Universidad Pontificia Bolivariana.
2018 fetichizado de lo que vulgarmente denominan
Juan Sebastián Ocampo Murillo.
Grupo de estudio: Sociología, materialismo
histórico y teorías críticas.
Claves para leer y entender El Capital Libro I.
I. El sentido histórico del capital
A pesar de las interpretaciones más tardías de
Marx, gestadas en el seno de la II Internacional
obrera (1889-1814), la obra magna del pensador
alemán no es un libro de historia. Si bien Marx
partió del supuesto de que el carácter del
capitalismo es el de un modo de producción
histórico que se desenvuelve bajo ciertas
condiciones sociales que no deben perderse de
vista, lo que intentó fue esbozar un método para
poder afrontar de una manera crítica aquellos
fenómenos insertos en el trasegar histórico a
manera de abstracciones.
Evidentemente, la máxima de “no hay mejor
práctica que una buena teoría”, no dista de nuestra
realidad como historiadores. Las abstracciones que
plantea Marx van más allá de la concepción clásica
de éstas, pues -a diferencia de lo que puedan
elucidar los materialistas mecanicistas-, las
abstracciones marxianas no son representaciones
mentales (val el pleonasmo) que parten de un
ejercicio de intelección hacia categorías
generalizantes (no son el signo de un árbol que
direcciona hacia tal concepto),más bien, son
realidades abstractas que fungen y operan sobre
nuestro mundo y que, por fuerza de la ideología de
las clases dominantes que opaca la comprensión de
la historia. Se yerguen como categorías sociales
reales/naturales.
Los pensamientos más reaccionarios nos han
querido hacer creer que el mundo en el que vivimos
es el mejor de todos los posibles (emulando la
fórmula leibniziana: Dios edificó la creación y la
dejó al albedrío de hombre aparentemente
racionales), siempre nos han hecho creer que las
categorías de su pensamiento hegemónico, que
vician e infestan un análisis materialista de la
realidad, son eternas, inmutables y un monumento
incólume al paradigma excluyente de progreso que
han monopolizado, por fuerza del capital y de los
regímenes de verdad. En un insulto a nuestro
intelecto, nos han hecho creer que las prácticas
capitalistas han existido siempre y, peor aún, en un
insulto a nuestro intelecto, la catedral de idiotas que
se reúne alrededor del tótem de la falsa libertad
burguesa defiende todos los oprobios bajo el ídolo
“naturaleza humana”. Podemos dimensionar la
naturaleza del capitalismo sobre tres momentos
históricos:
1. La acumulación originaria de capital:
saqueo, hurto, conquistas, apertura de
mercados y liberación de mano de obra
explotada.
2. El ser humano se posiciona inerme ante el
aparato económico, pues e haya libre de
los medios de producción para procurarse
su sustento inmediato. Se extinguen
campos y bosques comunales y se agudiza
la división social del trabajo.
3. Asimismo, el hombre, al no tener vínculos
de sujeción, como el del amo y el esclavo,
o el del siervo de la gleba a su señor, se
haya “libre” de emplear lo único que le
queda: su fuerza de trabajo, su vigor, su
espíritu y su juventud fisiológica.
II. La mercancía: condición primera y
última de existencia del capitalismo
En el sistema capitalista, desde que se fraguó en los
burgos europeos a finales del siglo XIII y se fue
consagrando cono el non plus ultra del modo de
operatividad de la vida tras el descubrimiento del
oro y la plata americanas, se ha hecho cargo de
dirigir todos sus esfuerzos hacia el intercambio de
bienes. Ello no quiere decir que en la Antigüedad o
en la Edad Media no hubiese habido cambio de
productos entre provincias de un gran imperio,
comarcas, aldeas o entre los propios aldeanos, pero
esto no era lo usual; por lo general, la división
social del trabajo era irrisoria y tenía un tinte de
insipiencia y primitivismo. La constante era que las
familias, clanes y los mismos jornaleros itinerantes,
se procuraran dentro de un mismo espacio de
acción todo lo que precisaban para su día a día, por
otra parte, no había forma de determinar el precio
de un producto más que por las tarifas (palabra que
solo entra en juego en el siglo XVI) de cada rincón
del orbe.
Solo en el intercambio nos damos cuenta que la
mercancía, en términos hegelianos, es la unidad de
dos manifestaciones, la forma homogénea de dos
naturalezas: el valor de uso y el valor de cambio:
a. Valor de uso: se refiere a las propiedades
físicoquímicas de un producto. La silla es
de madera, en ella me puedo sentar, esa es
su utilidad. El valor de uso debe ser social,
pues, en el sistema capitalista, nadie
produce en soledad, ni hace el esfuerzo
 por desarrollar valores de uso sin
demanda social o significado cultural.
b. Valor de cambio: acá no importan las
propiedades físicas de la materia, como
bien adujo Hegel, y Marx muy
inteligentemente releyó, el ser humano no
puede quebrantar el mundo de las leyes
naturales, pero si puede mediar entre este
y los hombres para la consecución de fines
universales. Este es el carácter social de la
mercancía, el que permite que se ponga en
frente de otras mercancías para ser
cambiada.
III. Trabajo concreto y trabajo
abstracto.
Ahora bien, ya conocemos la doble naturaleza de la
mercancía, la unidad dialéctica entre la
contradicción natural y “espiritual” (social). Pero,
realmente, ¿qué es lo que imprime el valor a las
mercancías? Antes de Marx, economistas
burgueses pensaban que el valor de la mercancía
estaba determinado por su propia naturaleza
intrínseca; esto es una aseveración ridícula, pues
ería equiparable a afirmar que el valor de las cosas
no lo determinan las relaciones sociales sino una
utilidad abstracta y natural. Según esa lógica, un
diamante valdría menos en un desierto que un vaso
de agua, o un hombre elegante pagaría menos por
un traje que un vagabundo porque le requiere con
menos urgencia. Esto es una robinsonada, así,
como Daniel Defoe plasma en su obra, Robinson
Crusoe no crea valores, crea solo cosas útiles. Por
otra parte, los economistas clásicos arguyeron que
el valor es credo por el trabajo, pero no dieron el
paso hasta hablar del trabajo social global, pues la
aserción de estos acaecía en que las relaciones
sociales eran naturales, se cosificaba el contexto
histórico de la mercancía.
Finalmente, para Marx lo que le da valor a la cosa,
lo que hace que supere su ser para-sí, su mismidad
y trascienda al ámbito social, es el tiempo de
trabajo socialmente necesario para producir un
valor de uso cualquiera, bajo las condiciones
normales de producción existentes en la sociedad y
con el grado social medio de habilidad e intensidad
del trabajo.
a. Trabajo concreto: es la mediación entre el
hombre y el mundo de la naturaleza.
Mediante este trabajo se crean los valores
de uso. Es cualitativamente diferente a los
otros trabajos.
b. Trabajo abstracto: en el cambio se hace
abstracción del valor de uso de las
mercancías. Estas se igualan como
valores. En tanto que las mercancías se
igualan como valores, se abstrae
fácticamente de la particularidad del
trabajo que las produce, por tanto, solo
vale ahora como trabajo abstracto que
crea valor. En otras palabras, el trabajo
abstracto se refiere a la característica
social del trabajo, que iguala todos los
trabajos privados y concretos al
intercambio, esto se da más allá de la
voluntad de los poseedores de mercancías
implicados.
Para Marx, a diferencia de los clásicos, el trabajo
humano no solo es la base de toda la vida social,
pues, satisface las necesidades dadas en un período
histórico, sino que es permite la existencia de una
estructura compleja donde cada individuo está
obligado a seguir sus dictámenes so pena de caer en
desgracia y en ostracismo social.
IV. Forma del cambio M-D-M
Los seres humanos, en el modo de producción
capitalista, se enfrentan ante el mundo del
intercambio como poseedores de mercancías con
valores de uso diversos. Supongamos que la
producción de 1 libra de centeno, debido al
contexto técnico de la época y del lugar,
corresponde a 5 horas de trabajo socialmente
necesario, mismo tiempo en el que el fabricante de
fósforos produce 2 cajas.
Como podemos observar, son dos mercancías
físicamente diferentes, pero en la praxis social se
igualan estos valores de uso en la forma abstracta
del trabajo social. Vamos a determinar la educación
de la siguiente manera tiempo de trabajo (a) = x 
y
5 horas de trabajo= 1 libra de centeno -> 2 cajas de
fósforos.
Esta expresión del valor de una mercancía con la
ayuda de otra mercancía se llama “forma del
valor”. En nuestro ejemplo, la libra de centeno
constituye lo que llamaremos “valor relativo”, la
mercancía que la refleja de algún modo, que le sirve
de medida, equivale a lo que se denominará “forma
equivalente del valor”. Este se encuentra
representada en nuestro ejemplo por las dos cajas
de fósforos.
Las distintas formas del valor simple nos llevan a
una nueva forma del valor llamada forma total o
desarrollada.
5 horas de trabajo= 1 libra de centeno= ½ libra de
papas ó 2/3 litro de petróleo ó ¼ vara de tejidos.
La diferencia crucial entre las formas simples y
totales del valor -básicamente -tiene que ver en el
hecho de que la forma total del valor expresa y
representa una realidad social: cualquier trabajo
concreto se tiene que enajenar en la forma universal
del trabajo abstracto, que, de una forma u otra, es
indiferente al creador del valor. El trabajo del
campesino que sembró el centeno, no solo se pone
al lado del fabricante de fósforos, sino de un
número infinito de trabajos concretos que aparecen
en el mercado como un crisol único, sin hombres
particulares.
V. Funciones del dinero, mercancía
dineraria, equivalente general
La primera función del dinero consiste en ser
medida universal del valor para todas las
mercancías. Por ende, el valor de cada mercancía
se puede expresar como determinada cantidad de
dinero. Hay que recordar que las mercancías son
valores como cristalización de la sustancia común
a todas, el trabajo abstracto.
Para Marx, las mercancías son, de manera
inmediata, productos de trabajos privados aislados
e independientes entre sí, que a través de su
enajenación en el proceso de intercambio privado
se tienen que confirmar como trabajo social
general, esto es, el trabajo, sobre la base de
producción de mercancías solo se llega a ser trabajo
social mediante la enajenación universal de los
trabajos individuales.
Por tanto, el tiempo de trabajo generador de valor
(o la cantidad de trabajo abstracto) no se puede
medir de forma pretérita, sino, por el contrario,
durante el proceso del cambio, todas las mercancías
deben de ser referidas a otras, ergo, esta medición
solo se puede efectuar por vía del dinero.
La segunda función del dinero es la de ser medio
de circulación que actúa de intermediario en el
proceso de cabio efectivo de las mercancías
individuales. En este proceso de cambio, que solo
es posible por la división social del trabajo, nuestro
sembrador de centeno puede intercambiar su
trabajo que no es un valor de uso para él en una
silla, así, intercambia sus 5 horas de trabajo social
por 50 pesos y compra el trabajo del que fabricó la
silla por sus 50 pesos. A esto le llamaremos
metamorfosis de la mercancía (M-D-M).
En su tercera forma el dinero funge como dinero
real. Esto suena tonto, pero trae nuevas
implicaciones. Mientras que las mercancías
individuales representan su existencia material un
determinado valor de uso y su valor (la riqueza
abstracta), solo puede estar figurado en ellas el
dinero real que es la existencia material de la
riqueza abstracta. Lo que hace las veces de dinero
actúa en su existencia material inmediata como
cosa de valor. Como tal cosa de valor puede
cambiarse en todo momento por cualquier
mercancía, transformarse en cualquier valor de uso.
Nota: durante mucho tiempo este equivalente
general recayó en el oro. Además de tener valor de
uso y valor de cambio tenía valor nominal. Ello se
debía a sus propiedades físicas. Es maleable,
fraccionable y se puede transportar fácilmente.
5 horas de trabajo= 50 pesos de oro
-2 libras de centeno. ½ libra de papas- 2/3 litro de
petróleo.
VI. Reticencias metafísicas y argucias
teológicas, el secreto del fetichismo de la
mercancía
El fetichismo de la mercancía es el poder de las
cosas sobre los hombres. Para Karl Marx, de la
misma forma en la que el primitivo adoraba un
ídolo (o fetiche) que regía su vida de forma
extrincecista, a pesar de que era un objeto fabricado
por sus manos, el hombre civilizad que vive en una
economía que lo rebasa depende de las cosas que
ha hecho. En el primer caso, basta con transformar
al salvaje en un hombre culto para que el fetichismo
desaparezca, sin embargo, aunque el proletario
supiera que es explotado y que detrás de los bienes
de consumo existe toda una historia previa de
trabajos humanos concretos, no bastaría para
superponerse al fetiche, pues este no es un
problema de conciencias individuales unidas por
una intersubjetividad.
Para Marx, pareciera como que la mercancía es una
cosa sensible, ordinaria, pero, en el momento en
que se transforma en mercancía se convierte es una
cosa sensiblemente suprasensible. Las personas
imbuidas dentro del fetichismo de la mercancía
aseguran que la objetividad del valor de la
mercancía se puede aprehender por ella misma (es
una objetividad espectral), no obstante, no atisban
ninguna sospecha de que el valor de la mercancía
solo se puede ver representado en otra mercancía,
que por su parte vale como encarnación inmediata
del valor.
Según este pensador, la igualdad de los trabajos
humanos asume la forma material de igual
objetividad de valor de los productos de trabajo, la
medida del gasto de la fuerza de trabajo humana
asume la forma de la magnitud del valor de los
productos del trabajo y, finalmente, las relaciones
entre los productores, en las que se activan esas
determinaciones sociales de sus trabajos, asumen la
forma de una relación social entre los productos de
trabajo. Por tanto, lo misterioso de la forma
mercancía consiste simplemente en que les refleja
a las personas los caracteres sociales de su propio
trabajo como caracteres objetivos de los productos
del trabajo mismo, como propiedades sociales
naturales de las cosas.
Empero, pareciera que las relaciones no son entre
personas sino entre cosas, entre productos de
trabajo, Los productos de la mente humana
adquieren autonomía de sus creadores.
VII Capital, plusvalía y explotación
Forma del intercambio D-M-D+d.
La concatenación de procesos de intercambio para
acrecentar la suma del valor inicial es lo que
llamaremos “capital”. El capital no es simplemente
valor, sino valor que se valoriza, es decir, una suma
de valor que pretende acrecentar su primer estadio.
Su fin no es satisfacer necesidades por el cambio de
valores de uso como la forma M-D-M.
El capitalista ofrece dinero al obrero, el obrero debe
vender su fuerza de trabajo que es una mercancía
por su misma. La fuerza de trabajo es la única
mercancía que produce valor. Cuando se trabaja,
cuando se actúa sobre la naturaleza exterior, el
obrero gasta cierta cantidad de fuerza muscular
nerviosa (incluyendo la fuerza cerebral), cierta
cantidad de energía, etc. Para conservar su fuerza
de trabajo tiene que reconstruir cada día la fuerza
gastada. Para ello necesita consumir cierta cantidad
de medios de existencia, le hace falta una vivienda
con algunos muebles, vestido. Además necesita
mantener a su familia material y culturalmente.
Por otra parte, también existen obreros que están
socialmente cualificados para algunas tareas. El
valor más elevado de la fuerza de trabajo que está
más calificada, no se entiende únicamente por la
superioridad cultural del proletario cualificado. Es
preciso tomar en cuenta el tiempo de trabajo
socialmente necesario que requirió para ahondar en
su aprendizaje. Además, la ulterior
profesionalización también exige un nivel de
cultura y bienes culturales más elevados para el
obrero. El valor de todos estos medios de existencia
constituye el valor de la fuerza de trabajo.
Ahora bien, la plusvalía es el excedente de valor
que el obrero crea mucho más allá del valor de su
fuerza de trabajo. Marx llama tiempo de trabajo
necesario al tiempo durante el cual el obrero
reproduce el valor de su fuerza de trabajo. Por otro
lado, el tiempo de trabajo suplementario es e
tiempo durante el cual crea la plusvalía. El
capitalista, poseedor del dinero, compra la fuerza
de trabajo y hace uso del valor de uso que ha
comprado.
4 horas necesarias 4 horas de plusvalía
para la reproducción
de la fuerza de trabajo
8 horas = reproducción del trabajo social.
La tasa de la plusvalía se calcula:
P= Trabajo excedente/trabajo retribuido= 4/4= 1 y
en porcentaje 100%
Este porcentaje representa la cuota de la plusvalía
o la cuota de explotación.
VIII Capital constante y capital variable
Se llamará “capital constante” a la parte del capital
que se transformará en medios de producción, es
decir, materias primas, materias auxiliares y
medios de trabajo. Esto no modifica el valor del
proceso de trabajo.
En cambio, la parte de la capital transformada en
fuerza de trabajo cambia el valor del proceso de
producción. Reproduce su propio equivalente y un
excedente, una plusvalía que puede varias y ser más
o menos grande.
C+v+p= valor de la mercancía.
Capital constante + capital variable + plusvalía-
Lo que hemos expresado antes en horas de trabajo,
ahora lo valor a expresar en dinero.
50 c + 30 v + 20 p
Plusvalía= 20
Cuota de plusvalía= 20/30 = 0.67 ó 67%
Cuota de ganancia= p/ c + v
20/ 50 + 30 = 0.25 o 25% x1-
Plusvalía absoluta: extensión de la jornada laboral
4 horas 4 horas 2 horas
Cuota de plusvalía = 6/4 = 150%
Plusvalía relativa: aumentar la plusvalía sin Reproducción simple del capital o el erro de Smith.
aumentar las horas laborales. Esto se logra
tecnificando el proceso y haciendo que el tiempo Constante Variable Plusvalía
necesario disminuya:
100 100 100
2 horas 2 horas 4 horas
productivas excedente excedente 100 100 100
Cuota de plusvalía= 6/2= 300% 100 100 100
Esto se logra aumentando la productividad, MOMENTO MOMENTO MOMENTO
haciendo que el valor de la fuerza de trabajo 1 2 3
disminuya.
Se puede lograr de varias maneras:
a. Exacerbar la división del trabajo. Se En esta gráfica se ve como 100% de la plusvalía es
aplica el modelo de producción taylorista. gastada como rédito. La mitad se va hacia el capital
b. División internacional del trabajo. Cada variable y la mitad hacia el capital constante.
región del mundo se encarga de una parte
En la vida real, el aumento de la capacidad de las
de la producción.
fuerzas productivas se mueve de forma mayor al
c. Inserción de tecnología.
trabajo pretérito. Es decir, que, aunque el capital
Ejemplo, se inserta una máquina de 20.000 de valor variable vaya aumentando, el capital constante lo
que produce 1000 mercancías en una jornada hace más que proporcionalmente. Ahora, vamos a
laboral, pero el trabajo se reduce a dos horas invertir la mitad del rédito en 50% capital constante
productivas. y 50% capital variable:

50 + 20 c + 15 v + 35 p 50/2 v
100 p 125 p
Composición orgánica del capital y ley de la 50/2 c
acumulación: 100 v 50% 125 v 50%
C V C.O P G 100 c 50% 125 c 50%
100 100 1 100 50%
400 200 2 200 33,3% Ahora, vamos a invertir 90% de la mitad del rédito
1600 400 4 400 20% en capital constante, vamos a comprar máquinas y
6400 800 8 800 11,5% 10% en capital variable (se presupone en ambos
C = capital constante casos que la tasa de plusvalía es del 100%):
V = capital variable 10/2 v
100p 105 p
C.O = composición orgánica
90/2 c
P = plusvalía 100 v 50% 105 v 42%
100 c 50% 145 c 58%
G= tasa de ganancia Para generar acumulación de plusvalía se tuvo que
La composición orgánica del capital sirve para invertir en el capital constante que no interfiere en
calcular el grado de tecnificación del capital. La la creación de valor de la mercancía. Ello no quiere
hallamos de la siguiente forma C.O = C/V- decir que el capital variable no crezca, pero no lo
Evidentemente, al aumentar la producción hace de forma proporcional al capital constante.
aumentan los costos, a más máquinas, o sea, capital Hay una disminución relativa del valor de la fuerza
constante, se necesitan más trabajadores, o sea, de trabajo.
capital variable. Sin embargo, como se ha Si se acumula capital en condiciones que
observado en la tabla, cuando el grado de permanecen invariables: una composición de valor
tecnificación es más grande, se requiere más constante, un valor constante de la fuerza de trabajo
inversión del capital constante y menos de capital y una duración constante de la jornada laboral,
variable. A medida que el sistema capitalista de entonces, la demanda de fuerza de trabajo crece tan
desarrolla la tasa de ganancia disminuye. fuertemente como el capital. Por otro lado, si un
capitalista invierte y pone en funcionamiento una
máquina si el encarecimiento de los costos de
producción (a causa de la adición del valor de la
maquinaria al producto) es menor que el ahorro del
capital variable. La cantidad de trabajadores que
están dispuestos (o mejor dicho, forzados) a vender
su fuerza de trabajo, pero no encuentran
comprador, es designada por Marx como ejército
industrial de reserva. La magnitud de este ejército
industrial de reserva, en gran medida, depende de
los efectos que son contrapuestos. En primer lugar,
tiene que existir la acumulación de capital y con
ella la ampliación de la producción, lo que, con una
composición de valor constante requiere más
fuerza de trabajo (efecto positivo de la acumulación
de empleo). Suponiendo que se duplique la fuerza
productiva del trabajo, solo se necesitan la mitad de
las fuerzas de trabajo para la producción de una
determinada cantidad de productos.
La presencia de este ejército de reserva guarda una
doble función que resulta ventajosa para los
capitalistas. En primer lugar, las fuerzas de trabajo
que no tienen empleo presionan sobre el salario de
los empleados. En segundo lugar, efectivamente,
representan una “reserva” para ampliaciones
súbitas de acumulación: un aumento muy repentino
de la producción (por ejemplo, causado por nuevas
posibilidades de venta en el extranjero) no es
posible con la existencia de pleno empleo.