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Nota preliminar.
Las ideas por las que Antonio Gramsci se ha hecho célebre, tales
como “hegemonía” o “intelectualidad orgánica”, no se encuentran
ordenadas y perfectamente identificables en un texto único, limpio
y coherente. En su vida fue tanto un político como un intelectual,
como lo fueron muchos marxistas de la época. Como consecuencia
de ello, sufrió grandes privaciones y las dificultades propias de la
represión política proveniente del régimen fascista que gobernó los
destinos de Italia en los años 20 y 30 del siglo XX1. En conexión con
ello, la obra de Gramsci, fundador del Partido Comunista Italiano,
el que con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial devendría
el famoso PCI, está conformada principalmente por un conjunto
muy extenso de notas. Esa es la razón por la que su contribución se
conoce en su mayor parte mediante antologías o compilaciones de
sus escritos, a menudo divididos en períodos. Debido a ello, y para
facilitar la búsqueda de sus ideas clave relativas a la cultura, en la
bibliografía indico los textos y las páginas, en algunos casos preci-
sas, en las que dichos conceptos son desarrollados y/o empleados.
1 En este sentido, Pereyra afirma que “sus textos no pueden ser leídos,
por supuesto, como la obra de alguien preocupado por la teoría abs-
tracta, sino en su calidad de resultados fragmentarios del pensamien-
to de un dirigente cuya intervención en la política italiana comienza
en un momento de ofensiva proletaria y madura en la fase del reflujo
y derrotas de los años veinte y treinta. Los desplazamientos semánti-
cos de la conceptualización gramsciana tienen que ver con la vorági-
ne de los cambios coyunturales” (1988: p. 53).
2 En otro momento de su obra dice que “todos los hombres son inte-
lectuales, podríamos decir, pero no todos los hombres tienen en la
sociedad la función de intelectuales” (Gramsci, 2006: p.13).
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la potencialidad de distanciarse críticamente de la conciencia que
espontáneamente han interiorizado conforme a sus condiciones de
existencia. Dicho de otro modo, ello significa que todos tenemos la
capacidad de cambiar nuestro nivel de consciencia.
Como es fácil intuir, aquí no hay un reconocimiento del elevado
nivel cultural de las masas, sino, muy por el contrario, una denuncia
de su pobreza educativa. Identificar a las masas con la filosofía, con
el “ser filósofos”, proponía un camino abierto, una alternativa histó-
rica, frente al inmovilismo de las injusticias presentes. La filosofía,
históricamente elitista, planteaba un potencial de desenvolvimien-
to social que integraba a los grandes números en lo que había sido
patrimonio de una minoría3. En definitiva, la filosofía ofrecía un
proyecto tanto intelectual como político, ambos inextricablemente
unidos4.
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se desarrollará, en gran medida su proyecto político o de transfor-
mación social.
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sociedad que será guiada y deberá transitar a través de cambios
cuyo fin es mejorar lo existente. El voluntarismo no basta, e incluso
pudiera ser contraproducente.
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autónomo), es decir, dominado por fuerzas exteriores a él. En
este sentido, Gramsci advierte que “los propios deseos y las
propias pasiones inferiores son la causa del error, porque sus-
tituyen al análisis objetivo e imparcial, y eso ocurre no como
“medio” consciente para estimular la acción, sino como au-
toengaño” (1990: p.344).
2. Con conciencia crítica: significa desarrollar la visión del
mundo desde nuestra propia elaboración intelectual, de ma-
nera autónoma: “elaborar la propia concepción del mundo
consciente y críticamente y, en conexión con esta labor del
propio cerebro, elegir la propia esfera de actividad, partici-
par activamente en la producción de la historia del mundo,
ser guía de uno mismo y no aceptar pasiva y supinamente
que nuestra personalidad sea formada desde fuera” (1972:
p.12).
6.3.c. El lenguaje.
El uso del lenguaje manifiesta o contiene una concepción del mun-
do o componentes de la misma. Por eso mismo, el lenguaje utilizado
será un indicador de la concepción del mundo que tiene cada perso-
na: “El hombre que sólo habla un dialecto o sólo comprende la len-
gua nacional en grados diversos participa necesariamente de una
intuición del mundo más o menos limitada y provincial, fosilizada,
anacrónica en relación con las grandes corrientes del pensamien-
to que dominan la historia mundial. Sus intereses serán limitados,
más o menos corporativos o economicistas, no universales” (1972:
p.14). Ello significa tanto que existe evidencia que muestra que el
nivel educativo de la gran mayoría de la población es bajo, como
que es posible determinar objetivos específicos para el cambio que
se está proponiendo. Cambiar de nivel de conciencia supone hacer
cambios no sólo en la identificación o la conciencia política, sino
igualmente, y sobre todo, hacer transformaciones fundamentales
en la forma de pensar y actuar: “toda revolución ha sido precedida
por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural” (Gramsci,
2005: p.16).
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6.3.d. La elevación del nivel de consciencia.
¿Qué significa cambiar de nivel de conciencia? Implica al menos
tres actividades:
7 Abundando en esta misma línea, Gramsci afirma que “el mismo fe-
nómeno se repite hoy para el socialismo. La conciencia unitaria del
proletariado se ha formado o se está formando a través de la crítica
de la civilización capitalista, y crítica quiere decir cultural, y no ya
evolución espontánea y naturalista. Crítica quiere decir precisamente
esa consciencia del yo… Conocerse a sí mismo quiere decir ser lo que
se es, quiere decir ser dueños de sí mismo” (2005: p.17).
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otros términos, las personas deben entender que su historia
es una entre varias posibilidades, entre las cuales siempre
debemos optar. La historia nos hace tanto como la hacemos.
En todo caso, “apropiarnos” de nuestra historia es tanto un
desafío como una responsabilidad, y debemos estar intelec-
tualmente preparados para ello.
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6.4. Concepción del mundo y política: la hegemonía.
Nuestra concepción del mundo está íntimamente ligada a lo po-
lítico, pues está vinculada con la forma de entender la realidad y
nuestra manera de organizarnos9. Por eso, Gramsci sostiene que
“la elección y la crítica de una concepción del mundo constituyen
también un hecho político” (1972: p.16).
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6.4.b. Lucha de hegemonías10.
Avanzar hacia un nuevo nivel de conciencia requiere lo que Gramsci
denomina una “lucha de hegemonías”11, es decir, un enfrenta-
miento entre concepciones del mundo (o ideologías) diferentes12.
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Para salir victorioso en esta disputa política histórica, se requiere
trabajo político13. En relación a éste, Gramsci describe algunas eta-
pas en el avance hacia una concepción más autónoma o autocons-
ciente (y por ello se entiende que “realista”) de la realidad social:
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misma línea, Gramsci afirma que “la pretensión (presenta-
da como postulado esencial del materialismo histórico) de
presentar y exponer toda fluctuación de la política y de la
ideología como expresión inmediata de la estructura tiene
que ser combatida teóricamente como un infantilismo pri-
mitivo, y en la práctica hay que combatirla con el testimonio
auténtico de Marx, escritor de obras políticas e históricas
concretas” (1990: p.331).
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6.5.b. Unidad intelectuales-masas.
Si bien la presencia de intelectuales es imprescindible15, avanzar ha-
cia un nuevo estadio en el desarrollo cultural de las masas, y con ello
hacia una nueva sociedad, exige la unidad entre ellos y las masas:
“La posición de la filosofía de la praxis es antitética a la católica: la
filosofía de la praxis no tiende a mantener a las «gentes sencillas» en
su primitiva filosofía del sentido común sino que quiere conducirlas
a una concepción superior de la vida. Si afirma la exigencia del con-
tacto entre los intelectuales y las gentes sencillas16 no es para limitar
la actividad científica y para mantener una unidad por debajo, al ni-
vel de las masas, sino precisamente para construir un bloque intelec-
tual-moral que haga políticamente posible un progreso intelectual de
masa y no sólo de limitados grupos intelectuales” (1972: pp.23-24).
Para ello, no basta con que los intelectuales lideren intelectualmente,
sino que deben hacerse cargo de las preocupaciones de las masas17.
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prescindible la presencia de los partidos políticos19. Son éstos los
que transmiten el trabajo de elaboración intelectual y filosófica de-
sarrollado por los intelectuales. En este sentido, los intelectuales
orgánicos o de partido son los que podrán ejercer una influencia
sobre las masas que contribuya a elevar su nivel de conciencia y
con ello a avanzar hacia la conformación de una fuerza política que
pueda provocar el cambio de la sociedad.
Si bien aquí nos referimos a la función que Gramsci asigna a
lo que podríamos entender como el intelectual comunista20, que
es el que él favorece, es importante notar que la “organicidad” del
intelectual tiene que ver con dos elementos relevantes. En primer
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lugar, desde un punto de vista social, el intelectual tiene raíces en
algún grupo social producto de un modo de producción particular.
En segundo lugar, en lo que respecta a su vinculación con una orga-
nización, tiene un papel muy significativo en la administración del
Estado, y aquí agregamos también con énfasis político, y los parti-
dos políticos. No en vano, Gramsci les asigna un gran protagonismo
político: “Los intelectuales son los “empleados” del grupo dominan-
te para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía so-
cial y del gobierno político” (Gramsci, 2006: p.16)21. Por lo tanto, el
intelectual gramsciano tiene un papel importante, estando en una
posición intermedia entre el poder orgánico (Estado, partidos polí-
ticos, empresariado…) y las grandes masas de campesinos, obreros,
u otros.
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