Professional Documents
Culture Documents
La relación entre alimentación y salud es algo percibido desde Hipócrates, hace más
de 20 siglos. Sin embargo, hasta la época moderna, las prioridades de la ciencia
estaban orientadas a evitar las patologías relacionadas con carencias nutricionales
y todavía es así en un amplio sector de la población mundial. A partir de 1960 se
establece una correlación entre el desarrollo de ciertas enfermedades y ciertos
aspectos de la composición de la dieta y su proceso de manipulación industrial o
culinaria. Junto a estos hallazgos, la investigación también ha identificado factores
con potencial protector e incluso terapéutico.
Para el colesterol y triglicéridos hay que reducir al máximo el consumo de las grasas
de origen animal, incluidas las de los lácteos y las grasas saturadas de origen
vegetal empleadas en la repostería industrial, derivadas de los aceites de palma y
coco. El pescado, tanto blanco como azul, los aceites vegetales, especialmente de
oliva virgen, y frutos secos (salvo sobrepeso), consiguen reducir el colesterol ‘malo’
e incrementar el ‘bueno’. Por su parte, la alimentación rica en antioxidantes, como
frutas y verduras, tiene una acción preventiva en el desarrollo de tumores,
especialmente del tracto digestivo, así como el consumo de fibra, la reducción de
grasas y la moderación con el alcohol. El aporte de suplementos a los propios
alimentos con microorganismos de las familias Lactobacillus y Bifidobacterium
constituye lo que se denomina alimentos probióticos, con capacidad de estimular el
sistema inmune y un papel demostrado en la recuperación de los procesos
diarreicos y enfermedades intestinales.
Por otro lado, la idea de que no cenar adelgaza, o saltarse alguna ingesta, es tan
errónea como pensar que la fruta tiene menos calorías si es ingerida al inicio que al
final de la comida.
Los valores aquellos que cada persona posee y los ejerce de una manera correcta
o incorrecta, los valores pueden ser humanos o valores morales.