You are on page 1of 4

1

ES
De la EXCLUSIÓN….
A la INCLUSIÓN
Ejercicio Espiritual 4

Objetivo: Mostrar que la vida fraterna consiste en sumar y no en restar, en multiplicar y no en


dividir, en incluir y no excluir a las personas. La tónica del amor la marcó Jesús que “no quiere que
nadie se pierda”.
Ambientación:
- Al mirar a estos personajes, imagínate que cada uno representa a sectores humanos
discriminados: mujeres, migrantes, extranjeros, pobres, etc. Qué piensas de estas situaciones?

ES

DE LA EXCLUSIÓN… A LA INCLUSIÓN

- Tener un pan sobre una mesa al centro suficientemente grande para que todos puedan
tomar un trozo).
PARA INICIAR NUESTRA REUNIÓN
El animador/a lee en voz alta el tema de hoy señalando el letrero con el título y con la imagen.
Después hacen todos juntos la siguiente invocación:
“Aquí estamos, Señor, congregados en tu nombre. Quédate con nosotros. Penetra en nuestro
corazón, hazlo dócil a tu palabra e inspira nuestras decisiones.
Que juntos sepamos escucharte y descubrir lo que tenemos que hacer para ir dejando atrás el
individualismo que nos aqueja y caminar cada día construyendo la fraternidad que Tú quieres para
tus hijos”. Padre Nuestro…Amén.
2

UNA MIRADA A LA REALIDAD


Preguntas: ¿Qué tanto me intereso por los grupos más discriminados de mi comunidad? ¿De qué
maneras se manifiesta en nuestra vida personal y comunitaria la falta de compromiso por los más
alejados?

Hoy, gracias a Dios, somos más conscientes de nuestra


dignidad de personas y de los derechos que la acompañan. Por
lo mismo, somos más sensibles a las ofensas y daños que se
hacen contra nosotros y contra las personas. Nos indignan
mucho los casos de marginación y exclusión de personas o
grupos, por motivos de raza, de religión, de condición
económica o de género. Nos molesta que haya privilegios para
unos cuantos, el favoritismo de los que están en el poder, la
insolente desigualdad en la que vivimos en nuestro país.

El rostro de la injusticia ha venido tomando formas cada vez más crueles e inhumanas: primero fue
la injusticia vertical: los de arriba y los de abajo (los ricos y los pobres); luego, la injusticia horizontal:
los del centro y los de las periferias (los privilegiados y los desfavorecidos); luego fue la injusticia
global: los incluidos y los excluidos (los útiles y los desechables).

Esto es una bofetada a la dignidad humana y un desprecio de la voluntad de Dios que quiso
colocarnos en el centro de la vida para vivir en fraternidad.

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS:


¿Quién es el más importante?
(San Marcos 9, 33-37).
«Llegaron a Cafarnaúm y, ya en
casa, les preguntó: — ¿De qué
hablaban por el camino?
Se quedaron callados, porque por el
camino habían estado discutiendo
quién era el más importante. Se
sentó, llamó a los Doce, y les dijo: —
El que quiera ser el primero, que se
haga el último y el servidor de todos.
Después llamó a un niño, lo colocó
en medio de ellos, lo acarició y les
dijo: —Quien reciba a uno de estos
niños en mi nombre, a mí me recibe.
Quien me recibe a mí, no es a mí a
quién recibe, sino al que me envió».

REFLEXIÓN
El mundo se empeña en hacer a un lado a las personas, pero Dios se empeña en regresarlo a su
lugar: el centro. Ya desde el principio ―nos dice la Biblia― que Dios puso al hombre en medio del
paraíso (Génesis 1, 27-28; 2, 7-8). El pecado fue una terrible decisión del hombre que lo excluyó del
paraíso: quedó fuera, pero el propósito de Dios fue situarlo de nuevo en el centro y en este sentido
se desarrolla toda la historia de la salvación. La Alianza de Dios con su pueblo no es otra cosa que
ponerlo en el centro de su corazón.
3

Los Evangelios constatan una y otra vez la insistencia de Jesús de poner a las personas en el
centro, frente a la terquedad egoísta del hombre de echarlo fuera.

Ante la molestia de los discípulos por los niños, dice: “Dejen que los niños se acerquen a mí” (Mc
10,14). En la casa de Pedro, levanta a la suegra de la enfermedad y la pone en el medio para el
servicio (Mc 1,31). Al leproso que había sido excluido por su enfermedad, lo regresa al centro del
templo y a la presencia de los sacerdotes (Mc 1,44). Al hombre de la mano tullida, le dice “Levántate
y ponte en medio” (Mc 3,3). Al ciego que todos reprendían para que se callara, Jesús por el contrario
dice: “Llámenlo” (Mc 10,48-49). Frente a las alcancías del templo, Jesús puso de relieve la ofrenda
desapercibida de la viuda y no la ofrenda llamativa de los ricos (Mc 12,43-44).

La Iglesia es casa y escuela de comunión, no casa de exclusión. Los excluidos de la sociedad han
de encontrar en ella un refugio seguro donde son aceptados y valorados, donde pueden levantar la
cabeza y dar la cara, donde pueden decir su palabra y aportar su experiencia, donde pueden lavar
su rostro y recuperar la imagen de hijos de Dios, gracias al espíritu fraterno que les brinda la Iglesia.

Los rostros dolientes de Cristo en nuestra comunidad son muchos. Entre ellos se encuentran
muchos pobres sin amparo, muchos enfermos desatendidos, muchos ancianos olvidados, muchos
migrantes mal vistos, muchos campesinos sin futuro, muchos adictos sin apoyos.

Si analizamos los hechos, descubrimos como causas: una política corrompida, una economía
injusta, la medicina convertida en negocio, la pésima educación, los impuestos agobiantes, la
pérdida de los valores morales y espirituales. Sin embargo, no podemos quedarnos reconociendo el
desastre social. Hemos de poner remedio haciendo lo que está a nuestro alcance: desde el repudio
a un sistema de corrupción pública, hasta la caridad abierta y respetuosa con el prójimo excluido y
marginado.

Nuestras comunidades y nuestras propias familias no están libres de pecado. También entre
nosotros se dan las exclusiones, los favoritismos, los privilegios. También marginamos personas,
ninguneamos opiniones, arrinconamos a los que nos resultan molestos, nos avergonzamos incluso
de nuestros padres porque no sobresalen en cultura o en dinero. Son pecados contra la fraternidad
de los que hemos de arrepentirnos para sumarnos al seguimiento de Jesús que se distinguió por la
inclusión de todos, pese a la resistencia de muchos.

DIÁLOGO
 ¿Qué significa ser “una Iglesia de puertas abiertas”?
 ¿Puede un discípulo de Cristo llegar a considerar a otras personas
como desechables, inservibles o merecedoras de ser eliminadas?
 ¿Qué hacer para fomentar la inclusión y la acogida fraterna entre
familias y entre vecinos?

GESTO O SIGNO

El animador/a nos reparte en este momento un trozo de pan y lo comemos, mientras nos dice:

“Comer de un mismo pan, es signo de nuestro deseo de ser parte


de una misma familia humana, sin rechazos ni exclusiones.”
4

COMPROMISO. … Uno de tantos.

 Pensemos en una acción personal para ir en busca de alguna persona o familia alejada de la
comunidad.
 Pensemos en una acción comunitaria para acercarnos a algún grupo excluido de nuestra sociedad.

Podemos compartir este compromiso con los participantes

ORACIÓN

Mirando la cartulina inicial con los rostros de hombres y mujeres de sectores excluidos y
marginados, pidamos perdón a Dios por todas las ocasiones en que hemos cerrado la puerta de
nuestro corazón, de nuestra casa, a tantas personas o grupos. “Perdón, Señor perdón”.

Espontáneamente se hacen peticiones de perdón por las personas que hemos


excluido o marginado, en nuestra familia, vecinos, compañeros de estudio o trabajo, y
por las razones que hayan sido.

Decimos todos juntos:

“Padre de bondad, que nos amas a todos sin excluir a nadie, danos la sabiduría y la gracia de tu
Espíritu para que en estos días de Cuaresma volvamos nuestros pasos hacia Ti. Que dejemos atrás
las la comodidad y la resistencia para salir al encuentro de los hermanos más alejados y menos
favorecidos.
Tú que nos amas tanto, que no tienes favoritismos por nadie, concédenos la valentía de ser testigos
de tu amor y tratar a todos con espíritu fraterno”.

Nos tomamos de la mano y terminamos la oración comunitaria rezando el Padre


Nuestro…

Parroquia “Santiago Apóstol”


Monclova, Coahuila
Cuaresma 2018

You might also like