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Reforma borbónica: ¿que fueron las reformas borbónicas?

mencionar dos ejemplos de


reforma borbónica en relación a la economía colonial.

Economía del siglo 18 productos mas importantes zonas de productos y tipos de trabajo.

Lo relativo a Borbón (término polisémico) y sus partidarios; Especialmente, lo relativo a


la Casa de Borbón y sus partidarios; En el contexto de la Guerra de Sucesión
Española, los partidarios de Felipe V, también llamados felipistas -Borbónico (Guerra
de Sucesión Española).

Las Reformas Borbónicas, fueron una serie de reformas que se dieron en un


periodo de cambio en el territorio de la Nueva España y Perú; el título Reformas
Borbónicas generalmente se refiere a los años del siglo XVIII, me refiero desde el año
1700 hasta la abdicación de los monarcas españoles, es decir, en 1808

El 1 de noviembre de 1700 la casa de Borbón accedió al trono de España, luego de la


muerte de Carlos II, el último de los Austrias españoles. Heredó la corona el duque de
Anjou, nieto de Luis XIV rey de Francia, con el nombre de Felipe V. Su llegada al trono
español desató de inmediato la guerra contra Austria, que objetó la legitimidad de
Felipe, quien por su parte, contó con el respaldo de Francia; mientras que Inglaterra,
Holanda, Portugal, Prusia y las provincias de Cataluña y Aragón, se sumaron a sus
detractores. El conflicto, conocido como la guerra de Sucesión, se prolongó hasta
1713, cuando los contendientes firmaron la paz de Utrecht (Holanda), tratado que
reconoció los derechos sucesorios de Felipe V, pero obligó a España a desprenderse
de todas sus posesiones europeas y a permitir que Inglaterra desarrollara actividades
comerciales en América.

Era evidente que España ya no era la potencia que había sido durante el siglo XVII y
sólo la alianza dinástica con Francia le permitía seguir siendo considerada como una
nación relativamente poderosa. Por esta razón Felipe V y sus consejeros se
empeñaron en devolver a España su antiguo prestigio. Incrementaron la capacidad de
las fuerzas armadas y protegieron la economía del reino de la competencia de sus
enemigos. La principal debilidad de estas medidas fue que prácticamente se
desentendieron de las colonias ultramarinas, cuya función continuó limitándose al
aporte de recursos para financiar las campañas militares europeas y los experimentos
económicos en la península. El fracaso de dicha política quedó en evidencia con la
derrota española frente a Inglaterra en la guerra de los Siete Años (1756-1763), que
culminó con la caída de La Habana y Manila, y obligó al rey Carlos III a reconocer la
importancia estratégica de sus posesiones en el Nuevo Mundo.
El alcance de las reformas aplicadas por Carlos III en América fue mucho más
profundo que las introducidas por Felipe V, debido en parte a que para su diseño los
asesores del rey contaron con detallados informes sobre la realidad americana. Los
consejeros de Carlos dejaron de concebir a América como un mundo dedicado
exclusivamente a la minería y cuya producción debía servir de fuente de recursos para
el tesoro real, sino que se empeñaron en estimular las demás actividades productivas
y el comercio; mejorar el sistema de administración colonial y hacer más efectiva la
autoridad de la Corona en sus dominios. En el plano administrativo, se concentraron
en un ministerio todos los asuntos relativos a las Indias; se crearon los virreinatos del
Río de la Plata y Nueva Granada; y se instauró el régimen de Intendencias en diversas
provincias, lo que suponía el reemplazo de funcionarios criollos por peninsulares más
calificados. En el ámbito económico se dispuso la aplicación de estímulos que
favorecieran el desenvolvimiento de la agricultura y la minería, mientras que se
comenzó lentamente a eliminar el monopolio comercial de la metrópoli sobre sus
dominios americanos, aunque se reestructuró el sistema tributario a objeto de elevar
sustantivamente la recaudación en las aduanas reales. En materia eclesiástica, se
eliminó toda objeción respecto de la primacía de los derechos de la Corona con la
expulsión de la Compañía de Jesús de los dominios de los borbones españoles.
Finalmente, en el ámbito militar, las antiguas milicias fueron reemplazadas por
ejércitos profesionales para cuya formación se enviaron oficiales y tropas desde
Europa.
En definitiva, las reformas borbónicas cumplieron con los objetivos de dar un nuevo
impulso a la economía americana, incrementar el aporte de ésta al imperio español y
establecer una burocracia eficiente y leal. Sin embargo, también afectaron
los intereses de las elites locales y su aplicación fue tan arbitraria, que contribuyeron a
provocar un clima de resentimiento que finalmente derivó en la emancipación política
de América.

Las reformas borbónicas en la Nueva España fueron una serie de cambios


administrativos aplicados por los miembros de la monarquía absoluta borbónica, españoles
de la casa de Borbón a partir del siglo XVIII en el Virreinato de Nueva España. Estas
buscaban remodelar tanto la situación interna de la Península como sus relaciones con las
provincias ultramarinas. Ambos propósitos respondían a una nueva concepción del Estado,
que consideraba como principal tarea volver a abrogarse todos los atributos del poder que
había delegado en grupos y corporaciones y asumir directamente la dirección del poder
español que mostraba signos de decadencia. Las constantes guerras con Inglaterra, la
corrupción y la evasión de impuestos contribuía al deterioro de las finanzas. Tiempos de la
conquista. Las pestes y las epidemias habían producido una crisis demográfica. Ante esta
situación, los monarcas fortalecieron la economía española mediante el máximo
aprovechamiento de los recursos provenientes de las colonias y unificaron así, su
administración a través de la designación de ministros más eficientes.
Estas reformas de la dinastía borbónica estaban inspiradas en la Ilustración y pretendían
alcanzar el control directo de la burocracia imperial sobre la vida económica. Las reformas
intentaron redefinir la relación entre España y sus colonias en beneficio de la península.
Aunque la tributación aumentó, el éxito de las reformas fue limitado; es más, el
descontento generado entre las élites criollas locales aceleró el proceso de emancipación
por el que España perdió la mayor parte de sus posesiones americanas en las primeras
décadas del siglo XIX.
Las reformas borbónicas llegaron del exterior, concretamente de la corte imperial de
Madrid; llegaron de fuera como llegó la conquista en el siglo XVI. Afectaron a todo el
imperio. Ante la situación de crisis, tanto de España como de las colonias en el siglo XVII.
La dinastía borbónica francesa, ya dueña del trono español, a partir del tratado de
Utrechemprendió una serie de medidas económicas y políticas para evitar el descalabro
imperial pues no eran solo para la Nueva España. El objetivo último de los monarcas
de Borbónera la sujeción de las colonias para beneficio económico de la metrópoli: evitar
la fuga de capitales fiscales y promover la producción, para aumentar así la recaudación
de impuestos. Para lograrlo, se necesitaba reformar instituciones y procedimientos
viciados —a juicio de los reformadores— que se habían enquistado en las sociedades
coloniales y con los que ciertos grupos de privilegiados medraban al amparo de la
debilidad de los gobernantes de la casa de Habsburgo. El Consulado de comerciantes,
algunas corporaciones religiosas como la Compañía de Jesús y la misma institución del
virreinato fueron el blanco de los golpes de los reformadores.

Índice
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 1Reformas políticas

 2Reforma del clero y expulsión de los jesuitas

 3Efectos socio económicos de las reformas borbónicas

o 3.1La "libertad de comercio"

o 3.2La minería

o 3.3La Real Cédula de 1804

 4Bibliografía
Reformas políticas[editar]
La corona mandó al mariscal Pedro de Villalba, acompañado de tropas peninsulares, con
la misión de institucionalizar un ejército, que asombrosamente hasta entonces no había
existido, y el reclutamiento se hizo mediante la leva forzada. Cabe mencionar, que los dos
enviados, Gálvez y Villalba, tuvieron conflictos con el virrey, marqués de Cruillas. Se
nombró a un nuevo virrey, Carlos Francisco de Croix que apoyó a Villalba en sus tareas
militares.
Al principio el ejército fue una institución desprestigiada que con el tiempo fue ganando
adeptos, gracias a que se fueron otorgando una serie de privilegios. Los fueros concedían
la exención de impuestos a los militares. En caso de que tuvieran un problema jurídico
podían trasladar su caso de una corte civil a una corte militar, donde lo ayudarían a
resolver su problema.
Las posesiones americanas de la Corona eran vulnerables a los ataques externos. En
realidad, este problema ,se solucionó hasta cierto grado ya que no se creó una armada
para la defensa de los puertos americanos, teniendo como dos únicas defensas la armada
peninsular, que era llamada cada vez que se presentaban conflictos de alto grado y, por
otra parte, la nueva institución militar que tenía guarniciones cercanas a las costas.
Desde el momento en que España colonizó América hubo un interés de otras potencias
por obtener posesiones. Los ingleses con sus colonias al norte al igual que Holanda, y los
portugueses al sur con Brasil.
El mar Caribe se convirtió en un área de disputa, las potencias querían hacerse por lo
menos de una isla para tener presencia. De esta manera Inglaterra, Francia, Holanda,
Dinamarca y Suecia se beneficiaron de la piratería y del contrabando del comercio.
La defensa española no fue efectiva, pues las milicias que salvaguardaban las costas solo
podían brindar protección en los puertos. Una vez que las embarcaciones zarpaban
estaban expuestas a recibir un ataque de corsarios o de piratas, por lo que era necesaria
la creación de una armada americana que nunca se realizó.
Para asegurar la defensa del territorio colonial, la reforma administrativa de Gálvez se
complementó con cambios en la esfera militar. Así, se emprendió la construcción y la
reparación de fortificaciones, y se puso en marcha la formación de un ejército compuesto
por dos elementos de importancia desigual: el ejército regular y las milicias. El primero
estaba formado por soldados permanentes y tropas de apoyo que procedían de España.
Las milicias estaban integradas por los vecinos obligados a recibir instrucción militar para
la defensa de su territorio, que a diferencia de quienes integraban el ejército regular, nunca
recibían paga por ello. El mismo esfuerzo renovadores de su casa que se dio en la Marina.

Reforma del clero y expulsión de los jesuitas[editar]


Véase también: Expulsión de los jesuitas de España de 1767

Una de las principales instituciones afectadas por el despotismo ilustrado español fue la
Iglesia católica, ya que la Corona pretendió afirmar el poder secular sobre el religioso. Esto
incluía la restricción de los privilegios y exoneraciones fiscales que gozaban las órdenes
religiosas.
Desde los años treinta del siglo XVIII comenzaron a expandirse los ideales de la
ilustración. Hubo una difusión del racionalismo y la nueva filosofía de la naturaleza en
América, sobre todo gracias a los jesuitas. La tarea de la educación en la Nueva España la
llevaban a cabo los jesuitas, enseñaban a indios, criollos y peninsulares. Con la llegada de
la ilustración hubo una serie de reformas en todos los niveles. Hubo cambios desde la
educación primaria hasta la modificación de los planes de estudio en las universidades.
Todo esto dio como resultado el surgimiento de una ilustración criolla, «… se concluye que
este proceso fortaleció el antagonismo entre europeos y criollos y facilitó a éstos los
instrumentos intelectuales para fundamentar su identidad frente a aquéllos sobre bases
histórico-culturales, y que de esta manera lograron articular sus reivindicaciones políticas».
[cita requerida]

Los jesuitas constituían una amenaza para la Corona española. Tenían una economía
sólida y un gran valor en la sociedad, para el rey esto significaba tener un estado dentro de
su propio estado. Así los jesuitas fueron los que más se opusieron al proyecto
centralizador de los borbones, por lo que fueron expulsados de España y sus posesiones
ultramarinas en 1767. En este año, Carlos III decretó la expulsión de la Compañía de
Jesús por medio de la Sanción Pragmática del 2 de abril de 1767. Se introdujeron párrocos
seculares, Misioneros Franciscanos, así como un nuevo obispo. Esto trajo como
consecuencia un problema con los indígenas; cuando comenzaron a considerarlos como
individuos (ya que eran considerados y tratados de facto como esclavos por medio de
innumerables mecanismos jurídicos, como las encomiendas y las "naborías"), éstos aún
no estaban preparados, ya que solo contaban con los jesuitas que trataban de reducir los
excesos, el maltrato y los reiterados intentos de esclavizarlos por parte de los
peninsulares. Con la expulsión de los jesuitas quedaron desamparados.

Efectos socio económicos de las reformas


borbónicas[editar]
Como es de suponerse, las reformas económicas trajeron consigo múltiples efectos y
consecuencias, tanto positivas como negativas. El gobierno español tomó diversas
medidas para explotar al máximo los recursos de la colonia, con el propósito de generar
mucha más materia prima para la metrópolis. Con las reformas borbónicas se tocaron
todas las áreas principales en la Nueva España. También estaban la pesca y el comercio
en negro (pequeño). Obviamente hubo beneficios, se permitió ampliar los negocios entre
ciertas colonias (Trinidad, Margarita, Cuba, Puerto Rico).
Las reformas borbónicas afectaron al Consulado de Comerciantes de la ciudad de México;
esta corporación, que había acaparado el comercio exterior e interior del virreinato por
medio del sistema de flotas y del control de los puertos, perdió su enorme monopolio con
la expedición de las leyes sobre la libertad de comercio. Al mismo tiempo, la supresión de
los alcaldes mayores, agentes comerciales del Consulado en los municipios del país y en
las zonas indígenas, acabó con la red de comercialización interna y rompió el lazo político
que permitía a los comerciantes de la capital controlar los productos indígenas de mayor
demanda en el mercado exterior e interior.
Al parecer los reformadores borbónicos, encabezados por Gálvez, no tenían una visión
completa del funcionamiento del sistema económico en la Nueva España. Aunque es cierto
que muchos alcaldes mayores eran corruptos y abusaban de su autoridad, el repartimiento
del comercio era mucho más que un mero mecanismo de explotación; constituía el más
importante sistema de crédito para las comunidades indígenas y los pequeños
agricultores. Los alcaldes mayores se beneficiaban porque proporcionaban a crédito
servicios necesarios: distribuían semillas, herramientas y otros bienes agrícolas básicos;
facilitaban la compra o la venta de ganado, y con frecuencia vendían los productos de
algunos grupos que quizá no hubieran encontrado otra forma de colocar su producción.
Todo esto fue interrumpido con el decreto que suprimía las funciones de los alcaldes
mayores. También crearon escuelas e instituciones para ayudar y enseñar a los caciques y
criollos.
Por otro lado, la creación de nuevos consulados provocó rivalidades entre los
comerciantes de la Ciudad de México y los nuevos grupos de comerciantes que surgieron
a raíz de las reformas.

La "libertad de comercio"[editar]
El comercio con América fue una de las áreas a la que los borbones le dedicaron mayor
atención, ya que la consideraban como el principal motor de la recuperación de la
economía española. Una de las primeras medidas fue el traslado de la Casa de
Contratación de Sevilla a Cádiz (1717), lo cual legalizaba una situación de hecho, ya que
desde fines del siglo anterior la bahía gaditana fue ocupando un lugar cada vez más
preponderante en el comercio con América. La Casa de Contratación debía fomentar y
regular la navegación entre España y América.
Uno de los puntos más importantes del reformismo borbónico era acabar con el monopolio
comercial ya que los comerciantes tenían una gran ganancia sin tener pérdidas y esto
afectaba a la corona porque no tenía ganancias. La casa de moneda pasó a manos de la
corona, de esa manera los comerciantes se opusieron a las reformas.
Los superintendentes estaban aliados con los comerciantes por lo que era difícil romper
con el monopolio comercial. Fue con la llegada de José de Gálvez y la apertura del
comercio que se logró romper con esta red de comerciantes y superintendentes. En 1770
el libre tráfico comercial fue autorizado para las Antillas, se permitió comerciar
con Perú y Nueva Granada. Hubo una serie de puertos donde se estuvo comerciando
libremente y por otro lado se crearon los consulados de Veracruz y Puebla. Todo ese
movimiento dio como resultado la ruina de los comerciantes y llegó a su último e
irrevocable término cuando “el 28 de febrero de 1789 Carlos IV declaró que
el reglamento del comercio libre se extendía al virreinato de Nueva España.”

La minería[editar]
La minería, al igual que la tierra, era la espina dorsal de la economía de la Nueva España
por lo que las reformas se adaptaron a esta situación. Juan Lucas de Lassaga junto
a Joaquín Velázquez Cárdenas y León propuso unas reformas encaminadas a financiar las
actividades mineras, reducir las cargas fiscales, solucionar los conflictos entre mineros
(originados por la posesión de una mina o el desagüe de un conjunto de minas en la
mayoría de los casos), precisar o reformar el contenido de las ordenanzas mineras
vigentes y dotar al gremio de los mineros de un organismo directivo.
En otras palabras, proponían la minería como actividad productiva de la cual se
autorizaran varios puntos como: una organización gremial, publicar nuevas ordenanzas,
crear un banco de avío, crear una escuela de minería con técnicos de alto nivel.
De esta manera se constituyó el cuerpo de minería. Velázquez Cárdenas y León quedó
como presidente y Juan Lucas de Las saga, como secretario de minería. Se crearon las
nuevas ordenanzas y se llevaron a cabo los puntos que se habían propuesto
anteriormente. Hubo cambios en la minería, en 1784 se creó un banco de avío, en 1792 se
creó el seminario de minería.

La Real Cédula de 1804[editar]


La medida que mayores desajustes provocó en la Nueva España fue la real cédula de
1804 sobre la enajenación de bienes raíces de las corporaciones eclesiásticas, que desató
reacciones violentas en contra del gobierno español. Esto se debió a que, con excepción
de los comerciantes más ricos, aquella disposición afectó a los principales sectores
productivos del virreinato (agricultura, minería, manufacturas y pequeño comercio), y en
particular a los agricultores, pues la mayoría de los ranchos y haciendas estaban gravados
con hipotecas y censos eclesiásticos, que los propietarios se vieron obligados a cubrir en
un plazo corto, a fin de que ese capital fuera enviado a España. De esta manera, no solo la
Iglesia se vio afectada por la real cédula, sino también casi toda la clase propietaria y
empresarial de la Nueva España, así como los trabajadores vinculados con sus
actividades productivas. Por ello, se levantó un reclamo y por primera vez en la historia del
virreinato todos los sectores afectados expusieron al monarca por escrito sus críticas
contra el decreto en cuestión. A pesar de todo, la cédula se aplicó desde septiembre de
1805 hasta enero de 1809, produciendo un ingreso de alrededor de 12 millones de pesos
para la Corona, que supusieron el 70 % de lo recaudado en todo el territorio
hispanoamericano.

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