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Resumen

El objetivo de esta investigación es evaluar si Tijuana y San


Diego, dos ciudades interrelacionadas y contiguas, separadas
por la frontera de México-Estados Unidos, forman dos ciuda-
des diferentes en lugar de una unidad metropolitana trans-
fronteriza. El objetivo específico principal es comprobar si la
estructura agregada y la estructura espacial son diferentes o
similares entre Tijuana y San Diego. Si los resultados indican
que son diferentes, esto implicaría que ambas ciudades no
conforman un único sistema urbano transfronterizo.
Este tema es ahora un objeto de discusión en el entorno
académico y político, así como en los medios de comunicación
masiva. Definir si se trata de dos unidades urbanas o una
sola tiene implicaciones teóricas y políticas.
El marco teórico utilizado aquí es una amalgama desde los
puntos de vista de la geografía urbana, de las teorías de la
estructuración, económica urbana de uso del suelo, del lugar
central aplicada al espacio intraurbano y de la sociología ur-
bana sobre la segregación socioespacial.
La estrategia de la investigación comprende dos partes. La
primera es una comparación, con datos agregados, de las es-
tructuras de la economía y de la población de ambas ciudades.
La segunda es el cuerpo central; consiste en una comparación
entre ambas ciudades de la forma urbana y los mecanismos
generadores de la forma, concentrada en dos tipos de usos del


suelo: el residencial y el de los centros terciarios (comercio y
servicios).
Para Tijuana, los datos de población proceden del Censo
de la Población 1990 y los de las actividades económicas fue-
ron tomados del Censo Económico 1993. Para San Diego, los
datos de población provienen del Censo de la Población 1990
y los de negocios, del Censo Económico 1992. Los datos eco-
nómicos intraurbanos de base usados en la investigación es-
tán a escala de zona censal –ageb para Tijuana y zona zip para
San Diego– de desagregación geográfica, y la desagregación
sectorial es de cinco dígitos para San Diego y de cuatro para
Tijuana, de acuerdo con el sistema de clasificación internacio-
nal (sic).
Aquí se define, forma urbana como la distribución espa-
cial de residentes y actividades económicas. Los mecanismos
de generación de forma urbana son las relaciones que los
agentes locales establecen dentro de la estructura de un sub-
sistema particular en la ciudad.
La conclusión general es que Tijuana y San Diego son
diferentes tanto en la forma urbana como en sus mecanismos
generadores de forma: ambas ciudades no son parte de una
unidad sistémica, y por consiguiente, no conforman una re-
gión metropolitana transfronteriza.

 • Tito Alegría
Introducción

Tijuana y San Diego son una


sola región a pesar del idioma y
la frontera.
Alcalde de Tijuana

Creo que ya no se puede hablar


sólo de San Diego o sólo de
Tijuana, así lo vemos nosotros;
estamos hablando de una región,
Coordinadora de
Asuntos Binacionales,
Ciudad de San Diego

Aunque para unos resulte obvio que Tijuana y San Diego con-
forman dos ciudades diferentes y separadas, a otros les pare-
ce evidente que éstas integran una sola región urbana trans-
fronteriza. Este tema es actualmente objeto de discusión en
los ámbitos académicos y políticos, y en los medios de comu-
nicación masiva.
Definir si estamos ante dos unidades urbanas o una sola
tiene implicaciones teóricas y de política pública. En términos
teóricos, los modelos que se diseñen para explicar el creci-
miento y la estructura urbana para estas ciudades requieren
como insumo de partida decidir si éstas deben ser considera-
das como una unidad urbana o como dos. El supuesto, por
ejemplo, de que al crecer San Diego debemos esperar el cre-
 Semanario Zeta, p. 42-A, 24-30 de junio de 2005, Tijuana.
 Diario Frontera, p. 4, septiembre de 2003, Tijuana.


cimiento de Tijuana necesita demostrar antes que las dos
ciudades reaccionan conjuntamente ante los impulsos del
crecimiento. O la hipótesis, por ejemplo, de que al desarrollar
un gran centro comercial en Tijuana, para aprovechar meno-
res costos de inversión, hará que disminuya el área de uso de
suelo comercial en San Diego, necesita antes que se demues-
tre que ambas ciudades poseen mecanismos de generación
de usos del suelo similares, y que estos mecanismos están
conectados.
En términos de política pública, también es relevante defi-
nir si estas ciudades conforman una metrópolis transfronteri-
za. Sabemos que no hay un marco legal que permita fomentar
un solo plan de desarrollo y de usos del suelo para ambas
ciudades, y es probable que no lo haya en el futuro. A pesar
de ello, entre los funcionarios y políticos de los gobiernos de
ambas ciudades hay intenciones de instaurar políticas con las
mismas metas, prioridades e instrumentos de aplicación. En
las últimas décadas, ellos han invertido mucha energía y tiem-
po en esfuerzos para coordinar al menos algunas políticas
públicas. El argumento usual en estas intenciones es que las
acciones conjuntas benefician a las dos ciudades. El supuesto
implícito es que las dos tienen problemas y prioridades simi-
lares, y que las estructuras de ambas reaccionarán de manera
similar ante una intervención de inversión pública. Sin embar-
go, aún no se ha demostrado que este supuesto sea válido,
sobre todo en términos de desarrollo económico y organiza-
ción de los usos del suelo.
En la discusión de si estamos ante una unidad urbana o
dos, el punto de vista de que ambas ciudades forman una
metrópolis transfronteriza ha tenido una mayor atención; por
el contrario, el criterio de que son dos ciudades diferentes
casi no ha tenido seguidores.
Desde el punto de vista epistemológico, hay varios posi-
bles enfoques para probar que Tijuana y San Diego no confor-
man una metrópolis transfronteriza. Aquí apuntamos dos ti-

 • Tito Alegría
pos de enfoques pertinentes. El primero considera que ambas
ciudades son las dos partes de una sola unidad económica
urbana, y así deben modelarse. Este enfoque implicaría tres
objetivos: definir si ambas ciudades poseen patrones agrega-
dos de crecimiento similares y se dirigen hacia la convergen-
cia, si reaccionan en el mismo sentido ante choques externos
y si cuentan con relaciones estructurales suficientes para es-
tablecer una mutua determinación. Dicho enfoque estaría
basado en el análisis de los flujos entre ambas ciudades. Sus
datos deben consistir en series de tiempo de sus estructuras
económicas y demográficas, y de los intercambios transfron-
terizos de bienes, inversión y personas, como trabajadores y
consumidores.
Un segundo enfoque considera que las dos ciudades
constituyen dos unidades diferentes y habría que tratarlas
de manera separada. La estrategia sólo puede ser compara-
tiva. Este enfoque comprende tres objetivos: comparar si los
cambios en el tiempo son simultáneos y en el mismo senti-
do, si las formas urbanas de ambas ciudades son similares
y si los mecanismos generadores de la forma urbana son
análogos entre ambas ciudades. Este enfoque se basa en el
análisis de las estructuras agregadas y espaciales (no agre-
gadas) de ambas ciudades. Los datos deben fundamentarse
en las estructuras económicas y demográficas de estas ciu-
dades en algunos momentos en el tiempo, y también deben
abarcar la distribución espacial de actividades económicas y
de la población.
Debido a la inexistencia de datos sobre flujos interurba-
nos transfronterizos, se descartó el primer tipo de enfoque y
se decidió usar el segundo. La estrategia elegida consta de
dos partes. La primera es una comparación, con datos agre-
gados, de las estructuras económicas y poblacionales de
ambas ciudades. La segunda es el cuerpo central de este li-
bro; consiste en la comparación entre ambas ciudades de la
forma urbana y los mecanismos generadores de esa forma, y

Introducción • 
se tratan de manera particular dos tipos de usos del suelo: el
residencial y el de los centros terciarios (comercio y servi-
cios). El objetivo es especificar con evidencias que tanto las
estructuras agregadas como las espaciales son diferentes en-
tre Tijuana y San Diego. Si se especifica que sus estructuras
agregadas y espaciales son diferentes, se demostrará que
ambas urbes no conforman un solo sistema urbano (trans-
fronterizo).
El documento está organizado en seis capítulos. En el ca-
pítulo 1 se revisa la literatura de vanguardia sobre el conoci-
miento en los tres aspectos incluidos en el análisis. El primero
incluye el modelo que postula que Tijuana y San Diego forman
una metrópolis transfronteriza y expone también las opinio-
nes de los detractores de este modelo. Se revisan las propues-
tas cuyos enfoques son a escala agregada, así como los que
lo hacen a escala intraurbana. El segundo aspecto versa sobre
la segregación sociorresidencial. Aquí se propone que hay dos
tipos de segregación: por localización (distancia entre perso-
nas y recursos urbanos) y por diferenciación (distancia entre
grupos sociales). Los trabajos publicados se clasifican y se
revisan organizados de acuerdo con el tipo de segregación
que estudian. Este libro se concentra en la segregación por
diferenciación, aunque varios conceptos de la segregación
por localización ayudaron a diseñar algunos modelos esta-
dísticos de esta investigación. El tercer aspecto abarca la or-
ganización jerárquica y espacial intraurbana de las actividades
terciarias. Al respecto, se revisan modelos teóricos y definicio-
nes empíricas sobre centros y subcentros intraurbanos.
El análisis comparativo con datos agregados de algunos
aspectos de las estructuras económicas y poblacionales se
explica en el capítulo 2. Además, se hace una crítica a los pun-
tos de vista que consideran que hay una sociedad y una me-
trópolis transfronteriza. Finalmente, se discuten las objeciones
que surgirían desde una perspectiva posmoderna a la pro-
puesta de que estamos en presencia de dos ciudades.

10 • Tito Alegría
En el capítulo 3, se expone la propuesta conceptual de
esta investigación acerca de cómo se genera la forma urbana,
enfocándose en dos componentes de la estructura urbana: la
segregación sociorresidencial y los subcentros terciarios. Se
sugiere que la segregación surge en el proceso de acceso a la
vivienda y está determinada por el ingreso y el conocimiento
de las personas dentro de una economía de mercado; asimismo,
que los subcentros terciarios se definen por las condiciones de
oferta y de demanda. El modelo conceptual considera a los sub-
centros como lugares que venden bienes y servicios a las per-
sonas que residen fuera de su propia zona. Las condiciones
de la demanda influyen sobre la localización y la intensidad de
los subcentros, mientras que las condiciones de la oferta in-
fluyen sobre la intensidad de los subcentros.
El modo en que se operacionalizan los modelos teóricos
presentados en el capítulo 3 se ilustra en el capítulo 4, en el
que se presentan las definiciones instrumentales de los con-
ceptos, las hipótesis específicas de investigación y los mode-
los estadísticos que permiten comprobar esas hipótesis. Éstas
se refieren a las comparaciones entre Tijuana y San Diego,
sobre cómo ocurren la segregación y los subcentros en la
forma urbana, así como los mecanismos generadores de for-
ma urbana. Para cada aspecto urbano hay un modelo estadís-
tico, de manera que, si los modelos estadísticos de un aspecto
son similares entre ambas ciudades, entonces las ciudades son
parte del mismo patrón urbano en ese aspecto. Por otra parte,
en este capítulo se muestran los datos de ambas ciudades. La
mayor parte de los modelos utiliza datos censales por área
geoestadística censal básica, ageb (census tract y/o zip zone
para San Diego).
Los resultados de las estimaciones de los modelos esta-
dísticos y su análisis comparativo entre ambas ciudades se
exponen en el capítulo 5, en la primera parte, se presenta, la
forma urbana y en la segunda, los mecanismos generadores
de forma, tanto para la segregación como para los subcentros.

Introducción • 11
En el análisis de los resultados se inspeccionan los mapas que
muestran la distribución espacial de los aspectos analizados.
Se hace uso de los mapas debido a que algunos modelos es-
tadísticos no alcanzan a expresar la complejidad morfológica
de esos aspectos.
En el capítulo 6, se ofrece una síntesis y las conclusiones
del estudio. La más general que se obtuvo es que Tijuana y
San Diego son diferentes en forma y mecanismo generador de
forma, es decir, ambas ciudades no son parte de la misma
unidad sistémica, y por lo tanto, no conforman una metrópolis
transfronteriza. Se señalan, además, los alcances de la conclu-
sión general y los aspectos que habría que tomar en cuenta
para mejorar el análisis comparativo de ambas ciudades.
Capítulo 1

Enfoques y teorías sobre la metrópolis


transfronteriza y la estructura urbana

En esta investigación se explora si Tijuana y San Diego con-


forman una unidad urbana o son dos ciudades separadas y
diferentes aunque estén localizadas una al lado de la otra.
Esta exploración se lleva a cabo con dos tipos de estudios. El
primero, presentado en el capítulo 2, es un análisis compara-
tivo de las dos ciudades a escala agregada. El segundo, que
abarca el resto de este documento, consiste en mostrar que las
estructuras internas de ambas ciudades son diferentes en su
mecanismo generador y en la forma resultante.
En este segundo tipo de estudio, la estrategia de investiga-
ción consiste en comparar entre ambas ciudades forma y me-
canismo generador de dos componentes fundamentales de la
organización intraurbana: subcentros y segregación sociorresi-
dencial. Sobre estos dos aspectos de la estructura urbana, se
revisa la bibliografía en este capítulo para mostrar el modo en
que se han tratado estos aspectos, sus debilidades y las posi-
bilidades de ser usados en esta investigación, que examina
alternativamente dos ciudades pertenecientes a dos países
con desarrollo diferente.
El objetivo fundamental es evaluar la coherencia del pun-
to de vista que considera que Tijuana y San Diego forman una
metrópolis transfronteriza. Por ello, esta revisión bibliográfica
inicia con la exposición de las ideas principales de esa pers-
pectiva y las ideas de algunos detractores de la misma.

13
No se cubre el campo entero de cada uno de los tres as-
pectos de esta revisión de la literatura: metrópolis transfron-
teriza, segregación sociorresidencial y subcentros. Se selec-
cionó la información específica relacionada con el objetivo de
la investigación.

El enfoque de la metrópolis transfronteriza

La población asentada en la frontera México-Estados Unidos


está concentrada en pares binacionales de ciudades adyacen-
tes. En la aún escasa literatura sobre la urbanización fronteri-
za, en los medios de comunicación masiva, y en los ámbitos
políticos de ambos países, a esas ciudades adyacentes se les
llama frecuentemente “ciudades gemelas”, “región fronteriza”
o “metrópolis transfronteriza”. El par de ciudades Tijuana y
San Diego constituye el caso más conspicuo por ser las que
más población concentran en cada lado de la frontera y por
haber recibido más atención en la literatura.
Al llamar “metrópolis transfronteriza” a estas ciudades
vecinas, la conceptualización aludida es de naturaleza impre-
sionista y tiene una sustentación teórica débil, como se obser-
vará más adelante. El punto de vista detrás de este nombre,
de que cada par binacional de ciudades vecinas conforma una
ciudad o región única, implica que ambas ciudades tienen
futuros e intereses similares.
Este enfoque subraya las similitudes y las interacciones
entre ambos lados de la frontera como argumentos para sus-
tentar el concepto de la unicidad de ambos lados. Por el contra-
rio, al resaltar las características estructurales que estimulan
el crecimiento urbano –diferentes entre ambos lados de la
frontera– es posible explicar la unicidad de cada lado.
Para exponer las ideas centrales del enfoque de la “metró-
polis transfronteriza”, primero se discuten los conceptos de
sociedad y de metrópolis transfronterizas, y se concluye con

14 • Tito Alegría
una síntesis de los argumentos principales que muestran las
debilidades de dicho enfoque.

Sociedad transfronteriza

Hasta finales de la década de los años setenta, en la literatura


mexicana los problemas fronterizos eran examinados como
procesos nacionales. El análisis del desarrollo urbano fronte-
rizo, y las políticas derivadas no estuvieron exentos de dicho
enfoque: las actividades urbano-fronterizas eran consideradas
procesos locales-nacionales como en cualquier otra ciudad del
interior del país, sin tomar en cuenta la praxis binacional de
dichos procesos para explicar el desarrollo de la frontera y
de sus ciudades.
En 1981 en la literatura mexicana se propuso lo que quizá
haya sido el primer enfoque transfronterizo de la conceptuali-
zación de la frontera (Bustamante, 1981). En esta propuesta se
define como área fronteriza “a una región binacional geográfi-
camente delimitada por la extensión empírica de los procesos
de interacción entre las personas que viven a ambos lados de
la frontera” (p. 39). Usando una concepción weberiana de cla-
ses sociales, la región binacional fue conceptualizada como
una estructura social transfronteriza cuya estratificación se
despliega atravesando la frontera. La unicidad de la estructura
social del área delimitada por la interacción es definida con
algunos indicadores de desarrollo social, los cuales parecen
mostrar que ambos lados de la frontera son tan semejantes
entre sí como semejantes son cada lado de la frontera con el
resto de su respectiva realidad nacional. Las diferencias entre
ambos lados de la frontera no aparecen como una ruptura
sino como una continuidad estratificada de la estructura so-
cial binacional en la región fronteriza (p. 41).
Esta conceptualización está basada en tres ideas princi-
pales: a) la “región fronteriza” es binacional; b) tal región
tiene una única estructura social a través de la frontera;

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 15


c) ambos lados de la frontera tienen procesos económicos y
sociales similares.
La binacionalidad de la región fronteriza es aquí una defi-
nición geográfico-social y no político-administrativa. Esta pre-
cisión permite dos tipos de implicaciones. Primero, en el as-
pecto teórico, la definición geográfico-social supone una
contradicción entre el modo nacional de elaborar y llevar a la
práctica la política pública sobre la frontera y el modo binacio-
nal del despliegue de la región fronteriza. La frontera es un
impedimento político-administrativo para resolver los proble-
mas que atañen a la sociedad de toda la región fronteriza bi-
nacional. Considerando la existencia de la frontera como una
invariación, la solución de los problemas de esta región re-
quiere una coordinación transfronteriza en la política pública
de cada lado de la frontera. La segunda implicación, de orden
práctico, consiste en que, si se usara de modo equivocado el
concepto de región binacional en la elaboración de políticas
públicas sobre la frontera, es decir, si se usara en el sentido
político-administrativo, podrían generarse situaciones lesivas
a la soberanía nacional de cualquiera de los dos países. En un
trabajo posterior de Bustamante (1989), se toma en cuenta
esta segunda implicación. La idea de región definida como
territorio delimitado por la interacción se mantiene, aunque el
término “región binacional” se anula por sus consecuencias
“riesgosas” de ser utilizado en las relaciones fronterizas con
Estados Unidos.
Para que el concepto de continuidad transfronteriza de la
estructura social se sostenga teóricamente, son necesarios
tres supuestos sobre la estructuración social, los cuales no
fueron explícitos en la formulación del enfoque de región
transfronteriza de Bustamante: primero, que los grupos socia-
les de ambos lados de la frontera presentan prácticas sociales
similares; segundo, que los individuos de ambos lados de la
frontera tienen un conocimiento similar de los roles de los
grupos sociales y los simbolismos resultantes, y tercero, que

16 • Tito Alegría
las condiciones que permiten la reproducción del sistema so-
cial operan indistintamente sobre ambos lados de la frontera.
Otro aspecto implícito en esa perspectiva atañe a la repro-
ducción social. La reproducción de un sistema social, de su
cohesión interna y del sentido de sus intereses incluye aspec-
tos políticos de dominación. El control social sistémico es
necesario para garantizar las condiciones de reproducción
social, y se ejerce mediante instituciones políticas cuyas prác-
ticas objetivas se materializan como procesos de integración
y de represión por parte del Estado nacional, el depositario
legítimo del ejercicio de la integración y la represión, en el
territorio contenido por las fronteras del país.
Como se discute más adelante en el capítulo 2, estos tres
supuestos sobre la estructuración social y el referente a su
reproducción no se cumplen, por lo que San Diego y Tijuana
no pueden ser consideradas partes de una única sociedad
transfronteriza.

Región transfronteriza

La idea de que existe una región transfronteriza es fundamen-


tal en los enfoques de Bustamante (1981 y 1989) y de todos los
que han propuesto que hay una metrópolis transfronteriza.
Al llamar región binacional al espacio urbano que cruza la
frontera, se confunde espacio económico con región. El espa-
cio económico se refiere al sistema espacial compuesto de
nodos, nexos y zonas de influencia. Dentro del análisis de un
sistema espacial, las regiones y las fronteras no existen (Fried-
mann y Weaver, 1981). Lo que se observa en forma empírica
es un gran intercambio transfronterizo de bienes y servicios,
lo cual da sentido a un espacio económico binacional, pero no
define una “región transfronteriza”.
La región es una construcción social objetiva, es la forma
espacial de un subconjunto social (Coraggio, 1979). El conteni-
do de una región está determinado por un conjunto de relacio-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 17


nes sociales estructuradas y territorializadas. Cada relación
social posee un ámbito territorial que incluye la localización de
los agentes y medios directamente acoplados por la relación,
así como los senderos de los flujos materiales que la realizan.
Para poder identificar una región objetiva, el fenómeno analiza-
do debe estar objetivamente regionalizado, es decir, acotado en
el espacio y el tiempo. Cada relación social posee un ámbito
territorial particular y puede ser diferente al ámbito del resto de
relaciones sociales. Sin embargo, en cada región existe el domi-
nio particular de alguna o algunas relaciones por sobre las de-
más, proporcionándole al territorio en que se localiza un atri-
buto de homogeneidad relativa. Las regiones de la frontera se
pueden determinar especificando las relaciones sociales domi-
nantes sobre este territorio en un periodo determinado. Debido
a que los procesos sociales que explican el desarrollo en los
territorios de ambos lados de la frontera son diferentes (Ale-
gría, 1992), las regiones que contienen tales procesos también
son diferentes. La región dominada por San Diego tiene una
estructura social, una base económica y una forma espacial
diferentes a la región dominada por Tijuana.
La diferencia entre regiones separadas por la línea inter-
nacional no significa aislamiento entre ellas. Por el contrario,
la gran interacción transfronteriza que existe entre ellas se
debe entender bajo dos consideraciones. Primero, hay que
encontrar la explicación –de la estructura y de la génesis– de
los fenómenos transfronterizos en las diferencias estructura-
les de ambos países que se manifiestan aún en el borde mis-
mo. Segundo, la interacción es un fenómeno que se da en
circunstancias en las que la accesibilidad entre dos lugares es
posible por adyacencia o por buena comunicación. La relación
entre dos territorios ocurre cuando son complementarios, es
decir, distintos; se intensifica cuando están cerca. Por sus di-
ferencias estructurales y su contigüidad, las zonas divididas
por el límite internacional mantienen relaciones transfronteri-
zas y presentan similitudes fenoménicas que hacen parecer

18 • Tito Alegría
que conforman regiones urbanas continuas. Sin embargo, la
discontinuidad estructural espacial (manifiesta en diferencias
de precios, salarios o producto per cápita) es lo sustantivo en
la explicación de sus relaciones transfronterizas.

Metrópolis binacional

En el mismo sentido que la “región binacional”, el par urbano


Tijuana-San Diego ha sido considerado como una unidad ur-
bana binacional debido a que hay una urbanización continua
y una relación intensa entre las dos unidades urbanas. Varios
autores y medios lo han denominado espacio binacional
(Ganster y Valenciano, 1992; Gildersleeve, 1978) o twin cities
(Kearney y Knopp, 1995; The Economist, 1992). Diversos au-
tores europeos proponen una noción similar sobre sus áreas
urbanas fronterizas (Anderson, 1983).
Desde hace algunos años, Lawrence Herzog (1997, 1991 y
1990a) ha estado desarrollando el concepto de “metrópoli
transfronteriza” para entender el área urbanizada Tijuana-San
Diego, concepto generalizable para todos los pares binaciona-
les de ciudades fronterizas vecinas, según el autor. Además,
Herzog (2003a, 2003b, 2000, 1999, 1990b) ha usado ese con-
cepto para interpretar diversos fenómenos urbanos fronteri-
zos. Conforme al criterio de este autor, el área urbanizada que
atraviesa la frontera es considerada como una región urbana
cuya integración está basada en las relaciones existentes entre
los dos miembros del par binacional de ciudades adyacentes.
Desde el punto de vista de la geografía económica, este
autor clasifica las relaciones entre ambos lados de la frontera
en: manufactura global transfronteriza, mercado transfronte-
rizo de trabajo, mercado transfronterizo de consumo, merca-
do transfronterizo turístico y mercado transfronterizo de vi-
vienda y suelo (Herzog, 2003a, 1997). Al respecto, se puede
hacer una primera observación sobre la idea que el autor tie-
ne sobre lo que es un mercado. Cuando un residente de San

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 19


Diego compra una casa en Tijuana, por ejemplo, el autor con-
sidera que, por el solo hecho de que el comprador reside al
norte de la frontera, el mercado de vivienda de Tijuana es
binacional. Sin embargo, este criterio es sesgado. Un mercado
no se define por la acción de unos cuantos compradores sino
por el conjunto de reglas que lo gobiernan (leyes, zonificación,
etcétera), los niveles de funcionamiento (costos unitarios, ni-
vel de salarios, etcétera) y por el comportamiento de los agen-
tes (elasticidades de oferta y demanda). Estos tres tipos de
características son intrínsecos al lugar donde ocurre la tran-
sacción y son diferentes entre países, por lo que no puede
haber mercados transfronterizos. Cuando un agente del norte
(supongamos que tiene un comportamiento como uno del
sur) participa en un mercado del sur, sólo lo puede hacer bajo
las reglas y niveles del sur de la frontera y estas dos caracte-
rísticas son diferentes a las del norte. Ese agente que vive en
el norte de la frontera es trasnacional, pero el mercado en el
sur es nacional.
Desde el punto de vista de la geografía cultural, este autor
clasifica las relaciones entre ambos lados de la frontera como
contenidas en siete ecologías globales: zonas de factoría glo-
bal, espacios de consumo trasnacional, distritos de turismo
global, barrios posteriores al nafta, lugares de comunidad
trasnacional, espacios de conflicto y conexiones inventadas
(Herzog, 2002). El autor considera que las empresas trasnacio-
nales lideran el proceso de integración de Tijuana al comercio
e inversión global, homogeneizando (equiparado con el de
San Diego) el consumo, la arquitectura, el espacio urbano, y
los patrones culturales. De esta manera, el límite internacional
se debilita como separador de las ciudades de ambos lados de
la frontera.
Este criterio tiene al menos tres supuestos implícitos dé-
biles. Primero, para ese autor, los agentes del sur son pasivos
adoptadores de los patrones culturales embebidos en los flu-
jos de comercio e inversión provenientes del norte. Herzog no

20 • Tito Alegría
toma en cuenta que las ciudades de América Latina han sido
por definición espacios de amalgama de rasgos locales y ex-
tranjeros desde el siglo xvi. Desde la independencia de España
en el siglo xix, esas ciudades, algunas entonces ya maduras,
estuvieron expuestas primero a la influencia de Europa y de
Estados Unidos después. A pesar de ello, las ciudades lati-
noamericanas han conformado sistemas culturales mestizos
propios. Las personas en estas ciudades, cuando adoptan
rasgos extranjeros, usualmente lo hacen con una actitud
pragmática y asignan un nuevo significado local a los instru-
mentos y estilos adoptados. Segundo, Griffin y Ford (1976b)
apuntaban cómo Tijuana era un mosaico arquitectónico y
urbanístico hace ya tres décadas, donde coexistían estilos
Tudor, cottage, español, azteca moderno, entre otros. No es la
globalización la que trajo recientemente estas influencias a
la ciudad. El tercer supuesto implícito en esta perspectiva es
que los recursos para producir el espacio urbano homogenei-
zado son similares en ambos lados de la frontera. Pero el
propio autor reconoce la carencia de recursos de muchos
sectores de Tijuana, que posibilita que el paisaje urbano sea
un pastiche de pobreza y riqueza urbanística.
En la construcción del concepto de metrópolis transfronte-
riza, Herzog explora dos aspectos fundamentales para enten-
der las ciudades de la frontera: el primero es el proceso de
convergencia/integración o divergencia/independencia de las
dos sociedades que se unen en la frontera; y el segundo es la
posibilidad y necesidad de políticas elaboradas de manera bi-
nacional para las ciudades fronterizas. La consideración de
estos aspectos conduce al autor a cuestionar si hay un “siste-
ma social transfronterizo” que crea una comunidad de intere-
ses alrededor de la frontera. En su propuesta hay una res-
puesta explícita afirmativa al construir la definición de
“metrópolis transfronteriza”.
Lo que Herzog no explora es si las relaciones existentes
entre ambos lados de la frontera –que en su propuesta sus-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 21


tentan la integración– son producto de las diferencias o de las
similitudes entre ambos lados de la frontera. Sin embargo, y
paradójicamente, su discurso está imbuido del supuesto de que
al final, no ahora, ambos lados serán similares e integrados.

Integración
Para Herzog, esta frontera tiene dos tipos de funciones
antagónicas e intrínsecas. La primera, dividir dos culturas y
dos estructuras urbanas, reproduciéndose en la frontera los
respectivos –y diferentes– patrones nacionales. La segunda
función es unificar de manera ecológica y social ambos lados
de la frontera. Estos elementos de unificación sustentan el
fenómeno que califica como “metrópolis transfronteriza”.
La primera función –rol divisor/diferenciador– constata
las diferencias de los patrones espaciales y políticos entre
ciudades de ambos lados de la frontera. En este sentido, cada
localidad fronteriza se parece más al resto de las ciudades de
su país que a su vecina del otro lado del límite internacional,
tanto en su estructura espacial como en su proceso de cambio.
Estas diferencias las define como elementos de “fricción” o
confrontación entre el norte posindustrial y el sur en proceso
de industrialización. Para el autor, este rol divisor/diferencia-
dor de la frontera ha sido relativamente estable en el tiempo, y
es parcialmente independiente de los cambios de la porosidad
de la frontera para las relaciones que ocurren entre ambos
lados de ella.
La segunda función de la frontera –rol unificador– que se
manifiesta en su porosidad, según el autor, es propia más bien
de la segunda mitad de este siglo, y se ha acentuado reciente-
mente con la extensión mundial del sistema capitalista o pro-
ceso de globalización. Esta permeabilidad fronteriza es mate-
rializada por los flujos de personas, bienes, capital y elementos
ambientales entre los pares binacionales de ciudades vecinas,
que ocurren principalmente por la proximidad transfronteri-
za. La proximidad es el principal catalizador de la integración

22 • Tito Alegría
dentro del sistema ecológico transfronterizo. El autor define
esta integración como “fusión” entre el par binacional de ciu-
dades vecinas.
Este esquema de Herzog es discutible debido principal-
mente a su errónea percepción de los cambios en la porosidad
fronteriza. A lo largo del siglo xx, si bien los flujos de relacio-
nes se incrementaron en términos absolutos, en la mayoría de
los casos decrecieron en su participación proporcional en la
estructura urbana en cada lado de la frontera. Por consiguien-
te, la frontera no fue más porosa para la ciudad en la segunda
mitad de ese siglo, y su rol divisor/diferenciador ha sido más
importante en décadas recientes que al principio de siglo xx.
La única actividad que creció en términos proporcionales ha
sido la maquiladora, y con ella crecieron los flujos transfron-
terizos interurbanos de inversión y de mercancías manufac-
turadas asociadas a la maquila.
Desde el lado mexicano, se perciben tres tipos de frenos
transfronterizos: a) la migración ha tenido más impedimentos
legales de Estados Unidos en décadas recientes, principal-
mente en cada baja del ciclo económico norteamericano; b) las
diferencias en precios y salarios se han incrementado en des-
medro del lado mexicano, sobre todo en las últimas décadas,
haciendo que, proporcionalmente, en las ciudades el consu-
mo de productos locales y nacionales aumente y disminuya el
de los productos estadounidenses; y c) es cada vez menor la
proporción de habitantes del lado mexicano que puede cruzar
legalmente a Estados Unidos: por ejemplo, en Tijuana puede
hacerlo la mitad de los habitantes, lo que es una fuerte limi-
tante al establecimiento de una relación interurbana con ba-
ses diarias.
Herzog, como otros, utiliza el gran número de cruces fron-
terizos como indicador de integración entre las ciudades de
ambos lados de la frontera, sin embargo, no resalta que ese
número tiene una tendencia decreciente. Entre 1990 y 1999,
las poblaciones de Tijuana y San Diego crecieron 56 y 11 por

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 23


ciento respectivamente, mientras que los cruces de personas
en su frontera común decrecieron 15 por ciento (los datos de
población son de los censos de cada país y de los cruces pro-
viene de Sandag, 2000). Esta tendencia decreciente de los cru-
ces transfronterizos debe estar relacionada con los tres tipos de
frenos mencionados. A partir de 2003, estos frenos se han in-
tensificado con la política de seguridad de Estados Unidos.
En contraste con el punto de vista de Herzog –quien consi-
dera que el incremento de la porosidad transfronteriza es un
producto reciente de la creciente internacionalización del capi-
talismo o de la globalización– los flujos interurbanos binaciona-
les son más bien un producto histórico de las diferencias estruc-
turales entre ambos países (Alegría, 1992), diferencias que
crecen en el transcurso del tiempo. En el espacio fronterizo,
esos flujos son multiplicados por la adyacencia urbana binacio-
nal. Los flujos son el medio de una relación, pero no son sufi-
cientes para una integración.
Conforme al criterio de Herzog, los méxico-americanos
son agentes de la integración urbana binacional desde el lado
norteamericano. Al respecto, es probable que los méxico-
americanos sean los únicos que vienen al lado mexicano por
actividades diferentes del turismo. Sin embargo, en San Diego
los individuos de ascendencia mexicana son pocos, alcanza-
ban el 22.3 por ciento de la población total en el año 2000 y
menos de 18 por ciento en 1990, de los cuales apenas la mitad
nacieron en México (Rubin-Kurtzman et al., 1996). Además,
muchos de los méxico-americanos visitan México tan sólo
como turistas en las playas al sur de Tijuana. Dentro de otros
grupos étnicos de San Diego, gran cantidad de personas ni
siquiera conocen Tijuana, a pesar de que pueden cruzar la
frontera sin obstáculo legal alguno.
Como resultado del incremento de las diferencias econó-
micas entre ambos países a lo largo del siglo, el flujo trans-
fronterizo se ha incrementado en términos absolutos sólo en
algunos sectores, pero en términos relativos ha disminuido,

24 • Tito Alegría
y por ello, las ciudades fronterizas contienen cada vez más
elementos correspondientes a las estructuras urbanas del
propio país.
Como se observa, los frenos o inhibiciones de ambos lados
han impedido que los flujos interurbanos se incrementen de
manera proporcional con el crecimiento de población, y a su
vez, han permitido que sea mínima, o incluso, que disminuya,
la yuxtaposición de estructuras urbanas vecinas diferentes. Es
probable que en las primeras décadas del siglo xx, más que
ahora, cada par binacional de ciudades se acercara más a con-
formar una unidad metropolitana (Álvarez, 1987).

Otras contribuciones alrededor de la idea


de la metrópolis transfronteriza
El punto de vista de que la interacción genera integración,
y con ello una metrópolis que atraviesa la frontera, es compar-
tida por otros estudiosos de la materia.
Una variante de esa perspectiva es la de Dear y Leclrec
(2002, 1998). Desde el punto de vista de la geografía cultural,
estos autores consideran que los impulsores de la integración
son los procesos de globalización, de la sociedad red, la hibri-
dización y la privatización (procesos clasificados como hard
border) de ambos lados de la frontera. Como estos impulsos
se intensifican en el tiempo, así también lo hace la integración.
Al acrecentarse esos impulsos, el espacio formado por las
interacciones transfronterizas deviene en lugar: el contenedor
de la sociedad transfronteriza, que los autores denominan
“Bajalta California” y definen como postborder megalópolis.
Aunque consideran a esta megalópolis como un lugar, su
tamaño (sur de California y norte de Baja California), en rea-
lidad incluye varios lugares distintos y distantes entre sí.
Derivan la inclusión de diversos lugares en uno solo de la
percepción subjetiva de la geografía de ese espacio que sus
habitantes tienen. Para los autores está en proceso de conso-
lidación la construcción de la percepción (soft border, en su

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 25


definición) de un nosotros transfronterizo, una comunidad
imaginaria, que minimiza el obstáculo del límite internacional.
Esta perspectiva es susceptible de críticas similares a la
de Herzog. Primero, confunde integración con interacción.
Que haya interacción no implica que ambos lados de la fron-
tera se dirijan hacia la convergencia, ni social ni cultural; más
aún, la interacción es propulsada por las diferencias entre
ambos países, diferencias presentes también en la frontera. Si
la interacción aumenta, se debe a que las diferencias socioeco-
nómicas entre Tijuana y San Diego crecen. Segundo, la inte-
racción entre ambos lados de la frontera ha ocurrido desde
que Tijuana y San Diego son ciudades. Más que un proceso
creciente en el tiempo, los cambios en la diversidad e intensi-
dad de la interacción entre ambos lados de la frontera ha sido
cíclica (Alegría, 1992). La interacción fue intensa hasta media-
dos de la década de los treinta del siglo pasado; en las siguien-
tes tres décadas, hasta mediados de los sesenta, la frontera
sólo permitió el pase de personas y mercancías hacia México;
desde finales de los sesenta se añade inversión transfronteriza
(maquila), pero se restringe cada vez más el cruce de perso-
nas. Es probable que las consideraciones de seguridad nacio-
nal de Estados Unidos hagan disminuir la porosidad trans-
fronteriza aún más en los próximos años. Tercero, para que
surja una comunidad imaginaria transfronteriza, varias condi-
ciones tienen que cumplirse para que los residentes de Tijua-
na puedan considerarse parte de un nosotros transfronterizo,
por ejemplo, que se deje de enseñar en la escuela primaria y
secundaria mexicana que Estados Unidos se quedó con la
mitad del territorio mexicano en el siglo xix, que disminuya el
racismo antimexicano que abrazan algunas personas blancas
en San Diego, que la policía estadounidense de migración
deje de asesinar migrantes cuando ingresan sin documentos
a ese país (y así no aparezca esa noticia en las primeras planas
de los diarios de Tijuana), etcétera. En las circunstancias pre-
sentes, varias de esas condiciones no sólo no se cumplirán

26 • Tito Alegría
sino que tienden a agravarse. La expresión “vecinos distantes”
es lo que mejor describe la situación actual en esa frontera.
Pezzoli et al. (2001) presentan otra variante de la visión
transfronteriza desde el punto de vista de la planeación am-
biental urbana. Los autores se adhieren al concepto de ciudad-
región transfronteriza aplicado al par urbano San Diego-Tijua-
na, aunque no lo desarrollan. Su posición es que la planeación
de ambas ciudades debe ser conjunta porque ellas comparten
tres problemas: crecimiento urbano extensivo, infraestructu-
ras fragmentadas y desarrollo desigual. Si bien es cierto que
ambas ciudades comparten algunos problemas ambientales,
como el manejo de aguas negras, el control de la salida al mar
del río Tijuana y la polución del aire, cada uno de esos tres
problemas tienen significados diferentes en cada ciudad. Por
ejemplo, crecimiento urbano extensivo en San Diego significa
mayor contaminación del aire por el uso intensivo de trans-
porte privado, en cambio, en Tijuana eso supone problemas
de bienestar para los más pobres, quienes ocupan la periferia
generalmente con invasiones (menos áreas verdes y servicios
públicos, y una mayor distancia hacia los lugares de consumo
y empleo).

La influencia del enfoque


La visión de la metrópolis transfronteriza sustenta tam-
bién intenciones en los planes de desarrollo y de usos del
suelo de San Diego y de Tijuana.
La Asociación de Gobiernos de San Diego (San Diego As-
sociation of Governments, Sandag) considera a San Diego y
Tijuana como una región fronteriza binacional (Sandag, 2003).
En el 2002 fue fundado el Comité para Oportunidades Regio-
nales Binacionales (Committee for Binational Regional Oppor-
tunities, Cobro). Este comité sirve como un grupo de trabajo
del Comité de Fronteras de Sandag; emite recomendaciones
de acciones mediante las agencias apropiadas, y está formado
por representantes de gobiernos locales, agencias de gobier-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 27


no, negocios, academia y otras organizaciones localizadas en
ambos lados de la frontera Estados Unidos-México; además, es
el único organismo dependiente de los gobiernos locales que
atiende a la comunidad binacional (Sandag, 2003: 173). Los
aspectos considerados transfronterizos por Sandag y para
los cuales tienen una propuesta de intervención en su Plan de
2003 son: el acceso transfronterizo entre vivienda y lugar de
trabajo, transporte, energía, agua, desagüe, calidad del aire,
desarrollo económico y seguridad antiterrorista.
En Tijuana, el Instituto de Planeación Municipal, en su Pro-
grama de Desarrollo Urbano del Centro de Población de Tijua-
na, 2002-2025, considera que Tijuana y San Diego conforman
una sola región debido a que comparten problemas que re-
quieren soluciones comunes (Implan, 2002: 100). Aunque el
Implan reconoce como aspectos transfronterizos relevantes
los mismos que Sandag, los planes específicos para enfren-
tar los problemas que consideran comunes son en realidad
planes locales en cada ciudad. Los únicos planes transfronte-
rizos en marcha (agua y drenaje) son manejados por el Go-
bierno federal de México y la agencia de agua de San Diego.
Las intenciones de planeación transfronteriza que alimenta la
retórica de los planes se enfrentan a la realidad de una falta
de marco legal binacional específico y a las diferentes priori-
dades de planeación de ambas ciudades.

Visiones disidentes
Aunque no muy desarrollado ni difundido, el enfoque de
que los pares binacionales de ciudades adyacentes no forman
una unidad metropolitana ni son parte de una unidad cultural
ha tenido una defensa más bien reciente y pocos antecedentes.
Desde el punto de vista de la geografía, Arreola, en su
ensayo de 1996, critica la noción de que cada par de ciudades
vecinas de ambos lados de la frontera conformen lo que se
denomina twin communities. El autor cita a Woodcok (1957)

28 • Tito Alegría
como un antecedente de crítica a quienes ven una ciudad
transfronteriza. Para Arreola, la noción twin communities implica
que ambas comunidades han sido generadas desde una misma
semilla, y entonces, poseen características idénticas. El autor
considera falsa esta implicación que critica con los siguientes
argumentos: Primero, en la mayoría de los pares de ciudades la
fecha de fundación de una es bastante diferente de la otra. Se-
gundo, en las ciudades vecinas fundadas al mismo tiempo, las
identidades evolucionaron separadas a pesar de la proximi-
dad e interacción. Tercero, un corolario de esa noción, de que
las maquiladoras funcionan con twin plants, una a cada lado
de la frontera, es falso porque por lo general los productos
que salen de la ciudad fronteriza mexicana se dirigen direc-
tamente a los lugares de distribución de las empresas en el
interior del territorio estadounidense, lejos de la frontera. Y
cuarto, esa noción implica también que en la frontera una
tercera nación está en proceso de conformarse con la mezcla
de rasgos culturales mexicanos y estadounidenses. El autor
considera que esta última implicación –difundida en Estados
Unidos por algunos medios de comunicación, citando un
documental de la cadena de televisión pública cbs (Moyers,
1986)– es errónea porque los habitantes de la frontera mexi-
cana, por ejemplo en Tijuana, muestran impaciencia con
quienes dudan de su mexicanidad. El autor concluye que los
habitantes de las ciudades fronterizas mexicanas, aunque
influenciados por rasgos estadounidenses, mantienen una
forma particular de ser mexicano y no hay elementos que
hagan pensar que esto cambiará.
A similar conclusión arriba Vila (1999) con un análisis de
sociología cultural de las entrevistas que aplicó a los residen-
tes de Ciudad Juárez (Chihuahua) y de El Paso (Texas) en la
primera mitad de la década de los noventa del siglo pasado.
Para este autor, la forma de construir la identidad propia de
las personas es diferente entre ambos lados de la frontera.
Cambiar de un país a otro conlleva un cambio en el sistema

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 29


de clasificación y cada persona tiene un lugar en cada taxono-
mía. En el lado mexicano se recurre a la clasificación de la
identidad basada en el lugar de origen, mientras que en Esta-
dos Unidos se recurre a la clasificación basada en la etnia o
en la raza, por ejemplo, una persona de Ciudad Juárez se
siente “norteña” pero en El Paso las personas lo tratan, y debe
actuar, como mexicano (nacionalidad) o méxico-americano
(grupo étnico). Incluso los residentes de El Paso de origen
mexicano construyen la narración de su identidad diferencián-
dose de los mexicanos (nacionalidad) con criterios culturales
extraídos del discurso hegemónico prevalenciante en Estados
Unidos sobre los mexicanos, por ejemplo, los méxico-ameri-
canos consideran que los pobres de El Paso son mexicanos y
están en esa situación por pereza, pero si los pobres son
méxico-americanos, entonces eligieron voluntariamente vivir
como pobres. Con esta construcción del discurso de su iden-
tidad, los méxico-americanos intentan integrarse al “nosotros”
estadounidense alejándose del “ellos” mexicano.
En términos sociodemográficos, también se han encontra-
do diferencias entre ambos lados de la frontera. Pick et al.
(2001) hallaron diferencias entre los condados estadouniden-
ses y los municipios mexicanos colindantes. Con los datos
censales de 1990, estos autores concluyen que en 13 de los
16 indicadores demográficos y socioeconómicos estudiados,
las poblaciones de ambos lados de la frontera están aguda-
mente diferenciadas.
Desde el punto de vista de la ciencia política, Sparrow
(2001) considera que la principal razón por la que Tijuana y
San Diego no son una ciudad es que sus habitantes y sus lí-
deres no consideran que pertenecen a una sola urbe. Una
razón para esta falta de identificación es la aversión que sien-
ten mutuamente entre ambos lados de la frontera. Evidencias
de ello ocurrieron durante la década de los noventa. En el
estado de California se aprobaron varias leyes (1994: Proposi-
tion 187; 1996: Proposition 209, y 1998: Proposition 227) mo-

30 • Tito Alegría
tivadas racialmente, negativas para los inmigrantes cuya ma-
yoría es de origen mexicano. Los habitantes de San Diego
votaron a favor de estas leyes en proporción mayor que en
todo el estado. Esto es evidencia de que los habitantes de San
Diego no se sienten muy cerca de sus vecinos de Tijuana. Los
tijuanenses también tienen una mala opinión de sus vecinos
del norte. Por otra parte, considera que hay límites institucio-
nales para la gobernanza de una entidad binacional: “Una
economía globalizada es la fuerza conductora que crea la eco-
nomía regional de San Diego-Tijuana… (pero) el Estado-na-
ción está fallando en proveer estructuras o procesos para
gobernar la región metropolitana fronteriza” (p. 81). Por estas
limitaciones, el autor prefiere llamar a estas dos urbes “ciuda-
des compañeras” (companion cities) en lugar de twin cities, o
ciudad binacional: “Las relaciones interpersonales a través de
la frontera internacional son dirigidas por factores de econo-
mía, no de amistad o confianza” (p. 83).
La percepción negativa sobre los tijuanenses que tienen
los habitantes de San Diego ha sido corroborada por una
encuesta vía telefónica (kpbs/cerc, 2004). La conclusión gene-
ral del estudio es que es difícil encontrar evidencia de que
los sandieguinos conciben a Tijuana como un colaborador
en la región; en vez de ello, los residentes generalmente
desconfían del sur de la frontera. Por ejemplo, a 46 por cien-
to de los entrevistados les gustaría que la frontera fuera más
restrictiva, mientras que 30 por ciento quiere que las cosas
se mantengan como están. Las dos razones más importantes
de esta opinión son la percepción negativa sobre Tijuana y
los temores de inseguridad frente a posibles ataques terro-
ristas, 40 por ciento de los sandieguinos tiene una opinión
desfavorable sobre Tijuana y 32 por ciento están inseguros
o son neutrales. Además, la mayoría de los residentes de San
Diego no cruza la frontera regularmente: sólo uno de cada
10 sandieguinos visita Tijuana más de una o dos veces por
año.

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 31


Morfología intraurbana fronteriza

La forma urbana de las ciudades fronterizas ha sido poco es-


tudiada, y en todas las investigaciones prevalece un enfoque
de geografía urbana influenciada por la escuela de sociolo-
gía de Chicago (Alarcón, 2000; Arreola y Curtis, 1993; Herzog,
1990; Hoffman, 1983; Gildersleeve, 1978).
En estos estudios ha sido de especial importancia definir
si las ciudades fronterizas mexicanas siguen un patrón de
usos del suelo estadounidense o latinoamericano. El prototipo
estadounidense, que los autores denominan occidental, es el
modelo derivado de la Escuela de Chicago, concéntrico o con
sectores de usos del suelo, o una combinación de ambos (a la
manera de Hoyt, 1939). Toman el prototipo latinoamericano del
modelo propuesto por Griffin y Ford (1976a) y el modificado
que después propuso Ford (1996). Estos dos últimos modelos
combinan un patrón concéntrico con uno de sectores.
Todos encuentran similitudes y diferencias en la forma
urbana de ambos lados de la frontera, pero sólo Gildersleeve
concluye que las similitudes son más importantes que las di-
ferencias: “En consecuencia, en términos de los patrones de
usos del suelo, las similitudes aparentemente dominan sobre
las diferencias […] las ciudades son entonces una unidad es-
pacial y están separadas por un límite político bicultural” (Gil-
dersleeve, 1978: 338, 340).
Sin embargo, sólo los estudios más recientes (Alarcón,
Arreola y Curtis) consideran que en el tiempo, aun a pesar de
la gran interacción transfronteriza y de la influencia estado-
unidense, la forma urbana de las ciudades fronterizas mexica-
nas se mantendrá más parecida a la del resto de las ciudades
de su propio país que a aquéllas de Estados Unidos. Hoffman
propone que la forma urbana de las ciudades fronterizas
mexicanas incluirá rasgos de aquéllas de Estados Unidos
pero terminará constituyendo un patrón hacia el cual evolu-
cionarán las ciudades de América Latina. Los dos autores

32 • Tito Alegría
restantes (Herzog, Gildersleeve) consideran que las ciudades
fronterizas mexicanas terminarán pareciéndose e integrándo-
se con su vecina estadounidense.
Para Gildersleeve, la integración de los usos del suelo en-
tre las ciudades de ambos lados de la frontera ocurrirá debido
a la creciente interacción económica y cultural transfronteri-
za. Para Herzog, ese es un proceso propio de la globalización
liderado por las empresas trasnacionales que, al realizar sus
inversiones, homogeneizan el paisaje urbano mexicano y lo
hacen similar al estadounidense.
Hay muchas observaciones que pueden hacerse a estos
estudios. De manera más general, se puede criticar el uso de
los modelos derivados de la Escuela de Chicago por la mane-
ra subjetiva en que son construidos y por su poca utilidad
como instrumento analítico. Debido a que los modelos son
abstracciones de la realidad, los investigadores han variado
en su elección de cuáles usos del suelo deben ser incluidos.
No hay una regla para elaborar los modelos, de manera que
dos modelos para una misma ciudad en un momento en el
tiempo pueden diferir entre autores. También puede haber
diferencias entre modelos de dos épocas desarrollados por un
mismo autor, sea porque la ciudad cambió o porque el autor
modificó su percepción sobre la importancia del uso del suelo
en la ciudad. En cualquier caso, esta subjetividad impide la
comparación de modelos de una misma ciudad. Crowley
(1998), al criticar el modelo de Ford, resaltaba que en su nue-
vo (segundo) modelo incluía un anillo vial periférico que no
aparecía en el primero; pero esas vialidades ya existían en la
década de los años setenta en muchas ciudades latinoameri-
canas, cuando hizo su primer modelo.
Por otra parte, los modelos son construidos con la inten-
ción de expresar el uso predominante de cada zona de la
ciudad. Los autores toman sin reglas claras la decisión de cuál
uso es predominante. El problema mayor en este punto es
que cada zona de la ciudad generalmente contiene un conjun-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 33


to de actividades, pero es representada sólo por una de ellas.
Para ser más objetivos, los modelos tendrían que reproducir
esta mezcla de usos del suelo, pero ello haría poco compren-
sible el modelo.
Este tipo de modelos, además de estar limitado por esta
restricción expresiva, en la actualidad tiene una debilidad ana-
lítica. La homogeneidad del uso del suelo con que cada zona
es expresada es una herencia instrumental de los modelos de
la Escuela de Chicago. En esos modelos iniciales (por ejemplo,
el de Burguess, 1925) –construidos desde la perspectiva de la
ecología social–, la morfología urbana, o asignación de usos del
suelo, era el resultado de procesos de cooperación competitiva
entre los actores urbanos fundamentales. Los actores sociales
del mismo tipo terminaban ocupando una zona de la ciudad
como consecuencia de las condiciones en que participaban de
esos procesos, y hacían homogénea la zona. Los modelos más
recientes ya no utilizan a la ecología social como sustento teó-
rico. Al no precisar una concepción de estructuración social,
no definen a los actores que luchan por una localización den-
tro de la ciudad ni las condiciones en que lo hacen. Esta es la
razón por la que los nuevos modelos son inútiles en términos
analíticos.
Además de estas observaciones generales, a los modelos
morfológicos de las ciudades fronterizas se les puede criticar
en términos epistemológicos. Dentro de los modelos que au-
guran una metrópolis transfronteriza, entre las grandes fuer-
zas generadoras de la integración morfológica de ambos lados
de la frontera, por ejemplo la globalización (macro), y el orden
que toman los usos del suelo (forma urbana), no hay un me-
canismo explícito de generación de usos del suelo (micro). En
esos modelos, la localización, el tamaño y la intensidad de los
usos del suelo no tienen una explicación que surja del com-
portamiento de los actores locales. Es decir, esos modelos no
están basados en una teoría que indique cuáles son los acto-
res locales relevantes, cuáles son sus objetivos de acción que

34 • Tito Alegría
afectan su localización, cuáles son sus restricciones y cuál es
el medio o el orden dentro del cual actúan. Los usos del suelo
no tienen un correspondiente actor social y por ello no hay
una explicación del orden final de esos usos. Conforme al
criterio de Herzog, por ejemplo, los actores locales son sujetos
pasivos que son arrastrados por las corrientes de los flujos de
inversión, consumo, turismo, etcétera. Los actores locales y
globales terminan en alguna localización, con cierta intensi-
dad y extensión, sin explicar las razones por las que terminan
con ese arreglo espacial.

Dos dimensiones de la segregación espacial:


localización y diferenciación

Un componente fundamental de la estructura urbana es la


segregación socioespacial. Esta investigación comparativa
entre Tijuana y San Diego propone una conceptualización y
una metodología de la segregación diferentes a las existentes
en la literatura, pero basadas en las ideas que por décadas se
han desarrollado sobre este componente de la estructura ur-
bana. La literatura aquí revisada es una selección de trabajos
que, en sintonía con el objetivo de esta investigación, son
ejemplo, según el autor de este libro, de cómo se ha entendido
la segregación.
El interés por el despliegue espacial de las diferencias
sociales experimentadas dentro de las ciudades data de la
época de la Revolución Industrial en Europa, en el siglo xix,
cuando en las ciudades se evidenciaba la concentración de
barrios obreros míseros alrededor de las zonas ocupadas por
la naciente industria. Sin embargo, sólo a partir de los años
veinte del siglo pasado se inicia la formalización de interpre-
taciones de la conformación de zonas urbanas socialmente
diferentes. Cada vez, esas interpretaciones han tomado la
forma de esfuerzos analíticos para relacionar la estructura

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 35


espacial y la social. De hecho, una parte importante de la his-
toria de lo que ahora se llama sociología urbana ha sido la
historia del empeño para relacionar dichas estructuras.
En esa historia, la conceptualización de la segregación ha
tomado diversas formas. Sin considerar los estudios de segre-
gación territorial en las horas diurnas, desarrollada por geógra-
fos urbanos (Peach, 1975), la segregación ha sido definida en la
sociología urbana como segregación residencial. Según esta
definición común en todas las corrientes sociológicas, la se-
gregación urbana se ha conceptualizado como una condición
de exclusión territorial de los diferentes grupos sociales, y se
han buscado las razones de la segregación en la estructura
social, sea como causa fundamental o como mediación de las
causas económicas. Sin embargo, no más características son
comunes entre los estudios de la segregación residencial. La
primera gran diferencia entre ellos radica en la percepción del
contenido mismo de la segregación. Por un lado, están los que
conciben la segregación como la exclusión espacial de algu-
nos grupos sociales con respecto a los recursos urbanos, y
por otro, los que la conciben como la exclusión espacial entre
grupos sociales. Al primer tipo de concepción se le puede
definir como segregación por localización, y al segundo, como
segregación por diferenciación. En términos metodológicos, y
en forma simplificada, al primer grupo se le puede atribuir un
interés por la segregación entre zonas, y al segundo, un interés
dentro de zonas, siendo ambos intereses correspondientes a
las dos dimensiones de la segregación residencial. Ambos ti-
pos de segregación suceden en la realidad. Considerando los
balances hechos de la sociología urbana (Saunders, 1984;
Bettin, 1982; Lezama, 1993; Stren, 1995), es posible proponer
la hipótesis de que la predominancia de un tipo de concepción
sobre el otro en los estudios sociológicos ha dependido de
cuándo y dónde, uno u otro tipo de segregación, ha sido con-
siderado un problema social urbano importante. La concep-
ción de segregación por localización ha sido predominante en

36 • Tito Alegría
situaciones urbanas de gran –e institucionalmente poco con-
trolado– crecimiento, de extrema pobreza, y/o de conflicto
social debido a la marginación causada por diferencias socia-
les, migratorias o étnicas. Ejemplo de ello fueron varios estu-
dios sociológicos de la Escuela de Chicago (en los años veinte
y treinta del siglo pasado), de los ingleses en los años setenta,
los sudamericanos en los sesenta y setenta, y los estadouni-
denses desde los ochenta a la fecha. La concepción de segre-
gación por diferenciación ha sido predominante en condiciones
de expansión económica, institucionalmente controlada, y de
conflictos de integración social entre los grupos diferenciados
por raza o clase social. Ejemplo de ello han sido los estudios
desarrollados desde los años cuarenta en Estados Unidos y
recientemente en Sudamérica.
La visión de ecología humana de la Escuela de Chicago
de los años veinte y treinta del siglo pasado ha sido la única
corriente teórica que combinó ambas concepciones de la se-
gregación. Aunque hubo matices diversos, la segregación fue
considerada como un proceso resultado inevitable de la com-
petencia biótica que opera en dos escalas, interindividual e
intercomunitaria, y del control de esta competencia –aunque
no anulación ni modificación– por parte de la cultura o moral
que actúa en la escala de toda la sociedad. En el proceso de
crecimiento de la ciudad, la cooperación competitiva (concep-
to que mezcla la división del trabajo de Durkheim y la lucha
entre las especies de Darwin), mediada por la cultura, produ-
ce que los grupos más aptos para la competencia ocupen los
lugares más ventajosos y de esta manera esos grupos termi-
nan segregados espacialmente (Park, 1936). El proceso de
sucesión (un grupo ocupa la zona que otro deja) es el medio
por el cual los grupos se distribuyen espacialmente cuando la
ciudad crece. Siendo las zonas centrales de las ciudades los
lugares con más ventajas, estas áreas son tomadas por las
actividades con más capacidad para ocuparlas: las económi-
cas. El centro (y sus actividades) organiza de manera círculo-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 37


concéntrica a las comunidades de acuerdo con sus posibilida-
des de adaptación al medio urbano, es decir, de su capacidad
para pagar los precios del suelo (McKenzie, 1988, reimpreso
de su trabajo de 1926). La segregación ofrece a los grupos –re-
sidenciales y por actividad, así como a los individuos que los
integran– un lugar y un rol en la organización de la vida urba-
na (Burgess, 1988, reimpreso de su trabajo de 1925).
Como producto de la cooperación competitiva, se produce
una separación espacial entre comunidades, un primer tipo de
segregación. Al mismo tiempo, por el propio proceso de compe-
tencia cooperativa, los grupos más aptos ocupan mejores
posiciones espaciales, produciéndose un segundo tipo de se-
gregación: segregación de los grupos menos aptos respecto de
las ventajas urbanas localizadas. De esta manera, la distancia
social entre los grupos o comunidades debería ser concomitante
con la distancia espacial entre ellos –distancia entre sus residen-
cias– (Park, 1975), tanto como la distancia de los grupos sociales
a los lugares ventajosos de la ciudad debería ser concomitante
de manera inversa con la aptitud de los grupos sociales.
Esta visión de la segregación de la Escuela de Chicago
–y toda su concepción biótica– ha sido criticada por sus impli-
caciones a favor del statu quo, y por asignar a los individuos
su propia culpa de sus desventajas en la sociedad, entre otras
críticas de carácter metodológico (Carter, 1983). Estando de
acuerdo con estas críticas a esa Escuela, que comprometen la
interpretación de las prácticas sociales, aún queda intacta su
herencia precursora en la especificación de las dos dimensio-
nes de la segregación socioespacial urbana. A continuación se
presentan algunos ejemplos de las principales variantes den-
tro estas dos concepciones (dimensiones) de la segregación.

Segregación por localización

De manera general, este tipo de segregación es la condición


de exclusión social y espacial respecto de las ventajas urba-

38 • Tito Alegría
nas. De acuerdo con el contexto en que se desarrollaron los
estudios de esa exclusión, a estos últimos se les puede dividir
en dos grupos. El primero, que surge en Sudamérica en los
años sesenta y setenta subrayó el dualismo social, asociado a
la economía del subdesarrollo, como generador de la segrega-
ción –o marginación– social y espacial dentro de la ciudad. El
segundo, surgido en Inglaterra en los años setenta, hace hin-
capié en el distanciamiento –o segregación– espacial de algu-
nos grupos sociales respecto de los recursos urbanos como
resultado de la oferta localizada de vivienda y como una con-
dición de la redistribución regresiva del producto social en el
capitalismo.
Durante los años sesenta y setenta en Sudamérica, las
grandes ciudades recibieron migraciones como nunca antes
en la historia. Aunque la industria sustitutiva de importacio-
nes creció, el número de migrantes se incrementó a un ritmo
mayor, y la mayoría de ellos no pudo acomodarse dentro de
ese sector industrial. Entre los que no lograron entrar a la
industria, los más afortunados se incorporaron al sector ter-
ciario en ocupaciones de bajo salario. Los menos afortunados,
la mayoría, sólo pudieron ser subempleados o desempleados.
Muchas de estas personas ocuparon lo que después se llamó
sector informal. Debido a su gran crecimiento demográfico, y
a su nula capacidad para obtener una vivienda mediante el
mercado, la mayoría de estas personas tomó por asalto exten-
sas zonas periféricas de las ciudades para conseguir un lugar
donde vivir. A estos individuos se les llamó sector social mar-
ginal, y a las zonas donde vivían, barrios marginales, caracte-
rizados por la ausencia de infraestructura urbana, de centros
de servicios y de empleos.
Dentro del análisis urbano, se concibió a esos barrios
como segregados espacialmente de las ventajas urbanas, y a
las personas que los habitaban como marginadas de los sec-
tores económicos y sociales líderes. Su marginación social y
económica los segregaba espacialmente.

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 39


Este enfoque de marginalidad urbana interpretó la segre-
gación como una condición de exclusión, y ello fue común
tanto para la vertiente funcionalista (Germani, 1988) como
para la neomarxista en su versión dependentista (Quijano,
1988). Dentro de la corriente funcionalista, la condición de
exclusión de los grupos marginales tiene lugar con respecto a
las ventajas del sector moderno (económico y social) de la
ciudad. Esta falta de integración estructural a la modernidad,
principalmente de los migrantes, se materializa también como
segregación espacial en relación con las ventajas urbanas
modernas (infraestructura, servicios públicos, etcétera). El
proyecto político implícito proponía la integración de los mar-
ginados a la modernidad.
Para los dependentistas, las personas marginadas son
excluidas del sector económico-social-político dominante y
formal (“núcleo hegemónico”). Este sector basa sus ventajas
locales en su relación con los flujos de inversión trasnacional.
Al no poder acceder a las ventajas monopolizadas por el sector
dominante, los marginados tienen que habitar en los barrios
con mayores déficits urbanos. La propuesta política consistía
en eliminar la dominación para destruir las razones de la se-
gregación urbana.
En ambas versiones, la segregación social era conceptua-
lizada como marginalidad social, y se desplegaba en el territo-
rio urbano en los centros y en los bordes. Al llamar a estos
últimos “cinturones de miseria”, se hacía idéntica, de manera
implícita, la situación de marginalidad social con la localiza-
ción marginal en el espacio urbano. En la misma línea de
pensamiento, las personas participantes de los sectores mo-
dernos no eran marginales y por ende no estaban segregadas.
De esta manera, la localización, en tanto un sistema económi-
co de asignación de usos residenciales del suelo, no tuvo un
estatus autónomo con respecto a los mecanismos de segrega-
ción entre clases sociales. La ubicación de las personas den-
tro de la estructura económica determinaba sus ubicaciones

40 • Tito Alegría
sociales y ambas, la localización espacial. En este esquema,
no había posibilidad para la modificación de la estructura ur-
bana debido a las iniciativas de los agentes basadas en sus
propias y multidimensionales características y preferencias
de localización. El cambio de la estructura urbana no se regi-
ría por una disputa por las localizaciones sino por el acceso a
los sectores privilegiados –no marginales– de la estructura
social y económica.
El segundo grupo de estudios de la segregación por loca-
lización surgió a principios de los años setenta en Inglaterra.
Su objetivo fue estudiar las condiciones espaciales urbanas
dentro de la sociedad en su conjunto que crea esas condicio-
nes. Desde esta perspectiva, la ciudad está compuesta por
sistemas distributivos de recompensas, los cuales tienen el
espacio como un componente significativo.
En la versión neoweberiana de este segundo grupo, las
posibilidades de vida individuales son afectadas por el acce-
so relativo a recursos directos, así como indirectos, de ingreso
(Pahl, 1975). Los que viven cerca de sus trabajos, de centros
de servicios y de recreación tienen mayores ventajas que
aquellos que residen lejos. Los segundos deberán gastar
más que los primeros para obtener los mismos recursos
urbanos, aun si ambos reciben el mismo salario. La distribu-
ción espacial de los recursos urbanos y de las viviendas ocurre
mediante dos mecanismos: el de mercado y el institucional.
Debido a que los recursos urbanos son escasos, no están dis-
tribuidos uniformemente en la ciudad sino de manera desigual.
El patrón de localización de recursos y viviendas constituye
una restricción para los individuos, y opera sobre y de manera
independiente de las restricciones impuestas por la jerarquía
social asociada al ámbito del trabajo. En el intento por conse-
guir una localización residencial ventajosa en su relación espa-
cial con los recursos (por medio del mercado o de institucio-
nes), las personas de la base de la jerarquía social sólo obtendrán
las ubicaciones con menos ventajas. Esta disputa por los recur-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 41


sos escasos localizados es la fuente de los conflictos urba-
nos, pero también de la segregación residencial con respecto
a los recursos. Dicha segregación es un producto inevitable
de los mecanismos distributivos de los recursos y viviendas
en el espacio urbano y afecta negativamente a los grupos
que en la distribución social del ingreso están en la base de la
pirámide social, porque la redistribución regresiva del ingre-
so, producto de esa segregación espacial, profundiza sus ma-
las condiciones de vida.
Dentro de la vertiente neomarxista inglesa, también se ha
considerado la localización como una condición de segrega-
ción que hace regresiva la redistribución del ingreso. Sin em-
bargo, ambos tipos de segregación aparecen relacionados,
siendo la segregación entre grupos teóricamente anterior a la
segregación por localización. Ambos tipos de segregación re-
sultan del ejercicio del poder de la clase dominante sobre los
mecanismos del mercado inmobiliario para obtener ganancias
y asegurar la reproducción del sistema (Harvey, 1979). La di-
námica de la urbanización responde a la lógica del sector finan-
ciero y del gobierno; es mediada por los especuladores-pro-
motores y especuladores-terratenientes en la búsqueda de las
rentas del suelo. La extracción de la renta de la tierra urbana
–que ocurre dentro del proceso de consumo– es la fuente de
los problemas y conflictos en comunidades o barrios. En el
desenvolvimiento de los conflictos, los habitantes de un barrio
adquieren conciencia de sí como una comunidad diferenciada
de las demás. Así, la disputa por la renta del suelo produce
una diferenciación-segregación para sí entre grupos sociales.
En otro nivel de análisis, al producir nuevos modos de consu-
mo y nuevas carencias y necesidades, el proceso de urbaniza-
ción genera, de manera concomitante, nuevos grupos por
distribución del ingreso o clases de consumo. Estos segmen-
tos sociales conformados de manera multidimensional pue-
den cristalizar en comunidades diferenciadas dentro de la
estructura urbana. De este modo, la distribución del ingreso

42 • Tito Alegría
produce una diferenciación-segregación en sí entre grupos
sociales. La segregación entre grupos es el resultado espacial
de la cristalización de diversas comunidades; en cambio, las
localizaciones de estas comunidades responden a los meca-
nismos del mercado inmobiliario (en la esfera del consumo)
modulados por la lógica del sector financiero y el gobierno e
impulsados por el interés del capital inmobiliario ante la diver-
sidad de carencias y necesidades de las comunidades. Los in-
dividuos pueden saltar de un grupo social a otro o entre comu-
nidades, pero su acción no modifica el mecanismo de
generación de las comunidades y de la segregación. En este
enfoque, aunque se propone una interpretación para ambos
tipos de segregación (por localización y por diferenciación), no
se desarrolla la relación entre ambos.
Harvey (1979) propone dos tipos de medios en los que la
segregación espacial entre las viviendas y los recursos gene-
ran efectos regresivos en la redistribución del ingreso: la ac-
cesibilidad y la proximidad. El primero se manifiesta como
precios de la accesibilidad, y el segundo, como costos de la
proximidad a los recursos urbanos. El precio de la accesibili-
dad se refiere a los inconvenientes que hay que salvar para
acceder a las oportunidades y zonas de empleo y al equipa-
miento y servicios locales. Estos precios varían con el tiempo
y la distancia que hay que utilizar para conseguir esas facili-
dades urbanas; varían también con el conocimiento de las
posibilidades de elección y con las aptitudes para consumirlas
y el interés para hacerlo. El costo de la proximidad, en cambio,
se deriva de las externalidades negativas que surgen del hecho
de estar localizados en el espacio urbano junto a alguna acti-
vidad que produce deterioro a las condiciones de vida.
Los principales precios de la accesibilidad se verifican en
su mayoría en dos tipos de subsistemas espaciales: en el sis-
tema empleo-transporte-vivienda y en el vivienda-servicios.
La racionalidad del consumidor para localizar la vivienda cer-
ca del lugar de empleo no siempre se materializa debido a las

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 43


limitaciones que impone el mercado inmobiliario. Estas limi-
taciones se imponen principalmente a la población de bajos
ingresos, para quienes la elasticidad-ingreso de la oferta de
vivienda es mínima.
El subsistema vivienda-servicios organiza la relación en-
tre los hogares y los servicios y recreación. Los servicios sólo
aparecen en algunas partes de la ciudad debido a que son
recursos escasos. Los barrios habitados por personas de ba-
jos ingresos son los que menos cuentan con estos servicios,
de manera que los efectos redistributivos son regresivos, lo
cual encarece habitar la ciudad para la gente que recibe sala-
rios menores. La mayor parte de los servicios mencionados
son proveídos por el sector público; esto hace que la disputa
por esos recursos escasos entre los diversos grupos sociales
se desarrolle también en el espacio político, y que la localiza-
ción resultante de los servicios exprese la diferencia de poder
entre los grupos en disputa para influir en la toma de decisio-
nes públicas.
Por su parte, los costos de la proximidad o externalidades
negativas se generan fuera del mercado, pero se manifiestan al
modificar los costos sobre las actividades cotidianas y sobre la
valoración de las propiedades. El primero se refiere al costo
generado por la polución de todo tipo. El segundo, el costo so-
bre el valor de la propiedad, se produce debido a las acciones
de otros agentes y a cambios en la infraestructura urbana.
Tanto el precio de la accesibilidad como el costo de la
proximidad afectan más a las zonas habitadas por personas
de bajos ingresos; para ellos, habitar en la ciudad es más caro.
Este efecto redistributivo regresivo ahonda la condición de
segregación de las personas de la base de la jerarquía social
respecto de los recursos.
Los autores neoweberianos estudiaron principalmente la
asignación espacial de la vivienda dentro del mecanismo ins-
titucional. Los neomarxistas lo hicieron sobre los mecanis-
mos político-económicos. Quedó pendiente el estudio de los

44 • Tito Alegría
mecanismos de asignación espacial de los empleos, la infraes-
tructura y los subcentros terciarios (comercio y servicios). El
estudio del mecanismo institucional de asignación espacial
requiere un enfoque de política urbana. El estudio del meca-
nismo de mercado sólo puede realizarse desde una perspec-
tiva que aborde la lógica de localización intraurbana de las
diferentes actividades urbanas. Es obvio que el enfoque re-
querido se aparta de lo que ha sido la práctica de la sociología
urbana, lo que evidencia, una vez más, la necesidad de enfo-
ques multidisciplinarios en el análisis de este tipo de segrega-
ción social por localización.
En Estados Unidos también se desarrolló una variante del
análisis de la segregación por localización. Teniendo como eje
conceptual la relación entre usos del suelo y transporte, y con
una perspectiva de economía urbana, se desarrolló en ese
país desde los años sesenta un campo de investigación que se
denominó la “hipótesis del desencuentro espacial” (spatial
mismatch hypothesis), iniciada por Kain (1968). En su versión
inicial, esta hipótesis intenta explicar el persistente alto des-
empleo de las personas de raza negra que viven en las zonas
centrales de las ciudades. La explicación de este problema la
sitúa en la relocalización del empleo desde el centro hacia
los suburbios y la fijación residencial de los negros en las zonas
centrales. Los negros no pueden adquirir residencias en
la periferia, cerca de los nuevos lugares de empleo, debido
a la discriminación racial en el mercado de la vivienda, lo
que explica la segregación entre residencia y empleo. Debido
a la distancia hacia las zonas crecientes en trabajo, los negros
terminan buscando empleo en las zonas centrales, áreas que
pierden empleos. Esta hipótesis se ha desarrollado de manera
extensa en la literatura a lo largo de cuatro décadas, incluyen-
do la explicación del mayor precio de la vivienda para los ne-
gros dentro de los guetos, y el desencuentro espacial entre las
personas y los empleos cuando se consideran entrenamiento
laboral, ocupación y escolaridad; se ha concluido que los más

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 45


afectados son los negros, pero también jóvenes y adultos ma-
yores de todas las razas (Kain, 2004; Ihlanfeldt y Sjoquist, 1998;
Dworak-Fisher, 2004; Weinberg, 2000).
Además, en Estados Unidos se ha estudiado un aspecto
relacionado con la segregación por localización dentro de las
ciudades referente a los efectos negativos de la localización de
los grupos de ingreso sobre los precios de los bienes de consu-
mo final y el precio de la accesibilidad. Con respecto a la diferen-
cia de los precios de bienes de consumo final entre zonas, en
una investigación sobre 184 ciudades de Estados Unidos, se
encontró que, en las zonas centrales, el precio aumenta cuan-
do hay mayor proporción de pobres y menor proporción de
personas de ingresos medios. La interpretación de este fenó-
meno es que, en los barrios pobres (centrales), las personas
gastan menos en la búsqueda de mejores precios (Frankel y
Gould, 2001). A similar conclusión llegó un estudio anterior so-
bre 10 áreas metropolitanas censales (MacDonald y Nelson,
1991). Con respecto a la accesibilidad, en un estudio sobre
Chicago se encontró que los residentes de los barrios pobres
tenían que recorrer dos millas más que aquéllos de los barrios
no pobres para consumir en el mismo tipo de establecimiento,
como supermercados, bancos o farmacias (Alwitt y Donley,
1997). Aunque este tema fue algo estudiado en los años setenta
en Estados Unidos, recientemente ha resurgido en la literatura.
Tanto el enfoque del spatial mismatch hypothesis como el
de los precios de la accesibilidad al consumo fueron usados
en diversos estudios como consecuencia de la lucha por los
derechos civiles en Estados Unidos en la década de los sesen-
ta y setenta, tuvieron su decadencia en la época Reagan-Bush,
y recobraron su auge en los años noventa después de los
disturbios sociales de Los Ángeles y por la persistencia de la
pobreza y aislamiento espacial de los negros (Kain, 2004).
Ambos enfoques son similares con el punto de vista de los
ingleses de hace tres décadas (Pahl, Harvey), pero aparente-
mente sin relación intelectual entre ellos.

46 • Tito Alegría
Segregación por diferenciación

La condición de segregación espacial entre grupos sociales ha


sido un tema privilegiado de la sociología urbana en Estados
Unidos, el cual ha estado orientado a esclarecer los obstácu-
los a la integración social (Peach, 1975). La Escuela de Chica-
go inició esta tradición sociológica y postuló que la ciudad
estaba integrada por comunidades, las cuales eran unidades
territoriales con relativa homogeneidad social interna alta y
heterogeneidad alta entre ellas. Como ya se vio, para esta Es-
cuela la segregación es un proceso que acompaña al creci-
miento urbano y que se materializa como segregación espa-
cial tanto entre comunidades como con respecto al centro
dominante de la ciudad.
Los estudios efectuados dentro del marco de las ideas de la
ecología humana evolucionaron hasta generar dos campos de
estudio diferentes. El primero se centró en el estudio de comu-
nidades con un enfoque antropológico. El segundo dejó de lado
la explicación biótica y cultural, y desarrolló el estudio de los
sistemas sociales con un enfoque funcionalista mediante mé-
todos estadísticos multivariados (Saunders, 1984). Desde esta
perspectiva, la segregación social fue considerada una dife-
renciación espacial de los grupos sociales de acuerdo con la
dominancia funcional entre el conjunto de grupos residencia-
les (según la jerarquía de estatus o de ingreso) y grupos eco-
nómicos. Sin embargo, la diferenciación espacial ya no era un
tema fundamental de estudio, más bien recalcaron la diferen-
ciación funcional (Hawley, 1950). A diferencia de los primeros
estudios de la Escuela de Chicago, la segregación por localiza-
ción ya no era propuesta con respecto al centro principal sino
a las funciones dominantes (key functions) de la ciudad, aun-
que generalmente estas funciones ocupan los lugares más
centrales. En vez de destacar la competencia biótica como
proceso básico en la formación de las comunidades dentro de
la ciudad, hacen hincapié en la interdependencia.

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 47


Aunque dentro de la misma corriente paradigmática, los
estudios de los Duncan sobre la relación entre estratificación
social y distribución espacial dieron paso a una reformulada
perspectiva de la segregación al relacionar la visión ecológica
de la ciudad con la concepción weberiana de clases sociales
(Duncan y Duncan, 1955b). Esto fue el punto de partida del tra-
tamiento separado (conceptual y metodológico) de la segrega-
ción por diferenciación, aparte de los estudios de la segregación
por localización a los cuales se les prestó menos atención. La
segregación urbana se concibió como la distancia espacial
entre los grupos sociales y como un proceso opuesto a la inte-
gración social. Para medir esa distancia se propuso el índice de
desemejanza (dissimilarity index), un instrumento que mide la
proporción en que no se parece la distribución de un grupo
social respecto a la distribución de otro, a lo largo de unida-
des geográfica de análisis (ageb o census tracts). El índice de
segregación es similar, con la única diferencia de que el gru-
po de comparación es toda la población trabajadora restante
y no un solo grupo. El cálculo de este último índice produce
un valor de la segregación de la ciudad, que representa el
porcentaje del total de miembros de un grupo social que ha-
bría que cambiar de localización para que su distribución sea
similar a la del resto de la población trabajadora con la cual
se compara (Duncan y Duncan, 1955a). La sencillez de su
estimación para comprenderlo lo han convertido en el eje
metodológico de los estudios de la segregación en las últimas
décadas, sea para aplicarlo, compararlo o criticarlo (Cadwa-
llader, 1985; Wong, 1993; Farley, 1984; Smith, 1991). Paradó-
jicamente, este índice no mide ningún tipo de distancia, tan
sólo expresa la proporción promedio en que dos distribucio-
nes no se parecen. Además de las usuales, y menores, críti-
cas a índices cuya unidad de agregación es geográfica (los
cambios de extensión modifican el valor del índice), este índi-
ce es unidimensional, sin ninguna referencia a un espacio
bidimencional. Peor aún es que este índice no revela nada

48 • Tito Alegría
sobre la composición social de cualquier barrio (o ageb) den-
tro de la ciudad, y es inútil para comparar barrios o calcular
los cambios de algún barrio en el tiempo.
Aunque el trabajo de los Duncan estuvo orientado princi-
palmente a explicar la segregación residencial –o falta de inte-
gración espacial– de los grupos ocupacionales, sus resultados
les permitieron concluir lo importante que es considerar por
separado clase y estatus (en el sentido weberiano) en el aná-
lisis para entender la segregación (Duncan y Duncan, 1955b).
Sin embargo, nunca llevaron a cabo la tarea de analizar por
separado esas dos características en el espacio. Para Weber,
clase es tan sólo una idea usada en el análisis sociológico o
una idea con la cual los grupos de individuos, quienes más
o menos comparten oportunidades de vida comunes, orientan
sus acciones (Weber, 1968; Saunders, 1984). En esta concep-
ción, hay muchas formas de seccionar a la sociedad y todas
se basan en las capacidades de las personas para participar
en el mercado. Las clasificaciones más relevantes constituyen
las clases comerciales y las de propietarios. Las personas
pertenecen a una misma clase –en cualquiera de esas clasifi-
caciones– cuando tienen oportunidades de vida similares. Sin
embargo, la práctica de consumo específica es lo que forma a
los diferentes grupos de estatus. Las clases no están relacio-
nadas entre sí, sólo están posicionadas en un nivel de la jerar-
quía basada en la capacidad del grupo y sus individuos para
consumir en el mercado, pero sin que haya jerarquía entre las
clases (para Weber, la dominación de un grupo sobre otro no
es un asunto social sino de la política, y en la jerarquía de
estatus sólo cuenta el prestigio, el cual surge del consumo,
Saunders, 1984).
La ambigüedad weberiana para designar la palabra clase,
y su confusión con el concepto de estatus, ha hecho que des-
de el trabajo de los Duncan se haya usado una clasificación de
grupos sociales verificable con los instrumentos de análisis en
el estudio de la segregación urbana de inspiración weberiana:

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 49


la clasificación basada en la categoría profesional como medi-
da de clase social. En los hechos, la práctica sociológica equi-
paró segregación urbana con la separación espacial entre
grupos profesionales. Hay tres supuestos implícitos en esta
perspectiva. Primero, en tanto el proyecto científico de estos
estudios de la segregación era definir los obstáculos a la inte-
gración social, y como la segregación es medida como la sepa-
ración física entre grupos profesionales, entonces los grupos
profesionales diferentes sí pueden, y deben, formar comunida-
des o barrios integrados. Sin este supuesto normativo, a la
segregación (con base territorial) no se le podría considerar un
problema social, ni que tiene un estatuto teórico diferente que
la división social aespacial del conjunto de la sociedad. Este
supuesto normativo ha sido comprobado en estudios recientes
que han mostrado cómo la división espacial entre grupos
convierte en problemática la división social (Massey y Den-
ton, 1996). En la situación actual, ello nos lleva a la cuestión
de cómo opera la restricción territorial sobre la división so-
cial, como generador de comunidades o barrios en la etapa de
la globalización, cuestión que aún no tiene respuesta. Sin em-
bargo, esta última podría ser abordada al preguntar si el pro-
ceso de globalización genera más homogeneidad en las prácti-
cas sociales, y sus interpretaciones, entre los grupos sociales
urbanos. Para unos autores, la respuesta a esta cuestión es
ambivalente (Dear y Flusty, 1998).
El segundo supuesto es que la ocupación es una buena
medida del mercado laboral y de bienes, y por consiguiente,
del mercado de la vivienda. La distancia espacial de las ocu-
paciones sería una consecuencia de la competencia económi-
ca por un lugar en el espacio residencial, es decir, una conse-
cuencia de “su mano invisible”. Se podría inferir la magnitud
de la diferencia espacial resultante por el diferencial de ingre-
so entre las categorías ocupacionales. Sin embargo, como
muchos estudios han demostrado, la ocupación es sólo uno
de los determinantes, y no siempre el más importante, del

50 • Tito Alegría
diferencial de ingreso, al lado de las diferencias por educa-
ción, edad, etnia, género, sector económico (Berndt, 1996;
Séller, 1987; Ihlanfeldt, 1992) y por clase social en el sentido
marxista de posición en el sistema productivo (Wright, 1979).
Estos estudios harían cuestionable el uso de la clase ocupacio-
nal (siguiendo a Weber) como la variable que le da contenido a
la segregación por diferenciación, quedando sólo el estatus
como generador de la segregación. Si esto es cierto, cabría
concluir que la gente se diferencia en el territorio –además de
su capacidad de consumo– como una forma más de distinción
social al apropiarse de símbolos de estatus. Sin embargo, esta
visión estética de la segregación es incompatible con la forma
en que la gente legitima sus símbolos: el estatus es más un
resultado que la causa de la distinción (Bourdieu, 1990).
Considerando estos dos primeros supuestos, podemos
adelantar la conclusión de que el modelo de segregación por
diferenciación neoweberiana ha mostrado el resultado de
procesos socioespaciales subyacentes, pero sin presentar
claramente esos procesos ni su peso relativo en la generación
de la segregación residencial.
El tercer supuesto en esta visión consiste en que, para
todos los grupos profesionales, opera el mismo mecanismo de
diferenciación en el espacio. Este supuesto fue puesto en duda
muy pronto dentro de los análisis de la segregación. En el
estudio de Feldman y Tilly (1975, reimpreso de 1960), se esta-
bleció que la distribución espacial del conjunto de las catego-
rías ocupacionales es determinada principalmente por la edu-
cación y también, y en menor medida, por el ingreso. La
conclusión más importante aquí fue que la educación es más
eficaz para explicar la distribución espacial de los trabajadores
de cuello blanco (oficinistas), mientras que el ingreso es más
poderoso en la distribución de los de cuello azul (obreros).
Estos resultados nos indican que no hay un solo mecanismo
diferenciador en el espacio, y que podría haber más de dos;
pero sobre todo, nos muestra que las razones de la diferencia-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 51


ción espacial son diferentes en los extremos de la escala so-
cial: entre las élites, que son los que más pueden autosegre-
garse, es determinante la esfera cultural, mientras que en las
clases bajas, que son obligadas a permanecer segregadas, es
más importante la esfera económica. Parecería que la raciona-
lidad económica en la elección residencial interviene más
cuando menos recursos se tienen.
Paralelamente al estudio de la segregación por diferencia-
ción de las clases profesionales en Estados Unidos, se desarro-
llaron estudios de la segregación por raza. La mayor parte de
las investigaciones se concentraron en las diferencias entre
negros y blancos, y en menor medida, y sólo recientemente,
entre las otras etnias. Estos estudios fueron impulsados por
la lucha de los derechos civiles durante los años sesenta. En
general, se consideró que el aumento del racismo laboral y
residencial estaba relacionado con la mayor integración de los
negros en los mercados laborales. El incremento de la discri-
minación racial se explicó desde la perspectiva sociocultural
(Pitt-Rivers, 1987) y de clase (Wilson, 1987). La entrada en el
mercado laboral urbano de cada vez más negros desde finales
del siglo xix borraba los roles sociales tradicionales entre blan-
cos y negros. Para legitimar de nuevo la jerarquía entre razas,
se desarrolló una ideología racista que definía a los negros
como portadores de los valores negativos de la sociedad. La
jerarquía social se transformó de ser conformada por clases
raciales a clases étnicas. En los estudios de la diferenciación
racial, hubo un cambio de perspectiva durante los años seten-
ta del siglo xx, y las consideraciones espaciales fueron más
frecuentes. La polarización del ingreso que se desarrolló en
esa época afectó más a los negros que a otros grupos étnicos.
En el espacio urbano se experimentó una transformación de
los barrios negros: de estar conformados por diversas clases
sociales, empezaron a contener sólo a los más pobres, los
cuales tenían salarios bajos o eran desempleados. Desde fina-
les de los años ochenta los estudios de segregación urbana se

52 • Tito Alegría
concentraron en esta polarización espacial del binomio negro-
pobre. Desde el punto de vista estructural, Wilson (1991) in-
terpretó el creciente desempleo –y pobreza– de los residentes
de las zonas centrales de las ciudades como producto de los
cambios en la estructura económica y de las restricciones que
impone un contexto (en el barrio) sin oportunidades de em-
pleos estables y legítimos.
Probablemente el estudio de Massey y Denton (1996) sea el
que mejor resume esta nueva orientación en los estudios de la
segregación. Su proyecto intelectual es el estudio de la concen-
tración espacial de la pobreza urbana la cual, al estar concentra-
da en las etnias no blancas, se considera determinada por el
racismo. El prejuicio de los blancos contra los negros se mani-
fiesta en el mercado de la vivienda y en las acciones institucio-
nales de asignación de vivienda pública, siendo ambos meca-
nismos, privado y público, los que generan que las personas
de igual clase social vivan separadas porque pertenecen a et-
nias diferentes.
En el acceso a la vivienda, las actitudes relacionadas con
al racismo tienen objetivos y motivaciones diferentes entre las
personas blancas y las negras (y las de otras razas). Las mo-
tivaciones de las personas blancas se pueden sintetizar en
dos: prejuicio y capitalización de la propiedad. El prejuicio es
la imagen que se tiene de los barrios habitados mayormente
por negros como barrios inseguros debido al crimen y a la
violencia, imagen que influye especialmente en las familias de
blancos que crían hijos. La aversión de los blancos es sobre
todo hacia los negros, pero no hacia asiáticos o latinos (Emer-
son, Yancey y Chai, 2001), aunque estos últimos soportan ni-
veles de segregación menores (Charles, 2003). La capitaliza-
ción de la propiedad es percibida por los blancos como
negativa (pierden valor) en barrios donde hay un creciente
ingreso de residentes negros. Estos dos tipos de motivaciones
impulsan a los blancos a buscar barrios donde no haya ne-
gros, es decir, barrios segregados. Las motivaciones de las

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 53


personas negras son diferentes. Ellos prefieren barrios hete-
rogéneos, y evitan barrios de mayoría blanca por temor al
desprecio, a la agresión, al aislamiento y aun a la violencia de
parte de los residentes blancos. Estas motivaciones inducen a
las personas negras a buscar su residencia en barrios mixtos,
es decir, menos segregados (Farley, Fielding y Krysan, 1997;
Krysan y Farley, 2002).
En el acceso a la vivienda, la discriminación racial en el
mercado, por parte de los que ofertan las viviendas, es sutil
pero persistente a pesar de la ley antidiscriminación. La discri-
minación ocurre de dos maneras: en la oferta de las viviendas
disponibles y en la oferta de créditos. La persona que oferta una
vivienda generalmente no informa de más oportunidades que
las anunciadas cuando el cliente es una persona negra; cuando
el proveedor informa o muestra más viviendas disponibles, lo
hace en barrios de mayoría negra (Zhao, 2005; Massey y Lundy,
2001). Los créditos disponibles usualmente son mal informa-
dos o no se dan a conocer para que el cliente pierda interés,
cuando el cliente es negro (Massey y Denton, 1993: 98; Squires,
Friedman y Saidat, 2002). Con este comportamiento, la persona
que oferta las viviendas cuida no perder clientes solventes, que
en su mayoría son blancos y considerados con preferencias por
viviendas en barrios segregados. Este comportamiento es más
persistente cuando se ofertan viviendas de precio alto.
Tanto las actitudes racistas como la discriminación ocurren
con más intensidad en la renta de las viviendas que en la venta.
Esta es una razón para que los barrios con mayor cantidad de
viviendas en renta sean mixtos (negros, hispanos y asiáticos),
pero con pocos residentes blancos.
La distribución del ingreso promueve que la segregación
resultante sea diferente según el nivel de ingreso. Las perso-
nas con alto ingreso, cuando son blancos, pueden desplegar
sus actitudes racistas y conseguir barrios sin mezcla racial.
Las personas negras, en cambio, sufren con más intensidad
la discriminación de mercado al buscar una vivienda cara. El

54 • Tito Alegría
resultado es que los barrios con residentes de alto ingreso
generalmente son altamente segregados por raza, habitados
por blancos y localizados en la periferia urbana siguiendo los
mecanismos de segregación por ingreso (John, 2002).
Las diferencias de clase (en el sentido weberiano) no expli-
can la segregación espacial por raza. Sin embargo, debido a que
la concentración de negros pobres en algunos barrios genera
un deterioro de las condiciones del barrio (pérdida de em-
pleos, menores impuestos, disminución de los estándares de
los servicios, incremento del crimen, etcétera), la segregación
de los negros es alimentada por las diferencias de clase.
Aunque Massey y Denton definen cinco formas de segrega-
ción espacial entre negros y blancos, desarrollan su argumen-
tación alrededor del índice de segregación propuesto por los
Duncan en los años cincuenta. De hecho, los Duncan ya habían
propuesto también un índice de centralidad, que mide la dife-
rencia de la localización entre grupos respecto al centro urbano,
pero lo utilizaron poco en su análisis. Massey y Denton analizan
con más detenimiento las diferencias con respecto al centro de
la ciudad. Sin embargo, como sus antecesores, no establecen
ningún vínculo teórico entre la segregación por diferencia y la
segregación por localización. Su modelo basado en el racismo
puede explicar la concentración de negros pobres en algunos
barrios, pero no explica la localización de esos barrios.

Comentarios finales

Los estudios recientes de la pobreza urbana han vuelto a impri-


mir un interés similar en ambas dimensiones de la segregación
urbana, por localización y por diferenciación. Sin embargo, aún
no se tiene un nuevo paradigma que las relacione, habiendo
sido la Escuela de Chicago el único intento para cumplir esa
tarea. Al respecto, podemos proponer algunas conclusiones,
considerando la revisión de los estudios de la segregación que
aquí se ha hecho:

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 55


a) La segregación por localización no puede explicar la
localización diferente de grupos similares, ni la localiza-
ción similar de grupos diferentes. La segregación por
diferenciación no puede explicar la jerarquización espa-
cial de la jerarquía social. La segregación urbana es un
proceso formado por estas dos dimensiones: localiza-
ción y diferenciación.
b) La segregación por localización de los grupos sociales
(por ocupación, ingreso, etnia, etcétera) sólo se puede
definir en relación con la localización de las otras acti-
vidades urbanas (empleos, centros comerciales y de
servicios, etcétera). Sin embargo, su explicación re-
quiere tomar en cuenta las diferencias entre grupos
sociales y entre éstos y el resto de las actividades ur-
banas.
c) La explicación de la segregación por diferenciación es
diferente para cada tipo de división de la sociedad (ocu-
pación, etnia, etcétera). Lo que es común a todas las
formas de segregación residencial es que se producen
en el acceso a la vivienda, sea por medio de mecanis-
mos de mercado o por mecanismos institucionales.
d) Si concordamos con las críticas a la Escuela de Chicago,
no hay una teoría que articule ambos tipos de segrega-
ción. Los estudios con inspiración neoweberiana y
neomarxista ni siquiera han intentado esa articulación.

De un modelo monocéntrico
de estructura urbana a uno
policéntrico o disperso

El cuerpo central de esta investigación es la explicación de la


generación de dos tipos de usos del suelo, el residencial y el
de subcentros terciarios, de Tijuana y San Diego. En este apar-
tado se revisan algunos trabajos relacionados con este tema.

56 • Tito Alegría
Después de la pérdida de prestigio de los modelos deriva-
dos de la Escuela de Chicago, la explicación de la generación
de los usos del suelo fue tomada por los economistas urba-
nos, y recientemente también por los geógrafos urbanos. En-
tre 1960 y finales de la década de los años ochenta, el modelo
monocéntrico fue dominante en esa explicación. Después de
las críticas al monocentrismo al final de la década de los años
ochenta, no surgió una teoría alternativa hegemónica. Este
vacío teórico permitió el surgimiento de estudios más modes-
tos en sus objetivos –como por ejemplo la definición operativa
o empírica de subcentros–, pero también de algunos gérme-
nes de teorías alternativas.

El modelo monocéntrico

El modelo mononcéntrico predominante desde los años sesen-


ta fue medular en la corriente intelectual llamada nueva eco-
nomía urbana (Richardson, 1977), la cual se basaba en los
postulados teóricos neoclásicos y hacía uso intenso de herra-
mientas matemáticas. El modelo monocéntrico estándar resul-
tó de las propuestas de Alonso (1964), Muth (1969) y Wingo
(1961). De manera simplificada, en este modelo la ciudad es
circular, y tiene dos grandes tipos de usos del suelo, el de em-
pleos y el residencial, donde los empleos están en un círculo
central. Las familias y los negocios de todo tipo son conside-
rados agentes económicos que van al centro geométrico de la
ciudad circular para trabajar y embarcar sus productos res-
pectivamente, incurriendo en costos de transporte. Dada una
restricción presupuestal, las familias y los negocios gastan
más en suelo cerca del centro si prefieren ahorrar en trans-
porte, o gastan más en transporte si ahorran en suelo con una
localización más alejada del centro (trade-off). Esta gama de
posibilidades de gasto dibuja la función de renta de suelo (bid-
rent function) que cada agente o actividad está dispuesto a
pagar. Su lógica de generación de usos del suelo y su concep-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 57


ción residual de la renta del suelo es a la Von Thünen. En
equilibrio, las familias y los negocios se localizan, maximizando
su utilidad, en el lugar en el que el ahorro marginal en suelo
(decreciente desde el centro hacia la periferia) sea igual al costo
marginal en transporte (constante en cualquier localización).
Como para cada actividad la igualación del costo de transpor-
te y ahorro en suelo ocurre a diferente nivel y diferente dis-
tancia del centro que el resto de las actividades (o grupo de
ingreso poblacional), cada actividad tendrá una localización
particular.
Las críticas al modelo monocéntrico estándar son muchas
y diversas (Anas, Arnott y Small, 1998; Richardson, 1988); aquí
se destacan algunas relevantes para esta investigación. El
primer tipo de crítica es la concerniente a sus condiciones
internas. En el modelo, la ciudad es una entidad de empleos y
no de consumo, por lo que lo hace inútil para analizar el con-
sumo en comercios y servicios. Además, la localización de las
actividades económica, el centro, no es explicado por el mo-
delo, más bien el centro se supone exógenamente determina-
do y centralmente localizado en la geografía de la ciudad. Por
otra parte, el modelo supone la competencia perfecta en los
mercados urbanos, por lo que no son consideradas las exter-
nalidades positivas, y negativas, que permiten la aglomeración
y la formación de centros competidores del centro principal.
El segundo tipo de crítica es el concerniente a su capacidad
de representar a los usos del suelo metropolitano y el com-
portamiento de los agentes económicos. El modelo no puede
prever la dispersión de los empleos fuera del centro ni, por
supuesto, la formación de subcentros, porque su supuesto
básico es que hay un solo centro. Por otra parte, al basarse en
los viajes al empleo, deja de lado a la mayor parte de los viajes
que se realizan cotidianamente en la ciudad hacia la escuela y
el consumo, y los viajes de placer. Finalmente, al considerar
todos los empleos como la variable que representa a la activi-
dad económica, no toma en cuenta que la localización y los

58 • Tito Alegría
factores de localización son diferentes por actividad, por lo que
el modelo no explica, por ejemplo, por qué las manufacturas se
localizan en las afueras de la ciudad y no en el centro.

Modelos policéntricos

Las debilidades del modelo monocéntrico dieron cabida al


surguimiento de modelos alternativos de usos del suelo. Des-
de la visión neoclásica, estos modelos trataron de extender
para dos centros o más (policentrismo) la lógica del balance
(trade-off) entre renta del suelo y costo de transporte que ha-
cen los agentes cuando deciden su localización intraurbana;
en la mayoría de los casos, la ciudad se representa de manera
unidimensional.
Siguiendo a White (1999), dichos modelos son de dos tipos.
Del primer tipo son los que consideran a los subcentros de
empleo como determinados exógenamente, es decir, las prin-
cipales características de la estructura urbana (renta del suelo,
densidad, salario) se derivan con la restricción de la preexis-
tencia de centros. Unos toman en cuenta la presencia de eco-
nomías de aglomeración (Sullivan, 1986; Wieand, 1987) y
otros no (Ross y Yinger, 1995; White, 1990); además, todos
conceptúan a los centros como lugares de empleo, no de con-
sumo (los productos no se venden directamente al consumi-
dor). Aparte de las limitaciones para su aplicación, que surgen
de sus supuestos restrictivos, este tipo de modelos no se puede
aplicar al análisis de la diversidad interna de los subcentros
porque consideran que los centros son formados por una
sola actividad económica representativa. El segundo tipo de
modelos policéntricos son los que consideran a los subcentros
como determinados endógenamente. En general, se parte de
la no existencia de historia: los subcentros pueden aparecer en
cualquier parte y en número no predeterminado. Generalmen-
te se considera la presencia de economías de aglomeración. En
algunos casos se incorporan los costos de transporte para

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 59


productos y para personas (Fujita y Ogawa, 1982), o abarcan
consideraciones estratégicas por parte de los desarrolladores
del suelo (Henderson y Slade, 1993). El costo de búsqueda
para el consumidor se incluye sólo cuando se supone que los
negocios venden directamente al consumidor (Anas e Ikim,
1996). En general, estos modelos explican la dispersión del
empleo –y la formación de subcentros y usos del suelo mixtos
después de un tiempo– con el incremento de los costos de la
congestión del centro principal, y cuando los costos de trans-
porte de las personas hacia ese centro es mayor que el de
transporte de bienes desde el centro. Los modelos de este tipo
son más complejos que aquellos del primer tipo, por lo que
generalmente se recurre a soluciones numéricas, y su aplica-
ción con datos reales no ha sido aún propuesta.
En general, estos modelos sugieren que los determinan-
tes más importantes de los subcentros de empleo están del
lado de la oferta: las desventajas de la aglomeración en el
distrito central de negocios (cbd), los costos de transporte de
las personas y el tamaño de la población. Los altos costos
de transporte de las personas proveen el incentivo para la
formación de subcentros porque los salarios pueden ser re-
ducidos en una localización suburbana que ahorra tiempo de
transporte a los trabajadores de un negocio (firma o empresa)
desde sus residencias; el ahorro en transporte del trabajador
es capitalizado por el negocio en la forma de una reducción
de salario. Por otra parte, una gran población permite que los
negocios reproduzcan algunas de las economías de aglome-
ración del cbd en centros secundarios de empleo en los su-
burbios.
Considerando el interés de esta investigación, estos mo-
delos policéntricos pueden ser catalogados como teorías sin
definiciones operativas de subcentros. Además, como la ma-
yoría de estos modelos define subcentro como aglomeración
de empleos de cualquier tipo, no toman en cuenta la demanda,
la cual es uno de los factores principales en la explicación de

60 • Tito Alegría
la localización e intensidad de las actividades económicas en
una economía terciarizada.

Definiciones empíricas de centros

La insuficiencia del modelo monocéntrico para representar a


la forma urbana de las grandes ciudades, y la dificultad de
operacionalizar directamente los modelos policéntricos, posi-
bilitó el surgimiento de varios trabajos que intentaron definir
subcentros de manera empírica; todos afirmaron que estaban
auspiciados por los modelos teóricos policéntricos. Para la
mayoría de estos ensayos hay varias premisas comunes. Pri-
mero, los subcentros existen, están delimitados, y sólo hay
que buscarlos. Segundo, los subcentros se consideran aglo-
meraciones de empleo, no de actividades. Y tercero, por lo
anterior, una definición de subcentro sólo debe cuantificar la
aglomeración de empleos.
Probablemente la primera propuesta que definió el centro
de empleo desde esta perspectiva fue la de McDonald (1987).
Su procedimiento inicia con el cálculo de dos indicadores para
cada zona de la ciudad: una densidad bruta de empleo y una
razón (tasa) de empleo a población residente. Con los valores
calculados se utilizan dos criterios con el objeto de que una
zona sea seleccionada para conformar un subcentro. Primero,
una zona no es parte de un subcentro si las zonas que la rodean
tienen valores mayores en ambos indicadores; y segundo, una
zona es parte de un subcentro cuando sus valores en ambos
indicadores son mayores que aquéllos de todas las zonas (o la
mayoría) que la rodean. Con datos de 1970 de Chicago, con
zonas más grandes que las zonas censales (census tracts), se
encontraron tres subcentros aparte del cbd.
Este trabajo de McDonald ha tenido gran influencia en
la definición de subcentros de empleo, tanto en la vertiente
del uso de la densidad de empleos como en la del uso de la
razón.

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 61


Dentro de la primera vertiente está el trabajo de Giuliano y
Small (1991), quienes propusieron su propia definición de sub-
centro de empleo usando datos de “zonas de análisis de trans-
porte”, taz (de tamaño un poco menor a las zonas censales),
del área metropolitana de Los Ángeles (seis condados). Los
autores sugieren identificar centros con el siguiente procedi-
miento: primero se seleccionan cada una de las taz con den-
sidad mayor a 10 empleos por acre (25 por hectárea), luego se
forman grupos de taz contiguos (dos taz son contiguas si
comparten 0.25 millas de frontera [0.4 kilómetros]); si un gru-
po de taz contiene al menos 10,000 empleos, entonces es
considerado un subcentro (con la excepción de los grupos
periféricos en que el límite fue puesto en 7,000 empleos).
El procedimiento de Giuliano y Small ha influido en varios
ensayos para identificar los subcentros. Ha sido empleado,
por ejemplo, por Cervero y Wu (1997, 1998), así como por
Bogart y Ferry (1999).
Dentro de la vertiente de la densidad de empleos, también
está el trabajo de McMillen (2001a, 2001b), quien plantea una
variante en la definición de subcentros, un procedimiento no
paramétrico en dos etapas para identificar subcentros. La
primera etapa usa una regresión no paramétrica, ponderada
localmente para atenuar la densidad de empleo. La estima-
ción de la densidad de empleo de una zona es obtenida por
el procedimiento de mínimos cuadrados ponderado, con más
peso dado a las zonas aledañas. De esta manera, las zonas
con residuos de regresión positivos significativos (dato me-
nos estimado) son subcentros potenciales. En la segunda
etapa del procedimiento, se usa una regresión semiparamé-
trica para determinar si los subcentros potenciales tienen
efectos significativos sobre la densidad de empleos. La parte
no paramétrica de la regresión captura el efecto de la distan-
cia desde el cbd. Así, los resultados están condicionados con
la distancia desde el cbd, pero el gradiente del cbd puede va-
riar espacialmente.

62 • Tito Alegría
Al aplicar este método en algunas ciudades, el autor en-
contró resultados similares a los de aquellos estudios que
usaron el procedimiento de Giuliano y Small, o el de McDo-
nald, con la diferencia que en la periferia aparecieron más
subcentros.
Sobre estos ensayos para definir los subcentros, sólo se
harán dos comentarios. Primero, no está claro el objetivo de
los autores para realizar estos ejercicios de definición. Los
autores aseguran que estas definiciones son formas de ope-
racionalizar el concepto de subcentros de los modelos poli-
céntricos. Sin embargo, los modelos policéntricos tienen un
esquema segregado de usos del suelo, esquema en el que las
zonas sin subcentros no tienen empleo. Si estos modelos
teóricos representaran a la realidad, no habría necesidad de
definir los subcentros; éstos serían evidentes con la sola pre-
sencia de empleos. Por otro lado, estas investigaciones, al
intentar asignar un límite físico arbitrario a los subcentros,
reconocen que hay empleos por toda la ciudad, que no hay
usos del suelo segregados; entonces, no hay razón para afir-
mar que son auspiciados teóricamente por los modelos poli-
céntricos que por definición tienen usos del suelo segregado.
Como muestran todos los trabajos aquí citados, la mayoría
del empleo en cada ciudad está disperso fuera de los subcen-
tros encontrados. Entonces, estos ejercicios son definiciones
sin teoría.
Un segundo comentario se refiere a la subjetividad envuel-
ta en el procedimiento al usar la aglomeración de empleo como
definición de subcentros. Los límites específicos de densidad
y cantidad total de empleos para definir subcentros no tienen
más sustento que el ojo experimentado del analista; no hay
ningún argumento bien fundamentado que los respalde. Por
ejemplo, cuando en el trabajo de investigación de McMillen y
McDonald (1998) –mediante el procedimiento de Giuliano
y Small– se encontró un subcentro con más de 400,000 em-
pleados que cubría un área extendida; los autores incremen-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 63


taron el límite a 20 empleados por acre y 20,000 empleos to-
tales para producir resultados de acuerdo con lo que ellos
percibían hasta dónde debía ser el tamaño de un subcentro, y
para no tener muchos subcentros como resultado.
Dentro de la segunda vertiente influenciada por McDo-
nald, está el trabajo de Forstall y Greene (1997). Desde un
punto de vista geográfico, los autores definieron los subcen-
tros de empleo en el área urbana de los cinco condados me-
tropolitanos de Los Ángeles. Con datos por zona censal (cen-
sus tract), los autores empiezan su definición de zonas de
concentración de empleo (no centros en el sentido de los mo-
delos policéntricos) estimando la razón (tasa) de empleos por
residentes, E/R, para cada zona. Las zonas consideradas como
concentradoras de empleo son aquellas cuya razón E/R es
mayor a 1.25, y aquellas zonas con un E/R entre uno y 1.25 y
que sean tangentes a cualquiera de los primeros. Los grupos
de zonas censales contiguas forman las zonas de concentra-
ción de empleos.
Este procedimiento de definición de subcentros avanza
respecto de los anteriores por dos razones, las cuales lo acer-
can a la noción de centro de actividad. Primero, considera a
los centros como zonas de atracción de personas que vienen
desde otras zonas, aunque –en contraposición con la noción
de centro de actividad– son atraídas sólo para trabajar. Y se-
gundo, en este procedimiento está implícita la libertad de que
cada zona pueda tener usos del suelo mixto. A pesar de estos
avances en el acercamiento a la realidad, este procedimiento
espera aún una teoría que lo sustente.

Ciudad dispersa y ciudad fragmentada

La forma urbana de las ciudades grandes, como Los Ángeles,


es la que más se aleja de los prototipos tanto del modelo mo-
nocéntrico como de los modelos derivados de la Escuela de
Chicago. La mayor parte de los empleos ya no está en su cen-

64 • Tito Alegría
tro tradicional. La nueva forma urbana que ha surgido de su
propio gran crecimiento ha sido interpretada de maneras di-
ferentes. Aquí se revisan dos puntos de vista: el que define a
la ciudad como dispersa y el que la considera fragmentada.
La primera perspectiva propone, a manera de hipótesis,
que los centros ya no deben definirse como concentraciones
de empleo sino como centros de actividad. Con una perspec-
tiva de economía del transporte, y definiendo operativamente
centros con un indicador de densidad de generación de viajes,
Gordon y Richardson (1996) encontraron que en el área me-
tropolitana de Los Ángeles 80 por ciento de los empleos esta-
ban fuera de los centros en 1970, y en 1990 estos empleos se
incrementaron a 88 por ciento (la densidad de empleos fue
mayor a 12,500 por milla cuadrada en los resultantes agrupa-
mientos de zonas censales-centros). Esto los llevó a proponer
la hipótesis de que esos datos no muestran un patrón policén-
trico sino más bien de dispersión generalizada. Las razones
que promueven esta dispersión podrían ser: la accesibilidad
que los automóviles permiten en todas partes, haciendo posi-
ble el surgimiento de ventajas de aglomeración en cualquier
localización; incremento de la subcontratación y la asociada
reducción del tamaño de las empresas; tendencias en el mer-
cado de trabajo al uso de tiempo parcial y trabajo temporal. La
evidencia presentada por los autores en cuanto a que la den-
sidad de generación de viajes del comercio es 16 veces mayor
que la de manufactura tiene dos implicaciones. Primero, que
una zona puede actuar como centro, al atraer personas, aún
con poca densidad de empleos totales. Segundo, la dispersión
del empleo sólo conforma centros si consideramos a éstos
como lugares de actividad (consumo final) más que como
puntos de empleo.
La idea de centros de actividad es similar a la propuesta
de “campo urbano” (urban field) de Friedman y Miller (1965),
para quienes la dispersión de actividades económicas es po-
sible debido a que muchas actividades tienen ahora menor

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 65


interdependencia en sus localizaciones, y buscan en la perife-
ria menores costos del suelo, su fuerza laboral o sus consu-
midores. Los trabajadores, y sus familias, ahora pueden situar
sus viviendas no tan concentradamente debido a la disminu-
ción relativa de los costos de transporte, a la dispersión de los
empleos y de los servicios e infraestrutura urbana.
La idea de los centros de actividad, o de la dispersión ge-
neralizada del empleo, se aparta de la tradición dominante en
la literatura en dos sentidos. Primero, la forma urbana parece
no organizarse con usos del suelo segregados entre subcen-
tros económicos y zonas residenciales, sino con usos del
suelo mixtos. Segundo, los modelos que intentan explicar la
formación de varios subcentros buscarían fantasmas del pa-
sado: los subcentros de empleo. A pesar de lo dicho, esta
perspectiva de centros de actividad aún espera la propuesta
de una teoría que la sustente. Una metodología posible ya
está avanzada con el uso de la densidad de generación de
viajes. Sin embargo, ésta no se podría utilizar en México por-
que no hay información disponible (recién en el año 2000, en
el censo se preguntó por el lugar de trabajo, pero sólo por
municipio de empleo, no ageb de empleo).
Desde el punto de vista de la geografía urbana posmoder-
na, esta misma realidad espacial urbana de Los Ángeles ha
sido interpretada como fragmentada por Dear y Flusty (1998).
En el modelo hipotético de la ciudad posmoderna propuesto
por los autores, cada actividad tiene su propia lógica de gene-
ración de localización, lo que termina constituyendo un collage
de usos del suelo, en el que el centro tradicional ha perdido
su capacidad de organizar el espacio urbano; más bien la pe-
riferia organiza al centro. Aunque los agentes de cada activi-
dad tienen sus propios objetivos de localización, hay fuerzas
sociales que afectan a todos y hay relaciones sociales acota-
das entre algunas de las actividades y agentes. Las relaciones
sociales de los agentes son de producción, consumo y coer-
ción. Finalmente, estas relaciones modifican la localización de

66 • Tito Alegría
los agentes, pero los autores no indican con claridad de qué
manera ocurre. Por supuesto, hay indicios de esta influencia
cuando, por ejemplo, relatan que el grupo social con poder
(cybergeoisie) teme a, y no necesita interacción personal con,
las personas sin poder (protosurps), por lo que se autosegre-
gan dentro de barrios cerrados. Estos dos grupos sociales
constituyen un (des)orden social bipolar, y en el ejercicio de
las praxis de cada grupo se constituyen las localizaciones
de cada actividad de ambos grupos. La diversidad de la praxis
de cada grupo está sustentada en la flexibilización material y
social de la producción. La flexibilidad opera en el tiempo
haciendo más efímera la localización de una praxis, de mane-
ra que a la diversidad de usos del suelo se añade el cambio
como constante. Las actividades diversas pueden coexistir en
el espacio urbano debido a la universalización de preferencias
y valores (holsteinization) que ocurre mediante la influencia de
los medios de comunicación masiva, dirigidos por la cyberge-
oisie. Lo que ata a los componentes del pastiche de actividades
y usos del suelo está, por un lado, en el deseo de los diversos
agentes de ser partícipes de la misma ciudad, de la misma
monocultura, y por otro, en la coerción y vigilancia que ejerce
la cybergeoisie por medio de la policía.
Se pueden hacer dos tipos de comentarios a este modelo,
uno referente a Los Ángeles y otro a su extensión a ciudades
del tercer mundo. Sobre el primero, el modelo propone como
únicas fuerzas generales internas urbanas a la holsteinization
y el praedatorianism (coerción), es decir, fuerzas que, aunque
influyen en las decisiones de localización, no pueden ser con-
sideradas para explicar localizaciones diferentes de activida-
des diversas. Más aún, la holsteinization debería producir lo-
calizaciones similares a actividades diversas, debido a la
homogeneización de las preferencias. Las fuerzas particulares
que determinan la localización de cada actividad, por su parte,
fueron poco desarrolladas por los autores. Por otro lado, la
extensión del modelo a ciudades del tercer mundo, como Ti-

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 67


juana, requeriría modificar algunos de sus elementos princi-
pales, referidos a la capacidad económica de la ciudad. Por
ejemplo, la holsteinization y el flexism sólo pueden ocurrir en
un medio con altos niveles de salario, empleo, cambio tecno-
lógico y financiamiento. Para que ocurra la holsteinization
mediante la uniformidad del consumo, primero debe haber
consumidores, y ello es lo que menos hay en las ciudades del
sur por los bajos niveles de empleo y salario. La televisión es
el único medio de comunicación realmente masiva en esas
ciudades, pero los valores y preferencias, o el sentido del or-
den social, no tiene un origen externo administrativo. Valores
y preferencias se forman en la práctica cotidiana, la cual im-
pone muchas restricciones para llevar a cabo lo que la televi-
sión propaga. La gente termina estructurando sus valores y
preferencias a partir de la estructura de oportunidades que
enfrenta, de lo contrario, habría que definir como esquizofré-
nicos a los habitantes de las ciudades del tercer mundo. Por
su parte, el flexism sólo es posible en sociedades del primer
mundo, con gran capacidad de acumulación de capital, para
que opere sobre la producción (cambio tecnológico, disponi-
bilidad de insumos, financiamiento) y sobre el consumo (sala-
rios). En las ciudades del tercer mundo hay personas con
ocupaciones múltiples, pero no hay actividades multiproduc-
tos. Y sobre los usos del suelo, sí puede haber un aparente
pastiche de usos, pero con un orden subyacente discernible,
como el que se presenta en el capítulo 3.

Subcentros y globalización

Varios autores consideran que las fuerzas a escala suprana-


cional pueden explicar de manera directa los cambios en la
forma urbana mediante la creación de subcentros. El término
globalización ha adquirido múltiples significados, y en el aná-
lisis urbano parece acercarse a la idea de ciudad grande bien
comunicada (García Canclini, 1999). De acuerdo con Van Kem-

68 • Tito Alegría
pen y Marcuse (1997), la globalización comprende varios pro-
cesos, tales como cambios en la estructura económica, migra-
ción del capital, migración de gente y la difusión de valores y
normas en varias partes del mundo. La reestructuración de la
economía que acompaña a la globalización significa mayor
cantidad de trabajos de oficina que en el periodo anterior. El
cambio económico en este periodo más resaltado en esta lite-
ratura es el incremento de los trabajos relacionados con la
alta tecnología y las industrias basadas en la información
(software, microprocesadores, hardware de computadoras,
centros de llamadas, etcétera), el crecimiento de las activida-
des financieras y de bienes raíces y el de los trabajos terciarios
menos calificados que sirven al consumo personal del cre-
ciente número de individuos con salarios altos de los sectores
económicos crecientes (Sassen, 1989). Las nuevas oficinas se
construyen en las afueras de la ciudad donde hay espacio y
están cerca de las viviendas de los empleados, lo que genera
así subcentros de empleo (Sassen, 1995). Junto a esas oficinas
surgen tiendas y servicios pequeños, rentables porque tienen
salarios bajos, y que atienden a los trabajadores de ingresos
altos que viven cerca. Aunque hay una literatura cada vez
mayor que relaciona la formación de subcentros con la globa-
lización (De Mattos, 2002; Parnreiter, 2002), esta relación no
ha sido desarrollada de manera teórica más allá del rasgo de
que los “trabajos siguen a la gente” (jobs follow people). Por
ejemplo, no hay un argumento bien fundamentado que rela-
cione la localización periférica de los bancos con la propie-
dad trasnacional de ellos: ser parte de la globalización del
capital no explica su localización. Además, la concentración
de trabajos de oficina en la periferia de las ciudades de países
ricos no es nueva, no es intensa, ni general en todos esos paí-
ses, como el caso de Sydney lo muestra (Freestone y Murphy,
1998). Por otra parte, en las grandes ciudades, por ejemplo
Tijuana y San Diego, el surgimiento de tiendas pequeñas y
boutiques no es nuevo; por el contrario, la tendencia más

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 69


importante es el aumento del tamaño del establecimiento de
comercio y servicios (medido por el número de trabajado-
res); además, los sectores financiero y de bienes raíces no
son los que más crecen.
En síntesis, al punto de vista de la globalización le hace
falta una teoría de localización intraurbana de actividades ter-
ciarias. En las decisiones de qué y dónde consumir, las perso-
nas generalmente no consideran como criterio si el propieta-
rio de las empresas que venden una soda o un préstamo es
extranjero.

Lugar central intraurbano

Ante el creciente número de empleos fuera del cbd, hace dos


décadas se propuso la idea de que la distribución de los em-
pleos y las funciones de las actividades pudiera expresarse con
la teoría del lugar central (Richardon, 1977), pero casi no hay
autores que hayan hecho el intento de aplicarla para explicar y
especificar los subcentros intraurbanos. Incluso Berry y Parr
(1988, capítulo 7) nos advertían de la casi imposibilidad de apli-
car la teoría del lugar central al espacio intraurbano.
De acuerdo con la literatura, West et al. (1985) son los
únicos que proponen una explicación de la organización de
la actividad terciaria dentro de la ciudad tomando algunos
principios de la teoría del lugar central, y lo hicieron basados
en la versión simplificada y modificada de esa teoría pro-
puesta por Eaton y Lipsey (1982). West y colaboradores se-
ñalaron que los modelos que explicaban el empleo fuera del
cbd no tomaban en cuenta la demanda. Aunque hay varios
estudios sobre la “compra comparando” precios y calidad
(comparison shopping) en el comportamiento del consumidor
(Stahl, 1982a, 1982b), estos estudios no explicaban por qué
las firmas que venden productos no sustitutos también se
agrupaban conjuntamente para formar centros comerciales,
y por qué estos centros comerciales eran de diferentes tama-

70 • Tito Alegría
ños. La teoría del lugar central de Christaller (1966) parecía
explicar estos temas.
Como en la teoría del lugar central (tlc) no era explícito el
comportamiento de los agentes para derivar el sistema de
áreas de mercado resultante, Eaton y Lipsey (1982) se dedica-
ron a esta tarea. Propusieron que la jerarquía de centros de
ventas podría ser derivada de un modelo que permitiera que
los consumidores hicieran viajes de compras con propósitos
múltiples (multipurpose shopping) para minimizar costos y
que las firmas eligieran sus localizaciones maximizando los
beneficios. El modelo considera que hay dos bienes (A y B)
inicialmente vendidos en cualquier localización en una ciu-
dad unidimensional con densidad de población constante.
Los costos de compra son una función creciente de la distan-
cia viajada y del número de paradas que el consumidor hace.
Esto incentiva los viajes con propósitos múltiples de los con-
sumidores para reducir los costos. Por el lado de la oferta, los
dos bienes son vendidos por varias firmas, que experimentan
rendimientos crecientes a escala. Como hay dos bienes, la
jerarquía de centros tendrá a lo sumo dos niveles. En el nivel
más bajo, se venderá el bien A o el B; en el de nivel más alto
se venderán los dos bienes. El modelo obtiene como resultado
que la jerarquía de centros ocurre dependiendo de los valores
de ciertos parámetros, y la localización de los centros no es
necesariamente equidistante. En cada centro, cuando una
firma A obtiene rentas (ganancias adicionales), otra firma A
entra al centro, a diferencia de la tlc, donde en cada centro
hay una sola firma A.
Este modelo introduce elementos necesarios en la deter-
minación de centros de consumo (como el comportamiento de
la demanda y las economías a escala), pero algunos supuestos
(por ejemplo, ciudad unidimensional, ingreso igual y densidad
de los consumidores) lo hacen inaplicable a los datos reales.
West et al. (1985) lo usaron más como metáfora que como guía
de los pasos de investigación. Sin embargo, sus datos de 1977

Enfoques y teorías sobre la metrópolis • 71


de Edmonton, Canadá, les permitieron establecer una jerar-
quía de centros basado en la cantidad de actividades diferen-
tes y cantidad de tiendas por actividad en cada centro.
La existencia de una jerarquía intraurbana también fue
establecida en algunos estudios de centros de empleo (Giulia-
no y Small, 1991; Bogart y Ferry, 1999). La distribución del
tamaño de los centros de empleo en ambos casos sigue la
distribución Pareto: el rango de la jerarquía depende inversa-
mente de la cantidad de empleos, R=aE-β, donde R es el rango
y E es empleo del centro, a y β son parámetros con un valor
cercano a la unidad para β. Esta distribución rango-tamaño
es similar a la que se ha encontrado en los estudios de siste-
mas de ciudades sustentados en la teoría del lugar central
(Berry y Parr, 1988).
Otra indicación de que hay una jerarquía intraurbana de
actividades económicas se deriva de la aplicación de cocientes
de localización (ql) entre zonas de una ciudad. El ql mide las
veces en que una actividad está sobrerrepresentada en una
zona: si en la ciudad la proporción del empleo de la actividad
A en el empleo total es x, y para la misma actividad esa pro-
porción en una zona es z, el ql en esa zona es z/x. Bogart y
Ferry (1999) y Anderson y Bogart (2001) estimaron el ql en
sus estudios de centros de empleo. Los últimos autores calcu-
laron el ql para 18 sectores en tres ciudades y encontraron
que hay 10 por ciento de centros de empleo cuyos cocientes
de localización son mayores de 1.25: la mayoría de las zonas de
la ciudad son importadoras de cada sector económico antes
que exportadoras.

Comentarios finales

Los empleos en las ciudades grandes están en su mayoría


fuera del cbd, a pesar de que algunos de los indicadores de
estructura urbana (densidad de población, precio del suelo)
aún parecen tener una distribución decreciente desde el cbd.

72 • Tito Alegría
La mayoría de las diferentes teorías y modelos que han inten-
tado explicar las nuevas localizaciones no centrales de las
actividades económicas tienen al menos cuatro grandes limi-
taciones: no toman en cuenta la demanda, consideran que los
usos del suelo son segregados espacialmente, no mixtos, y se
han interesado en la cantidad de empleos por zona, como si
todos los empleos pertenecieran a un solo tipo de actividad,
es decir, como si tuvieran los mismos incentivos o factores de
localización. En la realidad, es claro que al menos la manufac-
tura y el sector terciario (comercio y servicio) tienen diferen-
tes localizaciones e incentivos de localización. Ningún modelo
aplicable a datos reales ha tomado en cuenta estas diferen-
cias. Por otra parte, hay indicios de que el empleo terciario
está organizado espacialmente siguiendo una distribución a la
Christaller.
Una propuesta de estructura urbana, de localización e
intensidad de usos del suelo debe evitar esos inconvenientes
para estar más cerca de la realidad.
Capítulo 2

Dos ciudades vecinas o


una metrópolis transfronteriza:
análisis interurbano

En este capítulo, la exploración se efectúa a una escala agre-


gada, y consiste en el análisis de los principales argumentos
que sustentan la hipótesis de la metrópolis transfronteriza. El
objetivo es especificar las fortalezas y debilidades de esos argu-
mentos y mostrar algunas evidencias que sustentan el análisis
en lo concerniente a la economía y a la población. Algunas de
estas evidencias son también causas de las principales diferen-
cias espaciales intraurbanas analizadas en los siguientes capí-
tulos. Aquí, la hipótesis es que las diferencias estructurales
entre ambos lados de la frontera, entre ambos países, impiden
la constitución de una unidad urbana sistémica transfronteriza
conformada por Tijuana y San Diego.
La hipótesis de que Tijuana y San Diego forman una uni-
dad urbana transfronteriza está basada principalmente en dos
características: la contigüidad espacial y la interacción entre
ambas ciudades. En términos del sentido del crecimiento urba-
no, la hipótesis de la metrópolis transfronteriza implica que
ambas ciudades tienen futuros e intereses similares. Esta de-
ducción está en la base de las propuestas de coordinación entre
ambas ciudades en la elaboración de los planes y políticas pú-
blicas, propuestas que en los últimos años han presentado al-
gunos académicos y políticos locales. Estas implicaciones polí-
ticas, además de las consecuencias teóricas, hacen relevante
definir si realmente se trata de una unidad urbana o dos.

75
La hipótesis de la metrópolis transfronteriza, sin embargo,
necesita de una teoría. Desde un punto de vista general, en
esta hipótesis no se toma en cuenta que la interacción trans-
fronteriza ocurre principalmente debido a las diferencias es-
tructurales entre Tijuana y San Diego (no a las similitudes), que
no hay evidencias de que haya una sociedad transfronteriza, y
además se considera similar la interacción a la integración
y análoga la región al espacio económico.
Aquí se propone que las condiciones fronterizas dificultan
la construcción de una sociedad urbana transfronteriza, y que
en realidad hay dos sociedades diferentes y vecinas. La fron-
tera es un límite real para mercados y sociedades. Las diferen-
cias entre ambos lados de la frontera producen un potencial
de complementariedad entre ellos; la cercanía hace posible un
complemento real por medio de las interacciones transfronte-
rizas. Esta interacción interurbana no permite la convergencia
urbana porque las diferencias entre ciudades de ambos lados
de la frontera dependen de condiciones nacionales, no de
condiciones locales.
La argumentación de la existencia de dos ciudades en vez
de una metrópolis transfronteriza se presenta a continuación
en tres aspectos urbanos relevantes: el crecimiento urbano, la
sociedad transfronteriza y la metrópolis transfronteriza.

Crecimiento urbano,
estructura económica y divergencia

Para que las ciudades de Tijuana y San Diego puedan confor-


mar una metrópolis, deben estar integradas de manera sisté-
mica. Una unidad urbana sistémica distribuye de manera di-
ferenciada entre sus actividades los efectos del cambio en
alguna actividad, originado de manera interna o externa. Las
actividades más importantes (más grandes y que más crecen)
afectan toda la ciudad. Si los cambios de las actividades más

76 • Tito Alegría
importantes de la ciudad no afectan a un conjunto de activida-
des (o una porción del territorio) de manera permanente, es-
tas últimas no están relacionadas de forma sistémica con las
actividades principales. La hipótesis de la metrópolis trans-
fronteriza tiene el supuesto implícito de que Tijuana y San
Diego conforman una unidad sistémica, es decir, que los cam-
bios que ocurren en las actividades principales de una ciudad
afectan a la otra. Puesto en términos del crecimiento, ello sig-
nifica que los impulsos que hacen crecer a una ciudad tam-
bién son los que hacen crecer a la otra y que los ritmos de
crecimiento de ambas ciudades son similares. Sin embargo,
las evidencias contradicen ese supuesto.
San Diego ha crecido como consecuencia de impulsos re-
gionales y nacionales; no hay evidencias de que haya crecido
debido a la influencia de factores fronterizos. San Diego era una
pequeña ciudad a principios del siglo xx. En esa época; su cre-
cimiento tuvo un gran impulso con las inversiones del Gobier-
no federal en irrigación en el sur de California, y en la propia
ciudad, con las inversiones militares relacionadas con la Pri-
mera Guerra Mundial, que convirtió a San Diego en la base
naval principal (Hansen, 1981). En los años veinte, la industria
de la aviación creció rápidamente debido principalmente al
clima propicio de la región. Teniendo esas dos actividades de
operaciones de defensa, la economía de la ciudad floreció
durante la Segunda Guerra Mundial, y la guerra de Corea le
dio otro gran impulso a su crecimiento. En la década de los
años sesenta, sin embargo, se inician los cortes al gasto militar
en la ciudad, que serán mayores en las décadas siguientes, y
culminarán con la casi desaparición de las industrias de avio-
nes, misiles y satélites a principios de los años noventa. A
partir de los años setenta, con la continua disminución del
gasto militar, se ha hecho más clara la relación del crecimiento
económico local con el del estado de California y con el nacio-
nal (Gerber, 1993). Por ejemplo, San Diego, el estado y el país
experimentaron de manera conjunta un gran crecimiento del

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 77


ingreso real y una gran disminución del desempleo en la se-
gunda parte de la década de los setenta; al final de esa década,
también sufrieron juntos una crisis económica. De manera
similar, después de recobrarse económicamente a principios
de los años ochenta, esas tres entidades territoriales sufrieron
una disminución del ingreso real al final de esa década, que
culminó en la crisis económica de los primeros años de la
década de los noventa, como se observa en la gráfica 1. En
este periodo que culminó en crisis, 60 por ciento de las firmas
de San Diego que cerraron o se expandieron fuera del conda-
do abrieron sus plantas en México, aunque no se sabe cuán-
tas de ellas lo hicieron en Tijuana (Gerber, 1993).
Como un intento para recobrarse de la crisis, la agencia
de planeación local, Sandag, junto con algunos grupos de pro-

Gráfica 1
Tasa de crecimiento del ingreso real personal
(precios de 2004)

Tasa (%)
10

-2
1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000
Estados Unidos California San Diego
Fuente: Cálculos del autor basados en datos del Bureau of Economic Analy-
sis, Estados Unidos y tablas cpi (índice de precios al consumidor) elaboradas por
Robert C. Sahr, Oregon State University.

78 • Tito Alegría
moción económica, y universidades locales, empezaron la
aplicación de una estrategia de desarrollo de actividades
vinculadas funcional y espacialmente (clusters, en el sentido
de Porter, 1990) con mayores salarios. Como resultado de
esta estrategia, se ha producido una reestructuración de la
economía de San Diego al reorientarla hacia una de alta tec-
nología, la cual ha sido definida como proceso de crecimiento
endógeno (Mercado, 2004). Esta reestructuración ha permitido
reorientar el crecimiento del empleo –se había concentrado en
actividades de servicios de salarios bajos– hacia un tipo de
salarios altos.
Por ejemplo, de 1990 a 1998, entre los clusters de San Diego,
las actividades que agregan más empleo fueron biotecnología y
farmacéutica, comunicaciones, y servicios de programación
y computación; estas actividades tuvieron 21 por ciento del
nuevo empleo total del condado y crecieron respectivamente
104, 57 y 101 por ciento en ese periodo (Sandag, 2001).
Esta reorientación económica, al haber incrementado los
empleos en las industrias con salarios altos, también ha per-
mitido un incremento del salario real del condado durante los
años noventa (Sandag, 2002). Además, esta reorientación no
ha sido inducida por la interacción transfronteriza, ni susten-
tada por ésta.
En síntesis, como apuntaron Hansen (1981) y Gerber
(1993), el crecimiento económico de San Diego no ha tenido
una influencia notoria de su localización fronteriza, y más bien
ha seguido los ritmos de su economía regional y nacional, como
muchas otras ciudades no fronterizas de ese país. Además, a
diferencia de la mayoría de las ciudades fronterizas, el creci-
miento económico de San Diego ha sido casi siempre mayor
que el de su estado y del país.
Tijuana, a diferencia de San Diego, ha tenido un creci-
miento económico permanentemente determinado por su lo-
calización fronteriza, es decir, sus impulsos al crecimiento son
diferentes a los de su urbe vecina (Alegría, 1992). Para la fron-

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 79


tera mexicana, en general, el crecimiento urbano está deter-
minado por la adyacencia geográfica de las diferencias estruc-
turales entre ambos países.
La línea de frontera separa dos formaciones económico-
sociales nacionales y cada una tiene su propia dinámica y es-
tructura, aunque ambas están relacionadas. Las diferencias
estructurales se manifiestan también en los espacios fronteri-
zos. A lo largo del siglo xx, concomitante a la consolidación de
los Estado-nación de México y Estados Unidos, la frontera
pasó de ser una zona de transición entre ambas naciones,
donde coincidían las dos sociedades, a una línea de frontera
que separa drásticamente sociedades, mercados, regulacio-
nes y soberanías.
Las diferencias estructurales se pueden sintetizar en la
distinta capacidad de acumulación de capital entre ambos
países, mismas que se expresan en diferencias en el producto
bruto per cápita, la productividad, los precios de un bien o
servicio, los precios relativos y los salarios. Las diferencias
entre ambos países constituyen un potencial de interacción y
la adyacencia la facilita. El cruce a través de la frontera de
capital, personas y bienes es impulsado por esas diferencias.
Esos cruces, o interacciones, son los impulsos principales del
crecimiento económico de Tijuana y de todas las ciudades de
la frontera mexicana.
Las diferencias estructurales se han acentuado con el
tiempo, y con ello han aumentado su influencia sobre el creci-
miento urbano de la frontera mexicana. El incremento del co-
mercio exterior entre México y Estados Unidos en el transcur-
so de las últimas décadas, especialmente después de la firma
del tlcan, no ha detenido la divergencia de las economías.
Desde hace varias décadas, México tiene a Estados Unidos
como principal socio comercial, relación que se ahondó en
los últimos años. En 1990, 69 por ciento de las exportaciones
mexicanas fueron a Estados Unidos, y crecieron a 89 por
ciento en 2004 (bie-inegi). Para Estados Unidos, la relación con

80 • Tito Alegría
México tiene menos importancia, aunque también es creciente.
Estados Unidos envió a México en 1985 sólo 5 por ciento de sus
exportaciones, y en 2004, 10 por ciento (u.s. Census Bureau). A
pesar de la interacción progresiva entre ambos países, la diver-
gencia de sus economías es notable en el tiempo. Esta divergen-
cia se hace evidente al representar las economías de ambos
países en términos del producto interno bruto per cápita, pibp. En
1950, el pibp de Estados Unidos fue 4.1 veces mayor que el de
México, y en el año 2004, aumentó a 4.4 veces (véase gráfica 2).
Como consecuencia del incremento de las diferencias es-
tructurales, en las tres últimas décadas, Tijuana se ha especia-

Gráfica 2
pib per cápita real (precios constantes)
en Estados Unidos y México
Dólares (en precios constantes de 2000)
40,000

35,000

30,000

25,000

20,000

15,000

10,000

5,000

0
1950 1960 1970 1980 1990 2000

Año
Estados Unidos México
Fuente: A. Heston, R. Summers y B. Aten, Penn World Table Version 6.2, Center
for International Comparisons of Production, Income and Prices at the University
of Pennsylvania (cicup), septiembre de 2006.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 81


lizado en las actividades transfronterizas, particularmente en la
manufactura que llegó a tener 35 por ciento de la pea en el año
2000, como se observa en el cuadro 1. San Diego, por su parte,
al recibir impulsos nacionales, no fronterizos, para su creci-
miento económico, se ha especializado en servicios profesiona-
les de alta tecnología, médicos y en educación, que en el año
2000 alcanzaron 30 por ciento de la pea local. En el cuadro 1 los
servicios de información, bienes raíces, entretenimiento, perso-
nales, y hoteles y restaurantes, que en conjunto tienen una
tendencia decreciente en la proporción del empleo local (20 por
ciento) completan “otros servicios”. La reestructuración econó-
mica de San Diego, desarrollada en la década de los noventa,
también se produjo en las actividades comerciales. En 10 años,
esa actividad (comercio minorista y mayorista) tuvo una gran
pérdida neta de empleo (34 por ciento), arribando al año 2000
con 13 por ciento del empleo del condado. Esta reestructura-
ción, que ocurrió sobre todo en el comercio minorista, incre-
mentó la productividad (ventas por trabajador) conjunta del
comercio minorista y mayorista en 67 por ciento entre 1992 y
1997 (cálculos con datos de censos económicos y dólares cons-
tantes al 2004). Este incremento de la productividad significó que
la cantidad promedio de personas atendidas por cada trabajador
aumentó de 12 a 16 entre esos años censales (estas cifras son
producto de dividir la población del condado entre el número de
trabajadores del sector comercio en cada año del censo econó-
mico). En Tijuana, en cambio, la actividad comercial práctica-
mente no experimentó esa reestructuración. Sus trabajadores
dedicados al comercio en 2000 fueron sólo 1 por ciento menos
que en 1990 (véase cuadro 1), y su productividad se incrementó
sólo 6 por ciento entre 1993 y 1998 (cálculos con datos de cen-
sos económicos y dólares constantes al año 2004). Además, la
cantidad promedio de personas atendidas por cada trabajador
se mantuvo en 20 entre esos años censales.
El efecto del tlcan parece ser mínimo y ahonda las tenden-
cias precedentes, es decir, más manufactura y más crecimiento

82 • Tito Alegría
Cuadro 1
Estructura económica (% de empleo) 1970-2000
en Tijuana (municipio) y San Diego (condado)

Tijuana San Diego

Sector 1970 1990 2000 1970 1990 2000

Agricultura, silvicultura, minas 10 2 1 3 2 1


Manufactura 24 30 35 16 13 10
Construcción 7 9 8 6 7 6
Comercio 19 19 18 22 20 13
Transporte, almacenamiento,
agua, electricidad 4 6 5 5 5 4
Finanzas y seguros (*) 2 1 5 5 4
Administración pública y
Fuerzas Armadas 4 3 3 23 14 12
Otros servicios 33 30 30 21 35 50
Total 100 100 100 100 100 100
(*) Finanzas y seguros incluidos en “otros servicios” en 1970.
Fuente: Censos de población.

económico en el territorio mexicano y más servicios y menos


crecimiento económico en las ciudades fronterizas estadouni-
denses (Peach y Adkisson, 2000; Gruben, 2001; Coubès, 2003).
Las diferencias estructurales generan dos grandes tipos
de impulsos al crecimiento urbano fronterizo mexicano,
uno de naturaleza trasnacional y otro transfronterizo. Las
actividades transfronterizas y transnacionales son impulsos
económicos y demográficos al crecimiento urbano fronteri-
zo, económicos al inyectar inversión y dinero a las ciuda-
des, y demográficos al generar empleos que retienen a los
residentes.
Los impulsos de naturaleza trasnacional incluyen activida-
des cuyos orígenes y destinos no son fronterizos. Las dos acti-
vidades más importantes de este tipo son la migración y el co-
mercio internacionales. Las ciudades fronterizas son el puente
internacional para estas actividades y reciben de ellas efectos

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 83


multiplicadores en empleo y consumo. Este tipo de actividades
fue muy importante para las ciudades fronterizas en las prime-
ras décadas del siglo pasado, sin embargo, decayó su impor-
tancia relativa en las últimas décadas de ese mismo siglo.
El segundo tipo de impulsos al crecimiento del lado mexi-
cano es de naturaleza transfronteriza e incluye actividades cu-
yos orígenes o destinos son fronterizos. Este tipo de actividades
fue importante desde el inicio de la urbanización fronteriza,
pero ha sido cada vez más importante a medida que la frontera
se hace menos permeable a la interacción y las economías de
ambos países se diferencian más. Las actividades transfronte-
rizas más importantes para el crecimiento urbano son tres:
a) La inversión manufacturera, atraída debido a los meno-
res costos del lado mexicano. Esta inversión, conocida como
maquiladora, proviene de Estados Unidos y algunos países
asiáticos, ensambla productos con insumos provenientes de
varios países y vende esos productos principalmente en Esta-
dos Unidos. La frontera mexicana provee una localización con
bajos costos y cercana al mercado de ventas. Los costos son
menores en casi todos los insumos, desde el suelo y edificios
hasta los salarios. Esa diferencia de salarios entre ambos la-
dos de la frontera ha crecido en el transcurso del tiempo. En
1987, el salario hora-hombre promedio en la manufactura era
nueve dólares mayor en Estados Unidos que en México; esa
diferencia aumentó a 11.8 dólares en 1998 (bie-inegi para da-
tos de México, y Bureau of Labor Statistics para Estados Uni-
dos). Mientras las diferencias salariales impulsan por el lado
de la oferta la tendencia de largo plazo de la maquila, el ciclo
económico de Estados Unidos (lugar de ventas) impulsa por
el lado de la demanda sus variaciones de corto plazo (Gruben,
2001). Este tipo de inversión provee empleos que atraen a
personas de todo México y permiten su arraigo en las ciuda-
des fronterizas, mismos que han crecido casi constantemente
desde la década de los sesenta cuando empezó esta inversión.
En el año 2004 hubo 156,100 empleos directos en las maquila-

84 • Tito Alegría
doras de Tijuana (bie-inegi). Además, esta inversión genera
efectos multiplicadores en el empleo del resto de los sectores
económicos de la ciudad, por ejemplo, se ha calculado que
en Tijuana, por cada empleo maquilador, se genera uno más en
otros sectores (Alegría, 1995).
b) El empleo transfronterizo, estimulado por las diferencias
de salarios. En 1988, el salario hora-hombre promedio en la
manufactura en San Diego era 9.3 dólares mayor que en Tijua-
na; esa diferencia aumentó a 10.4 dólares en 1998 (eneu-inegi
para datos de México, y cps –Bureau of Labor Statistics– para
Estados Unidos).
Los impulsos que motivan a los tijuanenses para buscar
empleo cruzando la frontera surgen cuando cualquiera de ellos
verifica que los salarios locales mexicanos pierden su poder de
compra en ambos lados de la frontera. Un cambio macroeco-
nómico negativo crea una situación en la cual, a lo largo de la
frontera (aun en el día siguiente al cambio negativo), el mismo
monto de salario mexicano tiene menor poder de compra local-
mente (producto de la inflación) y en la ciudad vecina de Esta-
dos Unidos (producto de la devaluación del peso). Por la misma
cantidad de tiempo trabajada se recibe menos salario real.
Por cada 1 por ciento de incremento en la diferencia de
salarios entre Tijuana y San Diego, el número de transmigran-
tes se incrementa en 3 por ciento, en no más de tres meses
desde el cambio salarial (Alegría, 2002). En 1998, la propor-
ción de la población trabajadora de Tijuana que laboraba en
San Diego fue 8 por ciento (eneu-inegi), el cual, sin embargo,
acumulaba alrededor de 20 por ciento de la masa salarial de
los residentes de Tijuana (Alegría, 2000b). La transmigración
significa empleo directo para los residentes de Tijuana y crea
un efecto multiplicador en el sector terciario de la economía
de la ciudad.
c) Las ventas de bienes y servicios de consumo final, cuyo
alcance espacial de mercado a través de la frontera es mayor
para el lado mexicano. Esto último se debe a los menores

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 85


precios mexicanos en la mayoría de los servicios, y algunos
bienes, y a que los residentes de Tijuana tienen menor capa-
cidad de consumo y sólo 55 por ciento de la población tiene
un modo legal de entrar a Estados Unidos (Alegría, 2000a).
Los visitantes a Tijuana, cuya gran mayoría proviene de Esta-
dos Unidos y no necesita visa para ingresar a México, son de
tres tipos. Los turistas ordinarios, que generalmente permane-
cen menos de 24 horas en la ciudad; los que visitan a familia-
res y amigos, y realizan consumos en la localidad; y los que
vienen a consumir bienes y servicios específicos debido al
menor precio, a la escasez o al modo en que se consume. Ti-
juana es la ciudad más visitada de la frontera; en 2003 recibió
25.8 millones de visitas, entre las cuales 84 por ciento se que-
dó menos de 24 horas (Bringas, 2004). Como consecuencia de
estas visitas, la oferta en Tijuana en algunos sectores es un
poco mayor que en otras ciudades mexicanas norteñas y
grandes, por ejemplo, en el sector de bares y restaurantes, en
Tijuana hay 25 personas que trabajan por cada mil residentes,
mientras que en Monterrey, hay 16, y Tijuana tiene cuatro
doctores (médicos y dentistas) por cada mil residentes, mien-
tras que Monterrey, tres (cálculos basados en datos metropo-
litanos del Censo de Población 2000).
Las diferencias estructurales entre ambos países también
han impulsado el crecimiento demográfico de Tijuana, pero no
el de San Diego. Los ritmos de crecimiento en las últimas déca-
das han sido diferentes entre Tijuana y San Diego. Contrario a
lo propuesto por Herzog (1990), ambas ciudades estaban más
integradas al inicio del crecimiento de Tijuana (que en 1900 te-
nía 242 habitantes) que ahora. Con excepción de la década de
los setenta, la tasa de crecimiento de Tijuana ha permanecido
constantemente por arriba de la de San Diego. Desde la década
de los treinta hasta la década de los sesenta, los cambios de las
tasas de ambas ciudades fueron paralelos, pero en los últimos
40 años, el sentido del crecimiento (incremento de la tasa) ha
sido opuesto entre éstas, por ejemplo, la tasa de crecimiento en

86 • Tito Alegría
Gráfica 3
Tasa anual de crecimiento de la población (%)
para Tijuana (municipio) y San Diego (condado)

Tasa de crecimiento (%)


11
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
1930-1940 1940-1950 1950-1960 1960-1970 1970-1980 1980-1990 1990-2000

Periodos
Tijuana San Diego

Fuente: Censos de población.

los años setenta disminuyó con respecto a los sesenta en Tijua-


na, y la de San Diego aumentó; en los años ochenta, esa tasa
aumentó respecto a los setenta en Tijuana, pero disminuyó en
San Diego, tendencias contrarias que se mantuvieron en la dé-
cada de los noventa, como se puede observar en la gráfica 3.
Estas fluctuaciones de corto plazo de la tasa de crecimien-
to demográfico ocurren alrededor de la tendencia a disminuir
en el largo plazo, como sucede con la mayor parte de las ciu-
dades. Esta disminución de la tasa, concomitante al crecimien-
to, se debe a que la cifra de base del periodo estimado es
mucho mayor que la base en el periodo anterior. En la gráfica
3, el cálculo de la tasa es cada 10 años.
Aunque no son claras las razones para explicar esas va-
riaciones opuestas de las tasas de crecimiento, los cambios en
las tasas se deben a razones diferentes en cada ciudad. El
crecimiento demográfico de Tijuana, cuya fuente principal es

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 87


la inmigración, está asociado a las condiciones económicas
nacionales y binacionales. En cambio, San Diego recibe impul-
sos regionales y nacionales: su cambio demográfico está aso-
ciado al ciclo económico de su estado, California, y al de Esta-
dos Unidos.
La hipótesis más convincente para Tijuana es que la ciu-
dad crece –recibe migrantes internos– cuando la economía
nacional marcha mal (por ejemplo, aumento en el desempleo,
bajos salarios) y cuando se diferencia más de la estadouniden-
se (diferencias entre los dos países en sus pib per cápita) (Ale-
gría, 1992).
Con respecto al factor nacional, la hipótesis se puede pro-
poner de la siguiente manera: los cambios demográficos en
Tijuana dependen inversamente del nivel del salario y empleo
en México y dependen directamente del nivel de empleo en la
ciudad. Esta hipótesis, además de concordar con las teorías de
la migración, presenta algunas evidencias al respecto. México
tuvo un proceso de crecimiento económico rápido por varias
décadas que culminó en los años setenta con el salario real
promedio más alto de su historia (Pérez y Schwartz, 1999; grá-
fica 6, inegi 1999, cuadro 5.12). Durante ese periodo de creci-
miento económico nacional, Tijuana experimentó una caída
constante de su tasa de crecimiento poblacional, y en la década
de los setenta esa tasa disminuyó al nivel más bajo del siglo. En
la década de los ochenta, la tasa de crecimiento de población de
Tijuana volvió a subir, y se debió a que el país sufrió el nivel
de salario real más bajo de los últimos 60 años (y entre décadas
recientes, el nivel más alto de desempleo), además, esa ciudad
empezó a tener uno de los niveles más bajos de desempleo
urbano del país, nivel que ha mantenido hasta hoy (bie-inegi).
El factor binacional se sintetiza en el incremento casi per-
manente de las diferencias estructurales entre México y Esta-
dos Unidos, y en las políticas de cada país sobre los flujos
binacionales. El factor binacional se puede descomponer en
dos hipótesis: Primero, debido a diversos factores, la política

88 • Tito Alegría
inmigratoria de Estados Unidos se ha vuelto cada vez más
restrictiva en las últimas décadas, lo cual ha motivado que los
emigrantes mexicanos busquen destinos alternativos nacio-
nales en la frontera norte de México. Segundo, el incremen-
to, casi permanente, de las diferencias de las economías de
ambos países ha generado en la frontera mexicana más ven-
tajas locales salariales para la inversión industrial estadouni-
dense, lo cual ha incrementado el potencial de atracción mi-
gratoria de la frontera. Conforme a la segunda hipótesis, los
migrantes mexicanos pueden ser retenidos en Tijuana, y de
acuerdo con la primera hipótesis, los migrantes son conduci-
dos hacia esta ciudad. Como consecuencia de estos dos facto-
res, el porcentaje de residentes del municipio de Tijuana na-
cidos fuera de Baja California (estado en que se localiza) fue
58 por ciento del total en el año 1990 y 56 por ciento en 2000.
San Diego también es una ciudad de migrantes. Del total
de residentes del condado de San Diego, nacieron fuera de
California (estado en que se localiza) 61 por ciento en el año
1990 y 56 por ciento en 2000. La ciudad de San Diego ha sido
siempre la más grande de la frontera norteamericana. En 1900
tenía sólo 17,700 habitantes, y en el año 2000 alcanzó a tener
2’674,436 habitantes. Hasta la década de los sesenta, su creci-
miento demográfico se ha explicado principalmente por la
atracción de la inversión relacionada con la industria y las
bases militares. A partir de los setenta, cuando la inversión
militar empieza a decaer, se propone como hipótesis que su
crecimiento depende principalmente de dos factores: el ciclo
económico de Estados Unidos y la atracción de industrias de
nueva tecnología. Como se observa en la gráfica 1, San Diego
ha tenido un crecimiento económico similar al de su estado y
al de la nación, pero casi siempre con un nivel mayor que el
del resto del país en conjunto. Este mayor nivel de su creci-
miento ha sido un factor para atraer migrantes desde hace al-
gunas décadas. Sin embargo, esta atracción ha decaído en el
transcurso del tiempo, de manera que su tasa de crecimiento

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 89


intercensal de población durante los años noventa se ubicó en
su nivel más bajo de los últimos 70 años. Este decaimiento
demográfico es concomitante con la disminución de la diferen-
cia de su crecimiento económico respecto del nacional. La tasa
de crecimiento económico promedio de San Diego en las déca-
das de los setenta, ochenta, y noventa fue mayor que la nacio-
nal en 3.2, 2.9, y 1.2 puntos respectivamente (cálculos del autor
basados en los datos de la gráfica 1). Sin embargo, la reestruc-
turación económica de San Diego, que empezó a mediados de
los años noventa, le ha permitido recuperar su crecimiento
mayor respecto al nacional y con ello seguramente recuperará
su crecimiento demográfico. Entre 1998 y 2002, la economía
de San Diego creció a una tasa promedio de 5.1, mayor en 2.3
puntos respecto de la tasa nacional del mismo periodo.
En síntesis, el crecimiento demográfico de San Diego se
ha debido a factores nacionales y a la forma en que ha atraído
industrias de alta tecnología; el factor binacional tiene pocos
efectos sobre su economía y población. Este tipo de crecimien-
to es un ejemplo de lo que en la literatura se propone como las
razones del crecimiento de cualquier ciudad (Goodall, 1977): la
capacidad de atraer más que proporcionalmente las activida-
des económicas que más crecen en el país. En cambio la po-
blación de Tijuana crece cuando la economía mexicana mar-
cha mal y debido a los impulsos transfronterizos positivos que
desata esa mala situación económica del país.

Sociedad transfronteriza

En el enfoque transfronterizo, se define como área fronteriza a


una región binacional geográficamente delimitada por la ex-
tensión empírica de los procesos de interacción entre las
personas que viven en un lado de la frontera o en el otro.
Esta región binacional estaría compuesta por una estructura
social transfronteriza cuya estratificación se despliega atrave-

90 • Tito Alegría
sando la frontera. Las diferencias entre ambos lados de la
frontera no aparecen como una ruptura sino como una conti-
nuidad estratificada de la estructura social binacional en la
región fronteriza (Bustamante, 1981 y 1989).
El concepto de continuidad transfronteriza de la estructu-
ra social supone que los grupos sociales de ambos lados de la
frontera presentan prácticas sociales similares. Esta similitud
implica tres características de la relación de los agentes socia-
les con su estructura (Cohen, 1991):

a) Los actores sociales de las colectividades en ambos la-


dos de la frontera conocen procedimientos de acción
similares;
b) Los actores sociales de ambos lados de la frontera inter-
pretan y aplican del mismo modo los aspectos semánti-
cos y normativos de esos procedimientos de acción;
c) Los actores sociales de ambos lados de la frontera tie-
nen acceso al mismo tipo de recursos.

Pero, como lo indica la evidencia, estas condiciones de


estructuración social no se reúnen en la frontera.
La mitad de la población de Tijuana no tiene posibilidad
legal de cruzar la frontera y seguramente no la cruza. Este
factor espacial por sí mismo imposibilita que la población de
Tijuana tenga un conocimiento similar al de la población
de San Diego sobre los procedimientos de acción social. Tam-
bién es difícil afirmar que la mayor parte de la población de San
Diego, que cruzó una o ninguna vez a Tijuana, tenga una praxis
de acción similar a la gente de Tijuana. La interacción entre
ambas colectividades es débil y el conocimiento mutuo de sus
praxis sociales también. Las prácticas sociales de ambos la-
dos de la frontera son independientes y se relacionan sólo en

 Es frecuente encontrar en los manifiestos de los pocos proyectos bina-
cionales fronterizos la queja del mutuo desconocimiento e incomprensión
entre las colectividades de ambos lados de la frontera.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 91


algunos aspectos. La reproducción de las prácticas sociales
supone un conocimiento de los modos de hacer, por ello, las
prácticas están acotadas en el tiempo y el espacio. El límite
internacional es en los hechos un poderoso limitante institu-
cional para que las prácticas de agentes de ambas colectivida-
des se desarrollen en el mismo espacio y se relacionen.
Para la gente que puede salvar esta barrera institucional
al cruzar la frontera, el uso de dos lenguajes (español e inglés)
es otro obstáculo para consolidar un conocimiento comparti-
do en tanto base y estímulo para la realización de prácticas
sociales similares. En los actos comunicativos, mediante los
cuales las acciones individuales son coordinadas, se acumu-
lan “pretensiones de validez”, los cuales son invariables den-
tro de una cultura (Honneth, 1991). Estas pretensiones impli-
can acerciones –generalmente implícitas– relativas a:

a) la autenticidad y sinceridad de los gestos como manifes-


taciones de las experiencias subjetivas;
b) afirmaciones relacionadas con la eficiencia y efectividad
de los gestos como indicadores de los medios por los
cuales se persigue un fin; y
c) afirmaciones relacionadas con la rectitud de las accio-
nes desde el punto de vista de las normas relevantes
(Turner, 1991).

De esta forma, en la interacción social, materializada en actos


comunicativos, un proceso sutil toma lugar, generalmente
implícito, en el cual cada parte afirma su sinceridad, eficiencia
y rectitud. Las “pretensiones de validez” ocurren como tales
en la interacción sólo si una persona acude al conocimiento
compartido de normas que establecen: 1. cuál comportamien-
to es sincero, y 2. cuál es la relación entre medios y fines
culturalmente aceptables. La existencia de más de un lengua-
je en el espacio transfronterizo no sólo impide compartir el
conocimiento de estas normas, sino que también limita que

92 • Tito Alegría
haya pretensiones de validez en las interacciones. Debido a la
falta de estas pretensiones, se debe hacer un gran esfuerzo
para llevar a cabo la interacción transfronteriza, y cuando
ocurre, la eficiencia de esa interacción por lo general es míni-
ma. El resultado de ello es que hay poca comunicación entre
los grupos de ambos lados de la frontera, aun entre los que
pueden remontar legalmente la barrera del cruce internacio-
nal. Y como corolario, el conocimiento compartido sobre las
prácticas sociales también es mínimo.
Las prácticas sociales están, en cada caso, acompañadas
de interpretaciones particulares de la semántica y de las nor-
mas sociales envueltas en dichas prácticas. Esas interpreta-
ciones son específicas al lado de la frontera que se considere
y diferentes respecto de las interpretaciones desarrolladas en
el otro lado debido a las limitantes espaciales y a la reproduc-
ción de prácticas sociales que relacionan agentes de ambas
colectividades. Una estructura social es a la vez el instrumen-
to y el resultado de la reproducción de las prácticas, que para
que puedan reproducirse es necesario que los agentes com-
partan la misma interpretación semántica de los modos de
hacer y de los signos resultantes. La homogeneidad semánti-
ca relativa en una colectividad no es producto sólo de compar-
tir prácticas acotadas en el tiempo y el espacio, sino principal-
mente el resultado de una negociación del significado entre
los agentes. La necesidad de negociar el significado entre los
agentes surge del cálculo adelantado de las consecuencias e
implicaciones de una interpretación de las prácticas particular.
La negociación del significado ocurre alrededor de la disputa
por los recursos del lugar, es decir, del mantenimiento o la
mejora de la posición relativa de cada agente en relación con
los demás. La negociación dimanante del imperativo de una
interpretación compartida de las prácticas sociales produce
un sentido compartido del orden social que se materializa en
significados. De esta manera, la construcción del sentido es
intrínseca a las interpretaciones compartidas, sin depender de

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 93


un ente externo. No hay producción administrativa (institucio-
nal) del sentido del orden social (Habermas, 1989).
Al interactuar, los individuos actúan con el supuesto de que
la orquestación de gestos comunica a los otros una línea espe-
cífica de comportamiento. Para reducir tensión y pérdida de
tiempo, los individuos generan concepciones compartidas so-
bre los diversos tipos de roles. Para cada individuo, estos roles
son reproducidos, compartidos y reconocidos por los otros. La
construcción de estos roles sólo es posible si la gente compar-
te un repertorio común de autopercepciones y definiciones, lo
cual depende de un conocimiento y una interpretación com-
partida, es decir, de un sentido similar del orden social. La
construcción compartida de roles sólo es posible dentro de
una sociedad particular.
La negociación del significado entre las colectividades de
ambos lados de la frontera no es frecuente sino esporádica y
centrada en aspectos de intercambio o externalidades particu-
lares. Entre ambas colectividades, en Tijuana y San Diego, los
intercambios transfronterizos pueden tener interpretaciones
diferentes para los residentes de cada localidad. Esta interpre-
tación dual es posible porque en ese intercambio no se pone
en disputa la legitimidad de la posición relativa local de los
agentes y sus roles en cada sociedad, sino la ganancia econó-
mica. La posibilidad de no negociar significados a través de la
frontera durante las interacciones transfronterizas hace posi-
ble el mantenimiento de estructuras sociales diferentes en
ambos lados de la frontera, una junto a la otra.
Los recursos de un lugar son los medios o bases de poder
a los que puede acceder un agente y que manipula para influir
en el curso de la interacción con otros (Cohen, 1991). En las
sociedades modernas, los recursos son cada vez menos de
origen natural y cada vez más producidos por la propia socie-
dad. Los recursos a los que un agente puede acceder son el
resultado de sus prácticas anteriores, y por ello, están deli-
mitados en el tiempo y el espacio. La mayor o menor posibi-

94 • Tito Alegría
lidad de acceder a recursos establece la posición relativa de
cada agente en relación con los demás dentro de una estruc-
tura social. La posibilidad de algunos agentes de acceder a
recursos producidos en otros espacios se materializa como
una práctica propia de su estructura social y no de la estruc-
tura del espacio de donde se produjo ese recurso. La práctica
del agente de conseguir el recurso externo opera en el aspec-
to económico de la circulación en un momento en el tiempo.
En ese intercambio, lo que el agente obtiene es un manteni-
miento o cambio de su posición relativa en la estructura local
y no en aquélla de donde obtiene el recurso. La posibilidad de
acceder a los recursos producidos por la colectividad del otro
lado de la frontera es diferente para cada agente social. Al
acceder a los recursos del otro lado de la frontera, el agente
no modifica su posición relativa en esa otra colectividad por-
que no tiene una posición relativa definida por su praxis. Cuan-
do el agente de un lado de la frontera aparece en alguna posi-
ción relativa en el otro lado, su posición es determinada por
los mecanismos de estructuración social de ese lado y no del
suyo, donde su posibilidad de acceder a recursos es diferente.
Sólo si hubiera una misma estructura social de ambos lados
de la frontera, la posición relativa de un agente sería la misma de
ambos lados, pero eso no ocurre en esta frontera.
El concepto de continuidad transfronteriza de la misma
estructura social supone, también, que las condiciones que
permiten la reproducción del sistema operan indistintamente
sobre ambos lados de la frontera. La reproducción de un sis-
tema social, de su cohesión interna y del sentido de sus inte-
reses, incluye aspectos políticos de dominación. El control
social sistémico es necesario para garantizar las condiciones
de reproducción social, y se ejerce mediante instituciones po-
líticas cuyas prácticas objetivas se materializan como proce-
sos de integración y de represión. El Estado es el depositario
legítimo del ejercicio de la integración y de la represión en el
territorio contenido por las fronteras del país.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 95


El Estado nacional sólo puede garantizar la reproducción
de un sistema social fuera de sus fronteras nacionales en con-
diciones de dominación imperial. Aunque el Estado de Esta-
dos Unidos ha garantizado varias veces la reproducción de un
sistema social fuera de sus fronteras (los casos más recientes
son Irak y Haití) no lo ha hecho así, recientemente, en el caso
de México. El Estado mexicano tampoco ha garantizado la
reproducción del sistema social de Estados Unidos. En esta
frontera se han dado numerosas acciones unilaterales de uno
de los dos Estados nacionales que han generado la protesta de
la comunidad y/o del Estado del otro país. La legitimidad de sus
acciones se basa en que esas acciones operan sobre su propio
territorio nacional, aunque ello conlleve perjuicios para los
intereses de la comunidad del otro país. La frontera es el lími-
te del ejercicio territorializado del poder de un Estado-nación,
el límite del ejercicio de sus prácticas de reproducción social.
La reproducción de una estructura social se materializa como
una reproducción nacional, y no puede haber una reproduc-
ción binacional de dicha estructura. Las regiones contiguas y
separadas por la frontera poseen estructuras sociales con di-
ferentes condiciones políticas de reproducción y por ello tie-
nen diferentes procesos de reproducción.

Espacio urbano transfronterizo

La conceptualización de la llamada “metrópolis transfronteri-


za” es de naturaleza empírica sin una sustentación teórica
desarrollada que permita analizar a las ciudades Tijuana y San
Diego como una unidad urbana.
Ese enfoque empírico de manera implícita supone que la
interacción transfronteriza es similar a la integración y el es-
pacio económico es análogo a la región. La interacción vincu-
la mercados locales de ambas ciudades, pero no convierte a
esos mercados en transfronterizos. El espacio económico de

96 • Tito Alegría
ciertos bienes y servicios de Tijuana y San Diego es transfron-
terizo, porque una parte de su oferta o su demanda proviene
del otro lado de la frontera. Sin embargo, sobre ambos lados
de la frontera no opera el mismo mercado para un bien, cada
lado tiene su propio mercado para ese bien. Por consiguiente,
los mercados no conforman un “lugar” transfronterizo, es
decir, ambos lados de la frontera no están integrados en una
sola región urbana binacional. Esta afirmación se entiende
mejor al analizar un ejemplo extremo. Si la interacción inte-
grara en una sola región a los lugares de origen y destino de
un bien, se debería incluir en la misma región a Chiapas y a
Las Vegas, que comparten el mismo espacio económico del
café, lo cual sería conceptualmente erróneo, porque se podría
demostrar que ambas ciudades tienen determinantes diferen-
tes para su estructura y crecimiento.
Desde un punto de vista particular se argumentará, a con-
tinuación, por qué las ciudades de la frontera norte mexicana
no forman metrópolis con sus vecinas de Estados Unidos. Los
argumentos presentados se refieren a tres aspectos: región
urbana transfronteriza, mercados transfronterizos y planea-
ción local.

No hay una región urbana transfronteriza

En términos generales, los límites de una región urbana están


determinados por los costos de transporte de bienes y perso-
nas, el alcance espacial de los bienes centrales (en términos
de la teoría del lugar central), y la continuidad espacial de su
estructuración social. Estas condiciones garantizan la integra-
ción regional urbana y su destino común.
Al respecto, los argumentos teóricos son los siguientes:
Primero, los bienes y servicios de más alta jerarquía son pro-
ducidos en algunos centros pero son consumidos por los
habitantes de toda la región urbana. A medida que las econo-
mías de aglomeración y los vínculos globalizados se incre-

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 97


mentan, el número de bienes de alta jerarquía y su alcance
espacial crecen. Segundo, en ausencia de obstáculos natura-
les, el ámbito de los bienes centrales, es decir, la espacialidad
de un sistema regional, sólo está limitada por el costo de la
distancia. A medida que el precio del transporte disminuye,
el despliegue físico de una región se incrementa. Al incremen-
tarse la población, surgen nuevos centros de alta jerarquía
debido al costo de la distancia. Tercero, la estructuración so-
cial de una región urbana está acotada espacialmente. La es-
tructuración social mantiene la integración y le da destino
común a un lugar. El comportamiento de los agentes en una
región se materializa como una estructura social particular
(clases, grupos de interés, etcétera) cuya reproducción está
garantizada por el Estado-nación al que pertenece.
Estas tres condiciones para la constitución de una región
no se cumplen en el contexto transfronterizo. Primero, aun-
que hay pocas restricciones por el lado de los costos de trans-
porte (costo monetario del transporte y tiempo de espera para
el cruce internacional), el principal limitador para la conforma-
ción regional transfronteriza surge de los aspectos normati-
vos de la propia frontera internacional y la división cultural
que ella propicia. Por ejemplo, en Tijuana sólo la mitad de sus
habitantes puede cruzar legalmente la frontera, y en el resto
de ciudades, debe ocurrir algo parecido. Para los habitantes de
San Diego, aunque pueden cruzar sin restricción legal alguna,
muy pocos lo hacen por miedo o falta de interés. Segundo,
gran parte de las funciones locales de alta jerarquía sólo atien-
den a consumidores nacionales (por ejemplo, gobierno, salud
y educación del sector público). El límite internacional es una
barrera, por un lado, para muchos bienes y servicios de alta
jerarquía ofertados por el sector público, y por otro, al consumo
de diversos servicios ofertados por el sector privado (por ejem-
plo, servicios profesionales), debido a las restricciones regla-
mentarias sobre el consumo y la oferta internacionales respec-
tivamente. Tercero, el proceso de estructuración social no

98 • Tito Alegría
puede ser binacional, como ya se discutió, y por ello, la estruc-
tura social que sustenta la integración de una región tampoco
puede materializarse a través de la frontera. Además, ambos
lados de la frontera tienen diferentes modos de garantizar la
reproducción de sus estructuras sociales porque están regi-
dos por diferentes regulaciones y diferentes Estados-nación.

No hay mercados transfronterizos integrados

En una metrópolis, es decir, en un territorio integrado sistémi-


camente, un bien (o servicio) tiene un solo mercado en toda su
extensión. En caso de que haya dos mercados para un bien,
uno vecino del otro, entonces hay dos regiones urbanas.
Si el espacio metropolitano es susceptible de ser abarcado
en un rango tolerable de tiempo, y con un costo de transporte
menor al de acudir a la región urbana vecina, es posible que los
agentes económicos localizados en extremos opuestos de ese
espacio puedan competir por el mismo tipo de bien y concurran
como oferentes o demandantes. Debido a la cercanía entre
oferentes o entre demandantes, hay pocos obstáculos para la
difusión dentro de la metrópolis de la información sobre ca-
lidad, precios y tecnología sobre producción y comercializa-
ción de muchos bienes y servicios. De manera que todos los
consumidores de la metrópolis, y los que eventualmente ven-
gan de otros lados participan de la demanda del mismo tipo
de bien. Tanto la oferta como la demanda, provenientes en su
mayoría del territorio metropolitano, determinan la cantidad
de un bien en un mercado. Su precio, en cambio, depende de
sus costos de producción y de la capacidad monopolizadora
de la oferta (Krugman, 1997).
Cada mercado de un bien participa de un sistema de pre-
cios relativos particular en el que al intercambiar una cantidad
de un bien x (expresado en pesos o dólares según el lado de
la frontera que se analice) se recibe a cambio una cantidad del
bien y de similar valor en cualquier lugar de la metrópolis.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 99


Cuando un tipo de bien es comercializado en dos sistemas de
precios relativos diferentes (se reciben diferentes cantidades
de y a cambio del mismo monto de x), este tipo de bien tiene
un mercado particular dentro de cada sistema de precios:
habrá tantos mercados para un bien como sistemas de pre-
cios relativos en los que participe.
En términos generales, un bien participa de un solo mer-
cado cuando, primero, tiene un solo precio, y segundo, la
oferta y la demanda modifican el grado de la actividad. Sin
embargo, a cada lado de la frontera, por lo general hay precios
diferentes para un bien o servicio, y la influencia de oferta y
demanda de un lado de la frontera es mínima sobre el grado
de actividad del otro lado de la frontera. Primero, debido a di-
ferencias entre México y Estados Unidos en tecnología, capa-
cidad de acumulación de capital, capacidad monopolizadora,
distribución del ingreso y regulaciones, un mismo tipo de bien
o servicio participa de dos sistemas de precios relativos, uno
en Tijuana y otro en San Diego, y por ello, el bien (o servicio)
tiene dos precios. Por ejemplo, el precio de la fuerza de traba-
jo, el salario por hora, en 1998 en el sector manufacturero era
de 12.2 dólares en San Diego y 1.9 en Tijuana (cálculos del
autor elaborados con datos de Estadísticas de la Industria
Maquiladora de Exportación, inegi, México, y del Bureau of
Labor Statistics, Estados Unidos, página web). Otro ejemplo
ilustrativo es el precio de los servicios profesionales privados,
como la consulta en el dentista (curación de un diente) que
cuesta en San Diego 140 dólares y 40 en Tijuana (consulta
telefónica a clínicas dentales, ambas cercanas a la frontera).
Segundo, la influencia de oferta y demanda transfronterizas
sobre el nivel de actividad transfronteriza es mínima. Los
mercados de cada lado de la frontera de un mismo bien o
servicio actúan de manera independiente, y su nivel de mutua
dependencia es mínimo, aun en aquellos mercados donde hay
la mayor interacción relativa, por ejemplo, en la actividad la-
boral, en la que se llama transmigrante a la persona que resi-

100 • Tito Alegría


de en Tijuana y labora en San Diego; la demanda de trabajo
sandieguina prácticamente no modifica el nivel de la transmi-
gración tijuanense, y ninguna característica sociodemográfica
de los tijuanenses influye en la oferta de transmigrantes. El
número de transmigrantes depende de las diferencias salaria-
les entre ambas ciudades (y entre ambos países) y levemente
del nivel de desempleo en San Diego (Alegría, 2003). Además,
las diferencias salariales entre ambas ciudades no dependen
de condiciones locales sino nacionales.
Al no haber mercados transfronterizos integrados no hay
una región urbana tranfronteriza.

Diferentes problemas y práctica de planeación

Debido a las asimetrías presentes entre México y Estados


Unidos, los problemas urbanos son diferentes entre sus ciu-
dades, aun entre las fronterizas. Las localidades de la frontera
estadounidense experimentan en su gran mayoría una urba-
nización completa, en cambio, todas las ciudades fronterizas
mexicanas tienen déficit en casi cualquier servicio público y
en casi todos los tipos de infraestructura. Los problemas ur-
banos a resolver son disímiles e independientes, con la única
excepción de aquellos ambientales que involucran cuencas de
aire y de agua. Estos problemas, principalmente el nivel alto
de elementos contaminantes en aire y aguas negras, son los
únicos compartidos de manera binacional entre ciudades ve-
cinas de esa frontera (Alegría, 2000).
El modo de enfrentar los problemas y las necesidades ur-
banas por medio de la planeación también es diferente entre
ambos lados de la frontera. La planeación urbana en el territo-
rio estadounidense está concentrada en resolver conflictos de
usos del suelo y está más orientada a las personas. La planea-
ción en el lado mexicano está concentrada en resolver la urba-
nización incompleta y está más orientada al lugar. También es
diferente el modo de ejercer la planeación y el control urbano.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 101


En tanto los gobiernos locales tienen muchos más recursos en
el lado norte de la frontera que en el sur, los planes se ejercen
y se hacen cumplir incluso acudiendo a las cortes. En el territo-
rio mexicano, los gobiernos locales tienen pocos recursos, y por
lo general, la zonificación de usos del suelo no se respeta y no
hay medios para impedirlo. Además, en varias administracio-
nes del ayuntamiento se ha preferido darles pocos recursos a
la planeación y al control urbano para concentrarlos en obras
públicas, que muchas veces no están ni mencionadas en un
plan maestro. Ejemplo de esto último es la inversión en la lla-
mada Ruta Troncal (ruta de autobuses con carril vial exclusivo
de aproximadamente 20 kilómetros de largo) que se inició en el
año 2003 y cuyo plan no aparece en el Programa de Desarrollo
urbano del Centro de Población de Tijuana 2002-2025.
No hay planeación transfronteriza. No hay ninguna insti-
tución binacional de apoyo a los gobiernos locales, excepto las
creadas en los acuerdos del nafta y orientadas al financia-
miento de obras en ambos lados de la frontera. Tampoco hay
una legislación que lo permita. Pero lo más importante es que
no hay voluntad de hacer planeación binacional. Dos son los
inconvenientes al respecto. El primero se refiere a que las
prioridades de planeación (problemas a resolver) son muy
diferentes entre ambos lados de la frontera, excepto en los
problemas ambientales manejados en la esfera federal. El se-
gundo se refiere a las incompatibilidades de las prácticas de
planeación. En el territorio mexicano, los planes no se siguen
generalmente, aun cuando son realizables, y se priorizan las
relaciones político-clientelares en el gasto público. En el lado
estadounidense, la planeación ha deslindado la esfera técnica
para la elaboración del plan de la economía, que es la que
dicta el rumbo urbano (Herzog, 1990).
Los pocos intentos transfronterizos de enfrentar problemas
con impactos binacionales fracasaron debido a razones estruc-
turales, por ejemplo, el proyecto del aeropuerto internacional
de Tijuana-San Diego fracasó debido a alguna de las siguientes

102 • Tito Alegría


razones: a) la relación binacional fue liderada por agencias fe-
derales en México y del condado en Estados Unidos; los agen-
tes involucrados no supieron cómo involucrar a los agentes
locales en México y federales en Estados Unidos; b) La falta de
confianza entre los agentes involucrados en la negociación so-
bre las intenciones y los medios para lograr acuerdos (Gordon
y Rowland, 1995); y c) la discrepancia entre las partes involu-
cradas sobre la derivación a cada lado de la frontera de los
costos y beneficios de un plan binacional.

Síntesis

En el contexto fronterizo integración, como sustento de la


“metrópolis transfronteriza”, supondría dos estructuras urba-
nas incorporadas en una unidad sistémica caracterizada por
nexos transitivos y recíprocos (mutua determinación), y por
consiguiente, con respuestas con sentido similar en ambas
estructuras ante impulsos externos. Si los nexos sistémicos se
establecen entre los sectores neurálgicos de ambas estructu-
ras urbanas (que en San Diego son los servicios de alta tecno-
logía, y en Tijuana la maquiladora y parte del sector terciario),
integración supone, en el tiempo, convergencia de las estruc-
turas en términos de la teoría del crecimiento regional. Sin
embargo, los flujos originados desde ambas estructuras urba-
nas, conectándolas, no modifican el rumbo urbano particular
a cada lado de la frontera.
En tanto los flujos interurbanos transfrontrerizos son pro-
ducto de las diferencias entre ambos países, ellos no pueden
sustentar la convergencia en escala interurbana porque cada
ciudad (de cada lado de la frontera) está atada a los mercados
y regulaciones económicas de su propio país más que a aqué-
llos del país vecino. Más aún, si consideramos que la economía
mexicana está atada a la de Estados Unidos, en el tiempo estos
flujos sustentan la divergencia en el crecimiento, misma que a
su vez mantiene y aumenta las relaciones transfronterizas.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 103


El otro elemento estructural que permite las relaciones
entre el par binacional de ciudades es su adyacencia geográ-
fica. En realidad, este elemento es un catalizador que multiplica
los nexos, no la causa principal de ellos. Si la adyacencia fuera
el motor de las relaciones, existirían pares binacionales de ciu-
dades vecinas en cada cruce fronterizo entre países de desarro-
llo económico similar –como entre los de América Latina–,
pero en las fronteras entre estos países sólo se encuentran
poblados bastante pequeños cuya función espacial principal
es prestar servicios a los flujos económicos y de población
entre territorios en escala internacional y no en escala inter-
urbana. La adyacencia geográfica interurbana permite la tran-
sitividad recíproca en la dimensión ambiental, pero poco en la
social. Los nexos económicos, por su parte, se sustentan en
la asimetría estructural que genera la dependencia de una
porción de la estructura urbana del lado mexicano respecto
de la del lado estadounidense.
Como correlato, las respuestas estructurales ante impul-
sos externos al par binacional de ciudades son diferentes en
cada lado de la frontera. El lado mexicano responde tanto a
impulsos de su país como a los del vecino; sin embargo, el
lado norteamericano responde sólo a impulsos de su propio
país. No hay transitividad sistémica general, no hay unidad
estructural, no hay convergencia, no hay destino urbano co-
mún. La “metrópolis transfronteriza” sólo existirá cuando
disminuyan las barreras institucionales que la línea fornteriza
entre ambos países impone.
Para la política urbana fronteriza es relevante establecer
si se trata de una metrópolis o dos. Las externalidades urba-
nas binacionales recíprocas, producto de la adyacencia geo-
gráfica, no han sido tomadas en cuenta en las políticas para
cada ciudad. La coexistencia en el espacio binacional no ha
sido internalizada en las decisiones políticas urbanas indivi-
duales porque son materia de diplomacia internacional, por-
que la toma de decisiones urbanas son principalmente locales

104 • Tito Alegría


en Estados Unidos y nacionales en México, y porque hay di-
ferencias en las percepciones de los problemas y en los obje-
tivos urbanos. Según el enfoque de la “metrópolis transfronte-
riza”, es necesaria una política urbana integrada para internalizar
en los agentes económicos los costos de las externalidades,
pero la probabilidad es incierta, dadas las diferencias de los
sistemas políticos entre ambos países; además, se duda de su
conveniencia en vista de los diferentes objetivos que surgen
de la asimetría entre ambos lados de la frontera, aun en
presencia de la gran intensidad de mutuas externalidades.
J. Friedmann acierta al decir que la relación económica entre
dos comunidades no les imprime conveniencias similares.

La objeción de la simetría y la fragmentación

La propuesta desarrollada en este escrito, con respecto a que


no existe una sociedad transfronteriza ni una metrópolis bina-
cional, puede suscitar objeciones en cuanto a que las diferen-
cias internas, sociales, funcionales y culturales de una ciudad
son tanto o más importantes que las diferencias entre dos
ciudades. En términos generales, en esta objeción afirmaría
que la ciudad actual está fragmentada en unidades que no
componen un sistema único, lo que impide la construcción de
sentidos y simbologías compartidos por todos los habitantes
de la metrópolis.
La objeción de la simetría se puede plantear de la siguien-
te manera (se pueden encontrar argumentos sobre la similitud
de los procesos urbanos, caracterizados como globales, en
Castells, 1999): la metrópolis contemporánea ha experimenta-
do una reestructuración económica, una polarización de los
ingresos personales (dualismo), un crecimiento fuerte y dis-
perso, y el funcionamiento de sus actividades está organizado
espacialmente cada vez más con una estructura multicéntrica.
Las personas de un barrio tienen contacto escaso con los

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 105


habitantes de otros barrios porque pueden solucionar sus
necesidades de trabajo y reproducción utilizando sólo algunas
zonas de la metrópolis sin la posibilidad de contacto con la
mayoría de la población. Además, con la creciente polariza-
ción social, el contacto tiende a darse entre integrantes del
mismo grupo o clase social. Finalmente, como las ciudades
son parte de un sistema-red interurbano global, la interacción
ocurre más intensamente entre miembros de grupos sociales
de jerarquía equivalente entre ciudades que entre grupos so-
ciales diferentes dentro de cada ciudad. Como hay un déficit
de interacción intraurbano entre los grupos sociales, las co-
lectividades no comparten procedimientos de acción simila-
res, construyen sentidos de la acción social diferentes y tienen
distintos símbolos o les atribuyen significados diferentes a los
mismos. Las poblaciones de Tijuana y San Diego deberían
experimentar el proceso descrito, en su propia escala, de ma-
nera simétrica.
La misma objeción se puede plantear desde el enfoque
posmodernista (la perspectiva posmodernista sobre la ciudad
se puede encontrar en Soja, 1990 y Dear, 2000). Desde este
punto de vista, en la etapa actual los grupos sociales que habían
estado subyugados por el discurso dominante adquieren voz
pública y legitimidad de acción. Cada grupo social se constituye
como comunidad de intereses sin una espacialidad fija, es dife-
rente y no está interrelacionado funcionalmente con los demás
y su práctica no se superpone con la de los demás en el espacio
urbano. Debido a esta fragmentación social, ya no es pertinen-
te explicar la ciudad como un todo sino sólo de manera parcial.
Las identidades, los símbolos y sus significados se atan a las
prácticas de vida separadas de cada grupo. Más aún, cada per-
sona que participa en diferentes actividades cotidianas asume
una identidad particular en cada una de esas actividades, por
lo que asume varias identidades en el transcurso del día.
Al respecto, no se puede negar que en las grandes metró-
polis, de países ricos y pobres, se ha experimentado una mar-

106 • Tito Alegría


cada polarización social en los años recientes y que ha sido
acompañada por un incremento de la segregación social urba-
na (residencial y funcional, o nocturna y diurna). Más aún,
debido al repliegue a la vivienda de las actividades de tiempo
libre de las personas (García, 1999), las posibilidades de inte-
racción entre los habitantes de la ciudad disminuyen. Por
consiguiente, han surgido imágenes diversas que harían pen-
sar en un ahondamiento de la fragmentación de identidades
entre los grupos sociales de una ciudad.
Sin embargo, aun cuando pudieran constituirse fragmen-
tos de nuevas identidades o ahondarse las preexistentes, es-
tas mismas no anulan a aquella identidad regional que surge
del reconocimiento del “otro” como diferente del “nosotros”.
Esta diferenciación se ilustra, por ejemplo, en la denominación
que hacen los tijuanenses de chilangos a los habitantes de la
capital mexicana y de gabachos a los habitantes sajones de San
Diego; esta última denominación, además, imbrica la identidad
regional con la nacional. En este mismo sentido, Harvey (1997)
ha sugerido que frecuentemente existe un discurso consensual
y de alto orden o jerarquía sobre la racionalidad social subya-
cente a las visiones diversas de los diferentes grupos sociales
en las ciudades. Este discurso aparece como sustento de los
argumentos esgrimidos en negociaciones de todo tipo, inclui-
das las de significado, y permite la comunicación sustantiva
entre grupos diversos. La existencia de este discurso de ma-
yor jerarquía en las negociaciones de significado en las inte-
racciones, es la muestra del sentido compartido de la acción
social entre los diversos grupos sociales de una ciudad. Es en
esta mayor jerarquía de la racionalidad social en la que se
elabora el “nosotros” tijuanense como diferente al “ellos” san-
dieguino. En la interacción entre el mexicano que cruza la
frontera con el sandieguino lo que se forma es lo que se llama
“comunidad negativa” (Kratochwil, 1986), que es una entidad
no unida por un propósito o una visión común de la vida, sino
sólo por prácticas comunes y un mutuo reconocimiento de

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 107


derechos. Aun entre los integrantes de grupos sociales equi-
valentes de ambos lados de la frontera (mayormente las élites
locales), las prácticas que se desarrollan y los derechos que
se reconocen son aquellos propios del lado de la frontera
donde se produce el encuentro o la interacción. Cuando no
ocurre de este modo, las personas están expuestas a presio-
nes que pueden ponerlas al margen de la interacción, y en
casos extremos, en la cárcel, como ocurre los fines de semana
con algunos visitantes sandieguinos al transitar en las calles
tijuanenses.
Finalmente, en el argumento de la simetría subyace la idea
de similitud de estructura social a través de la frontera. Se
supone, por ejemplo, que las élites de ambos lados de la fron-
tera tienen más en común que cada una de ellas con los dife-
rentes grupos sociales de su propia ciudad. Esta supuesta
identidad transfronteriza de las élites, y grupos populares, ya
se ha comprobado como falso empíricamente (Bustamante,
1992). Cuando los gobernantes y empresarios de Tijuana y
San Diego se reúnen, son más las diferencias que los acuer-
dos a los que llegan, experiencias que algunas veces registran
los periódicos locales. Además, es difícil imaginar cómo las
personas que ganan mensualmente el equivalente a 200 dóla-
res mensuales (salario mínimo en Tijuana) puedan tener pa-
trones de consumo similares, uso de la ciudad y jerarquía de
valores, que personas que ganan 1,350 dólares (salario míni-
mo en San Diego, 2004).

108 • Tito Alegría


Capítulo 3

Dos ciudades vecinas o una metrópolis


transfronteriza: teoría intraurbana

Para sustentar la exploración de las dos hipótesis contrarias


sobre Tijuana y San Diego, que son dos ciudades diferentes o
que forman una unidad metropolitana transfronteriza, en este
capítulo se desarrolla un marco teórico de la estructura in-
traurbana que atiende la naturaleza común de ambas ciuda-
des al considerar que son moldeadas por economías de mer-
cado, que también toma en cuenta las particularidades de
cada urbe y que permite la comparación de ambas ciudades
para verificar su similitud o disparidad. Específicamente, aquí
se desarrollan los argumentos conceptuales sobre la forma
urbana y los mecanismos de generación de esa forma para
ambas ciudades.

Forma urbana y generación de forma urbana

Para que haya una unidad urbana transfronteriza, las áreas


urbanas desarrolladas en ambos lados de la frontera deberían
contar con mecanismos similares de asignación espacial de
usos del suelo, al menos, y en el mejor de los casos, tener
distribuciones espaciales similares de esos usos. Si hay dife-
rencias en los mecanismos estructuradores y la forma resul-
tante de las ciudades fronterizas vecinas, se trataría de dos
unidades urbanas diferentes.

109
Paradójicamente, entre los autores que defienden la hipó-
tesis de la metrópolis transfronteriza, sólo uno considera que,
en los patrones de usos del suelo, las similitudes dominan
sobre las diferencias entre ambos lados de la frontera (Gil-
dersleeve, 1978, cap. 6). Para los autores que han aceptado
que en las formas urbanas las diferencias predominan sobre
las similitudes entre ambos lados de la frontera, la interpreta-
ción de esas diferencias descansa en razones culturales, y los
aspectos similares de forma se interpretan como una influen-
cia cultural o económica, proveniente de eu, sobre el lado
mexicano de la frontera (Hoffman, 1983; Herzog, 1990; Arreo-
la y Curtis, 1993). Estos autores analizan el patrón existente
de usos del suelo mediante la comparación descriptiva con
esquemas abstractos de forma urbana que representan al
llamado modelo latinoamericano o al “occidental” (estadouni-
dense), esquemas inspirados en los modelos de la Escuela de
Chicago. Este enfoque es criticable porque los modelos care-
cen de una teoría que los sustente, y por lo general consideran
que la ciudad fronteriza está compuesta por un centro econó-
mico y por anillos concéntricos y sectores radiales donde se
localizan los grupos sociales. Además, ninguno de esos auto-
res propone una interpretación de la forma urbana basada en
los mecanismos internos de estructuración del espacio. Como
corolario, pretender que las ciudades de la frontera mexicana
serán como las ciudades de la frontera estadounidense debido
a la creciente influencia cultural o económica proveniente del
norte, como Herzog argumentó en 1999, niega el papel deter-
minante de las diferencias estructurales entre ambos países
en los modos de estructruración intraurbana.
Aquí se analiza la forma y los mecanismos generadores de
forma y se concluye que ambos atributos son diferentes entre
las ciudades de ambos lados de la frontera, y que por lo tanto,
esas ciudades vecinas no conforman una unidad urbana
transfronteriza. Para llevar a cabo este objetivo, primero se
definen los conceptos de forma y mecanismo generador, luego

110 • Tito Alegría


se propone teóricamente cómo se genera la forma urbana, y se
tratan de manera particular dos aspectos sustantivos de la
ciudad, la localización y la segregación de los grupos sociales,
por un lado, y la estructuración de los subcentros terciarios, por
otro. Siendo esta investigación de tipo comparativo, las activi-
dades de manufactura no se analizan debido a que en San
Diego ellas representan una porción pequeña de su economía,
como se vio en el segundo cápitulo.

Sobre las definiciones y el enfoque de investigación

La estructura espacial urbana es definida aquí como la com-


binación de la forma urbana con una superposición de patro-
nes de comportamiento e interacción de los agentes dentro
de subsistemas ligados por un conjunto de reglas organiza-
cionales dentro de un sistema urbano (Bourne, 1982). Forma
urbana es el patrón espacial de elementos individuales, tales
como los usos del suelo, grupos sociales, actividades econó-
micas e instituciones públicas dentro de un área urbana. Los
mecanismos generadores de forma urbana son el conjunto
de reglas de interacción y los nexos que actúan para integrar
el patrón espacial y el comportamiento individual dentro de
cada uso del suelo, grupos sociales y actividades que funcio-
nan como subsistemas. Según estas definiciones, el límite
territorial de una unidad urbana está determinado por el al-
cance espacial que tienen sus mecanismos generadores de
forma urbana.
La especificación de los mecanismos de generación de
forma ha estado implícita en los diversos enfoques que han
tratado de explicar la estructura espacial urbana: económicos,
sociológicos o de economía política. Cada uno de estos enfo-
ques destaca el rol de algún tipo de agentes en la explicación
de la generación de forma urbana; por esta razón, cada enfo-
que da cuenta parcial del conjunto de subsistemas que gene-
ran el espacio urbano.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 111


Entonces, ¿cuáles son los principios ordenadores de la
forma que aparecen en esos enfoques?, y ¿qué otros princi-
pios actúan? Para responder a estas preguntas, se propone un
esquema simplificado de la manera en que se constituyen los
subsistemas de la estructura urbana de una ciudad en una
economía de mercado (esquema basado en el de Bourne,
1982), partiendo de los principios más simples hacia los más
complejos.
Para empezar, supongamos que todos los agentes de una
ciudad toman sus decisiones de manera descentralizada y sin
acuerdo alguno. Cientos de miles de decisiones individuales
cotidianas van constituyendo y modificando los subsistemas
de la estructura urbana en una secuencia de eventos que son
adaptaciones individuales al comportamiento de los demás
agentes mediante prueba y error. En los procesos de adapta-
ción, surgen restricciones a las opciones de comportamiento
individual, lo que hace que el número de tipos de decisiones
posibles de llevar a cabo se reduzca, y de esta manera, grupos
de individuos toman decisiones similares. Las restricciones al
comportamiento individual (y a sus decisiones) se incremen-
tan debido a la necesidad de mantener estable el desenvolvi-
miento de las interacciones. Esta estabilidad se busca al acep-
tar reglas de comportamiento, las cuales toman la forma de
convenciones aceptadas por la mayoría de los agentes, o la
forma de reglamentos impuestos a todos desde un poder ex-
terior, desde el Estado. Los procesos que permiten esta adap-
tación pueden incluirse en tres tipos: competencia, socializa-
ción-estratificación e institucionalización.

Competencia
Los agentes compiten por una localización para realizar
sus actividades con el mejor equilibrio entre beneficios y cos-
tos. Esta competencia ocurre, por ejemplo, en las partes com-
petitivas del mercado del suelo, que ha sido analizado desde
la economía urbana como modelo monocéntrico de usos del

112 • Tito Alegría


suelo. También ocurre en la competencia entre grupos socia-
les por la ocupación de porciones del territorio urbano, com-
petencia que ha sido estudiada por la escuela de la ecología
humana y la marginalidad social. Ocurre también en el ámbito
institucional en la competencia entre grupos de poder so-
cioeconómico por los recursos públicos y privados localiza-
dos, misma que ha sido estudiada por la economía política
urbana. Al llevar acabo esta competencia, se generan dos pro-
cesos de naturaleza antagónica y complementaria a la compe-
tencia: la cooperación y el monopolio.

• Cooperación. En el proceso de competir, surge de ma-


nera intencionada, o no intencionada, la cooperación
entre colectividades y entre individuos. La cooperación
surge de manera intencionada en una comunidad, por
ejemplo, cuando la gente se opone a un cambio de uso
del suelo, o cuando un grupo de personas invade una
zona periférica para obtener un lote de vivienda. Surge
entre individuos, por ejemplo, de manera no intencio-
nada cuando las tiendas se localizan cerca entre ellas
para aprovechar la concentración de consumidores, o
de manera intencionada, cuando una familia y el pro-
pietario del departamento que ocupa se ponen de acuer-
do al establecer las rentas y los servicios pagados con
la renta.
• Monopolio. En el proceso de competir, algunas reglas y
agentes consiguen dominar la dirección de las activida-
des y decisiones que determinan la estructura urbana.
Surge, por ejemplo, cuando hay concentración de la
propiedad del suelo, o cuando hay pocos mecanismos
y agentes financieros de la vivienda.

Socialización-estratificación
Los agentes constituyen redes densas de interacción entre
algunos de ellos constituyendo grupos sociales. Las razones

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 113


para constituir grupos son diversas, y los individuos participan
de un grupo de manera intencionada o no intencionada. Cuan-
do participan de un grupo de manera intencionada, integran
una comunidad de intereses, por ejemplo, las asociaciones de
ingenieros o de empresarios de la construcción. Cuando parti-
cipan de un grupo de manera no intencionada, conforman
grupos de convivencia, los cuales pueden constituirse con el
tiempo en comunidad de intereses; ejemplo de ello son los
barrios de una ciudad. La participación en un grupo social res-
tringe las posibilidades de decisiones y comportamientos indi-
viduales debido a que los grupos tienen más efectividad para
lograr objetivos cuando sus integrantes individuales se com-
portan de manera conjunta. La estratificación surge porque los
grupos sociales poseen una capacidad diferente para movilizar
recursos, y por ello, las restricciones que los individuos tienen
para conseguir una localización de negocios o residencial con-
veniente depende del grupo social al que pertenecen.

Institucionalización
Muchos de los patrones y reglas de comportamiento en los
modelos competitivos y en los procesos de socialización y es-
tratificación llegan a ser cada vez más rutinarios, regulados y
formalizados en términos de convenciones sociales, acuerdos
legales, legislación, o en la emergencia de cuerpos y agencias
regulatorias. La institucionalización emerge en la interacción
debido al conocimiento práctico de los agentes, y como una
forma de lograr confianza y disminuir costos en la interacción
en tanto condiciones opuestas a la incertidumbre y ansiedad.
En este esquema simplificado de constitución de los sub-
sistemas de la estructura urbana, los procesos competitivos
de generación de forma urbana se encuentran presentes pero
restringidos, de manera desigual, en cada subsistema de la
ciudad. Los agentes, al operar con las restricciones, aprenden
de ellas de manera que su comportamiento competitivo está
imbuido de este conocimiento, que a su vez les permite modi-

114 • Tito Alegría


ficar el alcance de su comportamiento competitivo dentro de
un subsistema.
El subsistema de consumo, que incluye las actividades
terciarias, es probablemente el que presenta menos restriccio-
nes institucionales, pero es muy susceptible a los procesos de
cooperación y monopolio. La debilidad de las restricciones
institucionales se debe a diferentes razones de ambos lados
de la frontera. En Tijuana, las regulaciones (por ejemplo, zo-
nificación) se pueden eludir, y por lo general se eluden, por-
que el gobierno tiene pocos recursos para ejercer su autori-
dad, cuando decide hacerlo, y los agentes individuales eluden
la regulación porque los beneficios obtenidos sobrepasan los
costos de elusión (al respecto, hay un dicho ilustrativo entre
algunos ingenieros constructores de Tijuana: “Más vale pedir
perdón que pedir permiso”). En San Diego, en cambio, la re-
gulación puede modificarse cuando un agente individual pro-
pone una negociación con la autoridad local.
En el subsistema residencial, también sujeto a una regu-
lación legal débil o negociable, el proceso competitivo está
sometido, principalmente a restricciones de conocimiento
sobre los mercados residenciales y a preferencias no econó-
micas que un individuo experimenta.
Aquí se analizan, para Tijuana y San Diego, dos subsiste-
mas, el residencial y de consumo terciario, en términos de la
forma con que se materializan en el espacio urbano (segrega-
ción residencial de los individuos y estructura de subcentros
terciarios), y en términos de los mecanismos competitivos res-
tringidos que generan esas formas. Como se observará en am-
bos subsistemas urbanos, Tijuana y San Diego son diferentes.

Precios del suelo urbano

Los subsistemas de la estructura urbana que se analizan en


este libro son la segregación y los subcentros terciarios. En la
literatura no hay un modelo teórico bien fundamentado que

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 115


coloque al precio del suelo como determinante de la localiza-
ción ni de la intensidad de ambos subsistemas.
En los modelos derivados de la Escuela de Ecología So-
cial de Chicago, el precio del suelo distribuye los grupos
sociales en áreas homogéneas, de manera discontinua, de
acuerdo con su capacidad de consumo. Pero estos modelos
no representan la realidad de las actuales metrópolis, en las
cuales la mayor parte de sus zonas contienen grupos socia-
les diversos y los precios del suelo varían de manera conti-
nua en el espacio.
En el modelo monocéntrico de usos del suelo, y sus deri-
vados policéntricos, el precio del suelo en cada localización
depende de la propensión de cada agente al ahorro unitario
en transporte (pesos por kilómetro) hacia el centro o subcen-
tros de la ciudad. Dado un presupuesto, de familias o de ne-
gocios, cualquiera de estos agentes están dispuestos a pagar
más por el suelo si ahorra en transporte al localizarse más
cerca del centro, o pagar menos por suelo si gasta más en
transporte al establecerse más lejos del centro. Cada agente
se radicará donde pueda pagar por suelo más que los otros
agentes, y esta capacidad de pago está dada por la diferencia
entre ingresos y costos que no son suelo (utilidad o satisfac-
ción) que pueda conseguir en esa localización. En cualquier
caso, en este modelo, el centro y los subcentros no son deter-
minados por el precio del suelo, más bien el precio del suelo
es el resultado de la demanda de suelo por parte de los agen-
tes que quieren establecerse en los centros.
Aquí se propone que en el análisis de la segregación y los
subcentros, el precio del suelo tiene un rol implícito, y se con-
sidera que es el resultado de la demanda conjunta por suelo
por parte de los agentes. El agente que obtendría una mayor
utilidad (o satisfacción) de una localización se quedaría con
ese lugar. Sin embargo, como no hay conocimiento perfecto
de todas las oportunidades provechosas de localización, y
como los mercados inmobiliarios no funcionan adecuadamen-

116 • Tito Alegría


te (la oferta no reacciona fluidamente frente a la demanda), no
todos los agentes se establecen donde obtendrían la mayor
utilidad. Además, el costo del suelo no es el único factor de
localización de los agentes.
En el análisis de la segregación, el precio del suelo condi-
ciona la residencia de las familias, pero más que un factor de
atracción, el precio es una restricción en la localización de las
familias. Esta restricción se incorpora implícitamente al análi-
sis cuando la segregación depende del ingreso familiar.
En el análisis de los centros terciarios, el precio del suelo
se considera el resultado de la demanda conjunta de suelo por
parte de los negocios. De manera individual, el modelo consi-
dera como incentivo de localización de los negocios a la con-
centración localizada del consumo final de bienes y servicios,
y a las ventajas de las externalidades. El modelo considera al
precio del suelo como un costo, y por lo tanto, como una res-
tricción a la localización antes que un incentivo para localizar-
se. Un negocio se establece en un lugar cuando allí las ventas
totales comprenden una utilidad, los costos de insumos y
operación, y el precio del suelo. A medida que el precio del
suelo se incrementa en el espacio, las ventas totales del nego-
cio deben incrementarse para poder pagar el mayor precio del
suelo. De esta manera, el precio del suelo está implícito en las
ventas totales al desarrollar el análisis.

Segregación sociorresidencial por ingreso y raza

La segregación social urbana es un proceso que se manifiesta


de muchas maneras y está presente en todas las ciudades. La
segregación ocurre de diversas maneras, las cuales se pueden
agrupar en dos tipos, como se mencionó en el capítulo ante-
rior. Por un lado, la segregación como exclusión espacial de
algunos grupos sociales con respecto a los recursos urbanos,
y por otro como la exclusión espacial entre grupos sociales.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 117


Al primer tipo se le puede definir como segregación por locali-
zación o segregación entre zonas, y al segundo, como segrega-
ción por diferenciación o segregación dentro de las zonas.
A la sociedad local se le puede subdividir en grupos con-
forme a diversas categorías, como estrato de ingreso, clase
social, etnia, etcétera. Aquí se analiza la segregación por dife-
renciación de los grupos sociales agrupados de acuerdo con
el ingreso para San Diego y Tijuana, y de los grupos sociales
agrupados de acuerdo con la raza sólo en San Diego.
Se escogió la categoría ingreso para analizar la segrega-
ción por tres razones. Primero, en todas las teorías sobre
cómo se organiza la sociedad, y cualesquiera que sean los
mecanismos de constitución de los grupos sociales, la conse-
cuencia empírica es que el poder y el ingreso de los individuos
están asociados con su pertenencia a un grupo social. Se-
gundo, la segregación es un proceso que se materializa en
el acceso a la vivienda, y el ingreso es uno de los determi-
nantes de ese acceso. Tercero, se analizarán también los
subcentros terciarios, y en la conceptualización de los facto-
res de demanda que generan subcentros se propone la se-
gregación social por ingreso como una característica que
modifica esa demanda.
Por su parte, la categoría raza fue elegida para analizar la
segregación en San Diego por dos razones. Primero, en la li-
teratura de las últimas décadas queda explícito que la segre-
gación por raza es un fenómeno marcado y constante en las
ciudades de Estados Unidos (Krysan y Farley, 2002). En con-
traste, en los estudios de las ciudades mexicanas, como Tijua-
na, no se menciona este fenómeno (Schteingart, 1995; Garza,
1992); la raza no ha sido considerada un criterio relevante en
la diferenciación sociorresidencial, en gran parte, debido a
que no hay evidencia de que la población discrimine racial-
mente en el acceso a la vivienda. Segundo, en el análisis de
subcentros terciarios, se propone que la segregación social
por raza es una característica que modifica la demanda, al

118 • Tito Alegría


igual que la segregación por ingreso. En la perspectiva del
análisis comparativo entre Tijuana y San Diego, que la catego-
ría raza sea importante generador de forma urbana dentro de
la última ciudad y no de la primera, fortalece la hipótesis de
que ambas ciudades son diferentes.
A la segregación urbana por diferenciación se le define
como un proceso de homogeneización social (por ingreso o
raza) de un barrio, que es opuesto a la integración social, y
que se genera cuando las familias acceden a una vivienda. La
segregación informa de la mezcla espacial entre los grupos
sociales, es decir, de los niveles en que los grupos sociales
están representados en un barrio de residencia.

Segregación sociorresidencial por ingreso

La segregación sociorresidencial es el resultado de la localiza-


ción de los integrantes de los grupos sociales, es decir, la se-
gregación se constituye en el sistema de asignación de usos
residenciales del suelo. Si la localización residencial en un
sistema competitivo de acceso a la vivienda dependiera sólo
del ingreso de las personas, los grupos de ingreso se distribui-
rían espacialmente de acuerdo con su nivel de ingreso y si-
guiendo los precios del suelo. Una distribución de este tipo
generaría niveles muy altos de homogeneidad social dentro de
los barrios, y alta heterogeneidad entre barrios, es decir, niveles
altos de segregación. Este esquema corresponde al modelo de
segregación social propio de los seguidores de la ecología social
de la Escuela de Chicago. Sin embargo, en la realidad, la mayo-
ría de los barrios en Tijuana y San Diego no son homogéneos;
tienen algún grado de mezcla social. Esta falta de homogenei-
dad de los barrios ha sido una de las críticas hechas a los
modelos derivados de la Escuela de Chicago, y una razón
para buscar caminos alternos para definir y explicar la segre-
gación. Entonces, ¿qué es lo que determina el nivel de mezcla

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 119


social?, y ¿en qué lugares del espacio urbano están localizados
los niveles altos y bajos de esa mezcla?
Si se considera que las personas, al decidir dónde vivir,
usan la diferenciación social (basada en el ingreso) como cri-
terio principal de selección de lugares, se deberían tener ciu-
dades muy segregadas por ingreso si las restricciones de
mercado son menores. Sin embargo, hay varias objeciones
sobre este enfoque. La primera es empírica, puesto que en la
mayoría de los barrios de cualquier ciudad hay mezcla social,
sólo en muy pocos hay segregación absoluta. La segunda
objeción es de orden conceptual. Para que el criterio de dife-
renciación social sea eficiente al elegir una residencia, los in-
dividuos deben tener un gran conocimiento de la localización
de los grupos sociales y una preferencia por vivir al lado de
personas con ingreso similar. Sin embargo, estos supuestos
no se cumplen. Los libros de texto sobre análisis urbano re-
saltan el déficit de conocimiento de los consumidores sobre
las oportunidades residenciales, y además ese conocimiento
sólo podría ser sobre los barrios ya existentes –que ofertan
muy poca vivienda –y no sobre los barrios aún no ocupados
(que proporcionan muy poca información sobre grupos socia-
les) donde la oferta es mayoritaria. Además, es más probable
que los recién llegados a la ciudad (los que más buscan vivien-
da) desconozcan la geografía social del espacio, y que ese
conocimiento sea mayor entre los antiguos residentes, que
por lo general son los que ya poseen una vivienda. Por otra
parte, no es claro por qué, en Tijuana, las personas pobres
querrían vivir en barrios sin infraestructura urbana sólo por
estar al lado de otros pobres. Y en el otro extremo, no es claro
por qué la gente rica, teniendo poder en otras esferas de la
vida, no lo tendría para establecer su vivienda en un lugar sin
tener que tomar en cuenta a los demás habitantes de la ciu-
dad. Una última objeción proviene de estudios sociológicos
del consumo. Se ha demostrado que los consumos, menos
que con la diferenciación (real o supuesta), están más relacio-

120 • Tito Alegría


nados con el habitus. El habitus es el sistema de disposiciones
adquiridas por medio del aprendizaje implícito o explícito que
funciona como un conjunto de esquemas generadores de estra-
tegias que pueden estar objetivamente conformes con los inte-
reses objetivos de sus autores sin haber sido concebidas expre-
samente con este fin (Bourdieu, 1990, p. 141). La diferenciación
es sólo una entre múltiples estrategias cuyos objetivos pueden
estar implícitos en las elecciones de consumo pero no haber
sido concebidos como finalidad. Las elecciones similares de
consumo residencial están de algún modo programadas para
los individuos que tienen habitus similares, y se van reprogra-
mando en el proceso permanente de reconstitución del grupo
social de referencia como producto de la continua y mutua mo-
dificación entre el habitus y el consumo del bien residencial.
Estos inconveniente nos sugieren la necesidad de un en-
foque alternativo sobre la segregación que considera que la
diferenciación de los grupos sociales por ingreso en el espacio
es un resultado del proceso de segregación más que una cau-
sa de la misma.
Aquí se propone que la segregación por ingreso es el re-
sultado, por lo general no intencionado, de la praxis de acceso
a la vivienda de los integrantes de los grupos sociales, en un
medio competitivo pero restringido por los procesos de insti-
tucionalización de dicho acceso y por las características eco-
nómicas de la vivienda. En el modelo conceptual de la segre-
gación, que a continuación se desarrolla, se establece que la
segregación se genera debido a la confluencia de los niveles
de ingreso y del conocimiento de las personas al acceder a
una vivienda.
Un modelo que tome en cuenta el comportamiento de los
agentes inmobiliarios (oferta) y que explique los niveles de
segregación por barrio rebasa los objetivos de esta investiga-
ción, aunque al respecto se harán tres anotaciones. Primero,
la segregación disminuye debido a que el cambio del número
de viviendas (y lotes) disponibles marcha a diferente veloci-

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 121


dad que el cambio del capital económico y del conocimiento.
El número de viviendas disponible en cada momento es pe-
queño (la oferta) y está modulado por las imperfecciones es-
tructurales del mercado inmobiliario, principalmente por el
alto costo del bien vivienda y la gran durabilidad de su con-
sumo. Segundo, la segregación depende, en parte, del modo
en que ocurre la expansión física de la ciudad, particularmen-
te de la velocidad con que aparecen y la forma de las nuevas
opciones de vivienda. Las direcciones geográficas con rápido
crecimiento físico generalmente han añadido –de manera
discontinua– grandes porciones de terreno a la ciudad ocupa-
dos por personas socialmente homogéneas, por medio tanto
de invasiones de gente pobre como de fraccionamientos para
grupos de ingreso medio y alto. En contraste, las direcciones
geográficas que han crecido lentamente añadieron cada vez
pequeñas porciones de terreno, sin poder por ello constituir
zonas con niveles altos de homogeneidad social. Tercero, en
la perspectiva comparativa de esta investigación, para resal-
tar la diferencia entre Tijuana y San Diego en la forma en que
se genera el uso residencial del suelo, basta señalar que al
menos la mitad de la población de Tijuana reside en barrios
que se asentaron de manera ilegal (Alegría y Ordóñez, 2005):
esta población no tuvo una oferta de suelo o vivienda a un
precio accesible. En cambio, en San Diego no hay asenta-
mientos irregulares; los que no pueden pagar una vivienda
terminan como personas sin hogar (homeless) viviendo en las
calles.

El mecanismo generador de la segregación


En un medio competitivo, la segregación social de la ciu-
dad es un macropatrón espacial resultado de las microdecisio-
nes de las personas para conseguir una vivienda. A la compe-
tencia por una localización, cada agente social lleva diferentes
recursos para competir y tiene diferentes objetivos por los
cuales compite. Entre recursos y objetivos, hay nexos subya-

122 • Tito Alegría


centes que los hacen formar parte de un mismo proceso ra-
cional de adecuación de medios a fines, aunque ello no signi-
fica que los fines sean necesariamente determinados de
manera racional ni que los medios sirvan y se hayan obtenido
para conseguir una localización específica. Debido a que me-
dios y fines –o recursos y objetivos– conforman una unidad
en la acción individual, las dimensiones subyacentes comu-
nes entre ellos son sus determinantes. Conceptualmente es-
tas dimensiones son las que dan unidad a medios y fines,
sustentando y modulando de manera individual la lógica de
ambos. Debido a las condiciones de la competencia por la lo-
calización, esas dimensiones-determinantes se pueden agru-
par en económicas y de conocimiento de su sociedad. Por
consiguiente, el instrumental con que cada individuo de cada
grupo social entra a la competencia dependerá del nivel y tipo
de recursos económicos y de recursos de conocimiento, y sus
objetivos de localización en el espacio urbano dependerán
también de esas dimensiones.
Cada dimensión corresponde a un campo, el cual es defi-
nido por Bourdieu (1990, p. 136) como un espacio (no territo-
rial) determinado donde se despliegan las relaciones de fuerza
entre los agentes individuales o grupales propias al campo, y
su estructura es la distribución entre los agentes del capital
específico al campo (por ejemplo, el económico o el de cono-
cimiento) acumulado en luchas anteriores y que orientan las
estrategias ulteriores. Cada campo es la arena en que se des-
pliega la acción y lucha de los grupos sociales. Hay tantos
campos como tipo de capitales por qué luchar, y unos inciden
más que otros en la determinación de las prácticas cotidianas.
Por consiguiente, un individuo o grupo o institución opera a
la vez en muchos campos. Dentro de cada campo o clasifica-
ción, hay una tendencia a la diferenciación social entre clases
o grupos de acuerdo con el capital acumulado, que se plasma
también en términos espaciales, es decir, como segregación
residencial.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 123


Los grupos con mayores recursos económicos tendrán la
mayor ventaja en la competencia por la localización. Sin em-
bargo, cada clase económica M está dividida en N clases, se-
gún el conocimiento, de manera que las diferencias en el tipo
y nivel de conocimiento propiciarán diferentes localizaciones de
los agentes con un mismo nivel económico. De forma recípro-
ca, para un mismo tipo de conocimiento, las diferencias en los
recursos económicos generarán diferentes localizaciones.
Los modelos económicos de uso del suelo asignan, de manera
no objetiva, una misma localización a las familias con ingresos
similares. La razón principal de este problema es su supuesto
de gustos y preferencias similares para los pobladores urba-
nos, que ignoran las diferencias de conocimiento que surgen
de su posición individual en la estructura de otros campos.
Un individuo, o familia, empieza el proceso de acceso a
una vivienda desde otra vivienda. El proceso de cambio resi-
dencial inicia cuando un individuo experimenta una discor-
dancia entre su capital acumulado en cada campo y las condi-
ciones de su lugar de residencia. Su habitus propio conduce
el proceso de búsqueda de una localización que corresponda
al nuevo estado de sus capitales económico y de conocimien-
to. Las personas con capitales acumulados similares, que han
experimentado discordancia similar, deberían localizarse en la
misma zona y conformar áreas con relativa homogeneidad.
Sin embargo, no todos los que tienen el mismo nivel económi-
co y de conocimiento terminan en los mismos barrios, como
se verá a continuación.

El campo económico y la segregación


La disputa por un lugar donde vivir es a la vez condición y
consecuencia de los objetivos de acumular capital dentro del
campo económico. Es una condición porque las decisiones de
localización están orientadas a reducir los costos de vivir en la
ciudad y así acumular capital económico. Es una consecuencia
porque la adquisición de una vivienda es considerada por las

124 • Tito Alegría


familias, también, como una forma de ahorro y de capitaliza-
ción de plusvalía inmobiliaria (al tener en cuenta el futuro in-
cremento de la renta del suelo). Ambos, condición y conse-
cuencia, son la mediación entre el objetivo de acumular capital
en el campo económico y la decisión de una familia sobre las
características y la localización relativa de su vivienda.
El primer tipo de objetivo de acumulación, el de reducir
los costos por vivir en la ciudad obteniendo mejor habitabili-
dad, es un imperativo de las familias en las tres escalas de
habitabilidad urbana, las escalas interzonas, intrabarrio y den-
tro de la vivienda. Para solucionar este imperativo, las familias
intentan tres estrategias, correspondientes a esas escalas,
para acceder a una vivienda: localizarse cerca de los circuitos
de consumo y de trabajo para reducir el costo de transporte
(recursos urbanos localizados), establecerse en barrios com-
pletamente urbanizados para reducir costos en salud y trans-
portes y para aprovechar las externalidades positivas de las
amenidades, y asentarse en viviendas con el espacio y la pro-
tección necesarios para realizar las actividades de reproduc-
ción de las familias.
El segundo tipo de objetivo de acumulación, que incluye
el ahorro y la capitalización de plusvalía del suelo, también
orienta las decisiones de localización en las tres escalas de
habitabilidad urbana. Para conseguir este tipo de objetivo, las
familias deben adoptar estrategias que les permitan obtener
los derechos de propiedad de su vivienda. Las diversas for-
mas de acceder a los derechos de propiedad (sin contar la
herencia) se pueden agrupar en tres: la compra directa, me-
diante un financiamiento, o invadiendo ilegalmente un terreno
para regularizarlo posteriormente (como ocurre en cualquier
ciudad de América Latina). La decisión de dónde localizarse
varía de acuerdo con la estrategia adoptada para conseguir
derechos de propiedad.
Los dos tipos de objetivos se consiguen de manera diferen-
cial entre las personas, y de acuerdo con su particular capital

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 125


económico acumulado. Las personas que posean más capital
podrán conseguir esos objetivos con más facilidad que los
otros.
En San Diego, la distribución desigual del capital económi-
co favorece la segregación cuando las personas adoptan es-
trategias de ahorro y de capitalización de plusvalía. Las perso-
nas quieren mayor espacio de vivienda, cuando buscan una
residencia, para elevar en el futuro su ahorro y capitalización.
Si no hay restricciones o fallas en los mercados de la vivienda
(por ejemplo, los precios del suelo expresan las ventajas de la
localización), los grupos sociales con mayor capital (ingreso)
tienen la mayor probabilidad de terminar segregados, y en
viviendas más grandes, localizadas en la periferia (donde hay
casas nuevas y más grandes). Para este grupo de ingresos
altos, el primer objetivo (reducir los costos por vivir en la ciu-
dad) es menos imperativo debido a que experimenta un redu-
cido costo de transporte (en relación con el ingreso), privile-
giando así la estrategia de ahorro y de capitalización.
En el otro extremo social, entre las personas con bajos
ingresos, pocos pueden acceder a una propiedad, es decir, no
podrán conseguir el objetivo de ahorro y capitalización. La
consecuencia espacial es que la mayoría de ellos se localizará
donde haya oferta de vivienda en renta, siguiendo el patrón de
localización de esas viviendas. Las opciones residenciales en
renta en San Diego están dispersas entre las zonas menos
periféricas de la ciudad. Entre estas opciones, las personas
con ingresos bajos preferirán las que disminuyan sus costos
por vivir en la ciudad (primer tipo de objetivo).
Entre las personas con ingreso medio, una buena parte
de ellos no tiene suficiente capital acumulado para comprar
vivienda, por lo que tendrá un comportamiento de acceso a
la vivienda similar al de las personas con bajos ingresos, y
también un patrón de localización análogo. De esta manera,
las personas de ingresos bajos y medios habitan en barrios
con mezcla social. Por otra parte, la porción de las personas

126 • Tito Alegría


de ingresos medios que sí puede comprar una vivienda prio-
riza la estrategia de ahorro y de capitalización, por lo que
buscará una residencia en zonas de precio del suelo no muy
alto, generalmente periféricas, en conjuntos residenciales
masivos, en viviendas de precio similar, configurando así pa-
trones de segregación altos.
En Tijuana, en general, las familias, al seguir los dos tipos
de objetivos de acumulación de capital, prefieren una vivienda
en barrios completamente urbanizados (con todos los servi-
cios públicos) y más cerca de los circuitos de consumo y
empleo, debido a los mayores costos (relativos al salario) del
transporte. Alrededor de la mitad de los residentes de la ciu-
dad –los que tienen mayores salarios– puede pagar una vi-
vienda en esos barrios (los grupos de ingreso alto y de ingre-
so medio que pueden acceder a un crédito inmobiliario), hecho
que favorece la segregación por ingreso, principalmente de
los sectores medios.
Las personas con mayor ingreso, sin embargo, tienden a
residir en barrios menos segregados debido a dos procesos
combinados: su preferencia por la inercia locacional y la dis-
minución del ingreso en el tiempo de algunos residentes. La
inercia locacional se basa en la herencia familiar y la existen-
cia de espacio para construir más viviendas. Cuando los des-
cendientes pueden mantener los niveles de ingreso de los
padres, la herencia inmobiliaria impulsa la segregación. La
construcción de nuevas viviendas alrededor de esos barrios
también impulsa la segregación, porque esas viviendas se
ofertan en conjuntos residenciales con precios altos. En con-
traste, la herencia inmobiliaria impulsa la de-segregación por
ingreso cuando el ingreso de los descendientes (que se que-
daron a residir en la propiedad heredada) es menor al de los
padres. Dentro de esta modalidad, muchos descendientes de
los habitantes originales reemplazan sus viejas casas grandes
heredadas por edificios de departamentos que terminan habi-
tados por personas con ingresos menores.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 127


Las personas de ingreso medio son las que más recurren
al crédito inmobiliario (público y privado) para acceder a una
vivienda. Los que han optado por el crédito privado han sido
la minoría y, de no haber restricciones por conocimiento, se
localizan cerca de las ventajas urbanas, en barrios de clase
alta promoviendo su mezcla social. Los que han acudido a la
vivienda pública fueron la mayoría. Cuando la vivienda ha sido
financiada por el gobierno –y más aún cuando también fue
construida por el sector público– las familias tuvieron pocas
opciones de localización. Estas viviendas generalmente han
sido ofertadas en grandes conjuntos residenciales, como vi-
viendas de costo similar compradas por personas de ingreso
análogo, se generaron así barrios homogéneos socialmente.
Éste es el caso de los grupos de ingreso medio y medio bajo,
que terminan habitando barrios homogéneos por ingreso.
Las personas con ingresos bajos son las que generalmen-
te invaden un terreno (para hacerlo, deben por lo general
formar un grupo invasor, o lo hacen de manera individual)
para conseguir una residencia, por lo que hay muy poca pro-
porción de familias de ingresos bajos que rentan una vivienda.
Sus opciones de suelo para vivienda, de terreno sin urbanizar
y poco apetecido por el sector privado, son pocas y general-
mente localizadas en la periferia de la ciudad. De esta manera,
al inicio del asentamiento, se forman zonas socialmente ho-
mogéneas en las áreas de crecimiento de la ciudad. Sin em-
bargo, con el tiempo, muchas de las familias originales en
estas zonas logran mejorar sus ingresos, además se forman
submercados informales de renta y venta de viviendas (que
eventualmente se formalizan), lo que permite el arribo de per-
sonas con ingresos mayores. Este proceso permite que mu-
chos barrios originalmente ilegales aparezcan en el censo como
barrios con mezcla social, es decir, con poca segregación.
Según este esquema, en ambas ciudades, las personas en
el proceso de buscar una residencia tienen el objetivo implíci-
to de acumular capital, pero no de segregarse. Sin embargo, la

128 • Tito Alegría


segregación es su resultado, y es correspondiente con los
mecanismos del campo económico y con la praxis del habitus
propio.

El campo del conocimiento y la segregación


El proceso de búsqueda de un lugar donde vivir es a la vez
condición y consecuencia de la acumulación de capital de co-
nocimiento. Es una condición porque las decisiones de locali-
zación están moduladas por el conocimiento acumulado. Es
una consecuencia porque la adquisición de una localización
residencial proporciona a las personas ámbitos nuevos para
adquirir y acumular conocimiento.
Debido a las condiciones estructurales del mercado resi-
dencial, es imposible conocer todas las posibilidades de elec-
ción para tomar la mejor decisión (es decir, la que permita la
mayor utilidad o satisfacción). Sin embargo, aunque incomple-
to, y a veces distorsionado, hay un saber sobre los mecanis-
mos de acceso a la vivienda que se constituye dentro del
campo del conocimiento social (en el sentido de Bourdieu) y
conforme a sus reglas.
El conocimiento es definido como el conjunto de disposi-
ciones incorporadas al habitus particular de cada persona. La
acumulación del capital de conocimiento de los individuos es
el resultado de su participación cotidiana en diferentes cam-
pos, misma que es conducida por su habitus. Cada persona
tiene un particular nivel y tipo de conocimiento de la relación
entre la acción de un individuo y la estructura social o de mer-
cado en que actúa. Este saber está limitado por la experiencia
en la producción de prácticas y su continua reinterpretación a
la luz de los eventos subsecuentes (Thrift ,1985, p. 368). Estos
límites están constituidos: a) por la singular experiencia bio-
gráfica de practicar un sistema social particular; b) porque
todo cocimiento es el resultado de un habitus particular usado
para generar prácticas y sus interpretaciones; c) por el hecho
de que todas las prácticas están contenidas en determinados

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 129


tiempos y espacios, y d) porque el conocimiento se puede
comunicar sólo parcialmente debido a las restricciones que
imponen los tres límites anteriores.
Cada individuo de cada grupo social tiene cuatro tipos de
conocimiento que incorpora a la masa (stock) social del cono-
cimiento (Thrift, 1985, p. 372): a) conocimiento inconsciente,
basado en las estructuras objetivas de acción, generadas en
prácticas pasadas, y que son incorporadas al habitus; b) cono-
cimiento práctico, un tipo de conocimiento informal aprendi-
do de la experiencia de “ver y hacer” en contextos muy parti-
culares, en la relación con otras personas, y acotada en
tiempo y espacio; c) conocimiento empírico, cuya masa es
construida como resultado de un proceso general de raciona-
lización del conocimiento en dos modalidades, dando explica-
ciones racionales y organizando el conocimiento en una for-
ma sistemática, y d) conocimiento filosófico, basado en el
intento de unificar los diferentes cuerpos de conocimiento en
uno solo.
Cada sociedad tiene una masa de conocimiento conforma-
do por los saberes particulares de sus integrantes. Sin embar-
go, este conocimiento está distribuido de manera desigual
dependiendo de las numerosas dimensiones que estructuran
a los grupos sociales, tales como diferencias de género, étni-
cas, clase (capacidad de movilizar recursos), ingreso (todas las
rentas personales), etcétera. Cada grupo social tiene un nivel
de conocimiento de su medio dependiendo de su capacidad
para obtenerlo.
La distribución desigual de los tipos de conocimiento en-
tre los grupos sociales promueve, generalmente de manera no
intencionada, patrones opuestos de segregación.
La acumulación tanto del conocimiento práctico como del
inconsciente depende principalmente del tiempo, y ambos
están constreñidos por la geografía de la cotidianidad, princi-
palmente por el espacio residencial. La restricción geográfica
para acumular estos tipos de conocimiento disminuye cuando

130 • Tito Alegría


las personas participan de redes densas de familiares y ami-
gos. Estos conocimientos se acumulan y se reproducen con el
tiempo en plazos largos, y generan correspondencias espacia-
les definibles y modificaciones lentas al habitus. Por ello, es
más probable que las personas y grupos que más tiempo ha-
yan habitado la ciudad tendrán más de estos tipos de conoci-
miento. Son las personas que mejor conocen su geografía
cotidiana y las que poseen una imagen más definida (aunque
no siempre correcta) de la geografía social de la ciudad. Estan-
do en proceso de cambio residencial, las personas con mayor
conocimiento práctico e inconsciente tenderán a preferir los
barrios no nuevos (los ya conocidos) de la ciudad, lo que ge-
nera una concentración de personas de conocimiento similar.
Debido a que, en ciudades que crecen rápido (como Tijuana y
San Diego), las personas nativas no son mayoría, entonces
habrá pocos barrios de este tipo en la ciudad localizados cerca
de los recursos urbanos (empleo y consumo). Esta concentra-
ción es un patrón que hace disminuir la segregación por in-
greso. Las personas que han acumulado poco de estos tipos
de conocimiento, en cambio, tendrán un patrón disperso de
asentamiento, ajustando su nueva localización de acuerdo
con su ingreso más que con su conocimiento. Las personas
que invaden un lote baldío para acceder a un lugar donde vi-
vir, por ejemplo en Tijuana, es probable que posean poco co-
nocimiento práctico e inconsciente de la ciudad, y al invadir,
generan grandes zonas homogéneas por conocimiento y por
ingreso.
La acumulación del conocimiento empírico tiene menos lí-
mites espaciales y temporales con respecto a los dos primeros
tipos de conocimiento. Se desarrolla principalmente al partici-
par en espacios institucionales (escuelas, sindicatos, partidos
políticos, cámaras, colegios profesionales, clubes, gobierno,
etcétera.) con poca dependencia de las localizaciones residen-
ciales. Este saber, al ser cambiante, se adquiere sólo mediante
la posibilidad temporalmente determinada de participar en ta-

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 131


les instituciones. Los más propensos a adquirir este tipo de
conocimiento son las personas con más escolaridad o con
puestos de mando en su trabajo o que participan de redes
sociales institucionalizadas. Estando en proceso de cambio
residencial, las personas con mayor conocimiento empírico
(con poco del inconsciente y práctico) tendrán la posibilidad de
dispersarse en busca de ventajas inmóviles (de la localización
y la vivienda) y ejercer ventajas móviles (ventajas financieras
o de acceso a un submercado particular de vivienda). Por ello,
estas personas tenderán a localizarse de manera dispersa,
pero cerca de los recursos urbanos. De esta manera, este pa-
trón de localización, al generar mezcla social, disminuye la
segregación por ingreso. En cambio, las personas con menos
conocimiento empírico (y menos del inconsciente y práctico)
serán marginadas a zonas con menores ventajas de localización
y con tendencia a la homogeneidad por ingreso de sus barrios.
Cuando las personas han acumulado los tres tipos de co-
nocimiento, buscarán las zonas con mejores ventajas, cerca-
nas a los recursos urbanos, y se concentrarán en zonas homo-
géneas por conocimiento, pero reducirán así la homogeneidad
por ingreso del barrio donde llegan a residir.
Se puede organizar esta relación entre conocimiento, loca-
lización y segregación por ingreso en el siguiente esquema:
Tomando en cuenta la concomitancia entre espacio social
y tiempo con los tipos de conocimiento mencionados, se pue-
den deducir las siguientes conclusiones. Con el tiempo, los
conocimientos inconsciente y práctico se incrementan, y de-
bilitan la homogeneidad de las zonas y con ello, la segrega-
ción. A mayor espacio social de los agentes, el conocimiento
empírico crece y produce mayor heterogeneidad de las zonas
de residencia, es decir, disminuye la segregación. Debido a
que el conocimiento empírico amplía y diversifica las opcio-
nes de acceso a una vivienda, y a que dicho conocimiento
depende de la acción social de los agentes, el cambio en la
dimensión espacial puede producir el debilitamiento de la

132 • Tito Alegría


segregación en una mayor intensidad que el cambio en la di-
mensión temporal, misma que se materializa en la cronología
de la demografía de los agentes.

Tiempo

Espacio Conocimiento inconsciente y práctico


social (–) (+)
Conocimiento (–) Zonas con pocas Pocas zonas, con
empírico ventajas de ventajas de
localización, localización, más
heterogéneas por homogéneas por
conocimiento, conocimiento, poco
segregadas por segregadas por
ingreso ingreso

(+) Zonas concentradas Zonas con ventajas


alrededor de de localización, más
ventajas localizadas, homogéneas por
heterogéneas por conocimiento, poco
conocimiento e segregadas por
ingreso ingreso

En el acceso a una vivienda, el conocimiento modula tan-


to la praxis del habitus como el acceso a la información de
oportunidades. En una sociedad con mercados de vivienda
desarrollados, la información sobre oportunidades se distribu-
ye de manera menos desigual y dejan al habitus como el com-
ponente principal del factor conocimiento en la generación de
la segregación por ingreso, y por esta razón, el conocimiento
explica poco este tipo de segregación. Éste debe ser el caso de
San Diego, donde las viviendas en renta o venta son comercia-
lizadas por empresas de bienes raíces. En Tijuana, en cambio,
buena parte de las viviendas en renta y venta no pasan por
mercados abiertos. Por ejemplo, muchas viviendas son comer-
cializadas directamente por los dueños, o para acceder a un
mercado particular hay que participar en alguna institución
(por ejemplo, viviendas vendidas por el issste y el infonavit), o
para acceder a un lote de vivienda, hay que organizarse para

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 133


invadir un lote baldío. Por ello, la distribución de la información
es bastante incompleta, lo cual permite que el conocimiento
sea un factor que explica la segregación por ingreso.

Síntesis.
Diferencias en localización y segregación por ingreso
En el modelo presentado, la segregación por ingreso es el
resultado, por lo general no intencionado, del proceso de ac-
ceso de las personas a una localización residencial. En este
proceso, el ingreso y el conocimiento de las personas deter-
minan la localización y la segregación. Debido a que entre
ambas ciudades hay diferencias en los modos de acceso a una
localización residencial, localización y segregación son deter-
minadas por el ingreso y el conocimiento en Tijuana, mientras
que en San Diego están determinados por el ingreso y poco
por el conocimiento.
Los capitales económico y de conocimiento se distribuyen
de manera desigual entre las personas. En Tijuana, las perso-
nas con más capital se localizarán principalmente en las zonas
con urbanización completa (con servicios públicos) y cerca de
los recursos urbanos (circuitos densos de empleo y consumo)
debido al mayor costo relativo del transporte, es decir, más
centralmente. Los que tienen menos capital se localizarán
mayormente en la periferia, donde se carece de servicios pú-
blicos y recursos urbanos. Debido tanto a que la estrategia
para acumular capital (por medio de la localización) está limi-
tada por las condiciones del mercado de vivienda, como a la
distribución desigual del capital de conocimiento, la mayor
parte de las zonas de la ciudad no presentan niveles altos de
segregación por ingreso.
En San Diego, en cambio, al tener urbanización completa
en todas las zonas de la ciudad y al ser la distribución del
conocimiento menos relevante en el acceso a la vivienda, el
ingreso se convierte en el factor más importante para explicar
la localización y la segregación. Debido al desarrollo del mer-

134 • Tito Alegría


cado de la vivienda (oferta, comercialización y financiamiento)
en esta ciudad y al bajo costo del transporte (relativo al salario)
hacia los circuitos de empleo y consumo, las personas con
más capital se localizarán en la periferia, donde pueden capi-
talizar más al tener más espacio de vivienda. Las personas
con ingresos menores se localizarán donde haya bajos costos
de vivienda, principalmente en renta, y cerca de los lugares de
empleos y consumos, en diferentes partes de la ciudad. La
segregación por ingreso es alta, pero no es absoluta, debido al
factor conocimiento (habitus) y a las restricciones temporales
de oferta del bien económico vivienda.

Segregación sociorresidencial por raza

La segregación por raza, de manera equivalente a la segrega-


ción por ingreso, es definida como la homogeneidad racial de
los habitantes de un barrio. De acuerdo con la literatura, en
Estados Unidos este tipo de segregación es un proceso socio-
espacial importante en la determinación de la forma urbana,
pero ese proceso no existe en las ciudades mexicanas.
Aunque la literatura se ha concentrado en la gran segre-
gación de los negros en las ciudades de Estados Unidos, hay
evidencias de que existe segregación de hispanos y asiáticos,
aunque en menor intensidad (Massey y Denton, 1993). En el
contexto de esta investigación, la existencia de la segregación
por raza en San Diego, y la no existencia de ella en Tijuana,
es una de las características que más diferencian a los pro-
cesos de generación de forma urbana de ambas ciudades.
Este tipo de segregación será analizada, sólo para San Diego,
en lo referente a su localización y en tanto factor que contri-
buye a la generación de centros terciarios.
Aunque no se aportará una interpretación sobre la gene-
ración de este tipo de segregación, al respecto se presentan
los rasgos más importantes referidos en la literatura. A dife-
rencia de la segregación por ingreso, la segregación por raza

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 135


es una consecuencia en buena medida intencionada del com-
portamiento de los agentes en el proceso de acceso a la vivien-
da. Este proceso está modulado, por una parte, con actitudes
relacionadas con el racismo de las personas que buscan una
vivienda, y con la discriminación racial por parte de los que
ofertan las viviendas.
En el acceso a la vivienda, las actitudes relacionadas al
racismo tienen objetivos y motivaciones diferentes entre las
personas blancas y las negras (y las de otras razas). Las mo-
tivaciones de las personas blancas se pueden sintetizar en
dos: prejuicio y capitalización de la propiedad. El prejuicio
es la imagen que se tiene de los barrios habitados en su
mayoría por negros como barrios inseguros por crimen y
violencia. La capitalización de la propiedad es esperada por
los blancos como negativa (pierden valor) en barrios donde
hay un creciente ingreso de residentes negros. Estos dos
tipos de motivaciones sucitan que los blancos busquen
barrios donde no haya negros, es decir, barrios segregados.
Las motivaciones de las personas negras son diferentes.
Ellos prefieren barrios mezclados, y evitan barrios de ma-
yoría blanca por temor al desprecio, la agresión, el aisla-
miento y aun la violencia de parte de los residentes blancos.
Estas motivaciones determinan que las personas negras
busquen su residencia en barrios mixtos, es decir, menos
segregados.
En el acceso a la vivienda, la discriminación racial en el
mercado, por parte de los que ofertan las viviendas, es sutil
pero persistente, a pesar de la ley antidiscriminación. La dis-
criminación ocurre de dos maneras: en la oferta de las vivien-
das disponibles y en la oferta de créditos. La persona que
oferta una vivienda generalmente no informa de más oportu-
nidades que las anunciadas cuando el cliente es una persona
negra; cuando el proveedor informa o muestra más viviendas
disponibles, lo hace en barrios de mayoría negra (Zhao, 2005).
Los créditos disponibles usualmente son mal informados o no

136 • Tito Alegría


se dan aconocer para que el cliente pierda interés, cuando el
cliente es negro (Massey y Denton, 1993, p. 98). Con este
comportamiento, la persona que oferta las viviendas cuida no
perder clientes solventes, en su mayoría blancos y considera-
dos con preferencias por viviendas en barrios segregados.
Este comportamiento es más persistente cuando ofertan vi-
viendas de precio alto.
Tanto las actitudes racistas como la discriminación ocurren
con más intensidad en la renta de las viviendas que en la ven-
ta. Ésta es una razón para que los barrios con mayor cantidad
de viviendas en renta sean mixtos (negros, hispanos y asiáti-
cos), pero con pocos residentes blancos.
La distribución del ingreso promueve que la segregación
resultante sea diferente según el nivel de ingreso. Cuando las
personas con ingresos altos, son blancas, pueden desplegar
sus actitudes racistas y conseguir barrios sin mezcla racial.
Las personas negras, en cambio, sufren con más intensidad
la discriminación de mercado al buscar una vivienda cara. El
resultado es que los barrios con residentes de ingresos altos
generalmente son sumamente segregados por raza, se locali-
zan en la periferia urbana y siguen los mecanismos de segre-
gación por ingreso. Las personas con menor ingreso no po-
drán ejercer racismo en el acceso a una vivienda y deberán
vivir en barrios mezclados racialmente (mezcla con pocos
blancos y más de otras razas). Entre las personas de ingreso
medio, algunas podrán acceder a una vivienda en barrios se-
gregados debido a sus actitudes racistas y a la discriminación
de mercado, pero otros residirán en barrios mixtos debido a
las restricciones de ingreso.
Este esquema de la segregación por raza se deriva de los
estudios de la segregación entre negros y blancos, pero se
puede aplicar a los hispanos y a otras razas también. Estas
minorías raciales experimentan las causas de la segregación
en menor medida que los negros, pero también de manera
persistente.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 137


En síntesis, los barrios más segregados estarán localiza-
dos en la periferia, y en las zonas centrales los barrios serán
mixtos y con pocos residentes blancos.

Estructura de subcentros: forma y generación

En las grandes ciudades, el empleo terciario está organizado


en una estructura de subcentros. Tijuana y San Diego no
forman una sola ciudad porque las estructuras de sus sub-
centros son diferentes. Tanto el mecanismo generador de
subcentros como la forma resultante son diferentes entre
ambas ciudades debido a que cada ciudad pertenece a una
formación y un desarrollo socio económico particular. Por te-
ner economías de mercado, ambas ciudades poseen un pa-
trón general similar de estructuración de subcentros, pero por
pertenecer a formaciones socieconómicas diferentes, algu-
nos mecanismos generadores se diferencian en intensidad y
otros no aparecen en una de las ciudades.
A diferencia del modelo monocéntrico de usos del suelo,
aquí se propone que Tijuana y San Diego tienen una organi-
zación multicéntrica, y que esa organización se puede explicar
con el auxilio de la teoría del lugar central, aplicada en escala
intraurbana, en un ambiente de mercados imperfectos. En
sintonía con las restricciones que impone el patrón del lugar
central, los agentes económicos, tanto de la oferta como de la
demanda, desarrollan micro comportamientos estratégicos
con el fin de reducir costos y aumentar las ventas, lo que ge-
nera un macropatrón de la estructura de subcentros, un pa-
trón modificado de la teoría del lugar central. Las restricciones
institucionales a la operación de los mercados son mínimas
en ambas ciudades. En Tijuana, el gobierno local no tiene re-
cursos económicos y humanos para forzar la aplicación del
plan de usos del suelo; en San Diego, los agentes económicos
pueden negociar con el gobierno local cambios de usos del

138 • Tito Alegría


suelo. Como resultado, el patrón de usos del suelo (por ejem-
plo, el patrón espacial de subcentros) depende principalmente
de los mecanismos de mercado, y las políticas de usos del
suelo no se oponen a ese patrón o lo siguen.

Demanda

Aquí se propone que la localización residencial, el comporta-


miento estratégico y las características sociales y económi-
cas de los consumidores son determinantes de la localiza-
ción y del tamaño de los subcentros. Esta afirmación tiene el
supuesto implícito de que las actividades terciarias tienden a
seguir espacialmente a los consumidores. A continuación, se
discute este supuesto y el modelo teórico de la forma en que
influyen los consumidores en la determinación del patrón de
subcentros.

La actividad sigue al consumidor


En estudios sobre ciudades de Estados Unidos, se ha
encontrado que el comercio sigue a los consumidores en las
dimensiones espacial y temporal; para los servicios no se ha
llegado a una conclusión definitiva (O’Sullivan, 1996, cap. 10).
En México no se ha realizado estudio alguno al respecto,
pero los datos censales sustentan la hipótesis, aunque de
manera no absoluta, de que las actividades siguen a los con-
sumidores. Para verificar esa hipótesis para Tijuana, se efec-
tuaron pruebas de correlación entre empleo sectorial (activi-
dad) y población residente que gana un ingreso. Los datos de
los sectores comercio y servicios fueron tomados de los cen-
sos económicos 1987 y 1993, y corresponden al empleo ab-
soluto por zona censal. Los datos de residentes que laboran
provienen del Censo de Población de 1990, y comprenden zona
y tres rangos de ingreso: proporción de residentes que ganan
entre cero y dos salarios mínimos, entre dos y cinco, y más
de cinco. Con estos datos se pueden elaborar dos secuencias

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 139


temporales posibles de causalidad: actividad población
(1987 1990) y población actividad (1990 1993). Lo que
se busca con la prueba es ver cuál secuencia temporal tiene
las mayores correlaciones, y los resultados se pueden obser-
var en el cuadro A en el anexo. Los resultados nos arrojan
correlaciones (estadísticamente significativas en todos los
casos) mayores para la secuencia población actividad para
ambos sectores y los tres rangos de ingreso, especialmente
en el sector servicios, con lo que se corrobora la hipótesis de
que la actividad sigue a la población en las dimensiones tem-
poral y espacial. Más precisamente, la actividad sigue a la
demanda solvente, porque las correlaciones fueron positivas
para el rango de ingresos altos y negativas para el de los in-
gresos menores. A pesar de lo dicho, estos resultados no son
absolutos porque las correlaciones fueron bajas (la mayor fue
de 0.36, entre población de 1990 con ingresos mayores a
cinco salarios mínimos y sector servicios 1993). Para que una
prueba ofreciera resultados concluyentes, deberían añadirse
las poblaciones de las zonas censales circundantes que for-
man el área de mercado de cada actividad económica; lo más
probable es que los resultados darían correlaciones más altas
y del mismo tipo que los obtenidos.
La secuencia temporal población actividad revela un
argumento conceptual sobre el comportamiento de los agen-
tes económicos por el lado de la oferta. Cuando un agente
intuye una oportunidad de inversión, investiga las caracterís-
ticas del mercado de la zona si es un inversionista moderno
(o simplemente sigue el comportamiento de otros negocios
si es un inversionista tradicional), gestiona un financiamien-
to, busca una localización específica, negocia la adquisición
del lote y construye o renta un local ya existente, gestiona los
permisos, recluta personal y hace publicidad. Este proceso
demanda tiempo, que es variable entre actividades y tamaño
de la inversión. Es probable que este tiempo no sea menor a
un año ni mayor a tres. Este comportamiento del inversionis-

140 • Tito Alegría


ta sólo puede ser posterior a la localización de los consumi-
dores o a la previsión informada de su localización.

Comportamiento estratégico del consumidor


Cuando van a consumir, las personas orientan sus actos con el
objetivo prioritario de reducir costos de transacción. Los pre-
cios sólo son prioritarios como criterio discriminador de luga-
res de compra cuando se consumen bienes y servicios de
precio alto (y poca frecuencia de compra), y cuando la compa-
ración de precios es poco costosa. Conocer todas las opciones
de precio de un bien o servicio en la ciudad no está en los
objetivos del consumidor porque ello demanda un alto costo
en tiempo y dinero.
Los consumidores reducen los costos de transacción
cuando combinan cuatro modos de comportamiento estraté-
gico: escoger la menor distancia de viaje, buscar economías
de escala y de alcance en las compras (Stahl, 1998) y comparar
al comprar.
El consumidor elige la menor distancia de cada viaje hacia
el lugar de compras para reducir el costo monetario del trans-
porte y el tiempo usado para ello. Si el precio relativo del
transporte (en relación con el salario y otros bienes y servi-
cios) es bajo, entonces el consumidor tendrá en cuenta más el
tiempo que la distancia. Si el sistema vial es denso y armado
en red, entonces el tiempo de viaje se reduce por kilómetro de
recorrido, lo cual permite al consumidor mayores distancias
hacia el lugar de compras. Menor precio de transporte y mejor
sistema vial son las ventajas de San Diego frente a Tijuana.
Para reducir el número de viajes, el consumidor compra
la mayor cantidad posible del mismo bien o servicio en cada
viaje para conseguir así economías de escala de consumo. Las
personas obtienen mayores economías de escala cuando re-
ciben mayores ingresos, porque estas personas en un viaje
pueden comprar más cantidad de un bien, y generalmente
tienen mayor capacidad de almacenar los productos.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 141


Asimismo, para reducir el número de viajes, el consumi-
dor compra varios tipos de bienes en cada viaje y de esta
manera consigue economías de alcance de consumo. Este
último tipo de ahorro es un incentivo para que las personas
realicen todas sus compras del día en una sola parada. Las
personas obtienen mayores economías de alcance cuando
cuentan con mayores ingresos, porque estas personas en una
parada pueden comprar más bienes y servicios.
Para reducir el número de viajes, además, las personas
prefieren en uno solo comparar precios y calidad entre bienes
o servicios que son sustitutos cercanos. Ésta es la única es-
trategia que genera ahorros pecuniarios similares en perso-
nas con diferentes ingresos.
Las estrategias de viaje multipropósito (compras diversas)
y la de comparación al comprar han sido las dos únicas estra-
tegias consideradas en los intentos teóricos para explicar la
concentración en centros de diversas actividades económicas
terciarias (Schulz y Stahl, 1996; Eaton y Lipsey, 1982).
Si la oferta se concentra al seguir espacialmente la con-
centración del consumo, entonces los consumidores tendrán
la oportunidad de reducir aún más sus costos al poder com-
parar precios y calidad de los bienes y servicios ofertados.
Por consiguiente los residentes de San Diego pueden al-
canzar en promedio mayores economías de escala y alcance
del consumidor que los residentes de Tijuana debido a sus
mayores ingresos.
Con este comportamiento estratégico, los consumidores
generan entre todas las zonas de la ciudad dos fuerzas
opuestas que modelan el patrón espacial del consumo. Pri-
mero, si el viaje se origina en los hogares, se produce una
fuerza dispersora (centrífuga) de los lugares de compra, fuer-
za generada por la búsqueda de ahorros en transporte de los
consumidores y que sigue el patrón de localización de los ho-
gares. Segundo, la búsqueda de economías de escala y alcan-
ce del consumidor produce una alta intensidad de consumo

142 • Tito Alegría


potencial en los lugares de compra. Esta intensidad potencial
del consumo constituye una fuerza concentradora (centrípe-
ta) del consumo.
En San Diego, la fuerza centrífuga es baja por el bajo cos-
to monetario (relativo al ingreso) del transporte, pero es alta
por el costo del tiempo. Su fuerza centrípeta es alta por la gran
capacidad de consumo de sus residentes.
En Tijuana, la fuerza centrífuga es alta por el alto costo
monetario (relativo al ingreso) del transporte, pero es baja por
el bajo costo del tiempo. Su fuerza centrípeta es alta en las
zonas donde residen personas con ingresos altos por su gran
capacidad de consumo; esa fuerza es baja en el resto de la
ciudad debido al bajo nivel de consumo de los pobres.

Características de la demanda
El tamaño y la localización de los subcentros intraurbanos
están determinados por la capacidad y preferencias de consu-
mo de las personas localizadas. El supuesto implícito en esta
proposición es que los consumidores inician o terminan el
viaje de compras desde sus hogares o en éstos, es decir, la
localización de sus hogares es el lugar desde donde los con-
sumidores organizan sus viajes de compras.

Capacidad de consumo
La capacidad de consumo depende del ingreso de los con-
sumidores. A mayor ingreso los consumidores pueden com-
prar más del mismo producto y más diversidad de productos,
es decir pueden alcanzar mayores niveles de economías de
escala y alcance, y con ello concentran espacialmente el con-
sumo. Este grado de concentración del consumo está limitado
por la característica asintótica de la elasticidad ingreso de la
demanda: la cantidad consumida de muchos bienes y servi-
cios prácticamente no se incrementa con el ingreso después
de cierto nivel de ingreso. Pero este efecto es diferente de
ambos lados de la frontera. En San Diego el salario es mayor

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 143


que en Tijuana, y varios bienes (aunque pocos servicios) tie-
nen precios similares en ambas ciudades. Ambas característi-
cas combinadas posibilitan que el nivel asintótico de la elasti-
cidad ingreso de la demanda se consiga con menor proporción
de población en la primera ciudad que en la segunda. Ésta es
la razón por la que en San Diego las personas con ingresos
medios tienen la misma capacidad de concentración espacial
del consumo que las personas con ingresos altos. En cambio,
en Tijuana, sólo las personas con ingresos mayores tienen la
mayor capacidad de concentrar el consumo.
Las personas con ingresos menores pueden comprar
poco del mismo producto y menos diversidad de productos
en cada compra, por ello, pueden alcanzar bajos niveles de
economías de escala y alcance, lo que a su vez genera bajos
niveles de concentración espacial del consumo. Esta caracte-
rística está más marcada en Tijuana que en San Diego. Las
personas con ingresos menores en Tijuana consumen poco
aparte de comida, y hay algunos tipos de bienes y servicios
que nunca consumen. En cambio, en San Diego, una gran pro-
porción de las personas que menos ganan pueden adquirir la
mayoría de los tipos de bienes y servicios de la ciudad. La ex-
plicación de esta diferencia entre esas ciudades reside en la
distribución del ingreso de sus países, después de tomar en
cuenta los precios mayores en San Diego. Estados Unidos
tiene una distribución del ingreso mucho menos concentrada
que México (a mitad de los años noventa, el índice de Gini fue
34 en Estados Unidos y 53 en México, Förster y Pearson,
2002), lo cual permite a la mayoría de sus habitantes participar
del consumo. En síntesis, en ambas ciudades las personas
con ingresos bajos tienen una débil capacidad de concentrar
espacialmente el consumo, siendo en Tijuana donde más
aguda es esa debilidad.
Otra característica que modifica el nivel de consumo loca-
lizado es la cantidad de personas que residen en las cercanías
del lugar de ventas. El consumo de una mayor cantidad de

144 • Tito Alegría


personas en una zona genera que aumente la concentración
de una actividad en la zona. Cuando una actividad es central
en una zona, su nivel de centralidad está determinado por la
suma de los residentes en zonas aledañas y los residentes en
su propia zona.
La cantidad de personas residentes se puede especificar
como densidad de población, y el efecto de esta densidad so-
bre la concentración de una actividad debe ser similar al del
total de personas. Una alta densidad de población en una zona
concentra el consumo en ese lugar, lo cual permite que au-
mente el tamaño de mercado (definido como cantidad de con-
sumidores) de las actividades de esa zona. Esto significa que
el incremento de densidad en una zona genera un incremento
del tamaño del mercado o de la concentración de la actividad
en la zona.
Sin embargo, el umbral de una actividad (área que contie-
ne la mínima cantidad de compradores que mantiene en el
mercado al negocio) disminuye cuando aumenta la densidad
de población en la zona. Por otra parte, el rango de una acti-
vidad (distancia máxima que los consumidores están dispues-
tos a recorrer para patrocinar el negocio) no se modifica con
el cambio de densidad. En un ambiente competitivo, el rango
puede disminuir hasta empatarse con el tamaño del umbral.
Esto significa que el incremento de densidad en un lugar pue-
de hacer que disminuya la jerarquía central de una actividad,
o mantenerla sin cambio, pero no aumentarla.
Cuando la cantidad de población de las zonas aledañas es
alta, el grado de concentración de las actividades de la zona
central (donde acuden a comprar) también es alto. Estas acti-
vidades económicas compiten por la ocupación del suelo con
el uso residencial en la zona central, y hacen que disminuya el
número de residentes en esa zona. Esto produce la paradoja
de que, cuando una zona tiene mayor grado de centralidad
(mayor número de actividades y tamaño de actividades), tam-
bién tiene menos densidad de población. La centralidad de

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 145


una zona se debe al consumo de residentes de otras zonas
que vienen a consumir a la primera. Por consiguiente, a mayor
población de las zonas aledañas, menor densidad de pobla-
ción en la zona central y mayor centralidad de esa zona.

Preferencias de consumo
En una ciudad, las personas con niveles de ingreso simi-
lares probablemente tengan habitus análogos (en el sentido de
Bourdieu) y por ello, preferencias de consumo similares, por
lo que demandan un conjunto limitado de tipos de bienes y
servicios. Cuando en una zona de la ciudad residen personas
con habitus diversos, esa zona tiene el potencial de concen-
trar un consumo diverso en tipos de bienes y servicios. Si los
centros se definen por su diversidad de actividades (además
de su capacidad para atraer residentes de otras zonas), las
zonas que contengan mayor diversidad de personas residen-
tes tienen un mayor potencial para generar centros. El su-
puesto implícito en esta proposición es que las personas, al
consumir, no segregan espacialmente a personas de ingreso
diferente. Este supuesto es objetivo porque, aun si las perso-
nas prefirieran segregar, no podrían llevar a cabo tal segrega-
ción por desconocer el ingreso de las demás personas y por-
que no hay mecanismos sociales legítimos para hacerlo. A
pesar de lo dicho, es probable que haya de hecho cierto grado
de segregación por ingreso en el consumo debido a que mu-
chas personas no pueden pagar los precios de algunos bienes
y servicios.
A escala de una actividad económica específica, la segre-
gación sociorresidencial tiene un efecto indirecto en el grado
de concentración de la actividad. Los grados bajos de segre-
gación generan niveles de diversidad de actividades altos; ello
propicia la aparición de economías de aglomeración, lo que
permite a su vez que cada actividad aumente su tamaño de
mercado y con ello también se eleve la concentración de cada
actividad en la zona. De esta manera, los grados bajos de se-

146 • Tito Alegría


gregación en la zona generan niveles altos de concentración
de cada actividad.
La capacidad generadora de centros que tiene la diversidad
de ingreso debe ser diferente entre Tijuana y San Diego debido
a la diferencia, entre esas ciudades, de la distribución de sus
elasticidades de consumo. La elasticidad ingreso de la demanda
de muchos bienes y servicios de San Diego debe ser asintóti-
ca con el ingreso desde niveles medios de ingreso hasta los
ingresos altos. Esto quiere decir que la diversidad en las pre-
ferencias de consumo asociadas al ingreso, en rangos no ba-
jos de ingreso, debe ser similar en gran parte del territorio
urbano. Por consiguiente, el incremento de la diversidad de
grupos sociales (o reducción de la segregación sociorresiden-
cial) no incrementa la diversidad de consumos sobre esa par-
te del espacio urbano. En cambio, en Tijuana, la elasticidad
ingreso de la demanda de muchos bienes y servicios debe ser
negativa con el ingreso, incluso en niveles altos de ingreso.
Ello se debe a la mayor desigualdad en la distribución del in-
greso de los habitantes de la ciudad en un nivel promedio
menor de ingreso que en San Diego. De esta manera cuanto
mayor sea la diversidad de grupos de ingreso en una zona, se
generará mayor diversidad de consumo. Dicho en otras pala-
bras, en Tijuana, la menor segregación por ingreso sí genera
mayor centralidad de una zona.
La diversidad étnica y por raza en alguna zona de la ciu-
dad también produce un potencial de consumo diverso en ti-
pos de bienes y servicios. En caso de que no hubiese inten-
ción segregadora por raza entre los consumidores en el
espacio público, esta diversidad tendría un gran potencial de
generar centros. Este proceso sólo podría desplegarse si hu-
biera gran tolerancia al compartir el espacio entre los grupos
raciales. Sin embargo, la evidencia de los estudios de segrega-
ción residencial indica que, en las ciudades de Estados Uni-
dos, esa tolerancia es mínima, especialmente entre las perso-
nas blancas. En un ambiente intolerante, la gente prefiere

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 147


consumir con un patrón segregado. Las personas de una raza
optan por consumir en un lugar donde la mayoría de los resi-
dentes sea de su propia raza, aunque residan en zonas veci-
nas, tengan que realizar viajes un poco más largos para com-
prar y eviten los lugares de venta de su propia zona. Este
comportamiento propicia que los lugares de ventas sean más
centrales cuando están rodeados de zonas segregadas racial-
mente. En este caso, el incremento de la centralidad de una
zona no sería por diversidad sino por mayor cantidad de com-
pradores. San Diego debe experimentar este proceso de asig-
nación de consumo localizado.

Oferta

La actividad terciaria (comercio y servicios) se organiza con


un patrón espacial de subcentros. De manera intuitiva, se
puede concebir que el lugar de ventas central es el que atrae
compradores de zonas diferentes a donde se localizan las
ventas y está compuesto por una diversidad de actividades.
Siguiendo esta intuición, se puede definir subcentro como el
lugar que tiene al menos una actividad central, y actividad
central es la que atrae compradores residentes de otros lu-
gares de la ciudad. Considerando el comportamiento ahorra-
dor de transporte de los consumidores, una actividad cen-
tral servirá principalmente a los residentes de la zona donde
está localizada y en menor medida, a los residentes de otras
zonas.
Para entender el patrón espacial de la organización de
subcentros, hay que auxiliarse de la teoría del lugar central.
Esta teoría se desarrolló con el objetivo de explicar la jerar-
quía y localización de las ciudades en el espacio regional. Sin
embargo, algunos autores han usado la versión simplificada y
modificada de la teoría de lugar central de Eaton y Lipsey
(1982) para explicar la organización de las actividades tercia-
rias dentro de la ciudad (West et al., 1985). A pesar de estos

148 • Tito Alegría


estudios, aún no se ha desarrollado una teoría del lugar cen-
tral aplicada al espacio intraurbano, incluso algunos conside-
ran que la complejidad de la ciudad dificulta modelarlo con
esa teoría (Berry y Parr, 1988, cap. 7).
Aquí se propone que la organización espacial de la activi-
dad terciaria en subcentros se puede explicar con una ver-
sión de la teoría del lugar central adaptada a las condiciones
intraurbanas. Al respecto, se proponen cuatro modificacio-
nes necesarias para ajustarla a las particularidades del espa-
cio intraurbano y a la realidad.
a) Área de mercado. La teoría del lugar central propone
que, en condiciones de mercado competitivas y densidad e
ingresos de la población constantes en el espacio, el área de
mercado de una actividad es igual en cualquier localización,
de manera que sus límites forman un hexágono. De manera
objetiva esas condiciones no se cumplen dentro de la ciudad.
Además, por diversas razones, los consumidores pueden
comprar en zonas diferentes de aquellas que la teoría espera-
ría. Por ejemplo, a medida que crece la densidad (por zona) de
los puntos de venta, la superposición de las áreas de mercado
se incrementa. La superposición de mercados disminuye a
medida que crece el monopolio espacial de un punto de venta,
es decir, a medida que disminuye la competencia entre ne-
gocios de una misma actividad. La superposición de merca-
dos impide el establecimiento de una geometría de las áreas
de mercado a la Christaller. Lo que se observa es un trasla-
pe de mercados. Por esta razón, se propone usar el concep-
to de tamaño de mercado en vez de área de mercado. El ta-
maño estaría dado por la cantidad de compradores constituidos
por la suma de los residentes de la misma zona donde se lo-
caliza el lugar de ventas más los compradores que vienen de
otras zonas. La localización de las residencias de estos últi-
mos no es determinable, pero por la influencia de los costos
de transporte, la mayoría de esas personas residirían en las
zonas más cercanas al punto de ventas.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 149


b) Demanda uniforme en el espacio. La teoría del lugar
central supone que los consumidores tienen ingresos y den-
sidad iguales, y el tamaño de la demanda está dado sólo por
el número de consumidores. En la realidad, las variaciones en
los ingresos y en la densidad influyen en la localización de la
actividad terciaria: a mayor ingreso y densidad, mayor deman-
da, y más actividades se localizan cerca.
c) Rendimientos a escala. La teoría del lugar central pro-
pone que, en un ambiente competitivo, cada actividad tiene un
solo nivel de ventas dado por el mínimo necesario para hacer
viable económicamente la actividad (nivel que paga los costos
y el beneficio medio). En términos objetivos, en las ciudades
las actividades tienen rendimientos crecientes porque obtie-
nen economías de escala. Como los rendimientos varían con
la localización, cada actividad presenta diversos niveles de
ventas por sobre el mínimo necesario para hacer viable eco-
nómicamente la actividad.
d) Ventajas de la aglomeración. La teoría del lugar central no
cuenta con un modelo explícito del comportamiento de los agen-
tes de la oferta, y por ello, la localización conjunta de las activi-
dades se deriva principalmente de razones geométricas más
que económicas. En la realidad, la mayoría de los agentes
deciden localizarse conjuntamente en un mismo lugar debido
a que obtienen ventajas en reducción de costos y aumento de
ventas derivados de la aglomeración.
Para hacer más didáctica la exposición del modelo teórico
de la generación de subcentros y de su patrón espacial, se
presenta primero el modelo básico, y luego sus adecuaciones
para ser más objetivo.

Propuesta del modelo básico


Se toma como base una ciudad cerrada o una cuyas acti-
vidades terciarias tienen balanza comercial interurbana cero.
En la ciudad hay diferentes tipos de actividades terciarias, las
cuales tienen diferentes tamaños de mercado. El tamaño de

150 • Tito Alegría


mercado está dado por la cantidad mínima de consumidores
que hacen viable económicamente la actividad. Hay N tipos de
actividad, de manera que la actividad 1 es la de mayor tamaño
de mercado y la N la de menor tamaño. Los consumidores
ahorran en transporte, por lo que acuden a comprar al lugar
de ventas más cercano. La jerarquía de las actividades está
definida por el tamaño de mercado. Las actividades de mayor
jerarquía (actividad tipo 1, 2, 3) aparecen en menos lugares de
ventas, y las de menor jerarquía (actividad tipo N-2, N-1, N)
están esparcidas en todas las zonas de la ciudad.
El tamaño de mercado de la actividad N-1 es k veces el
tamaño de la actividad N; el tamaño de mercado de la activi-
dad N-2 es k veces el tamaño de la actividad N-1, y así suce-
sivamente, hasta que el tamaño de mercado de la actividad 1
es toda la población de la ciudad, o k veces el tamaño de mer-
cado de la actividad dos.
Si suponemos constantes en el espacio a ingresos y den-
sidad de los residentes, y un ambiente de mercado competiti-
vo, entonces la actividad N, que está esparcida por toda la
ciudad, estará localizada en lugares que tienen una distancia
Dn entre ellos. La actividad N-1 estará localizada en el centro
de k zonas servidas por actividades N, en lugares que tienen
una distancia D(n-1) entre ellos. La actividad N-2 estará loca-
lizada en el centro de k zonas servidas por actividades N-1, en
sitios que tienen una distancia D(n-2) entre ellos. La actividad
1 estará localizada en el centro de k zonas servidas por activi-
dades 2, en el centro geográfico de la ciudad.
Cada punto de ventas cuenta con infraestructura para
contener actividades terciarias, instalaciones que no existen
fuera de esos lugares. Por esta razón, las actividades se loca-
lizan sólo en esos sitios. De esta manera, el lugar donde se
localice la actividad 1 tendrá las N-1 actividades restantes; los
lugares donde se localice la actividad 2 tendrán las N-2 activi-
dades restantes y así sucesivamente, hasta el lugar que con-
tenga sólo la actividad N.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 151


A diferencia de la jerarquía de las actividades (definida por
el tamaño del mercado), la jerarquía de los lugares estará de-
finida por el número de actividades centrales que contengan.
El sitio que contenga la actividad 1 será el más central porque
abarca también el resto de actividades. En el modelo, las acti-
vidades centrales son las que atraen consumidores desde
zonas diferentes a donde se localizan. Entonces, la actividad
N será la única no central porque es la única actividad que no
atrae consumidores de otras zonas.

Ingreso y densidad de población


En el modelo básico, el ingreso y la densidad residencial
de los consumidores son constantes en el espacio urbano.
Para hacer más objetivo este modelo, se hace variar esas ca-
racterísticas.
Si la densidad residencial es variable entre zonas, enton-
ces varían las áreas de mercado de una misma actividad. En
la zona con mayor densidad, el área de mercado (extensión
física) de una actividad es menor que su área de mercado en
el modelo básico, y en la zona de menor densidad, el área de
mercado es mayor. En el primer caso, la actividad del lugar
podrá seguir en el mercado aun si algunos residentes de la
zona consumen en otra. Entonces, la actividad no sería central
porque no vienen consumidores desde otras zonas. En cam-
bio, donde hay menos densidad, la actividad sólo podrá seguir
en el mercado si recibe consumidores provenientes de otras
zonas; de esta manera, la actividad es central porque recibe a
estos consumidores. Si hay más densidad de población en
una zona, entonces, ahí la centralidad de la actividad disminu-
ye, y si hay menos densidad, la centralidad se incrementa.
El tamaño mínimo de mercado necesario varía entre acti-
vidades de diferente jerarquía, y el tamaño de mercado locali-
zado cerca depende de su densidad de población. Si la densi-
dad aumenta hasta hacer no central una actividad (se consiguió
el mínimo mercado necesario) o a varias, el número de acti-

152 • Tito Alegría


vidades centrales en el lugar disminuye, por lo que la centra-
lidad del lugar también disminuye en ese sitio.
Si el ingreso es variable en el espacio, entonces varían las
áreas de mercado de una misma actividad. En las zonas con
mayor ingreso, cada residente puede consumir más (del mis-
mo tipo de bien y más diversos tipos de bienes) que en otras
zonas donde el ingreso es menor, y con ello intensifica la
actividad (por ejemplo, que tenga más empleados) y promueve
que haya más tipos de actividades. Al generar más intensidad
en una actividad, los ingresos mayores de los residentes pro-
ducen un nivel de centralidad de la actividad equivalente a la
que generan más consumidores, con ingresos menores, pro-
venientes de otras zonas. Al generar mayor diversidad de
actividades, los ingresos mayores de los residentes propician
que el lugar sea más central.

Localización: siguiendo a los consumidores


En el modelo básico, las actividades se localizan equidis-
tantes porque la distribución del consumo es homogénea en
el espacio urbano. Como en realidad el consumo está distri-
buido de manera desigual en el espacio, las actividades tien-
den a localizarse de manera no equidistante al seguir al patrón
de concentración del consumo. Sin embargo, no todas las
actividades terminan localizadas cerca de las concentraciones
del consumo, compitiendo por los consumidores más solven-
tes; esto se debe a la acción de las fuerzas centrífugas espa-
ciales (costos de transporte).
Como ya se vio, el potencial de concentración del consumo
se debe a las estrategias de reducción de costos de transacción
de los consumidores y a sus características de ingreso y densi-
dad. Los negocios, al tratar de vender más, se localizan siguien-
do la concentración del consumo potencial. En particular, los
negocios querrán localizarse cerca de los consumidores por dos
razones. Primero, para permitirles el ahorro en transporte y li-
berar así una parte del ingreso familiar para que sea asignado a

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 153


un mayor consumo de bienes y servicios. Segundo, la cerca-
nía les permite a los consumidores un ahorro en tiempo ha-
ciéndoles más atractivo consumir en este negocio que en otros
más distantes. Los negocios, además, querrán localizarse cerca
de los consumidores con mayor ingreso y mayor densidad de
población para que sus ventas sean mayores.
Los costos en dinero y tiempo del transporte que gastan
las personas al consumir son un obstáculo para que todas las
actividades se localicen alrededor de la mayor concentración
del consumo potencial. Las actividades que ofrecen bienes y
servicios que se consumen con más frecuencia de compra (que
en general son las de menor jerarquía central) son las más
sensibles a esos costos de transporte. Si la mayoría de ellas
decidiera concentrarse sólo alrededor de las zonas de alto con-
sumo, estarían dejando la oportunidad a negocios competido-
res para que se localicen cerca de los consumidores que consu-
men menos. Los negocios competidores realmente aprovechan
esa oportunidad, si se diera, de manera que aun las zonas con
poco consumo potencial tendrían esas actividades de poca je-
rarquía, pero localizadas de modo menos concentrado.
Como resultado, las actividades de mayor jerarquía y ma-
yor cantidad de actividades, es decir, las que constituyen sub-
centros de mayor jerarquía, se localizan cerca de las zonas
con mayor potencial de consumo.
Al tener Tijuana una distribución del ingreso más desigual
que San Diego, y al contar Tijuana con una sola gran concentra-
ción de residentes de altos ingresos, el potencial de consumo
dentro del espacio urbano es más desigual en esa ciudad que en
su vecina. La localización del centro principal sigue a los grupos
de altos ingresos más claramente en Tijuana que en San Diego.

Concentración: aprovechando la escala y las externalidades


En el modelo básico, la infraestructura (locales, oficinas,
estacionamientos, etc.) es el único incentivo para que las acti-
vidades de diferente jerarquía se localicen juntas. En la reali-

154 • Tito Alegría


dad, las ventajas en los costos para los negocios que surgen
de la aglomeración son un poderoso estímulo para esa locali-
zación conjunta, y la inversión en instalaciones concentradas
es más bien una respuesta del sector inmobiliario, que trata
de aprovechar la tendencia a aglomerarse de las actividades.
Se agrupan las ventajas de la aglomeración en las que
surgen por la escala de actividad y las que surgen de la com-
plementariedad entre actividades diferentes.

Economías de escala
En la literatura se ha establecido que el incremento de la
escala de una actividad permite costos unitarios decrecientes.
Manteniendo la misma tecnología de oferta de bienes y servi-
cios, las razones principales de los ahorros son dos. Si se incre-
menta la escala de ventas, los costos fijos (infraestructura,
equipo, etc.) aumentan en menor proporción que las ventas, y
se reduce así el costo unitario. Por otra parte, con una mayor
escala de ventas, es posible modificar el modo de vender un
bien y servicio al especializar las tareas del personal, lo que
incrementa la productividad del trabajo y con ello se consi-
guen ahorros unitarios.
La concentración de una actividad por medio del aprove-
chamiento de las economías de escala es dispar entre Tijuana
y San Diego. Esta disparidad está relacionada con las diferen-
cias estructurales entre México y Estados Unidos, manifesta-
das en las diferencias entre ambas ciudades en salarios pro-
medio y distribución del ingreso, así como con el acceso
diferente al financiamiento de inversión (por ejemplo capital
de trabajo) de los negocios.
Considérense primero la diferencia de salarios promedio.
En Tijuana, el bajo nivel del consumo per cápita (meno-
res salarios) causa que muchos vendedores necesiten y
tengan áreas de mercado más grandes para cada bien o
servicio ofrecido, lo cual sólo puede suceder si los produc-
tos son vendidos en pocos puntos en el espacio urbano. De

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 155


esta manera, los consumidores incurren en costos de trans-
porte más altos para consumir, mismos que sólo pueden ser
compensados con la reducción de los precios de venta de
los productos por parte de los vendedores para poder man-
tener el negocio en el mercado. Esta reducción del precio de
venta será económicamente viable si los vendedores redu-
cen sus costos unitarios cuando incrementan sus ventas, es
decir, si obtienen economías a escala. Ellos obtienen estas
economías incrementando el factor de producción más ba-
rato, el trabajo, con lo que logran que esta actividad se con-
centre en el espacio (mayor densidad de empleos). Al incre-
mentar la escala de ventas, los vendedores consiguen
consumidores provenientes de otras zonas de la ciudad, de
esta manera, la zona j donde está el negocio incrementa su
nivel de centralidad.
En San Diego, las economías internas de escala (obtenidas
cuando se incrementan las ventas) se consiguen cuando se
consume más el factor relativamente más barato, el capital.
Así, la productividad se incrementa con la reducción de em-
pleados. Es difícil saber a nivel de la firma si es sólo cambio
de factores de producción o cambio tecnológico, pero en cual-
quier caso, el incremento del nivel de ventas genera mayor
concentración de la oferta y ello sólo será rentable en una
zona si el vendedor incrementa su área de mercado. Debido a
la alta capacidad de consumo (salario promedio alto) y la gran
difusión espacial del consumo potencial, las actividades se
dispersan también para cubrir la ciudad entera. Sin embargo,
debido a la facilidad de entrada al mercado de nuevas inver-
siones en San Diego (financiamiento más barato), la compe-
tencia entre los vendedores se incrementa en cualquier loca-
lización, lo cual reduce, a su vez, el tamaño de mercado de
cada vendedor. Esta reducción de ventas es un obstáculo para
la capacidad de conseguir economías de escala a nivel de la
firma y mantener al mismo tiempo la concentración de la ac-
tividad en la zona. Un incremento final del nivel de centralidad

156 • Tito Alegría


de la actividad en la zona no estaría relacionado con las eco-
nomías de escala.
Añádase ahora al análisis la diferencia entre las ciudades
en la distribución del ingreso. La condición ineludible para
conseguir la escala que permite economías es un mayor volu-
men de ventas. En el espacio urbano, las ventas mayores se
pueden lograr donde hay mayor concentración del consumo
potencial. Como ya se mencionó, las zonas de la ciudad con
mayor consumo potencial son aquéllas donde la población
que reside cerca tiene los mayores ingresos. De manera que
las mayores economías de escala se alcanzan en los subcen-
tros de mayor jerarquía central, que son los subcentros loca-
lizados cerca de esas zonas con alto ingreso.
Las economías que una actividad logra con una mayor
escala pueden ser capitalizadas por los dueños de las intala-
ciones inmobiliarias, por medio de una mayor renta del sue-
lo, o por los consumidores mediante menores precios del
bien o servicio que ofrece la actividad. Si en la zona central
hay un ambiente competitivo, los propios negocios no capi-
talizan esos ahorros porque la competencia de precios les
impide esa capitalización. Por esta razón, su estrategia para
capitalizar, sin cambiar su localización accesible, es ampliar
sus ventas.
Cuando en los subcentros hay numerosos establecimien-
tos (mayor oferta de inmuebles), la renta del suelo puede ser
menor, por lo que los negocios que experimentan economías
de escala pueden disminuir sus precios de venta sin reducir
su utilidad.
Los negocios, al vender más barato, pueden atraer más
consumidores si se compara con una situación en la que no
tuvieran economías de escala. El alcance espacial de esta
atracción extra de consumidores llega hasta donde el costo de
transporte (monetario y tiempo) del consumidor más distante
supera su ahorro permitido por el precio menor del vendedor.
Por esa razón, si las economías de escala admiten precios de

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 157


venta menores a un negocio, esas economías impulsan la
centralidad de la zona donde está localizado el negocio.
En las zonas de la ciudad con menor consumo potencial,
los negocios están limitados para conseguir economías de
escala. Habiendo menos oferta, habrá menos competencia, y
con ello una tendencia a poseer un monopolio espacial de
mercado. El monopolio espacial es un incentivo para incre-
mentar precios y obtener una ganancia adicional.
La consecuencia de la adopción espacialmente desigual de
la estrategia para alcanzar economías de escala es que las zo-
nas más centrales –asociadas espacialmente a las zonas con
mayores ingresos de sus residentes–, tendrán precios más
bajos que las zonas menos centrales que tienen residentes
más pobres. De esta manera, los incentivos de mercado hacen
que la redistribución espacial del ingreso sea regresiva.
Por tener las familias una distribución del ingreso y un
ingreso promedio diferentes entre Tijuana y San Diego, la
estrategia para alcanzar economías de escala es diferente en-
tre ambas ciudades.
En Tijuana, la distribución del ingreso es más desigual, de
manera que el consumo potencial es bastante diferenciado
entre las zonas de la ciudad; por consiguiente, la adopción de
la estrategia de mayor escala sólo se puede lograr en algunas
zonas de la ciudad. Una actividad puede concentrarse más
cuando puede conseguir mayores economías de escala.
En San Diego, la distribución del ingreso es menos desigual
y en un nivel promedio mayor de ingreso. Por esta razón, la
elasticidad ingreso de la demanda de muchos bienes y servi-
cios es asintótica para la mayor parte de la población. Esto
significa que en la mayor parte de la ciudad hay un consumo
potencial alto y similar. Al no haber diferencia espacial en el
potencial de consumo, tampoco hay un incentivo diferenciado
para adoptar la estrategia de conseguir economías con la es-
cala. Si los negocios adoptan la estrategia de economías de
escala, será por razones diferentes a las diferencias espacia-

158 • Tito Alegría


les. Al no haber incentivos espaciales para alcanzar econo-
mías con una mayor escala, las economías de escala no gene-
ran centros en San Diego.
Hasta aquí se ha supuesto que los negocios de una activi-
dad tienen tecnologías similares para vender bienes y servi-
cios en toda la ciudad. Sin embargo, la concentración del con-
sumo potencial crea un incentivo para incrementar las ventas
al adoptar una tecnologías diferentes más productivas, por
ejemplo, un supermercado, en un primer paso innovador, pue-
de instalar una máquina de cobro con lector electrónico del
código de barras de los productos, y en un paso más puede
eliminar la balanza de la caja de cobro al pesar los productos
antes de colocarlos en los anaqueles de venta. Ambos cambios
tecnológicos permiten que un cajero facture más por hora, es
decir, que venda más productos en el mismo tiempo. Los ne-
gocios más aptos para llevar a cabo el cambio tecnológico son
los que han agotado las economías de escala con la tecnología
anterior, han acumulado capital y tienen acceso al financia-
miento, y por ello, pueden realizar la nueva inversión. Si estos
negocios están localizados en los centros de mayor jerarquía,
pueden concentrar más aún las ventas al cambiar a una tecno-
logía más productiva y reducir sus precios. Incrementar la
centralidad de esos centros con el cambio tecnológico es equi-
valente a incrementarla buscando economías de escala.
En cualquier ciudad debe haber una adopción diferencial
de nuevas tecnologías entre negocios de una misma rama. Por
el requerimiento de mayor área de mercado y de financia-
miento, es probable que las empresas con tecnologías más
productivas estén en zonas centrales en Tijuana. En San Die-
go, en cambio, la única restricción espacial en la localización
de empresas con tecnología más productiva es que no estén
cerca de barrios con residentes de bajos ingresos.
Tanto la estrategia para alcanzar economías de escala como
de cambio tecnológico logran una mayor productividad del
trabajo: cada trabajador vende más en el mismo periodo de

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 159


tiempo. Los centros de mayor jerarquía terminan siendo los
más productivos.

Ventajas de las externalidades


La localización conjunta de actividades de diferente tipo
también impulsa la jerarquía central de una actividad y de una
zona. Los incentivos para que los negocios de distinto tipo
busquen la misma localización provienen tanto del incremen-
to en las ventas, que se consiguen del mayor ingreso y com-
portamiento estratégico de los consumidores, como de la re-
ducción de los costos (dinero y tiempo) de transporte de las
actividades para comprar insumos.
Los consumidores incrementan el potencial de consumo
de una zona de la ciudad cuando intentan reducir costos de
transacción mediante las estrategias de comparación de bie-
nes (o servicios) y de “una parada”. Los consumidores al
comparar precio y calidad de un bien, prefieren hacerlo en
diferentes tiendas en una misma localización. Esta estrategia
del consumidor atrae a una zona varias tiendas de un mismo
tipo de actividad. Esta estrategia aglomerada de la oferta ocurre
principalmente en actividades comerciales.
Con la estrategia de una sola parada, los consumidores
ahorran costos de transporte cuando en un viaje, en un mis-
mo lugar, pueden comprar bienes y servicios de diferente tipo.
Esta fuerza centrípeta del consumo diverso es aprovechada por
los negocios que ofrecen bienes y servicios de diverso tipo, es
decir, que siguen a los consumidores en su estrategia espa-
cial. Esta estrategia aglomerada de la oferta diversa ocurre
tanto en actividades de comercio como de servicios.
Cuando una persona acude a una zona para comprar bie-
nes de alta jerarquía, compra también bienes de baja jerarquía
para reducir costos de transporte. Si la persona no reside en
la zona de compras, generan que el tamaño de mercado de un
bien no central se incremente, es decir, que incremente su
jerarquía y se convierta en central en ese lugar. Con cada

160 • Tito Alegría


actividad adicional que se convierta en central, la zona aumen-
ta más su centralidad. De esta manera, el incremento de la
diversidad de negocios eleva la jerarquía central de la zona.
Además, los consumidores, cuando tienen ingresos altos,
consumen más diversidad de productos en un solo viaje, in-
crementando así la diversidad de oferta.
Por su parte, el ahorro que los negocios consiguen al bus-
car insumos también es un incentivo para localizarse en la
misma zona. Las actividades que podrían operar distantes
entre sí se localizan cerca sólo porque necesitan a un provee-
dor o comprador con frecuencia. Las actividades más sensi-
bles a estos ahorros son principalmente los servicios, y las
que tienen un tamaño mínimo de operación, las más interde-
pendientes. Las actividades que no necesitan estos ahorros
son las que han integrado internamente todas las fases de la
provisión del bien o del servicio.
Al localizarse juntas por razones distintas a los estímulos
desde la demanda, los negocios incrementan el nivel de activi-
dad de una zona por sobre el nivel de demanda del lugar. Para
que los negocios sean rentables en este nuevo nivel de oferta,
deben tener consumidores adicionales que residan en otras
zonas de la ciudad, es decir, ser centrales en esa zona. Los ne-
gocios consiguen esos consumidores adicionales basados, nue-
vamente, en la estrategia de una sola parada del consumidor.
Ambos tipos de incentivos a la aglomeración, es decir, el
proveniente de la demanda diversa y con mayor ingreso, y de
búsqueda de insumos, generalmente aparecen interrelaciona-
dos en el espacio. Por ejemplo, es común encontrar cerca de
una clínica lavanderías, farmacias, florerías y funerarias, casi
todas actividades de diferente tipo relacionadas por el compor-
tamiento del consumidor o de la empresa al buscar servicios.
Las ventajas externas de los negocios, por estar localiza-
dos junto a actividades de otro tipo, generan una mayor den-
sidad de establecimientos del conjunto de las actividades ter-
ciarias en la zona.

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 161


Aunque hay externalidades en Tijuana y San Diego, su
capacidad de generación de centros es diferente entre ambas
ciudades. Los incentivos que experimentan los negocios para
aprovechar las externalidades tienen diferentes intensidades
entre Tijuana y San Diego debido a que éstos pertenecen a
sistemas económicos distintos. Véase a continuación con
más detalle las diferencias de esos incentivos de mayores
ventas (ingreso y costo de transporte, por el lado de los con-
sumidores) y menores costos (interdependencia por el lado
de la oferta).

Ingreso
En Tijuana, el menor ingreso promedio ocasiona que
en cada viaje de compras las personas consuman en pro-
medio menos diversidad de productos que en San Diego.
Esto debería suscitar que la diversidad de actividades en
las zonas centrales fuera menor en Tijuana que en San
Diego.
Sin embargo, la mayor disparidad de la distribución del
ingreso en Tijuana genera el surgimiento de una gran diversi-
dad de actividades en las zonas donde acuden a comprar las
personas de mayor ingreso. Por consiguiente, en Tijuana los
negocios de diverso tipo venden más cuando se localizan jun-
tos en las zonas cercanas a los barrios de alto ingreso, lo que
convierte a estas zonas tanto o más centrales que las zonas
centrales de San Diego.

Costo de transporte
En Tijuana, el costo relativo (al salario) del transporte es
mayor que en San Diego. Para ahorrar en transporte, en cada
viaje de compras las personas tienen el incentivo de consu-
mir más diversidad de productos en Tijuana que en San
Diego. Este consumo diverso genera en las zonas centrales
una oferta más diversa de actividades en Tijuana que en San
Diego.

162 • Tito Alegría


Interdependencia
Debido a que en Tijuana hay menor nivel de consumo
promedio y mayor costo (y menos oferta) de financiamiento
que en San Diego (la tasa de interés de largo plazo en 1991 fue
19.7 por ciento en México y 7.9 por ciento en EU; en 2005 esas
tasas fueron 10.4 y 4.8 por ciento respectivamente. Fuente:
oecd Economic Outlook 77 database), la mayoría de los nego-
cios tienen más limitaciones para crecer en Tijuana que en
San Diego (en 1993, Tijuana tenía en promedio cuatro perso-
nas por establecimiento en el comercio y cinco en servicios;
en 1992, San Diego tenía en promedio 13 personas por esta-
blecimiento en ambos sectores. Fuente: Censos económicos).
El menor tamaño de la firma en Tijuana hace a sus negocios
más interdependientes que en San Diego, es decir, cada firma
tiene más incentivos para localizarse junto a firmas de otro tipo
en Tijuana que en San Diego. Al reducir costos por la cercanía
de los proveedores, las firmas pueden reducir sus precios y así
obtener mayores ventas. Por consiguiente, la aglomeración
provee los incentivos para conseguir menores costos y lograr
mayores ventas en Tijuana más que en San Diego.
El mayor tamaño del negocio en San Diego se materializa
frecuentemente con la incorporación de actividades diversas,
al aprovechar internamente los beneficios de la concentración
de la diversidad de la demanda. Aunque no reduciría la cen-
tralidad, esa incorporación reduce el número de negocios en
el lugar de ventas. Por ejemplo, los supermercados incorpo-
ran panaderías, restaurantes, bancos y ropa. Como en San
Diego hay un mayor nivel de consumo, en esta ciudad debería
conseguirse con menos negocios (menor densidad de estable-
cimientos) un similar nivel de centralidad que en Tijuana.

Síntesis

En las ciudades con una economía de mercado, los subcen-


tros terciarios se organizan jerárquicamente debido a factores

Dos ciudades vecinas o una metrópolis transfronteriza • 163


de demanda y oferta. Aunque ambas ciudades tienen econo-
mías de mercado, el mecanismo generador de centros en Ti-
juana es diferente al de San Diego debido a que estas ciudades
pertenecen a diferentes formaciones socioeconómicas y tie-
nen diferentes patrones de segregación.
En Tijuana, los centros de mayor jerarquía están orienta-
dos espacialmente hacia las zonas con residentes de mayor
ingreso y aparecen en pocas zonas. La jerarquía central de-
pende del aprovechamiento de las economías de escala y de
las externalidades por el lado de la oferta. Por el lado de la
demanda, la jerarquía central depende del nivel de ingreso y
de la diversidad de los consumidores.
En San Diego, los centros de mayor jerarquía están orien-
tados levemente hacia las zonas con residentes de mayor in-
greso. La jerarquía central depende del aprovechamiento de
las externalidades, pero no de las economías de escala, por el
lado de la oferta. Por el lado de la demanda, la jerarquía central
no depende del nivel de ingreso, pero sí de la homogeneidad
racial de los consumidores.

164 • Tito Alegría


Capítulo 4

Definiciones, metodología e hipótesis

Se puede afrontar de varias maneras la hipótesis de que San


Diego y Tijuana forman una unidad urbana en vez de dos uni-
dades diferentes localizadas una junto a la otra, pero en esta
investigación, su solución se llevó a cabo bajo la propuesta ge-
neral de que dichas ciudades tienen diferencias y similitudes
estructurales en sus procesos espaciales intraurbanos. La estra-
tegia de investigación es comparativa y consiste en explorar si
tanto la forma urbana como sus mecanismos de generación de
forma en ambas son similares o diferentes. El supuesto de base
es que una ciudad mantiene un mismo mecanismo de genera-
ción sobre todo su espacio urbano; cuando se encuentren dos
mecanismos de generación para un mismo elemento de forma,
entonces se puede inferir que hay dos ciudades.
Forma urbana es definida aquí como la distribución espa-
cial de la población residente y de las actividades económicas.
El mecanismo de generación de forma urbana es definido
como el grupo de procesos que produce la distribución espa-
cial de población y de actividad económica. Para lograr el ob-
jetivo principal de investigación, se desarrollaron técnicas de
análisis necesarias para descubrir si hay diferencias o simili-
tudes entre ambas ciudades en varios aspectos de forma y de
mecanismo generador.
En este capítulo, primero se presentan las fuentes de in-
formación y los datos que se utilizan en el análisis; después,

165
la sección con las definiciones de los conceptos desarrollados
en el capítulo anterior, y las técnicas utilizadas para represen-
tar analíticamente algunos aspectos relevantes de la forma
urbana; finalmente, los modelos teóricos y empíricos que re-
presentan los mecanismos de generación de algunas caracte-
rísticas de forma urbana.

Los datos

Aquí se intenta modelar el comportamiento espacial de perso-


nas y negocios, pero debido a que los datos disponibles pro-
vienen de los censos, los modelos desarrollados serán sobre
la persona o el negocio “representativo” (agregado o promedio)
a escala de zona censal (por ejemplo ageb o census tract).
Para Tijuana, los datos de las personas provienen del Cen-
so de población y vivienda de México 1990 (Códice 90) y los
datos de las actividades económicas provienen de los Cen-
sos económicos de México 1993 (inegi elaboró tablas a soli-
citud del autor). Para San Diego, los datos de población pro-
vienen del Censo de población y vivienda de Estados Unidos
1990 (Summary Tape File 3, stf 3), y los datos de las activida-
des económicas provienen de los Censos económicos de Esta-
dos Unidos 1992 (cd-rom vol. 2, zip Code Statistics, disco 2b).
Son dos las razones para elegir los datos de esos años
censales. La primera, como ya se discutió en el capítulo ante-
rior, está relacionada con el comportamiento de los inversio-
nistas: las inversiones se hacen después de un tiempo de la
detección de una oportunidad (detección de la demanda loca-
lizada). Ese tiempo es variable según el tipo de inversión y la
disponibilidad de crédito. Aunque no se sabe cuántos meses
o años toma ese proceso, es probable que al segundo o tercer
año ya esté operando la actividad, y que en San Diego sea más
corto que en Tijuana por el menor costo del crédito y la mayor
disponibilidad del mismo. La segunda razón es práctica. El

166 • Tito Alegría


último censo económico publicado posterior a un censo de
población (que arroja la demanda localizada) es de 1993 en
México y de 1992 en San Diego, después de los censos de po-
blación de 1990 de ambos países. Los respectivos censos eco-
nómicos de 2003 y 2002, posteriores a los censos de población
de 2000 de cada país, fueron publicados a escala de ageb y
census tract cuando esta investigación se estaba por concluir.
Sólo se usan datos de población de 2000 para explorar la
relación entre densidad de población y precio del suelo; en
Tijuana sólo se encuentra el mapa de precios del suelo para
ese año.
Las escalas geográficas de agregación de los datos usadas
en esta investigación son las escalas más pequeñas publica-
das por las instituciones de censos de ambos países. Los datos
de población y económicos de Tijuana empleados aquí están a
escala de ageb (área geoestadística básica censal). Los datos de
población de San Diego están a escalas geográficas de zona
censal o census tract (archivo STF3A) y a escala de zip (Zone
Improvement Plan) desagregada a cinco dígitos (archivo STF3B);
los datos económicos de San Diego están escala de zip desagre-
gada a cinco dígitos. zip es un código postal asignado por el
Servicio Postal de Estados Unidos a subáreas de cada condado
para ordenar el movimiento de correspondencia.
Los mapas utilizados en esta investigación están basados
en mapas oficiales de agencias de los gobiernos: inegi (Insti-
tuto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, Méxi-
co) y Sandag (San Diego Association of Governments, Esta-
dos Unidos). Para Tijuana, el área urbanizada es definida por
inegi a través de su designación de localidades urbanas (di-
ferenciadas de las localidades rurales) y de las ageb urbani-
zadas pertenecientes a esas localidades. Para San Diego, el
U.S. Bureau of Census inicialmente definió el área urbaniza-
da del condado y esa definición fue adoptada por Sandag.
Considerando que los límites del área urbanizada no coinci-
den con los límites de los census tracts y zonas zip, en esta

Definiciones, metodología e hipótesis • 167


investigación se elaboraron dos mapas de definición de área
urbana y ambas definiciones incluyen zonas (census tracts y
zip ) que contienen alguna porción de área urbanizada: la
primera está compuesta por census tracts y la segunda
por zonas zip. La superposición de mapas para la selección
de zonas se elaboró en el programa de información geográ-
fica ArcView 3.2.
Los datos de población de Tijuana tienen una adaptación
geográfica. En esta investigación, algunos tratamientos esta-
dísticos mezclan datos de población y económicos, y para no
perder información se usa el mapa de censos económicos por
ageb 1993 para manejar los datos de población 1990. Como
el mapa de 1993 tiene algunas zonas que no hay en el mapa
de 1990, se realizó un cálculo de población de 1990 para las
ageb 1993 que faltaban en el mapa de 1990. Después del cálcu-
lo, el número de habitantes de 1990 en el mapa de 1993 es
sólo 2 por ciento mayor que en el mapa de 1990 (sin embar-
go, este 2 por ciento está distribuido en 17 por ciento de zonas
adicionales y 14 por ciento de área adicional). En San Diego
no hubo cambios entre los mapas de censos de población y
económicos. El mapa de zonas zip 1992 de San Diego fue la
base para manejar los datos de población 1990 en la sección del
análisis económico, pero para el análisis sólo de población se
usó el mapa de census tracts de 1990.
Para Tijuana, los datos económicos están a cuatro dígitos
de desagregación sectorial (denominada rama en la clasifica-
ción mexicana). La mayoría de las ramas de comercio y ser-
vicios fueron seleccionadas para el análisis, y esta selección
fue efectuada tomando en cuenta la comparabilidad con los
datos de San Diego. Algunos datos de actividades terciarias
de Tijuana no fueron publicados por inegi, entre ellas están
banca, finanzas y comercio de inmuebles, y tampoco activi-
dades del sector público. Afortunadamente, las dos primeras
ramas tienen poca porción del empleo local, como se verá
posteriormente. Por el contrario, las actividades del sector

168 • Tito Alegría


público comprenden una parte importante del empleo local,
pero estas actividades no tienen registro en el lugar de tra-
bajo (en los censos económicos), sólo en el lugar de residen-
cia de los trabajadores (en los censos de población). En este
estudio comparativo, debido a que estos datos no estaban
disponibles para Tijuana, para San Diego tampoco se incluyó
ese dato.
La clasificación publicada de los datos económicos de
Estados Unidos es diferente a la clasificación mexicana, por
esta razón, se tomaron los datos de San Diego con mayor
nivel de desagregación para luego agregarlos de acuerdo
con la clasificación mexicana a nivel de rama (cuatro dígitos
sic). La regla de comparación entre los datos de Tijuana y San
Diego para agregarlos por rama es la definición censal de cada
rama; una tabla con la agregación de actividades de San Diego
correspondientes con las ramas de Tijuana está en el anexo
(véanse los cuadros B, C y D). En síntesis, fueron selecciona-
das seis ramas de comercio y 18 de servicios. Tijuana original-
mente (en el censo) tuvo seis ramas de comercio y 29 de servi-
cios; afortunadamente, las 11 ramas de servicios no incluidas
sólo comprenden 7.2 por ciento del empleo total de servicios.
La exclusión de estas ramas se debió a que los datos censales
de San Diego para éstas no estaban incluidos en la publicación
oficial de los censos de comercio minorista y servicios; esa
información sólo fue incluida en otros subsectores que no
fueron publicados a la escala de zona zip de cinco dígitos. La
lista final de ramas incluidas en el análisis se presenta en el
cuadro 2.

Forma urbana

En términos generales, forma urbana es definida como el pa-


trón de distribución espacial de las actividades. Esta distribu-
ción ha sido conceptualizada y definida por diferentes teorías

Definiciones, metodología e hipótesis • 169


Cuadro 2
Ramas de comercio y servicios incluidos en el análisis

Código Definición

Sector comercio
6210 Comercio de productos alimenticios, bebidas y tabaco al por
menor en establecimientos especializados.
6220 Comercio de productos alimenticios al por menor en supermer-
cados, tiendas de autoservicio y almacenes.
6230 Comercio de productos no alimenticios al por menor en estable-
cimientos especializados.
6240 Comercio de productos no alimenticios al por menor en tiendas
departamentales y almacenes.
6250 Comercio al por menor de automóviles. Incluye llantas y refac-
ciones.
6260 Estaciones de gasolina (gasolineras).
Sector servicios
8311 Servicio de alquiler de equipo, maquinaria y mobiliario.
8312 Otros servicios de alquiler.
9211 Servicios educativos prestados por el sector privado.
9221 Servicios de investigación científica prestados por el sector pri-
vado.
9231 Servicios médicos, odontológicos y veterinarios prestados por el
sector privado.
9241 Servicios de asistencia social prestados por el sector privado.
9310 Restaurantes, bares y centros nocturnos.
9320 Hoteles y otros servicios de alojamiento temporal.
9411 Servicios de esparcimiento relacionados con la cinematografía,
teatro, radio y televisión prestados por el sector privado.
9421 Servicios culturales prestados por el sector privado.
9491 Servicios en centros recreativos y deportivos y otros servicios
de diversión prestados por el sector privado. Excluye centros
nocturnos.
9510 Prestaciones de servicios profesionales, técnicos y especializa-
dos. Excluye los agropecuarios.
9520 Servicios personales diversos.
9530 Servicios de tintorería y lavandería.
9611 Servicios de reparación y mantenimiento de maquinaria y equi-
po. Incluye equipo de transporte.
9612 Servicios de reparación y mantenimiento automotriz.
9613 Otros servicios de reparación, principalmente a los hogares.
9731 Servicios relacionados con el transporte terrestre.

Fuente: Censos económicos inegi, 1993.

170 • Tito Alegría


como usos del suelo urbano, tanto desde una perspectiva
económica como desde una sociológica. Con un enfoque eco-
nómico, la conceptualización más elaborada de usos del suelo
ha sido el modelo monocéntrico y sus derivados policéntricos.
Como ya se discutió en el capítulo 1, este modelo ha sido cri-
ticado por su incapacidad para representar los usos del suelo
urbano de las grandes ciudades. Sin embargo, aún no se ha
formulado un modelo alternativo general que permita orientar
el estudio de la distribución de los usos del suelo. Con un
enfoque sociológico, la Escuela de Chicago propuso varios
modelos de usos del suelo sustentados en la ecología social.
Estos modelos de forma urbana, y sus modificaciones poste-
riores, también han sido criticados debido a su imposibilidad
de generalizarlos o por representar sólo un momento del cre-
cimiento de algunas ciudades.
Considerando la carencia de modelos generales de forma
urbana que puedan servir de guía de análisis de ciudades del
primer y tercer mundo, en esta investigación se propone ex-
plorar la forma urbana de San Diego y Tijuana de una manera
empírica. La guía orientadora de esta exploración será obser-
var la distribución de las actividades desde la zona más cen-
tral hacia la periferia de cada ciudad. La zona más central es
definida aquí de manera analítica como la zona con mayor
grado de centralidad o como la zona que más actividades ter-
ciarias centrales tiene. Se propone esta guía de exploración
debido a tres consideraciones. Primero, algunas actividades
tienen una tendencia espacial a disminuir o crecer desde el
centro hacia la periferia; segundo, la facilidad del tratamiento
analítico de esa distribución espacial de las intensidades de las
características; y tercero, se intenta probar empíricamente la
hipótesis de inutilidad del modelo monocéntrico en la previ-
sión de la localización de algunas características y actividades
urbanas.

Definiciones, metodología e hipótesis • 171


Esta investigación propone como hipótesis de investiga-
ción que la forma urbana de San Diego y la de Tijuana son
diferentes. Para comprobar esta afirmación se compara la
distribución espacial de algunas características de población
y de los centros terciarios en ambas ciudades. La residencia
de la población y las actividades centrales son los usos del
suelo que ocupan el área mayor de la ciudad.

Población

Hay varios criterios para dividir a la población urbana en


grupos sociales de acuerdo con los objetivos de investiga-
ción y del paradigma de análisis. Esos grupos sociales tam-
bién tienen varias características fundamentales en la for-
ma de asentarse en la ciudad. En esta investigación, se
eligió analizar cuatro características de los grupos sociales
y su asentamiento en la ciudad al comparar Tijuana y San
Diego. Estas características son la distribución espacial de la
población residente, de las densidades residenciales, de los
grupos sociales definidos por su ingreso y de la segrega-
ción sociorresidencial. Se estudia la segregación en dos
modalidades: la segregación entre grupos sociales y aque-
lla entre grupos raciales. En Tijuana se analiza el primer
tipo de segregación, mientras que en San Diego se analizan
ambos tipos.
En esta sección, el objetivo principal de la comparación
entre Tijuana y San Diego es comprobar que los patrones es-
paciales de las características de la población son diferentes
entre ambas ciudades.

Distribución de la población
Comparar la distribución de la población tiene como obje-
tivos definir el nivel de compactación que tienen las áreas

172 • Tito Alegría


urbanas de Tijuana y San Diego y la distribución espacial de
esa compactación en ambas ciudades. Las hipótesis al respec-
to son dos: primero, Tijuana es una ciudad mucho más com-
pacta que San Diego, y segundo, como cualquier ciudad de
Estados Unidos, San Diego presenta asentamiento disperso
en su periferia (sprawl settlement), mientras que Tijuana tiene
un patrón compacto aún en su periferia. Las razones que
sustentan esta hipótesis son la diferencia en los costos de
transporte y la cantidad de personas que no poseen automó-
vil. Como ya se vio en el capítulo 2, el costo del transporte es
mayor en Tijuana que en la ciudad vecina por dos razones.
Primero, en Tijuana el costo de un viaje en relación con el
salario es mayor, y segundo, en esta ciudad hay menos viali-
dades principales, lo cual promueve que se consuma más
tiempo por kilómetro de desplazamiento. Por su parte, en Ti-
juana muchas familias no poseen automóvil, y aun cuando lo
tienen, varios miembros de la familia deben realizar sus viajes
cotidianos caminando o en transporte público. Un mayor cos-
to de transporte y la falta de automóvil influyen para que las
personas en Tijuana, en contraste con San Diego, valoren más
vivir cerca de los lugares de consumo y empleo, lo cual com-
pacta más la ciudad.
El estudio de la compactación de cada ciudad se efectúa
con el auxilio de dos instrumentos: la distribución espacial de
la población y la tendencia estadística de esa distribución. La
distribución de la población se especifica con la variable por-
centaje de población acumulada. Esta variable se hizo suman-
do la población de las zonas censales incluidas en un círculo
cuyo centro es la zona más central y cuyo radio es la distancia
a la zona más distante incluida en el círculo. Esa población
sumada se expresa como el porcentaje de la población total de
la ciudad, de manera que el porcentaje correspondiente a la
zona más distante del centro es 100 por ciento.

Definiciones, metodología e hipótesis • 173


Por su parte, la tendencia estadística de la distribución de
la población se especifica con una regresión en la que la va-
riable dependiente es el porcentaje de población acumulada y
la variable independiente es la distancia desde la zona más
central de la ciudad hasta la periferia. La ecuación de regre-
sión es la siguiente:

% Pj = a + b Lj (A1)

donde:

% Pj = porcentaje de población acumulada desde el centro de


la ciudad hasta la zona j (Pj es previamente ordenada según
la distancia desde el centro de la ciudad)
Lj = distancia desde el centro de la ciudad a la zona j

La hipótesis aquí es que el nivel de concentración de la


población, a igual distancia del centro, es más alto en Tijuana
que en San Diego. Con la ecuación A1, esta hipótesis puede
ser expresada como: (b en San Diego) < (b en Tijuana).

Distribución de la densidad de población

La densidad de población es una de las características


principales en el análisis urbano. En el modelo monocéntrico,
la densidad es decreciente desde el centro hacia la periferia.
Ese modelo explica la distribución espacial de la densidad
como resultado del comportamiento de la oferta y la demanda
de vivienda al enfrentar el precio del suelo, precio que es con-
siderado como decreciente desde el centro hacia la periferia
de la ciudad. Por el lado de la oferta, los constructores utilizan
más el factor que menos cuesta por unidad de vivienda, por
ello, a medida que se acercan al centro de la ciudad, utilizan
más materiales de construcción y menos terreno, elevan el
número de pisos y con ello la densidad. Por el lado de la de-
manda, las familias más sensibles al costo de transporte ele-

174 • Tito Alegría


girán vivir más cerca del centro (lugar de trabajo) y con ello
gastarán menos en vivienda, al comparar si escogieran vivir
en la periferia, porque cerca del centro, cada metro cuadrado
cuesta más (ley de la demanda). Gastar menos en vivienda
significa consumir menos metros cuadrados de espacio o, lo
que es lo mismo, vivir con más densidad.
En términos de forma urbana, este punto de vista tiene
varias objeciones, de las que se discutirán cinco. Primera,
en las grandes ciudades, la distribución de los precios del
suelo no es estrictamente decreciente desde el centro, debi-
do a que hay subcentros terciarios que elevan el precio del
suelo lejos del centro principal de la ciudad. Si la densidad
de población sigue a los precios del suelo, la distribución de
esa densidad no será claramente decreciente desde el cen-
tro de la ciudad ni en Tijuana ni en San Diego. Segunda, en
las ciudades mexicanas el Estado nacional construyó vivien-
das públicas entre las décadas de los años cincuenta y
ochenta. Por lo general eran edificios multifamiliares locali-
zados en la periferia urbana o donde hubiera suelo disponi-
ble. En Tijuana la densidad se eleva debido a la presencia de
estos multifamiliares localizados fuera de las zonas centra-
les de la ciudad.
Tercera, un supuesto implícito en el enfoque monocéntri-
co es que los mercados de la vivienda funcionan correctamen-
te para ajustar oferta y demanda, sin embargo, ya se sabe que
los mercados de la vivienda tienen varias incorrecciones. Por
ejemplo, en Tijuana, casi la mitad de la población tuvo acceso
a una vivienda fuera del mercado, mediante la invasión de
lotes baldíos, porque no contaban con recursos para hacerlo
por medio del mercado. Esto quiere decir que la densidad de
población de al menos la mitad del territorio de la ciudad no
se constituyó debido al precio del suelo. Asimismo, en cual-
quier ciudad, la vivienda es un bien cuyo consumo se extiende
a lo largo de décadas, en las cuales la unidad familiar varía su
composición en el número de miembros, debido al ciclo de

Definiciones, metodología e hipótesis • 175


vida de la familia, y con ello varía la densidad de población en
un mismo lugar.
Cuarta, las actividades compiten por suelo accesible; en
esta competencia, las actividades terciarias se imponen en una
localización al ofrecer más por metro cuadrado. Esas zonas
serán las más centrales y tendrán menos área destinada a la
vivienda, con lo que disminuye la cantidad de personas que
residen en el lugar.
Quinta, la relación entre precio y densidad del suelo
para vivienda en Tijuana parece ser contraria a la esperada
por el modelo monocéntrico en algunas zonas de la ciudad.
En Tijuana se ha encontrado que en los asentamientos irre-
gulares en promedio hay 24 por ciento más densidad de
población y 29 por ciento menos valor del suelo que en toda
la ciudad (Alegría y Ordóñez, 2005). Los asentamientos irre-
gulares, que ocupan 43 por ciento del área urbana, están en
su mayoría localizados en la periferia de la ciudad. En ellos,
la mayor densidad no se debe al mayor precio del suelo,
más bien eso ocurre debido al hacinamiento de las vivien-
das asociado a los bajos ingresos de la población. Para el
restante 57 por ciento del área urbana, que es menos peri-
férica, densidad y precio podrían estar relacionados sólo en
las zonas donde no hay viviendas públicas. Es en esta por-
ción del territorio, en el que funcionan los mercados priva-
dos de vivienda, en donde podría encontrarse la relación
entre precio y densidad esperado por el modelo monocén-
trico si esos mercados funcionaran bien. Debido al alto
costo relativo del transporte, es en esta porción de Tijuana
en donde las familias tratan de localizar su residencia cerca
de las zonas centrales por medio de los mercados formales de
vivienda.
Por estas razones, en el conjunto urbano de Tijuana, la
densidad de población debe mantener una relación débil con
el precio del suelo, y este precio debe tender a disminuir des-
de el centro hacia la periferia de la ciudad.

176 • Tito Alegría


En San Diego tampoco se puede esperar una clara rela-
ción de la densidad con la distancia al centro principal, pero
por razones diferentes a las de Tijuana. Como cualquier otra
ciudad estadounidense, San Diego ha experimentado una dis-
persión de sus actividades económicas, principalmente en
comercio y servicios. El centro principal ha disminuido su
atracción espacial para la residencia de las familias, por lo que
su densidad de población no debe ser alta. En las zonas de
expansión se han constituido subcentros y construido vivien-
das multifamiliares al lado de viviendas unifamiliares. Ello ha
creado islas de mayor densidad en las zonas de expansión.
Además, el precio relativamente bajo del transporte sigue
siendo un estímulo para la dispersión de la mayoría de las
familias, por lo que las densidades deben ser más bajas que
en Tijuana. Las familias de bajos ingresos, sin embargo, aún
deben rentar vivienda en edificios multifamiliares, teniendo
así más densidad, pero su localización no está totalmente
concentrada en las zonas centrales. Por otra parte, en San
Diego no hay vivienda irregular, por lo que la tendencia decre-
ciente hacia la periferia de la densidad de población, debe ser
más clara que en Tijuana.
Por consiguiente, se proponen las siguientes hipótesis.
Primera, que la densidad de población en ambas ciudades
tienden, aunque de forma débil, a decrecer desde el centro
hacia la periferia, siendo más clara en San Diego que en Tijua-
na; y segunda, que la función de distribución de densidad es
más alta, a cada distancia desde del centro hacia la periferia,
en Tijuana que en San Diego.
Para comprobar estas hipótesis primero se presenta la
definición de densidad de población usada en esta investiga-
ción, y luego el modelo estadístico a probar.
Definición de densidad:

Pj
Dj = (A2)
Aj

Definiciones, metodología e hipótesis • 177


donde:

Dj = densidad de población en zona j


Pj = población en zona j
Aj = área (hectáreas) de zona j

Función de densidad para comprobar la hipótesis:

Dj = α (Lj)-β (A3)

donde:

Lj = distancia (km) desde zona j hasta la zona con más alta


centralidad (cuya definición aparece más adelante)
β = gradiente de densidad
α = constante de regresión

Con la ecuación A3, la hipótesis puede ser expresada


como: (β en San Diego) < (β en Tijuana), y (R2 en San Diego) >
(R2 en Tijuana).

Distribución espacial de la población según el ingreso


La localización intraurbana de los grupos de ingreso es una
característica fundamental en la organización de los usos del
suelo. Tanto la Escuela de Chicago como el modelo monocén-
trico intentaron explicar esa localización. Las versiones más
difundidas de ambos paradigmas de investigación consideran
que los grupos de menor ingreso tienden a localizarse alrede-
dor del centro de la ciudad, y los de mayor ingreso en la peri-
feria, localizándose los de ingreso medio en lugares interme-
dios. En la Escuela de Chicago, la explicación de la localización
residencial radica en la capacidad de cada grupo social para
conseguir la localización más ventajosa en el proceso de creci-
miento de la ciudad, de manera que los ricos obtienen los me-
jores lugares en la periferia y a los pobres sólo les queda residir
donde los demás lo evitan, cerca del centro de la ciudad.

178 • Tito Alegría


En el modelo monocéntrico, la versión inicial explica esa
localización de manera estática sin considerar el crecimiento
urbano, y propone que las familias deciden su localización
de acuerdo con el balance (trade-off) entre los costos de
transporte y el precio del espacio de vivienda. Entre las per-
sonas de mayor ingreso, si alejan su residencia del centro, el
consumo de suelo aumentaría mucho más que el gasto en
transporte; esto se debe a que la elasticidad ingreso de la
demanda por suelo es mayor que la elasticidad ingreso en
gasto de transporte. Esto significa que los ricos, al alejarse del
centro, consiguen un mayor beneficio del mayor espacio de
vivienda que lo que pierden en costo de transporte. Los po-
bres, en contraste, cuando se alejan del centro, el beneficio
que obtienen de más consumo de vivienda es pequeño en
relación con el incremento del gasto en transporte; esto se
debe a que la elasticidad ingreso de la demanda por suelo de
los pobres es menor que la de los ricos. Por ello, los ricos
orientan su localización a mayor espacio de vivienda y los
pobres a mayor accesibilidad al centro. Sin embargo, esta
explicación fue invalidada cuando se conlcuyó que las elas-
ticidades de consumo de vivienda y gasto en transporte eran
similares (Wheaton, 1977). Si los pobres se localizan en el
centro, y los ricos en la periferia, no sería debido al trade-off
entre costos de transporte y costo del suelo.
Debido a que en el modelo monocéntrico estándar (estáti-
co) la localización de los grupos de ingreso es indeterminada
(siguiendo a Wheaton), para esa localización se han propues-
to causas relacionadas con el crecimiento de la ciudad. Estas
causas se refieren a la huida de los ricos del centro de la ciu-
dad, donde después los pobres ocupan las viviendas que los
ricos dejan. Estas causas guardan más relación con los plan-
teamientos de la sociología que de la economía urbana, y se
pueden sintetizar en tres. Primero, los ricos prefieren mudar-
se a casas nuevas con más espacio y de mejor calidad en los
suburbios, cuando sus casas del centro se deterioran. Segun-

Definiciones, metodología e hipótesis • 179


do, los ricos prefieren localizaciones periféricas debido a los
crecientes problemas sociales en el centro, como el crimen,
poca recaudación fiscal porque hay muchos pobres y por la
baja calidad en las escuelas. Tercero, las ordenanzas de zoni-
ficación de la periferia excluyen a los pobres al ordenar un
mayor tamaño de vivienda que sólo los ricos pueden pagar.
Estas serían las razones que podrían explicar la localización
de los grupos sociales en San Diego.
En Tijuana, como en cualquier ciudad latinoamericana, la
localización de los grupos de ingreso es más compleja y algu-
nas de sus causas son diferentes a las de San Diego. En mu-
chas ciudades latinoamericanas grandes, los ricos abandona-
ron las áreas centrales hace varias décadas (por ejemplo, la
ciudad de México o Lima) como en Estados Unidos, pero en
contraste con Estados Unidos, los pobres se han localizado
en las periferias urbanas y han invadido lotes baldíos al no
poder comprar una vivienda. En Tijuana, a diferencia de las
grandes ciudades latinoamericanas, la mayoría de la gente
con mayores ingresos no ha abandonado las áreas cercanas
al centro de la ciudad, que tradicionalmente han ocupado. Sin
embargo, de manera similar al resto de Latinoamérica, las
zonas de crecimiento de la ciudad son pobladas en su mayoría
por personas con bajos ingresos. Los sectores sociales medios
ocupan zonas diversas, principalmente alrededor de las zonas
de personas con mayor ingreso. La localización de los ricos se
explica mejor por razones sociológicas, la de los pobres, por ra-
zones económicas, y la de los grupos de ingreso medio por
ambos tipos de razones. En Tijuana, todos prefieren residir en
zonas con servicios, que en su mayoría son los más centrales,
y evitar las zonas con urbanización incompleta (es decir, con
carencia de agua, drenaje y pavimento) que generalmente
están en la periferia. En particular: a) Las personas con mayor
ingreso pueden pagar viviendas con todos los servicios en
cualquier lugar, pero al comprar nuevas viviendas, eligen re-
sidir al lado de la zona ya tradicional de los ricos. Esto es po-

180 • Tito Alegría


sible debido a que aún hay áreas de expansión al lado de esa
zona, la cual no había sido ocupada antes debido a que tiene
un suelo accidentado con altas pendientes. b) Los pobres no
pueden acceder al crédito hipotecario porque tienen ingresos
por debajo de los mínimos requeridos por el sector financiero
público y privado. La mayoría de los pobres ha accedido a una
vivienda fuera del mercado formal. Muchos de ellos han inva-
dido lotes baldíos en la periferia en cada momento de la historia
de la ciudad. Otros compran el derecho de uso de las viviendas
en transacciones que ocurren dentro de los mercados informa-
les que hay en la ciudad. c) Las personas de ingreso medio sí
pueden entrar al sistema hipotecario y por ello habitan casas
unifamiliares o departamentos en edificios multifamiliares.
Cuando habitan en casas, su localización es cercana a las zo-
nas de los ricos o en zonas diversas donde hubo desarrollos
privados. Cuando habitan multifamiliares, se localizan de ma-
nera aleatoria, donde los constructores encontraron un lote
adecuado y disponible. La mayoría de los multifamiliares fue
construida por el Gobierno federal como vivienda pública, y
éstos son habitados por familias que ganaban más de tres
salarios mínimos en el momento de la compra.
Para tratar analíticamente la distribución de los grupos de
ingreso en ambas ciudades, se propone calcular una función
estadística que nos indique la cantidad de personas de cada
grupo de ingreso que residen en cada localización desde el
centro hasta la periferia. En la comparación de las funciones
de ambas ciudades, hay que tomar en cuenta dos caracterís-
ticas de la información que impiden hacer afirmaciones con-
cluyentes, pero que permiten definir tendencias en la localiza-
ción de los grupos de ingreso en ambas ciudades.
Una primera imprecisión en la comparación surge de la
capacidad de compra del salario mínimo (sm) en cada ciudad.
Los grupos de ingreso analizados son tres: ingresos bajos
(de cero a 2 salarios mínimos), ingresos medios (más de 2
hasta 5 salarios mínimos), y altos ingresos (más de 5 salarios

Definiciones, metodología e hipótesis • 181


mínimos). Como indicador de ingresos se usan rangos de
salarios mínimos, en vez de cantidad de dólares o pesos,
debido a que el sm indica en ambas sociedades el monto de
dinero supuestamente aceptado para la manutención como
mínimo moral y económico relativo al costo de vida local. Sin
embargo, un salario mínimo local no compra exactamente
lo mismo en Tijuana que en San Diego. A pesar de ello, el
salario mínimo es el mejor indicador disponible para clasifi-
car y hacer equivalentes grupos sociales que se puedan
comparar entre ciudades (y países), sea en términos absolu-
tos o en términos ordinales.
Una segunda imprecisión en la comparación surge del
nivel de agregación de los datos disponibles. Debido a la for-
ma en que es distribuida en cada país la información censal
por ageb y por census tract, en Tijuana los datos de salarios
ganados corresponden a cada trabajador, mientras que en San
Diego, a cada familia. Esto introduce un sesgo en el análisis
comparativo entre las dos ciudades sobre los grupos de altos
y bajos ingresos: sabiendo que en promedio hay más de un
trabajador por familia (en San Diego, en 1990 había en prome-
dio 1.4 personas por familia en la fuerza laboral, y en Tijuana,
1.7), en San Diego, el número de familias de ingresos bajos es
menor que el número de trabajadores en ese rango de ingre-
sos, mientras que el número de familias de altos ingresos es
mayor que el número de trabajadores en ese rango de ingre-
sos. Sobre las familias de ingresos medios no se puede hacer
una inferencia concluyente, pero es probable que el número
de familias y trabajadores sea similar en ese rango de ingre-
sos. En otras palabras, en San Diego hay algunas familias
contabilizadas en el rango de ingresos medios pero cuyos in-
tegrantes tienen ingresos bajos, y algunas familias contabili-
zadas en el rango de ingresos altos cuyos integrantes tienen
ingresos medios. La medida de este sesgo en cada census tract
no se puede saber con los datos censales del dominio público.
Sin embargo, las tendencias de localización de cada uno de los

182 • Tito Alegría


tres grupos sociales no serán muy diferentes al ser analizados
con ingreso familiar o con ingreso personal.
La función estadística específica que se estimará para cada
ciudad es la siguiente:

Pij = α (Lj)-β (A4)

donde:

Pij = población en rango de ingreso i en zona j


Lj = distancia (km) desde zona j hasta la zona con más alta
centralidad (definida posteriormente)
β = gradiente de población en rango de ingreso i
α = constante de regresión
i = rango de ingreso de la población (3 rangos: 0-2 sm, 2-5 sm,
más de 5 sm)

Siguiendo la discusión acerca de la localización de los


grupos de ingreso y con la ecuación A4, las hipótesis relativas
a las tendencias de localización de los grupos de ingreso pue-
den ser expresadas con los signos de los coeficientes de la
siguiente manera:

Rango sm β en Tijuana β en San Diego


0-2 (+) (–)
2-5 (–) (+)
más de 5 (–) (+)

Esto significa que en Tijuana los grupos sociales valúan


las localizaciones centrales y en San Diego valúan las localiza-
ciones periféricas.
Las hipótesis relativas a que tan bien siguen las tenden-
cias de localización los grupos de ingreso pueden ser expre-
sadas en términos del coeficiente de determinación (R al cua-
drado) de la ecuación A4 como:

R2 en Tijuana: (más de 5 sm) > (0-2 y 2-5 sm)


R2 en San Diego: (más de 5 sm) > (0-2 y 2-5 sm)

Definiciones, metodología e hipótesis • 183


Esto significa que tanto en Tijuana como en San Diego los
grupos sociales de más alto ingreso pueden lograr las mejores
localizaciones en cada ciudad (central y periférica respectiva-
mente) mientras que los pobres se localizan en los lugares
con bajo valor económico y social.

Segregación por ingreso


La segregación social es una de las características princi-
pales de la estructura espacial urbana. En la versión estándar
del modelo monocéntrico, la segregación es el resultado de la
localización intraurbana de los grupos de ingreso. Después
del trabajo de Wheaton, esta localización resultó finalmente
indeterminada dentro del modelo monocéntrico, por lo que
ese modelo tampoco puede informar sobre la localización de
la segregación. Según el punto de vista de la Escuela de Chi-
cago la localización de los grupos sociales se constituye en la
competencia por las mejores localizaciones. Los grupos de
ingresos altos ganan esta competencia al localizarse en la
periferia urbana, y los pobres sólo pueden localizarse en los
lugares menos deseables próximos a las zonas industriales
cerca del centro de la ciudad. La segregación ocurre debido a
que cada grupo social tiende a constituir comunidades y se
localiza así de manera concentrada, para formar zonas social-
mente homogéneas. Sin embargo, cuando se despoja de la
explicación biótica, este enfoque no puede explicar la segrega-
ción. Además, pocas zonas en una ciudad son en la realidad
socialmente homogéneas. En los años cincuenta, se modifica
esta tradición sociológica al recurrir a la visión weberiana de
clases sociales para explicar la segregación. Esta versión con-
sidera a la segregación como producto de las posibilidades de
consumo que da la posición en el trabajo, y no hace referencia
explícita a su localización en el espacio urbano. Muy pronto
se comprobó que la posición en el trabajo no era el mejor in-
dicador de las posibilidades de consumo, y que cada grupo
social respondía a impulsos diferentes al elegir la localización

184 • Tito Alegría


residencial. Desde la perspectiva neomarxista de los años
setenta y ochenta, la segregación es explicada por la con-
fluencia de intereses de los grupos inmobiliarios, por el lado
de la oferta, y por la constitución de comunidades socialmen-
te homogéneas, por el lado de la demanda. Esta explicación
falla porque los barrios sólo constituyen comunidades de
intereses transitorias y no son socialmente homogéneas, y
por no explicar la localización de los pobres en las ciudades
del tercer mundo.
En esta investigación se propone que la segregación se
genera en el proceso que siguen las familias para acceder a
una vivienda, y su nivel en cada zona depende del capital eco-
nómico y de conocimiento de la ciudad que tengan las familias
de ese lugar. La localización de la segregación depende de la
localización de los grupos sociales.

Cálculo de la segregación por ingreso


La segregación por ingreso se define aquí en términos
conceptuales como la relativa homogeneidad social de un
barrio en términos del ingreso de sus residentes. Como com-
plemento, cuando haya alta segregación en cada barrio habrá
también alta heterogeneidad social entre barrios. En el análi-
sis de la segregación se estudia en cada barrio el comporta-
miento espacial de cuatro grupos de ingreso clasificados se-
gún el número de salarios mínimos. Como se observará, en
Tijuana ningún barrio es socialmente homogéneo, y en San
Diego, sólo unos pocos. Para su cálculo, se podría usar el
índice de desemejanza y otros parecidos. Pero este índice
tiene dos inconvenientes si se aplica en esta investigación.
Primero, ese índice no permite un análisis de la segregación
a escala de barrio, y por lo tanto, no permite estudiar la dis-
tribución de la segregación en el espacio urbano. Segundo,
ese índice sólo compara a dos grupos, siendo imposible su
aplicación con más grupos de población.

Definiciones, metodología e hipótesis • 185


Un buen indicador de segregación debe mostrar cuán
intensa es la mezcla social de un barrio, por esta razón, en
esta investigación se propone el indicador S j de segrega-
ción, que ya fue utilizado en un estudio anterior (Alegría,
1994):

n
2
n 1
Sj = ∑ –––––
n – 1
Pij – –––
n
(A5)
i=1

donde:

Sj = índice de segregación por ingreso en zona j (0≤ S ≤1)


pij = proporción de población del grupo de ingreso i en zona j
n = número de grupos de ingreso (4 grupos: 0-1 sm, 1-2 sm,
2-5 sm, más que 5 sm)

El rango de este índice va de cero a uno, lo que permite


una fácil interpretación:

Si Sj = 0, hay segregación nula entre grupos, gran heteroge-


neidad social en la zona j; todos los grupos de ingreso tienen
la misma proporción de población en la zona j.
Si Sj = 1, hay absoluta segregación entre grupos, total homo-
geneidad social en la zona j; sólo hay un grupo de ingreso en
esta zona.

Localización de la segregación por ingreso

Tanto el modelo monocéntrico como las propuestas de la


Escuela de Chicago no consideran grados de segregación
porque proponen que las zonas sociales son homogéneas. En
esos enfoques cada zona de la ciudad está absolutamente
segregada. Por el contrario, en esta investigación se propone
que cada zona de la ciudad tiene un grado de segregación
y que sólo algunos barrios están absolutamente segregados.

186 • Tito Alegría


No hay una formulación teórica general que sustente la distri-
bución de las intensidades de la segregación en el espacio
urbano, por lo que sólo se pueden formular hipótesis empíri-
cas exploratorias.
En términos conceptuales, el nivel de segregación en cada
barrio es el resultado del intento por acceder a localizaciones
atractivas de la ciudad que experimentan los integrantes de
cada grupo social. El acceso de los grupos sociales en un barrio
no es simultáneo. Por diversos cambios familiares y de mer-
cado que ocurren con el tiempo, las zonas que nacieron ho-
mogéneas tienden a diversificarse socialmente. Por esta ra-
zón, en general las zonas más viejas de la ciudad tienen más
posibilidades de ser diversas y las zonas de expansión, a ser
más homogéneas.
En particular, en Tijuana las zonas más atractivas son las
más centrales porque cuentan con todos los servicios (urba-
nización completa), por lo que todos los grupos sociales
tratarán de localizar su residencia alrededor del centro ter-
ciario y constituirán zonas sociales heterogéneas. Los gru-
pos de ingreso bajo y medio pueden habitar en zonas centra-
les en edificios de departamentos (algunos hacinados) o en
viviendas heredadas. La mayoría de las personas de mayo-
res ingresos se localizan en una gran zona (sur-este desde el
centro), en donde sólo, en pequeñas áreas, el mercado ha
excluido a otro tipo de grupos sociales. Las áreas de expan-
sión urbana en la periferia son las menos atractivas debido
a la falta de servicios públicos, por lo que en su inicio son
habitadas por personas con menos ingresos y constituyen
zonas más homogéneas. Con el tiempo, estas áreas periféri-
cas tienden a diversificarse por los cambios en el ingreso de
sus habitantes.
En San Diego, las zonas de expansión son las más atrac-
tivas en términos sociales (menos crimen y mejores escuelas),
ambientales (más espacios abiertos y áreas de recreación), y
porque tanto el mercado como la zonificación permiten casas

Definiciones, metodología e hipótesis • 187


de mayor tamaño (menos densidad de población). La periferia
urbana, al estar constituida por zonas de nuevos asentamien-
tos y edificación, tiende a ser socialmente más homogénea
que las áreas centrales. Además, por tener las zonas más
atractivas, y por ello más caras, la periferia tiende a tener a
las personas con ingresos más altos. En contraste, en las
zonas más centrales hay más diversidad social. Esta diversi-
dad se ha producido en el tiempo por los cambios en las fa-
milias y el mercado de la vivienda. Aunque algunas casas
grandes aún cobijen familias con ingresos no bajos, la mayo-
ría ha sido reemplazada por edificios de departamentos ha-
bitados por personas de ingresos bajos y medios. Un ele-
mento adicional es la diversidad social en la extrema periferia
(norte) por ser el área donde el crecimiento de la ciudad ab-
sorbió a pequeños poblados que previamente no formaban
parte del área urbana de San Diego y que eran socialmente
diversos.
Para representar estadísticamente las distribuciones de
las intensidades de segregación en ambas ciudades aquí dis-
cutidas, se propone la siguiente función de segundo grado:

Sj = α+ β1Lj + β2L2j (A6)

donde:

Sj = segregación por ingreso en zona j


Lj = distancia (km) desde la zona j hacia la zona con más alta
centralidad terciaria (definida más adelante)
β1, β2 = coeficientes de regresión
α = constante de regresión

Siguiendo la discusión previa, la primera hipótesis es que


ambas ciudades tienen segregación por ingreso más alta en la
periferia y menor cerca del centro de la ciudad; además, San
Diego tiene una intensidad media de segregación en la perife-

188 • Tito Alegría


ria extrema norte. La segunda hipótesis se refiere a la preci-
sión de la representación estadística de la localización de la
segregación: en ambas ciudades la intensidad de la segrega-
ción varía sólo parcialmente con la distancia al centro princi-
pal (bajo R2). Esta hipótesis está relacionada con la localización
aleatoria de los cambios en el tiempo que tienen las familias
(ingresos), con las restricciones de mercado que sufre la vi-
vienda (bien durable) y porque la ciudad no crece estrictamen-
te de manera radioconcéntrica.

Segregación por raza


La segregación por raza sólo se analiza para San Diego. En
Tijuana, probablemente haya algún nivel de este tipo de segre-
gación, el cual debe ser de baja intensidad debido a que la
mayoría de la población es mestiza. Además, no hay evidencias
sobre este tipo de segregación, y el censo de población mexicano
no captura la característica racial de los habitantes.
Para San Diego, como para el resto de ciudades de Es-
tados Unidos, el censo contiene datos por raza a partir de
los cuales se analizará la segregación. Este tipo de segrega-
ción ha sido bastante estudiada en Estados Unidos, y la
mayoría de los autores considera que la segregación se
genera en el proceso de acceso a la vivienda, pública o pri-
vada. Este proceso está modulado por las preferencias ra-
ciales de los consumidores, el presupuesto familiar y la
discriminación de los propietarios (o administradores)
cuando venden o rentan una vivienda. La segregación por
raza se produce en este proceso de manera directa e indi-
recta. La manera directa se genera por discriminación ra-
cial en el mercado, por la autosegregación de los blancos y,
en menor medida, por la autosegregación de las minorías
raciales debido al miedo al maltrato de los blancos y por la
preferencia de los blancos de un medio racial homogéneo.
La manera indirecta se produce por la restricción presu-
puestal de las familias de las minorías. La mayoría de las

Definiciones, metodología e hipótesis • 189


familias de negros y latinos tiene un ingreso bajo, por lo
que terminan concentradas en las zonas donde el precio de
las viviendas en renta y en venta es menor.

Cálculo de la segregación por raza


En la mayor parte de la literatura, el cálculo de la segrega-
ción ha sido de manera agregada a escala de toda la ciudad o,
en el mejor de los casos, dividiendo la ciudad en dos zonas
(centro y periferia). Para su cálculo, se ha usado generalmente
el índice de desemejanza y otros parecidos. Este índice tiene
inconvenientes si se aplica a la escala intraurbana.
A partir de los datos censales, en esta investigación los
habitantes de cada zona censal (census tract) han sido clasifi-
cados en cuatro grupos: blancos, latinos no negros, negros
(incluye a los latinos negros) y otras razas. Las personas que
en el censo se declararon negros o latinos negros fueron in-
cluidas en un mismo grupo. El argumento para este agrupa-
miento se basa en el comportamiento discriminatorio de los
agentes en el mercado inmobiliario. La discriminación se basa
en la apariencia física de los que buscan una vivienda, no
sobre su origen nacional. Quizá la mayoría de los agentes in-
mobiliarios supongan que la reducción de precios generado
por la presencia de negros hondureños, por ejemplo, sea si-
milar a la generada por los negros del sur centro de San Die-
go. Y quizá esos agentes tengan razón en lo que se refiere al
comportamiento locacional de los blancos frente a la presen-
cia de negros en su barrio: buscan un nuevo barrio, porque
no les importa la nacionalidad de los negros. Por lo general,
las personas se guían por estereotipos simplificadores en la
interacción con personas que conocen poco. Además, a los
agentes inmobiliarios no les interesa el origen nacional de una
persona que busca una vivienda. El cuarto grupo, otras razas,
abarca al resto de personas de San Diego, clasificadas en el
censo como: Asian o Pacific Islander, American Indian, Eskimo,
o Aleut, y otras razas. Este cuarto agrupamiento se hizo con-

190 • Tito Alegría


siderando la escasa población de cada subgrupo poblacional
que reside en San Diego.
Para salvar los inconvenientes que presentan los índices
de desemenjanza y otros parecidos, se propone uno que
permita calcular la segregación entre varios grupos raciales
y a escala de zona censal, similar al de segregación por in-
greso:

m
2
m  1   
Zj = ∑ –––––
m – 1
gij – –––
m
(A7)
i=1

donde:

Zj = índice de segregación por raza en zona j (0≤ Z ≤1)


gij = proporción del grupo racial i en la población de la zona j
m = número de grupos raciales (4 grupos: blanco, total ne-
gro, latino (Hispanic) no negro, otras razas)

El rango de este índice va de cero a uno, lo que permite


una fácil interpretación:

Si Zj = 0, hay segregación nula entre grupos, gran hetero-


geneidad social en la zona j; todos los grupos raciales tienen
la misma proporción de población en zona j.
Si Zj = 1, hay absoluta segregación entre grupos, total
homogeneidad social en la zona j; sólo hay un grupo racial en
esta zona.

Localización de la segregación por raza


La mayoría de los estudios sobre la localización de los
barrios segregados de las ciudades de Estados Unidos se ha
dedicado a la gran concentración de alguna minoría racial en
alguna zona. En particular, se ha establecido que los negros
se concentran en las zonas centrales y los blancos en la peri-

Definiciones, metodología e hipótesis • 191


feria. Sin embargo, no hay estudios que muestren la mezcla
de varias razas en un mismo barrio. Ello se debe quizá a la
influencia de los métodos que analizan sólo dos razas (por
ejemplo, índice de desemejanza) o se debe tal vez a que las
otras razas, especialmente los llamados Hispanic, sólo recien-
temente han sobrepasado en proporción a los negros en algu-
nas grandes ciudades y así se han convertido en objeto inte-
resante de estudio.
Siguiendo a la literatura, y considerando más de dos gru-
pos raciales, en esta investigación se propone como hipótesis
que las zonas centrales de San Diego tendrán bajos niveles de
segregación (mayor mezcla racial) y las periféricas serán las
áreas más segregadas (mayor homogeneidad racial). Es decir,
la segregación tiene una intensidad creciente desde el centro
hacia la periferia. Es probable que en la periferia extrema
(norte) la segregación disminuya debido a que esa zona está
constituida con pueblos incorporados recientemente al área
urbana de San Diego. Esos pueblos son habitados principal-
mente por blancos e hispanos. Esa distribución de la segrega-
ción se puede expresar analíticamente con la ecuación A8.

Zj = α + β1Lj + β2L2j (A8)

donde:

Zj = segregación por raza en la zona j


Lj = distancia (km) desde la zona j hacia la zona con más alta
centralidad terciaria (definida más adelante)
β1, β2 = coeficientes de regresión
α = constantes de regresión

Siguiendo la ecuación A8, hay dos hipótesis aquí para


comprobar. Primero, San Diego tiene menos segregación por
raza en la parte central de la ciudad y más alta en periferia;
además, en la periferia extrema de la ciudad, la segregación

192 • Tito Alegría


tiene intensidad media. La segunda hipótesis se relaciona con
la precisión de la representación estadística de la localización
de la segregación: la intensidad de la segregación sólo varía
parcialmente con la distancia al centro principal (R2 = bajo).

Centros terciarios

Se propone que Tijuana y San Diego, como cualquier gran


ciudad con economía de mercado, tienen sus actividades ter-
ciarias organizadas en una estructura de subcentros. Lo que
hace que estas ciudades no conformen una sola unidad urba-
na es que esas dos estructuras de subcentros tienen distinto
mecanismo generador y forma resultante. Estas diferencias
se deben a que cada ciudad pertenece a formaciones socioeco-
nómicas diferentes, de manera que algunos elementos de los
mecanismos generadores se diferencian en intensidad y otros
no aparecen en una de las dos ciudades.
Para especificar las diferencias en la forma de las estruc-
turas de subcentros entre ambas ciudades, se presenta prime-
ro una definición analítica de centro, luego de tamaño de
mercado y finalmente, el tratamiento estadístico de la compa-
ración de la distribución de subcentros en el espacio urbano.

Definición de centros
En esta investigación se define subcentro (o llanamente
centro) como el lugar que tiene al menos una actividad cen-
tral, y actividad central es la que atrae compradores residen-
tes de otros lugares de la ciudad. Considerando el comporta-
miento ahorrador de transporte de los consumidores, una
actividad central servirá tanto a residentes de la zona donde
está localizada como a residentes de otras zonas.
Una forma de operacionalizar el concepto de subcentro,
detectar la presencia de ellos, y medir su jerarquía (o intensi-
dad) es con un indicador de grado de centralidad (gc) de cada
zona en la ciudad.

Definiciones, metodología e hipótesis • 193


Una actividad es central en una zona (barrio) si después
de satisfacer el consumo de los habitantes de su propia zona
también satisface a gente que viene desde otras zonas para
consumir. Una actividad no es central si vende su producto
sólo a una parte de los habitantes de su propia zona, y si los
demás habitantes tienen que realizar sus compras en otras
zonas, donde esa actividad sería central.
Si consideramos cero la balanza comercial entre ciudades
(en cada actividad), podemos suponer de manera equivalente
que en cada ciudad todos los empleados de una actividad sa-
tisfacen a todos los habitantes de esa ciudad: un empleado en
una actividad de la ciudad es suficiente para asistir a un nú-
mero específico de habitantes en promedio. Por consiguiente,
podemos calcular la centralidad de una actividad en una zona
(nivel de centralidad medido con un índice C) como el número
de veces más en que esta actividad satisface a gente en esta
zona (a consumidores de cualquier parte) en comparación con
la satisfacción promedio de esa actividad en toda la ciudad:

(Eij / Pj)
Cij = (A9)
(Ei / P)

donde:

Cij = índice de centralidad de la actividad (rama) i en la zona j


Eij = empleados de la actividad i en la zona j
Ei = empleados de la actividad i en toda la ciudad
Pj = población en la zona j
P = población en toda la ciudad

Una actividad es definida como central en una zona cuan-


do su índice de centralidad es mayor que la unidad (Cij > 1).
Este índice de centralidad nos informa sobre la distribución
espacial de la centralidad de una actividad mediante j, y el
grado de intensidad por medio de i.

194 • Tito Alegría


Una zona es definida como central cuando tiene una o
más actividades centrales, y su jerarquía central o grado de
centralidad es definida por la cantidad de actividades centra-
les que la zona contiene:

GCj = # (Cij > 1) (A10)

Este indicador puede ser considerado un cálculo de cen-


tralidad exposfacto, después de que la centralidad ha sido
constituida.
La forma de estimar el índice Cij tiene dos supuestos
implícitos. Primero, la balanza comercial para cada actividad
es cero entre Tijuana y San Diego. Los empleos generados en
la primera ciudad con la compra de los consumidores residen-
tes de la segunda ciudad son compensados con los empleos
generados en la segunda ciudad por el consumo de los resi-
dentes de la primera ciudad. Este supuesto no debe estar
muy alejado de la realidad para la mayoría de las actividades
urbanas. Segundo, las zonas de la primera ciudad donde resi-
den los compradores internacionales son las zonas donde
compran los compradores residentes de la segunda ciudad.
Este supuesto es verosímil porque los compradores interna-
cionales de Tijuana residen cerca de los centros principales
de la ciudad y cerca del cruce internacional; por su parte, los
compradores internacionales de San Diego, en su mayoría
de origen mexicano, residen cerca de las zonas o en ellas,
donde compran por lo general los tijuanenses y cerca del
cruce internacional.
Para calcular Cij no hay necesidad de hacer supuestos
sobre la densidad y el ingreso de la población porque el índi-
ce nos informa de la concurrencia (o falta de ella) de consu-
midores que vienen de muchas zonas de la ciudad, incluidos
los de su propia zona j. El nivel de ingresos de la Pij puede ser
cualquiera.

Definiciones, metodología e hipótesis • 195


Tamaño de mercado
Como explicamos en el capítulo 3, aquí se usa el concepto
de tamaño de mercado en lugar del de área de mercado. El ta-
maño de mercado de una actividad i localizada en la zona j
puede ser calculado en términos de la proporción de la pobla-
ción de la ciudad que va a j como consumidor. Para hacerlo así,
primero se debe dividir el empleo Eij en dos partes: una cantidad
ELij, la cual es el empleo en j que serviría a la población que re-
side en j; y una cantidad Exij, la cual es el empleo en j que servi-
ría a residentes de zonas diferentes a j, de manera que:

Eij = ELij + Exij (A11))

Cuando Exij>0, la actividad i es central en j (Cij>1), y ELij


sería suficiente empleo para servir a la población en j como Ei
es suficiente para servir a la población de toda la ciudad [(ELij/
Pj) = ( Ei/ P)], bajo el supuesto de que la capacidad de consumo
promedio en j es similar a la capacidad de toda la ciudad. Pero
este supuesto no es objetivo porque el consumo promedio
varía entres zonas. Para levantar este supuesto, la capacidad
de consumo promedio en j debería estar explícita en esta
ecuación, y ello puede ser expresado como sigue:

ELij Ei
––––––––– = ––––––– (A12)
Pj(YLij ΦLij) P(YΦ)

donde YLij con ΦLij son respectivamente el ingreso promedio y


la propensión al consumo promedio de Pj, además Y con Φ
son respectivamente el ingreso promedio y la propensión al
consumo promedio de toda la ciudad. Dividiendo ambos lados
de la ecuación A12 por Y obtenemos:

ELij Ei
––––––––– = ––––––– (A12a)
Pj (yLij ΦLij) P(Φ)

196 • Tito Alegría


donde yLij es el ingreso promedio en j expresado como el nú-
mero de veces sobre (o debajo) del ingreso promedio de toda
la ciudad. Si hacemos que:

ΦLij
lLij = yLij –––– (A12a)
Φ

podemos reescribir la ecuación A12 como sigue:

ELij Ei
–––– = lLij –––– (A12b)
Pj P

La propensión al consumo es definida como la proporción


del ingreso dedicada al consumo de bienes y servicios ofreci-
dos por la actividad i. El valor de la propensión al consumo es
mucho más pequeño que la unidad y varía con la elasticidad-
demanda del ingreso, y podemos suponer que varía con una
función como la que sigue:

Φ = a + rT(Y)

donde Φ es la propensión a consumir, T es la elasticidad del


ingreso que varía de manera inversa con el ingreso Y, también
a con ρ son constantes de ajuste. Aquí se considera que la ma-
yoría de los bienes y servicios tienen una elasticidad decrecien-
te con el incremento del ingreso del consumidor, es decir, hay
satisfacción decreciente con el incremento del consumo de
bienes y servicios y entonces la propensión al consumo cae con
el incremento del ingreso. El supuesto implícito aquí es que la
función de T tiende a ser asintótica con los valores del ingreso,
ello significa que cuando el ingreso crece, la propensión al con-
sumo tiende generalmente a decrecer (o crecer en unos pocos
bienes) en cantidades cada vez más pequeñas, hasta que la
propensión en los rangos medios y altos de ingreso práctica-
mente se hace constante cuando el valor del ingreso crece.

Definiciones, metodología e hipótesis • 197


Debido a estas consideraciones, se pueden hacer tres
deducciones relevantes para este análisis. Primero, los valo-
res de λLij varían poco alrededor de la unidad: con alto ingreso,
yLij >1 hace a λLij grande, pero al mismo tiempo ΦLij<Φ hace a
λLij pequeño. Segundo, como los valores de yLij tienen un rango
de variación más grande que los valores de ΦLij, entonces
cuando yLij >1 se puede esperar que λLij >1, y que cuando yLij
<1 también λLij <1, es decir, los valores de yLij determinan si
λLij es mayor o menor que la unidad. Tercero, debido a que la
elasticidad de la demanda varía en rangos de bajos ingresos
más que en rangos de altos ingresos, el valor de λLij estará más
cercano a la unidad en las zonas con mayor ingreso promedio,
pero será un poco menos similar a la unidad en zonas de ba-
jos ingresos.
Trasponiendo términos en la ecuación A11 y remplazán-
dolos en la ecuación A12b tenemos:

ELij – Exij Ei
––––––––– = lLij ––– (A13)
Pj P

la cual puede ser escrita como:

Pj
Exij = Eij – Ei –––– lLij (A14)
P

La inferencia hecha entre las ecuaciones A12 y A14, válida


para el empleo que sirve a los consumidores residiendo en la
zona analizada, se puede hacer también para el empleo en esa
misma zona generado por los consumidores que vienen de
otras zonas.
Los consumidores que vienen desde fuera de la zona j,
que aquí llamamos Pxij, generan Exij empleos en j. Si supone-
mos que el consumo efectivo promedio de los Pxij consumido-
res es el mismo que el consumo efectivo promedio de P en
toda la ciudad, la siguiente razón es cierta:

198 • Tito Alegría


Exij Ei
–––– = –––– (A15)
Pxij P

Sin embargo, la similitud en el consumo promedio de Pxij


y P no es real. Para levantar el supuesto de similitud se cum-
pla, ponderamos cada población con su consumo efectivo en
la ecuación A15:

Exij Ei
–––––––––– = –––– (A16)
Pxij (yxij Φxij) P(Φ)

donde yxij es el ingreso promedio de las personas que vienen de


fuera a consumir a j expresado como el número de veces sobre
(o debajo) del ingreso promedio de toda la ciudad, y Φxij es la
propensión a consumir promedio de Pxij. Si hacemos que:

Φxij
lxij = Yxij ––––
Φ

entonces podemos reescribir la ecuación A16 como sigue:

Exij Ei
–––– = (lxij) ––– (A16a)
Pxij P

Remplazando la ecuación A14 en la A16a, se obtiene la


proporción de población urbana que no vive en j pero que
consume en j:

Pxij Eij Pj (lLij)


–––– = (––– – –––––––) / (lxij) (A17)
P Ei P

Con la ecuación A17 es posible obtener la proporción total


de la población urbana que consume en j ponderada por su
consumo efectivo:

Definiciones, metodología e hipótesis • 199


Pxij (lxij) + Pj (lLij) Eij
–––––––––––––––– = –––– (A18)
P Ei

El lado izquierdo de la ecuación A18 es el tamaño de mer-


cado (expresado en términos de proporción de población pon-
derada por su consumo efectivo) de la actividad i cuando está
localizada en j. El cálculo directo de ese lado izquierdo es impo-
sible porque no sabemos la localización de la población Pxij ni el
valor de λxij para cada actividad. El lado derecho de la ecuación
A18 es el tamaño de la actividad en j expresado en términos de
la proporción de empleo. Entonces, podemos calcular el tama-
ño del mercado de la actividad i en la zona j de una manera
directa con datos del censo económico. Este cálculo del tamaño
del mercado será la variable usada en el análisis de la demanda
y la oferta de cada actividad.
Si pudiéramos calcular los valores de λ, entonces habría
otra manera para estimar el tamaño de mercado. Si remplaza-
mos la ecuación A18 en la A9, obtendríamos la cantidad de
población que no vive en j pero que consume en j, como una
función del índice de centralidad de i en j:

Pxij (lxij) + Pj (lLij)


––––––––––––––––

Cij = –––––––––––––––––––––––––––––––
P (A19)
Pj
P
entonces:

Pj
Pxij = ––––– (Cij – lLij) (A20)
(lLij)

En la mayoría de las zonas de la ciudad, los valores de λLij


deben estar cercanos a 1 porque, cuando los valores de yLij se
incrementan, los valores de ΦLij/Φ decrecen. Para los casos

200 • Tito Alegría


que tengan valores de λxij cercanos a 1, entonces la ecuación
A20 indica que: cuando el índice de centralidad de i en j es
mayor que la unidad, esa zona recibe compradores desde
otras zonas, entonces la actividad i en j tiene un mercado ex-
terno cuyo tamaño tiene una magnitud Pxij; cuando el índice
tiene valor 1, esa zona no recibe compradores externos; cuan-
do el índice es menor que 1, la recepción es negativa, es decir,
Pxij personas de j están yendo a otras zonas para comprar un
bien o servicio i. Por otro lado, manteniendo el índice de cen-
tralidad constante entre zonas, la actividad i tendrá un mayor
tamaño de mercado cuando el ingreso de los consumidores
se reduce (λxij<1) y un tamaño de mercado más pequeño cuan-
do el ingreso de los consumidores se incrementa (λxij>1). Se
puede esperar que los valores de λxij estén cercanos a la uni-
dad, pero no hay información para realizar tal cálculo. Por
esta razón, aquí los valores de tamaño de mercado calculados
con la ecuación A18 serán la variable usada para analizar los
subcentros.

Localización de centros
Se considera que cada zona tiene un nivel particular de
grado de centralidad gc. Cuando la ciudad era pequeña, había
sólo un área de concentración, el centro de la ciudad (las zo-
nas o barrios centrales estaban allí adyacentes), pero actual-
mente, con un tamaño urbano más grande, hay más de una
sola área de concentración, áreas nombradas subcentros, or-
denadas con una jerarquía central.
Siguiendo el modelo teórico presentado en el capítulo 3,
en Tijuana la jerarquía central está correlacionada espacial-
mente con el ingreso familiar, de manera que las zonas con
jerarquía central más alta todavía se localizan en el viejo cen-
tro de la ciudad o alrededor de él porque éste está cerca de los
barrios habitados con familias de ingresos más altos. Y debido
a la influencia de las economías de escala y de localización, en
el viejo centro de la ciudad varias zonas tienen los más altos

Definiciones, metodología e hipótesis • 201


gc. Del centro de la ciudad a la periferia urbana, gc tiende a
disminuir, pero no en forma estricta, debido a tres tipos de
razones. Primero, de acuerdo con el modelo del lugar central
intraurbano, entre la localización de la zona con más alta je-
rarquía de gc y la localización de las zonas con segundo nivel
de jerarquía, hay algunas zonas con tercer o cuarto (o más)
niveles, así gc disminuye desde el nivel más alto cerca del
centro de la ciudad y luego aumenta (al segundo nivel de gc)
y después de esta localización disminuye de nuevo hacia la
periferia. Segundo, ingreso y densidad de población no dismi-
nuyen claramente desde el centro de la ciudad hacia la perife-
ria, por lo que se modifica el modelo espacial teórico de sub-
centros. Tercero, los accidentes topográficos restringen la
localización de los subcentros en zonas que tienen pendientes
altas de suelo.
En San Diego, en contraste, un modelo objetivo espera
que la jerarquía central apenas se correlacione espacialmen-
te con el ingreso familiar. Siguiendo el modelo del lugar cen-
tral intraurbano, los subcentros que tienen los gc más altos
deben localizarse distanciados entre ellos, cerca de las zonas
con familias de ingreso medio y alto, pero lejos de las zonas con
familias de ingreso bajo, y localizados en zonas con la mejor
accesibilidad. Puesto que para San Diego en este modelo las
actividades no reciben ventajas de las economías de escala,
entonces no hay gran concentración de actividades centrales
en los subcentros de muy alta jerarquía, como en Tijuana. El
centro de San Diego no tiene desde hace varios años la jerar-
quía central más alta debido a que las familias de ingreso alto
y medio abandonaron el centro de la ciudad hace muchos
años; la mayoría de ellos se trasladaron en dirección norte y
norte-este. Sin embargo, el centro de la ciudad todavía debe
tener algunas zonas con muy alto gc debido primero, a la re-
habilitación del centro de la ciudad que empezó en la década
de los años ochenta, que incluye alojamiento para la clase
media, y segundo, las inercias generadas por el medio cons-

202 • Tito Alegría


truido: el denso sistema de vialidades (de los años sesenta)
que le dan una gran accesibilidad al centro, y una gran canti-
dad de oficinas y tiendas.
En esta investigación se comprueban estadísticamente
estas hipótesis relacionadas con la distribución de gc desde el
centro de la ciudad hacia la periferia en ambas ciudades, con
la ecuación siguiente:

GCj = α + β1Lj + β2L2j + β3L3j + β4L4j (A21)

donde:

GCj = grado de centralidad de la zona j


Lj = distancia (km) desde la zona j a la zona con más alto gc
βn = coeficientes de regresión
α = constantes de regresión

De la ecuación A21, las hipótesis a ser comprobadas son


esquemáticamente las siguientes:
Hipótesis 1: (α en San Diego) < (α en Tijuana), el nivel de
GC en el centro es mayor en Tijuana.
Hipótesis 2: (βs en San Diego) < (βs en Tijuana), la elastici-
dad de la centralidad (concentración) en Tijuana es más alta.

Generación de forma urbana

En esta investigación, se ha propuesto que la forma urbana


de una ciudad no sigue un único proceso de generación. Por
el contrario, el modelo monocéntrico postula que el proceso
de generación está basado exclusivamente en el balance (tra-
de-off) entre renta del suelo y costo de transporte que toman
en cuenta las familias y negocios al elegir una localización.
En el modelo propuesto por esta investigación, cada uso del
suelo (o actividad localizada) tiene un mecanismo particular

Definiciones, metodología e hipótesis • 203


de generación de su forma, es decir, de su localización e
intensidad, y la generación de cada uso del suelo recibe
influencias de otros usos. En la secuencia causal de este
modelo, las características de la población (localización,
densidad, ingreso y segregación) son determinantes funda-
mentales de la conformación de la jerarquía de subcentros,
pero tanto población como subcentros, tienen además otros
determinantes.
En esta sección del capítulo se presentan los modelos esta-
dísticos que servirán para comprobar las hipótesis específicas
sobre las diferencias entre Tijuana y San Diego de las caracte-
rísticas urbanas seleccionadas en este estudio. Los modelos
específicos se harán sobre los mecanismos generadores de la
densidad de población, sobre la segregación por ingreso, sobre
el sistema de subcentros terciarios generado de manera inde-
pendiente, por el lado de la demanda, y por el lado de la oferta,
y se concluye con un modelo de la generación de subcentros
debido a la oferta y demanda de manera conjunta.

Población

Como se discutió en el capítulo anterior, la localización de una


familia (o una persona) es producto del proceso de acceso a
una vivienda. Este proceso está determinado, por sus niveles
de ingreso y de conocimiento, y por las condiciones impuestas
por las características de la oferta de viviendas.
A su vez, la localización de los grupos de ingreso son de-
terminantes de varios patrones de usos del suelo urbano. De
ellos, se presentan a continuación los modelos estadísticos
que representan a los mecanismos generadores de la densi-
dad de población y la segregación por ingreso. El objetivo es
comprobar si esos mecanismos funcionan de manera diferen-
te entre Tijuana y San Diego; esas diferencias serán especifi-
cadas mediante las hipótesis respectivas.

204 • Tito Alegría


Densidad e ingreso de la población
En los estudios sobre ciudades de Estados Unidos, se ha
encontrado que la densidad de población está relacionada con
el nivel de ingresos de esa población. En particular, las fami-
lias de bajos ingresos que no pueden comprar una vivienda
residen en departamentos en zonas densas, y las de mayores
ingresos residen en viviendas unifamiliares en zonas de baja
densidad. Esta investigación propone que las personas, al
acceder a una vivienda, actúan estratégicamente persiguiendo
dos tipos de objetivos: reducir el costo de vida (mejor habita-
bilidad) y capitalizar. El nivel del ingreso determina la capaci-
dad para conseguir estos objetivos y las estrategias particula-
res que siguen las familias. Aquéllas con mayores ingresos
pueden conseguir viviendas más grandes en la periferia urba-
na, y con ello, menor densidad. Las familias con menos ingre-
so generalmente no pueden comprar una vivienda. Tienen que
rentar departamentos en zonas de mayor densidad, localiza-
das cerca de los circuitos de empleo y consumo porque los
costos de transporte (relativos a sus ingresos) representan un
mayor gasto en comparación con el de las familias de mayor
ingreso. Entonces, la hipótesis para San Diego es que los ran-
gos bajos de ingreso generan zonas con mayor densidad, y los
rangos altos de ingreso generan zonas de baja densidad.
En Tijuana, el acceso a una vivienda tiene grandes diferen-
cias con San Diego, y por ello, el mecanismo de generación de
densidad de población es diferente. Primero, a los mecanismos
económicos se añaden los de conocimiento, lo que hace diver-
sa la localización de grupos de ingreso similar y hace similar
la localización de personas de ingreso diferente, generando
patrones combinados de distinta densidad de población en
una misma zona. Por ejemplo, en las zonas de ingresos altos
surgen edificios de departamentos, con lo que se eleva la den-
sidad en una manzana de la zona. Segundo, la mitad de la
población, que son los que tienen menos ingresos, se asentó
de manera irregular y configuró las zonas de baja densidad.

Definiciones, metodología e hipótesis • 205


Con el tiempo, ocurren dos tipos de fenómenos. Unas fami-
lias mejoran sus ingresos, entonces regularizan su propie-
dad y la mejoran, y se mantiene baja la densidad. Otras fami-
lias no mejoran sus ingresos, subdividen la posesión, ingresan
más familias al lote, por lo que la convierten en un tugurio y
elevan así la densidad. Tercero, la vivienda pública general-
mente se ha ofrecido en multifamiliares, está orientada a las
familias de ingreso medio bajo, y está localizada de manera
aleatoria, con lo que se incrementa la densidad de una zona.
Entonces, la hipótesis para Tijuana es que no hay una rela-
ción clara entre ingreso y densidad de población, excepto
para los rangos de ingreso medio bajo que pueden generar
zonas de más alta densidad.
Para comprobar las hipótesis de la relación entre ingreso
y densidad de la población de ambas ciudades se utilizará la
siguiente ecuación:

Dj = α(I2j)β1 (I25j)β2 (I5j)β3 (Aj)β4 (B1)

donde:

Dj = densidad de población en la zona j


I2j = proporción de personas (familias en San Diego) con 0-2
salarios mínimos en la zona j
I25j = proporción de personas (familias en San Diego) con 2-5
salarios mínimos en la zona j
I5j = proporción de personas (familias en San Diego) con más
de 5 salarios mínimos en la zona j
Aj = área de la zona j (hectáreas)
α = constante de regresión
β1, β2, β3, β4 = elasticidades

El área de cada zona se incluyó como variable de control


estadístico. Tanto en Tijuana como en San Diego, las zonas
más antiguas de la ciudad son las más consolidadas y han

206 • Tito Alegría


sido subdivididas por la oficina de censos, de manera que las
zonas periféricas tienen más área que las centrales, y general-
mente, partes aún no construidas. Este control nos permite
obtener β sin la influencia del tamaño de la zona (census tract
o ageb).
Considerando la ecuación B1, las hipótesis se pueden
sintetizar de la siguiente manera:

Rango de sm β en Tijuana β en San Diego


0-2 (0) (+)
2-5 (+) (-)
más de 5 (0) (-)

Generación de la segregación por ingreso


En el modelo presentado en el capítulo anterior, la segrega-
ción por ingreso es el resultado del proceso de acceso de las
personas a una localización residencial. En este proceso, la lo-
calización y la segregación son determinadas por el ingreso y
el conocimiento de las personas en Tijuana, mientras que en
San Diego, sólo por el ingreso.
En Tijuana, las zonas originalmente habitadas por perso-
nas de ingresos altos o bajos tuvieron cambios en su composi-
ción social con el tiempo, y se volvieron menos homogéneas.
En los barrios originalmente ricos, algunos descendientes
alcanzaron ingresos menores que sus padres, y varias casas
fueron reemplazadas por departamentos para sectores medios.
En los barrios originalmente pobres (en su mayor parte inva-
siones) unas personas elevaron su ingreso, otras les vendieron
a personas con ingreso mayor, y en algunos casos, se constru-
yeron edificios de departamentos para personas de ingresos
medios. Estos cambios volvieron menos segregados a estos
barrios. Paralelamente, las personas con mayor nivel de cono-
cimiento se localizaron en barrios con ventajas por su cercanía
a los circuitos de empleo y consumo. Esto es posible porque
estas personas aprovechan los cambios operados en esos

Definiciones, metodología e hipótesis • 207


barrios y por su acceso a los submercados (acceso mediante
instituciones, familiares, etcétera). Su asentamiento en algunos
barrios, sobre todo los más antiguos y con mejor infraestructu-
ra urbana, les añadió diversidad a los grupos de ingreso previa-
mente asentados en la zona.
En contraste, los grupos de ingreso medio son los que
más homogeneidad les dan a los barrios por el modo de acce-
so a la vivienda. Estas personas con frecuencia recurren al
crédito público o privado para adquirir viviendas construidas
por ambos sectores. Las viviendas usualmente se construyen
en forma de conjunto residencial numeroso, con precios simi-
lares. Las personas que pueden comprar generalmente cuen-
tan con empleos estables y con ingreso similar, y homogenei-
zan socialmente la zona.
En síntesis, las hipótesis para Tijuana son que cuando hay
más personas de ingreso medio en una zona, ésta será homo-
génea (segregada), en cambio, el número creciente de perso-
nas de ingreso alto o bajo configuran barrios más heterogé-
neos. Además, las personas con mayor nivel de conocimiento
introducen a la zona diversidad por ingreso.
En San Diego, la segregación se genera de modo diferen-
te. Esta ciudad tiene urbanización completa en todas las zo-
nas de la ciudad, y sus mercados inmobiliarios desarrollados
hacen que la distribución del conocimiento sea menos dife-
renciadora en el acceso a la vivienda, por lo que el ingreso
de las personas se convierte en el factor más importante
para explicar su localización y su segregación. Debido al
desarrollo del mercado de la vivienda (oferta, comercializa-
ción y financiamiento) en esta ciudad y al bajo costo del
transporte (relativo al salario) hacia los circuitos de empleo
y consumo, las personas con más capital económico se loca-
lizarán en la periferia, donde pueden tener mejor habitabili-
dad y capitalizar más al tener más espacio de vivienda. De
esta manera, los ingresos altos configuran barrios homogé-
neos (segregados). Las personas con menores ingresos se

208 • Tito Alegría


localizarán donde haya bajos costos de vivienda, principal-
mente en renta, y cerca de los circuitos de empleo y consu-
mo, en diferentes partes de la ciudad. Estas personas confi-
guran barrios con mezcla social por ingreso.
Las hipótesis específicas para San Diego son las siguientes:
cuando hay más personas con ingresos altos en una zona,
ésta tenderá a ser homogénea (segregada), en cambio, el nú-
mero creciente de personas de ingreso medio y bajo configu-
ran barrios más heterogéneos. Además, debido al desarrollo de
los mercados inmobiliarios, el nivel de conocimiento no modi-
fica el patrón de mezcla social generado por el capital económi-
co de los residentes.
Para comprobar estas hipótesis, para ambas ciudades, se
tomó la mayor cantidad de rangos de ingreso de la población
que los censos de población de cada país publican con los
datos a escala de zona censal. En México, los datos se publi-
can clasificando a las personas que trabajan en cuatro gru-
pos de ingreso. Los datos para San Diego permiten una ma-
yor subdivisión en rangos de ingreso, pero para poder hacer
la comparación con Tijuana, las personas se clasificaron
también en cuatro grupos. Los rangos de ingreso se determi-
naron según el número de salarios mínimos. Los datos de
Tijuana se refieren a los ingresos de la población trabajado-
ra, mientras que los de San Diego, a los ingresos familiares.
Para comprobar las hipótesis sobre la influencia del conoci-
miento en la generación de la segregación, se eligieron dos
variables indicativas de los tipos de conocimiento, con la
condición de que cada una de ellas apareciera en los censos
de ambos países y su definición fuera claramente similar en
ambos censos. Para representar el conocimiento empírico,
se tomó el número de personas que asistieron a la universi-
dad (aunque no la hayan terminado), bajo el supuesto de que
este grupo es el que tiene mayores redes sociales no acota-
das espacialmente. Para representar los conocimientos in-
consciente y práctico, se tomó el número de personas naci-

Definiciones, metodología e hipótesis • 209


das en el estado (California y Baja California), bajo el
supuesto de que son las que tienen el mejor conocimiento
acotado espacialmente. Una variable mejor habría sido el
número de personas nacidas en la ciudad, pero ésta no se
publica a escala de zona censal (ageb y census tract).
El modelo estadístico a probar es el siguiente:

Sj = a(I1j)b1 (I2j)b2 (I25j)b3 (I5j)b4 (Uj)b5 (Bj)b6 (B2)

donde:

Sj = segregación por ingreso en la zona j


I1j = proporción de trabajadores (familias en San Diego) resi-
dentes en la zona j con 0-1 salarios mínimos
I2j = proporción de trabajadores (familias en San Diego) resi-
dentes en la zona j con 1-2 salarios mínimos
I25j = proporción de trabajadores (familias en San Diego) resi-
dentes en la zona j con 2-5 salarios mínimos
I5j = proporción de trabajadores (familias en San Diego) resi-
dentes en la zona j con más de 5 salarios mínimos
Uj = población en la zona j que asistió a la universidad (cono-
cimiento empírico)
Bj = población en la zona j que nació en la región (conoci-
miento práctico/inconsciente)
β1, β2, β3, β4 = elasticidades de ingreso
β5, β6 = elasticidades de conocimiento
α = constante de regresión

Con la ecuación B2, las hipótesis puede expresarse sinté-


ticamente de la manera siguiente:

Hipótesis 1: En San Diego, el conocimiento no es signifi-


cante (en San Diego β5 y β6 ≈ 0);
en Tijuana, cuanto más alto el conocimiento empírico y el
práctico/inconsciente menor es la segregación (en Tijuana β5
< 0 y β6 < 0);

210 • Tito Alegría


Hipótesis 2: En Tijuana, la segregación aumenta sólo con
el ingreso medio (vivienda financiada) pero en San Diego, au-
menta sólo con los grupos de ingresos más altos.

Rango de sm β de ingreso en Tijuana β de ingreso en San Diego


0-1 (-) (-)
1-2 (-) (-)
2-5 (+) (-)
más de 5 (-) (+)

Centros terciarios

En el modelo del lugar central intraurbano presentado en el ca-


pítulo 3, la jerarquía de cada centro está dada por el número de
actividades centrales localizadas allí. Una actividad central es
aquella que satisface a los consumidores que vienen de otras
zonas, además de las personas de su propia zona. La centralidad
de una actividad en una zona depende de su tamaño de mercado
o concentración, como fue mostrado anteriormente.
En la versión simplificada del modelo, cada actividad tiene
un tamaño de mercado similar en cada localización donde
aparece la actividad. Sin embargo, el tamaño de cada actividad
varía entre localizaciones, siendo más grande en centros de
más alta jerarquía. Esta sobredimensión se genera por medio
del comportamiento de los consumidores orientado a la re-
ducción de costos de transacción, y de las estrategias de los
vendedores para seguir a los consumidores y conseguir ven-
tajas de la aglomeración.
Los consumidores ahorran en los costos de transacción al
desarrollar la estrategia de una sola parada. Con esta estrate-
gia, los consumidores ahorran en costos de transporte al com-
parar precio y calidad de un bien (o servicio) entre negocios
en una misma localización, y al comprar bienes y servicios
diversos en un mismo lugar. Esta estrategia concentra el con-
sumo potencial.

Definiciones, metodología e hipótesis • 211


Normalmente, cuando el centro principal oferta bienes de
alta jerarquía (con área de mercado grande) algunos de sus
consumidores, aquellos que residen en barrios alejados, redu-
cen costos de transporte y de búsqueda al comprar también
bienes de baja jerarquía en ese centro principal. Esta estrate-
gia de los consumidores también produce una concentración
del consumo.
Para aumentar ventas, los vendedores se aprovechan de
esta concentración del consumo –generada por el comporta-
miento del consumidor– al adoptar dos estrategias. Primero, las
actividades terciarias siguen a sus consumidores espacialmente,
al localizar sus negocios cerca de las zonas donde residen las
personas con más densidad e ingreso. Esta estrategia está orien-
tada a atraer consumidores mediante la reducción del costo de
transporte del consumidor. Por consiguiente, hay más vendedo-
res cerca de las residencias de consumidores con ingresos más
altos, y el precio final de consumo (precio de venta más costo de
transporte) se reduce. Segundo, los proveedores aumentan el
tamaño de cada actividad y amplían el número de actividades,
como una reacción a la estrategia de los consumidores de inten-
tar conseguir economías de escala y alcance. Por consiguiente,
hay aglomeración espacial de diversos tipos de actividades, y los
vendedores consiguen economías de escala y alcance.
La aglomeración que aparece de esta manera les permite a
los vendedores una tercera estrategia de localización: aumento
de ventas y reducción de costos debido al aprovechamiento de
las ventajas externas asociadas a la aglomeración.
Estas tres estrategias de los vendedores generan una lo-
calización concentrada de las actividades.
En síntesis, como consecuencia de la estrategia de la de-
manda de reducir costos de transacción, el comportamiento de
los consumidores genera que los centros principales agranden
más su tamaño (en comparación con su tamaño en el modelo
del lugar central intraurbano simplificado) y reduce, simultánea-
mente, aún más el tamaño de los centros pequeños.

212 • Tito Alegría


A continuación se presentan los modelos estadísticos se-
parados de demanda y de oferta para explicar la concentra-
ción de cada actividad terciaria, y después, el modelo de gene-
ración de centros con demanda y oferta cuando actúan de
manera conjunta.

Demanda: generación de centros


por medio de la demanda
El modelo básico del lugar central intraurbano postula que
el tamaño de mercado de una actividad debe ser de la misma
magnitud en cualquier zona, pero en el modelo más objetivo
mostrado en el capítulo 3, las actividades pueden tener dife-
rente magnitud. Organizadas por la estrategia del consumidor
de reducción de costo de consumo, las características princi-
pales por el lado de la demanda que causa esa diferencia en
magnitud son tres: el ingreso, la densidad y la segregación
social de la población. Estas tres características operan de
manera diferente entre Tijuana y San Diego.
Una actividad aumenta su concentración en una zona cuan-
do más personas con mayores ingresos residen cerca del lugar
de ventas. El mayor ingreso de las personas concentra el consu-
mo y ello concentra la actividad porque los negocios siguen es-
pacialmente a la demanda. Cuando las zonas tienden a tener una
mayor proporción de personas con ingresos bajos, la concentra-
ción de la actividad tiende a disminuir. Esta relación entre ingre-
so de las personas y concentración de la actividad se cumple en
Tijuana, pero en San Diego presenta algunas diferencias. La
propensión a consumir (definida antes en este capítulo) entre
las personas de ingreso medio y alto en San Diego es asintótica.
Por esta razón, las zonas que contienen personas con esos ingre-
sos prácticamente no tienen diferencias en su concentración de
consumo. En términos estadísticos, significa que en San Diego
sólo las personas con ingresos bajos influyen en las diferencias
de concentración de la actividad: cuanto más personas de bajo
ingreso haya, menos concentración del consumo habrá.

Definiciones, metodología e hipótesis • 213


Una actividad aumenta su concentración en una zona cuan-
do residen más personas cerca del lugar de ventas o cuando la
densidad es mayor en su propia zona y en las zonas cercanas.
Matizando esta afirmación, cuando la actividad tiende a ser
más central (vende más allá que en su propia zona) y cuan-
do hay más actividades concentradas en su zona, se puede
revertir la relación entre densidad y concentración de la
actividad en su zona. Esto se debe a que las actividades
económicas desplazan a las residencias y generan una me-
nor densidad de población cuando hay más actividad eco-
nómica. La relación entre densidad y concentración de la
actividad no es lineal. Por esta razón, se debe esperar em-
píricamente que la concentración tenga una correlación
positiva con la densidad en la mayoría de las actividades;
en otras actividades quizá no haya correlación o incluso
sea negativa. Esta característica es similar en Tijuana y San
Diego.
La concentración de una actividad en una zona es mayor
cuando hay más diversidad de preferencias de consumo ba-
sadas en ingresos diversos, y cuando hay homogeneidad ra-
cial entre los consumidores. La diversidad en las preferencias
de consumo surge cuando hay grados bajos de segregación
por ingreso, de manera que empíricamente se debe esperar
que la concentración de las actividades sea mayor cuanto
menor sea la segregación.
El patrón racialmente segregado y discriminante del com-
portamiento social de los individuos impulsa el consumo es-
pacialmente concentrado de personas de la misma raza. Esta
concentración racial del consumo genera una concentración
de las actividades económicas. Empíricamente, se espera que
una actividad esté más concentrada cuando haya mayor se-
gregación racial de los residentes de una zona.
En esta investigación se ha deducido conceptualmente
que el tamaño de mercado de una actividad en una zona es
equivalente a la concentración de la actividad (proporción del

214 • Tito Alegría


empleo urbano de la actividad localizado en la zona, Eij/Ei). De
esta manera, al evaluar los determinantes de la concentración
también se evalúan los determinantes del tamaño de mercado
de una actividad.
El modelo estadístico de los determinantes por el lado de
la demanda del tamaño de mercado de una actividad en una
zona es el siguiente:

Eij
–––– = a(pPj)b1 (pI0j)b2 (pI2j)b3 (pI5j)b4 (pSj)b5 (Aj)b (pZj)b7SD (B3)
Ei

donde:

Eij /Ei = concentración, o tamaño de mercado de la actividad


i en la zona j
Ei = empleo de la actividad i en toda la ciudad
Eij = empleo de la actividad i en la zona j
pPj = potencial de población en la zona j
pI0j = potencial de proporción de residentes en rango de in-
greso 0-2 sm en la zona j
pI2j = potencial de proporción de residentes en rango de in-
greso 2-5 sm en la zona j
pI5j = potencial de proporción de residentes en rango de in-
greso mayor a 5 sm en la zona j
pSj = potencial de segregación por ingreso en la zona j
Aj = área de la zona j (variable de control)
pZj = potencial de segregación por raza en la zona j (sólo
para la ecuación de San Diego)
α = constante de regresión
β1…β7 = elasticidad de la variables

Las variables independientes en esta ecuación represen-


tan “tipos de variable”. En la exploración del modelo de regre-
sión que mejor se ajusta a los datos, para cada característica,
o “tipo de variable”, se prueban cinco variables específicas, una
con datos directos y cuatro son cálculos del potencial de la

Definiciones, metodología e hipótesis • 215


característica en esa zona. Por ejemplo, la característica “Pro-
porción de residentes en rango de ingreso 0-2 salarios míni-
mos” comprende cinco variables por zona: la primera resul-
ta del cálculo directo de la proporción de personas en ese
rango de ingreso, y las cuatro restantes son potenciales de
ese rango de ingreso cuando el indicador distancia es afec-
tado por las potencias 0.5, 1, 2 y 3 respectivamente. Más
abajo se define el potencial de cada característica. Cuando se
explora el modelo de regresión, sólo una de las cinco varia-
bles del mismo tipo se incluye en el modelo final: la variable
con mayor significancia estadística.
En el caso particular del número de habitantes por zona,
se utilizaron de manera disyuntiva dos tipos de variables:
Densidad de población y Población total, y por cada tipo se
prueban sus respectivas cinco variables específicas. Cuando
se prueba Densidad de población, no se incluye en el modelo
la variable de control “Área”.
Como no se conoce ex ante el tipo de relación estadística
específica entre una variable independiente y la dependiente,
la búsqueda del mejor modelo de regresión (el que se ajuste
mejor a los datos) comprende tanto a las cinco variables espe-
cíficas como los logaritmos naturales de esas cinco variables.
De esta manera, en total se prueban 10 variables específicas
por cada “tipo de variable”.
El potencial de una característica en la zona j representa la
suma de la característica de los habitantes de las zonas de
la ciudad desde donde acuden a consumir, lo que ofrece una
actividad localizada en esa zona j. En esa suma se incluye el
valor de la característica en la propia zona donde la actividad
está localizada. El valor de la característica disminuye con la
distancia desde la zona donde se localiza la actividad, y de-
pende del valor de la característica en cada zona de la ciudad
ponderada inversamente con la distancia hacia la zona de
referencia.

216 • Tito Alegría


El cálculo de los potenciales de cada característica se hace
de la siguiente manera.
–Potencial de población en zona j, pPj:

Pk
∑k ––––
dφjk
pPj = ––––––––––– (B4)
Pk
∑j ∑k ––––
dφjk

j con k son zonas [j=1,2,..,n] [k=1,2,..,n], d es distancia en


kilómetros desde j hacia cada k, φ es exponente de distan-
cia [φ=0.5, 1, 2, 3] (todos estos valores son los mismos
para las siguientes ecuaciones de potencial). La distancia
hacia j reduce la influencia de la característica de k sobre
la actividad en la zona j. Cuando φ es 0.5, la distancia redu-
ce menos la influencia de la característica de k en la activi-
dad en j; cuando φ es 3, la distancia reduce más la influen-
cia de la característica de k en la actividad en j. En otras
palabras, cuando φ es 0.5, las personas vienen a consumir
en j desde zonas localizadas lejos; cuando φ es 3, las per-
sonas vienen a consumir en j prácticamente sólo desde las
zonas adyacentes.
–Potencial del ingreso en zona j, pI0j , pI2j , pI5j respectiva-
mente para los rangos de ingreso “de 0 a 2 salarios mínimos”,
“de 2 a 5 salarios mínimos”, y “más de 5 salarios mínimos”:

I0k I2k I5k


∑k –––– ∑k –––– ∑k ––––
dφjk dφjk dφjk
pIoj = ––––––––––– pI2j = ––––––––––– pI5j = –––––––––––
I0k I2k I5k
∑j ∑k –––– ∑j ∑k –––– ∑j ∑k ––––
dφjk dφjk dφjk

(B5, B6, B7)

Definiciones, metodología e hipótesis • 217


–Potencial de segregación por ingreso en la zona j, pSj:

Sk
∑k ––––
dφjk
pSj = ––––––––––– (B8)
Sk
∑j ∑k ––––
dφjk

–Potencial de segregación por raza en la zona j (sólo San


Diego), pZj:

Zk
∑k ––––
dφjk
pZj = ––––––––––– (B9)
Zk
∑j ∑k ––––
dφjk

Oferta: generación de centros


por medio de la oferta
La estrategia de los vendedores tiene dos aspectos: a)
seguir espacialmente la demanda localizada, y b) buscar las
economías internas de escala y las ventajas externas.
Las actividades económicas de ambos lados de la frontera
dependen de manera desigual de eso dos aspectos, y de am-
bos lados de la frontera también tienen diferentes tecnologías,
productividades y ventas por consumidor.

Tomando ventaja de las economías internas de escala


En el modelo teórico presentado en el capítulo anterior, la
concentración de una actividad en una zona depende de las
economías de escala que la actividad pueda alcanzar en esa
zona. En ese modelo, también, se estableció que en Tijuana
hay incentivos espaciales para que los negocios adopten la
estrategia de alcanzar economías de escala, mientras que en
San Diego esos incentivos espaciales son mínimos. La conclu-

218 • Tito Alegría


sión teórica que se deriva de ello es que las actividades tercia-
rias en Tijuana adoptan la estrategia de operar con economías
de escala, mientras que en San Diego no adoptan esa estrate-
gia. Para probar esta afirmación, se debe especificar un mode-
lo empírico que permita calcular las economías de escala en
ambas ciudades. Si se comprueba que en Tijuana sí operan
las economías de escala, y no en San Diego, se habría com-
probado que la escala en tanto mecanismo generador de cen-
tros terciarios es diferente entre ambas ciudades.
Para calcular de manera directa las economías de escala
de una actividad se debe especificar una función de produc-
ción de la actividad, lo que usualmente requiere datos de
producto, trabajadores y capital. Sin embargo, ello es una ta-
rea difícil, principalmente debido a la dificultad para obtener o
calcular los valores del insumo capital. Por esta razón, dentro
del campo de la economía se exploraron formas indirectas de
cálculo que permitieran evitar el uso de la variable capital. Una
de esas formas fue propuesta por Shefer (1973), cuyo modelo de
cálculo fue derivado de una propuesta de Dhrymes (1965) ba-
sado en una función de producción tipo ces (siglas en inglés
para elasticidad de substitución constante), y cuyos resultados
hicieron sugerir a Richardson (1977) que es posible que todas
las actividades urbanas funcionen con economías de escala. Si
se aplica a escala intraurbana, el modelo de Shefer propondría
que una rama tiene una misma función de producción en todas
las zonas y que el costo unitario promedio de cada firma se re-
duce con el incremento de la escala de producción. El modelo
teórico comprobado originalmente por Shefer es el siguiente:

w = cQaLb (B10)

donde:

w = salario real
Q = cantidad producida

Definiciones, metodología e hipótesis • 219


L = trabajadores
c, a, b = constantes
Los retornos a escala se calculan con:

1+b
h = –––––––– (B11)
1 – a

La actividad opera con economías a escala sólo si h>1.


Para aplicar este modelo empíricamente, tienen que hacer-
se algunas adaptaciones y ser consideradas algunas restric-
ciones de los datos:
–Restricción de agregación. Para obtener los valores verda-
deros de los coeficientes de este modelo, los datos deben
estar a nivel de la firma. Los datos disponibles para esta in-
vestigación fueron tomados de los censos económicos de
ambos países, y la desagregación mayor de los datos es sec-
torialmente a nivel de cuatro dígitos del sic y geográficamen-
te a escala de zona censal. Tomando en cuenta esta restric-
ción, en esta investigación cada caso en el análisis estadístico
sería la “empresa representativa” de cada zona censal. La
mayor parte de las veces, el dato de una variable de la “em-
presa representativa” será el promedio de esa característica
entre las firmas de cada zona. Considerando que en cada
zona censal el número de firmas es pequeño, y suponiendo
que el tamaño de firma debe ser similar dentro de una zona,
las características de la “empresa representativa” no están
lejos de la realidad.
–Falta de datos de la producción Q. El modelo teórico nece-
sita datos de la producción física. Como estos datos no pue-
den obtenerse del censo, el modelo empírico usa las ventas
totales como variable aproximada. Aquí el supuesto implícito
es que el precio del producto de la empresa representativa es
similar en todas las zonas.
–Falta de datos de salario por zona censal (census tract) para
San Diego. Esta es una restricción de peso. La única manera

220 • Tito Alegría


de superarla es aplicar el modelo a un nivel de la división
geográfico-censal que contenga datos de salario, y suponer
que sus resultados son representativos para San Diego. Los
datos de salario están disponibles a nivel geográfico censal de
Lugar (Place). Los límites geográficos de un Lugar son simila-
res a la división política de Ciudad (City). El análisis, que se
presenta en el capítulo 5, usa 212 lugares de 10 condados del
sur de California; 72 por ciento de esos lugares pertenecen
a los condados de Los Ángeles, Orange, Riverside y San Die-
go (véase cuadro E en el anexo). Para Tijuana, los datos están
a nivel de zona censal (ageb) porque el censo económico
mexicano publicado contiene datos de salario a ese nivel de
desagregación.
El modelo estadístico final de análisis derivado de la ecua-
ción teórica (B10) es:

Wij Vij b1
Eij   b2
––– = a –– –– (B12)
Eij nij nij

donde:

Wij = salario de empleados de la actividad i en la zona j


Eij = empleados de la actividad i en la zona j
Wij/Eij = salario promedio de empleados de la actividad i en la
zona j
Vij = ventas totales de la actividad i en la zona j
nij = firmas totales de la actividad i en la zona j
Vij / nij = ventas por firma de la actividad i en la zona j
Eij / nij = empleados por firma de la actividad i en la zona j
α = constante de regresión
β1 = valor estimado de a
β2 = valor estimado de b

Considerando la advertencia de Dhrymes (1965) y Arrow


et al. (1961), en este tipo de prueba estadística se puede espe-

Definiciones, metodología e hipótesis • 221


rar alta colinealidad entre Q y L en la ecuación B10, por lo que
sus coeficientes resultarían sesgados. Si esta esperada coli-
nealidad es confirmada con los resultados de la regresión,
entonces las economías de escala se estimarían de manera
indirecta. Una posibilidad para ello es usar un modelo en que
la escala de funcionamiento es representada por el tamaño del
empleo y que supone que la tecnología es la misma en todas
las zonas. En este modelo:
–El producto Q depende del tamaño del empleo E al nivel
de la firma, y de las ventajas externas.
–Las ventajas externas provienen de la aglomeración de
todas las actividades terciarias; las ventajas externas pueden
ser representadas por el grado de centralidad gc (definido
anteriormente).
–Una firma consigue economías a escala del tamaño
del negocio si al aumentar el empleo el producto aumenta
sobreproporcionalmente. Se puede proponer como hipóte-
sis que en Tijuana las firmas consiguen economías del ta-
maño del empleo porque el trabajo es más barato que el
capital.
–La firma recibe deseconomías de la escala cuando el
producto aumenta subproporcionalmente respecto al em-
pleo creciente; en este caso, para hacer rentable el nego-
cio, los aumentos del producto deben ser consecuencia de
un aumento de la proporción del capital (en los insumos
totales) o de un cambio en la tecnología. Como hipótesis se
puede proponer que San Diego no recibe economías del
tamaño del empleo porque el capital es más barato que el
trabajo.
El modelo estadístico final para el cálculo indirecto de las
economías de escala es:

Vij Eij b1

–– = a –– (GCj)b2 (B13)
nij nij

222 • Tito Alegría


donde:

Vij / nij = ventas por firma de la actividad i en la zona j


Eij / nij = empleo por firma de la actividad i en la zona j
nij = número de firmas de la actividad i en la zona j
GCj = grado de centralidad en la zona j
α = constante de regresión
β1 = elasticidad del empleo o indicador de economías de
escala
β2 = elasticidad de las ventajas externas

En la ecuación (B13) las hipótesis pueden ser las siguientes:


Tijuana: β1>1, hay economías de escala derivadas del ta-
maño de la firma.
San Diego: β1<1, no hay economías de escala derivadas
del tamaño de la firma.
Aunque β1 no es estrictamente el tamaño de las economías
de escala, sí es un indicador de la estrategia de la empresa
para aumentar ventas aumentando el insumo trabajo. Como
San Diego y Tijuana pertenecen a sociedades con salarios di-
ferentes, el comportamiento de las firmas concuerda con esta
diferencia. El comportamiento económico diferente entre am-
bos lados de la frontera significa diferente mecanismo de ge-
neración de centros entre ambas ciudades.

Aprovechando las ventajas externas: localización y centralización


Muchas actividades toman ventaja de la aglomeración para
reducir sus costos y elevar sus ventas. Los incentivos para lo-
calizarse de manera aglomerada hacen que una actividad incre-
mente su centralidad en la zona donde se localiza. En el capítu-
lo 3, se presentó un modelo en donde los incentivos para que
negocios de diferente tipo busquen la misma localización pro-
vienen tanto del incremento en las ventas, que se consiguen del
mayor ingreso y comportamiento estratégico de los consumido-
res, como de la reducción de costos (dinero y tiempo) de trans-
porte de las actividades cuando compran insumos.

Definiciones, metodología e hipótesis • 223


De hecho, las ventajas externas provienen de dos tipos de
comportamiento de localización: uno, buscar localizarse cerca
de negocios del mismo tipo, y dos, buscar localizarse cerca de
negocios de diferente tipo. Lo que sigue es un modelo teórico
a nivel de la firma que sirve para medir en cuánta magnitud
cualquier inversión toma ventaja de las externalidades.
Q = a Ms Eijb1 Eyjb2 (B14)

donde Q y M son ventas y empleo a nivel de la firma en la


zona j, Eij es empleo total de la misma actividad en j, y Eyj es
empleo total de otras actividades en j. La variación de Q de-
pende principalmente del tamaño de la firma M; por esa ra-
zón, el modelo incluye M como variable de control. Eij repre-
senta las “ventajas de localización” definidas como ventajas
de la firma que surgen de localizarse en la misma zona que
otras firmas de la misma actividad; Eyj representan las “ven-
tajas de la centralización” definidas como ventajas de la firma
que surgen de localizarse en la misma zona que firmas de
otras actividades.
Debido a restricciones de las fuentes de datos, Q y E sólo
pueden calcularse como promedio de ventas y de empleo en
j. La consecuencia estadística de esta restricción es un alto
nivel de colinealidad entre M y Eij, por esa razón, el modelo
final no debe incluir M. El modelo final sin la variable M, sin
embargo, también tendría problemas de colinealidad: firmas
de actividades diferentes pueden tener un comportamiento
similar al buscar economías externas, lo cual generaría una
correlación entre Eij y Eyj. Por esta razón, la estimación final de
economías externas se hará de manera independiente para la
localización y la centralización. En los modelos finales, ambas
variables se expresarán como una proporción de empleo total
para posibilitar una comparación de las elasticidades de esas
variables entre Tijuana y San Diego.
El modelo estadístico final para las economías de localiza-
ción es:

224 • Tito Alegría


Vij Eij b1
–– = a1 –– (B15)
nij Ei

El modelo estadístico final para las economías de centrali-


zación es:

Vij Ej – Eij b2
–– = a2 –––––– (B16)
nij nij

donde:

Vij/nij = ventas por firma de la actividad i en la zona j


nij = número de firmas de la actividad i en la zona j
Eij = empleo de la actividad i en la zona j
Ei = empleo de la actividad i en toda la ciudad
Ej = empleo total en la zona j
E = empleo total en toda la ciudad
α1, α2 = constantes de regresión
β1 = elasticidad de ventajas de localización
β2 = elasticidad de ventajas de centralización
Regla de interpretación:
β1 > 0 => hay ventajas de localización
β2 > 0 => hay ventajas de centralización

Siguiendo el modelo presentado en capítulo anterior, las


firmas operan aprovechando ventajas de las externalidades en
Tijuana y San Diego, pero en San Diego, las externalidades son
menos importantes. La hipótesis estadística derivada de esta
proposición es que en las ecuaciones B15 y B16, las β y las R2
(coeficiente de determinación) de San Diego son más bajas
que en Tijuana.
Si los resultados estadísticos confirman esta hipótesis, ello
significaría que las actividades terciarias tienen más incenti-
vos para aglomerarse en Tijuana que en San Diego. La aglo-

Definiciones, metodología e hipótesis • 225


meración como mecanismo generador de usos del suelo sería
más importante en la primera ciudad.

Determinación conjunta de los centros terciarios


La jerarquía de una zona central está dada por la cantidad
de actividades centrales localizadas en esa zona, jerarquía
denominada grado de centralidad de la zona, GCj. En este
apartado se propone un modelo estadístico que explique GCj.
Este modelo es la representación del mecanismo generador
de centros de la ciudad.
La jerarquía central de una zona está determinada por la
centralidad de las actividades que contiene, y esta centralidad
a su vez está determinada por condiciones de demanda y oferta
que operan de manera conjunta sobre el espacio. Un modelo
estadístico que represente a los determinantes de los centros
debe contener como variables independientes los determinantes
de la centralidad de cada actividad. Esto es posible de llevar a
cabo con las características de la demanda propuestas antes en
este capítulo. Sin embargo, las características de la oferta de las
actividades no pueden ser incorporadas directamente al modelo
de las zonas centrales. La variable dependiente del modelo, je-
rarquía central, está definida como número de actividades cen-
trales sin referencia a alguna característica de la función de
producción de las actividades. Esto imposibilita evaluar directa-
mente el peso de las economías de escala y las externalidades de
las actividades en el grado de centralidad de la zona. Para salvar
este inconveniente, el modelo de la jerarquía central de zonas
incorpora variables indirectas que representen a las economías
de escala y las externalidades. Veamos a continuación las hipó-
tesis de demanda y oferta del modelo.

Demanda
Siguiendo el modelo presentado en el capítulo 3, hay tres
características del consumidor que influyen en la jerarquía
central: ingresos, densidad y diversidad de preferencias de la

226 • Tito Alegría


población. Aunque estas tres características operan en cual-
quier economía de mercado, la intensidad varía de acuerdo
con la formación socioeconómica de cada sociedad.

Ingreso
El ingreso localizado mayor concentra el consumo poten-
cial y ello genera mayor cantidad de actividades centrales o
jerarquía central. Tijuana, ciudad del tercer mundo, tiene una
alta concentración del ingreso y un bajo nivel del ingreso
promedio. Sólo una parte de sus habitantes son consumido-
res de todos los bienes y servicios (los grandes consumidores
residen en algunos barrios). El consumo se concentra en las
zonas de la ciudad donde residen los que más ingreso reci-
ben, y ahí se genera una mayor jerarquía central. En San
Diego, en cambio, los habitantes en su mayoría son consumi-
dores activos (residen en muchas partes de la ciudad) debido
a que tienen un nivel mayor de ingreso promedio y pertene-
cen a una sociedad en la que el ingreso está menos polariza-
do. El ingreso dedicado al consumo de bienes y servicios es
similar en gran parte de la ciudad debido a que la propensión
a consumir es asintótica o decreciente con el incremento del
ingreso.
Las hipótesis a probar son dos: a) en Tijuana el incremen-
to del ingreso genera una mayor jerarquía de centro (mayor
gc); b) en San Diego, el incremento del ingreso genera un in-
cremento pequeño en el rango de centro.
La influencia del ingreso en la generación de centros se
prueba con dos tipos de variables: a) proporción de personas
que reciben menos de dos salarios mínimos, sm, b) proporción
de personas que reciben más de cinco sm. En la exploración de
la información se encontró que el rango intermedio (propor-
ción de personas que reciben de dos a cinco sm) era colineal
con otras variables independientes, y el que menos explicaba
estadísticamente al gc, por lo que se decidió utilizar solamen-
te los dos rangos extremos de ingreso.

Definiciones, metodología e hipótesis • 227


Densidad de población
Cuando una zona es más central (vende a personas pro-
venientes de varias zonas) hay más actividades concentradas
en su zona. Como las actividades económicas pueden dejar
más renta del suelo que las residencias, esa concentración
de actividades desplaza a los residentes y se genera una
menor densidad de población en su propia zona. Por otra
parte, si la densidad de población de las zonas vecinas al
centro es alta, también lo es la jerarquía central de la zona
donde se localiza el centro, pues este centro, tendrá más con-
sumidores. De esta manera, en el modelo la hipótesis de den-
sidad de población será dual: cuanto más densidad haya en la
zona, habrá menor jerarquía del centro, pero si hay densidad
alta en las zonas vecinas, habrá jerarquía alta en el centro.
Estas hipótesis deben cumplirse para Tijuana y San Diego,
porque la densidad en el espacio varía en todas las ciudades,
aun si entre ellas hay diferentes ingresos promedio.

Segregación
La diversidad de preferencias de consumo genera una ofer-
ta diversa de bienes y servicios, y la diversidad de actividades
es un elemento definitorio de los centros. El consumo diverso
surge de la diversidad de consumidores. El efecto de la diver-
sidad de consumidores en la generación de centros se mide
con la segregación socioespacial. Con respecto a la segrega-
ción por ingreso, una menor segregación significa una mayor
diversidad de personas y por tanto, de preferencias de consu-
mo. La hipótesis al respecto es que una menor segregación
por ingreso incrementa la jerarquía de centro. Por su parte, la
segregación por raza sólo es notoria en San Diego. El compor-
tamiento espacial de las personas es excluyente, de manera
que donde haya mayor segregación, habrá menor diversidad
de razas. Al escoger un lugar de consumo, los sandieguinos
tienden a preferir lugares donde haya menos mezcla racial, y
lo hacen de manera concentrada. La hipótesis al respecto, y sólo

228 • Tito Alegría


para San Diego, es que cuando haya mayor segregación por
raza, habrá mayor jerarquía de centro.
En términos empíricos, no se puede saber ex ante el alcan-
ce real del área de mercado de un centro. Esto se debe a que
los mercados de bienes y servicios están traslapados en el
espacio, y el traslape espacial se modifica por razones fuera
de estos mercados. Por esta razón, cada tipo de variable de
cada una de las tres características de la demanda se prueba
de manera empírica con cinco variables específicas, una con
datos directos y cuatro son cálculos aproximados del poten-
cial de la variable en esa zona. El procedimiento de explora-
ción del potencial de la variable es igual al desarrollado en los
modelos de demanda para cada actividad, explicado anterior-
mente. Para que se corrobore la conceptualización de centros
desarrollada en esta investigación (el nivel de centralidad en
una zona es definido por su área de mercado que se extiende
más allá de su propia zona), se espera que empíricamente las
variables de demanda sean aquellas que miden el potencial de
cada indicador.

Oferta
En esta investigación, la definición de centro para cada
zona se hizo con un indicador que agrega varias actividades
(gc) y no por actividades particulares. Si se trata de explicar
la jerarquía de centro (gc) incluyendo en el lado derecho de la
ecuación de regresión a las características de escala y aglo-
meración de todas las actividades, surgen dos inconvenien-
tes. Primero, las características de escala y aglomeración de
todas las actividades se vuelven redundantes (colineales)
debido justamente a que las actividades tienden a aglome-
rarse de manera conjunta. Segundo, la propia definición de
gc imposibilita medir directamente el efecto de la escala y
las externalidades sobre un indicador (gc) que no está in-
cluido en la función de producción de alguna actividad o de
todas en conjunto.

Definiciones, metodología e hipótesis • 229


Entonces, el problema a resolver aquí es cómo representar
las economías internas y las externalidades cuando se toman
todas las ramas a la vez en cada localización. Para resolver este
problema, se decidió usar características agregadas relevantes
que son consecuencia de la búsqueda de economías internas y
de ventajas externas. Una consecuencia importante de la bús-
queda de economías es el incremento de la productividad, y
al respecto, hay dos argumentos. Primero, la productividad está
asociada a los ahorros que surgen del incremento de la escala.
Una actividad tendrá más productividad si ahorra en costos la-
borales o amplía su mercado de ventas. Los ahorros laborales
se consiguen con el cambio en la tecnología de oferta de bie-
nes y servicios, y el mercado mayor se consigue con localiza-
ciones centrales cerca de la demanda concentrada. Ambas ca-
racterísticas están asociadas, puesto que una tecnología más
productiva genera más ventas, las cuales sólo se pueden reali-
zar en localizaciones donde es posible vender más. De esta
manera, ahorro y productividad están asociados a una mayor
escala de operaciones. Segundo, la productividad de un nego-
cio está asociada a los ahorros que surgen de la localización
cercana a otras actividades, es decir, de las externalidades
positivas que surgen de la aglomeración. Estas externalidades
permiten ahorros mediante las relaciones insumo-producto,
de compartir mercados (laboral, oficinas y establecimientos
comerciales) y del intercambio de información. La aglomera-
ción de negocios permite que haya mayor cantidad de consu-
midores en un lugar, lo que a su vez permite mayor cantidad
de ventas para cada negocio. De esta manera, la aglomeración
genera tanto menores costos como mayor productividad (ven-
tas por trabajador). Al localizarse un negocio junto a otros, de
manera aglomerada, consigue ahorros y mayor productividad.
Si estos argumentos son correctos, la productividad ex-
presaría a la vez las economías internas y las externas. Una
manera de aislar las economías internas de las externas en
el modelo de regresión es añadiendo una variable que repre-

230 • Tito Alegría


sente sin ambigüedad las externalidades, dejando a la produc-
tividad la representación de las economías internas. Por las
características de la información disponible, se eligió la densi-
dad de establecimientos por zona (de todas las actividades de
comercio y servicios) como la variable que representa las ven-
tajas de las externalidades. La productividad, por su parte, se
definió como las ventas promedio por cada trabajador.
Debido a que las actividades de comercio aparecen en
más zonas que los servicios, es probable que las economías
internas y externas operen de manera diferente en ambos ti-
pos de sectores. Por esta razón, en el modelo de regresión se
incluyen dos variables de productividad, una para comercio y
otra para servicios.
Si Tijuana y San Diego tienen diferentes mecanismos de
generación de centros, entonces sus ecuaciones de regresión
–de ese mecanismo– serán diferentes. En una economía urba-
na de menor riqueza, como la de Tijuana, no todos los residen-
tes son consumidores activos y el acceso al crédito es más
costoso, por eso el imperativo de los negocios para buscar eco-
nomías internas y ventajas externas es mayor. En una econo-
mía de mayor riqueza, la tecnología está difundida, es más fácil
el acceso al crédito, la entrada al mercado tiene menos restric-
ciones y hay un ambiente de más competencia. Por estas razo-
nes, la productividad de una actividad debe variar poco entre
zonas, y esta tendencia hacia la homogeneidad se logra de dos
maneras. Primero, por las restricciones a conseguir economías
por incremento de la escala manteniendo la misma tecnología.
Debido al ambiente competitivo, el área de mercado que per-
mite ventas por sobre el tamaño mínimo necesario (para man-
tenerse en el mercado) rápidamente es ocupado por otro ne-
gocio. Segundo, por el poco tiempo de ventaja al introducir
una nueva tecnología. Si un negocio introduce una innovación
en la tecnología de oferta de bienes o servicios, los competi-
dores rápidamente la adoptarán también, debido a las facilida-
des de difusión tecnológica. De esta manera, en ciudades

Definiciones, metodología e hipótesis • 231


como San Diego, la poca variación en productividad entre
zonas hace que las economías internas jueguen un rol débil
en la generación de centros. Las economías externas, en cam-
bio, aun deben jugar un rol en la generación de centros. La
razón principal es que los negocios se aglomeran al seguir al
consumidor cuando realiza sus estrategias de reducción de
los costos de transacción, tanto cuando el consumidor com-
para precio y calidad de un mismo bien o cuando adquiere di-
ferentes bienes en un mismo viaje.
Las hipótesis a probar son las siguientes. Primero, para
Tijuana, las economías internas y externas determinan la je-
rarquía de centros (gc). Segundo, para San Diego, las econo-
mías internas no son importantes, pero las externas sí son
relevantes para la generación de centros.

El modelo estadístico
El objetivo del modelo es demostrar que Tijuana y San
Diego tienen diferentes determinantes de centros terciarios.
En el modelo a comprobar, la jerarquía de centros está deter-
minada por los indicadores de las economías internas y las
ventajas externas, y por características de la demanda. En el
modelo para San Diego, se añade la variable segregación por
raza entre las características de la demanda.

Vsj b1
Vcj b2

GCj = a ––– ––– (Dej)b3 (pI2j)b4 (pI5j)b5 (pDj)b6 (pSj)b7 (pZj)b8sd
Esj Ecj
(B17)
donde:

GCj = grado de centralidad en la zona j

Oferta:

Vsj / Esj = productividad (ventas por empleado) de sector


servicios en la zona j

232 • Tito Alegría


Vcj / Ecj = productividad (ventas por empleado) de sector
comercio en la zona j
Dej = densidad de establecimientos (firmas) en la zona j

Demanda:

pI2j = potencial en la zona j de proporción de residentes


(trabajadores en Tijuana, familias en San Diego) que ganan
menos de 2 salarios mínimos
pI5j = potencial en la zona j de proporción de residentes
(trabajadores en Tijuana, familias en San Diego) que ganan
más de 5 salarios mínimos
pDj = potencial en la zona j de la densidad de población
pSj = potencial en la zona j de la segregación por ingreso
pZj = potencial en la zona j de la segregación por raza
(sólo San Diego)
α, β1…β8 = constantes de regresión

En la ecuación B17, las hipótesis se pueden esquematizar


de la siguiente manera:
Para Tijuana: β1, β2, β3 > 0; β4 < 0; β5 > 0; β6 > 0; β7 < 0
Para San Diego: β1 y β2 no son significativas; β3 > 0; β4
< 0; β5 > 0; β6 > 0; β7 < 0; β8 > 0.

Prueba de estabilidad de los parámetros (Chow test)


El objetivo empírico de esta investigación es comprobar si
cada modelo de regresión presentado en este capítulo arroja
diferentes resultados para Tijuana y San Diego; de manera
teórica, ello significaría comprobar si forma urbana y meca-
nismo generador de forma son similares o diferentes entre
esas ciudades.
El primer paso para llevar a cabo ese objetivo es verificar
que en cada modelo estadístico calculado algunas variables no
sean significativas en una ciudad pero sí lo sean en la otra. Los
modelos calculados tendrían diferente número de variables

Definiciones, metodología e hipótesis • 233


independientes. Si el cálculo arroja este resultado, Tijuana y
San Diego tienen diferente forma y diferente mecanismo ge-
nerador de forma.
Esa hipótesis también se cumpliría si un modelo calculado
contiene las mismas variables (todas significativas) para am-
bas ciudades, pero cuyos valores de los coeficientes sean es-
tadísticamente diferentes. Si el cálculo del modelo da como
resultado las mismas variables para ambas ciudades, se toma-
ría el segundo paso, que consiste en comprobar que los valo-
res de los coeficientes son estadísticamente similares. El pro-
cedimiento elegido para realizar esta prueba es el llamado
Chow test (Berndt, 1996). Este procedimiento compara la suma
de los errores (al cuadrado) del modelo aplicado a todos los
casos (ageb) de las dos ciudades tomados conjuntamente con
la suma de los errores del modelo aplicado de manera sepa-
rada a cada ciudad. La comparación se hace con el auxilio de
la prueba F. Si el valor estimado de F es menor o igual al valor
F teórico (que se consulta en una tabla dados los valores de
los parámetros estadísticos de las regresiones) se acepta la
hipótesis nula: los coeficientes tienen los mismos valores es-
tadísticos, es decir, ambas ciudades tienen la misma forma
urbana o el mismo mecanismo generador de forma. Si se llega
a este paso dos, esta investigación espera que la hipótesis
nula sea rechazada.

234 • Tito Alegría


Capítulo 5

Resultados y análisis

En este capítulo se analizan los resultados de aplicar los mo-


delos expuestos en el capítulo 4, y además se desarrollan al-
gunos corolarios teóricos y empíricos de los mismos. En ge-
neral los resultados muestran que Tijuana y San Diego tienen
diferentes formas urbanas y distintos mecanismos generado-
res de la forma. Estos resultados contradicen el enfoque de
que esas ciudades conforman una unidad urbana o una me-
trópolis transfronteriza.
Antes de presentar los resultados, se discuten algunas
características relevantes para el análisis que informan de los
límites que tiene la comparación de las estructuras intraurba-
nas de las dos ciudades.

Acerca de las condiciones de comparabilidad

En el análisis comparativo de Tijuana y San Diego, se deben


tener en consideración dos tipos de aspectos que podrían
hacer menos precisa la comparación; éstos son la topografía
y la división censal intraurbana.
La topografía de la zona impone restricciones a la aplica-
ción de los modelos basados en la distancia geométrica. Al
inicio, ambas ciudades se asentaron sobre angostos valles
aluvionales formados por los pequeños ríos que bajan hacia
el océano Pacífico. Posteriormente, después de ocupar las zo-

235
nas planas, las ciudades crecieron sobre las lomas accidenta-
das que forman esos valles, como se puede ver en las figuras
1 y 2. Las vías principales fueron trazadas siguiendo la direc-
ción de los valles, lo que determinó una estructuración vial
más o menos radioconcéntrica que aún se mantiene, a pesar
de los añadidos viales posteriores. Las zonas más planas con-
centran la infraestructura vial y las actividades económicas.
Las personas que en su mayoría residen en las lomas bajan a
los valles a trabajar y para consumir. Al aplicar los modelos
espaciales de demanda basados en la distancia lineal, la dis-
tribución desigual de valles y lomas reduce la capacidad para
explicar de esos modelos. Por otra parte, la fijación de la es-
tructura vial restringe en el tiempo el proceso de relocaliza-
ción de los comercios y servicios hacia las zonas donde resi-
den las personas con mayores ingresos. De esta manera,
ambos factores, la topografía y la estructura vial, inciden para
que los modelos espaciales de demanda no se ajusten tan bien
a los datos en ambas ciudades.
El segundo tipo de aspectos que inciden en la compara-
ción se refiere a las diferencias entre ambas ciudades del ta-
maño total y del tamaño de las unidades de análisis, las sub-
divisiones censales. Vistas como áreas metropolitanas, ambas
ocupan la sexta posición en la jerarquía urbana nacional de
sus respectivos países (datos del año 2000). Sin embargo, la
población de San Diego es 3.2 veces mayor que la de Tijuana;
su área, 9.2 veces mayor, y sus densidades agregadas de po-
blación y de empleos terciarios son la tercera parte de esas
densidades en Tijuana, como se desprende del cuadro 3. Es-
tas diferencias agregadas no deberían causar problemas en la
comparación. Donde se debe poner atención es en el tamaño
de sus zonas censales intraurbanas por los sesgos que pue-
den introducir en el cálculo de algunos indicadores. Específi-
camente, el estimado de la segregación por ingreso puede
disminuir si el área de una zona censal es mayor porque pue-
de incluir a más población que podría tener ingresos más di-

236 • Tito Alegría


Figura 1
San Diego y Tijuana: Áreas urbanas

Áreas urbanas

San Diego
Tijuana
Vías
principales Estados Unidos
México

0 5 10 15 20 Kilómetros

Fuente: Elaborado con información de inegi, 1990 y Sandag, 1990.

versos. En San Diego, los census tracts son, en promedio, siete


veces más grandes que las ageb en Tijuana, por lo que se pue-
de esperar que, por este factor de cálculo, la segregación en San

Resultados y análisis • 237


Figura 2
San Diego y Tijuana: topografía

Metros sobre el
nivel del mar
651-1985
601-650
551-600
501-550
451-500
401-450
351-400
301-350
251-300
201-250
151-200
101-150
51-100
1-50

238 • Tito Alegría


Cuadro 3
Principales características de las unidades censales agregadas

Agregación
Característica Ciudad censal Total Promedio

Población Tijuana ageb 728,836 2,336


San Diego ct (*) 2’317,646 5,558
zip 2’341,540 31,221
Área (hectárea) Tijuana ageb 21,751 70
San Diego ct 202,291 485
zip 255,035 3,400
Densidad de Tijuana ageb 34 51
población San Diego ct 11 24
(habitantes/ zip 9 16
hectárea)
Densidad de Tijuana ageb 8.1 8.1
empleo total San Diego zip 2.2 2.4
Densidad Tijuana ageb 2.0 2.1
de empleo de San Diego zip 0.6 0.7
comercio
Densidad Tijuana ageb 2.0 2.3
de empleo de San Diego zip 0.7 0.8
servicios
Empleo total Tijuana ageb 177,236 563
San Diego zip 570,669 8,038
Empleo de Tijuana ageb 44,301 147
comercio San Diego zip 159,411 2,245
Empleo de Tijuana ageb 43,835 164
servicios San Diego zip 183,049 2,578
Número de Tijuana ageb 312 na
unidades San Diego ct 417 na
agregación zip 75 na
censal

(*) ct significa Census Tract.


Fuente: Censos de población de México y Estados Unidos de 1990, censos
económicos de México 1993 y Estados Unidos 1992.

Diego sea menor a la que encontraría si sus zonas censales


fueran de tamaño similar a las de Tijuana. En la comparación
interurbana del resto de indicadores por zona censal, los ses-
gos de cálculo serían menores al considerar este factor.

Resultados y análisis • 239


Forma urbana

En la comparación de la forma urbana entre ambas ciudades,


se ha considerado la distribución espacial de seis elementos de
la estructura urbana: asentamiento de la población total, den-
sidad de población, asentamiento de la población por grupo de
ingreso, segregación social por ingreso y raza, y centros ter-
ciarios. Para analizar de manera estadística la localización de
esos elementos de la estructura urbana, se calculó la localiza-
ción relativa al centro urbano de cada zona censal. El centro
urbano se definió como el lugar donde el valor del grado de
centralidad gc es el máximo. Al respecto, en San Diego se
estableció una variante. Como su zona con mayor gc estaba
rodeada de zonas con gc mucho más bajo, se decidió tomar
como centro la zona con el segundo valor de gc y que estaba
rodeada por zonas también con gc altos. Como resultado, se
encontró que las zonas escogidas como centro estaban locali-
zadas en el centro histórico de cada ciudad.

Distribución de la población

Cada ciudad tiene dos barreras físicas que influyen en la for-


ma urbana: frontera internacional y océano Pacífico. Lo que
es diferente es la localización del centro de la ciudad. El centro
de la ciudad de Tijuana está cerca de la frontera internacional
y ocho kilómetros alejado del océano, mientras que el centro
de San Diego está casi a la orilla del océano y 20 kilómetros
alejado de la frontera internacional.
La residencia de la población en ambas ciudades se distri-
buye del centro hacia la periferia, pero en algunas direcciones
de manera más alargada que en otras, siguiendo las tierras
llanas, valles estrechos y colinas de poca inclinación. Para
saber cuán compacta es la distribución de la población de
cada ciudad, se aplica la ecuación A1 (del capítulo 4). Los re-
sultados se presentan en la gráfica 4.

240 • Tito Alegría


Gráfica 4
Distribución espacial de la población
Tijuana San Diego
Población acumulada Población acumulada
1.00 1.00
0.90 0.90
0.80 0.80
0.70 0.70
Tendencia
0.60 0.60 lineal
0.50 0.50
0.40 0.40 y=0.0169x + 0.107
0.30 0.30 R2 = 0.89
0.20 y=0.0604x + 0.0737 0.20
0.10 R2 = 0.95 0.10 Dato
0.00 0.00
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75

Distancia al centro de la ciudad (km) Distancia al centro de la ciudad (km)


Fuente: Censos de población inegi, 1990 y Sandag, 1990.

Según este cálculo, Tijuana es una ciudad compacta, mien-


tras que San Diego es extendida. La pendiente en la ecuación Al
es aproximadamente cuatro veces mayor en Tijuana que en San
Diego. Esto indica la magnitud de la diferencia entre ambas ciu-
dades en el aumento del porcentaje de población al agregar a la
ciudad un anillo de territorio de un kilómetro de ancho. Cada
anillo adicional de territorio de un kilómetro de ancho agrega
6.04 por ciento de población en Tijuana pero sólo 1.69 por
ciento de población en San Diego. Tijuana tiene 80 por ciento
de su población en un círculo de 11.3 kilómetros de radio,
pero la segunda ciudad tiene ese porcentaje de población en
un círculo de 43 kilómetros de radio; 20 por ciento de la po-
blación periférica reside en un anillo de 8.1 kilómetros de
ancho en Tijuana; ese porcentaje de la población en San Diego
reside en un anillo de 32.7 kilómetros de ancho.
La mayoría de los residentes periféricos de San Diego se
localiza en la parte norte de la ciudad, lo que indica la propen-
sión de sus residentes a orientar su localización hacia otras

Resultados y análisis • 241


grandes concentraciones urbanas nacionales (por ejemplo
Los Ángeles) y cerca de las principales autopistas (por ejem-
plo las autopistas I-5, I-15). En Tijuana, los residentes perifé-
ricos son distribuidos en diversas direcciones y cerca de las
principales vías de acceso a la ciudad.
El crecimiento urbano extendido de San Diego se parece al
de cualquier otra área urbana grande en Estados Unidos, como
ha mostrado la literatura reciente. En Tijuana, por el contrario, el
crecimiento reciente incluye nuevos barrios de clase media re-
gulados y la “invasión hormiga” (lote por lote) por parte de per-
sonas de ingresos bajos en terrenos localizados entre los nume-
rosos asentamientos informales periféricos, formados por las
invasiones de tierra en los años sesenta y setenta del siglo xx.

Distribución de la densidad de población

De la simple inspección de las figuras 3 y 4, se aprecia que las


distribuciones de las densidades no son similares entre Tijuana

Figura 3
Tijuana: densidad de población

Habitantes
por hectárea
1-25
25-50
50-75
0 5 10 15 Kilómetros 75-385

Fuente: Censo de población inegi, 1990.

242 • Tito Alegría


y San Diego. En la primera ciudad, los mayores niveles de den-
sidad están en dos grandes grupos de zonas localizadas a los
lados de las áreas más centrales de la ciudad, y también en
varias zonas dispersas. Las zonas de baja densidad están por

Figura 4
San Diego: densidad de población

Habitantes por
hectárea
1-25
25-50
50-75
75-92
Sin datos

0 5 10 15 20 Kilómetros

Fuente: Censo de población inegi, 1990.

Resultados y análisis • 243


todas partes, incluso en las áreas centrales. En San Diego, los
mayores niveles de densidad ocurren en muy pocas zonas,
las cuales están localizadas cerca del centro principal. Los
niveles intermedios de densidad acompañan a las vías principa-
les en forma de sectores que salen del centro principal. Los
bajos niveles de densidad ocupan la mayor parte del territorio.
Al respecto, la hipótesis general de esta investigación
presentado en el capítulo 4 es que la distribución espacial de
la densidad de población en Tijuana y en San Diego sigue
débilmente la distribución derivada del modelo monocéntri-
co: disminución de la densidad conforme se aleja uno del
centro principal de la ciudad. Los resultados mostrados en el
cuadro 4 confirman esa hipótesis para ambas ciudades. La
mejor función de densidad dependiente de la distancia que se
encontró es la inversa, expresada en la ecuación A3 (en el
capítulo 4), y apenas explica 11 por ciento de la distribución
de densidad en Tijuana y 13 por ciento en San Diego (la fun-
ción exponencial inversa de Clark –no se presenta en este li-
bro– dio resultados ligeramente menores).

Cuadro 4
Función de regresión de la densidad de población (ecuación A3)

Indicador Tijuana San Diego

Constante 104 50
0.00 0.00
β de distancia –0.638 –0.396
0.00 0.00
R al cuadrado 0.11 0.13
La significancia estadística de las variables está en cursivas.

Como se esperaba, el signo del coeficiente es negativo


para ambas ciudades pero con mayor valor absoluto en Tijua-
na (cerca del doble). La densidad cerca del centro es mayor en
Tijuana que en San Diego, y la curva de densidad es más alta
en la primera ciudad, como se observa en la gráfica 5.

244 • Tito Alegría


Gráfica 5
Distribución espacial de la densidad de población (calculada con
modelos de regresión en cuadro 4)

Habitantes/hectárea
120

100

80

60

40

20

0
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80

Distancia al centro de la ciudad (km)


San Diego Tijuana

Como se argumentó, la densidad de población está débil-


mente representada por la función inversa de la distancia
debido a razones diferentes entre Tijuana y San Diego. En
Tijuana, las dos principales son la forma ilegal (invasión) en
que se iniciaron los asentamientos donde reside casi la mitad
de la población de la ciudad y la oferta de vivienda pública
generalmente densa, localizada sin relación con los precios del
suelo. En San Diego, en cambio, cuenta el crecimiento disperso
debido al bajo costo relativo del transporte y a la presencia de
subcentros que elevan los precios del suelo y la densidad lejos
del centro. Las consecuencias teóricas de esta argumentación
son dos: en Tijuana debe haber poca relación entre precio y
densidad del suelo, y en San Diego, porque debe haber una
relación clara entre precio y densidad, la distribución de den-
sidad tiene varios picos fuera del centro principal.

Resultados y análisis • 245


En el modelo monocéntrico estándar de usos del suelo
urbano, la densidad de la población es explicada por los pre-
cios de la tierra: los consumidores de vivienda escogieron
menos tierra (espacio de vivienda), o densidad superior, en
los lugares con más altos precios del suelo para ahorrar en cos-
tos de transporte al lugar de trabajo, y por el lado de la ofer-
ta, los productores construyen más pisos (en edificio), o den-
sidad más alta, para ahorrar en costos del suelo por cada
vivienda. Si para Tijuana la densidad de población tuviera
una débil dependencia de los precios del suelo, la consecuen-
cia teórica de ello sería que el modelo estándar no se ajusta
a la estructura espacial de esta ciudad. Explorando este argu-
mento, en esta investigación se hizo una prueba para saber
si la densidad de población dependía de los precios del suelo
con datos del año 2000 de Tijuana. El resultado de esta prue-
ba aparece en la gráfica 6.

Gráfica 6
Tijuana 2000: densidad de población dependiendo
de valores del suelo
Densidad habitantes/hectárea
500
450
400
350
300 y= –4E–05x2 + 0.0942x + 41.313
250 R2 = 0.05
200
150
100
50
0
0 500 1000 1500 2000 2500 3000
Valor del suelo (pesos)
Fuente: Censo de población 2000 (inegi); mapa de precios de suelo (Implan).

246 • Tito Alegría


El resultado de la prueba con el mejor ajuste fue una fun-
ción polinómica de segundo grado (línea de tendencia) pero con
sólo 5por ciento de R2. Este resultado está lejos de expresar al
modelo monocéntrico estándar y, más importante, la densidad
de población no depende de los precios del suelo en Tijuana.
La explicación para la distribución de la densidad de pobla-
ción tiene que ser encontrada en otros determinantes.
Esta prueba no se llevó a cabo para San Diego porque fue
imposible encontrar un mapa de precios del suelo para esa
ciudad. Si el mapa de precios del suelo de San Diego estuvie-
ra disponible, se puede esperar una buena relación estadísti-
ca entre densidad de población y precios del suelo, aunque la
densidad tiene una relación débil con la distancia al centro de
la ciudad.

Distribución espacial de la población según ingreso

Los modelos de usos del suelo urbano más difundidos, desarro-


llados tanto en la economía como en la sociología urbanas,
consideran que las personas con diferentes ingresos tienen
localizaciones diferentes, formando zonas diferenciadas po-
bladas internamente con personas que perciben ingresos si-
milares. Con una visión más objetiva, en esta investigación se
considera que en cada zona de la ciudad pueden residir per-
sonas de diferente nivel de ingreso. La exploración de la loca-
lización de ellas se hace con tres rangos de ingreso debido a
las restricciones de la información censal disponible, discuti-
das en el capítulo anterior. La distribución de la población en
esos rangos de ingreso para Tijuana y San Diego se puede
observar en el cuadro 5.
Las hipótesis propuestas en el capítulo 4 para la localización
de los grupos de ingreso son las siguientes: en Tijuana, todas las
personas valoran residir en las zonas con urbanización
completa y cercana a los circuitos de empleo y consumo, las
cuales en su mayoría, están cerca del centro de la ciudad.

Resultados y análisis • 247


Cuadro 5
Distribución de la población residente (%) por rangos de ingreso

Rangos de ingreso (salarios mínimos)

Ciudad Menos de 2 2-5 Más de 5 Total

Tijuana (trabajadores) 38 45 16 100


San Diego (familias) 17 40 43 100
Fuente: Censos de población 1990, datos de ageb y census tracts.

Las personas con mayor ingreso son las que consiguen en


mayor medida esa localización y la mayoría de ellas se asien-
ta cerca del centro. Los pobres tienen menos posibilidades de
competir por localizaciones centrales, por lo que tenderán a
asentarse hacia la periferia. En San Diego, todas las personas
valoran más residir en viviendas grandes y en zonas con me-
jores servicios de educación y seguridad pública, las cuales
están alejadas del centro; sólo los de menor ingreso valoran
también estar cerca de los circuitos de empleo y consumo,
cerca del centro de la ciudad. Los de mayor ingreso son los que
en mayor medida obtienen la localización valorada. Los po-
bres no pueden obtener localizaciones periféricas, por lo que
se asentarán cerca del centro.
Para probar estas hipótesis, a cada uno de los tres grupos
de ingreso de cada ciudad se le aplicó la ecuación de regresión
A4, haciendo depender la cantidad de habitantes de cada zona
censal de su distancia al centro. Los resultados se pueden
observar en el cuadro 6.
No se esperaba una alta bondad de ajuste de las regresio-
nes debido a las imperfecciones del mercado de la vivienda y
a que el centro principal no tiene mucha capacidad de organi-
zar los usos del suelo debido a varias razones, entre ellas, la
influencia de la multicentralidad. Los resultados, sin embargo,
dieron en general valores de R2 menores de lo esperado. Dicho
esto, las R2 resultantes van en sintonía con una de las hipótesis

248 • Tito Alegría


Cuadro 6
Distribución espacial de la población según rangos de ingreso (re-
sultados de regresión de ecuación A4)

Tijuana San Diego

Rangos de ingreso β de β de
(salarios mínimos) distancia Constante R2 distancia Constante R2

Menos de 2 –0.396 553 0.08 0.038 144 0.00


0.00 0.00 0.51 0.00
2-5 –0.469 753 0.11 0.336 179 0.15
0.00 0.00 0.00 0.00
Más de 5 –0.853 465 0.23 0.569 92 0.28
0.00 0.00 0.00 0.00
La significancia estadística de las variables está en cursivas.

de esta investigación: sólo las personas con mayor ingreso tie-


nen una localización con una tendencia más clara que el resto
(mayor R2), y esa localización en Tijuana tiende hacia el centro
de la ciudad mientras que en San Diego tiende hacia la perife-
ria. En esta última ciudad, esa tendencia está en sintonía con
el modelo monocéntrico, mientras que en Tijuana está en
oposición a ese modelo de usos del suelo. La explicación a
esta tendencia que se le da en esta investigación es que los
ricos, en ambas ciudades, tienen más poder para lograr las
mejores localizaciones. Al ejercer ese poder, la tendencia de
localización es opuesta en ambas ciudades.
Las hipótesis para las personas con bajos ingresos no se
cumplieron. En Tijuana, aunque en general los pobres están
dispersos por toda la ciudad (R2 bastante pequeña), hay una
ligera tendencia a que se incremente su número conforme se
acerca uno al centro de la ciudad. Una explicación posible a
esta tendencia es que varias zonas cercanas al centro de la
ciudad, formadas por invasiones hace unas décadas, aún
mantienen muchos residentes con bajos ingresos. En San
Diego, los pobres no tienen una tendencia definida a concen-

Resultados y análisis • 249


Gráfica 7
Distribución espacial de la población según rangos de ingreso
(calculada con modelos de regresión en el cuadro 6)
Tijuana San Diego
Habitantes Habitantes
1200 1200

1000 1000

800 800

600 600

400 400

200 200

0 0
0 5 10 15 20 0 20 40 60 80
Distancia al centro de la ciudad (km) Distancia al centro de la ciudad (km)

Baja Media Alta Baja Media Alta


(0-2sm) (2-5sm) (5+sm) (0-2sm) (2-5sm) (5+sm)

trarse en relación con el centro (R2=0). La hipótesis derivada


del modelo monocéntrico (los pobres se asientan concentra-
dos en el centro) no se cumple para esta ciudad.
En la gráfica 7 podemos observar la tendencia estimada
de localización de cada grupo de ingreso para cada ciudad.
Se puede observar la localización real de los grupos de
ingreso en las figura 5 y 6. Estos mapas ayudan a verificar si
existe algún otro patrón de localización de las personas según
su ingreso. En estos mapas, los grupos de ingreso son repre-
sentados como proporción de residentes en cada zona censal.
La primera evidencia que se observa es que las personas con
un patrón de localización más definido en Tijuana son las que
más ingresos perciben, mientras que en San Diego, son las
que menor ingreso tienen.
En Tijuana, las personas con ingresos mayores están con-
centradas en un área vecina del lado sur del centro de la ciu-
dad. Una concentración mucho menor está al lado del mar.

250 • Tito Alegría


Figura 5
Población de ingreso de Tijuana: proporción de trabajadores
residentes de tres rangos de ingreso en salarios mínimos (sm)

San Diego

Proporción de
trabajadores
de 0-2 sm
0-0.25
0.25-0.5
0.5-0.63
0 5 10 15 Kilómetros Sin datos

San Diego

Proporción de
trabajadores
de 2-5 sm
0-0.25
0.25-0.5
0.5-0.62
0 5 10 15 Kilómetros Sin datos

San Diego

Proporción de
trabajadores
de 5-más sm
0-0.25
0.25-0.5
0.5-1
0 5 10 15 Kilómetros Sin datos

Fuente: Censo de población inegi, 1990.

Resultados y análisis • 251


Figura 6
Población por ingreso de San Diego: proporción de familias residentes
de tres rangos de ingreso en salarios mínimos (sm)

Proporción Proporción de Proporción de


de familias familias familias de
de 0-2 sm de 2-5 sm 5-más sm
0-0.25 0-0.25 0-0.25
0.25-0.5 0.25-0.5 0.25-0.5
0.5-0.7 0.5-1 0.5-0.87
Sin datos Sin datos Sin datos

0 5 10 15 20 Kilómetros Tijuana 0 5 10 15 20 Kilómetros Tijuana 0 5 10 15 20 Kilómetros


Tijuana
Ambas áreas cuentan con urbanización completa y concen-
tran consumos y empleos. En San Diego, las familias con
menor ingreso sí están localizadas en el centro, pero también
sobre un sector que se extiende desde el centro hasta la fron-
tera con México a los lados de una carretera principal. Es muy
probable que en este sector haya una concentración de perso-
nas de origen mexicano, que están en promedio entre los que
menos ingresos reciben. Entonces, si suponemos que los
precios inmobiliarios no son altos en este sector de la ciudad,
una posible explicación de esta conformación espacial es que
muchas personas con ingresos bajos prefieren asentarse cer-
ca de Tijuana.
Un patrón de localización un poco menos definido, pero
aún reconocible, es el de las familias con ingresos mayores en
San Diego. Estas personas pueden evitar las zonas donde
están concentradas aquellas de menor ingreso, y están locali-
zadas en las áreas periféricas, alejadas de las vías principales,
y concentradas sobre todo al norte de la ciudad. Es probable
que el patrón de asentamiento periférico y concéntrico de
este grupo de ingreso no sea claramente definido debido a tres
razones: la presencia de bases militares hacia el noreste del
centro, las restricciones topográficas que obstaculizan el cre-
cimiento de la ciudad hacia el este, y la preferencia de no vivir
cerca de Tijuana en el sur. En el extremo norte de la ciudad,
no predominan habitantes con ingresos altos porque son
asentamientos preexistentes que fueron absorbidos por el
crecimiento de San Diego.

Segregación por ingreso y por raza

La segregación espacial entre diferentes grupos de ingreso


en las ciudades es considerada un fenómeno universal en
países con economías de mercado. En contraste, la segrega-
ción espacial entre diferentes grupos raciales ocurre en Amé-
rica sólo en algunos países, aquellos que eran colonias de

Resultados y análisis • 253


imperios originarios del norte de Europa y que han experi-
mentado niveles bajos de mezcla racial. En México, la diferen-
cia racial no es considerada un obstáculo para la integración
socioespacial, entonces por ello el censo de población no ha
registrado esa característica. En el censo de Estados Unidos
se ha registrado la característica racial de la población, lo cual
revela su importancia para esa sociedad. La distribución de las
personas según la raza en San Diego aparece en el cuadro 7.

Cuadro 7
San Diego 1990: distribución de la población por raza (%)

Blanco Negro y negro hispano Hispano Otras razas

65 6 20 9
Fuente: Censo de población de Estados Unidos, datos por census tract.

Aunque San Diego está en la frontera con México, los


blancos no hispanos son la mayoría y los hispanos no-negros,
siendo la minoría más grande, sólo son 20 por ciento de los
habitantes. El hispano negro se agrupa con el negro de cual-
quier origen, si se toma en cuenta que en el proceso de acceso
a una casa, arrendatarios o vendedores, al discriminar, ponen
atención a la raza pero no al origen nacional, y la discrimina-
ción ha sido considerada una razón para la segregación. El
índice de segregación se calcula con la proporción de estos
cuatro grupos raciales en cada zona censal.
El índice de segregación por ingreso en Tijuana se ha
calculado con la proporción de trabajadores en cuatro grupos
de ingreso –medido en salarios mínimos (sm)– que residen en
una zona censal: 0-1, 1-2, 2-5, y más de cinco sm. El índice de
segregación para San Diego usa los mismos rangos de ingreso
pero para las familias, porque el dato censal se da a conocer
al público de esa manera.
En el cuadro 8 aparecen algunas estadísticas descriptivas
de la segregación para Tijuana y San Diego.

254 • Tito Alegría


Cuadro 8
Estadísticas descriptivas de la segregación

Segregación por ingreso Segregación por raza

Estadística Tijuana San Diego San Diego

Mínimo 0.02 0.03 0.00


Máximo 0.33 1.00 1.00
Media 0.14 0.23 0.46
Desviación estándar 0.04 0.14 0.24
Fuente: Censos de población 1990, datos de ageb y census tracts.

En el promedio de las zonas, el índice de segregación por


ingreso en Tijuana es bajo y más bajo que en San Diego, lo que
expresa una integración social importante en el espacio de
esta urbe mexicana. El valor máximo del índice de Tijuana
(0.33) y la desviación estándar (0.04) muestran que esta ciudad
está lejos de tener barrios sociales excluyentes y la mayoría
de ellos son bastante mezclados. En San Diego, en contraste,
hay algunas zonas que tienen un solo grupo social o dos, y hay
muy diversos niveles de segregación entre las zonas.
El índice segregación por raza en San Diego en promedio
es alto (0.46) teniendo niveles muy diversos entre las zonas,
incluidas las zonas extremas con absoluta integración o segre-
gación. La segregación por raza es en general más marcada
que la segregación por ingreso: en promedio, el índice del
primer tipo de segregación es mayor que el del segundo. Ade-
más, el índice de segregación por raza tiene en algunas zonas
censales el valor 1, lo cual indica la presencia de sólo una
raza en esas zonas.
Explorando la distribución espacial de ambos tipos de
segregación, se hizo una partición del espacio urbano en
ambas ciudades. Cada parte es un anillo concéntrico alre-
dedor del centro principal compuesta de zonas censales
contiguas, donde cada una contiene aproximadamente 20
por ciento de la población de la ciudad. Se calculó un prome-

Resultados y análisis • 255


Gráfica 8
Promedio de los índices de segregación por ingreso y por raza en
cinco zonas concéntricas (cada una con 20 por ciento del total de la
población) desde el centro a la periferia urbana
Índice de segregación
0.70

0.60

0.50

0.40

0.30

0.20

0.10

0.00
20% Interior 20-40% Pob. 40-60% Pob. 60-80% Pob. 20% Exterior
Cinco zonas concéntricas

Tijuana-ingreso San Diego-ingreso San Diego-raza

dio del índice de segregación para cada anillo concéntrico;


se puede observar la distribución espacial de estos prome-
dios en la gráfica 8.
Como resultado, se puede observar que el promedio de la
segregación por ingreso en cualquier anillo concéntrico en
Tijuana es más bajo que los promedios de cualquiera de los
dos tipos de segregación en San Diego. Entre anillos concén-
tricos, los promedios del índice de segregación son muy simi-
lares en Tijuana, pero en San Diego esos promedios varían de
manera más acentuada con una tendencia a aumentar hacia
la periférica y sólo disminuyen levemente en el anillo exterior.
La segregación por ingreso es en Tijuana un fenómeno exten-
dido pero débil; en cambio, en San Diego, esa segregación es
un fenómeno marcado casi en cualquier parte, y está más
marcado hacia la periferia. Además, la segregación por raza
está más marcada que la segregación por ingreso en cualquier
lugar en San Diego.

256 • Tito Alegría


La integración espacial de grupos sociales es débil en San
Diego, sobre todo entre los grupos raciales, en cambio, en Tijua-
na, la integración social en el espacio urbano es más intensa.

Distribución espacial de la segregación por ingreso


En el capítulo 4 se propusieron dos hipótesis sobre la distri-
bución espacial de la segregación por ingreso. La primera es que
la segregación tiene una tendencia espacial a ser menor en las
áreas centrales y mayor en la periferia en ambas ciudades. Ade-
más, en San Diego la segregación disminuye ligeramente hacia
su extremo norte. La segunda hipótesis dice que esas tendencias
son débiles debido a las restricciones del mercado de la vivienda,
a los cambios en el tiempo del ingreso de las familias y porque
el centro no tiene mucha capacidad de organizar los usos del
suelo de manera concéntrica. Estas hipótesis parecen estar en
sintonía con las tendencias espaciales de la segregación por in-
greso expresadas en la gráfica 8. Para comprobar las hipótesis,
se aplicó la ecuación de regresión A6 (del capítulo 4), que pone
a la segregación dependiendo de la distancia al centro con una
función de segundo grado sobre la variable distancia. Los resul-
tados del cálculo de esta ecuación se observan en el cuadro 9.

Cuadro 9
Resultados de regresión (ecuación A6) de la
distribución espacial de la segregación por ingreso

Indicador Tijuana San Diego

Constante 0.12 0.14


0.00 0.00
β1 de la distancia 0.0016 0.0094
0.51 0.00
β2 de la distancia al 0.0001 –0.0001
cuadrado 0.46 0.00
R2 0.11 0.08
La significancia estadística de cada variable está en cursivas

Resultados y análisis • 257


Los resultados indican que la segregación por ingreso
no depende de la distancia al centro en Tijuana, y sí depen-
de levemente en San Diego. En Tijuana, la débil bondad de
ajuste de la regresión calculada (R2=11 por ciento) está sus-
tentada en la significancia estadística de la constante y no
sobre la variable distancia (cuya significancia tiene un valor
mucho mayor a 0.05). Esto indica que la segregación no
tiene un patrón de localización reconocible en relación con
el centro de la ciudad. En cambio, en San Diego, la variable
distancia si es significativa, por lo que podemos esperar que
la distribución de la segregación sí dependa de la distancia
al centro. Pero como la R2 es 8 por ciento, el modelo repre-
senta los datos de manera muy débil. Si se aplica para cada
ciudad la ecuación A6 con los parámetros del cuadro 9, se

Gráfica 9
Distribución espacial de la segregación por ingreso (calculada con
el modelo de regresión del cuadro 9)
Índice de segregación
0.35

0.30

0.25

0.20

0.15

0.10

0.05

0.00
0 20 40 60 80
Distancia al centro de la ciudad (km)

San Diego Tijuana

258 • Tito Alegría


obtendrá la tendencia de la distribución de la segregación en
relación con el centro de la ciudad, tendencia que se expre-
sa en la gráfica 9.
Aunque estas tendencias son poco representativas de la
realidad, las ciudades sí tienen tendencias de localización de
la segregación reconocibles si inspeccionamos las figuras 7 y
8. En esos mapas se puede ver que en ambas ciudades hay
una tendencia a tener barrios mezclados en zonas centrales,
y luego, bruscamente, la segregación se incrementa con la
distancia desde el centro; San Diego tiene un incremento ma-
yor a cada distancia. La ecuación A6 expresa poco este patrón
espacial en ambas ciudades debido a que no es estrictamente
concéntrico: a igual distancia desde el centro hay zonas con
diferentes niveles de segregación.
En San Diego, sin embargo, la segregación disminuye ha-
cia la periferia norte lejos del centro de la ciudad; esto podría
ser una consecuencia de que esta periferia incluye barrios
compuestos por pequeños pueblos viejos y diversos reciente-
mente incluidos en el área urbanizada de San Diego.
La segregación creciente hacia la periferia en ambas ciu-
dades podría estar relacionada con el crecimiento urbano,
como se argumentó en el capítulo anterior. Los nuevos asen-
tamientos legales periféricos en ambas ciudades han sido
promovidos por grandes inversiones privadas que compren-
den muchas casas o departamentos con precios similares y
por ello contienen personas con ingreso similar. En Tijuana,
al igual que los desarrollos legales, los asentamientos forma-
dos de manera ilegal en zonas periféricas generan barrios
relativamente homogéneos, pero en este caso, con personas
de bajos ingresos. Algunos hogares en estos asentamientos
populares mejoran sus ingresos a lo largo del tiempo, por lo-
que hacen de esta manera que sus barrios se mezclen un
poco más socialmente.
Las explicaciones para los niveles más bajos de segre-
gación alrededor del centro de la ciudad, sobre todo en San

Resultados y análisis • 259


Diego, podrían ser dos. Primero, la “función de recepción” de
inmigrantes a la ciudad que esta área tiene, inmigrantes que
por lo general son de diversos ingresos. Esta área tiene un
gran número de departamentos y casas en renta; los inmi-
grantes, después de un tiempo de integración a la ciudad,
podrían dejar esta área central para mudarse a otra vivienda
en otra zona de la ciudad. Segundo, algunos dueños de casas
y departamentos han continuado residiendo en esta área
central desde que compraron la propiedad o desde su naci-
miento, mezclándose en la zona con los recién arribados.
En síntesis, ambas ciudades presentan un patrón espacial
similar con menos segregación hacia el centro y más hacia la
periferia. Sin embargo, las diferencias entre ambas ciudades
son el nivel más alto de segregación en San Diego y, como se
vio, en esta ciudad, las áreas más segregadas tienen predomi-
nancia de persona de ingresos altos mientras que en Tijuana,
de ingresos bajos.

Figura 7
Tijuana: segregación por ingreso

San Diego

Segregación
por ingreso
0.02-0.15
0.15-0.3
0.3-0.33
0 5 10 15 Kilómetros Sin datos

Fuente: Censo de población inegi, 1990.

260 • Tito Alegría


Figura 8
San Diego:
segregación por ingreso

Segregación
por ingreso

0.03-0.15
0.15-0.3
0.3-1
Sin datos

0 5 10 15 20 Kilómetros Tijuana

Fuente: Censos de población de Estados Unidos, Sandag, 1990.

Resultados y análisis • 261


Figura 9
San Diego:
segregación por raza

Segregación
por raza

0-0.3
0.3-0.6
0.6-1
Sin datos

0 5 10 15 20 Kilómetros
Tijuana

Fuente: Censos de población de Estados Unidos, Sandag, 1990.

262 • Tito Alegría


Distribución espacial de la segregación por raza
Derivada de la discusión conceptual, en el capítulo ante-
rior se propone la hipótesis de que en San Diego la localiza-
ción de la segregación por raza sigue una tendencia creciente
desde el centro hacia la periferia de la ciudad. Por el patrón de
conurbación, además, la segregación debe disminuir un poco
hacia el extremo de la periferia norte. Esta hipótesis se com-
prueba con la ecuación de regresión A8, que hace depender a
la segregación de la distancia desde el centro principal con
una función no lineal de segundo grado. Los resultados se
muestran en el cuadro 10.

Cuadro 10
Función de regresión de la segregación por raza (ecuación A8)

Indicador San Diego

Constante 0.291
0.00
β1 de distancia 0.0160
0.00
β2 de distancia al cuadrado –0.0002
0.00
R2 0.09
La significancia estadística de cada variable está en cursivas

De manera similar a la segregación por ingreso, la distri-


bución de segregación por raza en San Diego tiene una rela-
ción débil con la distancia al centro de la ciudad (9 por ciento
de R2). También de manera similar, la segregación por raza
tiende a tener un nivel bajo en el centro de la ciudad, y aumen-
ta al alejarse del centro, y finalmente, disminuye a un nivel
más bajo en la periferia.
Al calcular la segregación con la ecuación A8 y los coefi-
cientes del cuadro 10 se obtiene la tendencia expresada en la
gráfica 10.

Resultados y análisis • 263


La relación débil de la segregación con la distancia al cen-
tro expresada por la ecuación A8 no significa que no haya un
patrón espacial reconocible de la segregación por raza. En la
figura 9 se observa que la segregación tiene sus niveles más
bajos en una área amplia que empieza alrededor del centro y
termina en la frontera con México. Al este y norte del centro
crece el nivel de la segregación, y luego diminuye en el extre-
mo norte de la ciudad.
Aparentemente, no hay una sola causa que explica este pa-
trón espacial. Los niveles de segregación mayores podrían ser
explicados con la expansión de la ciudad. Los nuevos asenta-
mientos que se añaden a la ciudad son producto de grandes
inversiones que generan muchas viviendas solas de precio
similar. Probablemente estos asentamientos son ocupados
por una mayoría blanca, que es la que cuenta con los ingre-

Gráfica 10
Distribución espacial de la segregación por raza
(calculada con el modelo de regresión del cuadro 10)

Índice de segregación
0.60

0.50

0.40

0.30

0.20

0.10

0.00
0 20 40 60 80

Distancia al centro de la ciudad (km)


San Diego

264 • Tito Alegría


sos para comprar una nueva vivienda y prefiere asentamien-
tos no centrales. Entonces, la periferia urbana es un área se-
gregada con una raza predominante (blanca). La periferia
norteña exterior comprende algunos pueblos originalmente
pequeños y racialmente diversos que heredó esta diversidad
cuando esos pueblos fueron incluidos al área urbanizada de
San Diego.
La explicación de los bajos niveles de la segregación por
raza hacia el sur de la ciudad debe ser diferente. Primero, esa
área es ocupada en su mayoría por población hispana que es
en Estados Unidos, junto con las otras minorías, de las que
menos preferencia tienen por los barrios homogéneos racial-
mente. Esta baja segregación cerca de la frontera también
podría replicar la integración racial que se nota en Tijuana.
Segundo, la función de la recepción para los inmigrantes
a la ciudad que el área jugaría. Esa área tiene un gran número
de departamentos y casas en renta, y las personas de diversas
razas que recientemente inmigraron a la ciudad podrían to-
mar esta área como una plataforma para la integración a la
ciudad (después de conocer la localización de los recursos
urbanos); algunas personas se mudan después, cuando ya
tienen el ingreso suficiente para comprar una propiedad en
localizaciones no centrales. Tercero, algunos dueños de casa
o departamento han continuado residiendo en esta área desde
que compraron la propiedad o desde que nacieron, mezclán-
dose en el barrio con los recién arribados. Cuarto, algunos
niveles de discriminación en el proceso de adquirir una casa
en el área norte de San Diego hacen difícil a alguien no blanco
dejar el área sur.

Centros terciarios

Después de calcular el grado de centralidad (gc) para cada


zona censal en ambas ciudades, se hace una exploración de
la estructura de centros. Para ello, primero se explora la dis-

Resultados y análisis • 265


tribución espacial de la intensidad de los sectores comercio y
servicios, de manera independiente, usando la densidad de
empleos como indicador sectorial. Segundo, se define la es-
tructura de centros y se calculan algunas características para
cada nivel de centralidad. Y tercero, se lleva a cabo una com-
paración entre la distribución espacial de los centros y aquella
de la densidad de empleos.

Localización de actividades
En las diversas definiciones empíricas de centros que se-
observan en la literatura, el indicador fundamental para esa
definición es la densidad de empleos de todo tipo. Al enfoque
que sustenta estos ejercicios empíricos se le califica aquí de
definición sin teoría, porque no explica cómo y por qué se
produce la distribución concentrada del empleo.
En contraste, aquí se afirma que la distribución del empleo
en el espacio urbano tiene mecanismos generadores particu-
lares para cada sector económico. De esta manera, la localiza-
ción del uso del suelo terciario, o lo que es lo mismo, la distri-
bución de la densidad de empleos de comercio y servicios, es
un resultado de la estructuración de centros.
Para explorar esa distribución del empleo terciario, se
analiza su concentración a cada distancia del centro principal.
Se eligió el centro principal como referente de localización
bajo los supuestos de que las actividades centrales se desplie-
gan en zonas adyacentes y su intensidad va decayendo con la
distancia a ese centro principal. Con esta exploración, se pue-
de deducir de manera empírica, primero, la intensidad y for-
ma de la concentración de ese empleo; y segundo, las diferen-
cias de esa concentración entre Tijuana y San Diego.
Para llevar a cabo esta exploración, se calculan dos regre-
siones, una para comercio y una para servicios, en las que la
densidad de empleo depende de la distancia al centro principal
con una función no lineal de tercer y cuarto grados. El grado de
las ecuaciones de regresión fue decidida ex pos de acuerdo con

266 • Tito Alegría


Gráfica 11
Distribución espacial de comercio y servicios:
Densidad del empleo calculada a cada distancia al centro de la ciudad
(calculada con ecuaciones de regresión de 4o grado sobre la distancia)

Comercio Servicios
Densidad (empleos/ha) Densidad (empleos/ha)
60 60
50 50
San Diego (R2: 19%) San Diego (R2: 38%)
40 Tijuana (R2: 45%) 40 Tijuana (R2: 42%)

30 30

20 20

10 10

0 0
0 20 40 60 0 20 40 60
Kilómetros al centro de la ciudad Kilómetros al centro de la ciudad

Fuente: Censos económicos de México 1993 y Estados Unidos 1992.

la bondad de ajuste del modelo con los datos. Los resultados de


estas estimaciones se pueden ver expresados en la gráfica 11.
En Tijuana, como está claro en estos resultados, la densi-
dad de comercio y de servicios es más alta en localizaciones
centrales decayendo rápidamente con la distancia al centro de
la ciudad.
En San Diego, el comercio, al tener un bajo coeficiente de
determinación (R2 : 19 por ciento) y una tendencia llana de su
distribución de densidad, indica que esta actividad tiene un
modelo espacial disperso. Aunque los servicios en esta ciudad
están ligeramente más concentrados alrededor del centro
principal, su densidad de empleo tiene una tendencia a decaer
a distancias cercanas a ese centro, pero en la mayoría del
espacio de la ciudad tiene un modelo espacial disperso, al
igual que el sector comercio.
En términos totales, estos resultados muestran que el
empleo terciario tiene un patrón altamente concentrado alre-

Resultados y análisis • 267


dedor del centro principal en Tijuana, y en San Diego, en
contraste, ese empleo es disperso en la mayor parte del espa-
cio urbano. Además, como ningún valor de R2 es alto para
comercio y servicios en ambas ciudades, la forma de la distri-
bución de la actividad terciaria no está claramente concéntrica
o claramente relacionada al centro principal.
Para explorar de qué manera es modificado el patrón con-
céntrico de distribución de la actividad terciaria se analizan las
figuras 10 y 11. En términos comparativos, ambas ciudades
tienen similitudes y diferencias en algunas características de
localización. La actividad terciaria tiene un patrón concéntrico
más claramente definido, con una distribución más dispersa y
con un nivel de densidad menor en San Diego que en Tijuana.
Pero de manera similar, ambas ciudades presentan también con-
centraciones de empleo lejos del centro principal (subcentros).
En San Diego, la densidad de empleo es mayor en el centro
tradicional, y decae gradualmente conforme se aleja uno de ese
lugar sobre los ejes de las vías principales, para luego crecer a
una densidad intermedia en dos áreas al norte de la ciudad.
Además, hacia el sur, cerca de la frontera internacional, la con-
centración de actividad es muy baja, lo cual indica que la deman-
da desde Tijuana de bienes y servicios influiría poco en las con-
centraciones del mercado terciario en San Diego. Esto último es
una indicación de que el modelo espacial disperso de la actividad
terciaria en San Diego debe ser explicado con su propio meca-
nismo generador interno de la localización de esa actividad.
En Tijuana, la concentración mayor de la actividad ocurre
sobre una franja (sector geográfico) que nace en el centro
tradicional y se extiende sobre el valle del río Tijuana, la zona
más plana de la ciudad. Las densidades mayores están locali-
zadas alrededor del centro tradicional (cerca del primer cruce
fronterizo) y en un área alejada unos ocho kilómetros. La ciu-
dad también tiene aparte dos áreas con densidades interme-
dias, una al oeste cerca del mar y otra al noreste cerca del
segundo cruce fronterizo.

268 • Tito Alegría


Figura 10
Tijuana. Densidad de empleo terciario:
empleos por hectárea
a. Comercio San Diego

Empleos por
hectárea
0-1
1-4
4-8
0 5 10 15 Kilómetros 8-62

b. Servicios San Diego

Empleos por
hectárea
0-1
1-4
0 5 10 15 Kilómetros
4-8
8-55.4

San Diego
c. Terciario (comercio y servicios)\

Empleos por
hectárea
0-2
2-8
8-16
0 5 10 15 Kilómetros 16-117.5

Resultados y análisis • 269


Figura 11
San Diego. Densidad de empleo terciario: Empleos por hectárea

b. Servicio c. Terciario
a. Comercio

Empleos por Empleos por


Empleos por hectárea hectárea
hectárea 0-1 0-2
0-1 1-4 2-8
1-4 4-8 8-16
4-8 8-13.6 16-20.4
8-11.1

0 5 10 15 20 Kilómetros Tijuana 0 5 10 15 20 Kilómetros Tijuana


0 5 10 15 20 Kilómetros Tijuana
Los niveles altos de densidad localizados cerca del cruce
fronterizo podrían ser un argumento para explicar la densidad
de las actividades terciarias como resultado de la demanda
proveniente del sur de California. Ciertamente, una porción
de esta concentración es explicada por el consumo de las
personas que vienen de Estados Unidos sobre todo por el
consumo de comida y de servicios de salud, pero su influencia
en la concentración terciaria debe ser débil por dos razones.
Primero, en Tijuana, cerca de cualquier área con concentra-
ción terciaria también hay concentración de personas de in-
greso alto, incluidas las áreas cerca del cruce fronterizo, de
manera que el ingreso personal local explicaría esa concentra-
ción del terciario. Segundo, una proporción muy pequeña de
las personas que vienen de California paran para consumir
en Tijuana, la mayoría de ellas va a las playas al sur de Tijua-
na. Tercero, el área de la ciudad con más alta densidad del
terciario es el lugar con mejores infraestructura, con aveni-
das largas y anchas, de manera que puede atraer un gran
flujo local de consumidores.
Como en cualquier otra ciudad mexicana, la concentra-
ción central de comercio y de servicios en Tijuana debe ser
explicada por sus condiciones estructurales internas que ge-
neran la localización de sus centros terciarios.

Estructura de centros
La estructura de centros se define aquí como el patrón
espacial de la jerarquía central. La jerarquía central está deter-
minada por la distribución de las actividades centrales por zo-
nas censales. La jerarquía central de una zona se define como
grado de centralidad (gc), de manera que la zona que contenga
el mayor número de actividades centrales será el lugar de
mayor jerarquía central.
En la versión original de la teoría del lugar central, la je-
rarquía central es discontinua, y hay un número finito de ni-
veles de centros o jerarquías centrales.

Resultados y análisis • 271


En la realidad intraurbana, es probable que la jerarquía de
los centros quizá no esté conformada con niveles disconti-
nuos definidos claramente, y ello ocurriría por la influencia de
la superposición de las áreas de mercado y de las externalida-
des presentes en oferta y demanda de cada actividad. Toman-
do en cuenta estas consideraciones, y las restricciones de los
datos para la comparabilidad entre Tijuana y San Diego, el
grado de centralidad (gc) se define de modo que cualquier
zona censal pueda tener un valor de gc en el rango entre cero
y el número total de ramas de comercio y servicios compara-
bles entre ambas ciudades, que son 24.
Para saber en qué medida hay discontinuidad en la jerar-
quía central, se analiza la posibilidad de que haya agrupa-
mientos jerarquizados de zonas, de manera que dentro de
cada grupo de zonas haya entre ellas un gc muy similar y a la
vez una gran diferencia de gc entre grupos. Cada agrupamien-
to conformaría un nivel jerárquico representado por el prome-
dio de gc de las zonas que lo componen.
Un problema en este procedimiento es definir el número
de niveles jerárquicos representativos de la estructura de cen-
tros. Para el sistema urbano del sur de Alemania, Christaller,
en 1933, propuso un factor de tres para pasar de un nivel de
tamaño de mercado al siguiente, o de un nivel de jerarquía
de centro al siguiente, hasta que todas las actividades sean in-
cluidas. El número de niveles jerárquicos resulta de este proce-
dimiento. Sin embargo, en un sistema intraurbano de centros,
no está claro por qué debería seguirse este factor de tres.
Un camino posible para manejar este problema (para en-
contrar el número de niveles jerárquicos) incluye, primero,
definir los modelos jerárquicos según el número de niveles
jerárquicos (dos, tres, cuatro, etcétera), y segundo, para cada
modelo, calcular la heterogeneidad del gc entre los niveles
jerárquicos (entre las jerarquías) y la heterogeneidad del gc
entre las zonas dentro de cada nivel (dentro de cada jerar-
quía). La intensidad de heterogeneidad puede ser expresada

272 • Tito Alegría


Gráfica 12
Desviación estándar promedio dentro de los niveles de centro y entre ellos
para modelos seleccionados de jerarquía central definidos por el número
de niveles de centros
Tijuana San Diego

Dentro de centros Entre centros Dentro de centros Entre centros


3.5 8.4 3.5 8.4

3.0 8.2 3.0 8.2


2.5 2.5
8.0 8.0
2.0 2.0
7.8 7.8
1.5 1.5
7.6 7.6
1.0 1.0

0.5 7.4 0.5 7.4

0.0 7.2 0.0 7.2


1 2 3 4 5 6 1 2 3 4 5 6
Modelos de jerarquía central (número de centros) Modelos de jerarquía central (número de centros)
Dentro Entre Dentro Entre

con la desviación estándar (ds) del gc. El mejor modelo de


jerarquía debe tener una desviación estándar del gc muy dife-
rente entre los niveles de la jerarquía (between) y diferencias
pequeñas de esa desviación estándar entre las zonas dentro
de cada nivel (within).
El cálculo de la desviación estándar del gc entre los nive-
les jerárquicos y dentro de éstos se llevó a cabo para cuatro
modelos jerárquicos para cada ciudad: los que tuvieron dos,
tres, cuatro y cinco niveles de centralidad. Las desviaciones
estándar del gc entre los niveles jerárquicos y dentro de éstos
se contrastaron, como se puede ver en la gráfica 12, donde
cada valor representa el promedio de la ds entre los niveles
jerárquicos o dentro de éstos en cada modelo.
En ambas ciudades, cuando el número de niveles de la je-
rarquía aumenta (de dos a cinco) la variación del gc dentro de
cada jerarquía de centros (heterogeneidad) disminuye, es decir,
los niveles de centros llegan a ser más homogéneos interna-
mente. Ello significa que el modelo de cinco niveles tiene más

Resultados y análisis • 273


alta homogeneidad dentro de cada uno de sus niveles jerár-
quicos que el modelo de dos niveles.
Este patrón no es el mismo para las variaciones entre ni-
veles jerárquicos. En Tijuana, la variación entre niveles de la
jerarquía disminuye rápidamente al pasar del modelo de dos
niveles al de tres niveles, y después disminuye lentamente. En
San Diego, en contraste, la variación entre niveles de la jerar-
quía aumenta pasando del modelo de dos niveles al de tres
niveles, y disminuye después.
En cualquier modelo de jerarquía de centros, los niveles
jerárquicos se diferencian más entre ellos en San Diego que
en Tijuana. El mejor modelo en San Diego tiene tres niveles
jerárquicos, mientras que en Tijuana, el mejor modelo tiene
dos niveles de centros. Para hacer posible una comparación
entre ambas ciudades, se escoge un solo modelo, el de tres
niveles. En Tijuana, aunque el modelo de dos niveles es el
mejor, el de tres permite la homogeneidad más alta dentro de
cada nivel jerárquico que el modelo de dos niveles, y mantiene
a la vez fuertes diferencias entre los niveles de la jerarquía.
A continuación, se muestran algunas características del
modelo de tres niveles. Primero, cada nivel del modelo de tres
niveles de centros tiene un gc promedio ligeramente más alto
en San Diego que en Tijuana. Esto significa que cada nivel de
la jerarquía ofrece un grupo más diverso de actividades en San
Diego que en Tijuana, como se puede ver en el cuadro 11.
El porcentaje de zonas de la ciudad que experimenta cada
nivel de la jerarquía también es ligeramente diferente entre
ambas ciudades. Aunque Tijuana y San Diego tienen un por-
centaje similar creciente de zonas mientras decrece la jerar-
quía de centros, Tijuana tiene en cada nivel un número por-
centual más bajo debido, principalmente, a su gran proporción
de zonas sin centros (30 por ciento). Este patrón muestra que
aproximadamente la tercera parte del territorio de Tijuana
está vacía de centros, mientras que la mayoría del territorio de
San Diego presenta centros. Ese patrón también indica que las

274 • Tito Alegría


Cuadro 11
Algunas características del modelo
de tres niveles jerárquicos de centros

Grado de centralidad Número de Ingreso promedio


Nivel de la gc promedio zonas (%) (salarios mínimos)
jerarquía
de centros Tijuana San Diego Tijuana San Diego Tijuana San Diego

1 17 20 7 11 3.8 2.7
2 8 11 15 27 3.3 4.2
3 2 3 48 56 3.1 3.9
Sin centros 0 0 30 7 2.9 4.7
Total 100 100

actividades en San Diego tienen, en promedio, la tendencia a


aglomerarse un poco más que en Tijuana, en cualquier zona
donde cada actividad específica se localiza.
El porcentaje de zonas más bajo con centros en Tijuana
también es un indicador de la mayor concentración espacial
de centros en esta urbe. Esta concentración podría ser en par-
te un producto de las economías de escala que operan en un
nivel más alto en esta ciudad que en San Diego. El gc (número
de actividades centrales) más alto en cada nivel de la jerarquía
en San Diego podría ser un producto de ventajas externas que
operan un nivel más alto que en Tijuana.
Explorando la relación entre la jerarquía de centros y la
jerarquía del ingreso de los consumidores (ingreso promedio
por nivel jerárquico), presentado en el cuadro 11, se encuen-
tra una correlación positiva entre ambas jerarquías en Tijua-
na, pero ninguna correlación aparece en San Diego.
Para explorar la concentración del empleo en la estructura
de centros, se presentan en el cuadro 12 los porcentajes de
empleo por grandes sectores en cada nivel de la jerarquía.
El empleo conjunto de comercio y servicios en Tijuana se
concentra marcadamente en el nivel más alto de centros, te-
niendo 54 por ciento de ese empleo en sólo 7 por ciento de

Resultados y análisis • 275


Cuadro 12
Empleo (%) por nivel jerárquico del modelo
de tres niveles jerárquicos de centros

Servicios y
Servicios y comercio, y
Servicios Comercio comercio manufactura
Nivel de la
jerarquía San San San San
de centros Tijuana Diego Tijuana Diego Tijuana Diego Tijuana Diego

1 61 40 47 35 54 37 33 38
2 20 36 25 36 22 36 24 38
3 18 23 22 28 20 26 39 23
Sin centros 2 1 6 1 4 1 3 1
Total 100 100 100 100 100 100 100 100

zonas de la ciudad. Los niveles jerárquicos 2 y 3 tienen un


porcentaje similar de ese empleo (22 y 20). El territorio sin
centros tiene sólo 4 por ciento del empleo en 30 por ciento de
las zonas de la ciudad. El sector servicios es el más concentra-
do, con 61 por ciento de su empleo en el nivel jerárquico 1.
San Diego, por su parte, tiene su empleo terciario menos
concentrado en la estructura de centros. Los niveles jerárquicos
1 y 2 tiene un porcentaje similar de empleo (37 y 36 en 11 y 27
por ciento de zonas, respectivamente) y el territorio sin centros
tiene sólo 1 por ciento de empleo en 7 por ciento de las zonas
de la ciudad. Como en Tijuana, el sector servicios de San Diego
se concentra más que el sector comercio, pero de una manera
diferente a Tijuana; esa concentración tiene un nivel más bajo
con 40 por ciento de su empleo en el nivel jerárquico 1.
Tomando el empleo conjunto de servicios, comercio y ma-
nufactura, su distribución a través de los niveles de centros en
Tijuana es muy diferente a la distribución entre centros del
empleo terciaria; pero en San Diego estas distribuciones son
muy similares. En Tijuana, el nivel jerárquico 3 tiene la por-
ción mayor de todo ese empleo de los tres grandes sectores.

276 • Tito Alegría


La explicación para este patrón es la presencia de manufactu-
ras –la mayoría de ellas son plantas maquiladoras– en zonas
sin alta jerarquía central y no periféricas en Tijuana, por un
lado, y por otro, San Diego tiene una parte muy pequeña de
su empleo en actividades manufactureras.
La organización de los empleos terciarios en una jerarquía
de centros representa bastante bien a la distribución del empleo
total (todos los sectores) en San Diego pero no así en Tijuana.

Localización de centros y empleo


En la literatura relacionada con la estructura espacial y
el uso del suelo urbano, los subcentros aparecen en alguna
parte entre la periferia y el centro principal de la ciudad, y
algunos autores definen subcentros por medio de la densi-
dad del empleo. Las propuestas de esta literatura tienen dos
limitaciones principales. Primero, la definición de subcentro
(incluido el centro principal) con la densidad de todos los em-
pleos por zona no tiene un fundamento teórico, sobre todo
porque los factores de localización de la manufactura son dife-
rentes a aquéllos de las actividades terciarias. Segundo, no hay
modelo teórico que asigne subcentros sobre alguna localiza-
ción específica en el espacio urbano. En esta investigación, el
marco conceptual utilizado para definir y analizar subcentros
es una aplicación intraurbana de la teoría del lugar central, y
este marco no usa densidad de empleo como medio para defi-
nir subcentros.
Para contrastar las propuestas encontradas en la literatura
y lo que propone esta investigación, se lleva a cabo una explo-
ración de las localizaciones del grado de centralidad (gc) y de
la densidad de empleo. Se considera como localización relati-
va de un centro aquí a la distancia de cada zona al centro
principal (zona con gc más alto).
Entre las zonas de Tijuana, se considera que el centro
principal es aquel que tiene el máximo gc al calcular este valor
tomando todas las ramas terciarias en lugar de tomar sólo las

Resultados y análisis • 277


comparables con San Diego. En San Diego, el valor más alto
de gc se encontró en una zona fuera del centro tradicional de
la ciudad; pero estando este lugar rodeado de zonas con valo-
res bajos de gc, se decidió tomar como “centro principal” una
zona localizada en el centro tradicional que, aunque tiene el
segundo valor del gc, está rodeada por muchas zonas con
valores altos de gc.
Como muestra la gráfica 13 la distribución espacial de la
jerarquía de centros no está dominada claramente por el centro
principal ni en San Diego ni en Tijuana. Los subcentros se lo-
calizan casi a cualquier distancia del centro principal. Sin em-
bargo, Tijuana muestra una tendencia ligera a que se reduzca
el gc del centro principal hacia la periferia, con un incremento
pequeño a 10 kilómetros lejos del centro de la ciudad.
Como la distancia al centro explica poco la distribución de
subcentros, sobre todo en San Diego, se exploró la existencia
de un patrón espacial con la ayuda de los mapas en las figu-
ras 12 y 13, que muestran la distribución espacial del modelo
de tres niveles de centros para cada ciudad. De la observa-
ción de los mapas se desprende que la organización espacial

Gráfica 13
Localización de centros
Tijuana San Diego
(Tendencia: polinomio de 4o grado (Tendencia: polinomio de 4o grado
en distancia, R al cuadrado 0.30) en distancia, R al cuadrado 0.03)
Grado de centralidad Grado de centralidad
25 25

20 20

15 15

10 10

5 5

0 0
0 5 10 15 20 0 20 40 60
Distancia al centro de la ciudad (km) Distancia al centro de la ciudad (km)

278 • Tito Alegría


real de la jerarquía de centros difiere entre ambas ciudades.
En Tijuana hay un gran centro de nivel 1, compuesto por va-
rias zonas censales, y con forma lineal que empieza en el
centro viejo y termina a unos ocho kilómetros hacia el este.
Fuera de esta área, sólo una zona censal, al oeste, tiene nivel
1 de jerarquía central. Las zonas de jerarquía 2 aparecen ro-
deando a las zonas de nivel 1, o formando algunos pocos
subcentros aislados, y aparecen también hacia el este alargan-
do aún más el centro lineal.
En San Diego, en cambio, hay cinco áreas con jerarquía
central de nivel 1, la más grande de las cuales está sobre el cen-
tro tradicional de San Diego, y las demás están localizadas al
norte y al este de la ciudad. Las áreas con nivel 2 rodean a las
de nivel 1, excepto una, que aparece aislada hacia el sur del
centro principal. Las zonas de nivel 3 cubren casi todo el res-
to del territorio con la excepción de cinco zonas.
Una primera conclusión que se puede adelantar sobre la
forma de la estructura de centros es que en San Diego hay una
Figura 12
Tijuana. Jerarquía de centros. Tres niveles de centros: grado de centralidad
(gc) por rangos (número de ramas/actividades centrales)
San Diego

Grado de cen-
tralidad (gc)
13-22
6-12
1-5
0 5 10 15 Kilómetros Sin centro

Resultados y análisis • 279


Figura 13
San Diego. Jerarquía de centros. Tres niveles de centros:
grado de centralidad (gc) por rangos
(número de ramas/actividades centrales)

Grado de
centralidad (gc)
17-23
7-15
1-6
Sin centro

0 5 10 15 20 Kilómetros

organización claramente multicéntrica donde los subcentros


tienen capacidad similar para atraer consumidores que el
centro principal. En Tijuana, en cambio, la organización de
centros es jerárquica y concentrada, con el centro principal
que domina la capacidad de atraer consumidores de toda la
ciudad.
Diferente de la jerarquía de centros, la distribución del
empleo terciario en ambas ciudades todavía es dominada por
localizaciones centrales, aunque no completamente. La ten-

280 • Tito Alegría


Gráfica 14
Localización de la densidad de empleo terciario (servicios y comercio)
Tijuana San Diego
(Tendencia: polinomio de 4o grado (Tendencia: polinomio de 4o grado
en distancia, R al cuadrado 0.52) en distancia, R al cuadrado 0.42)
Empleos/ha Empleos/ha
25
120
100 20
80
15
60
10
40
20 5

0 0
0 5 10 15 20 0 20 40 60

Distancia al centro de la ciudad (km) Distancia al centro de la ciudad (km)

dencia a disminuir de la densidad de empleo, al crecer la


distancia desde el centro principal, es más clara en Tijuana
que en San Diego, como se puede ver en la gráfica 14.
El valor del grado de centralidad indica la intensidad y di-
versidad de la oferta de comercio y de servicios, por esta razón,
influye en la concentración del empleo terciario. Como la gráfi-
ca 15 muestra, en Tijuana, la influencia del gc en la densidad
del empleo es clara, pero en San Diego no la es tanto.
Además, el gc influye menos claramente sobre la densi-
dad en valores altos del gc, y esto es más obvio en San Diego.
Una hipótesis para explicar esta tendencia toma en cuenta la
productividad por rama. Una zona con actividades más diver-
sas (gc alto) experimenta más probabilidades de tener alguna
actividad con alta centralidad (localizada sólo en pocas zonas)
con productividad no homogénea a lo ancho de la ciudad. Si
una tienda con alta productividad (por ejemplo, menos em-
pleados para vender la misma cantidad) de la rama con pro-
ductividad no homogénea se localiza centralmente, entonces
contribuye a disminuir la densidad de empleo en su zona.
Pero si esa tienda es un negocio con baja productividad, en-

Resultados y análisis • 281


Gráfica 15
Grado de centralidad (gc) que explica la densidad de empleo terciario
(comercio y servicios)
Tijuana San Diego
(Tendencia: polinomio de 4o grado (Tendencia: polinomio de 4o grado
en distancia, R al cuadrado 0.75) en distancia, R al cuadrado 0.43)
Empleos/ha Empleos/ha
120 25
100
20
80
15
60
40 10

20 5
0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Grado de centralidad Grado de centralidad

tonces contribuye a aumentar la densidad de empleo. Como


corolario de ello, es más probable que cada una de las activi-
dades tenga internamente negocios más diversamente pro-
ductivos en San Diego que en Tijuana.

Generación de la forma urbana

En esta sección se presentan los resultados de las pruebas de


hipótesis sobre los determinantes de algunas de las caracte-
rísticas más importantes de la forma urbana. Primero se pre-
sentan los determinantes de la densidad y la segregación ur-
bana, y luego, los determinantes de los centros terciarios.

Población

Densidad e ingreso de la población


Se propone aquí que la densidad depende del modo en que
las personas acceden a una vivienda, y el acceso está condicio-

282 • Tito Alegría


nado por su nivel de ingreso. Además, el acceso a una vivienda
para cada nivel de ingreso es diferente entre Tijuana y San Die-
go. Por ello, el ingreso determina de diferente manera la densi-
dad entre esas ciudades.
En Tijuana, debido a que los mercados de vivienda funcio-
nan adecuadamente sólo para unos pocos, la mitad de la po-
blación más pobre ha invadido un lote o lo ha comprado de
manera irregular, y al haber una consolidación diferenciada
de sus viviendas en el tiempo, se genera diversidad de densi-
dades en barrios pobres. En los barrios con residentes inicial-
mente de ingresos altos, con el tiempo disminuye el nivel
promedio de esos ingresos, lo cual genera diversidad de den-
sidad en esos barrios. Los barrios habitados por personas con
ingresos medios son los únicos que tendrían un patrón claro
hacia densidades más altas.
En San Diego, donde los mercados de vivienda funcionan
fluidamente, las personas que tienen ingresos menores están
restringidas a usar menos espacio de vivienda, generando
densidad alta. Además, sus preferencias por más espacio no
pueden ser reveladas, dada la restricción al consumo debido
a su bajo ingreso. Las personas con más ingresos pueden vi-
vir de acuerdo con sus preferencias, puesto que tienen la ca-
pacidad de conseguir viviendas más grandes, por lo que se
generan niveles de densidad bajos. Las personas de ingreso
medio, en su mayoría, pueden conseguir casas, y se genera
menor densidad donde residen.
En el cuadro 13 se muestran los resultados al comprobar
si un barrio obtiene su nivel de densidad debido a la prepon-
derancia de algún o algunos grupos de ingreso. Debido al alto
nivel de colinealidad entre las variables de ingreso, se usaron
tres modelos para Tijuana y dos para San Diego, y se elimina-
ron cada vez las variables colineales.
En Tijuana, las hipótesis presentadas en el capítulo anterior
se cumplieron para las personas de ingresos altos y bajos, pero
no para las de ingresos medios. En el modelo de regresión, ni

Resultados y análisis • 283


una variable de ingreso tiene algún nivel aceptable de signifi-
cancia estadística. La preponderancia de algún grupo de ingre-
so en un barrio no tiene ninguna relación con su nivel de den-
sidad poblacional. Esta independencia de la densidad respecto
del nivel de ingreso de los habitantes indica que las perso-
nas de un mismo nivel de ingreso tienen diversas maneras de
asentarse. Las razones de esta diversidad pueden ser: la de-
bilidad de los mercados de suelo y vivienda en la ciudad, las
invasiones de tierra por parte de gran porción de los pobres
urbanos con el objetivo de construir sus viviendas (contabili-
zados en el año 2000, 53 por ciento de los habitantes de la
ciudad residían en zonas que habían sido inicialmente ocupa-
das de manera irregular), el hacinamiento de algunos barrios

Cuadro 13
Densidad de población como una función del ingreso
(modelo de regresión B1)

Tijuana San Diego ct

Variables Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 1 Modelo 2

(Constante) 7.40 6.96 7.49 7.41 7.17


Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Ln proporción 0.14 0.11
de pea 0-2 sm
Sig. 0.51 0.00
Ln proporción –0.38 0.23 0.22
de pea 2-5 sm
Sig. 0.34 0.00 0.01
Ln proporción 0.07 –0.13
de pea 5+ sm
Sig. 0.46 0.01
Ln área (ha) –0.91 –0.92 –0.94 –0.72 –0.75
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
R2 0.31 0.30 0.31 0.73 0.72
Variable dependiente: Log. natural de densidad de población (Ln(hab/ha)).
pea significa en Tijuana población trabajadora residente en la zona y en
San Diego familias residentes.
ct significa census tract (zona censal).

284 • Tito Alegría


pobres, la cada vez más escasa tierra urbanizada bien locali-
zada al interior del área urbana donde se asientan los grupos
de mayores ingresos. La única hipótesis que no se cumplió fue
que las personas de ingreso medio habitan barrios más den-
sos. Ello nos dice que aun para este grupo de ingreso, la debi-
lidad de los mercados de vivienda y los cambios en la conso-
lidación de las viviendas modifican la relación entre el ingreso
de los habitantes y la densidad de su barrio.
En San Diego, la preponderancia de algún grupo de ingre-
so en un barrio sí tiene relación con su nivel de densidad po-
blacional. Las personas de ingreso medio generan más densi-
dad poblacional que ningún otro grupo social. Los más pobres
también generan incremento de densidad a medida que pre-
ponderan en un barrio, pero un nivel menor que los grupos
de ingreso medio. Una explicación a estas tendencias puede
ser que los barrios donde preponderan las personas de ingre-
so medio no tienen otros usos del suelo, en cambio, cuando
los más pobres están más concentrados, viven en zonas don-
de también hay usos no residenciales, lo que produce meno-
res niveles de densidad promedio. Las personas de mayores
ingresos, por su parte, tienen una clara tendencia a residir en
barrios con baja densidad, y la razón principal de ello es que
pueden adquirir viviendas más grandes.
En síntesis, Tijuana y San Diego tienen diferentes modos
de generar sus niveles de densidad por barrio.

Generación de la segregación por ingreso


La segregación socioespacial aparece en el proceso de ad-
quisición o renta de la vivienda por parte de las familias. La
hipótesis al respecto es que los grupos de ingreso contribuyen
de manera diferencial a la diversidad en un barrio, y las perso-
nas, aun teniendo ingresos similares, tienen una localización
diferente de acuerdo con el conocimiento que tengan de las
opciones para adquirir vivienda.

Resultados y análisis • 285


Aquí se prueba la hipótesis de que ingreso y conocimiento
son determinantes de la homogeneidad (segregación) de un
barrio con la ecuación de regresión B2 (del capítulo 4) que pone
a segregación por ingreso como variable dependiente. Las va-
riables independientes son cuatro de ingreso y dos de conoci-
miento. Las variables de ingreso son la proporción de personas
que habitan en una zona censal que reciben de 0 a 1, de 1 a 2,
de 2 a 5, y de 5 a más salarios mínimos. Para los indicadores de
conocimiento, siguiendo la propuesta conceptual y metodológi-
ca de este estudio, se escogieron las variables “población con
educación universitaria” (que representa conocimiento empíri-
co) y “población que nació en el estado” (que representan co-
nocimiento práctico/inconsciente).
Una primera restricción técnica de la prueba de regresión
es que las variables que representan a los dos grupos de me-
nores ingresos fueron colineales a niveles inaceptables esta-
dísticamente en ambas ciudades. Se decidió eliminar el grupo
de uno a 2 salarios mínimos, debido a que presentaba también
alta colinealidad con otras variables. Una segunda restricción
técnica es que las variables de conocimiento tuvieron también
altos niveles de colinealidad, por lo que se hicieron dos mode-
los por ciudad de manera que se pudiera comprobar el peso
de cada variable en la explicación de la segregación. Los re-
sultados de los cuatro modelos de regresión se muestran en
el cuadro 14.
Como resultado general de las pruebas de regresión, se
tiene que ingreso (por rangos) y conocimiento explican la se-
gregación por ingreso. Las hipótesis previstas se cumplieron
casi por completo. En Tijuana, los dos modelos tienen una R2
de 69 por ciento y todas las variables son estadísticamente
significativas. En San Diego, los modelos son aún más expli-
cativos, con R2 de 84 y 70 por ciento.
En Tijuana, la segregación disminuye cuando se incre-
menta la proporción de residentes de más bajo y más alto
ingreso, aumenta con los de ingresos medios. En cambio, en

286 • Tito Alegría


Cuadro 14
Segregación por ingreso como función
del ingreso y del conocimiento
(resultados del modelo de regresión de la ecuación B2)

Tijuana San Diego


Tipo de Variable
variable específica Modelo 1 Modelo 2 Modelo 1 Modelo 2

Constante (Constante) –3.21 –3.34 –0.16 0.28


Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00
Grupos
de ingreso Ln proporción
de pea 0–1 sm –0.44 –0.46 –0.08
Sig. 0.00 0.00 0.00
Ln proporción
de pea 2–5 sm 0.43 0.33 –0.21 –0.20
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00
Ln proporción
de pea 5+ sm –0.34 –0.29 0.08
Sig. 0.00 0.00 0.00
Conocimiento Ln pob. asistió
de a universidad
oportunidades (conocimiento
de vivienda empírico) –0.06
Sig. 0.00
Ln pob. nacida
en el estado
(conocimiento
práctico/
inconsciente) –0.05 –0.01 –0.02
Sig. 0.00 0.10 0.00
R2 0.69 0.69 0.84 0.70

Variable independiente: Ln segregación por ingreso.


pea significa en Tijuana población trabajadora residente en la zona y en San
Diego familias residentes.

San Diego la segregación disminuye con ingresos bajos y me-


dios, y se incrementa con ingresos altos.
El peso absoluto de las variables de ingreso en la segrega-
ción también es diferente entre las ciudades. Las variables de
ingreso modifican más marcadamente la segregación en Ti-
juana que en San Diego. Por ejemplo, el grupo de mayores

Resultados y análisis • 287


ingresos tiene una elasticidad de entre 3.5 y cuatro veces ma-
yor en valores absolutos en Tijuana que en San Diego. Esto
significa que, con cambios pequeños en la composición de la
población (por grupos de ingreso) entre barrios, el nivel de
segregación se modifica (entre barrios) más en Tijuana que en
San Diego.
Con respecto a la capacidad explicativa del conocimiento,
su peso sobre la segregación es menor que el ingreso en am-
bas ciudades, y en San Diego aún menor que en Tijuana; pero
también hay diferencias entre ambas ciudades. El conoci-
miento empírico sólo es relevante en Tijuana, y la segregación
disminuye al incrementarse ese tipo de conocimiento, como
fue propuesto en las hipótesis. En San Diego, no es relevante
este tipo de conocimiento, probablemente debido que hay
mercados desarrollados de venta y renta de viviendas. Tam-
bién, a mayor conocimiento práctico/inconsciente se reduce
la segregación, en ambas ciudades, aunque este efecto es
mayor en Tijuana que en San Diego. En las hipótesis se había
propuesto que este tipo de conocimiento no era relevante en
San Diego. Una interpretación de su importancia para modifi-
car la segregación por ingreso sería similar que para Tijuana:
conocer la ciudad debido al tiempo de residencia da ventaja a
las personas para buscar opciones de vivienda por sus atribu-
tos de localización (o arquitectura) en lugares donde podrían
residir personas con otro nivel de ingreso.
En síntesis, la segregación por ingreso se incrementa en Ti-
juana cuando hay más personas de ingresos medios, y en San
Diego, cuando hay más personas de ingresos altos. El conoci-
miento disminuye la segregación en ambas ciudades, pero
con más intensidad en Tijuana.

Centros terciarios

Los centros han sido definidos en esta investigación como las


zonas que contienen actividades terciarias que atienden a

288 • Tito Alegría


consumidores que no residen en esas zonas. Se ha propuesto
también que en una economía de mercado, los centros se lo-
calizan en zonas accesibles y cercanas a barrios con residen-
tes numerosos y con capacidad de consumo, y que las activi-
dades se aglutinan para aprovechar las economías de escala
y las ventajas externas.
Aunque Tijuana y San Diego tienen economías de merca-
do, los determinantes de los centros operan de manera dife-
rente en estas ciudades. Las diferencias en la riqueza y la
práctica cultural de ambas sociedades imponen normas y pa-
trones diferentes de consumo y de oferta de bienes y servicios.
Los patrones son los resultados macroespaciales del compor-
tamiento individual de agentes. El comportamiento de los agen-
tes se vuelve una rutina y un conjunto de normas o regularida-
des cuando buscan la reducción de costos de transacción.
En este apartado se comprueba la existencia de esa dife-
rencia en esas regularidades o normas para consumir y ofre-
cer bienes y servicios entre ambas ciudades con el auxilio de
modelos que esquematizan los determinantes de los centros
por el lado de la demanda y de la oferta.

Generación de centros mediante la demanda


En esta investigación se ha propuesto que los centros exis-
ten al vender bienes y servicios a compradores en un proceso
de intercambio que opera bajo reglas de mercado. Los com-
pradores son personas, instituciones y empresas. El consumo
final lo hacen sobre todo las personas, mientras que institu-
ciones y empresas realizan principalmente un consumo inter-
medio. Este consumo intermedio se examina con el esquema
de ventajas externas más adelante. En este apartado se anali-
za el consumo final de las personas como determinante del
tamaño de la oferta.
En el capítulo anterior se definió de manera operativa que
los centros son los lugares (zonas censales: ageb en Tijuana y
zonas zip en San Diego) que tienen al menos una rama o acti-

Resultados y análisis • 289


vidad central, y la intensidad central del lugar se especifica con
el número de ramas central en la zona, GCj. Una rama central
en una zona es la que atiende a más personas que aquellas que
residen en esa zona, y el modo de determinar esta sobreoferta
o centralidad es con el indicador índice de centralidad de una
rama, Cij. Este indicador es para cada rama en cada zona, y se
puede especificar como la razón de la proporción de empleo
de una rama a la proporción de población [(Eij/Ei)/(Pj/P)]. Si en
una zona esta razón es mayor a uno, entonces esa rama es
central en esa zona. El numerador de esa razón es la intensi-
dad con que una rama se concentra en una zona; un grupo de
impulsos para esa concentración proviene de las característi-
cas de los consumidores cercanamente localizados.
El modelo de regresión de demanda que aquí se prueba in-
cluye como variable dependiente el logaritmo natural de la pro-
porción de empleo por rama (Eij/Ei) o concentración de la rama.
Este modelo permite especificar cuáles características de los
residentes son determinantes de la concentración de la activi-
dad. En la exploración del modelo de regresión por cada ca-
racterística, o “tipo de variable”, se prueban cinco variables
específicas, una con datos directos y cuatro son cálculos del
potencial de la variable en esa zona. Por ejemplo, la caracte-
rística “proporción de residentes entre 0 y 2 salarios mínimos”
comprende cinco variables por zona: la primera resulta del
cálculo directo de la proporción de personas en ese rango de
ingresos, y las cuatro restantes son potenciales de ese rango
de ingresos cuando el indicador distancia es afectado por las
potencias 0.5, 1, 2 y 3, respectivamente. Cuando se explora el
modelo de regresión, sólo una de las cinco variables del mis-
mo tipo se incluye en el modelo final: la variable con mayor
significancia estadística.
En el caso particular del número de habitantes por zona,
se utilizaron de manera disyuntiva dos tipos de variables:
Densidad de población y Población total, y por cada tipo se
prueban sus respectivas cinco variables específicas. Cuando

290 • Tito Alegría


se prueba Densidad de población, no se incluye en el modelo
la variable de control “Área”.
Como no se conoce ex ante el tipo de relación estadística
específica entre una variable independiente y la dependiente,
la búsqueda del mejor modelo de regresión (el que se ajuste
mejor a los datos) comprende tanto las cinco variables espe-
cíficas como los logaritmos naturales de esas cinco variables.
De esta manera, en total se prueban 10 variables específicas
por cada “tipo de variable”.
El problema de colinearidad, como es sabido, es persisten-
te en cualquier modelo de regresión socioespacial urbano
(Harvey, 1969). En esta prueba de regresión, ese problema se
maneja eliminando variables con tres criterios:
–Dos o más variables se consideran colineares cuando
tienen un vif mayor al valor 2; valores mayores a 2 suelen
estar asociados a sesgos notables en los coeficientes de las
variables, como el cambio de signo, por ejemplo (vif es un
indicador de colinearidad usado por el software spss; los libros
de texto de econometría consideran el valor 5 como máximo
aceptable de colinearidad, pero aquí se concluyó que ese
máximo es muy alto después de revisar los resultados de las
primeras pruebas).
–Se eliminan las variables colineares cuya significancia
estadística sea mayor al valor 0.1; de esta manera, se puede
mantener en el modelo una variable que tiene generalmente
significancia menor a 0.05 cuando es probada sola en la regre-
sión (un efecto de la colinearidad es la disminución del valor del
estadístico “t” y con ello se incrementa falsamente el valor de la
significancia estadística).
–En el proceso de eliminación de variables colineares, se
elimina primero la que tenga mayor valor de vif y de signifi-
cancia; se procede de igual manera con las variables que van
quedando, y se suspende la eliminación cuando las variables
restantes hayan alcanzado valores menores a 2 y 0.1, respec-
tivamente.

Resultados y análisis • 291


–En el proceso de selección del modelo de regresión para
cada rama por ciudad, se procedió de la siguiente manera:
–Se inicia buscando el mejor modelo para Tijuana y se
prueban primero las variables con mayor correlación de sus
valores o del logaritmo de sus valores con el logaritmo de la
variable dependiente; en esta búsqueda, se aplican las reglas
ya expuestas para manejar la colinearidad.
–Después de obtener el modelo para Tijuana, se prueba el
mismo modelo para San Diego; si el modelo es aceptable es-
tadísticamente, se suspende la exploración, y la conclusión es
que ambas ciudades tienen el mismo proceso de generación
de concentración de esa actividad.
Si el modelo de Tijuana no es aceptable estadísticamente
para San Diego, se procede a la exploración de un modelo pro-
pio para San Diego con las mismas reglas que para Tijuana;
después de este paso, la conclusión es que esas ciudades no
tienen el mismo proceso de generación de concentración de
esa actividad.
Los valores específicos por rama y ciudad resultantes de
esta prueba de regresión (al aplicar la ecuación B3 del capítu-
lo 4) se pueden consultar en el anexo en los cuadros f y g. En
el cuadro 15 se presenta un esquema síntesis de los resulta-
dos de estas pruebas de regresión por rama agrupados por
sector comercio y servicios.
Como se esperaba, en todas las ramas se tuvieron que
eliminar algunas variables independientes debido a la existen-
cia de colinearidad, pero esta eliminación modificó poco sus
valores de R al cuadrado: para cada rama no hay un modelo
alternativo que se ajuste mejor a los datos.
Los valores de R al cuadrado promedio (entre ramas) de
cada gran sector (comercio y servicios) de los modelos de re-
gresión indican una primera diferencia entre Tijuana y San
Diego con respecto a la influencia que la demanda de bienes
y servicios ejerce en la concentración de la actividad terciaria.
Los valores promedio de R al cuadrado, aunque no son muy

292 • Tito Alegría


Cuadro 15
Síntesis por gran sector de los modelos de regresión de la demanda: % de ramas por sector
afectadas por variable significante (B), signos de los coeficientes de las variables (S), % de ramas
por sector afectadas por el potencial de variable significante (P), promedio de R al cuadrado
de gran sector, y ramas (%) que cumplen las hipótesis

Sector comercio Sector servicios


Total de ramas (%)
Tijuana San Diego Tijuana* San Diego que cumplen las hipótesis
Tipo de variable B S P B S P B S P B S P Tijuana San Diego

Densidad de población 33 (+/–) 33 0 17 (+/–) 11 0 39 48


Población total 50 (+) 16 66 (+) 66 17 (+) 5 52 (+/–) 5 β>0 β>0
Proporción de pea: 0–2 33 (–) 16 33 (+) 16 41 (–) 5 41 (+) 41 35 0
salarios mínimos β<0 β<0
Proporción de pea: 2–5 33 (+) 16 50 (+/–) 33 23 (–) 0 5 (+) 5 17 83
salarios mínimos β<0 β=0
Proporción de pea: 66 (+) 33 0 53 (+) 35 23 (+/–) 11 57 83
más de 5 salarios mínimos β>0 β=0
Segregación por ingreso 33 (+/–) 0 16 (–) 0 52 (+/–) 35 11 (+/–) 11 35 9
β<0 β<0
Segregación por raza NA 66 (+) 50 NA 41 (+) 29 NA 48
β>0
R2 (promedio) 0.35 0.25 0.29 0.23 31 24
Número de ramas 6 17 23
Variable independiente: proporción de empleo en una zona (concentración) de cada rama de la ciudad (Eij/Ei)
* El rango de ingreso 0–2 sm tiene sólo una de siete ramas con coeficiente positivo.
* El rango de ingreso mayor a 5 sm sólo una de 10 ramas con coeficiente negativo.
Fuente: Cuadros F y G del anexo.
altos, son aceptables para ambas ciudades, pero los de Tijua-
na son mayores que los de San Diego: la demanda localizada
es un factor que determina la concentración de actividades
terciarias y es más importante en Tijuana que en San Diego.
Al observar cada característica de la demanda, aparecen
también diferencias entre ambas ciudades:

La población
El tamaño de la población, o cantidad de consumidores, es
poco importante en la demanda cuando es especificada como
densidad de población. En San Diego, ninguna rama es afec-
tada por la densidad, y en Tijuana, la densidad afecta a sólo 33
por ciento de las ramas del comercio y 17 por ciento de los
servicios, y algunas con signo negativo. En cambio, la canti-
dad de consumidores expresada con la variable Total de po-
blación (incluida la variable de control Área) es importante
para la concentración de un mayor número de ramas en am-
bas ciudades.
Que el total de población en vez de la densidad afecte la
concentración del terciario tiene indicaciones metodológicas. El
cálculo del potencial de la densidad en una zona incluye el valor
de la densidad en la propia zona más el valor de la densidad de
las otras zonas circundantes devaluado por la distancia. Si
en la propia zona hay concentración de muchas actividades,
allí hay poca densidad de población, haciendo inversa la rela-
ción entre densidad y concentración de una rama si las den-
sidades en las zonas circundantes no incrementan el valor del
potencial. Ello sugiere que sería mejor tener en la regresión de
una rama dos variables independientes de densidad: la densi-
dad de la propia zona y el potencial de la densidad de las zonas
circundantes sin incluir la densidad de la propia zona (sugeren-
cia que será tomada en cuenta en futuras investigaciones).
La hipótesis de que al aumentar el número de consumido-
res (tomando densidad o total de habitantes) se incrementa la
concentración de la rama se cumplió para 39 por ciento de

294 • Tito Alegría


todas las ramas en Tijuana y 48 por ciento en San Diego. La
hipótesis contraria se cumple para dos ramas (9 por ciento) en
cada ciudad. Para el resto de ramas, su concentración no se
ve afectada por la cantidad de consumidores que residen en
los alrededores.
Ambas ciudades se diferencian también en el alcance espa-
cial desde donde los residentes afectan la concentración del
terciario. En Tijuana, el potencial del total de residentes afecta
a muchas menos ramas que la variable directa tanto en comer-
cio como en servicios; en San Diego, el potencial afecta también
a pocas ramas de servicios pero, en contraste, afecta a todas las
ramas del comercio. Este último caso indica que la concentra-
ción de los comercios dependiente del número de consumido-
res depende de un área de mercado mayor que la zona donde
están localizados.

El ingreso
Los ingresos de la población afectan de manera diferente
la localización y la concentración del terciario en ambas ciu-
dades. Los ingresos altos en Tijuana afectan la concentración
de 66 por ciento de ramas de comercios y 53 por ciento de
servicios, y en todas las ramas el signo es positivo, en cambio,
en San Diego, este rango de ingresos no afecta la concentra-
ción del comercio, y sólo afecta a 23 por ciento de las ramas
de los servicios y algunas de ellas con signo negativo. La hi-
pótesis para Tijuana fue que altos ingresos concentra activi-
dad económica (β>0), y en San Diego no debería registrarse
ningún efecto (β=0). Estas hipótesis se cumplieron para 57 por
ciento de las ramas en Tijuana y 83 por ciento en San Diego.
Los ingresos bajos afectan a la misma cantidad de ramas
del comercio (33 por ciento) y del servicio (41 por ciento) en
ambas ciudades, pero con efectos negativos en Tijuana (bajos
ingreso ahuyentan el terciario) y positivos en San Diego. La
hipótesis fue que los ingresos bajos ahuyentan la actividad
económica (β<0) en ambas ciudades. Estas hipótesis se cum-

Resultados y análisis • 295


plieron para 35 por ciento de las ramas en Tijuana y ninguna
en San Diego. En esta última ciudad, los resultados indican
que incluso personas con bajos salarios son consumidores lo
suficientemente activos para generar concentración en 39 por
ciento de las ramas comercios y servicios, contrario a lo que
sucede en Tijuana donde muchas de esas actividades huyen
de los barrios pobres.
Los ingresos medios afectan de manera más diversa la
concentración económica. Los comercios son afectados en
San Diego en la mitad de las ramas pero con ambos signos, y
en Tijuana, es afectado un tercio de las ramas con signo posi-
tivo. Los servicios en San Diego prácticamente no son afecta-
dos por este rango medio de ingresos, mientras que Tijuana
tiene 23 por ciento de sus ramas afectadas con signo negativo.
La hipótesis para Tijuana fue que los ingresos medios ahu-
yentan la actividad económica (β<0), y en San Diego no debe-
ría registrarse ningún efecto (β=0). Estas hipótesis se cum-
plieron para 17 por ciento de las ramas en Tijuana y 83% en
San Diego.
En general y simplificando, se puede afirmar que, a medi-
da que en una zona los residentes de ingresos bajos se redu-
cen y se incrementan los de ingresos altos entonces: a) en
Tijuana hay concentración en más de la mitad de las ramas,
de acuerdo con la hipótesis; b) mientras que en San Diego el
efecto del ingreso, que opera sobre la mayoría de las ramas,
pasa de positivo a neutral. Estos efectos casi contrarios indi-
can que la concentración de una rama en una zona depende
de la mayor capacidad de consumo de los residentes cercanos
en Tijuana, mientras que en San Diego los ingresos medios y
bajos generan esta concentración.
Ambas ciudades se diferencian también en el alcance es-
pacial desde donde el ingreso de los residentes afecta la con-
centración del terciario. Para el comercio, en ambas ciudades
algunas ramas son afectadas por las variables directas de ingre-
sos y otras por el potencial de esas variables (excepto ingresos

296 • Tito Alegría


altos en San Diego), lo cual indica jerarquía funcional (diferen-
te alcance espacial) entre ramas comerciales. Este patrón se
mantiene para los servicios de Tijuana, pero no así para los
de San Diego donde (excepto para el rango de ingresos altos)
el potencial de las variables de ingresos bajo y medio afectan
a todas las ramas de servicios cuyas concentraciones son
afectadas por el ingreso.

La segregación
En el capítulo anterior se propuso de manera hipotética
que los altos niveles de segregación socioespacial (homoge-
neidad) deberían disminuir la concentración de las activida-
des terciarias (β<0) debido a la similitud en las preferencias
de los consumidores que resultan de sus similares niveles de
ingreso (segregación por ingreso). Esta hipótesis es de carác-
ter económico e indica que una menor diversidad en la de-
manda propicia una oferta menos diversa. Como a la escala
de rama hay cierta diversidad interna en el tipo de negocios,
menor diversidad de la oferta implica menor concentración de
la rama. Los modelos de regresión que aquí se presentan re-
velan que esa hipótesis se cumple en Tijuana sólo para 35 por
ciento de las ramas en Tijuana, y en San Diego para cerca de
9 por ciento de ellas. Los resultados contrarios a la hipótesis
ocurrieron en tres (13 por ciento) y una (4 por ciento) ramas
en cada ciudad, respectivamente. En el resto de ramas segre-
gación y concentración de la rama, no tuvieron relación. En
síntesis, la segregación por ingreso crea concentración en alre-
dedor de un tercio de las ramas terciarias en Tijuana, mientras
que en San Diego prácticamente no afecta la concentración.
La segregación por raza como determinante de la concen-
tración espacial del terciario sólo se comprobó para San Die-
go. Los resultados indican que la hipótesis económica de que
a mayor segregación racial (homogeneidad) se da una mayor
concentración de una rama (β>0) se cumplió en muchas ra-
mas. Ninguna rama dio un signo contrario al esperado. Espe-

Resultados y análisis • 297


cíficamente, la hipótesis se cumplió en 66 por ciento de las
ramas del comercio y en 41 por ciento de los servicios. Gene-
ralizando, estos resultados indican que las personas de la
misma raza tienden a patrocinar los mismos centros y a ex-
cluirse de centros donde podría haber diversidad racial entre
los consumidores.
Comparando para San Diego los efectos de ambos tipos
de segregación sobre la concentración de actividades tercia-
rias, se puede inferir el siguiente corolario: cuando las perso-
nas deciden dónde consumir, priorizan el criterio racial sobre
el de clase social (segregación por ingreso) en sus preferen-
cias de localización.
Con respecto al alcance espacial desde donde la segrega-
ción por ingreso afecta la concentración del terciario, hay un
patrón para cada sector de actividad. En ambas ciudades, el
potencial de la segregación por ingreso no afecta la concentra-
ción del comercio. En cambio, la concentración de algunas
ramas de los servicios sí son afectadas por ese potencial en
Tijuana, y en San Diego sólo el potencial afecta esa concentra-
ción. Para abreviar, cuando hay relación entre segregación y
concentración, la concentración de comercios depende de la
segregación por ingreso de su propia zona, mientras que la de
servicios depende de esa segregación en un territorio circun-
dante mayor.
Por su parte, en San Diego la concentración del terciario
depende del potencial de la segregación por raza en la mayor
parte de las ramas afectadas por este tipo de segregación.

Tamaño de mercado de actividades terciarias y estructura de centros


De acuerdo con el modelo conceptual planteado aquí, las
ramas del terciario forman una jerarquía funcional y la posi-
ción jerárquica de una rama depende de su tamaño de merca-
do: a mayor jerarquía, mayor tamaño de mercado. Una primera
consecuencia espacial de este modelo es que las ramas de me-
nor jerarquía deben aparecer en muchas zonas de la ciudad

298 • Tito Alegría


(atendiendo desde cada zona un mercado pequeño) y las de
mayor jerarquía deben aparecer en pocas zonas. Una segunda
consecuencia del modelo es que el alcance espacial de la de-
manda está relacionado con la jerarquía: las ramas de menor
jerarquía son afectadas por una demanda localizada cercana-
mente y las de mayor jerarquía tienen una demanda que ocu-
pa un territorio mayor. El corolario empírico es que los deter-
minantes de la concentración de una rama que aparece en
muchas zonas (baja jerarquía) son las variables directas (no
potenciales) y, recíprocamente, para una rama que aparece en
pocas zonas (alta jerarquía) los determinantes son el potencial
de las variables.
En la realidad, como se ha visto, en muchas ramas la con-
centración tiene como determinantes a la vez variables direc-
tas y potenciales. El modelo jerárquico conceptual, aquí pro-
puesto, expresaría cercanamente a esa realidad si las ramas
de mayor jerarquía (las que aparecen en pocas zonas) tienen
entre sus determinantes un número mayor de variables po-
tenciales y uno menor de variables directas.
Para determinar en qué medida las ramas de los grandes
sectores del terciario (comercio y servicios) son expresados
por el modelo jerárquico, se hizo una prueba de regresión
para cada gran sector por ciudad entre el número de zonas
(porcentaje de zonas de la ciudad donde se localiza la rama) y
el de variables potencial (porcentaje de variables determinan-
tes de la rama que son potencial) que cada rama tiene, como
se muestra en la gráfica 16.
Como se observa, Tijuana sigue mejor el modelo jerárqui-
co de ramas pero no así San Diego. En particular, el comercio
en Tijuana es el sector que mejor sigue ese modelo (96 por
ciento de R al cuadrado): cuando una rama está localizada
ocupando más zonas de la ciudad, sus determinantes tienden
a ser las características de la zona donde se localiza. Esta dife-
rencia entre ambas ciudades significa que el mercado de con-
sumidores tiende a residir muy cerca de los lugares de venta

Resultados y análisis • 299


Gráfica 16
Modelo jerárquico de actividades centrales:
variables con potencial (%) de cada rama según el alcance espacial
(% de zonas ocupadas)
Comercio Servicios
Porcentaje de variables-potencial Porcentaje de variables-potencial

100
R2=0.20 R2=0.08
80

60

40

20

R2=0.96 R2=0.24
0
0 20 40 60 80 100 0 20 40 60 80 100
Porcentaje de zonas Porcentaje de zonas
Tijuana San Diego Tijuana San Diego

Fuente: Anexos, cuadros F y G.

en Tijuana y configura un mercado casi monopólico en el espa-


cio. Por el contrario, en San Diego, el mercado de cada lugar de
ventas tiende a extenderse por una gran parte de la ciudad,
de manera que se traslapa con los mercados de otros pun-
tos de ventas de la misma rama.
La explicación a esa configuración espacial desigual de
los mercados puede estar en dos factores que se suman y
que influyen en el comportamiento de los consumidores: las
diferencias del costo del transporte y del nivel de salarios
entre ambos lados de la frontera. En Tijuana, el salario es
mucho menor que en San Diego, por lo que sus habitantes gas-
tarán menos dinero al comprar menos bienes y servicios en
cada viaje de compras, y deben hacer más viajes al mes que
los residentes de San Diego. Por esta razón, los consumido-
res en Tijuana prefieren patrocinar lugares de venta más
cercanos a sus residencias, y los de San Diego, al poder rea-

300 • Tito Alegría


lizar compras en un menor número de viajes a la semana (al
comprar más en cada viaje), también pueden hacer viajes
más largos, y configuran un espacio mayor de consumo fami-
liar. Por su parte, el costo relativo (al salario) del transporte es
mayor en Tijuana que en San Diego, de manera que los tijua-
nenses prefieren hacer viajes más cortos para consumir,
mientras que en San Diego, los consumidores están dispues-
tos a desplazarse mayores distancias porque tienen menores
costos de transporte.
Además, un factor adicional para que los tijuanenses pa-
trocinen lugares de compras cercanos a sus residencias es el
restringido sistema de vialidades de la ciudad, que hace con-
sumir más tiempo por igual distancia que en San Diego, sobre
todo en distancias largas. Se recorren mayores distancias en
San Diego que en Tijuana al hacer un viaje de compras usan-
do el mismo tiempo.

Oferta
En esta investigación, se ha propuesto conceptualmente
que en las economías de mercado, como la que existe en Ti-
juana o San Diego, la generación de centros terciarios obede-
ce a factores de oferta que condicionan el comportamiento
estratégico de localización de las unidades económicas. Un
factor fundamental entre ellos es la reducción de costos, lo
cual se trata de conseguir con estrategias de búsqueda de
economías. Internamente, la estrategia está relacionada con
las economías de escala, y externamente, con las ventajas que
surgen de la localización aglomerada. Ambas estrategias com-
binadas resultan en la concentración de las actividades econó-
micas en subcentros terciarios.
Sin embargo, las unidades económicas del terciario de Ti-
juana y de San Diego tienen estrategias diferenciadas debido a
que pertenecen a sistemas económicos diferentes. En particu-
lar, en Tijuana las unidades económicas dependen más de las
economías de escala, por lo que su localización es más aglo-

Resultados y análisis • 301


merada, y generan así un sistema de subcentros más jerárqui-
co que en San Diego.
A continuación, se presentan los resultados de las pruebas
estadísticas de la determinación de la concentración del tercia-
rio debido a las economías de escala y las ventajas externas.

Tomando ventaja de las economías internas de escala


Economías de escala se define como la reducción del costo
unitario promedio de producir y vender un bien o servicio, que
ocurre cuando se aumenta el uso de los factores de produc-
ción. Recíprocamente, aumentar el uso de un factor conlleva a
incrementar la cantidad de bienes o servicios ofrecidos, lo cual
sólo es viable económicamente cuando una unidad económi-
ca puede vender más desde su localización. Si varias unidades
económicas de la ciudad eligen la estrategia de agrandar sus
economías de escala, habrá menos unidades de ventas en
menos lugares de la ciudad. Si esas unidades se localizan
cerca entre sí, formarán centros terciarios con áreas de mer-
cado grandes. En cada lugar de ventas, el límite a las econo-
mías de escala de cada unidad económica estará dado por la
densidad económica de la demanda de su área de mercado y
por la competencia entre las unidades de la rama. En el espa-
cio urbano, al pasar de zonas con densidad económica de
demanda baja hacia aquellas con alta densidad, las oportuni-
dades de aprovechar economías de escala crecen de manera
concomitante.
A escala intraurbana, aún no se ha instaurado un proce-
dimiento para establecer la magnitud de las economías de
escala. Aquí se propone probar, primero, el modelo que She-
fer (1973) propuso basado en una derivación de una función
de producción ces (que tiene elasticidad de sustitución cons-
tante), y segundo, un nuevo método indirecto de medición que
toma en cuenta la conceptualización de centros terciarios de
esta investigación.

302 • Tito Alegría


El modelo de Shefer aquí probado proviene del modelo de
Dhrymes (1965), y originalmente se concibió su aplicación como
una medición de economías de localización entre ciudades, es
decir, la reducción de costos que provienen de tener aglomera-
das actividades de un mismo subsector (dos dígitos en la clasifi-
cación sic) en una ciudad. Sin embargo, este modelo podría me-
dir economías de escala entre zonas si se reduce la escala
geográfica a zona intraurbana y la escala de agregación a rama
(cuatro dígitos) y si suponemos que los datos promedio por zona
son representativos de las unidades económicas en esa zona.
En ese modelo, el indicador de economías de escala es el
parámetro de homogeneidad (h), que resulta de los valores de
los coeficientes de las variables independientes del modelo
(h=[1+b]/[1-a]), de manera que habrá economías de escala
cuando h>1.
La información del censo económico por zona zip para
San Diego no tiene el dato de salario, por lo que se hizo la
prueba del modelo de Shefer para la escala de Place (unidad
geográfica menor al Condado y mayor al zip) que sí tiene el
dato de salario. Se usaron los 212 Places de los 10 condados del
sur de California cuyos nombres se pueden ver en el cuadro E
del anexo. Para Tijuana, se usaron los datos por ageb del censo
económico porque éstos sí contienen el dato de salario. Los
resultados de aplicar este modelo a cada rama del terciario en
Tijuana y en San Diego se presentan en el cuadro 16 (los resul-
tados en detalle se pueden ver en el cuadro H del anexo.
Como se esperaba para ambas ciudades, en la mayor par-
te de las ramas las variables independientes del modelo de
Shefer son colineales, y por consiguiente el nivel de significan-
cia estadística es mayor a 0.05 por ciento. La colinealidad
produce errores en los cálculos del valor real de los coeficien-
tes, y por consiguiente el valor calculado de h (indicador de
economías de escala) también sería erróneo. Sin embargo, si
la colinealidad no es severa, los valores de los coeficientes
serían cercanos a los reales. En los resultados del modelo de

Resultados y análisis • 303


Cuadro 16
Indicador de economías de escala (h) para las ramas
de comercio y servicios (resultados de ecuación B12)

Tijuana (**) San Diego (***)

Significancia y Significancia y
Rama h R2 colinearidad h R2 colinearidad

Comercio 6210 –2.50 0.38 (c) 0.99 0.42 (s)


6220 1.23 0.21 (s,cc) 0.98 0.60 (cc)
6230 1.15 0.38 0.97 0.41 (cc)
6240 1.32 0.54 (s,c) 1.00 0.27 (c)
6250 1.40 0.42 (c) 1.00 0.66 (s,cc)
6260 1.44 0.26 (s) 0.98 0.05
Promedio (*) 1.31 0.36 0.98 0.39
Servicios 8311 2.00 0.40 0.99 0.20 (s,c)
8312 2.31 0.90 0.97 0.12 (s,cc)
9211 2.18 0.53 (c) 0.97 0.55 (s,cc)
9221 4 casos 0.95 0.47 (c)
9231 2.04 0.37 (s,c) 0.92 0.45 (c)
9241 1.36 0.12 (s) 0.96 0.45
9310 2.35 0.34 (s,c) 0.95 0.52 (cc)
9320 1.22 0.29 (s,cc) 0.98 0.30 (cc)
9411 1.61 0.63 (s,c) 0.93 0.44 (cc)
9491 1.53 0.54 (s,c) 0.96 0.62 (c)
9510 2.25 0.55 (c) 0.98 0.35
9520 3.24 0.29 (s) 0.94 0.57
9530 1.37 0.31 (s) 0.97 0.53 (c)
9611 2.27 0.41 (s) 0.98 0.26 (s,cc)
9612 1.10 0.25 0.92 0.66
9613 2.23 0.44 (s,c) 0.96 0.42 (cc)
9731 0.96 0.51 (c) 0.81 0.62 (cc)
Promedio (*) 1.88 0.43 0.95 0.44
Total Promedio (*) 1.74 0.41 0.96 0.43
(*) Sin ramas 6210 y 9221 para Tijuana.
(**) Datos a escala de ageb para Tijuana.
(***) Datos a escala de Place (lugar) para el sur de California.
Significancia estadística: (S)= Bajo nivel (Sig.>0.05) en cualquier variable in-
dependiente.
Colinearidad: (C) = Alta (2<VIF<5), (CC) = Severa (5<VIF)

Shefer, la mayoría de las ramas presenta un nivel de colinea-


lidad que se podrían calificar de alta (c) pero no severa (cc).
Tijuana tiene sólo dos ramas con colinealidad severa, mien-
tras que San Diego, 11. De estos resultados se desprende la

304 • Tito Alegría


necesidad de realizar otro tipo de cálculo de economías inter-
nas de escala, como se hará más adelante.
Sin embargo, si comparamos las ramas que no tengan
colinealidad severa en ambas ciudades (11 en total), se pue-
den deducir algunas conclusiones sobre el indicador de eco-
nomías de escala (h). Para estas ramas, los valores de h en
Tijuana son mayores a la unidad en casi todas las ramas con un
valor promedio del indicador de 1.74 (a excepción de la rama
6210, alimentos en establecimientos especializados, con un va-
lor de h negativo, producto probablemente de la subdeclaración
de los salarios en las tiendas más pequeñas, la cual hace que en
la estimación de “h” el valor de “a” sea muy alto): los resultados
indican que en Tijuana las actividades terciarias aprovechan las
economías de escala en su estrategia de oferta.
En San Diego, en cambio, los valores de h son menores a la
unidad en todas las ramas (0.96 en promedio), excepto una
que tiene el valor unitario: en San Diego, las actividades terciarias
tienen deseconomías si aumentan la escala en su estrategia de
oferta. Este resultado para San Diego podría tener una explica-
ción teórica. El modelo de Shefer supone que hay una sola tecno-
logía en la ciudad para cada rama, lo que significa que los ahorros
que se consiguen en salarios unitarios al aumentar la escala de
producción son mayores que los ahorros conseguidos por dismi-
nuir el número de trabajadores (|a|>|b|). Si en la realidad con-
vivieran diferentes tecnologías, los negocios, al aumentar la pro-
ducción, conseguirían ahorros en salarios unitarios (el salario
crece con el producto) menores que los ahorros conseguidos por
disminuir el número de trabajadores. Estos ahorros, al disminuir
el número de trabajadores, significan pasar a una tecnología más
productiva cuando se incrementa la producción.
Como los resultados al aplicar el modelo de Shefer en la
mayoría de las ramas presentan colinealidad, aquí se propone
un modelo alternativo para explorar si hay diferencias en el
aprovechamiento de las economías de escala entre Tijuana y
San Diego.

Resultados y análisis • 305


Cuadro 17
Cálculo indirecto de economías de escala: las ventas incrementan
al crecer los empleos (ecuación B13)

Vij Eij b1
–––=a –– (GCj)b2
nij nij
Tijuana San Diego

Rama β1 R2 β1 R2

Comercio 6210 1.09 0.55 0.55 0.31


6220 1.16 0.86 0.46 0.40
6230 1.33 0.55 0.51 0.73
6240 1.24 0.79 0.43 0.66
6250 1.38 0.66 0.30 0.32
6260 0.80 0.45 0.30 0.15
Promedio 1.17 0.64 0.42 0.43
Servicios 8311 1.06 0.50 0.74 0.44
8312 No significativo 0.61 0.27
9211 1.16 0.79 0.87 0.53
9221 4 casos 0.68 0.68
9231 1.17 0.60 0.44 0.35
9241 No significativo 0.74 0.79
9290 No significativo Sin datos
9310 1.28 0.74 0.80 0.84
9320 1.23 0.86 0.58 0.83
9411 1.61 0.81 0.75 0.58
9421 1 caso 3 casos
9491 1.34 0.72 0.60 0.64
9510 1.18 0.73 0.46 0.69
9520 1.54 0.50 0.47 0.32
9530 0.95 0.60 0.70 0.70
9611 1.33 0.54 0.90 0.56
9612 1.11 0.55 0.32 0.37
9613 1.34 0.60 0.70 0.65
9731 1.49 0.64 0.98 0.50
Promedio 1.27 0.66 0.67 0.57
Total Promedio 1.24 0.65 0.60 0.54

306 • Tito Alegría


Un modelo alternativo debe medir la intensidad con que
se reducen los costos al incrementarse el personal. Sin embar-
go, debido a limitaciones de la información disponible (falta de
datos de costos), se tuvo que buscar un método indirecto. En
este método indirecto se calcula el incremento de las ventas
cuando se incrementa la escala del establecimiento. El su-
puesto que sustenta este método es que los negocios incre-
mentan su inversión (y con ello sus ventas) en un lugar si allí
consiguen menores costos.
En el método indirecto, las ventas de una firma dependen
del número de empleados que tiene y del grado de centralidad
(gc) de la zona donde se localiza, como lo especifica la ecuación
B13 en el capítulo anterior. El gc es un indicador de las venta-
jas externas y el número de empleados es el indicador de es-
cala interna. De esta manera, el coeficiente (β1) de la variable
“número de empleados” indica si el incremento de escala de
operación de la empresa lleva a un incremento de las ventas
manteniendo constantes las ventajas externas. Habrá econo-
mías de escala cuando las ventas se incrementan en una pro-
porción mayor que el empleo (β1>1), pero si el incremento
proporcional es menor, entonces habrá deseconomías de es-
cala (β1<1). Los resultados de la prueba de regresión se pue-
den observar en el cuadro 17 (resultados en detalle se pueden
ver en el cuadro I del anexo). Los datos están a escala de zona
censal para Tijuana y zona zip para San Diego.
Los resultados de este modelo indirecto indican que los
comercios y servicios en Tijuana incrementan las ventas más
que proporcionalmente con el incremento de escala de opera-
ción (β1>1 en todas las ramas, salvo en dos), mientras que en
San Diego, el incremento de escala genera un incremento de
ventas proporcionalmente menor (β1<1 en todas las ramas).
Estos resultados son análogos a los obtenidos con el modelo de
Shefer, sin embargo, su interpretación es un poco diferente. En
el modelo de Shefer, se supone que las empresas de una misma
rama operan con la misma tecnología de ventas en toda la ciu-

Resultados y análisis • 307


dad, pero en el modelo indirecto, este supuesto no se cumple.
De esta manera, en el modelo indirecto, el coeficiente de la va-
riable de escala (β1) expresa en realidad los efectos tanto de la
escala como de los cambios tecnológicos de las empresas de
una rama a través de las zonas de la ciudad. Generalmente el
cambio tecnológico está orientado a ahorrar trabajo, lo que
significa que el incremento de ventas se podría conseguir con
menos empleados. Por consiguiente, el incremento de escala y
el cambio tecnológico (entre negocios) surten efectos contra-
rios sobre el número de empleados pero un efecto similar so-
bre el incremento de ventas. Tomando en cuenta ambos facto-
res (escala y tecnología), los valores de β1 menores a la unidad
(en el cuadro 17) en San Diego indican que el cambio tecnoló-
gico sería un factor más importante que la escala (número de
empleados) en el incremento de las ventas. Mientras que en
Tijuana, los valores de β1 mayores a la unidad indican que la
escala sería más importante que el cambio tecnológico en el
incremento de las ventas. Si esta deducción es correcta, enton-
ces el mayor nivel de ventas ocurre en Tijuana donde hay ne-
gocios más grandes, mientras que en San Diego, puede haber
más ventas donde hay negocios no muy grandes.
La consecuencia de esta deducción es que el mecanismo
generador de concentración del terciario es diferente entre
ambas ciudades. En Tijuana, la concentración de actividades
en algunos lugares del espacio urbano es producto de que la
estrategia de los negocios privilegia la obtención de econo-
mías de escala. En San Diego, en cambio, los negocios al pri-
vilegiar la estrategia del cambio tecnológico generan una ofer-
ta menos concentrada en el espacio (medida la concentración
con el número de empleos).
A la escala de la rama, sin embargo, esa deducción sobre el
espacio debe matizarse. Según la teoría del lugar central, cada
rama o actividad tiene un particular rango de área de mercado.
Las actividades con mayor rango aparecen sólo en los centros
de mayor jerarquía, mientras que las de menor rango aparecen

308 • Tito Alegría


Gráfica 17
Economías de escala en Tijuana y San Diego:
elasticidad de rama (con β1 estadísticamente significativa)
por número de zonas ocupadas
Tijuana San Diego
y=-0.0002x+1.26 y=-0.0061x+0.9477

R2=0.005 R2=0.172

Elasticidad β1 Elasticidad β1
1.8 1.0
1.6
1.4 0.8
1.2
1.0
0.5
0.8
0.6
0.4 0.3

0.2
0.0 0.0
0 100 200 300 0 20 40 60 80

Número de zonas Número de zonas

en todos los centros. En términos teóricos, el rango de una


rama es inverso al número de lugares donde aparece la rama:
a menor rango, la rama aparece en más centros. Este ordena-
miento espacial ocurre sin intervención de las economías inter-
nas de escala, es decir, el rango de un bien no está relacionado
con las economías internas. Esto significa que, tomando todas
las ramas, el nivel de economías de escala no debe estar rela-
cionado con el número de centros que cubre cada rama. Para
comprobar esta afirmación, se calculó una regresión entre el
número de zonas cubiertas y la elasticidad de todas las ramas
que aparecen en el cuadro 17. Los resultados se muestran en
la gráfica 17.
Los resultados de esta prueba indican que en Tijuana las
ramas no tienen una relación entre economías de escala y
rango de la rama, es decir, en casi todas las ramas, las econo-
mías de escala operan de manera similar en un nivel alto, sin
importar el rango o jerarquía de la rama. En cambio, en San

Resultados y análisis • 309


Diego, las economías de escala tienen una relación, aunque
débil, con el rango de la actividad. En esta ciudad, las ramas con
rango mayor aprovechan las economías de escala más que las
ramas con rango menor. En términos de la teoría del lugar
central, estos resultados indican que en Tijuana la conforma-
ción de la jerarquía central de una actividad depende de su
rango, mientras que en San Diego, depende de su rango y de
las economías de escala (o su productividad).
Aunque en Tijuana las economías de escala no operen de
manera diferente entre ramas, estas economías sí operan di-
ferente dentro de las ramas y de esta manera ayudan en la
formación de centros. Como ya se dijo, en Tijuana casi todas
las ramas experimentan economías internas de escala. Ello
significa que dentro de cada rama hay negocios que obtienen
economías derivadas de su mayor tamaño, es decir, de la con-
centración de la actividad. Como se observó al analizar la de-
manda, las actividades se concentran cerca de las zonas con
mayor densidad de la demanda (por población e ingresos),
incluso hay actividades que sólo aparecen en este tipo de zo-
nas. Los negocios, dentro de cada actividad, que pueden ob-
tener economías de escala son los que se localizan en estas
zonas de gran demanda, justamente debido a que esa deman-
da les permite elevar su escala de oferta.
En San Diego, en cambio, el impulso a la concentración de la
oferta derivado de la escala es menor debido a las características
de la demanda, del financiamiento y de la tecnología. En esa ciu-
dad, primero, todos sus habitantes, al tener mayor nivel de ingre-
so (que Tijuana), son consumidores reales de la mayoría de las
ramas del terciario casi en cualquier localización. Segundo, por
las facilidades de acceso al financiamiento las nuevas empresas
pueden ingresar al negocio, creando un ambiente de competen-
cia por todo el espacio urbano. Tercero, por la mejor difusión
de tecnología, las diferencias entre negocios en las tecnologías de
ventas deben ser pequeñas. Estas tres características inhiben que

310 • Tito Alegría


las firmas de una rama de San Diego presenten diferencias mar-
cadas de escala entre localizaciones diversas.

Tomando ventaja de las externalidades: localización y centralización


En esta investigación se han agrupado a las ventajas exter-
nas en dos tipos de acuerdo con su naturaleza espacial, y se les
ha denominado ventajas de localización y de centralidad. Las
ventajas externas, o incentivos, para que los negocios de diferen-
te tipo busquen la misma localización provienen de dos fuentes:
del incremento a las ventas –que se consiguen de la mayor den-
sidad de la demanda localizada y del comportamiento estratégico
de los consumidores– y de la reducción de costos (dinero y tiem-
po) de transporte de las actividades cuando compran insumos.

Localización
Las ventajas de localización surgen en la interacción con
negocios cercanos del mismo ramo y debido a la estrategia del
consumidor.
Los negocios ahorran debido a la cercanía porque: com-
pran insumos con bajo costo de transporte, encuentran rápi-
damente trabajadores entrenados en la misma actividad, com-
pran a un proveedor cercano que al vender bienes o servicios
a varios negocios del mismo ramo alcanzan economías de
escala y reducen sus precios, intercambian información sobre
cambios de moda en el consumo o sobre nuevos utensilios y
máquinas, y porque comparten la provisión de servicios espe-
cializados en un mismo lugar.
Por su parte, la estrategia del consumidor para reducir cos-
tos de transacción también incentiva la concentración de las
actividades. Los consumidores consiguen ahorros de tiempo y
costo cuando en un mismo lugar comparan precios y calidad de
un producto o cuando buscan un producto sustituto similar. Ello
permite más consumidores para una actividad en un lugar, y
con ello la concentración de la actividad. Además, con el tiempo
parte de los ahorros del consumidor puede ser capitalizada por

Resultados y análisis • 311


los negocios de un mismo ramo localizados en la misma zona,
por medio del incremento del precio de sus bienes o servicios.

Centralización
Las ventajas de la centralización surgen en la interacción
con negocios cercanos de diferente ramo y debido a la estrategia
del consumidor. Los negocios ahorran debido a la cercanía por-
que encuentran rápidamente trabajadores, comparten a un
proveedor cercano que vende bienes o servicios a negocios
de diferente tipo, intercambian información sobre reglamen-
tos o impuestos o facilidades financieras, y porque son com-
plementarios en la provisión de servicios especializados en un
mismo lugar.
La estrategia del consumidor para reducir costos de tran-
sacción, por su parte, también incentiva la concentración de
actividades diferentes. Los consumidores consiguen ahorros
de tiempo y costo cuando, en un solo viaje a un solo lugar,
compran diferentes bienes y servicios. Ello permite consumi-
dores para diferentes actividades en un lugar, y con ello la
concentración de actividades diversas. Además, con el tiempo,
una parte de los ahorros del consumidor puede ser capitalizada
por los negocios de todo tipo localizados en la misma zona,
mediante el incremento del precio de sus bienes o servicios.
La búsqueda de ambos tipos de ventajas externas produce
aglomeración de actividades y genera centros terciarios. Sin
embargo, esas economías operan de forma diferente para
cada rama o actividad de manera que algunas son más pro-
pensas a aglomerarse que otras.
Para evaluar estas economías, debe calcularse en cuánto
se reducen los costos al incrementarse la concentración de
actividades. Debido a limitaciones de la información disponi-
ble (falta de datos de costos) se tuvo que buscar un método
indirecto. En este método indirecto se calcula el incremento
de las ventas cuando se eleva la concentración de la actividad.
El supuesto que sustenta este método es que los negocios

312 • Tito Alegría


Cuadro 18
Economías de localización en Tijuana y San Diego para comercio y
servicios: ramas estadísticamente significativas (expresadas con su
código) por valor de R2 de cálculo de regresión de la ecuación B15

Rangos de R2

>50% 25%-50% <25% Total

San San San San


Tijuana Diego Tijuana Diego Tijuana Diego Tijuana Diego

6220 6220 6210 6210 6210 6210


6240 6230 6230 6220 6220
9211 6240 6260 6230 6230
9221 6250 6250 8312 6240 6240
9310 6260 9231 6250 6250
9320 8311 8311 9241 6260 6260
9411 9411 9211 9310 8312
9491 9491 9231 9520 8311 8311
9510 9510 9241 9211 9211
9320 9221
Vij Eij  b1

–––=a1 –– 9520 9231 9231
nij
Ei 9530 9530 9241 9241
9611 9611 9310 9310
9612 9320 9320
9613 9613 9411 9411
9731 9491 9491
9510 9510
9520 9520
9530 9530
9611 9611
9612
9613 9613
9731
Número
ramas 8 4 11 10 2 7 21 21
Promedio
de número
de casos
(zonas) 82 60 135 55 164 63 117 59
Elasticidad
promedio (β1) 0.93 0.36 0.74 0.32 0.43 0.15 0.78 0.27
Fuente: Cuadros J e I del anexo.

Resultados y análisis • 313


aumentan su inversión (y con ello sus ventas) en un lugar si
allí consiguen ventajas externas.
Ambos tipos de ventajas externas afectan simultáneamente
al nivel de ventas, por lo que su evaluación debe ser conjunta.
Sin embargo, debido a la colinealidad estadística entre ambos
tipos de ventajas, se tuvo que evaluar su incidencia de manera
independiente. La estrategia consiste en evaluar estadística-
mente en cada zona de la ciudad la influencia que tiene la con-
centración de las actividades de la misma rama (localización) y
de otras ramas (centralización) sobre las ventas de un negocio.
Los resultados de evaluar la incidencia de la concentra-
ción de la propia rama en las ventas de un negocio (ventajas
de localización) se presenta en el cuadro 18. Las ramas mos-
tradas son las que tienen un coeficiente de la variable inde-
pendiente estadísticamente significativo (Sig. ≤ 0.05).
De manera general, se obtuvo que en ambas ciudades las
economías de localización influyen en la concentración del ter-
ciario en 21 ramas (88 por ciento) del total de 24, pero en Tijua-
na, el efecto es mucho más extendido que en San Diego.
En Tijuana, en 33 por ciento de las ramas, las ventas de un
negocio son explicadas en al menos 50 por ciento por la con-
centración en la misma zona de la rama a la que pertenece.
En San Diego, ese nivel de explicación tan sólo vale en 17
por ciento de las ramas. En el otro extremo, un nivel de expli-
cación menor a 25 por ciento, lo tuvieron sólo dos ramas en
Tijuana, mientras que en San Diego fueron siete ramas.
Por otra parte, la intensidad del efecto de la concentración
de una rama (en una zona de la ciudad) sobre las ventas de
un negocio particular perteneciente a la rama es mucho ma-
yor en Tijuana que en San Diego. El promedio de la elasticidad
(β1) entre las 21 ramas del terciario (que operan con econo-
mías de localización) es en Tijuana 0.78 y en San Diego 0.27.
En promedio, ello significa que 1 por ciento del incremento de
la concentración de una rama en una zona hace que las ventas

314 • Tito Alegría


Cuadro 19
Economías de centralización en Tijuana y San Diego para comercio
y servicios: ramas estadísticamente significativas (expresadas con
código) por valor de R2 de cálculo de regresión de la ecuación B16

Rangos de R2

>50% 25%-50% <25% Total

San San San San


Tijuana Diego Tijuana Diego Tijuana Diego Tijuana Diego

9310 6210 6210


6220 6220
6230 6230 6230 6230
6240 6240
6250 6250 6250 6250
6260 6260
8311 8311
9211 9211
9231 9231
Vij Ej – Eij b2

–––=a 2 –––––– 9241 9310 9241
nij
E 9320 9320
9411 9411
9491 9491 9491 9491
9510 9510 9510 9510
9520 9520 9520 9520
9530 9530 9530 9530
9611 9611
9612 9612 9612 9612
9613 9613 9613 9613
Número
ramas 0 0 1 0 17 10 18 10
Promedio de
número
de casos
(zonas) 194 128 62 132 62
Elasticidad
promedio (β2) 0.47 0.42 0.17 0.43 0.17
Fuente: Cuadros J e I del anexo.

Resultados y análisis • 315


de un negocio (de esa rama en esa misma zona) se incremen-
ten tres veces más en Tijuana que en San Diego.
En síntesis, 88 por ciento de las ramas del terciario en
ambas ciudades opera consiguiendo ventajas externas de lo-
calización, pero el efecto es tres veces más intenso en Tijuana
que en San Diego.
Con respecto a las economías de centralización, los resul-
tados de evaluar la incidencia de la concentración de cual-
quier actividad (excepto la propia, pero incluidas las activida-
des de manufactura) en las ventas de un negocio se presentan
a continuación en el cuadro 19. Las ramas presentadas son
las que tienen un coeficiente de la variable independiente es-
tadísticamente significativo (Sig. ≤ 0.05).
De manera general, los resultados indican que en ambas
ciudades las ventajas de centralización influyen en la concen-
tración del terciario, pero en un nivel menor que las ventajas
de localización. En Tijuana lo hacen en 18 ramas (75 por cien-
to) del total de 24 y en San Diego sólo en 10 ramas (42 por
ciento del total). En ambas ciudades, el modelo estadístico ex-
plica un bajo porcentaje de las ventas en las ramas donde el
modelo es significativo. En Tijuana, en 71 por ciento de las ra-
mas, las ventas de un negocio son explicadas a lo sumo 25 por
ciento por la concentración (en la misma zona) del resto de acti-
vidades. En San Diego, ese nivel de explicación tan sólo vale en
42 por ciento de las ramas. Sólo en una rama en Tijuana (9310,
“Restaurantes, bares y centros nocturnos”) el nivel de explica-
ción de las ventas está en el rango de entre 25 y 50 por ciento.
Por otra parte, las ventas de un negocio particular son afec-
tadas por la concentración de actividades económicas de otro
tipo (en una zona de la ciudad) en Tijuana en mayor intensidad
que en San Diego. La elasticidad promedio (β2) entre las ramas
del terciario que operan con ventajas de centralización, es 0.43
en Tijuana (18 ramas), y es 0.17 en San Diego (10 ramas). En
promedio, ello significa que 1 por ciento de incremento de la
concentración de actividades económicas en una zona hace

316 • Tito Alegría


Gráfica 18
Ventajas de localización ( 1) y centralización ( 2) en Tijuana y San Diego:
elasticidad de cada rama (estadísticamente significativa)
según el número de zonas ocupadas
Tijuana San Diego
y=–0.0017x+0.9816 y=-0.0082x+0.7541
R2=0.2869 R2=0.422
Elasticidad 1 Elasticidad 1
1.4
0.6
1.2
0.5
1.0
0.4
0.8

0.6 0.3

0.4 0.2

0.2 0.1

0.0 0.0
0 100 200 300 0 20 40 60 80
Número de zonas Número de zonas

y=–0.0014x+0.6114 y=-0.0061x+0.9477
Elasticidad 2 R2=0.3032 Elasticidad 2 R2=0.6496
1.2
0.4
1.0
0.3
0.8

0.6 0.2
0.4
0.1
0.2

0.0 0.0
0 100 200 300 0 20 40 60 80

Número de zonas Número de zonas

que las ventas de un negocio (de otra rama en esa misma zona)
se incrementen 2.5 veces más en Tijuana que en San Diego.
En síntesis, 75 por ciento de las ramas del terciario en
Tijuana y 42 por ciento en San Diego operan consiguiendo
ventajas externas de centralización, pero el efecto es 2.5 veces
más intenso en Tijuana que en su vecina ciudad.

Resultados y análisis • 317


Una forma adicional de explorar el efecto de las ventajas
externas sobre la concentración del terciario es con un corolario
derivado de los resultados de la evaluación de las ventajas de
localización y centralización. El corolario es que las elasticidades
(β1 y β2) de las ventajas externas de cada rama están asocia-
das al número de zonas donde opera la rama, que es un indica-
dor del rango de un bien, como se muestra en la gráfica 18.
Expresado en términos de la teoría del lugar central, apli-
cada al espacio intraurbano, este corolario empírico significa
que el rango de un bien determina la intensidad en la que una
rama aprovecha las economías externas. El rango de un bien
(bien representado aquí por una rama) es inverso al número
de zonas de la ciudad donde opera la rama a la que pertenece:
a mayor tamaño del rango (área de difusión) de un bien, habrá
menos lugares de venta de ese bien. Por consiguiente el rango
de un bien determina la intensidad en la que una rama apro-
vecha las economías externas: a mayor rango de una rama,
mayor es el aprovechamiento de las economías externas. La
consecuencia de este corolario es que las ramas de mayor
jerarquía central (mayor rango o menor número zonas ocupa-
das) obtienen más ventajas de costos y ventas que las ramas
de menor jerarquía.
Si esta deducción es correcta, entonces la definición de
jerarquía de un bien en la teoría del lugar central interurbana
debe modificarse al aplicarla al espacio intraurbano. La jerar-
quía de un bien en el espacio intraurbano se forma tanto por
su rango como por las ventajas externas. El rango, al depen-
der de la densidad de la demanda (de la localización de las
residencias de los grupos de ingreso), es la fuerza dispersora
de la localización de los lugares de venta, mientras que las
ventajas externas son las fuerzas concentradoras de la locali-
zación de esos lugares de venta. Esta tensión entre dispersión
y concentración opera de manera diferente para cada rama.
En algunas ramas la fuerza de dispersión es más intensa que
la fuerza de concentración; éstas serán las ramas de menor

318 • Tito Alegría


jerarquía y que más zonas ocupen en el espacio urbano. A
medida que las ramas puedan aprovechar más las economías
externas, ocuparán menos zonas de la ciudad y serán las de
mayor jerarquía en la estructura de centros.
Por otra parte, si las ramas de mayor jerarquía central
obtienen más ventajas de costos que las ramas de menor je-
rarquía, estos ahorros podrían compensar el mayor precio del
suelo que esas ramas de mayor jerarquía deben pagar en los
lugares más centrales de la ciudad.
A pesar de lo dicho, por los resultados de las pruebas esta-
dísticas aquí presentados, hay que concluir que las economías
externas sólo son un factor, entre otros, en la generación y lo-
calización de los centros terciarios en el espacio urbano. En
Tijuana, este factor es más importante que en San Diego.

Determinación conjunta de los centros terciarios


La jerarquía central (gc) de una zona está determinada por
la centralidad de las actividades que contiene, y esta centrali-
dad a su vez está determinada por condiciones de demanda y
oferta que operan de manera conjunta sobre el espacio.
El modelo estadístico que representa los determinantes de
los centros debe contener como variables independientes los
determinantes de la centralidad de cada actividad. Esto se
puede llevar a cabo con las características de la demanda
propuestas antes en este capítulo. Sin embargo, las caracte-
rísticas de la oferta de las actividades no pueden ser incor-
poradas directamente al modelo de las zonas centrales. Esto
imposibilita evaluar directamente el peso de las economías
de escala y las externalidades de las actividades en el grado de
centralidad de la zona. Para salvar este inconveniente, el
modelo de la jerarquía central de zonas incorpora variables
indirectas que representen a esas economías de escala y
externalidades.
Para probar estadísticamente si Tijuana y San Diego tie-
nen diferentes mecanismos de determinación de centros,

Resultados y análisis • 319


Cuadro 20
Modelos de regresión del grado de centralidad (gc)

Modelo 1 Modelo 2

Variables Tijuana San Diego San Diego

Constante 50.805 187.917 52.932


0.00 0.01 0.00
Productividad por trabajador
de servicios (V/Es) 0.125 0.245
0.03 0.17
Productividad por trabajador
de comercio (V/Ec) 0.173 -0.504
0.00 0.11
Densidad de establecimientos (De) 0.608 0.792 0.769
0.00 0.00 0.00
P1 proporción de trabajadores
residentes (familias en San Diego)
con más de 5 sm (I5) 0.755 –0.213
0.00 0.69
P1 proporción de trabajadores
residentes (familias en San Diego)
con menos de 2 sm (I2) -0.505
0.04
Densidad de población residente (D) –0.473 –0.739 -0.628
0.00 0.00 0.00
P2 Segregación por ingreso (S) –0.425 2.65E-03
0.00 0.99
P2 Segregación por raza (Z) 0.308
0.06
R2 0.68 0.69 0.71

P1 o P2 significa: potencial de la variable con exponente 1 o 2 sobre el indica-


dor de distancia, respectivamente.
La significancia estadística de las variables está en cursivas.

primero se probó el modelo especificado en el capítulo ante-


rior (ecuación B17) con los datos de Tijuana. Para cada tipo
de variable de demanda se probaron las cinco variables es-
pecíficas: la variable directa y cuatro indicadores del poten-

320 • Tito Alegría


cial de la variable directa (diferenciadas por el valor del ex-
ponente del inverso de la distancia). Una vez definido el
modelo empírico (eliminando las variables que no presenta-
ron significancia estadística), se probó el mismo modelo con
los datos de San Diego sin añadir la variable Segregación por
raza. Si hubieran sido significativas las variables, se habría
concluido que ambas ciudades presentan el mismo mecanismo
de generación de centros. Sin embargo, los resultados mos-
traron que el modelo de Tijuana (Modelo 1) no era aceptable
para San Diego, por lo que se exploró un nuevo modelo para
San Diego. Finalmente, al añadir la variable Segregación por
raza, se consiguió el modelo que mejor representaba los
datos de San Diego (Modelo 2). Los resultados aparecen en
el cuadro 20.
En general, con la excepción de dos variables en cada ciu-
dad, los resultados del modelo siguen las hipótesis previstas
en la generación de centros; la conclusión es que Tijuana y San
Diego tienen diferentes modos de generación de centros.
En Tijuana, por el lado de la oferta, los indicadores de
economías internas (productividad por sector) y ventajas
externas (densidad de establecimientos) obtuvieron coefi-
cientes positivos y significativos, como era esperado. Enton-
ces, la jerarquía de centros (gc) depende de las economías
internas y las ventajas externas que se obtengan en cada
localización.
Por el lado de la demanda, los resultados en general se
acercan al modelo hipotético. Primero, excepto por densidad de
población, las variables significativas no fueron indicadores
directos sino sus potenciales. Este hecho corrobora la afirma-
ción teórica de que el área de mercado de un centro se extiende
más allá de la zona donde se encuentra localizado el centro.
Segundo, de las dos variables de ingreso exploradas, sólo la
variable que representa a las personas con los más altos ingre-
sos (proporción de trabajadores residentes con más de cinco sm)
es significativa. La variable del más bajo rango de ingresos no

Resultados y análisis • 321


fue significativa en el modelo a pesar de que mantiene una
correlación simple negativa con la variable de jerarquía de
centros (gc). Una explicación de ello es que los ingresos bajos
tienen correlación inversa con la variable ingresos altos (coli-
nealidad), de manera que esta última, por tener una mayor
correlación con gc, debe representar la varianza de la variable
de menores ingresos.
Tercero, con respecto a la densidad de población, el tipo
de variable más significativa fue el indicador directo (no poten-
cial) de densidad y con signo negativo. Este resultado indica
que la jerarquía de centro se incrementa en las zonas donde
la población tiende a disminuir. La interpretación que se ha
dado en el modelo teórico a este fenómeno es que los centros
desplazan a la población en la disputa por el uso del suelo. En
términos de procesos urbanos, ello significa que, en la disputa
por el suelo, las actividades terciarias, al poder dejar más renta
del suelo, ganan la localización a otras actividades en la cons-
titución de los usos del suelo en las zonas con ventajas para
localizar los centros. Paradójicamente, esta prevalencia es nega-
tiva para la jerarquía del centro, puesto que al alejar a los con-
sumidores los centros, reducen su jerarquía o deben ampliar su
área de influencia para no disminuir esa jerarquía. Esto último
sólo es posible en las localizaciones con mejor accesibilidad
hacia el resto de la ciudad (con vías y transporte público), y en
Tijuana, esa mejor accesibilidad sólo ocurre en pocas zonas de
la ciudad. De esta manera, la disputa por el uso del suelo en una
ciudad con pocas zonas accesibles contribuye a elevar más la
jerarquía de centros (pocos y grandes centros).
Cuarto, la segregación por ingreso dio el resultado espe-
rado al ser significativa, de signo negativo y con indicador de
potencial (no indicador directo). Este resultado indica que el
grado de centralidad en una zona es mayor cuando en su área
de influencia existe mayor diversidad social, es decir, cuando
su área de mercado tiene consumidores diversos en sus pre-
ferencias de consumo.

322 • Tito Alegría


Aunque la oferta y la demanda determinan el grado de
centralidad en Tijuana, en general los factores de demanda
influyen más intensamente sobre el grado de centralidad que
los de oferta, lo que se deduce de los valores de los coeficien-
tes de las variables. El mayor rango de ingresos es la variable
más importante, mientras que los indicadores de economías
internas son los que menos influyen.
En San Diego, por el lado de la oferta, como era esperado,
los indicadores de economías internas (productividad por
sector) no fueron significativos, y el de economías externas
(densidad de establecimientos) sí obtuvo coeficiente positivo y
significativo. Esto quiere decir que la jerarquía de centros (gc)
depende de las ventajas externas que se obtengan en cada
localización, pero las economías internas no influyen en la
determinación de centros.
Por el lado de la demanda, en general los resultados se
acercan al modelo hipotético. Primero, excepto por la densi-
dad de población, las variables significativas no fueron indica-
dores directos sino sus potenciales. Esto corrobora que el
área de mercado de un centro se extiende más allá de la zona
donde se encuentra localizado el centro.
Segundo, de las dos variables de ingreso exploradas, sólo
la variable que representa a las personas con ingresos más
bajos (proporción de familias residentes con menos de dos sm)
es significativa, y con signo negativo, como era esperado,
mientras que la variable de más alto rango de ingresos no fue
significativa en el modelo. Esto quiere decir que los negocios
tienden a formar centros en las áreas donde hay poca propor-
ción de residentes pobres. Como se comentó, en San Diego,
los habitantes tienen mayor ingreso, y sus costos de transpor-
te (relativos al ingreso) son más bajos que en Tijuana. Esto
hace que proporcionalmente más personas sean consumido-
ras activas y que se puedan desplazar a mayores distancias
para consumir. Por consiguiente, hay muchas zonas de la
ciudad que tienen la demanda y la accesibilidad necesarias

Resultados y análisis • 323


para que los negocios formen centros. Por otra parte, estos
resultados parecen contradecir la numerosa literatura deriva-
da del modelo monocéntrico de usos del suelo, que asocia
espacialmente centros con residentes de ingresos bajos. Pero
esta contradicción es aparente, porque la literatura se ha
constreñido a la zona central tradicional (downtown) cuando
analiza esa asociación, y en este estudio el downtown está
compuesto sólo por un pequeño grupo de las numerosas zo-
nas de la ciudad que tienen atributo de centro.
Tercero, la densidad de población tiene como variable más
significativa el indicador directo (no el potencial) de densidad
y con signo negativo, como era esperado. Este resultado indi-
ca que la jerarquía de centro tiende a incrementarse en las
zonas donde la población tiende a disminuir. En esta ciudad,
también este resultado indica que los centros desplazan a la
población en la disputa por el uso del suelo. Sin embargo, en
San Diego, a diferencia de Tijuana, la disputa por el uso del
suelo no contribuye a hacer más jerárquica la distribución de
centros. Esto se debe a que en San Diego hay más zonas ac-
cesibles y la población se puede desplazar a mayores distan-
cias para consumir, debido a su mayor ingreso y menor costo
de transporte que en Tijuana.
Cuarto, a diferencia de Tijuana, y contrario a lo esperado, la
segregación por ingreso en San Diego no es significativa en el
modelo. Este resultado indica que el grado de centralidad en
una zona no es influida por la diversidad en las preferencias de
consumo de la población. A manera de hipótesis, este resultado
podría ser indicativo o de una homogeneidad entre clases socia-
les (en el sentido weberiano) en las preferencias de consumo de
la población, o de que la diversidad interna de cada centro no
sigue a la diversidad social de los residentes cercanos.
Quinto, la segregación por raza dio el resultado espera-
do, puesto que el coeficiente fue significativo y positivo. Este
resultado es indicador de que los sandieguinos, cuando con-
sumen, tienden a hacerlo de manera concentrada en los lu-

324 • Tito Alegría


gares con mayor homogeneidad racial, y tienden a evitar los
centros con mayor mezcla racial. Las razones de la preferen-
cia a concentrarse en lugares con menos mezcla racial pue-
den ser diversas, como se discutió en el modelo teórico. Una
de ellas puede ser la discriminación espacial: las personas
prefieren no compartir el mismo espacio (de consumo, de
tiempo libre) con individuos de raza diferente. Otra razón
puede ser la restricción espacial a la mezcla racial en el con-
sumo que proviene del hecho de que muchos sandieguinos
residen en barrios segregados por raza y ellos acuden regular-
mente a consumir al centro más cercano. Esta restricción dismi-
nuye conforme los individuos cuentan con más tiempo disponi-
ble y no viajan en transporte público (que consume más tiempo
de viaje), por lo que, para muchos sandieguinos, la segrega-
ción por raza en el consumo es voluntaria.
En síntesis, en San Diego la oferta y la demanda determinan
el grado de centralidad. Por el lado de la oferta, los centros au-
mentan su centralidad con las economías externas, y este fac-
tor es el más importante de todos (si se comparan los coeficien-
tes de las variables). Por el lado de la demanda, los factores
significativos están en términos negativos: el grado de centra-
lidad es mayor si el centro se localiza en zonas donde no hay
muchos residentes, no hay pobres, y donde los diferentes
grupos raciales no comparten el espacio (los factores son
nombrados en orden de importancia decreciente).
Al tener como resultado dos modelos de regresión dife-
rentes, Tijuana y San Diego tienen diferentes mecanismos
generadores de centros.

Resultados y análisis • 325


Capítulo 6

Sumario y conclusiones

El objetivo principal de esta investigación fue explorar si Tijua-


na y San Diego, dos ciudades contiguas e interrelacionadas,
separadas por la frontera México-Estados Unidos, forman dos
diferentes ciudades antes que una unidad metropolitana trans-
fronteriza.
Para llevar a cabo esta exploración, se eligió una estrategia
comparativa. La estrategia comprendió dos partes. La primera
fue una comparación interurbana, con datos agregados a es-
cala de ciudad, de las estructuras económicas y de la pobla-
ción de ambas localidades. La segunda parte es el cuerpo
central de esta exploración; consistió en la comparación entre
ambas ciudades de la forma intraurbana y de su mecanismo
generador, con especial atención en dos tipos de usos del
suelo: el residencial y el de centros terciarios (de actividades
de comercio y servicios).
El objetivo fue encontrar, mediante la evidencia en cuanto
a la estructura agregada y a la estructura espacial intraurbana,
si éstas son similares o diferentes entre Tijuana y San Diego.
Al encontrar que las estructuras agregada y espacial son dife-
rentes, se demuestra que ambas ciudades no constituyen
parte de un único sistema urbano (transfronterizo).
La conceptualización planteada en esta investigación
desarrolla la idea de que ambas ciudades son diferentes y
funcionan de manera independiente, aunque estén adyacen-

327
tes y relacionadas. Las hipótesis derivadas de la conceptua-
lización proponen que ambas ciudades tienen diferencias
marcadas en sus estructuras agregadas y en la forma urba-
na, así como en el modo como se generan tanto la organiza-
ción espacial de los grupos sociales por ingreso como los
subcentros terciarios. La evidencia fundamenta la conclusión
de que estas hipótesis fueron correctas en lo general.
El corolario derivado de esta conclusión es que ambas
ciudades no deben ser consideradas como partes de una me-
trópolis transfronteriza, tanto en su análisis como en la inter-
vención del sector público.
A continuación, se presenta un sumario de los principales
resultados de esta investigación, y finalmente se ofrecen las
conclusiones derivadas de esos resultados.

Sumario

La estrategia de esta investigación inicia con la construcción


de un modelo conceptual para cada aspecto analizado. Cada
modelo nos indica cómo el microcomportamiento de los agen-
tes construye macroestructuras espaciales. En el modelo de
cada aspecto, se especifica por qué el comportamiento de los
agentes es diferente entre ambos lados de la frontera. De ese
comportamiento distinto se deriva la diferencia de la confor-
mación espacial de ambas ciudades.
Cada modelo conceptual se hace operacional con definicio-
nes particulares de variables, se derivan hipótesis de investi-
gación y se construyen modelos estadísticos que permiten
comprobar esas hipótesis. Los modelos estadísticos están ba-
sados en la conceptualización y usan las variables definidas.
La investigación usa datos censales a escala de zona censal
(ageb y census tract) en su mayoría. La estrategia de investiga-
ción compara entre las dos ciudades modelos estadísticos de
aspectos seleccionados de la estructura urbana. Cuando un

328 • Tito Alegría


aspecto tiene modelos resultantes diferentes entre ambas
ciudades, se concluye que en ese aspecto la estructura urbana
es diferente en cada lado de la frontera.
Los resultados relacionados con la hipótesis general de
esta investigación son expuestos a continuación.

Comparación agregada

La hipótesis que Tijuana y San Diego forman una unidad urba-


na transfronteriza está basada principalmente en dos caracte-
rísticas: la contigüidad espacial y la interacción entre ambas
ciudades. Este enfoque propone que el proceso de globaliza-
ción reciente acentúa el proceso de homogeneización de am-
bos lados de la frontera porque la contigüidad permite que la
globalización incremente las interacciones económicas y so-
ciales transfronterizas.
La evidencia contradice esta hipótesis. A lo largo de la
historia de ambas ciudades, la intensidad relativa de las inte-
racciones ha sido cíclica, no constantemente creciente. En las
últimas décadas, las interacciones han crecido de manera
absoluta, pero han decrecido con relación al tamaño de las
ciudades de ambos lados de la frontera.
Aun con el crecimiento absoluto de las interacciones
transfronterizas interurbanas, la convergencia económica o
social de Tijuana y San Diego no ocurre. Esto se debe a que
sus estructuras y cambios internos dependen de condiciones
nacionales para San Diego, y para Tijuana dependen de con-
diciones nacionales y de las diferencias entre México y Esta-
dos Unidos. A escala interurbana no hay convergencia porque
a escala interpaís hay divergencia.
Por otra parte, no hay una estructura social transfronteri-
za porque las condiciones de estructuración están acotadas
espacialmente. La frontera es una poderosa barrera institucio-
nal que impide que las personas de ambas ciudades interac-
túen de manera que se pueda conformar una sola estructura

Sumario y conclusiones • 329


social y un sentido compartido del orden social y de sus inte-
reses colectivos.
Al no haber una estructura social transfronteriza, tampoco
hay una región urbana transfronteriza. La interacción forma un
espacio (social o económico) transfronterizo, pero no logra
conformar un lugar transfronterizo, un lugar donde todas las
personas de Tijuana y San Diego compartan una racionalidad
mayor que los haga sentir el “nosotros” Tijuana-San Diego.

Forma urbana

La forma urbana es el patrón espacial de elementos individua-


les, tales como usos del suelo, grupos sociales, actividades
económicas e instituciones públicas dentro de un área urba-
na. En la comparación de forma urbana entre ambas ciuda-
des, se analizaron las distribuciones espaciales entre todas las
zonas censales de seis elementos de la estructura urbana:
distribución de la población, densidad de la población, distri-
bución de la población por grupo de ingreso, segregación so-
cial por ingreso y por raza, y centros terciarios. Para llevar a
cabo el análisis de la distribución de los elementos de la es-
tructura urbana, se considera la distancia lineal entre el centro
principal y cada zona censal como la localización relativa de
cada zona. El centro principal se definió como el lugar donde el
valor de grado de centralidad (gc) es el máximo. En el análisis
comparativo, la topografía intraurbana accidentada de ambas
ciudades hace que las herramientas estadísticas de compa-
ración no sean absolutamente precisas.
En los primeros dos aspectos, Tijuana y San Diego son
marcadamente diferentes. Tijuana es una ciudad compacta,
con niveles altos de densidad de población, mientras que San
Diego es una ciudad dispersa y con densidad baja. La densi-
dad promedio de Tijuana es aproximadamente tres veces
mayor que la de San Diego. Las distribuciones espaciales de
las densidades de población no tienen un patrón de disminu-

330 • Tito Alegría


ción claro desde el centro hacia la periferia en ambas ciuda-
des, aunque hay una leve tendencia en San Diego a tener
mayores densidades cerca del centro. Además, la densidad de
Tijuana no está relacionada con los precios del suelo.
A continuación se detallan más las conclusiones sobre los
aspectos de forma analizados.

Distribución espacial de la población según ingreso


Para analizar la localización de los grupos de ingreso, la
población primero fue dividida en tres grupos por nivel de
ingreso en ambas ciudades, luego se analizó su distribución
espacial desde el centro hacia la periferia intraurbana en cada
ciudad. En sintonía con la hipótesis, la conclusión es que en
Tijuana las personas prefieren localizar su residencia donde
hay urbanización completa (por ejemplo, con agua entubada,
pavimento, etcétera) y en San Diego lo prefieren donde hay
casas de tamaño más grande y menos problemas urbanos.
Las personas con ingreso más alto en ambas ciudades tienen
más poder para lograr residir en las mejores localizaciones.
Ejerciendo ese poder, su tendencia de localización es opuesta
en ambas ciudades. En Tijuana, las personas con ingreso más
alto se concentran en zonas centrales, mientras que en San
Diego, estas personas ocupan áreas periféricas.
Las personas con ingresos más bajos también tienen dife-
rentes patrones de localización en ambas ciudades, pero con
una tendencia menos clara dentro de cada ciudad. En Tijuana,
este tipo de personas están repartidas por toda la ciudad pero
con una concentración más alta en la periferia. En San Diego,
la mayoría de este tipo de personas se concentra en un sector
norte-sur, empezando en zonas centrales y terminando en la
línea fronteriza internacional.
Las personas con ingreso medio están repartidas por todo
el espacio en ambas ciudades, pero en San Diego hay una li-
gera tendencia a aglomerarse al lado de las zonas de ingresos
más altos.

Sumario y conclusiones • 331


En síntesis, el patrón de localización de las personas con
ingreso más alto y más bajo hace diferente la forma espacial
entre ambas ciudades.

Segregación por ingreso y por raza


La segregación por ingreso se definió aquí conceptual-
mente como la homogeneidad social relativa de un barrio en
términos del ingreso de los residentes. De una manera similar,
la segregación por raza se definió conceptualmente como la
homogeneidad social relativa de un barrio en términos la raza de
los residentes. La localización de la segregación por raza sólo
se analizó para San Diego porque en las ciudades de Estados
Unidos las personas tienden a diferenciarse espacialmente
según la raza, pero en México no sucede así.
En esta investigación se propone que esa segregación por
ingreso se genera en el proceso que las familias siguen para
tener acceso a una residencia. En términos conceptuales, el
nivel de la segregación en cada barrio es el resultado del in-
tento por conseguir las localizaciones atractivas de la ciudad
que experimentan los miembros de cada grupo social. La lo-
calización de la segregación depende de la localización de cada
grupo social.
No hay una teoría de localización de la segregación en el
espacio urbano. Por esta razón, la localización de la segregación
en Tijuana y San Diego se analizó con un enfoque empírico.
Aquí se propone un índice particular para medir ambos
tipos de segregación, el cual puede aplicarse a escala de zona
censal intraurbana y acepta dos o más grupos de compara-
ción. El índice de segregación por ingreso se calculó con la
proporción de trabajadores de cuatro grupos de ingreso en
cada zona censal, y se midió en salarios mínimos (sm). De
manera similar, el índice de segregación por raza de cada zona
censal se calculó con la proporción de habitantes agrupada en
cuatro categorías: blanco, hispano no negro, negro (incluye a
los hispanos negros), y otras razas.

332 • Tito Alegría


Cuando una zona contiene un solo grupo del ingreso, o
raza, esta zona es absolutamente segregada en el tipo respec-
tivo de segregación. Cuando una zona contiene la misma
proporción en los cuatro grupos de ingreso, o raza, esta zona
es absolutamente no segrega o integrada.
Los datos muestran que en promedio, a nivel de toda la
ciudad, la segregación por ingreso en San Diego es cerca del
doble que en Tijuana. Por su parte, la segregación por raza en
San Diego es el doble que la segregación por ingreso.
La distribución espacial intraurbana de la segregación por
ingreso tenía dos hipótesis por comprobar. La primera es que
la segregación tiene una tendencia espacial a ser menos inten-
sa en la zona central y más intensa en las zonas periféricas en
ambas ciudades. Además, en San Diego, la segregación dismi-
nuye ligeramente hacia el extremo norte. La segunda hipóte-
sis plantea que esas tendencias son débiles.
Siguiendo esas hipótesis, los resultados de la prueba esta-
dística indican que la segregación por ingreso no depende de
la distancia al centro principal en Tijuana, pero en San Diego
sí, aunque de manera sutil.
De la inspección de los mapas se obtuvieron patrones más
claros. En ambas ciudades hay una tendencia a tener barrios
mezclados en las zonas centrales (cerca del centro antiguo de
la ciudad) y la segregación crece de forma leve con la distancia
desde centro principal hacia la periferia. San Diego experi-
menta más claramente el incremento de la segregación con la
distancia. El modelo estadístico probado representó poco este
patrón espacial en ambas ciudades porque este patrón no es
estrictamente concéntrico.
La segregación creciente hacia la periferia en ambas ciu-
dades podría estar relacionada con el crecimiento urbano. Los
nuevos asentamientos legales periféricos en ambas ciudades
promovidos por grandes inversiones privadas han comprendi-
do viviendas de precios similares que alojan personas de ingre-
sos similares. En Tijuana, los asentamientos periféricos legales,

Sumario y conclusiones • 333


así como los ilegales, generaron respectivamente barrios rela-
tivamente homogéneos de personas de ingreso medio-bajo y
bajo. Algunos hogares en los asentamientos ilegales mejoran
con el tiempo sus ingresos y hacen que sus barrios sean un
poco más mixtos socialmente.
La existencia de muchos barrios mezclados en ambas
ciudades puede deberse a que el acceso de personas de dife-
rentes grupos sociales a un barrio no es simultáneo. Además,
debido a que en el tiempo hay cambios diversos entre las fa-
milias y entre los mercados, las áreas que eran originalmente
homogéneas tienden a diversificarse socialmente.
En síntesis, en Tijuana, la segregación por ingreso es baja
y sus intensidades tienen un patrón disperso espacialmente.
En San Diego, la segregación por ingreso es mucho mayor
que en Tijuana y sus intensidades tienden a crecer espacial-
mente desde el centro hacia las periferias norte y este. La
segregación por raza sigue un patrón espacial parecido al del
ingreso, pero en un grado mucho más alto.

Centros terciarios
En esta investigación se propone que Tijuana y San Diego,
como cualquier gran ciudad con una economía de mercado,
tienen sus actividades terciarias organizadas por una estruc-
tura de subcentros, o llanamente de centros. Una razón para
que estas dos ciudades no conformen una sola unidad urbana
es que sus estructuras de centros tienen diferentes mecanis-
mos generadores y formas resultantes. Estas diferencias son
debidas a que esas ciudades pertenecen a formaciones so-
cioeconómicas diferentes, de manera que algunos elementos
de los mecanismos generadores difieren en intensidad y otros
no aparecen en una de las dos ciudades.
La estructura de centros se define como el patrón espacial
de la jerarquía central. La estructura jerárquica de centros
expresa la distribución de las actividades centrales entre las
zonas censales intraurbanas. La jerarquía central de una zona

334 • Tito Alegría


se define como grado de centralidad (gc) que es el número de
actividades centrales que la zona contiene. Una actividad se
define como central en una zona (c) cuando les vende a los
consumidores que vienen de otras zonas y a aquéllos de la
propia zona. La zona que contiene el número mayor de activi-
dades centrales será el lugar de más alta jerarquía central.
La centralidad de una actividad es calculada con una ra-
zón (tasa) que indica el número de veces adicionales que una
actividad atiende consumidores respecto a la atención prome-
dio de la actividad en toda la ciudad ([Eij/Pj]/[ Ei/P]).
Esta especificación de centro se aparta de aquellas citadas
en la bibliografía en al menos cuatro aspectos. Primero, cual-
quier zona puede contener un centro y éste puede estar loca-
lizado en cualquier lugar. Segundo, los centros son especifica-
dos como lugares de consumo, no de empleo, es decir, centro
es la zona donde acuden las personas a consumir y por eso
generan empleos en la zona. Tercero, la especificación de un
centro surge de los datos sin incluir límites subjetivos. Cuarto,
los centros están distribuidos en una jerarquía formada de
manera similar a la teoría del lugar central (véase cuadro 11):
la jerarquía central (gc) de los centros está inversamente rela-
cionada con el número de zonas en cada nivel jerárquico en
cualquier ciudad.
La teoría (presentada en el capítulo 3) que sustenta esta
especificación de centros se basa en el comportamiento estra-
tégico de los agentes de oferta y demanda. El comportamiento
de los agentes está orientado a reducir costos de transacción
y conseguir ventajas internas y externas localizadas.
Aplicando esta especificación de centros (gc) se obtuvie-
ron las siguientes conclusiones sobre su distribución espa-
cial. En primer lugar, la distribución de la jerarquía central no
tiene ninguna relación con el centro principal en San Diego:
hay lugares muy centrales cerca y lejos del centro principal,
lo que indica la presencia de subcentros en zonas periféricas
que son competidores del centro principal. En Tijuana, en

Sumario y conclusiones • 335


cambio, hay una ligera tendencia a que la intensidad de cen-
tralidad disminuya con la distancia al centro principal, no ha-
biendo subcentros competidores al centro principal en la mi-
tad externa de la ciudad. Esta es una primera gran diferencia
entre ambas ciudades. De la inspección de los mapas, se hace
más específica esta diferencia. Se crearon tres rangos jerár-
quicos de centros (con el análisis de conglomerados, cluster
analysis) mediante el indicador grado de centralidad gc, y se
dibujó su distribución en el espacio de cada ciudad.
Al observar los mapas, se hace claro que la organización
espacial real de la jerarquía de centros difiere entre ambas
ciudades. En Tijuana, hay una gran área con los niveles más
altos de centro, compuesta por varias zonas censales, y con
una forma lineal que empieza en el centro principal de la ciudad
y se extiende aproximadamente ocho kilómetros hacia el este.
Fuera de esta área, sólo una zona censal, al oeste, tiene este
nivel de jerarquía central más alto. Las zonas censales de se-
gundo nivel de jerarquía central aparecen rodeando zonas
con primer nivel jerárquico, y alargan el centro lineal más aún
hacia el este, o forman unos cuantos subcentros aislados.
En San Diego, en contraste, hay cinco áreas separadas
que tienen el nivel más alto de jerarquía central; la más gran-
de está en el centro viejo de San Diego, y el resto se localiza
al norte y el este de la ciudad. Las zonas censales con segun-
do nivel de jerarquía rodean aquéllas de nivel más alto, excep-
to una que aparece aislada hacia el sur del centro principal.
Las zonas censales de tercer nivel cubren casi todo el resto
del territorio, salvo cinco zonas censales.
Un corolario de este patrón es que en San Diego hay una
clara organización multicéntrica donde los subcentros tie-
nen la capacidad de atraer consumidores de manera similar
al centro principal. Por otro lado, en Tijuana, la organización
de centros es jerárquica y concentrada, con el centro princi-
pal monopolizando la capacidad de atraer consumidores de
toda la ciudad.

336 • Tito Alegría


Una segunda diferencia de la jerarquía central de ambas
ciudades aparece en la concentración de empleo de los cen-
tros. Usando la clasificación de los centros en tres rangos, se
concluye que la jerarquía central en Tijuana es más concen-
tradora de empleo terciario que en San Diego. En Tijuana, la
mayor parte del empleo está en las zonas de primera jerarquía
(54 por ciento), y es casi el doble de cada uno de los dos nive-
les jerárquicos restantes que tienen cantidades similares de
empleo. En cambio, la jerarquía central en San Diego concen-
tra niveles de empleo similares y no altos (37 y 36 por ciento)
en la primera y segunda jerarquía de centros.
En síntesis, la estructura de centros en Tijuana es más
concentradora de la actividad terciaria en niveles altos de cen-
tralidad, y su distribución espacial es más concentrada en un
gran centro, teniendo subcentros menores. De manera dife-
rente, en San Diego, la estructura de centros no es muy con-
centradora de actividad terciaria en zonas con jerarquía más
alta de centralidad, y su distribución espacial es más dispersa
y contiene subcentros que compiten con el centro principal.

Generación de forma urbana

Los mecanismos generadores de forma urbana son el grupo


de reglas de interacción y vínculos que actúan para integrar
el patrón espacial y la conducta individual dentro de cada uno
de los subsistemas, por ejemplo, los siguientes: usos del sue-
lo, los grupos sociales y las actividades económicas. Según
estas definiciones, el límite de una unidad urbana está deter-
minado por el alcance espacial que tienen sus mecanismos
generadores de forma urbana.
Diferente a los modelos monocéntrico y policéntrico, esta
investigación propone que cada actividad tiene un mecanismo
particular de generación de forma (localización e intensidad
de uso de suelo) y la generación de cada uso del suelo es in-
fluida por otros usos. En la secuencia causal de esta propues-

Sumario y conclusiones • 337


ta, las características de la población (localización, densidad,
ingreso y segregación) son determinantes fundamentales de
la conformación de la jerarquía de centros, pero cada uno –po-
blación y centros– tiene también otros determinantes.
A continuación, se presentan las principales conclusiones
sobre la generación de forma en tres aspectos particulares de
la estructura urbana: densidad de población, segregación por
ingreso y centros terciarios. La síntesis general es que los
mecanismos generadores de estos tres aspectos urbanos son
diferentes entre Tijuana y San Diego.

Densidad e ingreso de la población


La densidad de la población depende de la manera en que
las personas tienen acceso o consiguen vivienda, y la literatu-
ra dice que el nivel del ingreso condiciona ese acceso y por
ello, determina la densidad.
Después de aplicar una prueba estadística usando zonas
censales (o barrios) como unidad de análisis, la conclusión
para Tijuana difiere de la literatura. En esta ciudad, la densi-
dad de población no está relacionada con el ingreso de los
habitantes. La preponderancia de cualquier grupo de ingreso
en un barrio no tiene relación alguna con su nivel de densidad
de población. Esta independencia de la densidad de los habi-
tantes con respecto a su nivel de ingreso indica que las perso-
nas de ingresos similares tienen maneras diversas de asentar-
se. Las razones para esta diversidad pueden ser: mercados de
suelo y vivienda en la ciudad débiles, invasiones de suelo por
parte de la mayoría de los pobres urbanos con el objetivo de
edificar sus viviendas (contados en el año 2000, 53 por ciento
de los habitantes de la ciudad residía en áreas que habían sido
inicialmente ocupadas de manera ilegal), el hacinamiento re-
sidencial en algunos barrios habitados por personas de ingre-
sos medio-bajo y bajo, y la creciente escasez de suelo urbani-
zado dentro del área urbana donde residen las personas con
ingreso más alto.

338 • Tito Alegría


De manera muy diferente, en San Diego, la densidad sí
está relacionada con el ingreso de sus habitantes. La prepon-
derancia de cualquier grupo de ingreso en un barrio tiene re-
lación con su nivel de densidad de población. Las personas de
ingreso medio generan una densidad de población más alta
que cualquier otro grupo social. Los más pobres también ge-
neran un incremento de densidad en un barrio cuando preva-
lecen en un barrio, pero ellos generan un incremento menor
que las personas de ingreso medio. Una explicación para es-
tas tendencias puede ser que los barrios donde las personas
de ingreso medio preponderan tienen pocas actividades eco-
nómicas que ocupan el suelo; al contrario, cuando los más
pobres se concentran, viven en zonas donde hay también
usos no residenciales y se generan menores niveles promedio
de densidad. Las personas con ingresos más altos, por otro
lado, tienen una clara tendencia a residir en barrios de baja
densidad; la razón principal de ello es que estas personas
pueden pagar viviendas más grandes.
En síntesis, Tijuana y San Diego tienen maneras diferen-
tes de generar sus niveles de densidad de barrio.

Generación de la segregación por ingreso


La segregación sociorresidencial por ingreso aparece du-
rante el proceso en el que las familias compran o alquilan una
vivienda. Los grupos de ingreso contribuyen de manera dife-
rente a la diversidad en un barrio, y las personas, incluso
cuando perciben ingresos similares, tienen una localización
diferente de acuerdo con el conocimiento que poseen sobre
las opciones para adquirir una vivienda: el ingreso y el cono-
cimiento son determinantes de la homogeneidad (segrega-
ción) de un barrio.
Se llevó a cabo un cálculo estadístico usando zonas cen-
sales para comprobar si Tijuana y San Diego poseen un me-
canismo generador de segregación similar. En la ecuación de
regresión, la segregación depende de tres grupos de ingreso

Sumario y conclusiones • 339


y del conocimiento representado por dos variables. Al aplicar
este procedimiento, la conclusión es que ingreso y conoci-
miento explican la segregación por ingreso en ambas ciuda-
des, pero la manera específica de generación de la segrega-
ción difiere entre éstas.
En Tijuana, la segregación disminuye cuando se incre-
mentan el número de residentes con ingresos altos y bajos; la
segregación aumenta cuando la cantidad de personas de in-
greso medio aumenta. Por otro lado, en San Diego, la segrega-
ción disminuye cuando aumenta el número de personas con
ingresos bajos y medio-bajos, y la segregación crece cuando
el número de personas con ingresos altos aumenta.
El peso absoluto de cada grupo de ingreso en la genera-
ción de la segregación también es diferente en ambas ciuda-
des. Los grupos de ingreso modifican la segregación más
marcadamente en Tijuana que en San Diego. Esto significa
que con pequeños cambios en la composición de la población
(por grupo de ingreso) en los barrios, el nivel de la segrega-
ción se modifica más en Tijuana que en San Diego.
Esto se debe quizá al hecho de que en San Diego los con-
juntos de zonas con alta o baja segregación tienen una baja
variación entre zonas dentro de cada conjunto: por ejemplo,
en zonas altamente segregadas (homogéneas), al pasar de una
zona a otra, el incremento de personas con ingresos altos
modifica poco el nivel de segregación.
La segunda parte de la conclusión es que, en ambas ciuda-
des, la influencia del conocimiento sobre la segregación es me-
nor que la influencia del ingreso, y en San Diego es aún menor
que en Tijuana. El conocimiento empírico (no limitado espacial-
mente) es sólo relevante en Tijuana, y cuando ese conocimien-
to aumenta, la segregación disminuye. El conocimiento empí-
rico no es relevante en San Diego, probablemente debido a la
existencia de mercados desarrollados de venta y alquiler de
viviendas. Por otro lado, un mayor conocimiento práctico/in-
consciente (limitado espacialmente) produce menor segrega-

340 • Tito Alegría


ción en ambas ciudades, aunque este patrón es más claro en
Tijuana que en San Diego. Una interpretación de este resultado
es que un tiempo más prolongado de residencia le da a una
persona la ventaja de conocer la ciudad bastante bien como
para buscar opciones de vivienda y considerar los atributos de
localización (o arquitectura) para encontrar una vivienda, inclu-
so en lugares donde residen personas con ingresos diferentes.
En síntesis, la segregación por ingreso aumenta en los
barrios de Tijuana cuando hay más personas con ingresos
medios, y en San Diego, con más personas de ingresos altos.
El conocimiento disminuye la segregación por ingreso en am-
bas ciudades, pero lo hace con más intensidad en Tijuana.

Centros terciarios
La conclusión general sobre la generación de centros es
que, aunque Tijuana y San Diego tienen economías de merca-
do, la generación del sistema jerárquico de centros opera de
manera diferente entre esas ciudades. Las diferencias entre
ambas sociedades en riqueza y praxis cultural imponen dife-
rentes normas y patrones en el consumo y en el suministro
de bienes y servicios. Tijuana y San Diego no constituyen una
sola ciudad porque sus sistemas jerárquicos de centros son
diferentes.
Las estructuras jerárquicas de centros son el resultado
macroespacial del comportamiento individual de los agentes.
El comportamiento de los agentes llega a ser rutinario, como
un grupo de normas o regularidades al buscar ellos la reduc-
ción de sus costos de transacción.
Las diferencias entre ambas ciudades en esas normas o
regularidades de consumo y suministro de bienes y servicios
fueron exploradas con la ayuda de modelos estadísticos que
representan esquemáticamente los determinantes de centros
por el lado de la demanda y de la oferta.
Se especifican centros como las zonas (ageb en Tijuana y
zonas zip en San Diego) que tienen al menos una actividad

Sumario y conclusiones • 341


central (o rama a cuatro dígitos de desagregación en el sic), y
la intensidad central de una zona (o jerarquía) se especifica
con el número de actividades centrales (gc) en la zona. Una
actividad es central en una zona cuando la tasa [(Eij/Ei)/(Pj/P)]
es mayor que 1; el numerador de esta tasa es la intensidad
con que una actividad (rama) se concentra en una zona, o el ta-
maño de mercado de la actividad, como se demostró en el capí-
tulo 4. El denominador es la participación relativa del consu-
midor en la zona.
En el análisis de cada actividad, se utilizan conceptos de
la microeconomía, por lo que se usó el tamaño de mercado
(concentración de la actividad) como indicador de jerarquía de
centro. Si se hubiese usado el indicador de grado de centrali-
dad (gc) no se habrían podido implementar algunas de las
pruebas estadísticas.
A continuación, se presenta una síntesis general sobre la
generación de centros debido a la oferta y a la demanda de
cada actividad. Finalmente, se presenta la síntesis sobre la
generación de centros tomando oferta y demanda a la vez.

Generación de centros a través de la demanda


En esta investigación se propone que el tamaño de cada
actividad es generado por cuatro tipos de características de
los consumidores: el comportamiento del consumidor orien-
tado a la reducción de costos de transacción, ingreso y canti-
dad de consumidores, y la diversidad de preferencias del
consumidor.
El comportamiento de los consumidores buscando redu-
cir costos de transacción se materializa con tres estrategias:
comparación al comprar, consumo de diversos bienes y ser-
vicios para conseguir economías de alcance (compras en una
parada), y consumo mayor del mismo bien o servicio para
lograr economías de escala. Estas estrategias están orientadas
a reducir tiempo y costo de transporte mediante la reducción
de viajes de consumo y al consumir cerca: los consumidores

342 • Tito Alegría


prefieren patrocinar lugares de venta concentrados y cerca de
casa. Esta praxis individual, repetida, es una razón importan-
te para que se concentre el consumo de manera colectiva.
El consumo también se concentra cuando los consumido-
res perciben ingresos más altos o son numerosos. La reduc-
ción de los costos de transacción de los consumidores hace
que el tamaño de la actividad aumente cuando los consumi-
dores con ingresos más altos y los consumidores más densos
están establecidos cerca: el tamaño de la actividad está direc-
tamente correlacionado con ingreso y número de consumido-
res ponderados con la distancia.
El consumo también se concentra con la diversidad de
preferencias de los consumidores. Esta diversidad surge de la
diversidad de las personas. Una manera importante para que
la diversidad ocurra es que en la zona de ventas (o en zonas
cercanas, considerando la estrategia de reducción de costos
de transacción) haya menos segregación por ingreso o zonas
socialmente más heterogéneas.
Estos cuatro tipos de características del consumidor son
generales para cualquier sociedad. En sociedades donde la
segregación por raza es marcada, el tamaño de cada actividad
es generado también por la raza de los consumidores. En San
Diego, teniendo grados altos de segregación por raza, el con-
sumo se concentra espacialmente si los consumidores se
mezclan menos o son más homogéneos racialmente.
Para beneficiarse de la concentración del consumo, los
vendedores despliegan dos estrategias: seguir espacialmente
a los consumidores y conseguir ventajas de la aglomeración.
De esta manera, el tamaño de la actividad termina correlacio-
nada con las características de los consumidores: ingreso,
tamaño, heterogeneidad por ingreso –y homogeneidad por
raza sólo en San Diego–, ponderados con distancia al lugar de
consumo/ventas.
Este modelo teórico se probó de manera estadística e in-
dividualmente para seis ramas de comercio y 17 de servicios

Sumario y conclusiones • 343


en ambas ciudades. El primer resultado general de estas prue-
bas es que tamaño de actividad depende de las características
de la demanda en ambas ciudades, pero esa dependencia no
es fuerte para la mayoría de las actividades. El segundo resul-
tado general es que tamaño de actividad depende de la de-
manda más en Tijuana que en San Diego. Las características
de la demanda en promedio explican el tamaño de la actividad,
31 por ciento en Tijuana y 24 por ciento en San Diego. El ter-
cer resultado general es que las características de la demanda
explican tamaño de la actividad mejor en el sector comercio
que en los servicios.
En síntesis, la demanda localizada es un factor –entre
otros– que genera la concentración de actividades terciarias, y
este factor es más importante en Tijuana que en San Diego.

Generación de centros a través de la oferta


La generación de centros terciarios obedece a factores de
oferta que condicionan el comportamiento estratégico de locali-
zación de las unidades económicas. Un factor fundamental es
la reducción de costos que se logra mediante una estrategia
de búsqueda de economías. Internamente, esta estrategia está
relacionada con las economías de escala, y externamente, con
las ventajas que surgen de la localización aglomerada. Las dos
estrategias combinadas producen la concentración de activi-
dades económicas en subcentros terciarios.
Sin embargo, las unidades económicas terciarias de Tijua-
na y San Diego tienen estrategias diferentes porque pertene-
cen a diferentes sistemas económicos.

Economías internas
Las economías de escala se definen como la reducción del
costo promedio de ventas que ocurre cuando aumenta el uso de
factores de producción. Aumentar el uso de un factor es econó-
micamente sustentable sólo cuando las firmas incrementan la
cantidad de bienes o servicios vendidos desde su localización.

344 • Tito Alegría


Cuando una firma amplía el tamaño de ventas sin cambiar
la tecnología, aumenta el número de empleados, es decir, la
concentración de la actividad en ese lugar crece.
En cada lugar de ventas, el límite de las economías de
escala de cada negocio será puesto por la densidad económica
de la demanda en su área de mercado y por la competencia
localizada entre las empresas de la rama. En el espacio urbano,
al pasar de zonas con una baja densidad económica de deman-
da hacia aquéllas con alta densidad, las oportunidades para
conseguir economías de escala crecen concomitantemente.
Cuando las firmas usan la estrategia de economías de
escala, la actividad se concentra en pocos lugares. Para espe-
cificar si las actividades terciarias toman ventaja de la mayor
escala, se aplicaron dos modelos estadísticos para Tijuana y
para San Diego.
El primer modelo fue propuesto por Shefer (1973), basado
en una derivación de una función de producción de tipo ces
(elasticidad de sustitución constante). El segundo modelo es
un nuevo método indirecto de cálculo que toma en cuenta la
conceptualización de centros terciarios de esta investigación.
En la literatura no hay registrado un procedimiento que
mida la magnitud de las economías de escala a nivel intraur-
bano. El modelo de Shefer fue diseñado para calcular econo-
mías de escala a nivel interurbano. Este modelo se aplicó en
esta investigación a nivel intraurbano después de especificar
algunos supuestos pertinentes. Los datos están a nivel de
ageb para Tijuana. Para San Diego no hay datos disponibles a
nivel de zona zip, por ello, se usaron datos a nivel de Place
(denominación censal de zonas más grandes que zip) para
aplicar un modelo que represente a San Diego.
La aplicación del modelo de Shefer sufre de colinearidad
estadística en la mayoría de las ramas. Tomando las ramas
con más bajo nivel de colinearidad, se pueden obtener algu-
nas conclusiones. En Tijuana, todas las ramas, excepto una,
operan con economías de escala. En contraste, en San Diego,

Sumario y conclusiones • 345


las actividades terciarias tienen deseconomías si ellas aumen-
tan la escala en su estrategia de oferta.
El segundo modelo estadístico aplicado es una manera indi-
recta para calcular economías de escala. El modelo supone que
la escala de operación está representada por tamaño de empleo.
En este modelo, el tamaño de las ventas depende del tamaño del
empleo y de las ventajas externas. Los datos están a nivel de
ageb para Tijuana y a nivel de zona zip para San Diego.
Los resultados de la aplicación del modelo son: en Tijuana,
cuando una rama aumenta la escala de operación, las ventas
aumentan proporcionalmente más (en todas las ramas, excepto
en dos), mientras que en San Diego, el aumento de escala ge-
nera proporcionalmente un incremento menor de ventas en
cualquier rama. Hay dos conclusiones principales de estos
resultados. Primero, la mayoría de las actividades terciarias en
Tijuana usa la estrategia de economías de escala, mientras
que en San Diego no. Segundo, en San Diego, el cambio tec-
nológico entre zonas sería un factor más importante que la
escala (número de empleados) en el aumento de las ventas,
mientras que en Tijuana, la escala sería más importante que
el cambio tecnológico en el aumento de las ventas.
Si esta deducción es correcta, entonces en Tijuana el nivel
más alto de ventas ocurre donde están los negocios más gran-
des, mientras que en San Diego, algunas empresas pueden
tener ventas más altas aun cuando éstas no son grandes.
En síntesis, en Tijuana, la concentración de actividades en
algunos lugares del espacio urbano es un producto del hecho de
que la estrategia de las empresas está orientada a obtener eco-
nomías de escala. En San Diego, en contraste, las empresas, al
favorecer la estrategia de cambio tecnológico, generan una acti-
vidad menos concentrada (medida con número de empleados).

Ventajas externas
En esta investigación, las ventajas externas se agruparon
en dos tipos: localización y centralización.

346 • Tito Alegría


Las ventajas de localización surgen durante la interacción
con otras empresas de la misma rama cercanas espacialmen-
te y debido a la estrategia del consumidor. Las interacciones
de mercado y fuera del mercado permiten a las empresas re-
ducir costos de transacción y conseguir información. La estra-
tegia del consumidor de comparar al comprar produce con-
centración espacial de una actividad en la forma de varias
tiendas del mismo tipo una cerca de las otras.
Las ventajas de la centralización surgen durante la inte-
racción con empresas cercanas de diferente tipo y debido a la
estrategia del consumidor. Las interacciones de mercado y
fuera del mercado permiten a las empresas reducir costos de
transacción y conseguir información. La estrategia del consu-
midor de hacer una sola parada al ir de compras produce
concentración de actividades de diferente tipo.
La búsqueda de ambos tipos de ventajas externas por
parte de las empresas produce aglomeración de actividades
en la forma de centros terciarios.
Para evaluar estas ventajas externas en Tijuana y San Die-
go, se diseñaron métodos indirectos debido a las restricciones
de datos disponibles y a problemas del colinearidad. En el
método indirecto de ventajas de localización, las ventas de las
firmas dependen del tamaño de su propia rama en la zona. En
el método indirecto de ventajas de centralización, las ventas
de las firmas dependen del tamaño total de las actividades de
su propia zona, excepto su propia rama.
Los resultados al aplicar estos modelos permiten las si-
guientes conclusiones. Primero, 88 por ciento de las ramas
terciarias en ambas ciudades opera consiguiendo ventajas
externas de localización, pero el efecto es tres veces más in-
tenso en Tijuana que en San Diego. Segundo, 75 por ciento de
las ramas terciarias en Tijuana y 42 por ciento en San Diego
operan consiguiendo ventajas externas de centralización, pero
el efecto es 2.5 veces más intenso en Tijuana que en su vecina
ciudad. Como síntesis general, las ventajas externas son sólo

Sumario y conclusiones • 347


un factor, entre otros, en la generación y localización de los
centros terciarios en el espacio urbano. En Tijuana este factor
es más importante que en San Diego.

Determinación conjunta de los centros terciarios


La jerarquía central de centros es un subproducto de las
interrelaciones espaciales del comportamiento particular de
los agentes urbanos. El nivel jerárquico (gc) de una zona –que
es la medida de jerarquía central– está determinado por la
centralidad de las actividades (c) que esta zona contiene, y
esta centralidad está a su vez determinada por las condiciones
de demanda y oferta que operan conjuntamente en el espacio
urbano.
El modelo estadístico que represente los determinantes
de centros debe contener los determinantes de la centrali-
dad de cada actividad como variables independientes. Fue
posible hacer esto con las características de la demanda ex-
puestas más arriba para evaluar cada actividad. Sin embargo,
las características de oferta de las actividades no pueden incor-
porarse directamente en el modelo de zonas centrales debido
a dos inconvenientes, uno teórico y otro técnico. El primer
problema está relacionado con la posibilidad de evaluar ven-
tajas internas y externas. La variable dependiente del modelo,
gc, se define sin la referencia a cualquier característica de la
función producción de las actividades. Esto hace imposible
evaluar directamente el peso de las economías de escala y las
externalidades de las actividades sobre el grado de centralidad
de una zona. El segundo inconveniente es la presencia de redun-
dancias. Incluir todas las características de oferta de todas las
actividades como variables independientes produce multicoli-
nearidad debido, precisamente, a que esas actividades tienden a
aglomerarse de manera similar. Para superar estos inconvenien-
tes, el modelo de jerarquía central de las zonas incorpora varia-
bles indirectas que representan a las economías de escala y
las externalidades, variables síntesis de características agre-

348 • Tito Alegría


gadas relevantes que son la consecuencia de la búsqueda de
economías internas y de ventajas externas.
Además, debido a que las actividades de comercio apare-
cen en más zonas que los servicios, es probable que las eco-
nomías internas operen de modo diferente en ambos sectores.
Por esta razón, el modelo de regresión incluye dos variables
indirectas de ventajas internas, una para el sector comercio y
otra para el de los servicios.
En general, salvo dos variables en cada ciudad, los resul-
tados del cálculo de la regresión siguen las hipótesis espera-
das para la generación de centros: en síntesis, Tijuana y San
Diego tienen maneras diferentes de generación de centros.
Veamos resultados más particulares del lado de la demanda y
de la oferta.
Las ventajas internas sólo generan centros en Tijuana
pero no así en San Diego. Este resultado es similar al obtenido
evaluando cada actividad independientemente.
Las ventajas externas generan centros en ambas ciuda-
des. Estas ventajas son ligeramente más generadores de cen-
tros en San Diego que en Tijuana. En San Diego, también, las
ventajas externas son los más importantes determinantes de
centros.
Por el lado de la demanda, las diferencias entre San Diego y
Tijuana son más pronunciadas. Las personas con ingresos más
altos localizados generan centros en Tijuana pero no así en San
Diego. El ingreso localizado más alto es el generador más im-
portante y que atrae espacialmente los centros en Tijuana.
En San Diego, el ingreso más bajo es la única característi-
ca de ingreso relevante en la generación de centros, y los
centros de más alto nivel tienden a localizarse lejos de zonas
que contienen a las personas que perciben ingresos más ba-
jos. Los negocios de San Diego tienden a formar centros en
zonas donde hay una proporción pequeña de residentes po-
bres. Los habitantes de San Diego tienen ingresos más altos y
su transporte cuesta (con relación al ingreso) menos que en

Sumario y conclusiones • 349


Tijuana. Esto convierte proporcionalmente a más personas en
consumidores activos que pueden viajar distancias mayores
para consumir.
La densidad de población en ambas ciudades es más baja
cuando la jerarquía central es más alta. La interpretación para
este fenómeno es que los centros desplazan población en la
disputa por el uso del suelo. Teóricamente, el tamaño de la po-
blación es generador de centros. Al respecto, a partir de los re-
sultados estadísticos, puede sacarse una conclusión técnica:
para probar un modelo estadístico, deben usarse dos variables
de densidad de población, uno para densidad de la propia
zona, y uno para densidad de las zonas circundantes. Se pue-
de esperar que la primera se correlacione inversamente con
el gc, y la segunda se correlacione directamente con el gc.
La segregación por ingreso genera centros en Tijuana
pero no así en San Diego. En Tijuana, la jerarquía de centros
aumenta cuando hay mayor diversidad social en su área de
influencia, o cuando su área de mercado tiene consumidores
con diversas preferencias de consumo. En San Diego, en sín-
tesis, del comportamiento del consumidor no se deriva una
clara explicación de por qué la segregación por ingreso no
genera centros. Una posible explicación podría ser que se
debe a la homogeneidad entre las clases sociales en las prefe-
rencias de consumo de la población, o que la diversidad inte-
rior de cada centro de ventas no sigue la diversidad social de
los residentes cercanos.
La segregación por raza genera centros en San Diego pero
no así en Tijuana. Este resultado es indicativo del hecho de que,
cuando los sandieguinos consumen, tienden a hacerlo de una
manera concentrada en lugares con una alta homogeneidad
racial, y tienden a evitar centros con una alta mezcla racial. Al
respecto hay dos interpretaciones sobre este fenómeno: la
discriminación espacial y la restricción espacial residencial.
La discriminación espacial ocurre cuando las personas prefie-
ren no compartir el mismo espacio para consumir o usar el

350 • Tito Alegría


tiempo libre con individuos de una raza diferente. La segunda
interpretación está relacionada con la restricción espacial. La
baja mezcla racial en el consumo puede surgir del hecho de
que muchos sandieguinos residen en barrios segregados por
raza y ellos regularmente van a consumir en el centro más
cercano. Pero esta última restricción es pequeña para la ma-
yoría de las personas de San Diego que tienen tiempo dispo-
nible y no viajan por transporte público (que consume más
tiempo); esta es la razón por la que para muchos sandieguinos,
la segregación por raza en el consumo debe ser voluntaria.
En Tijuana, como en cualquier otra ciudad mexicana gran-
de, la raza no es una característica relevante en la segregación
espacial, y por lo tanto, no es una fuerza social generadora de
centros.
En síntesis, en Tijuana, aunque oferta y demanda determi-
nan la jerarquía central, los factores de demanda influyen más
intensamente en esta jerarquía que los factores de oferta; el
más alto rango de ingreso es el más importante determinante.
En San Diego, también oferta y demanda determinan la jerar-
quía central, pero un factor de oferta (ventajas externas) es el
más importante de todos. Por el lado de la demanda, los fac-
tores significativos están en términos negativos: el nivel de la
jerarquía central es el más alto si el centro se localiza en zonas
donde no hay muchos residentes, no hay pobres, y los grupos
raciales diferentes no comparten el espacio (estos factores se
listan en orden de importancia decreciente).
La síntesis general es que Tijuana y San Diego tienen di-
ferentes mecanismos generadores de centros.

Conclusiones

La población asentada en el límite entre ambos países está


concentrada en áreas urbanas que forman varios pares de
ciudades vecinas divididas por la frontera, y conforman asen-

Sumario y conclusiones • 351


tamientos urbanos continuos transfronterizos. Entre ambos
miembros de cada par urbano transfronterizo se ha desarro-
llado una intensa interacción transfronteriza que moviliza
diariamente consumidores, trabajadores, inversiones, bienes
de consumo intermedio y final, inversiones e información.
En los medios académicos y políticos, la visión predomi-
nante sobre este fenómeno es que cada par urbano conforma
una metrópolis transfronteriza. Los argumentos de este enfo-
que se basan en la continuidad urbana y en la gran interac-
ción que vincula ambos lados de la frontera.
Esta investigación llegó a la conclusión contraria al enfo-
que predominante. Analizando el par urbano Tijuana-San
Diego, se concluye que no estamos frente a una unidad me-
tropolitana transfronteriza sino frente a dos ciudades vecinas
que tienen diferentes formas urbanas, diferentes modos de
generar esa forma urbana y una tendencia a la divergencia
estructural.
Los modos o mecanismos de generación de forma urbana
son las relaciones que establecen los agentes con la estruc-
tura de un subsistema particular en la ciudad. La estructura
de un subsistema surge de las condiciones locales, las cuales
a su vez dependen de condiciones nacionales. Las condicio-
nes locales son sistémicas porque son recurrentes en el tiem-
po, son generales para todos los agentes, propician fuerzas
biunívocas entre los elementos de la estructura (mutua deter-
minación), y la acción de un agente individual no cambia esas
condiciones.
Las condiciones nacionales establecen los límites para los
subsistemas dentro de las ciudades del país. Cada país tiene
niveles particulares en sus indicadores principales, como la
tasa de cambio, la distribución del ingreso entre las personas,
el nivel promedio de la productividad, de los salarios y de la
tasa del transporte. Las ciudades de un país tienen estos indi-
cadores en niveles alrededor de la tendencia nacional. Los ni-
veles específicos de estos indicadores en una ciudad dependen

352 • Tito Alegría


de su contexto regional. Los niveles en Tijuana de estos indica-
dores se parecen más a los promedios de México que a los de
San Diego; del miso modo, en San Diego estos indicadores se
parecen más a los de Estados Unidos que a los de Tijuana.
En esta investigación, se exploraron dos tipos de subsiste-
mas urbanos dentro de Tijuana y dentro de San Diego, con la
intención de especificar si la relación de los agentes con cada
subsistema en la primera ciudad es similar o diferente a esa
relación en la segunda ciudad. Los subsistemas comparados
son el residencial y el de subcentros terciarios.
Dentro del subsistema residencial, hay cuatro condicio-
nes que hacen diferente a ambas ciudades en el mecanismo
generador del patrón espacial de las residencias: ingresos
familiares, mercados de la vivienda, acción del gobierno y
precio del transporte.
Primero, la mayor polarización del ingreso en condiciones
de bajo ingreso promedio de las familias en Tijuana compara-
do con San Diego. En Tijuana, gran parte de las familias per-
cibe ingresos bajos en un nivel que los excluye del acceso al
financiamiento para adquirir una vivienda. Al estar excluidos
del mercado formal, buscan alternativas informales para ad-
quirir una vivienda. Las alternativas informales asignan una
localización periférica mediante invasiones, o fraccionamien-
tos ilegales, en zonas sin infraestructura urbana. Todos los
habitantes de la ciudad quieren residir en zonas con urbani-
zación completa, pero sólo las personas con mayor ingreso
pueden pagar por una vivienda con todos los servicios. En
San Diego, con una menor polarización y un mayor nivel pro-
medio del ingreso, las personas acceden de manera formal a
viviendas con todos los servicios. La mayoría de las familias
de menor ingreso no puede comprar una vivienda por lo que
tiene que rentar. Las viviendas en renta generalmente son
departamentos en zonas no periféricas. Las familias con in-
greso medio o mayor pueden comprar una vivienda y lo hacen
en las periferias de la ciudad.

Sumario y conclusiones • 353


Es probable, además, que las viviendas rentadas o com-
pradas sean más grandes en San Diego que en Tijuana debido
al mayor ingreso de las familias en la primera ciudad. Ello
contribuiría a que la densidad de población urbana sea menor
en el lado norte de la frontera.
Segundo, la diferencia en el desarrollo de los mercados de
vivienda. En Tijuana, pocas viviendas han sido rentadas o
vendidas mediante una empresa de bienes raíces; los propios
dueños comercializan las viviendas. Para una persona que
necesita una vivienda, la búsqueda puede ser costosa, a me-
nos que tenga un conocimiento de buenas oportunidades por
medio de redes personales o institucionales. Estas redes se
desarrollan con el tiempo de residencia o la participación en
instituciones civiles o empresas. La distribución diferencial
del conocimiento, aun entre las personas del mismo ingreso,
suscita que muchos barrios contengan residentes de diversos
ingresos. Las debilidades del mercado de la vivienda también
ocasionan que los barrios sean menos segregados porque las
personas tienden a permanecer en una residencia por una
generación o más, aun cuando los ingresos familiares cambien
en el tiempo. En San Diego, en cambio, los mercados inmobi-
liarios están desarrollados, las transacciones se efectúan regu-
larmente por medio de empresas de bienes raíces. De esta
manera, el conocimiento de las oportunidades es menos costo-
so, por lo que este tipo de conocimiento es menos relevante en
la generación de segregación por ingreso en los barrios. Al es-
tar desarrollados los mercados inmobiliarios, las intenciones
de cambio de residencia, producidos por cambios en los ingre-
sos de las familias, no encuentran restricciones, y ayudan así
a la generación de la segregación por ingreso.
Tercero, la diferencia en la aplicación de las regulaciones
urbanas. En Tijuana, el gobierno local no tiene los recursos, y
muchas veces tampoco la intención política, para aplicar los
planes de usos del suelo. Sin la intervención del gobierno, el
mercado legal regula la asignación de residencia en las zonas

354 • Tito Alegría


legalmente constituidas, y los mercados ilegales operan en algu-
nas porciones de los asentamientos irregulares. En San Diego,
en cambio, el gobierno fuerza el cumplimiento de los planes de
usos del suelo, aunque a veces negocia los cambios de uso cuan-
do la comunidad se organiza o un inversionista lo propone.
Cuarto, la diferencia en el precio relativo del transporte. En
Tijuana, el precio del transporte con relación al precio de servi-
cios, y la mayoría de los bienes, es mayor que en San Diego, por
lo que ocupa una mayor proporción de los salarios en el lado
sur de la frontera. Además, debido al poco desarrollo de su sis-
tema vial, un kilómetro de viaje en Tijuana ocupa más tiempo
que en el lado norte de la frontera. La necesidad de más dinero
y tiempo de viaje en Tijuana influye para que las familias quie-
ran localizar sus residencias cerca de los circuitos de empleo
y consumo. Sólo las familias con ingresos mayores pueden
lograr esas localizaciones ventajosas. En San Diego, en cam-
bio, el precio relativo del transporte es bajo, y el tiempo de
viaje es menor debido a su desarrollado sistema vial. Sólo las
familias con ingresos menores tienen la necesidad de localizar
sus viviendas cerca de los lugares de empleo y consumo.
Estas cuatro condiciones estructurales promueven que el
mecanismo generador del uso del suelo residencial y el corres-
pondiente patrón espacial de ese uso del suelo sean en Tijua-
na diferentes a los de San Diego.
Dentro del subsistema de subcentros terciarios, hay cua-
tro condiciones que diferencian a ambas ciudades en el meca-
nismo generador del patrón espacial de las concentraciones
de comercio y servicios: ingresos familiares, diversidad en el
consumo, precio del transporte y capacidad de inversión.
Primero, la mayor polarización del ingreso en condiciones
de bajo ingreso promedio de las familias en Tijuana compara-
do con San Diego. En Tijuana, la minoría de las familias tiene
una gran capacidad de consumo y gran parte de ellas están
localizadas en una zona cerca del centro histórico. De esta ma-
nera, la alta densidad del potencial de demanda está bastante

Sumario y conclusiones • 355


concentrada espacialmente. Muchos negocios siguen espa-
cialmente a esa demanda, se localizan cerca y terminan con-
centrados. Por otra parte, esa concentración de la demanda
permite que los negocios cercanos puedan optar por la es-
trategia de conseguir economías de escala, haciendo más
grande cada negocio. Además, al estar concentrados los ne-
gocios de todo tipo, pueden lograr la reducción de costos al
obtener ventajas externas de la concentración. En el resto del
territorio de la ciudad, hay un potencial bajo de consumo, por
ello, este territorio termina teniendo pocos negocios y de ta-
maño pequeño. Así, la estructura de centros generada tiende
a ser bastante jerarquizada. En San Diego, en cambio, el in-
greso de las familias está menos polarizado y en un nivel
promedio mayor que en el lado sur de la frontera. La mayoría
de las personas, localizadas en diferentes partes de la ciudad,
participan del consumo. Los negocios se localizan en lugares
accesibles, lejos de los barrios pobres, pero no hay incentivo
espacial para estar sólo cerca de los barrios ricos. El consumo
no aumenta proporcionalmente con el ingreso entre la mayo-
ría de la población, por lo que la mayoría de los barrios tienen
un potencial similar de consumo de la mayoría de bienes y
servicios; esto hace que negocios del mismo tipo tengan tama-
ño similar casi en cualquier parte de la ciudad. De esta mane-
ra, el ingreso afecta poco la localización y la jerarquía de los
centros. La estructura de centros generada tiende a ser poco
jerarquizada. Esta jerarquía, en cambio, se debe más a que los
negocios de todo tipo se concentran para obtener reducción
de costos al obtener ventajas externas de la concentración
Segundo, la diferencia en la diversidad localizada de consu-
mo. Los centros son más concentradores del consumo cuando
tienen más diversidad de bienes y servicios, y ésta surge de la
diversidad de las preferencias de consumo. En Tijuana, la ma-
yor parte de los barrios son socialmente más diversos que en
el lado norte de la frontera; cada centro se beneficia de esa di-
versidad de los consumidores y se obtiene una mayor jerar-

356 • Tito Alegría


quía. En San Diego, los barrios son menos diversos socialmen-
te, por lo que no ayudan a que cada centro obtenga una mayor
diversidad de oferta. Sin embargo, en esta ciudad, los centros
obtienen mayor jerarquía porque atraen consumidores del
mismo grupo étnico, aun de barrios alejados.
Tercero, diferencia en el precio relativo del transporte. En
Tijuana, el precio relativo y el tiempo de transporte son mayo-
res que en el lado norte de la frontera, por lo que todos quieren
consumir cerca de su residencia. Esta es una fuerza descen-
tralizadora de la actividad terciaria, y por ello en los barrios de
bajos ingresos hay pequeñas concentraciones de negocios que
ofrecen sólo los bienes y servicios que tienen mayor frecuen-
cia de consumo y bajo precio unitario. Estas personas realizan
el resto de su consumo en los subcentros localizados lejos de
sus barrios. En San Diego, el precio relativo y el tiempo de via-
je son menores. El imperativo de consumir cerca es menor que
en el lado sur de la frontera. El alcance o área de mercado de
los centros es mayor y la gente puede patrocinar centros más
distantes si el tiempo de viaje no es largo.
Cuarto, la diferencia en la capacidad de inversión. En Tijua-
na, pocas empresas tienen acceso al crédito para el cambio
tecnológico o para ampliar sus instalaciones, y ambas estrate-
gias los llevan a producir a escalas mayores en menor espacio.
Estas empresas necesitan vender más y esto sólo se logra en las
zonas más centrales cerca de las residencias de los consumido-
res que más consumen, haciendo más centrales a estas zonas.
Por esta razón, la productividad se diferencia fuertemente entre
zonas de la ciudad; las zonas con residentes de bajos ingresos
contienen a los negocios menos productivos. En San Diego, en
cambio, el acceso al crédito es mucho más fácil, y menos costo-
so, que en el lado sur de la frontera. La mayor parte de las em-
presas puede adoptar rápidamente el cambio tecnológico, o
ampliar sus instalaciones, haciendo que la mayor productividad
se distribuya uniformemente por toda la ciudad. La jerarquía de
centros no depende de su capacidad productiva.

Sumario y conclusiones • 357


Las condiciones que organizan a los subsistemas residen-
cial y de subcentros son condiciones nacionales, diferentes en-
tre países, y operan sobre todo el territorio de cada ciudad del
país. Como Tijuana y San Diego pertenecen a naciones diferen-
tes, las condiciones de una ciudad son diferentes a las condicio-
nes de la otra. Estas diferencias son las que impiden que ambas
ciudades conformen una unidad sistémica –con el mismo prin-
cipio ordenador para cada tipo de actividad–, lo que impide que
se pueda considerar que forman una unidad metropolitana.
México y Estados Unidos tienen, además, una tendencia
divergente en sus principales indicadores macroeconómicos,
por lo que se espera que las condiciones que organizan esos
subsistemas urbanos, residencial y de subcentros, se diferen-
cien en el tiempo.
Paradójicamente, la divergencia entre ambos países genera
que las interacciones entre Tijuana y San Diego crezcan en el
tiempo. Cada vez que el salario promedio de San Diego se au-
menta más que el de Tijuana, más personas se convierten en
transmigrantes (residentes de Tijuana que trabajan en San Die-
go), o más inversión maquiladora arriba al lado sur de la fronte-
ra y más productos manufacturados son enviados a California,
o más turistas del sur de California llegan a las costas de Tijua-
na cada fin de semana. Esta gran interacción es el argumento
central de los autores (citados en la revisión bibliográfica) que
proponen que actualmente se forma una metrópolis transfron-
teriza. La interacción porta la influencia para que un lado de la
frontera se parezca al otro, y para que identidades regionales en
el espacio transfronterizo florezcan. Estos autores tienen razón
acerca de la influencia de los estilos arquitectónicos y urbanís-
ticos, modos de usar el tiempo libre, preferencias de modos de
transporte, etcétera. También están en lo cierto sobre la emer-
gencia de identidades transfronterizas, por ejemplo, en la prefe-
rencia por un tipo de música o un estilo de vestido.
Sin embargo, estas influencias e identidades no están ata-
das a un lugar. Los estilos arquitectónicos o gustos artísticos

358 • Tito Alegría


simirales aparecen casi en cualquier ciudad grande del mun-
do. Además, la interacción entre las dos ciudades crece por-
que las diferencias económicas entre ambos países crecen
también. El crecimiento de la interacción no produce conver-
gencia entre ambas ciudades porque sus diferencias depen-
den de condicione nacionales, no locales.
Lo que queda por explorar son los elementos que harían
que Tijuana y San Diego tiendan a tener una ligazón sistémica
de mutua determinación y que las harían tener mecanismos
generadores de forma urbana similares. Al respecto, se apun-
tan dos hipótesis.
Primero, que la frontera se debilite como límite a merca-
dos y regulaciones. La frontera, como ejercicio territorializado
de soberanía nacional, permite la existencia a unos metros de
distancia de diferentes niveles de precios en bienes funda-
mentales en la organización del espacio urbano. Permite, por
ejemplo, niveles de salarios y de tasas de interés desiguales.
Si la frontera dejara de ser un obstáculo para el mercado la-
boral, muchos residentes de Tijuana irían a buscar empleo a
San Diego, donde los salarios disminuirían ante la sobreoferta
de trabajo. En Tijuana, los negocios tendrían que ofrecer un
mayor salario para retener a sus trabajadores, y el único modo
viable de aumentar el salario sería adoptando el cambio tec-
nológico para aumentar la productividad. La inversión nece-
saria para ello sólo podría llevarse a cabo si disminuyen las
tasas de interés en Tijuana. Al haber más personas de Tijuana
trabajando en San Diego, más zonas de ambas ciudades esta-
rían integradas de manera sistémica. Por otra parte, en este
escenario, los salarios entre ambas ciudades serían más pare-
cidos, lo cual abriría más oportunidades de inversión en Tijua-
na para empresas de servicios de San Diego, lo que reforzaría
la integración sistémica de ambas ciudades. Que los negocios
sean más rentables en Tijuana permitiría también disminuir las
tasas de interés locales al disminuir los riesgos de moratoria.
En síntesis, esta hipótesis establece que habría mayor integra-

Sumario y conclusiones • 359


ción sistémica entre ambas ciudades si la frontera disminuyera
su papel separador de los mercados locales de trabajo.
Este escenario, sin embargo, parece irrealizable en el
mediano plazo, debido a dos tendencias surgidas recientemen-
te en Estados Unidos: la actitud antiinmigrante, particular-
mente antimexicana, y la nueva visión de la seguridad nacio-
nal. Ambas tendencias apuntan a hacer más restrictivos los
cruces de personas en la frontera sur debido al miedo a que
sea el lugar de paso de inmigrantes indocumentados o de
terroristas internacionales.
Segundo, que se mantengan las actuales tendencias sobre
la distribución del ingreso familiar en Estados Unidos. En las
últimas dos décadas, ha habido un incremento de la desigual-
dad de la distribución del ingreso en este país; por ejemplo,
en el estado de California el índice de Gini se incrementó cua-
tro puntos entre 1988 y 1999 (Lynch, 2003). Si esta tendencia
se mantiene, la distribución del ingreso en este país estaría
acercándose a la de México en los próximos años. Como se
concluyó, una gran desigualdad del ingreso en Tijuana es
responsable de una distribución bastante jerarquizada de
subcentros terciarios. Con esa tendencia en la distribución del
ingreso en San Diego, su estructura de subcentros tendería a
parecerse a la de Tijuana: más jerarquizada y más orientada
espacialmente hacia los barrios con residentes de mayores
ingresos. Según esta hipótesis, la estructura urbana de San
Diego tendería a ser como la de una ciudad del tercer mundo,
de manera similar a la distribución del ingreso familiar. Si las
circunstancias políticas actuales en Estados Unidos no cam-
bian pronto, esta hipótesis de tendencia podría concretarse en
las décadas por venir. Aunque esto no atribuiría a ambas ciu-
dades una relación sistémica, sí podría propiciar las generación
de estructuras espaciales similares de subcentros terciarios y
mecanismos generadores análogos de esas estructuras.

360 • Tito Alegría


Anexo

Cuadro A
Tijuana: correlaciones entre empleo de sectores comercio y
servicios (1993 y 1988) y población por rangos de ingreso (1990).
Datos agregados por ageb

EMP93 EMP93 EMP87 EMP87 MW MW MW


COM SER COM SER 0-2 2-5 5+

EMP93COM 1.000 .854 .839 .773 -.155 -.146 .213


Sig. (2-tailed) . .000 .000 .000 .037 .050 .004
EMP93SER .854 1.000 .836 .926 -.227 -.308 .364
Sig. (2-tailed) .000 . .000 .000 .002 .000 .000
EMP87COM .839 .836 1.000 .883 -.156 -.105 .191
Sig. (2-tailed) .000 .000 . .000 .036 .159 .010
EMP87SER .773 .926 .883 1.000 -.168 -.224 .267
Sig. (2-tailed) .000 .000 .000 . .024 .002 .000
MW_0-2 -.155 -.227 -.156 -.168 1.000 -.039 -.831
Sig. (2-tailed) .037 .002 .036 .024 . .599 .000
MW_2-5 -.146 -.308 -.105 -.224 -.039 1.000 -.523
Sig. (2-tailed) .050 .000 .159 .002 .599 . .000
MW_5+ .213 .364 .191 .267 -.831 -.523 1.000
Sig. (2-tailed) .004 .000 .010 .000 .000 .000 .
N 181 181 181 181 181 181 181
Significado:
EMP93COM y EMP88COM: empleo en comercio, 1993 y 1988.
EMP93SER y EMP88SER: empleo en servicios, 1993 y 1988.
MW_0-2: porcentaje de trabajadores residentes que ganan de 0 a 2 salarios
mínimos, 1990.
MW_2-5: porcentaje de trabajadores residentes que ganan de 2 a 5 salarios
mínimos, 1990.
MW_5+: porcentaje de trabajadores residentes que ganan más de 5 salarios
mínimos, 1990.
Fuente: Censos Económicos Mexicanos de 1994 y 1988, y Censo de Población
1990.

361
Cuadro B
Definiciones censales de las ramas de comercio y
servicios incluidos en el análisis

Sector comercio

Código Definición en México Código Definición en Estados Unidos

6210 Comercio de productos 542 Meat and fish market


alimenticios, bebidas y 543 Fruit and vegetable markets
tabaco al por menor en 544 Candy, nut, confectionery
establecimientos 545 Dairy products store
especializados 546 Retail bakeries
6220 Comercio de productos 541 Grocery stores
alimenticios al por menor 549 Miscellaneous food stores
en supermercados,
tiendas de autoservicio
y almacenes
6230 Comercio de productos no 52 Building matrl. & garden supp.
alimenticios al por menor, 56 Apparel and accessory stores
en establecimientos 555 Boat dealers
especializados 556 Recreational vehicle dealers
557 Motorcycle dealers
57 Furniture and homefurnishings
59ex.591 Miscellaneous retail stores
591 Drug and proprietary stores
6240 Comercio de productos 53 General merchandise stores
no alimenticios al por
menor, en tiendas
departamentales y
almacenes
6250 Comercio al por menor 551 New & used car dealers
de automóviles. Incluye 552 Used car dealers
llantas y refacciones 553 Auto and home supply stores
559 Automotive dealers, n.e.c.
6260 Estaciones de gasolina 554 Gasoline service stations
(gasolineras)

Sector servicios

8311 Servicio de alquiler de 735 Misc. equip rent/lease


equipo, maquinaria
y mobiliario

362 • Tito Alegría


Sector servicios

Código Definición en México Código Definición en Estados Unidos

8312 Otros servicios de alquiler 751 Auto rent/lease


9211 Servicios educativos 824 Vocational schools
prestados por el sector 829 Schools/educ serv,nec
privado
9221 Servicios de investigación 873 ex 8733 Research,
científica prestados por development, testing except
el sector privado non-commercial
9231 Servicios médicos, 80 Health services
odontológicos y
veterinarios prestados
por el sector privado
9241 Servicios de asistencia 832 Individ/fam soc serv
social prestados por el 833 Job train,vocat rehb
sector privado 835 Child day care service
836 Residential care
839 Social services,nec
9310 Restaurantes, bares y 58 Eating and drinking places
centros nocturnos
9320 Hoteles y otros servicios 70 ex 704 Hotels, houses, camps,
de alojamiento temporal oth.
9411 Servicios de esparcimiento 781,2 Motion picture service
relacionados con la 783 Movie theaters
cinematografía, teatro, 784 Video tape rental
radio y televisión prestados 791 Dance studio,school
por el sector privado 792 Thea prod (ex pic), band
9421 Servicios culturales 823 Libraries
prestados por el sector 84 Museum, art, gardens
privado
9491 Servicios en centros 793 Bowling centers
recreativos y deportivos 794 Commercial sports
y otros servicios de 79 ex 792,3,4;84 Other amuse
diversión prestados por and rec
el sector privado. Excluye
centros nocturnos
9510 Prestaciones de servicios 731 Advertising
profesionales, técnicos 732 Adjust, collect, credit
y especializados. Excluye 733 Mail, copy, photo, steno
los agropecuarios 734 Serv to dwellings, bldg.

Anexo • 363
Cuadro B (Continuación)

Sector servicios

Código Definición en México Código Definición en Estados Unidos

736 Personnel supply serv


737 Comp prog, process, oth
738 Misc business serv
81 Legal services
871 Engineer, architect, sur
872 Accting, audit, bookkeep
874 Mgmnt and pr services
89 Services, n.e.c.
9520 Servicios personales 722 Photo studios, portrait
diversos 723 Beauty shops
724 Barber shops
725 Shoe repair shop,shine
726 Funeral serv/crematory
729 Misc personal services
9530 Servicios de tintorería 721 Laundry, cleaning, garm
y lavandería
9611 Servicio de reparación 769 Misc repair, rel serv
y mantenimiento de
maquinaria y equipo.
Incluye equipo de
transporte
9612 Servicio de reparación y 753 Automotive repair shop
mantenimiento automotriz 754 Auto serv, ex repair
9613 Otros servicios de
reparación, principalmente 762 Electrical repair shop
a los hogares 763 Watch, clock, jewelry rep
764 Reuphol/furniture rep
9731 Servicios relacionados 752 Automobile parking
con el transporte terrestre

364 • Tito Alegría


Cuadro C
Ramas de comercio y servicios incluidos
en el análisis y porcentaje de empleo

Sector comercio

Rama Empleo %

Código Definición Tijuana San Diego

6210 Comercio de productos alimenticios, 26.6 2.4


bebidas y tabaco al por menor en
establecimientos especializados
6220 Comercio de productos alimenticios 14.4 19.0
al por menor en supermercados,
tiendas de autoservicio y almacenes
6230 Comercio de productos no 45.5 48.9
alimenticios al por menor en
establecimientos especializados
6240 Comercio de productos no 5.2 11.8
alimenticios al por menor en tiendas
departamentales y almacenes
6250 Comercio al por menor de automóviles. 6.8 12.9
Incluye llantas y refacciones
6260 Estaciones de gasolina (gasolineras) 1.6 5.0
% Total 100.0 100.0
Total incluido en empleo de comercio 35,133 95,168

Sector servicios

8311 Servicio de alquiler de equipo, 2.1 0.8


maquinaria y mobiliario
8312 Otros servicios de alquiler 0.2 0.5
9211 Servicios educativos prestados 6.2 0.7
por el sector privado
9221 Servicios de investigación científica 0.7 2.0
prestados por el sector privado
9231 Servicios médicos, odontológicos 9.0 15.1
y veterinarios prestados por el
sector privado
9241 Servicios de asistencia social prestados 1.2 2.0
por el sector privado

Anexo • 365
Cuadro C (Continuación)

Sector servicios

Rama Empleo %

Código Definición Tijuana San Diego

9310 Restaurantes, bares y centros


nocturnos 28.7 25.5
9320 Hoteles y otros servicios de
alojamiento temporal 6.2 7.0
9411 Servicios de esparcimiento 1.9 1.4
relacionados con la cinematografía,
teatro, radio y televisión prestados
por el sector privado
9421 Servicios culturales prestados por 0.1 0.0
el sector privado
9491 Servicios en centros recreativos y 4.1 3.0
deportivos y otros servicios de
diversión prestados por el sector
privado. Excluye centros nocturnos
9510 Prestaciones de servicios profesionales, 18.7 32.3
técnicos y especializados. Excluye
los agropecuarios
9520 Servicios personales diversos 4.2 2.7
9530 Servicios de tintorería y lavandería 1.4 1.7
9611 Servicio de reparación y mantenimiento 0.8 0.7
de maquinaria y equipo. Incluye equipo
de transporte
9612 Servicio de reparación y mantenimiento 10.2 3.4
automotriz
9613 Otros servicios de reparación, 2.9 0.8
principalmente a los hogares
9731 Servicios relacionados con el transporte 1.4 0.4
terrestre
% Total 100.0 100.0
Total incluido en empleo de servicios 40,675 258,529

366 • Tito Alegría


Cuadro D
Ramas de servicios no incluidas en el análisis y porcentaje
de empleo en total de servicios de Tijuana

Rama
Empleo %
Código Definición en Tijuana

8211 Servicios de alquiler de bienes inmuebles 0.6


8212 Otros servicios inmobiliarios 2.3
9250 Servicios de asociaciones comerciales, 0.9
profesionales y laborales
9290 Servicios de organizaciones políticas, cívicas 0.3
y religiosas
9412 Servicios de esparcimiento relacionados con 0.5
cinematografía, teatro, radio y televisión
prestados por el sector público
9710 Servicios para la agricultura y la ganadería. 0.3
Incluye distribución de agua en obras de riego
9720 Servicios relacionados con la construcción 0.1
9733 Servicios relacionados con el transporte aéreo 0.8
9740 Servicios relacionados con las instituciones 0.4
financieras, de seguros y fianzas
9750 Servicios de intermediarios de comercio 0.1
9790 Servicios de agencias de viaje y almacenaje 1.0
% Total 7.2
Empleo total de Servicios 43,835

Anexo • 367
Cuadro E
Lugares (places) por condados del sur de California usados
en la prueba del Modelo de Shefer

Condado Frecuencia Porcentaje

Imperial 6 2.8
Kern 9 4.2
Los Ángeles 81 38.2
Orange 30 14.2
Riverside 24 11.3
San Bernardino 24 11.3
San Diego 17 8.0
San Luis 6 2.8
Santa Bárbara 6 2.8
Ventura 9 4.2
Total 212 100.0

368 • Tito Alegría


Cuadro F
Demanda: modelos de regresión de ramas del gran sector comercio ordenadas por alcance urbano
(% de zonas ocupadas)

Tijuana San Diego

Tipo de variable 6240 6260 6220 6250 6230 6210 6240 6250 6210 6220 6260 6230

Densidad de población P1(+) P3(−)



Población total P1(+) (+) (+) P2(+) P3(+) P3(+) P3(+)

Proporción de pea: P3(−) (−) (+) P3(+)
0−2 salarios mínimos
Proporción de pea: (+) P2(+) P3(+) P3(+) (−)
2−5 salarios mínimos
Proporción de pea: P3(+) (+) (+) P1(+)
más de 5 salarios
mínimos
Segregación por (+) (−) (−)
ingreso
Segregación por raza P3(+) P1(+) (+) P2(+)
Variable de control: área (+) (+) (+) (+) (+)
R2 0.35 0.44 0.37 0.28 0.28 0.40 0.10 0.17 0.21 0.32 0.27 0.43
Zonas Número 16 37 84 162 231 296 43 54 61 64 65 70
% 5 12 27 52 74 95 57 72 81 85 87 93
P0.5, P1, P2 y P3 significan: potencial de la variable con exponente 0.5, 1, 2 y 3 sobre el indicador distancia, respectivamente.
Cuadro G
Demanda: modelos de regresión de ramas del gran sector servicios ordenadas por alcance urbano
(% de zonas ocupadas)

Tijuana

Tipo de variable 9221 8312 9411 9731 9241 9320 9611 9530 9211 9491 9510 9613 8311 9231 9520 9310 9612

Densidad de población (+) P3(−) P1(+)


Población total (+) P0.5(+) (+)
Proporción de pea: (−) P0.5(+) (−) (−) (−) (−) (−)
0−2 salarios mínimos
Proporción de pea: (−) (−) (−) (−)
2−5 salarios mínimos
Proporción de pea: P3(+) (−) P2(+) P1(+) P1(+) (+) (+) P0.5(+) (+) P1(+)
más de 5 salarios
mínimos
Segregación por P3(−) P2(−) P3(−) P3(−) P0.5(+) P1(+) (−) (−) (−)
ingreso
Segregación por
raza
Variable de control: área (+) (+) (+) (+)
R2 0.81 0.46 0.38 0.10 0.42 0.09 0.11 0.26 0.35 0.28 0.09 0.22 0.22 0.26 0.33 0.29
Zonas Número 5 13 23 26 43 48 57 87 91 93 98 133 151 157 172 184 202
% 2 4 7 8 14 15 18 28 29 30 31 43 48 50 55 59 65
San Diego

Tipo de variable 9731 8312 9221 9211 9613 8311 9611 9320 9491 9612 9411 9530 9241 9520 9231 9510 9310

Densidad de población
Población total (−) (−) (+) (+) (+) P2(+) (+) (+) (+)
Proporción de pea: P2(+) P2(+) P3(+) P3(+) P3(+) P2(+) P3(+)
0−2 salarios mínimos
Proporción de pea: P2(+)
2−5 salarios mínimos
Proporción de pea:
más de 5 salarios P3(−) (−) (−) P1(+)
mínimos
Segregación por P2(−) P0.5(+)
ingreso
Segregación por P1(+) (+) P0.5(+) P1(+) P3(+) P3(+) P3(+)
raza
Variable de control: área (+) (−) (+) (+)
R2 0.41 0.30 0.31 0.29 0.22 0.15 0.16 0.05 0.24 0.21 0.12 0.33 0.08 0.31 0.22 0.26 0.32
Zonas Número 16 35 45 46 50 52 54 57 59 59 62 65 66 67 68 71 72
% 21 47 60 61 67 69 72 76 79 79 83 87 88 89 91 95 96

P0.5, P1, P2 y P3 significan: potencial de la variable con exponente 0.5, 1, 2 y 3 sobre el indicador distancia, respectivamente.
Cuadro H
Cálculo de economías internas de escala (h):
ramas seleccionadas de comercio y servicios
en Tijuana y San Diego

San Diego
Tijuana (sur de California)

Rama Indicador B sig. h B sig. h

6210 LN_Constante −2.68 0.00 −2.50 1.98 0.00 0.99


β1 (V/n) 1.03 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.94 0.00 −0.01 0.39
R2 0.38 (c) 0.42 (s)
6220 LN_Constante 1.19 0.02 1.23 2.70 0.00 0.98
β1 (V/n) 0.21 0.08 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.03 0.82 −0.02 0.00
R2 0.21 (s,cc) 0.60 (cc)
6230 LN_Constante −0.55 0.02 1.15 2.53 0.00 0.97
β1 (V/n) 0.68 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.63 0.00 −0.03 0.00
R2 0.38 0.41 (cc)
6240 LN_Constante 0.81 0.18 1.32 2.52 0.00 1.00
β1 (V/n) 0.40 0.04 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.20 0.40 0.00 0.00
R2 0.54 (s,c) 0.27 (c)
6250 LN_Constante 0.12 0.59 1.40 2.98 0.00 1.00
β1 (V/n) 0.52 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.33 0.01 0.00 0.18
R2 0.42 (c) 0.66 (s,cc)
6260 LN_Constante 0.95 0.19 1.44 2.43 0.00 0.98
β1 (V/n) 0.17 0.15 0.00 0.04
β2 (E/n) 0.19 0.24 −0.02 0.00
R2 0.26 (s) 0.05
8311 LN_Constante −0.48 0.11 2.00 3.15 0.00 0.99
β1 (V/n) 0.75 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.51 0.00 −0.01 0.44
R2 0.40 0.20 (s,c)
8312 LN_Constante 0.07 0.79 2.31 2.99 0.00 0.97
β1 (V/n) 0.72 0.00 0.00 0.06
β2 (E/n) −0.35 0.02 −0.03 0.09
R2 0.90 0.12 (s,cc)

372 • Tito Alegría


San Diego
Tijuana (sur de California)

Rama Indicador B sig. h B sig. h

9211 LN_Constante 0.25 0.30 2.18 2.90 0.00 0.97


β1 (V/n) 0.72 0.00 0.00 0.02
β2 (E/n) −0.40 0.01 −0.03 0.19
R2 0.53 (c) 0.55 (s,cc)
9221 LN_Constante 4 Casos 3.28 0.00 0.95
β1 (V/n) 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.05 0.00
R2 0.47 (c)
9231 LN_Constante 0.07 0.79 2.04 3.36 0.00 0.92
β1 (V/n) 0.49 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) 0.04 0.81 −0.08 0.00
R2 0.37 (s,c) 0.45 (c)
9241 LN_Constante 0.98 0.07 1.36 2.31 0.00 0.96
β1 (V/n) 0.23 0.18 0.00 0.00
β2 (E/n) 0.04 0.85 −0.04 0.00
R2 0.12 (s) 0.45
9310 LN_Constante −0.78 0.02 2.35 1.86 0.00 0.95
β1 (V/n) 0.62 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.10 0.62 −0.05 0.00
R2 0.34 (s,c) 0.52 (cc)
9320 LN_Constante 0.84 0.03 1.22 2.23 0.00 0.98
β1 (V/n) 0.48 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.37 0.08 −0.02 0.00
R2 0.29 (s,cc) 0.30 (cc)
9411 LN_Constante 0.92 0.07 1.61 2.66 0.00 0.93
β1 (V/n) 0.47 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.14 0.50 −0.07 0.00
R2 0.63 (s,c) 0.44 (cc)
9491 LN_Constante 0.58 0.02 1.53 2.35 0.00 0.96
β1 (V/n) 0.46 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.18 0.23 −0.04 0.00
R2 0.54 (s,c) 0.62 (c)
9510 LN_Constante −0.06 0.82 2.25 3.15 0.00 0.98
β1 (V/n) 0.80 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.54 0.00 −0.02 0.00
R2 0.55 (c) 0.35

Anexo • 373
Cuadro H (Continuación)

San Diego
Tijuana (sur de California)

Rama Indicador B sig. h B sig. h

9520 LN_Constante −0.79 0.04 3.24 2.45 0.00 0.94


β1 (V/n) 0.74 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.14 0.66 −0.06 0.00
R2 0.29 (s) 0.57
9530 LN_Constante 0.64 0.04 1.37 2.27 0.00 0.97
β1 (V/n) 0.46 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.25 0.08 −0.04 0.04
R2 0.31 (s) 0.53 (c)
9611 LN_Constante −0.06 0.93 2.27 2.92 0.00 0.98
β1 (V/n) 0.75 0.00 0.00 0.15
β2 (E/n) −0.42 0.07 −0.02 0.49
R2 0.41 (s) 0.26 (s,cc)
9612 LN_Constante 0.02 0.95 1.10 2.77 0.00 0.92
β1 (V/n) 0.69 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.66 0.00 −0.09 0.00
R2 0.25 0.66
9613 LN_Constante −0.56 0.06 2.23 2.72 0.00 0.96
β1 (V/n) 0.69 0.00 0.00 0.00
β2 (E/n) −0.32 0.13 −0.04 0.01
R2 0.44 (s,c) 0.42 (cc)
9731 LN_Constante 1.12 0.00 0.96 2.62 0.00 0.81
β1 (V/n) 0.50 0.00 0.00 0.01
β2 (E/n) −0.51 0.03 −0.19 0.01
R2 0.51 (c) 0.62 (cc)
Variable dependiente: Salario promedio por trabajador (Wij/Eij).
Colinearidad: (c) = Alta (2<VIF<5), (cc) = Severa (5<VIF).
(s)= Bajo nivel de significancia estadística (Sig.>0.05) en cualquier variable
independiente.

374 • Tito Alegría


Cuadro I
Cálculo indirecto de economías internas de escala con el tamaño
del empleo

Tijuana San Diego

Rama Indicador LN_Constante β1 β2 R 2 LN_Constante β1 β2 R2

6210 Coef. 2.62 1.09 0.34 0.55 4.65 0.55 −0.02 0.31
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.78
6220 Coef. 3.60 1.16 0.07 0.86 5.45 0.46 −0.08 0.40
Sig. 0.00 0.00 0.47 0.00 0.00 0.12
6230 Coef. 2.05 1.33 0.40 0.55 5.15 0.51 0.06 0.73
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
6240 Coef. 2.34 1.24 0.11 0.79 5.45 0.43 −0.05 0.66
Sig. 0.05 0.00 0.84 0.00 0.00 0.56
6250 Coef. 2.32 1.38 0.30 0.66 5.82 0.30 0.06 0.32
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.39
6260 Coef. 5.85 0.80 0.08 0.45 6.54 0.30 −0.02 0.15
Sig. 0.00 0.00 0.65 0.00 0.00 0.49
8311 Coef. 2.09 1.06 0.22 0.50 4.75 0.74 −0.01 0.44
Sig. 0.00 0.00 0.01 0.00 0.00 0.90
8312 Coef. 3.50 0.62 −0.47 0.21 4.94 0.61 0.04 0.27
Sig. 0.00 0.15 0.24 0.00 0.00 0.79
9211 Coef. 1.37 1.16 0.29 0.79 4.11 0.87 −0.04 0.53
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.78
9221 Coef. 4 casos 4.17 0.68 0.19 0.68
Sig. 0.00 0.00 0.09
9231 Coef. 1.52 1.17 0.29 0.60 5.13 0.44 0.04 0.35
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.39
9241 Coef. 1.32 0.42 0.31 0.17 3.54 0.74 0.13 0.79
Sig. 0.02 0.09 0.20 0.00 0.00 0.01
9290 Coef. 1.58 1.06 −0.33 0.23 No data
Sig. 0.56 0.20 0.73
9310 Coef. 1.67 1.28 0.16 0.74 3.90 0.80 −0.02 0.84
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.39
9320 Coef. 1.97 1.23 0.05 0.86 4.52 0.58 0.08 0.83
Sig. 0.00 0.00 0.63 0.00 0.00 0.16
9411 Coef. 1.22 1.61 0.31 0.81 4.23 0.75 0.06 0.58
Sig. 0.10 0.00 0.19 0.00 0.00 0.36
9421 Coef. 1 caso 3 casos
Sig.

Anexo • 375
Cuadro I (Continuación)

Tijuana San Diego

Rama Indicador LN_Constante β1 β2 R2 LN_Constante β1 β2 R2

9491 Coef. 1.03 1.34 0.46 0.72 4.40 0.60 0.12 0.64
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.08
9510 Coef. 1.41 1.18 0.33 0.73 4.79 0.46 0.09 0.69
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
9520 Coef. 0.90 1.54 0.24 0.50 4.25 0.47 0.09 0.32
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.16
9530 Coef. 1.67 0.95 0.44 0.60 3.95 0.70 0.08 0.70
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.05
9611 Coef. 1.69 1.33 0.26 0.54 4.21 0.90 0.02 0.56
Sig. 0.00 0.00 0.06 0.00 0.00 0.78
9612 Coef. 1.40 1.11 0.25 0.55 5.10 0.32 0.13 0.37
Sig. 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.01
9613 Coef. 1.10 1.34 0.14 0.60 4.33 0.70 0.11 0.65
Sig. 0.00 0.00 0.07 0.00 0.00 0.09
9731 Coef. 1.30 1.49 0.18 0.64 3.91 0.98 −0.09 0.50
Sig. 0.21 0.00 0.67 0.00 0.01 0.68
Variable dependiente: ventas promedio por establecimiento (Vij/nij)

376 • Tito Alegría


Cuadro J
Economías de localización y centralización en Tijuana:
resultados de ecuaciones de regresión B15 y B16

Vij Eij b1
Vij Ej - Eij b2
–––––=a1 ––– –––––=a2 ––––––
estaij Ei estaij E

Rama LN_Constante β1 β2 R2

6210 Coef. 6.752 0.45


0.10
Sig. 0.00 0.00
Coef. 5.34 0.17 0.08
Sig. 0.00 0.00
6220 Coef. 13.05 1.16 0.84
Sig. 0 0.00
Coef. 10.26 0.61 0.22
Sig. 0.00 0.00
6230 Coef. 8.28 0.59 0.28
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.54 0.34 0.11
Sig. 0.00 0.00
6240 Coef. 10.11 1.03 0.77
Sig. 0.00 0.00
Coef. 10.08 0.99 0.20
Sig. 0.00 0.08
6250 Coef. 9.65 0.90 0.48
Sig. 0.00 0.00
Coef. 7.37 0.46 0.21
Sig. 0.00 0.00
6260 Coef. 10.70 0.80 0.42
Sig. 0.00 0.00
Coef. 9.41 0.35 0.18
Sig. 0.00 0.01
8311 Coef. 8.13 0.90 0.47
Sig. 0.00 0.00
Coef. 5.29 0.32 0.16
Sig. 0.00 0.00
8312 Coef. 2.84 0.04 0.00
Sig. 0.00 0.88
Coef. 2.16 −0.12 0.03
Sig. 0.05 0.56

Anexo • 377
Cuadro J (Continuación)

Vij Eij b1
Vij Ej - Eij b2
–––––=a1 ––– –––––=a2 ––––––
estaij Ei estaij E

Rama LN_Constante β1 β2 R2

9211 Coef. 8.54 0.88


0.70
Sig. 0.00 0.00
Coef. 5.75 0.33 0.11
Sig. 0.00 0.00
9221 4 casos
9231 Coef. 5.65 0.45 0.34
Sig. 0.00 0.00
Coef. 4.68 0.30 0.13
Sig. 0.00 0.00
9241 Coef. 4.28 0.41 0.12
Sig. 0.00 0.05
Coef. 3.51 0.20 0.04
Sig. 0.00 0.29
9290 Coef. 4.27 0.77 0.18
Sig. 0.05 0.23
Coef. 1.63 −0.05 0.00
Sig. 0.44 0.90
9310 Coef. 6.95 0.54 0.54
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.36 0.47 0.34
Sig. 0.00 0.00
9320 Coef. 7.98 0.71 0.55
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.13 0.32 0.08
Sig. 0.00 0.05
9411 Coef. 10.51 1.31 0.80
Sig. 0.00 0.00
Coef. 4.83 −0.07 0.00
Sig. 0.01 0.83
9421 1 caso
9491 Coef. 9.94 1.18 0.62
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.83 0.68 0.23
Sig. 0.00 0.00

378 • Tito Alegría


Vij Eij b1
Vij Ej - Eij b2
–––––=a1 ––– –––––=a2 ––––––
estaij Ei estaij E

Rama LN_Constante β1 β2 R2

9510 Coef. 7.52 0.63


0.53
Sig. 0.00 0.00
Coef. 7.09 0.60 0.25
Sig. 0.00 0.00
9520 Coef. 5.86 0.64 0.36
Sig. 0.00 0.00
Coef. 4.37 0.37 0.19
Sig. 0.00 0.00
9530 Coef. 7.67 0.89 0.49
Sig. 0.00 0.00
Coef. 5.81 0.43 0.22
Sig. 0.00 0.00
9611 Coef. 7.26 0.87 0.41
Sig. 0.00 0.00
Coef. 5.52 0.40 0.16
Sig. 0.00 0.00
9612 Coef. 5.96 0.54 0.38
Sig. 0.00 0.00
Coef. 4.49 0.27 0.14
Sig. 0.00 0.00
9613 Coef. 6.28 0.73 0.39
Sig. 0.00 0.00
Coef. 3.88 0.28 0.09
Sig. 0.00 0.00
9731 Coef. 7.23 0.87 0.44
Sig. 0.00 0.00
Coef. 3.99 0.13 0.00
Sig. 0.06 0.75

Anexo • 379
Cuadro K
Economías de localización y centralización en San Diego:
resultados de ecuaciones de regresión B15 y B16

Vij Eij b1
Vij Ej - Eij b2
–––––=a1 ––– –––––=a2 ––––––
estaij Ei estaij E

Rama LN_Constante β1 β2 R2

6210 Coef. 6.57 0.20


0.12
Sig. 0.00 0.01
Coef. 6.20 0.09 0.03
Sig. 0.00 0.15
6220 Coef. 7.72 0.23 0.30
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.47 −0.04 0.01
Sig. 0.00 0.50
6230 Coef. 6.61 0.06 0.07
Sig. 0.00 0.03
Coef. 6.84 0.09 0.15
Sig. 0.00 0.00
6240 Coef. 8.20 0.26 0.41
Sig. 0.00 0.00
Coef. 8.03 0.19 0.08
Sig. 0.00 0.06
6250 Coef. 7.62 0.19 0.34
Sig. 0.00 0.00
Coef. 7.70 0.19 0.15
Sig. 0.00 0.00
6260 Coef. 7.56 0.09 0.08
Sig. 0.00 0.03
Coef. 7.36 0.03 0.02
Sig. 0.00 0.21
8311 Coef. 7.88 0.36 0.36
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.87 0.12 0.03
Sig. 0.00 0.25
8312 Coef. 7.95 0.39 0.24
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.78 0.14 0.02
Sig. 0.00 0.40

380 • Tito Alegría


Vij Eij b1
Vij Ej - Eij b2
–––––=a1 ––– –––––=a2 ––––––
estaij Ei estaij E

Rama LN_Constante β1 β2 R2

9211 Coef. 8.10 0.49


0.45
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.40 0.11 0.02
Sig. 0.00 0.32
9221 Coef. 8.38 0.44 0.64
Sig. 0.00 0.00
Coef. 7.13 0.24 0.05
Sig. 0.00 0.13
9231 Coef. 6.66 0.11 0.19
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.40 0.05 0.03
Sig. 0.00 0.16
9241 Coef. 6.99 0.35 0.36
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.33 0.18 0.09
Sig. 0.00 0.01
9290 No Data
9310 Coef. 6.76 0.11 0.11
Sig. 0.00 0.01
Coef. 6.45 0.04 0.03
Sig. 0.00 0.17
9320 Coef. 8.30 0.35 0.48
Sig. 0.00 0.00
Coef. 7.52 0.19 0.05
Sig. 0.00 0.08
9411 Coef. 7.78 0.40 0.52
Sig. 0.00 0.00
Coef. 7.14 0.21 0.16
Sig. 0.00 0.00
9421 3 casos
9491 Coef. 8.05 0.40 0.57
Sig. 0.00 0.00
Coef. 7.16 0.18 0.09
Sig. 0.00 0.02
9510 Coef. 6.92 0.18 0.50
Sig. 0.00 0.00

Anexo • 381
Cuadro K (Continuación)

Vij Eij b1
Vij Ej - Eij b2
–––––=a1 ––– –––––=a2 ––––––
estaij Ei estaij E

Rama LN_Constante β1 β2 R2

Coef. 6.64 0.12


0.19
Sig. 0.00 0.00
9520 Coef. 5.87 0.13 0.09
Sig. 0.00 0.01
Coef. 5.88 0.11 0.07
Sig. 0.00 0.04
9530 Coef. 6.84 0.29 0.35
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.57 0.20 0.17
Sig. 0.00 0.00
9611 Coef. 7.71 0.41 0.38
Sig. 0.00 0.00
Coef. 6.53 0.15 0.03
Sig. 0.00 0.21
9612 Coef. 6.24 0.07 0.06
Sig. 0.00 0.06
Coef. 6.73 0.15 0.20
Sig. 0.00 0.00
9613 Coef. 7.09 0.30 0.31
Sig. 0.00 0.00
Coef. 7.413 0.327 0.25
Sig. 0.00 0.00
9731 Coef. 6.08 0.20 0.13
Sig. 0.00 0.18
Coef. 4.92 −0.06 0.01
Sig. 0.00 0.78

382 • Tito Alegría


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396 • Tito Alegría


Índice

Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Capítulo 1
Enfoques y teorías sobre la metrópolis
transfronteriza y la estructura urbana . . . . . . . . . . . . . . . 13
El enfoque de la metrópolis transfronteriza . . . . . . . . . . . . . . . 14
Dos dimensiones de la segregación espacial:
localización y diferenciación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
De un modelo monocéntrico de estructura
urbana a uno policéntrico o disperso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56

Capítulo 2
Dos ciudades vecinas o una metrópolis
transfronteriza: análisis interurbano . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Crecimiento urbano, estructura económica
y divergencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Sociedad transfronteriza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
Espacio urbano transfronterizo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
La objeción de la simetría y la fragmentación . . . . . . . . . . . . . 105

Capítulo 3
Dos ciudades vecinas o una metrópolis
transfronteriza: teoría intraurbana . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Forma urbana y generación de forma urbana . . . . . . . . . . . . . 109
Segregación sociorresidencial por ingreso y raza . . . . . . . . . . 117
Segregación sociorresidencial por ingreso . . . . . . . . . . . . . . . 119
Estructura de subcentros: forma y generación . . . . . . . . . . . . 138

Capítulo 4
Definiciones, metodología e hipótesis . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
Los datos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166
Forma urbana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Generación de forma urbana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203

Capítulo 5
Resultados y análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
Acerca de las condiciones de comparabilidad . . . . . . . . . . . . . 235
Forma urbana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
Generación de la forma urbana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282

Capítulo 6
Sumario y conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
Sumario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 328
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 351

Anexo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 361

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 383

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