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Según el autor, la arquitectura descansa en tres principios: la Belleza (Venustas), la Firmeza

(Firmitas) y la Utilidad (Utilitas) que es la base de la utilización y/o función de la arquitectura. La


arquitectura se puede definir, entonces, como un equilibrio entre estos tres elementos, sin
sobrepasar ninguno a los otros. No tendría sentido tratar de entender un trabajo de la arquitectura
sin aceptar estos tres aspectos.

Sin embargo, basta con leer el tratado para percatarse de que Vitruvio exigía estas características
para algunos edificios públicos muy particulares. De hecho, cuando Vitruvio se atreve a intentar un
análisis del arte sobre el que escribe, propone entender la arquitectura como compuesta de cuatro
elementos: orden arquitectónico (relación de cada parte con su uso), disposición («Las especies de
disposición [...] son el trazado en planta, en alzado y en perspectiva»), proporción («Concordancia
uniforme entre la obra entera y sus partes») y distribución (en griego oikonomía, consiste «en el
debido y mejor uso posible de los materiales y de los terrenos, y en procurar el menor coste de la
obra conseguido de un modo racional y ponderado»).

Hay que darse cuenta de que sus dudas al respecto son bastante intensas, pues cuatro páginas
más adelante divide la arquitectura en tres partes: Construcción, Gnomónica y Mecánica. Por
interesante y sugerente que sea, no debe olvidarse que este tratado es el único tratado clásico que
nos ha llegado, y la probabilidad de que sea lo mejor de su época es pequeña.

La historia de las diversas versiones del tratado de Vitruvio resume bien el conflicto a la hora de
definir la arquitectura. En 1674, Claude Perrault, médico fisiólogo, especializado en disección de
cadáveres, buen dibujante, publica su traducción resumida del tratado de Vitruvio, que queda
totalmente reorganizado. Sin embargo, va a ser a través del «resumen» de Perrault que Vitruvio va
a ser divulgado y va a influir en los tratados y teorías de los siglos siguientes. Y es en ese resumen
en el que la triada vitruviana va a ver la luz.

La diferencia sustancial entre la versión de Perrault y las anteriores radica, según José Luis
González Moreno-Navarro, en que Perrault tergiversa «el carácter sintético de la arquitectura en
una visión estrictamente analítica y fragmentada en tres ramas autónomas [lo que] es una
consecuencia de su estructura mental [...] formada a lo largo de una vida dedicada al análisis de
los organismos vivos, que evidentemente en ningún momento recomponía y volvía a dar vida».

Por el contrario, según Vitruvio «la arquitectura es una ciencia que surge de muchas otras ciencias,
y adornada con muy variado aprendizaje; por la ayuda de que un juicio se forma de esos trabajos
que son el resultado de otras artes. La práctica y la teoría son sus padres. La práctica es la
contemplación frecuente y continuada del modo de ejecutar algún trabajo dado, o de la operación
mera de las manos, para la conversión de la materia de la mejor forma y de la manera más
acabada. La teoría es el resultado de ese razonamiento que demuestra y explica que el material
forjado ha sido convertido para resultar como el fin propuesto. Porque el arquitecto meramente
práctico no es capaz de asignar las razones suficientes para las formas que él adopta; y el
arquitecto de teoría falla también, agarrando la sombra en vez de la substancia. El que es teórico
así como también práctico, por lo tanto construyó doblemente; capaz no sólo de probar la
conveniencia de su diseño, sino igualmente de llevarlo en ejecución».

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