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R. SA35293 LA MUSICA CLASICA La Era de Haydn, Mozart y Beethoven Traduccién Celsa Alonso Prefacio Cualquier intento de etiquetar un periodo histrico nace de la observancia de los cambios sociales y del deseo de agrupar elementos similares, Indudablemente, es facil referirse a “El Renacimiento”, 0 “La Edad del Ruido", o “La Era del Virtuoso”, Obviamente, el riesgo de aceptar estas etiquetas reside en el convencimiento de que todo el mundo las interprete de la misma forma que nosotros. Cuanto mas remota sea la época objeto de nuestro estudio, mas facil es considerar en bloque cientos, incluso miles de aftos, mientras que cuanto mas reciente sea dicho periodo, el conocimiento de los detalles nos ayudar a no mezclarlo todo, por decitlo asi, en | un mismo saco, Una prueba de este proceso se encuentra en los titulos de Jos libros que constituyen la coleccién Introduccion a la Historia de la Miisica, de la que | forma parte la presente obra. Asi, los primeros cuatro voltimenes llevan titulos que | connotan una especie de cualidad: Medieval, Renacimiento, Barroco, Clasico. F] quinto volumen, que se titula Musica Roméntica, parece seguir la misma idea, pero el subtitulo lo relaciona inexorablemente con la Europa del siglo x1x; mientras, e] iltimo volumen, siisica del siglo XX, presenta un subtitulo mas clarificador “Una historia def estilo musical en la Europa y América modemas”. No me parece conveniente aplicar el término “clasico” a la mGsica porque la utili- | zaci6n generalizada del mismo ha ocasionado una considerable confusi6n respect a su significado. Ningdin intento de definir el término y sus connotaciones puede eli- minar su inherente ambigiedad. Sin embargo, en {os diltimos cincuenta afios se ha producido tal avance en el estudio de la vida artistica del siglo xvi, que actualmen- te poseemos un conocimiento de esta época sin paralelo respecto a ningtin otro periodo. Ni siquiera ef propio siglo xvit se conocié tan bien a si mismo como noso- tros lo conocemos ahora. Incluso los pormenores.y detalles que desconocemos se compensan con nuestra concepcién global de la época y nuestra vision sintética de la unidad que subyace en todas sus actuaciones, Cuanto mas progres nuestro cono- | cimiento, menos til se nos presenta el término, y los investigadores han tratado de paliar su sentimiento de culpabilidad, respecto a los malentendidos que la termino- logia ha perpetuado, insistiendo en conceptos como “Rococo”, “Pre-clasico"o style i 8 PREFACIO galant, y subrayando aquellos elementos que fos distinguen de {0 “clisico". Tales subdivisiones, a pesar de no estar atin desgastadas por el uso, tienen una utilidad limitada pues, o bien son demasiado restrictivas, o bien excesivamente amplias. Sin embargo, no podemas referimnos sencillamente a la mésica del siglo xvut, ya que un titulo asi oscureceria uno de los hitos mis grandes y mas relevantes de los diltimo: quinientos afios en misica: ef cambio generalizado que se aperd en el seao de tos ideales musicales, en la etapa de transito al perjodo que hemos denominado clisico. La configuracién del presente volumen es el resultado de este dilema: emo pode- mos reconocer que un perfodo de aproximadamente cien afios posee una cierta uni- dad, que supera barreras geograficas y temporaies, sin ignorar que ef ritmo det cambio operado en las artes en dicho lapso de tiempo es, a] mismo tiempo, rapido y constan- te?, Para responder a este dilema, hemos de reconocer que casi todas las afirmaciones vertidas en este libro o en cualquier otro necesitan ser refrendadas por algin dato o elemento concreto, En otras palabras, debiamos encontrar una forma de analizar sepa- radamente la mésica de 1740 y la de 1780, de manera que el lector pudiese apreciar un desarrollo estilistico. De ahi surgié la decision de dividir el libro en arbitratios perfodos de veinte afios y, por ese motivo, he intentado asegurarme de que en cada secci6n s6lo se analicen partituras de esa épova, Como era de esperar, esta consideraci6n ha plan- ceado dificultades a la hora de datar las obras, pero creo que la idea es acertada. Ba aquellos capitulos que abordan la obra de esos grandes compositores, cuyos nombres figuran tan Ilamativamente en el subtitulo del presente volumen, la tentacién de ignorar una periodizacion arhitraria fue irresistible: el viaje de Mozart a Viena en 1781 y la muerte de! principe favorito de Haydn en 1790 fueron acontecimientos tan importantes en el discurtir de las vidas de estos hombres, que no podfan ser ignorados. Dentro de las oportunas secciones hist6ricas, he intentado seguir un modelo coherente en el tratamiento de los materiales, teniendo en cuenta que un libro de esta naturaleza ha de ser til para méltiples propésitos. Conffo, sin embarga, en que el lector sea capaz de rastrear, por ejemplo, la historia de la sonata para piano, o de la mGsica de cémara, 0 el desarrollo de la respuesta filos6fica ante la misica, 0 el de la edici6n musical, consultando sucesivamente los capitulos mas relevantes al re: pecto. Al mismo tiempo, el libro puede utilizarse para estudiar a fos “grandes com- positores”, no s6lo Haydn, Mozart y Beethoven, sino también aquellos menos “gran- des" como C. P. E, Bach. Tal planteamiento necesariamente entrafa ciertas repeticio- nes, que espero no sean demasiado molestas. Desde la primera concepcién de este libro, aceptamos que Ia actitud esencial hacia fa mGsica def momenta debja tener en cuenta no sélo a los grandes compost tores, cuyos nombres son conocidisimos y cuya musica se convittié en los cimientos sobre los que se apoyaron compositores posteriores, sino también multitud de com- positores menores, Kleinmeister que alcanzaron cierta fama en vida, pero a los que fa posteridad no ha tratado justamente. No cabe duda de que un conocimiento mas amplio de la composicién musical en cualquier sociedad ayudara a definis mejor aquellos elementos que hacen al arte de los grandes maestros superior al de sus contemporineos de segunda fila, No es la obta de Haydn o de Beethoven la que define fa grandeza particular de Mozart; ese tipo de comparaciones pone de mani- PREFACIO, 7 fiesto también las diferencias, Tampoco puede obtenerse ninguna respuesta a la per- sistente y eterna pregunta: “si su superioridad es tan evidente para nosotros, ¢por qué no apreciaron sus contemporineos la calidad de Mozart (o de Haydn)?”. Unica~ mente a través del conocimiento de obras como L’Arbore di Diana 0 Una Cosa rara de Martin y Soler, o II Matrimonio segreto de Cimarosa, podemos apreciar Io lejos que estaba Mozart del gusto de la mayoria de los vieneses, particularmente de los cortesanos. Démosle la vuelta a la cuestién: all donde Cimarosa y Martin y Soler representan el gusto de fa época, ¢cmo no percibir en el Mozart maduro algo per- versamente complejo y pesado? Somos muy afortunados si tenemos en cuenta que el gusto de nuestra época ha dado en revivir un interés por el arte del siglo xvi, de un modo que, hace cincuenta aos, parecia imposible. Esta historia ha tenido en consideraci6n la obra de muchos maestros de segunda fila. Nuestra posici6n es privi- legiada y nos permite comprobar lo enormemente rica y variada que era la vida musical de la sociedad del siglo xvi, desde el punto de vista temporal y geografico. He planificado la esteuctura de este fibro para ser fiel a lo que entendi era la res- ponsabilidad del autor: satisfacer las necesidades de una amplia variedad de lecto- res, Desgraciadamente, no hay erudicién histérica que pueda responder a las pre- guntas que més nos gustaria plantear, contandonos de forma precisa cémo tradujo Mozart a sonidos reales sus ideales sobre la interpretacién pianistica, 0 cémo la orquesta de Mannheim, bajo la direccién de Johann Stamitz, articulaba las notas de la partitura, El mundo de la interpretaci6n se ha desarrollado tan rapidamente, ha sido objeto de tantas sevisiones, se ha convertido en algo tan especializado, incluso personalizado, que he juzgado mas adecuado no aventurarme en aguas turbulentas. Naturalmente, hay referencias a las fuentes mas importantes de la €poca En cuanto al estudio de las composiciones, no he intentado desarrollar un méto- do particular de andlisis. Tratindose de una época en la que el compositor intentaba con frecuencia expresar rasgos individuales en cada obra, he intentado aislar tales elementos, de forma que se pueda apreciar la personalidad de cada obra, En un principio, la oportunidad de escribir un libro com éste parecia un sueiio, Como en tantas otras cosas en la vida, la realidad fue a menudo menos gratificante, pues la plasmacién de lo general supone inevitablemente el sacrificio de detalles importantes, y porque la palabra escrita no es el medio mas adecuado para desen- trafar una obra de arje. La senda infernal se hizo mas llevadera gracias a los muchos amigos siempre dispuestos a interpretar el Virgilio de mi Dante, y cuya sabiduria y amables respuestas aproveché en muchas ocasiones, a lo largo de los afios, mientras ellos proseguian con su trabajo, Entre estas personas debo mencionar a Elaine Adait, Jane Baldwin, Jeffrey Stokes, James Whitby y, muy particularmente, a Dillon Parmer y John Glofcheskie, que leyeron el manuscrito completo. A Barry Brook, Lewis Lockwood y Bruce MacIntyre, a quienes profeso una gran gratitud por sus valiosos consejos, pues consolidaron partes del trabajo que eran demasido endebles y sugi- rieron la reducci6n de otras demasiado exuberantes, pero, sobre todo, por su énimo. Colegas cuya ayuda y apoyo fueron incansables y aceptadas con agradecimiento, incluso cuando ni siquiera eran conscientes de que estaban ayudéndome, como Terence Bailey, Sandra Mangsen, Don Neville, Richard Semmens y Robert Toft 10 PREFACIO {QUE agradecimiento puedo expresar a Claire Brook, mi editora, que otros no hayan hecho ya mucho ms elocuentemente?

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