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PRESENTACIÓN

El Departamento de Pastoral Juvenil, a través del área de Formación y Catequesis pone a tu


disposición el material de apoyo para vivir el tiempo litúrgico de Cuaresma 2016 en el sector de
adolescentes y jóvenes de nuestra Arquidiócesis.

Esperando con ansias vivir el Triduo Pascual que nos congrega como Iglesia joven a ser testigos
de la resurrección y a reavivar el compromiso de no buscar entre los muertos al que está vivo.

El tema que nos guiará durante esta experiencia cuaresmal es: “Nos acercamos al joven
necesitado y como hermanos nos ayudamos”.

Unidos al lema de la Pascua: ¡Cristo Vive! Y con amor me acerco a Él, en el necesitado les
acercamos este material de Cuaresma con la intención de apoyarles para que juntos, nos
preparemos para la renovación en esté tiempo de conversión y misericordia que nos prepara a
celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en esta Semana Santa.

Motivados además por este año de gracia convocado por el Papa Francisco, “Año Jubilar de
la Misericordia”, en el que somos invitados a vivir desde nuestra persona y nuestros grupos y
movimientos juveniles, como signos concretos donde se palpe la misericordia, en un momento
histórico marcado por la indiferencia somos llamados a hacer una experiencia real y profunda
de encuentro con Jesucristo, aceptando la invitación que nos hace a todos a seguirle como
discípulos suyos.

Como toda propuesta, ésta también es limitada por lo cual puede o debe modificarse,
corregirse o recortarse, según sean las necesidades de la realidad parroquial. Dispongámonos
a asumir como propios los sentimientos y estilo de vida de Jesús, entre ellos la compasión y la
misericordia para con todos, especialmente para con los más pobres y necesitados. Y ser una
Pastoral Juvenil en salida, que va en busca de los más alejados, por abandono, marginación o
exclusión, de la cual son víctimas.

Nos unimos en oración y en el trabajo a favor de los jóvenes, especialmente los más pobres y
necesitados, deseándoles éxito y que el Señor siga bendiciendo su entrega generosa y su
esfuerzo en la evangelización de los jóvenes.

Fraternalmente.

Pbro. José Esteban Martínez Sauceda


Coordinador Diocesano de Pastoral Juvenil
Arquidiócesis de Monterrey

1
CONTENIDO

I. LAS OBRAS DE MISERICORDIA……………………………………………………………………….. 3

II. INDULGENCIA PLENARIA


CARTA DEL SANTO PADRE CON OCASIÓN DEL AÑO DE LA MISERICORDIA………………. 4
TEMPLOS Y LUGARES PARA GANAR INDULGENCIAS……………………................................ 6

III. TEMAS
1. “HACER CON LOS DEMÁS LO QUE QUISIERAS QUE HICIERAN CONTIGO”………………. 7
2. “LA CUARESMA: PUERTA A LA MISERICORDIA Y RECONCILIACIÓN”…………………….. 10
3. “JESÚS MARCA LA R UTA DE NUESTRO CAMINO”…………………………………………….. 13
4. “HOMBRE ENTRE LOS HOMBRES”………………………………………………………………… 16
5. “ME ATRAE TU FORMA DE SER, JESÚS”…………………………………………………………. 18

IV. ANEXOS:
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2016……………………… 21
SIGNIFICADO DEL LOGO DEL AÑO DE LA MISERICORDIA…………………………………….. 24
ORACION DEL AÑO DE LA MISERICORDIA……………………………………………………….. 27

2
I. LAS OBRAS DE MISERICORDIA
Las obras con las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y
espirituales. Son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus
necesidades corporales y espirituales. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de
los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que
agrada a Dios:

“El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer
que haga lo mismo. Den más bien en limosna lo que tienen, y así todas las cosas serán
puras para ustedes. Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del
sustento diario, y alguno de ustedes les dice: vete en paz, caliéntate o come, pero no les
dan lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?”

ESPIRITUALES

1. Enseñar al que no sabe.


2. Dar buen consejo al que lo necesita.
3. Corregir al que está en el error.
4. Perdonar las ofensas.
5. Consolar al triste.
6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás.
7. Rezar por los vivos y difuntos.

CORPORALES

1. Visitar y cuidar a los enfermos.


2. Dar de comer al hambriento.
3. Dar de beber al sediento.
4. Dar posada al peregrino.
5. Vestir al desnudo.
6. Visitar a los presos.
7. Enterrar a los muertos

3
II. INDULGENCIA
CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON LA QUE SE CONCEDE LA INDULGENCIA
CON OCASIÓN DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA

Al venerado hermano
Monseñor Rino Fisichella
Presidente del Consejo pontificio
para la promoción de la nueva evangelización

La cercanía del Jubileo extraordinario de la Misericordia me permite centrar la atención en


algunos puntos sobre los que considero importante intervenir para facilitar que la celebración
del Año Santo sea un auténtico momento de encuentro con la misericordia de Dios para todos
los creyentes. Es mi deseo, en efecto, que el Jubileo sea experiencia viva de la cercanía del
Padre, como si se quisiese tocar con la mano su ternura, para que se fortalezca la fe de cada
creyente y, así, el testimonio sea cada vez más eficaz.

Mi pensamiento se dirige, en primer lugar, a todos los fieles que en cada diócesis, o como
peregrinos en Roma, vivirán la gracia del Jubileo. Deseo que la indulgencia jubilar llegue a
cada uno como genuina experiencia de la misericordia de Dios, la cual va al encuentro de
todos con el rostro del Padre que acoge y perdona, olvidando completamente el pecado
cometido. Para vivir y obtener la indulgencia los fieles están llamados a realizar una breve
peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por
el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo
de auténtica conversión. Igualmente dispongo que se pueda ganar la indulgencia en los
santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se
identifican como Jubilares. Es importante que este momento esté unido, ante todo, al
Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con un reflexión sobre
la misericordia. Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la
oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo
el mundo.

Pienso, además, en quienes por diversos motivos se verán imposibilitados de llegar a la Puerta
Santa, en primer lugar los enfermos y las personas ancianas y solas, a menudo en condiciones
de no poder salir de casa. Para ellos será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento
como experiencia de cercanía al Señor que en el misterio de su pasión, muerte y resurrección
indica la vía maestra para dar sentido al dolor y a la soledad. Vivir con fe y gozosa esperanza
este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la santa misa y en la
oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos
el modo de obtener la indulgencia jubilar. Mi pensamiento se dirige también a los presos, que
experimentan la limitación de su libertad. El Jubileo siempre ha sido la ocasión de una gran
amnistía, destinada a hacer partícipes a muchas personas que, incluso mereciendo una pena,
sin embargo han tomado conciencia de la injusticia cometida y desean sinceramente
integrarse de nuevo en la sociedad dando su contribución honesta. Que a todos ellos llegue
realmente la misericordia del Padre que quiere estar cerca de quien más necesita de su
perdón. En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen
la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser
para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los
corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad.

4
He pedido que la Iglesia redescubra en este tiempo jubilar la riqueza contenida en las obras de
misericordia corporales y espirituales. La experiencia de la misericordia, en efecto, se hace
visible en el testimonio de signos concretos como Jesús mismo nos enseñó. Cada vez que un fiel
viva personalmente una o más de estas obras obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar. De
aquí el compromiso a vivir de la misericordia para obtener la gracia del perdón completo y total
por el poder del amor del Padre que no excluye a nadie. Será, por lo tanto, una indulgencia
jubilar plena, fruto del acontecimiento mismo que se celebra y se vive con fe, esperanza y
caridad.

La indulgencia jubilar, por último, se puede ganar también para los difuntos. A ellos estamos
unidos por el testimonio de fe y caridad que nos dejaron. De igual modo que los recordamos en
la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio de la comunión de los santos,
rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y
pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin.

Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación
con la vida. Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la
debida sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida. Algunos viven el
drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que
comporta un acto de ese tipo. Muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como
una derrota, consideran no tener otro camino por donde ir. Pienso, de forma especial, en todas
las mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las
condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas
mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa. Lo
sucedido es profundamente injusto; sin embargo, sólo el hecho de comprenderlo en su verdad
puede consentir no perder la esperanza. El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se
haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la
Confesión para obtener la reconciliación con el Padre. También por este motivo he decidido
conceder a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la
facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de
corazón piden por ello perdón. Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea
sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender
el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el
auténtico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia.

Una última consideración se dirige a los fieles que por diversos motivos frecuentan las iglesias
donde celebran los sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X. Este Año jubilar de la Misericordia
no excluye a nadie. Desde diversos lugares, algunos hermanos obispos me han hablado de su
buena fe y práctica sacramental, unida, sin embargo, a la dificultad de vivir una condición
pastoralmente difícil. Confío que en el futuro próximo se puedan encontrar soluciones para
recuperar la plena comunión con los sacerdotes y los superiores de la Fraternidad. Al mismo
tiempo, movido por la exigencia de corresponder al bien de estos fieles, por una disposición mía
establezco que quienes durante el Año Santo de la Misericordia se acerquen a los sacerdotes
de la Fraternidad San Pío X para celebrar el Sacramento de la Reconciliación, recibirán válida y
lícitamente la absolución de sus pecados.

Confiando en la intercesión de la Madre de la Misericordia, encomiendo a su protección la


preparación de este Jubileo extraordinario.

Vaticano, 1 de septiembre de 2015.

Francisco

5
No. 15 / 2015
Carta - Circular

Asunto: Apertura Año de la Misericordia.

A TODA LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN MONTERREY: ¡PAZ Y BIEN!

Muy queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Es por todos nosotros conocido que el Santo Padre Francisco anunció en abril pasado el inicio
de un Jubileo Extraordinario de la Misericordia, "como tiempo propicio para la Iglesia, para que
haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes." (MV 3).

Este Año Santo iniciará el 08 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, con la


apertura de la Puerta Santa, Puerta de la Misericordia, de la Basílica de San Pedro. Al domingo
siguiente, 13 de diciembre, III de Adviento, se abrirán la Puertas de las Basílicas de San Juan de
Letrán, San Pablo Extramuros, en Roma, y de las Catedrales del Mundo.

En nuestra Arquidiócesis de Monterrey, la Puerta de la Misericordia, se abrirá ese mismo domingo


en la misa de 8:30 a.m., en la Catedral Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey.
Acontecimiento al queremos invitar a nuestros queridos hermanos Obispos, Sacerdotes (Vicarios
Episcopales y Decanos); a los miembros de Vida Consagrada; a los Laicos, particularmente de
los organismos y movimientos apostólicos coordinados por la CCAL; pedimos atentamente a los
Párrocos y Rectores de Templo que una representación de 2 o 3 personas pueda asistir para
unirnos a este gran acontecimiento del inicio del Año de la Misericordia.

Además, el domingo siguiente, 20 de diciembre, en las tres Basílicas de nuestra Arquidiócesis se


abrirá, la Puerta de la Misericordia:

. Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.. Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe.


Misa de 1:00 p.m.
. Basílica de Nuestra Señora del Roble.. Mons. Juan Armando Pérez Talamantes.
Misa de 1:00 p.m.
. Basílica de la Purísima Concepción. Mons. Alfonso Gerardo Miranda Guardiola.
Misa de11:30 a.m.

De esta manera como nos dice el Santo Padre: "Cada Iglesia particular, entonces, estará
directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia
y de renovación espiritual. El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias
particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia." (MV3).

Que la apertura de este Año Santo, nos lleve a recordar que: "Misericordia es:

- el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.


- la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros
al hermano que encuentra en el camino de la vida.
- la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para
siempre no obstante el límite de nuestro pecado". (MV 2).

6
III. TEMAS

1. “HACER CON LOS DEMÁS LO QUE QUISIERAS


QUE HICIERAN CONTIGO”

Objetivo: Hacer un examen de conciencia


de nuestro quehacer de los últimos días,
recordando y asumiendo la reconciliación
con el Padre a través del sacramento de la
confesión.

VER

Como podemos darnos cuenta, hoy en día vivimos en una sociedad indiferente y egoísta, en la
que cada uno intenta defenderse con lo que es y con lo que tiene, buscando primero que todo
su bienestar personal y la realización de sus deseos y necesidades. Y sólo en segundo o tercer
lugar, atender las necesidades de los demás, aunque éstas sean más importantes y urgentes
que las propias. Parece ser que la situación del mundo en el que vivimos, con sus rasgos
marcados de individualismo y mezquindad, agudiza en el hombre su anhelo de vivir en
comunión con Dios y sus semejantes.

Dinámica: Camarón y Caramelo preguntón.


Desarrollo: Se hace un círculo entre todos los participantes y dando inicio con un participante
dice camarón y el de su derecha dice caramelo, hasta que uno se equivoque, esa persona
que diga la palabra erróneamente contestará una pregunta (pueden variar dependiendo el
expositor).
.
Las preguntas propuestas son las siguientes:
 En estos últimos días, ¿Cómo trasmites tu experiencia en Cristo con los jóvenes que no
han tenido un encuentro con Él?
 ¿Cómo le respondes desde tu fe a un joven de tu edad que cuestiona a Dios cuando
experimenta el fallecimiento de un familiar o por la presencia de una enfermedad
grave o cualquier otra situación límite?
 ¿Cómo defiendes el tema de la vida ante una sociedad que no conoce el amor de Dios
y promueve una cultura de la muerte?
 ¿Cómo le demuestras a las personas que te rodean que tu experiencia de fe en Cristo te
ayuda a buscar la perseverancia en todos los aspectos de la vida?

7
 ¿Cómo invitarías a un amigo tuyo a vivir y descubrir lo extraordinario en medio de lo
ordinario y aparente monotonía? 46ª.

JUZGAR
Leer y reflexionar la cita bíblica del Buen Samaritano (Lucas 10, 30–36).

La parábola del buen Samaritano pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica, en efecto,
cuál debe ser la relación de cada uno de nosotros con el prójimo que sufre. No nos está
permitido «pasar de largo», con indiferencia, sino que debemos «pararnos» junto a él. Buen
Samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier
género que ése sea.

Esta parada no significa curiosidad, sino más bien disponibilidad. Es como el abrirse de una
determinada disposición interior del corazón, que tiene también su expresión emotiva. Buen
Samaritano es todo hombre sensible al sufrimiento ajeno, el hombre que «se conmueve» ante la
desgracia del prójimo.

Si Cristo, conocedor del interior del hombre, subraya esta conmoción, quiere decir que es
importante para toda nuestra actitud frente al sufrimiento ajeno. Por lo tanto, es necesario
cultivar en sí mismo esta sensibilidad del corazón, que testimonia la compasión hacia el que
sufre. A veces esta compasión es la única o principal manifestación de nuestro amor y de
nuestra solidaridad hacia el hombre que sufre.

Sin embargo, el buen Samaritano de la parábola de Cristo no se queda en la mera conmoción


y compasión. Estas se convierten para él en estímulo a la acción que tiende a ayudar al hombre
herido. Por consiguiente, es en definitiva buen Samaritano el que ofrece ayuda en el sufrimiento,
de cualquier clase que sea. Ayuda, dentro de lo posible, eficaz. En ella pone todo su corazón y
no ahorra ni siquiera medios materiales. Se puede afirmar que se da a sí mismo, su propio «yo»,
abriendo este «yo» al otro. Tocamos aquí uno de los puntos clave de toda la antropología
cristiana.

El hombre no puede «encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a


los demás». Buen Samaritano es el hombre capaz precisamente de ese don de sí mismo...” 1

“...Es difícil enumerar aquí todos los tipos y ámbitos de la actividad «como samaritano» que
existen en la Iglesia y en la sociedad. Hay que reconocer que son muy numerosos, y expresar
también alegría porque, gracias a ellos, los valores morales fundamentales, como el valor de la
solidaridad humana, el valor del amor cristiano al prójimo, forman el marco de la vida social y
de las relaciones interpersonales, combatiendo en este frente las diversas formas de odio,
violencia, crueldad, desprecio por el hombre, o las de la mera «insensibilidad», o sea la
indiferencia hacia el prójimo y sus sufrimientos... ”2

1 Carta Apostólica Salvifici Doloris (28)


2 Ibídem (29)

8
ACTUAR Y CELEBRAR

Poner el siguiente video a criterio del expositor poner todo el video completo o editar solo el
mensaje centra al joven: https://www.youtube.com/watch?v=YBAIKKy2srU-Y sería fácil decirle a
uno: «Tú tienes fe, pero yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe a través
de las obras. ¿Será necesario demostrarte, si no lo sabes todavía, que la fe sin obras no tiene
sentido? Entiendan, pues, que uno llega a la verdadera rectitud a través de las obras y no sólo
por la fe. (Santiago 2, 18-24)

¡Vayamos juntos a celebrar nuestra fe compartiendo con nuestro prójimo todas aquellas obras
de amor y misericordia, siendo auténticos y sencillos jóvenes!

9
2. “LA CUARESMA: PUERTA A LA MISERICORDIA
Y RECONCILIACIÓN”

Objetivo: Aceptar la invitación a vivir la bondad y


misericordia del Padre a través de la reconciliación,
para vivir la cuaresma en este año jubilar de la
misericordia, por medio de obras concretas de amor
por el prójimo especialmente el más necesitado.

VER

En este año jubilar en el cual estoy invitado a reconciliarme con Dios Padre, con mi prójimo y
conmigo mismo, siendo misericordioso como Él es misericordioso, reflexionemos:
 ¿Qué sentido le doy a la Cuaresma?
 ¿Cómo descubro la misericordia dentro de la Cuaresma?
 ¿Qué características tiene el desierto, que nos ayuden dentro de nuestro proceso de
conversión? (silencio, soledad, concentración en sí mismo, abstinencia de excesos,
sobriedad, valorar la vida).

La Cuaresma es un tiempo donde estamos invitados a escuchar la voz de Dios que nos invita a
prepararnos para la Pascua. Pero en este tiempo, distintas situaciones, pueden estar
distrayendo nuestra atención de la invitación a vivir la cuaresma de este año jubilar.

Dinámica: La voz que clama en el desierto

Materiales: Una computadora, un silbato, guitarra, dos personas.

Desarrollo: Se invita al grupo a tratar de escuchar a quien esté dirigiendo el tema, que lo hará a
la vez que una persona aplaude, otra más silba y, mientras en la computadora se escucha
música a todo volumen, y otra persona toca fuertemente la guitarra.

El animador pide silencio, le quita la guitarra a la persona que la toca y conversa con el grupo
para ver si pudieron percibir el mensaje del que hablaba. Luego se repite la dinámica sacando
cada una de las «interferencias» (conviene dejar para el final la computadora que es lo que
más dificulta la audición), finalmente dejar sólo a la persona que todo el tiempo estuvo
repitiendo varias veces la frase de Isaías 40, 3 «Preparen en el desierto el camino del Señor».

Luego de conversar entre todos sobre las primeras conclusiones de la dinámica, se propone las
siguientes preguntas para pensar personalmente y luego compartir en pequeños grupos:

10
 ¿Qué ruidos externos, voces, propuestas, no nos dejan escuchar la voz del Señor?
 ¿Qué ruidos internos, preocupaciones, inquietudes, no nos dejan escuchar la voz
del Señor?

JUZGAR

Leer y reflexionar Mateo 6, 1-4 y Efesios 2, 1-5


La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión que marca la Iglesia, para prepararnos a la
gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo
de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma
como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con
el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos
ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que, por acción de nuestro pecado, nos alejamos
más de Dios.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante
toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que
se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y
apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para
alcanzar la gloria de la resurrección.

El reconciliarnos con Dios, con nosotros mismos y con los demás es el camino que nos conduce
a restablecer la verdadera paz en nuestras vidas. Esto sólo es posible en la medida en que
experimentemos la misericordia de Dios, de la cual parte todo proceso de conversión real, pues
el sentirnos amados por Dios es una experiencia que no puede contenerse para sí mismo.

En esta cuaresma del año de la misericordia, estamos invitados a vivir un camino de esperanza
y consuelo al acercarnos a la reconciliación, pues Dios nunca deja de mostrar la riqueza de su
misericordia a lo largo de los siglos. La transformación del corazón que nos lleva a confesar
nuestros pecados es don de Dios. Nosotros solos no podemos. Ser tocados con ternura por su
amor y plasmados por su gracia nos permite, por tanto, acercarnos al sacerdote sin temor por
nuestras culpas, pero con la certeza de ser acogidos por él en nombre de Dios y comprendidos
a pesar de nuestras miserias. Vivamos un momento de desierto espiritual para hacer un examen
de conciencia de todas aquellas acciones, actitudes y demás situaciones que hemos vivido y
nos han alejado de la amistad con Dios.

ACTUAR

Elegir una de las obras de misericordia para vivir esta Cuaresma, una vez que ya me haya
acercado a la reconciliación para poder dar a mi prójimo con alma y espíritu rico de la
misericordia del Padre.

11
OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA
1. Dar de comer al hambriento.
2. Dar de beber al sediento.
3. Dar posada al necesitado.
4. Vestir al desnudo.
5. Visitar al enfermo.
6. Socorrer a los presos.
7. Enterrar a los muertos.

Se invita a que las obras corporales de misericordia se vivan de forma personal para:
1. Alimentar el alma con hambre de una oración.
2. Dar de beber al alma sedienta con palabras de aliento.
3. Dar un momento de espacio y tiempo a quien necesite de nosotros en la familia.
4. Vestir el alma propia con salmos y la gracia.
5. Visitar a quien éste enfermo espiritual y moralmente.
6. Socorrer a quien este preso de algún padecimiento espiritual (rencor, envidia, etc.).
7. Enterrar todo aquello que pueda lastimar mi corazón.

CELEBRAR

Se invita a los participantes a vivir el Sacramento de la Reconciliación. Para lo cual se sugiere


que previamente el equipo de servicio prepare en un espacio, un momento de encuentro,
oración e interiorización que motive a los participantes a acercarse al Sacramento. Se sugiere
que se invite previamente a sacerdotes para que asistan a apoyar en ese momento de acto
penitencial comunitario. Mientras están esperando los participantes su turno para pasar a la
confesión, que se entonen cantos que inviten a la reconciliación y hacer su examen de
conciencia.

12
3. “JESÚS MARCA LA RUTA DE NUESTRO CAMINO”

Objetivo: Que los jóvenes encuentren en la


persona de Jesús el camino a su vocación,
para imitarlo y seguirlo.

VER

Hay seres humanos que no se mueven, unos están presos en sí mismos, otros parecen muertos
en vida o adormilados (zombis). Hay quienes se quedan estáticos, inertes, indolentes,
desorientados, es como si no caminasen porque andan por falsos caminos.

Existen seres humanos con grilletes que desearían andar. A éstos no se les deja. Están
encarcelados por causa de la justicia. Están subyugados por los poderosos, son pueblos sin voz.

Existen otras personas que están apresadas por sus propios grilletes interiores. Han sido presa fácil
de sus prejuicios religiosos o morales y de sus apegos. Seguirán sometidos a sus obsesiones con
respecto a otras personas. Atrapados por los vicios.

Presos por las dudas de quienes gustan caminar por las fronteras entre el bien y el mal. Quizá
para entender mejor esta situación, sería oportuno traer a la memoria aquella anécdota del
borracho que caminaba con un pie por la acera y el otro por la calle... llegando absurdamente
a la conclusión de que estaba cojo.

Cada día hay más personas sin saber su camino. Tantas y tantas personas paradas porque no
encuentran trabajo. Porque perdieron el entusiasmo de seguir luchando en la vida o remando
contra corriente. Multitud de desorientados porque se dejan llevar por palabras y promesas
demagógicas.

De vez en cuando aparece algún iluminado que ofrece el paraíso en este mundo y sin
sacrificio. Tantos Jóvenes que no ven claro su futuro. Pueblos que no se sienten dueños de su
destino porque son otros países los que aparentan intención de resolverlo por ellos... Pero siguen
y seguirán en pasividad sin mover ni un dedo.

13
JUZGAR

Encontrar el camino supone mostrárselo a otros. Al encontrar a Jesús como camino es


inapreciable seguirle. Si fuese necesario hasta el sacrificio final, como está ocurriendo hoy
mismo. Hay naciones en las que la Iglesia del silencio sigue amordazada políticamente o por
consignas religiosas, pero ellos siguen a Jesús. Encontrar a Jesús como Camino es creer en Él e
imitarle. No importa que algunos nos fallen. Pues sólo Él tiene palabras de vida eterna.

Leer y reflexionar: Lucas 19, 1-10.


Jesús también es el Camino para los esclavizados. Así es desde los tiempos del Éxodo. Entonces
Dios observó la desgracia de su pueblo y lo liberó por los caminos del desierto. Y así aconteció
siempre que la idolatría llevó a Israel al exilio.

Dios nos proporciona nuevos éxodos salvadores para que seamos libres. Nos liberó Cristo.
Permanezcan firmes y no vuelvan a sujetarse al yugo de la esclavitud.

Leer y reflexionar: Juan 8, 1-11.

Jesús ilumina el camino, así no habrá oscuridad. Jesús es el Camino para los que andan errantes
y desconcertados. En las encrucijadas de los caminos fácilmente se eligen rutas falsas. Se
buscan caminos anchos y cómodos. Y Jesús no es un Camino fácil, porque es un Camino hacía
Jerusalén, hacía la cruz. Es el único Camino, pues tenemos acceso al verdadero santuario por la
sangre de Jesús. Él inauguró para nosotros un Camino nuevo y vivo.

Camina por la senda de la humildad, si quieres llegar a la eternidad. El camino cristiano está
dirigido hacia Dios. Será bueno y saludable que nos demos cuenta si caminamos o estamos
parados. El cristiano necesariamente tiene que estar en actividad.

Es preciso que salves tu alma y ayudes a los demás a encontrar la luz verdadera. Tienes que ser
consciente de cuáles son las trabas que no te dejan avanzar hacia la verdad. Como cristianos
no podemos «andar» con un pie en la calzada y otro en la vereda. Es decir, «no podemos
encender una vela a Dios y otra al diablo».

Los cristianos nunca nos desanimaremos por las circunstancias que nos rodeen. Tenemos que ser
firmes, valientes, audaces, arriesgados y fieles a todo lo que Dios nos vaya encomendando en
la vida.

ACTUAR

 ¿Hacia dónde o a quién está dirigido tu caminar?


 ¿Qué necesitas para comenzar o reemprender el camino hacia Jesús?
 ¿Qué tendrás que dejar para comenzar a caminar con Jesús?

Responde estas preguntas, y elabora un proyecto de vida, es decir, que puedas plasmar en una
hoja qué es lo que quieres de tu vida durante este año, qué necesitas para lograrlo, cómo lo

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puedes hacer. Así en forma sencilla, de tal modo que puedas hacer vida el seguir como
discípulo a Jesucristo y asumir su estilo de vida y misión.

CELEBRAR

Dinámica: El camino

Materiales: Reproductor de música, una cuerda, objetos que obstruyan el paso (sillas, mesas,
cubetas, piedras, etc.), poster o imagen de Jesucristo.

Desarrollo: A cada uno de los integrantes se les cubre los ojos con una pañoleta, para
comenzar a hacer el camino de obstáculos por medio de una cuerda que recorrerá diversos
lugares del salón (es importante que les cueste ir caminando). Al final del lugar estará un rostro
de Cristo, un lugar cómodo para sentarse y música de fondo que ayude a hacer oración y
asumir el compromiso de tener a Jesús como nuestro camino. Terminamos con el canto: Llevar
el corazón aquí en la mano (Jiram)3, escuchamos y al final nos damos un fuerte abrazo.

3 https://www.youtube.com/watch?v=hSxWh7H8fgQ

15
4. “HOMBRE ENTRE LOS HOMBRES”

Objetivo: Que los jóvenes conozcan a Jesús como


hombre y el ambiente en que vivió, para que
tengan un encuentro más profundo con Él.

VER

Jesús vivió como una persona normal, nació en una familia pobre, trabajadora, piadosa,
observante de la Ley, llena de amor y de fe. Jesús fue creciendo en estatura, sabiduría y gracia.
Su crecimiento fue un proceso continuo, se reconoce que su vida como persona está ubicada
en un tiempo y en un lugar preciso. Vivió pobre, compartió con su gente las dificultades de la
vida cotidiana, Él trabajó para subsistir, así como de las injusticias de las cuales era víctima el
pueblo de Israel, por la dominación del Imperio Romano.

Desarrollo: Se forman pequeños grupos de 5 a 7 personas., cada grupo busca un texto del
Evangelio en el que se resalte algún ASPECTO HUMANO DE JESÚS. Después se escenificará con
los demás miembros del grupo. Se da el tiempo necesario para la preparación y la
representación.
 ¿Qué aspectos humanos de Jesús hemos descubierto?

JUZGAR

Sagradas Escrituras.
“JESÚS, HOMBRE EN MEDIO DE LOS HOMBRES”. Jesús asumió la condición histórica de todo
hombre. Nació de una mujer (Gal 4, 4), en el pueblo de Belén (Lc 2, 4), bajo el régimen político
de César Augusto(Lc 2,1), pasó la mayor parte de su vida en Nazaret trabajando como
carpintero (Lc 2,51-52), fue probado en todo igual que nosotros, menos en el pecado.

A. NACE DE UNA MUJER CUYO NOMBRE ES MARÍA Se dice que no hay acontecimiento
grande en la historia sin la presencia de una mujer. Esto es cierto en el mayor
acontecimiento de los siglos: la ENCARNACIOÓN del Hijo de Dios. (La palabra
“Encarnación” significa “Dios que se hace hombre”). Dios elige una mujer llamada María
para ser la madre de su hijo. Jesús como todos los hombres, nace de una mujer. Es el hijo
verdadero de una madre verdadera.

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B. SOLIDARIO CON LOS POBRES Jesús nace como cualquier hombre de este mundo, como
cualquier niño débil. Jesús nace en un ambiente de pobreza: nace en un establo y es
puesto en un pesebre. Su nacimiento marcará su solidaridad con los pobres y
marginados de todos los tiempos.
C. EL CARPINTERO DE NAZARET Jesús pasó la mayor parte de su vida en Nazaret. Allí se crió
y allí trabajó... Nazaret era un pueblo pequeño de Galilea, sin categoría social y
menospreciado por la gente de la ciudad de Jerusalén. Jesús vivió en el seno de una
familia humilde. Todos sus parientes pertenecían a las gentes del poblado de Nazaret.
Para la gente de su pueblo, Jesús es “el carpintero”, hijo del carpintero José. Jesús es
uno de aquellos trabajadores que han aprendido un oficio en la familia y que saben
practicarlo. El oficio de carpintero, en aquel tiempo, es del conjunto de los trabajos de
la construcción. No es probable, por tanto, que Jesús trabajara sólo, ya que en la
construcción se trabaja en equipo. Esta experiencia de trabajar con otro alimentó su
experiencia de hombre.
D. CRECE EN ESTATURA, SABIDURÍA Y GRACIA Con su familia y con su pueblo Jesús vive su
experiencia humana y religiosa: crece como un hombre y participa en las celebraciones
religiosas del hogar, del templo y de la sinagoga. La formación de Jesús no fue
intelectual.

Por su trabajo tuvo que tratar a todos aquellos que, como Él, sacaban de su oficio lo justo para
vivir: fabricantes de lámparas de aceite, tejedores, curtidores, pequeños agricultores, etc. Jesús
creció en medio de este pueblo de trabajadores. Por su trabajo y por sus relaciones con ellos se
va haciendo un hombre de experiencia

ACTUAR Y CELEBRAR

Valorar nuestra dignidad humana y aplicarlo a la vida personal. Fortalecer nuestra fe en el Dios
que se ha encarnado y manifestado en Jesucristo.

Continuar con nuestro proceso de crecimiento en todos los ámbitos de nuestra persona, es
decir, físicamente cuidando nuestra salud, espiritualmente fortaleciendo nuestra fe y la unión
con Dios, intelectualmente continuar nuestro proceso de educación, tanto académica, como
en valores, así mismo nuestra dimensión comunitaria, es decir creciendo en nuestro compromiso
por formar comunidad, de formar una sociedad más justa y solidaria, especialmente con los
más necesitados, los que se ven impedidos para poder crecer en todos los aspectos de su vida

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5. “ME ATRAE TU FORMA DE SER, JESÚS”

Objetivo: Que los jóvenes descubran en Jesús un hombre libre,


obediente al Padre y cercano con la gente. Este Jesús es quien
llama a ser seguidores de sus pasos.

VER

Se les pide a los participantes que porten consigo fotos de cuando eran niños, adolescentes y
fotos actuales, pueden estar solos o acompañados. Hacer historia de lo que cada foto significa
y narrar cómo recuerdan que eran en cada una de estas etapas de su vida.

A nosotros nos resulta fácil elegir una foto de nosotros mismo, sabemos con exactitud como
éramos, o al menos, cómo somos ahora, nuestros rasgos físicos, quizá podemos decir un poco
de nuestros gustos, disgustos; de nuestro carácter y personalidad, sin embargo no tenemos una
imagen exacta de Jesús, lo conocemos a través de los escritos de los evangelistas. No
conocemos su aspecto físico, pero sí podemos vislumbrar sus rasgos psicológicos, espirituales y
de su personalidad por los mismos escritos que nos dejaron aquellos que lo conocieron más
directamente.

JUZGAR
Ahora, les toca, a ustedes descubrir la figura de Jesús desde otros enfoques.
Dinámica: Conociendo a Jesús
Materiales: Plumones, plumas o lápices, cartulinas, tijeras, hojas blancas y de colores, colores.

Desarrollo: Se divide el grupo en 4 equipos y se reparte una de las partes de la figura de Jesús.
Plasmarán en un dibujo los rasgos que hayan descubierto de la figura de Jesús que les haya
tocado.

EQUIPO 1: Aspecto exterior.


Sin duda muy parecido al de cualquier otro judío de su época. Era como cualquier hombre y
también en sus gestos, dirá san Pablo (Flp 2, 7). Los evangelistas que anotan la vestimenta de
Juan Bautista, nada dicen de la de Jesús, señalando, con ello, que era la normal. Llevaría
ordinariamente un vestido de lana con un cinturón, que servía, al mismo tiempo de bolsa (de
ella habla Mateo 10, 9). Usaría un manto o túnica (Lc 6, 9) y sandalias (Hech 12, 8). Por las
narraciones de su Pasión sabemos que la túnica era sin costura y toda tejida de arriba abajo (Jn
19, 23). En sus largas caminatas le protegería del sol el sudario que, después de muerto, Pedro

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encontraría en la tumba (Jn 20, 7). Y siguiendo la costumbre de la época llevaría también para
la oración matutina filacterias atadas al brazo y alrededor de la frente. Más tarde censurará a
los fariseos, pero no por usarlas, sino por ensancharlas y alargar ostentosamente sus flecos (23,
5). Jesús evitó, sin duda, tododetalle llamativo. Usaría barba como todos sus contemporáneos
adultos. El cabello lo llevaría más bien corto, a la altura de la nuca.

EQUIPO 2: ¿Un hombre normal? ¿Fue Jesús un hombre normal?


La respuesta no parece difícil: si por normalidad se entiende esa estrechez de espíritu, ese
egoísmo que adormece a la casi totalidad de nuestra raza humana, Jesús no fue
evidentemente un hombre normal. Sus propios parientes comenzaron por creer que había
perdido el juicio (Mc 3, 21) cuando hizo la «locura» de lanzarse a predicar la salvación. Los
fariseos estaban seguros de que un espíritu maligno habitaba en él (Mt 12, 24) por la razón
terrible de que su visión de Dios y del amor no se dejaba encajonar en las leyes fabricadas por
ellos. Herodes le mandó vestir la blanca túnica de los locos cuando vio que Jesús no oponía a
sus burlas otra cosa que el silencio. Y es cierto que, en un mundo de egoístas, parece ser loco el
generoso, como resulta locura la pureza entre la sensualidad, pero también lo es que no
aparece en todo el evangelio un sólo dato que permita atribuir a Jesús una verdadera
anormalidad. Al contrario: en su cuerpo sano habita un alma sana, pura y equilibrada. Un
equilibrio nada sencillo, porque se trata de un equilibrio en la tensión. No fue precisamente fácil
la vida de Jesús. Vivió permanentemente en lucha, a contracorriente de las ideas y costumbres
de sus contemporáneos, en la dura tarea de desenmascarar una religiosidad oficial que era la
de los que mandaban. Él, que no tiene una piedra donde reposar la cabeza, no habla como un
hombre que ha roto con todo, como un héroe de ascesis, como un profeta extasiado, sino
como un hombre que conoce la paz y el reposo interior y puede darlo a otros. Su voz posee las
notas más poderosas, coloca a los hombres frente a una opción formidable sin dejar
escapatoria y, sin embargo, lo que es más temible, lo presenta como una cosa elementalísima y
habla de ella como de lo más natural; reviste estas terribles verdades de la lengua con que una
madre habla a su hijo.

EQUIPO 3: Jesús, da razones de lo que dice, nada impone por capricho.


Y sus razones son más de sentido común, de buen sentido, que altas invenciones filosóficas. Si
manda amar a los enemigos, explica que es porque todos somos hijos de un mismo Padre (Mt 5,
45); si pide que hagamos bien a todos, razona que es porque todos queremos que los demás
nos hagan bien a nosotros (Lc 6, 33); si está prohibido el adulterio, comenta que es porque Dios
creó una sola pareja y la unió para siempre (Mc 10, 6); si pide que tengamos confianza en el
Padre, lo hace recordándonos que Él cuida hasta de los pájaros del campo (Mt 12, 11). Y todo
esto lo dice en el más sencillo de los lenguajes. Jesús nunca habla para intelectuales. Usa un
vocabulario y un estilo apto para un pueblo integrado por campesinos, artesanos, pastores y
soldados. Realmente: la «pobreza» del lenguaje evangélico es la condición de su capacidad
de expansión «universal». Si, en cambio, hubiera estado arropada por la riqueza de un lenguaje
demasiado evolucionado, habría permanecido prisionera de la civilización en cuyo seno nació
y no habría podido ser comprendida por la totalidad de los hombres. No habría sido
verdaderamente católica.

EQUIPO 4: Un hombre que sabe lo que quiere.


El pensamiento de Jesús no es, pues, algo que conduzca a los juegos literarios o formales, ni que
se pierda en floreos intelectuales. Su palabra es siempre una flecha disparada hacia la acción.
Él viene a cambiar el mundo, no a sembrarlo de retóricas. Y aquí -en el campo de su voluntad-
nos encontramos ante todo con algo absolutamente característico suyo: su asombrosa
seguridad. Jesús es verdaderamente un hombre de carácter que sabe lo que quiere y que está
dispuesto a hacerlo sin vacilaciones. Jamás hay en Él algo que indique duda o búsqueda de su

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destino. Su vida es un «Sí» tajante a su vocación. Había exigido a los suyos que quien pusiera la
mano en el arado no volviera la vista atrás (Lc 9, 62) y había mandado que se arrancara el ojo
aquel a quien le escandalizara (Mt 5, 29) y no iba a haber en su propia vida inconstancias o
vacilaciones. Su modo de hablar del sentido de su vida no deja lugar a ambigüedades: No he
venido a llamar a los justos sino a los pecadores (Mt 9, 1 3). EI Hijo del hombre ha venido a
buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19, 10). El Hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir y dar su vida para rescate de muchos (Mt 20, 28). No he venido a destruir la ley y los
profetas, sino a completarlos (Mt 5, 77).

No existe, no ha existido en toda la humanidad un ser humano tan poseído, tan arrastrado por
su vocación como Jesús. Ya desde niño era consciente de esta llamada a la que no podía
ignorar: ¿No sabíais -contesta a sus padres- que yo debo emplearme en las cosas de mi Padre?
(Lc 2, 49). Los apóstoles le amaban y temían al mismo tiempo. De Él, sin embargo, de no haberlo
confesado Él mismo en el huerto de los Olivos, hubiéramos dicho que no conocía el miedo.
Jamás le vemos vacilar, calcular, esquivar a sus adversarios. Pero el misterio no está en su falta
de miedo, sino en el origen de esa ausencia.

ACTUAR Y CELEBRAR

El camino de la cuaresma 2016 termina, sin embargo en este tema hemos conocido
más de la vida de Jesús y continuamos a su lado en esta semana que comienza, la Semana
Santa, nos preparamos para que entre como Rey a nuestras vidas, para cenar con Él como sus
discípulos en aquella “última” cena, preparamos nuestros corazón para verlo sufrir, para estar
con María su madre, nuestra madre, ser aquel Discípulo amado que lo acompaña hasta el pie
de la cruz, seamos pacientes para aguardar su espera, vivir la vigilia en oración y con
esperanza, y gocémonos también por su gloriosa resurrección.

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IV. ANEXOS

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO


PARA LA CUARESMA 2016

“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13).


Las obras de misericordia en el camino jubilar

1. María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada

En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida
con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de
Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en
la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante
de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un
anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese
anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin
de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.

María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, canta
proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de
Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza,
porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre
virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente
vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel
y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.

2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia

El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su


pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en
su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los
momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso
ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un
auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido
traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes
familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios
desea unirse a su pueblo.

Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada
misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus,
8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta
tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que
todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro
Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por
ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace
visible en las nupcias eternas con ella.

Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar
central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto

21
y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a
escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo
largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de
Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y
creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús
crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí
donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente,
enternecer el corazón endurecido de su Esposa.

3. Las obras de misericordia

La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel,
y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se
irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a
vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas
nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar
a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo,
consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante
el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar
nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar
todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la
misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo
visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo
reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso
la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor
gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún
cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.

Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta
reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es
así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a
Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es
más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto
mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve
al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo
que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios
nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio
de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5)
que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas,
como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del
pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el
hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las
estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del
dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven
indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.

La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de
nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia.
Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan
ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente
nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto,
nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el

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mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que
él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos»
y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son
inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este
amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose—
cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda
el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el
pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben
por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí,
pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes
palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta
escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre
el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa
prometida, a la espera de su venida.

No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la


intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la
misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48),
reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).

Vaticano, 4 de octubre de 2015


Fiesta de San Francisco de Assis

Francisco

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SIGNIFICADO DEL LOGO DEL AÑO DE LA MISERICORDIA

1. El estilo general: simbólico

La imagen evidentemente no pretende ser una representación literal de Jesús (el volumen y los
ángulos son todos estilizados, más que realistas). El estilo es profundamente simbólico, poético y
metafórico. Esta es una elección consciente de la artista. Cada vez que tratamos de decir algo
muy profundo, el lenguaje científico es insuficiente. Es necesaria la poesía. Lo mismo se aplica
aquí: un enfoque más simbólico permite al artista transmitir realidades que van más allá de lo
que cualquier representación realista podría aspirar a capturar.

Su naturaleza simbólica implica un poco más de trabajo por nuestra parte. Su significado no es
necesariamente tan claro a primera vista (como tantas veces ocurre en nuestro encuentro
diario con Dios, ya sea en nuestra vida diaria, o en la liturgia). Acá la comprensión de la
intención del autor es la clave. ¿Por qué utiliza ciertas formas y colores? Echemos un vistazo.

2. La forma de Almendra

La escena se representa dentro una forma artística particular llamada mandorla (“tuerca de la
almendra” en italiano). Es una forma oval formada por la superposición de dos círculos. Sirve
como una especie de paréntesis dentro de un icono. Dentro de la mandorla, en este
logotipo, vemos representada la encarnación de Cristo. La forma de almendra representa la
unión de dos círculos, es decir, las dos naturalezas de Cristo: divina y humana. El almendro es
también la primera planta en florecer cada año en Grecia y como tal, es un símbolo de la
nueva vida y de la fertilidad.

3. Los Colores

El rojo representa la sangre, la vida y sobre todo a Dios. El azul representa al hombre, la única
criatura que sabe como aspirar al cielo. El Blanco tiene una variedad de significados: es el color
del Espíritu Santo, ya que refleja la vida de la Trinidad y Cristo es blanco porque representa la luz
que salva, la vida eterna del Hijo. La ropa de Adán (el hombre llevado por Jesús, del que
hablaré más adelante) es de color verde (color de la humanidad), sin embargo, está
tornándose oro (color de la divinidad) lo que representa el hecho de que Adán (y cada uno de
nosotros) está participando en un proceso de divinización, es decir, llegar a ser como Dios a
través de Jesucristo.

4. Las bandas de azul

Las bandas azules, que se van tornando más oscuras hacia el interior, reflejan lo que se llama el
camino apofático para reflexionar sobre Dios. Esto significa que a menudo es más fácil hablar
de Dios –Inefable, Infinito, El ser en sí– describiendo lo que no es. Esta es la razón por la que la
mandorla que rodea a Cristo muestra bandas concéntricas de sombreado que son más oscuras
hacia el centro, en lugar de más claras. Tenemos que pasar a través de las etapas de lo que
parece aumentar el misterio y lo desconocido, con el fin de encontrar a Jesucristo. En un
sentido misterioso, este punto de vista nos llama siempre hacia el interior en la reflexión. En esta
imagen la profundidad de la sombra negra nos sugiere la impenetrabilidad del amor del Padre
que perdona todo y los tres óvalos concéntricos, con colores progresivamente más claros a
medida que avanzamos hacia el exterior, aluden al movimiento de Cristo que por su
Encarnación lleva a la humanidad de la noche del pecado y de la muerte, a la luz de su amor y
de su perdón.

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5. El hombre en hombros de Jesús

Adán en los hombros de Jesús

El logotipo nos muestra a Jesús llevando a un hombre sobre sus hombros. El Padre Rupnik nos
dice que se trata de Jesús como el Buen Pastor llevando a Adán en sus hombros. Cuando Jesús
encuentra a su “oveja perdida” reúne a sus amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo,
porque he hallado mi oveja perdida” (Lucas 15: 5-6). Otros han ofrecido la parábola del buen
samaritano como medio para reflexionar sobre el logotipo. Esta parábola nos recuerda al
samaritano que se detiene para ayudar a un hombre en el camino. Jesús pide al oyente:
“¿Cuál de estos tres, en su opinión, era vecino de la víctima de los ladrones” (Lucas 10: 36-37).

6. Una mirada compartida

Una de las características más llamativas de la imagen es el hecho de que Jesús y el hombre
sobre sus hombros comparten un ojo (esto no tiene absolutamente nada que ver con la teoría
del “tercer ojo”). Cristo ve con los ojos de Adán y Adán con los ojos de Cristo. Cada persona
descubre en Cristo, el nuevo Adán, la propia humanidad y el propio futuro, contemplando en su
mirada el amor del Padre. El Padre Rupnik explica que la mirada de Dios al hombre le permite
comprenderse a sí mismo. Dio revela de tal manera que el hombre es capaz de ver. Solo en la
mirada del Padre podemos realmente entender lo que somos, nuestra identidad: hijos e hijas de
Dios Padre.

¡Cristo nunca está lejos! En todo lo que vemos, en todo lo que vivimos, en nuestras alegrías y en
nuestras penas, Él está acompañándonos. Él sabe lo que pasamos. A través de su mirada nos
invita a una mayor conversión, a cambiar nuestra manera de ver a los demás, nos invita a que
empecemos a mirar a nuestros hermanos con sus mismos ojos de Misericordia. Estamos llamados
a contemplar la realidad con la misma mirada de Cristo. En todas las situaciones de nuestra
vida estamos llamados a descubrir, escuchar y cumplir la voluntad del Padre, especialmente
con los más necesitados.

La cercanía de Jesús y Adán

Como un pensamiento final me pareció muy interesante la explicación del Padre Rupnik sobre
la cercanía de la cara de Adán y la de Jesús. Cuando Cristo expiró en la cruz el hombre cogió
este aliento y comenzó a respirar de nuevo. Por lo tanto, como Adán recibió el aliento de vida
en el momento de la creación, en nuestro bautismo recibimos el nuevo aliento de vida, la vida
del Espíritu, con la que podemos empezar a vivir una nueva vida en Cristo.

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ORACIÓN DEL AÑO DE LA MISERICORDIA

Señor Jesucristo, Tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del Cielo, Y nos has
dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.

Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; A la adúltera y a
la Magdalena de buscar la felicidad Solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la
traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.

Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si
conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su
omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el
rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.

Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad Para que sientan sincera
compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a
uno de ellos se sienta esperado, Amado y perdonado por Dios.

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia
sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena
Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los
ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas
con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén

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