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El cristianismo tiene la característica de ser una religión dogmática, esto quiere decir
que traduce las verdades reveladas al lenguaje humano con fórmulas y expresiones precisas,
dadas como fruto de una reflexión profunda y una vivencia grande de la fe. Los dogmas
expresan, en el cristianismo, el aspecto objetivo de la Revelación divina, presentados como
un pronunciamiento eclesial acerca de la verdad religiosa. En este sentido, los dogmas han
de considerarse como la totalidad de la conciencia de la Iglesia, que repercuten no solo en el
conocimiento intelectual y racional de la religión, sino también en la conducta moral del
creyente en los que se da una mediación entre el mensaje revelado y la vida de quien los
acepta.
Las formulaciones dogmáticas son inmutables porque son dadas como respuesta a
una verdad Revelada que precisan un determinado elemento de la religión y que se presenta
dentro de la objetividad eclesial hacia el creyente, es decir, no se sustenta en las experiencias
individuales de una persona, sino que tiene como base la vivencia eclesial de la fe en el
conocimiento y la conducta de los creyentes. De esta manera, las enseñanzas de la Iglesia
presentan siempre el mismo contenido y el mismo sentido porque la Revelación es dada
definitivamente en Cristo y el sustento escriturístico y tradicional de la teología es invariable,
no se le añade o suprime nada. Sin embargo, esto no constituye un inmovilismo y limitación
racional, el dogma es la base de verdad que contiene el conocimiento cristiano y que debe
ser transmitida a los hombres de una manera viva que corresponda a las exigencias del
momento histórico.
Por esto, los dogmas no son solo formulas muertas y fijas, son puntos de partida,
presupuestos que se dan para ser correctamente interpretados y que determinan la conciencia
y la conducta de los creyentes. La correcta interpretación dogmática debe responder a la
integración con la doctrina y la vida de la Iglesia, además, es necesario ver cada dogma en el
conjunto de todos los demás, para llegar a una compresión analógica de los mismos para
evita excesos negativos y errores, para eliminar concepciones puramente simbólicas que
permitan su trascendencia en el tiempo no como una vivencia pasajera, esto con el fin de
llegar a entender la interpretación dogmática como un esfuerzo espiritual e intelectual
dirigido por el Espíritu de la Verdad.
Referencia Bibliográfica