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OBRAS DEL AUTOR

Bajo el naranjo 1940


.Anatole France 1940
Sobre la tierra ensangrentada 1941
Mientras llega la aurora 1942
Vidas sin rumbo . . . . 1943

Inscripta en el Registro de Propiec


dad Intelectual, de acuerdo con los
requisitos qite exige la ley 11. 723.
UN HOMBRE AL MARGEN .DE
UNA HISTORIA

En la tierra florece el sufrimiento, como .


claveles en almácigos. Dejémoslo así compa-
rado, aunque el dolor agobie, aniquile o ma,.
te. Que encierre ·también una imagen de es-
plendor, de manera que en sus destrucciones
variadas, haya lugar para la esperanza y la
belleza. El dolor injusto santifica y ennoble-
ce el alma nacida para el bien. Los inquebran-
tablemente nobles,. se elevan como atraídos a
región de amplitud y serenidad. Es el tamiz
purificador; y la ascensión del ánimo, la me-
dida de los valores irrebatibles; equidad ·y
1 ,
amor. ,
1
.10. GASTON GoRI VIDAS SIN RUMBO 11

Ibalo reflexionando, lllientras caminaba como viera huir una rata salida de los hórreos,
junto a los muelles del puerto, en 1Rosario, reí creyéndola asustada.
donde las aguas del Paraná, al entrar en la -¡Señor! ¡Señor! ·-·dijo acercándose-.
carrera de 1amplia curva, levantan sus olas en Tenía expresión de angustia .. La boca entre-
la ribera. En medio del río, canoas de ·pes- abierta y los ojos profundo~ como si se deba-
cadores se movían con lentitud; ausentes los tiera en cruel zozobra.
buques que la guerra ahuyentó de los mares. Me detuvo tomándose de un brazo; no de-
Anochecía ya y las luces del puerto. ,co- jó tiempo para que yo dijera nada.
menzaban. a reflejarse en las aguas, y en la · -Séñor, lléveme ·a alguna pa~te para pa-
orilla opuesta, entre árboles que la bordeaban, sar la noche!
algún farol se movía, ro.jizo, como estrella agó- -·i . . . . . . . . . '.
nica aprisionada por las ramas. . Lo dijo en tono de súplica. Ante lo intem-
De mi cabeza descubierta el aire rozaba , l pestivo_ del ruego sólo atiné a decir:
las sienes; lo aspiraba a todo pulmón; venido - i Qué le pasa 1
del río, traía toda su frescura. Hubiera son- -¡ Estoy sola y no tengo dónde dormir r
reído si alguien me hubiese anunciado aconte- No vestía mal, un vestido de tobralco flo-
cimiento capaz de torcer el curso metódico de reado de buen aspecto, zapatos de verano pa-
mi vida. No ignoraba -y no es mucho sa- ra niña; tendría sólo di€ciocho años .
ber ... - que basta la caída de una manzana La miré un instante con reserva, no diré·
para que se nos ilumine el pensamiento con
que temía nada, ni siquiera una rara manera
una nueva luz, o bajar a una posada, en Offen- de abordar con fines galantes; pero traté de
bach, para hallar motivo de honda adoración ... dominarme.
Y lo imprevisto fue al principio risueño. -¡ Cómo l 81 estás sola~ ...
U na jovencita venía hacia mí, casi corriendo y -Sí, no puedo ir a casa de m¡s padres.
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12 GAsTON GoRr

VIDAS SIN Rmrno


¡No puedo! ¡No puedo! Se lo ruego, lléveme
con usted para tener donde dormir.
Era una bella muchacha, y su expresión
-Sí, bien. Pero no te conozco, ni me co- dolorida, la embellecía más aún. La miré in-
noces ...
tensamente a los ojos que se dilataron y ab-
-No importa. Después le contaré ... .sorvieron toda mi mirada. Tomándola del bra-
¡Lléveme, se lo ruego!
zo la llevé hacia el portón de salida pensan-
.Me desordenaba todos los pensamientos do: "Es prudente no abandonarla, además, no
con su súplica sincerísima. Si alguien nos hu-
podría. Un conflicto, por enconado que se pre-
biera visto allí, parados cerca del río en tal sente, tiene siempre solución y conviene ha-·
actitud, nos hubiera supuesto amantes desave- llarla prqnto. Este, no será de lós más gra-
nidos. ves".
-Caminemos -le dije- y cuéntame qué Fuí tan sincero como lo exigían las cir-
te pasa. · cunstancias .
-Nada; iqué le voy a contar1 Quiero te"-
-Mira, no tengo dinero. Esto es muy, co-
ner un sitio donde pasar la noche. Lléveme
a algún sitio ... mún en mí. Trataremos de introducirnos en
mi pieza. Por supuesto, sin que nos vea la
Era, sin duda, una bella muchacha. Su- dueña de la pensión. Es muy rígida y equi-
poníale ya alguna desdichada aventura, una vocaría mis intenciones. Las personas igno-
de esas aventuras en que las mujeres ponen rantes que quieren imponer lo que llaman vir-
todo su corazón alucinado, 'inmolándole al sexo tud, son brutalmente inhumanas. . . Mi "pa-
exigente, ilusiones, esperanzas y hasta la vi- trona" vive además, para dos cosas: hacer de
da. Sentí como si hubiera de pronto creado en comer y exigir que le paguen. Debernos evi-
la escena -donde antes soplaba el aire sereno tarnos un encuentro desdichado.
venido desde los árboles hasta la orilla del
río- un ambiente de desdicha. Me agradas y te ayudaré. La belleza y el
dolor son sagrados para mí. La belleza por lo
qu<t adorna y el dolor, porque ...
14 GAsTON GoRI VIDAS SIN RUMBO

amor, tienen una manera particular de intro-


Adquirí conciencia del momento y trun-
ducirse en las habitaciones de solteros. Lu-
qué mi discurso. Si. hubiese dejado libre mi
pensamiento, hubiera caído en un estado fre- cía, a pesar de su desenvoltura, no amenguó un
cuente en mí. Divagador por costumbre, como punto mi estimación . .Al contrario, tonificó mi
si las palabras. trajesen a las palabras, y una ánimo. Me miraba sin saber qué decirme y
imagen a otra, quizá dónde llegaría tomado para evitar cualquier embarazo, salí a buscar--
de un brazo tan inesperado y fresco. le alimentos .
Iba contento, casi feliz. Me enchía el co-
-Te quedarás cerca de la ventana y en-
razón 1a bondad fundamental. Porque com-
trarás cuando avise. Haz el menor ruido po-1'
sible y todo irá bien. . . · ,ft
prenderéis bien que hay diversas bondades,
' ·.unas
,.,, mansas ' bondades de duendos; y otra
Y o vivía en calle San Lorenzo. Cuan(lp ,,,; ,,

bldalga, constructora, que se manifiesta en


llegamos, como si tuviese pensamientos de pu-
acciones animadas casi por la belleza. Eleva
rezª' discutible, temí cometer imprudencias el alma y nos torna resplandecientes. Es una
sospechosas. Quizo mi fortuna que nadie me . bondad de consecuencias desastrozas. . . Pero
viera y un momento después, entre confuso y vale la pena sentirla fecunda cuando es capaz
decidido, hice entrar a Lucía. de clavar un como rejón en la general rutina
-Esta es mi pieza. Me ibas a contar tu que arrastra al mundo de timoratos y egoís-
historia, pero te ruego que no lo hagas. Estoy tas. Ser perverso e inmoral -en el sentido de
a disposición tuya. Te ayudo sospechando falta de integridad del espíritu- es fácil en
apenas que hago bien ... Eso me basta. un ambiente donde la bondad fundamental y
Lucía se sentó en el borde de la cama y el desprendimiento son imperdonables. . . Co-
miraba los muebles como hacemos todos cuan- munmente no suele comprenderse toda la sig-
do entramos en una casa deeconocida. No era nificación de un gesto de honda humanidad.
ya tanta su inquietud; además, las mujeres ha-
bituadas a correr riesgos en menesteres de * *
VIDAS SIN RUMBO
16 GAsToN GoRI

mir ·en cualquier sitio y vendré muy de ma-


Lucía comió sin muchos deseos y a mí me
ñana.
pa1·eció conveniente demostrar buen apetito
-No, quédese. Y o no temo y además, es-
pues no sabía qué decir. La miraba y se me
toy enferma. . . contagiada.
ocurría un pensamiento tan fuera de ambien-
-Enferma. . . i Y te curas 1 .
te que por un instante me creí imbécil. "Las
-No, me trajerQn engañada y quiero cu-
mujeres suelen ser deliciosas y también infi-
rarme antes de volver a mi casa.
nitamente perversas; de manera que nos aven-
tajan, pues los hombres raras veces nos mos- -Y tú mientes a tus padres .
tramos deliciosos ... " Comprendí perfectamen- -Sí, tengo que mentirles.
te cuan grande es el aislamiento en que vivi- -Un amigo mio es médico. ~JI te ayu-
mos y cómo nuestro desenvolvimiento indivi- dará.
dual en la sociedad, sólo nos permite conocer Lucía me miró con infinita expresión de
de los hombres, exterioridades insignifican- agradecimiento. Creo que dijo todo lo que pue-
tes. de decirse a un hombrn a quien se supone muy,
bueno, muy atento y muy cariñoso. ., ,, . • ·
Por dos razones quise seguir desconocien,..
A la mañana siguiente, la. ,,:a'~bffipa:ñé \·,
do la historia de Lucía y guardé silencio obsti- hasta el sanatorio de mi amigo. Quedó Üttéi- ·
nado: por discreción extremada y sobre todo, nada durante una semana. Todos los dfas,Je. ,
por no arriesgarme a oir cualquier verdad más llevé un ramo de flores, pequeño, baratot' Po-··
o menos condimentada. Algunas cosas dijo y cas monedas me bastaban para convertirlas en
respondí con la misma sencillez. Pero allí es- colores armoniosos, frescos y perfumados. He ··
taba ella, con su bello rostro de expresión tor- c.onversado con ella como lo hace un hombre
turada, y aquí yo, con mi cerebro aferrado a de costumbres sencillas que ama la vida, y
un tonto deseo de reflexionar. poseer gran cosa ae que disfrutar, tiene para
sus goces unos libros, parques públicos, un río
-Mira, dije por fin, yo saldré para dor-
l

18 GAsToN GoRr
VIDAS SIN RUMBO 19

donde oir y ver la corriente del agua, y un


dable. Necesita de movimiento y sus expre-
empleo de escaso sueldo.
siones son la risa, el brillo de los ojos, la sol-
No sé si le he despertado, con poca pru-
tura del gesto. Es breve y se la olvida o por
dencia, esperanzas muy sonriente en la bon-
lo menos se la puede olvidar. No es menes-
dad de vivir.
ter que resulte de nuestra personalidad. Por
Lucía vino a saludarme en la noche vís- eso todos hemos tenido momentos de alegría.
pera de su partida. Sólo una frase de las que En esto se diferencia de la felicidad. La feli-
dijo, puedo retener con claridad. "Esto me cidad es un goce disfrutado con calma y es
pa'sa por haber querido ser feliz ... " profunda. No puede estar a flor de labios, si-
Era muy jóven y bonita, de manera que . no hondamente en nuestro corazón. Partici-
sin dificultad se mostró alegre. Además, da- pan de ella todos nuestros sentimientos de pla-
ba la impresión de sentirse como ante un ca- cer y su espontaneidad es limitada. Exige una
mino abierto y libre. elaboración previa en nuestro ser, y no todos
La despedí contento y salí a caminar ba- los hombres la pueden disfrutar. Para algu-
jo los árboles del paseo más cercano. Y allí nos permanece como una falaz desconocida,
deambulaba con mi tonta manía: ella había por motivos que los inducen a llamarse natu-
dicho: "Esto me pasa por haber querido ser ralezas desdichadas. Agrego que la felicidad
feliz". es serena, y cuando más profunda, más silen-
Irrefrenablemente se me ese~ . los ciosa :rl.>or ella suele vertirse el privilegio de
pensamientos, tentado por el tema ,;ffé1a ale- una lágrima. . . No sé a qué llamará Lucía ser
gría y la felicidad. La primera, fresca; la se-' feliz. . . En estos momentos, se estará prepa-
gunda, cálida. La alegría es como cascada bu- rando para hacer el viaje en cuyo final, qui-
lliciosa que rueda de las cumbres y des~parece zá la espere una nueva desdicha que tomará
en una grieta encubierta. Pasa y casi nada más serenamente.
deja de sí. Es espontánea, irreflexiva y salu-
Estaba ya a la puerta de mi pensión. La
¡
.f
20 GASTON GORI

realidad brutal de la dueña se denunciaba por


el tufo a fritura que invadía todas las habita-
ciones... .
-Señor López -me dijo luego- usted
trae a mi casa mujeres perdidas. Sepa que
aquí viven personas decentes y que usted me
adeuda dos meses de alquiler ...
Guardé una muy oportuna reserva mien- EL PODADOR
tras mi rostro se revestía de amable dignidad.
El canarito inició un tímido gorjeo nocturno; I
y en la habitación vecina, una madre cantaba
con dulzura, procn1·ando dormir. a su niño. Hacía ya veinte años que Don Pedro,
cuando finalizaba mayo, iba a la Comuna del
pueblo, más que a recabar órdenes ' a comuni-

car que iba a iniciar la poda de los árboles: pa.:''~
, ,

raísos en las calles apartadas; plátanos en las


centrales; pinos, ligustres y un magnolio en
la plazuela. El poblado no tenía más que al-
gún millar de habitantes. El los conocía a to~
dos, y todos le llamaban "el Podador".
Un título magnífico; timbre de su orgullo.
Consideraba casi suyos los árboles del pue.:.
blo. A muchos los había plantado cuando, a
los cincuenta años, ya sus brazos apenas si ser-
vían para más. Trajo paraísos de los contor-
nos y cavó los hoyos y, con mayor respeto,
22 GAsToN GoRI VIDAS SIN RUMBO 23

deshizo la envoltura en las raíces de los pinos 1 irreductible, no perdonó. Y si alguna vez re-
comprados en el vivero de Santa Fe. funfuñaba junto a· su tronco, el nombre del
Con los pinos estuvo solemne. Cuando con presidente nunca resultaba ileso ...
los años los veía crecer vigorosos, le satisfacía
pensar que, con la ayuda de sus rústicas ma- II
nos habían producido esos milagros de fron-
dosidad y elegancia. Aun cuando no fuera époc..- En los primeros días neblinosos de mayo,
ca oportuna y sin que se lo mandaran. . . ni el podador, afilaba sus serruchos. Sus nietos,
que le pagaran, al pasar junto a ellos, les que- dos cachidiablos, lo espiaban y reían oyéndo-
braba las ramitas secundarias, las torcidas o le monólogos interminables: el viejo. disputa-
las secas, para que no tomaran aspecto des- ba con su hija y con su yerno, disputaba a su
. alinea&o. En el pueblo, no habría jamás pinos gusto, solo, enfurecido a veces. Aprovechaba
como esos! su trabajo para decirse todo lo que ellos no le
Reconocía Don Pedro que a uno lo miraba oirían jamás.
con desdén. Lo habían ubicado en un sitio que -Esta Luisa, ¡para qué me teje medías
a él se le ocurrió inconveniente. Por más que de lana I i Soy acaso un viejo 'f Las medias de
protestó y se opuso, el pino fué plantado co- lana no me gustan. Guillermo, es un tonto,
mo quiso el presidente de la Comuna. compra todo más caro de lo que vale. t Quién
¡Ese, no sabía nada! me habrá usado esta lima, En esta casa no
Y allí estaba ahora el ·árbol, ocultando el soy dueño 'de nada. Cuando uno es viejo, siem-
sol a un rosal pálido, enfermizo, impidiend9 pre estorba. Sí, voy a cortar los paraísos y le
que desde el ángulo noroeste se viera una par- daré las ramas a Filomena cuando llegue a
te de la estatua gris, única, con el busto de los de su vereda.
Belgrano. - ¡ Qué hacen ustedes allí 1 ¡Se ríen de su
Ese pino fue un error que Don Pedro 1 1
abuelo! ¡Fuera de aquí, demonios! e,
GAs'.l'Oi'f Gom
VIDAS SIN Rmrno
... Y los serruchos, lucían ya la traba re-
luciente. -Don Pedro, venga a limpiarme
dín.
Se entretenía también Don Pedro en su
huerta. Hileras de salsifíes y acelgas, mas lar-
Y Don Pedro, de un matorral, descubría
a la luz canteros con malvones, tacos de rei-
gos surcos de patatas, daban a la familia abun-
nas, claveles. Trazaba atajos, clavaba moni-
dante alimento, y de vez en cuando, pequeñas
ventas a los vecinos, proporcionaban monedas tores, plantaba sarmientos. Todo lo hacía por
para,vino y tabaco. Los niños participaban unos pocos pesos que aceptaba con displicen-
cia, señalando al jardín:
del e~aso producto, por eso el abuelo mantec..
:nfa,síémpre su patriarcal jerarquía ... -Vea aquella parra, se trepará en el
(•

manzano ...
· Solían; no obstante, destrozarle el espan-
ta pájaros, por gusto de ver bambolear la ca- .-i Cuándo comienza a podar los árboles
don Pedro~·
beza del muñeco y de derramarle el aserrín
del vientre. -Eh, pronto. Las hojas comienzan a
El abuelo, en esto, los creía ángeles ino- caer. Habrá mucha leña este año porque
centes y los llamaba para reparar juntos un voy a tronchar los paraísos. Ya están muy al-
tos.
daño tan inexplicable.
-Son los perros, abuelo- y el grotesco -¿En su casa tiene muchos jazmines?
figurón tomaba formas y ·volvía a balancear -Llenos de vida . Todos los arbustos ca1·-
brazos y patas. garán como para reir de gusto. Se lo dije al
Como dentro de la casa no podía estarse cura para que rabie. . . Luisa no me va a tocar ,
un momento quieto tomó Don Pedro la cos- uno solo para la iglesia ...
tumbre de carpir para los vecinos. Les poda- -¡Cómo!, ~se enojó con el cura".?.
ba los rosales, practicaba injertos en naranjos -No, no, pero si su sacristán sabe tanto
y durazneros. de plantas, que se los dé él ...
De la huerta especialmente protegida por
26 GAs·roN GoRI VIDAS SIN RUMBO 27

·I
Dios y cultivada por el sacristán, le nacía a a la tentación de los vende-votos; y los politi-
don Pedro la suspicacia ... ¡' quillos sin Dios, patria, ni puesto, huzmeaban
1
en sus umbrales ...
III \
La Comuna, estaba atareadísima. El pre-
sidente había prometido al Doctor ganar to-
En verdad, comenzaban a caer las hojas do su pueblo para la elevada causa de su can-
de los árboles y en las copas amarillentas, ha- didatura. Porque la provincia necesitaba, ne-
. bía ya algunas ramas desnudas. El podador, cesitaba ... ¡Bueno! ¡Necesitaba que ganara
reparó en su casa un escalón de su vieja es- el Partido!
calera. Su nieto menor lo,~.egujfl,.
. Comenzc;¼;}m,1;J..c.~ despertar de su sueño las
-.·Alcánzame los clavÓs, ~~pin.::: aplanadpr~s 1-Ii:'~aminos; ocho peónes, ocho li-
-Abueio, iyo voy a ir con usted t Q:tetas. En la comisaría, se arreglaba ya la
,! < ~'

Y mientras el :inciano martillaba, el ni'- vereda: cuatro libretas. Quizá convendría des-
ño sostenía, sin necesidad, un extremo de la brozar todas las calles de los alrededores: diez
1
madera. , libretas.
Pensaba que yendo con su abuelo para Estaba el presidente salvando a la Comu-
amontonar las ramas cortadas adquiriría sin- na, cuando llegó don Pedro.
gular importancia. Del orgullo del anciano, -¡Eh! Don Chocarro, cuando comenza.-.
.\ había unpoco en su co;tazón ... mos a podar!
4
· _Mas ocurrió lo qli~ nunca en sus veinte ' ' -¡Ah! Caramba, caramba ... ¡La plazat
añ~s de podador oficial pudo imaginarse don · Me olvidaba de los árboles ... ¡A ver! Venga
Pedro. Llamémosle contingencia cívica a la mañana don Pedro ...
causa de su venidera amargura. -¡ Qué mañana! ¡Ahora mismo puedo co-
La provincia tenía que elegir su futuro menzar por la plaza!
gobernador. Los comités, abrían sus puertas -No, don Pedro. . . Este. . . Tengo que
GAsToN Gom VIDAS SIN RUMBO

bablar con el secretario ... venga mañana, don sintió en el alma. Fué como si se le derrum-
Pedro. bara una parte de su vida, la más íntima, la
más suya; la que lo ligaba con orgullo a su
-Bueno, vengo mañana.
oficio revestido por él, de jerarquía. Vió y no
Le parecía imposible que tuviese que in- quiso creer. El presentimiento lo paralizó .
sistir para cortar los árboles cuando sólo él Las ramas caían y el golpe, resonaba en su co-
los conocía como a las palmas rugosas de sus razón. Sintióse vacío y desarmado; y como ha-
manos, a uno por uno, desde que eran peque- bía reclamado varias veces por el comienzo
ños gajos apenas con vida ...
de su tarea, el recuerdo de las reticencias, le
Protestando en voz baja, se puso el som- aclaró la catástrofe ... Era sí una catástrofe.
brero y salió de la oficina. El presidente, se uno de esos dolores que se sienten más hondo¡;;.
sintió inspirado; su numen político· resplan- en la ancianidad, cuando se comprende que
decía: serán los últimos. No tenía ya objeto su or-
-Che, Gómez, vení. ¡ Cuánto le pagan a gullo y su orgullo de arboricultor, era el que
Don Pedro para podar! le sostenía con amor sobre la tierra. Sus ma-
nos temblaban. Todo el pueblo perdía ya la
-Quince pesos. . . creo.
razón de su existencia en él. Quizá llegaran
-Ya está. Llamálo al negro Barrera y a también a mofarse de un pobre viejo ...
Alejandro... ·
_ Como la herida era muy profunda, no sin-
tió despecho, ni odio, ni rebeldía. Caminan-
IV
do muy lentamente, se :retiró a su casa y se
U na tarde, lleno de estupor, don Pedro encerró en un silencio pertinaz; y él, que ani-
vió a dos mocetones que subidos· a sendos ár- moso era capaz aún de subir a un árbol, ape-
boles, serruchaban las ramas. El puntazo lo nas si podía sostener ahora su cuerpo.

lt
;30
..
GASTON ÜORI

... Esa tarde, quitó algunas ramitas secas


.a un rosal; sin aliento, ensimismado. Tal día
puede contarse como el primero de su silen-
~iosa agonía ...

,g1~
te¡.
ºf\ UNA MUERTE ALECCIONADORA
Jet·.·
~1(;);
{:' He sido un cazador apasionado desde muy
joven. La afición me poseía en tal forma, que
en épocas de caza, no permanecía ni un do-
mingo en la ciudad. Durante los inviernos, por
las perdices, y en los meses de verano, por los
patos. Palmo a palmo he recorrido campos del
sur y norte de Santa Fe. De Entre Ríos, San-
tiago del Estero y Córdoba, conozco solamen-
te las estancias donde abundaban martinetas.
Como todo cazador que se estima, poseía a fon-
do lo que con mis amigos, llamábamos "la nús-
tica". ]Us decir, contaba hazañas innumerables
del pen-o; casualidades, tiros asombrosos, le-
• yendas de cazadores, y a quién estuviera ~n
trance de escucharla, le contaba la historia'de
GAsToN GoRr

mi piel de guasuncho. Dentro de "la mística'\


¡ Cuál fué el origen de este despertar dul-
estaban comprendidas las cantidades inexac- ce y hondo'?
tas de aves cobradas, quiero decir, que cabía
la mentira entusiasta ... Lo recuerdo bien. J:í,ue angustioso, deso-
lador. Hace -caramba cómo vuela el tiem-
Aun conservo la sensación olfativa de los
po -.casi treinta años, en una tarde de julio,
esteros: olor a camalotes y totoras; y puedo
hermosa, llena de sol, apropiada para salir al
imaginar un horizonte en cuyo fondo, sobre las
campo, dos amigos me invitaron a cazar. Co-
aguas, se dibuja la bandada de patos; se apro-
mo tenía un hijo muy enfermo, vacilé; pero,.
ximan, pasan, y tras el estampido, caen los
dominado por mi afición, alisté mi escopeta.
alcanzados. . . Esto, es casi "mística".
No se opuso mi mujer, pues comprendía bien
Pero no me entusiasman ya los recuerdos cuánto me agradaban las cacerías. Salimos.
de mis excursiones y tengo para todos los ani-
Dije que la tarde era hermosa, y en efec-
males, un cariño entrañable; ni siquiera pue-
to, apenas si cortas brisas movían los pastos,'
do estar presente cuando mi señora -que lle-
que la intensa claridad tornaba maravillosa-
va muy guapos sus sesenta años- mata una
mente verdes. Las melgas, en otros terrenos,
gallina. Me apena, me duele. Ya no tendría
se prolongaban -fajas tendidas en la: aradu-
ánimo para apuntar con la escopeta ni a un
ratón. . ra- trazando rutas a la abundancia de per-
dices. El perro, laborioso como nunca, las pa-
Hace muchos años que he dado libertad a raba con exactitud, de manera que yo no erra-
todos mis pájaros. El día en que les abrí}as ba tiros. Había ya caminado por espacio de
jaulas, fué para mí trascendental, tanto, co..:
dos horas y el morral, estaba repleto. C~i-
mo si hubiera cumplido un primer acto de
. naba dentro de un potrero de alfalfar anti-
amor entrañable; como si diera un paso defi- guo. La tierra, apenas herbecida, era lisa y
nitivo hacia una nueva concepción de los sen-
ba casi limpia de matorrales. Mi perro co..:<
timientos vitales. ía sin cesar y yo, desprevenido, había ap~-
,VmAs Srn Rul\rno 35

yado la escopeta en un hombro . · Inesperada~ -otro, debía. saltar. y cuando estmre mas cer-
mente, a escasa distancia, una liebre, sorpren- ca aún, detrás del yuyo, la vi ...
dida! huyó veloz. Automáticamente, como ha- Fué una desilusión. Estaba muerta. Yo
ce todo cazador, aboqué los caños y disparé un . esperaba verla correr como si fuera un ·ene-
tiro ¡Erré! Y disparé el segundo. . . ¡La lie"' migo burlón; esperaba alcanzar un triunfo, y
bre siguió corriendo aparentemente ilesa! Era me vi frente a una derrota. Sí, estaba derro-
una lástima. De cobrarla; hubiera completado tado. La pobre liebre había muerto alcanza-
una magnífica cacería. Permanecí nrlrando da por las municiones, encogida, débil, insig-
como huía. A unos trescientos metros, se de- nificante .. La alcé anonadado, como si .el con-
tuvo. Era raro, pues suelen atravesar campos traste de mi ánsia, con la poquita cosa qu,e era
hasta perderse de vista. Temeroso de que hu- el animalito tibio aún y sangrando por el ho-
yera nuevamente, caminé hasta un grupo de cico, me hubiese colocado frente a mi alevo-
paraísos, y tomando, como punto de referen- sía. No sentí ni la mínima emoción de caza-
dor, ni el más insignificante orgullo por ha-
cia un único yuyo que sobresalía en dirección
berla cobrado; ese orgullo placentero del ti-
hacia donde se detuviera, me senté para espe-
rador eficaz. La liebre, muerta cuando la creía
rar. Llamé el perr9, pues no la había visto.
capaz de escapárseme por segunda vez, me
Dejé transcurrir unos quince minutos con es- había derrotado irremediablemente ... No, no
peranzas de que la liebre, al no verse perse- fué el cazador quién la alzó; fué el hombre
guida se calmara y me diera una nueva opor- puesto ante_ la evidencia de uh daño brutal, ca-
tunidad. No había salido del terreno; allí, si estúpido . La sangre me manchó las manos,
próxima al yuyo, debía estar aún. Dando. un e hice lo que jamás había hecho: me las limpié
· amplio rodeo, me fuí acercando. Lista la es-'- como temeroso de que su ardor maligno, me
copeta; el ojo avisor. ¡No erraría esta vezt Me las oradara. No obstante mi desaliento, la pu-
aproximaba mas y mas. De un momento a . se en el morral, i qué otra cosa iba a hacer1
36

VIDAS SIN RUMBO 37


Pero no seguí cazando; estaba desmoralizado
y para colmo, inexplicablemente, comencé a
Bajé el arma aterrado y miré a la señora.
pensar con tenaz insistencia en mi hijo enfer- Ella me sonreía. ·
mo .. La muerte de la liebre, caída lejos de mí, -¡Tírele, tírele! ¡Mátelo!
sangrando por el hocico, mató mi alma de ca-
El conejo había desaparecido. En el sue-.
zador. Creí que sería una impresión pasajera.
ño, me supuse presa de una terrible visión.
P_rocuré regresar· contento con mis amigos y
Caminé para que saliera otro conejo real, co-
comenté vivamente cada tiro a las perdicesi
nejo de verdad ... ¡ Uno blanco, de largas ore-
pero, en el fondo de mi corazón, se había abier- jas, corría entre dos surcos!
to una brecha.
Apunté, y al disparar, como el anterior,
Regalé la liebre. Por la noche, tuve un se transformó en un niño. El tiro le había par-
sueño atroz, uno de esos fenómenos oníricos tido la cabeza y una extensa mancha de san-
angustiosos, conturbadores, tan profundos que gre cubría el suelo ...
parecieran tener raíces en cada una de nues- Desperté sobresaltado. Tremenda angus-
tras venas .. tia me anudaba la garganta. Mi señora des-
Soñé, que, en el mismo campo donde dis- pertó también.
parara contra la liebre, había una casa rodea- -iQué te pasa'f dijo. -Has gritado ... ,,
da por lmertas. U na señora, robusta, rosada1 -Nada, un sueño horrible ...
de mirar intencionado, me ofrecía conejos; pe-
No pude volver a conciliarlo. Temía caer
ro como estaban en libertad, debía cazarlos
en la oscura zona donde dominaban visiones
con mi escopeta. La llevaba en mis manos car-
espantosas; .y a pesar de estar despierto, en
gada. Salió uno y apunté; iba a disparar, pe-
· la oscuridad, creía sentir la presencia del niño
ro simultáneamente el conejo se irguió, tomó
c·on el cráneo despedazado .. '. Cerraba los ojos,
formas de niño y un largo chorro de sangre
Y una tremenda confusión <le imágenes, se me
le salió del cráneo ...
agolpaba: el conejo, el niño, la sangre. . . Me
zumbaban los oídos y me dolían las sienes. Me
38 GAsToN Gom VmAs SIN UuMBO 39

parecía estúpido despertar 'a mi señora para radiantes que los míos encerra~os. ~ran m~-
conversar o levantarme". ses de primavera y un día, llame a ~1s dos hi-
Pasó la noche angustiosa . Cuando una . os. tenía entonces el mayor' trece anos, y con
leve claridad se hizo en la pieza, cerré los ojos
J ' . .
ellos abrimos las Jaulas.
y, cansado, pude dormir durante las dos ho- C¡rdenales, tordos, dominóes, volar~~ a los
ras que me faltaban para ir a mi trabajo. árboles en inesperada libertad. A los _nmos les
A la semana siguiente,,me invitaron a ca- parecía inverosímil, pero rieron connugo. H~y
zar. Disimulé un pequeño sobresalto y me ex- son hombres, y me complace saber que no t:e-
cusé. Temía, temía dolorosamente la visión nen afición por la caza, aunque me duele mas,
trágica del sueño. ¡ Y si en la realidad saliera verlos negociantes tan expertos· · ·
lma liebre y de pronto el espanto, como una Cuando los visito, les pido siempre un
fuerza vigorosa, recóndita, me hiciera profe- gran paquete de alpiste. Ellos se ríe~ de mí;
rir gritos en medio del campof tSi yendo con creen que a mi edad, es chochera arroJarle se-
mis amigos, sabiéndome despierto, en posesión millas a los gorriones ...
de mi conciencia y caminando sobre suelo co-
nocido, traspasara los límites de la realidad y
en cada perdiz o liebre viera niños, niños des-
trozados por los tiros de mi arma Y
. Me negué a ir. Pasé otros días en el cam-
po, sin mi escopeta. A veces, iba a orillas del
río, con mi familia, y me alegraba paseando,
mirando los árboles y· los pájaros. He visto
con dete11ción cómo las cardenillas tejen su ni~
do en las chilcas; oí cardenales cantando en
libertad, y me parecieron más hermosos, más
DETRAS, LAS RUINAS

NAVARRO, desde Villa Ana, iba a los


obrajes de La Forestal, en el tren de la Com-
pañía. }fas de cincuenta peones se apiñaban
en las vagonetas, algunos sentados, otros de
pie. Hablaban a gritos un duro lenguaje en el
que mezclaban castellano, guaraní y pocas pa-
labras quichuas. Correntinos, santiagueños,
santafesinos y, unos que otros, paraguayos que
bajando el Paraná habían trabajado también
en Formosa y en el Chaco.
Iban con sus fardeles de ropas y enseres,
vestidos con camisas o blusas de campo, recu-
biertas las piernas con monteras de lona.
t Cuando el trencito cruzaba por algún cla-
ro del monte donde fo esperaban rnás obreros,
VIDAS $1N Ru:M:BO

42 juro por vos que no te engañé. ¡Sos testarudo


Navarro!
los ~eones pro!erían gritos y vivas que se ¡Eso también! Como acorralado por sus
perdian en el silencio aplastante de los árbo- imaginaciones, se empeéi1;1aba en sus celos. Le
les. · suplicaba Juana y cuando la vió humillada has-
Navarro iba callado, en un extremo de la ta el llanto, salió para la picada.
v~goneta · Le molestaba la alegría torpe. Te- -Bueno, me voy ...
ma en l_a ~abeza un pensamiento fijo, y como El pensamiento de Juana, le dolía en la
~resentnmento de cosas que terminaban para cabeza. Para olvidarla, se esforzaba en recor-
el. Iba. al obraje porque no podía hacer otra dar su vida por los secadales de Santiago, y.
cosa. ¡Cómo quedarse en el rancho con J ua- cuando anduvo quince días Salado abajo,· sin
na ! Se les habían terminado las provisiones v rumbo, hasta que lo recogieron indios de los
tenía que trabajar. . V

alrededores y lo llevaron a una estancia, y des-


-Quedate Navarro, estoy mala ... pués, volvió a viajar hasta conchavarse en
°
N pudo encontrad e curandera y Juana Cruz del Eje. Le fué mejor entonces ... ¡Y
dolorida del vientre, quedó sola. ' ' Juana otra vez I De allí la trajo, enamorado,.
Hacía casi tres años que andaban juiltos. arisco siempre, y de tumbo en tumbo, llegó a
Levantaron el rancho, por última vez a una Reconquista. Trabajó en el atracadero del
legua de Villa Ana cuando se concha;ó para próximo puerto fluvial. No les faltaba comi-
desenterrar raigones de quebrachos. Así que. da y compraba ropas para Juana cuando po-
concluye~on la limpieza del terreno, y cesaron día. Pero tranquilo, nunca.
los trabaJos, quedaron aislados, rodeados por Una tarde le había dicho Juana:
la selva, al pié de un guayacán. Vivieron un -Hoy vi a López. Aquél de la comadre
mes comiendo charqui hervido ... de Córdoba. Anda por acá ...
Ahora, se iba a los obrajes. -Bueno ...
-Quedate aunque me castigués Navarro.
ESt oy mala.·· No pensés en el gringo que te
44 GAsToN Gon1

A los dos días, se fueron al norte. Allí Navarro, reconcentrado, trabajaba como
estaban desde hacía un año, luchando a brazo bestia . ¡Y?' no era vida!
partido con la pobreza y sin entenderse. Cuan- El rancho se vendría abajo con la primera
do él conversaba tranquilo, J nana le decía:. tormenta; filtraba agua por todos lados por
-.Sos bruto Navarro ... -y reía. insignificante que fuera la lluvia. En sus pa-
redes agrietadas, tejían las arañas, las mismas
Sí, le había perdido miedo. Sintió que co-
que al amanecer dejaban sus telas brillando
menzaba a odiarla. Lo esclavizaba. No pen-
al sol, entre ramas espinosas.
saba en otra cosa y trabajaba rudamente, más
En cada rincón, olor a miseria . J nana es-
que si anduviera solo. Siempre lo mismo: el
taba embarazada y por cualquier cosa, le lla-
monte, la proveeduría, la pobreza y la carco- maba bruto.
ma de su odio. ¡La odiaba! ¡Sí, la odiaba!
Sí, se había abrutado. No tenía como an-
tes ese gusto enorme de andar y de reír, de ha-
* * cerse amigo de la gente. Y como nunca, tenía
* las manos doloridas por callos durísimos. que
ahora se le partían. ·
Derrivaba quebrachos. En medio del mon.,.
No sabía por qué estaba en el monte ha-
· te repicaban las hachas con golpe seco, igual;
chando de la mañana a la noche. Cuando ha-
y luego se oía el ruído de las ramas al desplo~ 1
blaba, su voz, le parecía un gruñido. Poco a
marse los troncos. Los tábanos aguijoneaban
poco, toda su vida, le iba envenenando la san-
las carnes de los hombres desnudos hasta la gre.
cintura. En las monteras se clavaban las es-:
Quería olvidar la miseria de su rancho y
pinas de cactos y chulquis.
olvidar también a J nana, como a un fraca 0

El grito de los picadores acuciando los so ...


bueyes; se perdía con el chirrido de los cacha-
pés cargados. * *
*

·~

~,. .-_,·..,.v•ai:•·a-..-.:z:rq¡¡¡-.r.ziill•ll··11z•=·=·--·=·._.__.,,__'"""""K~,-s~~.:.,l!!;;:;,1•·•.;; mf' ' -TI" .


46 GAsTON GoRI
47
·, ' El tren estaba listo para partir y Navarro
' -¡Yo voy!
no aguntó más. El Paraná, de puro ancho y lenio, corría
-Me voy a Villa Ana, capataz, deme el majestuoso. Sobre ambas orillas crecían ve-
vale ...
getaciones tupidísimas, de un verde intenso.
.
!-
'()'
-- <¡ -Cuántos días estuviste ... Algunas bandadas de tordos lo cruzaban y se
-Cuatro. perdían entre los árboles de Corrientes. El ai-
1 ' \ )

' -¡Tomá! re fresco parecía seguir, sobre las aguas, el


,)
... Y subió a la vagoneta con el vale de curso del río, y movía, en su empuje, las ra-
seis pesos. Iban cruzando la picada. Las rue- mas de las riberas ...
das traqueteaban sobre los rieles a desnivel. Nuestro hombre trabajó todo el día, y. co"-
Era como salir de un escenario donde se de- mo una nueva esperanza lo refrescaba, empe-
jaban enterrados compañeros, y esperanzas ñoso hasta el denuedo, no se tomó descanso.
1·otas. Pedazo de tierra fértil para el sufri- Al caer la tarde, el barco zarpaba rumbo
) miento, como casi todo el suelo del mundo. Pe.., a Santa Fe. Se negó a cobrar, siempre que lo
ro aquél, peor. Sin alegria, sin horizonte; per- llevaran como peón de la Compañía. Y cuan-
didos los hombres en cuevas verdes, espino- do ·el agua se encrespó, espumosa, junto a la
sas, hachando sin cesar. Selva a la que se le hélice, se sentó en la cubierta para ver cómo
iban quitando quebrachos con dolor, hasta con en el horizonte iba desapareciendo un grupo
agonías. de palmeras. Las sombras comenzaban a con-
)
Navarro la dejaba sin pena ni alegría. fundir todos los árboles y apenas si relucía el
En Villa Ana cobró el vale e iba a beber. río con el fulgor de la luna que se alzaba.
Un hombre robusto, en la puerta del almacén, Navarro respiró con fuerza, y mientras el
preguntaba a gritos, quién. quería ir al atra- barco navegaba sereno, bajó a las bodegas a
u cadero, en el Paraná, a cargar troncos. Nava- descansar ....
'.) rro, apenas si pensó.

'·...,/'
MERODEADORES

Cierta vez aparecieron bajo la arcada del


puente Mihura, sobre el río Salado, dos moce-
tones . Traían en sendas bolsas los escasos en-
seres indispensables para sus vidas vagabun-
das. El más alto esgrimía un garrote y el otro,
medio envuelta en tiras de arpillera, una esco-
peta lamentablemente herrumbrada. Ambos
eran delgados, signo de largas penurias. Ves-
tían tan mal que poco faltaba para qne mos-
traran las carnes.
El alto dijo:
·~¡Eh! infame, bhacemos campamento
aquí?
50 GASTON Gom
VIDAS SIN Rm,rno 51
-Como quieras hermano ...
te introduciéndole una vieja bombilla de ho-
. -Este es un buen sitio para resguardar- lfr jalata.
se de la lluvia. Se había sentado sobre un tronco, como
No tardaría en caer. Viajaban con lenti- en el mejor de los asientos. Tenía enrojecido el
tud, extensas nubes blancas y por el sur, se le- rostro por el sol y la intemperie. De ojos pe-
vantaban amenazantes signos obscuros de tor- queños, miraba con descaro o desconfianza.
menta. El río, en plena creciente, corría pe- El Flaco era moreno, de nariz aquilina,
sado, turbio, silencioso y de cuando en cuan- frente estrecha cubierta a un costado por ca-
do, se oía un golpe: en la superficie quedaban, bellos lacios que le caían desordenados. Lar-
t
por un instante, los círculos en cuyo centro, gos los brazos y manos amplias, sobresalían
,:-,,,
k,._J se había sumergido un pez. demasiado de las mangas deterioradas.
Los dos compañeros cortaron yuyos, lim- Un poco fatigados por la caminata y por
piaron varios metros cuadrados de tierra y los preparativos para vivir bajo el puente, per-
extendieron nnas bolsas. De los gajos de al- manecieron callados y uno después del otro,
garrobos próximos entresacaron las ramas se- con pausa, sorbían mates.
cas y la amontonaron contra el muro. Cava- El viento de la costa comenzó a agitar los
ron un poco la tierra, para utilizar el hueco árboles y bandadas de bandurrias con vuelo
como hornalla. Pronto, con papeles y leña, se precipitado, pasaban sobre el río cuyas aguas
avivó :flameando el fuego. encrespadas, levantaban turbia espuma eon-
-Buscá agua, Flaco, aquí tenés la pava. tra los pilones del puente.
En los campos que $e extendían a uno y
El Flaco, con pasos de gandul, se acercó
otro lado de las riberas, los animales se agru-
al río y sumergió el recipiente para colocarlo
paban buscando refugio en los algarrobales.
después sobre el fuego. Su compañero, que se
Gruesas · gotas aisladas salpicaban sobre el
llamaba Aquilino, o el Ñato, preparaba el ma-
agua. Amainó por nu instante el viento y
,¡¡·, •"~ ·,; ·•"i~~:¾"i''''.'~r!,,.,,,rr~~:t1t'1l*t·,t#;@i(W h,,?*%#1fr?Rf,h i4~j···J: 1dffl/rWJ'··1!'~·q,.,;JttQ}f'%j4,'h kifJJ Jt., $ t.A&J · ta;::.: t.!! J. ·iJMH. · . }/'.t;;· ,.
·f ' ,-,~~¡{

52 GASTON Goru VmAs SIN RUJirno


1
¡
cuando con renovados bríos agitó ramas y pas-

r
110. En· las manos traía una gallina con el cue-
tizales, una nutrida lluvia vista de lejos, se llo retorcido ...
acercó rápida hacia el puente, cubriendo toda
la extensión ...
II
Los dos merodeadores apretujados contra
el muro, quedaron mirándola tranquilamente.
Por la mañana despertaron temprano. El
Hermano, habrá agua para rato ... ! Ñato caminó por la ribera mirando el agua y
-Dejá que llueva, contestó con sorna, el como oyera voces levantó la vista hacia el
de los ojillos. puente. Tuvo un instante de azoramiento.
Así, transcurrieron unas horas y cuando Tres individuos conversaban apoyados sobre
ya era inminente la oscuridad nocturna, am- la baranda. Sin el menor interés por desper-
bos, cou bolsas sobre los hombros, por la pen- tar sospechas, se reunió con su compañero que
diente subieron al camino. Iban a ganarse el activamente preparaba ramas para el fuego.
pan de cada noche ... -Hay gente arriba.
Habrían andado quinientos metros del lu- -El puente es para todos ...
gar, cuando descubrieron la primera casa de -¡ Pero ésta huele a policía!
colonos. Se acercaron con gran precaución. No tuvieron necesidad de ocultar nada
· La lluvia era delgada y el silencio completo. pues habían ya puesto a buen recaudo el ali-
Reconocieron sigilosamente el sitio y luego, mento sospechoso. . . Disimularon la escopeta
sin vacilación practicaron un rodeo a la casa. con arpillera y yuyos y esperaron pacíficamen-
No ladraron perros ni se oyeron ruidos. El te. Dos angelitos no tuvieran el aire más ino-
Flaco se rezagó sin decir palabra y el compa- cente ...
ñero, seguro, audaz, arrastróse hacia un gru- 1 Oyeron el motor de un automóvil que se
po de árboles. Transcurrió un instante de hon-
da espectatiya y regresó rápido como un feli- l detenía y mirándose, mejoraron más aún la
displicencia de los ademanes.
l
54 GAsTON Goru
VIDAS SIN RUMBO
55
Por el río, a favor de la corriente, baja-
ban dos canoas; tres hombres arrojaban gan- Pronto se les unió una tercera embarcación, y
chos sujetos con alambres. todos, agitados, arrojaban continuamente los
-Mirá, Ñato, esto es pezca mayor .. '. ganchos para rastrear. El agua corría con pe~
-No es para nosotros, hermano. sada mansedumbre. De trecho en trecho, al-
Recelosos, comenzaron a recobrarse, cuan- gunas ramas sobresalían llevadas por la cre-
do dos civiles se les acercaron: ciente. Se hacía cada vez más intensa la clari-
-iDesde cuándo están ustedes aqua les dad de la mañana y apenas si sobre los cam-
preguntaron. pos y a lo lejos, sobre el río, se levantaba te-
t_} -Desde hace tres días. . . _Mintieron cou " nue neblina. El Ñato y su compañero miraban
intención. ¡ a los buscadores como si se interesaran 1:or el
cadáver.
-iNo vieron nada ayer por la noche?
Más aliviado contestó Aquilino: J ¡Ellos sabían bien que, enganchado en las
ramas de un espinillo, había rozado durant_e la
-No, no vimos nada ... si podemos ayu-
noche, la curva del río!
dar en algo. . . Somos buena gente ...
-Se ahogó uno anteayer; más arriba, cer- Al querer arrojar los restos de la cena, el
ca del monte ... Ñato creyó hallar flotando a la orilla ropas de
Una de las embarcaciones se había acer- vestir. Tiró de m1 extremo y sin turbarse lla-
cado atracando a la orilla. mó:
-Está muy crecido -dijo el que guia- -¡Eh! hermano, aquí está el tesoro de
ba- y se hace difícil el rastreo. En siete ho- Sobremonte ...
ras el agua debió arrastrarlo, por lo menos, Entre ambos le requisaron las ropas; le
más allá del puente. extrajeron un cuchillo envainado y algunas
Uno de los pesquisantes subió a la canoa monedas de níquel.
e hizo remar hacia el centro de la corriente. -¡Esto .sí que es mala suerte! ¡No creo ya
ui en los ahogados!
56 GAsTo:s Gom
VIDAS SIN Rmmo

-¡Vamos! i A empujar esta basura!


Cuando el agua hubo recobrado a su víc- -Infame, tenemos invitados a la mesa.
tima, los merodeadores, casi disgustados, ape- Lo llamaron con palabras cariñosas; lo
nas si miraron cómo el cadáver se sumergía (¡ue quedaba del galgo, se decidió: olfateó con
definitivamente. lentitud y por fin meneó su cola. El Ñato tuvo
una idea infernal ...
Mientras se secaban las ropas el Ñato no
\ pudo contenerse: -Hermano, donde comen dos pueden co-
mer tres, pero debemos purgarlo ...
-¡ Y estaba gordo el infame ... !
Buscó la escopeta y con el extremo de los
<'años, removió la olla. Se le adhirió un líquido
pringoso: la salsa del guiso.
.Aquel día, comerían guiso de pescado, o Eh! animal, vení a lamer esto ... !
por lo menos, algo que se le. parecía. Guiso por Le acercó los caños y el perro, sacando,
aproximación. Vientos de escasa suerte sopla- tímido, la lengua, comenzó a lamer con suavi-
ban para ellos, pero conservaban buen humor. dad, y cuando llegó a la boca de los caños, so-
-Flaco, i te comerías un lechón asado, nó el estampido brutal. Un tremendo aullido
- j Desalmado! j Me torturás ! desgarró el silencio del río y el animal, con la
-Conf esalo: i Comerías pavo relleno? mandíbula destrozada, se arrastraba huyendo
-¡Ay! j Ay! Basta: confieso: lo comería. desesperado ...
En eso estaban cuando, salido de quien sa- Media hora habría pasado cuando los per-
be donde, se apareció un perro. Alto, esquelé- dularios dejaron de reir, para comenzar a co-
tico, ojos infinitamente lánguidos. Un perro mer ...
con profundos elementos contradictorios. Apa-
riencia de perro. Más hambre que perro. IV
-¡Alma mía, éramos pocos ... y pru·ió mi
abuela! Bajando hacia el sur del puente, vivía un
pescador. Viejo conocedor del río, pescaba con
i ¡¡
58 GASTON Go&I VIDAS SIN RUMBO 59

abundancia para mercar en Santa Fe. Era Murmurando entre dientes, remó con
hombre de buenas costumbres y ejercía su ofi- fuerzas, recorrió todos los anzuelos de la ori-
cio con habilidad. Elegía los parajes adecua- lla. ¡ Ni uno solo tenía carnada!
dos para tender sus anzuelos en largos espi- U na tremenda duda le agitó el corazón.
neles. En las ramas de espinillos, algarrobos 0 ¡Aquí roban! ¡Aquí hay gente que roba en los
cina-cina, que se extendían sobre el agua, col- anzuelos! De dos espineles extrajo moncholos
gaba tramperos con carnada viva para el su- y armados.
rubí. Por aquellos días picaba mucho y el vie- -Sí,. me han robado y es gente de a pie.
jo teuía :repletos sus cajones, de manera que En los espineles no falta nada, robaron a fa
hacía sus :recorridas con confianza. Al despe- orilla, en los tramperos.
gar su canoa de la orilla, lo animaba la segu- Chasqueó la lengua y quedó un instante
ridad de realizar una buena pesca. Sonreía al pensativo mientras empujaba los remos. Ha-
acercarse a las trampas presintiendo la agita- cia el norte, siguiendo con la vista el río cu-
ción del agua bajo la rama en que pendía ata- yas aguas doraba a trechos el sol, se elevaba
da con firmeza 1a brazolada rípida, a _cuyo ex- la arquitectura del puente ...
u: tremo pujaba un dorado o un zun1bí.
El viejo lo miraba con profunda descon-
,.) Aquella mañana le ocmTían cosas extra-
fianza. Llegó hasta la ribera donde alzara su
) ñas. A la primera trampa la halló descarnada.
...
choza, puso la pesca viva en un cajón aguje-
-¡Palometas!, exclamó y después de reen- reado y semisumergido en el río; y sacucié~-
carnar, remó a favor de la corriente. dose la ropa subió a su habitación. Inquieto,
Al divisar el segundo trampero, tuvo un salió a la puerta; miró hacia los árboles. Con
instante de asombro: ¡ el hilo se agitaba en el ademán pausado se quitó el sombrero y len-
aire! tamente se rascó la cabeza.
\..)
- .j Cortado! y sin embargo, estaba bien -¡Los del puente ... !
patillado ...
Decidido, bajó la barranca, subió a su em-
60 GASTON GoRI

barcación y comenzó a remar costeando río


arriba. Después de casi media hora, estuvo
cerca del puente. La masa de agua, pesada, vi-
gorosa, arrolladora, parecía llevarse en la su-
perficie el ruido rítmico de los remos golpean-
do en las barandas de la canoa. Avanzaba con
lentitud. Algunas gaviotas graznaron volando
sobre el puente cuando el viejo y su embarca-
ción desaparecían bajo la arcada. Observó el
~itio donde acamparan Aquilino y el Flaco. LA IMPORTANCIA DE
Quedaban restos de papeles, ceniza, tierra HAMILOAR LAGOS
aplanada y nada más. ·
-Pájaro que comió voló. ¡Esos limpiaron Desde su cama, a través de la ventana
mis anzuelos! ¡Mala gente para los ríos ... ! Y abierta, veía moverse las copas de los árboles.
volviendo la proa, se dejó arrastrar por la co- Los veía bien; eran dos naranjos y un poco
rriente tornando a su choza en cuya techum- más hacia el sur, amplio ramaje del durazne-
bre pajiza, llegado del monte, rumoreaba el ro, comenzaba a reverdecer. Los miraba como
viento ... si recién los descubriera. ¡Arboles de su casal
· Se sentía con espíritu dulcísimo, y como
entraba en el período de convalecencia, cre-
yó que ese instante, a los veintisiete años -de
edad, y postrado, era un instante feliz en su
vida. ¡Vivir!

les ...
Sí, vivía. Respiraba y miraba los árbo-

Lo que Hamílear Lagos sentía, era un po-


if ' l'

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----ilí!l!lilll~-¡¡¡¡¡g------~----------.. . . . . - - - · · , - · · · ·....-=-=-"··..:--:;..-.;..,,;;.··;;;.,·<:1::;.,;--;;;;;·==..:::..:.:...:::..:;;:::..:..::::::._:.=:,
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1

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C;

62 GASTON Goar VmAs SIN Ru~rno 63

co de generosidad o un piadoso renunciamien- Nunca fué observado por incumplimien-


to de sí mismo. Si hubiera sido de tempera- tos, ni desmayó su armonioso ritmo de ano-
mento apasionado, quizá sufriera honda exal- taciones. Tampoco dejaba que pasase un sólo
tación al respirar con lúcida conciencia el día, sin que estudiara contabilidad.
aire y abrir los ojos a tanta luz. Pero todo, Los días jueves, a las diecinueve, con un
no pasó sino como un instante de dicha pe- periódico debajo del brazo; llamaba a la puer-
queña, sin que faltase al cumplimiento de una ta de la casa de su novia y exactamente a las
·formalidad exigida por sn médico: una cu- veinte y treinta, se retiraba.
(J charada de espectorante. . . Corno si se cerra- Cinco años después, registraba en su vi-
() se la ventana, olvidó definitivamente los da, dos acontecimientos importantes: ascenso
árboles; también el duraznero de ramas que merecido por su afanosa contracción al tra-
reventarían pronto en llagas sonrosadas, y bajo que le valiera, y por su ruego especialí-
en cuyo alcorque, con agua turbia, se baña- simo, permanecer en la misma ciudad, donde
ban dos gorriones . pensaba ·contraer matrimonio con su novia a
\ ) Hamílcar,. era nn hombre prudente ... quien visitaba todos los sábados y domingos,
u y a cuya puerta también llamaba, con un dia-
ti * *
rio bajo el brazo, los días jueves a las dieci-
*
nueve en punto, y se retiraba a las veinte y
treinta exactamente.
Serio, alto, formal se reintegró a sus ta-
Teas en el Banco de la Nación. Habló muy Receloso de su reputación y del respeto
poco de su neumonía y trabajó mucho sobre a su prometida, veía con placer que jamás su
las planillas. Cumplía una grave función al futura suegra los abandonara cuando pudie-
trazar con elegancia, los rasgos del número ran exponerse a comentarios de sus relacio-
siete. Era la prolijidad consiguiendo maravi- 11es íntimas.
llas de estética . Hamílcar progresaba y además, iba ad-
64 GASTON Gom
VIDAS SIN füTMDO
65
quiriendo aplomo y ascendiente incuestiona-
bles. Su carrera sin obstáculos lo revestía de sión, quedó enhiesta mi alma, ennoblecida,
un brillo social que muy íntimamente, lo en- austera y rebosando gratitud sin ingenuidad.
vanecía. Cierta noche, meditando sobre su Fuí alternativamente feliz con plenitud u
oscuramente desventurado. A la hidra de
propia vida, y después de un prolijo examen
de su importancia, jalonó sus progresos con prejuicios y ruindades, le arrebaté la pureza
los aumentos sucesivos de su sueldo. Y de- de mi corazón. Y a puedo mirar con sereni-
·cidió adquirir un automóvil con el que saldría dad la tierra donde vivo y donde luchan los
hombres, sin restarles mis esfuerzos y unién-
a pasear a sn novia acompañada por la seño-
ra mamá. doles mis esperanzas. Confío en la bondad
del futuro y creo que veré algún día cómo
mis hermanos trabajarán y encontrarán · su
* * dicha en el esfuerzo común, límpio de vile-
* zas. Se darán leyes donde estarán contem-
plados también todos los derechos de vivir
Esto dejé escrito cuando azares de la for- sin sacrificar estérilmente la propia felici-
tuna, pusieron frente a mi vida ardiente, tor- dad. Un renunciamiento razonado de nuestra
turada, a una mujer maravillosa que me hizo dicha, acendra virtudes. Con algo hay que lle-
sentir con Michelet, que una verdadera luz nar los vacíos que quedan. . . Agradezcamos
brilla allí donde amamos. No es prudente pues que nuestro corazón' sea capaz de infi-
que intercale mi propia historia en la que nitas perfecciones.
quedó trunca en el papel. Basten las expe-
riencias reflexionadas. * *
Fné un deslumbramiento, una introduc-
ción a la vida real, con la amargura de afron-
tar un destino inexorable. Traspuesta la pa-
Cuando después de tanto tiempo, he vueJ-
66 GAsTON Goru
VIDAS Sm RUMBO 67
to a releer estos· papeles, he sabido algo más
robusteció su sólida jerarquía. Con Chartreu-
de Hamílcar Lagos. sse, era más importante aun.
Es un hombr~ respetable, sereno, que lue- Cierta vez opinó que, para un honorable
go de almorzar, fuma un cigarro. Posee fir- empleado, no debería regir la disposición que
mes conocimientos de contabilidad. Su armo- les impide estar al frente de una sociedad.
nioso trato con las personas, y un delicado en cuyos estatutos no se prohibiesen los jue-
concepto de su función, lo elevaron a conta- gos de azar ....
dor del Banco, donde, después de un breve Era un sueño suyo, n11 sueño de su vanidad,
traslado, permanece más firme en su carrera. ser presidente del club Social.
Parece que conceptos de origen pesimista, le Es lo único que encontró objetable, den-
han hecho dudar de las excelencias del ma- tro del régimen reglamentario cuya ~rmonía,
trimonio, pues el jueves, con un diario bajo nunca jamás contradijo con la mínima impru-
el brazo, a las diecinueve, se introdujo en la dencia. Y hasta se permitió no pensarlo con
casa de su novia y se retfró a las veinte y excesiva certidumbre ...
treinta, con toda la exactitud que le exije el
mantenimiento puro de su ínclito decoro. Ce- * *
*
nó con sus hermanas, y juntos recordaron la
Es indispensable que las personas deco-
intitutriz que cuando niños les daba golosi- rosas mueran decorosamente.
nas a escondidas de la madre, cuya imagen, de
Al cumplirse para Lagos esa fatalidad
venerable severidad, presidía la mesa de~de el sin evasión probable, resulta alentadora mi
cuadro colgado en la pared empapelada, abso- confianza en la absoluta dignidad de su pul-
lutamente sobria. Harnílcar saboreaba una monía ...
copita de Chartreusse. E1·a un goce permiti- Mi hijo -que contra todas mis presun-
do sin reservas dentro de su sueldo y casi exi- ciones es un gran lector- muy socarronamen-
jido por su elevada condición. Ante sí mismo, te me dijo esta mañana:
68 GAsToN GoRr
VroAs SIN Rullrno 69
-Papá, amigo mío, ha muerto Lagos ...
-Bella persona. . . -contesté con infini- yas blancas y negras. La primera generación
ta mansedumbre. tle estas moscas atraída por la espantosa se,
-Pero murió en un momento inoportu- ñal, puede formar por si sola en el cadáver de
no. siete a ocho generaciones, que crecen y se acu-
- j ... l
mulan durante tres a seis meses.
-Estoy leyendo un buen libro, bneno pa- La piel del cadáver es entonces de un
ra mí, que soy radiante como el sol. eolor amarillo tirando a rosa, el vientre de un ·
verde claro, la espalda de un verde oscuro. O
-Hijo mío, tú me imitas, pues apenas si
te comprendo ... por lo menos, tales serían sus colores si no pa-
sase todo esto en la sombra de la tumba.
-Dice Barbusse que unas moscas muy
menudas, las "curtoneuras", asedian al cuer- Luego, la descomposición cambia de na-
po algunos instantes antes de la muerte ... turaleza. Sigue la fermentación butírica que
Ciertas emanaciones le indican la inminencia produce unos ácidos crasos llamados vulgar-
de un suceso que va a procurarles una rebo- mente sebo de cadáver. ·
sante abundancia de alimento para sus lar- -Hijo mío, científico estás ...
vas, y cargadas de huevos, porfían ya por de- -Recito, solamente. Linneo ha dicho que
positarlos en las narices, boca y ojos del mo- tres moscas consumen un cadáver tan pronto
. ribundo.
como pudiera hacerlo un león. Los bichos de
No bien cesa la vida, acuden otras mos- los cementerios se suceden por períodos. Ca-
cas. Desde que el soplo de corrupción se hace da especie llega a su tiempo, de suerte que se !lí
sentir, acuden muchas más: la mosca azul, la conoce la edad de un cadáver por la clase de i '/ fr:
mosca verde, cuyo nombre científico es "Luci-
insectos que en él se ceba. Obsérvase así, al
lia coesar", y el moscardón llamado el "gran ¡L
través de los cuerpos sin vida, ocho inmigra-
sarcófago", qne tiene el tórax surcado de ra-
ciones sucesivas, que corresponden a las ocho
'f) 70 GAsToN GoRI
t)
() fases de la fermentación pútrida, por obra de
f) - la cual se exterioriza poco a poco el interior
( )
del cuerpo.
-Amigo mío, la mañana es muy hermo- r

¡¿; sa, corre afuera una brisa llena de delicadezas


y si tuviese tu edad, me echaría a correr por
lou el campo basta alcanzarle el extremo, porque
me figuro que arrastra nardos. . . Cierra tu
() libro, y que Hamilcar Lagos, descanse en su ANTONITO
o tumba ...
f) Antonito ,había nacido en una casucha de
adobe y madera, en las afueras de una
pequeña ciudad. Era un chico morocho y
muy débil. Comía poco, porque toda su
familia vivía en extrema pobreza, pa-dres,
abuelos, tíos. El padre, trabajaba de peón en
el matadero, anegado en agua sucia, entre el
fuerte olor de carnicería. Gastaba pantalones
ordinarios y blusa de tela gruesa. Jamás cal-
zó zapatos. Era un criollo sufrido y serio, que
se emborrachaba los días domingo y entonces,
dormía en el patio, en las bolsas de los perros
o en el pasto donde comía su caballo. Ganaba
treinta pesos por mes y debía mantener a la
mujer, a Antonito y dos hijitas más. Para

--:---.:==·--- :~-,c-_---cc-,e _ _ _ _'.--___ -·-----------·-----


72 GAsToN GoRI VmAs SIN Ru:r.rno 73

colmo d~ miserias, el patrón, le pagaba "ele Tierras donde el ganado se multiplica in-
a poco". numerable y donde las minas dan sus. tesoros
Antonito sentía que su vida era desgra- .a no se sabe qué manos. ¡Nacer pobre, sufrir
ciada, y cuando salía a correr por el campo, y morirse miserable! Esa era su vida.
110 hubiera querido regresar más a su rancho.
Un automóvil pasó veloz y lo envolvió en
Sentía miedo enorme _del padre cuando, tam-
1ma amplia nube de polvo. El criollo, escupió
baleándose, gesticulaba parloteando palabras
y siguió con trote aburrido.
incoherentes.
En la casa del patrón, con el sombrero en
Nunca pensó si amába o no a su madre.
Ja mano y mirando al suelo, pidió dinero. \
Ella le pegaba y entonces el niño salía con un
})alo en busca de los perros y los azotaba sin Cuánto te debo! le preguntó.
piedad. Pero Antonito no era perverso. Su- -Veinticinco pesos, patrón.
fría. -Bueno, tomá cinco, y esperá hasta el
Porque ya el almacenero no les fiaba, una otro lunes.
tarde la mujer djjo: El peón, sintió que un sordo rencor le _en-
-Andá, sonso, pedile al patrón lo que te turbiaba la mirada. ¡ Cinco pesos . ! ¡ Ganas te-
debe. 11ía de hacerlos pedazos!

Y el padre de Antonito ensilló su caballo ' -Patrón, es poco ...


y fué a la ciudad. Iba pensando que la vida es -¡Cómo! ¡Es poco! ¡Negro pedigüeño, si
"perra" para los pobres. Que se trabaja y se no te conformás, andate y no trabajés más!
trabaja, para después morirse tísico en cual- -Ta, bien, patrón. Ta, bien y se reti-
quier parte, en el catre, en el suelo, o en el 1·ó arrastrando las alpargatas.
hospital. Morir consumido en esta tierra don- Afuera, el sol calentaba las veredas y, en i:
de los trigales extienden hasta el infinito las torno al caballo, una multitud de moscas vo-
riquezas de sus espigas . laba para posarse en las ancas. Las campana-
74 GAsToN GoRI VIDAS SIN Rmrno 75

das del reloj de la iglesia sonaban en el silen- una bandada de gaviotas, describiera esplén-
cio pesado de la ciudad inactiva. dido abanico, antes de posarse en tierras ara-
:EJ peón montó despacio. El ceño frunci- das.
do. La mirada torva. Un mechón de cabellos Le parecía que toda su vida quedaba atrás
se le escurría bajo el sombrero. Comenzó a y la que llevaba ahora, era peor. En la es-
andar, con la mirada fija, hacia adelante. tancia, no lo conchabaron y siguió andando.
"El Chorlo" se llamaba el boliche donde Torvo, dolorido. Ni sabía cuánto tiempo hacía
dejó el dinero y su 1·abia, a cambio de una bo- que trotaba. Quería llegar al pueblo vecino y
rrachera. apuró su cabalgadura.
En el pueblo, qué otra cosa sabría hacer
* * que ir "a los negocios". Preguntó por alguien
* que necesitara peón, pero nadie sabía donde
podrían emplearlo.
Aun los gallos agredían a la madrugada Comió un poco de fiambre y se resistió
y los animales sueltos, en la calle se mante- a beber. Por la noche, fué a una jugada.'
nían inmóviles. El peón montó a caballo y sa- Arriesgó los últimos cincuenta centavos. Ga-
lió campo afuera . Por la noche, había dicho a nó. Jugó el peso. Ganó hasta tener quince en
la mujer. el bolsillo. Con el dinero se sintió más segu-
-Mañana me voy a la estancia "La En- ro, pero algo se despertó de pronto dentro de
ramada", a pedir trabajo. él. U na sensación de libertad y de holganza.
Con trote despacioso hacía camino. No Sin pensarlo más, toda su familia, su mujer,
le importaba que el sol, en un amanecer mara- y sus hijos, quedaron condenados a un aban-
villoso, tiñera de sonrosado el agua tranqµila dono completo.
de un estero; ni el aire fresco, ni el mugido de Se desligó, como quien arroja una carga
las vacas, ni el verdor de los campos, ni que molesta. Ahora, era él solo. No oiría más el

\
76 GAsToN Gom
VIDAS SIN RUMBO 77
llanto de los chicos, ni las palabras duras de la
gar de noche a su casa, porque nadie lo repren-
mujer. Ni iría más al matadero. Escupió con día.
asco. Estaba libre, y bebió unas copas.
Pero a veces, otros niños que lo cruzabanr
Cinco días después, en medio de un tu-
vestidos de blanco y útiles bajo el brazo; le di-
multo, salvó su vida, pero había dejado ten-
jeron: "negro limosnero". Creyó verles des-
dido a un hombre, con tres puñaladas en el
pecho. precio en los ojos y la boca, y reflexionó por
primera vez. No podía estar orgulloso de ser
limosnero; y mientré!,s mascaba un trozo de
* *
pan, sintió asco. Se sintió solo en medio de
*
la calle. Pensó que otros compraban panes
enteros y él mendigaba pedazos. El comía so-
La madre, fregaba ropa y castigaba a los
bras, como los perros que escapaban de las
niños desde el amanecer, hasta la noche.
carnice1'ías con trozos de basofia, y recordó
-Mala perra de vida.
que un día, junto a un tarro de basuras, remo-
Antonito estaba contento porque no veía
vió los desperdicios y extrajo un tambor ro-
a su padre llegar borracho. Una vez"pregun-
to. El niño se vió miserable. 1Estaba des-
tó por él. Le dijeron que estaba en el pueblo,
calzo, y a su lado pasaban señoras que deja-
y desde entonces no se interesó más.
ban olores fraganciosos, perfumes inverosími-
Le gustaba ir por las calles pidiendo pan. les. Le parecía que las señoras bien vestidas
Así lo hacían sus primos y cuando él era muy podían tener también niños limpios. Conio su
pequeño, creyó una vez, que podtía también mamá nunca usó perfumes, él tenía que vestir-
salir a limosnear. Ahora andaba solo y vaga- se mal y pobremente .. En su lógica elemen-
bundeaba. Con trozos de ladrillos, rayaba tal, se conformó a un pensamiento rústico: él
automóviles nuevos, apedreaba faroles y pe- era pobre y debía pedir. Era natural. Siguió
rros. Vivía a su gusto. No le importaba lle- caminando sin advertir que las horas pasa han.
78 GAsToN GoRI · VmAs SIN Rmrno 79

Llegó a su casucha. La madre, al verle regre- Sin apelación posible, Antorúto fué bene-
sar con la bolsa vacía, le dió un tremendo pe- ficiado; nadie pudo ni quiso· impedirlo. Desde
llizco. entonces, inició su vida de asilado.
-Sos vagabundo, como tu padre.· Aprendió a formar filas y a marchar con
los redobles del tambor. Como era reconcen-
* * trado, nunca jugó libremente con sus amigos.
* Lo llenaban de tristeza los corredores del asi-
lo. Mientras comía sentado a la mesa común,
En un rincón, sobre su jergón frío y duro, le parecía sentir que dentro de sus oídos ma-
Antonito dormitaba. Cerca de él, las hermani- chacaban dos palabras: "negro limosnero".
tas dormían ya profundamente. El ladrido de La comida era mejor que la de su casa; era me-
· los perros terminó por despertarlo. Se dió jor el pan y estaba limpio. Pero quería com-
vuelta sobre el colchón de chalas y levantó la prender por qué estaban encerrados tantos
cabeza. Por la ventana abierta vió que un niños junto con él y llegó a esta conclusión:
hombre abrazaba a la madre. Quiso gritar, "todos los padres de ellos, eran borrachos y
pero una oscura intuición lo detuvo. El a~i- asesinos';. Antonito, vivía triste. Pensaba en ·
go ya había estado varias tardes tomando ma- .sus hermanitas y en la madre, pero más pen-
tes con yerba que él mismo traía. Además, lo saba en él. Le enseñaban a leer y escribir.
conocía, trabajaba en el matadero. Con el lápiz trazaba líneas caprichosas y una
tarde, sin que lo vieran, dibujó una cara ...
Pensando y pensando se quedó dormido.
Recordó que un día, sentado sobre un
U na señora muy gorda, con brillantes en
tronco, vió correr un caballo desbocado y le
las manos y grandes anteojos sobre la nariz
pareció que la cara y el caballo eran dos se-
resrmmndo abolengo, vino un día en busca de
.cretos de él.
Antonito. Las damas de Beneficencia, ejer-
* *
cían el poder de su caridad.
*
80 GASTON GORI

Tenía trece años cuando lo sacaron del oídos machacaban dos palabras: negre limos-
asilo. Como siempre, se mantenía pálido. No nero.
era vivaracho. Sabía leer de corrido y reza- Un atardecer, se subió a las ramas eleva-
ba todas las oraciones religiosas . No sabía pa- das· de un paraíso y, haciendo un enorme es-
ra qué, pero le enseñaron a rezar y rezaba por fuerzo, irguió su cabeza todo lo que pudo y
las noches. · abrió sus ojos, como para distinguir en el ho-
Toda la monotonía de su vida, se refleja- rizonte, el rancho donde su madre lo castiga-
ba en su honda mirada. Nunca le hablaban de ba... ·
la madre y recordaba poco de su padre. Le· Se sintió desolado y miserable.
enseñaban a ser un hombre útil, se lo decían
cada día, pero él, no sabía para qué podía ser-
vir. Lo sacaron del asilo y en un automóvil
atravesaron con él, toda la ciudad. Cuando el
campo comenzaba a diseñarse, tuvo la impre-
sión de un retorno esperado. Sabía que lo
llevaban a una estancia, y por un momento ¡l

pensó que encontraría a su madre y a sus her-


manas. Miraba la extensión de tierras culti- .,.,
vadas, como a un espectáculo nnevo. Mas, si-
lencioso, no sonreía.
La estancia, tenía .. un edificio grande y
galpones enormes. Miraba con timidez a las
personas y contestaba brevemente. Antonio
supo que desde esa tarde, su ocupación consis-
tiría en secar platos y barrer pisos. En sus
EL MATRIMONIO PASTORE

José Pastore tenía su chacra a dos leguas


de la ciudad. Casa de estilo indefinido, a la
que se añadieron piezas y galpón; árboles en
torno y un terreno que rendía medianas cose-
chas.
Con su mujer, lo hacían producir a fuerza
de tesón. No ganaban con alegrías el duro pan
diario, antes bien, con el sudor constante de ·
sus brazos. El regalo del hogar, fuente de son-
risas, eran sus hijos: un niño de cuatro afios
y una niña que hacía meses, interrumpiendo
el trabajo de la mujer, había nacido como una
rosa.
Despuntaba ya en el niño, el muchacho

.
•••:···
84 GASTON GoRI

VmAs SrN RUMBO 85


travieso ,Y -_decía la abuela- correteaba co-
mo demonio, tras los patos y los gansos. extendido en el pat~o, una amplia lona para
Despertaba con el padre y para imitarlo aventar lino. El niño jugueteaba en ella dan-
en el corral, revoleaba con torpeza la lonja de do tumbos y vueltas carneros. Espantaba a
su látigo. Lloraba a veces por seguirlo hasta la~ gallinas que picoteaban a su alrededor y
el campo donde, para octubre, comenzaban a reia cuando, asustadas, levantaban tierra con
madurar lino y trigo. su volido.
No temía a los caballos, ni a los cerdos. José, arremangada la blusa, traía sobre
Subido sobre el cerco de "palo a pique" les su espalda, desde el galpón, las bolsas de lino
arrojaba espigas o gramillás. Y las vaciaba; su mujer, en los fondos de la
Ayudaba también a buscar huevos, si- casa, con la niña en brazos, recogía en su ces-
guiendo los cacareos o el canto radiante de los to las mazorcas desgranadas por los cerdos.
gallos.
Canturre~ba en la mañana luminosa y pa-
Era el orgullo y esperanza del padre. La ra sentirse más aliviada hizo que la niña diera
niña muy pequeña aún, sólo sabía comer y llo- . unos pasos, los poquitos que podía. Pero, des-
rar ... de la casa, un grito de su marido, uno de esos
Fué una fresca mañana. Diciembre co- gritos que vibran entre el horror y la deses-
menzaba a recalentar la tierra y el aire. En peración, hizo que corriera, desgarrada el al-
los campos asoleados, se extendían los rastro- ma, en el paroxismo de la angustia.
jos y los pastos, resecándose ya, ponían el fon-

r
Teresa! ¡Teresa! jEl chico! ¡El chico
do dorado en el paisaje lugareño. que no respira!
La prosperidad de los Pastore, si no cre- José, aturdido, anonadado, lo sacudía en
ciente, se mantenía este año con el rendimien- sus brazos. Lo llamaba a gritos y Teresa con
to seguro de la cosecha. los ojos desencajados -sin pensamiento;, en '!'
\ 1

Muy de madrugada, el matrimonio había la cumbre de la desesperación-· lo sacudía lo ' ; il


'
estrechaba. . . Pero el niño, definitivamente,
86
GASTON Gom

dobló su cabecita en cuya sien derecha, como


una amapola, se le cuajaba la sangre.
Fué sin querer! ¡Pobre hijo, perdónr
fué sin querer! ¡Hijor ¡Hijo! jHijo!
José se sacudía en 11antos convulsionados.
Había matado a su hijo, con un balancín, mien-
tras bajaba arreos del estante. No vió que es~
taba a su lado; el fortísimo golpe, le había des-
trozado la sien.
En el instante tremendo de la tragedia,
ERNESTA MANZINI
cuando el dolor los arrastraba inexorablemen-
te a 1a semiconciencia, otra angustia espontá-
nea, sacudió toda el alma de Teresa que, es- I
pantada corrió en busca de su hijita como si
a su espalda se abrieran las alas de_ un presen- -ERNESTA, cochina, cochina, debiera
echarte a palos ... r
~.
t,.
timiento horroroso.
Cerca del chiquero, tras un alarido, se La mujer escandalizada, amenazaba con
,.· .
~-- desplomó desmayada. las manos en alto, para luego cerrarlas y apo-
l.
~i_·

yarlas en las caderas voluminosas.


' \' ) ... Honda piedad y conmiseración profun-
da, para José, el campesino, y Teresa, su mu- Sus piernas entorpecidas por la indigna-
jer, que en el manicomio tienen para desaso- ción, tumbaron una silla. Este hecho terminó
siego de sus locuras, dos visiones terribles: él, de excitar a la mujer, que descargó toda la
violenta pobreza de su cultura.
su niño muerto en los brazos, y ella, las pier-
necitas de su hija devorada por los cerdos ... En un ángulo de la pieza, con las manos
en la cara, una jovenzuela sollozaba compun-
gida.
Su vestido lacio, cubría el cuerpo de vien-
88 · GASTON GoRI
'VIDAS SIN RUMBO
89
tre henchido como un fruto maduro. La ma-
dre se acercó con la níano abierta como para ni su culpa ni su desdicha son tan enormes.
sacudir una cachetada, mas su ademán, se No obstante sufre sin poderlo evitar.
transformó en reproches. Su pecho cansado, Lo que le ocurría, no estaba previsto en
se agitó en llanto y aumentaron los sollozos de -sus simples ensueños de amor; era insospecha-
la hija desventnrada y maldecida. ble, como una granizada caída sobre los cam-
pos de trigo.
* Sus dos hermanos, jovencitos, la miran
* .con más curiosidad que sospechas, mientras
:salen de caza con sus redes.
Las voluntariosas fuerzas de la vida, pro-
vocaron esta escena en una humilde casa de
campo, rodeada de cercos y árboles. II
Está situada a varias leguas del pueblo,
donde, no tengo dudas, más de una ·persona Ernesta piensa en Roque. Se ~ncontró
ya habrá comentado sentenciosa, y espera el ,con él, una tarde nublada, camino de la aldea,
desenlace con satisfacción perversa. mientras iba a comprar género para un ves-
El dolor sincero, lo viven la madre, que tido: cumplía dieciocho años, y su madre se lo
invoca el nombre respetable de ·su marido regalaba haciendo con sus ahorros, maravillas
inciertas.
muerto, y Ernesta que se desespera frente a
una incomprensible encrucijada. Aoepta cómo Roque Y eneré era hijo de campesinos que,
inmerecida su fatalidad. Jamás había pensa- hacía añ•s ya, no trataban a los Manzini por-
do antes que en la vida suele pagarse con llan- que unos caballos suyos habían destrozado
'
tos prolongados, las fugitivas delicias que es- parte de sus alambrados. Rústicos Montescos
casamente nos ofrece. Y a no comprende nada y Capuletos, sus familias estaban reñidas.
de cuanto le ha acontecido, mas intuye que Roque era feo y osado. De cabellos lacios
y amplias orejas, su nariz ostentaba la perso-
90 GASTON GoRI

VIDAS SIN RUMBO 91


11.alidad singular de un lobanillo de tendencias 4

picarescas ... .·. desatar los paquetes. Pero Ernesta no tenía


Ernesta respondió por primera vez a su prisa. Hubierá, querido hablarle de Roque y
saludo, y la risa franca de Roque, le hizo son,. no podía; antes lo hacía con frecuencia, pero
reir. un sentimiento distinto le impedía nombrarlo
Acostumbrada a suponerlo siempre un hoy: en el fondo de su conciencia, sabía que
enemigo, durante todo el camino pensó en él; :nada diría sin hacer notar que una dulzura
y no sabía qué le atraía más, si la comproba- extraña y deliciosa la envolvía por completo.
ción de que un hijo de los Y eneré no era poco En su casa el nombre de Y eneré sólo debía ser
gentil, o la gracia sana de su rostro lleno de desdeñado o injuriado. A ella ya no le pare-
malicia. cían tan tercos, tan egoístas, tan bárbaros co-
Al elegir en la tienda su tela, el nombre mo los juzgaba su padre mientras vivía. No-
de Roque, le bailaba en el corazón. tó que en su familia hubo siempre un exceso
de empecinamiento. Hay instantes en que los
* * antiguos conflictos no tienen razón de ser y
* parece imposible que alguna vez hayan existi-
do. Ese instante vivía Ernesta. Comprendía
Cuando regresó a su casa, encontró a su
todo lo imposible de su pensamiento, pero se
madre frente al cajón que le servía para ama-
sentía vencida por una inexplicable satisfac-
sar la harina: como le agradaba el pan dulce
ción: nombrar a Roque ..
con pasas de uva, el cumpleaños de su hija, le
No lo nombró ese día, pero durante la no-
parecía un acontecimiento doblemente feliz.
che, mient:ras esperaba conciliar el huidizo
Después de quedar viuda, engrosaba y se po-
nía golosa ... sueño, saboreó complacida la frescura de su
imagen.
Se limpió con premura las manos enhari-
nadas en su delantal, para ayudar a Ernesta a * *
*
,92 GAS'l'ON Gom 93
.
U na semana después, Ernesfa guardaba de su padre: "Los Y eneré son muy malos ve-
por vez primera, un secreto para su madre. D* cinos, pero muy trabajadores".
Francisca, que tal era su nombre, se hubiera Ella hubiera querido que el fuerte mozo
sentido irritaba ante la comprobación inaudi~ labrara un día el pequeño camp·o de su madre;
ta: su hija amaba a Roque. . . · y lo esperaba así con certidumbre.
Admitía las evasivas de.Roque porque co-
Había reñido a menudo a su marido por
nocía el carácter de Doña Francisca, pero con-
sus desavenencias con sus vecinos, pero al mo,..
fiaba en que un día los vecinos, asombrados y
rir, adoptó sus rencores y era a su vez intran-
sigente. envidiosos, los verían juntos en su propia ca-
sa. ~ra una esperanza ilusoria.
Por eso nunca le dij9 Ernesta que junto Por lo ·pronto, sus amores comenzaban a.
al molino de viento un día muy próximo, le dió ser conocidos, y extendiéndose los rumores, se
a Roque sus manos; ni le dijo jamás que al ir aproiimaban a su hogar.
por cualquier motivo, a casa de unos vecinos,
eri el sendero del bosquecillo de algarrobos, la III
boca de Roque tuvo estrujada a su boca.
Desde entonces, se afanaba en sus ·tareas Septiembre despertaba la tierra de su le- I '
para tener momentos libres. Y ella, que pocas targo. Los gajos de las plantas como si hu-
veces lo había pensado, al mirarse en el espe- bieran enriquecido sus fibras, reventaban por
jo, se encontraba bella y sonreía. los extremos una profusión de yemas. Los
Le molestaba que sus hermanos la siguie- campos se cubrían de verdor que los anima-
. ran porque, temerosa de ser descubierta, sen- les hollaban con sus pezuñas pacíficas .
tía hacia ellos, un secreto sentimiento de ene- Era la hora de la siesta.
mistad. Ernesta conducía a un animal al prado
Junto a Roque, solía recordar las palabras .que distaba pocas cuadras.
:94 GASTON GoRr

Vestía sencillamente . Las mangas alza- ya indiferente a sus continuas turbaciones y


das, dejaban al descubierto sus brazos bron- Roque, le huía.
ceados por el sol. El cabello, separado en me- En un festival del pueblo, le vió reir con
dio del cráneo, le caía, trenzado, hacia el pe- sus amigas que la miraban y sonreían. ·
eho. Se desesperaba por disimular, mas, roja
Sus pensamientos se debatían entre satis- de ira, sentía una honda tortura en su cora- .
facción, duda y angustia. zón. Cuando lo veía desaparecer entre mí gru-
Sabía que Roque la esperaba. Hubiera po de personas, un zumbido desconcertante le
<1uerido llegar hasta donde debían encontrar- torturaba los oídos y hasta le impedía ver con
se, mas, de pronto, se arrepentía de sus pro- precisión. Si hubiera podido obrar con liber-
mesas precipitadas: sn osadía resultaba su- tad, en una actitud irreflexiva, desesperada,
perior a sus propias fuerzas ... hubiera corrido a buscarlo para impedirle que
' riera, que mirara y sobre todo, que desearan
. bailar con ·él.
Doña Francisca notó su inquietud y no de-
Silbaba una perdiz a lo lejos, cuando Er- jó de observarla.
nesta se abrazó a Roque ...
Ernesta sufría horriblemente.
Durante la noche, en su pieza, después
de apagar la luz, cuando hubo transcurrido
* * un tiempo que le pareció larguísimo, sin poder
* soportar su congoja, lloró desesperadamente.
Doña Francisca, alarmada, acudió junto a
Habían transcurrido unos meses. Sus en- su cama. Cuando Ernesta se vió sorprendida,
cuentros espaciaban y una terrible duda ator- lejos de evitar el llanto vertió en agudos sollo-
mentaba a Ernesta: su madre no se mostraba zos su dolor.
VIDAS Srn RiuMBO 97
Sintió la madre hundirse la tierra a sus:
pies, un presentimiento terrible le hizo ver IV
destrozado su hogar mantenido con tantas -pe-
!fayo, ya por concluir, continúa lluvioso .
. nas y sacrificios. No preguntó nada a su hija 1
Durante el día, las nubes, ·empujadas por
porque le parecía sentir sobre sí, el peso de
el viento, formaron ~scuros signos fabulosos;
una maldición tremenda. Cuando oyó de la-
por la noche, la tormenta arrecia.
bios de Ernesta la confirmación de sus sos-
Las chispas monstruosas de las intensas
pechas, vacilaron sus pies. Sus pensamientos
desordenados se agrupaban de tal manera en
descargas eléctricas alumbran el camino que . ¡'
el agua convierte en lodazal.
su cerebro, que concluyeron en una aguda cri- Los truenos retumban, allá, profundamen-
sis de nervios. te en lo infinito del espacio.
V arias horas después, al serenarse, ·refle- De cuando en cuando un rayo violento,
xionó. Midió toda la miseria y la humildad de como tirano, se impone con su estruendo, para
su existencia sin alegrías. Juzgó que la vida oirse luego, por un instante, tan sólo el recio
era una carga pesada y dolorosa. No podía caer del agua sobre los campos.
comprender cómo la desventura se introduce Los árboles, en la sombra de la noche, son
tan fácilmente en el hogar de los pobres, ni azotados con furia por el vendaval. Mientras
cómo su vida virtuosa pudo ser lacerada por los truenos cesan, se une al zumbar del viento
y al ruído de la lluvia el trotar nervioso de ca-
tan injusta pena. No halló en su conciencia ni
ballos. Una jardinera hace camino, arrastrada
una culpa, y pensó qiie una hmnilde mujer,
por los brutos que salpican agua y barro. ·
no es codiciosa cuando sólo aspira a ganar su
Los estampidos de las descargas que es-
pan y a vivir tranquila.
tallan entre las nubes, los encabritan y conti-
En el fondo de s1,1s pensamientos ,maldijo núan luego, con mayor brío. De pronto, do-
el día az¿iroso en que fué concebida ... blan a la derecha. Un relámpago intenso ilu-
mina descubriendo el sitio.
GASTON GoRI
VIDAS SIN RUMBO

En el intervalo de su luz, se ve la mole


Después del agitamiento de la
rústica de una casa, la empalizada del cerco y
día amaneció sereno. El camino vllJ.V'-'•""'"
las ramas de los árboles agitados por el viento.
pierde en medio de dos extensiones de pastos
Luego la noche, aparentemente más oscu-
ra, cubre la escena de sombra. verdes y húmedos.
En la tierra rica y blanda, asoman nue-
U na lucesita la hiere.
vos brotes. Los rayos tibios envuelven de luz'
Son los rayos que irradia un farol, y
la casa de campo.
atraviesan la hendija de una puerta.
Un jovenzuelo ensilla su caballo junto al
. El vehículo se detiene junto a ella.
palenque, mientras allá, bajo la techumbre de
Bajan dos hombres. U no de ellos la em-
. puja, descubriendo a la noche la claridad de chilcas, otro, que dejó de ordeñar una vaca,,
su hueco. apoya al ternero.
Es el médico y un hermano de Ernesta. En su pieza, Ernesta parece dormitar; su
Se quitan los capotes empapados. cuerpo cansado, reposa. Tiene el rostro , de-
El muchacho, se dirige con recelo a su macrado, los ojos hundidos, las manos frias.
pieza. Una señora, cuidadosamente, la cubre con una
El médico se frota las manos y saluda a pañoleta, mientras otra ayuda a Doña Fran-
la madre con una palmada afectuosa en la es- cisca que envuelve y acaricia a un niñito que
palda. Del dormitorio inmediato se oyen vo- llora ...
ces débiles. Cuando entra el facultativo, dos El mismo día, en un negocio del pueblo,
mujeres, vecinas quizá, se pasan una toallay Roque, al comentar sonriendo su aventura,
cesan de hablar. fué abofeteado por un hombre.
Ernesta sufre en su lecho de parturienta.

* *
*
VIDAS SIN RUMBO O DOS AMIGOS
Y UN GATO

I
30 de julio .

.Zambo mira y remira fijamente la cacero-


la. Es un gato optimista. La duda, como rico
jugo, no ha penetrado en él. Es tan, pero tan
optimista, que hasta se relame. Aun cree que
sobre la tierra e~iste un pedazo de carne sin
dueño. . . Me aventuro a suponer que su con-
cepto de lo providencial, es firme. No se ajus-
ta a experiencias; no es un gato científico.
Además de ignorar que a idénticas causas co-
rresponden idénticos resultados, tiene un ape-
1 tito de bulímico.

1
VIDAS Srn Ru:r.rno 103

-Javier, nuestro gato; comería siempre,. · ·sus cuidadoras. La Providencia les ha reser-'
y convengamos que en eso, tiene similitudes vado a las mujeres, que pasados los cuarenta
estrechas con nuestros más firmes deseos. Si años, aun conservan una sonrisa unilateral Y,
pudiera unirse a nosotros en los trabajos ím- una virginidad que a nadie interesa.
probos y en las duras pruebas, quizá lo haría,
* *
porque también es virtuoso. Y la virtud lo
*
pierde. No debería respetar tan celosamente Zambo mira la olla y se relame. Es evi-'
el derecho de propiedad privada, pues Vélez dente que la esperanza ha arraigado furiosa-
Sarsfield, no lo tuvo en cuenta cÚando redac- mente en su corazón. Nosotros la hemos per-
tó su Código. No es un código para pobres dido, puesto que conocemos mejor los azares
gatos ... De los félidos no se legislaron usos, cos- de esta existencia humilde que nos hemos for-
tumbres, etc. y quizá lo agradezcan. i:Me quie- jado a fuerza de sacrificios. Existen hombres
res reprochar la intención f '1, Y tu símbolo de gordos, gordos y ricos, pero estoy seguro que
la Justicia 1 Decías que las vendas colocadas· nuestro gato los desprecia: tiene buen gusto.
ante sus ojos, no alcanzan a impedir que espíe Eso sí, es refinado; y además, porfiadamente
con exceso. Pero los modernos penalistas, son iluso, pues sigue suponiendo que en la olla,
científicos y no maliciosos: para que vea como hay algo más que agua y choclos. Su esperan-
con rayos X, le quitarán al símbolo legenda- za desmesurada nos alienta y así, somos tres
rio el pañuelo que lo ciega. ¡Ah, Señores I No individualidades que, por un instante, se han
en balde tememos que, cuando vuestra Justi- aferrado a la ilusión de una cena suculenta.
cia vea, le hagáis, c_omo siempre, dirigir, de-
masiadas miradas ruborosas a vuestro oro II
resplandeciente ...
19 de agosto.
Retornemos. Los pobres gatos, no entran
- 1
nunca en los,,cálculos de los hombres. Tienen
La gata de la vecina, maúlla con quejidos

.
104 GAsTON GoRI
VIDAS SIN Ru?<LBO 105
infaµtiles, y Zambo está inquieto. Como 3:,no-
Un raudal de luz inundó la pieza haciendo que
chece, da vuelta en torno a" la casa.
:rebosara el oro, casi del único que disponemos.
.Sospechamos que esta noche su virtud, ha
El aire fresco nos avivó el rostro y en nuestro
de· sufrir algún delicioso y .sensible menosca-
bo. corazón conmovido, sentimos un gran deseo de
-vivir.
Podríamos envidiarlo. No nos faltan her-
Tú, .Tavier, te quedaste mirando no sé qué.
mosas imágenes, y el amor nos conmueve des-
No me fo dices, pero. sufres. Tú no encuen-
de la aurora dispersadora de pájaros. Tú,
tras encanto en tu vida, en cambio yo en la
ayer, te extasiaste, Javier, mirando una gran
rosa que perfumaba el jardín cercano, mien-
mía. . . . tampoco. Tú sufres más; te quedas
tras yo, callaba obstinadamente, porque un pensando y pensando. ¡En nuestro hogarf
par de ojos inigualables, me arrastraban suspi- /N Q, el nuestro no es un hogar. Es una 'I
ros. vieja casa que nos sirve para no vivir a la· in-
¡Ah! buen compañero, gato nuestro, ve temperie. Es un refugio que adquirió cate-
donde te incline tu naturaleza que nosotros goría, cuando le pusieron el cartel: "Se al-
quila".
rogaremos porque tus goces sean fructíferos;
rogaremos por que veas en tu compañera un
envío maravilloso, un desprendimiento mag- * *
nífico de tus dioses. Rogaremos por tí. ¡ Pier- *
de tu virtud y gana un poco de belleza ... J
En la cocina, el gato duerme plácidamen-
III te. Ha encogido con suavidad sus patas y no
2 de agosto. tiene prisa por despertar. Mejor; que duerma,
que sueñe, pues no le faltan motivos. Tanto
maulló anoche, que sus ensueños lo poseerán
Esta mañana nos levantamos temprano.
durante varios días; nada más. Nuestro gato

·,
106 GAsToN GoRI

no cree en el amor eterno puesto que es sen- i Sueñas, compañero bondadoso, que es tu
sato. No amará mucho tiempo a la gata blan'- amiga que te besa 1 Tu mansedumbre, no ha
ca del vecino, y en esto, se rige por medio de de. llevarte junto a una Zapaquilda que, de
elementales reglas de prudencia. · pronto, te convierta en celoso, guerrero, insul~
Como en amor no se adhiere a ilusiones tador y feroz.
infinitas, el amor no lo distrae ni hace sufrir Tu existencia, bajo el malvón, estará al
mucho. Sabe que es finito y procede de acuer- abrigo de aventuras desastrosas.
do con su naturaleza. En esto nos distancia-
mos considerablemente de sus maneras senci- V
llas. "Ponemos el infinito en el amor" y nos
6 de agosto.
tortura la duda en materia de sentimientos.
Javier, nuestro gato es prudente, y es. bueno
que sus lecciones sean meditadas. Pero refle- El sol, entibia al reducido patio. Sólo hacen
xiona tú sobre ello, puesto que suspiras con sombra las hojas de una plantita. No, también
frecuencia y dejas que se nos derrame la le- algunas de sus flores hacen sombra. El gato
che cuando hierve sobre el fuego escaso que duerme en un rincón. Duerme sumergido en
110s alumbra y calienta ... el gran silencio. Pero su sueño no es dulce.
Posee un importante motivo de pesar; fun-
IV damental razón lo priva de la alegría ingenua,
de la escasa alegría que le fué dado disfrutar
4 de agosto. sin frecuencia: no ha comido, y en sus rústicos
cálculos, no hay posibilidad alguna que lleve
Zambo se ha acostado bajo una gran plan- a enfrentarlo con alimentos.
ta de malvón. Caen los pétalos de las flores, y Lo miro y lo compadezco. Como no se oye
como le rozan el hocico, se pasa con suavidad un solo ruido en toda la casa, el silencio nos
} '
las patas. torna tristes, nos purifiGa.
GASTON GoRI
VmAs Sm Rmrno

¡Zambo desdichado que ahora te estiras ·. blemente. Hace mucho que el fuego no arde;
y te despiertas, hemos salvado la nobleza de
descuidado por Javier, que lee.
nuestro corazón, . puesto que la pesadumbre La cocina está fría, frío el aire . ¡Ah! si
nos posee!.
pudiéramos cobijarte en nuestro corazón, sí
que estuvieras tibio! ...
VI
VIII
7 de agosto.
11 de agosto.
Cuatro dalias rojas, hermosas como cua-
tro besos enormes y deliciosos, adornan. de co-
Javier venía caminando junto a la som-
lor pudoroso al jardín; pudoroso, porque las
bra de grandes plátanos.. Sonreía luminosa-
dalias, por su peso y su hermosura, han incli-
mente; con todo el rostro. Comprendí al pun-
nado con suavidad el pedúnculo.
to que embellecía su pensamiento, recuerdo
Me he agachado para aspirar junto a
reciente, claro y seguro; comprendí que traía
ellas, y el gato, me mira torciendo su cabeza
empapados los ojos por la mirada maravillosa
brillante a la luz del sol.
de otros ojos amorosísimos; comprendí que el
amor hermosearía las palabras en su boca; le
VII
estreché la mano, y sentí una intensa dulce-
dumbre ...
Por la noche.
. ¡ Sé feliz, amigo mío, puesto que no es
frecuente la dicha en la vida nuestra! Cepi-
Buscas bajo la cocina, un poco de calor, j t
. lla tu traje y canta. Un momento de belleza,.
pues la noche se ha cerrado fría. Parece que
es un instante fundamental.
en las estrellas, la luz se congelara irremedia-
Como lo creía Platón, el Amor lo go-
!

110 GAsToN Gom


VmAs Sh" Rm,rno 111

bierna todo, sin dejar de presidir la Medi- Sabes que cuando siento agigantarse el
cina, la Gimnasia y la Agricultura.· . . · c~razón, cuando canta el viento en las ramas
&Te sonríes ... f V en, mira a través de y la luz dé la tarde es más hermosa, más lím-
los vidrios ese cáliz cerrado. ·2, Tú presientes pida, más suave; cuando siento estremecer
el desgarramiento silencioso f.
mi pecho ardido por una honda y clara im-
Sí, conoces ya el misterio de lo que vive, presión de felicidad, me observo a mí mis-
de lo que canta, de lo que llora. ¡1¡Acaso no mo. . . Entonces, te busco para no estar so-
amas?.
lo ...
X XI
26 de agosto.
25 de agosto.
Sin mirarlo, he pasado con displicencia
Zambo me mira intensamente; pero en la mano por la cabeza aterciopelada del gato.
sus ojos lo felino se trocó mansedumbre. Pasan las horas y espero. El humo blan-
¿ Qué miras 1 i Mi rostro~ co .de una chimenea, al extenderse, oculta,
Quizá tú no poseas claros sentimientos por un instante, a dos pájaros que cruzan
sobre belleza humana. De las tres, como volando.
quiere dividirlas el filósofo, la de mi enten- La carcajada de un niño me distrae. Es
dimiento es poca, apenas si se esconde en una carcajada fresca, abundante; borbotea y
:sé derrama ...
unas escasas intenciones; la del ánimo, tími-
d3;; Y la del cuerpo. . . i Qué piensas de es- Imagino que su rostro es rubio, y sonrío ..
tos pómulos enormes; de esta nariz roma y
II
de estos ojillos apagados~ ¡ Cómo no cuajar
en lágrimas mis frecuentes ensueños amoro- 28 de agosto.
sos!.
Querido Zambo que me miras con ojos
VIDAS SIN RUMBO 113
112 GASTON GORI

millones de hombres, de niños, de


tan límpidos mientras medito en este rincón mujeres. No comprendes esto. Tu cerebro es
penumbroso, yo no· podría como el Hipólito rudo; sólo te sirves de los instintos, que con-
de Racine, exclamar: "Llegado a más, madu- serva.s menos arraigados que los de. tus her-
ra edad, yo mismo me aplaudí al conocerme". manos los monteses, los manules, catus cafer,
No, mis manos caerían destrozadas antes de los enguantados, cuyas momias y figuras de-
darse palma ccmtra palma. coraron templos de Tebas.
A toda la oscuridad de mi vida, se une La vida es árida, Zambo, cuando no es
lo insatisfecho de un corazón áspero, voluble,: capaz de romper las múltiples sujeciones de
dulce, agrio, suave, siempre intenso, siempre una existencia llevada por costumbre, por·
sin sentido. Tú me agradeces el pedazo mez- mansedumbre o por inercia ....
quino de carne conque raras veces pueao re- Un desierto donde apenas si florecen,
galar tu sufrido, constante, eterno apetito..• embellecidas por frescura fugaz, algunas flo-
Me agradeces y me admiras. Y o no puedo res, rio entusiasma hasta el arrebato de un
complacerme conmigo mismo, porque todo aplauso.
mí amor hacia ...todas las cosas, no sirve para Aplauda Rip61ito su orgullo que l}ama-
dar a los hombres alegrías o a una mujer,. ba maravi11oso; no 1e envidiemos, no obstan-
felicidad. Para adquirir con nobleza la pro- te . 11idamos en silencio 1a utilidad de esta,
pia y ajena consideración, ha menester una nuestra vida que, como la suya, por diverso
vida que, como el torrente de agua surgido motivo, tan cara nos cuesta.
de imprevisto en las cumbres, se vertiera pa- XIII
ra darse a todos los hermanos que ·sufren so-
bre la Tierra.
30 de agosto.
Tú no piensas al mirarme, que mi rostro
de mejillas hundidas, es el rostro de mi pue- ven acá; no adoptes aires de inocencia,
blo; que mis miembros son como los miem-
114 GASTON GORI
VIDAS SIN RUMBO 115

ni me restregues tu lomo en el pantalón. Te '


Puedes trabar luchas desesperadas, que
crees culpable porque ignoras nuestra· indul- nosot;os sonreiremos, sin sustraernos al pen-
gencia ilimitada. i Crees por· ventura, que sainiento de que cumples sobre la tierra una
nos asombran tus últimas andanzas~ Amas misión dolorosa y fatal: crear, cuidar para
c?n gran frenesí y no te guías por precepto los siglos la prolongación de una especie cu-
v1rtuoso alguno, cuando tanto escándalo pro- ;o destino final, como el nuestro, se mantie-
vocas en los tejados, en el patio, en los tapia- ne tan oculto como la Verdad. Como ese ár-
les. Ahora, vives de noche con gran furia. bol, cuyo tronco rasguñas, eres una parte del
Tus arrebatos son casi descomunales, y sos- todo universal. "Mal haríamos en censurar
pechamos que no has de salir perdidoso en tus costumbres, puesto que aprobamos las
medio de tanto ruído ...
nuestras".
No pedimos arrullos a tu boca dentada Zambo, no has estudiado al de Villa Said,
que, en los albores de tus antepasados, fué ni ·me escuchas. Ignoras que Marramaquiz
mas sanguinaria; ni le exigimos que cante -cuyos amores veo que ya imitas- leyó a
como la calandria que suele despertarnos ·ovidio.
muy al amanecer. Tu naturaleza es arisca, y No te emulan los ejemplos ilustres. La
haces el amor de acuerdo con tus furores. gloria no te interesa. Si tuvieras aquí ali-
Vuestras ansias, emplean medios violentos. . mentos apetitosos, unidos a tus frecuentes
Puedes interrumpir110s el sueño hasta incursiones amorosas, te llamarías ep1cureo,
desvelarnos, que siempre p«:irdonaremos . tus como los romanos que aplicaban con ánimo
arrebatos. Podrán arrojarte a la cabeza me- torcido, las doctrinas del que quiso para los
nesteres domésticos, los caducos, los impa- hombres una vida sin tanto dolor ...
cientes, los irreflexivos, y sobre todo, los que XIV
se desentienden de la naturaleza que tan va- 31 de agosto.
riadas leyes dictó para el amor. Rondas nuevamente por los tejados. An-
116
VmAs SIN Rmrno 117
danzas ·tan empeñosas, traerán para tí suce-
sos comunes. No buscas lejos lo que tanto te Zambo, gato remolón, si quieres, haz co-
apetece. La gata de la vecina, no es una be- mo si a tí no te hubiese hablado; como si las
lla gata; pero es que no disciernes con cuida- palabras se hubieran perdido en el escaso
~

do. Porque te muestras ciego en tus inclina- movimiento de este aire que nos llega por la.
ciones, te compadezco. Eres juguete movido ventana ...
por oscuras fuerzas; no torcerías tu destino
y también crees que el amor, es tu necesidad XV
primordial. Tu mollera gatuna, talvez des-
deñe divagaciones como esta que me escu-
15 de septiembre.
chas, mientras parpadeas pacientemente. La
ausencia de fastidio, te hace muy estimable.
Javier salió hace dos días. Han de con-
Es el caso, que persigues a la gata Edel- cluir las suelas de sus zapatos por estos ca-
ma. Es vieja y fea. Su pelambre desteñida minos de los hombres, entorpecidos por pe-
parece áspera. Para ojos humanos, carece de dregales.
atractivos. Un extrasentimiento de belleza Demasiado silencio y tristeza hay en es-
~ '
pod ria hallarle algún asomo de gracia. Pero ta casa, a pesar de los árboles y el sol. De la
es hosca y te regaña con frecuencia. Lo ten- canilla, una gota de agua suena intermiten-
go observado. Te volverá rabioso. temente sobre la lata. Su monotonía, es como
Admito que tú no piensas, como Sócra- una menuda perla que hiciera más profunda
tes con J antipa, templar, en sus maneras nuestra soledad. Zambo y yo velamos el si-
hurañas, el caudal de tu paciencia... Si tal lencio. El ha comido y ahora duerme sin
acompañarme, pues sus sentimientos de gra-
haces, confieso tu sabiduría, sin descontar
titud, permanecen tan oscuros como su ori-
que algo manifiestas de tu imprudencia.
gen ...

• 1.&l L• ·n._,..,,, , ,.._.,1


118 GASTON GoR1 YmAS SIN Ru14no 119

Como no soy feliz, comprendo toda la in.. -·¡Qué sabe hacer!


tensidad del silencio. -Soy abogado ...
U na mirada estupefacta le descompuso
XVI el rostro.
¡Señor! Perdona a este buen hombre,
16 de septiembre. ignora que la Fortuna, al pasar junto a mí,
esbelta, implacable, lucía un cráneo absolu-
Un desocupado recalc:itrante, es un hom- tamente rapado ...
bre que mira con invencible zozobra, las ca-
sas donde las vacantes son problemáticas. XVII
Las idénticas respuestas negativas, for-
man algo así como una institución odiosa y Por la noche.
desesperante. Debería reglamentarse un a
Esta vida nuestra es como una isla ver-
fórmula nacional para negar empleos. Nos
dosa, con árboles y pájaros, pero rodeada por
. asquearía la ley y no el hombre gordo que,
un mar áspero y bravío: nos llegan las salpi~
sentado en su escritorio, hace la digestión
caduras del agua amarga. Sus pájaros, tam-
lenta, difícil, oscura y prolongada. . . Siem-
pre es bueno salvar el amor hacia los hom- bién cantan con dolor y tristeza.
bres. Si reímos, es porque una fe .imprecisa""
bl,e nos lo permite. Desentendidos de la rea-
* *
lidad, nos complacemos con · pensamientos
*
desmesurados, coloridos o sabrosos. Palabras,
-Señor, necesito emplearme para poder palabras de una vida transitoria, de suerte
comer y vestir; quiero decirle que mi figura mudable, que ha de mostrarnos, de sus fases
y mi es-.;ómago ofrecen aspecto casi indeco- múltiples, una sólida. Hasta Esquilo nos for-
roso ... talece, porque si "la desgracia camina, erran-
120 GAsTON Gom VrnAs Srn Ru11rno 121

te siempre", su fatalidad vrnJera, habrá de ¡Desprecio y desengaño!


abandonarnos ... Pero no; algo importa más que el trance ¡,
-difícil que vivimos sin narrarlo .. Más valioso
XVIII es, que estos dos cuerpos nuestros destina-
dos a sucumbir. Más digno de cuidados que
"Has venido ¡oh! caro joven; después de los hombres que todo nos lo niegan, son nues-
tres noches y tres auroras". Puedo estimar tras obras generosas para la humanidad que
a Teócrito puesto que poseo por él, esta frase viene,
para tí. ¡Nos reconforta el pensamiento nutrido
en el ensueño de los hombres del porvenir,
Javier, el sol oscureció la piel de tu ros-
que no tendrán que aislarse y combatir a
tro que ya no afeitas. Tienes el cuerpo can-
otros hombres para poder disfrutar de los
sado y las manos más vacías que nunca. Sé
todas tus peripecias sin que me las cuentes. bienes de la tierra! .
, No, no podemos despreciar, porque so-
Te veo abandonar las puertas con la cabeza
mos parte de una humanidad cargada de do-
erguida por el desprecio o abatida por el
lores que comprendemos. También, eri nues-
desengaño. ¡Desprecio y desengaño!.
tro 'corazón henchido, el desengaño, es como
Hemps afrontado la existencia con en- una piedra arrojada en el mar: borran sus
tusiasmo . Cuando adolescentes, su portal in- ondas, marejadas blanquísimas ....
menso nos vió cruzar bajo sús arcos, ilumi- "Has venido ¡oh! caro amigo, después de
nados por sonrisas; poseídos por ideas mara- tres noches y tres auroras".
villosas de belleza, de luz, de Verdad. Mas, Que la cuarta nos sorprenda con el áni-
he aquí que la alegría se nos apaga; en nues- mo reforzado, y con los ojos abiertos a una
tros pechos endurecidos, se clavaron dardos.
nueva l11z . .. ! /
Un hacha feroz está haciendo trizas la si-
miente primitiva.
IN-DICE
¡:
1

Pág.
Un hombre al margen de una historia 9

El podador 21
Una muerte aleccionadora 31
Detrás, las ruinas 41
Morodeadores 49 j

La importancia de Hamilcar Lagos 61


.Antonito 71
El matrimonio Pastore 83
E~nesta · Manzini 87
Vidas sin rumbo o dos amigos y un gato 101
,. ...,.,
~.-~. ,-.,,
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