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“AÑO DEL DIÁLOGO Y LA RECONCILIACIÓN NACIONAL”

UNIVERSIDAD SAN PEDRO


VICERRECTORADO ACADÉMICO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

“LA APLICACIÓN DEL TRABAJO PENITENCIARIO COMO


ACTIVIDAD OBLIGATORIA EN LA EJECUCIÓN DE LA PENA
PRIVATIVA DE LA LIBERTAD EN LA LEGISLACIÓN PERUANA”

AUTORES:
 CASTILLO INCA CARMEN GERALDINE
 CASAS MONTOYA JORGE EMMANUEL
 ROJAS JARA THAIS YESSABEL
 TORRES VEGA JUNIOR
 QUEZADA TELLO LUZ CATHERINE

CHIMBOTE

2018
TÍTULO:

LA APLICACIÓN DEL TRABAJO PENITENCIARIO COMO ACTIVIDAD


OBLIGATORIA EN LA EJECUCIÓN DE LA PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD
DENTRO DEL ESTADO PERUANO.

VARIABLE DEPENDIENTE: La aplicación del trabajo penitenciario como actividad


obligatoria.

VARIABLE INDEPENDIENTE: En la ejecución de la pena privativa de la libertad dentro del


Estado Peruano.

1) IDENTIFICACION DEL PROBLEMA:

¿Es importante la aplicación del trabajo penitenciario como actividad obligatoria en la


ejecución de la pena privativa de libertad en nuestro estado peruano?

2) HIPOTESIS:

La aplicación del trabajo penitenciario como actividad obligatoria en la ejecución de la


pena privativa de libertad es importante pues es considerado como un factor importante
de reeducación y de reforma del recluso, factor base para la resocialización de un
recluso.

3) OGJETIVO GENERAL:

 Determinar si es factible constitucionalmente, el desarrollo de un marco


legislativo dentro del cual se acepte y aplique el trabajo como una actividad
obligatoria dentro de la pena privativa de libertad efectiva.

4) OBJETIVO ESPECÍFICO:

 Determinar si el desarrollo de un marco legislativo que conciba al trabajo


penitenciario como obligatorio transgrede o no derechos fundamentales.

 Determinar si la aplicación del trabajo como actividad obligatoria coadyuva en


el fin resocializador.
5) MARCO REFERENCIAL:

5.1) MARCO TEÓRICO

A) EL SISTEMA PENAL
Es el control social punitivo institucionalizado. Este sistema emerge como medio de
socialización sustitutivo ,sólo cuando los mecanismos primarios del control social informal
fracasan.

El sistema penal es el conjunto de relaciones y procesos derivados del ejercicio de la facultad


punitiva del Estado. Lo que permite tomar en cuenta relaciones "del control penal" que no
estén dentro de los límites jurídicos "fuera del límite", con lo que cabe más allá del control
formalizado tener en cuenta al control punitivo no formalizado, al que opera bajo el sistema
penal subterráneo, es decir, aquel que implica una punición (restricción o supresión
relevante de derechos humanos).

Un sistema penal como sistema de garantías es consecuencia de una política criminal en un


Estado social y democrático de derecho. En tal sentido, presenta ventajas que no tienen los
controles informales. Desde luego, la reacción penal garantiza que otro tipo de reacciones
sociales informales, espontáneas, incontroladas de otras fuerzas sociales quede neutralizada,
impidiendo la venganza.

Según el Dr. Luigi Ferrajoli, el sistema penal se caracteriza porque el Estado ha


legalizado o institucionalizado la violencia. El primer presupuesto de la función garantista
del derecho y del proceso penal es el monopolio legal y judicial de la violencia represiva.
El derecho y el proceso, en efecto, garantizan contra la arbitrariedad en cuanto representan
técnicas exclusivas y exhaustivas del uso de la fuerza con fines de defensa social.
Las relaciones sociales y los fenómenos que se generan en nuestro país, cada día son más
complejos, muchos de estos fenómenos provocan daño social, o crean intereses o demandas
que necesitan de una protección eficaz y oportuna, transformándose en bienes jurídicos que
necesitan ser protegidos o tutelados a través de la punibilidad, lo cual nos conduce a la
configuración de figuras delictivas creadas por la Ley penal, cuyas consecuencias alcanzan
a aquellas personas que causan daño social mediante la aplicación de sanciones penales.
CLASIFICACION DEL SISTEMA PENAL
El sistema penal está configurado, entonces, mediante procesos de creación de un
ordenamiento jurídico específico, constituido por leyes de fondo (penales) y de forma
(procesales). Pero, asimismo, deben necesariamente existir unas instancias de aplicación de
ese aparato legislativo, con la misión de concretar en situaciones, comportamientos y actores
cuándo se comete un delito y cómo este se controla.
De este modo, el Dr. Roberto Bergalli analiza el panorama del sistema penal,
diferenciándolo en estático o abstracto, y dinámico o concreto.
El sistema penal estático o abstracto designa aquel nivel de los sistemas penales que
únicamente se ocupan (por parte de los juristas) de la producción y estudio del sistema de
preceptos, reglas o normas que definen los conceptos de delito y pena.
El sistema penal dinámico o concreto, en cambio, alude a las actividades de aquellas
instancias o agencias de aplicación del control punitivo, como la policía, los fiscales, los
jueces, etc
CRIMINALIZACION PRIMARIA Y SECUNDARIA

En ese contexto, el sistema penal, pone a prueba dos de las características esenciales de la
racionalidad jurídica moderna, cuales son: las de previsibilidad y controlabilidad de la
acción del Estado y va operar ejerciendo un poder punitivo represivo en forma de
criminalizacíón primaria y secundaria.
Criminalización primaría es la formalización penal de una conducta en una ley, o sea que
es un acto legislativo de prohibición bajo amenaza de pena, es decir, una conducta se
encuentra criminalizada primariamente cuando está descrita en una ley como delito.
Criminalizacíón secundaria, En cambio, es la acción punitiva ejercida sobre personas
concretas. Es el acto del poder punitivo por el que éste recae sobre una persona como autora
del delito.
Para el jurista Eugenio Zaffaroni, es imposible llevar a cabo toda la criminalización
primaria, no sólo porque se pararía la sociedad sino también porque la capacidad de las
agencias de criminalizacíón secundaria (la policía, los jueces, el ministerio público, el
sistema penitenciario), es infinitamente inferior a lo planificado por la criminalizacíón
primaria. Por ello, como ninguna burocracia se suicida, sino que siempre hace lo que es
más fácil, las agencias policiales ejercen un poder selectivo sobre las personas y
criminalizan a los que tienen más a la mano. Para ello, la sociedad ofrece estereotipos: los
prejuicios (racistas, clasistas, xenófobos) van configurando una fisonomía del delincuente
en el imaginario colectivo, que es alimentado por las agencias de comunicación
En ese sentido, los sistemas penales contemporáneos han dejado de ser un control punitivo-
estatal con fines de resocialización o reintegración social, para pasar a constituirse en agentes
profundizadores de la exclusión social; constituyen también la fuente y el marco de múltiples
violaciones al conjunto de garantías que se afirman en las ordenes jurídicos -
constitucionales de las sociedades mas afectadas por los efectos dañosos de la globalización
económica.

VALORACION FINAL

Estamos asistiendo a una profunda transformación del sistema penal, que corresponde, el
pasaje de la globalización; los fenómenos consecuentes a la globalización comportan
desigualdades mucho más profundas que aquellas que siempre han existido en todo tipo de
sociedad. Pero, a su vez, dan lugar a formas de criminalización más rígidas y excluyentes.
Los avances tecnológicos ofrecen instrumentos de vigilancia que se introducen en la
intimidad de la "persona sospechosa"; así mismo las interceptaciones telefónicas oficiales;
el control en el registro y la identificación de personas; la marginalización intensiva de
contingentes humanos, a través del desempleo y la inmigración, demandan más control
social penal en las sociedad contemporáneas.
Ante ello, los gobernantes tienden a la hipercriminalización; recurriendo a la solución
simbólica que representa la criminalización, aunque no resuelva nada; se deja de lado la
subsidiariedad del derecho penal y el principio de la lesividad, lo que se expresa en el abuso
de tipos legales de peligro presunto.
En ese nuevo sistema penal, se trata de reducir la solución de los conflictos sociales a la
ecuación penal crimen - pena. Cuando por regla general, en todo Estado la capacidad de
intervención del sistema penal debe ser limitada y por tanto, debe reducir la intervención
penal ocupándose prioritariamente de los ámbitos más críticos, desde la ley (criminalización
primaria) hasta su ejecución (criminalización secundaria) a fin de propiciar la protección de
los derechos humanos, bajo la operatividad del poder punitivo; en razón de los límites que
en una sociedad democrática deben imponerse al poder penal, pues la mera expansión de la
ley penal, no sólo desarticula el sistema generado impunidad sino que paradójicamente
facilita el abuso de poder.
En ese aspecto, debe rescatarse la concepción del derecho penal mínimo del Dr. Luigi
Ferrajoli quien en sus obras parte claramente de un sistema penal ideal (con una misión
dentro del Estado de derecho democrático asignada a todas las agencias); hace una cruda
descripción del funcionamiento real de todas las agencias; incluidas las penitenciarias y el
fracaso de la prisión como pena central secular; pero concluye que renunciar al sistema
penal significaría dejar paso al ejercicio descontrolado de venganzas privadas y públicas,
de modo que se impone racional y científicamente imponer castigos penales allí cuando sea
estrictamente necesario y en la medida imprescindible para impedir tales venganzas.
B) LA GARANTÍA DE EJECUCIÓN PENAL

La ejecución penal es la última fase del proceso penal.

De acuerdo al profesor Mir Puig, Santiago. “La garantía de ejecución penal


requiere que la ejecución de la pena se sujete a una ley que la regule, con ello se
quiere establecer que toda pena debe de encontrarse previamente establecida en la
norma penal, debiendo de denotar tanto el tiempo, las formas de ejecución y la
características y condiciones que debe de conllevar la ejecución de la pena privativa
de libertad”.

Para análisis del alcance de las garantías procesales en la fase de ejecución


penal, ver RIVERA BEIRAS, La devaluación de los derechos fundamentales de
los reclusos, p. 242- 256. Que la ejecución penal sea parte del Sistema Penal tiene
consecuencias importantes: se aplicarán a esta última fase todos los principios y
garantías del proceso penal, en especial, el principio de legalidad, el principio de
jurisdiccionalidad y los derechos de defensa.

Op Cit, BARATTA, Alessandro. Nota 32. p. 198. En los últimos años se ha


asistido a la introducción de notables innovaciones en el sistema como son los casos
de Italia y Alemania. Las reformas carcelarias lanzadas en estos dos países, si bien
no modifica en lo esencial la espiral represiva, han introducido dos principios
bastantes nuevos: el trabajo carcelario equiparado en algunos aspectos al que
desarrolla el asalariado fuera de la cárcel y la apertura a presencias “externas” en
la cárcel, a mayores contactos entre los detenidos y la sociedad exterior.

SOLIS ESPINOZA, Alejandro. «Política Penal y Política Penitenciaria».


Octavo Cuaderno de Trabajo del Departamento Académico de Derecho de la
PUCP Lima, septiembre, 2008. p. 4. Giovani Novelli, quién en 1933, en una
conferencia sobre la autonomía del Derecho Penitenciario, que fue publicada en la
«Rivista di Diritto Penitenziario» (1933) lo definió como "el conjunto de normas
jurídicas que regulan la ejecución de las penas y las medidas de seguridad, a
comenzar desde el momento en que se convierte en ejecutivo el título que legitima
la ejecución". A partir de tal definición, G. Novelli propugnaba la existencia de un
Derecho Penitenciario autónomo, con una concepción unitaria de los diversos
problemas que supone la ejecución penal, visión que se afirmaba, según el parecer
de dicho tratadista, en dos principios: la individualización de la ejecución
penitenciaria, y en el reconocimiento de los derechos subjetivos del condenado.
C) PENA PRIVATIVA DE LIBERTAD.

FRANCISCO CARRARA: Dice que la pena tiene tres definiciones :en sentido
general, la pena expresa cualquier dolo o cualquier mal que causa dolor; en sentido
especial, la pena designa un mal que implica sufrimiento por un hecho cometido con
dolo o imprudencia; en sentido especialísimo, expresa el mal impuesto al reo por la
autoridad como consecuencia del delito.

EMILE DURKHEIM: Considera que la pena es la representación directa del orden


moral de la sociedad y un ejemplo de como este orden se representa y sostiene; en
este sentido que la pena es la reacción de los miembros de una sociedad; impulsada
por medios irracionales y emotivos; frente a una trasgresión contra el orden moral,
que pretende restaurarlo.

ALFONSO REYES ECHANDIA: Considera que la pena se puede definir como la


supresión o coartación de un derecho personal que el Estado impone por medio de
su rama jurisdiccional a sujeto imputable que ha sido declarado responsable del
hecho punible.

D) LA CIENCIA PENITENCIARIA
Para el autor Luis Garrido Guzmán considera que la ciencia penitenciaria es una
parte de la penología que se ocupa del estudio de las penas privativas de la libertad
de su organización y aplicación, con la finalidad de reintegrar profesional y
socialmente a los condenados, y le atribute a la penología la responsabilidad de
estudiar las restantes penas como son las restrictivas de libertad o de derecho,
pecuniarias, capital o así como las de asistencia pos carcelaria, en la actualidad se
habla de la ciencia penitenciaria como un conjunto de normas que auxilian la
readaptación del delincuente allegándose de otras ciencias como: es la medicina,
la psicología la educación física etc.
El autor Sánchez Galindo define al penitenciarista como un profesional que reúne
conocimientos teóricos y experiencia para alcanzar en forma congruente los fines
de la ejecución penal, dentro de los establecimientos penales en cualquiera de sus
niveles sea máxima o mínima de seguridad.
Derecho Penitenciario o Ejecutivo Penal
Así como el derecho penal sustantivo esta dividido en parte especial y en parte
general, la teoría del derecho penitenciario o derecho ejecutivo penal a su vez debe
estar dividido en dos aspectos el estudio de la pena como tal y la sanción que deberá
sufrir el delincuente durante el cumplimiento de dicha pena asimismo el derecho
penitenciario debe determinarse a la normatividad y doctrinas relativas a la ejecución
de prisión así como a su interpretación dejando el aspecto de las demás sanciones
que no sean privativas de la libertad, aspectos filosóficos y análisis que no sean
científicos.
Proyección del Derecho Penitenciario
Según el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni quien considera que toda ciencia es el
conjunto de conocimientos parciales delimita los entes de que se ocupa
definiéndolos como el objeto de la ciencia, es decir ya no se encuentra una ciencia
que se ocupe el estudio de todo.

La delimitación de los entes de que se ocupa tal ciencia constituye el horizonte de


proyección de dicha ciencia.
Es así que deben establecerse estos horizontes antes del derecho penitenciario dice
Zaffaroni que las sanciones penales tienen un carácter reeducador y que dicho
carácter debe desarrollarse en el tiempo establecido en las penas privativas de
la libertad por que la ciencia penitenciaria debe ser considerada como tal y no como
una rama accesoria de la ciencia penal ya que su ente es la re educación y
readaptación y ejecución de la pena impuesta a un criminal.
Para el Dr. Gustavo Malo, el objeto de estudio del derecho penitenciario lo
debemos entender como el conjunto de normas relativas a la aplicación de las penas
y de las medidas de seguridad que serán los entes legales en esta materia y además
agregan que el fin de la ciencia penitenciaria en nuestro país es expresamente
limitada a lo establecido en el art. 18 de la constitución política mexicana y que su
ente primordial es la readaptación social del individuo, que deberá alcanzarse por
medio de la educación y el trabajo así como la capacitación para el mismo.
Así mismo el Dr. Gustavo Malo Camacho considera al derecho penitenciario se le
deben incorporar las propuestas y estudios realizados por la organización de
la ONU respecto al tratado de los presos, así como su readaptación e instrucción y
formación sin prescindir de su carácter correctivo.

E) EL DERECHO PENITENCIARIO
El fin del derecho penal es la preservación y protección de los bienes jurídicos que
implican los más altos valores del hombre, para permitir una convivencia social-
armónica y pacifica lo cual puede traducirse, en un aspecto pragmático de
prevención del delito, asimismo el fin del derecho penitenciario es la ejecución de la
pena y todo lo que tiene señalada en la ley, visto desde un enfoque formal, aun
cuando la doctrina nos refiera que la pena contempla fines más amplios.
MEZGER.- Afirma que toda acción humana tiene un fin y que la pena como acción
humana y estatal en el ámbito del derecho tiene como fin la prevención del delito,
asimismo dicha prevención del delito se puede realizar en el mundo jurídico por dos
caminos actuando sobre la colectividad, estos es, la comunidad jurídica o actuando
sobre el individuo que tiende a delinquir o ha cometido un delito.
En el primer caso se habla se prevención general que intenta actuar sobre la
colectividad y en el segundo caso se dice que es prevención especial que intenta
actuar sobre el individuo que a cometido un delito y es sujeto de una pena respecto
a la cual señala que abarca tres momentos; la conminación. La imposición, y la
ejecución de la pena.
Derecho penitenciario es la rama del Derecho que se ocupa de la ejecución de las
penas y medidas de seguridad privativas de libertad o de derechos. Surge
como disciplina jurídica autónoma a principios del siglo XX. A su vez, como ciencia
penitenciaria se califica a la doctrina jurídica dedicada a los temas relativos a la
ejecución de la pena privativa de libertad y de todas aquellas sanciones alternativas
que las distintas legislaciones imponen como consecuencia jurídica-punitiva por la
comisión de un hecho tipificado como delito o falta.
F) DERECHOS HUMANOS DEL RECLUSO.

PRINCIPIOS BÁSICOS PARA EL TRATAMIENTO DE LOS RECLUSOS

El Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y


Tratamiento del Delincuente Recomienda a la Asamblea General que apruebe el
proyecto de resolución siguiente:

La Asamblea General

Teniendo presente la constante preocupación de las Naciones Unidas por la


humanización de la justicia penal y la protección de los derechos humanos.

Teniendo presente asimismo que para planificar el desarrollo económico y social es


indispensable contar con políticas acertadas de prevención del delito y lucha contra
la delincuencia.

Reconociendo que las Reglas Mínimas para el tratamiento de los reclusos, aprobadas
por el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y
Tratamiento del Delincuente, tiene gran valor e influencia en el desarrollo de la
política y la práctica penitenciarias.

Teniendo en cuenta la preocupación expresada por los congresos anteriores acerca


de los obstáculos de distintos tipos que impiden la plena aplicación de las Reglas.

Convencida de que la plena aplicación de las Reglas se vería facilitada si se


plasmaran los principios básicos que le sirven de fundamento.

Recordando la resolución 10, sobre la situación de los reclusos y la resolución 17,


sobre los derechos humanos de los reclusos, del Séptimo Congreso de las Naciones
Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente.

Recordando también la declaración presentada durante el décimo período de


sesiones del Comité de Prevención del Delito y Lucha contra la Delincuencia por la
Alianza Mundial de Asociaciones Cristianas de Jóvenes, la Asociación

Internacional de Ayuda a los Presos, la Asociación Internacional de Educadores para


la Paz Mundial, Caritas internationalis, la Comisión de las Iglesias para los Asuntos
internacionales del Consejo Mundial de Iglesias, el Consejo Internacional para la
Educación de Adultos, el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas, la Federación
Internacional de Derechos Humanos y la Unión Internacional de Estudiantes, que
son organizaciones no gubernamentales reconocidas como entidades consultivas en
la categoría II por el Consejo Económico y Social.
Recordando además las recomendaciones pertinentes que figuran en el informe de
la Reunión Preparatoria Interregional para el Octavo Congreso acerca de la política
de justicia penal en relación con el problema del encarcelamiento y otras sanciones
penales y medidas alternativas.

Consciente de que el Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del
Delito y Tratamiento del Delincuente coincide con el Año Internacional de la
Alfabetización, proclamado por la Asamblea General en su resolución 42/104, del 7
de diciembre de 1987.

Deseosa de reflejar la perspectiva observada por el Séptimo Congreso, de que la


función del sistema de justicia penal consiste en contribuir a salvaguarda los valores
y normas fundamentales de la sociedad.

Reconociendo la oportunidad de elaborar una declaración de los derechos humanos


del preso.

Afirma la declaración de principios básicos para el tratamiento de los reclusos, que


se presenta como anexo a la presente resolución, y pide al Secretario General de las
Naciones Unidas que la señale a la atención de los Estados Miembros.

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS BÁSICOS PARA EL TRATAMIENTO DE


LOS RECLUSOS

1. Todos los reclusos serán tratados con el respecto que merecen su dignidad valor
inherente de seres humanos.

2. No existirá discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión,


opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento u otros factores.

3. Sin perjuicio de lo que antecede, es necesario respetar las creencias religiosas y


los preceptos culturales del grupo a que pertenezcan los reclusos, siempre que así lo
exijan las condiciones en el lugar;

4. El personal encargado de las cárceles cumplirá con sus obligaciones en cuanto a


la custodia de los reclusos y la protección de la sociedad contra el delito de
conformidad con los demás objetivos sociales del Estado y con su responsabilidad
fundamental de promover el bienestar y el desarrollo de todos los miembros de la
sociedad.
5. Con excepción de las limitaciones que sean evidentemente necesarias por el hecho
del encarcelamiento, todos los reclusos seguirán gozando de los Derechos Humanos
y las libertades fundamentales consagrados en la Declaración Universal de Derechos
Humanos, y, cuando el Estado de que se trate sea parte en el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo, así como de los demás derechos
estipulados en otros instrumentos de las Naciones Unidas.

6. Todos los reclusos tendrán derecho a participar en actividades culturales y


educativas encaminadas a desarrollar plenamente la personalidad humana.

7. Se tratará de abolir o restringir el uso del aislamiento en celda de castigo como


sanción disciplinaria y se alentará su abolición o restricción.

8. Se crearán condiciones que permitan a los reclusos realizar actividades laborales


remuneradas y útiles que faciliten su reinserción en el mercado laboral del país y les
permitan contribuir al sustento económico de su familia y al suyo propio.

9. Los reclusos tendrán acceso a los servicios de salud de que disponga el país, sin
discriminación por su condición jurídica.

10. Con la participación y ayuda de la comunidad y de instituciones sociales, y con


el debido respeto a los intereses de las víctimas, se crearán condiciones favorables
para la reincorporación del exrecluso a la sociedad en las mejores condiciones
posibles.

11. Los principios que anteceden serán aplicados en forma imparcial.

CONJUNTO DE PRINCIPIOS PARA LA PROTECCIÓN DE TODAS LAS


PERSONAS SOMETIDAS A CUALQUIER FORMA DE DETENCIÓN O
PRISIÓN

En el cuadragésimo tercer período de sesiones de la Asamblea General se ultimó el


Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier
forma de detención o prisión, el cual fue aprobado en ese mismo período de sesiones,
en la resolución 43/173, de 9 de diciembre de 1988.

La finalidad principal del Conjunto de Principios consiste en establecer normas


internacionales, de carácter tanto jurídico como humanitario, para estimar el trato
que reciben las personas que se encuentran sometidas a cualquier forma de detención
o prisión y proporcionar a los Estados directrices para que mejoren su legislación
interna.
Al igual que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 y las
Reglas mínimas para el tratamiento de reclusos de 1955, el Conjunto de Principios
está basado en el artículo 9 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en
el cual se reconoce el derecho de todas las personas a no ser arbitrariamente
detenidas, presas ni desterradas. A fin de asegurar que todas las personas detenidas
o presas reciban un trato humanitario, y que se respete la dignidad inherente a la
persona humana, en el Conjunto de Principios se enuncia una serie de principios
sustantivos y se establecen garantías legales y de procedimiento, como manera más
eficaz de asegurar que los principios sean respetados en la práctica. Pero al mismo
tiempo, el Conjunto de Principios no menoscaba en modo alguno la obligación de
los Estados de luchar contra el delito y defender el imperio del Derecho e interés de
la sociedad en su conjunto.

La Asamblea General

Recordando su resolución 35/177, del 15 de diciembre de 1980, en la cual remitió la


tarea de elaborar el proyecto de Conjunto de Principios para la protección de todas
las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión a la Sexta

Comisión y decidió establecer un grupo de trabajo de composición no limitada para


ese fin.

Tomando nota del informe del Grupo de Trabajo sobre el proyecto de Conjunto de
Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de
detención o prisión, que se reunió durante el cuadragésimo tercer período de sesiones
de la Asamblea General y completó la elaboración del proyecto de Conjunto de
Principios.

Conjunto de Principios.

1.- Aprueba el Conjunto de Principios para la protección de todas las personas


sometidas a cualquier forma de detención o prisión, cuyo texto figura como anexo a
la presente resolución;

2.- Expresa su reconocimiento al Grupo de Trabajo sobre el proyecto de Conjunto


de Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma
de detención o prisión por su importante contribución a la elaboración del Conjunto
de Principios;

3.- Pide al Secretario General que comunique a los Estados Miembros de las
Naciones Unidas y a los miembros de los organismos especializados la aprobación
del Conjunto de Principios;

4.- Insta a que se haga todo lo posible para que el Conjunto de Principios llegue a
ser universalmente conocido y respetado.
G) PRINCIPIO DE RESOCIALIZACIÓN

Luis Guillamondegui entiende que; “Resocialización comprende el proceso que


se inicia con la estancia del condenado en prisión, mediante el cual un equipo
profesional, interdisciplinario, con la colaboración del personal penitenciario y
previo consentimiento del interno, procura que éste pueda tomar conciencia de la
génesis de su comportamiento delictivo pretérito y de sus implicancias personales,
familiares y sociales presentes y futuras, con el propósito de fomentar y consolidar
su capacidad de convivir en sociedad respetando la ley penal en lo sucesivo.
La resocialización, constituye uno de los principios rectores de la ejecución de la
pena por cuanto, junto con la legalidad ejecutiva, la judicialización y la
inmediación, constituyen los pilares en los que se cimienta y orienta la actividad del
Estado para la regulación y ejecución de la pena. Ello, además de constituir una
guía de interpretación en cuestiones penitenciarias”.

Marcos Salt y Iñaki Rivera consideran que. “La resocialización como fin de la
ejecución de la pena sólo puede significar una obligación del Estado y un derecho
de las personas privadas de la libertad. El ideal resocializador erigido como fin de
la ejecución sólo puede significar una obligación impuesta al Estado (“derecho”,
por lo tanto, de las personas privadas de libertad) de proporcionar al condenado,
dentro del marco del encierro carcelario, las condiciones necesarias para un
desarrollo personal adecuado que favorezca su integración a la vida social al
recobrar la libertad”. El principio de resocialización actúa como guía de
interpretación de todas las normas penitenciarias”.

Muños Conde nos dice. “Que la resocialización supone un proceso de interacción


y comunicación entre el individuo y la sociedad que no puede ser determinado
unilateralmente, ni por el individuo ni por la sociedad. El individuo no puede en
efecto, determinar unilateralmente un proceso de interacción social porque por la
propia naturaleza de sus condicionamientos sociales está obligado al intercambio y
a la comunicación con sus semejantes, es decir a la convivencia. Pero tampoco las
normas sociales pueden determinar unilateralmente el proceso interactivo sin
contar con la voluntad del individuo afectado por ese proceso, porque las normas
sociales no son inmutables ni permanentes sino el resultado de una correlación de
fuerzas sometidas a influencias mutables. Resocializar al delincuente sin cuestionar
al mismo tiempo el conjunto social normativo al que se pretende incorporarlo,
significa pura y simplemente aceptar como perfecto orden social vigente sin
cuestionar ninguna de sus estructuras, ni siquiera aquellas más directamente
relacionadas con el delito cometido”.

El principio resocializador se encuentra contenido dentro de la constitución peruana


en los objetos que persigue el régimen penitenciario. Por resocialización podría
afirmarse que más que un principio, es un fin, una búsqueda que la sociedad a través
del estado se propone a fin de tratar de reintegrar de manera adecuada a todo aquel
individuo que al transgredir sus normas fue apartada de sus senos y recluida en
determinado establecimiento penitenciario.
Mediante la resocialización lo que se busca es adaptar o readaptar al individuo al
marco de convivencia que la sociedad tiene, incluso a concientizarlo sobre el valor
que dicho marco de convivencia tiene a fin de que su persona también coadyuve a
que otros no vuelvan a infringirlo.

H) Trabajo Penitenciario.

Es el trabajo realizado por personas sentenciadas a pena privativa de libertad dentro


de cualquier un recinto penitenciario o carcelario. Se distingue entre trabajo
carcelario y penitenciario por la distinción significativa de ambos términos.

“El primero es realizado por los procesados y el segundo, por los sentenciados. Esta
distinción es relevante para efectos laborales prácticos de distinguir quién tiene la
obligación de trabajar y quien no”. A través de la historia de nuestro país, el trabajo
siempre ha sido usado dentro del sistema penitenciario como un mecanismo
resocializador.

El profesor José Luis De La Cuesta se refiere al trabajo penitenciario señalando:

“Que, el trabajo puede ser un importante medio de tratamiento penitenciario nadie


lo duda; otra cosa es que, con carácter general, quepa asegurar su condición de
elemento fundamental del mismo. Superados los tiempos en que se entendía por
tratamiento, en un sentido institucional el conjunto de prestaciones y actividades
desarrolladas en prisión, se prefiere hoy un concepto más científico, clínico,
terapéutico, de tratamiento configurado a partir del estudio científico del sujeto y
consistente en la aplicación individualizada de métodos diversos de orden médico,
biológico, psiquiátrico, con independencia de su posición central en el régimen de
vida en prisión, sólo será realmente elemento fundamental de tratamiento cuando
se presente como vía de superación de las carencias que hayan llevado al sujeto al
hecho delictivo. El trabajo solo alcanzara la consideración de elemento fundamental
de tratamiento, cuando así resulte de la formulación de un programa
individualizado”.

El Instituto Nacional Penitenciario en referencia a la aplicación del trabajo como


parte del tratamiento resocializador señala que: “Los periodos de ocio del interno
vienen a resultar riesgosos, ya que pueden propiciar conductas inadecuadas incluso
delictuosas, pudiendo también ser dañino para la salud mental. Por ello el trabajo es
favorable para la rehabilitación y la salud mental del interno”.
En la actualidad, en la fase del tratamiento penitenciario, el trabajo ha sido visto
como un elemento fundamental para la resocialización, como cualquier tratamiento,
resultará imposible ver sus resultados mientras la sociedad no le ceda al ex convicto
la posibilidad de volver a reingresar a la vida en sociedad sin ser prejuzgado
prejuiciosamente.
Importancia del trabajo penitenciario

La importancia del trabajo en la pena privativa de libertad se centra en que es uno de


los mecanismos pilares junto con la educación, que permite el éxito del tratamiento
penitenciario; además de ser un método de capacitación para el ejercicio de una
actividad lícita útil al momento de que se recupere la libertad. “Es un método eficaz
para combatir lo que consideran como la principal causa de la delincuencia, la cual
es la ociosidad”

I) EL TRABAJO PENITENCIARIO COMO ACTIVIDAD OBLIGATORIA EN


LA EJECUCIÓN DE LA PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD.

Existen diversos estudios sobre el trabajo en la ejecución de la pena privativa de la


libertad uno de ello es el realizado Saylor & Gaes en el año 1997 y por Uggen &
Staff en el año 2001. De acuerdo con estos estudios, se sacó una estadística en base
a un muestreo a través del cual se concluyó que los internos que laboraban en
determinados talleres durante su privación de libertad tenían un veinticuatro por
ciento menos de probabilidad de reincidir en algún acto delictivo, en comparación
con el grupo que no participaba en los talleres de trabajo. Así también diversos
estudios han demostrado que la conducta delictiva disminuye cuando el interno
participa en diversos tipos de empleos en los establecimientos penitenciarios,
coadyuvando con ello a disminuir la reincidencia delictiva.”

“Las investigaciones han identificado que el trabajo carcelario conlleva varios


beneficios como lo pueden ser el aprendizaje de un oficio, una autodisciplina
impuesta tanto en la forma de vida como en el control de sus tiempos y por sobre
todo cumple una función educativa, disminuye la posibilidad de inestabilidad
emocional, conllevando con ello que en los establecimientos penitenciarios
disminuyan los conflictos entre internos. Puede ser visto como un instrumento de
control disciplinario, dentro del establecimiento penitenciario”.

El trabajo como parte de la pena privativa de libertad siempre se ha encontrado


presente, sea como castigo, o como tratamiento por ser un factor rehabilitador de
libre elección. “Dentro de la pena privativa de libertad el trabajo abarca tres
dimensiones; el penitenciario, social, económico”.

La importancia del trabajo penitenciario radica en su valor reformador debido a sus


características y valores que conlleva ejercitarlo. El trabajo evita la inactividad y la
letargia de los internos, promoviendo buenos hábitos que logran una rehabilitación
progresiva, al desempeñar oficios o profesiones la sociedad los percibe más útiles.

Se erige también como un instrumento de disciplina mediante la cual se controla


mejor las actividades que pueda tener el interno, pudiendo supervisarse mejor la
vida del interno.
Llena los vacíos de ocio, evitando que está sea fuente de origen de grupos pro
delictivos por la interrelación entre internos, quienes al compartir constantemente
experiencias refuerzan malos valores. El trabajo evita estas actividades
remplazándolo por actividades productivas en donde prima un constante
aprendizaje.

En el aspecto social brinda al interno las herramientas necesarias para reincorporarse


a la sociedad por el aprendizaje que conlleva, y porque es necesario para el bienestar
social.

En el aspecto económico el trabajo del interno debe de estar dirigida a la obtención


de ingresos a fin de paliar y ayudar a subvencionar los gastos que ocasionan sus
condenas, de esa manera satisfacer mejor las necesidades básicas del interno.

El trabajo se encuentra inmerso dentro de la ejecución de la pena privativa de la


libertad por ser parte fundamental del tratamiento resocializador que conlleva la
pena, reconocido tanto por la sociedad, como por las normas penales.

La dignidad y sus conflictos en la aplicación del trabajo como actividad obligatoria


en la pena privativa de libertad.
Por principio de dignidad, el ser humano es el fin supremo de la sociedad y del
estado. Debiendo de entenderse, que cuando el ser humano se encuentra dentro del
seno de una sociedad, esta tiene la obligación de prestarle los recursos y medios
necesarios que se encuentren a su alcance, a fin de que la persona alcance el bienestar
y desarrollo necesario. La dignidad como principio, impide que podamos ser
tratados como objetos o cosas, no interesando la finalidad u objetivo que la sociedad
se haya trazado lograr, incluso cuando el ser humano haya cometido la peor de las
atrocidades debe de considerársele como un fin en sí mismo.

Diversos tratadistas señalan que el principal conflicto que conllevaría la aplicación


del trabajo obligatorio dentro de la ejecución de la pena privativa de libertad efectiva
es que se atentaría contra la libertad de conciencia y libertad de elección, ya que se
forzaría a una persona a realizar actividades no deseadas, asolapando una
explotación del estado hacia el individuo, tratándolo como un objeto cuando por
principio toda persona es un fin. Sustento que se asienta en lo señalado por Kant.

Heiko H. Lesch refiere al respecto que.

“La pena judicial (...) no puede ser impuesta como simple medio para procurar
bienestar a los otros, ya sea para el delincuente, ya sea para la sociedad civil, sino
que tiene que ser impuesta siempre porque solamente se ha delinquido. En efecto, el
Hombre no puede ser usado nunca como medio de las intenciones de otros, ni
mezclado entre los objetos del Derecho de cosas, puesto que, contra esto le protege
el carácter de persona con el que ha nacido. El Hombre no es una cosa, y por tanto
no es algo que pueda ser usado como mero instrumento, sino que tiene que ser tenido
en todas sus acciones siempre como fin en sí mismo”.
Cuando Kant expuso esta planteamiento no tuvo en cuenta que el ser humano es
digno solamente en sociedad, que la dignidad del ser humano como principio y fin
nació en el seno de la sociedad como un reconocimiento común de nuestras carencias
y aspiraciones, a través del cual los individuos acordaron ceder y limitar sus
libertades con la finalidad de lograr un mayor desarrollo y bienestar.

Al ser el hombre un ser social, incapaz de vivir fuera del seno de una sociedad,
cuando desconoce la sesión tácita que hace de sus libertades, transgrediendo las
normas en las que convive, la comunidad tiene el pleno derecho de sancionarlo
mediante la pena correspondiente. Cuando la pena a imponer, no es la expulsión ni
la pena de muerte, la sociedad se ve en la necesidad que la pena a imponer conlleve
intrínsecamente la concientización del hecho cometido y el aprendizaje de
determinados valores, necesarios para una convivencia futura, caso contrario, la
sociedad corre nuevamente el riesgo de volver a ser agredida a través de una nueva
infracción de la norma.

Desde un punto de análisis superficial, el trabajo obligatorio atentaría contra la


dignidad de la persona, porque en la lógica común existe una interrelación de trabajo
obligatorio y abuso. La sociedad y la historia nos han demostrado que el trabajo
inculca determinados valores esenciales a las personas.

El trabajo obligatorio como parte de la pena siempre ha sido un punto de quiebre y


de discusión con el principio de dignidad existiendo una concepción unánime de
que la dignidad de la persona es infranqueable, que un forzamiento a realizar trabajos
implicaría inmiscuirse en la libertad interna de toda persona, de poder optar o no por
un trabajo; ante ello, se debe de señalar que desde el momento en que la persona es
privada de su libertad, determinados derechos ya vienen siendo restringidos, y estas
restricción solo se dan si concuerdan con la búsqueda de los objetivos básicos que la
sociedad se propone con la aplicación de la pena privativa de libertad.

Con la imposición de la pena privativa de la libertad la sociedad busca resocializar


al condenado, proteger y asegurar a la sociedad de la agresión sufrida. Si
determinadas actividades coadyuvan con la resocialización del condenado y a través
de este, se encuentra la protección y seguridad de la sociedad. Entonces la sociedad
puede restringir la libertad del recluso a fin de poder cumplir con el objeto de la pena
privativa de la libertad, el cual es la resocialización del condenado. Cuando la
persona transgrede una norma cuyo fin es proteger la seguridad, el bienestar de los
demás, la sociedad tiene la facultad de concientizar al transgresor, sobre el hecho
cometido y de inculcarle conocimiento y valores necesarios para una vida en
sociedad dentro de la aplicación de la pena privativa de la libertad, cuyo fin no solo
debe de ser la aplicación del mero castigo por el castigo, sino la concientización del
hecho cometido y el aprendizaje de valores, por la simple razón de que el transgresor
una vez cumplida la pena regresara al seno de la sociedad. El trabajo, como
institución de aplicación obligatoria dentro del marco de la pena privativa de la
libertad no transgrede el principio de dignidad, ya que es una actividad básica y
necesaria para la supervivencia de todo ser humano, conlleva aprendizaje técnico y
valores éticos, morales para una vida en sociedad.
La dignidad de una persona no se ve transgredida si se obliga a trabajar a una
persona, solo se ve transgredida si se hace un abuso de esta obligación. El limitar
la libertad de elección de un individuo obligándolo a realizar determinados
actividades en pro de su bienestar y el bienestar de los que los demás, no atentan
contra la dignidad. La restricción temporal que pueda sufrir una persona en
determinados derechos y libertades no implica su perdida. Si es que con la restricción
se beneficia al condenado como a la sociedad, se puede afirmar que la persona es un
fin en sí mismo y no un objeto, ya que el fin seria la búsqueda del bienestar y
desarrollo del individuo como ser humano.

La constitución establece que el trabajo es “base del bienestar social y medio de


realización de la persona”, ya sea como derecho o deber no vulnera la dignidad de
la persona humana, al ser un medio de realización humana, enaltece y realza la
dignidad; a través de este, se reivindica y a la vez humaniza más a la persona, tanto
desde la perspectiva de individuo por ser una forma de realización personal, como
de la perspectiva social, por ser la base del bienestar social. El trabajo como derecho
o como deber se encuentra inmerso dentro de la dignidad de la persona, por haber
sido reconocida como tal a través de la norma básica que la constituye. Siendo una
actividad aceptada tanto como derecho y deber, y estar reconocido como actividad
resocializadora por el régimen penitenciario, el trabajo obligatorio dentro de la
ejecución de la pena privativa de la libertad no atentara contra la dignidad de la
persona mientras su fin sea él resocializador.

Test de Proporcionalidad y la aplicación del trabajo como actividad obligatoria


en la ejecución de la pena privativa de la libertad

1) Idoneidad; de acuerdo al principio de idoneidad se establece que toda


intervención que afecte a determinado derecho fundamental debe de ser el
adecuado para obtener o alcanzar un fin en específico debiendo de conllevar una
legitimidad constitucional y que sea el adecuado para dicho fin.

El fin primordial que persigue la aplicación del trabajo como actividad


obligatoria es el cumplir con lo señalado por el primer artículo de la constitución
“la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad”, la cual será
cumplida a través del cumplimiento del objeto del régimen penitenciario
contenido en el inciso 22° del artículo 139° de la constitución. -El trabajo como
actividad obligatoria, será idóneo si persigue un fin constitucionalmente
legítimo, conlleve implícito valores y conocimientos necesarios para poder vivir
en sociedad, los cuales deben de ser mostrados e inculcados a todo ser humano,
ya que estos valores son los que la sociedad libre les exige cultivar y desarrollar.
Será idóneo por que persigue asegurar el bienestar de la sociedad mediante la
búsqueda del bienestar del condenado, porque la sociedad reconoce al trabajo
como la actividad más dignificante que pueda realizar la persona. Puede ser
considerada como base del bienestar social y un medio de realización de toda
persona. Cuando una persona es privada de su libertad, la aplicación del trabajo
como actividad obligatoria será legítima en base a que en determinadas
circunstancias todos tenemos el deber de trabajar.
2) Necesidad; de acuerdo a este principio, cuando se va afectar un derecho
fundamental a través de una medida o fin se debe de entre todas las medidas
idóneas se debe de elegir la que menos afecte o restringa el derecho fundamental
que será restringido. El trabajo como actividad obligatoria se encontraría acorde
con la necesidad de la pena, ya que coadyuva con sus fines. Busca el bienestar y
desarrollo del individuo y la protección de la sociedad. Se encuentra acorde con
la necesidad de la pena, en razón de que afectara en menor grado el derecho
fundamental a la libertad. Por el grado de efectividad remplazaría a formas de
penas que violan el objeto del régimen penitenciario. Formas que solo buscan
inocuizar al individuo y no resocializar ni reincorporarlo a la comunidad, tal
como vendría serlo la pena de cadena perpetua.
3) Proporcionalidad en sentido estricto; este sub principio sirve para establecer
una forma de balance entre el derecho fundamental restringido y el derecho
fundamental protegido con las medidas tomadas por el legislador. Ello quiere
decir que la medida optada por el legislador debe de servir para fines más
óptimos y beneficiosos desde cualquier punto de vista, a fin de poder justificar
la restricción del derecho fundamental afectado. El trabajo como actividad
obligatoria tiene por finalidad resocializar al individuo a través del aprendizaje
de un oficio y de los valores que conlleva la propia actividad; a través del
esfuerzo que conlleva la realización de una actividad laboral la persona puede
llegar a concientizar ciertos valores. La ventaja que se obtiene mediante la
aplicación de este tipo de actividades es que desde el punto de vista político
criminal es una herramienta efectiva para cumplir con el objeto de la pena,
además de ser un instrumento que puede coadyuvar con el orden interno en los
establecimientos penitenciarios. Remplazaría políticas criminales simbólicas
que conllevan la sola aflicción del condenado (Reincidencia, habitualidad,
cadena perpetua). La mayor ventaja en la aplicación obligatoria del trabajo se
enmarcara en que el individuo que cumpla este tipo de actividades una vez en
libertad proporcionalmente será más útil y menos peligroso, teniendo una mayor
probabilidad de readaptación, y aceptación por parte de la sociedad. Así también
desde la perspectiva de una mejor aceptación por parte de la comunidad a razón
de que la sociedad siempre tiene un concepto positivo sobre el trabajo como
actividad humana sea cual fuere la situación en la que se realice. De acuerdo a lo
desarrollado se podría establecer que el derecho fundamental a restringir a
través de la aplicación del trabajo como actividad obligatoria dentro de la
ejecución de la pena privativa de la libertad es el derecho a la libertad de trabajo
a fin de favorecer al derecho de resocialización que conlleva la pena.

La medida será idónea porque el trabajo siempre ha sido usado como un medio
o mecanismo que favorece la resocialización de los internos; necesaria porque
no existe otra medida alterna como el trabajo que coadyuve al interno de forma
integral a su resocialización.
Es proporcional en sentido estricto debido a que el fin resocializador de la pena
es un objetivo trazado por el sistema penal a beneficio de la comunidad y la
sociedad en su conjunto y del propio condenado, y ello puede facultar al
legislador a restringir determinados derechos fundamentales tal como lo es el
derecho a la libertad de trabajo de las personas condenadas a pena privativa de
la libertad efectiva a fin de lograr acercarse más al objetivo trazado, el cual es la
resocialización del condenado.

El principio de resocialización y la aplicación del trabajo como actividad


obligatoria dentro de la pena privativa de la libertad

La constitución determina que el régimen penitenciario tiene por objetos,


reeducar, rehabilitar y reincorporar al condenado a la sociedad.
Reeducar es el tratar de resarcir las carencias educativas del interno frente a la
persona libre, dándole la posibilidad de tener acceso al conocimiento y a la
cultura, para de esa manera desarrollar de forma integral su personalidad.

El objeto en el marco del sistema penitenciario es el de readaptar al interno, de tal


forma que el interno una vez en libertad tenga los conocimientos suficientes para
poder sobrellevar una vida acorde con el ordenamiento jurídico.

La reeducación también cumple la función de brindar capacitación técnica o


profesional al interno a fin de que una vez libre pueda tener la capacidad técnica
y profesional necesaria para readaptarse y subsistir sin volver a delinquir,
recobrando la confianza de la sociedad hacia su persona.

El Rehabilitar en el ámbito del régimen penitenciario, tiene por finalidad


encaminar a que un interno obtenga el conocimiento necesario a fin de poder
reintegrarse a la sociedad así como a que concientice lo cometido.
El interno dentro de los centros penitenciarios es rehabilitado mediante terapias
psicológicas personales, grupales así como el ejercicio de actividades educativas
y laborales.

Jurídicamente se considera que un condenado esta rehabilitado cuando ya


cumplió su pena y los derechos que le fueron restringidos se les son nuevamente
reconocidos.

La reincorporación es la readmisión de un miembro en un grupo estable. Supone


un esfuerzo de resocialización para el integrante. La zona de fricción para que un
interno pueda ser resocializado tiene dos aspectos diferentes interpretando la
conducta individual: el individuo y su historia (psicología) y el individuo y su
presente actual (sociológico). La reincorporación en el ámbito penitenciario
básicamente trabaja en el ámbito sociológico, brindándole al interno las
herramientas suficientes para poder volver a la sociedad de donde vino y así
mismo soportar y entender determinados rechazos que el interno pueda sufrir,
inconvenientes que deberá de sobrellevar a fin de ser nuevamente reincorporado.
Los tres objetos que persigue el régimen penitenciario tienen por finalidad
alcanzar un solo fin, la resocialización. Resocialización entendida como.

“Todo aquel proceso que se inicia cuando un sentenciado o condenado ingresa


a un establecimiento penitenciario, y dentro de este no solo le espera el castigo
de estar privado de su libertad, sino que existe un equipo multidisciplinario
dispuesto a ayudar a su futura readaptación a la sociedad una vez que sea puesto
en libertad, todo ello mediante un trabajo de concientización sobre las causas y
efectos de su comportamiento ya sea en el ámbito personal, familiar y social.

El proceso tiene por finalidad persuadir al interno de no volver a cometer


cualquier otro delito, así también que su persona sirva como un comunicador
dentro de su entorno social sobre los perjuicios y graves daños que trae consigo
vulnerar la norma penal, tanto para el que lo comete como para el que se agravia
con la conducta delictiva.

El fin resocializador de la pena es una obligación auto impuesta por el estado


en pro del beneficio de la comunidad y de la sociedad en su conjunto a razón de
que busca una mejor readaptación del que infringió la ley hacia la sociedad y su
comunidad. La resocialización de la pena debe de fungir como guía de
interpretación de todas las normas penitenciarias”.

El trabajo como actividad conlleva intrínsecamente aprendizaje tanto de valores


como conocimientos técnicos que sirven para el desarrollo humano, coadyuva a
una aceptación y mejor integración del individuo a la sociedad; con esta actividad
toda persona directa o indirectamente también vela por el bienestar y desarrollo
de su comunidad.

Como actividad obligatoria dentro de la pena privativa de la libertad coadyuvará


mejor al tratamiento penitenciario que tiene por finalidad coadyuvar con la
resocialización del condenado, su carácter obligatorio no infringiría este fin, al
contrario, el carácter obligatorio que podría obtener la actividad laboral
repotenciaría el tratamiento penitenciario al poder obtener un determinado
estándar de condenados que posiblemente sean propicios a resocializarse.

Desde una perspectiva objetiva, la resocialización como fin se encuentra


ensimismada e internalizada dentro de cada individuo, dependiendo de cada uno
si se readapta o no, si se resocializa o no. Mas ello no amerita que la sociedad
deje de aplicar las medidas y tratamientos que cree convenientes para elevar las
posibilidades de resocialización, pudiendo en determinados casos aplicarlos de
manera obligatoria por ser necesarias.
El profesor Muños Conde señala que

“La resocialización supone un proceso de interacción y comunicación entre el


individuo y la sociedad que no puede ser determinado unilateralmente, ni por el
individuo ni por la sociedad. El individuo no puede en efecto, determinar
unilateralmente un proceso de interacción social porque por la propia naturaleza
de sus condicionamientos sociales está obligado al intercambio y a la
comunicación con sus semejantes, es decir a la convivencia. Pero tampoco las
normas sociales pueden determinar unilateralmente el proceso interactivo sin
contar con la vo luntad del individuo afectado por ese proceso, porque las
normas sociales no son inmutables ni permanentes sino el resultado de una
correlación de fuerzas sometidas a influencias mutables .

En otras palabras: Resocializar al delincuente sin cuestionar al mismo tiempo el


conjunto social normativo al que se pretende incorporarlo, significa pura y
simplemente aceptar como perfecto orden social vigente sin cuestionar ninguna
de sus estructuras, ni siquiera aquellas más directamente relacionadas con el
delito cometido ”.

Bien el profesor Muños Conde puede encontrarse en lo cierto al señalar que las
normas sociales no son inmutables y permanentes en el tiempo sino el resultado
de una correlación de fuerzas sometidas a influencia mutables; puede precisarse
que las normas como reglas que regulan la conducta humana son mutables en el
tiempo, más lo que no es mutable en el tiempo es la naturaleza humana tanto
como individuo y como ser social.

Esta naturaleza social se encuentra determinada por principios y valores por las
que debe de guiarse todo individuo, han sido y son inmutables en el tiempo, por
ejemplo la naturaleza social del individuo nos dice que en toda sociedad el trabajo
es valorado, aceptado como un deber y como un derecho, como un derecho
porque el individuo necesita del trabajo para su bienestar y desarrollo, como un
deber porque el trabajo es necesario en toda sociedad para cubrir sus necesidades,
desarrollarse y lograr un bienestar común. Hecho distinto seria el que la sociedad
inculque al condenado, valores mutables, tales como una religión, un idioma
distinto; aspectos que si son mutables en el tiempo y en las sociedades.

Cuando la pena conlleva un fin resocializador este también conlleva aspectos que
deben de servir para que el individuo vuelva a reintegrarse a la sociedad. Los
tratamientos que pueden darse al penado con dicha finalidad son válidos; siempre
y cuando no les vulnere y afecte las libertades más íntimas y personales, ejemplo
de ello sería el ejemplo anterior, obligar a una persona a adoptar una nueva
religión.
Cuando una sociedad obliga a los penados a trabajar o a estudiar, no transgrede
ni vulneran sus libertades, solo los restringen, con la finalidad de mostrarle
valores y modos de vida que por la misma naturaleza de toda sociedad son
necesarias, tales como son el trabajar, el saber comunicarse a través de la
escritura, el adquirir conocimientos técnicos o científicos. Cuando el tratamiento
penitenciario obliga a realizar actividades con dicho fin no vulneran la libertad
del individuo, solo las restringe con la finalidad de que una vez en libertad puedan
tener mayor capacidad de reinserción, readaptación; por tanto, de resocialización.

La aplicación del trabajo como actividad obligatoria en la pena privativa de la


libertad no infringe el principio resocializador de la pena, al contrario, eleva la
posibilidad de resocializarse de los penados, ya que no se deja a criterio del
individuo lo que debiera de ser una política de estado, a razón de que lo que se
inculca al penado son conocimientos y valores que ayudaran a su resocialización,
mas resocializarse en sí mismo queda a voluntad y criterio de cada individuo.

El principio “pro homine” y la aplicación del trabajo como actividad


obligatoria en la pena privativa de la libertad.

El principio pro homine “implica que los preceptos normativos se tengan que
interpretar del modo que mejor se optimice el derecho constitucional y se
reconozca la posición preferente de los derechos fundamentales [STC Nº 1049-
2003-PA, fundamento 4]”.

El principio pro homine debe de ser entendido no como aquel principio que
permite al individuo optar por la restricción de un derecho fundamental que él
cree que mejor le favorece. Es un principio que busca, que la restricción del
derecho fundamental sea la correcta o propicia, la cual debe de darse no a
consideración de lo que el individuo cree correcto sino de lo que la sociedad cree
que es correcto para el individuo.

El principio pro homine no es más que la búsqueda de una restricción correcta del
derecho fundamental, el cual debe de darse de acuerdo al estándar de bienestar
que busca la sociedad para todos los individuos. El trabajo como actividad
obligatoria no vulneraria el principio pro homine, a razón de que su aplicación es
permitida y avalada por tratados internacionales, porque su aplicación coadyuva
con el fin resocializador de la pena privativa de la libertad.

El trabajo, conlleva un aprendizaje de valores y de técnicas laborales que


coadyuvan con la resocialización del penado, cuya finalidad se encuentra
amparada en la constitución. El ser aplicado de forma obligatoria no cambiaría la
naturaleza resocializadora del tratamiento penitenciario; y es que en determinadas
circunstancias la sociedad puede exigir a las personas realizar actividades que
considere necesarias para el común bienestar como para el propio bienestar del
condenado.
Cuando la persona en determinadas circunstancias es obligada a realizar
actividades laborales no necesariamente ve vulnerada su dignidad, debido a que
esta obligación se asienta dentro de un marco de búsqueda del bienestar del
individuo y de la seguridad y protección de la sociedad. La figura del trabajo
como actividad obligatoria en la pena privativa de la libertad se encuentra más
acorde con el principio pro homine, que figuras penales como las de reincidencia,
habitualidad o la pena de cadena perpetua que solo buscan el castigo por el
castigo.

El trabajo aplicado como una actividad obligatoria dentro de la pena privativa de


la libertad, no vulnera el principio pro homine, por conllevar un fin resocializador
que solo pretende que el individuo se readapte, tenga mejores posibilidades y de
esa manera una vez en libertad encuentre el bienestar que necesita

5.2) MARCO NORMATIVO:

5.2.1) En Perú.

A) RÉGIMEN PENITENCIARIO EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA


DEL PERÚ.

La Constitución: Es la que fija los principios del ordenamiento jurídico, como


norma suprema, a la que deben ajustarse todas las demás fuentes legales.

Artículo 103.

Del mismo modo, dentro del Código de Ejecución Penal, También se encuentra
comprendida la RETROACTIVIDAD BENIGNA E INTERPRETACIÓN
FAVORABLE DE LA LEY, (Artículo VIII del Título preliminar del Código de
Ejecución Penal), la que resuelve en lo más favorable al interno, la que consagra
una serie de principios generales que amparan las condiciones de igualdad en la
expedición de leyes, la irretroactividad de ley, la derogación de las normas en
virtud de principios constitucionales ineludibles y la prohibición del abuso del
Derecho.

Cuando el Estado, haciendo uso de las prerrogativas de que goza, dicta una
determinada norma, ésta se aplica de manera general, sin distingos de personas,
porque la sociedad exige de sus legisladores que emitan leyes de alcance para la
sociedad en su conjunto y que estos detentores del poder administren de manera
justa y equitativa las facultades legislativas, porque toda ley debe responder al
interés común.

Artículo 139.

Inc. 11.

Así tenemos el principio de favorabilidad, contenido en el inciso en mención de


la norma fundamental, el cual señala que en caso de duda o conflicto entre varias
normas penales, siempre se preferirá quella que resulte mas favorable al
encausado.

Estos preceptos de carácter general se sustentan en el principio por homine que


considera la persona humana como el fin supremo de la sociedad, y que consagra
el pleno respeto de los derechos fundamentales de la persona.
Inc. 22.

El inciso en comentario de la Constitución Política del Perú, la cual contiene el


régimen penitenciario, la cual se debe entender como el conjunto de previsiones
estatales para la readaptación social de los penados.

El Régimen Penitenciario se basa en la necesidad de rescatar para la sociedad a


quienes han delinquido, de allí se explica la rehabilitación y reincorporación del
penado a la sociedad; en consecuencia, el régimen penitenciario consistirá en un
tratamiento, cuya finalidad esencial será la reforma y readaptación social, dentro
de este contexto constitucional se desarrolla el Código de Ejecución Penal, que
regula la ejecución de las penas dictadas por los órganos jurisdiccionales
competentes: Pena privativa de libertad, Penas restrictivas de libertas, Penas
limitativas de derechos, en las que también comprende medidas de seguridad.

Artículo 103.

Del mismo modo, dentro del código de Ejecución Penal, también se encuentra
comprendida la RETROACTIVIDAD BENIGNA E INTERPRETACIÓN
FAVORABLE DE LA LEY, (Artículo VIII del Título preliminar del Código de
Ejecución Penal), la que resuelve en lo mas favorable al interno.

La que consagra una serie de principios generales que amparan las condiciones
de igualdad en la expedición de leyes, la irretroactividad de ley, la derogación
de las normas en virtud de principios constitucionales ineludibles y la
prohibición del abuso del derecho.

Cuando el Estado, haciendo uso de las prerrogativas de que goza, dicta una
determinada norma, ésta se aplica de manera general, sin distingos de personas,
porque la sociedad exige a sus legisladores que emitan leyes de alcance para la
sociedad en su conjunto y que éstos detentores del poder administren de manera
justa y equitativa las facultades legislativas, porque toda ley debe responder al
interés común.

La actual Constitución peruana, en su artículo 233 señala "Son garantías de la


administración de justicia: El derecho de los reclusos y sentenciados a ocupar
establecimientos sanos y convenientes.

En su artículo 234 estipula: "El régimen penitenciario tiene por objeto la


reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, de
acuerdo con el Código de Ejecución Penal".

Del texto de la norma constitucional peruana, relativa al derecho penitenciario


se desprende que sigue una tendencia humanista y resocializadora, que orienta
y guía la normatividad penitenciaria.
B) REGLAMENTO DEL CÓDIGO DE EJECUCIÓN PENAL EN EL
PERÚ

TÍTULO II

EL INTERNO

CAPÍTULO I

DERECHOS Y DEBERES

Artículo 10.- Las actividades penitenciarias se ejercerán respetando la dignidad y


derechos del interno, no restringido por la Ley y la sentencia.

Artículo 11.- Todo interno a su ingreso a un Establecimiento Penitenciario tiene


derecho a:

11.1 Mantener o recuperar el bienestar físico y mental.

11.2 Tener acceso a una atención adecuada y oportuna de salud.

11.3 Recibir agua apta para consumo humano y para su higiene personal.

11.4 Recibir alimentación balanceada y en condiciones higiénicas.

11.5 Acceder y ejercitar su defensa legal.

11.6 Recibir educación en diversas modalidades.

11.7 Acceder al trabajo en los Establecimientos Penitenciarios.

11.8 Comunicarse periódicamente, en forma oral, escrita y en su propio idioma o


dialecto, con sus familiares, amigos y organismos e instituciones de asistencia
penitenciaria.

11.9 Comunicar inmediatamente a su familia o abogado dentro de las 24 horas, su


ingreso o traslado de otro Establecimiento Penitenciario. En el caso de los internos
extranjeros, esta comunicación deberá hacerse también a su representante diplomático
o consular.

11.10 Ser informado por escrito sobre su situación jurídica y régimen penitenciario bajo
el cual se encuentra, así como acerca de sus derechos y obligaciones cuando ingrese y
durante su permanencia en el Establecimiento Penitenciario. En caso de ser analfabeto,
esta información deberá ser proporcionada en forma oral.

La comunicación será hecha en un idioma que el interno pueda entender; deberán


agotarse para tal efecto todos los recursos que sean posibles.

11.11 Ser llamado por su nombre.

11.12 Vestir su propia ropa. Puede preferir la que proporcione la Administración


Penitenciaria. En este caso, la ropa no deberá tener ninguna característica que afecte la
dignidad de los internos, salvo su identificación.

11.13 Contar con un espacio físico adecuado para la atención de los niños en los
establecimientos penitenciarios para mujeres. En el caso de embarazo, a que no se
utilice ninguna clase de medios de coerción.
11.14 Formar agrupaciones culturales, deportivas, laborales, artísticas y religiosas. La
enumeración de los derechos establecidos en este artículo no excluye los demás que la
Constitución, los Instrumentos Internacionales y el ordenamiento jurídico nacional
garantizan.

C) LEY DE CARRERA ESPECIAL PENITENCIARIA (LEY 29709)

TÍTULO III

DERECHOS, DEBERES, PROHIBICIONES Y SITUACIÓN LABORAL


DEL SERVIDOR PENITENCIARIO CAPÍTULO I DERECHOS, DEBERES
Y PROHIBICIONES DEL SERVIDOR PENITENCIARIO

Artículo 31. Derechos del servidor penitenciario Son derechos del servidor
penitenciario los siguientes:

1) Desarrollar la función correspondiente para la cual está formado,


capacitado, especializado y según su experiencia personal; en concordancia
con las necesidades del Inpe.
2) Progresar y ascender en la carrera penitenciaria en base al escalafón
penitenciario, conforme al principio de mérito y a los criterios establecidos
en el reglamento.
3) Desempeñar cargos de acuerdo con su progresión en la carrera, en atención
a cualidades personales, profesionales o técnicas y éticas evaluadas con
criterios objetivos.
4) Percibir remuneraciones acordes a la legislación vigente, basadas en una
estructura salarial proporcional a la ubicación del servidor en el escalafón
penitenciario y el nivel de carrera alcanzado.
5) Realizar sus labores en un ambiente adecuado para su salud física, mental e
integridad personal.
6) Recibir la capacitación y especialización a través de los órganos
correspondientes del Inpe o entidades nacionales o extranjeras, de acuerdo
con el área de desempeño laboral, especialidad y nivel de carrera adquirido
y con la función específica que desempeñe.
7) Recibir el vestuario y equipo provisto por el Inpe requerido para el
desempeño de las funciones asignadas.
8) Gozar anualmente de treinta días de vacaciones pagadas.
9) Hacer uso de licencias y permisos por causas justificadas en la forma
establecida en el reglamento de la presente Ley.
10) Contar con un horario laboral de acuerdo con su área de desempeño laboral
y con las condiciones del servicio, conforme a la Constitución Política del
Perú.
11) Acceder a la seguridad social.
12) Conocer los resultados de su evaluación personal.
13) Asociarse, sindicalizarse y ejercer su derecho a huelga.
14) Otros que la Constitución Política del Perú y las leyes establezcan.

Artículo 32. Deberes del servidor penitenciario Son deberes del servidor
penitenciario los siguientes:

1) Cumplir su función o servicio de acuerdo con la misión institucional.


2) Desempeñar y cumplir sus funciones con honestidad, criterio razonable,
eficiencia, dedicación, eficacia y diligencia, en cualquier lugar donde sea
asignado.
3) Cumplir con el Código de Ética de la Función Pública.
4) Supeditar el interés personal al interés institucional y a los deberes del
servicio penitenciario, siempre que no se afecten de manera arbitraria sus
derechos.
5) Capacitarse constantemente, profesional y técnicamente, en concordancia
con los objetivos de la entidad.
6) Conducirse con dignidad en el desempeño de sus funciones, sometiéndose
al régimen disciplinario que se estipule en la presente Ley y su reglamento.
7) Prestar sus servicios en el lugar y el período que la entidad disponga,
respetando su área de desempeño laboral, grupo ocupacional, nivel
adquirido y el régimen especial de trabajo.
8) Cumplir con la asistencia, puntualidad y permanencia efectiva en el lugar de
trabajo donde desempeñe sus labores.
9) Laborar de forma exclusiva para el Inpe mientras dure su jornada laboral.
10) Cumplir las disposiciones y órdenes de los superiores jerárquicos, siempre
y cuando estas no contravengan la ley, el reglamento y las directivas.
11) Participar y colaborar activamente en el sistema de evaluaciones periódicas
que establezca el Inpe.
12) Asistir a los cursos de capacitación programados y a aquellos que se
consideren necesarios a consecuencia del resultado de las evaluaciones
periódicas.
13) Mantener buenas relaciones interpersonales con funcionarios y demás
servidores penitenciarios.
14) Tener un trato firme, pero respetuoso de los derechos de los privados de
libertad y los liberados.
15) Usar el uniforme previsto y asignado por el Inpe para cada servicio, de
conformidad con lo establecido en el reglamento correspondiente.
16) Acatar el desplazamiento y la asignación de funciones que determine la
autoridad penitenciaria en cualquier puesto.
17) Mantener la reserva, la confidencialidad y el secreto en el ejercicio de sus
funciones, siempre y cuando esto no implique el ocultamiento de
información de la comisión de faltas o actos delictivos, perpetrados por
internos, terceros o por otros servidores penitenciarios.
18) Informar de forma inmediata y oportuna cuando tenga conocimiento de la
comisión o de los actos preparatorios de hechos delictivos o que
contravengan la presente Ley y demás normas vigentes.
19) No abandonar el cargo o puesto de servicio asignado.
20) Cumplir con los demás deberes y observar las prohibiciones que establece
la Ley, su reglamento y demás normas internas del Inpe.

Artículo 33. Prohibiciones del servidor penitenciario Está prohibido para el


servidor penitenciario lo siguiente:

1) Intervenir, asociarse, patrocinar o representar a personas naturales o


jurídicas vinculadas o que tengan una relación directa o indirecta con
acciones que atenten contra los intereses de la administración penitenciaria,
sin perjuicio del derecho a sindicalizarse o la defensa propia en procesos
administrativo-disciplinarios.
2) Recibir de terceros beneficios generados en transacciones, concesiones o
acuerdos que impliquen el cumplimiento o incumplimiento de sus
funciones.
3) Aceptar dádivas, donaciones o cualquier otro tipo de favorecimiento de parte
de proveedores, internos, sus familiares o personas vinculadas a ellos.
4) Servir como intermediario para favorecer la comunicación, cualquiera fuese
el medio empleado, de internos entre sí o entre estos y terceras personas al
interior o fuera de los establecimientos penitenciarios, cuando esta
circunstancia infrinja normas legales de cualquier tipo.
5) Dar uso o destino distinto a su naturaleza a los equipos, vehículos,
ambientes, uniformes, armas, credenciales y otros objetos de propiedad del
Estado que se les haya asignado o provisto para el ejercicio de sus funciones,
así como de los bienes de personas naturales o personas jurídicas cedidos o
entregados para su uso en beneficio de los privados de libertad o del sistema
penitenciario.
6) Obtener beneficio de cualquier índole con los alimentos, medicinas, ropa y
todo bien destinado a la utilización de los privados de libertad o liberados.
7) Obtener beneficio de cualquier índole con los insumos, materia prima,
maquinarias, herramientas y productos finales asignados o relacionados con
el trabajo penitenciario.
8) Realizar gestiones administrativas o judiciales para terceras personas en los
que sea parte el Inpe.
9) Entregar información clasificada sin las autorizaciones que correspondan de
conformidad con la normativa vigente.
10) Brindar declaraciones a medios de comunicación sin autorización de la alta
dirección del Inpe.

CAPÍTULO II

SITUACIÓN LABORAL DEL SERVIDOR PENITENCIARIO

Artículo 34. Situaciones laborales Las situaciones laborales del servidor


penitenciario son las siguientes:

a) Servicio activo.
b) Licencia.
c) Retiro por término de la carrera.

Artículo 35. Servicio activo El servidor penitenciario se encuentra en situación


de servicio activo cuando desempeña labores inherentes a su área de desempeño
laboral.

Artículo 36. Licencia El servidor penitenciario se encuentra en situación de


licencia cuando cuenta con autorización para ausentarse del centro de trabajo
temporalmente. Las licencias pueden ser con goce de haber o sin goce de haber.
El reglamento determina las condiciones de su otorgamiento.

Artículo 37. Retiro por término de la carrera El servidor penitenciario se


encuentra en situación de retiro por término de la carrera cuando ha culminado
definitivamente su vínculo laboral con el Inpe. El retiro por término de la carrera
del servidor penitenciario se produce por lo siguiente:

a) Cese definitivo. c) Destitución.

b) Jubilación. d) Renuncia
D) REGLAMENTOS GENERALES Y ESPECIALES DE CARÁCTER
PENITENCIARIO.

Son normas emanadas del Poder Ejecutivo, conforme al artículo 211 de la


Constitución Política del Perú, que en el inciso 11 estipula: "Ejercer la potestad
de reglamentar las leyes sin transgredir ni desnaturalizarlas; y, dentro de tales
límites, dictar decretos y resoluciones".

En el caso del Código de Ejecución Penal vigente, norma básica que regula los
lineamientos de la ejecución penal, se ha reglamentado mediante D. S. Nº 015-
2003-JUS el Reglamento del Código de Ejecución Penal el 9 de setiembre del
2003, que es otra de las fuentes inmediatas del Derecho Penitenciario Nacional.

También están dentro de las fuentes de conocimiento del derecho Penitenciario,


los Reglamentos carcelarios particulares o especiales, que regulan en forma más
específica y concreta los aspectos más individualizados que supone el proceso
de la ejecución penal, sin transgredir el Reglamento general, ni el Código de
Ejecución Penal ni los principios constitucionales que orientan al sistema
penitenciario peruano. De esta naturaleza similar son las Resoluciones
Supremas y Resoluciones Ministeriales sobre aspectos penitenciarios.

Las fuentes mediatas del derecho penitenciario: Se considera en la teoría de las


fuentes del derecho a la costumbre, la jurisprudencia, la doctrina y los principios
generales del derecho.

a) La costumbre como fuente del derecho penitenciario: Se entiende que la


costumbre como fuente del derecho constituye generalmente un conjunto de
prácticas repetidas por un tiempo largo dentro de un grupo social
determinando, que ha originado en él un sentimiento de aceptación jurídica
de dicha práctica.

Sin embargo, de acuerdo al principio de la legalidad dentro del campo penal,


la costumbre no podría ser invocada como fuente del derecho.

b) La jurisprudencia: Eduardo Pérez dice que la jurisprudencia como "doctrina


legal producida en la uniforme aplicación del precepto legal por los altos
tribunales de un país, no es fuente directa del Derecho Penal Ejecutivo o
Derecho Penitenciario". Además se dice que la jurisprudencia es el resultado
de la interpretación de una fuente formal del derecho, por tanto no puede ser
fuente del derecho si ella misma está basada en una fuente legal formal.
Juega si un papel importante como instrumento de interpretación.

c) La doctrina: Al igual que la jurisprudencia no puede ser considerada como


fuente del derecho, a lo más de fuente de interpretación o de conocimiento.
La doctrina científica, según el parecer de los estudiosos del derecho sólo
alcanza a tener una importancia exegética o interpretativa de la normatividad
penitenciaria.
E) RÉGIMEN PENITENCIARIO EN EL CÓDIGO PENAL
PERUANO

Este principio de legalidad, comprendido dentro del Capítulo II Aplicación


Temporal, dentro de los artículos sexto y sétimo de la norma acotada, como
los principios de combinación y retroactividad benigna, que determina que
tanto las penas como circunstancias que agravan o atenúan la penalidad de
una conducta deben estar definidas previamente en la ley; en consecuencia
las modificatorias a la ley penal posteriores al hecho punible, que
determinan una punibilidad mayor para el autor carecen de efecto
retroactivo.

Asimismo, la disminución de la pena impuesta en una sentencia aunque


hubiere quedado ejecutoriada o la modificación de su ejecución, en razón de
una ley posterior que establece un tratamiento penal más favorable al
inculpado al momento de la pena.

Dentro del régimen penitenciario benéfico de la Ley más favorable al


condenado

El momento que ha demarcar la legislación aplicable para resolver un


determinado acto procedimental, como el que atañe a la aplicación de la ley
mas favorable al condenado, esta representado por la dación de una nueva
ley que pueda favorecer al interno que ya viene cumpliendo una condena,
aplicada en mérito de una norma vigente al momento de los hechos, y esta
ley de favorabilidad al interno podría también acarrearla beneficios
penitenciarios, mediante el cual puede iniciar una serie de trámites para
alcanzar estos beneficios.

Es preciso de señalar a manera de ejemplo, que si en plena vigencia de la


Ley N° 27770 el interno que purga condena por cualquiera de los delitos
contemplados en el artículo 2 de la mencionada ley, puede presentar la
solicitud de beneficio penitenciario, la resolución quedará sujeta a los
alcances de esta ley y no de otra, sin perjuicio de cualquier modificación de
las condiciones para acogerse a cualquiera de los beneficios penitenciarios
con templados por esta ley.

5.2.1) EN LEGISLACIÓN COMPARADA.

A) LEY DE RÉGIMEN PENITENCIARIO DE LA ORGANIZACIÓN


DE ESTADOS AMERICANOS.

Capítulo I

Disposiciones Generales
Artículo 1. Corresponde al Ejecutivo Nacional, por órgano del Ministerio del Interior
y Justicia, la organización y el funcionamiento de los centros de cumplimiento de penas
privativas de libertad y los servicios que le son inherentes.

El tribunal de ejecución velará por el correcto cumplimiento del régimen penitenciario.


Artículo 2. La reinserción social del penado constituye el objetivo fundamental del
período de cumplimiento de la pena.

Durante el período de cumplimiento de la pena deberán respetarse estrictamente todos


los derechos inherentes a la persona humana consagrados en la Constitución y leyes
nacionales, tratados, convenios, acuerdos internacionales suscritos por la República, así
como los derivados de su particular condición de condenado. Los tribunales de
ejecución ampararán a todo penado en el goce y ejercicio de los derechos individuales,
colectivos y difusos que le correspondan de conformidad con las leyes.

Artículo 3. Las penas privativas de la libertad se cumplirán en las penitenciarias,


cárceles nacionales y otros centros penitenciarios o de internación que bajo cualquier
denominación existan, se habilitaren o crearen para ese fin.

Artículo 4. Las disposiciones de la presente Ley serán aplicadas a los condenados a


penas privativas de la libertad por sentencia definitivamente firme, es decir, aquélla
contra la cual se hayan agotado o no sean procedentes los recursos ordinarios o
extraordinarios que determine la Ley. A tal efecto, el Tribunal de Ejecución deberá
enviar al Ministerio del Interior y Justicia y al establecimiento que corresponda, copia
de la sentencia con inserción del auto de ejecución.

Artículo 5. El Ministerio del Interior y Justicia, así como el propio penado o su


defensor, podrán solicitar al juez de ejecución revisar el cómputo practicado en el auto
de ejecución en caso de error o nuevas circunstancias que lo modifiquen.

Artículo 6. Las disposiciones de la presente Ley, serán aplicadas a los penados sin
diferencias ni discriminación alguna, salvo las derivadas de los tratamientos
individualizados a que sean sometidos. Se prohibe someter a los penados a tortura y a
cualquier clase de trato cruel, inhumano o degradante, así como el empleo de medios
de coerción que no sean permitidos por la Ley. Cualquier violación de la presente
disposición dará lugar a la imposición de las sanciones previstas en la Ley.

Artículo 7. Los sistemas y tratamientos serán concebidos para su desarrollo


gradualmente progresivo, encaminados a fomentar en el penado el respeto a sí mismo,
los conceptos de responsabilidad y convivencia sociales y la voluntad de vivir conforme
a la Ley.

Artículo 8. La vigilancia exterior de los establecimientos podrá ser encomendada a


organismos militares, quienes se abstendrán de toda intervención en el régimen y
vigilancia interior, salvo en los casos en que sean expresamente requeridos por el
director del establecimiento o quien haga sus veces.

Capítulo IV

Del Trabajo Penitenciario


Artículo 15. El trabajo penitenciario es un derecho y un deber. Tendrá carácter
formativo y productivo y su objeto primordial será la adquisición, conservación y
perfeccionamiento de las destrezas, aptitudes y hábitos laborales con el fin de preparar
a la población reclusa para las condiciones del trabajo en libertad, obtener un provento
económico y fortalecer sus responsabilidades personales y familiares.

Artículo 16. Las relaciones laborales de la población reclusa se regirán por la Ley
Orgánica del Trabajo. El Ministerio del Interior y Justicia dispondrá de los medios
necesarios para proporcionarles adecuado trabajo y estimulará la creación de talleres y
microempresas penitenciarias, con la participación directa de los mismos, de las
gobernaciones, municipios, empresas y organismos públicos y privados.
Las microempresas creadas de conformidad al párrafo anterior, deberán adecuarse al
sistema de seguridad social vigente. Para financiar la constitución y el desarrollo de
microempresas se organizará un sistema de ahorro y préstamo que permita a los
reclusos el manejo de dichos recursos económicos.

Artículo 17. La remuneración de los penados será destinada, en la proporción que


establezca el reglamento, para adquirir objetos de consumo y de uso personal, atender
a las necesidades de sus familiares, formar el propio peculio que percibirá a su egreso,
adquirir materiales y útiles renovables para el trabajo e, incluso, para compensar
parcialmente el costo de su internación en la medida en que lo permita la cuantía de la
remuneración asignada.

Artículo 18. El trabajo en los establecimientos penitenciarios se orientará con


preferencia hacia aquellas modalidades más acordes con las exigencias del desarrollo
económico nacional, regional o local.

Artículo 19. El penado será informado por los funcionarios del establecimiento
penitenciario de las condiciones de trabajo y de los beneficios que habrá de obtener de
él.

B) LA NORMATIVA CONSTITUCIONAL PARA EL


FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA PENITENCIARIO
VENEZOLANO.

La Estructura y funcionamiento del Sistema Penitenciario venezolano, hasta 1.999 se


sustentaba legalmente, en principio, en las normas contenidas en la Constitución de
1,961, en aspectos relacionados a la garantía de los Derechos Sociales, Civiles y
Políticos que implicaban el derecho a la vida, al debido proceso, la prohibición de la
tortura y demás tratos crueles inhumanos y degradantes, derecho a la justicia, a la
defensa, la salud, y a la educación, entre otros.

Lo referido al funcionamiento penitenciario se enmarcaba en las normas de la Ley de


Régimen Penitenciario, el Reglamento de esa misma Ley, el Reglamento de
Internados Judiciales, la Ley de Redención Judicial de las Penas por el Trabajo y
el Estudio, el Código Orgánico Procesal Penal, el Código Penal, otros
Instrumentos legales del Derecho Interno y los Tratados y Convenios
Internacionales suscritos por la República.

Todos contentivos de un legajo de normas que fundamentaban la existencia y


funcionamiento de los centros de reclusión, los cuales históricamente no han sido más
que letra muerta, dado el incumplimiento que de ellos se ha venido haciendo, de allí, la
gran crisis que cada día se ha venido acrecentando.

El Dr. Elio Gómez Grillo, quien ha dedicado gran parte de su vida a esta materia, logró
formar parte de la Asamblea Nacional Constituyente, y llevó a su seno la preocupación
por la problemática, ofreciendo toda una serie de alternativas que gracias a su iniciativa,
fueron incluidas en el texto Constitucional, materializadas en los artículos 272 y 184
numeral 7.

Estas normas contienen, como el mismo lo señala, los principios rectores que deben
conducir la política penitenciaria del Estado Venezolano; de manera que en este País
para el momento, se sabe cómo debe funcionar el Sistema Penitenciario, y es hacia allá
donde deben ir todas las acciones de los actores del área.
El artículo 272 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
textualmente señala: "El Estado garantizará un sistema penitenciario que asegure la
rehabilitación del interno o interna y el respeto a sus derechos humanos. Para ello, los
establecimientos penitenciarios contarán con espacios para el trabajo, el estudio, el
deporte y la recreación; funcionarán bajo la Dirección de penitenciaristas
profesionales con credenciales académicas universitarias, y se regirán por una
administración descentralizada, a cargo de los gobiernos estatales o municipales,
pudiendo ser sometidos a modalidades de privatización.

En general, se preferirá en ellos el régimen abierto y el carácter de colonias agrícolas


penitenciarias. En todo caso, las fórmulas de cumplimiento de penas no privativas de
la libertad se aplicarán con preferencia a las medidas de naturaleza reclusoria. El Estado
creará las instituciones indispensables para la asistencia pospenitenciaria que posibilite
la reinserción social del ex interno o ex interna y propiciará la creación de un ente
penitenciario con carácter autónomo y con personal exclusivamente técnico."

Por otra parte el artículo 184 establece que la Ley creará mecanismos abiertos y
flexibles para que los Estados y Municipios descentralicen y transfieran a las
comunidades y grupos vecinales organizados los servicios que éstos gestionen previa
demostración de su capacidad para prestarlos, debiendo promover entre otras
acciones, según el numeral 7, la participación de las comunidades en actividades de
acercamiento a los establecimientos penales y de vinculación de éstos con la población.

Como puede apreciarse, las normas constitucionales en materia penitenciaria


representan un verdadero avance, definen claramente cómo debe funcionar el sistema;

Pero la Constitución tiene 11 años de promulgada y hasta los momentos el sector


penitenciario permanece igual, encontrándose el Estado en mora con la Constitución.

Contexto Constitucional En Materia De Derechos Humanos

La Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela dedica un capítulo


para la garantía y protección de los Derechos Humanos de los ciudadanos que habitan
la República. El Titulo III, Capitulo I, desde el artículo 19 hasta el 30, destacan lo
relativo a los Derechos Humanos, enunciando el goce y las garantías irrenunciables,
indivisibles e interdependiente de los Derechos Humanos y la obligación del Estado a
garantizar este disfrute.

El contenido de estos artículos reconoce los Derechos Fundamentales de


la persona humana, como una garantía ante la fuerza y cualquier arbitrariedad del
Estado, entre ellos anuncia: El derecho a la vida; la igualdad ante la Ley; el debido
proceso; el derecho a la defensa; la no discriminación; la nulidad de los actos del Estado
contrarios a los Derechos Humanos; la prohibición de la tortura y otros tratos crueles o
degradantes; el libre desenvolvimiento; la jerarquía constitucional de los Tratados
Internacionales sobre Derechos Humanos; el acceso a los órganos de justicia; y la
garantía del amparo por los tribunales de justicia, entre otros.

Además de ello, la Constitución garantiza en otros capítulos el derecho a la salud, la


educación, la vivienda, la alimentación, el trabajo, la cultura, el deporte, etc.

En el ámbito internacional a través de los diferentes Tratados sobre la materia de los


cuales la República es parte, se garantizan los mismos derechos y se obliga a los Estados
parte al cumplimiento cabal de lo pautado, que en nuestro caso constituyen normas
constitucionales según el artículo 23 de la Constitución Nacional.
Aún cuando existen todas estas garantías, en las cárceles venezolanas todos los días
mueren presos víctimas de la violencia; la tortura y los tratos crueles y degradantes son
de uso cotidiano por los funcionarios; la salud no se garantiza por la ausencia de
médicos, medicinas, la insalubridad y la mala alimentación; los heridos por
enfrentamientos entre reclusos duran horas en los recintos sin que se les brinde auxilio
oportuno y se les traslade a los hospitales; la violación de los lapsos procesales y el
derecho a la defensa es constante; la educación es precaria, al igual que
los programas de cultura, deportes, asistencia social, jurídica y religiosa. La falta
de materiales y deficiencia de profesionales constituyen la mayor causal en la deficiente
aplicación del tratamiento. Todo refleja una flagrante violación de los Derechos
Humanos.

Sobre el incumplimiento de estas normas y en consecuencia sobre las violaciones a los


Derechos Humanos, la Constitución señala la responsabilidad del Estado de investigar
y sancionar a los actores de las violaciones e indemnizar a las víctimas; sobre el
particular, el artículo 29 textualmente pauta: "El Estado estará obligado a investigar y
sancionar legalmente los delitos contra los derechos humanos cometidos por sus
autoridades.

Las acciones para sancionar los delitos de lesa humanidad, violaciones graves a los
derechos humanos y los crímenes de guerra son imprescriptibles. Las violaciones de
Derechos Humanos y los delitos de lesa humanidad, serán investigados y juzgados por
los tribunales ordinarios. Dichos delitos quedan excluidos de los beneficios que puedan
conllevar su impunidad, incluidos el indulto y la amnistía".

Con relación a la indemnización a las víctimas, el artículo 30 ordena: "El Estado tendrá
la obligación de indemnizar integralmente a las víctimas de violaciones de derechos
humanos que le sean imputables, o a su derechohabientes, incluido el pago de daños y
perjuicios. El Estado adoptará las medidas legislativas y de otra naturaleza para hacer
efectivas las indemnizaciones establecidas en este artículo.El Estado protegerá a las
víctimas de delitos comunes y procurará que los culpables reparen los daños
causados."

La población reclusa por encontrarse en condición de imputados o condenados


en calidad de detenidos, no pierde sus derechos; sin embargo, la violación constante y
permanente es flagrante. La responsabilidad sobre las violaciones de los Derechos
Humanos de los presos recae sobre las autoridades penitenciarias y demás funcionarios
de la Administración de Justicia que omisivamente permiten que la situación de
violación prevalezca y reine la impunidad.

C) TRABAJO Y TRATAMIENTO PENITENCIARIO EN LA


LEGISLACIÓN DE ESPAÑA.

El trabajo en la Ley Orgánica General Penitenciaria. Condiciones, Modalidades,


Limitaciones legales y Organización/planificación.

Erradicados los trabajos forzados en la Constitución Española (CE en adelante) de


acuerdo con lo dispuesto en su art. 25.2, sin temor a equivocarnos podemos afirmar
que, desde un punto de vista jurídico, la LOGP. significa un antes y un después en la
concepción del trabajo de los reclusos en los C.Penitenciarios. Roca Poveda
(comunicación personal febrero 1, 2013). Jurista de II.PP., Subdirector de Tratamiento
en el Centro Penitenciario de Segovia.

Tomando como base lo dispuesto en las Reglas Mínimas, dispone el art. 26, de la Ley:
“el trabajo será considerado como un deber del interno, siendo un elemento
fundamental del tratamiento”, y sus condiciones serán:

a) No tendrá carácter aflictivo ni de medida de corrección.


b) No atentará a la dignidad del interno.
c) Tendrá carácter formativo, creador o conservador de hábitos laborales, productivo
o terapéutico, con el fin de preparar a los internos en las condiciones normales del
trabajo libre.
d) Se organizará y planificará atendiendo a las aptitudes y cualificación profesional,
de manera que satisfaga las aspiraciones laborales de los reclusos, en cuanto sean
compatibles con la organización y seguridad del Centro Penitenciario.
e) Será facilitado por la Administración.
f) Gozará de la protección dispensada por la legislación vigente en materia de S.
Social
g) No se supeditará al logro de intereses económicos por la Administración.

El trabajo que realicen los internos, estará comprendido en alguna de las siguientes
modalidades que recoge el art. 27 de la LOGP:

a) Formación Profesional, a la que la Administración dará carácter preferente.


b) Las dedicadas al estudio o formación académica, como realización de cursos
de alfabetización, consolidación de conocimientos, español para extranjeros o
la E.S.O. entre otros.
c) Las de producción en régimen laboral o mediante fórmulas cooperativas o
similares de acuerdo con la legislación vigente.
d) Las ocupacionales que formen parte de un tratamiento, como los programas
que se imparten atendiendo al delito cometido, entre otros: deshabituación de
sustancias tóxicas, de agresores sexuales o de violencia de género.
e) Las prestaciones personales en servicios auxiliares comunes del
establecimiento.
f) Las artesanales, intelectuales y artísticas.

También establece el punto dos del mismo artículo que, “todo trabajo productivo que
realicen los internos será remunerado y se desarrollará en las condiciones de seguridad
e hygiene establecidas en la legislación vigente”.

Frente al deber y a la obligación de trabajar de todos los internos, existe una serie de
limitaciones legales, quedando exceptuados de esta obligación, sin perjuicio de poder
disfrutar en su caso de los beneficios penitenciarios:

a) Los internos con tratamiento médico por accidente o enfermedad, hasta su alta.

b) Los que padezcan incapacidad permanente para toda clase de trabajo.

c) Los mayores de sesenta y cinco años.

d) Los que perciban prestaciones por jubilación.

e) Las mujeres embarazadas durante dieciséis semanas ininterrumpidas


ampliables a dieciocho cuando se trate de parto múltiple. Este periodo se
distribuirá a opción de la interesada siempre y cuando seis semanas sean
inmediatamente posteriores al parto.

f) Los que no puedan trabajar por razón de fuerza mayor.

El control y dirección de las actividades desarrolladas en régimen laboral dentro de las


prisiones corresponde a la Administración Penitenciaria, quién potenciará la
participación de los internos en la organización y planificación del trabajo. Igualmente
la Administración es responsable de la organización y planificación del trabajo
productivo en los siguientes términos:

a) Proporcionará trabajo a los internos garantizando el descanso semanal.


b) La jornada laboral diaria no excederá de la máxima legal, teniendo en cuenta
que los horarios permitan disponer del tiempo suficiente para aplicar los
medios de tratamiento.

c) Se velará porque la retribución sea adecuada al rendimiento, categoría


profesional y actividad que desempeñen.

d) Se cuidará que los internos contribuyan al sostenimiento de sus cargas


familiares y a que cumplan con el resto de sus obligaciones, disponiendo éstos
de la cantidad sobrante en las condiciones establecidas reglamentariamente.
En cuanto a la retribución del trabajo de los internos, expresar que sólo será
embargable en las condiciones y con los requisitos establecidos para el salario del
trabajador libre.

Condiciones que debe reunir el trabajo penitenciario.

a) Que sea útil. El trabajo sin ninguna finalidad es un propósito claro de querer
causar una aflicción al recluso, solo el trabajo fructífero puede ser atractivo para
el condenado, así como un factor de moralización y de readaptación social. El
trabajo para que sea útil y alcance la finalidad de formación profesional, debe

parecerse al que se practica en la vida en libertad, que exige el uso de máquinas


y el trabajo en grupos de talleres.
b) Ha de servir en la medida de lo posible como un vehículo de formación
profesional para el recluso, de tal forma que, a la puesta en libertad de éste le
sirva para satisfacer sus necesidades y las de su familia. Para ello deben de ser
ocupados en trabajos que en libertad puedan desempeñar de una manera fácil,
aspecto que en la medida de lo posible tendrá en cuenta la Administración
Penitenciaria.
c) Se adaptará a las aptitudes de los reclusos, cuando sea posible, ya que a mayor
posibilidad de adaptación mayor será la eficacia como medio de
reincorporación socio-laboral.
d) Ha de ser un trabajo sano, practicado con unas condiciones higiénicas y
sanitarias que eviten la aparición de enfermedades en la vida de los
trabajadores. De igual forma se evitará, implantando los medios necesarios, que
se produzcan accidentes laborales.
e) No podrá ser contrario a la dignidad humana, la dirección y la organización del
trabajo penitenciario deben estar de acuerdo con los principios de la dignidad
humana.
f) Será semejante, siempre que sea posible, a la organización del trabajo que se
realiza en libertad, de tal modo que un recluso en libertad se adapte de forma
cómoda y fácil a las condiciones laborales del exterior.
Esta condición se exigió en las recomendaciones relativas al trabajo
penitenciario adoptadas en el Congreso de Naciones Unidas en 1955,
recomendación 3ª así cómo en las Reglas Mínimas de 1955, regla 72.

El tratamiento en la Ley Orgánica General Penitenciaria. Importancia,


concepto y objetivo.

El tratamiento penitenciario, debido a su importancia, es un tema que ha sido, es y


será muy tratado por diversos autores, otorgando visiones muy personales sobre la
importancia del mismo. El prestigioso letrado y profesor,
Bueno (2006) nos comenta:

Consultados los Códigos Penales españoles, liberales, conservadores o


autoritarios, desde el de Fernando VII (1822) hasta los promulgados durante el
franquismo (1944, 1963, 1973), no encuentro en ellos la voz “tratamiento”. En
cambio, sí aparece la misma en la Ley de Enjuiciamiento Criminal....pero este dato
carece de
interés para nosotros, porque aquí el tratamiento equivale a su sentido más
primitivo, es decir, al trato, o manera de comportarse en general con las personas
o cosas de nuestro alrededor....Hasta la segunda mitad del siglo XX, tampoco
nuestros textos penitenciarios extensos, desde la Ordenanza General de Presidios
de 1834 hasta la segunda mitad del siglo XX, contienen la palabra “tratamiento”,
creada a mi entender para hacer frente a una nueva realidad que se presentó
posteriormente.... pero el Reglamento de los Servicios de Prisiones de 1956, de 2
de
febrero de 1956 (que tiene la peculiaridad de que, aun elaborado durante el
franquismo, se acomoda, aunque sea parcialmente, a lo previsto en las Reglas
Mínimas de 1955) utiliza ya tan revolucionario término en el artículo 49. (p.14)

Otro autor, el sociólogo y jurista


criminólogo,

Alarcón (1978) lo considera:


Como una ayuda basada en la Ciencia, voluntariamente aceptada por el interno
para que, en el futuro pueda elegir o conducirse con mayor libertad, es decir para
que pueda superar una serie de condicionamientos individuales o sociales, de
cierta entidad, que hayan podido provocar o facilitar su delincuencia. (p. 21)

El art. 59 de la LOGP, establece el concepto en su apartado uno: “El tratamiento


penitenciario consiste en el conjunto de actividades directamente dirigidas a la
consecución de la reeducación y reinserción social de los penados” y, en su apartado
dos fija el objetivo que es “pretender hacer del interno una persona con la intención
y capacidad de vivir respetando la Ley Penal, así como de subvenir a sus
necesidades. A tal fin se procurará en la medida de lo posible, desarrollar en ellos
actitudes de respeto a sí mismos y de responsabilidad individual y social con
respecto a su familia, al prójimo y a la sociedad en general”.
Al respecto de lo expuesto podemos decir, que en el modelo penitenciario español,
regular el tratamiento y coincidiendo con el pensamiento de García Valdés (1979),
no solo representa de forma sistemática uno de los mayores logros del sistema
penitenciario español, sino que además se potencian los fines primarios de la
pena privativa de libertad, claro está si se ofrecen de forma correcta y
estructurada los medios que permitirán conseguir los mismos.
Los servicios encargados del tratamiento, utilizarán en la medida de lo posible los
métodos y medios necesarios, respetando siempre los derechos constitucionales no
afectados por la condena que puedan facilitar la obtención de las finalidades que se
pretenden, como conocer las peculiaridades de personalidad del interno. De igual
forma se fomentará que los internos participen en la planificación y ejecución de su
tratamiento con el fin de que en un futuro sean capaces de llevar una vida sin delitos.

Principios que inspiran el tratamiento.

El art. 62 del la LOGP, establece los siguientes:


a) Estará basado en el estudio científico de la constitución, temperamento,
carácter, aptitudes y actitudes del sujeto a tratar, así como de su sistema
dinámico-motivacional y del aspecto evolutivo de su personalidad,
conducente a un enjuiciamiento global de la misma, que se recogerá en
el protocolo del interno.
b) Guardará relación directa con un diagnóstico de personalidad criminal
y con un juicio pronóstico inicial, emitidos tomando como base una
consideración ponderada del enjuiciamiento global al que se refiere el
apartado anterior, así como el resumen de su actividad delictiva y de
todos los datos ambientales ya sean, individuales, familiares o sociales
del sujeto.
c) Será individualizado, consistiendo en la utilización de métodos médico-
biológicos, psiquiátricos, psicológicos, pedagógicos y sociales en
relación a la personalidad del interno.
d) En general será complejo, exigiendo la integración de varios de los
métodos citados en una dirección de conjunto y en el marco del régimen
adecuado.
e) Será programado, fijándose el plan general que deberá seguirse en su
ejecución, la intensidad mayor o menor en la aplicación de cada método
de tratamiento y la distribución de los quehaceres concretos integrantes
del mismo entre los diversos especialistas y educadores.
f) Será de carácter continuo y dinámico, dependiente de las incidencias en
la evolución de la personalidad del interno durante el cumplimiento de
la condena.

La incardinación del trabajo al tratamiento penitenciario.

Uno de los ejes fundamentales en la reforma penitenciaria, ha sido el tratamiento


que se les ha proporcionado a los reclusos. Dicho tratamiento ha sido planteado de
una forma solemne desde el principio de la individualización científica adquiriendo
un contenido clínico y traduciéndose en un sistema de clasificación en grados de los
penados, dependiendo de su peligrosidad y de su comportamiento dentro del Centro
Penitenciario en el que se encuentren. Barbero Santos (1977), sostiene que este
principio no fue una novedad de la LOGP, sino que se inspiraba en los enfoques
tradicionales del correccionalismo.

Ya había sido incluso introducido en la legislación penitenciaria franquista en el


Reglamento Penitenciario de 1956 (reformado por un Decreto de 1968 de manera
ambiciosa por convertir la observación científica del penado en elemento
fundamental del tratamiento), que dispone en su artículo 1º ,“las instituciones
penitenciarias tienen por objeto no sólo la retención y custodia de los detenidos, sino
también y primordialmente realizar sobre ellos una labor reformadora con arreglo a
los principios y orientaciones de la ciencia penitenciaria”

El tratamiento individualizado que plantea la LOGP, se traduce en la práctica en un


sistema de observación y evaluación continuo de la conducta de los internos,
teniendo en cuenta fundamentalmente dos criterios:
a) La adaptación del interno al régimen penitenciario.
b) La participación que los reclusos realicen en las actividades que se les
proponen, como lo son las actividades auxiliares, de formación, cultura,
deporte, programas terapéuticos, y trabajo remunerado entre otras, en síntesis
programas de tratamiento.

Iniciativa Comunitaria Equal. (2010), considera que el trabajo productivo y


remunerado es esa actividad que, sumada al tratamiento penitenciario, se
convierte en una herramienta primordial para dotar a los reclusos de una serie
de hábitos mínimos laborales que nunca han tenido o que teniéndolos, les sirva
para mantenerles y no perderlos por estar largas temporadas en prisión.
Esto significa que, una vez adquirida su libertad, sean capaces de ponerles en
práctica, logrando así el principal objetivo del trabajo en prisión, la ya mencionada
inserción socio- laboral.
Tambien, con la incorporación del trabajo al tratamiento penitenciario, se pretende
conseguir de los internos que logren adquirir hábitos y responsabilidades siendo la
Administración Penitenciaria quien lo organice y planifique, cuidando que los
internos sean capaces de adquirir conciencia para que, con la remuneración del
trabajo, contribuyan al sostenimiento de sus propias cargas, las cargas familiares y
al cumplimiento del resto de obligaciones que tengan, disponiendo del dinero fruto
de su trabajo en las condiciones reglamentariamente establecidas.
Al respecto del trabajo productivo, de las fórmulas de gestión y de la incardinación
del trabajo al tratamiento penitenciario, hay estudios realizados por diversos autores.
Sobre ello y sobre el importante binomio trabajo-tratamiento, autores como,

Alós, Martín, Miguelez y Gibert, (2009) exponen:


En este sentido, nos encontramos con dos principales
interpretaciones sobre el significado subjetivo y la relevancia social
del trabajo penitenciario. La primera, defendida en particular por
especialistas de la Administración, que lo entiende como un elemento
modificador de las conductas del interno en beneficio de su
reinserción socio-laboral.....La segunda defendida normalmente por
colectivos extrapenitenciarios......cuyas orientaciones políticas
propias de los referentes actuales neoliberales y
penalizadores del delito, abogan por un modelo de Estado que tenga
un papel creciente en el aspecto penal y menor en términos
intervencionistas penitenciarios...y desde estas perspectivas ¿cómo
se valora el trabajo penitenciario por parte de los
presos? (p. 14-15)

D) LEGISLACIÓN NACIONAL DE ARGENTINA QUE AMPARA EL


TRABAJO PENITENCIARIO.

Ley 24.660

Titulada de “Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad” y sancionada en 1996,


la ley 24.660 contempla al trabajo de modo dual, puesto que no solo es concebido
como un derecho sino como un deber para los sujetos condenados, en tanto es parte
de un tratamiento que tiene -como se dijo con anterioridad- una finalidad tendiente
a la resocialización.

El capítulo VII de la norma regula lo atinente al trabajo, en tanto el art. 107 establece
condiciones básicas para el desarrollo de la labor.Se enuncian entonces, principios
de cumplimiento obligatorio que determinan que el trabajo en las cárceles “a) No
se impondrá como castigo; b) No será aflictivo, denigrante, infamante ni forzado;
c) Propenderá a la formación y al mejoramiento de los hábitos laborales; d)
Procurará la capacitación del interno para desempeñarse en la vida libre; e) Se
programará teniendo en cuenta las aptitudes y condiciones psicofísicas de los
internos, las tecnologías utilizadas en el medio libre y las demandas del mercado
laboral; f) Deberá ser remunerado; g) Se respetará la legislación laboral y de
seguridad social vigente”.

El salario -también conocido como “peculio”- que el trabajador privado de su


libertad percibe con habitualidad se ha de regir por los arts. 120 y 121 de la norma,
en tanto disponen que “… El trabajo del interno será remunerado, salvo los casos
previstos por el art. 111. Si los bienes o servicios producidos se destinaren al Estado
o a entidades de bien público, el salario del interno no será inferior a las tres cuartas
partes del salario mínimo vital móvil. En los demás casos o cuando la organización
del trabajo esté a cargo de una empresa mixta o privada la remuneración será igual
a l salario de la vida libre correspondiente a la categoría profesional de que se trate.
Los salarios serán abonados en los términos establecidos en la legislación laboral
vigente…”.
5.3) JURISPRUDENCIA:

SENTENCIA 1618/2015 DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA SALA DE


LO SOCIAL DE MADRID DE FECHA 27/01/15

Estimación de recurso de suplicación del Abogado del Estado en re-presentación de la


Entidad Estatal de Derecho Público y Formación para el Empleo. La extinción de la
relación laboral especial peniten-ciaria por causa objetiva y no es causa de despido
conforme al con-trato de trabajo.

Antecedentes de hecho

PRIMERO.– Según consta en los autos, se presentó demanda por la citada parte actora
contra la mencionada parte demandada, siendo turnada para su conocimiento y
enjuiciamiento al señalado Juzgado de lo Social, el cual, tras los pertinentes actos
procesales de tramitación y previa cele-bración de los oportunos actos de juicio oral, en
el que quedaron defini-tivamente configuradas las respectivas posiciones de las partes,
dictó la sentencia referenciada anteriormente.

SEGUNDO.– En dicha sentencia recurrida en suplicación se consigna-ron los siguientes


hechos en calidad de expresamente declarados probados:

“PRIMERO.– El interno en el Centro Penitenciario Madrid VI Aran-juez (Madrid) D.


Celestino con DNI nº: NÚM000, venía prestando servi-cios para el Organismo
Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, con antigüedad de
16/09/2010, con destino en el Econo-mato Central y percibiendo un salario diario de
10,05 €.

SEGUNDO.– El día 09/09/2013 se le informa de forma verbal se le iba a cambiar de


módulo.

El 17/09/2013 recibe la comunicación de extinción de la relación labo-ral especial


penitenciaria del siguiente tenor literal:

“El Director del Centro Penitenciario de Madrid VI. Aranjuez, en ca-lidad de Delegado
del Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, previos
los informes oportunos y valorando los motivos previstos en el artículo 10, apartado 2.C
del Real Decreto 782/2001, de 6 de julio y en concreto:

Motivación: RAZONES DE TRATAMIENTO: CAMBIO DE MÓDULO

El programa de tratamiento del interno supone la inclusión en el “Módulo de Respeto, el


cual incluye el contrato conductual que había firmado; de la observación de su conducta,
se ha podido comprobar una involución en el tratamiento individualizado del interno, lo
cual supone una pérdida de confianza que da lugar a un cambio de modalidad de vida y
de módulo de residencia, a otro donde las salidas están más limitadas, lo cual impide des-
empeñar el destino de economato, ya que para ello debe salir del módulo.

Por todo lo cual, ante la desaparición de las causas que motivaron el acceso al puesto de
trabajo, se acuerda la extinción de la relación laboral especial penitenciaria.

Con fecha 09/09/2013 acuerda extinguir la relación laboral con el inter-no: Celestino,
con efectos desde el día: 09/09/2013.

• Contra este acuerdo puede interponerse reclamación previa a la jurisdicción laboral


ante el Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, en
la forma establecida en el artículo 69 y siguientes del texto refundido de la Ley
Procedimiento Laboral y en el artículo 125 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre de
Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo
Común”.
El 24/10/2012 formuló el interno reclamación previa.

TERCERO.– La demanda judicial fue registrada el 18/11/2013.

CUARTO.– Por Auto de fecha 02/12/2013 se requirió al organismo de-mandado la


aportación al acto del juicio:

Protocolo individual de tratamiento completo.

Informes emitidos por los funcionarios el día 04/09/2013.

En oficio de fecha 18/03/2014 se requiere se remitan a este Juzgado con fecha anterior al
señalamiento el día 25/03/2014, los siguientes documen-tos:

1º Instancia donde el demandante solicitó el puesto de trabajo del que ha sido despedido.

2º Expediente sancionador donde conste la sanción impuesta al deman-dante por el que


ha sido despedido.

3º Los destinos que ha tenido el demandante desde el 20/07/2008 hasta el 23/02/2014.

4º Las actividades realizadas y sus hojas meritorias obtenidas y las pun-tuaciones que se
han obtenidos y en que módulos se han otorgado desde el 20/06/2008 hasta el 23/2/2014.

5º El listado del centro donde el demandante ha prestado como interno de apoyo.

6º Aporte la involución del tratamiento y el destino que estén regulados dentro del centro
del demandante.

Obran a los folios 42 a 53, cuyo contenido se da íntegramente por re-producido, la


contestación al requerimiento en la documentación aportada.

QUINTO.– Durante el reparto de la comida del día 04/09/2013 el in-terno D. Aureliano


mantuvo una reyerta con el interno D. Domingo, inter-viniendo el demandante para
separarlos sin ninguna otra participación por su parte.”

TERCERO.– En dicha sentencia recurrida en suplicación se emitió el siguiente fallo o


parte dispositiva:

“Que ESTIMANDO la demanda formulada por D. Celestino frente al Organismo


Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Em-pleo debo declarar y declaro
IMPROCEDENTE el despido del actor efec-tuado el 09/09/2013, debiendo la empresa
optar en el plazo de CINCO DÍAS desde la notificación de la sentencia entre la
readmisión del traba-jador o el abono de una indemnización de 1.165,80 euros. El abono
de la indemnización determinará la extinción del contrato de trabajo a la fecha del
despido (09/09/2013).

De optar por la readmisión deberá abonar salarios de tramitación, en su caso, desde la


fecha del despido hasta notificación de sentencia a razón de 10,05 euros/día.”

CUARTO.– Frente a dicha sentencia se anunció recurso de suplicación por la parte


Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo,
formalizándolo posteriormente; tal recurso fue objeto de impugnación por la contraparte.

QUINTO.– Elevados por el Juzgado de lo Social de referencia los au-tos principales, en


unión de la pieza separada de recurso de suplicación, a esta Sala de lo Social, tuvieron
los mismos entrada en esta Sección en fe-cha 02/07/2014, dictándose la correspondiente
y subsiguiente providencia para su tramitación en forma.
SEXTO.– Nombrado Magistrado-Ponente, se dispuso el pase de los autos al mismo para
su conocimiento y estudio, señalándose el día 27 de enero de 2015 para los actos de
votación y fallo.

A la vista de los anteriores antecedentes de hecho, se formulan por esta Sección de Sala
los siguientes

Fundamentos de derecho

ÚNICO.– Frente a la Sentencia de instancia en la que se estima la pre-tensión actora


articulada en la demanda rectora de las presentes actuaciones por despido improcedente,
frente a la notificación extintiva de fecha 17/09/2013 comunicada por el Director del
Centro Penitenciario de Madrid VI, Aranjuez, en su calidad de delegado del Organismo
Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, se formaliza Recurso
de Suplicación, por el Letrado de la Abogacía del Estado en la representación que ostenta
del Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, en el
que se articulan dos motivos de recurso.

El primero, al amparo del artículo 193, apartado a) de la Ley 36/2011, de 10 de octubre,


por infracción del artículo 76 de la Ley Orgánica 1/1979, de 26 de septiembre, y del
artículo 94 de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, por entender en síntesis la recurrente
y se transcribe su literalidad, que «cualquier reclamación que pudiera realizar el interno
en relación con su tratamiento debe realizarla ante el Juez de vigilancia penitenciaria,
sien-do incompetente el Juez de lo Social para su conocimiento.»

El segundo, al amparo del artículo 193, apartado c) de la Ley 36/2011, de 10 de octubre,


por infracción de los artículos 1 y 10 del Real Decreto 782/2001, de 6 de julio, y de la
doctrina de los Tribunales Superiores de Justicia de Valencia y de Andalucía con sede en
Sevilla, que expresamente se cita en apoyo de su pretensión, por entender en síntesis la
recurrente, y se transcribe su literalidad, que «la relación laboral especial penitenciaria
no tiene como causa de extinción el despido y solo corresponde al Juzgado de lo Social
determinar si la decisión administrativa está correctamente motivada, así documento nº
3 del ramo de prueba de esta parte, en el que se indica la causa de la extinción, razones
de tratamiento, de cambio de módulo, en atención al comportamiento del interno y su
involución en el tratamiento. Teniendo en cuenta que el módulo al que se le traslada,
tiene las salidas limitadas.»

A los efectos establecidos en el artículo 9.6 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, y en
el artículo 5.3 de la Ley 36/2011, de 10 de octubre, el Fiscal evacuó el procedente Informe
de fecha 09/09/2014, que consta unido a las actuaciones, en el que concluye afirmando y
se transcribe su literalidad, que «solo corresponde a la jurisdicción social determinar si
la decisión administrativa está correctamente motivada, sin que el Juez de lo Social pueda
entrar a valorar cuales son las causas que han motivado este cambio de tratamiento y
cambio de módulo, porque ello es competencia del Juez de Vigilancia Penitenciaria.»

Conviene recordar que es la Ley Orgánica 1/1979, de 26 de septiembre, General


Penitenciaria, la que constituye la base de la regulación del trabajo de los penados en
instituciones penitenciarias, cuyo desarrollo se contiene en el Real Decreto 782/2001, de
6 de julio, por el que se regula la relación laboral de carácter especial de los penados que
realicen actividades laborales en talleres penitenciarios y la protección de Seguridad
Social de los sometidos a penas de trabajo en beneficio de la comunidad.

Se produce en esta relación laboral especial de los penados una cierta convergencia de
reglas de Derecho administrativo penitenciario y de Derecho laboral, fruto de la cual se
perfila una peculiar situación del trabajador con clara delimitación de algunos derechos,
como los de carácter colectivo, o con particularidades en otras condiciones de trabajo y
en las causas y mecanismos para la extinción de la relación.
En relación con las reclamaciones por despido efectuadas por los pena-dos a los que se
les notifica la extinción de la relación laboral especial de los penados, la doctrina de la
Sala de lo Social del Tribunal Supremo ha venido sosteniendo que el despido no figura
entre las causas de extinción de contrato en este tipo de relación laboral especial
(Sentencias de fechas 05/05/2000 - Recurso nº 3.325/1999; 25/09/2000 - Recurso nº
3.982/1999; y 30/10/2000 - Recurso nº 639/2000).

El artículo 1.1 del Real Decreto 782/2001, de 6 de julio, establece y se transcribe su


literalidad, que «El presente Real Decreto regula la relación laboral de carácter especial
existente entre el Organismo Autónomo Trabajo y Prestaciones Penitenciarias u
organismo autonómico equivalente y los internos que desarrollen una actividad laboral
en los talleres productivos de los centros penitenciarios, así como la de quienes cumplen
penas de trabajo en beneficio de la comunidad.»

Por su parte el artículo 1.4 del Real Decreto 782/2001, de 6 de julio, establece y se
transcribe su literalidad, que «La relación laboral especial penitenciaria se regula por lo
dispuesto en este Real Decreto. Las demás normas de la legislación laboral común,
incluido el texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, aprobado por Real
Decreto legislativo 1/1995, de 24 de marzo, sólo serán aplicables en los casos en que se
produzca una remisión expresa desde este Real Decreto o la normativa de desarrollo».

Y finalmente el artículo 1.5 del Real Decreto 782/2001, de 6 de julio, establece y se


transcribe su literalidad, que «Las cuestiones litigiosas derivadas de los conflictos
individuales que se promuevan por los internos trabajadores encuadrados en la relación
laboral especial penitenciaria se regirán por el texto refundido de la Ley de Procedimiento
Laboral, aprobado por Real Decreto legislativo 2/1995, de 7 de abril. Para demandar al
Organismo Autónomo Trabajo y Prestaciones Penitenciarias u órgano autonómico
equivalente, será requisito previo haber reclamado en vía administrativa en la forma
establecida en el artículo 69 y siguientes del texto refundido de la Ley de Procedimiento
Laboral y en el artículo 125 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico
de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común», remisión
normativa que habrá de entenderse ahora efectuada necesariamente a la Ley 36/2011, de
10 de octubre, reguladora de la jurisdicción social.

Asimismo se ha de señalar que las causas de extinción de la relación laboral especial de


los penados, se contienen, en lo que aquí nos interesa, en el artículo 10.2.c) del Real
Decreto 782/2001, de 6 de julio, que establece y se transcribe su literalidad, «Por razones
de tratamiento apreciadas por la Junta de Tratamiento», sin que el precitado precepto
incluya el despido entre las causas de extinción de la relación laboral especial de los
pena-dos, aun cuando si se contempla en el artículo 10.2.f) del Real Decreto 782/2001,
de 6 de julio, y se transcribe su literalidad el «incumplimiento de los deberes laborales
básicos en la relación laboral especial penitenciaria».

Es evidente que, como en cualquier otra relación laboral la conducta del trabajador puede
determinar la decisión empresarial de poner fin a la relación, probabilidad que se hace
particularmente adecuada en una relación como la presente en donde concurren otros
elementos relacionados con el tratamiento del interno y con la seguridad en el centro.

Sentado cuanto antecede, en el concreto supuesto que se somete a la consideración de la


Sala es cierto que en la comunicación extintiva notificada al trabajador con fecha
17/09/2013 (folio 10), se afirma y se transcribe su literalidad que «de la observación de
su conducta, se ha podido comprobar una involución en el tratamiento individualizado
del interno, lo cual supone una pérdida de confianza que da lugar a un cambio de
modalidad de vida y de módulo de residencia, a otro donde las salidas están más
limitadas, lo cual impide desempeñar el destino de economato, ya que para ello debe salir
del módulo».
Por consiguiente es el traslado de módulo, lo que impide que el trabajador pueda seguir
desempeñando el trabajo en el economato, por lo que la causa extintiva, es una causa
objetiva, que se encuadra en el artículo 10.2.c) del Real Decreto 782/2001, de 6 de julio,
que regula las razones de tratamiento apreciadas por la Junta de Tratamiento, que es un
órgano de la Administración penitenciaria, de modo que a criterio de la Sala, tales razones
no pueden ser objeto de revisión en el orden jurisdiccional social, por ser competencia
exclusiva del Juez de Vigilancia Penitenciaria conforme a lo dispuesto en el artículo 76
de la Ley Orgánica 1/1979, de 26 de septiembre, General Penitenciaria.

A mayor abundamiento, esta Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de


Madrid, en su Sentencia nº 636/2008, de fecha 15/09/2008 (Re-curso nº 2.390/2008 ), se
pronunció sobre la aplicación de la figura prevista en el artículo 10.2.e) del Real Decreto
782/2001, de 6 de julio, y señaló y se transcribe su literalidad, que: «No se trata, por
tanto, del supuesto re-ferido en la Sentencia de este Tribunal mencionada en recurso ya
que las circunstancias concurrentes en este caso no se asemejan a las de aquél, ni se trata
de sancionar por conductas extra laborales, sino de valorar razones de seguridad
amparadas legalmente».

En virtud de cuanto antecede, procede la estimación del Recurso de Suplicación


interpuesto por el Letrado de la Abogacía del Estado en la representación que ostenta del
Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, revocar la
Sentencia de instancia, y declarar extinguida la relación laboral especial del penado con
fecha 17/09/2013, con absolución a la demandada de los pedimentos de la demanda.

Y ello, sin hacer especial pronunciamiento en materia de depósitos y consignaciones,


conforme a lo dispuesto, respectivamente, en el artículo 229.4 de la Ley 36/2011, de 10
de octubre, y en el artículo 12 de la Ley 52/1997, de 27 de noviembre de Asistencia
Jurídica al Estado e Instituciones de Derecho Público, que establece que el Estado y sus
Organismos autónomos, así como las entidades públicas empresariales, los Organismos
públicos regulados por su normativa específica dependientes de ambos y los órganos
constitucionales, estarán exentos de la obligación de constituir los depósitos, cauciones,
consignaciones o cualquier otro tipo de garantía previsto en las leyes.

VISTOS los anteriores preceptos y los demás de general aplicación, FALLAMOS


Que debemos estimar y estimamos el Recurso de Suplicación inter-puesto por el Letrado
de la Abogacía del Estado en la representación que ostenta del Organismo Autónomo de
Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, revocar la Sentencia de instancia, y
declarar extinguida la relación laboral especial del penado con fecha 17/09/2013, con
absolución a la demandada de los pedimentos de la demanda.

Incorpórese el original de esta sentencia, por su orden, al Libro de Sentencias de esta


Sección de Sala. Expídanse certificaciones de esta sentencia para su unión a la pieza
separada o rollo de suplicación, que se archivará en este Tribunal, y a los autos
principales.

Notifíquese la presente sentencia a las partes y a la Fiscalía de este Tribunal Superior de


Justicia.

MODO DE IMPUGNACIÓN: Se hace saber a las partes que contra esta sentencia cabe
interponer recurso de casación para la unificación de doctrina que ha de prepararse
mediante escrito presentado ante esta Sala de lo Social dentro del improrrogable plazo
de DIEZ DÍAS hábiles inmediatos siguientes a la fecha de notificación de esta sentencia.
Siendo requisito necesario que en dicho plazo se nombre al letrado que ha de interponer-
lo.
Igualmente será requisito necesario que el recurrente que no tenga la condición de
trabajador, causahabiente suyo o beneficiario del Régimen Público de la Seguridad Social
o no gozare del derecho de asistencia jurídica gratuita, acredite ante esta Sala al tiempo
de preparar el recurso haber depositado 600 euros, conforme al artículo 229 de la Ley
Reguladora de la Jurisdicción Social, y consignado el importe de la condena cuando pro-
ceda, presentando resguardos acreditativos de haber efectuado ambos ingresos,
separadamente en la cuenta corriente nº 2828-0000-00-(NÚMERO DE RECURSO) que
esta Sección tiene abierta en BANCO SANTANDER sita en Paseo del General Martínez
Campos 35, 28010 Madrid, o bien por transferencia desde una cuenta corriente abierta
en cualquier entidad ban-caria distinta de Banco Santander. Para ello ha de seguir todos
los pasos siguientes:

Emitir la transferencia a la cuenta bancaria de 20 dígitos (CCC) si-guiente: Clave entidad:


0049

Clave sucursal: 3569

D.C.: 92

Número de cuenta: 0005001274

I.B.A.N.: IBAN ES55 0049 3569 9200 0500 1274

2. En el campo ORDENANTE, se indicará como mínimo el nombre o razón social de


la persona física o jurídica obligada a hacer el ingreso y si es posible, el NIF /CIF de la
misma.

3. En el campo BENEFICIARIO, se identificará al Juzgado o Tribunal que ordena el


ingreso.

4. En el campo OBSERVACIONES O CONCEPTO DE LA TRANS-FERENCIA, se


consignarán los 16 dígitos que corresponden al Procedi-miento. MUY IMPORTANTE:
Estos 16 dígitos correspondientes al proce-dimiento tienen que consignarse en un solo
bloque. Es importante que este bloque de 16 dígitos este separado de lo que se ponga en
el resto del campo por espacios. Si no se consignan estos dieciséis dígitos o se escriben
erró-neamente, la transferencia será repelida por imposibilidad de identificación del
expediente judicial y será devuelta a origen. Pudiendo en su caso susti-tuir la
consignación de la condena en metálico por el aseguramiento de la misma mediante el
correspondiente aval solidario de duración indefinida y pagadero a primer requerimiento
emitido por la entidad de crédito (artículo 230.1 Ley Reguladora de la Jurisdicción
Social).

113.- AUTO DEL JUZGADO DE LO SOCIAL NÚMERO 3 DE CÓR-DOBA DE


FECHA 10/04/15

Estimación parcial de la demanda del penado trabajador, por un lado la falta de


notificación de resolución (extinción de relación especial laboral penitenciaria) debe de
ser causa anulable y por otra parte, desestimación de:

1) Reclamación de la nulidad de relación laboral especial penitencia-ria y

2) Reclamación de indemnización y de diferencias salariales.


Antecedentes de hecho

PRIMERO.– El día 21/7/14 se presentó demanda, que por turno de reparto correspondió
a este Juzgado, a la que se acumularon las demandas que dieron lugar a los procesos
727/14 (presentado el 13/8/14) y 797/14 (presentado el 19/8/14), interpuestas por el
mismo demandante ante la mis-ma demandada.

Se interesó la subsanación y aclaración de la demanda mediante dili-gencia de ordenación


de 17/9/14, siendo suspendido el plazo para atender a tal requerimiento por solicitud de
designa de Letrado del turno de oficio y por tramitación de insostenibilidad de la
demanda.

Finalmente, las demandas acumuladas fueron aclaradas mediante escri-to de 16/1/15,


interesándose:

– La condena al abono de 5.131,68 € y subsidiariamente 3.754,19 € por diferencias


salariales del último año, febrero 2012, febrero de 2013.

– Se declare nulo el cese con la condena de reponer la relación laboral al momento


anterior a su extinción, con una indemnización de 18.000 €.

SEGUNDO.– La demanda se admitió a trámite y se señaló el acto de conciliación y


juicio, interesándose previamente por la parte demandante en escrito de 17/2/15 prueba
anticipada, que fue resuelta por providencia de 19/2/15, y frente a la que se interpuso
recurso de reposición por la pro-pia proponente en fecha 27/2/15.

TERCERO.– El juicio se celebró tal y como consta en el soporte de grabación que sirve
de acta a todos los efectos. Como cuestiones previas se estableció:

– Que dado el inconcreto e Inexacto contenido de las demandadas acu-muladas, la


cuestión objeto de discusión se centraría en lo aclarado en escrito de 16/1/15.

– Que atendiendo al desarrollo del proceso y la cuestión objeto de deba-te, se interesaba


a la parte demandante que reiterara la prueba anticipada y denegada por providencia de
19/2/15 en el momento de su proposición de prueba, cara con la contradicción necesaria,
resolver sobre su admisión y práctica (como diligencia final), o en caso contrario para
proceder a dene-garla, resolviendo así los motivos del recurso de reposición.

Frente a tales decisiones, no se formuló protesta alguna.

CUARTO.– La parte actora se ratificó en la demanda y alegando la demandada como


motivos de oposición:

– Que a la relación discutida no era aplicable el Estatuto de los Trabaja-dores, salvo


aquellas remisiones expresas previstas en el RD 782/01.

– Que el trabajador prestó sus servicios en los términos fijados acorda-dos de 2,59 €/hora
y 44 horas mensuales.

– Que el cese en la actividad se produjo por traslado a otro centro, conforme al artículo
10 del RD 782/11, siendo la extinción de la relación laboral ajustada a derecho.

– Que la reclamación de cantidad entre febrero de 2012 a febrero de 2013, se encontraba


prescrita conforme prevé el Estatuto de los Trabaja-dores, por transcurso de un año. Que
en todo caso, el salario módulo fue el aprobado conforme establece el artículo 15 del RD
782/01, sin que sea de aplicación el SMI.
QUINTO.– Se propuso como prueba:

– Parte demandante: 5 documentos, testifical y reiteró la prueba no ad-mitida y objeto de


recurso de reposición.

– Parte demandada: documental admitida previamente por el Juzgado y más documental


conforme a la nota aportada a su ramo de prueba.

Con relación a la prueba del escrito de 17/2/15, cuya decisión sobre admisión se difirió
al momento de prueba, se acordó:

– Prueba 1.e). Admitirla en caso de que el instituto de la prescripción alegado fuera de


aplicación.

– Prueba 3.a). No admitirla, al constar ya en autos las resoluciones por las que se acordó
el traslado del trabajador de Centro Penitenciario.

– Prueba 3.b). Tras el acto de juicio, se acordó su práctica como dili-gencia final.
Admitida y practicada la prueba y tras trámite de conclusiones y práctica de diligencia
final en los términos indicados y que obran en las actuaciones, quedaron los autos
conclusos para Sentencia.

SEXTO.– En la tramitación de esta causa se han observado las pres-cripciones legales.

Debiendo declarar conforme a la prueba practicada como

Hechos probados

PRIMERO.– A.K. ha mantenido una relación laboral especial peniten-ciaria en el Centro


Penitenciario de Córdoba, con la categoría profesional de operario base, según lo
establecido en el artículo 8.1 del RD 782/01,realizando su actividad en el Taller
Productivo de Actividades Auxiliares de manera ininterrumpida desde 26/4/11.

SEGUNDO.– El trabajador desarrolló su actividad en labores de lim-pieza hasta el


22/1/13, y desde el 23/1/13 en labores de reparto lavandería, asignándole por Acuerdo
del Consejo de Dirección de 28/12/12 una activi-dad mensual de 44 horas a cumplir los
días laborables de lunes a viernes.

Dentro del taller de actividades auxiliares, la encargada de lavandería tiene un número


de horas asignadas (Acuerdo del Consejo de Dirección de 28/12/12), de 105 horas
mensuales.

Previamente desarrolló relación laboral especial como pintor de edifi-cios, entre el 9/9/09
al 9/3/10.

TERCERO.– Las retribuciones abonadas al trabajador en el período reclamado han sido


las determinadas para el año 2013 por el Consejo de Administración del entonces
Organismo Autónomo de Trabajo Penitencia-rio y Formación para el Empleo (ahora
Entidad Estatal de Trabajo Peniten-ciario y Formación para el Empleo), de 2,59 €/hora,
que incluía descanso semanal y vacaciones anuales y descontando la cuota obrera.

CUARTO.– El trabajador, conforme a las nóminas aportadas, ha perci-bido en el período


reclamado un importe mensual de 113,96 €, excepto en febrero de 2013, que percibió
90,65 €.
QUINTO.– La Dirección del Centro Penitenciario de Córdoba, en calidad de delegada
del Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, acordó
en fecha 26/2/13 extinguir la relación laboral con el interno A.K., con efectos de 22/2/13,
por traslado al centro penitenciario de Monterroso por un período superior a dos meses.

La citada resolución no consta notificada al trabajador. Adjudicaciones de puesto de


trabajo anteriores sí constan notificadas por la Administración ahora demandada al actor.

El trabajador cursó baja en la Tesorería General de la Seguridad Social el 22/2/13.

Según consta en correo electrónico emitido por la Coordinación de Producción del


Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, el motivo
de traslado acordado por el Centro Penitenciario de Córdoba fue la masificación existente
en esas fechas en el referido Centro Penitenciario, acordando trasladar a los internos
extranjeros sin arraigo familiar ni social.

El ahora demandante fue trasladado al Centro Penitenciario de Monterroso (Lugo).

SEXTO.– En los programas individualizados de tratamiento del trabajador (2013 y 2014)


aportados, se indica:

Análisis de carencias, necesidades e intereses: carencia de hábitos laborales, carencia de


formación profesional.

Objetivos específicos: adquirir hábitos laborales, aprendizaje de un oficio.

Actividades prioritarias: Cursos FP profesional, curso/taller ocupacional, enseñanza


reglada no universitaria.

Actividades complementarias: prestaciones personales en servicios comunes del centro


y deporte recreación.

Consta según informe de la educadora que en la estancia en el Centro Penitenciario de


Monterroso que el ahora demandante ha asistido en el Centro Penitenciario al curso
escolar, a clases de inglés y asistió a manualidades y curso de jardinería.

SÉPTIMO.– Se ha agotado la vía administrativa previa, constando contestación a la


reclamación previa de 19/5/14, que doy por reproducida.

Fundamentos de derecho

PRIMERO.– Los hechos que se declaran probados son el resultado de analizar, conforme
a las reglas de la sana crítica, tanto las alegaciones de la parte actora como el conjunto de
la prueba practicada y en concreto la documental aportada a autos y la testifical
practicada, en los términos que a continuación se valorarán.

SEGUNDO.– Indicar en un primer lugar una cuestión de naturaleza procesal, que no ha


sido advertida ni en el momento de admitir la demanda, ni en el desarrollo del juicio, por
ninguna de las partes de este procedimiento. La especial complejidad del desarrollo del
proceso, con una serie de demandas manuscritas por el propio demandante (lego en
derecho) inconcretas, han dificultado la toma de decisiones en materia de acumulación,
admisión y ordenación en general del proceso.

Todos, hasta la presente, han dado por buena la acumulación de acciones y procesos,
observándose que en cada una de las demandas y en la posterior aclaración (que sirve de
base para la presente controversia), se acumulaba una acción de extinción de la relación
laboral (que no despido), con otras dos de reclamación de cantidad (impago de salarios e
Indemnización de daños y perjuicios).
Como regla general, estas acciones no son acumulables entre sí (artí-culo 26.1 de la Ley
Reguladora de la Jurisdicción Social), y la excepción del apartado 3º de este artículo no
es aplicable literalmente al presente caso puesto que, como hemos indicado, no nos
encontramos ante una acción de despido. Ya se ha establecido pacíficamente por la
Jurisprudencia que, ante la faltare remisión expresa del artículo 1.4 del RD 782/2001 por
el que se regula la relación laboral de carácter especial de los penados que realicen
actividades laborales en talleres penitenciarios y la protección de Seguridad Social de los
sometidos a penas de trabajo en beneficio de la comunidad, la extinción de la relación
laboral acordada por la empleadora no es equiparable al despido previsto en el Estatuto
de los Trabajadores.

Lo mismo se debe de considerar con respecto a la reclamación de can-tidad por daños y


perjuicios, salvo que se entienda de aplicación lo esta-blecido en el artículo 183 de la Ley
Reguladora de la Jurisdicción Social (por remisión del artículo 26.2), por estar incluido
el derecho al trabajo del penado en el artículo 25.2 de la Constitución Española.

Tampoco los supuestos analizados están incluidos en el artículo 32 de la Ley Reguladora


de la Jurisdicción Social.

Ante esta realidad, apreciada de oficio tras la celebración de Juicio y no invocada por las
partes, procede adoptar una interpretación distinta de la de declarar la nulidad de todo lo
actuado que permita, por el contrario, cumplir con el principio de celeridad del proceso
(artículo 74 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social) y con la necesaria tutela
judicial efectiva.

Así, y sin más, en una interpretación analógica de lo establecido en los artículos 26.2,
26.3 segundo párrafo y 183 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social, procede
analizar todas las cuestiones objeto de las presentes demandas acumuladas.

TERCERO.– La primera cuestión objeto de análisis es la de la reclamación de las


diferencias retributivas. Sobre ellas (reclamadas entre febrero de 2012 a febrero de 2013),
la parte demandada alegó en la contestación a la demanda la excepción de prescripción
por transcurso de un año previsto en el artículo 59 del Estatuto de los Trabajadores.

Dos argumentos impiden admitir esta excepción.

En la resolución a la contestación a la reclamación previa, de fecha 19/5/14 (que obra en


autos), no se argumenta ni refiere la posible prescripción de la reclamación de cantidad.
Se debe de inadmitir tal excepción cuando aparece por primera vez en el acto de juicio y
no ha sido indicada al resolver la en la contestación a la reclamación previa, pues de lo
contrario, supone una infracción de lo establecido en el artículo 72 de la Ley Regula-dora
de la Jurisdicción Social, que colocaría en mejor posición a la Administración frente al
ciudadano reclamante. Así lo establece, entre otras, la Sentencia del Tribunal Superior
de Justicia de Andalucía, sede de Sevilla, de 14/3/13, con referencia a la Sentencia del
Tribunal Supremo de 2/3/05.

De igual forma, recordar que en este ámbito de trabajo especial de los penados, el Estatuto
de los Trabajadores tan solo resulta aplicable cuando exista una remisión expresa a él
(artículo 1.4 del RD 782/2001 anterior-mente citado), cosa que no concurre para la
aplicación del plazo de pres-cripción previsto en el artículo 59 del Estatuto de los
Trabajadores, por lo que, en coincidencia con lo alegado por la parte demandante,
consideró que el plazo de prescripción aquí aplicable es el de tres años previstos por el
artículo 1967,3 del Código de Comercio (de aplicación supletoria a esta jurisdicción,
artículo 4.3 del Código de Comercio), tiempo que en todo caso no ha transcurrido.

Rechazada la posibilidad de la prescripción, resulta innecesaria por no útil la prueba sobre


las posibles reclamaciones anteriores realizadas por el hoy demandante a la entidad
demandada y que podrían interrumpir los plazos de prescripción.
CUARTO.– Centrándose en el fondo del asunto sobre las diferencias retributivas
interesadas por la parte demandante, el fundamento de tal peti-ción se concentra en
considerar que el trabajo del actor era el de encargado y no el de operario de reparto de
lavandería, y que su jornada de trabajo era de 8 horas diarias y no de 44 horas mensuales.

Ninguno de estos hechos ha quedado acreditado.

Es cierto que dentro del taller de actividades auxiliares, la encargada de lavandería tiene
105 horas mensuales asignadas (Acuerdo del Consejo de Dirección de 28/12/12), y que
el informe emitido por el funcionario de prisiones y aportado al ramo de la parte actora,
sostiene que el demandante era encargado de reparto de lavandería, pero esta
consideración no lleva a entender que el trabajador es encargado de lavandería. Se
entiende que la persona encargada de lavandería puede tener otras funciones distintas
directamente relacionadas con la labor de lavado y planchado, además de la distribución
de la ropa. Estas funciones distintas no constan asumidas por el demandante.

En todo caso, en la testifical del funcionario de prisiones, no se recono-ció el horario ni


la jornada de trabajo sostenida por la parte actora, sin que se haya acreditado prueba
distinta del horario y actividad establecidos para el trabajador.

También, en la reclamación de cantidad, la parte demandante sostiene que es de


aplicación el SMI para la jornada de trabajo del penado. Frente a tal manifestación, y
como sostiene la demandada, recordar que el régimen retributivo de los penados es el
fijado en el artículo 15 del RD 782/2001, conforme a la categoría profesional y módulo
fijado para el año 2013 por el Consejo de Administración del entonces Organismo
Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, aceptándose esta forma
de fija-ción salarial, entre otras, en la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de
Castilla y León, sede de Valladolid, de 14/1/03, debiendo rechazar con ello igualmente
tal petición.

QUINTO.– En lo que respecta a la nulidad de la decisión extintiva, de-bemos diferenciar


tres actos administrativos distintos, que se entremezclan entre sí por la parte demandante
para solicitar la nulidad, pero que, como veremos, tienen distinto alcance, efectos,
régimen y jurisdicción compe-tente.

Por un lado nos encontramos ante el acto administrativo de traslado de centro


penitenciario. Por otro lado el acto administrativo que conlleva la extinción de la relación
laboral, como consecuencia de este traslado. Para finalizar, el acto administrativo de
notificación de la resolución por la que se cesa al penado en la relación laboral especial.
Procede distinguir:

A) La parte demandante, (con infracción del artículo 85.1 de la Ley Re-guladora de la


Jurisdicción Social), pretende en conclusiones que se ana-lice y valore el acto de traslado
del demandante del Centro Penitenciario de Córdoba, al de Lugo, indicando entre otras
cosas que la elección del trabajador fue discriminatoria para él y atenta a sus derechos
fundamenta-les. Como ya se indicó, y resultó pacífico, tal cuestión no fue indicada en el
escrito de aclaración de 16/01/15, cuyo relato fáctico centra el presente objeto de
discusión.

En todo caso, y sobre el particular, el Auto de la Audiencia Provincial de Navarra,


Sección 3ª, de 10/02/11 (el Derecho Penitenciario es revisado de manera habitual por la
Jurisdicción Penal, a través del Juez de Vigilan-cia Penitenciaria y por recurso ante las
distintas Audiencias Provinciales de lo Penal), establece:
“La sentencia del Tribunal Constitucional 138/86 de 7 de noviembre, declaró que la Ley
General Penitenciaría no atribuye al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria la competencia
para conocer de los recursos contra las resoluciones de la Dirección General que afectan
al traslado de los internos de un establecimiento a otro, traslado que es atribución de ese
organismo según el artículo 31 del Reglamento Penitenciario, sin que la incompetencia
del Juzgado de Vigilancia impida al interno instar la vía contencioso administrativa
ordinaria para revisar la legalidad del acto administrativo acordando el traslado. Doctrina
seguida también en la sentencia del Tribunal Constitucional 129/95, de 1 de septiembre.
Pero añadíamos que todo ello era así, sin perjuicio de la intervención jurisdiccional cuan-
do el acuerdo de traslado al amparo del artículo 79 de la Ley Orgánica se adopte en fraude
de ley para burlar o prevenir decisiones del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria hasta
entonces competente o cuando se vulnerasen derechos fundamentales o perjudicasen
derechos o beneficios penitenciarios del interno afectado, cuya salvaguarda confiere al
Juzgado de Vigilancia Penitenciaria el artículo 76 de la propia ley. En este sentido el
Auto del Audiencia Provincial de Madrid núm. 4151/2608 (Sección 5), de 11 noviembre
señala que “… como ha reiterado la jurisprudencia de esta Sala, los recursos contra las
resoluciones administrativas que acuerden o denieguen los traslados de los internos son
los previstos en la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, si bien si la
resolución afectase a derechos fundamentales, la tutela de los mismos correspondería al
Juez de Vigilancia, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 76 de la Ley Pe-
nitenciaria y, por lo tanto, a la Audiencia Provincial por vía de apelación”.

Queda claro, a la vista de lo anterior, que esta Jurisdicción Social no es competente para
resolver sobre la legalidad del acto de traslado, quedando por ello fuera del presente
debate cualquier manifestación de disconformidad sobre el mismo, ni siquiera vía
artículo 4 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social; no constando impugnada ante
la Jurisdicción competente esta decisión de traslado, procede partir de su legalidad para
resolver la controversia planteada.

Así lo analiza la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla la Mancha


2/12/04, que determina que el control judicial del acuerdo de la Administración
Penitenciaria por el cual se accede al traslado del actor conforme a su solicitud no
compete a la jurisdicción social, ni es un efecto propio del mismo la extinción de la
relación laboral, ya que como se dijo este efecto deriva del acuerdo previsto en el artículo
10.3 RD 782/01.

B) En segundo lugar nos encontramos con el acto administrativo de extinción de la


relación laboral. Como sostiene el Tribunal Supremo, Sala 4ª, en su Sentencia de
11/12/12 (referida por la parte demandante), se trata de un acto administrativo que, a falta
de regulación específica, y no guián-dose por las reglas del despido disciplinario (por
falta de remisión expresa del artículo 1.4 del RD 782/2001) no tiene otra regulación legal
que lo dispuesto en la Ley 30/92 de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas
y del Procedimiento Administrativo Común.

El artículo 54.1 a) Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del


Procedimiento Administrativo Común exige la motivación de los ac-tos administrativos
que limiten derechos subjetivos o intereses legítimos. Dicha motivación implica, según
el mismo precepto, la “sucinta referencia de hechos y fundamentos de derecho”, como
indica la referida Sentencia. En ella, se entendió que la simple referencia a lo preceptuado
en el artículo 10.2.d del RD 782/2001 suponía una falta de motivación que determinaba
la nulidad de la resolución administrativa discutida por causar indefensión al trabajador,
de conformidad a lo establecido en el artículo 63.2 de la Ley 30/92.

Entiendo que preceptos genéricos, que hacen referencia a conductas, in-cumplimientos o


circunstancias acontecidas, requieren de su descripción, como los casos establecidos en
el artículo 10.2, c), e) o f). Sin embargo, otras causas de extinción, conllevan en su
enunciado una explicación suficiente que sin más, permiten al trabajador conocer la causa
de la extinción de la relación laboral sin determinar indefensión alguna;
por ejemplo, la extinción de la relación laboral por jubilación del interno (artículo 10.1.e),
por renuncia (artículo 10.1.g), por excarcelación (artículo 10.2.a) o, como es el caso, por
traslado a otro centro por un período superior a dos meses (artículo 10.2.d).

Tal explicación conlleva en sí misma los fundamentos de hecho y de derecho de la


decisión extintiva, permitiendo al trabajador conocer la causa de la extinción del contrato
de trabajo, causa de la que tuvo conocimiento con el propio traslado al Centro
Penitenciario de Lugo. En la resolución se indica el motivo de la extinción, con
indicación del centro de traslado y plazo de traslado, elementos que le permiten conocer
el contenido de la decisión. Ninguna indefensión se observa por lo expuesto en esta
resolu-ción de extinción del contrato de trabajo, está suficientemente explicada, habiendo
podido el trabajador conocer de la motivación de su traslado con la misma, por lo que no
concurre indefensión alguna, y sin ella, no procede la nulidad de la resolución, conforme
lo establecido en el artículo 63.2 de la Ley 30/1992.

C) Por último, y como se anunció, existe un último acto administrativo que debe ser
valorado, el de la “notificación de la resolución que ya ha sido declarada ajustada a
derecho. La parte demandante en su escrito de acla-ración y durante el acto del juicio,
refiere también defectos de forma en la notificación del trabajador.

En el presente caso, en las distintas copias aportadas por la demanda-da, no aparece la


firma del penado demandante. No se ha acreditado la notificación (como sí se constata
con la firma del penado cuando inició distintas relaciones laborales especiales) y esta
ausencia sí causa indefen-sión al trabajador, pero tal irregularidad de lo establecido en el
artículo 58 de la Ley 30/1992 no causa otra consecuencia que la de anular el acto no
ajustado a derecho (el de la notificación), condenando a la parte obligada a la retroacción
de las actuaciones al momento inmediatamente anterior a la misma, a fin de proceder a
notificar en forma la resolución administrativa de extinción de la relación laboral, sin que
conlleve la nulidad de los actos administrativos anteriores (principio de conservación
previsto en el artícu-lo 66 de la Ley 30/1992).

Tal decisión no impide la eficacia del acto administrativo de extinción de la relación


laboral, que fue eficaz desde la fecha en que se dictó (artículo 57.1 de la Ley 30/92), sin
demorarse para ello a su notificación, pues el tra-bajador fue trasladado y cesó en su
relación laboral a la fecha del acuerdo adoptado.

Confunde la parte demandante la fecha de notificación con la de la re-solución, pero en


todo caso, la resolución posterior a la extinción de la relación laboral (4 días) no provoca
la nulidad del acto administrativo, sino el retraso de los efectos del mismo hasta la fecha
de su dictado, como se ha indicado.

SEXTO.– Para finalizar procede analizar la reclamación de indemniza-ción de daños y


perjuicios, anticipando que por pura congruencia, tampoco puede ser estimada.

Si la resolución de traslado no ha sido impugnada y la de extinción de la relación laboral


ha sido declarada ajustada a derecho, no existe funda-mento legal que permita justificar
daño alguno y obligación de reparar por la parte demandada. No concurre ni infracción
del ordenamiento jurídico ni afectación de derecho fundamental alguno que permita la
indemnización reclamada.

En todo caso, y en un mayor abundamiento, cabe indicar que la parte demandante,


conocedora que de manera pacífica no se admite la aplicación de la indemnización
derivada del despido, ni el abono de los salarios de tramitación por el tiempo de
transcurrido sin actividad laboral en supuestos como el de autos, ante la falta de remisión
expresa del RD 782/2001 (artí-culo 1.4), cambia la fundamentación de su petición
indemnizatoria a una causa novedosa, el perjuicio en el tratamiento penitenciario del
demandan-te y las consecuencias que ello le haya podido determinar en sus derechos
penitenciarios (refiere en su escrito de 16/1/15, entre otras cuestiones, al avance en la
evolución del tratamiento, permisos, tercer grado y libertad condicional).
Sobre el particular nada se ha acreditado, sin que esta falta de prueba sea imputable a la
demandada, como refiere la actora en su informe a la práctica de la diligencia final. Nada
se ha indicado ni probado de cómo ha afectado la medida a la clasificación penitenciaria
del demandante, si ha supuesto una regresión o falta de progresión de grado, si se ha visto
afectado su régimen penitenciario o las decisiones sobre salidas, comunicaciones, visitas
o permisos. Tampoco se ha constatado una pérdida de beneficios penitenciarios o cómo
la medida adoptada retrasa una posible concesión de la libertad condicional. Ninguna
decisión de la Junta de Tratamiento o del Juez de Vigilancia Penitenciaria consta
adoptada y recurrida por el ahora demandante en perjuicio de su régimen o tratamiento y
en relación con la medida de traslado ahora discutida, y que determinó el cese de su
relación laboral.

Es aceptarse de manera genérica que la falta de actividad laboral dificulta la reeducación


y reinserción social de los penados (artículo 59 de la Ley General Penitenciaria 1/1979)
pero tal realidad no permite concretar una indemnización solicitada a tanto alzado por la
parte demandante sin soporte fáctico alguno que haga acreditar el perjuicio o daño cuya
repara-ción se reclama.

Por lo expuesto, procede rechazar igualmente esta petición.

Vistas las disposiciones legales citadas y demás de general y pertinente aplicación.

FALLO

Que estimando parcialmente la demanda formulada de manera acumu-lada por A.K.,


contra la Entidad Estatal de Trabajo Penitenciario y Forma-ción para el Empleo (Centro
Penitenciario Córdoba II):

– Debo desestimar y desestimo la reclamación de diferencias salariales devengadas entre


febrero de 2012 a febrero de 2013.

– Debo desestimar y desestimo la reclamación de nulidad de la resolu-ción de extinción


del contrato de trabajo por traslado de centro superior a dos meses.

– Debo estimar y estimo el defecto de forma en la notificación de la anterior resolución,


condenando a la demandada, a notificar en forma la resolución administrativa de
extinción de la relación laboral.

– Debo desestimar y desestimo la reclamación de indemnización de


18.000 € derivada de daños y perjuicios.
TEMA LA IMPOSICIÓN DE LA PRISIÓN
PREVENTIVA SE RELACIONARA
AL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL
DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA
DEL PROCESADO
ESPECIALIDAD PENAL - CONSTITUCIONAL
1.- OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN:

1.1.- OBJETIVO GENERAL:


 Explicar cómo la prisión preventiva afecta y se relacionaría al principio de
presunción de inocencia del procesado.
1.2.- OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
 Analizar la prisión preventiva en su dimensión doctrinal, legal y
jurisprudencia.
 Analizar el principio de presunción de inocencia en su dimensión,
doctrinal, legal y jurisprudencial.
 Identificar los efectos de la prisión preventiva en el principio de
presunción de inocencia del procesado.

2.- METODOLOGÍA DEL TRABAJO:

2.1. Tipo: Cualitativo

3.- TÍTULO:
“La Prisión Preventiva y el Principio Constitucional de Presunción de inocencia
en la Legislación Peruana y en la Legislación Comparada”.

4.- PERSONAL INVESTIGADOR:

Apellidos y Nombre Código del Estudiante


Castillo Inca Carmen 1115101640

5.- RÉGIMEN DE INVESTIGACIÓN:


3.1.- Libre

6.- UNIDAD ACADÉMICA A LA QUE PERTENECE EL PROYECTO:


4.1.- FACULTAD: Derecho y Ciencias Políticas.

7.- LUGAR DONDE SE EJECUTARA EL PROYECTO:


5.1.- LOCALIDAD: Chimbote
5.2.- INSTITUCION: Universidad San Pedro
8.- DURACIÓN:

8.1.- INICIO: 24/04/17


8.2.- TERMINÓ: 17/07/17

9.- HORAS DISPONIBLES AL PROYECTO: 2 Horas.

10.- RECURSOS DISPONIBLES:

10.1.- PERSONAL INVESTIGADOR:

Apellido y Nombre Código del Estudiante


Castillo Inca Carmen 1115101640

11.- PRESUPUESTO (GASTOS):

BIENES COSTO
1 % de hojas bond S/. 3.00
Impresiones S/. 10.00
Pasajes S/. 100.00
SUB. TOTAL S/. 113.00

SERVICIOS
Internet S/. 20.00
Consultoría Jurídica S/. 100.00
TOTAL S/. 346.00

12.- FINANCIAMIENTO:

12.1.- Autofinanciamiento.

13.- TAREAS DEL EQUIPO INVESTIGADOR:

NOMBRE Y APELLIDO
Castillo Inca Carmen
 Recopilación de información.
 Selección de información.
 Recolección de datos.

 Procesamiento de la
información.
 Encuestas.
14.- FORMULACIÓN DEL PROBLEMA:
¿La Imposición de la Prisión Preventiva se relacionará con el Principio
Constitucional de Presunción de Inocencia en la Legislación Peruana y
Legislación Comparada?

15.- HIPÓTESIS:
La medida cautelar de prisión preventiva no afecta ni se relaciona al principio
constitucional de presunción de inocencia del procesado si ha sido impuesta con
objetivos estrictamente cautelares: asegurar el desarrollo del proceso penal y la
eventual ejecución de la pena. Afecta el principio de presunción de inocencia si
es impuesta para satisfacer demandas sociales de seguridad, mitigar la alarma
social, evitar la reiteración delictiva, anticipar los fines de la pena o impulsar el
desarrollo de la instrucción u otras causas que no sean de naturaleza cautelar.

16.- LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN:


 UNESCO
56 CIENCIAS JURÍDICAS Y DERECHO
5605 Derecho y Legislación Peruana
5605.05 Derecho Penal

17.- VARIABLES:
17.1. VARIABLE INDEPENDIENTE:
Prisión Preventiva.
17.2. VARIABLE DEPENDIENTE:
Principio de presunción de inocencia.

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