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Luján y López Cerezo nos muestran las diferentes versiones del debate sobre la autonomía y las
condiciones existentes en los sistemas y organizaciones de las tecnologías, existiendo divergencias
políticas y en la forma de actuar frente a las tecnologías, la regulación de impactos, los sistemas de
riesgo y el principio de precaución.
El texto expone los debates existentes durante los últimos 40 años sobre la dimensión social y política de
la tecnología. Diferenciando tres etapas: la primera se centra en los impactos de la tecnología (la
preocupación social, los análisis y las políticas públicas); la segunda presenta los riesgos en el control de
tecnologías complejas; y la tercera ocupa la incertidumbre respecto a los efectos sociales, ambientales y
sobre la salud. También desarrolla la forma como regular, anticiparse y prevenir los impactos, y como
regular los sistemas organizativos respecto al control de los riesgos.
A finales de los años 70 se pretendía transformar la tecnología existente hacía una tecnología alternativa
que cambiara la sociedad. Para defender esta teoría se presentaron una serie de afirmaciones:
Estas afirmaciones debían conducir a una tecnología alternativa más justa, democrática y respetuosa
con el medio ambiente mediante su control local y la implicación participativa de los usuarios en su
desarrollo. También debía ser de escala humana, utilizar recursos naturales y ser tecnologías
ecológicamente sólidas, de bajo coste y sostenibles.
La administración pública actuó frente a los impactos tecnológicos evaluando y regulando las
tecnologías, ya que el pensamiento era que la previsión de estos impactos posibilitaba su control,
eliminando los impactos negativos. De esta forma se estaba atribuyendo una autonomía a la tecnología,
puesto que tenía la posibilidad de influir sobre la sociedad. Aunque existían divergencias entre los
defensores de la evaluación y de la regulación, que pensaban que era posible controlar dichos impactos
regulando el uso de las tecnologías, y los tecnólogos alternativos, que pensaban que algunas
tecnologías eran ingobernables y acababan imponiendo orden social.
De acuerdo con los teóricos existían dos características de los sistemas tecnológicos modernos que
conducían a estas catástrofes normales. Eran las interacciones complejas y el acoplamiento o
interconexión rígida. Este hecho provocaba que las garantías de que todo funcionase correctamente no
fuesen nunca completas. Los posibles fallos y las interacciones en los elementos existentes, presentaban
una gran diversidad de acontecimientos imprevistos obligando a tomar decisiones urgentes en
situaciones de incertidumbre. Llegaron a la conclusión de que intentando aumentar la seguridad de los
sistemas complejos, haría que estos fuesen más propensos a fallos y resultarían menos controlables.
Los teóricos ponían de manifiesto que en estos sistemas tecnológicos no podía existir una seguridad
absoluta, puesto que en su propia estructura se originaban las causas de los posibles fallos del sistema.
Los teóricos exponían que las organizaciones siempre tenían más de un objetivo y que por tanto no se
podía esperar que se comprometieran exclusivamente con la seguridad, convirtiendo al sistema en
complejo y poco claro.
Por otra banda los teóricos de la alta fiabilidad consideraban que era posible controlar las tecnologías
complejas mediante estructuras institucionales y organizaciones adecuadas. Su objetivo era conseguir
que la seguridad fuese lo primordial en estas organizaciones; limitaban los errores del sistema completo
evitando fallos de los dispositivos de seguridad, descentralizaban socialmente el poder para responder
flexiblemente a las anomalías y realizaban pruebas y simulaciones del sistema.
medidas precautorias, aún no existiendo evidencias de relación entre causas y efectos. Se pusieron de
manifiesto dos factores para su interpretación. Por una parte como se establecían las consecuencias
negativas de las aplicaciones tecnológicas, y por otro como se interpretaba la incertidumbre sobre los
impactos o riesgos. En esta interpretación de la incertidumbre, se distinguían los que afirmaban la
incertidumbre como falta de conocimiento científico fiable, los que veían la incertidumbre como una
característica del conocimiento científico y los que pensaban en la incertidumbre como una característica
de los sistemas tecnológicos complejos.
Como consecuencia de estas divergencias podía observarse en un extremo los que lo interpretaban en
un sentido literal, existían sospechas fundadas de las consecuencias negativas, y en el otro extremo los
que interpretaban el principio de precaución como un criterio para la elección de tecnologías, rechazaban
tecnologías complejas que por sí mismas entrañaban incertidumbre debido a su potencial catastrófico.
Dada la complejidad para controlar los sistemas tecnológicos complejos, se propusieron una serie de
propiedades estratégicas a cumplir por estos de acuerdo con el principio de precaución:
Debían diversificar sus estrategias para conseguir un mismo objetivo, de esta forma asegurarían
los resultados.
Los sistemas tenían que ser flexibles manteniendo varias estrategias y poder cambiar dadas
condiciones existentes, sin excesivos costes.
Debía mantener los resultados preservando la estructura interna y adaptándose a las
condiciones cambiantes pese a las perturbaciones externas
Como consecuencia de su aplicación se seleccionaban sistemas que evitaban o salvaban en algún grado
los problemas de complejidad, incertidumbre y la autonomía de algunas tecnologías. De esta
interpretación resultaron consecuencias negativas puesto que si una tecnología sobrepasaba cierto
grado de complejidad era difícilmente controlable, y era una amenaza puesto que algunas de sus
características introducían incertidumbres sobre sus consecuencias y la convertían en peligrosa. Como
conclusión a este problema era evitar la introducción de este tipo de tecnologías y evitar de esta forma
sus consecuencias.
En los sistemas complejos existen componentes técnicos, que cuanto mayor es la complejidad, más
difícil es el control de todo el sistema y mayor es la probabilidad de que se produzcan accidentes. Este
A día de hoy los impactos generados por las tecnologías siguen afectando a la sociedad. Si bien se trata
de controlar de una forma más directa estos impactos, la constante evolución e innovaciones técnicas
hace que sigan apareciendo nuevos impactos desconocidos por la sociedad que hacen que las
tecnologías sigan teniendo consecuencias negativas para nuestra seguridad, como por ejemplo
contaminación y las enfermedades, sin que se quiera reaccionar eficientemente y de una manera global
sobre ellas.
conceptos llegan con claridad, pero su aplicación efectiva deja mucho que desear. Aunque se está
evolucionando, creo que la tecnología sigue una evolución tan continua y rápida que nos adaptamos a
ella como buenamente podemos. No es que sea escéptico, pero llevarlo a cabo va a ser un proceso lento
y costoso que acaba de comenzar y que necesita de la implicación total de los altos representantes
internacionales para su sensibilización.