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Desde mediados del siglo XIX, con la preocupación por conocer e interpretar
los relieves de la Península Ibérica, crece también la necesidad de expresar
gráficamente sus formas y sus relaciones con las estructuras. Así, a través de
imágenes de mayor o menor claridad conceptual y con mayor o menor acierto
estético, los geógrafos y geólogos españoles entroncan con una tradición
cien tífico-artística que a comienzos del siglo XX ya estaba consolidada en
centros científicos cualificados fuera de nuestras fronteras. Es a partir de este
momento cuando panoramas, croquis, dibujos, cortes, perfiles, mod elos de
relieve (maquetas) y bloques-diagrama comienzan a utilizarse con criterio
metod ológico en España, bien d e forma aislada o bien como complemento de
otros documen tos cartográficos (esquemas, mapas geomorfológicos) y gráficos
(fotografías). El examen y clasificación de algunos ejemplos significativos de
tales representaciones gráficas muestran su d oble valor artístico y científico y el
admirable esfuerzo realizado por los geógrafos y geólogos, sobre todo de la
primera mitad del siglo XX, para mostrar expresivamente y para divulgar el
conocimiento de los relieves peninsulares.
Pero no tod os los medios de exp resión gráfica citados son equiparables
entre sí. La representación geográfica de las formas del relieve alcanza su más
alto grado de concep tualización en los mapas geom orfológicos, en los
llamados map as fisi ográficos y en los bloques-diagrama, estos dos muy
vinculados entre sí en su concepción figurativa. Frente a ellos, los mapas
geomorfológicos tienen el inconveniente de que para su lectura, al menos para
una lectura detallada y una interpretación profunda, requieren conocimientos
específicos, mientras que los mapas fisiográficos y los bloques-diagrama, sin
dejar de tener un alto contenido interpretativo, constituyen un documento
gráfico m ás fác ilmente comprensible por un p úblico no especializado. Desde
ese punto de vista, estas imágenes han constituido hitos muy importantes en
el con ocimiento geomorfológico del mundo y en su divulgación . Nacen con las
interpretaciones modernas del relieve, a partir de la segunda mitad del siglo
102 Eduardo Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
En los últimos años del siglo XVID y en la primera mitad del XIX tienen lugar
cambios importantes en las concepciones geológicas, en los conocimien tos
orográficos y, en relación con ello, en las ideas que geólogos y geógrafos
desarrollan acerca de la estructura del relieve terrestre. De esta efervescencia de
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reconocerá las gran des dificultad es a las que se enfrenta y que se resign ará a
no llevar a cabo su representación soñada, recurrirá en la mayor parte de los
casos a imágenes más convencion ales: croquis y dibujos a lápiz o tinta que
m uestran la evolución de los relieves graníticos y su dependencia de la
estructura de las rocas. N o obstante, el esfuerzo de búsqueda es mayor en otras
imágenes: perspectivas con un corte geológico de factura muy tosca, pero que
preludian un nuevo modo de representación, precursora del bloque-d iagrama
(Schmid; 1949, lám. XXXIII).
Varios años después, en 1829, von Schwerin, otro alemán que había
completado su formación geológica en París con Brogniart, dará otro paso más
en la realización de aquel viejo sueño de Goethe al intentar plasmar las
estructuras de varias regiones de Francia y Suiza en un libro titulado
Geognostische Profile (Schwerin; 1829). y lo hará en ciertos casos mediante una
represen tación novedosa entonces, anticipándose así en varios decenios, según
M. Schuster (1954, pág. 162), a los geógrafos y geólogos norteamericanos: se
trata concretamente del inmediato anteceden te de los bloques-diagrama, lo que
podríamos llamar un semibloque: una vista en cuyo primer plano se sitúa un
corte geológico. Pero el resultado es aún bastante rudimentario y la difusión de
esta obra parece haber sido muy limitada.
Imágenes del Paisaje 105
Figura 2. Vista del Glarnisch, en los Alpes suizos, realizada en mayo de 1794 por Hans
Conrad Escher.
ocupada por los distintos tipos de rocas y que ponen de manifiesto los
contactos anómalos entre éstas, que más tarde habrán de ser explicados por la
existencia de grandes mantos de corrimiento (Escher;1839). Con estas
aportaciones, en Suiza se inicia un capítulo propio y significativo en la
representación gráfica de los relieves de montaña, caracterizado por su
personalidad, precisión, esmero y belleza, y que se convierte sin duda en una
escuela muy asociada tanto al mapa como al paisaje.
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La práctica de las vistas coloreadas tendrá por los mismos años cultivadores
en diversos países europeos, y especialmente en Francia. Cabe destacar las
vistas realizadas por Puillon-Boblaye en la expedición francesa al Peloponeso
(Puillon-Boblaye; 1833), muy pulcras y de aspecto más moderno que las de
Arnold Escher, y las que el ingeniero de minas español Fernando Cutoli adapta
en 1841 para la traducción en los Anales de M inas del estudio geognóstico que
Fréderic Le Play había realizado en 1834 sobre Extremadura y el norte de
Andalucía. Estas últimas, acompañadas de una curiosa panorámica circular,
tienen sin embargo un aspecto bastante más tosco que las de Puillon.
Imágenes del Paisaje 107
I Por esta misma época, se p ublican también algunos manuales en lengua alemana en los que aparecen
bloques-diagra ma muy estilizados, en un intento de tipifi car geométricamente las d istintas formas del
relieve terrestre (Cybulz; 1861, págs. 3-8, Y Cybulz;1862, págs. 9-22) . No parece sin em bargo que estos
libros hayan tenido una difusión comparable al de De la Beche que aquí aludimos.
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Figura 4. Vista hacia el Este del gran cañón del Colorado al pie del Toroweap, publicada por
Holmes en 1883 dentro del Atlas de la Tertiary History of tite Colorado, del capitán Dutton.
Figura 5. Detalle del panora ma desde el Eggishorn (Alpes suizos) publicad o por Xavier
lrnfeld en 1888, en el suplemento cartográ fico del Anuario del Club Alpino Suizo.
2Del contenido de los panoramas alpinos es suficientemente expresivo el libro Augenreisen. Das Panorama
in der Schweiz, editado como con tribu ción al Año Internacional de las Montañas, 2002, por el Museo
Alpino Suizo y el Club Alpino Suizo, que recop ila un bello e interesante conjun to de imágenes
panorámicas históricas y recientes. Sean como vista circular en forma de friso o como panora ma estricto,
es decir "una representación perspectiva de un lugar dado con un ángu lo entre los 90° y 360°", colocan
al espectador en el centro del paisaje y b uscan producir un efecto de realidad lo más fi elmente posible.
In tereses científicos, artísticos o viajeros son el variado motor de estos estimables trabajos. A su va lor
directo, pictórico, geográfico, se añade en numerosos casos un carácter testimonial del estado de los
paisajes, por ejemplo glaciares, y de un modo de mirar influyente incluso en el turismo de montaña. Sin
duda siguen manteniendo ambos valores, como denota aún cierta inclinación a su dibujo o a su expresión
informática observable en algunas publicaciones geográficas, montañeras y divulgativas.
110 Eduardo Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
ASÍ, por su dedicación a los paisajes del Pirineo español adquiere la contribución
de Franz Schrader un carácter particular para nuestra geografía. Sus aportaciones
gráficas de calidad pertenecen además tanto a la pintura de alta montaña, como al
grabado, al panorama, la maqueta y la cartografía original, siempre a partir de una
observación meticulosa de la naturaleza montañosa. Del análisis directo y completo
de ésta - lo que requería notable esfuerzo, ingenio y pulcritud- se alcanza, con
calidad, la representación precisa y la similitud paisajística.
3Estaba previsto que la acuarela de Franz Schrader acompañase el artículo de Ernmanuel de Margerie a
propósito del Cañón del Colorado en el anuario de 1883, pero, por falta de tiempo, aquélla hubo de
incluirse en el del año sigu iente, junto con una breve nota explicativa del propio Schrader.
Imágenes del Paisaje 111
Pero en ningún país europeo se da el paso decisivo para la creación de una fonna
de representación que revolucionará la comprensión científica del relieve terrestre, el
bloque-diagrama. Desde un principio, éste nace vinculado en la geología
norteamericana a una visión dinámica, a una representación evolutiva, como lo
muestran el primer bloque-diagrama en ser realizado, el del Mount Ellsworth,
ejecutado por Peale en 1872 (Schuster;1954, págs. 192-193), y el de Vinta, que poco
después, en 1876, dibujó Gilbert con una concepción muy similar (Powel1, 1876).
Figura 7. Bloque d iagrama de Uinta p ublicado en 1876 por G.K. Gilbert para el Geological and
Geographical Survey of the Territories dirigido por John Wesley Powell.
Figura 8. Interpretación de las montañas formadas por bloques fallados en el estadio de madu
rez, bloque-diagrama publicado por Davis en su Die erk/iirende Beschreibllng der ú:mdformen (1912).
5 Una p rueba conocida aparece en los gráficos tod avía netamente dav isianos de Strahler, de ortodoxo
planteamiento, de pulcra confección y capacidad d idáctica ind udable. En la Geografía Física de este autor
aparecen alternantes o en colaboración con los ta mb ién expresivos d e Raisz, ad mirados igualmente por
los ca rtógrafos como modos de expresión canónicos de distintas topogra fías . En estos casos se trata, ade
más, de ilustraciones exp resamente geomorfológicas.
Imágenes del Paisaje 113
de Géographie Physique (1909), con frecuencia seguidores del modo de presentar las
expresivas secuencias davisianas, son muestras excelentes del uso didáctico que
en morfología puede tener el bloque diagrama ideal.
, Has ta tiempos muy recientes, España parece haberse mantenido al margen tan to de la trad ición
gráfica suiza como de la alemana. Así podría explicarse el escaso eco en nuestro país de la labor gráfica
de Hans Cloos, cu yas Conversaciones con la Tierra fueron traducidas sin embargo al castellano. Cloos,
formado in icialmente como arquitecto aunque dedicado luego en exclusiva a la Geología, es autor de
impo rtantes trabajos geológicos (cuyo contenido tu vo mucha mayor influencia en sus colegas
Imágenes del Paisaje 115
Figura 10. Contexto de los yacimientos de hierro de los alreded ores de Bilbao y evolución
morfológica de los alrededores de esta ciudad, según interpretación de Scheu (1930) sobre un
bloque diagrama de Fritz Holzel.
españoles) y logró en los años 40 y 50 un estilo de representación gráfica del relieve estructural muy
personal y de gran expresividad, en la que creemos ver las huellas de su formación arquitectónica. Su
obra gráfica está en el origen de una escuela germana de la que son destacados representantes Wagner
y Koch (1961), au tores de un espectacular atlas de bloques-diagrama sobre los relieves estructurales y
el modelado del Sur de Aleman ia. Entroncand o con la misma tra d ición aún se pueden encontrar
representantes más recien tes en el país germano, entre ellos, el conjwlto de bloques diagramas seriados
que cubren la tota lidad de la Península Ibérica elaborad o por Feldmann y al que se hará menc ión más
adelante.
1 El propio geógrafo español es el autor de una acua rela panorámica del Sistema Ibérico, que aparece
reprod ucida como dibujo a tinta en la citada obra y de cuyo original no tenemos más noticias
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Figura 12. La evolución del relieve de los Apalaches centrales, según bloques realizados por
Erwin Raisz para Douglas Johnson (1932).
118 Eduard o Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
'Curiosamente, el Servicio Geográ fico del Ejército editó en Madrid en 1989 un Atlas de A naglifos de un
sector de la Península Ibérica, realizado por L. Sandoval, que no ha tenido apenas d ifusión aunque su uti
lidad selectiva y comparativa en la enseñanza geográfica del relieve es bastante evidente.
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Figura 13. Kreuzberge (Macizo d el Santis), dibujo a lápiz realizado en 1946 p or Edouard
Irnhof y p ublicado en su Terrain el carte (1951).
simplificadas en lo geográfico -puede ser el caso del perfil orográfico del paso
del Guadarrama publicado por Laborde en 1809- o en lo geológico -el ejemplo
de los tempranos cortes alpinos de Gimbernat en 1803 es significativo-,
claramente anteriores a una mirada realmente geomorfológica. Incluso con una
atención mayor al dibujo del relieve, los perfiles y planos de las Torcas de
Cuenca realizados por Cortázar ya en 1874 (Alonso, 1986), no dejan de ser
descriptivos y esquemáticos. Si bien las representaciones que aquí nos interesan
son de inicios más tardíos que las internacionales antes reseñadas y, en tales
comienzos, algo toscas, también hay precedentes, como antes indicamos, que
destacan por su temprana calidad. Por ejemplo, las láminas pan orámicas de
intención geológica que acompañan la Descripción Física y Geológica de la
Provincia de Zaragoza, de Martín Donaire, (1873) o también las que aparecen en
la de Avila (Martín Donaire, 1879). Buena parte de tales ilustraciones son fruto
del trabajo de dibujantes al servicio de la Comisión9, como J.Cebrián o José
Vallejo, p rofesor de dibujo en la Escuela de Minas de Madrid y a quien se deben
las dos bellas vistas y la magnífica panorámica de Alhama de Aragón que
ilustran la citada descripción geológica de Zaragoza, en todas las cuales se pone
de manifiesto la relación del relieve con la estructura de las rocas. Otros
geólogos españoles son sin embargo relativamente autónomos en este sentido,
como Ezquerra del Bayo, formado pictóricamente con Antonio López en la
Academia de San Fernando y autor de una bonita vista del relieve volcánico de
Castelfollit, o como Botella, autor de d iversas vistas geológicas (Frochoso y
Sierra; 2004, pág. 231) Y algunos de cuyos dibujos aún siguen reproduciéndose
en los manuales de historia natural hasta entrado el siglo XX (por ejemplo, los
dibujos d e relieves cársticos incluidos en el libro de Bolívar y Calderón, 1909).
Figura 14. Detalle de la panorámica de los alrededores de Alhama de Aragón, dibujada por José
Vallejo para la Descripción Física y Geológica de la Provincia de Zaragoza, de Martín Donayre (1876).
9O tros casos hay, como en las láminas del Compendio de Geología de Vilanova en 1872, en los que se recu
rre a copias de ilustraciones y a dibujantes profesionales.
Imágenes del Paisaje 121
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Figura 15. Relieves de piedras caballeras, dibujados por Brambilla (El Escorial, 1825), Casiano
de Prado (1864) y Gómez de Llarena (1916).
Pero también está presente en la segunda mitad del XIX algún otro tipo de
represen tación esp ecialmente cuidada e incluso sorpresas más exóticas,
referencias lejanas particularmente expresivas y atractivas, en la ciencia
colonial, como en el caso d e los volcanes de América en los apuntes de Jirnénez
de la Espada en 1865 o del volcán filipino de Albay por Abella en 1882. En
cualquier caso, hay que resaltar que en nuestra producción gráfica más habitual
domina siempre una voluntad, evidentemente lógica, de incorporación a unos
modelos, a unos métodos, unas técnicas y un estilo que procedían d e fuera,
donde estaban asentados y elaborados. Un ejemplo, entre tantos otros, podría
ser la tardía y aislada incorporación que hizo Prast en 1929 de una vista circular
del Circo de Cred os alrededor de su laguna, siguiendo la pauta de los
panoramas de montañas circundantes con su perspectiva tomada desde un lago
central, que se habían realizado en Suiza desde inicios del siglo XVIII y, más
cercanamente, d el Lago Léman en 1924. Es ésta una tradición em parentada con
vistas similares de ciudades o con las realizadas d esde un frecuentado punto de
vista turístico en el siglo XIX, como el Rigi, e incluso aún más con los giros de
122 Eduardo Martínez de Pisón / Juan Car los Castañón Álvarez
horizonte en montañas, como el realizado por Bourrit en los Alpes en 1779 o los
de Schrader en el Pirineo hacia 1880.
También hay renovaciones y reutilizaciones de materiales e incluso
coincidencias en la búsqueda de expresividad. Una de éstas especialmente
marcada, tanto por la forma de expresión utilizada como por su salto en el
tiempo, que va de los orígenes a la actualidad, es el dibujo mixto entre mapa
fisiográfico en perspectiva y bloque-diagrama compuesto con un sistema de
cortes geológicos diagonales que ha realizado Feldmann para toda la Península
Ibérica y Baleares (1988-2003), y que se emparenta con el gráfico de Macpherson
(1888) de la estructura de conjunto de la Península exp resada a través de una
serie de cortes igualmente diagonales sobre un mapa. En el caso de Macpherson
los cortes van de NE a SW, mientras en el de Feldmann van p referentemente de
NW a SE, buscando su mejor expresividad, salvo en el Ebro (NE-SW) y en los
bordes de Portugal y d e Valencia (E-W). Esta coincidencia indica el sentido de
un tratamien to de conj unto de la Península, la expresivid ad de los cortes
diagonales perpendiculares a las estructuras y la idoneid ad del método gráfico
empleado. Entrar en lo propiamen te geográfico y geológico de estos
documentos separados en el tiempo sería también revelador, pero no es nuestro
propósito de momento.
Así p ues, no es sino tras varios decenios de titubeos, cuando en el siglo
XX se afianzan en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid unas
series de publicaciones que cuid an la expresion gráfica dentro de modelos
bien definid os. Las formas arquetípicas plasmad as por de Prado o las
influencias, inmediatas, del estilo de trabajo de Obermaier y, más remotas
pero m uy trascendentales, de Davis, operan con mayor o menor consciencia
en los elementos escogidos, en las líneas de trabajo preferidas y en los estilos
y técnicas utilizados. El bloque diagrama se usa en este sentid o con cali
dad , sea con sentido de representación regional, secuen cial o de formas
específicas.
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persona capacitada para ello, Vidal Box. Cuando en los años treinta Vidal Box
trabaja en el macizo de Gredas, sigue la misma línea de investigación glaciar, los
mismos lugares y no poco del estilo de trabajo, que incluye representaciones al
estilo de las que había realizado Obermaier en colaboración con Carandell (Vidal
Box; 1936). Vidal Box tenía una clara capacidad para el dibujo y su aportación
marca una etapa brillante en las representaciones gráficas de nuestro relieve.
Por otro lado, en los bloques y vistas que ilustran varios de los artículos
publicados por Vidal Box en los años 30 Y 40, así como en los realizados para
trabajos de otros autores, la huella de Davis es indudable, no sólo en cuanto a los
conceptos evolutivos del relieve, sino sobre todo en la concepción gráfica de
bloques y vistas. Estos presentan en ocasiones sorprendentes coincidencias con
algunos de los realizados por el maestro norteamericano, lo cual es especialmente
patente en la vista de la Paramera y en el bloque-diagrama aplicado a Gredos, así
como en los que dibujó para el conocido trabajo de Francisco Hemández-Pacheco
sobre los volcanes del Campo de Calatrava, entre los que destaca el ya clásico que
muestra la evolución del volcán de Fuentilleja (Hemández-Pacheco, 1932).
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Pero hay también otro aspecto del trabajo de Vidal Box que resulta de gran
interés: la elaboración de modelos de relieve. Su solvencia en esta práctica y la
existencia de otros maquetistas lograron que el Museo mencionado incluyera en
los años cuarenta una Sala de Geomorfología dotada de unas maquetas -hoy
por desgracia arrumbadas- mu y expresivas (Vidal Box, 1944 y 1946). Eran en
total unas 50, realizadas en escayola policromada y en madera entre 1942 y 1945,
e ilustraban las formas de relieve más características de la España peninsular e
insular, así como d e antiguos territorios españoles (Filipinas) y de otras regiones
del globo. Destaca en tre ellas una de Peñalara con sus formas glaciares que aún
conserva alto interés didáctico. En los museos hay hoy una tendencia a otras
formas de expresión y comunicación con el visitante según las técnicas
informáticas, pero la capacidad de enseñanza de una buena maqueta sigue
siend o m uy superior en materias de relieve y de paisaje.
126 Ed uard o Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
Figura 18.- Fotografía de la sala de Geomorfología del Museo Nacional d e Ciencias Naturales
(Vid al Box, 1944). En ella se observa, en úl timo plano, un óleo del Cañón del Colorado (cla
ram en te inspirado en las vistas de Holrnes) y, por delante de él, entre otras maquetas, dos que
represen tan el Tre Cime del Lavaredo (Dolomitas) y el propio Cañón del Colorado.
10 Las maquetas de montaña recientes en España están poco interesadas por las cuestiones geomorfológicas,
pese a su aprop iada expresividad en este sentido. Son escasas y, si las hay, tienen más bien intención orna
mental o montañera o de didáctica sólo orográfica o de información turística y están resueltas con distinto
acierto. Es incluso habitual oír o leer que determinados recursos informáticos han pospuesto definitivamen
te el papel informativo de las maquetas, pero esto se debe probablemente más a los extendidos deslumbra
mientos profanos por estos tratamientos técnicos que a una reflexión profesional ponderada .
La maqueta más recientemente expuesta en Espa ña tiene un claro fin turístico como elemento de un par
que temático y es una reprod ucción parcial del Pirineo aragonés, con a mp lias dimensiones, instalada a
la intemperie en el Pirenarium de Sabiñánigo (Huesca). Se trata de una red ucción de volúmenes topográ
ficos desnudos, con lógica exageración de la escala vertical, sin referencias paisajísticas, con muy escasa
información geográfica y sin tratamiento de calidad es tética en los materiales y elementos representados.
Claro está, carece también de referencias geomorfológicas. Incluso su función en un espacio de ocio está
inde finida. Entre las viejas maquetas arrumbadas y el desaprovechamiento de las nuevas, el uso y desti
no de estos modelos d e relieves presenta todos los sintomas de un declive poco alentador.
Imágenes del Paisaje 127
Sobre el modelo por ellas establecido, Noel Llopis Lladó realiza entre
comienzos de los años 40 y el añ o de su muerte, 1968, gran cantidad de
bloques, buena parte de ellos referidos a sus terrenos principales de
investigación, Asturias, por un lado, y Cataluña por otro, con particular
atención a sus caracteres morfoestructurales (por ejemplo, Llopis; 1942, 1954) .
La formación francesa de Llopis, tal vez incluso un estilo realista martonniano
en el tratamiento de la roca, y su relación científica con Solé Sabarís enmarcan
estos trabajos, pero la calidad y cantidad de su producción gráfica son valores
particulares que merecen ser destacados. La neta claridad de los gráficos de
Llopis, sin renuncia a la complejidad del fenómeno mostrado, y su
oportunidad como ejemplo son constantes en sus gráficos. Sin duda se
basaban ambas capacidades en u n profundo conocimiento, en su día
innovador, de la geología peninsular. Su solvencia como dibujante es evidente
y era conocida por su facilidad de plasmación ya directamente en el terreno.
La abundancia de sus trabajos indica tanto su amplia dedicación como su
competencia.
Las aportaciones gráficas geológicas y geom orfológicas adquirieron al
mediar el siglo XX, en el tomo 1de la Geografía de España y Portugal dirigida por
Terán, el carácter de un verdadero alb um de bloques-diagrama
geomorfológicos, indicador de la alta d isponibilidad de estas rep resentaciones
por su práctica habitual.
Menos abundantes que los bloques, pero no menos signific ativos, son en
esta misma obra los dos mapas fisiográficos en vista oblicua qu e ilustran,
respectivamente, los relieves de la Penín sula Ibérica y los de la isla de
Mallorca, a los que h ay que añadir el también referido a Mallorca de
Carandell. Responden todos e llos de forma expresa a un modelo
desarrollado sistemáticamente en EEUU en tre los años 20 y 40 por Armin
Kohl Lobeck y por Erwin Raisz, y se prop on en la representación sintética de
las p rincipales unidades del relieve, de un m odo esquemático, aunque m uy
expresivo ll .
Como comp lem ento de tales m apas es ta mbién destacable la expresividad
y particular belleza gráfica de un dibujo en perspectiva que muestra la
incidencia de la estructura de la Tramontana en el paisaje, realizado por
Colom. Todo ello sugiere u na línea de expresión gráfica en morfología
d eliberada y perfeccionada, un instr u mento científico en alza, metodo
lógicamente ortodoxo y depurado. Destacan en el p rimer tomo de la
Geografía d e Terán, p or tanto, numerosos gráficos p or su expresividad y por
11 En uno de los contados estudios de tipo colonial que se produjeron en España en la primera mitad del
siglo XX también se recurrió eventualmente al bloque diagrama fisiográfico: se trata de la síntesis regio
nal que Alía publica en 1945 sobre el Sahara entonces español.
Imágenes del Paisaje 129
11 Se da incluso el caso de que tales bloques-diagrama han sido empleados por Gladfelter (1971) para
comparar, en una doble página de su obra sobre el relieve de la meseta, la teoría evolutiva de Solé con la
de Julius Schwenzner, incluyendo en el primer caso la totalidad de los bloques y seleccionando en el
segundo sólo aquéllos que se corresponden con las fases que habían sido previamente reconocidas por
el geomorfólogo alemán. Como Gladfelter no indica la procedencia inicial de uno u otro autor de la
secuencia de bloques, y apenas modifica los dibujos originales (sólo borra dos flechas del dibujo de Solé
que indican un movimiento tectónico, y añade al grá fico rótulos que se corresponden con las denomina
ciones dadas por Schwenzner a las principales superficies de erosión), deja algo confusa la autoría inicial
de los bloques. Pero en cualquier caso, dado que todo indica que el dibujo original es el de Solé, esta uti
lización refuerza la idea de que tal imagen pasó a constituir, desde el momento de su publicación, un
modelo canónico.
Imágenes d el Paisaje 131
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Figura 20. La evolución geomorfológíca del Sistema Central, según los bloques-diagrama
dibujad os por Solé para el p rimer tomo de la Geografía d e España y Portugal (Solé, 1952).
132 Eduardo Mar tínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
Figura 21. Génesis del relieve de las sierras oscenses, según Pierre Barrere (1951a).
A partir de los años 70, no obstante, la frec uencia con la que se recurre al
bloque-diagrama en los trabajos geográficos desciende notablemente. A ello no
debe ser ajena la laboriosidad del procedimien to tradicional, ya que las técnicas
para su realización aún tienen carácter artesanal. Pero también las
consideraciones conceptuales y metodológicas sobre el trabajo geográfico
p udieron contribuir a un desinterés por las formas y el paisaje visible. En
Geomorfología, la deriva hacia el análisis de procesos y u n relativo aband ono
del estudio de las formas d e relieve hacen pasar a un segundo plano la
"utilidad " del bloque-diagrama.
Ello no impide que este tipo d e ilustraciones prosigan en trabajos académicos
dentro d e esa misma línea y pasen a ser esenciales en algunos de los manuales
que los geógrafos españoles publican a partir de esos años; especialmente, como
es lógico, cuando aquellos manuales versan sobre materias de la Geografía física
(Geomorfología General, de Julio Muñoz, por ejemplo). Por otra parte, en el
Sistema Central se ha mantenido hasta hoy el método de representación
mediante el bloque-diagrama con innovaciones de destacada importancia,
como las introd ucid as por C. Sanz en su análisis morfotectónico d el
Guadarrama central desde 1977 y por M. Herrero en las sierras de Ávila entre
1992 y 2005, que han vuelto a potenciar el n uevo uso de este tipo de gráficos
como instrumento d e análisis y de comunicación en geomorfología. En tesis
d octorales morfológicas realizadas en el ámbito de la Geografía física son
repetidos los usos expresivos recientes del bloque diagrama como instrumento
de plasmación y de comunicación, utilizad o con nuevas perspectivas científicas,
nuevas técnicas de d ibujo, nuevos estilos gráficos y n uevo sentido de inserción
en los textos (por ejemplo, en tre otros, Arozena, Criado, Poblete, Romero,
Serrano, en los años 80 y 90). También han sido expresivamente utilizados por
Frochoso, Palacios y Pellicer, entre otros, en artículos de investigación y en obras
de divulgación. Los autores de este trabajo no han sido ajenos, por aportación
directa o por dirección d e investigación, a estos hechos, e incluso han inten tado
la confección de exposiciones morfológicas conducidas por dibujos de relieves.
En los mismos años setenta reaparece significativamente el uso de los
bloques como instrumentos de d ivulgación del relieve en p ublicaciones
geográficas para p úblico amplio, fundamentalmente profano. Por ejemplo, para
explicar la evolución glaciar en Ordesa, Los Picos de Europa o Sanabria. Incluso
dieron lugar a la formación de un modelo en el caso de los Mallos de Riglos, que
se ha repetido varias veces. El esquema d e su formación, a modo de bloque
seriado por fases, realizado por Mensua en 1975, sirvió aparentemente a Benito
en 1986 de patrón p ara exponer gráficamente su esquema perfeccionado de
evolución de los Mallos, y éste a Agudo para lo mismo, con motivo de una
134 Eduardo Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
Figura 22. Bloque diagrama d e Miguel Herrero (1992) que representa el relieve interior de
Gredos.
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Figura 23. Variaciones en la extensión d el glaciar del Aneto desde la Pequeña Edad del Hielo
hasta 1983.
Por otro lado, los vuelos interactivos que se pueden crear por
procedimientos informáticos sobre modelos d igitales del terreno tienen
múltiples aplicaciones, como las territoriales, turísticas y ambientales. Han
sido editados por algunas instituciones, e incluso por editoriales privadas para
fines específicos, como es el caso de los CD del «Mapa Guía Excursionista 3D»
de la Editorial Alpina, y, aunque todas esas modalidades son expresivas y
contribuyen a una mejora informativa en la expresividad del terreno, no
todas presentan el mismo grado de interés ni de logro técnico de la imagen.
Mención especial merece en este sentido el que sin duda es uno de los mayores
avances proporcionados por Internet en los últimos años : la posibilidad de
visualización de imágenes que, en dos o en tres dimensiones, se p ueden crear
con el programa Google Earth, en conexión con Internet. Sea superponiendo
las imágenes de satélite o las fotografías aéreas suministradas por el fabricante,
o sea mediante la superposición de imágenes digitales por parte del usuario
del programa, Google Earth facilita la visualización de todo tipo de materiales
digitales (imágenes de satélite, fotos aéreas, mapas temáticos...), con capacidad
para crear perspectivas y desplazamientos por cualquier región de la superficie
140 Eduardo Martínez de Pisón I Juan Carlos Castañón Álvarez
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