo. Si la guerra es una ocupación
de sus rangos salen tan pocos campeones de chaquete?'J
específica, es asumo de profesionales. El zapatero no alzará las armas por la
(A través de los juegos del tiempo y de la calidad, lo que está en cuestión
misma razón que lo tiene alejado de la lanzadera, de la construcción o del ara-
es ahora la relación de la justicia con la naturaleza] Esca "conformidad con
do, en pos de que la zaparerfa se ejerza según las reglas del arte. Pero el liempo
la naturaleia'1 es lo que hay que exam inar. Primero, la encontramos en tanto
marca una leve inAexión. Ya no es solo la virtualidad del ocio o del momento rnigma: ¿cómo era posible reconocerla? Ahora hace falta tomar las cosas al
oportuno, del kairos, o de la sel,,&. Ahora es más fuertemente d tiempo pleno
revés. En el mundo de lo superffuo, las naturalezas se pueden reconocer y
de la formación profesional. ~ o basta con hacer muchos zapatos, hace falta jerarquizar. El orden de las ocupaciones necesarias y de las técnicas adecuadas
hacer zapatos bellos. Y el aprendizaje, que hace a la perfección del arresano, es
110 puede nunca, por sí mismo, crear rangos. En la ciudad democrática del
en verdad infinito. Es por eso que hizo fulta atribuir a cada uno una sola profe-
honesro sofista Protágoras, los oficios pertenecen a especialistas y la virmd del
11 lbíd., 111, 406 c-d.
• t\dT: El autor uLiHza aquí loisible, c1ue lignific:.t "'p,c:rnütido.., pero que se f{lrnta a partir de la i, Jhíd .. 11, 374 c-d.
palabra ''ocio" (loisirJ. " lbíd.
O! Jbíd., IV, 446 C • 447,. I\ ;\fis<ócdcs. Polirira. 292 c.

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LA ~n!NTIRA Ot PuTó:-1 E.1 filósofO >r.sus pohro

bien común a la asamblea de todos los ciudadanos. Y la retórica igualitaria no b de los gobernadores. Y una naturale-,a propia para optimizar el ejercicio de
dejan\ de recalctr: el herrero es tan imprescindible para d guerrero como el la función: la de los filósofos.
guerrero para el herrero. La utilidad no se presta, de hecho, sino a superioridades La de los verdadero, filósofos, por supuest0: de los criadores de rebaño y
ambiguas. Lo general salva a la ciudad. Resta saber si vale la pena que la salven. 110 de los cazadores de ganado o de recompensas; trabajadores de la verdad y
El soldado vencedor cs. r-.iJ vez. como <=se marino d.i~tro que trajo a salvo, en no artesanos de la apariencia. Para diferenciarse de sus imitadores - retóricos o
el medio de mrmenras, a hombres a los que hubiera sido sin duda mejor aban- iofistas, falsos politicos o sabios Falsos- tendrán ellos también que aprender de
donar a la justicia de los mares." L elevación del guerrero necesita de orro los verdaderos hombres del arre. Se referirán consrantcmenre a los gestos cxpcr·
principio que solo los filósofos conocen. La guerra tiene "algo sublime", dir:I 10s y los resulrados verificables de la práctict artesanal. Rey tejedor del Político
el más hogarelio entre rodos. 17 ¿Es que el puro pensamiento encuentra mejor quien, por no ser pastor divino,·se aplica a trenzar armoniosamente los hilos
su imagen en d hierro que raja o en la llama que purincti No. justamente. El desiguales y diversamente coloreados de los temperamentos que deben formar
método se declara insensible a la dignidad social de sus modelos: "No admite d tejido social; filósofo guardián del libro ,v de la República, que prepara las
de ninguna manera que el arce del estratega sea una ilustración del accede la :ilmas a instruir de Ja misma manera en que los tintoreros aprestan los tejidos
caza m:ís brillante que el arce del marador d!' piojos, y solo encuentra en el que deben recibir rinca indeleble; dd Sofista dialéctico, que no vacila en dete-
primero, a rnenudo, inayor ampulosidad'118 ~ superioridad no se encuentra nerse para definir la purificación filosófica en las operaciones de los cardadores,
en el arte de la guerra, sino en la naturaleza del guerrero. Sin embargo, esta de los curtidores o de los batanero.,. Puesto que "el método dfaléctico no hace
última es homós\ima de la enfermedad: el guerrero es el hombre del humor, de menos aprecio del arte de purificar con la esponja o con d brebaje, según nos
la inffamación. Su superioridad primera sobre el artesano o el buscarrosia es la procure una purificaci6n más mezquina o ,nás i1nporrante. Pero para alcanzar
del humor sobre la salud] discernimiento, este se esfuerza en observar en todas las artes los parentescos
He aquí donde hay que empezar. El guerrero e.< quien podría hacer otra r las d~mejanzas, estimándolas rodas por igual desde este punto de visea".19
cosa: rnorder al arnigo. Es el hombre que requiere una educación especial. Esa Pero la familiaridad del dialéctico con los obreros rexdles cumple una fun-
sabia dosificación de gimnasia y música que el magistrado educador no podrá ción bien precisa: hacerles reconocer que, en el oficio del tejedor, la trama de los
asegurar si no ts filósofo. La superioridad del guerrero no se cncuentca en su gobernados no tiene la misma importa.ncia que la cadena de gobernances. No
ocupación, sino en su naturaJe1,3 en cuant.o ]a formación de esa naruraleia es es casualidad el hecho de que, emrc las artes fundamentales, haya elegido la del
la rarea en sí misma, la obra maestra del filósofo rey. La virtud del guerrero scjtdor y de sus ayudantes: arte del trenzar que combina los hilos del orden so,
ran1bié11 es hacer necesario al filósofo. cial, o de la tinmra que da su color just0 al alma de los guerreros. Pero más aún;
arte de la distinción, de la separación, de la selección. Si el filósofo pone el texto
de iodo discurso a prueba del cepillo del cardador o de la cuba del batanero, es
El fil6sofo en el taller i:unbién para aparrar la purificación del pensamiento de todas las separaciones y
desengrase,; de los oficios. Sin duda, le importa poco en materia de purificación
Entre el filósofo que forma al guerrero y el artesano que le provee modelos de
s.1ber cuál es el nombre de más linda apariencia.\!'ero es que le basta con separar
aprendizaje se esrablece otra relación cru1.ada. Una relación crunca. El filósofo
lo que purifica el alma de lo que limpia todo lo demás, separar la justicia de la
también es hijo del lujo. Se encuentra al final del hilo que tiró Glaucón con
higiene: "definir la purificación propia del pens.1miento distinguiéndola de los
su intervención, en la cu111brc de la nueva necesidad guiada por el exceso. Para
olros es ahora su entpresa, si por lo menos entendemos lo que txige".2<fj
cuidar a los guardianes de la ciudad inflamada, hace falca una nueva función:
l la comparación de las prácticas solo interviene, entonces, para res.1lmr el
,& Platón, CQrgim, 312 á:·b IGo,¡i,11. Exi.s1c traducción ;1.J c.-s1c.llano! . car:íccer incomparable de las naruralczas. Y la prueba de la verdad, la picdr:1
'1 Immanud Kant, Critü¡u~ du juge,utnt, trad. Gibclin, Yrin, 1951, p. 90 ICrltir.a del j1titio.
Exisrc: tr:tducc.ión :iJ castellano] . •• lbid., 227 a-b.
'' Platón, Sopl,iste, 227. a·C l"Sofi.sta". Exisce traduc<:i6n al ca~1c-llano]. JO lhíd.• 227 c.

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l.,. MJiN'TIRA OP. PLATÓ:'11 ~J fil6,ofo y"" ¡,obre,

de toque que provee el trabajo artesanal cumple, en principio, este oficio. A 1t


1101ítl-cni<.-a,,, in.herence a la cécnica, tiene que: ser permanenternente redinliJn
primera vista, el zapatero y el batanero son los auxiliares del filósofo en su l'"r h regla social: es artesano-fabricador aquel que tiene prohibido el juego, In
caza de los semblantes del discurso poético, retórico o sofístico. Basra con 1urntira, la apariencja. Pintor o so6sra no s6n falsos arc~sanos. Son arrcs:u1os
traducir sus propuestas en términos de zapatería para pinchar la ampulosidad. q11c t rnnsgrcdcn la regla que lija su esratut~
Calicles pretende que los mejores y los más fuerces deben tener más que los Ya no es cuesción aquí de falra de tiempo o de formación profesional
otros. ¿Habrá de entender que los zapateros tendrán más zapatos y zapatos , ontinua. La división del rrabajo se podría ahora expresar bajo la forma de un
más anchos que sus clientes inexpercos? Lo ridículo de la aplicación basta para I" lncipio del todo indiferente a las contingencias de la producción: el artesano
rnosrrar que las palabras del retórico - c'los mejores". '¡los más fuertes", 1'tener ,., el técnico que no tiene derecho a la mentira. Platón nos lo dice citando dos
más''- no son sino semblantes de ideas. Sin embargo, Calicles no se equivoca v,·rsos de Homero: "Si el jefe sorprende mintiendo en la ciudad
al indignarse y pedir que se comparen cosas compardbles en lugar de mezclar
la z.,paterfa y la filosofía" puesto que la comparación no deja de presuponer Uno de los que pertenecen a la clase de los arternnos,
lo que pretende demostrar. No supone el parencesco enrre todas las artet, sino Aunque Jea 1utdico, adivino o carpintero
para ''.'ej~r afir111~r la separación entre lo que atañe a las artes y lo que escapa
a su cecn,ca: el crJadero filosófico. Por las necesidades de la causa, el filósofo le lo casrigará como agente de una práctica perniciosa y que lleva a pique a la
da al artesano una positividad doblemente ilusoria. Por una pane, la prueba nnve del Estado".''
de la verdad es siempre una prueba por el ridículo, un estigma de bajeza. Al
denunciar al pintor o al solista, d artesano se hunde en la "positividad" de un
cazador de piojos. Y lo hace para mostrar a Caliclcs que, a fin de cuentas, su t os tres metales: la mentira de la naturaleza
gran pensamiento aristocrático no es sino una filosofia de la astucia, un pensa-
miento de zapatero. Pero, al denunciar a los imitadores, también es la técnica \No es que la mentira sea un mal en sí mismo, como rampoco lo es el lujo o el
que en general el filósofo denuncia. El mayor agravio del pinror no es hacer lo juego. E.s que tiene que ser reservada. En la ciudad en la que se introdujo lo
falso frente a lo que el artesano hace de verdad. Utiliz.a una técnica artesanal , upcrfluo, la jerarquía sobreviene primero como saber y reglamentación del si-
para falsiftmr la obra divina que siempre es obra viva y, por ende, única. Dios 11111lacro. La ciencia del orden es ciencia de la mentira. Su~ne que el orden del
no trabaja en serie. Y el filósofo hace lo mismo. Por el riclículo de las compa- simulacro sea radicalmente separado dd orden de la técnica:1J-lace falca postular la
raciones zapacems. denuncia el discurso sofistico en tanto discurso fabricado, nbsoluta simplicidad de los artesanos, su carencia de ocio y el perfeccionamienro
fuJs~ficación del discurso vivo de su ciencia. infiniro de su oficio para conjurar la amenaza promeceana: no que los trabajadores
'bJ. denunciar a los iJniradores, el "buen"artesano queda rcmirido a la verdad ,bengan o pretendan devenir dioses, sino que hagan funcionar una ciudad del
de su propia técnica. Dejada por sí sola, separada de la ciencia delos fines que le e,~bajo productivo que sea al mismo tiempo una ciudad del artificio absoluto;
~ _exterior,_roda cécnic., e~un~ simple falsificación. La oposición del demiurgo una ciudad que produce sus discursos como sus h.erranlienras·; una democracia,
un) y el 1m1Cadores dusona. 1oda técnica es ignorancia desu propio fin, poder para decirlo en una palabra o, lo que es lo mismo para Platón, una recnocracia:
de cualquier cosa, falsificación, memira. La obra del poeta, del pintor y del re- son equivalentes el poder de la gente de oficio y el poder del pueblo]
tórico radicaliz., esa virtualidad en la producción deliberada de apariencias. Si el ~ o superfluo del lujo, de la guerra y de la filosofía previene este peligro:
arresano le puede ser opuesto, no es en cuanto técnico de lo útil, es 1ín.icamentf contiene e] cxce.so ]atente en la supuesra simplicidad técnica. Contra la con-
en ,c.uanto 1nonotécnico, produc<or de una cosa y de ~I~ una) juración virtual del trabajo útil y de la mentira técnka, la justicia supone otra
' La especialización del arre,m.no es ahora eso: la simple pr;hibici6n de hacer alianza, otra aleación: la de la absoluta simplicidad de la naturaleza y el arbitrario
otr:lcosa. Toda técnica conlleva la capacidad de hacer otra cosa. F..srn falsificación declarado de la me1uira. Más exactamente, un ingeniero de almasJ

Ji Plarón, GU,gia;, 490 e ~491 b. u J>J::uón, Reptiblic,1, 111, 389 d.

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L.\ ~IEN'TIR..\ DE PLATÓ~ l':I filórofo )' sus pobres

Csu oficio es, en primer lugar, responder al enigma de la naturaleza. Este se \ El rniro no es, en primer lugar, exactamente antiiguaHtario. No quiere
desplazó cuando entró en escena d guerrero. Más allá de la división de las tareas, consagrar un orden in,nemoriaJ. El filósofo formador es, a su 111ancra. igun-
el guerrero está allí para ejemplificar la diferencia de naturalez.1 que desvaloriza al liiario. Una vez que la máquina educativa marcha, se tendrá que hacer e<irgo
artesano. Esta diferencia, sin embargo, no la establece sino la selección que hace la de los desclasaniiencos y de los reclasamienros [recla,mnents]' necesarios ;1
naturaleza. L1 diferencia de naturaleza no es ni lo irracional anee lo cual pararía el c:,da generación. Los ciudadanos hermanos de cada categoría tendrán hijos, la
pensamiento, ni l:a "ideología" en la que se disimularía la historia de la represión 111ayor parte del ticn1po, a su semc:janza] Pcro puede pasar que los guerreros o
social. No hay, precisamente, nada disimulado. Platón lo dice abiettameme: la los mismos educadores tengan hijos con alma de hierro. Esros tendrán que ser
naturaleza debe ser objeto de decreto para convertirse en objeto de educación":-¡ rd,ajados sin piedad a la clase de labradores o artesanos. Y, a la inversa, habrá
¡ Es la presuposición que se da el seleccionador-criador de almas para empe,.fü- que elevar a la clase de guerreros o guardianes a los hijos de labradores o arte-
su trabajo de formación de naturalezas. La naturaleza es una historia declarada i:mos que mostraran oro o plata e,1 su alma. El mito es el de la educación más
como ral. Único conocedor de la relación de los medios adecuados con los fines que el de la jerarquía. ¿Una meritocracia, entonces? Sin embargo, su aplicación
deseables, el ingeniero de almas es el único que puede y sabe mentir: la buena corre el riesgo de plantear algunos problemas.\.!:uesto que se ve bien cómo el
mentira, o la mentira suficiente para instituir un orden al amparo de la verdadera 11prendiz guerrero revelará un alma de zapatero. Pero se ve mal dónde y cómo
1nentira, la ignorancia técnica de los principios y cle los fines./ el aprendiz 1.apacero tendrá el ocio para que se note su alma de guerrero o de
El ingeniero de las almas instaurará entonces la mentit'a necesaria y sufi- ~uardián. Aparememence, no está prcvisro mandar a la escuela a los hijos de
ciente; el axioma, de alguna manera, el principio imposible de demostrar que se las clases laboriosas. El igualitarismo corre el riesgo de funcionar únicamente
parece al fin de su obra: la naturaleza. A través de una conttatécnica, encontrará en el sencido del desclasamiento. Se trata ~bre todo de impedir que el hierro
d medio {mérha11e) para hacer creer a la ciudad una noble mentira; es decir, y el bronce corrompan la elite de la ciudad)
una mentira sobre la nabla.a, una genealogía al modo de los poetas: historia Regla anrioligarca más que ancipopular. Se trata, sobre todo, de separar
"fcniciana" que habría ocurrido en orra parre, mucho riempo arrás, y que no el oro del poder, el metal de los intercambios . .los ttabajadores enriquecidos
exjge ser justificada, sino so]o narrada; ni siquiera creída, sino solo aceptada. no deben poder convertir su capital en poder. Y los guardianes y los guerreros
Historia de hombres a quienes podríamos persuadir de que la educación que no deben poder hacer plata con su función . Como siempre, la relación es
recibieron no fue más que un suefio; que eme.rgieron, en realidad, de la tierra cruzada. Se habla a los guardianes. Hay que preservarlos de las seducciones de
ya armados para sus funciones respectivas, el mito o la mentira de los rres la riqucr.a_ Hace fulta pagarles en una moneda simbólica, lo suficientemente
metales: "Todos ustedes que están en la ciudad son hermanos, les diremos en rnra para desviarles la mirada del dinero en metálico, persuadirlos de dejar a
nuesrra historia, pero el Dios que los plasmó mezcló oro en la composición de los hombres de hierro y de bronce las venrajas mezquina., de la propiedad. En
quienes son aptos para el mando y que son también los más preciosos. A la de si,nesis, el mito tiene como principal función forzar a los magisrrndos y a los
los defensores, la mezcló con piara; mientras que el hierro y el bronce son para guerreros a admitir el principio de no propiedad de los bienes, Jo ún.i co que
los labradores)' orros artesanos"." podr.í impedir la corrupción del Estado. Entonces, se les dirá "que para oro y
plata, siempre tendrán en su alma el metal divino que lc.s viene de los dioses y
no neccsiran el de los hombres y que es impiadoso manchar la posesión de oro
Las dos monedas: el comunismo al poder divino aleándola con la posesión de oro mortal"."'
No deberán pues ni siquiera tener en sus manos doro o la piara, ni tampoco
El tema de los rres órdenes, las razas de oro, de plata y de bronce, se sabe que entrar en una casa donde se los encuentre, ni llevarlos en su vestimenta, ni beber
Platón no lo invemó. No son, entonces, las particularidades que les son atri-
buidas lo que nos tiene que interesar.
' NdT: li teralmente quiere dc-cir "'reclafificaciol'le$,.. Preferirnos m:uuc-ner el ncologis1no
"r« J:u.1n1icnu{ .
" lbfd., 111, 41 Sa. " fbíd .. 416,-417 ,.

36 37
LA :\fENTlRA DE PLATÓN El l116i.oío y su,: 1)oh1cl'I

en copas hechas con esos metales. Pero hay que entender bien la prohibición. guardianes de la ciudad. Trabajo y comunidad son e.4irriaamente anrag6nlco~.
Puesro que lo que amenaza es menos d ablandamicnco dorado del lujo que la F.I comunismo no es la fraternidad de la sociedad sin clase, es la disciplina de
ausreridad del bronce de la economía. "Apenas rendr:ín una tierra propia.casas y 1111:1 dominación de clase idealmente sustraída a la lógica del trabajo y de la
dinero, se volverán ecónomos y labradores en lugar de guardianes; se convertirán propiedad. L, cuadrarura del círculo filosófico es, en el fondo, simple de for-
en déspotas y enemigos del resto de la ciudad en lugar de defenderla, sujetos y mular: para que la ciudad esté bien organizada, hace fu.Ji,¡ -y basta con- que d
objetos de odio, culpables y víctimas de maquinaciones... "." poder de los dominantes sobre los dominados sea el poder de los comunisms
Jerarquía compleja de los metales preciosos y viles, de la.s realidades ¡• de sobre los capitalistas. El huevo de Colón de la ciudad justa: obreros, soldados
los símbolos, de la posesión y del desenlace. El filósofo no dice 11q11! que la y filósofos del comunisn10 aún no salieron de éJ. l
~
ocupación ele brazos obreros es demasiado vil para formar un alma ciudadana.
Solo dice que la posesión de bienes explorables es incomparible con la defensa
de la ciudad. Es al olig,uca, al capitalisra a quien apunra la prohibición más Otro banquete, otra mentira.
que al trabajador manual: por ejemplo, d herrero que, al margen de su oficio,
saca beneficios de una pequefia empresa de atrpintería. 26 Sin embargo, no rengamos demasiada lástima por esos obreros condenados
Pero el di.sti11g,1q constituye la vuelta más maliciosa. Nos lo deja enrender .11 trabajo sin ocio. Por sobre sus incomparables guardianes, podría ser que
así: lo propio de las almas de hierro es solo pensar en la plata, en la plata con- hayan ganado el privilegio de cierro derecho a la pereza ya que es necesario
tante y sonante cxclu.....iva de todos los honores simbólicos. EJ oligarca no es un .,hora admitir este estado de los hechos: existen funciones más indispensables y
caballero de indumia, "es ahorrista y rrabajador, solo sarisface sus necesidades c,1:llificacione.s n1ás serias que ocras. Los guardianes serán quienes cendrán que
estrictamente necesarias, no Se conc:ede ningún gasto y convierte en vanas rodas pogar el precio de su elevación. Seguramente, su vida será pobre en términos
las orras necesidades"." El oligarca es el buen obrero, el rrabajador modelo para de goces dorados. No obstante, están menos destinados que ningún orto a una
quien la edad moderna creará las cajas de ahorro. Y en eso es despreciable: no fclicidad individual que no es el propósito de la ciudad feliz. "Podríamos del
por ser el hombre del cuerpo trabajador, en oposición al ocio del alma, sino por 1nis1no modo arropar a los labradores con ve.scidos hasta el piso, ceñidos de
ser el hombre de los bienes materiales, de las mercancías, cuyo oficio no puede uro y permitirles que solo trabajaran la tierra par.1 su propio placer; y acostar,
ser otro que d del egoísmo y el de la guerra de todos contra todos. Excluido c:unbién, a nuestros altareros sobre t-amas, hacerles beber en ronda y banquetear
del ocio y de la apariencia, dedicado a fabricar si.n rregua mercancías, el obrero frcnre al fuego, que dejen de lado sus romos con la liberrad de rrabajar cuando
está, en suma, condenado a los privilegios vergonzosos de la economía, de )a les tlé la gana[ ... ], pero guárdate de comprometernos en eso; puesto que si re
acumulación y de la riqueza. Es siempre un capitalisra en potencia, y es por escucháramos, el labrador no sería más labrador, ni el alfarero, alfarero y, no
eso que d filósofo lo puede esrigmaúzar reservando a las almas bien nacidas la ,1ucdando nadie en su condición. no habría más Estado". ui
moreda simbólica del honor y del poder ligada a la no posesión de los jefes. El peligro está bien delimitado. Tiene más de disfraz que de pcrc:2a. El Esrado
110 necesita tantas alfarerías. Solo necesira reconocer a los alfareros. Y cómo
i..Q_ecir que el obrero 110 puede ser guardián o guerrero solo es decir, en suma,
que no es digno de ser comunista. Su indignidad se debe a que siempre tiene l'cconocedos si no están junto a su torno. Pero tal vez. solo bastaría, para el buen
una propiedad. El rrabajo en si es propiedad, el oficio es discordia. Los obreros orden, que finjan estar ahí. El peligro no es la disminución de la producción,
comunisrasde nuestro siglo XIX, en pos de ,<alizar la ciudad de los trabajadores ,i110 la carencia de identidad. Pues bien, si rodas las producciones valen igual,

iguales, lo experimenrará.n, más o menos ingenua o perversamenre según los 110 as( las identidades. Con lo que sigue se aclara: d asumo e.s serio para los

casos: el comunismo es un sistema que solo fue pensado para la elite de los ~uardianes. "Puesro que, el hecho de que zapareros se pongan a rrabajar mal,
,,uese esrropeen y pretendan ser lo que no son. no tiene mayor incidencia para
" Ibíd .. 417 a-b.
1IS Platón, lois, 846 d [La, l~)'t'I o de la kgi1/11ció11. Existe tradu<.x-ión al castellanoJ
.
v Plató11, &públifa, viu. 554 a. '' Jbíd., I\' , 420 e - 421 a.

38 39
L.\ MEKTlRA oE. Pu\TÓN

la ciudad; pero que los gua.rdianes de la ley y de la ciudad no lo sean, sino en no prueba nada en contra del arte. Solamente prueba que rw es z.1patero. Solo
apariencia, ves muy bien cómo arruinan de arriba para abajo todo el Estado"." ,ncrccc. el nombre quien puede practicar la cosa.
Con el derecho a la pereza, el artesano reconquistó cierto derecho a la ÍR.espuesra de sentido común. Pero es justamente esa suerte de scntl<ln
mentira. A una men tira. No a cualquier mentira. Simplemenre la que atañe a la comí111 que se debe rechazar para a.rruinar roda pre,ensión de los hombre.< de
especialidad que define por sí sola su ser. El zapatero no tiene que ser rt-.umente .trrc. Es simplemente zapatero quien se prohíbe toda otra ac-tividad que no sea
otra cosa que zapatero. Pero no tiene que serlo verdaderamente. 1:, i;,patería. A partir de ahí, el filósofo podrá jugar un doble juego: razonar
Ya veníamos sospechando cierta exageración. ¡Hadan verdaderamente ful,a sobre su competencia de especialista o sobre su incompe,encia que verifica el
ranros taparos? ¿Y tanto tiempo para aprender a hacerlos? Ahora Jo sabemos: <inscnrido de codas las especialidades.]
un zaparcro no es alguien que hace buenos zapatos. Es alguien que 110 se ofrece
para otra cosa que para 7.apacero. E incluso, la ignorancia de su oficio cal vez
sea más propia que la rnaesrría para garantizar esa 1nonotec11ia que solo hace a La virtud del artesano
la virmd del artesano( La pereza y la incompetencia son las disposiciones más
propias para asegura.r la única cosa importante.: que el artesano haga una sola [Aquí también la cuadratura del círculo es simple: hace falta pam el artesano
cosa, la que Je sirve de pancar1a para que lo ubique en su lugar]Ya que el que una virrud que no sea una. Es preciso que cada categoría tenga una virtud
es experto para cortar sus zapatos podría también serlo para tejer su abrigo,
propia para que la ciudad esté cons,iruida y que la justicia esté aUí definida.
1rcnzar su cinto o cincelar su anillo. ¿Y por qué no se haría 1ambién fubrican<e El artesano también tiene que tener su virtud. Pero no puede ser la del arte.
de discurso y vendedor de sabiduría? Pues, este personaje existe. Es Hipias, el Arte y nacurale-,a son antinómicos. Un anesano no estará jamás en su lugar si
sofista. Lo vimos llegar a Olimpia sin nada a cuesias que no fuera hecho por es el arte el que lo define. Le hace falta encontrar una virtu¡I propia que sea en
sus propias manos. Y también va llevando consigo sus poemas, sus epopeyas, realidad exrr1111jera, una positividad que sea un simulacro. J
sus tragedias y ditirambos, ramo como su ciencia relati,•a a lo bello y a lo ver• Una vez más, Atistótelcs enuncia el problema sin sonrojarse. Recusa la idea
dadero, a la música, a la gramática o a la mnemotecnia. Antes que la ciudad, lle una división de las rareas n1eramente funcional. La diferencia de las funciones
es tal vez el filósofo quien debe ser protegido de esre hombre dd hábil arte de y de las naturale-,:u es, para él, primera. Escin así condenados por naturaleza a la
llevar hacia cualquier materia las maneras de hacer y de pensar del zaparero.'º csdavirud todos aquellos que no cicnen nada mejor para ofrecernos que el uso
;Qué Dios guarde de los demasiado h:lbilcs artesanos al filósofo! Hay que bru10 de su cuerpo. Una pregunta despunta entonces a rodas luces: ,cómo definir
limitar, en todo, las pretensiones a la perfección de codo lo que es arte de hacer. Y l., \'irtud del inferior, en general,)' la del artesano, en particular? La desigualdad
también hay que poner la filosofra fuera o por encima de todo arte. El J'rotdgorm de las virrudes funda la jerarquía, pero hace rambién su ejercicio azaroso. Para
expone bien el problema. Si la virrud se enseña como se enseña la zapatería, los t¡ue la virtud del mando encuentre cómo aplicarse, es necesario que la obediencia
ll~l, también, una virtud y no una sin1ple relación de dependencia. Sin e1nbargo,
zapaterosson reyes en la ciudad y los filósofos inútiles.11..os derechos de la virrud
filosófica pasan por su estricta separación de la virrud zapatem, pero también el cjecuianie debe tener apenas la virtud necesaria para obedecer ejecutando su
por la separación de es,a úliima de la calidad de los zapatos] mrm. De tener más, pondría en peligro la jerarquía de las naturalezas.
¿Cómo realizar este equilibrio? Para el esclavo, el asunto no es demasiado
Es por eso que la prueba de la verdad artesanal se puede ocasionalmeme
revertir. ¿Los artesanos acaso no se equivocan en materia de arte?, preguntaba
difrcil. Le incumbe al maestro formar, en su siervo, la poca virtud necesaria para
cun1plir concienzudamente: los trabajos serviles. Pero el "libre·• artesano plan,ea
Sócrates a Trasimanco. No. contestaba Trasiinanco, porque son justan1ente
artes;_u1os solo por su..,_¡ contpetencias. Un z.apatcro que no sabe haar zaparos
un problema de índole muy disrinra. No es un hombre libre que participa de
In virtud de la ciudad. No es un esclavo que 1iene virtudes en la buena admi•
nistración de la economía dom~stica. Falso hombre libre y esclavo part-timr,
no pertenece ni a su oficio ni al que le da uabajo. No puede sacar su virtud ni
1'J [b/d., IV, 434 •.
.'i.: Pl:l.tón, Nippüu nli11e11r, 368 b-d (Hipins ,r.enor. E.-<h,e traducción al castdlanol,

40 41
LA MENTIR.-\ DE PLATÓN"

de lo propio ni de una relación de pertenencia.>' Pero quien no tiene virtud 11 .. unros" {ta hattto11 pr,zttefn) y no hacer nada n1ás (,ntdin allo). L1 justicia csu1
no tiene naturaleza. El artesano no solo es un ser vil al que hay que aparrar del cu que la sabiduría gobierne el Esrado, que el cornje anime a los guerreros y ,¡uc
gobierno de la ciudad. Es, propiamente d icho, un ser imposible, una naturaleza 1:, modcrnci6n (sophros,me) reine en el cuerpo de los artesanos. De hecho, c.<ius
impensable. El libre obrero de la economía mercantil es un ser desnarur,lr,ado, ,', himos nos dan el modelo para ello. La imagen de la justicia es la división del
un accidente de la historia. Ni incluido ni excluido, este lúbrido es para la ciudad , rabajo que ya regía la ciudad sana: "Que la gente zapatera haga zapatos y n:idn
una perturbación irrcmisi.ble. Y la indignidad de la crematistica, es decir, de la 111:ls, que la gente carpintera haga carpintería y así s-ucesivamentc".13
economía política en cuanto tal, no solo está ligada al tráfico de la plata, sino "Luminoso", contesta Glaucón. Extrnño, no obsranre. Es la falsa virtud del
también a la promoción de este ser híbrido, desprovisto por igual de la virrud inícrior que sirve de modelo para la justicia de la ciudad perfecta. La "modera-
económica y de la virtud polícica.32 ción" solamente expresa el hecho de que el artesano quede en su lugar, incluso
Platón, a este impcnsable artesano lo rodea con el juego de una naturaleza .,1 costo de hacer trampa en cuanto a su función.\_\' la justicia que debería ar-
simu lada yde una virtud ficticia. Cada orden se tiene que definir por una virtud 111oni1.ar las virtudes propias de cada orden no hace más que repetir la supuesra
propia . Pem solo un gobierno de filósofos guardianes puede dar al primer orden Íuncionalidad de esta relación de dependencia. La justicia del Estado bien
su virtud propia: la sabiduría (sophia). L virtud del guerrero, el coraje bien consrimido sería análoga a la simple salud primcrn dd Estado de los cerdos si
aplicado, es cintura, inculcación pedagógica de la opinión correcta sobre lo que csra salud no fuera, precisam~.n.tf, relevada por un orden de dependencia que
hay que temer)' lo que n{ EI arce.sano no está hecho de una tela que el filósofo es también un orden de ficc.iónJ
pueda aprcsrat y teñir. No hay ni virtud ni educación del pueblo trabajador. Esra ficción, dicho sea de paso, manriene una relación bastante equívoca
"Su" virrud, la moderación, la "sabiduría" del semido común (sophrrmme) le con la sabiduría común. ¿Cada uno tiene que encargarse de su pequeño asunto
debe venir de afuera. No hay "maestría de sí" que pueda ser la virtud propia sin ocuparse de los orros' ¿No es acaso la sana moral de Céfalo, el comerciante
del inferior. Poc definición, la maestría supone un superior. La "sabiduría" del ,Id Pire, el oligarca, padre de los demócraras Polemarca y Lisias, quien acoge a
pueblo no puede ser ni un "buen senddo" o un ('sentido comúnn igualmente Sócrates y sus aristócraras compañeros?
com-parrido emre los más instruidos y los menos instruidos, ni una cualidad Esta definición, por lo demás, ya la escuchamos en otro lado. En otro cír-
propia de los inferiores. Es simplemente la sumisión de la parre vil del Estado culo familiar. S6cratcs interrogaba al joven Cánnides, el do del fururo Platón .
a su parre noble. Esta sabiduría del artesano, que exist:_por fuera de él, es A ese sabio adolescenre le pedía que definiera la sabiduría. No por la softa, la
simplemente el orden del Estado que lo ubica en su lugar._) simple sofrosune de la gente honesta. Cármides tenía su respuesta, soplada por
su primo, el fururo tirano Cririas: la sabiduría es que cada uno haga "sus pro-
pios a.sunros". Extrañam.entc, a Sócrates le parecía inconsistente la respuesta.
La paradoja de la justicia Y hasta ridícula. A este ritmo, replicaba, los artesanos no podrían ser sabios ya
que fabrican asunros para orros. Sofisma evidente. Critias lo desenmascaraba
Cada uno tiene ahora su virtud. La justicia ya no debe esrar muy lejos. Y justa·
sin dificultad: bastaba con no jugar con la palabra "hacer''; el zapatero hace sttS
mente Sócrates hace una nueva obsen•ación. Otro hecho de la experiencia: uno
n,ru11tos haciendo zapatos para la clienrda. Y la práctica de la virtud no se con-
pasa a menudo mucho tiempo buscando lo que riene delante de los ojos, lo que
funde con la confecdó11 de 1.apatos. Ccitias es aquí más phuónico que Sócrates.
riene a ,nano. Así es ahora: buscamos la justicia. Pero no es otra cosa que lo que
Inversión de los roles a medida que avanza un diálogo en el que todo es
venimos diciendo desde el principio: que cada uno tenga que hacer "sus propios
paradójico. Critias, el más desacreditado de los Treinta Tiranos que oprimieron
Ji Aris1óttles. ltJ/í1irn, 1, J260 a.
la ciudad vencida bajo la bamta espartana, llega ames que Sócrates a poner en
J! Cu:ando lvfarx Je replica a ProudJ1on <1ue l:a supre.siOn del rr.ífioo d( l-1 pi.ita en pn>v1.•cho del el centro de la reAexión el "Conócete a ti mismo" del oráculo délfico. E insiste
mero inrcrcan1bio de: n,cn;2dcrias no nos hace salir dd círculo de l::i cconon1fa polí1ica, e.s muy sobre lo que separa esra invocación d ivi.na de los consejos de prudencia y de
precisamente aris1otéliCQ; .i riesgo de hacer funcionar para 13 demostración del cornunisn,o un
atgluncrnoquc, en Arist6tdc:s. p1ei,ca a f.tvordc la li1ni1:ción "<lomktica" de la c:sfcr:a cconó1nic.a. 'J Pl:u6n, Repúhlit11, 1v. 443 c.

42 43
[cmplanza que el senddo con1ún [an con1parddo y la economía bien entendida ,écnicos de la ciudad de Critias la ciencia de la felicidad' El propio Pl:u611 110
de lo vulgar grabaron al lado: "Nada de más" o "Fiar trae mala suene"." ,e arriesga dema.,iado a prometer a sus soldados y a sus labradores otra fcliclcln,l
Sócratcs"t a la inversa, no retrocede ante ningún sofisma para refutar Jas que la de vivir en una ciudad en la que cada uno esté en su lugar. ¿Puede , cr,
tesis casi platónicas de Critias. Todo ocurre como si Platón quisiera oponer en ral ciudad, la "ciencia del bien y de mal" otra cosa que la ciencia de los li11c,
así dos genealogías del socratismo, distinguir un Sócrates que responde a las (¡ue se identifica con la ciencia de la verdad y del error? ¿Dónde se cncucmra,
exigencias de la arisrocrárica distinción de Critias y un Sócrates que rebaja la pues, la diferencia,entre la tecnocracia del tirano Critias y la aristocracia de la
invocación divina a recetas de S3bidurfa popular. El verdadero Ctitias, según jus!icia platónicaf fal vez en esa paradoja: en la ciudad platónica, no es nece-
Jenofonre, hubiera prohibido a Sócrates ocuparse de carpinreros y zapateros. 1i::irio que los cspebialistas sean competences. 0, si se quiere, su competencia
Su doble aquí, en cambio, acuS3 a un Sócrates caricaturesco, un moralista 1111d11 tiene que ver con la verdad. Se la puede incluso identificar con la menrira
plebeyo de los competidores de Platón en lo que a herencia socrática con- ., fin de preservar la única cosa importante: el "nada más", virtud de aquellos
cierne: los cín icos. ., quienes la mentira filosófica de la naruraleza les ha distribuido el hierro. A la
Pero eJjuego se invierte: este socratismo caricaturesco tan1bién sirve para ciencia y a la ciudad de Cririas les falta esta i11co111pettncUI que es la contracara
resaltar la diferencia entre la justicia platónica y la "sabiduría" del tirano Je la mentira filosófica: esta mentira que anticipa la verdad y reserva un lugar
C ritias. Este quiere separar la virtud filosófica y polltica de las técnicas arte- p.1ra la ciencia. La ciencia del bien y del mal pasa por la de la verdad y de la
sanales y de las sabidurías populares. Pero es incapaz de fundar su distinción. 111entira. Es«a tiene que, prin,ero, aplicar el reparto. reservarle un lugar a la
Y esta incapacidad estalla justo cuando quiere proponer una definición m:is ciencia regia de la idea del bien. Solo la mentira permite separar radicalmente
alta de la sophrtmme. Es, dice, la ciencia de la ciencia y de la ignorancia de In ciencia regia de la división de las competencias]
codas las cosas. ,Qué gobierno de la ciudad, pregunta Sócrates, podría salir
de tal ciencia? "Probablemente ningún timonel que pudiese engallarnos, ni
ningún médico o general, o sabio quienquiera que sea, cuya falsa ciencia pu- Las m ujeres, los pelados y los zapateros
diese impresionarnos. ¿Qué resulmría de ahí para nosotros si no estar mejor,
correr menos riesgos en el mar, cencr hercan1ientas, zapatos, ropa, bienes de / Así, la definición primera de la división del crabajo, la adaptación de las dispo-
codos tipos, hechos con 3rtc, y codo en concord3ncia, porque concaríamos siciones nacurales con las funciones indispensables. va apareciendo como una
con a.rtcsanos aut~nticos?'\l:S doble mentira: sobre la naturaleza y sobre la función]
¿Pero es eSta ciudad de la ciencia realmente la ciudad de la felicidad? ¿No El que es zapacero por 11at11r11/eza debe hacer zapatos y nada más. Pero
se habrá convenido demasiado rápido en que sería bueno para los hombres ,·srnmos todavía sin saber qué signos permiten reconocer la aptitud específica
que "cada uno entre nosocros haga la tarea que conoce y deje a cargo de gente para la zapatería. ¿Cómo pensar, de hecho, la relación precisa entre las aptitu-
competente las que no conoce?" Los ciudadanos de este Estado vivirían bien des narurales y las funciones sociales cuando d orden nuevo viene a invertir el
según la ciencia. Pero todavía no es buen vivir y ser feliz. Le falta a esta parafet- modelo, d menos discucido de esta relación: la división sexual de las aptirudesy
nalia de ciencias la única que realmente cuenta para eso: la del bien y del mal. e.le las tareas? L1 naruraleza está aquí justamente para mostrar al filósofo que las
Dos cosas nos impactan en la argumentación de Sócrates. ¿Por qué se perras son apeas para la caza y para cuidar los rebaños canto como los perros. ¿Por
cn1peña> a pesar de las protestas de Cricias, en sieml1re ren:tidr su "ciencia'' a la qué tendría que ser de otro modo entre los humanos? ¿Por qué no ensefiarían
si!)\ple mperencia técnica?¿Y qué papel juega ahí la felicidad? ¿No tienen los n las mujeres la gin,nasia }' la música que preparan a los guerreros? Más all.:í de
l:is picardías sobre la desnudez, ¿a qué argumentos recurren los burlones? ¿La
.w Plat' , Chnmiide, )65 a ICfr111idr1. Ex.i~1c.- rr:1<lucción :11 c.asrc.-llanoJ. Sobre lo~ c.-vcn1uales diferencia de ap,itudcs? No es decir nada muy preciso. Se traca de saber qué
corurasc11tidos con d "conóct1c ~ ti 1nismo", en particuJar en eJ Ctlm1ide1, \'Cr Pierre Auhcnquc, tipo de diferencia es pertinente para definir la aptitud o la inaptitud para cal
la pntdence rh,~ AriJtort, PU r; 1963. p. 166 11...a prudencia en Arisrórtltt. Existe traducción al
castdlanoj.
o cual fü nción. Sería sin duda absurdo, con el pretexto de que unos pelados
ss Platón, Cár111Üks. ) 73 b-c. cjerz.an el oficio de zapatero, prohibir a los pdudos que lo sean. No hay mis

45
]..A '.\tEN'Tlfl.A O.li: PLATÓN El filó~ofo y su, pohrcll

razón, emonces, con el pretexto de que el varón engendra y que la mujer cla a El orden del discurso
luz, para reservar el oficio de las armas a uno y prohibirlo a la otra."'
Las mujeres de elice incegrarán pues, d cuerpo de los guerreros y dejaremos 1 ., ci udad del filósofo solo riene un verdadero enemigo. Un pcrsorn1je poco
nuestra incertidumbre. Ser varón o ser 1uujer no rjcnc más incidencia que ser ,·,limado por otra parte: el "advenedizo". Es por eso c.ambién que el fil6soío
pelado o ser peludo. Solo cuentan las diferencias "relativas a las ocupaciones". e, el ,uejor gobernante: es el único para quien ef ejercicio del poder no es UIHL
Pero aquellas quedan oscuras para nosocros: ¿cómo no reconocer escas diferencias 1,.omoción. Aun en el mejor de los casos, la rinrura de los guerreros no se puede
entre naturaleza zapatera y oaruraJeza carpintera, y que pre.senran un exclusivjs- Lvn1parar con la contemplación de las esencias.
mo que ni la más natural ni la más inconresiable entre las diferencias implica? Todo esro si se cuida de preservar la radical pureza filosófica de rodas las
Queda entonces reconocer al obrero su única obra. No su producción> c<m upciones y falsificaciones. Alrededor del filósofo rambién merodean los
ya lo sabemos ahora. Solo queda que no debe hacer "otra cosa" que su oficio. 11dvenedizos. Y hay algo peor aún. La perversión reside en la dualidad y el liló-
Pero hasta esto dejó de ser nc:ccsario. "Que el carpintero se mera con el oficio iofo guardián es necesa.riamence un ser dual. La conremplación de las esencias
del 1.apatcro, o el zapatero con el del carpintero, o que intercambien sus herra- y la dirección del rcbaí10 humano no se pueden rcsu.mir a una sola ocupación.
mientas y sus salsrios, o que el mismo hombre se empeñe en hacer dos oficios Se puede disringuir sin dudas: un tiempo para la contemplación de la
a h1 ve,, que intercambiemos de este modo todos los oficios. ¿re parece que la esencia de lo verdadero; un tiempo para aplicarlo al gobierno de la ciudad. Pero
ciudad padecería 111ucho?'•.37 l., cuesrión de la aplicación es más retorcida aún. Pues excluye que el filósofo
No exactamente~ contesta Glaucón. Lo importante no es que el zapatero ,¡uicra el poder. Son otros los que lo rienen que convocar por razones que no
siga siendo zapatero o el carpintero, carpintero. Olvidadas coda nacuralc:za y roda ~on exactamente las mismas que las del filósofo. ¿Cómo sabrán distinguirlo de.
utilidad social. uno y otro pueden, sin n1ayor daño para el Estado. invertir sus ~us í.n1itaciones?,:: Y cómo resistirá él mis1no a las razones de los otros? (Cótno el
oficios e incluso desempeñarse en la acrividad prohibida entre tocias: hacer dos educador cvirará ser educado por los que tendría que dirigir? ,Cómo escapará,
cosas a la vez. Pues estas dos cosas son pcrfecramenre equivalente,{ La diferen- el dn1one1, a la razón -suave o violenta- de: los remadores?
ciación de los trabajos útiles y de las aprirudes es reductible a la equivalencia de E.xiste la forma suave: la corrupción de los amados del pueblo. Así se perdió uno
los trabajos asalariados La naturaleza zaparera se intercambia con la naturaleza Je los mejores alumnos de Sócrates, el traidor Akibiades. E.xistc la manera brutal:
carpintera con10 las mercancías con el oro y el oro con las mercancías. Es su- I:, reeducación de los i.nrelecmales. Así pereció su macs,m y supuesto cornipror.
ficiente para su virtud que no quieran otr11 cosa que esta universaJ equivalencia Como ellos, el filósofo guardián, el bombee que conoce la verdad y la mentira,
que hace a la indignidad artesanal. El único peligro reside en la confusión de cst:í siempre doblemcnre amenazado. Del lado de la verdad que lo excluye de la
los órdenes. Entre el arresano y d guerrero, entre d guerrero y el gobernante, ciudad de los artesanos. Del lado de la mentira que lo incluye. El filósofo gober-
imposible cambiar d<; lugar y de funci6n, imposible hacer dos cosas a la vez nance se encuentra obligado, para rechazar la imitación recnicista, a hacerse tJ
sin arruinar la ciudad1' 111is,no imitador. Y todo intítador es un fabricante, un polirécnico. Para escapar a
Í:.Barrera de órdenes, barrera de hl mentira. Solo queda la bella funcionalidad c,,e destino y mantener la simplicidad de la naturaleza del m,u1do de la ciudad, el
de la división del rrabajo. Hada /aira que cada uno hiciera la única tarea a la 11lósofo tiene que separar la imiración y la mentira que le son propias de todas la.,
cual los destinaba su naturaleza. Pero la funci6n es una mentira tanto como producciones artesanales. Pero esra demostración solo se puede hacer a ronrrario.
la naruraleza. Solo queda la prohibición. El artesano en·su lugar es aquel que, Implica la refuración perpetua de la falsificación viviente dd filósofu: d anesano de
en general, no hace otra cosa que acreditar, aunque sea con una 1nentira, la las mentiras, d chapucero [bricoleur] del pensamiemo, aquel que la muchedumbre
menrira decrerada como cal que lo puso en su lugarj confimde con el filósofo, d sofista. el hombre que es todo mentira porque cs.,como
Hipi;lS, de cabo a rabo un arrcs.1no -porque pasó demasiado tiempo fubricando
zaparos y discursos como par.fnunc-, rener el tiempo de ;>prender el juego de cha-
J4 Platón, R,¡,,;bJir11, v, 454 c•c . <¡uete dialéctico en el que se manifiesca la naturaleza superior del filósofo.
)' [bid., IV, 434 a.

46 47
LA MENTIRA DF. P1,1i1'ÓN El filó,ofo y"" J"'brc,

Toda inquietud suscirada por el parentesco de la verdad y de la mentira se Placón había evitado cuidadosamente partir de una jerarquía socii,lincn1c
encuenrr.1 exorcizada por la figura antagónica del sofisra. Este no sabe mentir ,,Jmitida de las iareas nobles o viles. Había borrado la imaginería aristocr:ltlc.,
por la simple razón que se cncuencra enteramente dentro de la mc:nrira misma. de los cuerpos derechos o encorvados que marca, por el contrario, los análisb
es decir, en la ignorancia de la verdad. Y se encuentra allí por una razón de la de un Aristóceles o de un Jenofonce. Y es ahora, en el momento de poner en
naruraleza, del 11ná111im10. Pues d sofisra no es cualquiera. Es el advenedizo Juego la idemid;id filosófica, cuando ,·ueh•e a su paroxismo. Para excluir" los
por excelencia, el hombre cuya actividad debe concencrar codas las marcas de la 111p:ucros de la clase de los guerreros no se apelaba a ningún cri[erio físico.
comranaturalcza: el crabajador servil que se agranda hasta pretender la libertad 11:osroba con resaltar que la guerra era un oficio demasiado difícil y demasiado
del que naci6 filósofo. .,bsorbcnre para que los zapateros lo ejercieran en sus racos libres. Y, paradóji•
Ya es hora, si11 pretextos, de la cuestión de la libertad y de la esclavirud. .;.unenre, cuando se trara de la filosofía, la n1arca fisica aparece.
Es cucsrión de almas y de cuerpos que !.levan las marcas de una o de ocra. La La razón es simple. La filosoffa no se puede juscificu como si fuera un puesto
pasión del libro v, de la Rrptiblica culmina en la descripción de la usurpación, en la división dd trabajo, salvo volviendo a caer en la democracia de los oficios.
incluso de la violación, ejercida en concra de la dignidad filosófica: "Los nabos, Debe, entonces, exacerbar el argumento de la natu raleza, darle la figura de lo
vislumbrando el lugar vado peto lleno de bellos nombres y de bellas apariencias, prohibido marcado sobre los cuerpos. De ningún modo se evocarán aquí los
hacen como esa gence que huye de sus cadenas y se refugia en los remplos: codos orígenes plebeyos o la cara de Silenc de Sócrates. De ningún modo se opondrá,
felices de dejar su oficio, se lanzan sobre la filosofia. Y son., por casualidad, los , omo Alcibíades en El banquete, el envolcorio grosero y la esiatua preciosa. Hay
mós hábiles para su pequeño oficio. Pues, a pesar de su situación, la lilosofra cuerpos que no pueden alojar la filosoffa: cuerpos csrigmatizados, marcados
conserva, en com¡,aración con orros oficios, el rango de mayor prestigio. De alli por la servidumbre del trabajo para la cu,d fueron hechos.
la codicia de un montón de gente no destinada a ello por su nmiraleza, hombres Servidumbre en el sentido estricto. Platón aquí grita a codas.vacos lo que
cuyos cuerpos h,m sido estropeados por los oficios y los trabajos manuales, y el ,e prohíbe decir en otra parce: el trabajo obrero es un trabajo scn•il. El artesano
alma rota y molida por su condición obrera. [.. ,)¿Ves mucha diferencia entre ,1ue pretende tocar la filosofía es más que un obrero enriquecido. Es un cscla-
esta gence y un herrero enriquecido, un hombre pequeño rapado quien, recién 1•0 fogitivo, semejante a los que se. refugiaron en los remplos. Y la calvicie del
librado de sus trabas, se asea en los baños públicos, se pone una ropa nueva herre1·0 no es una dif(rencia accjdenral expuesca a la n1alicia del sofisma que
y, engalanado corno un recién ca~do, se va a casar con la hija de su dueño pregunta a partir de cuántos cabellos uno es pelado o peludo. Es la pelada de
aprovechando su pobreza y su abandono?"."' la servidumbre, que no conoce ni más ni menos.
(seguramence, el sucil Adimanro no se atreverá a ver all.í una diferencia. Q-a servidumbre recibe aquí un estatuto ¡,aradójico respecto a coda raciona·
No volverá sobre una cuestión ya solucionada: las apcicudes y las inaptitudes lidaa económica o social. No son las lanzaderas las que requieren esclavos. La
vinculadas con la ¡,rescncia o la ausencia de cabellos. Estaba admitido que era necesidad de la servidumbre no pertenece aquí a la división del trabajo. Esca solo
algo sin incidencia sobre la zapatería. Pero si la zapmeria está am¡,liamente se puede argument-ar, en cambio, apoyándose en la igualdad de funciones. Si la
abierta a los peludos, no implica por eso que la lilosofra sea abierta a los pelados. servidumbre es necesaria, es para reservar la dignidad del filósofo que enuncia
Jamás hasta ahora Platón había acumulado de manera ran deliberada los rasgos c:sta división en la que su propio lugar no puede figurar en ninguna parte. Es
físicos de la nacurale-,a inferior: enanismo, calvicie y, sobre todo, mucilación del p:ora el filósofo,)' no para la ciudad, que hace fulta_r o.smlar el quiebre radical
cuerpo y del alma por el trabajo manual. La figura del advenediro toma ahora encre el orden del ocio y el orden del rrabajo servil.
..,¡
una dimensión nueva. Antes era el hombre del lucro, el empr<"sario que usaba
su potencia cconóm.ica y social e;ira jugar un papel en la ciudad. Ahora, es el
trabajador manual en cuanro tal._; De una caverna a otra

Por supuesto, la esclavitud es una meráfora. Pero, juscamence, no es cualquier


n Platón, Rep1íblica, v1. 495 d-e. metáfora. ¿De qué se está quejando el filósofo en este final del libro ve? De la

48 49
lJ. Ml!.N1'1RA DE P LATÓN El lllósofo y ~us J>OIJrc~

gente que pretende huir de las at-.tduras de la esclavitud hacia el templo de la dcr cometen una violación. Adulrerio, por lo n1enos, del cual, estrict:.\111c111·c
filosoffa. Pero ¿de qué se ocupará pues al principio del libro vn? De desatar a lmblando, no pueden nacer más que b11Hardos, semejantes a los engendros 'l"e
los hombres encadenados desde su nacimiento de espalda a la luz. Ysabemos d herrero pelado puede hacerle a la princesa venida a menos. "Cuando la geno e
de qué se estará quejando entonces: los habitantes de la caverna no quieren, Indigna de educación la viene a cortejar y n1anriene con ella un comercio ele.~~
dirá él, que los desaten y que los conduzcan hacia el estadío de la filosofía. l1onesto, ¿qué tipos 4-{e razonamientos y <le opiniones pueden, segían nosotros.
¿Es una decisión crróne.a? ¿Es un error no quere.r desatarse? La respuesta engendrar? ¿No son acaso sofisn1as, nada que sea legícin,o ni remita a ningtín
será que no es la rnisrna filosofía, por supuesto, la que se busca y la que se re· ¡,c.:nsamiento auténrico?" ..\?
cha-,a. El esclavo fugitivo está atraído por el oropel de lo que brilla por encima
de la rnpia: los bellos nombres, las bellas formas y la ropa nueva. No está allí la
pendiente borrascosa que conduce al sol invisible de la idea. mpensamiento bastardo
Pero precisamente, si la filosofía es cunino y no refugio, bien podría el fi-
lósofo guiar al fugitivo que se encaminó en la búsqueda de diferentes prestigios 1>t"ididameme, ya no es más cuestión de los era bajos y de las clases de la ciudad.
a pesar de todo lo que consagra la voz de la opinión. Bieo se jacta de ir a sacar F.s cuc-stión de la legitimidad filosófica que define el derecho al pensamiento.
de la caverna a prisioneros que no le pidtn nada. hl discurso sobre cl nacim!ento es aquí totalmente singular. En la ficción de
He aquí justamente la diferencia. El filósofo elige a quienes quiere tomar l.1ciudad autóctona y dc)os tres 1netales 1 el "naci1nienro" se revelaba corno un
de la mano. El orden filosófico es el de la selección y la obligación, no el de la - 1111iíicio. Y en el relato deÍ nacimiento de Eros, el acoplamiento fraudulento de
vocación. La excelencia de las naturalezas se manifiesta en é] por el asccsis de la l'cnia con !>oros ~ecibía 1,excu~a de esce derecho del indigente que remite a la
renuncia. Guerreros y gu,trdiai1es se muestran dignos de su hegemo11fa renun- 11.11 uraleza n~eo,d ,ga del a~1or. S111 embargo, a la au~acia dd herrero apasionado
ciando a las ventajas de la propiedad. Ysi la ciudad le tiene quedar el poder al por la filosofo no se le pu~de otorgar tal derecho. Representad ultraje absoluro,
filósofo, es porque es el único que no lo desea y que lo ejerce por obligación. A 1,, escena primitiva de la pureia filosófica asediada.
su vez, el filósofo, forzado, para probar su identidad, a aceptar esta violencia, 8 problerna consiste, únicamente, en que esca pureza no podrá nunca
se cuidará de conducir por el camino de la filosofia a quienes más lo anhelen. «·r probada de otro modo que por la designación de la bastardía. La dignidad
Buscará, mejor, discernir a los hombres que, al perseguir su meca, revelan la filosófica existe al costo de esm lógica tan absurda como rigurosa: hay gente
naturaleza más apropiada para la obligación filosófica. ,¡uc 110 hll 1111ddo par-, la filosofla porq,u d trabajo obrero, al cual ese defecto de
En esre juego de q11im pierde gana, el más seguro perdedor es de quien se n.,cirnienro los condenó, marcó sus cuerpos y sus aJrnas con una debilidad; y su
dirá que "no tiene nada que pc-rdcr más que sus cadenas''. Si solo puede ganar ,lcsco de abordar aquella para la cual no son dignos es la mejor prueba de dio.
al cambiar, está claro que n.o lo puede alentar nada más que el amor por el be- Dura necesidad de la prueba a contrario, escándalo de una legitimidad
neficio. En vano protestará con su desdén por el contante y sonante. Al insistir filosófica idemificada por la casualidad del nacimiento y establecida a partir
ramo sobre las receras del obrero filósofo Hipias, Platón nos lo deja entender: .Id teStimonio contra sí de la bastardía. La bastardía sola es "causa" de la le-
el aitesano no elige la moneda en la cual le tienen que pagar. No tiene deiecho 11himidad, la innoble causa del noble. El msgo de nacimiento puesto sobre
a goces simbólicos. Destinado al hierro dd trabajo y al oro del capital, solo los cuerpos indica el desafio. No solo se trata de oponer la autenticidad del
puede, en sus anhelos de presi.igios filosóficos, confirmar la incapacidad innata lllósofo bien nacido a los anificios de la sofistica. Hace falta también producir
de su cuerpo y de su espíritu. uno diferencia de los cuerpos que no pueda ser reducida por ninguna medicina
Incluso antes de que el relaro de la cavema nos muestre la diferencia entre moral. Esra diferencia de los cuerpos expresa algo diferente del simple despre-
la naturaleza educada y la que no lo es, el concrarrelaro del esclavo fugitivo ya cio aristocrárico por el arresano. Marcando la distancia que va de la jusricin a
puso orden. Separó a quienes deben o no deben ser educados, a aquellos para lo salud, la diferencia sostiene la pretensión de la filosofía de ser un discurso
quienes el acceso al p,,nsam ienm e.s legítimo y a aquellos para quiene.s al aca:-
• lbid•. VI, 496 a.

50 51
LA MP.N'nRA O.E PLATÓN
El filósofo y"" pobres

irrcduccible a roda cécnica de higiene moral. La filosofía no es una medicina. V dc.sconocc la n1enci,:-a cadical. la mentira de la ignorancia. Ignornncin es a(1n
Es un segundo nacimiento. ,lcmasiado débil. Su amathia es d rechazo de saber algo de la ciencia."
A panir de ahí, se puede entender la cuestión de las claves de este pas-.tje. 'fo! es, hasta donde sabemos, el socratismo de Ancíscenes y de los cínicos:
Los comenrarisras se dividieron para saber si la denuncia apunraba a los cJnicos, un:, n1oral ascética separada de la iniciación en la ciencia. Trastocando In_je·
a rravés de la bascarclía de Antístenes - nacido de una madre de Tracia-, o a ,,orqufa filosófica de las virtudes., d cinismo pretende dar a codos la filosofla.
los sofisras a través de las proezas artesanales de Hipias o a.1 oficio de leñador 1" ciencia se debe preservar, más que del artificio sofístico, de esta úmplicidad.
acribuido ,1 Prot:í.goras. 1" verdadera simplicidad es privilegio divino, asunto de iniciación. La sana y
En un sent ido, no es necesario elegir. Li amalga1na es una de las técnicas del dcmocr.ltica simplicidad de la virtud cínica se debe enronces asimilar al engafio
diálogo pbrónico. Así, pues, el advenedizo puede ser tamo el chapucero Hipias, ,ol'ísrico. O hace falta, más bien, remitir una y otrJ al vicio que es el fondo
que juega al filósofo; el industrial y dcmócrara Anyros, que denuncia a Sócrates 111ismo de la perversión de la ciudad: el poder del pueblo.
y confunde"' genio con el negocio de Hipias; o el malnacido Ancístenes, quien Pues este.desconcertante libro v, también lo dice: el enemigo incansable-
democratiza a la vez la retórica de Hipias y la virmd de Sócrates. Sin embargo, 11h:1He perseguido a lo largo de los diálogos platónicos no tiene real existencia.
la jerarquía de las urgencias rige d scnrido de la amalgama. La sola denuncia lis el pueblo quien cree en la l:íbula divulgada por el advenedizo Anytos: la
de los sofisms no justifica la funrasmagoría fisiológica del texto. La oposición w rrupción de la bella juvenrud ateniense por los argumentos de los sofiscas.
de los bastardos)' de los legítimos toma, al contrario, su pleno sentido si entra l'cro esra creencia es perfecrameme hipócrita. No hay, de hecho, más que un
en juego una cuestión de herencia¡ en este caso, la herencia del pensamic:nro ,olo sofisra y un solo corruptor: el pueblo mismo:" Es el único que instruye
socrático. Y aquí, el adversario es, en efecto, Antísrenes, el propagador de un :t los sofisras cuando en las ,1sambleas, los tribunales y los rearros cubre con su
S6crares popular al hacer ele la materia de la conversación dhtléctica el objeto ,,hucheo y sus aplausos la voz de la ra1.ón. Es el ímico que, al hacer de la polí-
de enserianza pública y al preconizar, parad uso de todos, una virtud asinúlable i-lc, un arre de la adulación, corrompió las almas bien doradas para la filosofía
por los hombres del pueblo."° Virrud-ascesis, virtud-salud propia de un Esra- ,td cirano Critias y del traidor Alcibíades. El solista, como el tirano, es hijo
do de cerdos y adqui rida pot técnicas del alma semejantes a una gimnasia sin ,le la democracia. Y el hombre democdtico es, a su vez, hijo de la oligarquía,
música. Todos e.seos significantes se encuentran reunidos al final del libro v11. ,Jcl reinado de los advenedizos que hicieron del rrabajo y de la economía las
La filosofía esc:i de nuevo prohibida a los espíritus rengos y bastardos, echados vir1udc.s dominantes.
como cerdos en una moral que niega la ciencia: almas estropeadas, propias de Todo es posible en el reinado de la bastardía. El decracror de la riqueza,
la gimnasia humana, pero no de la mllsica divina. La rara congénira de estos A11rístenes, pone la filosofía en poder de los gritones que conforman d partido
cerdos-bastardos~estropeados, en rnatcria de filosofía, se reconoce slcmpre con ,lcmocrárico del capitalista Anytos. Y Anytos, bajo la apariencia de una caza
la misma piedra de toque. No cruzan la barrera de la mentira que conduce a ,le sofisras, se hace campeón de esre pueblo que e.< el mayor solista y corruptor
la timcia del bien y del mal. T.11 como el sofista Hipias, el bastardo Anristenes de los filósofos de la aristocracia. Circulo perfecto de la anrifilosofta, contra el
reserva su odio para la ,nen.tira voluntaria, para la astucia que imita la verdad. u i:11es preciso trazar el círculo que proteja y prohíba el sanruario de la filosofia.

"' No enuo :tquí en las pol6nic.is aobre el paJ>d de AJlfÍS:téncs que pro\'oca l:i. tesis de Karl JOCJ
(Der,(hk und drrxe,iopho,ui.sc/JrSoltrarn, Berlín, 1893) ni c:n las r:noneiquc llcva.n 1-1. Kcscers i mcsdavo del filósofo
,·er en el XXVI discurso de1hen1iui11s la parM"rasis dd texto de Ai1tíuenC'$ al cual contcstarfan los
libros v-1r vu de Rt-ptíblif'n{H, Kcsrcrs, Anthist}nr, De la díalr,riqu", ttudr critit¡t« ti t:dglti({ut' sur 'í:'11corno vimos, este proccdimienro define, a su 1uod.o, cierto igualirarisn10.
XJo.1'1 Di!rours de TbbniJliUJ, lc)uv~in, L935} (Anrl1ttftt'I, De In dü1ll(1i,:a, r1tudio critico J exegéricq
Niega la filosofía a esos esclavos d isfrazados que son los libres artesanos. Pero
sobr( rl XXl't diu·t1nodt' 7rl11ls1ius. No se (noontró craducción ~1ca,;ccllanoJ. la insistencia sobre d
rema de la bastardía, vintul:ada a la persona. de Antíscenes }' ala sede de su escuda, el Cynosargc,
una vez que la filosofía fue a buscar a un esclavo auténrico, aquel del tesaliense
reservada a l<>s n<> atenienses, b.ma aqui para :i.uc•:ntificar la refCrencia. 1...a pobreza de lo.s textos '
1
Plac6n, l?(p1iblir,1, v11. 535 <: • 536 b.
;1nibuidos a AIHínencs h:~ pt1igMo un an:íli5iS n,ás a fondo. u lhkL, v1, 492 á. 49.i a.

52 53
LA MJ!NTIRA DE PLATÓN El filósolO y sus pobres

Menón, parn probar que toda :tlm:t contiene en sí los principios de las verdades u<eesis es conversión, operación del filósofo que gira la mirada del elegido 1,acin
matemáticas. Volvitndo a encontrar "por sí soloº la fórmula de la duplicación d pumo ciego de su propio saber.
del cuadrado, el esclavo de Menón hace una doble prueba: la ciencia es posible; Aun ant<s del reparto de los rrcs órdenes, d diálogo del filósofo con d pe·
pero justamente no cu:Llq uier ciencia. Para despertar esta ciencia adormecida, c¡11e1ío esclavo operó un primer ajuste en ere el orden filosófico y el orden soci:il.
hace falta el torpedo de la provocación dialéctica reservada a los selectos y no C ierto lazo entre la cuestión de la libertad y la cid saber. Pues había dcmasi:ido
las lecciones del sofista demócrar-.i Protágoras o el filósofo popular Ancísccnes. Juego en su nudo. Conocemos a los responsables de esta vacilación: filósofos
EJ niño~e.'iclavo (pnif) es mero sujeto de experiencia, de demostración de la popul:tre1<, siempre merodeando alrededor de los artesanos para explicarles, o
pni'dti11. Asido en ese primer momento en el que el poder del libre saber aún p.1r.1explicar frente a dios, la necesidad de instruirse en la virtud que libem;
C.'i la pura virtu:lliclad de un alma encadenada a la ignorancia, muestra cómo el l11cluso un cal Sócraces. dicen> a pesar de Critias.
conocin1icnro se desata, córno él, o cualquier o,ro, se volvería sabio si necesitara Para resolver este asunto entre Sócratts y los artesanos, no hace falta 1nás
serlo. Luego, una vez hecha la experiencia, puede ser devuelto a su naclaY Si t111c un pequeño esclavo y el mismo Sócrates. Le ruegan refutar de n1a11era
ese joven trabajador pudo, en un instante corco y decisivo, actuac de elegido formal lo que el rumor público y las escuelas concurremes le atribuyen. Le
de la ciencia suprema, es porque no es un sujeto social, un personaje de la re- fucg:111 resolver la cuestión de la 1nanera más radical posible. No hay virtud
p(1blica. No ocupa ningún lugar en el que se aprueban o se reprimen discursos que se le pueda enseñar al pueblo. Por la simple razón de que la virtud no se
o cspecráculos. Y el poder de la imelección que se le atribuyó no podría ser C"IISclla. Es asunto de naturaleza o de.segunda narurale1..a, de don o de cintura.
suyo. El esclavo que no es dueño de sí mismo atc.\1:igua a fuvor de una ciencia 11,í se adquieren las virwdes de las dos primeras clases. La virtud del filósofo,
que no podría transmitirse a la manera de las propiedades. Sirve para ahondar p.1r:l Sócrates, es la divina elección; iniciación de aquel a quien el filósofo de-
la distancia que prohibe toda enseñanza democrática de la virtud, todo socra- d de desatar sus cadenas y converrir su mirada. La virrud de los guerreros es
tismo popular. No hay nada que los filósofos populares puedan transmitir a Inspiración divina en la ciudad ordinaria, tintura del filósofo en la ciudad ideal.
los artesanos. Los más altos conocimientos se encuentran ya presentes en d Virtud de la opinión rec,ra que su poseedor no puede ni encender ni cransmidr.
alma de cualquier esclavo. En cuanto a la virtud del hombre libre que funda la Así se resuelve, al mismo tiempo, la cuestión de la servidumbre y de la
acción prudente del individuo privado o del político, ningún educador la puede libertad. Por un lado, hay saberes que rienen que ser desmlnzados. Por otro,
ense.í1ar. Los sofistas, profe-sores de- virtud. y Anytos, partisano de la educación l111y opiniones rectas de la vida prácdc.1 que tienen que ser encritknndaJ por la
paternal, pueden, en este punto, ser descartados cada uno por su lado. La virtud , lencia. A falta de eso, estas huyen como e,c/nvosfagitivos. Es decir que se vuelven
práctica es opinión recta, asunto de inspiración y no de conocimiento. e11g:lríosas co,110 obraJ de artesano, conlO estatuas animadas por Dédalo con un
Genialidad. Con el esclavo de Menón, Placón inventó una de las figuras más 111ovimiento ilusorio."•
duraderas y m,ís temiblemente eficaces de nuestro pensamiento: este proletario No hay ni virtud propia dd pueblo artesano ni virtud que se pueda enseñar
puro que sic,mprc podemos, según las necesidades, oponer al artesano o deslizar ,1 )HS nlienlbros. No ha}' educación de la rnulticud. Y el arce.sano nunca es más
bajo su imagen; el hombre en quien la posibilidad de perder sus cadenas solo ,111e uno cualquiera de los hombres de la multitud.
existe como decreto del filósofo, por lo tanto solo las perderá en las ,eglas; d Así se convienen las divisiones del orden social y la división del orden del
desposeído absoluto cuyas vircualidadcs infinita.< deben desalentar la.s mediocres cllscurso. En la ciudad, hay tres da.ses y ningún esclavo. En el orden del discurso,
y artesanales aspiraciones de los otros; el autodidacta puro cuya omnisciencia hny libermd o servidumbre. Har un discurso que, al quererse desencadenado,
virtual descalifica la charlatanería de la doxa obrera y cortad camino a los cha- no puede sino hundirse en la servidumbre. Hay otro que a.segura su libertad
puceros autodidactas. Estos tienen ahora que estar al canto: todos susesfuerws rn la continuidad de su encadenamiento.
solo podrán alejarlos del saber que dormita en ellos. No se alcanza la sabiduría Y nada más. Una filosofla popular, e inclusive toda palabra democrática, se
por e.sce despojo, esca ascesis moral que el cínico predica a los artesanos. Toda ~,,cuencra constreiUda por este co,n-partjr. No puede ser sino una imicaci6n del

"' Pl.u6n, ft1i11011, 82 :1 - 86 e IA1endn. Existe tr.lducción :iJ c;ascellanoJ. " lbód., 97 d,c.

54 55
LA MENTIR.,\ Ot PLATÓN El filósofo y sus 1iobrcs

djscurso vivo, destinada en su fubricación a Jas récnicas serviles de la c.~rirura; ,¡t1 lfl11<.:S: el asunto no le.s corresponde, sin saber con quién tiene que hablnr Y
en su recepción, a la ley de esta muchedumbre, cuyo sufragio nunca es más iHll quién no"'.
46
, . . .
que el ruido de lo múltiple. F.. .-c defecto es aparentemente conrrario al que Piaron suele 1ncr11n1n:,r cu
l 1 ,r1órica. A esta le reprocha ser una cocina preocupada por el gusco de sus
• llruics. El asunto es aquí aún 1nás grave. Ese discurso mudo, que desconoce
El mudo charlatán
14 1u, oyentes y sus necesidades, puede rrans1nitir cualquier cosa en _cualqu ier
Para hacer encender tsce modo de com-parti r los discursos, hace falta otra histo- p,,.,c. No sabe a quién habla, es decir, a quién tiene que habla~le, quién p'.1cdc
11 11,, ser admitido en el reparto del wgos. El wgos vivo del filosofo, ciencia de
ria del rey filósofo. Esca ve,, ya no fenicia, sino egipcia. El dios Theuth , maestro
de las tl"<:.ni<.'as, se acerca al rey ''Ihan1us para proponerle su (il tin'IO invento, la ¡,, verdad y de la mentíra, también es ciencia de la p,1labra y del silencio. Sabe
1 111.,r5c:: cuando conviene. El discurso escrito es incapaz canto de callarse con10
<.-scrirura. Esta debe volver a los egipcios n1ás capaces de men1oria y de ciencia.
,Ir h:1bb r. Mudo frente a las pregumas de los filósofos, no puede abstenerse de
Sin en1bargo, el rey invierte la argun1entación. Oetentor de la ciencia de
lo, fines, percibe la perversión del medio. L, escritura no volverá a los egipcios li,11,1:ir a los profanos. l.a democracia sin control del discurso en libertad hace
n1~s apl'os par:i recordar, sino n1ás olvidadizos. En 1nateria de memoria. tendrán 111 11hr ante los ojos de los artesanos demasiado hábiles los bellos nombres Y
que confi:ir e n huellas exrmnjeras. Y, en lugar de ciencia, no recibir~i.n más que
l.i< bellas apariencias de la filosofía. Su imperfección es basta.rdia. Pone el logos
11 di,posici6n de hombres cuyo trabajo esrropcó el cuerpo y mutiló el alma.
u11:1 3paricncia. No una filosofía, sino una doxosofía. Ciencia de las apariencias,
No es cuestión de que los artesanos se vuelvan "fuscidiosos". Pero, ante todo.
cicnci:i de pretensiones y de discordias. Esta gente que se creerá sabia se volverá
ll\'I se tienen que borrar las líneas del com .. parrir entre quicnesestán hechos para
r:ípidarncntc gcnre "f.,stidiosa".45
,•1banquete dd discurso y quienes no. Tiene que haber una legislación sobre lo
La cscrirur.l, en un prirner sentido, es el discurso rnudo. Corno las figuras
del pintor, las ,;huellas extranjeras" del discurso e.scri ro ma.ntiencn la ilusión b
lc•gMmo y lo ilegícimo, que no puede ser si".'ple oposición de lo verdadero
mientr.is no se les dirija la palabra. Pero apenas se las interroga, revelan su , ,u, lo falso. Una legislación sobre las apariencias. . . .
natlJr:,le'la de sin1ulacros. No saben contcsrar las prcgunras. A la in\rersa del
Ell efecro, a partir delos (dolos se va a las Ideas; a parurdel ¡uego de refle¡~s
,¡uc vacila la adhesión de la doxa al mundo sensible~ que se enc.am,~a hacia
discurso vivo, el discurso escrito no puede "asistirse a sí mismo". Se contenta
con significar una sola cosa, siempre la misma. .,¡ Uno inteligible. Es este camino el que hay que cuidar. la legmmcdad del
pensamiento puro pasa por una legislación acerca de rodo lo que se desdobla:
Evidcnrcn1e11te, no se traca de oponer simplcn1ence lo oral a lo escrito. Se
,ocio lo que se copia, se repite, se refleja o se disimula. Mundo de dobles, mUJ1do
trata de oponer el discurso vivo de la dialéctica al discurso fabricado de la reró-
de intiradorcs. Hay que evitar que. por su intromisión, el mundo de la técnica
ric..1. La palabra viva del dialéctico que usa lo escrito apenas como una diversión
o corno un:1 ayuda n1cn1oria, se opone no solo a los tratados de los sofistas, de
y de los técnicos se mezcle con el juego de las apariencias que rige el camino
li,cia la idea. No hay un mundo de lo verdadero y un mundo de las apariencias.
los retóricos o de Anristene.,. Se opone del mismo modo a los discursos que
1lay dos vidas. Todo se tiene que cortar en dos.
ellos pronunci,rn. Estos también están hechos con huellas mudas. Discursos
Verdad filosófica, no social. El filósofo de Fedro no c.< rey. No separa las
fabricados. i nea paces de asisdrsc a sí n1ismos cua11do el chaquete dialécrico
viene a interru1npir sus períodos.
d:15c.,. Zanja los modos del discurso. Muesrr.i que aquel discurso que correría
el riesgo de rodar no puede rodar, que todo lo que no es asccsis de los elegidos
Pero esre discurso mudo también es un discurso demasiado charlatfo. Este
de la filosofía es simplemente movimienco inmóvil sobre sí mismo, juego de
texto que no se puede asistir a sí n1isrno, esre discurso desligado de sus ataduras,
lo múlriple consigo mismo.
puede irse rodando por todas parres "tanto cerca de los iniciados como hacia
Así es crarada la retórica aquí mencionada a través de un discurso de Lisias,
hijo del industrial Céfalo, abogado de los zapa ceros y de la democracia. Hay
~s Pl,uón. Pl!edr", 274 e· 27) b (Ftdro. Existc rr.ulu<:ción al C.1ilCllano). " lhíd .. 275 <.

56 57
I.A MEN'TIRA DE PLATÓN El fil6soío y sus p-0bie,

que mostmr que es solo la rdaci6n cid retórico con su pí1blico. Es cierto que el ~crvar sus favores no para el enamorado que siempre csrá fuera de la razón, sino
retórico no sabe a quién le está hablando. No es un dialéctico "psicagogo" que p;tr:1 el que no ama y que siempre lo tratará, por eso mismo. de una rnancr:t
conoce la nacuraleza de las almas a las que se dirige y d medio para llevarlas conforrne a la razón.
donde quiere. Pero no necesita ral sabe~. Pues no quiere conducir las almas, Discurso de la técnica, ordenado con el fin de dar el golpe de gracia. Pero
sino solo 1nanrcner su pllblico, del que no necesita saber nada más que esto: rnmbién, y es lo mismo, fubricado para demostrar la fuena del fubricamc del
es el número, la n1ulticud abigarrada que se satisface con guiso picanee. Basca cliscurso, capaidedecir cualquier cosa y producir cualquier efecto. Discurso de
con complacer al público y para ello basta con devolverle su capricho. Así el •111icn siempre c.s maestro de sí mis1no a quien no quiere que le comen el pelo.
logógrafo, el hombre de la escritura y del pueblo comienza, para hacer su propio He aquí la separaci6n, materializada en el relato por las aguas del Illissus.
elogio, por escribir: "Él complació al pueblo"." Discurso tautológico, demos· Su genio de repencc le ordenará a Sócrates que vuelva a cruzar el río, que
rración de si firmada por anticipado por la sola demomación de sí del sufragio 111:irque la disrancia que sepata el amor de las prácticas de la JophroJune. El
popular: los aplausos que son la ley de lo múltiple, el mero latir del número. ,11uor, prccisamenre1 es el privilegio reservado a quienes acepr-.ut que les comen
El análisis tranquiliza. Y la crítica de la retórica en Platón r-ambién cum- el pelo, que los posean. El amor es delirio de dios. Prohibido a los zapateros
ple esta función. Disipa las inquietudes: las que nace11 de la pa11urgia sofista )' " su orador porque ellos se lo prohiben. Ellos no conocen el delirio amoroso.
capaz de mezclar sus rcAejos con los de la idea; las que nacen de Las rotaciones .~oJlo el golpe de gracia de la técnica y la rutina de la reproducción. El orador
imprevisibles del discurso por el cual la ciencia de los iniciados podría llegar a dd pueblo hace discursos sobre el amor dd mismo modo que el pueblo de los
los profanos. La crítica de la retórica permite zanjar, resrablecer el discurso en 111patcros hace el amor. Tal corno hace zapatos.
1ibcrtad a su pura funci6n instrumental. Al margen de la filosofoa, solo puede El delirio amoroso es la piedra de coque que permite a.signar su lugar a los
haber ~ce arte de la persuasión, capaz de hacer perecer a los filósofos, lncapaz ,11.<cursos de los oradores del pueblo; y también, a rravé.s de ellos., a los filósofos
de perturbar con sus prestigios técnicos los misterios de la filosofía. Si fuera , (nicos que proponen una higiene moral desembara1.ada de esta Jocura.•9 Están,
una récnica a disposición de los técnicos, sería temible: pero Sócrates se lo por un lado, los pose/dos dd dios. Por el otro, los hombres de la sophrrmmt
demuestra a Fedro como se lo demostró a Calicles: es menos que una técnica; , ,1111,111, los hombres de la economía y del ahorro, alabados por el pueblo por las
es una rutina, una cocina servida no a productores sino a consun1idores que ,,1.,bam.as que dios adscriben a aquelfas virtudes de la servidumbre.'° Hay dos
comen siempre el mismo menú. ,,mores, decía Sócrates a G licles: el del puehlo y el de la filosofoa. Pero el amor
Así, el discurso en libertad está ubicado en su lugar. Nunca es más que el ,lrl pueblo no es más que odio al amor. Eros hace d reparto entre los hombres
discurso que uno mantiene con sus "companeros ' de ese1avJCu
. d" ." No pro du.. ,Ir l.1reproducción y los hombres posefdos por la divinidad .
ce: re--.1ln1cnte ilusión. Solo rinde. En suma, hace su propio asunto. No mezcla, La vía escá, entonces, por segunda vez bloqueada para los artesanos. Esta
separa. Sus prestigios se !.imitan a una imitación de la sophromné, virtud que Yr•-,, con sus oradores y sus filósofos, están plcnamcnre encerrados en el reino
justamente se nlanticne muy bien con su propia imitación. 111· lo útil. La ley del delirio autoriza el reparto del discurso al com•partir el
1111111<10 de las imitaciones que bloquean)' resguardan el acceso. Hay dos tipos
,Ir lmi1adores: los primeros son los inspirados, llamados por la divinidad )' a
El orden del delirio 1111lcnes dejó entrever un reflejo de su esplendor, que ellos se esfuerzan por
111111.,r. As/ hacen los poeras elegidos, as/ hace el filósofo dialécrico que también
Hay una piedra de toque para juzgar este discurso, para subrayar su radical
,. rl imitador supremo. lo recordará en Las Leyes: "Somos nosotros mismos
heterogeneidad con la libertad del discurso encadenado. No sabe delirar, no
•111ores de tragedias)', en fo medida de lo posible, de la más bella y de la mejor,
sabe escar enamorado. El punto de partida del Fedro es un discurso de Lisias
sobre el amor. Discurso que pretendería ser parad6jico. Hay que, explica, re• ' AntÍ\1tncsco1uidcra.b.1 d :unorcont() un '\•kio de l:i na1uralc.-,.;t. según C leinentc de Aftx'.'llldria
fl 1lrtl1 l<:h !vlull:ich. Fn1gn1enr11 phU,,sophorun, graeeoru111, Parfi, 1867, p. 280) (t\o $l' 1:noon11ó
" lbíd., 2S8 •- al castellanoJ.
t11'll1u·1.il1n
~ lbíd., 273 c. l'l,u(in, Fcdr(,, 256 c.

58 59
LA o\t&NTIRJ\ DE. P1..1t·róN El filósofo y sus pohrcs

pues coda nuestra constitución es imitación de la vida, la más bclJa y la mejor. estar allí en broma. A pesar de codo, hay un orden global. Las categorfos tres
la que consideramos realn'lente con\O Ja _rnás verdadera tragedia". si n seis represenran, en una jerarquía que podrfo ser modificada, a los homl,rcs
Del otro lado se encuentra d falso poeta, el poeta "imperfecto" (arilés) que igualmente gobernados bajo la ley superior: los hombres de la opinión recra o
usa su arre como un hombre "razonable" (sóphrón).l2 Se cneuentrn d pintor de inspirnción. Pero ene.re el poera y el ptoductor se traza la linea que scp:un a
que utiliza la técn ic., de los artesanos para rehacer la creación, o el sofista capaz los hombres demoníacos de los hombres demiurgos. El artesano se encuencr:1
tanco con'IO él de in1irar todo. Todos personajes cuyo arte de imitar se remite en un lugar desde el cual ya no es posible volver a subir hacia lo divino. En el
siempre, en l1hin1;1 instancia, a receras de cocina sen1ejantes a las del rerórico. c:1111ino de la ascensión de las alrnas. está parado en la barrera de la imitación
Así es como c:unbia de sentido la apareme simetría de la denuncia del poeta pC>ttica. Al querer franquearla, no puede sino volver a caer más abajo en la
ydel sofista. Puede pasar que el poeta sea de hecho un sofista, pero nunca que el rc16rica de los sofistas y de los dem;1gogos.
sofisra sea un pocra. El honesto sofista Protágoras no está invitado al banquete Lo que Eros introduce como decisivo es una jerorquln de La imitación. En
en el que el vanidoso Agatón y el venenoso Aristófunes reciben el mensaje de rsia población de fanrasía, fulra un personaje. Simple111e111e, el guerrero, es
Diotima y celebran, con Sócrates, al dios Amor. Precisamente Protágoras, el decir, el cazador supremo. Estaría desubicado. Pues d juego de a eres entre el
teórico de la técnica y de la democracia, se complace en desmitificar a los poetas. IH4csano, el cazador y el imitador se revirrió. Ahora son los "verdaderos" imi-
Y contra de él, Sócrates no duda en defender al dudoso Simonide.ll Contra d rndores, el filósofo y el poeta inspirado, quienes definen la naturaleza superior
prestigio sofistico, que no es sino trabajo de artesano, incluso de cocinero, el de los hombres poseídos por la divinidad. Del otro lado de la raya estin los
prestigio poético nos hace pasar del un iverso de la fabricación al de los reflejos f,1lsos imitadores, que no son en realidad sino ca1..adores: de recompensas, de
y los transportes d.ivi nos. <ufr:igios o de cuerpos. Elsofota lo dice a su manera: las miles de herramientas
de la parafernalia sofístic.a no son sino una panoplia de esra ca1.a de jóvenes ricos,
.tllerenre por su d ienrela, pero no por su principio de la cocina del pueblo.l5
La nueva barrera Un c;.1i~-1dor no es si.no un cocinero en <.-:tn'lpaña.

Así se puede encender la escatología, a menudo tildada como fantasiosa, del


Fedro. Las almas caídas del séquito de los dioses se encarnan allí en una jerarquía l .a teatrocraci.a
de personajes que corresponden a la visión más o menos completa que ellas
mvicron de la belleza inteligible. La primera se va a mezclar con el semen de Alrededor del artesano, el filósofo despejó el lugar. El delirio de un dios puso
un hombre llamado a ser amigo del saber o de la belleza, adepto de las musas 1•11 orden el mundo de la imitación. De un lado se encuenrra la doble retórica,
o del amor; fa segunda. con la de un rey jusro y fuerte; la tercera, con la de un ,lcrnpre reductible a la ley de lo mismo, encerrada en la cocina de la persua-
polírico, de un economista o de un financisca; la cuarta. con la de un gimnasta •lón que no visitan los dioses de Heráclito. Del orro, la imagen no es sino la
o de un médico; la quinta, con la de un adivino o de un sacerdote; y la sexra, 111cnuda moneda del esplendor divino, la señal que llama a las almas elegidas,
con la de un poeta o con cualquier imitador. Viene luego el turno del artesano o 11 esta asccsis que remonta desde las formas sensibles hacia el Uno inreligible.
del cultivador, debajo de los cuales no quedan más que el sofista y el demagogo, 1)e alguna manera, es lo mismo decir que hay dos iinic.aciones o decir que no
antes que la calda se detenga con el tirano." 11.1)' imitaciones. Alrededor del artesano, el mundo de las imiraciones se divide
Ad1nitán'l.oslo: no hay ninguna razón evidente para poner al financiero anees ,lcj11ndo al filósofo el cuidado de las apariencias.
del adivino o al gimnasta antes del poeta. Y, a decir verdad, el financista parece O por lo menos tendría que dividirse. Porque queda aún un problema,
,11\11 un punto de contacto entre la inspiración y la ucimé, el de los prestigios
s, rlarón. las lr)vs, vn, 817 b. ,tri 1catro.
'1 (>latón, Ftdro, 245 a.
ll Platón. f'rtuagortu, 339 a· 347 a (.. Pr<.n:igora.-.'". Exiue traducción al castellano).
)4 Pb16n. F~dro, 248 d·e. ' l'la16n, S<ifist,1, 223 b.

60 GI
LA Me;-..·nRA DE P1.,;\TÓN El filósofo y su$ pQlires

Ya lo hablamos sospechado, la cuestión de los guerreros no era la más fucm de sus cabales, y que la muchedumbre de los artesanos se mezcle con b
temible. El poder más perverso de los pocras no es el de comar f.lbulas incon· c:o<lena inspirada de los coreutas que, a rravés dd rapsoda y dd pocra, sube
venientes sobre los dioses a los guerreros; es el de introducir una confusión h:isra el dios que conduce las almas hasta donde quiere.
entre las producciones divinas y las fabricaciones artesanales, poner a dispo- Si Ion está realmente inspirado) el desorden es irre1ned.iable. Por .suerte,
sición de la muchedumbre esta música de la que salen los modelos dd orden ,In duda no sucede realmente así. Un guiño en d diálogo nos lo haceenrrever.
y del desorden en la ciudad. La teatrocracia es la madre de la democracia. las F.s cierto que está poseído, que se cree en "froya y que las lágrimas escapan
leyes lo esrnblcccn recordando el riempo feliz en el cual "no eran los silbidos de sus ojos sin que pueda l'esistirse. Continúa Sócrates: ¿no sabes acaso que
ni los gritos de la muchedumbre" ni los aplausos los que tenían auroridad u-.1ede.s producen el mismo efecto en el público? Ion concuerda de nuevo:
en el dorninio de la n1úsica, sino el juicio de la gente cuila) de hon1bres de ve los ojos llorosos y los cabellos erizados de los especiadorcs. Pues no les
la p11i'dein que "tenían como principio escuchar en silencio, mientras que ,¡uirn la mirada de encima. 1,ene inrerés en dio: "Si los hago llorar, yo reiré
los niños , los pedagogos y la masa del público eran llamados al orden por el 111 recibir el dinero. Pero si los hago reír, soy yo quién llorará cuando pierda
b:isión de los policías".l6 ,ni dinero" .18
¡Cómo el poder de los hombres de la paideia pudo pasar al pueblo y a Sócrates no lo nota. Se despide de Ion saludándolo todavía en cuanto
sus pedagogos? Precisamente por el divorcio inherente a la m(1sica. Esta es, hornbre divino, pero nos deja entrever que es rnás bien un cocinero. O, y es
a la ve-,, la reproducción del orden inmutable y el trJnce mediador enrre lo lo mismo, un "hombre divino" para uso de un pueblo que solo lo quiere por
divino y lo humano, lo Uno y lo múltiple. El músico no posee la razón de su >11 dinero. ;\sí se tranquiliza el filósofo. EstanlOS rodavía en el círculo retórico.

posesión. No sabe juzgar 1.a música. Al hacerse juez., dará al pueblo la juris• Ion. el inspirado de los zapateros, solo ve -a tr.t.vés de los ojos de sus clientes.
dicción de su arte. El poder de los artistas es el de ser anunciantes del poder Ycs,os "aficionados de espect~iculos'' reaccionan a todo '1como si les hubiesen
del pueblo: "Luego, con el 1ranscurrit del 1iempo, hl autoridad en maieria 1,::igado"59 no se dan ral vez otro espectáculo que el de su masa. La teatrocra-
de delitos en conrm de la música pasó a los compositores que, sin duda, d a fue creada por el nrido del número, el uso de los aplausos, importado de
tenían una nalurale1.a de poetas, pero que ignoraban la justicia de la musa lr.dia.6• El poder cs,á menos en el espectáculo que en el alboroto que autoriza.
y de sus leyes (... J. lnculcaron a la gente común fulsos principios musicales Hu d ruido de los aplausos, la mulritud expresa solo su propia esencia. Nada,
y la audacia de creerse jueces compc:rentcs. En consecuencia) los teatros que en sun1a, está imitado.
eran nludos se volvieron locuaces y una teatrocracia funesta le sucedió a la 'leoría de la "escécica popular" tranquilizadora como raurología. Si el pueblo
aristocracia musical [ ... ]. A partir de la música se desarrolló la opinión de e-. aficionado a cspeccáculos, es si1nplen1ente porque es, como n(uncro, ene-
la competencia de todos en rodas las cosas, con el rechazo de las leyes. Y la "' igo de la un icidad no sensible de la Idea. Es lo que expone el libro vr de la
libenad se unió al séquito"." 111'/>tíblica. El pueblo no sabría querer lo Bello en sí, sino solo las cosas beUas.
Las cosas serían simples si la lucha con tra el prir1cipio de la anarqufa se Así hizo Hipias, el sofista. Lo Bello, para él, es una bella niña. Una ocasión de
redujera a un asunto de policía de los espectáculos que devolviera a los amigos pr1forn1a11ct, un instrumento de reproducci6n. La multitud no admira nunca
de la musa su poder sobre la música. El problema es que la juSticia de la musa 1,uda sino a sí misma en la multitud abigarcada de las cosas bellas. Reverencia
está ligada al delirio. El poder del músico, del actor trágico o del rapsoda son ,implemente su propia esencia, la del m(Jtiple productor y reproductor. LI ley
poderes divinos. Y hasta el estúpido rapsoda Ion tiene su parte. Basta con que ele los aplausos expresa su aurosalisfacción. El asunto vuelve a ser una simple
escé fuera de sus cabales, que sus ojos se lle11en de lágrimas y que sus cabellos rnestión de policía de los espectáculos.
se ericen cuando revive los pesares de Troya JY.lra que su público también esté
,<, l'kuón. las lqa. 700 c. RC'curdcntus que los pedagogn.,; en cucsrión no son docenles, sil\O
cscla\·OS que cuidan :1 loo niños. La :1ctualidad edu<..·:uh•a invit.1 a remcmor.tr <:Sta direrenci:1 de " Pt:uón, /011, e (/un. Existt· traducción :ti ~stcllanoJ.
la libre paúkid con la pedagogía $trvil. 1:xacr:unen1e: "corno si se hubiesen alquilado siu nídus". PJ:u6n, Rrpúblír.n. v, 475 J.
1111

" lbíd., vn. 700 < • 70 1 ,. • r•J:uón. lttJ úy('.J, 11, 659b.

62 63
LA ME.NT(RA D[ PLATÓN El filósofo y ~us pobres

El coro de las cigarras 11-1111 ele enamorados del canto que, ebrios de n1úsica djvina, se olvid:,ron de
••tl1i ,1r ,.beber hasta morir. Mensajeras de las musas, cantan pam discernir a
Vale decir que el análisis se puede leer al revés: como el reverso de un n1andato. 111< c11a~1orados del ocio y de las musas capaces de resistir al poder hipnó1 ico
La tautología de lo mí,ltiple que se .tplaude • sí mismo es pues la simple con- ,In , u concier10 a pleno rayo del sol. Sócrates se lo recuerda a Fedro: "Si nos
firmación del círculo en el cual la filosoHa, para confundir su causa con la de vh•1.111 , a nosotros dos, hacer como la multitud al mediodía, cabecear en v~,.
la ciudad, encerró :il arcesano. Esta fenomenología del espectáculo, en la que dt1 di:ilogar y ceder a sus encantos por pereza del pensan1ienco, se reirjan de
el placer de la masa se reduce al pulso del número, es la contracar.1 de aquella 111hotros con todo el derecho pensando que los esclavos vin ieron entre ellas n
teoría del trab:ijo gobernada por "la ninguna otra cosa" propia de la especiali- 1!11,c:1r un refugio para dormir, como ovejas, la siesta a1rC'dcdor de la fuc.-nrc".l. 1
zación. La "sociología'> se redobla con u11;1 "estécica'' para poner esrricca1nence Multirud, esclavos, refugio: la escena campestre transpone una pieza que
en su lugar al uno y al múlriple, y reserva al filósofo la legislación e incluso la .. ,noccmos. Pero aquí la defensa de la filosofía también es la solución a la
poesfa de lo doble. El zapatero o el carpintero tienen que ser simplemente uno 1oc,;1i6n del teatro. El n1is1no canco cran.sporta a los amigos de las musas y
cualquier;1 enrre estos polloi' que constituyen la multitud ruidosa. Como si se 1q,elc al pueblo trabajador. El coro de las cigarras traza el círculo que aísla la
trarara de exorcizar el fa11tas1na de una anarquía 111ás temible aún: que el zapatero llhrc dialéctica de la_s ocupaciones de aquellos cuya vigilia sigue las simples
o el carpintero, después de haberse olvidado la diferencia emre la obra útil y , 11 ,v:is de la futiga y del calor. Fedro tenía toda J., razón de llevar al filósofo
el sirnulacro, decidan ocuparse no ya de los sufragios del teatro, sino -locura 1•11111norado de las ciudades lejos de esos za¡r.1teros y carpinteros que Critias le
suprema- de lo Bello en sí. Por cierto, la cosa es sociológicamenre hablando quería prohibir que frecuemara. Su teatro verde, imagen invertida del pueblo,
improbal>le. Pero la "sociología" no es sino la separación de la filosofía y de la 1•1 ,.unhién santuario de la filosofía. Preserva la relación privilegiad'1, el Dos de
antililosofía. Zapatero es el nombre genérico del que no está donde tendría que 1, dialéctica y de la amistad di,•inas, de la familiaridad de lo múltiple produc-
estar para que d orden de los esrados se corresponda con el orden del discurso. ''" y reproductor. Para los que no son ni pelados. ni rengas, ni lYJstardos, la
A partir de ahí todo es posible. Ya hay un verdatÚro basrardo, Antísrencs, que 11111urale1.a servil se reconoce por lo menos en esto: la incapacidad de resistir al
disipa a todos los vientos lo que prerende ser la lección de Sócrates. ,ncflo. la, le)'" lo van a decir: es vergonzoso para un amo que lo despierte su
El gran fantasma de la R,pública, la filosoHa invadida por los nabos, en- ,t11vidor.6' El filósofo es el amo por excelencia, c. quien no debe dormir y cuyo
cuentra su eco apaciguado en el ensueño campestre del Fedro. En el med io de llhl't: d.iscurso no se tiene que inrerrun1pir. Palabra que no c~.sa de 1nantenerse
la crítica de estos irrisorios logógrafos apresurados en escribir "satisfizo al pue- 1011 el discípulo y con el d ios, también es lo que quiere decir la dialéctica: una
blo ...", el diálogo observa una de esas pausas que se suelen atribuir a la función ~c1ividad can ininterrumpida como lo"'' el aprendi,.aje profesional y el cu.idado
de "relajar" al lector fatigado de las arideces del razonam iento. Pues bien, no ,l,· l:i ciudad. Si la dupla del filósofo inici:itico y del enamorado de los d iscursos
se rrata jusr:unence de descanso sino de ocio. Más exactamente, es el concepto 1<•Jurmiera, produciría el fin de la legitimidad 6losófica. ¿Y quién podría luego
mismo de ocio el que está en cuestión cuando Sócrates llama la atención de p,ohibir a los artesanos mezclar su voz discordante con el coro de las cigarras!
Fedro sobre el canto de las cigarras a pleno sol del mediodía. El mito dd ocio establece un vínculo de 111111,rnleza entre la ley del trabajo
Fedro, d filólogo, se preocupaba por s.1ber cuáles eran los d iscursos que y 1:i del teatro. Es necesario que el pueblo de los artesanos sea gobernado solo
procuraban los vmíaderos placeres. No los placeres del cuerpo y del pueblo, I'"' la alternancia entre d trabajo y el descanso, tal como es necesario que los
los que significan un sufrilniento aliviado, un vaclo colmado, una necesidad ~11amorados de los espectáculos no sean multitud -chiAando por aquí, cabe-
saciada. Pensaba en los placeres gratuitos en oposición a todos estos placeres lt,111do pot allá- para que el filósofo-cigarra preserve su santuario, que es tanto
de esclavos que siguen la necesidad, la fatiga y la pena. La búsqueda promete ti rcli1¡¡io dd sabio, excluido de la ciudad abigarrada de los artesanos, como e.l
ser larga. Pero para esto, dice Sócrates, ocio. 1rmplo de los guardianes que comandan a las hormigas del trabajo dividido.
Hay que entender que el ocio también es un deber: el de no descansar, de
no dejarse adormccctse por el sol del mediodía y el canto de las cigarras. Pues • 1 Pl:uón. Fedro. 2)9 :1.

es jusramen1e por eso que canean las cigarras. Son las descendientes de aquella "" Pl:uón, IJIJ le¡a, S9 a.

65
l.A .\lE..~'l·1RA DE P1,ATÓN
El filósot"o y 111is p11brcs

El canto de las cigarras anticipa la jusiicia del Hades que va a separar el destino ¡., 1,rlln, formas y los bellos discursos. El filósofo lo~ lleva a rccon.occ'. que
celescial de los "hombres divinos" de la recompensa honesta prometida a loe
111 111 .1¡,io de su páSión no riene que ver con las técnicas de I" fobric:1c1ón Y
hombrt>s comedidos quienes, después de haberse dedicado a las vircudes de 11 , 1, 1, 1,11" del halago. En cambio, la sociedad cquívo<11 de estos hombl'cS de
moderación (sophros,me) y de la jusricia (dikai'osu11,), se reencarnarán en alguna 1, ip,ulcuci:1 garantiza al enamorado de lo verdadero que to~~s los phtccres,sc
<"Specie de animak-s poi/ricos: abejas, avispas u hormigas. 6' ~h l,lr11 en dos, hasta los vapores de la ebriedad y la compan1a de I"'.' co'.re,n•
Separación de la m(1sica y de la política que marca, tal vez, la con1radicción II<• 11 "rciórico" discurso de Pausanias dice la verdad del discurso 1~sp1r:1do
última del filósofo rey. El hombre divino no es un animal político, sino un ~ 1 l llo1iimn: hay dos amores,)' cada uno de dios es, a su vez, do~le. Lo~ d.os
an.irnaJ n1úsico 1nejor hecho para sc:r el cantor, o incluso l:1 marioneta del dios. ,1111110, c11amorados, dcda Sócrates a Calkles: yo de Akibfades, h'.Jº de Sl~ ,as
que para vigilar los censos y los reglamentos de la ciudad.,;., Se ha considerado ¡ ,la 111 lilosofía, tú del demos ateniense y de Demos el h,¡o de Pynlamp~. Al
demasiado dpido como el sueño dd filósofo "totalitario" a esra ciudad en la 1111111del B1111quete, Akibíades le devuelve el cumplido al designar a Sóc~ tes
que se le ruega a la población encantarse sin tregua al unísono de sus principios "'''" ob¡·cio de amor encerrado en el envoltorio de esos discursos poblados de
1

inmutables cantados según los ricmos fijados por la aucoridad.65 Esta ciudad es, 1 d 'd " G1
1ut111l nlbardados. de herreros, de zaparcros y e curtt ores . . .
1nás bien, la contradicción expuesta y el vano esfuerzo para superarla, para dar P.,ra que todo se divida en dos, b~tsta con un úl~im~.mito de nac1m1ento
a cada uno la parce de música y de juego divinos que le corresponde. las leyes 'I"~ 111 rroduce el repal'tO también en el orden de lo ,legmmo: Bastaba con un
y los coms de la ciudad no serán nunca más que débil imitación de la música fl<"qllCIÍ O esclavo para refregarles su vanidad a codos los aspirames del saber.
divina. Y si d filósofo se dedica a ello, es en primer lugar para proreger su retiro. 1\ 1, 1,1 con una sola nlendiga, Pc:nia, y un solo bastardo, Eros, para cerrar la
la m(isica solo podr-J unir a los ciudadanos si ella lo ha aislado de sus coros.
1iuci·i:1 a los enamorados ilegíri1nos de la Idea, para perfeccion,tr un orde~ en
1 1 ,¡ue la sociología de las funciones se cncuen,re completamcnrc rc:cub1erra

El reparto de las apariencias I"" l:i genealogía de los valores. .


Alrededor del demiurgo, del hombre del pueblo y del tr11bt1Jb, cada cosa se
El canto de las cigarras le permire al orden del delirio ser cortado por la barrera divide en dos. El oráculo délfico dice al filósofo: "Conócere a ti mismo" y, al
del ocio. La excursión campcsrre de Sócrat<"S y Fedro le da todo su sentido retor- ~ncs:u1o, uNada de más". La memoria es. para uno, reminiscencia; para el otro.
cido a la exclusión de los imitadores. ¿No fueron acaso echados de las murallas 11111 cn,otecnia. El discurso es letra muerta de la imitación recóri.ca o canto alado

de la ciudad productiva para alli preparar mejor el reriro divino, el r<"Servado ,le la imiración de lo divino. El a,nor por las figuras teatrales es aplausos con
banquete en el que el filósofo se pone de acuerdo con los poetas, incluso los 1,crramientas O batido de alas al recordar la belleza; el amor de los cuerpos es
n1alos. y con los enamorados del discurso, aunque nccios para excluir a los cicus.1 para la reproducción de los zapateros o punto de parcida para la .asc~is
1
arr<"Sanos, sobre todo si son hábiles! de las almas elegidas. El <11mino de la Idea es resguardado por estas apanenc,as
los poeras hacen y no hacen falta. No hacen falta los que van trayendo al <iuc se desdoblan y lanzan al lado equivocado al artesano cada vez que quiere
teatro del pueblo a sus actores de voc<"S sonoras para competir con la cr,¡gcdia l1acer ocra cosa que su propio asunto.
del filósofo guardián; hacen falta para que el filósofo guardián no sea un simple
maesiro-porqucro. Li exclusión se hace pu<"S complicidad, excursión o banquete
Al pie de la muralla
privado que une, lejos de los rumores del teacro, al filósofo y a los aficionados
6
} Pf:u6n. Fed.ó11. 82 ;i-b. Pues sería un gesto muy rúscico, de parte de la fi losofía, edilica'.se a t'.a~és de
una simple exclusión que ubicaría a los hombre., manuales en la tmpos1b1l1d~d
"' Sobre l:L música corno propio del humbr~. \'Cr Pl;ltón, /Ju L9rs, u. 6.S3 e . 65-4 :i. Sobre los
juegos que.los hontbre.s tienen que jugar en confinmidad con su na1uralcza de n1:uionccas de la de conocer lo verdadero dd alma. El filósofo no ccmc que los hombres de h,e-
divinidad, ibfd., vu, 803 e · 804 b.
,s Platón, LflJ leyts. 11, 66) c. U Plarón, GorgiaJ. 48 1 d. .
61 Pl:u6n, Dauq11<1, 221 e (ti' btuu¡utte. Existen ,radut.'ClólH.'S a1 casccllanol.

66
67
L\ Mf.NTIRA D2 f>LATÓN El fil6soÍ() y sus pobres

rro se apoderen de la verdad. Teme que los hombres del arce se agarren de la l'udcz en imponer su verdad a los desórdenes de la ciudad; sino más bien, l:i
apariencia. Para elevnr al enamorado de lo verdadero a su dignidad, hace falta paradoja de su institución misma. La filosofía no puede trazar el circulo de su
excluir al zapatero del mundo de las apariencias. El lil6sofo cierra dos veces ,1lHonomía sino con un discurso sobre: Ja natural(."'La y la nobleza; un discurso
con llave la puerra. Una primera vez, por la división del trabajo que excluye a que posibilita su tensión al imita1 su ufos: la natu raleza perfecta. Simplemcn,e,
los imitadores y que ubica a los artesanos en "su" lugar. Una segunda, por el rs1a imitación está desrinada a cohabitar siempre con su caricatura. El filósofO
delirio de la inspiración que opera el desdoblamiento de las apariencias. O, si rey está condenado a vivir con sus sinlios.
se quiere, el filósofO rey inventa dos ciencias: una sociología, que expulsa a las Esra lógica y es"1 amenaza, por el módico precio de pronunciarlas contra
apariencias del universo de las funciones útiles¡ una esrétic.a, que hace retroceder Platón, las volverá a cnconrrar el filósofO de Zaracustra c:ncre las espera11zas y los
a las apariencias guardianas de la legitimidad filosófica ante los funcionarios de miedos de la edad socialista. Nien:sche, glorificando la mentira de la vida y la
lo útil. De un lado y del otro del arresano, se distribuyen entonces d sofista, 11oble pasión de la apariencia contra la socrática y plebeya pasión de la verdad,
cuya negatividad re<:oge los efectos de ilegitimidad propios del artesano que ,al vez no haga más que prolongar la irn del filósofo tey contra un Sócrates
sale de su rol; y el poeta, compañero de delirio del fil6sofo rey. O mejor aún, plebc,•o del ag1iculco1 Jenofome y del filósofo popular Antísrene.s. Que la verdad
t,tl vcr., su bulon. Una vez que lo serio de la obra anesanal lo desca.lificó como úhtcnga su legitimidad solamente de la noble menrira que distingue las almas
maesiro de sabiduría, el filósofo puede tomar a su servicio a este especiaüsra de bien nacidas de las almas nacidas para d martillazo de la., forjas y el alboroto
las apariencias y de las genealogías, cscamoreador o renegador cómplice de toda de las asambleas es la lecc.ión platónica que Niet7..sche confirnlará.
belleza y de toda Y«dad en las cuales los 101pateros precendetían tener su parce. Sin embargo, no lo h;ice sin pagar su propio tributo a la modernidad al
L, fuerza provocadora de Platón reside en la extraordinaria franqueza ,lesplazar la distinción "mediterránea" del miro griego a la Espat\a de Bizct y el
con la cual enuncia algo que las epistemologías y las sociologías del potvenir h:mquere de Agathon, al ámbito de las obreras de cigarros, de los roreadores y
se dedicarán a borrar: el orden de lo verdadero no se puede fundar sobre una ,le los borrachos del albergue Lilas Pasra. Lo esencial es que csre albergue, como
ciencia de la ciencia como el orden social no se puede fundar sobre la división ,e sabe por la seguidilla, esré al pie de la muralla. Muralla de la filosofía de la
del trabajo. L.a relación social y d orden del discurso dependen de una misma 1¡uc el iJ,genuo -,o vivo?-Antístenes acusaba a los filósofos de negarles la p10-
ficción. Exclusión de la mentira del arre, la que se practica sin conocerla. En la 1ccción a los arresanos, cuando había sido edificada solamente para proccgcdos.
juntura entre el orden filosófico y el 01den social, solo opeta la noble mentita ¡De qué cosa, exactamente, las obreras de la Manufactura de Tabaco
de la naturaleza. 1cndrían que proteger al filósofo en la época democrárica y social? ,Qué tipo
Contra el artesano que miente tal como i/ obra, el filósofo pretende fundar de invcrsi6n produjo que la fabrica venga a jugar en contra del anesano, y la
la legitimidad de su mentira sobre la ciencia de lo veidadero. Pero es al revés, Venus de los crnces, a salvar la apues~J del 6lósoío artista? Si Bizer tiene que ser,
la mentita, la legislación de los simulacros que funda, por el mero decreto de conrra Wag,1er, el filósofo de Zarmustra, no es simplemente porque la danza de
sus miros genealógicos, es la legitimidad filosófica. Carmen t-s más ligera que la misa de los caballeros del Graal. Quizás sea que
La filosofía es fundamentalmente genealogía, discurso sobre la naturaleza existe algo más insoportable que la ingenua ampolla de los gucrretos Parsifu.J,
como discurso sobre la nobleza. No hay que entender por ahi un discurso $icgfricd o Lohengrin: la modesta pretensión poética del zapatero Hans Sachs.
de una filosofía "esdavisra'' atenra a justificar un orden social desigualitario
o a encerrar a Jos hon,bres en el "roralitarismo" de su idea. Se traca menos de
ence1rar a los otros que protegerse a sí misma de ellos; menos de imponer su
verdad que de conservar su apariencia. En eso consiste, anrc rodo y como bien
se sabe, la nobleza.
Lo que el orden y el delirio platónicos expresan no es, entonces, 1ú la
implicación de la filosofía con los órdenes políticos establecidos ni su ,esca-

68 69
El trabajo de Marx
Yo hasra había rl'suclto convcrcirmc en un ser "prácrico", y debía él\ ..
erar, al co1nien1.o del 1i10, a una 11.ffice del fertocarril. ¿Eso es buena o
n1ala suerte? lvii n1aJa lccra fue la causa de que no obtuviera el puesto.
Marx, carta a Kugdmann, 28 clt diciembre de l 862

El zapatero y el caballero
Q_ue los zapa,eros camen en su rnllcr o que can,en en coro en las fiesias popu-
1:,res no es un problema. L1s canciones que aco1npañan los gestos del trabajo
u ocupan el ticn1po del descanso rnanriencn aquel sen1blante de a1nor que,
111(1-S al1n que la cualific.aclón, ~ua al obrero a su puesto. Y los ate-ras no esrán
obligados a ir a escucharlos.
Sin cn'lbargo, en el escenario de los Maestros c,111rort"J, Hans Sachs hace otra
t o.t11.Propone, una vez por afio, dejar al pu<:blo juz.gar en 1natcria rnusical. Y el
p rimer cantante al que quiere, por este 1nedio, hacer e ntrar en el conjunto de
los maescws es un caballero.
El primer error es el más perdonable. Remitir el juicio sobre lo Bello a
los aplausos, confundir la unidad de b Idea con la mulrimd de las formas y
ele los sufragios, se sabe que esci conforme con la naturaleza de la gence de
herramientas. Y la cosa poco importa si solo se trata de juzgar canciones de
a rresanos para los compailcros.
Pero Hans Sachs no confunde. No propone a su aprendiz para la con-
sagración por la multitud, sino a un caballero. No es un cancanee a q uien
p:mocina, sino a un poeta. Y con em: caballero poeta introducido por un
1.apatero entre los artesanos de Núrcn1berg, parece que codo se borra: J.,s
armas, las herramiencas y los metros; el oficio, la ciencia y la inspiración; el
oro, la plata y el hierro.

71
E.1. TkAO:\ JO DE MAAX 1',I 61ó,ofo )' "" ¡,ob«~

La insurreccí6n zapatera lugar y dedica su vida al aprendizaje sin fin de su arte. A estos 1no no récnicos
no les gusran mucho los imitadores ni la mezcla de metales. Se halló un pocrn
La confusión no viene de la i1naginación górica de un mllsico. Aquella fiesta por lo menos, Hoffmann, para vengar a los suyos rétrarando al Maestro Martin,
loca de Sai11t-f en11 que W:1gner hizo repre>entar en 1868 en la Ópera de Múnich que roma la conelería como el arte supremo y no quiere ni pimor en su rnllcr
ilustra uno de los ternas que, desde hace va{ias décadas, atorn1enran la menee de 11 i caballero para su hija.' 8
los expertos del orden filosófico, artístico y político: la invasión de los zapateros Mundo de la prohibición y de la jerarquía. Luego del carpintero, el. geómc-
en los dominios reservados a los sabios conocedores de la Idea del Bien y a los 1 ra por excelencia, vamos descendiendo gradualmente a medida que el arte se
enamorados inspirados por las bellas formas. vuelve más g rosero y la geomecría mássuperAua, hasra el infierno del zapatero.
Es cierro que la policía c.srá acostumbrada, dc:sdc hace mucho, a que tanto Este 110 terminó, en el siglo x1x, de pagar por sus crímenes en contra del orden
en las c.1lles de París como en las de Núremberg, los aprendices de 1.1pateros plarónico. Es el nabo a q uien ridiculi1.an las cancio nes de compañeros por el
sean. con los jóvenes sastres, los primeros en hacer alboroco. Aquello est:I en •
dcbnra.l amplio, las herramienras groseras y la cola de pescado maloliente. Es
conson;1ncia con su concepto, q ue es el de ser la multitud por excelencia: eJ el esclavo usurpador, iniciado por fraude en los secretos del compai>erismo
número abigarrado y ru idoso. Los direccores de cearro lo saben bien y los con- lrompng11011nage'] . La ley de los carpinreros manda a codo compañón consciente
1raran para hacer la claque. de sus deberes a matar a cualquier remendón (snbouri11'] al que se encuentre
·1a1vez esté allí el error. YJa policía avisó que no quiere claque en el ceatro. llevando las insignias de la compañía del gremio.
El mal mayor no está en la masa. Está en su descomposición. La ropa elegante con A mediados del siglo XIX. este orden emró en decadencia, pero se encuen-
q ue visten a es,os obreros, los arnores aristócratas que se le.~ pide que aplaudan1 11-:u1 aún uno que otro cadáver de z.apatc:ro sancionado por su aud.ac.ia. Y, en
la ilusión teatral a la cual se los invita. es evidcme que le van tomando el gusto. iodo caso, la realidad del orden de los estados prolonga las prohibiciones del
De ahí que acudan a esas sociedades secretas en )as que se llevan bonetes y ,,,cien simbólico. La zapatería es el úlcimo de los oficios. Si se hallan zapateros
nombres de la República, o a esas reuniones sansimonianas en las que la gence en primera fila en los lugares donde los obre.ros no deberían estar, es porque
bien fracerni1.a con 1os obreros. la consecuencia es di recca. Y algunos no remen <on los más numerosos, los menos ocupados y los menos ilusos en cuanto a la
seguir la escalada hasta los placeres divinos del poe,a y del filósofo. ~loria dc:I artesano. La insurrección zapate.1.i no es un combate tt. favor sino en
Insurrección zapa<cra. A la razón sociológic.\ de los lústoriadotes le gusta- rOlltl'R de la cualidad zaparcra. Figura típica de este rechazo: aquel adolescente
ría ver allí la promoción de la virrud zapatera. El orgullo de esos rrabajadores J)()Cta a quien su padre, empleado en un colegio, quería imponer el oficio de
hábiles y su preocupación frente al nuevo mundo del trabajo descalificado tap:ttero. dRcsisrió santamcnce a su padre -nos cuenta su biógrafo-, rompió
ar1narían el espíritu y el bra7.Q tanto de los zapateros corno de sus inseparables I,« herramientas de un oficio para el cual no fue hecho y volvió a ser libre
acólitos, los sastres. r11trcg-.índose a sí mismo».w
Ahora bien, los zapateros -y todos los obreros- lo saben: no hay tal virmd
zapatera. O bien. y es Jo mismo, existe esta virtud que no cambió desde Platón:
el zapatero es d que no puede hacer nada mis que zapatería. .._ ~ considera q ue 1\f«estro A1arlin el tot1elero J sus aprendices inspiró en Wagncr l:a idea de lm
Los obre,·os conocen bien escc lazo de la "cualidad" con la prohibición mar/1"'1 t-·«11ltJt'N, aunquC' solo el rnaroo hi~tórico y d t('n1a de la rtla..~ión arci.Sta--an~ano k pa«'(X'n.
devenido oscuro para los sabios. Simplemente porque lo heredaron y se volvió 'Ndl': f.n Francia, no1nbrc de una íorn1a hiHórica de organización del aprcndiiajc: y dc.l rr.tb.ajo
en los últimos siglos la regla de su jerarquía interna, la manera de cumplir y ,le :anc!ianos (pan icularn1cntc l:iJl:adorcs de piedra. carpin1cm!i. elcéccrn} en una compañfa. con
negar, a la vez, su destino rechazándolo sobre un paria: el zapatero. \111 sentido fucnc: de honor por pcrtencnd:a y caracrcri~ticas mur prC'Cisas ca.les como el 'four de

"Que nadie entre aquí si no es geómetra". El pueblo de los compañeros Pt.)nce {Gira tn l~r.1ncia}, ()Ué hace cada .i1,rc11di1. pa.s.a.ndo de obra en obr.i, de taller en taller
Jf,11':I íin.11i1.:1r .su íormac.:ión.
encontró a su rey geómetra: el carpin tero, primero en dignidad entre los hijos "N,rr:Término dcspccti\'O p;ua referir$<: a un ?,.ip,ucro po r remitir a los t uecos y no a los 1.:i.p:110,i,
de los conscructorcs del templo de Salomón. Este organizó un universo obrero .,. Jolippolyte Tan1pucci, Polsies, prefacio, r ~u is, 1833 [l>ot-nil. No se encontró r~duc.ción al
en el que cada uno -J1erre,o o ronclero, cerrajero o curtidor- se ubica en su 1 ,1(td l:u10J.

72 73
EL TRABAJO DE MARx El filósofo y $111 pohrcs

Allí está el fondo del asunto: cualquiera tiene ahora poder de legislar so- lo.11. poemas; dijo al otro: haz calzados".73 Los derechos del inspirado se unen
bre la naturaleza y puede juzgar por si mis,no sj, independientemente de las .iin coerción con Jas razones del orden e inAuycn sin violencia sobre eH"s.
coacciones exteriores que lo puedan obligar o 110 a h:iceclo, está hecho para Ningún temor mezquino anima al suave Charles Nodier, preocupado por
el oficio de i.1pacero o para cualquier otro. El "nada más" que garantizaba el r~1os zapateros que hacen tragedias cornclianas y que diagnostica a su VC'1. el
orden de los estados se encue,ma cuestionado por dos lados: los obreros hábiles origen de) mal: la democracia sin razón de la escricura. AJ volverse i1nprcn1:1 e
que descubren, en las nligraciones de su crabajo, que no requiere demasiado lnmucción del pueblo, en codas p-.rtes transforma "la útil mano de obra y los
tiempo obtener una cualificación )' que pasar de un oficio a otro no reprcsenca honestos arces.1nos'' en "ladrones., impostores y falsificadores". 1" En,onccs, se
ningún inconveniente;"' y c:stán los que perciben esta habilidad misma como enuncia la solución propia para sacisfaceral mismo tiempo al Estado., al pueblo
la con,racarn de la prohibición )' deciden má.s bien adueñarse de los placeres )' n los poetas: devolverle al pueblo la cultura popular; devolverle esca razón del
de la apariencia y dd ocio de la dialéctica. Así se disculpa, por ejemplo, un 111iw, confiscada)' luego abolida por los filósofos. A medio camino entre los
carpinrero que falla al contrato: "Si, desde lejos, diviso a Sócrates, de repente rencores antifilosóficos de laconmrrevolución y los vigores anciidcológicos del
dejo que se vayan mis deberes a pique para correr iras él y discurrir junios (a 111nrerialisn,o, No<lier expresa en toda su pureza c:src: plaronisn,o invertido en
rnenudo codo un día) sobre Jos verdaderos biene-.s de la existencia".7 1 d cual el relato popular debe denunciar la filosofía ahora asociada con la letra
Desviación de la nan,rale:za. Me1.da de los oficios y de los metalc.,. Pasan los 111uernt de la escrirura.
monorlx:nicos al mundo abigarrado de los imitadores en el que se encuentran Todo ocurre, entonces. como si el destino de la moderna república se pucüera
con los caballeros inspirados por el arte divino y los filósofos que dispensan todavía reprcsenrar en c:sce con, .. partir sin1bólico: tiene que existir una clase de
sus secretos al pueblo. Los hombres del orden y los hombres de la inspiración l11dividuos cuyo oficio simbolice para roda la gente de oficio la necesidad de no
se preocupan por igual de escc desorden y ponen siempre en d centro de su h:1cer sino su propio asunto¡ un oficio que re.,;unle la necesidad del trabajo en
denuncia el mismo arquetipo. En 1841. el profesor Lherminier, ex sansimoniano ,rnro excluye los privilegios -aun, y sobre iodo. los más ascéticos- del ocio. El
que vio la herejía en su nacimiento. se insurrecciona contra el homenaje rendi- •>rclen está amenazado siempre que un zaparcro hace otra cosa en vez de i.1pa-
do a estos poetas obreros y sei\ala la presencia simbóUca del 1.apatero Savinien u)s. Y rtcíprocan,cnre, .se puede bau,iiar zapatero a cualquiera que: perturba el
Lapoime. Opone a los republicanos que los festejan los consejos del padre de la urden de los cscados. Así, el sabio redactor del Diario de /o; economistas no duda
república moderna: "Quiero absolutamente que Émile aprenda un oficio 1... ) 110 instante sobre la identidad de este: comunisra alcn,:ín a quien el gobierno
quiero que no sea ni músico, ni actor ni hacedor de libros [... ] prefiero que sea fr;1ncés deportó por sus escritos incendiarios: el sellor Karl Marx -explica a sus
z..1patero a poeta". Desorden csrérico, desorden político, desorden simbólico, lectores- es zapatero.
desorden real, todo se aloja entre sí. Una república que diese a los zapateros la
palma de honor de los poetas, "el poder supremo tendría miles de candidatos
y la ley ningún sujeto obediente".'' La noche de la Salnt-Jean
En un sentido contrario, los redactores, polfticamence progresistas, de
L'Artiste se preocupan, durante el Salón de 1845, por la democracia que inva- 'fol es d con1exco en el cual Richard Wagner imagina, en 1845, la fábula del
de el terreno del arte. Y ellos tampoco se equjvocan en dar en el blanco: "La c:1ballero y del zapatero, destinada ante rodo, por supuesro, a refutar a sus
naturaleza no le permitió a todo el mundo tener un don; ella le dijo a uno: 1lcrracro res. Pero, también, cuando la hace reprcs<:nrar 23 años más tarde, lo
lance para rmnifesrar que d partido ya fue jugado. Si Los mamrot canrom es
N ,i\.inhimc Cotbon, De l'en.seignement proft'S.1Wn11el, Paris, 1855 lDe la e11,1e1ianza profisio1U1L una ópera única en la obra del co1nposicor, es precisamente porque representa
No S<' cnoonrró tr:iducdón a.l cascclJanoJ.
11 G:abrid Gauny, cana a A. 0arrault, 26 junio 185-i, Fonds Gnuny, Bibliotcc.-i Municipal de
' l..i lrristr, abril dC" 1845 IE/ Artisr,1. No se cnco nrr6 1raducción al <:astt:U:ano).
1

S:tint-Ocnis [No se en~ontr6 t.t.'ldu<.:ción al c;a.stdl:1nol. 'i Charles Nodier, "'De l'utilit~ mor:llc: de l'insrn1crion pour le pcuplc", RJ11rrir1, rééd. PbJ1na,
n EugCnt Lhtnni1~icr, .. De lalitcéracurcdcs ouvricrs", &vueda Deux A1tnules. no,•iembre de 1841, PI). 182· 183 !"De la ulilid.td ,noral de la inmucción parad pueblo". No se encontró tr:iduc:dón
p. 972 fl.cr,ninier, "De J:a litcnuur.i de los obreros"'. No se encontró 1radu«ióo al castellano!, .11 caudlanol.

74 75
F..1.. TR.AFv.JO 06 MARX El filósoío y sus pohrC's

una despedida. La insurrección 7.apatera está liquidada. El artista retoma plena Rossini al sonido de las flauras alpinas; promoción de las masas en <.·Icscen,,rlo
posesión de los atributos de la naturaleza y del genio que, en la tormenta de de Meyerbeer. Son, en verdad, simples recetas de cocina al lado de la m~c¡uirrn
los años cuarenta, había confiado al cuidado del pueblo. Eva puede muy bien ,c¡,resentaciva que ponen en marcha el zapatero Hans Sachs y su ,1prendii.
quitarle la corona a Walter para dársela a HansSochs. Nadie registra el cambio. He allí dos filósofos. por lo menos, a cuyo gusto clásico le repugna esta suerte
Ocurre precisamente lo contrario. El triunfo del zapatero poeta es al mismo ,le cuhura popular: Friedrich Nietzsche y Karl Marx. Aun cuando, durnme
tiempo su abdkación. Es el bautismo popular con el cual el representante de 1111 ricmpo, d primero cedió al encamo popular de los fuegos de la St1i11t-je1111.
san Juan BautiS~J consagra al caballero artista inspirndo y le devuelve la corona l li1,0 falta algún tiempo más para que llegara a un diagnóstico extrañamente
de los aris1ocráricos Mi1111t1ii11ger usurpada por los artesanos. La alianza del p:irecido al dd viejo Platón: la reglamentación r<atral de la insurrección iaparcra
zapatero con el poeta en el culto del pueblo y de la mujer es obsoleta en cuanto ;lgue siendo un triunfo para los zapateros. Por eso, solo es teatro. Te,mocr-J-
se produce, poder de un solo día, realcra de <.1lrnaval ejercida el tiempo justo , l.,. t:11 es el concepto exacrameme renovado ,1 partir de Las Leyes, con el cual
para rcstaur.tr la supremacía del genio sobre la técnica, de la inspiración sobre Nic1zsche resuelve el "caso Wagner". Poco importa que la F.ibula dd zapatero
la n1nen1olccnia. Solo hace falta un intermediario: Bcckmcsser, el hombre de .'4irva únicamence a la consagración del artista. Pues precisan1en ce el poder
las escriruras municipales, de las marcas sobre las tablitas )'de la memoda la· ,Id arrisca imitador -<lel actor, dia Nietzsche- inaugura la decadencia en d
borio.s.1. Sofista de los tiempos modernos. O más bien, menos que un sofista, ,lominio de la música, por ende, de la filosofra y de la polÍtica. Someter las
ya que no es capaz ni de aprender correctamente de memoria ni de hacer sus rcgbs de la música al juicio de los arrisras es dejarlas caer, al poco tiempo, en
propios zapatos. Este sofista barato se Uama ahora pequeoioburgués. l.,s manos del pueblo. "El teatro es una sublevación de las masas".1S Las figuras
Refinación estética y progresista del nuevo sueño de la i(cu1tura popular", la ,lcl funcasma platónico encuentran sus ecos en las in1ágenes que le sirven a
ópera "górica" figura en ronces como una de las formas dominantes de nuestra Nier,sche para fustiga., el teatro de Bayreuth: es la caverna del encantador donde
modernidad. Encrc TannhaÜJer y Los 1nttestrt)s cantores, entre el concurso de /\C corrompe la juventud bien nacida. Pero es también un ''establecimiento de
la Wartburg y el de Núremberg, el homenaje sansimoniano y feucrbachiano l,idrotcrapia" cuya higiene me1.quina nos remite al baño público donde se asca
rendido al pueblo y a la mujer opera una transferencia bien deterrnu,ada. La el esclavo fugitivo. El resultado -incluso en sus términos- no difiere mucho
positiviiación de la virtud artesanal se acompaña de un juego de toma y daca. El Jcl diagnóstico platónico: el reino del actor no puede tenercomo consecuencia
artista inspirado atribuye al ethos popular un genio, un daimon que el pueblo le 111ás que la desuucción de los "instintos que hacen posibles a los trabajadores
devuelve enseguida consagrando al artista del pueblo, trabajador y caballero, en como clase"." Frente a ello, no habrá mucho más que el recurso al círculo de
su diferencia con el imitador mecánico. Esta consagración del arcisra es también las cigarras en pleno sol del mediodía.
un modelo que este propone al político y al sabio. El antiguo orden platónico
se afirma en el horror al ragú y a lo abigarrado. El carnaval nuremburgués, por
el contrario, presenta un uso moderno de lo abigarrado, que borra los colores El ideólogo, el zapatero y el inventor
de los n1etales }' los contornos visible.e¡ de los antiguos órdenes para ofrecer a
los guardianes y a los inspirados de la edad moderna una legi1imidad nueva, Sur contra norte. Cierra geografía de la defensa del pensamiento contra el
fundada sobre las únicas potencias que se dicen que valen de ahora en más: las ,1dvenimiento simultáneo de los imitadores y de las masas. El paisaje marxiano
potencias de abajo. « organiza de manera diferente. Para el oriundo de Treves y el habitante de
De manera irónica, un critico habla presentido mejor que nadie el alcance Londres, el Mediodía no representa la civilización en oposici6n a la barbarie del
de la operación: el joven revolucionario Richard Wagner. En Ópera y drama, norte. La civilización es el río de los inccrcambios que huye de los terrjtorios
dio el análisis más alegre de estas idas y venidas en las entrañas del genio po· cc¡uivalentes a la barbarie. Núremberg es el sur, re&ión de pequeñas ciudade.s
pular, destinadas a dar una nueva savia a la ópera: locas cabalgatas del caballero " Frit..-drich Niet'l..sche, ''U! c.1s \'<lagner", en L<crlpusr11/rdrs ;do/es, trad. H. Albert,, Mercurc: de;
Auber entre los puestos de los pescadores napolitanos; caminatas de su rival Francc, p.40 l.. í:.Icaso \-Vagncr", en El tr<.p(tJcul1J1lr /01iJo/q¡, Existen traducciones al ais1dlano).
' lbíd.• p. 171.

76 77
EL 1"i~BAJO DE MARX El filós«,fo y sus pobres

esuechas, de la vieja suciedad y de la vieja sentimentalidad de Alemania del 111 ,,i(Ja práctica. Incapaz, como aquellos, de percibir el elemento liberador de
sur que objeta al norte las grandes propiedades, el milirarismo y la burocracia. lo, desgarros de la edad industrial, no puede, tal como ellos, oponcrles sino el
Contradicción inmóvil reAejada, según Marx, en la comedia de la revolución rncr.o de un imposible retorno al más acá del capitalismo: repetición grotescu
aJemana. Esta se resume perfectamente en los caracteres complementarios de ,Ir un combate contra la historia ya perdida por la caballería en el tiempo de
los dos "héroes" de 1848, que son las dos bestias negras de Marx: el militarismo 1)on Quijore.
avenmrero del luganenienre \Villich; el énfusis sentimental del poeta Kinkel. LecturJ simple, que corre simplemente el riesgo de pasar por estas ventanas
El día después de la revolución, Marx justamente riene que bablar de Nú- rn falso que Marx no duda en usar. Todos sabemos gracias a él cómo 1848
rembcrg y de su 1.apatero poeca. Da cuenta del libro de Daumer, La religión 1t pirió en farsa la tragedia de la gran Revolución que había utiliz.1do los disfraces
dt /,¡ 1111r,m era. Contra la decadencia de la "cultura" asediada por la barbarie '""iguos para liberar el nuevo mundo burgués de sus trabas feudalc.s. Ahora
con,c1npor~nea, Daumer propone una religión hurnana novedosa basada en hlcn, el asunto es aquí disrinro. L, comedia del filisreísmo no es la repetición de
la naturale'la y la 1nujer. Pata su crítico. esta "naturaleza" no es sino el necio lo rr.ígico, es repetición de sí. Daumer es grotesco porque repite, degradándola,
idilio del citadino obtuso que recita odas de Klopsrock para arnenizar sus una figura social ya ridícula. Yesta figura ridícula no es la lucha en vano de los
paseos dominicales. Y la rehabilicación de la mujer se queda con d modelo , .,b:,lleros crranre.~, es la actividad productiva de la industria nuremburgue.sa
de las mujeres de letras del siglo anterior. En cuanto a los lamentos sobre la ~" su edad de oro.
decadencia, indican corrccr.amcn,c c.uá.l es el ,nodelo del au1or: "L.1. cuhura en Marx no apun,~-t aquí, en eft!cto, al régin,en de casra de las corporaciones
su ocaso, de la cual el señor Daumer cama sus jeremiadas, es la cultura de la o la estreche-, del idiotismo de oficio; apunta a la industria floreciente de una
época en la cual NúrembergRorecía como libre ciudad del Imperio, en la cual la ,le esas ciudades francas de la Edad Media en la cual la hisroria progresista
indusrria nuremburguesa, ese bastardo (Zwitttrding) de arte)' arrcsanía, jugaba ,1ucle ver los primeros gérmenes del mundo nuevo de la dominación burguesa
un papel significativo, la cultura de la pequeña burguesía alemana que se eml y de la emancipación popular. Una sola cosa, para los historiadores, hizo que
yendo junto con esa pequeña burguesía. Si el ocaso de las clases antiguas - la periclite esra metrópolis del capitalismo naciente: la desgracia de su ubicación
caballerfa, por ejemplo- pudo dar lugar a grandes obras trágicas, el filisreísmo ~L'Ográfica, lejos de las grandes vías fluviales y marírimas, )' en el pleno paso de
(Spimbürgertum) no va propiamente más allá de manifestaciones impotentes los ejércitos devastadores.
de una malignidad fanática y de una colección de máximas y de preceptos a lo Sin embargo, el padre del materialismo hist6rico, curiosamen te, no razona
Sancho Panza. El señor Daum<r es la continuación de Hans Sachs, resecada y de csre modo. Para él, e!'l-ca industria acrasada era una indusfria mortinata; una
despojada de todo humor. La filosofía alemana junta las manos y llora sobre cosa doble, un híbrido, un bastardo. la me,cla de dos naruralezas conrradic-
el lecho de muerre de su padre putativo, el filisrdsmo alemán, es el cuadro 1orias: la de la actividad indusrrial )' la de la creación arrísrica. En su época,
emocionante: que nos despliega la religión de lo nu.eva tra".n esra unión no era el sueño de los artesanos atrasados únicamente. Entre los
El juicio es, en apariencia, simple y remite a dos temas mayores del pensa• innovadores industriales y sociales, promotores del arte industrial, también se
miento marxjano. Es, en primer lugar, la crírica de la ideología como incom- hacía presente. En c11anro a la cultura nure.n1butguesa 111oribunda, c.ncucntra
prensión del desarrollo de las fuerzas productivas. Luego, la oposición entre dos aún cómo intert>sar. a los hombres del progreso: en la Exposición Univers.11
figuf'.is teatr·.Jes de la historia: lo trágico, expresión auténtica de la lucha entre de1867, los delegados obreros caen pasmados frente a los juguetes mecánicos de
el antiguo yel nuevo mundo; lo córnico, repetición irrisoria de una J1istoria ya Núremberg. Contraponen a la educación cientlfica que estos juguetes aporran
accuada y de valores ya muertos. Daumer es así el representante de esos ideó• a los niños la blandura y la corrupción de clases dccademes que les enseñan a
logos que no van "más lejos" en su pensamiento que los pequeóoburgueses en los niños france.scs la.s necias n,uí1ec.1s.78 Después de codo. el arte industrial y
11 1\.1arx-!i11g~ÍJ l~rkt, Dittt Verlg. t. vn, p. 203. Sobre:.este cexto, 001no wbre todas la.,; rcfcrcnci.1s
lircrari.-s de Marx, se remitirá ;a la obra de S.S. rr.i\vtr. Karl M«rx 111td uJ()r/d líteraturr, Oxfurd 71
Rnppo,·ts des di'l..~arit11u ouvri(re, a l'Expolition de 1867. E1u¡ul1e tur k díxit,nr grou¡,e, ,. 1, p.
Unh•c:11ity Prcu, 1976 (Kari Mt1rx .r la literatura 111tiwrtal. No se c:nconcró rraduc<i6n al 5 (b,for111e1 tk /a, drlrgt1ciones obreras e,, /11 Expo1ición de 1867. No se enconcró tradua ión :il
castcU-ano]. c:is1dlano].

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EL TRABAJO DE ~lARX El filósofo y sus pohrcs

los juguetes de Núremberg ¡,odrían proveer a la educación "politécnica" del que (.'I artesano consienta despojarse de tod:1 su positividad para arrostrar ,~ la
futuro n1undo comunista n1odelos más convincentes que aqueUas variaciones hurguesía al ciclo infernal de su suicidio.
irónicas sobre pastorales ambiguas a las cuales Marx se dedica a veces: un mundo Esta historia de lamentos sobre un lecho de muerte cal vct no era sino una
en el que no habría más pintores, sino solo individuos que, entre otras cosas, 1111:.ión óptfr.-a. Pues la historia "avanza'' justamente allí donde se confi-onra con
pintarían; en el que el mismo individuo podría ser, según las ho",s, pescador, l., muerte; allí donde ya no hay m~s manos jumas ni jeremiadas. sino clemen-
cazador, pastor y crítico crítico lcririqut critit¡ueJ . .. d o y maldición. La muerte de Hans Sachs y de la htdustria nuremburguesa
Pues bien, precisamente, Marx enciende el progreso de ocro modo. Para 11( 1 es más que una co1nedi:1. una caricatura de la mucne. Resta Núrembcrg.
él, la superación de la prohibición platónica no es ni el zapatero poeta, ni el 1,, filistea, que se encuentra en el amanecer de los beUos días industriales. El
arre indusrrial, ni el juguete mcclnico. El porvenir de la libertad burguesa y ",osno scntimcntal" liebknecht hará incluso de ella una de las plazas fuerces del
de la emancipación popular, en el tiempo de Hans Sachs, no se situaba en la pi,n ido obrero ma.rx.ista. Eso e,s lo que precisamente caracteriza el atraso: 11110
indusrria llorccicntc de las ciudades libres del Imperio. Empezó en Inglaterra 11t11frmtttda vida. Treinta años más carde, Engels se lo recordará a Bernstein: la
y en los Países Bajos, en el infierno purificador de las manufacturas de tejidos 111cnt1lidad fil.istea "ganó todas las clas<"S en Alemania desde la guerra de los
esrabkcidas al borde del mar de los inrercambios. Ahí se anticipó el maridaje lrcintaAños [... J. Reina sobre el crono así como en el puesto del remendón"."'
revolucionario del agua y del foego, realizado más rarde cuando las invenciones l~I arra.so no es una hisroda superada. sino una historia 1nal encaminada. Es
del relojero W.1rt y del orfebre Fulton abrieron las vías de la gran industria y l., historia errónea, la baja o la mala historia que dobla la historia legitima. La
del mercado mundial. "¡Ne surqr ultra trepidam! ¡Zapatero, a tus ,.apatos! Este b:,stardía es la mala figura del Dos, la que no se quiebra, sino que se satisface
11ec plus ,dmt de la sabiduría del oficio y de la manufactura deviene demencia ele su redoblan1iento. Como si justamente encontrara, en la mezcolanza que la
y maldición el día que el relojero Watr descubre la máquina a vapor, el barbero h:oce indigna, la fuerza para sobrevivir ese:tpando al fuego de la contradicción.
Arkwright el oficio continuo y d orfebre Fulton el borc a vapor"."' l.a bajeza de esta hisroria es su fo.lsa nobleza: la meuofa11zn del arre y de la ar-
No es deviniendo poeta ni artista industrial que el zapatero sale de su mal- tcs:mía, m=olanza de la fabricaci6n y de la imitación, de lo útil y del ocio, de
dición, sino inventando la máquina. La paradoja, entonces, se sabe, es que lejos los meralcs preciosos y de los metales vulgares. La bastardía es canto la habilidad
de hacer más que su zapato, tiene toda la chance de hacer aún menos. La revo· de aquellos obreros del cobre de la anrigua Núremberg que alcanzaron una
lución de la máquina consiste en que el trabajador de oficio o de manufactura, i111ir-,ci6n perfocta dd trabajo del oro como la trivialidad dd obrero filósofo
de opcracion~s limitadas, haga una aún más limitada. En síntesis, la demencia Proudhon, que quiere obras de arte útiles. El doctor Marx, en cambio, está a
y la maldición no pueden superar la vieja sabiduría salvo que sean semejantes favor de la separación: le gustan el arre griego y las obras mae.mas clásicas. Sus
para todo el mundo. Maldición para la burguesía a la que estos ingeniosos hijas no tienen juguetes mec.í.nicos. sino muñecas. Y, para divetdrlas, se pone
artesanos traen la prosperidad a cono plaio y la muerte a largo plaz.o, ya que en cuatro patas par-. hacer d caballito o les cuenra la historia holfmanniana de
la gran industria tendrá que reemplazar "bajo pena de muerce" al individuo un mago que, no pudiendo pagar sus deudas, tiene que vender al diablo los
fragmentado por un utdividuo integral, lo que solo podrá hacerse pasando objetos maravillosos de su fabric-.i.ción, pero siempre termina por reencontrar-
primero por encima del cadáver de la burguesía. Maldición para los ptolerados los." En cuanto a la ingenua pastoral del comunista del futuro, tal vez valga.
que solo ganan en este mundo del individuo integral a costa de abandonar su rnl como la escatología del Fedro, ante todo por lo que excluye: no se hace en
competencia y su libertad de artesanos al frenesí de la fábrica burguesa. Los ella ni fabricación industriaJ ni imitación artísdca, lo que es con toda seguridad
inventores artesanos liberan a sus hermanos forL:indolos al suicidio. Hace falta la manera más radical de no me,clarlas.
ti) Engeh a Berrutein. J0 de nlar,.o de 1883, en l11 S«inl-dl111(J(·ratlr allr,nande, 10/J 8, p. 17 1
r.; Kar) Marx, [Ji Capital, E<l. Sociales, t. u, p. 167 (El h1piral Existen ,,arias trnduccionc:s al IV11ocialdrn1()(r11<i11 a/111111110. Existen tr:iducc.iont·s i l c.uccllano).
1
c.1slcll:ino). Seguimos de cerca. salvo pocas: excepciones, la..s tr:i.ducciont'$ propuc:st:u por 1~ • E.leanor Man:•A\'ding, .,Karl Marx", en S0uvr11ir1 Jtlt M11r>.' er Engr/s, Úidons c:n (,.:1ngu«
tdirions SCK.;alc:s bajo las dirro:.ion<:S sucesivas de Émilc: Bonigc:Ui. GilbC"rt Baclia y Jcan-Plcrrc: Í!tr:tngCrcs. Mo~lÍ, p. 264. 1950 (R.rrurrdfJf 1.obre ,\.lar.\·J t:ngth. No se encontró tr.acfucci6n ~I
Ldc:hvrc:. c:astdlanoJ.

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EL TRABAJO DE MARX El filó,ofo y sus pobres

L'l bastardía, en cambio, es la fuen.a de la mentira en el corazón mismo de del foruro prosaico y productivo en oposición a los ensueños caballerescos CJUC
la producción. El ccórico de las fuerzas productivas concuerda en esro con el ¡u,1ilican el orden feudal de castas. De hecho, en lfl itÚologíaal,ma11t1, S:rncho
poeta de los Cuentosjimtdstü·os. La indusrria nuremburguesa se puede siempre ,e volvió el amo de su amo. El ideólogo no es el soñador de quimeras. Es el
reducir a aquel t-Jller del Maestro Marcin poblado, sin que d maestro lo sepa, de " Piritu fuerte que "desmitifica" las ilusiones cab,1Uerescas. Tal vezsc-a por ello
com pañeros tanto más perfectos que son todos falsos toneleros: el pintor Rein- •1uc no enciende nada de la historia: ni los combares trágicos de su an10 1 ni 1:,
hold, el cincelador Frederic y el C1ballero Conrad. Mundo clausurado sobre los ol,r:i del infierno y progreso de los artesanos invenrores de la gran industria, ni
juegos repetitivos de lo Mismo y del Otro. Mundo del fabriC!nce y del imitador, l.1locura de los obreros lanzados "al ciclo por asalto", ni tampoco la del doctor
del artesano y del ideólogo. Si la cultura nuremburguesa es decadente, no es M:irx que sacrifica rodo al gran libto de su liberación.
por ser anligua. E.s porque tiene menor valor y siempre lo tuvo. Si parece hoy La críric.1 de Sancho Panza toma a contrapelo la insurrección zapatera. Solo
una cos:1 me,.quina al lado de las fábricas de Manchesrer, es porque ya lo era, <111icrc ver en sus sueños poéticos la mcrquindad de la duplicidad artesanal.
incluso en el n101nento de su plena expansión, frente a los combates perdidos l'ura Marx, el zapatero poem es el hombre de la hist0ria errónea. el hombre
de la c.1bolleria en su oc-aso y de las "grandes obras migiC1s" que los reflejaban. de lo doble opuesto al hombre de la contradicción, el trabajador que buSC!
La buena historia está del lado de la tragedia, ah/ mismo donde el héroe trágico enriquecer su cualidad cuando hay que sacrificarla, quien. en el universo de
luchfl contra In historia. Es allí donde Marx, a pesar de su referencia a Hegel, 1., fabricación, vuelve prosaico el gran sueño pasroral del poera Andparros: el
se distingue radicalmente de él. La tragedia en Hegel no pertenece al ocaso, ncio de las obrera.< cuyas ninfas hacen funcionar el molino." A la vida divina
sino a la fase ascendente del orden del mundo. La tragedia por excelencia, la del ocio le hace falta, al contrario, dejar una distancia darcaica" para alcanzarla
de los griegos, marca, de <:Ste modo. el momemo en el cual las potencias de la .1través del sacrificio de la 1náquin:1, de la ciencia y del co,nbate.
naturaleza vienen a chocar conrra las de la ley estatal, en el cual Anrígona se L, clara génesis y la simple. evaluación de las formas políticas e ideológicas
opone a Crcón, en el cual Arenas absuelve a Oresres de un crimen contra la ., partir de la historia de las fuerzas productivas está siendo redoblada por una
sangre maternal justificado por el des<,o de vengar el orden pare mal de la familia. discreta pero implacable genealogía de los valores, cercana a la de Niettsche, al
En cambio, la caballería en su decadencia es, para Hegel, material para una u1enos en el reparto que opone a los artesanos de la decadencia có1nica y a Jos
novela. O. mejor dicho, es el rema propio de la novela en cuanto género histó- c:1balleros del ocaso trágico. L1 tragedia es grandez., de la vida en la muerte; la
rico: el relaw de las errancias de la subjetividad cristiana en un mundo que se ,·onledia, la mezquindad de la 1nucrte en la vida. Para Marx, como para Nierzs-
le escapa por todas partes. f.l héroe novelíscico por excelencia e.,;, por supue.o;co, d ,c. como para Platón, hay dos maneras de nacer y de morir. El aparente sentido
Don Quijote, el combarienre de un mundo en decadencia, doblado por aquel (mico de la historia es la imbric.1ción de dos movimientos. El político de Platón
servidor llamado a ser el maestro del porvenir: Sancho Panza, el hombre que nos ofrecía el mito de las ror-,cione.s inversas de un mundo a veces gobernado
representa la prosa del nuevo mundo burgués. por la ley del Uno, otras dejado al desamparo de lo Múlriple. El rexto de Marx
Pues bien, la novela, a) volverse historia trágica, en Marx cambia de sentido. uos deja ver la imbric.1ción de dos modos de lo M(tlriple, de dos ciclos de la
Deviene la oposición entre la gra.ndeza trágica de la historia y la mezquindad vida y de la muerte: la corrupción por la mezcolanza o la incandescencia de los
cómica. La distancia que va de Hegel a Marx se traza de la mejor manera en esta conrrarios. Frenrc a los despreci:tdores de la decadencia, el supuesto optimismo
bizarría demasiado a menudo considerada como indiferente: en la obra de Marx, de la reoría de las fuert.'5 productivas está de entrada quebrado por el juego de
Sancho Panza es quien pelea contra los molinos. El ideólogo etéreo, el hombre dos potencias contrarias: la gran tragedia del agua y del foego, de la producción
de las ilusiones arrasadas, de las frases vacías y de los combares imaginarios, aquí y dela desrrucción; la comedia mezquina de la ri<:rra y del aire, de la fabricación
como en La ideología akmana, no es Don Quijote, sino Sancho Pa11z.1. el hijo y de la imiraci6n. Hable quien quiera de la teoría "ptometeana" de Marx: el
del labrador que no piensa más que en su parr,a y que solo habla con proverbios. cucr¡,o de Promerco está de entrada disgregado. El materialismo de la historia
El ideólogo es justamente aquel hombre que parecía exactamente rallado para y la dialéctica de la revolución corren el riesgo de nunca encontrarse en él.
encarnar, tal como Hans Sachs o los artesanos de la libre Núrembcrg, el mundo
'1 Karl ~·farx. El Capit.al, c. 11. p. 91.

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EL TRABAJO 0 13 MAR.X
El filósofo r sus pobres

La producción del proletario ... l>i·rbios y esr;s locuciones deben ser la conrraeara del prin.e ipio positivo que
11 i. r In unidad del proceso hisc6rico: la prod11ttió11.
Sin embargo, el espeso manuscri10 de La idtologld alemana, abandonado a
la "'crítica de los ratones'\ quiere probarse a sí misrno y probarnos a nosotros
que las cosas son rnuy si1nplcs y que la historia ciene un solo principio. Quien 11 nrclcn de la producción
quiere partir de la tierra, y no dd cielo de las Ideas, ciene que consrarar esta
si.1nple y coercitiva verdad. Es necesarjo, primero, vivir para esrar a la altura de 1lr nllí donde tiene que erguirse el gran asunto de la inversión de la tierra y del
1
''hacer la histori:L". ' Pero para vivir. hace falca ante: todo beber. comer, alojarse, , lrl~1. ( Valdría reaJn1ente la pena hacer cal escándalo para anunciar c:stc .sin1plc
vescirsc y algunas cos;.1s más todavía . .El primer hecho histórico es, entonces, +lt,1..uhrin1iento: hay que comer para vivir y ra111bién bebet, vesrirse, aloj;.1.rse,
la producción de los medios que permiten sarisfacer estas necesidades, la pro- )' 1,11nbién algunas otras cosas que no se c:nun1eran más acá que en el segundo
ducción de J:1 vida 1naceri:1.I 1nisma y eso es, inclusive, un hecho histórico, una llltro de la Rep1íblic11? Tan cierro es que alcanza con invocar la inflexible ley de
condición fondamemal de roda historia que se debe rodavfa hoy cumplir día I,¡ 1rivial necr-sidad. La novedad de la inversión no puede oonsis(ir en recordar
tras dí,,, hora tras hora, como hace miles de años, simplemente para rnantc.ner 1 '-HlS evidencias, ni ra1npoco en el sentido inverso adoptado para recorrer e]
a los hon1bres con vidan.&..\ 1 ,111lino del ciclo a la tierra. llesidc enteramente en la insistencia de un concepto

Día rras día, hora tras hor-J. Curioso eco de la regla platónica de la ausencill r\l,tblccido como esencia de coda actividad "terrestre'' o ·~celesre": el concepto
de tiempo. Su fonción ya no es lijar a los hombres de hierro en su lug-Jr. Sería, ,k prod11cció11. Los hombres se distinguen de los animales "no bien empiezan a
m:ís bien, reubicar en su lugar a los caballeros y a los filósofos que se creen producir sus medios de exi.s,cncia'1• ''AJ producir sus n'tedios de existencia, los
reyes. En efecto, el mandato del "nada más'' se desplaza. la regla de vida del l101nbres producen indirecta1nente la vida material misma". "Son los hornbres
obrero se vuelve regla de oro, razón del discurso. La imposibilidad de "la oira l,is productores de sus represen raciones, de sus ideas". Son ellos rambién quienes,
cosa" se vuelve la ley gener-Jl de la historia que resuena como u.na obsesión en ",11 desarrollar su producción material}' las relaciones materiales, transforman,
la rerórica de ln ideología alemana o del Ma11ifimo comu11ista: no conocemos con esta realidad que les es propia, canco su pensamiento como los produccos
sino "una sola ciencia", la ciencia de la hiscoria. La hisroria no c:s "nada más tic este pensamiento". La sarisfacción de las necesidades que es "producción de
que" la suc:csión de las generaciones, en la cual cada una explota los 1natcriales I;, vida material" se prolonga necesariamente en la "producción (Erzeugrmg) de
heredados de la anterior. la hisroria de roda sociedad hasta el momento "no fue nuevas necesidades" y en esa producción que es la procreación. Todas produc-
más" que la historia de la lucha de dases. Los pensamientos dominames no son ciones necesariamente vinc.uladas a un modo de cooperación que es tambi~n
"otra cosa" que la expresión ideal de las relaciones mareriales dominantes. El un:l "fi.1erza producdV:l" que hay que C.'itudiar antes de llegar a esta conciencia
gobierno moderno "no es sino un comité" que gestiona los asuntos co1nunes de ,¡ue "es, desde el vamos, un producro social y lo sigue siendo ranto tiempo
roda la clase burguesa. Los ideólogos no van "más lejos" en su pensamiento que con10 desde que existen hombres"."'
la pequella burguesía en su prictica. El comunismo no es sino el movimiento L1 inversión no reside por lo tanro en la inversión del recorrido. Reside
real que deroga el estado de las cosas exisreme. Y esos proletarios que "no ricnen en la persistencia del punto de partida. Del Esrado de los cerdos a la sociedad
nada que perder rná.s que sus c..ldenas" no harán ocraco.sa, al suprirnir la propie- civilizada, de la siembra de la5 tierras a la fOrmación de los sabios, no hay
dad, que transformar su condición propia en condición general de la sociedad. saltos. El orden de las ciudades y el de los discursos son productos al igual que
Solamente. Nada más. No más lejos. Simplemente. Tan solo eso ... Pa.ra lo son los 1.aparos del zapatero. Esencia de roda actividad, medida del trabajo,
no set únicamente los agentes de la monótona labor de desmitificación, estos de la guerra y del pensamiento, la producción solo conoce transformaciones:
del trabajo del obrero al desarrollo de las foerzas producrivas; de las fucrz.1s
produc,ivas a los intereses de una clase dominante; de los intereses dominantes
IIJKatl i\1:arx, l1diologi~ alle111ande. trad. Badiá et al, f.ditions Sociales_. p. 57 lla itkQ/ogla 11
lbíd., pp. 45, ;o, 51, 57, 58, S9. S:t.lvo l:t c>:ccpdón mcncion;id:.1 entre paréntesis, l:t p:11:thr.a
nlen1a,ia, Exist<" traducción al ('.as-tC"Uano).
t:n akn13n e~ Pro<luklio11.

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EL 'TRABAJO DF. MARX El filósofo y $ulí pobr<.'$

a las ideas dominantes; la c.1dena puede sie,npre reconstituirse asegurando que, brural )' unilareml que el pensamiento. Estos solo surgen a largos intervalos y
en el oro de.l pensamiento, nunca habr.i nada más que cierta lransforn1ación estimulados por la profusión del deseo predominante (mantenido por causas
del hierro de la producción. Pero la rransformación también juega, aparente- directamente flsicas como, por ejemplo, la compresión dd bajo vientre) ... "."
mente, a pleno favor del hombre de hierro. El filósofo es un productor como Filósofo esclavo encadenado, con cuerpo y alma estropeados por In me-
los otros; solo su producción no es como otras. Es el límite de un proceso en cánica de su oficio y la bajeza de su condkión. Al herrero pelado que se iba a
el cua.l Ja producción se tr~tnsforn1a en su propia in1iración. Su oro ya no es bañar a los baiios públicos y se vestía de novio para cortejar a la noble huérfana
más que una moneda desmonetizada, el vano reAejo del metal intercambiable responde ahora la filosofía desolada "viuda marchira que pinta y empilcha su
de la actividad productiva. cuerpo reseco, reducido a la abstracción rn,is repugnante:, y que, en busca de
algún galán, anda recorriendo Alemania. Y al "crírico crítico" para quien "el
obrero no crea nada" porque su actividad está encerrada en la singularidad
La otra caverna de la necesidad y de su satisfacción, el joven campeón del materialismo y del
prolerariado le devuelve el cumplido: "La crítica cririci no crea nada; el obrero
El hombre de la caverna sería, ahora, d imitador supremo de Platón, retrotraí-
crea rodo, y hasra raJ punto que, incluso por sus creaciones in[electuales, aver-
do al rango del más :1trasado de los productores. Ya que, en el desamparo del gíienza a toda crítica".!lti
filósofo, hay aparcntcmtnte algo más que el sirnple 1necanisn10 de inversión
Que el obrero avergüence a la crfrica ral vez no sea el fondo del asunro. Si el
de los objetos en la cámara oscura de la ideología. El filósofo alemán, en Marx,
rey ocupó el lugar del esclavo, queda saber cu:Ues son los atributos que d esclavo
se parece al campesino fr.U1cés en su amor por las cue,•as. El 18 Brmnnrio nos
recibió de L1. potencia real. Pues bien, exactamente aquj, las cosa'i se enturbian.
habla de estos dieciséis millones de campesinos franceses que viven en viviendas
Por exceso, tal vcz1 de cierta. "claridad". En cuanto ''cualquier problema filosófico
trogloditas. La correspondencia de Marx nos relata, en paralelo, la visita que
profundo se resuelve sin más en un hecho empírico", queda claro que "la filosofía
Bruno Bauer hace, antes de volverse a Alemania para vivir como un linyera, a
Jeja de tener un ámbito en el cual existe de manera autónoma"." No hay más
la "pocilga" donde vive su hermano Edgar en las afueras de Londres. La estadía
orden filosófico dd cual se podría ver excluido el zapatero. Pero no hay tampoco
por excelencia del filósofo encadenado es Berlín, la ciudad rodeada de campos
ninguno al cual podría acceder. Ya no hay más lugar reservado par., la ciencia.
y que no desemboca en el mar de los intercambios industriales. Una pared de
Pero tal vez sea que fa ciencia. no tiene ningún lugar asignable en un universo
tablas - pues la piedra, sin duda, sería demasiado lujo para este croglod ita- lo
en el que todos son fubrkantes e imitadores, en el cual la estadía de la verdad es
detiene en una puerta. No c'!alquicr puerra: la de Hamburgo, la que conduce
idéntica a la de la doxn. La fuha de tiempo para hacer algo más que su rntbajo cal
a la ciudad de los intercambios industriales donde Marx publicará El Capital.
v<7. se haya vuelto fal~. de lugar para producir algo más que la ilusión de su oficio.
En esta caverna, el "puro ptnsamiento'' se deja reducira su exacto contrario, la
pura animalidad pulsional. "Para un magistrado o un escritor que no salió de
Berlín, cuya actividad se limitó, por una parce, a un trabajo ingrato y, por otra, Los andamios del trabajo
a los goces de su propio pensamiento; cuyo universo se extiende de Moabir a
Kopenich y se acaba en la puerca de Hamburgo, como si una pared de maderas Ya ,to se trata más que de considerar la.s cosas ''roles como son realn1entc y corno
lo condenara; que nlanticne rc:laciones reducidas al n:únin10 por su n1iserable realmenre ocurrieron". Pero la pregunta es saber quién se puede dedicar a "la
situación material es. por cierro, inevitable que: para el caso de un i.ndividuo de observación empírica" de esra hisroria. Si codo es producción)' si los hombres
este tipo, si experimentara la necesidad de pensar, que este pensamienco tome son productores de sus ideas al mismo tiempo que de su vida material, se vucJvc
un giro tan abstraeto como él mismo[ .. . ], para un individuo de este tipo, los
pocos deseos que subsistan aún y que ernanen nlenos por el conlcrcio con los " lbid., pp. 296-297.
hombres que por su constitución física, no se manifiestan sino por exabruptos, • Fricdrich Engcls )' K:ul Marx, S4inte Fa,nillr. f.:dirions Sodalt.-s. p. 28 (Lt, J4grt1d,1 fo,111/lt1,
l~xi.srcn (raduccioncs al casrcllano).
es decir que adquieren, en el marco <lesu desarrollo linlitado, el misnlo car.ícter ' ' K.1rl Marx, ú, itlt1ologfa ale1111111a, op. cit .. pp. 55 y 8) .

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E1. 'TR,\BAJO Ot MARX FJ ~ló,ofo y"" ¡,obre,
11
ial vez vano aseguramos de que las fantasmagorías presentes en d cerebro de los J>ucs., si "ver no es Ja producción de una ilusión que se añade a la producción
hombres son el simple resuliado del proceso de vida material "empíricamente del "propio asunco" de cada categoría de •(productoresn, es que se volvió uua
consiatablc". Los bombres que "constaran" eS1e proceso bien pueden ser tam· nctividad inasignable en un mundo en el que ya no se trata, por añadidura, de
bién los que "se aparecen a sí n1is1nos" en la fanrasmagoría producida por este "cc~ntentplarn sino de ''transfOrmar". Ef a.rareado, co1no f>roudhon, no ir.i. j:lnl:~s
proceso. Dicho de otro modo, no hay ideologítt alemtt11tt. Haría falta que Baucr 111"5 alhl del segundo escalón del andamio. Siempre va a caer a un costado: va 11

0 Scirner vean "las cosas cales como son)'. L.unencable,nente, "no se puede tener fubricardonde rendría que ver; va a contemplar donde tendría que rransform:ir.
ninguna experiencia de estas co~as ,:nás allá del Rin~'. Desco1~oce~ la l~i!1t~ia: . Así, quizás, el vicio del ideólogo no es más que la virtud del trabajador. Su
Pero. precisamente, en Ale1nan1a ya no ocurre ninguna lustoria mas · S1 f.1111::tsmagoría deja \'er con rasgos aumentados la manera en la cual todo ~bcr
solo hay fantasmas, el filósofo de los fantasmas es un buen observador. Para h:iccr se in1ita en una. visión del mundo. La oposici6n entre las "creaciones
ver otra cosa, o para ver la misma co~ de otro rnodo, hace filca e.star en otra l111elecruales" del obrero)' las ducubmciones del filósofo encadenado es iotal-
parte, examinar el alboroto de la escena aleman~ "desde,un punto d~ visrn que nu.::nte ilusoria. L1. industria es, ral vez. "el Jibro abierto de las fuerzas esenciales
se sitúe fuera de Alemania". A riesgo de descubrir en Pans que la realidad de las de. la hun!anidad". '° Pero los caracteres que lo componen no pueden leerse a sí
luchas de clases es también la de la ilusión política o en Londres, que la realidad 1111smos. foda la nobleza de la humanidad brilla, tal vez, en la frente de estos
de )a gran industria es c.antbién l:.t ilusión coonómica. Ln ideol~gía_~k11,:n11, es !lbn:ros parisinos q ue se reúnen para estudiar. Pero la mercadería presenta una
cierto, se escribe en Bruselas. Allí, aparentemente, hay menos ilus,on. 1ero tal frcn.tc más obtusa. Solo lleva escrito lo que es bajo la forma de jeroglíficos
vez., cambién, menos para ver. . llcgobles para estos obreros que llevan en su frente el sel.lo del pueblo electo y

Dicho de otro modo, "la idt'Ología" quiz.is sea, simplemente, que cada ,·cprobado, el "sello de la división del trabajo que lo reivindica como propiedad
uno haga "su propio asunco'' en un universo en el que fabricación e imitación,
verdad y doxa, inccrcambian sus poderes. Ver, no ver o ver al. revés .son, e1~ron·
t Id ea p'tal"
t
9
, ' 'L...aS •
- "creaciones ·
1nceJectual es" de J sastre \Veitling -pues de él $C
1r:ita- sic,npre pueden "avergon.2al'" a la crítica. Pero, jusramcnce, no pueden más
1
ces 1 términos equivalentes que rcmil'cn, a su va. a su propia equ1valcnaa, la que esto: probar a los burgueses que los obreros pueden hacer mn bien -incluso,
fantasmagoría del imi~ador )' la clarividencia del fabricante. A.si pues, Proudhon mejor- que los ide6logos de profesión. Cuando se cürige a los obreros, la prueba
"ve las cosas al revés. si es que las ve" .39 Pero es también porque ve lo que es y ,olo está demasiado bien administrada. Enseñadas por Weiding a los ,.apateros
00 lo que será. Ve en la máquina la liberación que no es (el cra~ajo rccomfucs- Ysasrres de la Liga de los Justos, repelidas por algunos artesanos en busca de
ro) porque no ve la que será: el individuo integral .que nacera al co.ntrano del lntelcccualismo. aprendidas de: memoria por sus prosélitos, las "'creaciones" de
trabajo descompuesto y de la pérdida de toda cualidad por el traba¡ad~r. Pero Wciding se revelan por lo que son: fabricncion'1, producida.< y reproducidas a
este defecto de visra del ideólogo no es otra cosa que la vista corra propi;1 de la lu ,nanc:r~ de los i~eólogos pequeñoburgueses> la cual no se distingue, a su vez.
virrud del trabajador, la consagración del idiotismo del oficio. ,lel traba¡o de agu¡a de e.sros zapateros y s.1strcs que las aprenden de memoria.
El ideólogo no es el hombre del ocio, el soñador celestial que cae en po"'.s Ueckmesser y Hans Sachs, en suma, son un solo personaje. La ideologfa no es
mirando los astros. Es el hombre de la labor, el atareado al que, tal como el Hi- más que el otro nombre del rrabajo.
pias moderno, el ripógrafo, empleado barquero, filólogo, economista Y filós.ofo
Proudhon busca penosamente elevar sus andamios entre la tierra dd traba¡o Y
e) cielo de la ciencia. Precisamente, este atrasado ignora que ya no estamos en El no lugar de la ciencia
,iempDS de Tales: la verdad ya no habita el cido. Está en la tierra, allí donde
solo se trata de observar y donde, sin embargo, nadie ve. l'.l .encadenamien10 del ideólogo también es entonces el del trabajador. Para
~nli r, es neecsano que emerjan del universo productivo un filósofo que ya nc.'>
1
" lbíd., p. 58. . • ~arl Ma.rx, A1anus('f'itsde 1841. tditions Soci:ale.s, rr;1d. BonigdJi, p. 94 (Mantm:ritus J" JIJl/il,
" Karl Man., Jl,fif(re de /11 philosophie, p. 145 [Miseria J, la filos()fta. Existen traducciones al l "1su•n rrJduccioncs al cistdlano).
ttl K:Lrl M:anc. El Capital. 1. 111, p. 50.
ca.srdlanol.

88
L
EL 1'RAMJO DE. tv1ARX El lilósofo y sus pol>tcs

sea filósofo y un obrero que ya no sea obrero, un sabio y un proletario. A la ttoés. Y el mismo atraso que impide a toda clase positiva dirigir su revolución
miseria alentana -se contrapone enconces esta mirada del exilio que es su no política en nombre de los otros designa entre Hne:lS al sujeto por venir de la
lugar. Al maes1ro de escuda de la caverna berlinesa se conrrapone su antiguo revolución humana, ese proletariado que es pum disolución de las clases, pum
oondiscipulo, esre sabio que ya no está confinado a ninguna e.mcche2 de ningún ldenridad del ser y del no ser.
lugar en la dMsión del trabajo. La extraña geología del Manifiesto encuenrra entonces su explicación.
Pero lo que le fulra a esra ciencia es la explicación de su camino. Si acumula lts la paradoja filosófica y política de la crítica pasada por la garlopa de La
las evidencias "cn,píric.unente constatable-s", es que le es imposible contestar lrleologfa alemana. La ley histórica y materialista del "nada más" impide que
a la pregunta: ¡qué es lo que hace posible el desgarro de la ciencia en el tejido In miseria alemana produzca algo más que una filosofía de la miseria. Sin
de las producciones de la vida material y de sus imitaciones? El Manifiesto c1nbargo, la ernergcncia de la ciencia revolucionaria no tiene otra explicación
comunisrn se saldr:í con la suya proponiendo una cxtravaganre geología: en el p:ira presentar. Marx no puede cambiar la inte,·pretación de la crítica. Solo
momento en el cual la lucha de clases se aprox.iina a su hora decisiva, e! pro- puede borrarla. Así la ciencia se funda en su ina.,ignablc diferencia, pero
ceso de descomposición de la vieja sociedad desata y hace caer en las filas del corre entonces un riesgo inverso: el de no ser más que la cjencia de las cosas
proletariado comb;ilivo a "una pequeña fracción de la clase dominan té[ ... ) y ..c:ilcs como son rcalnle nre'', l.i ciencia positiva del filisteísmo. Dc.sdc luego,
entre eUos esta parte de ideólogos burgueses que se izaron hasra la inceligencia es pedagógico explicar al bucólico feuerbach que d cerero que tiene a la
rct6rica del movimiento histórico en su conjunto".91 vista no siempre estuvo allí, que proviene de una in,porración realizada en
La confusión entre el precipicio y la cumbre baS1a para indicarlo: la cien· Lircunstancias históricas determinadas y que es, como todas las cosas en este
cia es un fenómeno inexplicable. La ideología está explicad;,, sobreexplicada 11H1ndo, "el resultado de toda una serie de generaciones entre las cuales cada
incluso: fabricación de imitaciones, imitación de fabricaciones, banalidad, una se izaba sobre los hombros de la anterior, perfeccionaba su indumia y su
inclusive, de la realidad fabril propia del orden socfa.l. La ciencia es un acci• comercio y modificaba su régimen social en función de la transformación de
dente, un tiro de dados improbable en el juego regulado de las fabricaciones ,<us necesidadcs".93 Sin embargo, la sólida filosofía de estos perfeccionamientos
y de las imitaciones. Es el inverosímil no lugar de rodos los lugares; el poder en fOrma de árbol se acerca bastancct en última instancia, a una moral de la
de ver no simplemenre lo "verdadero" por debajo de la apariencia. sino la hi sioria fustigada por el jo,•en Marx: la del filisteo Plutarco, que narraba con
muerte en la vida, el no ser en el ser. Poder de disolució11. El doctor Marx ,:1tislacción cómo los cad,lveres del "gran y noble pueblo de los Cimbres"
no escribe libros de filosofía ni libros de historia, de política o de economía l"'bían provisto un abono ideal para los vergeles y los viñedos de los 'filisteos
política, sino solo libros de crítica. 111:1rselleses"' .:M En Marx, las hjsrorias de descendencia son, a menudo, historias
De esce poder, un solo texto en toda la obra de Marx ofreció una teoría: la de decadencia. Son, en general, enanos que se irguen sobre los hombros -a
!11troducri6n a la crMca de In jiwsofta del derecho de Hegel, publicada en 1844 veces incluso sobre los traseros- de los giganres. Y la desmitificación de las
en los Anales franco-akmants. Teoría paradójica: es precisamente el atraso ale- mi rodas bucólicas en nombre de la historia positiva puede ser abandonada
mán lo que hace posible la crítica disolvente y su poder de disolución práccica, ., los filisreos que sabrán siempre hacer uso de ella. Esta ya era la maniobra
Alemania, impedida de vivir en la realidad de la hiscoria moderna, cuvo que de los juristas de la escuela rom:intica para justificar el esrado de cosas "tal
vivir en el pensamiento. Hegel teorizó d Estado político moderno que solo con10 era~'. La ética de la desmitificación es la de 1:i conservación. La ética de
tiene existencia en Inglaterra o en Francia. De ahí que la crítica de su teoría 111 ciencia crÍtica es la de la destrucción.
sea crítica de la quintaesencia del mundo moderno, amicipación obligada del
mundo humano por venir. En resumen, el atraso alemán funda la filosofía en
cuanto no lugar absoluto del antiguo mundo feudal y del nuevo mundo bur- 1
• K:ul M:irx, La ;tk(,logla ,,k,n,11111, op. cit.• p. ;5.
" Karl ri..tarx. Differcnct de la philosophir de 111 ,u1111rr clN'z !A,norritr tt cha Epic1'tt, FrJgtncnls, In
~ Karl Marx y Fricdñch Engels, MnnijtSr, (.()tn1n,u1Ute, Éditions Socialc:s. p. 47 IM1111ifinto (E,u:rrsphi/01ophiqur1. rr.id. Moli1or, t . 1, p. 73. 195 1(Diforen4·Ü1 eJJll't' la filosofin de /11 ,11111,r,1/r~;t
contuniJta. Existen rr.1duccíonc:s al C'IStdlano). r,1 Drmkri111 ) !Jpiru,v. Existen traduccion1.<>s al c:,srell:anol.

90 91
EL TRABAJO OI; ~[A.RX. EJ filó,ofo )' "" pobre,

Trabajo y producción. El discreto encanto de la burguesía radical ~1. . dd mundo , burgués·


elpancesca . . ¡a monarqu,a . consnruc1onal,
. . Ja rep1·escntación
-e os intere.~s econo1n1cos, el reino univcrsicario de los es ' . 1
En la historia de la producción, hace fulca enconces r<:énconcrar la instancia de la burlan Jas bellas aln1,as uc no hicieron , . p1ruus en e que se
justicia que zanja. Y no la del u-abajo que forma. Si la producción vuelve en úz sus locos años de aprendi,aJ·e y ca . b'é carrera, los ¡óvencs que tcrmin:iro11
. · m I n -aunque solo en vo· b · .
itkologfa aúma11a como una obsesión, tal VC'L t.tmbién sea para descartar el con· ns1stcncia advertida y mirando as s
• u cspaId as para asegura dz ªJª, an1c d' una
ccpto que compecía en los Manuscritos de 1844: el trabajo. El punto de visea del cscu~hando- las creencias reJigiosas en un más allá.?7 ~ rsc e que na ,e cst'á
crabajo es, de ahora en mis, la teoría de los ocros, de los ideólogos. Es el del obreto El hegelianismo del amo y del esclavo es esca· el di .
solista Proudhon. Convertirlo en el vocero de una arte5anía obsoleta solo es un burguesía radical · Despu"· °' de los ma111un-11os
" . ,,,. M encanto ,de, l:i
,_. J844screco
pequeño consuelo. El trJbajo creador también va a ser la primera palabra de la ~ncon cra~en cll hcrabajo la fuerza de la negatividad hegdiat~a. ;;a~~ne:nmc,a~s'ªs·eª
socialdemocracia moderna alemana., la palabra que sellar.\ su destino: la cooliant.a 111teresara en e egdian· d I Ló . ·•
formador ni de la ra1.ón•::~ he' a .,g,ca, en la! cual no se habla ni del trabajo
en la acumulación indefinida de las fuer,.as productivas. El empeño, a veces ino· · a ostona, sino so O de la con A .• d l
cuo, con el cual Marx diseca las P'.!abras y las segund,tS incencioncs de uno o del de la nada o del salto de la cantidad a la cualidad ,' 1 agrac,on . e ser y
.. . , \ en a que poco tmporca I·
otro es, ante todo, una manera de conjurar la contradicción inherente a la teoría s1 uno se ~xtr.1.v1a en anticipaciones azarosas de. la ~l~sofía d l 1
materialista de la bc<toria. En los escricos de Feucrbach, según dice Marx, historia cspcculac1oncs sobre la electricidad o el . p e ·•.naturaleza, en
•d 1~ . . . magneusmo. ensam,ento del agua
y materialismo nunca se conjugan. Queda par saber cómo la hisroria materialista ) e . uc??· pensam1enro que solo saca su fuer"ta del hech 0 d II í1
de las generaciones superpuestas se va a conjugar ella misma con la dialéctica revo-
lucionaria. Si la historia no es "otra cosa que la sucesión de diferentes generaciones
.111t1c1pac1on de¡ d
ocio socializado ;e
J J · d
1::~~:~'J;:·
.. El . e evar en s a
me~~;;':ntro cnltr~6macedrialismo y dialéctica, el
e c,rcu ac, n Y e intercambio n ·d
en la cual cada ,ma explora los materiales, los capitales y las fuer,.as productivas que
le transn1iticron las genemcioncs anceriores"',') C.'i difícil entender cón10 va algún
'.; ,:"~ "tria, 't
p,~ede cene,. lugar sino má.s allá del corte. El rrabaj:c:o~;
o Laa h~ os prdo eltartos despo¡andolos al contrario de toda propiedad social
dfa a conocer el fuego de la división. El único punto de vista de la "transfom,ación ., b . d1scona
1 e a producc·ó
. ·
• •1 ucnc1 entonces, que parcirse en dos: ·está el•
de las circunsutncias" es el de la burguesía que no deja, par, mayor ofuscación de 11 .1 ªJº e as generaciones, la acum.uJación de las rransform .
los espfritus quijotescos, de revolucionar los instrumentos de la producción al crear
maravillas que sobrepasan las pirámides de Egipto, los acueductos romanos y las
!' '.migre;.
está la juscicia revolucionaria que "se libera"
¡usttcta e¡erctda por una clase que ya no es una e1ase, no solo....pare dtra a¡o,
(bm;~:;':·1
.
ma~ullo

catedrales góticas. Punto de vista de una burgues/a que no deja nunca de hacer su n 1:l clase dominantc.t sino también para "'J,· mp· 1 • ..b a errocar
•d I tar a v1e¡a asura pegada ¡
revolución. Burguesía absolum, a la manera del Espíritu absoluto hegeliano. cs:palela e a sociedad. ?3 · en a
Allí curiosamente. se busca a 1nenudo por quid pro quo, la ascendencia
1

hegeliana del marxismo: en la edificante rcorfa del trabajo formador de cultura,


el esclavo que llega a dominar, por la disciplina de la labor, este "ser extraño" La escuela del proletario
que primero lo había sometido a la servidumbre del miedo; el insmmento del
que la Estética dice que es superior a toda belleza de la naturaleza porque es Aso·bhay qlue et!cender la "dura pero fortificante escuela del craba¡'o" ?'> No es 1
una realización del espíritu la felicidad induscriosa de la burguesía holandesa
ªJº e que rorma .al- proJera no,
cr:1, · so ¡o su desapropiación L ·
· sino de
ulh es a perder su cualidad de trabajador El d' . . o que apeen e
rcAejada en el brillo de los objeros domésticos que relucen en sus nacuralcras trabajo -¡mejor para él'- pas' . . aprcn ,za¡e se acaba allí donde el
muerras.96 Promeceo, ciudadano de Ddft ... y también d trabajo de la historia · o a ser enteramente una potencia · 5.
que da la luz la sucesión de cáscaras demasiado esm:chas que el Espíritu rompe e1proletariado llega a ser agente de la historia, no es porq11e "crcaextradn;:m:
ro o 'SII\Ot
hasca que la astucia de la razón encuentre su "buen infinito" en la prosa sancho· " l~1a hinoria. la CuC'nta Hcinrich J·lcine D l'AU.
( /Jt /11 Alr1na11i,'1. Existe traduo::ión ·,I e ' 11 ' 1 rnrngnc, Pressés d'Aujourd'hui, pp. 28~·21'1 S
9) K.:irl Marx. La «ko/ogla aÍt'11utna. op. cir., p. 65, ,. · , a~tc. ano.
0
96 GC"org Wilhdm frkdricl1 Hegel, Esrhétiquc, Ch:imps~Flammarion, r. 111. p. 314 1EJréticn. l'I ~:;rl M:ux, La idrQ/og_ía altnuuu1, op. cir.. p. 68.
l·n<'drich EngC"Ls ,v Karl •Marx· La ....
, ,,,r
ómaa..1 fo 1111'l' .r., p. 48.
ut, op. c1
Existe u~ducci6n :al c:astdlano).

92 •1.1
EL TRABAJO DE MARX El liló,ofo y sus pobr,-.

porque está desposeído de rodo: de la "riqueza" que ha "creado", pero sobre 1ti1·c io 1naléfico que supuesramenre se interpone enrreel obrero y la concicncin
rodo de su poder "creador", o sc,, de su límite de trabajador "obtuso" que se ,le "' ,-srado no tiene ninguna consistencia. El obrero fubricanre y el idcólollo
realiza en "su" producto. ,.Si los autores sociali~'taS atribuyen al proletariado este lmirndor son hermanos a la manera dd estudiante "liberado" y del robusto
papel hisrórico, no es par:1 nada, como la crítica crítka finge creerlo, porque 111cdnico que comparten los favores de una partera berlinesa y la paternidad
consideran a los prolemrios como diose,; es más bien todo lo contrario. En el 1lc un bastardiro llamado Proudhon-Fourier.1º'
prolemriado plenamente desarrollado se encuentra ptácricarnente acabada la Quien quiera diverlirse lo podrá hacer invcncariando, con toda seriedad, l:is
abstracción de toda humanidad, incluso de la apariencia de la humanidad [ .. . ). ",ondiciones objetivas" que retr:IS.U\ el desarroUo de la conciencia proletaria. El
En el prolcmriado, el hombre en efecto se perdió a sí mismo, pero adquirió, al rccr:,so no es una categoría histórica: la "conciencia•' en cuestión no pertenece al
mismo tiempo, la conciencia teórica de csra pérdida[ ... ). No se cram de saber desarrollo de las "condiciones objetivas". Artesano, pequeñoburgués, Jumpcn,
qué n1eta se representa n1omentánea1nente cal o cual proletario, o incluso el f",t:1s categorías sociohistóricas .solo son m~scarns de la comedia, disfraces que
proletariado en su conjunto. Se trata de saber lo que el proletariado es y lo que v;s,e la dismncia que va del obrero al proletario, la no coincidencia del tiempo
cendni que hacer como obligación histórica. en conformidad con este ser" .100 del desarrollo con el de la revolución.
Nada rnás grotesco. entonces, que imaginar una conciencia de clase que Así se redistribuyen los términos de la prohibición, dd "nada más" que
descansaría sobre la virtud dd trabajador. No es el "hacer" lo que determina el vinculaba la virtud propia del artesano a b ausencia de tiempo. En principio, el
ser, sino lo contrario. El proletario es quien ,,o tiene sino una sola cosa que hacer, 10:,ndan1icnco platónico ha sido invertido a trav¿s de la pro1noción de la rtchnt.
la revolución, y quien 110 puede 110 hacerla en función de lo que cs. Ya que es la Pero la rech11t se desdobla enseguida. Solo se volverá lo que es en sí -produc-
pura pérdida de todo atributo, la identidad del ser y dd no ser. No la identidad ción- a través del fuego de la destrucción. Y este fuego no es justamente el de
vacía de la lógica, sino la identidad que pasó por la escuela del trabajo, es decir, b forja obrera. El artesano, para acceder al reino comunista de lo múltiple en
por la oposición entre la 11adtt del trabajador y el todo de la riqueza. Esta pura el que su libre actividad se idenriliear:I con el ocio del filósofo, debe primero
coincidencia se presenta aquí con la plena franqucra de la mulerilla dialéctica: ,leveni.r la pura negación de sí mismo. La barrera que lo separaba del filósofo
al mismo tiempo (wglách). fara misma coincidencia, Marx la opondrá a la es ahora la de la revolución que debe llevar a cabo. Pero el acceso a esta barrera
culrura proudhoniana del trabajo: "A partir d,I mommto m que todo desarrollo es h, confronración con su propia paradoja, con la exigencia de sustraerse a
especial cesa, la necesidad de universalidad, la tendencia hacia un desarrollo sí rnisn,o, exigencia más retorcida aún que la que tenía que transformar a un
integral del individuo empieza a hacerse scnrir,1• 101 peludo en pelado. ¿Cuándo el artesano estará lo suficientemenre despojado de
''Al mjsmo tiempo'\ "a panir del momento en que" ... Los adverbios y las su cualidad par;1 devenir sujeto del nada t1uís de la revolución?
locuciones de la dialéctica revolucionaria vienen a cndcrc1..ar los "nada 1nás" y Así se vuelve a formar, en el interior mis1no de la "inversión1' 1naterialisca,
los "solo" de la historia materialista. El otro tiempo de la dialéctica revolucio- 1:, barrera de los órdenes. Nadie la erige ante el artesano más que. el artesano
naria es el puro tiempo de la reminiscencia de lo negativo. El proletario es el mismo. El obrero artesano del desarrollo de las fuenas producrivas, el prolecario
esclavo de Mcnón: tabula nua, superficie virgen en la que -por poco que se le guerrero de la revolución, el productor filósofo del futuro comunista son tres
presente el manifiesto que lo vuelve sujeto- la revolución se inscribirá con la personajes que perrenecen a tien1pos distintos.
misma necesidad que la diagonal del cuadrado.
Pues bien, el prolemrio no es orra cosa que la negación del obrero. Es el
antiideólogo en la exacta medida en la cual es el amiobrero. Y recíprocamente, lll obrero atrasado o la paradoja del comunismo
se podrá non1brac al obrero que atín 110 es proletario con dL<ainros no,nbres pcr..
fucramente equivalentes: artesano, lumpcn, pequeñoburgués, ideólogo ... Esre L.1 tradición marxista identifica esta heterogeneidad con el simple peso del
pasado, la influencia de lo muerto sobre lo vivo. El obstáculo vendría de los
''" lbíd .. pp. 47-48. •!•~ fricdrich Engcls a K;ul Marx, Corrt'sp,nulanre. ~ditions Socialt's, trad. &dJ.i, MorLic.r et 111..
'°1 Karl 1'-1:lrx, A1is.rria dl' la filosnfi,1, c;.p. cit., pp. 1)0-1)1, ,. 1v. p. 121 (C.IJrrespundruria. Exisu: traducción al casceUanoJ .

94 95
E1. TRABAJO DE MARX El filó,oío y sus ¡,obres

artesanos arrasados, atados a su oficio barrido por la gran industria y a su tienda orden )' fraternidad. Pero estos hombres de orden y fraternidad, solo lcari<, los
condenada por d merc.1do mundial. Aquellos sastres weitlinganos que discu- podr.l educar. Los que se prc.scncan para fundarla son hombres de desorden y
tían para saber si haría falta atar con una cadena los cuchillos y los tenedores ,le cornbate, revolucionarios que el antiguo mundo molde6 a su sen1cj:u11.:,.
comunitarios; aquellos carpinreros que repetían de memoria las teorías que su le1 ria n1orirá sin nunca haber realn1enre empezado. La revolución cornunist-a
jefe había aprendido de Grün, que las sacaba a su ,·ez
de Proudhon, serían falsos .,e encuenrrn con el mismo problema al revés. Los que se ofrecen parn rcali,airb
proletarios, arresanos a la vieja usanza deseosos de volvet a la époc-, clásica de 1ii.:ncn e) dc:fc:cro de ya ser comunistas. No nccc:sariamc:nte ingenuos que debaten
los compañones de anra,io que en Alemania se llaman S1raubi11ger. ,-,brecuchillos y renedorcs de la región de Cocagne; simplemente hombres que
La explicación es irrisoria. Y Marx lo sabe. Lo que atrae a los sastres hacia 1r:111sforman c.l medio en mera y la meta en medio, que pretenden vivir ya ese
Wcitling o a los carpinteros hacia Grün no es la posibilidad de coser y cepillar Ideal del funiro al cual la joven ciencia revolucionaria aún no encontró nada
fraternalmenre o de llevar su ropa a una ventanilla en la que la cambiarán por c1uc lo supere: el ideal suc:vo, sentimental, sura1emán, dicho en una palabra.
bonos de carpincería. Es d de.seo de hacer algo más que ropa o ventanas, de ~cl1illcriano, de la educación tstética de /11 h111J1a11id11.d.
constiruirse CJI sociedad de amigos de la sabiduría. El propio Mane lo habla
percibido en París, en el entusiasmo de una revelación: "Cuando se reúnen los
obreros comunistas, su mera es anee codo la doctrina, la propaganda. Pero se Un comunista entre los lapones
apropian al mismo tiempo, por ello mismo, de una nueva necesidad, la ne<:esidad
de la sociedad, y lo que parece ser el medio, se conviene en la meta[ ... ]. La L:, rnisión propagandista se parece entonces al juego de qt1ie11 piertk gaua. En-
asan,blea, la asociación, la conversación que tiene, a su vez, la sociedad como gcls dejará a los sastres al S1r11ubinger Weiding y le arranc-•r.l los carpinteros al
meta lc.s basta; la fraternidad hurna.na no es para eUos una frase vacía, sino una pequeñoburgués (~rün. Pero ¿de qué vale si la ,neta nueva que le.s hizo admitir
verdad, y la nobleza de la humanidad brilla sobre estas figuras curridas por el (por trece votos coima dos .. .) se vuelve en seguida, para esos nativos del país de
trabajo".'º' los sucvos, el medio para imitar la sociabilidad del porvenir? El único resultado
Pero allí se encuentra el problema capaz de transformar el entusiasmo del $crá haber ampliado el ejérciro de losS1ra11bfogeren el parrido del proletariado,
comunism en la desesperanza del revolucionario: esra nobleza de la humanidad que no lo dejar:i jamás.
que ya brilla sobre li-entes que tendrían, para producir la noble?.1 de la huma- l>ues todos estos carpinteros, sastres y zapateros ''atrasados" están de1nasiado
nidad, que haber perdido hasta su apariencia. El propagandista Engels, que va inclinados a entender la moderna teoría que predica la despedida de la "vieja
a buscar, dos años más tarde, convencer a esras frentes brillosas de humanidad, suciedad" de la garlopa, de la aguja y de la cola de pez. Siempre c:starán prestos
podría saber lo que le espero. El obstáculo pdncipal para su misión no es la para un mundo en el cual las máquinas producirán por sí solas en grandes
influencia de sus rivales "pequeñoburgueses". Es la nacuraleza nlis1na de esta c:anridadcs. El mal, para la teoría, no viene de los compañones anquilosados
nueva necesidad· que, no conrenca con añadirse allí donde se tendría que sus- en su olido. Estos siempre serán los mejores soldados de la organi1.ación y de
traer, tiene todavía la i1npercinencia de encontrar hic et nunc su satisf..1.cción. la producción. Viene de aquellos obreros a los cuales la vanidad de su oficio
El obstáculo a la transformación de los Smwbinger comunistas en proletarios llevó más lejos por el camino del despojo del viejo hombre artesanal, que de
revolucionarios no es su cualidad de arresanos, es su cualidad de comunistas. NO los que más cerca están de la definición del proletario. No viene de los que
es el peso de su pasado entre los compañones, es la ligere-za de la anticipación combaten la teoría. Viene de los que la adoptan con entusiasmo y están prestos
de un futuro cornunisra. a abandonar la herramienta y el taller para pro¡r.igarla. Basra ver el placer con el
En suma, la ciencia de Marx tiene exactamente el mismo problema que la que los mejor<"S de los Smmbinger, los comunisras de Londres, siguen la misión
utopía de Caber: ¿cómu hacer 1111 nuevo mundo con lo, que lo dLsean? Tal es para de un propagandisra que fue a difundir la docrrina en tierra escandinava: "De
Cabet la cuadratura del círculo. Pam conmuir Icaria, hacen falta hombres de un emisario enviado desde aci, que fue de Hdsingocr hasta Suecia y recorrió
caminando d país, recibimos una carra de Upsala fechada el 23 de mayo. Ya que
t((I ~ri Marx. A1RnusrritM dr /8,(,f. op. cit., pp. 107-108. no poseía nada, llenó su bolso con panfletos comunistas que pasó, felizmente,

96 97
El filósofo y sus ¡>obres
Et TRABAJO DE MARX

a través de las fro,ueras hasra llegar a Suecia. Nos escribió que foe a visit.1r 111, en uua choza de barro y no puede vivir en un ámbico que no apc.stc"
los obreros alemanes en sus calleres en to<las las ciudades donde había q l+t •t 11do podrido'•.106
enconrró en ellos un gran c-co favorable a su propaganda. LamcntabÍ:me
t~, como no conseguía rrabajo, no se pudo quedar en ningún lugar much
uen1po como para fundar comunas. En Estocolmo entregó a la comuna lo I In• falsa sallda. Clase y partido
(nuestro_puesto avanzado comunisca en el none) las dos primeras circulares
t. l e< el fondo dd ,maso de los Strtmbingtr: nada m:ís que su comunismo. El
la Aucondad central y sus noticias insuflaron un ardor renovado en nuc:.stl'OI ¡1rl11lcr obstáculo en el camino hacia c::I comlLnisn,o lo consticuyen los comunisras
herm~~lOS ~e ali,\. De Escocolmo se foe para Upsala, de ahí para Gavle, dondt
1111¡,.11\úS.Y conl'ra esto no l\ay. aparenccmenn:, nada que hacer. Engels saca de
traba¡o ~l¡¡,_m nemp~. y se encuentra ahora en camino p-.ira Umea y Tornd, -11~ rel:lciones con los comun.isras londinenses una conclusión desilusionada:
¡Un emisario co1nun.1sta entre los lapones!". 'º4 ~t., ,a historia nos ensei,6 1 precisan1ente, que no podernos hacer nada con los
Probablemente, esce obrero sin propiedad no cuenta con encontrar en
\f11111bingtr, por más buenos que. se.1n, h;1sta que exista alg6n movin1iento or..
Umea yTorneá a ~ingún obrero alemán, para quien no le debe quedar ningún ~,ni·,,,do. A nosotros, estos tipos nos dicen que son el pueblo, los prolecarios,
folleco para reparur. En cuanco a conseguir allí rrabajo ... Es de ahora en mássu
y nosotros no podemos nlás que apelar a un proletariado comunista que, en
mero s~r de comunisca e! que pasea en las soledades dd norte. La propagand1 10 7
/\1c111~1nia, tiene primero que -ser consricuido".
co~nm,sca encuencra alh su v;rdad; fiiga hacia addance de la fracernidad, vi.lle rrobarles a los proletarios con1uniscas que no .son los proletarios comu~
satisfecho de su propio goce. El mismo un lapón, esee viajante del "infinito mal" 111,t:is apelando a un proletariado comunista que cienc como único defecto su
encuentra el lugat privilegiado de su crrancia en esas extensiones escandinava• Inexistencia es una tarea demasiado difícil incluso para los mejores dialécticos.
que ~guran, para los hombres del Rin, como el país de la barbarie misma: solo llnronc<:S, el materialismo toma el relevo con su solución, ]a solución 1nateria . .
alcanza con ver lo que le cuenta Engcls a su amigo Marx sobredlas: "El país en 111'1:, por excelencia.: esperar. Es inútil rcfucar ceóricarncnte a estos comunistas
su conJunto no cuenta con n1ás de dos ciudades. que lienen 1 respectivamente, ,111c carecen de teoría. Nlás vale dejar reposar las cosas. Reenviar 1as comunas
80.000 y 40.000 habitantes, la tercera, Norrkoping, solo cuenta con 12.000, t>bl'eras y la correspondencia comunista a su suef,o. Y esperar al proletariado
Y rodas las demás oscilan alrededor de 1000, 2000 o 3000 habirances. Hay un
lOntunista por venir y su movimiento organizado.
hombre en cada relevo de postas. La si1u.1ción no está mucho mejor en Dina- Simple, 00010 todas las soluciones n1acerialistas. Pero, con\O ellas, inopc-
marca; allí tiene11 una sola ciudad donde se pelean juicios corporativos in fernales r.uue. La barrera del artes.\no también es la del filósofo. Si cienc que esperar
que superan en lo groresco los de Bale o de Bremen. [ ... ] Se encuentra rambi.!n <JUC la indumia moderna produzca un proletariado comunista, el hombre de
allí una cancidad aterradora de hegelianos". 11,s ciencia no cscá mucho más annzado que el peatón de la fraternidad . Sin duda,
No hay necesidad de ser un hegeliano danés para encender la necesidad el desarrollo indusrrial podría formar una clase obrera moderna. Pero no se
dialéctica de la inversión que vincula el desparramo infinito con la estrecha rt"<\Uiere una clase, incluso una moderna, sino una 110 e/a.se. Toda clase es en
corporativ~. El territorio del infinito mal también es el de lo inmediato, y el sí una casc:a, una supervivencia del pasado esclavista y feudal. El proletariado
propagand,sra que se complace en recorrerlo pertenece al mismo mundo que será una "clase" revoluciona.da siempre y cuando .se.i. la disolución de codas las
los más _b:lrba'.os de los escandinavos: el noruego que "se enorgullece de que
clases y, primero, de la "joven" clase obrera misn1a.
se pracnque aun en Noruega el mismo tipo escúpido de agricultura que en la Que se sientan libres los nostálgicos de celebrar codavía, a fines del siglo XX,
.!poca del noble Kanut", o el islandé_, que "sigue hablando el mismo idioma la "fusión" de la "ceoría n1arx.ista~ con el "movllnienro obrero". Marx y En·gels,
que los vikingos mugrientos del arío 900, roma aceite de lúgado de bacalao, por su lado, tuvieron que encender, anees de terminar el año 1847, que se tra~
1

raba de otra rarea: la unión de la conrlitución de una e/me y con su disolución.


/,,a Lig11e ~LS ron1111u11istes, .do<:um~ntoS reunidos por B::rt Andre:.1$., Aubier, trad. Grandjonc,
, r,¡;
l 1

p. 1S9 [/fi l..,ga de los ro111u111sras. E:ustt tradua:iól\ al <.":U1ellano). "" lbíd., p. 44S.
1°'1:ricdrich Engds a Ka,I Marx, diciembre de 1846, Corttspo,ide11cin. op. cic., , . 1., pp. 445-446. "" lbíd.• p. 444.

99
98
EL TRABAJO DE MARX El filósofo y &u 5 pobr~s

Pues hace fulta, sin duda, hacerse la pregunta: ¿por qué cambiacon de ni la popularidad ni el soporte de cualquier partido (... ). ¿No hemos actuado
opinión? Lógicamcnre, el Manifiesto del partido C(Jtnuni1ta no tendría ,¡ue ha~ :1c.aso de..,;de hace tantos años como si nuestro partido e-.stuvicra consticuido por
ber exitrido. Marx y Engels tenían que dejar que la cocrespondencia con los wdos los Fulanos y los Menganos cuando ni teníamos partido, en una época
Straubinger se durmiese pauhu-in;unence. Pero ocurre que se unen a ellos para en la cual no teníamos partido y en la que la gence que podíamos conmbiliwr
publicar, no sin esc:índalo. el manifies10 dtl partido comunista. ¿Cuál partido entre los nuestros, al menos oficialn1enre como adherentes, con la reserv:1 de
comunista? ¿El del prole1ariado que no existe todavía? ¿El de los Str1111binger. llamarlos bestias incorregibles entre nosotros, no encendían siquiera el ABC
Estos últimos se habrían corregido, segón nos dicerl, en el entretiempD. Habrían de nucscra docrrina? [ ... ](Qué nos i1nporta un "partido'\ es decir, una b,1nda
asimilado las ide,is marxistas. ¿Y qué? Un Sm111binger marxisia sigue siendo el de burros que solo juran por nosotros porque nos consideran sus iguales?". 009
rnismo Stm11bi11grr. Eso es lo que propi:unence caracteriza a este engendro per-
verso: su fuculrad de "asimilación" de todas las ideas que le caen en las manos.
"Devorndores de ide..,s", decía un cura sansimoniano desilusionado. Gente que El genio del Straubinger
"digiere" rápido, se inquietan frecuentemente Marx y Engels.
¿Porqué., entonces, hacer un partido con e.seas gentes que jamás serán, a fin Sin embargo, el filósofo no puede prescindir de estas bestias incorregibles. El
de cuentas, verdaderos proler-Mios?'fi\l vez., justamente, porque nunca lo serán. puro no sc:r de la div.isión debe te.ncr un cuerpo: parJ anticipar este.proletariado
Porque un parcido no .sirve para reunir sino. y ante todo) para dividir. "¡Pro~ que no está aún constituido en Alemania; pero can1bién pa.ra dividir e.sra clase
l~tnrio, de todo, los pa/Je,, 1111/os!', también quiere decir: "¡Obrero, de cada pnls, que siempre estará .suficiencen1ence prest:.\ a constituir.se con sus intereses en
di11idlost•. La alianza de la ciencia con esta vanguardia obrera irrisoria es, ante común y sus nJodernos reprcsencanres. La Jnternacional tal vez. será ante todo
todo, la división en acto. El partido es, esencialmente, el punto que materializa e.so: la unión de lo.s obreros co1no 110 t:l,ue. un ejército contra esas r11odernas
el principio del proletariado como división, bajo su doble asp<:cto. Representa organiz.1ciones que -en Inglaterra, c:n Francia o en Ak:n1ania- expresan dema-
al proletariado como absolutamente Uno, constituido como tal por el odio de siado bien los intereses obreros como rime. Para ello, nada mejor que los bufo-
todas las pocencias del mundo antiguo. Pero es también la disolución de este nes del partido en general y los Strtwbi11gn· en p-,rticular. Para contr.trrestar la
Uno, la no clase que araca a la clase desde adentro. organiz.ación de asociaciones obreras alemana, el burro sentimental .suraJemán
En un sentido. entonces, el partido puede resumirse en b palabra rajante Liebknecht en l.eipzig. Para controlar a Liebknechr, quien no reparrió en roda
del filósofo. la pura potencia de la división encuentra su universalidad en Alemania más de seis carjeras de la Internacional, el viejo conspirador Bc:cker
la oposición de su singulatidad con codas las fuerzas del viejo mundo: "Les en Ginebra. Para controlar a Bc:cker, el Strtmbingcr marxista por excelencia, el
declaré claramente que teníantos so/() por nosotros ll1is111os nuestra designación sasl'te Eccarius, c.scc "so11 ofroil' que. en su exilio londinense, aprendió a escribir
como represencances del partido prolcrario, pero que era avalado por el oolo pero no aún los puntos y comas y que está demasiado Jeliz al enconcrat en su
exclusivo )' general que nos tienen rodas las fracciones del viejo mundo y nueva vida de dirigente y de publicista la revancha de una vida perdida en el
rodas las cascas".108 El filósol<, es por sí solo el pare ido como potencia rrágica ''infierno de la cosrura1• •
de lo negativo. Todo lo que se incorpora alrededo r ~Sta me-,;cla indecisa de Bufones, por cierto, salvo el respelo debido al indomable Becker. Apenas
Str1111bi11ger con precensiones inrelecruales y de imelecruale.s a medio sueldo- pueclen tomar una iniciativa sin rnerer )a pata. Pero en lo que in1plica 110 nprt~
está destinado a la repetición cómica de un texto que no es suyo }' que no sentar nt1dt1, se puede tener coral confianza en ellos. lrrcmpla1.ables para actuar
puede sino deformar. Corte de bufones de la que el filósofo rey en el exilio el papel del pueblo a la manera burlesca que su cofrade, el carpintero Song, usa
prescindiría de buena gana. Testimonio de ello es la jubilación de Engels a la para actuar de Jeón en Sueño de 111111 noche de verana. Poc:tas, hornbr~ drn10-
hora de enterrar a escondidas el parrido bautizado con tanta solemnidad: "Por 11faco,. Así, el sastre Ulmer: esie hombre sin apariencia está bajo la inffucncin
fin cenemos nuevamente la oportunidad[ ... ] de mostrar que no necesitamos de un "genio" parcicular. Y cuando la indignación hace al poeta, su genio lo

108 Karl Marx a Frkdric.h Engds, 18 de maro de 1859, ÚJmspondtncia, op. ci1.. t . v. p. 336. ·w Friedrid, f.ngds a Karl Man:, 13 de febrero de- ) 85 ), ibÍ<I.. t . 11, p. l43.

100 101
E1. T1ti\1MJO oe MARX
El filós.ol(> y sus pohres

hace encrar en trance y sen1brar el terror en las reuniones de los demócratas.


1.n revoluci6n escamoteada
"Adem,ís, d orgullo del comunisra que se sabe infulible". 11 º
Hombres de la disolución )' de la anrirreprcsenración, individualidades l lnccn falta, entonces, aJgunos rodeos para que el proletariado pueda ciisl'ir ::a
shakesperianas frenre a las tropas representativ,is del schilleriano L.assalle. En- oravés de su partido y el partido a través de su manifiesto. Pero todos los 111a-
gels piensa ral vez en su propio "partido" cuando le reprocha a L.asalle haber 11iíic.sros de la ciencia y del partido se ven obligados a reprimir esos rodeos por
olvidado en su Fmntz vo11 Sickingen -donde "los personajes principales son dcrds de la optimista racionalidad de una historia que no es y que no hace "nada
los represenranres de clases y de rendencias determinadas"- todo "el telón de 111:ls" que lo que todo d mundo puede ver. Este trabajo de corrimiento le da su
fondo falsraffiano": "Reyes mendigos, lansquenetes' hambrientos)' aventureros cr.una discursiva a aquel Manif,."esro cotnunista que juega con su doble sentido,
de todos los estilos" característicos del siglo de la "disolución de las fuerzas proclamando que no hay nada que proclamar sino lo que está de manifiesto a la
feudales".'' ' La cuestión literaria de la rragedia es ~Jmbién la cuestión política de vista de todos. ''Constatamos'', uasistimos", "lo vemos", "lo acabantos de ver11 , "'lo
la revolución en los años de 1850. en los cuales la burguesía vive "por segunda vi1nos": la historia no fue hasta ahora sino solo la historia de la lucha de clases,
vez su siglo xv,"." ' Para acceder a la dimensión trágica de la revolución, hace es decir, en lÍltima instancia, fuerz.1s productivas q ue se han desarrollado sobre la
falta duplicar el drama burgués - sd,iUeria,10, lassalleano, socialdemócrata-con h.1se de algunas relaciones de propiedad~<.'Stas relaciones que se volvieron trabas
la representación de fa disolución por la tragicomedia shakesperiana; duplicar la .,1 desarrollo de dichas fuerzas. Hacía fulra romperlas. Las rompimos. A riesgo
legitimidad de los "hijos primogénitos de la gran indusrria" 113 por la bastardía de crear otras, destinadas a ser rotas basca la apropiación/desapropiación final.
de los reyes filósofos mendigos y los lansquenctes-Stmubi11g<r- famélicos del Obra de un proletariado sepulturero producido por la burguesía y destinado I'
comunismo; duplicar la mcionalidad dd desarrollo de las fuerzas productivas ., enterrarla a la manera de los terremoros. "El prolerniiado, capa inferior de la ~•
con la leyenda del ropo l'evolucionario. Este, que se confunde a veces con .)ocicdad actual, no se puede erguir sin hacer saltar toda la superestructura de
su cornpañera hegeliana, la asrucia de Ja razón, es también un personaje de bs capas que consr.iruycn la sociedad oficial". 1 1'1
Shakespcare. Pero ambió de escena . Hegel pidió prestado su copo a aquella Al doctor Marx le gustan la geología y las me~áforas geológicas. Su certe1.a
cragedia del príncipe Hamler en la cual veía los primeros desgarros de la nueva n1arca aquí una toral confianza en el sucio de la sociedad ntoderna que soporta
individualidad burguesa. El macerialisca Karl Marx parece preferir las comedias al proletariado y en la burguesía que lo fertiliza tanto con sus progresos como
fantásticas. En un banquete celebrado en honor a los "hijos prin1ogénitos" de la con sus residuos. Si el Manifiesto ro111u11ista propaga un optimismo fuera de
industria inglesa, rebautizará y rejuvenecerá al viejo topo. Se llama en realidad, proporción con la experiencia contunjsta de sus redaccores. es prccisament~
les dirá, Robin Goodfellow, o sea Puck, el duende de Su~ño de 1mn. noche dr porque la posibilidad del comunismo se funda no sobre la potencia de un pro•
verano." Figur:t moderna del demonio Eros, hijo de Poros y Penia, Puck es el lerariado aún ausente de escena, sino sobre la potencia de la burgu~ía. Toda
genio de una historia que ya no es astuta, sino simplemente irónica. 1:, fuen.1 del desarrollo y de la contradicción se encuentf"J aquí remitida a la
acción y la pasión burguesas.

La burguC-'iía absoluta
113
Karl ~arx a Fricdrich Engcl5, 25 de agosto de 185l. ibfd.. t. 11, p. 306.
· NdT: lamqu~n~r s..- refiere al sold.ado de infanc<"rfa ale,nin. mtrccn.:irio enrolado, en partjcular Esto empie-,a ya con la puesta en escena del sujeto del Manifiesto: el partido
en Francia en lm $iglos xv )' XVI. comunista. Si este c:xi'ite no es, desde luego, por lascon,unas de los Straubinger,
lit Í"Ticdrkh E.ngds .:i Fcrdinand L1.m1llc, JS de ma)'O de J859. ibfd .. t. v, p. 324.
111 pero tampoco es por la fuerza virtual de los hijos de la gran industria. Es por el
K:ul Marx a Fric<lrich Engc-h. 8 de octubre 1858, ibfd., c. v. p. 225.
•u "Discoun 3 la f'eceai\nuclle du}nurJJ11/du 1-'ruple", l4 dr, abril de: 1856. lond.n-s. Marx#Engeú pavor que su espectro despierta en todas las potencias. Se trata de contraponer
\tr.-rke, t. X.JI, p. 4 (.. Discurso a l:1 fiena aitu;,Idd Diario d~I P11eblo". No se en<:onu() rr;;1du«i6n
:11 caudlano]. 11
~ K:)rl Marx)' Fricdrich E.ngcls. Manifirs10 i·o1111111iJl4, op. de., p. 50.

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103
Et 1'RABAJO 01:: MARX El filósofo y "" ¡,obres

"al cuento del espectro, un manifiesto del parcido en sí'1 • Pero el "partido en 11:-11.:ioncs, y barren, en roda la superficie de la tierra, Jos rasgos del salv:,jis1no
sí" solo tiene existencia en r:anto contrac;.tra del cuento. Su potencia es ser el l"'imitivo y del arraso campesino. Agente también de su propia desrn,cció11.
espectro que rodas las potencias temen. Su legitimidad - incluso invertida- le (lc1nasiado compenetrado con su potencia trágica co1no para esquivar al dcst1110
viene del papa y del zar, de Mcttcrnieh y de Guizot que se unen para conjurarlo. (1uc lo conduce a revolucionarconstanremenre las herramientas de producción
Basta con invcrrir el especrro pa.ra tener al sujeto. Este atajo evita el rodeo y., desatar las fuerz.as que deben conducirlo al abismo. El Manifimo es un acw
de la inversión feuerbachiana. Para feuerbach, la inversión del espectro divino de IC en el suicidio burgués.
no resultaba el Hombre, sino los hombm, la realidad multiforme de la diferencia. No hay ninguna chance, en e.sea pie-La. de que los proletarios sean d.ioses.
Esra mulciplicación le daba su fuerza a la inversión (ya no podía ser invertido Uoilidades. como mucho. Sepulrureros, ni siquiera asesinos. Todo lo que son
ou;_, ve¿), pero ta1nbién su debilidad: la esencia ya no existía sino como suma ,e lo deben a la acción o a la pasión burguesa. Simples soldados de la inclus-
a cfcccu:ar> el con1unis1no con10 infinito errado de la fraternidad. "Eso solo es ori:o, l,erramienras de trabajo. apéndices de la máquina, h.umanos solo por la
lo ttmlfl de los humanos que conocen la naturaleza. Eso solo es la suma de los .:omperencia que los divide o el atraso que los irgue en conrm de la máquina,
hum:111os que viven lo humano". 11 s Progr~una de un viaje infinito a la manera tienen que recibir su fuerza de afuera. Deben su creciente unificación a la
ele Anders el lapón. ~oncentración industrial, a la nivelación de las cualificaciones y a la rapidez de
St.-gún roda lógica, la inversión marxiana tendría que producir el mismo los ferrocarriles. Recibieron su cualidad de sujetos políticos de los burgueses,
resultado. En La ideolagla ,1le11utna. eran los uindividuos vivientes" quienes ,1ue los asociaron , su lucho contra el orden feudal. Y su educación política
se oponían a la especulación. Aquí, la refutación del espectro comunista solo
rcn1itiría, por sí misn1a, a la realidad -deprimc.n te- de Jos comunistas. Para
permanente esd ligada a la disolución de la clase dominante, que les manda
~in cesar n1asas de combacientes formados en su escuela y filósofos para guiar t
'
ir más allá. hace falta adjuntar al principio maierialisra de la adición y de la ) U combate.
cnultiplicación - principio de los "individuos vivientes') y de las generaciones Un privilegio tendsía por lo menos que quedasles a los prolerarios: el de la
que nunca se derienen- un principio diaJéctico de muerte; la división, la única
eficaz, porque presupone la unidad, el Todo; que no alt-anza nunci la multi-
plicación. Hace falra un Unb que sea un Dos, una toralidad presupuesta por
su división misma.
En esto resulta el miedo burgués al espectro: de él nace el partiM como
el Uno al cual todo lo demás se opone. Es que el "miedo" burgués nada tiene
"'nada", de la n1irada desUusionada propia de los hombres despojados de toda
cualidad y para quienes propiedad, fam ilia, religión y nación ya no exisren.
Ahora bien , eso mismo es el resultado de la burguesía. Las relaciones del pro-
le,ario con su ,nujcr y sus hijos "ya no tienen nada más en común con las de
b familia burguesa". Pero el matrimonio burgués ya es "la comunidad de las
111ujcres casa<las>' .116 Los proletarios no tienen patria. Pero la burguesía solo
l
que ver con los pavores de los ni.ños o de los viejos. La pocencia que inventa puede existir con10 clase universal suprin1iendo codas las "murallas de China"
el especrro comunista es la misma que la que inventó los ferrocarriles. La bur- que rodeaban las rutinas y los intereses nacionales. "Las leyes, la moral y la
guesía teme porque conoce de manera rnás o n1enos confusa al prolerariado religión" son, para el proletario, "'otros tantos prejuicios burgueses detrás de los
como su doble, la comracara del pacto que hizo con d dios -o el diablo- de cu,1les se esconden otros 1anros intereses burgueses". Pero la burgucsfa ya ahogó
las fuerz.as productivas. Su miedo aún es manifestación de su potencia. Si la todos los escalofríos del éxtasis religioso o del entusiasmo moral en "las aguas
pasión burguesa sostiene la existencia del comunismo. es que su acción sostiene heladas del cálculo egoísra".117 La 1111Sená11 de cualidades que, en el prolerario,
la del prolerariado. es pura pasividad aparece, del lado burgués, como potencia del espíritu que,
· Pues bien, solo la burguesía tiene, en el M,utijiesto. potencia de agente. en su movimiento perpetuo, suprime todas las determinaciones fijas y limpia
Agente de una civilización de lo universal cuyas ciudades y f.íbricas, cuyos fe- ,oda la vieja basura. La burguesía es revolucionaria no solo porque creó la gran
rrocarriles, buques y telégrafos, rompen rodas las barreras de las castas y de las industria, sino porque es y,1 en sl el movimiento de disolución de todas las cla-

us Johann \'<'olti;.ang vo1\ Goethe, cana aSchillcr drad:i. por Fcuerb:tch, Ma11ij(ste1 phHu.tvphiq11er, 11
~ K:arl Marx)' Fricdrich E.ngcls. Ma1Jiji1sto &1Jtn11ni1111, op. cit.. pp. 49 y 63.
PUF. tr3d. AlthU$$Cf, p. l S f,-\1r11tifie11osfilC11ófitvs. E..,:isten traducciones al c:isrcllanol. ' " lbíd .. pp. 33 y 49.

104 105
EL TRABAJO O& MARX El fil<Mofo y sus p<,brc$

ses, de codas las determinaciones fijas y osificadas. Ya es la clase que es una no Que el proletariado, encerrado enrre lo viejo que todavía no 111111'i6 y lo
clase, la identidad trágica de la ptoducción y de la destrucción. Simple doble o 1111cvo que alln no nació, no haya podido estar a la altura de su rare:1 cr:1 e.,.
concracara de Ja revolución burguesa. el prolerario no hace en ronces sino avalar pcr:1blc. Estaba todavía demasiado débil para actuar su parte. Solo podía en
e,~a idenúdad de la vida y de la muerte. Acción nodial¿ctica, sino simplemente ícbreto representar su interés al lado del incerés burgués, y en junio entre¡;a,·sc
materialista. El sepulturero avala el acabamiento de la revolución burguesa. ., su "solo" fúnebre. El problema surgió de la clase aún derentora de la fue,w
,.c,.olucionaria: la burguesía. El acontecimiento perturbador de 1848 es la in-
c:ip<1cidad absoluta de la burguesía en el poder de hacerse cargo de los asuntos
La traici6n burguesa de la burguesía en el poder. La clase conquisradora, desatando las fuerzas de
I:, gran industria y desmitificando los encamos políticos e ideológicos, cede a
Así pues, d M11nifies10 del partido com1111ista atribuye a la burguesfa la rarea
un encan~a<lor que ni siq uiera es un brujo. Abandona su poder sin combatir
para la cual no hay prolt:tario con forine a su concepto: la identificación de la
·' un est.1fudor, jefe de una sociedad de parásitos, a un patán que, más allá del
desmitificación mnrerialisrn con la destrucción dinliclict1. El crédito acordado
hampa que lo rodea, saca su íuer:ta represenmtiva únicamente del atraso de la
a la radicalidad burguesa va a la par de la confianza en la legibilidad polCtica
vieja Francia campesina.
de la historia.
Hay, por.supuc:sro, una explicación 1n;uerialisr,1: el ntiedo. La burguesía vio,
Ahora bien, esta confianza se encuentra doblemente decepcionada por la
sobre las barricadas de junio, demasiado de cerca la cara de la muerte. Vio que
revolución de 1848. La rtvolución de 1848 es una representación fracasada,
la forma "pura" de sn dominación política desacaba la lucha de clases en toda
una cragedia transforrnad.a que .se volvió una farsa, cuyo título podría ser: el
su desnudez, limpiaba el terreno de la confrontación final. Temió una hiscoria
<ltt1J1itific11dor des,nitijit·atÚJ.
que anunciaba su propia muerte. Reconoció que su propio interés le ordenaba
Todas las condiciones estaban, sin embargo, reunidas para confirmar las
"~usrra~rse a los r ligros de1sc!J:?011tm111enf'.118 Para mantener intacta su pocen ..
"constataciones" dd Manifiesto. Jun io de 1848 hace de la verdad del libro un
c1a social, confio su poder poht1co a un testaferro supucsran1enre in1bécil. Este
espectáculo de la calle, el reparto visible de las clases de uno y ocro lado de la
le hizo trampa )' la obligó a renunciar a la rttdídad de este poder al cual solo le
barricada. Y la república rebautizada en la sangre de la represión es exactamente
quería dar su apariencia. Le da, en cambio, el orden propicio a sus asuntos. En
la dictadura de la burguesía entera como clase, desprovista de sus antiguos
resumen, la burguesía simplemente sacti ficó su i11trrés polflico a su interés social.
oropeles que enmascaraban la naturaleza del poder.
Pero esca explicación solo hace posponer el problema. La prudencia es, sin
Hasta ahí, codo parece confirmar la teoría del observador de la Lucha
duda, vircud rnaterialisra. Pero, pata un agente dialéctico de la historia, es una
de clnm ,:r, Frt111cit1. Pero de ahí en más, todo se borra. Teníamos que ver la
~onscataci6n del fracaso. , Se puede llamar todavfa clase a una agrupación de
dominación burguesa cumplirse y la historia política manifestarse como libto
intereses políticos que tiembla ante la idea de ejercer su papel político en la
abierto de la lucha de clases. Ahora bien, el libro de la r(Ve/ació11 del 11u111iftesto
lucha dedascs y ju1,ga posible confiárselo al primer aventurero? La burguesía
se recubre de jeroglíficos. La escena política se vacía de sus actore, oficiales,
del Manifiesto era otra cosa: una clase radical, obligada a ir basca el final de su
burgueses)' proletarios, para dejar lugar a una tropa de comediantes suplentes,
1area hist6ric-, , dt ejercer en rodo su poder de producción y de destrucción. La
cuya representación burlesca acaba con el triunfo del payaso Luis Napoleón.
estamos viendo a~uí, por el concrario, ret'roceder mientras recién está empezando
Victoria aparente del nombre sobre bs cosas, del escamoteo sobre la producción,
su carea. Se podria encender que una clase agotada se agarre con miedo de lo
del atraso sobre la historia.
que le permita sobrevivir. Pero, justamente, la burguesía industrial todav(a no
Esta sucesión de efectos de teatto o de circo sobre la escena de la revelación
llegó al p~der en Francia. "La burguesía industrial solo puede reinar allí donde
tiene un sentido preciso: traduce la in<11pacidad general de las clases para exis-
b rnduscna moderna plasmó, a su manera, todas las rclacio1\es de propiedad, y
tir en el único nivel que les da el derecho a este deuto. el de su representación
política.
•:• . Karl Marx. Lt lll B111111.11irr d, l(1uís Bo,,apnrr.e, p. 213 (El 18 Bru,nnrio dr Ltiis &,1111partr.
Ex,st('n tr.1:duccioncs al c:t.S1dl:1n()J.

106 107
EL TRAIJAJO Ot MARX El Ílló,ofo y"" ¡,obres

la industria no puede sino adquirir csce poder alll donde conquistó el mercado que viene a parasirar la buena. En este sentido, se inscribe en una rni rologí:,
mundial".119 La Francia proteccion isca aún escá muy lejos de ello. obrera ya consciru.ida: denuncia burguesa de los ladrones, prosriruras y "forti-
La burguesía se comport'J, en efecto, como clase senil antes de llegar a su vos de los trabajos forzados" como motor escondido de rodo d isturbio obrero
madurez. No solo retrocede ame el ejercicio de la dominación poHtica, sino o republicano; denuncia obrera de confusiones interesadas entre el verdadero
también ante su propio asunto, el desarrollo de las fuerzas producrivas. "Los pueblo rrabajador y combativo y la fu una turbia de las calle, y barricadas de 1\irís.
debates sobre la construcción del fcrtocarril entre París y Aviñón, empezados Q ueda de manifiesto que Marx leyó las denuncias de Caber a los revolucionarios
durancc el invierno de 1850, no estaban todavía avanzados como para estar de cafecín.121 Y el cérinino ''lumpen" cal Ve'l lO saque de Heine: al analiz.1r en
terminados el 2 de diciembre de 1851". '"' La clase conquistadora parece asf 1832 la conexión entre la agitación legirimisra y las revueltas de los traperos
descomponerse entre el atcaso de su pasado y el miedo a su futuro. conrra los nuevos coches de limpieza, Heine veía allí la lucha embkmáriea de
La fábufo del desmirificador desmitificado no se reduce, entonce.,, a la del iodos los defensores del pasado corporarivisra, campeones de las "trad.iciones
ca1.ador ca1.ado. Manifiesta la inconsecuencia y la inconsistencia de las clases basura", de "los intereses de podredumbres de todo tipo", en resumen, del "
como mies. El rriunfo de la individualidad más grotesca, el reino del puro nom- "e.sriércol de la Edad Media" que contamina la vida de hoy. ' l.l
bre a la hor:i de la burguesía universal y del mercado mundial, no es solo una Pero, para Marx, la podredumbre no solo es basura del pasado que obstruye
rravesur;i de la hisroria. Es el limite de un proceso de descomposición que ataca las calles. Es el producto de una descomposición de las clases que puede tomar
a c:ida clase en el punto que rendría que ser el de su manifestación eje.mplar. dos figuras opuestas. Existe la podredumbre activa, la buena descomposición
En este punto, cada una de ellas parece un doble, de.scompuesra por su propia que araca el orden de las casias y empuja a las clases hacia su muen e. Ex.iste la
caricatura o, para decirlo más propiamc:nte_, por su l11,11pt11. podredumbre pt1siva, la mala descomposición que las retrotrae por debajo de

ellas mismas. La "lumpeni1..1ción" de una clase es su retorno a la escricca con-
servación de sí. Es al misn10 dcmpo su dtscomposición en una mera adición
El triunfo del lumpen de individuos. El lumpemprolerariado se opone al proletariado como la mala
dcseom1>0sición a la buena, la clase que ni siquiera es una clase a la que ytt no es
Esca descomposición que redobla cada clase se reconocía generalmente en la 1111tt. La imagen fantasmal del ejército de los vagabundos a sueldo de la burguesía
descripción del lumpemproletariado: "podredumbre pasiva de las capas infe- recubre un .sccrcro n,ás remible aún: siempre es posible reclutar en ere la clase
riores de la vieja sociedad", seglln el Manifiesto, "semillero de ladrones y crimi..
obrera a un ejército contra la clase obrera. La traición excepcional de los guardias
nales de toda especie, que se nutren de los residuos de la sociedad", según Lm 1nóviles que dispararon conrra sus "hern,anos'' obreros se justifica a posuri(Jri
luchas de ciaJe1 en Fra11citt, este subprolecariado, en particular, habría provisto por la traición ordinaria de esos obreros a quienes la prosperidad industrial de
las tropas de la guardia móvil en junio de 1848 para acabar con la insurrección 1850 impide reaccionar ante la ley que les quita o prohíbe el sufragio a tre.s
del verdadero proletariado. millones de ellos. Llegando "hasra a olvidar el interés revolucionario de su clase
La explicación sociológica es perfectan1ence inconsisrence. Si uno averigua por un bienestar pasajero, los obreros renunciaban a) honor de ser una clase
bien, los guardias móviles pertenecían más bien a la elite del proletariado y no a conquismdora". 124 Toda clase, en tan ro sus propios miembros defienden en ella
su desecho. 121 El lumpen no es una clase, es un miro: el mito de la mala historia sus ,.¡intereses sociaJcs", es pr:icricamence su propio Jumpcn.

119 Karl M:1rx, lr1 b11t(/ dedtusa en FMn,e, tdicion~ Soci:iles, p. 48 (LaslurhasdeclmNen FmnriA. ,;: C( El infOnuc que hizo Marx sobre d libro de Adolphc Chcnu, les (()nspirateurs 11...os
Exhtcn cr.u.lucxion<:s al cas1d l:tno]. ronspimdtJrnl, .kfarx-Engr/J \\íérkr.
0° K:ul M:1rx, El 18 Bn,n,ariode lui, Bo"aJutrt~, op. cit., p. 2 14. ) !J Hdnrid1Hdne, De la J•ranrt, Aubier•tvfonc.:iignc, 19.30. p. 104 IDr la Franria. No $e cncoruri'1
121 Cf. Picne Ca,;par<l...U n aspl"<'.t de la tune des cl;1sscs e n Francc en 1848: le recruremcnt de LrJdu<.:dón al <.:astéllanol. Vt"r trunbién S.S. Pr.1,vcr, op. cir., pp. 201·202, >' sobre hu relaci<>ni.",\
la Gar<lc N:uion:tlc Mobilc"', Re,,ue Hisroriqur., 1974. t . 11, pp. 8 1-106 ("Un aspecto de la lucha ,i:ntre Mar,c y 1--ltint:, Paul Laurent As$oun, /llarx et la ripltiri()n historiq11e, P.U.F, 1978 IMnrx y
de clases en Francia en 1848: d red ut:tmiento de: la Guardia Nacional Móvil". No se cnContr6 Íl1 rrpttici611 hisr6rica. No Sé encontró traducción al c.1.StdlanoJ.
1raducción al ('.;'IStdl:ino). iu Karl Marx, El 18 Bru,nnrio dr L11iJ BtJ1111parte, op. ch.. p. 2l6.

108 109
EL TRAB.o\JO Ot: MARX 1?.l filósoío y s1is pobres

La desbandada de la burgucs/a no se explica de otro modo. Li p-.uadoja que oodcn ne,:esario de su dominación. Es el proceso de descomposición po r el cu:il
le hace perder su poder en el mon\emo en el cual es el m:ls absoluto remite al h1cl:tsc burguesa se deshace en una agregación de átomos que viven n su cos1:1.
mismo proceso. La burguesía no deja de rcrroceder más acá de sí misma, de 1.., bu rguesía reinante se revela por lo que es: no la fuerza encarnada de la grn11
destruir sus inr.eceses políticos para asegurar sus intereses sociales. No cesa de ludustria, sino simplemente una turba de individuos ávidos de engord:ar sus
sacrificar sus intereses de clase por intereses ,nnteriales de sus miembros. ']"al como hlllcl'eras por mdos los medios. N i se preocupan por calcular lo que el Esrndo
la disolución del proletariado, la descomposición burguesa lleva el nombre de lo cue.,~a al Capir,tl y Jo que lo beneficia. Solo hacen sus pequeños negocios. Si
un doble. Allí donde se cree ver la burguesía yendo hacia su concepto, es preciso 11 ccpran el vampirismo del Estado es, por un lado, para seguir tranquilamente
reconocer su propio ''lun1pen". La burguc-sía industrial modern3 esrá carcomi• t-0 11 sus agiorajes; y, por otro. porque son elJos .rnismos los vampiros ávidos de
da por un par:ísito. Se llama aristocracia fi11a11ámr: la clase del escamoceo que w mpletar "bajo la forma de salarios" lo que no pueden cobrar "e11 forma de
vive a cost·a de la rique7.a productiva. Así es co1no la monarquía denominada hcneficios, intereses, rentas y honorarios''. 127 El supuesto "interés social" al cual
"burguesa" de Luis Felipe era, de hecho, la vampirización de la verdadera bur• 111 burguesía sacrifica su inccrés político es solo la suma, el barullo de los interc·
gucsía por la aristocracia 6nanciera. Esta era quien "dictaba sus leyes, dir igía la 1
\CS particulares ¡,¡ los más limitados, los más in1propiosº de sus micmbros. 2a La
gestión del Estado, disponía de todos los podert..s constituidos". Ella era quien ,•ictoria del holgazán bonapartista y de su banda de estafadores wma entonces
in1ponía .1 la sociedad encera su principio., el principio de la antiproducción 1 " ' verdadero sentido: la clase gloriosa de la industria burguesa es solo una banda
la orgía de la mez.colania generalizada: "Dentro de rodas las esferas, desde la de agitadores. El desarrollo industrial del Segundo Imperio será también "una
Corte hasca el café de mala muerce, se reproducía la misma prostitución, el orgía de agio tajes, estafus financieras, aventuicras sociedades por acciones [... )
n1is1no engarío sinvergüenza, la misma sed de enriquecerse. no por protecci6n u11 pandemónium de todas las pasiones bajas de las clases superiores ( ... ) el
sino por cscamoreo de la riqueza de otro ya existente. Particularmente en la .1pogco de la prostitución". IZ'I La moderna burguesía no es otr~\ cosa que una
cumbre de la sociedad burguesa, la satisfacción de las codicias más insanas y ourba atrasada que reproduce la canallada del hampa, la podredumbre medieval
más descontroladas se desataba y entraba a cada ÍIIStante en conAicto con las o la porquería campesina. En la primaver-, de 1871, el defensor de la Comuna
mismas leyes burguesas, ya que allí es donde el goce se vuelve indecwte, donde le opondrá las c•aspiraciones viri.les.. y la c'potcncia hercúlea"' de la clase obre-
el oro, el barro y la sangre se entremezclan, donde con toda naturalidad la r;1. "º Pero¿ no ha demostrado ya que esta no escapaba al destino general de las
riqueza provenienre del juego busca sacisfacción. La aristocracia financiera, en clases: su disolución virtual en la colección de sus miembros? l.os fantasmas de
su n1odo de ganancia como en sus goces, no c-s otra cosa que la resurrección del 1:, orgía canalla no son sino la 1noneda imaginaria de esta caída en el universo
lumpemprolerariado en las cumbres de la sociedad burguesa". 12s de la adición y de la dispersión.
Se c.,peraba, lógicamente, que la República de 1848 barriese esta lumpen-
aristocracia parásita en beneficio de los agentes del desarrollo de las fuerzas
producth•as burguesas. Lamentable,uente, la oposición de la verdadera el.ase La flor del pantano
productiva con la falsa clase improductiva rápidamente se desmiente. En el
contccxm de la República burguesa, la pretendida aristocracia linancier, apa,ccc Esta descomposición aditiva reviste dos figuras míticas: el campesinado parce·
por lo que cs. No es nada más que la burguesía misma, la democracia de la !ario y el hampa napoleónica. La tr,dición marxista hizo de los textos del /8
"masa innumerable de gente de todas las clases burguesas osemiburguesas" que Brumarw sobre el campesinado el arquetipo del análisis marxista de las clases
saca provecho de la deuda del Estado. " 6 El vampirismo de los impuestos y de sociales. Pero bien se puede leer allí, por el contrario, la burla total a toda ex·
la renta que alimenta la máquina del Estado y la seudoaristocracia fu1anciera
i:r HI 18 Bl'J,,nariod( l ui$ Bouapartt, op. dt., p. 210.
a costa del capital industrial no solo es el precio que tiene que pagar para el
"' lbíd., p. 243.
1~ K:trl Mnrx, La Gurrrr firlÍI< t" Fra11(e, tdi,ions Soc.i:tJcs, p. 259 [La g11rm1 cir,i/ "" Fn:111ri11.

t» ~rl M:irx, las l,,ch,1.1 d( clam rn Fra,,cin, op. cit., p. 42. Existen traducciones al e1s1dlano}.
"' lbfd., p. 10.l . "' lbíd., p. 222.

110 111
Et. TRAnAJO DE MARX

plicaci6n política en términos de clases. La descripción alucinada de esra masa el hampa napoleónica de la Sociedad del Diez de Diciembre. "Al lado de los
innun1erahlc de fieras que viven en habitaciones sin ventanas sobre el mundo, apaleados arruinados con recursos dudosos y de origen igual de dudoso, de
el desprecio por escas poblaciones que solo pueden sumarse a la manera de ,wcnrureros y de desechos de la burguesía corruptos, se encontraban vag;ibundos,
papas, evidcnremence no tienen nada que ver con algún análisis económ ico, soldados despedidos, trabajadores forzados llegados de los presidios, galcort'$
sociológico o político. Claramente, Marx cuenra las puertas y las ventanas de liberados. esrnfadores, charlaranes, lazzaronis, pickpockers, escamorendore.s,
las casas campesinas según las declaraciones del impuesto del mismo nombre jugadores, rufianes, encargados de prostíbulos, peones, escritorzuelos, ml1sicos
y juzga la modernidad de las culturas a partir de las actitudes políticas. Las de órgano, traperos, remolonc-s, holgazanes, mendigos; en sínre.~is, roda unn
Cévcnnes' son el porvenir de la agricultura francesa para el sabio que had a masa confusa, descompuesta, Aotanre, que los franceses llaman bohemia"."'
tiempo había considerado una prisión domiciliaria en d Morbihan.. como una Lista inverificable, infalsificable, tanto como el recuento de las casas tro•
condena a n\uerte disfra1..ada. la innombrable aglomeración de escos campesinos gloditas. Vértigo de una enumeración a fuerza de redoblamiento. Esta hampa
tcogloditas que no encuentran representarse sino en la sola persona, incluso en c.< también la muchedumbre abigarrada de los pv//q¡ platónicos. Este álbum
el solo nombre, de luis Napoleón simplemen1e expresa este fantasma de la mala i1naginario de Gavarni ilustra de 1nanera fantasmal el puro no sentido de una
disolución figurada por igual por las imágenes de la vieja mugre medieval o por historia regida por la ley de la sola adición. Mito pla1ónico del mundo al revés,
las cifras de la pura adición. Y, para poner buena cara, Marx cambia además del reino de la me-tcolanza, de c:sas masas de.teatro que la modernidad, estética y
la "Ror de la juvemud campesina" por la "ffor del pantano del subproletariado política, convirtió en acuiccs al tiempo que en espectadoras. Tal como esa gente
rural"."' La demostración, sin embargo, ya había sido suficieme: el campesinado de la claque que el comedianie Luis Napoleón pasea por todo d país para que
arrasado es el secreto revelado de las clases "n,odernas", su dispersión continua :tctlle. cuando él pase., de pueblo cncusiasca, de la misma n1ancra abierr:un.enre
en lo real de la pura conservación, su común incapacidad para responder a las falsa que el carpintero Snug actúa el papel del león. l.>'
exigencias de su concepto.
De este modo., el supues10 análisis matcrialisr-a de las diferentes clase.s so-
ciales es, m:is bien, el mito que manifiesta el huir perpetuo de las identidades El comediante rey y el rey mendigo
y el delinquir común de las clases. Ya se sabía que el obrero no era más que un
pequeñoburgués; el ideólogo. un porquero, y d Semubinger. un lapón. Se sabe La paradoja que hace triunfar al payaso napoleónico a la hora sublime de
ahora que en todo empresario de la gran indus!fia 1ambién hay un troglodita la lucha de clases, o que exalta al vampiro esta1al en el momento en que la
del pamano de Vcndée, un isl,rndés aficiqnado al pescado podrido o un rey del racionalidad econórnica burguesa rige el gobierno a buen precio. no remite a
hampa que dorm ita. La persona del pa1án Luis Napoleón representa tanto a la ninglÍJ\ retraso histórico que alglln estudjo concienzudo de la estructura social
burguesía como al aunpesinado. Así como el comedianre manoseador lhiers, perrnitiría identi ficar. Inútil sería perderse en el análisis de las causas del atraso
Luis Napoleón solo puede someter a sus encantos a la burguesía porque es "la francés. Tanto en la moderna Inglaterra como en la Francia delos troglodiras, el
expresión intelectual, la n1ás verdadera de su propia corrupción de clasc". ll 2 El rnal es por nacilniento: "La burguesía no tiene la rnadeca necesaria para ejercer
comedhrnre es el reflejo sin deformación de una historia resumida a la simple direcrnmeme el poder".'" El Esrado solo parasira la sociedad en la medida en
comedia de la conservación. l;i que esta. se parasita a sí 1nisn,a, se disuelve constantemente <:n la colccci6n
La derrotada revolución es, enronccs, d reverso de la lucha de clases. En de: estos "individuos vivientes" que "antes de hacer la historia" deben pri1ntro
el lugar del Todo d ividido de los agentes de la hisroria, la farsa revolucionaria co1ner, beber, vestirse, alojarse, rcproduci.rse y algunas cosas más que nunca
no entrega sino la suma grorcsca de: sus dobles. Exacta1nente en esto consiste acaban. El atraso en plena rr.1gedia hiSt6rica es la comedia de las condicione.,
previas a su advenimiento. La dialéctica revolucionaria de la producción y de la
· Nd'í: Región dd centro-sur de Fran,.ia por c:nconct'$ ntayormcnte c..-.unpl~in:1,
·· NdT; Oe1>2namento ubit.;u.io c:n 12 región de 12 Brttaóa. 1
n Karl ~arx. El /8 Brutt111rio tk /,,J,is 8onap11rrr, op. cit., p. 220.
'' ' Karl Marx, El 18 Brunutri'1 de l~uis Donnpnrk, op. cit.• p. 263. IJ• Jbíd .. p. 222.
u: Katl Marx, la gurrht citril e,, ¡:,an,ia, op. ch., p. 182. IJ) Fricdrich Eng~ls a K:nl ,\1:1rx. 13 de abril de l866. Corre1po11denrifl, op. cit., 1. v111, 1'· 2fil.

112 113
EL , .RABAJO DÉ MARX El fi1ósofo y"" pobre.~

destrucción se encuentra corrupta por la historia material is ca de la co.nservacióo declamación obligatoria de Schiller. Los rasgos irrisorios atribuidos al lurnpen
y de la reproducción. La burla poi frica del redoblamiemo de la lucha de clases bonaparrim rambién son bs bufonadas de la fauna de los bohemios, de los
ra1nbién es Ja contracara irónica de la ciencia. La contradicción inherente a la parásitos y de los residuos de la revolución alemana en el exWo: el hipopóiarno
dialéctica mareriafüra se ve caricaturizada en la visión burlesca de su obje10. Luis Schapper. compañero de copas del "caballero de noble conciencia" Willich; el
Napole6n y su coree de B0he1nia tan1bién son emblemáticos en c.uanto carica- ''secrerario" de Marx, l'ieper, que da clases en lo de los Rotschild, correja por
turas de la ceoría marerialis~J. La reducción de la ilusión polfrica e ideológica razones financieras a la verdus.:a hija de un verdulero. agarra la sífilis en comp:i-
a la realidad económica adquiere la cara burleS<.-a de un individuo obligado a 11ías n1enos honorab)es y sigue en toda circunstancia tomándose por un genio:
"hacer la hiscoria" p:ir:1 escapar de sus acreedore.,. 1.,.; El filósofo rey ve la carica- d cuñado Edgar, que se fue a hacer de homhre del bosque a Texas y volver.\
tura de su propi:1 ciencia en el fatalismo de este rey bufón convencido de que con el lÍnico sueño de rcgrc.'iar allí para abrir un u.1ine-stort o un comercio de
1
d hombre está gobernado por pocencias irresiscible., tales como los cigarros y el cigarros; el ' genial" 1.Jlrner con sus cr:ances; los "pícaros sa'icr<~s" que se fueron en
champagne, las carnes blancas y el chorizo con ajo. El escamoteador coronado bu«-a del oro californiano; su colega Rumpfque se quedó, pero se volvió loco y
es el doble del sabio desmicificador. Realiza a su modo -práctico y limirado- propuso a ,vfarx re.solver el problema social tomándolo como primer ministro;
el programa de una ciencia materialista de la historia: la vueka del ciclo a la Andcrs, el famoso "lapón". a quien Je agarra una crisis de ddiri11m tmmns en
l"ierra, la reducción de los grandes conffictos politicos y de los grandes desfiles plena vía pública; Con rad Schran1m, apodado Lurnpazius, cuya caótica existen-
ideológicos, a la realidad "sin frase" de los intereses propios de los individuos. <:ia se verá incerrun1pida por la tisis; el n1aestro y bohemio Biskamp, que salió
"Considera la vida de los puehlos, su actividad y la del Estado como una co- de su escuela del campo para llevar adelante. en un periódico modes,amence
media en el sentido más vulgar de la palabra, como una mascarada en la que titulado Dm Volk, la "lucha del trabajo contra d capital" y que es una me-,cla "de
los importantes disfraces, las importan res palabras o las impon:mces poses solo sentido moral a la Kan, y de picardía desvergonzada''; el burro Liebknecht, que
sirven para esconder canaJladas de las más mczquinas". 137 demuestra más apetito por el tocino de Marx que por sus libros. y que mucho
La fuscinación por la identidad irrisoria del rey bufón y de su corte de no logró hacer, en su estadía londinense, mis que un pequeño Liebknccht. Tal
Bohemia refleja luego la interrogación de la ciencia por su propio lugar y su l'CZ también habría que hablar de las fantasías de los m:ls puros entre los puros:

propia identidad. Aquel lumpemproletariado bonapartista descripto con tan- ··el pionero corajudo, fiel y noble" del proletariado, Wilhelm Wollf, a quien
ta complacencia, aquella "clase artificial" que liquida la Revolución francesa, vapuleaban unos rufianes en algún burdel de Manchester; e incluso el mismo
también es la meiáfora de la sociedad en la cual vive Marx: la de los revolu- arnigo Engcls, que corre los jilgucritos en París, <.-aza e.l zorro en Manchcstcr, le
cionarios en d exilio. No es casualidad que atribuya a Luis Napoleón d apodo pega con un paraguas a un compa1\ero de borrachera y no logra nunca encajar,
de Crapuli nski, sacado de la caricatura que hizo el exiliado alemán Heine de en Manchesier, más que dos adliesiones a la lnrernacional. ¡Cómo pensar, en
los caballeros polacos en el exilio. Pero Crapulinski también es el bicho feo de medio de este universo, la posición del rey filósofo de Bohemia Karl Marx, que
Marx en Londres: el "presidente in partibui' de la futura República alemana, rc¡,arte sus dfas entre la redacción de artículos sobre el problema turco destina-
Gonfried Kinkel, admirador de la vieja suciedad artesanal. el falso poera y el dos a lecto(es an1ericanos y rrá1nices desesperados para posrergarel vencimiento
verdadero comediante que corre de,rás de los almaceneros para leerles sus obras ele las deudas, y que a veces se arrepiente, irónicamente, de estar privado, por
y organiz.1 para la alca sociedad excursiones poéticas hasta los lagos, que incluyen ser simple particular, de los recursos que tienen los banqueros o los príncipes
presidentes para deshacerse de sus acreedores!
u, K::ut M:arx, El /8 Br11111ario d< luís Bondparrt, op. cit., p. 246. (;f. en La g11erra <itJil ~" La respuesta es necesariamente doble. Liquidando su ''partido" antes, in-
Fn1ncia, d rerr'3lO de jules Favre, óbligado, d<:l 1ni.$n10 n1odo, a h:iccr 12 historia p;ara no tc:nninar clusive. de que la comedia revolucionada haya terminado para consagrarse a la
en la banca de los est:.tf.tdorc:s. Cf. también. en una carra de: Marx a Engds: "Gr.111 parre de Jos
obra de ciencia, Marx eligió. Ya que la crisis económica se reabsorbió por esra
burgut."S<:S franccscs 1-..) ven acero ne con ternor d día de su vcncin1icn10. Se cncucnrran más
o 1ncnos c;n el nlisn10 ,tate en el cual se enoontr.1ba Bou5tt3pa jusco anctS del golpe de f·..nado• ve?., ahora hay que esperar que su vuelta, ampliando el e-ampo de conflagr-Jción.
(Corrapondtncia, r. v, p. 124). haga coincidir la hiscoria de las fuerzas productivas con la de 1.a revolución. "La
'" (bid., p. 221.

1 14 115
EL 1'RA0.A.JO DE MARX EJ filósofo y sus pobres

solución recién empieza cuando, por la guerra mundial, el proletariado encabeza Leibniz encontrar alguna diferencia específica y a Shakespeare, reconocer a sus
el pueblo que domina el mercado mundial, cuando encabccL.1 Inglaterra. La con1patriotas. !>1i La cragedia revolucionaria solo podrá ser una trngicornedin.
revolución que encuentra allí, no su término sino su principio de organiz.ación, L, doble alianza de la ciencia -con la r-Jcionalidad de las fuerzas produc1ivas
no es una revolución de soplo cono. La generación actual ~ parece a los judíos modernas y con la locura de los caballerM errames- no es simple cxigcnci:t
que Moisés conduce a través del desierto. No solo tiene un nuevo mundo para ele. ci rcunscancias. L'l ciencia forma parce de las mismas "circunstancias". T:11
conquistar, sino que cicnc que perecer para dar lugar a los hombres que esta.in ve-1, haya que esperar que las circunstancias esrén 1naduras. Pero la obra de In
a la altura del nuevo nlundo" . 1.» ciencia pertenece a los ..espíritus inn1aduros. nunca curados de sus quin1eras
1
A~í es co1no pueden coincidir, a costa de un 'sacrificio", la historia del rcvolucionarias''.'·12 Pertenece al ejército de gutu,\'"' que c.,rcomía el orden de
desarrollo y la genealogía de los valores. La generación presente es la de los las clases y su racionalidad fabril, al mismo tiempo que está carcomida por éL
reemplazames. A fulca de una burguesía a la alcura, el encantador Luis Napoleón Karl Marx c.s d mago Hans Rockle, que debe vende, sus inventos al diablo para
jugará a ser aprendiz brujo de las fuems productivas, la orgía abrirá el paso a pagar al diablo y al carnicero. También esel rey mendigo que vive a cosca de los
la gran producción y a la gran destrucción. Y el judlo Karl Marx, en el desierto capitalistas y de los obreros En Manchcstcr, los trabajadores de la firma Ermen y
del no lugar, crabajarácn la ciencia que solo llevarán a t-abo los hombres nuevos Engels mmbién trabajan para que el socio Engels pueda usar la plata del capi~al
que esmrán a la altura del nuevo mundo. parn dispensar al sabio Karl Marx de agarrar un "trabajo" y pcrm itirle dedicarse
En algún sentido, entonces, lo absoluramcnte Uno de la ciencia se afirma a la obra que hará del proletariado el puro sujeto de la destrucción del capital.
corno único rcpresencante de la revolución Por venir, en medio de la n1asa abiga-
rrada de los parásitos revolucionarios. Lo atestigua la "deslun1brante'' respuesta
que recibe la delegación de los villanos, deseosos de reconstituir, sobre la ba~ El riesgo del arte
de elecciones, una dirección del partido: es solo de ellos mismos que Marx y
1
Engels cien en su designación "como represenrantcs dd partido proletario". 139 El fracaso de la revolución reubica la ciencia en su tiempo. El secreto de la
Solo la ciencia concentra lo tajante, socialmente aún diferido, políticamente revolución escamoteada tal vccz sea que en ella misma había algo de escamoteo.
siempre esquivado, de la contradicción. Pero esca singularidad de la ciencia es La revolución parisina de febrero de 1848 solo era, después de rodo, "un em- .1
también la marca de su pertenencia al mundo quijocesco )' falstaffiano de la pujón feliz" dado en contra de una sociedad que estaba a pumo de sobrepasar
disolución y del renacimienro. La comedia del exilio londinense confirma la la crisis cconónlica. 1~3 Por lo tanco, soJo podía, con el retorno de un 1nomento
ciencia en el estatuto paradójico que los Aw,ksfra11co-alema11ts habían dado a la próspero, caminar a contrapelo. Pero, como en el miro platónico del Político,
filosoffa, de ser el puro no lugar producido por el atraso extremo. Y la comedia csra marcha a con erapelo también es rejuvenccimienro, el tiempo que se remonca
de la revolución escamoteada no remite a la sola astucia de la razón. Afirma el desde la vejez hacia el nacimiento y da un lugar neco para que vuelva el orden
lado shakesperiano de la historia en aquel nuevo siglo XVI, que debe llevar a la normal: aquel de las generaciones que nacen, mueren y transforman las fuenas
burguesía a la tumba del mismo modo que el primero la llevó a la existencia: de la producción. El escamoteo de la lucha de clases por el prcscidigk•dor Luis
pode, de disolución para llevar a la muerte, las clases que se encierran en el Napoleón vuelve a poner el mundo a la hora nocmal de los ciclos y de las crisis
atraso de la supervivencia; poder de las individualidades en un siglo en el que económica.,. El triunfo dd hampa atrasado sobre la racionalidad política bur-
"las victorias de la ciencia parecen pagadas por la pérdida del caráccer"'"° Y guesa permite a Francia recuperar su rerraso económico sobre lnglate.rra. Del
en el que la división del trabajo, al transferir las diferencias hacia los indivi- mismo modo, en 1866, el triunfo inespemdo del viejo campesinado indigente
duos y las clases, produjo la monoronía social en la cual le costaría mucho a 111
"Englidl". Die l're11e, 9 de lebrero de 1862, ibid.. t. xv, p. 464.
:,o Marx a Philip fkckcr, Córmpo,;t/r,;cia, op. cir., t. v11, p. 6.
,,. Karl Marx. Ltu /11cha1 de tl11J.n eJJ fTa11,Ul, op. cit., p. 10.$. "l\'dT: La pal;i.br.1 ..gucux" se: fl~ficr<: al c:impc5ino indigC'nte. 13.ffibién se denomina "gueu'JC:ric·"
1"9 Karl Man:.3 Friedrich E.ngds, L8 1tta)'O 1859, Corrtsp<>r,dtncia, o p. cit.. t. v, p. 336. :i.l conjun1(1 <.i d can1pcsinado indigente.
1,${, "Discur.so a la fiesrn ~nual dd Diario drl J>ueb/o", op. cir.• i. XII .. p. 4. l iJ Karl Marx. ff.l 18 Br11111nriq d.e luis B<,n11p11rte, op. cit., p. 175.

116 11 7
E1. TRAIMIO 01:. MARX El filósofo y SIL< pobres

[guruJerieJ prusiano, sucio }' atrasado. sobre la civiliiación austríaca forz.ará a Pero el agua de los inrercambios y el fuego de la desrrucción no se dejan
Bismarck, el gentilhombre campestre [hobereau], a desatar, a su vez, las fuerzas nlaridar can f.ícilmence. L-1. especulación vacila a la hora de lanzarse cuerpo ::i
burguesas de la producción con su proletario doble. La parodia imperial fran• rierra en las rucas del Pacifico. Y orros se lan23n llevando sobre sus espaldas todo
cesa. la cornedia nacionalista alemana $On. para esos países, las vías de acceso a b vieja mugre de los campesinos o de los lumpemprolerarios. En In orilla del
una n,archa normal, a la "inglesa'\ por la historia. Pacífico, no solo están la embriague1. del N uevo Mundo y el hybris de la crisis.
En el exilio, en pleno cenrro londinense de este desarrollo, la singularidad 1,,mbién escl la magia del oro y la gentuz.;i de los buscadores de oro. La racio•
de la ciencia sigue ese movimiento que convierte la singularidad de los intere~ nalidad de laeconomía, canto como la rcprcsc:nración política, ticncsugueuserh•
ses económicos y las intrigas políricas en la universalización de la producción. que la redobla y la c.1rcomc. El conquisrador del nuevo mundo encuentra su
Dedica "el horrible periodo de paz""' a su propia acumulación. Observa los caricatura en el buscador de oro californiano. y este, en el presidario australiano.
signos del fururo, la ampliación de la producción y de la destrucción que debe "California y Austr-,lia son dos caso., que el Maní.fimo no había previsto"."'
abrir, para la revolución, un reatro digno de ella. t.<re imprevisto adquiere una doble figura. Es, en primer lugar, una contraten-
Primero está la ampliación de la producción y de los inrercambios, gran dencia a la lógica de la crisis. El oro australiano descarga a la población europea
suei10 de Marx y Engels: el nuevo mUJ1do que está por nacer en la orilla del de su excedente y constituye un nuevo merc.1do ávido de los productos del
Pacífico. Cuando redacta el balance de la farsa del 48', Marx no se olvida de Viejo Mundo. Empuja, además, a la población a despreciar aquellas ovejas
saludar el nacimien{O del hijo de su editor: "¡Suerte al nuevo ciudadano del cuya lana inundaba Europa. Pero esra conrrarendencia al desarrollo histórico
mundo! No se puede haber nacido en época m:ls formidable que nuestros días. norn13( rambién es producción de una historia caricaturesca, que asegura el
Cuando se pueda ir en sierc días de Londres a Calcura, ya tendremos desde hace triunfo del lumpen en lugar del conAicto mundial enrre burguesía y proleta-
rato la cabeza cortada o que temblequea. Y iAustrafü, California, el oc6lno riado. " ... nuestras profecías acerca de la supremacfa del Pacifico se realizaran
Pacífico! Los nuevos ciudadanos del mundo ya no entenderán cuán esrrccho más r:lpido aún de lo que podíamos imaginar. En esa oportunidad, se echará
era nuescro mundo".1'> Pero ya c-stá siendo venc.ida la esrrechez que siempre fuera a los ¡>ropios ingleses y aquellos Estados Unidos poblados por todos los
oprimió a los dos ciudadanos del país rcnano: "Dentro de seis meses el steam ,lepottados porasesinaro, robo porefracción, violación y horro darán al mundo
alrededor del mundo estará a pleno y nuestras profecías acerca de la supremacía un ejemplo desconcertante de los milagros que un Estado de francosviUanos es
' 'do aun
· rap1
de1PacíJi cose rea Iiza rá n rnas ' d e 1o que p\N.ltamos
- "' . . ,,. '"
1magrnar c:ipaz de llevar a cabo [... ]. Mientras en California, rodavía se está linchando
La fiebre de los grandes medios de comunicación y la fuscinación por d a los villanos, se linchará a la gente honesta en Australia y Carlyle conocerá la
océano a alcanzar también deben ser d motor de la gran destrucción. "Rusia confirmación y la apoceosis de su aristocracy. ofrogues". 1"'
importa c.1piml y especulación y, dadas las distancias y los ferrocarriles de más El agua y el fuego de la modernidad económica se encuenrran, de este
de un ccnrcnar de miles de largo, la especulación se va a desarrollar con tal éxiro modo, sometidos al mismo proceso de bastardeo que la tierra y el aire de la
que va, denrro de poco, a quebrarse d cuello. Apenas escuchemos hablar del tht nntiguaUa política. La ffUtn:ha a ,w,trapelo, la comedia del lumpen, parasita
Grand lrtuNk Thmk Une with branches to Peki11, será la hora de cerrar nuestras también la "vía regia" de la "última instancia". Es la ópera de los campesinos
valijas. Esa vez, c:Icrash será n1ás inaudito que nunca; todos los elen1entos están indigentes la que se está dando en el escenario del rearro de lo Universal. Y
reunidos: des.1rr0Ho intensivo, excensión universal e imbricación de todos los ahí también la apoteosis de los campesinos indigentes hace metáfora, ya que
e1emencos soc1'ales d01111. .nances y poseedores" ."' remire desde la periferia hacia el centro. El fantasma dd hampa bonapartista
metaforizaba la decadencia de la burguesía, su descomposición en individuos
10 Karl ~1:irx a f rit'dricl, Engcls. 25 de febrero 1859. C()"Npo11de11<in, op. cit., 1. v., p. 273.
corno meros soporres de intereses mareriales burgueses. La imagen del hampa
• Ndºf: "c.1ua.rante·hui1:irdc'" es (n fran1.'és la cxprt.'$ic)n, <"On co110 burlón y cnnrcstarario, a la
frase de la generación de 1968 "soix;1n1e-huitards... A]lf, en referenci:a a l:i rc\'oluclón de 1848. :msrraliano memforiza, en cambio, la descomposición de la clase obrera. Por estn
h1 Karl l\1arx a J~ph\\;'eyde,neyer~ 25 de 1n arLO de 1852. ibid., t . u1, p. 8).
1'6 Fri«lridl Engds a Katl M::u-x, 2 de sepricn,brt de 1851, ibíd.. L u .. p. 328. IIK Fricdrich Engds a Katl M:Lrx, 24 de agnsro de 18S2, ibíd., 1. 111, p. 192.
,.., lhíd.. 1.j deabril d< 1856. T. IV. pp. 294-295. Ut Frit<lrich Engels a K:1rl Marx , 23 de septiembre de 185 1. ibíd .. t. n, p. 328.

118 119
EL TRABAJO O& M ARX EJ filósofo y"" pobres

descomposición, no hay que encender su simp1e. dispersión, sino su evenn1al ingleses piensan de la política colonial? Pues bien, nada más que lo que pien•
copaci6cación (compacific11tio11) en una suma de individuos unidos por intereses s:111 de la política en general; y es exactamente lo que los burgueses piensan al
"en común" que también tienen en con1ún con la burguesía. respecto. No existe aquí, como bien lo saben, ningún partido obrero, solo hay
L1 corrupción de la clase obrera europea, en efecto, toma dos formas. Está conservadores y radicales liberales, y los obreros comen alegremente su parie
la traición de los militanres atraídos por el oro del Nuevo Mundo. El asunto ele lo que sacan del monopolio de Inglaterra"."'
parece lo suficientemente imporcante como para jusii6car un desarrollo en el La insularidad que hace de Inglaterra d centro de los intercambios la aísla
Discurso i11111,g11r11/ de la Internacional. Pero estos desenores también son los :ti mismo tiempo del fuego de la revoluci6n. El mar de los intercambios se
árboles que tapan el bosque. La corrupción radical es la integración, la cons- vuelve tanlbién pantano en el que circulan fraudulentamente las mercancías
titución unilater:11 en clase d e esos obreros ingleses a quienes les correspondía cuya acumulación tenía que ser explosiva y en el que }3 clase de la destrucción
la rarea de encabezar la revolución mundial. Desembarazada de su población ''chapotea" en las "bajas aguas" de la conservación. 1nglaterra solo es centro para
excedente, y beneficiaria de nuevos mercados, la clase obrera inglesa llega a el descenrrnmienro de la ciencia. El proletariado debe sobrevenir en otra parte.
fo rmar parte plenamente del orden burgu6. "Esta nación, la más burguesa de
tod:is, parece querer llegar a tener una aristocracia burguesa )' un proletariado
burgués 12/ margen de la b11rg uesí11. Se justifica de algún modo en d caso de Los jinetes y los comediantes
una nación que explota al mundo entero. Solo algunos afios verdaderan1ente
desastrosos podrían remediar este estado de cosas y, desde el descubrimiento Arte y revolución, y:1 sin duda alguna, son socios <ld atraso. Verdad de 1844,
del oro, parece que ya no es ran fücil que eso ocurra. Tengo que decir, por verdad todavía de 1884. En esta fecha, Engcls les va a explicar a Bebcl y KautSky
otra parte, que para mí, la manera de absorber la sobreproducción, que fue el la nueva forma adquirida por la paradoja alemana. En Francia )' en lnglarerra,
origen de la crisis, no está para nada clara; jamás habíamos visto tal 1naremoto la revolución industrial está grosso 111odo acabada. El corte entre industria. ane-
agorarse can rápidamente''.'~' s:uiia y agricultura e.s un hecho. Las condiciones de existencia del prolerariado ¡

Todo va de la mano, entonces. La clase obrera está demasiado aburguesada


para asir la crisis de manera revolucionaria. Y la crisis que tenía que radic.alizarla
se csrabili2.1ron en el marco de un desarrollo capitalista más potente que la
conrrapresión obrera. No hay ocasión. pues, no hay ninglln momc:.nro para la .,i
se resuelve de manera más o menos oscura. La justicia de la crisis también es sorpresa revolucionaria. SJtal chance existe para Alernania, es porque conoció
dominio de la mezcolanza. Su lógica de destrucci6n está igualmente parasitada una revoJución ind ustrial en las ciccunsrancias más dcsfavorabl~ posibles. Las
por una lógica del escamoteo. Se podrían censar las mismas figuras que en el con(Ucioncs modernas vinieron a chocar de lleno contra los mic1nbros disjuntos
escamoteo político de la revolución. Así, la especulación se asusta frente al ,M antiguo orden ;trtesanal y campesino. Resulta de ello un desequilibrio que
equivalenre económico de lo que fue el cara a cara de junio de 1848: la gran afecta a cada identidad social y que las me-,cla en un embrollo general. La arte-
aventura suicida del cr;1nsiberiano; las Bolsas y los mercados vecinos vienen a sanía doméstica lucha contra las máquinas; 1os pequeños cam¡xsinos arruinados
sustituir a los que fallan, del mismo modo que las da.ses cumplían la carea de su se lan1,,1n a la artesanía doméstica; los obreros se. ven forzados, para redondear
vecina;1s1 la e.re.ación de '1mercados ficcicios)' responde a las "clases artificiales" sus ganancias, a dedicarse al cultivo de papas. J\ este embrollo que recuerda
del parasitismo estaral. Y en el cemro, en el punto de partida y de retorno del las imágenes clásic,s del atraso, Engels, sin embargo, lo llama con un nombre
desarrollo, el escamoteo triunfa. No hay, y no puede haber, en Inglaterra ningún ,nuy discinto. Es, para él, una "revolución directa de todas las condiciones de
proletariado revolucionario. "¿Me están preguntando lo que los ttabajadores vida". Y con ella, coda J\Jemania se encuentra llevada hacia una "revolución
social" "que se reduce, a fin de: cucnras, a una expropiación de los campesinos
1s.iFriedrich E.ngcls a Karl Marx, 7 de octubre de 1858, ibíd.• ,. v, p. 222. y de los artesanos". Corresponde siernpre a esta c:struccura alemana la nlis1ntl
1,,, 1si l:.1 gran cri,iis industrial y comcrd:t.l que padoció lngla1crra lerminó sin cr.1c financiero
0 1 ..
suerte paradójica. Esa revolución se realiza "en el preciso momento en cJcunl
que culmine <"n Londn.'S, ca1 f<nómeno excepcional solo se debió al dinero francés... Karl Marx a
Nikolai Danid.son, 19 de febrero de 188 1. lrttm ,,,, /.e Capit,1/, édiriorL,; Sociales. p. 302 íCartas
sobre El Capi1al.. Existen 1r.1ducciones al cas1cll;1no}. IJ: Fricdrich Engds II Karf Kaufsky. J2 de sc:¡>1ien1brc de 1882, Jhíd p. 319.

120 12 1
l
EL T IV1.IJ/\JO OE MARX El filósofo y sus pobres

estaba dada a un alemán[ ... ] la posibilidad de elucidar toda la naturaleza [... ] Polémica encubierra entre el sabio Marx y el caballero Engcls. Cuestión
de la producción capitalisca".' " de ciencia y de ética a 1a vez. El sabio le reprocha f.icilmcntc a su a1nigo sus
Pero ¿cómo entender exactamente ral coincidencia/ ¿Cuál es d lugar de la proez.1s ecuestres. No piensa que la caballería sea "la especialidad" para la cual
ciencia enrre la corrupción del desarrollo y las oportunidades del arraso? "Si Alemania m:ís lo necesica.159 El otro contesta al nivel de la doxa (su repurnción
solo escuchara nli inc1inación personal, desearía que esta calma de superficie de ji necees lo que hace al prestigio de Bonaparte, aun si no saltaran bien como
durara todavía unos años. Como sea, es un muy buen periodo para emprender Engels), pero también de la ciencia: la equitación es "la base material de rodos
rrabajos científicos [... ]".'!i< Aesre deseo del sabio responded saber ambiguo del isusj estudios sobre la guerra".'®
revolucionario. la crisis-económica o política- es la oportunidad de 1.anjar los Sin duda, la guerra no es el fuene del sabio. Su pasión por las necesidades
caso, en los que las clases sociales todavía no se esrabilizaron. "Creo que denrro de la geología es el anrídoco al gusto de su amigo por los riesgos ecuesrre.<.
de qujnce días va a arrancar en I>rusia. Si dejamos pasar esca oporcunidad sin Mientras Engels cscudia las causas y los ef'ectos de la victoria n1ilirar prusiana,
usarla, y si la genC<:: lo soporca, podemos tranquilamente cerrJ.r nu~rro breviario Marx se apasiona por el escrito de Trémaux, Origen y trnn;formati611 del hom-
...sq11i11J revo1uc1onano
"-·
[soi11tJ, · · y sumergi•rnos en 1a gran teona. • " ,ss bre y de los Olrós seres, recién publicado en París. Según ¿¡, d libro da su base
Jnúril, para el caso, cerrar el breviario. Pues la oporcunidadesperada-la derrota científica a la reoría d,1rwiniana. La diferencia en la composición de los suelos
pmsiana de Austria- se presentó, al revés, en d campo de batalla de Sadowa. Y pcrmire explic.1r las diferenciaciones en la evolución de las especies animales y
Marx bien puede ironiz.1r sobre la ironía de coda teoría del kairos: "A excepción de las razas humanas. En vano Engcls va a objetar que Trémeaux "no entiende
de una severa derroca de los prusianos que tal vez (¡Ah', ¡los berlineses!) hubiera nada de geología y que es incapaz de dedicarse a una critica hisrórica de las
conducido a una revo1ución, nada ,neJor . po d'1a ocurrir
. que su vactona
. ' " .15(, fuenres, por más clcmenral que fues<:'1. 1" 1 Marx no toma para nada en cuenta la
Pero la intetprerac.ión de aquella victoria se presea también a la ambigüedad. objeción. "La idea fundamenral de Trémeaux sobre In influencia d,I suelo[ . .. ]
Marx ve en ella la confirmación irónica, pero sin embargo inconrcsrable, de basta con e11u11ciar/a para que tenga. de una vcr. por todas, reconocimiento
la teoría materialista. Es el fusil de aguja prusiano el que se llevó la victoria. den ero de la ciencia". 11>1
"·Dónde nuestra reoría de que la organización del trabajo está determinada Tal vez sea la oportunidad para subrayar algo: el juicio de Sartre y algunos
p~r el medio d~ protlucció11 se verifica de manera más brillante que en la in- otros según d cual el cientificismo de Engels habría corrompido la dialéctica
dustria de la carnicería humana>",'S' Y lo apura a Engds, por ser especialista hist"órica de Marx es totalmente injusro. .En materia de ciencia de la nacurale"la,
en cuestiones militares, para que escriba sobre ello un apéndice a El rapital. n1uchas veces Engels se n1uestra cná.s circunscripco que su amjgo. Precisamente
Engcls promere in rentar ºhacer el coso sobre la industria de la masacre". Pero porque cree menos en la ciencia y más en la historia. La irnpacicncia dcJ jine-
le interesa, curiosamente, otro aspecro del problema: la carga de los fusiles por cc hace a la paciencia de) sabio. Si la decisión se juega en torno a cuestiones
la culata. Y, como al pasar, trastorna por complcro la teoría marerialisrn según de terreno, se puede esperar par, zanjar la cuestión de la evolución. Y no es
la cual el progreso de las armas de fuego y el ocaso de la caballería se esrrechan paradójico si csra reserva se acompaña del riesgo de hacer Una dinllctic11 d, la
las manos. "Cuando la carga por la culata se generalice, predice, la caballería 1111.turale2.11. Y.1 q.ue es, anrc todo, una operación n1iUrar la que preserva para Ja
recuperará sus dc:re.chos". u3 acción revolucionaria el rerreno amenazado por las invasiones de la ciencia. El
enamorado ''naif" de la ciencia de la naturaleza es Marx)' no Engcls. Su materia-
.,, Frietlrich Engds:a Karl Kauuky, 8 de novic-n1bri: de 1884. Se encuentra un ;análisis muyfimll:u lismo geológico es una manera de conjurar la comedia que carcome la historia .
en la e3r1a. de Fricdrich E.ngel$ a Augu.n ·Bt"bc:I dd 11 de diciembrt de l884 (/.a social.d~n1(J(nt(ia La duda del revolucionario hace la impaciencia del sabio. La reoría geológica
ak1mma, op. ci, .. pp. 10 -18, pp. 187-192). ele las razas debe predominar sobre su teoría guerrer.l danviniana. Del mis1no
1~ K.lrl Marx: a Ferdinand Lassalle, 2 de febrero de 18)8. C,omspand<ncia. óp. cit .. ,. v, p. 144.
1
t j) J=riedrich Engcls a Karl Marx. 11 de: junio <k 1866, ibíd., t . v111, p. 283. ~ K;1rl ~arx a f ric..-dric.h Engds, 14 de febrero de 18)8. ibfd.. r. v., p. 135.
116 Karl Marx a Friedrich Ensds. 7 de juHo de 1866. ihíd.• t . VIII, p. 288. •tu Fricdrich Engels a K.1rl M:irx, J8 de íebrc-ro de 1858, ibíd .. p. 138.
161
" ' [bid., pp. 289-290. Fri«trich E.ngels a K:ul M:.n:. 2 de ocrubre de 1866, ibíd .. c. vu1, p. 3 l 9.
161
,,.. Friedrich Ent,-tls a Karl M:.rx, 9 de julio de 1866, ibíd .• p. 292. Karl Marx 2 Friedricl, Engds. 3 de octubre de 1866, ibíd.. c. v1n. p. 320.

122 123
(:.1, 'l'RADAJO Olt MARX El filó,oío y i1 11'i 1,obrc~

modo, el parrido "que surge por todas partes, y namralmcnte del sudo de la ''Todo el mundo siente tl,at thtn is sometl,ing 111oving aga.in. Y codos .se :,pur.,n
sociedad moderna"u;) debe re,nitir a su nada, las asociaciones obreras respetables naturalmente arriba del escenario alzando las banderas de la libcrmJ r... 1. PM
y los grupúsculos de caballeros errantes. Del mismo modo, los rerrcmotos del lo .dem;ís, mi mujer tiene toda la razón cuando dice que, después de 10,fo l.,
modo de producción deben hacer justicia a la comedia revolucionaria. La ciencia 1J11sr1·1a q~c ruvo que padecer, la situación no hará n1ás que empeorar dur.u11c
del suelo debe testimoniar sin ambigüedad a favor del sabio desilusionado de b revolución y que tendrá la satisfacción de ver a todos los fumistas de aqul
las intemperies de la hisroria. rnunfur de nuevo sobre el conrinente [... ). Dice si hay guerra, a la guerr;i. Pero
Pues el riesgo fundamental que arnenaza la acción revolucionaria no es el rl,ere is no guerra. Todo es burgués". if,7
peligro de la derrota y de la muerreen combate. Es e! de la comedia. En materia
de dialéctica, Hegel lo mosrró mU)' bien. hacer,/ ridículo mata. L1s sáriras de
Luciano llevaron a los dioses griegos a la rumba. La revolución moderna está El debec del libco
atacada desde adentro por comedianres que le sirven de actores.
En verdad. la acción revolucionaria es una acción "que surge de la lucha de fa
Ni el <l_esarroUo de producción ni el corte guerrero pueden, po r sí solos,
clases misma"."'' Pero, de hecho, se impone otra racionalidad. Por definición, prod.uc,r la diferencia en un universo en el que todo es burgués. 'loda la dife-
la revolución no obedece a las ICJ·es socialtt.Tampoco obedece a las simples reglas rencia debe concemrarsc en la ciencia del partido por venir. Ella sola conlleva la
de estrategia militar. La racionalidad de la revolución pertenece a la frsica. Pero negación del mundo burgués. Esra última es, a la ve,, ocio absoluto del filósofo
y abntgación total del militanre.
a cierta fisica que se opone a la química de los suelos: la física espectacular de
los torbellinos. "Una revolución es un fenómeno mcramenre nacural que obe- E_I ciern~o de la ciench1 no es solo el incecvaJo que, enrrc una crisis)' ocra,
dece más a leye-S físicas que a reglas que determinan, en tiempos ordinarios, la perm1Ce dedicarse a la investigación y a la escritura. F..s ra1nbién la distancia
evolución de la sociedad".'"' En ese torbellino, comenca Engels, los hombres :ibsol.uta, t?.l~lada en el ~no 1uisn10 de la miseria. de las ocupacio.nes de la
1

del partido se encuentran llevados pese a ellos. Más vale conservar la libertad 1nulucud: Iras las experiencias de esros diez últiinos allos. el desprecio por
de los sin partido. Pero esca es una reflexión a posteriori. En el terreno de la bs masas tamo como por los individuos debe haber crecido de mi manera que
en codo r11t101utl being que el odi profa11u1n vu!gt.t et arteo casi se impuso como
revolución alemana de 1848, tanto como en los prcpara<ivos que acompañan
filosofia''. "~
cada crisis portadora de esperanza revolucionaria. aparece m~lS bien lo contrario.
Por más que los sabios y los estrategas sean "objetivamenre" más revolucionarios .. La brutalidad del ~cieno enseguida se encuemra, por cieno, corregida:
que los "bacedorc:s de frases",166 es ros son los que ocupan el escenario. La obje- Todas esas cons1deraaones no son en sí n.1ás que humore.s de filisteos que la
tividad siempre llega tarde. l.1 mezcla de brutalidad prusiana y de fanfarronada c?rn1e~1ta, barrcrá". 16, La corrección no es el simple: arrepentimiento del revolu-
suralemana que caracteriz.a a los saltimbanquis de la revolución es, más que c,on~no trence a los demonios secretos dd füósofo. En el siglo de la producción,
la civilidad de la ciencia renana, la virtud que hace falta para tomar por las d ocio es obra. Y la obra es sacrificio absoluto del autor.
astaS la oportu11idad revolucionaria, aun a riesgo de transformarla en simple Hay por lo menos dos, a ambos lados de la Mancha, pensando este absoluto
oportunidad de dar la comedia. Los comediantes reyes, siempre y una vez más: ck la obra-sacrificio que absuelve a su autor de toda participación en la come-
hombres que se pasan la vida ensayando y esperando el buen momento para ~'ª burguesa. Infinitamente. alejados y bien Cercanos: el rentista reaccionario
entrar en escena. para elevar el tono o alzar las oriflamas. Así, en 1859. el año Haubert, en.cerrado en el calor de su ''griradero"· de Croissec; el periodista
bis.1gra que reflota las esperam.a.s de los exiliados, Marx observa la maniobra free-úmcc (p,gme] Marx, que batalla, en su dos ambientes de Chdsca, con el
que tiene coda la chance de surnergirs.e. una vt:1. más., en la voz. de la ciencia:
:: Karl Marx :1 ~rie<~rkh Engeb, 11 de diciembre de 1859, ibíd., c. v, p. 239.
!M K.1rl Marx :a Fcrdinand Freiligr:uh, 29 de febrero de 1860. ibíd., t. v1, p. 100.
•M Karl l\ia.rx a Ludwig Kugdn,ann, 9 de ocn1bre de 1866, ibíd.• t. v 111, p. 324.
iM Fricdrich Engds a ~11lvtarx, 13 de Í<:brcro de l8S l , ibíd., t. u, p.143.
··1~ ' .
K:.ul Marx :1 l•crd,na.nd Lusalle. 22 de f<:brrro L858, il1íd.., c. v p. 144

· ~ dT: "gu<.'t1loir~. Litcralcmcncc, ..grit.,dcro.. , en rcíer.:ncia a b pr:ktic.a que Flauhen 1c11J111 1f


'" lhíd .. 1'· 144. gr11ar en vo1. n1ur :.dt:1 sus tc:xros cua1Hlo lós escrihfa par.t p;uar la prueba dc.l "guculoh",

124 l 25
EL 1'RA8AJO or. h1ARX El íiló,ofo y sus pobres

amontonamiento familiar, los hijos que mueren, los acreedores que hay que prolcrario son el fruto de aquellas l1oras i.nfernales en las cuales la cn lcrnmlncl
repeler día tras dfa y la enfermedad que siempre vuelve. Ambos, sin embargo, y el cansancio no le permiten seguir con la demosrración cientí6ca. 17.i No son,
igualmente convencidos por la fursa revolucionaria en la que solo queda una sin embargo, un relleno destinado a que el autor y su público descanSén ele l<1s
cosa por hacer: la obra que será la toral negaci6n de la mezquindad reinante, :irideces de la ciencia. Sirven. más bien, para presentar el mico de la cicnci:1. Est,i
el mundo burgués negado por su reptoducción. es la obra del sacrificio absoluto, del descenso al infierno necesario para darle:, l:i
Proximidad exorci1.ada a lo largo de las páginas en las que Sartre se dedi- muchedumbre sin voz de las :timas muertas el libro que la redimirá del olvido;
ca a subrJyar el acuerdo del nihilismo Aauberriano con el deseo burgués de para hacer devenir al sujeto proletariado en lugar de la masa abigarrada de los
ajus1iciar la subjcrividad prole1aria y revolucionaria con1emplada en el cara a trabajadores. La ciencia es primero, en su senrido más fuerce, re,11inisce11cít1.
cara de junio 1848. 17<.1 ¿Cómo no estar in,pactado. sin embargo, por la manera Poner al prolerariado en el lugar de las :timas muerras es hac« esencialmente
en la cual los dos enamorados de Cervantes se lanzan al mismo 1iempo en el del libro la inscripción de la contradicción. En esce sentido, el libro (iene u.na.
proyecto quijotesco de la obra absolur.1, que es absoluto sacrificio de su autor? sola cosa para decir: que la producción capitalista, y hasta la simple producción
Sin eluda, el proyecto de la ciencia marxiana excede al simple nihilismo Aauber- mercantil, conlleva la potencia explosiva de la identidad de los conrrarios. Prueba
ti:1110 que, a través del sacrificio del auror, hace existir la obra como negación arrojada de entrada en la primera e-sccitura del infornlc n1ercantil. Pues la gran
del mundo burguts. El sacrificio de Marx no apunta solamente a hacer existir cosa no es la exposición de la plusvalía. Esre secreto rodos los conocen, y las
la obra, sino también el partido, la realidad de la división en acro. Peto el con- cuidadosas distinciones entre valor del trabajo y valor de la fuerza de trabajo
rracjcmplo Aaube.rtiano bjen n,ucscra lo que no es el sacrificio marxiano. No no cienen, en esta relación, la n1cnor i111porta.ncia. Lt gran cosa es arruinar de
se trata, como creen las almas buenas, del simple sacrificio en pos de producir '1nternano la solución proudhoniana a la plusvalía: el libre e igual intercambio
la ciencia destinada ;l ar,nar a los proletarios con el saber de las ('condiciones de trabajo entre los productores. J,-le-rcj ía económica. ra.l vez. Pero, sobre todo,
objerivas" de su lucha. El prolerariado no necesita la ciencia del capital para desmoronamienro de la gran lógica de la producción y de la desrrucción en las
instruirse. La necesita para existir. El proletariado solo existe por su inscripción mezquindades de la economía del trabajo. En este scouido, todo está ya jugado
en el libro de la ciencia. en la prueba arrojada en el primer capírnlo: "la forma valor relativa general y
La inscripción es) primero, el relato de un viaje a los infiernos. "En la la forma equivalente general son los dos polos opuestos, que se suponen y se
muchedumbre abig:trrada de los crabajadores de toda profesión, de toda edad repelen recíprocamente, de la misma relación social de las mercancías"'. 173 Una
y de rodo sexo que se apretujan a11te nosotros más numerosos que las almas ,•ez establecido el hecho de que la forma equivalente de la mercancía es una
de los muertos ante Ulises en los infiernos, y en quic.ncs se reconoce a primera forma e.,c/11siv11, el juego ya está echado. El proudhonismo es imposible. En un
vista, sin siquiera abrir los libros azules que llevan bajo el brazo, la huella de un sentido, la demomación del libro esr.í acabada en su primer capitulo.
trabajo excesivo, romemos otra vez al pasar dos figuras cuyo comrasre llamativo Pero el libro es rambién la inscripción del prole.rariado - o, lo que es lo
prueba que frente al capital iodos los hombres son iguales -una modista y un mismo, del partido- en la ciencia.\' eso hace la obra infu\ita. Ya que la ciencia,
herrero". 171 que es, por sí sola, el filo del partido, 1iene que ser inatacable. Y solo puede
Inesperada visión. Evidencementc, estas almas muerta.-. del infierno capita- serlo si se estudia, crisis tras crisis y documenco rras documento, Ja manera
lisra no llevan ningún libro azul bajo el bra1.0. Por el contrario, Marx enconnó que tiene el capital de escapar. cada vez, a la muerte. La escritura de la muer-
sus caras en los libros azules de los encuest:1dores e inspectores de las fábricas. te, inscripra en el primer capitulo del primer libro, riene que ser desarrollada
Y el trabajo excesivo que reconoce a primera vista es también el SU)'º· Marx canto tiempo como el capital encuencrn n1aneras de escapar a su descino. Pues
le hace una confidencia a Engels: esras largas páginas del descenso al infierno el capical es, aparenren1ence, más leibniziano que hegeliano. No se i.rá antes
de haber agotado rodas sus posibilidades. Y el sabio que sacrificó su vida a la
110 Jcan-Paul Sartre, l'üliot de la fonlille. GalHn1ard. c. 111 (E/ idi(Jta d( /11 fiunilh1. Eidsten
tr.iduccione.s al ~ucll:inoJ. •n Karl ~arx a Friedrich Engels. 10 de Í<'brero de 1866. Corrllponáe,u;.n, op. cit., t. v111. p. 2 1O.
' ·' K:arl Marx, El Ca¡,it,t!, o~
,. cit., t. 1. p. 81.
1
t 70 Kati Marx, El (."apita/, op. de., t. 1, p. 249.

126 127
,,
EL 'l"ltl\HAJO DF. MARX El file><ofo )' "" ¡,obre,

ciencia del proletariado tendrá entonces que voh•er al trabajo y consumar el idioma. En fin, se lo puede decir a modo de confidencia, "la masa de rn:ucdalc;
sacrificio basta el final. que tengo, no solo de Rmia sino l".unbién de los Estados Unidos, crcé1er:1, rnc
proporciona un pretexto agradable para seguir mis estudios en vez de d,1rlcs su
conclusión final para el público". in
La obra maestra desconocida tila inepcia consiste en querer concluir'\ es otra vez Flaubcrt quien lo dice.
1'vlarx, es cierco) se refiere n,ás gustosantente a Balzac. ¿Por qué este, "aunque
Obra interminable. Se puede entender de disrinra..~ inaneras. El punto de vista reaccionario", ha mostrado la lucha de clases? L1 cosa es tal ve,¿ más rebuscada.
del médico es simple. Lo que no deja de irri tar al doctor Kugelmann: ¿por qu~ No le aconseja a Engcls los cn111pesinos sino la Obra 1naesh'11 desconocidn. 178
Marx se deja todo el tiempo distraer de la única obra importante en el siglo Historia de una obra absoluta, apartada de coda mirada celosa y destinada a
de la ciencia triunfante: terminar El CapitaR Si esd enfermo, ¡qué se cure de perecer. c~n su creador, apenas la mirada de orro haya percibido su secreco: no
una vez por todas! r:into que csrá desnuda conlo el rey, sino que es invüible, a hiena de realzarse
A la familia Marx no le gustan las lecciones moralistas. La joven Jenny, en los colores y e.n las formas de la verdadera naturaleza.
herida en su honor de enfermera, contesta rorundamenr(: ''Es en v(rdad este
El libro que debe dar su identidad al partido es una obra del mismo cipo.
libro d que impide toda recuperación radical".'" Marx no quiere abandonar· Indefinidamente retrasada porque su autor JU) quiere entregarla al público.
lo para curarse. El segundo tomo de una obra cuyo ~printer volun,en la gran
1
Engels tendrá confirmación una vez muerto Marx: la obra está prácticamente
nación alemana no se dignó a leer'~es sacrificio puro por la 'noble causa del ac:1bada. 179 Pero también dejada en un estado sistemático de incompletud. Sin
proletariado». lo cual no sería el sacrificio absoluto. Sin lo cual. también, se: convertiría en
A Marx también le gusta recordarlo. Se rfe "de la gente supuestamente una cosa imitable, repetible, prosriruida, una obra ,narxista.
práctica" que da la espalda a los tormentos de la humanidad para solo ocuparse Marx, como se sabe, no es marxista. N'o quiere decir eUo que no sea ªdog~
de su propio pellejo. m Entiende la "práctica" en otro semido. Sin embargo, 1nático". Quiere decir que no es miembro de su propio partido. Engels se lo
habría un modo de conciliado codo. Engcls se lo sugiere varias veces. Tal vez hará ran1bién enrender de este ll\Odo a Bernscein: no es su "camarada". Todo
no sea necesario haber leído todos los materiales sobre b renta cerrirorial en
1n ie1nbro del partido imita, repite, transforma la obra de arte en con1edia y en
todos los pafses para entregar al público un estudio sobre la reproducción del ,écnica. Es también por ello que este sabio "no dogmárico" es ran pumilloso con
capital. ·Por qué no publicar de a poco, por fascículos? Entonces hay que dar las formlllaciones. ¡Por qué corrige con tanto cuidado maníaco d Programa de
otro arg~mento; EJ. Capital no es un libro científico como los otros: "Mis escritos
Co1til,? ¿Porque la lucha de clases se decidiría sobre una palabra mal entendida
tienen la ventaja de constituir un todo corno obra de arte y esto no lo puede
y los errores teóricos tendrían "gravC's" consecuencias prácticas? Sería creer que
alcanza r ocra forma de proceder que la mfa: nunca imprimirlos hast1 tenerlos
la palítica, en d siglo X1X, perrcnecc aún al arte del criadero. Marx no tiene la
acabados fre,nte a mí. Con el método de Jacob Grimm, es imposible[ .. .]".'"' menor ilusión al respecto. Aun si el programa es irreprochable, Liebknccht lo
¡A buen entendedor, pocas palabras! El arrisca Karl Marx no trabaja. como los aplicará de manera errónea. Dd mismo modo, si hace falta dictar el programa
filólogos y los autores de diccionarios, como los atareados de la escmura. del parrido francés a Lafargue )' a Guesde, no es para garantiz.1r su estricta apli-
¡Adelante con el análisis profundo de la rema rerricorial, entonces! Y para cación. Es para garantizarlo estrictamente a través de todas las "aplicaciones".
esto, el doctor Marx consiguió aliados sin parangón: los rusos. Anres de haber
des.embrollado la cue.\'tión agraria en Rusia, el arcisca tiene tiempo. Y, en ma.. in Karl M:m.: a Nikol:ii Danic:b;Qn, 10 de abril de l879, Ct11t41 sobre El Ctpiral, op. dt., p. 294.
teria de docurnen tos, los rusos no son avaros. Falta, por supuesto, aprender el 17
- K:ul !vlarx a Fricdrich Eng<:Js. 2; de febrero de 1867, Correspond11tt'iJ1, op. ci,., t,, v111. p. 35 1.
ll't "Me preguntas ¿OOrno puede str que mt: hay.,in 0<.'tlltado a n1í d mado de aaJ,runienu, cid
1;,4Jeitn)' Marx a l.odwig Kugdm:1nn, 3 de.' abril de l 87 1, lrum,.; KugLlnrann, 'Édi<ions Sociiles, libro? Muy ~i1npe: de hahcrfo $.1bido, lo hubiera acosado día y noche hasra que d libro ~ tuvic.r.a
p. J87 (Ci1rras a K,,gdmann. Existe tmducción al casteUanoJ. . . 1ermin:ado e in1prcso... Fricdrich Engds ~ August Bcbcl, 30 de i gosco de 1883. Cr1r1,11 sol,rr fJ
1,} Karl M:.ux :a Siegfri«I Meyer, 30 de abril de 1867, Corrt1_pqnde11r.,a. np. 01 .. t . v 111, p. 369. C:ipirnl. p..127. En la carta }':I cirada dd 28 dt' julio de t865, Marx decl.u:abaque los tres lihro,
H(, Karl Marx a Friedrich Engcls. 31 de: julio de 186), ibíd .. p. 147. L"$1:lban acabidos, ¡sah•o lrL"f <..'apÍtulos!

128 129
EL 'l'RAilAJO 011: MARX El filÓ$<>fo y"" pobre,

El programa está para la reminiscencia. E1 cexro tiene que ser escrupulosamente como Milcon hizo su paraíso perdido por unas libras". 182 Paraíso perdido y. de
respetado para sí mismo, incluso a costa de copiar simplemente lo que no se nuevo, vislumbmdo del antiasalariado cuyo ocio de la obra tiene que producir
entiende. 130 Porque es, por sí n1.isn10, lo que apela al porvenir, a una revolución la re111i11isce11cin e n el inccrvalo, en el otro tittnpo que separa los n10111c11.-os
a la c.ual poco le importarán las acciones "justas" o "erradas" de estos fanfarrones singulares de la irrupción revolucionaria.
que son los jefes de partido. Y lo evoca en cuanto es obra de arte inimi1,i.ble.
Arte, es decir - y esto también es algo que ha cambiado de.sde los tiempos
de los reyes pastores-, anti técnico, antiimitación, anti1rabajo. Entre los "erro- La ciencia errante
res teóricos" de "graves'' consecuencias prácticas que más irritan a Marx están
siempre en el primer plano los que incluyen la palabra trabajo. Así, pues, en Vínculo singular entre d tiempo de la obra y el de la cevolución, m:is allá de
la Crítica del program11 de Gor,ih, se empecina contm de un párrafo que pro- roda raciooalidad del desarrollo económico y de la constituci6n en clase. No
clamad trabajo "fuente de roda riqueza" olvidando 111 narurnleza. Así también h:iy ningún anc político que haga coincidir d filo de la ciencia revolucionaria
cuida mucbo que ningún abuso del lenguaje transforme d "valor de la foe= con los cortes de la historia social. La 1niseria ale,nana que da a la ciencia del
de trabajo" en "valor del trabajo". En la ptácrica, la verdad es que nadie ·se capital la ocasión de producirse, en Londres, sella también su dcsrino errático.
confunde. L.! cuestión es enteramente de principio: de dignidad omológica. Esta ciencia no es ni el dominio de ningún objero ni Ja forn1ación de ningún
Nadie va a confund.ir una nlercancía con un principio. La producción pura que sujeto. Al anunciar la preeminencia de l:i. producción. se encerr6 paradójica..
apela a la demucción revolucionaria tiene el carácter que distingue el arte del ntente en la soledad de un arte situado a partir de ese rnomenro a una distancia
trabajo: 11b ti~11e precio. Obra de arte, obra de la naturalcz.a. Marx nos lo dice infinita de toda técnica. La "'inversión" n1aterialista 1 el retorno del cie:lo a la
en este extraño pasaje de las Teorías sobre la pl11walía en el que utiliza ejemplos , ierm rienen cortto consecuencia ines¡xrada arruinar el espacio de la práctica.
del trabajo productivo aparenrcmentc desconcertantes. "Milron produjo El No n1:i.s opinión recta a.llí donde coda circunstancia ren,ite por derec.ho a la
/'araúo perdido como el gusano de seda produce la seda: como maniftstación ciencia. Pero esca tilcin,a e."tá condenada a interpretar, siempre a posreriori, el
de su naturaleza. Vendió luego su producto por cinco libras esterlinas. Pero el nlodo que tuvo la circunstancia de darse vuelca. No más arce político propio
acareado literato (Lirtemturprolerarier) de Leipzigquien, bajo la dirección de su para tejer la urdimbre feliz de los caracteres sociales. Sería por cierto extraño
editor. fabrica libros - manuales de economía, por ejemplo- es un trabajador enconrrar u11 rey tejedor en la nueva era abierta por el oficio rnecánico. Pero
productivo ya que su producto es de entrada subsumido bajo el capital y solo n1ás exrr.ifto aún es que la radicalidad del porvenir revolucionario se presente
bajo la figura arcaica de la revolución de los gusanos de seda.
existe este último como valor". 18 1
Se ve en qué semido El Capital es una "crítica de la economía política": En efecto, el gusano de seda es la unidad de dos contrarios: figura, por un
crítica del trabajo productivo. La verdadera producción está del lado de Milton lado, la nobleza de la natu raleza libre, la actividad del poeta, despreocupado
y de los gusanos de seda; del lado de los que producen sin jefes ni cálculos. La de la rentabilidad material. Por otro, represen ta la imagen inversa del traba-
obra quijotesca encuentra su exacta réplica en la revolución parisina de 1871: jador mednico que carece de palabra. Este jeroglífico de la identidad de los
revolución del cielo escalado, gobierno de los "simples obreros" que reemplazan contrarios cifro el desri110 de una ciencia cuyo poder se encuentra remitido al
a los "sicofantes generosameme pagados" del Estado)' que hacen su trabajo "ral riesgo absoluto del arte confrontado con la compacidad del mundo burgués.
"Todo es bucgués". No hay que entender ahí que la prosperidad burguesa
adormezca las conciencias ni tampoco que "la ideología burguesa" las oscurem,.
uo "Si no se entiende: nada de: est.as cosas, no hay que: tcx:.:irlo y solo copi:irl:t\ ;a partir de: los que: lnrenré mostrarlo: esra "ideología" en torno a la cual se hizo tanto alboroto
l:as conocenª. Fric:drich Engds a Wilhclm l~rxke-, 11 de octubre de l87), ÍA Jt)f/aldnnDCrMitt no es más que la banalidad del orden trabajador. "Todo es burgués" quíerc
11/r11u11ut, op. cit .. p. 84.
111 111,orirnübtr tkn Mth~rl, 1Warx~Engrl.s "*rkt, t. X)(Vl, I, p. 377 ('ll,iorirs sur la pltts-vah,,,
decir: no hay afoern. No hay otro lugar en el que se reclutarla un ejército cuya
U-Jd. ll:idi:t ti al.. Édirions Soc.ialcs, t. l, p 469 1Teoria 10/Jrr la plusr:alia. ExL,;te-n tr:tduccionc:3 !i:l Karl Marx, la g,,ma ei,;j/ tn f'ra,,da, op. cit.. p. 214. Ver t:an1hién S.S. Pr-J\\'Cr, M(ir.v y /¡1

:11c;1ndlanoJ. litrn1tur.t unil,ersal. op. c.it., p. 36S.

130 U1
J!1. 'l'R.ADAJO DE MARX El filósofo y $11'- pobri::.

instrucción la daría la ciencia. lOdo se juega en el seno de esra rragicomcdia de individuos. La teoría de Marx no es ninguna guía para ningun:, acción -._,;en
subliriie y grotesca de la era burguesa. Y la justicia revolucionaria solo puede violenta o pacífica-. Saber si es mejor estudiar en su gabinete, ptde111nr.sc n ln:i
darse en ella como doble anulación, una inversión perpetua entre la normalidad clcccio.nes o preparar las ar,nas de la insurrección no se aprende en ningu1u1ce.sis
del desarrollo ltistórico y la patología de su descomposición. En este juego de de la ciencia. l.a ciencia enseña una sola cosa. No un conocimiento, sino una
inversiones, la ciencia no tiene por sí mislna el poder de zanjar. Sería en vano manera de ser. Enseña a los que la estudian a ser hombres a la alt11ra tic/ //IICIHJ
preguntarle si hace falca encregar su confianza al dios de las fuer,.as producdvas mut1{Ú}, Como la obra del genio, en la esrédc.1 kantiana, la obra de la ciencia 110
y a la espontaneidad del suelo que dará nacimiento al partido de la destrucción ofrece leyes, solo modelos. Hace fulta copiarlos, no a la manera de los mnemo•
o arriesgarse en la tirada de dados de la decisión revolucionaria. t"écnicos, sino a la de los aprendices pintores que forrnan su 1nirada, y su n1ano,
En efecto, nada rnás irrisorio que buscar sacar de los escritos rnarxianos reproduciendo la_,obras de quienes fueron elegidos por la nawr;J= para imponer
argumentos para justificar la vía reformista o la vía revolucionaria. La ciencia al arte la.s reglas que lo separan de la rurina récnica. La obra de arre de EL Capital
no enseña su uso. Su punto de llegada se parece a su pumo de partida, el puede aprender a juzgar si se trata de acruar corno sabio o general como poeta 1

tiempo en d cual el esmdianre de filosoffa Karl Marx somete a su jurado a la o como diplom:icico, porque es reminiscencia de la única gran revolución digna
demostración siguiente: la Hsica de Epicuro, que se suele considerar como la de su nombre: la que hicieron en d siglo xv, algunos hombres -o, mejor dicho,
simple continuación de la de Dcmócriro. es, en realidad, lo opuesto. Y hay que algunos giganrcs- que eran todo moa la vez.
1
reconocer en esta oposición dos visiones antagónicas del mundo. Por UJ\ lado, ' Fue el mayor trastrocamienro progrcsisra que fa hun1anidad haya cono-
el hombre de ciencia; por el otro, el hombre de práctica; uno embriagado por la cido, una época que necesitaba gigantes y que engendró gigantes: gigantes del
ciencia de lo verdadero al punto de, se dice, reventarse los ojos para esc.1par a las pensamiento, de la pasi6n y del carácter, gigantes de la universalidad y de la
ilusiones sensible.< fatales para la física; el ocro, satisfecho, para la práctica de la erudición [... ). Leonardo da Vinci no solo fue un gran pintor. sino rambién un
filosofía, con roda explicación que ahuyente el mito)' salve los fenómenos; uno, rnatemárico, un mecinico y un ingeniero eminente[ .. . J. Alhcrr Dürer fue pin•
apasionado por la observación cienrífica de un mundo sensible que era para él ror, grabador. escultor, arquicecto e invenró además un sisre1na de fortificación
mera ilusión; el otro, d~prcocupado por recorrer un mundo que consideraba [... ]. Maquiavdo fue hombre de Estado, historiador, poera y, al mismo tiempo,
a la vez como única verdad. En el siglo de la realeza técnica y de la ruina de el prin1er escritor militar de los tiempos modernos digno de ser citado". 181
los mundos por detrás, tal vez el uso de la ciencia sea más imposible de decidir Así se fija la escena y la obra. Todo se juega decididamente en el país de
incluso que en el tiempo de la filosofía griega. Bien podemos poner en fichas la paradoja, en el país del retraso avanzado, en esa Alcn1ania que siempre
de lectura El Capital a la manera del encuadernador autodidacra Most. No tuvo, desde Lutero, cien aflos de adelanro sobre el pensamiento de los otros
rendremos allí nunca nada más que hueUas sin vida; discurso escrito, discurso y cien afios de retraso sobre su pr~icrica. Todo se juega sobre el escenario
muerto, según la vieja lección del Fedro: incapaz de socorrerse a sí ntismo, pero nurcmburgués entre los descendientes del zapatero filósofo Hans Sachs y
susccprible de rodar hacia cualquier lugar y de hacer rodar, de un lado y del los del artista sabio Albert Dürer; entre los enanos y los gigances. Pero para
orro, cabezas de los que no nacieron par• la ciencia. Así es como Mosr y sus represcnrar a los gigantes desaparecidos, para formar a los hombres nuevos,
consortes seencuenrran tironeados por este ccxto mudo que, para ellos, cambia aptos para ser diplomáticos o caballeros, sabios o artiscas, hace falca solo esta
enrre la pasividad cientificista )' los desencadenamientos anarquistas. Sanción obra de arte y de la reminiscencia: parcitura con fa cual hay que "hacer bailar
de un saber que carece de la ciencia de los fines. lás condiciones sociaJe-.s perri.ficadas"; cuento fanrástico apropiado para 'dar 1

Ahora bien, la ciencia de los fines no se enseíia más ahora que en el riempo de al pueblo miedo de sí mismo en pos de darle coraje";'"' monumento de In
Platón. O mejor dicho, se enseña todavía menos. No m;\s academias ni b-•nquetes 111
) Fricdrich Engels, DiaúctÜ/"<' tf4' la 11aJure. ~.dicions SóCiaJes, p. 30 í Diallrtira de la 11t1h11illru1.
para ella. En tiempos de de.smitificación, la ciencia se volvió paradójicamente puro Existen ,r:iduccionc.:s. .iJ casc<"Jl:1no].
milagro. Por extraña que la cosa nos pueda parecer, después de unas décadas _de l!i Karl 1\ 1arx. !111roduc1io11 t7 la cririqu~,le la pht'/o;ophiedu droit de Hegtl, rrad. Molicr)r, (h'uum
marxismo, hay que decir las cosas como son para los fundadores: todQ es cu,sttón ¡,hil1Jtt1¡,hi1J11r;, t. 1, p. 89 l fntroduc,irin ,r bt trírica de la fi/01oflt1 del drrttlm de Ht>.g,tl f.xh1c11
craducciones al ras1dlanoJ. ·

132 133
fJ filós<,fO y ~os !)Obre~

ciencia sobre CP)'º modelo es l\ecesatio ejercitar -SU mirada y su phuna para El testamento del artista
ir contra los filisteos de la desmitificació11 ciemilicisra y de la c.rírica cómoda
de las "utopías'·~ obra 1naestra dramática que hay que aprender a incerpretar EJ hun1or es el arre de la discanct, que se aprende a distancia. Es inútil. enton-
para ir contra los comediantes, para aprender a actuar su propio papel en la ces> inten,ar saber si Marx)' Engels cienen realntenre prohibida la residencia en
tragedia del porvenir. aquella Alemania en la que, después de todo, esmrian a mano para preservar al
Entonces, la aplicación de la ciencia solo puede ser esto: aprender a in- Partido de las desviaciones de toda índole. Inútil pregu ntarse si son solamente
terpretar la obra sobre el escenario de la revolución. Nadie escapa al teatro. las leyes antisociales de Bismarck las que obligan al Partido a tener su órgano
Hay que hacer mejor que los comediantes. Tomar el lugar de ellos. En la central en Zúrich, después de que la sección alemana de la lnremacional haya
familia Marx, en la que se aprende desde chico a recitar Shakespeare, el jefe tenido su dirección en Ginebra. En este estado de cosas, la ciencia no puede
de familia tiene un prosador favorito, Diderot, el hombre de la Paradltja actuar más que a discancia. Y mientras el nuevo aClOr no haya llegado, ella opera
del comediante. para conseguirlo. Reemplaza al héroe ausente, asegura el imervalo de i-iempo
Hace ful ta formar comediantes que sean ancicomedianres. Otro hombre del necesario paras-u venida. Pero usa ta1nbién este tiernpo <le esp<:ra y el dispositivo
teatro, Brechr, le dará muchas vueltas a e_sre problema: ¿dónde encontrar el "gran de reemplazo para consdrujr los elementos de su "educación".
método", el arte de aprender, sobre el escenario del teatro y el de la revolución, Puesta en escena regulada, prccisamenre, por el viejo Engds cuando la
a actuar no solo los concrarios. sino también su identidad? A él ta1nbién le será muerte de Mars lo hace legatario de la ciencia del Porvenir. Se trata, primero,
necesario el exilio para percibir el fondo del problema; la cuestión del actor no de constituir el monumento de la obra: plasmar los libros II y m de El Capital
ren1ite al a.rtc de inostrar, 1'e1nice al arte de vivir. Solo concierne al púb1ico en a partir del montón de jeroglíficos dejados por d autor de la obra maestra des-
la medida en que le concierne a sí mismo. Pues es, a fin de cuentas. virtud 1nuy conocida - es decir. también quemarse los ojos junro con su tiempo para que
pobre de la pedagogía que hace "tomar conciencia" develando la explotación el sacrificio se consume- . Ense1íar l:t lectura de estos jeroglíficos a dos escribas,
y sus misti~caciones. La gran virtud que el público tiene que aprender junto Bernstein y Kautsky, dotados exacmmenre de las cualidades y de los defectos
con el actor es el humor. el arre de comportarse arriba del escenario, donde los necesarios para jugar el papel adulador y sacrificado de los dos marxistas (no
contrarios no dejan de intercambiarse. tendría que haber más). Publkar por todas partes estas obras de autovulgariza-
Arre de devenir agentes histórico,. Ya no simples "portadores" de relaciones ción (M1111iftmo com1111ista y otros), listas para ser copiadas mientras no puedan
sociales cuya desdicha no es ignorar las condiciones reales, sino no estar a la ser entendidas. Impedir, entonces> que cualquier comcdianre venga a alterar el
altura de lo que portan . "Todo es burgués". Entendamos que, para actuar la obra rexro de los acrores del fu,uro. Pero, a la vez> rcccner la escena. impedir que otro
shakespcriana, no hay más que comedia11tes a la manem de los que contrata el texto tome el lugar -a riesgo de tener que perseguir a los Dühring y consortes
príncipe Hamlcr. Patanes groseros, compafüas de farsantes provinci;uios, actores sobre los terrenos avenrureros en los que disertan de roda cosa cooocible y de
de comedia burguesa para quienes la alianza de lo sublime con lo grotesco se :1lgunas más.
resume en alternar una tirada schilleriana con una broma de vaudeville. Por eso Preservar la pur<2a del texro pata los actores del futuro es rambién consolidar
no queda otra solución, cada vez., que: recurrir a la vieja utilidad para salvar la el pode. turbio de la ciencia y de la clase. Aprovechar la represión bismarckiana
obra, aquella que representa la quintaesencia del teatro burgués, la vieja sirvienta para constituir, en Zúrich, el equipo del $qzia/Dm1okr111 junto con su teórico
hegeliana llamada "ironía de la historia". Bernstein como represencantes ante los militantes alemanes de la ciencia con-
L, historia será irónica mientras no haya nacido el nuevo actor, ~l anti- servada en Londres. y como críticos de su representación parlamentaria. Pero
comedian<e, el único personaje histórico digno de la modernidad de la gran t-Jmbién agudizar la capacidad dialéctica - humorística-de los obreros alemanes
producción: el joven proktario dotado de humor, apto para jubilar a la vieja por la brecha misma entre su representación Política alemana y su representación
sirvienta y todo su séquito de figurames. literaria zuriquesa; por la crítica que hace el e.,;criror marxista Bernstein de los
errores del parlamentario socialdemócrata Liebknc:cht ranro como por la que
dirige el organizador obrero Bebe! al escriba marxista Bernstein.

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l! L 1'kAUAJO OF. tvL,RX

Arte de las contradicciones. La última lección del pedagogo Engels secl


ese extraño pret:lcio a la recdición de Las /.u.chas d.e clases en Francia, donde se
exaltan. para complacer a los dirigentes del Partido, las conquisras legales y
parlamentarias del socialismo recordando, sin embargo, para hacerles rechinar
los dientes, que esra vía legal no es más que una de las formas irónicas del arte
revolucionario.
El filósofo y el sociólogo
¿Lección en vano? Los herederos definitivamence carecen de sentido del
humor. Procederán exactamente del mismo modo en que el sabio Marx repro- Contra los clérigos y los sabios, el 1"inrorerro se diría gus1ru1tmen1c
chaba al obrero filósofo Proudhon: se quedarán con d buen lado del prefacio proletario si pudiéramos soplarle Ja paJabra, aunque sus an1biciones
y suprimirán el malo. lo lleven a unirse a la burguesía. tn iodo caso, él es "pueblo",
Se puede decir, es cierto, que escas peque,ías cobardías no tienen mayores él es el pueblo.
consecuencias:. El final del prefacio denuncia de ante1nano el ridículo temor Sartre, El secue.strrtdo de Vtn«ia
que las leyes antisociales desperrar:ln en aquellos espíritus pusilánimes. Estas
leyes tendrán tanra eficacia como la gran persecución de Dioclcsiano contra el
ancestro del socialismo, la revolución crisriana: "Fue ran eficaz que, diecisiete
años más tarde, el ejército estaba formado por una mayoría de cristianos )' que El horizonte marxista
el nuevo aurócrara de] Imperio romano, C onsrancino, que sucede a Diocfc..
siano, a quien los curas llamaban el Grande, proclamó el cristianismo religión ¿Qué queda una vez que se ha erigido la tumba del sabio y se han tirado al
de Escado". '" agua las cenizas del artista? Muy evidentemente, el marxismo. Enti~ndase,
¿En qué está pensando? ¡En un nuevo aucócrata? ¿En una nueva religión de no el pensamiemo de Marx. El marxismo es lo que queda cuando el creador
Estado? Dice esrn como al pasar. Pero después no le sigue nada m:i.s que el punto se reüró de la obra, cuando se encuenrra cancelada aquella imperceptible
final. Así termina el cesmmemo ceórico del legatario de Marx. Para Friedrich distancia, esa parte asumida del sinsentido, el humor por el cual el filósofo
Engels, que sufre un clnC(:r de garganrn, es tiempo de pensar en jubilarse. Es escapa al estatuto de los objetos de su ciencia y al recuenro de los miembros
ciempo de pensar en rerirarse de la creación . Limpiamente. Sin dejar huellas. El de su partido.
27 de agosto de 1895. cuatro personas: Eleonora Marx, su falso marido Edward Cuando se suprime esm nada, queda por supuesto todo. La coral inteligi-
Aveling, el escriba marxista Eduard Bernstein y el viejo Stra11bi11ger Frkdrich bilidad de un mundo enteramente definido por las leyes de la producción y de
Lessner, llevaron en su boce las cenizas de Friedrich Engels. La urna reposará la circulaci6n; las grandes masas sólidas que conforman, a la vez, el paisaje de
en el fondo del mar, al pie del acancilado de Eastbourne. nuestro 1nundo, reconocible por todas partes, y la razón desconocida de nuestros
Última fusión del agua y del fuego, que imita en una im•ersión d desrino pensamientos: el ser que precede a la conciencia, las fuerzas productivas que
del poeta Shdley. rechazado por las olas e incinerado por su amigo Byron, se- vienen a toparse conrra las paredes de las relaciones de producción demasiado
mua y un años antes, en la playa de Viareggio. Así, aquel a quien sus allegados csrrechas; el molino de viento que produce la feudalidad, el molino de agua que
llamaban "el general" habrá significado al partir que él era ame todo un poeta. inaugura el capitalismo; la burguesía que desata y retiene las fuerzas del vapor,
Queda, en d cemenrerio de Highgate; la otra tumba, una construcción de la elecrricidad y de la democracia; el proletariado que toma conciencia y se
permanente y ornamentada por la posteridad probaría del busto del profeta. organiza a la luz de la ciencia y al filo del combare; los pequeñoburgueses que
Los artistas no escapan al poder de los comedia mes. dan vuel~as en d círculo de sombra de la ideología. Un mundo de transforma-
ciones y reflejos en el que por todas partes hay algo para producir y por todas
partes, algo para descifrar.
'"' K.1rl Man:, laJ luch,n dr e/asa rn Frnnrin, op. dt.. p. 38.

136 137
1! 1. ltJLÓSOJ10 Y EL SOCIÓLOGO
El filósofo y "'' ¡>Obres

El decorado de la producción Mundo de t, producción generaliz.ada. Mundo de una filosofía cesn111c:1d:1,


c.s decir, putJta a disponibilielaá. Ya no riene que estar de guardia: h:1y un nuevo
Clichés [images dtpinaq, según algunos, respecto de las complejidades de. la guardián, represenrado sobre d escenario delante de las chimeneas de ,el:. pi11-
ciencia abierta. Y de ahí a denunciarestos pobres molinos cuyas rued.a.s 1rr1sonas i:1da, pero sobre todo activo en bambalinas para hacer funcionar el escenario:
echan sombras sobre el libro de la ciencia. el obtero-maquinisca. La filosofía puede degustar la nueva forma de su ocio. Yn
Lo ,mico es que los molinos no pertenecen a la mala tipificación de la no tiene ni colina que escalar, ni sol que contemplar, ,ti almas q ue educar. Ella
ciencia. Pertenecen a su mito fundador, el que une la pastor-.il de Antipatros con c:una a la democracia de los cuerpos productivos. Tal vez no sea exacta1ne111e lo
el infierno de Arkwrigbc. Y, desde pon Quijote, forman parce de un .decorado que los zapateros dese:1ban. Pero el aln1a y s~ educación, jusramente, pertenecen
obligado: marcan la frontera que separa la cienci~ del nuevo inundo mdustnal a la fe arcaica del zapatero: ht fo del aucodi~acca humanisca de la biblioteca de
de la ensoñación feudal dd viejo mundo. Pues bien, el marxismo es ante codo l.louville, d clérigo que le recuerda al filósofo al hijo del zapatero Guéhenno.
esto: el decorado plantado de la racionalidad dd nuevo mu~do técnico. ~l Hombre de la letra muerta, o Se:\, ahora, hombre del ,zlmtt.
marxismo, dirá Sartre, es el horizonte insuperable de nuestro uem po. El hori- Inversión inesperada de la jerarquía de las almas. Alrededor del filósofo y
zonte es decorado: linea de fuga rebatida en tela de fondo, a partir de la cual del zapatero giró el escenario. Pero solo el filósofo se dio cuenta. Está ahora
percibimos la escena. Poco importa parad caso que los árboles, las aspas d~ los con los hombres del acero y dd concreto, de la m,íquina y de la producción.
molinos o las chimeneas de las f.lbricas que lo recortan sean de una banalidad El zapatero se encuentra dorado de esta alma que precisamente )'" no vale
Jlamariva de cromados. El horizonte de la ciencia no precisa ser científico. No 1111dt1. que es ahora acraso, distancia de sí de.l cuerpo producrivo. La jerarquía
se trata, en primer lugar, de lo que oonoce1nos, sino de lo que vemos, de la doxa se presen,a, de ahora en más, bajo esta nueva forma: hay cuerpos más o menos
que constituye el decorado de la nueva ciencia . . . .• produccivos, órganos y producciones más o menos liberados del aln1a, es decir,
El marxismo-horizonte es primero el dccorJdo 1mpenoso de la producc1on. de la anriproducci6n.
Duro y ne10 como las líneas de concre10 y de acero. Riguroso como el 1rabajo Asunto de nlllsica corno en el riempo de Platón. Pero en un nuevo sentido.
de los pistones y el esfuerzo de sus sirvientes. No fue la piedad rou.sseaunian~ Para Platón, existían la lira noble y el modo doriano de los amigos de la musa
ni tampoco el apocalipsis mesiánico lo que la filosofía de nuestro uempo l~'? coima la ffauca vulgar y el ritmo lydiano estimados por el populacho. Ahora
primero en el rexto marxista. No fueron ni ht gloria del produccor, nt la desrn!u- existen el obrero bueno y el obrero malo, d órgano bueno y el órgano malo
fi<11ción del id"6logo. ni el reino de la Ciencia o del Hombre lo que les llamo la para cjecucar una misma música, para hacer con ella lo blando del alma que se
atención. Fue primero el mernl rígido y la línea implacable del nuevo decorado: inAa o el metal del cuerpo producrivo que corta.186 Música del "alma", música
d filo frío del acero pulido, la linea llena de concreco sin ornamencación, el del z.apatero. Música del cuerpo, música del técnico del futuro. Al coro de las
trabajo exacto de la máquina. Victoria de lo duro sobre lo blando y de lo recco cigarcas responde d sueño moderno en el que los hombres del taller echan a
sobre lo curvo. Por n,uchas partes resuena en nuestra filosofía el n1ismo grito los consumidores de alma, es decir, a cHos n'Usrnos: ''Se puede imaginar que
de felicidad por haber sido liberado a través de las máquinas y de los maceriales - ¿más tarde?- el concierto sea exclusivamente un raller del cual nada, ningún
nuevos de las blandas digestiones de la conciencia y de las músicas melosas
del alma. El decorado de la producción devuelve a la conciencia su libertad
de ser "cosa entre las cosas"; prueba que por todas panes "está funcionando''. ,,s Roland Barrhcs opone así d<" inane...- ejl"1npl:Lr b inrerpn-taci6n "neurn:ítica.. de Fisher.Oieskau
Por todas panes hay cuerpos productivos liberados de la "cárcel del alma". Por a la inccrprctación "dcctró1tica,. de PanzCra: "El soplo es d lll-Uma, es d aJn1a que se iníla O liC
todas partes hay sentido que trabaja: el pensamiento trabaja _en la piedra Yen rompe, y ux lo .trte exclusivo del ooplo 1icne chance de .sc.r un arte .st."C.rctan1en1c místioo (dé un
rnistic:isntoacharado a la n1edjd:1 dd nlictosurcode mas.1). E.I pulmón, Úfl:,'ltno csr(1pido (¡cornlcla
el hierro de las máquinas y de los edificios, la materia traba¡a en las palabras
de gatos!) S(: infla. pero no se teni.a: es en Ja gola, lugar donde d n1ccaJ fónico lie endurece y ~r
del pensador. Y el intermuudo de la doxa se puebla, poco a poco, de máqum~s con:i, es en la má.sc.ara donde estalla la significancia. hace surgir no d alma. sino d go«", tQlnil~
nuevas y de circuitos inéditos: arres del hacer, aparatos del poder, econom1a rt l'ob1us. Sc-ui.l, pp. 239·240 llo ub11io J lo ol>tUJO, Existen rraducdonC'$ al ,,u1dJanol. Sl1hrr IA
del sentido, máquinas del cexco, producciones del deseo ... "n)úsica dd alm:i", \'Cr taJnbién Sarux- y esptci:il1ncnu: lrs tnou fla, palahrmj.

138 1.1'1
ft.. 1:11.ÓSOFO Y EL SOCIÓt..OCO El filósoío y $u~f"ilnc,

sueño, ningún imaginario tampoco, o sea. ningún alma se desbordaría}' en el o humana. la cuestión crucial no es, en efecto, d criterio de lo vcrdi,dcl'o. es
. s111
sor i o en una prácoca
que todo el hacer music..'U estaría abbd . resto""1
. la naturaleza de lo visible; el mal que primero hay que rechazar no es el error,
es la pasividad. Afirmando, por el bien de su causa, que el cspect:kulo de lo
sensible es enreradamente asimilable a la acrividad del lenguaje divino, el muy
El sol y el horizonte Jespresdgiado idcalism Berkeley se ubica en la primera fila de los invemorc;
de nuesrra n,odernid~1d productiva. En tiempos de empirocriticisn10, Lc:nin
D icho sea de paso, el nuevo rc.mo del goce filosófico, d taller de la praxis sin rendrá que enfrcmarsc con las consecuencias de ello.
rerto, escl lejos de llegar. El hori'wnce marxista no es solo este decorado fubril Pues, más allá de los arreglos de circunstancia cncre la ciencia)' la religión.
que, al rcrmplazar el sol de la ciencia, da a los gestos y los objews de nuestro csrá el porvenir a largo plazo de la filosofía. En el lento desmoronamiento de las
universo sus Líneas y sus colores nuevos. El horizonte en filosofía no es solo el verdades ctc:rnas, esr.e porvenlr tal vez. se encuentre justamen te en este sustituto
relón de fondo de la ciencia. También es el lugar paradójico en el que ciencia y de eternidad que le g'1rantiza la ciencia: la permanencia de las ilusiones ópricas,
doxtr redisiribuycn sus poderes. Así pues, en el siglo xv11, uno de los dccorJdos la no concordancia necesaria entre lo que sabe el sabio y Jo que veel campesino.
favoritos para el combare filosófico era el horiwntc del sol o de la !~na al salir. La duxtr ya no será, de ahora en más, ese mundo que la filosofía debe atravesar
El problema es bien co1tocido: al salir, tanto el sol, astro del d1a, como la para alcanz;,r la luz Je lo verdadero. Será el horizonte colorido de su dominio.
luna, amo de la noche, presenran un disco amplio. El sabio bien puede saber La filosofía por venir ser:i razón de la do.~a: ,abcr algo de la brecha entre la
que el disco es igual al salir y en su cenit, no por eso el camp;5i1'.o deja de v~r ciencia y las repre.senraciones, pero rambién saber algo de su familiaridad en
que el di:imecro ,•a variando a lo largo de su recomdo y los filosolos de discuur un inundo que ya no conoce cra~n,undo y en el que tanto la ilusión como la
e n torno a las razones de esca apariencia. 168 circunstancia remiren a la ciencia. A riesgo de desdoblarse, de emancipar bajo
Exiraño debate, sin embargo, pues el fondo de la querella ya se vació. lodos vigilancia el moderno saber del individuo y de la sociedad en cuanro saber de
los filósofos en el siglo xvu, y muy pronto todos los campesinos, sabrán que las condiciones que ahondan la brecha entre la doxn y la ciencia. A riesgo de
el sol, desde todo pumo de vista, no sale ni se pone. ¿De qué vale perder el volver el arma de este saber semic:mancipador conrea ella misma, de afirmar
ticmPo en corno a la apariencia de una apariencia? que la verdad del filósofo es la gran ilusión óptica que nubla el trabajo de la
Es que precisamenre se juega allí el desrino de la filosofia: ya no e~ la ~s- ciencia y el goce de la apariencia.
ce11sión hacia el sol de lo inteligible, sino en el redoblam1enro de las apanencias En ese horizonte en el que se eleva un sol ,nás ancho, un sol que, por otra
en el horizonte de lo sensible. parte, aden,ás no sale, en ese lugar en e.l que: nunca la ciencia va a reemplazar
Hay razones de circunsca_ncias para explicarlo. Quie~lcs en esa époc~ más :, la doxn, se arma la escena moderna de los conflictos y de las complicidades
se interesan por el tema, el padre Malebranche o el obispo Berkeley, tienen entre filosofía y saber social. Escena de esta filosofa, del pobre que puebla
lUla prcocupaci6n nacuraln1ence característica de su ~ocación. de ho~bres de
nuestras teorías, nueslra política, nuestras ciencias sociales: este ida y vuelca
la Iglesia, dar a cada uno su parre: al campesino, al sabio y a Dios. Vahdar c.ada pern1anente que. sin cesar, ren1ire la mirada \•acía del ideólogo celestial a la
mirada en su lugar: la ntirada "naif" del can1pesino sobre su sol; la nurada ins- mirada sustancial del campesino para enseguida marc:ir la brecha que separa
truida del sabio a tmvés de su lente o de su microscopio. Denunciar los cruces <'Sta mirada susrancial de su propia verdad. Nuestro saber social es, anre todo,
ilícitos, las superposiciones de las miradas que ponen el mundo s.usrancial dd esto: pensamiento del pobre, inventario de los modos de pensar no legirinrn•
campesino al alcance de la lente del sabio o el, mundo geométnco del sabio dos, ciencia que tiene como objeto e.ste pensamiento que no titne rientpO par.l
en el horizonte del campesino, y producen asi un mundo aurosuficieme de pensar. Saber que den uncia la vanidad dd ocio filosófico al mismo ricmpo <1uc
ideas y de cosas que subsisten por si mismas, füera de toda actividad divina está relegado a la función de susriruro [ersatz) de la filosofla.
,n Roland 6;1rthe$, ibíd .. p. 235. Susriwto del cual la filosofla no puede prescindir, obligada como est~. p•m
ttt Cf. ~icolas MaJebr..tndu:, &thtrtht dt /11 t.¡,-;,¡, libro 1, c.lpitulo XlX, u. Vrin. 1965, p. 75 conservar su pane en la legislación de los pensamientos legítimos, a proJ11dr
{81iJ.t¡11tda de !tt 1,'frdad. E,xj51c tnduc:ción al casle;llanoJ.

140 14 1
EL FJLÓS01:o Y e,. SOC(ÓLOGO El filósofo y"" pobre•

ella misma un djscurso sobre la no filosofía, sobre los modos de pensamiento m,iquina productiva reémplaza la mirada pasiva del filósofo bucólico sobre un
no lcgírimos. De allí ese inrercambio permanente, ese espacio poroso de con cu• cerezo venido de quién sabe dónde.
rrencia )' complementaricdad, en ere una ~losofía rebajada de la legislación de lo Sujeros en acro; decorado mismo hecho por sujetos en acto: el reat ro de b
verdadero a la del desconocim iento y de los saberes sociales de la aculturación: producción opone sus verdaderos actores y su mecánica regulada a las sornbras
escena extraña de. la rnoderna opinión sabia en la que una filosofía sirviente- vacilantes amaño proyectadas sobre la pared de la caverna. Toda la fuer101 dd
ama cruza y recru1..a sin cesar los saberes sociales a los cuales su generosidad dispositivo cabe en dos palabras: hacer e historia. De esca manera, no hay resco
les devuelve tamas prohibiciones como ilusiones ellos prerenden arrancarle. y siempre hay un resto. Los hombres "'hacen" la historia, pero "no saben'' tptc la
A riesgo de recuperar con la ocra ¡nano las mismas prohibiciones rnetamor- hacen. La fórmula se puede desplegar ad i11ft11iru111. El mundo csci poblado de
foseadas en "ineludibles" positividades sociales, reservándose para ella, desde personas que hacen: que no hacen más que c.xpresar lo que son en lo que hacen,
luego, la epistemología de los "métodos")' la crftica de los "instrumentos" de lo que hacen en lo que son, pero que no pueden "hacer,, sin fubricarse un saber
su "producciónn. Escena de un placonis1no denegado, es decir, sociologizado, que siempre está cerca de lo que son. Es imposible hacer sin ignorar que uno
en el <.'Ual el artificio de la 11.usencia tk tie,npo .se va a tr-ansformar en la coerción hace, es imposible que csra ignorancia no haga algo a su vez. Es por el mismo
sin pausa del universo productivo: en el que la mentira declarada de la dife- n1ovimienco que rodo es tic-nita. justiciable de una ciencia de la 1náquina que
rencia entre las namralcr.as hechas para la producción y las hechas para d ocio desmitifica, y que todo es doxa, artificio de la máquina de la que se agarra la
de l:i ciencia se va a volver ley democrática de una historia que los hombres 1nirada. En el tearro de la historia, codo efecco de ilusión rernire a la ciencia de
solo "hacen" a condición de desconocerla; en el que los repartos de la ciencia la maquinaria. Pero a su vez, la máquina es lo que sostiene el decorado agotando
)' dd desconocimienro se van a identificar con los tribunales que juzgan a .los sus poderes en la visibilidad del espectáculo. La ciencia y la tlo.~n dibujan así en
verdaderos y los fulsos obreros. el mundo desencantado h1 figura de los nuevos encantos de la partttloja. Esas
pr~i.cticas que desconocen lo que hacen, esos desconocin1 ienros que actúan de
por sí, e.sos saberes del desconocim ienro que llevan a su vez a desconocer ins-
Las paradojas de la producción criben en la prosa del mundo lo que antes era el arma del retórico y del sofista.
Antafio, los sofistas: y esgri111idores Eutiden10 y Dionisodoro se divertían,
El marxismo vino a organi-zar la escena aportando ht modificación necesaria
ddance de Sócrates, en loqueciendo al joven Clinias con una pregun ta tram-
al horizonte de lo visible; al cambiar el decorado agreste en el que el filósofo
posa: ,cómo se puede aprender lo que no se sabe! Hace fulta saber lo que se
en excursión miraba al campesino errar la dimensión de su sol. La,; Tesis sobre ignora para aprenderlo. Pero, al revés, lo que decimos aprender lo sabemos de
Ft.utrh,zch .son, anrc todo, indicaciones de un d irector de teatro. lncri.rninan a
ancemano porque no es más que combinación de palabras que conocemos. t!'Sl
Feuerbach por ser 6lósofo del campo que cree liberar al hombre y a la ciencia
Procedimiento de retórico que apenas sirve para engañar a adolescentes intimi-
desmitificando el sol especulativo, haciendo de la divinidad celestial el calor
dados. Simple juego de palabras permitido por la vacilación deliberada de las
sensible del amor terrcscre. palabras "aprender" y '°saber". En el horiionre de la technt, se trata ahora de orra
Muestran que. limitándose a esta crítica de las representaciones, coda buena
cosa. Las paradojas de los sofistas, las prácticas ciegas y sus saberes ignorantes
voluntad de la filosofía que quiere devenir mundo permanece encerrada en el
se encuentran ahora imbricados en la cexrura de las cosas. actuadas de verdad
horrronrc de la conre,nplación impotente y de la educación interminable. La en el teatro de la historia: ausencias que operan en el espejismo de su presencia.
crítica de las ilusiones ópticas siempre tendrá menor potencia que la.s ilusiones
secretos que se ocultan solamente ofreciéndose escritos con rodas las letras, falsas
mismas. El campesino,., a seguir sin saber lo que ve; y el sabio, sin ver lo que prohibiciones que obligan a hacer, reconocimientos que hac.cn desconocer. Por
sabe. El punto de encuentro siempre va a fulrar mientras no nos Jo demos todas partes operan estas máquinas engañifas que hacen de la desmitificación
e-0mo pullto de parcida. Este punto es el de la práctica, el de la actividad de
transformación en la que se originan a la vez el decorado de la producción y
la percepción de los actores: la mirada de los productores de historia sobre la iitt Pla1ón, Eutid,,,,o, 27; d,2n e [t ·utidefna. Exisrcn tr:)ducciones a1 c:asu:llanof.

142 143
tecnicisia un simulacro generalizado. El mundo de la foncionalidad absoluta Aparece aquí, en efecto, la contracara del juego: el mundo en el q11c cl hn,cr
es, asimismo, el de la sospecha universal. se anuncia como ley del ser es asimismo el mundo que ya no se puede dl<1i11¡¡11 lr
Bien se sabe cómo Marx se aproximó a este teatro de la paradoja: paradóji- de sus simulacros. la preocupación por la distinción puede, sin dudn. ser 1•ctn
c-.unente. Demasiado clásico para el mundo que inventa, Marx sigue queriendo viada a las músicas arrasadas del alma y del iapacero. Peto lo que se aban,lvn11
más la ciencia de lo verdadero que La desmitificación de la doxa, la literatura sin titubeos del lado de la verdad vuelve con insistencia del lado de la jus1id11 .
más que el teatro; y a los caballeros errantes más que a los maquiniscas. El En vano el filósofo encanrado quisiel'3 encomendarse a la bella inocencia de la)
inventario de los modos que tiene la verdad de la máquina de distribuirse en modernas máquinas productivas. Ella es escrictamenre doblada por la paranol11
cantos elecros de doxa, la ciencia de las brechas entre lo que los hombres hacen de los ingenieros de almas. Las máquinas de la tloxa son primero máquinas de
y lo que se "imaginan" hacer, los juegos de la presencia y de la ausencia, de lo confesión. La gaya ciencia de las apariencias dcsaradas se vuelve, en otra parte,
dicho y de lo no dicho, por los cuales los sujetos hacen )' yerran en la verdad "juscicia" del Esrado obrero que condena a los saboteadores reconocibles por
de lo social, Marx lo deja, con la generosidad distante de quien tiene otra cosa para quienes no sabocean Por mejor que disi1nulen que saborean. L1. cuestión
para hacer, a cargo de los filósofos y sociólogos del focuro. El ciclo de las luchas de la n,l1sica enronces, se da vuelca y el filósofo aficionado al arre, que se sor..
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de da.<et y de El 18 Bruma,io es, en este sentido, edificante. La payasada de la prendía al ver a los guardianes del Estado obrero rechazar la música de la nueva
revolución escamoteada es la demosuación de la absolura racionalidad de las edad técnica, se convierte en el 1noralista en apricros cnrrc las razones cruzadas
paradojas de la representación polítiai. Pero es también la parte de lo irracio• de la culpabilidad generali',ada: "lo saben ranro como yo: los e-0munistas son
nal que acomoda la distancia entre la ciencia del movimiento verdadero y los culpables en su manera de tener razón y nos hacen culpables en su manera de
accidentes sublunarc:.s del universo político. equivocarse''. 11 1 Entre el filósofo convertido en sirviente y el nuevo guardián
Y tal v~ hay,\ un problema más radical aún: esa práctica que es constitu- e1npiezan al mismo tiempo los juegos cruzados de la justificación.
ción común del sujeto y del objeto, ese mundo que es enreramcnte la obra de
sujetos actuanrcs se parecen ral vez un tanto demasiado a lo que deseaba ayer
para su religión, en su ocaso, el obispo Berkeley y a lo que querrán mañana, El m uro del filósofo
para sus nuev;\s religiones de Esrado, los jóvenes ingenieros de las almas al ser-
vicio de los nuevos autócrata<. La peligrosa obstinación en poner la dialéctica La cucsrión es esta: el nuevo gua rdián que justifica la palabra del filósofo es un
en la nacuraleza es, en primer lugar, pretil contra el peligro más temible, que li1ncionario extraño. Esrá y no está. Está aquí y está en otra parte.
es el pensamienro de la decadmcia que pesa sobre la modernidad práctic,\ y Tal es la relación cruzada a la que se encamina de manera cdificame el andar
producriva. La objetivación de la dialéctica en la na cu raleza responde a la misma filosófico y político de Sarrre. Se la puede en render a panir de la lección que
preocupación que la vuelta de la subjetividad shakesperiana en la hiscoria. No le da a Camus. Le reprocha, en efecro, que prerenda hablar "en nombre de la
se trata de aquella concesión acordada al cientificismo que denuncia Same. Se 1niscriaº. Es, dice, un procedimiento del retórico o del comediante apoyado
tf'dta de restaurar la gran física de la producción que, tal como en tiempos de en "los bastidores del decorado"."' El fi lósofo también podría hacerlo: "Y si les
Ocmócrito, resultaba inseparablememe física y metafísica;'"° alejada, por eso citara yo a un viejo milirante eomunistJ, despull de haberlo cargado C-On mu-
mismo, del uabajo de los ingenieros y de las pres,idigitaciones de la polirica. chos años y ,nuchos n1aJcs apropiados para conmover; si lo hiciera aparecer en
Batalla vana, por cierto. Siempre uno puede acabar con un chivo expiacorio escena y si él les dirigiera este discurso: Estoy cansado de ver a burgueses como
llamado Dühring o Bogdanov; pero no escapa por eso a su propia lógica. Y
los ingenieros de las almas siempre sabrán reservar su parre a la dialéctica de la
narurale-,a y a fa de la historia, según las necesidades de los nuevos autócraras. Je:m Paul S:trlre, "'L'aniste et sa consckncc", Situations IV, p. 32 fºEI artista}' su concirnc.ia",
•? 1
Si1uacio11es {t( Existe trJducd ón al cauellanóJ.
a
u: J,:an Paul Saitrl'-. .. Rtponsc Albert Ounus", SiN11uü111r.1 IV, op. cir., p. 96 I.. Respu,'.S1;, :i
111\.i C(. Fri( drich Engds. Di11/ktíca rk la '1dh1111/~ za. O J) . cit., paJJbn. Albert C:1n1us... Exiuc traducción al cutdfonoj.

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[ 1, 1:1_1,ÓSOl10 Y EL SOCIÓLOGO

ustedes empef1arse en destruir al Partido que es mi única esperanza mientras que: se viste de carne y hueso para ahuyencar las sombras de 1:, c.~pt.-culn1.,lóu: 1!1
son incapaces de poner a1go en su lugar".19J . . c ome y el hueso inhallablcs en la colección de individuos empfl'icos; el c11c1po
He aquí lo que el 616sofo haría si buscara, como el retórico o el comed'.ante, ;n1sente de todos los cuerpos¡ la voi ausente: de codo djscurso. Lo que h11hh1t1/11
hacer votar por aclamaciones a la asamblea de los iapareros. Pero es 6l?s~fo, en cada obrero al que se pudiera interrogar no serfa nunca más que In ou.scn1..l,l
según la acepci6n de Sócrates: testigo único que le habla a un tc.mgo urnco. de codo discurso. Pero, dicho sea de paso, no hablan. No tienen tiempo. list,/11
No lo hace. tÍCJ>tasindo ct1nst1dos.
Bueno ... él dice que no lo hace. Lo hace bajo la modalidad de no hacerlo. Tal es, efeccivamente, el secTeto de la nueva guardia. El nuevo guardián que
Pero esta precensión no solo es la figura de escilo que opone al retótico ~". re- despidió al filósofo tampoco está en su puesco. Está también de franco pero
tórico y medio. Es también la media vudta que hace caer los poderes re'.º"'.'°' por razones inversas: no tiene tiempo, no riene li~ncia suficiente para ejercer
del gesto que designan las sombras de la ~scena h~cia los poderes de la maqum~ su función. '~ primera vista, no exjste la menor dificultad, a priori, para que
que intercambia la presencia y la ausencia. El v1e¡o mohtante que no aparecera un 0.S: sea un excelenre n1ilitante; el único inipedilnento puede parecer
es, de hecho, d joven maquinista, motor invisible de la escena. Eficaz porque \•ulgar y circunstancial: es el cansancio. Pero es lo que hay: ral cansancio no
no está. porque no cslará jamás. es un accidente; se acumula sin derretirse, con,o las nieves crcrnas, y es el que
hace al O.S.". '"'
Eternidad recobrada donde no se la esperaba: en ltt amenáa tÚ tiempo. La
El guardián cansado divinidad obrera del mundo desencantado no es en primer lugar la técnica,
sino el cansancio. El guardián es ahora el que no time ocio. Q ue no lo puede
Que el joven Clinias, entonces, no seequivoqucsobrcd semido de la refutación ,encr. No en virrud de alguna prohibición. Simplemente porque en la época
del retórico. Ese obrero al que solo haría foúa J,acer h11blarcs un obrero que nunca de la gran producción, menos que menos, no se puede hacer dos cosas a la vez.
escucharemos hablar. Entonces, ¿cón10 el joven Clinias podría rener, en torno a
Ya no hay mandamiencos. Solo una razón sufi'citnte. Basta con conscarar esta
su pensanlienco. un discurso verificable! El obrero, .?ice él ~r ejempl~i al día vulgar circunsrant:in, este knirós prosaico que se llama cansancio y no se contenta
siguiencc de una 1nanifescación con~un1sta fallada, se. canso de ser~] JU?uet: con n1arcar al ser obrero, sino que lo hnce. Los artes:tnos de: Placón no tenían
de Moscú".'" Pero ¿cómo lo sabe? ¿Usced lo escucho con sus propws oidos? liempo para pegarse las eotfermedades de los ricos. El O .S. de Sartre no tiene
Con toda hortescidad, hay que reconocerlo: 110 lo oyó. A los ob/'eros, seguro, dempo para darse el lujo de criticar a su panido. No se puede dar el lujo de la
puede haberlos escuchado. Pero ¿al obrero? ¿Con qué oído lo escucharía? Ya está "libertad de pens.~mienro" en la cual el imelectual glorifica la vulgaridad de su
bastante instruido en filosofía para saberlo: el concepco de perro no ladra. Solo ocio. El 0.S. que piensa sería una ''avería" de la n1áquina. l:16 El trabajo de la
los perros ladran. A rravés de <0dos los obreros que podría escuchar, resonaría negación es una ocupación fi,U time. No se puede hacer en los nuos libres del
más fuerte el silencio tú/ obrero, del obrero que dios no son, aquel que es la trabajo obrero. Li ley de la ausencia de tiempo se impone a <0dos los agentes
negación de la dispersión empírica de los obreros. . .. del n,undo productivo. A lo.s burgueses misn,os. cuando actl1an como clase. no
No hay que equivocarse: la relación del obrero con la multitud e~poroca de les importa pensat libremente. Y además, está toda esa nieve que pesa sobre las
los uabajadore.< ya no se parece a lo que se enseoíaba en la escuel,t de S_ocrarcs, la <-spaldas del 0.S., esas veinte toneladas cotidianas que aplasmn el cuerpo de la
disrinción entre la belleza y el catálogo de las cosas bellas, entre la virtud )' los colocador:i de placas. El joven Clinias y sus amigos, esos "intelectuales pálidos
ejemplos de virtud. ''El obrero". aquí ausente, no es esenci~ coi:11ún de la cual y suavc-s como dan,iselas'', ¿se animarían a decirles en la cara a las colocadoras
participarían los obreros empíricos. Es esta extra11a figura inédita en el orden de placas soviéticas que tienen liberr-.d de criricar las tesis de Lyssenkot Sin
del discurso: la constelación celeste que es y 110 es animal que ladra; el concepto
· KdT; O.S. son las iniciales de Ouvrlcr Spécialisé: ob,cro cspc-cializ.ado. De .:iquí en 111:U
'" lbíd. • pp. 9 5-%. . urili'1..1rt rnos O.S.
•N Jc:in [>au] ~nre, "L« comn1un,istes el 13 paix", Situaciones VI, p. 88 l"'ll» comu nistas Y la '" lhíd .. p. 358.
paz". Exütc traducc:i6n .t.1 c.astd l:anol. '"' Jbíd .. pp. 332-333.

146 147
EL r1tósoiro v eL -SOCIÓLOCO

embargo, no corren el riesgo de padecer violencia de su parte. La colocadora que produce el 110 ser del proletariado en respuesra a la excern1inucl611, ontlnuu
de placas no contestará de otro modo que manifestando lo que la constituye; burguesa que hacía el ser obrero.
el cansancio. "No tcn1an: no les va a pegar; den1asiado harta está" . 197 Se conoce la lógica implacable de este a<.,O puro. Es absolutamenrc sobcm11"
Nada m,t<. Según Sartre, solo los sofistas nosr.llgicos del anarcosindicalismo ya que ningún miembro de la clase de la cual e.< el partido podría oponerse., él
se empeñan en romar el pelo. Opouen al obrero embrutecido y al cuadro de sin negarse a sí 1nismo con10 miembro de la clase, sin volver a caer en el pOl\ln
planra desconectado de las masas, d obrero calificado dueño tanto desu máquina del que lo había sacado. Y si todos los miembros se opusieran a él, resultnl'Í11
con,o de su pcnsarniento, que sale de la fábrica con la conciencia y la energía simplemente que la clase entera vuelva a caer en el polvo. la clase no existe m:ls
necesarias para ir a animar la reunión del sindicaco o a escribir en su diario. !'ero que por su acro puro. Y est~i claro que e~1:e acto tiene que ser único si no. no
esrc maquinista rey es un vescigio del pasado. Era el hombre de la "máquina sería negación de la dispersión. Solo el Partido Comunista podrla oponerse al
universal" de ames de la época taylorista, el mecánico de fines del siglo XIX que Parrido Comunista. los obreros solo pueden excluirse de.c'l, excluirse de la clase.
idealizaba en el reiJ,o de los productores su propio poder feudal en medio de Pero esta absoluta soberanía tiene su contracara, que Arisróreles ya había
su equipo. Este obrero Y'd no esiá. O, si aún subsiste, es como rehén de la bur- indicado: nadie riene por qué obedecer. El partido e.< la Exigencia absoluta, la
guesía . Rehén del plan de txtemlinncidn co11rin11a a través del cual la burguesía necesidad que no tiene por qué ocuparse de los senrimientos de los individuos
h11cc la da.se obrera. En efecto, esta es, para Sartre, la clave de nuestra historia c1nsados. Pero, en úlrima instancia, la Exigencia absoluta no se manda más
social: aquel famoso remor burgués ante el cara a cara de junio 1848. En Marx, que a ella misma. Aquella vida eterna del proletariado está afccrada, a su vez,
ese remor llevaba a la tragicomedia de la revolución escamoteada. A Sanre, en por las nieves eternas del cansancio obrero.
cambio, no le gusta la confusión de géneros. Elige el drama histórico. Tal como la lógica es simple: el cansancio exige que los obreros sean representados
lady Macbeth, su burguesía vive en la aprehensión obsesiva de ese proletariado por un partido. Exige, asin1ismo, q ue este partido no los represente en abso/1110
al que no macó lo suficiente en 1848, no exterminó lo suficiente en 1871. A ya que son pura pasividad y que él es acto puro. Es lógico, por lo ranto, que
falta de acabar con él por el hierro y d fuego, decidió ahogarlo acorralado en la el parcido, en sus directivas y consignas, no tome en c-uenca las necesidades de
picota del n1a.lthusianismo manteniendo las c.s[ructuras productivas retr~das. aquellos cuyas necesidades expresa. Pero es igual de lógico que ellos, a su vez,
El proletariado es el resultado del trabajo de duelo burgués. En esta obra, el no experimenten la necesidad de seguir las consignas dd partido que expresa
maquin ista rey ya no es más que un exrra en el escenario de la representación. sus necesidades. Así, d 28 de mayo de 1952, la clase obrera se enconrr6 ausente
Por debajo, ya no están más que las toneladas de hierro, las toneladas de nieve en las manifestaciones organizadas por su pmido en repudio a la venida del
que hacen del guardi:\n lo que es: un prisionero, ,m condmado. general Ridgway a París. El acto puro dd partido tuvo entonces que convertirse
en teatro callejero: demoscración hecha a las masas por los puros del partido de
lo que tendrían que haber hecho si no siguieran siendo, justamente, lo que son:
El partido o la creación continua masas. El partido actuó la potencia de las masas ante ellas para que se olviden
del cansancio. Pero las masas escaban denlasiado c.ansadas para representar con
No hay más que .. . no ht1brín mds que... si esta radical ausencia de los guardia- él esta potencia. Con eso mismo confirmaron de la manera más clara que la
nes no definiera, justamente, frente a ellos, el puro no ser, el puro poder de su soledad del partido es precisamente su íanica potencia.
representación. En esto consiste el partido; es la pura)' simple negación de este Dicho de otro modo, no puede haber nada más que la pura potencia y la
ser obrero plasmado en el duelo burgués y las nieves del cansancio. Es d acro simple impotencia. Si las mas-JS no acudieron a la cita de la calle, si tan solo el
puro del proletariado, que representa b;1jo la forma de su absoluta negación el dos porciento de los obreros estuvo de paro el 2 de junio sigujcntc para recla1nar
puro cansancio de los prolerarios, el vínculo inmacerial de su pura dispersión. El
la liberación de stt dirigente Jacques Duelos arrestado en aquella oc,asión, no
partido es la reminiscencia en acto, la creación continua <le u.n Dios cartesiano
pl1ede ser por ninguna razón positiva. Las masas ausences simplemente 1n:,ni·
fescaron su ser: el cansancio. No tanto el cansancio de "su" partido ya que, por
191 Jbíd.. p. 11 4.

148 149
E.t. llll.ÓSOPO Y EL SOCIÓLOCO

definición, su partido es su no cansancio. Si1nplemente el cansancio "vulgar" l., mirada del prolcrnrio más humilde, en la que se lee la exigenci:i m111la ,Id
que los constituye, reforzado por la ,cantmia'' que la volun tad exterminadora l1urnano; el acro puro de.l parrido, que crea y recrea la clase en el inst:uuc J e I.L
burguesa impone a codo el cuerpo social. Y la soledad del partido demostró decisión: la confianza intacta del proletario en el partido, sin el cu:d no serla
bien lo que de todas foanas no podla no ser túmosrrado: que tan solo él hace al 1nis q ue polvot la elección pura del ñlósofo que admite como l1niC1 guía. en lo
p roletariado como negación dcJ cansancio obrero. 11le:,rorio de los sentidos, la mirnda del más humilde que vuelve irrisori:i wdt1
Cada uno se encuentra así leniendo razón, pero una r~tzón que no es suy;a. in1erprcración; y como único medio para leer esca mirada, el acto del p:,rtido
El partido tiene raz.6n en llamar a manifestar a las masas cuya razón consiste que lo saca a la luz.
en no poder acudjr. Pero no sabe por qué tiene ra1.ón. Tiene razón por razones Así se unen los contrarios: idealismo extremo de la Exigencia que debe
que no son suyas. Se toma por la expresión positiva de la dase obrer• mientras oc urrir; realismo extremo de Ja confian1.a en la instancia n1accrial que encarna la
es, de hecho, el puro no ser del proletariado. Solo el filósofo sabe por qué tiene Exigencia. ~1icología de una reminiscencia fijada en la eternidad de su siempre
razón el panido. volver a empezar y de un fin indefinidamente arrojado hacia el horizonte. Como
Pero, y del mismo modo, la razón del filósofo está estrechamente ligada a la si d filósofo solo pudiera sentirse cómodo en el cara a cara entre "la abrupta
del patddo. El filósofo solo puede tener razón en 1m m:u,11,s del partido. Y esta voluntad de los jefes y la opaca necesidad de las cosas".200 Como si su propio
razón no se la puede decir ni a las masas, que no tienen oído pa ra escucharla, ni cscarus estuviera comprometido en el recha,.o del universo de la mezcolanza
al partido, que no podría reconocerla como propia. Solo encre sus pares, en(rc ,¡uc se estira entre los dos: intermundo de las téc11icas i11ciertas y de los reflejos
las "raras viscosas" de la inrtlligenttill de izquierda, puede tener razón, esa razón de la dnxn , de las "signiñcacioncs abiertas" y de: las "'conduccas indecisas" que
oblicua que prohibe a los otros buscar las ra1.ones de quienes llevan en el cuerpo "desc1rrUa11 a lo largo del camino o incluso se cambian en sus contrarios apenas
la razón suficiente que los hace guardianes ausentes del mundo del filósofo. puc-stas en circulación".'.l'ót
Discurso <le circunstancia, dicen quienes se contentan con rcJrsc de ello o se Mundo de la recra opinión platónica o de la prudencia aristotélica en el cual
sarisfucen con perdonarlo. Serrara, sin embargo, de algo totalmente distinto: de el filósofu y el político ya no tienen asidero. Este universo de lo mixto y de lo
un discurso s{)brt la circunstancia en un mundo en el que, justam ente, solo hay :unbiguo, rechazado por Sarcre) no es para Mcrlcau .. Ponry nada n1enos que la
circunstancia.li. Los co1111111ist11sy la paz aplica un concepto de circunstancia que dialéctica misma: la din~mica de las relaciones entre los hombres, transformadas
no tiene nada de "circunstancial". La ley obrera de nuestro mundo se identifica por la mediaci6n de las cosas en las cuales se inscriben. La Crltica de la. razón
ahí con cierra idea sartrcana de la libcrrad, que es también una filosofía de la dilllicticn solo será la larga respuesca a este veredicto.
creación: colisión del acto y de la cosa, del iJ1Srame )' de la eternidad, de lo
verdadero y de lo artificial: teoría cartesiana de la c reació n continua. 19~
Et interlocutor privilegiado de esos "discursos de circunstancia" no se equi- El sello dialéctico
vocó: "Hay u:oría, precisamente. en e~ manera de tratar el acontecimiento como
imborrable, como prueba decisiva de nuestras inte nciones, como elección ins• Sarcre hará de ese intermundo que se Je obje~Jba, de ese universo de las signi-
tantáne.1 de todo el futuro y de nosotros mismos( ... ]. No hablar del proletario, ficaciones que las cosas dieron vuelta, la cr:.una misma de la Crltica de Út. razón
de la clase en sí)' dd partido eterno es aquí hacer una teoría del proletariado y dittléctiCIJ, el juego de simesis pasiva que sirve de cimiento para la dialéctica
del partido con,o creaciones continuas, es decir, como condenado.\... l?'J de los grupos. Y mostrará que aquella confianza teatral y aquella prom<Sll con
El discurso samcano de la circunstancia es, para Mcrlcau-Ponty, anulación la cual la regla del partido detiene la seriaUdad del conjunto obrero no son la
de la dialéctica histórica en una serie de gestos tanto inmediatos como eternos: gracia de aJgún Dios pre-sen te, como el Cristo, "apenas dos obreros escán junlos".
Remiten a la misma racionalidad que aquel sello en b materia labrada que sella
lH Sobre la interprctaci(,n s:.1nccana de la lib<:nad carc<.-sfana, vfas<: .. La libcrcé canésicnne", la unidad primeta de los obreros por fuera de ellos mismos, condenándolos :i
Sh1u1civ11n /, pp..'J14~355.
IÍl'J :\1auricc Mcrle.au~Pont)', la a,~nrurts d( la dinkctit¡u(, Gallimard, l 9SS. p. 144 ll.asa,ttntufrtl "" lbíd .. p. 227.
dt la dir1/éc1ica. & isrcn tr:aducciones aJ c:asr~ll:anol. '" lbíd.• p. 187.

150 151
EL FILÓSOFO Y EL SOCtÓLOGO

los juegos por turnos de la serialidad, pero arrancándolos al mismo tiempo de l.a ventana del fil6sofo
las cibiezas ahisróricas y de las adhesiones adialéccicas de la reciprocidad para
echarlos en la gran rueda que lanza a los hombres de la necesidad y del trabajo l..:, "dialéctic..-a en las cosas" es, en realidad, un robo sin restitución. Cuidt1no•
sobre el camino del grupo y de la hiscoria. nos de quejarnos de ello. La materia labrada tiene razón. De la misnm r;1'1.ón
Se roma, en ronces, al cdrico al pie de la letra. Para Sartre, la praxis dialéc· c¡ue el partido, sin oídos parad hartazgo de aquellos cuya potencia inhnllnl,lc
rica que sirve de base a la acción polícica es cxacramcntc el dcvc.nir cosa de los él expresaba. Pues, ,qué sería de ellos sin ella/ ¿De qué dialéccica podrían ser
hombres y el devenir hombre de las cosas. "Solo la materia compone las signifi• los sujetos? Sin el bloque duro y tajan re de la materia labrada, ¿qué rdacioues
caciones. L..1s retiene en ellas como inscripciones y les da su verdadero eficacia: podrían mantener los sujetos del trabajo y de la necesidad sino "adherencias del
al perder sus propiedades humanas, los proyeccos de los hombres se graban en 1ipo coloida.1 "?: vínculos humanos viscosos como las raíces del jardín público
d Ser, su traslucidez se vudve opacidad; su tenuidad, espesor; su ligereia volátil, ,le Bouville o bien como las "rara.{ de la illltlligetttsia de izquierda. Esa adhe-
pcnnancncia; det1i~flrll Ser al perder su carácter de acontecimiento vivenciah rencia -esa viscosidad- es el mal absoluto, la liga -campesina o lapona- de la
en cuanro son algo del Ser, se rehúsan, aun si son descifrados y conocidos, a ,nala historia. ''Unos arpendes de tierra, una mujer hone.sta, 1tiúos, la modesta
disolverse en el conocin1ienco. Solo la n,accria misma, al chocar contra la ma· libertad del artesano en el trabajo, del campesino en el campo, la dicha al fin":'º"
tcria, podrá desagrcgarlos. El sentido del trabajo humano es que el hombre se b dicha, es decir, la renuncia a la "gran empresa" de la dialécdca.
reduce a la 1naterialidad inorgánica pa.ra actuar materialmente sobre la materia Antes incluso de que la maccria labrada enrre en escena, el filósofo se pro·
y cambiar su vida material [ . .. ]. El porvenir llega al hombre en las cosas, en la 1cgió contra aquel coloide. Elevó un muro en el decorado de las dichas rústicas
medida en la cual llegó a las cosas por los hombres".''" y artesanales: «Desde 1ni ventana, veo a un empicado de espacios públicos en
Sería, en resumen, e) ma.rx.is1no realizado por fin: una djaléctica enteramente 1:, tura, a un jardinero que trabaja en el jardín. Enere ellos, hay un muro coro·
marerialisra, una maccrialidad enteramente dialéctica. Un mundo en el que no nado de cascos de botellas que defiende la propiedad burguesa donde trabaja
habría más que t~utsforn1acioncs, sujetos que actúan sobre las cosas. cosas que el jardinero. Cada uno ignora por completo la presencia dd otro".'°'
resultan de la acción de sujetos; fórmula desarrollada a partir de las Tesis sobrr Los cascos de botella )' la propiedad burguesa están ahí para ere-ar am·
Feuerbach, que suprime al fin la brecha infranqueable entre la naturaleza y la hicncc. E.sce decorado tiene otro fin. Se trata de mostrar que, en la separación
hisroria, y la suprime en beneficio de Ja historia de los hombres. No hay más y la ignora.ncia recíproca, siempre existen entre dos trabajadores relaciones de
quaosasen la exacta medida en la cual no hay m;\s que.fines. Pero, además, solo interioridad; pero también, y sobre todo, que estos vínculos siempre existen solo
el choque de la materia contra la materia rransfOrmará la condici6 n material por la mediación de un tercero. Así, en la percepción en la que el hombre en
permitiendo la existencia dd sujeto hombre. la ven rana se fija como obje,o, e.ida uno de escos hombres del campo deviene
Sin embargo, al mir.1r de más cerca, esre bello optimismo se nubla. Hay "centro hemorrágico" del objeto, unido al ocro en el puJ\tO de la mirada. "El
una verdadera y una fulsa dialéctica. La dialéctica de la materia labrada en solo hecho, para cada uno de ellos, de ver lo que el Ocro no ve, de develar el
la que se inscriben los proyectos humanos no es más que un simulacro de objeto por medio de un trabajo particular, esrablece en mi campo perceptivo
dialéctica. Las cosas no ofrecen a los hombres que se dedicaron a dla otro una relación de reciprocidad que trasciende mi propia percepción: cada uno
porvenir que la repetición. l.a primera parte de la Crícic,1 no es, en un sentido, consriruye la ignorancia del O rto [ ... ) se ignoran por mí en la medida exacra
m:\s que la demostración de esta trampa: la magia dialéctica no devolverá en la cual devengo por ellos lo que soy".'º'
nunca, bajo fo rma de razón, a los prácticos la materia labrada que escondió
de la praxis humana. JO) Jean P~u] S:inre, ..Alter et rr:tour". en Situntions !, p. 216 ("I<la )' vudta"', Situarionts l. Exh1e11

tr:1duccioncs .1,Icindlano). Sarue est.i aquí corncn1.:1ndo un libro de: Bric( Par-.tin. Pero (llO sc-t.~t:irJ
acordando también de fónnula.s extra1\an1cntc $·in1il~1res de lo$ Afios Je viaje d~ \Vilhtb11 MciJrrr?
m Jean P.,ul S:inrc. Cririqur de la mi/Off d ;alatiqt,t, pp. 245·246 (Crílica de la r4ZÓ11 dfnllctica. Y"' Je:inP:1ul Sartre. Crlril'a dr l,1 r11W11 ditJlktlca, op. cit., p. 182.
Exi.s.tcn iraducc:ion'1 ~J castcll;1;no). "' !bid .. p. 181.

l 152 153
EL f1I LÓS0PO Y F.I. SOCIÓLOGO

Queda de manifiesto que el filósofo, en su ventana, sience también una Y.~ lo sabemos: pasa Jo mismo oon aquel "humanismo del 1rab:1jo" en d 011111
1nir:.tda posada sobre él: la n,irada irónica dcsu contradictor privilegiado. Así~ los anarcosindicaliscas soñaban la futura realeza de los rrabajadore.~. Solo cr,, 111
como insiste: nadie le hará decir que es un sujero rransccndcnral que.constituye proyección de su poder feudal de hecho en el taller de la máquina univer,.,l.'111
a los otros en su percepción. No es d filósofo amo; no es el Dios Jeibniziano de Encontraban insctipra su idea de honor-trabajo en la inercia de la cos:1l:lbrodo.
la acc.ión a distancia. Solo es un incelect11al de vacaciones, un pequeñoburgué.s A través de ellos, es simplemente la Materia labrada la que devenía su pmpii,
que no sabe ni. e;cardar cameros ni romper piedr:is, y contra quien ya se ejerce Idea, oomo 1.o hacía, en la époc1 de Felipe JI, el oro español. El pensamiemo cid
la complicidad muda de e;ros trabajadores que se ignoran. obrero no será !lunca más que el sueño de un sueño de la materia: su libennd es
Pero tal modestia es inútil. O engañosa. El acto del filósofo no era disolver el precisamente el "medio elegido por la Cosa y por el Otro para aplastarlo y trans-
muro de piedras para "imeriori,;ir" a los dos trabajadores. Era dC\"1ílo para ponerlos formarlo en Cosa labradi' .""' En el latín de Spinoza, esta liberrad se dice,m,orfiuí.
en el elemento verdadero de la dialéctica: no el ooloide de los vínculos de reciproci· Dialéctica de las máquinas. Simulacro de la dialéctica. la praxis incorporada
dad, sino el acero y el concTcto de la materia labr:ida que sella el sentido remitiendo ,, las cosas no tiene ninguna razón de pegar un dfa el salto que la devolvería
a los trabajadores atrasados a sus soledades, a sus movimientos por turnos o a sus n los hombres del crabajo y de la necesidad. Los encanramiemos de la mate·
diálogos af:ísico.s. Mucho más que la historicidad penosamente demostr:ida del ,·ia labrada, los torbellinos de la serialidad que ellos orquestan, los sueños de
cerero, el muro rúscioo del filósofo encamina a los hombres en la vía de la dialéctica libertad que la rcAcjan., ¿cómo no serían can eternos como lo eran la ernpresa
producriva. Cuando ambos trabajadores hayan encrado al taller, el filósofo en la burguesa de la excerminación retenida, las nieves eternas del cansancio, el acto
venr,na cederá su lugar a una figura mucho m:ls severa del tercero dialéctico: el puro del partido y la pura elección del fil6sofo? "El obrero solo se librará de
cronometrador, puro represemance de la Exigencia de la materia labrada. bll desrino si la multiplicidad humana encera .se transforma parn siempre en
praxis de grupo".ro?
Nada más que este todo ... Pero ¡qué palanca podría hacet bascular "el
El obrero en su máquina conjunto de turnos de la materialidad desdichada" hacia la vida eterna de la
prax.is de grupo? Seguro que no es aquella palanca fabril por la cual el hombre
Ya que la materia labrada retomó aquel carácrer que ¡x:rmiría antaño al fil6sofo "se hace cosa para acruar sobre las cosas". ¿Qué eternidad podría ganar él con
volver a encontrar su razón en la razón del partido: la de la Exigencia, el Im· ello, fuera de la del amorfori? ¿Por dónde podría algún día empC'tar el cambio?
perativo categódco, quitando incluso a los sujetos la licencia de poder saber si la definición primera, sin embargo, está para ascgur:lrnoslo: en el origen
deben obedecer. la materia labrada es Idea, es su propia Idea que no deja, en de rodo, siempre hay una libre praxis de los individuos. Praxis "translúcidi' que
los cuerpos que sujera. ningún lugar para otro pcnsa.miento. se vuelve a encontrar a través de cada abandono de la o¡racidad . La obrera no
Tal es la lógica del muro construido por el fil6sofo: no es posible, no es se satisfuce con soñar. Es rambién la divinidad menor de la creación continua
concebible, que los cuerpos en d trnbajo puedan algún día ganar por sí mismos quien, cada mañana, decide librenlentc ir a la fiíbric.'l, quien elige Jibrementc
la menor libertad. Ya no hacen fulra, para mostr.ulo, aquellas colocadoras de tener o no cener hijos. Sin cmbatgo, con e;re detalle: la máquina decidió por
placas cuya carga hada bajat la mirada de las ratas viscosas. las obreras de la ella d smtido de esta libertad. Si no quiere tener ltijos, es - y solo es- porque 110
RAzón dialéctica están aparentemente más aJcrtas. Acunadas por el ritmo de puede quererlo. Porque solnmente puede ser mujer en cuanto obrera, y obrera
la máquina, <.-vaden las pesadeces del trabajo con el agrado de ensoñaciones solamc:nte como producro de la exterminación burguesa. En la historia obrera
eróticas. Pero, justamente, tal abandono sexual es una falsa evasión; es el 1livel entpírica, las estrategias FJ..rniliares -malthusianas o ancimalchusianas. individua·
exacto ele vigilancia que requiere un trabajo que no necesita ni pensamiento
:i.ccivo ni ausencia total. L'ls obreras creían que solo estaban soñando. "Es la w1 Naturahncn,c, solo estoy retornando esta in1erprc1ación dd :1narc.osindicalbmo tal como
m~i.quina en ellas quien soñaba con caricias'' .106 S;-inrc la da, cvidcntc·men1csaa d:a de l'ouurh•rftantais. Esprit ,!u syudímlilmtdc i\.iichd Collinct
(f/ obNro ftancls. Espíritu d~l 1h11/ir(diJtnfJ. No se encontró tradut."(ión al casccllanoJ.
! ll~ Jean 1'\iul San re, Crltü:,1 de la r,1.zó11 diall,-ri,11, óp. cit., p. 364.

,,, lbíd .. p. 290. "" lbíd., p. 35 l.

155
EL 1:1LÓS0ll0 v f: t.. SOCIÓt.OCO

les o coleclivas- n,vieron un papel importante en la cons1irución de la d;stancia ¿Qué está buscando exactan1en1e? Sirnple,nente, dice, d:1rno!i ~l cn 1c11c..lcl',
militante de la fatalidad productiva y reproductiva. Pero es esta distancia la que con el más simple ejemplo, esa realidad eleme,ual de la cual particip., lo renil,
Sartre rechaza absolutamcn1e cuando hace del malthusianismo la única agresión (bd compleja de la clase; un cokctivo, es decir: "la relación de ida y vud1.1 .J,,
burguesa contra el cuerpo obteto. En d mundo del cansancio vulgar, no hay un objeto material inorgánico y labrado con una multiplicidad que cnc11c111r1,
lugar para la libertad vulgar: la que se gana, la que se pierde, se retoma, desvía o en él su unidad de extcrioridad".110 Nos mostrará., entonces, de qué 111odo lo s
se pervierte en los intervalos de la explotación; libertad del obrero y de la obrera individuos aislados de esra fila anónima ya esrán ligados entre sí por miles
que decjden que tienen la licencia para pensar en otra cosa mientras trabajan; de lazos de interioridad: no solo la mirada del observador, sino la escasez de
tiempo de aprender dcspu6 del tmb-•jo; la posibilidad de escribir la prosa o los lug;1res en los autobuses, el distribuidor de números de orden, los horarios y
versos de los letrados; la elección de tener los hijos que 110 p11eden tener o de no ritmos del trabajo, etcétera. Una vet entendida la noción a partir del simple
tener los que deben tener; la obligación de organizar sociedades obreras que no ejemplo, podrá volver al análisis del colccrivo complejo: las síntesis pasivas del
lienm el dertrho de crear, ni el tiempo de hacer funcionar; o sea. el lujo que no ser de clase del obrero.
pueden pagarre. como dicen simplemente -vulgarmente- los filósofos amigos Sin embargo, nos viene una sospecha: la pedagogía demasiado académica de
del pueblo con la intención de los "intelectuales pálidos como damiselas". esas vencanas abiertas encubre:, sin duda, otra operación. Volviendo periódica..
l o insoportable, para el filósofo de la creación continua, no es tal vez, tal menre a su ventana, el filósofo se reasegura de su poder - poder que tendrá que
como lo pensaba Mcrl<au-Ponry, el intermundo de las significaciones nubladas. presrarle al colectivo obrero si este debe alg,,n día salir de la siwación desesperada
Lo que rechaza, sobre todo, son los intervalos d:isticos de la libertad autodi- en la que el filósofo lo metió: poder de síntesis del filósofo que destruye los muros
dacta. La plena potencia que delegó a la materia labrada es la misma que laque que él mismo había construido y anuda el lazo supremo en la ausencia de lazo-.
delegaba antaí,o al parcido: aquella libertad - la suya propia- que se corrompfa Poder de palanca que comanda el conjunto: arma dialéctica absoluta llamada,
al refracrarse sobre el tiempo roto de las servidumbres carcomidas y de los por Hegel. 11,gadón de la 11,garión. Potencia perforadora de murallas o desmnona
ocios ahorrados, en la luz indecisa de los semisabetes y de las semiculwras, en que los obreros son para siempre incapaces de forjar en sus relaciones entre sí o
el espacio desorientado de los camj nos y de los impases en el que se buscaba en sus yin.culos con las cosas. Se los va a traer e ntonces bajo la forma exactamente
antaño lo que los obreros sublevados y soñadores llamaban emancipación: apropiada para el c-•so: la potm,'ia como negaci4n de sí de la impow,cia.
autotransformación del esclavo en hombre. la omn ipotencia delegada a la Así se disponed razonamiento: inscripta en la materia labrada, la impotencia
materia labrada cs, ante todo, la garantía de que la libertad no puede surgir de de iodos se vuelve tu impotencia cokctiva. Con ello ya se opone a su dispersión,
allí. Garantiza el derecho de la única verdadera libertad: la del filósofo que no es ya unión, por ende, fuerza. la ,m;dadde impotencia c., la identidad explosiva
es ni pensable ni operante más que como e l exacto reverso de la impotencia de los contrarios en la cual la forma unidad niega su contenido de impotencia:
de los individuos seriali1.ados. Si quieren ser libres, deberon, en primer lugar, "El objeto acerca enrre sí a los hombres imponiendo a su multiplicidad la unidad
renunciar a la Jibercad que pretendían procurarse por sí mismos a través del violenta y pasiva de un sello. Y en el preciso momento en el cual este objeco
cálculo de sus placeres y de sus penas. es una amenaza [... ] la 1111idad de impotencia se transforma en contradicción
violenta: en ella , la unidad se opone a la impotencia que la niega (... ] en el
mismo momento en el cual la unidttd serial de estas oposiciones se phuuea
El arma absoluta como contradicci6n dd Mismo y del Otro que reclama la praxis unificame"."'
Esta potencia de la impotencia era antaño el teatro del acro puro del partido
Es por eso que, mientras can to, el filósofo reapareció en la ventana. Ya no la que organizaba para las masas el espectáculo, eficat por su impotencia misma,
ventana de sus vacaciones, abierca sobre la escena pri,niri.va del jardinero y del de la potencia de los impotente.,. Es ahora el acto puro del dialéctico regio que
empleado municipal. L, ventana de su gabinete de trabajo, abierta sobre el
decorado de la gran ciudad y de sus torbellinos seriales. Sin fingir vergüenza '" lbíd .. p. 319.
ahora, trabajador entre los trabajadores, observa una fila de autobús en la vereda. "' lbíd .. l'P· 352-354.

156 157
~ l. 1111.ÓSOFO Y El. SOCIÓJ.0(;0

trabaja en d cora1.ón de las palabras dando relevo a la potencia retórica de las organizada de los tejedores mutualistas la que puede dar a la h,,. :11 8""1"'· ILs
irnágcnes que evoca11 e1 "cemento de lmpotencian por la creación continua de i'o11icamente la reunión forcuita del pueblo parisino el 14 de julio 1789.
locuciones adverbiales que operan ''de: entrada", "a la vez", "al mismo tiempo", No veamos allí el menor privilegio de la espontaneidad sobre In orH·'
"en d mismo momcmo" y por la acción de verbos performativos que se conjugan 11 i1.ación. El privilegio de la muchedumbre viene del hecho de estar 0011,d •
en su forma pronominal para mostrarnos de qué modo la unidad de impotencia tuida por completo desde afuera. El que hace el grupo es el Sobmm(). 1':11•.1
se p!amea y se tra11sforma en la potencia de su contradicción. el caso, el rey Luis XVI. El exis de la reunión parisino de la que va a nacer In
Solo el filósofo de1en1;1 ahora la potencia de la impotencia en acto. Pero no se ,nuchedumbre unida es la pra>:is regia que la constituyó. O tal vez incluso
la puede dar a los obreros del amorfoti. Para ellos, esta potencia de la negación nada más que la imaginación de esta praxis: los r111norcs circulan ese día en
de la negación sigue siendo la Idea imposible de alcanzar. A lo sumo, pueden romo a las tropas que el rey reunió alrededor de París. Verdaderos o falsos,
imitarla por la sola negación de la negación que esté ,1 su alcance: el enfrenta• en iodo caso, tienen esre efecto: cada uno se constituye en el interior de una
1niento con la n,uerte. Así, en las entrelíneas del texto., vienen a inscribirse las ciudad cernida - o supuestan,ente cernida- con,o "partícula de una materia-
imágenes y las palabras de la re,•uclta de los cmmts lyoneses' de 1831: "Vivir lidad sdladá' . Rdaci6n serial, entonces. Pero el poder - o su idea- aquí va a
trabajando o morir combatiendo". Reversión de la imposibilidad de vivir al redoblarse, devenir la negació11 en acto de la negación: " la orden negativa de
encontrarse con el amo absoluto de la dialéctica: la Muerce. "El nervio de la la masacre", que el rey hitbrút dado, va a bloque.ir la serialidad que su orden
u11idad práctit·a es la libertad que aparece como necesidad de la nec,,sidad o, positivo había sellado. La "orden" regia constituye al pueblo en la unidad
si se prefiere, como su reversión inflexible. En efecto, en la medida en que los sintética del objeto al cual la exterminación se dirige. No hay ninguna manera,
individuos de un ámbito se encuentran directamente cuestionados. dentro de desde ese momento, de defender vidas amenazadas una por una, sino que
la necesidad práctico-inerte, por la imposibilidad de vivir, su unidad radical (al hay que armarse colectivamente contra el rey. Apuntada en el blanco, real o
reapropiarse de esa imposibilidad como posibilidad de morir humanamente o, imaginario, de la praxis regia, la rcuni6n parisina se asombra por el hecho
dicho de orro ,nodo, como afirmación del hombre por su muerte) es negación de existir cq1no grupo. Dicho sea de paso, no es una reunión cualquiera: es el
inflexible de esa imposibilidad ('Vivir trabajando o morir combatiendo'); el pueblo del Faubourg Sainr-Antoine cuyo exis oscuro es b sombra de la Bastüla,
grupo se consrimye así como imposibilidad rndic:il de la imposibilidad de vivir 111<uca sellada de la praxis regia. Y la Bastilb es también la wna del fuerte a
que amenaza la multiplicidad serial"."' partir de la cual el pueblo va a ser acorralado por las tropas de los asesinos
Esre apocalipsis que es pasaje al grupo, negación de la negación serial, el regios o, 1nás exacta1nenre. donde descubre que "ha sido exterminado en e l
colectivo obrero solo puede mimetizado. La revuelta de los cmmts es un apoca- porvenir por el príncipe de Lambesc".2 13
lipsis de efecto nulo, una Jornada de los Engañados en la que el pueblo de los E.~inúril seguir el movimiento según el cual, camino a la Bastilla, cada uno
tejedores lyone.ses presentó la demostracióll teural y grandiosa de la impotencia se constituirá como el rerr:ero que hace la regulación del grupo. Lo esencial ya
del colectivo obrero para ser algún día, por sí mismo, un grupo. está dado. El poder de la praxis regia por la cual el grupo llegue a serlo es dr
la misma naturaleza que la materia labrada o el acro puro comunista. Pero
tiene aquí la ventaja de ser absoluto. La contrafinalidad, dispersa en la pr.lctica
El rey sartrcano
inerre, se cncucncra aquí concentrada en la praxis del rey que rodea e inviste,
de manera imaginaria, el espacio popular y el edificio de la Bastilla, que es
Para ver nacer el grupo, habrá, entonces, que dar un salto, desplazarse hacia
la absoluta visibilidad de d io, su pcrlecta materializad6n. Les faltab:i a los
otra manifestación, más central y mejor lograda~ la manifestación por excelencia
,·an11t1, siempre le fu_l rará :il colectivo obrero, esre poder del O rro que consrriiic:
de la reminiscencia revolucionaria: la toma de la Bastilla. No es la colectividad
absolutamente. La "orden del rey" es el acto puro, absolutamente puro. Le
· Nd'f: OcSign2 a los rr-.1b.ajadorcs de b $éd:1 Je L}'On que: se sublevaron en t-Sa época y marc~ron quita a la reun ión parisina lo que e l acto puro de ('sun partido no alcanzar&
un hilo en d n10,•inlic:nto obrero fr:incé~.
"' (bid.. p. 377. " ' lbíd.. p. 393.

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EL 1'11..ÓSOl!O Y El. SOCIÓl..()GO El fil6~ol0 y Su( pob¡-e,

Jamás a quiiarle por completo al proletariado: su p11,ivid11d. El "grupó' es ]a lll filósofo y el tirano
pura negación de la negación investida por la autoridad absoluta, por el Uno
de la soberanía. El Rey es el Dios de Descartes asido en el momento de la Mucho rnás que sus ran funcionales análisis, Jo que nos cautiva es lo grb s,1hrc
creación. Como en H egel, la absoluta racionalidad dd grupo no es pensable ¡¡ri, del tono, la modalidad poürica ahora irresoluble de esre discurso.
más que a partir del punro en el cual se identifica con la absoluta subjetividad ¿Qué pasó exactamente desde las certezas rabiosas de Los com1111ist11s y /11
de un individuo soberano. /utz? R«listribuidas en los círculos de la gran rueda d_ialéctica, las cartas 1nacsrr:,~
Por ello, todo está dado desde el origen. La revolución no es pensable ~l¡;.uen siendo las ntismas: la burguesía ma)chusiana que crea y extern'lina con ..
más que como negación de la contrarrevolución . Y los poderes del parcido ,inuanlenre al proletariado; los sirvientes demasiado cansados de la máquin:,;
nunca serán rnás que los de la reminiscencia de la escena prjmitiva. Todo su los ideólogos del anarcosindicaüsmo, voceros de la máquina obsoleta que los
devenir está prescripr.o en el miro de su origen: la soberanía de esa arbitra- vio nacer; la necesidad del puro lazo que anuda la ausencia de lazo y del Acto
riedad, tal vc-Li tanto m;lS soberana cuanto más imaginaria. Evidentcmencc, puro manifestado en el rearro callejero; la coerción inffexible de la confianza
Stalin, de ance,nano, está incluido en la necesidad que dio a luz al grupo que sostiene la creación de un grupo extraído a cada instante de la nada .. .
fuera de sí mismo en el único gesto del soberano: la creación de una libcnad Sin embargo, algo cambió: el lugar del filósofo. Ya no habla al Indo delp11r-
que se lanzó sobre él como el águila sobre Orestcs. Como la negación de la 1itlo. Habla m el interior del marxismo. El poder que había delegado al panido
negación. Como el Terror. lo recuperó por su cuenta, como poder que el n1arxismo, para ser posibl~. tic.ne
Esra fatalidad propia del día después de las fiestas da a la segunda parte que integrar. Pero esta condición de posibilidad se transforma enseguida en
de la crític11 su tonalidad gris sobre gris. En la trayectoria de sobrevuelo que, prueba de im posibilidad. La transformación recíproca de los hombres y de las
atravesando la historia obrera y marxista, nos lleva del 14 de julio y de ]a cosas es un callejón sin salida si no se apela al rcfuer,o del puro poder formal
Convención a las vicisitudes de un grupo institucionalizado en el cual rcco~ ,le la negación de la negación. El pmido de la clase obrera siempre ser:I una
nacemos la silucca esralinis(a, sabernos de anren1ano lo que: nos espera. En mentira. No pu,d, nacer de la clase obrera. Y la dictadura del proletario es una
la sombra del Soberano otra vez se van a dar los juegos de la fuga serial y de conrradicción en sus términos, un "arreglo bastardo entre el grupo activo y
la materia labrada. El colectivo intentaba en vano cransa:nderse a sí mismo soberano y la reaüdad pasiva"."\ La clase está condenada a estar descuarti.zada
como grupo. El grupo intentará e11 vano transcenderse en un organismo. Sin eomc los sufrimientos del colectivo, los combates del apocalipsis y las institu-
cesar, amen,tzado de volver a la nada de su dispersión, deberá esrablee<:r la ciones de la representación. Y no se vislumbra qué sobera no, desde d fondo
regla de un terror fraterno para conservarse.• que no es el fruto de voluntades de qu6 porvenir, podría sumarlos a codos.
perversas ni de cuestiones de pesadeces propias de un aparato, sino solo la Pero ¿qué sacar como conclusión de esr.a den1ostración? La diccadura del
"estructura inerte de la libertad con1 ún'".?MDe ahí en más. se desarrolJarán proletariado, corazón del sueño marxista en el siglo XX, es imposible. Pero es
los juegos_de la reciprocidad y de la alteridad que contrarrestan y superpo- prccisan1ente por ello que el escalinisn'lo era necesario. El primer moment"o
nen su_5 efectos a través de las duras exigencias de lo real: la organización; la de la sociedad soclalisra M podlrt s,r mlÍs "que la indisoluble agregación de
especialización necesaria de los subgrupos; la necesidad de instrumentos de la burocracia, del Terror y del culto de la personalidad"." Pero ¿podía este
control para arrancarlos de la serialidad; la restauración de la praxis soberana ''primer momento'' ser jusr.amenre esto sin representarse como dictadura del
para sobrepasar la inercia de aquellos instrumentos. Desde el rey de Francia proletariado' Si el cansancio obrero que apela al llamado de la revolución priva
hasta el Padrecito de los pueblos soviéticos, la misma lógica del acto regio para siempre a la clase de la potencia del grupo; y si esta porencia sola puede
debe impedir al coloide cuajar o bloquearle la fuga al sentido por la barrera liberarla un día del cansancio. ¿qué queda sino un Terror sin otras raíces de
de la negación de la negación. ahora en más que la voluntad soberana~ Si la Historia se ilumina a partir de

JU lbid., p. ,i)],
" ' lbíd.• p. 630.

160 161
El. 1111..ósor.o Y f:I. SOCIÓLOGO El (iJfuofo y ~o, pobres

sus fines, ¿con qué fllndar hoy su inteligibilidad si no es con la justificación a los verdaderos obreros quienes, por su lado, no podían ni negarle, l:i cunlld<HI
posceriori de lo que fue? de obreros a sus compañeros de F.íbrica ni echar del grupo a miembros unidos
Naturalmente, el moralis~• militante siempre pued<: desaprobar la acción en la representación de los mismos fines y uruficadores por la fucr1a1 111ls111:o ele
comunista empírica comparándola con los fines del com,mismo. Pero el filó- su "desesperanza''. En vano los comirés insurreccionales vislumbraron, por fin,
sofo debe establecer, con respecto a estos mismos fines, la perfecta racionalidad el peligro y buscaron reorganizarse para luchar contra esa desnaturali101ción ele
dialéctica de lo que lo escandaliz.a. Si Stalin solo representara la positividad su lucha. "Les fuhó tiempo, la segunda intervención interrumpió la reor¡;nni•
social del proletariado, se podría hacer la división en ere sus acciones razonables ?..ación empez.ad~{'. 217
y locas, buenas y malas. Pero si no representa m~s que los fines del hombre, su Se ve, los confiables testigos no nos pueden decir más que lo que ya sabfn-
acción, sea la que fuera,)" ha sido j11sti}itad11 en el futuro humano. Si el comu- mos de antemano: el desamparo eterno dd pequeí1oburgués, eternameme en
nista Stalin se equivocara, el tirano Stalin tendría razón, la razón habitual de aprieros entre las antiguas clases do1ninanres y las nuevas fuerzas proletarias,
los tiranos: su capricho. Pero, por lo mismo, solo le quedaría al filósofo armar eternameme llevado a redoblar la apuesta siempre por izquierda por la rabia de
su valija y Uevarse consigo la racionalidad de fo historia y la de la esperanz.a su desesperanza derechista. Pero esra imaginería gastada del discurso estalinista
humana. El filósofo se encuentra atrapado por completo en su paradoja. Si adquiete con $ame la fuer,a trágica de Jo irrefütable. Pues Sanre justamente
Stalin se equivoca, Stalin tiene razón . Y si Sartre tiene razón, Sartre se equivoca. no cree en lo que sostiene la imaginería estalinista del "pequeñoburgués": la
positividad obrera dd partido, en tamo grupo de clase. Los caracteres pasivos del
ser obrero impiden, según él, que la clase obrera húng11ra se transforme en grupo
Los tanques en la nieve freme al parrido que pretende ser 111 parrido. El tiempo que les faltó a los obreros
insurrectos para reorganizarse es el tiempo que siempre les faltará, tiempo del
Este círculo está perfecta menee iluminado en el análisis sartreano de la insurrec- cual carecen por dejinicüfn. La insurrección no dejó a los obreros el tiempo de
ción húngara. EJ 111orali.sta condenó sin equívoco la intervención soviética. 216 reconocer a los pequeñoburgueses porque la fábrica no les deja la licencia de
Pero el di11lk1iro se enfrenta con ocro problema: para que la condena tenga algún hacerlo. porque su cansancio no les _permite hacer su historia. Si pudieron. en
se.nrido, haría falta mostrar que esra intervención no tra 11cce1nria. Sarcrt" debe la lógica sartreana, devenir grupo en fusión, es solo porque la orden regia de
entonces desplazar el análisis, formular la pregunta: ¿la lógica política y social Geroe desencadenó d movimiento apocaliptico de los peque11oburgueses. Y
de la insurrección permitía otro desenlace? Pero tal pregunta es indecidible en estos pudieron cin,entar el grupo obrero porque no eran verdaderos obreros.
el insta1lte. ¿Tenían los obreros comunistas el poder de oponerse por sus propias El bucle detcrn1inado por la "ausencia de cien1po" se cierra sobre sí mismo.
fuerzas a los pequeñoburgueses anciconlu1liscas? E.~ lo que la práctica cendría La primera imervención anticipó la segunda, aunque esca última la dirigía al
que haber revelado. Pero esa práctica "translúcida" no devela justamente nada futuro nmerior. Los ranques de la dialéctic, hacen la historia porque los obre-
sino a posteriori. Nunca tiene tien1po para su propia revelación. ros del 111arerialisn10 no tienen tic1npo par-.1 hacerla. Los invasores soviécicos
He aquí, por ejemplo, lo que se devela a posteriori. Sartre recibió, de "testi- responden a los parásiros pequeñoburgueses porque la historia de los grupos
gos confiables", una Uúorinación: entre los obreros insurrectos se encontraban es parasirar, volver a empezar. las serialidades que la marcria labrada conlleva.
también pequeñoburgueses, genre que el gobierno de Rakosi había mandado
a las fábricas para reeducarse. En d día a día de la f.ibric·.i, los obreros no po-
dían reconocerlos: en una fábrica, por definición, solo hay obreros. Pero, en la La dialéctica parásita
praxis de la insurrección, incvirablcmc::nte tenían que distinguirse. manifestar
su ser de peque,toburguese-s, n1inoritarios, sin futuro, desesperados. E, incvi.. Dicho de otro modo, la dialéctica misma es un parasirar continuo. Y este pan1-
rnblemente, tal desesperación tenía que conduci rlos a radicalizar la acción de sitar siempre está redoblado por su simulacro. Desde d forcejeo que elevó un
H~ Jcan P.tul S,ucre. "Le Í:uu6n,e de S,aline", Situ,1cio11es \l /f, pp. 144-307 ("El f.uu:isma de
$1:alin". Exisu:n rraducciones al C3steUano). 117 Jc:.-n P:u1I Sartre., Crírir.a de !t1 ruMn dia/1,tica, óp. Cil,, p. 48).

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EL HLÓSól10 \' EL SOCIÓl.OCO

muro entre el jardinero y el empicado municipal, d filósofo no dejó de correr La libertad es, pues, supratécnica, creación continua que clcv:, LHUI b:,rrcr.1
de un simulacro a otro: la materia labrada, que es la falsa síntesis, lo práctico- para detener las expansiones de la técnica y de la libertad ordinari:as, las ,le In
inerre, que simula la dialéctica, la ficción de la orden regia, el espejismo de la democrática y liberal ciudad del sofista Prot.ígoras. Muro rústico del /ii(,~t, ,
unidad del grupo, su "cuasi soberanía" alternada ... La inteligibilidad definida en can,paf1a) concreto volcado y acero bait:.tdo del epos soviético, que dct it:1H'.
a parcir de los fines atrapados en las cosas)' en las organizaciones siempre será los pc:queños circuitos de la tcrhnty de la doxn por el absoluto de la Exigend,,.
una lógica del como si. La dialéctica de la historia liberadora será para siempre Libertad del Gran Ingeniero dotado del poder de la conAagración de la N:ada
indiscernible de sus sirnuláciones. con el Todo.
Para dejar de ser el compañero de ruta parásito, que explica a sus pares las Pero el Grnn Ingeniero no scdistinguedel Gran Comediante. La dialéctic:,
razones del partido, el filósofo había decidido parasicarel marxismo desde den- es exactamente sc:mejante a su simulación. Y el filósofo es por completo fun-
tro. "Yo decía: la dialéctica marxista no funda su propia inteligibilidad. En este dado por lo que quería fundar él. Imitador de una imitación. La dialéctica es
sentido, mi libro era ante todo un desafío. Él decía: incorp6renme al marxismo exactameme semejante a la magia. Y la racionalidad suspendida respecto del
y habrá un primer principio para coLnar el vacío original del marxismo".218 más desfavorecido ya no es m:is que la razón de la razón de los tiranos.
Pero no casualmente el doctor Marx había dejado un vacío, había des- De ahí en más, la posición del "más desf.tvorecido" solo se soporca si se
cuidado lundar, en la praxis, la unic:fod de la naruraleia con la historia. Por renuncia a hacer de ella un principio de inteligibilidad histórica. Vuelve a ser
instinto, más que por cálculo, rechazaba un mundo enteran1enle definido por pura exigencia n,oral. Para que el 1noralisca pueda nuevamente ejercer su jui·
la práctica, un mundo tn el que todo el mundo tendría razón. De: ahí los vacíos: cio, tendrá que, o bien renunciar al pasrulado fi losófico que liga la posibilidad
la parce reservada a la bufonería en la lústoria, el saleo de la dialéctica en la de la liberación de los proletarios a su absoluco aplastamiento por las cosas, o
naturalez..1.. En ca.n,paña contra la dialéctica de la naturalc-1.a, a fuvor de una bien elegir el puro y simple silencio filosófico. Sartre va a optar por la segunda
historia enteramente fundada en la racionalidad práctica, Sartre está mtalmeme solución. Para hablar y actuar a favor de los más desfavorecidos, él se callara, a
atrapado en el rigor de su empresa. Colma el vacío con la dialéctica del como partir de ahora, como filósofo. Del tribunal Russel al tribunal de l.ens, hablará
si. Para rcfurar a Engels, $ame co11vierte a Stalin en ttóricament<" irrefu rable. en el único registro y en el único espacio del juicio. Procurador o juez de los
El filósofo ya no c., la víctima de su auxiliado político, sino de su propia crímenes del capitalismo, tendrá que rechazar el argumcnm de la necesidad,
exigencia: para que la materia del mundo conlleve la historia de la liberación, afirmar que podían 110 ser cotneridos. Encuestador o rescigo en el seno de las
riene que: ser atravesada enteramente por la cécnica . Pero el universo de la masas, reducirá la función !eatral de la s11Stituci6n al papel más modesco de la
técnica ordinaria siempre es lo que era en nombre de Platón: el universo de la provocación a la libre expresión. Abogado de los maoístas, tendrá gran cuidado
racionalidad desparramada de aquellos seres basrardos - "anfibios", dice Sartre- de no ser su filósofo.
que son los artesanos. Mundo de los fines i11decidibles, de las fabricaciones que Pero este activismo razonado deja abierta) y rnás que nunca irresuelra. la
devienen imitaciones de sí n1is1nas> de las socialidades parciales: cortocircuitos pregunta: ;cómo pasar, sin forcejeo, de la serie al grupo' La imposibilidad de
en los que se pierde la fuerza explosiva de la Nada que engendra el Todo. Mun- contestar la pregunta reduce la idea del grupo a la función kantiana de la idea
do inmóvil por la foerza misma de sus hormigueos y de sus hemorragias. Para reguladora. Pero, a este nivel, estalla en toda su dcsnudcr la pregunta: ¡por qué
que se mueva, tiene que intervenir una gran técnica que lo bloquee. Hace f.1.lta hace falta desear el grupo? ¿Qué es lo que invira, más allá de la postura ética
soterrar esas libenadcs anfibias y esas colectividades bastardas bajo las nieves tomada y de la generosidad de la apuesta, a dar al reino de los fines la figura
del cansancio eterno para preservar los derechos de una libertad que c., técnica del grupo?m
incondicionada o condicionada por el solo absoluto del Fin. ¿La simple nosralgia de lo ltniversal? ¿Ya no el "suefio de muerte') de la
universalidad dialéctic:i.. sino esrc universal de la ra1.ón kanciana que el a111igo
:u Jcan P:tul Sattrc, On a r,1üon dt se rlvt1lrer, Pr<:sscaS d'Aujourd'hui, GalJi.n1ard. 1989, p. 100 del pueblo asegura que es el deseo las masas?¡ No sería más bien la prohibición
IPlülippe Gavi, Je.1,n P..1ul Sanrc y Pierre ViL"tor, l:."l /10,nb,, 1i,ne rat.411 para rebelan,. Existe
craduoción al castéll:ano]. "' lbíd .. pp. 168- 171.

J(,4 165
tL l'I LÓSOFO Y &L SOCIÓLOGO El filósoío y ~us J)(ll,res

del m1d11 mas que prosigue, que mantiene la filosofía en las condiciones nuevas obrero. "El arrisca es el obrero supremo: se agora y cansa la materia pam pro·
dd mundo técnico? El improbable humanismo dialéctico del grupo. ¡no es ante <lucir y ve.ndcr visioncs". 12J
rodo la respuesta a una repulsión fundamental que se expresa en la imagen de la ¿No esrará aquí en juego el concepto del obrero en general en lo figum de
serie y en el rechazo de las "pequeñas" libertades de los artesanos? La respuesra a este obrero supremo que no cede: a) cansancio de la materia, sino que le de ..
la amenaza que el viejo e indestructible fanrasma hace pesar sobre la idea misma vuelve cada uno de sus golpes? Producror más acá y más allá de sí mismo, en
de la füosofia, la figura más que nunca fuscinante e inqukranre del artesano rey. el sueño del vjslonario y en el mercantilismo del comerciante. Sartre no eligió
por ca,,ualidad a esce pintor de lienzos mudos que tuvo además la decencia de
no dejar casi ningún rrazo escrito, este pequeilo tintorero arribista y vir1uoso.
.El pequeño tintorero El extraordinario diálogo imaginario en d cual le sopla al arrisca mudo pcn•
samientos que le reprocha luego haber rravestido o palabras que sospecha que
F--sra cuestión se puede leer en rexros aparencemcnte alejados de esas proocupa-
pro~rió solo pata engañar a todos representa una desconcertante prolongación
cioJ\es a Jo largo de las páginas que Sartre dedic.i a la pi mura. Texcos privilegiados de la rtAexión platónica sobre el artesano y el sofisra."' El pequeño tintorero
porque definen algo como la conrracara de la dfalécrica embrujada. Detr.ís de es el arquetipo plarónico del artesano; no tanto el arte.sano puesto en el lugar
la paradoja de la polírica, la de la libertad-terror prosigue, en Sarrre, el sueño del guardián regio, ni tampoco el O.S. conservado en el suyo por las nieves
insistente de otro circuito de la n1ateria, de una tra} eccoria del sen,ido encre
1
del cansancio, sino el inquietante bastardo que puede hacer cualquier cosa
los hombres y las cosas que no se deja caprar en el universo de la representa- empujado por e_sa fuena de la gente de herramientas que nunca se sabe si es
ción, en el mundo embrujado de las significaciones cosific.idas."' Así pues. en rutina del trabajo o pasión por la ganancia, poder de la produoción o de la
aquel siglo xv, en el que el oro español enloquecido inaugura las brujerías de falsificación. Así, el pintor artesano ejecuta, frente al pedido del cliente, unos
la historia capitalista, Ja pintura representa el "desencantan, ienro sunruoso" 221 Veronés o unos Porderone mejores que la versión original, del mismo modo que
que nace del ·'apisonamiento11 de las bru1nas de: la representación, cuando su d sofista Hipias moldeaba indiscriminadamente 1.aparos, anillos o discursos.
garante divino, volviéndose al cielo, permite al pinror dirigir, por fin, el libre Mico del arresano como figura matricial del capiralismo. Para Sanre, el
"saludo de la materia a la ma,eria". pequeúo !Í ntorero es el primero en haber notado la ausencia de Dios en el
Pero ral des:cncantamiento es una revelación contrariada, afectada por la nuC\'O espacio perspecrivo. Asimismo, tiene que inventar. en su tienda, la ética
prudencia plebeya y el arri ficio 1écnico que marcan la pertenencia del pinror weberiana del capitalismo registrando la retirada de Dios y raciona.lizando
a la mezquindad del universo artesanal. De esra contradicción del desencan- la unidad familiar de la indusrria pictórica para buscar en el éxito social los
tamiento, Sartre elige una figura ejemplar: el artesano-pimor )acopo Robusri, nuevos signos de la bendición divina. Este antihé,oe del capitalismo nacienre
llamado Tin torctto, es <lecir peque,io tintorero. Según Sartre, sus lienzos repre- represenra basmnte bien al Sancho Panz.a cuyo Don Quijore sería el aristócrata
sentan, por primera vez, un espejo del mundo desembarazado de los parásiros e inrelcctual Miguel Angel.
de la representación. ~·rodo está en sus cuadros. Pero no quieren decir nada. Héroe, entonces, o antihéroe del rrabajo manual. El primero, Tinroteno
Son mudos como el mundo".21? Este mutismo sigJúficante del lienzo tan1bién reconoce la mentira del cubo teatral de Alberri, estesustiruto del cielo platónico,
es la cualidad del nuevo desencantado, la obra de un artist,1 que es ante rodo esra irrisoria petspecriva sometida al esc;1lonamiento de las jerarquías políticas. Y
si percibe esta mentira. es que se reconoce a sí m is1no por lo que es: un obrero.
un pequeño patrón, crabajador manual rodeado por trabajadores manuales parn
quienes los vuelos en el cielo seráfico dela conrcmplación se cuentan en horas de
1.» Vc:r :.a.l rcspcc10 el nu1y sugestivo :lrtk"l.llo de ~'1ichd $ic1rd en c:l nú,nero de la revista Obliqun
que: él dirigió sobre 5',rmy las nrtrs.
:n '"Le séquffirédc \/cnise'°, SifUl1tiQnet IV, p. 327 ("El sco1<"strat1o de: Ven«ia". Existe traducción ill )bid.
:al cas1dl:lno). ul ..Saior .Ylarc e, .son doublc". c:n rt'\'Ísta Obliqull. op. ci1.. pp. 171 -202 l"S:an M1ucu y .>u
"' lbid.• p. 319. doble"'. '.'Jo se enconrró 1radu<X::ión .ti <.'3StdJanol.

166 167
fI. FlLÓSOFO Y EL SOCIÓLOGO

trabajo. "El pi mor es un jefe de empresa rodeado por obreros, que ejecuta con cliente. Además, al pin cor artesano le guSta su o6cio. Y es demasiado hdl,11 en
su equipo careas físicamenre agotadoras: csrá mucho más a menudo subiendo él. Ese vértigo del Infinito que habita la represemación de la tcrccrn di 111e11sló11
escaleras que frente a su caballete, se agacha, se manriene sobre un solo pie, podría detener su mano. Lo c-stimulará, por el contrario, como de.s:lf'ín 1ée11lco
se inclina hacia atrás para alcanzar el techo, pasea su pincel sobre superficies para enfrentar, una obra maestra artesanal para realizar. Luego, falsilic11nl. V".,
que, a fin de me.s. se cuentan en kilómetros cuadrados; lo que quiere decir empujar algunos cuerpos hacia adelante, otros hacia atrás; pondrá de costado
que transpira, se contorsiona, \'ueJve empapado, y se derrurnba en eJ sueño algunos, dejará a algunos pacas para ardba. enderezará a ocro. No mos1r.1r:, h,
para despertarse al d_ía siguiente dolorido, y que no pasa un trimestre sin que tercera dimensión : esconderá su ausencia. Decendrá la fuga de esta perspcc, iv.,
se de.ligarrc un n1lísc.ulo, ni w1 aflo sin que por poco se quiebre el cuello". 12s cn1bcujada como oro español, por un artificio, manteniendo en equilibrio csrc
Retrato perfecto de la vida proletaria. Ni siquiera faltan los accidentes de mundo que bascula bajo su pincel. "La opinión de su palera y de su pincel le
trabajo. ~íintorcrto va a proyecrar en su lienzo esra experiencia del espacio. este falran coraje y P'alabrns para traducirlas al italiano"."'
peso del cansancio y estos riesgos del andamio. Hará caer del cielo sus santos ¿Qué más hacer, es cierto, en aquellos tiempos? Harán falta cuatro siglos,
t"Ju1náturgos con10 aerolitos. basculará cuerpos hacia el proscenio del cuadro los cuatro siglos de desarrollo de la "ética" capitalisra y de la sociedad burgue-
o i-ra11sforn1ará en montaña los escalones que la joven Virgen María tiene que sa, para que los presupuestos representativos de la pin cura sean cuestionados,
escalar para ser pl'esenrada en el Templo. "fa[ espacio perspectivo, desequilibrado para que las vibraciones de la materia reemplacen sobre la tela los juegos de la
por la pesadez, devorado por esta fuerza salvaje que "carcome a la vc:zel trabajo sociedad de la semejanza.. El artesano rey puede invertir la perspectiva servil de
y al trabajador", el obrero supremo lo hará desafío supremo para el cliente, los grados que suben hasta la mirnda regia o de las nubes ascensores que elevan
obligado a sendr sobre sus hombros el peso de esros cuerpos paras para arriba suavemence el alma hacia las alturas. Puede afecrar a Dios y sus santos con la
y de prescar no solo su mirada, sino todo su cuerpo; en resumen: trabajar ~l pcsadc,:, tenerlos suspendidos al borde del abismo. No puede encarnar, en su
mismo para reequilibrarlo. lugar, la pura presencia del mundo. ''El coraje vendrá más carde".
Pero también, lo sabemos, el coraje -de enfrentarse con el no ser- no va
jamás a ser la virtud del tintorero. Este se las arregla con la "imposibilidad
El rey sin sombra de lo imposible". Encierra el vértigo del Infinito en el frenes/ arribista de la
producción. Anarcosindicalista a su manera, transforma su taller en Idea y
Buen rrabajo, enronces. Pero justamente, solo trabajo: práctica y filosofía del proyecta los andamios de su oficio en el cielo de sus telas. A este precio, logra
andamio, comunes al pequello tintorero y a Proudhon, el obrero filósofo. Para su jug,,da; a la manera obrera: la de las astucias récnicas y de las prudencias
Marx: chapucería. Para Sartre: cngaí10. Una manel"J. de colmar por las astucias artesanales que generan corcocircuicos en el libre dcvcla1nienro de la materia
de la imitación la nueva confusión de la producción, de tapar artístkamente las del mundo. El artesano rey hace un universo a su imagen: mundo anfibio en
aperturas por las cuales la nada viene al ser.. Ciudadano de una reina de los mares el que se pierden, a la vez, el filo de la pura negación y el vértigo de la purJ
en su ocaso, el pequeño tinrorero veneciano tuvo - habría tenid~ la visión del presencia. El desencanramiemo sumuoso se encuentra en él corrompido por la
mundo abandonado por la divinidad, del Ser carcomido por la nada. Pintor prestidigitación té<:nica. la producción por la imitación, la justicia del mundo
acróbata, ha experimentado -habría- la resistencia del espacio en eres dimensiones profano por la demasiado buena salud del arribismo obrero.
para plegarse alguna ve¿ sobre esta "hoja de cuchillo" que es el lienzo dd pintor. Mundo a la vez fascinante e insoportable para el li16sofo. La aterradom
Visiones insanas. Pues bien, se sabe desde Placón que los arcesanos son salud del pequeño tintorero -como la del soldado Schweyk en la meditaéión
hombres s:u1os. No tienen tic1npo para marearse. El pequeño tintorero tiene brechciana- 120 despide las mistificaciones persistences del platonismo inrelecrn"l
"la aterradora salud moral del ambicioso"." 6 No puede darse el lujo de la
nada. Tiene que ganarse la vida, hacer funcionar el taller familiar, sadsfacer al ;_:¡ Oblit¡ua, op. d r., p. t96.
n! "Al volver a ltt"r ..-n el tren al \'icjo Schwt.-yk. rnc siento de nu1."Vo sumergido por 1,.'$tt in1ncnso
"' lbíd .. p. l 9 l. panoran1a de Hasck, por el punto de "·ista. purarr1cnte apú.sirivo dd pueblo que ci1, 1>rccharnr,n1e
'" Jcan Paul Sartre, SirwUiQIIN lV, O~l. ci1., p. 332. él nüsmo. <'J único positivo y no p-ucdc luego n1os1rars,e 'poiiitivo' 0011 rcspC'Cto :1 na.d:a 111d.s: 1,,, l.

168 169
E.1., FILÓSOFO Y El SOCIÓLOGO

y rechaza de antemano las mentiras de muene de la universalidad dialéctica. de los reconocimicncos c.speculares de la se1nejanza. Ella ex.ige abandonflr c..;10,
Pero es para proponernos un universo desgastado del filo de la Justicia. Basta cruces de la semejanza en los que se lo veía al filósofo Diderot soñor co n u11.1
con ver dos telas cuyo análisis 1narc.a siJnbólicamentc la interrupción del ma· pintura apra para asir el gesio del arte.sano y deplorar la vanidad que hnbln con-
nuscri,o de Sanre: la demasiado calma Masa<"rt de los l11ocmresy el Último Juicio ducido a su padre, el cuchillero, a hacerse reirarar empilchado con l:i rop:a ele l:a
sin bea1irudes ni rorruras. Escándalo para la tradición religiosa, pero ial vez igualdad hurgues;\. El obrero, el filósofo y el arti,~a solo se unirán a rravés Je 1111
también parad fil6sofo de la negación. En la Masacre de los lnocent,s, la carne y irabajo absolutamencc nuevo de la mano, del ojo y del cuerpo en movimic1110;
la sangre de los niños y el sadismo de los soldados están ausen1es, reemplazados allí donde el pincor no será más pres1idigitador sino méclium, transcripcor del
por un p:inico ele mujcre.s. Pánico sin revuelca. Serialidadsin altecidad regia que devenir mundo de la materia; allí donde la obra se dirigirá a un obrero y a un
le haga enconrrar su imposible. 14 de julio sin toma de la Bascilla. El rey Hero- filósofo que ya no serán 1écnicos, sino virrualmeme hombres del grupo.
des no hecha ninguna so1nbra donde el proyecto de masacre podría revertirse A la Masacre de lnocenres trucada por el arte..~ano. Sartre va a oponer la Mu-
en proyecto cid hombre. Y en el Último juicio, los elegidos no tienen, como chedumbre del "pintor sin privilegios" l.apoujade. En las 1elas "abstractas" que
dicha, más que el vértigo al borde de cs1e abismo en el fondo del cual circula, dedica a las manifescaciones antkolonialis1as del 27 octubre 1961, "Lapoujade
sin sufrimienro, la muchedumbre de los anfibios: "La indefinida pcrpcmación da a las muchedumbres una materia en movimicnto 1 pero rigurosantente unida
de u11 hormigueo. Sapos y pocilga[ ... ] anquilosis del hombre por la masa"."' en el seno mismo de la dispersión. L1 un ificación de partfculas desintegradas
realiza un más allá: la unidad explosiva de las masas".'JI El movimiento del
pincel sobre la tela en fusión está pues en exacra adecuación con el movimiento
El estallido sobre la tela de las masas que se convierten en grupo en la calle. A la presencia trucada de
los presridigitadores de la semejanza se opone la "verdadera presencia indes-
He aquí lo que Same rechaza: e.ste universo anquilosado de los artesanos dema-
componible", unidad "del irabajo del pin1or con el irabajo de los que allí s,:
siado sanos y hábiles. A riesgo de soterrar a los anfibios bajo las nieves e1ernas
reconocen". Hombre de las muchedumbres, unido con los que él "pinta" por
del cansancio fabril; a riesgo de obligarlos a acmar su improbable liberación en
la práccica cornún. ti pintor hace surgir en su rrabajode1niúrgico una presencia
la gran rueda de la Historia y el sueño de muerie de la universalidad dialéciica;
"reconocible" con10 la explosión material del grupo en fusión. La rrayeccoria
a riesgo denegarse a él mismo la proba pr11de11cin de los intdecrnales, hijos dd
del semido es doblemen1e requisito en la conjunción enire "los escalofríos de
pueblo: el ida y vudta dd peque110 Blanc Camus o del filósofo campesi.no
una materia en vías de organiz.arse'' y las "urgencias comunes al que hace la tela
Parain entre la convención de las palabras y el peso de las cosas.2)(1 Este riesgo
y a los que la mira.n". 211
·
asumido es, también para él, el único medio de preservar la oportunidad de
Conjunción edifican ce. Demasiado edificante. Los obr<ros, que ya no son
oirauniversalidad, la que se anuda en d encuentro au1éntico en1re los lt0mbres
obreros, de la manifesiaci6n podrán rewnoccrse en la cela del pintor que ya no
y )as cosas. Unive.rsalidad esrétic.t. a la n,anera kantiana. y que se despliega
i."S "artista" solo al cosco de no reconocerse alli. Solo en aquellos días de fiesta
más ad de los espejismos de la representación y de las presridigiiaciones de la
en los que repiten su gran jornada fundadom pueden coincidir con el "suje10"
dialéc,ica cosificada.
nut.vo de la pintura liberada: la libre organiz.ac.ión de un~t m~tteria purificada
L1 ucopía estética del sentido ,·o,TJÚn kantiano, que anticipa las pro.rnesas
de las metáforas de la identificación, devuelta a su lilxrtad dionisíaca de las
de igualdad del reino de los fines, presupone en Sartre hombres salidos de los
rurgencias, erecciones, desprendimientos, coladas y rorbeUinos que cavan 1'10
éxi1os cortos de la técnica, de lassocialidades clausuradas de la "reciprocidad" y
masa del ser".2 }3 Es solo este rearro callejero lo que les permite estar a veces en "la
11
encrucijad:i de las incertidumbres en la que los "c:nc.abaJgan1ienros) y.icirnicncos
Su indestructibilidad hace dt él un in~gorablc- <>bjcro de abuso)', al 1nill1uo lie111po. d abono de
l:1 libtradón'", Bercoh Brc:cht,jour1Jal de 7Ynrlfu'/, J'Archc, 1970. p. 345 jDiario tk 1mb1,jfl, Exi$CC ;.1: Jc.~Jl Paul Sarlre, .. U: peintrc sans privilCgl-s", Siftutcion~ fV, op. cit., p. 382 ("t.l ¡,inro1·) in
c~ducción a) cascc:llano]. privilegios". Existe.: cr:u.lucción al <.'astellano).
m Obliqun, op. cit.. p. 20. "' lhíd.• p. 382.
lJ' Jc.ln Paul Sartre, "[da y vuc-h:t, Si11111cion~ / , op. de.. pp. 189 244.
4
.!).! ll,íd.. p, 397.

170 171
EL PILÓsOFO Y 61.. SOCIÓLOGO

inertes, opacidades transparentes, metainorfosis" manifiestan una Hberrad que Sueilo spinozisra de un universo que solo puede i1nitar la ~n:alidnd n con..
se identifica con la productividad autónoma de la materia. dición de no tener ninguna y de no imitar nada. ¿Suc::ño burgués de n111c1·tc
Peto esta conjunción solo existe para el pintor. Solo él escá en todas las del que d filósofo amigo del pueblo se rendría que alejar lo más posible 1,:11•:1
encrucijadas del sentido. Solo él realiza la total(dad de esta explmi4.n ganada no tener que acusarse de ello como de un quietisn10 secreto que rcdobln su
sobre el circuito polírico de la represenración. Estaba en la encruco¡ada de la pasión por la justicia?¿Sueño de un mundo sin obrero por auroorganiznción y
manifestación de ellos. ¿Estarán ellos en su encrucijada? Pues esta revolución significación propia de la materia? ¿Calmo con10 el mar> vacío conlo el dcsicr•
picrórica que hizo al pintor capaz de rraducir "la unidad explosiva de las masas" 10 de Oriente según el burgués odioso de C roissec? ¡Poblado por 111:íquin:1, ,
es jus~imente la que convierte la pintura en un "lenguaje" que las rnasas ya no circuicos, explosiones> remolinos y turgencias de la quietud perturbada ene re
entienden. los filósofos amigos de la igualdad?
Doble verdad, más bien, en la q ue se dcscuarriia, sobre la rela de fondo del
horizonte marxisca, la pasión filosófica de la Jusricia, atrapada encre el recha.zo
¡U11 mundo sin obreros? inicial de las necesidades positivas y el asco, que.se cru1..1 rarde o temprano con
la rrampa de los fines; entre d filo del corte en un mundo injusto y el senti-
Detrás de la contradicción, hay SÜl duda un deslizanliento más decisivo aún.
miento de los juegos ambiguos de la tedme y de la doxa; enrre la fuscinación
La conjunción de las muchedumbres y de "su" pintor apelab~, bajo una nue- por las máquinas de codas las producciones y la perplejidad ame la inquietante
va forrna, al cen,a kantiano de la reconciliación estética, a ht idea de lo Bello salud dd artesano.
como promesa de igualdad. Esta misma idea inspiraba a Sartre en ¿Qué es la De allí, la vibración singular de estas máquinas filosóficas que, unas vec,:s,
/itemnmt? Pero, al seguir las desventuras de la dialéccica, la ide.1 sarcreana. de lo caminan al ritmo de la cspera11za obrera)' que, ocras, se deslizan hacia el suefio
Bello parece haberse deslizado de la primera a la segunda parce de la Crlttca dd de una mareria que rral>aja por si misma, más acá de las presridigiracione.s de la
juicio k~u,tiano, de la "democrática'' valoración del {'sentido común". es~ético a técnica, es decir, de los engaños objetivos del horizonte marxisra. Esto empieza,
la fascinaci6i\ por esra autoorganización a través de la cual la 1n:.tter1a. tiende a
tal vcr, con la idea tan cuestionada de la dialéctica cngelsiana de la Naruralcza;
identificarse con su propia idt-a. Ya los ejemplares móviles de Calder, "ni del todo precaución tomada contra la tínica inteligencia de la '1práctic:11• • M~1s aJlá de los
mecánicos ni del codo vivienres", evocaban para él "aquella gran Nacuraleza que prestigios de la dialéctica histórica, ¿no vuelve Sartre al punro de partida? La
derrocha el polen y produce de repenre el vuelo de miles de mariposas, y de la denuncia spinozisra de la repre.scnración, fuscinación por el libre movimiento
cual nunca sabemos si es encadenamiento ciego de las causas y de los efectos o
.. ,,. de una maccria que los sujetos de la hiscoria no tendrían que afecrar con sus
desarrollo tímido, sin cesar retardado, crascornado> acravesado Por una Idea ·
juegos de mesa, !'al vezsca el doblcce filosófico necesario del marxismo-horizonte.
Oua figura del como si, por igual distante de los señuelos dialécticos y de
las trampas arre.sanab. La finalidad obrera viene a anula~se .en ella, a ,d~na-
ficarse con este sueilo de la matethl que los ruidos de la cecn1ca trascocanan Y El sociólogo rey
que los juegos de la doXIÍ nublarían. "Ser la materia'\ te.nt~ción úlci~a.del sa~
Amonio de Flauberr. Si Sarrre carga las tintas sobre los desprend,m,entos , Desde luego, se puede concluir de manera más simple: los vínculos torcidos
las "turgencias" 0 los "silbatos de víboras" con que la n,aceria es.talla sobre la del filósofo con los hombres del hierro remiten a su incapacidad de pensar su
cela liberada. ¿no será para alejarse al máximo del sueño del re11t1sra Flauberc: propio lugar, al olvido necesario del mito que hipotecó el oro de su dest ino
obra in.1nóvil, mar sin bordes. desierto sin mojones, que>como la naturaleia, sobre la regla que impone a los zapateros no hacer nada más que zapatos. La
no quiere decir nada y no hace más que sofiar? filosofía está dc:masiado atrapada en su "propio asunto>• para reromar, en algún
ZH Jcan Paul Sartre, ..Alcxancler C:ildcr: 1nobilc's, stabik"S, conudtuions" (..A1cxindcr ói~dcr.
momcnro, la medida de lo arbitrario que liga las distinciones del orden del
móváles. estables, constelaciones. No se cnconttó 1raducción al castellano], ci1:1.do por M1chd discurso con la jerarquía de los "asuntos" asignados a cada clase. La pasión
Sicard. "Es(héiiquc:s ele Sartre", OhHq11es, op. c.i1., ¡,p. 147-148 1"81ic-ic-'5 de: Sarrrc:"I . recnicista que la captó en la edad moderna es la maneta más ek'game y más

172 173
U.1. FII..ÓSOflO Y EL SOCIÓLOGO

rerorcida de contornear ese mito fundador, esa 1ne11rir,1 t¡llt in1ita la verdad con estéticos que por su naruralc:La estarían reservados a 1a elite burocrática )' ' "
la cual suele. sin cmbatgo. jugar a cache~ta,npou·. En efecto. ¿no será que el distanciaría atín más de las masas.
filósofo de la libermd delinea su propio retrato cuando escribe que "el hombre Explic.1ción en términos estratégicos. Pero Sartre olvida justamente lo ,111c
rotal de la aristocracia se define por la romlidad de las chances que les quita a rodo filósofo rendría que haber aprendido con Platón: el arce del esrrnccgn 110
todos, como el que sabe lo que los otros no saben, que degusra lo que no pueden proviene de la ciencia de los fines, sino de la opinión re((a, ese saber inscincivo.
deguscar. que hace lo que no hacen''. en suma, como Ja exacta conrrac.ara del irreflexivo de 1as situaciones encontradas y de las respuestas adecuadas. Al ccn•
"nada más" que pone a los hombres del hierro en su lug-.u/'-'S surar a Schonberg en nombre de Tchajkovsky, SraHn no lleva adelante ningún
plan de lucha contra el elitismo. Solo privilegia su propio gusto de campesino
advenedizo que gobierna, en conjunto con una ariscocracia de pequeñobur-
El músico, el jefe y el tintorero
gueses. un "Estado obrero" masivamente pobJado por campesinos. La norrna
que impone a la revolución es la de su ethos, producido por las condiciones
Tal es la pregunta que el sociólogo vier1e a plantear en palabras del filósofo.
planteadas por la revolución: gusto musical susceptible de rener éxiro para la
Al leer los análisis de la reproducción y de la disrinción que Pierre Bourdieu
revolución por las: n,ismas razones que esta fue exitosa para Joseph Stalin. La
desarrolla-contra la filosofía- uno está en efecto asombrado por la comunidad
estrategia del general es la de la timura del tintoreto.
originaria de las problen,áfica.s. La lógica de esos análisis, su consranre referencia
irónica al miro platónico de la "libre elección" de las almas, hace de ello una El filósofo se olvidó pu<.'S de la lección de otro maestro en su arre, Leibni7.:
"Somos autómatas en las tres cuarras parce~ de nuestras acciones•1• En la dis ..
refutación sin fin de la libertad sarcreana. La distinción, sin embargo, podcía
tinción burguesa t'J.nto como en el acade1nicismo "proletario'". él no puede ver
fücilmcnte tesumirse con estas líneas de Sartre: "En rodas parces donde una
otra cosa que cscracegias conscienremence ordenadas seg(1n fines de clase. Una
elite fi.ulciona, aristocracia de la aristO<:r'.acia que esboza para los arisrócracas la
maneta de preservar su propia libertad, de no tener que preguntarse si esta no
figura del hombre toral, los nuems valores y las obras del arte, en ve-, de enri•
es so]o su opinión recta. su ortodoxia; la tintura de o~cio que lo nlantiene en
quecer al oprirnido, aumentan absohnamentc su pauperiwción: los producros
su lugar con,o vulgar cintorero.
de la eHtc, para la mayoría de los hombres. son negaciones, ausencias, límites;
el gusto de nuestros a,nnreun define necesari:unente el mal gusto o la ausencia
de gusto de las clases rrabajadoras, y cuando los bellos espíritus consagran una La ciencia de la opinión recta
obra, hay en el inundo un "tesoro" más que el obrero no poseerá, una bclle1..a
Jnás que no puede ni apreciar, ni entender",2JG Tal es la lección que d sociólogo le quiere dar al filósofo: este desconoce la razón
¿Dónde t-srá. entonces. la diferencia? El conrexro nos ayudará a encenderlo. de lo que dice. Es incapaz de pensar la virmd según la cual cada uno-empezando
Sartre se imerroga en corno al rechazo de la m(isica dodecafónica en la Unión por él n,isnlo- hace "su propio asunto'•: la opinión recta, ese saber adaptado a
Soviética y lo inrerprera por la contradicción inherente al arte moderno: solo su objeto, pero inconsciente de sí mismo. que caracceriz.a, seg(1n Platón, tanto al
se lilx:r6 de su servidumbre "burguesa" al costo de distanciarse radicalmenre don del inspirado -el rapsoda Ion o el estratega l'ericles- como a la formación
del gusto popular. La acritud oficial soviética luego se entiende: rechaza goces exirosa de un alumno del filósofo. La sociología que se propone hacer Pierre
Bourdicu es, pues, un desafío lanzado a la filosofía sobre su propio terreno, la
exploración ciencífica de la teoría platónica de la opinión recta.
· Ndl·: Es un juego que consiste en escondc:r un pañudo u orro objclo y l1at.'l."r que orro lo Ello supone. una dcmocrati1.ación de la virtud en cuestión. Si bien Sócr:ucs
descubra diciendo "que1n;1s" o "congdas", o "'frío. ribio, c;¡licruc -O $C quemó", scgtin se :.Uej.:, .se se ocupa una vez en su vida de hacer parir al e.spí.ritu de un esclavo, el objc:10
acerque: o enc:uentr~ cJ objcro escondido.
!U jl'.1Jl Paul Sartre:, "Canisrc er la conscicnce", Sim11riontt I V, op. <.i(,, pp. 23-24 1..El anista y
principal de la educación del filósofo rey tintorero es el guerrero. Su gran
la c.oncic:.ncia", Existe traducción al c:asrdlanoj. asunto es imprimir en e) alma del guerrero la opinión recta en torno a lo que
l.\6 lhíd., p. 23. hay que temer y lo que no. Para los zapareros, en <-ambio, no hay educación.

174 175
EL fJ'LÓSOro Y 131. SOCIÓl.OC.O El fill>sofo y"" pobre•

encuestador no le devolver;\ nunca más que algo )'a-dicho. ¿Qué es, pues, si las porque 11110 n~ quiere.saberlo. Nos preguntábamos por lo que estaba oculto y
obligaciones de su ciencia obligan al encuestador a proponer él mismo a su un 1mpercepnble desliz del demostrativo nos explica por qué mo está oculto:
interlocutor este ya dicho: doxa recorrada de antemano, que espera sin sorpresa porque la ley del sistema es ocultarlo. Pero ¿qué es lo que escá oculto en ese
su sujeco - inceleccual ("Toda música de calidad me inceresá') o popular ("La secreto que todos COI\Oéén? La 1espuesra salta ahora a la vista: ni disi11111/11ción.
gran música no está hecha para nosotros")- y que cierra a este último cualquier I.a_verdad que todos conocen es una verdad que oculta estar disimulada. La
otr.t elección distir1r:l de la "suya" por la rcspuesra-tr¡t1llpa que hará caer sus ev1denc.ia se hacía moneda corriente para disimular su propio secrcro.
veleidades de onomi• en una "allodoxht' ("Me gusta mucho la gran música, . N~ hay ~ue pensar que el sociólogo gira en falso sobre sí mismo. H izo
por ejemplo, los '"'lses de Suauss")?'" mas _b1~11 lo unico que podía hacer. Condenado como está a quedarse en e)
Desde luego, estas respuesras tipo no provienen de lo arbitrario del sociólo- mov1m1cnro aparente de la daxa, iJnpedido de rcn,icirlo a un movimiento real
go. Si lns recordó, es porque son moneda corriente. Pero lo que e.s una garantía que_ya no_~ertenecería as.u dominio, desdobl.ó el 111ovirnie11to apttrenr.e. Excavó
par:, b opin ión también es una maldición para la ciencia. Al recorrer las calles la d1mcns1on de la parado¡a en la chacura de la doxa: eso porque codo el mun -
llevando atadas opiniones que ya la< recorrían por sí solas, el sociólogo siem- do sabe qt'.e nadie puede saber. Si la máquina social nos agarra, es porque 110
pre llega tarde después de su propia caricarura, encerrado en el círculo de las sabemos como nos agarra. Y si no sabemos cómo nos agarra, cuando es Jo más
verosimilitudes que solo se imponen tomando discancia de la verdad a la cual o~v10, es porque no queremos saberlo. -fodo reconocimiento es un desconoci·
se parecen desde codo punto de vista, salvo en el punro decish•o: la verdad, por 1n1ento, rodo devc::lamienro, un velo. Si la nláquina escolat eli1nina, es porque
dcfinici6n, no es moneda corriente. u~~ no sabe cónlo eümina, porque disimula la manera que tiene de eliminar
En este círculo, el sociólogo quisiera ver solo la mala fe del adversario que d1.s1m ulando la manera que riene de disin1ular.
usa el argumento de la cal.dera. ¿Cómo se le puede. reprochar "decir cosas a la
ve,, banales y erróneas"?2 .l9 Pero no se üenc que dejar eng:1ñar p,or este argun,en~
La tintuca de los zapateros
10 rcrórico. Junio con sus colegas fil6sofos, aprendió la lección de Bachdard:
la rocación del sol alrededor de la tierra era, anees de Copérnico, can errónea
Tal es la lógica que rige a los trabajos de Pierre Bourdieu y Jcan-Claude Passe-
como banal. Y sigue siendo tan banal como errónea. Es el abecé de la episte-
ro~ ~~bre el aparato escolar: lot heredemt y l.tt ,..p,od11rció11. AJ principio del
mología: el sabio debe "pensar concra la evidenciá' ya que "solo hay ciencia de
analtsis, la brucaltdad de las cifras y su efecto de opinión: las chances de acceso
lo oculto". Allí yace el problema: ¡dónde encontrar lo oculco en esa tijera de
a la.enseñanza sur.erior s_on del 0,89% para un hijo de asalariado agrícola y del
la cifra y de la opin ión, en ese inmenso palabrerio de la desm itificación en d
~8,9% para un h90 de e¡eculivo superior. A partir de ahí, se oponen dos expli-
que la verdad ya no se deja discernir de su imit;lción? "L, dificultad particular
caciones. La_cxphcac1ón republicana t~Jdicional, reapropiacla por los partidos
de la sociología viene del hecho de que enseña cosas que todo el mundo sabe
obreros, es simple. No_es la escuela la que excluye a los niños del pueblo. Son
de cierta manera, pero que uno no quiere o no puede saber porque la ley del
lo$ padres quienes no uenen los recursos par.i. que la sigan y no tienen fe en sus
sistema es oculrarlas'' .1 ~0 efeccos de promoción. La c,cuela solo elimina a los que no asisten. Basta con
Po,-qut... la conjunción nos despierta sobresaltados. A nuestras espaldas
darles, a codos,, los recursos para ir y el senrimiento de que eso es útil.
ocurrió algo. Esa frase que empcraba como el enunciado de un problema se
Al revés, el pedagogi.smo lihcrcario incrimina a la estructura escolar en sí. La
volvió, en el transcurso del camino, su solución. Pensábamos que la dificultad
escuela aplasm a _los niños del pueblo porque su estructura autoritaria reproduce
de la ciencia era que rodo el 1n1111do conocía más o menos el secreto que tenía que
la estructu"'. ¡erarquica de la sociedad formando el espíricu disciplinario de Jo,
revelar, y un leve despla,amiento de lo impersonal nos la dejó ver amenazada
fucuros oficiales)' de sus hombres de tropa. En la época en la cual Bourdlru
"' lbíd., p. 602. Y_ Pa~seron escriben Lot herederos. esm es la postura de los jóvenes turcos Jrl
JJ9 Pic.m: Bourdicu. Q11tstio111 de 1«iologit, J\,tinuit. 1984, p. 56 ICt1rstiontl de soch,/()gfa. Existe: s111d1~ato escu~1anul. A l:i,s clases magiscralcs seguidas por una masa pt1olv. ,lr
tr1ducci6n al c:t.stdlano). csn1d1antessolitanos, quieren oponer la vircud revolucionaria de Jo,.1, 8 ruix1" ""
J4'~ lbid,. p. 198.

1711
EJ. J1Jt.ÓS0J10 Y El SOCIÓLOGO El filósoío y,,,., ¡,obres

trabajo en los que los escudianccs se instruyen a sí mismos. A nadie le sorpren- Imágenes del jurado del ENA; perlitas de los informes de la agregación..."
derá: estos jóvenes turcos que se oponen al economicismo del PC y critican Extraño prisma de colores a través del cual los sociólogos de la reproducción
el au,orirarismo de los profesores -inclusive de los profesores de sociología- a miran el aparato escolar como si estuviera enter:imenre ordenado segí111 el 1,./m
menudo son estudiantes de filosofía. de estas ceremonias iniciáticas o de: aquellos discursos ricualcs. Una serie de
Siempre la misma tenaza de la economía y de la ideología. Pero d sociólogo deslices oper:i explicando el principio por el fin: el tono nostálgico del redac-
'"' le tomó la medida. En la brecha entre las dos ramas, viene a alirma.r su verdad tor del informe de agregación se vuelve la realidad de su práctica, y luego lo
~culta: es efectivamente la escuela la que elimina a los proletarios. Pero no por ordinario del examinador del bachillerato, la supuesra armósfera inspirada de
sus procedimientos de eliminación. No actúa por lo que hace, sino por lo que no las clases de francés en el Liceo, y. a fin de cuencas, el sentimiento de vergüenza
hace, o por Jo que hace erracfameme. Por lo q,., hau aeer. La escuela elimina al que conduce al hijo del proletario a excluirse como indigno del universo en-
hm:er merque 110 elimina y obliga luego a aqueUos para quienes no es~á hecha a cantado del carisma.
eliminarse e.spontánea1ncnce, a juzgar Por sí 1nismos que no están dotados ya que En esto se resumiría entonces el asunto: la escuela hace creer a los niños del
no logran aprovechar los estudios que se les ofrecen. Es la idea del don -y de su J>Ueblo que los recibe con igualdad de posibilidades respecto a los otros; que el
aL.L'icncia- la que produce la conducta dcaucodiminación. En cén,1ü1os platónico-", éxito y el fracaso dependen de los dontJ personales iJ1dependiet1temente de las
la paradoja de la opinión recta se va a formular así: es la ilusüf11 de la impiración condiciones sociales. Est'.1 disimulación es simulada en los juegos del carisma
que prvducr la tifllua de los zapateros al producir la del general y dd filósofo. cultural. El profesor pretende ejercitar ahí a sus alumnos en una visión estética
La escuela elimina, pues, disimulando d httho de que elimina. Lo que impli- que trasciende la rutina del ejercicio escolar. Los obliga, pues, a disertar sobre "el
ca. desde luego, una vuelta más. Par;-t perfeccionar el sL,;tema, tiene que eliminar no sé qué y las litotc<de la pasión clásica o sobre los infinitos e infini tesimales
disimulando el hecho de que elimina mientras finge no eliminar. T.,J es la función rnacices del buen gusco".;,,12 Por eso mismo, por supuesto) tern1ina atribuyendo
del examen en esta lógica. Elimina fi1ndan1entalmcnfc a los que no se presentan. el carisma de los dones a aquellos para quienes la culrurn tiene alguna existencia
a los que abandonan uno.< años antes de llegar a él. Es el miro que permite a los fuera de las paredes de la escuela: quienes la tienen por dc.recho de nacim.ienco
que no llegan a presentarse aplicarse a sí mismos la norma del ex:unen, reconocer y son capaces de añadir a la percepción de los no sé qué la comodidad que
su destino merecido en el destino de los que elimina. Pero esro no es todo: esta caracccriz.a sus maneras o su vestimenta.
función de incitación a Ja eliminación por simulacro presupone que el examen faro es lo que había que demostrar. Lo que no pcrmire refutación. Sin duda,
disimula al simular la eliminación continua que se disimula en esta escuela que la mayor y la menor del razonamiento nos dejan por igual perplejos. ¿Ya existió
prerende no eliminar. "Solo bajo la condición de dC\•efar con el examen la función una vez l:i gran misrificación de la igualdad de posibilidades y de la desigualdad
de disimulación de la eliminación sin examen, se puede ente.nder por completo de dones por fuem de la palabra afilada de los desmitificadores? Los iniciadores
por qué tantos ,asgos de su funcionamiento como procedimienro patente de de la escuela pública no la habían desrinado para nada a la igualdad social,
selección obedecen todavía a la lógica que rige la eliminación que disimula [... J. sino a la igualdad poi ítica. Sus poderes de redisrribución social nunca fueron
El sesgo de clase nwica es can marC'Jdo como en los exámenes que condenan al concebidos de otro modo que como fueron ejercidos: al margen. A la manera
corrector a los criterios implícitos y difusos del arre tradicional de poner notas. tal del seleccionador platónico: con la promoción de los niños mejor dorados del
como la prueba de diserracjón o cx¡><>sición oral, ocasión de emitir juicios cotales, pueblo y la degradación de los niños más obtusos de la elite. Y, en la práctica,
annados de criterios inconsciences de la percepción social. sobre personas fOfales,
cuy:,s cualidades morales o intelectuales se encuentran captadas a través de las · NdT: se rc~ere ;11lxt1k Nntio11tdt d'Ad,ninis1ratil)n, una de la;s "grandes Escuc.las" Nacionilld
francCS.15 c5peci:tlizada en :1dministración y que ha formado a la n11yoría de las pcr$0nali<lridt~
ínfimamente pequeñas del esrilo o de las maneras. del acento o de la elocución,
¡,olíciC:1$ de f~ncia y <le 0110.s paf$Cs- occidcnta.lc:s.
de la posmra o de la mímic.1, o incluso de la vestimenta y de la cosmética".'" ·· Ndl º! l.:a "'-:igrcgadón" es el concurso n14s alto en d r.ingo docente a niv(I de escuda secund;ui.a
en Fr.1ncia.
J' 1rierre Bourdicu y Jean Claude Pa55cron, La repr0<lt1t du11. Minuit, 1980, p. 199 (/.a Pierre Bourdieu )' Jc-:in Cl.iude Passeron, ln hlriliers. Minuit, 1964 p. 59 j/.-.,s Hr.rt'"d.f'J'l)J, lm
:,.i ~

1't'prod,,n·id11. Ele1ue,,111s para uun rMría delsistrn111 de ~m,ñnuu,. Exisrc u·.tducci6n al Clstcllano). e11111ii,11t1r1y la rul:un1. Exinc: tradtK-ción al casu:llanoJ.

1ttO 181
EL FI I.ÓSOFO Y f!.L. SOC1ÓLOGO

la ideología de los "dones" sirvió mucho menos para disringuir a los elegidos El joven Clinias, aprendió, a su propio costo, lo que querfr~ck.-cir ''111'1 1.111c
por nacimien10 que para reconocer a los niños del pueblo aptos para hacerlos rer saber" lo que todo el mundo sabía . Su denuncia era el dcsconocl111lc111<1
competir. Lo arbitrario del concepto de c11rir1n11 es que asimila are juicio de personific,do del sistema. Y, al revés, el conocimiento del sisrema se IJcu,U;,.,
maestro instruido por su propia experiencia al delicado encanro de la lítote con el conocimiento de su desconocimiento. Es, concretamente, la tnicro~o
rac1niana. Asirn.ila, del n1isn10 modo, la clase. de francés con la consciencia de ciología de los estudiantes de lilosofla la que da la razón de las cifras. E-Iras 110<
sí de un jurado del ENA, el universo nativo de los herederos burgueses con un mostraban la desigualdad social masiva en d proceso de selección. Aquell11 ""S
invernadero 1ibio de renos distinguidos y de alusiones culrns, y las razonables designaba la virtud ariscocrárica del seleccionado: el ocio; si los estudiante$ - y
previsiones ele los estud ian ces en torno :1 las consignas que se pueden esperar más particularmente los estudiantes de filosofía- insisren sobre su incapaciclnd
de la pereza de los examinadores oon el fetichismo de los cirios que imploran para organizar su cronogran1a, ¿no es acaso para darnos a encender que tienen el
la protección divina. 1iempo que permire prescindir de un empleoi Se puede rápidamenre concluir:
Pero el sociólogo es1á preparado coima estas objeciones del sentido común. la escuela selecciona por la virtud que les a1ribuye a los valores aristocrá1icos
En vano se le objerará que lo ordinario de la prácrica escolar o de la conversa- del dilcranrismo. Se puede leer, en la libertad reivindicada por estos aristócratas
ción burguesa no esrá muy hecho de litotes racinianas y que, según sus propias denunciadores, la esencia común del ejercicio escolar y de la namraleza burgue-
cilr;1s, el conocimienro de esras lítotes es lo que menos separa a los esrudiames sa, la virtud obvia y oculra dd don y de la inspiración: el ocio, esa scholl que
de origen burgués de los de origen popular. Sería jusr-ameme olvidar que el le da a la escuela su non1bre y la ra1..ón de ser; la reproducción, por imicación
sisccn1:1 funciona haciendo -es decir, haciendo creer y hacer- lo contrario desconocida, de la libertad de los domina11tes. "La escuela, lug-Jr de la sltho/e,
de lo que parece hacer. Es cierto que lo ordinario de la pr:ictica profesora! es del ocio [... ) es el lugar por excelencia del ejercicio, que se dice gratuito, y por
n,odestamente carisn1árico. Pero el carisma, precisamente, nunca está mejor el cual se adquiere una disposición distante y neurralizanre para con el mundo
producido que por su ausencia. "AJ suscitar, aun a pesar suyo, la adhesión a social, la misma que se encuentra implicada en la relación burguesa oon el ane,
alguna 'concraculrura~esri1nada como más viva y más verdadera. el más rutinario el lenguaje y el cuerpo"'.'"
profesor cumple., a pesar suyo. su función objeliva: decenninar a los neófitos a Es inútil oponer a esta fenomenología improbable la experiencia del colegial
adorar la cultura y no así al universitario que solo está encargado de organizar para quien el aula y el timbre, las lecciones y las rareas, las recompensas y las
d culto a ht cul1ura". 2'> amonestaciones no evocan precisamente J1ingún ejercicio libre y gratuito. L1
descripción sociológica es, ante todo, un relato mítico. Es por eso que c:l sociólo..
go, hablando con profesores del liceo, puede presentarles como esencia del aula
El denunciador denunciado la representación de su anfiteatro. 24G La descripción de e.sta escuela inhallab1c
es el relato que imita la esencia de la escuela. Miro del ocio que responde al
Tal es la paradoja que se cierra alrededor de los aprendices de filósofos que argumcnro platónico de la ausencia de riempo. La fijación de cada trabajador
conrestaban los métodos por demás escola res del sociólogo y oponían d libre en su lugar se disimulaba en la ausencia de tiempo y se oculcaba en el mico
1rabajo del colecrivo estudiantil a la autoridad profesoral. Es jusramenre su final de la reptíblica, el de la libre elección de las almas. Es preciso mostrar,
11
denuncia" de la insri tución la que enuncia la verdad a su pesar. Al denunciar el
por detrás de la ilusión de la libre elección, la ley del Ocio. El tiempo escolar
auroricarismo de los pedagogos, reivindican, disimulándola, la verdadera ley de riene que ser reducido a ese tiempo ~acío que es necesario simplemente para
la institución de la cual son la quinracscntia de la represen~ación: el dejar hacer que d Ocio reconozca a sus hijos y se haga reconocer por aquellos que no lo
que solo beneficia los saberes incorporados por herencia. Recha.zan las coerciones tienen. De ahí la explic1ción, en esc;1 lógic.1 totalrnente natural, de )a exrensión
de una pedagogía racional que se monerariza, bajo la forma de aprendiiajes
den,ocráticos, los ~dones totales e infrangibles de la ideología carismática". 2°'4 i,i Pkm Bourdieu, Cuestionts ,Ir s0<iología. óp. cit., p. 177
H' Pierre Bourdicu. "L:<.-s1r:ldc, la ch;1js(', Ir ,nicrq, /11 din,11tc, , l'habilus <les éJCvcs" l"EI 0 11,ulo.
N) Jhíd., p, 72, la silfo, el ,uirrófiuu,, In dür1111r,·a. d habirus de los cscudiantcs"), Ou•Jtione, d-r sclrio/ogln, 01>, cit.,
:d lbid.. p. 11 9. p. 101, (destac.ado rnío).

182 183
EL FILÓSOFO Y eL SOCIÓLOGO

de la edad de escolaridad obligatoria. Mantener en la escuela a los niños que puesro por el pelícano de Jonarhan. O más aún , 110 Je riene que oponer 11:1,la.
se eliminaban de ella es el medio más seguro de di minarlos por disimulación Pues la pedagogía racional tendría, seguro, el lamentable inconvcnlc111c tic
de su eliminación. arruinar la solidaridad de la clase obrera. Pero tendría, sobre rodo, el de '"*·' r
La explicación científica es más bien d mito de la ciencia. Mito antipla· la sociología como ciencia.
tónico de Ja separación de l:.ts :.tln1a.s. Pero ¿en qué consiste exactamente su Ya que, como bien se sabe, solo hay ciencia de lo oculto. Pero lo ünl1..u
antiplatonismo~ .Pues, no vemos en los artesanos qué posibilidad ganaron de "oculto" que puede corresponderle propiamcmc a la sociología es el de1m11od -
hacer otra cosa que no sea su 1'propio asunco11 • La denuncia de la scholt mn1bién miento. Enrend:lmoslo bien. Quien dice desconocimiento presupone en general
denuncia al ;,1dvcnedi1,0 al que se otorga la licencia) que 110 tiene, de estudio. un objeto oculto detrás del velo del dcsconocimienro: para el caso, la fuen., de
Caso particular result,tdo de razone:.< accidentales: si cree que puede estudiar, las relaciones de producción, que escapa a la legislación de la sociología. Para
es porque ~rtenece a un entorno que escudió; si se ilusiona con respecto a sus seguir siendo maestra de su dominio, la sociología de la reproducción deberá
''dones'', e.s por sus "aptitudes parricu)arcl\ 2°' 7 Por detrás de la tautología, se situar como principio del apararo pedagógico un desconocim iento que sea
per~la la semencia: nadie escapa a la imposibilidad del principio más que por desconocimiento, no de algún contenido oculto, sino de sí mismo.
traición de estos principios. El "advenediz.o" de la educación parea= doblemente El primer axioma de La reproducción expone, en efecro, d requisito nece-
tr:1idora su clase: individualmente, al obligarse a adquirir las "disposiciones" que sario de la sociologfo: la eficacia de una violencia simbólica que se aríade a la
penniten a las clase.,; privilegiadas asimilar la culcura legítima¡ colectivamente, simple violencia de las relaciones de fuerza. Pero la ciencia de este <'anexo,;, es
al cnn1a..scarar, con su éxito, el etCcro global de la eli1ninación. un auxiliar amenazado. Si la pedagogía racional pudiera decir la verdad sobre
A esta traición indjvjdual parece oponerse, en prin1er lugar, la suerte co- la autoridad pedagógica, lo "oculto" de la ciencia se desvanea=ría. Enronces,
lectiva de una "pedagogía racional" que transforma los saberes implícitos de la es preciso que esca violencia sea m:\s irremediable aún que la violencia de la
cultura heredada en elementos de un aprendizaje igualirario. Pero la pregunta dominación, que se.t lo irreductible de la ley q ue no deja a los agentes que la
rebota enseguida: racionalizar d aprendiz.~je de la culrura legítima ¡no es aca· producen o la padecen ningún medio para reconocerla.
so refonar lo arbitrario de la legitimidad en general? Dicho sea de paso, un Todo cabe en un concepto: fo arbitrario. La acción pedagógica en general,
privilegio distribuido entre codos es una contradicción en térm inos. La peda- antes de todo sistema escolar, es ar·bicraria e11 un dobk rentido: porque reproduce
gogía racional solo puede funcionar, como toda pedagogía, en los márgenes; un arbitrario cultural determinado, la cultura de una clase de la cual confirma
optimizando las chances de éxito de los miembros mejor ubicados de la clase así el poder; pero también, por su simple existencia que oper-J en el campo de
dominada: "movilidad controlada de un número limitado de individuos" que Jos posibles, un recorre que no lleva nunca su necesidad en sí mismo.
· a "Ia perpen1ac1.,011 de Ja estTuCtura de 1as re1ac1·ones de case
sirve 1 "'""'
. u .. peda- A parcir de ahl, esd codo dicho. Lo arbitrario, en el primer sencido, podría
gogía racional solo puede, entonces, ir reforzando la disimulación del sistema. siempre ser remitido a su necesidad. Pero, en el segundo sentido, es irreductible.
Se volvió, entre Los heretleros y la reproducción, una utopía tan ilusoria con10 Ya que la acción pedagógica no puede hablar más que en el modo de la enuncia-
la pedagogía libertaria. ción legítiin~t. Lo arbitrario no puede anunciarse con10 a.rbicrario en el acto en
d cual se produce, sino a cosra de separarse de su derecho a se.r escuchado. lal
ese! sentido de la paradoja de Epiménides. Si Epiménides, el cretense, dice que
Epiménides el cretense y Parménides el marxista rodos los cretenses son me.miro.ros, nada se puede concluir de ello. Lo arbitrario,
enronccs, debe decirse como necesario. Toda acción pedagógica se efoct(m a
El sociólogo bien puede, entonces, m,mifesrar su solidaridad con las clases la-
través del poder de una autoridad pedagógica que se afirma y la afirma como
boriosas denunciando la ley del "dejar hacer" que perpetúa el siscema. Pe.ro ya legítima. L, autoridad pedagógica es Jo arbitrario 11tctst1ri11me11te d,sconoddo y.
no puede oponer nada a la lógica infinita por la cual d pelícano sale del huevo en consecuencia, objttivan,ente ret·onot·illo con10 autoridad kglri11u1.,H,
'" Pierre Bourdicu y Jean Claudc Passcron. /.as here,leros.. op. cit., p.40.
14~ Pierre Bourdieu y J~n Cbude Pa.s.seron. /...a ".Pnkb1tci61t. op. c.:ir.. p. 69. :,,; lbíd... p. 28.

184 185
EL FILÓSOFO Y lll SOCIÓLOCO

Lo arbitrario e.tá, entonces, fuera de alcance. Ya no es solo lo eficaz demos- también. e.~crictan1ence somecjdo. en la conclusi6n de su trabajo cicru Í~(!o, ,, In
ttable de la dominación. Es la no necesidad de lo necesario lo que el pedagogo prohibición filosófica. Llegará a/mismo re111/tado por el camino inverso. ll11 1•ci
jamás podrá enunciar. La contradicción fue elevada a la altura parmenidiana. de ir del tercero al sexto libro de la Reptíblira, ascenderá del décimo ni scw,.
iam,ís se forzará al no ser a ser. Jamás lo arbitrario podrá ser n«:esario. Y ja- En vez de partir del mito de los tres metales ¡,ara desembocar a la condeno del
.más d idioma de lo nc'Ccsario podr:í decir lo arbittario. La acción pedagógica autodidacta, partirá dd mito de Er para llegar en la misma conclusión. En el
justifica la autoridad pedagógica que la legitima a su vez. Círculo sin vicio que punto de encuentro, solo esto habrá cambiado: el filósofo rey habrá devenido
autoriza un trabajo pedagógico sin erratas: "El trabajo pedagógico produce in· el sociólogo rer
disociablcmcnte la legirimidad dd producco y la necesidad legítima al producir "Para mayor desesperación del filósofo rey", que asignaba a los mal cla-
al consumidor legítimo".';º La reproducción de la palabra legítima no puede sificados la esencia que los condenaba a su lugar, el sociólogo tomó p,mido
ni perturbarse ni ser percutbada ¡,or alguna palabra profética. "El profeta reli- por estos "mal clasificados" que recha1.an "el principio de clasificación que les
gioso o político prtdica sie,nprc a los convercidos".2$1 En términos prosaicosJ atribuye el peor lugar"_,s, Lo que queda es esra "coma de partido", que consiste
)e<t'is o Mahoma son producidos por la "demanda social". Identidad de la gran en explicar a la inversa la 111is1na cosa que el filósofo. Pc:ro esre senrido inverso
ley de lo simbólico y de la banalidad merc.1ncil que asegura que el habirr,s es no es indiforcnrc. El filósofo parcía de lo arbitrario para llegar a la necesidad. El
perpetuamente producido y reproducido para que cada uno haga "su propio sociólogo la vuelve a encontrar partiendo de la ilusión de la libenad. Proclama
asunto»: coser z.:.1paros o subirse a )a Cruz.. que es la ilusión dc: su libertad la que fija a los artesanos en su lugar. Lo arbi-
Su propio asunroJes decir, anee codo, el asunto del sociólogo. Pues la má- trario declarado se vuelve entonces necesidad científica, rcdisrribución de las
quina social así regulada no es más que la forma desarrollada del axioma que cartas de la ilusión absoluta. La scnrencia de condena cae más implacable que
pcrinite a la sociología existir como ciencia asegur,indose que .su objeto no se nunca: "El orden establecido y la distribución del capital que lo fundamenra
enseñará jarnás a sí mi.smo. contribuyen a .su propia perpetuación por su existencia n1isnla, es decir, por el
Su cr/rica del platonismo adquiere enconces una figura muy singular. En efecco simbólico que ejercen apenas se afirman públicamente y oficialmencc, y
algún sene ido, Úis hereduos y La reproducción son la República de Platón expli- se encuencran por eUo mismo (de.s)conocidos y rcconocidosi'.2~3
cada una primcrJ vez. con imágenes, una segunda1con axiomas. Pero, en esta "Por ello mismo": pivor de la necesidad parmenidiana que se opone "al
República, los autores tomaroo una decisión muydecerminada. Empezaron por mismo tiempo" a la liberación diaJ¿ctica. lmposible que un orden pueda alguna
el final: por el mito de Er, d mito de la libre elección de las almas, que clausura ve-¿, mientras c:xi.sra, dejar de concurrir ..por su existencia mis1na'• a su propia
el úlrimo libro. Dejaron de lado lo que, sin embargo, hubiera podido inceresarles perpetuación. Por ende, imposible no reconocer (y, por lo ramo, de.seonocer)
en primera inscancia: el mico ('pedagógico" de los tres n,ecales. )' desconocer (y, por ende, reconocer) el imperio de lo ,irbicrario.
Se entiende fücilmente la razón de eso; el mito de los tres metales presenta Para asegurar su reale1.a, el sociólogo lo hi"lO a Jo grande. Racionalizó y
esta singularidad inadmisible para el sociólogo: precende decir In verdatl sobrt absolmizó lo arbitrario. A la filosofía le opuso una pesadez de la dominación
la mentira. Más vale decir que roma exactamence d lugar del axioma: el lugar social reforzada por el rigor lógico del principio de no concradicción. Redobló
tkl sociólogo. Este último elige entonces atacar la filosofía no por el principio la necesidad marxista por la nece.idad parmen idiana de su eternidad. Combinó
(declaración de lo arbitrario), sino por el final (el mico de la libre elección de la antigua prohibición con la nueva. "Que cada uno quede en su lugar", decía la
las almas). Este último es el "buen'' nú,o: el que: no nos dice que nüence. Se antigua. "No se olviden de la lucha de clases", proclamaba la nueva. Resulta de
podrá, entonces, hacer de él la alegoría del poder simbólico y hacer de su de- la combinación de las dos una figura inédita: el marxismo parmediniano. Vuelro
nuncia la clcnchl que critica la ilusión filosófica, siempre reproducida. siempre del terror proletario para devenir b,malidad desencantada del mundo burgués
a dese1\mascarar, de la libertad de elección. El sociólogo gana siempre. Pero ~u Picrr~ & urdicu. lero11 sqbq la frrQ11, Minuit, l 982. p. 14 lll'«ió11 snbrt la ltrr.idn. Exbtc
tr:1ducción al castdlano].
,,. lbíd .. p. 53. n, Pittte Bourdku. le St'II$ pr.11it¡ue, Minuir, 1980. p. 233 fEl w1tidoprdt·tiro. Existe.' tr.uluc:c:ión
" ' lbfd .. p, 41. al c:tsl<:llanol.

186 187
11
l;.L PILÓSót'O Y EL. SOC:IÓWGO

que se proclama en codas parres como el gran secr~ro que todo el m~ndo ignora: que los que tendrían interés en apropiarse de cJlo no tienen los instrun1cnH1,;
la lucha de clases devenida verdad crema, que uene el doble ménto de ya no de apropiación (cultura teórica, ctcétcra)". 216
1natar a nadie y de prestar a la ciencia la denuncia eterna de .su eterno olvido. El asunto es un peco más complicado. Oiga lo que diga el sociólogo. n la
gence que disponía de los "medios técnicos" no le fulraron ganas de apropiaisc ele
su ciencia. Muchos aficionados de arte entendieron el interés de ser aficionnclu.~
El médico y sus clientes del arte capaces de explicar en codo lugar y a coda hora, en coda hoja impreso u
en roda amplintd modufada, que el amor al arte es un privilegio de herederos.
Quedan los mal clasificados. Se sabe ahora que no rienen que esperar nada Y la crícica dd elitismo pronto se rransformó en la nueva justificación de l:1
de la pedagogía emancipadora. En cuanto a la palabra proférica que, por sus jerarquía. El profesor de universidad analiza los métodos eliristas del maestro
111a/enteudidos, les perniite a veces salir de su lugar, pronto reconocerán -deseo~ de suburbio. El profesor de la Escuela de Afros Esrudios desmitifica la ideología
nocerán- en ella la legitimidad de los nuevos preiendiences "del monopolio del elitista de los peones de las universidades y el ministro de Educación nacional
poder de juzgar y de clasificar".'}' Para los mal clasificados, la sociología ya no emprende valiosamente las reformas desrinadas a reprimir d el itismo de codo
puede más que explicar porqué los filósofos desconocen las verdaderas razones el conjunro de sus subordi nados. Así se va diseminando en las alcas esferas la
que los recienen en su lugar. Conclusión un ta neo deprimeme. P~ro la moral .~e posibilidad de asumir el habilus de ocros "sin culpa ni sufrimiento".
Ja ciencia es, corno bien se sabe, austera. Tal coJno lo hizo el filosofo, el socio~ En cambio, difícilmente se enciende lo que los mal clasificados podrían
logo no le prometió felicidad a nadie. O mejor dicho, mvo que elegir. No hay sacar de cal higiene. ,Qué significa exactamente apropiarse de la ciencia de
ciencia sociológica sin el sacrificio de aquella pedagogía racional incaucamencc su desposesión? El amor al arre es privilegio de herederos: ¿qué consecuencia
promerida a la emancipaci6n de los mal cl.asificado~. ¿Quién lo iría a ~s.cigar puede sacar un no heredero de la apropiación de eS1e saber? ,Reivindicar el
pcr haber estimado, de buena fe, que su c1enc1a sena a largo plazo mas uttl a derecho que los herederos se reservan' Pero ¿no es acaso caer en la ideología
los mal clasificados que su pedagogía? Después de todo, no es la pedagogía la carismática que juslifica la misma herencia? ¿Renunciara placeres que suponen,
que libera, sino la ciencia. para ser disfru mdos, el habitus de genre distinguida? Pero ¡ no es acaso Jo que
Solo que esta ciencia tiene propiedades muy parciculares. Las otras, en general, la necesidad}'ª enseña? ¿Librarse de esta "miseria', que "proviene a menudo de
imponen d reconocimiento de su nectsidnd prornetiendo ponerla al_se~icio ~e una desposesión que no se puede asumir"?1' 1 ¿Luego asun'lir esta desposesi6n?
alguna liberación. P~ro esta nos propone co1no objc.to u~ descono~1m1<:n.to sm El consejo es "bueno" solo para quienes sufren de ello, para quienes intcncan
recursos. ·Qué hacer con una ciencia de la escuela que d,cc que es un posible la cambiar algo en el descino de los que no cienen "nada más" que hacer que
pcdagogí~? ¿Con una ciencia de las relaciones de fucr,a que dice que es '. mposible asumir su desriJ10. Sería, en suma, cerrarles una puerra rnás.
superarlas? Una vez aniquilada la posición del pedagogo, y la del polmco, solo Sería ... si este discurso los alcanzara. Pero a quienes alcanza, en su lugar, es
queda la posición del psicoanalista. El sociól.ogo sería. el sab_io y d médico d~ la a los "herederos" encargados de educarlos y a los policicos enca.rgados de reedu-
denq,>ación de sí en general. A falra de cambiar'.ª cla~1ficac1on de los ~al c~~!; car a los educadores. En el marxismo posrmarxisca, la ciencia del sociólogo se
cados, les daría "la posibilidad de asumir su habmis s111 culpa m ,ufruruenco . • convirtió, de alguna manera, en el imaginario del panido con1unisrasartreano.
El programa no es del rodo alentador. Tal vez sea el honor de la ciencia. Pero Reprcsenra, ante los favorecidos, a aquellos desfavorecidos que carecen., para
es,a se complica con una nueva paradoja. Si el sociólogo es psicoanalista, solo represencarse • sí mismos, de la consiscencia de la distinción. El mal clasificado
aciende, 1al como su colega, a una clieniela rica. "La desdicha del sociólogo es es el rehén de la ciencia> el maq uinista guardián que, por su silencio masivo,
que, la mayor parce del ricmpo, la gcnre que tiene los mcd.i?s cécnicos d: apro- bloquea la fuga indefinida de la doxn. Por su apoyo mudo, da a la ciencia In
piarse de lo que él dice no tienen la menor gana de aprop,arsdo {... J m,encras

:$4 Pierre Bo11rdieu, úffi4t11obrt la lrcció11, op. cit., p. 15. ,,. lbíd., p. 41.
,~, Pforn= Bourdku, Cuf.:Stir,nt':J d, 1otil)/ogü1. op. cit.. p. 42. 1~7 lbíd.

IA8 189
EL FII.ÓSOFO Y EL SOCIÓl.OCO

posición de enunciación legítima que la susuae de los juegos del relativismo mismo las apuestas (es el ilusio en el sentido de compromiso con d juc,1" y
culturn1en los que encierra a los otros. sus apuestas, de inttris por el juego, de adhesi6n a los presupuestos -d,,w, ,Id
Pero esta ciencia no rard" mucho en ser redoblada por la t!o.,n; y este mi- juego)"." '
lirancismo, en volverse lo ordinario del orden. La denuncia hecha en nombre Así se dibuja el espacio para una sociología que sería por fin la ciml'in dr lm
de una clase ause11te se vuelve el día a día de la opinión semisabia y la lucha prdcticas, y no el diccionario de los reglamentos o d compilado de las opinl,¡¡1c,
contra la reproducción clitiSt'J, el programa común a los minisrros de rodas las de pasillo. Ciencia total del juego que incluye, con las reglas y las jugad.,,. In,
tendencias. E1\ el desencanra1niento sabio que conforta la lncultura ordinaria, opiniones de los jugadores, la objet"ivación emológica del juego y la objetivación
estos políticos obtienen resultados, después de todo, sarisfacrorios. Los hijos de los procedimientos de objttivación del etnólogo. Ciencia virn,osa que abre,
de la elite salieron por fin del invernadero cllido de las Urotes racinianas. En entre las evidencias de la ley)' las de la opinión, la misma brecha que el aracantc
cuanto a saber lo que los hijos del pueblo ganaron con esto, es otro asunto. genial en la pared adversa; pero también ciencia devuelta a cierra utilidad a
fovor de los mal clasificados. Les podría enseñar a ellos, o por lo menos a sus
defensores, las reglas no escritas dc:I juego socia), las estrategias de la domina-
La ciencia de las prácticas ción )' las jugadas efectivamente jugables enue la pared de lo imposible y los
engaiios de la utopía.
Ya no t'S el asunto del sociólogo rey. De hecho, nos advierte él mismo contra la Sin embargo, el juego se reminge rápidamente para el sociólogo y más
extensión del esquema de la reproducción. Este solo es adecuado para el caso rápido aún para los mal clasificados. Sin duda, pueden los pueblerinos de
ele las instituciones cuyo funcionamiento es homotético con suscondjciones de C.1biJia, en las sutiles temporalidades de los dones y contradones, desmentir
reproducción. Caso límite represencado por la vieja universidad, que se ordena
d juego de la inmediara reciprocidad del imercambio económico racional.'"
según la reproducción de los universitarios. Para pensar más ampliamente los Pero 110 pueden jugnr al observador m:ls que en la medida en la que se ocultan
n1odos de violencia sin1 bólica que conducen a c.ada uno a ha~r su "propio a ellos mismos la verdad de su práctica. En resumen, el juego siempre es fun-
asunto", hay que desviar la mirada de la gran máquina reproductora hacia dan1cnr.aln1cnte disimulación.
esas pequeñas rnáquinas cuyos n1ovimienros, libres en el espacio de su propia
Lo que los pueblerinos cabilios (se) disimulan en el juego de los intercambios
necesidad, se ajustan y vuelven a 1razar la configuración dd campo social. Hay simbólicos puede ser d estado de las fuerzas productivas, la productividad débil
que considerar estos h11bitus por los cuales los agentes sociales hacen uso del del trabajo agrícola. Pero son, sobre todo, las relaciones de dominación que
pasado incorporado par:, la previsión de posibles porvenires. Hay que sustituir la ordenan la aparente reciprocidad global de las prescaciones. Para no remitir cal
imagen faralisra de la máquina por la del mercado en el que las libres elecciones "verdad" dd juego a la eficacia de las relaciones de producción por detrás de la
concurren a la fijación del precio de los productos, pero tambié11 en el que los ideología, es necesario pensarla como un entramado de dos economías, la del
sujetos que se ilusionan sobre su libertad de vender o de comprar cualquier cosa capita.l econón1ico y la del capical sin1bólico. L.a ''disitnulación" es reconversión
a cualquier precio son r:ipidamentc enterados de los limites de esra libertad. del capiral económico en capital simbólico. Pero, por supuesto, uno solo puede
Mejor aún, hay que pensar las pr:icticas sociales en la catcgorfa del juego, en reconvertir lo que tiene. Solo puede jugar si tiene algo para poner en juego.
la cual la ciencia de las jugadas transciende el saber las reglas. A este precio, se Cuanto más se impone la ley del ca piral económico, más se impone también
puede salir de la ciencia so1nbría del desco11ocin1iento para entrar en el universo esta verdad: d juego sin1bólico está reservado a los ricos 1 no es más que la cu~
lúdico del iiusio, 1omado en su sentido e,in1ológico: no la percepción errónea,
ftmizació11 de la dominación. Los pobres no juegan. Su habints no les devcln ,
sino el interés que estápuesto en juego, la apuesta del partido. "Producido por la en efecto, m.ís que un semblanre de juego en el cual el porvenk ,mticipado no
experiencia del juego. por ende, de las estructuras objetivas del espacio de juego, es el de los posibles, sino solo el de los imposibles: "un contexto social, con
el sentido del juego es lo que hace que el juego tenga un sentido subjetivo, es
decir, una significación y una razón de ser, pero también una dirección, una
~" Pierre Rourdieu, El wuido p,J1tü·(), op. cic., p. l 11.
orientación, un por venir, para quienes participan de él y reconocen por ello )bid.. entre otros, el capiu1lo v, "'L:1 aéción del tiempo".
:1>'

190 191
EL FILÓ$0f0 V 6.1.. SOCIÓLOGO

sus caracteres cerrados, .sus lugares inaccesibles o sus horizontes solapados" en del discurso filosófico. Se va a dedicar a mostrar, entonces, que el ~11 s 11 1 e~ 111i11
el cual "el arte de estimar las verosimilitudes)' no puede tufemiz.ar la virtud de allí donde Kant lo divide y, al revés, que está dividido en dos allí do11.lc K,1111
necesidad.'"' Solo quienes son elegidos tienen la posibilidad de elegir. lo hace común a codos. Kanc disringue el placer c:scético que resuha del )111, 111
El espacio abierto del juego y del mercado tenla que sacarnos de la lógica sobre lo Bello del placer de los sentidos que aprecia el vino de las C.111111'111,.
clausurada de la reproducción y del ocio, hacernos aparecer las apumtts y los Bourdieu va a 111oscrar. por el contrario, que el mismo gusto juzga las ol,r.1s de
valore.s sociales con10 productos de una lucha, transformables por otras luchas, arte, los vinos y los modales en la mesa. Kanr afirma la universalidad fornrnl
con la ayuda de explicaciones sociológicas de la regla y del estado del juego. del juicio por el gusro. Su crítico va a mostrar <.]UC los gustos siempre son lri
Pero la ape.rcur.a ensegLtida se vuelve a cerrar. El único punto que un sociólogo concracara de los disgustos remitiendo a la oposición entre los "gustos de líber•
tiene como asidero en un habitus que no es ni librt ni mecdnico es el "efecco de tad", propios de los hombres de ocio, y los "gustos de necesidad"', propios de los
conochniento'' que hace funcionar la difcrencia.261 Pero .si este conocimiento trabajadores de la reproducción. Y. por medio del descor,ocimienco edificante
fuem ad<-cuado, n:mitirfa, ora a la libertad del actor racional - filósofo sartrea• del filósofo arquerlpico, va a mostrar el juego de a eres que consciruye la macrii
no o economista neoclásico-, ora a la implacable necesidad de la.< relaciones social de los juicios por el gusro, la conjunción de dos grandes oposiciones.
de producción y de dominación. Este "efecto de conocin1iento" es) entonces, La primera opone a los dominantes y los dominados, quienes están proviscos
sie1npre un efecto de desconoc.imicnto. Pero si este es mera locura del mundo o desprovistos de capital para invertir en el mercado simbólico. La segunda
sublunar o mera astucia de la razón, c.l economista - marxista o neoclásico- opone las frncciones dominantes de la clase dominan ce, caracterizadas por el
triunÍ;.t una vez más: el <.11pitalista es una marioneta del CapiraJ, o, a la inversa, predon1inio del capital económico, con sus fracciones dominadas, caracterizadas
el proletario es un pequeiío capitalista, emprendedor liberal que gestiona su por la predominancia del ca piral cultural.
"c.1piral hun1ano". El problema de la demostración empieza con el primer objeto del sociólo-
Para e.<capar a ial dilema, el sociólogo va a usar la más simple de las so- go, que es, asimismo, el último resguardo de su enemigo: la música reina del
luciones: va a combinar las dos econo1nías. Como buen anfitrión, va a dar a filósofo rey. Para quien quiere saber, de hecho, si las diferentes clases sociales
cada uno la pane que le conviene: d capital a los neoclásicos y el cmbajo a los son n1ás o menos sensibles a la música clásica, un mécodo surge nacur.i.lmente:
marx.istas; pero rambién la lucha a la burguesía y la conservación al prolerariado. tocarla a sus n1iembros. Así es con10, de ve-Len cuando, un artista "burgués",
El universo simbólicos<: va a ordenar según esca partición en dos del mundo: apasionado por el pueblo y deseoso de comuJticarle los tesoros de su arre,
quienes tienen capital para invercir en el mercado simbólico y quienes solo en)prende la crucial experiencia. ,\sí, sin hacerse anunciar por la fama, Miguel
cienen su fuena de trabajo para reproducir; aquellos cuya necesidad se idcnrifica Ángel Escrella transporta su piano a un pueblo de la meseta andina y procede
con los juegos ilusorios del libre albedrío; aquellos cuya libertad se reduce a por el viejo método experimental de prueba y error. Un error: Debussy, que
interiorizar la necesidad en ,anro an,or fo-ri. nutntiene a los pueblerinos a distancia respetuo-sa del arce. Un éxito: Mozart,
que hace que se acerquen paulatinamenceaJinscru1nentisra. Un triunfo, a priori
imprevisible: Bach, el músico '"clasificador" por excelencia, adoptado como un
El pianista, los campesinos y el sociólogo hijo del pueblo por la comunidad.
Escc cipo de práctica es, para la ciencia del sociólogo, propio de una ilusión
Tal es el cuadrtJ que nospmenta La disti11ció11, critica social del juicio: refocación, muy precisa: la del c•conlunismo cultural". Jlusión de hacer creer a quienes no
pues, de su homónimo filosófico, la Crítica de/juicio de Kant. Pierre Bourdieu tienen el habitusadecuado para apreciar las obras legitimas que pueden hacerlo.
quiere mostmr que la realidad social del modo de ejercer d juicio por el gusto La temible perversidad de esra ilusión es que, por supuesto, hace todo como si
es el inverso cx.a<..1:0 de la teoría kantiana, en la que encuentra la quin,ac.~ncia no fuera una ilusión. Funciona. No pierde el tiempo formando antisociólogos
"'' lbíd .• p. 100. encargados de explicar a los can1pcsinos que pueden apreciar la música que no
1t.1Pierre Bourdic-u, ú qtte parle, vn,r tli", F..y.lrd, 1982. p. 149 (¿Qut siptifica hablar? Existe está hecha para ellos. Se la hace apreciar. Direccamence. Fraudulencame111c.
trnducción al cas:tdlanoJ.

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EL FILÓSOFO Y P.I. SOCIÓLOGO

Tal esd fraude de la m,,sica. Disimula loquees. En la época de Kaitt, un rey un pianista con buena voluntad que recorre de pueblo en pueblo t.0 11 11111111:
de los fraudulentos, Emmanuel Sehnikancdcr, hada pasar, bajo las apariencias 1nucstras p<>puJares no represenraciva.s:, sondeadas a la manero, 1u) cl('ln1 Ui, ,,
del divertimiento de grandes especcáculos, una ópera de Mo1,an a un público del Hijo dd Hombre. Él va a dar muestras represenrativas de c;id<1 cn 1c11urf11
suburbano que, vcrosimilmente, no tenía el menor interés por la gran música. socioprofesiona.l con un cuestionario para llenar, compuesto de tres prt 1iu11111,
De ahí en n1ás. los géneros se separaron, pero nunca lo suficiente como para 111usícalcs: opiniones para elegir (por ejemplo, "'la gran música no e.s p:11-.., 110110
impedir que funcione la "allodoxia" y que algunos arregladores propongan tros", cosa que probablemenrc hubieran conrescado los campesinos de E.m dl"
socarron,-uncnrc a la clientela un Moz.art con pinta de refrán de disco, música si supieran Jo que la gran n1úsica es); un test de conocimientos sobre euorce
de pdicula o fondo sonoro de publicidad. obras musicales: una elección ene-re eres de esra.s obras. Como era de c.spcrnr.
L, ilusión, el fraude iícomunisca" de la música tiene algo de e!>i:e vicio que los obreros van a conresrar ma.sivamcnrc que la gran 1nLisica no es parn ellos.
en Platón er:L característico de Ja escrirura: su 11111tis1110, es decir, su capacidad de van a presentar conocimientos limitados)' van a seleccionar El btllb Dtt111tbío
prescindir de codo co,nencario, e incluso. de resistir a codo comentario. Por un azul, 111icncras la gente distinguida va a asegurar que "roda música de calidad''
lado, tal como el "discurso mudo" del Fedro, se iría de buena gana rodando por les interesa, conocerá rodos los títulos y elegirá El clave bim temperado.
:iquí y por allá, olvidándose de señalar a cuál habirus corresponde y a cuál no. Jugada nula, desde luego. Se orataba de refucar a Kant y la ciencia se
Por otro, es el arce que con mayor firmeza rcsisce al imperio del con1enrario, a quitó a sí misma de anrcmano d medio de hacerlo. Kant afirma, en el juicio
l:i banaliz.adón, fuerte de los profesionales de la desmitificación cuando quieren csrético, el ejercicio de una capacidad diferente del conocimiemo -erudira
est:1blecer la banalidad social del cielo estético. o mundana- . Al transformar la prueba del gusto musical en rest de conoci-
Desde luego, se podrá concluir de esras dos propiedades que la música es mienros, el sociólogo solucionó el problema sin siquiera abordarlo. Tesreó
el arte de la "denegaci6n del mundo social"'"' por excelencia: el arte que clasi- la capacidad de contestar a un test sobre la historia de la música, es decir, en
fica callado haciendo como si no estuviera clasificando y lográndolo una que (1lcima insrancia, la capacidad de juzgar el sene ido de la encuesta y de contes-
otra vez. El arte religioso que persiste en imponer su silencio a las charlas de la tar en consecuencia. Siruación cípica de examen en la cual, por supuesto, los
desacr;1lización. T.1.nro en las bromas sobre "el alma de la música" y ''la música universitarios sacan la mejor noca. En función ya no de sus gustos musicales,
de) alma" que evocan al autor de La nduseaco1no en los textos in1pertinentesque ni siquiera de sus conocimienros. En función de esa sola calidad que es reina de
Pierre Bourdieu dedica a los trances de santa 1eresa de Ávila, al aggiornamiento los exámenes: el arte de conocer solo lo que <-s necesario conocer. Para el caso,
de la Iglesia o a la demanda social que creó a los profetas Jesús o Mahoma, no El clave bít11 temperado, sino d hecho de que sea la obra la más "clasificadora"
se percibe un harta1.go mucho más fundamental para con una propiedad que de todas las obrns propuestas.
tienen en común la música y la religión: lo imprevisto que afecta la elección de El encuestador no pudo, por ende. retener los juicios sobre la n1úsica en
los elegidos, el fraude o el rapto que vienen a perturbar el mecanismo científico los cuales "la elección del juicio más lcgírimo" se imponía co11 demasiada evi-
de la "i11corporación" por el cual "la propiedad se apropia de su propietario".''" dencia.16~ Pero cscc dtfecto particular re1nice a un proble1na más general: ''Los
El músico amigo del pueblo, tanto como el Hijo del Hombre, llega como un burgueses se disringuen especialmente por su aptitud para dominar la siruación
ladrón. Y110 hay ladrón en la ciudad del filósofo rey: soÚJ poseedoresy despose/dos. de encuesta''.26) No tanto, co1uo lo sugiere el encuestador, por su "'arte de rozar,
El sociólogo no va a dejar que opere este rapro de la disimulación de la desli.1..ar, enmascarar", sino más simplemenre porque las preguntas les designan
propiedad culcural legítima. Va a indic,1r en condicional la tacea "propiamente de antemano las buenas clasificaciones. Estas preguntas separan esencialmente
interminable'· que consriruiría e) análisis ele los usos sociales diferenciales de 1as a quienes conocen de quienes desconocen suficieotemenre la regla del juego
obras musicales. Pero no dará cabida al fraude. Va a juigar los gustos musicales para elegir el rol que les gustaría rener en él. En la prueba que debe rcfurar las
sin te11er que hacer oír ,núsica. E.-. una cuestión de método: el sociólogo no es

w Pierre Bourdieu. La dístíntión, op. cit., p. l8; y Cue11i11ne1 de /()(Í(IÜJ¡,fn,, op. c.i1., p. 156. 144Pierre Bourdicu. LA distinritfJJ. op. cir., p. 49.
Pierre Bourdieu. El sr.,uitlo ¡,rdctiro, Qp. cit., p. %.
M>J '" lb id .. p. 194.

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EL FILÓSOPO Y l!L SOCIÓLOGO

ilusione., de la libertad lilosófic.1, hay un solo ganador: d sujeto sartreano, aquel va a despreciar la foro de familia y afirmar su distinción al valornr )(l; rq,oJJ.,,
que puede elegir libremente ser filósofo o mozo. y la corteza.
Haría falta, entonces, de acuerdo con d proyecto de una economfa de las la rc.,puesta es concluyente, pero al cosro de pronunciarse ¡>0r la v.111 l,i11.l dr
práctiC(IS, desplazar la perspectiva de los juicios sobre la lcgicimidad hacia la la pregunta. El propio sociólogo lo habfa reconocido en una obra :uucrlor: "I u
forma de legitirnización en acto. A,ir en su positividad las percepciones que problem:icic--.1 del encuestador y la propia situació n de encuesta hncen c111c1·l:\cr
cons1iruyen la estética de los dominantes, la de los dominan tes dominados)' una pregunta artificial y ficticia para las clases populares, la del valor cst~1iw
la de los dominados. De allí la imporrancia de una investigación sobre las artes de la foco".167 El encuestado que privilegia la primera c.omunión no :1ílrn1:1
menores o rncdianas. e n camino de ser legitimadas artísticamente, tales conlo efectivamente ningu na estética ''funcionalisra". No afirma ninguna cstétic~,.
la fotografía. Para descubrir en la obra las disposiciones estéticas diferenciales, Por la simple ra1.ón de que para él la fotografía no es arte, no tiene por qut ser
nucvamcruc se le pedir~\ a Kant el critc.rio a tontrariQ. Para él, el gusto puro ju2gada sesgún criterios de arte.
port:1 la forma del objeto, abstracción hecha a partir de su función . El soció- Dicho de otro modo, el encuestador hizo lo que va a reprochar más adc·
logo va a 1noscr,1r que este gusto "puro'• es simplemente el gusto burgués. El lante a los poli1ólogos: fingió dirigirse a un sujeto que domina el sentido de
gusro popular se mani6esca, al contrario, por su ~·realismo": se niega a separar la cuestión para llegar a concluir que escá desprovisto de la disposición que da
la in1::i.gen de su contenido y de su función. Responde en esto exactamente a la sentido a la cuestión. Fingió la contperencia para probar su ausencia. La encue.\ta
definición del "gusro bárbaro". solo hace aparecer lo que el sociólogo ya "sabía" cuando elaboró la pregunta:
1
L, fotografía de las manos de una mujer vieja tendría que permitirnos dis- la <cstética popular" es mera ausencia de estética. 0 1 al revés, el juicio estético
tinguir~ en su acto, la mi rada burguesa que neutraliza e] contenido)' la mirada es pura distancia tomada en relación con el etho, popular.
popular que evacua la forrna. Pero el encuestador hace bien en anunciarnos Mejor es dc-c ir que el ''éxito'· o el "fracaso.. de cada experiencia terminan
de antemano el resultado. Pues, en tre el obrero que ve que "la abuela debió siendo lo mismo. Basta con hacer aparecer, cada ve--¿ la razón suficiente que
de haber trabajado duro", el ingeniero que ve allí "manos de una persona que organiza el u11iverso de los juicios: la mera distinci6n. Basra ahondar la distan-
trabajó de1nasiado", )' el profesor para quien estas manos "evocan indiscudble - cia. Las preguntas sobre la música sin nlúsica, las pregunras ficticias de estética
mente una vejez pobre", el leccor dificilmenté discierne Olra distinción que la sobre fotografías que no son percibidas como estéticas. producen siempre lo
de cierro eufemismo del lenguaje. El empleado para quien "P'areceria un cuadro que requiere el soci6logo: la supresión de los intermediarios. de los puntos
que fue foiografiado" o el 1écnico que evoca una pimura española tampoco de encuenrro e intercambio entre el pueblo de la reproducción y la elite de la
distan mucho en materia de estetismo del ingeniero que ve allí las manos de la distinción. ~fodo o<.."Urre con-io si la ciencia del sociólogo rey tuviera la misma
l'elicidad de los T,,r cuentos. 266 exigencia que la ciudad del filósofo rey. No 1iene que haber mezcolam,as ni
Irremediable perturbación inducida por el "discurso mudo" del objeto. Este imitación. Estos sujetos de la ciencia, como los guerreros de la Reptiblica, tienen
está siempre o demasiado silencioso o demasiado charlatán. la música queda que ser incapaces de ''irnitar" otro cosa que su propia tintura. 'fodo tiene que
muda frente a su legitimidad. Aquí, la imagen impone su lectura. Para poner füncionar según fa opinión rtcra. El fraude artÍS1ico tiene que ser excluido. Basra
de man ifiesto el distdm:iamiem<J propio del gusro del csteta, el propio sociólogo para eUo reducir la pasión esrérica :i la reiteración de obras legítimas, redoblada
va a tener que producir la distancia. I>regunt.i.r no pot las imágenes, sino por por la ''dis1ancia burguesa del n\undo". Una extraordinaria pirueta en torno a
las intenciones de la imagen. Proponer a los encuestados remas y preguntarles una frase de Virginia Woolf nos deja enrender que la novelista expresa el re-
cu:iles serían bellas fo1ograflas. Prueba concluyente. Va a ser reconocido que el chazo de "investir demasiada pasión en cosas del espíritu,, frente a la liceratur:1
gusto popular privilegia la imagen funcional de la primera comunión y recha1.a miliranre de.A.rr1old Bennett.x,11 Así, el rcrrorismo de los malos alumnos de In
la imagen insignificante de la corteza o de los repollos. A la inversa, el estera
,'tJt Picrr<: Bourdieu. U,1 ilrt n1uytn, Minuit, J965, p. 86 !Un arre 1nlliio. ExiMC' 1r.1clucci611 :11
c:urdlanoJ.
,,. lhíd.. p. 46. u,t Pit:rre Bourdieu, la d isrb1(iri11. op. cit... p. 37.

196 197
1; 1. FI LÓSOFO y HL soc161,.oco

cine61ia n,ilitance, que en los años sesenta se vengaron de los profesores que les lo ordinario de la doxn "desmirificadora" y radicaliz.1n la opemció11 de 1c11, .,d11 (((,
pusieron mala nota forcindolos a admirar sin saber por qué los melodramas de las apariencias. Punto limite de esta desmitificación, el pequeño rcc11nd10, s11i ,id,,
Douglas Sirk o los westerns de Anrhony Mann, se vuelve pura manifestación de los cuadernos preparatorios de la Educación .rmtimentaly ,u,orJdo tic 1111 11~1fi11
del "desapego" del es«ta que valora ''relacionalmence" la forma, mientras que vengador: "anees de )3 eufemización", que nos haec ver que el largo n:lntu de 11111
el público popular se sumerge en el contenido. Así también, en tiempos de onanisrns estados anímicos de los dos héroes se podría, después de todo. rc<l11d 1·
melómanos fanáticos que se pasan toda la noche en la plaza de la Ópera pan\ a la respuesta apurada a dos pregunms: ¿se acuescan o no?, ¿funciona o no?f'J
asistir a las obras ('vulgares" de Vcrdi, Puccini o Bizec, el sociólogo nos pue.de Expulsión del arce: caso particular de un mecanismo g<:neral de producci611
asegurar que la programación de los recicales "atestigua" el desplazamiento del vacío siempre que el gestus popular pudiera, por accidente o fraude, encon-
ciendficamente irrefutable dd "público másadvertidó' hacia una música "cada trarse con el gest11S burgués. El prin.cipio que regla la interrogación "ficticia" sobre
vez. n1ás ,noderna",Y,·>es decir, por supuesto. cada VC'l. más "distante". las práccicas arríscic.1s derern1ina también el análisis tautológico de las prácticas
'fales, en efecto, la lógica rcproductible indefinidamenre dd aruilisis: es necesa- deportivas. & significativo el caso de los depones socialmente mixtos, como el
rio que haya, en el universo estérico, 11atÚl 111ds que la distancia. Es necesario separar rugby o el fútbol, que pasaron del ejercicio popular a las escuelas aristocráticas
absolutamente el mundo del ser del mundo de la apariencia. Es necesario que la anees de voh·er a una "popularidad" que no impide a numerosos burgueses
presencia siempre sospechosa de la cosa estética sea llevada de vuelca por completo disfrutar de su práctica o de su espectáculo. Dedicado a producir, aquí como
al círculo vacío de las palabras vacías de la d,,xn. No más reverencia carismática en rodas partes, la diferencia rndical de los habitus, Pierre Bourdieu nos asegura
para con la "obra", proclama el sabio. Solo hay "campos", luchas quecspejean tal que estos deportes "acumulan tocias las razones'' para repeler;\ los miembros de
o cu,tl apuesta como manifestación privilegiada dd estado del juego. De allí que las clases dominantes por L.1.s virtudes que exigen: ''Fucn.a, resistencia al dolor,
su rcrritorio de predilección sea el de la obra desvanecida, devenida puro soporte disposicióot a la violencia, espíritu de sacrificio, de docilidad y de sumisión a la
y hasta pura ausencia queda lugar a los juegos cruzados del comen cario o las tau- disciplina colecriva, antíresis perfecca de la 'distancia del rol' implicada en los
tologías de la autodesignación: rituales del crítico teatral del Fígaro·, que produce roles burgueses, exaltación de la compcrición"."'
sobre la obra de bulevar. que es reproducción de una reproducción estereotipada Este "cúmulo" de razones nos deja perplejos. ¡L1 competición, la resisrencia
de la vida burguesa, un discurso que es la simple refinación anticipada del dhcurso al dolor, el espíritu de sacrificio y la sumisión a la disciplina colectiva son virtudes
previsible desu coleg;1 dd Nouvel Observa/~111'; 210 provocaciones de las formas de tan lejanas de las escudas, iglesias, publicaciones y ejércitos de la dominación
arte reducidas a lo irrisorio de su designación; montones de carbón, pedazos de burguesa? ¿No es justa.rnence en pos de inculcar estas mismas virtudes a los
carcón o telas vírgenes que indican solo la palabra "rela" con las din1ensioncs de la soldados y, sobre todo, a los oficiales de la nación que esros deportes fueron
cosa.211Procedimientos de rehabilitación de las culturas menores y desacrafüación importados luego de la derrota de una Francia "ablandada" frcnre a la robusta
de la gran cultur.\ que hacen el día a día de la cultura de izquierda, el trajín de la Prusia? Lo improbable de estas razones "acumuladas" remite luego a la única y
duxa en el que se dc,v.mece la presencia resistente de la obra. El cícero de ciencia siempre idéntica razón suficiente: la repulsión de lo distinguido por lo vulgar;
producido por el sociólogo es solidario de este trajín que acaba en la expulsión los burgueses se desinteresan del rugby cuando se vuelve popular. Cortocircuito
de rodo lo que no se puede reducir a un efecto de distinción. Lo atesciguan los del análisis que e.vita ccner que planrear la cuesción :U revés, interrogarse sobre el
montaj<:s, las fotograA'as, los globos de diálogo, losgr.úitis y viñetas que exacerban cnrusiasmo popular por un deporte en el que la astucia delos pequeños medios
transmite a la fogosidad de los tres cuarros con clase el fruro de la labor oscura
w, Pierre Bourdieu. <:uestiQnll de u1<iología, op. cit., p. 1·72. de los forzudos de la melé constituye la más implacable de las sociodiceas. Ma-
· NdT: di:ario f~ncés considerado de derecha. nera de rirar esra práctica ambigua dd lado de la pura exhibición asimbólica de
·· Nd1~: diario francés cc,nsider.ido de i-zqnil'rd".
:ro Pierre Boordku, út di.Jtiuchín, op. Gic., pp. 260-267.
Vl Pierre Bourdicu .. La production de la croyance'', Altt'J de /11 R« htl'flu tn S,:itnrt'f Sorlalts, ,n Pierre Oourdicu. "l:i1h·e1uion de la ,;ie d'artis1c", ARS.S. m;1r.ro de 1975 f~L1 invtnéión tic
febrero de L977 ("1..3 producción de fo creencia,.. A(fllJ de id /11w1tigació1J tn l ~in1cltts Soriaks. l:t ,;ida dd :trtin.a,t. Exisrc 1raducció1\ al <as1ellanoJ.
Existe- traducción :11(':'l:i!db.no). l'J PiC"rre Bou.nJjeu, La diJ1inció11, op. c;it.. p. 237.

l 19ft 199
EL FILÓSOFO Y EL SOCIÓLOGO

las virtudes físicas populares, de producir el v-.icío entre un trho, popular de la el adolescenre apasionado por el bello abigarramiento y las crm11cin, dtl ()('in
reproducción y un ethor burgués de la diS<inción, es decir, del ocio. insaciable, era el hijo del industrioso oligarca. El sociólogo de L.n t/J¡1/111'it/11
Círculo del sociólogo rey. Se irrita de buena gana con las críticas que aban- solo dice su pensamiento crítico a media voz: tal vez no haya orrn l11ch11 t111r
donan el contenido concreto de sus encuestas, de sus cuadros y diagramas, que el conAicm de generaciones. Desde Lo, hemúrot prosigue su ajuste de c11c111."
se mu~tra.n incapaces dCpensar de rnanera rtfadonal el universo en movimiento con un mismo personaje: el heredero que en 1964 revelaba en su propia erl1k.1
que les describe. Pero rnJ lectura ciega es el estricto reverso de la operación que de la institución la esencia del ocio escolar; el contestatario que en 1970 ~
siernpre ren1itc a la 1nisrna razón suficiente, el ocio_, y dolo deja lugar a través imaginaba haber "develado" el sistema cuando le incumbía al sociólogo, y" él
de tocias las translaciones del espacio social para 11n solo conflicto, el que opone solo, mosrrar los nuevos velos. En La distinción, la mirada socarrona del maestro
los dos modos de existencia del confücro: el ocio incorporado de los dominantes, lo encuentra, envejecido y fané, desclasificado que aspira a una rcdasihcación
para quienes las prácticas estéticas son material de reconversión parcial }' sin por sus proezas en la gran i11dusrria t:k la imitación propia de la nueva pequeña
pasión del ctpiral económico y simbólico adquirido; la intención de dirtinción burguesía: fabricación de joyas truchas o venta de servicios simbólicos; con1cr-
1nilit.1nte de los dominantes dominados, que buscan compensar su inferioridad cio de animadores culturale,;, consejeros conyugales, sexólogos, publicitarios
económica y política con el forcejeo de la competencia culrural y el imperia- o dietéticos dedicados a crear en el pueblo las necesidades simbólicas para la
lismo de la intención estética que agarra codo objeto: "Las luchas en las que ampliación de su mercado y, por ende, para la reconquista de su herencia. '76
entra en juego todo lo que, en d mundo social, es del orden de la creencia, del Profetas devuelros a su verdad de comerciantes por "la historia ejemplar de
crédito y descrédito, de la pe,·cepción y de la apreciación, del conocimiento y todos los que, oficiando de prosélitos, terminaron haciendo del proselitismo,
del reconocimiento [... J solo incumben a los derentores distinguidos)' a los su oficio".m Falseadores hasta en la ilusión que les dan a sus compañeros de
pretendientes pretenciosos".:: 7•1 ruta del intcrmundo pequeñoburgués haciéndole,; creer en un ascenso común
Imperio de la tautología. Imperio del ocio. Él solo hace la distancia con el donde solo hay una vuelta a C1Sa de los hijos pródigos del ocio.
mundo burgués. el ejercicio ...gratuito" de.L1. escuela. el compromiso femenino con Teoría del juego social como asunto de fumilia. Esra es la ex11afia relación que
la decoración de la ctsa y el esretismo, casi desobrado, casi rebelde, del heredero se insriruye enrre los procedimientos de la ciencia y de la filosofía. Por encima
al que la desocupación de su madre mimó: "Se entiende que, similares en esto a de la necesidad económica, la ciencia sociológica prescindía de un espacio de las
las mujeres de la burguesía que, parcialmente excluidas de la empresa económica, prácticas simbólicas cuyos agentes no fueran los actores racionales del mercado
encuentran su realización en el arreglo de la decoración de la existencia burguesa, liberal, sino los portadores y vectores de las propiedades de una interacción de
cuando no buscan en el estccismo un refugio o una revancha, los adolescentes campos específicos. Ahora bien, los agentes que la encuesta valora siempre son
burgueses, a la vez privilegiados económicamente y (provisoriamente) excluidos actores racionale.~ cuya intención de distútción está simplemenre )imitada por
de la realidad del poder económico opongan a veces al mundo burgués del que el volumen del capital para ubictr en el mercado simbólico. Los c,tmpos, cuyas
no pueden apropiarse un rechazo de complicidad que encuenrra su expresión interacciones tenían que definir los miles de juegos de la movilidad social, no son
priviJegiada en la propensión a la estética o al e.stctismo".z;; nunca más que los espejos redoblados en los que se pulveriza en miles de reflejos
Así se ve aún más resrringido el campo de los conflictos simbólicos. La lucha la simple le¡• de la distinción: la fulsa lucha que es complicidad real entre los "dc-
de los pretendientes pretenciosos contra los detento res distinguidos no es, en el tentorc:s distinguidos" y los "pretendientes pretenciosos" que se dividen, de hecho.
fondo, m;\s que un asunto de fumilia, una querella de generaciones. Los juegos en dos: aspirantes sin esperanza condenados a las apariencias de la distinción; y
de lo simbólico son los años de aprendizaje o el guirigay de la maduración bur- herederos maquillados que invisten en la venta de apariencias su aparicnci:1 Je
guesa. El estera, tal como el estudiante contesraca rio de los he,-ederos, no es sino lucha. La posiri,•idad de las d:ises y de los campos dd espacio social se convierte,
el hijo pródigo del ocio burgués. Tal como, en Plarón, el hombre democrático, en última instancia, en el mito desenvuelto de una mcuflsica de la vanidad. El

"' Jbíd., p. 281. "' Jbid.. pp. 409-43 1.


'" lbfd.. p. 58. m Jbid.. p. ·128.

l 200 20 1
E1. r11.ósoro Ye1 soc1óux;o

mundo de los actores r.1cionales de .la sana y optimista ceonomía a la americana emategias de los detentores y de los pretendientes en objcros de unn "ci<11cln
se encuemra eufemii.ado por el aura pesimisca y discinguida de la vieja culcura de lo oculton es la barrera de la represión: en sus: gustos, hay que leer COnll ltl.l :l"í
nacional y europe:i. No somos, dice el sabio, más que marionetas a las que solo del asco pc:rmancnce.mente perseguidas por el horror fascinante ele un c11crpc1
el sonajero del poder da la apariencia de una razón suficiente. Y de allí venga, tal popular bullicioso y ruidoso, revestido por las marcas de la adhesión y 111urld11
vez, el hecho de que haya clases. "[... ] por una suerte de maldición, la namrale,.a por los ragús dela mezcolanza. Inconscience popular que constreñir/a la f'u¡;., de
esencialmente diacrítica, diferencial, discinciva, del poder simbólico hace que el los actores dhtinguidos hacia el vértigo infinito de la denegación. Raíz pc¡;"Jos,,
acceso de la clase simbólic:, ,11 Ser renga como conrroparre inevitable la caída de de la civilidad burguesa que será d verdadero fundamento de la náusea del libre
la <.'.lase complen1enc:,1ria en la Nada o en el menor Ser".278 filósofo y la razón secreta de sus juegos disringuidos con d del bar.
No hay que dejarse llevar por la indolencia descreída de esta confidencia El acto teórico, político y médico del soci6logo sería enconces el de forzar
en la que, sobre el fondo de angustia sartrcana, el cono pascaliano que afecta el la barrera de la represión para mostrarnos a este pueblo con el cual tomó el
rigor científico de los adjetivos y la elevación parmenidiana de los sustantivos cuidado de prohibimos cualquier otro encuentro. "Se puede hacer progresar la
eufemiza la iriste verdad de la humana vanidad. Al confesar la inconsiscencia ciencia del mundo social y esparcirla solo a condición de forzar la vuelta de lo
fondamcnml de su objeto, el sociólogo rey no hace más que asegurar mejor a(m reprimido nemralizando la neutralización, negando la denegación bajo rodas
su poder. Ya que la relación aquí establecida del ser con el no ser le permite una sus formas, entre las cuales la dcsrealii.ación a través de la radicalizaci6n hiper-
jugada doble. Por un lado, roma el lugar del filósofo como autor del relato sobre bólica de cierto discurso revolucionario no es la 1nenor. Contra el discurso del
lo arbitrario del juego social. !'ero esta arbitrariedad se va a volver enseguida ni verdadero ni falso, ni verificable ni fulsificablc, ni teórico ni empírico que,
necesidad. &'ta "clase complementaria" se va a convertir en el inoror que da al como Racine no hablaba de vacas sino de terneras, no puede hablar del sueldo
teatro de marionetas su rigor de objeto científico. Y la caída en el no ser será mín imo o de las camisetas de la clase obrera, sino solo del modo de producción
el descenso hacia el infierno de la posirividad popular que denuncia la ilusión y del proletariado o de los roles y de las actitudes de la {qwer middle class; no
del cielo filosófico. Así, la filosofla se verá dos veces expulsada; y por la gracia basta con dcn1oscrar, hay que n1ostrar, objetos y hast:.t personas, i ndica( con e]
del pueblo mudo, el sociólogo rey sin rivales. dedo -lo que no significa mostrar con el índice, poner en una lista negra- y
Con una condición, por supuesto: que este pueblo se quede en su lugar, el hacer penetrar en un bar popular o en una cancha de rugby, en una cancha de
del primer mocor inmóvil que pone en marcha los juegos antagónicos y cóm- golf o un club privado. a gente que, acostumbrada a decir lo que piensa pensar,
plices de los derenrores distinguidos y de los pretendientes pretenciosos. Pues ya no sabe pensar de lo que hablan". m
lo que d istingue el universo del sociólogo rey de las charuras de la economía ¿Pero es realmente necesario, para "liberar a los intelectuales libres"2i:IO de
ncoliberal es la superposición de dos economías: Bemham para los ricos y sus .licores racinianas )' de sus hipérbolas revolucionarias, reducir las terneras al
Marx para los pobres. Las luchas simbólicas de la elite distinguida escapan al rango de vacas denegadas y transformar a Bil.lancourt' en un pueblo del B6une?
sinsentido de la pura competencia porque se definen a pa.rrir de la economía El bar popular al que el sociólogo nos fue,..,a a acompañarlo es, después de todo,
primaria de un pueblo movido por el solo mo,•imienro sobre sí del marxismo de una especie un poco nostálgica. Sin cucrina., ni maquinitas, ni rockola; sin
parmenidiano, por la eterna reproducción de las relaciones de producción. consumidores de leche saborizada ni jóvenes con ropa llamativa; sin cálculos
lnframundo de la pura adhe.,ión a sí mismo del cuerpo popular, sin orto juicio ni sueños depositados en caballos de c:urera o números de la lotería. Imagen
posible que el amor al destino que es a imagen y semejanza del destino; sin de un mundo popular romlmente extraño "a la conrabilidad benthamiana de
otro símbolo pensable que las marcas de virilidad, es decir, de la reproducción.
Lo que distingue este capitalismo generalizado es, entonces. su inconsciente
?N Pierre Bourdicu, /.a düriució11. op. cit., pp. 596-597.
marxista: "lucha de clases" que funciona con el único costo de no dejarles a las in Pierre Bourdit'u, C"untio,us dt sorinlngia, op. cit., J>P· 67·78.
clases un punto para enconcrorse. Lo que transforma las demasiado previsibles · NdT: loc.tHdad pr6xin1a :a París donde se: enconrr:1ba una fiíbrica cuyos obn:ros 11u1rlrr<11l 111
,ncráfOr-.t urili2ada ~)Or S:1ruc "no hay ( JUC desnperanzar BilJancoun·· p:u:t decir que no hi.hfa
Jt• Pierre Bourdieu. (Qui 1ig11iji, a hablar:: op. cit., p. l 34, que dccirld 1od:1 la verdad :i los obrm:,s p:1r:l no dek1pt'ranzarlos.

202 203
EL 1:11.óso1:o Y EL SOCIÓLOGO

los placeres y las penas".'" ajeno a los juegos de lo simbólico, a los cálculos palabra con doble sentido debe "estropear" el lenguaje de los dom in11d,1,. Nl11•
del porvenir y a los riesgos de la anomia; en el que, lógicamente, no sabría- guna imagen enganosa debe proveer el cambio de dirección que h:irí~ co,wo,11~,·
mos encontrar ni jugadores ni arribistas, ahorriscas, apósco)es ni dc:Jincuc:ntc:s, las razones de la disrinción con las del amor fati. Nada debe consri111lr 11111¡11\ 11
menos que menos, poetas. T.11 es por lo menos la imagen suscitada por escas vinculo entre la "pretensión" de los pretendienm y la "desposesión" ,le 111,
evocaciones de prolcrarios adeptos de un "hablar franco" que contravienen las desposeídos. Lo malo es la comunidad de las apariencias.
apuc:sias del "mercado lingüístico", y a un "comer franco" que les hace tragar
"comidas que les llenan la pan·za" sin modales; estas tautologías performativas
sobre la "fecundidad del proletario que se reproduce de esa manera y en gran El sociólogo vulgar y el filósofo distinguido
cantidad";'" por donde la brecha estadística de medio hijo se ahonda en la di-
ferencia platónica del Uno y de lo múltiple; esca.< fotografías paradigmáticas de He aUí sin duda el fondo de la querella de Pierre Bourdieu con la estética kan-
gente que co1ne porotos apropiados para sus guisos, de interiore.~ obreros CU)'OS tiana. El sociólogo reivindica una críticn "vulgar" de es.1 estética •'denegadora",
paquete,; apilados nos aseguran que el ane del aseo es una frivolidad desconocida "cotalmente ahistórica como toda filosofía digna de su nombre"." ' Ta neo más
por el pueblo, o de parejas viejas ~an parecidas en sus etlm asimbólicos que ahistórica, por cierro, cuanto el sociólogo "vulgar finge ignorar la fecha de la
uno no imagina que hayan podido en algún momento llevar los insignes de la Critica deljuicio pata reducir mejor la problcmdtica a un conflicto plurisecular
juventud o los alardes de la seducción. Mundo popular más hundido aún en la entre eruditos)' gente de corte. Sin embargo, a la pregunta que hace por el
n:1turak,a que el universo "primitivo" de los ernólogos ya que los objetos solo "sentido con,ún escérico''. Kant da un re.1cro de 1uayor amplitud y una fecha
tienen allí valor de utLlidad y las comidas función de llenar, y que allí se repro· mucho más precisa. Un ario después de que empC'Lara la Revolución francesa,
ducen "tal cual", sin ricos de seducción, de educación ni de pasaje. De hecho, su estética se afirma como contemporánea de un siglo y de pueblos que se
la clase etaria sobrecargada de las marcas de la distinción, la que acumula los enfrentan al problema "de unificar la libertad (y, en consecuencia, también la
emblemas del grupo y los del recbazo del grupo, 1.a adolescencia, no exisce allí. igualdad) con la coerción (la del respeto y de la sumisión más por deber que
Auseme el foco que crac de vuelta lo reprimido, tal como emln ausentes estos por temor)".'"'
obreros portugueses. yugoslavos, magrebinos o negros que forman el núcleo La expresi6n es un poco retorcida: el profesor Kanr no es ni un estilista ni
de nue.mo proletariado. Población no elegible, no sondeable, no fotografiada, un belicista, sino si1nplcmen1e un pensador que no se deja dtsviar de su idea:
rcprcsen«ada aquí al lado de si nlis111a por e.ste carpintero comunista scxagc.- ¡por qué vías puede pasar una igualdad de sentimicmo que dé a la igualdad
nario cuya nostalgia obrera y thoreúana responde a la nosralgia campesina y proclamada de los derechos las condiciones de su ejercicio real? La gran fuerza
bakhtiniana del sociólogo,¡• que deplora que la clase obrera no sea lo bastante de los adversarios de la libertad es mostrarla inaplicable en razón de la des-
parecida a sí misma. "no lo bastante desdichada".'"> igualdad de las competencias y capacidades sociales, de la rrinchera que separa
Supresión de todo lo que podría colorear o tatuar l:t simple cara de la la brutalidad popular de la civilidad burguc,;a. Los mismos que dicen que el
identidad popular. Medicina militante de un habitus "sin culpa ni sufrimien- pueblo e._s incapaz de hacer algún día un uso razonable de la libertad dicen
to" aplicada a preservar la simplicidad de este ethot de todas las hinchazones también que lo Bello es un asunro, ora de criterios sabios, ora de agrado de los
provocadas por la oferta - ad honorrm o mercantLl- de los bienes simbólicos sentidos refinados: en an-ibos casos, fuera de la competencia de Ja gen(e con1ún.
burguesc,;: El clave bien remperado, consejos conyugales o sofá de cucrina; de Kant rechaza esta absolutiz.ación de la brecha entre la "naturaleza" popular y
codo lo "inapropiado" al asecho de los obreros que quieren, con falsas palabras, la "cultura de la elite. En la universalidad formal dd juicio del gusm, es decir,
dar "su" opinión sobre .. ,a,nasa salarial o las "capas dcsfuvorccidas".™ Ninguna
11 en la exigencia de comunicación que le es inherente, busca la anticipación de
251 Pierre Bourdieu, lttdiJ1i11rió'1, op. cit., p. ZOI.
m lbld.. p. 390. " ' lbíd., p. 576.
"' lbíd .. p. 507. iu lmmanucl Kan,. "'§ 60. Apéndice: De la mt:todólogía dd gusto", Crílka dtljuirio. o¡>. ch..
" ' lbí,i., pp. 507-508. p. 168.

204 205
E1. JJ H,ÓSOFO V P.L SOCIÓLOGO

la igualdad sensible por venir, de la lmmariidad que ser:i la superación conjunm cuanto obras de arte los tesoros confiscados a los sacerdorcs y :1rls1óc1·.,111, .,ll í
de la cultura de los dominanres )'dela naturaleza rousscauniana. presentes. Este arte que se desató de sus antiguas funciones y de SU.} ru11 l1.t1Hl'I
El sociólogo, que no se deja engañar, bien puede psicoanalizar la idea jueces sin haberse:: aún vuelro a e.errar sobre su autonomía se ofrtcé corno 1Hc 1.,
"ahistórica" de un gusto desinrcrcsado, que se opone al agmdo de los sentidos, )' soporre privilegiados de las tstrategias de reapropiación; y la mirada c,ct cic,,
y leer en él el horror plurisecular de la distinción filosófica para con el goce "denegadora" puede tomar, entre los imelectuales del prolemriado, rod:o la íi1cr1J1
vulgar propio del hedonismo pnpular. En 1790, la teoría de lo "agradabli ' no de otra mirada sobre la propiedad del otro que se vuelve otra mirada sobre su
es exacramenre la visión del pueblo. Es la de un gentleman distinguido llamado propia desposesión.
Edmund Burkc, el mismo que alza la bandera contra una revolución que daría T.,l es el juego en el cual el pathos popular se transforma en una pasió n
a los carpinreros )' los sastres el derecho de meterse con los asumos públicos."' estética y 1nilitante de re.apropiación. De manera cxtraiia, el carpiI1tero Gauny
Entre la civilidad de Burke y la c.rírica rousseauniana del lujo, Kanr sitúa esta parece hacer un comentario a la Critica tkljuicio cuando, desde la pieza en la que
apuesta "'ahistórica" en un sentido que implica una nueva locura: es posible pone parquer, hecha una mirada de esreta hacia el decorado de su servidumbre:
separar lo co1nlÍn del senrimienro estético de los fastos de la dominación y de "Creyéndose en su casa, Jnientras no termine el parquet en esta picr.a, le gusra
las competencias del saber. El primer ejemplo que utiliza lo dice todo: se pue- có,no esr-.í ordenada; si la ventana se abre sobre un jardín o domina un horizonte
de juzgar la forma de un palacio y sentir placer al hacerlo sin preocuparse por pinroresco, detiene un instante sus brazos y planea menralmenre hacia la anlplia
saber si fue la vanidad de los grande.s q ue lo hizo edificar al costo del sudor de perspectiva para gozar de ella mejor que los dueños de las viviendas vecinas".290
los sin techo."' Postura por cierto denegadora: deniega que el mundo renga La adquisición de esta m irada de esrera, la filoso/la paradój ica del ascesis que esre
que ser etemamenre com-partido entre los hombres de la cultura y los de la desposeído saca de ella. esta torsión del habirus que se impone y que propone,
naturaleza. Deniega q ue la idea de igualdad renga por único porvenir el terror es rambién la reivindicación de un derecho humano a la felicidad, que excede la
ejercido en nombre de un pueblo incapaz de ejercer su derecho. Poco después rer6rica de los que reclutan proletarios, el combate de las cho1.as con los castillos.
del Terror, Schiller va a desarrollar el conrenido utópico de la csrética kantiana: Denegación por la cual la herejla surge en la mirada y en la palabra de
la capacidad de go1.ar de la apariencia hace a " la educación de la humanidad", la los desposeídos. El sociólogo desmitificado, qu isiera oponer la eficacia pcr-
frágil promesa de una libertad ganada más allá de la oposición entre salvajismo formariva del discurso urópico o hereje a las trampas de la allodoxia."'' Pero
popular y barbarie civilizada.,., Ficción de lo posible que responde a la ficción el discurso mópico solo es performativo en la cabeza del utopista o en la frase
de lo imposible. Utopía que reabre el espacio cerrado por el mito de los tres del comenrarisra. Es en cuanto obra de arre q ue acrúa sobre la sensibilidad y
memles. "Ilusión del progreso", en el sentido que tenía el sociólogo de definir no en cu,u1to con1ninación al :i.cro. La herejía es primero exceso de religión o
justamente la illusio: la pnsibilidad de jugar. radicalizaci6n de legirimidad estética. La lucha por el derecho a la palabra es
El "comunismo cultur:tl" que persigue la ira del desmitificado, es una ilusión primero lucha por la eufemi1.ación. Por la entrada en el juego de las pasiones
de este dpo. No una ensoñación desencarnada sobre el arte. sino un conjunto hurgues.is, y de las más " legítimas" enrrc ellas, se dibujan, en las fron teras entre
de pnsibilidades de juego vinculadas con la mutación histórica dd estatuto del las clases, campos de relaciones simbólicas que posibiliran la enunciación y los
arrisca en tiempos en los que el ''artct, de hecho, se autononliza con respecto enunciados de una palabra obrera despegada de las repeticiones del amor fati.
a los prestigios de la dominación y a las reglas de la certificación; en los q ue Los primeros m ilitanres obreros cmpczaton por creerse poetas o caballeros,
Mozart se esfuerza por vivir sin maestro; Talma, por despojar la tragedia del saccrdores o dandis."' Allodoxia que es la única vía de la heterodoxia. Pasione.~
barniz de las civilidades y de los servilismos de épnca; Lenoir, por preservar en ele segunda mano que usan las únicas palabras que posibilitan la reapropiación:
1 Ed1nund Burkc. Rljle:.:iont htf b, lléwlutiflll de Francc, París, 1790, pp. 96-97 (Rrjlexivnes
!'1
palabras de segunda. Al cosco de algunas cosas inapropiadas y de algunos can-
,obrr /11 Rr.wlutic"í11 de Frar..cia. Exi.src , r.iducción al c:ast<:llanoJ . ?";:, Louis•G:1brid Gauny. "Le rr:avail ~Ja lácl1e". C"n L,phiÍQ1cphepllbb,n, Ma.~pcrc.rl.a Déo",ovtrlt',
in hn1nanud K.1.nc, Cfltic,1 delj uirin. op. cit., pp. 40-4 L. 198.3 I.. EI trabajo atarc:1do", en El fi"6wfa pl,brJo. t'\'o se enooncró traducd6n :al ca.s1dlano l,
JA9 F'ricdrich Sc.hiUcr. lettres n,r l'eduattiun r1shitiqu< ,1, l'H,unaniti, A.ubkr. 1976 (cncrc ocr.1s, l':l l Pierre Bourdieu, ¿Q1,i 1íg11ifirn h11bl.t1r!, op. cit.. pp. 149-1 61 .
canas 5 a 9) 10,rtas sobre Id ~,lu,11rió11 rsrl tica dr Id H1u1t,u1idaá. Existe rl':.lducci6n al c:a.-.u:llanoJ. i•,; Cf. Jacquc-s RanciC'rc, la 11txhc de los prol,rnrios, op. cit.

206 207
EL 1111,ÓSOFO Y El. SOCIÓLOGO

trnsemidos: d contrasentido sobre las palabras que dicen el orden necesario de y hasta incluso a las manos de los Bouvard y Pécuchet o de las M:1d111nc l\c,v.11·)'
las cosas es la primera palabra de un discurso hereje. la insurrección ,apatera que pueblan los intcrmundos de los que s.1len los sofiadorcs del prolet:irlndo )'
es un contrasentido vasto sobre la R,públicn. los desclasificados de la intelligmrsia. Es entonces cuando interviene b clond11
Así acwó el "comunismo cukural": como la ilustración que hacejugnbk el social. que reparre lo que conviene. a cada uno) desm.icifica la obr~l purn y de
esfuerzo por dar una voz a los dominados. Como el operador de los juegos de vuelve a las hijas de cimpcsinos soñadoras y a los pequeños empleados autodi-
distinción, con d cual los esteras y los dandis de clase obrera dieron una voz al dactas un producro mejor adaptado a los fines de Ja crícic..'\ social: una lrrru,~,
grupo, la que retumba en el Canto de los obreros entonado a coro en la prima- de Flaubcrt o de algún otro que dice la verdad sobre la pureza dd aroista; uno
vera de 1848 y que será leída de manera extraña pcr el dandi Baudelaire, otro película pedagógica sobre Moliere o Mozart que reemplaza la legitimidad de
comentario ficticio a una C'rítica deljuicio desconocida: "¿Qué más trivial que la obra pcr la útil desmitificación histórica del oficio de comediante o músico,
la mirada de la pobre-,a sobre la riqueza vecina? Peto el senrimiemo se complica del G ran Siglo o del Siglo de las Luces. .El coro de las cigarras que protegía el
con un orgullo poético, una voluptuosidad vislumbmda y de la cual. uno se di.álogo del filósofu y del filólogo se susriruyó por la complicidad del sociólogo
siente digno [ .. . J. Nosotros también entendemos la belleza de los palacios y de rey y de los doxósofos para organizar el retiro de las apariencias, para imponer
los parques. Nosotros también sabemos el arre de ser felices".m la precisión de las palabras sabias y el rigor de la crítica social por rodas parres
He all í la exrrañcra de la lectura de Baudelaire: estos palacios, presentes en en las que se presentaba la imagen de lo com-partido y de lo equívoco. Así es
Kant, no figuran en el Canto de los obrero,. Baudelaire pudo escucharlos en él cómo, envuelto en los juegos de la doxn que acumula las palabras y de la ciencia
porque estaban en "d aire de época": el aire del "comunismo cultural". lo q ue el que opera el retorno de lo reprimido, el sociólogo puede exhibir la barrera que
pocca dandi llama de manera más graciosa: d " infinito gusto pot la República".' 9' es el alfa y omega de la arciculación de los campos. Nos ense1ia que d París de
La ahisroricidad de la filosofia "distinguida" es simplemente su pertenencia Frédéric Moreau termina precisamente ahí donde empieza el París obrero. 2's
a otro tiempo. La "vulgaridad" del sociólogo, que le responde, es solo la ba- Barrera de lo reprimido. Identidad del imperio del comentario y del imperio
nalidad desencantada de la opinión sabia de su tiempo, que m ira con un ojo de lo social. El mundo de la "obrJ" desvanecida es, asimismo. el mundo en el
irónico a los testigos de esa época en la cual los filósofos cre/an en el porvenir que la critica marxista de las ilusiones del progreso se volvió saber desencantado
de la igualdad, y los proletarios, en la inspiración de los poetas. Su polémica de la eternidad de la repartición entr< poseedores y desposeídos; en el que el
en tomo aJ ..con1unismo cultu ral'~ es, pri1nero, el discurso de un ciernpo en el desposeído se convirtió en el guardián auseme del universo de la ciencia, la
Cllal la "autonomía" del arre, al pagar el costo de su pretensión, se perdió en la meta ficticia de los ilocucionarios viajes en el Infierno que per1niten a la ciencia
inmensa cháchara de la doxa comen tarista y desmitificadora. probarse a sí misma estigmatizando a la no ciencia. Viajes al país de la verdad
Dcsmitihcación del artista ''puro". que es, de hecho, una radicali·zac.ión de del cuerpo popular, organizados para estos "denegadores" a quienes se les dice
su o peración. Porque la absoluci1.1ción de su arre, en el caso del renrista Flau- que vayan a ver con la certeza que no irán nunca y que probarán así eternamente
bcn, no es la "denegación" de su estatuto social. si.no la orden de ejc:cución del la necesidad de la ciencia y el secreto de su objero.
"'co111unismo cultural": la orden de ejecución de las upo-é-ti-cas" aspiraciones de
la "histérica" Madame Bovary; condena del deseo de saber de los autodidactas
Bouvard y Pécuchet a los trabajos forzados de la repetició n infinita. Orden de Para quienes quieren más
ejecución dolorosa pues se vive en una a.mbigua fraternidad,)' que es rambién
orden de ejecución del único libro que tenía valor para el artisca, d Sai11t-Antoi11e. Hay que condui.r, el editor insisce: es tiempo de decir quién es el filósofo y
Fraternidad ambigua que hace la obra susceptible de rodar hacia cualquier parte, quiénes son sus pobres; de dónde partió d autor y a dónde llegó; lo que moti·
vaha un recorrido en el cual aparcnrememe ni la salud de los individuos ni d
2n Chatlt.'$ Baudcl:tire, "Jtéílexionssur <1udqucs,un.s de mcscontemp(>rains'". en l'Art ro11u1n1ü¡ur,
bien de los Estados estaba dramáticamente en juego.
CE.r1tJrt1 ron1pli:1es. Ccrdc: du BibliophiJc, ,. 111, p. 234 l.. ReRe:xio1u.:.s sobre algunos de mis
con(cn1por.incos", en f:.'l drt.e ronui11rico, Ohms co1nplct1t1. Existen traduccionc:c; 21 c:t.Srcllanol.
l '.II Ch:arle$ & uddairt, "Pierre Duponr", ihfd.. p. 17'). n} Pit·nc ñour<licu, "la invención dit la vida <lcartist:t'", op. ch.

208 209
H1. J,111.ÓSOPO Y f.L SOC161.oco

Resumamos enconcc:s. Al principio csraba esto: la lilosofia se planteaba a graves razones de las necesidades y de las funciones a lo :trbitrorio del clc:crc10
sí misma planteando su ocro. El orden del discu!$0 se definía tranzando un que excluye a los artesanos del ocio del pensamiento; ella va :1 leer In ih1$lón
círculo que excluía del derecho al pensamiento a quienes se ganaban la vida filosófica de la libertad universal y a refornrla moStrando la diforcnci<1 de 1'1/JQJ
con el trabajo de sus manos. que hace al artesano incapaz de tomarles algún dfa el gusto a los bienes del
Este ordenamiento suponía alguna asmcia en el detalle de las cosas. Al filósofo e incluso de escuchar e) Jenguajc en e:) cual se enuncia su goce. El cuu1uo
relegar a los artesanos al orden de la pura reproducción, la filosofo fingía no de la naturaleza se convierte, pues, en la irrecusable diferencia inscripc, en lo,
hacer más que confirmarlos en el lugar donde los había ubicado su amor por cuerpos. La ciencia nos señala con el drdo. nos prueba con la fotograA'ri que
las realidades sólidas del é>tito técnico y del beneficio financiero. Y, en contra- existen, en efecto, cuerpos que están y cuerpos que no esrán hechos para gozar
parte, eUa nutría su propio privilegio del pan negro de la dcsposesión. Pero ese de la distinción filosófica. Al descalific:u al filósofo, el sociólogo recuperó sim-
era un doble juego. Al clasificar a los artesanos de lo sólido y desclasificar a los plemente para su cuenta el privilegio de quienes son los únicos que escuchan
hacedores de sombras, la filosofía se reservaba más bien el derecho al lujo de las el lenguaje de los iniciados.
apariencias que rige el privilegio del pensamiento. Y ral privilegio se imponía Queda por saber cuál es csra cuenta. ¿Qué es lo que se juega en el alegre
con roda su brutalidad invocando una diferencia de naturaleza que se asumía trabajo de esta cie11cia que reduce a su econontía común los verdaderos y los
como fübula. La filosofía ligaba su suerte a una jerarquía que solamente la falsos bienes de la,; viejas jerarquías, los repartos del oro simbólico y del oro real?
nlentira podía basar en la naturaleza. Otros lo dijeron: lo que se desvanece con Ja economía generalizada que
Partimos de esta figura arquetípica de la instimción social de la filosofía. vino a reemplazar los viejos repartos del orden discursivo es la cuestión del valor
Llegamos a la modemidad ejemplar de una sociologfa que reconoce, detrás de los mismo. Y es también lo que la operación platónica ponía en juego. La fuerza
juegos de la estética filos6fic,, la ley de un orden simbólico basado en la exclusión resistente del "idealista", "esclavism" o "toralirario" Platón consiste en plantear
del goce "vulgar" de los desposeídos)' que denuncia en la libenad de los filósofos con to<la su fuerza provocadora la simple y vertiginosa pregunta: ¿qué vale más?
la simple denegación de las relaciones sociales de dominación. A primera visea, Cómo puede discinguirse lo que vale más de la sel,.. de las expresiones de misma
estos dos acercamientos tienen cierco aire de familia) basado en un similar buen consonancia y de las ideas que resuenan cercano: ¿lo que se paga más caro?, ¿lo
sencimiento hacia los excluidos. ¿Por qué rnoscrar, c-ntonces, canta repugnancia que mejor funciona?, (lo que se aprovecha más? Y si se revela que lo que vale
frente a la operación del sociólogo que ammca al filósofo la máscara de su libertad m,ls es lo que vale por sí mismo, ¿de qué modo este más, que por definición
divina para rebajarlo a su situación de candidato al poder frusuado? no podría luchar, podrá algLÍn día inlponersc en el universo de la co1npecencia
Vayamos a lo más corto. Hay dos razones, una que remite a los nlcdios de social, en el que fa inferioridad propia de los valores competitivos es, en todo
la ºdes1nicificación" y otra, a sus fines, digamos a su écica. caso. lo que les asegura el éxito? En el Gorgias. el asunto se puede resumir en
Sobre e~ primer pu11to, in rentamos rnoscrar lo siguiente: la "inversión)'! so- la torsión que se tiene que inA igir al sencido de una palabra: kreittán, "Jo que
ciológica del platonismo no es más que la confirmación y hasta la radicalización gana" -lo que, p-Jra el c1so, tiene que ganar por el mero hecho de no competir.
de sus prohibiciones, en algún sentido. La "sociología emerge jusramente en Pregunta vcniginosa, en el sentido estríe.ro de la palabra. Calicles fijó, de
Plarón como fa rocionalización de la jer:trquía de las almas en cuanto división una vez por todas, su crueldad: más allá de la torsión de las palabras, la pregunta
funcional de las tareas. Racionalización provisoria a la cual la ironía filosófica es saber si la vida al derecho no es la vida al revés. Y tal vez devenga nlá.s verti-
no puede dejar la última palabra. En el tercer libro de la Reptíblica, Plat6n ginosa aún en una época en la cual el reino de la igualdad va a ser anunciado
reubica la sociología en su lugar para afirmar lo arbitrnrio del orden natural a los filósofos dcslumbrJdos como el mundo por fin puesto cabeza abajo, ,.,
que manda a cada uno h~,cer su propio asunto. Lo ~propio" se deja entonces decir, fundado sobre el espírim.',.; De ahí en más, se entiende que las cocinas
reconocer como producto de la prohibición. de la persuasión y las medicinas del habitus hayan tenido que, para preservarse
La desm i,ificaci6n sociológica produce entonces este rcsulrado: vuelve a
fundar lo arbitrario como si fuera necesidad. Allí donde Platón reducía las Georg 'X'ilhdm f ricdrich Hegel. lero1u ;ur la philt,sophie dL /'histoirr, trad. Gibclin, Vrln. p.
!;,:,
340 llecrionn ,obrt lnfi/010/fn ,k la historia. Exj~1c:n traduc:ciünc:s al cru;tdlano).

210 2 11
l~L 1iu.ÓSOFO 'I EL SOCIÓLOGO El filósofo y ,us ,,ol,rcs

de ello, lanzarse con mdo en las gimnasias de la inversión antes de que todas cuya extrañeza filosófica y política se ve arruinada con la voluntad de reduci rla
las vacas se vuelvan grises por igual a la luz eléctrica de la desnti<ificación. a la "disimulación" de la desigualdad.
Pero el vénigo es primero el del propio Platón. Por eso, va a amarrar su Platón, por su parce, no tiene ninguna tendencia a disimular la desi¡;unldnd.
pregunta , ·011 jiterza. Tiene que fundar esta relación inédita: la superioridad de Al contrario, mantiene con hrmeza las barreras. La rcxHstribuc.ión tiene, sohrc
"lo que no funciona" por sobre "lo que fünciona", del discurso que no rinde por todo, que degradar las falsas noblezas. Se trata de depurar el coro de las cig:irin,
sobre d que rinde. A esce fin, identifica el discurso que rinde con la "filosofia" y no de abrirlo a las hormigas merecedoras. Entre la virtud de las unas y de las
de la gence que tiene que sacar de sus manos el medio de su supervivencia, otras. el hijo de Pobreza establece una guardia tanto más vigiJantc cuanto 1nd.s
y la indignidad retórica con la baje-t.a obrera. Para fundar la singularidad de vagabunda. No quita que, al suspender el orden del discurso de las niftcrfas
la "mejor" filosofia frente a.1 saber hacer de la retórica y los coadyuvantes de del cuento, se lo expone al peligro de esra virtud de la infancia que viene más
la medicina, traza la simple línea de separación entre dos amores: el amor de de una vez a arruinar hl tophrosunt de los arre.sanos: la rcsrarudez en creer en
la filosoíla o el amor del pueblo. Unifica en una misma totalidad una técnica lo imposible.
(la rerórica), un personaje (el artesano) y un principio (la democracia). En el Tal es la virrud -el vicio- que lanza al zapatero Rcmbrantz sobre el camino
pcnsamiemo democrático de Protágoras, en el que la distribución desigual de de Egmont con muchas esperanzas. Vive en un siglo de progreso; y el filósofo al
las competencias técnicas se equilibra con la comunidad política del discurso, que va a visir.tres de una especie. totalmente nuc:va: reduce la mística musical a
no quiere ver nada más que la cocina popular de la retórica. Y a Calicles, que la racionalidad de Ja aclísrica, escribe en un idioma vulgar y asegura que la luz
reivindica el poder de los hábiles, le prueba que el principio de ese poder es narural c.srá distribuida entre todos. Se dice incluso que comunica su ciencia
idéntico al de la mediocridad artesanal. la excelencia filos6fica no se puede a sus don1éscicos. En conrraparce, es cierto, estos procegen de los campesinos
definir en él sino por su diferencia con un saber hacer retórico a.similable al demasiado atrevidos la paz que su amo vino a buscar en la muchedumbre de
poder de las masas. Es decir también, que su legitimidad, imposible de probar un gran pueblo "más cuidadoso de sus propios asuntos que curioso de:: los de
en las pcrformances del discurso> se debe apoyaren un azar del nacimiento que otros".'.,, Pero la "propiedad" de los asuncos ya no impide que las palabras se
es mmbién lo arbirrario regio del orden. inrercambien ni que las propuestas se hagan escuchar. El z.1patero le deberá a su
Cierre aristocrádco de la filosofía. Lo que hace a su severidad también perseverancia el derecho de presentarse, finalmenre, al examen que le abrirá la
hace a su fragilidad. El orden político que debe supuesramente cumplir no carrera más alca que pueda soñar un zapatero: la astronomía. Auguste Cornee,
seri nunca m:ls que la sombra de una sombra de la vida divina. los mejores no se sabe, no va a querer otra c iencia que esta para iniciar al prolcrariado en sus
esrán primero hechos para la juS1icia de la ciudad, sino para el juego y la música nuevos dcscinos.
del dios. El fumoso "tocalirnrismo" de Plarón, la disrribución de los órdenes, Esco supone e l acuerdo sobre una nueva manera de com-parrjr los discursos
la inmutabilidad de las leyes y el unísono de los himnos, no es desde luego el y los estados. cierra idea de la rehabilitación del artesano. El buen sentido, que
pamíso del filósofo: es simplemente, para él, todo lo que las abejas y las hormigas hace al zapatero capaz de elevarse hacia la contemplación de los ciclos, tiene
ciudadanas pueden imitar de la música celeste. Por encima de eUo está el orden <¡ue disu3dirJo de querer reformar los gobiernos a cuya dirección s-u nacimicnco
de bs elecciones y de las iniciaciones, a su vez colgado del poder del cuento. Y no lo ha llamado. Y el proletariado de Augusre Conue va a ganarse su lugar
el cuenco siempre es doble. Dice la distribución, atribuida -nobleza obliga- al en el porvenir abandonando las fiebres de la igualdad policica para volver a
azar de la nacuralo-ta, pero rambién la redistribución: el nuevo reparto de las su vocación concemplativa y formar un coro alrededor de los sacerdocC$ de
almas transformadas por sus méritos ydesméritos. No por nada se va a leer con la ciencia. Redistribución de las prohibiciones y de las iniciaciones, en la que
ranra pasión el Fedónen tiempo del Iluminismo yde la instrucción p,,blica. Las circula la esperanza de que algún día la ciencia y el rrabajo unidos actbar:ln
democracias del porvenir heredan de los mitos palingenésicos del aristócrata con los sonajecos y las humillaciones de la política.
Platón cierro idea de la igualdad, de lo que se va a llamar entonces ígwt!daá de
opommidades: encuentro de la nobleza del mérito con la aristocracia del azar, »; Ocse1nc:s, Düc,,urs d~ la »tlthode. ([u\'res, Pléttdc. p. 146 (Discurso tftl 111/toáo. Exi~u· n
traducciones ;iJc:astcllanoJ.

212 213
l!J Íl lórofo )' ""' ¡,obre,

Idea de cieno carresianismo como filosofia del tercer EsrJdo. Tal reórico del trabajador. Prueba su excelencia a través de la producción de las "comodidndcs"
sindicalismo bien pudo esmerarse en volver a encontrarla debajo de la máscara que solo pueden desarrollar la sociabilidad universal de la vida cult:i al costo
de Descartes."' No obstante, la política se le resiste siempre. Como también se de fijar a los arresanos en los lugares destinados a la meca reproducción de,.,
le resistieron la filosofia, las musas y los sueños de los t apateros autodidacras. Sea capacidad de trabajo y a b sola repetición de un mismo gesro maq uinal. Lo
lo que la mecánica y la medicina puedan pro mecer a los trabajadores asociados, "social,. en1erge entonces como reducción de.l pensamiento del ocio. 11(1clco
la pregunca siempre está en otra parre: en el punto en el que la capacidad de de un discurso moderno sobre un orden de los discursos y de los estados c¡ue
gozar de la apariencia se distingue de la disrribución de las competencias y de no puede y no quiere sostenerse con otra cosa que con su ucilidad. Hegel
la jerarquía de los rangos. marca fácil menee los líntites de esta ·'modernidad" cuando. en los I>ri,u:ipios
Quedan, entonces, la pregunta de Glaucón, tal como la reformula el siglo de la jilo,o.fta del derecho, tiene que "supera r" la sociabilidad de la economfo
de Volraire, y la guardia de las apariencias, tal como la enfrentan, en su última política y conducirla hacia la racionalidad dd universal esracal, precisamente
década, Kant y Schiller. Dos maneras de remitir el orden del discurso y de la a través de lo que ella pretendía destruir: la policía de las corporaciones.''"
política a la fabricaci6n de los objetos útiles y a la contemplación desinteresada De aU/ proviene, sin duda, el hecho de que la igualdad haya tenido que
de las formas. Dos maneras de pensar las relaciones del cielo con la rierra, dd V'1 1erse más seguido de las sublimidades del cielo estético que de los beneficios
rrabajo de los artesanos con el ocio de los filósofos. dd trabajo y de la crítica de los trasmundos. Ocra idea de la rehabilitación de
Es, por un lado. visión opdn1is[a de un mundo industrioso librado de los rrabajadores nace tal ve, con la insistencia de Shafcesbury en distinguir el
las corporaciones, de las supersticiones y de las niñerías. La natural idad de espacio perspectivo del goce estético de coda propiedad que se pueda monopo-
los ra ngos se encuencra recusada en su principio mismo, la naturalidad de las lizar. Vud ra a la teoría platónica del entusiasmo de la que se saca, sin embargo,
aptitudes. Sien ubicado para percibir las paradojas de la adaptación platóni- una consecuencia insospechada: la inversión de la jerarquía dd ocio: "El Doge
ca de las funciones a las naturalezas, Adam Smith enuncia d principio: "La que boga en su magnífico Bucentaure sobre el seno de su Thecisgota menos de
diferencia entre los hombres dedicados a las-profesiones más opuesras, entre ella que el pobre pastor que, desde la punta de una roca o un cabo elevado, la
un filósofo, por ejemplo, y un changarín, parece proven ir mucho menos de contempla a su guSto y se olvida de su rebaño para admirat su belle.a".J<I' En
la naruralc-1.a que de la costumbre o de la cducación".!?9 Asinlisn10. se tiene la apertura de este "olvido", Kant puede repensar la "sociabilidad" de los inter-
que democratizar la virtud del rey tejedor: la capacidad técnica se convierte cambios cultos y plantear como principio implícito a la coherencia misma del
en una prueba de capacidad política. "¿Podemos esperar que un gobierno sea discurso de las cJices la afirmación de. un .sentido contlín estético que promere
conformado por m> pueblo ineapatde fabricar una hiladora o de usar con éxito el fin de las brechas entre d salvajismo de los cerdos y los refinamientos de la
un rclar?''.100 Pero la civi_li1.ación del crabajo se torna enscgulda en con era del barbarie civilizada, la posible idencificación entre lo que mejor vale y lo que
funda la igualdad de todos. Este pensamiento nuevo de la igualdad estética se
•?~ M;axintc Leroy. Dllc11rt,s, !, philosr,phr ,Ju 1111t1qur, Pari.s, l929, y Desrllrtrs soda/, Paris, 1931 encuenm,, sin embargo, ahuecado por la preocupación por lo imposible; cuando
fDrsca'rtt"t, ,1fil6soj0 dt /,11n,il(11r11: De1,arrttsocilll. Ko se c-ncontr.iron (rJducciones al c.asrcllanoJ. Schillcr no puede proponerle a la educación estética que tiene que redimir al
m Ado'Ull Smi,h, llrthtrfhn 1111 la 11ttt11rr ei la rattsN tk la rirhtsst drs 11ario,11, G.tllim:1rd Jdét:$,
4

p. 50 lhu,esrigacÍfltll.1 sobrr la 1ulfr, r11f rLt1 y las e11111a, de la riquna dL /111 narün,rr. Existen hombre de la sociedad parcelada de otro modelo que el del ocio y de los juegos
rr.lducciones .ti C.1$1dlano}. Reoord:ircmos que l:a "'grosC"ria,. t¡ué, en P1:i,6n, íom1a la antítesis dC' divinos.'°' El demócrata liberal Procigoras tendrá que contar, de ahora en más,
b n:tturalC't.3 tiJosr.í~ca. st idc111ifica en griego con lo "propic.>tld changarín (portefaixlphor1ikon),.. con Diocima, la que vuelve loco.
C( en ~,a,r1icular, Frdro, 2S6 a.
J-OO David Hun1t', "'Oí che: rcfincn'l.Cllt in thc: arts", en PtJ/itit,1' essdJS, Llbr-.uy of ,he: Libcr.1l 1\rts,
l 9S3, p. J2) ("El rcfinaJnicntQ en darte", tn Ensayos polltic01. Exinc rraducc:ión al c.-s1cll:1noj. J:n Georg Wilhcl1n Friedrich J-fcgcl. Pril,cipios ti~ la ji/Qu,jht dtldtr«ho, op. cil., § l 97•20My
Pen);arc,nos sin duda 1a1nbién cil d a.rtíc:ulo "Arte.. de la Enticlopedia: "'¿En tlué sisccnta de 1:isic.a 231-2S6.
o de ~1C'tafi.sic.1 se nota 1naror intdigtn<:ia, sagaddad, oonscc.:.ucnci:i que tn las miquinas de hilar x,: Anthony Shaftesbury, let morolhtes, rhnpsodit philosophü¡ue, P.dtiS, 1746, t. 1, 1>. 317 ILIJJ
d uro. de: h:1ccr inedias , y en los oficios de los pasamaneros, de los gasisca.s. de los pañeros o de mdra/iJ1as. E.xi.n e rniducci6 n aJc:astcll,u,ol.
los ohrcms de 1:, sed:1?". "J F'riedrich Schillcr. Cartas sobre In tdut'11ci(}JJ ttltrica dt /a /,1'ma11;dad, op. cit., pp. 205.-!07,

215
1!1, f!ILÓS0li0 Y EL. S0C1Ót0CO E:l filósofo )' sus 1,obrc-~

Empiezan, entonces, las figuras modernas del vértigo, los juegos cruzados su propio trabajo".'"' Este "propio" compone toda la pregunra. Ya en Hc¡;d, In
de la elección y del trabajo, de la desmitificación i1tdustriosa y dd igualitaris- insistencia sobre la "espiritualidad" de la herramienta no impide el hecho de que
mo cele,aial. Los sabios revolucionarios desmitifi<-an la especulación celestial y la objecividad deba llegar a la esfera económica por medio de la polic/a de lns
anuncian el reino de los productores a riesgo de enconcrarse con el discurso de corporaciones. Marx no puede acordar con Hegel en que el arado se:i "supc,for
las elites que justifican al1ora su poder con el elogio del trabajo y de las fuerzas a los servicios que rindc".J(l5 Está, en esto, más cerca de los fi16sofos y de loS"
productivas que rompen d poder de las casca.<. Los hijos testarudos del proleta- economistas del Iluminismo: no es la herra.mienca la que realiza la razón, sino
riado buscan, al revés, en el cielo de los poetas y de los filósofos, los signos de su su producto. Y no es el fatado el que tiene que superar la sociabilidad de las
propia vocación por la humanidad. Los especialistas letrados de la inspiración producciones y de los inrercambios, sino al revés. El progreso hacia lo univers,il
divina les prescriben abandonar estas vanidade,; apropiadas para desclasificar- se identifica en forma prioritaria con el perfeccionarniento de los transportes
los, a riesgo de plasmar con ello mismo la estatua del productor rey, enemigo que hacen circular hombres e ideas por el mundo encero y barren por todas
del ocioso, más potence )' más hos1Ll que nunca. La elite de los productores partes la vieja mugre y el arcaísmo de las represenraciones. Este pensamiento
no se desgarra menos para saber si lo mejor se corresponde con la potencia de) ocio como comercio, en el cual el ideal aristotélico de )a comunidad re-
del orden laborioso o con la proporción de las annonías fraternas. Los artistas gida por el Bien viene a mezclarse con la visión moderna de las comodidades
reprochaJl a los burgueses librar Ja excelencia estética a la nivelación industrial, sociales fundadas sobre la induscria, se. completa efectivamente con una teoría
salvo cuando se afirman dd otro lado como los más puros representantes de "social" de la inrerpretación. Feuerbach hizo "de la relación social del hombre
la ética del trabajo. Y las escuelas de la República se van a esmerar en resolver con el hombre, el principio b-~se de la teoría".""' Distribuyó en propiedades de
la cuadmrura del círculo: dar a los hijos del pueblo la iniciación en los valores relaciones enrre los individuos )as cspecuJaciones de la filosofía. Más "radical"
es1éticos apropiados para fundar la igualdad de las scnsibLlidades ciudadanas que él, Marx reducirá a esto también las "representaciones" de la política. La
sin por ello separarlos del estado al cual tendrán en general que adecuarse, pero ¡(relación social" se revela como la verdad de lo que esta.s representan en forma
del cual los mejores de dios tendrán que ser separados. caricaturesca en la zoología de la burocracia hegeliana, ejemplarmente en la
Marx se encucmra en la encrucijada de las paradojas. las tesis sobre Feuer- forma recién nacida que representa el tchs político: la democracia.
bach pretenden aporcar la clave que, en un mismo gesto, resuelva los enigmas La práctica que manda eJ acc~so al universo del oc.io encuentra, de esre
del discurso y abra la revolución de los estados: la "práctica social". Pero esca modo, en la teclmi su mocor; y en la sociabilidad de los intercambios, su fin.
solución concencra en sí rnisma todas 1.as contradicciones. Es una evidencia Pero justamente, entre el ocio divino y el orden indumioso, $chiller rcactualizó
fulaz que opone la prácrica e.orno fundamen10 e instancia de verificación a las claramente la disrancia. Mostró el efecto del divorcio: abismo ahondado enrre
hipótesis de las teorías y a los reflejos de la especulación. En un principio, la la barbarie de las elires civilizadas y el salvajismo del pueblo natural. A Marx
práctica no se opone a las especulaciones de la teoría, sino a las producciones no le gusta el Sc.hiller declamador. Pero puede aún menos zafar de sus análisis
de la técn.ica (la poiética de Arisróteles): la práctica del libre ciudadano de La cuanto m.ís se encuenrra11confirmados por la ruda franqueza de los economistas:
política está más cerca en su na1ttrakza de la theoria de los filósofos -que ni "Más la sociedad avanzará hacia un esrado de esplendor y de potencia, menos
aplica ni verifica- que de la técnica de los artesanos. Y la demasiado fumosa la cla.sc obrera tendrá tiempo que dar parad estudio y los rrabajos intelectuales
lanz.adera automática que pernlitiría prescindir de esclavos, en Aristóteles no y especulativos (... ). Por un lado, cada vez menos la clase obrera tiene tiempo
concierne más que a la organización dornéstica de la economía. ºlOdo el equívoco
de la econo,nía "polírica" viene, al contrario, a marcar la relación marxiana de
.ioi Karl :\·tan., Manuscritos dr 1844. op. c it., p. 1.32.
la práctica <1ue ilumina con el trabajo que forma. Esto lo demuestra el acuerdo
J/.1)Georg \'v'ilhd1n Fricdrich l·legcl, Sr-ier1ce de In Wg;qur., 1r-.1d. Jankclt.-vitch. Aubkr. J), 4~2
extraordinariamente ambiguo de Marx sobre "el trabajo de lo negativo" hege- (Cir.11cü1 de la l&gkn. E1dsr.c 1r:ulucci6n al c:isrdlano), Ver sobre c.,;rc p;u:ajc el con1cn1nrlo tlt:
liano. Hegel, dice, "concibe al hombre objerivo verdadero como el resultado de Jürgcn Halxrm:tS. 7'1/orie et pmtiqur. ,rad. Jt;iule,, Pa}'Ot, t. r. pp. 23 l-235 l 1'rorÍl1) p1'iL\'ÍI.
Existe traducción al castC'UanoJ .
.i» Karl ~·farx, /1111111,,crirotdt 1814, op. c it., pp. 127-128.

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1! 1, 111Lt'.SC>l!Q Y EL SOCIÓLOGO El filruofo y"" pobre,

para explotar el dominio de la ciencia, cada vez más le queda a la otra clase".~" Por un lado, la causa de los excluidos se encue111rJ identificndn con b
Los poderes de la teclmt confiesan aquí su impotencia para promover, alguna opcraci6n teórica de la desmicificación, que n1uestra. de forn1a cxcelcn1c 1 ~111c
vez, el ocio de todos. El comunismo, como igualdad dd ocio, participación de no e.< nada más que mv: una funrasmagoría del cerebro en la que se rdlcjnn la,
iodos en lo que vale por sí mismo, está remitido a la figura estética del hombre relaciones sociales. Se le ruega entonces al "onanismo" del diálogo filosófico
recompuesco. con lo divino de.~ciruirse ante la productividad del ''amor sexual'' que conoce
Pero si el hombre recompuesto de la estética scbilleriana sigue siendo el y fecunda la realidad.
trlos del comunismo, la educación no puede ser su medio. Este te/os estético, Pero el tiempo que le lleva a este autor fecundo acabar su obra útil lo
que ha¡• que alcanza1, en verdad se encuenrra enseguida contradicho en la dcmuesrra basrante: Marx. no resuelve nada de lo que enuncia. No más que la
homogenei,.ación de la praxis que riene que alcanzarlo con el principio de "secularización'' de lo absoluco, no le gusta la vuelra de pensamiento que iden-
explicación de "las cosas tal como sonº. Con la crítica de la "educación''. que tifica la causa de los humildes con la explicación de lo superior por lo inferior.
elude la dimensión de lo filosófico)' de lo político en nombre de la práctica, es En la prosa de la historia materialista, distingue siglos de enanos y siglos de
precisrunence e.sra práctica que se escapa de sí mi.sma. Las vías de la excelencia por gigantes. La literatura de los "gigantes" represenra, según él, un núcleo resistente
venir pasan entonces por la desmirilicación del ciclo dcmocrárieo, la refutación del ocio en lo social. Evidememente, no ve qué dicha podría prometerles a los
de las políricas de la paideüt y la rransformación de los t apareros razonadores individuos que no supiesen leer en el cexro de Eschyle, Cervantes, Shakespeare y
en proletarios sin cualidades. Esta ausencia de cualidades, esta dt1pomió11 del Dance. Frente a las leyes de la economía, mantiene los derechos imprescriptibles
proletario queda como ún ico punto de conracto, única mediación entre la tcchne del duende Puck. y del mago Hans RockJe. Freme al naturalismo triunfanre,
como principio y el ocio como fin. La lntrod11cció1111 la critica de la fiwsofía del reivindica los naruralismos de la gran Gsica griega. Y solo le gusta la desmiti-
derecho de Hegel puede así ser leída como una trasposición irónica del esquema 6cación de los decre,os celestiales allí donde recoma el combate de Prometeo,
schilleriano. En $chille.,, la r.tzón impmente para actuar directamente, polrti- divinidad del desafío y no de las fuerzas productivas.
camente, en lo sensible, delegaba a lo bello el cuidado de educar la sensibilidad La crÍtica es, de esre modo, dos cosas en una: reducción de las figu ras ideales
de una humanidad porvenir. En Marx, en cambio. la "sensibilidad" con la cual de lo mejor a los atriburos de los sujetos sociales; y reapertura de la brecha en la
el pueblo se ide11tifica no se educa más que por su toral deshumanización. Lo cual la c.x.istcncia se deja compa.rar con la esencia. Es el cribunal que pronuncia
"propio dd trabajo" se identifica con el absoluto ser ocro del trab-Jjador."'' El la .scnccncia de. rnuerte contra todas las formas de cxiscencia en las que la c.~ncia
valor solo puede advenir por la desvalorización generalizada. humana es denegada, y la garlopa que remite esca esencia o roda encidad de
Se reconoce allí la macriz a partir de la cual se van a separar el radicalismo esre tipo al "conju1110 de las relaciones sociales". Es la supresión de la filosofía
ultrabokhevique de las filosofías de la libertad, y el escepticismo infrabolche- en el saber social y su regreso como disrancia consigo de c.scc saber, irónico
vique de las sociologías de la desposesión. En el propio Marx, el pensamiento con respecto a toda con.sistencia del socius, a sus modos de interpretación y de
crí(.ico no deja de descuarti1.arsc entre sus extre1nos frágilmcncc. reunidos: la gestión. Sale habitualmente de esta concradicción a través del juego de mesa
interprecación sociológica y la exigencia estética. que se llama "ccítica de la crÍtica". Dicho de otro modo: la desmitificación de
los desmiiilicadores. El ideólogo tipo, criticado por Marx, es el espíritu fuerrc
que, tal como Stfrner o Proudhon, pretende curar los espíritus enfermos de
'°' Genn:lin G:1.rnkr, notas de naducción de La riqu~ de J,u nacio11rs de Adan, Snlith; titado sus ideas fulsas, reemplaz.,r por las cuentas de la ciencia los despilfurros de la
por ~1:ux. 11.ft1J1UUTÍI! di' 1861- /863 , rr;1d. 1..cfobvr(' 1r al, (:.didons Soc:iales, p. 3 l 8 IA1anuscritos ensoñación utópica o burlarse de la concepción "religiosa'' que los proletarios
de /86/-/863. Exiscc lraducción al castdlano). tienen de su mL,ión. Contra ellos, la causa de los excluidos pasa por ser 1111n
.liCS Dejo de lado lns interpretaciones ,eológicas de e.su· ™1uc1na. Gcorgcs M:iric M:1rdn Coujer
(liul,iisnu du jeu11r Mnr.'<-, Vrill) vio .UH. vía Luc.her y Hegt"I, l2 ltl1to1r de Sainr-Paul (E/ ar-e//mo
restauración de la ooblez.a del cuento y de la naruraleza. Pero esta ocurre: a un
dtlj oven A,fan:. No st ..-ncc,1u ró tr.1ducci6n a1 castcllanoJ. S2bn.•n1os disculpar una ptcfcrcnci:i cosco muy determinado: identifica de nuevo los saber hacer me,.quinos de In
sentiincnral has.tan<( natur2l por la inttrprer,ción de Habermas (op. c:i,.) que rc:mitc. a través
de .Xhelling, :il a/rer deu, dd 7.apattro Jakob Boehnu:.

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E1. PI 1.ósoro Y EL SOCIÓLOGO El filósofo y,..,, ¡,obres

desmitificación con la baje-L.~ del artesano incapa2de ver m:í.s allá de las rucinas a u.n orden de C'.1.stas. Pensamientos de francotiradores. que se convierten len. .
y de los beneficios de su negocio. camcnte en los argumentos del orden cotidiano a medida que el pesimismo de
Entre la ¡;arlopade la desmitificación que requiere supersticiones celestiales las "elites" liberales anee la "nivelación" de la edad democrácica y social se unfa
a los técnicos liberados y el edificio de la obra que apela al sujeto proleiario con el humor desgua1.ado pero siempre irascible de los marxistas que solo se
que se desvanece, lo mejor escapa dos veces a la búsqueda de los zapateros quedaron, en la crítica marxiana, con la desm itificación en nombre de lo social:
autodidactas. "No es para sastres o boteros>', recuerda con ironía Marx cuando la asignación de las identidades y diferencias sociales a la cual se puede reducir
con1e.nta el entusiasmo paradójico de los aristócratas rusos con su obra.301 Bieo toda en1ergencia política, ceórica o estética. Al cruce de csros nuevos pcnsa~
se sabe que RtL'iia le: reserva muchos otros trucos. inientos que envejecieron rápidamente, la concepción sociológica del mundo
Lo que las hace posibles es aquel encuentro al que Marx fulló entre las se solidifica en torno a uno o dos axiomas: nada puede ser que no valga por sí
razones de lo mejor y las ra1.0nes de lo igual, o sea, el pcnsamiemo de la extra- n)is1no, que no obtc.nga su consistencia de las reuniones sociales o su valor de
ñeza democrática. De lo indecidible del texto marxiano salen, entonces, las dos las <Üstinciones sociales. JinNada nuevo puede advenir sino por composición de
figuras del "devenir inundo" del marxisrno que nos son f:.tn,iJiares: el marxismo u na pequeña cancidad de propiedades de un sociur determinado. La sociología
de los jeíes y el de los sabios. El marxismo de los.jefes registra el retraso de este electoral, burlada de buena gana por la sociología de más alta pretensión, es la
"social" donde lo político se tenia que disolver y se ofrece para suplantarlo: que: mejor expresa, sin embargo, la quinta.esencia de ello en su cxacra capacidad
restauración de un arte regio presto a degenerar en poder reconquistado del de simular la elección democr.ítica y en la ironía involunc.aria que no deja de
comediante, que acribuyc las idencidades sociales según las palabras proferidas rernirir sus interpretaciones- del análisis de Jas últimas mutaciones tecnológico-
y decide que el prolecario no se encuentra ahí donde se creía, ni la revolución sociales a la referencia a los viejos instintos francos, celtas o galeses.
c11ando se lo pensaba. El marxismo de los sabios se insrala en lo inacabado del Con eso indica también su significación filosófica. Del mismo modo que
saber marxista y se dedica a fundarlo con una filosofía adecuada, a actualizar fa sociología electoral es el simulacro realizado de la democracia, el devenir
su sociología y su economía, y a completarlo con una política o una estética filosofía de la sociología es el duelo del pensamiento de la igualdad. La critica
hasca que d trabajo de construcción infinita se vuelva análisis interminable de sociológic.1 dice el reino eterno de la pequeña diferencia por la cual la posirivi-
su propia i1nposibilidad. Esce marxismo convercido en verdugo de sí mismo dad bruta del ethos se une con la pura discriminación del orden simbólico para
-que es, dicen los realistas, lo menos nocivo de todo lo que podía suceder- se negar el hed\o de que el sujero de la democracia pueda advenir algún d ía. Por
encuentra enronces con la provocación atenuada de los sociólogo.< que jugaban eUo crabaja preforcntemente en todas partes en las que d reino de la igualdad
a los francotiradores con él: Veblen, el hijo de campesino noruego apegado a los representó su posible emergencia: la elección política y el compromiso militan ce;
valores arresanales y que denuncia en los fastos dd falso gótico y la pintura de la instrucción pública y d ideal estético. En todas partes donde lo nuevo fue
los coros celestiales el desfile del despilfarro que revela el viejo fondo predador objeto de fo y asimilado a la cspcranz.1 de igualdad, viene a llamarnos a contem-
y bárbaro de la clase del ocio disringuida; Max Weber, el académico alemán de plar la reproducción de los grupos, la marca de las distinciones y el mercado
la vieja tradición humanística que pide prestada a Schiller ya no la esperanza simbólico de las creencias. Amor frustrado, sin duda, y combate de buena fe,
~111,bigua de la educación, sino la conscatación del "desencancarnienco del lo crcen1os sin compadecernos: tiene ciertas razones para pensarse a sí n,is1na
mundo" y que pinta el cuadro de una modernidad en la que la racionalización como la democracia hecha ciencia. Y se puede reconocer a sí misma en todas
técnica}' burocrática anuncia. a modo de. huma1lidad rcconciJiada, el retorno partes en las palabras y las imágenes de un mundo dedicado a la democracia
de la desmitificación. AJ reducir el arisrvn de los filósofos a su función de dis-
;')) .. L1 arinoc:rada rusa p.·ua su ju\'Clí(Ud en las universidatlcs alc-n1.:1.nas o c:n ('>a,(s. Se 1;1111~1 sicntpr(' cri minante social }' al invitar al retorno de lo reprimido popular, s.nisf:,cc la)
sohrc- las léodas m:is avanzad.-s que Occidente haya 1>roporcionado. peco es por mcr.1 gula. y e:s
ra1,0nes conrradjctorias que com ponen nuesrro orden Hberal-corporalivist:1: J¡¡
asi có,no .11ctu:1ba parte de la :ulsrocraci;l franroa en d siglo xv111. ,Vo n pam 1astre1 ni bot~ro,,
dcci:l Volraire hablando de su propia filosofí.:i. Esto no les irnpidc a cs,os rusos, por ona pane,
11
c:onvcnirse en (';il'lallJs .tpcnas ent1:u\ al scr\!icio del Esrado". Karl ~iarx a Ludwig Kugelm:mn. ' Sobre la.,; disrincionc:s y las rcunióncs, ver Jean.Claudc Milner, L~s 110"11 hulJJ1i,,4'tJ. Sc: 11 11,
dd l '2 de octuhrc de 1868, ÚJrrt.tp,411dtncia, op. ci1., p. 108. 1983 {Lq1 111unb,e1 bulistinrq1. Exine rr:idu<.:ción al castell:tno].

llO 22 1
E1. PI t ÓSOFO Y EL SOCJÓ l,()CO El fil&ofO )' sus pobres

resignación liberal al juego de intereses que conducen el mundo y la reducción y creencias que uno se pone como la casaca de los azules o la de los verdes.'"
sindical de las esperanzas igualitarias. Ladesmicificación dela ideología en nom- Nos avergüenza la ingenuidad que nos hiz.o creer un día que nuesrras creencias
bre de lo social se conviene en lo habitual del pensamiento conforme alimenta eran realidad y la que nos hace ignorar hoy que la realidad consiste en 01 r:, cosn
la transformación del pueblo soberano en población sondeada, la del discurso que lo que cada uno consiente en creer. El ni11ilismo de lo HsociaJ" que hnbira
político en periodismo, la de la instrucción en pedagogía y la de la estética en de manera dra1nácica d discutso ma.rxiano vuelve a aparecer así bajo la forn1n
an imación del medio ambiente; o sea, a fin de cuentas. la transformación de de a.micia profesora!, a la manera de los esgrimidores Eutidemo)' O ionisodoro,
la. democracia en su sustituto: Ja sociocracia. que roman sicmp,e a contrapié al alumno que (ldcniega11 lo social y a) que cree
La tensión aristocrática de la filosofia, la tcstarude-• de los hijos de arre- en su consisrencia. El privilegio del sabio c:s el de conocer la equivalencia entre
s.,nos pervertidos que golpean las puertas del ciclo estético, la gran brecha las tazones que se: resisren a las realidades ineludibles )' las que triunfan con
del pens;tmienro democrático entre las razones de lo igual )' las razones de lo la seguridad niveladora de que todo es simulacro. Pero esta equivalencia del
mejor se resuelven, entonces. en la pequeña brecha de la concepción socio- dogmatisn10 con el escepticis1no es también saber verdadero de la sociocracia.
lógica del mundo. La equivalencia desmitificadora hace, al mismo tiempo, E.n esra circunsrancia, algunas pregunrns de la filosofla podrían recobrar
a la inrercambiabilidad de las razones de la ciencia que constara la necesidad cier(O vigor acrual. No pienso aquí en la nostalgia un canto necia o en la rabia
con las de la denuncia militante que acusa a lo arbitrario. Algo significativo si levemente hipócrita que quieren volver a la tierra natal de la Verdad un mundo
lo hay es el doble discurso alimenrado por la sociología del "fracaso" escolar. regalado a los simulacros. Nadie puede dejar de imitar. Aristóteles, después
Unas veces ani,na los programas generosos qu<: invican a bajar la enseñanza de Platón, ya había agorado las r:12onc:s de ello. La filosofía se interesa más en
de las almras culturales para acercarla a lo máximo de las afectividades, la saber si se pueden evaluar las imitaciones, negarse a ver allí los únicos signos
buena convivencia )' las hablas populares. Otras, nutre el resentimiento que monetarios que se intercambian según d curso medio lijado por el estado de
dice la diferenc.ia irreductible)' la promesa de insrrucci6n mentirosa. E.s cierto las tuerzas. Quien se propone ayudar a ser el mejor, el igual o su conjunción
que ral rcsentintiento hace en sí rnisnlo un saber que se puede suscituir por la debe primero imitar sus figura.<. Queda saber si la imitación del porvenir no
instrucción imposible. La desmitificación de .las condiciones sociales que hace es, la mayor parte de las veces, rejido con el trabajo oculto del luto. Cuestiones
de coda paidti,1 democ.rática un cebo conforn1a el saber más amplia.tnenre de progreso)' de decadencia, de epopeya y de: comedia, sujetas a rodas las pa-
comunicable. En lugar del sujeto de la insrrucción pública, esclavo librado de radojas e inversiones: Schiller quería que se: aprendier-.i a imitar la libertad por
Menón en quien la joven deiriocracia depositó, un siglo atrás. su esperanza, se venir entre las ruinas delos monumentos romanos que no habían salvado a sus
encuentra un personaje doble: el bárbaro, socialmente incapaz de escuchar el dueños de la servidumbre. Un siglo más tarde, Nierzschc: acusó a Wagner, el
idioma exrranjcro del inscruccor., y el astuto, inscruido en todo lo que hay que promotor de "la obra de ane por venir", de ser en realidad el comedian te de su
saber sobre las condiciones que hacen de su instrucción un cebo. la "igualdad", propio ideal y el campeón de la dec,dencia. En lo m:ís ,llgido de los horrores
pues, se reestablece en el saber lúcido que cada cual puede adquirir sobre las de un siglo dedicado a la imitación del "hombre nuevo", Adorno creyó útil
razones de la obcecación de su vecino. criticar las burlas dirigidas por Veblen al falso górico de los ricos; afirmó que
Doble saber del ignorante al cual responde la doble verdad de la ciencia. las osten,aciones del lujo ofrecían a los más desprovistos enrre sus cspecradores
Unas veces, verdad militante, que destruye las ilusiones filosóficas de lo mejor la promesa de una dicha comparrible, mientras las bromas sobre la pinturn
y las ilusiones políticas de lo igual imponiéndonos un "retorno de lo reprimi- de ángeles in1productivos valían como consentirniento a todas las rudezas del
do". Nos obliga a ver, en el bar popular, las remeras que se pegan al cuerpo, a orden esrablecido.>12 H.oy todavía es in1portante poder ju'Zgar si lo que nuestras
reconocer las ineludibles posicividadcs sociales denegadas por el discurso celes-
tial. Otras, verdad escéptka )' de buena compañía, que nos confiesa que en el
,u Picm- Bourdieu, L('tción 1obri /11 '"''cÍÓrJ, op. cit., pp. 45-46.
territorio de rales ineludibles positividades no hay más, tal como no había más "
1
'TI1codór Adorno . .. VcblC"n's Au:-.ck on Cuhure... en Srudit1 ¡,, Phllos,,phy 11,,d 5'M·h,I Sr/r111·1,.
en By,.ance la legendaria, que campos simbólicos, lugares que se intercambian vol. IX, 194 l. N" 3. PI,. 389..-113 (''El a.t.:iqu<: c.ic VC'blcn :-. b cuhur.t". en EJuulitJ! ,Ir Filw1,jl11 J
Ciencias SQcit,IN. Exis1~ 1r:aducci(Sn al casrdl:tno].

222 22J
f..L H LÓsoi:o '( EL SOCIÓLOGO

institucion~. nuestras imágenes y nuestros discursos in1iran es Ja esperanza


de,nocrádca o su duelo.
Reflexiones en las que 1a filosofia se puede encontrar comprometida sin
pretender dar lecciones. Es cieno que nunca pudo afirmar su tradicional
e xigencia aristocrática o sus nuevos pcnsan1ientos de igu~tldad sin asimilar su
pureza con la guardia vigilame de sus fronterns. Así pudo cuidarse de siempre
rechazar el com-panir de las apariencias y de los discursos identificando las
aspiraciones del pcns:amicnco autodjdacta con la corrupci6n de la mezcolanza.
y los es,igmas de la basmrdfa, cuyo nombre moderno es ideología. Rechazo
que no redimen sus modernas fugas hacja delante, sus fasc inaciones eróticas o
maquínicas, económicas o performicicas del día.
La encuesta sobre la extraña figura teórica del ar resano solo puede rertninar
con una prcguma: ¿es posible pensar, al mismo tiempo, la jerarquía de los valores
y la igualdad de la me-,colanza? Aristóteles, que no era ningún demócrara, fue
el primero en plantear la prcgunra. Kanr, el enrusiasra razonable, la volvi6 a
formular en la edad moderna. Marx no dejó de girar alrededor de ella )', después
de él. los mejores encrequiencs quisieron salvar el marxismo. La prolongación
de la reflexión podría imeresar a una filosofía por igual desapegada de las me-
lancolías del origen y de las diligencias en avemajar la modernidad. Tal apuesta
no es "del todo ahistórica".

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