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ORIGEN Y SENTIDO PEDAGÓGICO DEL ACOMPAÑAMIENTO

José Guillermo Martínez Rojas


¿Qué es Acompañar?
Acompañar significa estar con el otro, caminar con, seguir al otro para saber lo que está
viviendo y construyendo personalmente, apoyándolo en su proceso de desarrollo humano y
personal, ayudándole a crear las condiciones para que pueda ir definiendo y construyendo
progresiva y paulatinamente, su propio proyecto de vida. También es situarse al lado del otro
como compañero de camino, estableciendo relaciones profundas de diálogo y amistad,
relaciones de compañía y solidaridad que le permitan crecer como persona, e incluso,
compartir con el otro lo se es y lo que se tiene, sin que cada uno deje de ser lo que es.
Para educar integral y auténticamente, es necesario acompañar, hacer seguimiento, y para
acompañar y hacer seguimiento, es necesario tener vocación de educador lo que
necesariamente supone dedicación y entrega. Esta relación de compañía es la que permite al
otro, un espacio para expresarse tal y como él es, sintiéndose libre, escuchado, comprendido, lo
cual ayuda a confrontarse, aceptarse y superarse como persona, como ser humano en proceso
de construcción.
El educador como acompañante, ha de ayudar a caminar a cada estudiante con sus propios
pies, de tal forma que pueda asumir su responsabilidad histórica como ser humano. Por ello es
importante entender, que acompañar y hacer seguimiento a un estudiante, no significa ser
permisivo con esa persona, o resolverle sus problemas, o no permitirle ser lo que esa persona
puede y debe ser. El acompañante, camina con…, es decir, se pone al lado del acompañado
para ir con él, por donde él va avanzando, teniendo criterio y capacidad de discernimiento1,
para orientar, para apoyar, para guiar, sin que este acompañamiento se constituya en un
proceso de anulación de ese otro, o se limite a ser un espectador de lo que él vive, sin
intervenir.
Adicional a lo anterior, en el proceso de acompañamiento, el acompañante también realiza la
función de transmitir principios y valores al acompañado, proponiendo modelos de
identificación que posibiliten la construcción de su personalidad. Todo ello con el firme
propósito de ayudarle a crecer, a aprovechar al máximo todo su potencial, permitirle ser
persona y contribuir, de manera efectiva, a su proceso de desarrollo humano, de maduración y
de crecimiento.
Por su parte Meueler, E., (1988) plantea que el verdadero acompañante es el que infunde
ánimos, libera la creatividad y las energías propias de aquel a quien acompaña: A quien aprende
el arte del acompañamiento, lo que le importa no es refinar las técnicas del dominio, sino
abolirlas, esto hace que el acompañamiento vaya en contraposición con el esquema de ser
atendido y planeando desde afuera o desde otra persona distinta al mismo acompañado. Ello
necesariamente supone que el acompañante, el guía, el director de grupo, al acompañar, debe
estar centrado en el proceso de contribuir a la construcción de sus estudiantes, como seres
humanos, dentro del sinnúmero de posibilidades y de opciones que cada uno de ellos tenga.

1 Discernir es un verbo que se emplea para significar el tener la aguda capacidad de juicio, para juzgar entre dos o
más opciones, y desde los criterios, principios y valores que la persona tiene o ha optado por emplear en su
decisión, elegir, siempre buscando lo mejor. Lo contrario a discernir es tomar decisiones por impuso, por
emocionalidad, sin tener en cuenta los argumentos y las razones a favor y en contra de la decisión que se está
tomando, sin ser capaz de seguir las mociones que se experimentan para tomar la decisión que se debe tomar.
De otra parte, el acompañamiento también presupone, que aquel a quien se va acompañar,
sabe a dónde quiere ir, tiene o está construyendo un proyecto de vida, tiene unas metas y unos
objetivos personales, en la etapa de vida en la cual se halla, y está dispuesto, a poner todas las
condiciones y a emplear todas las herramientas con las que pueda contar, para alcanzar la meta
que se ha propuesto. En el contexto escolar, cómo mínimo, cada año lectivo que inicia, los
estudiantes tienen unas metas como aprobar el grado al cual se han matriculado, construir
muchos saberes y aprender contenidos que les permita seguir adelante, con su proceso de
desarrollo cognitivo, madurar un poco más como ser humano, cumplir las metas que los
padres y cada quien personalmente se ha propuesto, de cara a la construcción de aquello que
posteriormente será su vida adulta y profesional. No es el acompañante quien determina la
meta y la velocidad con que se debe avanzar en el proceso de desarrollo y maduración del
estudiante, pero además y justamente por todo lo anterior, se puede acompañar a quien quiere
emprender un camino y acepta ser acompañado, pero también se puede invitar y motivar a ser
acompañado, cuando el otro está desorientado.
Muchas veces los estudiantes, especialmente en la etapa de la adolescencia, no tienen mucha
claridad hacia dónde quieren ir, hacia dónde quieren llevar su vida, o en otras ocasiones, sus
múltiples y complejos problemas, o la soledad en la que viven, o las necesidades afectivas que
tienen, entre otras muchas cosas, no les permite centrarse en pensar a futuro o pensar en
construir un proyecto de vida, sino que más bien se limitan a vivir el momento. En estas
condiciones, un muy buen director de grupo, sabe cómo acompañar y caminar con sus
estudiantes, en medio de la desorientación en la que se hallan, para conducirlos hacia zonas
con mayor claridad, en sus vidas.
Tal vez una de las virtudes más importantes de un muy buen director de grupo, que sabe
acompañar a sus estudiantes, es justamente la sabiduría. Este concepto se lo debe entender no
como la acumulación de conocimientos, sino más bien como la capacidad que tiene una
persona, para juzgar con propiedad en cada momento de su vida, las situaciones en las que
debe decidir, de igual manera para discernir con propiedad, así como la capacidad de decidir,
atendiendo a la complejidad de la situación particular que se vive, para desde todas estas
condiciones, orientar a consciencia al otro, no por el camino que el director de grupo quiere o
considera que debe ir su acompañado, sino por aquel que es el más apropiado para su
estudiante, por aquel que lo conducirá a continuar con la construcción de su proyecto de vida
o si no hay proyecto de vida, a buscar identificar las pistas y las señales que lo pueden llevar a ir
configurando uno propio.
En el proceso de acompañar, no se puede olvidar que la persona acompañada, es justamente
quien toma las decisiones, quien resuelve los problemas y quien asume una responsabilidad por
ella misma. Al acompañante le corresponde estar con el acompañado, en su proceso de toma
de decisiones, cuando resuelve sus problemas, cuando asume las responsabilidades que le
corresponden, siendo un punto de confrontación, dando perspectivas e ideas que ayuden al
acompañado, a afianzar sus decisiones, permitiéndole que madure en su proceso de ser cada
vez más autónomo. El acompañante debe simultáneamente permitir que el acompañado tome
la iniciativa pero también que se aquiete cunado sea necesario, exigiéndole y calmándolo,
estructurando y trasgrediendo todas las limitaciones.
El acompañamiento es más un arte, que una técnica, es también una actitud que vive del
diálogo y del apoyo mutuo. Al acompañar se le debe permitir al estudiante su auto-revelación
(mostrarse tal cual es, darse a conocer desde su interioridad), posibilitando que sus
sentimientos, conflictos, vivencias y sueños, puedan exteriorizarse, situándose en su lugar, pero
sin dejarse envolver por sus emociones, para así no perder la objetividad que puede ayudar al
otro a confrontarse y avanzar.

Características y Cualidades de un Buen Acompañante


Las siguientes son algunas de características y cualidades que un educador debe y puede tener
como un excelente acompañante.
- Es una persona con grandes habilidades para escuchar a los otros, sabe oír, poner atención y
seguir lo que el otro le está compartiendo, de tal manera que puede parafrasear lo que un
estudiante le está compartiendo. Al igual que el saber escuchar, hace parte de sus características
la discreción y la confidencialidad, para tener elementos que le hagan posible saber guardar la
información que recibe, pero también, informar aquello que pueda estar interfiriendo en la vida
del estudiante y que pueda causarle daño grave.
- Posee cualidades y habilidades como la empatía, la sensibilidad, sabe escuchar, posee la
sabiduría para aconsejar sin imponer su punto de vista, puede discernir para orientar al otro en
una situación difícil, es propositivo y creativo, y en una palabra, es un adulto cercano a sus
estudiantes, sin confundirse con ellos o dejar de lado su posición de adulto.
- Sabe “leer” la realidad de sus estudiantes para acercarse a ellos y brindarles su apoyo cuando
ellos están en problemas o requieren algo o están pasando por una situación difícil en sus
vidas.
- En su proceder, denota habilidades para ser mediador, lo que le permite contribuir a la
resolución de los conflictos que se presentan entre los estudiantes, entre los estudiantes y los
profesores, entre profesores y padres de familia, y entre los estudiantes y los padres de familia,
entre otros.
- El acompañante es un modelo para sus estudiantes acompañados, es decir, les modela
comportamientos, formas y maneras de ser, formas de resolver los problemas, maneras de
interactuar con los demás.
- Es una persona que es admirada por sus estudiantes, que es reconocida por sus cualidades
humanas, o intelectuales, o artísticas, porque hay en esa persona elementos o formas de ser y
de proceder, que son reconocidas por los estudiantes como valiosas o dignas de imitar.
- El acompañante no es un par de sus estudiantes, es un adulto que los acompaña en sus
procesos académicos, formativos y convivenciales, procurando siempre su crecimiento, sin
confundirlos o confundirse en la relación que establece con los estudiantes.
- El acompañante es una persona auténtica, es decir, es una persona segura se sí misma, con
una identidad propia, que se muestra tal cual es, que es fiel a los principios y criterios que
hacen parte de su repertorio moral. Igualmente es una persona equilibrada emocionalmente, lo
que le permite manejar con propiedad las situaciones complejas de los estudiantes a su cargo,
así como las tensiones y los problemas que puedan surgir en su trabajo de acompañar.
- El buen acompañante no vigila ni supervisa a sus estudiantes, está con ellos, comparte con
ellos, de manera natural y espontánea, todos y cada uno de los momentos de la vida de los
estudiantes, sin ser una presencia que censura o juzga, pero de todas maneras teniendo criterios
claros sobre lo adecuado y lo no adecuado, en el contexto educativo, pero especialmente,
siempre buscando formar a sus estudiantes.
- El acompañante sabe poner límites, es decir, siendo cálido, amable y cordial, sabe decir no, sabe
hasta dónde puede llegar un estudiante y hasta dónde no puede ir, en sus comportamientos,
maneras de ser y de actuar, pero además, ha asumido los criterios formativos institucionales, y
desde ellos, modula y ajusta, los comportamientos de los estudiantes.
- El director de grupo es una persona contextualizada con la edad evolutiva, la fenomenología
actual de los jóvenes, la situación cultural y social de las familias y del país, confrontándole de
manera adecuada, en aquellos aspectos que su estudiante puede mejorar, pero teniendo en
cuenta, justamente todas sus condiciones y particularidades.
- Posee una actitud conciliadora que le permite mediar en los conflictos, negociar con otros
profesores o directivos en situaciones en las que los estudiantes requieren su apoyo, pero
igualmente, ser exigente con ellos, cuando debe reorientar sus comportamientos.

Funciones del Acompañamiento


Las siguientes son algunas de las funciones que tiene o puede cumplir un acompañante en el
contexto escolar.
- Hacer seguimiento a sus estudiantes, lo que necesariamente implica que los conoce, sabe sus
fortalezas y sus debilidades, cómo le ha ido en al año y grado anterior, si tiene materias
pendientes, si tuvo o no compromisos académicos o disciplinarios, si tiene condiciones
emocionales, de salud, o académicas especiales, que el colegio, sus directivas o los demás
profesores que interactúan con él, deben conocer.
- Acompañar los procesos convivenciales, académicos, socio-afectivos y demás, que hagan
parte del proceso formativo y académico de sus estudiantes, de tal manera que está al tanto de
todo lo que sucede con ellos, lo que viven, lo que les preocupa, lo que hacen bien y aquello en
lo que tienen dificultades.
- Orientar a sus estudiantes en el desempeño y trabajo de todos y cada uno de los procesos y
actividades realizadas por estos en la institución, de tal manera que lleva adecuados y eficientes
registros de cada uno de ellos, en donde se encuentra consignado lo que es pertinente y
necesario para su seguimiento y orientación.
- Guiar a los estudiantes en la cotidianidad de la vida de la institución, con el fin de que ellos
puedan responder adecuadamente, a las expectativas y necesidades de aquello que el colegio y
el grado al cual pertenecen, alcancen sus objetivos.
- Aconsejar a los estudiantes, de manera individual o grupal, si es el caso, cuando se hallen en
alguna situación que requiera de la guía o la palabra de un adulto, para el logro de los objetivos
propuestos. Aconsejar es guiar y dar un punto de vista, pero de todas maneras, dejando que el
estudiante, en últimas, sea quien tome la decisión, y por lo mismo, asuma las consecuencias de
lo decidido.
- Mediar en los conflictos que se presenten en su entorno, especialmente los de los estudiantes
de su grupo, cuando se presenten entre estos, o entre ellos y otros profesores, o entre ellos y el
personal de apoyo o administrativo de la institución, o entre ellos y sus padres de familia, o
entre los padres de familia de sus estudiantes y los profesores del Colegio, entre otros.
- Representar los intereses de los estudiantes que acompaña frente a la institución o frente a los
distintos estamentos o frente a los profesores, cuando se requiera mediar o negociar con ellos,
para salvaguardar los intereses y necesidades de sus estudiantes.
- Saber discernir en las distintas situaciones de la vida escolar y en especial, en las situaciones y
problemas en los que se ven envueltos los estudiantes a su cargo, para juzgar dichas
situaciones, asumir posiciones particulares, en ocasiones a favor de sus estudiantes, en
ocasiones a favor de la institución, siempre teniendo como criterio, contribuir a los procesos
formativos de los estudiantes a su cargo.
- Acompañar de manera individualizada, a cada estudiante en su proceso de desarrollo humano
para que se vaya construyendo como persona, mediante el cuidado y la atención a todas y cada
una de las características personales (Martínez, J.G., 2013).
- Hacer un seguimiento tan pormenorizado como sea posible, a las características de cada
estudiante, de tal manera que se atienda de manera inmediata, a las dificultades que se puedan
presentar en su proceso de desarrollo y maduración, para que dichas dificultades, no se
conviertan en problemas o en limitantes para su vida académica, socio-afectiva o convivencial
(Martínez, J.G., 2013).
- Ofrecer, desde la institución educativa, un acompañamiento y una tutoría oportuna a los
estudiantes, para hacer posible que el proceso de desarrollo humano y de crecimiento como
persona, se dé, dentro de los ideales y parámetros del Proyecto Educativo Institucional
(Martínez, J.G., 2013).
- Contribuir al proceso de ajuste en los procesos educativos y formativos de los estudiantes de
tal manera que se logre una atención lo más individualizada posible, y por supuesto, oportuna y
adecuada a las necesidades de cada estudiante (Martínez, J.G., 2013).
- Ser el intermediario entre el Colegio y los Padres de Familia, atendiéndolos de manera
oportuna y adecuada, cuando ellos lo requieran o cuando el acompañante considere que debe
interactuar con ellos, en orden ha hacer seguimiento de los procesos formativos de los
estudiantes. Adicional a esto, manteniéndolos informados del proceso educativo de sus hijos
(Ramírez, G., 2003).
- Ser el responsable inmediato del bienestar general del grupo de estudiantes a su cargo,
liderando ideas desde lo académico, lo informativo, lo deportivo, lo social, la convivencia, lo
cultural, lo afectivo, entre otros, promoviendo así el desarrollo individual y grupal del curso
que lidera, en los espacios asignados por el Colegio (Ramírez, G., 2003).
- Mantener comunicación permanente, con los demás educadores y profesores que trabajan
con el curso a su cargo, para conocer y hacer seguimiento, al proceso de cada uno de los
estudiantes de su grupo (Ramírez, G., 2003).
- Participar activamente en las reuniones de seguimiento, de evaluación y de los distintos
comités, así como en los espacios de capacitación y demás actividades del curso o del grado,
contextualizando a los otros educadores o profesores, sobre la realidad de los integrantes de su
grupo y sus necesidades (Ramírez, G., 2003).
- Apoyar de manera efectiva, la labor que realiza el Jefe de Año y las Jefes de Escuela, así como
el personal del Equipo de Apoyo al Aprendizaje, de tal manera que las actividades y funciones
que estas instancias programen, lleguen a feliz término con todos los estudiantes del grupo a su
cargo (Ramírez, G., 2003).
Y todas aquellas que la institución considere que son necesarias y pertinentes para el logro de
sus objetivos formativos.

Aspectos Formativos que Requieren Especial Acompañamiento


Si bien el acompañamiento se debe dar en todos los aspectos de la vida escolar de los
estudiantes, de todas maneras, existen algunos aspectos que revisten especial importancia en el
día a día de la institución y por lo mismo, son objeto de especial atención por parte de quien
lleva a cabo el proceso de acompañamiento. Dichos aspectos son los siguientes:

Lo Social
Se entiende por dimensión social del ser humano la capacidad éste tiene para vivir “entre” y “con”
otros de tal manera que puede transformarse y transformar el entorno socio cultural en el que está inmerso. La
dimensión social abre la posibilidad a los seres humanos de fomentar, construir y participar de
una convivencia con los otros, que garantice bienes sociales primarios, la libertad, el
reconocimiento de la diferencia, la equidad y la responsabilidad social, valores que deben
protegerse bajo una idea de justicia legitimada, por la formación de instituciones democráticas
que, lejos de favorecer los intereses de mayorías o minorías, y, a través de consensos
establecidos previamente, busquen que “todas” las personas se integren y comprometan en el
desarrollo comunitario de la sociedad a la cual pertenecen para que puedan tener derecho a
vivir dignamente (ACODESI, 2002).
Los educadores tienen una especial responsabilidad con la formación en los procesos sociales.
Aunque la persona nace con predisposiciones sociales, es necesario estimularlas para propiciar
un desarrollo adecuado de sus habilidades sociales. Es muy importante, desde pequeño,
enseñarle al estudiante, a tener en cuenta a los demás, a reconocerlos como interlocutores
válidos, a saber compartir lo que se tiene, a ser solidario con los más necesitados, a ser
agradecido y cordial, a demostrar el afecto con respeto, a tener una alta auto-estima y una
sólida personalidad al relacionarse con los demás (Ramírez, G., 2003).
En esta perspectiva, el acompañante debe implementar trabajos y talleres conducentes al
desarrollo de las habilidades prosociales2 de los estudiantes, puesto que éstas se constituyen en
un repertorio de comportamientos adecuados para la interacción de éstos, con otros
estudiantes, con los profesores, con otras personas y con sus padres de familia. De igual
manera, las habilidades pro-sociales son características y condiciones esenciales para una
adecuada interacción en la vida de los estudiantes, de tal manera que ellos, adquieran o cuenten
con dichas competencias y habilidades, las sepan usar conveniente y adecuadamente, y con el
uso de ellas, puedan interactuar en los distintos espacios de su vida escolar, social y familiar.
De manera general y frecuente, hoy es común que las personas se quejen o manifiesten que las
actuales generaciones de niños y de jóvenes, carecen de “buena educación” o de “buenas
costumbres” lo que tradicionalmente se llamó “buena educación”. De igual manera, muchas de
estas habilidades y competencias, constituyen las normas básicas de cortesía, que se requieren
para las interacciones sociales, que generalmente se forman en el ámbito familiar, y que de
alguna manera, la institución educativa debe contribuir a su formación. De igual manera, la

2 En el Anexo # 4 se incluye una tabla con el conjunto de habilidades pro-sociales más comunes, que se sugiere

tener como referente, para ser trabajadas con los estudiantes.


dimensión comunicativa es otro de los elementos del contexto social de los estudiante, que se
debe trabajar y atender, propiciando espacios para que los estudiantes puedan expresarse
asertivamente, garantizando la escucha y el respeto. Así mismo, también es importante que en
el ambiente escolar se fortalezcan y pulan expresiones verbales y escritas, diferenciando los
contextos y el adecuado manejo del lenguaje (Ramírez, G., 2003).
Finalmente, también es importante tener en cuenta que uno de los aspectos que son más
significativos para los estudiantes, es justamente la posibilidad de socializar entre ellos, de
interactuar, generando vínculos, que en ocasiones perduran para muchos años. Por ello, el
proceso de acompañamiento o de dirección de grupo, requiere de un adecuado trabajo en esta
perspectiva, puesto que para los estudiantes, este ámbito, tiene mucha relevancia y
significancia.

Lo Afectivo
La dimensión afectiva del ser humano se puede entender como el conjunto de potencialidades y
manifestaciones de la vida psíquica del ser humano, que abarca tanto la vivencia de las emociones, los
sentimientos y la sexualidad, como también la forma en que él se relaciona consigo mismo y con los demás;
comprende toda la realidad de la persona, ayudándola a construirse como ser social y a ser copartícipe del
contexto en el que vive (ACODESI, 2002).
La dimensión afectiva incluye, como ya se mencionó, los sentimientos y las emociones, además
de las formas como el ser humano se relaciona consigo mismo, con los demás y con el
entorno, logrado esto a través de la expresión de su condición humana y particularmente de su
condición de género, que le da un carácter especial a la vivencia de la sexualidad y a la
existencia individual y única. Es en este proceso de crecimiento psico-afectivo que el ser
humano va descubriendo la riqueza personal y social, y va desarrollando sus habilidades para
disfrutar de estas riquezas (ACODESI, 2002).
El desarrollo y la maduración afectiva de los estudiantes es otro aspecto que requiere especial
cuidado y atención por parte del acompañante de curso. Este es un de los aspectos o
dimensiones del desarrollo humano de los estudiantes, que tal vez requiera más atención y
cuidado por parte del acompañante. Ahora bien, acompañar este proceso de los estudiantes, no
significa “jugar” al psicólogo o al orientador, que son quienes tienen la formación y los
elementos necesarios y adecuados para atender profesionalmente los aspectos más complejos y
delicados de la vida afectiva de los estudiantes. Acompañar a los estudiantes en esta dimensión
de su desarrollo humano, va más en la dirección de conocer lo que pueden estar viviendo los
estudiantes, saber orientar los aspectos más básicos de su proceso de desarrollo, saber escuchar
y orientar la búsqueda de ayuda profesional, en caso de que los estudiantes lo requieran, entre
otros aspectos.
La dimensión afectiva de los estudiantes, junto con la dimensión cognitiva, son los dos
aspectos que más cambios y transformaciones tienen durante la vida escolar, justamente por
todo lo que significa la vida en sociedad, pero además, porque son los aspectos que más
evolucionan dentro del proceso de desarrollo humano de los estudiantes. Ahora bien, la
dimensión afectiva de los estudiantes, entre otros muchos aspectos, incluye el manejo de las
emociones y los afectos, el desarrollo y la maduración sexual, la construcción de la autoimagen
y el auto-concepto personal, la formación de elementos como la autoestima, la seguridad en sí
mismo, la construcción de un proyecto de vida, y todo lo demás que hace parte de esta
dimensión del ser humano.
Ser acompañante en este aspecto afectivo, supone ir más allá del plano de la información,
contrarrestando con su presencia y orientación, frente al inmenso influjo de unos medios de
comunicación, que generalmente en este campo, desorientan y deshumanizan (Ramírez, G.,
2003). Adicional a esto, no se debe olvidar que los dispositivos electrónicos de comunicación,
ofrecen posibilidades ilimitadas de acceso a información en diferentes formatos, que
mantienen sobre-informadas y sobre-expuestas a las actuales generaciones, incluso, llegando a
exponerlos a problemas y delitos como el sexting, el grooming, el ciberbullying y todos los
demás fenómenos que han surgido, fruto de los actuales desarrollos de las tecnologías de la
información y la comunicación.

Lo Ético y Moral
Por dimensión ética se puede entender la posibilidad del ser humano de tomar decisiones a partir del uso
de su libertad, la cual se rige por principios que sustenta, justifica y significa, desde los fines que orientan su
vida, provenientes de su ambiente socio-cultural. Como es obvio ésta es una manera como se puede
definir la dimensión ética del ser humano, en tanto que es una de sus potencialidades que es
preciso trabajar para alcanzar su pleno desarrollo como persona. También se la puede entender
como aquella condición de la realidad humana por la que ésta se construye libre y coherentemente. Desde
esta perspectiva, se puede afirmar que la historia humana depende, en gran medida, de las
decisiones responsables y libres de los seres humanos que, en cuanto tales, están orientadas por
modelos que trascienden normativamente (sentido, fines, ideales) la realidad fáctica
(ACODESI, 2002).
Una de las preguntas fundamentales de la ética es con relación a la coherencia. ¿Puede un
individuo ser coherente consigo mismo, sin tener en cuenta la coherencia que debe también
tener con su comunidad? Para que la persona sea coherente en sus principios y valores, debe
saber poner en práctica y saber formular las consecuencias y los desafíos de la comunidad en
que vive. La primera pregunta orienta la moral hacia una ética <<individualista>>, mientras
que la segunda lo hace hacia una ética <<colectivista>> o comunitaria. La solución adecuada
está en realizar una síntesis dialéctica los dos cauces de la responsabilidad, aunque destacando
la importancia metodológica y real de la responsabilidad comunitaria (ACODESI, 2002).
El proceso de formación ética de los estudiantes es tal vez uno de los elementos más
relevantes, de las acciones y procesos educativos que se dan en la escuela, puesto que ella está
llamada, junto con la familia, a generar los procesos necesarios y pertinentes, para que los
estudiantes, dentro de su proceso de desarrollo humano y de maduración, avancen hacia
niveles, cada vez más altos de juicio moral. En este proceso, hay elementos que juegan un
papel preponderante como el manejo de la norma, la asunción de las consecuencias de las
decisiones tomadas, la aplicación de consecuencias lógicas y sanciones por las faltas cometidas,
la racionalidad de las normas, la construcción personal de principios y criterios de acción, entre
otras cosas.
Desde esta perspectiva, el acompañamiento del docente a los estudiantes es vital, puesto que
en muchos de los elementos y procesos mencionados anteriormente, el acompañante o
director de grupo, se halla involucrado o juega un papel preponderante en ellos. En este
sentido, el trabajo del acompañante es fundamental para el logro del desarrollo moral de los
estudiantes, de la maduración de su juicio moral. Este trabajo no se hace desde la adoctrinación
o la imposición heterónoma de normas, sino más bien y fundamentalmente desde el conflicto
moral, el debate en torno a la racionalidad de las normas, el respeto y cumplimiento de lo
prescrito en el Manual de Convivencia de la institución, el respeto a los acuerdos de grupo, y
todo lo demás que se proponga desde la dirección de grupo, de tal manera que se contribuya,
de manera real y efectiva a desarrollo o la formación de este aspecto.

Lo Político y la Formación Ciudadana


Se entiende por lo político el conjunto de acciones, procesos y formas de interactuar entre los integrantes de
un grupo humano o social, en relación con los asuntos que conciernen a lo público, a la organización y a las
interacciones entre sus integrantes, con el fin de lograr una adecuada organización, el bien común y la vida digna
para todos. Si bien la institución educativa no es igual a una sociedad y a un estado, si tiene
muchos elementos semejantes a ellos, y muchos de los trabajos e interacciones que se dan en
su contexto, contribuyen a la formación política y ciudadana de los estudiantes, puesto que la
escuela es como un laboratorio en donde se vive en pequeño, aquello que posteriormente será
su vida, como adultos.
Por formación ciudadana se entiende toda aquella acción formativa y educativa que se lleva a cabo en la
escuela, con el fin de educar a los estudiantes en el proceso de asumir los elementos más significativos del sistema
político del cual hacen parte, poniendo especial énfasis en los mecanismos, estrategias y procesos propios del
sistema político que hacen posible la participación de todos los ciudadanos, como integrantes de un estado. Esta
formación ciudadana involucra otros procesos como la formación ética y moral, la formación
en la vida afectiva, la resolución del conflicto, entre otros muchos aspectos, que los estudiantes
viven en la cotidianidad de visa escolar, y por ello, aprenden a manejar o a resolver, según sea
el caso.
El trabajo en la institución educativa, está enfocado en la formación de un sujeto político que
pueda dar cuenta de lo que ocurre a su alrededor, y además, promueva la formación de un
pensamiento (juicio) crítico y una acción política, que contribuyan a generar sociedades más
justas, más respetuosas de los derechos humanos, más incluyentes, y sobre todo, más
democráticas. Dicho sujeto político debe promover la conformación de una idea de justicia que
incluya, tanto lo individual como lo social, para construir un proyecto social y político que
garantice la sana convivencia. Además, independientemente de las condiciones actuales de cada
una de las sociedades, se pueda elaborar una idea de responsabilidad social, acorde con los
actuales cambios en el contexto social y político del mundo, y que de alguna manera, no
desconozca la contingencia y fragilidad humana, sino más bien, cree las condiciones para su
atención.
Formar los estudiantes como sujetos políticos está relacionado con un concepto de ciudadano,
sin el cual no es posible la modificación del orden social. Por tal motivo, el sujeto político debe
ser formado en tres direcciones, a saber: a) Conciencia histórica, desde la cual cada ser humano
tenga conocimiento de los momentos históricos que hicieron parte de la formación social y
política de su entorno y, a través de ellos, pueda explicar el momento histórico actual; b)
Formación en valores cívicos, los que se constituyen en elementos claves para la participación
y deliberación de los integrantes de una organización política. Entre dichos valores se pueden
considerar las virtudes cívicas y la identidad ciudadana. Dentro de las virtudes cívicas pueden
considerarse el sentido de lo público, la solidaridad, la justicia, reconocimiento de la diferencia,
entre otras; dentro de la identidad ciudadana pueden considerarse el sentido de pertenencia y
construcción de comunidad. Por último, c) La formación de un pensamiento (juicio) y una
acción política, en los que se abre espacio para la deliberación y la confrontación política.
Es decir, los seres humanos a través de la palabra, del razonamiento y del discurso, se
relacionan con los demás y pueden discutir acerca de los asuntos que les son comunes. Como
el lenguaje hace parte integral de los seres humanos, el discurso (su uso) es parte constitutiva
de la esfera política, porque se hace uso de la palabra y se puede participar comunitariamente
de ella, por tal razón, y tal como lo afirman algunos filósofos, los seres humanos tienen una
vivencia común, acerca de los valores que constituyen, en torno a lo que se llama el bien
común. Por esta razón se debe fomentar en los estudiantes su capacidad para pensar y dialogar
dentro de un marco que posibilite la participación y la deliberación, dentro de los límites del
respeto a la diferencia y la pluralidad.
Como acompañantes, los profesores pueden estimular la formación del sujeto político,
buscando desarrollar una conciencia clara de responsabilidad social y de participación, valores
que se potencializan en la cotidianidad de la vida escolar. Uno de los medios más evidentes
para hacerlo es la elaboración y aplicación del Manual de Convivencia, donde se ratifica la
importancia de los consensos, los acuerdos, el compromiso y el respeto por lo consensuado o
acordado (Ramírez, G., 2003).
De igual manera, el acompañante debe generar procesos de formación en los estudiantes a su
cargo, que vayan en la dirección del cuidado y la conservación, así como de respeto por el
espacio público, tanto de la institución, como de la ciudad. Los estudiantes deben y pueden
aprender en la escuela, el cuidado de lo público como parte de la búsqueda del bien común.
Esta experiencia sólo se logra despertando un profundo sentido de pertenencia, fruto de un
ambiente de comunidad participativa, en donde los estudiantes interactúan con los demás
integrantes de la comunidad educativa, pueden expresar sus formas de pensar y de ser, y
contribuyen al logro de metas comunes.

Lo Académico
Se entiende por académico, el conjunto de actividades, acciones y procesos de orden pedagógico y educativo,
que buscan el desarrollo integral de los estudiantes y que se encuentran definidos en el Plan de Estudios y en el
PEI de la institución. Dicho trabajo está orientado al desarrollo armónico de todos los aspectos
constitutivos de los estudiantes como personas, para hacerlos competentes y eficientes para la
educación superior. De igual manera, este aspecto abarca la implementación y desarrollo de los
programas especiales que la institución haya asumido como parte de su proceso formativo, y
que determinan o hacen parte del Plan de Estudios de ella.
Lo académico es uno de los elementos que dan sentido a las instituciones educativas. En esta
perspectiva, la vida escolar gira en torno a lo académico, determinando con ello, muchos de los
procesos, interacciones y actividades que en ella se programan y se ejecutan. La vida escolar
está organizada en torno a actividades académicas, orientadas en gran media a los estudiantes.
El acompañante juega un papel importante en la vida académica de los estudiantes y de la
institución. De alguna manera, es un mediador entre lo que la institución busca y logra, y los
estudiantes que se hallan en proceso formativo. El docente acompañante debe ser garante de
los procesos académicos de los estudiantes a su cargo. Debe estar informado, no sólo de los
procesos que personalmente son su responsabilidad, sino del trabajo que realizan sus
compañeros docentes con los estudiantes, de las metas y objetivos del grado, de las fortalezas y
las debilidades de los estudiantes, de los conflictos y problemas que surgen entre los
estudiantes y sus docentes, de las maneras de proceder de los docentes, de los estándares de
calidad para los trabajos académicos que los profesores exigen, entre otros aspectos.
En lo académico, el acompañante o director de grupo, juega un papel preponderante, no sólo
mediando, sino también exigiendo, proponiendo, acompañando, solicitando apoyos especiales,
y en últimas, haciendo todo lo que esté a su alcance y estipulado, para lograr que los
estudiantes acompañados por él, sean exitosos en su vida académica, alcancen todos los
objetivos y logros, en cada una de las materias del grado que están cursando, de tal manera que
sean exitosos al final del año lectivo, y puedan aprobar, con la suficiente calidad, el mismo.
El trabajo de acompañar los procesos académicos de los estudiantes demanda del
acompañante o director de grupo, muchas de sus habilidades y competencias, pues no sólo
debe saber mediar, sino tener el criterio y el juicio necesario para estimular a los estudiantes, de
tal manera que ellos asuman sus responsabilidades, den lo mejor de sí mismos, aprovechen
todo su potencial, y alcancen el mejor desempeño posible. El acompañante debe ayudar a su
acompañado, para que éste siempre asuma sus responsabilidades y de lo mejor de sí mismo. El
acompañante debe saber exigir, sin ser coercitivo, pero tampoco generando dependencias que
inutilicen al estudiante.
Finalmente, no se debe olvidar que un estudiante dará tanto de sí mismo, cuando sea su
potencial, pero sobre todo, cuanto sea estimulado por sus profesores para que todo ese
potencial salga a flote y haga que los estudiantes logren su mejor potencial. En esta tarea, el
acompañante juega un papel preponderante puesto que debe conocer muy a sus estudiantes
para saber cuál es el nivel de su potencia, pero además para generar las estrategias adecuadas
para estimularlo, de tal manera que efectivamente, él dé lo mejor de sí mismo.

Lo Deportivo y Recreativo
Generalmente lo deportivo y lo recreativo son dos aspectos de la vida de los estudiantes, que
ellos más disfrutan, pues allí pueden, entre otras cosas, ser libres, espontáneos, mostrarse tal
cual son, quemar energía, dar rienda suelta a su creatividad, expresar sus emociones, y en fin,
tener una serie de comportamientos y de actuaciones que les permite socializar con sus amigos
y compañeros, e incluso, que sean reconocidos por alguna cualidad o aptitud especial.
Desde este punto de vista, cuando los estudiantes están participando o practicando algún
deporte, o están teniendo algún espacio recreativo, el acompañante del grupo, encuentra una
ocasión privilegiada para interactuar con ellos, darse a conocer en un rol diferente, y
conocerlos a ellos, incluso para identificar cualidades y aptitudes que en otros contextos no
sería posible de hacerlo.
Como ya se ha afirmado anteriormente, el acompañante camina con, está presente, no como
una presencia censuradora o disciplinaria dispuesta sobre todo a castigar o a señalar lo
inadecuado, sino más bien como una presencia que es igual a los estudiantes, sin ser igual a
ellos. Esto quiere decir, que en la mayoría de los casos, si el acompañante participa de un
deporte o de una actividad recreativa con sus estudiantes, lo haga en condición de igualdad a
ellos, sin caer en la presencia que todo lo juzga. Obviamente si por alguna razón debe asumir
su papel como formador o educador, lo puede y debe hacer, pero mientras esto no sea
necesario, un buen espacio de interacción con los estudiantes, le permitirá no sólo conocerlos
mejor, sino hará posible que los estudiantes lo vean también como una persona común y de
carne y hueso, que también tiene emociones, sentimientos, habilidades o cualidades distintas de
aquellas que están circunscritas al rol del docente que imparte alguna materia.
Compartir con ellos algunos de estos espacios de deporte y de recreación debe ser una mata de
todo acompañante, especialmente, al inicio del año escolar, para conocer a sus estudiantes y
para que lo conozcan a él. Tampoco se trata de estar siempre presente, en todo momento,
cobijándolos y estando omnipresentes, pues ello también puede cansar a los estudiantes, hacer
que pierdan su espontaneidad y se sienta siempre vigilados.
No se debe olvidar que un buen acompañante o director de grupo también conoce en detalle
las habilidades y aptitudes especiales de sus estudiantes, de tal manera, que si ellos practican
algún deporte de alto rendimiento, el acompañante sabe cuándo tiene torneos o
presentaciones, cómo le está yendo, qué le gusta y que lo molesta, en fin, todo lo que hace que
los estudiantes se sientan individualizados y reconocidos en sus particularidades, de tal manera,
que no hacen parte de la masa o pasan inadvertidos.

Los Conflictos y las Dificultades Especiales


Dentro de la vida escolar, los estudiantes se suelen ver envueltos en situaciones que pueden ser
conflictivas, las que si no se manejan adecuadamente, pueden degenerar en problemas puesto
que, dependiendo de las situaciones concretas y particulares, pero además, del manejo de las
emociones de quienes se hallen inmersos en éstas, pueden ser más o menos graves. En esta
realidad, el acompañante o director de grupo juega un papel importante, en tanto que debe
tener suficiente capacidad de juicio y de discreción, para manejar estas situaciones en las que se
vean envueltos sus estudiantes, buscando ser imparcial, mediando, pero también haciendo que
ellos, asuman una posición, los resuelvan adecuadamente, y en últimas, asuman las
consecuencias de sus decisiones.
Como se ha dicho en las cualidades y funciones de un buen director de grupo o acompañante,
éste debe tener suficiente tino, prudencia y sabiduría, para guiar a sus estudiantes, exigiendo,
pero también comprendiendo; mediando, pero también exigiendo a las partes voluntad y
actitudes para resolver los conflictos; acompañando y apoyando, pero también permitiendo
que cada parte asuma sus responsabilidades; por mencionar algunas actitudes y
comportamientos, que serían adecuados en un acompañante, a la hora de mediar y apoyar a sus
estudiantes en la resolución adecuada de los conflictos.
De igual manera que en los conflictos, los estudiantes pueden tener dificultades especiales, que
un buen director de grupo o acompañante, debe conocer y tener registradas en su texto de
seguimiento a cada uno de los estudiantes. Muchos estudiantes tienen problemas complejos
familiares, o situaciones personales especiales de salud física o emocional, o condiciones
cognitivas especiales, o en últimas, alguna situación particular, que requiere especial apoyo por
parte de la institución educativa y que de alguna manera, ese apoyo institucional se materializa
en el trabajo que hace el acompañante. El director de grupo o acompañante debe poder
conocer esas dificultades especiales, sin que ello implique inmiscuirse en la vida privada de los
estudiantes, pero sí conociendo todo aquello que pueda interferir en la vida escolar de los
estudiantes, para darle el manejo adecuado a ellas.
En estas situaciones se requiere de otras cualidades del director de grupo o acompañante,
como la discreción y la prudencia, puesto que la información que él conoce, debe manejarse
con la prudencia y la reserva del caso, pero siempre obrando en beneficio del estudiante y de
las tareas y responsabilidades que la institución educativa tiene frente a ellos. El director de
grupo o acompañante debe saber cuándo decir y cuándo callar, pero además, a quién hacerlo,
puesto que no se puede ni se debe ventilar la vida privada de los estudiantes, como tampoco,
ocultar información relevante que pueda desencadenar un problema mayor.
Además de todo lo anterior, en esta categoría también entran situaciones delicadas y complejas
en las que pueda estar involucrado un estudiante, como la ideación suicida, las conductas
delictuales, el consumo de sustancias psicoactivas, alcohol o tabaco, las prácticas de actividades
paranormales, la pertenencia a tribus o grupos de culturas urbanas o las situaciones en las que
ellos se puedan ver envueltos, como el acoso escolar, el abuso sexual, la violencia intrafamiliar,
o cualquier otra conducta o situación que ponga en riesgo su integridad o el éxito de su
proceso formativo en la institución.
Frente a estas últimas situaciones, por la gravedad que las mismas pueden revestir, el
acompañante debe conocer los protocolos y las políticas institucionales, para darles el manejo
estipulado en ellas, de tal manera que no se ponga en riesgo ni al estudiante y su familia, ni a la
institución educativa misma.

Todas las anteriores constituyen aspectos o elementos que conciernen a un director de grupo o
acompañante, conocer y manejar con propiedad, para poder cumplir los objetivos formativos
de la institución educativa, pero sobre todo, para que el proceso de acompañamiento sea
efectivo y eficiente.

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