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Matsushita – Movimiento obrero Arg. - Cap.

9 “Perón y las organizaciones obreras”

Los obreros recibieron con un interés mucho mayor en los movimientos revolucionarios de 1943, que se
encontraban defraudados por el régimen de 1930-1943, por lo que el movimiento contaba con el
consenso general obrero, ya que la CGT-1 lo apoyaba por sus intenciones de trabajar en la cooperación
latinoamericana y la CGT-2 en tanto condenaba el fraude, pérdida de libertades y lo poco que había
mejorado la calidad de vida de las familias obreras. El apoyo de la CGT-2 duraría poco ya que tras el
ascenso del GOU comenzó la represión y encarcelamiento de los comunistas, los ofrecimientos de
adhesión fallaron y fue disuelta. Se les ordenó a los dirigentes de la CGT-1 que realicen la unidad de los
trabajadores, a lo que ellos respondieron que temían que con esto se dé un crecimiento del comunismo.
La respuesta ministerial fue que no se preocupen, que la influencia comunista estaba por ser eliminada al
respaldar el gobierno a dicho organismo, que también era anticomunista.

Las relaciones con la CGT-1 no serían buenas por mucho tiempo al tener cada vez control el gobierno
sobre el movimiento obrero y la promulgación del decreto 2.667 (Asociaciones profesionales) que
prohibía toda acción o ideología antipatria, la afiliación de menores de 18 y la participación en política.

Además de la intervención a algunos gremios como el ferroviario, la represión a las organizaciones


obreras, lo que generó en los obreros que habían apoyado el movimiento de 1943 una decepción muy
grande, frente a lo que autores de la época decían que podría acontecer una crisis que se canalice por
vías oscuras. Los militares venían fallando en la atraerse a los trabajadores al imponer medidas restrictivas
y pequeñas concesiones, el auténtico cambio en el sentido social del gobierno militar lo tendría a cargo
Perón.

Perón y el concepto de Armonía de Clases

Para Perón la lucha política era igual a la lucha militar, por lo que el poder no dependía de la fuerza de la
parte en combate, sino de la suma de todas las fuerzas, para lo que debía existir “la unión de las
inteligencias, los corazones y las almas del pueblo” por lo que frente a la lucha de clases que planteaban
las izquierdas, Perón exaltaba la necesidad de unión del pueblo como corolario para la armonía de clases.
Se trata de la supresión de la lucha de clases mediante un acuerdo justo entre obreros y patrones, al
amparo de la justicia que emana del Estado. La armonía entre capital y trabajo, los dos extremos de la
producción es condición esencial para el desarrollo económico del país, de sus fuerzas productivas y para
alcanzar la paz social.

Matsushita plantea que las concesiones hacia los trabajadores se basaban en tres puntos:
- Creencia en la necesidad del apoyo de las masas.
- Idea de que la mejor manera de atacar el comunismo era mediante la destrucción de sus causas, que
surgían del capitalismo como la injusticia social y los privilegios de clase.
- Evidencias de que las políticas de rígido control sobre el movimiento obrero habían sido ineficaces.

Por lo tanto, las políticas sociales evitaban la necesidad de represión y al comunismo. El primer momento
en el que se dan estas políticas de concesiones es en las negociaciones con la Unión Ferroviaria, a quienes
lograron ganarse al cumplir con sus pedidos de aumento de salario, construcción de un hospital y su
mantenimiento, reforma del sistema de licencias y la devolución del dinero de retenciones a los obreros.
Además vuelve a integrarse la UF a la CGT, siendo una parte mayoritaria de esta, ergo logrando la
designación de los representantes de su interés, que justo eran partidarios de una colaboración con el
gobierno de turno y una postura de la CGT más democrática.
Aquí aparece la primera manifestación en apoyo a Perón, cuando 40.000 obreros ferroviarios van a Plaza
de Mayo a vitorear al general. El sector de la UF sería retirado de la CGT por Mercante (Ministro de Guerra)
y negociaría a solas con el Estado, dejando a la CGT diezmada nuevamente.
El conflicto del 24 de Mayo en la CGT se manifestaba entre el grupo que quería mantener el principio de
independencia del movimiento obrero y el grupo que aceptaba la participación de la central obrera en un
acto de eminente carácter político. Ninguno de los dos grupos se negaba a negociar con el gobierno en
los temas laborales como sucedía antes del 30’. Ganó la votación la línea que pretendía ir al acto,
mostrando de esa manera cierta adhesión al gobierno. Jacinto Oddonne dice que ese fue el momento en
el que murió el movimiento obrero libre y auténtico. Se abandona así la prescindencia política.
Matsushita dice que no es posible aceptar la tesis de Murmis y Portantiero de que aún en los años 43-
46 se mantenía una continuidad con la tradición del movimiento obrero en materia de relaciones con la
patronal y con el Estado a propósito de sus reivindicaciones categoriales. Al contrario, se da un momento
bisagra en 1944 al formarse una nueva relación entre gobierno y movimiento obrero con un carácter más
político y de adhesión del movimiento obrero al Estado. Diversos dirigentes justificaron la adhesión en la
experiencia política durante el período de la guerra, en el cual la preocupación estaba en la desocupación
y la falta de material para la industria.

Las políticas y el apoyo obrero

Durante los años 1943-44 fueron los períodos en los cuales Perón realizó concesiones basadas en
aumentos de salarios, junto a la fijación de los salarios mínimos para las diversas ramas de la industria y
otras ocupaciones. A la vez se mejoraron las condiciones de trabajo en tanto haber jubilatorio, previsión
social y jornada de trabajo. Surgen los tribunales de trabajo y se emiten decretos que se basan en una
sola gran rama productiva, en las cuales si bien no había organización, la recibían como grupo (ej. Estatuto
del peón). De esta manera las disposiciones peronistas beneficiaban tanto a los obreros organizados como
a los no organizados, aunque los mayores beneficios los lograron los organizados al lograr presentar sus
intereses colectivos de manera directa al secretario de trabajo; y lo dicho se demuestra en el gran número
de obreros que se gremializan, mostrando su conciencia de la necesidad de la organización para una
adecuada articulación de sus demandas.

Así, a medida que Perón desarrollaba su campaña pro-trabajadores, los sindicatos mostraban
públicamente su adhesión, que no era una adhesión “por un plato de lentejas”, sino que el wannabe
gobierno dependería de los sindicatos para lograr su cometido. Es a fines de 1944 cuando la noción de
armonía social entra en las cabezas obreras, la clase obrera ya no estaba opuesta al capital, sino al mal
uso que de él se hace. Al mismo tiempo, la alta movilidad social que se venía logrando en ese período va
a evitar que los trabajadores vayan a volcarse a otros partidos.
Mientras el apoyo de los obreros crecía, también lo hacía la aversión del sector patronal, esta
discrepancia se basa en la lectura que hacían del peligro comunista. Para Perón todavía el 40% de la
dirigencia gremial era comunista, mientras que la patronal veía imposible la toma del poder comunista en
Argentina debido a cuestiones estructurales, lo que los llevó a negar la política de Perón, despedir obreros
publicar el Manifiesto del Comercio y la Industria en donde se atacaban el accionar de la Secretaría de
Trabajo y Previsión al ser un causante de agitación social.
Frente a esto, los gremios van a crear la Comisión Administrativa Provisoria con representantes de las
diversas organizaciones obreras contra la reacción capitalista y la participación de los trabajadores en la
solución de los problemas políticos, sociales y económicos. Dicho organismo tendría el principio de la
independencia pero con el derecho a elegir posiciones en el caso de una negociación. A la vez, la idea de
la armonía de clases iba borrándose, llegando Perón a lanzar ataques contra los capitalistas, lo que se
correspondía con una polarización de la sociedad en torno a la figura de Perón.
Las organizaciones obreras sirvieron a Perón como máquina política al crear ellas mismas el Partido
Laborista, volcándose de manera completa hacia una politización de la organización.

Los obreros el 17 de Octubre

Las lecturas que plantean tanto la espontaneidad del movimiento (Germani) como el hecho de que
existía una autentica organización detrás de ella (Torre) no pueden ser definitivas sino que se trata de ver
qué obreros apoyaban a Perón. En la primera versión se le presta demasiada atención a los obreros
nuevos, mientras que en la segunda se acentúa la participación de los dirigentes y sindicatos viejos.
La historia cuenta que el mismo día 9 de octubre ciertos dirigentes gremiales se habían reunido con
Perón a fin de manifestarse y “despedirlo” por un rato, pero fue la detención en Isla Martín García lo que
disparó el movimiento de oposición en todo el país. En realidad la CGT no tuvo una función agitadora,
sino que fue una tarea de coordinación y de señalar el camino, era la palabra mayor a la cual el resto de
las organizaciones mostraban una disposición a seguir. Los gremios habían votado en un referéndum que
si Perón no era liberado comenzaría la huelga general el día 15, y comenzó en la jornada del 17 de octubre.
Por lo tanto el rol de la CGT es la de la canalización de la masa obrera, lo cual no significa negar cierta
espontaneidad. No fue solo el resultado de una manifestación obrera espontánea de los obreros nuevos
sino un resultado de la participación de obreros y dirigentes viejos, los cuales tras los acontecimientos
pensaban en como capitalizar e institucionalizar el triunfo. El 18 de octubre se manifestó por unanimidad
la voluntad de crear un partido político que sostendría la candidatura de Perón a la presidencia bajo el
lema del Partido Laborista, teniendo este partido un carácter netamente obrero.

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