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1 Presentación…………………………………………………………………. Página 2
2 Introducción: Evolución del urbanismo utrerano. Demografía……………… Página 3
3 Del Real Colegio de San José a las Escuelas Nacionales de S. Francisco…... Página 5
4 Calles donde se ubicaba el Colegio de S. Francisco y la iglesia del mismo
nombre……………………………………………………………………….. Página 15
5 La arquitectura civil en Utrera. La casa palacio de la familia Cuadra………. Página 19
6 Itinerario……………………………………………………………………... Página 32
7 Fuentes………………………………………………………………………. Página 33
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PRESENTACIÓN.
El trabajo que presentamos ha sido elaborado por los alumnos de cuarto curso de ESO
integrados dentro del Proyecto de Investigación, “Historia del Instituto Elemental de Segunda
Enseñanza Rodrigo Caro (1933-1937). Un proyecto de educación laica, mixto y en tolerancia. La
educación en Utrera durante la Segunda República”. En su trabajo de investigación han sido
asesorados por los profesores integrantes del Proyecto.
Uno de los objetivos que nos proponíamos era introducir a los alumnos en el estudio del
Patrimonio de Utrera partiendo de un caso concreto: la casa palacio de los Cuadra, sede del
Instituto Rodrigo Caro. El resultado final ofrece una panorámica del Patrimonio utrerano
relacionado con la educación y la vida cultural de la localidad, haciendo especial hincapié en el
periodo republicano: los centros de la vida pública y política, los personajes relevantes del periodo
y que influyeron en la educación y la cultura, pero sin olvidar otros momentos históricos.
En el capítulo final recomendamos un itinerario para la visita de los alumnos y alumnas por
los principales lugares que se recogen en el trabajo. Los textos permiten comentar la visita de una
forma abierta dependiendo de los niveles del alumnado.
Consideramos que puede ser un material de trabajo útil para alumnos y profesores de la
Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato en las materias de Ciencias Sociales, Historia de
España, y especialmente Patrimonio Cultural de Andalucía y Patrimonio Artístico de Andalucía.
El trabajo recoge fuentes bibliográficas, documentos de archivos y testimonios orales de
antiguos alumnos del Instituto Rodrigo Caro y de protagonistas de la época, fruto del proceso de
investigación de profesores y alumnos. Las fotografías que acompañan los textos han sido
realizadas por las alumnas Patricia Bernal, Isabel María Barroso, Ana Isabel Troya. Las fotografías
de época han sido aportadas por la antigua alumna del “Rodrigo Caro”, Dolores Martínez Giraldo.
Igualmente se ha incluido en este trabajo testimonios orales recogidos tanto por alumnos y
alumnas como por el profesorado.
1. INTRODUCCIÓN: EVOLUCIÓN DEL URBANISMO UTRERANO.
DEMOGRAFÍA.
La Iglesia de San Francisco. Situada en la actual plaza del Altozano, su origen data de
comienzos del siglo XVII, época que fue elegido este lugar para construir la casa conventual de la
Compañía de Jesús, a la que se unieron las instalaciones del Colegio de San José. Aquí
permanecieron los seguidores de la obra de San Ignacio de Loyola hasta la noche en que se recibió
el decreto por el que Carlos III los expulsaba de su reino, a partir de ese momento, el convento
quedó abandonado, sus bienes enajenados y dispersados y malvendidos, en el mejor de los casos,
en otros perdidos o desaparecidos.
Tras dos décadas de deterioro fue de nuevo ocupado en 1797, por franciscanos, que se
habían trasladado desde su casa grande, que amenazaba ruina, allá en los extramuros de la ciudad,
exactamente donde está actualmente el Cementerio. Con los franciscanos sufre una gran reforma,
adaptándose a las nuevas necesidades.
Desde el punto de vista artístico, la arquitectura muestra en su nave la influencia del viejo
Renacimiento bajo, impuesta por Hernán Ruiz, la planta de cajón con sacristía tras el altar mayor,
cubierta de bóveda de cañón. A esta nave se le añadió otra estrecha y larga que debió actuar como
sagrario, o capilla doméstica, reservada a la orden tercera franciscana.
Esta iglesia posee una magnífica decoración, entre las que destacan sus frescos y pinturas
del siglo XVIII, pero lo más espectacular a primera vista es su cúpula, que nos muestra "el triunfo
de la Iglesia y Compañía de Jesús" en la resurrección de los santos.
Entrada principal a la
Iglesia de San Francisco
Portada principal de la que fue Iglesia de la Compañía de Jesús
Las Escuelas Nacionales de San Francisco y el actual Colegio Público Rodrigo Caro,
ocupaban y ocupa un solar que viene siendo destinado a enseñanza desde que la Compañía de
Jesús eligiera tan céntrico sitio, el Altozano, para instalar en las casas de doña Juana e Isabel
Sotomayor la residencia y convento del Señor San José. Para ello se acondicionó el inmueble,
adaptando algunas dependencias y estancias para capilla, celdas y aulas. Las obras duraron apenas
un mes. El 18 de junio de 1630 todo estaba apunto para que se pudiera dar la primera misa.
El Real Colegio de San José: No es hasta el año 1646 cuando, tras sacarse desde los
cimientos la nueva iglesia, la actual capilla de San Francisco, se construye a espaldas de la misma
un edificio exprofeso destinado a la enseñanza. Su arquitectura resultaba funcional, pues había
sido pensada teniendo en cuenta las consideraciones de la educación del momento en lo referente a
iluminación, ventilación y amplitud. Las aulas se distribuían en torno a un patio dotado de pozo y
con diferentes accesos al exterior a través de tres grandes puertas. Con este magnífico inmueble
las pobres escuelas de residencia, se transforman en un importante colegio, siendo su primer
Rector el Padre Cristóbal Pérez. De los profesores que integraban su claustro, merece destacarse el
Padre Juan del Villar, quien ocupó la cátedra de gramática y ejerció durante muchos años como
prefecto de estudio.
El colegio que desde los días de la fundación contaba con dos grandes cátedras de gramática,
una de teología moral y otra de artes, gracias al patronato creado en 1624 por don Francisco Parra
Cabeza de Vaca, fue ampliado en 1710 con dos nuevas clases de lectura y escritura con el caudal
dejado para ello por doña Isabel Bohórquez. De esta forma, los jesuitas completaban en Utrera la
totalidad del espectro de la enseñanza de retórica y latinidad.
Expulsión de los jesuitas. Durante el reinado de Carlos III existía un amplio frente
antijesuítico en el que se integraron distintos grupos por motivos diversos: los regalistas que veían
a los jesuitas como los seguidores más incondicionales del Papa y los ilustrados que les querían
arrebatar el control de la educación.
Esta coalición de fuerzas presionó sobre el Soberano, hasta lograr arrancarle en 1767 el
decreto de expulsión de la Compañía de Jesús en España y los territorios de América.
En Utrera, la aplicación del Real Decreto se llevó acabo, según las crónicas dejadas por don
Juan Boza Rivera, la noche del 3 de abril de 1767.
La restitución de las clases. Una vez expulsados los jesuitas, la enseñanza de los colegios y
casas que fueron de la Compañía de Jesús pasó a ser ejercida por maestros y preceptores seculares.
Casa de Socorro.
Archivo Notarial.
Residencia de los propios maestros.
Colegio Electoral desde 1869.
Lugar de celebración del Sorteo de los Mozos.
La problemática del centro: los problemas más frecuentes que tuvo que hacer frente la
comunidad del centro durante buena parte de los siglos XIX y XX, fueron los siguientes:
La falta de asistencia del alumnado, por la escasez de recursos de los padres que se veían
obligados a que sus hijos trabajaran desde la infancia. Absentismo que pese a la obligación que
imponían las leyes de enseñanza se da de forma constante.
Unos maestros mal pagados. La situación económica de éstos era realmente difícil, hasta el
punto de que llevaban una vida mísera.
Un edificio en continuo deterioro. La falta de recursos del propio fondo municipal
responsable de su conservación, el paso de sucesivas generaciones de inquietos niños y las
inadecuadas actuaciones para adaptar aquella vieja escuela a las necesidades que exigían los
tiempos, fueron deteriorando su antigua fábrica hasta dejarla imposibilitada para la enseñanza,
teniendo que ser sustituida por el actual edificio, obra del arquitecto municipal Alfonso Gómez de
la Lastra, en los años 60 del siglo XX.
De aquel deterioro eran conscientes los maestros y autoridades y aunque se llevaron a cabo
importantes obras, nunca fueron de la envergadura que pudiera atajar el problema.
Son muy abundantes las referencias de las cuales podemos calcular que, durante el siglo
XIX, casi un tercio de los niños matriculados no asistían habitualmente a clase. Este porcentaje
lejos de reducirse se mantiene durante buena parte del siglo XX, incrementándose el absentismo
escolar en relación con las faenas del ciclo agrícola.
Los Años Veinte del siglo pasado. Durante esta época tiene lugar el desdoble de las
escuelas de niños de San Francisco que permitiría que las, hasta entonces, clases de párvulos,
elemental y superior de niños pasaran a una enseñanza graduada de seis unidades o niveles
diferente. Esto se consiguió por la división física de las aulas más amplias y por reajuste del
horario.
La modificación del edificio, que también incluía casa habitación de los maestros, fue
aprobada por el ayuntamiento el 26 de abril de 1927.
También se creó en 1928 La Escuela Industrial o Elemental de Trabajo, “Álvarez Quintero”,
en el mismo Centro. Estaba orientada hacia los alumnos que finalizaban los estudios primarios y
para los que asistían a clases de adultos.
Alumnas del Colegio La Cuna con su maestra Doña Aurora, en la tercera fila, primera derecha, vestida de negro.
El Franquismo. La ley de mayo de 1939 acabó con la coeducación de los sexos implantada
por la República de forma que el grupo escolar volvió a dividirse en:
- San Francisco. Con escuelas de párvulos, escuelas de niños y escuela de niñas. En total
16 grados.
- La Cuna. Con tres grados de niñas.
- Además de estas existían otras escuelas públicas en el Niño Perdido y en Santa Maria.
Finalmente amenazado por la ruina, el colegio de San Francisco fue clausurado en 1959. La
primera noticia sobre la construcción del Colegio Nacional Rodrigo Caro es de 22 de Junio de
1965. D. Antonio Gonzalo Vara fue designado Aparejador de un “Proyecto de Grupo Escolar en
Utrera, en calle Clemente de la Cuadra esquina a calle Ramón y Cajal... y de las cuales es
Arquitecto Director, D. Alfonso Gómez de la Lastra”. La segunda parte del mismo estaba dedicada
al Presupuesto del Proyecto redactado por el Arquitecto, que ascendía a 5.181.286, 27 pesetas.
El día 24 de Enero de 1967 se procedió al replanteo general de las obras que fue aprobado
por el Alcalde de Utrera, Don Alfredo Naranjo Batmale, el arquitecto y director de las obras, Don
Alfonso Gómez de la Lastra y el contratista y adjudicatario de las mismas, Don Antonio Carrillo
Jiménez. A partir de ese día daba inicio el plazo de 12 meses que había para concluir el edificio.
La obra se ejecutó en el plazo previsto.
La alumna del IES Ruiz Gijón, Ana Isabel Troya Ferrete, ha recogido el siguiente testimonio
oral de su madre Consuelo Ferrete Sánchez, sobre el uso del Colegio San Francisco tras su cierre y
los inicios de la obra del Colegio Rodrigo Caro.
“En el año 1961, aproximadamente, el edificio que actualmente es C. P. Rodrigo Caro no se
utilizaba para tal fin. Por experiencia sé que fue una casa de acogida para familias necesitadas
que no tenían vivienda propia. El edificio era diferente: tenía dos plantas, la superior tenía una
entrada que comunicaba con la calle del Ayuntamiento, y la planta inferior tenía una entrada que
daba a la calle Ramón y Cajal. Estas dos plantas no se comunicaban una con la otra por el
interior, la planta baja rodeaba un patio bastante grande con una fuente en el centro y en ella se
alojaban aproximadamente cinco familias; en la planta alta habitaba el mismo número de
familias pero carecían de patio.
El edificio no estaba en buen estado, ya que en las épocas de lluvia se mojaban las
pequeñas viviendas del edificio. Por mi información puedo verificar que este edificio se utilizaba
como casa cuando se produjo la riada de Utrera y lo desalojaron cuando a esas familias les
dieron casas en propiedad. Las familias que vivían en dicho edificio no pagaban ningún tipo de
impuestos.
Sobre al año 1968, aproximadamente, el edificio fue reconstruido para poder ser un
colegio, lo que es en la actualidad. Este hecho sí lo puedo verificar, ya que mi abuelo fue el jefe
de obra de la construcción dicha anteriormente. Lo que no puedo asegurar es que las fechas sean
acertadas, aunque por la información aportada, estos son los años que encajan en la descripción
dada”.
Calle de Antón Pérez Moreno, actual Ramón y Cajal. Antón Pérez Moreno vivió en
Utrera por los años de 1559, fecha en que se halló su nombre en el archivo de Santiago.
Propietario de muchas tierras y ganados, dueño y señor de esclavos y siervos. Fue, hermano o
ascendiente del Jurado Marcos Pérez Moreno de Mesa, que dio el nombre a otra calle utrerana.
Todavía se la conocía en 1844 con la del epígrafe; en esta fecha fue empedrada a lo largo de 428
varas y media, por 1102 reales y 24 maravedíes.
- Pan y Pasas, se puede recordar en el término municipal un pago o paraje denominado así.
- Lucio, para recordar a un supuesto escritor y orador romano nacido en Utrera, según las
falsas narraciones de los siglos XVI y XVII. Se trata de una de tantas falsedades sobre la
historia antigua de la población.
- Cruz Conde, durante la dictadura del general Primo de Rivera.
- Francisco Ferrer, durante la Segunda República.
- Ramón y Cajal, en la actualidad.
Sólo nos referimos al tramo comprendido entre las calles de Sevilla y de San Francisco.
Uno de sus tramos, el comprendido entre Clemente de la Cuadra y la Vereda se llamó y
todavía es popularmente conocido como calle de Los Negros, denominada así porque en ella vivió
la gente de color.
El padrón de 1589, señala en ella diversos domicilios. En 1758 vivía en ella una familia de
libreros: los Collet. Eran tres, Andrés y sus hijos Juan y Andrés Collet.
En el mismo siglo XVIII tenía también en esta calle su morada don Juan Faustino Moreno
Figueroa, del estado noble, cuyas casas lindaban con las de don Juan de Pineda y don Antonio de
Reina.
Por ella pasó la procesión de rogativas para pedir la victoria de las armas españolas contra
los franceses en 1808. Y en 1873, “los Cantonales”, que habían subido desde la Fuente Vieja por
la calle de Sevilla, buscando la calle de los Negros y la salida a la Vereda para seguir hacia Cádiz;
pero, torcieron calle de San Francisco abajo, en contra de lo que se había convenido, para
desembocar en la Plaza, donde la columna fue tiroteada desde los edificios contiguos, provocando
la dispersión de la misma.
La calle de Antón Pérez Moreno está situada en el Arrabal Mayor y pertenece a la feligresía
de Santiago.
En la revista escolar “Bachillerías”, de 9 de marzo de 1935, publicada por los alumnos y
profesores del Instituto Rodrigo Caro, el redactor de la sección “Los hay olvidadizos”, que
firmaba bajo el seudónimo de Atlante comentaba, con intención humorística, la aprobación por el
Ayuntamiento del encargo de unos mosaicos de cerámica andaluza a colocar en las esquinas de “la
manzana de San Francisco, o sea en las dos esquinas de la fachada de las Escuelas Nacionales
de San Francisco que dan respectivamente, a la Plaza y a la calle de Francisco Ferrer, donde
nuestros niños se pasan casi todo el santo día recibiendo de sus maestros sabios y paternales
consejos y las enseñanzas de las primeras letras.”
Los mosaicos llevarían inscritos, según Atlante, el siguiente texto: “Se prohíbe verter aguas
bajo la multa de cinco céntimos. Por la primera vez: los reincidentes serán sometidos a sanción
ante un jurado mixto que se nombrará al efecto”. El cronista concluye: “Aplaudimos lealmente el
acertado acuerdo, que entre otras ventajas, reportará al sufrido vecindario la de poder transitar
sin temor al cólera por la calle de Clemente de la Cuadra, cosa hoy bastante comprometida,
sobre todo en determinadas fiestas del año en que con perfectísimo derecho, no hay duda, toman
algunos unas copitas de más”.
Calle de La Hermosa, también de San Francisco, actual Clemente de la Cuadra. En
1542 se halló el testamento de Cristóbal Sánchez, casado con “la Hermosa”, ¿fue ésta la mujer que
dio nombre a esta calle?.
El establecimiento de la casa e iglesia de los jesuitas al comienzo de la calle en 1634 le dio
el nombre de la calle de la Compañía, que perduró hasta 1797, fecha en que, por haber fijado los
franciscanos su nueva residencia en la que había sido abandonada años antes por los hijos de San
Ignacio, al ser expulsados de España, tomó el de San Francisco.
En 1773, esta calle hacía puente sobre el arroyo “de las Monjas”, pues dicha corriente de
agua caminaba descubierta y sin enmadronar.
Ya en 1844, en tiempos de D. Clemente de la Cuadra, fue empedrada en 1544 varas, por
4.077 reales de vellón. En la actualidad recibe el nombre de éste.
Calle Ancha, actual Virgen de Consolación. Así llamada por su condición con respecto a
otras. Es una de las más importantes de la ciudad y muy concurrida.
Hubo en esta calle varias casas de apellidos nobles e ilustres de Utrera, algunas de cuyas
fachadas dieciochescas se conservan hoy. A la entrada conserva uno de los postigos del convento
de franciscanos, tras haber sido desde 1842 colegio nacional y hace unos años Casa de Socorro.
Allí estuvo instalado el Centro de Profesores y actualmente está la Delegación de Educación
del Ayuntamiento.
En el siglo XVI hubo en ella dos iglesias, la de la Concepción y de San Cayetano, la primera
con hospital, cuyos recuerdos se conservaban todavía a fines del siglo XIX; y la segunda, sin pista
posible para identificarla hasta ahora.
Lugar de paso de las antiguas procesiones generales, la recorren en la actualidad las de
Semana Santa y María Auxiliadora, sin contar otras extraordinarias.
Los Salesianos, recién venidos a Utrera, se alojaron transitoriamente en la casa de don
Francisco Cuellar, esquina de la calle de la Campana; una lápida conmemorativa identifica
el lugar.
Su nombre anterior lo debe a una señora rica y generosa, doña Juana González Rico, que al
morir, pasado el primer tercio del siglo XIX, dejó sus bienes para fundación de escuelas, capital
que sirvió para adaptar, después de 1835, el que había sido convento de San Francisco a las
necesidades de la enseñanza. Tuvo lugar la inauguración de estas escuelas en el año 1842.
La calle es tan antigua que se puede pensar en ella casi a raíz de los finales de la
Reconquista.
Calle Virgen de Consolación, Portada del Compás del antiguo convento de San Francisco
3. ARQUITECTURA CIVIL EN UTRERA. LA CASA PALACIO DE LA
FAMILIA CUADRA.
La casa Utrerana:
El tipo de Casa Utrerana, al igual que la de otros pueblos de la Baja Andalucía, se
caracteriza, pese a su pobreza (mampostería de argamasa, ladrillos, teja arábica y sobre todo
mucha cal) por una uniformidad que le da un sentido estético a sus calles.
El hábitat popular se distingue por tener dos plantas con unos vanos en su fachada,
enmarcados con dinteles y cerrados por balcones y cierros. Suele ser de interior estrecho y hondo,
con patio y patinillo o corral.
Frente a este tipo sobresalen una serie de casas, en su mayoría de los siglos XVIII y XIX,
que constituyen un fiel reflejo de las diferencias sociales. Destacan por su riqueza en los
materiales (sillería de piedra, mármol, jaspe y ricos metales, como bronce). Son generalmente de
dos o tres plantas. Cuando tienen tres, presentan la última a base de una galería abierta a modo de
mirador, y cubierta a dos aguas con artesas. La portada suele ser de piedra, con amplio balcón de
balaustre. Completando su decoración con cerámicas y motivos diversos, según la estilística
(florones, rocallas, escudos, pilastras, frontones, columnas abalaustradas, etc).
El interior se caracteriza por tener, inmediatamente después de la portada, un apeadero que
da acceso a la vivienda, que gira en torno a un patio que forma con respecto a la entrada un ángulo
recto. Por el lado opuesto el apeadero comunica con la casa-campo, cocheras, cuadras, etc.
Entre estas casas son dignas de mención las siguientes:
Jardín Romántico del Instituto Rodrigo Caro. Celebración escolar del día de la República,
14 de abril de 1934.
La Plaza
Su solar rectangular atesora actualmente restos, cada vez más escasos, de los siglos XVII y
XVIII, a los que hay que unir los elementos de los siglos XIX y XX. Predomina la uniformidad en
su alzado, con casas de tres plantas caracterizadas por amplios balaustres corridos. Esta
configuración responde al sentido lúdico que desde siempre tuvo esta plaza, en la que el solar era
– y es – escenario de múltiples espectáculos. Han desaparecido construcciones entre las que son
dignas de mencionar, la soberbia puerta de Sevilla y el antiguo Ayuntamiento (levantado hacia
1864), con su característico reloj.
Las obras del siglo XIX destacan por su vanguardismo, donde la funcionalidad y la estética
emanan de sus propias formas. Tal como se ve en el Casino, ejemplo de la introducción en la
arquitectura de los nuevos materiales (hierro y cristal) y de la nueva concepción del espacio. Este
edifico está vinculado a la burguesía del momento, especialmente a las ideas renovadoras de los
Cuadra.
La plaza antes llamada de la Constitución, fue rebautizada por las nuevas autoridades
republicanas como Plaza de la República. Con el nuevo régimen siguió siendo el centro de la vida
social y política de la localidad. En ella se situaban los casinos, “El refugio”, “Los del XX”, el
Casino Utrerano y el Republicano que llegó a estar presidido por José Martínez Begines.
Su hija Dolores, recuerda con emoción, la celebración en la Plaza de una de las fiestas más
populares del momento y que con la República alcanzó gran apogeo: los carnavales:
“¡Que me gustaba el carnaval!, ¡Que bonito! En la Plaza de Utrera había desfiles de coches
y de carrozas, unas carrozas preciosas y los coches y las serpentinas desde los balcones, donde
estaban entonces los casinos, y todos los establecimientos de abajo tenían balcones que se
llenaban de gente tirando serpentinas a los coches, con sus ruedas enredadas de serpentinas; el
suelo había que barrerlo y no se podía, se cogían los puñados de papelillos, vamos eran unos
carnavales…y en medio de la Plaza ponían piñatas…y los disfraces…las comparsas y las
murgas: preciosas. El carnaval de Utrera era famoso. Todo el que se podía vestir de máscara se
vestía, todas las calles llenas de máscaras”.
“Un año salieron los alumnos, el último curso salió una tuna del Instituto, vestidos como se
viste la tuna, en una carroza y daban vuelta por la Plaza, por la Fuente Vieja, por todos lados.
Todo el pueblo estaba lleno de carnaval, que cosa más preciosa, eso lo sentí yo tanto, porque ya
luego ha vuelto pero eso se acabó para siempre, eso ya no es igual, es que había derroche, mira
que la gente no tenía entonces mucho dinero pero que alegría había y con que gusto se vestían: lo
mismo de guasa que de serio, unos disfraces: se llenaban los bares de gente disfrazada; para mí
fue una pena grande, grande, perder el carnaval porque era la fiesta que más me gustaba. Yo era
muy pequeña pero mi padre me subía al casino, al balcón del casino y desde allí veía yo toda la
fiesta, desde el Casino de los Veinte; entonces había varios casinos”.
Como es natural la revista “Bachillerías”, en su número tercero, se hizo eco en sus páginas
de los carnavales de 1935. Un artículo titulado “¡En mi época!” cubría la portada:
“Hoy nos queda en la boca y en la mente el amargo sabor de las cosas gastadas; pero nos
queda también un recuerdo de juventud que perdurará siempre: ¡Domí, María Luisa..., el
Cocinero gentil y el Astrónomo frívolo, nos dieron la pauta de lo que debiéramos de haber hecho
todos, transformar nuestra medianía con el disfraz de la sapiencia que, desde la cocina al cielo
va subiendo por escalones, para enseñarnos verdades profundas.
Ya se fue el Carnaval, no ha muerto; pero yo quiero que esta gacetilla le sirva de honras
solemnes que hoy le dedico para su mayor gloria, y para que el año que viene, cuando me coja
más viejo, no me fuerce a decir, ¡Sí, pero en mi época... !”.
Y en la sección de “Gacetilla local” se daba cuenta de algunas de las actividades en torno al
Carnaval: la Rondalla Escolar del Colegio Salesiano, vestidos sus componentes de “majos
baturricos”, que visitó el Instituto; el festival taurino en el que triunfó el utrerano Palomino Chico
y pidió las llaves del toril la artista cinematográfica René Gastert; los bailes organizados por la
Sociedad los Amigos del Arte en el Coliseo Utrerano, a los que fueron invitados alumnos del
Instituto, y se lucieron disfraces de “Espigadoras”, “Holandesas”, “Chulillo”, “Majas”,
“Cocineros”, “Pierrot” y “Colombinas”, para concluir vaticinando la segura animación que tendría
el paseo de coches el Domingo de Piñata, “Ya se habla hasta de “Carrozas” en las que gente
joven, muy joven, derrochará buen humor y alegría”.
El Kursal
6. ITINERARIO.
Bibliográficas:
Documentales:
Archivo Histórico Municipal de Utrera: Sección 1, Gobierno, Serie 1.1, Actas
Capitulares, Signatura (Libros n.º 96-157), Años 1831-1937.
Bachillerías. Revista de los alumnos oficiales de Bachillerato. Instituto de 2 ª
Enseñanza “Rodrigo Caro”, Utrera, Sevilla, números 1, 2, 3 y 7, año 1935.
Otras fuentes:
Testimonios orales de Joaquín Amores Ortiz, Emilio Caraballo León, Consuelo
Ferrete Sánchez, Dolores Martínez Giraldo, Rosario Vázquez Martínez.
Cuaderno de la Exposición Conmemorativa de la Creación del Instituto “Rodrigo
Caro” (1933-1937), Utrera, 2007.
Ruiz Rodríguez, Daniel, Et alii, Utrera y su Comarca, trabajo de los alumnos de 2º
Bachillerato E, IES Ruiz Gijón, 2004.