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1. HISPANIA EN EL SIGLO VII
El reinado de Leovigildo (572-586) marca un hito en la historia de la España visigoda. Después que Atanagildo
(555-567) llevara la capital a Toledo, Leovigildo acaba con el reino suevo, recorta el espacio bizantno (expulsados
por Suintla en el 624), trata de unifcar a godos y romanos en una misma fe (arriana) e intenta borrar las
diferencias étnicas entre ambos pueblos permitendo los matrimonios mixtos. Hasta la llegada de los
musulmanes, la hegemonía del Estado visigodo de Toledo será absoluta, a excepción de los reductos de astures,
cántabros y vascones. Su hijo Recaredo, asociado al trono, sucedió a su padre sin difcultad.
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legitmidad no deriva de la sangre ni de la herencia. La elección se encomienda conjuntamente a los magnates
aúlicos u a los obispos, y los padres conciliares lanzan un triple anatema contra todos aquellos que en el futuro
quebranten el juramento prestado al rey atentando contra él o usurpando el trono.
Chintila (636-639) convocó el V Concilio de Toledo, en el que se explicitó la dureza de los cánones dictados
contra los judíos y conversos con el empuje de Braulio de Zaragoza: prohibición de que habitase en Hispania
alguien que no fuese católico y los reyes debían jurar que no permitrían que los judíos violaran la fe católica.
1.2.2. Los reues legisladores.
Su hijo Tulga (639-642), murió y fue sucedido por su opositor Chindasvinto (642-649). Aprueba la
confscación de bienes y pena de muerte para aquel que conjurase contra el monarca. Realiza también una
depuración entre los clanes poderosos que podían disputarle el cetro, mandando matar a 200 magnates y 500
hombres libres, desterrando a otros y entregando los bienes, mujeres e hijas de los condenados a sus propios
fdeles para respaldar su soberanía. La mitad de la nobleza palatna y militar desapareció.
Recesvinto (su hijo, 649-672) promulga una ley que diferenciaba claramente los bienes de la Corona de los
del patrimonio real, reprochando a los monarcas anteriores la avaricia que les llevó a apropiarse de las riquezas
confscadas. También limitó el poder regio, intentado así satsfacer a la nobleza perseguida en el reinado anterior.
Pidió a los obispos que hallaran una fórmula de perdón para los sublevados y que se reformara todo lo corrupto e
innecesario de los textos legales.
Los logros de estos reinados entran en el campo del Derecho, con la recopilación de las leyes del reino, con
validez para todo el territorio y todos sus habitantes.
1.2.3. Los últimos reues.
Wamba (672-680) inició el proceso desintegrador del reino visigodo. Se sucedieron revueltas cantonalistas e
implementó una ley militar de reclutamiento forzoso que provocó el descontento de la población. Con Ervigio
(680-687) aumentó la debilidad del poder real, en parte por las circunstancias socioeconómicas de hambrunas y
descontento social. Con Egica (687-702) sobrevino la quiebra económica, degradación del clero, descontento
social en las capas bajas y tensiones entre la nobleza. Su política antijudaica originó la restricción de su libertad
comercial excluyéndolos del comercio exterior y el comercio con cristanos.
Witiza (700-710) fue un monarca conciliador, pero en una época de grandes hambrunas y peste. Murió a
principios de 710 y aunque el clan pretendió que heredaran el reino sus hijos aún niños, esto fue rechazado por la
mayor parte de los magnates y obispos, que en una asamblea proclamaron rey a Rodrigo. El clan witziano no se
resignó, y provocó revueltas. Rodrigo estaba sosegando uno de los habituales levantamientos vascones cuando el
27 de abril 711 se inició el desembarco de las tropas musulmanas de Tarik en Gilbraltar. Ante esta notcia,
Rodrigo abandonó uno de los habituales levantamientos vascones y fue al sur con todas sus tropas. Ambos
ejércitos se encontraron en las orillas del río Guadalete en torno al 23 de julio, siendo derrotado el ejército
visigodo y muerto su rey. Las crónicas cristanas narran traiciones del clan witziano, que solía provocar revueltas.
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para obtener metal. En el seno del clero hubo igualmente una crisis moral y de costumbres, en la que destaca el
envilecimiento del episcopado y el clero llano que intentó corregirse en la copiosa legislación disciplinar de los
últmos concilios.
Además, el reino visigodo sufría una profunda crisis militar, con la división del ejército entre clanes witzanos
y rodriguistas y un desinterés general por las armas que ya había movido a Wamba a dictar su ley militar.
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además de la catedral, había varias basílicas y algunos monasterios urbanos, aunque la mayoría de las iglesias
eran rurales, diseminadas en campos y aldeas, existendo igualdad de todas respecto al obispo. Había también
iglesias propias, templos de fundación privada en las que los señores tenían derechos de patronato y que
quedaban fuera de la dependencia episcopal. Los recursos de las iglesias rurales estaban formados por las
aportaciones de los feles y por las rentas de su patrimonio rural, que además de terras tenía que contar con diez
siervos como mínimo. Los recursos se repartan a dos tercios para la Iglesia y uno para el Obispo, gozando los
monasterios de amplia autonomía.
El nombramiento de obispos tradicional se atenía ofcialmente a lo dispuesto en el I concilio de Nicea (325):
los obispos de la provincia debían elegirle, el metropolitano de la provincia debía consagrarle y los feles
aclamarle, sistema conocido como elección por clero u pueblo, aunque la intervención de los reyes fue habitual,
conocido como designación por sacra regalía, elevándolo a procedimiento ordinario en el XII concilio de 681 . Era
este un descomunal privilegio para la realeza y un reconocimiento excepcional de la primacía del metropolitano
de Toledo que los consagraba, pasando a tener rango similar al patriarca de Constantnopla.
1.4.4. Los Concilios de Toledo.
La conversión de los visigodos al catolicismo de Recaredo en el III concilio del año 589 supuso la integración
de las comunidades de godos y de hispanos en el Estado. A partr del IV Concilio de Toledo en 663, estas
asambleas de la Iglesia aportarán valores étcos cristanos en leyes y decisiones polítcas trascendentes,
suponiendo intolerancia y además freno a los desmanes reales. Los Concilios intervinieron en tareas legislatvas y
contnuaron su misión eclesiástca, prohibiendo a los laicos asistr a las sesiones dedicadas a temas religiosos. Eran
la suprema asamblea legislativa estatal, organismo de máxima capacidad de opinión sobre la vida pública,
aunque las grandes decisiones en diversas crisis sucesorias se tomaron muy a sus espaldas.
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dirigente que de aristocracia de sangre. Se denominan viri ilustres, maiores, seniores palati, … y desempeñaban
un cargo palatino u officium palatinum o un cargo militar o jurisdiccional (duque o dux, conde o comes).
La vieja costumbre de la clientela se conservó hasta el fnal del reino y muchos nobles se vincularon al
monarca por lazos especiales de fdelidad, aportando a su vez sus clientelas y séquitos militares. La clase
senatorial latifundista hispano-romana se confundió pronto con la nobleza germana y entró a formar parte de la
administración, aunque un grupo de familias aristocrátcas provinciales permanecieron al margen de la oligarquía
palatna, viviendo en sus grandes patrimonios territoriales.
También los obispos católicos desde Recaredo formaron parte del estamento superior. Elegían al rey junto
con los magnates. Metropolitanos y duques gobernaban las provincias, obispos y condes las ciudades, que tenían
un estatuto jurídico propio. Les competan funciones de inspección sobre la actuación de los funcionarios de la
administración civil, así como en la distribución de impuestos entre la población.
1.6.2. Las clases no privilegiadas.
Una esperanza para prosperar estaba en roturar terras baldías para poseer un tercio y entrar en la clientela
de un señor, o bien dedicarse al bandidaje. Hay mediocres, cuando forman parte del personal inferior palatno o
del ejército, y posessores, cuando cultvan sus propias terras. Para evitar la pérdida de tributos, tenían prohibido
enajenar sus patrimonios a gentes privilegiadas que gozasen de exención fscal, y únicamente podían venderlas a
sus iguales que seguirían prestando sus mismos servicios. La mayor parte de los sencillos libres vivieron en las
ciudades ejerciendo profesiones liberales: maestros, médicos, plateros, escultores, orfebres… En todas las
ciudades existó un pequeño comercio y una artesanía en manos de estos libres.
Los siervos (servus) y los esclavos procedían de la guerra, comercio, matrimonio, penas, deudas y sobre todo
por nacimiento de padres siervos. Los había del rey, de la Iglesia y de señores partculares. Los siervos palatinos
eran personajes de buena consideración, que podían testfcar ante los tribunales y poseían bienes propios e
incluso esclavos. Los demás siervos del fsco regio gozaban de una posición superior a los siervos comunes y sus
rentas, junto con las de los pequeños propietarios libres, consttuían la principal fuente de ingresos de la Hacienda
visigoda. Los siervos de la Iglesia también gozaron de una consideración especial; la mayoría eran rurales que
trabajaban las terras de las iglesias y monasterios, siendo muy apreciados puesto que el campo carecía de valor
sin brazos que lo trabajaran. Los siervos particulares domésticos, convivían con sus dueños, mientras que los
siervos particulares rurales, la gran masa de población servil, trabajaban los campos de los señoríos.
De los siervos proceden los libertos, que eran siervos manumitdos por sus dueños; su condición era
jurídicamente inferior a los nacidos libres. La manumisión fue frecuente y propiciada por la Iglesia.
1.6.3. Los judíos
La política antijudaica fue discontinua, ya que hubo reyes tolerantes e incluso favorecedores de esta minoría
étnico religiosa, junto a otros más o menos intolerantes. El problema judío fue de de índole religiosa, no racial ya
que los conversos sinceros llegaron a alcanzar incluso altos grados en la Corte o en la Iglesia. La contnuidad del
problema judío en el últmo siglo y medio del reino visigodo se debió a los judaizantes, generados por la polítca
de bautsmos forzosos llevada a cabo por algunos monarcas como Sisebuto o Chintla, y por la obligatoriedad
posterior de seguir feles a esta fe como predicó San Isidoro. Se les obligó una y otra vez a ser feles católicos y
ellos una y otra vez retornaron a las práctcas de las leyes judías, de tal forma que la legislación hostl hizo que en
el momento de la invasión este pueblo consttuyera una quinta columna del ejército musulmán.
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Se cultvaron fundamentalmente los cereales que requerían las costumbres alimentarias, vino como
complemento nutricional y para celebrar la Misa, y olivo, sobre todo en la Bétca. Los regadíos romanos se
mantuvieron, con canales y acequias, por lo que hubo huertas donde se daban frutas y legumbres. Además, las
leyes protegieron árboles como el manzano y olivos, y se estmuló la roturación.
La explotación ganadera, sobre todo lanar, como complemento de la agricultura se produjo en todas las
villas, aunque en algunas regiones, como en Galicia, predominó la ganadería. Rebaños trashumantes consttuían
el principal medio de vida de las comunidades monástcas de esta zona, según cuenta la Vida de San Fructuoso.
También se criaron cerdos y caballos.
1.7.2. La industria u el comercio
La minería decayó mucho respecto a la época del Bajo Imperio por agotamiento de las minas, pero aún
subsistó en cierta medida la industria extractva de la plata, plomo, cobre y estaño, así como el oro. En cuanto a
la industria, entre las escasas innovaciones de los visigodos está la metalurgia con bellas inclusión de piedras
semipreciosas en labores de oro y plata. Hubo industria textl y curtdos con elaboración de la piel y del cuero.
El comercio exterior se debilitó enormemente pero se sigue exportando aceite en manos de extranjeros de
ultramar, regiéndose por un Derecho especial . En el comercio interior hay poco para vender y falta demanda,
como resultado de una economía cerrada y autosufciente. No obstante las fuentes designan con el nombre de
conventus mercantium las reuniones de mercaderes para celebrar feria que solían tenerse en la plaza mayor de
muchas ciudades.
1.7.3. La moneda
La circulación de la moneda fue escasa puesto que las clases altas laicas y eclesiástcas invertan sus ganancias
en tesoros de oro y plata, sin el menor espíritu inversionista, de modo que en el ámbito rural muchas veces los
impuestos se pagaron en especie. Aun así, la economía hispano-visigoda fue monetaria, puesto que todo se
valora en dinero (multas, pagos…). El sistema monetario de los visigodos, básicamente monometalista, se basó en
el sueldo o sólido de oro de Constantno y el tremís (un tercio de sólido), utlizados por Bizancio. No será hasta
Leovigildo cuando las acuñaciones se hagan a nombre del rey, y no del emperador de Oriente, respondiendo a la
propaganda polítca que el concepto de Estado visigodo requería.
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2. LA CONQUISTA ISLÁMICA. AL-ANDALUS BAJO EL CALIFATO OMEYA DE
DAMASCO (711-756)
2.1. ANTECEDENTES
Poco antes de que los musulmanes alcanzaran el Atlántco, Müsa ben Nuasur es nombrado gobernador de
Ifrïquia. En los primeros momentos contnúa la polítca expansionista hacia los territorios situados al oeste,
Argelia y Marruecos, para consolidar su provincia. La pacifcación le permitría el posterior avance territorial a
pesar de la resistencia de los bereberes. Se toma la medida de asegurar la paz de los territorios mediante la toma
de rehenes de los hijos de los jefes y notables de los lugares rebeldes, sin forzar a la conversión a la nueva fe de
los cristanizados por Bizancio, la cual necesitaría un lento proceso de islamización.
Paralelamente, el reino visigodo de Toledo se estaba descomponiendo polítca, económica y socialmente. Por
no zanjar el problema sucesorio en el III Concilio de Toledo (589), se sucedieron los enfrentamientos entre la
tendencia germánico-militar partdaria del sistema electvo y la romano-administratva favorable al sistema
hereditario, provocaron contnuos destronamientos y rebeliones. El IV Concilio en 663 vino a representar un
pacto entre ambas tendencias, fjándose el carácter electvo de la monarquía visigoda y encomendando la
designación del nuevo monarca al grupo de obispos y magnates. La autoridad real se resentrá profundamente
con el auge de la nobleza visigoda que hará pagar su voto incrementando su fuerza e independencia.
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importante fujo de beréberes en busca de oportunidades, reorganizándose el cuerpo expedicionario antes de
contnuar el avance contnental.
Se parte de la bahía de Algeciras hacia el norte, alternando el curso de los ríos con los restos de las calzadas
romanas en uso. Täriq dividió el ejército: envía a Córdoba a Mugit al-Rumi, que conquista la ciudad por sorpresa,
y en tres meses quebranta la resistencia del grupo de nobles visigodos refugiados en la iglesia-fortaleza de San
Acisclo; mientras que el otro destacamento con la mayor parte de las tropas, avanzó hacia Toledo, León y Astorga.
Mientras que las tropas beréberes al mando de Täriq alcanzaban el extremo septentrional de la Península,
Musa, a cuyos oídos habían llegado
notcias de la actuación de su mawla,
del prestgio que había alcanzado y de
las riquezas adquiridas mediante
botn, quiso intervenir personalmente
en el 712 al mando de un ejército
integrado por 18.000 hombres, en su
mauoría árabes. Su objetvo era
restablecer la legítma autoridad que
sólo le competa a él en su calidad de
gobernador de Ifriqiua-Magreb. En
Toledo, Musa y Täriq unifcan las
fuerzas musulmanas y con este
ejército mixto de árabes y beréberes,
contnúan la ocupación del valle del
Ebro, Asturias y Galicia. El hijo de
Musa, Abd al-Aziz, frmó con el godo
Teodomiro el sometmiento de
Málaga, Granada y Murcia, a cambio
de su total autonomía, respetándose a
los súbditos libertades, posesiones y
religión.
En menos de tres años después de
Guadalete, práctcamente la totalidad
de la Península está en poder del
Islam, pero los artfces de tal
empresa, que fueron llamados para
rendir cuentas a Damasco por el califa
al-Wälid (714), no volvieron a regresar
al al-Andalus.
2.3.2. La consideración de pacto o
conquista u el reparto del botn
El sometmiento de las
poblaciones indígenas debió ser
mediante el sistema de
capitulaciones, más que en
encuentros militares escasos y
puntuales. Algunos jefes visigodos
opusieron resistencia y sólo al fnal
capitularon, mientras que otros se
someteron desde un principio sin
ofrecer oposición. Esta diferencia de
comportamiento genera dos tipos de pacto o aman ya que a los primeros se les exigió la sumisión política al
Islam (sulh) y a los segundos se les respetó su autoridad política (ahd). En ambos casos se les garantzó su vida y
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creencias religiosas a cambio de pagar un impuesto personal o capitación en metálico, más la contribución
territorial en especie que seguiría pagando incluso si optaba por la conversión a la fe.
Los pactos tenen dos apartados esenciales: las concesiones, por la que los súbditos se benefcian de la
protección de Dios y de Mahoma, conservando su condición de hombres libres, soberanía y propiedades; y las
obligaciones, como la carga fscal anual, información sobre sus enemigos y prohibición de acogerlos.
2.3.3. Acantonamiento u distribución de las tropas musulmanas
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aglutnó a todos los bereberes consiguiendo apoderarse de Tánger. El peligro del alzamiento hizo que Uqba
cruzara el Estrecho en apoyo de los árabes, aunque su fracaso le obligó a regresar a la Península. Finalmente fue
depuesto y susttuido por Ibn Qatan (740), que contaba con el apoyo de los andalusíes.
Las graves circunstancias del Magreb originaron el autogobierno andalusí. Pero el califa omeya no estaba
dispuesto a permitr la secesión y reclutó un ejército de sirios para restablecer el orden en el Norte de África. Ibn
Qatan acogió las tropas sirias de Baly y una vez que estos sofocan la rebelión bereber les encaminó hacia
Algeciras en vez de proporcionarles un puerto seguro para regresar. El incumplimiento de lo acordado hizo que
sitaran Córdoba y mataran a Ibn Qatan, instalando a Balu en su lugar.
El gobernador de Ifriqiya envía como wali a al-Jattar para reconciliar a las facciones enfrentadas. Logra que
las tropas sirias acepten asentarse en distritos militarizados en zonas del Sur y Este de la Península, conservando
sus agrupaciones tribales y gozando de estos benefcios a cambio de prestar servicios militares. Con esta medida
logra alejar de Córdoba la amenaza que suponía mantener en la capital a tan aguerrido contngente militar.
El príncipe omeya Abd al-Rahman puso pie en al-Andalus en el año 755. Su negatva a aceptar la propuesta
de renunciar a sus aspiraciones de hacerse con la jefatura del Estado a cambio de una importante concesión
territorial, dio paso a un largo peregrinar en busca de apoyos, especialmente de los yemeníes y beréberes, que le
permitera la confrontación abierta. Con la victoria de al-Musara, cerca de Córdoba en 756, se produce su
proclamación como emir, iniciándose el Emirato Independiente, en el que al-Andalus consigue autonomía plena
al interrumpir los lazos polítcos que la unían con Bagdad, nueva capital del Califato.
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nuevas profesiones de fe basadas en libros revelados (cristanos y judíos), consttuyéndose el grupo de los
protegidos y fjándose las relaciones entre ambas sociedades mediante la frma de pactos.
Cuando se produce la integración de Hispania en los dominios musulmanes nació una nueva sociedad más
compleja caracterizada por la multplicación de grupos diferenciados entre sí por su origen étnico, por su religión,
por su estatuto jurídico y por sus costumbres: musulmanes, cristanos, judíos, y en los primeros momentos del
emirato, esclavos negros.
2.6.1. La diferenciación étnica: árabes, beréberes u muladíes
En el grupo dominante, la umma, hay que destacar a los árabes, distnguiendo entre los baladíes que habían
integrado el ejército que acompañó a Musa a al-Andalus y los sirios que vinieron con Baly. Se trata de una
población heterogénea dividida en tribus y clanes, que se aglutna en torno a dos partdos: el yemení y el qaysí.
Los bereberes consttuyen el grupo mayoritario de musulmanes, procedentes de África bajo el mando de Tariq.
Junto a ellos, la comunidad se incrementa con la conversión voluntaria al Islam de una parte de la sociedad
hispano-visigoda, motvada por el deseo de salvaguardar sus intereses y gozar de igualdad de los musulmanes
inmigrados. Fueron los llamados “nuevos musulmanes” y sus descendientes muladíes (muwallad), que con el
tempo se arabizaron. Los dimníes, en un número mayor al de los musulmanes, integran la población hispana,
dividida a su vez en mozárabes (cristanos) y judíos. Ambos pertenecían a la llamada gente del Libro, por lo que
pudieron conservar su religión dentro de la sociedad islámica, siendo partcularmente numerosos en las ciudades.
2.6.2. La diferenciación religiosa: musulmanes, mozárabes u judíos.
El grupo más numeroso de la población libre de al-Andalus eran los mozárabes, cristanos que podían
practcar su religión e incorporarse a la vida social. El respecto a su religión se pone de manifesto en la
conservación de la organización eclesial de época visigoda, con la pervivencia de sus antguas sedes: Toledo,
Sevilla, Córdoba, Mérida, etc. Cuando se arabizaron con la adopción de la lengua árabe e imitaron sus
costumbres, se les denominó como “aquellos que pretenden ser árabes”, es decir, mozárabes.
Distribuidos por todo al-Andalus tendieron a consttuir importantes comunidades en las ciudades y se regían
por el derecho visigodo. Gozaron de plena autonomía en su desarrollo interno, eligiendo a sus autoridades bajo la
supervisión de los walíes que en últma instancia debía darles su aprobación. A la cabecera se hallaba un conde,
encargado de entregar la recaudación a los musulmanes por su condición de protegidos.
En el medio urbano los mozárabes se insertaron en las diferentes capas de la estructura social musulmana,
llegando a ocupar puestos relevantes en la administración, en la diplomacia y en el ejército en función de sus
conocimientos, aunque la mayoría se dedicaron al sector artesanal y comercial. Desde el punto de vista religioso,
el medio rural se vio menos controlado y ello hizo posible que acogiera manifestaciones de culto extremas
prohibidas por el Islam y la edifcación de nuevos centros religiosos.
2.6.3. La diferenciación jurídica: libres, esclavos u siervos.
A pesar de la igualdad de la umma, el hecho de pertenecer a un linaje árabe equivalía a ostentar un ttulo
nobiliario e iba acompañado de la posesión de grandes dominios territoriales y de una elevada posición social,
factores que serían determinantes en su diferenciación respecto a los otros individuos. La sociedad andalusí
surgió con una división en tres capas sociales:
Los jassa o nobleza, formada por la nobleza de sangre nutrida de los descendientes de los grandes linajes
árabes, y también por la nobleza funcional de grandes dignatarios, árabes y sirios, que ostentaban las jefaturas
administratvas, palaciegas y militares. Eran descendientes de árabes inmigrados, bereberes y algunos libertos.
Los uan o notables, formada en los centros urbanos por un importante número de ricos comerciantes,
alfaquíes, funcionarios medios, artesanos artesanales, poderosos terratenientes y letrados. Son gentes
acomodadas, cuya riqueza, cultura y prestgio personal los convierte en los notables de las ciudades, mientras que
en el medio rural su prestgio era mayor, casi nobiliaria. El grueso de esta capa social son los conversos de origen
hispano-visigodo, seguido de bereberes y algunos árabes.
La amma o masa popular, el proletariado del medio urbano (artesanos, vendedores, jornaleros) y rural
(colonos, jornaleros). Estaba compuesto por bereberes, muladíes, mozárabes y judíos, y junto a ellos se asimilan
los libertos, esclavos manumitdos que adquieren su condición de hombres libres pero bajo la tutela de sus
antguos dueños a través de una serie de vínculos que les siguen haciendo dependientes. Los esclavos que no
lograban alcanzar la libertad permanecían jurídicamente en su condición de meras propiedades, y como tales
podían ser objeto de transacciones comerciales. Su procedencia era triple: de los reinos cristanos peninsulares o
los Pirineos, de Oriente o de África.
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3. LA PRIMERA CONFIGURACIÓN DE LOS TERRITORIOS CRISTIANOS EN EL
SIGLO VIII
3.1. LA OPOSICIÓN A RODRIGO Y LA LIQUIDACIÓN DEL PODER VISIGODO (Punto 2.2)
3.2. LA RESISTENCIA EN EL NOROESTE PENINSULAR
Protegidos por las montañas y su escasa vinculación al reino visigodo, astures, cántabros y vascones
occidentales mantuvieron o acrecentaron su independencia o, en el peor de los casos, se limitaron a pagar
tributos sin que los emires tuvieran el control del territorio ni pudieran impedir los avances de estas tribus hacia
Galicia y León.
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Santago. Desde el XII hasta 1812 se realizó un tributo de Santago, del que es recuerdo la ofrenda que
tradicionalmente hace al Apóstol el Jefe del Estado español que restauró Franco.
3.2.5. Galicia
Tras el abandono de las guarniciones bereberes por encima de la Sierra de Gredos, el norte de Galicia se situó
bajo el dominio de Alfonso I, mientras que Fruela I aplastó una insurrección de los gallegos, y Silo reprimió otra
generalizada en la Batalla de Montecubeiro (Castroverde, Lugo). Durante el reinado de Alfonso II se produce el
descubrimiento del sepulcro del apóstol Santago y el surgimiento del camino que lleva su nombre.
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Se inició en Tánger y aunque no consiguieron tomar las principales ciudades de Ifriquiya y del valiato
andalusí, sí controlaron amplias zonas que nunca fueron recuperadas por los omeyas. Finalmente, los ejércitos
bereberes se disolvieron, fragmentándose el el Magreb en pequeños estados gobernados por jefes tribales e
imanes jariyíes. En los años siguientes, el propio califato Omeya cayó por la revolución abasí en 748-750 y su
único superviviente Abderramán I huyó a Al-Ándalus, creando un emirato independiente en 756.
La evacuación de las guarniciones musulmanas del norte en 741 para concentrarse en un ejército que se
dirigiera al sur, permitó a Alfonso I ocupar los fuertes vacíos y expandir su control. Las algaras o razzias asturianas
por el Duero obligó a la población a emigrar al norte, creando el llamado desierto del Duero que se mantuvo
como frontera despoblada al menos durante un siglo.
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4. LA FORMACIÓN DE AL-ANDALUS: EL EMIRATO OMEYA EN AL-ANDALUS
(756-929)
4.1. INTRODUCCIÓN
El régimen emiral omeya (el emir era un noble dependiente del califa con amplios poderes), primera
formulación polítca independiente en la historia de la España islámica, fue el resultado de dos circunstancias:
una, la descomposición del califato omeya de Damasco, visible ya a partr de 720 y decisivamente estmulada por
el movimiento abasí, triunfante en 750; y la segunda, la novelesca huida del único príncipe omeya superviviente
de la matanza ordenada por los abasíes, Abd al-Rahmán, que aprovechando la división interna por las que
atravesaba al-Andalus crea una nueva base de legitmación polítca en 754-756.
A partr de su proclamación como emir, Abd al-Rahmán I inaugura una larga etapa de autonomía polítca
andalusí traducida en la creación del emirato independiente de Córdoba, en cuyo desarrollo podemos distnguir
cuatro fases: Abd al-Rahmán (756-788) u su hijo Hisham I (788-796), en una fase de despegue y constructva
consolidación del régimen; Hakam I (796-822), con desórdenes y violentas respuestas emirales; Abd al-Rahmán
II (822-852), con positvos avances organizatvos; y fnalmente debilitamiento y descomposición del régimen que
comienza en el gobierno de Muhammad I (852-886) y que se tornará irreversible durante los de sus dos
inmediatos sucesores, al Mundhir (886-888) u Abd Allah (888-912).
La subida al poder del últmo emir, Abd al-Rahmán III (912-929, 929-961), supondrá un nuevo y decisivo
cambio en el desarrollo polítco de al-Andalus: el Califato de Córdoba.
4.2. CONSTRUCCIÓN Y CONCEPTO DEL EMIRATO DE CÓRDOBA: LOS GOBIERNOS DE ABD AL-RAHMAN I (756-
788) Y HISHAM (788-796)
4.2.1. El programa de construcción.
Tanto Abd al-Rahmán I como su hijo Hisham I son los principales responsables de la creación de un nuevo
Estado inspirado en la tradición de gobierno del califato de Damasco. Para ello necesitaban alcanzar cuatro
objetvos prioritarios: creación de una amplia base de apoyo social al régimen, prudencia polítca en materia
religiosa, organización de un potente ejército mercenario y represión de los núcleos cristanos de resistencia.
Creación de una amplia base de apouo social al régimen
Para lograr apoyo social procedieron a multplicar las concesiones de qata o tierras afectadas por el régimen
de la iqta, es decir, arrendamientos enftéutcos (cesión temporal del dominio a cambio de un canon) que
aseguraban al benefciario de los mismos un amplio margen de posesión sobre la terra recibida, al tempo que
percibía en ella la tributación de sus trabajadores y no debiendo al Estado más que el diezmo legal. Los
benefciarios de tan lucratvas concesiones fueron clientes y partdarios de la dinasta omeya, muchos de ellos
inmigrados junto al primer emir. Tan generalizadas concesiones de terra condicionaron una política de
confscaciones, cuyas víctmas fueron principalmente los cristanos, a quienes se les acusó de traición o se les
impuso cartas de seguro en las que a cambio de protección debían entregar bienes.
Prudencia en materia religiosa
Abd al-Rahmán I rompió todo vínculo religioso con el califato abasí, disponiendo que el califa reinante no
fuera mencionado en la oración de las mezquitas. No quiso asumir la suprema autoridad religiosa, reservándose
únicamente el ttulo de emir, jefe esencialmente civil u militar, y manteniendo la fcción de la vacante de aquella
jefatura espiritual. La medida sería muy acertada para cuando se extendió por la Península el malikismo, que
defendía a ultranza la estricta ortodoxia y la unidad dogmátca sin mucho resquicio para la especulación.
Organización de un potente ejército mercenario
El objetvo era el de normalizar sus recursos bélicos independizando al gobierno tanto del caudillismo militar
especialmente notable en las zonas fronterizas, como del desartculado sistema de los uund o distritos en los que
años atrás se habían asentado las tropas sirias. La alternatva no podía ser otra que la consttución de un ejército
mercenario compuesto por esclavos u bereberes, unos 40.000 hombres.
Represión de los núcleos cristianos de resistencia
La afrmación del nuevo estado islámico requería una apuesta por la defensa de la umma (comunidad de
creyentes del islam), permanentemente desafada por el núcleo asturiano de resistencia, ya práctcamente
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consttuido en reino tras el gobierno de Alfonso I. La terra de nadie que éste creó entre sus posiciones y los
dominios efectvos del emirato andalusí, obligaban a los musulmanes a lanzar sus ataques contra los flancos
gallego u alavés. Abd al-Rahmán I atacó ambos durante el reinado de Fruela I, resultando vencido en Galicia, pero
sometendo a tributo las zonas fronterizas de Álava y llevando rehenes a Córdoba. Hisham I endureció los ataques
contra las marcas y llegó a saquear Oviedo.
4.2.2. Las difcultades del régimen.
En cuanto a las difcultades internas, Abd al-Rahmán I debió hacer frente a las intentonas restauradoras del
antguo valiato, a los desestabilizadores agitadores abasíes y a los siempre descontentos bereberes.
En cuanto a las difcultades externas, la presión del régimen carolingio se agravó por los movimientos
antcordobeses de las autoridades de la Marca Superior. La intervención franca en la Península protagonizada por
Carlomagno en 778 en connivencia con el gobernador de Zaragoza, Suleumán, tenía por objeto crear una zona de
influencia protectora entre los Pirineos u el Ebro. A su paso por Pamplona obtuvo la sumisión de los vascones,
pero Zaragoza se resistó y al regresar sucedió la casi mítca Batalla de Roncesvalles, escaramuza sobre la
retaguardia del ejército protagonizada por vascones en la que murió Rolando, duque de la marca de Bretaña.
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Las rentas del Estado provenían de cuatro fuentes de ingreso:
Quinto del botn; Monopolio sobre la acuñación de moneda (al
crear una ceca propia) y sobre procesos textles de calidad;
actividad mercantil con esclavos en Córdoba o astlleros en Sevilla;
y la política fscal de impuestos directos como el diezmo anual de
los creyentes sobre la propiedad mobiliaria, impuestos personales y
territoriales de los dimníes, o impuestos indirectos extraordinarios
como tasas sobre ventas.
La polítca centralizadora provocó el engrandecimiento de al-
Andalus sobre la base de una cada vez más radical islamización. Se
logró una relatva pacifcación interna; se incrementaron las
acciones ofensivas contra los núcleos septentrionales de
resistencia cristana y, en menor medida, contra el Imperio
carolingio; y se reforzó la imagen externa del sistema.
4.4.2. Pacifcación interior.
Aún así, se dieron brotes desestabilizadores de 3 tpos: los que acompañaron su entronización; sediciones
locales bereberes en Ronda en 826 y Algeciras en 850; y sublevaciones de las Marcas en respuesta a una
creciente centralización polítca de contenido radicalmente islámico. Estos alzamientos produjeron la fortfcación
militar de sus capitales, siendo la alcazaba de Mérida y el alcázar de Toledo buena muestra de ello.
4.4.3. Guerra santa.
Los notables avances en pacifcación interior y la necesidad de proyectar exteriormente la renovación polítca
explican la importancia que dio el gobierno de Córdoba a su ofensiva sobre los cristianos del norte.
Fundamentalmente se dirigieron contra los fancos de la monarquía asturiana: Álava y Galicia, y también contra
Barcelona, aunque más adelante se producirán signifcatvos ataques contra Pamplona y León.
4.4.4. Defensa del emirato: el problema normando.
Se le da un impulso a la marina como cobertura de defensa costera, fundamentalmente a raíz de la incursión
vikinga de 844. Fracasadas tentatvas de desembarco en las costas asturianas y gallegas llevaron a los vikingos a
bordear la costa atlántca hasta llegar al estuario del Tajo. Con más de 100 embarcaciones desembarcaron en
Lisboa, y días después saquearon Sevilla. En ese momento Abd al-Rahmán II dio órdenes de movilización general y
venció en la Batalla de Tablada, al sur de Sevilla, en 844, con matanza y cautverios de vikingos.
Abd al-Rahmán II ordenó después el amurallamiento de Sevilla u de la ribera del Guadalquivir, y dispuso la
instalación de puestos fortfcados en la costa atlántca, en la que musulmanes voluntarios alternaban el ejercicio
de las práctcas piadosas con el adiestramiento militar. A partr de entonces, el gobierno cordobés se aplicó a la
potenciación de la fota mediante la construcción de astilleros u atarazanas como los de Sevilla.
4.4.5. Reforzamiento de la imagen e influencia exterior del régimen.
El régimen tuvo como objetvos la consolidación de su imagen exterior, el predominio comercial en la
cuenca occidental del Mediterráneo y el mantenimiento de una primacía política en la Península. Por tanto, los
polos de interés diplomátco fueron los países norteafricanos de la ribera occidental y el Imperio carolingio.
Los estados norteafricanos afectados fueron el más occidental de los idrisíes de Marruecos; el de los
rustumíes de Tahart y el de los aglabíes de Ifriqiya. En cuanto al Imperio carolingio preocupaban la directa
amenaza sobre su integridad territorial, la difcultad de asegurar el protectorado andalusí sobre territorios
cristanos fronterizos y el mantenimiento de una expectatva de apoyo tanto para los núcleos cristanos e
independientes del norte como para los propios mozárabes andalusíes (de religión cristana).
4.4.6. El problema mozárabe.
La situación de los mozárabes no debió ser más negatva que la de muladíes o beréberes, protagonistas de
los alzamientos. Su marginación se debía más a su origen étnico que a su credo religioso, de ahí que la
comparteran con musulmanes de origen hispánico o norteafricano. Durante el reinado de Abd al-Rahmán II hay
contnuidad de la vida religiosa cristana hasta el estallido del mozarabismo radical: las campanas de las iglesias
cordobesas, por excepcional privilegio, seguían tañendo, al igual que seguían existendo las sedes episcopales.
Sin embargo, transcurrido un siglo de la invasión islámica, el régimen musulmán se hallaba irreversiblemente
instalado en la Península, y la población originaria hispano-visigoda comenzó a sentr de forma clara los efectos
psicológicos de la pérdida de España, lo que facilitó el incremento de la oposición indigenista. Además, la Iglesia
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peninsular sometda al dominio islámico sufrió un proceso de aislamiento respecto a la Iglesia latno-occidental
que favoreció las conexiones culturales con el Cristianismo oriental, sometdo igualmente al Islam, y una cierta
conciencia de persecución. Además, el mozarabismo radical tomó forma a través de dos individualidades de un
extraordinario peso cultural y humano: Eulogio u Álvaro de Córdoba.
Los acontecimientos se precipitaron a partr de la condena a muerte que, por blasfemos, sufrieron en el 850
un clérigo y un mercader cordobeses, y en menos de dos meses se produjo el martrio de 11 cristanos,
decapitados o crucifcados después de blasfemar voluntariamente contra Mahoma. El movimiento martirial
comenzó a adoptar tntes dramátcos, ya que la inmensa mayoría de los cristanos no partcipaba del radicalismo
del sector más exaltado de la comunidad mozárabe cordobesa, y empezó a temer seriamente por su seguridad.
Por su parte, el gobierno emiral tomó conciencia de lo peligroso y perturbador que podía ser un movimiento
testmonial de estas característcas. Las ejecuciones se fueron sucediendo hasta un elevado número que supera el
de los procesos inquisitoriales, pero el movimiento no se extendió fuera de Córdoba.
Las autoridades musulmanas, de común acuerdo con los responsables de la Iglesia andalusí y un sector del
clero cordobés, convocaron un Concilio en Córdoba en el 852, en el que se solicitó de los obispos una toma de
postura clara y contundente respecto a los cristanos exaltados. Pedía la expresa desaprobación de la práctca del
martrio, pero el Concilio no adoptó la radical postura que el gobierno esperaba, no siendo capaz de detener la
desestabilizadora acción de los mozárabes exaltados.
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fortaleza de Albelda en el Ebro pero supuso una dura derrota para Musa. Además de perder su desafante
fortaleza frente a los cristanos, quedó en una posición de extrema debilidad ante el emir de Córdoba, que le
pudo despojar entonces del gobierno de la Marca Superior, muriendo muy poco después.
4.5.2. Política defensiva.
El apoyo de los reinos septentrionales a la oposición interna al régimen y el inicio (en la segunda mitad del IX)
de un sistemátco proceso repoblador por parte de los cristanos obligó a una estrategia musulmana ofensiva. Sin
embargo, esta polítca se vio penalizada por la reaparición del fenómeno normando en las costas andalusíes.
La gran sublevación toledana (852-859) difcultó sobremanera la regular preparación de aceifas, pero
también motvó una mayor dureza de las mismas. Fue tras la desaparición del Tercer Rey de España en 862
cuando el emir reinició las sistemátcas campañas de castgo, en especial contra la región oriental. Ya para
entonces Ordoño I y su fel conde Rodrigo de Castilla habían fortfcado la inexpugnable roca de Amaya (860), y la
repoblación cristana apostaba su vanguardia no lejos de Burgos. Todos los condados castellanos de la Marca
Oriental, excepto el de la más vieja Castilla, fueron arrasados, la frontera asturiana retrocedió sensiblemente
hacia el norte, y las acciones repobladoras de cinco años antes hubieron de replantearse.
Frente a la amenaza del reino de Asturias, el régimen cordobés reforzó los medios e infraestructuras de
defensa. Al margen de estmular el incremento numérico de las tropas movilizables, se cubrieron los más
importantes pasos del sistema Central para dar consistencia a la retaguardia. Reedifcó Salamanca y fortfcó
Madrid, dotándolo de un poderoso castllo, una ciudadela y un cerco amurallado. El rearme naval demostró su
efcacia en el 859 ante los vikingos. Naves omeyas patrullaban la costa de Portugal, y antes de producirse algún
desembarco se enfrentaron con los invasores, aunque hubo incendios y destrucciones en Algeciras, regiones
murcianas y en Baleares.
4.5.3. La acción exterior
Hubo contnuismo de la polítca precedente, con liderazgo comercial y hasta cierto punto polítco entre los
países islámicos de la cuenca occidental del Mediterráneo. Con el Imperio carolingio cesaron las aceifas contra
Cataluña, aumentaron los contactos diplomátcos y el gobierno emiral recuperó en 862 su autoridad sobre la
Marca Superior, frmándose un duradero convenio de paz con Carlos II el Calvo.
4.6. DESCOMPOSICIÓN Y FIN DEL EMIRATO CORDOBÉS (886-912): LOS ÚLTIMOS EMIRES
Los últmos emires contemplaron la ruina y destrucción del emirato, reduciéndose su polítca a una
enumeración ininterrumpida de golpes internos desestabilizadores. Al Mundir (886-888) y su hermano asesino
Abd Allah (888-912).
Los muladíes son los más insistentes agitadores, manteniéndose los de Toledo y los Banu Qasi descendientes
del Tercer rey de España. En Mérida Ibn Marwan al-Chilliqi se proclamó independiente en 868, que duraría hasta
la instauración del califato, y en Bobastro Umar ibn Hafsun se rebeló, dominando una importante zona de
Andalucía y convirténdose al Cristanismo en 899 como Samuel.
También se produjeron agitaciones bereberes u de marinos responsables del tráfco comercial entre al-
Andalus y el norte de África. En las proximidades de Pechina fundaron una factoría foreciente y se organizaron en
una especie de república mercantl, no integrada en el Estado cordobés.
Con el debilitamiento del poder central surgen señoríos autónomos que conservan ciertos vínculos con el
emir de Córdoba, entre ellos el derivado de la necesidad de legitmar su autoridad. El gobierno central accede a
esas petciones mediante la entrega de un tributo más o menos nominal, a veces incluso nombrando a los señores
de los tasyil como gobernadores de la región que dominan, esto es, una legitmación a posteriori y vitalicia.
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árabe, carentes a veces de una preparación acorde. De entre los visires se elegía al primer ministro, que obtenía
prestgio social, poder polítco, un importante salario y benefcios territoriales. Bajo los órdenes de estos ofciales
palatnos se encontraban un importante número de subalternos y no pocos esclavos, de origen europeo. Había
distntos ofcios palatnos: el despensero, jefe de las caballerizas, jefe de los edifcios y dependencias palaciegas,
el jefe de la posta y el gran halconero. Otros ofciales tenían a su cargo los talleres, como el encargado de dirigir
las manufacturas textles situadas en el palacio o real fábrica, o el gran orfebre.
En la casa real, los emires de Córdoba introdujeron la costumbre de que los hijos varones abandonaran el
palacio real al llegar a la pubertad, con la salvedad del heredero. Esto supuso dotar a cada uno de los varones de
una residencia y una serie de bienes de acuerdo a su condición real, cuyas rentas le permiteran mantener un
cierto nivel de vida, con una doble pensión, mensual y anual. Otros gastos de la casa real eran las pensiones y
regalos que el monarca otorgaba a sus esposas, hijas, concubinas y a cualquier miembro de la familia.
La comunicación de la administración central con las provincias, coras y marcas, se hizo a través de un sistema
ofcial de correos, donde los portadores iban escoltados y que alternaban el viaje a lomos de acémila (mula u otra
caballería) con el de pie por negros sudaneses y aire mediante palomas mensajeras.
La administración provincial.
A partr de la conquista y consolidación del territorio peninsular por los musulmanes, al-Andalus quedó
dividida en tres grandes regiones con sus respectvas coras (provincias, unidades administratvas civiles con
gobernador): terras al Oeste, terras del Centro y terras del Este. Esta división debió corresponderse con las
diócesis cristanas ya que tras el hundimiento visigodo sólo sobrevivió la estructura eclesiástca
Las coras coexisteron con las marcas de frontera, de origen abasí: la Marca Superior con centro en Zaragoza,
la Media en Medinaceli, y la Inferior en Mérida. Se trata de un lugar de frontera, de contacto entre musulmanes y
cristanos, que en sus comienzos carecía de una administración.
Las coras se dividían en distritos, como unidades administratvas y fnancieras de carácter agrícola que
contaban con algún núcleo de población importante o con una fortaleza. Tenían por capital una ciudad
importante en la que residía el gobernador, con plenas funciones administratvas y fscales.
Por tanto, no existó una administración local tal y como la entendemos en el mundo cristano. La ciudad se
consttuye en el centro de la estructura administratva de cada una de las coras, pero los funcionarios que se
insttuyeron para su gobierno fueron nombrados por los emires. Tres cargos relevantes fueron: el señor del zoco,
encargado de la actvidad económica de la ciudad, y también de hacer cumplir la hisba o deber de todo musulmán
de trabajar por el desarrollo del bien y combatr el mal; el jefe de policía, encargado del orden público en las
ciudades, imponiendo para los infractores desde la simple reprimenda al castgo corporal, de la exhibición pública
al desterro, del encarcelamiento perpetuo a la crucifxión.; y el señor de la ciudad, sólo en Córdoba, al que
estaban subordinados el señor del zoco y el jefe de policía. Le competan la seguridad del estado y el orden
público, y la administración de la casa real. También asumía la regencia del reino en ausencia de emires, lo que
conllevaba la custodia del príncipe heredero si era menor de edad.
La hacienda
La gestón fnanciera del Estado depende del soberano, único administrador y responsable de los fondos
públicos. Había varios tesoreros procedentes de la aristocracia árabe cordobesa y de las ricas familias mozárabes
y judías. El almojarife era el recaudador de impuestos legales y el arrendador de las alcabalas (impuesto de
compraventa), lo que le hacía ser un personaje muy odiado.
Los recursos procedían de los impuestos legales que todo buen musulmán debía pagar, de los tributos de los
protegidos, la contribución territorial, el quinto del botn de guerra, las donaciones testamentarias, las herencias
vacantes y las tasas extraordinarias. Los musulmanes estaban obligados al pago de una limosna que implicaba la
cesión a la comunidad de una décima parte de su patrimonio mueble. Muy impopulares fueron los impuestos
extraordinarios con los que a menudo se gravó a la población andalusí. Todos fueron tachados de ilegales al no
tener una legitmación jurídica, y la población musulmana reclamó constantemente su abolición.
Los grandes tesoros que proporcionaba el sistema fscal se distribuían en: Tesoro de la comunidad, que
servía al sostenimiento de mezquitas, madrazas, hospitales, y todo tpo de fundaciones de carácter piadoso;
Tesoro público para gastos militares, obras públicas y reserva para emergencias; y Tesoro del soberano, para
gastos de la Casa Real.
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4.8. LAS FORMAS DE PRODUCCIÓN DURANTE EL EMIRATO ANDALUSÍ
La economía andalusí estaba íntimamente unida al mundo de las ciudades u al desarrollo de las actividades
comerciales e industriales, basándose en la estabilidad de la moneda y en una agricultura intensiva con una
creciente especialización. Córdoba era el gran centro comercial de al-Andalus y junto a ella Sevilla, Málaga y
Almería protagonizaban la actvidad mercantl marítma, mientras que Valencia y Murcia experimentaron un gran
desarrollo agrícola. No todas las ciudades andalusíes tenían una función económica y comercial, pues algunas
eran sólo residencias de guarniciones militares, otras tenen un marcado carácter rural y abundan las que
unicamente eran capitales y sedes del gobierno de las koras.
El modo de vida urbano supone la existencia de grupos que terminan diferenciándose socialmente por su
riqueza u las funciones que desempeñan. Los artesanos se agrupaban en corporaciones, e igualmente los
fabricantes (armeros, sastres, zapateros, herreros, alfareros, freneros, silleros, peleteros, tntoreros…) y
mercaderes urbanos. Cada agrupación artesanal tenía lugares fjos de fabricación y venta de sus productos en una
calle determinada, en la plaza o en el zoco o mercado, donde salían a la venta una gran variedad de productos
entre los que destacaban perfumes, drogas, especias, telas, prendas de vestr, zapatos, armas, carne, pescado,
aceite, miel, instrumentos o calderos. Igualmente en el mercado se ubicaban los cambistas, y no faltaban
vendedores de esclavos y alfareros, siempre situados en los lugares del zoco o en calles de frecuente paso.
El zabazoque o almotacén era un ofcial que vigilaba la regularidad de las transacciones y de los procesos de
fabricación mediante el nombramiento de un síndico para cada corporación con misión de vigilar que cumpliesen
las rígidas reglas musulmanas. Indicaba los lugares que debían fjar las corporaciones, regulaba los pesos y
medidas, fjaba los precios y las tarifas impositvas (alcabalas que gravaban las transacciones comerciales,
derechos de entrada de las mercancías en la ciudad), y castgaba las infracciones que se produjesen, ya fuesen
fraudes en los pesos, excesos en los precios o baja calidad de los productos. También se encargaba de la
conservación y limpieza de las calles, sobre todo de las cercanas a la mezquita y las principales de la ciudad.
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5. FORMACIÓN Y EXPANSIÓN DE LOS REINOS Y CONDADOS CRISTIANOS DEL
NORTE (800-930)
5.1. EL REINADO DE ALFONSO II
A Alfonso I le suceden Fruela I (757-768), Aurelio (768-774), Silo (774-783), Alfonso II (783, 791-842),
Mauregato (783-789) y Bermudo I (789-791). El de Alfonso II es un reinado muy largo, y en él logra superar
difcultades exteriores y se organiza desde el punto de vista interno.
5.1.1. Un reinado accidentado
Hijo de Fruela I, en 783 es elegido rey, pero su to Mauregato (783-789) consiguió deponerlo, por lo que buscó
refugio en Álava entre sus parientes maternos. Después vino Bermudo I, que renunció al trono tras perder la
batalla del río Burbía, recuperando Alfonso II la corona.
En 801, fue depuesto por una rebelión y encerrado en el monasterio de Ablaña, del que fue sacado por Teuda
y otros feles y resttuido en el trono de Oviedo. Fue la primera vez que un monarca depuesto recupera el trono
tras la derrota del usurpador por los fdelis regis.
5.1.2. Organización del reino
Organización del territorio
Se inicia la repoblación de Castilla con dos objetvos: populato patriae, restaurato ecclesiae (poblar el país y
restaurar la iglesia). Hasta 814 predomina el proceso de repoblación, y más adelante se fundarán monasterios. Se
establecen algunas familias a las que se les concede una carta puebla en la montaña palentna.
Establecimiento de la sede regia en Oviedo
En 791 Oviedo se convierte en la sede regia del reino de Asturias, en un emplazamiento estratégico Situado
en lo alto de una colina, era el punto de artculación entre la costa, los valles de la cordillera y la llanura central
con mayores posibilidades de explotación agrícola, un importante nudo de comunicaciones.
Esa sede regia era un conjunto de edifcios religiosos, dedicados al culto. En ellos se veneraba a Cristo, bajo la
advocación de Salvador (contexto adopcionista), la cruz (resonancia constantniana) y las reliquias (se desplazan
de sur a norte peninsular en VIII y IX, a medida que sus devotos huyen del dominio musulmán).
Descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santago.
En Santago de Compostela exista un centro de culto paleocristano, en el que se conservaba un
enterramiento sagrado primitivo, objeto de devoción hasta VII. La primera evidencia de que la tumba del apóstol
estaba en España data del IX y se halla en el Martrologio de Usuardo de Saint Germain des Pres, de 865. El relato
más antguo sobre el hallazgo de la tumba del apóstol llega en 1077: durante el reinado de Alfonso el Casto, un
anacoreta llamado Pelauo, que habitaba no lejos del sepulcro, había conocido su existencia mediante una
revelación, y después se les había revelado también, mediante señales luminosas, a muchos feles de la iglesia de
San Félix de Lovio. Todos ellos comunicaron su visión al obispo de Iria, Teodomiro, quien tras tres días de ayuno
se dirigió al lugar descubriendo el sepulcro hecho de losas de mármol y comunicó su hallazgo al rey.
En unas excavaciones realizadas hace años se descubrió, debajo de la nave central de la actual catedral, el
sarcófago del obispo Teodomiro con la fecha exacta de su muerte, en el 847. El hecho de que hubiese elegido
como lugar de enterramiento no su catedral de Iria, sino el lugar donde se habían hallado los restos mortales de
Santago, nos indica que se trataba de un lugar especialmente venerado como santo.
Respecto a la intervención de Alfonso II, se conserva un documento datado en 829 o 834, en el que Alfonso II
concede a Santago apóstol y al obispo Teodomiro un área de tres mil pasos de radio en torno al sepulcro del
apóstol recientemente descubierto, haciendo construir sobre él una iglesia. Esto quedará refejado en el acta de
consagración de la nueva iglesia dedicada al apóstol por Alfonso III en 899, en la que este monarca declara que su
bisabuelo Alfonso II había construido una primera, pequeña, de piedra y barro.
Aparece así un segundo gran centro de culto en el reino de Asturias, que Alfonso II confgura de forma muy
semejante a como había confgurado Oviedo, como un conjunto de iglesias protegido por un muro.
5.1.3.El programa político
Alfonso II hizo revivir en Oviedo toda la consttución polítca de los visigodos y toda su organización
eclesiástca. Esa organización se llevó a cabo de acuerdo con un programa explícito, del año 812. Tras exaltar el
papel providencial de Cristo como artfce de la historia, señala la prepotencia y soberbia de éstos como causa de
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la victoria de los árabes en el año 711. Después, la diestra de Cristo hizo surgir a su siervo Pelayo que destruyó a
los enemigos y defendió al pueblo de los cristanos y los astures, del cual Alfonso II sería su sucesor.
Se percibe una clara contraposición entre cristanos y astures, que se inicia bajo la dirección de Pelayo y se
perpetúa bajo la de los miembros de su estrpe a la que pertenece, en línea directa, Alfonso II. Éste inicia una
política neogoticista porque busca conscientemente reanudar una tradición polítco administratva que se había
interrumpido con el colapso del reino hispanovisigodo, como un orgulloso intento de elevar el rango de la
pequeña monarquía, como directas contnuadoras de la visigoda.
En el aspecto eclesiástico se crea un obispado en la sede regia de Oviedo y se reúne un concilio en Oviedo,
ambas cosas a imitación de los godos. Esta no fue la única erigida durante el reinado de Alfonso II. En los primeros
años del IX comienza la repoblación del territorio que va a denominarse Castlla, repoblación relacionada con la
organización de los centros eclesiástcos, entre ellos la creación de monasterios. Los poderes monárquicos
referidos a los asuntos eclesiástcos se vieron considerablemente aumentados.
5.1.4. Relaciones con el Islam: supervivencia del reino de Asturias
Asturias aparece como un ámbito de seguridad, identifcada con la idea de aislamiento u con la de pueblo
elegido, renovado por la experiencia de las expediciones de Almanzor a fnes del X, que devasta León, Astorga y
Zamora, pero no penetra en Asturias. Durante el reinado de los primeros emires omeyas, el reino asturiano
quedó a salvo de cualquier incursión. Con la muerte de Mauregato, en 788, se acabaron los años de paz con los
musulmanes. Bajo los emires Hichám I, Al Hakam I y Abderrahmán II, la situación cambió y los musulmanes se
lanzaron abiertamente a la ofensiva, con alternancia de períodos de guerra y de paz.
Desde 791, el reino asturiano es atacado casi todas las primaveras, pero una afortunada sucesión de
circunstancias preservó a Asturias de nuevas invasiones durante veinte años, y como resultado, el equilibrio de
fuerzas cambia. Cuando Alfonso II muere en Oviedo medio siglo después los emires cordobeses ya no pudieron
pensar en destruirle. La pulsión bélica se halla regulada porque los emires andalusíes interrumpían las
expediciones cuando tenían discordias internas y porque sus campañas perseguían frenar los esfuerzos de los
cristanos del norte por colonizar las zonas más cercanas a sus ciudades.
En los cincuenta años de Alfonso II se registran unas quince campañas desde Córdoba contra el reino de
Asturias. El cambio de coyuntura bélica coincide con el acceso al trono de un emir partdario de la guerra santa,
Hicham I, en 788. En 794 el ejército musulmán penetró en Asturias, saqueando la nueva sede regia de Oviedo y
destruyendo las iglesias construidas allí por Fruela I. Fue derrotado en el camino de vuelta por Alfonso II, y a partr
de ese momento su imagen será la de caudillo militar.
Cuando accede al trono Al-Hakam I, se abre en al-Andalus un período de revueltas, que Alfonso II aprovecha
para tomar la iniciatva militar y establecer relaciones cada vez más estrechas con el reino franco, apoderándose
de Lisboa. Al-Hakam se encuentra, además de las revueltas internas y la presión asturiana, la alianza entre el
reino de Asturias y la monarquía franca, que conquista Gerona u Barcelona, mientras que los pamploneses dan
muerte a su gobernador Omeya, de la familia de los Banu Qasi, elevando al poder a la familia vascona de los
Arista. Desde Córdoba responden con la campaña de 801, pero fracasa.
5.1.5. Relaciones con Europa u el Imperio Carolingio.
La concepción del mundo y de la vida que defendía Alfonso II, y su resistencia ante los musulmanes le
permite vincularse al embrión de Europa. Las relaciones con los francos debieron establecerse en el momento de
la polémica adopcionista, aumentados después con la presencia en aumento del reino franco en el ámbito
pirenaico, y la creciente presión del emirato cordobés hacia Asturias en la últma década del VIII.
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5.2.2. Reconquista u repoblación.
Lo que hasta Alfonso II había tenido el carácter de un movimiento de insumisión estrictamente local, se
transformó en la segunda mitad del IX en un movimiento consciente orientado a la recuperación del territorio
peninsular y a la restauración de su perdida unidad, atribuyéndose la monarquía asturiana el papel directvo.
La Reconquista es la preocupación fundamental y a la par la repoblación de los territorios que se iban
integrando al dominio cristano. Hasta la muerte de Ordoño I (866) el enfrentamiento con el Islam no se había
traducido realmente en un avance territorial estmable, fuera de los límites alcanzados por Alfonso I. Ahora, las
confrontaciones militares tendrán en muchos casos un carácter defensivo, pero las contraofensivas del rey contra
los musulmanes son contundentes y la explotación del éxito que sigue a estos enfrentamientos victoriosos
reportará al reino astur ganancias territoriales espectaculares.
El gran avance hacia el sur: Reconquista y repoblación hasta la Tregua de 884.
Aprovechando el caos interno que atravesaba al-Andalus, fruto de las diferencias religiosas y étnicas, Alfonso
III (866-910) se lanza decididamente a la polítca expansiva. Dos son los escenarios geográfcos:
En Galicia u Portugal, apoyándose en los nobles gallegos, se pasa el Miño, llegando el conde Vimarano Pérez
a Oporto en 868. Se emprende entonces la repoblación de las terras entre el Miño y el Duero. En el 878 ocupan
Coimbra. Después, aprovechando la sublevación del muladí Umar ben Hafsún, Alfonso III franquea el Tajo, pasa el
Guadiana y llega hasta el corazón de Sierra Morena, consiguiendo un importante botn.
En León u Castilla la colonización fue mucho más lenta, al encontrar una tenaz resistencia. La meseta y las
comarcas ribereñas del alto Ebro serán escenario de una enconada actvidad bélica, en la que el genio militar
Alfonso III se enfrenta a Muhammad I (852-886) a través del príncipe al-Mundhir (886-888). La estrategia
defensiva Alfonsina y sus contraofensivas forzarán a Muhammad a concertar una larga tregua en 883.
La repoblación entre los años 884 y 910
Destaca por la intensa actvidad repobladora desarrollada en los territorios ganados a los musulmanes, para
así defender las comarcas reconquistadas mediante la construcción o restauración de castllos o plazas fuertes en
las semidesértcas terras del valle del Duero, devastadas por expediciones mutuas en tempos de Alfonso I. Se
desenvuelve a través de tres etapas sucesivas: ocupación del territorio, adopción de medidas para su defensa y
puesta en cultvo de los campos mediante la fórmula jurídica de la pressura, consistente en la ocupación de la
terra cuya propiedad se adquiría por la subsiguiente roturación para hacerla económicamente productva.
La repoblación se hace con colonos procedentes de las terras norteñas (gallegos, astures, cántabros, vascos)
y con mozárabes venidos de la España musulmana. Al lado de la repoblación ofcial, orientada por el monarca, se
desarrolla en gran escala la debida a la iniciatva partcular.
En el plano social y económico, lo más interesante del proyecto repoblador es la formación en el valle del
Duero de una numerosa clase social de pequeños propietarios rurales libres, que contrasta con las estructuras
feudales dominantes por estos años en Europa, y que retrasará la evolución de Castlla y León hacia el feudalismo
y la formación de grandes señoríos territoriales. En las dos últmas décadas del IX nacen o renacen a la vida
numerosas ciudades y villas. Dentro del proceso repoblador de estos años se destaca el renacimiento de la vida
monástica, factor importantsimo de integración económico social y de desarrollo cultural.
5.2.3. Las relaciones políticas con Pamplona
Alfonso III inicia una polítca de estrecha colaboración con el núcleo pamplonés para reforzar su fanco
oriental. Gracias a su matrimonio con la princesa navarra Jimena, logra el monarca asociar a la polítca asturiana
a los vascos de las zonas más alejadas, que nunca habían servido bajo las banderas del rey de Asturias y que
mantenían su independencia en las montañas de lo que más tarde había de ttularse el reino de Navarra.
Asturianos y navarros unidos luchan contra Muhammad ben Lope por el dominio de la Rioja, cauce principal
de los ataques cordobeses contra el reino astur.
5.2.4. Los últimos años del reinado de Alfonso III
El primer decenio del X registra tres acontecimientos notables: En 901, Zamora será objeto de un ataque de
un fuerte contingente bereber que Alfonso III rechaza al cabo de tres días de lucha, apresando y dando muerte a
su jefe, consolidando así las fronteras del Duero. En 906 realiza una expedición a la antigua capital visigoda de
Toledo, siendo acogido por agrado por los toledanos. Al regresar, descubre la conjura que para destronarle de
sus hijos. Apresa y encierra en Gozón a García, su primogénito, pero acosado por el suegro de éste, y falto del
apoyo de sus otros hijos, se ve obligado a abdicar. Ya destronado, realizó una peregrinación a Santago de
Compostela y una últma expedición contra los musulmanes, falleciendo a su regreso en 910 en Zamora.
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5.3. LOS HIJOS DE ALFONSO III, REYES DE LEÓN
A la muerte de Alfonso III sus hijos se reparten el reino: Fruela permanecerá en Oviedo, Ordoño en Galicia
u García en los territorios últimamente anexionados. En los años siguientes el centro de la vida polítca se
traslada a León, comenzando un nuevo período en la España cristana.
El rey de León, García (911-914), realiza en 911 una expedición penetrando hasta Toledo y Talavera, y
regresa a sus dominios con un gran número de cautvos. Tras vencer a los musulmanes en La Rioja, muere
inesperadamente, siendo aclamado rey en su lugar su hermano Ordoño. Ordoño II (914-924) se enfrenta a Abd
al-Rahman III, vence inicialmente pero luego es derrotado a pesar de estar coaligado con los navarros. La derrota
cristana no tuvo consecuencias en cuanto a variaciones fronterizas, pues el objetvo de Abd al-Rahman III
consista en infundir temor y restablecer la superioridad de las armas islámicas, pero sí que surgieron síntomas de
discordia que entre leoneses y castellanos. A Ordoño II le sucede su hermano Fruela II (924-925), usurpando el
trono a sus sobrinos, aunque al año de reinado muere, provocando una crisis sucesoria. Su hijo Alfonso Froilaz
(925-926) reinaría en León, expulsado después por Alfonso IV (926-931) en León, Sancho Ordóñez (926-929) en
Galicia y Ramiro Ordóñez en Portugal, todos hijos de Ordoño II. Alfonso IV abdicó en 931 y al intentar volver
todos fueron cegados y apresados por Ramiro (Ordóñez) II de León en 932, reinando en (931-951).
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Alfonso II el Casto inspira en Oviedo un tmido renacimiento cultural que tendrá su culminación en los días de
Alfonso III, quien impulsará decididamente las empresas culturales.
Alfonso III se preocupó de embellecer su corte, desarrollando en Oviedo una gestón urbanístca que le
reconoce como segundo fundador de la ciudad: construyó palacios e iglesias, levantó fortfcaciones e hizo
espléndidas donaciones a la iglesia de San Salvador, reuniendo una selecta biblioteca.
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6. EL ESPLENDOR ANDALUSÍ: EL CALIFATO DE CÓRDOBA (929-1031)
Fue el periodo más relevante de la historia de al-Andalus, con un control absoluto y ejercicio del poder civil y
religioso en el interior del país, prestgio, dominio polítco-militar casi permanente sobre los reinos cristanos del
norte peninsular y proyección diplomátca exterior e infuencia en el Magreb.
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6.1.4. Hacia la rendición de Bobastro.
Todavía existan comarcas que sólo le reconocían nominalmente o estaban en abierta rebeldía. En 919
Abdarrahmán III ataca Bobastro, ahora en poder de los hijos del difunto Umar ben Hafsún, y hacen allí una
masacre. En la toma defnitva de Bobastro en 928 murallas, mezquita, palacios, casas, almacenes y demás
edifcios son derruidos, hasta el punto de que hoy se discute el emplazamiento exacto de la ciudad. Los restos de
Umar se crucifcaron entre sus dos hijos, para evidenciar su apostasía del Islam y conversión al cristanismo.
6.1.5. La adopción del ttulo califal
En el 928 también consigue rendir a los rebeldes de las terras orientales y occidentales de al-Andalus. En este
contexto Abdarrahmán III se proclama en 929 “príncipe de los creuentes” y asume el sobrenombre honorífco de
“el que obtiene la victoria por la religión de Alá”. El motvo es realzar su prestgio y autoridad, ahora también
religiosa, tanto dentro como fuera de las fronteras de al-Andalus, en especial frente al estado de Ifriqiya con el
que se disputa el norte de África. A ese patrón se ajusta también su deseo de volver a acuñar moneda en la
capital de al-Andalus, por primera vez de oro.
Sin embargo, todavía ese reconocimiento no es total, porque en extensas áreas del país aún se le niega
obediencia, tal y como sucede en los territorios de Badajoz, Beja, Toledo, Valencia y Zaragoza.
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6.2.3. Relaciones diplomáticas
La actvidad diplomátca se hace notar en el Magreb, en los reinos cristanos del Norte, pero también en la
Cristandad latna y en Bizancio. En 940 varios soberanos cristanos se asocian al acuerdo entre el califa
cordobés u el conde de Barcelona para conseguir un salvoconducto que permitera el tráfco de viajeros y
mercancías por el Mediterráneo occidental.
La aparición de los fatmíes, enemigos de Bizancio, facilita las relaciones entre éstos y Córdoba. De
Constantnopla proceden algunos materiales y piezas utlizados por Abdarrahmán III en la construcción y adorno
de la ciudad-palacio de Medina Azahara (ciudad brillante), auténtca plasmación arquitectónica del poder y
riqueza del Califato, uno de cuyos salones se utliza como escenario de la mayor parte de recepciones de
embajadas y delegaciones extranjeras con el objeto de impresionar y amedrentar a quienes acuden a solicitar
un acuerdo de paz, una tregua o relaciones de amistad con el soberano más poderoso de Europa.
Abdarrahmán III mantene también relaciones con Otón I, si bien en principio no son cordiales. Éste envía
un diplomátco a entregar una carta de protesta al califa por las actvidades pirátcas que los musulmanes
realizan desde las islas Baleares. Abdarrahmán III considera insultante la misiva y ordena encarcelar al
mensajero, hasta restablecer la normalidad a los tres años.
6.2.4. Aceifas contra cristianos
Cuando Abdarrahmán III reinicia las aceifas contra cristanos del norte peninsular, el soberano omeya ya
controla buena parte de al-Andalus, lo cual garantza la habitual recaudación de impuestos, y es califa, lo que
afrma de la independencia del país respecto a toda autoridad superior. También domina el Estrecho de Gibraltar,
extendiendo su ámbito de infuencia al Magreb.
En León la muerte de Fruela II en 925 abre un período de inestabilidad polítca, donde se plantea un grave
conficto sucesorio decidido a favor de Alfonso IV el Monje (926-931), aunque la tensión persiste hasta la
entronización de su hermano Ramiro II (931-951). En Navarra se reconoce por primera vez en la historia
peninsular el derecho al trono de un menor, García Sánchez, gobernando como tutor su to Jimeno. Cuando éste
muere en 931, Íñigo Garcés intenta ocupar la regencia o el trono en detrimento de su sobrino, dado paso a una
crisis de poder resuelta en 933 con la intervención de Toda, la reina madre.
Este cúmulo de circunstancias favorece al soberano omeya, aunque no asegura la victoria, como en la derrota
de 933 frente a Ramiro II. La respuesta es la campaña de Osma invocando la guerra santa, atacando a los
rebeldes musulmanes de la Marca Superior y penetrando posteriormente en el reino de Navarra. Toda envía
mensajeros de paz y acuerdan un pacto humillante por el que Toda libera a los rehenes, presta completa sumisión
al califa y rompe con los restantes príncipes cristanos, obteniendo a cambio treguas, la otorgación nominal de sus
distritos y sobre todo salvar la integridad del reino. Abdarrahmán III prosigue su campaña ahora en el Reino de
León, devastando cuanto puede en tierras de Álava, saqueando Burgos y enfrentándose con éxito a Ramiro II.
Después el califa consigue el dominio sobre Zaragoza y demás poderes locales del valle del Ebro. Para ello
obtene la neutralidad de Ramiro II, con quien pacta treguas incumplidas al poco tempo por el monarca leonés.
También combate con los cristanos de la costa catalana, enviando sus cabezas a Córdoba. En 937 Toda rompe
unilateralmente el pacto con Abdarrahmán III y apoya una rebelión en Zaragoza, que fracasa. Abdarrahmán III
envía tropas a luchar contra los navarros, nuevamente aliados de los leoneses, y tras la victoria obtene
numerosos cautvos y un gran botn.
Sin embargo, en 939 sufre una gran derrota frente a los príncipes cristianos aliados: Ramiro II, Toda u
Fernán-González en Simancas-Alhandega, perdiendo incluso un ejemplar del Corán y su propia cota de malla.
Una vez en Córdoba ordena la inmediata crucifxión de los responsables de la derrota. Desde entonces, deja de
partcipar personalmente en las aceifas, quedándose siempre en la capital, “tranquilo en su trono, disfrutando la
holgura de su reinado”. Para reparar los efectos de la derrota, el soberano omeya ordena a los gobernantes de las
Marcas enviar escuadrones contra los cristanos, volviendo a sucederse las victorias musulmanas. Sin embargo,
había sido tal la resonancia de la victoria cristana que la fama de Ramiro II se extende incluso a otras partes de la
Cristandad latna. Y lo más importante es que el reino de León amplia su extensión territorial por el valle del
Tormes, en donde se repueblan Salamanca y Ledesma, mientras Fernán González hace lo propio con Sepúlveda.
En el 946 Abdarrahmán III fortfca Medinaceli, y desde entonces la plaza susttuye a Toledo como capital de
la Marca Media. Entre 947 y 950 se suceden incursiones militares por terras salmantnas y gallegas favorables a
los musulmanes, pero Ramiro II los derrota en Talavera antes de morir en 951 y abdicar en Ordoño III (951-956).
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Al morir Ordoño III el trono pasa a su hermano Sancho I el Craso (956-958, 960-965). Sin embargo, la nobleza
gallega, apoyada por Fernán-González, reconoce como rey a Ordoño IV (958-960). Expulsado de León, Sancho se
traslada a Navarra, al amparo de su abuela Toda, la cual solicita la ayuda del califa cordobés. Abdarrahmán III
envía al diplomátco y médico judío Yusuf Hasday ben Sahprut, que cura al monarca destronado de la obesidad.
Por deseo del califa, Toda, García Sánchez y Sancho viajan en 958 a Córdoba u frman un acuerdo por el que
Abdarrahmán III debe ayudar a Sancho a recuperar el trono, Sancho entregarle diez castllos fronterizos próximos
al Duero, y el rey navarro combatr al conde castellano. En efecto, Sancho y el ejército califal toma Zamora en 959
obligando a Ordoño IV a salir de León, las tropas navarras vencen a Fernán-González, que es hecho prisionero, y
Sancho, se hace nuevamente con el trono en 960. Abdarrahmán III, el más poderoso de los omeyas andalusíes,
muere en el 961 a los 70 años, legando a su hijo y sucesor un Estado sólido y rico.
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Almanzor aprende todo aquello que necesitaba saber, con la innata habilidad e intuición que le caracterizaban,
comienza a alejarse de Al-Mushaf para afanzar su prestgio entre el ejército.
Inicia entonces una guerra santa, obligación que contribuye notablemente a la legitmación del poder, en 977
contra Galicia. Supone un éxito y regresa a Córdoba victorioso y aclamado con botn y esclavos cristanos. Para
derrotar a Al-Mushaf, aquí todavía su amigo y protector, se acerca al defensor de las terras de la Marca Media y
enemigo de Al-Mushaf, Galib, solicitando la mano de su hija. Poco a poco comienza a evidenciar supuestas
pequeñas traiciones y engaños de Al-Mushaf a los ojos del califa y de su madre, hasta provocar su caída en
desgracia a través de inteligentes acusaciones preparadas con anterioridad. Consigue la desttución de Al-Mushaf
y su inmediato encarcelamiento en 978 (fallecido en 983), así como su nombramiento como Chambelán (hayib)
junto con Galib.
A Almanzor sólo le quedan tres escollos en su camino: Galib (gobernante de la Marca Media), Subh (madre
del califa) u el propio califa.
Almanzor se atrajo a los bereberes para acabar con Galib y éste, avisado, aglutnó a sectores contrarios a
Almanzor de León, Navarra y Castlla. Se enfrentaron en 981 en la Batalla de Torrevicente, muriendo Galib. A
partr de ese hecho, en todas las mezquitas, después de la invocación al califa se invocaría a Almanzor como “el
que recibe la victoria de Dios”.
Trasladó de la estructura central de la administración a un a nueva ciudad de Medina Alzahira (ciudad
resplandeciente) construida en dos años, vinculada a él, y alejada de Medina Azahara (ciudad brillante),
residencia del monarca y de su madre. Allí traslada los servicios principales del gobierno, resguardándolo con una
guardia adicta a su persona, excelentes defensas y seguras murallas. Después proclamó los deseos piadosos de
Hisham II, que anhelaba apartarse del mundo y le había delegado las funciones de gobierno por ese motvo. En el
996 hay una nueva conspiración relacionada con Subh, la madre del califa, y aprovechando esta oportunidad,
realiza una nueva purga selectva en la estrpe omeya.
Tras asegurarse el control de las arcas califales custodiadas en el alcázar de la capital, situó una guarnición de
fdelidad probada a la que ordenó que se impidiese el acceso sin permiso a cualquiera a las habitaciones del
monarca y de su madre. El clima de terror redujo a Hisham II a un poder nominal tan reducido como la acuñación
de moneda, la invocación en la oración del viernes y los tejidos producidos en las fábricas ofciales.
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autoridad teóricamente indiscutble, en la práctca cada uno de los linajes nobiliarios rigen los destnos de un
condado y terminan por comportarse como auténtcos principados feudales independientes. Sin embargo, aúnan
sus esfuerzos frente al enemigo común, al-Andalus, siempre que no contravenga los intereses concretos del
linaje. No menos independientes en su acttud, se muestran ciertos gobernadores de las Marcas. Éstos, en
contacto diario con sus enemigos cristanos, no dudaban en aliarse si convenía a ambos intereses.
En el reino de León, Ramiro III y Vermudo II se disputaban el trono. Ambos intentan la ayuda de Almanzor,
consiguiéndola Vermudo II. Pero una vez que éste consigue el trono, incumplirá sus promesas. Por lo que
respecta a Navarra, optó por mantenerse prudente, llegando a entregar una de sus hijas a Almanzor.
Entre las 56 campañas contabilizadas que realizó Almanzor contra los reinos cristanos, destacan la conquista
de Santiago de Compostela en 997 o la destrucción de Barcelona en el 985. Ciudades, castllos y plazas de
frontera, como Zamora, monasterios de prestgio como San Millán, caen en las manos de Almanzor y sufren las
consecuencias de sus ataques, tanto en León como en Navarra y en la Marca Hispánica. Destrucciones
programadas para extender el terror, matanzas selectvas o generales, consecución de botn para satsfacer a los
cordobeses y a los aliados bereberes y cristanos.
6.4.5. La dinasta amirí
A su muerte, después de un encuentro militar en 1002 con las tropas de Sancho García, conde de Castlla,
Almanzor deja a su hijo predilecto, Abd al-Malik, un Estado asentado sobre su prestgio personal. Abd al-Malik
contnuó con la misma línea de actuación: aceifas contra los cristanos, arbitraje en sus cuestones internas y
férreo marcaje a los omeyas. Durante su breve etapa de gobierno se armó una nueva conspiración contra los
amiríes protagonizada por un nieto de Abd al-Rahman III, tentatva que le costó la vida.
Tras la desafortunada muerte del heredero en 1008, fue relevado porotro hijo de Almanzor, Abd al-Rahman
Sanchuelo, nieto del rey de Navarra y mal visto por los cordobeses, a quien se hará pagar todos los desmanes y
abusos de su padre. Intenta reemplazar la dinasta omeya por la amirí en el trono de los califas. Aludiendo al
parentesco materno que decía unirle con el califa consiguió arrancar del anodino Hissam II que fuese designado
sucesor del monarca u que recibiese el ttulo ofcial de Heredero del Califato de los musulmanes, decisión que
causó enorme indignación en Córdoba. Acusado por sus enemigos de licencioso y depravado, fue asesinado por
una revuelta en Córdoba en 1009, siendo elegido un biznieto de Abd al-Rahman III como legítmo soberano.
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El ejército u la marina.
Durante los primeros años de la presencia musulmana en Hispania, la ampliación y consolidación territorial
determinan una acttud ofensiva, y los gobernadores intentarán controlar la nueva provincia de al-Andalus
mediante un ejército compuesto por bereberes y árabes en proporciones numéricas desiguales que el paso del
tempo tendería a equilibrar. Esta milicia andalusí, tras el triunfo de la dinasta Omeya con Abd al-Rahman I (756),
integró una serie de huestes muy complejas, mezclando voluntarios por la guerra santa con mercenarios. Los
primeros podían acceder al botn de guerra, mientras que los segundos recibían una soldada. A partr del califato,
es frecuente la incorporación de las tropas auxiliares, cuya recluta se fundamenta en un pacto. A ello obedece la
colaboración de ciertos condes cristanos, cuyas huestes se integraron en las milicias de Almanzor.
Ante la amenaza de los normandos y los fatmíes, los emires acentuaron la vigilancia de las costas y a la
construcción de armadas.
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Aunque se produjeron matrimonios mixtos entre musulmanes y autóctonos, abundantes junto a las
conversiones en los años iniciales, lo cierto es que en al-Andalus convivirán dos sociedades uuxtapuestas u
claramente diferenciadas, los conquistadores y la de los conquistados. Junto a los enfrentamientos entre los
árabes y los beréberes por mantener en al-Andalus la estructura tribal de sus lugares de origen, explicarían las
revueltas que agitan los años de transición del IX al X.
6.6.2. La ciudad u el campo.
La sociedad andalusí era netamente urbana, aunque crearon muu pocas ciudades, a diferencia de lo que
sucedía en Oriente. Almería estaba orientada el comercio mediterráneo, Alcazar do Sal al atlántco, y Murcia con
fnalidad militar y administratva. Se limitaron a desarrollar los centros ua existentes en época anterior, que
fueron revitalizados al integrarse en los ámbitos comerciales de al-Andalus, pudiendo señalase entre los centros
de importancia, aparte de Córdoba que era la capital y ciudad más poblada, una serie de ciudades cuya población
se estma entre los 15.000 y 30.000 habitantes como Sevilla, Málaga y Almería. Las ciudades en su mayoría
contaban con un perímetro amurallado, en todas la mezquita era el punto de referencia y junto a ella se
emplazaba el zoco o barrio comercial, mientras que en los arrabales se ubicaban las dependencias artesanales.
En general, la vivienda urbana era de reducidas dimensiones en la mayor parte de los casos, aunque existan
casas de gran amplitud y palacios, si bien los más acomodados preferían residir, durante diversas épocas del año,
en residencias campestres. Todas las casas tenían en común su orientación hacia el interior, con muy escasos y
pequeños vanos al exterior. El patio consttuye el eje central de la vida familiar y al que daban todas las
habitaciones, mientras que en el caso de los más humildes son varias las viviendas que se agrupaban alrededor.
Es el eje central de la vida familiar, muy cerrada sobre sí misma, y de la situación de la mujer en la sociedad
andalusí, recluida casi permanentemente en la casa.
Pese a que en al-Andalus algunas mujeres vivieron por encima de convencionalismos sociales, ejercieron una
gran infuencia y fueron inspiradoras de creaciones poétcas, lo cierto es que la mayoría tenían un papel
secundario. El matrimonio era una transacción comercial entre el futuro esposo y el padre o familiares de la
desposada e incluso su indispensable función reproductora se consideraba accesoria.
Respecto al campo, las superfcies rurales no experimentaron grandes cambios, pues las terras abandonadas
por la nobleza visigoda se adjudicaron a los invasores o al Estado, mientras que en los restantes dominios los
antguos pequeños propietarios, siervos y colonos contnuaron sus trabajos agrícolas de modo hereditario. Las
variaciones vendrían en la sociedad campesina, donde gran parte de los pequeños propietarios rurales se
convirtieron para mejorar su situación, aunque por la importante emigración rural a ciudades como Córdoba
parece apuntar que no lo consiguieron. En conjunto, bereberes, mozárabes y muladíes, aparte de algunos árabes,
consttuían el sector social andalusí dedicado a la explotación de las terras.
La gran propiedad requería otras formas de explotación, siendo el más difundido el de aparcería en el que el
campesino debía entregar al dueño de la terra entre la mitad y la sexta parte de la cosecha. Otro modelo de
contrato establecía que el propietario de la tierra aportaba la misma, el aparcero su trabajo, u pasado un
tiempo se reparta la propiedad de la tierra, utlizado en plantaciones de vid o de árboles frutales que requerían
un considerable esfuerzo humano, económico y técnico con una rentabilidad a medio plazo.
6.6.3. Agricultura u ganadería.
En cuanto a la agricultura, fue próspera. Los musulmanes apenas innovaron, aunque si perfeccionaron las
técnicas conocidas referentes a la captación u almacenamiento de agua u su aplicación a los riegos, abundando
los aljibes, cisternas, presas, azudes, norias y minas de agua, además de complejas redes de canalización. Fue la
actvidad de mayor importancia económica y la que ocupaba a la mayor parte de la población. El secano se
caracterizaba por grandes latfundios y población concentrada, mientras que en la zonas de regadío la población
se dispersaba y las propiedades eran medianas o pequeñas con la práctca de un cultvo intensivo.
La mayor parte de la superfcie cultvada correspondía a terras de secano en las que el cultvo de cereales,
vid u olivo, junto a leguminosas y plantas textles, consttuía la dedicación fundamental. El cereal más abundante
era el trigo, a partr del cual se elaboraba pan y diversas clases de sémolas y pastas. La dieta andalusí dedicaba
una parte muy importante a las verduras, hortalizas u también frutas. La higuera tuvo un extraordinario
desarrollo y con la uva se elaboraba vino con el pretexto de abastecer a la numerosa población no islámica,
aunque después haya referencias de su consumo entre los musulmanes, incluso en los banquetes califales.
Además se cultvaba una gran variedad de plantas colorantes, aromátcas, textles y medicinales, exportándose en
grandes cantdades al norte de África, Oriente y norte de la Península.
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La ganadería tenía un menor peso que la agricultura, aunque era importante tanto en la alimentación y
vestdo como en el transporte. El más difundido era el ovino, usándose su carne guisada con su grasa, y la lana y
la piel en actvidades industriales y artesanales. El ganado caprino tenía poca difusión y el cerdo, pese a las
prohibiciones coránicas, formaba parte de la dieta en muchos hogares musulmanes.
En al-Andalus los animales de carga tenían gran importancia. Entre ellos, la mula (cruce de yegua y burro o
asno) se dedicaba al transporte de mercancías y era el vehículo habitual en que realizaban sus desplazamientos la
mayor parte de los miembros de la alta sociedad. El animal más utlizado fue el burro o asno, imprescindible en la
familia para labores agrícolas, como animal de carga o de transporte. El caballo también fue abundante, sobre
todo destnado a la guerra. El camello se utlizó a veces en el ejército de Almanzor para el transporte de material
pesado en sus campañas contra los cristanos.
La crianza de animales de corral estuvo muy difundida, sobre todo gallinas, pollos y pichones. Gran
importancia tuvo la cría de palomas, muy apreciadas como alimento y para su utlización como correo, a la vez
que su estércol era muy valorado como abono de los campos y como apresto en el curtdo de las pieles
(preparación para que tengan más consistencia). También estaba muy extendida la apicultura.
6.6.4. Industria u artesanía.
La industria textil y sus anejas trabajaron el lino, algodón y lana para vestdos, mantas y tapices. Peleteros y
curtdores trabajaban la piel y el cuero, suministrando la materia ya elaborada para la fabricación de prendas de
vestr como pellizas, paños, zapatos, correas, etc. La industria textl de lujo más apreciada era la seda que se
concentraba en los talleres palatnos, cuyos productos se exportaban hacia la España cristana y hacia Europa. La
otra actvidad que tenía grandes instalaciones e importancia económica fue la producción de papel, sobre todo
en la región valenciana, que se exportaba a los mercados italianos.
Otras actvidades importantes fueron el metal, la cerámica, el vidrio, la orfebrería, la alfarería, el trabajo del
marfl y el del azabache. La introducción de desodorantes y fragancias para ambos sexos originó un comercio
especializado en la importación y preparación de ámbar, almizcle y alcanfor. La moda oriental en la mesa exigió
platos individuales y gran número de fuentes, vasos y jarras fabricadas en talleres andalusíes siguiendo modelos
orientales. La fabricación de armas tuvo en Toledo un centro de gran renombre.
6.6.5. Minería u otras actividades.
Poco se sabe, pero se extraía oro, plata, hierro, cinabrio, cobre, plomo, sal, mármol, y una gran actvidad
vinculada a las piedras semipreciosas. El trabajo de la madera fue muy importante en la construcción, minería y
astlleros, mientras la madera de gran calidad se utlizaba para los mimbares de las mezquitas, obras de
marquetería con incrustaciones de nácar y de artesonados.
6.6.6. El comercio.
Tenía gran intensidad tanto a pequeña escala como el gran comercio que llevaba productos andalusíes a
puntos de la Europa cristana y del norte de África. El comercio local era realizado por los propios campesinos que
acudían a la ciudad o centro comarcal para vender sus productos con frecuencia a intermediarios, que después la
transportaban y comercializan en zocos ocasionales o mercados estables. El comercio de exportación se
transportaba preferentemente por vía terrestre, utlizando las calzadas romanas y atajos a través de veredas que
acortaban las distancias, consttuyéndose en caso necesario nuevas calzadas para el comercio o la conexión
militar entre Córdoba y las restantes ciudades de al-Andalus, según un sistema radial. Las vías fuviales sólo eran
importantes en los tramos inferiores del Ebro y Guadalquivir.
De Europa llegaban pieles, madera para la construcción naval, metales, armas u esclavos a cambio de
algunos productos de lujo, abonándose la diferencia en monedas de oro y plata. El comercio más importante era
el esclavista, realizado por mercaderes judíos del Danubio, Rin y Ródano, que llevaban los esclavos hasta Narbona
y Barcelona, y después a Córdoba. Las esclavas también procedían de los núcleos cristanos del Norte y de
Oriente, alcanzando grandes cotzaciones las que tenían formación y las de tez blanca y cabellos rubios. También
llegaba de Europa madera, ya que al-Andalus carecía de bosques, junto a objetos de adorno, joyas orientales y
libros. La biblioteca de al-Hakam II llegó a albergar unos 400.000 volúmenes.
El comercio se benefció sobre todo de la existencia de una moneda estable (oro u plata), un efcaz sistema
de pesos u medidas (aunque persisteron algunas medidas regionales) y unas rutas de comunicación tranquilas,
todo ello garantzado por una autoridad bastante fuerte.
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6.7. LA CULTURA
La cultura andalusí estaba impregnada de orientalismo y era muy frecuente que todos los juristas relevantes
viajasen por lo menos una vez en su vida hasta Oriente para escuchar a los grandes maestros de aquellas terras.
Fue a mediados del IX con la infuencia de Ziruab (renovador de la música, las modas y las costumbres) cuando el
saber oriental llegó defnitvamente y se produjo un forecimiento cientfco, literario y artstco bajo la protección
de Abd al-Rahman III y al-Hakam II.
Durante el reinado de Abd al-Rahman I se iniciaron los primeros pasos hacia la difusión en la Península de la
poesía árabe clásica, la casida, composición breve de rígida estructura métrica monorrima en la que los árabes
cantaban al amor y la vida nómada, al camello y al desierto. La historia también fue muy cultvado en al-Andalus.
El cultvo de las ciencias se inicia tempranamente en Oriente, donde los califas favorecieron la traducción de
obras médicas u cientfcas antiguas, tanto griegas como hindúes, persas o chinas, y pronto estos conocimientos
llegaron a Occidente. También llegó la matemática hindú, adaptada por el considerado creador del álgebra iraquí
al-Jwarizmí en 839, y el papel que artesanos chinos fabricaban en el Turkestán. La medicina alcanzó un gran
desarrollo desde IX gracias a los trabajos del médico cordobés Ahmad ibn Ayyas, pero sobre todo eran l os judíos
los que practcaban esta disciplina. También la astronomía tuvo muchos cultvadores, aunque estuviera
perseguida por los malekíes.
El desarrollo de la ciencia y la cultura se tradujo en un creciente interés por los libros y en la edifcación de
palacios como Medina Al-Zahara, residencia del califa desde Abd al-Rahman III, y las ampliaciones de la gran
mezquita de Córdoba llevadas a cabo, sobre todo, por Al-Hakam II.
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7. SOCIEDADES EN EXPANSIÓN, PODERES EN PUGNA: LOS ESPACIOS
CRISTIANOS (930-1035)
7.1. EL SOBERANO, ANTE LA SOCIEDAD Y LA FRONTERA
El discurso avalador de la monarquía, sustentado en el designio divino enlaza con la pretendida continuidad
de la legitimidad visigoda desde Alfonso III de Asturias. También la monarquía pamplonesa acoge este referente,
pretendiendo emparentar la nueva dinasta Arista con la monarquía asturiana. La Iglesia se encarga de recordar
las bases ideológicas en todas las expresiones y ceremonias. La estabilidad de la insttución monárquica se
benefcia de la aceptación del carácter hereditario, aceptando incluso la situación de un menor, como sucede en
Pamplona con García Sánchez.
Con la dinámica de patrimonialización de bienes inicialmente públicos por parte de una nobleza que está
cimentando sus bases, la preeminencia de la monarquía sólo se puede mantener si detenta un mayor volumen de
riqueza. El monarca pamplonés se erige con su patrimonio en la principal fortuna del reino, aún incrementada con
la actuación en la frontera y su posición estratégica favorable para el comercio entre al-Andalus y el interior
europeo. Si a ello se une la proyección popular, actuando como garante de la justcia, y el prestgio de las
campañas armadas a modo de protector del reino, se garantza su poder regio.
La monarquía leonesa meridionaliza el reino al trasladar la capital a León, consolidando la repoblación. La
nobleza sigue unas vías parecidas, consolidando los propios patrimonios con singularizaciones territoriales que
difcultan la gestón conjunta del reino. Así se evidencia ante las difcultades del rey García I para reducir a sus
hermanos Fruela y Ordoño en Asturias y Galicia respectvamente. El monarca va avalando la pujanza aristocrátca
a través de las autorizaciones y donaciones de propiedades e inmunidades, dando lugar en X a un reino de León
fragmentado. La generalizada patrimonialización de los bienes protagonizada por los condes leoneses se
complementa en Castilla con la absorción de los condados de Burgos, Álava, Lara y Cerezo, según acepta Ramiro
II, a favor de Fernán González.
En contraposición con las tendencias disgregadoras en el reino leonés, al-Andalus va avanzando hacia su
solidifcación interior con Abderramán III, explícitamente culminados con el Califato, suturando sus fracturas
étnicas y tribales. Ante esto, Pamplona acentúa el acercamiento diplomático con el reino leonés.
Signifcatvamente, durante el siglo X buscan esposa en la casa real pamplonesa Alfonso III, Ordoño II, Fruela II,
Alfonso IV y Ramiro II, aderezados por actuaciones militares conjuntas.
Las entidades condales más orientales, en cambio, avanzan dentro de la generalizada disgregación
carolingia, solicitando diplomas regios y manteniendo las visitas condales de acatamiento a la corte del rey franco
aunque poco a poco se vayan desvinculando del Imperio. Así, al morir Wifredo el Velloso sus hijos se reparten sus
condados sin esperar ningún referendo superior. En cada entdad condal, la función rectora polítca y la
capitalidad socioeconómica contribuyen a cohesionar el espacio, popularizando la percepción de la unidad
condal. Así, se estabilizan las entdades condales de Ampurias, Besalú, Rosellón, Cerdaña, Urgell, Pallars,
Ribagorza y los tres centrales unidos bajo el mismo ttular: Barcelona, Gerona y Osona, sin que exista una
prefguración de lo que posteriormente será Cataluña, tal como evidencia la falta de delimitación septentrional.
El alejamiento de la matriz franca provoca en los condes la necesidad de remarcar su legitimidad propiciando
una relación muy estrecha con Roma y manteniendo relaciones diplomátcas con los emperadores otónidas y con
al-Andalus. A pesar del aparente incremento territorial de los dominios condales, el protagonismo de las familias
vicariales y vizcondales y de la jerarquía eclesiástca en la ocupación de la frontera en el siglo X va minando el
poder condal, en una contnua dinámica de señorialización de la sociedad.
El escenario adquiere tonos más trágicos cuando Almanzor y Abd al-Malik interpretan que la vía para alcanzar
la cohesión social y militar de al-Andalus pasa por las agresiones permanentes entre 978-1008 contra los reinos y
condados septentrionales, por conseguir botn, esclavos e intmidar la expansión repobladora sobre la frontera. La
documentación que se refere al asalto de Barcelona el 6 de julio del 985 como “el día que Barcelona murió”; la
imagen de los cautvos partendo de Santiago de Compostela hacia al-Andalus en el 997, con las campanas de la
catedral acuestas; o la reiterada destrucción de la ciudad de León, tres veces incendiada, retratan el innegable
efecto intmidador de las campañas amirís.
Pero aunque éstas frenan momentáneamente la dinámica repobladora, no la detenen. Y además las
agresiones tampoco consiguen la anhelada cohesión interna de al-Andalus por el acusado peso militar y la ruptura
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étnica. A partr de la crisis disgregadora califal desde 1008 van a ser los soberanos cristanos del norte los que
arbitren entre las facciones de un fragmentado al-Andalus, hasta el punto que en 1010 son las tropas castellanas
quienes sitúan en el califato al candidato bereber después de derrotar al pretendiente apoyado por barceloneses,
urgelenses y besaluneses.
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insertos en el sistema de fdelidades y cada vez más atentos a la extracción de renda y más olvidadizos respecto a
los deberes. La misma militarización castellanoleonesa se resuelve con la promoción de los posesores de caballos.
El progresivo avance certfca el triunfo del modelo territorial cristiano, basado en la sistemátca ocupación
de la frontera mediante el asentamiento de una población agropecuaria en un territorio castralizado (distritos
sujetos a castllo), y el fracaso del modelo islámico, inclinado a mantener la frontera como una franja
desorganizada de separación que sólo incita a estabilizar un poblamiento fronterizo en casos concretos.
En el siglo X el incremento bélico debido a la respuesta musulmana ante el avance repoblador, las
pretensiones de afanzamiento de los cristanos y una mutua dinámica de depredaciones, ralentza la
consolidación de la repoblación meridional. Por ello, el espacio entre el Duero y el Sistema Central sólo será
defnitvamente organizado y extraído de la frontera a partr de la Toma de Toledo en 1085.
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Ciertamente, la jerarquía eclesiástica u monástica, gracias a los cuantosos benefcios que recibe de la
monarquía y de la nobleza y a su actuación en la frontera, acapara un patrimonio muu importante. Desde esta
posición, la Iglesia justfca ideológicamente tanto el orden vigente como el papel de la monarquía, a la que
sostene con un discurso isidoriano que avala la misión sagrada de quien ha de actuar como defensor del pueblo y
rey cristanísimo. La función intelectual de los escritorios monástcos contribuue a difundir una historia favorable
a las dinastas gobernantes, haciendo entroncar con la legitmidad visigoda tanto los soberanos asturleoneses
como, de distnto modo, a los pamploneses. De forma parecida, los distntos episodios de la vida de los príncipes
se convierten en motvo de alabanza, a veces con exquisita belleza literaria.
7.5.1. El Camino de Santiago como eje vertebrador del cristianismo peninsular
Aproximadamente desde el 821, con el hallazgo de las presuntas reliquias del Apóstol y el beneplácito de
Carlomagno (que quería defender sus fronteras de conquistas árabes) Compostela se convertrá progresivamente
en un centro de peregrinaje, recibiendo su impulso defnitvo durante la primera mitad del siglo XI. Muy pronto, la
notcia se extende por toda la Europa cristana y los peregrinos comienzan a llegar.
Menéndez Pidal opina que en cierto sentdo se puede considerar al caudillo musulmán Almanzor como el
gran revitalizador del Camino y quien provocó su fama internacional, ya que los repetidos ataques de Almanzor
sobre los reinos cristianos españoles llegaron a inquietar a los monjes de la abadía benedictina de Clunu, en
aquel momento el más importante centro del cristanismo europeo. Religiosos vinculados a Cluny elaborarán
entonces el Códice calixtino, un manuscrito de mediados del XII que contene el más antguo texto del Liber
Sanct Iacobi, en el que se reúnen textos sobre el apóstol y el camino. Los reyes españoles favorecieron en todo lo
posible la consttución y proyección de una red de monasterios cluniacenses en el norte de España y
singularmente alrededor del Camino. Esa polítca está relacionada con el deseo de los monarcas españoles de
romper con su aislamiento respecto de la Cristandad mediante lazos dinástcos, culturales y religiosos.
Muchos de los primeros peregrinos procedían de regiones de Europa pioneras en la aportación de novedades
musicales. Partendo algunos del norte y otros de zonas más céntricas de Francia, habían pasado por lugares de
culto, como Chartres y Tours. Allí pudieron escuchar las melodías que todo el Occidente cristano consideraba el
verdadero legado del papa Gregorio, el canto gregoriano. Por la ruta jacobea se fueron contaminando las
antguas ceremonias y costumbres para que aquellos que venían de regiones remotas pudieran entender algo del
culto que escuchaban. Tanto es así, que ante los deseos unifcadores de Alfonso VI (1065-1109), se abolió el rito
autóctono visigótco o mozárabe en benefcio de la liturgia llamada romana.
El número de caminantes crece en progresión geométrica a partr de X, cuando la población europea logra
salir del aislamiento de épocas anteriores. Roma, Jerusalén y Santago de Compostela serán los destnos más
importantes: todos los caminos llevan a Roma. Los cruzados y las ciudades marítmas italianas abren la ruta de
Jerusalén. Los monarcas de Navarra, Aragón, Castlla y León facilitan el viaje a Santago mediante la construcción
de puentes, reparación de caminos y edifcación de hospitales.
Un hecho básico de la segunda mitad del XI es el incremento que experimentó la peregrinación jacobea que,
de ser un fenómeno esencialmente hispánico, pasó a convertrse en una costumbre practcada por viajeros
llegados de toda Europa. A través del Camino de Santiago penetraron en la Península numerosas infuencias
llegadas del otro lado del Pirineo, entre las cuales cabe destacar el empleo de la letra carolina o francesa, los ritos
y términos propios del feudalismo ultrapirenaico, la arquitectura románica, así como las distntas corrientes de
reforma eclesiástca, una reforma encabezada ya entonces por los grandes papas de la segunda mitad del siglo XI.
La propia presencia de la orden cluniacense tuvo mucho que ver en todo ese proceso, así como también la
presencia de contngentes extranjeros en las empresas de la Reconquista.
Años más tarde, el carácter apostólico de su iglesia y los bienes generosamente obsequiados por los
peregrinos permiteron a un obispo emprendedor, Diego Gelmírez, convertr su sede en arzobispado en 1120.
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Durante VIII-X, en los condados catalanes, igual que en otros lugares de Europa, se vivió un sistema social
caracterizado por la libertad de los agricultores, propietarios de la terra que cultvaban, y por la sumisión de
autoridades (condes, vizcondes, veguers) a la ley, contenida en un código escrito como era el liber iudiciorum,
compilación del derecho visigodo en Hispania elaborado en el siglo VII por orden del rey Recesvinto. En los
condados catalanes, es decir, en la antgua Marca Hispánica del reino de los francos, entre los años 1020 y 1060
se produjo la revolución feudal: un periodo de luchas en que, en medio de una violencia sin freno, los nobles se
rebelaron contra los condes con el fn de apoderarse de la terra de los agricultores y someterlos a servidumbre.
Este fenómeno de la revolución feudal se produjo también en otros puntos del antguo Imperio carolingio como
Normandía, el Lacio, Lombardía, Provenza, el Languedoc y, fuera del ámbito franco, en Asturias y León.
La Iglesia consiguió que los agricultores vieran el derecho de la sagrera como una garanta contra la extorsión
y violencia feudal garantzando un radio de treinta pasos alrededor de una iglesia que el obispo delimitaba
solemnemente al consagrar un edifcio de culto. Dentro de este espacio no se podría producir ningún acto de
violencia bajo pena de excomunión. Sin embargo, para asegurar un clima de convivencia se tenía que llegar más
lejos, estableciendo una autoridad que prohibiera la práctca de cualquier tpo de acto violento en cualquier
punto del territorio. Éste fue el objetvo de las asambleas de Paz u Tregua de Dios. La primera de estas asambleas
en los condados hispánicos se produjo en Toulouges en 1027. En este sínodo se establecieron una serie de
disposiciones: el deber para todos los habitantes del condado del Rosellón y de la diócesis de Elna de abstenerse
de partcipar en combates o luchas entre sábado y lunes, para así poder cumplir el precepto dominical, y se
prohibía también asaltar a los clérigos, iglesias, bienes propiedad de una iglesia, o de un monasterio o a personas
que se dirigieran a un lugar de culto, con amenaza de excomunión. La celebración de esta asamblea de paz y
tregua, organizada por los campesinos y las altas jerarquías eclesiástcas fue consecuencia de la crisis del poder
condal provocada en el Rosellón por la revolución feudal; ante una fuerte escalada de violencia llevada a término
por los clanes nobiliarios del condado. Sus víctmas, agricultores y eclesiástcos, se tuvieron que reunir para
intentar encontrar una solución ante la impotencia del poder condal.
El abad Oliva, frme impulsor de este movimiento pacifsta, presidió un nuevo sínodo en Vich en 1033, en que
además de aumentar los días de tregua de jueves a lunes, se extendió la prohibición de atacar a comerciantes y a
aquellas personas que fueran a un mercado. Así se fue consolidando el movimiento de paz y tregua que se
extendió también a Occitania, con concilios en Niza en el 1041 y en Narbona en los años 1032, 1043 y 1054. En el
condado de Pallars, las asambleas fracasaron completamente, ya que los hombres de Artal I, conde del Pallars
Sobirá, atacaban principalmente las sagreras y durante los días establecidos de tregua. Por eso, si en la primera
asamblea de Toulouges el conde fue una fgura ausente, de 1041 en adelante se buscó la presencia del conde.
Por ejemplo, Ramón Berenguer I y su esposa Almodis no sólo ratfcaron las decisiones de Paz y Tregua sino que
también convocaron concilios de paz como el de Barcelona de 1064 o el de Gerona del 1068. Las disposiciones de
estos concilios fueron incorporadas en los Usatges de Barcelona, nuevo código legal que susttuía al viejo Liber
iudiciorum. Para poder triunfar, la paz de Dios tuvo que convertirse en la paz del conde.
Según Pierre Bonnassie, este movimiento era popular con una voluntad revolucionaria de no protestar
únicamente contra la violencia de los clanes nobiliarios sino cuestonar también los poderes establecidos, sobre
todo la posesión de grandes lotes de terra por los aristócratas laicos y clérigos, y es por ello que para canalizarlo y
controlar las potencialidades revolucionarias y a los señores, la Iglesia le dio su apoyo.
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8. LA FRAGMENTACIÓN DEL ESPACIO ANDALUSÍ: LOS REYES DE TAIFAS
(1031-1110)
8.1. LA CAÍDA DE LOS AMIRÍES Y LAS DISPUTAS POR EL PODER EN CÓRDOBA: LA FITNA
Se llama ftna a la división u guerra civil en el seno del Islam. La ftna de Al-Ándalus comenzó en 1009 con un
golpe de Estado que supuso el asesinato de Abderramán Sanchuelo, hijo de Almanzor, la deposición de Hisham II
y el ascenso al poder de Muhámmad ibn Hisham ibn Abd al-Yabbar, bisnieto de Abderramán III. En los 23 años
que median entre 1008 y 1031 se sucedieron diez califas nominales, siendo varios de ellos desttuidos e
instaurados por segunda vez. A lo largo del conficto, Córdoba u sus arrabales fueron saqueados repetdas veces,
y sus monumentos, entre ellos el Alcázar u Medina Azahara, fueron destruidos. Ante la total anarquía en la
ciudad, la capital llegó a trasladarse temporalmente a Málaga.
En medio de un desorden total, se independizaron paulatinamente las taifas de Almería, Murcia, Alpuente,
Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia, Albarracín y Zaragoza.
El últmo califa, Hisham III, fue depuesto en 1031, y se proclamó en Córdoba una república. Para entonces todas
las coras (provincias) de Al-Ándalus que aún no se habían independizado se proclamaron independientes, bajo la
regencia de clanes árabes, bereberes o eslavos. El mosaico resultante fueron pequeños Estados, los reinos de
taifas, cada vez más impotentes para hacer frente a los cristanos del norte. La caída del Califato supuso para
Córdoba la pérdida defnitva de la hegemonía de Al-Ándalus y su ruina como metrópoli.
8.2. LA DISGREGACIÓN DEL CALIFATO: FACTORES DE DISOLUCIÓN Y DINÁMICAS DE EVOLUCIÓN DE LOS REINOS
A una época de gran prepotencia musulmana caracterizada por la amenaza permanente contra los reinos
cristanos durante la época de Almanzor sigue luego la rápida decadencia del califato y su desmoronamiento a lo
largo del primer tercio del XI. En parte la causa fue la nefasta dictadura de Almanzor, quien aniquilaba a todos
aquellos que podían haberle hecho sombra e hizo desaparecer las organizaciones que le estorbaban, no
quedando nadie que ocupara su hueco a su muerte.
En la contenda civil que se abrió camino se mezclaron numerosos intereses polítcos. La imagen de desorden
y anarquía que presentaba Córdoba era indicio de la decadencia de al-Andalus e incentvó la desobediencia y la
dispersión polítcas en el territorio del Estado. El mayor error fue que en plena lucha por el poder califal los
candidatos no dudaron en pedir auuda militar a los cristianos del norte.
Otro factor perturbador lo desempeñó la presencia en al-Ándalus de dos grupos sociales llegados desde fuera
en los últmos decenios de vida del Califato, añadiendo nuevas difcultades a la ya compleja convivencia en la
España islámica: los los llamados pretorianos bereberes u eslavos en el palacio del califa. Unos y otros gozaron
del favor de los gobernantes amiríes y desempeñaron un papel fundamental en el ejército y en la administración
de los últmos tempos. Los más afortunados de sus miembros sabrán sacar partdo de la situación colocándose al
frente de una buena parte de los minúsculos reinos que surgieron de la descomposición de al-Andalus.
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Los tres rasgos esenciales de los
reinos de taifas fueron: primero, que
en XI se produjo un proceso de
concentración que llevó a los más
importantes a englobar, a fagocitar a
los más pequeños, de tal forma que
a fnales del siglo XI, antes de la
llegada de los almorávides,
quedaban sobre una decena (mapa
de 1037 arriba, de 1080 abajo):
Badajoz, Toledo, Sevilla, Granada,
Almería, Denia, Valencia, Alpuente,
Albarracín y Zaragoza; segundo, la
debilidad política u militar
caracterizó a muchas taifas y se hizo
más patente como consecuencia de
los confictos que las enfrentaron; y
tercero, los cristianos del norte se
aprovecharon de esa debilidad e
intervinieron cada vez más en las
terras del sur, exigiéndoles parias
cuando no sometendo su territorio. Todo ello provocó transitoriamente una inclinación hacia los cristanos del
norte de la hegemonía polítca y militar.
8.3.1. Las taifas eslavas del litoral oriental: Denia u las Baleares, Almería, Valencia u Tortosa
La Taifa de Denia fue creada en 1010 por Muyahid. un eslavo muy arabizado, al frente de un grupo de
afectos de Almanzor, dando lugar a la dinasta de los amiríes (descendientes de Almanzor). En 1011 fue la primera
en acuñar moneda y en 1015 tomó las Baleares (Taifa de Denia-Baleares) con una poderosa fota naval que
incluso mantuvo Cerdeña por un año y realizó incursiones en Italia. Cuando en 1076 la Taifa de Denia fue
conquistada por la de Zaragoza, se estableció un reino independiente en la Taifa de Baleares que duró hasta
1116, después vinieron los almorávides y surgió de nuevo en 1147-1203 hasta ser integrada en el reino almohade.
La Taifa de Almería ocupó 1012-1038, 1044-1091 a partr del eslavo (esclavo liberado de raza blanca
originario del norte de la península o de Europa) Afah, conociendo después un gran desarrollo demográfco
debido al desarrollo económico alcanzado con las minas de mármol y los tejidos de lujo. En la Taifa de Valencia
(1010-1228) se sucedieron régulos eslavos hasta 1021 y después la dinasta de los amiríes hasta 1085. Fue
dominada por el Cid y Jimena en 1094-1102, tomándola entonces los almorávides.
8.3.2. Las Taifas andalusíes: Sevilla, Zaragoza, Córdoba, Niebla u Murcia
La Taifa de Sevilla (1023-1091) fue uno de los centros polítcos y culturales más importantes. Abú al-Casim
nombró como califa a un ttere que fue presentado como el fallecido en 1013 Hisham II. Así, se presentó como
heredero polítco y religioso del califato cordobés y se enfrentó a las taifas bereberes en una polítca
expansionista interrumpida por una coalición de Badajoz, Granada y Málaga en la Batalla de Écija. Con Al-Mutadid
(1042-1069) se anexionaron la esquina suroeste, entre ellas la Taifa de Niebla (1023-1053) y con Al-Mutamid
(1069-1091) una franja hacia el este que absorbía la Taifa de Córdoba (1031-1070) y la Taifa de Murcia en 1078.
La Taifa de Zaragoza (1018-1110) tuvo la dinasta tuyibí hasta 1038 y la hudí en adelante, con la que llegó a
su máximo esplendor. Su caudillo principal fue Al-Muqtadir (1047-1081), que alcanzó Denia y peleó contra los
aragoneses aliado con tropas castellanas (Cid) o musulmanas por guerra santa, según conviniera. Finalmente, los
aragoneses de Alfonso I el Batallador conquistaron Zaragoza.
8.3.3. Las taifas bereberes: Toledo, Albarracín, Alpuente u Badajoz
La Taifa de Toledo (1035-1085) estuvo gobernada por la familia bereber Banu Dil-Nun y heredaba la
estructura de la Marca Media. Alternó el pago de parias a los castellanos con alianzas y batallas con los
musulmanes que le llevaron a conquistar efmeramente Córdoba y Toledo, hasta ser conquistada por Alfonso VI.
La pequeña Taifa de Albarracín (1010-1104) perteneció a los Banu Razin en un equilibrio inestable con sus
vecinos poderosos. Del mismo tamaño la Taifa de Alpuente (1009-1106) estuvo dominada por los Banu Qasim.
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La Taifa de Badajoz (1009-1095) fue creada por el liberto eslavo Sabur hasta 1022, siguiéndole a su muerte
los bereberes afasíes. Aunque al principio fue casi la más extensa, las guerras con la de Sevilla le hicieron perder
su independencia en 1027-1034. También sufriría ataques de Toledo, a la que acabó absorbiendo sobre 1080, y
de los cristanos, desapareciendo fnalmente por la presión almorávide.
8.3.4. Las taifas de nuevos bereberes: Málaga, Granada, Carmona, Morón, Arcos u Ronda.
La Taifa de Málaga (1026-1057, 1073-1090) fue una taifa hammudí primero y zirí después, separados por un
periodo de anexión a la de Granada.
En la Taifa de Granada (1013-1090) detaca Zawi Ben Ziri (1013-1019), quien en torno a 1015 creó la nueva
capital Medina Garnata (Granada) porque la anterior de Medina Elvira era mal defendible. También Badis Ben
Habús (1038-1073), que llegó a anexionar en 1038 parte de la de Almería y en 1057 la de Málaga.
La Taifa de Ronda (1015-1065), la Taifa de Morón (1014-1066), Taifa de Carmona (1013-1067) y la Taifa de
Arcos (1012-1069) pertenecieron a la dinasta zenata bereber y se acabaron integrando en Sevilla.
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9. LA AFIRMACIÓN DE LA HEGEMONÍA CRISTIANA (1035-1100)
El arranque del XI se puede considerar cono el inicio de un extenso periodo de “crecimiento y consolidación”
de las estructuras feudales en los reinos cristanos peninsulares. Tras el fracaso de la construcción imperialista de
Sancho el Mayor de Navarra, lo que se impone es la realidad de una pluralidad de reinos, aunque tenen en
común lazos dinástcos y familiares muy estrechos y el objetvo de la lucha contra los musulmanes, que ahora se
convierte en la auténtca Reconquista.
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9.1.3. Ramiro I de Aragón (1035-1063).
Ramiro era el primogénito de Sancho el Mayor, fruto de su relación con Sancha de Aibar, pero al haber
nacido fuera del matrimonio real no pudo suceder a su padre en el reino de Pamplona. Recibió como herencia el
condado de Aragón y algunas honores en terras navarras, riojanas y castellanas.
Ramiro I se lanzó desde el primer momento a una política expansiva que garantzara la independencia del
pequeño reino pirenaico, poniendo las bases de su posterior desarrollo. Conquista territorios pertenecientes a
García y al morir Gonzalo, se anexiona Sobrarbe y Ribagorza. Realizó esfuerzos por afrmar su preeminencia sobre
la nobleza, para lo que se sirvió de la ampliación de las honores existentes, de la elevación a la condición nobiliar
de algunos linajes nuevos y del reparto de benefcios feudales. Desde el punto de vista eclesiástco contó con el
apoyo de los cluniacenses.
En los últmos años de su reinado impulsó la expansión de su reino por el sur, a costa de la taifa de Zaragoza.
Los de Zaragoza pidieron ayuda a Fernando I de Castlla, que envió un ejército de socorro con Rodrigo Díaz de
Vivar. Ramiro I fue derrotado y muerto por los zaragozanos con la ayuda castellana.
9.1.4. Ramón Berenguer I el Viejo (1035-1076).
Cataluña desde principios del siglo XI se convierte en uno de los polos culturales más importantes de Europa,
a lo que contribuyó el aire pacifsta que Berenguer Ramón el Curvo dio a su gobierno. Poco antes de su muerte
procedió al reparto de sus dominios, dejando al primogénito, Ramón Berenguer I el Viejo, los condados de
Barcelona y Gerona; a Sancho el sur del Llobregat; y a Guillermo el condado de Vic. Los tres hermanos eran
menores de edad, por lo que la condesa Ermesinda, abuela de los herederos, conservó el condominio sobre todos
los territorios y la alta dirección polítca. Por otra parte, los dos hermanos menores, Sancho y Guillermo, hicieron
cesión de sus derechos en benefcio del mayor.
Ramón Berenguer I fue el verdadero creador del principado de Cataluña como un verdadero Estado feudal.
Su largo reinado permitó la consolidación de la unidad de todos los territorios catalanes bajo la dirección de
Barcelona. Al principio tuvo que vencer la resistencia de la condesa Ermesinda, que no quería abandonar el poder
una vez que su nieto fue proclamado mayor de edad en 1041. Algún noble quiso aprovechar la situación para
hacer un condado independiente, pero fnalmente fue sometdo, y en 1058 Ramón Berenguer era dueño de toda
Cataluña. El conde de Barcelona invirtó enormes sumas del dinero procedente de las parias de Lleida, Tortosa y
Denia en conseguir la sumisión del resto de condes y en la compra de castllos y terras.
En 1070 la condesa Almodis de la Marca, tercera mujer de Ramón Berenguer I, compró los derechos
hereditarios del condado de Carcasonne-Rasés. Pretendía con ello formar un patrimonio para sus hijos gemelos,
Ramón Berenguer u Berenguer Ramón, pues los derechos hereditarios pertenecían a Pedro Ramón, hijo
primogénito del primer matrimonio de Ramón Berenguer. Esto provocó que Pedro Ramón mantuviera muy malas
relaciones con su madrastra, a la que llegó a asesinar, y que Gregorio VII le impusiera el desterro. Ramón
Berenguer murió en 1076 dejando su herencia a los dos gemelos.
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territorios castellanos cedidos. Tras una rectfcación de fronteras, Fernando I queda como reu de toda Castilla,
pero Sancho IV seguía conservando La Rioja, Álava y Vizcaya, lo que dará lugar a nuevos enfrentamientos.
Las relaciones de Sancho IV con su to Ramiro I de Aragón se mantuvieron siempre en una línea de gran afecto
y cordialidad. Aprovechándose de esto obtuvo parias de Zaragoza, 12.000 monedas de oro anuales. El acuerdo
incluía el compromiso por ambas partes de no aliarse con los enemigos del otro, fuesen cristanos o musulmanes,
y garantzar la seguridad y estabilidad en las fronteras. Sancho IV, de carácter torpe y muy dado a la acumulación
de riquezas con voracidad insaciable, mantuvo unas relaciones difciles con la nobleza. Esta se vio forzada a
abandonar la vieja polítca expansiva y reconquistadora a la que estaba acostumbrada, que ahora tan sólo de
forma limitada y esporádica podía manifestarse con la taifa de Zaragoza. El malestar provocado por la arbitraria
distribución de honores y parias, y la considerable disminución de sus dominios en terras castellanas, provocó
una sedición nobiliar. Fue asesinado en Peñalén en 1076, víctma de una conjura polítca, y de la sucesión fueron
excluidos sus hijos, García y Sancho, de corta edad, así como sus hermanos, por lo que los reyes de Castlla y de
Aragón, Alfonso VI y Sancho Ramírez, respectvamente, trataron de repartrse el reino de Pamplona. El castellano,
se apoderó inmediatamente de Nájera y Calahorra, y también Vizcaya, Álava y la Rioja, contando con el apoyo de
los nobles de estos territorios. La nobleza pamplonesa se inclinó hacia el monarca aragonés, que extendió su
dominio por el norte del Ebro.
9.2.1. El prouecto político de Sancho II (1065-1072) u su trágico fnal
Fernando y su mujer quisieron dejar heredados a todos sus hijos, con lo que varios quedaron descontentos:
el primogénito Sancho recibió Castilla, pero no León que era la expresión máxima del poder con el imperio;
Alfonso había recibido León pero sin Galicia; y ésta última le correspondió a García.
Sancho II retó en 1066 Sancho IV de Navarra por la posesión del castllo fronterizo de Pazuengos. Se produjo
un combate entre Rodrigo Díaz de Vivar, en representación de Sancho II, y el navarro Jimeno Garcés, que fue
derrotado. Puesto que la presión castellana seguía en aumento, Sancho IV de Navarra reclamó la ayuda de su
primo aragonés Sancho Ramírez, quien rechazó a los castellanos. El monarca castellano tuvo que huir
precipitadamente seguido de cerca por Sancho Ramírez, quien recuperó las terras que el monarca castellano
había ocupado en el reino de Navarra al norte del Ebro. Se inició así la llamada guerra de los tres Sanchos entre
primos carnales y primogénitos de tres hijos de Sancho el Mayor. De acuerdo con la costumbre, les pusieron el
mismo nombre que su abuelo: Sancho Fernández (Castlla), Sancho García (Navarra) y Sancho Ramírez (Aragón).
El reino taifa de Zaragoza dejó de pagar las parias, por lo que Sancho II se presentó en son de guerra para
exigir al rey el pago de las mismas. El ejército sitador, en el que fgura el Cid, hizo un extraordinario alarde ante
los muros, y ante eso los musulmanes hicieron efectvo el pago, comprometéndose al pago regular de las mismas
en el futuro, asegurándose la protección del castellano frente a cualquier posible ataque de cristanos o moros.
Una vez solucionadas las aspiraciones en la frontera oriental, Sancho II se planteó la impugnación de los
reinos efectuada por Fernando I. La muerte de la reina viuda Sancha abrió a Sancho II la puerta para la
reivindicación de la totalidad de la herencia, lo que implicaba el enfrentamiento con sus hermanos.
Sancho II y Alfonso se reunieron para pactar acabar con su otro hermano, García. Sancho fue a Galicia y lo
cogió preso, con lo que Sancho y Alfonso se reparteron Galicia. En no mucho tempo, se enfrentaron los dos
hermanos, y gracias a la destreza de Rodrigo Díaz de Vivar, Alfonso fue derrotado u Sancho se apoderó de León,
en cuya capital se coronó solemnemente en 1072. La recomposición de la herencia de Fernando I había sido
conseguida formalmente, pero con gran resistencia de la nobleza y del alto clero, que incluso le obligó a
coronarse a sí mismo. Alfonso fue desterrado a Toledo.
Zamora había sido concedida por Alfonso a su hermana Urraca, y en ella se habían refugiado algunos nobles
feles a ambos y a Pedro Ansúrez, los cuales se sublevaron contra Sancho II. Para evitar que el levantamiento se
extendiera, Sancho ordenó poner cerco a Zamora con una numerosa hueste, en cuyas flas destaca Rodrigo Díaz
de Vivar. Cuando Zamora estaba práctcamente rendida, un falso desertor sorprendió al monarca a solas y le
cruzó el pecho con una lanza, causándole la muerte. Tras él, el proyecto de reunifcación fue heredado y
engrandecido por su hermano Alfonso VI, que se presentó en Zamora para hacerse cargo de la herencia de su
hermano. Allí fue reconocido como rey por los nobles y prelados leoneses, asturianos, gallegos y portugueses.
Alfonso y su hermana Urraca hicieron además apresar a García, que había vuelto de su desterro del sur para
intentar recuperar su territorio, dejándolo morir en la prisión. Desde 1076, Alfonso VI presidió la unidad de toda
España bajo la monarquía leonesa.
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9.2.2. Sancho Ramírez (1063-1094).
Cuando murió Ramiro I, su hijo Sancho Ramírez le sucedió sin difcultad, siendo el primero en adoptar
abiertamente el ttulo de reu de Aragón. La acción militar y de gobierno descansaba en los nobles del reino,
organizados según una jerarquía establecida con bastante nitdez en torno a las honores, nombre que reciben en
el ámbito pirenaico los benefcios feudales, que el rey reparte exigiendo como prestación fdelidad y servicio de
carácter militar. Al frente de la nobleza militar del reino hay un conjunto de linajes emparentados con la familia
real, llamados condes. El nuevo monarca aragonés comenzará muy pronto a tratar en plan de igualdad a su primo
Sancho IV, rey de pamplona. En 1068, durante una peregrinación a Roma, se hizo vasallo de la Santa Sede, lo cual
reforzó su posición al frente de las terras que gobernaba. Resultado de todo ello fue también la implantación de
la liturgia romana en Aragón, a partr del año 1071, en susttución de la mozárabe, usada hasta entonces.
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fue expulsado y luego encarcelado, mientras que Sancho II murió asesinado en el sito de Zamora donde se había
hecho fuerte su hermana Urraca, que protegía a Alfonso VI. Cuando fnaliza el año 1072, Alfonso reunió en sus
manos toda la herencia paterna. En los años siguientes, la posición de Alfonso VI se reforzó, ya que su reino era el
más extenso y poderoso de la Península, y a través de las parias que cobraba en Zaragoza, Toledo y Granada
obtenía cuantosos ingresos y ejercía una clara hegemonía sobre toda la Península.
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musulmanes del norte de África formulada por Mutámid de Sevilla a un caudillo almorávide que estaba
completando la conquista del Magreb y no creyó oportuno distraerse con estos asuntos.
En 1085 Alfonso VI rindió Toledo, pactando previamente la entrega con al-Qádir sujeto a una serie de
condiciones, entre las cuales se encontraba la de respetar vidas y haciendas a los musulmanes toledanos, que
recibían garantas sobre la libre práctca de su religión y sus costumbres. Estarían obligados, no obstante, a
abonar a su nuevo rey cristano los mismos tributos que acostumbraban a pagar al musulmán. Al margen de su
valor material, Toledo tenía un gran signifcado por la carga programátca como urbs regia, antgua sede de la
monarquía visigoda, y el hondo pesimismo que imbuía a los musulmanes de la Península.
En ese contexto de alarma extraordinaria por los éxitos cristanos se produjo una nueva petición de auuda a
los almorávides por parte de los reyes de taifas. Yúsuf, que acababa de conquistar Ceuta y era dueño ya del norte
de África, pasó a España, y junto con algunos reyes de taifas derrotó a Alfonso VI en Badajoz, en la Batalla de
Sagrajas de 1086. Con ello se iniciaba una nueva etapa presidida por la reconstrucción de la unidad perdida en al-
Andalus que iba a conducir a una transitoria situación de equilibrio entre musulmanes y cristanos.
9.5.4. Los problemas sucesorios de Alfonso VI u los orígenes de Portugal.
Tras 1109, año de la muerte de Alfonso VI, suceden problemas debido al reparto de poder en la corte o sus
relaciones con la gran nobleza. Tras la conquista de Toledo de 1085, Alfonso VI empezó a tomar las primeras
decisiones importantes relatvas a la sucesión, pues tenía más de cincuenta años y sólo una hija legítima, Urraca,
y dos hijas bastardas, Elvira y Teresa. El rey escogió pretendientes extranjeros para sus hijas para evitar las
apetencias matrimoniales de los grandes magnates de su corte y establecer relaciones con unos linajes
borgoñones con los que Cluny mantenía una estrecha relación. Es muy probable que la revuelta de 1087 en
Galicia dirigida por los condes Rodrigo y Vela Ovéquiz en Lugo y el obispo Diego Peláez en Compostela tenga
mucho que ver con estos matrimonios, porque perjudicaban los intereses de García, único hermano vivo del rey y
en prisión. El rey pacifcó la rebelión, y para su tranquilidad García murió en 1090 sin descendencia.
Raimundo de Borgoña, casado con la hija Urraca, apareció investdo del territorio de Galicia y Portugal,
consiguiendo el sosiego polítco de que había carecido con anterioridad. Tuvieron como hijo a Alfonso
Raimúndez, que con el tempo sería Alfonso VII el Emperador. Pero entre tanto Alfonso VI había tenido también
un hijo varón bastardo llamado Sancho Alfónsez, que con el tempo pasaría a ser candidato directo al trono tras
su legitmación, y al enviudar Alfonso y volverse a casar podrían llegar hijos legítmos varones.
Así, se estableció el pacto sucesorio que Raimundo de Borgoña estableció con su primo Enrique, hijo del
duque de Borgoña, y casado con otra hija bastarda de Alfonso VI, con el fn de asegurar la sucesión a favor del
primero a cambio de la entrega al segundo del reino de Toledo o bien el de Galicia-Portugal. Alfonso VI fue muy
generoso con sus yernos, a los que dio nuevas parcelas de poder, saliendo Enrique muy benefciado al recibir el
gobierno del condado de Portugal, primera referencia del que más tarde será un reino independiente.
Muy pocos meses después de la proclamación de Sancho Alfónsez, moría Raimundo de Borgoña dejando a su
viuda Urraca y al hijo en una posición polítca inestable. Con todo, Urraca se vio arropada por Gelmírez, obispo de
Compostela, y por buena parte de la nobleza gallega, y por este camino se estaba ya formando un partdo que
defendía la legitmidad de Alfonso frente a su hermanastro Sancho. Al morir Sancho en la Batalla de Uclés en
1108 con los almorávides, los planes sucesorios de Alfonso VI se vinieron abajo, quedando Urraca forzosamente
como única heredera. Alfonso VI obligó a su desposado con Alfonso el Batallador, rey de Aragón y Navarra,
mientras que la infanta y la nobleza preferían un candidato castellano. En caso de dejar descendencia, Alfonso
Raimúndez podría quedar desplazado, por lo que se opusieron muchos magnates gallegos, el arzobispo de Toledo
(porque eran to y sobrina), y Enrique y Teresa de Portugal. Urraca y Alfonso iban a tener una tormentosa relación
personal que acabaría complicando aún más el problema sucesorio en los años venideros.
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base de este despliegue urbano, del que a veces se benefcian otras villas algo más alejadas del camino pero
vinculadas a él. Las ciudades más importantes del camino francés fueron Nájera, Logroño, Santo Domingo de la
Calzada, Carrión, Burgos, León, Astorga y Santago de Compostela entre otras. Forma parte indirectamente del
Camino la ciudad de Oviedo, por la fama de las reliquias del Arca Santa de su catedral.
Yendo hacia el sur hay una segunda línea de ciudades y villas, en torno a la Tierra de Campos u las Beiras
portuguesas, a modo de puntos de contacto entre las ciudades del Camino y las nuevas ciudades de las
Extremaduras. Las más signifcatvas son Silos, Valladolid, Palencia y Zamora.
Al sur de la línea del Duero aparecen las Extremaduras leonesa y castellana, cuyo límite meridional es el
Sistema Central. Se trata de una franja muy extensa cuya colonización fue intensamente promovida por Alfonso
VI. Aquí hubo traslados de pobladores mucho más numerosos que en los casos anteriores, al tratarse de terras
muy despobladas. Las ciudades más importantes están en una línea que va desde Calahorra hasta Coimbra,
destacando Medina del Campo, Arévalo, Ávila, Segovia, Salamanca y Alba de Tormes.
En las terras de Aragón ganadas al Islam hasta 1110 se dan unas circunstancias diferentes ya que debido a
que la densidad del poblamiento y la red defensiva del reino de Zaragoza no había desiertos estratégicos
comparables a los de la cuenca del Duero. El predominio del poblamiento aldeano antguo, prosigue en las zonas
ganadas al Islam, junto con el protagonismo de los barones que reciben del rey plazas y fortalezas en régimen de
tenencia, mezclando las de frontera con las del interior, con el fn de compaginar benefcios y servicios. Las
ganancias territoriales de la expansión benefciaron especialmente a la nobleza, la cual aumentó su conciencia
de grupo y una autoridad efectva sobre el territorio. El Camino de Santago también tene aquí una infuencia
urbanizadora importante (Jaca, Pamplona), con una partcipación de los francos en las villas. La conquista de
Huesca arrebató a Jaca la capitalidad.
Junto a las grandes líneas maestras de la repoblación y colonización se desarrolló la restauración o creación
de sedes episcopales, bajo la que subyacen intereses estratégicos. El cristianismo era la seña de identidad más
importante de aquella sociedad, y precisamente por ello, la red diocesana, parroquial y monástca cumplía una
función muy importante en la fjación de la sociedad al territorio. La influencia de Clunu se incrementó tanto en la
introducción del rito latno como en el mapa monástco, con un notable crecimiento de los centros puestos bajo
su autoridad, siendo éste un hecho decisivo para la plena benedictzación de la vida monástca.
9.6.2. El orden político.
El orden polítco descansaba en buena medida en la capacidad e iniciativa de las monarquías, y poco o nada
en estructuras insttucionales preexistentes. Los poderes del rey se seguían ciñendo a unas cuantas funciones,
simples pero fundamentales, como la organización misma de la casa real y de la dinasta, la aplicación de la
justcia, la dirección de la guerra, la organización eclesiástca y la capacidad para movilizar recursos. La aplicación
de estos principios generaba en la sociedad repartos de poder y establecía consensos, de modo que se puede
afrmar que la realeza es siempre el fundamento de toda la organización política.
Los problemas dinástcos o sucesorios están en la base de muchas de las crisis polítcas, como la de García de
Galicia, hermano perseguido de Alfonso VI, o la de Sancho Alfónsez y la descendencia de Urraca y Raimundo de
Borgoña. En general la norma sucesoria estaba aún demasiado expuesta a la conveniencia del monarca reinante,
aunque se aceptaba comúnmente la preferencia de la transmisión por línea legítma de varón.
La actvidad polítca del rey se desarrollaba en la Curia Regia, donde solían aparecer miembros de la familia
real, de la casa real con cargos (entre ellos clérigos de la capilla y algunos obispos), miembros de su séquito y un
número variable de condes con responsabilidades en el gobierno territorial. Del maiordomus dependían los
cargos doméstcos (repostero, cocinero, bodeguero, trinchante, escanciador, caballerizo, portero) y del armiger la
mesnada real (hombres armados al servicio del rey). Las reuniones ordinarias del palatum solían tener un
carácter restringido, a diferencia de algunas más solemnes en las que se elevaba el número de los convocados, y
que en ocasiones coincidía con un sínodo eclesiástco para permitr a los obispos asistr a ambas.
Del rey dependía la administración del territorio. En los dominios de Alfonso VI predomina la voz tenencia o
condado, perdiéndose poco a poco otras más antguas como mandatones. Las cesiones con carácter hereditario
son aún muy escasas en Castlla y León, aunque al otorgarlas a un número muy reducido de personas facilitaban
la consolidación de los primeros linajes de la alta nobleza, como los condes de Lara o de Carrión. Los poderes que
el rey delegaba en estos condes o tenentes eran básicamente la autoridad judicial, el poder militar y la potestad
gubernatva, teniendo muchas adaptaciones según los territorios y circunstancias regionales. Las rentas y
derechos del rey en cada tenencia permitan el sostenimiento económico del benefciario.
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Al transformarse el condado de Castlla en reino, surgen en su seno diversas tenencias en las que se integran
los alfoces y las merindades, al revés de lo que sucede en Galicia y Portugal, donde se crea para Raimundo de
Borgoña y Urraca un condado que engloba a todo el territorio, del que más tarde se desgaja el condado de
Portugal. En las Extremaduras se crearon unidades administrativas diferentes, basadas en las ciudades dotadas
de su correspondiente tierra o con ausencia casi total de tierras. Lo más habitual era que el rey nombrase un
representante suyo, un alcalde si estaba al frente de la muralla y castllo, o un alcalde urbano o también un
merino o juez, al tempo que se formaban los primeros concejos. En Aragón y Navarra la unidad básica
administratva era la tenencia.
La merma de recursos económicos de Alfonso VI tras la desaparición de las parias fue temporalmente
compensada de forma excepcional con requisas de oro y plata en iglesias y monasterios. Lo ordinario era que la
masa principal de los recursos regios saliese de las contribuciones aportadas por los campesinos de realengo: el
tributo anual, prestaciones personales; contribuciones por redención de penas judiciales; las regalías o derechos
exclusivos del reu sobre ciertos bienes y servicios como salinas, montazgos (ganados), portazgos (tránsito),
acuñaciones monetarias; y las contribuciones que aportaban los judíos. Muchas de estas contribuciones se
cobraban en unidades administratvas territoriales y engrosaban las arcas del tenente, conde, merino o alcalde,
de modo que no exista aún un sistema global de recaudación.
9.6.3. La Curia u las Cortes.
La corte o palatium era itinerante, cargando mucho equipaje, archivos y personal doméstco y
administratvo. La corte de Castlla estaba compuesta por cortesanos de alto rango social, clérigos, judíos ricos,
compañeros de armas, altos dignatarios, etc. El alférez, portaestandarte que iba a la cabeza de la guardia real,
mandaba el ejército en ausencia del soberano hasta que el condestable lo suplantó en el XIV, reuniendo todos los
poderes militares; el notario del reu se encargaba de vigilar la redacción de las órdenes reales que hacía un grupo
de escribanos; el mauordomo, que se encontraba a la cabeza de la casa del rey, tenía bajo sus órdenes a
diferentes ofciales palatnos de tpo doméstco. Con el tempo, se hizo necesario crear nuevos cargos: alcaldes del
rey, jueces permanentes de la corte, el almirante en Castlla, y tras la unión defnitva de León y Castlla, un
canciller mauor, guardián del sello real que autentfcaba los documentos reales, cuatro notarios mayores y un
mayordomo mayor encargado de percibir los numerosos impuestos que se recaudaban, frecuentemente a judíos.
En los reinos cristanos surgidos con la Reconquista, el rey ostenta un poder absoluto, pero no lo ejerce en
solitario. Con el fn de asesorarle, gentes de estamentos privilegiados se integran en una especie de junta o curia,
la Curia Regis. Sus componentes prestan consejo al monarca y refrendan los documentos reales emanados de su
cancillería. Fue en un principio una asamblea palatna, de la que formaban parte los personajes principales que
vivían en la Corte, o circunstancialmente se encontraban en ella. La Curia ordinaria estaba formada por la familia
real, los ofciales palatnos y algunos magnates eclesiástcos y seglares, incorporándose después los jurisconsultos.
La Curia extraordinaria, para tratar los asuntos más graves e importantes del reino, incorporaba a muchos otros
miembros de la aristocracia laica, obispos, abades y maestres de las órdenes militares, y se reunía en presencia
del pueblo. En su convocatoria se trataban temas como la jura del heredero al trono, la elección y matrimonio de
reyes, la declaración de guerra y el pronunciamiento sobre los subsidios y ayudas de carácter económico.
La participación regular de los representantes de las ciudades en las sesiones de la Curia extraordinaria
modifcó su consttución y dio lugar a una nueva asamblea representante de los distntos estamentos u órdenes,
las Cortes. Surgen como resultado del crecimiento de las ciudades, dueñas de abundantes recursos, de la
aparición de una categoría social dedicada a los negocios y de las necesidades de los monarcas, que se ven
obligados a solicitar contribuciones extraordinarias para hacer frente a sus problemas fnancieros. La
partcipación de las ciudades en las Cortes se produce cuando la presión almohade paraliza el avance de la
Reconquista, que deja a los príncipes sin parias ni benefcios sobre las terras ganadas a los musulmanes.
Ante quiebras de moneda, los monarcas deciden acuñar monedas con un valor nominal excesivo, provocando
infación. Para evitarla, el rey se comprometó a mantener el valor de la moneda durante siete años, a cambio de
que se abonaba al monarca un impuesto llamado moneda forera.
La convocatoria de Cortes correspondía únicamente al monarca, y no fue regulada. Se reunían con ocasión
del juramento del soberano y de su heredero, para asesorar al rey o para tratar sobre temas de justcia y de paz.
Pero sus competencias fundamentales atendían a la concesión de tributos extraordinarios o servicios, a la
reparación de agravios y la intervención en la actvidad legislatva.
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9.6.4. Gobierno u administración del territorio.
Para aplicar sobre la población las decisiones emanadas del poder son indispensables agentes y ofciales, que
a su vez necesitan medios para atender a sus gastos y un sistema de comunicaciones que permita controlar su
gestión desde el propio centro de poder. Este proceso de integración jurídica y polítca dentro de cada uno de los
reinos hispanocristanos parece haber comenzado a mediados del XII. La progresiva aparición del sentimiento de
comunidad de base territorial permitrá susttuir las múltples células polítcas elementales, los señoríos feudales,
por una reconstrucción de las unidades polítcas cada vez más grandes y centralizadas.
En el Pirineo oriental, los Condes de Barcelona mantuvieron una hegemonía feudovasallática sobre una
buena parte de los condados catalanes, mientras que en el reino leonés, de mayor extensión geográfca, el rey
consiguió un control más efcaz porque sus agentes para el gobierno (mandatones) eran nobles revocables. Con
el desarrollo urbano iniciado en XI, los monarcas castellano-leoneses fueron dotando a las villas de un territorio y
de una normatva contenida en un fuero. Al mismo tempo, los propios reyes comenzaron a conceder a los
benefciarios de sus donaciones el privilegio de la inmunidad, por lo que es origen de los futuros señoríos
jurisdiccionales. Aunque esto pudo dar lugar al autogobierno de numerosos territorios, sólo Castlla y Portugal
accedieron a la soberanía dentro del reino leonés.
A fnales del XII se crearon en Castlla y Navarra las merindades, divisiones geográfco-administratvas
dirigidas por un merino, como órgano intermedio entre el poder central y las villas y señoríos con el fn de
vincular el gobierno local al central. Se confaron cada vez más a la administración de especialistas, con poderes
recaudadores, movilizadores de tropa y sobre todo judiciales.
La expansión de la Corona de Aragón por el territorio peninsular y por el Mediterráneo, y la celebración de
Cortes separadas, obligó al rey a crear el cargo de gobernador como insttución permanente, que era la más alta
autoridad polítca y administratva en todos los territorios. Junto a él estaba el lugarteniente general para asumir
las funciones del rey en su ausencia, y el baile o batle, que gestonaba los bienes del rey.
9.6.5. Señoríos u municipios
A partr del XI se produjo una rápida imposición de los señores sobre los campesinos, en especial desde el
momento en que los monarcas otorgan el privilegio que supone la inmunidad, por el que el señor recibe la
promesa de que los agentes de la corona y la administración de justcia del territorio no intervendrán en el
interior de su señorío, suplantando al Estado en el ejercicio de la justicia, la milicia u la fscalidad. Como
consecuencia de la gran fragmentación del espacio polítco, a partr del XII una parte creciente de la población
quedó sometda al régimen señorial por oposición a la población gobernada por los ofciales de la corona que
consttuían el realengo en un complejo mosaico con interpenetración de unas terras en otras.
Esta situación acabó generando una pugna entre los señores u los monarcas. Los reyes procuraron reducir el
número de señoríos y recortar en la práctca el poder señorial, recurriendo para ello a la polítca matrimonial o a
la legislación. Por el primer sistema, territorios como Vizcaya o las Canarias se convirteron en realengo, mientras
que por el segundo prohibieron la enajenación del patrimonio de la corona. Esta tarea fue especialmente difcil en
Castlla debido al poder de las familias nobiliares.
Durante XI-XIII los municipios, entdades de derecho público, con jurisdicción y autonomía consttuidos en el
Concejo local y regidos y administrados por sus propios magistrados y ofciales, lograron un gran desarrollo.
Estaban compuestos por la villa central y el alfoz o territorio rural. Su progreso favoreció el nacimiento del
concilium, una asamblea de vecinos que incluía a todos los habitantes y donde se tomaban decisiones sobre la
protección de los intereses de los aldeanos y el uso de bienes comunales. Esta fórmula evolucionó y el concejo
pasó a designar a algunos vecinos que asumían el poder local.
El paso de un gobierno municipal de partcipación directa a un sistema representatvo se debe a un
crecimiento demográfco que difcultaba llegar a acuerdos en las asambleas, y también a un proceso interno que
acabó reservando el gobierno municipal al sector con mayores recursos. Los concejos urbanos peninsulares
fueron ganando autonomía con respecto a los delegados del poder regio y se fueron consolidando como sistema
de gobierno representatvo. Debido a la delegación de poderes y concesiones reales, los concejos de las ciudades
o villas se confgurarán como señoríos colectvos. Como consecuencia de los abusos y excesos cometdos por las
grandes familias contra la masa popular, las coronas determinaron ir adquiriendo un progresivo control sobre la
vida municipal y aparece la fgura de los corregidores, funcionarios delegados del poder real en villas y ciudades
desde el siglo XIII.
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10. CONCEPTOS DE MONARQUÍA E IMPERIO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
(1.100-1.160)
10.1. LA MUERTE DE ALFONSO VI Y EL PROBLEMA DE LA SUCESIÓN
10.1.1. La tradición imperial
La idea de que los reyes de León pudieran llegar a ser imperator Hispaniae, por encima de la multplicación
de reinos y condados, fue acrecentando su sentdo a lo largo del XI. El papel de Castlla, de donde surgió una
nueva dinasta real, dominante también en León, creó un nuevo eje polítco de la Península y dirigió el mayor
avance y dominio sobre al-Andalus. El reinado de Alfonso VI (1065-1109) y la conquista de Toledo en 1085, sobre
la línea del Tajo, supuso la culminación de ese proceso, que sólo se vio frenado por la nueva invasión almorávide.
La nueva amenaza islámica no supuso el fn de los planteamientos de avance ya que la ciudad de Toledo pudo
permanecer en manos cristianas y, con ella, la idea de que debería llegar a ser la capital de un nuevo Imperio
hispánico, como lo había sido para los visigodos. El imperialismo castellano-leonés formó parte de la herencia de
Alfonso VI, en especial durante el reinado de su nieto Alfonso VII (1126-1157).
A pesar de que en 1135 se proclamó ofcialmente la existencia del Imperio hispánico, éste desapareció a la
muerte de Alfonso VII dejando paso a la España de los Cinco Reinos, aunque el sentmiento unitario y de cohesión
no se perdieron nunca en el ámbito cristano de la Reconquista.
10.1.2. Los problemas sucesorios
La trágica y desgraciada muerte del infante Sancho, en Uclés luchando contra los almorávides en 1108, le
dejó sin heredero varón que pudiera sustentar su papel hegemónico peninsular. Quedaba como sucesora legítma
en el trono castellano-leonés la infanta doña Urraca (1109-1126), viuda de Raimundo de Borgoña y madre de
Alfonso Raimúndez, el futuro Alfonso VII, siendo ella la reina ttular y única heredera.
Alfonso VI concretó antes de su muerte un segundo matrimonio para la futura reina, con el fn de afanzar su
posición. Se escogió para esto a Alfonso I el Batallador (1104-1134), rey de Aragón, garanta indudable de poder
militar frente a los almorávides. Las disposiciones testamentarias faban en un heredero único, pero el
matrimonio entre el rey de Aragón y doña Urraca fue un rotundo fracaso, ya que los apenas cinco años que
Urraca y el Batallador permanecieron ofcialmente unidos transcurrieron en medio de disputas constantes que
sólo sirvieron para crear un ambiente de verdadera guerra civil. El matrimonio quedó práctcamente disuelto en
1114, cuando los reyes hubieron de separarse bajo amenaza eclesiástca de excomunión. Además, el monarca
aragonés, impotente ante la situación, repudió a su mujer en Soria, dispuesto a centrar toda su atención en los
problemas de su propio reino, aunque reteniendo buena parte de Castlla.
10.1.3. Alfonso Raimúndez.
De esta forma, volvieron a rehabilitarse plenamente los derechos sucesorios de Alfonso Raimúndez en León.
Su padre era Raimundo de Borgoña, un ejemplo de los caballeros de más allá de los Pirineos que en gran número
llegaron a la Península deseosos de contribuir a la lucha contra el Islam o hacer fortuna personal. En Galicia nació
Alfonso Raimúndez en 1105, cuando todavía vivía su abuelo y su to Sancho parecía ser el heredero indiscutble
del trono de León. Fallecidos ambos y proclamada reina doña Urraca, Alfonso formó parte de la oposición
suscitada por el segundo matrimonio de su madre: en 1111, las fuerzas vivas de Galicia, capitaneadas ya por
Gelmirez, obispo de Santiago, le proclamaron reu en Compostela del antguo señorío de su padre, frente al
reinado de su madre en León y sobre todo, contra las pretensiones de su padrastro, el rey de Aragón.
Una vez apartado este últmo por la falta de validez canónica de su matrimonio, Alfonso Raimúndez
abandonó Galicia para situarse como heredero de doña Urraca en León. El desgobierno y la debilidad de la
autoridad real, representada por doña Urraca, predominaron entre 1114 y 1126, lo que no facilitó la sucesión de
Alfonso VII. Además de la Iglesia, la incipiente burguesía, los grandes señores de Galicia, la naciente nobleza
castellano-leonesa, algunos condes territoriales como los de Portugal, los caballeros pardos o villanos de las
extremaduras o los mismos concejos crearon o participaron en disputas que difcultaron la gobernabilidad.
En el Occidente peninsular, la mayoría de esas fuerzas se habían consolidado incluso durante el gobierno de
Alfonso VI, se manifestaron durante el reinado de doña Urraca y Alfonso VII tuvo que apoyarse en ellas para el
desarrollo de su propia polítca imperial.
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10.1.4. La influencia eclesiástica.
Alfonso VII debía en parte su trono a la Iglesia leonesa y al arzobispo don Bernardo de Toledo, que apoyaron
su candidatura como heredero. La opinión eclesiástca comenzaba a ser decisiva en cuestones polítcas,
equilibrando de alguna forma las fuerzas en la relación y dependencia histórica que mantenían la Iglesia y la
monarquía leonesa. Los asuntos eclesiásticos comenzaron a salir de los límites marcados por la monarquía con la
multplicación de concilios, las delimitaciones diocesanas y los nombramientos no siempre ua bajo la supervisión
directa de la realeza.
El poder externo del pontifcado gana en intensidad, tanto en asuntos eclesiástcos como en otros de
carácter temporal. Pascual II y Calixto II (to de Alfonso VII) intervinieron casi siempre a favor de los derechos
sucesorios de los borgoñones, encumbrando fnalmente a Alfonso VI por encima de el aragonés Alfonso I.
10.1.5. El poder de la nobleza.
Es de resaltar también el poder decisivo de las ciudades del Camino de Santago, donde habitaba una
población bastante actva y levantsca, los burgueses, que protagonizaban numerosos alborotos y rebeliones. En
el ámbito rural, los campesinos no podían defenderse del proceso de señorialización imparable al que
contribuían fuerzas tan dispares como los mismos concejos extremeños (poblados de caballeros ganaderos), los
dominios monástcos, los señoríos episcopales o la nobleza en plena consttución. El desarrollo de esa Alta
Nobleza u de la nobleza local son los dos fenómenos más signifcatvos del periodo. Algunos linajes se hicieron
con el control de espacios polítcos importantes: villas, terras y señoríos, con castllos e iglesias. Los mismos reyes
habían proporcionado a estos magnates sus honores y riquezas, hasta llegar a “infeudar” el gobierno de regiones
o reinos enteros, que escapaban de hecho al control real. El poderosísimo Gelmirez, primer arzobispo de
Santiago, mandaba en Galicia, más o menos en competencia con otros señores laicos que, como los de Traba. A
este poder de los magnates frente a la monarquía habría que añadir su sistema de alianzas o dependencias.
Junto a las ideas de unidad y hegemonía que habían caracterizado la monarquía castellano-leonesa, durante
XI y principios del XII, la realidad social y la polítca eran cada vez más complejas, lo que explica muchas de las
aparentes contradicciones del reinado de Alfonso VII.
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En Tierra de Campos y en las fronteras castellanas necesitó años de esfuerzo, dosis de diplomacia y lucha
encarnizada para que la adhesión se extendiera por aquellas terras sumidas en el desorden y en parte ocupadas
por el rey de Aragón y sus adictos. El monasterio de Sahagún u la sede arzobispal de Santiago, que contaban con
privilegios de acuñación, fnanciaron las campañas que el rey leonés dirigió contra el de Aragón en Castlla
durante 1127, lo que hizo posible la recuperación de Burgos y Carrión, además de la pacifcación y sometmiento
de muchos de los concejos de la Tierra de Campos.
Este avance leonés en Castlla, sin ser completo, propició la frma del Tratado de Támara de 1127 con
Aragón, reconociéndole el derecho al uso del viejo ttulo imperial de sus antecesores y una cierta supremacía.
10.2.4. Lucha frente a las rebeliones.
Aún después, las rebeliones nobiliarias se sucedieron en 1129-1134, con el denominador común de ser las
primeras manifestaciones de la nueva conciencia que había cobrado el estamento nobiliario frente a la
monarquía. Estas rebeliones llevaron consigo un estado de anarquía por el comportamiento feroz de las tropas en
conficto. La peor y más peligrosa fue la de los condes de Lara, que duró más de dos años y terminó en 1131 con
el apresamiento y desterro de sus protagonistas.
Aún con problemas internos, el rey no descuidó las fronteras. En 1131 consiguió importantes avances en
Castlla, su campaña de Andalucía fue una demostración de fuerza que obtuvo un buen botn, y además consiguió
el acercamiento de muchos de los reyezuelos hispano-musulmanes. Todo ello conduciría a la coronación imperial
de 1135.
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A principios de 1137 los portugueses invadieron Limia coincidiendo con la rebelión del rey de Navarra. Las
treguas o paces de Tuu apenas sirvieron para estabilizar las fronteras y las relaciones. En 1138 y 1140, Alfonso VII
tuvo que volver a Galicia para frenar las ofensivas de su primo, e incluso para organizar campañas de castgo
contra Portugal, sin conseguir un sometmiento real y duradero del monarca lusitano.
En 1143, gracias a la mediación del cardenal-legado enviado por la Santa Sede, Alfonso Enríquez vio
reconocido su ttulo real a cambio del homenaje del portugués. Pero Alfonso Enríquez buscó y encontró un nuevo
camino para la ruptura defnitva con Alfonso VII, al prestar vasallaje al pontifcado en detrimento de este últmo.
Sólo fue cuestón de tempo aceptar la ruptura de los lazos jurídicos que unían a su corona con la de Portugal.
10.3.4. La tenencia de Zaragoza.
En el momento de la separación de Aragón y Navarra tras la muerte de Alfonso I el Batallador en 1134,
Alfonso VII se había apoderado de Zaragoza y la había entregado como tenencia a García Ramírez, el restaurador
de la dinasta Navarra. Éste le prestó entonces vasallaje y asistó a su coronación imperial. Sin embargo, tras los
acuerdos alcanzados con Ramiro II de Aragón, y ante las perspectvas de sucesión de Ramón Berenguer IV en este
últmo reino, Alfonso VII decidió entregar Zaragoza a los aragoneses, provocando la rebelión del reu de Navarra.
rompiendo su vasallaje al mismo tempo que el rey de Portugal atacaba Galicia.
Hasta 1140 no consiguió recuperar Alfonso VII el vasallaje del monarca navarro, y para entonces prefrió
asegurar su fdelidad reforzando su alianza por vía matrimonial, al concertar la boda de su primogénito Sancho,
con una infanta navarra, y del propio García Ramírez con doña Urraca, hija del emperador, en 1144. En los años
siguientes, el monarca leonés se vería obligado a replantearse sus relaciones con sus vecinos del este, sacrifcando
en parte su polítca imperial para alcanzar ventajas inmediatas en sus perspectvas reconquistadoras.
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Los graves problemas comenzaron cuando comenzó a llevarse a la práctca, ya que suponía un cambio
fundamental en la concepción de la insttución monárquica. La aplicación del Pacto no provocó desajustes en
Aragón, pero la monarquía castellano-leonesa sufrió convulsiones territoriales, sociales, insttucionales,
eclesiástcas y militares. El motivo fue que el Imperio Hispánico estaba siguiendo el modelo navarro-aragonés,
desde los parámetros feudo-vasallátcos y de encomienda personal, como demuestra el constante empeño de
Alfonso I por recibir el homenaje de los magnates castellano-leoneses y de los tenentes.
En verano de 1110 se hacían públicos los anatemas pontifcios contra el matrimonio de Urraca y Alfonso I,
que subverta los lazos de lealtad y obediencia de vasallos y súbditos para con los monarcas. Como respuesta, los
esposos parecen dispuestos a confrmar su soberanía sobre los Estados del consorte, y Alfonso I recorre los
Estados de su esposa recibiendo el homenaje de señores castellano-leoneses mientras Urraca hacía otro tanto en
los Estados navarro-aragoneses.
El modelo fracasó por diferencias matrimoniales. Urraca temió ver reducida su función regia en el pacto y
decidió actuar comprando la sumisión de los nobles aragoneses capitaneados por García Sánchez, lo que era una
merma del poder regio en Aragón, y conspirando con los magnates castellanos, partcularmente la casa de Lara,
para contener el expansionismo del esposo. Urraca identfca como sus dos máximas amenazas el proyecto de
repartción del reino de los condes portugueses y el programa de dominio de Alfonso I sobre sus territorios. El
monarca aragonés, por su parte, considera a su esposa un obstáculo para el Imperio hispánico esbozado en el
Pacto, lo que le lleva a aliarse con los portugueses. En 114 un concilio reunido en León decreta la defnitva
separación matrimonial de Urraca y Alfonso I y sentencia el fn del Pacto.
10.4.2. El pacto unívoco.
La disolución del matrimonio no implicó la renuncia al Imperio hispánico. Fracasado el pacto dinástco, la
función imperial se transforma en un liderazgo cruzado contra el Islam. Alfonso pudo demostrar con brillantez su
función cruzada para elevar su ascendiente en Castlla: desde Toledo hace brillantes ofensivas contra los
almorávides en 1115. En octubre de ese año, bajo inspiración de Bernardo, arzobispo de Toledo, se perfla el
modelo alternatvo al “Pacto de Unión”, convertir a Alfonso Raimúndez en reu asociado, con la misión de liderar
la cruzada contra el Islam.
A fnales de 1116 Urraca anudaba un acuerdo con Alfonso I, por el que la reina deponía los derechos
eminentes castellanos sobre la taifa zaragozana, mientras el monarca aragonés aceptaba retrarse de la acción en
el escenario castellano-leonés. De esta manera se orientaba el esfuerzo imperial a su vocación primigenia,
encauzar la ofensiva cruzada de la Cristandad contra el Islam. A pesar de que Alfonso I toma Zaragoza en 1118,
Urraca y Alfonso Raimúndez conquistaron Sigüenza, lo que supuso que los castellanos controlaban las rutas hacia
el valle medio del Ebro y hacían inútles las fortalezas aragonesas en el área.
En franco retroceso su infuencia sobre la monarquía castellano-leonesa, Alfonso I se esforzó en anudar lazos
ultrapirenaicos como interlocutor con la Cristandad y a protagonizar campañas heroicas por toda al-Andalus,
mientras que en clara competencia Gelmírez armaba caballero a Alfonso Raimúndez, destacando así la plena
capacidad militar y cruzada del infante. El aragonés, entonces, proyectó la heroica gesta de la campaña por
Levante y Andalucía, con el doble objetvo de demostrar un ímpetu imperial y de acarrear un notable aporte
demográfco mozárabe con que repoblar la gran extensión de terras que ya había conquistado.
En 1126 muere Urraca, y con relatva facilidad y rapidez los magnates castellano-leoneses reconocían a
Alfonso VII, mientras que Teresa de Portugal aceptaba la sucesión. En 1127 Alfonso I y Alfonso VII frmaban el
Pacto de Támara, por el que Alfonso I cedía el ttulo imperial y los límites entre ambas monarquías volvían al
statu quo anterior a la guerra de los Tres Sanchos (volvían los territorios vascos a Pamplona). No obstante,
Alfonso VII retrasó su solemne coronación imperial hasta la muerte de Alfonso I en 1134.
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La rebelión de los hispano-musulmanes y sus propias derrotas en África, acabaron por desintegrar el Imperio
almorávide, facilitando las empresas cristanas. En 1146, una nueva expedición sobre Córdoba hizo posible que se
consumara la conquista de Calatrava, baluarte a partr de entonces de las posiciones cristanas en el Guadiana.
10.5.2. La conquista de Almería.
La entrada de los almohades en la Península llevó al emperador hacia Al-Andalus: Jaén, Úbeda, Baeza y
Almería, en 1147. Destaca la conquista de Almería, importante puerto mediterráneo y centro de la piratería
sarracena, en cuya ocupación temporal partciparon contngentes de todos los vasallos del emperador con la
ayuda marítma de las naves genovesas. La campaña contra el poder del Islam se concebía como un servicio de los
reinos hispánicos a toda la Cristandad. Igual que en Francia san Bernardo predicaba la segunda Cruzada, los
obispos de León y Toledo animaron a los feles a partcipar en la conquista.
El gobernador musulmán de Córdoba, tan temeroso del avance almohade como del cristano, se aprestó a
negociar con ellos entregándoles las ciudades de Úbeda y Baeza. El éxito de esta campaña supone el de la política
imperial de Alfonso VII, como coordinador de una cruzada internacional.
10.5.3. Repoblación concejil u política foral.
La tarea repobladora que acompaña al progreso de las armas cristanas tene como protagonistas a los
grandes concejos de las líneas fronterizas. Su dominio sobre territorios jurisdiccionales les permitó ampliar
constantemente su campo de acción y ciudades como Ávila, Segovia o Salamanca pudieron dirigir la ocupación de
las terras de más allá del Sistema Central, en las laderas meridionales de Somosierra, Guadarrama y Gredos;
cuyos pastos resultaron útles para sus ganados. Las comunidades de villa y terra en el Alto Duero contaban
también con amplios alfoces (alfoz, conjunto de pueblos y zonas rurales de una misma jurisdicción). En el área
toledana, donde durante mucho tempo fue necesario reforzar la precaria línea fronteriza, fue el mismo Alfonso
VII quien procuró atraer nuevos pobladores castellanos a la región. Guadalajara, Calatrava y Coria recibieron
también fuero del rey de León, como puntos avanzados en la labor repobladora.
Muchas villas y aldeas que recibieron por entonces fuero (leyes partculares) del rey de León permanecían
también bajo su dominio, si bien se multplicaron las donaciones de partes importantes de este realengo a favor
de insttuciones eclesiástcas y de algunos magnates para pagar los servicios prestados o por prestar de sus fdeles
y servidores. También lo era conceder inmunidades (exenciones fscales y privilegios jurisdiccionales) a los
grandes dominios laicos y eclesiástcos.
La consecuencia fue la pérdida de capacidad de infuencia en muchos y grandes señoríos bajo una autoridad
laica o eclesiástca, en los que el sometmiento de clases rurales en régimen de dependencia tendía a agravarse.
Aunque la condición jurídica y social de esta población rural contnuaba siendo muy diversa, resultaba más
gravosa para quienes estaban fuera del realengo, en terra señorial, si bien mejoraba a veces gracias a los fueros
que trataban de regular derechos y deberes entre señores y siervos.
10.5.4. El Císter u el desarrollo eclesiástico.
El rey de León intervino de forma repetda en la vida de algunas sedes episcopales: bien fuese para facilitar
una fundación, como en el caso de diócesis de Coria; para cerrar una crisis cismática, como en Salamanca; para
procurar su desarrollo espiritual, al proteger a las primeras fundaciones cistercienses en la de Zamora; o
realizando importantes u abundantes donaciones materiales a otras muchas sedes. Siempre hay una relación de
servicio entre el monarca y los obispos, lo que proporcionó a estos últmos cartas de coto para sus villas,
posesiones con derechos señoriales y castllos, o diezmos sobre la acuñación de moneda, sobre el portazgo y
otros impuestos indirectos.
Alfonso VII mantuvo su apoyo a los cenobios (monasterios y conventos) más antguos y cluniacenses,
llegando a diversos acuerdos con Pedro el Venerable, tercer abad de la abadía madre. Pero la expansión de la
Orden del Císter, cuya espiritualidad buscaba una renovación monástca más profunda, se vio partcularmente
favorecida por el monarca y su hermana doña Sancha con la fundación de nuevos centros monástcos.
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Sus relaciones con Navarra y Aragón se fueron haciendo más polítcas y en términos de igualdad, frente al
enemigo común. Hacia 1146, tras siete años de luchas en el Magreb, el movimiento almohade había desplazado
defnitvamente al almorávide. Para contrarrestar sus progresos tras la muerte de Zafadola ese año, Alfonso VII
buscó un aliado en Aben Mardanix o reu Lobo, que llegó a dominar todo el Levante hispano-musulmán, y así
garantzar la defensa de Almería y Guadix, pero no pudo evitar que siguieran avanzando y se apoderaran de
Málaga, Granada y fnalmente Almería.
10.6.2. El tratado de Tudején.
En 1150 murió el rey García Ramírez de Navarra y el nuevo Sancho VI no estaba interesado en renovar
ningún tpo de vínculo vasallátco. Alfonso VII, que ya había perdido poco antes el vasallaje del rey de Portugal, no
dudó en negociar con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, un nuevo reparto de
intereses e infuencias en la Península.
Ambos se reunieron en Tudején en 1151, asistendo también el primogénito del monarca castellano, Sancho.
Se abordó primero el problema navarro, llegándose a un acuerdo de reparto planifcado y debiendo prestar
nuevo homenaje el catalán al rey de Castlla. Nada de esto llegó a cumplirse porque la amenaza resultó sufciente
y el monarca pamplonés se aprestó a renovar el vasallaje de su antecesor y a negociar nuevas alianzas
matrimoniales y polítcas con Castlla.
Mayor trascendencia tuvieron para el futuro los acuerdos de Tudején referentes al territorio ocupado por los
musulmanes. Aragón podía aspirar a incorporar a su monarquía las terras de Valencia hasta Murcia y al reu de
Castilla le correspondería toda la tierra restante ocupada por el invasor, siendo esta división respetada por los
sucesores de ambos hasta que un siglo después se alcanzaron las últmas fronteras islámicas peninsulares.
10.6.3. Prouectos de segregación de los reinos.
La otra gran preocupación de Alfonso VII fue la de su sucesión en los reinos de León y Castlla, sobre todo a
partr de la muerte de la reina doña Berenguela. Aunque el rey se casó por segunda vez con la polaca doña Rica,
fue la compañía y presencia de sus hijos, Sancho y Fernando, o el matrimonio de sus hijas con los reyes de
Navarra y Francia, lo que pudo importarle más.
La designación del primogénito Sancho como valedor de los intereses de Castilla, estuvo pronto
acompañada de la del segundo hijo Fernando como futuro reu de León; lo que suponía de hecho la separación de
ambos reinos en el momento de la sucesión. Esta división de la herencia prevista con anterioridad se aprobó en el
Concilio de Valladolid de 1155, con respaldo de los principales representantes de la nobleza de uno y otro reino.
En los términos precisos de la segregación el primogénito Sancho recibiría Castlla con Ávila, Segovia y Toledo;
mientras que el futuro Fernando II de León recibiría el resto de este reino con Toro, Zamora y Salamanca. El
emperador no buscó el cauce para trasmitir la autoridad imperial a ninguno otro rey ni a sus hijos.
El accidentado fn que aguardaba al Imperio hispánico difcultó su propia subsistencia. Nuevas guerras entre
Aragón y Navarra, en los últmos meses de 1156, vinieron a impedir defnitvamente el equilibrio cristano
peninsular mientras que la hegemonía almohade y la pérdida de Almería ponía fn a la anterior polítca.
10.6.4. La pérdida de Almería.
En 1157, poco o nada quedaba del glorioso Imperio de Alfonso VII. Las disputas entre Aragón y Navarra se
recrudecieron, hasta el punto de que el propio Alfonso VII volvió a acordar con Ramón Berenguer IV el
destronamiento de su yerno, el monarca navarro. Aunque no se llevó a término, se puede decir que 1157 nada
quedaba de la solidaridad que diez años antes había permitdo a las armas cristanas la conquista de Almería,
perdiéndose la ciudad pocos días antes de que Alfonso VII muriera. Con Alfonso VII desaparece la antgua idea
imperial leonesa; mientras triunfaban las tendencias disgregadoras en la España de los Cinco Reinos.
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obligan a la fdelidad solamente y al pago de una renta por la terra que han recibido en tal concepto, sin que
consttuyan nobleza.
Reyes, magnates y obispos aparecían rodeados de fdeles o milites, soldados a caballo, que consttuían sus
ejércitos partculares, militia o mesnada. El ejército total era tan sólo la suma de estos séquitos armados de
caballería, en donde la profesión militar se hizo equivalente a un estatuto de nobleza. Se obligaban como vasallos,
a defender sus terras, combatr con él y vigilar en las avanzadas fuera de los burgos, castllos y ciudades. En X
existeron en Castlla vasallos de criazón (vivían en la casa del señor recibiendo de él alimentos, vestdos y
atenciones) y de soldada (con remuneración).
Durante el X la característca en los reinos occidentales era la ausencia de grandes señoríos, que resaltaban la
no feudalización. Los monarcas concedían algunas veces inmunidad a ciertos poseedores de territorios, lo que
equivalía a una subrogación de autoridad con ejercicio de jurisdicción, pero al no existr grandes latfundios no
eran más que meras excepciones privilegiadas.
10.7.2. Economía agraria.
Los dos hechos decisivos en la economía de los países occidentales de Europa fueron el aumento de los
grandes dominios agrícolas y la decadencia del comercio. En España la pequeña propiedad fue preponderante u
el comercio no se extinguió en IX-X, pues toda la zona controlada por los musulmanes siguió fuertemente inserta
en la economía mediterránea y del Oriente Próximo y, a través de ella, también la España cristana. Aunque no
acuñen, los pequeños reinos se sirven de la de sus vecinos y conservan una reducida circulación dineraria.
La forma normal para la ocupación de terras a lo largo de toda la frontera fue la presura, y dio origen a
numerosas propiedades. Los ocupantes vivían con frecuencia en pequeñas agrupaciones urbanas próximas a los
cultvos, que facilitaban agua y defensa. Un predominio tan completo de la pequeña propiedad hacía imposible la
autarquía y originaba intercambios mercantles en X-XI en pequeños mercados y con la España musulmana. Las
villas tenen además tierras de uso común que a veces se rodeaban de un seto y que incluían prados, bosques,
pesquerías o lagunas. El aprovechamiento de estas terras fue para el campesino medieval de enorme
importancia, pues el benefcio que en forma de leña, piaras, pesca o caza le permita escapar de la pobreza. El
régimen económico de villa más extensa y con tendencia a la autarquía era propio de monasterios, los únicos que
podían acumular grandes dominios en los que los campesinos recibían una terra a cambio de prestaciones
económicas y personales.
No parece que hubiera ningún progreso técnico. La rotación trienal (otoño, primavera, barbecho) se
acomodaba bien a los cereales base de la dieta alimenticia, enriquecida ahora por la mayor abundancia de carne.
El huerto tenía nabos, cebollas, ajos y berzas, y era ejemplo de explotación directa e intensiva. Entre los frutales
predominaba la manzana, con la sidra consttuía la bebida normal frente a un vino escaso y de baja calidad. El
lino proporcionaba textles para complementar los tejidos de lana.
10.7.3. Artesanía u comercio
La artesanía es heterogénea y tosca, orientada hacia utensilios locales por la difcultad en las comunicaciones
Había artesanos ministeriales, siervos de monasterios u otros señoríos, y también trabajadores por cuenta propia.
Sólo la Iglesia disponía de medios para estmular la producción artesana orientándola hacia manufacturas de lujo.
Los pequeños mercados locales, un poco más vivos en las ciudades episcopales, eran casi la única muestra de
actvidad comercial. Colocados bajo la salvaguardia eral, eran regidos por un funcionario que impedía abusos y
trataba de ordenar justcia. El sistema característco de zocos y bazares fue llevado por emigrados mozárabes o
judíos, cuya actvidad era notable. Por ellos encontramos alfombras persas, paños egipcios o armas europeas.
10.7.4. La pirámide feudal
La clase nobiliaria
La nobleza se forma a partir de los restos de la sociedad visigoda, porque la invasión causó tremendos
efectos en las capas sociales más elevadas aunque apenas afectase a las menos. La pequeña propiedad fue
sistema predominante en casi toda la España cristana, asegurando también el predominio completo del estatuto
de plena libertad. A partr del XI la consttución de latfundios sería una amenaza o restricción para la plena
libertad dominante en un sistema de pequeñas propiedades. Junto a reyes-caudillos aparecieron fdeles que se
hallaban ligados con los soberanos por lazos de relación personal y desde IX, estos fdeles consttuyen una nueva
y auténtca nobleza de función, compuesta por laicos y eclesiástcos que se integran en el aula, forman el consejo
del rey, gobiernan mandaciones en nombre de éste y reciben en premio de sus servicios terras y dominios.
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En X la nobleza se encuentra ya plenamente consttuida. Proporcionan el acceso a esta clase social la riqueza,
el servicio o vinculación personal con el monarca y la herencia. Se es noble cuando se combate a caballo con
espada, lanza y escudo, y su característca general es la exención privilegiada de tributos y el vasallaje.
Los hombres libres
Gran número de los campesinos eran propietarios. Las milicias concejiles se organizaron en peones (a pie) y
los caballeros villanos, surgidos en Castlla con los fueros y en condiciones de sostener caballo y armas. La
inmensa mayoría de los hombres libres en el campo se encontraba, de una forma u otra, sometda a un señor
para buscar su protección, pagando por ello, pero podían cambiar de señor y de terras si querían.
Colonos y siervos
A veces, el campesino se unía a la propiedad que no poseía, denominándose colonos y pagando un tributo a
su señor. Libres en cuanto a su persona, estaban sujetos a la terra de forma permanente y hereditaria. En los
señoríos eclesiástcos el colonato se denomina uuguería y el colono yuguero.
El siervo, en cambio, no tendría libertad. Se traspasaba de un señor a otro con la terra misma, y se lo
contaba como un objeto en el dominio señorial. Si la terra se dividía, solían repartrse los hijos del siervo como se
repartan los animales o los objetos, sin más pago por su trabajo que lo necesario para su subsistencia. Y como no
tenía signifcación jurídica, su vida estaba a merced del señor, que podía matarlo sin otra responsabilidad que la
moral. La infuencia de la Iglesia y el cambio en la estructura económica fomentó que a veces los siervos fueran
manumitdos, pasando entonces a integrarse en la clase de libres encomendados.
El señorío es ante todo un régimen de explotación de la terra en común, dirigida siempre por un
administración que el señor nombra, fja el orden de las cosechas y dispone el turno de rotación de las faenas.
10.7.5. La repoblación en XII-XIII.
A partr de Alfonso VI ya no hay espacios vacíos que llenar sino que se trata de reinos que se anexionan, con
población campesina bastante densa. En el XII se advierte, además, la tendencia a concentrar el ataque en cuatro
sectores: portugués, leonés, castellano y catalano-aragonés, con un avance muy rápido en el Mediterráneo. La
situación del campesinado musulmán empeoraba con los dueños cristanos. Por otra parte, las Órdenes Militares
despoblaban los territorios en que se desarrollaban para convertr sus dominios en grandes pastos.
Después de Las Navas en 1212 se produce el hundimiento del poder musulmán. Se obligó a los musulmanes
a abandonar las ciudades a fn de establecer en ellas a cristanos que garantzasen la sumisión. Ofciales reales se
encargaban de distribuir las casas, los huertos, viñedos y sembrados entre los nuevos pobladores, mientras que el
resto del país se encomendaba a nobles o a Órdenes Militares sujetándole al régimen señorial. Después de las
grandes insurrecciones la situación de los musulmanes empeoró y muchos tuvieron que emigrar.
10.7.6. Sociedad, propiedad u explotación agrarias.
La sociedad agraria.
Hacia 1300 habría cuatro millones en el reino castellano-leonés y en más de un millón en los restantes. A la
población cristana de origen hispano-romano y visigodo, se sumaron minorías de francos, moros y judíos,
creciendo la importancia y número de las dos últmas, lo que originó un visible ambiente de recelo aumentado
por su separación fsica de las comunidades cristanas en aljamas (morería, judería).
Retrocediendo la servidumbre en los campos, se impuso a todos un estatuto de libertad que confaba la
ordenación de las clases a formas de vida, función polítca y plataforma económica. De esta manera, se
jerarquizaban los distintos Estados o estamentos de la sociedad.
Caballería y nobleza aparecen plenamente identfcadas: un noble es un combatente que posee las armas
superiores y que vive de rentas, permiténdose la dedicación exclusiva al ofcio de la guerra. La baja nobleza eran
los hidalgos, con una exención de impuestos que garantzaba su condición aristocrátca. El signo distntvo de toda
nobleza es el servicio militar a caballo, que exigía un cierto nivel económico. La caballería se convirtó en
conciencia de clase y pasó a designar, junto con nobleza y cortesía, los modos de comportamiento más elevados.
Puesto de rodillas, el caballero español recibía el espaldarazo al término de la juventud y esta condición
comportaba obligaciones morales para la defensa de la monarquía, del orden y de los débiles.
Los nobles y sus terras estaban exentos de tributos, y servían en la guerra en proporción de los benefcios
que hubiesen obtenido del rey. Disfrutaban de inmunidades y tenían derecho a sólo ser juzgados por sus iguales.
Las obligaciones de fdelidad que los ricos hombres tenían hacia el rey (asistencia a la Corte y al ejército,
donatvos, crianza de los hijos) eran correspondidas por otras semejantes de sus inferiores hacia ellos.
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Propiedad y explotación agrarias.
La consolidación de las Órdenes Militares y el predominio de la nobleza en la conquistada Andalucía
modifcaron el régimen de pequeña propiedad característco hasta XI. Los latifundios del sur peninsular, aunque
algo atemperados por los repartmientos en Valencia, Andalucía y Murcia, estmulaban a los nobles de la Meseta
y a los grandes propietarios a una acción de concentración de terras.
La destrucción producida en la Alta Edad Media por cristanos y musulmanes proporcionaron pastos a la
trashumancia que se ejercía a veces con grave riesgo para sus autores en medio de las líneas enemigas. En 1273
las cuatro Mestas castellanas fueron unifcadas en una sola Mesta General cuyas decisiones tenían que ser
obedecidas por todos los dueños de ganados. Mezcladas con ejemplares importados del norte de África, las
ovejas castellanas proporcionaron lana en cantdades sufcientes para atender a la exportación.
10.7.7. Las formas de servidumbre.
La característca fundamental de los siglos XI al XIV es de progresiva anulación de la servidumbre. En el XI la
legislación leonesa negaba al señor la potestad sobre la persona de los siervos, reteniéndola en cambio sobre sus
bienes cuando abandonase el solar. Pero la liberación llegó con los fueros, ya que la necesidad de atraer
campesinos movía a los repobladores a otorgar condiciones jurídicas muy favorables en las nuevas fundaciones
(en las cartas), y al mismo tempo la necesidad de conservarlos impulsaba a los señores a mejorar el estatuto que
guiaba su existencia, refejándose ambas (en los fueros) respectvamente. En el Fuero de Cáceres, había dos
partes: el Fuero Latino que reparte población, bienes y benefcios; y el Fuero Romanceado, que regula la
convivencia.
A fnales del XII la servidumbre había desaparecido en casi toda la Península, pero las limitaciones seguían
subsistendo. Los libres y pequeños propietarios fueron llamados villanos en Castlla y paueses en Cataluña. Se
consideraba behetría a una forma especial de señorío en que los inferiores podían escoger a su señor o entre los
descendientes de un linaje con entera libertad.
10.7.8. El renacimiento mercantil u sus factores
Europa despertaba en XI a una actvidad comercial al mismo tempo que las invasiones africanas difcultaban
las comunicaciones entre los Estados cristanos y al-Andalus. Por otra parte, la lenta transformación de las
ciudades castellano-leonesas se vio infuida por la incorporación de las importantes ciudades musulmanas de
tradición mercantl, que pudieron conservar. En ambas iba creciendo el número de personas que no se ocupaba
de la terra, sino de la artesanía o el comercio. Las peregrinaciones a Compostela contribuyeron a fomenta r la
circulación de mercancías y a asegurar el desarrollo de las ciudades con ella conectadas. Práctcamente todas las
ciudades y villas de importancia tenían mercado semanal o diario, con pequeños talleres próximos de artesanos
que los abastecían de paños, cueros, armas, orfebrería, calzado o aperos.
El comercio interior castellano adolecía de muu malas comunicaciones, con estrechas sendas que seguían a
menudo el trazado de las antguas vías romanas. Hasta mediados del XIV no se acometería el trazado de puentes
y caminos ni aparecerá el tráfco de carreteras de bueyes. Todo el transporte quedaba en manos de los arrieros
que conducían sus recuas de mulos.
La conquista de Sevilla, y luego la apertura del Estrecho de Gibraltar, hicieron de la gran ciudad andaluza el
centro más atractvo para los genoveses. España, siempre pobre en capitales, se benefció de su presencia al
mejorar las técnicas en los negocios e insertar a la Península en una gran ruta comercial del Mediterráneo al
Atlántico. Guiados por ella, los marinos andaluces, cántabros y vascos traían mercancías francesas y famencas
empleando a salineros, pescadores y transportstas. En 1296 las villas cantábricas y las vascas se unieron para
consttuir una Hermandad, verdadera Hansa, para defensa de sus intereses en el exterior y en el interior.
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11. AL-ÁNDALUS ALMORÁVIDE (1.085-1.145)
11.1. LOS PODERES ISLÁMICOS TRAS LA CONQUISTA DE TOLEDO (1.085)
La incorporación del inmenso reino de Toledo en 1085 a la monarquía de Alfonso VI tuvo una trascendencia
que rebasó los límites de la Península, estmulando la confanza de los europeos en sí mismos ante el Islam. La
notcia de la pérdida de Toledo también tuvo un gran eco en el mundo islámico, y de hecho obtuvo una respuesta
inmediata con la subsiguiente reacción almorávide que truncó en parte el éxito cristano a partr de 1086.
Pero la caída de Toledo tuvo sobre todo repercusiones en la Península. Benefció a su principal impulsor,
Alfonso VI, que veía por fn los resultados palpables de la polítca de desgaste económico y militar implícita en las
parias que su padre había puesto en marcha medio siglo antes y le dio esperanzas de recuperar en corto plazo el
viejo reino visigodo, con los ideales neogotcistas que la monarquía castellano-leonesa encarnaba. Frente a los
restantes poderes cristanos Alfonso pensaba en una jerarquización y de ahí su empeño en concretar con ellos
vínculos vasallátcos. Así lo hizo con Sancho Ramírez de Aragón, tras la invasión castellano-aragonesa del reino de
Navarra y su posterior reparto, o con el apoyo prestado al conde de Urgel frente a Berenguer Ramón II el
Fratiida.Respecto a sus propios dominios, el monarca pudo impulsar la colonización y organización territorial de
la amplísima franja territorial comprendida entre el Duero y el Sistema Central, las Extremaduras, contando con
que la nueva frontera con el Islam quedaba más o menos fjada en las riberas del Tajo. La repoblación castellano-
leonesa no será interrumpida ni siquiera con la amenaza militar almorávide, y en este punto reside uno de los
éxitos más importantes del monarca. Los almorávides, en cambio, no serán capaces de poner en marcha un
proceso colonizador semejante en las terras arrebatadas a los reinos cristanos.
Los reinos pirenaicos habían alcanzado una mayor madurez y extensión territorial durante los dos primeros
tercios del siglo XI, pero en la época de la conquista de Toledo, aún seguían atrincherados tras una línea
defensiva muu próxima a su retaguardia. Su zona natural de expansión estaba forzosamente en la cuenca del
Ebro, pero las difcultades del avance eran grandes: por una parte, la densidad del poblamiento u de la red
defensiva islámica complicaban las conquistas cristanas y, por otro, la protección que dispensaba Alfonso VI a
los monarcas de la taifa de Zaragoza impedía la expansión. Tras su ascenso al trono de Navarra, Sancho Ramírez
de Aragón atacó la taifa de Zaragoza, protegida por el Cid, y fnalmente consiguió ocupar las plazas de Ayerbe y
Graus, iniciando de este modo la expansión por el llano. Los condes de Barcelona Ramón Berenguer II y
Berenguer Ramón II acordaron presionar sobre las taifas del bajo Ebro y proseguir así la repoblación de terras
interiores, al tempo que iniciaban sus primeros contactos con las terras transpirenaicas del sur de Francia.
No era posible ejercer la autoridad de manera homogénea en toda la geografa de sus dominios ni existan
las insttuciones centrales capaces de llevar a cabo una administración centralizada en un estado cohesionado.
Había un extenso territorio noroccidental (Galicia con Portugal) que mantenía un elevado grado de autonomía, si
bien es cierto que el rey García de Galicia, hijo de Fernando I al igual que Alfonso VI, había sido reducido a prisión.
65
En cambio, Alfonso VI fue imprudente u temerario al subestmar la capacidad de los almorávides y tratar de
buscar una victoria rápida y contundente para prolongar el pago de parias de taifas como Zaragoza. La
imprudente ofensiva cristana quedó desbaratada por el movimiento envolvente de los almorávides. Los
vencedores cortaron la cabeza de todos los cristanos que habían caído en combate. Alfonso VI se refugió en
Toledo pensando que esta ciudad sería atacada en breve plazo, pero Yusuf retrocedió hasta Sevilla y regresó
después al norte de África. El valor moral de la victoria de Sagrajas fue mucho mayor que el táctco, pero no tanta
como la del año anterior porque Toledo no cayó en manos musulmanas.
Segunda y Tecera Campaña de Yusuf (1088-1090)
La segunda campaña de Yusuf tuvo lugar en 1088, respondiendo a la demanda de auxilio de las taifas de
Sevilla y Granada, debido a que García Jiménez hostgaba la región murciana de Aledo. Los resultados fueron
mediocres y Yusuf levantó el cerco para regresar al Magreb, generando el descontento de sus aliados.
Aquí se produce la defnitva ruptura del Cid con Alfonso VI, debido a su ausencia de la campaña de Aledo. El
Cid pronto comienza a desplegar toda su capacidad militar y polítca, convirténdose en la práctca en un poder
autónomo en Levante y Cuenca del Ebro. Él y el rey de Aragón y Navarra se van acercando cada vez más a
Zaragoza, conquistando Monzón, El Castellar, Estadilla y repoblando Estella.
En la tercera campaña de Yusuf en 1090-1091 se mantenía el deseo de asaltar Toledo, se proponía sobre
todo el sometmiento de los reinos de taifas, cosa que consiguió de manera escalonada. Muchos reyes y príncipes
andalusíes acabaron sus días en el desterro o fueron ejecutados: al-Mutamid, responsable de la venida de Yusuf,
fue deportado a Tánger con su familia, donde murió. Las pérdidas territoriales de Alfonso VI no fueron
excesivamente importantes, aunque la desaparición de las parias fue la derrota más importante de todas.
El Cid derrota a los almorávides y ocupa Valencia en 1094, imponiendo el cobro generalizado de parias desde
Valencia hasta Lérida y Tortosa.
Cuarta Campaña de Yusuf (1097) y últmas conquistas almorávides (1110).
La última campaña de Yusuf en España se produce en 1097, y se salda con una nueva victoria frente a
Alfonso VI. A partr de ese momento, sus generales y parientes serán los encargados de dirigir las operaciones en
España, casi siempre con el objetvo principal de asediar Toledo. Las tropas almorávides saquean y obtenen un
importante botn en Barcelona, en el que fguran campanas de iglesia y objetos litúrgicos, con una semejanza
simbólica al saqueo de Compostela por Almanzor.
Aunque en sus últmos años del Alfonso VI sólo cosecha derrotas y retrocesos, Pedro I de Aragón y su hijo
Alfonso el Batallador conquistaban plazas de manera sistemátca, palmo a palmo, aunque fuesen en ocasiones de
escasa importancia, hasta ir completando el cerco de ciudades importantes. El Cid muere en 1099, dejando a su
viuda, Jimena, la custodia del reino valenciano y territorios adyacentes, que sólo pudo conservar hasta 1102.
11.2.2. El establecimiento del estado almorávide en al-Andalus bajo Ali ibn Yusuf (1106-1110)
Ali ibn Yusuf era hijo de Yusuf ibn Tashufn. Tras resolver una rebelión en fez de su sobrino en 1106, en 1097
cruzó el estrecho de Gibraltar para recibir el homenaje de sus súbdisto andalusíes y trazar el plan de campaña
contra los cristanos del norte, aunque las campañas las realizaron casi todas sus capitanes, en general capaces. Él
sólo visitó el territorio en cuatro ocasiones (1107, 1109, 1117,1121), aunque reinó hasta 1143, porque el centro
del estado seguía en el Magreb.
Venció a las tropas cristanas de Alfonso VI en la Batalla de Uclés de 1108. En el verano del 1109, encabezó la
campaña para recuperar Toledo que, tras tomar Talavera en agosto y correr las terras de Madrid y Guadalajara,
fracasó ante la tenaz defensa de Álvar Fáñez. Por el contrario, Ibn al-Hach logró la conquista de Zaragoza a fnales
de mayo del 1110, abandonada por su soberano Abdelmalik al no contar con fuerzas sufcientes para defenderla
ante las simpatas de parte de la población por los almorávides. Tras esta anexión, el imperio alcanzó su apogeo
territorial con la frontera en la línea de Ebro por el este y del Tajo por el oeste.
11.2.3. La pérdida de Zaragoza u el comienzo de la resistencia andalusí contra los almorávides (1120)
Tras los primeros años de expansión, llegó el periodo de decadencia del Estado, que se tuvo que enfrentar
tanto a monarcas cristanos más belicosos como a la rebeldía andalusí que comenzó en torno al 1118-1120. No
fue hasta 1118 cuando Alfonso I de Aragón la recobraría tras nueve meses de asedio con colaboración de
caballeros y señores franceses y gascones bajo bula de cruzada, desplazando a la población musulmana que
permaneció hacia los arrabales.
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Con el tempo, Ali fue abandonando los asuntos de
Estado, de los que había estado muy pendiente en los
primeros veintcinco años de reinado. En la península
ibérica los gobernadores tendieron a desembarazarse
del escaso control central u adoptaron la sofsticada
cultura andalusí. Acentuada la crisis con el surgimiento
de los almohades. La reacción de Alí al deterioro
contnuo de la situación fue la reclusión cada vez mayor
en su palacio de Marrakech y la acentuación de la
práctca religiosa, dejando la tarea de afrontar las
diversas amenazas en manos de su hijo u sucesor,
Tasufn. El imperio quedó controlado por los alfaquíes,
aprovechando su infuencia sobre el soberano. Con una
interpretación cada vez más rígida y jurídica de la
religión, condenaron las nuevas corrientes y los
estudios teológicos y llegaron a quemar las obras de Al-
Ghazali.
67
11.3.1. La ideología almorávide u el concepto de uihad
En lo religioso, los almorávides bereberes eran sunnís u malequitas, creían en la Al Muwata (libro escrito
por Málik, el fundador de la doctrina), que entre otras cosas defende la poliginia (poligamia), la virginidad
prematrimonial, el repudio y el derecho al contrato matrimonial de las hijas. La escuela malikí era rigorista y
defendía la interpretación literal del Corán, tachando las lecturas alegóricas. Era contraria también al califato.
La uihad o guerra santa fue invocada por las taifas andalusís para pedir ayuda a los almorávides contra los
cristanos. Aunque ante la relajación de las costumbres almorávides por la infuencia andalusí, fue invocada
después por los almohades para derrotarlos.
11.3.2. La cancillería almorávide
Había secretarios de cancillería, encargados de redactar las cartas ofciales en nombre del emir, en una clara
línea de contnuidad con la anterior etapa de los taifas.
11.3.3. Evolución de la judicatura u la administración andalusí u magrebí bajo los almorávides
Los almorávides respetaron el cargo de juez de la comunidad, que tenía el cadí de la ciudad de Córdoba.
También crearon otras magistraturas, como el juez de los jueces de Levante o los jueces civiles especializados en
cuestones matrimoniales. Algunas familias de cadíes urbanos fueron capaces de adaptarse y sobrevivir a los
almorávides y más tarde a los almohades. Los jueces locales eran también jefes políticos, porque el cadiazgo se
ejercía por grandes familias con alto nivel cultural y económico, creando redes de lealtad personal a través de la
relación maestro-discípulo. Estas sagas de jueces tuvieron cierta autonomía frente al poder en época almorávide.
Tras el destronamiento de los reyes de taifas, las nuevas autoridades pusieron a la venta sus propiedades, o
fueron concedidas en régimen de cesión a los nuevos gobernadores y allegados, contribuyendo de este modo a
reestructurar las relaciones clientelares, aunque a la larga fue causa de confictos jurídicos sobre su propiedad.
11.3.4. Economía u sociedad bajo los almorávides.
La economía andalusí había mantenido durante XI un elevado nivel de actvidad, pese a la presión fscal
derivada de las parias, y exportó al mundo islámico materias primas y manufacturas. En época de los primeros
taifas Ifriqiya fue la zona principal de destno, y bajo el dominio almorávide las exportaciones se dirigieron
principalmente hacia el Magreb y Egipto. Junto a las rutas terrestres norteafricanas estaban los contactos
marítmos de Sevilla y Almería con Alejandría. Pero la relación mercantil más intensa tuvo como punto de
destino Marraquech, gran centro de distribución de oro, y la ciudad de Fez. La difusión de la moneda almorávide,
el dinar, fue muy grande, y llegó a alcanzar a todo el Occidente europeo, hasta convertrse en XII en la base de
referencia de los sistemas monetarios cristanos posteriores. El orden polítco almorávide benefció mucho la
economía andalusí, entre otras cosas porque desapareció la endémica devaluación de las taifas y permitó la
entrada o la difusión de los productos andalusíes en amplios circuitos dominados por el Imperio.
La presión fscal almorávide estuvo ofcialmente ajustada a la tradición coránica, pero hubo un incremento
progresivo de las cargas fscales que más tarde aprovecharán los almohades para acusarles con los mismos o
parecidos argumentos con que habían hundido a los reyes de taifas. La producción agraria de al-Andalus estaba
muy relacionada con el incremento de las exportaciones. El cultvo de cereales, como trigo, cebada para forraje
de ganado, avena, mijo y centeno, tenía buena salida en los mercados norteafricanos. Hubo un sistema estatal de
silos para el avituallamiento de los núcleos urbanos y el ejército. En cuanto a la producción artesanal urbana, hay
un renacimiento en las especializadas en el cuero, la seda y el lino.
11.3.5. Los almorávides u las minorías religiosas.
En lo religioso, los almorávides se caracterizan por tres rasgos esenciales: su malekismo, la dedicación a la
guerra santa y el reconocimiento del califato de Bagdag. El jutba es el sermón, una predicación pública regular del
jatib o predicador de la mezquita.
La intransigencia contra los judíos se dejó sentr desde la llegada de Yusul, sobre todo por la presión fscal,
aumentando su emigración al norte cristano. La caída de las taifas disminuyó su poder, siendo la medicina una de
sus actvidades más destacables.
La consideración social de los mozárabes tenía muchas semejanzas con las de los judíos, si bien su número
era mucho mayor. Yusuf mandó destruir el gran templo cristano de Granada y se prohibió a las mujeres
musulmanas ir a iglesias cristanas porque los clérigos eran libertnos, fornicadores y sodomitas. Se prohibió el
toque de campanas y se impuso la obligación de llevar signos distintivos en las ropas. Además, los mozárabes
tenían la azofra o sofres, prestaciones personales que debían realizar a sus señores.
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12. AL-ANDALUS BAJO EL CALIFATO ALMOHADE (1145-1250)
12.1. LA APARICIÓN DE LOS ALMOHADES EN EL MAGREB
12.1.1. Defnición ideológica del movimiento almohade: la doctrina de Ibn Tumart
Ibn Tumart, fundador del movimiento fundamentalista, fue expulsado de Marrakech en 1120 por las
autoridades almorávides con las que se había enfrentado a pesar de las escasas diferencias doctrinales, y se
instaló en su región natal del Sus. Allí predicó contra los almorávides y, a fnales del 1121, fue proclamado por sus
seguidores mahdi (el [imam] guiado), llamando a todos los musulmanes a retornar a las fuentes primeras de su
fe, es decir, el Corán. Siguiendo estos principios radicales, se enfrentaron con los almorávides, que habían
impuesto una rígida ortodoxia malikí, pero que apenas habían transformado las costumbres populares poco
acordes con el Corán. Si bien fue Ibn Tumart el que creó la doctrina que otorgó cohesión y fundamento al nuevo
movimiento polítco y religioso, fue su seguidor y sucesor al frente de este, Abd al-Mumin el que aportó el genio
militar para convertrlo en un gran imperio que dominó el Magreb y Al-Ándalus.
12.1.2. Expansión política u territorial en el Magreb
Después de repeler algunos ataques
almorávides, su movimiento fue
extendiéndose por las montañas, si bien
no logró conquistar la cercana capital
almorávide, que atacó en el 1130. Poco
después de esta derrota, en agosto del
1130, falleció Ibn Tumart, y le sucedió al
frente del movimiento Abd al-Mumin.
Llegaron a derrotar a los
almorávides tras una campaña de siete
años en 1140-1147 en la que acabaron
conquistando Marrakech. Después
desembarcaron en la península ibérica y
trataron de unifcar las taifas utlizando
como elemento de propaganda la
resistencia frente a los cristanos y la
defensa de la pureza islámica, dirigiendo
por igual su uihad contra cristianos u
musulmanes. En poco más de treinta
años, los almohades lograron forjar un
poderoso imperio que se extendía desde Santarém en la actual Portugal hasta Trípoli en la actual Libia,
incluyendo todo el norte de África y la mitad sur de la península ibérica, consiguiendo parar el avance cristano
cuando derrotaron a las tropas castellanas en 1195 en la Batalla de Alarcos, aunque el principio de su fn llegaría
en Las Navas de Tolosa (1212).
12.1.3. Califa, dinasta u organización estatal entre los almohades
Abd al-Mumin se autoproclamó califa en 1132, al principio de su campaña contra los almorávides. En 1152-
1153 proclamó a su hijo Muhámmad sucesor, y con la ayuda de los grupos árabes recién sometdos derrotó a las
cinco tribus que hasta entonces habían consttuido el núcleo del movimiento. Finalmente le sucedió con
difcultades su hijo Abu Yaqub Yusuf en 1163, tras descartar al anterior heredero por disoluto y fallecer después
dos hermanos que se le oponían. Tras fallecer en el Sitio de Santarém en 1184, su hijo Abu Yusuf Yaqub al-
Mansur (1184-1199) alcanzó el apogeo del imperio almohade.
Con la llegada y ocupación de los almorávides se mantuvo la división territorial en kuwar y se respetaron sus
funciones polítco-administratvas. Con los almohades, se trasladó la capital a Sevilla y, según el geógrafo Ibn Said
al-Maghribi, se dividió el territorio en los reinos de Córdoba, Sevilla, Málaga, Jaén, Granada y Almería. También
reordenaron y fortfcaron el territorio para defenderse de la amenaza cristana.
69
12.2. LA OFENSIVA ALMOHADE EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
Tras la toma de Cuenca, se producen expediciones de los monarcas cristanos señalando sus ámbitos de
expansión respectvos, aprovechando el regreso del califa almohade a África. Uno de los príncipes cristanos más
actvos en los meses siguientes es el portugués Sancho, que en 1178 ataca Beja u Sevilla. Este dinamismo atrae
sobre él las acciones musulmanas, que otenen un éxito limitado a pesar de los daños muy importantes de las
incursiones navales, como la que tene lugar contra Lisboa en 1179. También Alfonso VIII, reguladas sus
relaciones con Aragón, resueltos sus problemas con Navarra y en vías de solución con León, daba muestras de su
potencia con la realización de una dura acción militar por terras de Córdoba, Sevilla, Málaga y Granada. Las razias
de una u otra parte mostraban un incremento de la tensión que presagiaba acciones de mayor envergadura. Por
parte musulmana se hacían permanentes petciones al califa para que regresase a la Península; por parte cristana
se incrementaban los preparatvos castellanos y leoneses después del Tratado de Fresno-Lavandera.
En esa situación llegaba a Sevilla, en 1184, un enorme ejército almohade. En el Sitio de Santarem murió en
batalla el califa contra Alfonso I de Portugal, con el consiguiente pesimismo y sensación de derrota para sus
tropas. Esa sensación se ve incrementada porque Ganiua provocó un movimiento de rebeldía almorávide en el
norte de África, fruto de la eterna hostlidad entre árabes y bereberes. Como resultado, sucedió un paréntesis de
diez años en las acciones militares almohades y un nuevo incremento de la agresividad de los reinos cristanos.
70
12.3.3. Economía, impuestos u moneda
Es muy posible que los tributos recaudados por los califas almohades canalizada por funcionarios de hacienda
propiciara el descontento de la población autóctona que desembocó en algunos focos locales de oposición.
Por otra parte, el comercio conoció un importante desarrollo como consecuencia del control del estrecho
de Gilbraltar, en unifcación polítca del Magreb y al-Andalus que ya había sucedido en época almorávide. Los
productos tradicionales ganaban nuevos mercados y otros nuevos se introducían con creciente éxito.
Manifestación clara de esta situación es el crecimiento de las ciudades, cada vez mejor organizadas, donde se
intercambiaban materias primas y productos artesanales, y se construían nuevos palacios. Buena muestra de ello
son las espléndidas construcciones llevadas a cabo en Marraquech, Rabat y Sevilla.
En cuanto a las monedas destacan el dirham cuadrado de plata acuñado en numerosas cecas, junto al dinar u
la dobla de oro que llevan también un cuadrado inscrito, característco de las monedas almohades
12.3.4. Epílogo de una época: las Navas de Tolosa
Durante el largo periodo de paz, en Castlla sólo las órdenes militares mantuvieron la actvidad militar en la
frontera. En primer lugar, la Orden de Calatrava, la más perjudicada por la derrota de Alarcos, en la que perdió su
convento principal y el núcleo de su señorío. La Orden de Santiago seguía defendiendo el sector más oriental de
la frontera con base en Uclés y propiedades más avanzadas en Cuenca y Alarcón.
Antes del fn de las treguas, una expedición castellana se lanzó sobre los campos de Jaén y un año después
Alfonso VIII ya mostraba precauciones poblando y fortfcando la frontera. Por su parte, Pedro II de Aragón, como
respuesta a un ataque musulmán sobre las costas catalanas, atacó las fronteras valencianas. Con la extnción de
las treguas en 1211, los castellanos tomaron la iniciatva mediante una correría por Baeza, Úbeda y Jaén. El éxito
castellano convenció al califa almohade de la necesidad de atacar el estratégico castillo de Salvatierra, situado en
el corazón de las terras conquistadas por los musulmanes en la batalla de Alarcos. Los musulmanes tomaron el
cercano castllo de Dueñas y tras dos meses de resistencia, entregaron la plaza.
Para el verano de 1212, Castlla preparaba un gran ejército para derrotar a los musulmanes. El papa otorgó a
la empresa los privilegios de Cruzada, que se predicó por diversos puntos de Occidente. Sólo algún arzobispo
francés ayudó, además de los aragoneses con Pedro II y algunos caballeros leoneses y portugueses de manera
partcular. Por parte de Castlla acudieron los grandes magnates, las milicias concejiles y los maestres de las
órdenes militares del Temple, Santago y Calatrava, y un número considerable de obispos.
El ejército cristano dividió en tres cuerpos: castellano, aragonés y francés, emprendiendo desde Toledo la
marcha hacia la frontera. La vanguardia francesa atacó al tomó el castllo de Malagón, y después consiguieron la
fortaleza de Calatrava. Dos días más tarde, la mayor parte de los cruzados extrapeninsulares se retiraron
incapaces de adaptarse a las condiciones climátcas y molestos por las condiciones de capitulación de Calatrava.
Los almohades habían concentrado en Sevilla tropas andalusíes y magrebíes en 1212. El ejército almohade,
probablemente más numeroso que el cristano, acampó en la llanura de las Navas de Tolosa. Los cristanos
entraron por un sendero secreto, y desde allí lanzaron el ataque fnal, que se decidió del lado cristano con la
intervención de la retaguardia castellana. Después tomaron muchos castllos y dejaron guarniciones para
posteriores ataques a Andalucía. Toman Úbeda y Baeza, pero la peste y la rapiña les obligaron a volver a Toledo.
Aunque todos los reinos peninsulares se benefciaron de la campaña de las Navas, Castilla fue la gran
triunfadora, restableciendo la frontera en la línea de Sierra Morena. Por otra parte, la primera gran derrota de
los almohades en lucha campal no fue más que el comienzo de la descomposición almohade.
12.3.5. El Imperio almohade después de las Navas: fragmentación u debilidad.
La derrota militar era difcil de asumir para un imperio como el almohade, alejado de los fundamentos
ideológicos que exhibiera en sus orígenes y que basaba su respaldo en la fuerza de las armas. Además, en la
Península se buscaba a los africanos por la magnitud de los ejércitos que podían reunir y su efcacia frente a los de
los cristanos, por lo que después de la derrota Al ándalus contribuyó al decaimiento almohade. En 1213 Abu Abd
Alla era asesinado por sus cortesanos en el alcázar de Marraquech, convertdo en su refugio desde la fatdica
derrota de las Navas. Le susttuyó su hijo de 15 años, poco dotado para la polítca.
Si en al-Andalus los almohades salvaron en parte la situación fue por la debilidad coyuntural cristana, pero
estos siguieron conquistando territorios. También en África los levantamientos redujeron sensiblemente las
dimensiones del Imperio almohade y se sucedieron las disputas por el trono. En la Península cobra protagonismo
Ibn Hud en 1228, pero desde 1230 Alfonso IX conquista Mérida y Badajoz, y Jaime I Mallorca y Valencia.
71
13. LA CONQUISTA CRISTIANA DEL REINO ANDALUSÍ Y SUS CONSECUENCIAS
13.1. LA PARTICIÓN DEL REINO DESPUÉS DE ALFONSO VII: SANCHO III DE CASTILLA Y FERNANDO II DE LEÓN
El testamento de Alfonso VII establecía la estructuración de su herencia territorial en dos reinos, León y
Castlla, con la novedad de atribuir el segundo de ellos al primogénito. La división planteará algunos problemas
polítcos y territoriales, condena al olvido la idea de Imperium unida a la legitmidad de los Reyes de León, y eleva
al primer rango a Castlla reconociendo su mayor potencia militar. La delimitación de fronteras entre los cinco
reinos –Portugal, Castlla, León, Navarra y Aragón- será también un problema habitual: no tanto el de los
territorios del momento, como los futuros sobre los dominios conquistados al Islam.
Sancho III
Sancho IIII (1157-1158) se ocupó primero en la resolución de problemas en sus fronteras.
En la frontera oriental preocupan los intentos de Ramón Berenguer IV de apoderarse del reino de Navarra.
Apenas llegado al trono, Sancho III recibe la visita del rey de Navarra, que ratfca su vasallaje al castellano y su
compromiso de matrimonio con la princesa castellana Sancha. Un año después se reúnen Sancho III y Ramón
Berenguer IV para regular la frontera común, confrmando el tratado de Tudején.
La frontera meridional vive la amenaza almohade, con la importante avanzada de Calatrava indefendible. A
propuesta de un caballero, amigo de Sancho III y monje cisterciense, de defender la fortaleza con caballeros que
aceptasen la disciplina monástca, Sancho III se la otorgó en 1158. Era el germen de la Orden Militar de Calatrava,
en plena sintonía con lo que venía escribiendo y predicando San Bernardo.
En la frontera entre Castilla u León, en 1157 se produjo en Zamora un grave motn que provocó la muerte
de varios nobles y la quema de la iglesia de Santa María. Fue una pugna de las corporaciones de ofcios por
hacerse con el control de los respectvos concejos en detrimento de la nobleza local. Los zamoranos, ente la
previsible represalia de la justcia real, amenazaron con abandonar la ciudad y pasarse a Portugal si no se les
otorgaba el perdón y era desttuido el tenente de la ciudad, Ponce de Cabrera. El rey cedió.
En el Tratado de Sahagún de 1158 Sancho III y Fernando II frmaron un acuerdo: amistad y ayuda mutua
contra todos; no frmarán acuerdo alguno con el rey de Portugal, ni con ningún otro, sin consentmiento y
voluntad del otro; si uno de ellos muriese sin hijos legítmos el otro heredaría el reino; reparto por mitades de lo
que adquirieran de Portugal; en el reparto de territorios islámicos, Fernando tendrá desde Niebla a Lisboa y
Sancho el resto, dividiéndose por mitades la ciudad de Sevilla. No hubo lugar a la aplicación del tratado porque en
ese año moría Sancho III dejando como sucesor a Alfonso VIII, de sólo tres años.
Fernando II, rey de España.
La preocupación por sus fronteras con Portugal y Castlla le mueven a la repoblación de Ciudad Rodrigo y de
Ledesma. La primera es una posición estratégica para garantzar la presencia leonesa en la frontera meridional e
impedir que una eventual expansión castellana y portuguesa estrangulasen el contacto con el Islam, es decir, le
arrebatasen la posibilidad de una futura expansión. Esto provoca un levantamiento en Salamanca.
Fernando II (1157-1188) intenta ser rey de España, ejerciendo un control sobre Castlla, pero no lo consigue.
Entonces, intenta establecer buenas relaciones con los reinos de Navarra y Portugal.
13.1.1. Equilibrio u expansión.
El equilibrio entre León y Portugal se basaba en el acuerdo de Lérez y el matrimonio de la hija del portugués
Urraca con el rey leonés. Aragón y Navarra acuerdan la partcipación navarra en la Reconquista, para impedir el
aislamiento navarro de la frontera islámica, su gran problema en el futuro. Los cristanos plantean su acción
ofensiva y acordada porque los almohades han contenido su empuje.
Para el sostenimiento del avance y la defensa del territorio se pondrán en marcha las Órdenes Militares,
similares a las nacidas en Tierra Santa, pero privatvas de los reinos hispanos y más vinculadas a las necesidades
de las monarquías que las del Temple u San Juan. En 1158 había nacido la de Calatrava para hacerse cargo de la
defensa de esta posición, en 1164 en Salamanca nace la de Alcántara, y en 1170 la de Santiago, que se convertrá
en la más importante de todas. También se funda la Orden de Évora. En Aragón se consttuyen la de San Jorge de
Alfama, la de Montesa y la de Cristo en Portugal, nacidas al suprimirse la del Temple.
La organización es similar en todas ellas, con ligeras variantes. Al frente de la Orden, el Maestre; el segundo
cargo es el Comendador Mauor, ambos seglares. La máxima autoridad eclesiástca es el Prior. Todos ellos forman
parte de un Consejo. Las directrices sobre el gobierno y administración de la Orden se establecen en el Capítulo
72
General. Sus propiedades se dividen en Encomiendas, al frente de cada una de las cuales se halla un
Comendador. Bajo su mando residen caballeros, laicos en casi su totalidad, a excepción de los capellanes.
13.1.2. Reajustes territoriales.
A comienzos de 1177, Alfonso VIII de Castlla (1158-1214), con ayuda de Alfonso II de Aragón (1164-1196),
protagoniza la primera acción contra el Islam poniendo cerco a Cuenca, la posición avanzada que amenazaba el
fanco castellano y el aragonés. En 1177 se reúnen Fernando II, Alfonso VIII y Alfonso II, para plantear problemas
pendientes como el vasallaje de Zaragoza, la situación de Navarra y las futuras acciones contra el Islam. Las tropas
portuguesas realizan una profunda penetración hasta territorio sevillano; Fernando II llegaba hasta Jerez; Alfonso
VIII conquista Cuenca, y en reconocimiento a la ayuda recibida suprimía el vasallaje que el rey de Aragón le debía
por Zaragoza; mientras que Alfonso II realizaba una incursión en Murcia. Las conquistas descubría nuevos
problemas fronterizos y planteaba la necesidad de resolver los viejos y plantear soluciones para el futuro.
13.1.3. Crecimiento de Castilla.
En el conjunto de los reinos hispanos resultaba evidente el incremento del poder castellano. En 1179 Alfonso
VIII y Alfonso II se reúnen y por el Tratado de Cazorla Castlla reconocía a Aragón el derecho a conquistar el reino
de Valencia, se reservaba Alicante y Murcia y se suprimía el vasallaje de Aragón a Castlla, de modo que los dos
reinos se hallaban en pie de igualdad y exigía la modifcación del tratado de Tudején de 1151. También se anuló el
vasallaje navarro, situándose ambos reinos en igualdad.
La paz permite a Sancho VI una dedicación más intensa a asuntos internos, en partcular al impulso de los
núcleos urbanos mediante la concesión de fueros. En 1183 Fernando II y Alfonso VIII insisten en la obligación de
actuar contra los almohades.
13.1.4. La sucesión en León.
En 1186 Alfonso VIII se apoderaba de las terras entre el Júcar y el Cabriel y reforzaba su presencia en Trujillo
y Plasencia, frontera muy sensible para León. Las tensiones más importantes se producirán con Aragón, el amigo
más frme, por la tenencia de Albarracín. Urraca López de Haro se convierte en amante del rey de León, naciendo
Sancho ilegítmamente, y ya en 1187 se casan Fernando y Urraca. Alfonso, el heredero, había nacido de un
matrimonio declarado ilegítmo con Urraca de Portugal, en tanto Sancho, nacido ilegítimo, era legitmado ahora
por el matrimonio de sus padres. La situación del heredero se hace insostenible en una corte de la que van
desapareciendo los más importantes colaboradores de Fernando II, susttuidos por hechuras de la nueva reina.
Cuando muere Fernando II, Alfonso reclama la herencia del reino, siendo aceptado por la mayor parte de la
nobleza. Pero León estaba sin recursos, con problemas fronterizos, tanto frente a los musulmanes como frente a
los cristanos.
La preocupación de los reinos cristanos en los años que siguen será la delimitación territorial, la reserva de
Conquista, la repoblación interior u el desarrollo institucional. Cuando un reino, como será el caso de Navarra,
no logra mantener su contacto con la frontera islámica, pierde su proyección futura y renuncia a su propio
crecimiento. Por este difcil equilibrio entre cinco se hace difcil, casi imposible, la colaboración frente al Islam, y
se producen alianzas que parecen suicidas contra quien amenaza el equilibrio. La necesidad de conservar el
sistema de equilibrio conducen al desastre de Alarcos, y la difcil colaboración lleva a Navas de Tolosa.
73
dignidad real y con ella una superioridad teórica sobre los restantes gobernantes de la región. Excepto Urgel y
Ampurias, Alfonso II pudo controlar durante su reinado todos los territorios catalanes, y es ahora cuando aparece
por primera vez el término Cataluña en la cancillería barcelonesa. El rey intenta controlar el territorio a través de
las veguerías o vicarías, la recuperación de la jurisdicción sobre los castllos señoriales y el establecimiento de una
base fscal que permitera la obtención de recursos. En este contexto es necesario situar también las asambleas, a
las que asisteron grandes magnates laicos y eclesiástcos y representantes de las ciudades, que en cierto modo
pueden ser consideradas como el precedente de las futuras Cortes.
Todas estas medidas suscitaron la oposición de los grandes magnates catalanes y obligó al monarca a
retroceder en su programa de centralización polítca y a traspasar el problema a su hijo y sucesor Pedro II. Con el
nuevo rey la situación de la monarquía se agrava, ya que la nobleza no permite que se cuestone su jurisdicción
señorial y al mismo tempo el monarca recompensa económicamente sus servicios militares. Para hacer frente a
esa situación, Pedro II procede al endeudamiento creciente de la monarquía, al incremento de la presión fscal
sobre la población y a la enajenación del patrimonio regio y de una parte de la jurisdicción real.
Respecto a la defensa de sus intereses polítcos en el sur de Francia, Ramón Berenguer III y Ramón Berenguer
IV habían separado la herencia recibida a un lado y al otro de los Pirineos. Sin embargo, los acontecimientos del
Mediodía francés propiciaron que Alfonso II incorporara Provenza. En su testamento el rey contnuó la tradición,
desligando la herencia catalano-aragonesa, que recibía su primogénito Pedro II, de los territorios de Francia,
que eran encomendados a su segundo hijo Alfonso, aunque Pedro II se casó con María de Montpellier, vinculando
así ese señorío a la corona aragonesa.
En esos momentos las herejías cátara (albigenses, defendía la dualidad creadora entre Dios y Satanás y la
salvación mediante el ascetsmo) u valdense (traducción de las escrituras y renuncia al dinero) habían prendido
con fuerza desde el norte de Italia hasta los territorios septentrionales de Cataluña y Aragón. La situación fue
aprovechada por Felipe II de Francia, aliado del Papa Inocencio III, para intentar incorporar los problemátcos
señoríos del Mediodía francés. En 1209 el Papa decidió proclamar la guerra santa contra los herejes y a la
llamada acuden fundamentalmente señores del norte de Francia. La guerra se extende y los condes de Touluse,
Foix, Bearn y Cominges reclaman el auxilio del rey de Aragón. Pedro II cruza con sus tropas los Pirineos y
presentan batalla al ejército cruzado, y en la Batalla de Muret resulta derrotado y muere. De este modo,
heredaba el reino en la Corona de Aragón su hijo de cinco años Jaime I.
13.2.2. Reino de Navarra.
Encerrada desde la paz con Castlla en 1179, entre dos entdades polítcas más poderosas, la Corona de
Aragón y el reino de Castlla, y sin frontera frente a los musulmanes, Sancho VI el Sabio (1162-1194) opta por una
doble solución al problema: reforzar las bases de su poder en el interior del reino e iniciar una expansión
territorial al norte de los Pirineos.
Para reforzar las bases de poder se concentró en las terras vascas, donde el poder de la monarquía navarra
era más débil, con una escasa extensión del realengo. Se crearon nuevos núcleos urbanos y la implantación del
régimen de tenencias, al frente de las cuales se situaron hombres feles al monarca que no pertenecían a la
aristocracia local. En el resto del reino se crearon nuevos núcleos en el Camino de Santago y se consolidaron los
principales burgos existentes, con la pretensión de vertebrar socioeconómicamente el territorio. Al mismo
tempo, en el ámbito rural, Sancho VI susttuyó los antguos y diversos derechos señoriales que los campesinos
debían pagar al monarca por un único tributo anual de asignación individual o comunitaria.
En la expansión ultrapirenaica obligaba a Navarra a introducirse en el complejo entramado de relaciones
entre la monarquía capeta y el Imperio angevino, a cuyo frente estaba Ricardo Corazón de León (1189-1199), rey
de Inglaterra y duque de Aquitania. La consolidación de la presencia de la monarquía navarra en esos territorios
se plasmó en una alianza matrimonial con Ricardo Corazón de León por su compromiso con la Tercera Cruzada.
La fase inicial de reinado de Sancho VII el Fuerte (1194-1234) signifcó la contnuación de la polítca paterna y
el incremento de la presencia navarra al norte de los Pirineos. Además, el nuevo monarca reforzó sus relaciones
con las monarquías inglesa y francesa. Sin embargo, estos progresos se vieron compensados negatvamente con
el enfrentamiento conCastlla, que se saldaría con la defnitva pérdida del Duranguesado, Álava u Guipúzcoa.
Una vez que Navarra había perdido el estratégico litoral vasco, pacta con el inglés Juan sin Tierra la utlización del
puerto de Bayona como salida al mar para el comercio navarro.
En polítca interna, Sancho el Fuerte culminó la polítca de unifcación de tributos de la jurisdicción de
realengo, asignándolos preferentemente al conjunto de la comunidad. Esta medida, junto a los derechos
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fronterizos y los censos urbanos, propició la existencia de excedentes en la hacienda regia, con lo que pudo
realizar importantes inversiones y actuar como relevante prestamista con Pedro II de Aragón a cambio de lugares.
13.2.3. Reino de Castilla
En la segunda parte del largo reinado de Alfonso VIII ((1158-1214), una vez que se había consolidado el
espacio territorial del reino y sus fronteras frente a los vecinos reinos cristanos, la labor fundamental era la
vertebración de ese territorio, sin descartar posibles ampliaciones del mismo (en este sentdo, en 1200 se
produjo la incorporación al reino de Castlla del Duranguesado, Álava y Guipúzcoa). La polítca poblacional de
Alfonso VIII se centró fundamentalmente en la mitad septentrional del reino con la fundación de villas marineras
en el litoral cantábrico, el impulso de los núcleos urbanos en el Camino de Santiago y la creación o consolidación
de poblaciones intermedias entre ambas zonas. Se trataba así de impulsar el comercio, abriéndolo al exterior, al
tempo que se vertebraba económicamente el territorio entre el Camino de Santago y el Cantábrico. Más al sur,
el monarca fomentaba el crecimiento económico del reino de Toledo a través de las ferias de Alcalá de Henares.
Para vertebrar las tierras meridionales del reino de Toledo el monarca confó en las órdenes militares de
Calatrava, Santago y San Juan de Jerusalén. Estas órdenes actuaron como instrumentos militares y
socioeconómicos con el doble objetvo de defender la integridad del reino frente a los almohades y contribuir a su
consolidación insttucional en el interior, ofreciendo más garantas que los señoríos nobiliarios. El proyecto
polítco de Alfonso VIII pasaba por fortalecer el poder monárquico. En el caso de las terras fronterizas el monarca
castellano prescindió casi siempre de los grandes magnates, alejándose así de la polítca de su abuelo Alfonso VII.
El repartimiento consistó en la distribución de casas y heredades de las poblaciones reconquistadas entre
quienes habían tomado parte en su conquista en Andalucía, Aragón, Valencia, Murcia y Mallorca.
El exarico era el arrendatario moro que pagaba una renta proporcional a la cosecha. La ganadería disponía de
amplias superfcies de pasto para el ganado en la zona fronteriza, perflándose así los comienzos de la
trashumancia de largo radio. El desarrollo de las actvidades artesanales y mercantles es también perceptble y se
acuñan maravedíes de oro a imitación de los andalusíes. La relevancia reciente de los núcleos urbanos hace que
se tengan en cuenta en las decisiones polítcas. Entre estas reuniones, y sin que esté probada la asistencia de
representantes de las ciudades, han sido califcadas como Cortes las convocadas por Alfonso VIII en Toledo en
1207, que revisten además gran interés por el establecimiento de los precios de diversos paños, pieles, animales y
armaduras, además de la elaboración de una lista de artculos prohibidos para la exportación.
El progreso económico, demográfco y social viene acompañado también por un importante dinamismo
cultural que se refeja en la redacción del Poema del Mío Cid hacia 1207, la creación del primer Estudio General
hispánico en Palencia, la contnuidad de Toledo como centro esencial para el conocimiento de las obras cientfcas
árabes a través de las traducciones y la intensa relación con destacados núcleos intelectuales europeos. Es
importante el aporte mudéjar, o sea, de los musulmanes que permanecieron en territorio cristano.
13.2.4. Reino de León.
Los últmos años del reinado de Fernando II (1157-1188) fueron desastrosos para la suerte posterior del
reino. El monarca leonés entregó el control polítco a representantes de la nobleza castellana, los Castro y los
Haro, especialmente tras el matrimonio de Fernando II con Urraca López de Haro. La subida al poder de Alfonso
IX (1188-1230), defensor de los intereses de la antgua nobleza leonesa y partdario de una monarquía fuerte, no
podía agradar a los condes castellanos con intereses en León.
El programa polítco de Alfonso IX pasaba por un reforzamiento del poder real, y para ello la curia aprobó la
posibilidad de revocar las enajenaciones de derechos u patrimonio regio realizadas por Fernando II. Se podía
recuperar así parte del patrimonio regio enajenado y al mismo tempo cobrar derechos por la expedición de los
nuevos documentos. En esta misma línea de reforzamiento de las fnanzas regias hay que situar el cobro de la
moneda forera, a cambio de que durante siete años el rey no alterara la ley de la moneda que acuñara. En
contrapartda, el monarca leonés compensaba a la nobleza con partcipaciones en algunas rentas.
Por últmo cabe hacer referencia a la importante labor de organización del poblamiento. En la zona norte
destaca la polítca regia llevada a cabo en Galicia u el Bierzo con la fundación o consolidación de pueblos
encaminados a la canalización de las rutas del comercio marítimo, el reforzamiento de la seguridad en la
frontera o el impulso de la jurisdicción de realengo frente al predominio de los señoríos. En el sur sobresale el
objetivo de integrar en el reino los territorios fronterizos frente a portugueses, castellanos y musulmanes. En
este caso, junto a las poblaciones realengas se utliza también a las órdenes militares, partcularmente a las que
habían nacido en León con Fernando II, como la Orden de Santago y la de Alcántara.
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13.2.5. Reino de Portugal.
Sancho I de Portugal (1185-1211), fue rey en una época marcada por la crisis social y económica del reino. En
1189 destruye el castllo de Alvor, importante base de la piratería musulmana en esa zona y poco después
conquista Silves. El éxito de las dos acciones militares permitó una mayor seguridad en el comercio internacional
que llegaba a Lisboa. Sin embargo, estos triunfos fueron un espejismo, ya que en los dos años siguientes los
almohades recuperaban Silves y arrasaron varias plazas fronterizas. Además, fenómenos climatológicos adversos
contribuyeron a la existencia de prolongados periodos de hambruna, que ayudaron al clima de inseguridad que
se respiraba. Y la guerra contra los leoneses fue otro factor coyuntural más que vino a agravar la crítca situación.
Frente a esta inestabilidad, Sancho I llevó a cabo una política foral coherente, intentado fomentar el
poblamiento de las zonas más expuestas a los almohades y leoneses con la fjación de los nuevos pobladores, en
algunos casos francos y famencos. En este contexto cabe situar también los progresos del realengo en las terras
fronterizas y la afrmación de la supremacía del poder real sobre los poderes señoriales laicos y eclesiástcos.
La conflictividad social tuvo un refejo evidente en el enfrentamiento entre la monarquía y una parte de la
aristocracia laica y eclesiástca. El hambre y la inseguridad social propiciaron la multplicación de crímenes, robos
y todo tpo de abusos, realizados en ocasiones por las propias autoridades concejiles. Los judíos y musulmanes
tampoco se libraron de este clima de inestabilidad social.
Al morir Sancho I le sucedió su hijo Alfonso II (1211-1223) que se enfrentó inicialmente a la oposición de sus
hermanos. El mayor de ellos, Pedro Sanches, encontró refugio y apoyo en el reino de León, tomando parte actva
en la guerra que se reanudó entre los dos reinos. Así, con la ayuda de tropas leonesas pudo entrar de nuevo en
territorio portugués. No obstante, sus aspiraciones de ocupar el trono de Portugal se vieron frustradas tras la
Guerra de Coimbra, entre Alfonso II de Portugal y Alfonso IX de León. La intervención de Alfonso VIII de Castlla,
actuando como mediador y el gran triunfador de las Navas de Tolosa, basó la tregua se basaba en el compromiso
por parte del monarca leonés de devolver a Alfonso II los castllos que habían pasado a su poder.
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Los derechos de Alfonso VIII sobre la Gascuña provenían de la dote concedida a su mujer Leonor por sus
padres los reyes de Inglaterra. Mientras Castlla estuvo inmersa en los problemas peninsulares y sin contacto
fronterizo con las terras aquitanas no tenía demasiado sentdo reclamar tales derechos, pero ahora la coyuntura
para la intervención de Alfonso VIII era propicia: estaba en paz con los reinos peninsulares, Inglaterra y Francia
mantenían un conficto en la zona y muere la suegra Leonor de Aquitania. Para preservar su independencia y
adquirir mayor seguridad frente a ingleses y navarros, los nobles y prelados más importantes reconocieron a
Alfonso VIII como señor de Gascuña. Sin embargo, eran regiones muy alejadas del epicentro del reino y
comprometdas en los problemas ultrapirenaicos, por lo que el fn de la guerra entre Francia e Inglaterra y la la
expiración de las treguas con los musulmanes aceleraron las negociaciones para la retrada castellana.
13.3.2. El ámbito occidental: Castilla, León u Portugal.
En el ámbito occidental las relaciones entre los tres reinos cristanos afectados tuvieron como punto de
referencia el reino de León, el único que tenía frontera con los otros dos. Por ese motvo, las relaciones de
castellanos y portugueses con los leoneses resultaron confictvas, mientras que entre Castlla y Portugal eran
relatvamente pacífcas. A Castlla le interesaba una buena relación con León, por lo que se concierta el
matrimonio de Alfonso IX de León u Urraca, hija de Alfonso VIII de Castilla. Al mismo tempo el rey de Castlla
armó caballero a su primo leonés y recibió su homenaje.
La situación de preponderancia en la que queda Castlla lleva a León a romper la paz estrechando lazos con
Portugal. Alfonso IX contrajo matrimonio con la infanta Teresa, hija de Sancho I de Portugal. Por su parte,
Aragón se había aliado con Navarra frente Alfonso VIII. Buscando el estrechamiento del cerco castellano, la
alianza leonesa-portuguesa consiguió el apoyo de Alfonso II de Aragón. Castlla se veía entonces rodeada por
todas partes, y con un recrudecimiento de la presión musulmana, se preparaba para la guerra. Sin embargo, el
Papa estaba empeñado en lograr la cooperación cristana frente al Islam. Con tal fn, envió un legado a España,
que consiguió la paz entre Castlla y Aragón y que Castlla devolviera castllos que se había apropiado de sus
territorios vecinos. Aprovechando la situación de debilidad de Castlla tras la derrota de Alarcos, León se alió con
los almohades para atacar Castlla, recibiendo la excomunión. Alfonso VIII se alía con Aragón, tomando
importantes castllos. Sancho I de Portugal también entra en León pero es derrotado.
En 1212, los reinos cristianos acordaban la paz y se preparaban para la guerra conjunta contra los
musulmanes. Mientras Alfonso VIII se ocupaba de la guerra contra el Islam el monarca leonés se dedicó a
recobrar las fortalezas leonesas en poder de los castellanos. El resultado victorioso de la campaña de las Navas
provocó la aceleración de las negociaciones entre Castlla y León para ejercer una acción junta sobre el Islam,
aplazando para mejor ocasión las cuestones fronterizas, que en muchos aspectos, quedaron sin resolución.
13.3.4. El enfrentamiento con los almohades hasta las Navas de Tolosa.
ES LO MISMO DEL TEMA 13 “EL EJÉRCITO ALMOHADE Y LA GUERRA CONTRA LOS CRISTIANOS”
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14. EL APOGEO DE LAS SOCIEDADES CRISTIANAS PENINSULARES EN EL XIII
14.1. EL REINO DE CASTILLA
Durante los meses posteriores a Las Navas Alfonso VIII conquista el castllo de Dueñas entre otras plazas. Sin
embargo, sufre una derrota gravísima cerca de Sevilla, por la que el gobernador de Córdoba depredó la región de
Toledo, haciéndose con un valioso botón de hombres y bienes. Es cierto que los toledanos sorprendieron a los
musulmanes recuperando parte de ese botn y haciéndoles un gran escarmiento, pero la situación de peligro
persista por el fanco oeste. Se fracasa en el intento de conquistar Baeza y se deja notar la sequía que difcultaba
llenar los graneros vacíos tras el esfuerzo de 1212. Ante tal situación Alfonso VIII frma la paz con los musulmanes
en 1214, prorrogada hasta que en 1224 Fernando II retoma la cruzada contra el Islam andalusí.
En octubre de 1214 murió Alfonso VIII, a los 58 años, y en el mismo mes murió también su mujer la reina
doña Leonor. Don Enrique I, de once años, requería la presencia de un regente. Para tal tarea se pensó en su
hermana mayor doña Berenguela, de 34 años, que ya había ejercido como reina de León y descolló siempre por
su diligencia, sensatez y entereza. Los primeros meses del nuevo reinado transcurrieron sin sobresaltos, pero
poco a poco fue madurando la oposición, formada por don Álvaro Nuñez de Lara y sus hermanos Gonzalo y
Fernando. Aquella, ante el temor de que las discordias degeneraran en la anarquía, decidió ceder, pero los
buenos deseos que inspiraron su renuncia no consiguieron conjurar los peligros.
En 1215 gobernaba Don Álvaro y atacaba a todo opositor. Sus ataques a la Iglesia le hicieron ser excomulgado
y obligado a resttuir cuanto había robado. Parte de la nobleza se coaligó contra él, entrevistándose con doña
Berenguela. Cuando muere el rey de un tejazo en la cabeza Doña Berenguela propone que el trono pase a su hijo
Fernando, que rondaba los 16 años. Hubo que vencer alguna difcultad porque la heredera legítma de Castlla era
doña Berenguela, y su hijo Fernando era el heredero de León (era hijo de doña Berenguela de Castlla y de Alfonso
IX de León). Fue considerado heredero del trono, hasta que el Papa declaró el matrimonio de sus padres nulo y
con eso la prole quedaba eclipsada de los derechos sucesorios. En 1217, superadas las difcultades, Fernando
heredaba el trono de Castlla. Tras su proclamación, debió de hacer frente a muy serias amenazas bélicas, contra
su padre, rey de León, y contra don Álvaro Núñez de Lara. Pacifcado el reino, entabló relaciones diplomátcas con
Roma, Barcelona y Jerusalén.
Conseguido todo lo anterior, Fernando III estuvo en condiciones de abordar el programa polítco de su
reinado: llevar a la práctca el ideal de cruzado. Nobles, prelados y maestres de las Órdenes parteron hacia
Andalucía, entre notcias de las disensiones de los musulmanes. saqueando Quesada. Batallaron por Jaén y
Granada, rescatando 1.300 cristanos cautvos. Alcanzaron el Guadalquivir y entraron en Córdoba, tomando
también Baeza. En 1230 recibe Fernando la notcia de la muerte de su padre, rey de León.
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14.3. EL REINO DE PORTUGAL
Portugal, inmerso en problemas internos, desaprovechará las oportunidades que brinda la descomposición
almohade. El reinado de Alfonso II (1211-1223) estuvo lastrado por conflictos entre el reu u los benefciarios de
los grandes señoríos, ya fueran laicos o eclesiástcos, y también por el enfrentamiento por el trono entre Alfonso
II u sus hermanas, Teresa (exmujer de Alfonso IX de León), Sancha y Mafalda, que gozaban de concesiones
testamentarias realizadas por su padre, Sancho I. Inocencio III medió en el conficto a fn de evitar desgaste entre
los cristanos, consiguiendo que después de las Navas de Tolosa los tres Alfonsos (reyes de Portugal, León y
Castlla) frmaran en Coimbra una tregua que suponía ayuda mutua contra el Islam.
A Alfonso II lo sucede su hijo Sancho II (1223-1247). Todo su reinado estuvo entorpecido por la tensión entre
la monarquía, interesada en rehacer los derechos reales y los grandes señores empeñados en mantener y
acrecentar los privilegios adquiridos. La oposición más fuerte la ejerció el alto clero, proclamándole hereje en el
concilio de Lyon de 1245. Finalmente el rey fue destronado y susttuido por su hermano Alfonso en 1247.
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altos valles fue sufciente para disuadir a los musulmanes de cualquier intento de establecimiento que cerrara la
salida. Finalmente, en el este, la vuelta de los hispani, que buscaron refugio al otro lado de la cordillera, creó una
zona liberada de la que muy pronto Barcelona será el centro. En todos los casos se produjo el mismo fenómeno
de polarización de fuerzas en torno a una autoridad, circunstancia que reforzó la individualización territorial y
propició el ejercicio de algunas funciones de soberanía. Los reyes hispanos, a partr del XI, legislan, acuñan
moneda, intentan territorializar leyes y comienzan a mostrar apetencias expansionistas.
En León, donde la infuencia gótca fue mayor, se produjo un considerable desarrollo polítco con la adopción
del ttulo real de los visigodos, la recuperación de los símbolos regios del protocolo de la coronación y la
vinculación cultural al inmediato pasado, cuyo elemento más signifcatvo es la aplicación del liber judiciorum
como norma jurídica. Sucesivamente, otros reyes adoptaron el ttulo, bien por atribución directa, como en
Pamplona, bien por concesión con motvo de repartos sucesorios, como tuvo lugar en Castlla a la muerte de
Sancho el Mayor de Navarra. En el territorio conocido posteriormente como Cataluña, se favorece la posición de
Barcelona a costa de los restantes condados catalanes, a los que se respeta su estructura feudal.
La aparición de estos reinos o condados no estuvo determinada por la existencia de diferencias raciales,
sociales o culturales evidentes. Así, la diferenciación entre territorios de lengua vasca y romance, no tuvo ningún
efecto polítco insttucional, por cuanto este territorio no alcanzó una organización polítca propia al estar
incorporado unas veces a Pamplona y otras a Castlla. La expansión de los primitvos núcleos de resistencia sólo
podía producirse en dos direcciones: a costa de los vecinos cristanos o extendiéndose hacia el Sur. La diferencia
de recursos humanos, polítcos y económicos fue decisiva en el desarrollo de la Reconquista al limitar los más
poderosos la expansión de los demás. De este modo quedó bloqueada Navarra. dirigiéndose al norte los Pirineos
y Aragón por el Mediterráneo. Sin embargo, Castlla llegará a ocupar las tres cuartas partes de la Península.
El proceso de concentración que tene lugar entre 1137 y 1230 puede considerarse como una consecuencia
inevitable del predominio de los enlaces matrimoniales entre los miembros de las familias reinantes. La doble
unión se realiza de forma distnta en una y otra corona: mientras en Castlla se producía la incorporación en unas
mismas Cortes de los procuradores de las ciudades de ambos reinos y el monarca no era considerado ausente de
un reino por estar en el otro; en Aragón las Cortes acabarán por convocarse de forma separada.
La diversifcación entre las coronas y reinos cristanos se constata en ciertos fenómenos, como por ejemplo en
la aparición de una diferenciación lingüística que no habrá de tener efectos polítcos hasta el momento de la
recepción de la doctrina romántca en la segunda mitad del siglo XIX: castellano, gallego y vasco en Castlla;
castellano y catalán en la de Aragón; y castellano y vasco en Navarra.
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Murcia y Granada). Por su parte, la Corona de Aragón se consttuyó como una entdad polítca plural en 1137, en
la que los reinos que la componen mantenen su personalidad propia: reino de Aragón y el principado de
Cataluña, a los que se unieron los reinos de Mallorca y Valencia, y distntos territorios del Mediterráneo.
La simbología real era muy clara: corona, espada, cetro, manto púrpura, trono; globo de oro en Navarra y
Aragón. La Iglesia sancionaba la entronización de un nuevo soberano con la celebración de algunos ritos. Un
obispo coronaba al rey en una iglesia o catedral, lo que simbolizaba la superioridad u la singularidad del reu. A
contnuación, el nuevo soberano juraba defender la fe cristana y la Iglesia, y gobernar conforme al derecho; a
cambio, recibía de la asamblea el juramento de obediencia. Por últmo, era consagrado por la unción real, tal
como David fue ungido por el profeta Samuel. Esos viejos ritos fueron cayendo en desuso en la Baja Edad Media.
La sucesión al trono se convirtó a partr del XI en hereditaria, estableciéndose el principio de primogenitura,
aunque algunos reyes lo contrariaron. A falta de herederos masculinos en la Corona de Castlla siempre se
reconocieron los derechos femeninos a la sucesión, no ocurriendo lo mismo en Aragón, donde las mujeres
únicamente podían transmitr tal derecho a su heredero. La mayoría de edad variaba de un reino a otro y a partr
del XIV los monarcas juzgaron conveniente que las Cortes de sus respectvos reinos jurasen a su heredero
mientras el rey estuviese vivo: así aparecieron los Príncipes de Asturias en Castilla, los Duques de Gerona en
Aragón y los Príncipes de Viana en Navarra.
El rey empezó a dictar leyes aplicables a todos sus territorios, generalmente de acuerdo con la asamblea,
aunque en Castlla gozó de más discrecionalidad. Del XI al XIII se multplicaron los fueros al crecer las ciudades,
orales primero, luego escritos, cada vez más largos y precisos. El primer paso hacia una uniformización jurídica se
dio en torno al XII con la consttución de familias de fueros, que eran complicaciones de costumbres locales y
privilegios reales. Con el Ordenamiento de Alcalá de 1348 triunfó defnitvamente el Derecho romano.
En Cataluña las limitaciones del poder real en el siglo XII partan de la organización feudal del Principado.
Ésta entraría en crisis en XIII aprovechándose la monarquía para benefciarse del renacimiento del Derecho
romano con vistas a recuperar su autoridad polítca sin cortapisas ni fraccionamientos, pasando de la limitación
feudal del poder real a la limitación pactsta más consensuada. Así el pactismo jurídico se va a dar sobre todo en
el terreno de la legislación y las leyes, recibiendo el nombre de constituciones, de forma que los monarcas se
comprometerán a no legislar sin el consentmiento de los barones, prelados, caballeros y representantes
ciudadanos del Principado.
En Aragón también se unifca el Derecho en los Fueros de Aragón, con Jaime I. En Navarra, en tempos de
Teobaldo I los naturales del reino se oponen a la llegada de consejeros extranjeros, por lo que el monarca pone
por escrito las bases que ordenan las relaciones del rey con los súbditos a través del Fuero General. Desde ese
momento, los monarcas se comprometen a aceptar y preservar los derechos de los navarros.
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