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En las Fuentes de Contaminación, no se incluye las zonas de actividad minera ilegal e informal,
ni mineroductos u otros componentes de la mina, tampoco sitios contaminados, ni pasivos
ambientales mineros (PAM), ni áreas destinadas a actividades agrícolas y ganaderas de
importancia para la canasta familiar.
En la parte final de éste punto se debe agregar, respecto de los PAM, que su tratamiento debe
realizarse de manera intergubernamental e intersectorial. Con respecto al Laboratorio
Toxicológico, hay que establecer que debe brindar todas las garantías para que la población
afectada tenga confianza en los resultados que brinda, por el descrédito que se ha generado
en el accionar del Estado.
Encontramos que el sector funciona distribuido por estratos, niveles y áreas funcionales que los
va fragmentando y poniendo en riesgo una gestión articulada, unitaria, representativa, nacional
y descentralizada. La propuesta no visibiliza estrategias y acciones que permitan superar esta
fragmentación y dispersión de esfuerzos.
Desarrollar las acciones públicas que garanticen o satisfagan las aspiraciones de salud de estas
poblaciones, cumpliendo sus objetivos de promoción y protección de la salud de las personas,
familias y comunidades.
Todavía es solo una posibilidad remota, garantizar la articulación y acción de los otros sectores
en cuanto a las determinantes sociales y ambientales de la salud, a participación directa de las
organizaciones de poblaciones expuestas y/o afectadas (Equipos de monitoreo comunitarios,
organizaciones comunales de salud, agentes comunitarios de salud).
No está claro la identificación exacta de las localidades afectadas y cuáles serían las
comunidades priorizadas para iniciar el proceso de atención de afectados. Esto también
evidencia, los distintos tratamientos que viene dando el MINSA a grupos de afectados en las
variadas zonas del país; cada localidad, recibe un trato diferente, que no está en relación a la
gravedad o intensidad del riesgo.
Se necesita re-organizar la estructura del sector salud de acuerdo a las zonas de mayor
exposición y riesgo a metales tóxicos y otras sustancias contaminantes del ambiente, para la
gestión territorial de la atención integral de la salud. Los protocolos de atención clínica deben
estar restringidos a los niveles de referencia puntual de un solo elemento o sustancia toxica.
En las localidades afectadas se debe acoger la estructura para modelo del cuidado primario de
la salud integral sobre esto:
- Que este fortalecimiento este orientado a una política de cuidado integral de la salud y
no solo a la atención clínica intramuro.
- Que se cumpla con el fortalecimiento de las capacidades para el cuidado integral de la
salud.
El foco de atención del MINSA está referido a los pacientes, identificados a partir de ciertos
valores de referencia (niveles críticos para cada metal). Se entiende que, estos son puntos de
referencia para proceder con la atención al paciente, los que serán definidos por los resultados
de los dosajes, a partir del cual se aplicarán los protocolos y guías de atención establecidos
según niveles de metales tóxicos en el cuerpo (sangre, orina).
Sabemos que el caso de estas personas afectadas es una toxicidad crónica y que la toxicidad
crónica es la que tiene efectos tóxicos no detectables en la persona; pero que, cuando se hacen
los estudios de cohorte o estudios ecológicos, sí se detectan correlaciones (con la violencia,
coeficiente intelectual, motricidad y otros) que se catalogan como daños producidos por esos
niveles de contaminación no detectables.
Entendemos que en los casos crónicos, las personas expuestas a metales pesados y otras
sustancias químicas, no presentan manifestaciones clínicas; es decir, son sub clínicas, por lo
que es difícil de identificar con seguridad su intensidad y los periodos de afectación, porque son
una pandemia silente. Sin embargo, generan niveles de discapacidad progresiva o problemas
de salud irreversible, motivo por el que consideramos, aún no se les estaría dando una atención
oportuna y suficiente. Esta norma y su aplicación, tal como están propuestas, no aseguran
resolver estos temas.
Por eso consideramos que la estrategia propuesta, es una evasión al problema, se cumple con
la ley pero no resuelve la atención de todos y todas las personas expuestas, porque esta
propuesta normativa está más asociada con los procedimientos de una intoxicación aguda,
desde un paradigma biologicista (que es insuficiente para entender a la persona y al proceso o
estado de salud y enfermedad); por lo que, eluden el abordaje para resolver la afectación
crónica, no solo de la personas, sino también de la familia y comunidad.
Por otro lado, si los dosajes que se realizan periódicamente por el MINSA, se encuentran al
margen del cumplimiento de los criterios y parámetros de un muestreo estadístico adecuado,
será difícil que, con estos resultados, logremos inferir sobre la población (las muestras no son
tomadas de manera aleatoria, y el número de personas dosadas son insuficientes como para
asegurar estadísticamente su extrapolación de resultados hacia toda la población local).
Además, los entendidos dicen que, no hay evidencias respecto al manejo de intoxicación
crónica a metales pesados y otras sustancias químicas, lo único que reporta la literatura es el
manejo de intoxicación aguda. También en el Perú, si bien el plomo es el elemento más
estudiado y se realizan dosajes periódicos, un poco más frecuentes, debemos entender que
junto con el plomo se encuentran muchos otros metales en el cuerpo de la persona, tal como
se hallaron en los distintos estudios realizados; sin embargo, tampoco el dosaje de plomo o los
resultados encontrados no los tenemos aún a disponibilidad en el momento oportuno.
Por tanto, si consideramos que la política del Estado procura siempre lograr el bienestar de las
personas y el desarrollo sostenible, es necesario actuar con enfoque de riesgo y aplicando el
principio precautorio.
Cuando hablamos de la salud integral, tenemos que considerar el contexto socio económico
político de cada localidad afectada o con población susceptible, con el propósito de reducir las
externalidades sociales y ambientales de las empresas extractivas mineras y de hidrocarburos.
Caso contrario, las recetas que se están proponiendo serán insuficientes e incluso, pueden ser
peores que los daños que están sufriendo las personas con niveles altos de exposición.
Al interno del MINSA, aplicar las estrategias de intervención más allá de las prestaciones, para
hacer posibles las condiciones de acceso universal a la salud y cobertura universal de salud,
será necesario superar las limitaciones institucionales de los sistemas de salud, generalmente
caracterizados por la segmentación de los sistemas de cobertura y la fragmentación de los
servicios. Tampoco asegura el servicio oportuno y eficiente de laboratorio químico toxicológico
para todas las regiones priorizadas para la atención.
Se mantiene el riesgo de que, el acceso a los servicios de salud sea, a lo sumo, para las
personas que tienen capacidad económica (los servicios de salud responden de acuerdo a la
capacidad de gasto de la persona o familia), o una vinculación particular directa con algún
nosocomio.
Por ende sobre el financiamiento y la prestación de los servicios de atención integral debiera
aclararse en el objetivo y las estrategias, que las entidades prestadoras de servicios de salud,
no sólo sean empresas privadas, sino el propio aparato de salud del Estado, quienes brinden
la atención integral de salud a la población expuesta a contaminación por metales pesados. El
riesgo es que se busque asegurar el presupuesto de atención sólo a través de éstas entidades
prestadoras privadas, que podría mantener un círculo de intereses. Debería aclararse que
implica la generación de mecanismos de financiamiento alternativos al Tesoro Público, si
implica sólo aportes de privados.
Los pasivos ambientales mineros son vistos como un activo económico por parte de la unidad
minera vigente. Aun cuando, los pasivos ambientales mineros constituyan un grave riesgo para
la salud de la población, no hay suficientes límites para quienes crean condiciones negativas
para la salud de las personas. Es decir, se dilata la intervención para el tratamiento de los
pasivos ambientales mineros bajo la excusa o interpretación de que son activos mineros y están
esperando una oportunidad tecnológica para extraer todavía de ellos los minerales que sirven
para comercializarlos en el mercado; hasta tanto, estos siguen constituyendo un riesgo para la
salud, la calidad de vida y el estado de bienestar del poblador local vulnerable, atentando contra
su bienestar físico, mental y social.
Es muy importante en este lineamiento que se señale que para la gestión del riesgo y la
prevención del daño a la salud no solo se puede fortalecer la intervención integrada al interior
del MINSA sino que se debe establecer una actuación estatal trans-sectorial e
intergubernamental con participación ciudadana, motivo por el que debe trascender la actuación
del MINSA .
RED MUQUI