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En los confines de la historia urbana y de la historia cultural.

Homenaje a
Sandra Pesavento – Coord. Frédérique Langue, Edgard Vidal
Rosalina Estrada

El cuerpo abusado y el imaginario médico y


legal en la comprobación del delito
[29/01/2010]
Résumé | Index | Plan | Texte | Notes | Citation | Auteur
Résumés
EspañolEnglish
En el acto del examen médico en los casos de violación y estupro la mirada del
perito rebasa su función, no sólo reconoce los genitales de la víctima y los golpes que
comprobarían el acto forzado, las sinuosidades del cuerpo, la mirada y hasta la higiene son
objeto de valoración. Se revela así una gama amplia de calificativos, donde el imaginario y
las subjetividades se expresan a través de palabras que rebasan la descripción técnica. La
comprobación del hecho se enfrenta con un conjunto de dificultades, pues no es solo
necesario que se produzca la introducción del pene en la vagina, sino también que existan
evidencias de la presencia del semen del agresor. Semen y sangre aparecen como la pareja
que entorna las faltas al pudor, ambos fluidos son ponderados con criterios diferentes, la
presencia del primero es obligada para comprobar el crimen, se duda de la procedencia de
la segunda. El futuro de la víctima se encuentra en manos de los peritos y la posible
defensa se construye a través de las estrategias sociales para la recuperación del honor. En
casos de mujeres que llevan una vida marital rara vez recurre al experto, se revela así que
la virginidad es la única que merece ser considerada para “la reparación del honor”.
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Entrées d’index
Keywords :
blood, medicine, rape
Géographique :
México, Puebla
Chronologique :
Siglo XIX
Palabras claves :
medicina, sangre, violación
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Plan
Los atentados al pudor ¿Una cuestión de honor?
El grito salvador o el grito contenido
Los exámenes periciales, un lenguaje ambiguo cargado de significados
Para terminar
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e intégral
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 1 Sandra Jatahy Pesavento, Os sete pecados da capital, Porto Alegre, Brasil, Editora Hucitec, 2008, (...)

1La violación en la historia es un tema difícil de trazar, rara vez encontramos en ella las
palabras y las voces de aquella o aquél que ha sido objeto de esta violencia. La querida
colega Sandra Pesavento en su libro os sete pecados da capital, en el capítulo
denominado “O diabo na sacristia: o padre, a menina e as vesóes de fato”, reconstruye el
crimen de la violación cometido en 1896 en la ciudad de Porto Alegre de una joven de 14
años por el padre Bartholomeu Tiecher. Sandra a través de las crónicas que el
acontecimiento provoca recupera los decires e imaginarios de una sociedad ante el
espantoso acontecimiento. El caso no es único, se repite en las sociedades latinoamericanas
del siglo XIX a nivel urbano y rural, en esta ocasión la singularidad y el escándolo proviene
de las características del criminal, un sacerdote quien a través de la enseñanza del
catecismo se allega a la víctima. Imaginadas o ciertas las ideas que circulan sobre el
acontecimiento se vuelven más ambiguas ante el examen médico que es practicado a la
agredida. Tampoco los médicos legistas pueden acallar las obsesiones de su cultura,
cuando describen el cuerpo de las víctimas y los acusados, al mezclar su moral a las
observaciones, el médico fabrica estigmas físicos, “traicionándose con sus juicios de
valor”. No es extraño entonces que dictamen correspondiente se encuentre plagado de
imprecisiones y que se concluya después de explorados los órganos genitales “que nada se
había averiguado en términos de comprometer al sacerdote.”1

2En el acto del examen médico el perito rebasa su función, valora las sinuosidades del
cuerpo, la mirada y la higiene además de reconocer los genitales de la víctima y los
golpes, evidencia del acto forzado. Para comprobar el hecho no basta que exista
introducción es imprescindible la presencia del semen. El examen más que una defensa de
la víctima se convierte en atenuante para el agresor. En casos de mujeres de vida sexual
activa, la ausencia de lesiones externas y el desfloramiento antiguo, dificultan la
comprobación del ultraje. Sólo la virginidad amerita “la reparación del honor”. La víctima y
su futuro se encuentran en manos del juez y de los peritos.

 2 Joanna Bourke, Los violadores, Historia del estupro de 1860 a nuestros días, Editorial Crítica, Es (...)

3El trabajo que realiza nuestra colega Sandra es un ejemplo del problema que se vive de
manera reiterada en el mundo, Joanna Bourke en su libro Los violadores2 nos revela la
actualidad del problema, su libro nace de la furia cuando el 30 de febrero de 2005 tiene
conocimiento de un informe que revela que solo un 5 porciento de las violaciones
denunciadas a la policía del Reino Unido acaban en condena, el problema se agrava si
consideramos que un porcentaje alto no es revelado y se resguarda de privada para que el
honor de la víctima y la familia no sea mancillado. De esta manera toda estadística
parecería ser defectuosa, quizá los elementos cualitativos puedan dar una mejor idea de
cómo se presenta el fenómeno.

4La violación forma parte del México decimonónico; según el médico Francisco Flores el
delito muestra un crecimiento importante a pesar de que la mayoría de los casos no son
denunciados. El doctor Calderón en un estudio de 1912 sostiene que en su consultorio se
atienden tres violaciones o estupros por día, y que éstos ocupan el segundo lugar después
de los delitos de lesiones y homicidio. Los procesos localizados en el Archivo Histórico
Judicial del estado de Puebla confirman esta tendencia. Los procesos nos brindan la
posibilidad de reconstruir las estrategias sociales para resolver los diferentes atentados,
además de aprehender la mirada médica que se encuentra inmersa en la sensibilidad
de época Se desentrañan así dos poderes: el “masculino agresor” cuyas acciones
parecerían situarse en la esfera de lo “natural” y el otorgado por redes sociales, leyes y
autoridades.

5El objetivo que perseguimos en este trabajo es entender la significación de las diferentes
voces en juego, en especial las de la víctima, de los familiares y testigos y la mirada médica
que muestra un conjunto de variantes, además de su incidencia en la resolución del caso.
Me interesa pensar cómo a través de los proceso se construye el código de una
manera movible. Es el trastorno del código es que nos deja ver al otro. Entre el proceso y
el examen médico existen contradicciones de procedimiento, mientras que el primero
acumula pruebas, el segundo desde una perspectiva codificada clasifica el evento, y en sus
consideraciones las posibilidades de variación son mínimas, así la falta de ruptura del
himen, o la ausencia del semen, son determinantes para el dictamen aunque existen otras
evidencias que podrían confirmar la violencia y la intención. El proceso se mueve en varios
tiempos en los que hay que tener presente, la fabricación de pruebas y el surgimiento de
nuevos hechos y argumentos.

6En el proceso se da un desdoblamiento de los sujetos, sus deseos presentes, externados


y después ocultados. El cuerpo indica el mal, no la voz y se pregunta quien lo hizo, qué es,
en la violación juez y médico se hacen la misma pregunta pero con diferente clasificación,
el líquido ausente es la prueba de inocencia. Podríamos decir que esta metamorfosis del
agresor en victima es uno de los elementos que nos permite ver al otro, no hizo, no estuvo,
no pretendió, el discurso de la insinuación es un ambiente propicio. Entre las preguntas y
respuestas, se establece el lugar donde se sitúa el otro, un conjunto que quiere salvar el
honor. Por su lado la familia ocupa el lugar de la víctima, la agresión deja de ser personal,
se convierte en una ofensa a la colectividad.

7La agresión corresponde a un doble trauma el cuerpo ultrajado y las consecuencias


psicológicas del honor perdido, por lo general el discurso se concreta al cuerpo en particular
a los genitales. Entre el discurso judicial y las estrategias sociales existen diferencias y
similitudes, aunque se rijan por los criterios de la ley. El argumento del juez puede ir más
allá de la ley, los elementos sociales se introducen en su argumentación y se expanden en
el desarrollo del juicio. Pero el juicio tiene sus tiempos y es ahí donde se constituye el
teatro social, donde se recomponen palabras, argumentos y gestos, que encubren y dejan
ver lo que paso.

 3 Flores, Francisco A. El himen en México (1885). México: Con/Textos 2; 2006. p.15-16.

 4 Núñez B., Fernanda. “La invención del aborto en México. Imaginario médico y práctica jurídica en e (...)

 5 Datos obtenidos de una muestra de 280 casos del Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla, años d (...)

8Entre los delitos cometidos en el México porfiriano, la violación tiene una importante
presencia; según el médico Francisco Flores ésta muestra una tendencia a
incrementarse a pesar de que la mayoría de los casos no son denunciados. 3 El doctor
Calderón en un estudio de 1912 reseña que en su consultorio se atienden tres violaciones
o estupros por día, y su frecuencia ocupa el segundo lugar después de los delitos de
lesiones y homicidio.4Los procesos localizados en el Archivo Histórico Judicial del estado de
Puebla confirman esta tendencia. De 1880 a 1919 podemos observar que los atentados al
pudor, el ultraje, el estupro y la violación mantienen el segundo lugar de los delitos
cometidos, éstos oscilan entre un 6 y 18% y ocupan el segundo lugar después de
lesiones y heridas las cuales ascienden al 50 o 60%5 de las infracciones cometidas.

9Los diferentes procesos nos brindan la posibilidad de reconstruir las estrategias sociales
que cubren a la víctima y al agresor y conocer la mirada médica que se encuentra inmersa
en la sensibilidad de época, en ella el cuerpo femenino aparece como el “culpable” de la
“inevitable lujuria masculina”. Las palabras de la víctima y del victimario también nos dan
valiosos elementos, ahí se desentrañan dos poderes: el “masculino agresor” cuyas acciones
parecerían situarse en la esfera de lo “natural” y el otorgado por redes sociales, leyes y
autoridades.

Los atentados al pudor ¿Una cuestión de honor?


 6 Código Penal para el Distrito Federal y Territorio de la baja California sobre delitos del fuero c (...)

 7 Escriche, Joaquín. Diccionario Razonado de Legislación civil, penal, comercial y forense. México: (...)

 8 Ídem.

10Los atentados al pudor constituyen la parte más frágil de las sexualidades, las niñas se
convierten en víctimas constantes de este tipo de infracción, el delito comprende “todo acto
impúdico, sin llegar a la cópula carnal, y que se ejecuta en la persona de otro sin su
voluntad, sea cual fuere su sexo.”6 En los delitos contra el pudor, la descripción se
hace por peritos,7 es el acto que recibe menos pena de aquellos que ofenden la integridad
sexual de niños, hombres y mujeres. El atentado contra el pudor ejecutado sin violencia
física ni moral, se castiga con multa de primera clase, con arresto menor o con ambas
penas, si el ofendido es mayor de catorce años. Cuando se trata de una menor, se sanciona
con multa de 109 a 200 pesos, con arresto mayor o con ambas penas. Si el ofendido fuese
mayor de catorce años y existe violencia física o moral, se castiga con pena de dos años de
prisión y multa de 50 a 500 pesos, si no llega a esa edad, la pena aumenta a tres años y
multa de 70 a 700 pesos.8

 9 Goldstein, Raúl, Diccionario de Derecho Penal y criminología, 2ª edición, Editorial Astrea, Buenos (...)

 10 Escriche, Joaquín, Diccionario Razonado de Legislación civil, penal, comercial y forense. México: (...)

 11 Código Penal para el Distrito Federal y Territorio de la Baja California sobre delitos del fuero co (...)

11Los procesos transitan entre pudor y honor, se reclaman las aproximaciones indebidas,
la brutalidad y la intolerable violación de lo más íntimo del cuerpo. La denuncia adquiere
carácter secreto, aunque para reparar el daño haya que probar en voz alta la resistencia de
la víctima. El código penal, define estupro como “la cópula con mujer casta honesta,
usando la seducción y el engaño para alcanzar consentimiento” y violación la violencia física
o moral para realizar cópula forzada con una persona sea cual fuere el sexo. Es la persona
afectada la que tiene que probar el hecho. La seducción es un requisito tradicional de este
delito, todo estupro es precedido por ella y suele clasificarse en real o presunta. El
actor aprovecha la corta edad de la víctima y su inexperiencia sexual, para quebrantar su
defensa. Llega a ella por la vía de la insidia, la mentira, el engaño y la falsa promesa de
matrimonio.9La ley abarca a las vírgenes de doce años y más, y no considera a las
impúberes. El delito es independiente de la violencia cuando se trata de muchacha de
tierna edad escasa de juicio, aún cuando se alegue consentimiento.10 Las penas que se
estipulan se mueven en un amplio margen que van de 4 y hasta 18 años de prisión. El
intervalo se establece con el fin de que el juez tenga la posibilidad de establecer la
gravedad del caso y la violencia e injuria que pueda haber ocasionado el siniestro. 11

 12 Escriche, Joaquín, Diccionario Razonado de Legislación civil, penal, comercial y forense. México.(...)

12En el siglo XIX códigos y leyes han cambiado, estamos lejos de la época en que el
estupro es considerado como el concúbito voluntario con mujer doncella o viuda de buena
fama. El estuprador podía ser acusado por cualquiera del pueblo, e incurría en la pena de
confiscación de la mitad de sus bienes si fuere honrado, y en la de ser acusado
públicamente y desterrado por cinco años si fuere civil, sin que le sirviera de excusa el decir
que intervino el consentimiento de la mujer.12 Quien tiene que probar el estupro es la
persona que lo alega e intervienen en esta prueba circunstancias especiales. El
diccionario de Escriche señala: “Las pruebas pueden ser morales o materiales. Son
pruebas morales; la confesión aunque sea extrajudicial, o la jactancia del acusado, la
declaración de testigos, la frecuente conversación y trato del hombre y la mujer estando
solo en parajes retirados, el ir juntos en un carruaje con las cortinas corridas…” A su vez
se consideran pruebas materiales y físicas:

 13 Gutiérrez Flores Alatorre, Blas J. Lecciones teórico prácticas de los procedimientos judiciales en (...)

…los vestigios y señales que deje el estupro en la estuprada y que consisten en la desfloración, en las violencias y
lesiones sobre los órganos sexuales u otras partes del cuerpo. En las discusiones al respecto parece claro… que só
los facultativos son capaces de dar al juez un dictamen ilustrado que con otros indicios o adminículos pueda
conducirlo al descubrimiento de la realidad de los hechos.13

 14 Escriche, op. cit.

13Otro problema que se manifiesta a la par de pruebas morales y físicas es el de


la violencia, para que haya verdadero delito es necesario que se presenten una serie de
circunstancias, que hacen casi imposible que se falle a favor de víctima, la violencia
debe manifestarse contra ella misma y no sólo “contra los obstáculos intermedios”; la
resistencia de la mujer debe ser constante “hasta el fin; pues si no hubiese habido más que
los primeros esfuerzos, no habría caso de fuerza, ni lugar por consiguiente a la pena de
este crimen.” El delito no es fácil de comprobar y entre los argumentos se señala que: “Tan
difícil es cometer delito de fuerza como probar su comisión, por la mujer está dotada por
naturaleza de más medios para defenderse, que el hombre para atacar y vencer la
resistencia que le opone, pero como la perpetración de tal crimen, aunque difícil no es
imposible, no deben desecharse las acusaciones que se presenten, aunque debe ponerse el
mayor estudio en examinar las pruebas para no sufrir equivocaciones.”14

 15 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla; Juzgado 2º de lo criminal. paquete 5, expediente 250. (...)

 16 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla, paquete, 1, expediente 772, juzgado primero de
sentenci (...)

14Aunque las consideraciones planteadas en el diccionario de Escriche de manera literal tienden a desapare
los juicios y resoluciones podemos notar la presencia de estos planteamientos. La resistencia de la víctima
para comprobar el no consentimiento, el grito confirma su entereza. Cuando se trata de niñas menores de e
puede ser definitiva y los argumentos del victimario poco convincentes. En 1919 se presenta proceso co
violador de María Luisa, hija de Manuel Rangel. La niña de seis años explica que el acusado le mete el dedo
calzoncito. El agresor dice no recordar pues se encontraba “trastornado”. El reconocimiento muestra los calz
de sangre; los labios de la pequeña vulva con escurrimiento de líquido blanco y el himen anular sin desgarro
irregular lineal de color rojo vivo en la porción superior del lado derecho y rojizo y doloroso al tacto, a
Se concluye que las escoriaciones pueden haber sido producidas por la introducción del dedo en la vulva. S
prisión a Reyes por los delitos de lesiones y atentado al pudor.15 Pocos son los casos donde el proceso se re
sencilla y hay una aceptación de parte del agresor. Andrea Salas acusa a Juan Luna por atentados al pudor. E
férrea mexicana y en un puente llamado “La Loma” es asaltada la niña de 11 años de edad por Juan Luna
violarla, don Antonio Rosano, vecino de Puebla en compañía de otra persona logra evitar el crimen, detienen
conducen ante el Juez de Paz de San Pablo Xochimehuacan. La niña relata los hechos: antes de ayer en la t
cinco, venía de Puebla, para este “su pueblo” y al pasar por el camino de la vía férrea mexicana se encontró c
que hasta entonces le era desconocido, quien sin decirle nada y por medio de la fuerza física, le quita un ces
maíz y recaudo y la introduce en una zanja, una vez ahí la derriba al suelo y por medio de la fuerza tien
impúdicos, que la ofenden, no llegan a la cópula carnal. El paso de un señor a caballo evita la violación y la
agresor. Luna para conseguir lo que pretende, la amaga con un cuchillo que no le fue recogido, pues lo t
puede encontrar. Ninguna otra persona presencia el acontecimiento. El detenido Juan Luna confirma el sinies
se encontraba en estado de ebriedad, “a viva fuerza” mete a la víctima en una zanja, donde pretende
los esfuerzos son inútiles, pues la joven opone resistencia y él prescinde de su empresa, abandona a la
camino. Al poco andar lo detiene un señor a caballo y lo remite para pueblo. Confirma que nadie presenció
es la primera vez que se le procesa.16 En este caso observamos la aceptación de la culpa con el atenuan
estado de ebriedad, pero de todas maneras el hecho de que la niña haya puesto resistencia y así se declare, d
y a su familia en una posición honorable, el rechazo es uno de los elementos esenciales para probar que
pesar de que por la edad de la víctima el delito sea perseguido de oficio. Aunque este argumento no es
resolución del caso, podemos notar que en este tipo de delitos la insistencia en él tendría como objetivo reite
víctima por su virtud.

15En los procesos por violación los antecedentes no significan ninguna justificación, pero a
través de ellos el agresor se otorga el derecho de poseer. Aquella que pide dinero se sitúa
en una posición endeble. En el espacio social estrecho la denuncia busca la reparación del
ultraje, el grito de la vejada es muestra de resistencia. Teodoro Ortega es presentado ante
la comisaría pues Julián Ponce solicita su detención por retener a su hermana Bonifacia. El
denunciante afirma que la enviaron a buscar carbón y que al poco rato llegó un individuo
desconocido y le dijo a la madre que fuera a ver a su hija pues estaba encerrada con el
dueño de la carbonería de Las Vacas y que “estaba dando de gritos”. La madre se traslada
al lugar y comprueba el hecho. El gendarme los conduce al juzgado. Defienden el honor de
las mujeres de la familia madres y hermanos, los padres aparecen ausentes.

El grito salvador o el grito contenido


 17 Rosalina Estrada, “La inevitable lujuria masculina, la natural castidad femenina”, en Laura Cházar (...)

16Las expresiones de honor a nivel popular transitan por caminos que se expresan en la
esfera pública, la calle es el escenario, ahí llegan los ecos de su pérdida, ahí se expresan
los gestos que lo recuperan, ya he narrado el caso de Bonifacia en otro trabajo, el grito que
pega al ser violada es parte de la restitución del honor, ese grito se escucha en la calle y el
mensajero que trae la noticia lo expresa y lo reitera, es ese grito que retumba en la vía
pública que salva el honor familiar y que se reitera con énfasis a lo largo de los juicios en
los que el honor y su recuperación se encuentran en la mira de los afectados. Dos
circunstancias salvan el honor de la familia, el grito de Bonifacia -que se esgrime en el
proceso como una prueba fiel de que ha sido tomada por la fuerza-, los testigos y el
examen médico. Aunque él último no revela señales de violencia en el cuerpo, deja ver que
la afectada ha sido desflorada en el pasado inmediato. Otras circunstancias se manejan
también y nos revelan como se desarrolla el mundo de las relaciones sociales y del barrio,
en la práctica Teodoro insiste en su derecho de poseer a Bonifacia, su argumento principal:
ha dado crédito a la familia en carbón y ha realizado préstamos para solventar las
necesidades de la joven. Aunque nunca sabremos si Bonifacia cedió al asedio de Teodoro
una cosa si es clara que la afectada en el marco de la vida vecinal, salva su honor con el
grito que revela que fue tomada por la fuerza, gritos atestiguados por desconocidos de los
que tampoco sabemos nombres o declaraciones. Interviene también en este caso la figura
masculina que resguarda el honor de las mujeres, es el hermano, el correo, el que busca al
gendarme y el que contribuye para que el proceso salga adelante. De la suerte de Bonifacia
no sabremos nunca, pero en sus catorce años salva el honor, en una
circunstancia dolorosa para la joven y para la familia, a pesar de que haya jugado como
consignan los exámenes médicos con los “ojos expresivos” y las “facciones animadas”. Esta
descripción nos revela también que desde la mirada médica, el examen rebasa su función
específica, no sólo se reconocen los genitales de la afectada o si tiene golpes en el cuerpo,
sus ojos, sus facciones y el estado de higiene son también objeto de análisis. Con este
dictamen de alguna manera se insinúa que Teodoro podría haberse dejado llevar por la
sensualidad de Bonifacia y la agresión se explicaría por “la inevitable lujuria masculina”.17

17El grito, parte de la vida cotidiana, juega un papel fundamental para mantener el
honor, pero también existe su contraparte, la contención de toda manifestación, ahí
podemos observar como es necesario dejar constancia de la agresión. En esas historias
donde intervienen, hermanos, tíos, cuñados, podemos observar la discreción con que se
argumenta para resolver los problemas y a la pregunta del porque no gritó, se responde
con la necesidad de guardar silencio para que los otros no supiesen de la violación. Es en
este momento que el silencio se manifiesta como una posibilidad para salvar a la familia de
una catástrofe. Jacoba Solís, originaria de Cholula, y vecina de esta ciudad en el número 9
de la calle de Zayas, soltera, expendedora de recaudo, de 15 años de edad e hija de Juan
Solís presta servicio como niñera en la casa de su entenada Benigna Juárez, quien en
conjunto con su marido Reyes Pérez, devolvieron a Jacoba a su casa. El padre nota que su
hija está en cinta, Jacoba confiesa que fue forzada por su cuñado Reyes y narra los
hechos, dice tener 15 años de edad y que una noche cuando dormía en un petate tendido a
un lado de la cama en que duermen Reyes y Benigna, aquél se bajo de donde estaba y
abusó de ellas sin que lo sintiera hasta que no había remedio, que no quiso gritar para que
no dijeran que hacía escándalo, y que no se lo dijo a su hermana por miedo. El acusado
niega los hechos y especula sobre las posibilidades de que Jacoba haya sido desflorada en
la casa de Amada Flores, que vive en Solar de Castro 2 ½, pues ahí se reúnen “muchos
léperos”. Se pone en conocimiento del juez lo anterior pues pudiera existir el delito de
estupro. En comparecencia Jacoba Solís ratifica lo dicho por su padre y señala que a media
noche estaba ella durmiendo en un petate cerca de la cama de su hermana Benigna,
cuando el amasio se dirigió a donde ella y la abusó en dos ocasiones y no dio “voces” por
temor de que la oyera su hermana Benigna y se disgustara; que siguió viviendo en la casa
sin dar aviso a sus padres por temor de que éstos le pegaran y que nunca había tenido
acto carnal con algún hombre y que pueden justificar su buena conducta unas señoras
llamadas Flora y Aurelia cuyos apellidos ignora y las cuales expenden recaudo en la plaza
del mercado. El secretario certifica que por la complexión y físico que presenta la anterior
declarante aparece ser raquítica y por consecuencia de pocas fuerzas musculares y ordena
que se efectúe en su cuerpo reconocimiento para constatar si está desflorada y en qué
fecha probable pudo haber sido. Los médicos expertos realizan reconocimiento a Jacoba
Solís manifiestan que está desflorada pero la desfloración no es reciente, pues los
forúnculos multiformes están ya bien cicatrizados.

 18 Archivo Histórico Judicial del INAH, 1901, paquete 3, expediente 96, juzgado segundo de lo criminal (...)

18Por su parte Toribia Castillo afirma que desde hace más de un año Jacoba está con
Benigna Solís la que también es su hija, y que el día 29 del corriente llevó a Jacoba al baño
de Rancho Colorado y notó por los pechos de la muchacha que estaba “enferma” por lo
que le preguntó que le había pasado y ella le narró los hechos. Al comunicar el hecho a su
amasio Juan Solís, convienen en dar parte al ministerio público. Por su lado el acusado
señala que se levantó falso y no es exacto que haya hecho uso del cuerpo de la joven, pues
con sólo que ella hubiera gritado, la hubiera escuchado su hermana Benigna, que no se
explica porqué le achacan el acto. Además agrega que no es posible que la haya
desflorado, pues la niña se quedaba muchas veces en la calle, debido a que sus padres
tomaban con mucha frecuencia y la tenían muy abandonada. Asienta que ignora “quién o
quiénes la desfloraron”, y que Jacoba frecuenta la casa de Amada Flores dónde se reúnen
muchos hombres, supone entonces que ahí perdió la honra. Se realiza el careo entre
Jacoba Solís y el acusado Reyes Pérez y ratifican sus declaraciones. Benigna también
realiza declaraciones y señala que la acusación contra su amasio no es creíble pues Jacoba
se acostaba debajo de la cama de ellos y si éste se hubiera bajado a hacer uso de su
hermana, ella lo hubiera sentido al moverse la cama. Dice ignorar quien pudo desflorarla.
Puestas en careo las dos hermanas ratifican sus respectivas declaraciones, Jacoba insiste
en “que si no gritó fue para que no la oyera su hermana” y que Reyes Pérez no le hizo
fuerza alguna por lo que tampoco gritó. Previa lectura se ratificó y no firmaron por no
saber. Acto seguido el juez considerando que no existen méritos para decretar la formal
prisión, pone al acusado en libertad absoluta y se libra la boleta respectiva. Sin embargo el
caso continúa ventilándose. Se tiene la presencia de Amada Flores, quien cubiertos los
requisitos dijo llamarse como queda expresado, originaria de Cholula y vecina de esta
ciudad en el 2 ½ de la calle de Solar de Castro, soltera, comerciante, y aún cuando es
hermana por parte de su mamá de Jacoba Solís, protesta decir verdad. Examinada como
corresponde contestó: que no sabe nada respecto a los hechos que se averiguan pues ni su
mamá Toribia Castillo le ha dicho nada, ni sabe si Jacoba su hermana está embarazada y
que en su casa nunca se ha quedado Jacoba, ni hay entrantes ni salientes en su
hogar, pues es persona honrada. Lo expuesto se ratifica y no firma por no saber. En el
careo con Reyes Pérez, Amada Flores ratifica su declaración. Pérez toma la palabra y dice
que él no asegura que a Jacoba le haya pasado algo en la casa de la careante, pero como
en ella entran varios individuos era de suponerse. Después de estas diligencias el 6 de
agosto de 1901 se abre causa contra Reyes Pérez por el delito de estupro de que se queja
Jacoba Solís.18 El mismo día de la demanda se le había encontrado libre de toda culpa,
existe un agravante en el caso, la edad de la víctima, y por ello de manera necesaria se
tiene que realizar la investigación correspondiente.

19En este caso existe un silencio, no solo el de Jacoba que no cuenta que fue tomada por el
amasio de su hermano, sino un verdadero silencio social, compartido en primera instancia
por la afectada, más tarde por los testigos y partes involucradas, es toda la familia la que
no se compromete, niega, se mantiene en el mutismo, el juez no tiene más que proceder a
pesar de él, pues al fin de cuentas una joven de 15 años aun con su consentimiento, fue
objeto de seducción. Este grito que se escucha en la vecindad, en el barrio y en las calles
de la ciudad, o el grito soterrado de la que tiene miedo y no puede por vergüenza dar a
conocer su dolor se ve agravado por los efectos que tiene el alcohol en la vida cotidiana,
muchos de los casos de riñas, injurias y agresiones se ven potenciadas por el efecto del
alcohol, los hombres se encuentran “trastornados” y son capaces de realizar los mayores
escándalos, las mujeres dan pena pues contradicen todas las normas que corresponden al
“habitus” femenino.

 19 Archivo Histórico Judicial del INAH, 1890, paquete 1, expediente 184, juzgado tercero de sentencia. (...)

20Otros casos que son denunciados como faltas al pudor tienen un desarrollo totalmente
distinto, cuando se trata de una mujer que tiene un amasio y se ve comprometida por otro
que quiere gozar de sus virtudes, en general el caso no tiene trascendencia y termina en
una simple denuncia que se deja en suspenso por no tener ninguna prueba del delito. En
1890 María de Jesús Solís se queja del cabo de policía Paulino Rodríguez pues éste la
aborda y quiere tener relaciones con ella después que su amasio deja la casa, el acusado
considera que esta es una venganza y a pesar de las declaraciones de María de Jesús no se
considera que existan suficientes elementos para declarar el delito.19

21Ese silencio se repite, la condición social precaria de la víctima y aquella favorable del
agresor se enfrentan para llevar el acto de la violación a una situación dudosa, la denuncia
entonces transita por caminos confusos. En 1895 Dolores García, de 15 años de edad,
declara que hace cinco días, sirviendo como empleada en la casa de Rafael Acho, éste la
amenaza con pistola, la viola por medio de la fuerza, le causa lesiones y le da una píldora
para que no se desangre. Según su declaración el agresor le envía dos pesos para que
calle el asunto y le entregue las sábanas y los calzones que estaban manchados de sangre.
Ella afirma que no recibe el dinero, pues solo le dijeron que la buscaban para darle un
recado. Declara ser originaria de Tlaxcala, pariente del gobernador de ese estado y que
puede acreditar su buena conducta Vicenta Pabello, su madrina. Es soltera de quince años,
e ignora la residencia de sus padres, pues vive siempre con su abuela quien muere un año
atrás. Se traslada a Puebla y sirve en casa de la familia Cuellar, residencia que abandona
pues uno de los hijos pretende tener acto carnal con ella. Enseguida se emplea con Don
Rafael Acho, en la calle de Jarcierías, en cuya casa habita también la cocinera de nombre
Candelaria. El sábado de la semana antepasada, como a las seis de la mañana, luego que
la cocinera sale a buscar leche, Acho se le presenta con pistola en mano, la lleva a la
recámara y en esta pieza la tira a la cama y tiene acto carnal con ella; aclara que
ella nunca había realizado este acto y como se comenzara a desangrar, Acho le
proporciona una píldora para que se le contenga la hemorragia, y luego le entrega la
sábana y los calzones para que los lave pues estaban manchados y le ordena que no diga
nada. Dolores afirma que no puede oponerse al acto por temor de que la mate y por ello
no resiste y no tiene huellas de maltrato alguno. Acho vuelve a consumar el acto y ella le
advierte que lo va a acusar con la justicia y ordena a la cocinera que despida a Dolores,
cuestión que se hace sólo hasta el día siguiente. Dolores se arrima en la casa de una
señora cuyo nombre ignora en la calle del Piojo y ahí la curan. Le relata lo sucedido a su
madrina y ésta la lleva ante la autoridad y ahí señala que presentará en el juzgado las
sábanas y calzones a que se ha referido que conservan todavía las manchas de sangre y
que no hay testigos de la violación. Vicenta Pabello, originaria de Cholula, vecina de la
ciudad en la Cerrada de San Agustín 14, casada, de 34 años, dice conocer a Dolores García
pues hace como siete meses fue su madrina de escapulario y García vivía en la calle de
Molina; que contrajo amistad con ella pues un día solicitando una doméstica, se le presentó
aquella e informándose de la familia a la que pertenecía presumió que podrían ser
parientes. Afirma que Dolores no ha vivido con ella pero siempre la ha visto sola y sin
amigos y por esta razón puede asegurar que la conducta que ha observado “ha sido
arreglada a la moral, y por consiguiente buena”; que a las demás personas de la familia no
las conoce ni sabe su residencia; que tiene conocimiento de lo que ha ocurrido a la García
pues se lo ha contado diciéndole que no había dado parte a la justicia porque tenía miedo y
por ello la llevó con Don José Blanco y éste con el agente tercero de distrito. Presente la
cocinera citada dice llamarse Candelaria Valencia, de San Felipe Ixtacuixtla, vecina de ésta
con domicilio en la calle del Piojo, once, casada, de 22 años, doméstica, y actual sirviente
del acusado. Que hace poco más de un mes que entró a servir en casa del señor Acho en
calidad de cocinera y mandadera, por cuya razón todas las mañanas sale a traer lo
necesario para el desayuno; que a los pocos días de estar en la casa se separó la
recamarera y por encargo de la esposa de Acho busca una nueva y encuentra a García.
Como no conocía el proceder de Acho la lleva en esa calidad; la señora de la casa siempre
está en la hacienda y por los mandados referidos, deja sola a la predicha García.
El miércoles pasado cuando vuelve de su mandado encuentra a García llorando, le
pregunta la causa y le responde que le duele la cabeza. Ese día no sube Acho a la casa
duerme en el despacho por lo que la relatante al día siguiente baja preguntarle a dónde va
a desayunar y éste le contesta que ahí mismo y que no subirá hasta que despida a Dolores
pues ya no le conviene como sirviente, pero que lo hiciera sin escándalo. Ella le atribuye tal
prevención al alcoholismo de Acho, no obstante, cumple con su orden, en el acto Dolores
le refiere que Acho abusa de ella en coito carnal, dos veces, haciéndola perder su virginidad
pues la poseía antes del primer acto. Dolores insiste en que ha sido forzada por Acho, quien
para lograr su intento cierra todas las puertas y le tapa la boca con un pañuelo y luego le
da a lavar la sábana y los calzones manchados que se habían manchado de sangre. La
declarante afirma que no ve las ropas mencionadas, ni las partes genitales de Dolores, ni le
da medicina en modo alguno. Que lo dicho es la verdad y no firmó.

 20 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla 1895, paquete 1, expediente 199 [1019], Juzgado tercero(...)

22El Juez Tercero de lo criminal declara, que se trata de la comisión de un delito público
(violación) y por lo mismo, dadas las doctrinas jurídicas y preceptos legales determinados,
debe seguir de oficio la instrucción, por más que la quejosa en su exposición, en la que se
trasluce algo inaceptable e inverosímil, haya expresado que su conciencia la obliga a
manifestar que el señor Acho no es el autor del delito de violación de que se quejó sino otra
persona, cuyo nombre dice que se reserva pues no pretende acusarlo. Tal exposición,
presentada por escrito hace suponer que la joven ha sido objeto de arreglos, que el
Ministerio Público no ha podido conocer, pero en todo caso es indispensable dado el
carácter del delito público, se continúa la averiguación instando a García para que exprese
la verdad y no se omitan medios para esclarecerla. 20

 21 Butler, Judith, excitable speech. A Politics of the Performative, Routledge, New York, 1997, pp.2- (...)

23Las condiciones sociales, la situación de la víctima y el teatro social que se construye a la


hora de comprobar los delitos definen el camino seguido en los procesos por estupro y
violación; cuando se trata de mujeres de tierna edad la ley es estricta. Quizá en el
silencio encontremos más elementos, se callan datos y aquellos proporcionados en el curso
del juicio se matizan, cambian y niegan, actos y gestos nos refieren a lo acontecido. Los
casos no registrados, fuera de la estadística, revelan la realidad de aquellos en que el
sentimiento de pudor es más fuerte que el de justicia. Cuando se trata de mujeres
consideradas de “dudosa reputación”, los procesos tienen un desarrollo confuso, la
indefensión justifica la desgracia de ser violada, estuprada, la ley entonces se mueven con
abigarrados argumentos y el teatro social no resguarda a la víctima. Existe un desgano en
la defensa y la forma y las intenciones que adquieren las palabras de los testigos tienen un
doble efecto de significación e intencionalidad, el entorno, el tono, el énfasis contribuyen de
manera positiva o negativa a la resolución del caso.21 La presión social puede derivar en
un retiro de la demanda.

 22 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla, 1889, paquete 1, expediente 211, juzgado 3º de
sentenci (...)

24La embriaguez es un argumento atenuante para el delito, y en las mujeres un obstáculo


para comprobar la agresión. El 28 de octubre de 1889, Tomasa Escalona, casada de 21
años, relata que el sábado último en virtud de haberse embriagado con su marido es
conducida a la cárcel junto con él por diferentes caminos y el velador que la recibe que
no conoce y no podría conocer pues reitera que estaba ebria, le propone el coito,
pidiéndole que se preste a ello con insistencia y le ofrece ponerla en libertad, razón por la
cual consiente, pues había dejado abandonado a sus dos hijos. Luego de haber hecho uso
de ella, es conducida a la cárcel. En la misma fecha presente el detenido, previas las
amonestaciones dice llamarse Felipe Sánchez, originario de Xoxtla, vecino de la ciudad de
Puebla. Interrogado, dijo: que está detenido porque entregó a una mujer a la una y media
de la madrugada del domingo y la recibió el gendarme Pedro Montero en la calle de Santa
Clara para conducirla a la cárcel por cordillera y como no encontró al gendarme que le
correspondía la entregó al de la 3ª calle Real, la mujer se llama Soledad González. Como a
las tres de la mañana, lo mandó llamar el cabo Fregoso quien lo remitió al cuartel de
policía, porque la mujer en cuestión se quejó de haber sido violada por un gendarme de los
que la condujeron sin decir quien fue no obstante que a la misma mujer se le presentaron
los que la conducían y a ninguno reconoció; que la única sospecha que tuvo el cabo para
considerarlo responsable es que no entregó en el primer reparo a la mujer, pero alega que
no encontró a nadie en ese lugar y sólo tardó el tiempo necesario para llevarla a la cárcel.
En 31 del mismo comparecieron los expertos Gustavo y Alberto O’Farril. Examinados como
corresponde, declararon: que en virtud de la orden de este juzgado reconocieron a Tomasa
Escalona y no se encontró señal alguna de violación. En la misma fecha el juez 3º de
sentencia dijo: que no habiendo méritos para decretar la formal prisión de Felipe Sánchez,
expuestos los resultados de las diligencias, se le ponga en libertad.22

 23 Ver, Frida Gorbach, “El himen, una erótica de la palabra”, en Francisco A. Flores, El himen en Méx (...)

25Las palabras de la víctima son tenues, ratifican lo dicho por la madre, por la hermana,
callan los detalles, renuncian a la denuncia, en ellas no hay atrevimiento. Nos preguntamos
si el escribano, ¿ha permeado las palabras emitidas por los actores?, ¿les ha atribuido
intencionalidades?, ¿las ha pasado por su filtro? Lo evidente, lo crudo se encuentra en las
palabras masculinas, ellas se extienden, detallan, niegan intenciones y justifican el
hecho. A la hora del examen del perito, la palabra masculina parece ratificarse y si no
fuese por las estrategias sociales, en muchos casos el crimen permanecería inmune.
Finalmente el agresor es castigado, a pesar de que no hay violencia física y que la
tumefacción no sea considerable, aún con las dudas la ley condena. La voz del perito que
para los médicos de la época aparece como imprescindible y decisiva, parece ocupar un
segundo plano, se recurre a los dictámenes, pero el juez a la hora de realizar la sentencia
pone en primer lugar las pruebas y argumentos que se han dilucidado en el desarrollo del
caso. No queremos decir con ello que no tengan ningún peso, contribuyen a la resolución
del siniestro, pero en los procesos, al contrario de lo que plantea Flores tiene un peso
relativo.23 El número de casos pareciera ser infinito, entre los denunciados y los ocultos
existe una relación inversa, mudos testigos de la pérdida de la honra del cuerpo femenino.
La pequeña niña sin discernimiento no inhibe la declaración del atacante, para él ella
también provoca, y el delito es calificado de pequeño igual que la pena.

 24 Código Penal para el Distrito Federal y Territorio de la Baja California sobre delitos del fuero c (...)

 25 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla, 1890, paquete 1, expediente 184, juzgado tercero de
sen (...)

26En los casos que analizamos la figura del estupro aparece raramente, sin embargo
existen algunos procesos cuya resolución sigue un camino no uniforme y del que es difícil
sacar conclusiones. Las violaciones son doblemente penadas si el agresor tiene una
relación de parentesco, o de tutoría, sin embargo en pocas ocasiones encontramos
denuncias de este tipo, que según el código irían contra el orden natural.24 En esta
situación se manifiesta en toda su extensión el silencio social. Los delitos de estupro o
violación son difíciles de comprobar, no sólo es necesario que se produzca la introducción
del pene en la vagina, sino también que existan evidencias de la presencia del semen del
agresor. Semen y sangre aparecen como la pareja que entorna las faltas al pudor,
ambos fluidos son valorados con criterios diferentes, de la sangre se sospecha que
proviene del ciclo menstrual, la presencia del semen es obligada para comprobar el
crimen. Otros casos que son denunciados como faltas al pudor tienen un desarrollo
totalmente distinto, cuando se trata de una mujer que tiene un amasio y se ve
comprometida por otro que quiere gozar de sus virtudes, en general el caso no tiene
trascendencia y termina en una simple denuncia que se deja en suspenso por no tener
ninguna prueba del delito. En 1890 María de Jesús Solís se queja de que el cabo de policía
Paulino Rodríguez la aborda y quiere tener relaciones con ella después que su amasio deja
la casa, el acusado considera que esta es una venganza y a pesar de las declaraciones de
María de Jesús no se considera que existan suficientes elementos para declarar el delito. 25

Los exámenes periciales, un lenguaje ambiguo cargado de


significados
27Los dictámenes revelan contradicciones y ambigüedades que parecieran justificar la
agresión. En pocos casos los expertos confirman la tumefacción como muestra de
violencia; la penetración, el himen desgarrado y los genitales maltratados no se
constituyen entonces en prueba de estupro o violación. Bonifacia tiene catorce años de
edad, en su caso se destacan su condición social y hasta la expresión:

 26 Archivo Histórico Judicial Judicial INAH-Puebla. En averiguación del delito de violación de que est (...)

…la joven tiene los caracteres de la nubilidad, estatura, pechos desarrollados, ojos expresivos, facciones animada
sus vestidos desaseados; en el cuerpo, brazos y piernas no hay huellas de violencia. Los genitales están como sig
pubis con vellos grandes, labios hinchados y enrojecidos, pequeños labios con ligeras excoriaciones, himen
desgarrado en su lado izquierdo, vagina caliente con pliegues; la introducción del dedo produjo molestia y el cuel
del útero al tacto se presentó cerrado, blando y pequeño; separado un poco los grandes labios se vio un líquido
sanguinolento saliendo de la vagina; no se pudo aplicar el espejo por el dolor que producía. De lo expuesto deduc
que Bonifacia Ponce presenta las características de la nubilidad; que no existe señal alguna en su cuerpo de viola
que hay las huellas de una reciente desfloración producida probablemente por un coito, que se debe haber verific
3 o 4 días a lo más antes de la fecha.26

 27 Estrada, Rosalina. “La inevitable lujuria masculina, la natural castidad femenina.” En: Cházaro, La (...)
28Después de considerar el dictamen y de acuerdo con la ley y los testigos se presume que
Ortega pudo tener acceso carnal por la fuerza con la victima y se le fija responsabilidad
criminal y se declara la formal prisión por el delito de violación. Las circunstancias, los
testigos, el examen médico y el grito de Bonifacia, que se esgrime como la prueba que ha
sido tomada por la fuerza, salvan el honor de la familia. Aunque no se revelan señales de
violencia en el cuerpo, la desfloración ocurre en el pasado inmediato. En la práctica Teodoro
insiste en su derecho de poseer a Bonifacia, su argumento principal: ha dado crédito a la
familia y ha realizado préstamos para solventar las necesidades de la joven. Aunque nunca
sabremos si Bonifacia cedió al asedio de Teodoro, en sus catorce años salva la honra, en
condiciones dolorosas para ella y su familia, a pesar de que como consignan los exámenes
médicos las “facciones animadas” y los “ojos expresivos” puedan parecer sospechosos. El
examen rebasa su objetivo, no sólo se reconocen los genitales de la afectada o si tiene
golpes en el cuerpo, sus ojos, sus facciones y el estado de higiene son también objeto de
análisis. La polivalencia semántica del peritaje insinúa que Teodoro ante “la inevitable
lujuria masculina” se habría dejado llevar por la sensualidad de Bonifacia. A la par del grito
se manifiesta el silencio que condena. Jacoba calla: es tomada por la fuerza por el amasio
de su hermana. Se produce en este suceso, un silencio social compartido por testigos e
involucrados, la familia se mantiene en el mutismo. El juez procede, al fin de cuentas una
niña de 15 años, aun sin resistencia, es objeto de seducción. El grito abierto en busca del
honor y el soterrado del miedo y la vergüenza se agrava por los efectos
del alcohol.27Cuando se trata de una mujer que tiene una vida sexual activa, el caso no
tiene trascendencia y termina en una simple denuncia que permanece en suspenso por no
tener prueba del delito.

29El caso de Dolores García nos revela las trampas de la ley, la presencia o ausencia
semen sigue siendo el argumento fundamental para que los facultativos emitan sus
opiniones, aunque existan una serie de evidencias que podríamos considerar como
definitivas. Los exámenes practicados por el perito son una muestra de esta ambigüedad,
pues la violencia tiene que aparecer en el cuerpo, y su ausencia es una muestra de que el
acto no fue forzado. El sexo inflamado, enrojecido, violentado no es muestra de violencia,
sino en el caso de contusiones externas. Los peritos Emilio Zertuche y Gonzalo Sandoval
informan que:

 28 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla, 1895, paquete 1, expediente 199 [1019], Juzgado
tercero (...)

En el reconocimiento practicado a la joven Dolores García el día dos del presente, encontraron lo siguiente: Coloc
la quejosa en la mesa de reconocimiento, y puesta en posición dorso-sagrada, con los muslos separados
ampliamente, notamos el escurrimiento de un líquido blanquizco en la parte posterior de la vulva, la cual era
de tamaño pequeño y los grandes labios que la circunscriben se encontraban con aspecto normal; separados ést
notamos una escoriación equimótica en la ninfa del lado derecho, en su parte media, y como de 1 cm de ancho y
figura circular, así como otras dos pequeñas equimosis al nivel del meato urinario; separados los pequeños labios
cierta tensión para ver el himen notamos que esta membrana estaba desgarrada en varios fragmentos que
presentaban al especto de yemas carnosas y muy dolorosas a la palpación. La vagina era estrecha y el dedo índic
causaba dolor por su introducción en ella, la entrada de la vagina, los restos del himen y pequeños labios se
encontraban rojos, calientes y tumefactos. El examen nos demostró que la joven García está desflorada en el sen
médico dla palabra, sin que pueda precisar la fecha de la desfloración y que además tenía vulvitis traumática en e
momento del examen y de la que hoy sale curada.28

30En el desarrollo del caso se realiza el interrogatorio a los expertos facultativos Emilio
Zertuche y Gonzalo Sandoval, con el fin de ampliar su dictamen a través de preguntas y
respuestas:

 ¿Si la vulvitis relacionada fue consecuencia de la desfloración o señal de violencia? Y contestaron que no
puede afirmarse, que pudo ser causada por la desfloración y pudo ser causada por la violencia.
 ¿Si la equimosis ha sido consecuencia de la vulvitis o señales de violencia? Y dijeron que las equimosis
indican señales de violencia y no son consecuencia de la vulvitis.
 ¿Si el estado de los fragmentos del himen en consecuencia de la desfloración o de la vulvitis, o señales de
violación?
 29 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla 1890, paquete 1, exp. 132 juzgado 3º de sentencia. En
av (...)

31Concluyen que el estado que presentan fragmentos del himen indican o no señales de
violación y es imposible afirmar si es una violación o una simple desfloración, se presume,
en razón de la ausencia de signos exteriores de violencia en el resto del cuerpo de la
quejosa, que puede ser una simple desfloración, la cual por consentida que sea, puede
producir lesiones como la equimosis.29

 30 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla 1895, paquete 1, expediente 199 [1019], Juzgado tercero(...)

32El examen médico muestra un sinuoso camino por medio del cual no se puede
comprobar la violación, en este caso son los exámenes de laboratorio, no la auscultación
los que se encuentran como telón de fondo para dirimir el hecho, exámenes que tienen
como función comprobar la existencia de los fluidos probatorios: semen y sangre. En este
caso la presencia de sangre no ofrece dudas pero la ausencia de espermatozoides
descalifica el acto de estupro. Como elemento probatorio de la agresión se entregan en el
juicio el calzón y las enaguas de la víctima manchadas de sangre: las últimas de color azul
presentan en la parte posterior una mancha de forma elíptica, irregular, de un diámetro
mayor de 35 mm., la que parece haber sido ocasionada por un derrame sanguíneo según lo
demuestran los coágulos que se encontraron entre los pliegues; además, hay 22 manchas
de menor tamaño, no contando las muy pequeñas. En la parte posterior se encuentran 11
manchas principales, una de ellas de 17 mm de diámetro. Según los caracteres que ofrecen
dichas manchas todas fueron originadas por sangre. Para comprobar la procedencia de las
manchas el perito procede de la siguiente manera: Toma las parte manchadas, las coloca
en vidrios de reloj; unas en agua destilada y otras en líquido de Roussin No. 2 dejándolos
en maceración 12 horas. Concluido el término analiza la solución acuosa pudiendo
caracterizar en ella la fibrina. Luego procede a la preparación de los cristales de Fichmann y
los examina en el microscopio. Hace observaciones microscópicas del líquido conservador
y los fragmentos macerados y encuentra multitud de glóbulos rojos. Repite sus
operaciones varias veces con el objeto de encontrar espermatozoides o células epitaliales y
ni una ni otra cosa aparecen. Las enaguas de fondo blanco presentan también varias
manchas, todas ellas las somete a un tratamiento idéntico que a las anteriores y
obtiene los mismos resultados. De lo anterior, se deduce que las manchas son de sangre y
que éstas no proceden de un estupro, pues no se encontró el “único carácter esencial”: el
espermatozoide. Firma el informe: Eduardo Moreno.30

Para terminar
33La seducción, dulce historia para unos atroz para otros depende de quien la juzga y vive.
Desde subordinado lugar se expresan mujeres sin “membrana”, “de endeble honor”, al
realizar sus denuncias. Aunque existan tumefacción de los labios, golpes en las piernas y
vagina caliente, la penetración rehusada no es prueba sin espermatozoides. Los peritos no
consignan la tristeza; las declaraciones masculinas justifican la agresión, pues de acuerdo a
sus palabras ellas: niñas o púberes también se aproximan y consienten. El violador y su
violencia se justifican por el interés de tomar a la víctima, la seducción no es siempre
efectiva, así se recurre a golpes para poder consumar el acto. Existe un miedo social,
familiar al que la víctima se va asir para no hablar o para narrar el hecho con temor, con
cuidado. Cuando el familiar respalda, su reclamo tiene mayor fuerza, sin cobijo sus
posibilidades de defensa decrecen. El secreto es también otra posibilidad, es el poder oculto
del que hace callar a la víctima, por dinero o por poder por miedo. Cuando el siniestro sale
a luz, se niega, se justifica, pero sólo entonces es posible que el agresor vaya parar a la
cárcel.

 31 Vigarello, Georges, Histoire du viol, XVIe-XXesiècle, Seuil, Paris, 1998 p. 176.

34Los lugares de asalto se sitúan entre lo público y lo privado,31 la casa del violador es un
lugar privilegiado, también la comisaría, el cuarto, la calle, el solar desierto, los caminos y
los recorridos que realiza la víctima, ahí no hay testigos, pero en la reconstrucción de los
hechos siempre hay alguno que ha podido escuchar el grito, el forcejeo. El agresor
argumenta que nadie observó los hechos, el asaltado y su grupo de apoyo reitera la
presencia del individuo que trae las noticias, que ratifica que ha visto y oído. No importa
entonces, los espacios públicos y privados son propicios. La casa del victimario es un sitio
de poder, Bonifacia es tomada en el taller por Teodoro, Jacoba en la casa del cuñado,
Dolores García en la cama del patrón.

35En estos actos, no podemos entender la violencia como simples estallidos de pasión, las
víctimas son débiles, la agresión parece tener argumentos que la justifican. Teodoro
justifica su acercamiento con Bonifacia en un acto racional: la familia le debe dinero. Jacoba
recibe en su lecho al cuñado, él baja de la cama donde dormita con su esposa para
poseerla en el suelo. Ese subordinado lugar femenino se repite, en algunas situaciones
hasta la familia consiente, propicia, ofrece, pero en el momento que la honra es atacada se
busca como recuperarla. La ley tiene suficientes argumentos para proteger a las víctimas,
los peritos parecen situarse en otro ámbito, con la pureza de la ciencia, una pureza en la
que finalmente la víctima parecería ser siempre culpable, los argumentos sociales, el teatro
social no forma parte de sus consideraciones aunque si su imaginario sobre el cuerpo
femenino, efectivamente no pueden evitar sus fantasmas a la hora de la descripción, el
semen, presencia obligada, es al fin lo que define.

 32 Sofsky, Wolfang, Tratado sobre la violencia, Abada Editores, 2006, pp.65-66.

36En la reconstrucción de los hechos se escenifica una especie de performance social, cada
quien desde su papel y su lugar activa todos sus recursos para justificar, condenar, dar
detalles, apoyar o negar. En el proceso, la palabra es fundamental, cada una de ellas está
llena de intencionalidades, de fines, se las piensa cada vez, se las ratifica o se le retira, la
víctima tiende a callar, aunque el teatro sea propicio para que hable e insista en la agresión
que ha sufrido. En estos procesos dos lenguajes se encuentran, el del agresor y el de la
víctima, quizá las palabras encubren el dolor, es la honra la fundamental, la que hay que
recuperar, en la descripción aparece la forma de la agresión pero no el cuerpo. Se describe
el proceso de pérdida de la honra, se pone acento “en el sufrimiento anímico, no en el
tormento físico” y la “lamentación verbal es la sublimación del grito.”32 El grito que sirve
para recuperar el honor familiar, para decir que se resistió, para afirmar que se es casta a
pesar de que se ha perdido la membrana. El dolor pasa a segundo plano, es el perito que
lo describe, se da cuenta de las heridas, de la tumefacción, pero no del sufrimiento ni del
daño psicológico que sufre la víctima. Resolver es lograr la condena del agresor, pero ello
no repara, deja la amargura de lo vivido, del no poder volver atrás.

 33 Vigarello, Georges, Histoire du viol, XVIe-XXesiècle, op. cit., p. 180.

 34 Vincent-Cassy, Mireille, « Viol des jeunes filles et propagande politique en France à la fin du M (...)

37A finales del siglo XX parecería observarse una sensibilidad creciente en los casos del
estupro y violación sobre todo cuando se comprueba la virginidad ultrajada. En los
atentados al pudor que atacan a niñas de tierna edad, la familia denuncia, sin buscar
secreto alguno, como lo señalaría Vigarello para el caso de una mujer que se explica a la
familia del agresor “imposible de no demandar justicia de un ultraje a la inocencia de su
hija”.33 Quizá esta preocupación por la virginidad de la joven la encontremos muy lejos en
las explicaciones, su integridad es imprescindible para el matrimonio, en la Edad Media ésta
se constituye en la seguridad de que la madre podía trasmitir por la sangre el linaje de su
marido a los hijos, Santo Tomas de Aquino señala que una joven violada no encontrará
marido.34

38Esa sensibilidad se extiende hacia la joven que posee las características de la virginidad,
puber y virgen se encuentran en el centro del debate por sus cualidades y su papel en la
sociedad, el matrimonio es la base. Esa actitud hacia la niñez entra en total contradicción
cuando se trata de “dudosos comportamientos femeninos”, aquí el derecho parece ser nulo,
hasta las recién púberes pueden ser consideradas sospechosas de insinuación, el valor de la
virginidad es el criterio fundamental para la condena, aquellas que no la poseen se
encuentran en la indefensión.

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Notes

1 Sandra Jatahy Pesavento, Os sete pecados da capital, Porto Alegre, Brasil, Editora
Hucitec, 2008, 455 p.

2 Joanna Bourke, Los violadores, Historia del estupro de 1860 a nuestros días, Editorial
Crítica, España 2009.

3 Flores, Francisco A. El himen en México (1885). México: Con/Textos 2; 2006. p.15-16.

4 Núñez B., Fernanda. “La invención del aborto en México. Imaginario médico y práctica
jurídica en el último tercio del siglo XIX.”, en: Agostoni, Claudia, ed. Curar, sanar y educar.
Salud y Sociedad en México, siglos XIX y XX. México: IIH-UNAM. 2007. (en prensa)

5 Datos obtenidos de una muestra de 280 casos del Archivo Histórico Judicial del INAH-
Puebla, años de 1880-1928. Comprende los delitos de aborto, adulterio, atentados al
pudor, golpes, heridas, homicidio, injurias, lesiones, robo, ultraje, violación y estupro.

6 Código Penal para el Distrito Federal y Territorio de la baja California sobre delitos del
fuero común y para toda la República sobre delitos contra la federación. Veracruz, Imprenta
del “Progreso”, De Ramón Laimé. 1873. Título sexto. Delitos contra el orden de las familias,
la moral pública, o las buenas costumbres. Capítulo III Atentados contra el pudor. (pp 218-
219).

7 Escriche, Joaquín. Diccionario Razonado de Legislación civil, penal, comercial y forense.


México: Impreso en la oficina de Galván a cargo de Mariano Arévalo. 1837. [Edición
facsimilar, UNAM, 1993]

8 Ídem.

9 Goldstein, Raúl, Diccionario de Derecho Penal y criminología, 2ª edición, Editorial Astrea,


Buenos Aires, 1983.
10 Escriche, Joaquín, Diccionario Razonado de Legislación civil, penal, comercial y
forense. México: Impreso en la oficina de Galván a cargo de Mariano Arévalo. 1837.
[Edición facsimilar, UNAM, 1993]

11 Código Penal para el Distrito Federal y Territorio de la Baja California sobre delitos del
fuero común y para toda la república sobre delitos contra la federación, Veracruz, Imprenta
del “Progreso” de Ramón Laimé, 1873.

12 Escriche, Joaquín, Diccionario Razonado de Legislación civil, penal, comercial y forense.


México. Impreso en la oficina de Galván a cargo de Mariano Arévalo, 1837. [Edición
facsimilar, UNAM, 1993]

13 Gutiérrez Flores Alatorre, Blas J. Lecciones teórico prácticas de los procedimientos


judiciales en los fueros común y de guerra o códigos de procedimientos penales y de
justicia militar, explicados, suplidos y con observaciones por el General Abogado Blas J.
Gutiérrez Flores Alatorre, Tomo I, México, 1883, Imprenta de Gregorio Horcasitas.

14 Escriche, op. cit.

15 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla; Juzgado 2º de lo criminal. paquete 5,


expediente 250. Averiguación del delito de violación de que se queja Manuel Rangel, en
representación de su hija María Luisa en contra de Juan Reyes, 1919.

16 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla, paquete, 1, expediente 772, juzgado primero
de sentencia, 25 de septiembre de 1892. proceso contra Juan Luna, acusado de atentados
al pudor en contra de Andrea Salas.

17 Rosalina Estrada, “La inevitable lujuria masculina, la natural castidad femenina”, en


Laura Cházaro y Rosalina Estrada (editoras), En el umbral de los cuerpos, COLMICH,
ICSYH-BUAP, México, 2005.

18 Archivo Histórico Judicial del INAH, 1901, paquete 3, expediente 96, juzgado segundo
de lo criminal. Contra Reyes Pérez por el delito de estupro de que se queja Jacoba Solís.

19 Archivo Histórico Judicial del INAH, 1890, paquete 1, expediente 184, juzgado tercero
de sentencia. En averiguación del delito de atentados al pudor de que se quejó Ma. de
Jesús Solís.

20 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla 1895, paquete 1, expediente 199 [1019],
Juzgado tercero de lo criminal. en averiguación de los responsables del delito de violación
de que se queja Dolores García.

21 Butler, Judith, excitable speech. A Politics of the Performative, Routledge, New York,
1997, pp.2-3.
22 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla, 1889, paquete 1, expediente 211, juzgado
3º de sentencia, 28 de octubre de 1889. En averiguación de los responsables del delito de
violación cometido en la persona de Tomasa Escalona.

23 Ver, Frida Gorbach, “El himen, una erótica de la palabra”, en Francisco A. Flores, El
himen en México, 1885, en Con/textos de Historia de la Ciencia 2, CONACYT, Instituto de
Investigaciones Filosóficas, UNAM, 2006, pp.65-80.

24 Código Penal para el Distrito Federal y Territorio de la Baja California sobre delitos del
fuero común y para toda la República sobre delitos contra la federación, el cual código se
adoptó para el estado de Puebla por decretos del 10 de diciembre de 1875 y 2 de diciembre
de 1876. Puebla, 1923, Linotipia de la Escuela de Artes y Oficios.

25 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla, 1890, paquete 1, expediente 184, juzgado
tercero de sentencia. En averiguación del delito de atentados al pudor de que se quejó Ma.
de Jesús Solís.

26 Archivo Histórico Judicial Judicial INAH-Puebla. En averiguación del delito de violación


de que está acusado Teodoro Ortega, 18 de septiembre de 1890.; Juzgado 1º de
Sentencia, paquete 2, exp. 104.

27 Estrada, Rosalina. “La inevitable lujuria masculina, la natural castidad femenina.” En:
Cházaro, Laura y Estrada, Rosalina, eds. En el umbral de los cuerpos. México: COLMICH,
ICSYH-BUAP; 2005. p. 117-144.

28 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla, 1895, paquete 1, expediente 199 [1019],
Juzgado tercero de lo criminal. En averiguación de los responsables del delito de violación
de que se queja Dolores García.

29 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla 1890, paquete 1, exp. 132 juzgado 3º de
sentencia. En averiguación de las lesiones de que se quejó Guadalupe Cortéz.

30 Archivo Histórico Judicial del INAH-Puebla 1895, paquete 1, expediente 199 [1019],
Juzgado tercero de lo criminal. en averiguación de los responsables del delito de violación
de que se queja Dolores García. Ídem.

31 Vigarello, Georges, Histoire du viol, XVIe-XXe siècle, Seuil, Paris, 1998 p. 176.

32 Sofsky, Wolfang, Tratado sobre la violencia, Abada Editores, 2006, pp.65-66.

33 Vigarello, Georges, Histoire du viol, XVIe-XXe siècle, op. cit., p. 180.

34 Vincent-Cassy, Mireille, « Viol des jeunes filles et propagande politique en France à la


fin du Moyen Âge », Le corps des jeunes filles de l’Antiquité à nos jours, Perrin, Paris, 2001,
pp.120-121.
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Pour citer cet article
Référence électronique
Rosalina Estrada, « El cuerpo abusado y el imaginario médico y legal en la comprobación
del delito », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Débats, mis en ligne le 29 janvier
2010, consulté le 22 août 2018. URL :
http://journals.openedition.org/nuevomundo/58837 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.58837
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Auteur
Rosalina Estrada
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego, Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla. restrada47@yahoo.com

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 Introducción: Coloquio Internacional Espacios, Palabras y Sensibilidades (Puebla, México,


octubre 2007) [Texte intégral]

Paru dans Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Colloques

Colloques | 2006
Heridas en el cuerpo, heridas en el alma. Injurias, violencias y
sensibilidades (siglos XVIII-XIX), simp HIST 26, 52 ICA, Sevilla 17-21 de
julio de 2006.
Rosalina Estrada Urroz

Los gestos de la violencia y la restitución del


honor. Puebla en el porfiriato
[19/11/2006]
Résumé | Index | Plan | Texte | Notes | Citation | Auteur
Résumés
FrançaisEnglishEspañol
Sous le regard de la loi, la société et la police, les gestes de la violence populaire font
échantillon de la barbarie. Néanmoins cette interprétation, les procès judiciaires montrent
une partie cachée, cette partie obscurcie apparaît dans la protection de l’honneur, la
jalousie et l’expression de l’amour possessif. Au Méxique du Porfiriato ces gestes révèlent
l’existence des affects, d’amours et de rancunes. Dans la violence quotidienne l’alcool
explique ou occulte d’une façon répétée les gestes de la colère ou de l’amour mal vécu.
L’injure physique arrache le sens aux mots, la plaie dans la figure, la tempe ou le cou passe
au premier plan. La dispute a lieu entre hommes et femmes et là, même pour un instant,
les règles normées par le genre sont transgressées.
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Entrées d’index
Mots clés :
violence, crime, dispute, honneur, Méxique
Keywords :
fight, honour
Palabras claves :
México
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Plan
Entre lo cotidiano y lo extraordinario
Las palabras dichas
Los atentados al pudor ¿Una cuestión de honor?
Y hasta la muerte por culpa del pasado
Para terminar
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1A los ojos de la legislación, la sociedad y la policía, los gestos de la violencia popular del
México porfiriano son una muestra de barbarie. En las palabras dichas y los gestos
enunciados aprehendemos una parte oculta, retenida, que es posible dilucidar. Esta parte
sombreada se muestra en la salvaguarda del honor, el celo y el posesivo amor. En la
violencia diaria el alcohol es uno de los velos que opaca los gestos de la ira o el desamor.
Con la injuria física las palabras pierden importancia, es la herida en la cara, en la sien o en
el cuello las que se sitúan en primer plano. La riña entre distintos sexos traspasa por un
momento las reglas de género y al jugar roles agresivos que muestran rebeldía, las
mujeres son mal vistas por la sociedad. La madre se encuentra al lado de la hija para
protegerla, la desvalida también es objeto de misericordia y de ayuda, salvar el alma
sigue siendo un imperativo. De todas maneras si no se trata de un desenlace fatal,
entre los sexos existe un momento de estallido que llega a la calma cuando la amasia o la
esposa, sin otra posibilidad perdonan.

2Los archivos judiciales son una de las pocas fuentes que nos proporcionan datos sobre el
comportamiento de los sectores populares en la vida diaria, a través de ellos es posible
recuperar no sólo la riña, sino también la procedencia, dedicación, edad y lugar de
habitación de aquel que ejerce la agresión. Desde una nueva mirada podemos reconstruir
la geografía de la violencia, en la cual el patio de vecindad es el teatro de todas las
expresiones y la cantina o la pulquería el lugar de desahogo donde se da rienda suelta a las
pasiones.

Entre lo cotidiano y lo extraordinario


3Para la prensa los gestos de la violencia se manifiestan de manera cotidiana, son narrados
de manera detallada, con calificativos que caracterizan a los sectores populares con el
imaginario a mano, cómo si los gestos de la violencia, por su “falta de educación”, sus
“tendencias orgánicas”, su propensión al “vicio”, les perteneciesen sólo a ellos. La riña, a
pesar de su repetición es un acontecimiento extraordinario, los que habitan espacios
constreñidos ya sea la casa de vecindad, cantina, burdel y hasta la cárcel comparten
también momentos de esparcimiento, de paz, en los cuales la risa esta presente. Este
carácter extraordinario se encuentra en los mismos procesos judiciales.


4La herida en el cuerpo o en el alma es parte de la vida social de los sectores populares,
aunque no le sean exclusivas. Los gestos de la violencia se expresan sin subterfugios, no
se trata de la esgrima intelectual, o de la intriga, acá las diferencias se dirimen con las
armas que están a mano y la injuria se acompaña del golpe. Es un acto momentánea,
algunas veces entre gente aparentemente desconocida. Qué impulsa la agresión, qué la
provoca, si escudriñamos detrás del acontecimiento encontraremos valores, sentimientos,
pasiones que aunque en su desarrollo tienen un carácter singular, también pertenecen a la
colectividad. Es la violencia, de palabra y obra y su carácter de intolerable que pone en
riesgo la integridad corporal. Es también la muerte con su contundencia que no permite
eufemismos. Como lo señalan Bourdelais y Bassin lo intolerable se sitúa en el “cuerpo
maltratado, cuerpo sufriente, cuerpo violado, cuerpo del individuo marcado en lo más
profundo de su carne”.1 Pero el hecho singular, al contrario de lo que podríamos pensar
nos sitúa en el cuerpo colectivo, cuerpo humillado, contaminado, eliminado, cometido
muchas veces en nombre de la nación, amparado por leyes, amparado por el poder. 2

5Los gestos de la violencia tienen un carácter ambiguo. Algunas veces se manifiestan de


manera directa y recaen en una persona, la agresión entonces tiene un motivo, la sospecha
es una de sus causas, ésta aparece en los expediente como una aparente suspicacia y se
transforma en el desarrollo del proceso en certitud. La violencia se acompaña de gestos y
voces, voces que pueden ser susurros, palabras dichas a medias, o gritos de ofensa o de
dolor. El tono juega su papel, no se trata de una suave melodía, sino del volumen de la
agresión, ante la injuria de puta se responde con una palabra del mismo peso y quizá con
el golpe acompañante. Se recurre a lo que está a la mano, puede ser una piedra, un
gancho y hasta una botella. Pero estos gestos tienen diversas significaciones y a la vez son
parte de la agresión o parte de la defensa.

6Cuando se reconstruyen los hechos es cuando aparece la contradicción en el todo que


acontece en pocos minutos. Se desmenuza en partes ínfimas y conocemos “lo que me dijo
y lo que le dije”, cómo me agredió y cómo respondí, a la par los testigos
componen, recomponen y reconstruyen. El mensajero juega un papel esencial, es el correo
de voz, el que propaga el rumor, el que da la información: en la cantina tal, dos se pelean;
hay una mujer tirada en tal calle: un hombre yace mal herido en la otra, su función dar
parte del acontecimiento, la urgencia de su carrera se encuentra determinada por la
gravedad del conflicto.

7La ofensa es un acto extraordinario, en él se quebrantan las reglas de convivencia y se


crean nuevas formas de relacionarse en las cuales tiene que intervenir un tercero para que
se establezca de nuevo el lugar que cada quien ocupa en el espacio social, en la vecindad o
en la calle. No importan las características de la agresión, puede tratarse de la injuria
premeditada, de golpes de diferente naturaleza o de ambos que se acompañan, de todas
maneras el pleito no se resuelve con un arreglo amistoso de las partes sino que tiene un
carácter que rebasa las relaciones interpersonales.

8El caso se lleva a los juzgados sobre todo cuando existen lesiones visibles, a pesar de ello
en la mayoría de los procesos estas lesiones tienen un carácter leve, según la ley la
mayoría “sanan en menos de quince días”. Pero las “heridas” tienen un doble significado, el
primero se presenta en el corto plazo y traduce las condiciones de conflictividad en que se
desarrolla la agresión. El segundo marca, se traduce en la herida en el rostro, la mejilla o la
sien, en muchos casos señas permanentes que aparecen grabadas de manera indeleble y
se constituyen en un estigma para el que las porta. Ser víctima es un punto de partida pues
al calor de la riña no existe pasividad, mujeres y hombres responden ante el ataque sin que
encontremos un afán por terminar el encuentro con un entendimiento que permita resolver
la conflictividad sin problemas.
Las palabras dichas

9En estos procesos, las palabras dichas se componen de manera heterogénea, ofensas e
injurias, se potencian mutuamente. Salpicadas de adjetivos, se les da énfasis, de les da
color, la metáfora no sustituye califica y aunque aparezca de manera poco frecuente, lo
hace con modismos propios, son mexicanismos que con el tiempo varían en sus
significados. Dos diccionarios alejados en el tiempo el de Santamaría 1959 y el de Féliz
Ramos y Duarte 1895,3 nos dan indicios sobre la utilización de las palabras en el tiempo.
Pero las palabras no pueden aislarse de la circunstancia, del discurso de la adjetivación, así
que independientemente del significado buscamos el tono, la melodía que acompaña y la
agresión que omnipresente, que en muchos casos es física. Sin embargo, como diría Farge,
las palabras dichas no tienen sentido sino son articuladas a un grupo social, tomarlas de
manera individual solo nos dejan ver el curso del lenguaje de un individuo. Si bien es
necesario trabajar sobre la palabra y el colectivo que la genera, también es necesario verla
de una manera histórica y como en cada época se genera una articulación igual o distinta.4

10Al recobrar las palabras dichas, nos apropiamos de un mundo de rebeldía, de resistencia
a la agresión, de los días de espera, pero también de inconformidad y de ajuste de cuentas,
con la injuria se recobra el derecho a maltratar al otro, a echarle en cara su situación para
compararse, para decirle que no es gran cosa, que es una puta o que chingue a su madre,
ahí entonces se establecen distancias para situar a cada quien en su lugar. Los
criminólogos, médicos y moralistas, de época nos dirían es ahí donde el “yo bruto se
impone al yo racional”. Pero qué otro lugar queda entonces para afirmar la defensa, para
afirmar el lugar, el grito y la riña, les pertenece y les hace pertenecer. En el lenguaje de la
pelea que se reconstruye en el juzgado, la metáfora aparece pero calificando, no en lugar
de puta, “libélulas del vicio”5 las llamaría Lara y Pardo, sino después del epíteto feroz. Así
abundan los vocablos repetidos que enfatizan.

11Podríamos dividir las palabras dichas en tres grandes grupos, aquellas que ofenden a la
mujer, en las que predomina puta con sus diferentes calificativos;6 las que se refieren a la
madre, que es la ofensa más grave hecha en el transcurso de la riña y las dirigidas al sexo
masculino las cuales muestran una gama más amplia, ellos son cabrones, huevones o
pendejos. Como lo diría Cela: “La linde que separa las voces admisibles de las no
admisibles, o las admitidas de las no admitidas, es siempre movediza…”7, en este mundo
las palabras fluyen sin que existan restricciones, son las que la gente llamada “civilizada”
no puede externar, contradicen el léxico, la gramática, la entonación correctos. Se
manifiestan con pasión en frases cortas que adquieren un carácter ofensivo. Si en el
discurso médico y moralista el eufemismo, que “evita la palabra vulgar”8 tiene una gran
presencia, en las palabras dichas no se trata de embellecer el lenguaje sino de darle la
fuerza para que ofenda y provoque la herida que daña al igual que la piedra, la daga o el
puñal.
12No vamos hacer acá una disertación sobre la palabra puta, nos interesa mucho más ver
como se califica, pues casi siempre está acompañada de otros epítetos, como guajolota,
alcahueta, vieja, muchas veces éstas la sustituyen transformándose en sinónimos. El
significado de guajolota es ambiguo, para el diccionario Ramos y Duarte, significa
concubina manceba, si lo comparamos con otras acepciones, guajolote significa perro
común que come mucho, o bobo, tonto y necio. El diccionario de Santamaría define
guajolota como la hembra del guajolote, considera guajolotada, acción torpe o necia, en
alusión a la “proverbial sandez del guajolote”. De todas maneras es claro que guajolota
tiene un sentido despectivo. Es una palabra repetida en el porfiriato y los diccionarios la
señalan como regionalismo, tenemos muchos indicios para pensar que la palabra se
constituye en sinónimo de puta y por ello se convierte en una ofensa grave. El calificativo
potencia la agresión, así como otras expresiones entre las que se encuentra muerta de
hambre y desgraciada.

13Por ejemplo Luisa Pérez es remitida por el gendarme con una herida contusa en la región
parietal izquierda, lesión que no pone ni puede poner en peligro la vida y tarda en sanar
menos de 15 días, la afectada señala que: sin motivo alguno una mujer le gritó “usted
seguro es una de las putas de la Conchillos” y con una piedra la lesionó, que la heridora
huyó, que los hecho tuvieron lugar en la calle de las Damas, y lo presenciaron varias
vecinas; que la mujer de referencia riñó con otra mujer a quien la deponente conoce de
vista, se ratificó y no firmó por no saber escribir.9 Luisa Pérez no expresa ninguna opinión
sobre su participación o no como pupila de la Casa de la Conchillos, burdel muy conocido
en la época que tiene más de treinta pupilas, sin embargo podemos asumir por la calle en
la que ocurre el acontecimiento que es posible que Luisa Pérez ejerciera de la profesión en
la Casa de la Conchillos, sin embargo a pesar de que el proceso no sea por injuria, el ser
llamada en público, puta con un tono fuerte y a la vista de todos, es una ofensa para la
misma mujer que ejerce la prostitución.

14En el espacio donde se desarrolla la riña existen una serie de elementos que la
fomentan, la vecindad nos es propicia para la vida privada, es fácil el intercambio de
miradas y de palabras y el constante ir y venir de un lado a otro y la existencia de servicios
comunes establecen una cierta promiscuidad. El buen comportamiento, la honra de
esposas, hermanas e hijas se encuentra con frecuencia en entredicho, los hermanos
celosos responden al esteriotipo vigente de lo que debe ser una mujer y cual es el
comportamiento que debe observar.

Los atentados al pudor ¿Una cuestión de honor?


15El pudor es un valor presente en los procesos que estudiamos, en el pudor se basan los
pleitos en que hombres y mujeres riñen por el otro. Se reclama por la aproximación al
amasio, amasia, hermana o amigo. Se exige a la hermana que se vista y actúe con recato y
que resista a los peligros de la seducción. Convertidos en conflictos, las desavenencias se
hacen públicas, vecinos y vecinas atestiguan y dan su aporte para la construcción de la
historia. Los atentados al pudor tienen un carácter violento se sitúan en el ámbito de lo
intolerable pues afecta lo más íntimo del cuerpo, el desarrollo y las formas que adquiere la
denuncia tienen un carácter secreto, privado, aunque para restituir el honor haya que
probar la resistencia de la víctima para preservar la reputación del afectado y la afectada..

16En el siglo XIX códigos y leyes han cambiado, estamos lejos de la época en que el
estupro es considerado como el concúbito voluntario con mujer doncella o viuda de buena
fama. El estuprador podía ser acusado por cualquiera del pueblo, e incurría en la pena de
confiscación de la mitad de sus bienes si fuere honrado, y en la de ser acusado
públicamente y desterrado por cinco años si fuere civil, sin que le sirviera de excusa el decir
que intervino el consentimiento de la mujer.10 El código penal de 1871, que rige los años
que estudiamos define estupro como “la cópula con mujer casta honesta, usando la
seducción y el engaño para alcanzar consentimiento” y comete violación el que por medio
de violencia física o moral tiene cópula con una persona sin la voluntad de ésta, sea cual
fuere el sexo. Quien tiene que probar el estupro es la persona que lo alega e intervienen
en esta prueba circunstancias especiales. El diccionario de Escriche señala: “Las pruebas
pueden ser morales o materiales. Son pruebas morales; la confesión aunque se
extrajudicial, o la jactancia del acusado, la declaración de testigos, la frecuente
conversación y trato del hombre y la mujer estando solo en parajes retirados, el ir juntos
en un carruaje con las cortinas corridas…”. A su vez se consideran pruebas materiales y
físicas:

los vestigios y señales que deje el estupro en la estuprada y que consisten en la


desfloración, en las violencias y lesiones sobre los órganos sexuales u otras partes del
cuerpo. En las discusiones al respecto parece claro como lo señalamos ya que sólo losl
facultativos son capaces de dar al juez un dictamen ilustrado que con otros indicios o
adminículos pueda conducirlo al descubrimiento de la realidad de los hechos.11

17Otro problema que se manifiesta a la par de pruebas morales y físicas es el de


la violencia, para que haya verdadero delito es necesario que se presenten una serie de
circunstancias, que hacen casi imposible que se falle a favor de la que ha vivido la
violación, ésta tiene que tiene que manifestarse contra ella misma y no sólo “contra los
obstáculos intermedios”; la resistencia de la mujer debe ser constante “hasta el fin; pues si
no hubiese habido más que los primeros esfuerzos, no habría caso de fuerza, ni lugar por
consiguiente a la pena de este crimen.” Por lo general la ley abarca a las vírgenes de doce
años y más de edad y no considera a los que no son púberes, el delito es independiente de
la violencia cuando se “trate de muchacha de edad tan tierna y tan escasa de juicio, que
por solo eso debe presumirse violencia cuando no ha llegado a la pubertad, aun cuando se
alegue su consentimiento.” Sin embargo como lo dice el mismo comentarista el delito no es
fácil de comprobar y entre los argumentos se señala que: “Tan difícil es cometer delito de
fuerza como probar su comisión, por la mujer está dotada por naturaleza de más medios
para defenderse, que el hombre para atacar y vencer la resistencia que le opone, pero
como la perpetración de tal crimen, aunque difícil no es imposible, no deben desecharse las
acusaciones que se presenten, aunque debe ponerse el mayor estudio en examinar las
pruebas para no sufrir equivocaciones.” 12

18En los procesos por violación se esgrimen una serie de argumentos que justifican de
parte del agresor la consumación del hecho, cualquier favor otorgado justificaría la toma
por la fuerza de la mujer, hija o ahijada. Aquella que ha pedido dinero se sitúa en una
posición endeble si no puede devolverlo. Sin embargo estos argumentos, esgrimidos por los
atacantes o por los mismos defensores, pasan a segundo plano si el examen médico
comprueba la agresión y la violencia con que esta se realiza. Defender el honor de las
mujeres de la familia, es una función de la madre, pero de una manera primordial de los
hermanos, los padres en estos procesos aparecerían como los grandes ausentes.

19Las pruebas son contundentes se producen por medio de los exámenes practicados,
exámenes que van más allá de una descripción médica y condensan las condiciones
sociales de la víctima. En estos espacios la denuncia se constituye en un mérito, en el
espacio social estrecho se resguarda el honor, intervienen los vecinos, los amigos, los
hermanos, quienes buscan como preservarlo a través de la denuncia. El grito es la muestra
del honor, “ella pegaba gritos”, es la evidencia de que se ha puesto resistencia, refleja la
firmeza, la falta de complacencia ante aquél que con engaño trata de lograr lo que siempre
ha querido, es una muestra que no se ha accedido, a la vez los exámenes confirman, la
violencia con que ha sido penetrada, el himen desgarrado y las consecuencias que ello tiene
para sus genitales.

20Los antecedentes no significan ninguna justificación, pero a través de ellos el agresor se


otorga el derecho de poseer. El 18 de septiembre de 1890 Julian Ponce solicita orden de
detención para el hombre que se encierra con su hermana Bonifacia Ponce, el acusado
Teodoro Ortega es presentado ante la comisaría por el guardia No. 105. El denunciante
señala que “que hará como una media hora mandaron a Bonifacia, su hermana, a que fuera
a traer carbón; y que a poco rato llegó un individuo que no conoce a su casa y le dio parte
a la madre de la declarante que fuera a ver a su hija que estaba encerrada con el dueño de
la carbonería que está situada en la calle de las vacas y que estaba dando de gritos. Que en
el acto salió la madre del que habla y ocurrió a la carbonería que estaba cerrada, que el
declarante corrió en busca de un gendarme y los condujeron a este juzgado”. Bonifacia
tiene catorce años de edad y fue bautizada en la parroquia del Sagrario, el denunciante
asienta que sobre la conducta moral de la agredida podrían declarar Guadalupe Jácome,
Soledad Sánchez y Rosario García. Ratifica la demanda y no firma pues expresa que no
sabe hacerlo. La madre Petra Galicia ratifica los hechos y asienta que un desconocido le
avisa que su hija mayor:

Bonifacia estaba con el dueño de la carbonería encerrada y que estaba dando de gritos;
que la declarante al escuchar estas palabras, salió a fuerza de carrera y su hijo Julián salió
en busca de un gendarme; que antes de llegar a la carbonería se encontró con una mujer
desconocida y le preguntó a ella si estaba cerrada la carbonería de esa calle, a lo que le
contestó que sí, por lo que apuró el paso y cuando llegó ya estaba abierta; que le dijo al
carbonero que qué la había hecho a su hija a lo que le dijo que nada le había pasado, y
sacando dos pesos de la bolsa todavía le dijo ese hombre que no hiciera escándalo y que
los tomase. En eso llegó su hijo con el gendarme y los condujeron a este juzgado. Que su
hija Bonifacia nunca sale a la calle y no ha tenido tratos con ningún hombre. Retificada y
leída que fue su declaración, dijo que era la verdad y no firmó por no saber hacerlo.

21Por su lado Bonifacia declara el 19 de septiembre de 1890 “que ayer como a eso de las
tres de la tarde la mandaron de su casa a traer carbón; que como la carbonería de la calle
primera de la Soledad estaba cerrada, se le ocurrió ir a la que está en la calle de las Vacas,
que entró y pidió el carbón al hombre que estaba allí y que estaba solo y le ofreció plátano
y como ella le hubiera dado las gracias, y le dijera que le despachara pues tenía que irse,
entonces el hombre le dijo que entrara más adentro y ella no creyó que el hombre fuese
hacerle nada, pero cuando el hombre vio que ella entro más adentro inmediatamente lo
que hizo fue cerrar la puerta con llave y la jaloneó a fin de que se acostara con él y a fin de
tanta fuerza del hombre logró vencerla y enseguida tuvo acto carnal con ella; que la que
habla gritaba mucho, que el hombre le decía que le daría dos pesos, y que ya no se fuera
para su casa, pero Bonifacia no aceptó ni una ni otra cosa; que cuando llegó la madre de
la declarante ya había pasado todo; que ésta se dirigió al hombre diciéndole que qué había
hecho con su hija, a lo que el respondió que nada le había pasado, que no hiciera
escándalo, que le daría dos pesos; también agrega que es la primera vez que conoce al
referido hombre, que no estaba ebrio, afirma también que a poco rato llegó su hermano
Julián con un policía y los condujo al juzgado. Que lo dicho es la verdad y no firmó por
expresar no saber.

22Extraído de su prisión el detenido, dijo llamarse Teodoro Ortega, natural de Acajete y


vecino de la ciudad con habitación en el siete de la calle de la Santísima, casado, cervecero,
de 20 años de edad. Preguntado por el motivo de sus detención dijo que será porque lo
acusan de haber forzado a la joven que presentan, pero niega el hecho y relata que en
efecto ayer como cosa de las tres y media de la tarde fue a su carbonería Bonifacia Ponce y
le pidió medio kilo de carbón prestado y que el declarante no tuvo inconveniente en
dárselo; que ayer le habló a Bonifacia de que “quería tener acto carnal con ella”, pero que
ella se rehusó diciendo que no podía porque estaba enferma y que otro día sería; que se
puso a platicar con Bonifacia y en esto llegó la madre de esta, tanto que le dio un jalón en
un hombro que le rompió la manga del saco, que no es cierto que él, ayer, haya tenido y
consumado acto carnal con ella, y también ignora quién le haya puesto las piernas moradas
a Bonifacia. También afirma que la madre de Bonifacia ha dado motivo para que él le
platicara con su hija, tanto que el viernes 13 del actual lo fue a ver y le pidió un peso para
desempeñar un rebozo que tenía empeñado, pues Bonifacia no tenía rebozo para salir a la
calle y que “más antes le había prestado dos reales y luego le llevaba una sábana pero que
el se rehusó a tomarla”; que la semana pasada le dio un peso a Bonifacia; que las más de
las veces le iban a pedir carbón fiado y se los daba; y que la primera vez que la madre de
Bonifacia le pidió un peso para sacar le rebozo de Bonifacia y el declarante le dijo que
sí, que no tenía inconveniente en dárselo siempre y cuando su hija condescendiera con él,
entonces la señora se echó a reír; que no es cierto que haya cerrado la puerta de la
carbonería ni que hubiera tenido acto carnal con Bonifacia por la fuerza, pues esta lo
hubiera mordido y hubiera dado de gritos; que ayer le regaló otro peso a Bonifacia y que
no es cierto que ayer le hubiera ofrecido a la madre de Bonifacia dos pesos. Que lo dicho es
la verdad y no firmó por no saber. En el careo entre Bonifacio y Teodoro cada quien ratifica
su versión.

23Por su lado los exámenes médicos revelan que la joven:

…tiene los caracteres de la nubilidad, estatura, pechos desarrollados, ojos expresivos,


facciones animadas, sus vestidos desaseados; en el cuerpo, brazos y piernas no hay huellas
de violencia. Los genitales están como sigue: pubis con vellos grandes, labios hinchados y
enrojecidos, pequeños labios con ligeras excoriaciones, himen desgarrado en su lado
izquierdo, vagina caliente con pliegues; la introducción del dedo produjo molestia y el
cuello del útero al tacto se presentó cerrado, blando y pequeño; separado un poco los
grandes labios se vio un líquido sanguinolento saliendo de la vagina; no se pudo aplicar el
espejo por el dolor que producía.

24Del examen se deduce que en el cuerpo de Bonifacia no existe señal alguna de violación;
pero si hay las huellas de una reciente desfloración producida probablemente por un coito,
que se debe haber verificado 3 o 4 días a lo más antes de la fecha. En Puebla a 21 de
septiembre de 1889 el juez segundo dicta la sentencia: como resultado de la denuncia y a
pesar de que Teodoro Ortega niega haberlo verificado en su misma declaración, el estado
de la ofendida y por las declaraciones de testigos aparece que puede haber tenido acceso
carnal con Ponce por medio de la fuerza y considerando que el delito de violación lo pena el
artículo 795 del Código respectivo lo mismo que el 797 y con castigo que da lugar a la
prisión preventiva; que de lo referido puede presumirse la existencia del dicho delito como
la responsabilidad criminal del detenido por lo expuesto en los artículos 2217, 2218 del
Código de Procedimientos se decolara la formal prisión de Ortega acusado del delito de
violación.13 En estos casos la intervención de los expertos puede determinar el camino que
sigue el proceso, como lo confirma el código de procedimientos judiciales en su Arto. 62
“En los delitos contra el pudor, la descripción se hará por peritos, para lo que pueden ser
requeridos por el agente de la policía judicial que esté practicando las primeras diligencias,
los médicos de cárceles, los de comisaría o los médicos legistas, estando todos estos
obligados a obedecer de inmediato el requerimiento.”14
25Dos circunstancias salvan el honor de la familia, el grito de Bonifacia -que se esgrime en
el proceso como una prueba fiel de que ha sido tomada por la fuerza-, los testigos y el
examen médico. Aunque él último no revela señales de violencia en el cuerpo, deja ver que
la afectada ha sido deflorada en el pasado inmediato. Otras circunstancias se manejan
también y nos revelan como se desarrolla el mundo de las relaciones sociales y de barrio,
en la práctica Teodoro insiste en su derecho de poseer a Bonifacia, su argumento principal:
ha dado crédito a la familia en carbón y ha realizado préstamos para solventar las
necesidades de la joven. Aunque nunca sabremos si Bonifacia cedió al asedio de Teodoro
una cosa si es clara que la afectada en el marco de la vida vecinal, salva su honor con el
grito que revela que fue tomada por la fuerza, gritos atestiguados por desconocidos de los
que tampoco sabemos nombres o declaraciones. Interviene también en este caso la figura
masculina que resguarda el honor de las mujeres, es el hermano, el correo, el que busca al
gendarme y el que contribuye para que el proceso salga adelante.

26De la suerte de Bonifacia no sabremos nunca, pero en sus catorce años salva el honor,
en una circunstancia dolorosa para la joven y para la familia, a pesar de que haya jugado
como consignan los exámenes médicos con los “ojos expresivos” y las “facciones
animadas”. Esta descripción nos revela también que desde la mirada médica, el examen
rebasa su función específica, no sólo se reconocen los genitales de la afectada o si tiene
golpes en el cuerpo, sus ojos, sus facciones y el estado de higiene son también objeto de
análisis. Con este dictamen de alguna manera se insinúa que Teodoro podría haberse
dejado llevar por la sensualidad de Bonifacia y la agresión se explicaría por “la inevitable
lujuria masculina”.15 En la introducción al libro de Ambroise Tardieu, Les attentats aux
moeurs de 1857, Vigarello sostiene que los médicos legistas “no pueden callar las
obsesiones de su cultura, cuando describen el cuerpo de las víctimas y los acusados.” Al
mezclar su moral a las observaciones, el médico fabricaría los estigmas físicos,
“traicionándose con sus juicios de valor”.16

27En los casos que analizamos la figura del estupro aparece raramente, sin embargo
existen algunos procesos cuya resolución sigue un camino no uniforme y del que es difícil
sacar conclusiones. Las violaciones son doblemente penadas si el agresor tiene una
relación de parentesco, o de tutoría, sin embargo en pocas ocasiones encontramos
denuncias de este tipo, que según el código irían contra el orden natural.17 El delito de
estupro o violación también es muy difícil de comprobar, no sólo es necesario que se
produzca la introducción del pene en la vagina, sino también que existan evidencias de la
presencia del semen del agresor. Semen y sangre aparecen como la pareja que entorna las
faltas al pudor, ambos fluidos son vistos con valorados con criterios diferentes, de la
sangre se sospecha que proviene del ciclo menstrual, la presencia del semen es obligada
para comprobar el crimen.

28Otros casos que son denunciados como faltas al pudor tienen un desarrollo totalmente
distinto, cuando se trata de una mujer que tiene un amasio y se ve comprometida por otro
que quiere gozar de sus virtudes, en general el caso no tiene trascendencia y termina en
una simple denuncia que se deja en suspenso por no tener ninguna prueba del delito. En
1890 María de Jesús Solís se queja de que el cabo de policía Paulino Rodríguez la aborda y
quiere tener relaciones con ella después que su amasio deja la casa, el acusado considera
que esta es una venganza y a pesar de las declaraciones de María de Jesús no se considera
que existan suficientes elementos para declarar el delito.18

Y hasta la muerte por culpa del pasado


29No se trata de una novela, pero el honor y el amor compiten en el desenlace de hechos
que en apariencia no tienen relación entre sí. Son los gestos de la violencia que
aparecerían como espontáneos, pero se encuentran determinados por los antecedentes y
las circunstancias que los entornan. El 24 de agosto de 1890 el gendarme No. 221 da aviso
de que el Callejón de Naturales, se encuentra una mujer herida por arma de fuego.
El personal del juzgado constata que en una accesoria de la casa 11 a la derecha de la
puerta de entrada y acostada en el suelo se ubica una mujer herida y en el rincón una
cama de madera y trastos corrientes. La afectada dice llamarse Guadalupe Cortéz, de este
origen y vecindad, habita en la Casa Pública de la Calle la Choluteca, de la que no sabe el
número, es soltera y tiene dieciocho años. Recostado en la cama, Prisciliano
Galindo solicitaba a la deponente, como no accede a sus deseos, se incomoda y dispara,
causándole la herida que tiene. El actuario certifica que Cortéz tiene una herida en el
pescuezo, detrás de la oreja derecha. La afectada insiste en que no tiene ningún
antecedente de enemistad con el agresor, pues alguna vez fueron novios, agrega que el
hecho lo presenció Juana Beltrán y afirma que lo dicho es la verdad y no firma. Por su
parte el acusado dice llamarse Prisciliano Galindo, originario de Tehuacán, con domicilio en
el cuartel del 10º regimiento, soldado, soltero, de 24 años de edad, dice: que está detenido
por haber lastimado a una mujer pero que esa no fue su intención; que siendo muy niños
conoció a Guadalupe y siendo jóvenes entraron en simples relaciones de
novios, tratándola siempre con el mayor respeto, que tuvo que separarse de ella para ir al
lado de su padre y cuando regresó se encontró con que Guadalupe era una mujer pública y
que por ese motivo ella había perdido para con él las buenas maneras que antes tenía.
Sostiene que hoy por casualidad pasaba por el Callejón de Naturales y encontró en la
puerta de una accesoria a Guadalupe, quien lo llamó y lo hizo entrar y adentro vio que
había un problema entre los tíos de Guadalupe cuyos nombres y apellidos desconoce, que
en ese momento tocaron la puerta de la accesoria cuando el deponente estaba recostado
en la cama y Guadalupe reclinada sobre él, al ruido del toquido, ella dijo: “ese es mi
querido” y comenzó a decirle frases insultantes. La tía intercede por Guadalupe ante el
recién llegado, pero él hombre desconocido, da un empellón y se le va encima con
un arma, entonces él saca su pistola y dispara, pero hiere a Guadalupe. Se sale a la calle y
un grupo de mujeres lo detiene, en el transcurso llega un policía.

30Por la diferencia en las declaraciones se realiza el careo entre Cortéz y Galindo, la


agredida sostiene que la tarde de los hechos estaba tomada y no recuerda bien lo que
pasó, tampoco si algún hombre entró y si dijo y que era su querido, que lo expresado es
cierto. Galindo ratifica todo lo declarado y agrega que ignora porque Guadalupe se hace
llamar Cortéz cuando su apellido es Salcedo, y porque no quiere dar el nombre del
individuo que dice su querido. No lográndose más se suspende la diligencia. Galindo queda
en calidad de bien preso y a disposición del juzgado el 28 de agosto de 1890, Guadalupe
Cortez muere el 30 del mismo mes.19

31Este hecho revela no sólo la situación que prevalece en el mundo de la prostitución,


donde la seguridad es precaria y en muchas ocasiones la vida pende de un hilo. También
encontramos formas de pensar e imaginarios construidos sobre la mujer prostituta, la
defensa de Galindo enumera las características poco honorables de Guadalupe por
dedicarse a la prostitución y señala como poco creíble la negativa de Cortéz para acostarse
con Galindo pues al ejercer este oficio no tiene ninguna inhibición para dar sus favores a
cualquier hombre. El defensor expresa: “La Cortéz asegura que sólo porque le negó sus
favores a Galindo este le disparó su pistola, esto no puede creerse señor Juez si se atiende
a que Cortéz además de ser una mujer pública estaba unida con Galindo con relaciones
amorosas, y una mujer de costumbres deshonestas como Cortez, condesciende no sólo con
su amante sino con otro cualquiera que pague aquello en que la desgraciada ramera
aprecia su vergüenza y pudor.”

32El que fuesen novios en el pasado y que el agresor haya tenido con Cortéz una relación
de respeto es un elemento singular que caracteriza el caso. Podemos observar
entonces una tendencia a considerar el afecto como atenuante para el agresor, que se
enfrenta al drama de encontrar a su amada en un burdel. Este argumento se reitera a favor
de Galindo, quien señala que ha sido por defenderse de un tercero que utiliza su pistola, sin
embargo nada prueba lo declarado y es condenado. Guadalupe muere a los ocho días y la
pena que recibe el matador es de diez años de prisión. Cuantas mujeres dedicadas a la
prostitución viven situaciones similares, el golpe, la herida en la cara, el maltrato y la
muerte las envuelven. En el careo podemos ver los diferentes sentimientos que se
esgrimen, Galindo insiste en la relación que en el pasado ha tenido con ella, pero también
en que no le tiene mala voluntad pues fue su novia, de manera implícita parecería decir que
ahora no merece tal trato, por su lado Cortéz niega lo vivido y dice no recordar.

Para terminar
33A través de este texto hemos hecho muchas preguntas que han quedado sin respuesta,
pero en especial dos me han martillado con mayor insistencia ¿Cómo varían los umbrales
de tolerancia con respecto al cuerpo?, ¿Cómo la legislación a pesar de su modernidad
establece culpabilidades diferentes entre el hombre y la mujer? El umbral de tolerancia se
construye desde el cuerpo mismo, desde las palabras dichas, desde los gestos cometidos, y
si bien no encontramos una concepción clásica de valores como el honor, la gallardía o el
pudor, éstos se manifiestan en la práctica a través de pequeñas brechas. Los gestos de la
violencia generan otros gestos, los de la preservación o restitución del honor, también los
de la posesión, así el sexo masculino intenta tener el femenino. Cortéz había sido su novia,
la encuentra en el burdel, y la mata. Belén es asesinada por celos, el joven extranjero la
apuñala. Bonifacia venía con frecuencia a comprar carbón y él le fiaba, el derecho de
tomarla es casi natural.

34Aunque la palabra honor no se use en los argumentos para culpar al agresor, forma
parte de las razones que explican la insistencia de denunciar y reconstituir las
circunstancias en que se producen los pleitos. Elster entiende honor como el coraje o valor
en aquellos momentos en los que intentamos dañar a alguien que, a su vez, pretende
hacernos lo mismo. Pero para que este comportamiento honorable se haga evidente es
necesaria la presencia de una tercera persona que observe la valentía y la avale.20 A la
par del honor existe la búsqueda de justicia para que se castigue la violencia que incluso ha
podido ocasionar la muerte.

35Los gestos de la violencia son variados, responden a la agresión y la defensa, las


palabras acompañan al grito al pataleo, a la injuria, a la pedrada. Al reconstituirse sin
embargo conforman un todo y no se disocian de las circunstancias que los ocasionan y la
cronología con que se suceden. Las armas de la agresión aparecen atadas al cuerpo, son la
parte que permite la injuria o la defensa del honor. Devolver el honor es también
reconstituir el proceso de la ofensa, dejar claro cómo esta se realizó, cómo los testigos
pueden ratificar los hechos y señalar que ella es inocente, que él lo hizo por defender el
honor de su familia, o que él agredió porque su mujer lo engañaba con otro. En estos
procesos se trata de la valentía de aquel que no se deja y se restituye como hombre o
mujer honorable. No es una restitución a muerte como Elster lo señala para la antigua
Grecia, pues “para ganarse el elogio final era necesario ganar o morir”. Pero la vigilancia
no es sólo individual, la preservación del honor es social, su pérdida desencadena las
emociones de desprecio entre los observadores y la vergüenza del sujeto, emociones que
guardan una estrecha relación con las normas, por ello, independiente de las razones
legales, los procesos tienen un entorno, exigen el concurso de testigos, vecinos amigos y
partidarios.

36Con esta especie de disección que se realiza en el juzgado se pierde el todo que acontece
casi siempre en pocos minutos, los hechos se suceden en cascada sin que medien ripios o
digresiones, pero en el proceso las partes se recomponen se dividen los gestos, se ratifican
o rectifican las palabras, se agregan otras y se corrigen. La riña tiene una unidad, en su
curso es difícil determinar la existencia de trozos, es un todo que fluye, es un hito en el
tiempo, entre el antes y el después las cosas son diferentes, años guardando el amor, los
celos, o el deseo y en un minuto cambia la vida, algunas veces para siempre. En la
descomposición se establecen lógicas que convienen a la ley, para que la pena sea menor,
para que sea liberado de cargas o para liberarse de los mismos.

37El examen médico fracciona el daño, y lo decompone sin guardar su continuidad, como
si una cosa no tuviese que ver con lo otro, es el eclecticismo que se manifiesta y da cuerpo
a la argumentación, en el caso de Bonifacia, los “ojos expresivos” tienen que ver con el
himen roto o con la suciedad de sus vestido, el examen crea significados que no se
encuentran en la finalidad misma de la función del perito, determinar en el caso de la
violación, violencia física, golpes, y estado de los genitales. El acto violento se cercena en
una infinidad de partes, cuando es una unidad, palabras y gestos se acompañan, se
potencian, son ofensa y defensa, el grito, el alarido, las palabras soeces, son voces y gestos
inseparables. Escondidos entre la piedra y la pistola se encuentran las emociones, los
sentimientos que también construyen el hecho, determinan su curso, su bondad o su
tragedia.

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Notes
1 Didier Fassis y Patrice Bourdelais, La constructions de l’intolérable, Études
d’antrhopologie et d’histoire sur les frontieres de l’espace moral, La Decouverte, Paris,
2005, p. 9.
2 Idem.
3 Ramos y Duarte, Féliz, Diccionario de mejicanismos; colección de locuciones i frases
viciosas, con sus correspondientes críticas i correcciones fundadas en autoridades de la
lengua; máximas, refranes, provincialismos i remoques populares de todos los estados de
la República mediana, México, Imprenta de E. Dublán, 1895. Francisco Javier Santamaría,
Joaquín García Izcabalceta, Diccionario de mejicanismos: razonado, comprobado con citas
de autoridades, comparado con el de americanismos y con los vocabularios provinciales de
los más distinguidos diccionarios hispanoamericanos, Editorial Porrúa, México, 1974
(Primera Edición 1959)
4 Farge, Arlette, Des Lieux pour l’histoire, La Librairie du XXe Siècle, Seuil, France, 1997,
pp. 67-81.
5 Lara y Pardo, La Prostitución en México, Ch. Bouret, París, México, 1908, p. 51.
6 En Santiago de Chile un estudio sobre la injuria a finales del siglo XVII e inicios
del XVIII revela la frecuencia de la injuria de puta, la que jamás se dirige a los hombres,
pues no existe puto en ninguna acepción ya sea a través de eufemismos. Ver Albornoz,
María Eugenia, “La injuria de palabra en Santiago de Chile, 1672-1822”, en Nuevo Mundo,
Mundos Nuevos, N.4 – 2004, disponible
en http://nuevomundo.revues.org/document240.html
7 Cela, Camilo José, Diccionario secreto (uno), Alianza Alfaguara, España, 1975.
8 Ibid., p. 27.
9 Archivo Histórico Judicial, INAH Puebla, 1906, paquete 2, expediente 137, juzgado 1°
correccional. Proceso instruido en averiguación del delito de lesiones cometido en la
persona de Luisa Pérez.
10 Joaquín Escriche, Diccionario Razonado de Legislación civil, penal, comercial y forense.
México. Impreso en la oficina de Galván a cargo de Mariano Arévalo, 1837. [Edición
facsimilar, UNAM, 1993]
11 Blas J. Gutiérrez Flores Alatorre, Lecciones teórico prácticas de los procedimientos
judiciales en los fueros común y de guerra o códigos de procedimientos penales y de
justicia militar, explicados, suplidos y conobservaciones por el General Abogado Blas J.
Gutiérrez Flores Alatorre, Tomo I, México, 1883, Imprenta de Gregorio Horcasitas.
12 Escriche, op. cit.
13 AHJl, INAH 1890, paquete 2, exp 104, 18 de septiembre de 1890, Juzgado 1º de
Sentencia. En averiguación del delito de violación de que está acusado Teodoro Ortega.
14 Código de Procedimientos Penales del Estado de Puebla. Edición Oficial. Imprenta de la
Escuela de Artes y Oficios. 1904.
15 Rosalina Estrada, “La inevitable lujuria masculina, la natural castidad femenina”, en
Laura Cházaro y Rosalina Estrada (editoras), En el umbral de los cuerpos, COLMICH,
ICSYH-BUAP, México, 2005.
16 Georges Vigarello, introducción al libro de Ambroise Tardieu, Les Attentats aux moeurs,
1857, Jerome Millan, Grenoble, 1995.
17 Código Penal para el Distrito Federal y Territorio de la Baja California sobre delitos del
fuero común y para toda la República sobre delitos contra la federación, el cual código se
adoptó para el estado de Puebla por decretos del 10 de diciembre de 1875 y 2 de diciembre
de 1876. Puebla, 1923, Linotipia de la Escuela de Artes y Oficios.
18 AHJl, INAH, 1890, paquete 1, expediente 184, juzgado tercero de sentencia. En
averiguación del delito de atentados al pudor de que se quejó Ma de Jesús Solis.
19 AHJ, INAH Puebla, 1890, paquete 1, expediente 132, juzgado tercero de sentencia. En
averiguación del las lesiones de que se queja Ma Guadalupe Cortez.
20 John Elster, Alquimias de la mente, La racionalidad y las emociones, Paidós, Barcelona,
2002, p. 173-249.
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Pour citer cet article


Référence électronique
Rosalina Estrada Urroz, « Los gestos de la violencia y la restitución del honor. Puebla en el
porfiriato », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Colloques, mis en ligne le 19
novembre 2006, consulté le 22 août 2018. URL :
http://journals.openedition.org/nuevomundo/2854 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.2854
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Auteur
Rosalina Estrada Urroz
Doctora, Investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla restrada47@yahoo.com

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