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¡Sentir!
¡Madre!
¡Qué grave contenido pusiste en mis entrañas!
¿Cuando llegaron a mí?
¡No ves que duele la vida!
Madre, no los busco.
¡Mas ellos nos vienen cruel y deliciosamente!
¡Van y vienen burlando el libre albedrío y la razón!
Llegan al tiempo menos esperado.
Y el corazón se subordina a su imperio
Convirtiéndose el mundo en sólo pretexto
Y camino hacia una finitud terrena,
Donde lo divino es amar,
¡solamente amar, oh lujuria de mi especie!
Madre,
¡Hay distancias que duelen!
Hay soledades que no tiene compañías,
Y hay consejos sensatos sin sentido.
Madre,
quizá ahora yo sea ese dado llamado Job en tu juego
y que en esta noche en mi nocturnas sombras
apostarás con lucifer, tu rival.
¿Ganarás esta vez ese infinito juego?
Quizá pierdas esta vez la apuesta
Y para cuando amanezca
Yo seré un dado que ya no rueda más.
Anochece..., y en el silencio de
la finitud que me acosa,
un instante se vuelve indeseable
en mi pensamiento que busca escapar del tiempo
de aquel que estorba mi pequeña eternidad.
Bañado en la ternura
la vida que corre hacia la ventana,
mirando el horizonte interrogado a mi propio respirar.
Estar dentro y fuera a la vez,
pacificado el pecho, inflamada la vida,
la ternura me baña por doquier.
El abrazo del universo uno en mí es;
la armonía se encuentra en el ser y
el lenguaje bulle para decirme
que la mínima gota de agua es mar.
Yo, fundido dentro de él.
Amante desconocido.
Bañado en ternura
Despierto el recuerdo de mis años
Ausente ante ellos, ellos presentes en mí.
Santificado el nombre y su historia.
Aunque no soy digno,
Dame de ese pan que envuelve mi nombre.
18, 03, 06
Cuando estás aquí
y mi aire perfumas
y tu mirada me envuelve;
cuando oigo tu nombre,
lejano, cercano, pálido
me cobijo en mi vientre
y no quiero marcharme.
Nada es el tiempo,
pasa como el soplo del viento
rosandome el rostro y
advirtiendo mi presente
que se marcha contigo cada instante.
Siempre.
¡Siempre puesta la mirada
en aquella puerta,
en aquel rincón sin fin
donde unútilmente distraido
el silencio burla mis sentimientos
y sólo una mirada queda! La tuya.
Dtrás d una vntana
Nacimos juntos,
Mis carnes, mis huesos en ella vivieron;
Me es difícil entender
La tristeza de los ojos, carentes
En la calma que burla mis miedos.
El absurdo. Siempre pertenecí
Al silencio que me averguenza
En su mirada pura.
Sentado sólo
La imaginación en nada
La frustración ante el engaño de los demás
Sintiendo los minutos del olvido.
Este año te buscaré, Señor,
Para confundirme en ti.
Cada palabra, cada gesto tuyo
A cantarlos y vivirlos Aprenderé.
En el rincón de la pureza
Con los demás me encontraré
Soñando la nueva existencia
La vida sólo desearé.
El único misterio…
No guardaré silencio
Yo apelaré a la vida
Yo ya inicié este juicio.
mi abogado es la soledad y libertad.
Encuentro
Estás aquí
en mi difícil claridad,
más, es confusa la calle.
Estás aquí,
puedo verte en mis incertidumbres,
en esta calle que absorto recorro
en mi silencio que ser místico pretende.
¡Una sombra!
Una sombra la tristeza me ha traído,
con ella he comenzado a volar al ras de tu suelo
y dudo de mi momento presente
¡Mirar al pasado!
¡Mirar el futuro! ya no sé
nada es claro.
Sombra aquella
que ha enturbiado mis alegrías y sueños
¡Ella que me habla al oído de soledades¡
y grita...
Tanto ha gritado el silencio.
Amada ausente,
ETERNA PRESENCIA
Frente a la cruz
tu amor he comprendido
No. No es un razonamiento
es tu amor lo que he sentido.
Es sentir e invitación a la vida
desde el sufrimiento que destroza
que desgarra las heridas más profundas.
Es una historia de amor
la que quiero contar.
Nace en la eternidad
desde fui amado.
Era un niño
a quien Dios sorprendió
Era solamente un niño
cuando Dios impresionó
el día que se encontraron.
Dios lo protegió
el niño a amarlo aprendió
con la pasión de su corazón.
El pequeño creció
el amor y desamor vivió
siempre aprendió
a mirar el azul horizonte
con esperanza y amor.
Conoció más a su Señor
y seguirlo decidió
con mucho amor.
La historia continuó
cuando se descubrió
compañero de su señor.
Y un silencio de amor
descubrió que su Señor
siempre le amó y llamó
para ser apóstol de amor.
Miles de rostros aprendió
a sentir en su corazón
y la voluntad conoció
del gran misterioso.
SOY EL QUE SOY...
I
Hoy puede ser mañana
que no pude detener mi largo
viaje sin destino alguno.
¡Sí, aún los muertos viajan conmigo!
¡Ellos que quisieron detenerse en el camino!
Con sus esqueletos a cuestas,
siguen transitando sin retorno al seno.
¡Nadie lo hace! Por eso hoy,
seguimos sin saber nada de Ti.
II
Con los pies agotados
caminante de infinitas, discretas miradas y
soterrados latires de corazón;
silencioso lenguaje que gesticula,
resuellos angustiados y coloridos misteriosos.
La palabra no manifiesta el danzar
de aquello que te hiere por dentro.
Caminante, admiro yo tus agotados
¡Salve las piedras! ¡Ellas tocaron tus heridas!
y yo, tan solo contemplo la erre que nos diste.
Gracias caminante...
III
El cuarto, jugamos a oír música,
mi onírico puede más,
¡Ni siquiera los recuerdos
de amadas inmortales me recuerda!
Las cortinas de ventanales cansancios
comienzan a oscurecer la sala.
Solo una voz queda: la armonía
IV
V
Amado y Amante; Transparencia y Ternura;
Suave y sereno viaje de mi interior que
construyes en mí la torre del misterio.
Amante y Amado heces de mí.
Aún en el corazón disperso en el no saber,
Tu haces de mí, existencia en tu sentir.
¡Siento "entonces" existo!
VI
Hombre,
si supieras ser hombre,
¡Si te supieras a ti mismo!
oirías de Dios en Ti.
Tu sabor a madurez
es agrio narcisismo de espejos
que engañan a tu rostro mintiéndote
civilización
–Disculpen querido lector, olvidé las comillas,
espero me comprenda-
¡Somos buenos he oído decir, aquí y allá,
Les juro, ya no sé de que lado estoy
¡todos quieren mi carne!
¡mi sudor! ¿qué harán conmigo?
tierra del sin sentido.
VI
VII
Tu presencia extrañé,
y saber que no estás la esperanza se me agobia,
la ausencia de mis pensamientos te delata
la caricia del alma escarapelada me recuerda
tu entrañable mirada sin rostro.
Sueño,
cansado y sólo de hambre y sed
Juntos en el silencio
Madre
MI NOCHE OSCURA
Me lamento
¡Ay!, si tan sólo el olvido volviera a mi memoria
Y quitara aquella suave tez que violenta mi paz
Y me volviera eterna inmortal caricia tuya!
Mas no es así. ¡No hay sosiego en mí carne!
Tengo los días en que el buscado olvido es ausencia,
En que mis largas noches le roban el tiempo al día
Cual vacas flacas que se engullen a las gordas
Y cual aves de rapiña se comen mis entrañas!
Así es
Mi pasión se hace más grande en mi inútil rincón
¡Y tú! Sólo contemplas y nada más.
II
Es viernes.
Sentado al café, casi ausente de mi propio aliento.
Es viernes.
El silencio se hoye en mis células.
Soy el hombre más ridículo sentado
en mi propia existencia graciosa de amor.
Ganas de burlarme de mí no faltan.
Sé razonable.
Dios de mis silencios,
quizá extrañé el futuro que he vivido
al filo de este presente.
III
¡Sueño despertado!
Quisiera la inmortalidad de mis huesos
La muerte me ha hecho sentir su vacío,
me ha advertido que voy a pasar por sus brazos.
¡Se me seca el ánimo y la respiración se convierte en ansia.
Ansia de Vida.
Me aferro a la vida como si un segundo más
fuera la eternidad de mis carnes.
Finalmente, Dios me ha cogido de la Vida.
¡Estoy aquí!
Me convierto en adolescente
tocando la existencia del sentir de mi cuerpo.
Me derroto. Serlo y sentirlo, sabiendo
estar ausente y cerca de ti una vez.
Patria,
duelen tus heridas,
tus espadas pretéritas
marchitan el desaliento
y florece el coraje.
Microcosmos, reflejo
de mi totalidad
sueño de mi horizonte.
Mi historia,
eternidad del amado,
nacimiento abrazado
en polvo y caricia.
Niño,
curioso varón tallador impresionado,
encuentro diurno aprehensivo;
vuelto pasión ciega,
doble paso al más allá,
cielo robado en sus ojos.
Esperanza sin conocimiento
de una totalidad abrazante.
Compañero,
callado y hambriento de pan,
cogido de dolores,
corazón desgarrado y amado sin tregua,
Dios de la libertad y caricia de la eternidad,
fuego que detiene la impureza,
para sentarme en dos calmas regocijado,
sintiéndome meneado, único
¡Sentir!
¡Madre!
¡Qué grave contenido pusiste en mis entrañas!
¿Cuando llegaron a mí?
¡No ves que duele la vida!
Madre,
yo no los busco.
¡Mas ellos vienen cruel y deliciosamente!
¡Van y vienen burlando mi libre albedrío y la razón!
Llegan en el tiempo que menos espero.
Y el corazón se subordina a su imperio:
Ahora,
Sólo sé que ante aquel rostro me hallo solo,
¡Es un combate silencioso! Es sólo mío.
Y en mi duda sin final y sin confianza,
Orfandad absoluta de mi libertad.
Mi estrella se ha detenido
Ha preguntarme por el ser que duerme
Dejando nostalgias y rosas muertas a mi paso
Sin que entienda aquel magna
De desconsuelo y soledad
Misterio oculto...
Perdiendo el derecho a la intimidad...
TORRENTE DE RÍO
¡Tan débil!
no pudo con la nostalgia que sumaba noches
de abandono y agonía,
con aquellos días que se extendieron entre penumbras
haciendo castigo de lo eterno.
No soportó la oscuridad de aquellos astros
deslucidos, llorando tu ausencia.
Áridas mis horas fueron pasando,
luengas, gota a gota,
como penitente que arrastra su pecado,
lentamente, con sus pies sangrando,
sin percibir que en su camino
va cayendo a retazos
su piel,
sus entrañas,
su alegría...
O quizás fuera
cuando me atenazó el miedo
y busqué, desesperada,
tus brazos, tu regazo...
en la sombra que dejaba el viento,
pero no te encontré. En tu lugar,
quedaba el vacío
arrullado por el agrio aroma
de flores de crisantemos.
Amor mío,
si pudiera caminar hacia el pasado,
hacia aquella ilusión de que volvieras,
de recordarte que aún te quería
y de rogarte que me quisieras...
Si pudiera volver a ser tus manos
acariciándome en mis sueños.
¡Si pudiera, mi vida,
si pudiera sentir de nuevo...!
10 de octubre de 2006