You are on page 1of 11

CEGUERA

INCONDICIONAL
De Lautaro Dapelo

Una sala de estar normal, con sillas y una mesa en el centro, sobre la cual hay un ajedrez

particular, para cuatro jugadores. UNO, DOS, y TRES, los tres amigos, están sentados en las

sillas mirando fijamente el ajedrez, inclinados hacia el tablero, estáticos y pensativos en la

próxima jugada.

Luego de esperar que alguien juegue, DOS habla.

DOS.- ¿Quién juega?

UNO y TRES.- ¡Vos!

DOS.- Ya sabía. Quería saber si estaban atentos.

DOS juega.

TRES.- Ahora voy yo. (Piensa) Sos vivo, Dos. Intentaste distraerme, lo sé. Hacer que piense en

otra cosa. Pero no. No vas a lograr quitar mi mente del juego. Ya tengo todo calculado. Ya sé

qué pieza voy a mover. No es difícil elegir. No. (Hace el ademán de mover una pieza; pero se

arrepiente y no mueve nada). Hay que pensar. Sí. Ya no va más eso del sentimentalismo barato,

del impulso ciego. Hay que ser frío, calculador. No podemos permitirnos…

UNO y DOS.- ¡Dale, Tres, jugá!

TRES mueve una pieza.

1
UNO piensa su jugada, y mueve una pieza.

Los tres amigos dirigen una mirada atenta y estática a las piezas aún no movidas del cuarto

jugador, que se encuentran en la posición del comienzo del juego. Luego de unos momentos,

rompen esa mirada los tres al mismo tiempo.

UNO.- Dos, te toca.

DOS mira el tablero, se concentra en extremo, y queda estático, como si fuera una estatua, con

la mirada dirigida al tablero.

UNO.- El problema con este ajedrez es que se hace más larga la espera. Esperar nunca me

gustó. Sólo se disfruta la espera cuando sabés que se acerca algo bueno…

TRES.- Tranquilo, lo podemos solucionar. Vos pensá la manera. Yo después me encargo de

distribuirlo. Muevo un par de contactos; camino otro par de cuadras. Y en un abrir y cerrar de

ojos nadas en plata.

UNO.- Tres…

TRES.- Sí, ya sé que pensás que lo hago por mi propio beneficio, mis honorarios y todo eso.

Pero, Uno querido, decime, ¿somos amigos, o no somos amigos?

UNO.- Tres, pará…

TRES.- ¡Pará vos, che! No me salgas otra vez con eso de “¿Qué es la amistad?”… siempre

teorizando vos… ¡Tenés que ser más práctico! “A”, es “A”, “B” es “B”, ¡y la “X” es la “X”!

UNO.- ¡Tres! ¡No pienso venderlo!

TRES.- ¿Qué? … ¿Cómo? … ¿Y para qué lo inventaste?

UNO.- No sé. Tuve la idea. Y me pareció una buena excusa para juntarnos los tres.

TRES.- ¿Y por qué lo hiciste para cuatro jugadores?

2
UNO.- Uno planea cosas, las imagina, se ilusiona, las mentaliza… pero cuando se las lleva a

cabo, casi nunca son como uno las espera.

TRES.- Te pido por favor que no empieces de nuevo con esa estupidez del azar, del destino, y

qué se yo qué más.

UNO.- No es una estupidez. La vida misma es como un ajedrez. Uno toma una decisión, y

mueve una pieza. Uno cree que es la decisión correcta. A veces se acierta, se avanza, y se

come una pieza. Pero otras veces te comen a vos por una mala jugada… Yo creo que no hay

que arrepentirse de los movimientos. Pieza tocada, pieza movida. Son las reglas del juego. Y

dentro de esas reglas, uno mueve lo que cree que es mejor para él.

TRES.- Sí, sí, sí… ¿sabés qué? Escribilo, después me lo acercas, que tengo un contacto en

una editorial, hacemos diez mil copias y en un mes sos bestseller.

UNO.- No, Tres… Por ejemplo… Si Dos mueve su alfil… Pará, Dos todavía no movió. ¡Dos,

Dos!

Dos aún permanece inmóvil como antes, tan estático como una estatua. Los otros lo miran, le

hablan. Pero él nada. Entonces lo empujan, y él cae.

Ya en el suelo, estático, toma consciencia y se incorpora rápidamente.

DOS.- ¡No saben lo que me pasó!

Silencio.

UNO y TRES.- ¿¡Qué!?

DOS.- ¿Les cuento?

UNO y TRES.- ¡Sí!

DOS.- Mmm… No sé si contarles…

DOS juega con la intriga de sus amigos, quienes lo interpelan.


3
DOS.- Bueno… estaba por jugar… por mover mi pieza… y… cuando… ¿realmente quieren

saber?... estaba pensando qué pieza mover… y… me… agarró… Me agarró una… Sí, me

agarró una… O… Tal vez dos… ¡O tres!... No, eran dos… me agarraron dos, sí, eran dos. Y me

dijeron que… que yo tenía que… tenía que… tenía que… que yo tenía que hacer algo… Pero…

no recuerdo qué tenía que hacer… (Piensa. Al rato) ¿Ya les conté lo que me pasó recién?

UNO.- No.

TRES.- Sí.

DOS.- Bueno. Si tanto insisten, les cuento. Estaba pensando, concentrado, qué pieza mover,

qué jugada realizar; y, de repente, el cuerpo se me paralizó. Mi mente se fue, se olvidó que

tenía cuerpo. Tal vez… haya sido mi alma que estaba aburrida. Puede ser, porque el ajedrez

no siempre es divertido. O tal vez, mi alma me quiso prevenir de no hacer una mala jugada. Y

eso me dejó quieto. No me moví. Hasta que sentí que una fuerza extraña me empujó… Yo sé

que era Dios. Dios me vino a recordar que no me puedo quedar quieto en la vida. Luego me

desperté. Y recordé que tenía cuerpo. Y los ví a ustedes… ¿loco, no?

Silencio.

TRES.- ¿Dios?

DOS.- ¡Sí, el de barba!

Silencio.

UNO.- Bueno, sigamos jugando. Dos, te toca.

Vuelven a concentrarse en el juego. DOS mueve una pieza, sin pensarlo demasiado.

TRES.- (A DOS) No puedo creer que se te haya aparecido Dios… Tenemos que aprovecharlo…

¿qué te parece si decimos que lo viste en una mancha de la pared, tiramos un poco de café,

4
armamos una especie de altar, y cobramos entrada a los curiosos que creen en esas

boludeces?

DOS.- ¡No es una boludez!

UNO.- Tres, ¿podes jugar?

TRES mira el tablero, piensa, y mueve una pieza.

UNO, mira el tablero, y mueve una pieza.

Los tres amigos miran las piezas del cuarto jugador. Se detienen ahí, como estatuas. Luego de

unos momentos, los tres al mismo tiempo dejan de mirar aquellas piezas y vuelven a mirarse

entre sí.

TRES.- Che, necesitamos un cuarto jugador.

Piensan.

DOS.- ¿Y si invitamos a alguien del público?

Los tres amigos dirigen sus miradas a público, y se quedan mirando, buscando a alguien para

que juegue con ellos.

TRES.- ¿Alguno sabrá mover las piezas?

Silencio. Siguen mirando a público.

Luego de unos momentos, UNO deja de mirar a público y le habla a sus amigos, quienes lo

miran a él, al escucharlo.

UNO.- No… Yo… Ya invité a alguien más… Ella debe estar por llegar.

TRES.- ¿Ella?

UNO.- Sí. Mi novia.

DOS y TRES.- ¿¡Tu novia!?

5
DOS.- ¿Para qué somos amigos si no nos contas estas cosas?

UNO.- Es muy reciente.

TRES.- ¡Somos tus amigos!

UNO.- Pensé que era una buena idea presentarlos hoy.

DOS.- Pero estoy vestido así nomás.

TRES.- Pero no sabemos ni su nombre.

DOS.- Pero ya me tengo que ir.

TRES.- Pero no queda nada de comida.

DOS.- Pero tengo sueño.

TRES.- Pero es una mujer.

UNO.- ¡Pero ya está por llegar!

Silencio.

DOS se pone nervioso, y comienza a temblar. Cada vez más fuerte. Cae al suelo. Los otros dos

se asustan. DOS entra en un estado de trance.

DOS.- (En trance) Un grave terror se acerca, inexorable como el destino de hierro. Las piezas

del tablero ya fueron movidas, y del sufrimiento nadie puede escapar. Mefistófeles descargará

su poder maligno en la ternura de la apariencia. Sólo la ceguera obrará como expiación del

pecado de la lujuria, negando la muerte que provoca la locura… Sólo dios calmará el dolor y

curará la imposibilidad insoportable… insoportable… insoportable…

Silencio. DOS se recupera.

TRES.- Dios existe… ¡Dios existe!

UNO.- (Acercándose a DOS) ¿Estás bien?

6
DOS.- (Como si nada hubiera ocurrido) Mejor que nunca, ¿por?

Silencio. UNO y TRES se miran.

TRES.- ¿Cómo es Dios? ¿Es verdad que tiene barba blanca, o es otra mentira de Hollywood?

DOS.- ¿Quién?

TRES.- Hollywood.

DOS.- No, el otro.

TRES.- ¿Dios?

DOS.- Sí, ese.

Suena el timbre. UNO va a abrir. DOS y TRES se acomodan para seguir jugando al ajedrez. Se

hacen los que se concentran.

Entra UNO con ELLA.

ELLA, tímida, saluda con una mano, y se sienta en el cuarto lugar.

UNO.- Ahora sí vamos a poder jugar como se debe. Mi amor, justo te toca a vos.

ELLA, estudia el juego, y mueve una pieza.

ELLA.- (Riendo tímidamente) Gané.

Los tres amigos se sorprenden. Quedan estupefactos. No lo pueden entender. Intentan

argumentos que la desmientan, pero ella mantiene su aparente sonrisa tímida, y su semblante

victorioso.

UNO.- ¿Cómo puede ser? Ganó en una sola jugada…

DOS.- Eso es imposible…

TRES.- Si Dios existe, nada es imposible…

Los tres amigos quedan en silencio. Miran alternativamente al tablero y a ELLA.

7
ELLA se acerca a UNO y le habla al oído.

UNO.- Eh… creo que sí… es justo.

TRES.- ¿Qué cosa?

UNO.- Dice que merece un premio. (A ELLA) Em… está bien… creo… ¿qué premio querés?

ELLA.- Sorpresa. Para vos, y para tus amigos.

Los tres amigos se alegran, y aceptan la sopresa.

ELLA.- Bueno. (A DOS y a TRES) A ustedes dos les voy a pedir que cierren los ojos. (ELLA se

les acerca, les tapa los ojos con las manos, y cuando ELLA quita su mano ellos mantienen los

ojos cerrados, sonrientes y expectantes) No hagan trampa. Ahora tápense los oídos con sus

propias manos.

DOS y TRES hacen lo que ELLA les pide. Ambos sonríen, ingenuos.

ELLA se acerca a UNO, que miraba atento la situación.

ELLA.- (A UNO) Ahora que ellos no nos ven es como si estuviéramos solitos…

UNO.- ¿Cierro los ojos?

ELLA.- No. Vos los vas a necesitar.

UNO.- ¿Para?

ELLA.- Para tomar decisiones uno tiene que poder saber qué es lo que elige.

ELLA busca algo en su cartera, y saca una soga. Ata a UNO a la silla.

UNO.- ¿Qué hacés ahora?

ELLA.- Ya vas a ver…

ELLA camina hacia su cartera, y comienza a revolver buscando algo.

DOS.- (A TRES) Qué divertido, ¿no?

8
TRES.- ¿Qué? ¿Alguien me habló?

DOS.- (Pensando en voz alta) Escucho un vago murmullo… No… ¡Estoy sordo! ¿Siguen todos

allí?

TRES.- ¡No puedo despegar mis manos de la cabeza!

DOS.- ¿Qué está pasando? ¡Uno! ¡Tres! ¿Me escuchan?

ELLA.- (A DOS y a TRES) Ustedes ya pueden abrir los ojos.

DOS y TRES.- (Abriendo los ojos, aún con las manos en su cabeza. Alternan las palabras) ¡No

veo! … ¡Estoy ciego! … ¡Uno! ... ¡Ayuda! … ¡Qué horror! … etc.

DOS y TRES seguirán ciegos con los ojos abiertos, y sordos con las manos en las orejas.

Comienzan a caminar lentamente, con cuidado, buscándose entre ellos, buscando ayuda.

UNO, que miraba atónito la escena, se desespera al ver que ELLA saca un enorme cuchillo de

su cartera.

UNO.- ¡No! ¡Pará! ¿¡Qué vas a hacer con eso!?

ELLA.- (Serena) Reclamo mi premio.

UNO, desesperado, intenta safarse de las ataduras.

UNO.- ¡Loca! ¡Arpía! ¡Asesina! ¿Qué te pasa?

ELLA.- Reclamo mi amor. (Se acerca al inmovilizado UNO, jugando con el cuchillo) Me

prometiste tu amor. Quiero asegurarme de que sea sincero. (Con una cinta le tapa la boca a

UNO) No quiero que mientas palabras de amor. Quiero tener la certeza de que al elegirte no

voy a sufrir. (Mira a DOS y a TRES, que caminan errantes y desesperados por el lugar,

emitiendo un murmullo constante) Encontré la manera. Para demostrarme tu fidelidad eterna,

vas a tener que elegir entre estos idiotas, o yo. No. Mejor aún. Tenés que elegir sólo a uno de

ellos, sólo a uno, para que siga con vida. No quiero dejarte sin amigos… Igual, no te preocupes,

9
yo lo mato. Pero vos tomá la decisión… (ELLA se acerca a DOS) Tal vez quieras deshacerte

de este imbécil, que se cree gracioso, “el iluminado”… que se traga cada cuento que escucha;

que no es capaz de pensar dos palabras con sentido… (ELLA se acerca a TRES) O… Tal vez…

puedo acabar con este que es tan coherente que entiende que vivimos en una sociedad de

consumo, y pretende beneficiarse con cada idea que sale de tu cabeza… (ELLA mira a UNO,

mientras se le acerca. UNO está desesperado por hablar) Te toca hablar.

ELLA le quita la cinta de la boca a UNO.

UNO.- No puedo elegir a uno…

ELLA.- ¿Preferís que mate a los dos?

UNO.- ¡No! … (Piensa) Bueno. Ya tomé mi decisión. Pero, para demostrarte el amor que tengo,

desatame que me encargo yo.

ELLA.- (Entusiasmada, lo desata) Sos mejor de lo que esperaba.

UNO toma el cuchillo, camina unos pasos hacia sus amigos. Pero, cuando está lejos de ELLA,

utiliza el cuchillo para quitarse los ojos. UNO muestra sus ojos llenos de sangre, y ELLA no lo

puede creer.

ELLA.- ¿Por qué hiciste eso?

UNO.- Cuando se trata de elegir entre dos caminos imposibles, prefiero tomar la decisión a

ciegas.

ELLA.- (Ofendida) No quiero verte nunca más.

ELLA sale.

UNO, ciego, busca a sus amigos en su propia oscuridad.

Al encontrarlos, los ayuda a curar la sordera, quitándoles las manos de la cabeza. Estos logran

escuchar. DOS y TRES recuperan la vista, y ayudan a UNO.

10
DOS.- ¿Qué pasó?

UNO.- El amor… el amor me dejó ciego.

Silencio. Los tres amigos se sientan. Intentan relajarse, luego del mal rato.

Largo silencio.

TRES.- Ahora Uno va a tener que inventar un ajedrez para ciegos.

DOS.- Sí. Pero sólo para tres jugadores.

FIN

11

You might also like