Maria Montessori propone dos formas de expresar los
planos de desarrollo, una que me gusta mucho es esta que denominó el bulbo (en Roma, 1951) por semejarse el desarrollo del ser humano a “una fuente que está escondida en la oscuridad y emerge a la luz”.
La infancia y la adolescencia son periodos creativos,
pero de los dos, la infancia es más importante, por lo que se representa con un bulbo de mayor tamaño. La niñez y la madurez son fases calmadas de crecimiento uniforme, solo que la primera se eleva mientras que la segunda se muestra horizontal.
El plano “rojo” de la infancia (0 a 6 años)
Es la etapa del embrión psíquico-espiritual, durante la cual se asientan las bases fundamentales para el desarrollo futuro. La base del conocimiento es de forma sensorial, es decir, a través de los sentidos. Las herramientas del niño son: – De 0 a 3 años: la mente absorbente inconsciente. – De 3 a 6 años: la mente absorbente consciente. Es cuando se dan los periodos sensitivos, se forma la personalidad, se desarrolla el movimiento, se perfecciona el uso de la mano y existe una necesidad de lo concreto de la realidad. El niño quiere saber: “¿qué es?”. Además, se dan la adquisición y el enriquecimiento del lenguaje, y existe una atracción por los números, el orden, el bien y el mal; asimismo, la idea de un creador, ya sea dios o espíritu, es una característica común en esta etapa.
El plano “azul” de la niñez (6 a 12 años)
En esta etapa están disponibles las herramientas
desarrolladas con anterioridad. Es un periodo tranquilo de crecimiento uniforme. El plano abstracto de la mente humana se organiza. El niño explora la moralidad y construye una sociedad organizada; está hambriento de cultura, tiene un interés vasto por el funcionamiento interno de todas las cosas en el universo, por lo que la educación cósmica es la respuesta a las necesidades de esta etapa. Las herramientas con las que cuenta el niño son: una mente que razona, un gran poder de imaginación, el surgimiento de una conciencia moral y el significado de justicia por lo que surge la necesidad de que existan congruencia y consistencia por parte del adulto que interactúa con el niño para que este pueda confiar en él. En el niño hay una sed de conocimientos sobre el mundo y el universo, la cultura, las ciencias y las artes, y es la etapa cuando se da la afirmación de la personalidad individual. El plano “rojo” de la adolescencia (12 a 18 años)
Se caracteriza por ser una etapa de grandes
transformaciones, tanto físicas como psicológicas: Cambios físicos: el adolescente entra a la pubertad, con transformaciones en su cuerpo y su fisiología (liberación de hormonas). Cambios psicológicos: se trata de una etapa de transición entre la vida de familia y la integración a la sociedad, por lo que se da la creación de la personalidad social. Las emociones del joven son frágiles; puede haber falta de concentración y reacciones violentas ante las críticas. Los adolescentes necesitan que se los valore; es la etapa de la valorización de su personalidad, por ellos mismos y por los que los rodean. También necesitan periodos de soledad; existe una necesidad de “héroes” que admirar y seguir. Es “cuando el hombre social es creado, pero no ha alcanzado todavía su pleno desarrollo” y cuando debieran desarrollarse las características más nobles, con un sentido de justicia y de dignidad personal.
El plano “azul” de la madurez (18 a 24 años)
En esta etapa se completa el desarrollo físico y se da
el desarrollo de la personalidad social, con un autoconocimiento y una autorrealización. Es la edad de los estudios universitarios, donde el joven adulto adquiere la fuerza espiritual e independencia para llevar a cabo su misión personal en la vida; puede trascender la tentación de poder y posesiones, posee un alto nivel de conciencia moral y responsabilidad universal, y logra la independencia económica (puede trabajar y estudiar), lo que lo lleva a un equilibrio. Los cuatro planos tienen las características siguientes: Se distinguen tanto física, como mental y socialmente. Son universales. Lo único que los afecta son los obstáculos o las facilitaciones que se le presenten. Cada etapa es base y fundamento de la que sigue y, si una no se satisface, se seguirá arrastrando para toda la vida. Por lo tanto, la preparación de los guías para cada plano debe ser diferente