LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN CALZONCILLOS.

COLECCIÓN DE LIBROS PARA NIÑOS

El defensor de la verdad, la justicia y todo lo que es de algodón inencogible
Desde que en 1997 el estadounidense Dav Pilkey lanzara el primer libro del Capitán Calzoncillos, las
aventuras de este peculiar personaje se han publicado en más de 20 países, vendido más de 30
millones de ejemplares.
La productora DreamWorks Animation ha comprado los derechos cinematográficos de la serie, por lo
que pronto podrá verse en los cines las andanzas de este superhéroe y sus turbocalzones.

Superhéroes y megavillanos
Los protagonistas de estos libros son Jorge y Berto, dos alumnos de la Escuela Jerónimo Chumillas
de Chaparrales. Jorge y Berto son unos niños buenos y responsables. Buenos gastando bromas y
responsables de todo lo malo que sucede en la escuela.
Su principal afición es crear tebeos del Capitán Calzoncillos, un superhéroe que lucha por la verdad,
la justicia y todo lo que es de algodón inencogible. Sus turbocalzones le permiten alcanzar una gran
velocidad; sus espinillas súper elásticas, dar grandes saltos y si tiene que atacar a un enemigo, le
lanza ropa interior.
El señor Carrasquilla, el director del colegio, se la tiene jurada a Jorge y Berto. Para escapar de su
acoso y sus chantajes, los niños recurren al Hipno-Anillo Tridimensional con el que hipnotizan al
director haciéndole creer que es el mismísimo Capitán Calzoncillos. En los diferentes títulos de la
colección, Jorge, Berto y el señor Carrasquilla, transfigurado en el Capitán Calzoncillos, se enfrentan
a los más perversos villanos: el doctor Pañales, los retretes parlantes, el profesor Picapica, los mocos
vivientes, la Supermujer Macroelástica...
Estas aventuras son contadas por Dav Pilkey con todo un despliegue de imaginación y de recursos
extraliterarios, como la inclusión de filoscopios (aquí llamados fliporamas) o de los tebeos que crean
Jorge y Berto. Su humor es gamberro, transgresor, a ratos escatológico y casi siempre políticamente
incorrecto. Un humor liberador que proporciona a los niños el mismo placer catártico que sienten los
adultos al reírse de la autoridad y de lo que les molesta.