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TESIS PRESENTADA
POR
COMITÉ EVALUADOR:
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2
CONTENIDO.
INTRODUCCIÓN. ........................................................................................................................................ 13
CAPÍTULO DOS. ASPECTOS GENERALES DE LA DINÁMICA GEOHISTÓRICA DEL VALLE DE SOGAMOSO. ...... 44
UTOPÍA INDUSTRIAL Y TERRITORIALIDAD RURAL: EL MARCO DE UNA CONCIENCIA DE LA MODERNIDAD. ............................ 114
LA PLANIFICACIÓN DEL DESARROLLO Y EL PODER REGIONAL: EL BIRF Y EL PROYECTO SIDERÚRGICO. ............................... 120
PRE-MODERNIDAD TERRITORIAL. ....................................................................................................................... 126
CAPÍTULO CINCO. MULTITERRITORIALIADAD DEL VALLE DE LA GEA Y LAS CACHANGAS. ......................... 167
3
CONSIDERACIONES FINALES. .................................................................................................................. 234
4
ÍNDICE DE IMÁGENES.
Pág.
5
ÍNDICE DE TABLAS.
6
ÍNDICE DE GRÁFICOS.
7
ÍNDICE DE MAPAS.
8
AGRADECIMIENTOS.
Por supuesto, al conjunto de los mexicanos y mexicanas, que hacen que la labor del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONACYT trascienda las fronteras de la
nación, permitiendo que México se convierta en una interesante y grata opción para
encarar el mundo. Agradezco la beca que me fue otorgada para cursar este posgrado,
porque sin duda demuestra las posibilidades que lxs colombianxs tenemos ante las
grandes dificultades que encontramos en nuestro propio país, donde estudiar es
privilegio de pocos.
Cómo no reconocer la loable labor de mis asesores de tesis, Leticia y Octavio; cuya
dedicación e incondicional apoyo a este proyecto hizo de mi proceso formativo una
experiencia fructífera.
Sin duda, a la par del apoyo de todos los anteriores, es importante destacar a quienes
propiciaron las mejores condiciones en la etapa de campo en Colombia. Infinitas
9
gracias a lxs funcionarixs del Archivo Central del Municipio de Sogamoso, a Blanca
Ligia, una vez más brindando todo lo posible para aportar en la investigación.
A los y las campesinxs que me abrieron las puertas de sus hogares y corazones,
compartiendo con un extraño sus temores, añoranzas y recuerdos. Sólo de ellos y sus
experiencias, vislumbré la vida de otros modos.
Al profe Buendía, mi maestro desde la licenciatura, que fungió como tutor de campo
en la Universidad Industrial de Santander. Gracias por las conversaciones y
comentarios, siempre recordando la importancia de tener los pies en la tierra.
A Diana, Jose y Daniel; Los “Capuchinos” que me otorgaron el privilegio de vivir una
sincera e incondicional amistad, su cálida compañía es entrañable.
A Ingrid, la amiga de los sures en búsqueda del norte; a Roberto y Gaby por los
kilómetros recorridos en tierras chilangas, por abrirme las puertas cuando llegué al
país.
A los que mi ingrata memoria pasa por alto en este momento, perdón.
10
A mis Padres. Abuelas y Abuelos…
Tejieron los recuerdos plantando sus rostros de cara al viento y sol de los Andes.
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INTRODUCCIÓN.
Bajo este marco señalado como tradicional, Sogamoso, asentado sobre un valle
interandino ubicado a 2550 m.s.n.m. en el centro oriente del departamento de Boyacá
(5º 42' 57” Latitud Norte - 72º 55' 38” Longitud Oeste), concentra el análisis y los
principales cuestionamientos que motivaron esta investigación, al haber sido
epicentro de un intento de transformación que pretendió - bajo las políticas del
desarrollo de la época -, superar aquel hálito de antigüedad y tradicionalismo: fue éste
un territorio “a desarrollar”. Concretamente el desarrollo de éste referenciado como
pobre y atrasado territorio (un territorio pre-moderno), se materializó con el
proyecto de implantación de una siderúrgica integrada2 a mediados del siglo XX, la
siderúrgica Acerías Paz del Río S.A.; iniciativa que fraguó una serie de
transformaciones sociales tendientes a lograr una sociedad moderna en el marco de
un proyecto nacional de modernización.
1FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. Ed. Antares. Bogotá, 1957. p. 6.
2 Una siderúrgica Integrada refiere a una planta de gran envergadura que elabora acero empleando
mineral de hierro. Dada esta característica, que implica la operación extractiva y logística de minería
(carbón coque, mineral de hierro, caliza), su complejo fabril suele ser de mayor complejidad que el de
una siderúrgica semi-integrada, cuya materia prima es chatarra.
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Mapa 1. Localización de Sogamoso.
En este sentido, el territorio del valle de Sogamoso fue interpretado conforme a una
lectura geohistórica lineal y evolucionista propia de la lógica del desarrollo, cuyo
objetivo, enmarcado en las políticas desarrollistas de los años 50, consistía en hacer
de sociedades supuestamente aisladas y anquilosadas en el tiempo (no tocadas por la
varita mágica de la modernización) ejemplos de transformación, emulando
experiencias externas (principalmente europeas y norteamericanas con el mito del
crecimiento económico como referente principal) y omitiendo las particularidades
contextuales del medio geohistórico local, en este caso el andino. De esta manera, un
solo camino se vislumbró para las sociedades, el marcado por el desarrollo y su
referente universal y mecánico de la realidad y el acontecer social. Universal, porque
ignorando y omitiendo particularidades de los contextos locales (su territorio), hacía a
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toda sociedad no industrializada, rural (no urbanizada) y tradicional (no
modernizada) una potencial candidata a ser objeto de desarrollo; y mecánico porque
el proceso de desarrollo implicaba una praxis de instrumentalización absoluta, donde
un cúmulo de acciones y metas – a manera de fórmula -, conducían automáticamente a
un utópico fin.
Justamente, el ícono del desarrollo fue la revolución industrial, que en el marco de las
políticas desarrollistas de los años 50, fue tomada como fin y no como un proceso
geohistórico. Por ello, un sinnúmero de países en la posguerra emprendió su marcha
por aquella senda de transformación, apostando por contar con grandes complejos
fabriles y efervescentes dinámicas de urbanización. De esta manera, lo desarrollado
describió complejidad, eficiencia e inmediatez, mientras que su aparentemente
contrario, denotó cierta simplicidad en sus mecanismos, tradicionalismo, un “atraso”
referido como parsimonia social, tal y como fue leído el territorio del valle de
Sogamoso bajo la óptica modernista estatal y hemisférica.
Este territorio recreado hacia finales de los años 20 en la pluma del cronista Guillermo
Plazas Olarte permite abordar un ejemplo de lo anterior. En una crónica titulada
Treinta años atrás, el pequeño pueblo fue plasmado como una villa donde vivían unas
cuantas familias “en habitaciones semicoloniales de patios enladrillados, portón de
campo y solares baldíos”3. Allí, la alborada era anunciada por los gallos, y los médicos -
antes que prescribir fórmulas -, “eran tertuliaderos vespertinos”4. Una especie de edén
plasmó el cronista, tiempos donde supuestamente todo era más simple, pues no se
sabía de tener cédula de identidad, ni de radio, ni TV, ya que mientras los ricos se
limitaban a disfrutar de sus dehesas en el valle, los pobres cumplían al pie de la letra el
precepto bíblico de no preocuparse por el mañana. En síntesis, este pasado idílico
plasmaba una territorialidad aparentemente pasiva y simple, que los llamados
“agonizantes modernistas”5 pretendieron dinamizar intentando transformar una
sociedad marcadamente rural. ¡Qué quieta era mi tierra!” – escribió Plazas Olarte -
señalando aquellos recuerdos idílicos y bucólicos frente a la ruptura y cambio que
3 PLAZAS OLARTE Guillermo. Treinta Años Después. En: COY MONTAÑA Alberto. Directorio Histórico
de Sogamoso. Sogamoso, Julio de 2008. ACMS. T. 29. p. 5.
4 Ibíd.
5 Ibíd. p. 5.
15
significaba en la percepción de la realidad de mitad de siglo la coyuntura de la
modernización y el proyecto desarrollista nacional materializado en la industria
siderúrgica. Sin embargo, esta supuesta sociedad tradicional y rural, quieta, inerte e
inmóvil a la luz del fulgor de pistones, máquinas y hornos es la que en el presente
trabajo se abordará, elaborando una representación crítica del desarrollo que desde la
geohistoria permita visibilizar formas alternas y distintas en que aquella tierra se
movía, formas territorializadas de vida <más allá que la modernidad> que evidencian
unas maneras otras de vivir y construir el territorio, acorde a lo que propone el
filósofo boliviano Juan José Bautista6. En este sentido, vivenciar otras formas
territorializadas de vida, conlleva al abordaje de la categoría territorio como un
proceso de construcción social, resultando óptimo para plantear una hoja de ruta
teórico-metodológica que críticamente parta del reconocimiento de las
particularidades geográficas del contexto local andino del Valle de Sogamoso, y con
base en ello, visibilice desde las relaciones de territorialidad tejidas
geohistóricamente, aquellas ontologías propias de una sociedad abiertamente rural y
campesina, y no por ello simple y atrasada.
6 Para Bautista, <más allá de la modernidad> no implica una crítica colonial de esta, pues se reduce
simplemente a superarla, operando bajo sus mismos supuestos lógicos, lo que implicaría partir de ésta
y llegar a algo como la posmodernidad. Por el contrario, <más allá que la modernidad> implica el
reconocimiento de otro universo cultural, que bajo el marco moderno del norte global eurocentrista es
reducido a “pre-moderno”, “no moderno”, es decir una simple negación. BAUTISTA S. Juan José. Crítica
de la Razón Boliviana. Rincón, Bolivia. 2010. p. 271.
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atrasado y/o subdesarrollado, encasillando toda la heterogeneidad y complejidad de
los <otros> como individuos y como mundos.
Ante la omisión y el desconocimiento de las particularidades de las formas de vida de
los territorios como construcción propia, como vida; iniciativas y aproximaciones
como ésta buscan visibilizar en algo sus procesos geohistóricos, siendo apenas un
modesto pero apreciable aporte para empoderar las comunidades y sentar
propositivamente unas bases estratégicas de construcción territorial desde lo local, no
condenando ni demonizando el desarrollo y sus facetas, sino permitiendo pensarlo
críticamente desde las posibilidades que se erijan para plantearlo desde lo particular y
lo propio: un desarrollo como vida y no como estrategia geopolítica.
En este sentido, esta tesis refleja el territorio como construcción social, partiendo de
la vida <en> un valle interandino, destacando en las territorialidades <en> y <de>
Sogamoso (1930 – 1965) formas de leer críticamente la modernidad, la
modernización y el desarrollo localizado, es decir, como experiencia concreta. Por
ende, tal y como el lector lo puede inferir, lo territorial parte como eje central de la
investigación, siendo abordado como un proceso de vivencia social, empleando
analíticamente la perspectiva <Territorialización – Desterritorialización –
Reterritorialización> (TDR) desde un enfoque geohistórico. En consecuencia, esta hoja
de ruta permite encausar la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles fueron y
cómo se desenvolvieron las territorialidades del valle de Sogamoso ante la invención
discursiva de una realidad única enmarcada en la episteme de la modernidad, en las
políticas desarrollistas y en los proyectos de modernización? En este mismo sentido,
el objetivo general de la investigación versó en analizar geohistóricamente la
territorialidad del entorno andino predominantemente rural y campesino del valle de
Sogamoso (Dpto. Boyacá) entre 1930 y 1965, con el fin de visibilizar y representar lo
local como realidad compleja, interrelacional y múltiple frente a la visión pétrea y
monolítica que el discurso modernizante le acuñó en su proceso de invención de un
territorio “desarrollado” y moderno. En función de éste, los objetivos específicos que
se desprendieron fueron los siguientes:
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1. Analizar las políticas y la retórica modernizante inherente a la era del
desarrollismo, como fundamento de la invención de una territorialidad del Valle de
Sogamoso de corte lineal y evolucionista, que prefiguró una visión sesgada y simplista
de la sociedad rural y campesina.
2. Describir y explicar cómo las particularidades del medio geográfico humano andino,
registradas desde una perspectiva sentipensante (vivir el valle de Sogamoso)7,
direccionaron las territorialidades rurales presentes en el proceso geohistórico local,
resaltando el carácter preponderante pero no determinante de la relación <individuo-
entorno>.
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estos registros permitieron una labor de cotejo y contrastación con fuente documental
de archivo y de historia oral. La base de todo ello, fue el reconocimiento de la
importancia de la participación y la vinculación con algunas familias y comunidades
veredales, permitiendo la construcción de unos lazos basados en el respeto de la
diferencia y la valoración de su cotidianidad y sus usanzas. En la medida que estas
experiencias fueran compartidas al investigador, la responsabilidad de su empleo
como recurso de análisis académico no salvó responsabilidades, sino antes,
profundizó el vínculo de compromiso ante la comunidad, sobre todo en el contexto
social tenso y difícil que afrontaban muchos lugares del valle de Sogamoso ante los
conflictos territoriales por la industria extractiva mineral. Enriquecedoras y
ejemplarizantes fueron las visitas a numerosas parcelas tratando de indagar en la
cotidianidad campesina reminiscencias de su pasado lejano, los registros de algunas
actividades productivas y en general, la experiencia formativa que todo ello significó
para el investigador.
Por otra parte, el trabajo de archivo se decantó en torno a dos planos de análisis: en
primer lugar, el relacionado con información oficial ligada a la órbita de los
conocimientos <expertos> (burocracia, políticos y técnicos) que ante el contexto de
los proyectos de desarrollo plasmaron una lectura particular sobre el territorio del
valle de Sogamoso. En segundo lugar, un plano relacionado con una crítica de aquellos
conocimientos “expertos”, permitiendo matizar una visión contextual de la realidad
local a partir de fuente hemerográfica regional.
Con base en lo anterior, se logró articular una estructura capitular compuesta de cinco
capítulos y un apartado de comentarios finales. El capítulo uno corresponde a una
síntesis teórico-metodológica donde se expone las principales bases sobre las que se
sustentó el problema de investigación, aspectos que son transversales a todo el
cuerpo del escrito. Aquí el lector encuentra una serie de tópicos que delimitan y
concretan categorías que facilitan la comprensión del texto. El territorio, como
categoría central de análisis, es presentado como una construcción social cuyo devenir
geohistórico está sustentado por una discusión abierta sobre la diferencia como rasgo
de empoderamiento territorial, cuestión que posibilita abrir un debate más amplio y a
futuro sobre las posibilidades de pensar una crítica al desarrollo y a su carácter
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hegemónico universal desde las mismas formas de vida territorializadas. Las
múltiples y complejas implicaciones que tiene esta forma de problematizar el
territorio del Valle de Sogamoso, deriva no sólo exclusivamente de inquietudes
académicas, sino de las posibilidades que abre la misma órbita personal del
investigador que analizando una problemática, siente tener su historia de vida
imbricada en aquel Valle de Sogamoso: ¿Cómo entiendo mi territorio? ¿De qué manera
lo voy a presentar? ¿Cuáles son las implicaciones de mis interpretaciones sobre éste?
son preguntas guías que permitieron trazar una hoja de ruta.
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lo concreto de este valle interandino tropical. Cabe destacar que la particularización
del entorno geográfico no conlleva a condenar el análisis territorial al determinismo,
sino antes a abrir posibilidades de entender el dinámico y complejo territorio
marcadamente rural, como base de una visión de mundo propio, una ontología andina
territorializada.
Posteriormente el capítulo cinco presenta un ejercicio de interpretación de aquella
territorialización andina como fundamento social de las experiencias de vida
múltiples y complejas, aludiendo a una multiterritorialidad. Justamente, los casos
preponderantes del trigo y el comercio ganadero en el Valle de Sogamoso, como
referentes de otras muchas experiencias territorializadas (tubérculos de altura, tejido
lanar, alfarería, entre otras) pero no abordadas en esta oportunidad, permitieron
construir aquella visión de lo múltiple y complejo que desmitifica la invención
territorial moderna del desarrollo. Aquí, las dinámicas entretejidas de las múltiples
experiencias de vida remiten a dinámicas de desterritorialización (salida del orden
territorial imperante) y reterritorialización (re-entrada y adaptación a las nuevas
condiciones) que posibilitan entender el cambio desde la órbita de una ontología local,
no desde la mirada redentora del desarrollo de mitad de siglo como dador de
bienestar y felicidad.
Finalmente, en el apartado de comentarios finales se muestra una serie de reflexiones
que permitieron ubicar la discusión del desarrollo, la modernidad y la modernización
como un asunto del presente con plena vigencia, pues la experiencia histórica del
Valle de Sogamoso más que un pasado lejano, evoca un referente empírico para
repensar el futuro centrando en el desarrollo al actor local, un desarrollo con centro
en el ser humano y en la diferencia como particularidad territorial que abre las
posibilidades a armonizar y reconocer las potencialidades de lo pluriversal.
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CAPÍTULO UNO. TERRITORIALIDADES EN LA GEOHISTORIA DEL
VALLE DE SOGAMOSO.
8
Colectivo social de defensa del territorio regional provincial nacido en el municipio de Iza, sur del Valle de
Sogamoso, con el fin de evidenciar la problemática generada por las actividades de extracción minera y
petrolera en la región. Su representación de la lucha por el territorio campesino y el ambiente es
ejemplificada a través del personaje Getulio Montaña Laguna, quien simboliza el pueblo en consonancia con
la región como terruño. La ruana representa la montaña y la vida campesina en clave de bienestar. La
cotidianidad veredal, “donde los campesinos a lo largo del tiempo han crecido con siembras y cosechas,
donde los caminos se andan sin afanes y unen a pueblos hermanos, donde el agua es sagrada y no falta,
donde los pajaritos vuelan y se oyen las ranitas, donde el paisaje suena cuando se visita”. Municipio de Iza,
Archivo Personal. 2016. Acerca del Colectivo, Ver: https://sites.google.com/site/colectivosugamuxi/home/-
quien-es-getulio-montana-laguna
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Este capítulo ofrece al lector un acercamiento general a los principales aparatajes
teórico-metodológicos que la investigación contempló, los cuales permitieron
direccionar el hilo conductor a lo largo de la tesis. De esta manera, una
problematización del Valle de Sogamoso como constructo geohistórico, permitió
delimitar esta investigación a partir de los siguientes tópicos:
El acercamiento hacia algunos preceptos del positivismo de Comte por parte de las
élites políticas de la Regeneración9 durante el último tercio del siglo XIX en Colombia
posibilitó cimentar en el Estado-Nación la búsqueda de un derrotero que le permitiera
articular los múltiples intereses regionales y las difíciles condiciones orográficas
colombianas. Esto conllevó a vislumbrar un avanzar social en términos de “una era de
bienestar generalizado, caracterizado por un manejo racional y científico de la política
y la sociedad”10. Así fue como desde un orden centralista, - según Henderson - se
consolidó la entrada a la modernidad no sólo de Colombia, sino de muchas de las
naciones latinoamericanas que bajo su proyecto de Estado-Nación habían abandonado
su engranaje colonial mercantilista. Las políticas de Porfirio Díaz en México, o las de la
élite militar brasileña que institucionalizó el propio lema de Comte en su bandera
(Orden y Progreso), respondieron al mismo derrotero con que la constitución de 1886
(Regeneración) en Colombia construyó su ideal de avance: “unir la iglesia, el estado, y
a los dos partidos”, le élite de la modernidad. Así, el proyecto de modernización
nacional invocó las formas y sentidos del discurso científico para homogenizar la
sociedad, concepción apenas concordante con la lógica que fundamentó la ciencia
natural y de la cual posteriormente la ciencia social se apropió, - según Bautista -
9 Proyecto político de corte conservador encabezado por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, a raíz de
la crisis del modelo liberal federalista en la Colombia del siglo XIX (Constitución de Ríonegro). Se
consolidó a raíz de la Constitución de 1886. El centralismo fue su impronta en todos los órdenes:
bancario, político y territorial. El poder de la iglesia se fortaleció, ya que había estado minado por las
ideas liberales románticas en los años anteriores.
10 HENDERSON James D. La Modernización en Colombia. Los Años de Laureano Gómez, 1889 – 1965.
23
acríticamente11. De esta forma, lo que Nieto Arteta denominó la “organización
Nacional de Colombia” se afianzó en el proyecto modernizador a partir de “una
armonización de la libertad y el orden, del progreso y la estabilidad”12, resaltando un
nuevo orden social marcado por los adelantados, los empresarios, el patrimonio y una
élite política “moderna” ante la masa amorfa de campesinos, indígenas, afros y
desposeídos como ejemplos de un degradante atavismo social.
11 BAUTISTA S. Juan José. ¿Qué significa pensar desde América Latina?. Akal, España. 2014. p. 116.
12 NIETO ARTETA Luis Eduardo. Economía y Cultura en la Historia de Colombia. T. II. Editorial La Oveja
Negra, Medellín. 1970, p. 207. Citado en: MEDINA, Álvaro. Procesos del Arte en Colombia. La
Regeneración y la Academia. Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/todaslasartes/procesos/cap3.htm
13 Op cit. ESCOBAR Arturo. Más allá del Tercer Mundo. Globalización y Diferencia. p. 94.
24
calidad de estos últimos fueron algunos de los criterios tenidos en cuenta para que
gañán, semillero (el que riega la semilla) y tapador (el que tapa el surco con azadón)
lograran sobresalir en esta práctica que data del imperio romano. Sin embargo, lo
particular del evento radicó en destacar cómo en tiempos del arado de tractor y de la
modernización agrícola, mientras arado y bueyes continuaran surcando la tierra,
“nunca podrá ser reemplazado, ya que el tractor lo que hace es dar la vuelta a la tierra,
dañando su fertilidad14” – según un gañán. Tal posicionamiento permite concebir esta
labor más allá de la simple connotación de oficio, aludiendo a una forma concreta de
vivir derivada de una manera particular de concebir el mundo: la visión del campesino
andino, las formas de vivir en los sembrados de altura y frío tropical, las prácticas
propias de la cordillera como elemento de vínculo antes que obstáculo, la relatividad
del tiempo como posibilidad de vivir antes que como ley física ante los días largos y
cortos, la concepción de la tierra como terruño y no como simple sustrato.
14 La Fiesta del Arado en Boyacá. Duelo de gañanes y de bueyes. 17 de Agosto de 2009. Diario El
Tiempo: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3572754 Consultado el 3 de Junio de
2016.
25
“la continua retroalimentación entre el conocimiento experto y la sociedad”15, rasgo
de la modernidad que según Giddens, afincó la base del <conocimiento experto> en
torno “al capital y los aparatos administrativos del estado”16, de las élites, que
territorializadas en sus políticas, se erigieron en un actor territorializador y
desterritorializador, generando entradas, salidas y reentradas a partir de los vínculos
(prácticas, identidades, ritos, saberes, etc.) que construyen territorialidad.
15 Conocido como el principio de la Reflexividad. ESCOBAR Arturo. Más allá del Tercer Mundo.
Globalización y Diferencia. ICANH, Bogotá. 2005. p. 67.
16 Ibíd. p. 26.
17 Ibíd. p. 35.
26
aquella concepción de un mundo único acorde a la racionalidad modernizante)18, sino
como “diferencia radical”, cuestionando el dualismo constitutivo de las formas de
modernidad que fundamentan la unicidad del mundo y de lo real. De esta manera, se
proyecta una ontología particular construida desde lo local, territorializada, donde en
el contexto geohistórico del Valle de Sogamoso adquiere connotaciones concretas. Por
ejemplo, allí, cultivar más que un oficio que se reduce a labrar la tierra, aludía a una
forma de vida, era vivir el territorio. Al respecto, un fragmento del diario de campo
explicita lo anterior, presentando al lector algunos rasgos de aquella territorialidad:
Las suaves colinas demarcadas por cercas vivas y de alambre, al igual que las
casas con buitrones humeantes advierten la vida veredal, por lo que la mejor
decisión es empezar a preguntar por la casa de Margarita, una mujer campesina
que amablemente se había ofrecido a mostrar su vereda y conversar.
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Imagen 1. Subiendo la Montaña.
Fuente: Archivo Personal. Zonal alta rural del Municipio de Tibasosa. Al fondo: Valle de
Sogamoso, 1. Tibasosa. 2. Sogamoso. 2016.
Una vez localizada la casa de Margarita, la primera imagen que recibe al visitante
que surca un pequeño sendero que conduce a la vivienda, consiste en un par de
arados de madera nativa dispuestos contra una de las paredes laterales de la
vivienda (Ver: Imagen 3). La reja oxidada ajustada al dental con un amarradijo de
alambre y fibras vegetales, permite ver que hace mucho aquel arado había dejado
de surcar la tierra.
28
Imagen 3. Arados. Costado de una casa campesina.
Al indagar por estos, Margarita enfatizó que estaban abandonados porque eran
de cuando “todavía se cultivaba”; y aunque en una pequeña parcela Margarita
tenía hortalizas, tubérculos y flores, el arado arrinconado al costado de la casa
representaba el punto de quiebre de una época recordada plenamente como
agrícola, en el sentido de un modo campesino de producción que refería una
forma particular de territorialidad, una forma de vivir. Este tiempo pasado, donde
se cultivaba trigo, cebada, y se trillaba con bestias -para Margarita -, actualmente
sólo evocaba un recuerdo, una ruptura marcada por la acción de cultivar. “No se
cultiva” – decía secamente Margarita – a pesar que nos encontrábamos en su
huerta de hortalizas, viendo cómo sus manos sacaban de la tierra los rábanos, las
lechugas y las remolachas que alistaría para llevar al otro día temprano al
mercado en Tibasosa. Evidentemente para ella, los tiempos del cultivo los
asociaba a la vivencia del trigo, de las bestias trillando, de las andancias llevando
grano a moler y de su madre moliendo en piedra, no obstante “llegaron uno que
otro tractor, y ya no se trilló con los animales”. Describiendo el paisaje de sus
abuelos, Margarita sostenía que esa “sí era vida […] durísima, pero agradecida
[…] todo lo que usted ve ahora, eso era amarrillo, lleno de trigo cuando estaba por
segar”. Justamente en la siega, era que ella recordaba a su mamá, a sus tías, a las
mujeres de la vereda amarrando el trigo, pues las mujeres iban detrás del
cortador y su hoz, amarrando manojos. Aquella vida marcada por el laboreo de
los cereales, las andancias y los caminos veredales en el Valle de Sogamoso,
permite inferir la existencia de un referente ontológico que en las actuales
circunstancias es presentado como un pasado distinto, una ruptura, un proceso
de desterritorialización que conlleva precisamente a sostener que el tiempo del
cultivo pasó, pues no es el hecho en sí de cultivar, sino el arte de vivir esa
territorialidad lo que caducó. El Estado importando trigo, la pequeña maltería de
Santa Rosa cerrando sus puertas, la proliferación de unos pocos tractores y
máquinas combinadas, entre otros factores, reterritorializaron el arte de vivir el
valle de Sogamoso, y aunque en la actualidad Margarita sembraba en su huerta
casera, paradójicamente sus tiempos de cultivo habían pasado, pues estaban
29
construidos a partir de otros referentes territorializados: prácticas y
conocimientos de otra forma19.
30
lugar en muy pocos años en el valle de Sogamoso”21, antes que falsearse con una
visión geohistórica de un Sogamoso que distó mucho de Manchester –por ejemplo-,
permite ejemplificarse como una situación que a pesar de dicha totalidad y linealidad,
resalta la posibilidad de remitir a otros mundos - tal como se vio en el apartado
anterior -. En este sentido, el registro de las prácticas productivas, las formas de
conocimiento en función de las particularidades del entorno y las formas de
subjetividad acorde a las concepciones del mundo dan cabida a aprovechar el
potencial de la perspectiva sentipensante como recurso para vivenciar
geohistóricamente aquellas territorialidades subyacentes al canon de la modernidad y
el desarrollo en el Valle de Sogamoso; perspectiva que Arturo Escobar relacionó con el
sentipensamiento de Fals Borda, definiéndolo como la “forma en que las comunidades
territorializadas han aprendido el arte de vivir”22. Éste parte de la interrelación de
diversos actores sociales a través de sus roles que territorializaron sus relaciones; de
manera que campesinos trigueros, cebaderos, paperos, ganaderos, comerciantes,
militares, burócratas, entre otros, a través de su interacción plasmaron una naturaleza
compleja de la geohistoria23 del valle de Sogamoso, haciéndola particular y propia, con
cambios y continuidades entendidos a manera de múltiples fases de territorialización,
desterritorialización y reterritorialización (T-D-R)24. Esta perspectiva de análisis,
21 Palabras de Leonard J. Currie, Director del Centro Interamericano de Vivienda CINVA. [Prólogo,
Director del CINVA Leonard J. Currie].CINVA Centro Interamericano de Vivienda. Proyecto Sogamoso -
Paz de Río, Ensayo de una Metodología. CINVA, Bogotá. 1956. p. 13.
22 ESCOBAR Arturo. Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia.
tal y como lo plantearon Deleuze y Guattari: “una nostalgia por un espacio y un sujeto fuera de la
modernidad occidental, independiente de toda cronología y totalización. Esta celebración de la
desterritorialización vincula la valoración modernista euroamericana del exilio, de la expatriación, de la
desfamiliarización y del desplazamiento con los discursos coloniales de las diferencias culturales en una
filosofía que parece criticar las bases de aquella verdadera tradición”. El Mito de la Desterritorialización.
Del "fin de los Territorios" a la Multiterritorialidad. Siglo XXI, México. 2011. HAESBAERT Rogério. El
Mito de la Desterritorialización. Del "fin de los Territorios" a la Multiterritorialidad. Siglo XXI, México.
2011. p. 199.
24 La filosofía de Deleuze y Guattari fue autodenominada como una "teoría de las multiplicidades", al
manejar una visión que no funciona a partir de dicotomías. A pesar que puede aludirse categorías que
denotan <unicidad> o <totalidad> (tales como sujeto, sociedad, comunidad, etc.), lo múltiple operan en
torno a un modelo que no describe una jerarquía direccional sino una pluiralidad de lo posible, es decir,
metafóricamente no una estructura arborescente, sino rizomática: "los conceptos no se jerarquizan ni
parten de un punto central, de un centro de poder o de referencia al cual los otros conceptos deben
remitirse. El rizoma funciona a través de encuentros y agenciamientos, de una verdadera cartografía de
31
unida al arte de vivir territorializado (sentipensar), supone lo territorial a la manera
como los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari plantearon el devenir, donde la
conjunción espacio-tiempo es fluidez, careciendo de <última instancias> o estructuras
primeras o esenciales. Así, territorialización, desterritorialización y
reterritorialización (T-D-R) referirán movimientos, entradas y salidas que implican
trasformaciones y continuidades territoriales derivadas de la cotidianidad, las
prácticas, las subjetividades y los sistemas de poder.
las multiplicidades. El rizoma es la cartografía, el mapa de las multiplicidades". Sin embargo, cabe
aclarar que tanto rizoma como árbol, no son opuestos, sino que aluden complementariedad, donde el
segundo modifica la naturaleza del primero: "Esto quiere decir que, incluso en el rizoma, pueden existir
segmentos que van a endurecerse y volverse árbol, a la vez que en el árbol es posible que ocurra el
surgimiento de un rizoma". Ibíd. p. 94 – 96.
25 KOHAN Walter Omar. En torno al pensamiento como nomadismo y a la vida como errancia. Entre
Deleuze, Maffesoli y Rodríguez. Ensayo y Error Revista. Año XXI. Nº 42. Caracas, 2012, pp. 33-54. p. 37.
26 Aunque Haesbaert asume la multiterritorialidad como propia de la neomodernidad o
32
allá de su referente geomorfológico. Por ende, el Valle de Sogamoso reviste de una
naturaleza interrelacional que alude a los siguientes sentidos:
27 El antecedente más importante recae en la obra de Fernand Braudel que en su análisis histórico
articuló la geografía activamente dentro de la dinámica social. Ver: ORELLÁ UNZUÉ José Luis.
Geohistoria. En: Lurralde, inves. Espac. 33. p. 233 – 310. (2010).
http://www.ingeba.org/lurralde/lurranet/lur33/33orellaateneo/33orelateneo.pdf Consultado el: 15
de Diciembre de 2015.
33
la modernidad; del hacendado de 1900, moderno en París y conservador en la
hacienda”28.
La perspectiva geohistórica permite metodológicamente aterrizar aquella
intencionalidad crítica poscolonial, abordando en la práctica los actores que en sus
espacios y tiempos tejieron su territorialidad. Justamente el reconocimiento de ésta,
posibilita una concreta delimitación del Valle de Sogamoso como objeto de estudio,
pues resulta imprescindible reconocer que su territorialidad iba más allá de aquel
estrecho valle interandino rodeado de montañas ubicado a 2500 m.s.n.m. (Ver:
Imagen 4). Históricamente la conexión del Valle de Sogamoso con las lejanas sabanas
del Casanare, al oriente, hizo que territorialmente este espacio asumiera el papel
como un punto de articulación geográfico entre el frío altiplano andino y las cálidas
sabanas orientales que proveían de carne al interior del país. Esta histórica conexión,
que desde el último tercio del siglo XIX prefiguró la importancia del comercio
ganadero, constituyó vínculos concretos entre el pueblo andino y llanero que
trascendió lo económico (comercio ganadero); y que a lomo de mula, caballo o a pie,
antes que concebir las altas montañas (algunas superan los 4,000 m.s.n.m.) andinas
como obstáculo, las erigió en un medio de articulación, en un sentido análogo como
Braudel vislumbró las montañas mediterráneas,
¿Qué es exactamente una montaña? Sería una inútil minuciosidad pretender dar
una definición precisa diciendo, por ejemplo, que en su conjunto las tierras
mediterráneas sobrepasan los 500 metros de altura. De lo que se trata es de fijar
los límites humanos, forzosamente inciertos y variables, y por lo tanto, difíciles de
señalar sobre el mapa29.
28 SAINT-GOEURS YVES. Olivier Dollfus: El Reto del Tiempo Andino. En: DELER Jean-Paul y MESCLIER
Évelyne (Editores). Los Andes y el Reto del Espacio Mundo. Homenaje a Olivier Dollfus. Instituto
Francés de Estudios Andinos, Lima. 2004. p. 40.
29 BRAUDEL Fernand. El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. FCE, México
34
Imagen 4. Valle de Sogamoso, Localización y Sistema altitudinal.
En este mismo sentido, de la misma forma como para Braudel un mar implica las
alturas de sus montañas, aquí, el valle se asume como un punto de articulación de dos
extremos geográficamente algo disímiles; ya que así como “la montaña mediterránea
se abre a las rutas, y estas rutas son siempre transitables, por muy escarpadas, sinuosas
e inseguras que sean; son siempre «una especie de prolongación de la llanura» y de su
poder a través de las tierras altas30”.
35
Rueda reconoció que los Sogamoseños, gracias a su contacto con las sabanas
casanareñas, adquirían “sus modales y sus costumbres”31; con lo cual, el valle
Imagen 5. Articulación territorial entre el entorno Andino de Sogamoso y las sabanas del
Casanare.
Debido a lo anterior, este trabajo contempla abordar aquella dinámica ganadera como
factor territorial que acercó el medio andino y la sabana33, haciendo trascender el
simple marco geomorfológico del valle en pos de caracterizar geohistóricamente
aquella territorialidad ganadera que forjó la relación <Sogamoso-Casanare>.
geopolíticas, pues fueron varias las ocasiones en que la jurisdicción de Boyacá se extendió hasta la
antigua provincia de Casanare y los destinos administrativos de la cálida sabana eran regidos desde el
frío de la capital boyacense, Tunja.
36
- El Valle de Sogamoso en su particularidad: <la tierrita>.
34 APONTE Elizabeth. La Geohistoria, Un enfoque para el estudio del espacio venezolano desde una
perspectiva interdisciplinaria. Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona. Vol. X, núm. 218 (08) 1 de Agosto de 2006. En:
http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-218-08.htm Consultado el 19 de Agosto de 2016.
35 Bárbara y sus dos hijas. Antigua campesina de la Vereda Pedregal – Municipio de Sogamoso. 28, 29 y
30 de Enero de 2016.
37
con el entorno. Sin embargo, aquella abstracción definida como medio o entorno, en el
Valle de Sogamoso recibe una significación especial, pues no es la tierra como medio
de vida y de explotación, sino la “tierrita” como referente de adscripción local
territorial. Por ello, el abordaje de la territorialidad andina en este caso particular, no
se reduce a tipificar a la sociedad del valle de Sogamoso como una sociedad agrícola
marcada por una ruralidad “representativa de muchas otras en Colombia”36; sino que
propende por trascender aquel propósito de la ciencia social de mitad de siglo que se
concentró en constatar “si lo que se decía del hombre rural colombiano era cierto, si
merecía su suerte como despreciable siervo de la gleba, si su estupidez aparente o
<melancolía indígena> era atávica, si su destino como ente sub-humano era
inevitable”37; procurando evidenciar en esta oportunidad su riqueza ontológica
construida en función de su territorialidad: la “tierrita”.
Unas sesgadas condiciones históricas relacionaron, y aún continúan relacionando,
vergonzantes raíces indígenas muiscas, la picardía y viveza mestiza con un medio
geográfico quebrado y frío, para hacer del campesino boyacense un ser que
porfiadamente se aferraba cada vez “con más pasión a sus ganchos y arados de
chuzo”38; caso contrario de territorios “modernos” que transformados, habían
experimentado cambios y se erigían en modelos de desarrollo. Partiendo de esto, el
abordaje del Valle de Sogamoso se plantea como un ejercicio desde lo propio y
particular, intentando ahondar en aquellas características de lo que fue como
territorio, y no desde lo que no fue; ya que como lo señaló Silvia Pérez-Vitoria “nadie
quería entenderlos, todos estaban demasiado ocupados con modernizarse”39.
36 El sociólogo consideró oportuno estudiar tal departamento por sobre otros lugares de américa latina
por ser éste un “hábitat de una sociedad cuyos miembros han sido casi exclusivamente agricultores desde
el comienzo de su historia”. FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. Ed. Antares. Bogotá,
1957. [Prólogo] p. XII.
37 FALS BORDA Orlando. Campesinos de los Andes. Estudio sociológico del Saucío. Universidad
38
- El Valle de Sogamoso como conciencia de Modernidad.
40CORREDOR MARTÍNEZ Consuelo. Los Límites de la modernización. CINEP, Bogotá. 1992. p. 35.
41En la alta edad media, lo moderno refiere a <reciente>, y lo antiguo refería probablemente al pasado,
lo que la humanidad encasillaba como la “antigüedad”. LE GOFF Jacques. Pensar la Historia.
Modernidad, Presente, Progreso. Paidós, Barcelona. 1991. p. 145.
39
lo antiguo, destacando para ello "diversas formas”42 que implican opciones parciales
que no llevan a un equilibrio, pero que evocan a uno de los ídolos del siglo: el
progreso43; término que aunque recurrente, no recibió tanta discusión como el
desarrollo44, ampliamente referenciado en las discursivas locales de planificadores,
élites políticas y habitantes del valle de Sogamoso. Justamente el Desarrollo entre la
década de los años 30 y los primeros años de la década de los 50 - rango de tiempo de
esta investigación -, concentró el auge de los proyectos de modernización. De esta
manera, el desarrollo aquí será interpretado como una categoría geohistórica que
enmarcó unas nuevas relaciones de dominación Norte-Sur, reemplazando
estratégicamente las antiguas relaciones coloniales45. No obstante, el análisis de esta
nueva colonialidad del poder, trasciende la visión de un territorio Latinoamericano
rezagado y pasivo, procurando reconocer su papel en la producción de modernidad
global, gracias a unas formas concretas de vivir la modernidad en su territorio local,
pues hasta la modernidad, se territorializa y desterritorializa de formas concretas y
particulares.
42 Tomando como ejemplo a África, Le Goff enfatiza que si aquellos elementos "modernos" tomados del
colonizador resultan débiles "discontinuos e inadecuados" respecto a las necesidades reales, se da una
situación donde "lo moderno es muy joven". Por otra parte, opuesto a aquel modernismo joven, se
encuentra un "atraso" histórico enorme, donde "lo antiguo tiene mucho peso". Ibíd. p. 161.
43 Puntualmente, el progreso como idea se fue consolidando gradualmente gracias a una interpretación
de la historia planteada desde un estado de avance humano (más bien lentamente) con direcciones
determinadas y deseables. No obstante hacia 1890 la idea ya había empezado a generar dudas en torno
a una concepción del mundo que se alejaba del todo de la felicidad por la realidad imperante, un
progreso técnico que no garantizaba unas condiciones que esperaba el hombre se cumplieran el marco
de un optimismo: la presencia de la conciencia de la miseria y de la explotación. Ibíd. p. 223.
44 El término desarrollo, como palabra <fetiche>, suele ser referenciado en torno a dos connotaciones
diferentes: por un lado la mención al proceso histórico que describe la transición hacia una nueva
forma de producción enmarcada en la modernidad industrial y capitalista; y por otro lado, la visión del
desarrollo como un referente de juicio de calidad de vida y bienestar. Según Viola, el desarrollo "ha
venido actuando como un poderoso filtro intelectual de nuestra percepción del mundo contemporáneo"
a partir de dos rasgos: el economicismo y el eurocentrismo. VIOLA RECASENS Andreu. La Crisis del
Desarrollismo y el Surgimiento de la Antropología del Desarrollo. En: VIOLA RECASENS Andreu.
(Comp.) Antropología del Desarrollo. Teorías y Estudios Etnográficos en América Latina. Paidós,
Barcelona. 2000. p. 12.
45 Lo que antes eran “políticas económicas frente a las colonias, se resignificó en términos de
<cooperación internacional> al desarrollo”. LANG Miriam. Crisis Civilizatoria y Desafíos para las
Izquierdas. En: LANG Miriam y MOKRANI Dunia (comp). Más allá del Desarrollo. Grupo Permanente de
Trabajo sobre alternativas al Desarrollo. Universidad Politécnica Salesiana – Fundación Rosa
Luxemburg, Cali. 2012. p. 14.
40
- Estrategia Metodológica para abordar el Valle de Sogamoso.
46 La información notarial se consignó en una base de datos elaborada en Excel. Los campos tenidos en
cuenta fueron: la ubicación del predio (vereda y población), la extensión (m 2), el valor de compra ($
pesos), la tradición del predio (fecha del negocio anterior del predio) y la toponimia (nombre del
predio). Se consideró oportuno no elaborar muestras año a año, sino considerar grandes periodos de
tiempo en función de coyunturas históricas factiblemente justificables. Por esto, se procedió a elaborar
muestras según tres rangos de tiempo, considerados en función de coyunturas históricas concretas:
1930 – 1945 / 1946 – 1953 / 1954 – 1965.
41
Cabe destacar que los problemas de la minería y el extractivismo en algunas veredas y
municipios de la provincia de Sugamuxi47, de la que es cabeza Sogamoso, truncaron el
acceso a algunas de éstas; aunque ante esto, se optó por dividir el trabajo de campo
en tres planos de acción:
1. Se trabajó en zonas rurales donde se tuvo pleno acceso, hasta donde el principio de
saturación de información hizo viable el registro de información.
2. Dado que el valle de Sogamoso comprende varias jurisdicciones municipales, se
consideró oportuno el trabajo en veredas o localidades de municipios vecinos a
Sogamoso, tales como Tibasosa, Monguí, Iza, Pesca, Firavitoba y Toca.
3. Buscando un registro directo respecto de algunas actividades preponderantes de
antaño en Sogamoso y que en la actualidad no se llevan a cabo, se visitaron localidades
dentro del departamento de Boyacá que aún registran actividades tales como siembra
y molinería de trigo. Por ello se visitó el municipio de Socotá, ubicado al norte del
departamento de Boyacá donde aún se realizan pequeñas siembras de trigo en
microminifundios. Así mismo, aprovechando el contacto con informantes vinculados a
proyectos de desarrollo solidario agropecuario en algunos otros municipios del
departamento, se optó por registrar algunos de estos proyectos con el fin de
enriquecer la experiencia en campo, registrando prácticas y cotidianidad rural en el
marco de pequeñas iniciativas de “desarrollo”.
42
6 Vereda Pedregal.
7 Páramo de la Sarna.
8 Sector Urbano Mochacá.
9 Antiguo Camino <El Resbalón> - Vereda Primera Chorrera.
10 Vereda Primera Chorrera.
11 Municipio de Monguí – Centro.
12 Municipio de Tibasosa – Centro.
13 Vereda Mombita Alto – Municipio de Firavitoba.
14 Vereda Aguablanca – Municipio de Tibasosa.
15 Vereda Esterillal – Municipio de Tibasosa.
16 Vereda Santa Bárbara – Municipio de Pesca.
17 Vereda Chincua – Municipio de Pesca.
18 Vereda Tuaneca – Municipio de Toca.
19 Municipio de Tota – Centro.
20 Páramo de Ocetá.
21 Municipio de Iza – Centro.
Fuente: Tabla elaborada por el autor con base en la información del diario de Campo.
Fuente: Mapa elaborado por el autor con base en el diario de campo y el cronograma de trabajo.
43
CAPÍTULO DOS. ASPECTOS GENERALES DE LA DINÁMICA
GEOHISTÓRICA DEL VALLE DE SOGAMOSO.
Arturo Escobar.
Sentipensar con la tierra.
Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. p. 61.
44
Contexto geohistórico del Valle de Sogamoso.
- Territorialidad y Violencia.
48 Fue la última guerra civil del siglo XIX, con la que el país recibió el siglo XX. Tuvo una duración de algo
más de 1100 días (1899-1902), en los que se enfrentaron liberales y conservadores. Finalmente, el
conservatismo conservó el poder y los liberales firmaron múltiples acuerdos, dejando al país en una
grave situación económica, política y social, cuya consecuencia más grave fue la separación del
entonces Departamento de Panamá a manos de E.E.U.U. y sus intereses sobre el istmo.
49 Op cit. HENDERSON James D. p. 116.
50 GUERRERO BARÓN Javier. Los Años del Olvido. Boyacá y los Orígenes de la Violencia. Universidad
45
un centro-oriente andino rural y campesino controlado por rancias élites gamonales,
frente a pujantes regiones cafeteras antioqueñas cuyas élites eran presentadas como
vanguardia no sólo económica sino cultural.
46
venidas a menos haciendas de ascendencia colonial asentadas sobre las tierras planas
del valle donde se criaban ejemplares vacunos y caballares.
El control territorial local por parte de las elites políticas y la tensa calma producto de
la explosiva mezcla entre un electorado cooptado por los partidos y manipulado por la
iglesia politizada, hizo que los abusos de parte y parte fueran numerosos. Al respecto,
hacia Octubre de 1934, vísperas de elecciones, se denunciaba en un periódico local
sogamoseño cómo a los campesinos no se les estaba entregando sus cédulas para
votar con el pretexto que las podían perder, “y ya circula en el público la especie de
que tal demora se prolongará hasta que lleguen las elecciones para entregar a los
electores su cédula”53. Cabe aclarar, que denuncias en uno u otro sentido, eran
desplegadas en función de intereses políticos, tratándose de fuentes informativas con
pleno sesgo ideológico que atizaban en mayor medida el conflicto. Este fenómeno que
se generalizó desde mediados de la década del 40 a muchas regiones del país - según
Guerrero Barón - fue toda una guerra regional, donde a la voz de ¡Alarma! dentro del
discurso político de gobernantes y habitantes de la zona, se montaban “operativos
armados, se fraguan provocaciones, se recluta a campesinos, se originan
desplazamientos de tropas gubernamentales, se moviliza a la población”54; todo sobre
la base del rumor y el temor como componente esencial de una psicología colectiva
que territorialmente fundó una “parainstitucionalización”55, un <estado-facción>
donde todo se calificaba desde los linderos partidistas: amigos o enemigos.
Lo que se conoció como el Bogotazo, que refiere a los fuertes disturbios acaecidos en
Bogotá horas después del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de
abril de 1948, fue en realidad la generalización de la violencia por toda la república56;
y con ello una rígida territorialización rural construida a partir de la articulación entre
53 Locales y Sociales. El Semanario. Sogamoso – 2 de Octubre de 1934. No. 17. Año 1. p. 1. En: ACMS,
Fondo Histórico – Hemeroteca.
54 Op cit. GUERRERO BARÓN Javier. p. 18.
55 Ibíd. p. 19.
56 Por ejemplo, el llamado Puerto Tejadazo (Puerto Tejada, Valle del Cauca) donde “furibundos liberales
asesinaron a algunos conservadores notables, los decapitaron y posteriormente jugaron fútbol con sus
cabezas en la plaza del pueblo”. BUSHNELL David. Colombia, Una Nación a pesar de sí misma. Planeta,
Bogotá. 1994. p. 277.
47
veredas rojas o azules (liberales o conservadoras) y el poder político de las élites
locales (gamonales).
Justamente la connotación liberal de Sogamoso estableció un tipo de confinamiento
que reguló las usanzas de los individuos en su cotidianidad, y dada la expansión de los
brotes de violencia política por el país, enclaves como Sogamoso empezaron a ser
polos de recepción de población refugiada que había sido expulsada de otras regiones
como los llanos orientales. Por ello, el transcurrir del diario vivir en la cabecera de
Sogamoso guardó un sinnúmero de tensiones, reflejadas en continuos toques de
queda durante la noche, fuerte presencia de personal militar en calles, carreteras y
caminos57 y censura de comunicaciones y restricciones de movilidad; medidas que
apuntaban a lograr un control territorial de la zona. Fue este un territorio alinderado
por colores políticos, donde ser azul (conservador) o rojo (liberal) obedecía a una
corta perspectiva fundada en un superficial y visceral odio generalizado antes que en
reflexiones propias de disputas ideológicas. A la vecina población de Puebloviejo
(actual Aquitania), de filiación conservadora, no podía ir nadie portando prendas
rojas, especialmente las personas de Sogamoso, de filiación liberal,
yo me iba para allá, y mamá me decía: <<¡mija póngase este vestido, no se vaya a
ir de rojo!>> porque en ese tiempo, en mi juventud, no había política por puestos,
sino por color […]Por eso entonces pa´ ir uno a Aquitania, porque allá eran
cerrados, cerrados en conservador […] uno no llevaba nada rojo. Es que decían
que allá lo mataban a uno, que lo echaban pa´ la laguna! [si se era liberal]58.
La adscripción política de los individuos en la época llegó a ser tan importante que
asumió rasgos identitarios de pertenencia territorial. Trapos, cintas, prendas y hasta
banderas constituían unos signos de territorialidad que durante La Violencia, moldeó
las dinámicas territoriales provinciales rurales. Ver personas “embanderadas de rojo
o azul” en el ámbito local proporcionaba más información que la misma filiación
57 Dentro de las atribuciones de las fuerzas militares estaba la autorización de disparar sobre todo
grupo compuesto por más de tres personas. Decreto número 27, julio 19 de 1951. El comandante
encargado del grupo Páez No. 1 y el alcalde militar del circuito de Sogamoso, en uso de las atribuciones
que les confieren los decretos-leyes por motivo del estado de sitio. ACMS, Decretos 1951.
58 Entrevista María Helena. Campesina Vereda Pedregal – Municipio de Sogamoso. 1 de Diciembre de
2015.
48
política, puesto que podía referir a los conservadores de Puebloviejo o los liberales de
Sogamoso, distinguiendo aún a escalas más pequeñas ya fueran veredas o familias. Se
gritaban consignas, se atemorizaba saqueando o despojando, “Aquí [Tota] llegaban
los de Puebloviejo, embanderados azules, gritando y ofendiendo a los liberales [no
obstante…] las únicas armas eran sus propias herramientas: algún machete, ganchos
o las hoces”59. Unos y otros buscaban el enemigo de oídas, <<aquel es rojo,
cachiporro>>, o <<éste es azul, godo>>. Al son de vivas a los partidos, su fanatismo
político resultaba explosivo cuando de los púlpitos salían discursos y no sermones; y
sumado a la desmedida ingesta de bebidas fermentadas, se atizaban más los ánimos
protagonizando tensos episodios, como el referido por la misma Susana,
Santísima Virgen del Carmen eso era terrible! Por allá arriba hay unas lomas para
Aquitania [Puebloviejo], eso que medio me acuerdo yo de eso; y aquí habían unas
señoras viejitas, y en ese tiempo daban guarapo60, y las viejitas se cogían de la
mano; y se iban de aquí pa llá y daban la vuelta, y eso era ¡Viva el partido Liberal,
Viva! Porque en Tota eran liberales […] entonces puallá arriba había un señor que
era godo, y eso se venían en caballería y asomaban de aquí pa llá, y eso eran ¡Viva
el gran partido Conservador! […]Se escondía uno puallá en las quebradas.
49
tubérculos como la papa. De esta manera, despectivamente atribuía la ingesta de esta
plaga a la gente de Puebloviejo, territorio de los <tragachizas> como característica
vergonzante de la condición de conservadores.
Aspectos como los anteriores evidencian una segmentación del territorio en función
de la adscripción política, pues municipios “rojos” (el color de los liberales)
demarcaban fronteras sociales respecto a vecinos municipios “azules” (el color de los
conservadores). Sin embargo a la hora de abordar las territorialidades rurales de la
época es preciso tener cuidado de no transpolar la dinámica del conflicto político
entre aparentemente opuestos (buenos-malos / católicos-ateos / godos-cachiporros /
rojos-azules, por ejemplo), planteando la existencia de rígidas fronteras rojas y
azules, pues estas evidenciaron ser permeables; es decir, eran fronteras sociales que
activamente respondían a mecanismos históricos de interacción que trascendían la
rigidez del conflicto político sectario. Por este motivo, no se pueden referir
condiciones de insularidad en el marco territorial del Valle de Sogamoso para la
época de La Violencia, ya que las relaciones comerciales y sociales cuando la violencia
describió estados latentes no evidenciaron un aislamiento rígido. Actividades
trascendentales para la región, como los mercados, el abastecimiento y hasta las
romerías se mantuvieron como elementos articuladores del territorio, tal como
recuerda Felipe, “llegaban puaquí [Sogamoso] muchos conservadores el día de
mercado, pero eso unos y otros se hacían los pendejos! los unos [conservadores]
porque necesitaban vender la comidita, y los otros [liberales de Sogamoso] porque
necesitaban comprar y comer, negociar! […] ya otra cosa era en las chicherías61, ahí si
había pleitos”62.
61 Tienda donde se preparaba la chicha, bebida alcohólica artesanal elaborada con fermento de maíz
principalmente, de conocido y amplio consumo en la época.
62 Entrevista a Felipe. Antiguo alfarero. Vereda Pantanitos, Sogamoso. 23 y 26 de Noviembre de 2015.
50
conquista unos, y de defesa los otros. Las tradicionales relaciones de clientelismo
político entre elites políticas centrales y gamonales locales se resquebrajaron,
desterritorializando todo un conjunto de formas y maneras de direccionar el poder
político local. Particularmente apara algunos casos de Boyacá, comunidades y
pueblos de raigambre conservadora fueron “liberalizados” no sólo haciendo uso de
amedrentamiento, engaños y hasta fraude electoral, sino nombrando alcaldes “rojos”
en municipios “azules”, suscitando afrentas en la cotidianidad local, tal y como lo
señala Guerrero Barón en un caso documentado del municipio de Floresta, al
noroccidente del valle de Sogamoso (en la vecina provincia de Tundama) donde bajo
los efectos de la chicha los conservadores desafiaban la autoridad liberal impuesta,
“Se hostilizan con armas, piedra y ridiculizando de acto y palabra a las autoridades
liberales (…) Por la noche, los revólveres y puñales de los ciudadanos del pueblo se
entrenaron con la Policía por el hecho de haber mandado cerrar la chichería63.
63 De 101 alcaldías, 88 habían pasado a ser liberales; proceso que era señalado desde la tranquilidad de
los escritorios de Bogotá. Op cit. GUERRERO BARÓN Javier. p. 94.
64 Calificativo que se deriva del nombre de una vereda del municipio ultraconservador de Boavita
51
(abajo el partido liberal, abajo el partido conservador) generaban serios
desórdenes65. Hasta las fiestas locales, celebradas anualmente entre el 16 y 23 de
Julio fueron suspendidas por mucho tiempo "con motivo del estado de zozobra en que
vivió la nación durante los últimos años”66.
Cabe resaltar que esta violencia generalizada, sobre todo en los ámbitos rurales y de
provincia, de ninguna manera se embistió con tintes de una lucha de clases, pues no
se llegaron a registrar choques sistemáticos de campesinos liberales con
terratenientes y/o viceversa, “Generalmente, la violencia enfrentó a campesinos de un
partido contra campesinos del otro, mientras los grandes propietarios, para no
mencionar a los profesionales y hombres de negocios de los dos partidos, permanecían
en la relativa seguridad de las ciudades”67; situación desconcertante, pues unos y
otros, conservadores y liberales, azules y rojos, godos y cachiporros, unos “con
pañuelos azules atados al cuello […] [otros] llevaban pañuelos amarillos o rojos […]
todos eran cortados por una misma tijera: tenían las mismas jipas mugrientas en la
cabeza, las mismas ruanas piojosas sobre los hombros, los mismos calzones bordados
de remiendos; pero entre ellos se olían, se distinguían y se atacaban como gozques de
vecindario”68.
65 Normas de Orden Público, Sr. Coronel Francisco Rojas Scarpeta, Dir. General Policia Nacional, Bogotá,
Junio 17 de 1953. Facultaba a la policía a cerrar transitoriamente establecimientos públicos como
bares, aun cuando estos tuvieran licencia. En su artículo 5 justifica fuertes sanciones contra "las
desobediencias, ultrajes, abajos e irrespetos" a las autoridades (policia y fuerzas militares). Así mismo
se prohibieron "las reuniones, conferencias y manifestaciones públicas…lo mismo los gritos en vía
pública que tiendan a alterar la tranquilidad pública". ACMS, Archivo Histórico, Fondo Decretos
Alcaldía.
66 Decreto # 17 de Abril 6 de 1954, Fecha para la Feria y los regocijos acostumbrados en Sogamoso.
52
modernidad como elemento inherente a dicha transformación política
desencadenada desde 1930. La razón fundamental de esto radica en la relación
existente entre el carácter intenso de esta violencia y lo avasallante de las políticas de
transformación que en el marco epistemológico de la modernidad allanaron el camino
para que el país se integrara fuertemente al mercado y la geopolítica mundial.
69 Evitando que los hacendados reemplazaran arrendatarios por ganado evitando sus reclamos de
tierras, el gobierno liberal, desde Olaya Herrera había elevado la carga tributaria a las tierras que no
eran eficientemente explotadas. Op. cit. KALMANOVITZ Salomón. p. 257.
70 “los campesinos empezaron a identificarse con los partidos políticos de izquierda”. LEGRAND
Catherine. Colonización y Protesta Campesina en Colombia 1850 – 1930. Centro editorial UNAL. Bogotá.
1988. p. 152.
53
e igualitarios”71. Sin embargo, la política de López, imbuida de una retórica reformista,
logró cooptar los sindicatos y buena parte de la izquierda a través de medidas como el
reconocimiento legal de condiciones laborales (reclamaciones frente a los patrones),
el aumento en el gasto público en educación, la adecuación de caminos rurales, el
incremento en la recaudación de impuestos a compañías extranjeras72 y la
implementación de una reforma constitucional73, sentando las bases políticas de la
modernidad “en marcha”. Con ello el camino se trazó, y la modernización se abrió
paso en el país, no como producto de una política de redistribución de la riqueza
donde las múltiples medidas reformistas abarcaran beneficios a más sectores sociales,
sino como el ensamble de un conjunto de medidas que allanaron el camino para
vincular el mercado interno con el mercado internacional. Obviamente, las
condiciones de la inserción al mercado mundial fueron las mismas que todo país
abocado a un proceso abrupto y ambiguo de modernización encontraba: una
economía de mono-exportación de materias primas que sostenía precariamente la
importación de productos transformados. Aquella economía mono-exportadora se
había concentrado en el café, y por ende, la dinamización producto de esta sólo era
percibida en sus circuitos productivos territoriales, localizados en el centro-occidente
del país (Antioquia y el viejo Caldas). Sin embargo, la coyuntura de la posguerra, que
alteró la producción mundial y el abastecimiento de algunos bienes estratégicos como
el acero, permitió que en aquel marco moderno de políticas reformistas, el país
adoptara un modelo de sustitución de importaciones, como elemento para direccionar
el desarrollo nacional hacia aquellos territorios signados como rezagados y pre-
modernos. De esta forma, la modernidad política desde los años 30, configuró hacia la
posguerra el desarrollismo sobre el que a mitad del siglo XX las elites pretendieron
desarrollar el país a partir de su modernización. Por ende, la creación del IFI (Instituto
de Fomento Industrial) en los años 40 reflejó cierto sentido regional de sus aportes de
54
capital74, dado el caso de la siderúrgica de Paz del Río, asentada en un territorio rural
y campesino considerado como tradicional y atrasado.
74 Otros entes públicos como el Instituto de Crédito Territorial (ICT – vivienda) y el Fondo de Fomento
Municipal (Acueductos y Alcantarillados) afianzaban aquel modelo regional intervencionista.
PALACIOS Marco, SAFFORD Frank. Colombia: País fragmentado, Sociedad dividida, su historia. Norma,
Bogotá. 2002. p. 539.
75 Tal crecimiento fue claramente influenciado por circunstancias externas, dadas las condiciones de la
55
La Población en el Valle de Sogamoso.
censos poblacionales trabajados fueron: 1918, 1938, 1951, 1964 y 1973. El estudio contempló un rango
de tiempo que contempló tanto unos antecedentes (1918) como los consiguientes años (1964 – 1973)
al periodo central de análisis que esta investigación maneja (1930 – 1965), respondiendo a las ventajas
que ofrece una perspectiva de larga duración.
57
(Nobsa, Firavitoba, Iza, Pesca y Tibasosa) sino de municipios enclavados metros más
arriba en las estribaciones de la cordillera oriental (Monguí, Mongua, Gámeza, Tópaga,
Cuítiva, Tota y <Puebloviejo-Aquitania); entendidos todos éstos como parte activa de
la dinámica territorial de Sogamoso como centro regional.
- Una escala macro que alude a la conexión geohistórica que desde el siglo XIX el Valle
de Sogamoso tuvo con las llanuras orientales del Casanare (Conexión Casanare) a
partir de la tenencia y comercio de ganado (“Chámeza-Tauramena”78, La Salina,
Labranzagrande, “Marroquín-Yopal”79, “Moreno-Paz de Ariporo”80, Nunchía, Orocué,
Pajarito, Recetor, Támara y Zapatosa).
78 El Anuario Estadístico 1951 – 1955 del Territorio y Población de Boyacá, registra en su información
estadística Chámeza y Tauramena como una cabecera, aun cuando ambas poblaciones, erigidas en
municipios en la década de los 50, corresponden a cabeceras municipales diferentes. Contraloría
General del Departamento. Territorio y Población de Boyacá, Tunja. 1956. En: George A. Smathers
Libraries. Universidad de la Florida. http://ufdc.ufl.edu/UF00024752/00001/1j Consultado el: 8 de
Agosto de 2016.
79 El censo de 1973 registra el cambio desde 1964 del nombre de Marroquín por el de Yopal, pero
en la colina oriental de la ciudad, de amplio raigambre popular- Por su parte el Barrio Santa Ana, que
comprendía la zona denominada “Mochacá”, un concurrido lugar donde llegaban arrieros de cercanos y
lejanos lugares con sus andancias, comerciando y frecuentando los numerosos establecimientos
comerciales y chicherías de la época. Ver: Anexo 1. Censo General de Sogamoso 1910, Barrios.
82 Camargo Pérez las describió como pertenecientes a terreno cordillerano, “con partes incultas y
partes cultivadas. Después de atravesar a Monquira, por ellas pasa la carretera nacional del Cusiana,
importante vía de comunicación que unirá a Sogamoso con los llanos del Casanare”. CAMARGO PEREZ
Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. Editorial Sugamuxi. Sogamoso. 1934. p. 26.
83 Antiguamente denominada Sonesi. Según Camargo Pérez su nombre proviene de las múltiples canteras
58
montañas orientales hasta llegar a los terrenos planos de la vereda Monquirá84, puerta
de entrada a la pequeña cabecera urbana a través de Mochacá. (Ver: Tabla 2).
84
La cruza un riachuelo del cual toma su nombre. Camargo Pérez en los años 30 la describía como “ la más
bella de todas las veredas, ya por la fertilidad de sus tierras como por lo risueño y agradable de sus campos;
en ellos se producen toda clase de leguminosas, cereales y hortalizas y se alimentan toda clase de ganados
mayores y menores". Ibíd. p. 25.
85
Ver: Anexo2. Población Absoluta según Municipios Agrupados en las variables demográficas construidas,
1905 - 1973.)
59
Gráfico 1. Tendencias comparativas demográficas de Sogamoso, el Valle de Sogamoso y la
conexión territorial con Casanare 1905 – 1973.
100000
90000
80000
Número de Habitantes.
70000
60000
50000 Sogamoso
40000 Valle de Sogamoso
Conexión Casanare
30000
20000
10000
0
1905* 1912 1918 1938 1951 1955** 1964 1973***
Año.
Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en información de los censos poblacionales
1905 - 1973.
1. Período 1918 – 1938: Este primer periodo se caracterizó por una marcada
tendencia al crecimiento demográfico, reflejo de unos tiempos de estabilización
institucional y de relativa calma del orden público ante el convulsivo siglo XIX y sus
múltiples guerras civiles que remataron el siglo con la cruenta <Guerra de los Mil
días>. Así, las tres áreas evidenciaron un crecimiento poblacional sostenido, reflejo de
una articulación territorial fundamentada en el comercio ganadero con los llanos del
Casanare y la agricultura de producción campesina bajo unas subjetividades y
criterios de conocimiento local (una ontología local).
60
migrante en búsqueda de trabajo como con la migración de los llamados “exiliados”,
víctimas de la violencia política en territorios vecinos. Concretamente, esta población
desplazada pudo provenir en gran parte de la región de los llanos orientales, tal y
como se puede relacionar en el gráfico anterior, donde la categoría <Conexión
Casanare> describió una tendencia poblacional negativa que en los años de La
Violencia, tuvo prácticamente estancado el comercio ganadero entre la cordillera y las
sabanas del Casanare, desarticulando territorialmente la tríada poblacional que se
había configurado en torno a esta actividad.
3. Período 1964 – 1973: Este período evidenció en el entorno próximo del Valle de
Sogamoso una regularización de la dinámica poblacional que años atrás había
experimentado un marcado y fuerte crecimiento, toda una explosión demográfica. Así
mismo, resulta evidente la recuperación de la dinámica demográfica de la región de
los llanos orientales (<Conexión Casanare>) producto de la “normalización política”
gracias a las amnistías en el gobierno militar de Rojas Pinilla. Esta normalización
reterritorializó aquella antigua conexión entre montaña y sabana, apoyada desde los
años 70 en adelante sobre la expansión de la frontera agraria y la irrupción de la
industria petrolera. Por su parte, la tendencia demográfica de las poblaciones del Valle
contiguas a Sogamoso perdió importancia gracias a que la dinámica urbana se
consolidó como polo de atracción regional.
61
específicamente a través su proceso urbano. La siguiente tabla permite un análisis de
la situación,
En el período 1938 - 1951 el incremento neto intercensal de 7398 habitantes fue 1.43
veces mayor al anterior en Sogamoso, pero con la normalización política en el primer
lustro de años 50 y la puesta en marcha de la siderúrgica a mediados de tal década, el
crecimiento se aceleró notablemente. Seguidamente, para el segundo período (1951 –
1964) el crecimiento demográfico experimentó su punto culmen, llegando a tasas del
2.28% para 1951 y de 4.52% para el año 1964, siendo ésta muy superior a la tasa de
crecimiento nacional que llegó al 3.2% en ese entonces. Sin duda, las nuevas
condiciones detonaron una dinámica marcada por el despegue industrial y urbano de
un territorio que históricamente en este rubro, había descrito una dinámica regular y
moderada. Sólo hacia el último tercio del siglo XIX Sogamoso logró dinamizar un poco
tal cadencia gracias a la impronta del comercio ganadero con los llanos orientales86.
Empero, cabe decir que el aumento poblacional en Sogamoso no obedeció a un
fenómeno exclusivamente local que lo relacione exclusivamente con el proceso de
implantación industrial en esta zona del país, ya que a nivel nacional entre 1938 y
86 "El desarrollo y florecimiento de la ciudad de Sogamoso sólo viene efectuándose desde mediados del
siglo pasado (XIX) cuando las relaciones comerciales con los llanos de Casanare comenzaron a tomar un
incremento bastante poderoso". Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. p.
5.
62
1964, el crecimiento fue constante y acelerado producto de la interrelación entre una
tasa bruta de natalidad creciente y una tasa decreciente de mortalidad87 que perfiló el
fenómeno de transición demográfica en el marco de las políticas desarrollistas.
Precisamente, indicadores como la natalidad constituyeron en esta época referentes
centrales de la problemática poblacional en países del “tercer mundo”, situación
reflejada en las conferencias mundiales de población que permitió “el resurgimiento
de las ideas malthusianas y la implementación de controles sobre la fecundidad en la
mayoría de los países del llamado tercer mundo”88. Tales aspectos, trazaron un
camino concreto al “desarrollo” y a la forma de entender cuánto y en qué forma una
población era o aspiraba a ser desarrollada: consolidados centros urbanos, barrios
obreros, producción industrial, reducción de la mano de obra agrícola y mecanización
de la producción rural, entre otros factores. Sin embargo, la dinámica poblacional en
Sogamoso fue resultado de un complejo interrelacionamiento de variables que parece
importante problematizar, en pos de complejizar la relación que fácilmente se puede
colegir entre industria-aumento poblacional. De esta manera, en el marco de una
formación espacial de la modernización, el proceso de la urbanización figuró como un
tópico clave a la hora de comprender el rumbo trazado por el proyecto modernizador
en los países identificados como no desarrollados.
87 La tasa de natalidad pasó de 45.5 por mil en el año 1938 a 47.2 por mil en el año 1951. Por su parte la
tasa de mortalidad que bajó de 22.4 por mil en 1938, a 13.5 por mil en 1964. BANGUERO Harold y
CASTELLAR Carlos. La Población colombiana. Dinámica y Estructura. pp. 123 – 139. Tomado de:
BANGUERO Harold y CASTELLAR Carlos. La Transición demográfica en Colombia 1938 - 2025.
http://cms.univalle.edu.co/socioeconomia/media/ckfinder/files/'La%20Poblaci%C3%B3n%20Colom
biana%20Din%C3%A1mica%20y%20Estructura.pdf Consultado el 12 de Octubre de 2016. p. 123.
88 Esta perspectiva al abordar la problemática poblacional, reduce la problemática a simples relaciones
63
1938, pasó al 67,2%89 en 1985. De esta forma, la urbanización no significó una crisis
poblacional del espacio rural o una desruralización del país, tal y como muchos
planeadores del desarrollo pretendían, permitiendo plantear que fenómenos
geohistóricos como el de Sogamoso, aluden a procesos espaciales concomitantes,
formando una unidad dialéctica90, y no simplemente categorías opuestas donde lo
rural da paso a lo urbano como si fuera un proceso mecánico o sustitutivo. Por ende,
resulta preciso “disgregar los elementos, separar la industrialización, un proceso que
va por su propio camino, que no es inglés, alemán ni francés, y la acumulación
demográfica urbana […] que se combinen después ambos procesos, eso es innegable;
tienen nexos, se articulan, se relacionan”91.
89
De 2´533,680 habitantes concentrados en las cabeceras municipales en el año de 1938, se pasó a
20´160,444 habitantes en 1985. Op cit. BANGUERO Harold y CASTELLAR Carlos. p. 124.
90
Para el académico francés Jacques Aprile, lo rural y lo urbano, matizados por lo disperso y lo concentrado,
no se pueden abordar desde una óptica opuesta, dos fases, una que se pierde en el pasado y una que surge
como realidad; sino que antagónicas, conforman una unidad dialéctica. APRILE GNISET Jacques. La ciudad
Colombiana. Siglos XIX y XX. Biblioteca Banco Popular, Bogotá. 1992. p. 552.
91
Ibíd. p. 555.
92
MEJÍA PAVONY Germán Rodrigo. Los Años del Cambio: Historia Urbana de Bogotá, 1820 – 1910. CEJA,
Bogotá. 2000. pp. 243 – 245.
64
variaciones entre los períodos censales. Con ello, es posible evidenciar cambios en la
intensidad de cada período poblacional93.
Al graficar los valores de las dos series (Ver: Gráfico 2) resulta evidente que el
crecimiento poblacional de Sogamoso fue constante desde 1918 hasta 1973,
destacándose el período de 1951 – 1964 por su gran intensidad en el crecimiento
demográfico. Éste fue tan pronunciado que aportó casi la mitad del aumento
poblacional de 55 años (1918 – 1973) en tan sólo 13 años (45.1%), la cuarta parte del
tiempo del período estudiado, que sin embargo, no refiere a un proceso ligado
exclusivamente una urbanización fuerte como antítesis de un campo despoblado.
93
La forma de la curva que resulta de la segunda serie, “varía de la anterior, pues presenta las variaciones en
magnitud que existen entre los períodos censales”. Por ello, la intensidad de la dinámica se deduce
comparando las dos curvas. Ibíd. p. 243.
65
Gráfico 2. Variación de Índices de Crecimiento de Sogamoso, 1918 - 1973.
350
300
ÍNDICE DE CRECIMIENTO. 250
200
150 Serie A.
Serie B
100
50
0
1918 1938 1951 1964 1973
AÑO.
30000
25000
Urbana
20000
Rural
15000
10000
5000
0
1938 1951 1964 1973
Año.
Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en los censos poblacionales 1938 – 1973.
66
Si bien no se trata de reducir el análisis al encuadramiento que ofrece la dicotomía
rural-urbano, un abordaje desde las categorías que ofrece la información censal si
ofrece algunas respuestas a este proceso de transformación territorial.
Aunque la información proporcionada por el censo de 1938 no permite hacer una
discriminación directa entre grupos de edad y tipo de asentamiento (rural – urbano),
por la época, sí resulta evidente que los municipios denotaban un patrón de
poblamiento disperso, dada la histórica primacía rural94 del cual Sogamoso no fue la
excepción (Ver: Anexo 3). Si se construye la pirámide poblacional de Sogamoso, según
el censo de 1938, se logran extraer algunos detalles importantes que como
antecedentes, ofrecen un asidero sólido para entender el posterior proceso de
transición espacial rural-urbana propio de la modernización.
≥ 80 Años.
70-74 Años.
60-64 Años.
50-54 Años.
40-44 Años.
% Mujeres
30-34 Años.
% Hombres
20-24 Años.
10-14 Años.
0-4 Años.
10.0 5.0 0.0 5.0 10.0
% Población por edades Hombres - Mujeres 1938.
Fuente: Gráfico construido por con base en información del censo poblacional de 1938.
94En algunos censos, se emplearon términos como <otras localidades> o <resto del municipio>, que
implícitamente referían a una vida rural. Por ejemplo, el censo de 1938 pretendió distinguir entre un
patrón urbano y rural a partir de la concentración poblacional, considerando urbanas aquellas
cabeceras que tenían más de 1500 habitantes. Así, la categoría <otras localidades> refirió lo que estaba
afuera de lo urbano, es decir, lo rural definido como un “otro” marcado por lo que no se es, antes que
por lo que lo hace ser diferente. Para 1938, de un total de 737,368 habitantes en el departamento de
Boyacá, el 86,8% fue catalogado bajo un patrón de poblamiento que podría asociarse como rural.
67
El patrón piramidal anterior muestra una estructura progresiva con una base
amplia de población joven. Al partir de un análisis según tres grandes grupos de edad,
Mayores (>65 años), Adultos (> 15 años) y jóvenes (< 15 años), es posible plantear
hipotéticamente algunas circunstancias importantes. En primer lugar, la población
mayor en Sogamoso hacia 1938 mostró un número más alto de mujeres, aspecto
entendible tratándose de una generación de hombres que nació en el último cuarto
del siglo XIX, afrontando las convulsiones de las múltiples guerras civiles (1885, 1895
y la Guerra de los Mil días 1899-1902). Por su parte, la población adulta concentró
mayor número de mujeres, grupo que probablemente dadas las condiciones de la vida
campesina en aquel entonces, mostraba una baja movilidad geográfica en la medida
que su rol en la familia no facilitaba emigrar. Así mismo, la pirámide muestra una
variación en la población femenina joven nacida entre los años de 1928 y 1932, que
bien pudo responder a procesos migratorios intrarregionales, tal como la migración
femenina que ubicada en centros regionales preponderantes como Bogotá, atendía la
demanda de labores domésticas y de servicios, aspecto que corroboró Fals Borda para
el caso del Saucío (Chocontá) en los años 5095.
Para el caso de Sogamoso, la situación de las llamadas “colocadas” ofrece una mirada
local a esta posibilidad. La centralidad regional de nodos como Sogamoso, aún antes
de las condiciones que estampó su industria, marcaba una relativa atracción campo-
ciudad producto de unas difíciles condiciones de vida del campo. Así lo recuerda una
campesina, que después de enviudar, tuvo que “colocar” a sus hijas en una casa de
Sogamoso, “allá en Sogamoso (la cabecera) […] les conseguí donde <colocarlas> [las
hijas], eso puai en la pilita (sector céntrico de la población) […] la señora Amelia, así se
llamaba la señora que la recibió (a una hija)”96. Era este un medio inmediato para
poder solventar la situación de pobreza que afrontaban en el campo, pues “comida
había, pero no era fácil” - recordaba Bárbara en la entrevista, ante los tibios y
soterrados reproches de sus hijas-, quienes sonriendo entre “chanza y chanza”
95 Para el caso de Bogotá, la demanda de mujeres para servicio doméstico hizo pensar a Fals Borda que
la emigración femenina fue anterior a la masculina. Op cit. FALS BORDA Orlando. Campesinos de los
Andes. p. 73.
96 Entrevista a Bárbara y sus dos hijas. Antigua campesina de la Vereda Pedregal – Municipio de
68
reconocían su precaria situación que las había llevado a vivir “colocadas” en
Sogamoso. No obstante, fue esta una decisión que determinó su vida como la primera
generación de la familia que alejada del laboreo agrícola y rural, empezó a hacer vida
en la ciudad, pues "uno ya empezó a conocer, y a crecer ahí en la ciudad, y ya pues
qué! ya nosotros cuando conocimos la ciudad, entonces ya ni al campo nos daban
ganas de ir”, - señalaba una de las hijas de Bárbara-, reconociendo que fueron alejadas
de su hogar, y al mismo tiempo comprendiendo la difícil pero forzosa decisión de su
madre.
Las labores hechas por las <colocadas>, aunque domésticas, no constituyeron un
simple trato de servidumbre, pues de por medio, en múltiples ocasiones entre
“colocadas” y patrones mediaban lazos de amistad, solidaridad, compadrazgo y
servicio, que determinaban una compleja relación entre campesinos y patrones de
pueblo,
Los domingos nos dejaban el día para que mi madre viniera a vernos, o nosotros
subíamos (a la vereda) a verla; aunque yo prefería que viniera, era menos
doloroso. Es que uno llegaba a sus cuatro paredes allá arriba, y costaba
despedirse, pero no podía uno quedarse, no había qué hacer, y mejor para ella era
estando en el pueblo, - sostuvo una de las hijas de bárbara-.
En este sentido, desde la otra orilla, desde quienes recibían las jóvenes “colocadas”,
Luis recordaba que su tía, que tenía “una casa muy grande en Monquirá […] traía
muchachas del campo, de ahí de Ombachita (vereda vecina) no más; [aunque]
había gente que traía de Casanare las hijas de los encargados o de los trabajadores
que querían salir […] eventualmente estudiaban pero la mayoría eran dedicadas al
servicio doméstico”97. De esta forma, Luis trataba de enfatizar que la relación entre
“patrones” y “colocadas” no evocaba una típica relación de servidumbre, pues
muchas, como hijas de fieles trabajadores, administradores y cuidadores,
terminaban recibiendo un trato familiar y estableciendo lazos especiales, de
amistad y familiaridad, pero también de conflicto y hostilidad.
69
Al contrario del censo de 1938, los posteriores censos de 1951, 1964 y 1973
entregan información demográfica por grupos de edad discriminada según patrones
de poblamiento (rural o urbano), lo que posibilita un análisis más pertinente acorde a
la problemática que se ha venido planteando.
≥ 80 Años.
75-79 Años.
70-74 Años.
65-69 Años.
60-64 Años.
55-59 Años.
50-54 Años.
45-49 Años.
40-44 Años.
35-39 Años. % Mujeres
30-34 Años.
25-29 Años. % Hombres
20-24 Años.
15-19 Años.
10-14 Años.
5-9 Años.
0-4 Años.
10.0 5.0 0.0 5.0 10.0
% Población por edades Hombres - Mujeres 1951
Fuente: Gráfico construido por con base en información del censo poblacional de 1951. Ver:
Anexo 5.
70
de las “colocadas” puede ser un ejemplo. Tal proceso urbano, que en su intensidad se
regularizó hacia los años 60, fue consigo equilibrando la proporción entre los sexos,
describiendo entonces un equilibrio poblacional, tal y como se observa en el siguiente
gráfico.
Gráfico 6. Pirámide Poblacional de la cabecera urbana de Sogamoso, 1964.
≥ 80 Años.
75-79 Años.
70-74 Años.
65-69 Años.
60-64 Años.
55-59 Años.
50-54 Años.
45-49 Años.
40-44 Años.
35-39 Años. % Mujeres
30-34 Años.
25-29 Años. % Hombres
20-24 Años.
15-19 Años.
10-14 Años.
5-9 Años.
0-4 Años.
10.0 5.0 0.0 5.0 10.0
% Población Hombres - Mujeres, Cabecera Urbana.
Fuente: Gráfico construido por con base en información del censo poblacional de 1964. Ver:
Anexo 6.
71
- La Escala Media [El Valle de Sogamoso]: La Ruralidad y su papel en la
formación espacial de la modernización.
Aspectos como el uso sempiterno del arado de chuzo para labrar la tierra, los códigos
culturales de corte tradicional de esta sociedad campesina, entre otros muchos
factores, ante la puesta en marcha de políticas de modernización bajo el entendido de
una utopía industrial, configuraron una mixtura que dialécticamente permite
problematizar aquel dejo de marginalidad poblacional y letargo social que construyó
el discurso modernizante sobre la ruralidad imperante. No se trata aquí de establecer
cuántos campesinos se convirtieron en obreros, o cuántos de estos cambiaron sus
parcelas por una casa en el barrio obrero de la ciudad, ni tampoco de plasmar la
transformación de un vetusto pueblo agrícola en una urbe industrial; sino de
comprender a través de la geografía poblacional una realidad local con procesos
72
territoriales claros y complejos alternos a la generalización de la realidad que imponía
el discurso y las políticas de modernización nacional.
73
marginalidad territorial, responde a la misma lógica de negación de una sociedad
modernizada que considera vergonzante al campesino y desdeña el marco
sociocultural de la ruralidad.
Gráfico 7. Tasas medias Intercensales 1938 - 1973, para Sogamoso, el Valle de Sogamoso y la
Conexión Casanare.
Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en los Censos Poblacionales 1938 – 1951.
101
Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Del Barro al Acero (En la Roma de los Chibchas). p. 442.
74
Partiendo del gráfico anterior, es posible aseverar que las poblaciones enmarcadas en
la categoría <Valle de Sogamoso> (Nobsa, Gámeza, Tópaga, Mongua, Iza, Firavitoba,
Cuítiva, Tota, Puebloviejo-Aquitania, Tibasosa), como poblaciones
predominantemente rurales, manejaron un crecimiento moderado, sostenido en el
tiempo y positivo en términos absolutos hasta la década de los años 60, justo con la
consolidación del proceso urbano en Sogamoso. El crecimiento más importante de
estos municipios en términos poblacionales se relacionó con el proceso de
implantación industrial siderúrgico, de lo que se colige que como proceso poblacional
y social, la ruralidad estuvo articulada, en proporciones diferentes, pero siendo parte
activa de la dinámica general de transformación en el marco de la formación espacial
de la modernización. Sólo la consolidación del fenómeno urbano en su nodo regional
(Sogamoso) y la reconfiguración en torno a este de las relaciones territoriales
modernas que llevan a designar una centralidad en lo urbano, frenaron su dinámica
constante de crecimiento, pero no por ello caducaron o prescribieron su rol como
territorialidad viva y activa del proceso territorial en la región. Resulta evidente del
gráfico anterior, que la dinámica demográfica de este conjunto de poblaciones no sólo
se desaceleró por completo sino que empezó a experimentar un crecimiento neto
negativo probablemente producto de la migración campo-ciudad en un marco de
múltiples escalas espaciales. Es decir, que la atracción que posibilitó la migración no
se supeditó al polo inmediato de atracción del sistema regional que era Sogamoso,
sino que con el impulso de infraestructura comunicacional (vías y medios de
transporte), este marco territorial local del valle de fue integrando a otros sistemas
territoriales como la capital departamental (Tunja) y la misma capital nacional
(Bogotá). Fue este el efecto principal de aquella formación espacial de la
modernización, reforzado históricamente con una tendencia emigratoria típica de
sociedades rurales como Boyacá en el centro oriente, y Nariño al sur occidente del
país.
75
cordillera central (Tolima y Caldas)102. Así, cordilleras y valles interandinos y de
vertiente en coyunturas históricas puntuales se erigieron en puentes de integración
antes que fronteras u obstáculos, particularizando dinámicas tales como la
colonización antioqueña o más concretamente la que partió “desde las provincias
densamente pobladas y de viejo asentamiento del centro y el oriente de Boyacá y del
oriente de Cundinamarca, hacia el occidente de Cundinamarca, centro y sur del Tolima
Grande, y marginalmente al Magdalena Medio, el piedemonte llanero y a los territorios
de Casanare y San Martín”103 desde la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo,
rastrear algunos procesos migratorios intrarregionales resulta algo más complejo, tal
como la movilidad campo-ciudad en la formación espacial de la modernización a
mitad de siglo.
≥ 80 Años.
70-74 Años.
60-64 Años.
50-54 Años.
40-44 Años.
% Mujeres
30-34 Años.
% Hombres
20-24 Años.
10-14 Años.
0-4 Años.
10.0 5.0 0.0 5.0 10.0
% Población por edades Hombres - Mujeres 1951
Fuente: Gráfico construido por el autor con base en información del censo poblacional de 1951.
Ver: Anexo 7.
76
Gráfico 9. Pirámide Poblacional del entorno rural de Sogamoso, 1964.
≥ 80 Años.
75-79 Años.
70-74 Años.
65-69 Años.
60-64 Años.
55-59 Años.
50-54 Años.
45-49 Años.
40-44 Años.
35-39 Años. % Mujeres
30-34 Años. % Hombres
25-29 Años.
20-24 Años.
15-19 Años.
10-14 Años.
5-9 Años.
0-4 Años.
10.0 5.0 0.0 5.0 10.0
% Población Hombres - Mujeres, entorno Rural.
Fuente: Gráfico construido por el autor con base en información del censo poblacional de 1964.
Ver: Anexo 8.
Resulta evidente que a partir de los 20 años de edad, plena edad productiva, la
tendencia se contrajo significativamente para los dos sexos, aunque para el caso de la
población masculina ésta fue algo más pronunciada. Dado que es una época donde el
proyecto industrial y urbano en Sogamoso estaba consolidado, es posible denotar una
manifiesta atracción de la ciudad al captar del campo mano de obra ligeramente
enfocada a oficios masculinos. Con esto, se colige que aunque sí se configuró una
centralidad territorial a partir del predominio de Sogamoso como ciudad intermedia y
polo regional industrial, resulta imperante matizar esta reconfiguración de las
relaciones territoriales campo-ciudad, en esta parte desde la actual perspectiva
poblacional (en capítulos subsiguientes se matiza esta reconfiguración
cualitativamente). Al respecto, un análisis de la intensidad de las dinámicas
poblacionales puede dar cuenta de los ritmos con que la variable poblacional rural se
comportó ante la fuerte incidencia del proceso urbano en Sogamoso.
77
experimentó un largo y constante crecimiento entre 1918 y 1964, no obstante dentro
de este lapso de tiempo, sobresalió un período de mayor intensidad, comprendido
entre 1951 y 1964.
Gráfico 10. Variación de Índices de Crecimiento del Valle de Sogamoso, 1918 - 1973.
50
40
ÍNDICE DE CRECIMIENTO.
30
20
Serie A
10 Serie B
0
1918 1938 1951 1964 1973
-10
-20
AÑO.
Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en información censal (1918 – 1973) e
información del Anexo 9.
78
pasaron del 68% al 55% entre 1938 y 1993104, aspecto que resulta constatable en el
análisis anterior. Sin embargo, poblacionalmente y no sólo demográficamente, implicó
una mayor complejidad en las relaciones campo-ciudad, pues como centro urbano,
Sogamoso articuló la dinámica rural, no desapareciéndola sino re-funcionalizándola:
Sogamoso como ciudad, se acopló a aquella ruralidad que no mermó en su
importancia como abastecedora agropecuaria regional105.
104
MURAD RIVERA Rocío. Serie Población y Desarrollo: No. 48. CEPAL - ONU. Estudio sobre la Distribución
Espacial de la Población en Colombia. Santiago de Chile, Noviembre 2003. p. 15. En:
http://archivo.cepal.org/pdfs/2003/S0311812.pdf Consultado el 19 de Octubre de 2016. p. 45
105
La CEPAL en un estudio de caso, señaló tres aspectos esenciales en torno al interrelacionamiento del
sistema urbano de Sogamoso con su entorno rural. Tales aspectos son denotados bajo tres tipos de
conceptos de centralidad: de proximidad, de red y de sistema. La primera refiere a las relaciones que se han
entretejido entre Sogamoso y zonas rurales a partir de los factores de cultura campesina y el papel de la
actividad agropecuaria. Por su parte la segunda refiere a la configuración territorial histórica de Sogamoso
como punto de conexión carreteable, comunicando el interior del país con el oriente; y finalmente la tercera
refiere a especializaciones productivas territorializadas en Sogamoso, como el comercio de papa, la otrora
pujante ganadería y la industria CEPAL. Los Vínculos Rurales con Ciudades Intermedias. Síntesis de Estudios
de Caso. 12 de Agosto de 1998. p. 16.
79
Justamente, en este contexto geohistórico, los desplazamientos poblacionales se
enmarcaron en una escala local en la medida que se gestaron entre veredas que se
reconfiguraban territorialmente en pos de la consolidación de la dominancia
partidista106. El problema tomó tal connotación que desde presidencia de la República
se destinó la suma para nada despreciable de $40.000 con el fin de auxiliar las
ciudades de Sogamoso y Villavicencio107 las cuales habían recibido numerosa
población “exiliada”. Sólo de la vecina población de Yopal, en los llanos del Casanare,
se contaron más de 300 los refugiados que habían arribado a Sogamoso108 en una sola
ocasión.
106
En torno a la dinámica de desplazamiento de población de veredas a ciudades, Fals Borda destaca dos
coyunturas específicas: la violencia partidista y posteriormente el plan de las “cuatro estrategias” de la
Operación Colombia en el gobierno de Misael Pastrana Borrero, diseñado en 1971 por Luchlin Currie. FALS
BORDA Orlando. Bases para un Plan de Retorno a la Tierra y a la Vida. En: Red de Estudios de Espacio y
Territorio RET. Dimensiones Territoriales de la Guerra y la Paz. UNAL, Bogotá. 2004. p. 45 – 51. p. 46.
107
Rehabilitación de unos Damnificados, se confieren unas comisiones. FDO. Laureano Gómez, Presidente
de la Republica. ACMS, Fondo Histórico, Decretos Alcaldía.
108
Designado Comité de Socorro para Exililiados. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso,
Julio 5 de 1953. No. 215. ACMS, Hemeroteca Acción Cívica.
80
Gráfico 11. Variación de Índices de Crecimiento de la categoría <Conexión Casanare>, 1918 -
1973.
140
120
ÍNDICE DE CRECIMIENTO.
100
80
60
Serie A
40
Serie B
20
0
1918 1938 1951 1964 1973
-20
-40
AÑO.
Fuente: Gráfico elaborada por el autor con base en cálculos propios según información de los
censos poblacionales 1918 – 1973.
Así, removido el conflicto hacia otras remotas zonas del país (sur del Tolima, por
ejemplo), los llanos abrieron paso a procesos de colonización y apropiación de tierras
basados en la dinámica ganadera de hatos y fundaciones, ahora empleando
automotores para el transporte de animales, junto con nuevas vías de comunicación
hacia el interior. De esta manera, la articulación territorial con Sogamoso, aunque no
se perdió si se reterritorializó, pues las usanzas del arriero y caporales, junto con los
caminos recorridos por bravos animales encachangados dieron paso a carreteras y
camiones, modificando las territorialidades derivadas de las formas de vivir aquel
territorio: nuevas distancias y una conexión más amplia en función del tiempo-
espacio, por ejemplo.
81
Tierra y Propiedad en el Valle de Sogamoso.
82
Para el caso del Valle de Sogamoso, las formas de tenencia de la propiedad rural
configuraron una territorialidad múltiple o multiterritorialidad, generada por la
confluencia de la propiedad minifundista campesina, la progresiva extinción de los
últimos latifundios herederos de la tradición colonial interandina, el progresivo
proceso de consolidación urbana y una territorialización de las políticas de
modernización a partir de la implantación industrial109. Por ello, con el fin de
concretar un análisis, resulta indispensable plantear una periodización que permita
establecer una perspectiva de la dinámica del mercado de tierras desde un marco
geohistórico que integre todos estos actores.
109 Para Deleuze y Guattari, el estado como ente desterritorializador, no destruye la territorialidad
sobre la que se impone, “sino se apropia de ésta, integrándola como <pieza u órgano de producción> en
la nueva máquina despótica”. Op. Cit. HAESBAERT Rogério. p. 162.
110 Este pago fue conocido ampliamente como la “danza de los millones”, pues capitalizando al
gobierno, se logró poner en marcha obras que pretendieron dinamizar las regiones.
83
El segundo periodo de estudio (1946-1953) lo marca el inicio de la violencia
generalizada. A la hora de plantear un análisis basado en el mercado de tierras en
relación con el proceso de La Violencia en Sogamoso, hipotéticamente se pretende
evaluar el impacto de este fenómeno como posible proceso de cambio y transición
hacia una formación espacial de la modernización. Cabe aclarar que la violencia como
factor de desterritorialización, no se reduce al vacío e inoperante discurso de la
violencia como ausencia de control estatal, como desorden territorial, como un caos
que da lugar a la conocida expresión “tierra de nadie”; sino que a través del análisis de
la propiedad pretende encontrar las formas como territorialmente la sociedad andina
del Valle de Sogamoso, tocada por episodios de violencia rural, enmarcó la transición
hacia el desencadenamiento de un proceso modernizador que apostaba por una
utopía industrial urbana.
84
cuenta aproximadamente 8OO transacciones inmobiliarias, distribuidas entre los tres
períodos anteriormente propuestos, las cuales se abordaron a partir de 7 variables de
estudio111.
En total la base de datos arrojó aproximadamente 5600 datos sobre la dinámica
inmobiliaria rural en Sogamoso a lo largo de los 35 años. La unidad territorial básica
sobre la que se cimentó el presente análisis corresponde a las veredas de la
jurisdicción de Sogamoso. Topográficamente éstas pueden clasificarse en torno a su
altitud, partiendo de la altura a nivel del plano del valle donde se asienta la cabecera
urbana, a 2500 m.s.n.m. Tal y como se puede apreciar en el siguiente mapa (Ver: Mapa
3) el territorio de Sogamoso parte de la altura del valle, extendiéndose sobre la
cordillera hacia el oriente, por lo que la mayor parte de su jurisdicción corresponde a
montaña media y alta, siendo éste parte donde se ubican la mayor parte de veredas
cuyo sistema de producción y asentamiento refiere a una agricultura familiar y un
patrón de asentamiento disperso rural.
111
Año del negocio, Precio transado, ubicación del predio, tradición del predio (Cómo fue obtenido
anteriormente por el vendedor), superficie del inmueble, denominación o nombre del inmueble y
fragmentación de éste (si el predio se vendió totalmente o por partes).
85
Mapa 3. División Territorial Ecológica de Sogamoso, según Veredas.
A nivel del valle se sitúan sólo unas pocas veredas. Al nor-occidente, La Manga, hacia
los años 30 comprendía amplias dehesas de maíz y trigo; al norte, justo contra el
piedemonte cordillerano se ubica La Ramada, cuya denominación proviene de la
hacienda del mismo nombre, dominando un territorio con extensos pastizales que
alimentaban “miles de cabezas de ganado vacuno y caballar”113. A través de este
territorio transcurría el camino a Labranzagrande, por el cual se traía ganado de los
llanos del Casanare. Complementa al nor-oriente la vereda San José, cuyos terrenos,
que entran en la cordillera, hacen parte de la franja de explotación de minerales entre
los que sobresale el carbón y la arcilla plástica.
112 Esta es una aproximación general, pues no se tuvo en cuenta las zonas de Transición <Valle-
Montaña> y <Montaña-Páramo>, que hacen obviamente aún más compleja la variable ecológica en los
territorios veredales. Ver: Alcaldía de Sogamoso. Componente de Clasificación del Suelo, Modelo de
Ocupación y Norma [Documento Técnico de Soporte del POT – Universidad Nacional de Colombia]. p. 4.
http://186.116.11.66/suimweb/ARCHIVOS/TERRITORIO/DIAGN%C3%93STICOS%20GENERALES/TE
DIDODOMU1414694825.pdf Consultado el: 19 de Noviembre de 2016.
113 Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. p. 23.
86
Subiendo hacia el nor-oriente, en alturas de baja y media montaña se localizan las
veredas de Pantanitos y Morcá. La primera, hacia los años 30, referenciada por
Camargo como productora de maíz, progresivamente fue cambiando sus sementeras
por lotes de secado y hornos para la fabricación artesanal de ladrillo, que con el
despegue urbano de Sogamoso a partir de la segunda mitad del siglo XX, consolidó una
producción dominante alfarera. Por su parte, la vereda Morcá comprende extensos
terrenos quebrados donde se destaca la extracción de carbón y arcilla plástica para la
fabricación de losas, aunque Camargo resaltaba la presencia de fértiles suelos de
vertiente con cultivos de trigo, cebada y papa en las zonas de media montaña. Hacia el
occidente de la cabecera urbana, en tierras planas sobre el valle se ubica la vereda
Siatame, cuya principal actividad agrícola era la producción de maíz, algunos campos
de trigo y el mantenimiento de extensos forrajes empleados para la ceba del ganado
llanero que llegaba.
Por el otro flanco, al oriente, sobre tierras de media-alta montaña se ubica la vereda
Ombachita, cuya topografía y clima permitían el cultivo predominante de cereales
como el trigo y la cebada. Al sur, a la altura del Valle, se ubican Villita y Malpaso junto
con Vanegas. La primera, abría paso al sur a extensos pastos y a viejos latifundios
como la Hacienda Corinto. En estas propiedades no sólo se cebaba, sino que se criaban
buenas razas de ganado vacuno y caballar, sin contar con las múltiples manas y
manantiales que ofrecían buen recurso de agua, “tal vez el agua más pura que se encuentra
en Sogamoso”114, señalaba Camargo. Por su parte, la vereda Vanegas, ubicada más al sur
sobre un valle que se va estrechando, de tradición hacendataria, además de pastos
para levante de ganado contaba con recursos maderables, especialmente de eucalipto.
Sobre el piedemonte de la cordillera, al oriente y suroriente se sitúa la vereda
Pedregal, antiguamente denominada Sonesi, cuyos recursos en piedra y minerales de
cantera le dieron su nombre. Hacia el oriente y sur-oriente, el territorio cordillerano
se extiende a los altos páramos y le confiere a Sogamoso su mayor extensión. La
vereda Monquirá, surcada por el río del mismo nombre, constituía la entrada oriental
a la cabecera urbana de Sogamoso, destacándose por sus ricas sementeras de cereales,
114 Ibíd.
87
leguminosas, hortalizas y tubérculos115 en función de su topografía de vertiente y su
altura baja-media. Según Camargo Pérez, pareciese ser la vereda más rica en cultivos,
sin contar con el ganado que también pastaba en sus campos.
Siguiendo el antiguo camino que llevaba de Sogamoso a Puebloviejo (Aquitania), se
encuentran las veredas Primera y Segunda Chorrera, que hacia los años 30
comprendían además de cultivos, lo que Camargo identificó como partes “incultas”116,
estableciendo el límite de un asentamiento disperso más denso, determinado por la
influencia de la cabecera de Sogamoso. Al oriente, sobre partes de altura media-alta
se localiza la vereda Pilar y Seivita, que comprende terrenos de transición de media y
alta montaña, llegando a alturas cercanas a los 4000 m.s.n.m. en las veredas más
alejadas, Las Cintas y Las Cañas, donde predominaban los tubérculos de clima
paramuno.
115 Ibíd.
116 Ibíd. p. 26.
88
- La Ganadería y la Agricultura como principios de territorialidad local (Período
1930-1945).
117 Guhl destaca que en los suelos de los altiplanos de tierra fría sobre la cordillera oriental, predominan
"suelos de sedimentación de agua dulce de origen del cuaternario superior y del Holoceno cuando
empezaron a desaparecer los lagos en el piso térmico frío". GUHL NIMTZ Ernesto. Colombia: Bosquejo
de su Geografía Tropical. Edición Conmemorativa, Universidad de los Andes: Ed. Uniandes, Jardín
Botánico de Bogotá José Celestino Mutis: Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. 2016. p. 274.
118 Op cit. CURRIE Lauchlin. p. 97.
89
que el campesinado promedio no pudiese acceder a las tierras planas del valle, de
gran potencial productivo y por ende de gran estimación comercial, ocupando
terrenos ondulados y escarpados sobre la cordillera. Este proceso - sin embargo -, no
connotó una relación de poder tajantemente vertical que plasmara al campesino como
un ser excluido y anodino, confinado a las altas y escarpadas montañas, pues inmersas
en estas relaciones se encuentran complejas respuestas adaptativas concebidas en el
marco de importantes referentes ontológicos de la vida en las montañas de los andes
orientales colombianos, que evidencian más que un sometimiento explícito, un arte de
vivir: “allá en mi pueblo [Tota – suroriente del Valle de Sogamoso, sobre la cordillera],
era una parcelita de trigo, un pedacito de cebada, otrico de alverja […] y la papa! Y eso
todavía es así, siembran de todo, y eso no era que se tuvieran melgononones [grandes
parcelas]"119. Frente a esta forma de vida, la situación al sur del valle de Sogamoso
[tierras planas] ofrecía otras aristas, “acá cuando los abuelos […] no se tenía más de
un lote, no se sembraba otra cosa que el maíz o el trigo, pero era sólo una cosa que
recuerde […] mi papá tenía dos lotecitos, entonces en uno sembraban el maíz, y en el
otro sembraban otra cosa, y sacaban esas cosechas y ya sembraban otra cosa”120.
Agregaba la informante que en Tota era factible sembrar varias cosas porque “había
tierra"; razón que refleja la diferencia en las configuraciones espaciales productivas y
de vida entre el sur del valle de Sogamoso (parte plana) y la región de Tota (al sur-
oriente, región montañosa de altas pendientes), pues más allá de la disponibilidad de
tierra, la tenencia de esta como constructo social y como forma de vida refleja formas
distintas de territorialidad, aún ante la visión de unicidad de un mundo rural y
campesino que a la luz de los planeadores fue simple y homogéneo. De esta manera,
tierras planas y tierras de ladera configuraron un patrón de uso distinto, tal y como se
ha podido comprobar en el análisis inmobiliario de Sogamoso, no obstante las formas
de vida responsables de la territorialidad como construcción social, antes que definir
una oposición entre uno y otro medio, los articularon a modo de una unidad dialéctica
119 Entrevista a María y Carmen. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes
de la zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016.
120 Ibíd.
90
andina, a partir de unas territorialidades interrelacionadas en torno a actividades
dominantes como el comercio ganadero y la agricultura familiar.
91
Mapa 4. Promedio de Transacciones por Veredas, 1930-1945 [Vectores A, B, C, D y E].
Fuente: Mapa elaborado por el autor a partir de protocolos notariales 1930 – 1945. Notaría 1ra.
de Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 12.
Vector C. Se ubicó en torno al camino que de Sogamoso salía a los llanos orientales, el
camino hacia Puebloviejo (Aquitania). La llegada de ganado arriado y de campesinos
que bajaban con productos al mercado regional cada martes a través del camino del
“Resbalón”, surcaba numerosas sementeras de trigo, maíz y parcelas de papa.
Justamente estos terrenos, que comprendían las veredas 1era. y 2da. Chorrera
principalmente, con alturas medias y medias-altas, describieron una configuración
territorial activa desde su dinámica inmobiliaria, construida en torno a la una de las
rutas de entrada al valle tanto para ganado como para comerciantes y visitantes
provenientes de Puebloviejo y el Casanare.
92
Mapa 5. Precios promedio transados por veredas, 1930-1945.
Fuente: Mapa elaborado por el autor a partir de protocolos notariales 1930 – 1945. Notaría 1ra.
de Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 13.
Sin embargo, este vector presentó una particularidad, pues su dinamismo comercial
no se tradujo de igual forma en un nivel alto de precios para los terrenos, como si lo
fue para los anteriores vectores, manejando en este aspecto rangos medios y bajos, tal
y como lo muestra el anterior mapa. (Ver: Mapa 5).
Al analizar los dos mapas anteriores, las tierras planas del valle determinadas por
la dinámica ganadera, comercialmente tuvieron más preponderancia, mientras que las
tierras de la cordillera, a pesar de tener una considerable dinámica de transacciones,
no alcanzaron rangos de precios considerables a su nivel de comercio, caso de este
último vector [C] constituido en torno a la salida a Puebloviejo y el Casanare.
Justamente, para la época, la actividad más prominente en términos comerciales
recayó en la ganadería, pues su circuito espacial productivo se extendía hasta las
sabanas del Casanare. Por ello, la actividad de ceba de ganado llanero fue un referente
93
de esta región aún ad portas del proceso de implantación industrial y con la violencia
política en su máxima expresión años después. La ganadería integraba distantes
territorios, en la medida que fundaciones y hatos en el Casanare eran atendidos por
“encargados-administradores” mientras sus dueños residían en Sogamoso121. Por
esto, las tierras de ceba fueron las más valoradas y dinámicas comercialmente; sin
embargo las veredas Chorreras en este período connotaron la dinámica más
importante de la zona montañosa, estando éstas ligadas a una agricultura campesina y
no a la ganadería, como rasgo particular. Quizás, un factor que se encuentre asociado a
esta dinámica concreta, radica en la tradición de estos predios, marcada más por
herencias que por compraventas. En efecto, al incorporar al análisis la variable
<tradición>122 para los predios negociados en estas veredas entre 1930 y 1945, se
obtiene que tanto la Primera Chorrera como la Segunda mayoritariamente perfilaron
una tradición ligada a herencias (Ver: Tabla 5). Estas tierras, más ligadas a usanzas
campesinas, asentadas en laderas y cuya tradición inmobiliaria demarcaba unos usos
consuetudinarios (herencias por derechos y acciones – sin clara titulación legal),
constituyeron el referente de una imagen “pre-moderna” gracias a sus maneras de
concebir y plasmar unos imaginarios tan pecualires en torno a “la tierra”; esquemas
que reñían con las formas modernas de usufructuarla y aprovecharla
económicamente. En contraste, la idea modernizante criticaba aquel vínculo que el
individuo establecía con su terruño, su vida, reducida a ser vista como un simple
“pedazo de tierra heredado de sus mayores [que] no lo enajena, porque con ello teme
profanar el afecto que a ellos les debe"123.
121
“aun cuando el dueño quizás viva en una ciudad distante de la hacienda sin vigilar de cerca su
explotación, una finca ganadera casi siempre produce bastante para que su propietario viva muy bien". Op
cit. CURRIE Lauchlin. p. 98.
122
La categoría <tradición> se refiere al historial o antecedente del predio. Concretamente señala el tipo de
negocio con el que el vendedor se hizo con el predio. Además de Compraventas, sobresale la Herencia, la
partición amigable o el reparto conyugal.
123
En torno a una gran Conferencia. CASTILLO CORREDOR Héctor. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras
Públicas. Sogamoso, Marzo 14 de 1954. No. 243. p. 2. En: ACMS, Archivo Histórico –Hemeroteca: Fondo
Acción Cívica.
94
Tabla 5. Tradición de los predios, 1930-1945.
Tipo de Adquisición de Predios por Veredas.
Las Cañas he
Las Cintas he
San José cv
Monquirá cv
Morcá he cv equilibrado
Mortiñal he
Ombachita he cv equilibrado
Pantanitos he cv equilibrado
Pedregal he cv equilibrado
Pilar y Seivita cv he equilibrado
1era. Chorrrera he
La Ramada cv
2da. Chorrera he
Siatame he cv equilibrado
Vanegas cv
Villita y Malpaso he cv equilibrado
Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 – 1945. Notaría 1ra.
de Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.
Ligado a lo anterior, se encuentra el problema del drama social del minifundismo. Este
pedazo de tierra heredado, no sólo llega a ser un bien; es la misma tierra como
construcción emotiva donde aquel individuo creció, morirá y heredará; estableciendo
un arraigado apego de carácter emotivo hacia un bien que bien pudiera a través de su
enajenación comercial, usufructuar.
95
Tratar de abordar la cuestión de la problemática de la superficie de las propiedades
desde este primer período de estudio resulta difícil, ya que la muestra estadística no
arrojó suficientes datos sobre superficie debido a la ausencia de esta información en
muchos documentos notariales (Ver: Anexo 11). Sin embargo, es posible plantear
algunas consideraciones al respecto.
96
De esta manera, estas contrastantes situaciones permiten enfatizar en el papel de los
distintos actores territorializadores (cultivadores, ganaderos, comerciantes,
burocracia, planeadores, técnicos, obreros, etc.) en el Valle de Sogamoso y la
complejidad de aquel entramado territorial como una unidad dialéctica que
geohistóricamente siempre involucró contradicciones, aún antes del proceso de
implantación industrial. Esto indica que la crítica a la formación espacial de la
modernización, en este caso a partir de la propiedad inmobiliaria, no se reduce al
reconocimiento de un antes y después de la implantación industrial, sino al
entendimiento de procesos interrelacionales de reconfiguración territorial
(desterritorialización – reterritorialización).
97
latifundista aún no sujeto a presiones sobre la tierra ni a dinámicas territoriales que
vulneraran su funcionalidad latifundista, como si lo iban experimentado veredas más
cercanas al centro urbano como Villita y Malpaso, que en el siguiente período
concentraría la expansión urbana fragmentando viejos predios rurales y
refuncionalizándolos para el marco urbano. Por estas características, marcadas por
grandes extensiones y precios considerables, fue difícil para potenciales compradores
lograr acceder a tales inmuebles, configurando un bajo nivel de transacción predial124.
Según indagaciones de la comisión del CINVA en la región de Sogamoso, hacia los años
50 los jornales por trabajo en parcelas alcanzaban apenas los 2 a 3 pesos diarios, y
sólo los 50 centavos a 1 peso si el patrón proporcionaba alimentación125. Esta
situación, referenciada como algo decadente, ejemplo mismo de subdesarrollo, sin
embargo contrastaba con las condiciones comerciales de la tierra al tener precios
altos. Según el CINVA, la fanegada se avaluaba de $8,000 a $10,000 en lo plano, y de
$1,000 a $2,500 en laderas y páramo. Si bien no se puede comparar estas
estimaciones según precios por m2, ya que para este periodo gran parte de los
protocolos notariales no presentan la superficie del predio; el contraste de los precios
promedio de ventas entre veredas situadas en tierras planas y veredas ubicadas en la
124
Tanto la vereda de Vanegas como la de la Ramada, a pesar de tener una baja dinámica de transacciones,
en este periodo presentaron unos altos precios promedio transados, alcanzando los $270 y $258 promedio
por los negocios realizados, respectivamente.
125
Op cit. CINVA. Proyecto Sogamoso - Paz de Río, Ensayo de una Metodología. p. 100.
98
cordillera, arroja la misma proporción que estableció el CINVA en cuanto a la
diferencia en precios entre tierras de una y de otra ubicación.
Al tomar un promedio general del precio promedio de compraventas en veredas
ubicadas en tierras de ladera-páramo (Las Cintas, Morcá, Pilar y Seivita, Mortiñal, Las
Cañas, 1era. y 2da. Chorrera, Ombachita y Pedregal) y compararlo con el promedio
general de compraventas de las veredas con topografía plana o ligeramente ondulada
(La Ramada, Villita y Malpaso, Siatame, Monquirá), se obtuvo que el precio promedio
en tierras de ladera-páramo ($325) sólo alcanzó la cuarta parte del precio transado en
tierras planas ($1,380), proporción idéntica a la que calculó el CINVA a partir de
precios por m2. (Ver: Mapa 6).
Mapa 6. Precios promedio transados por veredas, 1946 - 1953.
Fuente: Mapa elaborado por el autor a partir de protocolos notariales 1946 – 1953. Notaría 1ra.
de Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 14.
Sin embargo, en este periodo fue clara la incidencia de dos factores de dinamización
en el territorio de Sogamoso: la parcelación ligada a la expansión urbana en las tierras
99
planas del valle (Veredas: Siatame – Villita y Malpaso) , y la tenencia minifundista de la
producción agrofamiliar en las tierras de ladera (Veredas: 1ra. Chorrera – Monquirá).
Tal proceso resulta palpable a través del análisis de la variable que muestra la
superficie de los predios (incompleta por la información limitada de superficie que se
proporciona en los protocolos de la época), representada en la siguiente tabla.
126 Op cit. CINVA. Proyecto Sogamoso - Paz de Río, Ensayo de una Metodología. p. 97.
127 Cálculos propios basados en el Anexo 16.
100
Entender este patrón, remite a plantear una relación básica: la distribución
poblacional y el precario aprovechamiento del suelo. Concretamente, la
“superpoblación” de las zonas rurales para muchas mentes de la modernización, no
garantizaba óptimos niveles de producción, situación derivada de un deficiente nivel
de aprovechamiento productivo, producto de un precario bagaje cultural y técnico.
Esta situación, no permitía un “desarrollo demográfico armónico, orientado por la
capacidad cultural de sus habitantes, y [por] el excedente de la población [que] emigra
hacia las ciudades”128, patrones adscritos a las denominadas “comarcas cafeteras" del
centro-occidente. Por esto, la forma de entender el desarrollo en términos
territoriales versaba en lograr que una sociedad articulara la dinámica rural con la
centralidad de un enclave urbano regional, resultando cuasi “patológico” el hecho que
algunas comarcas no estuvieran en capacidad de facilitar la formación de centros
culturales importantes, más si tenían suficiente población. El peligro radicaba en que
dada su inactividad y pasiva capacidad cultural de sus gentes, con el correr del tiempo
“aunque aumenta la densidad de población, no se crean centros urbanos sino que se
estructuran áreas de minifundio de miseria y superpoblación"129. Por ende, para el
caso del Valle de Sogamoso, el desencadenamiento del proceso urbano a partir del
enclave industrial siderúrgico, se erigió en aquel factor que aportaría cierto potencial
transformador a aquella sociedad rural, empezando por una reconfiguración de la
forma de tenencia de la tierra, no como multiplicadora de la miseria minifundista
campesina, sino como expulsora de mano de obra rural fácilmente adaptable a labores
industriales en la ciudad. Sin embargo, no existió un cambio diametral en la tendencia
predial local, pues la dinamización de ésta se relacionó con la influencia de un
proceso urbano que refuncionalizó la estructura de tenencia imperante en tierras
vecinas a la cabecera. (caso Vector A). Así mismo, el patrón espacial que en este
período de transición espacial modernizadora definió un nuevo y activo vector de
128 A propósito, una ciudad como Armenia presentaba un porcentaje de la tierra ocupada dedicada a
praderas y pastos permanentes del 46.4%, ante un 30.8% de Duitama, contigua al Valle de Sogamoso.
Op cit. GUHL NIMTZ Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. p. 285.
129 Por ello, a la par de una reforma agraria que redistribuyera la tierra, era indispensable “llevar
técnica, ciencia y civilización a las tierras nuevas, que por cierto en muchos aspectos serían para
actividades no agrícolas y complementarias, creando las infraestructuras, sin las cuales la sociedad
humana no puede vivir ni progresar". Ibíd. p. 287.
101
expansión, al sur, catapultó a la vereda Villita y Malpaso como un importante y activo
vector de comercio inmobiliario130.
Particularmente esta vereda cuadruplicó su dinámica de compraventas respecto del
período anterior, estando esto relacionado con una funcionalidad urbana,
precisamente corroborada por la predominancia en las compraventas de tierras de
menor superficie131 (Ver: Tabla 6), y con el segundo valor promedio transado más
alto del período. Esta transformación, que obedece a todo un proceso geohistórico,
refleja el desmonte del antiguo latifundio del Valle de Sogamoso en torno a viejas
haciendas como la de “La Compañía” (Compañía de Jesús) al sur, “cuya extensión
comprendía tierras de Sogamoso, Firavitoba, Iza y pesca”132, que progresivamente se
fue fragmentado en cerca de 2,000 propiedades133.
Este proceso de subdivisión y valorización, se relacionó con una tendencia marcada
hacia una funcionalidad estrictamente económica de la tierra, aspecto que se ve
reflejado en el predominio de las compraventas dentro la tradición predial, donde
veredas que se dinamizaron gradualmente con el tiempo, fueron cambiando el
predominio de la herencia al de compraventa, caso que se evidencia en los vectores
más dinámicos: Siatame, Villita y Malpaso y las Chorreras (1era. y 2da.) (Ver: Anexo
17).
130 Según el CINVA, gracias a los trabajos de montaje de la siderúrgica, ésta había logrado la
participación de más de 14 mil obreros; una dinámica que superaba con creces la de la misma capital
departamental (Tunja), y aún de muchas otras capitales en el país. Op cit. CINVA. Proyecto Sogamoso -
Paz de Río, Ensayo de una Metodología. p. 155.
131 Según la base de datos de tierras, el 64% de las compraventas de predios menores a 800m2 entre
1946 y 1953, se localizó en esta vereda, al sur de la cabecera de Sogamoso; proporción que alcanzó el
91% de las compraventas en predios menores a media fanegada (3200m2).
132 Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Del Barro al Acero (En la Roma de los Chibchas). p. 455.
133 Existe especulación en las Tierras?, Nota Editorial. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas.
Sogamoso, Mayo 9 de 1954. No. 248. p. 3. En: ACMS, Archivo Histórico – Hemeroteca, Fondo Acción
Cívica.
102
que mantuvieron respecto del período anterior una preponderancia en la dinámica
comercial, ya que a pesar que en términos absolutos mermó ligeramente su promedio
de transacciones inmobiliarias, se ubicaron entre las veredas más activas después de
Villita y Malpaso, pudiendo obedecer a una dinamización de la tierra rural en función
del abastecimiento de un centro urbano en consolidación134 ante la demanda de tierra
para el uso agrícola con el fin de abastecer el nuevo mercado dinamizado por la
implantación Industrial.
134Herrera Salamanca destaca tal proceso a partir de la superficie construida: Hacia 1948, la cabecera
de Sogamoso tenía un área construida aproximada de 409,826 m 2, que aumentó a 528,330 m2 en 1964,
y a 1´401,070 m2 en 1981. HERRERA SALAMANCA German. Análisis Fractal de la Urbanización de
Sogamoso en el Período 1948 - 2004. p. 4. Articulo Web. En:
dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3644746.pdf
103
períodos en rangos medios-bajos. Si se relaciona este patrón con la tradición de los
predios en estas veredas, se evidencia que el proceso de reterritorialización del
espacio rural ante el proceso urbano-industrial fue llevando a una mayor
preponderancia del uso de la tierra como factor comercial, ante la consolidación de las
compraventas frente a las herencias.
Así mismo, la consolidación del proceso urbano permitió que el vector B se
dinamizara. Por un lado, la zona de Pantanitos, localizada hacia el nor-oriente,
experimentó un auge con compraventas de predios de menor superficie (Ver: Anexo
19). Este dinamismo pudo obedecer al proceso urbano que catapultó la actividad
constructiva, ya que aumentó a más de 100 mil m2 construidos en 1964135. En esta
vereda, la explotación de arcilla plástica y la fabricación artesanal de ladrillo y teja
fueron clave para la industria constructiva en la ciudad, lo que permite aseverar un
especial interrelacionamiento entre esta vereda y la cabecera urbana. Los precios
promedio transados allí lograron consolidarse justamente en este período, luego de
manejar en los períodos anteriores rangos medios. Si a esto se le suma la variable de
superficie, se logra ver que la tendencia a través de los años, tanto para Pantanitos
como para Monquirá (vector B) estuvo marcada por la consolidación de compraventas
de predios menores a 800m2, de lo que se colige, para el caso Monquirá, la incidencia
de una probable dinámica de urbanización; aunque para Pantanitos, esta tendencia
remitió a las necesidades espaciales de unidades productivas alfareras artesanales
cuyos predios no requieren de mayor superficie, pues además del horno, los patios de
secado y los espacios de acopio de materias primas y de cortado hacen unidades
productivas pequeñas.
135 Ibíd. p. 4.
104
Imagen 7. Pantanitos, Unidades productivas Alfareras.
Fuente: Archivo Personal. Primer Plano: Unidades productivas Alfareras – Fondo: Ciudad de
Sogamoso.
Una de las formas más interesantes en donde se logran comprobar las complejas
relaciones que enmarca la territorialidad radica en el hecho de nombrar. Construir el
significado de algo a partir de unas palabras implica la construcción de un conocer, un
proceso ontológico que refleja las formas sobre las que la territorialidad fluye. Por
ende, este apartado abordará un pequeño análisis sobre la toponimia en el entorno de
Sogamoso, partiendo del nombrar como una manera de abstraer toda una concepción
(sentida y pensada) del lugar y su adscripción atinente a la territorialidad como
proceso.
El siguiente mapa (Ver: Mapa 7) muestra la distribución de los dos grandes grupos
toponímicos que se identificaron de la base de datos predial, partiendo de los
nombres que las personas le daban a sus inmuebles en los protocolos notariales. Así,
los topónimos relativos al medio físico por un lado, y los antropónimos (topónimos
asociados a lo humano) fueron empleados como categorías que comprenden cada una
varias subclases, y que permitieron construir unas tendencias que permitieron
105
establecer la predominancia de unas formas de percibir el entorno a partir de
nombrarlo. De esta forma, este sencillo análisis parte de lograr territorializar la lógica
toponímica permitiendo encontrar algunas pautas sobre la forma como transcurrió el
proceso de territorialidad en el curso geohistórico que transformó el valle de
Sogamoso.
Fuente: Elaboración propia a partir de protocolos notariales 1930 – 1965. Notaría 1ra. de
Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 20.
Acorde al mapa anterior, las veredas cuyo patrón toponímico mostraron una
predominancia relativa al medio físico fueron Las Cañas, Mortiñal, Ombachita,
Pedregal, y las Chorreras (1era. y 2da. Chorrera), todas estas ubicadas en una franja
topográfica de montaña media-alta. Esta característica permite plantear que la
106
influencia de rasgos naturales o relativos al medio físico tales como altitud, topografía,
pendiente, entre otros, constituían criterios de referencia de primer orden que
determinaron la pertenencia y el sentir del lugar a través del acto de nombrar.
Justamente, es posible identificar algunos rasgos que incidieron en la forma como los
individuos no sólo nombraron sino leyeron su entorno. Tomando en conjunto todas
las veredas donde el predominio toponímico recayó en el medio físico (veredas de
media-alta montaña), se procedió a clasificarlo en torno a referentes particulares tales
como orónimos (relieve), referentes de paisaje, de coberturas vegetales, hidrónimos
(corrientes de agua) y otros varios. (Ver: Anexo 21).
107
Mapa 8. Territorialidad Toponímica del Medio Físico: Baja-Media-Alta Montaña.
Fuente: Elaboración propia a partir de protocolos notariales 1930 – 1965. Notaría 1ra. de
Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 22.
Los topónimos relativos al paisaje junto con los orónimos, tan importantes en veredas
de media y alta montaña, aquí fueron minoría respecto de los topónimos relativos a
coberturas vegetales e hidrónimos (topónimos relativos a agua); elementos del
entorno que comienzan a tener mayor protagonismo, no sólo visual sino funcional. En
veredas de complicada topografía y suelos difíciles de trabajar, aspectos como el agua,
que generalmente abunda por las numerosas corrientes que bajan del páramo, no
constituye un referente tan especial para el lugar como si lo puede ser la montaña
misma, pues son “los desniveles del terreno los que condicionan en cierta forma la
elección sobre el uso de las tierras. Los valles y las suaves pendientes proporcionan
por lo general un medio más propicio para la agricultura” 136, actividad que sí remite a
136 HERRERA ÁNGEL Martha. Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las
llanuras del Caribe y en los andes centrales neogranadinos. Siglo XVIII. Bogotá: Academia Colombiana
de Historia: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2002. p. 45.
108
una preponderancia del agua y las coberturas vegetales en veredas de media montaña,
tal y como muestra el patrón toponímico en las Chorreras. Así, nombres como “el
Uche” (Prunus buxifolia), “Arrayanes” (Myrdanthes leucoxyla), “el cordoncillo” (Piper
aduncum), “los alisos” (Alnus acuminata), “el Tunal” (Meriania peltata), “montecillo”,
“Mortiñal” (Hesperomeles goudotiana) “Hayuelos” (Prumnopitys montana), “Sauzal”
(Salix humboldtiana) o “el Alisal”, todos referentes de árboles, guardan una estrecha
relación con la forma como los habitantes leían su entorno natural al respecto de
cercas vivas, árboles que a manera de signo anuncian agua, maderas para
herramientas, etc. Al respecto, en la vereda Pedregal, al enseñar un Tabe, Elías
explicaba que éste “llamaba” el agua, “por ejemplo mire ahí pa´ bajo de la mata, hay
bastante pastico, hasta un guiche tiene ese árbol, ton por eso no se tumba una mata de
esas”137; situación que también era referida para el caso del Laurel (Ocotea
heterochroma) y el cardón (Puya ochroleuca). Así mismo existen referencias a otros
árboles que la alejan, “si sumercé mirá pa´llá esos que son eucaliuptos, puay no hay
nada, es un peladero”, refiriendo que es un árbol que seca la tierra, y por ende malo.
De esta manera, lo malo o lo bueno refieren a la forma como ontológicamente en la
localidad se interpreta los efectos del entorno, del árbol dador de vida, o del árbol
dañino - por ejemplo-; cuestiones que se construyen precisamente en torno a las
valoraciones que el individuo hace desde su entorno, desde lo local.
Por otra parte, los elementos del entorno físico permitieron al campesino construir
límites espaciales, que en tiempos donde no se había generalizado el uso de cercas de
alambre, denotaba todo un complejo proceso de territorialidad y conflicto. El uso de
piedras y otros elementos para amojonar, refirió todo un sistema espacial construido
en torno a elementos del medio físico respondiendo a las mismas condiciones que éste
plasma, y que espacialmente los individuos aprehenden para fijar límites,
los llamamos cimientos […] los sacaban aquí del río que era lo más próximo, eso era
entre los vecinos, vamos a levantar esos cimientos! porque definitivamente ni usted
aguanta una oveja, ni yo la suya […] difícil la vaina! Y es que el estado no quiere asumir
nada, el estado dice cada cual machuque, pique y haga su montón aparte! Eso había gente
109
que sabían picar la piedra, porque si no se partía. Le daban con cincel, y la dejaban
parejita138.
En el mismo sentido, en la vereda Las Cintas, un entorno de alta montaña con paisajes
paramunos de vegetación baja, corrientes de agua y lomeríos, los mojones
correspondían a elementos del entorno cuya vistosidad y permanencia en éste, hacían
que fueran referidos a partir de características propias, tal y como se puede apreciar
en el siguiente fragmento de alinderamiento de un protocolo notarial, “va desde una
piedra nativa que hay en el paso de la quebrada […] a dar a una piedra picachuda
[…] piedras enterradas en recta a dar a la quebrada donde hay una piedra grande
plancheta […] a dar a una piedra grande que hay en una hoyadita, de ahí en recta a
dar a la laja”139.
Fuente: Archivo Personal. Der.: Cerca en Piedra y Alambre en Alta Montaña (Páramo de Ocetá) – Izq.: Cerca
en piedra y alambre, puerta en madera en parcela periurbana del municipio de Monguí.
- Antropónimos.
138 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 -
13 Marzo de 2016.
139 Protocolo Notarial No. 268. Febrero 24 de 1954. Notaría Primera. Predio en la Vereda Las Cintas.
110
marcadamente antrópicos. De esta manera, parcelaciones y carreteras, ermitas y
altares, construcciones, entre otros rasgos, posibilitaron formas de referencia
espacial.
Otros. 3
Epónimo 36
Personal 42
Morfología y Paisaje 42
hagiotopónimo 77
*Veredas: Villita y Malpaso - Siatame.
Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 – 1965. Notaría 1ra.
de Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.
112
CÁPITULO TRES. LA INVENCIÓN MODERNA DEL VALLE DE SOGAMOSO COMO
TERRITORIO DESARROLLADO.
Imagen: Acerías Pez del Río. Presidencia. Informes y Balance de 1956. p. 23. En: Biblioteca Nacional. Fondo:
Hemeroteca. Informes Presidencia Acerías Paz del Río.
La forma como en el anterior capítulo fue plasmado el proceso geohistórico del Valle
de Sogamoso a partir de la tríada <geohistoria-población-tierra>, facilitó una
aproximación contextual de las relaciones que marcaron los distintos
direccionamientos de la territorialidad local ante la irrupción de la modernización
dentro del marco epistémico de la modernidad y la era del desarrollismo. Ahora,
teniendo en cuenta esta realidad contextual, se abordará en concreto aquellos
mecanismos plasmados en el discurso modernizante que posibilitaron una invención
113
moderna de la realidad local, un valle ficticio, proyectado a partir de mecanismos
geopolíticos que trascendieron del discurso para generar una colonialidad
territorializada.
Cabe destacar, que el objetivo de este capítulo parte de reconocer aquellas relaciones
territorializadas que legitimaron una colonialidad territorializada genéricamente
conocida como modernidad y matizada a través de los conductos de la modernización
y el desarrollo. La forma como se dio esta territorialidad plasmó una invención, ligada
al mecanismo de planeación, base y soporte de las formas como el desarrollo se
territorializó de múltiples maneras en infinidad de contextos homogenizados bajo la
categoría de “tercer mundo”. La invención del tercer mundo, a su vez conlleva a
cuestionar las invenciones de múltiples territorios en el orbe, pues la génesis de otro
mundo (el segundo y el tercero), en su territorialidad no implicó uniformidad, sino
que revistió una interrelacionalidad entre la retórica totalizante moderna y diferentes
contextos socio-espaciales. Es precisamente el territorio, el que abre la caja de
pandora de la problemática del desarrollo en el tercer mundo, pues más que naciones
(Latinoamericanas, Africanas y Asiáticas) “rezagadas”, se trata de ponderar la
existencia de una exterioridad respecto de aquel sistema de poder colonial del norte
global que operó estratégicamente el proceso de traducción de las realidades
múltiples locales a la realidad única del desarrollo. Es una exterioridad que no se
remite a un <afuera ontológico>, sino que refiere a un “afuera” plasmado como
diferencia. Por esto, el término tan conocido de “Tercer Mundo” implica aquí la puesta
en marcha de complejos mecanismos de construcción de una territorialidad
proyectada que buscaba legitimar la visión del desarrollo. De esta manera, un primer
paso radica en identificar la lógica fundacional de lo que discursivamente se masificó
como desarrollo, bajo la tutela de la geopolítica del norte global.
140 sin dejar de lado los efectos de los cercamientos impulsados por leyes parlamentarias. HOBSBAWM
Eric. Revolución Industrial y Revuelta Agraria. El Capitán Swing. Siglo XXI, Madrid. 1985. p. 25.
141 El considerable aumento de la producción fue ejercido, en parte, por la incorporación de nuevas
tierras que habían estado dedicadas al pastoreo, y además por la aplicación de "lo mejor de los métodos
tradicionales en mayor escala, adoptando ciertas innovaciones de sentido común que durante mucho
tiempo habían sido practicadas en algunos lugares" de Inglaterra Ibíd. p. 31.
142 Palabras de Leonard J. Currie, Director del Centro Interamericano de Vivienda CINVA. [Prólogo,
Director del CINVA Leonard J. Currie]. Op cit. CINVA Centro Interamericano de Vivienda.
143 Op cit. ESCOBAR Arturo. Más allá del Tercer Mundo. Globalización y Diferencia. p. 44.
115
El numeral cuarto del discurso de Truman sintetizó la forma como a nivel global se
reproducirían los mecanismos conducentes a emular las sociedades del norte global.
Así, las naciones debían estar atentas a estimular la industrialización, la urbanización
y la agricultura tecnificada en pos de un crecimiento de la producción material, el
crecimiento de niveles de vida y la “adopción generalizada de la educación y valores
<modernos>”144 que recayó en la combinación de estos factores claves: “capital,
conocimientos expertos y tecnología”. De esta manera, instituciones hemisféricas tales
como el World Bank, fueron las encargadas de aplicar las directrices del desarrollo, y
acoplaron una forma específica para desatar el proceso de modernización procurando
convertir las sociedades llamadas tradicionales en sociedades modernas,
involucrando también formas particulares de leer el territorio (atrasado), de
planificarlo (desarrollarlo) y de vivirlo (negación y omisión de lo local).
144Ibíd. p. 26.
145Op cit. ESCOBAR Arturo. Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y
diferencia. p. 62.
116
“más múltiple y discontinuo”146 como fundamento de la diferencia. Por ende, el caso de
aquel Valle “de gran belleza y pobre, [donde…] tan sólo hace tres o cuatro años las
gentes vivían como lo hacían sus antepasados durante los últimos dos siglos,
pastoreando sus ovejas y labrando sus tierras con bueyes y arado de madera”147,
suscitó la forma típica de territorialización de la retórica desarrollista: Una irrupción
industrial como aliciente inmediato para una transformación cabal de una realidad
rural decadente. Así, la dicotomía industria-campo describió entonces una relación
esencial a la hora de entender los territorios como ficciones del desarrollo.
experiencia y sus relaciones con el Banco Internacional para la Reconstrucción y Fomento. CEDE -
Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico, Univ. De los Andes, Bogotá. Monografía No. 16, Oct.
1963. p. 2.
117
“industrialización” es referenciado como ambiguo o a “medias”150, en función de una
modernización que no siempre fluyó a la par con la modernidad, se reduce en gran
medida su armazón crítico, ya que se sigue centrando el problema en la imposibilidad
de la articulación del “tercer mundo” ante la oportunidad brindada por el mundo del
desarrollo. Ante esto, se propende por construir una crítica más allá que la
modernidad, reconociendo las posibilidades otras del aparentemente atrasado y
subdesarrollado. Por esto, la dominancia ontológica de la modernidad en términos de
una utopía industrial fue clara, territorializada a partir del contraste de un atavismo
rural como antítesis de una conciencia de modernidad que llevó a reconfigurar las
relaciones de territorialidad en función de un criterio central: lo nuevo como utopía
industrial urbana y lo tradicional como diferente. De esta manera, calles adoquinadas
e iluminadas con fachadas arregladas y en concordancia con una estética que refiere al
cambio, marcan un contraste aún en medios rurales, caso del municipio de Pesca, al
sur del Valle de Sogamoso, donde su centralidad y proceso geohistórico ante la
modernización espacial, desde mitad de siglo hasta la actualidad ha generado
dinámicas de transformación. Al respecto, el siguiente fragmento del diario de campo,
describe la situación:
Las tiendas y cantinas de rancheras y música carranguera, junto con la ebullición social
que genera un día de mercado al que acuden campesinos de todas las veredas, difiere
de la estética del orden territorial de “barrios de gente de Sogamoso que viajan todos
los días en sus carros” a la ciudad. A partir de este último referente, muchos advierten
que su pueblo “Se ha vuelto más moderno!”, señalando la edificación de la alcaldía en
remodelación, los postes ornamentados del andador, y hasta las continuas rutas de
buses que los comunican con Sogamoso, como ejemplos.
Evidentemente a través de estas referencias se refiere un cambio, y es precisamente en
la oposición entre lo antiguo y lo moderno que éste encuentra lugar, “hay una plaga los
días de mercado, eso dejan un chiquero […] es que llegan en caballos y burros, y se
ponen a hartar, eso dejan los animales puay, con las mismas cargas, los animales al sol
ahí parqueados […] vienen puallá de arriba” – señala un hombre mayor sentado en una
banca de la plaza principal. Sin duda se trata del arribo de personas de las diferentes
veredas que llegan al mercado semanal. Es precisamente el hombre de campo, con
botas unos, cotizas los menos, embarrados y uno que otro borracho harapiento y sucio,
que en sus andancias llegan los días de mercado a comprar víveres o a vender algún
producto, a cerrar o sentar algún negocio, donde todo es mediado a través de las
sociabilidades del alcohol y las conocidas “tiendas”; reflejo de decadencia para muchos.
118
Entre las cuadras aledañas a la plaza principal, con calles pavimentadas sobre terreno
plano, y las que se adentran en la pendiente de la montaña donde se asientan algunos
barrios, existe muy poca distancia; sin embargo socialmente son referidos como
territorios diferentes. Un recorrido por las casas que se levantan en la ladera hace ver
una vida barrial, de pequeñas tiendas de abarrotes y gente mayor en ruana saliendo a
los andenes a sentarse y pasar el tiempo. Uno que otro lote cerrado (entre cercas de
alambre y ladrillo) sugiere que no hace mucho predominaban las parcelas de cultivo
antes que las viviendas, cuya extensión en algunas obedecen a antiguos solares.
Caballos y andancias ensilladas, amarradas a postes de energía y cercas sobre los
andenes señalan la forma de vida en este espacio, ligado aún a las actividades agrícolas
que se llevan a cabo en las veredas de la población. Sin embargo, para el caso de la
forma como algunos individuos piensan un territorio como la plaza, resulta
indispensable alejar cualquier rasgo que advierta un vínculo con aquella estética
urbana de la ladera; pues la plaza es de “mostrar”, la que presenta al pueblo y en cierta
medida señala su “estado” (un pueblo atrasado o un pueblo en cambio y vanguardia).
En una esquina, apenas en la intersección entre la ladera y el terreno plano donde se
extiende la traza urbana y la calle conduce a la plaza principal, se levanta una señal de
tránsito, que no es precisamente para los pocos carros de un casco urbano conformado
por pocas manzanas. Ésta señala la prohibición de circulación de animales y jinetes, un
referente concreto de lo que en términos espaciales plantea la modernidad como
proceso de reconfiguración territorial: un marco normativo sustentado en el poder
estatal como actor desterritorializador, validado por un imaginario social que
reterritorializa unas usanzas propias y cotidianas de la localidad en función de un
referente de cambio percibido a través de una conciencia de la modernidad151.
Fuente: Archivo Personal. Municipio de Pesca. Izq. Zona plana aledaña a la Plaza Principal. Der. Zona de
ladera, cuadras apenas de la Plaza Principal.
151Diario de Campo, 3era. Semana de Enero. – Entrevista y recorrido en la cabecera del municipio de
Pesca. 19 de Enero de 2016.
119
La Planificación del Desarrollo y el Poder Regional: El BIRF y el proyecto
Siderúrgico.
152 Resulta ingenuo pensar que el BIRF se vio “sorprendido” tal y como lo anuncia Alacevich- ante el
Plan Marshall en Europa, y optó por “ayudar” a los países subdesarrollados, cuando la junta ejecutiva de
la institución estaba compuesta por representantes de los países miembros, cuyas políticas estaban en
la órbita de los intereses geopolíticos de Estado Unidos. ALACEVICH Michele. La economía política del
Banco Mundial. Los Primeros Años. Banco Mundial, Colombia. 2010.
120
hervidero de intereses, es necesario tener en cuenta que el BIRF no fue neutral a pesar
de la aparente naturaleza técnica y apolítica que pretendió fundamentar, ya que su
papel en la misión de planificar el “desarrollo” obedeció a los intereses
estadounidenses que se gestaron en el marco de la guerra fría. El mismo Walt W.
Rostow, siendo director del grupo de Planeación Política del Departamento de Estado
de Estados Unidos afirmó
Por ello, países como Colombia, que experimentaba una peligrosa turbulencia social
con la violencia política, marcó un camino en torno al desarrollo y la cooperación del
BIRF, pues en materia de ayuda, los caminos no condujeron a Roma sino a Bogotá154.
En efecto, la primera misión integral del BIRF fue realizada en Colombia, entre Julio y
Noviembre de 1949. En ella, fue abordado el proyecto siderúrgico de Paz del Río, que
la misión cuestionó y objetó, embistiendo al proyecto de una fuerte retórica
nacionalista en torno a su defensa, pues implicaba el derecho soberano a la
industrialización como principio de redención social por parte de algunas elites
políticas nacionales y regionales de Boyacá. Desde consideraciones técnicas y teóricas,
hasta problemas de costos y financiación, la misión del BIRF presidida por el
economista Lauchlin Currie, tuvo como contrincantes en la palestra pública a los
promotores y la junta directiva de la naciente siderúrgica, donde unos y otros a través
de las élites políticas regionales atizaron un debate que muchas veces se salió de lo
técnico, cobrando cada vez más visos nacionalistas. El informe de la misión extranjera
concluía, “que la localización de la planta propuesta por una parte, y la pequeñez del
153 En un reporte interno del BIRF, días después del Bogotazo, se informaba que además de los hechos
mismos de violencia política, pre-existían ya algunos factores que dificultaban el entendimiento entre el
Banco y algunos países, entre ellos, la renuencia de algunos a comprometerse “en acciones contra actos
subversivos inspirados por fuerzas extranjeras (es decir, comunistas), al igual que la negativa a aceptar
liberalizar las disposiciones para que capital extranjero (estadounidense) entrara. Ibíd. p. 17.
154 Ibíd p. 11.
121
mercado, por otra, hacen prematura y no aconsejable en este momento la
construcción de cualquiera de los dos proyectos de la planta integral de acero en
Belencito”155 (Valle de Sogamoso). Aún la posibilidad de dinamizar territorios
“diagnosticados” como atrasados y olvidados como Boyacá y Santander, no constituía
un aliciente para un posible concepto favorable de la misión, perspectiva que si era
una prioridad para las elites políticas del oriente andino en su batalla política contra
los intereses de las elites políticas empresariales del centro occidente colombiano
(Antioquia).
El concepto negativo al proyecto, y hasta la misma condición de extranjero de la
cabeza de la misión (Currie), permitió despertar cierta efervescencia nacionalista
construida en torno al derecho soberano que tenía una nación a industrializarse. Al
respecto, las palabras del presidente Mariano Ospina Pérez durante el Congreso
Siderúrgico Latinoamericano acreditaban tal expectativa ante la posibilidad de contar
con una planta de producción de acero doméstica, “Si el pantano de Vargas y el Puente
de Boyacá nos dieron la independencia política… con la empresa siderúrgica de Paz
del Río, se está consolidando nuestra independencia económica”156. Producir acero
doméstico era como lograr una segunda independencia157; de esta manera se abría
paso el desarrollo de la nación, pues “nación fuerte significa hoy país industrialmente
desarrollado”158, ya que hasta 1941, casi la totalidad de la demanda de hierro o acero
se satisfacía a través de importaciones principalmente de Estados Unidos. El
desarrollo nacional se entendía en cada tonelada de producción, pues el país, de lograr
la siderúrgica propia, se ahorraba un importante margen que podría ser sustituido
respecto de la importación de acero; lo que significaba - en teoría -, poderlo emplear
122
en otros bienes necesarios y/o estratégicos, como por ejemplo, "más toneladas de
fertilizantes para nuestro suelo”159.
159 Op. Cit. Lo que Significa Paz del Río. Conferencia leída por el Ing. Victor Archila Briceño en la segunda
sesión de Trabajo de la XXVI Conferencia Rotaria.
160 “Puede decirse, con absoluta seguridad, que en ninguna ciudad del país se está trabajando
actualmente con la intensidad, la fiebre y la desesperación con la que se trabaja en Belencito, una
ciudad moderna, de ruidoso y confuso cosmopolitismo, situada a siete kilómetros de Sogamoso, en el
recodo de una extensa llanura agrícola. Hace ocho años la ciudad no existía. A todo lo ancho del Valle no
había otra edificación que una larga casa colonial llena de ventanas, que hasta hace un siglo era un
convento de agustinos, y una capilla de cal con una sola torre, un solo ventanuco y una sola campana”
.GARCÍA MÁRQUEZ Gabriel. Belencito, una ciudad a marchas forzadas. Diario El Espectador, Junio de
1954. Artículo digital 22 de Marzo de 2011. Consultado el 13 de Mayo de 2016:
http://www.elespectador.com/el-espectador-124-anos/belencito-una-ciudad-marchas-forzadas-
articulo-258552
161 Construcción de grandes proporciones (alrededor de 30 m de alto) donde se efectúa la fusión y
mineral de hierro.
162 El primer Alto Horno del país fue bautizado <Elena>, en honor a la esposa del gerente de la Empresa.
123
En Sogamoso, que es la población más cerca a Belencito, una habitación para una
sola persona, que hace pocos años valía siete pesos mensuales, cuesta cincuenta
en la actualidad. En esa proporción está subiendo el costo de la vida en
Sogamoso, en cuya plaza principal se ha vendido siempre ganado llanero y
productos agrícolas y acaso sea, dentro de pocos años, un gran mercado de cosas
de hierro y acero, desde alfileres hasta locomotoras163.
163Ibíd.
164Lo que Significa Paz del Río. Conferencia leída por el Ing. Victor Archila Briceño en la segunda sesión
de Trabajo de la XXVI Conferencia Rotaria. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso,
Febrero 21 de 1954. No. 240. ACMS, Hemeroteca – Acción Cívica.
124
Cauca flanqueado por ambas”165, territorialmente originando una articulación de
carácter endógeno e intrarregional.
165 Op cit. PALACIOS Marco, SAFFORD Frank. Colombia: País fragmentado, Sociedad dividida, su
historia. p. 19.
166 GONZÁLEZ GONZÁLEZ Fernán E. Poder y Violencia en Colombia. Odecofi-Cinep, Bogotá. 2014. p.
181.
167 Ibid. P. 183.
125
Esta configuración geohistórica de la territorialidad del poder nacional, es la que dio
fundamento al papel de las élites políticas boyacenses y de los andes orientales, para
haber protagonizado rencillas, debates y polémicas defendiendo el proyecto
siderúrgico, a pesar que en muchas ocasiones los conceptos técnicos y aún la precaria
capitalización auguraban un fracaso. Por ende, la oportunidad histórica que las elites
de oriente tenían de poder gozar de un tratamiento serio para su región, fue la
cristalización del proyecto siderúrgico; "el oriente colombiano habrá de
industrializarse, empezando, como es lógico, por las regiones centrales de Boyacá…con
la ventaja de que ese proceso partía de una base que no tuvo ni ha conseguido después la
industrialización occidental: el establecimiento del único centro de industria pesada
para el país”168. De esta manera, desde Boyacá se preguntaban si acaso el problema de
un proyecto siderúrgico tan aparentemente provechoso para la nación radicaba en
que tenía como epicentro las bucólicas y frías altiplanicies orientales, de tradición
fuertemente agrícola169. Así, el llamado de los intereses del oriente, consistió en librar
la que se llamó “batalla del hierro” planteando una división de poder entre el
occidente y oriente colombiano, una lucha que significaba lograr prevalecer y respetar
los intereses de la región oriental centrada en Boyacá. Justamente, este choque de
elites regionales metafóricamente figuró la lucha entre el hierro que reclamaba
Boyacá y el oro que poseía Antioquia, y que en plena era industrial, todavía se creía
que el único metal precioso ambicionado por los estados era el oro, sirviendo este sólo
"para guardarse en los sótanos del banco emisor”170.
Pre-Modernidad Territorial.
168 En la Puerta del Horno. JOSE MAR (De El Espectador). Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas.
Sogamoso, Mayo 2 de 1954. No. 247. ACMS, Hemeroteca: Acción Cívica.
169 La Industria Minera en Boyacá. CIFUENTES H. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas.
126
que otra pequeña fábrica de cerveza, gaseosa o de jabón, una limitada explotación de
Sílice y Carbón, y su artesanía tradicional: productos alfareros para la construcción,
menajes de cerámica popular, manufacturas de cuero y tela, tejidos de lana y fique”171.
Por ello, el futuro promisorio dentro del parámetro de la modernización lo constituyó
el proyecto industrial siderúrgico, aspirando dejar atrás un mundo agrícola
simplificado.
La labor agrícola del campesino hasta el momento que el proyecto industrial
siderúrgico fue presentado, constituía el único referente de vida del pueblo boyacense
distinguido por su laboriosidad, pues “el cultivo de la tierra ha sido su afición
predilecta”172. Los campesinos "provistos de la azada y de la hoz, bregando en porfiada
lucha por sacar de la dura entraña de la tierra un grano que es su única riqueza y el
único galardón de sus sudores y fatigas”173 se enfrentaban durante toda su vida a la
tierra, pues trabajarla no era precisamente algo visto como fácil y agradable. Así, la
naturaleza fue referida en el discurso modernizador, como un ente hostil, cosificada,
donde el campesino porfiado recurría a cuanto recurso pudiera acceder para lograr
algo de esta. Por ello, cuando a finales de 1943 se especuló desde Bogotá sobre la
negación al proyecto de explotación de las minas de Paz de Río174, la desazón se hizo
notar, pues resultaba imperante que en pos del desarrollo, Boyacá lograra superar la
ganadería y la agricultura, vistas éstas como unas actividades seculares que poco
aportaban para tal logro. De esta manera, el individuo no debía “contentarse con andar
tranquilo tras de los rebaños que pacen en las dehesas o en pos de la perezosa yunta por
la empinada cuesta", sino empezar a no renunciar al proyecto industrial como factor
de cambio. Fue ésta particular concepción sobre una tierra ingrata y porfiada con el
sufrido agricultor campesino la que el discurso de modernización elaboró, inventando
así un constructo geohistórico artificial que desconoció la naturaleza de la relación
local que entreteje el campesino con la tierra como arte de vivir. La tierra no es un
simple sustrato, y aun cuando el paisaje lo dominan secos pastizales producto de una
171 Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Del Barro al Acero (En la Roma de los Chibchas). p. 438.
172 La Industria Minera en Boyacá. CIFUENTES H. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas.
Sogamoso, Diciembre 28 de 1943. No. 5. ACMS, Hemeroteca – Acción Cívica.
173 Ibíd.
174 Municipio ubicado al nor-oriente del departamento de Boyacá, que alberga las minas de hierro que
127
fuerte sequía, o potreros anegados ante el crudo invierno, la tierra es “agradecida” en
el argot campesino, quizás como un reflejo vago y lejano de las raíces indígenas que la
proclamaban como su madre. Sin embargo, ante esta legítima concepción sobresale la
consideración de un territorio caduco en sus interrelacionamientos, la <pre-
modernidad> señalada como el comienzo de la desaparición de la tierra, penosamente
no sólo como constructo ontológico campesino, sino literalmente como un sustrato
físico dador de vida, tal y como se presenta en el siguiente fragmento del diario de
campo producto de un recorrido realizado en un reducto estrecho del valle, al sur de
la cabecera del municipio de Firavitoba (sur occidente del Valle de Sogamoso),
128
reflejaban sus preocupaciones del presente, me permitía entender las territorialidades
rurales desde el cambio, desde la vulneración de las sociabilidades campesinas. Así, si
seguía escuchándola, lograría abordar desde sus preocupaciones, miedos y decepciones
- es decir desde su sentir -, cuál era la manera cómo se vivía una vereda antes que el
cómo se vive en una vereda.
La sensación de desazón, la decepción con lo que un instrumento comunitario como la
JAC pudo hacer y no hizo, todo esto, constituyen continuos referentes de
desterritorialización, ya que lo vivido y recordado no es fácilmente ubicable
geohistóricamente, pues es la vereda Mombita Alto pero ya no es su vereda. Sin
embargo, no es un vacío, simplemente los referentes son otros, las luchas también.
Diario de Campo: 4ta. Semana de Noviembre. - Entrevista a Rosa y Adriana. Vereda Mombita Alto,
175
129
CAPÍTULO CUATRO. DE LA INVENCIÓN DEL VALLE DE SOGAMOSO AL
TERRITORIO COMO DIFERENCIA SENTIPENSADA.
Aníbal Quijano.
Modernidad, Identidad y Utopía en América Latina. p. 46.
Imagen: Archivo Personal. Juguete de Niña Campesina. Páramo de Ocetá. Municipios de Monguí –
Mongua. Marzo de 2016.
130
Para Aníbal Quijano la historia de la modernidad tiene origen en el encuentro entre
Europa y América como rasgo fundante de una reconstitución de la imagen del
universo, pues a partir de ello, “todo conocimiento deberá su producción y su
legitimidad al empleo de las propias aptitudes humanas de hacer experiencias
comunes a todos”176: El uso de unos mismos elementos cognitivos, para Europa
empezó a significar la racionalidad, la razón.
En torno a este criterio universal, para Quijano “la nueva intersubjetividad, así como
las prácticas sociales constitutivas sobre esos fundamentos”177 constituye la
modernidad, la imagen universal de los lugares fue la inventiva de la racionalidad que
los desnaturalizó, los desterró de su contexto geohistórico. De esta manera, esta
segunda parte de la tesis abre el marco para reconocer el mundo campesino y rural
del Valle de Sogamoso a partir de las particularidades geohistóricas de los territorios,
que sin aludir a un determinismo geográfico, marcaron la pauta del arte de vivir en un
valle interandino trastocado por la tríada “modernidad-modernización-desarrollo”.
176 QUIJANO Aníbal. Modernidad, Identidad y Utopía en América Latina. Sociedad y Política, Lima. 1988.
p. 47.
177 Ibíd.
131
Si bien la primera parte de esta tesis se concentró en reseñar cómo el sistema de
poder invisibilizó lo local, matizado por una realidad rural y campesina,
desnaturalizando su territorialidad; aquí el lector podrá encontrar un punto de
partida para reconocer cuáles fueron aquellas formas y maneras de vivir que
subyacieron al proceso geohistórico de la modernidad en el Valle de Sogamoso.
La forma como campesinos, caporales y arrieros, entre otros actores, vivieron el valle
de Sogamoso, parte del reconocimiento de una ontología andina territorializada que
implica la afirmación de una manera particular y concreta de referenciar el entorno,
interpretarlo, leerlo y sentirlo, que en el curso geohistórico no describe antagonismos
donde los procesos de territorialización fluyen independientes o paralelos, donde por
un lado fluye lo modernizante y por otro lo propio y local. Se trata pues de referir una
realidad interrelacional, reconociendo unos pesos específicos distintos y no
equilibrados, configurando una multiterritorialidad (varias territorialidades)
dialéctica, que parte de un marco moderno apabullante respecto de lo local. Antes que
romantizar el mundo rural y campesino construido en torno a una visión de su
mundo, se propone reconocer su complejidad como proceso social territorializado.
178 Op cit. GUHL NIMTZ Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. p. 53.
132
marcada por constantes inundaciones, afectando cultivos y pastizales. Las lluvias en
invierno cambiaban el paisaje del valle, donde los recodos de la sabana estaban
“cubiertos de agua en su mayor parte en la actual época de invierno, tal como pudimos
comprobar por un vistazo echado al día siguiente desde la capilla de Santa Bárbara,
situada arriba de Sogamoso, vista que durante el verano apenas revela unas cuantas
pequeñas lagunas”179. Numerosas descripciones de su paisaje permiten inferir una
importante presencia del agua en la planicie “cargada de prados y mieses, desarrollada
y tendida como una rica alfombra cuyos diversos matices se desvanecían en los recodos
de la extremidad oriental […] extendiendo al pie de los sauces su moviente sombra…”180.
Tierra y agua conformaban un mundo cambiante que dominaba la vida en el lugar,
“con la llanura, el río y las lagunitas delante de los ojos, […] notándose claros los
vallados, los sauces, los surcos de las sementeras y los animales domésticos alrededor de
las próximas casas, en las estancias y huertas; es una miniatura de llanos y cerros…”181.
En efecto, el valle geológicamente tiene un origen lacustre182, y precisamente tal
particularidad que data de tiempos geológicos, había determinado que los ríos
surcaran esta planicie tomando un curso “perezoso” de fácil inundación y de suelos
pantanosos. Por estas condiciones, los trabajos para desecarlo y potencializar el uso
del suelo en tierras llanas durante el siglo XX fueron poco a poco tomando forma a
través de la canalización de importantes cursos de agua y la apertura de canales de
desecación.
179 HETTNER Alfred. Viajes por los Andes Colombianos (1882-1884). Biblioteca Luis Ángel Arango –
Biblioteca Virtual. En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viaand/viaand36.htm
Consultado el: 19 de Abril de 2015.
180 ANCÍZAR Manuel. Peregrinación de Alpha: por las provincias del norte de la Nueva Granada.
centímetros por cada 100 metros, aspecto que sólo las aguas podían producir. Las proporciones
estimadas del lago, abarcaban no sólo la planicie de Sogamoso, sino la de Tundama llegando a Paipa.
Guhl destaca que hacia finales del mioceno y durante el plioceno, tuvieron lugar los principales
movimientos orogénicos andinos, correspondientes a las altas sabanas como las de Bogotá, Fúquene y
Sogamoso, que eran grandes reservorios de agua constituyendo en esta era los grandes lagos andinos.
133
Imagen 10. Principales Cuerpos de Agua en el Valle.
Fuente: Presentación del Diagnóstico técnico y construcción de la formulación para la revisión ordinaria
del Plan de Ordenamiento Territorial. Municipio de Sogamoso – Boyacá. Componente ambiental.
Universidad Nacional. 2015. Imagen editada por el autor.
Además del río Sogamoso o Chicamocha, que atraviesa el valle desde el occidente
hasta el noreste, fue de vital importancia para adecuar las tierras el canal de Venecia y
el canal de Vargas, a donde entrega sus aguas el río Monquirá que atraviesa la ciudad y
que en la primera mitad del siglo XX constituyó un límite natural para el pequeño
pueblo extendido hacia el occidente; sin contar además con los numerosos pequeños
canales de desecación al sur, norte y noroeste de la ciudad, tal como se evidencia en la
anterior imagen (Ver: Imagen 10).
134
vivencia. Concretamente el Valle de Sogamoso reflejó un dinamismo y complejidad en
sus territorialidades que distaban mucho de aquel constructo geopolítico moderno
que lo signó como simple y atrasado. Por ejemplo, a partir de una sola variable como
el trigo, de tantas que se interrelacionaban en este territorio, las articulaciones
territoriales resultan esclarecedoras para el lector. Al sur, municipios como Tota y
Cuítiva, ubicados sobre la cordillera, se integraban al mercado en el valle de Sogamoso
de una manera activa,
De amplios parajes de Tota y Puebloviejo bajaban las esteras, hechas de junco que
crecía en las orillas del lago de Tota, usadas en los tiempos donde no se conocía el
colchón, tal y como lo recuerda María Susana,
Las juncas se amarraban con cabuya, pero eso asentaban los nudos. Uno no
conocía más, se dormía ahí […] sólo hasta ya cuando me casé, y después eché a
trabajar (vendía mis empanaditas) me fui a traer mi colchón a Sogamoso, antes
no, siempre dormía en junca. Eso se tejía con el junco seco […] En ese tiempo qué
colchones! Eso eran unos cueros de esos de ganado, y encima echaba uno una
estera y ese era el colchón.
183
Entrevista a María Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 de Febrero de 2016.
135
Imagen 11. Estera hecha de junco seco.
De la misma forma, los cedazos empleados para cernir harinas y bebidas, eran hechos
en Tota, a partir de la crin y cola burro. Así, para referirse a una persona de este
municipio, empleaban el apodo de “escolaburros” debido a su actividad de fabricación
de cedazos. Lo activo de este comercio, radicaba en la territorialidad triguera
territorializada a partir de prácticas productivas y marcos ontológicos que hacían
trascender el simple circuito comercial que puede percatarse como localidades
productoras y consumidoras en la región. Según María Susana, esta labor era muy
importante,
No ve que eso servía pal trigo! Se llevaban muchos de por aquí. Pero eso
escolaban burros. Y me perdona que lo digo así, pero sí, eran de las colas de los
burros. Las cortan y hacen los manojitos, las lavan y las amarran. La ponen a
secar y van sacando a cada manojito un nudo en la punta […] y eso hay unos
telares que les toca hacer, pa eso! son pequeños.
El oficio de la fabricación de cedazos tenía varios pasos. Las colas de los caballos o los
burros eran cortadas por hombres, y arregladas y alistadas por mujeres, quienes eran
136
las que en su mayoría manipulaban un telar rústico y pequeño. Así mismo los
hombres eran los encargados del cepillado de los aros de madera que hacen el cuerpo
del cedazo, labor que hacían con un habilidoso empleo de su machete.
Fuente: Plan de Desarrollo Municipio de Tota, “Para servirle a mi Gente” 2012 – 2015.
Esta preponderante conexión comercial entre una población cercana como Tota en
torno al mercado de Sogamoso a partir de la territorialidad triguera, sólo constituye
una muestra de la heterogeneidad y complejidad de las relaciones territoriales
137
campesinas; pues en cada jornada de mercado, participaban entre 16 y 20 pueblos, sin
contar con las propias veredas de Sogamoso, donde los campesinos participaban, unos
llevando algunos productos, otros en busca de cotizas, panela o sal. Los alfareros, -
recuerda Felipe - salían al mercado en el pueblo (Sogamoso) en andancias desde
Pantanitos, y “lleve un pichón [un niño, el hijo] que lo tenga mientras compra uno las
cosas, y fuímonos. Algunos como no necesitaban de tanto mercado, o vivían cerca,
pues no llevaban bestias; aquí uno necesitaba siempre mercado porque tocaba tener
obreros, eso siempre se gastaba”184. Así mismo, de otras comarcas se tranzaban
productos tales como “alpargatas, cortes de manta, frazadas […] sombreros de paja,
lazos y costales de fique, ropas para las gentes del pueblo […] cedazos, canastos,
esteras […] pieles curtidas, jabón185. Todo este dinamismo remite a pensar más allá de
la órbita comercial y económica, pues lo que subyace a ello son unas activas y
dinámicas relaciones intra e inter regionales que a todas luces desvirtúan cualquier
posibilidad de concebir un mundo aletargado y retrasado. Remitirse a un solo viajero
intentando dimensionar los caminos recorridos, su trabajo, sus expectativas y en
general las sociabilidades establecidas que le permitían construir el territorio, implica
el reconocimiento de unos tiempos y espacios concretos únicamente posibles allí, en
el lugar, como formas territorializadas. Por ejemplo, las juncas, esteras y cedazos
anteriormente vistos, antes que precariedad, aluden a un tiempo y un espacio
concretos, de la misma manera que las alpargatas,
porque eso qué botas en ese tiempo, eso eran alpargatas de fique. Hacían la
trenza de fique, 3 gajos, y las hacían a la medida del pie, ya las cocían con una
aguja y cabuya; y encima tejían de hilo, la capellada y el talón, y por el otro lado
era de fique. Las hacían acá, en un telar. Eso el que usaba sus alpargatas, era el
que tenía su capital… el resto era alpargaticas de diagonal, gruesas, blancas y de
caucho. Las hacían con llanta de carro, les abrían un hueco, les metían la diagonal
y esas eran las alpargatas! La diagonal se acabó cuando echaron a salir de
cáñamo!”186.
138
Así, los espacio-tiempo territorializados como prácticas, maneras de pensar, maneras
de ser, entretejían los complejos interrelacionamientos que originaban la jerarquía
social, las posibilidades de sobrevivencia, la distinción y la misma construcción de
comunidad, de pertenencia. Sin embargo, una vez establecido el carácter particular y
heterogéneo de estas relaciones, es imperante plantearlas como diferencia, como
propias en la medida que territorializadas implicaron una apropiación social de un
territorio sentipensado.
187
Op. Cit. HAESBAERT Rogério. p. 57.
139
El reconocimiento de cómo se vivió el Valle de Sogamoso parte de aclarar cuestiones
propias de cualquier manual de geografía. ¿Cómo entender un valle interandino frío
como parte del macro-conjunto tropical? Esta pregunta encierra el cuestionamiento
general sobre la vida en esta parte de los andes septentrionales, el sentipensar
entendido como el arte de vivir territorializado, según Escobar.
El trópico es un cinturón espacial que se extiende a ambos lados de la línea
equinoccial, donde no se presentan estaciones térmicas anuales. Allí, la altura sobre el
nivel del mar y la altitud del suelo son los factores que determinan los fenómenos y
sensaciones que en otras partes del mundo hacen parte de las estaciones. El medio
montañoso configura un sistema de pisos altitudinales que dan origen a la variación
térmica en el trópico. Fenómenos puntuales y particulares en torno a la humedad, el
concepto hígrico que resalta Guhl, prefiguran en los habitantes de esta parte del
mundo, la representación de un verano o invierno, muy distinto del régimen
estacional. Períodos de lluvia y sequías de diferente intensidad y duración, marcan el
paso anual del tiempo, presentando dos épocas de lluvia y dos épocas secas al año,
que gradualmente producen “un número grande de zonas geográficas o ecológicas con
todas las gamas de humedad en los diferentes pisos térmicos o altitudinales”188.
Además la iluminación siempre es constante en función de la posición geoastronómica
poco variable, lo que impide fluctuaciones anuales de temperatura189, factor que
resulta clave a la hora de entender las dinámicas y formas de vivir locales ante
factores de apropiación territorial como las cosechas y el comercio de ganado (en
invierno era imposible transitar los caminos con animales). Sin embargo, estos
criterios que denotan las particularidades de los Andes como lugar, remiten también a
formas particulares de vivirlo, expresiones de una relación concreta individuo-
entorno construida sobre la base de una ontología particular, una forma de ver y vivir
tan concreta como el mismo entorno. Por ende, más allá de la altura, de la presión y de
las cotas altitudinales biogeográficas que el conocimiento experto construye como
188
GUHL NIMTZ Ernesto. La Sabana de Bogotá. Sus Alrededores y su Vegetación. Jardín Botánico José
Celestino Mutis, Bogotá D.E. 1981. p. 3.
189
Ibíd. p. 45.
140
abstracción, en este apartado se resaltan formas de conocimiento territorializadas
que denotan la riqueza y complejidad de un vivir andino que nace de sentipensarlo.
Una de las cosas sobre la cual la vivencia de vivir este territorio resulta ampliamente
referida en el espacio-tiempo del valle del trigo y la ganadería son las “cabañuelas”;
un aparente sistema de predicción climática de tradición castellana que se
territorializó en muchos parajes rurales latinoamericanos, otrora ampliamente
empleado para cultivar, entendiendo esto último no como relativo a la producción,
sino como el arte de vivir labrando la tierra. Por esto, las cabañuelas en la tradición
campesina del Valle de Sogamoso más allá de un mecanismo de interpretación
climática, constituyen una representación de la vida a partir del estado del tiempo. Al
respecto, recordaba vagamente Nelly cómo la gente “antiguamente” pronunciaba
expresiones tales como “se puso opaco, eso va a llover, es la cabañuela de no sé qué”,
refiriéndose a la probabilidad de lluvias o tiempo seco a lo largo de todo el año.
Tonalidades del cielo, formas de las nubes y hasta sensación térmica constituían una
manera subjetiva de leer el estado del tiempo durante los primeros días del año, en
Enero. Expresiones tales como “opaco”, “toldado”, “negro” o “despejado” hacen ver la
existencia de amplias formas de leer el cielo, matices entendidos en relación con una
experiencia de vida más allá de un simple criterio estético. Factores como la
luminosidad, nubosidad y el grado de frío o de calor, determinaban la predicción,
donde el día de la cabañuela se convertía en un reflejo de lo que sería el mes
correspondiente, cuando el individuo concluía si haría “buen tiempo” o “mal tiempo”.
141
La cabañuela corresponde a un día de Enero, que a su vez remite a un mes del año. El
primer día de Enero es concebido como el “espejo del año”, es decir que es un reflejo
general de cómo va a “pintar” el año. Justamente, el término “pintar” denota una
manera de comprender la vida en el territorio y su relación con el clima, como factor
crucial de bienestar social dado el protagonismo de las cosechas en ese entonces. Así,
“pintar” sería un “estar” reflejo del clima que trasciende a la vida; “A partir del día 2,
comienza la cuenta de los meses. El dos de Enero corresponde a Enero, el 3 a Febrero,
terminando el día 13, que es Diciembre. Estos 13 primeros días decían si iba a tar´
mal o bien el tiempo […] a según como <pintaran> los días, eso no fallaba! Porái en
Tota aún uno escucha que se guían por eso”190. Las pintas, llegaban hasta el día 13.
Seguidamente, el día 14, comienzan las llamadas “repintas”, la otra parte de como
“pintó” el día, un complemento que dejar ver una lógica, que más que binaria, refiere
una forma de conocer a modo de “espiral”, que ordena el inverso y la realidad. El día
14 se invierte el orden, pues corresponde a Diciembre, el día 15 a Noviembre, 16 a
Octubre, terminando el día 25, correspondiente al mes de Enero. Estas cabañuelas,
que “repintan” son comparadas con las “pintas”, y a partir de relaciones se va
construyendo la predicción en torno a la correspondencia de las condiciones del
tiempo registradas, que evidentemente trascienden a la vida misma, pues una
cabañuela de lluvia o sequía, para el campesino indica su vida misma.
Esta forma de concebir no sólo el tiempo, sino la realidad, la confirma Alcira, cuando
en su finca en la vereda Pijaos del municipio de Cucaita, explicaba que pronto la
caléndula empezaría a “florear”, “la demora es que llueva […] porque las cabañuelas
esta vez, las que iban de pa´ elante [pintas] eso iban como buenas, porque aquí llovió,
cayó un aguacerito que refrescó. Pero orita se golvieron en reverso [repintas], y ya
echó fue a caer hielo, tá´ mal. Va a ser difícil”191.
Cabe destacar que los criterios “bueno” o “malo” no corresponden a una relación del
individuo con las condiciones climáticas en sí. En este sentido la predicción aludía
190
Entrevista María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la zona
rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016.
191
Entrevista a Alcira, representante Asociación de pequeños y medianos productores agropecuarios de
Cucaita ASOPROAGRO. Vereda Pijaos, Municipio de Cucaita. 4 - 6 Febrero de 2016.
142
implícitamente a los cultivos. No es pues, un mecanismo simple de comparación y
registro, enmarca toda una complejidad que demuestra una lectura integral y un
conocimiento profundo del territorio campesino. Por ejemplo, cuando Alcira decía
que las cabañuelas habían pintado “bueno” se refería a que “había pintado agua”, y
dada la fuerte sequía reinante en ese momento producto del fenómeno del niño,
refería precisamente que sería bueno para sus cultivos. Así mismo cuando en las
repintas sostuvo que había “pintado hielo”, se lamentó, pues sostuvo con resignación,
“con el verano y encima echa e hielar, no deja nada”. Así, la lectura de unas
condiciones del tiempo en el presente, que el campesino vive y experimenta, se suma
a un indicador como la cabañuela, lo que le permitía prepararse, y sobretodo acceder
a una certeza cuya importancia en la vida campesina resulta clave, al estar expuestos
a las contingencias del clima de una manera distinta a como un citadino o un
agricultor lo haría. El clima, lo que denominan “tiempo”, relacionado con sus
siembras, remite a una vida, una territorialidad antes que a una variable de ganancia
o pérdida de producción.
A partir de los criterios sobre los cuales se establece que un día pinta bien o mal, si
estuvo oscuro, soleado, si hizo frío o calor, si “toldó” (alude a la presencia de
nubosidad que progresivamente va oscureciendo indicando posibles lluvias), es que
los individuos comprendían lo que “pintó o repintó”. Si la cabañuela de Enero pintó
soleada, porque no hubo frío, es decir que indicó buen tiempo, y seguidamente
repintó de la misma forma, se convierte éste en un indicativo positivo y de bienestar,
pues el “buen tiempo” aquí trasciende lo que en otros marcos de pensamiento podría
referir una predicción climática de máximos y mínimos en centígrados o Fahrenheits.
Por el contrario, si una cabañuela pinta con “buen tiempo” y repinta con “mal tiempo”,
es señal para el campesino de una irregularidad, nada buena para él, pues el
mecanismo mismo de las cabañuelas parte de un aprendizaje basado en la
experiencia, en la aprehensión de patrones naturales que son el recurso principal de
la interpretación que se territorializa según las condiciones reinantes. De ahí, la
suprema vulnerabilidad de la vida campesina (no sólo su producción) ante factores
como el cambio climático y la alteración de los ciclos ecológicos por factores
143
antrópicos; consecuencias que no aluden al plano simplemente ambiental, pues la
forma de vivir el territorio campesino, no es esquemática, sino interrelacional.
192 “Se origina por la pérdida de calor que sufren las plantas y el suelo y que ceden a la atmósfera
durante la noche por medio del proceso de radiación. Es la helada típica de las regiones tropicales y son
factibles de presentarse a partir de los 2500 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m). Estas heladas
ocurren al presentarse un balance de energía negativo, es decir, cuando se pierde durante la noche
mayor cantidad de energía de la ganada durante el día”. GONZÁLEZ GOMEZ Olga Cecilia y TORRES
TRIANA Carlos Felipe. Actualización Nota Técnica Heladas 2012. Instituto de Hidrología, Meteorología y
Estudios Ambientales. p. 4.
144
Desde hace unos años este fenómeno es ampliamente tratado en los medios de
comunicación por las repercusiones económicas que trae en la producción de
alimentos y en los precios de la canasta familiar. Productos como la papa, la alverja
y otros de tierra fría escasean debido a los graves daños que las heladas ocasionan
en los cultivos. Desde el ámbito agrometeorológico, la helada es definida como “la
temperatura a la cual los tejidos de la planta comienzan a sufrir daño. En esta
definición entran en juego aspectos fisiológicos, como la resistencia o
susceptibilidad del cultivo a bajas temperaturas en sus diferentes estados de
desarrollo, la altura de la planta sobre el nivel del suelo y la temperatura de la
hoja”193; sin embargo es un fenómeno que año a año los campesinos lo enfrentan y
padecen, pues sus esfuerzos de meses de dedicación a un cultivo, pueden dar al
traste en apenas unas horas de madrugada,
Son los primeros días der Enero, y conforme María Elena va contando detalles de cómo
transcurren los preparativos para la Fiesta de San Pascual Bailón que tendrán el
sábado, me advierte sobre el frío que puede hacer en la madrugada. Amablemente me
ofrece su casa si acaso ese día decido ir a dormir y no quedarme amaneciendo
participando del baile. Al explicarle que es necesario que yo permanezca en la fiesta
hasta el otro día, me comenta que por los “tiempos”, sin duda hará mucho frío, “es que
tan cayendo heladas […] este mes heló mucho, pero harto harto! Heló en diciembre […]
antes helaba era en Enero y orita en diciembre, pero muuucho helar”194, agregando con
preocupación que habían caído “hielos negros”, “ese hielo es que el frío es bravo, bravo,
bravo! pero no se ve hielo”195.
Desde la meteorología, el fenómeno del “hielo negro”, término apropiado dentro del
discurso del conocimiento experto, se explica por la ausencia de formación de rocío o
escarcha; lo que los campesinos referencian como un hielo que no se ve, junto con un
contenido de humedad atmosférica bajo, es lo que propicia quemaduras en los tejidos
de las plantas, siendo sus efectos los más perjudiciales. Por el contrario, la llamada
“helada blanca” corresponde a la formación de gotas de rocío (condensación sólida) o
escarcha (hielo cristalino) sobre la superficie vegetal, "puaquí tabamos como
193
Ibíd.
194
Entrevista a María Elena. Vereda Pedregal. Sogamoso, 3 Enero de 2016.
195
Fragmento del Diario de Campo: 1era. Semana de Enero.
145
tranquilos que había puai pastico, no había helado, pero cayó hoy. Esto amaneció
blanco. La gente ta asustada ya, ya no hay ni pa´ los animales. Quemó todo eso"196.
Las referencias visuales que el campesino ha empleado para diferenciar estas heladas
corresponden también a las variaciones en las intensidades. Sus interpretaciones
propias, aunque con otros referentes, no difieren por el conocimiento experto de la
meteorología. Al respecto, José Domingo contaba cómo la sequía estaba acabando con
los pastos, dejando sin alimento a los animales, “llovió hasta ayer, como a estas horas
(3 pm) que hubo un aguacerito, pero ese aguacero fue como quien dice, que si hubiera
candela lo que cayó, ahí después amaneció todo quemado […] ya tarde todo taba
despejado (el cielo sin nubes) tenía cara como que iba a hielar” 197. Efectivamente, un
factor que favorece las heladas es la escasa nubosidad, ya que ésta facilita la
“radiación de calor del suelo hacia el espacio”; son noches que los campesinos
identifican como noches “estrelladas”, no hay nubes y el firmamento a esa altura
muestra su esplendor. No obstante las temperaturas son bajas, sosteniendo que el
“penetro” es muy fuerte, el agua se pone “penetrante” en referencia a una intensa
sensación de frío que llega al cuerpo, lo penetra. Así, noches despejadas y un viento
frío que baja por las montañas, son señales para afrontar la helada. Al atardecer se
aplica un ligero riego sobre la superficie del suelo y las plantas, y en otros casos el
campesino sale a la madrugada encendiendo hogueras para contrarrestar el intenso
frío.
196
Entrevista a Miguel, Vecino vereda Pijaos. Municipio de Cucaita. 4 - 6 Febrero de 2016. Vereda Pijaos.
197
Entrevista a José Domingo. Campesino Vereda Mombita Alto, Municipio de Firavitoba. 2 de Marzo de
2016.
146
Imagen 14. Helada "blanca" en el Altiplano Cundiboyacense.
Fuente: Archivo El Tiempo. Ideam alerta de amenaza de heladas y bajas temperaturas este viernes. 22 de
Octubre de 2015.
147
- Vida Paramuna.
Imagen: Archivo Personal. Páramo de Ocetá – Laguna Negra. Municipios de Monguí – Mongua. Marzo de
2016.
148
El departamento de Boyacá posee la mayor extensión de páramos en Colombia con un
18.3% del total nacional, seguido por los departamentos de Cundinamarca (13.3%),
Santander (9.4%), Cauca (8.1%), Tolima (7.9%), y Nariño (7.5%)198. Como entorno, el
páramo no remite a sendas crestas o escarpadas cumbres, sino que describe una
suavidad en sus formas a partir de un ondulado terreno, que sin embargo, presenta
una clara diferenciación paisajística según su perfil altitudinal. Existe una primera
subregión que lo caracteriza, el Páramo bajo, donde se da la transición con el bosque
de niebla y "la lluvia abundante es alta durante todo el año, debido a que se encuentra
con su parte inferior y media en el tercer cinturón de nubes ecuatoriales"199. La
siguiente subregión es el páramo interandino, “ubicado en el punto donde el
desarrollo espacial de las altas montañas crea altiplanicies y amplias tierras
suavemente onduladas, protegidas por montañas periféricas aún más altas que
impiden o disminuyen la influencia de la humedad de los profundos valles adyacentes
[…] constituyen por regla general pantanos y turberas200. Por ejemplo, en este Valle de
Páramo Interandino en Ocetá (Ver: Imagen 15), las montañas periféricas presentan
gran población de frailejones que captan la humedad; mientras que en el valle, entre
manas y zonas pantanosas sobresalen las árnicas y lupinos.
149
Imagen 15. Valle de Páramo Interandino.
201 Op cit. GUHL NIMTZ Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. p. 86.
150
morfogeológicas, entre otras. Precisamente para el caso del Valle de Sogamoso, la
vinculación territorial con estos entornos de alta montaña resulta de vieja data, pues
además de ser espacios de cultivo de papa y pastoreo de ganadería en verano, eran
éstos páramos los que caporales y comerciantes de ganado debían sortear y cruzar a
través de la cordillera cada junio o diciembre llevando reses para su ceba en
Sogamoso. Factores antrópicos, de altitud y de geomorfología permite denotar unas
características especiales a los páramos de inmediata influencia en la región,
presentando paisajes más antrópicos y zonas de transición menos pronunciadas que
las del páramo alto descrito anteriormente. El acceso al subpáramo parte de un
paisaje de vertiente andina oriental con fuertes rasgos antrópicos producto del patrón
disperso poblacional del campesinado. Predominan casas campesinas y cultivos de
microminifundios con alguna vegetación alta nativa como sauces, tabes, garrochos,
mortiños, entre otros; y el predominio en algunos sectores de eucalipto y pino. (Ver:
Imagen 17).
Imagen 17. Transición Paisaje Vertiente - SubPáramo.
Fuente: Archivo Personal. Páramo de Ocetá, Municipios de Monguí – Mongua - 2016. De lomeríos
donde predomina un paisaje de minifundios campesinos, se pasa a un paisaje de vegetación
pequeña, arbustiva, con predominio de Frailejones.
202El Frailejón es el <Rey del Páramo>. Posee en torno a sí, gran cantidad de necromasa (material
muerto), lo que le permite ir elevándose a través de cientos de años. Un 73% es necromasa ante un
26% de biomasa. En sí, es todo un microecosistema. RIVERA OSPINA David. Páramos de Colombia.
Banco de Occidente, Cali. 2001. p. 122.
151
paramuno (Ver: Imagen 18). Justamente en el siglo XIX, el geógrafo alemán Alfred
Hettner destacaba la particularidad de los sistemas orográficos paramunos, que al ser
comparados con los Alpes, curiosamente demostraban una complejidad y riqueza
biológica mayor, pues en la cota de altura donde en los Alpes ya marcaba nieves
perpetuas, en los páramos andinos apenas empezaba la arborescencia a
“achaparrarse, reemplazándose a la vez con gruesas capas de musgo y creando así un
aspecto melancólico”203.
Imagen 18. Transición Paisaje Subpáramo – Páramo.
Fuente: Archivo Personal. Páramo de Ocetá, Municipios de Monguí – Mongua. 2016. De una
vegetación arbustiva con presencia de frailejones se pasa un predominio pleno de frailejonales
y pajonales.
203HETTNER Alfred. Viaje por los Andes (1882 – 1884). El Páramo. Contornos y suelo de las cumbres.
Condiciones Atmosféricas. Vegetación. Vida de los Moradores. Disposición anímica del viajero. Visita al
Tablazo. Talleres Gráficos del Banco de la República, Bogotá. 1976. En:
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viaand/viaand20.htm
152
avanzar grandes distancias sin aparente presencia humana, “para dar al fin con una
miserable choza levantada de arcilla y cubierta con junco o con hojas de frailejón y
habitada por uno de los más pobres campesinos o arrendatarios”204. Era allí donde se
podía encontrar un ejemplo de la verdadera pobreza, familias carentes de cualquier
valor, dedicadas a la recolección de leña menuda y su venta en centros poblados bajos
como única fuente de sustento, “Niños apenas cubiertos de harapos y con vientres
monstruosamente hinchados por el consumo de papas como alimento casi exclusivo”,
que le pedían limosna al viajero205.
De esta manera la representación de un entorno difícil, huraño y pobre que partía de
las condiciones de quienes se atrevían a vivir en él, se relacionaba con una concepción
de estrechez natural, materializada aparentemente en las especies vegetales que
parecían prototipos apenas, pequeñas y hoscas. Fue la visión del extraño sobre un
medio ajeno, padecido antes que vivido (pues los Alpes eran su único referente de
altitud), cuyas condiciones hostiles socialmente representaron una condena social,
como todo lo colonizado, lo desnaturalizado a través de un proceso de traducción y
equivalencia cultural: No en vano, la palabra páramo en latín significa yermo, que no
sólo refiere a la “pobreza” vegetal de un entorno, sino en general la condición precaria
de algo. Atrás quedaba la visión del páramo como espacio sagrado en la cultura
muisca, el origen de la vida a partir del mito fundante de Bachué206, principio y cuna
del mundo.
204 Ibíd.
205 Ibíd.
206 El mito cuenta que en la parte más alta de la cordillera, en una laguna profunda hubo un momento
en que empezó a aparecer la luz y se vio el primer amanecer y muchas de las cosas que ahora hay en la
naturaleza. De repente fue saliendo de las aguas una mujer con un niño, y empezaron a caminar por el
mundo. Los días pasaron uno tras otro, hasta cuando el niño fue hombre y junto con la mujer aparecida
de las aguas, llamada Bachué, fueron poblando el mundo con su descendencia. Ya ancianos, regresaron
a su lugar de origen. Allí, Bachué reunió a gran cantidad de sus hijos, y convertidos en serpientes se
sumergieron en la laguna materna para no regresar.
207 Se han descrito 327 tipos de vegetación paramuna, entre matorrales, frailejonales, chuscales y
153
fotosíntesis y la absorción de nutrientes sea lenta debido a bruscos cambios diarios
de temperatura, donde en un día despejado puede alcanzar los 25° y en una noche
puede llegar por debajo de los 0°. La visión de unos matorrales fríos, golpeados por
los vientos y mayoritariamente nublados, llevó a descripciones negativas sobre este
entorno, que sin embargo dentro de las formas de conocimiento locales, describen una
riqueza y recursividad contrastante, “es que coiso le decimos también al frailejón,
aunque el nombre que tienen es espelettia”208, dice José refiriéndose a la clasificación
botánica.
Imagen 19. Coiso.
Fuente: Archivo Personal. Páramo de Ocetá – Municipios de Monguí y Mongua. 2016. Izq. Detalle:
Textura Peluda.
Fue del todo esclarecedora la respuesta de Nelly cuando se le preguntó por el frío del
páramo, “no era muy duro, porque era el frío! […] y trabaje la tierra porque qué más!
con bueyes y dele […] lo sacaban a uno tan joven a cultivar la tierra, que principiando
si se sentía el penetro, pero era onde uno debía tar!”209; destacando que siendo el
páramo la vida, el frío resulta una condición normal. Aquí el páramo como
territorialidad se abre, a partir de la experiencia deja ver su riqueza y heterogeneidad,
208 Entrevista a José. Habitante del Municipio de Monguí, Visita al Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de
2016.
209 Entrevista grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia.
16 de Marzo de 2016.
154
lo que puede ser percibido como una uniformidad vegetal, da paso a toda una
variedad de formas, olores y matices, “Ese es un musgo que se llama <caminadera>,
tiene algo especial para la gente, cuando un niño de año y medio no camina, le
ponemos un cogollito de caminadera junto con una pluma de perdíz en los zapatos, y
el chino a los tres días ya ta´ dando pasos. Es que la perdíz es brava pa echar pata”210.
Mientras Humboldt identificó los páramos como un lugar “donde la vegetación ya no
prospera y donde el frío penetra los huesos…”211, José recordaba las múltiples veces
en que las plantas habían saciado su sed pudiendo continuar con las extenuantes
jornadas cuando faltaba el guarapo, “son plantas que tienen mucha agua, se come el
bulbo y se deja el tallo” – sostenía-. Para él, el páramo constituía la imagen de un
mundo al alcance de sus manos, teniendo presente la fase de la luna en que debían
cortarse los palos, “si se dejaban al sol o se humeaban, si eran para yunta, para un
huso o para un arado”. Sus experiencias territorializadas le permitían trascender la
relación dicotómica <humano-naturaleza>, ya que en estas experiencias, antes que el
usufructo, resulta significativo el entendimiento de estas: por eso <neva> cuando
llueve, es la lluvia paramuna, fina en sus gotas y pertinaz en su intensidad, “sumercé
como que no la ve, hasta que siente que ta empapado”212. También se <tolda> cuando
oscurece y se nubla, y se <emparama> algo o alguien cuando hace demasiado frío;
“pero puai todavía van!” señala Nelly respecto del Páramo de las Alfombras, ubicado
al sur-oriente del Valle de Sogamoso donde permanecen algunos animales
pastoreando.
La labor del campesino en este territorio no ha sido de espaldas a las alturas, y aunque
la modernidad irrumpió con un discurso vergonzante, han sido territorios dinámicos y
activos a partir de cultivos de papa y el pastoreo de animales. El verano abría las
cumbres andinas, permitiendo subir con animales para pastar, “los echan y van a ver,
ahí los dejan un mes […] ellos se quedan” enfatiza Nelly refiriéndose al páramo de las
210 Entrevista a José. Habitante del Municipio de Monguí, Visita al Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de
2016.
211 Proyecto Páramo Andino. El gran libro de los Páramos. Nomos, Bogotá. 2011. p. 24.
212 revista grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16
de Marzo de 2016.
155
Alfombras. A pesar de permanecer libres por la inmensidad del páramo, estos no se
alejan, permanecen allí hasta el comienzo del invierno, cuando son recogidos.
En efecto, en función de la capacidad adaptativa y los conocimientos y maneras de leer
y aprehender un entorno particular como este, la actividad humana en el páramo
permite plantear que territorialmente no aludía a un medio aislado, quizás sí
periférico en función de la dinámica geohistórica de centralidad de la formación
espacial de la modernidad, pero su imagen inhóspita la desvirtúa las usanzas
campesinas territorializadas allí.
213
Entrevista grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16
de Marzo de 2016.
156
Imagen 20. Rancha.
muy bonito, porque allá si no hay problema de que si uno no amarró los animales
pal pie de la casa, se los llevan, allá es donde estén. La gente cuida, conoce sus
animales, hay un páramo comunero que se llama, donde uno va y deja los
animales sueltos por meses, una inmensidad de páramo, y allá iba uno, cada ocho
157
días y los veíamos, y ya uno sabía los sitios onde pastaban, tampoco los animales
se perdían, se quedaban reunidos, reuniditos de lao en lao214.
158
“los de ruana” dentro de la retórica política y social hacía referencia al pueblo llano, al
vulgo.
La confección de estas prendas a partir de lana connotó una territorialidad más en el
valle de Sogamoso; se hacía artesanalmente en telares, y poblaciones como Sogamoso,
Tota, Puebloviejo (Aquitania) y Pesca, concentraban importantes mercados de lana y
cría de ovinos. En el arte textil de la lana, la vinculación con el entorno del subpáramo
y de altura fue materializada a partir del aprovechamiento de elementos del medio.
Por ejemplo, existe una planta llamada cardón (Dipsacus fullonum), una herbácea que
produce unas piñas espinosas empleadas anteriormente para desenredar el vellón de
lana, así se “cardaban las ruanas”, “se le pasa en un solo sentido, le hacemos varias
veces y ve que va sacando fibras, así se le sacaba el afelpado, y hacía que la prenda
quedara suave”217.
Imagen 22. Cardos.
Por su parte, el hilado guarda una raigambre ancestral muy importante, pues era
una actividad prominente en la cultura indígena muisca asentada en la zona. Así, la
actividad del hilado aún conserva sin muchas variaciones la técnica, sólo
cambiando los materiales de los implementos: el huso de madera y el tortero de
suela de caucho. El primero es un palo delgado, que tiene en un extremo una
abertura que sirve de gancho para encajar el hilo que se va retorciendo hasta que
se logra la hebra. Existe un artefacto algo más completo para el hilado que es la
217 Entrevista José. Campesino del Municipio de Monguí. Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.
159
rueca, no obstante esta también es antigua. Por su parte, el tortero consistía en un
disco de piedra, en la actualidad hecho con suelas de caucho, con una abertura en
el centro y por el cual entra el extremo inferior del huso. El tortero permite que el
huso de vueltas hilando la hebra y haciendo que su rotación no sea desequilibrada.
Susana, una campesina octogenaria del municipio de Tota, aún hila. Saca su tortero
y su huso, y envolviendo la lana empieza a mostrar el modo de hilar, “el huso es un
palito, de una mata de sombo, la abertura se llama las orejas, pa que sostenga la
lana, pa poderla hilar […] el tortero hace bailar el huso, así, mire, porque el que no
sabe es como el que no ve, entonces poniendo el tortero baila el huso; y una va
estirando el cadejito de lana, y va dando la hebra. Este es el tortero, sin esto no se
puede hacer nada, es de un zapato”218.
218 Entrevista a María Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 y 16 de Febrero de 2016.
160
la lana. Mi abuelo utilizaba un esmeril, lo calentaba y agujereaba las piedras así;
para ponerle los torteros a los husos”219.
Imagen 24. Torteros.
Fuente: Izq. De Suela de Caucho (Archivo Personal – Municipio de Tota. 2016). Der. De Piedra, Cultura
Muisca, Imagen Web.
Dentro de la vida paramuna, uno de los aspectos referidos con mayor discreción fue
una preparación especial de la papa adscrita a lugares de altura, de páramo y
subpáramo, donde el agua es abundante y sigue su curso vertiente abajo. Había
trascurrido muchas entrevistas y recorridos, sin tener la mención a los “jutes”, hasta
cuando hablando de La Violencia, una mujer campesina del municipio de Tota,
recordó cómo los conservadores de Puebloviejo (Aquitania), aquellos “tragajutes” en
término despectivo, amenazaban a los liberales con ahogarlos en las frías aguas del
lago de Tota. Escuetamente, la campesina señaló que eso era papa que en los páramos
ponían a “apichar” enterrándola en la tierra por unos meses, para después consumirla
en sopa. El término “apichar” aquí no refiere sólo a podrir, pues dentro de la
connotación negativa que intentó expresar, está enmarcada toda aquella
representación despectiva del páramo vista anteriormente, aquí materializada a partir
de una territorialización vergonzante de una práctica. A pesar que se intentó indagar
en múltiples ocasiones por los “jutes”, resultaba claro que a pesar de ser del
conocimiento de la gran mayoría, el factor común siempre fue una desaprobación y
219Entrevista grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia.
16 de Marzo de 2016.
161
rechazo. Sólo unos pocos confesaban avergonzados haberlos probado, "nosotros si no,
nooo! Eso allá mi madrecita no hacía eso” – señalaban muchos. A pesar que con alguna
insistencia se trataba de indagar acerca del por qué no se hacían, la respuesta directa
siempre era un escueto no, sólo señalando que “donde hacían las mazamorras (sopas
de jute) era en Aquitania, a esos si les gustaba la papa de Jute […] acá no se hace, pero
sí hay personas que les gusta"220.
220 Entrevista a Rosa. Exintegrante Junta Acción comunal vereda Mombita Alto; y Adriana, habitante de
la cabecera de Firavitoba. Municipio de Firavitoba. 19 de Enero de 2016.
221 Entrevista a José. Habitante del Municipio de Monguí, Visita al Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de
2016.
162
Imagen 25. Mana.
Muchas veces las manas, ubicadas en los altos páramos, servían de abrevadero para
animales de pastoreo y para sus mismos cuidanderos, quienes en las temporadas que
llegaban a ver los animales, también aprovechaban para poner a “jutiar papa” o
“cultivar jutes”, práctica que consiste en enterrar papa durante largo tiempo en un
lugar húmedo, donde el agua fluya y se renueve, posiblemente en una mana o cerca de
ella. Con el tiempo desenterraban estas papas, que salían con un tono blando y
viscoso, para posteriormente cocinarlas en sopa. En menor medida también
enterraban maíz.
Entrevista Grupal María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos
222
163
preparación, pues se entiende a partir de una relación más cercana con el entorno,
cuyo factor recae precisamente en el ethos campesino, el cultivo de la tierra asociado a
dos elementos de extrema importancia: el agua y la alimentación. <Jutiar> implicaba
una práctica concreta, verbalizada como el proceso que sufre la papa o el maíz en las
condiciones del medio húmedo y bajo tierra, y por ende significada según el entorno,
aquí donde está esta humedad, donde nace el agua, se hace el hueco. Después de
hecho el hueco, pa echar los jutes, siembra las papas, y coge un poco de paja como
esa; claro, toca paja verde, porque la que ya está muy gecha, se deshace, entonces
se coge paja verde y se le da contra una piedra, se azota, y se empieza ella a
soltar; ya azotada la mete entre el hueco, para evitar el contacto de la papa con la
tierra, la protege la paja. No se debe utilizar ni costal de fique ni de plástico
porque eso coge mal sabor y no quedan ricos, quedan picosos (rancios), entonces
la mejor es con la paja. Luego lava las papas como si fuera a cocinarlas, a echarlas
a la olla, las deja ahí y las deja enterradas 6 meses, entre más duren más ricos
son. Si huelen feo es porque les falta madurar, cuando tan que huelen todavía feo,
no! dice uno, todavía les falta, déjelos allá otro tiempo. Huelen lo normal del
podrido del hollejo de la cáscara, pero a la hora de prepararlos cambia. Cuando
los desentierra, la papita queda protegida por la piel, y por dentro es la masa
blanda; se le quita la cáscara, que no es sino apretarlas y sale, y los pasa por un
tamiz, pa quitarle completamente la cáscara. Y con la masa se hace sopa. O se
ponen a cocinar con todo y cáscara, y eso queda melcochudo, como un chicle223.
Para los jutes se empleaba una papa en especial denominada <riche>, no por su clase
sino por su tamaño. Así, generalmente la papa que se juteaba era aquella que siendo
pequeña y “parejita” no tenía una salida comercial. Esto pudo referir a todo un
mecanismo de redistribución y gestión de recursos, donde ante la vulnerabilidad de
las cosechas en entornos de alta-montaña, y donde las viviendas no contaban con el
zarzo de la tradicional vivienda campesina donde se almacenaba alimentos, el jutear
correspondía a un medio de conservación.
164
rechazo y su asociación con lo podrido. Adriana sostuvo que nunca los probó, pero
recuerda a su mamá jutiando papa, “Ponía a <apichar> las papas, después las molía
y hacía sopa con eso. Mi mamá tiene 80 años […] se alimentada con eso, está bien y
tuvo 12 hijos […] es que eso como que tocaba cuchariar con la naríz tapada, es que
eso huele a puro pedo, a picho! Pero así se comían todo, y esos viejos que comían
esa sopa de jutes, es que les daba una fuerza pa´ trabajar!”224. La diferencia entre
un fuerte olor relacionado con lo descompuesto y un sabor suculento ya hecha la
sopa, determina las afinidades o rechazos a este plato; "pues es que tiene como un
sabor distintísimo, como feíto" exclamaba con algo de vergüenza y timidez María,
“no les gusta porque eso huelen maluquito, pero son ricos. Una vez nos llevaron
donde mi tía Dioselina, y ella tenía los jutes de maíz, y eso era un olor terrible, pero
los probamos y nos gustaron. Olía feo, pero el hambre? Con el hambre mijito, huela
feo o no, era hágale! […] El olor era feo, pero el sabor eran ricos"225.
2016.
165
con el tipo de su entorno: el paramero como ser hosco, introvertidos y poco social.
La construcción de diferencia respecto de una sociedad campesina de vertiente, de
una sociedad urbana modernizada ambiguamente, permitió emplear el asco, en
cuanto a esta práctica en concreto, como un límite o frontera legitimada en el
discurso social, pero muy permeable en la práctica, al haber estado los jutes
presentes en la niñez de muchas personas. Corresponde esto a un
quebrantamiento de la lógica que fomenta la frontera social a partir del mecanismo
del asco como elemento de diferencia vergonzante, como producto de la carga
ideológica de lo moderno que trazó su deslinde de prácticas originarias (cultura
Muisca) y concretas territorializadas cuyo relacionamiento con entornos como el
paramuno fue ejemplo de ontologías otras: el jute y no lo podrido, el espacio a la
posibilidad de vivir y ser de otro modo.
166
CAPÍTULO CINCO. MULTITERRITORIALIADAD DEL VALLE DE LA GEA
Y LAS CACHANGAS.
167
La autarquía de las regiones colombianas sumada a la difícil articulación geográfica a
través del transporte y la dispersión poblacional, constituyó uno de los factores claves
para la consolidación de dinámicas endógenas regionales en la formación espacial de
la modernidad desde la vida colonial, pues “en casi todos los núcleos habitados la
mayor parte de la alimentación y del vestuario se producían localmente, y había sólo un
comercio limitado fuera de la comarca inmediata”227. Inherente a esta dinámica
interna regional, para el caso de los Andes, subyace la importancia de las condiciones
de una ecología Andina plasmadas en el capítulo anterior, responsables no sólo de
una variedad de productos en un área geográfica limitada, sino de unas formas de
conocimiento y de subjetividad particularmente territorializadas, dinámicas y
cambiantes. Por esto, en esta oportunidad, partiendo de la predominancia del cultivo
del trigo y la ganadería en el Valle de Sogamoso, se intentará plasmar el proceso
mutiterritorial a partir de estas dos actividades que marcaron unas formas de
conocimiento y de subjetividad particulares como procesos “más allá que la
modernidad”, formas sentipensadas con “la tierra” como constructo ontológico.
168
El campesino como actor territorializador en el Valle de Sogamoso.
Canto a mi Vereda.
Jorge Velosa.
169
- El territorio de la gea: laboreo en torno al trigo.
Ibíd. p. 26.
228
Un “flete marítimo y fluvial desde Liverpool hasta Honda no fue mayor que el transporte de Bogotá a
229
170
Aunque históricamente no se tiene claro quién introdujo el trigo al altiplano230, al
indagar acerca de las prácticas asociadas a este, todos los informantes evidenciaron
un recuerdo de una vida distinta, una existencia pasada que marcaba “otros tiempos”.
Más allá de su forma particular de cercanía con la tierra, estos “tiempos” indican parte
de una generación que ya no se relaciona o vive su entorno de la misma forma, es este
un territorio diferente231 marcado por referentes puntuales sólo accesibles a quienes
vivieron aquella realidad, y que lo refieren a partir de una ontología local manifiesta
en el lenguaje, formas de nombrar actividades, sentires y saberes territorializados. De
esta manera, aspectos como las semillas tradicionalmente empleadas (“trigo colorao”,
“el blanco pa´ cuchuco” y “el centeno”), las semillas mejoradas e introducidas
posteriormente (trigo “Bochica” y “Sugamuxi”) y todo el espectro alimentario y de
bienestar que alimentos otrora sembrados como el trigo (además de la cebada) suelen
evocar con la recordada “cocina de la abuela”, permiten vivenciar aquella
territorialidad vivida a partir lo que era sembrar, segar, trillar, preparar cuchucos,
arepas y demás232. Justamente lo que demarca aquella diferencia de los tiempos recae
en la territorialidad como un constructo social, como diferencia, que entreteje formas
de conocimiento y subjetividad como reflejo de una manera puntual de relacionarse
con el entorno, es decir, una ontología territorializada en la diferencia, como resalta
Escobar. Aquí, lo territorializado permite destacar no sólo un registro de actividades,
sino esbozar la territorialidad del arte de vivir (sentipensar), a la vez connotando un
reconocimiento de la otredad, aquellos actores territorializadores alternos ante la
modernidad.
230 Fals Borda recoge la versión del cronista Fray Pedro Simón, quien señala a Jerónimo de Aguayo
como el primero en sembrar trigo en cercanías a Tunja, pero a pesar que no estaba este entre los
primeros en arribar con los españoles, parece ser que el gobernador Jerónimo Lebrón fue quien lo trajo
hacia el año 1540. Op cit. FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. pp. 26. p. 176.
231 “en <ese tiempo> yo tenía porái unos 13, 14 años […] supongo que eso se acabó, yo no volví más por
allá”. Entrevista a Felipe, Antiguo trabajador de en los Chircales, Vereda Pantanitos. 23 de Noviembre
de 2015.
232 “el desayuno, era harina o arepas, al almuerzo era cuchuco o mazamorra, al otro día era mute, y la
comida mute o arepas otra vez; y eso todo se molía en la piedra, y a mi me tocaba moler todo en la
piedra, entonces, cuando mi mamá se fue a alentar de la menos, diría que yo ya sufría mucho pa
cocinarle a todos mis hermanos, muela arepas, que muela harina, pa mis hermanos […] Los siete
granos, esos se muelen, la alverja, la haba, la cebada, el trigo, todo eso, y se muele, y el maíz, todo eso ya
tostado, y ahí sale la harina de los siete granos”. Entrevista a Silenia y Guillermina, campesinas e
integrantes del mercado solidario de Tibasosa. Mercado Solidario, Tibasosa. 22 de Febrero de 2016.
171
La producción triguera nacional -tal como lo muestra la Imagen 26 - hacia mitad del
siglo XX se concentraba en las zonas de valles interandinos de vertiente en el altiplano
Cundiboyacense, y al sur en el macizo cordillerano nariñense, en franjas con alturas
entre los 2000 m.s.n.m. y los 3000 m.s.n.m.
172
plaza [de Sogamoso], y allá habían compradores en general pa´ comprar y hacer
arrumes, hasta pa´ llevarlo pa´ Bogotá"234.
El trigo cultivado en las zonas rurales del Valle de Sogamoso era llevado en su mayoría
a los mercados regionales más próximos, como el mercado de Sogamoso que contaba
con el molino Sugamuxi, y el de Duitama (molino Tundama); de donde intermediarios,
que eran quienes surtían la industria molinera, también lo llevaban a plazas más
lejanas como Tunja y Bogotá. Las cargas de trigo arribaban cada martes a la plaza de
Sogamoso en andancias (animales de carga), surcando caminos veredales aún desde
lejanos lugares como Tota y Puebloviejo, cuyos recorridos implicaban arduas jornadas
desde tempranas horas de la madrugada, cuando la luz de la luna permitía el viaje.
Muchas veces no sólo se cargaba el bulto de trigo, sino que se llevaban algunos otros
productos, que en ocasiones eran cargados por el mismo arriero. Tal es el caso de los
cedazos fabricados en Tota y ampliamente vendidos en la comarca por ser bastante
útiles para cernir la harina de trigo, “hacían un cabezal […] y ponían y se amarraban
atrás los cedazos, y se metían la cabeza y cargaban y se iban hasta Sogamoso a pie a
venderlos”235. Contaba Nelly que “le tocaba a uno venirse a la 1 de la mañana [desde
Tota] y llegaba uno aclarando el día aquí [a Sogamoso] con las cargas”236, lo que
sumado al tiempo de la descarga, el negocio que generalmente se hacía en tiendas
tomando chicha o guarapo, el aprovisionamiento de enseres y productos para subir de
retorno y la misma marcha de vuelta, hacía que el arribo a casa no se diera sino hasta
caída la noche. Aunque se podría plantear en términos prácticos que dicha jornada
tomaba un día, los rasgos de aquella territorialidad construían relaciones donde las
formas subjetivadas del entorno sustituían aquellas formas actuales de cuantificar y
dimensionar un territorio. La métrica moderna como forma de delimitar y cuantificar
un territorio no encontraba lugar bajo una territorialidad rural y campesina donde la
percepción de las distancias se medía a partir de la interrelación entre un jinete y una
mula, o la introspección entre individuo y entorno como una unidad viva llamada
234 Entrevista a José Domingo. Vereda Mombita Alto, Municipio de Firavitoba. 2 de Marzo de 2016.
235 Entrevista a María Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 de Febrero de 2016.
236 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la
173
camino237. De esta manera, un día podía referir a días “larguitos” o “meros cortos”,
representando toda una serie de características donde el camino, como construcción
social, plasmaba una forma de entender el entorno por parte del individuo. En este
mismo sentido, lo “difícil” del camino no refería al nivel de pendiente de las laderas, o
lo “conocido” de éste a un simple ejercicio de estudio del recorrido. La confianza y
sosiego que inspiraba al campesino andante pasar de visita a la guarapería de su
comadre, o arribar a casa de su compadre siendo anunciado por los perros que salían
a ladrarle, hacían del camino algo “conocido” en la medida que su experiencia a través
del andar reafirmaba expectativas tanto de una lectura de los signos del paisaje
natural (nubes, posición del sol, firmamento) como de su fe a los santos y vírgenes a
los que se encomendaba,
No teníamos mulas, bajábamos sin descansar, a pie […] por <gallo abajo> y
cogían ahí pa llá, eso era largo! […] mi papá y mis abuelos le llamaban a eso (el
sector) el gallo; y en después llegaban a Iza, pa tomar la carretera que había
hacia Sogamoso. Gracias a <Papá lindo> [dios] nunca pasaba nada, aún en la
noche […] que eso tocaba aprovechar cuando había luna238.
237 Entendido como una construcción social que determina una trayectoria experiencial, pues es más
que el simple andar por un sendero.
238 El camino de Tota a Sogamoso. Entrevista a Maria Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8
de Febrero de 2016.
174
La Siega.
Corresponde al corte del trigo maduro con el fin de alistarlo para la trilla, aunque más
que un proceso o fase del cultivo de trigo, la forma como los informantes referencian
la siega remite a un “tiempo”, el llamado “tiempo de la siega”. La manera como el
campesino a través del conocimiento local refiere estos tiempos, remite a entender
una articulación sujeto-ambiente construida a partir de unas formas de conocimiento
específicas surgidas gracias a unas prácticas productivas a través de las cuales le era
factible establecer un orden del espacio y el tiempo, que en este análisis, dentro del
marco de la territorialidad, se entenderá como un <sentipensamiento con la tierra>239.
A partir de múltiples relatos y versiones de informantes, se construyó una narración
general acerca del proceso de siega, que se presenta a continuación:
Para cortar el trigo, éste era agarrado por manojos con una mano, y con la otra
manipulando la hoz, se cortaba. Sin embargo, el uso de esta emblemática herramienta
en algunas zonas del Valle de Sogamoso aún constituyó un elemento foráneo y de
tardía introducción. María recuerda que en Tota no se empleaban hoces para segar, ya
que esta acción era acometida por parte del individuo con sus mismas manos. Por eso,
con el fin de “escabezarlo”, “lo jalaban, le sacaban la cabecita y lo iban echando en
costales e iban amontonando […] eso la mayoría de gente segaba así”240. De esta
manera, esta forma de acometer la siega, fijaba unos ritmos, formas de trabajo y
disposición corporal que el sólo empleo de una herramienta como la hoz, transformó.
La adopción de esta herramienta permitió acentuar los ritmos en torno a una división
sexual del trabajo, ya que posterior al corte que generalmente hacía el hombre,
mujeres y niños venían tomando los manojos y amarrando con la parte inferior del
239 Se recoge el concepto de <sentipensamiento> a partir del planteamiento que Arturo Escobar hizo de
la noción presentada por Orlando Fals Borda, donde “sentipensar con el territorio implica pensar desde
el corazón y desde la mente […] forma en que las comunidades territorializadas han aprendido el arte de
vivir”. Op cit. ESCOBAR Arturo. Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y
diferencia. p. 16.
240 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la
175
mismo tallo, haciendo “montones” o gavillas, que se dejaban de 15 días a más de un
mes asoleando para luego trillar.
El punto del grano que indicaba el momento de la siega no estaba determinado
explicativamente por el tiempo contado desde la siembra (refiere a una maduración
del grano), sino que implicaba todo un proceso de evaluación por parte de los
individuos en torno a su aspecto, “él [el trigo] amarilla, y llega a <jecho> […] y se siega
y se hacen los manojos”241. Justamente el término <jecho> refería a un grado de
madurez del grano, empleado por parte de los campesinos no sólo para el caso de los
frutos o bebidas fermentadas, sino para señalar esta condición en una persona; por
ende, en ocasiones una forma común de mencionar a “los viejos” o “papás” se hacía
con esta palabra: <los jechos>. Sin duda, el uso de esta palabra, y muchas otras que el
lector podrá abordar más adelante, envuelve una característica especial de las formas
de conocimiento local como reflejo de una ontología campesina territorializada. No
constituye ésta sólo una palabra, sino que refiere a toda una noción, que partía de un
uso metafórico en la construcción de conocimiento que no se gestaba con base a
patrones, instrucciones o pasos como lo establece el método científico de la
modernidad, sino que plasmaba un proceso activo y constante de valoración en la
praxis. Aunque esta forma de conocer o saber proporcionaba la ventaja de tener la
posibilidad de intervención en momentos críticos, es decir, implicaba un mayor
margen de maniobra por parte del campesino, también hay que aceptar que este tipo
de conocimiento no remite a plasmar románticamente una relación idílica entre
campesino y entorno; simplemente este saber local, aboca a una forma distinta de
hacer y sustentar una práctica productiva alterna al canon de la modernidad: ni mejor
ni peor, sólo distinta.
Dentro de la praxis empírica que fundamenta un saber local, también hay que
dimensionar el alcance de éste en términos sociales. Bajo el marco de los esquemas
modernos, la sistematización y abstracción de patrones en torno a una práctica o
actividad, lleva a construir una división dentro del rol social del conocimiento. Así, el
176
conocer queda limitado a una esfera productiva, haciendo que el proceso esté
marcado por instrucciones, pasos, indicaciones y demás. Sin embargo, dentro de una
perspectiva ontológica de los saberes locales, éstos no operan en función de una
especialización productiva, sino que en el caso del trigo en el Valle de Sogamoso, es
constatable una dimensión social de cohesión importante para la comunidad
campesina que trasciende la esfera productiva. Así, cortando y segando, hombres y
mujeres iban cantando, murmurando, haciendo chistes y chanzas, las conocidas cantas
de siega o “de la gea”, de raigambre castellana que en tierras del altiplano recibieron
significaciones propias y re-elaboraciones a acorde al medio local. Cuenta José que “la
gea era la forma de referirse al trabajo de siega […] empezaban a las 4 de la mañana y
terminaban a las 5 de la tarde o 6”242 con mujeres y niños amarrando y acomodando
las gavillas de trigo. Adicionalmente, como parte de acometer esta práctica, salían a
relucir en ella las conocidas <cantas>, “que eran como rimas de doble sentido,
refiriéndose a la actividad, a la labor”, señalaba José. Conforme avanzaba la jornada,
segadores y amarranderas establecían un diálogo, donde los primeros cantaban unas
coplas y las segundas respondían. Al respecto, varios informantes mencionaron estas
cantas, no obstante la mayoría adujo que no recordaba ninguna. Unos las juzgaban
como una parte “bonita” de la ardua labor de la siega, que en cierta medida
reconfortaba, aunque otros, mostrando vergüenza las calificaban como “mero relajo”
producto de la ingesta de bebidas fermentadas como el guarapo. La vergüenza y
sonrojo que exteriorizó José cuando hablaba de las cantas, permitió hacer ver que su
olvido obedecía más a una manifiesta timidez que efectivamente a una mala pasada de
su memoria. Por ello, con algo de insistencia fue compartiendo poco a poco algunas:
177
- Segador: “¿Cuándo taremos mi vida en las tameras de trigo, mi pena junto a tu
pena, mi ombligo junto a tu ombligo?”
- Amarrandera: “¿Cuándo taremos mi vida al pie de la mata e´ paja?
Y ´ora que tamos solitos hagámosle otra migaja!”
Esta “trenza” - para José-, era una cuestión de “encarar” uno y otro; es decir, ni el
segador ni la amarrandera podían quedar en silencio. Por ello, la respuesta de ella se
interpretaba como la forma en que “lo cariaba la china [la joven]”, dando paso a una
tercera canta, ya fuera del mismo segador o de otro que intervenía en el acto, “se
metía como a separar esa canta, y enton´ decía”:
- Segador: “´ora que la veo bailando, bailando con don Angulo […]” – José
interrumpió su canta, y con pena y vergüenza aclaró “esto era como la jodía, pa
joderle la vida no más, nooo!”, y terminó la canta: -“[…] acordate que yo fui quien
te rompió las siete venas del culo”.
De esta manera, José explicó la forma cómo se daba lugar a las chanzas en las cantas,
unas pudiendo entenderse como groseras, pero otras haciendo más gala de un ingenio
y creatividad. Al respecto, existían las llamadas <coplas cojas> - por ejemplo -, cuya
métrica resulta distinta a la de las anteriores cantas:
Por haber sido parte de una cotidianidad, las cantas de la gea no sólo permitían
establecer una compleja forma de relación social que subyace a una estricta división
sexual del trabajo, sino que reflejaba también unas formas de subjetividad que
demarcaban un tipo concreto de relación social a nivel local. Las cantas de la gea
constituían una ritualidad social, que no se daban en una superficial espontaneidad,
sino que se fundaban en una confianza y visión de mutua paridad, forma en la que era
178
posible asumir las cantas bajo un código social que facilitaba la interacción y no bajo
criterios que las hicieran asumir como ofensas o irrespeto, perjudicando el ritmo de
trabajo. Sin embargo entre unos y otros informantes, existe cierta polarización a la
hora de asumir las cantas, ya sea como una ritualidad social rica y compleja (o aunque
sea como una tradición de grata recordación) o como simple producto de un
esparcimiento matizado por la prolífica ingesta de bebidas fermentadas como el
guarapo, bebida cuya importancia social y alimentaria no es posible reducirla a
aspectos morales.
La Trilla.
“El trigo se arruma, se deja al sol porque el trigo tiene que sudar,
lo siegan y lo amontonan pa´ que sude, y después ya lo trillan.
Es que mire, eso el trigo devoción tiene, por eso se deja <sudar>,
el trigo tiene que sudar […] luego se trae al molino para hacer el pan".
Dependiendo del tamaño del cultivo, que en su mayoría eran minifundios, el grano era
segado y dispuesto en terrenos acondicionados donde se conformaba la llamada “Era”,
una porción de terreno circular, asentada y compactada, por donde pasaban animales
dando vueltas trillando el trigo. La Era como terreno debía cumplir con unas
características particulares, “que no soltara tierra y arena, entonces tiene que ser de
una tierra especial, dura, para que eso no aflore, porque imagínese un trigo con arena,
o con tierra […]”243, replicaba José. Por ende, generalmente no se ubicaba en el mismo
terreno del cultivo, situándose algunas veces en el traspatio de las viviendas
campesinas. Con el fin de facilitar el continuo trasegar de animales y personas, debía
tener un suelo que no ofreciera mucha resistencia, siendo compacto, de manera que la
tierra no llegara a ensuciar mucho el grano del cereal. Para ello, “se limpiaba el pasto,
2016.
179
se limpiaba y se machucaba la tierra […] y quedaba la Era; a mis padres les tocaba
porque era un montón"244 recordaba Nelly.
Seguidamente, sobre la Era se disponía el trigo segado, que había sido dejado en
gavillas para su maduración y secamiento. Por sobre éste, los animales (fueran burros,
mulas, caballos o bueyes) iban pisando dando vueltas a través de la Era, “Eso se
mareaba uno, pero era dele! Cuatro burros ponía mi abuelo, y se les gritaba. Con lazo
se amarraban del pescuezo, iban ayuntaos”245. A la disposición y formación de los
animales en la Era, se le denominaba <cobra>, los animales eran <encobrados> para
aprestarse a trillar, “mi abuelito encobraba el ganado o los burros, los apegaba unos
con otros […] y hacia una fila y a darle vueltas hasta que molieran"246. Por esto, se
hablaba de “echar cobras”, donde cada cobra dependía del número de animales,
fueran uno hasta más de 5 animales, dependiendo la Era y la cantidad de trigo. Dentro
de la cobra, sobresalía un animal en especial, que por sus características podría hacer
de <madrina>, término de tradición hispana, empleado por los campesinos para
denotar un papel de guía, “la madrina era la que por decir, los guiaba, y el resto
trotaban alrededor […]ya se me ta olvidando, pero creo que iniciaban con un
cabrestero, iniciaban con un burro mansito que no fuera a patiar y se dejara trabajar;
entonces conseguían un burro de madrina, y de último echaban al caballo más
correlón”247.
244 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la
zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016.
245 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 -
13 Marzo de 2016.
246 Entrevista a Martha Cecilia, Vereda Tuaneca, municipio de Toca. 17 de Marzo de 2016.
247 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 -
13 Marzo de 2016.
180
Imagen 27. Trilla en la Era con andancias.
José decía que los gritos eran necesarios para que los animales entendieran y la labor
fuera llevada a buen término. Así, los silbidos eran acompañados de gritos guturales,
algunos monosílabos que enmarcaban una musicalidad como reflejo de una
interrelación entre individuo y animal, pues sonidos específicos permitían indicar
diferentes cadencias al andar, o aún la necesidad de parar o arrancar para el animal.
En este punto, la coordinación entre los animales y el guía constituía sólo una parte de
la trilla, pues mientras el guía y las andancias avanzaban, varios individuos iban
dándole bote al tamo, sacudiéndolo con el objetivo de dejar para la trilla el trigo que
todavía no se desgranaba con la presión de las patas de los animales. Por ende, el
ejercicio era constante y repetitivo, “hasta que quede ya el solo tamo, bien trillado” ,
“hasta que se fuera viendo el solo <tamito>, punto que definía que la trilla estaba
hecha y por finalizar, es decir cuando el trigo quedaba “esgranao”.
En esta labor, de igual forma también se plasmaba una clara división sexual del
trabajo, pues mientras generalmente el guía de las andancias era un hombre, mujeres
y niños proseguían su andar “con horquetas y palas, [arrojando] el trigo al aire…”248,
248
Entrevista a Miguel, Vecino vereda Pijaos. Cucaita (Boyacá). 4 - 6 Febrero de 2016. Vereda Pijaos.
181
con el fin que las corrientes lograran arrastrar el tamo y separar el grano cuyo peso
era mayor.
Cuando no se disponía de horquetas o palas, “había que recoger y barrer el grano con
ramas […] había una mata, […] que se llama Hayuelo, y uno iba y escogía las ramas […]
eso era así, ¡barra para recoger el grano! […]”. Este barrido también se hacía
finalizando la trilla, buscando aquellas últimas espigas que aún permanecían sin
desgranar, debido a que “quedan siempre cabezas, entonces eso es lo que se barre y
se hace un montón para volverlo a trillar”249.
249
Entrevista a María y Nelly. Vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16 de Marzo
de 2016.
182
remolino entonces ahí se apilona, y uno sacaba eso para que quedara limpio el
trigo”250.
Fuente: Archivo Personal. La Zaranda separaba pequeñas impurezas y piedras del grano de
trigo trillado. Vereda Pedregal. 2016.
De esta manera, tanto la trilla como la siega, y en general el ethos marcado por aquel
territorio de la gea, denotaba unos factores especiales y concretos que permiten
entender cómo una territorialidad andina configurada a partir de unos saberes
locales, unas formas de subjetividad y unos sistemas concretos de poder, remitió a
una forma particular de vivir, una ontología territorializada abordada desde los
siguientes aspectos puntuales:
Cabe resaltar que herramientas como las horquetas y palas, zarandas, cedazos,
piedras de moler y sus respectivas manos, además de los empates de las andancias y
utensilios como azadones y ganchos, arados y yuntas; eran hechas artesanalmente a
partir de maderas escogidas según el conocimiento de los árboles y las características
que los saberes locales establecieron para sus usos. Por ende, entre Tabes, Garrochos,
250Entrevistas grupales: Mujer de 96 años, junto con sus dos hijas. Residentes de la ciudad de
Sogamoso, pero oriundas de la Vereda Pedregal. 28, 29 y 30 Enero de 2016.
183
Guayacanes, Pinos, Mortiños, Hayuelos, Arrayanes y Alisos, entre otros muchos, se
encontraba un sinnúmero de “palos agradecidos”, es decir, maderas que por sus
características tales como la flexibilidad, la dureza o la porosidad, etc. hacían que el
trabajo fuera prolífico para el campesino. El hecho que una cosa fuera “agradecida”
refería a entender un beneficio más allá de la misma utilidad funcional, planteando
una prolijidad que partía de la naturaleza de la cosa en sí (sea agua, animal, planta,
astro, etc.) y que gracias a su uso por medio del trabajo, construía un efecto de
beneficio fundado tanto en una racionalidad de lo útil (pensamiento) como en un
agradecimiento de lo obtenido (sentimiento de fe). Por ello eran “agradecidas” las
maderas, el agua (lluvia, ríos, manas, pozos), una clase de semilla respecto de otra, los
pastos y hasta una raza animal en concreto. Por ejemplo, en el caso de un palo de
Tabe, éste resultaba “agradecido” cuando de hacer yuntas se trataba, pues su
consistencia compacta y a la vez cierta flexibilidad, permitía el trabajo propio de los
bueyes sin que se quebrara. Bajo este referente, el campesino establecía una
correspondencia con algunas herramientas como los arados, los empates para
azadones y ganchos, las yuntas, los aros y hasta algunos travesaños; donde para cada
uso y herramienta refería un tipo específico de árbol, “eso se escogía pu´ai un <buen
palo> [características de la madera] y se empuntillaba, y así que una garlancha, que
una horqueta, que un empate pa´ un azadón […] eso quedaba bueno"251.
184
y encomendado a un santo de profunda devoción, permitía entender una
funcionalidad más allá de unas características físicas. Concretamente, en torno al
laboreo del trigo, aunque su materialidad actualmente se reduce a unos cuantos
vestigios, pues no se siembra, fue posible encontrar olvidados en los zarzos y patios de
casas campesinas zarandas, piedras de moler, manos y cedazos, además de lograr
registrar algunos apartes de la menguada producción triguera en el municipio de
Socotá, donde los molinos de agua otrora numerosos, permitieron establecer algunas
formas similares de aquel sentipensamiento con la tierra, cuando saberes y
subjetividades responden a formas territorializadas de vivir.
El mecanismo del molino de piedra movido por agua, consiste en una piedra que va
girando sobre una piedra fija, cuyo rozamiento va moliendo el grano que cae en un
orificio central que tiene la piedra que gira, arrojando la harina en la parte de unión de
las piedras. El mecanismo que hace girar la piedra, es una serie de engranajes de
madera ubicados debajo de la casa que alberga el molino, por donde pasa el canal de
agua que hace girar las aspas, proporcionando la fuerza.
Cuenta Rosa, que su molino lo heredó de sus abuelos, y su labor es netamente familiar,
"este molino lo tengo hace tiempos, eso ya va como en una quinta generación […] la
piedra se trae de distintas partes, la de debajo, esa la cambió mi papá hace mucho, la
185
otra se consiguió después, […] cualquier piedra no sirve, toca una piedra que no se
parta"252. Fueron saberes pasados de generación en generación los que han permitido
establecer unas formas sobre las que esta práctica logra perdurar. Por ejemplo, la
piedra empleada en la molinería obedece a un tipo de piedra especial “eso pu´allá de
unas quebradas es ´onde se consigue la piedra […] esa no se parte fácil”, ya que siendo
compacta y relativamente pesada, permite aguantar el continuo rozamiento. Esta
piedra cada 6 meses es labrada, aspecto clave en el mecanismo del molino, ya que a
través de estas hendiduras, se logra acomodar el grano. Cuando la piedra “esté pa´
picar”, parte del mecanismo del molino se desmonta, acción que requiere la
participación de varias personas, pero sólo una de ellas, con los conocimientos
suficientes, es la que se aboca a la labor de picarla, sabiendo cómo labrarla, con la
fuerza precisa y la dirección del corte correcta, ya que corre el riesgo de quebrarla,
con la consecuencia de paralizar los trabajos del molino253.
Cabe resaltar que para el caso de Sogamoso, la presencia de molinos de esta clase no
está documentada, por lo que la molinería estuvo a cargo de algunas pocas plantas
molineras con máquinas de calderas y electricidad. Sin embargo la molinería en el
Valle de Sogamoso obedeció a una labor doméstica, a través del uso cotidiano de la
piedra de moler; ya que lo que se podría llamar “industria” molinera pareció no
responder a la proporción de la producción triguera local. Sólo con la llamada
“modernización” de un molino que databa de 1907, al cual se le acopló fuerza motriz
eléctrica reemplazando el viejo sistema de calderas, en Sogamoso se pudo considerar
que existía un molino suficientemente "adaptado a la producción triguera de la
región"254. Al respecto, es bastante recordado el antiguo molino Sugamuxi, hoy un hito
en ruinas dentro de la ciudad.
252
Entrevista a Rosa. Propietaria Molino Hidráulico. Vereda Curital. Municipio de Socotá. 18 – 21
Febrero.
253 El molino dispone de un mecanismo que tranca la acción de un eje, es como apagarlo, por lo que de
Montaña. Calendario Histórico de Sogamoso. Centro de Historia de Sogamoso. Archivo Central del
Municipio de Sogamoso. Tomo III. p. 151.
186
Imagen 30. Antiguo Molino Sugamuxi.
Al igual que para el caso de las grandes piedras en los molinos de agua de Socotá, la
selección de una piedra de moler versaba sobre un conocimiento específico para tal
práctica. Estas piedras eran recogidas de los ríos, seleccionadas por el individuo,
buscando formas apropiadas para hacer de la molienda de granos una labor efectiva.
Estas piedras en algunos casos solían arreglarse, picándolas, aunque su prolongado
uso iba adaptando paulatinamente su forma, “La piedra no es plana, la piedra tiene
que ser, ir así como un posito”255. La piedra que hacía las veces de mortero, conocida
como la “mano” era algún canto rodado buscado en las riberas de quebradas y ríos.
187
Imagen 31. Antiguas Piedras de Moler.
Dentro de las labores domésticas, el moler en piedra era una labor asignada a las
mujeres, y revestía de una habilidad especial,
mi mamá y las abuelas toda la vida molieron en piedra […] yo alcancé a moler en
piedra, pero era difícil. Eso uno cree que era sólo amasar, y no! Me acuerdo que
una vez por irme de lambona allá, porque es que uno veía fácil que los papás
llegaban y cogían esa piedra, y empezaban a hacer así, y hacía así, y claro yo fui y
la cogí toda dizque a moler y si me quedé con mi machucón256.
188
esa época estas mujeres cuando tenían obreros, su trabajo era hacer esos cuchucos, y
en piedra, moler en piedra”257.
Para el uso de la harina en la cocción, esta se cernía empleando para ello otro
implemento ampliamente referenciado: el cedazo. Éste ayudaba a limpiar la harina,
fuera de trigo o cebada258. Los cedazos eran elaborados en la vecina población de Tota,
al sur-oriente del Valle de Sogamoso, una pequeña población enclavada en las
estribaciones de la cordillera. Su elaboración era artesanal, y esta usanza arraigada en
las personas de esta población, les atribuyó un mote representativo: los
“escolaburros”. Con risas y un atisbo de pena, Susana manifestaba ser “escolaburros”,
pues en su pequeño pueblo, por mucho tiempo la elaboración de cedazos fue una
actividad importante, mientras la territorialidad triguera fue dominante. El cedazo es
un aro que bordeando un tejido de fibra animal, hace las veces de tamiz, cuya fibra era
de pelo de cola burro, de ahí el mote. Por ello tradicionalmente se decía que no se
podía llevar burro a Tota, pues salía sin cola; “eso <escolan> los burros, perdone que
lo diga así sumercé, eso es de las colas de los burros. Las cortan y hacen los manojitos,
las lavan y las amarran. La ponen a secar y van sacando a cada manojito un nudo en la
punta […] y eso hay unos telares que les toca hacer, son pequeños, y son solo para los
cedazos"259. De la misma forma, el aro se hacía de madera nativa, “el aro, el urdiembre
eso les tocaba ir al páramo de las Alfombras a traer la madera para hacer los aros, era
un bejuco que sólo crece puallá!; por allá duraban unos 8 días trayendo esa madera
para cultivar esos cedazos […] "260. Por su parte, la fibra animal provenía de los
animales que estaban a su disposición, aunque María recordaba los viajes de su padre
“a Arcabuco a traer la cola de los caballos y de las vacas para hacer esos cedazos […]
257 Entrevista a Bárbara y sus dos hijas. Antigua campesina de la Vereda Pedregal – Municipio de
Sogamoso. 28, 29 y 30 de Enero de 2016.
258 La cebada usualmente era colocada al sol, “la escogían que no saliera con tanto mugre, y después la
echaban en una lona y la parvaban, la apaleaban para que se escolara, porque ella trae mucha raspa.
Después de eso, la tostaban, tostaban arta y la ponían que se enfriara y la ponían otra vez en una lona y
dele palo, pa que se raspara un poco, y después ya se trataba de raspar lo más, y ya después la molían, y
sáquele, y sáquele raspa, y yo no se; eso hacían cosas!”. Entrevista a Margarita, campesina e integrante
del mercado solidario Agrosolidaria Tibasosa. Vereda Esterillal. 22 de Febrero de 2016.
259 Entrevista a Maria Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 de Febrero de 2016.
260 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la
189
tenían que ir a Arcabuco a traerlas”261. Además, para tejer los cedazos requerían de las
llamadas “cucharas de macana”, siendo otra madera especial.
Concretamente, a partir del uso de la piedra de moler y los cedazos como elementos
reflejo de una territorialidad cerealera y campesina, las referencias a esta vida
permiten denotar asociado a aquella territorialidad una particular espacio-
temporalidad, pues eran “otros tiempos”; de caminos y distancias, labores y jornadas y
hasta sabores y gustos. Los cuchucos, los guisos de tubérculos de altura y el maíz
referían otras experiencias gustativas, partiendo precisamente de aquellos elementos
que territorializaban aquella experiencia: “todo era rico, […] para un cuchuco eso
queda una delicia, porque se molía con piedra […] y mejor, hacía bien! […] es que eso
imagínese, pa´ echar azadón y caminar toa´ la vida en esas y aquí ´tamos, no nos
enfermamos […] por eso los antiguos [personas de edad] llegan a viejos, porque
comieron toda su vida fue eso”262.
261 Ibíd.
262 "Yo molía harina de maíz tostao pa´ las arepas, el sabor es distinto en la piedra, queda muy rico. Yo
como era la mayor de mi casa, y a mí me dieron molida [piedra]. Cuando hubo la última [la hermana
menor], la última, fue la máquina [máquina de moler]”. Entrevista a Silenia y Guillermina, campesinas e
integrantes del mercado solidario de Tibasosa. Mercado Solidario, Tibasosa. 22 de Febrero de 2016.
263 Funcionaba con una manija accionada con la fuerza del brazo que movía un torno interno, moliendo
lo que se le echara a través de la boca metálica superior. La máquina venía provista de unas
abrazaderas metálicas en la parte posterior, que permitían acoplarla a cualquier base.
190
síntesis, la espacialización de la modernización desterritorializó aquel ethos del Valle
de Sogamoso.
La interrelación entre los saberes locales y los signos construidos socialmente a partir
de una lectura del entorno fue muy rica y heterogénea frente a la imagen vetusta y
simple de un campesino ignorante y supersticioso que construyó el paradigma de la
modernización. Por el contrario, las formas territorializadas sobre las cuales el
campesino sentipensaba con su entorno implicaron categorías ontológicas profundas
como el espacio-tiempo a las que se le dotaba de un orden al universo. Un ejemplo
recae en la misma trilla y uno de los factores claves para asegurar un buen laboreo: el
viento.
Mujeres y niños arrojaban el tamo del trigo al aire buscando que el viento con su
fuerza separara el grano del tamo que quedaba, por lo que su acción era la que
garantizaba la limpieza del trigo, ya que si no hacía viento “duraban tres o dos días
aventando, paliando, y a lo que ya taba traspaliado el trigo, enton lo cogían en costales
pa venderlo”264. El viento aseguraba que el trigo - según María -, fuera “limpicitico”,
debido a que la diferencia del peso específico del grano de trigo y del tamo, permitía
que éste último fuera arrastrado por las corrientes, separándolos. Sin embargo, más
allá de todas estas relaciones que pueden parecer obvias, emerge la existencia de un
ordenamiento espacial y temporal a partir de la territorialidad de una producción
andina campesina. De esta manera, tal y como el lector puede ver, el viento y en
general los factores climáticos demostraban la existencia de una fehaciente relación
entre los tiempos de siembra, de siega y de trilla acorde a las usanzas que el
conocimiento local había construido con el pasar de los siglos. Así, se entendían como
tiempos distintos, el “tiempo de la siega”, el “tiempo de la trilla” al igual que los de las
lluvias o vientos, y de esta manera también se entendía no sólo los ciclos de los
cultivos (siembra-cosecha) sino de la vida misma. Por ejemplo, si la seganza se
adelantaba, segando en Septiembre, “a veces alcanzaba a coger humedad, entonces
264
Entrevista a María Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 de Febrero de 2016.
191
tocaba darle unos dos soles en Noviembre, en Diciembre, antes de trillarlo […] que
generalmente se hacía a últimos de diciembre y en Enero […] tocaba coger las buenas
ventiscas que sacaran el tamo”265. De esta manera, la relación con el entorno en cuanto
al laboreo del trigo plasmaba una territorialidad particular donde las épocas de
verano, invierno y vientos eran leídas conforme a un ordenamiento espacio-temporal.
El trigo se sembraba empezando las primeras lluvias, (desde el mes de Marzo), donde
a lo largo de 6 meses, el cultivo se iba desarrollando hasta su época de siega (desde
Agosto hasta Octubre principalmente), cuando las espigas adquirían un color
particular. Por ende las trillas comenzaban desde Noviembre, extendiéndose por el
mes de Diciembre y Enero, épocas de verano y vientos, que permitían que el grano no
se humedeciera, facilitando la trilla. Por esto, la concepción de una territorialidad
campesina andina recae en la forma como los individuos construyeron un orden
espacio-temporal de la realidad, acorde en este caso, según los cultivos (trigo, cebada,
papa, maíz), las usanzas y labores que requerían, y que constituían más que un
trabajo, una forma de vivir gracias a la regulación de las prácticas sociales que se
establecían: trabajo prestado, convites266, mecanismos de prestigio y filiación
parental política, entre otros aspectos.
265 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 -
13 Marzo de 2016.
266 El convite campesino refería a la reunión de trabajadores en torno a un objetivo común y de
192
salario devengado (en dinero o en especie). Las jornadas referían a la existencia de
unas formas de trabajo en torno a mecanismos de economía moral, de favores y
reciprocidades, donde los días no eran de 12 horas (la jornada que se realiza a la luz
del día), sino que eran <largos o cortos>, establecidos según una forma subjetiva de
percepción por parte del campesino. De esta manera, cuando María contaba acerca de
las trillas con horqueta, labor dura y prolongada, refería que eran “días largos”, como
un recurso metafórico que cualificaba la labor, “dos días, largos, machucando […] pero
con las mulas, eso se hacía rápido, el día no más!, un día corto”267.
267 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la
zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016.
268 Entrevista a Miguel, Municipio de Firavitoba. 29 de Febrero de 2016.
193
- El Territorio de las Cachangas: <Ganadeo> con los Llanos del Casanare.
“Mi abuelo era comerciante, el viajaba con mucho trigo a los llanos
y traía arroz y café para venderlo aquí en Monguí. Entonces él decía,
que si no llegaba uno a lo propio, era sentirse huérfano; y pa´ no sentirse
así, el procuraba tener su tierrita y asuntos aquí (Boyacá) y allá (Casanare) […].
Y eso me hace descubrir, que nosotros boyacenses seamos distintos
a ellos [los llaneros]. Que ellos solos sean los verracos, como si hubieran tado
puallá solos! No ve sumercé que Casanare y Arauca fueron colonizados por
Boyacenses! Es que después fue que salieron a hacer departamentos con la tal
Constitución […] pero esas tierras eran trabajadas por mucha gente de Boyacá,
eso que no vengan aquí con cuenticos raros que sus departamentos! Porque es
que es la misma gente de aquí y de allá".
194
El “llano” en términos geomorfológicos pertenece a una extensión territorial que
comprende biomas de sabana intertropical con un relieve plano y de ligeras
ondulaciones. Como región geográfica alude a un extenso territorio en torno a la
cuenca del río Orinoco269 compartido entre Venezuela y Colombia, que se extiende
desde la costa oriental de Venezuela hasta el piedemonte de la cordillera oriental
Colombiana. Sin embargo hablar del “Llano” en Colombia remite a connotar toda una
serie de representaciones geohistóricas que evidencian varios “llanos”; desde el
moderno corredor Bogotá-Villavicencio de las últimas dos décadas, pasando por los
paisajes de sabana y selva270 que plasmó en los años 20 la pluma de José Eustasio
Rivera en La Vorágine, del llano contemporáneo de las compañías petroleras (Meta,
Arauca y Casanare), hasta aquellos llanos ganaderos de fundaciones y hatos, caporales
y arrieros que comerciaban ganado entre Casanare y el interior del país a través de
Sogamoso (entre el último tercio del XIX y la primera mitad del XX). Justamente estos
llanos serán los que se abordarán a continuación con el fin de dimensionar otras
relaciones de territorialidad presentes en el Valle de Sogamoso, que determinaban
aquel constructo multi-territorial geohistórico que se ha pretendido representar
geohistóricamente.
269 En Venezuela comprende 3 regiones, los llanos occidentales, centrales y orientales; que a su vez
integran 7 entidades federales: Apure, Barinas, Portuguesa, Cojedes, Guárico, Anzoátegui y Monagas.
Por su parte, En Colombia conforma la región de la Orinoquía, compuesta por 4 departamentos: Arauca,
Casanare, Meta y Vichada.
270 La ruta seguida por el protagonista, Arturo Cova: Llanos orientales del Meta, Casanare, Arauca y
pesar que se suele referenciar a las exploraciones de los alemanes Federman y Espira (1530) como las
que posibilitaron la entrada de bovinos a la llanura, parece ser que la Compañía de Jesús con la
fundación de su Hacienda Caribare (1661) fue la que permitió el ingreso de los primeros bovinos a
195
XVII, la fundación de haciendas jesuitas en la parte media de la cordillera oriental
facilitó la introducción de bovinos a la llanura, sin embargo su expulsión de los
territorios de la Corona postergó por unas pocas décadas su expansión, y sólo a su
regreso (1659) permitió la fundación de haciendas hacia el piedemonte, como la
hacienda Caribare (1661), que se erigió en centro de expansión ganadera en la región.
De esta manera, se fue consolidando lentamente una configuración territorial que
dibujó una primigenia red de caminos y unas formas de articulación territorial local
ante la inmensidad geográfica de la sabana.
Cabe mencionar que la dinámica comercial entre el interior del país y los llanos, no se
redujo a la introducción de ganado, ni tampoco los principales centros poblados
llaneros fueron simples campamentos de colonización y ganadeo. Al respecto, un
ejemplo es el de Santiago de las Atalayas (Casanare)272, que no sólo reportaba
significativas sumas de diezmos y producción de alimentos, sino que enviaba a
mercados cordilleranos además de ganado273 otros productos como pescado. De igual
forma, desde territorios cordilleranos andinos se tranzaban productos tales como
granos, harinas, azúcar, anís, entre otros empleando difíciles caminos en rutas que
para un mercado importante como el de Bogotá, marcaban entre 250 y 300
kilómetros de distancia subiendo la cordillera oriental, avanzando sobre el altiplano
Cundiboyacense. Sólo con la fundación de la hacienda Apiay (1740)274 en los llanos del
Arauca y Casanare, no desde Venezuela, sino desde las estribaciones de la cordillera oriental donde ya
habían establecido haciendas entre Boyacá y Casanare. Ver: HUERTAS-RAMÍREZ, H. y HUERTAS
HERRERA A. Historiografía de la Ganadería en la Orinoquía. Actas Iberoamericanas de Conservación
Animal. Conference: XVI Iberoamerican Symposium on conservation and utilization of genetic
resources. At Villavicencio, Volume: Vol. 6. Octubre 2015. 300-307 pp. En:
https://www.researchgate.net/publication/286053933_HISTORIOGRAFIA_DE_LA_GANADERIA_EN_LA
_ORINOQUIA Consultado el: 24 de diciembre de 2016.
272 Fue una ciudad colonial de frontera erigida en 1588 en las inmediaciones del territorio de Casanare,
el gobernador de los llanos don Adrián de Vargas, estimó los pagos de los diezmos en la importante
suma de $1,395, mientras que “la producción de lino era de 12,000 varas; [y] a Tunja se habían enviado
2,000 arrobas de pescado, 5,000 cabezas de ganado y otros víveres…”. PEREZ ANGEL Héctor Publio.
Caminos Reales de Casanare. Llanoletras-Gobernación de Casanare, Casanare. 2003. p. 71.
274 Op cit. HUERTAS-RAMÍREZ, H. y HUERTAS HERRERA A. p. 303.
196
Meta (al sur del Casanare), se abrió otro frente de entrada a Bogotá, no obstante no
anuló la dinámica comercial establecida a través de la ruta Casanare – Bogotá. De esta
manera, dos ejes de comunicación sobresalieron: el de Cáqueza en torno a los llanos
de San Martín (hoy Meta), y el de Sogamoso que comunicaba a los llanos del Casanare
a través del poblado de Labranzagrande275.
Aunque la conexión de los fríos territorios andinos de la cordillera oriental con las
cálidas sabanas llaneras siempre ha evidenciado serios problemas de comunicación
dada su precaria infraestructura, su dinámica geohistórica logró perfilar un constante
interrelacionamiento entre los pueblos cordilleranos y llaneros. No sólo el comercio
ganadero, sino la ruta de la sal y el intercambio de productos de tierra fría y cálida
forjaron una articulación territorial activa, a pesar de los caminos difíciles276, llegando
a trascender la amplia distancia geográfica y las diferencias paisajísticas y culturales
que medios tan disímiles como la sabana llanera y el altiplano altoandino ofrecen. Por
esto, el caso del Valle de Sogamoso y su relación con los llanos orientales permiten al
lector entender cómo geohistóricamente se construyó tal vínculo.
275 Con el paso del tiempo, lentamente este último se fue ramificando, originando “el camino que por
Toquilla y Pajarito, llegaba también a los pueblos de Casanare, constituyéndose en la actual carretera
del Cusiana". ". PEREZ ANGEL Hector Publio. Caminos Reales de Casanare. Llanoletras-Gobernación de
Casanare, Casanare. 2003.
276 Tanto los caminos que conducían del llano a las salinas (de Moreno a Chita), como el de Pore y
Támara a Laguna Seca, y el de Nunchía a Labranzagrande y Sogamoso eran reportados a finales del
siglo XIX como peligrosos según cronistas citados por Jorge Brisson. En: PEREZ ANGEL Héctor Publio.
Caminos Reales de Casanare. Llanoletras-Gobernación de Casanare, Casanare. 2003. p. 37.
197
Territorialidad Ganadera desde el Valle de Sogamoso.
Fuente: Mapa elaborado por el autor. Divisiones territoriales provinciales del Departamento de
Boyacá, Provincia de Sugamuxi y Departamento de Casanare.
A su paso por Sogamoso entre 1882 y 1884 el geógrafo Alfred Hettner resaltó su
actividad comercial ganadera, señalando a esta como el factor de prosperidad para sus
habitantes, gracias a que en sus dehesas se daba el levante de animales traídos de los
llanos del Casanare con destino a los mercados de consumo de carne del centro y nor-
oriente del país (Bogotá y Santander)277. En este sentido, según lo recabado a través
de informantes y fuentes documentales, la actividad ganadera desde el último tercio
del XIX hasta pasada la mitad del siglo XX fue preponderante, pero más que como una
rama económica, ésta representó una articulación territorial que determinó una
manera de vivir y dimensionar el Valle de Sogamoso, una forma de relacionarse con
este y de pensarlo en clave de una ontología local,
277
Op cit. HETTNER Alfred. Consultado el: 19 de Julio de 2016.
198
mi abuelo viajaba, mi papá también y quizás mi bisabuelo, no sé […] Yo tenía 8
años, y eso era sin alpargatas de aquí pa´ llá! Es que eso ahorita a uno se le hace
imposible, porque a veces ni en carro, pero en ese entonces era arriando mulas.
Llevábamos mercancía pero nunca ganadié; sí levanté ganado pero sólo en el
llano, no me ponía a traerlo porque eso era pesado; había que saber y sufrir!
Buena parte de la vida fue así, entre el llano y puaquí, llevando de todo y
trayendo también… Eso había harta gente de Sogamoso que vivía así, de aquí pa´
llá´278.
No se necesitaba ser arriero, caporal ni comerciante viajero para hacer parte de aquel
entramado complejo territorial del Valle de Sogamoso, donde la territorialidad
ganadera llanera se interrelacionaba a la par con aquella territorialidad triguera
anteriormente caracterizada. De esta manera, el orden espacio-temporal marcado por
las cosechas en las proximidades del valle, los mercados regionales que confluían en la
cabecera de Sogamoso, y el comercio ganadero con sus “cosechas” o “sacas” entre
<Mayo-Junio> y <Diciembre-Febrero> determinaba una multiterritorialidad que regía
la vida de la población. Puntualmente para el caso del ganado llanero, su dinámica
marcaba claramente dos épocas al año, cuando caporales y arrieros partían para traer
cientos de reses llaneras en las denominadas “cosechas” ganaderas o “sacas” de
ganado provenientes del Casanare, llegando a concentrar en el valle de Sogamoso de
10 mil, 18 mil y en ocasiones hasta 20 mil cabezas, principalmente criollas
casanareñas279. Incluso las “ferias de julio” en Sogamoso, celebradas en tal fecha desde
el siglo XIX como forma de conmemorar las festividades patrias, con el tiempo
recibieron más importancia en torno a la influencia del comercio llanero, pues
278 Entrevista a Pedro. Antiguo arriero y comerciante con los llanos Orientales del Casanare. 14 de
Diciembre de 2015.
279 Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. p. 44.
280 Ibíd. p. 59.
199
Sólo en 1944 se calcularon en 5,000 las cabezas de ganado que pacían en las dehesas
de Sogamoso, no obstante en Julio, mes de las festividades, éste número aumentaba
llegando a 15,000 cabezas gracias a la "saca de abajo"281 (la saca de ganado
proveniente de los llanos). En esta medida, los caminos, viejos y vetustos, difíciles
pero imprescindibles, moldearon esta articulación territorial gestada por arrieros,
caporales y dueños de hatos y fundaciones, quienes dos veces al año arribaban a
Sogamoso, “con la bolsa llena de morrocotas (monedas) y al frente de una partida de
novillos que levantaban unas polvaredas doradas en los caminos del valle” 282. Las
conocidas “sacas estaban supeditadas por las temporadas de invierno y verano, que
en las condiciones del trópico se traducen en lluvia y tiempo seco,
Se iban en Mayo por ahí; que era cuando se podía viajar con los ríos, caños y
caminos en buenas condiciones para la caminada; pero ahí era una estadía muy
corta, porque ya pronto comenzaba a llover, a echar agua los caños, los esteros se
llenaban, entonces eso permanecían poco tiempo allá. La otra época era en
Diciembre, que sí duraban dos meses por ahí, se iban a principio de diciembre, y
duraban a finales de Enero y hasta principios de Febrero. Aunque se podía traer
ganado en esas dos sacas, creo que eso se traía el más, en el viaje de Mayo, porque
en Diciembre ya iniciaba el verano y el pasto no era tan exuberante allí […] pero
para Mayo, ya habían comido en Abril un pasto que había recibido lluvia, agua,
entonces eso les permitía a los animales comer mejor, estaban gorditos […]
porque esa caminada era dura! Generalmente no llegaban el mismo número de
animales con los que salía de allá! 283
De esta manera la forma como los llanos eran referenciados en torno a las sacas y las
temporadas de invierno y verano, originó distintas representaciones geohistóricas de
percibirlo como territorio particular, como diferencia, según factores ecológicos que a
su vez determinaron la dinámica multiterritorial del Valle de Sogamoso. Así, los llanos
en invierno, marcados por una difícil accesibilidad desde y hacia la cordillera, con
crecidos y caudalosos ríos, caños profundos y pantanosos caminos, impedían un
intercambio fluido284, por lo que las actividades en el Valle de Sogamoso vertían en lo
281 Sogamoso. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Marzo 7 de 1944, No. 14. En:
ACMS – Hemeroteca: Semanario Acción Cívica.
282 CABALLERO CALDERÓN Eduardo. Tipacoque. Bedout, Medellín. 1971. p. 20.
283 Entrevista a Luis Castillo, nieto de un comerciante de ganado. Sogamoso, 7 de Febrero de 2016.
284 “Es que de mayo en adelante se crecían los ríos, y no había quien moviera una res”. José. Campesino
200
relacionado con la agricultura y el mercado regional inmediato. En invierno, la
percepción del paisaje que conducía a los llanos estaba dada por condiciones
temporales húmedas y frías, referentes continuos de peligro y múltiples dificultades.
Por otra parte, los llanos de la época seca o de verano, señalaban la oportunidad para
que hacendados, arrieros, caporales y campesinos en general centraran sus esfuerzos
y esperanzas en el ganadeo, como si se tratase de cualquier cosecha de una sementera
obcecadamente cultivada. No se trataba simplemente de traer un animal, pues
ganadear era equivalente a labrancear; es decir, así como se cultivaba el trigo, se
cultivaba ganado, así como se cosechaba cebada, se cosechaba ganado, así como se
entretejía una relación entre un segador o una amarrandera de trigo con su labor
como arte de vida, así se entretejía el vínculo entre caporal y arriero con el animal,
entre jinete y “bestia” como si fueran un solo organismo. Uno y otro llano, el de
verano e invierno, percibidos tan distintos, constituyen un proceso de corogénesis285,
es decir, una forma particular de referir un lugar que se presenta (nace) en torno a
“un reconocimiento de parte de un grupo que lo territorializa a partir de una
autonomía, de una significación afectiva, productiva, etc.”286.
Cabe señalar que el comercio ganadero involucró no sólo a sus actores directos
dedicados a ganadear (caporales, arrieros y dueños de hatos y fundaciones residentes
en Sogamoso), sino que vinculaba periódicamente un sinnúmero de población que de
manera indirecta sin viajar, arriar o sabanear, forjaban aquella territorialidad
ganadera llanera, participando de actividades propias del valle como la elaboración de
cachangas y aperos para las reses y andancias, la preparación de cultivos y mercancías
para entrar al llano y hasta la planeación de las correrías y selección de las
tripulaciones para arriar. Así mismo, las prácticas y conocimientos agropecuarios de
los diferentes actores asentados en el valle de Sogamoso, permite establecer que la
285 Parte del término antropológico Etnogénesis, que permite pasara a territorializar “el proceso de
nacimiento de una cultura que se distingue a las de su entorno”, aludiendo un <nuevo lugar>. Este
proceso, el autor lo asume, en su dimensión espacial, a partir del concepto Ptolemaico de corografía.
FERNÁNDEZ CHRISTLIEB Federico. Corogénesis. En: FERNÁNDEZ CHRISTLIEB Federico y URQUIJO
TORRES Pedro Sergio, Coords. Corografía y escala local. Enfoques desde la geografía cultural. UNAM,
Campus Morelia - Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental CIGA, Morelia. 2012. p. 100.
286 FERNÁNDEZ CHRISTLIEB Federico. Corogénesis. En: FERNÁNDEZ CHRISTLIEB Federico y URQUIJO
TORRES Pedro Sergio, Coords. Corografía y escala local. Enfoques desde la geografía cultural. UNAM,
Campus Morelia - Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental CIGA, Morelia. 2012. p. 100.
201
dinámica ganadera en este territorio no correspondió exclusivamente a la ceba de
cabezas casanareñas, sino que existió a la par una producción interna que
históricamente fue mutando según el grado de articulación y el éxito comercial del
comercio ganadero llanero. Al respecto, algunas fuentes documentales señalan que
antes del ganado llanero, la preponderancia pecuaria local se centraba en la
producción de ovinos y porcinos, especies más vinculadas a una tenencia agrofamiliar
y campesina de traspatio o de pastoreo continuo en potrero cercano a la vivienda, tal y
como lo señala la siguiente tabla.
Fuente: Tabla elaborada por el autor con base en datos de Agustín Codazzi. Geografía Física y
Política de las Provincias de la Nueva Granada. p. 231.
Por otro lado, las múltiples haciendas asentadas en los terrenos planos del valle,
aportaban una razonable producción local de ganado caballar y bovino287, que poco a
poco con la consolidación del comercio ganadero llanero, fue modificándose,
otorgando más relevancia a la ceba de ganado criollo casanareño que al levante local
de ganado importado. Por todo esto, no es extraño que el cronista local Gabriel
Camargo Pérez hacia los años 30 llamara la atención sobre la apabullante influencia
del comercio llanero en Sogamoso, al señalar la precariedad de las “faenas culturales”
e intelectuales en el pequeño poblado, (no había biblioteca, los periódicos aunque
287Se criaban localmente razas bovinas como “la Durham, principalmente, en la comarca de Venecia, así
como también cruzamiento de ella con Normando; y Durham Suffolk cruzadas en la Hacienda de la
Compañía (Jesuita); unas pocas cabezas de pura sangre Devon cruzamientos de esta misma con
Durham y Hereford, en Vanegas. Últimamente se han importado algunas otras razas de origen europeo;
y el ganado que más se propaga actualmente es el anglo-normando por tener una gran estimación
comercial”. Así mismo, las razas caballares más frecuentes en el Valle de Sogamoso fueron la Clevelland,
la criolla y la Porto. CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. Editorial Sugamuxi.
Sogamoso. 1934. p. 44.
202
numerosos eran efímeros, las escuelas no estaban llenas, etc.); pues la mayoría de
jóvenes que había pisado las aulas recibiendo una educación elemental, abandonaba
prontamente tales lides para dedicarse en buena parte al comercio ganadero llanero,
que “atrae como por encanto al joven”288.
Recuerdo la casa de mis abuelos, una casa grande en lo que hoy es Mochacá, que
no tiene que ver con el barrio deprimido que es hoy! Eran casas grandes, de gente
con algún capital. Los pisos eran de ladrillo rústico, pero eran entapetados en
estera, esa que traían de Aquitania, esa se tejía […] con huertos amplios con
duraznos, manzanas, feijoas… era grande. Y los visitábamos allí [los abuelos],
jugando; pero llegaba el día que veía a mi abuelo ir hacia la caballeriza, con cajas
de cuero y aperos, allí amarraban las bestias, las preparaban, y uno ya entendía
288 CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. Editorial Sugamuxi. Sogamoso. 1934. p.
56.
289 Op cit. PEREZ ANGEL Hector Publio. p. 194.
203
que se iban para los llanos. Las cajas esas, eran baúles, pero de cuero grueso,
duro, más o menos de 1.20 x 1.20 mts, y de 80 cm de alto, de cuero crudo. Estos
asumían el cuadrado perfecto, en tal forma que la tapa cupiera y quedara
hermético, ahí guardaban tanto la ropa como el mercado. Había unas cajas tanto
para ropa como para mercado, y se iba cada mula con dos petacas. Entonces
dependiendo de la estadía que fueran a tener allá, así era el número de animales y
cosas que llevaban. Así era que comenzaba todo para traer ganado de los llanos,
de su finca, que la cuidaba un encargado allá, donde se conocía al caporal y su
gente […] Habían señores que se iban con él [el abuelo], eso hablaban y
preparaban la ida, es que se defendían más si iban 2 o 3 personas más!290.
290 Entrevista a Luis Castillo, nieto de un comerciante de ganado. Sogamoso, 7 de Febrero de 2016.
291 Ibíd.
292 Op cit. PEREZ ANGEL Héctor Publio. p. 198.
293 Ibíd.
204
cantos de vaquería eran el medio que permitía al grupo de animales conocer el
camino, “Ajila ajila ajila novillo por la huella del cabresteeeeeroooooo, póngale amor al
camino y olvide su comedeeeeeerooooo…”294. Durante la travesía, el cuidado en torno a
la ganadería era algo demandante, incluso en las noches, por lo que era necesario
velar el ganado, es decir, cuidarlo durante la noche. Por ello, a lo largo de los caminos,
sobre las rutas, territorialmente se fue configurando una red de posadas de ganadería,
donde la tripulación hacía las paradas para que el ganado descansara y se repusiera,
aprovechando también para contarlo. Así, las jornadas de marcha establecieron
espacialmente una configuración territorial que respondió al comercio ganadero, lo
que en muchas ocasiones, a partir de las posadas, fue el origen de poblados como el
caso de Yopal, actual capital del departamento de Casanare, otrora posada
ganadera295.
Imagen 32. Ganadeando.
Fuente: Revista Vida Rural. Mayo de 1940. Ganado arribando desde Venezuela hacia Norte de Santander.
Biblioteca Nacional de Colombia. Hemeroteca: Revista Vida Rural.
205
tiempos de la marcha y el ritmo de la jornada, se adelantaban, “eran los que iban
adelante, compraban comida y buscaban la posada, negociaban un marrano, unas
gallinas”296. En la marcha y velada del ganado, la tripulación constituía un constructo
colectivo armonizado a través de una división concreta de labores entre caporal,
cabrestero, caballiceros, maleteceros y otros; cuyas funciones partían de un
entendimiento y praxis empírica en clave local. Por ejemplo, el interrelacionamiento
con los animales, clave para su guianza y cuidado, se daba a partir de unos signos
particulares que los individuos leían e interpretaban. A la par que el cabrestero
cantaba, era necesario silbar y cantar al ganado ya que esto permitía sosegarlo, guiarlo
tranquilamente “porque apenas se le dejara de cantar o silbar, se barajustaba por
cualquier ruidito o movimiento… estaba uno acostado empezando a dormirse cuando
de pronto oyó un ruido rrrruuuuummm!, esa brisada que se forma con la estampida
del ganado… y arranque sin saber para dónde va, porque en esas noches de mayo que
son bien oscuras!”297.
Así mismo, por los costados de la caravana o ganadería, iba un grupo de vaqueros, el
primero, conocido como puntero, a partir del pecho de su caballo trazaba el límite al
cual el ganado podía avanzar, “Si algún bicho [res] salía por delante del pecho del
caballo del puntero, éste se iba detrás del animal y su responsabilidad era meterlo
otra vez en la ganadería, mientras tanto el traspuntero ocupaba de inmediato el
puesto del puntero”298. Justo atrás de la ganadería, cerraban la caravana los
caballiceros, encargados de las bestias que acompañaban la ganadería, pues asignaban
el caballo o la mula a cada vaquero. Esto resultaba importante, ya que durante la
marcha a través de caminos difíciles, en accidentes o aún estampidas de la ganadería
algunos de estos animales podían lesionarse o perder la vida, siendo factibles las
caídas o cornadas de las reses.
206
llano y luego ascendía cordillera arriba rumbo a Sogamoso, otras referencias hablan
de un traspaso de la ganadería en el piedemonte cordillerano, donde los llaneros, una
vez hecho el ganadeo de llano y habiendo sabaneado el ganado, lo conducían hasta un
punto en el piedemonte para entregar la caravana a arrieros provenientes de la
cordillera, “salían a veces desde San Luis, debajo de Orocué, salía el ganado, lo
sabaneaban por allá, lo arriaban, y había un punto de encuentro”299.
El ser llanero era producto del proceso geohistórico de colonización que determinó
experiencias y saberes en torno a antiguas ganaderías que desde Arauca y hasta
Villavicencio asentaron la territorialidad ganadera, aunque no fue sino hasta el siglo
XX que surgió la llamada tétrada de la llaneridad: vaquero, caballo, bovino y llano300.
Según las descripciones documentadas por el Pbr. Ricardo Sabio, muchos vaqueros
llaneros entregaban el ganado a tripulaciones de serranos que habiendo sorteado el
fragor del páramo, recibían el ganado despidiendo a los llaneros, siempre con sus
“buenos rejos, poca ropa, gran sombrero, su bayetón, su capotera y su faja de
cuero”301, pues poca gracia les hacía a éstos el frío, las piedras y los caminos de
montaña; "Al ver el talante, la gallardía, el estilo, la hombría de estos mozos me
pareció entrar a un mundo distinto al que había vivido. Estos hijos de los llanos no
cargan ese dejo de tristeza y abatimiento de muchos de las montañas de Boyacá" 302.
De esta manera, Llanero y Montañero no sólo eran arrieros de ganado, sino que
materializaban el encuentro de dos formas de vivir el entorno, dos maneras distintas
de relacionarse con el mismo animal. Mientras que en la sabana el ganadeo o el
conocido “sabaneo” consistía en un pastaje en sabana abierta a lo largo de
temporadas, bajo la seguridad que al individuo le otorgaba un conocimiento concreto
que implicaba la relación <animal-entorno>; por otra parte, la ceba de las reses en el
Valle de Sogamoso implicaba un aprovechamiento más intensivo de los pastos, otra
concepción de aquella relación <animal-entorno> que justamente dentro de la visión
299 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 -
13 Marzo de 2016.
300 Op cit. HUERTAS-RAMÍREZ, H. y HUERTAS HERRERA A. p. 302.
301 Op cit PEREZ ANGEL Héctor Publio. p. 193.
302 Ibíd. p. 194.
207
desarrollista propendió por una “práctica racional de pastos”, que para el caso del
Valle de Sogamoso implicó dos sistemas distintos territorializados: el sistema de
pastos de una agricultura familiar303 en terrenos de vertiente, y el de grandes dehesas
ganaderas propias de las tierras planas del valle de Sogamoso. Uno y otro entorno,
con formas disímiles de aprovechamiento de un recurso, como el pasto, constituían el
reflejo de dos ontologías que habían determinado siglos de configuración territorial
en los andes y la llanura, que se interrelacionaban.
El pedregoso suelo del piedemonte ya indicaba el fin de la sabana, por lo que los
peones y arrieros cordilleranos procedían a encachangar el ganado. Generalmente a
cada vaquero arriero le correspondían 10 reses o novillos, los cuales los tumbaban al
suelo para calzarles las gruesas cachangas, una especie de “calzado”304 hecho de fique
y cuero que protegía sus pezuñas para que las piedras no les hicieran daño, para que
el ganado no se “espiara”. Por ende, las cachangas hacían parte de aquellos
imprescindibles elementos con que los arrieros partían desde Sogamoso, siendo
artefactos elaborados artesanalmente en el valle, especialmente en la población de
Tópaga305, al nor-oriente de Sogamoso. Sin duda, el problema del terreno para los
animales era trascendental, pues Agustín Codazzi hacia la mitad del siglo XIX señaló la
obligación que tenían los arrieros de formar “con la paja de los cerros, un colchón en
toda la extensión del camino para que los animales no se despéen con la innumerable
cantidad de piedras que cubren la mala senda por donde pasan" 306. Avanzando por la
303 Precisamente Fals Borda destacaba al respecto de esta región que carecía de una “práctica racional
de pastos”, pues “la gran mayoría mantiene sus animales con hierbas naturales, llevándolos de un
potrero a otro según la estación y aún el <lazo>, es decir, amarrados en lotes pequeños de pastos que
van turnando a medida que el animal se los come”. Para el sociólogo, este método denotaba eficiencia,
pero resultaba incómodo “ya que está adaptado a los pobres recursos de los campesinos y a la presente
carestía de los pastos >artificiales>”. Op cit. FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. p.
180.
304 El señor Luis Castillo en su entrevista, refirió las cachangas como un calzado, pues decía que a las
reses se les ponían una especie de alpargatas. Entrevista a Luis Castillo, nieto de un comerciante de
ganado. Sogamoso, 7 de Febrero de 2016.
305 José refiere que a los pobladores originarios de Tópaga les decían los cachangones, en razón de su
oficio de fabricación artesanal de cachangas. José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos
en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.
306 Tomado de: Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. TI. Agustín Codazzi. p. 100.
208
cordillera el caporal distribuía algunos pertrechos y raciones, no faltando para su
tripulación aguardiente y tabacos. Además, la caravana incluía algunas pocas reses
más fuera de las que el caporal había contratado con los dueños del hato,
que eran las que se consumían, una por lo menos subiendo el ganado, más las que se
solían perder, y también las que se accidentaban […] paraban en las guaraperías, y
descansaban el ganado si se podía […] que mire que se nos quedó una vaca enzanjonada
en tal parte; mandaban a unos cuantos, no paraban la ganadería sino se quedaban
algunos, dos o tres, hábiles con el cuchillo a la hora de destazar la res. Sólo traían la carne,
la pulpa, de resto menudos, patas y porra se quedaba por allá pa los vecinos que
estuvieran porái y colaboraran. Y esa carne pues se iba consumiendo, si se podía; por eso
un dicho en el llano, <el que no tiene cuchillo, no come carne> 307.
La relación del montañero con los animales, al igual que la del llanero y las reses,
plasmaba unas prácticas empíricas moldeadas por un conocimiento que se trasmitía
de generación en generación, y que respondía a las dificultades de la travesía. Los
arrieros montañeros, con sus cantos y gritos, similares a los empleados en la labor del
arado con bueyes, guiaban la ganadería a través de las montañas.
El punto del piedemonte lo marcaba la región que dominaba Labranzagrande. Allí se
bifurcaban los caminos, otorgándole una ubicación estratégica como punto de
enclave desde donde partían varias rutas: la del Camino de Pisba, el camino de
Mongua, el camino a Sogamoso por Moreno, entre otros. El recorrido restante hasta
Sogamoso a través de Mongua, correspondía a un fuerte ascenso por entre páramos,
caminos pedregosos y fuertes vientos; por lo que llegado el ganado del llano a
Labranzagrande, según Hettner, era necesario concederle una semana de descanso en
las dehesas a lo largo de la ribera del río que surca la región, “antes de exponerlo a la
travesía del frío páramo, en la cual no obstante se cuenta por una pérdida del cinco
por ciento de las cabezas en camino”308. Según la Comisión Corográfica, el punto
culmen de la cordillera se ubicaba en un paraje de la ruta conocido como “Ranchería
de Piedra”, pleno páramo; luego de haber dejado atrás los climas templados de la
región de Nunchía, todavía tierra plana con piedras, con quebradas de gran cantidad
307 José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de
2016.
308 Op cit. HETTNER Alfred. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viaand/viaand36.htm
209
de agua a las vegas del río Paya309. Del sitio Ranchería de Piedra, todavía restaba
cruzar sendas extensiones de páramo a través del conocido Alto de San Ignacio, de
difíciles condiciones climáticas. De allí, distaba toda una jornada de camino paramero
para arribar a la población de Mongua, ubicada al nor-oriente del Valle de Sogamoso,
asentada entre cerros sobre la cordillera.
Numerosas descripciones de la ruta, tanto de Hettner como de Codazzi, hacen ver no
sólo las difíciles condiciones climáticas que los arrieros debían enfrentar, sino un
constante entorno de pobreza de la alta montaña, configurado no sólo por la
representación paisajística marcada por la vegetación paramuna baja y pobre en
follaje y espesura, que ofrecía poca protección a los fuertes y fríos vientos, sino por la
ausencia de población que permitiera ofrecer algunos recursos o protección, donde
sólo se distinguían algunos ranchos. Las jornadas, muchas veces surcando la
amplitud de los terrenos parameros obligaba a acampar en estos, aunque ya bajando,
contando con mayor presencia de población, con casas y caminos veredales, aquella
territorialidad de sabana marcada por una red de posadas ganaderas se replicaba
aquí, en torno a corrales para descanso de ganado, contaderos y guaraperías para los
arrieros, “en ese tiempo, pasaban el ganado a pata. Y en ese tiempo había unos
paraderos de ganado aquí llegando a donde llamamos El Crucero, habían unas
corralejas apropósitamente pa´ parar el ganado que venía por ese lado a pata. Ahí
dormía la gente, guardiando su ganado de noche, y a ver qué hora les llegaba la razón
de seguir adelante”310.
Por eso, así entraran al valle por el Norte (Mongua) o por el Oriente (Laguna de
Tota), existían un sinnúmeros de variantes en el camino, determinadas por
contaderos, comederos y sitios de descanso,
bajamos por Mongua, allí por la vereda de Tunjuelo, Sasa y Las Playas que quedan
allá pal otro lado. […] Pero eso se iban por otros caminos, aquí ya en toa esta
zona, a veces se metían por Tasco, allá subiendo […] pero todos eran caminos
bien jodidos, complicados; Y en los caminos, habían ranchitos, ya acomodaos,
donde meter el ganado, poder descansar, comer y tomar puay un guarapo!311.
309 Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. TI. Agustín Codazzi. p. 97 – 100.
310 Entrevista a José Domingo. Vereda Mombita Alto, Municipio de Firavitoba. 2 de Marzo de 2016.
311 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 -
13 Marzo de 2016.
210
Resultaba importante avisar del paso de ganado en los diferentes caminos, pues las
características del ganado llanero eran bien reconocidas por las personas de la región
andina, quienes en general les temían por su fiereza. Así, algunos arrieros se
adelantaban preavisando su paso, sin contar con que previamente a su partida, las
familias y colaboradores de los arrieros habían establecido aproximadamente una
fecha de regreso y arribo; aunque siempre “existía el temor de encontrarse un toro
suelto por el camino, una res brava. Había animales que se quedaban en el camino y
se mandaban”312. En múltiples testimonios se enfatizaba en sus cuernos, refiriéndolos
como muy grandes respecto de su cuerpo, lo que hacía temerles, más teniendo en
cuenta la dura y larga travesía que menguaba la masa de los animales,
La activa dinámica ganadera llanera en Sogamoso con el pasar de las décadas llevó a
una problemática relación espacial respecto del proyecto industrial y el
desenvolvimiento del proceso urbano en la ciudad. Poco a poco, la imagen de una urbe
“civilizada y moderna” riñó con las usanzas y la territorialidad ganadera, llevando a un
proceso de desterritorialización de ésta, gracias a la acción de políticas públicas de
reordenamiento espacial. Al respecto, la administración local estableció un “tributo de
pisaje”314, aduciendo que el tránsito de los animales deterioraba las calles del pueblo y
312 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 -
13 Marzo de 2016.
313 HETTNER Alfred. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viaand/viaand36.htm
314 Por su parte, la división de rentas de la comisaría del Casanare estableció un tributo de pasturaje,
viéndose en la necesidad de comunicar tal decisión a las autoridades de Sogamoso, ya que muchos
dueños de sus Hatos y fundos del Casanare residían en Sogamoso. Los dueños de los hatos debían
declarar sus ganados y de acuerdo al número de estos consignar un peso por cada cabeza denunciada,
211
los caminos aledaños315, lo que a su vez conllevó a trazar nuevos caminos que no
afectaran el casco urbano de Sogamoso y de arterias importantes como la carretera
central hacia Duitama316. Así mismo, las funciones del coso municipal por razones de
ornato e imagen de una ciudad que pretendía ser “culta” y no “atrasada”, fueron
definidas, teniendo que prevenir que los animales deambularan por plazas y calles de
la ciudad, situación que la hacía ver como una "aldea atrasada e inculta"317. Con estas
medidas, se fue refuncionalizando el espacio local en función de un proyecto urbano
que veía en las relaciones espaciales ganaderas de vieja data un ejemplo de desorden.
Así, reconociendo que Sogamoso no dejaba de ser una plaza de compra-venta de
semovientes, y procurando mejorar el recaudo tributario a través del pisaje, se
configuró una zona de comercio de ganado en la plazoleta de la carrera 11 con calle
en esto consistía el derecho de pasturaje. Este recaudo se distribuyó en un 40% para la compra de
molinos de viento en territorios de población ganadera, en otro 40% para la creación de una policía
rural que combatiría a el abigeato, garantizando protección a los dueños de hatos del llamado
cuatrerismo; y finalmente un 20% restante para la construcción de hospitales en las poblaciones de la
comisaría. Carta del Recaudador de Rentas de la Comisaria del Casanare al Alcalde de Sogamoso, y
decreto No. 28 de 1950 de septiembre 9, Ministerio de Gobierno. En: ACMS –Archivo Histórico, Fondo
Decretos Municipales.
315 “… que las mayores transacciones de ganado que se efectúan en el municipio, son constituidas por
herradura antiguo, que pasando por la estación del Ferrocarril del Nordeste va al puente de Chameza y
sigue hacia Santa Rosa de Viterbo, con puente sobre el río Sogamoso a desembocar en el ramal de la
carretera central" debido a que se congestionaba la vía central y se deterioraba ante el intenso tráfico,
especialmente en horas de alto calor ya que el asfalto se reblandece. Alcalde: Mayor Alfonso Ochoa
Combariza. Decreto # 12 de Marzo 4 de 1954, Vía de Salida para Ganados Llaneros. En: ACMS - Archivo
Histórico, Fondo Decretos Municipales.
317 "todo animal que se encuentre en soltura dentro del radio urbano" será tomado por la policía y
llevado a un lugar destinado para ello, con un costo de devolución para el propietario de 1 peso por
semoviente (bovino, asnal y caballar) y 50 centavos por los demás; siendo el dienro consignado en el
comando de la policía No. 4”. Mayor Alfonso Ochoa Combariza, Alcalde. Decreto # 19 de Abril 27 de
1956, Ornato y Aseo de La ciudad. En: ACMS – Archivo Histórico. Fondo Decretos Municipales.
212
11, en la salida hacia el municipio de Pesca, conminando a que las transacciones sólo
se dieran en la plaza de ferias destinada para este evento318.
A la par de esta refuncionalización del espacio urbano que llevó a desterritorializar las
usanzas y prácticas establecidas a través de décadas continúas de activo comercio
ganadero con el Casanare, cabe señalar que el motor económico de la ganadería venía
sufriendo mengua desde 1950, al punto que en 1952 colapsó totalmente,
perjudicando directamente a cientos de Sogamoseños que eran dueños de
aproximadamente 650 hatos tanto en Casanare como en Arauca, "el descenso
económico de Sogamoso en 1952 fue, pues, vertical"319. La violencia política y la
progresiva apertura de los llanos a nuevos frentes y formas de comunicación minaron
la relación ganadera que por décadas a través de ruinosos caminos se había
consolidado, articulando los valles alto-andinos y las sabanas de la altillanura.
318 Alberto Duran Medina, Alcalde. Decreto # 3 de Enero 31 de 1957, Venta de Semovientes en el área
urbana. En: ACMS – Archivo Histórico. Fondo Decretos Municipales.
319 Sogamoso en 1953, Nota Editorial. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Enero 4
213
de comunicación, tales como las conexiones aéreas de Sogamoso y su aeropuerto con
el llano y sus hatos322, conexión que cubría no sólo transporte de pasajeros sino
también el de carga323, lo que terminó por enterrar aquella territorialidad del ganadeo
durante la primera mitad del siglo XX.
Desde los años 30 la política agraria en el país había descrito unas fases ambiguas de
articulación al mercado mundial y a la vez de regulación estatal, no obstante con el
pasar de las décadas la articulación con los mercados mundiales y la ejecución de
macropolíticas en el marco de un estado modernizador, conllevó a una progresiva
desregulación.
322
La historia del aeropuerto de Sogamoso se remonta al 1945, cuando unos ciudadanos notables (entre
ellos Omar Díaz y José Ramón Leiva) plantearon conectar Sogamoso y Casanare por aire. Se eligió el sitio
Lomitas, antigua Finca Pinzón a 6 km de Sogamoso (Escr. Del 13 de Mayo de 1946, not. 4 de Bog. No. 2289)
con extensión de 51 fanegadas y 2743 mts2. La inauguración se dio el 8 de Diciembre de 1946. A la fecha el
aerodromo estaba cerrado comercialmente por motivos de orden público. Solución Inaplazable. Acción
Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Febrero 8 de 1953. No. 198. En: ACMS – Hemeroteca:
Semanario Acción Cívica.
323
Con Pleno Éxito SAM y SAMER inician Vuelos. Semanario Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas.
Sogamoso, Diciembre 13 de 1953. No. 236. En: ACMS – Hemeroteca: Semanario Acción Cívica.
214
Aunque hacia los años 30 ya se dimensionaban las importaciones que el país hacía de
algunos alimentos como el trigo, las fríjoles y hasta la papa324, fueron los efectos de la
II guerra mundial los que llevaron a mermar considerablemente las importaciones por
las dificultades en el comercio mundial325. De tal manera, la política pública se
concentró en estimular la producción interna acorde a la retórica del desarrollo por
medio de iniciativas y perspectivas de modernización en la producción. En este
sentido, es ampliamente recordado por los campesinos de la región del Valle de
Sogamoso el Instituto de Mercadeo Agropecuario IDEMA326, iniciativa pública que
cristalizó hacia los años 40 la estratégica relación entre gobierno, agricultura y
desarrollo. En términos generales sus políticas tendieron a establecer un control del
mercado gracias a barreras impuestas a las importaciones agrícolas.
Sin embargo, factores como la alta virulencia de la roya (hongo) que afectaba el trigo,
y que posicionaba a Colombia como uno de los países con mayor afectación de ésta,
junto con la puesta en marcha de políticas de desarrollo de corte modernizador,
marcaron progresivamente un viraje en la política regulatoria pública. En un
principio, las cifras positivas en la producción triguera desde finales de la primera
mitad del siglo XX, llevaron a que el estado asumiera una inversión en investigación y
mejoramiento de la producción. Precisamente las primeras variedades de semillas
mejoradas fueron repartidas entre agricultores desde 1927, aunque fue
posteriormente que variedades como la Menkemen 52, Bonza 55, Nariño 59 y la
Sugamuxi, referidas por antiguos trigueros entrevistados, fueron entregadas
asegurando una mayor resistencia a la roya. Si se observa la siguiente gráfica que
muestra la inversión en investigación, justamente ésta describió una inversión
positiva desde mediados de siglo hasta la mitad de la década de los años 60.
324
La contraloría reportaba que “el valor de las importaciones de productos de la tierra era igual, en cuatro
años, al monto del presupuesto anual de rentas y gastos de la nación”. PÉCAUT Daniel. Orden y Violencia.
Evolución Socio-política de Colombia entre 1930 y 1953. Norma, Bogotá. 2001. p. 336.
325
El gobierno de Eduardo Santos (1938-1942) optó por un plan financiero y económico enfocado al
desarrollo agrícola. Puntualmente, La <Caja Agraria> fue provista de un nuevo programa de crédito a
mediano plazo para ganaderos y cultivadores. De esta manera, la inversión pública en el agro pasó de un
8.9% en 1937, a un 38.3% en 1942. Ibíd.
326
Fue un instituto recordado por los agricultores gratamente. Controlaba las importaciones de alimentos y
regulaba el mercado agropecuario manteniendo precios para evitar impactos inflacionarios; por lo que la
progresiva apertura de importaciones lo fueron relegando cada vez más.
215
Gráfico 12. Costos de Investigación en Trigo del Instituto Colombiano Agropecuario ICA, 1950 –
1975.
5,000,000
4,500,000
4,000,000
Miles de dólares (a precios de 1972).
3,500,000
3,000,000
2,500,000
2,000,000 Costos Investigación
1,500,000 (miles de dólares).
1,000,000
500,000
0 1962
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1964
1966
1968
1970
1972
1974
Años.
Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en datos recabados del Anexo 23.
Sin embargo, buena parte de dicha producción triguera se había sostenido gracias a
remanentes de aquellos procesos territoriales locales donde las políticas públicas
entraron a moldear su dinámica reconfigurándolos327. Tal, fue en sí una apropiación,
cuya dominación no implicó una destrucción de las formas de conocimiento aplicado a
la producción, sino una serie de condicionamientos que moldearon sus formas. Con la
plena entrada del proyecto modernizador y la articulación a mercados mundiales, la
potencialidad de la producción triguera interna se desestimó, pasando a ser una
producción “primitiva” al no estar mecanizada, y “antieconómica” al no demostrar
rendimientos a partir de un costo-beneficio que respondiera a la dinámica de los
grandes mercados de grano mundial. Por esto, con toda razón la producción
campesina cuya afectación por roya alcanzaba entre el 30% y el 50% de las
variedades de trigo tradicionalmente utilizado en el altiplano Cundiboyacense y el
327 Por ejemplo, el llamado <control de cambios> regido por el decreto 206 de febrero 4 de 1949
enumeró 60 materias primas nacionales que los fabricantes debían utilizar por completo antes de que
la oficina de control de cambios les permitiese hacer importaciones de ellas. De esta manera, fueron
clasificados los artículos por grupos, según donde el grupo III designaba la menor urgencia con un
impuesto de importación del 26%, incluyendo productos como el arroz, la cebada, los frijoles, la harina
de trigo, galletas entre otros. Op cit. CURRIE Lauchlin. p. 127.
216
macizo nariñense, no correspondía a las expectativas de un mercado mundial 328. En
este sentido la misión del BIRF recomendaba al gobierno, en pos de su modernización,
mirar hacia la importación antes que seguir cargando el peso de una producción
doméstica más costosa y aparatosa329. Estos efectos, propios de una retórica de lo
macro (nivel político y económico), sacrificaron el papel de los diferentes sistemas
productivos como generadores de unas formas de vivir en la localidad.
Con los últimos años de la década del 50 hasta mediados de los años 70, la producción
triguera menguó en su dinámica productiva, decreciendo pronunciadamente a un
ritmo anual de 2,8% anual330. Al respecto, la siguiente gráfica evidencia tal situación,
permitiendo establecer una relación inversamente proporcional entre la producción
triguera del centro del país (Boyacá-Cundinamarca) y la producción del macizo
andino del sur (Nariño).
35
30 Boyacá
25 Cundinamarca
20
Nariño
15
10
5
0
1950 1960 1970
Década.
Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en datos recabados del Anexo 24.
217
país (Nariño) creció, mostrando que la crisis triguera se localizó en las regiones que
durante la primera etapa de políticas proteccionistas agrarias habían logrado una
articulación más fuerte en función de su cercanía geográfica con el gran mercado del
centro del país. Éste, que dadas sus crecientes tasas de población y de urbanización, se
hubiera podido erigir como el jalonador de la producción triguera local, durante la
segunda etapa de políticas agrarias de desregulación, se acopló a las importaciones y a
una serie de políticas macroeconómicas que viabilizaron la puesta en marcha de
programas para la producción de harinas compuestas de trigo, soya y arroz, Así, la
producción triguera fue cayendo vertiginosamente en un rango corto de tiempo,
producto de la crisis de los precios que hacía que no fuera rentable su cultivo por
parte de miles de campesinos en el altiplano Cundiboyacense, tal y como se colige de
la siguiente gráfica, pues "se sembró en 1974 sólo el 31% de lo sembrado en 1950"331.
Gráfico 14. Índices de Superficie Sembrada, Producción e Importaciones de Trigo 1950 - 1975.
(1950=100).
700
600
500
ÍNDICES.
400
Área Sembrada.
300
Producción Nacional.
200 Importaciones
100
0
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
Año.
Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en datos recabados del Anexo 25.
331 Ibíd. p. 3.
218
década de 1950, tal como lo muestra la anterior gráfica. Ya para los años 60 las
importaciones crecieron ostensiblemente, por lo que el cultivo del trigo, sembrado
bajo formas de conocimiento locales que no podían competir con la dinámica del
mercado332, cedió progresivamente dando paso a otros cultivos más articulados al
mercado interno y de exportación, tales como las flores en la sabana de Bogotá; y
particularmente en el Valle de Sogamoso, los pastos, dejando en renglones posteriores
las hortalizas y la papa. Esto, sin que ninguno de estos haya implicado en el valle una
explotación intensiva y articulada a mercados externos, pues aún la crisis triguera en
sí fue una crisis agraria, pues la papa, la cebada y el trigo en conjunto disminuyeron de
310,000 hectáreas sembradas en 1954 a 207,500 hectáreas en 1974; y en cambio casi
100 mil hectáreas engrosaron las proporciones de rubros como los pastos, maíz,
hortalizas y flores333. Precisamente recuerda José Domingo cómo de sembrar trigo,
cebada y maíz, con los años “todo puaquí se jue volviendo potrero […] ya no hay
siembras en ninguna parte. Todo potreros, y uno preguntarse, y potrero pa qué? Como
ya la juventud de hoy no piensan en la agricultura ni nada!"334. Por esto, sólo aquella
producción que se acoplaba a unos criterios de productividad de costo-beneficio
logró perdurar, referenciada por aquellos campesinos trigueros como la de los “ricos”
o “ricachones”, que contaron con lo suficiente para seguir sembrando trigo, “un solo
rico puaquí siguió sembrando, y lo cosechaba ya con máquina y todo. Es que eso llegó
mucho trigo de Canadá […] Dizque ese trigo era buenísimo”335. De la misma forma y
aún con más detalle lo señaló José, otrora productor de triguero,
el negocio del trigo lo acabó el viejo ese, López Michelsen [Presidente Alfonso
López Michelsen 1974-1978] […] Ese acabó con eso porque hizo un convenio con
los canadienses pa´ que nos mandaran trigo desde Canadá, que porque en Canadá
se daba el trigo así altisísimo […] y la espiga es grandota. Es que eso dijeron los
oligarcas, qué vamos a comer trigo nacional! que son unas trices de espigas! Toca
332 La misión del BIRF reportó que era un cultivo cuyos costos de producción eran elevados en el país,
respecto de los mercados internacionales. "el trigo produce el equivalente a unos US$7.50 por bushel
mientras que el precio en el Canadá o los Estados Unidos no es mayor de 2 dólares". Op cit. CURRIE
Lauchlin. p. 127.
333 Quizás los pastos fueron los que más absorbieron superficie, pues estos de 395,000 hectáreas en
1960, en apenas una década alcanzaron las 459.000 hectáreas. Op cit. VALDERRAMA Mario. p. 2.
334 Entrevista a José Domingo. Vereda Mombita Alto, Municipio de Firavitoba. 2 de Marzo de 2016.
335 Entrevista a Miguel, Vecino vereda Pijaos. Cucaita (Boyacá). 4 - 6 Febrero de 2016. Vereda Pijaos.
219
es de ese que crece alto, como los canadienses son altos!... Así fue que se ese viejo
tal por cual acabó con el trigo en Colombia336.
Así, la alta e inflada espiga canadiense dejaba en el olvido variedades que se habían
logrado desarrollar no mucho tiempo atrás y que el campesino aún recuerda como el
que sembró a lo largo de su vida,
…el trigo mejorado se llamaba Bochica, que habían 3 o 4 clases, esos bochicas
eran muy buenos pa producir harina, buenas arepas y ricos cuchucos! [risas]
Pero antes de eso existía el trigo colorado tradicional, el trigo blanco pa cuchuco,
el Sugamuxi, y el trigo de harina […] Con el centeno hasta techábamos las casas,
porque el tamo que sobraba de la siega, por su altura, servía pa eso337.
336
Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13
Marzo de 2016.
337
Ibíd.
220
la trilla, y en la preparación […] por la raspa […] nos iba mejor el trigo porque daba
más platica y menos trabajo; porque la cebada esa sí por la raspa, eso sí era más
trabajoso”338; hasta las ponderaciones que la concebían como un generoso alimento
en función de sus preparaciones tradicionales (tales como las sopas de 7 granos y los
llamados cuchucos) marcadas por unos procesos puntuales tales como “tostar los
granos, y moler en una piedra"339.
Sin embargo, el advenimiento de la industria cervecera en el país desde el último
tercio del siglo XIX introdujo un nuevo actor en las relaciones productivas cebaderas
en el Valle de Sogamoso. Concretamente la empresa cervecera de origen alemán
Bavaria, confiscada por el gobierno colombiano durante la segunda guerra mundial,
recibió una capitalización durante la posguerra por parte de inversionistas
colombianos, comenzando una estrategia de expansión por el país que propendió por
el acceso a mercados regionales aprovechando la producción local de cebada, tal como
la que se generaba en la región de los valles de Tundama y Sugamuxi. De esta manera,
la expansión de Bavaria implicó la creación de la subsidiaria Malterías de Colombia
(1946), encargada no sólo del funcionamiento de las malterías existentes en Bogotá,
Pamplona (Norte de Santander), Popayán (Cauca) y Manizales (Caldas), sino de la
construcción de dos nuevas malterías: una en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá), en la
confluencia de la zona Duitama-Sogamoso, y otra al sur del país, en Ipiales (Nariño), la
otra región cerealera a nivel nacional340.
Producto de esta influencia, a nivel local el mercado de cebada parece haberse
sostenido por un tiempo, según referencias que el campesinado de la región recuerda
de la llamada <maltería de Santa Rosa> (Ver: Imagen 33) “…eso se iban camionaos pa´
llá. Recuerdo que se llamaba en ese tiempo malterías. Y esos venían y la recogían. Pero
cuando cerró, ya nadie cultivó la cebada, porque eso la empezaron a traer de otros
338 Entrevista a María y Nelly. Vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16 de
Marzo de 2016.
339 Ibíd.
340 PLANO DANAIS Ricardo. La Industria Cervecera en Colombia. Credencial Historia. Bibliotcea Virtual
221
lados"341, señalando un proceso de desarticulación territorial local muy similar al del
trigo ante la inmersión en el mercado internacional.
Imagen 33. Avisos de venta de semillas y compra de Cebada, Bavaria.
Fuente: Izq.: Revista Vida Rural, Septiembre de 1939. Der.: Revista Vida Rural, Agosto de 1939.
Biblioteca Nacional de Colombia, Hemeroteca: Revista Vida Rural.
222
Aquellos aspectos derivados de una servidumbre de la agricultura que una sociedad
rural como la del Valle de Sogamoso pretendía superar con la utopía industrial fueron
poco a poco presentados como obstáculos para tal fin, por lo que la implementación
de directrices biopolíticas encauzó una lucha muy particular y de especial recordación
entre la población: la prohibición de las tan arraigadas bebidas fermentadas.
Productos como el maíz, la cebada343, el trigo y hasta la zanahoria y los cubios
constituían el recurso esencial para la elaboración de diversas bebidas fermentadas de
amplio arraigo en la población campesina tanto para sus faenas de labranza, como en
sus facetas de recreación y socialización.
yo tengo acá guarapo, es para mí, es que eso si me quita la sed. Por la tarde se
echa el agua, yo cuando tengo que salir a trabajar, por la tarde le saco una panela
ahí a la vasija donde están los resentos [cunchos]. Enseguida, al otro día, saco
agua y la caliento y derrito la otra panela, y la echo que hierva. Y según los
resentos que haigan, hay veces a las dos horas el guarapo ya ta bueno. Uno puede
trabajar, desde que uno tenga bebida, así aguante uno hambre, pero desde que
tenga guarapo344.
343 Por ejemplo, la cebada tostada era apreciada, “se molía, se cernía en el cedazo, y se dejaba todo eso y
se echaba con panela, se dejaba fermentar […] no siempre se hacía con miel, porque tenían que traer la
miel hasta Miraflores o Zetaquira […] Recuerdo que mis abuelos tenían un costal, que le decían zurrón,
era una bolsa como de cuero de vaca, y ahí traían la miel […] pero si no había miel, mientras tanto se
hacía con panela". Entrevista Grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua
Hacienda Venecia. 16 de Marzo de 2016.
344 Entrevista a Marcos, recorrido vereda Pedregal Alto. 5 de Diciembre de 2015.
345 Op cit. CASTRO-GOMEZ Santiago. p. 54.
223
altamente insalubres”346, al punto que el propio ministro de relaciones exteriores y
posterior presidente, Marco Fidel Suárez, certificaba en prensa que su ingesta le había
mejorado de la dispepsia; aunque paradójicamente más del 80% de la población en
sólo Bogotá no sabían leer tal respaldo publicitario, y aún una mayor proporción de
población no tenía capacidad para comprar el periódico y mucho menos para adquirir
la costosa cerveza.
a según como quiera sumercé, yo lo dejo porái un mes o dos. Dura unos días en
agrio, no más que no quiero te fuerte! Esa masa se va mojando en una caneca […]
la harina se echa ahí, luego se le echa agua y se le agrega panela o miel. Ahí va
cogiendo ya fermento. De ahí en veinte días toca cocinar […]se le pone el dulce, y
ella hierve, bien cocinada con harta leña, en un fogón347.
224
Imagen 34. Colando Chicha.
348 Entrevista a Luis Castillo, nieto de un comerciante de ganado. Sogamoso, 7 de Febrero de 2016.
225
progreso, coadyuvando a cimentar la clásica separación ontológica rural-urbana a
partir de la modernización social. Justamente entornos como los de Mochacá349 donde
se producía chicha clandestina después de la prohibición gubernamental350,
facilitaron construir una percepción social negativa reflejada en la valoración de los
mismos fermentos, “es que lo que preparaban pal´ plano [en la cabecera] es una
chicha que había que tomarla despasitico, por sorbitos y párele. Esa chicha era
delicada!”351. A este lugar confluían campesinos de ruana, sombrero y alpargatas cada
día de mercado, con sus animales, bultos y zurrones frecuentando tiendas donde
preparaban fermentos. De esta manera las conocidas chicherías, los establecimientos
donde se elaboraba y expendía esta bebida, pasaron a ser el centro del combate al
atavismo anti-moderno en la región. Las élites locales respaldas en la Sociedad de
Mejoras Públicas, buscando con ahínco lograr posicionar una visión de ciudad a la
población que años antes era un pueblo vetusto y campesino, propendieron por una
cruzada para "quitarle el aspecto pueblerino y vulgar" propiciado por las chicherías.
No era posible que "el influjo de sus miasmas [impidiera] la urbanización y
mejoramiento […] de la ciudad"352. En el mismo sentido, en una carta del presidente
de la República, Mariano Ospina Pérez al gobernador de Boyacá, era explícita la
felicitación por las acciones emprendidas contra las bebidas fermentadas (Ver:
Imagen 35), dado que con esto se sellaba un lastre que minaba el “progreso” del
departamento, pues su pueblo debía “figurar entre los núcleos humanos más
avanzados y vigorosos del país […] liquidando un vicio que venía retrasando
notablemente su avance y empeñadas sus energías en obras tan decisivas para
nuestra economía como la de Paz del Río [la siderúrgica] […] todos los caminos del
349 “en Mochacá, esa gente es chichera. Pero yo no tomaba eso, no me gustaba, cerveza y guarapo si
tomaba. Pero la cerveza muy poco porque eso era muy cara. Donde la finada Hortensia se tomaba
cerveza era porque el señor tenía plata”. Entrevistas grupales: Mujer de 96 años, junto con sus dos hijas.
Residentes de la ciudad de Sogamoso, pero oriundas de la Vereda Pedregal. 28, 29 y 30 Enero de 2016.
350 Con la ley 34 de 1948, compuesta por 11 artículos, se prohibió la fabricación y expendio de bebidas
fermentadas. En: BEJARANO Jorge. La Derrota de un Vicio. Origen e Historia de la Chicha. Iqueima,
Bogotá. 1950. p. 103 - 105.
351 Entrevista a Raúl, vecino de la Vereda Pedregal. 31 de Enero de 2016.
352 La chichería de "Las Cruces". Acción Cívica No. 54. Diciembre 19 de 1944. Sogamoso. En: Alberto Coy
Montaña. Calendario Histórico de Sogamoso. Centro de Historia de Sogamoso. Archivo Central del
Municipio de Sogamoso. Tomo IV. p. 220.
226
porvenir le quedan despejados para las conquistas de su ambición”353, lo que el
investigador Santiago Castro-Gómez señaló como el camino trazado por un proyecto
moderno del <progreso bio-social>354.
Imagen 35. Carteles de campaña contra las bebidas Fermentadas.
353 Mensaje del Excelentísimo señor Presidente de la República, Doctor Mariano Ospina Pérez, al
Coronel Carlos Bejarano, Gobernador del Departamento de Boyacá. Bogotá, 4 de Enero de 1949. En:
BEJARANO Jorge. La Derrota de un Vicio. Origen e Historia de la Chicha. Iqueima, Bogotá. 1950. p. 11.
354 Ver: CASTRO-GÓMEZ Santiago. Disciplinar o Poblar? La Intelectualidad colombiana frente a la
biopolítica (1904-1934). En: Revista Nómadas, NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL –
COLOMBIA. pp. 44 – 55. http://www.redalyc.org/pdf/1051/105115241006.pdf Consultado el: 19 de
diciembre de 2016.
355 La chichería de "Las Cruces". Acción Cívica No. 54. Diciembre 19 de 1944. Sogamoso. En: Alberto Coy
Montaña. Calendario Histórico de Sogamoso. Centro de Historia de Sogamoso. Archivo Central del
Municipio de Sogamoso. Tomo IV. p. 220.
227
cuerpo de autoridad que visitaba establecimientos bajo sospecha de expendio y
elaboración bebidas fermentadas,
el resguardo [cuerpo policivo] donde llegara a saber que habían esas guaraperías,
subía y les rompía los barriles y les sacaba una multa. Recuerdo que una vez doña
Hortensia bajó los baúles allá por entre el monte, y los metió en una mina, ahí
dentro de un hueco, y allá iba la gente a tomar, escondidos, porque dijeron que el
resguardo iba a ir y que el resguardo llegaba y les rompía los barriles y les volvía
todo una nada y les sacaba una multa356.
356 Entrevista a Bárbara y sus dos hijas. Antigua campesina de la Vereda Pedregal – Municipio de
Sogamoso. 28, 29 y 30 de Enero de 2016.
357 La chichería de "Las Cruces". Acción Cívica No. 54. Diciembre 19 de 1944. Sogamoso. En: Alberto Coy
Montaña. Calendario Histórico de Sogamoso. Centro de Historia de Sogamoso. Archivo Central del
Municipio de Sogamoso. Tomo IV. p. 220.
358 Entrevista grupal a Raúl y Pedro. Campesinos vereda Pedregal. 13 de Diciembre de 2015.
228
discursiva del bio-progreso; si bien se presentaban peleas, pululaban borrachos y se
generaban altercados, también se sellaban amistades, compadrazgos y negocios,
donde crecí era una guarapería […] recuerdo que eso era bonito, eso dizque
venían y los días sábados había tiple, y tomen guarapo y coman mogolla, y echen
coplas! Uno echaba una copla y el otro le contestaba, pero no se dejaba. Y baile. Y
todo sano! Porque mis padres no dejaban que pasaran problemas! […] Yo medio
me acuerdo, y eso habían bailes, y eso la gente cuando se emborrachaba eso
dormían ahí, en esteras, no había problema359.
359 Entrevista a Josefina. Campesina Vereda Primera Chorrera. Sogamoso. 8 de Marzo de 2016.
229
Sogamoso. Como se vio anteriormente, medidas enmarcadas en un proyecto
modernizante de <bio-progreso> perfilaron una dinámica de desterritorialización
sobre aquellas usanzas y prácticas rurales que permitió a la sociedad del valle de
Sogamoso reterritorializar muchos de aquellos antiguos mecanismos que permitían
vivir en y el entorno. Al indagar sobre alguna chichería o guarapería, los distintos
testimonios remitían a un pasado rebasado por el avance de la modernidad, pues
aunque todavía son numerosas las casas donde venden y elaboran fermentos, las
referencias de la vida en las chicherías distaban mucho de lo que hoy podría
encontrarse. Sin embargo, la experiencia en torno a la tienda veredal como un lugar
clave en la actual territorialidad rural, permite evidenciar unas formas de vivir cuyas
raíces podrían ilustrar la antigua dinámica social afincada en el rol social de lugares
como las chicherías y guaraperías.
Aunque la cantidad, la clase y las formas de consumo de bebidas desde la mitad del
siglo XX han cambiado a la par del crecimiento de la industria cervecera, inherente a
230
esta aparente dinámica de ruptura y desterritorialización, sobresale una dinámica de
continuidad o reterritorialización expresada en la pervivencia de determinados
mecanismos sociales que actualmente cumplen un rol clave en la multiterritorialidad
rural. Muchos de estos mecanismos se territorializan en lugares estratégicos como la
tienda veredal. Por ejemplo, a pesar que en los últimos años se ha intentado masificar
por parte de las embotelladoras una llamada “cultura del frío” en la cerveza gracias a
estudios de mercadeo y de las propias características de la bebida360, en la tienda
veredal se plasma una microespacialidad particular relacionada con formas que
caracterizan el proceso geohistórico de construcción de territorialidad. De esta
manera, un bar en un centro comercial dista mucho de una tienda veredal más allá de
su función comercial, ya que en zonas rurales de Boyacá, grandes consumidoras de
cerveza, tradicionalmente se ha preferido una ingesta <al clima>, siendo algo difícil la
penetración de estrategias publicitarias como la proliferación de congeladores y
enfriadores, “deme una tantico fría, -solicita un consumidor en la tienda de la Sra. Ana-
, pero apenas medio, […] medio medio!, démela al clima". Se aduce que el clima por
ser frío, mantiene a la cerveza fría, y por ende, los estantes y mostradores en las
tiendas tienen una funcionalidad especial: el mostrador no exhibe una estética del
producto, la publicidad no resulta central como componente del disfrute del alcohol,
sino que sobresale el beber como un medio de agenciamiento social, todavía como
elemento organizador del territorio veredal. Estantes metálicos en algunas tiendas, y
viejos catres de madera en otras almacenan indistintamente numerosas botellas
empolvadas que la tendera limpia con un balletón antes de destapar y entregar cada
pedido. Antiguamente, la chicha y guarapo, almacenado en barricas de barro y toneles
de madera dispuestos en salones contiguos a la galería de la chichería, eran servidos
en totumas y repartidos por coperas y coperos que en bandejas acudían a los pedidos
de quienes reunidos en una sala, departían. Aunque consumidores y expendedores se
conocían, configurando un entorno social cerrado a la manera de la tienda veredal,
360Esta cultura del frío ha propendido por hacer que los consumidores disfruten una cerveza entre los
0° y 4°, aludiendo un mayor disfrute y un efecto que exalta características de la bebida tales como el
color, aroma, sabor y cuerpo. Tal aparataje se ha construido argumentando que de esta manera el
bebedor se refresca más, pudiendo ingerir mayor cantidad por su facilidad al pasar. La Cultura del Frío
– Cervecería Bavaria. En: http://www.bavaria.co/la-cerveza/cultura-de-fr%C3%ADo Consultado el: 22
de Diciembre de 2016.
231
quizás la interacción entre comensal y expendedor describe algunas diferencias
dentro de la profusión de mecanismos sociales de control de amplia raigambre
histórica que encarna una intencionalidad equivalente entre chicherías y tiendas
sobre el territorio rural, donde chisme y rumor, prestigio y honor resultan claves en la
vivencia de estos territorios.
Al respecto, la queja de una tendera ante la deuda de unos clientes resultó toda una
experiencia esclarecedora, “¡Es que ni por ser de los Peña [apellido hipotético], que se
sabe que son gente de plata, dejan de robar!” – replicaba la tendera-, contando a los
que departían allí, que una tarde el Sr. Peña había llegado a la tienda y pedido varias
canastas de cerveza, "y hasta el día de hoy, no se ha aparecido el desgraciado!”361.
Ante esto, los comentarios entre quienes departían en la tienda surgen, pues hay
quienes aportan más detalles del infractor y sus malas maneras, mientras otros
señalan todo un prontuario familiar. De esta manera, todos quedan advertidos en
torno al trato con el señalado, seguramente teniendo como consecuencia en el
territorio veredal, la demostración de cierta hostilidad como señal de reprobación a
partir de miradas, rumores y hasta altercados más directos. En la vereda, suele haber
un número importante de familiares radicados, que comprende buena parte de la
familia extensa (sobre todo compadrazgos), por lo que mecanismos de denuncia a
partir del rumor y el señalamiento como éstos, resultan efectivos; ya que un elemento
de pertenencia que define esta territorialidad, se refleja en expresiones como “Acá no
viven ladrones, somos gente de bien”.
En resumen, aquellos mecanismos sociales resaltados dentro del rol social de la tienda
veredal, encarnan una continuidad sobre la cual se han reterritorializado unas
relaciones espaciales que geohistóricamente en el Valle de Sogamoso evidenciaron
rupturas a partir de la irrupción del proyecto moderno nacional. Con esto, resulta
factible plantear que si bien la chichería y la guarapería como lugar construido
socialmente desapareció producto de la férrea ejecución de una biopolítica estatal,
implícitamente algunos mecanismos sociales siguieron siendo vigentes como
232
fundamento de una territorialidad moderna ambiguamente configurada: sujetos
modernos a partir de criterios sociales tradicionales.
233
CONSIDERACIONES FINALES.
El “cómo” y el “por qué” fundamentan las interjecciones sobre las que generalmente se
suele evidenciar los alcances de un estudio relativo al pasado, sin embargo lograr
hacer explícita una prospección de las implicaciones de un problema de investigación,
abre la posibilidad para plantear lo geohistórico como asunto del presente y del
futuro. Justamente el problema de la modernidad como territorialidad remite a una
problemática vigente que concierne a todos, por lo que las conclusiones de esta
investigación, fueron concebidas tratando de asumir un carácter propositivo y
reflexivo, intentando proyectar de una experiencia concreta - como la del Valle de
Sogamoso -, una problematización atinente a una cuestión general: la modernidad, la
modernización y el desarrollo ante las posibilidades del territorio como vivencia local
y como praxis investigativa.
Vivenciar el territorio desde un caso concreto como el del Valle de Sogamoso, implicó
cuestionar los elementos sobre los cuales resulta rastreable aquel conjunto de
experiencias concretas territorializadas. Por ende, la aproximación a aquellos
mundos del trigo y el ganadeo “pre-moderno” encontró cabida a través del
<sentipensar con la tierra> (tal como lo propone Arturo Escobar de su interpretación
de la noción de Orlando Fals Borda), que versó en procurar evidenciar las ideas, los
temores, las expresiones, los anhelos y los saberes otros del territorio, como una
manera de vivir el entorno y construir territorio socialmente en un tiempo-espacio
concreto. Por ende, vivir el territorio, en primer lugar conllevó a ubicarlo
geohistóricamente como experiencia y praxis: un valle y sus montañas en la época del
desarrollismo, una sociedad rural ante la utopía industrial del capitalismo, un
campesinado ante las posibilidades que ofrecía la modernización.
235
territorio como sustrato ontológico para afrontar las diferentes crisis ecológicas y
ontológicas que el capitalismo perpetró y está propiciando.
236
(entendida como la existencia de múltiples factores y actores que interrelacionados
configuran distintas maneras de vivir, de concebir distintas realidades y mundos). En
este sentido, la modernidad a pesar de ser un factor hegemónico, al concebirse como
proceso territorializado, deja ver las diferencias que hacen de los territorios más que
meta-relatos, otorgando la posibilidad de las manifestaciones de un vivir de otro
modo, es decir, entender que el proyecto desarrollista industrial no transformó el
campesino en proletario y sus bueyes en un tractor, ni el paisaje rural en una quimera
industrial/urbana - por ejemplo-.
Aquellos meta-relatos de la modernización evidencian su carácter ideológico como
proyecto de dominación, sin embargo el abordaje de tales experiencias desde sus
procesos territoriales constituyen rasgos de diferencia que hace que la crítica a la
modernidad, la modernización y el desarrollismo asuma caracteres particulares. Por
ejemplo, la dinámica demográfica en Sogamoso demostró que la utopía industrial no
despobló el campo, y aún antes el direccionamiento de las políticas de modernización
describió profundos interrelacionamientos con coyunturas históricas que salían de la
órbita de una planeación, tal como el paradójico fenómeno de La Violencia: una
exacerbada violencia “pueblerina” frente a la consolidación de una formación espacial
moderna urbana con crecimientos económicos acordes a los cánones del
desarrollismo.
237
modernidad y la modernización se erigieron en sustratos ideales que cimentaron la
funcionalidad de una idea de nación, vista en los siguientes aspectos:
238
tiene cabida como una construcción geohistórica del proyecto de Estado-Nación a
partir de las formas como se fueron articulando al mercado capitalista los distintos
territorios, refiere a aquellas territorialidades tejidas según el modo de vivir y
concebir el entorno en todos sus órdenes. En este punto, fue imperante reconocer que
las territorialidades como reflejos de formas de vivir el entorno, partieron de una
lectura social, es decir de aquellos rasgos geomorfológicos y caracteres bióticos que
socialmente eran y son aprehendidos y vividos por los individuos: Un Valle
interandino frío en la zona tropical con unas usanzas configuradas a partir de ciertos
interrelacionamientos que de ninguna manera plantean un determinismo geográfico.
A partir de esto, las formas de interpretar el firmamento, de enfrentar condiciones y
fenómenos climáticos, de acoplarse a accidentes orográficos, y de asignar
significaciones concretas a árboles o animales, más allá de encarnar prácticas o
conocimientos, remitieron a entender importantes referentes ontológicos que
particularizaron el contexto y la territorialidad del Valle de Sogamoso, permitiendo
una lectura crítica de la modernidad y el desarrollo en clave geohistórica desde lo
local.
¿Por qué el paisaje paramuno retóricamente fue adscrito a una imagen de pobreza y
retraso? ¿Qué caracteres especiales tuvo el campesinado andino del Valle de
Sogamoso que lo hicieron distinto al campesino colonizador de vertiente del centro
occidente colombiano como íconos de tradicionalismo y pujanza respectivamente?
Justamente cuestionamientos como éstos - enfocados más allá de aquella forma de
leer la realidad jerarquizadamente (unos arriba de otros – unos más allá de otros) -,
permitieron problematizar los mecanismos sobre los que las políticas de desarrollo se
asentaron, borrando, omitiendo e invisibilizando otros mundos y formas de vida que
parten de contextos particulares. Por esto, al plantear lo andino o lo llanero –por
ejemplo-, fue importante trascender el entendimiento de estas condiciones como
simples formas de adscripción territorial, enfatizando en que como territorialidad,
siempre aludirán a referentes ontológicos particulares: el campesino triguero, el
caporal ganadero o el mismo obrero industrial.
239
El ser andino no es andino por simplemente estar arrojado en un tiempo y espacio
montañoso tropical, ni la “llaneridad” la determina el pertenecer a parajes de la
sabana llanera, implica vivir allí. Justamente el arte de vivir lo andino o el llano,
remitió a vivenciar formas de vivir el entorno, de aprehenderlo práctica y
simbólicamente: la territorialización del clima como vida, la interpretación de los
rigores naturales y la verbalización de un pensamiento no binario conllevaron a
reconocer al Valle de Sogamoso como una unidad espacio-temporal, con sus ritmos,
referentes espaciales y sus actores.
240
factible construir el relato del cambio: del trigo en crisis, del ganado cruzando la
cordillera, de un campesinado con la posibilidad de indagarse el cómo y por qué
irrumpió el desarrollo como discurso, como política y como territorialidad.
241
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BARRIO. POBLACIÓN.
Barrio del Cristo. 833
Barrio San Martín. 1614
Barrio Santa Bárbara. 799
Barrio Santa Ana. 699
Fuente: Censo recabado del archivo de la catedral de Sogamoso, En: COY MONTAÑA Alberto. Directorio
histórico de Sogamoso. ACMS. Tomo III, p. 212.
Anexo 2. Población Absoluta Municipios según la escala correspondiente (Media – Macro), 1905-
1973
Municipio 1905 1912 1918 1928* 1938 1951 1955 1964 1973
Tunja 8407 8971 10680 19064 29744 27402 45972 68905 79391
Cuítiva (v) 3566 2626 2532 3586 2216 2337 2387 2625 2722
Chameza (cc) 1112 2016 1938 3164 4446 4630 2161 1857
Duitama 7835 9815 9615 13536 23151 18488 52537 51551
Firavitoba (v) 4991 6545 7243 10812 6999 6583 6909 6026 5576
Gámeza (v) 3727 4228 4828 7574 5126 5982 6387 5787 6119
Iza (v) 2358 1913 1983 3313 2177 2857 3128 2282 1665
La Salina 1252 1514 2093 2118 2294 1393 1398 865 979
Labranzagrande (cc) 5426 3408 4126 5955 5502 5729 6131 5756 5128
Marroquín (cc) 946 1092 1382 2363 2908 3122 3337 7181 10144
Mongua (v) 3838 4144 4453 6171 4999 6374 6531 7137 6100
Monguí (v) 2484 2641 2846 3575 3726 3613 3892 4440 4265
Moreno (cc) 1365 1238 1197 1505 1737 2302 2486 6465 10337
Nobsa (v) 2560 3136 3361 3262 2845 3551 3853 9194 8074
Nunchía (cc) 531 2888 3058 4301 4332 3459 3736 5296 6128
Orocué (cc) 2474 3031 2970 690 762 5198 3717
Pajarito (cc) 1066 805 699 991 739 2226 2272 2377 2488
Pesca (v) 10148 10702 10681 16883 10662 15390 16198 17591 11166
Puebloviejo (v) 4400 9009 11089 14676 11726 12201 12995 18823 23502
Recetor (cc) 33 708 1304 1911 1947 1696 1866
SOGAMOSO 11765 14647 16539 25684 42223 29077 33141 51639 66534
Támara (cc) 1880 2775 3463 6112 4446 2249 2383 5071 5034
Tibasosa (v) 3583 4359 4257 6552 4694 5016 5306 6254 6995
Tópaga (v) 2271 2282 2923 3957 3041 3452 3581 3552 3235
Tota (v) 5583 5166 5827 7126 6028 6433 6788 5973 5008
Zapatosa (cc) 290 606 1065 964 884 911
249
VALLE DE SOGAMOSO 49509 56751 62023 87487 64239 73789 77955 89684 84427
CONEXIÓN CASANARE 13578 16059 21036 31313 31642 28595 25363 42066 47678
* Estos datos corresponden al censo que se excluyó por razones de alteración en el patrón poblacional.
Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos de Censos Poblacionales 1905 – 1973.
Anexo 3. % de Población Rural para Boyacá, el Valle de Sogamoso y Sogamoso entre 1938 y
1973.
Anexo 4. Población de Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad, 1938.
250
Anexo 5. Población de la cabecera urbana Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad,
1951.
Anexo 6. Población de la cabecera urbana Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad,
1964.
CABECERA de Sogamoso.
GRUPO DE EDAD. Hombres. % Hombres Mujeres. % Mujeres Total.
0-4 Años. 2479 -7.7 2330 7.2 4809
5-9 Años. 2597 -8.0 2601 8.1 5198
10-14 Años. 2028 -6.3 2096 6.5 4124
15-19 Años. 1514 -4.7 2141 6.6 3655
20-24 Años. 1405 -4.4 1655 5.1 3060
25-29 Años. 1097 -3.4 1382 4.3 2479
30-34 Años. 1016 -3.1 1083 3.4 2099
35-39 Años. 746 -2.3 967 3.0 1713
40-44 Años. 610 -1.9 678 2.1 1288
45-49 Años. 469 -1.5 554 1.7 1023
251
50-54 Años. 430 -1.3 502 1.6 932
55-59 Años. 238 -0.7 258 0.8 496
60-64 Años. 202 -0.6 343 1.1 545
65-69 Años. 153 -0.5 191 0.6 344
70-74 Años. 79 -0.2 156 0.5 235
75-79 Años. 57 -0.2 70 0.2 127
≥ 80 Años. 44 -0.1 103 0.3 147
Total. 32274
Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos del Censo poblacional 1964.
Anexo 7. Población del entorno Rural de Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad,
1951.
252
Anexo 8. Población del entorno rural de Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad,
1964.
Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos del Censo poblacional 1964.
253
Anexo 10. Dinámica Poblacional de la categoría <Conexión Casanare>, 1918 - 1973.
Anexo 11. % Transacciones inmobiliarias según Superficie por Veredas, 1930 - 1945.
254
Pilar y Seivita. 2.7
Las Cintas. 1.6
Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 – 1945. Notaría 1ra.
de Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.
255
Villita y Malpaso 1871.0
La Ramada 2230.0
Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1946 – 1953. Notaría 1ra.
de Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.
256
Anexo 17. Tradición de los predios según cómo fueron adquiridos por el Vendedor, 1946-1953.
257
Anexo 19. % Transacciones de Predios por superficie, según Veredas, 1954-1965.
258
Anexo 21. Toponimia relativa al medio físico en media y alta montaña.
Vegetal 14
hidrónimo 17
Otros 11
*Veredas: Las Cañas, Mortiñal,
Ombachita, Pedregal.
Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 – 1965. Notaría 1ra.
de Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.
hidrónimo 30
Orónimo 23
Paisaje 17
Otros 0
Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 – 1965. Notaría 1ra.
de Sogamoso – Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.
259
1959 919,813
1960 1,401,024
1961 1,604,425
1962 1,366,551
1963 1,297,337
1964 1,829,613
1965 2,893,314
1966 2,701,637
1967 4,727,079
1968 4,048,140
1969 4,250,238
1970 3,415,766
1971 3,261,404
1972 2,294,124
1973 2,311,358
1974 620,230
1975 695,844
Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de datos en la obra citada de Mario Valderrama.
Tabla 7. p. 15.
Anexo 24. Distribución de la producción de Trigo por Departamentos, según porcentajes. 1950 –
1970.
Anexo 25. Tabla Superficie, Producción e Importación de Trigo en Colombia, Índices 1950 -
1975. (1950=100).
260
1954 134 143 105
1955 125 163 94
1956 117 157 139
1957 122 154 169
1958 110 126 154
1959 114 128 195
1960 109 137 163
1961 110 132 202
1962 103 142 204
1963 78 123 140
1964 69 113 128
1965 83 108 270
1966 76 108 376
1967 47 98 257
1968 64 103 347
1969 49 71 367
1970 31 55 496
1971 32 46 579
1972 42 67 626
1973 39 71 601
1974 31 47 630
1975 43 481
Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de datos en la obra citada de Mario Valderrama. p.
12.
261