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“El peso de la noche”, es una de las afirmaciones más estudiadas y analizadas en el mundo
de la historiografía Chilena, se ubica posterior en el contexto posterior a la “Batalla de
Lircay” con el triunfo conservador, la posterior instauración de las elites en el poder y
proviene de una de las figuras más emblemáticas del periodo autoritario: Diego Portales.
“El orden social se mantiene en Chile por el peso de la noche y porque no tenemos
hombres sutiles, hábiles y cosquillosos: la tendencia casi general de la masa al reposo es la
garantía de la tranquilidad pública” (Diego Portales, Carta a don Joaquín Tocornal, 1932)
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bien, que la gran masa mayoritaria se encontraba inerte, dormida y rezagada. Esta es la
idea a la que Portales se refiere. No atribuye méritos al gobierno de turno, ni a la elite.
Sino reconoce el peso que tiene la misma masa popular. Por lo tanto “el peso de la
noche”, no es otra cosa más que un vaticinio, de que en algún momento la mayoría
despertara y volverán a sucederse los periodos de ingobernabilidad. Claro está que esto
en si depende del rol que atribuya la misma clase alta.
La Elite tiene mucho que decir, en lo duradero que llega a ser el “peso de la noche”. Es
esta elite la que por años mantiene dormida, tanto a la masa popular, como al Estado,
porque es necesario recordar que la elite ve en un principio al gobierno como un potencial
peligro a sus intereses, sin embargo más tarde lo ve como una herramienta. Esta clase se
caracterizaba por que tenía mucho mayor acceso al mundo de la cultura, a la educación y
a la vez administraba la parte económica de la nación. Es esta misma clase la que paga
menos impuestos, la que va primero a la Universidad, la misma que tiene derecho a voto,
y la misma que mantiene en pie al gobierno. Es curioso que teniendo tantos puntos a su
favor su favor se mantuviera tantos años el peso de la noche. Esto solo es concebible,
cuando se piensa en que era una elite dispuesta al progreso y al liberalismo económico.
Esta visión de elite, solo se consagra con la figura de Portales, y el símbolo que pasa a
significar para la clase dominante. La misma muerte del ministro unifica a la elite para
enfrentar a la Confederación Perú-Boliviana y salir triunfante, este otro punto a favor de
Portales. El poder de esta clase es el que impide por años la formación del Estado
Administrativo y al mismo tiempo alarga el peso de la noche.
La pugna política que se va a desarrollar en 1891, no es otro reflejo de que los ingresos
de los recursos mineros hacen menguar el poderío de la elite. Es este el momento en que
la elite peligra y empieza a sentirse lo que sería la llegada del sol. Durante la republica
parlamentaria, es el momento en que empiezan a tomar más fuerza las clases inferiores,
surge el aparato burocrático y el poder de la elite comienza a disminuir tanto mismo peso
de la noche. El concepto de “la noche”, no era otro más que el vaticinio de que llegara en
algún momento a amanecer. Esto solo se consagrará con la aparición del mismo Estado
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En conclusión, no es que el orden haya sido el éxito del periodo conservador, sino más
bien es lo duradero del peso de la noche. Tampoco es que Portales haya sido fundamental
para el orden del estado chileno, es lo que Portales significa para el esqueleto de la elite
chilena. Portales como un símbolo. Por lo tanto los ecos del peso de la noche son visibles a
lo largo de toda la historia. Si se aplica la teoría Institucionalista durante los muchos
periodos de la Historia de Chile, tanto el peso de la noche, como la misma Elite pasan a ser
patrones de dependencia del Estado y por lo mismo, el progreso de la nación. La misma
elite tiene sus puntos críticos representados en algunos hitos, como lo podrían ser: el
asunto del sacristán o la pugna con Balmaceda, entre otros. Aun con estos inconvenientes
la elite sigue siendo el patrón que guía la naciente historia republicana, pues esta misma
es capaz de retroalimentarse, como exigía Pierson y se vuelve a alinear, solo hasta que ya
no puede evitar el advenimiento del Estado Administrativo. Tampoco significa que
desaparezca la elite, al contrario: solo se retira preferentemente del ámbito de la
administración del estado. No es posible construir un análisis de la Historia de Chile si no
se aprecia la importancia de la Elite que se unifica con la muerte de Portales.
Con respecto a lo que pasó con el peso de la noche, podría ser que hasta el día de hoy, es
posible observar ecos del peso de la noche. Ya sea representado, en la forma de
participación ciudadana, del voto o la misma estructura de clases vigentes en la
actualidad. Es posible afirmar que el mismo “peso de la noche”, se vuelve una moneda de
dos caras, tanto como lo es el enigma de Portales. El Peso de la Noche sigue siendo un
tema interesantísimo para la historiografía, como una herramienta para hacer ojo crítico a
la sociedad actual. Muchos actores sociales y políticos señalan el estado de reposo de la
ciudadanía, por lo que resulta especialmente prodigioso hacer la comparación con la
actualidad sobre si termino o no el peso de la noche (y perduraron las elites en silencio), si
lo que se observa es un eco, o si podría significar que se vive en uno diferente. Si bien es
cierto que la comparación es abismante, nunca esta demás utilizar la historia como una
herramienta para observar el presente.
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parlamentario, este finalmente termina entregando el cargo. Así mismo sucede con Carlos
Ibáñez del Campo, Juan Esteban Montero y los intentos de la “República Socialista”.
Manteniéndose así hasta el gobierno de Arturo Alessandri (1932-1938). Quien aparece
como la solución a los problemas partidistas, y en quien los líderes políticos confiaron,
para retomar con la institucionalidad presidencial. Es en este gobierno, donde aparece
una nueva visión del presidente, es lo que Bernardino Bravo llama: El presidente
Negociador. Este presidente se caracteriza por establecer relaciones con todos los
sectores políticos, pues es su única manera de concretar proyectos.
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La alternancia del poder identifica a este periodo como la “Crisis del Presidencialismo”,
para Valenzuela y Linz. La discontinuidad de Gobiernos de una coalición, dificultaba el
desempeño de los partidos, aunque ciertamente alentaba a la competitividad que existía
entre ellos mismos. Chile no escapaba a lo que sucedía en el resto de Latinoamérica. A
Esto se suma que a mediados de siglo, Chile era visto como un importante referente de
estabilidad política, sin embargo en cuanto a participación política estaba en estado
deplorable, cosa que solo cambia con la incorporación de la mujer. Era de esperarse que
las coaliciones tomaran especial relevancia durante el presidencialismo con sistemas de
partidos. El espectro político valoraba las elecciones, por lo que la configuración de
coaliciones era necesaria para acceder a la presidencia, surge así lo que Valenzuela y Linz
denomina “El juego de las Concesiones en la Política chilena” en referencia a los partidos
céntricos altamente flexibles que iban ganando terreno aliándose con otros para ganar
pequeñas victorias en determinadas materias. Para algunos asuntos concretos con la
Izquierda y para otros con la Derecha. El escenario ideal para que se pudieran dar este
acercamiento no fue otro que el parlamento. “El presidencialismo en Chile fue viable en
gran medida porque el sistema de partidos impulsó políticas clientelistas y la formación de
alianzas en asuntos de importancia menor, conservando una actitud altamente ideológica
y programática.” (Valenzuela y Linz, La Crisis del Presidencialismo) Complemente valida es
la visión del Chile presidencialista que con su sistema de partidos, combina alianzas y
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pactos estratégicos, con el “Presidente Negociador”, del que nos hablaba Bernadino
Bravo.