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Análisis: película “locos”

Por: Alejandra Gómez M.


Universidad de Antioquia.
Departamento de Psicología – Regionalización.
Seccional Magdalena Medio
Curso: Estructuras Clínicas II
Semestre: 2018 - 2

La siguiente frase: “Mientras más alto volamos, más pequeños les parecemos a los que no
saben volar” es el punto de partida de este análisis sobre la película “LOCOS” dirigida por
Harold Trompetero, Colombia, 20 de mayo del 2011, donde los protagonista CAROLINA
protagonizada por Marcela Carvajal y EDUARDO por Cesar Badillo, nos muestra varios
elementos analizar sobre eso a lo que llamamos locura y los límites de esta en el marco de
un manicomio y motivados por los mas imperante de los impulsos humanos: el amor y la
sexualidad.

Toda la película es desarrollada en la ciudad de Bogotá Colombia, específicamente en un


manicomio y otros escenarios cotidianos como las calles de la ciudad y la casa de Eduardo.
Esta película nos ilustra los límites del amor y la locura, pero además también se puede
reparar allí del saber clínico de los médicos y psiquiatras encargados de estos manicomios,
ya que como en el caso de Eduardo sobre la locura ahí mucho que conocer y diferenciar, hay
mucho que escuchar, porque si bien en la diversidad del ser existen muchos avatares, formas,
y perspectivas que aunque extrañas no precisamente son de llamar insensatas.

Ahora sobre los personajes:

EDUARDO, es un hombre solo, entrando ya a la vejez, a quien le contratan en un manicomio


para que se encargue de la restauración y la pintura de las paredes del lugar. Al verlo se puede
uno dar la idea de que a pesar de que es un hombre ya entrado en edad, no se le escapa aun
del deseo por la actividad sexual y el amor romántico, se le ve por su edad como el típico
viejo verde, morboso y enamorado. El mismo que ensaya como un adolecente el discurso
previo del encuentro con la mujer que le atrae. Así es que conocemos inicialmente a este
personaje, un hombre que habla frente al espejo.

Como mencione anteriormente, Eduardo esta meramente en este recinto para cumplir con
sus labores de mantenimiento y pintura de los pasillos del acilo, este a su vez es advertido y
sabe muy bien que no debe alterar la tranquilidad o el equilibrio de los enfermos, se le indica
que se limite a pintar, se le advierte sobre la conducta de los enfermos y sin embargo,
motivado por sus pulsiones desencadenadas por la entrada de Carolina, se desentiende de
todo.

Es de anotar que Eduardo no está loco, como cualquier ser humano está determinado por sus
impulsos y deseos, y el hecho de que ya este maduro, no lo excluye de estos. Este elemento
es un punto que llama bastante la atención de este personaje, ya que el tema del amor y la
locura, entre otras manifestaciones humanas, nos toca a todos.
Con lo anterior, quiero señalar que es muy ignorante pensar lo que describí en la primera
impresión que tuve de este personaje, pues aunque este se le observen conductas que
calificaríamos de sospechosas e inclinaciones ajenas a las propias, tales como vivir solo,
hablarle románticamente al espejo, comportarse con obsesión frente a la presencia del ser
querido, no es determinante para declarar adjetivos calificativos de señalamiento ante algo
que nos parezca tonto o simplemente algo no muy bien visto.

Ahora bien, carolina es una mujer relativamente joven, foco atencional de Eduardo, es una
mujer que coloquialmente se le puede llamar loca, es una de las internas del manicomio, pues
al parecer padece de algún cuadro psicótico que mantienen a raya con la medicación. En su
entrada se le ve como a una mujer normal, incluso lo seria si no fuera por sus ideas delirantes
y las recaídas violentas que a veces manifiesta. Por eso al principio confunde un poco acerca
de su condición ya que se le ve como una monja, tranquila incluso paseando a otros
enfermos.
Los límites de la cordura y la locura se exponen a partir de la aventura que estos personajes
mantienen con todo y las condiciones que los enmarcan. Dos seres humanos locamente
desinhibidos, encuentros sexuales por aquí y por allá dentro de las instalaciones de un
manicomio, rodeados de locos, Eduardo quien se supone debiera de controlar la situación,
no mide los límites, pues se trata de su relación con una enferma mental, rodeado
constantemente de locos y enfermeros, corriendo el riesgo de ser sorprendido. Sin embargo
esto no parece ser impedimento, ambos en la aventura se muestran complacidos. Pues hay
que tener en cuenta que ambos son además de trabajador y enferma mental, son también
humanos.

Pero los síntomas psicóticos y las recaídas de Carolina no se dejan esperar, ideas delirantes
son los fenómenos imperantes de su condición, no ahondaremos al análisis de cada una de
las distintas manifestaciones de locura que ella padece, más bien miraremos las decisiones
tomadas por Eduardo a partir de presenciar la condición mental de su amada a la luz de la
realidad y de las implicaciones y restricciones que esto conlleva. Vemos a través de las
recaídas de Carolina, a ambos se les limita los encuentros, además de que a Eduardo no está
muy de acuerdo con la manera en que ella es tratada y toma la decisión de llevársela para su
casa. Allí Eduardo se encarga completamente de Carolina, se asegura de que se sienta
cómoda en su nuevo hogar, disfrutando de ciertos momentos de intimidad y aunque al
principio se nota que todo anda bien, aparecen los síntomas psicóticos en carolina, situación
que Eduardo solo consigue manejar robando los medicamentos del manicomio que son
formulados especialmente para calmar y mantener estable a Carolina. A partir de este y otros
episodios de locura y ante la incapacidad de controlarlos, Eduardo se ve en la obligación de
dejar a Carolina nuevamente en el manicomio causándole desasosiego.

¿Qué tan realmente loco estaría Eduardo para ser este también internado en el mismo asilo
que Carolina? Pues en esos términos finaliza la cinta. Juntos, Eduardo y Carolina, por un lado
claro está por el estado de Carolina, pero ¿qué hay de Eduardo? En este punto se podrían
presentar varias discusiones. Eduardo ya venía con ciertas conductas un poco extrañas, de
pronto era un psicótico que vino a desarrollar su enfermedad después de viejo, pues bien se
sabe que la locura puede dar en cualquier edad. También puede apreciarse ciertas intensiones
que lo impulsaron a tomar actitudes psicológicas propias de un loco, muy parecidas a las de
carolina. Con esto quiero llegar a que Eduardo motivado por el amor que sentía hacia
carolina, tomo las posturas necesarias para poder ser también internado en el mismo
manicomio y estar al lado de ella.

Las motivaciones que llevan a las personas a perder la cordura, varias de una a otra, en este
caso, veo que Eduardo no tenía muchas opciones y lo mejor que pudo haber hecho, fue
hacerse el loco, en un caso parecido y estando en las mismas condiciones yo haría lo mismo.
Pues hacerse a veces trae provecho. Así son las cosas, aunque no sea muy bien visto. Para
No ir muy lejos veamos el caso de hacerse el enfermo. Este fingimiento trae consigo los días
de descanso con las incapacidades formuladas por los doctores o en un entorno estudiantil
las dadivas de presentar los trabajos más tarde o incluso nunca porque que pesar del enfermo.
Así mismo creo fue el caso de Eduardo. Una simulación bien creada, bien interiorizada para
poder estar al lado de su amada.

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